Archer Jeffrey - Doce Pistas Falsas

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DOCE PISTAS FALSAS (1994) Jeffrey Archer

UN ERROR DE CLCULO

Resulta difcil saber con exactitud por dnde empezar. Pero antes, permtanme explicarles por qu estoy en la crcel. El juicio haba durado dieciocho das, y los bancos destinados al pblico estuvieron abarrotados desde el mismo momento en que el juez entr en la sala. El jurado, en el tribunal de Leeds, haba estado reunido durante casi dos das, y se difundi el rumor de que sus miembros estaban irreconciliablemente divididos. En el banco de los abogados ya se hablaba de disolverlo y volver a celebrar el juicio, puesto que ya haban transcurrido ms de ocho horas desde que el juez Cartwright le haba comunicado al presidente del jurado que su veredicto ya no necesitaba ser unnime; una mayora de diez a dos sera aceptable. De repente, se produjo una agitacin en los pasillos, y los miembros del jurado ocuparon tranquilamente sus asientos. La prensa y el pblico empezaron a entrar precipitadamente en la sala. Todas las miradas se fijaron en el presidente del jurado, un hombre grueso y

bajo de estatura, con aspecto gelatinoso, vestido con un traje de chaqueta cruzada, camisa a rayas y una corbata de lazo de vivo color, que se esforzaba por aparentar una actitud solemne. Pareca la clase de tipo con el que, en circunstancias normales, habra podido disfrutar tomando una jarra de cerveza en el bar local. Pero estas no eran circunstancias normales. Al subir de nuevo los escalones que conducan al banquillo de los acusados, mis ojos se fijaron en una bonita rubia que haba visto en la galera de asistentes durante los das de la vista. Me pregunt si tendra la costumbre de acudir a todos los juicios sensacionalistas por asesinato, o si es que, simplemente, se senta fascinada por este. No demostr el menor inters por m y, como todos los presentes, concentraba la atencin en el presidente del jurado. El secretario del tribunal, con peluca y vestido con una larga toga negra, se levant y ley en una tarjeta las palabras que, en mi opinin, se saba de memoria. Que se levante el presidente del jurado, por favor. El hombrecillo gelatinoso se levant lentamente de su asiento. Le ruego que conteste a mi siguiente pregunta con un s o un no. Miembros del jurado, han alcanzado un veredicto con el que estn de acuerdo al menos diez de ustedes? S, lo hemos alcanzado. Miembros del jurado, encuentran al detenido culpable o inocente de los cargos que se le imputan? Se produjo un silencio total en la sala.

Yo tena la mirada clavada en el presidente del jurado, con el lazo de color vivo. Se aclar la garganta y dijo...

Conoc a Jeremy Alexander en 1978, durante un seminario de formacin de la CBI en Bristol. Cincuenta y seis empresas britnicas que buscaban formas de expandir sus negocios en Europa se haban reunido para asistir a una conferencia informativa sobre legislacin comunitaria. En el momento en que inscrib en el seminario a Coopers, la empresa de la que soy presidente, esta posea 127 vehculos de distintos pesos y tamaos y se estaba convirtiendo con rapidez en una de las mayores empresas de transporte por carretera de Gran Bretaa. Mi padre haba fundado la empresa en 1931; empez con tres vehculos, dos de ellos tirados por caballos, y una lnea de crdito de hasta diez libras, obtenido del banco local de Martins. En 1967, cuando nos convertimos en Cooper & Son, la compaa ya contaba con diecisiete vehculos de cuatro ruedas o ms, y transportaba mercancas por todo el norte de Inglaterra. Pero el viejo segua negndose a superar su lmite de diez libras. En cierta ocasin, durante una depresin del mercado, expres el punto de vista de que deberamos buscar ms lejos nuevas oportunidades de negocio, quiz incluso en el mismo continente. Pero mi padre no

quiso saber nada de eso. No vale la pena correr ese riesgo declar. Desconfiaba de cualquiera que hubiera nacido al sur del Humber, por no hablar de los que vivan al otro lado del Canal. Si Dios puso una franja de agua entre nosotros, tuvo sin duda sus buenas razones. Y esas fueron sus ltimas palabras sobre el tema. Yo me habra echado a rer de no ser porque me di cuenta de que las haba dicho en serio. Cuando se jubil, en 1977, de mala gana y a la edad de setenta aos, me hice cargo de la direccin, como presidente, y empec a poner en marcha algunas ideas en las que haba trabajado durante la dcada anterior, aunque saba que mi padre no las aprobara. Europa no era ms que el principio de mis planes para la expansin de la empresa: deseaba convertirla en sociedad annima en el trmino de cinco aos. Me di cuenta de que para entonces necesitaramos una lnea de descuento de por lo menos un milln de libras y que, por lo tanto, tendra que trasladar nuestra cuenta a un banco capaz de reconocer que el mundo se extenda bastante ms all de los lmites del condado de York. Fue aproximadamente por entonces cuando o hablar del seminario de la CBI en Bristol, y solicit una plaza. El seminario empez el viernes, con una conferencia inaugural a cargo del jefe del consejo de directores europeos de la CBI. Despus de eso, los delegados fueron divididos en ocho pequeos grupos de trabajo,

cada uno dirigido por un experto en legislacin comunitaria. Mi grupo qued bajo la direccin de Jeremy Alexander. Lo admir desde el momento en que empez a hablar; de hecho, no sera nada exagerado decir que me sent fuertemente impresionado. Era un hombre totalmente seguro de s mismo y, segn sabra ms tarde, era capaz de plantear un argumento convincente sobre casi cualquier tema, y hacerlo sin el menor esfuerzo, desde la superioridad del cdigo napolenico, hasta la inferioridad del abatanado ingls de tipo medio. Nos habl durante una hora sobre las diferencias fundamentales, en cuanto a la prctica y el procedimiento, entre los estados miembros de la Comunidad, y luego contest a nuestras preguntas sobre legislacin comercial y empresarial, en medio de lo cual encontr incluso tiempo para explicarnos la importancia de la Ronda Uruguay. Al igual que yo, los otros miembros del grupo no dejaron ni un momento de tomar notas. Poco antes de la una interrumpimos el trabajo para almorzar y me las arregl para asegurarme un puesto junto a Jeremy. Ya empezaba a pensar que quiz fuera la persona ideal para asesorarme acerca de cmo actuar para satisfacer mis ambiciones europeas. Mientras le oa hablar sobre su carrera ante un plato de pescado con pimientos rojos, no dejaba de pensar en e l h e c h o d e q u e , a u n cu a n d o te n a m o s aproximadamente la misma edad, no podramos haber

procedido de ambientes ms diferentes. El padre de Jeremy, banquero de profesin, haba escapado de Europa oriental apenas unos das antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Se haba instalado en Inglaterra, anglicanizado su nombre y enviado a su hijo a Westminster. Desde all, Jeremy haba acudido al Kings College, en Londres, donde estudi derecho y se gradu con matrcula de honor. Mi padre era un hombre que se haba hecho a s mismo, oriundo de los valles de Yorkshire, y que haba insistido en que dejara la escuela en cuanto hube terminado mis estudios de bachillerato. En un mes te ensear ms sobre el mundo real de lo que puedas aprender en toda una vida de esos tipos de la universidad sola decirme. Acept esa filosofa sin cuestionarla, y dej la escuela pocos das despus de cumplir los diecisis aos. A la maana siguiente entr a trabajar en Coopers como aprendiz, y me pas los tres primeros aos en el depsito de vehculos, bajo la atenta mirada de Buster Jackson, el director del taller, quien me ense a desmontar los vehculos de la compaa y, lo que es ms importante, a volver a montarlos. Tras haber pasado por la experiencia del taller, estuve dos aos en el departamento de facturacin, donde aprend a calcular costes y a cobrar a los morosos. Pocas semanas despus de cumplir los veintin aos pas el examen para la obtencin del carnet de conducir vehculos pesados, y durante los tres

aos siguientes fui de un lado a otro por las carreteras del norte de Inglaterra, dedicado a entregar toda clase de cosas, desde aves de corral hasta pias para nuestros clientes. Jeremy se pas ese mismo perodo dedicado a profundizar en los secretos de los cdigos continentales de derecho en la Sorbona. Cuando Buster Jackson se jubil, regres al depsito de vehculos, en Leeds, para ocupar el puesto de director de taller. Por esa misma poca, Jeremy estaba en Hamburgo, preparando una tesis doctoral sobre barreras comerciales internacionales. Cuando finalmente abandon el mundo de los estudios acadmicos y acept su primer trabajo real, como socio en una gran empresa de abogados comerciales en la City, yo ya llevaba ocho aos ganndome un salario con mi trabajo. Aunque Jeremy me impresion en el seminario, pude percibir, por detrs de aquella superficie de afabilidad, una poderosa combinacin de ambicin y esnobismo intelectual de la que mi padre, sin duda, habra desconfiado. Tuve la sensacin de que solo se mezclaba con nosotros con la esperanza de que, en algn momento, en el futuro, pudiramos extender algo de mantequilla sobre su pan. Ahora me doy cuenta de que, ya durante nuestra primera reunin, abrigaba la sospecha de que,en mi caso, podra muy bien ser miel en lugar de mantequilla. Mi opinin sobre el hombre no pudo dejar de verse influida por el hecho de que tena cinco centmetros de

altura ms que yo, y unos cuantos menos alrededor de la cintura, por no hablar del hecho de que la mujer ms atractiva del curso termin en su cama aquel mismo sbado por la noche. Nos encontramos el domingo por la maana para jugar a squash y me dej para el arrastre, aparentemente sin sudar apenas. Tenemos que volver a vernos me dijo cuando nos dirigamos hacia las duchas. Si piensas realmente en expandirte por Europa, quiz pueda ayudarte. Mi padre me haba enseado a no cometer nunca el error de imaginar que los amigos y colegas son necesariamente animales de la misma especie. A menudo citaba al gobierno como ejemplo de ello. As pues, y aunque no me gustaba, me asegur de disponer de los abundantes nmeros de telfono y fax de Jeremy antes de abandonar Bristol, al final del ciclo de conferencias. El domingo por la noche regres en mi coche a Leeds y cuando llegu a casa sub la escalera corriendo y me sent en el borde de la cama para abrumar a mi medio dormida esposa con una narracin de por qu haba resultado ser aquel un fin de semana memorable. Rosemary era mi segunda esposa. La primera, Helen, haba estudiado en la escuela superior de Leeds para seoritas en la misma poca en que yo asista a la escuela contigua. Las dos escuelas compartan un gimnasio, y yo me enamor de ella a la edad de trece aos, mientras la observaba jugar a voleibol. Despus de

eso, encontr todas las excusas que se me presentaron para deambular por el gimnasio, con la esperanza de ver sus zapatillas azules cuando saltaba para enviar la pelota directamente por encima de la red. Comoquiera que las escuelas participaban en diversas actividades conjuntas, empec a demostrar un inters activo por las producciones teatrales, a pesar de no saber actuar. Asist a los debates conjuntos, y jams abr la boca. Me apunt a la orquesta combinada de las dos escuelas y termin por tocar el tringulo. Tras dejar la escuela y empezar a trabajar en el depsito de vehculos, segu viendo a Helen, que continu sus estudios. A pesar de mi pasin por ella, no hicimos el amor hasta que ella tuvo dieciocho aos, aunque ni siquiera entonces estuve seguro de que hubiramos consumado algo. Seis semanas ms tarde me dijo, entre un mar de lgrimas, que estaba embarazada. En contra de los deseos de sus padres, que haban abrigado la esperanza de que fuera a la universidad, se dispuso una boda un tanto precipitada, pero como por aquel entonces yo no deseaba mirar a ninguna otra chica durante el resto de mi vida, me sent secretamente encantado con el resultado de nuestra indiscrecin juvenil. Helen muri la noche del 14 de septiembre de 1964, al dar a luz a nuestro hijo, Tom, que slo sobrevivi una semana. Pens que jams lograra superarlo, y no estoy muy seguro de haberlo conseguido. Despus de su muerte, no mir a ninguna otra mujer durante aos, y puse toda mi energa en la empresa.

