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- Arqueros Proyecto Charrúas de bajo relieve ORGANO OFICIAL DE U\ SOCICDAD DE ARQUilE.CTOS José L. Zorrilla de San Martín policromado

Arrquitectura 73 - 1923

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La Pintura / Reglamentación profesional / Residencia del Sr. Ing. Armano Regusci / Residencia de la Sra. Doña Emilia H. de Balparda

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Arqueros

Proyecto

Charrúas

de bajo relieve

ORGANO OFICIAL DE U\ SOCICDAD DE ARQUilE.CTOS

José L . Zorrilla de San Martín

policromado

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ARQUITECTURA

Lh

1 mun do no es de m a -

.___,~ s iado g ra n­

de; pero ha y otro m undo mucho más lim ita do, much o

, -mas pequeno: un mundo que sólo al canza unas cua n­tas leguas de su­perf ic ie y un os cuantos centenares de personas , a ve­ces con tadís imas . E ste mundo redu­cido, este mundo apenas percepti ble, dentro de la ma­sa del mundo fí­s ico, es el mun do de la historia .

L a acción di-rectiva de los t iem-pos, de las sacie-

dades; la impul sión que se recibe y que imprime ca rácte r a cada momento his tórico, está toda vin­c ulada en una sociedad reducidís ima, y a veces en u n individuo no más. El arte, la habilidad del h istoriador cons iste en sabe r buscar, en sa ber des­peja r, a través de la inmens idad d e fenómenos que o fuscan y envue lve n la acc ió n directiva, a l agen­te, a la persona agente en cada momento, al verda­dero árbitro impulsivo de la socieda d en cada día hi stórico. El resto son reba ños huma nos que vege­ta n, que marcha n s in rumbo, sin horizonte, s in con­ciencia de sus pasos .

Cada é poca h is tó rica t iene su geografía y tie­ne su pueblo. S ería linda cosa una h istori a trazada sobre este cri teri o, donde no se d iesen va lores s ino a aquello que es progresivo, a aquello que es defi­n iti vo en cada momento; pero, desgraciadamente , la h is toria está hecha desde otros puntos de vis ta, y abruma, molesta con la inmensidad de c ircuns­tanc ias e n q ue se dispersa la a tención del historia­rlor y se compl ica e l mov im iento de las socieda des .

H oy mis mo podemos tener un ejemplo muy claro, a pesar de lo d ifí cil que es una p ers pectiva inmed ia ta en historia. H oy m ismo, e l mundo gi ra al rededor de dos nombres, de dos personas; son perfecta mente conocidas , aunque quizá no preste­mos un a a tención cabal a su valía. Hoy en el mun­do no h ay más que dos agen tes: Lloyd George y

L e n i ne; nad a más. E llos son los imp ulsores de la hi s toria actual ; y ha y dos lugares geog ráfi cos co­rres pondi entes a esos dos centros, a esos dos ce re­bros, que es de dond e ha n de irradia r la p az, la guerra , la economía , la d irecció!l del mundo futuro, hoy complicada s por el desplazamie n to de los cen­tros a ntig uos y por la intromis ión de ot ros dos, q ue están en espectativa y de donde podrán salir en e l día de maña na el rival que destrone a los héroes de hoy, a los tiran os de ho y: N ueva Yor k, por un la do y T oki o, por e l otro . E sta es la real ida d a c­tual. N o ha y más mundo que esos cua tro puntos; todo ':. lo d emá s no tie ne val or de preferencia.

El d ía que Moscú, T okio o N ueva York se reu­na n, ese día ve ndrá algo m uy g ran de; porque e l e je vita l del mundo s igue es tando e n esa línea. El ce ntro de la gravitación de l mundo an t ig uo, desd e e l prin cipio de la soc iedad , ¿sabéi s donde es tá?: e n Mesopotam ia. Babilonia y A te na s, Bagdad y Consta ntinopla fueron polos de l eje hi s tóri co de l mundo. Lo fue ro n y s iguen siéndo lo acaso. A ll í se resolv ió la g ran guerra: U na campaña epi sód ica que qu izá en Los q ue me oyen no dejase recuerdo, ma rcó su hora c rí tica y fué momento deci s ivo e n e lla. ¿Cuál? Un mero ep isodio, a l que a pe­na s se dió va lor, entre otros más resonantes: la toma de Samarra po r los ing leses . E se fué e l punto culmi na nte de la g uerra euro pea; y e llo está ligado con e 1 fun da mento de la g uerra , con su razón de ser lejana: el ferrocarril de Bag­dad. El domi nio de Asia; esa fué la causa de la g uerra, y verá nuevos trastornos e l día que ese fe­rrocarril trate de continuarse. A sí véis cómo se pue­de aclara r y cómo se puede precisa r alg una cosa, de ntro de este enredo socia l que hoy nos e nvuelve. Pues lo mismo pasa en todos los tiempos: con cier­

ta facil idad, cua ndo se pueden reun ir datos sufi­

cientes, sería posib le descubrir otros focos, ot ras perso nal idades, que muchas veces apenas suenan .

El R e naci mie nto se defi ne de cua lquier modo;

se le pueden buscar móviles y se p ueden rastrea r

síntoma s suyos en cualqu ier parte. ¿Por qué fué e l

Renacimiento? ¿Por qué esa expresión ríen te de

p ros peri dad, de amor a la vida ? Porque se al ejó

uno de los polos hac ia e l extremo Oriente, a Sa­

ma rca nda. Genera lmente son dos los polos h istóri­

cos, los centros d irectiyos que se a cercan o se ale­

ja n. Cua ndo se acercan y no riñen se es tablece

una concord ia ; cuando se ret iran, y la ret ira da es

muy leja na , se organiza paz en el mismo sentido.

l Por que fué entonces la paz? Porque el comercio

- 2.Ó2. -

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ARQUITECTURA

orien tal se había cleuilitado, y e l occidente se en­

riquec ió, libre de competenc ias. Des pués, con el predominio turco en e l Mediterráneo, vuelve el des­

equili brio y vuelven, durante e l s iglo XVI, la deca­

denda Pspiritual y la decaden c ia políti ca. Luego, hay otros puntos de vis ta curiosos; hay

varias c la ses de focos. Hoy, por e je mplo, e l foco

espiritual puede estar en Londres, e n Moscú; pero

el foco material está en Nueva York. Y ¿qué uá s u

valor al foco material? Una cosa m uy material: e l

oro. No hay oro nunca en e l mundo más que en un

s iti o o e n d os muy al ejados . No puede haberl o e n

más; y c ua ndo a sí ocurre, inmediatame nte uno de

los focos, a trae a 1 in-

mediato y lo absorbe .

