Arquitectura Colonial Argentina

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    su t rabajo en bib liografa de referencia sobreel tema, como en los casos de: F. Ortz y R. Gu-tirrez (1968), M. Waisman (1974), etc., y laposterior atencin al problema de l Eclecticis-mo en los t rabajos de J. Gol d emberg y R. Fer-nndez (1985). F. A.B i b l i o g r a f a : L B U M D E L A C O N S T R U C C I N M O D E R N A . ;A R Q U I T E C T U R A B O N A E R E N S E . M I L N , L E O N A R D O P R E I S S ;F . O R T I Z , J . M O N T E R O , R G U T I R R E Z Y O T R O S . L A A R Q U I -T E C T U R A D E L L I B E R A L I S M O E N L A A R G E N T I N A . B s . As. S U D -A M E R I C A N A , 1968; C . D E S E T A , L A C U L T U R A A R C H I T E T -TONICA IN I TALI A TR A LE DUE G U E R R E . L A T E R Z A BAR, 1983;J. G U Z M N . " VIRG INIO C O L O M B O " . EN : D A N A , N . 21; D ." V I R G I N I O C O L O M B O (1885-1928)". EN: J . G O L D E M B E R G(COMP.). ECLECTICISMO Y M ODE R N IDAD E N B U ENO S A I-R E S . B s. As.: F A D U - U B A , 1985; " E D I F I C I O C A L I S E . B U E -N O S AIR E S" . E N : S U M M A N . 271-272.

    COLONIA AGRCOLA, f. Ncleo planificado deproduccin primaria, surgido a mediados delsiglo pasado en la regin de la Pampa H-meda, con ocupacin de mano de obra apor-tada por la inmigracin europea. Estas colo-nias significaron la apertura de la explotacinagrcola en el pas.El epicentro de l proceso de fundac in decolonias agrcolas se puede localizar en la zo-

    na central de la Provincia de San ta Fe, con m a-nifestaciones similares en Entre Ros y el su-reste de Crdoba, como respuesta a la necesidadde activar las precarias eco nomas regionalesante el pro tag onism o que adquiri el interiordurante el Perodo Confederal , necesidad quefue asumida por los gob iernos provinciales qu ees tablecieron pol ticas de colonizacin . L a l i-bre na vegacin de los ros, el l ibre co merciodesde lo s puertos de la Confederacin , la exis-tencia de vastas extensiones inexplotadas detierras fiscales aptas para el cultivo y prctica-mente despoblada s, la creciente estab ilidad po-ltica del pas y la integracin de un merca dointernacional en constante ampliacin para losproductos agr colas, conform aron un cuadrode si tuacin propicio par a el desarrollo de es-ta s iniciativas econmicas.P a r a la Pprovincia de Santa Fe, los iniciosde este plan se remo ntan a 1853, con la firmade un "C ontra to de C olonizacin" en tre el go-bierno provincial y el emp resa r i o A a r n Cas -tellanos, el que dio origen a l a primera co loniaagrcola del pas , Esperanza, fundada en 1856co n 150 familias de inmigran tes f ranceses yalemanes. E l contrato propiciaba una impo r-tan te in tervencin es ta ta l con ga ran t as para

    FIO. 4- P L A N O DE LA F U N D A C I N DE E S P E R A N Z A

    PLANO ORIGINAL DE LA COLONIA AGRCOLA ESPERANZA, SANTA FE.

    lo s colonos se les entregaba terreno, rancho( v . ) , semillas, ganado, y se los exceptuaba de to-do t ipo de i mp u es to y p ara el contra t i s ta ,quien ad ems de l cobro de l tercio de lo p ro-ducido, reciba en pro piedad grandes exten-siones de tierra; lo gravo so que result pa ra elfisco este tipo de emprendimiento origin elfracaso de las otras cuatro colonias previstas.Una segunda etapa se abr i en 1857 co nla firma del contrato con la empresa suiza Becky H erz og p a ra la fundacin de la Col on i a deS a n C a r l o s ; el E s tad o p rov i n ci a l se c o m p r o -meti entregando el ter reno, en tan to que laemp res a cobraba med i an te la retencin del"tercio" a los colonos y con la reserva en pro-

    piedad de las tierrate sistema se establta colonias, en la zdad capital y sobreHacia mediados dedal idad colo nizadotransformacin al ide los empresariosen propiedad adqubierno. E n muchosso, ya que las compl a d a b a n a los colempresa colonizadeliminaba el sistemcan cuotas anuale

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    co l co lmas; c o n este tipo de operatoria se coloniz lam a y o r parte de la zona central de la provincia:hacia fines del siglo XIX se verifica l a exis-tencia de ms de un centenar de colonias.E l planteo en cuadrcula fue el modo de or-ganizacin reiterada para todas las colonias,hecho que gener un orden ortogonal a esca-la territorial, po r cuanto la retcula se extendisobre la llanura cubrindola sin solucin decontinuidad. Lascolonias eran de muy diver-sa s extensiones, pero l as concesiones fueronrelativamente homogneas en sus dimensio-nes: en un principio se adopt la medida de 20"cuadras cuadradas", equivalente aproxima-damente a ao ha para cada concesin, peroms tarde la dimensin creci, y hacia 1880 lohabitual eran la s concesiones de 33 ha; se ad-judicaban en nmero variable, aunque nun-c a menor de cuatro, de acuerdo c o n l a canti-dad de integrantes de una familia o del podereconmico del colono. E l plan colonizador, un ave z cumplida su primera etapa, encontr ungrave obstculo en las dificultades para el tras-lado de la produccin a l o s puertos de la regin,dada la precariedad de la red de caminos; re-sult evidente l a necesidad de asociar el inci-piente desarrollo agrcola c on l as redes ferro-viarias para facilitar lo s desplazamientos desdey hacia l as colonias. E l gobierno provincialtuvo decisivo papel en este aspecto al iniciar yaen 1867 la s gestiones para la construccin deun ferrocarril estatal que vinculara la coloniasdel centro - norte c on e l puerto de Santa Fe ;distintos factores retrasaron su concrecin has-ta 1885, pero, a partir de esta fecha, la situacinmejor notablemente y la red se extendi po rtoda el rea productiva.Una modalidad particular de colonizacinfue la de la Compaa de Tierras del CentralArgentino, iniciada en paralelo al trazado de lalnea Rosario - Crdoba en 1863, dado que laCompaa recibi del gobierno nacional enpropiedad un a legua de terreno a caa Jado dela lnea de l trazado en toda su extensin, to -talizando 346.000 ha de las tierras ms frti-les del pas. Sobre es a franja se fueron asen-tando, siguiendo un desarrollo lineal,sucesivamente: Roldan (1870), Carcara, Ca -ada de Gmez, etc., presentando cada c o l o -nia una disposicin en cuadrcula con conce-siones de similares caractersticas que las delnorte; l a Compaa de Tierras ejerca un con-trol estricto sobre lo s colonos "del Central Ar -gentino", con un sistema de arrendamientoror plazos de cinco aos y clusulas contrac-r-iales qu e aseguraban grandes beneficios eco--omicos para la Compaa.

    Para evaluar la incidencia de este procesoen el desarrollo de la Provincia de Santa Fe enla segunda mitad del siglo pasado, resultan elo-cuentes algunas cifras referidas al crecimien-to poblational de ese perodo; en el Censo Con-federal realizado en la provincia en 1858, recininiciado el plan colonizador, la poblacin ape-na s alcanzaba los 41.000 habitantes, nmeroque se multiplicara po r diez en menos de cua-renta aos, ya que en el Segundo Censo N a-c ion al d e 1895, la provincia contaba c o n casi400.000 habitantes, de los cuales en una muyalta proporcin eran extranjeros (42% del to -tal y 51% de la poblacin rural). Igualmentede-mostrativas resultan la s cifras de superficie cul-tivada para la agricultura, que aumentaronexp l os iv am en t e de las escasas 8.500 ha pro-ductivas en 1863 a las 1.650.000 ha de 1895.Desde m uy temprano existi po r parte delas empresas colonizadoras la idea de incen-tivar un crecimiento ordenado de las c o l o ni a s ,y la preocupacin por las condiciones de acce-sibilidad, ocupacin y configuracin de l asen-tamiento; esto se pone de manifiesto a travsde ciertas disposiciones que se establecan yaen el convenio de adjudicacin o en los bole-tos de venta. Se exiga, po r ejemplo,la obliga-toriedad a l o s poseedores de concesiones lin-deras a caminos principales que ligaran entres centros de colonias, de plantar rboles en losmrgenes de los mismos en un tiempo pru-dencial, de dejar diez varas de terreno y, al em-presario, la inmediata ocupacin estable de lospredios, por lo que el derecho de propiedad de-finitivo solo se adquira una vez ocupado esteefectivamente y construidos edificios slidosLa organizacin de los poblados segua elt ra z a do ortogonal de las colonias, centradosrespecto del rea total de las mismas, con loque la plaza c a s i siempre de cuatro manza-nas quedaba ubicada en la interseccin del o s ejes principales; en torno de ella se dispo-na una primera franja de una manzana de an-cho, con el resultado de un ncleo inicial de16 manzanas.Tambin existieron, al igual qu e para el te-rritorio rural, disposiciones tendientes a con-solidar su desarrollo; una ley provincial de San-ta Fe de 1887 dispona la obligatoriedad, po rparte de la empresa, de donar al gobierno unrea en la zona delimitada para el pueblo, c o nel fin de ubicar lo s servicios urbanos esencia-les. P or s u parte, l a misma empresa regalabasolares a l o s principales compradores de tierrarural que se comprometieran a construir en elpueblo un a casa de ladrillos cocidos y techosde azotea.

    El rpido desarrollo de las colonias fu e cau-sa de admiracin po r parte d e l os cronistas yviajeros de la poca, quienes dieron cuenta deello en numerosos relatos, en lo s que quedaronplasmadas la s grandes transformaciones sufri-das por la regin, que en pocos aos se cubride cultivos que modificaron sustancialmentesu paisaje, as como de las duras condicionesde vida de los inmigrantes, qu e merced a su es-fuerzo y laboriosidad protagonizaron uno del o s fenmenos ms trascendentes del creci-miento econmico y social del pas. A. M . c .Bibliografa: A. PEYR ET. UNA VISITA A LAS COLO NIAS DE LAR E P B L I C A A R G E N T I N A . B s. As., 1889; E . GALLO. "SAN-T A FE EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX". EN: ANUA-R I O DE L INST. DE I N V . H I ST R I C A S. R O SA R I O , 1964; O. EN -SINCK. H I S T O R I A D E L A I NMI G R A C I N Y L A COLONIZACINEN L A P R O V . DE S A N T A F E . B s . As., 1979.

    COLONIAL (ARQUITECTURA), adj. Se aplica ala actividad proyectual y edificadora levadaadelante durante el perodo de dominacinhispnica. Abarca un variado registro de cons-trucciones que se clasifican segn la funcincumplida. Fue particularmente relevante, de-bido a la importancia social de la Iglesia en elmundo colonial, la arquitectura religiosa ensus modalidades catedralicia, conventual, pa-rroquial y rural, que muestran algunos de los

    . ejemplos m s elaborados de la etapa. La ar-quitectura civil tuvo una escala de desarrollom s modesta, ligada a instituciones oficiales

    PUERTA DEL MONASTERIO DE LAS TERESAS, CRDOBA.

