Ariane Díaz - El Marxismo de Walter Benjamin

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    ARIANE DAZ

    DIALCTICA E HISTORIA.EL MARXISMO DE

    WALTER BENJAMIN

    Es sobre todo a partir de los 80 que los escritos de Benjamin son edita-dos en Argentina, comienzan a pulular por las aulas universitarias y se con-vierten en objeto de intervenciones variadas en distintos coloquios y publica-ciones1. En 1992 un Simposio internacional dedicado al crtico con sede enBuenos Aires tuvo ponencias para todos los gustos. En el libro publicadoSobre Walter Benjamin. Vanguardias, historia, esttica y literatura. Una visinlatinoamericana, que rene varias de las intervenciones all realizadas y cuyottulo da cuenta de la amplitud de temas tratados, resaltan dos ejes: por un

    lado, quienes toman a Benjamin como antecedente del posestructuralismo yhacen base en el lenguaje, sobre todo en el texto Sobre el lenguaje en generaly sobre el lenguaje de los hombres de 1916, y por el otro, quienes se centranen su concepcin de la historia, basndose sobre todo en sus tesis Sobre elconcepto de la historia de 1940, su ltimo texto.

    El furor no parece haber retrocedido en los 90 y 2000: desde programasde materias y seminarios universitarios, pasando por nuevos coloquios, losintelectuales de las ms variadas posiciones polticas han escrito sobre l2.

    1. Ver Wamba Gavia en Massuh y Fehrmann (comps.), Sobre Walter Benjamin, Bs.As., Alianza, 1993, p. 209.

    2. Sarlo en 1995 llama a Olvidar a Benjamin frente a las manipulaciones de que es objetoen la Academia que lo refrita a favor de la moda de los estudios culturales. En 2001 rene estetrabajo y otros en Siete ensayos sobre Benjamin (Bs. As., FCE, 2000). Tarcus lo ha usado comofigura inspiradora de un marxismo trgico argentino a contracorriente, en contraposicin auna historiografa de la izquierda partidaria que considera unilineal y teleolgica (El marxismoolvidado en Argentina: Silvio Frondizi y Milcades Pea,Bs. As., El cielo por asalto, 1996). Forsterresume varias lecturas en relacin a Benjamin: frente a la derrota de los 70, dice, si algunos lo

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    Benjamin, al igual que otros pensadores del marxismo occidental3 y en bue-na medida igual que lo fuera Gramsci en los 60/70, es tomado por buena

    parte de la intelectualidad nacional como contrafigura del liberalismo tradi-cional por su marxismo, pero tambin del marxismo clsico por su visinheterodoxa, aunque ciertamente, en una lectura ms tarda y menos polti-ca que la realizada con Gramsci4 . Mientras la temtica postestructuralistaparece haber sido dejada de lado, y si bien sus conceptos dedicados a lacrtica artstica y cultural siguen siendo profusamente analizados, en estosltimos aos el problema de la historia y su particular afiliacin al marxis-mo aparecen cada vez ms como ejes por los que se lo rescata.

    Sin embargo, ya desde los 80 y 90 la obra de Benjamin vena siendoanalizada en fuerte discusin con aquellas teoras posestructuralistas queintentaron ganarlo como antecedente (moda que no fue slo argentina) porintelectuales que rescatan a Benjamin desde una perspectiva marxista comoinspiracin para una poltica activa, que lo sitan en su contexto histrico,en sus posiciones frente a los hechos polticos del perodo y en sus relacio-nes con las corrientes marxistas de la poca: tal es el caso de Terry Eagleton,Susan Buck-Morss, Daniel Bensad y Michel Lwy.

    Este contexto histrico es uno de los ms convulsivos del siglo XX: enmarcadoentre la revolucin rusa, el crackdel 29 y dos guerras mundiales, la nacinalemana experiment en pocos aos, adems de ser el eje de ambas guerras,una efmera repblica de Weimar carcomida por la crisis econmica, tresintentos revolucionarios fallidos y finalmente el ascenso del nazismo. Laintelectualidad fue fuertemente sacudida por estos eventos, y un sector de lamisma, joven generacin formada mayormente en una tradicin neokantianapero influenciada por el marxismo, constituyen parte del llamado marxismooccidental, cuyas diferencias con el clsico, segn la conocida descripcinde Anderson, fueron un paulatino corrimiento de los temas econmicos ypolticos a los artsticos, y la creciente separacin entre el desarrollo de la teoramarxista y la clase obrera, en parte por la situacin poltica en que se vieroninscriptos (con el stalinismo ya afianzado y dominando el conjunto de lospartidos comunistas) y cada vez ms como concepcin terica misma, en elcaso de los ms conocidos miembros de la Escuela de Frankfurt, Adorno yHorkheimer. En este sentido Anderson los caracteriza de conjunto como unproducto de la derrota: El fracaso de la revolucin socialista fuera de Rusia,

    usaron como escape de la poltica hacia la Academia, otros (su grupo) lo usaran como forma deautocrtica para pensar la catstrofe de la que fueron partcipes. Benjamin les habra permitidoabandonar la vulgata marxista sin tener que hacerse posmodernos (Lecturas de Benjamin:entre el anacronismo y la actualidad en www.rayandolosconfines.com.ar).

    3. Similar operacin realizan recientemente el grupo del marxismo abierto en tornoa la figura de Adorno y de la idea de la dialctica negativa. Ver Holloway y otros (comps.),Negatividad y revolucin, Bs. As., Herramienta, 2007.

    4. Ver en esta misma revista Dal Maso, La revolucin diplomatizada.

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    causa y consecuencia de su corrupcin dentro de Rusia, es al trasfondo comna toda la tradicin terica de este perodo. Sus obras principales fueron crea-

    das, sin excepcin, en situaciones de aislamiento poltico y desesperacin5.Benjamin, formado con varios referentes neokantianos, influenciado en su

    juventud por el romanticismo alemn y el mesianismo judo, har su primeracercamiento al marxismo hacia mediados de los 20 a partir de la lectura deHistoria y conciencia de clase de Lukcs y de la relacin entablada con AsjaLacis, comunista rusa y funcionaria en el terreno artstico de la URSS. Aunquela relacin previamente establecida con Scholem, telogo del judasmo, y pos-teriormente con Brecht, famoso dramaturgo comunista de un teatro vanguar-

    dista y didctico, marcarn tambin su obra, la mayora de sus trabajos sernescritos en estrecha relacin con los miembros de la Escuela de Frankfurt. Aesta corriente suele afiliarse a Benjamin, quien si bien no fuera miembro plenodel Instituto, si fue parte de sus preocupaciones comunes, trabaj estrecha-mente con sus miembros y public en su revista, aunque no sin importantesdiferencias: Benjamin no dio el paso al escepticismo y la reclusin en la teoraque s dieron los ms conocidos miembros de esta escuela. Y ello no slo fueas, creemos, porque su muerte temprana no le haya permitido ver desarro-

    llos histricos posteriores, sino por diferencias polticas y tericas que mos-tr en sus intercambios: ya sealamos en una nota anterior varias de lasdiferencias que se plantearon en el anlisis cultural de la poca en cuanto a lasposibilidades liberadoras otorgadas al arte, el anlisis de la cultura de masas,el avance de la tcnica, la evaluacin de las vanguardias histricas, adems dedistintas simpatas no compartidas por sus pares de Frankfurt, como elaprecio de la obra de Trotsky o la discutida amistad con Brecht6. Tomaremosen esta nota ahora dos conceptos centrales de Benjamin y de toda discusinsobre el marxismo, su concepcin de la dialctica y de la historia.

    DIALCTICA DETENIDA VS. ORGANICIDAD

    Cuando el cielo plomizo como una loza pesa / sobre el alma gimiente presa de unlargo hasto [] Y pasan coches fnebres, sin tambores ni msica, / por mi alma

    lentamente, la Esperanza, vencida / llora, y la Angustia atroz y desptica planta /su negro pabelln en mi crneo abatido

    Baudelaire, Las flores del mal

    Antes de reivindicarse a s mismo como materialista histrico, en Elorigen del drama barroco alemn Benjamin haba analizado la alegora7 como

    5. Consideraciones sobre el marxismo occidental, Mxico, Siglo XXI, 1998, p.57.6. Daz, De la utopa a la manipulacin en Lucha de ClasesN 7, junio 2007. Ver en

    esta misma revista la resea del libro de Wizisla dedicado al tema Brecht.7. Alegora es una representacin simblica de ideas abstractas por medio de figuras o

    atributos. El escudo es una forma tpica de ella.

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    elemento disruptor. sta mostraba la crisis de las hasta ese momentoconsideradas ideas trascendentales, tomando elementos naturales

    cosificndolos (utilizndolos como emblemas de esas ideas) y remitin-dolos a la inevitable decadencia y corrupcin a la que esas ideas tam-bin, como toda naturaleza, se ven sometidas. En palabras de Buck-Morss, daban cuenta de la experiencia de un mundo fragmentado, enel que el pasaje del tiempo no significa progreso sino desintegracin8.Como dira el propio Benjamin, en el barroco se extingue la falsaexperiencia de totalidad9, se paraliza la historia y se experimenta sufalta de trascendencia. La alegora cumpla all un papel desmitificador.

    El Benjamin que ya teorizaba desde el marxismo vea que en la mo-dernidad el mercado ha superado y generalizado tal cosificacin en lamercanca: aquella es siempre-la-misma, objeto inanimado producidopara ser vendido, pero que se presenta como siempre nueva dentro deuna organicidad dinmica y en perpetuo movimiento: el mercado. Es elnuevo mito moderno, el fetichismo de la mercanca que Benjamin lee enMarx. La alegora una vez ms tiene la capacidad destructiva de mostraresa vida de la mercanca como fantasmagora: es una imagen que ex-pone la mercanca por antonomasia: en cuanto fetiche10. Es explicitandola fijacin y la cosificacin en la alegora como se descubre ese mismocarcter de la mercanca que sta busca ocultar. As, mientras la mercan-ca se presenta como permanente novedad en su fantasmagora, la ale-gora por el contrario produce una permanente antigedad y muestra alo nuevo como siempre-lo-mismo11. Por tanto, Benjamin seguir con-siderando significativo el uso de este recurso, sobre todo en su particularcaracterstica: la de romper la organicidad presentada como natural delfenmeno observado, mostrando en cambio sus fisuras y lo ilusorio (e

    ideolgico) de su homogeneizacin.No slo en los barrocos alemanes sino en sus anlisis de Baudelaire

    y de los surrealistas destacar formas alegricas modernas que rompenla homogeneidad de la obra, muestran las hechuras donde trabajel artista para reunir los fragmentos de que se componen y sus fisuras,dando cuenta a travs de ello del particular contexto social en que fue-ron posibles.

