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 Primeras  palabras para conquistar  a la  dama Me escribe un señor que firma Reo Alegre:  Hay hombres  a  quienes agrada  una  ninfa  y  no  tienen  el  cora- j e  de  hablarla.  Es  cierto,  en  esta  city  los hay a  millares  y  entre ellos me  cuento yo; pero, dígame, amigo Arlt ¿es que alguna vez ha sali- do  algún maestro para enseñarle a uno los primero s  pasos?  Lo más difícil  es el  arranque. Luego,  el  resto,  es  fácil.  Sería  sumamente  j u- goso  que usted, que tiene una labia mayúscula, nos dé algunas lec- ciones  sobre  la  materia.  Ya le he  sugerido  el  título. NO HAY  MAESTROS Querido  Reo Alegre:  Hubo  un señor que se llamaba Beyle, y qu e  firma ba con el seudónimo de Stendhal. Este señor Sten dhal es- cribió  maravillosas novelas. Incluso  una  sicología  del Amor El que lo  leía se  decía: Stendhal debe haberse pasado  la  vida  al pie de las rejas;  debe haber sido querido  por  mujeres  del  temperamento  más distinto ...  y  Beyle o Stendhal, querido amigo, era un hombre pá- lido  y tímido que tartamudeaba en presencia de  mujeres  a quienes otros  hombres  se  hubieran avergonzado  de no  conquistar  a la se- gunda entrevist a. Si  alg o le toca del ejemplo citado, usted queda advertido. No ha y  maestros en cuestiones de amor. Ni tampoco en declaraciones. Eso  es  casi  ridículo;  por lógica... y después  porque  no es el  hombre 30 7

Arlt Aguafuertes

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Aguafuertes sobre Matrimonio y noviazgo

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  Hay hombres
  tienen
 el
 cora-
je de hablarla. Es cierto,  en esta city  los hay a millares y entre ellos
me cuento yo; pero, dígame, amigo Arlt ¿es que alguna vez ha sali-
do  algún maestro para enseñarle a uno los primeros pasos? Lo más
difícil  es el arranque. Luego,  el resto,  es   fácil.  Sería
 sumamente  ju-
goso que usted, que tiene una labia mayúscula, nos dé algunas lec-
ciones sobre  la materia. Ya le he sugerido  el  título.
NO HAY MAESTROS
Querido Reo Alegre: Hubo un señor que se llamaba Beyle, y
qu e firmaba con el seudónimo de Stendhal. Este señor Stendhal es-
cribió maravillosas novelas. Incluso  una  sicología  del Amor El que
lo   leía se decía: Stendhal debe haberse pasado  la vida  al pie de las
rejas; debe haber sido querido  por  mujeres  del  temperamento  más
distinto ... y  Beyle o Stendhal, querido amigo, era un hombre pá-
lido y tímido que tartamudeaba en presencia de  mujeres a quienes
otros
  hombres
  se
gunda entrevista.
Si algo le toca del ejemplo citado, usted queda advertido. No
hay maestros en cuestiones de amor. Ni tampoco en declaraciones.
Eso es casi ridículo; por lógica... y después porque no es el hombre
307
el
 que elige a una m uje r ¡no es la m uje r la que lo elige a su ho
al  que más le gusta. Por capricho y por sexo. Ahora hay detalle;
teresantes que si usted quiere entraremos a analizarlos, y verá c
la  luz se hace menos turbia de lo que es.
LO QUE LLAMAMOS GIL
Usted  y yo, y  todos  lo s  hombres  de  esta ciudad,  nos  heme»
parado más de un a vez para mirar el paso de una e spléndida  m u
  tr
-¡Cómo
  es posible que una  muchacha  tan  l inda  le haya lleva;:
el  apun te a un gil de esa magnitud Y alguien me contestó una vez:
 Todos  los que  acompañan  a una  l inda mujer, t ienen cara os
giles".
La mayoría de las mujeres quieren arreglar económicamente
 
  por la  nerviosidad  d el  esfuerzo  mentai .
Cuerpos  de  treinta años  co n  semblantes  de bebés.  Con  ojos  de cor-
derito.  Con  labios de rosa.
Pero esos hombres les convienen a las mujeres. Son cand idatos
para
  el
 a ellas
no se les  importa.  Bajo  la frasecita  está el candidato. Y eso es lo que
les interesa.
¿ P A R A Q U É H A B L A R   B I E N ?
Reo Alegre: péinese bien a la gomina,  déjese  unos bigotitos de
cepillo
 de dientes, l leve un  traje  entallado y una corbata de siete re-
flejos y, si
 de las de-
claraciones de amor, de las palabras bien coordinadas y de la inteli-
gencia.
  son los
  buenos mozos.
Bien plantados y me jor vestidos. Y después, que usted sea inteligen-
te  o burro, eso no  tiene valor.
La mu jer no tiene capacidad para juzga r de la inteligencia del
.  Para juzgai
 
Lucha  ende i
con el ratón.
  r
consejo?  No se
ese hombre o
 elegante
  o no, sí, pero si es pro fundo  o
trivial, no. Y además se les importa tres pepinos de que sea inteli-
gente.
Cuanto   m ás  ignorante  y estúpido  sea un  hombre ,  más en ar-
monía
  está con la mujer. Se entienden a la perfección. Para vivir no
necesitan
  nada
 y les
  sobran. Para
comunicarse,  lo hacen  po r medio del  instinto y luego . . .  luego,  na-
da m ás.
. A N T I P A T Í A
La  muje r  tiene una antipatía instintiva por el hombre inteli-
gente.  Sabe
 qu e
  podrá engañarlo relativamente. Sabe
  (y en eso,  sin
que les hayan enseñado, son más advertidas que el hombre) que el
individuo inteligente es su enemigo, que la sondeará tanto y tanto
hasta que toda la apariencia de que está revestida se va a desmoro-
nar, y de  allí que una  mujer ,  cuando
  se
 encuentra
 ¿De qué manera se le puede destro-
za r el a lma, dominar lo , hundir lo , m overlo com o un  fantoche?
Lucha endemoniada
uñas;
Claro está que este juego  fracasa  con un individuo mediana-
mente observador. Usted lentamente
  contradiccio-
nes,  la s mentiras pequeñas  o  grandes, acumulando pruebas  que un
día
  dan
  muje r
  lo sabe. De allí que esas muchachas que por las calles ve-
mos acompañadas  de  solemnes marmotas ,  no son tan  tontas como
creemos.  Ño,  amigo.  So n  vivísimas. Demasiado vivas, siempre  que
encuentren
No tiene importancia. En secreto  ¿quiere  un  consejo?  ¿un buen
consejo? No se lo diga a nadie y escuche:
309
 
