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Arranca el telescopio gigante España no se ha sumado aún al proyecto. El observatorio europeo, de 40 metros de diámetro,
será el mayor del mundo y estará en Chile
Alicia Rivera Madrid 10 MAR 2013 - 21:34 CET5
Ilustración del futuro telescopio gigante europeo E-ELT, en el cerro Armazones (Chile).
/ ESO
Por fin se han juntado los 1.083 millones de euros, a invertir en 14 años, necesarios para
hacer realidad el mayor telescopio del mundo, el E-ELT. O casi. Los países del
Observatorio Europeo Austral (ESO) celebran mañana en Santiago de Chile una reunión
extraordinaria del Consejo de sus países miembros en la que está previsto dar el
pistoletazo de salida a la construcción de este gran proyecto, planeado desde hace unos
años, que debe conferir una posición privilegiada a la astronomía del viejo continente.
Ni siquiera EE UU tiene planes tan ambiciosos. El último impedimento para empezar a
andar, una vez completado el diseño de ingeniería y elegido el lugar (el desierto chileno
de Atacama), era la cuestión económica. Ahora se han comprometido ya 11 de los 14
países del ESO y están pendientes de la ratificación de Brasil como nuevo socio, lo que
debe permitir la completa financiación del E-ELT (siglas en inglés del Telescopio
Europeo Extremadamente Grande). Pero España no está entre los 11 participantes
confirmados del futuro observatorio. Tendría que pagar 40 millones de euros (en más de
una década) para estar dentro. Tampoco están Portugal ni Dinamarca, aunque parece
haber movimientos en ese último país.
Precisamente, pidiendo al Gobierno español que entre en la construcción del E-ELT se
han manifestado este fin de semana casi 300 personas, en su mayoría astrónomos, en
una carta abierta que recuerda que la ausencia en este proyecto supondrá “un retroceso
irrecuperable” para la ciencia y la industria españolas. La carta argumenta que “si
España no participa en la construcción del E-ELT, los investigadores, centros de I+D y
empresas españolas no podrán participar en las actividades del proyecto ni optar a los
contratos que el ESO otorgará para su construcción”. Y añade: “España, octava potencia
mundial en astronomía, es en estos momentos el único gran país europeo que no ha
suscrito el programa”.
La gran instalación será la estrella de la astronomía mundial
Un portavoz de la Secretaría de Estado de Investigación (Ministerio de Economía) dijo
ayer a EL PAÍS: “Seguimos sin una decisión definitiva. El compromiso es claro, se han
invertido ya muchos millones desde 2006, pero estamos estudiando cómo concretar
nuestra participación”. La cuota anual española al ESO es de 11 millones de euros.
Con casi 40 metros de diámetro, el E-ELT será el telescopio óptico e infrarrojo cercano
más grande del mundo, mucho mayor que los de la generación actual, que rondan los
ocho o diez metros, e incluso que los dos estadounidenses en proyecto: el Telescopio de
30 Metros, en Hawai, y el Telescopio Gigante Gemini (25 metros), en Chile.
“El E-ELT será la estrella de la astronomía mundial dentro de una década, con Europa
liderando la exploración del universo desde tierra”, comenta el astrónomo español
Xavier Barcons, presidente del Consejo del ESO. “Los países europeos, y España como
el que más, llevan una década preparando la ciencia que se hará con el E-ELT y
rompiendo barreras tecnológicas; ahora estamos listos para empezar a construirlo”.
El coste total del proyecto asciende a 1.083 millones de euros
Con ese gran ojo abierto al cielo, los astrónomos esperan poder observar planetas como
la Tierra en órbita de otras estrellas, acceder a los primeros objetos que se formaron en
el universo o estudiar la naturaleza y la distribución de la materia y la energía oscuras.
Será a partir de 2012.
Las cuentas del telescopio están ahora claras. Algo más de 300 millones saldrán del
presupuesto normal del ESO durante el período de construcción; el ingreso de Brasil
podrá suponer, al menos, 300 millones más y las contribuciones específicas de los
actuales países miembros para el E-ELT deben sumar 400 millones (aquí entran los 40
que España tendría que aportar para participar en el proyecto).
Además de la ciencia, también la industria española tiene intereses ya creados en el
proyecto, impulsados por sus trabajos en las fases previas de diseño y prototipos.
“España tiene un claro interés especialmente en la cúpula y en la estructura principal del
telescopio”, dice el ESO.
800 espejos en uno El espejo principal del telescopio gigante E-ELT, de 39,3 metros de diámetro, no será
una pieza única, sino que estará formado por 800 segmentos hexagonales de 1,4 metros
de diámetro máximo cada uno y solo medio centímetro de grosor. En total formarán una
superficie captadora de la luz de las estrellas de más de 1.100 metros cuadrados, frente a
los 74 metros del Gran Telescopio de Canarias, de 10,4 metros de diámetro. El futuro
observatorio europeo cubrirá un área del cielo de aproximadamente una décima parte
del tamaño de la luna llena.
“El telescopio tiene un innovador diseño de cinco espejos que incluye una óptica
adaptativa avanzada para corregir el efecto de las turbulencias atmosféricas y obtener
imágenes 15 veces más nítidas que las obtenidas por el telescopio espacial Hubble”,
aseguran los expertos del Observatorio Europeo Austral (ESO).
La estructura del telescopio pesará 3.000 toneladas, más 700 de los sistemas ópticos,
mecánicos y electrónicos que deben desplazarse suavemente y con gran precisión al
seguir los astros en el cielo. Es todo un reto de ingeniería que ha exigido años de trabajo
de decenas de científicos e ingenieros hasta poner a punto el diseño final.
Para su ubicación, la ESO, ha elegido el cerro Armazones, dadas las condiciones
óptimas del cielo allí. Con una altitud de 3.060 metros, el cerro está en la zona central
del desierto chileno de Atacama.
Los astrónomos piden al Gobierno que
España participe en el telescopio gigante La construcción del observatorio de 39 metros aporta grandes beneficios a la ciencia, pero
también a la industria, señalan los científicos en una carta abierta
Retos para un telescopio gigante
Alicia Rivera Madrid 9 MAR 2013 - 17:32 CET74
Más de 230 personas del mundo de la investigación, astrónomos en su inmensa
mayoría, reclaman al Gobierno en una carta abierta que España participe en el
telescopio gigante E-ELT, de 39 metros de diámetro, que será el mayor del mundo. Se
trata de un proyecto del Observatorio Europeo Austral (ESO), el telescopio estará listo
en la próxima década y será el mayor del mundo. España debe aportar 40 millones de
euros en 10 años (2012-2020) para incorporarse a este programa ya suscrito por casi
todos los países miembros de esa prestigiosa institución. El E-ELT estará ubicado en
Chile.
“El futuro de la Astronomía española pasa necesariamente por culminar nuestras
actividades dentro del ESO participando en la construcción del E-ELT. No incorporarse
ahora al proyecto supondría no solo un desperdicio del esfuerzo realizado hasta ahora
por España sino un retroceso irrecuperable”, argumenta la carta. Además, la
participación en el proyecto “vendrá acompañado de una apertura inmediata de la vía de
acceso de las industrias españolas a participar, con excelentes expectativas, en la puja
por contratos para la construcción de esta infraestructura, generando una importantísima
actividad económica en el sector de la I+D+i.
Los científicos recuerdan que el telescopio gigante será una herramienta fundamental
para investigar en astronomía y destacan algunos de sus objetivos: encontrar planetas
tipo Tierra alrededor de otras estrellas, resolver al población e estrellas en otras
galaxias, detectar la primera luz que produjeron los astros al principio de la historia del
universo o descifrar los enigmas de la materia y energía oscuras.
“Si España no participa en la construcción del E-ELT, los investigadores, centros de
I+D y empresas españolas no podrán participar en las actividades del proyecto ni optar a
los contratos que el ESO otorgará para la construcción. Con ello se habrá malgastado
una importante inversión pública y privada en actividades preparatorias durante la
última década, así como todo el talento invertido por los investigadores”, advierten los
firmantes de la carta.
En España también se hacen las cosas
bien El estudio PREDIMED sobre nutrición basada en la dieta mediterránea, de enorme impacto en la prensa internacional, es fruto del trabajo de 19 centros de investigación de varias CC AA durante 10 años
Emilio Ros 11 MAR 2013 - 00:01 CET
Qué pensaría si le contasen que los gestores de una institución pública depositaron en una
hucha una parte del dinero de su presupuesto durante la época de las vacas gordas y, usando
con discreción estos ahorros, pudieron mantener la mayor parte de su programa cuando
llegaron las flacas? Seguramente creería que le hablan de un país con una Administración
ejemplar, tal vez Suecia. Pues no, estamos hablando de España, donde también hay
instituciones que funcionan. Parece una tontería alabar a alguien por hacer aquello que se
supone debe hacer. Sin embargo, vista la desolación de los españoles por el impacto de la
crisis y su pérdida de confianza en las instituciones del Estado, no hay que desperdiciar la
oportunidad de contar que la marca España es valiosa más allá del fútbol, el tenis o las
carreras de fórmula uno.
Estos gestores ilustrados pertenecen al Instituto de Salud Carlos III, actualmente englobado
en el Ministerio de Economía y Competitividad. La función de este instituto es “canalizar”
el dinero público destinado a la investigación biomédica en España. Es bien sabido que los
presupuestos destinados a este fin siempre han estado por debajo de otros países de la Unión
Europea. Hace 10 años el Instituto de Salud Carlos III tuvo una iniciativa aplaudida por la
comunidad científica: creó las redes temáticas de investigación cooperativa (RETICs),
consorcios de varios investigadores de centros públicos, en general hospitales y
universidades, con una línea específica de investigación para trabajar en equipo. Las
RETICs se dotaron con unos presupuestos que permitían por fin contratar personal, siendo
evaluadas anualmente mediante pruebas objetivas de rendimiento científico, como
publicaciones y patentes. Ante el éxito de las RETICs, en 2006 se creó una nueva
modalidad: los centros de investigación biomédica en red (CIBERs), que se diferenciaban
por tener personalidad jurídica propia y una gestión mejorada, englobar más grupos de
investigación y promover la investigación traslacional.
