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Acerca de este libro Esta es una copia digital de un libro que, durante generaciones, se ha conservado en las estanterías de una biblioteca, hasta que Google ha decidido escanearlo como parte de un proyecto que pretende que sea posible descubrir en línea libros de todo el mundo. Ha sobrevivido tantos años como para que los derechos de autor hayan expirado y el libro pase a ser de dominio público. El que un libro sea de dominio público significa que nunca ha estado protegido por derechos de autor, o bien que el período legal de estos derechos ya ha expirado. Es posible que una misma obra sea de dominio público en unos países y, sin embargo, no lo sea en otros. Los libros de dominio público son nuestras puertas hacia el pasado, suponen un patrimonio histórico, cultural y de conocimientos que, a menudo, resulta difícil de descubrir. Todas las anotaciones, marcas y otras señales en los márgenes que estén presentes en el volumen original aparecerán también en este archivo como testimonio del largo viaje que el libro ha recorrido desde el editor hasta la biblioteca y, finalmente, hasta usted. Normas de uso Google se enorgullece de poder colaborar con distintas bibliotecas para digitalizar los materiales de dominio público a fin de hacerlos accesibles a todo el mundo. Los libros de dominio público son patrimonio de todos, nosotros somos sus humildes guardianes. No obstante, se trata de un trabajo caro. Por este motivo, y para poder ofrecer este recurso, hemos tomado medidas para evitar que se produzca un abuso por parte de terceros con fines comerciales, y hemos incluido restricciones técnicas sobre las solicitudes automatizadas. Asimismo, le pedimos que: + Haga un uso exclusivamente no comercial de estos archivos Hemos diseñado la Búsqueda de libros de Google para el uso de particulares; como tal, le pedimos que utilice estos archivos con fines personales, y no comerciales. + No envíe solicitudes automatizadas Por favor, no envíe solicitudes automatizadas de ningún tipo al sistema de Google. Si está llevando a cabo una investigación sobre traducción automática, reconocimiento óptico de caracteres u otros campos para los que resulte útil disfrutar de acceso a una gran cantidad de texto, por favor, envíenos un mensaje. Fomentamos el uso de materiales de dominio público con estos propósitos y seguro que podremos ayudarle. + Conserve la atribución La filigrana de Google que verá en todos los archivos es fundamental para informar a los usuarios sobre este proyecto y ayudarles a encontrar materiales adicionales en la Búsqueda de libros de Google. Por favor, no la elimine. + Manténgase siempre dentro de la legalidad Sea cual sea el uso que haga de estos materiales, recuerde que es responsable de asegurarse de que todo lo que hace es legal. No dé por sentado que, por el hecho de que una obra se considere de dominio público para los usuarios de los Estados Unidos, lo será también para los usuarios de otros países. La legislación sobre derechos de autor varía de un país a otro, y no podemos facilitar información sobre si está permitido un uso específico de algún libro. Por favor, no suponga que la aparición de un libro en nuestro programa significa que se puede utilizar de igual manera en todo el mundo. La responsabilidad ante la infracción de los derechos de autor puede ser muy grave. Acerca de la Búsqueda de libros de Google El objetivo de Google consiste en organizar información procedente de todo el mundo y hacerla accesible y útil de forma universal. El programa de Búsqueda de libros de Google ayuda a los lectores a descubrir los libros de todo el mundo a la vez que ayuda a autores y editores a llegar a nuevas audiencias. Podrá realizar búsquedas en el texto completo de este libro en la web, en la página http://books.google.com

Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

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Acerca de este libro

Esta es una copia digital de un libro que, durante generaciones, se ha conservado en las estanterías de una biblioteca, hasta que Google ha decididoescanearlo como parte de un proyecto que pretende que sea posible descubrir en línea libros de todo el mundo.

Ha sobrevivido tantos años como para que los derechos de autor hayan expirado y el libro pase a ser de dominio público. El que un libro sea dedominio público significa que nunca ha estado protegido por derechos de autor, o bien que el período legal de estos derechos ya ha expirado. Esposible que una misma obra sea de dominio público en unos países y, sin embargo, no lo sea en otros. Los libros de dominio público son nuestraspuertas hacia el pasado, suponen un patrimonio histórico, cultural y de conocimientos que, a menudo, resulta difícil de descubrir.