    Diccionario de Arquitectura en la Argentina

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    de gobierno; instituciones educativas y asis-tenciales; establecimientos y sitios de espar-c imiento; obras pbl icas e hidrul icas; vi -vienda, tanto en su forma urbana como rural;y establecimientos productivos agropecuarios.La arquitectura militar tuvo expresin en losfuertes, el principal de los cuales fue el deBuenos Aires, que constitua tam bin el re-cinto residencial de la gobernacin y luego delvirrey. A fines de l siglo XVI I I , la expansin delas fronteras gener interesantes ejemp los deasentamientos militares poblacionales, es -pecialmente en el sur del pas. Los aspectosde regulacin edilicia y planeamiento urba-no son comprendidos bajo el rtulo de urba-nismo colonial, cuyo estudio suele comple-mentar o anteceder a los de la arquitecturapropiamente dicha. La Arquitectura Colonialargentina se encuadra, particularmente en lossiglos XVI y XVI I , y salvo excepciones que lue-go veremos, en un modo de produccin po-pular que, sobre la base de tipologas impor-tadas de la metrpoli, desarroll formas ytcnicas simples, adecuadas a los limitadosrecursos materiales, tcnicos y humanos dis-ponibles. Esta actitud pragm tica facilit laadaptacin de los planteos genricos a for-mas de realizacin local, y abri el campo pa-ra cierta regionalizacin de la produccin ar-quitectnica (Noroeste, Noreste y Litoral,Centro, Cuyo, R o de la Plata) con caracters-ticas peculiares de tcnicas y de materiales,y aun ciertas continuidades de concepciones

    recio igualmente una disp osicin flexible ala influencia de los modelos y los profesiona-les actuantes en cada regin. El siglo XVI I I ,con ms recursos materiales y humanos, ten-di a aproximarse a los modelos europeos,aunque mantuvo en muchos casos los as-pectos tcnicos y los m ateriales regionales.El anlisis de la Arquitectura Colonial ar-

    gentina no suele, contrariamente a lo que ocu-rre en gran parte del resto de Iberoamrica,apoyarse en la periodizacin estil stica euro-pea, debido a la limitada existencia de edificiosque representen cabalmente los rasgos de es-tilo correspondientes. En cambio, es comndividir el estudio de las producciones de los si-glos X V II y XVIII , que ofrecen caractersticastcnicas, de mate riales, tipolgicas, de escalay tambin elementos estilsticos diferen ciados,proceso este que se relaciona con los cambiosoperados en el actual territorio arge ntino y par-ticularmente en la ciudad de Buenos Aires, quese acrecentaron luego de la creacin del Vi-rreinato del R o de la Plata en 1776.CONDICIONES GENERALES.

    L a Arquitectura Colonial americana debeenmarcarse en el proceso de dominacin ge-neral e imposicin de normas y de formas in-her en tes a la estructura social y cul tura l de lmundo iberoamericano bajo control de la Co-rona espaola. Esta condicin subsidiaria de -bi articularse con la realidad americana, tan-generales de raz precoombina, especialmente to en lo que Hace 3L las concepciones comoa

    en el noroeste y en la zona guarantica; favo- los problemas prcticos y las peculiaridades del

    - :; : ' LJL_J- ' . U- : --"i*

    PUNTA DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES, PUBLICADA POR PIERRE F. X. DE CHARLEVOIX EN1756 . DIBUJO DEL SIGLO XVI I .

    medio. Ta l condicionamiento nola existencia de recursos materianos sino tambin, especialmenteindgenas y mestizos, a los aspeccos y valorativos. Desde un critercia y con el fin de alcanzar lo s obcos de la Conquista, como la evanlo s indios y el mantenimiento detura habitacional controlable y dira su utilizacin como mano de sideracin de las particularidadesmateriales del entorno americanocindible para garantizar la viabilsistencia de los establecimientos.nes indgenas siguieron operandoa lo largo del perodo colonial, ligadestticos, a patrones tem ticos icoa criterios funcionales y simblicosla s caractersticas de las tcnicasriales propios de cada regin dierlo s edificios, y en este sentido seble criterio util itario de familiarcon los procedimientos y los resultos permitan, y d e disponibilidad teriales como de tcnicos capaceslos adecuadamente. Finalmente, laproducida d urante el perodo coparcialmente signada por el accede obra, artesanos y arquitectos dy capacidad desiguales que dejaronsobre los resultado s del proceso chaciend o que l as obras no fueramente un producto proyectual sinsumatoria de proyectos, participsionales y condiciones de realizade modificar sustancialmente lasnales. Estas tendencias gene rales bre la construccin de edificios diferentes situaciones, funcionessimblicas. De l cruce de las peculiductivas apuntadas y de estas divciones y objet ivo s , surge un a vade obras a menudo signadas por lpeculiar de tcnicas y efectos pldaciones o anacronismos estilstiposicin de tipologas tradicionaco n conceptos espaciales y elabocales: un a cierta heterodoxia en lce su rasgo propio. Esto se hace adente al pasar de la esfera culta ypopular, en la que los caracterestectura acadmica y los modelos emanejados con independencia de ccuacin a los recursos disponible

    E n el mbito de la actual Regentina, estas lneas generales opmarco de la estructuracin pobla

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    col coductiva, de las caractersticas tnicas, la s tra-diciones culturales y los circuitos de influen-cia propios de cada regin de l territorio.

    Una primera distincin cabe entre las re-alizaciones propias de contextos socio-cultu-ralmente europeos, como es el caso de la ciu-dad de Buenos Aires, y d e contextos sujetos ala influencia de las tradiciones indgenas. Den-tro de estos, el noroeste presenta el complejocultural ms consistente y sujeto al vnculo conlas zonas nucleares andinas, pero tambin enel noreste la supervivencia de aspectos de latradicin guaran producir una sntesis quetal vez sea la ms compleja de l perodo colo-nial. A estos ncleos tradicionales se sumarnlos promovidos por la dinmica de la propiasociedad colonial, con la influencia de los mo-delos peruanos y altoperuanos sobre el no-roeste, y l a participacin de arquitectos italia-nos, alemanes, suizos y portugueses en el cen-tro del pas y en las misiones jesuticas. Las ca-ractersticas impuestas po r estas condicionesa menudo llevaron a la superposicin estilsti-ca, debida tanto a los cambios de gusto comoa las diversas formaciones, modelos y fuentespropias de los sucesivos diseadores. Este he -ch o hace estril el empleo de la periodizacineuropea comente, amenos que se tome en tr-minos de rasgos de poca, tan generales que,como la participacin barroca,muy poco dicende las obras. Establecer en cada caso las fuen-tes y modelos de los elementos estilsticospar-ticulares parece ms acorde con los hechos.1. LOS SIGLOSXVI Y XVII.i.i. Ciudades y edilicia. Las ciudades constitu-yeron la forma qu e tom el asentamiento es -paol, as como el ncleo de la organizacinsocial y productiva zonal mediante la regula-cin de la entrega de tierras y la supervisin delas encomiendas de su jurisdiccin. La ciudadse ordenaba segn la jerarqua social vigente,de modo qu e asignaba lo s solares situados entorno de la plaza a las instituciones y vecinosm s destacados entre lo s fundadores. Se es-tructuraba a partir de esta definicin espacialla forma de usufructo de las tierras comarca-nas en trmino de recursos fsicos y humanos,generando un ordenamiento zonal fundado enun ncleo rector que, a manera de centro deun crculo, integraba una red de haciendas, es-tancias ( v . ) y asientos mineros, encomiendas,reducciones (v.) o pueblos de doctrina. Glo-balmente, las ciudades constituan hitos de unared de comunicaciones polticas, defensivas ycomerciales. E n nuestro caso, la estructura b-sica del comercio estuvo dada por la provisin

    IT> PLANIMETRA DE SAN JUAN BAUTISTA DE LA RIVERA.

    al Altoper de ganado, muas y alimentos, alqu e concurran la s estancias y haciendas de lcentro de la llanura. E l trfico de mercancasprovenientes de l puerto, el contrabando y eltrfico de esclavos completaban el circuito decomercio con el norte a cambio de la plata al-toperuana. Desde el punto de vista poltico sedistinguan segn su rol funcional y el tipo deautoridades civiles y religiosas que en ella te-nan asiento.

    La fundacin de las ciudades coloniales enel territorio argentino se desarrolla a lo largode la segunda mitad del siglo XVI,desde Chi-le: Mendoza (v.) (1661, Pedro del Castillo), SanJuan (v.) ( 1562 , Juan Jufr) , Santiagodel Este-ro (v.) (1553, Franciscode Aguirre); desde el ve-cino Altiplano: Tucumn (v.) (1565, Diego deVillaroel), Crdoba (v.) (1573, Jernimo Luis deCabrera), Salta (y.) (1582, Hernando de Lerma),a ms de algunas desaparecidas luego. Las l-timas fundaciones del siglo XVI en el NOA yCuyo fueron las ciudades de La Rioja (v.) (1591,Juan Ramrezde Velazco), Jujuy (v.) (1593, Fran-cisco de Argaaraz) y San Luis (v.) (1596 , LuisJofr de Loaiza). Desde el eje fluvial que uneAsuncin del Paraguay con el estuario del Pla-ta se fundaron: Buenos Aires (v.) (1536, Pedrode Mendoza), Santa Fe (v.) (1537, Juan de Ga-ray, Cayast ( v . ) , trasladada en 1651) , nueva-mente Buenos Aires (1580, Juan de Caray) yCorrientes (v.) (1588, Alonso de Vera) . Desdeesta redbsica de ncleos urbanos seextendila trama fina constituida por hitos militares,aldeas comarcanas, reducciones, haciendas yencomiendas. A partir de 1609 se fundan lasmisiones jesuticas ( v . ) , quizs las ms signi-ficativas como conjunto y las que tuvieron uncrecimiento poblacional ms intenso.

    La configuracin de las ciudades siguipatrn de asentamiento basado en la grillatogonal con plaza central en situacin meterrnea o desplazada a uno d e los lados fte a las costas (Buenos Aires). El ecircundaba la traza y serva como banda decimiento de la cuadrcula. Esta disposicin,concordaba con las estipulaciones de lasdenanzas de Poblacin dadas en 1573 porlipe II (v. Leyes de Indias), se caracterizabapoplan elemental que permita el crecimientomitado sobre las mismas bases estructuraplaza (v.) / grilla / ejido ( v . ) , planteado comotrazado bidimensional, sin necesidad cotructiva inminente (u n damero uniforme),visional. Experiencias histricas, como lastides francesas y los pueblos nuevos espasurgidos de la reconquista de la Pennsula, recen ligadas a conceptos de regularidadmetra y geometra retomados por el Renmiento y a las condiciones del medio,ofreca la posibilidad de una serie de fuciones sin conocimiento edilicio previo. Laza mayor ( v . ) concentraba la representacintitucional de los dos ejes medulares del mucolonial: la Iglesia y la Corona, a las que se agaba la sede del gobierno local, el cabildomorada de los vecinos prominentes, que cponan un delicado equilibrio poltico, socvisual entre elementos laicos y religiosos, trales y locales, particulares e institucionEra tambin la escena procesional y el mcomercial, el punto de encuentro, paseolebraciones y entretenimientos pblicos.con el crecimiento y el cambio de costumbestas funciones adoptaran significantes ecficos en el siglo XVIII .Lo s contextos rurales , reduccionalessionales y d e encomienda tuvieron un prpio generadorque no sigui usualmente eldelo de la traza en damero, pues estaba subien a una mayor espontaneidad, bien aplanificacin globalms dirigida. El primeso se verifica en los procesos de aldeanizarural que se desarrollaron en las comarclas ciudades, en concomitancia con algnprendimiento particular: ejes viales, centrculto (Lujan, Merlo, Sa n Isidro), proyectoduccionales (Baradero, Quilmes), hitos dsivos, fuertes, bateras o atalayas (EnsenMercedes), donde la migracin terminfigurando un ncleo poblacional e impudo un loteo de la tierra privada. Este tipo dblados de formacin espontnea usualmno presentaba una traza regular, pero mude ellos fueron posteriormente reordensegn el amanzanamiento en damero. I

    Diccionario de Arquitectura en la Argen

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    mente irregulares fueron algunas de las po-blaciones surgidas de asentamientos mineros,como Santa Catalina en la puna de Ju juy o delos agrupamientos de encomienda, en los quela s viviendas se extendan en torno delncleoconstituido porelconjunto iglesia - atrio - pla-za (Casabindo y Cochinoca). Tambin las ha-ciendas generaron asentamientos poblaciona-les a partir de la estructura de servicio yproduccin qu e concentraban. En Yavi, cabe-za administrativa y residencia de los enco-menderos de Casabindo y Cochinoca, las de-claraciones y los censos tributarios dantestimonio del empleo de los mismos enco-mendados para el servicio de la hacienda (loque no estaba permitido) y as de su constitu-

    *RECONSTRUCCIN DE LA FACHADA DE LACATEDRAL DEBUENOS AIRES DURANTE EL PERODO DE AZCONA IMBERTO.

    cin en el aporte poblacional ms importantepara la transformacin de la misma en pueblo.Tambin las doctrinas o reducciones de indiossujetos a curatos evolucionaronen muchos ca-sos, convirtindose en poblados. Otro ejemploprominente de ncleos urbanos originados enhaciendas lo constituye el conjunto de estan-cias jesuticas ( v . ) de Crdoba, como Jess M a-ra o Alta Gracia.