 Cuando se acerque a una  mujer hágase bien el zonzo. Toda¿
le llevarán  el apunte. Se lo jura su  afectísimo y S.S.
Lo
 esencial
 es
 casarse
E L QUE  SUSCR IBE.  -E l  otro día, estimada colaboradora,  me de-
cía
  un compañero que lo que más resultado da para conquistar a
una  muje r son las mentiras almibaradas. Un detalle: el que tal  cosa
me decía es un muchacho buen
 mozo,
 agradable. Sabe tener simul-
táneamente tres o cuatro programas. ¿Qué es lo que piensa usted?
R E P O R T E A D A .  -La cantidad de programas que un individuo
pueda tener no depende de que sea agradable o no, sino del tiempo
de que  no po-
dría tener tantos programas como  si   fuera  rentista. Amoríos  así se
pueden clasificar como relaciones de desocupados.
E L
REPORTEADA.
  -¿Inteligente?
 SUSCRIBE .
 -A   veces... Pero  lo que me  interesa a mí y a
muchos  de mis  lectores  es lo siguiente:  a una   muje r
  ¿qué  es lo que
 ¿Es,
 como siempre se dice,  el   físico  lo
qu e atrae a una mujer, o... ?
R E P O R T E A D A .  -Antes  de contestarle, le voy a hacer una pre-
gunta:  ¿qué es lo que le interesa a usted de una   mujer?
EL
 Q UE  SUSCRIBE . — Que  no  tenga  mal  genio. Después,  que sea
linda. Después, que sea inteligente. Después, que tenga algunos mi-
llones.
 Después...
REPORTEADA.
  — N o  sea  ingenuo. ¿Qué  es lo que le interesa evi-
dentemente  de una
  ser  linda  y muy  inteligente.  Si no es
inteligente va, como decimos vulgarmente, bien muerta.
REPORTEADA. -¿Y si sólo  es linda?
E L QUE  SUSCRIBE .  -N o  interesa. Ahora  m e  acuerdo:  una vez
encontré una mujer muy linda. Tenía veinticuatro años. Hablamos
y la pobre  dijo  tantas pavadas que al final no pude contenerme y le
pregunté: pero dígame, usted, señorita ¿para qué ha vivido veinti-
cuatro  años?
REPORTEADA.
  di
á oque diferenci:
  atrapar .
 A
 veces
z e n a m o r a r s e . . .
I
E L  QUE  SUSO
? arito  ni una cor
de desesperados.
REPORTEAD
que para el las . . .
31 0
üarias,
ac e r
  y L e
 -¡Qué bárbaro Bueno. A nosotras las  mujeres
no s  pasa lo mismo. La atracción  física  producida por un hombre
sólo sirve para atraernos a conocerlo cuando podemos. Ahora bien,
casi siempre a los diez minutos de estar  conversando con un  hom-
bre
EL  QUE  SUSCRIBE . -¿Qué
REPORTEADA. -Tener
  las
  tienen un mismo  traje   cortado por distinto sastre. Lo
único que  dife rencia a los hombres es el porcentaje en que  almace-
nan
 sus sentimientos. Por ejemplo: unos tienen quince de egoísmo
y   otros diez; pero en cambio el que tiene diez de egoísmo, tiene
quince de amor propio, y salvo esos detalles...
EL
 QUE  SUSCRIB E. -Usted conoce bien...
R E P O R T E A D A .  -Los he tratado lo más que he podido. Y son
muy simpáticos cuando se los puede manejar como se
 quiere...
  En-
 -¿Y  las mujeres?
REPORTEADA. -Una  muje r  se  cansa al   f inal . Este, igual a l otro;
este  igual al otro; al final, aburrida se  casa con el primero que se de-
j a atrapar. A veces con un poco de buena voluntad,  una
  m u j e r pue-
de  enamorarse... Pero  e s raro.  Si no fíjese   en los novios. ¿Usted ha
estado de novio alguna vez?
EL
  -Fíjese  en los novios. Al cabo de quince días de
tratarse no tienen nada que decirse. ¿Qué es lo que hacen? Hablan
de "lo  fe l ices que serán cuando se casen". Después... en eso, la ra-
dio es muy útil, escuchan la radio.
EL   QUE  SUSCRIBE . -¡Textual,  estimada amiga Así, así,  sin un
punto ni una coma de más. Yo tuve una novia muy desabrida que
cuando la visitaba le hacía tocar el piano para que no me hablara.
R E P O R T E A D A .  -Se aburren. .. Y con el sistema de vigilancia
que se estila en estos países del Sur, más  todavía... Al final se casan
de  desesperados.
E  QUE  SUSCRIBE . -Pero esas m u j e r e s . . .
REPORTEADA.  -No tienen la culpa. Están criadas así. Han vis-
to  la vida así. Desde chicas oyen hablar del matrimonio. Es decir,
que  para e l l a s . ..
EL  QUE  SUSCRIBE . -¿Por qué  dice para  ellas?
REPORTEADA.  -Yo
 
ellas . Entre ellas y yo hay alguna  diferencia. . .  bueno...  como le
decía, para estas  mujeres  criadas con semejante criterio, no puede
haber nada más que un final: casarse. Casarse es resolver el proble-
ma  económico y otro montón de problemas. Y como casarse es lo
esencial,  lo esencialísimo, usted se da cuenta que lo que menos in-
terviene  en dicha operación  es el amor.  Es lo mismo  qu e  exigirle a
una  muje r que está lavando el piso que tenga las uñas lustradas. Im-
posible. El amor viene después, o nunca; pero jamás es la materia
prima con que se confecciona el guiso del matrimonio.
E L  Q UE SUSCRIBE. -¿Usted ha estado  de novia?
REPORTEADA.
  — Y
 dos veces p or  casarme. Y las dos veces  he ro-
to. Bueno; yo estaba muy bien empleada, ganaba quinientos pesos
mensuales y era tan dueña de mí misma como ahora.
E L  QUE SUSCR IBE.  -¿Qué  le parece  qu e  escriba algo sobre
  eso?
REPORTEADA.  -Bueno...
Numerosas chicas me han escrito. Algunas cartas merecen el
honor de la reproducción, pues revelan ingenio o humorismo, y na-
da hay más
 nota
de hoy, sobre las cartas de amor usted está odioso, así, sencillamen-
te, odioso .
  ¿Cree
solicita fecha para
 muchos
hombres les agrada la profesión de novios y si la niña no es algo
enérgica, nunca se acuerdan de casarse. Sea algo más condescen-
diente
En  realids
n i o
quinientos pesos
é.
diente con nosotras, para que en mi próxima le pueda decir «Es us-
ted  simpático». Una  vieja solterona.
artas merecen 
chistes  de buer.-
e que a mucho*
niña  no es  algo
En realidad, señorita Vieja solterona, yo soy muy simpático. Si
-isted  llega a comunicarme tal noticia por carta, no me producirá
n inguna sorpresa, sino
tSTA ME TUTEA:
 Estimado  Arlt: Permití
  esa
campaña que estás haciendo para abrirle los ojos a los pocos zonzos
que quedan para
viene.  Desde tu primera publicación, un grupo de ofendidas, nos
nemos
pocas las que quisiéramos tenerte entre nuestras afiladas uñas, para
ugar contigo como si fueras un  ratonazo. Vas mal,  corazón...  vol-
véte.
  Hay  entre  la s nuestras  una ex futura suegra,  qu e  sólo  al  nom-
Drarte vomita  serpientes venenosas.  También, la compadezco: tenía
io más bien agarrado a un pobrecito para meterlo al
 R.C.,
  cuando
el  tipo lee tu malhadada nota despierta del sueño en que lo  tenían
sumido las atenciones de la suegra y los arrumacos de la niña y pese
a las amenazas de una y a los ataques de nervios de la otra, desapa-
reció
 sin dejar rastros. Yo que te admiro y que te respeto  (mira
 si te
véte que te conviene . Una pistolera de Boedo.
S U M A
  Y   S IG U E :
 Me  revienta que usted  se la tome con el casamiento,  dándo-
les consejos a las presuntas víctimas,
  como
  si ellas no supieran lo
que  tienen  que hacer.  Desde  que  usted  escribe esos artículos,  no
pasa un día sin que mi novio  me pregunte  si los he leído o no; y a
313
 
mí me dan ganas  de acogotarlo,  no a mi novio, sino  a usted. Y eso
que  nunca  he
  ¿S e
  puede saber de qué enfermedad padece usted? ¿No le ha-
brá mordido
  Arl t
  al mata -
  a mi no-
vio,  iré yo al diario a decirle cosas que  posiblemente ninguna  m u j e r
le  ha dicho". Anónimo.
  Y por más que  usted proteste, siempre sobrarán señores  bien
educados  que se considerarán dichosos  con  besarnos los pies".  Una
maestra.
padre
DEFESDIÉSDOMÍ
 
