Coco del Mar es una zona de gran atractivo para residentes y extranjeros por su cercanía al océano Pacífico, su carácter eminentemente residencial y su proximi-dad al centro de la ciudad. Es un sector con una rica tradición e historia urbana, ubicado en el corregimiento de San Francisco, que privilegia la naturaleza tropical y marítima de Panamá.

En un penthouse de 600 metros cuadrados, cuyos interiores fueron diseñados por Mallol Arquitectos, se cumplen los sueños de una pareja que ha encontrado un sitio ideal para seguir construyendo su futuro y vivir su vida con un entorno natural y todas las ventajas que brinda una ciudad cosmopolita.

Diseñar los interiores de esta propiedad, en opinión de Mallol Arquitectos, ha sido el resultado de un tiempo fluido y reconfortante, producto de la comunión, quími-ca existente entre el cliente y el diseñador, desde un inicio, complementándose mutuamente.

La propuesta fue armonizar, integrar los espacios con los materiales puntualmen-te seleccionados y resolver con un riguroso acabado y trabajo de ingeniería la estética y funcionalidad, exigencias y desafíos del proyecto.

Tan pronto el visitante pone un pie en el lobby privado del penthouse y abre la puerta principal se encuentra con un largo pasillo con ambas paredes revestidas de materiales nobles, honestos, naturales, pero de una estética ambiciosa y ori-ginal. La pietra serena, que proviene del fondo del mar, reviste el ala izquierda del pasillo y le otorga esa solidez que convocan las superficies nítidas. A la mano derecha, el revestimiento de bambú no solo contrasta con la pietra serena, neu-tral, sino que brinda un elemento esencialmente tropical de naturaleza viva y una espléndida paz visual.

Estos dos materiales junto al mármol, el titanium y el leather, nos hablan de un lenguaje que enfatiza y privilegia un diseño limpio, que es el tono y ambiente de cada uno de los espacios de la propiedad. De un primer vistazo a la atmósfera espacial, sabemos que estamos ante una comunión de materiales escogidos con una clara intencionalidad de integrarlos y diferenciarlos sobre la base de una indi-vidualidad que respeta el conjunto y al mismo tiempo lo interpreta funcionalmente.

El acceso del gran pasillo comunica los sentidos con el mar, cuya presencia y sensación es visible desde que se comienza a recorrer el lugar, cuya extraordi-naria ubicación y trabajo armónico del diseño, lo convierten en un plus y permite

Coco del Mar

En las alturas de la bahía

DISEÑO: MALLOL ARQUITECTOS

TEXTO: ROLANDO GABRIELLIFOTOS: FERNANDO ALDA

Superficie: 600 m2

Diseño: Mallol ArquitectosEquipo de proyecto: Marietta Mallol, Patricia Díaz y Damaris SánchezIluminación: Grupo DL (Digital Lifestyle, Arquilux)Persianas: Decoraciones y Cortinas (Hunter Douglas)Mobiliario: Adisson House, Ligne RosetPisos y revestimientos: Artecasa, EurostoneCarpintería: Bamboo TouchVidrios y espejos: VagsaPiezas de arte y obras: Yaco García Arte latinoamericanoCONTINUA EN LA PAG. 115

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disfrutarlo desde distintos niveles. El pasillo conecta de inmediato con el área social y hacia la izquierda subiendo la escalera, con las habitaciones. Al ascender se accede asimismo a la sala familiar abierta con doble altura (2.70 metros), que permite disfrutar de una gran vista al mar. Todo este espacio de grandes ventanales, incluido el den familiar, terraza, y comedor, representan un lenguaje continuo y puede ser integrado si es necesario realizar una fiesta o alguna actividad social de envergadura. Dentro del carácter e individualidad de cada espacio, está también la posibilidad de fu-sionarlos para disfrutarlos en su conjunto, porque ese es uno de los principales recursos de este diseño.

El bambú es el material que prevalece y se destaca en la sala de la primera planta con un librero macizo de seis metros de altura, con una función doble, decorativa y social, en unión con el den de la segunda planta.

El diseño se trabajó en los detalles y armonización de los espa-cios, cuyas piezas van encajando como un rompecabezas, con sus diversas conexiones entre la planta baja y alta, donde existe una suerte de dependencia funcional a través de los muebles, que dividen y conectan los espacios. En una aparente simpleza, pure-za, que refleja el interior del apartamento, se cumple un trabajo muy acucioso en la escogencia de los materiales y preferencia del mobiliario, importado directamente de Italia, como de un riguroso y creativo oficio de ingeniería. Hay ingenio en las piezas que brin-dan un servicio como el bar, que es una barra de tres metros de largo de un granito llamado titanium, que parece estar suspendi-da en una punta de vidrio cuyo mueble de apoyo pasa sutilmente desapercibido. Sencillez y complejidad revelan su secreto interior, como el arte y esmero del diseño.

La cava de 270 botellas, bajo la escalera, es otro gran detalle, porque es un sistema a la medida individual donde las botellas son las protagonistas del espacio y no el mueble, sino el producto; ya que sobresalen como suspendidas, manufactura de lo estético y del placer.

Simpleza, elegancia, pero una gran complejidad, donde el espacio es el gran protagonista y los detalles agregan el encanto de lo esencialmente íntimo, particular, único. Los materiales fijos, piso y enchape por ejemplo, que recorren la casa, son un elemento sobresaliente y peculiar. La iluminación es una luz integral que no interrumpe la noche, más bien abre y acompaña los espacios.

Todo se ha resuelto de la mano de un diseño integrador con el más mínimo detalle.

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