Todas las anotaciones, marcas y otras señales en los márgenes que estén presentes en el volumen original aparecerán también en este archivo comotestimonio del largo viaje que el libro ha recorrido desde el editor hasta la biblioteca y, finalmente, hasta usted.

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BIBLIOTECA

DE

EL ARTE EN ESPAÑA.

SEGUNDO VOLUMEN.

TOMO PRIMERO.

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ARTE

DE LA PINTURA,

SU ANTIGÜEDAD Y GRANDEZAS.

DESCItÍbENSE LOS HOMbRES EMINENTES QUE HA HAbIDO EN ELLA ASÍ ANTIGUOS COMO MODERNOS;

t DEL DIbUJO Y COLORIDO ; HEL PINTAR AL TEMPLE, AL OLIO, DE LA ILUMINACION

v estofado; del pintar al fresco; de las encarnaciones,

DE l'OLIMENTO Y DE MATE; DEL DORADO bRUÑIDO

Y MATE, Y ENSEÑA Á PINTAR TODAS

£AS PINTURAS SAGRADAS.

POR FRANCISCO PACHECO

VECINO DE SEVILLA.

SEGUNDA EDICION QUE SE HACE DE ESTE LIBRO FIELMENTE COPIADA

DE LA PRIMERA QUE DIÓ Á LA ESTAMPA SU AUTOR

EN SEVILLA EL AÑO DE '1 649.

DIRÍGELA

D. G. CRUZADA VILLAAMIL.

TOMO PRIMERO.

MADRID,

1866

IMPRENTA DE MANUEL GALIANO ,

PLAZA DE LOS MINISTERIOS, 2.

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(fvCre/en/fde/Ho ó^HOf C¿on ¿j/nfcnto (' áiiovaJ t/et f aj/tf/o,

ejc-mcn¿i(io </e <¿ Cotona, efe., efe., ife.

X

i -

Mi y señor mío: Cuando se hacían las primeras ediciones du li

bros como este, era general costumbre de sus autores ó editores

dedicarlos á algun ilustre personaje. Yo veo en V. E. el hombre

de Estado, el gran orador parlamentario, el historíndor grave, el

literato ameno, el aficionado á las bellas artes : ¿qué mucho, pues,

que siguiendo yo aquella antigua costumbre, dedique á V. E. este

libro en testimonio de la admiracion que V. E. me inspira?

De V. E. afectísimo servidor Q. í¿. M. B.

Gregorio CruzaDa Vii.iaamiL.

1.« Setiembre de 1866.

601151

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UCENCIA DEL ORDINARIO.

Nos el licenciado D. Uhristóval de Matilla, provisor y vicario

general de Sevilla y su arzobispado. Por la presente y por lo que á

nos toca, damos licencia para que se pueda imprimir y imprima el

Libro intitulado, Antigüedad y grandezas de la Pintura, com

puesto por francisco Pacheco, atento nos consta, no hay en él cosa

contra nuestra Santa Fe, y buenas costumbres, segun las censuras,

y parecer que han dado personas doctas, á quien lo hemos remitido ;

dada en Sevilla, en 24 de Diciembre de 1641.

PRIVILEGIO.

Tiene privilegio de los Sres. del Consejo Real Francisco Pa

checo, para poder imprimir este libro por tiempo de diez años.

TASSA.

Tasaron los Señores del Consejo Real este libro á quatro ma

ravedís cada pliego.

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LIBRO PRIMERO DE LA PINTURA.

SU ANTIGÜEDAD Y GRANDEZAS.

CAPITULO PRIMERO.

QUÉ COSA SEA PINTURA Y CÓMO ES ARTE LIBERAL, Y SU DEFINICION

Y EXPLICACION.

Habiendo de tratar de la pintura, es cosa conve

niente para mayor claridad, de lo que acerca de

ella se dijere, comenzar de su definicion, y expli

carla en este primer capítulo, para que sirva de fun

damento á las grandezas de sus excelencias, y dis

ponga el ánimo de sus aficionados á la atenta con

sideracion de lo que en este discurso se tratare; y

porque el Maestro Francisco de Medina (en cuya

muerte perdieron las buenas letras gran parte de su

valor), no hallándose satisfecho de ninguna de las

definiciones que de la pintura habia visto, á instan

cia mia escribió una, con su explicacion, me pareció

justa cosa ponerla aquí, por honrar este discurso

con la autoridad de varon tan docto, y por el gusto

que suele causar la diferencia. Dice de esta manera;

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10 ' ARTE DE LA TINTURA.