En un papel gris, perfumado, con los bordes sin cortar:
"Estimado señor Arlt: soy, más por  carácter  que por mi  edad,
lo  que la
 gente llama solterona.
  las
  que no se  casaron . Usted   que
tiene pretensiones  de psicólogo  ¿por  qué no   ahonda   un  poco  más
en el espíritu  de las que se quedan para vestir santos? ¿Cree  que la
soltería significa únicamente
  que no se
genuo. Observe  y verá  que hay  muchas solteronas porque...  no
quisieron casarse". Avenida A lvear.
  Quiero
 casi
n cortar:
  s ?   ¿Cree  que la
•vio? No sea in-
 mandaremos
  corona
 de
abrojos.  ¿Por  qué es tan  malo? ¿ Se puede  saber? Yo estoy segura  q ue
si
 usted  m e conociera, hablaría bien de todas  la s mujeres. ¿No quie-
re conocerme?" Una rubia (No, no deseo  conocerla).
"Soy padre de siete
 usted,
 es
que  le   la ley  Un   sin
D E F E N D I É N D O M E
No es posible publicar en el diario un certificado de buena sa-
l u d de buena conducta y de buen humor. Pero estoy tentado de
hacerlo.
Pero permítanme que diga algo en mi descargo: el defecto que
ostedes me señalan es, precisamente, mi virtud: la franqueza. Soy
:an  franco  que
  el estofado marital  a varios interesados  e interesadas.
Pero no me van a negar los mismos damnificados que he abierto la
muer ta de la jaula para que  raje más de un  inocente mixto. En estos
momentos, que me dirijo especialmente a los pobres mixtos, sigo
los
 consejos del gran Sarmiento: "Sea compasivo.
Soy  antipático, estoy de acuerdo, pero no me digan que no
rengo  compasión.
¡Quiero casarme "
En las grandes ciudades  de los países civilizados, el  matrimo-
nio constituye un accidente vulgar en la vida de los hombres y mu-
jeres. Y se explica. Hombres  y m uje re s  se ganan  la vida y las relacio-
nes   entre ambos son en absoluto desinteresadas. Casamiento y
divorcio
  es un suceso tan corriente como aquí beberse un copetín.
He leído una estadística norteamericana en la cual se constata que
de cada cinco matrimonios, uno se divorcia.
En cambio, en los países de habla española, las mujeres son
315
  de la  "pif.¿-
ta ,  como dicen  los  ítalos. Claro está que de por  medio  hay otris
problemas, pero ellos
  nota
  periodística
Las
  relaciones entre ambos sexos  (m e  refiero  a los  países  de
española) son un  desastre en lo que se
 refiere
  catástrofe.
M U C H A C H O S   Y
  M U J E R E S
El noventa y
  sos:e-
ner una  conversación seria qu  sobrepase el espacio  de media  h e r í
de
 tiempo.
 El
 noventa
 y
 cinco
 por
 ciento
nocemos,  son incapaces de tratar con naturalidad a una  mujer.
La posición
que
Y
-Cuando
 estoy
 decirle.
 Me
 abatato.
El
 calle.
pos  altos  en  compañía  de dos  muchachas.  Yo nunca  me
  imagine
que dos  tipos altos pudieran planear  las pavadas que me dejaron es-
cuchar en el trayecto  de veinte metros. A los tipos altos, no sé po:
qué,
tomarlos de los brazos y decirles:
—Pero, ch e  ¿para qué son tan largos si no saben hablar?
Estos papanatas  son carne de cañón...  quiero  decir..., de ca-
sorio.
mocionados:
-minaban dos t i-
e  me dejaron es -
altos, no sé por
 MUJERES
  final encontrará
s iempre esta respuesta:
-Una  no se va a quedar para vestir santos.  Con  alguno  hay
que casarse.
Recuerdo la declaración de una que no era fea, por el contra-
r io, bien parecida. Dijo:
-Estoy
 harta
 de
Este "quiero casarme"  lo decía  tan  rabiosamente  que uno no
sab ía
A su vez, las madres que conocen detalladamente los  síntomas
de  la enfermedad psíquica de "querer casarse", vigilan en rededor
con
 ojos
 de
señores  casados que,  co n  conocimiento perfecto  de las  familias  fu -
ruras,
 "hacían
 los
 promesa
  reviste, entre  noso-
examine
 después
  de los
veinte años, tienen junto a los labios un esguince de amargura. La
¿margura de la
Defraudada.
Hay  circunstancias en que estas m ujeres  se aburren de esperar
;,  ideal
igualmente
s uena .
 A uno por  mes. Lo estudian,  lo observan. ¿No es mercadería
r a r a   casarse?
  ¡Afuera
¡Que
 estado,
  los
 "Quedan
 resabiadas
 co-
mo esos caballos que han sido muy maltratados". ¿Se casa o no se
casa?   ¿N o está dispuesto  a casarse?  ¡Afuera ¡N o haga perder tiempo
No
 hay minuto que perder. La juventud vuela. Se va. Una mujer
"n o debe quedarse para vest ir santos".
 
Este desolador cuadro
  falsa  que en nuestros hogares reciben las mucha-
chas. Si a la  rutina  de la vida  se  puede definir como
  "educador.
porque, hablando en plata, tal  "educación" no existe. Las chicas  c r e
cen; un día se acuerdan de que son m ujeres y "que tienen que caer-
se".  ¿No se casó  Fulana?  ¿No se casó Mengana? ¿Que  el marido  z r
Zutana es un idiota? ¿Que el marido de Perengana, un estúpic:
¡Qué  importa El  caso  es que  "ellas  se casaron  y la  pasan  lo  m ¿ j
bien".
¡L a cacería del marido Hay para escribir cien notas respecte i.
asunto. Cien notas
"sala que se
barato... para ver si se pesca a un futuro.
Me pregunto: ¿cuántos años va a durar  esto? Creo  que  p o c e s
Netamente se comprueba una descomposición espiritual en las m u -
jeres  que
  esperan marido.
Si la  gente no  fuera  ta n  fa lsa . . .
He  recibido un  verdadero montón  de  cartas.  Hay  para toco 5
los gustos. Desde la felicitación cordial hasta la maldición  más  sim-
pática.
 De
 más adelante
 
masculinas,
  hay una en la que se me  pregunta cuál es la  f inal idac.
con que
O B L I G A C I Ó N
Antes de entrar en la "finalidad", quiero aclarar un punto.
En mi
  carácter  intelec-
tual. Su obligación consiste en ser útil de una manera u otra  dentro
de la
Si en un
recería de mu
ocurren  y que
la, un estúpido:
tro de la sociedad.
Ahora bien, por las experiencias que he hecho y por las que me
han  sido relatadas, he  llegado a la  conclusión  de que las relaciones
entre
 ambos sexos, se caracterizan por l práctica de un falsedad sis-
temática. Esta falsedad, como el resfrío, la tuberculosis o los juane-
tes, tiene características externas, visibles, comprensibles.   ¿Cuál es
mi obligación entonces? Proporcionar los datos elementales que per-
mitan diferenciar un  resfrío  de un juanete o de una tuberculosis.
Más claramente hablando, deseo que cualquiera pueda catalogar sin
mayores rompederos de cabeza a la persona que miente.
Así como los planos que se hacen sobre un sistema de radio
no  permiten confundir
bién las características que impregnan una amistad hipócrita no po-
drán  ser jamás confundidas con aquellas otras que ennoblecen a
una
 amistad honesta
 y sincera.
No creo en los consejos. Es estúpido dar consejos. Pero creo
en la eficacia del cuadro vivo. Aquí tengo una carta a mano, de la
qu e
últimas,
 me
De otra carta entresaco:
 Ella no hacía otra cosa que insinuarme por todos los medios
posibles  la conveniencia  de  formalizar en  forma positiva nuestras
relaciones,  diciéndome que su naturaleza  fría y poco expansiva de-
saparecería el día que
O B J E T O
  D E L V E R D D
Si en un diario le fuera permitido a un hombre contar todo lo
que sabe, yo no sé si el diario se agotaría o el autor del artículo pe-
recería de muerte violentísima. Es  fantástica la serie de  sucesos  que
ocurren y que llegan al conocimiento de uno,  por distintas vías. Yo,
que disfruto de una libertad inmensa, me tengo que callar el setenta
y cinco por ciento de las cosas que podría decir. Ese resto de veinti-
cinco por ciento, comunicable, lo doy a la publicidad.
319
 