Pues España ha te­

n ido también s u mo­

me nto c rítico. Ha p o­

seído e l oro del mundo

en un momento. ¿Cuán-,

do? ¿Quizá cuando iba

de América ? · No. El oro de América, s i aca­so tocaba e n las costas

d e España, pronto la

gue rra y el agio de los

ba nqueros lo hacía des­

aparecer. El oro d e Amé ri ca no enriqueció

a España. Cuando e n

E spaña hubo oro; cuan­

do España fué direc­

triz poderosa del mun­

do, cons tituyendo uno de sus dos po los, fué

del siglo X al. XIII. En­

tonces fué dueña del

precioso metal con tal

prodigalidad que se e n­

careció la plata. Venía

de Afri ca y lo amon e­

daba n los musulmanes;

d e allí, poco a poco,

fué corriéndose haci.a e l interior de Europa,

absorbirlo por el comer- Descendimiento

cío del mediterráneo, progresivamente des favorabl e por fa 1 ta de produc-. c ión, y poco a poco se fué pe rdient.lo. Desa pareció

al f in, como lo p erdi eron Fra nc ia e lng later ra, a

raí z d e la g ran · g uerra, exactam e nt ·. En e l s iglo XVI ¿ hácia dónd e es tá e l cen tro

o ccidental de sobera nía, de poder? Hacia E~paña;

no ha y que dis imularlo. El e je fttndame ntal de la

políti ca, la dirf'ctriz d el movimiento de los pueblos

occidentales radicaba e n E s pJ ña, a unq ue la treme n­

da ri validad de Francia y de Inglaterra habían de

usurpárselo: y por de pronto su p otestad ya era al lá

combatida duramente , quebrantada de contínuo, pero

no perdida. S ucede, además, o tro fenomeno, y es

que estos polos de poder, estos polos de fuerza, es­

tos centros del mundo dejan tras d e s í una este la,

que ya no es poder y q ue ya no es fu erza; es la

estela espiritual. Porq ue los pue ulos, después de ha­

be r luchado por la vida, después de posefda inten­

samente la fa cultad de atraer hacia sí esa p otes­

tad, aún les queda e n su ruina algo de·. lo adquiri­

do. A sí como el ri co c uando empobrece:- según e l

adagio - tiene más que el pobre cuando enriquece,

así los pueblos que h an s ido ricos y ya. son pobres

conserva n algo, conservan la alc-urnia, conservan la

hidalguía, coa1serva n sentimientos nobles, todo ]0 .

que había sido reflejo·

de s u potestad y de s u

ventura. Queda un g ra­

do de superioridad es­

piritual, que, general-. . .

mente, ·cuando la lucha

por lo material no lle­

vó al ~riunfo, tampoco •

logra disfrutarse c.on dominio. S e ne-tanto

cesita sosiego, se nece­

s ita oreo , de superfhli­

dades - generosas para

que el jardín . espiritual llegue a florécPÍlcias ex­

quis itas. Y s i E s p a ña,

en la primera mitad del

siglo XVI se mantiene

s in fórmulas Claras, pre­

cisas para su mundo

espiritual, para su lite­

ratura, para su arte,

luego, en cuanto la granrleza decae- y ya

otra vez he llamado la

atención sobre e llo ­

·se exaltan los valores

espirituales , y nace una

. E spaña sentimenta 1 y

artística; de un valor

extraordinario, a 1 paso

que la potestad mate-M. A. da Car;~"aggio rial iba separándose de

• e lla, iba p erdiéndose y

re partiéndose por o tras naciones. Esa es Ja s itua­c ió n. E spaña, precisamen te e ntonces, · debido a esa

fu erza concentra da de que gozó antes, merced a ]a

e xa 1 ta ción que su vida espiritual activísima soste­

nía, mercect a su mist icismo, m e rced a la base mo­

ral que l levaba consigo, más o menos inconsciente,

merced a su fanath:,mo,- no me arredra d d ictado

-a su fanat is mo, log ró una personalidad d e a som­

broso re 1 i e ve.

E spaña ha s ido en la Edad moderna una na­

c ión fanáti ca, y pobre del pueblo que no tenga un

fanatismo, sea e n e l orden que sea, ya fa Pa ti smo

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ARQUITECTURA

doctrinal, ya antirelig ioso; es ig ua l, es fanatismo, y no están muy distantes el uno del otro. Más pa ra c reer, para sentir, para tener espíritu, para reflej ar ese espíritu en obras de arte, es menester que el corazón y que la conciP.ncia estén removidos, y que ha ya una vida intensa espi ritual , aunque ssa de ma­la ley, aunque esté mal dirigida, aunque no sea e l espiritualismo, en su conce pto más puro, el que mo­tive aquello.

Efectivamente, la educación relig iosa popular en E spaña no fué un modelo de austeridad ni un mo­delo de perfecciones; pero había un fondo enorme de espiritualismo, de religiosidad. en la forma que fuese, atropelJando realidades, a tropellando leyes; providencialista muchas veces, buscando cierta se­g uridad optimista en lo porven ir, no por el cumplí-

El Entierro de Cristo

miento de la ley ni por la satisfacción de la ju~ti­

cia, s ino por el milagro, por lo sobrenatura l, por lo imprevisto. Y como hoy se busca un porvenir en la lotería y no en el trabajo, así se cifraba entonces la aspiraci'ón haci a un mundo mejor, no mediante el cumplimiento de la ley sino mediante la espe­ranza en una intervención providencial. E sa , buena

• -o mala, mala ciP-rtamente, es la realidad. Ahora ve-remos la forma artística de todo ello; como se re­presenta en su literatura, en su teatro, en sus artes, dura nte una parte del siglo XVI a l XVII en Espa­ña . Pero ello tiene su contraprueba. ¿Qué había en­tónces fuera de España ·en ese mismo punto ? No puedo aquí ligeramente dedrlo. Parecería quizá exa­g erada la antítes is; más sería cuestión de un poco d e esfuerzo el indagarlo bien.

Mirad la literatura de Francia y de Italia en

ese mismo período; mirad sus artes; estudiadlo todo con la mayor intensidad que podais, i Qué df'silu­s ión! i Qué poco se encuentra con vida! T oda Fran­cia g ira alrededor de tradi ciones clá ~ icas, de rece­ta s; sobre un concepto plenamente fa lto de espíritu, de sen ti do de la realidad; compl eta mente vacío, académico. En Italia, los man ieristas, los eclécticos. Ya los conocéis; no ten go necesidad de juzgarlos, y hoy sobre ellos pesa la sanción más cruel, la de l

• olv ido. Quedan los dos polos españoles: e l polo de E spa ña y el polo de los Países Bajos. Habían sido g ra ndes, a tado uno a l otro, en el período anterior. Flandes de~arrol l a ba su va lor artístico presentando dos geni os ex traord inarios, Rubens y Van Dick; H r>l a nda, a Rembraudt y Frans Hals, y tras de ellos, los pequeños maes tros : una plétora de vida

Ribera

extraordinaria, admirable. Pero ese arte septen trio­na!, ese arte de los países que habían estado suje­tos a las ini ciativas españolas, ligados a un mismo destino, viven un poco de fórmulas prácticas, de negocios; trastornado su positivismo por la lucha religiosa, oscilaban entre idea les de burguesía có­moda y sensualista por un lado, y lirismos de apa­rato celestial, sobre un fondo brillante o lóbrego, por otro. En Rubens, fantasías d ecorativas y colo­ri stas, maravillosos escenarios donde se representan mitologías e historias, saturadas de una opulencia carnal sin ejemplo. Rembrandt, en vis iones mági­cas, que impres ionan como evocadas de otro mundo. Van Dick adobando sus modelos con melancolías señoriales; Frans Hals, riyendo plebeyas satisfac­ciones de radia nte prosaísmo.

Frente a esos ca racteres, que como tendencia

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:

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.. ARQUITECTURA

representa n puntos de vista falsos para la in terpre­

tac ión de la realidad, pero en armonía con el d es­a·rrollo es piritual, con la idea estética ·de cada una de estas escue las: frente a ello es tá lo espa ñol, con una sobri edad, con una fuerza unilateral absoluta. ¿En qué se diferenciaba el ambiente español para

el arte, del de los demás pueblos? En que E s paña . .

no envaneció a los artista s, no se les exaltaba, no se les dió superioridad sobre los otros oficios. Al artista n o se le endiosaba. L os rey es no solían po­

ne r delicadeza en s us iniciativas; los poderosos es­

taban completamente aislados y carecían de gu~ to.