    Contrariamente, las misiones jesuticas pre-sentan, pasada la primera etapa delestableci-miento, un planteo urbanstico definido a prio-ri que genera un esquema homogneo,aplicable como solucin tipificada. Lo s puebloscontaban co n tierras comunitarias ( tup-mba)y parcelas particulares (aba-mba ) , pero la dis-posicin no segua la secuencia comn en lasciudades americanas: traza, ejido, chacrasy es-tancias. Losprimeros asentamientos deben ha-ber seguido la tradicin local de tiras alargadas

    dispuestas alrededor de un espacio central r-pidamente adscripto al concepto de plaza. Aquno solo la disposicin de la traza y sus posibi-lidades de crecimiento estaban prefijadas sinotambin la ubicacin relativa y la escala de losedificios particulares, fueran estos deviviendao de uso comunitario (v . M i s io n e s jesuticas).

    El urbanismo colonial desarroll diferen-tes modelos en nuestro territorio, segn lascondiciones y valores actuantes en cada con-texto. La presencia de un centro ordenador esquizs el rasgo comn, pero este estaba con-formado por estructuras diferentes en cada ca -so , que representaban espacialmente la pro-yeccin de las instituciones actuantes.Reducindolo a sus elementos ms simples,aparece casi siempre un componente monu-mental institucional visualmente dominantey un componente pblico, la plaza , que fun-ciona como extensin del centro institucio-nal y escena de la participacin popular. Estadoble pertenencia se manifiesta en las expre-siones pblicas de las actividades institucio-nales, cvicas, polticas o religiosas, que la te-man como escena. Por otra, parte el tipo derelacin establecida entre los edificios nuclea-res y el resto de la construccin urbana cons-tituye una representacin delvnculo social eideolgico operante entre los factores institu-cionales y la comunidad. En primer lugar, enlo estrictamente arquitectnico, en la relacinde escala, calidad, complejidad tcnica y ela-boracin plstica entre ambas producciones.En segundo lugar, en el espacio conceptual yfsico concedido para la realizacinde proyec-tos particulares. Mientras que en la ciudades-paola el factor privado cuenta con libertad deaccin en la determinacin de las edificacio-nes domsticas, en los contextos misionalesesta libertad se disuelve en el proyecto urbanocomn que jerarquiza ms marcadamente elcomplejo institucional. El control de la escalaurbana se suma a esta configuracin jerrqui-ca estructural, fijando el vnculo y ponindoloal margen del crecimiento ilimitado.

    En el caso de los pueblos de encomienda oen las haciendas, este papel lo cumple la iglesiao la casa de la hacienda y, si bien no opera aquuna planificacin general, subsiste la diferen-ciacin en la posicin,la escala y e l equipamientointerior. A la direccin jerrquica expresada enuna planificacin central racional se opone lasimple preeminencia de poder que opera li-mitativamente, pero deja la resolucin final li-brada a la accin individual o comunitaria.

    La evolucinde estas primeras ciudades fuelenta. Buenos Aires no abandon en el siglo

    X V I I su carcter de villorrio. Enpresentaba muchos vacos y enimpuls la construccin de casares asignados bajo apercibimiennarlos si sus dueos no los ocupvamente. Crdoba produjo avancey arquitectnicos m s rpidos. Eglo, la ms populosa ciudad decias tena 400 casas, reuna las crdenes y contaba adems con elCompaa de Jess, con Universmtica, Artes y Teologa (primeraargentina) y obras hidrulicas qguan del elemental carcter del rtras ciudades. Santa Fe estaba pt ras ladada y en Buenos Aires sopus, en 1689, se ampliara el ejcrecimiento. La evolucin m s rtenida durante el siglo X V I I corremisiones jesu ticas, que reun62.000 almas en 1680 (para una 100.000 en todo el territorio arglong calcula que en 1702 habatantes en los pueblos emplazadosargentino (sobre un total de 85.0fras dejan a la vista la importancsiones como elemento poblacionque se incrementar durante las dcadas del siglo X V I I I para lueg

    Los aspectos edilicios de las cniales estuvieron tempranamentedos, aunque sin cumplimiento efsiglo XVI se iniplementaron algunormativas y los cabildos dispus

    iIIIGLESIA DE LA COMPAA DE JESS, EN

    110 D i c c i o n a r i o d e A r q u i t e c t u r a en la A r g e n t i n a

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    oficiales o veedores encargados de super-cum plimiento. Los loteos originales

    del a ma nz a na -en cuatro, con terre-

    de 70 por 70 varas (vara = 0,86 cm.), quesubdividiendo. Uno de los pri-

    lindes legtimos. En Buenos Aires sen tambin medidas para evitar

    o incomodidades pblicas (lmites al lar-tijeras de los techos, prohibicin de

    tierra de las calles para la s tapias, la sde lluvia deban caer en los lindes pro-recomendaciones higinicas para las edi-

    s relativas al a soleamiento, ventilacindormitorios y desvo de aguas servidas).

    reiteradamente la construccin deempedrado de las calles y la colocacin

    ontray jinetes. En 1664 y 1704 se promul-Reales para la Edificacin,

    a paredes medianeras, piso alto y ba-qu e causaban lo s hornos, puertas

    y estanques, conductos de al-y precios de los materiales. Pese a l a

    plicidad de norm as vigentes, tanto los con-de gobernadores, todava en lade l siglo X V I I I , dejan entrevertenan escaso cumplimiento. R eglamenta-

    Tcnicas y materiales. La tcnica y los m a-en los siglos X V I y X V I I

    salvo excepciones, muy simples. Para lalindes se usaban setos vivos

    ( v . ) , pared c onstruida co n t ie rra ama -y compactada sin agregado de paja u otras

    vegetales (Santa Fe y Buenos Aires). Enlos templos y casas de vivienda eran de

    y tierra, cubiertos co n paja por no haberConstitua una tcnica

    especializados, y que utilizaba el nicode fcil acceso en las primitivas ciu-

    la tierra, qu e zarandeada yestircol era apisonada en capas

    diez cm, hasta que adquira consis-a dura . Esta forma fue empleada en el Li-segn el mtodo que ha ilustrado Florian

    basado en un encofrado o tapial don-apisonaba la tierra. Para el enlucido dede los paramentos se usaba bo-

    La tierra en forma de adobe ( v . ) (ladrillo-compactados con fibras vegetales) fue usa-

    diversas regiones, siguiendo a veces las

    IGLESIA Y CONVENTO FRANCISCANO DE SANTA FE EN UNA ANTIGUA FOTOGRAFA.

    tradiciones precolombinas. En el NO se com-binaba frecuentemente co n basamentos y z-calos de piedra. Este tipo de construcciones lle-vaban com nmente cubierta de tirantes, caizoy torta de barro, y excepcionalmente de tejascon entablonado de cardn. Una tercera tc-nica a base de tierra fue la quincha, en la queel barro se combina con una trama interior deramas o caas. Por su escaso peso, este siste-ma antissmico, que tuvo su gran ejemplo eniglesias limeas, fu e empleado para levantarbvedas y cpulas (Cuyo), y en el NO se em-ple como tabique interior o en construccio-nes rudimentarias o provisorias. La llamada ta-pia francesa estaba fo rmada po r postes clavadosen la tierra sobre el eje de los muros, a los quese agregaban dos caras de entramado de ma-dera o caa, formando una retcula sobre laque se aplicaba barro con fibras vegetales porlas dos caras. Lo s postes quedaban as embu-tidos en la paredes que se terminaban con en-lucido de estircol. Este tipo de muro se usparticularmente en el Litoral.

    El uso extendido de la tierra en sus diversastcnicas dio a las ciudades de l primer siglo ymedio de establecimiento espaol su carcterpeculiar. Sin embargo, tejas y ladrillos se pro-ducan y empleaban desde comienzos del sigloX V I I , aunque fue un recurso de acceso limi-tado a las edificaciones de mayor envergadura

    o representatividad institucional. La s constan-tes reedificaciones evidencian la precariedadtcnica de la construccin. En el Litoral, la te-ja se usaba en elmismo rango, mientras que elladrillo parece haber sido excepcional. En Cr-doba, el temprano descubrimiento de una can-tera en 1586, la existencia de piedra (principal-mente la piedra bola, que se encuentra en lechosde ros), y el establecimiento de un horno de te-jas en 1601 permitieron, si no reemplazar eladobe en el uso corriente, disponer de mate-riales ms elaborados para la s construccionesrelevantes. En Mendoza, de las 32 casas que ha-ba en la ciudad en 1610 solamente una o dosestaban cubiertas de teja. El resto de las ciu-dades presentaba un perfil igualmente modes-to. Quizs Crdoba fuera la excepcin: V zquezde Espinosa, que la visit en 1612, afirm exa-geradamente que toda la casera era de mara-villosa fbrica de piedra. Se dispuso de cal enBuenos Aires, como en Crdoba y Santa Fe enel siglo X V I I . La cal de conchilla y la de M a g-dalena eran inferiores y ms baratas que la deCrdoba. Se traa tambin de la otra banda de lRo de la Plata y de Martn G arca. Tambin seimportaban de la Banda Oriental piedras que apartir de 1620 comenzaron a usarse en BuenosAires para dar ms solidez a los cimientos. La smaderas, cuando no existan en la zona o sepretendan calidades o medidas especiales, se

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    IGLESIA DE FIAMBALA, PROVINCIA DE CATAMARCA.

    traan de l Paran y de las zonas madereras mi-sioneras, mientras que para usos corrientes seempleaban maderas locales, como el sauce. ElNO tuvo provisin propia y aun las zonas ri-das, como la Puna, contaron con el cardn quese empleaba para entablonados y muebles.