Lo único  que  puedo afirmar  es que de  cada  mil  palabras q ue
las  personas pronuncian, novecientas noventa so n  mentiras. El que
lea esto y piense que soy un  amargado, no se da  cuenta que
  escribe
 qu e  escri-
biría:  un jorobado  es aquel que  tiene  una  corcova  en el pecho o en
la  espalda . No seré tan obtuso de negar que hay personas que di-
cen mil
La  verdad tiene un objeto. Identificación de los accidentes
que se presentan en un camino y no hay camino en el actual mo-
mento social m ás  roto, complicado  y estrafalario  que el camino de
las relaciones amorosas.
Y o  quisiera se r  millonario para poder hacer  una  edición gra-
tuita  de l  libro  de un  juez americano,  me
  refiero
 de la
 moderna juventud
entre
  la
  la
 verdad:
cuando no les conviene, mienten. Mienten y son veraces con  since-
ridad; parecerá un absu rdo mentir con sinceridad , p ero es que an-
te los  ojos  tienen
  de los  senti-
mientos y la verdad de los conocim ientos y o bligaciones que les han
sido trasmitidos desde  la  infancia en su hogar.  os libros dicen  una
cosa. Los
  una
  tercera
 co-
sa. ¿D ónde está l a verdad? ¿Quiénes mie nten? ¿Los libros, los
 extra-
ños,  o los padres? ¿Cómo  se van a  resolver los problemas que  cada
vida siente
 qu e
 contiene?
C O N D U C T A   H I P Ó C R I T A
La  falta  de  conocimiento,  sumada a la falta de carácter para
realizar cada uno la vida como individualmente la siente, engen-
dra la  actual sociabilidad hipócrita que acepta mucha gente. Muje-
res y hombres viven razonando como aquel que juega a la lotería.
 Si no
  con que el
que quiera se tire de cabeza a un pozo, si tal disparate se le antoja.
Pero
  creo
  los
 pozos.
tancias:
  ::::a  C.D. por
Hace  ta
ersonas  que  di-
sí  existen  en
lemas  que cada
-Esto que ustedes ven con sus ojos, es un pozo. Si quieren ti-
rarse,  tírense.
  individualizarán
  el
 pozo.
 No
  importa
qu e  sean pocos.  La  obligación  es  señalarlos;  el deber,  no   averiguar
cuántos
  pozo, movieron
  l
 Mundo  de  ayer, reprodujo  en la  cuarta página un  fallo  en
qu e  la
  a
  cabo
  el Registro Civil  de la sección  19  entre  el doctor J.C.C.  y la se-
-.3rita C.D.  por
 de un hermano  de la novia, quien con
 .
 Vedia y Mitre, a cargo  del juzgado  en lo Civil,
 acordó
 la
- _iidad  del casamiento, confirmándolo ahora  la Cámara Primera.
Hace cuatro días yo, en esta misma sección, decía que el pro-
: -ema del casamiento era un negocio de vida o muerte para ciertas
mujeres,  auxiliadas  en   dichos trámites  por su  familia  y  utilizando
diversas clases de expedientes morales e inmorales de los cuales hay
_r.o  que hasta  la fecha yo no había tenido  en  cuenta.
e carácter para
:ga a la
jantes circuns-
L N T E R V I E N E   U N
  A B O G A D O
Hace también más o menos cuatro  días,  recibí  la carta de un
irogado
me decía:
"Posiblemente usted ignore que muchas  mujeres desean casar-
se aunque sepan que no se entenderán  con su cónyuge,  por un de-
:¿lk
  la  fecha,  no ha
~encionado jamás en sus notas: es la pensión  po r alimentos.
Por mi estudio han pasado infinidad de  mujercitas  planteándo-
os el caso de separación con sus respectivos esposos. A ninguna de
r ^ a s   le interesaba  en  absoluto  el problema sentimental  de la  separa-
ción,  lo que  deseaban  era que los resortes de la ley se movieran  de tal
321
 
forma que obligaran a la parte a contribuir con un  mensual...  es
  ¿r-
 no les resu.:
malo. Usted debe ocuparse de él, pues supongo que si hasta la fechi
no lo ha hecho, ha sido por desconocer este detalle, del cual, noso
tros
Después
  c_-
ciendo que es un amargado porque no se solidariza, con su  silenc:
en torno de sus pillerías.
No es  sólo esto. Actualmente  el casamiento constituye  un  n e
o io que en las
 familias
 quí
s e estudiaría la adquisición de un caballo... no de carrera...  sino ct
tiro y pesado a ser posible.
Una
 lectora,
 escribirme  u-;
  carta, firmada  con el seudónimo  de  Claudine, reproduce  r
diálogo que  ella y una señora con dos hijas sostuvieron a propósit:
de una de mis notas:
CLAUDINE. — Arlt tiene razón  en lo de la sinceridad.
S E Ñ O R A .
 -En lo que vos has
 dicho puede
 ser que
 haya algo c:
razón, pero por eso no pensarás aplicarlo a todas las chicas. Una   jo-
ven
 que  formalice su
situación, porque sino  ¿a  dónde iríamos  a   parar?  ¿T e parece  bien
que una chica pierda su tiempo y sus oportunidades?
K I K A .
  u-
príncipe que venga de la luna montado en un pastel de manzanas.
CLA UDIN E . -Otras lo esperan sentado en un Renault.
S E Ñ O R A .  — Hacéme caso, Claudine:  a los  hombres  hay que tra-
tarlos  con mano dura. El tiempo de la capa y la espada ya  pasó .
"Contigo
 pan y cebolla" es un recuerdo. Hay que contemplar el la-
do
 práctico
  sin cuartel hasta que lo consigas.  Hijita.
s i no lo haces vos, lo hará otra.
KIKA. -Si lo tratas sinceramente, con confianza y serenidad, te
pasará  lo que en los remates: otra que lo quiera y ofrezca  más se lo
va
 a
 todos iguales.
BIBI . -Y no les pidas  que  fijen  fecha  ¡y verás  lo que te  pasa
Hablarán con vos el tiempo que
 quieran...
me acuerdo...
K I K A . -Y de lo que diste pensando
 atraparlo,
as consultas .
, con su silencio.
si
Claudine sigue narrándome el tole tole que se armó después
de
 estas palabras entre la madre y sus pimpollos, y termina dicién-
dome:
señoras
 con
  que ha-
cen a la mañana es leer su nota, con rabia y todo .
Volviendo ahora a nuestro asunto, diré que las dientas a que
se   refería  el abogado cuya carta  reproduje se recolectan entre tipos
de mujercitas como Bibi, Kika, etcétera. Casarse es un negocio. Un
negocio que se estudia con  frialdad y que se lleva a cabo con alevo-
sía. El caso que acaba de  fallar la Cámara Primera, o sea negocio de
''prepotencia ,
 es
 Los
 dam-
nificados la mayor parte de las veces, no hablan por vergüenza.
Nunca  falta un
vio es un ganso y la niña una viva.
Imagínese usted, por ejemplo, que usted es novio de una Bibi
o una
 categoría
de ciudadano  bonafide le abrirán las puertas de su casa de par en
par le  sonreirán amablemente y cuando usted  se vaya, se reirán a
carcajadas felicitándose  entre ambas del idiota que han  pescado. Si
usted se casa y quiere separarse, tendrá que formar con la pen-
sión judicial.
 una  mujer que no es su muje r y us-
ted vivir solo como un vizcachón en su cueva, terminará por ape-
chugar
die
 barrunta.
A las madres del tipo de las chicas como Kika y Bibi les im-
porta un
 separación.
 Son
  suegras
 de
 pelo
en  pecho, mandonas y descaradas que quieren a sus  hijas y lo que
sus
  hijas  hagan está bien, aunque en la realidad esté mal. Se han
criado sin un
 existencia
  (no
  confundamos
 moral  con  hipocresía ). Y esta  falta  de  concepto  se manifiesta  en
sus hogares, desde donde escudriñan la vida con ojos de mercachi-
fles melifluos
 mismo
 punto
de vista de que bizquea la madre justifican su conducta con las pa-
labras
323
Estas dos
 en las
  relaciones entre
ambos sexos que  pertenecen  a la clase media.  Hay  casos  en que el
flirt  no existe y sí un conocimiento se transforma en una relación
sincerísima de ambas partes. Pero me refiero con preferencia a la
generalidad de las amistades, donde se representa todo lo contrario.
LA
 COMEDIA
El flirt  se singulariza por la conducta que un hombre y una
muje r  asumen dando él por entendido que ella conoce la preferen-
cia con que él la distingue. Es una especie de convenio mutuo y si-
lencioso.  Un flirt  puede convertirse en un  noviazgo como puede
quedar en agua de  borrajas Dependen del humor de los participan-
tes Una chica me confesaba que en sus
 flirts
  a veces se dejaba ro-
bar un beso . Lo hacía ingenuamente, porque ello le resultaba di-
vertido . El flirt  permite además  el chiste picante y las
 pequeñas
expansiones curvadas con que ambos sexos dan vuelta en torno del
objeto  interno
 de sus
mente, habría que componer un cuadro así: una superficie enjabo-
nada donde patinan
Hombre y mujer que participan en un flirt,  evitan cuidadosa-
mente  la  profundidad. Cultivan  el  ingenio,  que es una de las for-
mas más brillantes de la superficialidad. Definiendo:   t rabajan  con
un pedacito de mente, el más restringido posible. Ello evita a am-
bos los  esfuerzos  mentales indispensables para conocerse. Las con-
versaciones  se desarrollan
 flirtea
 que  tiene horror al casamiento . Todo  individuo que flirtea,  se
cree obligado a declarar que no cree en el amor .
Mentira va y mentira viene. Ni ella le tiene horror al casa-
miento ni él deja de creer en el amor. Pero se ha hecho costumbre
expresarse así, y además el pésimo gusto de esos individuos triviales
admite que es de buen tono decir lo contrario de lo que se piensa.
S E G U N D C O M E
La segund
• v  síntomas
Otra  lecto
huele pornog
32 4
relaciones entre
La segunda comedia,  o sea la del noviazgo, presenta erupcio-
ne s y  síntomas
  ¿Por  qué no
  esos
 novios
de molestar en la casa con  pujos  de seriedad? Los hombres se vuel-
ven  inaguantables. Incluso, se creen con derecho a controlar la vida
de las
ionde esto
 es más frecuente de lo que puede creerse y  en verdad,
que
  en esta comedia de gravedad doméstica participan ambos,
aunque a veces, el exagerado es él, y la más venenosa por contagio,
día.
tar:
travesuras
 novia cambia radical-
mente del día a la noche. Se vuelve seria, modosita, alterna con se-
ñoras casadas, hace un gesto despectivo cuando se habla de chicas
qu e han  sido picaras como ella y, en  fin, tiende a  representar el pa-
pe l de estatua de la virtud ambulante con bisagras en las rodillas.
El individuo, cuanto más sinvergüenza ha sido en su vida ínti-
ma, más profundamente grave se presenta ante sus prójimos. Inclu-
so  controla  la vida de las hermanas de su novia . Se transforma en
un
 ente
gruesa . Exige
  de  continuo
mundo.
 las
?elículas besuqueantes  le echan  a perder  la moralidad  a la novia .
Si  se conversa  de  temas delicados, se  indigna  y  truena. Nada  de
conversaciones   libres.  Se puede fragmentar  la honestidad  de su fu-
tura. Y él, el ex pillo redomado, pretende una novia intangible, in-
maculada.
Y aquí nos topamos con el caso que el gandul  más  desopilan-
te , del día a la
 noche, como
 