Corte y palacios no daba n vi da al arte. Así, el

Martirio d-e San Bartolomé

rumbo de és te se orientó sobre la de jación hecha por las clases directivas, de s u tutela y de su po­

d er. Y ¿a quién se había entregado la impulsión directiva del arte? Al pueblo, a la iglesia. E sos

eran los fa ctores del arte; esos los que alentaban a lo~ artistas, y los artistas no trabajaban s ino a gusto de masas, insensibles a fórmul as de virtuo­sismo; para el pueblo, para la religión, para igle­sias y conventos . Y esos pintores, ante el idea l co­lec tivo que interpreta han, adquirían conciencia de su inferioridad.

Rubens fué a España como un príncipe, por­que lo era, príncipe de la diplomacia y príncipe de

. la pintura, con todo e l esplendor de su corte y de su fama. Y lós pintores italianos se habían impues­to cqmo un non plus ultra inacc~jble, en todos .los tiempos y sobre todos. los ' ·países . . En ca mbi; ,' los

pintores españoles eran humildes, eran pobres; se

contentaban con trabajar barato y, g ra cia s a que

a bundase tra bajo; y los asuntos que desarrollaban ni e ran los que el los preferían, ni los que ellos, quizá, tuviesen g us to en hacer, sino Jos que el pue­

b lo, la igl esia o el convento pagaban. Todo para serv ir al pueblo, al ideal colectivo, fuera de a rtifi­

c ios, fuera de convenc ionalismos. · A hí, en lo sano de la nación está el centro, el

foco del arte, y ahí radica su valor. Por eso se

forma un arte tan ingénuo, porque el pueblo nece­

s ita si nceridad para emocionarse, y toda ficción la

rechaza. En Fra ocia la pintura e ra cortesana. En 1 ta 1 ia , donde era aristocrática, podía pintarse bajo

Ribera

pri smas e ruditos, porque no había que satisfacer si­

no el gus to de ciertos personajes, y podían lo~ pin­tores alimenta rse con rutinas o escolasticismos que

no afectaban al común vulgo. En España no podía ,

ser as1. Y ¿cómo se traduce eso? Con un amor a la

realidad extraordinario; con una vulgaridad simple; con un atarse a la verdad, a la vida, a la emoción a c tual, en absoluto. Pero esa atadura no quitaba . que, sin perder sus características, sin dejar de ser humano todo ~o que se hada, tendiese a las regio­nes del empíreo, y retratase la pintura una eleva­ción de misticismo a que, desde el Renacimiento,

no llegó ningún otro pueblo . . Lo arraigado . del sentimiento r-eligioso en . Es-

paña está perfec t3mente de acuerdo con el fondo .

todo cordial de la pintura española, que no vibra sino con estas nota s: por un lado, realismo absolu-

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ARQUITECTURA

to, naturalismo, sin galas cte atractivo, pintura sin oropel de ningún gé nero; por otro lado, el misticis­mo en grado máximo, hermanando perfecta y para­lelament~ con su teatro y su literatura.

Y ¿cómo se llegó a ésto? Hay una evolución interesantísima. No era fácil romper de pronto con las trabas del Renacimiento y crear este mundo nuevo, este arte que ha bía de reflejar un ideal di-

Monje en oración

verso a fondo del italiano. Y el síntoma de la ema n­cipación fué deshacerse de la esc uela, triunfar la indisciplina y formarse una pléyade de a rti stas que, cada cual con tendencias propias, como s i vi viera n separados unos de otros, como s i fueron trayendo piedrecitas para

• no se con oc tesen, el edificio de la

renova ción , base firme sobre que se ha construído luego el arte modern o.

L a tarea era muy compleja; era imposible aten­der a todo; cada período anterior, cada escuela fué resolviendo un problema, un tipo de fenómenos . El

R enacimiento había atacado el dibujo, la armonía d e! líneas y tonos, una realidad siempre emb~lleci­

da. Por otro lado, apas ionó a la escuela veneciana la magia del colorido y la depura ción de Jos proce­dimientos técni cos, buscando mayor limpieza y bri­llantez. Ni unos ni otros habían tras pasado esos lí­mites. Pero hub0, a fin es del siglo XVI, un disi­dente, que no sa bemos de seguro si ejerció influjo

Zurbarán

sobre lo espa ñol ; pero es el úni co de allá que tomó un ru mbo nuevo, y fué Miguel Angel d e Caravaggio. Un ita lia no rudo que vió, por encima de las anti­g uas teorías del colori smo y del di bu jo, el efecto mág ico de la luz entre sombras, antes de Rembrandt. Artis ta de pocos vuelos, de poca sustancialidad, pe­ro un revolucionario que en Italia no fructificó sino perdiendo terreno con los eclécticos, con el Guerci­no, por ejemplo.

En España la corri ente innovadora tiene, desde el punto de vi sta de la técnica, un primer punto

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ARQUITECTURA

que es similar, paralelo a este de Caravagg io: lo­grar la fuerza de luz median te el contraste de som­bras; buscar en el claroscuro una ilusión de poesía, de realidad exaltada, en armonía con los fine s que 1-Jersiguió, de un naturalismo violento siempre. E s la teoría de Ribera, el Españoletto, discípulo del e:;pa­ñol Ribalta, que fué a Italia sintiendo ya, proba­bh~mente, ese ideal, y que luego al lí Jo desarrol ló

San Andrés

con soberano éxito. E sa misma fué la primera t en­d encia que dió personalismo a la e::>cuela sevillana. Posiblemente tuvo conocimiento de la revolución afirmada por Ribera en Nápoles; pero tampoco esto se vé claro; las fechas son tan próximas y tan du­dosos los influjos, que sería lícito reconocer indepen­dencia en este grupo sevillano.

Ello es que nace aquí un tipo de realismo de una intensided, de una delicadeza enorme, con un

claroscuro a veces durísimo; pero, sobre todo, con un estudio exquisito y por igual de exterioridades nimia s y de iU:terioridades .. psicológicas, del tempe­ramento pers.onal, de ·los tipos, sin rehuir la fealdad, si:1 rehuir lo desagradable o lo trivial, ateniéndose con exactitud implacable a lo que copiaba, pero exaltado, intenso, vivo siempre. Esta es la tenden­cia que vem ')S en Herrera el Viejo, y que luego re-

cog ió Zurbarán y aún Velazquez en sus primeros ti em pos.

Después vino una reacción: siempre la reacción en España; el prurito ue no seguir un rumbo fijo y permanente, preferir lo vario a lo perfecto; y este retroceso sale. de la cscüe la misma que Velazquez, , con Alonso Cano. El representa una reacción hacia lo clásico; n·acción un poco acorde con la manera de sentir el arte que tenían los eclécticos italianos,

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ARQUITECTURA

pero si n perder su aire sincero, la intensidad ideal y la exal tación de los tipos; que no era Cano un artista vulga r, sino hombre de superior categoría.

' magistral en sus procedimientos, con notas típicas ' claras y serena!::., tendiendo a una riqueza de va!o-

res y a una profundidad desconocitlas de los otros maestros coe tán eos suyos: Estos constituyen una primera ge nera ción. Luego, en la segunda mitad del siglo XVII, se exa ltan todas las cualidades afecti­vas, bajo la acc ión de dos representantes insignes: ~luri llo y Valdés L eal, muy conocidos ambos para qu~ yo haga aquí la presentación de s us caracte­r es.

