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Arte y arquitectura contemporáneas1 INTRODUCCIÓN
Arte y arquitectura contemporáneas, término utilizado para designar genéricamente el arte y
la arquitectura realizados durante el siglo XX, que comprende diversos movimientos, estilos y
escuelas, unidas por su ruptura respecto al historicismo de finales del siglo XIX y su
emancipación de los cánones clásicos, que habían dominado las Bellas Artes desde el
renacimiento.
2 ARTE CONTEMPORÁNEO
El cuestionamiento sobre los principios artísticos que se inició en las últimas décadas del
siglo XIX tuvo una influencia decisiva en la formación del espíritu crítico propio del siglo XX.
Esta revolución estética trajo consigo una sucesión de estilos y movimientos, muchos de ellos
de corta duración y la mayoría centrados en la búsqueda de nuevas direcciones y principios
innovadores. Los movimientos más destacados fueron, entre otros, el fauvismo, el
expresionismo, el cubismo, el futurismo, el constructivismo, el neoplasticismo, el dadaísmo,
el surrealismo, el expresionismo abstracto y el Pop Art.
2.1 Orígenes del arte contemporáneo
Las raíces del arte contemporáneo se pueden rastrear en la vanguardia pictórica francesa de
finales del siglo XIX. En torno a 1860 los artistas comenzaron a preocuparse por la propia
naturaleza material de la pintura. Édouard Manet utilizó manchas de colores planos,
contorneadas mediante una pincelada suelta; los impresionistas —especialmente Camille
Pissarro, Claude Monet, Auguste Renoir— se interesaron por representar los efectos de luz
sobre los objetos, más que por reproducir las texturas auténticas de las cosas. Avanzado el
siglo, el postimpresionismo evolucionó hacia un nuevo estilo, decisivo para el entendimiento
de la pintura en las primeras décadas del siglo XX: Georges Seurat cambió la soltura de la
pincelada impresionista por la precisión científica de los puntos yuxtapuestos de colores
complementarios, creando un estilo conocido como puntillismo; Paul Gauguin exageró las
formas y empleó el color de manera arbitraria, con un valor decorativo y simbólico, en una
dirección calificada a menudo como primitivista; y las distorsiones expresionistas de línea y
color en la obra de Vincent van Gogh ejercieron una gran influencia en el noruego Edvard
Munch y en los expresionistas alemanes. Los descubrimientos de Paul Cézanne también
fueron decisivos, especialmente su sistema de composición a base de planos de color,
precursor de los experimentos analíticos de Pablo Picasso y Georges Braque a principios del
siglo XX.
2.2 Pintura
El común denominador de todos estos artistas de finales del siglo XIX fue una menor
preocupación por el realismo y por la aproximación fiel a la naturaleza, y un mayor interés
por las intenciones expresivas. En el cambio de siglo su obra comenzó a ganar aceptación.
Mientras tanto, la siguiente generación de pintores empleó incluso mayores distorsiones de
línea, color y espacio pictórico. Entre estos artistas franceses (que se inspiraron en los
experimentos de Gauguin) estaban Henri Matisse, André Derain, Maurice de Vlaminck,
Georges Braque y el pintor holandés Kees van Dongen. El estilo anticonvencional que
adoptaron estos artistas causó una tormenta de desaprobaciones que les valió el epíteto de
fauves (las fieras). El fauvismo se desarrolló solamente entre 1898 y 1908, pero ejerció una
influencia significativa en la evolución del arte contemporáneo.
2.2.1 Expresionismo
Los artistas, tanto en Francia como en Alemania, compartieron el interés por el arte de los
pueblos primitivos. Ello había motivado las estancias de Gauguin en Bretaña y las islas
polinesias de Tahití y Dominica; Vlaminck afirmaba ser uno de los primeros artistas europeos
en descubrir la escultura africana. En Alemania, un grupo de jóvenes artistas conocido como
Die Brücke (El puente) visitaban regularmente el Museo Etnológico de Dresde y, como los
fauvistas, se inspiraron en la energía y la fortaleza del arte indígena. Entre sus miembros
destacan Ernst Ludwig Kirchner, Erich Heckel, Karl Schmidt-Rottluff y Emil Nolde. Conocidos
también como los expresionistas alemanes, desarrollaron un estilo simplificador, que
compartía algunas premisas con el fauvismo pero con los añadidos de la crítica a la
burguesía del Angst o miedo existencial. Un segundo grupo de artistas, Der Blaue Reiter (El
jinete azul), apareció en Munich en 1911 con los pintores Wassily Kandinsky (un emigrante
ruso) y Franz Marc. También inspirados por el arte primitivo, el fauvismo y el arte popular, su
expresionismo perdió el contenido figurativo y evolucionó hacia la pintura abstracta.
2.2.2 Cubismo
El interés por la escultura primitiva también desempeñó un papel importante en la formación
del cubismo. Picasso, en la obra Las señoritas de Avignon (1907, Museo de Arte Moderno,
Nueva York), muestra su conocimiento de la antigua escultura africana e ibérica. Picasso y
Braque instauraron el cubismo entre 1907 y 1914, uno de los estilos más influyentes del
periodo contemporáneo. En el cubismo se enfatiza la superficie plana y bidimensional del
lienzo y se propone una forma analítica de perspectiva, basada en la multiplicidad de los
puntos de vista, que rechaza los presupuestos de la pintura tradicional tales como los
escorzos, la valoración de sombras y el claroscuro. En una primera fase, denominada
cubismo analítico, los artistas buscaron el análisis y descomposición de las formas
tridimensionales en múltiples elementos geométricos, a partir de la fragmentación en
elementos cúbicos y sus proyecciones planas. Para resaltar aún más la naturaleza científica
de la representación, se favorece el uso de una gama de color apagada y monocroma. En
una segunda fase, denominada cubismo sintético, se desarrollaron experiencias con el
collage. Materiales como madera, papeles de periódico, fotografías o plumas se combinaron
(síntesis) con pigmentos planos en la composición del cuadro. Aunque las formas
permanecen planas y fragmentadas, en el cubismo sintético el color desempaña un papel
más importante, las obras son más decorativas y las evocaciones figurativas más explícitas.