D U R A C I Ó N   D E L A C O M E D I A
La  resistencia para mantener  en pie  e guerra una comedia  a
muy reducida. Pocos meses después de casados, ambos   farsantes
miran como diciéndose:  ¿qué se ha hecho de nuestras buenas inten-
ciones? Ambos  han
 e.
 comedieta.
Y la única vez en que se muestran el uno al otro,  tal cual son
aparece  la verdad  en  todo  su auténtico  relajamiento.  No se com-
een. Además ya no tienen interés alguno en conocerse. Si sin casar-
se estos dos individuos hubieran llegado al estado a que  a c t ua l me ~ -
te se encuentran,  uno se marcharía  por un  lado  y el otro por el
opuesto,  sin mirarse ni la cara. Y sin embargo,  los dos son los  úr_-
cos culpables. Durante  el flirt  han  estado mintiendo  subterránea-
mente de mutuo acuerdo. Cuando novios han continuado  f ingien-
do con
debieron  hablar...  ¡no hablaron  nunca Actualmente encuentra  _i-
ted señoras que le confiesan que sus maridos llegan al extremo c
no
  permitirles,
 pleno siglo veinte, en el centro de la ciudad  ce
Buenos Aires.
  Fierre
hacer un  viaje  hasta Turquía para descubrir  a "Las desencantadas
Indudablemente,  Fierre Loti era sumamente corto de vista. Buen:
era un  literato... Y las desencantadas están a granel en  cualquier
rincón por donde se mire.
Pase nomás, joven. . .
 homicidio simple  o  com-
puesto, un zaguán o un balcón; el marco puede ser cualquier cosa;
y no  importa.
La  mercadería,
LA  V I
do  subterránea-
  f ing ien-
e encuentra us-
a b o u n v e l ó n :
simple o   corr.-
ii suelta  la sui:-
ciente dosis de miel, vinagre, sal y pimienta, según sea indispensa-
ble.
  La
 propietaria
  en su
sonrisa  la miel, el vinagre,  la sal o la pimienta. El ciudadano, cara
de "bonafide" al
ne sus cascabeles de vivo.
LA
EL   " B O N A F I D E " .  -Es
  siempre conveniente
  que una
p a . . .
L VIEJA. -¡Ah Lo que es la nena... Va contra mi voluntad  a la
academia. Yo
 ¡Si
 supiera
lo  activa que es Yo siempre le digo:  con tal que el hombre  que te
lleve sepa apreciarte. ¡Hay
 un  fregado, A la
mañana  tempranito,  como un  pajarillo,  ya está ella en la cocina
preparando el café  co n
 leche. ¡Pobrecita
EL
 B O N A F ID E . -¡Ah L o que es yo, de casarme, sólo elegiré  una
mujercita así...
  (Volcando  un  chorro  de  miel  en la  sonrisa). ¡Ah Si
rodos los jóvenes fueran como usted. ¡Pero la "Jobentú" de hoy está
perdida
 -¡Vaya si lo está
LA  VIEJA. -A  usted  lo que le conviene,  es regularizar  su  situa-
ron.
EL   " B O N A F I D E " .  -Si no  fueran  los  inconvenientes económi-
  o s
LA  VIEJA. — ¿ P or  qué no  saca un crédito  en cualquier banco?
EL  "BON AFIDE" . -Hoy
  las
 cosas...
L VIEJA. -S i  necesita una f i rm a . . . ya sabe...
EL
 " B O N A F I D E ". -Señora ¡qué buena
 es
 usted
  importancia
  usted.
 Si
no nos ayudamos los unos a los otros... Y, ya sabe. Si necesita cré-
dito
 decirme.
EL  " B O N A F I D E ". -Sastre tengo...
L
VIEJA
 día no más un
" dotor" andaba  dando vueltas por aquí. Pero yo le dije a mi nena:
"Hij i ta, hace tu
 voluntad".
EL  " B O N A F I D E "  (semialarmado).  -L a
  profesión
  de
  "dotor"
  no
327
rinde tanto como
L VIEJA.  -Es lo que yo le  dije.  Mejor  es que te  cases  con un
buen muchacho. Esos  "dotores"... Yo no sé... Pero hay que ver los
pretendientes
  ve -
ces,  si quisiera. Pero ella ¡ah,  eso sí que es verdad Lo más indiferen-
te. Dice que no quiere casarse...
EL
  " B O N A F I D E " .  (tirándose un lance de agudeza) -Es que es
muy joven todavía...
  — ¿Joven?  ¡Dios mío ...
 Yo a su
 tenía
  a
  ella.
Otro que también la pretendía era un ingeniero. Pero ella, como si
tal cosa. ¿Usted lo conoce al médico de X? También ese. ¡Qué  chica
No es porque sea mi  h i j a . . .  no. Pero hay que ver. Donde llego, to-
do el mundo  me dice: "Señora, orgullosa debe estar usted de  tener
semejante  hija.
gente Dichoso
 en  casarse.  Que  viva. Que se di-
vierta. Todavía  es joven".  A h. Yo no soy como ciertas madres  que lo
agarran
 ¡Dios
guarde
E L  " B O N A F I D E "  (haciendo  el papel  de  zalamero).  U na  madre
como usted
 de
  tenerla.
L V I E J A .  — E l  que sea novio  de mi hija,  puede contar  con mi
ayuda completa. Yo no soy de esas madres que están con la nariz to-
do el día
E L
  B O N A F I D E . -¡Claro
L V I E J A .  — G u a r d a n d o el respeto,  se  entiende.
E L B O N A F I D E .
 -Naturalmente...
L
  -Eso  sí.  Noviazgos largos  no los  tolero.  Mi  hija  es
una chica que puede casarse con el mejor. El hombre que no la co-
nozca en tres meses, no la conocerá nunca. Los noviazgos largos no
terminan nunca
 bien...
E L B O N A F I D E  (casi irónico). -Hay  que ver las cosas  qu e  pasan
en   los noviazgos largos.
LA
 VIEJA.
  -Dígamelo  a mí Ahí la  tiene a la chica  de  Fulanez.
Después  de tres años  de relaciones,  el sinvergüenza la larga...  ¡Y va-
ya a saber cómo quedó esa chica Yo no quisiera pensar mal... Pero
después
 de
  tres
 años...
  ¡Dios
  me
  libre
328
•o).  Una  madre
  contar  con mi
A la distraída, aparece una chica de diecisiete años
  modelo
standard. Como las cien mil chicas de la ciudad. Hace el gestillo de
gusto consabido al distinguirlo al "bonafide" y luego larga el consa-
bido.
L VIEJA. -Anda  a tomar  el té, querida.
  ¿Quiere
Vaya...
 Una taza de té...
L N E N A . -Pase...  (respirando violentamente  y  mirándolo  al
damnificado). -¡Qué contenta estoy
 d el
Si  el espectador se pone a observar en serio la gravedad con
que la gente de ambos sexos afirma ciertas mentiras,  se ve obligado
a declarar
  que el
 civilización actual
 de  este
planet i ta llamado Tierra, es de lo más grotesco y divertido.
ero.  Mi hija es
azgos largos no
:osas que  pasan
ica de  Fulanez .
V E R D D E S   Q U E
  C E P T
Usted agarra un tipo y le dice:
— E n  e l vacío cae a la misma velocidad  un a  bala de plomo  que
un   copo de algodón. Y si el adoctrinado  duda,  usted lo introduce
en un
 aparato construido  exprofe-
so , demuestra que el principio de que "en el vacío  los cuerpos caen
a la misma velocidad", es una verdad que también cae por su pro-
pio peso. Y el ciudadano  se marcha confiado  y convencido a su ca-
sa. No duda.
Tomemos otro caso. Las estadísticas revelan que en las estacio-
ne s en que el sol recalienta, los crímenes se producen en mayor por-
centaje
  que en los días  fríos.  Y un  fulano  después de tragarse media
329
dan un determinado porcentaje de locos, cuerdos, una  fracción  de
criminales y otra  fracción  de vivillos. Y se enoja si no lo creen.  Na-
die se permite discutir  un principio científico corroborado por co-
lumnas de números. Y que nadie se permite discutirlo, es tan cierto,
que
  especulando
  con probabilidades  se edifican  o  establecen  las
compañías de seguros. Y como las estadísticas no  fallan las compa-
ñías de seguros ganan plata.
Se  deduce aquí que la gente, y de ambos sexos, revela una
docilidad admirable para admitir principios científicos
 que les
recen dudosos  o  charlatanescos, gozando  de más  confianza de la
gente que los
  asuerotera-
pistas, etc. Las personas creen en el curandero y en el trigémino,
porque algunas gotas de verdad se mezclan en un  tonel de posibi-
lidades.
V E R D A D E S   Q U E N O  A C E P T A  L A G E N T E
Hay un libro oriental que se llama el Kamasutra El Kamasutra
se compone  de una recopilación de leyes que deben regir las relacio-
nes amorosas entre ambos sexos. Este libro, cuyo título
 en
 sánscrito
quiere decir  Cantos del deseo ,  fue escrito en la India hace una pu-
rretada de siglos. El análisis de las relaciones amorosas  llega  incluso
a
  comprender las leyes o conductas que debe seguir un individuo
que quiere conquistar a una señora casada . Lo cual demuestra
hasta la saciedad que hace muchísimos siglos se ha aprendido en los
países
 donde el diablo perdió el poncho, que el amor no es un sen-
timiento eterno ni duradero, sino algo transitorio como la primave-
ra, el
Desde el  amasutra hasta nuestros días, en todos los idiomas,
en  todos los
es una
muía, mentiras, se lo ha escrito en los tonos más diversos, diverti-
dos y
 ..
  Y la gente sigue creyendo que la bala de plomo cae a la
misma velocidad en el vacío que un copo de algodón ...  Pero tam-