    La alegora ser una categora central adjudicada a Baudelaire. Su poe-

    sa muestra los cambios abruptos de la vida moderna en la ciudad, frente ala cual, sin embargo, el poeta siente tedio. Cuando Baudelaire trata elpasado, ste no responde a una escritura articulada de la historia (darle

    8. Buck-Morss, Dialctica de la mirada, Madrid, Antonio Machado libros, 2001, p. 36.9. Benjamin, El origen del drama barroco alemn, Madrid, Taurus, 1990.10. Benjamin, Pars, capital del siglo XIX, Para una crtica de la violencia, Mxico,

    Premi Ed., 1982, p. 185.11. Benjamin, Zentralpark, Libro de los pasajes, Madrid, Akal, 2005, p. 179.

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    fisonoma a las fechas) o propia de la apologa (a la que lo que le intere-sa es lograr una continuidad12 ), sino a una experiencia donde el concepto

    lleva las huellas de la situacin en que se ha formado13.La sensibilidad que corresponde a esa percepcin es el spleen [hasto] y por

    ello Benjamin considera que para el spleen, igual que en la alegora barroca, elcadver sepultado es el sujeto trascendental de la conciencia histrica14. Laalegora arranca un elemento a la totalidad del contexto vital, lo asla, lo despo-

    ja de su funcin, rompe su organicidad15. Para los ngeles cados en lamodernidad, sujetos que pueblan los poemas de Baudelaire, lejos de una Idea,una Forma, un Ser, el spleen permite bloquear la posibilidad y confianza en la

    trascendencia (la Esperanza, vencida /llora despus de golpear muros conalas medrosas)16. En la lectura benjaminiana, los usos alegricos de Baudelairerompan tambin la ilusin de progreso orgnico, endiosado por aquellosaos. Por ello Benjamin afirma que lo que busca Baudelaire es romper elcontinuum, interrumpir el curso del mundo, haciendo eje en lo fragmenta-rio y protestando contra lo orgnico17. Por su parte, el anlisis de Benjamindel Pars en que se mueve Baudelaire intenta buscar aquellos elementos mo-dernos convertidos en ruinas en tiempo rcord (como los pasajes que inspi-

    raron su inacabado libro), donde pueden verse los orgenes prehistricos dela modernidad atrofiados en un tiempo detenido, que rompen la supuestaorganicidad del desarrollo histrico donde todo presente justifica su pasa-do e incuba su futuro de manera continua y asegurada.

    Como sealara Asja Lacis respecto al expresionismo, similar recurso vioBenjamin en las formas vanguardistas18 que significaron un ataque en regla alas ideas sobre lo esttico de la poca. Una de sus corrientes fue el surrealis-mo, famoso por sus cadveres exquisitos y cuyo lema fue la mquina decoser junto al paraguas sobre la mesa de diseccin, reunin de elementosdismiles puestos a chocar entre s. El tratamiento de las ruinas que encuen-

    12. Benjamin, Zentralpark, op. cit., p. 175.13. Benjamin, Sobre algunos temas en Baudelaire, Iluminaciones II, Madrid, Taurus,

    1982, p. 128. Benjamin est considerando los poemas de Las flores del mal, donde loselementos pretritos aparecen en el cerebro acumulndose en el presente como granos enun Sahara brumoso, acompaando a las lentas jornadas que caen como pesadoscopos. Tal acumulacin da un carcter inorgnico y desarticulado de los objetos del

    pasado y del paso del tiempo en la conciencia, como puede verse en versos donde el poetadice: soy una vieja cmoda llena de ajadas rosas / donde yacen un montn de modas yapasadas (Baudelaire, Spleen en Las Flores del mal, Madrid, Ctedra, 1998).

    14. Benjamin, Zentralpark, op. cit., p. 178.15. La cita es parte del resumen que hace Brguer de Benjamin al servicio de analizar

    la obra de arte vanguardista como inorgnica en Teora de la vanguardia, Barcelona,Pennsula, 1997, p.131.

    16. Baudelaire, Lo irremediable y Spleen (cuarto) en Las flores del mal, op.cit.17. Benjamin, Zentralpark, op. cit., p.186, 213 y 196 respectivamente.18. Citado en Buck-Morss, op. cit., p. 32.

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    tra en una novela de Aragon19, y la unin de fragmentos dispares arrancadosde su contexto que se hacen colisionar entre s, no poda sino simpatizarle a

    un estudioso de la fragmentariedad y dislocacin de las organicidades. Ymucho ms sus efectos: si lo bello es clsicamente aquello compuestoarmnicamente, cerrado sobre s, donde no son visibles las hechuras, lasvanguardias decididamente desafiaban esa concepcin. Eran, segn caracte-riz del surrealismo, ebrias fuerzas destructivas que haba que ganar para larevolucin20. En el mismo sentido fueron reivindicados los procedimientosdel teatro brechtiano, que con la introduccin de elementos disruptivosbuscaba romper la catarsis del teatro de corte aristotlico clsico para produ-

    cir con ello la reflexin del espectador ms que su identificacin21

    . Baudelairedesacraliza as la obra de arte cultual y su aura, y las vanguardias la descentrancomo terreno autonomizado dentro del capitalismo.

    Similar concepcin, ya en un terreno gnoseolgico, es la subyacenteen sus anlisis de la experiencia artstica e histrica. Benjamin reivindi-ca, frente al recuerdo (relato ordenado, racional y selectivo que el sujetohace del pasado), a la memoria, aquella experiencia del pasado que estenmarcada en una determinada tradicin, y que se aparece al sujetocon toda esa carga no homogeneizada ni seleccionada aun por l, muchasveces imprevista e inconciente, como en el caso de la memoriainvoluntaria de Proust, los collagessurrealistas o las correspondencias deBaudelaire. La analoga entre el par recuerdo/memoria y el par historiade los vencedores/historia de los vencidos silenciada, seguir entrelazn-dose en sus escritos.

    Es as que en el conjunto de la obra de Benjamin se utilizan similareselementos conceptuales para criticar distintos aspectos sociales como ciertosestilos artsticos, las formas de percepcin y el desarrollo de las ciudadesmodernas: la fragmentacin, la detencin del tiempo y el choque entre ele-mentos no continuos. A travs de ello se define su particular mtodo dialc-tico, que l mismo denomina en un oxmoron dialctica en quietud22, yque ser un eje de su lectura de la historia.

    La dialctica detenida construir imgenes dialcticas, esto es, conste-laciones donde elementos distantes son puestos a chocar y evitan as darnosla imagen de un desarrollo orgnico ya contenido en su origen, sino actua-lizaciones en el presente donde se ven sus posibilidades truncadas tanto como

    aquella finalmente desarrollada, es decir, sus discontinuidades. En este senti-do, su aplicacin de la dialctica busca escapar al peligro de teleologismo, ytiene en comn con otras opciones del marxismo occidental (como la dialc-

    19. Benjamin, El surrealismo, Iluminaciones I, Madrid, Taurus, 1980.20. dem.21. Benjamin, Iluminaciones III, Madrid, Taurus, 1999.22 .La ambigedad es el aspecto figurativo de la dialctica, la ley de la dialctica en quietud.

    Esa quietud es utpica y la imagen dialctica una imagen onrica (Pars, capital, op. cit.).

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    tica negativa de Adorno23 ), la implcita opinin de que la dialctica debemostrar las contradicciones y no resolverlas, ya que esa resolucin muchas

    veces pasa como un final de camino que muestra al desarrollo histricocomo orgnico y cerrado.

    LAS TESIS SOBRE LA HISTORIA

    Madelin, afirma que el historiador debe colocarse en lo alto de las murallas de laciudad sitiada, abrazando con su mirada a sitiados y sitiadores; es, segn l, la

    nica manera de conseguir una justicia conmutativa. Sin embargo, los trabajos de

    este historiador demuestran que si l se subi a lo alto de las murallas que separan alos dos bandos, fue, pura y simplemente, para servir de espa a la reaccin. Y menosmal que en este caso se trata de batallas pasadas, pues en pocas de revolucin es unpoco peligroso asomar la cabeza sobre las murallas. Claro est que, en los momentos

    peligrosos, estos sacerdotes de la justicia conmutativa suelen quedarse sentados encasa esperando a ver de qu parte se inclina la victoria.

    L. Trotsky, Historia de la revolucin rusa

    Cuando se trata de la historia, lo que Benjamin critica en el mismo sen-tido es una concepcin donde presente y futuro devendran del desarrollolineal y gradual del pasado en un tiempo considerado homogneo, dandocomo resultado un desarrollo revestido de una organicidad que borra lasposibles desviaciones, fallidos y luchas: La manera corriente de exponer lahistoria le da mucha importancia a la elaboracin de una continuidad. Atri-buye valor a aquellos elementos de lo que ha sido, que ya han pasado aformar parte de su eficacia ulterior. Se le escapan aquellos pasajes en dondelo trasmitido se interrumpe, y junto con ello tambin sus asperezas y picos,que son los que ofrecen un punto de apoyo a aquel que quiere llegar ms allde lo trasmitido24. Ese desarrollo orgnico donde todo cierre da un pre-sente justificado, y un futuro que no espera nuestra intervencin salvo en elsentido que quiera asignarnos el organismo histrico mismo. Romper esamala organicidad o continuum es entonces un leit motivde Benjamin.

    Sus conocidas tesis Sobre el concepto de la historia25 tenan anteceden-tes antipositivistas en tempranos escritos premarxistas de Benjamin, como

    23. Dir Adorno en Dialctica negativa: La formulacin Dialctica Negativa es unatentado contra la tradicin. Ya en la dialctica platnica, el instrumento lgico est alservicio de un resultado positivo; la figura de una negacin de la negacin fue siglosdespus un nombre pregnante para lo mismo. Este libro intenta liberar la dialcticade una tal naturaleza afirmativa, sin perder lo ms mnimo en precisin (Madrid,Taurus, 1986).