Tras el funeral de mi esposa e hijo, mi padre, que no es precisamente un hombre blando o sentimental (no se encuentran muchos de esos en Yorkshire), revel una parte suave de su carcter que yo no le haba visto hasta entonces. Me telefoneaba a menudo por la noche, para ver cmo me las arreglaba, e insisti en que me reuniera regularmente con l en el despacho del director, en Ellan Road, los sbados por la tarde. Empec a comprender, por primera vez, por qu razn le segua adorando mi madre despus de ms de veinte aos de matrimonio. Conoc a Rosemary unos cuatro aos ms tarde, durante un baile celebrado para lanzar el Festival de Msica de Leeds. No es que eso fuera un hbitat natural para m, pero como Coopers haba pagado una pgina entera de publicidad en el programa y el brigadier Kershaw, alto comisario del condado y presidente del Comit del Baile, nos haba invitado a participar como sus invitados, no tuve ms remedio que ponerme el raras veces usado esmoquin y acompaar a mis padres al baile. Me instalaron en la mesa 17, junto a la seorita Kershaw, que result ser la hija del alto comisario. lba elegantemente vestida, con un vestido azul sin tirantes que resaltaba su linda figura, tena una mata de cabello pelirrojo y una sonrisa que me hizo sentirme como si furamos amigos de toda la vida. Mientras tombamos algo descrito en el men como aguacate con hinojo, me dijo que acababa de terminar sus estudios de ingls

en la universidad de Durham, y que no estaba muy segura de saber qu hara con el resto de su vida. No quiero ser profesora me dijo. Y, desde luego, no estoy hecha para ser secretaria. Charlamos durante el segundo y tercer plato, y pasamos de las personas que estaban sentadas a nuestro lado. Despus de tomar el caf, me arrastr a la pista de baile, donde me habl de los problemas de considerar cualquier forma de trabajo cuando su diario estaba tan lleno de compromisos sociales. Me sent bastante halagado por el hecho de que la hija del alto comisario demostrara el ms ligero inters por m y, para ser honestos, debo decir que no me lo tom muy en serio cuando, al final de la velada, me susurr junto a la oreja: Mantengmonos en contacto. Pero lo cierto es que, un par de das ms tarde, me llam por telfono y me invit a almorzar aquel domingo con sus padres en su casa de campo. Y luego quiz podramos jugar un poco al tenis. Supongo que juegas al tenis, verdad? El domingo, me dirig a Church Fenton y descubr que la residencia de los Kershaw era exactamente lo que habra cabido esperar: grande y decadente, algo que, ahora que lo pienso, no era tampoco una mala descripcin del propio padre de Rosemary. A pesar de todo, pareca un tipo bastante agradable. A su madre, sin embargo, no resultaba tan fcil complacerla. Proceda de alguna parte de Hampshire y fue incapaz de

ocultar su impresin de que, aun cuando yo pudiera ser bueno para hacer donaciones caritativas ocasionales, no acababa de ser la clase de persona con la que ella esperaba compartir el almuerzo dominical. Rosemary ignor el extrao e incisivo comentario de su madre, y continu su charla conmigo acerca de mi trabajo. Puesto que llovi durante toda la tarde, no tuvimos oportunidad de jugar al tenis, as que Rosemary emple su tiempo en seducirme en el pequeo pabelln situado tras el patio. Al principio, me puso nervioso la idea de hacerle el amor a la hija del alto comisario, pero pronto me acostumbr a la idea. No obstante, a medida que pasaron las semanas empec a preguntarme si era para ella algo ms que una fantasa de conductor de camin. Hasta que empez a hablar de matrimonio. La seora Kershaw fue incapaz de ocultar su repugnancia ante la simple idea de que alguien pudiera convertirse en su yerno, pero su opinin result ser irrelevante, ya que Rosemary se mostr implacable sobre el tema. Nos casamos dieciocho meses ms tarde. Ms de doscientos invitados asistieron a la grandiosa boda en la iglesia parroquial de Santa Mara. Pero debo confesar que cuando me volv para ver a Rosemary avanzar por el pasillo central, no pude hacer otra cosa sino pensar en la ceremonia de mi primera boda. Durante un par de aos, Rosemary hizo todos los esfuerzos posibles por ser una buena esposa. Se interes por la empresa, aprendi los nombres de todos los

empleados, y hasta entabl cierta amistad con las esposas de algunos de los ejecutivos ms antiguos. Pero, puesto que yo trabajaba todas las horas que Dios pona a mi alcance, temo que no siempre pude prestarle toda la atencin que ella necesitaba. El caso es que Rosemary anhelaba una vida compuesta de visitas regulares al Gran Teatro de la pera, seguidas de fiestas con los amigos del condado que se alargaran hasta altas horas de la madrugada, mientras que yo prefera trabajar los fines de semana, y acostarme antes de las once la mayora de las noches. Para Rosemary, yo empezaba a convertirme en el esposo del ttulo de la obra de Oscar Wilde que ella me llev a ver, aunque no me sirvi de mucho, porque me qued dormido en el segundo acto. Despus de cuatro aos sin producir descendencia, y no porque Rosemary dejara de ser muy activa en la cama, empezamos a separarnos poco a poco, cada cual por su camino. Si ella tuvo algn asunto extramatrimonial (y yo ciertamente lo tuve cuando pude encontrar tiempo), lo mantuvo bajo la mayor discrecin. Y fue entonces cuando conoci a Jeremy Alexander.

No fue hasta unas seis semanas despus del seminario en Bristol cuando tuve ocasin de telefonear a Jeremy para pedirle consejo. Deseaba cerrar un trato con una compaa quesera francesa para transportar sus mercancas a los supermercados britnicos. El ao anterior haba tenido que soportar una gran prdida en

una empresa similar con una cervecera alemana y no me poda permitir cometer dos veces el mismo error. Envame los detalles me dijo Jeremy. Estudiar toda la documentacin durante el fin de semana y te llamar el lunes por la maana. Fue fiel a su palabra y cuando me llam por telfono mencion que tendra que estar en York el jueves para asistir a un cliente, y sugiri que nos viramos al da siguiente para repasar el contrato. Estuve de acuerdo y nos pasamos la mayor parte de ese viernes encerrados en la sala del consejo de Coopers, dedicados a repasar todos los puntos y las comas del contrato. Fue un verdadero placer ver trabajar a un hombre tan profesional, aunque Jeremy mostraba a veces la irritante costumbre de tamborilear con los dedos sobre la mesa cuando yo no haba comprendido con rapidez adnde quera ir a parar. Result que Jeremy ya haba hablado con el abogado de la empresa, en Toulouse, para dilucidar las reservas que pudiera tener. Me asegur que aun cuando monsieur Sisley no hablaba ingls, le haba hecho ser muy consciente de nuestras preocupaciones. Me sorprendi el uso que hizo del nuestras. Tras haber repasado la ltima pgina del contrato, me di cuenta de que todos los que trabajaban en el edificio se haban marchado para el fin de semana, as que le suger a Jeremy que nos acompaara a cenar a Rosemary y a m. Mir su reloj, consider la oferta por un momento y luego dijo:

Gracias, es muy amable por tu parte. De regreso a casa, pasamos por el Queens Hotel, para que l pudiera cambiarse. Rosemary, sin embargo, no se mostr complacida cuando le dije en el ltimo minuto que haba invitado a cenar a un completo extrao, sin habrselo advertido antes, aunque le asegur que Jeremy le gustara. Jeremy llam a la puerta de nuestra casa pocos minutos despus de las ocho. Al presentrselo a Rosemary, se inclin ligeramente ante ella y le bes la mano. Despus, no apartaron los ojos el uno del otro durante toda la noche. Solo un ciego no se habra dado cuenta de lo que probablemente sucedera a continuacin, pero mi admiracin por Jeremy me haba dejado, si no completamente ciego, s al menos bizco. Jeremy no tard en encontrar excusas para pasar ms y ms tiempo en Leeds, y debo admitir que su repentino entusiasmo por el norte de Inglaterra me permiti hacer progresar mis ambiciones para Coopers con mucha mayor rapidez de lo que antes habra credo posible. Haca ya algn tiempo que tena la impresin de que la empresa necesitaba un buen abogado interno, y un ao despus de nuestro primer encuentro le ofrec a Jeremy un puesto en el consejo de administracin, con el encargo de preparar a la empresa para su salida a Bolsa. Durante ese perodo pas buena parte de mi tiempo en Madrid, Amsterdam y Bruselas, entregado a preparar nuevos contratos, y Rosemary, desde luego, no me

desanim en esa tarea. Mientras tanto, Jeremy dirigi con habilidad la empresa y sorte toda una serie de problemas legales y financieros. Gracias a su diligencia y experiencia, el 12 de febrero de 1980 pudimos anunciar que Coopers se presentara, a finales de ese mismo ao, en la Bolsa de Londres. Fue entonces cuando comet mi primer error: invit a Jeremy a convertirse en vicepresidente de la empresa. Segn las condiciones de la salida a Bolsa, Rosemary y yo conservaramos el cincuenta y uno por ciento de las acciones. Jeremy me explic que, por razones fiscales, deban ser divididas a partes iguales entre nosotros. Mis contables estuvieron de acuerdo y en aquel momento no me lo pens dos veces. Las restantes 4.900.000 acciones de una libra fueron rpidamente absorbidas por inversores institucionales y por el pblico, y pocos das despus de que la empresa saliera a Bolsa ya cotizaban a 2,80 libras en el mercado de valores. Mi padre, que haba muerto el ao anterior, jams habra aceptado que pudiera ser posible ganar varios millones de libras de la noche a la maana. De hecho, creo que habra desaprobado la idea, puesto que en su lecho de muerte todava estaba convencido de que una lnea de descuento de diez libras era perfectamente adecuada para dirigir un buen negocio. Durante la dcada de los aos ochenta la economa britnica mostr un crecimiento continuo y, en marzo de 1984, las acciones de la Coopers ya haban rebasado el listn de las cinco libras, a lo que siguieron

especulaciones en la prensa acerca de una posible venta. Jeremy me aconsej que aceptara una de las ofertas, pero le dije que jams permitira que la Coopers saliera del control de la familia. Despus de eso, tuvimos que dividir las acciones en tres ocasiones distintas y, en 1989, el Sunday Times calcul que Rosemary y yo valamos, juntos, unos treinta millones de libras. Yo nunca me imagin ser rico; al fin y al cabo, por lo que a m se refera las acciones no eran ms que trozos de papel mantenidos por Joe Ramsbottom, el abogado de nuestra empresa. Viva an en casa de mi padre, conduca un Jaguar de cinco aos y trabajaba catorce horas al da. Nunca me preocuparon mucho las vacaciones y no era, por naturaleza, despilfarrador. De algn modo, la riqueza me pareca irrelevante. Me habra sentido feliz de poder seguir viviendo como viva, de no haber llegado inesperadamente una noche a casa. Tom el ltimo avin de regreso a Heathrow despus de una negociacin particularmente prolongada y ardua en Colonia y, en un principio, tuve la intencin de quedarme a pasarla noche en Londres. Pero para entonces ya estaba lo suficientemente harto de hoteles y lo nico que deseaba era llegara casa, a pesar del prolongado viaje de regreso en coche. Al llegar a Leeds, pocos minutos despus de la una, encontr el BMW blanco de Jeremy aparcado en la acera. Si aquel mismo da hubiera llamado por telfono a Rosemary, posiblemente no habra terminado en la crcel.