bién sigue afirmando, en su conversación con mujeres, que el
¿.-ñor es eterno..
  N e
Qui jo t e .
I M P O R T A N C I A  A
L a  gente  
;qué  frase  más
o
  establecen
  las
m o
  la primave-
uje res ,  que el
amor es eterno... y "que él nunca la olvidará" es la
 otra verdad
  im-
perecedera.
Usted  se encuentra con  tipos que lo mandarían  fusilar  si usted
  e dijera  qu e  Newton estuvo equivocado  al afirmar qu e "los cuerpos
se atraen en razón directa de su masa y en razón inversa del cuadra-
do
  de las distancias"; nuevamente  lo  mandarían  fusilar  a usted,  si
les  afirmara  que el amor  no es eterno, y que la eternidad del amor
es
 una falsedad mucho  más engañosa que los molinos  e viento del
Quijote.
L
  S E N T I M I E N T O
La  gente  le da una  importancia fabulosa a la presión  de sus
sentimientos No pasa un día casi sin que uno no tropiece con un
Dotarate que no le haga  la confidencia  que su novia "es un ángel" y
que "amor como el mío, dificulto que se encuentre en otro". Pasan
dos o tres días, el botarate evoluciona, mas aún ha contraído enlace
;qué   frase  más delicada )  con el "ángel".  El ángel ahora  es una mu-
¡ercita cabrera  o desilusionada,  y el  botarate evolucionado  le hace,
en t r e
anonadante:
-No debí haberme casado. ¡Lo que es no tener experiencia
—¿Pero vos no decías que el amor era eterno?
— C h e , no me hagas
 chistes...
E s
 una mosca blanca el ciudadano que se ata una piedra de
molino  al cogote  y que  simultáneamente no  crea  que el amor  es
ete rno.  Incluso mira  por  sobre  el hombro  a los que  despachando
cierto gestito sobrador  le dicen que el amor no es eterno, cuyo con-
:enido es:
Hay que
 tenerle lástima.
No existe padre, ni madre sobre el planetita Tierra, que crea
que el amor es eterno. Lo cual no les impide afirmar ante el candi-
dato  matrimonial que el amor es
 eterno...
  Y que ellos son una
p rueba viviente, innegable, de la eternidad del amor. No exagere-
mos; muchos saben perfectamente que el amor  no es eterno. Pero
;qué
 dueño
 de restaurante le gritará a sus  clientes:  ¡No coman en
mi bodegón, porque la comida que vendo es pésima ?
331
Tampoco negaré que hay madres muy sensatas. En las  Sierras
de Córdoba yo le oí decir a una  señora que veraneaba en Cosquín,
y que lidiaba con dos hijas muy diablonas:
-Hijitas...  Pórtense bien... Esperen a  casarse. Después ten-
drán tiempo de hacer lo que quieran.
No me atrevería a jurar que esta dignísima señora creyera en el
amor eterno.
En  tanto, el amor eterno, como el  tifus exantemático, la bu-
bónica
ce continúa dejando el tendal de víctimas por donde se
  infiltra...
 y
los seres humanos persisten en ser tan  inconsecuentes que ni por un
momento dudan del "cuadrado de las
 distancias"...
L r r r ^
El C alientasillas es el prototipo del novio eterno. Podemos re-
presentárnoslo
 sentado en una  sala, con el codo apoyado en un cos-
tado
 del
 la ex-
presión  displicente del hombre que ya no  tiene nada que decir y
que permanece en la sala con la misma murr ia con que se encontra-
ría en un  café billardero. Cuando aparta la vista de sus calcetines, la
detiene
de memoria los  rasgos de ambos daguerrotipos ampliados. Evita la
mirada
 de la madre de su novia, una buena señora (las hay también
buenas) que
L A
 M A D R E . -Estimado Fulano. Hace  ya tres años que usted es-
tá de novio con Mechita.
E L
  C A L I E N T A S I L L A S . —Tres años  y dos  meses.  ¡Sí,  me  acuer-
do .. . Lo que
  conserve
 tan buena memoria. Ha-
ce tres años y dos  meses. Usted no podrá decir que lo hemos apura-
do... que lo hemos importunado.
EL  CALIENTASILLAS. -Nada de eso, señora. Precisamente ahora
 N T O  
E l  c
que ni por un
i  de la eterní-
res   de las esta-
estaba pensando: es hora de que regularice mi situación. He consu-
mido ya en esta casa cerca de una tonelada de legumbres secas y
frescas. . .
  -No se trata de eso, Fulano.  Mechita hace ya  tres
años que  está de novia. Y usted había prometido casarse el año pa-
sado, en esta fecha. Y ha pasado un año. No podrá negar que no só-
lo usted, sino Mechita, están perdiendo el tiempo lamentablemen-
te .  ¡Tres años de novios ¿Cuándo terminará esto?.. . No me
i n t e r rumpa , Fulano. Póngase la mano en el corazón, como  hombre
decente.   ¿N o ha  tenido tiempo de conocerla a la nena ya? Tres años.
;Por  favor,  no me  interrumpa, Fulano Viene usted  a las tres de la
tarde
 y se va a las doce de la noche. Tres años así. Dígame, ¿usted en
su casa, si  fuera  padre, toleraría que un  señor estuviera yendo y vi-
n iendo  durante tres años desde  las  tres de la  tarde a las doce de la
noche?
EL  C AL IENTASILLA S. -Señora...  Usted sabe  que si no  hubiera
sido por ese principio de úlcera que  tuve al estómago... Le prometo
arreglar nuestra situación, y
  A Ñ O D E
  N O V I O
El  calientasillas
la misma sala, mirándose  los calcetines calados y contemplando  de
reojo  los daguerrotipos ampliados  de los progenitores de su novia,
que sigue siendo Mechita.
  mí no te
 Me
pregunta a veces:  ¿Sabes en qué  termina esto,  hijita? Y yo no sé qué
contestarle. Siento pena por vos, más que por mí. Sabes perfecta-
mente
  ¡Cinco
años de novio y dos meses Sí, fue en esa fecha que nos comprome-
timos. Tenes razón,
lo ocurrido. Primero los negocios que fueron mal; después la
muerte de papá. ¿Quién sostiene a mis dos hermanas? Yo. Vos sa-
bes.
L A
 NOVIA .  -Sé que  todo eso es verdad; sé que  tenes buen cora-
zón,  y sé que con buen corazón y  todo  nos estás haciendo  sufrir  a
333
 auto.  ¿Por qué no nos
casamos  y  traes a vivir  co n  nosotros  a tus  hermanas? Yo las quiero,
no s llevaríamos muy bien todos.
E L   C A L I E N T A S IL L A S .
  -Nos  complicaríamos  la  vida,  Mechita.
Créeme. Espera un año. Dentro de un año  tenemos resuelto todos
nuestros problemas.
 NOVIO
E l
 calientasillas,  con las piernas cruzadas  en un  sillón de la sa-
la .
rren el  semblante. Mira consternado  el piano, luego observa como
si los
 de Mechita.
EL  H E R M A N O. -Che,  viejo,  te hablo yo. Déjate  de  embromar.
¿Cuándo   te pensás casar? Hace siete años...
EL CALIENTASILLAS .  -Y dos  meses.  S i me  parece  que fue  ayer
cuando me  comprometí. ¡Tengo una memoria para las fechas
EL
 desgracia,
  la
 polilla
 de
tenía veinte años cuando  te conoció...  ¡Haceme  el  favor ¿Cuándo
te  casas  vos?  ¡Siete años  de novios ...  Pero  ¿te das  cuenta? Y des-
pués, todavía serás capaz
La
vieja
 está loca. Mechita está loca. ¡Siete años Yo no sé cómo han to-
lerado esto.
E L
que hubo  que operarla a la menor...
E L  H E R M A N O.  — Déjate  de  embromar. Primero  tu  estómago,
después  los negocios, después  los viejos que se te murieron,  después
tu s hermanas... ¿Qué esperas para casarte? ¿Enterrarnos a todos?
AÑO  NOVENO
  debía
ser suegra,  encorvadita en el sillón. Estamos  en el mes de  enero. El
calientasillas  contempla pensativamente las  fotografías  suspendidas
sobre
»era de pensar.
Y o
  las  quiero,
ida,  Mechita.
resuelto  todos
ordas
La  semana pasada publiqué algunos fragmentos de cartas que
me habían enviado lectoras de esta sección; y he quedado sorpren-
dido al comprobar el interés que en el público masculino despierta
la literatura epistolar femenina.
  alivian
 el
r raba jo de escribir una nota. He recopilado las más interesantes que
me
 han
"¿Cómo no se va a
 disgustar
  cierta
 gente
 está des-
cub r i endo el juego punto por punto? La mayoría de las candidatas
cortadas por su tijera, son
 dignas
 de
 para
 desa-
rrollar un proceso de conquista como el que usted describe, hay que
tener una paciencia de Job, cuidando el detalle como si se tratara de
buscar un
 todo  ¿quién tiene
:edes, ¡sí, ustedes Cristo  dijo:  "Creced  y  multiplicaos", pero  no
aclaró previamente que se debía pasar por el Registro Civil. Bromas
aparte.  La s
 no creo que todo sea premeditación y engaño, como usted
dice. Sobre  la
 mujer ,  desde  que nace pesan tres cosas:  la  familia,  el
concepto moral y la
 Usted  no lo negará.  Estos  tres facto-
re s en  muchos casos contribuyen a hacer  de la  muje r  una  perfecta
inútil. Acostumbradas a ser mantenidas y protegidas por sus padres,
hermanos
 o
 esposos,
 no
335
 