Se juzga a Murillo como el místico por exce­lencia; casi es e l realista más convencido; el hom­bre prosáico, en su manera de concebir e l mundo¡ el hombre que menos idealizó, pero que poe ti zó la pintura; que dió nubes y esp lendor a un cielo, a una reg ión ce lestial que presta extraord inario en ­canto a sus creaciones, y nos las hace saborear como verdaderamente espirituales y etéreas. Aparte ello, sus personajes son perfectamente humanos; sus vírgenes son mujeres sin elevación, y que s i tienen algo de c ie lo, es porque pone n los ojos en blanco y

miran hacia arriba. Todos, tipos arrancados a la soc iedad andaluza, con rasgos de l temperamento pas ional típico de la raza . Y donde 1\furillo descue­lla, donde él ti ene una personalidad más clara es, precisa mente, en los temas prosaicos, en las com­posiciones donde copiaba lo real, si n exaltación, si n carácter de ningún género. Ahí está en su terreno; ahí es perfecto.

El otro, Valdés L eal, represen ta lo impulsivo, e l movimiento, e l barroquismo, a q ue antes ha cía alusión, ll evado P-n e l sentido de dinamismo; y éste se revela en s u pintura, en su paleta, por la des-

r .

Cristo en casa de Marta

viación de todo lo que era sereno, e egante, pláci­do; buscando siempre lo duro, lo agitado; muchas veces, ha::;ta lo grotesco, y no retrocedie ndo ni an­te cosas absolutamente repulsiva s, ante la descom­posición de los !"!luertos.

l\1e he dejado atrás- lo habrán notado- un nombre: Velazquez. Pero Velazquez- providencial­men te, di remos - de jó a tiempo su tierra na tal y obtuvo campo más en a rmonía con s us condi ciones e n otra atmósfera d1ferente. L o que hizo en Sevilla es inferior a lo de Zurbarán; adolece de una falta de sentido estético, de una falta de espirituali smo, de una falta de fantasía, absolu tas. Sus obras eran una fotografía, aten ta hasta en sus últimos detalles a copiar la realidad: si ello era n cacharros, verdu­ras, trebe jos de cocina, es imposible hallarle defec­to; más si era un santq, una virge11, resultaban hom ­bres y mujeres, sin· más carácte r que el propio de seres vulgares que se prestaban a servir de modelo: así empezó a revelarse.

¿Qué más hubiera hec ho en Sevilla? Eso es di­fícil de cal cular; pués, dado lo que dejó allí, muy de primera juventud, no cabía prever sobre ello lo que luego sigui ó haciendo. P ero estaba tan cerca de Zurba rán y tan por debajo de él en la pintura de caracteres, a prec iables bajo un prisma exaltado de mi stic ismo y de ascetismo, en lo que fué maes­tro Zurba rán , que difícilmente allí e n su terreno hu­biese logrado vent:erlo. Más, por fortuna, se retira de Sevilla , marcha a la corte y a11í encue ntra un ambien te en armonía con su manera de ser.

Allí no se conocían aquel las exaltaciones; allí no era n el clero ni el pueblo los que d ic taban sus asun tos a los pintores, sin ó la Corte, una corte frí­vola, reñida con los ideales del pueblo, donde todo era artificio e hipocresía. Y ¿qué hizo allí Velaz-

Velazquez

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l

1

¡

ARQUITECTURA

quez? Subir a donde no se había subirlo nunca y donde no ha suhido después nadie tampoco. Sor­prender la realictad, la verdad absol uta. Siguió co­piando moJel os, pero y u. no interpretaba san tos, y, por consiguiente, estaba en su terreno: erun píca­ros, bufones, reyes, príncipes. Todos representaban lo que eran. Llegó a retratar a un papa, úni co pa­pa cuya irnágen vive con más inten sidad carnal q ue

El Hombre del Mapamundi

si lo tuviés t: mos en persona delante. Y ya no es la fotografía sóla; es animación de la fotografía sin añadir nada a lo que hay delante de sí. Todo lo que no dá la fotografía: expresión, intensidad de vida, envoltura trasparente de un alma, muchas ve­ces baja , rastrera; tocio eso lo dejan ver sus pince­les. Nunca exalta; nunca levanta un ideal por enci­ma de lo que realmente cada cuerpo llevaba dentro de sí.

En cuanto a procPdirniento, empieza iluminando con pardos y negros; empieza haciendo contrastes. duros, más exagerados, a vece~, que los del mismo· Ribera; luego, va sutilizando su paleta; va limpian­do sus colores; va, poco a poco, trasparentando som­bras, deshaciendo golpes de luz, fundíendo contor­nos, y así airea sus escenario~, donde no queda sino· ambiente, merced a valores relativos, que acusan

Velazquez

aquell os grises y platea dos típicos suyos. No hay dibujo. no hay líneas; no retrata sino la impres ión de lo que se vé a distancia, fantasma s de real ida­des tal corno se presentan a la re ti na, y que pro­vocan una ilusión exactamente igual a la que se­tiene vienrlo las cosas. Inventa, en una palabra, la perspectiva aérea, lo que antes no se había formu­

lado y lo que después no ha podido perfeccionarse-,

mas.

- 2.Ó9-

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ARQUITECTURA

Velázquez llegó a la meta, dentro de su punto de vista, dentro de su manera de sentir el natural. Era imposible igualarlo y, mucho menos, excederlo, Dejó, más que discípulos, un par de colaboradores incondicionales, y en genera l una parte de su téc­nica y de s u equilibrio profesional a cuantos pinto­res constituyen la escuela mddrileña, brillantísima, pero que no añade quilates de va lor sustancial a la evolución de 1 maestro; antes b ien, contaminaciones extrañas que la desvirtuaban: otro día, a l hablar de barroquismo, se presentaron unos cua ntos ejemplos sobre ello, y eso basta.

Virgen con el Niño

Así ll ega el siglo XVIII. Entonces es cuando perdimos definitivamente la partida; entonces pasa a Francia el predominio occidental, como fruto de la superioridad políti ca ya obten ida en el siglo XVII. Y la pintura fran cesa desarrolla entonces, dentro de su ideal , modalidades independientes: lo mismo que en España, pero con un siglo de retraso. En el si­g lo XVIII, la floración de su a rte, como la de su literatura, fué espléndida. Tiene ca racterísticas ab­solutamente d¡versas de lo espa ñol, en armon-Ía con la frivolidad del genio francés. Sus escenas galan­tes no tienen rival en España, y pintan la vida ba-

jo un prisma que en España nunca tuvo represen­tación: el deleite morboso ele la carne, el sensua­lismo refinado, que nun ca se autorizaron en E spa­ña; la concu pi sce ncia sonriente, bajo una máscara de cortesa nía delicada; eso se pintó a tlí muy bien. Así llegamos hasta fines del siglo XVIII, y, enton­ces, ya sabéis lo que ocurre: un reproche valiente contra tal es frivolidades, que determinó la Revol u­ción Francesa, con su renacimiento positivo de /a­lores espirituales. E spa ña tuvo, a su manera, otra reacción en tiempos de Carlos Ill, con fu erte reper­cusión artís tica, baj0 la ini ciat iva de pintare& ex-

Morillo

• tran]eros. Fueron Tiépolo y Mengs, ya citados en otras

ocasiones. Sobre todo Mengs fué el verdadero maes­tro entonces de una generación nueva de pintores. El era un gran técnico; un hombre culto y aplica­do, con sentido exquisito al querer reunir todas las perfeccioues de los maestros antiguos; más de ahí no pasaba. No tenía un concepto propio del ideal; pero tuvo una virtud, cual fué la de descubrir a Ve1azquez.