Las RETICs y los CIBERs trabajan en red, es decir, carecen de una sede física, con el
consiguiente ahorro de infraestructuras, por lo que el coste es menor y los recursos se
dirigen a los investigadores. Este uso dirigido del dinero público para la investigación
biomédica ha sido una iniciativa pionera y única en el mundo, que algunos países
desarrollados están tratando de imitar.
Si se invierte en talento, los españoles somos capaces de competir a nivel mundial ¿A qué viene esta historia? El resultado idóneo de una investigación biomédica es aplicar el
conocimiento adquirido a la práctica clínica y por tanto mejorar la salud de la
sociedad, lo cual comienza con la publicación de los resultados en una revista científica
internacional de primer nivel. Esto ha sucedido: se trata del estudio PREDIMED
(PREvención con DIeta MEDiterránea, www.predimed.org), uno de los mayores estudios
clínicos de nutrición jamás efectuados, cuyos resultados principales se publicaron el lunes
25 de febrero en el New England Journal of Medicine. Esta revista es la más prestigiosa del
mundo en biomedicina. Usando un símil futbolístico, publicar en ella sería como jugar un
Mundial.
El estudio PREDIMED, diseñado y realizado en España, fue un reto formidable y es fruto
del trabajo en equipo durante 10 años de 19 centros diversos de investigación: atención
primaria, hospitales y universidades de varias comunidades autónomas. Participaron unos
7.500 voluntarios, hombres y mujeres con una edad media de 69 años y un alto riesgo de
padecer enfermedades cardiovasculares (infarto de miocardio o ictus). El riesgo se debía a
la edad y a ser fumadores, tener diabetes, el colesterol alto, hipertensión o exceso de peso.
Se les asignó al azar a una de las tres dietas diferentes. Dos de ellas eran mediterráneas,
ricas en grasa vegetal, una suplementada con aceite de oliva virgen extra y otra con frutos
secos. El tercer grupo fue asignado a la dieta convencional recomendada para la prevención
cardiovascular, una dieta baja en todo tipo de grasas.
Durante 5 años, los participantes en el PREDIMED fueron visitados cada 3 meses por
dietistas y asistieron a sesiones educativas en grupo, donde recibieron listas de compra,
menús y recetas hasta un total de 462, adaptadas al grupo de dieta y a la estación del año.
En la dieta mediterránea se recomendaban verduras, legumbres, frutas, frutos secos y
pescado; uso abundante de aceite de oliva, sin olvidar sofritos caseros; sustituir carnes rojas
por carnes blancas; reducir lácteos enteros y dulces; y tomar una copa diaria de vino los
bebedores habituales. Además, durante todo el estudio, a los participantes asignados a cada
uno de los dos grupos de dieta mediterránea se les entregó gratuitamente aceite de oliva
virgen extra o un puñado de frutos secos al día (30 gramos, repartidos en 15 gramos de
nueces y el resto entre almendras y avellanas).
Los resultados principales del estudio PREDIMED se hicieron públicos en sendos actos en
el Instituto de Salud Carlos III y en un congreso de nutrición en California, coincidiendo
con su publicación. Consisten en que el riesgo de desarrollar un infarto de miocardio o un
ictus, o de morir por estas enfermedades (muerte cardiovascular), se reduce un 30% en los
dos grupos de dieta mediterránea. Estos resultados demuestran que nuestra dieta tradicional
es superior a una dieta baja en todo tipo de grasas para la prevención de las enfermedades
cardiovasculares, que son la principal causa de muerte en el mundo. Además, previene estas
enfermedades con la misma eficacia que un tratamiento a largo plazo con medicamentos
para el colesterol o la presión arterial, reduciendo significativamente el gasto sanitario.
Dada la edad media de los participantes, se deduce que nunca es tarde para cambiar los
hábitos alimentarios y mejorar la salud. También se ha demostrado que aumentar la grasa de
origen vegetal en la dieta no adelgaza pero tampoco engorda, lo cual no es poco.
Basta de ensimismarnos en nuestras carencias; o nos arremangamos o será demasiado tarde El estudio ha tenido un alto impacto en la prensa de Estados Unidos, con reseñas elogiosas
en primeras páginas de diarios como The New York Times, que además han recabado la
opinión de prestigiosos cardiólogos y nutricionistas. Sin embargo, aquí el impacto ha sido
escaso. Estamos tan ensimismados en las corruptelas, cuentas suizas y
desventuras reales que parece no existir nada más. ¿O es que lo bueno que se hace en
España no vende?
El coste total del PREDIMED ha sido de unos 8,5 millones de euros. Expertos en salud
pública y nutrición de Estados Unidos reconocen que en su país costaría ¡10 veces más! El
estudio no se habría llevado a cabo si varias empresas alimentarias no hubiesen donado
toneladas de aceite de oliva y frutos secos. Un buen ejemplo de colaboración público-
privada para potenciar la ciencia y mejorar la competitividad de las empresas: si después del
PREDIMED no venden más, ¡mejor que cambien de director de marketing!
Los resultados del PREDIMED tendrán un impacto en la práctica clínica dirigida a la
prevención de las enfermedades cardiovasculares. El diseño del ensayo, su envergadura y
los métodos utilizados tienen un alto potencial de traslación y hacen que se trate de una
aportación extraordinariamente valiosa de la investigación española en salud a la
comunidad médica mundial. El Instituto de Salud Carlos III confió en nosotros y sembró.
La cosecha ha sido excelente y aún queda mucho que recoger explotando la gran base de
datos del PREDIMED, como el efecto de la dieta sobre graves problemas de salud: cáncer,
diabetes, insuficiencia cardiaca, alzhéimer y otras. Les seguiremos informando. Mientras
tanto, alégrense de que algo funciona en este país. Si se invierte en talento, los españoles
somos capaces de competir a nivel mundial en un terreno nada fácil, como es la ciencia
biomédica. También se ha hecho en otras disciplinas, pero el deporte nacional de la mayoría
es el lamento y la autoflagelación. Dejemos de ensimismarnos en nuestras carencias,
recuperemos la autoestima y arremanguémonos ya, o será demasiado tarde y volveremos al
furgón de cola.
Emilio Ros es médico del Hospital Clínic de Barcelona e investigador CIBERobn del estudio
PREDIMED.
Fábrica de células y esperanza El Hospital Virgen de las Nieves de Granada acoge un laboratorio en el que se ensayan los
implantes de córneas artificiales y cómo evitar el rechazo en los trasplantes de médula ósea
Un investigador en la sala blanca del Hospital Virgen de las Nieves. / m. zarza
La entrada a un laboratorio farmacéutico siempre exige controles de seguridad. La
entrada a una sala blanca, donde se trabaja con células vivas y se crean tejidos
artificiales, es mucho más restrictiva. “Son productos extraordinariamente
complicados”, destaca el director de la Unidad de Producción Celular del Hospital
Virgen de las Nieves de Granada, Manuel de la Rosa, que desde 2009 está al frente de
estas instalaciones, que fueron antes sede del Banco Andaluz de Células Madre.
En 50 metros cuadrados, los investigadores trabajan en dos proyectos: un ensayo clínico
que permitirá implantar córneas artificiales y otro, ya con rodaje, que fabrica células
madre mesenquimales —un tipo de célula con capacidad para producir una variación
del sistema inmune— a partir de grasa para prevenir el rechazo en los trasplantes de
médula ósea. Ya se han tratado 31 pacientes con resultados, en algunos casos,
“espectaculares”, relata Antonio Ruiz, responsable de calidad y director técnico
suplente.
Siete personas, entre médicos, farmacéuticos, bioquímicos y técnicos, forman el equipo
que cuenta con todo el apoyo de los servicios centrales del hospital. “Si no trabajáramos
con análisis clínico, histología, citogenética y microbiología, no se podría hacer. Hay un
montón de controles para comprobar que el producto esté bien”, explica De la Rosa.
La primera de las salas blancas de Andalucía La sala blanca del Virgen de las Nieves, también llamada GMP por sus siglas en inglés
Good Manufacturing Practices, fue la primera de Andalucía en un hospital. Hoy hay
otras nueve salas más con estas o similares características en el territorio andaluz. Dos
en Córdoba, otros tantos en Málaga, otro par en Granada y tres en Sevilla. Todas
cuentan con la acreditación de la Agencia Española de Medicamentos y Productos
Sanitarios (Aemps). Su objetivo es impulsar el desarrollo y la aplicación en la práctica
clínica de nuevos tratamientos basadas en medicamentos altamente innovadores
derivados de la terapia génica, la celular y la ingeniería tisular (con tejidos). Las tres
áreas de investigación en terapias avanzadas en la región son genética clínica y
medicina genómica, nanomedicina y terapia celular y medicina regenerativa.
Actualmente, en la comunidad hay ensayos clínicos de cardiología, neurología,
inmunología, hematología, vascular periférico, digestivo y gastroenterología. La misión
de esta iniciativa no es otra que impulsar el desarrollo de esas nuevas terapias con el
propósito de mejorar la salud de la población e incorporar tratamientos avanzados en
Andalucía como elemento de innovación de la asistencia sanitaria y progreso de la
región, mediante la búsqueda de la alianza entre el mundo académico, las instituciones
investigadoras, los centros sanitarios, las asociaciones de pacientes, las pequeñas y
medianas empresas biotecnológicas y la industria farmacéutica. Además de ser una
fuente de riqueza, el objetivo es llevar cuanto antes a la población sus potenciales
beneficios, según el plan de actuación 2010-2015. Para apoyar estas investigaciones, la
Administración andaluza planificó los medios necesarios y adoptó medidas legislativas
que amparan con leyes específicas estos estudios. Entre ellas están la ley que, desde
2003, regula la investigación con preembriones humanos no viables para la fecundación
in vitro; el decreto de 2005 que regula el diagnóstico genético preimplantatorio, o la ley
de la investigación en reprogramación celular, de 2007.