Definicion 1.a " Pintura es arte que con variedad de líneas y co

lores representa perfectamente á la vista lo que ella

<> puede percibir de los cuerpos.«

Explicacion. v La vista percibe de los cuerpos , el tamaño , la

«proporcion, la distancia, los perfiles, los colores,

«sombras y luces, el relieve, las figuras y posturas,

«y los varios gestos, ademanes y semblantes que

«aparecen; segun son varios los movimientos, ac-

«ciones y pasiones del cuerpo y del alma.«

«Los cuerpos cuyas imágenes representa la pintura

«son de tres géneros; naturales, artificiales ó forma

d-dos con el pensamiento y consideracion del alma.«

«Los naturales son los que crió Dios al principio del

«mundo, ó los que la naturaleza produce enlauniver-

«sidaddeél, con la fuerza que Dios le da; los artificia-

«les son casi infinitos segun es casi infinita la mu-

«chedumbrey variedad de artífices que los forman. «

«Los cuerpos del pensamiento son los que la ima-

«ginacion forma: sueños, devaneos, de grotescos y

«de fantasías de pintores. Y son asimismo los que

«figura el entendimiento con sábia consideracion.

«Angeles, virtudes, potencias, empresas, hieroglífi-

«cos, emblemas; áeste último género se reducen las

«visiones imaginarias ó intelectuales que percibie-

«ron y revelaron los Profetas y suelen los pintores

«representarlas con su arte.«

Hasta aquí el Maestro Medina. Esta definicion no

es diferente de la mia en lo esencial ; pero los que

tuvieren gusto en las letras verán fácilmente que el

Maestro Medina describe antes el arte de la pintura

que la define : la definicion que yo hago parece más

Libro i de pioiura, regular. Parte de ella escribo de la opinion de Paulo

wpiiuio i. L0maz0> de quien me he valido en mucho de este

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LIBRO PrIMErO , CAI'. I. II

capítulo, si bien en algo de lo importante me apar

to como verémos.

Pintura es arte que enseña á imitar con lineas y colo- Definicion 2.a

res. Esta es la definicion. Para explicacion de la cual

se ha de saber que toda definicion debe constar de

género y diferencia. El género, segun los lógicos,

es una razon comun que se dice de muchos diferen

tes en especie; diferencia es todo aquello por lo cual

una especie se distingue de cualesquiera otra del

mismo género. Esto supuesto, la definicion de la

pintura consta de género y diferencia. Arte es el Explicación,

género : razon comun en que conviene con las de

más artes diferentes de ella en especie. La diferen

cia por la cual difiere de las demás, es que enseña á

imitar con líneas y colores todas las cosas imitables

del arte y de la imaginacion, y principalmente las

obras de la naturaleza : y esto en todas superficies,

pero más de ordinario en superficie llana, á diferen

cia de la escultura, que si bien imita los efectos de

la naturaleza , no á lo menos como la pintura en

superficie llana con líneas y colores. Mas porque

podría alguno dificultar si la pintura es arte ó no,

quiero con la definicion de la misma arte brevemente

probarlo, por estar ya doctamente dilatado (como di

jimos) en nuestra lengua. Arte, segun el filósofo, es LiLro 3 & ia

un hábito que obra con cierta y verdadera razon; por- «oti^ g™e™' de

que: non est Ars quw ad effectum casuvenit, como Amu»., m., 6,

dice Séneca. No es arte la que acaso llega á su efec- 'apltu'o lv'

to. Pruébase tambien porque todas las cosas natu

rales son la regla y la medida de la mayor parte de

las ciencias y artes del mundo; porque siendo como

son hechas de Dios con suma sabiduría, consiguien-

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12 ARTE DE LA I'INTURA.