Aparqu el coche junto al de Jeremy y me diriga hacia la puerta principal cuando observ que solo haba una luz encendida en toda la casa, en la habitacin delantera del primer piso. No se necesitara a un Sherlock Holmes para explicar lo que tena lugar en aquella habitacin en particular. Me detuve y mir hacia las cortinas corridas durante un rato. Nada se agit, de modo que, evidentemente, no haban odo llegar el coche y no conocan mi presencia. Regres sobre mis pasos y me alej tranquilamente con el coche, hacia el centro de la ciudad. Al llegar al Queens Hotel le pregunt al recepcionista de servicio si el seor Jeremy Alexander haba reservado una habitacin para pasar la noche. Comprob el registro de clientes y me confirm que as era. En ese caso, la ocupar yo mismo le dije. El seor Alexander se aloja en algn otro lugar por esta noche. Mi padre se habra sentido orgulloso de m ante un uso tan frugal de los recursos de la empresa. Me tumb en la cama de la habitacin del hotel, incapaz de dormir, al tiempo que mi clera se incrementaba a cada hora que pasaba. A pesar de que ya no senta gran cosa por Rosemary y que incluso haba aceptado que quiz nunca sintiera nada por ella, ahora detestaba a Jeremy. Pero no fue hasta el da siguiente cuando descubr hasta qu punto le detestaba. A la maana siguiente llam por telfono a mi secretaria y le dije que regresara a la oficina

directamente desde Londres. Ella me record que haba prevista una reunin del consejo para las dos y que el seor Alexander haba tenido la intencin de presidirla. Me alegr de que no pudiera observar la sonrisa de satisfaccin que se extendi por mi rostro. Durante el desayuno, un rpido vistazo a la agenda me permiti comprender con toda claridad por qu Jeremy haba deseado presidir esa reunin en particular. Pero sus planes ya no me importaban demasiado. Haba decidido comunicar a mis directores en qu andaba metido l, y asegurarme de que fuera despedido del consejo en cuanto eso fuera factible. Llegu a Coopers poco despus de la una y media y aparqu en el espacio marcado como Presidente. Para cuando lleg el momento de iniciarse la reunin, haba tenido tiempo suficiente para comprobar mis archivos y fui dolorosamente consciente de la cantidad de acciones de la empresa controladas ahora por Jeremy; y de lo que l y Rosemary tuvieron que haber planeado desde haca algn tiempo. Sin hacer el menor comentario, Jeremy abandon la silla de la presidencia en cuanto yo entr en la sala, y no demostr ningn inters en particular por los procedimientos hasta que se abord el tema de la futura emisin de acciones. Fue entonces cuando intent presionar para plantear una mocin aparentemente inocua que, en ltimo trmino, habra tenido como resultado que Rosemary y yo perdiramos el control de la empresa y, en consecuencia, furamos incapaces de

resistir una futura oferta de adquisicin. Yo quiz habra cado en la trampa si la noche anterior no se me hubiera ocurrido conducir hasta Leeds y encontrar su coche aparcado ante mi casa, y la luz encendida en mi dormitorio. Cuando ya crea haber logrado que todos estuvieran de acuerdo en aprobar la mocin, ped a los contables de la empresa que prepararan un informe completo para la siguiente reunin del consejo, antes de tomar ninguna decisin al respecto. Jeremy no demostr la menor seal de emocin. Se limit a tamborilear con los dedos sobre la mesa del consejo. Yo estaba decidido a que aquel informe significara su cada. De no haber sido por mi temperamento impaciente habra podido elaborar, con el tiempo, una forma ms sensata de desembarazarme de l. Puesto que nadie tuvo ningn otro asunto que plantear, cerr la reunin a las 17.40 y le suger a Jeremy que nos acompaara a cenar a Rosemary y a m. Deseaba verlos juntos. Jeremy no se mostr muy entusiasmado, pero despus de algunos comentarios a regaadientes sobre mi falta de comprensin hacia su propuesta de nuevas acciones, se mostr finalmente de acuerdo, quiz con la sensacin de que mi esposa intervendra de algn modo en el asunto. Cuando llam a Rosemary para decirle que Jeremy vendra a cenar, ella pareci todava menos entusiasmada que l ante la idea. Quiz debierais salir a cenar los dos juntos me sugiri ella. De ese modo, Jeremy podra informarte

ms plenamente de lo que ha estado haciendo mientras t estabas fuera. Intent no echarme a rer al or sus palabras. En estos momentos no tenemos mucha comida en casa aadi. Le dije que no era precisamente la comida lo que me preocupaba. De un modo poco caracterstico en l, Jeremy lleg tarde, pero yo ya le haba preparado su habitual whisky con soda en cuanto cruz la puerta. Debo decir que realiz una actuacin brillante durante toda la cena, aunque Rosemary fue algo menos convincente. Mientras tombamos caf en el saln, me las arregl para provocar la confrontacin que Jeremy haba evitado tan hbilmente en la reunin del consejo. Por qu te muestras tan impaciente con respecto a esa nueva colocacin de acciones? le pregunt una vez que iba ya por el segundo brandy. Seguramente, te dars cuenta de que eso nos quitara el control de la empresa a Rosemary y a m. No te das cuenta de que en menos de nada podramos ser objeto de una oferta hostil de compra de acciones? Intent tranquilizarme con unas pocas frases bien ensayadas. Es en el mejor inters de la empresa, Richard. Debes darte cuenta de que Coopers se expande con demasiada rapidez. Ya no se trata de una empresa familiar. A largo plazo, este tiene que ser el curso ms prudente que podis seguir vosotros dos, por no hablar de los accionistas.

Me pregunt a qu accionistas se refera en concreto. Me sorprendi poco ver que Rosemary no solo le apoyaba, sino que incluso demostraba una notable comprensin de los detalles ms exquisitos de la colocacin de acciones, incluso despus de que Jeremy se burlara de ella de una forma demasiado evidente. Se mostr extremadamente versada en los argumentos planteados por l, lo que no dej de llamarme la atencin, sobre todo si tena en cuenta el poco inters que haba demostrado en el pasado acerca de las transacciones de la empresa. Fue entonces cuando se volvi hacia m y me dijo: Tenemos que considerar nuestro futuro, cario. En ese momento, perd la compostura. Los hombres de Yorkshire son bien conocidos por su franqueza, y la siguiente pregunta que plante hizo honor a esa fama. Por casualidad estis teniendo una relacin vosotros dos? Rosemary se puso escarlata. Jeremy se ech a rer, un poco demasiado fuerte, y luego dijo: Creo que esta noche te has tomado una copa de ms, Richard. Ni una gota le asegur. Estoy ms sobrio que un juez. Como lo estaba anoche, cuando llegu a casa a ltima hora y encontr tu coche aparcado delante. Por primera vez, desde que le conoca, haba logrado sorprender a Jeremy, aunque solo fuera por un

momento. Empez a tamborilear con los dedos sobre la mesa de cristal, por delante de l. Simplemente, le estaba explicando a Rosemary el tema de las nuevas acciones dijo, sin amilanarse apenas. Que es precisamente lo exigido por las normas del mercado de valores. Y existe alguna norma del mercado de valores que exija que tales explicaciones deban darse en la cama? Oh, no seas absurdo exclam Jeremy. Pas la noche en el Queens Hotel. Llama a recepcin si quieres aadi al tiempo que tomaba el telfono y me lo ofreca. All te confirmarn que tuve reservada mi habitacin de siempre. Estoy seguro de que lo confirmarn repliqu. Pero tambin confirmarn que fui yo mismo quien pas la noche en tu cama de siempre. En medio del silencio que sigui a mis palabras me saqu del bolsillo de la chaqueta la llave de la habitacin del hotel y la hice tintinear delante de l. Inmediatamente, Jeremy se puso en pie de un salto. Yo tambin me levant de la silla, algo ms lentamente y me enfrent a l, sin dejar de preguntarme cul sera su prximo movimiento. Todo es por culpa tuya, estpido idiota termin por balbucear. En primer lugar, deberas haber demostrado ms sinters por Rosemary, y no dedicarte a viajar continuamente por Europa. No es extrao que ests en peligro de perder la empresa.

Curiosamente, no fue el hecho de que Jeremy se hubiera acostado con mi esposa lo que me hizo reaccionar repentinamente, sino que l tuviera la arrogancia de pensar que tambin poda arrebatarme la empresa. No dije nada, y me limit a avanzar un paso hacia l y lanzarle un fuerte puetazo contra su barbilla perfectamente afeitada. Quiz tuviera cinco centmetros de altura menos que l, pero despus de veinte aos de habrmelas tenido que ver con camiones pesados, an era capaz de propinar un golpe decente. Jeremy se tambale primero hacia atrs, y luego hacia delante, antes de derrumbarse sobre m. Al caer, se golpe la sien derecha contra la mesa decristal y derrib el brandy sobre el suelo. Despus, permaneci inmvil delante de m, mientras la sangre goteaba lentamente sobre la alfombra. Debo admitir que me sent bastante complacido conmigo mismo, sobre todo cuando Rosemary se precipit a su lado y empez a gritarme improperios. Ahrrate el aliento para tu amante le dije. Y cuando recupere el conocimiento dile que no se moleste en acudir al Queens Hotel, porque esta noche volver a dormir en su cama. Sal de la casa y me dirig en coche al centro de la ciudad. Dej el jaguar en el aparcamiento del hotel. Al entrar, el vestbulo del Queens estaba desierto y tom el ascensor para subir directamente a la habitacin de Jeremv. Me tumb sobre la cama, demasiado agitado como para poder dormir.