    24. La cita es de una de las variantes de las tesis encontradas en sus manuscritos, enBenjamin, Sobre el concepto de la historia. Tesis y fragmentos, Bs. As., Piedras de papel, 2007, p.70.

    25. Utilizamos la reciente edicin Sobre el concepto de la historia arriba citada.

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    La vida de los estudiantes26 de 1914, pero se ampliarn, cobraran nuevosignificado y nuevos blancos de crtica en su particular momento de escritu-

    ra: en lo personal, escritas mientras Benjamin intentaba escapar de la perse-cucin nazi y cuando una de sus opciones ya era la que finalmente tom a laspuertas de Espaa, el suicidio; y ms de conjunto, en la conjuncin delavance del nazismo, una segunda guerra mundial y el perodo ms brutal delstalinismo ejemplificado en los Juicios de Mosc.

    En ellas criticar la idea de progreso que la clase dominante nos ofrececomo relato de la historia no hace ms que justificar que todo siga igual.Pero, dir, no slo la burguesa en ventaja propia se empalaga con esa idea

    teleolgica, expresndolo en distintas teoras filosficas, sino que la mismasocialdemocracia y el stalinismo se han mostrado deudoras de ella presentn-donos la historia como un avance permanente al socialismo, yendo a la sagade los dominadores ms que enfrentndolos. Hay en sus tesis entonces unacrtica al positivismo y al historicismo por ser ambas visiones teleolgicas dela historia donde el fin est de antemano determinado. Y a la vez, una acusa-cin de que tal escritura borra las catstrofes que ese progreso conllevpara las masas.

    El materialista histrico en cambio, segn Benjamin, debe cepillar la histo-ria a contrapelo. Y desde este punto de vista, dir invirtiendo la famosa metforade Marx, los oprimidos ms bien deben frenar esa locomotora de la historiaque bajo la idea de progreso avanza sobre sus miserias. As, ms que alimentarsede un futuro de redencin, es de la memoria de los cados de donde debensacarse las fuerzas revolucionarias, buscando el instante de peligro donde elpresente pueda hacerse de su pasado completo, es decir, volver a aduearse desu propia experiencia total y no de lo que dicta la historia oficial. La relacinque el historiador materialista histrico debe establecer entre pasado y presen-te hace a la poltica: ese concepto del presente crea entre la escritura de lahistoria y la poltica una conexin, idntica al nexo teolgico entre la rememo-racin y la redencin. Ese presente se traduce en imgenes que podemos lla-mar dialcticas. stas representan una intervencin salvadora de la humani-dad27 . Por ello en la definicin de revolucin que hace Benjamin tiene muchopeso el pasado: La moda tiene un olfato para lo actual, donde quiera que loactual d seas de estar en la espesura de lo de antao. La moda es un salto detigre al pasado. Slo que tiene lugar en una arena en donde manda la clase

    dominante. El mismo salto, bajo el cielo libre de la historia, es ese salto dialcticoque es la revolucin, como la comprenda Marx28 . Este choque y lecturaactualizada del pasado podan ser el motor del despertar29 poltico que,Benjamin esperaba, arrancara a las masas de las fantasmagoras progresistas.

    26. En Benjamin, La metafsica de la juventud, Barcelona, Paids, 1993.27. Benjamin citado en Lwy,Aviso de incendio, Bs. As., FCE, 2002, p. 72.28. Benjamin, Sobre el concepto, op. cit. p. 35.29. Benjamin citado en Buck-Morss, op. cit., p. 245.

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    La discusin de la concepcin de la historia en Benjamin no es entoncesuna polmica historiogrfica sino una discusin sobre la poltica del proletaria-

    do y de los marxistas. Como seala Buck-Morss, las referencias de Benjamin alas experiencias de 1848 y 1871, por ejemplo, donde el proletariado no logruna poltica independiente de la burguesa, deberan servir para criticar la (ensu momento) actual poltica del Frente Popular, mostrando cmo los obrerosno deberan dejarse llevar por la ilusin de que un frente comn con la burgue-sa contra el fascismo poda acercarlos a sus objetivos socialistas30 . Eagleton,contra quienes consideran en Benjamin el marxismo como un pecadillo cir-cunstancial o una excentricidad tolerable dedica su libro al Benjamin que en

    tiempos de oscuridad nos ense que sern los humildes e ignorados los quedinamitarn la historia31. Lwy, para quien estas tesis son tan significativascomo lo fueron las Tesis sobre Feuerbach32, reivindica a Benjamin por estavisin antilineal de la historia donde el tiempo no sera el mero trascursoacumulativo de las horas y los das, sino uno cargado de acontecimientos,bifurcaciones, discontinuidades, saltos y en definitiva, luchas. En trminos deBenjamin, por entender la historia no como el transcurrir del tiempo de losrelojes sino como el de los calendarios33. En este sentido reivindica que,separndose de la socialdemocracia y el stalinismo, Benjamin no vea el desa-rrollo histrico como el relato confiado y optimista de los avances industria-les, y que su filosofa pugne por evitar la identificacin entre las leyes de lanaturaleza y las leyes histricas34. En una reciente edicin de las tesis,prologadas conjuntamente por Lwy y Bensad, repiten estos argumentos paracaracterizar la concepcin benjaminiana como aquella que insufla un nuevoespritu revolucionario en un marxismo reducido, por sus epgonos, a unamiserable mueca-autmata35 . Sealemos que este tipo de lecturas, que desta-can que la orientacin de Benjamin tiene siempre la revolucin como horizon-te, sin duda le hacen ms justicia a quien aun atravesando los eventos msoscuros del siglo XX, y con una visin crtica de a las vertientes oficiales delmovimiento comunista, nunca particip del escepticismo de la revolucin ques envolvi, por ejemplo, a muchos de sus pares de la Escuela de Frankfurt.

    La recuperacin de los hilos de continuidad de las derrotas pasadas parapensar una poltica actual, y la crtica antiteleolgica y antipositivista haciaciertas versiones de la socialdemocracia o el stalinismo, contra todo facilismo,son aspectos sin duda actuales de las tesis benjaminianas. Ahora bien, si estos

    elementos anticontemplativos son reivindicables para una concepcin marxistade la historia, cabe preguntarse cmo y desde qu posiciones analiza Benjamin

    30. Ibdem, pp. 349/350.31. Eagleton, Walter Benjamin, Madrid, Ctedra, 1998, pp. 17/8.32. Lwy,Aviso, op. cit., p. 16.33. Benjamin, Sobre el concepto..., op. cit. p. 36.34. Lwy,Aviso... pp. 26 y 108.35. Bensad y Lwy, Prlogo a Walter Benjamin, Sobre el concepto, op. cit., p. 18.

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    el desarrollo histrico y qu aciertos y problemas trae con ello a la lecturade la tradicin marxista en torno al problema de la historia.

    PASADO Y PRESENTE

    A veces me hasta mi existencia de espritu. Ya no quisiera ese flotar eterno, quisiera sentirun peso que anulara en m lo ilimitado y me atara a la tierra. Poder, a cada paso, a cada

    golpe de viento, decir: ahora y ahora y ahora. Y no ms desde siempre y para siempre.Dilogo de Damiel, un ngel, en Las alas del deseo de Wim Wenders

    En cuanto a los antecedentes e influencia de su visin de la historia, debe-

    mos tener en cuenta dos elementos: la propia formacin benjaminiana y elclima intelectual de la poca. Lwy en Redencin y utopa36 seala las influen-cias romnticas en la formacin de Benjamin, en una particular conjuncincon el mesianismo judo. Pues bien, ambas corrientes de pensamiento, almenos en sus versiones ms conocidas, tienen una fuerte impronta de retor-no al pasado, ya sea a una Edad dorada previa al capitalismo en el caso delromanticismo, o a un paraso perdido en el caso del mesianismo. Por el otrolado, la influencia de Nietzsche como crtico romntico de la moral y los

    valores burgueses, y postulador de la idea de eterno retorno, era fuerte en lapoca para toda la intelectualidad alemana.

    Si lo que tenemos o esperamos es un despertar, en la referencia alparaso perdido, por ms secularizado que se lo tome, qu nos evita leerque la agencia del sujeto no pueda verse como un largo desvo hacia un finpreestablecido ajeno a nuestra accin, y no la posibilidad lograda histrica-mente por sus sucesivas (aunque disruptivas) acciones? A ello se suma queel propio Scholem, amigo personal de Benjamin, dir que la visin de

    Benjamin es ms bien cclica que dialctica.En cuanto a la vuelta al paraso perdido, que podra entenderse dentro delas corrientes religiosas tradicionales como espera pasiva del reino de Dios,Lwy por ejemplo aclara que en la tradicin de la cbala de la que se nutreBenjamin, la redencin no es espera en este mundo de un paraso en el ms allo de un Mesas como enviado celeste, sino autorredencin de los hombres enla historia, una versin hertica del judasmo ortodoxo que adems atribuye alos hombres esa fuerza mesinica. En este sentido, dir Lwy, podemos en-

    contrar en Marx su equivalente profano: los hombres harn su propia historiay la emancipacin de los trabajadores ser obra de los trabajadores mismos37 .En cuanto a Nietzsche, varios autores sealan la influencia de sus primeros

    escritos en Benjamin respecto al desprecio comn por los historiadores quegustan de nadar a favor de la corriente. Lwy sobre el tema seala que ladiferencia es que Nietzsche critica en nombre del individuo rebelde, el hroe,

    36. Bs. As., El cielo por asalto, 1997.37. Lowy,Aviso, op. cit., pp. 59/60.

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    y ms adelante el superhombre38 . En realidad, Benjamin critica bastante msque el punto de vista adoptado. Quiz conciente de que sus planteos pueden

    quedar demasiado cerca del eterno retorno nietzscheano, se encargar decriticar esta concepcin mtica de la historia. En los borradores del librosobre los pasajes seala los orgenes de esta visin en las cambiantes condicio-nes de crisis de la poca39 y tambin dir: La creencia en el progreso, en lainfinita perfectibilidad [...] y la concepcin del eterno retorno son complemen-tarias. Son antinomias ineluctables, frente a las cuales la concepcin dialcticadel tiempo necesita ser desarrollada40 . En cambio, su objetivo metodolgicoser demostrar un materialismo histrico en el que la idea de progreso ha sido

    aniquilada: Es precisamente en este punto que el materialismo histricotiene toda la razn al diferenciarse radicalmente de los hbitos mentales bur-gueses. Su principio bsico no es el progreso sino la actualizacin41 .