    Este conjunto de materiales conform unsistema constructivo de caja murara portantede tapia, adobe o ladrillo cubierta de tirantes opar y nudillo (sucesin de dos tijeras o parescruzados en la cumbrera, formando la estruc-tura de los faldones del techo y tomados por

    otro tirante horizontal que los une o nudillo),con caas o entablonado y cubierta de torta, pa-ja o tejas, segn los medios y la regin. Permi-te volmenes sencillos y de poca modulacinespacial, normalmente longitudinal. Por su sim-plicidad, domina la produccin de los siglosXVI y X V II , en gran parte espontnea, y tieneaplicacin en la tipologa eclesistica de una na-ve sin cpula ni crucero en su forma ms sim-ple, y en la de cruz latina (en este caso el cru-cero se arma en sentido transversal y en elespacio central se genera una cpula de made-ra). Se us en la vivienda, desarrollada por ar-ticulacin de locales, a menudo en torno de unpatio, y en la arquitectura civil y militar.1.3. La arquitectura religiosa. Las catedrales. Laereccin de iglesias matrices fue casi parte delacto fundacional de cada una de las ciudades,aunque se tratara de simples ramadas. EnBue-nos Aires se levant un primer edificio orde-nado por el obispo Guerra, reemplazado en 1593

    por una iglesia pequea de tapia y con el techoenmaderado, a la que siguieron varias cons-trucciones de poca monta, hasta el edificio le-vantado con c al y ladrillo por el obispo Crist-bal de la Mancha y Velasco, c on colaboracindel gobernador Martnez de Salazar entre 1667y 1671. Era de tres naves, de 66 por 24 varas,techado con cubierta de tejas y estructura demadera sobre pilares y arqueras, y tena unacapilla abierta al estilo europeo. Este edificiomarca un cambio cualitativo.La torre debi de-molerse en 1682. El obispo Azcona Imberto la

    reedific sobre la base del edificio anterior, delque us algunas partes. En 1693 el cabildo ecle-sistico afirma que est acabado el can detres naves, al que dividen dos rdenes con ar-queras, aunque por otros testimonios sabemosque las naves laterales se cubran con azotea dedos ladrillos sobre vigas (que en 1722 amena-zaban ruina), por lo que el can afectara so-lo la nave central. La planta tena 10 tramos, tes-tero plano, un marcado sentido longitudinalcortado por dos puertas laterales, y un asiste-mtico enlace de capillas y locales que abran alas naves laterales. Elprtico era de arcos se-parados por pilastras pareadas y las torres, dedos cuerpos con cpula y linterna, y un resaltecentral que mora suspendido en la clave de losarcos inferiores de los extremos. Las obras nose concluyeron y fue modificado el diseo enla dcada del 1720 por la fachada ms clsicaatribuida a Andrs Blanqui (v.).

    En Crdoba, la primera Iglesia Mayor se re-hizo en los ltimos aos del siglo XVI. Las pa-

    redes, que deban ser de cal, piedestaban terminadas en 1601, pedemor, y recin la continu en 1620 el portugus Gonzalo Carvan, seguramente con reformas,cuando se desplom el techo. Enbildo pide al gobernador la realizaiglesia de tres naves. La iglesia sedcada, pero solo se consigui colas obras a partir de 1687. A finesbajaron Andrs Jimnez Lorca yde Torres. Torres present un ditorres en los lados de afuera , paun prtico, que comenz a ejecucontemplaba que pudieran abrinaves, quedando hechos los arcoshizo cargo el arquitecto granadinzlez Merguete. Laplanta del siglouna nave en forma de cruz latinabiterio mu y profundo y testero recve alargada, Merguete adicionlas naves laterales. Elesquema se csacrista y contrasacrista a los labiterio, y dos capillas profundas los brazos del crucero. Merguetparedes sin llegar a cerrar las bre en 1710). La primera etapa de ciones catedralicias en territorio amuestra el paso del establecimienda a las primeras iglesias provisCrdoba, de piedra, cal y ladrillo, p

    > RUINAS DE SAN IGNACIO, MISIONES.

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    co colsido la mejor de la primera mitad del sigloXVII ,aunque recin con el edificio de Buenos Airesse pasar a una construccin ms elaborada dearqueras y se construir la primera bveda demampuestos. Lacatedral cordobesa estaba en-tonces recin comenzada.La arquitectura de las rdenes es despare-ja ; desde los primeros aos hubo edificios eiglesias conventuales, pero la mayor parte fue-ron provisorios. En Crdoba y en Santa Fe apa-recen en la segunda mitad del siglo X V I I dosobras dignas de consideracin, pertenecientesa tradiciones y sistemas constructivos diver-sos, pero que alcanzan un grado de realizacindestacado para el contexto en el que surgen.L aiglesia de la Compaa de Jess de Crdoba seconstruy a partir de la donacin de Manuelde Cabrera. Se trajo la madera en 1643, y en1671 solo restaban las torres que se acabaronpoco despus. L a planta es de cruz latina, concapillas poco profundas; Furlong la supone di-seo del hermano Bartolom Cardeosa, aun-que investigadores actuales, como CarlosPa-ge, la creen obra de Philippe Lemaire ( v . ) . Mide10,42 por 29,25 m, 9,34 m (presbiterio) y 7,40m (crucero). L a famosa bveda de madera cons-truida por el hermano Lemaire, segn diseosacado del libro de Philibert Delorme (Nouve-es nventons. Paris, 1561), pieza excepcionalen nuestra produccin colonial, vino a resol-ver el problema del cerramientode la nave, cu -ya luz de ii m requera un can que quizstuviera demasiado empuje para e l espesor delos muros sin estribos, aunque tambin pa-rece posible que la falta de experiencia en laconstruccin de bvedas haya motivado la de-cisin. Lemaire, belga y con prctica en cons-trucciones navales, hizo la bveda siguiendola estructura de cuadernas, adems de la c-pula semiesfrica, con maderas tradas desdeel Paraguay. Se comenz hacia 1659. Los ar-cos son de tablas apareadas sobre cada uno delos cuales se disponen dos cabios que apoyanen el muro de carga y conforman el armaznde la cubierta de tejas a dos aguas. Tablas decedro conforman el can, cubierto con ricapolicroma que contrasta con la austeridad dela fachada. L a cpula tiene 30 nervadurasy unabase poligonal qu e forma el esqueleto asenta-do en pechinas de madera que apoyan en loscuatro arcos de manipostera del crucero.Ex-teriormente est absorbida por un cimborriocasi cbico. Lafachada, que nunca se termin,resulta, debido a este hecho fortuito, excep-cional por su limpieza y claridad volumtri-ca; ha sido atribuida al hermano Cardeosa.Recuerda en su sequedad a la de San Bernab,

    en el Escorial abajo, de Francisco de Mora, pe-ro es aun ms despojada,con el nico acentode las cornisas de las torres, con chapiteles his-pano-f lamencos . En Santa Fe los jesutas co-menzaron una nueva sede (1660-1708). Tenau na nave (e n 1925 le agregaron naves latera-les) y techo de par y nudillo reemplazado a me-diados de l siglo X V I I I por una bveda de al-garrobo similar a la cordobesa, con cpula debase poligonal , tambin inmersa en un cim-borrio cubierto a cuatro aguas.

    La iglesia del convento franciscano de San-ta Fe (comenzada en 1680) es de una nave encruz, proporciones alargadas y testero recto,coro a los pies y solado enladrillado. La ante-cede el porche formado por la continuacin dela cubierta a dos aguasy l a torre est avanza-da. El conjunto de la fachada es sencillo, conuna portada (rehecha), que enmarca la puerta,ventana en el coro, y torre de prismas aventa-nados, yrematada en una pequea cpula conperillones. A la izquierda de la iglesia se dis-pone el patio conventual y a la derecha el de laescuela, al que se accede por una galera concolumnas y zapatas demadera adosadaa la na-ve . Losmuros son de tapia, sumamente grue-sos (hasta 1,50 m), con columnas embutidas.Quizs el elemento ms interesante es el ar-tesonado, que si bien es modesto en la talla,conforma un gran plano en el que la calidady el color de la madera (cedro), la extensin y

    lo s apoyos en grandes mnsulascurvos empotradas en las paredembito contrastando con los murdos. L a bveda deprimida de l crucmada por 20 gajos de tablas sobre cun elaboradopinjante centraly undurado y tallado en su base; no seterior. El coro descansa tambin sulas y tiene un pretil de balaustresEs la obra ms importante de tapimudejar delpas.

    Estos dos ejemplos muestran ractersticas de la produccin arquical. En primer lugar, el uso de maponibles en la zona; piedra, ladrillocaso y tierra en el otro. Luego, el emnicas adaptadas a esos materialescalicanto de piedra o mampuesto la tapia. En tercer lugar, la vigencizacin de la madera, siguiendo ladicional en Santa Fe y en una innriante naval en el edificio de la Cocuarto lugar, en la diversidad de rplsticas y tcnicas,en dos edificidos casi contemporneamente, a cia yambos sobre un diseo deplaMientras la iglesia de Santa Fe adlatina a la resolucin mudejar, la dabusca un resultadoms clsicoarrollo de pilastras, entablamento lo largo de la nave y l a cubierta de

    - LAS VIVIENDAS SE ORGANIZAN ALREDEDOR DE LA PLAZA. JUNTO A ELLA, LAS INSTALACIONES DE LOS PADRES

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    cpula de media naranja. El sistema de pro-porciones ilustra lo dicho: la planta francisca-na tiene una elongada relacin i: 6 para la na-ve (sin el porche), la jesutica se maneja en unclsico 1:4. Finalmente, el templo cordobs po-ne de ma nifiesto otro rasgo am ericano: la ten-sin entre los prototipos y la realidad. La igle-sia de una nave en cruz latina, de proporcionesregulares, con capillas laterales ritmadas por pi-lastras, aboveda da y con cpula en el cruceroes un prototipo muy usado en Am rica (queguarda similitud con el tipo Ges), cuyo mejorexponente es la iglesia de la Compaa de Cuz-co, contempornea de la cordobesa. La inno-vadora solucin dada y la providencial presen-cia de Lem aire no de ben ocultar la motivacinsubyacente: hacer, contra lo ms sencillo, unedificio abovedado con cpula semiesfrica enel crucero. N otablemente, esta voluntad de for-m a ligada a una tipologa prestigiosa, fom entun acto creativo como fue la bsqueda de unatecnologa alternativa que permitiese similarefecto, superando la dificultad y alcanzando elobjetivo de un m odo heterodoxo.Las misiones jesuticas. Ruiz Montoya se-ala que el temp lo guaran, og-guas, era "biencapaz y bien aderezado", lo que indica la exis-tencia de una tradicin constructiva desarro-llada; la misma debe haber estado ligada a lacaracterstica estructura lgnea soterrada, queconsta se us ya en San Nicols en 1633, cuyotemplo ao levantaba todo sobre estos pilare sque cargaban la techumbre restando funcinportante a los muros. Este ordenamiento es-tructural es el descripto un siglo despu s en la

    conocida explicacin de Cardiel: primero se ha-ce el tejado y despus las paredes. Se clavan enla tierra grandes troncos de madera, labradosa azuela. Encima de ellos se ponen los tirantesy las soleras, y encima de estas las tijeras, lla-ves, latas y tejado, y despus se ponen los ci-mie ntos de piedra. Las iglesias del siglo XVI I ,cuyos principales responsables fueron los her-manos Cardeosa y Dom ingo Torres, en la pri-mera y segunda mitad del s iglo respectiva-mente, fueron construidas siguiendo estatcnica, que se completaba con muros de ado-be sobre cimientos y zcalo de piedra. Los mis-mos jesutas afirm an que las iglesias fueronamplias y hermosas desde el principio. La cu-bierta era a dos aguas, de par y nudillo, y ter-minada con palmas o tejas; algunas tenan c -pula en el crucero. Eran de tres naves acusadasen la fachada mediante puertas, de aproxima-damente 6o por 24 m de planta, con prtico,y en algunos casos galera perimetral parcial(ya que estaban adosadas al claustro y las otrasdependencias). Tenan campanario exento dema dera, situado corrientemente en el claustroadyacente, y en ciertos casos torres (la de Con-cepcin fue derribada en 1725). Estaban gene-rosamente ornamentadas con las columnashorcones talladas al igual que los confesiona-rios y pulpitos. U na idea de la configurac ingeneral de estas iglesias la dan los templosjesuticos, por ej.: Chiquitos (Bolivia) y la igle-sia franciscana de Yaguarn (Paraguay). A unlado de la iglesia estaba el claustro con las ca-sas de los padres y el colegio, cubierto con ga-lera o alero, y al otro el cementerio. La casa de