Empezaba a dormitar cuando cuatro policas irrumpieron en la habitacin y me sacaron a rastras de la cama. Uno de ellos me dijo que estaba detenido y me ley mis derechos. Sin mayores explicaciones, me condujeron a la comisara de polica de Millgarth, donde, pocos minutos despus de las cinco, fui entregado al funcionario encargado de la crcel, me arrebataron todas mis posesiones personales y las metieron en un abultado sobre marrn. Se me dijo que tena derecho a hacer una llamada telefnica, as que llam a Joe Ramsbottom, despert a su esposa y le ped que Joe se reuniera conmigo en la comisara lo antes posible. Luego, me encerraron en una pequea celda y me dejaron a solas. Me sent en el banco de madera y trat de dilucidar por qu haba sido detenido. No poda creer que Jeremy hubiera sido lo bastante estpido como para acusarme de haberle golpeado. Unos cuarenta minutos ms tarde, cuando lleg Joe, le cont exactamente lo que haba ocurrido aquella noche. Me escuch con expresin seria, pero no me ofreci su opinin. Una vez que hube terminado, me dijo que intentara descubrir de qu me acusaba la polica. Una vez que se march Joe, empec a temer la posibilidad de que Jeremy hubiera sufrido un ataque al corazn, o que incluso hubiera resultado muerto como consecuencia del golpe que se dio en la cabeza contra el canto de la mesa. Mi imaginacin se desboc, mientras consideraba las peores posibilidades, y empezaba a

sentirme ms y ms desesperado por saberlo que haba ocurrido, cuando se abri la puerta de la celda y entraron dos inspectores vestidos de paisano. Joe les segua, aun paso de distancia. Soy el inspector jefe Bainbridge dijo el ms alto de los dos. Y este es mi colega, el sargento Harris. Mostraban expresin de cansancio en los ojos, y tenan las ropas arrugadas. Pareca como si hubieran estado de servicio durante toda la noche, ya que a los dos les habra venido muy bien un afeitado. Me toqu la barbilla y me di cuenta de que lo mismo podra decirse de m. Nos gustara hacerle unas preguntas sobre lo que sucedi anoche, en su casa dijo el inspector jefe. Mir a Joe, quien asinti con un leve gesto de la cabeza. Seor Cooper, ayudara mucho a nuestras investigaciones si cooperara con nosotros sigui diciendo el inspector jefe. Est dispuesto a hacernos una declaracin, ya sea por escrito o grabada? Me temo que mi cliente no tiene nada que decir por el momento, inspector jefe intervino Joe. Y no tendr nada que decir hasta que yo no haya recibido ms informacin. Me sent bastante impresionado. Jams haba visto a Joe mostrarse tan firme con nadie, excepto con sus hijos. Simplemente quisiramos tomarle declaracin, seor Ramsbottomle dijo el inspector jefe Bainbridge a Joe, como si yo no existiera. Nos parece muy bien

que usted est presente. No replic Joe con firmeza. O bien acusan formalmente a mi cliente, o nos dejan a solas... inmediatamente. El inspector jefe vacil un momento y luego hizo un gesto a su colega. Los dos se marcharon sin decir nada ms. Acusarme? pregunt una vez que se hubo cerrado la puerta de la celda tras ellos. De qu, por el amor de Dios? Sospecho que de asesinato contest Joe. Despus de lo que les ha dicho Rosemary. De asesinato? repet, casi incapaz de formular la palabra. Pero... Escuch con incredulidad a Joe mientras me contaba lo que haba podido averiguar de la declaracin que mi esposa haba hecho ante la polica durante las primeras horas de la maana. Pero no fue eso lo que sucedi protest. Seguramente, nadie creera una historia tan monstruosa. Quiz la crean cuando sepan que la polica ha encontrado un rastro de sangre que va desde el saln hasta el lugar donde dejaste aparcado el coche, en la acera dijo Joe. Eso no es posible. Cuando sal del saln Jeremy segua inconsciente en el suelo. La polica tambin encontr rastros de sangre en el portamaletas de tu coche. Parecen estar bastante

seguros de que se corresponder con la de Jeremy. Oh, Dios mo exclam. Es listo. S, es muy listo. Es que no te das cuenta de lo que traman? No, si quieres que te sea sincero, no lo comprendo admiti Joe. Esta no es exactamente la clase de trabajo que espera encontrar un abogado de empresa como yo. Pero esta maana he logrado ponerme en contacto por telfono, antes de que saliera de su casa, con sir Matthew Roberts, un excelente abogado. Es el ms destacado criminalista de la zona nororiental. Hoy tiene que actuar en el tribunal de York y ha estado de acuerdo en reunirse con nosotros en cuanto haya terminado la sesin del tribunal. Si eres inocente, Richard, no tendrs nada que temer, sobre todo si cuentas con sir Matthew para defenderte. De eso puedes estar seguro. Aquella misma tarde fui formalmente acusado del asesinato de Jeremy Anatole Alexander; la polica admiti ante mi abogado que todava no haban encontrado el cuerpo, pero confiaban en poder hacerlo en el plazo de las prximas horas. Yo saba que no podran encontrarlo. Al da siguiente Joe me dijo que durante las ltimas veinticuatro horas haban excavado en mi jardn ms de lo que haba hecho yo en veinticuatro aos. Hacia las siete de aquella noche se abri de nuevo la puerta de mi celda y entr Joe, acompaado por un hombre de constitucin pesada y aspecto ciertamente distinguido. Sir Matthew Roberts tena ms o menos la

misma altura que yo, pero pesaba unos buenos quince kilos ms. A juzgar por sus mejillas rubicundas y por la clida sonrisa que me dirigi pareca la clase de hombre que disfrutaba con una buena botella de vino, en compaa de gente divertida. Tena una abundante mata de cabello oscuro, que segua peinndose al estilo de los viejos anuncios de Denis Compton Brylcreem, e iba ataviado con la vestimenta caracterstica de su profesin, un traje de tres piezas y una corbata gris plateada. Me gust desde el momento en que se present. Sus primeras palabras fueron para expresar el deseo de que hubiramos podido conocernos en circunstancias mucho ms agradables. Me pas el resto de la noche con sir Matthew, dedicado a repasar mi historia una y otra vez. Me di cuenta de que no crea una sola palabra de lo que le deca, a pesar de lo cual pareca suficientemente feliz de representarme. Pocos minutos despus de las once, l y Joe se marcharon y me dispuse a pasar la noche entre rejas. Permanec en custodia hasta que la polica proces todas las pruebas y las present ante el departamento de la fiscala pblica. Al da siguiente, un magistrado me convoc a juicio ante el tribunal de Leeds y, a pesar del elocuente ruego planteado por sir Matthew, no se me concedi la libertad bajo fianza. Cuarenta minutos ms tarde fui trasladado a la prisin de Armley. Las horas se convirtieron en das, los das en

semanas y las semanas en meses. Casi me cans de decirle a todo aquel que quisiera escucharme que jams encontraran el cuerpo de Jeremy, porque no haba ningn cuerpo que encontrar.

Nueve meses ms tarde, cuando el caso lleg finalmente al tribunal de Leeds, aparecieron las hordas de periodistas, que siguieron con fruicin cada una de las palabras que se dijeron en el juicio. Un multimillonario, una posible relacin adltera y un cuerpo inexistente eran demasiado como para que ellos pudieran resistirlo. La prensa amarilla se super a s misma al describir a Jeremy como el lord Lucan de Leeds, y a m como el camionero excesivamente impulsado por el sexo. Habra disfrutado hasta de la ltima slaba de lo que se public, si no hubiera sido yo el acusado. En su discurso de apertura, sir Matthew plante una magnfica lucha en mi nombre. Sin un cuerpo, cmo poda acusarse de asesinato a su cliente? Y cmo poda haber ocultado el cuerpo si haba pasado toda la noche en el Queens Hotel? Cmo lamentaba no haber encontrado a nadie en recepcin aquella segunda vez, y haberme dirigido directamente a la habitacin de Jeremy. No me ayud el hecho de que la polica me encontrara sobre la cama, completamente vestido. Observ los rostros del jurado al final del discurso de apertura de la acusacin. Se mostraban perplejos y,

evidentemente, dudaban de mi culpabilidad. Esa duda se mantuvo hasta que Rosemary subi al estrado de los testigos. No pude soportar el mirarla y dirig la vista hacia una rubia espectacular que haba permanecido sentada en la primera fila de los bancos destinados al pblico durante cada uno de los das del juicio. Durante una hora, el fiscal gui suavemente a mi esposa para que contara lo que haba ocurrido esa noche, hasta el momento en que golpe a Jeremy. Hasta ese preciso momento, estuve de acuerdo con todo lo que ella dijo. Y qu ocurri despus, seora Cooper? pregunt el fiscal de la Corona. Mi esposo se inclin y comprob el pulso del seor Alexander susurr Rosemary. Luego, se puso blanco y lo nico que dijo fue: Est muerto. Lo he matado. Qu hizo el seor Cooper a continuacin? Tom el cuerpo, se lo carg sobre el hombro y empez a dirigirse hacia la puerta. Yo le grit: Qu ests haciendo, Richard?. Qu respondi l? Me dijo que iba a disponer del cuerpo mientras todava fuera de noche, y que yo deba asegurarme de que no quedaba el menor rastro de que Jeremy hubiera estado en casa esa noche. Como no haba nadie en la oficina cuando salieron de all, todos supondran que Jeremy haba regresado a Londres a primera hora de aquella noche. Asegrate de que no quedan rastros de sangre, fueron las ltimas palabras que recuerdo que

dijo mi esposo antes de abandonar la sala, con el cuerpo de Jeremy cargado sobre el hombro. Creo que fue entonces cuando me desvanec. En el banco de los acusados, sir Matthew me mir con, una expresin burlona. Yo sacud la cabeza vigorosamente. Su aspecto era ceudo cuando el fiscal regres a su asiento. Desea hacer alguna pregunta a la testigo, sir Matthew? pregunt el juez. Sir Matthew se levant lentamente. Desde luego, seora contest. Se irgui en toda su estatura, se dio un tirn de la toga mir directamente a su adversaria. Seora Cooper, describira usted al seor Alexander como un amigo? S, pero solo en el sentido en que era colega de mi esposo contest Rosemary con serenidad. Quiere eso decir que no se vean cuando su esposo estaba lejos de Leeds, o incluso cuando sala del pas por cuestin de negocios? Solo le vea en acontecimientos sociales, a los que acuda acompaada de mi marido, o si pasaba por el despacho para recoger su correspondencia. Est segura de que esas fueron las nicas veces que le vio, seora Cooper? No hubo otras ocasiones en que pasara una considerable cantidad de tiempo a solas con el seor Alexander? Por ejemplo, en la noche del 17 de septiembre de 1989, antes de que su esposo regresara inesperadamente de un viaje a Europa. No la visit el seor Alexander en esa ocasin durante varias horas,

mientras usted se encontraba a solas en la casa? No. Pas a verme despus del trabajo para dejarme un documento que tena que estudiar, pero ni siquiera tuvo tiempo para quedarse a tomar una copa. Pero su esposo dice... empez a sugerir sir Matthew. S lo que dice mi esposo le interrumpi Rosemary como si hubiera ensayado la frase cientos de veces. Entiendo asinti sir Matthew. Centrmonos en el asunto, le parece, seora Cooper? Mantena usted una relacin sentimental con Jeremy Alexander en el momento de su desaparicin? Es eso importante, sir Matthew? interrumpi el juez. Le puedo asegurar que s, seora, porque aborda el mismo ncleo del caso contest mi abogado en un tono todava ms sereno. Ahora, todas las miradas se posaban sobre Rosemary. Dese que dijera la verdad. Pero ella no vacil. Desde luego que no contest, aunque no era la primera vez que mi esposo me haba acusado injustamente. Entiendo dijo sir Matthew. Tras una pausa, pregunt: Ama usted a su esposo, seora Cooper? Vamos, sir Matthew! exclam el juez, incapaz de ocultar su irritacin. Debo preguntarle una vez ms si eso es importante.