Empezaron a rodar hace tres años y hoy cuentan cómo es su rutina, con la complejidad
propia de una unidad tan especial, en una jornada normal. Para entrar en las salas de
producción, hay que pasar por tres presiones intermedias, un sistema de esclusas con
puertas enclavadas para que haya una cascada de presiones de más a menos y el flujo de
aire siempre sea de dentro hacia fuera. El aire que no es estéril no pasa, está filtrado y el
tejido creado, cuando sale de estas salas, lo hace herméticamente.
En esas condiciones el principal contaminante son las personas, los agentes externos, ya
que la ropa para acceder a la sala está diseñada especialmente para ello. Ya en el
interior, la doctora Olga Espinosa, responsable de producción, explica cómo debe
quedar constancia de cada paso que dan y por eso se imprimen a diario todas las órdenes
de producción. Mientras habla, está realizando un “cambio de medio de cultivo”, que es
el sustrato en el que crecen las células. “Lo aspiramos , se hace un lavado y ponemos
otro para que el lote de células siga su proceso productivo”.
En este caso se trata del cultivo de células madre mesenquimales, procedentes de la
grasa de donantes generalmente vivos. Se utiliza en el ensayo de injerto contra huésped,
la reacción que se produce cuando el cuerpo no reconoce como propio el órgano
trasplantado. Sus propiedades inmunológicas ayudan a contrarrestar la reacción de
rechazo. Según explica, ataviada con el mono, la mascarilla, guantes y demás ropa
especial, se siembran células a una determinada densidad por centímetro cuadrado de
forma que tengan espacio para ir dividiéndose.
“Cuando las células se han expandido y crecido lo suficiente, las despegamos del frasco
de cultivo y las volvemos a colocar en otro contenedor para conseguir la producción del
mayor número de células posible”. Si todo sale bien, aclara el doctor De la Rosa, “de un
donante de grasa podemos sacar 1.000 millones de células y se podría tratar a cinco
pacientes”.
Este laboratorio —que fue en su día el primero de Andalucía con autorización para
fabricar medicamentos de terapia celular— se creó específicamente para ese ensayo: el
de las células mesenquimales. Posteriormente, con la experiencia y la suficiente
capacidad de producción, se ha logrado, en determinados casos, suministrar este
medicamento no solo a enfermos en fase crónica sino también a algunos agudos. Entre
todos suman 31 pacientes tratados en Andalucía y Valencia.
Desde enero tiene también autorizada la fabricación de tejido artificial, la córnea, a
través de un proceso de bioingeniería. De una córnea de donante cadáver se extraen dos
tipos celulares, se congelan para los controles de calidad y posteriormente se cultivan en
una matriz para construir el tejido artificial.
Incluso los movimientos dentro de la sala tienen que estar controlados. “Normalmente
se trabaja con alguien de soporte para movernos lo menos posible y minimizar el riesgo
de generar partículas”, afirma la doctora Espinosa. El seguimiento es tan exhaustivo que
pese a todos esos controles de acceso, rutinariamente hay otros dos de placas
ambientales, uno de la propia cabina para asegurar que no hay contaminación mientras
se manipulan las células y otro de los guantes del operario. “Hay que maximizar el
esfuerzo para minimizar el riesgo”.
En la sala blanca, se preparan estos particulares fármacos para congelarlos y cuando
salen al exterior ya están herméticos. Entonces, se criogenizan a menos 170 grados
centígrados en nitrógeno líquido, lo que permite que se utilicen cuando un enfermo
grave lo requiera. En el caso de las córneas, el ensayo comienza ahora. La preclínica la
realizó la Universidad de Granada y en esta unidad se ha transformado esa investigación
básica en un medicamento para que se pueda usar en personas. Esto es la investigación
aplicada, tras la que continúa la clínica, que hará, en este caso, el oftalmólogo para
comprobar si es válido. Esta sinergia entre distintos agentes implicados en la
investigación es posible en el marco de la Iniciativa Andaluza de Terapias Avanzadas.
2.711.210,6 euros de los que el CDTI aporta de 2.304.529,01 euros. Durante 2012,
aprobó un total 70 iniciativas de I+D en Andalucía, que supusieron una inversión de
más de 28,9 millones de euros, de la que el CDTI aporto 22,3 millones.
Los siete proyectos andaluces aprobado en en el mes de febrero suponen el siete por
ciento de la totalidad de iniciativas aprobadas, un total de 100 proyectos. A nivel
nacional, la inversión total de los proyectos asciende a 60 millones de euros.
De entre los proyectos de I+D empresarial aprobados destaca uno de Abengoa sobre
producción de etanol a partir de la fracción orgánica del RSU, otro de Agrolaboratorios
Nutricionales sobre inductores de vías de defensa de las plantas contra patógenos
fúngicos y otro de Innovaxis para nuevos medicamentos para terapias celulares
avanzadas.
DATOS NACIONALES
A nivel nacional, el Consejo de Administración del Centro para el Desarrollo
Tecnológico Industrial (CDTI) ha aprobado cien nuevos proyectos de I+D, para lo que
se movilizará una inversión total de 60 millones de euros. De esta manera, el centro que
preside el secretario general de Ciencia, Tecnología e Innovación, Román Arjona,
"impulsa la I+D empresarial y estimula la creación de empresas de base tecnológica".
Según ha explicado el organismo, de los cien nuevos proyectos aprobados, hasta 55
contarán con cofinanciación europea (Feder), con unos compromisos de financiación
pública por valor de 48 millones de euros.
De estos proyectos, 91 son individuales, cinco en consorcio que integran 16 operaciones
individuales asociadas y cuatro son ayudas para la creación de empresas de base
tecnológica (Neotec).
El CDTI estima que la suma de estas iniciativas supondrá la creación de 385 empleos
directos y 491 empleos indirectos --creados en compañías proveedoras del conjunto de
los sectores productivos--. En total, 876 nuevos empleos en el conjunto de la economía.
FONDOS FEDER
El CDTI gestiona fondos Feder de la Unión Europea dedicados a la promoción de la
I+D+i empresarial en España. De las 111 operaciones aprobadas por el centro, 61
cuentan con cofinanciación de fondos europeos FEDER: 39 mediante el Fondo
Tecnológico y 22 a través del Programa Operativo FEDER Madrid.
Del total, 52 corresponden a proyectos individuales de I+D y nueve operaciones
corresponden a tres proyectos en cooperación que han sido aprobados en este último
Consejo de Administración.
Un científico en paro José Antonio González Oreja Sestao, Vizcaya 9 MAR 2013 - 00:00 CET
Soy doctor en Ciencias Biológicas y estoy en paro. Creo que cada nuevo parado es un
fracaso más de un sistema en crisis que no se ha dimensionado bien, que no se ha sabido
gestionar, o ambas cosas. Y creo que cada científico en paro es un despilfarro de los
recursos económicos que se han invertido a lo largo del tiempo en la formación de los
recursos humanos de calidad con los que contamos hoy día. Ambos (dinero y personas
capacitadas) son bienes escasos y deberían ser valiosos. En efecto: el apoyo que la
ciencia recibe de diversos organismos, públicos y privados, y que permite formar a
nuevo personal investigador mediante programas de becas y otros estímulos, queda
instantáneamente reducido a la nada con cada nuevo científico en paro.
Peor aún, si, como ya está sucediendo, muchos científicos tienen que salir de España
para encontrar un puesto de trabajo, la inversión realizada en nuestro país redundará en
beneficio de otros. A la larga, este “destierro” de investigadores con formación de
calidad y con amplia experiencia provocará una descapitalización y una pérdida
generalizada de “materia gris” en nuestro país. Por mi parte, y como sugirió alguien que
quizás nunca haya estado en paro, mi trabajo ahora consiste en buscar trabajo. Ya he
hecho llegar copia de mi curriculum vitae a las convocatorias de las que he tenido
noticia, algunas en sitios a varios miles de kilómetros de distancia.— José Antonio
González Oreja.
Nueva prueba de que la vida vino del espacio
Un nuevo experimento de simulación de las condiciones del espacio profundo ha revelado que los bloques básicos de la vida pudieron crearse en el seno del polvo interplanetario helado, y ser transportados hasta la Tierra para dar lugar a la vida.
Hace 1 hora Tendencias 21. Madrid.
Un equipo de químicos de la Universidad de California en Berkeley y de la Universidad de Hawai, Manoa, ha demostrado que las condiciones en el espacio pueden generar dipéptidos (pares de aminoácidos enlazados), que son elementos esenciales comunes a todos los seres vivos.
El descubrimiento abre la puerta a la posibilidad de que estas moléculas llegaran a la Tierra a bordo de un cometa o de meteoritos, catalizando la formación de proteínas (polipéptidos), enzimas y moléculas aún más complejas y necesarias para la vida, como los azúcares, informa Tendencias 21.
"Es fascinante considerar que los bloques bioquímicos básicos de construcción de la biología pudieran haber tenido un origen extraterrestre", afirma el químico Richard Mathies, coautor de un artículo publicado en The Astrophysical Journal, en un comunicado de la Universidad de Berkeley.
Vida tras los rayos cósmicos
Aunque los científicos han descubierto moléculas orgánicas básicas, como los aminoácidos, en muchos de los meteoritos caídos a la Tierra, no han sido capaces de encontrar en estos cuerpos celestes las estructuras moleculares más complejas necesarias para el surgimiento de la biología terrestre.