    Benjamin nos habla entonces no de retorno del pasado al presente sinode actualizacin del pasado desde el presente: Como las flores vuelvensus corolas hacia el sol, as tambin todo lo que ha sido, en virtud de unheliotropismo de virtudes secretas, tiende a dirigirse hacia el sol que estpor salir en el cielo de la historia42 . El mejor ejemplo de esta visin sea

    probablemente la caracterizacin de Benjamin del fascismo, fenmeno quemarca la escritura de sus tesis. En una de ellas ataca justamente que elfascismo sea denunciado desde la concepcin de progreso como una re-gresin al pasado, visin que no permite comprenderlo como lo que es:un producto moderno del capitalismo que justamente por ello triunfa enlos pases ms avanzados y utiliza toda la industrializacin moderna.

    Pero si la historia no puede ser leda por el materialista histrico comoun eterno retorno sino desde la actualizacin, cmo funciona eseheliotropismo de virtudes secretas del que habla Benjamin?

    PRESENTE Y FUTURO

    La revolucin social del siglo XIX no puede sacar su poesa del pasado, sinosolamente del porvenir. No puede comenzar su propia tarea antes de despojarse

    de toda veneracin supersticiosa por el pasado. Las anteriores revolucionesnecesitaban remontarse a los recuerdos de la historia universal para aturdirseacerca de su propio contenido. La revolucin del siglo XIX debe dejar que los

    muertos entierren a sus muertos, para cobrar conciencia de su propio contenido.All, la frase desbordaba el contenido; aqu, el contenido desborda la frase.

    Marx, El 18 Brumario de Luis Bonaparte

    38. Ibdem, pp. 84/5.39. Benjamin, Zentralpark, op. cit., p. 181.40. Citado en Buck-Morss, op. cit., p.127.41. Ibdem, p. 96.42. Benjamin, Sobre el concepto..., p. 24.

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    Varios autores han trado a cuenta un texto clsico de Marx apreciadopor Benjamin como El 18 Brumario de Luis Bonaparte43 para enriquecer y

    criticar la concepcin benjaminiana de la historia, sobre todo porque des-de sus primeros prrafos aborda la articulacin entre pasado, presente yfuturo. La alusin de Marx a que en las revoluciones, las clases protagonis-tas se visten con las ropas de las revoluciones pasadas para justificar susobjetivos y ganar confianza, y el llamado a que la revolucin proletariaentierre a sus muertos y saque su msica del futuro y no del pasado, sona la vez comunes como problemas a los tratados por Benjamin, pero con-tradictorios en principio con sus dichos en las tesis44.

    Buck-Morss seala la notoria ausencia de referencias a la primera partede esta obra, y extraamente es por este punto que reivindica a Benjamin.Segn la autora, Marx dej una laguna al plantear que la sociedad socialistano puede sino desprenderse de las supersticiones del pasado pero sin indi-car cmo sera este desprendimiento, dejando as abierto el terreno paraque las versiones marxistas vulgares llenaran esa laguna con la idea deprogreso. Pero en este razonamiento, que reconoce versiones no vulgarescomo las de Trotsky, se simplifica como un problema de laguna las condi-

    ciones sociales y polticas que llevaron a la socialdemocracia y al stalinismoa sostener estas versiones mecanicistas en inters propio y no por deficien-cia terica. Por otro lado, no da cuenta del nudo terico problemtico queaqu se presenta, puesto que Marx y Benjamin no estn hablando slo de lasociedad socialista futura sino de las condiciones actuales de la revolucin,inters que sin justificar la autora atribuye a Marx pero descarta paraBenjamin, quien estara pensando en la transicin al socialismo y no en larevolucin poltica misma45 . Es cierto que en Benjamin podemos encon-trar tratados diversos problemas sobre la construccin del socialismo, peroa la luz de las tesis es difcil descartar su inters por la revolucin y por laspolticas propuestas en vistas a ella. La tesis donde define nada menos que

    43. Bs. As., Longseller, 2005.44. Sazbn es uno de los que critica a Benjamin desde estas afirmaciones de Marx. Hace

    notar que el salto de tigre con que caracterizaba a la revolucin, reconoca que en el caso dela moda, poda ser utilizado ideolgicamente en el terreno de la burguesa. Dir Sazbn, laequiparacin [...] deja entender que, para el autor, ambas participan de la misma propensin

    mistificatoria, lo que plantea entonces la desigual distancia a que se sitan Marx y Benjaminrespecto de la valoracin del papel de la conciencia en las revoluciones burguesas y de suconexin con los imperativos de la accin. Por otro lado, al ser Benjamin refractario de unenlace orgnico entre revoluciones burguesas y las condiciones por ella creadas, y revolucinproletaria, no aparece en aqul el viejo topo, en la misma medida en que tambin la idea deacumulacin o de transicin cualitativa encuentra mayor cabida en una reflexin voleada a ladecisin redentora, a la cristalizacin mondica de la coyuntura cargada de tensin es, alinstante crtico. La dialctica de la historia sera en Benjamin por tanto intermitente(Historia y paradigmas en Marx y Benjamin en Massuh y Fehrmann, op. cit.).

    45. Buck-Morss, op. cit., pp. 142/3.

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    la revolucin como salto de tigre y el tiempo del ahora opuesto al tiempohomogneo y vaco, comienza con una reescritura de El 18 Brumario...

    aunque referida a Robespierre: la revolucin francesa se entenda a smisma como un retorno a Roma. Citaba a la antigua Roma tal como lamoda a veces cita a un atuendo de otros tiempos46.

    Lwy hace mencin a este texto de Marx pero de pasada: considera queen contradecir a Marx respecto a las referencias al futuro, Benjamin seequivoca porque, por ejemplo, los ideales democrticos de 1793 no podanencontrar ecos en la antigua Roma y en este sentido eran novedosos, peroen cambio acertara al rescatar la lucha por los oprimidos del pasado47.

    Pero as como sera ridculo criticarle a Benjamin que su recuperacin delpasado incluira por ejemplo las mistificaciones burguesas, es ridculo im-putarle a Marx olvidarse de los oprimidos del pasado48. De hecho, comoenuncia en este libro, las revoluciones proletarias lo que hacen es criticar yaprender de esas derrotas. El problema no es quin mira al pasado o alfuturo como motivo inspirador, sino la relacin establecida entre ambos yla aparicin de lo nuevo como continuidad o discontinuidad en su concep-cin de la dialctica histrica. Eso que en Lwy est apenas esbozado y

    rpidamente descartado como error. Lwy hace mencin a que en latradicin mesinica en la que se basa Benjamin, la restitutio del pasado esa la vez un novum: est animada a la vez por el deseo de reestablecimientodel estado originario de las cosas y por una visin utpica del porvenir 49.Pero lo nuevo en la historia supuso un problema para Benjamin cuandotrat de dar cuenta nada menos que de una revolucin. Cmo funciona laidea de salto de tigre aqu? Cmo se produce lo nuevo en esa restitucindel pasado? Si la revolucin es un salto fuera del continuum de la histo-ria50, lo inesperado de un fenmeno nuevo es el grado de ruptura con loanterior o quiere decir que surge de la nada? La exterioridad es respecto ala historia relatada por los vencedores o es exterior a las determinacioneshistricas en las que se da? Aceptar en todo caso una continuidad suponeaceptar una historia lineal?

    46. Benjamin, Sobre el concepto..., op. cit., p. 35.47. Lwy,Aviso..., op. cit. pp.141/2. Por otro lado, Lwy menciona la relacin que

    podra hacerse entre Benjamin y Bajtn en cuanto al estado de excepcin (Aviso..., op. cit.

    p. 100), pero extraamente no menciona a otro autor que ya hiciera esa relacin pero paracriticar a Benjamin: Eagleton, a quien difcilmente Lwy no haya ledo. Significativamente,el marco de Eagleton aqu es contraponer El 18 Brumario... a la posicin de Benjamin, peroal parecer Lwy evita entrar en esta discusin.

    48. Por otro lado, si bien el pasado es central en Benjamin, no puede decirse que hayaen l una negacin del futuro. El despertar del que habla est sin duda ubicado all, sloque Benjamin se niega a que la idea de tiempos venideros mejores sirva como frenoconformista a la necesaria accin en el presente.

    49. Citado en Lwy,Aviso..., op. cit., p. 65.50. Ibdem, p. 140.

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    51. No referiremos aqu la lectura de Eagleton sobre este punto porque en su discusincon los postestructuralistas aborda otros caminos, pero tambin se nota all desde dnde selee a Benjamin y se trazan sus relaciones: adems de Grundrissede Marx, Eagleton referir(aunque crticamente) a Althusser en relacin a los tiempos diferenciales que marcarancada sincrona (op. cit., p. 115/6).

    52. Lwy,Aviso, op. cit., pp. 140 y 142.

    Al parecer, para quienes defienden sin fisuras la lectura benjaminianade la historia como Buck-Morss y Lwy, este texto de Marx se hace difcil

    de tratar. En las tesis de Benjamin no encontraremos estas respuestas y portanto las diversas lecturas han mostrado sobre todo aqu los puntos de vistadesde los cuales, en relacin a la tradicin marxista, se lee a Benjamin 51 .