Importante? explot sir Matthew. Es absolutamente vital, seora, y no me veo ayudado por los velados intentos de su seora para intervenir en favor de la testigo. El juez estaba a punto de estallar de indignacin cuando Rosemary dijo serenamente: Siempre he sido una buena y fiel esposa, pero no puedo seguir sindolo bajo unas circunstancias que suponen un asesinato. Los miembros del jurado dirigieron sus miradas hacia m. La mayora de ellos me dieron la impresin de que estaran dispuestos a introducir de nuevo la pena de muerte. Si ese es el caso, no me queda ms remedio que preguntarle por qu esper dos horas y media para ponerse en contacto con la polica pregunt sir Matthew. Sobre todo si, como afirma, estaba convencida de que su esposo haba cometido un asesinato y pretenda ocultar el cuerpo. Como ya he explicado, me desmay poco despus de que l saliera de la habitacin. Llam a la polica en cuanto me hube recuperado. Qu conveniente dijo sir Matthew. O quiz la verdad es que utiliz ese tiempo en preparar la trampa para su esposo, a la vez que permita que su amante se quitara de en medio. Un murmullo recorri la sala. Sir Matthew dijo el juez, volviendo a intervenir. Va demasiado lejos.

Con todos mis respetos, seora, yo no lo creo as. De hecho, no voy lo suficientemente lejos. Se gir en redondo y volvi a mirar a mi esposa. Afirmo, seora Cooper, que Jeremy Alexander era su amante, y todava lo es, y que es usted perfectamente consciente de que est vivo y se encuentra bien. A pesar de los balbuceos del juez y de los murmullos que se extendieron de nuevo por la sala, Rosemary tena bien preparada su respuesta. Solo deseara que as fuera dijo en un tono de voz suave y afable. De ese modo podra presentarse ante este tribunal para confirmar la verdad de lo que digo. Pero usted ya sabe la verdad, seora Cooper dijo sir Matthew al tiempo que levantaba la voz gradualmente. La verdad es que su esposo sali de la casa a solas. Luego se dirigi al Queens Hotel, donde pas el resto de la noche, mientras usted y su amante empleaban ese tiempo en dejar pistas por toda la ciudad de Londres, pistas que, debo aadir, perseguan incriminar a su esposo. Pero lo que no podan dejar era un cuerpo porque, como bien sabe, el seor Jeremy Alexander sigue con vida y ustedes dos fabricaron toda esta historia ficticia simplemente para conseguir sus propios fines. No es esa la verdad, seora Cooper? No, no! grit Rosemary con un entrecortado tono de voz antes de estallar finalmente en lgrimas. Oh, vamos, seora Cooper. Esas son lgrimas fingidas, verdad? dijo sir M atthew con

tranquilidad. Ahora que ha sido descubierta, el jurado decidir si su angustia es genuina. Mir hacia el jurado. No solo haban cado vctimas de la actuacin de Rosemary, sino que ahora me despreciaban por permitir que mi insensible abogado atacara a una mujer tan afable y que tanto haba sufrido. Ante cada una de las preguntas planteadas por sir Matthew, Rosemary se mostr perfectamente capaz de ofrecer respuestas que a m me revelaban todas las caractersticas del experto asesoramiento de Jeremy Alexander. Cuando me lleg el turno de subir al estrado de los testigos, la rubia despampanante volva a ocupar su asiento, en la fila delantera de los bancos reservados al pblico. Pareca disfrutar con cada minuto de mi propio tormento. Incluso mientras sir Matthew me interrogaba, tuve la sensacin de que mi historia sonaba menos convincente que la de Rosemary, a pesar de que era la verdad. El discurso final del fiscal fue mortalmente apagado, pero no por ello menos mortal. El de sir Matthew fue bastante ms sutil y espectacular, pero me temo que bastante menos convincente. Despus de pasar otra noche en la prisin de Armley regres al tribunal para estar presente cuando el juez convocara a las partes. Estaba claro que l no abrigaba la menor duda en cuanto a mi culpabilidad. Su seleccin de las pruebas que eligi revisar fue desequilibrada e

injusta y cuando termin diciendo que su propia opinin no deba ser sopesada por el jurado, no hizo sino aadir hipocresa a su actitud sesgada. Despus de su primer da completo de deliberaciones, el jurado tuvo que ser alojado en un hotel para pasar la noche, irnicamente en el Queens, y cuando al gelatinoso hombre gordo del lazo se le pregunt finalmente: Miembros del jurado, consideran al detenido culpable o inocente de los cargos de que se le acusa?, no me sorprendi nada cuando l contest con voz suficientemente alta para que todos lo oyeran: Culpable, seora. De hecho, me sorprendi que el jurado no hubiera alcanzado una decisin unnime. A menudo me he preguntado qu dos miembros se sintieron lo bastante convencidos como para declarar mi inocencia. Me habra gustado darles las gracias. El juez se me qued mirando, mientras lea la sentencia. Richard Wilfred Cooper, ha sido encontrado culpable del asesinato de Jeremy Anatole Alexander... Yo no le mat, seora interrump con voz serena. En realidad, no est muerto. Solo espero que viva usted lo suficiente como para darse cuenta de la verdad. Sir Matthew pareca ansioso cuando un murmullo se levant entre los presentes. El juez impuso silencio y su voz se hizo todava ms dura al decir:

Permanecer en prisin durante el resto de su vida. Esa es la sentencia prescrita por la ley. Llvenselo. Dos funcionarios de prisiones se adelantaron, me sujetaron con firmeza por los brazos, me hicieron bajar los escalones traseros del banquillo de los acusados, y me llevaron a la celda que haba ocupado cada maana durante los dieciocho das que dur el juicio. Lo siento, amigo me dijo el polica que haba estado a cargo de mi bienestar desde que se iniciara el caso. Fue esa zorra de esposa la que se ocup de que todo se le pusiera en contra. Cerr de golpe la puerta de la celda e hizo girar la llave en la cerradura antes de que tuviera la oportunidad de estar de acuerdo con l. Pocos momentos ms tarde la puerta se abri de nuevo y entr sir Matthew. Me mir fijamente durante un rato, antes de decir una sola palabra. Se ha cometido una terrible injusticia, seor Cooper dijo finalmente. Nos pondremos a trabajar inmediatamente para apelar contra el veredicto. Puede estar seguro de que no descansar hasta que hayamos encontrado a Jeremy Alexander y lo hayamos llevado ante la justicia. Por primera vez, me di cuenta de que sir Matthew saba que yo era inocente.

Fui encerrado en una celda con un delincuente de poca monta llamado Dedos Jenkins. Se imaginan que

cuando ya nos acercamos al siglo XXI pueda haber alguien que se llame Dedos? Aun as, Jenkins se haba ganado el nombre. Momentos despus de entrar en la celda, Dedos ya se haba hecho con mi reloj. Me lo devolvi inmediatamente, antes de que me diera cuenta de que me lo haba quitado. Lo siento dijo, considralo solo como un hbito. La prisin podra haber resultado mucho peor de no haber sido por el hecho de que mis compaeros saban que yo era millonario y estaba dispuesto a pagar algo extra por disfrutar de ciertos privilegios. Cada maana me entregaban el Financial Times, lo que me daba la oportunidad de estar enterado de lo que suceda en la City. Casi sent nuseas cuando me enter de la oferta hostil que se haba hecho por Coopers. No por la oferta en s, que se elev a 12,50 libras la accin, lo que me hizo an ms rico, sino porque era dolorosamente evidente que eso era lo que haban perseguido Jeremy y Rosemary. Ahora, las acciones de Jeremy valdran varios millones de libras, un dinero que jams podra haber conseguido si yo hubiera estado all para impedir la venta. Pas muchas horas al da tumbado en mi jergn, enfrascado en repasar cada palabra publicada en el Financial Times. Cada vez que se mencionaba a Coopers por algo, repasaba las frases tantas veces que termin por sabrmelas de memoria. Finalmente, la compaa fue vendida, pero no antes de que el precio de

mercado por la accin subiera a 13,43 libras. A partir de entonces segu sus actividades con gran inters y me sent cada vez ms angustiado ante la calidad de la nueva direccin, cuando empezaron a despedir a algunos de los miembros ms experimentados de mi personal, incluido a Joe Ramsbottom. Una semana ms tarde, di instrucciones a mis agentes de Bolsa para que vendieran mis acciones en cuanto se presentara la oportunidad. Fue al principio de mi cuarto mes en prisin cuando ped papel para escribir. Decid que haba llegado el momento de empezar a anotar todo lo que me haba sucedido desde aquella noche en que haba regresado inesperadamente a mi casa. Cada da, el funcionario de prisiones de mi galera me traa nuevas hojas de papel a rayas azules, que yo llenaba, con una escritura de rasgos alargados, con la crnica que ahora est usted leyendo. Un beneficio aadido fue que eso me ayud a planificar mi siguiente movimiento. Ante mi peticin, Dedos llev a cabo una encuesta entre los dems detenidos para averiguar quin era el mejor detective con el que hubieran tenido que enfrentarse alguna vez. Tres das ms tarde me comunic el resultado: el superintendente jefe Donald Hackett, conocido como Don, apareci en primer lugar en la mayora de las listas. Pens que aquello era mucho ms fiable que una encuesta Gallup. Qu hace que Hackett aparezca por delante de todos los dems? le pregunt a Dedos.

Es honesto, es justo, no se le puede sobornar. Y una vez que el bastardo sabe que uno es un villano, no le importa lo mucho o poco que tarde en ponerle entre rejas. Se me inform que Hackett era natural de Bradford. Segn los rumores difundidos entre los compaeros ms veteranos, haba rechazado el puesto de subinspector jefe de West Yorkshire. Lo mismo que un fiscal que no deseaba convertirse en juez, prefera permanecer en el tajo de la mina. Solo disfruta deteniendo a criminales dijo Dedos, y era evidente que saba de qu hablaba. Me parece que es el hombre que busco dije. Qu edad tiene? Dedos reflexion un momento. Ahora debe de tener algo ms de cincuenta aos contest. Al fin y al cabo me meti en la trena por haber empleado un juego de herramientas, y eso fue... Se detuvo de nuevo, antes de aadir: Hace algo ms de veinte aos. Al lunes siguiente, cuando sir Matthew acudi a visitarme, le dije lo que haba pensado, y le pregunt cul era su opinin sobre Don. Deseaba conocer el punto de vista profesional. Es un testigo muy difcil de interrogar, de eso puede estar seguro contest mi abogado. Por qu? No exagera en nada, no pierde el tiempo ni vacila, y nunca le he pillado en una mentira, lo que hace que

sea difcil de atrapar. No, la verdad es que nunca he logrado sacarle lo mejor al superintendente jefe. Debo decir, sin embargo, que dudo mucho de que est dispuesto a relacionarse con un delincuente convicto, al margen de lo que usted le ofrezca. Pero yo no soy... Lo s, seor Cooper me interrumpi sir Matthew, que todava pareca incapaz de tutearme. Pero Hackett tendr que ser convencido de eso antes incluso de que est de acuerdo en entrevistarse con usted. Pero cmo puedo convencerle de que soy inocente mientras estoy metido en prisin? pregunt. Intentar influir sobre l en su nombre dijo sir Matthew tras pensrselo un momento. Luego, aadi: Ahora que lo pienso, me debe un favor. Aquella noche, una vez que se hubo marchado sir Matthew, ped ms papel y empec a redactar una carta con un texto cuidadosamente elegido para el superintendente jefe Hackett, de la que varias versiones acabaron en el suelo de mi celda. Mi esfuerzo final dio el siguiente resultado:Seor superintendente jefe: Como puede ver, me encuentro actualmente detenido y a disposicin de Su Majestad. A pesar de todo, me pregunto si sera usted tan amable como para visitarme, ya que tengo una cuestin privada que me gustara discutir con usted y que afectara al futuro de ambos. Le puedo asegurar que mi propuesta es tan legal como honesta, y

confo en que pueda apelar igualmente a su sentido de la justicia. Cuento tambin con la aprobacin de mi abogado, sir Matthew Roberts, con quien, segn tengo entendido, se ha encontrado usted de vez en cuando en el desempeo de sus actividades profesionales. Naturalmente, estoy dispuesto a reembolsarle cualquier gasto que pueda causarle este inconveniente. A la espera de sus noticias, me despido atentamente.