da o se pierde. No lo niegue. Es lógico, entonces, que vea en el pró-
ximo hombre,
 pudiera
  faltarle
mañana,  y que es todo  su horizonte. Además, existe el factor bioló-
gico,
  el
 instinto.
Hay
  el
  eufe-
mismo) que no soportan un celibato prolongado y la única puerta
de
  escape
 casamiento.
Otras,  en cambio se casan para no quedarse solteras, porque en
nuestro país se habla despectivamente  de la soltera y se la rodea  de
una  injusta atmósfera de lástima disimulada.  Por eso le digo a usted
que no  todo es premeditación, alevosía y mentira, sin dejar de reco-
nocer que usted en parte, tiene razón.
C A R T A S E G U N D A
  ¿Por  qué  usted  no es un  poco imparcial  y  confiesa  que los
hombres también mienten?  ¿que  los hombres nos hacen a veces
desgraciadas? (y usted sabe  que es cierto),  ¿que  lo s hombres  no  sa-
ben querer y que, en el noventa por  ciento de los casos, son culpa-
bles de nuestra infelicidad y que a pesar de que usted crea lo contra-
rio,  so n responsables de la insinceridad de las chicas?
Esta lectora, después de narrarme una historia de amor, a con-
tinuación escribe:
  ¿Sabe usted  a la  triste conclusión  a que  tiene que  llegar  una
muje r  después  de  algunas  experiencias?
  Los hombres  no  quieren,
 sirven para  disfrazar  su s
pasiones. Póngase usted  en el lugar de una mujer: ¿cómo ser sincera
si  lo s
  de
 continuo
  insinceridad?
C A R T A T E R C E R A
  En su nota de hoy se
  refiere
en
 todo
 de acuerdo con usted, pero creo, Arlt, que muchas veces no
es la culpa de uno mismo, sino del medio en que actúa.
 Nosotras,  las mujeres,  no  podemos  ser  francas. Lo he  com-
probado por propia experiencia; he sido testigo de la dolorosa desi-
336
scste. Cuando se
 En el amoi
 Está  ustec
seres
  humanos,
quilos.
Q U I N T A   C A R T A
  Estimadc
  pudiera faltarle
   digo  usted
 decía
 mi
  le  dije  que  a
Machona  de Paul Marguerite no era una novela con secretos para
mí, porque  de mis amigas había escuchado conversaciones pareci-
d a s se desilusionó completamente. ¿Qué quiere decir  esto? Para
que no nos
 juzguen mal, tenemos
 que no
existe. Cuando se trata, en el caso más simple, de un  escritor catalo-
gado  'no
 callarse
 la
 boca.
 En el amor nos pasa lo mismo. Tenemos que demostrar indi-
rerencia y una
 ternura tibia ante
 parecer demasiado efu-
sivas; fingir enojo cuando nos besan y nunca ¡nunca por  favor de-
cir  te
  acostumbrado
 hay
 amor.
C U A R T A C A R T A
sus semejantes o cumpliendo con un deber (como más le agrade).
Procede
 haciendo
 patalear
 ¿Usted
 vio
iiguna vez cuando está naciendo un pollo y no tiene cascarón? Bue-
r.o.  Inconscientemente,
el  trance
  le fue
  útil, pero
qu e ahora le es molesto y perjudicial. Nosotros, o la mayoría de los
seres humanos, vivimos  en
  falsos  cascarones; pero  si  conseguimos
cuitárnoslos o que nos ayuden  a ello, luego nos sentimos más tran-
quilos."
Q U I N T A C A R T A
 Estimado Arlt: en la
 cosas
  que
una  muje r debe ignorar o  'no debe hacer' por el solo hecho de ha-
ber
 sería
acaso
 cierto
  que
 después
  escultu-
ra ,  ha salido de las manos de madres, hermanos y luego novios,
queda irreconocible? Es como una momia que sólo se diferencia de
sarcófago por la
 hermanos
de   estas momias resultan  al   final también víctimas como ellas  de l
mismo mal,  y  para  finalizar,   le  diré:  ya que hay  tierras para sacudir
en esa   al fombra   de
 hombres
S E X T A   C A R T A
 Roberto
  a la   mujer
contra  la picardía de muchos vivos. Aquí a nadie se indemniza a pe-
sa r de que le
 saquen  todos
 usted
se refiere, son los que siempre van en busca, no de compañera o co-
laboradora,  que es lo que debe esperar de una  esposa, sino  de una
criada. Se lo  digo  con  propiedad, pues tengo pocos años  de vida
(veinticuatro) y he visto infinitos casos. Cuanto  más limitada y ton-
ta es la muchacha,  m ás
 encantadora
  es
 para
  el
 presunto
  tonto,
 por-
que
por
  ejemplo,
  la
  creación
 de la
Dejo
Este  trabajo  manofina, pertenece  a la   categoría  de los   com-
prendidos
  ciudadano
  a
 pene-
trar  en las  oficinas  de l Registro Civil. Suscita resultados magníficos
en los  temperamentos apasionados,  que no se  resuelven a  cruzar  el
umbral
  -U
óene
 entre
pbra... Y yo no c
Z U T A N O . -;
F U L A N A . -Ñ
-i _ ;i  v
confiar
  .os días pas¿-
:
suministrados  por la "estrategia frenética" concede un triunfo am-
plio o causa  un   fracaso  rotundo. Semejante a los remedios  de  vida y
muerte, éste que yo señalo, perteneciente a la estrategia frenética, re-
quiere finísima mano para dosificarlo, y amplio conocimiento de la
^sicología del candidato.
 Ó O  SE  DESARROLLA
Nada más ilustrativo que el diálogo para el alma y el  entendi-
miento.  De  allí que yo utilice el diálogo por ser un
  elemento
 más
clástico
  llenos  de
 es un
  crimen
F U L A N A . -Una  infamia que no tiene nombre. En casa dicen
-ue vos no te resolvés, que con vos no se puede contar... Y mamá
nene entre  ojos  un  candidato que me es odioso,  ¿sabes?
 Un  hombre
 case
 hombre
 de
 plata,
 de
 mucha
?iata... Y yo no quiero. Yo ¡yo quiero casarme con vos