Por esa razón, los investigadores siempre han asumido que la química realmente compleja de la vida debió tener su origen en los primeros océanos de nuestro planeta. Algo que el nuevo experimento parece poner en entredicho.
En una cámara de ultra-alto vacío (UHV) enfriada a 10 grados por encima del cero absoluto (-263,15º C), Seol Kim y Ralf Kaiser, del equipo de Hawai, simularon una bola helada de nieve en el espacio, que contenía dióxido de carbono, amoniaco y diversos hidrocarburos, como metano, etano y propano.
Cuando la bola fue bombardeada con electrones de alta energía -para simular los rayos cósmicos del espacio-, estas sustancias químicas reaccionaron para formar compuestos complejos, orgánicos, específicamente dipéptidos, que resultan esenciales para la vida.
En la Universidad de California en Berkeley, Mathies y Amanda Stockton analizaron posteriormente estos residuos orgánicos con el Mars Organic Analyzer, un instrumento que Mathies diseñó para la detección ultrasensible y la identificación de pequeñas moléculas orgánicas en el sistema solar.
El análisis reveló la presencia de moléculas complejas - nueve aminoácidos diferentes y al menos dos dipéptidos - capaces de catalizar la evolución biológica de la Tierra.
La teoría de la panspermia
La vida apareció por primera vez en la Tierra hace unos cuatro mil millones de años y se desarrolló en condiciones muy duras, pero su origen ha representado el problema científico más difícil de resolver.
En 1903, Svante Arrhenius (1859 - 1927) ya estableció que la vida que surgió en la Tierra procedía de las estrellas. Sin embargo, ha sido la hipótesis hidrotermal la más aceptada porque se considera que la profundidad de los mares proporcionó la necesaria protección de la vida frente a la adversidad reinante en la superficie del planeta en ese periodo.
Por otro lado, está la hipótesis de la panspermia ("semillas en todas partes"), que proclama el origen extraterrestre de la vida, una teoría que ha sido impulsada por los descubrimientos de aparentes formas de vida en meteoritos marcianos, así como por la constatación de la existencia de sustancias "orgánicas" complejas en el espacio sideral, lo que sugiere que los elementos esenciales para la vida se formaron desde las primeras etapas de la evolución del Universo.
Según esta hipótesis, la vida habría llegado a la Tierra merced a los impactos sufridos por nuestro planeta desde los primeros momentos de su formación.
En un período de tiempo que va desde hace 4.550 millones de años hasta hace 3.900 millones de años, la Tierra sufrió frecuentes impactos en lo que se conoce como "bombardeo arcaico" (en ese periodo hubo más de 17.000 colisiones con la Tierra). Los resultados de este nuevo experimento parecen respaldar esta teoría.
POR EL EFECTO INVERNADERO
La temperatura y la vegetación de latitudes del norte y del sur
se parecen cada vez más
MADRID, 10 Mar. (EUROPA PRESS) -
Como la cubierta de nieve y hielo en las latitudes del norte ha disminuido en los últimos
años, la temperatura en la masa del norte de la tierra ha aumentado a un ritmo diferente en
las cuatro estaciones del año, causando una reducción en la temperatura y la
estacionalidad de la vegetación en esta zona, según una investigación de 21 autores de 17
instituciones de siete países. Es decir, la temperatura y la vegetación en las latitudes del
norte se parecen cada vez más a las encontradas varios grados de latitud más al sur.
Así concluye el estudio 'Disminución estacional de temperatura y vegetación en las tierras
del norte', financiado por la NASA y publicado en 'Nature Climate Change', con base en un
terreno nuevo y mejorado y conjuntos de datos satelitales, en el que se examina
críticamente la relación entre los cambios en la productividad de la temperatura y la
vegetación en las latitudes del norte.
En este sentido, el profesor Ranga Myneni, del Departamento de Tierra y Medio Ambiente
de la Universidad de Boston (Estados Unidos) y uno de los autores principales, explica: "El
efecto invernadero iniciado por el aumento de la concentración atmosférica de gases que
atrapan el calor, como el vapor de agua, dióxido de carbono y metano, hace que la
superficie de la Tierra y el aire cercano se calienten".
Y sigue: "El calentamiento reduce la extensión del hielo marino polar y la cubierta de nieve
en la gran masa de tierra que rodea el océano Ártico, lo que aumenta la cantidad de
energía solar absorbida. Esto pone en marcha un ciclo de refuerzo positivo entre el
calentamiento y la pérdida del hielo marino y la capa de nieve, lo que amplifica el efecto
invernadero base".
"El calentamiento amplificado en la zona circumpolar más o menos por encima de la
frontera entre Canadá y Estados Unidos está reduciendo la temperatura estacional con el
tiempo debido a que las estaciones más frías se están calentando más rápidamente que el
verano", añadió Liang Xu, estudiante de doctorado de la Universidad de Boston y principal
coautor del estudio.
"Como resultado del aumento del calentamiento sobre un suelo en la estación de deshielo,
la cantidad total de calor disponible para el crecimiento de las plantas en estas latitudes del
norte va en aumento. Esto creó durante los últimos 30 años grandes manchas de
vegetación con fuerza productiva, que ascienden a más de un la tercera parte del paisaje
del norte, más de nueve millones de km2, más o menos sobre la zona de Estados Unidos,
se asemeja a la vegetación que se presenta más al sur", dice el doctor Compton Tucker,
científico senior del 'Goddard Space Flight Center' de la NASA en Greenbelt, Maryland
(Estados Unidos).
Los autores midieron los cambios estacionales utilizando la latitud como un termómetro.
Primero se definieron los perfiles de referencia latitudinales de las cantidades que se
observan y luego se cuantificaron los cambios en ellos con el tiempo a lo largo de estos
perfiles.
"El crecimiento de la planta del Ártico durante el período de referencia a principios del
decenio de 1980 igualó al de las tierras a 64 grados norte. Actualmente, sólo 30 años
después, es igual al de las tierras por encima de 57 grados norte y se detectó una
reducción de la estacionalidad de la vegetación de alrededor de siete grados de latitud
sur", resumió otro de los autores, Terry Chapin, profesor emérito de la Universidad de
Alaska, en Fairbanks (Estados Unidos).
"Este tipo de análisis sugiere una disminución de la estacionalidad de la temperatura y la
vegetación de alrededor de cuatro a siete grados de latitud en los últimos 30 años", añade
el coautor Eugenie Euskirchen, profesor investigador también en la Universidad de Alaska.
"La reducción de la estacionalidad provoca un aumento de verdor en el Ártico, que es
visible en el suelo por una mayor abundancia de arbustos altos y las incursiones de
árboles en varios lugares en todo el Ártico circumpolar", destaca el coautor Terry
Callaghan, profesor de la Real Academia Sueca de las Ciencias y la Universidad de
Sheffield, en Reino Unido. Además, señala que la transformación ecológica de las zonas
boreales adyacentes es mucho menos visible en Norteamérica que en Eurasia.
Un hallazgo clave de este estudio es una tasa ecológica acelerada en el Ártico y una tasa
de desaceleración en la región boreal, a pesar de una tasa casi constante de disminución
de temperatura estacional en estas regiones durante los últimos 30 años.
"Esto podría presagiar una disociación entre el crecimiento del calor estacional y la
productividad de la vegetación en algunas partes del norte como las ramificaciones de un
efecto invernadero amplificado, incluyendo el efecto del deshielo del permafrost,
frecuentes incendios forestales, brotes de plagas y sequías de verano", alerta el coautor
Hans T*mmervik, investigador principal del Instituto Noruego para la Investigación de la
Naturaleza, en Troms* (Noruega).
EFECTOS EN LA POBLACIÓN LOCAL Y GLOBAL
Según los autores, la disminución de la temperatura de estacionalidad en estas regiones
podrían ser más de 20 grados de latitud a finales de este siglo en relación para el período
de referencia 1951-1980. La reducción de la temperatura estacional proyectada por estos
modelos para el decenio 2001-2010 es menor que la disminución observada.
"Estos cambios afectarán a los residentes locales a través de las modificaciones en la
provisión de servicios ecosistémicos, tales como la madera y los alimentos tradicionales",
adelante el profesor Bruce Forbes, de la Universidad de Laponia, en Rovaniemi
(Finlandia). A su juicio, también afectará a la comunidad global a través de cambios en los
servicios reglamentarios relativos a las emisiones de gases de efecto invernadero.
"Los suelos de la masa de tierra del norte potencialmente pueden liberar cantidades
significativas de gases de efecto invernadero que están encerrados en el suelo
permanentemente congelado. Cualquier alta descongelación a gran escala de estos suelos
tiene el potencial de ampliar aún más el efecto invernadero", afirma el coautor Philippe
Ciais, director asociado del Laboratorio de Clima y Ciencias Ambientales en París, Francia.
"El modo de vida de muchos organismos en la Tierra está estrechamente vinculado a los
cambios estacionales de temperatura y disponibilidad de alimento, y toda la comida en la
tierra es esencial para las plantas", agrega el doctor Scott Goetz, director adjunto y
científico senio en 'Woods Hole Research Center', en Falmouth, Estados Unidos. Como
ejemplo pone la migración de las aves al Ártico en verano y la hibernación de los osos en
el invierno, que pueden verse afectados por alteraciones significativas en la temperatura y
la estacionalidad de la vegetación.
Algunas cosas que quisiera que nunca
olvidaran los maestros de mis hijos
Rocío Mayoral 11/03/2013 (06:00)
Manuel ha sido maestro toda la vida. Uno de los buenos; querido por los alumnos y
respetado por los padres. Hace poco comentó: “Cuando era maestro me hubiese gustado
saber muchas de las cosas que se saben hoy. Seguramente hubiese educado de forma
distinta”. Yo no estoy segura. Sin saberlo, hizo mucho de lo que hoy la ciencia ha
mostrado como determinante en la educación de un niño.