Le la carta de nuevo, correg un error y garabate mi firma al pie. En cumplimiento de mis instrucciones, sir Matthew le entreg la carta a Hackett en mano. Segn le dije, se haba convertido con ello en el primer cartero en la historia del Correo Real en cobrar mil libras por la simple entrega de una carta. Al lunes siguiente, sir Matthew me inform de que haba entregado personalmente la carta al superintendente jefe. Despus de que Hackett la leyera por segunda vez, su nico comentario fue que tendra que hablar con sus superiores. Prometi que comunicara a sir Matthew su decisin en el trmino de una semana.

Desde el momento en que fui condenado, sir Matthew se dedic a preparar mi apelacin, y aunque en ningn momento me hizo abrigar esperanzas, fue incapaz de ocultar su satisfaccin tras lo que haba logrado descubrir despus de efectuar una visita a la

oficina de testamentos. Result que, en su ltima voluntad, jeremy se lo haba dejado todo a Rosemary, lo que inclua acciones de la Cooper por un valor superior a los tres millones de libras, aunque, segn la ley, ella no podra disponer de ese dinero en el trmino de siete aos. Es posible que un jurado ingls le haya encontrado culpable de asesinato declar sir Matthew, pero la Hacienda pblica no se deja convencer tan fcilmente. No entregarn los valores de jeremy Alexander hasta que hayan visto su cuerpo, o hayan transcurrido al menos siete aos. Creen acaso que Rosemary habra podido asesinarle por su dinero para luego disponer de...? No, no me interrumpi sir Matthew casi riendo ante la sugerencia. Lo que sucede es que, puesto que tienen derecho a esperar siete aos, segn la ley, van a seguir en posesin de sus valores, sin correr el riesgo de que Alexander pueda estar vivo an. En cualquier caso, si su esposa lo hubiera matado no habra tenido una respuesta preparada para todas las preguntas que le hice en el estrado de los testigos, de eso estoy seguro. Sonre. Por primera vez en mi vida me alegr de que los inspectores de Hacienda hubieran metido las narices en mis asuntos. Sir Matthew me prometi que me mantendra informado en cuanto surgiera algo nuevo. Buenas noches, Richard se despidi antes de salir de la sala de entrevistas.

Y aquel tuteo tambin fue la primera vez.

Por lo visto, mucho antes de que yo lo supiera, todo el mundo en la prisin saba que el superintendente jefe Hackett me hara una visita. Fue Dave Adams, un viejo compaero de una celda contigua, el que me explic por qu crean los reclusos que Hackett iba a visitarme. A un buen polica nunca le gusta que alguien pague por lo que no ha hecho. Hackett llam el pasado martes al director de la prisin y, segn Maurice, mantuvo una larga conversacin con l sobre el contenido de su carta aadi Dave misteriosamente. Me habra interesado saber cmo se las haba arreglado el director para estar enterado de eso, pero llegu a la conclusin de que no era aquel el momento ms adecuado para hacer preguntas irrelevantes. Hasta los tipos ms duros de por aqu estn convencidos de que eres inocente sigui diciendo Dave. Ya estn impacientes por que llegue el da en que el seor Jeremy Alexander ocupe tu celda. Puedes estar seguro de que los reclusos con condenas ms prolongadas le darn una clida bienvenida. A la maana siguiente me lleg una carta de Bradford. Querido Cooper, empezaba diciendo el superintendente jefe, para pasar a informarme de que tena la intencin de hacerme una visita en la prisin a las cuatro de la tarde del domingo siguiente. Dej bien

claro que no se quedara ms de media hora e insisti en que hubiera presente un testigo durante el transcurso de nuestra conversacin. Empec a contar el paso de las horas por primera vez desde que me encontraba en la crcel. Las horas no son tan importantes cuando uno tiene reservada la habitacin para cumplir una sentencia de cadena perpetua. Aquel domingo por la tarde, cuando vinieron a buscarme a la celda y me acompaaron a la sala de entrevistas, recib varios mensajes de mis compaeros para que se los transmitiera al superintendente jefe. Dale mis mejores recuerdos a Don dijo Dedos, y dile lo mucho que siento no tropezarme con l en esta ocasin. Cuando haya terminado contigo, pregntale si quiere pasar por mi celda para tomar una taza de t y charlar sobre los viejos tiempos. Dale a ese bastardo una buena patada en los cojones, y dile que me sentira feliz de cumplir una condena extra si pudiera drsela yo mismo. Uno de los reclusos sugiri incluso una cuestin para la que yo ya saba la respuesta. Pregntale si va a jubilarse, porque yo no saldr de aqu hasta el da despus. Cuando entr en la sala de entrevistas y vi al superintendente jefe por primera vez, pens que deba de haberse producido algn error. No se me haba ocurrido preguntarle a Dedos qu aspecto tena Don, y

durante los ltimos das me haba hecho la idea de que su imagen deba de ser la de una especie de supermn. Pero el hombre que estaba ante m era unos cinco centmetros ms bajo que yo y llevaba gafas con montura de concha y cristales gruesos, lo que haca que ofreciera la impresin de estar medio ciego. Lo nico que necesitaba era una gabardina mugrienta para haber sido errneamente confundido por un cobrador de morosos. Sir Matthew se adelant para presentarnos. Estrech con firmeza la mano del polica. Gracias por haber venido a visitarme, superintendente jefe empec a decir. Quiere sentarse? aad, como si acabara de entrar en mi casa para tomar una copa de jerez. Sir Matthew es muy persuasivodijo Hackett con un intenso acento de Yorkshire que no pareca corresponder con su cuerpo. Bien, Cooper, qu se imagina que puedo hacer por usted? me pregunt despus de sentarse frente a m, en un tono de voz en el que detect un atisbo de cinismo. Abri una libreta de notas y la dej sobre la mesa cuando ya me dispona a empezar a contarle mi historia. Solo para mi uso personal explic, por si acaso tuviera necesidad de recordar algunos hechos relevantes en el futuro. Veinte minutos ms tarde haba terminado de contarle la abreviada versin de la vida y milagros de Richard Cooper. En la celda, durante la semana

anterior, haba repasado mentalmente la historia en varias ocasiones, para estar seguro de que no tardara mucho en exponerla. Deseaba disponer de tiempo suficiente para que Hackett me hiciera preguntas. Si debo creer en lo que acaba de contarme dijo, y solo si lo creo, todava no me ha explicado qu piensa que puedo hacer por usted. Por lo que tengo entendido, se jubilar usted dentro de cinco meses le dije. Me preguntaba si tendra planes una vez que se hubiera jubilado. El vacil. Evidentemente, le haba pillado por sorpresa. Se me ha ofrecido un trabajo en el Grupo Cuatro, como director de zona para West Yorkshire. Y cunto le pagarn? le pregunt directamente. No ser a tiempo completo contest. Tres das a la semana para empezar. Vacil de nuevo. Veinte mil al ao, garantizados durante tres aos. Yo le pagar cien mil al ao, pero espero que se dedique al trabajo siete das a la semana. Supongo que necesitar una secretaria y un ayudante... Ese inspector Williams, que se jubila al mismo tiempo que usted, podra encajar en esto, de modo que le entregar dinero suficiente para pagar a su personal, as como para el alquiler de un despacho. Un parpadeo de respeto apareci por primera vez en el rostro del superintendente jefe. Tom algunas notas ms en su libreta. Y qu espera que haga a cambio de una suma tan

grande de dinero? pregunt. Es muy sencillo. Espero que encuentre a Jeremy Alexander. En esta ocasin no vacil. Dios mo exclam. Realmente, es usted inocente. Tanto sir Matthew como el director de la prisin trataron de convencerme de que lo era. Y si lo encuentra dentro de los prximos siete aos aad, ignorando su comentario, le pagar otras quinientas mil libras en cualquier sucursal bancaria del mundo que usted me indique. El Midland, en Bradford, me parecera bien replic. Solo a los delincuentes les parece necesario llevarse el dinero al extranjero. En cualquier caso, tengo que estar en Bradford cada dos sbados por la tarde, por lo que puedo estar por ah para vigilar lo que ocurre en la City. Hackett se levant y me mir intensamente durante un tiempo. Una cosa ms, seor Cooper. Por qu siete aos? Porque despus de ese perodo mi esposa podr vender las acciones de Alexander, con lo que l se convertira en multimillonario de la noche a la maana. El superintendente jefe asinti con un gesto de comprensin. Gracias por haberme pedido que nos veamos dijo. Haca mucho tiempo que no disfrutaba tanto por visitar a alguien en la crcel, sobre todo a alguien convicto de asesinato. Reflexionar seriamente sobre su oferta, seor Cooper, y le har conocer cul es mi

decisin antes de finales de la semana que viene. Despus, se march sin aadir nada ms. Hackett me escribi tres das ms tarde, aceptando mi oferta. No tuve que esperar cinco meses para que empezara a trabajar para m, porque present su renuncia con un preaviso de quince das, aunque despus de haberse asegurado de que yo estara dispuesto a pagar sus contribuciones a la seguridad social, as como las de los dos colegas que deseaba que abandonaran el cuerpo para unirse a l. Ahora que haba vendido todas mis acciones de la Coopers, los intereses de mi cuenta a plazo fijo me permitan ganar ms de cuatrocientas mil libras al ao, y puesto que no tena que pagar alquiler, la peticin de Hackett no fue ms que una consideracin menor para m.

Habra compartido con ustedes y con todo detalle lo que me ocurri a lo largo de los meses siguientes, pero estuve tan preocupado durante ese tiempo que solo llen tres pginas de mi papel rayado azul de la prisin. No obstante, debo mencionar que estudi varios libros de leyes para asegurarme de entender perfectamente el significado del trmino legal autrefois acquit. La siguiente fecha importante de mi diario fue la sesin de apelacin del juicio. Matthew, a quien por peticin propia haca tiempo que haba dejado de llamarle sir, intent

valerosamente no demostrar que cada vez se senta ms confiado en el resultado, pero yo empezaba ya a conocerle tan bien que no pudo ocultarme sus verdaderos sentimientos. Me dijo lo encantado que se senta con la composicin del tribunal de revisin del caso. Perfectamente justo repiti varias veces. Algo ms tarde, aquella misma noche, me dijo con gran tristeza que su esposa Victoria haba muerto de cncer varias semanas antes. Una larga enfermedad y un alivio cuando se lleg al final dijo. Por primera vez, me sent culpable en su presencia. Durante los ltimos dieciocho meses no habamos hecho otra cosa que hablar de mis problemas.