    VISTA LATERAL DE LA IGLESIA DE CASABINDO, PROVINCIA DE JUJUY.

    recogidas y el cabildo se uquina de la primera tira de plaza. El complejo religiosoplaza cerra ba uno de los laconstitua el ncleo de la escia la que se volcaba el conjUn o de los aspectos ms inttemplos es la fusin de la trtiva guaran, enraizada en lodados por el medio natural,europeas. El rasgo ms pectesis producida entre ambasdebe reducirse a la suma dey tcnica guaran, ya que estato elementos de la tcnica estruccin como aspectos expeos indgenas en la resolusiendo el ms importante dcin espacial, que tanto en lducida por la relativa ligerezcones y el empleo de solo dosde cubierta para las tres navtablecimiento de un vnculoms fluido a travs de aveny puer tas laterales , modifimente la tradicin basilical sia de tres naves.Capillas de hacienda y eglo XVII presenta un ampliosias y capillas de hacienda, eplemente de devocin popula lo largo de las diferentesractersticas particulares. Elportante, debido al peso querico Altoper tuvo sobre el dna, fue el NO, tanto en la Pulies y quebradas que se extihasta la Rioja. El marco en esta arquitectura es variadoXVI I se trata bsicamente dpopular de los prototipos utitros altoperuanos. Las de Jujlargo de los dos cam inos histna o del Inca y el de la Quementos conocidos, la capillasiglo X V I .La fecha es improtrema rudeza de su arquitectalles, como las toscas columel coro, el sobredimensionamros y la pequea capilla lateralguna, podran abonar unana. Susques es un prototipoen varios aspectos. Enprimem aterial tradicional, el adobde cubierta de tijeras con ca

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    co coltngulo longitudinal con porche, producto di-recto de la tcnica de cubrimiento de la nave.L os agregados, como la sacrista, la capilla la -teral y la torre a un lado de la fachada (puedeser exenta o tener dos torres) son comunes. Enal g un o s caso s , co m o Yavi, Co ch in o ca y Casa-bindo (en sus versiones del siglo X V I I ) habauna capilla profund a de nimas normal a la na-ve. En cambio, la existencia en un atrio ampliocon po sas en los ngulos , al t pico modo de loscontextos indgenas peruanos y altoperuanos,no fue comn aqu. L a b arda y el arco de in-greso al atrio, as como las entradas laterales,pertenecen tambin al t ipo c lsico de co njun-to atrial. Fuera del pueblo, en las montaas ad-yacentes, ermitas c o n c r u c es m a r c a n las di-recc io n es cardin al es y v in cu l an e l esp ac iosagrado del templo con el entorno, caracters-tica proyeccin sacral a la naturaleza propia delmundo indgena. Esta tipologa se reitera, concambios y aditamentos, en las capillas de la zo-na , co m o o cu rre en Coranzul , Yavi (poco an -tes de 1650, refacc io n ada en 1690), H u m a -h u a c a (1631, m o d i f i c a d a ) , U q u a (1691) ,Cochinoca y Casabindo (para ambas 1631,1655,1682-1693), Tilcara (antes de 1702, rehec ha en1853), Purmamarca (1648), Tumbaya (1672, re-hecha en 1863), y s e contina en los valles rio-j a nos y catam arq u e o s , y aun en cap i l l as ur -b an as co m o la de Santa Brbara en la ciudadde Jujuy. El origen es variado: capillas doms-ticas de hacienda (Yavi), encomiendas (Cochi-n o ca, Casab in do ) , cu rato s (Uqua, Tu m b aya,Purmamarca), parroquias fundadas en pobla-cin mayoritaria de en co m ien da (Hu m ah u a-c a) o misiones evolucionadas a encomiendasy hacienda (San Carlos de Calchaqu). L a tipo-loga de estas iglesias representa un a adapta-cin a los materiales, tcnicas y cons truccionespropias del medio (caa, torta, paja), de las igle-sias c o n cubierta de madera, de caractersticasmudejares, simplificando la nave al eliminarel crucero y l a cpula o cimborrio que suele cu-b r i r l o . E s ta s t ip o l o g as sen c i l l as fu ero n em -pleadas en todo el terri torio. A modo de ejem-plo, en la l lanura bonaerense la reduccin deSantiago de Baradero (Baradero) tena en 1619u n a ig l es ia g ran de co n muros de tapia y te-ch o de madera de sauce.Estos edificios asumen un a representativi-dad aco rde con el desarrol lo de las ciudades enel Ro de la Plata. No es casual que el edificioms interesante del perodo, la iglesia de la Com -paa de Crdoba, se haya erigido en la ciudadc o n mayor dinamismo de la regin. En el sigloX V I I las iglesias de las misiones se enmarcanen el proceso de consol idacin de los pueblos

    { & L t % * .

    PEQUEA CASA URBANA. BUENOS AIRES. FINES DEL SIGLO XVIII. VISTA Y PLANTA.

    jesutico-guaranes, que tiene expresin en suestatus institucional, su prosperidad econmi-ca y su evolucin demo grfica. Hacia 1700 elactual territorio argentino se encuentra en vs-peras de salir de la situacin marginal en queestuvo hasta entonces. L as misiones tendrnsu pico de expansin poblac ional en las dca-das siguientes, y en el sur de Buen os Aires se-guir creciendo sostenidamente a la espera desu hora, en el ltimo tercio del siglo X V I I I .1.4. La vivienda. La vivienda estuvo d urante lasprimeras dcadas sujeta a las limitaciones pro-pias de la pobrez a general , tanto de recu rso smateriales como humanos. Conocemos algu-na s descripciones de las p r im eras casas por-teas del siglo X V I I , las ms antiguas de lascuales consignan el uso de la tapia pisada c u-bierta c o n techo de caas y paja amarrada c o ntientos (casa de Rodrguez de Valdz, 1607).Lo s techos de t i jeras eran comunes. M enos c o -munes au n eran la s tejas y l o s ladri l los, qu ese empleaban solo en residencias de fuste, co -mo la de la casa del adelantado V era y Zarate,de 1619, o la del general Pedro de Rojas y Ace-vedo y su muj er Mara de la V ega, quienes po -sean un gran casern de catorce habitaciones,techado m ayo rm en te co n tejas. Durante el si-gl o X V I I no hubo en la arquitectura domsticadiversificacin fu n c io n al ; el aumento de esca-la no implicaba el agregado de funciones sinola extensin de las mismas a ms locales. Losesp ac io s in ter io res b s ico s y m u l t i fu n c io n a-les eran la sala y el apo sento , a los que se agre-gaban la cocina ( v . ) , el bao ( v . ) y u n patio, corral

    y trascorral, y en las casas de mayor escala,cochera. L as viviendas sencillas estaban puestas por un aposento, una sala, cocina r ra l cercado (Man u el de vila, 1612, M aAn to n io , 1620, tena tambin un patio ytahona, Pedro de Rojas, 1632). El patio a vfalta en estos primeros c asos en los que sodispone de unos pocos cuartos, pero parecebable que la construccin paulatina los fconfigurando en las cas as de las familias ecen so . L as casas g ran des so l an ten er inp o rada a l a co n s t ru cc i n tiendas para aler. Estos locales daban a l a calle y a menudcom ponan de dos mbitos: el interno, quecionaba com o depsito y eventualmente cvivienda; as o cu rr a en la c a s a de F ran cJ i jn o en la de In s lvarez (1638), d o nla vivienda se anexaba un a tienda, trastiy cocinilla, o en la de Francisco Gonzlecheco, un cuarto c o n diferente puerta a ll le, donde haba un billar. El planteo no dim u ch o del que sera comn el siglo prxlocales o departamentos a la calle y los aposy salas de la familia abiertos al patio interique se acceda por un zagun. Podan teneo m s patios, de los que el primero er a o cdo por la familia, el segundo dedicado a scios y vivienda de la servidumbre y el tersi lo haba, a depsitos y cabal leriza. A vaparecen algunos cuartos accesorios, parlarmente tahonas molinos destinados abricacin de harina para pan y, curiosate , to r rec i l l as en las esq u in as , co m o resanacrnico de las fortificaciones medievaldetal le parece apuntar a una mental ida

    Diccionano de Arquitectura en la Arge

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    norial desfasada de la modesta realidad del em-plazamiento. La casa de zagun y patio rodea-do de habitaciones y salas de uso familiar, y d euna escala significativa, versin local de la ca-sa noble espaola, existi tempranamente enlas ciudades argentinas. Para tomar un ejem-plo en e l norte d el territorio, el alarife Alonsode la Plaza construy casas solariegas en losprimeros aos de la fundacin de Jujuy . Al-gunas familias tenan casas de recreo en lasafueras de la traza urbana. U n caso excepcio-nal en Buenos Aires fue la quinta (v . ) que, con-tra las disposiciones, edific en el Retiro el go-bernador Robles a fines del siglo X V I I y queluego qued a nombre de Miguel de Riglos. Te -na 39 habitaciones, 3 salas, 12 escaleras conbalaustres, 51 puertas y ventanas con rejas dehierro, adems de alacenas, stano y depen-dencias, y un suntuoso equipamiento d e mue-bles y obras de arte.Estas casonas, construidas para uso d e laslites locales, constituyen uno de los prototi-pos arquitectnicos de la vivienda colonial. Tan-to sus caractersticas formales , como el nude-amiento familiar-servil al que servan de escenay la s ideas implcitas l igadas a un tipo de or-denam iento social estame ntario y nobiliario,han fun dad o una visin arquetpica que se ex-presa en la denom inacin de "casa solariega"con que se las designa y que alude no a carac-tersticas arquitectnicas sino al concepto desoium, soporte o fundamento l igado a la ideade linaje. Sin embargo, sera incorrecto pen-sar que este t ipo de casas constituy el con-junto de la arquitectura domstica urbana co -lonia l . E s tas mansiones de muros de t ierraconvivan con casas sencillas que sin d uda con-formaron un porcentaje amplio de la ediliciacolonial. Por o tra parte, la casona aparece yaen el siglo X V I I , y tambin en el siguiente, com-binada con partidos multifuncionales que im-plican una hibridacin en el concepto mismo,aunque comn en la tradicin americana. Fi-nalmente, la s ciudades coloniales presentanirregularidades en el cubrimiento de la traza yterrenos con viviendas provisorias, ranchos ( v . )e incluso tiendas de cueros con funciones devivienda, adems de las casillas que aparecenconsignadas e n documentos d e Bu e n o s A i-res a metros de la plaza mayor todava en la se-gunda mitad de l siglo X V I I I . Sin duda la visinromntica de la casona espaciosa con su patioflorecido y la huerta co n frutales, qu e dej en -tre otros Acrete de Biscay, debe entendersecomo un a visin parcial de una ciudad dondetambin abundaban la s taperas, lo s ranchos,la s casillas. Esta heterogeneidad manif ies ta

    el desigual acceso a la riqueza y la convivenciade marcos culturales diversos en un contextourbano en el que sobre la estructura g eneral delloteo y e l reparto original de tierras, la actividadparticular fue la rectora de l quehacer arquitec-tnico domstico, sujeto a una reglamentacinpoco sistemtica y no muy obs ervada.