Otros destacados exponentes del cubismo que aportaron su interpretación personal del
movimiento fueron Fernand Léger, Robert Delaunay, Sonia Delaunay, Marcel Duchamp, Juan
Gris y Frantisek Kupka. En España, además, está representado por los escultores Pablo
Gargallo y Julio González. Los artistas del futurismo italiano, especialmente Gino Severini,
Umberto Boccioni, Carlo Carrà y Giacomo Balla, trabajaron en un estilo que se ha
denominado cubismo dinámico. Entre otras cosas, se interesaron por la representación del
movimiento y la velocidad a través de la repetición rítmica de líneas e imágenes.
2.2.3 Arte abstracto
El cubismo también influyó en la aparición del arte no figurativo o arte abstracto. Wassily
Kandinsky ya pintó en 1909 obras abstractas que contenían referencias a la naturaleza y a la
música. El suizo Paul Klee produjo algunas acuarelas abstractas después de su primer
encuentro con el cubismo. Los artistas rusos también conocían el cubismo a través de
algunas colecciones privadas de Moscú, pero evolucionaron hacia un arte abstracto
construido geométricamente. Kazimir Maliévich pintó un cuadrado negro sobre fondo blanco
en 1913, denominando suprematismo a su versión del abstraccionismo, algo que para él
expresaba la supremacía de la sensibilidad pura en las artes figurativas. Otros pintores rusos
inspirados por el cubismo, conocidos como constructivistas, fueron Alexandr Rodchenko,
Liubov Popova, El Lissitsky, Naum Gabo, Antón Pevsner y Vladímir Tatlin.
Simultáneamente a la emergencia del arte abstracto en Rusia, se produjo una evolución
paralela en los Países Bajos, donde los artistas de vanguardia querían crear una nueva
realidad universal y equilibrada, que abarcase todos los aspectos de la vida contemporánea,
desde el urbanismo y el mobiliario hasta la pintura y escultura. Los principios del movimiento
holandés denominado neoplasticismo se divulgaron a través de la revista De Stijl (El estilo),
encabezada por Theo van Doesburg y Piet Mondrian. Mondrian, que estaba familiarizado con
los distintos movimientos de vanguardia, volvió a Holanda en 1917 y publicó en su revista
una serie de ensayos que se recogieron en París, en 1920, bajo el título El neoplasticismo:
principio general de la equivalencia plástica. El método de composición de Mondrian parte de
la utilización de líneas rectas que delimitan rectángulos de colores primarios, repitiendo este
tema una y otra vez en distintas configuraciones. Su meta es destacar la bidimensionalidad
de la superficie del lienzo con el fin de expresar su ideal basado en la pureza del arte,
despojado de lo particular y acorde a las leyes universales del equilibrio.
2.2.4 Dadaísmo
El movimiento dadaísta surgió en Suiza durante la I Guerra Mundial (1914-1918). El dadaísmo
representó la antítesis del racionalismo de Mondrian y otros teóricos de la abstracción. Un
grupo de artistas y escritores disconformes con el sistema de valores burgués eligió una
palabra sin sentido, dada, para designar su actividad de protesta y sus obras antiestéticas.
Se convirtió en el movimiento de ruptura más radical del arte contemporáneo. Los artistas y
escritores más conocidos asociados a Dadá fueron Tristan Tzara y Marcel Duchamp, inventor
del ready-made, esto es, la consideración de objetos cotidianos como obras artísticas,
generalmente esculturas. El más célebre de éstos fue el famoso urinario titulado Fuente,
expuesto en Nueva York en 1917. Otros artistas implicados en el Dadá fueron los franceses
Jean Arp y Francis Picabia, el estadounidense Man Ray y los alemanes George Grosz y Max
Ernst.
2.2.5 Surrealismo
A pesar de que el Dadá había perdido fuerza en torno a 1922, algunos de sus exponentes
dirigieron sus energías hacia el emergente surrealismo, en el que, como en el dadaísmo, lo
incoherente y lo fortuito se emplearon en el proceso de producción. Las obsesivas y oníricas
pinturas de Giorgio de Chirico, conocidas en ocasiones como metafísicas, se anticiparon al
surrealismo en varios años. Sin embargo, fue el escritor francés André Breton quien dio
nombre al movimiento y escribió su Manifiesto surrealista en 1924, asegurando la
superioridad del subconsciente y la importancia de los sueños en la creación artística. Los
surrealistas no compartieron criterios estilísticos, adscribiéndose sus miembros a diversas
tendencias, desde la figuración a la abstracción. No obstante, tienen en común un ideal de
inspiración espontánea e irracional. Los que trabajaron con un estilo figurativo fueron, entre
otros, Max Ernst, Salvador Dalí, René Magritte, Paul Delvaux y Man Ray, mientras que a la
corriente abstracta pertenecieron Jean Arp, André Masson, Yves Tanguy y Joan Miró.
2.2.6 Expresionismo abstracto
Ciertos artistas estadounidenses, que habían sido realistas en la década de 1930, se unieron
a un nuevo movimiento aparecido en las décadas siguientes con el nombre de expresionismo
abstracto. La presencia de numerosos surrealistas europeos en Estados Unidos durante la
II Guerra Mundial fue decisiva en la evolución de este movimiento. Los artistas
estadounidenses tomaron de éstos su interés por el subconsciente, el simbolismo y la
mitología. Influidos a su vez por la técnica surrealista del automatismo, estos pintores
empezaron a producir obras totalmente espontáneas en las que el proceso pictórico por sí
mismo se convertía en el tema primordial de la obra. Jackson Pollock, la figura más
representativa de esta tendencia, utilizaba la técnica del dripping (goteo de pintura sobre la
tela puesta en el suelo), corriendo con sus botes de pintura alrededor del lienzo. Otros
artistas que compartieron la aproximación de Pollock fueron Willem de Kooning, Franz Kline,
Hans Hofmann y Robert Motherwell. Esta corriente, conocida con el nombre de Action
Painting, fue una de las dos grandes tendencias del expresionismo abstracto; la otra,
denominada en ocasiones matierismo, fue la pintura a base de campos de color, en la que los
artistas representaban vastas superficies monocromas sutilmente moduladas. Entre los
seguidores de esta técnica destacaron Mark Rothko, Barnett Newman, Clyfford Still y Morris
Louis. El expresionismo abstracto se desarrolló en Europa bajo el término informalismo, y
entre sus artistas más destacados se encuentran el francés Jean Dubuffet y los españoles
Antoni Tàpies y Manuel Millares, entre otros.