Velazquez estaba obscurecido; sus obras yacían en los pala cios reales; el pueblo, los artistas, gene-

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ARQUITECTURA

- 271-

La Reina Maria Luisa·

Goya

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ARQUITECTURA

ralmente, no podía n gozar de ellas. Mengs, como pintor del rey, las tuvo ante sí y las valoró como

merecían. El no imitó a Velázquez; pe ro exaltó su memoria, hizo valer sus perfecciones y sirvió de guía, probablemente para que otro pintor de Cáma­

ra pudiese hallar e 1 buen camin o, retroceder ha cia el casticismo, y ligar el s iglo XVII con el XIX: és­to hizo Goya.

Goya empieza con un estilo artificioso y desa­

liñado, dibujando mal, plag iando obras agena s y

colorineando con una fue rza que ya descubre su . ,

temperamento pt cto-

ri co. Desarrollaba, co­

mo todos, asuntos re­ligiosos, ni m ejores ni peores que lo usua 1 de entonces; luego, aprendió a d ibuja r, correcto y deli cado, hasta dejarse atrás

a sus colega s todos, ,

p ero segm a ocupan-

do categoría infe rior;

s u rudeza , con me­nosprecio de los va­lores sociales y de l academicis mo le per­judica ban g raveme n­te en la Corte. Más , por lo mismo que e ra un pintor de pocas

pretens iones, sus cu­ñados los Baye n le ocuparon en ayudar­

les a pintar ca rto nes para las tapi cerías reales con asuntos populares, de gé nero, donde había menos riesgo de escanda i i­zar con sus geniali­

dades. Ahí se pone en

contac to Goya, no con santos que nun-

, . . , ca acerto a tmagma-rselos, sino con hom­bres, con el pueblo. Empieza a pintar car-

J óvenes muj~res

ton es con una dureza de claroscuro impropia y en des­acuerdo con los recetarios al uso; d isgustaba su obra y se le forzó a variar de rum bo; Goya era re­belde; a regañadientes evolucionó, pero gracias a

ello la luz brotó de su paleta, y un ambi·ente alegre

y aireado puso a tono sus com pos iciones, rebosantes de ingenuidad, con escenas campestres y plebeyas, que é l sentía y retrataba con expontaneidad cariño­sa. Luego, no necesitó más que abrir los ojos al

arte de Velazquez, en te rars'e de como bosquejaba Mengs,- que es proba blemente un fa ctor importan­tís imo en su técnica,-· y lanzarse a pintar lo que

veía, según enseñaba a verlo y rep rod ucirlo Velaz­quez .

Copió la Corte , copió los pe rson ajes reales, co­p ió nobleza y pueblo; todo revivía s in esfuerzo en sus te las. Pt ro no quedaba en seguidor fiel de V e­lazquez, ni se satis filo con retrata r lo que se le po­

nía delante, s in a lterarlo. El e ra hombre de una concen tra ción espiritual grau de; poseía espíritu de

Goya

análi s is extraordina­

r io, y una resistenc ia

de asi mila c ión al medio, que le h izo

pasa r por Italia si n contaminarse con la

pintura neoclás ica de en ton ces; pero e llo m i s m o 1 e di ó v i rt u el para a is larse de to­

do convencio nalis mo,

y creándose un mun ­

do para su uso es­pecial, hacerse árbi­tro de s u presenta­

c ión , dar ri endas a la fantasía, moralizar sa tiri zar sobre todo implacablemente, y

crear la serie de obras

más extraord in aria,

desde el punto de vista de impres ioni s­mo, de ilusionismo,

de readl is mo, de poe­s ía, de horrores en q ue lo más repul­sivo y b rutal se d ig n ifi ca por el a rte, y todo con una ori­g inalidad de concep­tos, con una fue rza, con una intens idad dramática que está en armonía con el moYimiento popular y revolucionario de entonces. R es pecto de

técni ca, una sutil ización , llamémosle a sí, de la pin­tura, que está por encima de cuanto habían hecho

Velazquez y R e m brandt, justifica la trascendencia

que se le concede entre los modernos.

Su a ctualidad no ha pasado, y ya sabemos que se

le reputa dignamente como precursor e iniciador

del impresionismo y del modernismo de nuestros

días.

- 2.]2.-

Page 13: Arrquitectura 73 - 1923

¡ 1

1

ARQUITECT~RA

REGLAMENTACION PROFESIONAL

1 ejercicio de la profesión de Arquitecto es asunto ligado íntimamente al interés gene­ral de. la Sociedad. En este hecho se basa

·de manera inconmovible, el derecho que la Socie­. dad tiene de reglamentar ese ejercicio, impidiendo . que el interés particular se desarrolle a sus anchas, .a expensas .de lo que constituye un bien común.

El bien común amenazado en este caso por el ·ejercicio "libre'' de la profesión de Arquitecto es ·de doble naturaleza: Por una parte Ja salud y la seguridad de la población; por la otra, su derecho . a crear un medio artístico de acuerdo con su pro­pia elevación cultural, y a tran ~mitir a las genera­

. ciones futuras una educación estéti ca digna de esa ·conquista.

Dos procedimientos existen para salvaguardar ·el interés general en este punto: El primero, pues~o en práctica de manera imperfecta, inocua y mal . orientada entre nosotros, es el de reglamentar di­rectamente la construcción de edificios, impidiendo

. que, sea quien sea el proyectista director, se violen

. en ella unos cuantos princi pios fundamentales. El segundo procedimiento, inexistente en la

práctica de nuestro país, es eí de reglamentar el .ejercicio de la profesión limitándolo a aquellos que, sea por haber alcanzado un título en la Universi­dad del Estado, sea por haber demostrado en una forma ronvincente su competencia, estén realmente en condiciones de proyectar y dirig ir una obra ar-

·quitectónica, sin amenaza para la salud, para la ·vida o para la cultura de los pobladores. Ambos ,procedimientos no son excluyentes el uno del otro.

* * * U na buena realización arquitectónica debe reu­

nir es tas tres condiciones básicas: 1 ° La convenien­. cia de su organización para el destino prefijado. 2 .0 La seguridad constructiva de esta misma organi­

. zación. 3.0 La expresión estética; en la que están ·Comprendidas:. la expresión de la conveniencia que se llama el carácter del edificio; la expresión de la

. seguridad que constituye su verosimilitud; y la expre­sión de abstracciones y ritmos de la naturaleza, su­peditada a las otras dos expresiones primeras, que

-forma en las líneas arquitectónicas, lo decorativo y "lo simbólico.

Esquematizada en esta enumeración, la tarea del arquitecto, repasemos en cada uno de los pun­

·tos mencionados lo que puede en ellos referirse al tinterés general, antes de discutir cual es el camino .que debiera seguirse para salvaguardarlo.

•••

en él hasta los más pequeños detalles del programa que se va a realizar. La tienen: el clima, la orien­tación, las condiciones del suelo, la naturaleza del material a emplearse en la edificación. No son age­nas en manera alguna, las costumbres, el medio so· cial, ni mucho menos la salud de los habitantes .

"Hacer el plano" de una casa, según el térmi­no corriente de los arquitectos improvisados -llá-

" . . " " " " lb - ·¡ , mense propietariOs , constructores , a ant es -es, también al decir de ellos, "tarea fácil".

¿Qué no será "fácil" para la ignorancia? Sin embargo, si hay problemas que merecen

reposo, · reflexión, conocimiento, conciencia de la responsabilidad, éste es uno de ellos .