    Las misiones jesuticas. Las misiones de losjesutas, en cambio, representaban la sujecindel conjunto a principios rectores implemen-tados eficazmente. E l espritu de la organiza-cin urbanstica y la regularidad de las vivien-da s nos habla de una comunidad pensada comoun todo homogneo y de una accin social cen-tralmente dirigida. La ductilidad con que se for-j el trnsito d e un s istema a otro habla de laconcepcin con que la Com paa man ej lasdistancias culturales, como lo prueba el he-cho de que todava en el siglo X V I I I subsistancasas m ultifamiliares. La vivienda guaran con-sista en cuatro o seis casas s olas o chozas, dis-persas en montes, sierras y valles, algunas dehasta 200 pies de largo (66 m ) , por lo que de-be relativizarse el concepto empleado por los

    > HACIENDA DE TUMBAYA, EN JUJUY.

    misioneros ante un tipo d e construccin v er-ncula, pero no necesariamente elemental. Unadescripcin de 1620 informa que estaban ar-madas encima de buenos horcones cubiertosde paja; la casa no tena divisin alguna. Cadahorcn constitua una unidad habitada por dosfamilias, una d e cada lado, con el fogn en me-dio, y dorman en hamacas. Las instruccionesoriginales de D iego de Torres de 1609 para or-den ar los pueblos a la espaola, con sus callesy cuadras, dando una cuadra a cuatro indios,un solar a cada uno con su correspondiente h or-tezuela, con sus lmites d eterminad os y su cer-ca, debieron ser abandonadas, adoptando encambio el partido indgena de la ogjekutu, o ca-sa comn, aunque dividida con tabiques en bs-queda de un balance entre la tradicin comu-nitaria guaran y l a vida unifamiliar europea.El paso de la viviend a colectiva a la tira seg-mentada, al mismo tiempo que mantena e n la

    configuracin global el carcter de l edificio ni-co , lo cortaba interiormente obligando a la vi-da ntima y al abandono de la poligamia, peropermitiendo la continuidad del sistema de fa-milia e xtensa guaran en las actividades des-arrolladas en las galeras, dond e las mujeres hi-l aban, coc inaban y pasaban par te del darecupe rando as aspectos de la antigua vida comuni ta r ia . Se usaban en parte las tcnicas ymateriales locales, y fueron los indios los encargados de llevar adelante la tarea e dificatoriadesde el comienzo (v.Misiones jesuticas).

    Los mbitos rurales. En las zonas ms ricasdel pas, como el NO, la vivienda en contextosrurales se desarrolla entre dos extremos: las casas de hacienda y las viviendas de peones, esclavos o indios encomendados. La primera consista en complejos que abarcaban las mismaviviendas, capilla do mstica y construccionede servicio o galpones. La vivienda m s importante del NO fue la del Marqus de Tojo, JuanJos Campero. Estaba organizada en torno dvarios patios. Al primero se acceda a travde la puerta principa l, que tena a su lado unaposento con puerta independiente a la calleDaban a l una sala, una cuadra y un aposento de vivienda con puertas. La vivienda de l Marqus tena una sala principal con dos alcobasuna cuadra con una alcoba, un aposento con ualto aventanado con una sala contigua y dos despensas. En el segundo patio haba dos cuartopara criados, cocina, amas ijo y corrales con docuartos. En los patios interiores, un cuarto copuerta en arco, que era la biblioteca, y varios almacenes de trigo, maz y charqui, ms dos corrales grandes cercados de pircas. La viviendprincipal haca plazuela alreded or y espaldas dla iglesia, y afuera haba una acera de casas y almacenes que hacan cuadro. En esta acera sdispona una serie de cuartos dond e vivan familiares, empleados y el capelln, haba depsitos, una cochera y un almacn con puerta a lcalle que se inclua en la casa principal. Desdel punto de vista tipolgico, este co mple jo habitacional-laboral se vincula con los cortijos espaoles, con su ordenamiento funcional anlogo y formalmente estructurado en un enlacms o menos asistemtico de tiras de localespatios. El enlace de scripto no coincide con esencillo partido de patio central actual, que seguramente es posterior. En oposicin a la casa de l marqus, se hallaba la ranchera de la gente. En los pueblos de la encomienda, laviviendas de los indios m antuvieron la tradicide l adobe y el techo de torta. Segn las pocadescripciones, se trataba de simples cuartos cofogn externo, usualrnente vinculados por un

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    co colespecie de patio abierto que funcionaba comoespacio integrador, cercado con pircas, murode piedras de la zona, caractersticos en la deli-mitacin de los terrenos y canchas de origenprecolombino. El cuadro general presenta unabanico variado de propuestas, desde la gran ca-sa de hacienda a la ranchera y a las humildesviviendas de los encomendados, pasando porhaciendas ms sencillas, casas medianas paraempleados medios y habitaciones. Los mate-riales y las tcnicas, el adobe, la pirca, la tortade barro y el tumbadillo, uniforman el conjun-to. Ladiferencia estribaba en la escala, en la dis-posicin sistematizada por los patios y en elequipamiento interior, que variaba entre el mun-do casi sin objetos del indio y el lujo de las te-las, obras de arte y alhajas qu e expresaban la ca-lidad social en los mbitos espaoles ricos. Enel centro y el sur del pas, las casas de estanciao de chacra fueron construcciones ms senci-llas. En la campaa de Buenos Aires tenan sa-la y uno o dos aposentos hechos de tapia oado-bes, caas y cueros, y estaban techadas con paja.Algunas tenan puertas y ventanas, lo que seconsignaba explcitamente en los inventariostestamntales. Aveces los aposentos se usabancomo galpones y pocas tenan pozo de agua ycorrales. En algunas se mencionan viviendaspara esclavos y servidumbre. Las sementerasestaban protegidas por tapias de caa o palosunidos por cueros o directamente por cueroscon una zanja al lado. La viviendade campo enla zona bonaerense dist de ser lujosa, limi-tndose a construcciones capaces de servir pa-ra las necesidades elementales. En general lavivienda rural sigui un curso ligado a los ma-teriales disponibles y a l desarrollo de tcnicaslocales. Mientras que en el Litoral y la llanurapredomin la construccin de tapia o quinchacon uso de madera, tierra y techo de caas y pa-ja, en el Noroeste las casas continuaron em-pleando adobes, pircas y techos de torta, y enlas misiones jesuticas se usaron los horconesde la tradicin guaran como soporte estructu-ral bsico de la casa, que se cubra con palmas.A partir de 1610, y durante todo el siglo X V I I ,se escalonan en Crdoba las fundaciones de es-tancias jesuticas, pero poco o nada ha subsis-tido de ese perodo.1.5. Arquitecturaoficial y militar.Lo s cabildos.Como organizacin poltica de la ciudad for-maron parte consustancial de las fundacionesy tuvieron sede en los edificios homnimos.Generalmente incluan tambin la crcel, queno pasaba de un calabozo medianamentece-rrado. Un cabildo se edific tempranamente en

    Santa Fe la Vie ja (1590), y el de Crdoba secomenz a construir desde la fundacin de laciudad. Tena dos pisos de calicanto y ladrillos,sala de sesiones que daba a la plaza con arcossobre pilares, balcones, enladrillado y tejas. Elcabildo y crcel de Buenos Aires recin se ha-ba comenzado a edificar. En la dcada del trein-ta se empez otro edificio con portales de ar-cadas y una torre en cada extremo. Estosprimeros edificios sientan ya la tipologa con-sistente en una sala capitular y otros aposentos,prtico provisto de arcadasy balcones desde losque el cuerpo poda manifestarse a la plaza.Es-te tipo de construccin de arqueras rsticasformando un prtico subsiste en el cabildo deRinconada, en la puna de Ju juy, primer asen-tamiento espaol en la provincia. El edificio, re-edificado parcialmente, pero manteniendo laestructura tipolgica, muestra arcos de mediopunto sobre gruesos pilares con imposta queforman un prtico al que dan las salas, cubier-tas por el techo a dos aguas (ahora de tejas) quese proyecta sobre el mismo (v . C a b i l d o ) .Los hospitales. El Teniente General Loren-zo Surez de Figueroa fund el 8 de febrero de1576 el primer hospital de Crdoba (Santa Eu -lalia). En 1638, bajo el patronazgo de l Cabil-do , funcionaba en la esquina de las calles En-tre Ros y Obispo Salguero y dej de prestarservicios en 1646. En la ciudad de BuenosAi-res, Ru y Gmez de vila recibi en 1605 el en-cargo del Cabildo para hacer las casas del hos-pital. Era una ermita de la advocacin deCopacabana (1611), la cual tena anexo un pe-queo hospital que se mantena con las limos-nas de los portugueses. Tena entonces unospocos aposentos que haban cado en el aban-dono cuando se suspendi el comercio con losportugueses (1640). Martnez de Salazar fu etambin su reconstructor. Levant un conjun-to complejo estructurado en torno de tres pa-tios: el primero en el acceso, el segundo conla cocina, el refectorio, la oficina, dos pozos condos pilas de agua y tres lados de galera, y el ter-cero lindante con la iglesia, luego del cual sedisponan huerta, cementerio y una galeraso-br e columnas de madera. El complejo, forma-do por locales alargados (entre 10 y 25 varas delargo por 5 a 8 de ancho) sugiere falta de re-gularidad en las medidas y la disposicin, peroera una construccin de cierta escala, techadacon tejas y en buen estado. Pese el esfuerzo deesta edificacin, no tuvo rditos prcticos,yaque nunca se consiguieron los fondos para fi-nanciar el funcionamiento ni el personal m-dico. Convertido en Beatero en 1692, en 1702se mand desocupar y trasladar de all a los en-

    fermos. En Salta, se construy en 1582-1583 laErmita de San Bernardoy e n 1586 el Cabildoresolvi edificar a su lado un hospital, si bienno estuvo concluido hasta el siglo XVI I I . Igual-mente en Ju juy en 1640 el capitn Buenrostrodon dinero "para edificar pegadas a la ermitadel seor San Roque casas y aposentos para ha -cer un hospital con su cercay corraly sitio, puer-tas y cerraduras [...] y edifiqu un cuarto [...] arri-mado a la pared de la dicha ermita y abr puertaen el dicho cuarto en derecho al altar mayor pa-ra que los enfermos oigan misa, que todo louno y lo otro est cubierto co n teja". Esta des-cripcin nos da una idea de la escala de estoshospitales de provincia, ms bien algunos cuar-tos con una capilla a la vista. El criterio de te-ner el altar accesible desde las camas planteaen versin modesta la funcin buscada en granescala en el partido en cruz con capilla central,caracterstica de los hospitales espaoles. Sinembargo, ni en estas pequeas enfermeras nien la ms compleja y vasta edificacin porte-a parece haber existido un partido especfico,sino un simple eslabonamiento de locales debloques longitudinales con cubierta de made-ra intercomunicados por patios y pasadizos.