    Lwy, al analizar la tesis en cuestin trata en primera instancia de acla-rar la problemtica relacin hecha entre la moda y la revolucin, ya que lamoda, como mencionamos, era en Benjamin el mito moderno del fetichis-mo de la mercanca. La diferencia, seala Lwy, es que mientras la modaes el festejo de lo nuevo que oculta la eterna repeticin de lo mismo, la

    revolucin, por el contrario, es la interrupcin del eterno retorno y eladvenimiento del cambio ms profundo. Por otro lado, dir, contra elrelato de los vencedores basado en un tiempo homogneo y vaco, latradicin de los oprimidos tiene su propia continuidad aunque en loshilos perdidos provocados por las derrotas, siendo por tanto una continui-dad discontinua52. Coincidimos hasta aqu con Lwy, pero es slo elinicio del problema. Porque opresores y oprimidos no habitan dos histo-rias paralelas sino que luchan en un mismo terreno histrico determinado,

    tanto como sus acciones, por esas victorias y derrotas previas. Los idealesdemocrticos de 1793 no surgieron de la nada sino que tienen su raz en laforma misma de organizacin social a la que dio origen el capitalismo y lalucha de las masas por sus reivindicaciones. Y la definicin del proletariadocomo clase revolucionaria que defenda Benjamin, los sepultureros quecrea la propia burguesa, sujeto colectivo y no trascendental, tiene su razen el lugar que le es dado en el modo de produccin capitalista. Ello noquiere decir que estos procesos estuvieran marcados de antemano (la pro-duccin social de ninguna manera tena que necesariamente pasar delesclavismo al feudalismo y as sucesivamente), ni que ellos en definitiva nosean productos de la accin humana (sino individual, colectiva, pero clara-mente no divina ni una astucia de la razn o de la tcnica). Pero esasacciones de las generaciones pasadas son las que sin duda determinan elterreno en que las nuevas generaciones pueden dejar que contine la ca-tstrofe o provocar al Mesas, es decir, constituyen sus condicionesobjetivas (en el sentido de ya dadas, como es para cada individuo, porejemplo, el modo de produccin con que se encuentra), que en su momentofueron todas novedades histricas construidas por los hombres. Perostos son los puntos que Lwy prefiere no abordar ya que al parecer, en el

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    marco del ataque a las versiones vulgares del marxismo, cualquier refe-rencia a las fuerzas productivas o las determinaciones sociales constituye

    una lectura lineal de la historia.A pesar de haber prologado conjuntamente las tesis benjaminianas, le-

    yendo a Benjamin a la luz de El 18 Brumario... hay un elemento diferenciadorentre Lwy y Bensad. Este ltimo, cuando aborda este problema, aun sindirigir a Benjamin crticas explcitas, agrega los elementos que trazan unacontinuidad y a la vez diferencian las revoluciones burguesas / proletarias y larelacin presente / pasado: El presente se juega siempre bajo esos disfracesy harapos de otra edad, bajo nombres prestados, con palabras tomadas de la

    lengua materna, hasta dominar por fin la nueva lengua y llegar a olvidar lalengua original. Lejos de borrarse como una estela, el pasado sigue atormen-tando al presente53. Hay recuperacin del pasado, pero tambin necesidadde enterrar a sus muertos, y hay continuidad, aunque de tiempos desacordesy a saltos, entre esos tiempos. Lo que para Bensad Marx expresara en El 18brumario... es que hay distintos ritmos en la historia: Marx parece descuar-tizado entre dos ideas contradictorias. Por una parte no puede dejar de pen-sar la transicin al socialismo como un proceso de larga duracin, a imagen

    de la transicin al capitalismo. Siguiendo esta hiptesis, el capitalismo mis-mo desarrolla las condiciones de su propia negacin. [...] Por otra parte,Marx comprende perfectamente la asimetra de las condiciones entre revolu-cin burguesa y revolucin proletaria. La burguesa detenta los medios deproduccin antes de controlar el poder poltico. [...] Los proletarios sufren,por el contrario una dominacin absoluta. [...] Conciente de que no hayacuerdo espontneo entre temporalidades econmicas y polticas, Marx dejala ltima palabra a las circunstancias encargadas de reestablecer la armona.Porque nadie gobierna la conflictividad social ni la fecha de sus explosiones.[...] Su temporalidad esquiva no corresponde al sentido de la historia vulgar-mente reprochado a Marx y Engels. A menudo sospechoso de determinismoagudo, Engels comprende perfectamente a la poltica como desgarramientode un horizonte determinado54.

    As, la lectura de Bensad concretiza ms la visin marxista de la histo-ria, presentando problemas que en la nocin de salto de tigre benjaminianano pueden apreciarse: el salto de tigre es un salto imprevisto histrica-mente, pero sus condiciones estn dadas como posibilidad por la propiasociedad capitalista y sus contradicciones. Su estallido y desenvolvimientoest marcado por las luchas, fracasos y lecciones previas. Que est determi-nado no quiere decir que est predicho ni mecnicamente derivado. Larevolucin proletaria es un fenmeno novedoso pero producido histrica-mente, y si bien en su anlisis pueden sin duda utilizarse analogas y sacar

    53. Bensad,Marx intempestivo, op. cit. pp. 49/50.54. Ibdem, pp.62-64.

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    lecciones de otras revoluciones (los marxistas rusos sin duda apelaron aeste recurso habitualmente), nunca podr ser una copia o repeticin de las

    revoluciones previas, aunque tampoco algo simplemente arrancado del de-sarrollo anterior. Y si lo que puede es actualizar en trminos benjaminianoslas luchas de sus pasados oprimidos, deber agregar en la misma o mayormedida caractersticas propias que no tendrn parangn en el pasado.

    Uno de los fenmenos de los que debieron dar cuenta los marxistas enlos aos 30, que no tena parangn en el pasado y que requera nuevosdesarrollos para ser analizado y enfrentado polticamente, fue laburocratizacin de la URSS. Aqu tenemos un elemento que muchas veces

    es solapado cuando se analizan las crticas de Benjamin a la concepcin dela historia del stalinismo: si su pelea contra la socialdemocracia fue constante,sus posiciones fueron contradictorias frente al stalinismo. Para mantener-se, la burocracia sovitica pactaba pero tambin enfrentaba, en defensa desus propias bases sociales, al imperialismo (aunque socavando a la vez lapropia revolucin). Pero la necesaria defensa de las conquistas de la revolu-cin combinada con la crtica al nefasto papel jugado por la burocraciahicieron difcil el posicionamiento de la vanguardia obrera y de laintelectualidad de izquierda, que en su mayora oscil entre el desencanta-miento, la justificacin culposa y la impotencia poltica. Benjamin en par-ticular dudaba aun en el 38 de los juicios de Mosc y sostena que en elterreno internacional, la poltica stalinista segua siendo la mejor opcin55 .La propia trayectoria de la Escuela de Frankfurt es expresin de esta crisis.Es que posicionarse frente al stalinismo necesitaba dar cuenta de fenme-nos nuevos que Benjamin, aun siendo sin duda el ms crtico dentro de losmarxistas occidentales con el stalinismo (como se ve en las crticas alFrente Popular, al pacto germano-sovitico, y a la vida sovitica misma

    luego de su viaje a Mosc expresadas en su diario), no alcanz. No est malbuscar apropiarse a un autor para la propia posicin poltica, pero ello nopuede hacerse forzando su lectura y eludiendo los problemas que conlleva.

    Es cierto que no puede pedrsele a Benjamin que en unas pocas tesisabarque todos estos problemas, y deben contextualizarse sin duda en su pro-psito especfico, pero analizarlas en la actualidad en profusos libros sinreferirse a ello es claramente una lectura deficiente, sobre todo si lo que sereivindica es no una lectura filolgica sino poltica de las mismas. La evasin

    de Buck-Morss antes mencionada y la escueta referencia que sobre este puntohace Lwy de que por supuesto no existe una libertad absoluta ya que lascondiciones objetivas son tambin condiciones de posibilidad56, en el finalde Aviso de incendio, tienen este problema.

    55. Parte de estas discusiones entre los miembros de la Escuela de Frankfurt y otroscomo Brecht estn expuestos en Wizisla, Benjamin y Brecht, historia de una amistad, Bs. as.,Paids, 2007.

    56. Lwy,Aviso, op. cit., p. 169.

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    GENEALOGAS

    Funcin de la utopa poltica: iluminar la zona de lo que merece ser destruidoBenjamin, variante de las tesis Sobre el concepto de la historia

    Hay un elemento central en las tesis de Benjamin que es imposibledejar de lado para evaluar la tradicin marxista en la que se inscribe, estoes, los elementos teolgicos de los que estn impregnadas57 .

    Lwy resume las hasta el momento tres lecturas dadas sobre la relacinentre mesianismo y marxismo en Benjamin: la escuela materialista, al modode Brecht, que considera los elementos teolgicos como metforas de verda-

    des materialistas; la escuela teolgica, al estilo de Scholem, segn la cual esesencialmente un pensador mesinico y el marxismo no pasa de una termi-nologa difusa; y la escuela de la contradiccin, con lecturas como las deHabermas, segn la cual Benjamin trata de conciliar lo inconciliable, marxis-mo y teologa. Lwy propondr a ellas una cuarta: Benjamin es marxista ytelogo, dos corrientes que se fusionaran y enriqueceran mutuamente58.

    Buck-Morss tiene a secularizar los elementos mesinicos que aparecen enBenjamin: la concepcin mesinica juda, que ya posee en s los atributos

    de ser histrica, materialista y colectiva, se traduce prontamente en el radica-lismo poltico general y en el Marxismo en particular. La misin redentoradel proletariado fue articulada en trminos mesinicos por intelectuales cer-canos a Benjamin, tales como Lukcs y Ernst Bloch, y Benjamin tambin loentendi de ese modo. En este sentido, concluye su libro, la responsabili-dad por una lectura teolgica del Passagen-Werk[] no puede ser dejada delado. Esto slo significa que la poltica no puede ser dejada de lado 59.

    En el mismo sentido Bensad parafrasea la imagen del Mesas de

    Benjamin para caracterizar a Marx, quien se niega tanto a ennegrecer losborradores del porvenir como a avivar el fuego bajo las marmitas del futuro.No traza los planos de una sociedad perfecta que charlatanes de escasavirtud liquidarn con gusto en el mercado negro de las reformas al pormenor. Se contenta con deslizar el pie para dejar entreabierta la puerta pordonde se filtra el fulgor vacilante del maana60. Benjamin seala el presen-te como tiempo de oportunidades polticas. Si su referencia a un pasado aactualizar en el presente tiene aires de profeca, dir Bensad, a diferencia

    57. Dir Benjamin Mi pensamiento se comporta con la teologa como el papelsecante con la tinta. Est completamente absorbido por ella. Pero si fuera por el papelsecante, nada de lo que est escrito quedara (Sobre el concepto, op. cit., p. 56).

    58. As es como lee por ejemplo la primera y probablemente ms problemtica tesis deBenjamin, en tanto a diferencia de otras, se hace difcil considerar all los fuertes elementosteolgicos como metfora. Para Lwy, gracias a la accin vivificante del enano [la teologaoculta], el conjunto [el mueco llamado materialismo histrico] vive y acta (ibdem, p. 48).