temente tienen en sí todas las perfecciones esencia

les que convino tuviesen obras de tales manos; y

finola 26. por esto pueden ser regla de las cosas artificiales. De

donde se infiere claramente que la pintura es arte,

pues tiene por ejemplar objetivo, y por regla de sus

obras á la misma naturaleza, procurando siempre

imitarla en la cantidad, relieve y color de las co

sas, y esto hace valiéndose de la geometría, aritmé

tica, perspectiva y filosofía natural, con infalible y

cierta razon. Mas porque de las artes algunas son

liberales y algunas mecánicas, no será fuera de

propósito tocar brevemente á cuáles de ellas deba

ser enumerada la pintura. Esta cuestion, si con au

toridad hubiese de ser decidida, presto se determina

ría; porque Plinio, hablando de Panphilo pintor,

dice que, en Cicyon (ciudad principal del Pelopone-

so, que hoy llaman la Morea), y despues en Grecia,

tib. 35, rap. x. el arte del dibujo (que era la parte de pintura que

estaba entonces descubierta) vino á recibirse en el

primer grado de las artes liberales, y siempre tuvo

esta honra de que los nobles la ejercitasen, prohi

biéndose por edicto perpétuo que se enseñase á es

clavos. Y adviértase que esto no se introdujo por

costumbre de bárbaros, sino por ley, entre la gente

más docta de cuantas ha habido en el mundo. Lo

piat. 10, et s mismo siente Platon, y Aristóteles muestra clara-

de Repúb. mente que en su tiempo el arte del dibujo se tenia

Anst. 8 Polit., ir j

cap I et sequen. pOT liberal; y otros muchos autores sonde esta opi

nion; y tambien con razones se puede fácilmente

probar, porque si bien el pintor no puede conseguir

su fin sino obrando mano y pincel , claro está que

en este ejercicio se halla tan poco trabajo y fatiga

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LIBRO PRIMERO, CAP. I. 13

corporal que no hay hombre noble á quien tal arte

no agrade y deleite, como se lee de muchos prínci

pes así antiguos como modernos que la ejercitaron n.P. 9.

(como se dirá en su lugar) porque veian que en seme

jante ejercicio no hay nada de servil ó mecánico:

mas todo él es libre y noble. Y á la verdad, ¿quién

habrá en el mundo que no tome gusto de imitar con

el pincel á la naturaleza y al mismo Dios en cuanto

es posible? Tambien vemos que aunque el geóme

tra ocupa las manos trazando líneas, formando círcu

los, triángulos, cuadrángulos y otras semejantes

figuras, ninguno por esto ha dicho jamás que la

geometría es arte mecánico, y lo mismo es en la

música y otras artes; porque aquella obra de manos

es tan poca y ligera, que no seria justo decir que es

ejercicio servil. La misma razon corre en la pintura.

Además que ella tiene ciertas conclusiones, las cua

les prueba con principios mediatos é inmediatos:

mediatos, porque las cantidades, tamaños y propor

ciones tocantes á la simetría de las cosas la toma

de la Matemática y otras artes : inmediatos, porque

tiene tambien principios propios que componen

esencialmente una pintura, con tal materia y tal

forma, sea en dibujo, sea en colores, comenzando

por las partes, una boca, un ojo, una oreja, y

enseñando cómo se deban hacer. Y así por estas y

otras razones debemos concluir que es arte liberal;

qué grado de arte liberal tenga se podrá entender

fácilmente, si primero, por comprender todas sus

circunstancias la describiéramos algo más exten-

didamente y luego fuéramos explicando en par

ticular cada una de ellas. Dije, pues, que la pin-

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lí ARTE f)E F.A PINTUItA.

tura era arte que imitaba con líneas y colores los

efectos de naturaleza, del arte y de la imaginacion,

pero hase de entender que las líneas han de ser

proporcionadas, y los colores semejantes á la pro

piedad de las cosas que imita , de manera, que si

guiendo la luz perspectiva, no sólo represente en el

llano la groseza y el relieve suyo, mas tambien el

movimiento; y muestre á nuestros ojos los afectos y

pasiones del ánimo. La corpulencia y relieve de las

cosas manifiestas, no exceptuando alguna, sea na

tural ó artificial, ni de la imaginacion, porque ha

biéndose el pintor ejercitado en imitar y ver obras

de otros .algun tiempo (dejo los que de su inclinacion

natural sin ser maestro dibujan) viene áhacer caudal

suyo, de suerte que inventa varias cosas, muchas de

las cuales no ha visto ; como diversidad de vasos,

de tarjas, de ornatos de arquitectura, grotescos con

variedad de sierpes, de sirenas, de mascarones, de

animales, compuestos de diversas especies, y otras

quimeras é infinitas cosas y pensamientos formados

primero en la imaginacion, que ni el arte, ni la na

turaleza los fabricó. Del arte, porque el pintor pin

ta edificios y templos, y todas las obras de arquitec

tura y de escultura, de piedra, plata y oro; y en

suma, todas las obras que en todas las profesiones

obran los hombres con sus manos y por arte, que

referirlas seria largo cuento. De naturaleza, como

se verá en todo este capítulo y en muchas partes de

estos libros, porque ella es el principal ejemplar ob

jetivo de la pintura, representando la figura en el

llano. Y así se distingue de la escultura, como hemos

dicho, por la diversidad de la materia. Demuestra

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LIBRO PRIMERO, CAP. I.