2.2.7 Pop Art y otros movimientos
Establecido el expresionismo abstracto como estilo dominante, algunos artistas
estadounidenses comenzaron a rebelarse contra su carácter rígido y teórico. De esta rebelión
nació el denominado Pop Art. Los artistas pop adoptaron imágenes de los anuncios
publicitarios de los medios de comunicación de masas, de las bandas de cómic, películas,
objetos cotidianos y de la cultura popular. A pesar de que se considera un movimiento
genuinamente estadounidense, tuvo su origen en Londres, en una exposición de Richard
Hamilton y otros artistas. Un precedente del Pop Art se ha hallado en la obra dadaísta de
Marcel Duchamp, concretamente en sus ready-made. Los artistas más sobresalientes del Pop
Art estadounidense fueron Andy Warhol, Jasper Johns, Robert Rauschenberg, Roy
Lichtenstein, Tom Wesselmann y James Rosenquist.
La influencia del Pop Art puede detectarse en el hiperrealismo, que surge a finales de la
década de 1960 con una temática basada en los anuncios de neón, cafeterías y lugares
públicos urbanos y suburbanos. Estas obras se realizaban meticulosamente con ayuda de la
técnica fotográfica, y de ahí su nombre inglés de photorealism. Richard Estes, Robert
Cottingham y Chuck Close fueron sus representantes más destacados.
La pintura abstracta continuó su evolución tanto en Estados Unidos como en Europa. El Op
Art (término acuñado por oposición al Pop Art) retomó el camino de las vanguardias
racionalistas (De Stijl, constructivismo) y dominó en el terreno de la abstracción a lo largo de
las décadas de 1960 y 1970. En el Op Art se emplearon diseños geométricos en blanco y
negro o colores brillantes contrastados para crear ilusiones ópticas, con la posibilidad de que
el espectador modifique la percepción de la obra con su propio movimiento. Otra tendencia
abstraccionista fue el minimalismo, aparecido a partir de las austeras composiciones de Josef
Albers. En este movimiento, que ganó popularidad a partir de 1965, las formas se reducían a
las geometrías más sencillas (cubos, pirámides y prismas) que se utilizaron repetitivamente,
desde una interpretación extrema del principio de economía expresiva. El minimalismo osciló
entre las vigorosas formas de Kenneth Noland o Larry Poons a los lienzos casi monocromos
de Robert Ryman.
En la década de 1970, aparecieron otras tendencias basadas en la ruptura con los soportes
tradicionales, especialmente los cuadros de taller y las esculturas. El arte rompe así sus
limitaciones convencionales y se manifiesta en la naturaleza, la ciudad, el cuerpo humano, el
mundo cotidianos. El arte conceptual, por su parte, engloba múltiples realizaciones que
tienen en común la supremacía de la idea del artista sobre la obra acabada.
2.2.8 Neoexpresionismo y tendencias neofigurativas
A principios de la década de 1980 se desató una reacción contra la impersonalidad del
minimalismo y otros estilos abstractos, que provocó un renacimiento de la pintura figurativa
denominado neoexpresionismo. Evocador y provocativo, el neoexpresionismo empleaba con
frecuencia formas distorsionadas y coloridos intensos, inspirados en los expresionistas
alemanes de 70 años antes. Entre los pintores asociados a este movimiento destacan los
alemanes Anselm Kiefer, Georg Baselitz y A. R. Penck, los italianos Sandro Chia y Enzo
Cucchi, y los estadounidenses Julian Schnabel y David Salle.
Con anterioridad a que el neoexpresionismo devolviera el interés por la pintura figurativa,
cierto número de artistas independientes habían destacado por sus representaciones
figurativas. Los personajes atormentados y marginados de Francis Bacon, los hábiles retratos
urbanos y las escenas frívolas de David Hockney o el realismo tradicionalista de Lucian Freud
son muestras de la fuerza de esta corriente en el arte del último cuarto del siglo XX. En este
sentido, también cabe destacar la labor del español Antonio López, un hiperrealista con tintes
surrealistas que ha alcanzado una gran proyección internacional gracias a sus vistas de
Madrid.
2.3 Escultura
Del mismo modo que los pintores, los escultores de principios del siglo XX estuvieron
influidos por el arte primitivo, como se refleja en las primeras obras de Constantin Brancusi y
Henry Moore. Brancusi simplificó las formas hasta el límite en El recién nacido (1915,
Colección Arensberg, Museo de Arte de Filadelfia), que forma parte de una serie de obras
basadas en formas ovoides, cuyas curvas evocan los ritmos del cuerpo humano sólo rotos
por los bordes afilados y el extremo cortado. Brancusi combinó la sutileza expresiva con una
habilidad inigualable para descubrir la belleza intrínseca de los materiales, ya fueran madera,
piedra o metal. El británico Moore también explotó la textura de los materiales, creando
obras curvilíneas de gran elegancia y monumentalidad. Inspirándose en la escultura
prehispánica, adoptó como tema recurrente la figura femenina reclinada (véase Arte y
arquitectura precolombinas).
2.3.1 Principales escultores del siglo XX
Algunos escultores de las primeras décadas del siglo XX compartieron los postulados del
cubismo y otras vanguardias. Entre ellos destacaron Alexander Archipenko, Raymond
Duchamp-Villon y Jacques Lipchitz, debido sobre todo a sus representaciones de la figura
humana por medio de los planos geométricos. El español Julio González destacó por sus
estructuras de hierro soldado, delgadas construcciones de varillas y barras de hierro
conectadas por arcos de metal que definen la forma como espacio vacío. En 1930, González
ayudó a Picasso a construir esculturas soldadas, por lo que se ha señalado una influencia de
Picasso, que también realizó interesantes esculturas, sobre la obra de su amigo. En la misma
línea expresiva cabe destacar al escultor Pablo Gargallo. En Rusia, los constructivistas
edificaron sobre el espacio vacío, en lugar de tallar la masa escultórica. Los principales
artistas fueron Vladimir Tatlin, famoso por su propuesta de Monumento a la III Internacional
(1919, maqueta, Museos Estatales Rusos, San Petersburgo), Alexander Rodchenko y El
Lissitzky, quien divulgó las teorías constructivistas por Europa occidental en la década de
1920. Las obras de los hermanos Naum Gabo y Antón Pevsner ejercieron una gran influencia
en el arte abstracto estadounidense, así como las del artista húngaro László Moholy-Nagy.