Pero en algo tiene razón. La investigación reciente nos está ofreciendo un
conocimiento fascinante acerca de cómo aprende el cerebro. Ese saber está
transformando la forma de entender la educación. Pero ¿ha cambiado de igual manera la
forma de enseñar o seguimos haciéndolo como hace 50 años? Considérenlo ustedes.
Desde aquí exponemos tan sólo algunos de esos hallazgos. Hoy ningún padre ni maestro
debiera dejar de conocerlos.
Conocimientos que han transformado la forma de entender la educación
1. El cerebro humano goza de extraordinaria plasticidad. Su estructura y
funcionalidad puede cambiar a lo largo de la vida.
Este descubrimiento ha sido confirmado experimentalmente hace menos de 10 años. Es
un hallazgo revolucionario ya que confirma que las capacidades humanas no están
predeterminadas y se pueden mejorar a través de la experimentación y la práctica
regular.
La educación academicista y apostar con fuerza por una escuela centrada en la
actividad, la práctica y el trabajo. Y es que hemos conocido que a través de las vivencias
y el ejercicio de las funciones cognitivas, podemos reconfigurar nuestra red neuronal.
Según esto cualquier alumno puede mejorar, si se trabaja con él de forma adecuada;
incluso aquellos con dificultades de aprendizaje. Así lo han demostrado numerosos
estudios, como los realizados por Temple con disléxicos y muchos otros realizados con
hiperactivos. Todos confirmaron que tras un tiempo de entrenamiento es posible
compensar dificultades, dentro de un margen, e incrementar la actividad cerebral de las
áreas afectadas. Una buena noticia.
Esto hace de la buena educación algo esencial para la vida. Hoy sabemos que un
aprendizaje activo puede cambiar la funcionalidad del cerebro, desarrollar mejores
capacidades y ayudar a compensar déficits. Hallazgos tan relevantes debieran
hacernos desterrar definitivamente la educación academicista y apostar con fuerza por
una escuela centrada en la actividad, la práctica y el trabajo real de competencias. En los
últimos tiempos empezamos a dar pasos en esa dirección… pero aún falta mucho por
hacer.
2. Las emociones son un aspecto clave en el aprendizaje.
Para A. Damasio, un referente en el campo de las neurociencias, no hay duda: “los
procesos emocionales y cognitivos son inseparables”. Y es que recientemente se ha
demostrado la gran trascendencia que tiene hacer del aprendizaje una experiencia
positiva.
Estudios como los realizados por Erk en 2003 o la Fundación Botín en 2008 con más
de 500.000 estudiantes, confirmaron que al trabajar emociones regularmente, se mejora
el rendimiento académico; también la motivación, atención, memoria, razonamiento,
relaciones y disciplina. Cae por su propio peso: Los programas de educación
emocional son imprescindibles en la escuela. Mucho más de lo que pensábamos.
Algunos colegios ya trabajan con ellos. Pero hasta que en nuestro país estén
generalizados, queda aún un camino bastante largo.
3. Los grandes beneficios de aprendizaje social
Aprender a cooperar. ¿Alguien duda hoy en día de la importancia que este aprendizaje
para desenvolvernos en la vida? La escuela academicista ha vivido mucho tiempo de
espaldas a esta realidad. Un grave error y más tras conocer el papel de las neuronas
espejo y la enorme influencia que las interacciones sociales tienen en el
aprendizaje.
El ejercicio mejora el ánimo, la capacidad de esfuerzo y la convivencia. Pero hoy
sabemos que trabajar en grupo mejora la convivencia, la empatía y el altruismo. Y por si
fuera poco, Willis y otros demostraron que al colaborar, mejora la memoria, la conexión
entre sistema límbico y lóbulo frontal y reduce la ansiedad. Sin duda, la escuela debe
enseñar a cooperar y a comunicarse. En nuestro país algunos colegios empiezan a
apostar por métodos de aprendizaje colaborativo. Pero aún son pocos. Otros países
nos llevan una clara delantera.
4. La enseñanza puede y debe convertirse en algo lúdico. El juego multiplica el
rendimiento.
Hoy todos debiéramos saber que presentar los contenidos de forma lúdica no solo es
algo placentero, sino que además potencia de manera asombrosa el aprendizaje.
Muchos estudios lo demuestran. Colom y Quiroga comprobaron que jugar 16 horas en
un mes aumenta la materia gris y mejora las conexiones cerebrales entre hipocampo y
corteza prefrontal. Así, se potencia la memoria, la comprensión y el razonamiento. Pero
además hace que se libere dopamina. Esto genera bienestar, curiosidad y motivación y
convierte el aprendizaje en algo placentero. ¿Hacen falta muchos más argumentos?
Estos datos muestran que el juego debe mantenerse como herramienta didáctica de
primer orden; sin importar la edad. Pero aún debemos replantearnos muchas cosas: Un
juego de ordenador, mesa o estrategia puede beneficiar más al aprendizaje que los
deberes; la ciencia lo ha confirmado.
5. El ejercicio físico mejora el aprendizaje
La práctica habitual de una disciplina artística, mejora la inteligencia global, la lectura y
las matemáticas. ¿Tienen sus hijos tiempo para hacer deporte o deben dedicar toda la
tarde a estudiar? Si es así, tal vez debiera saber que se ha demostrado que la práctica
regular de ejercicio físico aporta oxígeno al cerebro y optimiza su funcionamiento. Además genera noradrenalina y dopamina, neurotransmisores implicados en la
atención, la memoria y en los mecanismos de recompensa del cerebro. Por eso, el
ejercicio mejora el ánimo y reduce el estrés; mejora la capacidad de esfuerzo y la
convivencia.
Está claro. La práctica deportiva debiera ser un pilar en el sistema educativo. Algunos
países hace tiempo que no albergan ninguna duda al respecto. La ciencia tampoco. Pero
en España aun son pocos los que logran hacer deporte regular a partir de
Secundaria. ¿Estudios y entrenamiento entre semana?: incompatible. Una pena.
6. La educación artística mejora la inteligencia y la actividad del cerebro
¿Es para usted la plástica o la música una asignatura menor? ¿Potencia en sus hijos la
expresión artística? De ser así, debiera saber que las artes activan áreas cerebrales
que no se activan normalmente con otras actividades. Además numerosos
investigadores como Posner, Wandell demostraron que la práctica habitual de una
disciplina artística, mejora la inteligencia global, la lectura, las matemáticas y
competencias socioemocionales.
Pero sobre todo se potencia la creatividad: capacidad determinante en el desarrollo
intelectual, el éxito personal y el equilibrio emocional. Una escuela que educa en
inteligencias múltiples y potencia la capacidad creativa, piensa realmente en el
futuro de sus alumnos ¿Sigue pensando que la plástica, música, teatro o baile son
asignaturas menores?
Educar es una tarea difícil que nos corresponde a todos: a la escuela y también a la
familia. Pero parece que durante mucho tiempo hemos perdido de vista que la mejor
educación no es la que nos hace saber más, sino la que nos dota de competencias para
aprender y de recursos para desenvolvernos en la vida. Puede que después de todo, haya
que agradecer a la ciencia que redirija nuestra mirada hacia lo que de verdad importa a
la hora de educar. No todos lo tienen tan claro como creen. Ojalá el conocimiento nos
sirva de impulso para llevar a la educación en la dirección correcta. Nos hace falta.
10/03/2013--19:54 GMT
CHILE ANTÁRTIDA(Crónica) (Corrección)
Riesgos para la preservación del hábitat crecen con la expansión del turismo
Donde dice Antártica debe decir Antántida Manuel Fuentes Isla Decepción (Antártida), 10 mar (EFE).- La llegada de turistas a la Antártida está creciendo considerablemente, pero este fenómeno conlleva riesgos para la preservación del hábitat que se intentan mitigar con restricciones para los operadores y códigos de conducta para los casi 50.000 visitantes que cada año visitan el continente. Aunque los primeros turistas llegaron a la Antártida en la década de los años cincuenta, la expansión de esta industria es relativamente reciente. En la temporada 1992-93 apenas hubo 6.700 turistas, pero en la de 2008-09 la cifra ya superaba los 45.200, según datos de la Asociación Internacional de Operadores de Turismo de la Antártida (IAATO, por sus siglas en inglés), organización que en abril celebrará su 24ª reunión anual en la localidad chilena de Punta Arenas. El desarrollo del turismo en esta zona del planeta fue posible gracias al Tratado Antártico, firmado en Washington en 1959, cuyo principal propósito es asegurar en "interés de toda la humanidad que la Antártida continúe utilizándose siempre exclusivamente para fines pacíficos y que no llegue a ser escenario u objeto de discordia internacional." Y es que pocos años antes, Chile y Argentina habían establecido límites territoriales, un hecho que se sumó a las pretensiones de soberanía que entonces tenían el Reino Unido, Noruega, Australia, Nueva Zelanda y Francia. La comunidad internacional vio entonces la necesidad de evitar que la Antártida se transformara en un escenario de discordia y lo logró cuando el tratado fue suscrito por 28 países y reconocido por medio centenar. Las actividades en el "continente helado" están sujetas a regulaciones derivadas de la evaluación del impacto ambiental, la protección de la flora y fauna y la gestión de los residuos. La extracción de recursos minerales está expresamente prohibida, no así el desarrollo de la investigación científica y la industria turística. La Antártida tiene 14 millones de kilómetros cuadrados, las temperaturas más bajas del planeta (que en algunos puntos alcanzan los 70 grados bajo cero) y
vientos de hasta 300 kilómetros por hora. Además, es la mayor reserva de agua dulce de la Tierra y contiene el 90 por ciento de todo el hielo del planeta, ya que cerca del 90 por ciento de su territorio está cubierto de una capa de 2.500 metros de espesor. Estas características la dotan de un exotismo que despierta el interés de numerosos amantes de la aventura con el suficiente poder adquisitivo como para desembolsar los aproximadamente 10.000 dólares que cuesta un crucero. En abril de 2009 los 28 países con intereses en la región antártida respaldaron una propuesta estadounidense que imponía límites obligatorios al turismo en la región, a fin de proteger el frágil ecosistema. Los suscriptores del Tratado Antártico acordaron imponer restricciones vinculantes en el tamaño de los cruceros que llevan pasajeros al área y el número de personas que pueden desembarcar a la vez. Las restricciones no contienen un mecanismo específico de coerción ni penas para limitar las operaciones turísticas; además, requieren que los firmantes del tratado se aseguren que los operadores adopten una serie de medidas. Entre ellas figuran la prohibición de que atraquen buques con más de 500 pasajeros, que sólo un barco esté anclado a la vez en cada muelle y que se limite a cien el número de pasajeros que pueden descender a tierra al mismo tiempo. Limitar el acceso de turistas a esa parte del continente ha sido una medida de urgencia por un oleada de visitas y recientes accidentes de cruceros, incluyendo dos que encallaron en la temporada 2008-09 y el hundimiento de una nave en 2007. El MS Explorer, un "ferry" que en 1969 inauguró la era de los cruceros antárticos, fue también el protagonista de uno de los episodios más desdichados de la historia de este continente cuando en noviembre de 2007 se convirtió en el primero en hundirse. Y en mayo del pasado año, el yate brasileño Mar Sem Fim, que un mes antes se había hundido a 500 metros de la bahía Fildes, en el archipiélago de las Shetland del Sur, comenzó a derramar diesel después de quedar aprisionado entre los hielos. Estas circunstancias han generado una gran preocupación. Es por ello que existen regulaciones y códigos de conducta que los tour operadores y visitantes deben conocer para proteger el ecosistema, como no acceder a las zonas restringidas, no tocar ni alimentar a los animales, ni dejar basura. Pero una de las medidas más importantes ha sido la prohibición de que los transatlánticos operen con crudo pesado, que es más difícil de eliminar en caso de accidente.