    59. Buck-Morss, op. cit., pp. 255 y 369 respectivamente.60. Bensad,Marx intempestivo, op. cit., p. 59.

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    del orculo, la profeca es condicional. En oposicin a un mesianismovulgar, a la espera resignada, su mesianismo activo trabaja los dolores del

    presente [...]. La profeca es, entonces, la figura emblemtica de todo dis-curso poltico y estratgico. En La catstrofe que nos amenaza y cmocombatirla, Lenin descifra tendencias, convencido de que su enunciadocondicional vuelve evitable lo que parece ineluctable61. El mesianismoaparece en Bensad entonces como una metfora de actividad poltica.

    Eagleton finalmente es, de los autores que venimos analizando, quienms tajantemente rechaza en Benjamin estos elementos: No hay manerade poner en armona los aspectos apocalpticos de la imaginacin histrica

    de Benjamin con su marxismo, aunque admite que, como en otros terre-nos, le sirve a Benjamin para avanzar por su lado malo: El mesianismode Benjamin es al mismo tiempo la ms clara evidencia de su idealismo yuna de las fuentes ms poderosas de su pensamiento revolucionario62.

    Ms all de que Benjamin efectivamente se haya formado en la teologa,cuyos trminos nunca deja de utilizar, y de que ciertos conceptos y metforas lehayan resultado productivos como acercamiento al marxismo (como podradecirse de igual forma de algunas metforas de Marx tomadas de Hegel), cabe

    preguntarse qu lugar adquieren estos elementos en una perspectiva marxista.Un primer punto en que todos parecen coincidir en que le fueron tiles paraidentificar y criticar una versin teleolgica y lineal de la historia que no podaser defendida desde el marxismo, y por otro lado, para destacar un aspectoactivo que lo diferenciaba del escepticismo preponderante de sus pares.

    Pero adems, la evaluacin que de este punto se hace est al parecer muyligada a los posicionamientos sobre el clsico problema respecto a la concep-cin marxista de la historia, y derivado de all, la tradicin marxista en la que se

    inscribe a Benjamin: cul es la relacin, subordinacin o predominancia entrelos aspectos subjetivos y objetivos en la historia? En trminos de citas clsicas:la lucha de clases es el motor de la historia o es la contradiccin entre lasfuerzas y relaciones de produccin? La quiz mejor respuesta est justamenteen El 18 Brumario: los hombres hacen su propia historia, pero no la hacena su libre arbitrio, en circunstancias elegidas por ellos mismos, sino en aquellascircunstancias con que se encuentran directamente, que existen y le han sidolegadas por el pasado63 . Las circunstancias legan posibilidades que pueden o

    no ser aprovechadas, cuyo resultado no est previsto y depender de lainteraccin entre los elementos subjetivos y objetivos en tensin.Buck-Morss no se pronuncia sobre Marx mismo pero como menciona-

    mos, deja entrever que fue en sus lagunas donde germin el progresivismo.Eagleton identifica cierto idealismo benjaminiano pero lo ubica histrica-

    61. Ibdem, pp. 97/8.62. Eagleton, op. cit., pp. 129 y 178 respectivamente.63. Marx, op. cit., p. 17.

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    mente, ms como imposibilidad de la compleja encrucijada poltica que letoc vivir: Encallado entre la socialdemocracia y el stalinismo, realmente

    sus opciones polticas eran limitadas [...] el antihistoricismo de Benjaminest en connivencia con su idealismo: la jetztzeit [tiempo-ahora] deja defigurar simplemente como elemento simblico dentro del materialismo his-trico y viene a sustituir el rigor de la prctica revolucionaria. Entre la venidade las masas y la venida del Mesas, no puede cristalizar tercer trminoalguno. Al partido revolucionario le sustituye el profeta revolucionario, capazde cumplir sus tareas mnemnicas, pero no tericas ni organizativas, enparte rico en sabidura por ser pobre en prctica. Si Trotsky posee el Progra-

    ma Transicional, Benjamin se queda con el tiempo ahora64

    .Lwy parece ser el que tiene la hiptesis ms osada (y abusiva). A dife-rencia de las lecturas que bajo el ataque al stalinismo atacan a toda latradicin marxista clsica, reivindica la relacin de Benjamin en la lectu-ra de la historia no slo con Marx sino con Lenin y Trotsky, pero aun conesta diferenciacin, el aspecto de las determinaciones queda disuelto en suconstante voluntad de separar a Benjamin de cualquier peligro deobjetivismo, bosquejando una tradicin marxista subjetivista de la queBenjamin sera figura principal, opuesta a ciertas inconsistencias del pro-pio Marx65 . Aviso de incendio va mechando, a la par que se discute lalectura benjaminiana, diversas crticas esbozadas a las posiciones de Marxy Engels. As por ejemplo, si bien acuerda con Benjamin en que la lucha declases es una lucha por las cosas brutas y materiales, resalta que de todasformas atribuye una importancia crucial a las fuerzas espirituales y mora-les, desbordando as el estrecho modelo de base y superestructura quedieran los fundadores del marxismo66. Hablando de su particular lecturadel marxismo dir que lo que le interesa a Benjamin es la lucha a muerteentre opresores y oprimidos y no las formas de propiedad o del Estado, laevolucin de los modos de produccin temas esenciales de la obra deMarx, y que se opone implcitamente a cierto evolucionismo de algunosartculos de Marx67. Finalmente declarar que hay un problema en los fundado-res mismos del materialismo histrico que dio cabida a sus simplificaciones

    64. Eagleton, op. cit., pp. 264/5.65. Mencionemos que las inconsistencias del propio Benjamin estn poco tratadas:

    desmerece por ejemplo algunos textos del perodo, del 33 al 39, donde Benjamin habratenido un desvo mecanicista por referirse a cuestiones de fuerzas productivas como enLa obra de arte en la poca de su reproductibilidad tcnica (Lwy,Aviso..., pp. cit. p. 28/9, reproche por otro lado ya realizada por varios autores y que criticamos en Daz, Huellasde la vanguardia, Cuadernos de Herramienta N 3, 2007), a pesar de que el mismo Benjaminsealara que ese texto era una especie de base metodolgica para su trabajo sobre lospasajes, investigacin de donde estn sacadas la mayora de las ideas que hacen a suconcepcin de la historia (ver Buck- Morss op. cit., pp. 65/6).

    66. Lwy,Aviso..., op. cit., p. 68.67. Ibdem, pp. 69/70.

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    posteriores: Sin duda, la obra de Marx y Engels est atravesada por tensio-nes irresueltas entre cierta fascinacin por el modelo cientfico natural y un

    mtodo dialctico crtico, entre la fe en la maduracin orgnica y casinatural del proceso social y la visin estratgica de la accin revolucionariaque capta un momento excepcional. Esas tensiones explican la diversidadde los marxismos que se disputan la herencia tras la muerte de los fundado-res. En las tesis de 1940, Benjamin ignora el primer polo del espectromarxista y se inspira en el segundo. Sera as piedra fundamental de unarefundacin del materialismo histrico cuyo resultado es un marxismomesinico que no poda sino causar perplejidad68.

    Pero contra esos peligros, Lwy propone... profundizar esa perplejidad,poniendo a la teologa como antdoto contra los peligros objetivistas.Cabe preguntarse si el marxismo necesita este antdoto o simplementebasta con no reducirlo a sus versiones vulgares. Criticar la vulgata marxis-ta socialdemcrata o stalinista no debera ser motivo de negar la impor-tancia de estas determinaciones. Determinismo no siempre esmecanicismo o tecnologicismo (cosa que Benjamin mismo aclaraba, comoLwy tiene que reconocer69). Pero para Lwy, los elementos mesinicosson expresin de una lectura subjetivista con la que l coincide: Ya seaque se designe esa dimensin irreductible como factor subjetivo,voluntarismo, libertad del sujeto, autonoma de los actores sociales oproyecto humano, lo cierto es que la accin poltica escapa a todo intentode ser analizada como simple funcin de las estructuras o, peor aun, comoresultado de las leyes cientficas de la historia, la economa o la socie-dad70. Es decir, que cualquier idealismo, incluso el teolgico, viene biencontra el objetivismo. En primer lugar entonces, Lwy parece comprar elpaquete antidogmtico que junto con la crtica al stalinismo tira al beb

    con el agua sucia. De ms est decir que ello ms que ayudar a combatirlo,refuerza a un materialismo vulgar presentndole un enemigo fcil, opera-cin tan deficiente como la de aquellos marxistas que para discutir a unidealismo elaborado como el de Hegel presentaban un materialismo positivistarampln71. En segundo lugar, en su consideracin de que toda mencin a

    68. Ibdem, pp. 170/1/2.69. Ibdem, p. 120.

    70. Ibdem, p. 173.71. Aclaremos que a diferencia de la genealoga en la que suele inclurselo a Benjamin,con Lwy no estamos frente a un subjetivismo a la Escuela de Frankfurt. En el terrenoms estrictamente poltico, los motivos de Lwy aparecen claros en Aviso de incendio:contra la ortodoxia, se trata de dirigir la poltica a los nuevos movimientos sociales,considerando dogmtico hablar de la clase obrera como sujeto revolucionario (pp.177/78). La teologa, segn nos dice, ya ha servido de inspiracin revolucionaria enLatinoamrica en movimientos tales como la teologa de la liberacin (p.53). Laconstelacin de Lwy queda clara: en su teologa, Benjamin sera el mentor inconscientede un autonomismo populista latinoamericano. Sin embargo, Lwy parece ir ms lejos de

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    las fuerzas productivas, las formas de propiedad o la constitucin de losEstados son muestras de un marxismo mecnico, parece proponernos enton-

    ces una vuelta no al marxismo clsico y a sus continuadores no vulgaressino al socialismo utpico, que en su momento represent una corrienteprogresiva y crtica del capitalismo pero que ya fueran criticadas y supera-das por Marx y Engels buscando establecer las bases histricas, sociales ycientficas para una prctica poltica que pudiera derribar ese sistemasocial. Dos siglos despus, la lectura de Lwy tiende a refundar y defenderun marxismo de este tipo, unilateralizando esta vez hacia el lado subjetivolo que Marx y Engels haban intentado articular, una relacin entre los

    elementos objetivos y subjetivos en la historia que no redujera un elementoal otro ni eliminara sus tensiones, en las cuales deberan buscarse las posi-bilidades y forjar los instrumentos para que las masas puedan tomar sudestino en sus propias manos72.