El dadaísta Marcel Duchamp hizo su primera escultura móvil en 1913, al montar una rueda
de bicicleta sobre un taburete, pero el nombre de móviles se aplicaría más tarde a las
esculturas articuladas de Alexander Calder. Menospreciando las formas y técnicas
escultóricas tradicionales, Duchamp comenzó, en la segunda década del siglo XX, a recoger
objetos cotidianos para sus ready-mades, como portabotellas, palas de nieve o una percha
para colgar abrigos. Por la misma fecha, otros escultores como Picasso, Ernst y Man Ray
también empezaron a incorporar objetos de deshecho a sus obras, que adoptarían aspectos
extraños y surreales, como se observa en Regalo (1921), de Man Ray (una plancha con una
hilera de uñas saliendo de su base). Sin embargo, no todos los escultores surrealistas usaron
objetos cotidianos; Arp creó abstractas fantasías orgánicas que simbolizaban la vida y el
crecimiento, y Alberto Giacometti desarrolló sus características figuras alargadas que
expresan el aislamiento del individuo contemporáneo. Los principios abstractos y
geométricos del neoplasticismo fueron recogidos por Calder, cuyas primeras construcciones
abstractas de cobre y el uso de colores puros primarios en sus móviles muestran la herencia
de Mondrian. Otros escultores también produjeron obras siguiendo las corrientes abstractas
de las vanguardias históricas, como el nipón-estadounidense Isamu Noguchi, el inglés
Anthony Caro y los españoles Jorge Oteiza y Eduardo Chillida.
2.3.2 Últimas tendencias de la escultura contemporánea
Mientras que cierto número de escultores contemporáneos se han mantenido fieles a la
estética de los movimientos de principios de siglo, otros han explorado nuevas direcciones.
La definición de escultura se ha extendido hasta incluir un amplio espectro de
manifestaciones creativas, materiales y técnicas. Los minimalistas Robert Morris, Sol LeWitt,
Donald Judd y Dan Flavin destacan por la sencillez geométrica y la repetición modular a gran
escala, y Richard Serra por sus enormes instalaciones con planchas de metal. En el campo de
los earthworks (intervenciones en la propia naturaleza) sobresalen las figuras de Robert
Smithson, Michael Heizer, Jan Dibbets, Walter de Maria o Denis Oppenheim. Otras corrientes,
como el videoarte, los happenings, el arte povera, se cuentan entre las manifestaciones
artísticas de las últimas décadas. Volviendo a la escultura, las simpáticas estatuillas de Claes
Oldenburg se asocian con el Pop Art, al igual que las figuras en escayola a tamaño natural de
Georges Segal. El alemán Joseph Beuys utilizó materiales de los happenings, electrónicos y
tecnológicos, y al mismo tiempo otros convencionales como la madera, la grasa y el fieltro.
Con ellos elaboró una obra de carácter conceptual dota de una fuerte personalidad. A
mediados de la década de 1980, especialmente en la obra de Joël Shapiro y otros, la figura
humana comienza a reaparecer en la escultura dentro de la tendencia conocida como
posmodernismo.
2.4 El arte contemporáneo en Latinoamérica
A través de la integración de arquitectura, escultura, pintura y artes decorativas, los actuales
pueblos latinoamericanos, desde los tiempos prehispánicos, se preocuparon por crear un arte
ambiental que lograse transmitir un efecto monumental. Tras la conquista española, esta
tendencia se minimizó, hasta que de nuevo se hizo evidente, sobre todo a partir de 1950.
Entre los ejemplos más espectaculares se encuentran las universidades de México y Caracas
y la ciudad de Brasilia (la nueva capital de Brasil), un primer símbolo del espíritu entusiasta
del arte y arquitectura contemporáneas en Latinoamérica. México emerge como centro del
mundo artístico latinoamericano en la primera mitad del siglo XX. Entre sus múltiples
manifestaciones artísticas merecen una mención especial los muralistas Diego Rivera, José
Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, en una línea figurativa y didáctica que transmite
una afirmación cultural nacionalista y unas reivindicaciones políticas revolucionarias. Con
posterioridad a 1945 los artistas se mostraron más interesados por los estilos de la
vanguardia internacional que por un mantenimiento de los estilos representativos de la
nación, como muestra la obra pionera del uruguayo Joaquín Torres García (Composition
symétrique universelle en blanc et noir, 1931, Malba, Colección Costantini). Numerosos
artistas se sintieron atraídos por Nueva York o París, como los venezolanos Marisol Escobar y
Jesús Rafael Soto, principal exponente del arte cinético. La pintura y la escultura
latinoamericanas del siglo XX se han caracterizado por un continuo diálogo entre lo figurativo
y lo abstracto, lo nacional y lo internacional. En los últimos tiempos, el arte latinoamericano
ha alcanzado una proyección internacional espectacular, como muestran los éxitos
comerciales del mexicano Rufino Tamayo, el chileno Roberto Matta Echaurren o el
colombiano Fernando Botero (Los viudos, 1968, Malba, Colección Costantini).
3 ARQUITECTURA CONTEMPORÁNEA
Del mismo modo que el arte contemporáneo, a partir de un rechazo de los estilos históricos
del siglo XIX, aparecieron los principios de la arquitectura contemporánea que nació de una
ruptura con los revivals. La arquitectura en el último tercio del siglo XIX seguía aferrada a los
estilos del pasado, basándose en sistemas de composición, técnicas y materiales de la
tradición académica, como el uso de los órdenes clásicos, bóvedas y columnatas que
formaban parte de la sintaxis clasicista.