Esta restricción provocó un bajón en el número de visitantes, que en la temporada anterior pasó de 50.000 a 35.000. Sin embargo, con los ajustes técnicos en los motores de los ferrys, la cifra de turistas volverán a repuntar este año. "No veo el turismo como una gran amenaza. Yo creo que va a permanecer relativamente controlado", asegura a Efe el director del Instituto Antártico Chileno, José Retamales, para quien los riesgos vienen más bien de la una eventual explotación de las fuentes de energía y los recursos naturales del continente. EFE
Ciencia / David Jou, físico
«Hawking y otros científicos frivolizan la
religión y divinizan las leyes físicas»
Día 09/03/2013 - 02.24h
El físico y poeta David Jou, interesado por las analogías entre el cerebro y
el Universo, apuesta por una ciencia que no olvide la espiritualidad.
Oscar del Pozo
Seguir el discurso de David Jou, profesor de Física de la Universidad Autónoma de
Barcelona y poeta, es apasionante, pero no resulta fácil. Convencido de que la ciencia
sin espiritualidad «no tiene sentido», su pensamiento contesta a las preguntas con una
profundidad y un alarde de conocimientos de tantas materias, desde la física cuántica y
la biología a la religión, que uno no puede más que escucharle como lo haría un alumno
(y poco aventajado). Sin embargo, este experto en termodinámica de procesos
irreversibles reconoce que comenzó a interesarse por el cerebro humano en parte «como
un ejercicio de modestia». «Los físicos tenemos la impresión de que lo sabemos casi
todo del Universo y no nos damos cuenta de que dentro de nosotros hay otro 'universo'
mucho más complejo». De ello habló el científico el pasado jueves en el ciclo «Los
límites de la ciencia» que organiza la Fundación Banco Santander en Madrid.
-¿En qué se parecen el cerebro y el Universo?
-Hay 100.000 millones de galaxias y 100.000 millones de neuronas. El Big Bang
provocó la gran expansión del cosmos, y en el cerebro ocurre un momento parecido
durante la gestación en el que se producen 250.000 neuronas por minuto. También hay
otro aspecto que tiene que ver con la materia oscura.
-Explíquese.
-La materia solo supone el 5% de la composición del Universo. El resto es materia y
energía oscuras, de las que sabemos muy poco. En el caso del cerebro, las neuronas son
solo el 15% del contenido del cerebro, el resto son células gliales, que intervienen en
aspectos importantes de la computación.
-¿Es el cerebro la cúspide del desarrollo del Universo?
-Para poder tener un órgano de la complejidad del cerebro se necesita un Universo de
como mínimo 11.000 millones de años luz de radio, que es algo espectacular. Esto es
así porque la vida que conocemos está formada por átomos de carbono, nitrógeno y
oxígeno, que no existían cuando el Universo tenía tres minutos.
-¿Todas estas similitudes tienen algún sentido o son una cuestión de azar?
-De azar no lo creo. Son maneras de organizar la materia bajo diversas restricciones. No
diré que sea una cosa intencionada, pero la capacidad que tiene nuestro cerebro para
comprender el Universo es de verdad sorprendente.
-Si el fruto final del cerebro es el pensamiento, ¿podemos hablar de algo parecido a
nivel cósmico?
-No lo sé. Se puede interpretar el Universo como un gran ordenador del que podría
emerger un gran pensamiento que interaccionara con el que ha surgido en su interior.
Religiosamente, no habría problema en imaginar un pensamiento que podría ser el
Logos del Evangelio de San Juan.
-¿Qué papel juega Dios en todo esto?
-Es concebible pensar en una racionalidad de la cual vengan no tan solo las leyes físico-
químicas, sino que también dé sentido y finalidad al Universo. Hablamos de valores y
del bien y el mal.
-Algunos colegas suyos, incluido Hawking, a quien usted conoce bien, rechazan de
forma tajante la existencia de Dios.
-Admiro mucho su obra científica, pero, de cierta manera, ellos también tienen un
creador porque divinizan las leyes físicas. Por otra parte, sus conocimientos de religión
son muy escasos, la presentan como una cosa sin elucubración intelectual cuando
llevamos más de 2.000 años de teología. Para ellos, que haya existido o no un concilio
vaticano no tiene ninguna importancia. Sus consideraciones sobre la religión son
excesivamente frívolas.
-Combinar religión y ciencia parece resistirse a veces.
-El problema es que la ciencia va cambiando. No pretendo establecer una armonía entre
ciencia y religión, sino abrirme a las sorpresas de las posibilidades. Por otro lado, mire,
la ciencia y la tecnología nos marcan un tiempo muy acelerado. Yo creo que si
estuviéramos cien años sin investigación científica el mundo podría mejorar mucho solo
administrando con justicia lo que se ha hecho hasta ahora. Conviene también tener una
visión crítica sobre la ciencia. Sin espiritualidad, sin amor en sus términos más
generales, no tiene sentido.
-¿Hasta qué punto lo que nos rodea es una creación de nuestra mente?
-Hay demasiadas coincidencias para pensar que no exista una realidad exterior, pero el
problema es hasta qué punto la podemos conocer o si al conocerla de manera limitada la
estamos creando a través de nuestra interpretación. Así, vivimos en una creación nuestra
que no es propiamente la realidad. La filosofía, la cultura, el arte y la religión juegan un
papel importante en esas interpretaciones.
-¿Podríamos nosotros crear un nuevo Universo algún día?
-Tendríamos que producir una gran concentración de energía en un determinado punto
de densidad que pondría en marcha los mecanismos de aceleración del espacio. Pero
mejor no hacerlo, porque en pocos minutos desaparecería nuestra galaxia y finalmente
el Universo en el que vivimos. Tendríamos que multiplicar por 10.000 millones la
energía que ahora tenemos en el CERN (Organización Europea para la Investigación
Nuclear), lo que parece algo mucho más allá de nuestro alcance.
-Viéndolo de forma poética, quizás Dios fue un físico que trabajaba en otro CERN
en otro Universo.
-Efectivamente. Pero si nosotros construyéramos un universo así, no sabemos de qué
tipo nos saldría, con o sin vida. Ese físico sería uno mucho más competente que
nosotros.
«Igual no es tan difícil crear un cerebro superior al nuestro»
j. de jorge madrid
-¿Este cerebro nuestro tan extraordinario, podría repetirse en algún otro lugar del
Universo?
-No lo podemos excluir. Aunque en la Tierra han pasado tantas cosas especiales para
que haya vida inteligente...: la Luna, que juega un papel importante en la estabilización
del clima; la capa de ozono que nos protege de la radiación; el meteorito que destruyó a
los dinosaurios y favoreció el gran desarrollo de los mamíferos...
-¿Sería posible crear un cerebro superior al nuestro?
-Quizás no sería tan difícil. En el cerebro de los chimpancés hay 31 duplicaciones de
neuronas, en el nuestro, 33. Solo dos más. Si supiéramos mediante ingeniería genética
controlar el mecanismo de desarrollo de los genes, y pudiéramos hacer que en el cerebro
de los chimpancés o en el nuestro hubiera una duplicación más de neuronas, ¿qué
capacidad de computación se ganaría?
Nueva prueba de que la vida vino del espacio
Un nuevo experimento de simulación de las condiciones del espacio profundo ha revelado que los bloques básicos de la vida pudieron crearse en el seno del polvo interplanetario helado, y ser transportados hasta la Tierra para dar lugar a la vida.
Hace 1 hora Tendencias 21. Madrid.