tambien á nuestros ojos el movimiento corporal; lo

cual es tanta verdad, que se ve claramente en las

obras de los valientes hombre^ en este arte. Porque

¿cuál movimiento puede hacer un cuerpo, y en qué

modo se puede poner (dice Paulo Lomazo) que no se Lib' »p' de

. Pintura.

vea en la famosa pintura del juicio universal de la

mano del divino Micael Angel, en la capilla del

Papa en Roma? Allí se ve la gloriosa Virgen, San

Juan y otros santos con el encogimiento y temor que

tienen de ver á Cristo airado contra los malos, casi

encubrirse por no ver su faz terrible y toda encen

dida en furor. Vénse los condenados, que ocupados

del gran temor, parece que se quieren poner en

huida y procuran esconderse en las oscuras grutas

y profundas cavernas. De la otra parte se ven los

justos, que en cierto modo parece que acaban en

tonces de resucitar y que van subiendo por el aire

á sentarse á la mano derecha de Cristo. En lo alto

se ven unos ángeles descender del cielo con el es

tandarte de la Santa Cruz; y en otra parte otros lle

van las almas bienaventuradas al lugar puesto á la

derecha mano del Señor. En. conclusion , no hay

movimiento corporal de frente, de espaldas, de lado,

de diestro ó siniestro, arriba ó abajo, que no se

vea expreso en esta artificiosa y admirable obra.

Pues si revolvemos á los afectos y pasiones del áni

mo, con no menor artificio y maravilla se ven de la

misma manera ejecutado en el mismo juicio, espe

cialmente en Cristo, el cual muestra en el semblan

te una tan grande indignacion y enojo, que parece

que todo lo quiere acabar y consumir. Y en los san

tos y en los condenados, en los cuales (todos páli

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16 , ARTE DE LA PINTURA.

dos y confusos) se esparce visiblemente el temor y

espanto que tienen del Juez airado (aunque con cau

sas diferentes); en suma, muchos movimientos, así

del cuerpo como del ánimo, se ven en esta profun

da pintura, y en las del excelente Rafael de Urbino,

y de otros famosos pintores antiguos y modernos,

así de amor como de odio , así de tristeza como de

alegría y de cualquiera otra pasion ó afecto. Toda

esta demostracion dije hace la pintura con líneas

proporcionadas. Donde se ha de advertir, que el

pintor dibujando no forma estas líneas sin razon,

proporcion y arte, como han querido decir algunos

viendo que los imperitos proceden con poca razon.

in Ane. Poet. Porque si bien Horacio dice, que el pintor y el poeta

tienen igual licencia de hacer con libertad lo que

quieren, esto se entiende cuanto á la disposicion

de las figuras ó historias, con el modo y proporcion

que quieren, mostrando (pongo ejemplo) á Julio

César en la guerra farsálica en un acto, que por

ventura no hizo, ó cosas de este género; pero fuera

de esto es obligado el pintor á proceder en todas sus

obras con proporcion y arte. Porque antes de linear

y dibujar un hombre, es necesario sepa su cantidad

y estatura; que seria grande error hacer un hombre

que ha de ser de diez rostros , que sea de once ó

doce; y qué proporcion tiene la frente con la nariz, y

la nariz con la boca y barba, y todo el rostro con el

cuello, y así en todo lo demás. Y en suma, ha de pro

curar saber la proporcion de todas las cosas natura

les y artificiales. Y porque parece casi imposible que

piin ,Hb. 35 un hombre solo pueda saber todo esto , solia el pru-

rap x' dentísimo Apéles, despues que habia pintado alguna

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Libro primero, cap. i. 41

cosa, la cual quería que fuese perfecta, ponerla en

público y esconderse, atendiendo á lo que se juzga

ba de la proporcion y arte de su pintura; y segun

que cada uno hablaba de aquellas cosas de que te

nia conocimiento y práctica, así la iba reformando;

y por el contrarío refutaba el juicio de aquellos que

querían juzgar de las partes que no pertenecian á

su profesion, como hizo al zapatero, que no conten

to de haber discurrido acerca del calzado de una fi

gura, quería hacer juicio de otras cosas, diciéndole:

Nesutor ultra crepidam. El zapatero no debe juzgar

mas que del calzado. Demás de esto ha de usar el

pintor estas líneas proporcionadas con cierto modo

y regla, la cual no es otra que aquella que usa y

con que procede la misma naturaleza en hacer un

compuesto (como enseña la filosofía) que primero

presupone la materia, que es una cosa informe é in

diferente, y despues introduce en ella la forma, que

la determina al ser de este ó de aquel compuesto.