Frente a ello, la nueva arquitectura propuso otros principios estéticos basados en el empleo
consecuente de las nuevas técnicas y materiales industriales, como el hormigón, el acero
laminado y el vidrio plano en grandes dimensiones.
La arquitectura contemporánea, cuyas primeras manifestaciones aparecieron en varios
centros durante la segunda mitad del siglo XIX, se consolidó a gran escala en Estados Unidos,
como consecuencia de la Exposición Internacional de arquitectura moderna organizada por el
Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1932, donde se acuñó el término International
Style. El purismo racionalista de los primeros tiempos se fue replanteando paulatinamente, y
desde la década de 1970 se ha mantenido en constante revisión, incluso rechazando a veces
los postulados del movimiento moderno o International Style.
3.1 Orígenes de la arquitectura contemporánea
La Revolución Industrial cambió el contexto tecnológico y social de la construcción hasta tal
punto que los antiguos preceptos y objetivos de la composición arquitectónica perdieron toda
su validez. A partir de 1840, los principales artistas y críticos buscaron nuevas
aproximaciones a la arquitectura.
En Inglaterra, el escritor John Ruskin y el diseñador William Morris, fundador del movimiento
Arts & Crafts, sostenían que los objetos producidos por la máquina estaban desprovistos de
significado cultural y por ello carentes de cualidades estéticas. Inspirados en el pasado
medieval y en la ideología socialista afirmaron la importancia del artesanado y buscaron la
implicación directa de los obreros en la producción de artefactos de uso cotidiano y
doméstico.
En el terreno de la tecnología, el Crystal Palace de sir Joseph Paxton, un enorme espacio para
exposiciones temporales construido con ocasión de la Exposición Universal de Londres en
1851, representó un notable avance en el desarrollo de la arquitectura contemporánea.
Realizado enteramente con elementos prefabricados de acero y cristal, su belleza debía ser
algo secundario. Sin embargo, una de las ideas persistentes de la arquitectura del siglo XX es
la creencia, compartida por arquitectos e ingenieros, de que la belleza reside en la claridad
estructural y en el uso coherente de los nuevos materiales.
El hierro, el vidrio y el acero se fabricaban masivamente y se generalizó su uso en la
edificación. Dos estructuras erigidas para la Exposición Internacional de París de 1889
mostraron sus posibilidades tecnológicas. La Galería de las Máquinas, del arquitecto C.L.F.
Dutert y la empresa de ingenieros Contamin, Pierron y Charton, salvó una luz estructural —
distancia entre apoyos— de 117 m, mientras que la torre Eiffel, de Alexandre Gustave Eiffel,
alcanzó los 305 m de altura.
La tecnología pronto afectaría al diseño de edificios en aras de conseguir un mayor
funcionalismo. La invención del ascensor en Estados Unidos, unido a la carestía del suelo
edificable, alentó la posibilidad de construir edificios en altura. Para ello se inventó un
sistema reticular de acero —una especie de rejilla tridimensional— a la que se añadieron
suelos, ventanas y muros como simples cerramientos. El prototipo de rascacielos de oficinas
tomó forma en Chicago en torno a 1890 y se difundió rápidamente por otros lugares. Entre
los arquitectos involucrados en esta investigación destacaron Louis Sullivan y el resto de los
miembros de la Escuela de Chicago.
3.2 Art Nouveau
El estilo conocido como Art Nouveau, nombre acuñado a partir de la tienda parisina La
Maison de L´Art Nouveau, apareció a principios de la década de 1890 en diversos países. Se
denominó Jungendstie en Alemania, estilo Sezession en Austria, Modern Style en Inglaterra,
Stilo Liberty en Italia y modernismo en España. Se caracterizó por la concepción artística
global, desde los objetos decorativos y el mobiliario hasta el propio edificio, y por su libertad
creativa, simbolizada con las formas orgánicas de la naturaleza. Por otro lado, algunas
corrientes mostraron mayor predilección por la línea recta y los planos perpendiculares. En
Barcelona, Antoni Gaudí representa con su obra el nacimiento del modernismo catalán,
sobresaliendo el inacabado templo de la Sagrada Familia (comenzado en 1883), donde refleja
el espíritu imaginativo. Otros destacados representantes del modernismo fueron Lluis
Domènech i Montaner y Josep Puig i Cadafalch. En la Europa continental los belgas Victor
Horta y Henry van de Velde ejercieron una profunda influencia en la arquitectura racionalista
posterior; también se debe mencionar al francés Hector Guimard, autor de los famosos
accesos a las estaciones de metro de París y a los arquitectos de la Sezession vienesa Otto
Wagner, Joseph Maria Olbrich y Joseph Hoffmann. En Escocia, Charles Rennie Mackintosh
proyectó la Glasgow School of Art (1887-1889; biblioteca en 1907-1909) con una sintaxis
rectilínea, que culmina en la audaz fachada de hierro y cristal. Junto con su esposa, Margaret
MacDonald Mackintosh, realizó decoraciones de interior y muebles de singular interés.
3.3 Frank Lloyd Wright
Frank Lloyd Wright se formó en el estudio de Louis Sullivan hasta comenzar una trayectoria
profesional independiente en 1900. A partir de esta fecha, proyectó un tipo de viviendas
unifamiliares conocidas con el nombre de prairie houses (casas de la pradera), entre las que
destaca la casa Robie (1908) en Chicago. Esta arquitectura novedosa no obtuvo una gran
acogida en Estados Unidos pero sí en Holanda, donde sus principios racionales y su
composición a base de potentes planos perpendiculares ejercieron una influencia decisiva en
el movimiento neoplasticista. Wright adaptó la casa Robie al terreno, con sólidas terrazas de
mampostería, dispuso una gran chimenea central y en torno a ella un espacio fluido
continuo, enmarcado por profundos salientes que se proyectan hacia el exterior. Wright
disfrutó de una larga y prolífica carrera, siendo el principal exponente de la arquitectura
orgánica. Uno de sus últimos proyectos fue el Museo Solomon Guggenheim de Nueva York
(1946-1959).