Un equipo de químicos de la Universidad de California en Berkeley y de la Universidad de Hawai, Manoa, ha demostrado que las condiciones en el espacio pueden generar dipéptidos (pares de aminoácidos enlazados), que son elementos esenciales comunes a todos los seres vivos.
El descubrimiento abre la puerta a la posibilidad de que estas moléculas llegaran a la Tierra a bordo de un cometa o de meteoritos, catalizando la formación de proteínas (polipéptidos), enzimas y moléculas aún más complejas y necesarias para la vida, como los azúcares, informa Tendencias 21.
"Es fascinante considerar que los bloques bioquímicos básicos de construcción de la biología pudieran haber tenido un origen extraterrestre", afirma el químico Richard Mathies, coautor de un artículo publicado en The Astrophysical Journal, en un comunicado de la Universidad de Berkeley.
Vida tras los rayos cósmicos
Aunque los científicos han descubierto moléculas orgánicas básicas, como los aminoácidos, en muchos de los meteoritos caídos a la Tierra, no han sido capaces de encontrar en estos cuerpos celestes las estructuras moleculares más complejas necesarias para el surgimiento de la biología terrestre.
Por esa razón, los investigadores siempre han asumido que la química realmente compleja de la vida debió tener su origen en los primeros océanos de nuestro planeta. Algo que el nuevo experimento parece poner en entredicho.
En una cámara de ultra-alto vacío (UHV) enfriada a 10 grados por encima del cero absoluto (-263,15º C), Seol Kim y Ralf Kaiser, del equipo de Hawai, simularon una bola helada de nieve en el espacio, que contenía dióxido de carbono, amoniaco y diversos hidrocarburos, como metano, etano y propano.
Cuando la bola fue bombardeada con electrones de alta energía -para simular los rayos cósmicos del espacio-, estas sustancias químicas reaccionaron para formar compuestos complejos, orgánicos, específicamente dipéptidos, que resultan esenciales para la vida.
En la Universidad de California en Berkeley, Mathies y Amanda Stockton analizaron posteriormente estos residuos orgánicos con el Mars Organic Analyzer, un instrumento que Mathies diseñó para la detección ultrasensible y la identificación de pequeñas moléculas orgánicas en el sistema solar.
El análisis reveló la presencia de moléculas complejas - nueve aminoácidos diferentes y al menos dos dipéptidos - capaces de catalizar la evolución biológica de la Tierra.
La teoría de la panspermia
La vida apareció por primera vez en la Tierra hace unos cuatro mil millones de años y se desarrolló en condiciones muy duras, pero su origen ha representado el problema científico más difícil de resolver.
En 1903, Svante Arrhenius (1859 - 1927) ya estableció que la vida que surgió en la Tierra procedía de las estrellas. Sin embargo, ha sido la hipótesis hidrotermal la más aceptada porque se considera que la profundidad de los mares proporcionó la necesaria protección de la vida frente a la adversidad reinante en la superficie del planeta en ese periodo.
Por otro lado, está la hipótesis de la panspermia ("semillas en todas partes"), que proclama el origen extraterrestre de la vida, una teoría que ha sido impulsada por los descubrimientos de aparentes formas de vida en meteoritos marcianos, así como por la constatación de la existencia de sustancias "orgánicas" complejas en el espacio sideral, lo que sugiere que los elementos esenciales para la vida se formaron desde las primeras etapas de la evolución del Universo.
Según esta hipótesis, la vida habría llegado a la Tierra merced a los impactos sufridos por nuestro planeta desde los primeros momentos de su formación.
En un período de tiempo que va desde hace 4.550 millones de años hasta hace 3.900 millones de años, la Tierra sufrió frecuentes impactos en lo que se conoce como "bombardeo arcaico" (en ese periodo hubo más de 17.000 colisiones con la Tierra). Los resultados de este nuevo experimento parecen respaldar esta teoría.
H A C E U N S I G L O CIENCIA / CIENCIAS HUMANAS
Una broma inspiró uno de los mayores fraudes de la historia de la ciencia
Un boticario bromista escondió en una cueva alemana en 1911 un cráneo de un chimpancé tiroteado en Camerún, que fue confundido con un niño neandertal. La burla sentó los cimientos para la farsa del Hombre de Piltdown un año
Hace 1 hora Manuel Ansede (Materia). Madrid.
Hace un siglo, el 18 de diciembre de 1912, un investigador de prestigio y un anticuario aficionado anunciaron al mundo una de las noticias más esperadas por los científicos de la época: el hallazgo del "eslabón perdido" entre los simios y los seres humanos. El anticuario, Charles Dawson, y el paleontólogo, Arthur Smith Woodward, proclamaron que se habían topado en una gravera del pueblo inglés de Piltdown con los restos fósiles de un primitivo ancestro humano. Eran una mandíbula similar a la de un simio y fragmentos de algo parecido a un cráneo humano. También habían desenterrado toscas herramientas de piedra y restos de elefantes e hipopótamos.
El llamado Hombre de Piltdown dio la vuelta al mundo y no se cayó por completo de su pedestal hasta 1953, cuando otro grupo de científicos descubrió que aquel supuesto eslabón perdido no era más que el montaje de un cráneo de una persona de la Edad Media, una mandíbula de orangután y el diente de un chimpancé. Todas las piezas habían sido tratadas con productos químicos para parecer más antiguas. Y, un siglo después del arranque de uno de los mayores fraudes de la historia de la ciencia, todavía no se conocen los auténticos culpables.
El historiador de la ciencia Oliver Hochadel cree haber dado con una clave para resolver el caso. Hace tres años, cuando consultaba los archivos de la Sociedad Berlinesa de Antropología, Etnología y Prehistoria, se topó "por casualidad" con una carta anónima, fechada el 5 de junio de 1911, que pedía la expulsión de la organización de Hermann Klaatsch, uno de los antropólogos alemanes de mayor prestigio por entonces. Klaatsch, entre otras cosas, había ayudado a definir la especie de los neandertales, pero aquella carta anónima le llamaba "charlatán" y le ridiculizaba por no haber sido capaz de distinguir un cráneo humano de uno de un chimpancé. Hochadel, un historiador alemán de la Institución Milá y Fontanals (CSIC) en Barcelona, siguió leyendo e investigando y, tras tres años de estudio, acaba de publicar la rocambolesca historia del Hombre de Steinau, muy posiblemente el espejo en el que se miraron los creadores del Hombre de Piltdown.
La Cueva del Diablo
La historia se remonta a 1911, un año antes de que apareciera el "eslabón perdido" de Piltdown. A unos 700 kilómetros de allí, al otro lado del canal de la Mancha, vivía Wilhelm Rappe, el boticario de Steinau, un pequeño pueblo alemán que acababa de perder el miedo a una caverna en sus inmediaciones. Un pastor la había descubierto en 1584 y la
bautizaron Teufelshöhle, "la Cueva del Diablo", porque pensaban que allí vivía el demonio. Poco más de tres siglos después, toda la aldea se volcaba en su excavación.
Europa vivía por entonces una "fiebre de la prehistoria", como recuerda el investigador del CSIC. Los descubrimientos de fósiles antediluvianos y de espectaculares pinturas rupestres se sucedían en Francia y en España. En 1907, a sólo 100 kilómetros de Steinau había aparecido la mandíbula de un humano primitivo, bautizado Homo heidelbergensis. Excavar la Cueva del Diablo iba a colocar a Steinau en el mapa. Era un imán para los turistas. Era dinero. El director de la excavación, Albert Lüders, que además era el responsable municipal de la construcción de carreteras, estaba entusiasmado.
Hasta aquí todo normal, pero resultó que el boticario del pueblo, Rappe, era un cachondo y le gustaba tomarle el pelo a Lüders. Su hermano había viajado un par de años antes a Camerún, por entonces una colonia alemana, y allí había estado tiroteando chimpancés. "Rappe cogió uno de los cráneos de chimpancé de la colección de su hermano y empezó a fosilizarlo", recuerda Hochadel. El boticario cubrió el cráneo de azúcar y lo puso al fuego para oscurecerlo. Después lo sumergió en permanganato potásico para "envejecerlo miles de años". Y, para rematar, el farmacéutico burlón plantó el cráneo de chimpancé en el barro de la Cueva del Diablo, cuando los trabajadores de la excavación estaban distraídos. Sólo quería gastar una broma, pero acababa de poner una bomba que llegaría al káiser alemán.
En un primer momento los trabajadores no repararon en la presencia del cráneo y acabó en un montón de escombros fuera de la cueva. La mandíbula se había perdido y parte de los huesos de la nariz habían sido destrozados. Ya no era tan obvio que se trataba del cráneo de un chimpancé. Cuando los excavadores por fin repararon en los restos, se los llevaron inmediatamente a Lüders, el mandamás de la excavación.
Todos temblaron. Podían tener en sus manos otro "eslabón perdido" de esos que estaban tan de moda y supuestamente encadenaban al ser humano con los monos. Hicieron dos fotografías y se las enviaron a los principales expertos de Alemania, que acudieron rápidamente para poner las manos sobre ese cráneo insólito, que en realidad no era más que la broma de un farmacéutico guasón. El historiador Hochadel ha conseguido ahora reconstruir aquella peregrinación en la revista especializada Endeavour, gracias al estudio de los periódicos de la época, al diario del boticario y a cartas encontradas en diferentes archivos.
¿Un zoológico ambulante?
El primer científico en llegar a la Cueva del Diablo fue Fritz Drevermann, del Instituto Senckenberg de Fráncfort. Posteriormente presumiría de que su primera impresión fue que aquel cráneo "no era un fósil, estaba demasiado bien conservado". Sin embargo, los hechos sugieren otra cosa. El Instituto tomó las riendas de las excavaciones y asumió los costes.