Un plano mal hecho i cuántas veces es respon­sable de una tuberculosis! Véanse fríamente las es­tadísticas levantadas en muchos países europeos. Las casas en cuyas piezas no entra el sol, son alia­das inseparables de la enfermedad; uno y muchos casos se r.epiten en la misma pieza, y hay vivien­das que llevan encima, como el sello de una maldi-. .. . , ClOn.

' Si en nue5>tro país, lleno de espacio, lleno de sol, las estadísticas fueran minuciosas y exactas i qué capítulo de cargos no ·surgiría contra la igno­rancia criminal de tantos y tantos "fabricantes de planos"! icontra la negligencia de tantos legislado­res 1 Y hoy, hoy mismo, se siguen despachando fa­vorablemente (!) en nuestras oficinas municipales, planos en que aparecen dormitorios sin luz y sin aire .... porque no existe una reglamentación de pa­tios!... porque la incompetencia es libre, y ella pue­de seguir siendo más generosa que la competencia con la avidez de los . propieta rios!

Todos los otros problt>mas que se relacionan con la conveniencia o adaptación del edificio a sus fi­nes, se descoloran ante la fllerza de tonos que pre­senta éste de la salud pública. No quiere esto decir que los otros no existan, ni que carezcan de impor­tancia ·

La falta de los elementos · de higiene necesarios pa­ra los habitantes, es uno de ellos ¿Quién es el in­quilino que buscando casa no ha topado alguna vez con unas muy decoradas en la fachada y en el za­guán, y que no tenían un cuarto de baño decoroso en el interior?

Dejemos a un lado la falta de comodidad de circulación, la pésima independencia de los locales, la carencia de aislamiento de los vecinos, los innu­metables defectos de composición de esas casas planeadas por ignorantes. También esto afecta sin­embargo el interés general, ya que rebaja el nivel

'

La conveniencia de un edificio para su destino, .es asunto de relativa complejidad. Tienen influencia de las construcciones e imposibilita a los ·que no · ·

- "-73 - .

. '

..

Page 14: Arrquitectura 73 - 1923

• .

ARQU.ITECTURA

~on propietarios para encontrar casas cómodas, úti­les.

*** Entremos en lo relativo a la seg·uridad. No ignoro que en los casos sencillos y corrien­

tes; mejor dicho: según el procedimiento rutinario de ' ~construir casas", cualquier constructor mediana­mente práctico, sabe poner en su sitio las vigas y

los tirantes, sin que la cons trucción corra el riesgo de una ruina inmediata. El arte de colocar un la­drillo sobre otro y el de apoyar sobre los muros los tirantes de hierro, más o menos aproximadamente calculados, no es como creen muchos lo más funda­mental ni lo más importante entre los conocimientos del arquitecto

Pero eso, y algo más que eso de be conocer el arquitecto que proyecta y dirige una obra, y ese "algo más" es lo que ign nra la inm~nsa mayoría de los no titulados en quienes íos propietarios deposi­tan su plena confianza, llenándose la boca al lla­marlos pompo~amente: " hombres prácticos"; como quien dice: " (:uranderos". i Y pensar que el que esto escribe, ha visto esas actüud~s y oído estas expre­sion'es procedentes de titulados universitarios: "abo­gados" ... !"médicos"!. .. No tiene calificación! .

En ese "alg9 más" que conoce el Arquitecto está la solución de todos los casos que salen un po­co de lo vulgar, de lo que se hace siempre; de esos casos en donde escolla a menudo el famoso "hom­bre práctico", porque no conoce las leyes más fun­damentales de la Mecánica aplicada a las Constr~c­ciones, o porque sus conocimientos constructivos no pasan de un limitado número de recetas, sin crite­rio que las armonice y las vuelva fecundas.

Lejos, muy lejos de nosotros, la idea de des-.

preciar a los hombres prácticos. Ellos tienen . una misión muy digna y muy propia, como colaborado-. res de los arquitectos y como empresarios de obras bajo la direeción de los arquitectos; pero no altere­mos los papeles: a cada uno lo suyo. i Cosa curiosa 1 Los verdaderos hombres prácticos, los que valen,los que se vuelven a veces indispensables, son de ordi­nario los que r.1ejor conocen cual debe ser su posi­ción, los que se colocan en su sitio, sin pretender competencias de que carecen .

* * *

El conocimiento del Arquitecto hace de él un hombre que realiza sus trabajos a conciencia. Un arquitecto por ejemplo, no aconseja jamás a un pro- , pietario que ahorre dinero violando una dispos ición municipal justificada por la conveniencia o por la seguridad de los edificios.

Los alredores de Montevideo son la demostra­ción evidente de como proceden los no titulados, cuya falta de conciencia en general es una lógi<:a consecuencia de su ignorancia. Los pozos negros de la ciudad de Montevideo están perforados intencio-

nalmente, por consejo o por disposición de los "ar- . quitectos improvisados" . Es ya una práctica esta- . ble~ida: cuando el inspector municipal se retira después de la última inspección a las instalaciones . sanitarias, el constructor ordena la perforación del pozo.

1 Y te nemos en Montevideo un "Consejo N. de Higiene'' que lleva prolijamente las estadísticas del crecimiemto y del decrecimiento del tifus en el país! i y tenemos una Oficina Municipal de Salubridad en donde sigue un trámite de veinte o treinta días una denunc:a cualquiera sobre esta clase de delitos!

* * *

Hemos tratado primero y de manera muy espe­cial lo que se re~aciona con la salud pública. Nos parece que es este un a~unto al que nadie se atre­verá a negar interés genera 1, y él es sin duda el punto de apoyo más fuerte en que se basa la legiti­midad, m~s aún, la necesidad indispensable de la reglamentación profesional del arquitecto.

Existe además el aspecto estético. de la cues-. ~

t10n . oi\

Dijimos que un .edificio debe tener carácter, es . decir, que debe transparentar en sus líneas arqui- ­tectónicas la concordancia con su propia finalidad. Dijimos que debe ser verosímil y para ello expresar · claramente p·or medio de esas líneas una organiza­ción constr;uctiva real o imaginada, pero lógica en sí misma, ·sin; contradicciones. Por último indicamos . también ·que admite el edificio expresiones de leyes , abstractas y de ritmos ~epresentados por las estili­zacionés dec4;)rativas, y expresiones de ide-ts repre­sentadas· p<i>r los símbolos convencionales.

En· una palabra: la arquitectura es un arte be­llo, además de una ciencia aplicada; y como arte, tiene un lenguaje propio, complejo y rico; lenguaje · eón sus palabras de sentido adecuado, preciso las unas, vago y sugeridor las otras; imposible utilizarlas sin un dominio completo de su sentido.

Preciso es admitir que este lenguaje no lo co­nocen ni lo entienden por su falta absoluta de cul- . tura, los hoR1bres que se suelen poner frente por frente a los ,arquitectos; sean "dibujantes proyectis­tas", sean "constructores" o tengan a su cargo uno de esos llamados "Estudios de Arquitectura" que de todo tendrán menos de estudios.