Así hace el pintor, el cual toma una tabla ó lien

zo que en la haz no muestra sino una superficie ó un

llano informe é indiferente á recibir esta ó aquella

forma, y con el yeso ó carbon la determina lineando

y dibujando en ella un hombre, un caballo, una co

lumna, formando y puliendo sus partes y contornos.

Y en suma imitando con las líneas la naturaleza de

las cosas que pinta, así en la largueza como en la

anchura, corpulencia y groseza. Y prosiguiendo en

nuestra descripcion, resta amella parte que dice que

la pintura representa las cosas con colores semejan

tes á las cosas naturales. En que se ha de conside

rar que siendo el pintor cual conviene, ha de proce

2

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18 ARTE DE LA PINTURA.

der (como se ha dicho) segun el modo de la natu

raleza que presupone la materia y despues de la for

ma. Mas porque el hacer y criar la sustancia de las

cosas procede de potencia infinita, es necesario que

el pintor tome alguna cosa en vez de materia. Esta

(por hablar con más propiedad y distinguir el dibujo

de la pintura de colores, conforme al estilo de este

tiempo) será en el dibujo, el papel, lienzo, tabla ó

pared, y el carbon, lápiz ó cosa semejante que se

dibuja. Y á diferencia del dibujo será materia de la

pintura de colores, los mismos colores, la tabla, pa

red ó lienzo; y la forma en el dibujo será la que in

troduce el ingenio del pintor con líneas proporcio

nadas. Y en la pintura de colores la continuacion de

esta misma forma, imitando lo natural en los colores

varios, y en el relieve y viveza de las cosas. Y digo

Lonmo (no como Lomazo) que el dibujo, que son las

de p¡nt., líneas proporcionadas, era materia sustancial de la

pintura: antes lo llamo forma sustancial. Y por esto

adviertan los de esta profesion que cuando sean ex

celentes y milagrosos en colorir, si no tienen dibujo

no tienen la forma de la pintura , y consiguiente

mente son privados de la parte sustancial de ella.

No se niega que no sea grandísima la fuerza del co

lorido; porque así como los hombres particulares

si no constasen de otra cosa que de un modo propor

cionado (en lo cual todos convienen, sin añadir la

variedad en los lineamientos de los rostros), no se

veria en el mundo aquella diferencia tan agradable;

así, si el pintor dibujase un hombre proporcionado

igual al natural, por cuanto se hallan muchos hom

bres iguales en cantidad, cierto es que por ella sola

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LIBRO PRIMERO, CAP. I. 19

no seria aquel hombre conocido. Mas cuando además

del perfecto dibujo junta el color semejante, enton

ces da la última forma á la figura, y hace que cada

cual que la ve discierna más facilmente de qué hom

bre es, y diga que es del Emperador Carlos V, ó de

Felipe su hijo, q"ue es de hombre melancólico ó

flemático, de sanguíneo ó colérico , que ama ó que

teme. En conclusion, procurará el pintor con todo

estudio, ser valiente coloridor, pues en esto consiste

la última perfeccion del arte.