Tuve que haber sido uno de los pocos reclusos de Armley que lleg a recibir la visita de un sastre profesional en m celda. Matthew sugiri que debera disponer de un traje nuevo antes de aparecer ante el tribunal, pues haba perdido casi diez kilos desde que estaba en la crcel. Cuando el sastre termin de tomarme medidas y empez a enrollar la cinta, insist en que Dedos le devolviera el mechero, aunque le permit conservar los cigarrillos. Diez das ms tarde, cuando fui escoltado desde mi celda, a las cinco de la maana, mis compaeros reclusos hicieron sonar las tazas de metal contra las

puertas cerradas, la forma tradicional de indicar al personal de la prisin su conviccin sobre la inocencia del hombre que se marchaba para asistir a su juicio. Eso elev mi estado de nimo, como si se tratara de una gran sinfona. Fui conducido a Londres en un coche de la polica, acompaado por dos funcionarios de prisiones. No nos detuvimos una sola vez en todo el viaje y llegamos a la capital poco despus de las nueve. Recuerdo que miraba por las ventanillas y observaba a los que acudan a iniciar su jornada de trabajo. Cualquiera de ellos que me hubiera visto sentado en el asiento trasero del coche, con mi nuevo traje, y que no hubiera visto las esposas, habra llegado a la conclusin de que yo era por lo menos un inspector jefe. Matthew me esperaba a la entrada del Old Bailey, con un montn de documentos debajo de cada brazo. Me gusta el traje dijo, antes de conducirme por unos escalones que suban hacia la sala donde se decidira mi destino. Una vez ms, me sent impasiblemente en el banquillo de los acusados, mientras sir Matthew, se levantaba de su lugar para dirigirse a los tres jueces del tribunal de apelacin. Su declaracin inicial le ocup casi una hora, y para entonces ya tena la inipresion le que hasta yo mismo podra haberla pronunciado igual de bien, aunque quiz no con la misma elocuencia y, desde luego, no de una forma tan persuasiva. Recalc mucho cmo Jeremy haba dejado todos sus bienes

terrenales a Rosemary, quien a su vez haba vendido la casa de nuestra familia en Leeds, as como todas sus acciones de Coopers, poco despus de que la empresa fuera adquirida, present una rpida demanda de divorcio y luego desapareci de la faz de la tierra con aproximadamente siete millones de libras. No pude evitar preguntarme en cunto de esa cantidad habra puesto sus manos Jeremy. Sir Matthew record repetidas veces la incapacidad de la polica para encontrar el cuerpo, a pesar de que a estas alturas daba la impresin de que hubieran excavado en medio Leeds. Me sent ms esperanzado con cada nuevo dato que Matthew presentaba ante los jueces. Pero, una vez que hubo terminado, an tuve que esperar otros tres das para conocer el resultado de sus deliberaciones, Apelacin rechazada. Razones reservadas. El viernes, Matthew viaj a Armley para decirme cul era, en su opinin, la razn por la que se haba rechazado mi apelacin sin la menor explicacin. Tena la impresin de que los jueces se encontraban divididos y necesitaban ms tiempo para aparentar que no lo estaban. Cunto tiempo? pregunt. Mi impresin es que te dejarn en libertad condicional dentro de pocos meses. Evidentemente, se vieron influidos por el fracaso de la polica para encontrar el cuerpo, no se dejaron impresionar por la sntesis que les present el juez del caso, y s se sintieron

impresionados por la fuerza de tu caso. Le di las gracias a Matthew, quien, por una vez, abandon la sala con una sonrisa en el rostro.

Quiz se pregunten qu haba hecho mientras tanto el superintendente jefe Hackett, o ms bien el ex superintendente jefe Hackett. No haba permanecido ocioso. El inspector Williams y Jenny Kenwright abandonaron el cuerpo de polica el mismoda que l. Una semana ms tarde ya haban abierto una pequea oficina sobre el Constitutional Club, en Bradford, e iniciado sus investigaciones. Don me informaba a las cuatro de la tarde de cada domingo. Al cabo de un mes ya dispona de un grueso expediente sobre el caso, con dossieres detallados sobre Rosemary, Jeremy, la empresa y yo mismo. Dediqu horas a leer la informacin que haba acumulado y hasta pude ayudarle al proporcionarle detalles sobre algunos puntos oscuros. No tard en apreciar por qu era tan respetado Don entre mis compaeros reclusos. Sigui todas y cada una de las pistas, recorri hasta el final cada uno de los callejones laterales sin salida, por muy intiles que le parecieran, porque, tal como se encarg de demostrar el tiempo, algunos de ellos resultaron ser verdaderas autopistas. El primer domingo de octubre, despus de que Hackett llevara cuatro meses entregado a su trabajo, me dijo que crea haber localizado el paradero de

Rosemary. Una mujer de su descripcin viva en una pequea propiedad al sur de Francia, en una casa llamada Villa Fleur. Cmo ha logrado localizarla? le pregunt. Por una carta echada al correo por su madre en el buzn local. El funcionario de correos me permiti amablemente echar un vistazo a la direccin del sobre, antes de proceder a su envo contest Hackett. No se puede imaginar la gran cantidad de horas que tuvimos que vigilar, cuntas cartas tuvimos que repasar y a cuntas puertas hemos tenido que llamar durante los ltimos cuatro meses solo para encontrar esta pista. Por lo visto, la seora Kershaw es una corresponsal compulsiva, aunque esta fue la primera vez que le escribi a su hija. Y, a propsito aadi, su esposa ha recuperado su apellido de soltera. Ahora se hace llamar seora Kershaw. Asent con un gesto, pues no deseaba interrumpirle. El mircoles, Williams parti para Cannes y se ha instalado en el pueblo ms cercano, bajo la apariencia de un turista ms. La casa de la seora Kershaw est rodeada por un muro de piedra de tres metros de altura, y tiene ms perros guardianes que rboles. Por lo visto, las gentes de por all saben menos de ella que nosotros. Pero esto, al menos, es un principio. Por primera vez, tuve la impresin de que Jeremy Alexander podra haber encontrado la horma de su zapato, pero tuvieron que transcurrir otros cinco domingos, y cinco informes intermedios ms, para que

una tenue sonrisa apareciera en el rostro de labios habitualmente apretados de Hackett. La seora Kershaw ha puesto un anuncio en el peridico local me inform. Por lo visto, necesita un nuevo mayordomo. Al principio, pens que deberamos interrogar a fondo al antiguo mayordomo en cuanto este se marchara, pero no poda arriesgarme a que la noticia llegara hasta ella. As que, en lugar de eso, decid que el inspector Williams se presentara para cubrir el puesto. Pero seguramente ella se dar cuenta enseguida de que no est preparado para desempear esa tarea. No necesariamente dijo Hackett con una sonrisa algo ms amplia. Mire, Williams no podr abandonar su empleo actual hasta que no haya dado un aviso previo de un mes a la condesa de Rutland, y mientras tanto le hemos matriculado para seguir un curso especial acelerado de seis semanas en la Escuela Ivor Spencer para Mayordomos. Williams siempre ha sido muy rpido a la hora de aprender. Pero y las referencias? Para cuando Rosemary Kershaw le entreviste ya tendr preparadas una serie de referencias que dejaran impresionada hasta a una duquesa. Segn se me dijo no era usted de los que haca nada ilegal. As es, siempre que trate con personas honestas, seor Cooper. Pero no cuando tengo que enfrentarme con un par de sinvergenzas como estos. Voy a conseguir meterlos entre rejas, aunque sea lo ltimo que

haga. No era el momento para hacerle saber a Hackett que el captulo final de esta historia, tal como lo tena planeado, no conclua precisamente con Jeremy metido en la crcel. Una vez que Williams qued incluido en la corta lista de personas que se presentaron para ocupar el puesto de mayordomo solicitado por Rosemary, represent mi pequeo papel en asegurarle el trabajo. Al volver a leer las condiciones del contrato propuesto, se me ocurri una idea. Dgale a Williams que pida un salario de quince mil francos al mes, y cinco semanas de vacaciones le suger a Hackett cuando l y Matthew me visitaron al domingo siguiente. Por qu? pregunt el ex superintendente jefe. Ella solo ofrece once mil y tres semanas de vacaciones. Puede permitirse pagar la diferencia, y con unas referencias como estas dije al tiempo que indicaba el expediente, ella podra abrigar sospechas si l pidiera menos. Matthew sonri y asinti. Finalmente, Rosemary ofreci el trabajo a Williams por trece mil francos al mes, con cuatro semanas anuales de vacaciones, algo que Williams termin por aceptar despus de haberlo considerado durante cuarenta y ocho horas. Pero no acudi a trabajar durante un mes, y para entonces ya haba aprendido a planchar los peridicos, preparar las cosas con

tiralneas y conocer la diferencia entre una copa de oporto, otra de jerez y otra de licor. Supongo que yo esperaba resultados inmediatos en cuanto Williams ocupara el puesto como mayordomo de Rosemary. Pero eso no era precisamente realista, como se encarg de sealarme Hackett domingo tras domingo. Williams necesita tomarse su tiempo explic Don. Necesita ganarse su confianza y no darle motivos para que abrigue ni la ms ligera sospecha. En cierta ocasin tard cinco aos en atrapar a un traficante de drogas que solo viva a poco ms de medio kilmetro de mi casa. Quise recordarle que era yo quien estaba metido en la crcel, y que cinco das me habran parecido mucho mejor, pero saba lo duramente que trabajaban todos en mi nombre, e intent no demostrar mi impaciencia. Al cabo de un mes Williams nos haba suministrado las fotografas e historiales de todo el personal que trabajaba en la propiedad, junto con descripciones de todos aquellos que visitaron a Rosemary, incluido el sacerdote local, que acudi para solicitar una donacin para las asociaciones francesas no gubernamentales que trabajaban en Somalia. El cocinero: un tal Gabrielle Pascal, no saba ingls, excelente cocina, proceda de Marsella; familia comprobada. El jardinero: jacques Reni, estpido y no particularmente imaginativo con los macizos de rosas, local y bien conocido. La doncella personal de

Rosemary: Charlotte Merieux, hablaba un poco de ingls, habilidosa, sexual, proceda de Pars; todava se la estaba comprobando. Todo el personal haba sido empleado por Rosemary desde la llegada de esta al sur de Francia y no parecan tener ninguna relacin entre s o con su vida pasada. Ah exclam Hackett mientras estudiaba la fotografa de la doncella personal de Rosemary. Yo enarqu una ceja. Me preguntaba cmo se comportar Williams despus de encontrarse en la misma casa con Charlotte Merieux da tras da y, sobre todo, noche tras noche. Tras una breve pausa, explic: Habra llegado a superintendente si no hubiera tonteado tanto por ah. Sin embargo, confiemos en que en esta ocasin las cosas nos favorezcan. Permanec tumbado en mi cama, dedicado a estudiar las fotografas del personal, hora tras hora, pero no me revelaron nada. Le una y otra vez las notas sobre todos y cada uno de los que haban visitado Villa Fleur, pero a medida que transcurrieron las semanas daba cada vez ms la impresin de que nadie relacionado con su pasado supiera dnde estaba Rosemary, a excepcin de su propia madre, o si lo saba no haca el menor intento por ponerse en contacto con ella. Desde luego, no se detectaba la menor seal de la presencia de Jeremy Alexander. Empezaba a temer que ella y Jeremy hubieran terminado por separarse, hasta que Williams inform de que sobre la mesita de noche, junto a la cama del

dormitorio de Rosemary, haba una fotografa de un hombre moreno y atractivo. Una fotografa en la que se lea: Siempre estaremos juntos... J..