Por otra parte ¿qué leyes de estabilidad van a expresar, los que las ignoran? ¿los que se glorian muchas veces, de representar en sus creaciones un . contrasentido constructivo, para que les sirvade "re­clame" .pr.egonando sus "profundos" conocimientos del cemento ~rmado? l Qué carácter han de dar a

sus edificios, los que no salen del ''cliché" eter­no, así construyan una casa habitación, una oficina . o un club?

l Qué ide3rs o abstracciones han de expresar, los -que no ven en las líneas arquitectónicas más que ·

-2.74-

Page 15: Arrquitectura 73 - 1923

t

1

1

ARQUITECTURA

'"''adornos'' que se compran por metro para fijar en las paredes y llenar los vacíos?

i Bendito arbolado el de Montevideo, que cubre -frondoso durante el verano, en que nos visitan los turistas, las vergüenzas de esas interminables filas

·de fachadas, sin una nota de expre~ión artística! Fachadas que hablan en ~ejerigonza" el lenguaje ar­

~quitectónico, en las que una expresión neutraliza la ·otra, sin que ninguna prevaJe,.,zca con nitidez, como si un .. muestrario de·· detalles o un diccionario -d~sencuadernado tuvieran más unidad expresiva!

Y el interés general no tiene en esto nada que · v~r. Así lo parece al menos. A todos los miembros de nuestra comuna, nos es perfectamente indiferen­

-te este e3pectáculo de incultura, esta demostración de insensibilidad estética que damos al extranjero.

.A las clases dirigentes no les preocupa tampoco que el pueblo se eduque y se prepare para Ja comprer.­·sión artística. Así tenemos el derecho de pensar lo. De ·otra manera se habrían tcmado medidas para im­pedir el estado de cosas existente; y digámoslo

--claro: esas medidas no han sirio tomadas.

***

No basta dictar unas cuantas disposiciones ten­-dientes a evitar que· los edificios se derrumben, o ·se salgan d~ la lín·ea de la calle. En eso no puede ni debe parar una reglamentación municipal · de

·construcciones. Es preciso ir bastante más a11á, es preciso exigir la ventilación, la iluminacióQ

1 la cir­

·-culación, de acuerdo con el destino de los ecfificios y de los locales. Y esto, mediante reglamentaciones

-científicas rigurosa~, inviola~Jes. La reglamentación • ••• .1

profesional del arquitecto habría dado con .eJlo un gran paso: los del '·cliché", los rutinarios~ lqs : ~~~ul-:­·tos, no sabrían marchar entre las disp.osicion.es ra­cionales; fracasarían por sí solos. Los propi~tarios, desde luego, serían menos absurdamente exigentes ~on nuestros colegas. Pero ¿es posible esta reg.Ia-·mentación tan perfecta, tan inviolable?

No nos parece. Así como a las espaldas del inspector se perforan los pozos negros, a .. las espal­das también del inspector se techarían los patios. s-e Violarían por incomprensión y por ignorancia, una a una todas las disposiciones que se tomaran.

Somos e~cépticos respecto de la eficacia de las leyes de esta índole en rruestro ·ruís.

Y estarán · muchos de· acQerdo con nosotros.

•*•

La mayor seguridad :pa{a la población debe obtenerse pOr el otro camino: · por el de la severa Y práctica reglamentación del ejercido · profesional del arquit~cto. Los conocimien.tos de ~ste titulado, el propio cuidado de su rep~tación le ponen a cubier­to de los errores graves. El reglamento de construc­ciones pJdrá venir en ayuda de este orden de co• sas, y entonces su eficacia, estará inmensamente garantida.

Tal debe ser la m~ta que la Sociedad de · Arqui­tectos con l.a colaboración de todos y de cada uno dt> sus miembros, se proponga alcanzar. Este es pa­ra nosotros un problema vital, ya que la acción t6-xica del ambiente nos alcanza. D~fend~mo~ el inte­rés genera-l defendiendo al .mismo tiempo nuestra propia libertad. E1 día en que la reglamentación profesi(lnal se imponga, empezará recié·n a penetrar e·n la conciencia de los propietar.,ios, 1~ idea de su propia incapacidad p:tra .recetar plantas y fachadas y estilos y caprichos a s~s arquitedos. Acostumbra­dos a tratar con los mercachifles del ~amo '~proyec­tistas", siguen sintiéndose para · su propio ~al, pa­ternales mentores de los técnicos. El día llegará en que el orden se invierta, sometiéndose ellos al res­peto· por los ajenos conocirhientos. y a redb~r los

. beneficios que la libertad científica y artística del

. . . ·' arquitecto les pueda :brindar.

' .

H. T. A.

-~75 - ·

. .

.•

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ARQUITECTURA

,

• • •

• , •

1

~

Fachada

- 2. 76 -

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ARQUITECTURA

1

l Jf:

,.

• ;Jo. •

Living- room

1

Comedor

- 277 --

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ARQUITECTURA

Este edificio, s ituado en la ca lle J 9 de Abrí l esquina Irigoytia, rea liza un interesante ti po de chalet normando, cuya arquitectura pintoresca en­cuentra un marco adecuado en la zona Je jardines lindante con el Prado d~ Montevideo. Los proyec­tistas se han preocupado de obtener, ante todo, e l carácter sonriente y confortable de esta clase de habitaciones, lográndolo con éxito.

El edificio se desarrolla en dos plantas; la pri­mera de ellas lleva e l escritorio, living-room, come-

,

} l

• •

dor y servicios, comodamente d istri buidos y deco­

rados como conviene a la parte de la casa que ha

de ser más que nada, lugar de recepción. En la se­

gunda parte se desarrolla la parte íntima constituí­

da por el dormitorio principal, dos dormitorios de

niños, dos baños, cua rto de costura y boudoir.

La servidumbre tiene su alojamiento en los te­

chos, encontrándose ais lada del resto de la casa,

con comunicación y acceso independientes.

Entrada

- 278-

Page 19: Arrquitectura 73 - 1923

ARQUITECTURA

• • •

'

• •

'

'

• •

Fachada

-2]9-

Page 20: Arrquitectura 73 - 1923

ARQUITECTURA

- -,, n un s olar peq ueño con limitación excesiva e n su an chura, tan frecuente entre nosotros

- aún en las avenidas excén tri ca s, donde los

espacios libres circun da ntes desempe ña ría n un a fun­

ción art ís ti ca e hi giénica, a la vez q ue debi era ha­

cerlos impresci ndibles . - se ha cons truido la casa

cuyas fotografía s se acompa ña n y cuyo programa

ha prescrito el desarrol lo en una sola planta con la

~ola excepción,- aparte de los alti l los dispuestos

en el e ntresuelo como es de prác tica. - ue un de­

parta men to sobre e l f ren te e n la planta alta. Así se

ha consegu ido, además de la nece~er i a independe n­

cia para éste último, una fachada más pro porci o­

nada y que a la vez gua rda ra re la c ión con la im-

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porta ncia de la Avenida E s paña donde está s itua­da la propieda d.

L a distribución de los locales y su tama ño pue­den apreciarse en el p la no reprod ucido. En cuanto a l aspecto exterior es ocioso describir nada que no pueda verse en la f-otografía .

E mpleando los elementos del cl ási co se ha con-•

seguido un fren te armón ico que al par de ca racte­ri za r el uestino del ed ifi c io y poner de realce la configuracion de la planta e n su parte anterior, al­canza un fel iz resultado estético, a l aplicarse en é l con sobriedad los elementos 1 equeridos en cada ca­so y obtener romo e lemento princi pal de bel leza la variedad, en este caso per fe c tamente •.:ompatibl e con la necesa ria un iuad de b ob ra .