    Bensad aqu una vez ms parece contestar a Lwy aunque de manera noexplcita (aunque Lwy acuda a su libro para fundar que Benjamin es unarefundacin del marxismo). Para Bensad, existe un tironeo no entre ver-siones unilaterales ms objetivistas o subjetivistas, sino en un problema real:

    La anunciada nueva escritura de la historia rompe con el tiempo sagrado de lasalvacin, lo mismo que con el tiempo abstracto de la fsica. Se trata de encon-trar el sentido de los ritmos y los comienzos, de conjugar regularidad y nove-dad73. Para Bensad, Marx s encontr una salida y es lo que da su original eintempestiva visin de la historia, y adems de no excluir a Engels sino locontrario, seala que es precisamente ello lo que impresion a Benjamin.

    A lo largo de sus escritos, no sin vacilaciones, marcas de poca, y sinduda sin solucionar todos los problemas, Marx y Engels desarrollaron sin

    embargo en su delimitacin con el idealismo hegeliano pero tambin con elmaterialismo vulgar, una concepcin materialista de la historia donde estu-vieran articulados tanto los elementos objetivos como los subjetivos. En basea ello haban superado al socialismo de la poca, aportando justamente lasbases para un proyecto socialista que no poda quedarse en una planificacinutpica de una sociedad mejor sino que pudiera basarse en un anlisis cientficode la realidad capitalista para buscar en su historia, su desarrollo y sus contra-dicciones, las posibilidades y polticas necesarias que efectivamente pudie-

    ran terminar con una sociedad de explotacin. Las Tesis sobre Feuerbachlo que las propias simpatas de Benjamin permiten concluir. En las anotaciones para lastesis, dir Benjamin: El proletariado como sucesor de los oprimidos; extincin de estaconciencia entre los marxistas (Sobre el, op. cit., p. 72). Ms de una corriente y de unterico de izquierda ltimamente ha considerado errneo este punto, o ha tratado dedemostrar que esa centralidad corresponde a una poca ya pasada, pero Benjamin es entodo caso en este punto un clsico.

    72. Esta es la definicin de la revolucin que Trotsky hace en Historia de la revolucin rusa.73. Daniel Bensad,Marx intempestivo, op. cit. p. 124.

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    74. Anderson apunta que la nica corriente que podra haber sido alternativa por supropia experiencia histrica y desarrollos terico-polticos era el trotskismo, aunquefinalmente esa posibilidad fuera frustrada (Tras las huellas del materialismo histrico, Mxico,Siglo XXI, 1988).

    75. En su clsico estudio La imaginacin dialctica, Martin Jay hace un resumen yanlisis de estas discusiones (Madrid, Taurus, 1989).

    son en este sentido un documento fundamental porque en sus inacabados yescuetos prrafos trata de saldar cuentas con lo mejor y lo peor del idealismo

    y materialismo precedente para sentar una nueva concepcin histrica.Pero en el terreno de la concepcin de la historia, a lo largo del siglo XX y

    a la luz de las derrotas de la revolucin en occidente y de la burocratizacin dela URSS, por un lado, y por el otro, con el surgimiento del marxismo occiden-tal o el existencialismo y el estructuralismo posteriormente, los cuestionamientosa la articulacin entre estructura y sujeto, como planteara Anderson, fue unproblema que no pudieron contestar las corrientes marxistas tanto polticacomo tericamente en su propio terreno, dando lugar a la influencia de diver-

    sas corrientes que ocuparon el escenario de discusin terico-poltico entre laintelectualidad, entre ellos, la Escuela de Frankfurt74.Si bien en sus orgenes el Instituto montado en Frankfurt y luego emigra-

    do a EE.UU. tuvo como base, tratando de dar cuenta de nuevos fenmenos,una serie de elaboraciones ancladas en temticas ms clsicas aunque condesarrollos originales, como la discusin sobre el totalitarismo75 incorporan-do elementos del psicoanlisis, paulatinamente fue virando (y es por lo que sela conoce esencialmente hoy) a una serie de crticas al iluminismo como

    nuevo mito del capitalismo, basado en una racionalidad instrumental queincluso ms all del capitalismo cosifica las relaciones y producciones hu-manas a tal punto que todos los aspectos subjetivos quedaran desdeados.En ese desarrollo no slo los temas estticos, psicolgicos y filosficos fueroncobrando mayor peso, sino tambin en esa lnea temas como la relacin delhombre con la naturaleza, la tcnica y el trabajo fueron considerados desdeuna perspectiva negativa e identificadas con la voracidad de un racionalidadoccidental que diera como resultado al sistema capitalista de racionalidadindustrializada. La reduccin de los fenmenos culturales, subordinados enforma no mediada con la base econmica y poltica que en buena medidapracticaba el marxismo oficial stalinista, era considerada como una expre-sin ms de esta racionalidad instrumental de la que el marxismo se habrahecho deudora no slo en el terreno terico sino en su alabanza a la produc-tividad, las ciencias aplicadas a tal fin, los planes quinquenales y la racionali-dad burocrtica que practicaba en la URSS y con la cual competa con laburguesa en occidente.

    Influenciados por estas lecturas, a la luz de la versin efectivamente posi-

    tivista difundida por el stalinismo, y sobre todo porque ciertamente en lo queiba del siglo XX las guerras haban mostrado como nunca las capacidades

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    destructivas del avance de la industrializacin, florecieron una serie decorrientes que hicieran hincapi en la subjetividad y los fenmenos

    superestructurales mientras los anlisis marxistas de las condiciones ob- jetivas en la historia fueron identificados cada vez ms como parte delmito de la ilustracin en el propio marxismo, para algunos de manera msdirecta como continuador de la ilustracin, otros como ingenuidad odesliz de poca de los fundadores del marxismo76. Aun peor reputacincobraran continuadores de la tradicin clsica como Lenin o Trotsky, quie-nes a diferencia de Marx, y por el momento histrico que les toc vivir,dejaron una mayora de anlisis polticos, econmicos y sociolgicos, pero

    tenan pocos o desconocidos textos dedicados a la filosofa o el arte quepudieran interesar a las vertientes subjetivistas77.Esta articulacin entre los elementos objetivos y subjetivos y las tradiciones

    en las que se desarrollaron es muchas veces la que est en discusin cuando sereivindica o rechaza el mesianismo benjaminiano (tanto como en las discusio-nes sobre sus concepciones sobre el arte en la poca de la cultura de masas quetomamos en el nmero anterior de esta revista), en general, llevndolo hacia elpolo subjetivista en continuidad con la tradicin de la Escuela de Frankfurt.

    La lectura de Lwy, aunque con un sesgo ms activista y no resignado, tieneparte de esta influencia en su rechazo a cualquier mencin al aspecto econmi-co, unilateralizando lo que en Benjamin es un aspecto no resuelto.

    Lo que en Eagleton aparece como una debilidad en parte comprensiblepor las circunstancias polticas vividas, es en Bensad una tensin real en lapoltica y en Lwy una virtud, expresando las simpatas y posiciones de losautores en este problema. Podemos decir que si bien en su momento deenunciacin los elementos mesinicos en Benjamin le fueron productivospara sealar determinados problemas y seguramente tuvieron otro valorpolmico en el marco de tener que discutir contra versiones objetivistasaplastantemente dominantes, no puede hacerse de esa necesidad una vir-tud, dejando entrar a la religin, por ms heterodoxa que sea, en losfundamentos tericos marxistas. Pero sobre todo, porque ese contexto no

    76. Eagleton seala que sin duda el marxismo clsico era heredero de la ilustracin en elsentido de manejar una red de presunciones sobre lo que es la verdad, la razn, el sentido queen la poca de Benjamin comenzaran a ser provechosamente criticadas, y considera que, aunque

    las soluciones hasta ahora no hayan sido las mejores, a esa crtica sin duda debera aportar elmarxismo. Benjamin tendra el mrito, que en buena medida responde a la poca que le toc ya su horizonte de problemas, de haber aportado a esta discusin (op. cit., p.261).

    77. Lo que sigue sin embargo quizs hubiera desconcertado a ms de uno de estoscrticos del marxismo clsico: Los sabios liberales que ya no existen han pintado porregla general el conjunto de la historia de la Humanidad como una serie lineal y continuade progreso. Era falso. La marcha del progreso no es rectilnea, es una curva rota yzigzagueante. Es Benjamin? No, es Trotsky en un discurso de 1926 hablando de loscontradictorios avances de la ciencia y la tcnica! (discurso pronunciado en el primerCongreso de Amigos de la Radio, 1/03/26, en www.marxists.org).

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    slo no es actual sino que casi se ha invertido: en aos de posmodernismodonde todas son interpretaciones y cualquier lectura es vlida, es ms bien

    la concepcin de cualquier materialismo lo que se ha desestimado, enparticular, el marxismo, va identificarlo con el stalinismo primero y con-virtindolo en un gran relato despus. Si leemos entonces desde hoyBenjamin no slo filolgicamente sino para actualizarlo, no deberaatenderse a esta circunstancia histrica puestos a evaluar el marxismobenjaminiano? Aceptar el combo dogmtico, no es leer la historia en laversin de los vencedores, que buscaron tirar por la borda al marxismo?

    CONCLUSIONES

    No s si hay destino, pero hay decisin! Decide! Ahora somos el presente. Nosolamente toda la ciudad, el mundo entero est participando en nuestra decisin.

    Monlogo final de Marion hacia Damiel enLas alas del deseo, de Wim Wenders

    La idea de un progreso histrico lineal que atacara Benjamin en sus

    tesis era sin duda un ejemplo de esta amalgama de ciertas tendencias delmarxismo con concepciones iluministas, y sin duda acierta en su crtica.Pero sin embargo, nunca da el paso a considerar unilateralmente estosaspectos: en la tcnica en el terreno artstico, por ejemplo, Benjamin ve noslo peligros sino tambin posibilidades que se definiran por la lucha declases y no por alguna caracterstica intrnseca al desarrollo tcnico en s, nive como problema relacionar los problemas estticos, por ejemplo, a losdesarrollos econmicos y polticos de los que son parte. Y si segn lo ana-lizado en esta nota, no logra dar cuenta cabal de la relacin entre determi-naciones objetivas y posibilidades subjetivas en su anlisis de los desarro-llos histricos, mantiene creemos abiertas esas contradicciones sin volcar-se definitivamente a un subjetivismo que muchos buscan fundar en l.