Durante las semanas que siguieron a la vista de mi apelacin fui constantemente entrevistado por funcionarios encargados de la vigilancia de la libertad condicional, asistentes sociales y hasta el psiquiatra de la prisin. Me esforc por mantener la sonrisa clida y sincera que, segn me haba advertido Matthew, era necesaria para lubricar las chirriantes ruedas de la burocracia. Tuvo que haber sido aproximadamente unas once semanas despus de la vista de mi apelacin cuando un da se abri la puerta de mi celda y el funcionario de mayor antigedad de mi galera me anunci: El director desea verte, Cooper. Dedos me mir, receloso. Cada vez que oa pronunciar esas palabras significaban, invariablemente, una temporada de confinamiento en solitario. El corazn me lata con fuerza mientras era conducido por el largo pasillo hacia el despacho del director. El funcionario de prisiones llam con suavidad a la puerta antes de abrirla. El director se levant de detrs de la mesa, extendi la mano hada m y dijo: Me siento encantado de ser la primera persona en darle la buena noticia. Hizo que me sentara en una cmoda silla frente a su

mesa de despacho y me ley las condiciones de mi libertad condicional. Mientras lo haca, me sirvieron caf, como si furamos viejos amigos. Alguien llam a la puerta en ese momento y Matthew entr; llevaba consigo un montn de documentos que haba que firmar. Me levant, al tiempo que l los dejaba sobre la mesa del director y, sin la menor advertencia, se volvi hacia m y me dio un enorme abrazo. No se trataba de algo que esperara que hiciera todos los das. Una vez que hube firmado hasta el ltimo documento, Matthew me pregunt: Qu ser lo primero que hagas una vez que te hayan puesto en libertad? Voy a comprar un revlver le contest con naturalidad. Matthew y el director de la prisin se echaron a rer.

Tres das ms tarde la gran puerta de la prisin de Armley se abri para m. Sal del edificio llevando conmigo la nica y pequea maleta de cuero con la que haba llegado. No mir hacia atrs. Detuve un taxi y le ped al conductor que me llevara a la estacin, pues no tena el menor deseo de permanecer en Leeds ni un momento ms de lo estrictamente necesario. Compr un billete de primera clase, telefone a Hackett para advertirle que iba de camino, y sub al siguiente tren con destino a Bradford. Sabore el desayuno de los

Ferrocarriles Britnicos que no era servido en un plato de hojalata y le un ejemplar del Financial Times que me ofreci una guapa dependienta y no un delincuente de la prisin. Nadie se fij en m, pero por qu iban a hacerlo si yo me acomodaba en el vagn de primera y llevaba puesto mi traje nuevo? Mir a todas las mujeres que pasaron por mi lado, al margen de cmo fueran vestidas, pero ellas, claro est, no tenan forma de saber por qu las miraba. Cuando el tren lleg a Bradford, Don y su secretaria, Jenny, ya me esperaban en el andn. El ex superintendente jefe me haba alquilado un pequeo piso amueblado en las afueras de la ciudad y una vez que hube sacado mis cosas de la maleta, lo que no represent un gran trabajo, me llevaron a almorzar. En cuanto terminamos de decirnos amabilidades y despus de que Jenny me hubiera servido un vaso de vino, Don me hizo una pregunta que no esperaba. Ahora que est en libertad, sigue siendo su deseo que continuemos buscando a Jeremy Alexander? S contest sin la menor vacilacin Estoy ms decidido que nunca ahora que puedo saborear la libertad de la que l ha disfrutado en los tres ltimos aos. No olvide que ese hombre me rob mi libertad, al mismo tiempo que mi esposa, mi empresa y ms de la mitad de mis posesiones. Oh, s, Donald, no descansar hasta que me vea frente a frente con Jeremy Alexander. Bien asinti Don, porque Williams tiene la impresin de que Rosemary empieza a confiar en l y

hasta es posible que, con el transcurso del tiempo, llegue a hacerle alguna que otra confidencia. Parece ser que se ha hecho indispensable. Me pareci ciertamente irnica la idea de que Williams se embolsara dos salarios al mismo tiempo, por uno de los cuales yo era el responsable, mientras que Rosemary pagaba el otro. Pregunt si se tena alguna noticia de Jeremy. Todava no sabemos nada contest Donald. Es evidente que ella no le llama por telfono desde la casa y estamos bastante seguros de que l nunca intenta ponerse en contacto directo con ella. Pero Williams nos ha dicho que todos los viernes, al medioda, tiene que llevarla al Majestic, el nico hotel que existe en el pueblo. Ella entra y no reaparece durante por lo menos cuarenta minutos. Williams no se ha atrevido a seguirla porque ella le da instrucciones concretas para que espere en el coche. Y no se puede permitir el lujo de desobedecer sus rdenes y arriesgarse a perder el trabajo. Asent con un gesto. Eso, sin embargo, no le ha impedido tomar alguna que otra copa ocasional en el bar del hotel, durante su da libre, y ha conseguido reunir pequeos fragmentos de informacin. Est convencido de que Rosemary emplea el tiempo que permanece en el hotel para realizar una llamada telefnica a larga distancia. A menudo, antes de entrar en el Majestic, pasa por el banco, de donde sale con un pequeo paquete de monedas. El barman le ha dicho a Williams que siempre utiliza una de las dos cabinas

telefnicas que hay en el pasillo, frente a la recepcin. Nunca permite que la llamada pase por la centralita del hotel, y siempre marca el nmero directamente. Cmo vamos a descubrir a quin llama? pregunt. Esperaremos a que Williams encuentre una oportunidad para utilizar algunas de esas habilidades que no aprendi precisamente en la escuela de mayordomos. Pero cunto tiempo puede tardar en hacer eso? No hay forma de saberlo, pero Williams dispone de un permiso para dentro de un par de semanas, as que entonces nos pondr al corriente. Cuando Williams regres a Bradford, a finales de mes, empec a hacerle preguntas, antes incluso de que tuviera tiempo de dejar la maleta en el suelo. Dispona de mucha informacin interesante sobre Rosemary y hasta los ms mnimos detalles me fascinaron. Haba aumentado de peso, lo que me complaci. Pareca solitaria y deprimida, lo que me encant. Gastaba mi dinero con rapidez, ante lo que no me sent precisamente extasiado. Pero, ms en concreto, Williams me convenci de que si Rosemary mantena algn contacto con Jeremy Alexander tena que ser cuando visitaba el hotel todos los viernes y haca aquella llamada telefnica directa. Sin embargo, todava no haba encontrado una forma de descubrir a quin o adnde llamaba. Unos quince das ms tarde, cuando Williams

regres al sur de Francia, yo saba sobre mi ex esposa muchas ms cosas de las que haba sabido mientras estuvimos casados.

Tal como sucede a menudo en el mundo real, el siguiente movimiento se produjo cuando menos lo esperaba. Fue poco despus de las dos y media de la tarde de un lunes cuando son el telfono. Donald contest y se sorprendi al or la voz de Williams al otro lado de la lnea. Apret el interruptor del altavoz y dijo: Los tres te estamos escuchando, as que ser mejor que empieces por decir por qu llamas cuando hoy no es tu da libre. He sido despedido fueron las primeras palabras de Williams. Seguramente, has jugueteado con la doncella, no es as? fue la primera reaccin de Donald. Lo habra deseado, jefe, pero me temo que se trata de algo mucho ms estpido que eso. Esta maana conduca a la seora Kershaw a la ciudad cuando tuve que detenerme ante un semforo, delante del Majestic. Mientras esperaba a que cambiara el semforo, un hombre cruz la calzada, por delante del coche. Se detuvo de pronto y me mir. Le reconoc inmediatamente y rec para que la luz del semforo cambiara antes de que el pudiera reconocerme a m. Pero el hombre regres, volvi a mirarme y sonri. Le

dirig un gesto negativo con la cabeza, pero se acerc a la ventanilla del conductor, dio unos golpecitos en ella y pregunt: Cmo est usted, inspector Williams?. Quin era? pregunt Donald. Neil Case. Lo recuerda, jefe? Podra olvidarlo? El Descuidado Neil dijo Donald. Debera haberlo imaginado. Yo no admit conocerlo, claro, y cuando la seora Kershaw no dijo nada pens que haba logrado salir bien librado. Pero en cuanto regresamos a la casa me dijo que fuera a verla a su despacho, y sin pedirme ninguna explicacin me despidi all mismo. Me orden que recogiera todas mis cosas y saliera de la casa en el plazo de una hora si no quera que llamara a la polica. Maldita sea. Volvemos a estar como cuando empezamos dijo Donald. No del todo dijo Williams. Qu quieres decir? Si no ests en la casa ya no disponemos de un contacto. Y, lo que es peor, ya no podemos emplear de nuevo la carta del mayordomo, porque a partir de ahora ella estar sobre aviso. S muy bien todo eso, jefe dijo Williams, pero la sospecha de que yo era un polica hizo que sintiera pnico, se dirigi directamente a su dormitorio e hizo una llamada telefnica. Puesto que yo ya no tena miedo de que me descubrieran, tom la extensin del pasillo y escuch. Lo nico que o fue la voz de una mujer que dio un nmero de Cambridge y luego se interrumpi la

comunicacin. Supongo que Rosemary esperaba que fuera otra persona quien contestara al telfono y colg en cuanto oy una voz extraa. Qu nmero era? pregunt Donald. Seis, cuatro, cero, siete, otro nmero que no entend y siete. Qu quieres decir con que no entend? ladr Donald al tiempo que anotaba los nmeros. No tena a mano nada donde anotarlo, as que tuve que confiar en mi memoria. En aquel momento me alegr de que Williams no pudiera ver la expresin del rostro de Don. Qu ocurri despus? pregunt. Encontr un bolgrafo en un cajn y me anot en la mano lo que an recordaba del nmero. Apenas un momento despus tom de nuevo el telfono y o a una mujer diferente en la lnea, que dijo: El director no est en este momento, pero espero que regrese dentro de una hora. Entonces tuve que colgar con rapidez, porque alguien se acercaba por el pasillo. Era Charlotte, la doncella de Rosemary. Deseaba saber por qu me haban despedido. No se me ocurri ninguna respuesta convincente hasta que ella me acus de haberme propasado con la seora. Dej que lo pensara as y, a cambio de todos mis problemas, termin por recibir un buen bofetn. Me ech a rer, pero Don y Jenny no demostraron ninguna reaccin. Luego, Williams pregunt: Qu hago ahora, jefe? Regreso a Inglaterra?

No dijo Donald. Qudate ah por el momento. Aljate en el Majestic y viglala las veinticuatro horas del da. Comuncame en cuanto haga algo fuera de lo habitual. Mientras tanto, nosotros nos vamos a Cambridge. En cuanto nos hayamos instalado en un hotel, te llamar. Comprendido, seor dijo Williams, y colg. En ese caso, nos vamos maana a Cambridge? le pregunt a Donald una vez que hubo colgado el telfono. No, esta misma noche contest. Pero no antes de haber hecho unas pocas llamadas telefnicas. Don marc diez nmeros de Cambridge, utilizando los que Williams haba logrado anotar, y para cubrir el nmero que faltaba insert en el hueco del cero al nueve, sucesivamente. El 0223 640707 result ser una escuela. Lo siento, me he equivocado dijo Donald. El 717 corresponda a una farmacia; el 727 era un