'

.4oo • 4.re

-2.80-1

Page 21: Arrquitectura 73 - 1923

ARQUITECTURA

a evolución contínua de los distintos siste­

mas de trabajo que utilizan las industri as en sus variadas manifestaciones, trae para­

lelamente la necesidad de contar con obreros de cierto nivel de intelectual idad, que los capacita pa­ra interpretar las distintas tran sform aciones que se presentan con motivo del perfeccionamiento antedi­cho. L as E scuela s Industriales tienen precisa mente esa honrosa mis ión, inculcando u todos los obreros que acuden a los cursos de perfeccionamiento, las normas fun damen tales de cada oficio, desarrollando la enseñanza con un c riterio exclus iv amente intuiti­vo y experimental y completándola con los princi­

pios teóricos ind ispensables que jus ti fiq uen los pro-,

Dibujo de Detalle Ornamental ? 11rquitectónico

Alumna: Estela Piñeyro Prof.: J . P. Sierra Mora tó

cedimientos aconseja dos. Además de la fin a lida-J antedi cha, las E sc ue la s

Industriales e je rcen un a influencia de ca rácter so­cial emi nentemente beneficiosa, elevando el nivel moral e intelectual d e los obreros e indicándoles a los mismos, nuevas sendas para que puedan alca n­zar los cargos dirijentes de la industri a a que per­tenecen.

La necesidad, cada vez más sentida, de prepa­rar obreros aptos en el ramo de la construcción, movió al Consejo S. de la Enseñan za Industria 1 a

organizar la E scueia de Industri as Edilicias, en la cual, como se verá más adelante, pueden rec ibir en­

señanza provechosa los obreros de Jos distintos gre­

mios que abarca la construcción. Una parte impor­tantísima del éxito que puede a lcanza r un técni co

- 2.8t

Dibujo de Detalle Ornamental ? !1tquitectónico

Alumna : Pauh Pasto rino Prof J . P . Sierra Morató

en su tarea, radica en la idoneidad del personal

que ha d e e jecuta r sus concepciones, y ya sea el obrero de la construcción o el dibujante quienes han d e secunda rl o, es indudable que de la preparación de los mismos depende en g rado sumo la obtención del fin perseguido.

La aten ción especial que se ha dedicado en esta E scuela a la preparación del auxi liar d el Arquitec­to, preparación orien tada con mucho acierto, consti-

Modelado de 1.er Curso

A lurnno: Juan P. Perrone Prof. Luis P. Cantú

Page 22: Arrquitectura 73 - 1923

• •

ARQUITECTU-RA

Detalle de Cartela

Alumno: Alfonso Rodríguez Prof.: Domingo Puig

tu y e un esfuerzo estimable que y a ha empezado a dar sus frutos . Algunos de los trabajos ejecutados

. 'por alumnos, muchos de ellos simples obreros, y que reproducimos en nuestras páginas, constituven una prueba de lo que afirmamos.

La Escuela de Industrias Edilicias tiene . a su frente a un técnico de autoridad indiscutida, el In­geniero Don Cayetano Carcavallo a quien se debe la reorganización de la Escuela creada. como decía­mos más arriba, exclu5!ivamente con el objeto de formar elementos aptos en los oficios que compren­de la vasta rama de la construcción.

Los cursos que se dictan · en la Escuela son los

siguientes: r .0 - Cursos de perfeccionamiento obrero para

aprendices y oficiales albañiles, carpinteros, herre-

Modelado 2. o (u rso

Proyectado en Clase de Dibujo de Detalle O. y Ar­quitectónico.

Alumna: Estela Piñeyro .

p fl' f. : l U j S p. Can tÚ

ros, yeseros, pintores y escultores, instaladores sa­nitarios y zingueros .

2.° Cursos nocturnos de enseñanza de dibujo para las di!:>tintas profesiones anteriormente citadas.

Además de los cursos indicados se dictan cur­sos especiales para .dibujantes ·auxiliares de Arqui-

• tcctos e Ingenieros. El profesorado está consti~uído

en su mayoría por técnicos egresados de las Facul­tades de Arquitectura e Ingeniería.

Los cursos para los dibujantes se dictan por la mañana de 8 a. 12, los de aprendices de 17 y 1/ 2

a I 9 y 1/ 2 y los nocturnos de 20 h . a 22 h. Las materias que comprende la ensenanza edi­

licia son las siguientes:

Alumno: Alfonso Rodríguez Prof.: Domingo Puig

Curso para Dibujantes, 1\uxil iares de 1\rquite~tos e Ingenieros

l .er AÑO

Dibujo y Matemáticas 1.0 •

2. 0 AÑO

Dibujo Geométrico. M a temáticas 2. 0 .

Ornato. Modelado I .e r año.

Di bu jo Geométri e o,

Dibujo de detalle ornamental

Modelado 2.0 Año.

Matemáticas 3 ... ,. Año .

Dibujo Técnico.

. , . y arqmtectomco.

- 2.82.-

\

Page 23: Arrquitectura 73 - 1923

•,

ARQUITECTURA

Modelado 2.o Curso

, Proyectados en clase de Dibujo Ornamental y f\rquitectonico

Alumna: Juanita Siccardi Alumna: Pauta Pastorino

Prof.: Luis P. Cantú . . Prof. Luis P. Gantú

CURSOS 'VESPERTINOS

Para· aprendices obreros albaftiles, herreros, carpinteros, escultores; e instalaciones sanitarias

• ztngueros

ALBAÑILERIA

I.er AÑO

Dibujo y Matemáticas 1.0

o A-z. NO

. Dibujo Geómetrico y Matemáticas 2·0

Año

Tecnología 1 .er Año.

3·er ANO

T ecnología 2.0 Año

CARPINTERIA

I.er AÑO

Dibujo Matemáticas Prácticas de Taller

-2.83-

2.0 AÑO

Dibujo Matemáticas Tecnología J.

0

Práctica de Taller

3.t-r A ÑO

Tecnología 2 .0

Práctica de Taller •

HERRERI A

1.{\r A ÑO

Dibujo MatemátiGas Práctica de · Taller

o A-2. NO ·

Dibujo Práctica de Taller

• 1

' ..

Page 24: Arrquitectura 73 - 1923

. J ...

,

ARQUITECTURA

3-tW AÑO

T~cnología

Práct ica de Taller

PINTORES DE OBRAS ---er

' AÑO • •

Dibujo Matemáticas Práctica de Taller

2.0 AÑO

Dibujo Geométrico . Práctica de Taller

3·er AÑO

Práctica Je T a 1\er

INSTALADORES SANITARIOS

er 1 . AÑO

Dibujo Matemáticas P ráctica de Taller

2.0 A ÑO

T ecnología Práctica de Taller

YESEROS Y ESCULTORES DE OBRAS

Dibujo Matemáticas

2 .0 AÑO

Di bu jo Geométrico Ornato Práctica de T aller

Alumno: Raúl Antognazza

3-er AÑO

Composición de Ornato

Práctica de Talier

ZINGUEROS

Matemáticas

Dibujo Práctica de Taller

2.0 AÑO

Tacnología (curso teórico práctico)

Práctica de T a ller

Curso de perfeccionamiento para obreros albafiiles, carpinteros y herreros

Rigen los mismos programas que en los res­pectivos cursos de aprendices albañiles, herreros Y ca rpinteros, suprimiendo las partes de práctica pro-

fesional. .

CURSOS MATEMATICOS

ALUMNOS ASISTENTES

Niñas . Varones

• • •

• • •

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• • • •

22

37

Total de alumnos . 57

CURSOS VESPERTINOS

Para aprendices y obreros albañiles, herreros ,

carpinteros, pintores y yeseros escultores.

ALUMNOS ASISTENTES

Varones • • • • • • • • • • 159

CURSOS NOCTURNOS

De perfeccio namiento para .obreros albañiles, herreros y carpinteros.

Alumnos flS istentes . . . . • • 41 -T ota l de alumnos que concurre n a la escuela 257

Modelado l .er Curso

Prof. Luis P. Cantú