    Por otro lado, no slo Marx y Engels haban tratado sobre las articulacio-nes entre dialctica e historia en el terreno filosfico. En cuanto a las genea-logas, Benjamin responde tambin, como Lenin y Trotsky, a una articula-cin entre la concepcin de la historia que tenan y la concepcin formadasobre la dialctica a partir de ella. Los revolucionarios rusos tambin leyerony criticaron a Hegel en el terreno de la filosofa sobre todo a partir de suvisin de la historia y su experiencia poltica. En el caso de Benjamin, si biencomo planteamos su fascinacin por los elementos disruptivos viene de largoy se aplica en otros terrenos, tambin en su formacin de la visin de ladialctica fue preponderante la visin de la historia, longeva tambin en supensamiento, aunadas para pensar una prctica poltica. Cuando en manus-critos no publicados hasta dcadas despus, Lenin y Trotsky leen a Hegel,aquel pensador criticado por idealista y teleolgico pero que sin embargo era

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    influencia permanente en Marx utilizado contra el materialismo vulgar, tam-bin aparece la pregunta por la concepcin de la dialctica, de la historia y

    sobre la tensin de los elementos objetivos y subjetivos. Ambos acuerdancon Marx en que la identificacin hegeliana entre sujeto y objeto era inacep-table para el marxismo, pero tambin ajustarn cuentas con la concepcinliberal del desarrollo histrico con la que se enfrentaran en el terreno polti-co: una lectura lineal de la historia no poda explicar, y en su momentoincluso hubiera llevado a desestimar, la posibilidad de una revolucin socia-lista en un pas atrasado como Rusia. Lenin, en sus apuntes dejados de lalectura de Ciencia de la lgica de Hegel, haba entendido la ley de la

    interpenetracin de los contrarios como la principal ley de la dialctica,en tanto serva para oponer a la concepcin inerte, plida y fra del desarro-llo como crecimiento o decrecimiento, una concepcin viva, en tanto pro-porciona la clave para los saltos, para la ruptura de continuidad, para ladestruccin de lo viejo y el surgimiento de la nuevo78. Trotsky en cambio,tambin en una lectura de Hegel de la cual dej apuntes, seala como leyprincipal de la dialctica al salto de cantidad en calidad, pero con similaresresultados a la idea de evolucin. Su concepcin es tambin la de cambioconvulsivo, atacando as a la concepcin liberal gradualista79. La idea cen-tral que reivindican en Hegel, tal como lo hicieron Marx y Engels, es la demovimiento, y la referencia a los mecanismos en los cuales ste se da, lasllamadas leyes de la dialctica, no pueden tomarse como categoras fijas.

    Ambas lecturas, aun tomando como centrales distintas leyes, apuntan almomento de cambio cualitativo como un proceso de lucha o de salto, esdecir, no gradual. Ambos reconocieron que el gradualismo, visin liberal deldesarrollo, estaba tambin permeando al marxismo, lo cual polticamente setraduca en estrategias reformistas, como el revisionismo de la socialdemo-cracia alemana o la idea de etapas histrica a cumplir, tendencias queambos revolucionarios combatieron. Las referencias de Lenin y Trotsky a ladialctica estn teidas por estas discusiones y por la concepcin de la histo-ria por la que combatieron en el terreno ideolgico. Podemos discutir porsupuesto las virtudes de una u otra lectura de Hegel (la cual es mucho msnegativa en Benjamin), pero cabe destacar que en cuanto al desarrollo de unaconcepcin de la historia, sin duda hubieran sido si no del agrado, al menosdel inters de Benjamin, y en relacin a las cuales puede leerse productiva-

    mente tambin su obra. Sin duda la concepcin benjaminiana aporta elemen-tos para una crtica necesaria de la visin positivista y teleolgica, presentandouna historia a saltos y no lineal y predestinada. Ahora bien, una vez despejado

    78. Lenin, Sobre el problema de la dialctica en Obras Completas, Tomo XLIII,Mosc, Progreso, 1987.

    79. Trotsky, Cuadernos de Trotsky, 1933-1935. Escritos sobre Lenin, dialctica yevolucionismo en Escritos Filosficos, Bs. As., CEIP, 2004, p. 54. Una versin ampliada deestos problemas que aqu resumimos hicimos en Daz, Introduccin a este libro.

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    lo que el marxismo no debe ser como concepcin histrica, prevalecen mu-chos problemas abiertos y potenciales contradicciones que se hace necesario

    discutir. Y justamente porque de toda discusin conceptual sobre la historia sederiva una discusin poltica, ninguna lectura debera dejarlos de lado.

    Mencionamos al inicio de esta nota lecturas de la intelectualidad nacionalrespecto a Benjamin que en buena medida coinciden en la anti-ortodoxiabenjaminiana pero para el abandono de una poltica revolucionaria,convirtindolo en figura demostrativa de una derrota a la que no deberamoshabernos arriesgado. En cambio, lecturas como las que analizamos a lo largode esta nota tienen la virtud de ubicarse a la izquierda de estos intelectuales,

    incluso la de Lwy: desde el punto de vista poltico, la historia abierta signi-fica, por lo tanto, la consideracin de la posibilidad no la inevitabilidad delas catstrofes, por un lado, y de grandes movimientos emancipatorios, porotro. Esto dista de ser evidente: no vivimos en una poca pacificada, a milleguas de distancia de los aos de guerra y revolucin de la primera mitad delsiglo pasado?80. Efectivamente, probablemente slo la prolongada situacinde aparente paz social, basada en una profunda derrota previa, puede darlugar a una lectura de Benjamin que, aunque se pretendan polticas, tenga

    nulas consecuencias para pensar la propia poltica o peor aun, sean un argu-mento en contra de militar polticamente. La melancola que suele atriburselea Benjamin estaba lejos de ser pasiva y resignada. Como dira Eagleton, apesar de hacer una de las lecturas ms crticas de Benjamin, el mismo aletar-gamiento ygravitas de su carcter saturnino coloca una bomba de relojerabajo las mitologas historicistas simplistas, del mismo modo en que su lgu-bre nostalgia se agarra a imgenes del pasado slo para arrastrarlas violenta-mente a travs de los espacios vacos del presente. Por tanto, se trata de unpeligroso tipo de inercia particularmente robusto, el del perpetuamente insu-bordinado ms que el del satisfactoriamente pacificado81. Quiz por estoselementos Eagleton considera oportuno culminar su libro sobre Benjamincomparndolo no con autores del marxismo occidental sino con Trotsky, auncon los lmites que en esta comparacin encuentra polticamente Benjamin.Para Eagleton, el marxismo del siglo XX posee otra visin de la historiaantihistoricista basada en la idea de desarrollo desigual y combinado deTrotsky desarrollado como estrategia poltica: La teora de la revolucinpermanente se introduce oblicuamente en la homogeneidad histrica y en-cuentra, en la poca de la lucha democrtico-burguesa, el dbil impulsomesinico que la hace girar a la manera del heliotropo hacia el sol del socia-lismo que amanece en el futuro. Lo que en Benjamin no pasa de ser unaimagen se convierte en estrategia poltica en Trotsky: al asumir el liderazgo dela revolucin democrtico-burguesa en alianza hegemnica con otras clases y

    80. Lwy,Aviso..., op. cit., p. 175. Subrayado del autor.81. Eagleton, op. cit., p. 218.

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    grupos subordinados, el proletariado libera la dinmica que llevar la revolu-cin ms all de s misma hasta resultar en el poder de los trabajadores. Los

    estratos de las pocas, que en la imaginacin marxista oficial estn primoro-samente colocados juntndose por los extremos, son agarrados y apiladosrudamente unos sobre otros, transformando la geologa de la revolucin conun violento levantamiento. [] Con los ojos vueltos hacia el futuro, la revo-lucin da un gran salto al pasado (el feudalismo arcaico de la Rusia zarista)para asimilarlo violentamente al presente. [] Una vez instalado en el poder,el Estado de los trabajadores contina peinando la historia a contrapelo. Elreposado relato de la historia homognea es transformado en un texto enma-

    raado: estallidos de guerras civiles y guerras con pases extranjeros alternancon perodos de reforma pacfica. Las revoluciones en la economa, la tc-nica, la ciencia, la familia, la moral y la vida diaria se desarrollan en comple-

    jas acciones recprocas y no permiten a la sociedad alcanzar un equilibrio82.Quizs en la fascinacin con que Benjamin leyera algunos textos de Trotskyhubiera ms que la antipata compartida contra el Frente Popular o las sim-patas hacia las vanguardias artsticas.

    As, podemos decir, si en cuanto a formacin, contexto poltico, pre-

    ocupaciones tericas y muchas de sus concepciones, Benjamin est inscriptoen el marxismo occidental y en la Escuela de Frankfurt en particular, sinembargo nunca cay en el escepticismo que la caracteriz sino que por elcontrario, sus reflexiones estn impregnadas de esta voluntad de accinpoltica; si no encontr entre la socialdemocracia y el stalinismo los cami-nos que unieran teora y praxis revolucionaria, no deriv de ello una sepa-racin necesaria y productiva, como pretendieran Adorno y Horkheimerhaciendo virtud de la debilidad; si apel en su concepcin de la historia alidealismo mesinico, y no pudo resolver la relacin entre condiciones ob-

    jetivas y subjetivas, ambas inseparables en el marxismo, cabe decir que enlas tesis fue desde la lucha de clases desde donde se par para sealar que apesar de las derrotas, la revolucin no haba desaparecido del horizonte. Ysobre todo, en el mapa de la discusin terico-poltica actual, impregnadade fines de la historia, de desaparicin del sujeto revolucionario, deconformismo, sus tesis tienen la virtud de rescatar los hilos de continuidadcon las luchas del pasado que puedan contribuir a detener la catstrofe a laque nos somete el capitalismo.

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    82. Eagleton, op. cit., pp. 265/6.

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