3.4 De Stijl
De Stijl (El estilo) fue el título de una revista en torno a la cual se constituyó el grupo de
artistas neoplasticistas holandeses en torno a 1919. Sus representantes más destacados,
aparte de los pintores Piet Mondrian y Theo van Doesburg, fueron los arquitectos Jacobus
Johannes Pieter Oud y Gerrit Rietveld (también diseñador de muebles), cuya casa Schröder
(1924-1925) en Utrecht resume los criterios abstraccionistas del movimiento —volúmenes a
partir de la intersección ortogonal de planos independientes, pintados en colores primarios,
así como la eliminación del ornamento y la simetría y la repetición—. La disciplina geométrica
de De Stijl se convirtió en un ingrediente del racionalismo del movimiento moderno.
3.5 La Bauhaus
En Alemania y en Austria investigaciones semejantes condujeron al establecimiento de un
estilo moderno. Especialmente influyentes fueron las innovaciones de dos arquitectos
austriacos: Otto Wagner, que enfatizó la función, la textura del material y la claridad
estructural, y Adolf Loos, que propugnó el uso de las formas geométricas. Estos y otros
esfuerzos por encontrar un lenguaje para la nueva era industrial se fundieron en la
personalidad del arquitecto alemán Walter Gropius, nombrado director de la escuela de arte
de Weimar tras la I Guerra Mundial. Junto a su colega Adolf Meyer, Gropius, que se había
formado en el estudio de Peter Behrens, se había destacado ya por sus proyectos modélicos
de fábricas. La escuela de Weimar, con la denominación de Bauhaus, se trasladó con
posterioridad a Dessau, donde los nuevos edificios (1925-1926) supusieron la codificación
definitiva de los principios del movimiento moderno: ventanas horizontales, muro-cortina de
vidrio, disposición racional y diseño global de todos los elementos. Al siguiente año se
consolidó a escala internacional con las Weissenhof Siedlung (viviendas obreras) cerca de
Stuttgart, dirigidas por Ludwig Mies van der Rohe (otro discípulo de Behrens que en 1930
tomó el mando de la Bauhaus, sucediendo al arquitecto Hans Meyer) y en las que
participaron varios arquitectos europeos.
3.5.1 Objetivos sociales de la Bauhaus
Esta temprana versión de la arquitectura contemporánea contó con un programa social,
derivado de la crisis económica que vivió Alemania tras la I Guerra Mundial y de la gravísima
carestía de viviendas en los grandes núcleos urbanos. Durante la breve República de Weimar
(1919-1933), los gobiernos socialistas de muchas ciudades abordaron estos problemas, al
igual que numerosos arquitectos progresistas, como lo atestiguan los Siedlungen (barrios
obreros) de Viena, Berlín y Frankfurt. En ellos se investigó con profundidad el concepto del
Existenzmininun (mínimo espacio habitable), proclamando que los conocimientos técnicos
debían aplicarse para mejorar las condiciones ambientales del conjunto de la sociedad y no
sólo de una elite.
3.5.2 Adopción de técnicas industriales
Desde este punto de vista, los arquitectos con inquietudes sociales emplearon los materiales
industriales y rechazaron los materiales caros y exóticos, tratando de aprovechar las
cualidades expresivas que brindaban las técnicas económicas. Con las estructuras de acero,
por ejemplo, los muros se convirtieron en delgadas membranas, en ocasiones transparentes
gracias a los cerramientos de vidrio (muro-cortina). Ya no era necesario que los muros y la
tabiquería coincidieran con los pilares, o que las esquinas de los edificios fueran sólidas para
resistir el empuje de fuerzas de los elementos sustentados. Se eliminó el principio de simetría
y se controlaron con escrupulosidad las proporciones. Los edificios debían responder a sus
necesidades programáticas de acuerdo con un sistema proyectual racionalista.
Los arquitectos, pintores, diseñadores y artesanos que formaron parte de la Bauhaus llevaron
a cabo una interesante labor teórica dentro del campo de las artes visuales en la sociedad
industrial. Mies van der Rohe, director de la Bauhaus a partir de 1930, se desvió en algunos
casos de la línea más comprometida socialmente. En su pabellón alemán de la Exposición
Internacional de Barcelona de 1929, reflejó la búsqueda de lo elemental a través de
estructuras de acero y delgadas membranas de vidrio combinadas con muros de ónice y un
podio de travertino, utilizando un sistema compositivo en el que la influencia de De Stijl se
hace patente. De la misma manera, en la casa Tugendhat (1930) en Brno (República Checa),
la nobleza de los materiales y la aplicación del principio de economía expresiva que inspira
su famoso lema ‘menos es más’ se convirtieron en los rasgos distintivos de su obra.
3.5.3 Dispersión de la Bauhaus
En 1933 los nazis accedieron al poder en Alemania, y la Bauhaus, símbolo de la vanguardia
alemana, fue clausurada. Sus miembros se disgregaron. Gropius y Mies se exiliaron a Estados
Unidos. El primero obtuvo una cátedra en el departamento de arquitectura de la Universidad
de Harvard en 1937, desde donde, hasta su jubilación en 1952, divulgó el concepto de diseño
de la Bauhaus. Gropius llevó con él a su discípulo Marcel Breuer, quien renunció en 1946 a la
docencia para continuar su carrera constructiva en Nueva York. Los edificios de Breuer, como
el Whitney Museum of Modern Art (1966) de Nueva York, conjugan el racionalismo de la
Bauhaus con una imagen impactante, heredada del expresionismo alemán de la década de
1910.
Mies entró en el Illinois Institute of Technology de Chicago, donde dirigió el departamento de
arquitectura y acometió la consolidación de una nueva tipología de rascacielos. Los
elementos comunes del rascacielos —la estructura de acero y su revestimiento vítreo, es
decir, empleo del muro-cortina— supusieron nuevos retos arquitectónicos para Mies. Sus
esfuerzos por resolver estas cuestiones se manifiestan en el edificio de apartamentos de
Lake Shore Drive en Chicago (1951) y el edificio Seagram en Nueva York (1958), proyectado
en colaboración con Philip Johnson. En parte de la obra de Mies subyace un clasicismo que se
traduce en el cuidado por las proporciones, la perfección compositiva y en los detalles y
materiales de los acabados, obteniendo unos elegantes resultados por medio de la supresión
de cualquier elemento historicista.