Z U T A N O . -¿Quién es ese canalla?
FULANA. -No lo  conoces.  Es amigo  de papá. Siempre venía a
casa  y m e  miraba... Pero  yo no le daba importancia. Confiaba  en
: s
Z U T A N O  (respirando).  -¡Qué  buena que  sos Hacías bien en
confiar
 en mí.
F U L A N A . — C o n f i a b a  en  vos... esperando  que  resolvieras...  Pe-
ro  los días pasan y  mamá cada vez me  insiste más en que te  despa-
che, que te  de je . . .  papá también... Y mi hermano también y mis
M S  también. Yo no sé... Parece que ese hombre  los hubiera embru-
¿do a todos...
ZUTANO. -¿Y qué vas a hacer  vos?
F U L A N A  (derramando otro caudal  de   lágrimas). -¡Dios mío Yo
no sé... No  sé... Me tienen  loca.  Cuando me deja mamá, empieza
r apa ; cuando me deja papá, me agarra mi hermano. Todos insisten,
todos
339
Z U T A N O . -¿Y vos qué contestas?
F U L A N A . — ¿ Q u é querés
  que les
 Eso es lo que  dijeron
hoy. Y para pronto. Si no  tenes que  cortar.  No es posible  hacerle
perder el tiempo a un hombre respetable y con tanta plata."
Z U T A N O .
 -¿Así que si yo
 dejarán  tranquila?
F U L A N A . —¡Claro,  querido Hacelo  por  nosotros.  Por  nuest ra
felicidad.  ¡Cuánto te quiero
 prometes formalmente
 a
papá y a mamá que  pronto  nos casamos, estoy segura que a ese
odioso lo despachan... Porque ellos me quieren, y entre que yo me
case con un hombre de mucha plata a disgusto, y con uno pobre
con mi conformidad.. . elegirán siempre el de mi conformidad.
Z U T A N O . -Pero
 vos ¿te casarías?
F U L A N A .   — ¿ Y   qu é  puedo hacer yo ? Decime,  ¿ q u é puedo  hacer?
Desde que me levanto hasta que me acuesto me gritan en casa. Ma-
má. .. no te imaginas cómo me grita. Papá, tendrías que oírlo. Es-
toy harta ya de gritos.
Z U T A N O . -¿Así que te gritan todos?
F U L A N A . -No sabes los esfuerzos que tuve que hacer por  verte
estos minutos. Nadie sabe nada en casa. Sino ¡créeme que me mata-
rían
Z U T A N O . -Y el tipo ese ¿te dice  algo?
F U L A N A . -No...
  conmigo no se atreve directamente a hablar
porque lo miro  con  rabia  ¿sabes? Pero anoche dijo: "El día que me
case tendré automóvil
 puerta
 con
 chauffeur".
Z U T A N O . -Y vos ¿no dijiste nada?
F U L A N A .  — Y o  pensaba que prefería la dicha co n vos,  en una casi-
ta modesta, que tenerlo a él con su diablo de automóvil y  chauffeur .
Z U T A N O . -¡Qué noble  sos, querida  mía ¡Qué hermosa es tu
alma
F U L A N A . — ¿ P o r qué no te  resolvés, querido? ¿ P o r qué no le ha-
blas
 a
 mal
 genio,
 decís: "Señora,
 me ca-
so", y después le presentas a tu mamá, estoy segura (¡como para no
estarlo ) que se
 acosa-
ra un peligro invisible, que lógicamente no existe.) Bueno, me voy,
34 0
r e c i t a c i ó n
  d e : -
FULANA  -Sí
Suena  u n b
hizo pensar qu
etés formalmente
  y con uno
nóvil y  chauffeur.
enio,  es muy bue-
• Bueno,
 hacer
 una
  horrible
 -Mira,  esta  noche voy a pensar.  Mañana  te doy la
contestación definitiva.
  bueno,  querido...  No me  hagas desgraciada...
Pensá bien. Mañana a esta hora te espero con el sí . ¿Sabes, queri-
dito?
  Bonafide se marcha pensati-
vo , entre  la s sombras de la calle. S u corazón y no su cerebro,  trabaja
.a  proposición.
 Después  de  saludarlo (aunque no muy cordialmente  que di-
 gamos) voy a decirle  el motivo que me ha impulsado  a escribir estas
¡íneas.  Helo  aquí: La gran antipatía que usted me inspira. Lectora
asidua  de sus  crónicas,  en vez de  admirarlo, diariamente aumenta
mi gran aversión hacia  usted.
  ¿Y
 sabe
  por
  qué?
  idioteces
 y
necedades que dice. Por más que medito no llego a comprender el
fin
  el
 matrimonio
  o
desterrar el amor? Pero ¿no comprende  que si miles de afamados es-
critores y filósofos han predicado y
 aplaudido
 padres, novias
  esposos) considerán-
dolo como algo primordial en nuestras vidas, no será usted ni mu-
chos
¿O
 su idea sólo consiste en abrirle los ojos a los tontos y a los
enamorados? En  cuanto a los primeros, quizá lo logre, pero a los se-
gundos ,  lo dudo;
poco caso harán
 de lo que
 usted  escribe.
L e  diré además que a título de curiosidad, he leído su libro
  os
  pareció extremadamente repugnante;
  lo que me
hizo pensar que es incapaz de escribir algo puro que haga vibrar las
cuerdas sensibles del alma sencilla de una mujer honesta.
S i continúa  con ese asqueroso realismo (que produce náuseas)
que
  describe en su libro, será considerado en adelante por  toda
mujer  honrada un  segundo Vargas Vila. Y bien triste sería que en-
341
 
tre nuestros escritores (si así puede llamarse al autor  de  semejante
libro) contáramos  con  eso. Esperando  una  contestación, salúdalo
atte. Una lectora.
Nota: no vaya a imaginar  que por lo escrito sea alguna joven-
cita indignada, que anda a la caza de novio; no; soy una joven casa-
da,
 enamorada
 le so-
liviante los sesos al marido para que venga a darse de patadas con-
migo.
 lleguen
reproducción,
  lo que  vernáculamente llamamos "malas palabras".
Cierto es que también no pasa un día sin que el cartero me entregue
media docena de felicitaciones cordiales, amistosas, simpáticas; car-
tas anónimas, impregnadas de buen humor y redactadas por gente
sensata
Y yo e