A la caverna también llegaron en seguida dos científicos de la Universidad de Gotinga. Uno de ellos, Friedrich Heiderich, mostró ipso facto sus dudas sobre la autenticidad y días después afirmó que aquello era "un cráneo de simio muy común". Pero, ¿de dónde había salido? Heiderich pensaba que un simio podría haber escapado de un zoológico ambulante, de esos que pululaban entonces por Europa, y habría tropezado en un agujero en el techo de la cueva.
Sin embargo, todas estas dudas desaparecieron de la vista cuando apareció en escena Hermann Klaatsch, de la Universidad de Breslavia. Era uno de los antropólogos más prestigiosos de Alemania. Había trabajado en Australia y en las cuevas de Francia preñadas de restos neandertales. Y se había tragado entera la broma del boticario. Tras
ver las fotos del cráneo, Klaatsch escribió al director de las excavaciones asegurando que la criatura pertenecía "al grupo de los fósiles que conecta la raza de los neandertales con los simios actuales". La eminencia incluso se lanzó a sugerir que fueran los restos de "un niño neandertal".
El trajín de científicos en Steinau causó revuelo. La criatura de la Cueva del Diablo saltó a los periódicos alemanes. Alguno de ellos llevó el hallazgo en portada. Según las notas que dejó escritas el boticario, alguien llegó a ofrecer 15.000 marcos alemanes por el cráneo, "una suma enorme para la época", como subraya el historiador del CSIC. La expectación era tal que un miembro del parlamento prusiano, el aristócrata Bogdan Graf Hutten-Czapski, llegó a la provincia para recabar información. A su regreso a Berlín, informó a "las majestades", los miembros de la familia del káiser, sobre el "aparentemente espectacular hallazgo" de la Cueva del Diablo. Mientras, el boticario se reía en secreto del éxito de su Pithecanthropus steinoviensis, como bautizó con sorna al cráneo del chimpancé tiroteado por su hermano.
Investigadores borrachos
A esas alturas, el prestigioso Klaatsch ya había cambiado de opinión y había descartado la hipótesis de que aquello fuera un ancestro de los neandertales, aunque seguía pensando que era un fósil, quizá de un simio del Plioceno, hace más de dos millones de años. En su diario, el boticario escribió que Klaatsch "raramente iba sobrio aquellos días" y que no escuchaba sus advertencias jocosas, como "errare humanum est".
El director de las excavaciones, Lüders, emprendió una campaña de marketing para defender la autenticidad del cráneo, sin saber que había sido engañado. En un largo artículo publicado el 24 de junio de 1911, hilvanó los argumentos de los partidarios de que aquello era un fósil e ignoró o ridiculizó los de sus enemigos, sobre todo los de Heiderich, que había sido el primero en darse cuenta de que el cráneo era claramente de un chimpancé actual.
Y entonces llegó el veredicto del científico alemán más famoso de su época, Ernst Haeckel, propagador de las ideas de Darwin en su país. "En ningún caso el cráneo pertenece a un antropoide fósil ni es de gran valor", sentenció. El boticario, harto de reír en la sombra y molesto porque se vilipendiara a Heiderich, decidió descubrir la farsa. Como premio al buen ojo de Heiderich, le escribió una carta en julio de 1911 felicitándole. Rappe le explicó que sólo quería gastar una broma y que el asunto se le había ido de las manos. Y, temiendo acabar en los tribunales con una denuncia, le pidió que no revelara su identidad. El 21 de julio, Heiderich tiró de la manta sin revelar su nombre. "A comienzos de agosto, cualquier lector alemán de periódicos sabía que el cráneo misterioso pertenecía a un chimpancé plantado por un bufón", señala el historiador que ha reconstruido las peripecias del falso Hombre de Steinau.
En busca de pistas
El investigador del CSIC cree que detrás de la rocambolesca historia de la Cueva del Diablo se esconde una pista para resolver uno de los mayores fraudes científicos conocidos, el del Hombre de Piltdown. "Es imposible saber si el falsificador de Piltdown se inspiró en la siembra del cráneo de chimpancé en la Cueva del Diablo", admite Hochadel. "No tengo una pistola humeante, pero los paralelismos entre los dos engaños son obvios", señala.
El historiador recuerda que, en el caso de Piltdown, el anticuario Dawson contactó con el paleoantropólogo Woodward en febrero de 1912, para contarle que había encontrado restos humanos en la gravera de Piltdown. "Apenas medio año después de que saliera a la luz el engaño de Steinau", subraya el investigador del CSIC.
Dawson, claro, es el primer sospechoso de haberse inventado el Hombre de Piltdown, ya que fue él quien halló los huesos falsificados. Y Hochadel apuntala esta hipótesis. El caso de la Cueva del Diablo había protagonizado portadas el año anterior en la prensa alemana y posiblemente el escándalo también saltó a la prensa inglesa. El anatomista británico Arthur Keith, además, hablaba alemán y conocía bien la obra de Klaatsch, el experto que confundió el cráneo del chimpancé de Camerún con un niño neandertal.
"En los años cruciales de 1911 y 1912, Keith había revisado varios de sus trabajos en la revista Nature, incluyendo un artículo en el que Klaatsch mencionaba el reciente descubrimiento de un simio fósil en Steinau", rememora el historiador. Poco después, Keith aparecía metido hasta las cejas en la investigación del Hombre de Piltdown, defendiendo su autenticidad. "Algunos expertos sospechan que Keith pudo haber sido el cómplice científico de Dawson", añade Hochadel.
Los culpables del fraude de Piltdown
El antropólogo británico Chris Stringer, del Museo de Historia Natural de Londres, dirige, 100 años después del hallazgo de Piltdown, un equipo de 15 científicos empeñados en conocer a los culpables del fraude. Stringer conoce las nuevas investigaciones de Hochadel sobre el Hombre de Steinau y admite el vínculo, aunque no cree que sea tan potente como sospecha el historiador del CSIC.
"Las primeras piezas de cráneo teñidas artificialmente ya se habían encontrado en Piltdown [en 1911], aunque el hallazgo no se anunció públicamente hasta 1912. La mandíbula de simio modificada y teñida no fue encontrada hasta 1912, por lo que es muy posible que Steinau desempeñara un papel importante en la incorporación de la mandíbula de simio al engaño", opina Stringer.
Hochadel, sin embargo, duda que en 1911 ya se hubieran encontrado los restos del hombre de Piltdown, quedando en secreto. Stringer también admite las dudas: "Dawson afirmó haber encontrado las primeras piezas del cráneo antes de 1910. Otras personas confirmaron que él se las había mostrado, aparentemente, antes de 1910. Pero no se lo contó a Woodward hasta comienzos de 1912, así que no podemos estar absolutamente seguros de que sean las mismas piezas, aunque parece probable".
Tras tres años de investigación, Hochadel no se conforma con estos resultados. Está convencido de que la broma de Steinau pudo inspirar por completo la farsa de Piltdown y seguirá investigando. "Si encuentro algo me haré famoso y si no, habrá sido divertido".
Científicos rusos hallan vestigios de una
bacteria desconocida en la Antártida
Rafael M. Mañueco / Corresponsal. Moscú Día 08/03/2013 - 16.30h
Tal es el resultado del análisis de las muestras recogidas en el lago Vostok
el año pasado, que alberga el agua más pura del planeta
Extracción de agua en el lago Vostok
En las muestras de agua del lago subglacial Vostok (Antártida) recogidas el año pasado
por un grupo de científicos rusos se ha encontrado ADN de una bacteria inédita hasta
ahora. Así lo ha afirmado a la agencia RIA-Nóvosti el jefe de la expedición antártica,
Valeri Lukín. El hallazgo podría aportar información trascendental sobre la evolución
de la vida en la Tierra.
Lukín sostiene que “efectivamente hemos descubierto el ADN de un microorganismo
desconocido, pero para confirmar su presencia necesitamos estudiar las muestras de
agua pura, recogidas en enero del presente año, que llegarán a San Petersburgo en mayo
a bordo del navío Akademik Fiódorov”. “Quiero subrayar que lo que hemos hallado de
momento es el ADN, no la bacteria viva”.
El agua que contenía este ADN fue la que se congeló en el extremo de la broca
empleada para perforar la capa de hielo bajo la que se encuentra el lago Vostok. La
prospección se hizo en febrero de 2012, pero las pruebas contenían también queroseno y
otras sustancias.
“Después de separar todos los contaminantes disueltos en el agua y las bacterias
conocidas, encontramos un ADN bacteriano que no coincide con ninguna especie
registrada en las bases de datos mundiales”, señaló por su parte Serguéi Bulat, científico
que trabaja en el Instituto de Física Nuclear de San Petersburgo. “Se trata de una forma
de vida no identificada todavía, no clasificada”, añadió. Según sus observaciones, no
han podido encontrar ni siquiera los descendientes genéticos de la bacteria.
El agua más pura
Al lago Vostok se le considera la reserva acuífera más antigua y pura de la Tierra.
Fue descubierto en 1996 y está bajo un casquete helado de casi 4 kilómetros de espesor.
Se calcula que lleva aislado de la biosfera más de 20 millones de años. Su estudio
podría ayudar a determinar qué formas de vida existen en las condiciones que se dan en
otros objetos celestes del sistema solar.
Lukín dijo el pasado enero que “hay constancia indirecta de que bajo los casquetes
polares de Marte y los satélites Encélado y Europa -de Saturno y Júpiter
respectivamente- existe agua con organismos vivos. Las tecnologías que estamos
aplicando en el lago Vostok podrían utilizarse también allí en el futuro”.
El Vostok es uno de los lagos más grandes de la Tierra. Tiene unos 300 kilómetros de
largo y 50 de ancho. Su profundidad podría alcanzar los mil metros y se asemeja al
Baikal, en Siberia. En la Antártida hay otros 200 lagos. Todos ellos se formaron cuando
el continente helado estaba unido con Australia.