3.6 Le Corbusier
La otra gran aportación al movimiento moderno partió de Francia. Las primeras
manifestaciones habían pasado más o menos inadvertidas en Francia, Inglaterra y Estados
Unidos, dominados durante las décadas de 1920 y 1930 por el Art Déco, un estilo empleado
en edificios públicos y en la mayoría de los rascacielos estadounidenses, como el Empire
State Building (1930) de Nueva York. Una excepción fue Charles Édouard Jeanneret, apodado
Le Corbusier, un suizo francófono discípulo de Auguste Perret y Peter Behrens establecido en
París, cuyas aportaciones a la arquitectura contemporánea le conceden un lugar privilegiado
en el panorama internacional.
3.6.1 Primeras obras
Durante la década de 1920, Le Corbusier proyectó una serie de viviendas unifamiliares para
una clientela culta que compartía con el arquitecto la premisa de que la vivienda moderna
debía ser una machine à habiter (máquina de habitar), como es el caso de la villa Saboye
(1928-1930) en Poissy-sur-Seine (Francia). Esta obra muestra los principios de la nueva
arquitectura: planta principal separada del suelo sobre pilotis, planta libre, sin
subordinaciones respecto a la estructura, utilización de ventanales horizontales por los que
penetra abundante luz y disposición de terrazas ajardinadas que permitan desarrollar la vida
al aire libre. Realiza una serie de propuestas urbanísticas innovadoras que apuntan a la
resolución del problema de la vivienda obrera mediante el planteamiento de casas fabricadas
en serie y de ciudades organizadas en altura (villas-inmuebles). Entre las construcciones de
los diversos equipamientos y servicios, se abren amplios espacios para las vías de circulación
y zonas ajardinadas.
3.6.2 Obras de madurez
Después de la II Guerra Mundial, Le Corbusier realizó distintas versiones de la Unidad de
habitación (1946-1952), comenzando por el edificio de Marsella. Por entonces, el arquitecto
estaba explotando todas las posibilidades plásticas del hormigón armado como material de
construcción. En lugar de seguir los métodos de cerramiento habituales en los rascacielos,
consistente en ligeras membranas montadas sobre estructuras invisibles, Le Corbusier hizo
de nuevo énfasis en la expresividad de los cerramientos, concibiendo el edificio como un
objeto esculpido. Los artistas habían profetizado la importancia del hormigón, pero su
popularización fue lenta a causa de la dificultad de dominarlo con precisión. En 1901 el
arquitecto y urbanista francés Tony Garnier realizó un proyecto de ciudad para Lyon,
publicado como La ciudad industrial (1918), en el que estaba previsto la utilización del
hormigón a gran escala. Uno de los precursores en la explotación de las posibilidades
estructurales y formales del hormigón armado fue el maestro de Le Corbusier, Auguste
Perret, que cuenta con ejemplos excepcionales construidos exclusivamente con este
material, como la iglesia de Notre Dame du Raincy (1922-1923) y la reconstrucción del
puerto de El Havre tras la II Guerra Mundial.
Le Corbusier también ejerció gran influencia a través de sus escritos, como el libro Hacia una
arquitectura (1927), que recoge varios artículos sobre su pensamiento arquitectónico. Realizó
audaces proyectos no construidos para el palacio para la Sociedad de Naciones (1927) en
Ginebra y el palacio de los Soviets (1931) en Moscú. Sus postulados también se manifestaron
en 1925 en el pabellón del Esprit Nouveau para la Exposición de Artes Decorativas de París.
3.6.3 Últimas obras
Le Corbusier se adentró progresivamente en las posibilidades plásticas del hormigón armado,
manejado con el fin de producir efectos expresivos. De este modo inspiró a otros arquitectos,
sobre todo ingleses, a trabajar en un estilo que se denominaría brutalismo, un término
derivado del francés béton brut (hormigón bruto o visto). Durante la década de 1950, Le
Corbusier realizó la ciudad de Chandīgarh, la nueva capital del Punjab, en el noroeste de la
India. Sus tres grandes edificios gubernamentales, levantados en la plaza del Capitolio, se
cuentan entre los ejemplos más dramáticos de la arquitectura del siglo XX. Dos edificios
religiosos en Francia culminaron la extraordinaria carrera de Le Corbusier: la capilla de
peregrinación de Nôtre Dame du Haut (1950-1955) en Ronchamp, en el Alto Saona, y el
monasterio dominico de La Tourette (1956-1960), en Eveux (Rhône). La capilla está
compuesta por unas expresivas formas curvas que encierran un espacio recogido, matizado
por las sutiles luces que penetran por los cristales coloreados, mientras que el monasterio,
revestido de hormigón visto, contiene espacios complejos para la vida en comunidad,
organizados en torno a un patio rectangular.
3.7 Arquitectura escandinava
La aparición de la arquitectura contemporánea en Escandinavia estuvo ligada a la obra de
personalidades innovadoras como el sueco Erik Gunnar Asplund y el danés Arne Jacobsen. El
finlandés Eliel Saarinen se trasladó a Estados Unidos en 1922, donde fundó una escuela de
arte conectada con la tradición europea, la Cranbrook Academy, cerca de Detroit (Michigan).
En este ambiente se formó su hijo Eero, que llegó a ser un arquitecto prominente en las
décadas de 1940 y 1950.
El finlandés Alvar Aalto fue sin duda el arquitecto más destacado. Aunque en sus primeras
obras importantes, como el sanatorio de Paimio (1929-1933), adoptó un lenguaje racionalista
blanco y rectilíneo, pronto manifestó su vocación expresiva. Para ello empleó los materiales
tradicionales fineses —granito, ladrillo, madera, azulejos cerámicos y cobre— enfatizando sus
cualidades visuales y táctiles para producir una arquitectura poética que respondiese al
carácter escandinavo. La libertad y complejidad de los interiores, el interés por la percepción
lumínica del espacio, y sus circulaciones y las evocaciones formales del entorno son algunos
rasgos distintivos de su obra. A menudo utiliza con precisión los lucernarios, tanto para
estructurar el espacio como para manipular la luz con criterios expresivos. Su Centro cívico
(1950-1952) para la isla de Säynätsalo (Finlandia) está organizado con locales comerciales en
la planta baja sobre los que se disponen modestos alojamientos para las autoridades locales,
logrando un conjunto sereno y monumental. Su iglesia (1956-1958) de Vuoksenniska
(Finlandia) es una poética solución que responde a un complejo programa funcional, donde
se combinan un lugar para el culto y un centro social.