    Obras pblicas. Desde las fundaciones y alo largo del siglo XVI I se inician tambin en va-rias ciudades algunas obras de servicio dirigi-das a proveer de sitio adecuado a la tarea delabasto (Buenos Aires, matadero municipal, L -zaro Quinteros y Diego Lpez, 1615), al mane-jo hidrulico o el cruce de los ros (Mendoza,puente, Marcos Hernndez, 1602). Fue en Cr-doba donde las obras pblicas tuvieron mayordesarrollo. En 1589, el Cabildo pretende formarun a Alameda ( v . ) . Siguiendo el modelo sevilla-no, los paseos haban aparecido en las capita-les virreinales, pero la idea de implantar unsitio de recreacin en nuestros modestos villo-rrios a fines del siglo X V I resulta llamativapa-ra la poca. El calicanto o muralln se inici en1629 con el fin de detener las inundaciones yen 1646 el Cabildo plane construir un diquecon un canal capaz de abastecer la ciudad deagua potable, obra que se realiz con esclavosaportados por las estancias de la Compaa deJess. En Alta Gracia se conserva quizs el ni-co dique del perodo colonial de la Argentina,construido por los jesuitas , como parte de unsistema hidrulico para riego que culmina conel tajamar y el molino.Los colegios. Lafundacin de institutos deenseanza fue comn y estuvo a cargo de losregulares, particularmente la Compaa de Je-ss, que erigi en Crdoba el Colegio Mximo(hoy rectorado de la Universidady Colegio de

    Diccionario deArquitectura en la Argentina

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    Montser ra t ) , f un dado en 1610, mientras qu eel Seminario se fund en 1613, pero al pocotiempo este ltimo desapareci. El edificio dela Universidad fue ampliado y modificado en -tre 1684 y 1689, derribando algo de lo hecho.Era un com plejo desarrollado a lo largo de dosmanzanas, que comprenda adems rancheray tal leres. Exista tambin desde 1687 el Co-legio Convictorio de Mo nserrat (sobre la calleCaseros, ahora Museo Sa n Alberto), traslada-do en 1772 a su actual emplazamiento. El Co-legio M ximo, modificado, presenta la estruc-tura claustral tpica, en la que algunas de lashabitaciones estn destinada s a aulas y la granmayora a aposentos o cuartos para colegialesy mae stros. Por otra parte, estos colegios je-suticos estaban sostenidos por una estructu-ra comercial-productiva que aseguraba el fi-nanciamiento y la independencia, asentada enun con jun to de estancias qu e comenzaron aorganizarse a lo largo de l siglo X V I I y que enel X V I I I const i tuyeron verdaderos enclavesagropecuarios con esclavos negros e indios con-chabados como trabajadores, en los que se ge-neraron complejos arquitectnicos de inters.Las obras mil itares fue ron escasas en el si-glo X V I I . La primera fortificacin se debe a laentrada de Se bastin Gaboto en 1527, quien ao r i ll as del Ca rcara construy sobre l a ba-rranca el fuerte de Sancti Spiritus con dos to-rreones y una edificacin de tapia y paja qu eserva de cuartel, circundado por un foso co nempalizada. Tambin Crdoba tuvo fuerte ape-nas se fund. Cuando se decidi trasladar su

    1" 1m1

    lli1===i1> CASA GAONA, BUENOS AIRES, SIGLO XVIII.

    emplazamiento en 1577, se abandon, aunquesu s construcciones permanecieron po r algu-nos aos. Pero el punto fundamental del asen-tamiento espaol en la regin era el que ocu-para la ciudad de B ueno s Aires, en la boca delestuario, fundada con propsi tos defensivos.La Re a l Fortaleza de San Juan (Anton io To-ms, Hernandar ias , 1607) no pas de un re-cin to cuadra do rodeado de tapias con un fo-so que se inund aba . El gobe rnad or Dvilaencar un a segunda construccin en la dca-da de 1630. Tena planta cuadrada, de 112 piesde frente, rodeada por un foso de 40 pies deancho y cuatro baluartes dispuestos en los n-gulos. Martnez de Salazar levant un nuevoedificio durante su gobierno (1663-1674), apro-vechando eleme ntos de la construccin de D-vila. La obra se inici en 1667 y tuvo un cos-to total de $ 54.123. Se construy una sala dearmas, la Real Conta dura, cuarteles, almace-nes, tahona, herrera, crcel, caballeriza, hor-

    -*- fIT T FACHADA DE LA CASA DE JUAN VIDELA, BUENOS AIRES, SEGUNDA MITAD DE L SIGLO XVII I .

    nos y si lo para alojamientos y vverelo s locales, salas y galeras estaban codos por tapias y cubierta de par y nudparedes, enlucidas y blanqueadas , ydos eran de ladrillos. Sobre la puertase dispusieron la s armas reales traciudad de Crdoba y una imagen delSan M iguel , tal lada por el portugusCoyto. Simultneamente se mejora rnos baluartes y se renovaron los delparejando la barranca.En Buenos Aires, la arquitectura ena durante el gobierno de Martnez deLa catedral , el hospital y el fuerte, corneos con el establecimiento de la trAudiencia de Bue nos Aires, cambiante r elemental de las obras anterioresdral no ser definitiva, el hospital nohasta 1702 y el fuerte es tar sujeto atransfo rmaciones , pero son un prolde l desarro l lo futu ro de la ciudad eX V I I I . Poco a poco Buenos Aires paratrs la ciudad de t ierra y encaminarsciudad capital. Lo mism o sucede en eLas obras pblicas cordobesas, la iglecolegios de la Compaa de Crdobaplo franciscano de Santa Fe, son ejela t ransfo rmacin , pero tambin entectura rural muchas de las sencillas iencomienda alcanzan, sin abandonartipolgico, un rango diferente. La iglessario de Cochinoca, enmadera da con de Yavi , con sus retablos elaboradodos en 1690, constituyen ejemplos debio. En las misiones se pasa a la conctipologas constructivas y estructurastamiento qu e implican un a experieny cultural novedosa.2. EL SIGLO XVIII.2.1. Las nuevas condiciones ediliciapacio urba no . E l siglo X V I I I presenn o rama camb i an te , con crecimiengrfico sostenido en Buenos Aires, Salta y Men do z a . En Buenos Ai res ,de poblado de bohos o chozas fue aen lo relativo al aspe cto constructivo.l le insegura y polvorienta para el tpas a la acera de ladrillo; de la l nconstrucciones hechas capr ichosamcanz la regulacin de las mismas; dros de adobe a los de ladrillo; y de labr e pajiza a la vistosa teja. A s u tiempola azotea, la casa de dos plantas, la rey lo s balcones. El progreso edilicio arejo con el crecimiento dem ogrficarrollo de la riqueza y la reforma po

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    co l co lcuanto a los materiales, el ladrillo y l a teja va nga na ndo prota gonis m o en una situacin eco -nmica ms prsp era. El ladril lo permite laco nstrucc in de c ubiertas planas, las clebresazoteas carac tersticas de la segunda mitad delsiglo. E n 1729 haba en Buenos Aires sesentah o r n o s de tejas y ladril lo, el empleo de cal erafrecuente ta nto pa ra m orte ros y revoques c o -m o pa ra a s ie nto de v igas , c o n l o que m e j o rla durabilidad de los sistemas constructivos.L as b v e d a s y las c p u l a s de ladril lo se ha-c en comunes en la arquitectura ec lesistica,aunque algunas muestren an la inseguridaddel comienzo, y en la segunda mitad del siglolo s pisos de baldosas en lo s interiores y las lo -sas en las veredas reemplazan al enladrillado.Lo s revoques pueden se r a hora de cal, pero ele m bos ta do t ra dic iona l s e s igue us a ndo. E nla vivienda, tanto el equipamiento (pianos, cla-ves, relojes, muebles trado s de Brasil o de ori-gen ingls) co mo la variedad de los lo cales l le-van a un c o n c e p t o de f u n c i o n a l i d a d mselaborado, en el que un c o nfort creciente o c u -pa el antiguo sentido del l u j o . En las ltimasdcadas de la Colonia, las paredes se empa-pelan, y la mesa y l o s sil lones reemplazan alestrado tradicional, prefigurando la escena del o que ser en el s iglo X IX la nueva urbani-tas republicana de las lites criollas. L as a z o -teas y las rejas v ol a da s son e l smbolo de estanueva concepcin de la casa, ya no introver-tida, sin ventanas a l a calle, sino abierta al di-l o g o co n la cal le, en un paralelo a lo que ocu-rra c o n l o s paseos y l os cafs, donde aparecela tendencia en el espacio pblico a formas desociabil idad ms espontneas.

    H ay tambin mayo r cantidad de pro fesio-nales actuando en la ciudad, algunos de el loscalificados. Esto es particularmente evidente enla s obras pblicas y en la arquitectura religio-sa, donde o peran lo s arquitectos jesutas, los in-genieros militares y tambin particulares conbue na f o rm a c in, c o m o Antonio M a s el l a (v.).Un tercer aspecto que mo difica la produc cinarquitectnica a fines del siglo son lo s c ambiosprescriptos en la no rmatividad edil icia, en lacue se introducen dos modificaciones sustan-ciales: l a a dopc in de una perspectiva acad-~:ca ligada de l Ne oc l a s ic is m o (v.) en relacin;:r. el desarrollo de la poltica bo rbnica y la vo-luntad de que las reglamentaciones tuvierancmnplimiento efectivo , debida a l a asuncin deunrol activo del Estado a travs del estableci-miento de las intendencias. El primer aspectoouna incidencia cualitativa, en tanto las exi-gencias salieron de la esfera puramente prag-

    verif icacin de m e ns ura y c o n t r o l

    > FACHADA PRINCIPAL DE LA ESTANCIA DE ALTA GRACIA EN CRDOBA: UN EJEMPLO DE LA ARQUITECTURA BARROCA.

    de perjuicio s en que se haba mantenido la re-gulacin edilicia en el siglo anterior, para sen-tar requerimientos ligados a l a regularidad y elorden clsicos. El primer antecedente fue la Re-presentacin hecha al virrey Juan Jos de Vr-tiz y Salcedo, el 6 de febrero 1780, por el bri-gadier e ingeniero portugus Custodio de Say Fara ( v . ) , arribado c omo prisionero de Ceva-l l os y afincado en la ciudad. En ella se consig-na: "el celo del bien pblico y el decoro y ador-no de esta Capital . Necesita en el la de una

    >-IGLESIA E INSTALACIONES DE LA ESTANCIA DE ALTA GRACIA.

    providencia eficaz respecto de sus edificiosser ejecutados estos hasta el presente sin allas reglas que ensea la Arquitectura Civil,se ve que ni la proporcin de sus partes pectivas, ni la Simetra, de sus Pro specto s,merecido la menor atencin para hermosla". La s recomendaciones de erigir edificio s"planos y pros pe c tos " pre se nta dos a la Setara de Cmara del Virrey tienen antecedeen la Carta Circular Real que orde na ba o b i s p o s y a r z o b i s p o s de la Pennsula lasentacin de planos, alzados y perfiles en laal Ac ademia de San Fernand o . Vrtiz dictesta perspectiva una Ordenanza (23.11.1Es e ao el intendente de Paula Sanz maba que se pusieran las ordenanzas en vicia y se nombraran alarifes oficiales del Cdo , a cuya inspeccin quedaron sujetas las opo r realizarse (Juan Bautista Masel la (v.) ydro Preciado ( v . ) ) . Ninguna o bra poda inise sin expresa licencia del Gobierno; y debdirse por un M e m oria l , a n o m b r e del midueo de la posesin y acompaado de unno y perspectiva de la obra po r realizarse.nueva relacin entre el espacio pblico y evado, tanto en lo fsico c om o e n lo c o nc e pse pona en m a rc ha en el Ro de la Plata,gida a revaluar el bien pblico ante la inicva privada y a dota r a la ciudad de determdas caractersticas formales. L a mencinhermosura y grandiosidad correspondienuna ciudad en contexto implica la definidel espacio urbano en relacin co n valoresblico s y plsticos (ornamento, lustre y as

    Diccionano de Arquitectura en la Argen

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    . LA FACHADA PRINCIPAL DE LA IGLESIA DE CASABINDO EN LA PROVINCIA DE JUJUY.

    to de la ciudad, as en las obras pblicas cornoen las privadas), representativos de la magnifi-cencia del Estado, al tiempo que se fomentabannuevas prcticas sociales.