3.8 El racionalismo español
Los primeros pasos que significaron una ruptura con el historicismo de las primeras décadas
del siglo XX en España, vinieron dados por la llamada generación del 25, cuyo máximo
exponente fue el arquitecto Fernando García Mercadal. Con la instauración de la II República
en 1931 se creó un clima favorable al desarrollo del racionalismo arquitectónico,
intensificándose los contactos con los miembros de la vanguardia europea y la participación
en los CIAM (Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna, iniciados en 1928). En
1930 se fundaba el GATEPAC (Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la
Arquitectura Contemporánea), que supuso la adhesión al racionalismo más ortodoxo del
movimiento moderno europeo, destacando las realizaciones del grupo catalán (GATCPAC)
capitaneado por Josep Lluís Sert, discípulo de Le Corbusier, entre cuyas obras más notables
está el dispensario central antituberculoso de Barcelona (1934-1936), en colaboración con
Torres Clavé y Subirana. La guerra civil y el consecuente cambio político segaron esta
evolución, con el exilio de muchos de sus componentes, entre ellos Josep Lluís Sert, quien
realizaría una brillante labor docente y profesional en los Estados Unidos, y Félix Candela,
que inició una nueva carrera profesional en México.
3.9 Nervi, Candela, Torroja y Saarinen
El empleo del hormigón armado continuó su perfeccionamiento técnico gracias a los
esfuerzos de una serie de ingenieros, como es el caso del italiano Pier Luigi Nervi y del
hispano-mexicano Félix Candela, discípulo en España de Eduardo Torroja, autor de las
impresionantes cubiertas del hipódromo de la Zarzuela en Madrid (1935).
Independientemente de la preocupación por el hormigón, Eero Saarinen pulió el modelo del
muro-cortina de acero y cristal en el centro técnico de la General Motors (1957) en Warren,
Michigan, en un intento de minimizar el delgado esqueleto arquitectónico. Sin embargo, el
mayor éxito lo consiguió con el aeropuerto internacional de Dulles, cerca de la ciudad de
Washington, acabado en 1963, dos años después de su muerte.
3.10 Arquitectura latinoamericana
La arquitectura contemporánea se consolidó en Latinoamérica gracias al apoyo de Le
Corbusier a dos jóvenes arquitectos brasileños, Lúcio Costa y Oscar Niemeyer, y al resto del
grupo de artistas que comenzaron a finales de la década de 1920 a reivindicar la renovación
de los estilos historicistas. Entre los pioneros destacaron los también brasileños Gregorio
Warchanchik y Alfonso Reidy y el uruguayo Julio Vilamajó. Después de la II Guerra Mundial
fueron apareciendo otras figuras importantes, especialmente en México, donde los principios
del movimiento se combinaron con el carácter colonial y con las reivindicaciones
precolombinas. Entre los mejores arquitectos mexicanos cabe destacar a Luis Barragán, Juan
O’Gorman y Pedro Ramírez Vázquez, líderes de una primera generación que ha consolidado
la arquitectura contemporánea en este país. Otros arquitectos destacados del último medio
siglo han sido el venezolano Carlos Raúl Villanueva, el colombiano Rogelio Salmona y el
uruguayo Eladio Dieste.
3.11 Louis I. Kahn
Su educación en la tradición academicista le inculcó la admiración por los sistemas
constructivos romanos (como el de las termas de Caracalla) y determinó una actitud ambigua
basada en el estudio reflexivo de la historia arquitectónica desde la antigüedad hasta Claude
Nicolas Ledoux. A mitad de su carrera combinó estas preocupaciones con las premisas del
movimiento moderno en edificios como los laboratorios Richards (1958-1961) de la
Universidad de Pennsylvania (Filadelfia) o el Instituto Salk (1965) en La Jolla (California).
Gracias a estas obras monumentales alcanzó un gran renombre internacional que le procuró
importantes encargos en países en vías de desarrollo. A esta etapa de su trayectoria
pertenecen el Instituto indio de empresa (1975), en Ahmedabad (India) y sus proyectos de la
década de 1960 para Dhaka, la capital de Bangladesh, como el edificio de la Asamblea
Nacional.
3.12 Arquitectura posmoderna
En la década de 1960 surgió entre muchos arquitectos un sentimiento de rechazo hacia el
International Style, que había degenerado desde su pureza inicial hacia fórmulas que
parecían monótonas y estériles. Una de las corrientes arquitectónicas que va a reaccionar
contra la ortodoxia del racionalismo será la denominada posmoderna, ligada al movimiento
filosóficos del mismo nombre. El posmoderno en arquitectura no pretendió ser un
movimiento conexionado, sino una serie de actitudes individualistas que varían desde las
tendencias neohistoricistas de Ricardo Bofill o de Óscar Tusquets hasta los extremados
rasgos del deconstructivismo que practican Frank Gehry o Zaha Hadid, pasando por la ironía
de Robert Venturi, Helmut John o Michael Graves. El polifacético Philip Johnson dio un
espaldarazo a la corriente posmoderna con la erección del edificio AT & T (1982) de Nueva
York, un rascacielos coronado por un frontón partido.
3.13 Últimas tendencias arquitectónicas
En la última década en el panorama arquitectónico han aparecido diferentes tendencias
divergentes, como el deconstructivismo o el high-tech. Al mismo tiempo, se ha reiniciado un
proceso de revisión de los maestros vanguardistas, produciéndose la reactivación de los
postulados del movimiento moderno. Esta tendencia se puede observar en la obra de
numerosos arquitectos, entre los que destacan el holandés Rem Koolhaas, el japonés Tadao
Ando, el estadounidense Richard Meier, el portugués Álvaro Siza Vieira y el español Rafael
Moneo.