    Las misiones jesuticas evolucionaron en elsiglo X V I I I hacia un modelo ms sistemtico.No podemos afirmar qu e haya sido el esquemarector, pues criterios de ordenamiento simila-res existan ya en algunas de las misiones, co-rno las de Yapey y San Miguel, pero el plan-teo del padre Antonio Sepp ( v . ) para Sa n JuanBautista, de 1697, coincide con el urbanismomisionero desarrollado en la reestructuracinde los pueblos: "m i primera atencin fue esco-ger terreno para la fbrica de la iglesia y para lacasa del misionero. Desde all tir algunas l-neas paralelas que haban de ser otras tantascalles, sobre las cuales se haban de edificar lascasas para las diversas familias, de manera quela iglesia fuese corno el centro de todo el pue-blo o el trmino de todas las calles". Sepp ima-gina que la plaza sera el centro de donde par-tiran "calles paralelas igualmente dispuestasde un lado y otro [...], cercada como en anfite-atro por las casas de los indgenas, separadasunas de otras en buen orden". Los resultadosde la programacin urbana misionera en elsiglo X V I I I coinciden con la descripcin deSepp. La disposicin con un lado invariante,que opera como ncleo generador del pueblo atravs del espacio de la plaza, es caractersticade los pueblos jesuticos reordenados en el pe-rodo. Un eje procesional lleva de la entrada del

    pueblo al centro monumental, pasando por laplaza y dividiendo simtricamente las tiras devivienda, mientras qu e otro ej e transversal se -para el espacio sagrado de la zona secular (pla-za y viviendas). L a iglesia era el nico acentomonumental y vertical, y contrastaba con la ho-rizontalidad y la homogeneidad de las casas, re-presentando la estructura de valores que tieneen el conjunto religioso el marco de la escenacotidiana desarrollada en la plaza, hacia la quemiraban las casas, como en anfiteatro.2.2. La Arquitectura Religiosa. Las catedrales.La arquitectura religiosa en el siglo X V I I I tie-ne un despegue muy importante respecto dela produccin del X V I I . Si en l haba solo al-gunos ejemplos destacables, ahora hay unagran variedad de obras de calidad en diferen-tes contextos; los tres elementos ms intere-santes de las catedrales del siglo anterior, lasfachadas de Buenos Aires y Crdoba, y la c-pula de esta ltima, se levantan entonces. Enambos casos es representativa de la marcha dela sociedad y de la cultura rioplatense, la dis-tancia entre las plantas, ligadas a la concepcinmudejar en sus proporciones y a cierta falta deproyectacin general o de sistematicidad en laarticulacin de sus partes y las fachadas, ela-boradas desde un horizonte acadmico en suselementos compositivos. L a participacin deBlanqui ( v . ) en ambas parece aportar un aireulico a las pragmticas realizaciones de l sigloanterior, y aun la tensin entre la profusin de

    elementos en los cuerpos superioresrres de la fachada cordobesa y la austela portada del jesuta, ilustra el particdo de integracin de estos elementosles en la diacrona de la Arquitectunial americana. El proceso comprendelas reedificaciones de las iglesias convde la ciudad de Buenos Aires, el consutico misionero, las estancias jesutdobesas, iglesias conventuales y caen las ciudades del interior y, aun enno rural y de encomienda, iglesias quca n nuevos conceptos y tcnicas.

    La fachada de la Catedral de Buense haba comenzado acompaando lacacin de Ascona Imberto en el sigEl proyecto inconcluso (ver siglo X V I I )arcos subsumidos entre las pilastras,duras de l entablamento formando ella decoracin suspendida sobre mnla clave de los arcos de las torres presenlenguaje coherente pero poco acadmno con la planta qu e deba antecedefactura del siglo X V I I I , que tom enlo s elementos del planteo anterior, cocoincide en disposicin y nmero den el cuerpo bajo, aunque no en sus mimplica la aparicin de un discurso caPertenece al arquitecto jesuta Andrs Bquien al prtico de arquera de pilasbre pedestales unificado superpuso urenacenti sta con pares de resa ltes, acuadrado y frontn recto qu e recuerdlucin empleada por Alberti en SantNovella, que ser comn en el discurgido por Serlio. En lugar de volutas, vincula los dos cuerpos co n curvas ampnaves laterales eran de cubierta planatanto no haba que enmascarar la cad

    . CATEDRAL DE BUENOS AIRES, PROYECTO DE A. B

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    c o l c o ltechos). Las torres so n llevadas a tres cuerpospero man tienen, ms estilizadas, algo del ca-rcter original, particularmente lo s resaltes,mientras que en el r e m a te las cpulas se-miesfricas son reemp lazadas por chapitelescorbelados. El cuerpo central de esta fachada,terminada poco antes de 1730 y demolida en1778, seala la irrupcin de l d iscurso rena-centista italiano, adaptado a la sencillez de losmateriales y artfices disponibles, pero alejadode l pragmatismo y de la estricta funcionalidadqu e caracteriz la arquitectura de la centuriaanterior. La fachada de Blanqui conf i rma elcambio de m odelo hacia el que ser comn enlas iglesias conventuales. Su obra en Crdo-ba se desarroll en el complejo jesutico y enla Catedral. En 1729, lo s pilares se haban re -hecho, seguramente con la colaboracin de Pri-moli (v.),cuyos contrafuertes en la iglesia deTrinidad son idnticos a los de la obra cordo-besa. Blanqui se hace cargo de las obras des-pus de esa fecha, trabajando en e l prtico, lasbvedas del presbiterio y el crucero y la sacrista.Pero su sello es sin duda la fachada de l primercuerpo. Un prtico con gran arco flanqueadopor pilastras toscanas con nichos superpues-tos y frontn recto, su esquema caractersticode raz albertiana tratado aqu del modo msprximo al modelo, ya que el retiro de l coro yde su venta na permite a Blanqui desplegar unarco gigante y seguir fielmente el esquema deSa n Andrs de Man tua. Pese a la sencillez dela versin cordobesa, el prtico, que se com-pleta con otros dos arcos menores en la basede las torres, presenta un a fachada clsica dig-na y novedosa en su medio. El desarrollo delo s dos cuerpos de las torres te rminadas en1770 por el alarife Jo s Rodrguez co n decora-cin profusa contrasta con la despojada auste-ridad del prtico. Lacpula, el elemento mssignificativo d el conjunto, fu e construida po rVicente M uoz (v.) co n colaboracin de J u a nBautista Pardo poco despus de 1750, luego dela muerte de Blanqui. La catedral de Crdobaejemplifica varias de las caractersticas com u-nes en los procesos edificatorios americanos:la continuidad de la construccin en el tiem-po, que termina co nfigurando una obra hechade fragmentos unificados; lo s cambios de pla-nes en los proyectos con la incmoda adapta-cin de lo ya hecho a los nuevos objetivos; eluso de modelos prestigiosos en contextos deescasos recursos. En este sentido, la relacincon la fachada de San Andrs es paradigm-tica del proceso de apropia cin: se repite en1738 un a composicin de 1460, reemplazan-do los pedestales por un banco unificado y las

    pilastras corintias por toscanas; el orden me-nor ha desapare cido y en lugar de su entabla-mento hay una imposta, los frisos han perdi-do su decoracin y la rosca del arco elmoldurado, a ms del cambio de escala. En }u-juy, la Catedral tenia un a fachada nica que se-gua el modelo de las iglesias altoperuanas concubierta de madera proyectada hacia el porche,como la de la Merced de Po tos. L a nave nicaes alargada, siguiendo la tipologa. La portada,demolida en 1885, mostraba un arco de mediopunto recuadrado con rosca moldurada sobrepilastras cajeadas, flanqueado por columnassobre pedestales y una especie de cenefa trilo-bulada muy heterodoxa en su perfil (cf. puer-ta principal de San Francisco de La Paz), quele daba aspecto mude jar, al igual que la pro-fusa decoracin en el friso y el cuerpo alto. Te-n a torre a u n lado, tambin reemplazada po rla axial actual. Se estren hacia 1765 y era elejemplo ms importante de la influencia mes-tiza altoperuana en nuestro territorio.

    Si Blanqui es el artfice de las obras msimportantes de la primera mitad de l siglo XVII Ien la ciudad de Buenos Aires, la segunda es -

    > PLANTA DE LA IGLESIA DEL PILAR EN BUENOS AIRES.

    t dominada por la figura del arquitecto Anio Masel la, saboyano ( p iamonts ) , l lampor el obispo Marcellano y Agram ont el perfecto en esta ciudad. Sus condiciones cdirector de obra parecen haber dejado qusear, pero su proyecto para la reedificade la Cate dral, luego del derrumbe delo seala como el arquitecto ms capaz drodo colonial en Buenos A ires. El diseotempla tres naves de cinco tramos con calaterales, crucero m s ancho y tres tramoforman un presbiterio profundo (en totpo r 82 m, sin el prtico). Estn cubiertacan y con lunetas qu e iluminan la navetral y las laterales, con alternancia de bvde arista y badas. El testero de las navesrales es recto, mien tras que el de la prines ligeramente ochavado. Las naves estparadas por pilares de planta cuadrada, rados con un p ar de pilastras corintias los que corren arcos de medio punto. En ecero se implanta la cpula ( fue preciso dlerla y rehac erla hacia 1770, apenas termda ) co n l in te rna y t a m b o r a v e n ta na dfachada qu e haba hecho Blanqu i para lasia anterior no se cay cuando se derrumedificio y sigui en funciones ha sta 177que se la demoli por su poca concordco n la s naves. El proyecto de hacer otraengendr el interesante diseo de Sa yno se llev a cabo, por lo que la iglesia qsin fach ada hasta que se levant el prticoclsico de Catel n (v.)en tiempos de Rvia. El efecto espacial es majestuoso y lable longitud de la planta armoniza con la asecuencia transversal de naves y capillamarc ha del can en altura, as como ubicacin de l crucero, qu e parte la navefuga vertical de la cpula. La s proporciolas crujas y de los miembros arquitectson consistentes, y solo el exceso de estuornamentacin agregada le s resta carc

    La arquitectura de las rdenes. La iglelos jesuitas, comenzada en 1712 y conclurededor de 1733, segn la planta confeccipor el arquitecto Jua n Kraus ( v . ) , de Bohes atpica en el conjunto porteo anterior aSigue el tipo de planta basilical de tres co n crucero: la principal est cubierta cn y las laterales, co n t ramos de aristavedas vidas, como las tribunas. La cpucrucero es extraa, con un tramo cilindrmodo de dubitativo tambor aventanado, inparcialmente en el exterior en una cajamtica, al modo de la de San FranciscoPaz. Las naves laterales tienen tribuna, hexcepcional en Buenos Aires. La fachada

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    tiene parentesco con algunas iglesias de Ba-viera, presenta tres arcos formando un prtico,grandes volutas esviadas junto al vano central,quiebres mixtilneos en la cornisa y un hastialy torres elevados. Los entablamentos de la fa-chada, las torres y el cuerpo exterior de la na-ve no coinciden, lo que ha hecho suponer qu etorre y portada so n anteriores a la nave. L asobras estuvieron a cargo de varios arquitectos,una vez muerto Kraus en 1714: Wolff ( v . ) , Blan-qui, Primoli y Weger (.), lo que explica las in-coherencias. La iglesia de los jesutas es parti-cular en la produccin arquitectnica colonialportea. Fue la prim era en tre las existentes enconcluirse y marca la escala que seguirn lasotras iglesias de la ciudad.

    La segunda etapa de construcciones reli-

    giosas durante la primera mitad del siglo enBuenos Aires est dada por un conjunto deobras que, con excepcin de los conventos delos dominicos y capuchinos, dan cuenta de to-das las iglesias conventuales de la ciudad. Re-presentan la actualizacin de la arquitecturade las rdenes a la