Ultimamente dice la descripcion que el pintor si

gue la luz perspectiva , porque cuando quiere pin

tar imitando los cuerpos naturales, que comunmen

te son redondos, (y en lo redondo se recibe la luz

diversamente que en la primera y más alta parte,

hiere más la luz, y así queda más realzada que las

otras, y en la segunda queda un poco más amorti

guada, y en la tercera casi muerta); por esto con

viene que el pintor haga el mismo efecto que hace

la luz en ellos; así con las líneas como con los co

lores. Mas no se ha de entender que siempre es ne

cesario que donde alcanza más luz se pinte más

cerca de nosotros, porque muchas veces la figura

está de lado y la luz hiere en la parte más distante

á nuestra vista. Y si me dice alguno que cómo la

parte que tiene menos luz parecerá más cerca? res

pondo: que la perspectiva hace que estando la figu

ra de lado, muestre la parte más cerca de nosotros

con líneas más grandes, y por esto viene á nuestros

ojos el fin de la pirámide con mas obtuso y mayor

ángulo, y la que está más apartada, con líneas más

pequeñas y ángulos más agudos. Demás de esto con

Page 27: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

20 ARTE DE LA PINTURA.

los colores declara el pintor dos cosas, la primera el

color de lo natural ó artificial: la otra la luz del sol,

ó de otra luz; el color semejante declara, digamos, el

color azul de una ropa con otro azul; el color verde

de un árbol, con otro verde semejante. Y porque el

Arist. libro üei color (que no es otra cosa, segun el filósofo, que la

sentido y lo sensible « . . , , . . • 1 ',

cap. 3. superficie clara en el cuerpo opaco, o la extremidad

de lo claro en el cuerpo terminado) no se puede ver

sin luz, por esto es importante que el pintor que as

pira á ser excelente coloridor, sea peritísimo en los

efectos que hace la luz, cuando da en los colores;

porque aunque el azul en una ropa sea en toda ella

igual el color, cuando es lustrada hace un efecto

en la parte donde la luz hiere con más fuerza, y

otro en la donde no resplandece tanto. Y para imi

tar el azul de toda la ropa, basta que se haga un co

lor igual, mas para el azul donde da la luz es nece

sario mezclar tanto de color claro , cuanto hay de

luz en aquella parte, y menos ó más conforme se

va la luz amortiguando, y así lo oscuro proporcio-

nalmente. En la cual observacion, de los diversos

efectos que hace la luz con los colores, fueron ex

celentes Rafael de Urbino, Leonardo de Vinci, An

tonio Corregio y Ticiano, los cuales con tanta arte

y prudencia imitaron la luz y los colores, que sus

figuras parecen antes naturales que artificiales; mos

trando en las carnes ciertas manchas y tintas que

los imperitos no alcanzan; y entre estos (por senten

cia comun) principalmente Ticiano, por conseguir

mayor gloria, ha querido engañar los ojos de los

mortales. Y así como Micael Angel, para mostrar

el perfecto conocimiento que tenia de la anatomía,

Page 28: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO PRIMEIIO, CAP. I. 2i

quiso inclinar un poco al extremo , revelando algo

más los músculos en los cuerpos , aun donde la na

turaleza los mostró con más dulzura y suavidad

como en mancebos y hombres delicados y otros se

mejantes ; así Ticiano, por mostrar con los colores

la grandeza de su ingenio en la parte del cuerpo

donde hiere la luz con mayor fuerza, solia mezclar

un poco más de claro que no mostraba la luz, y allá

donde estaba ofuscada un poco más de oscuro, lo

cual hace relevar mucho una figura. Y cuando las

primeras partes del cuerpo salen afuera, y las últi

mas huyen adentro, consigue el pintor admirable

mente el fin que pretende: y queda (conforme á

nuestras fuerzas) dada á entender y declarada nues

tra definicion. Con el cual fundamento darémos prin

cipio á las partes y grandezas de nuestro arte: de las

cuales hallándose cercado Pablo de Céspedes, y du

dando por cuál de ellas comenzaría dice elegante

mente en el principio del libro de su pintura en las

dos estanzas, con que damos fin á este capítulo :

Mueve al alma un deseo que la InclinaLib. 1 iluto l'iiilura.

á seguir desigual atrevimiento;

ardor, que nos parece ser divina

inspiracion, de pretendido intento,

si el despierto vigor, donde se afina

en mí avivase el fugitivo aliento,

diria el artificio soberano

sin par, do llegar pudo estudio humano.

Cuál principio conviene á la noble Arte?

el dibujo, que él solo representa

con vivas líneas, que redobla, y parte

Page 29: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

22 ARTE DE LA PINTURA.

cuanto ol aire, la tierra, y mar sustenta?

el concierto de músculos':' y parte

que á la invencion las fuerzas acrecienta?

el bello colorido, y los mejores

modos con que florece? ó los colores?

CAPITULO II.

DEL ORÍGEN Y ANTIGÜEDAD DE LA PINTURA, 1 SU PRIMERA INVENCION.

Dos cosas (entre otras) son las que ilustran, y en

noblecen al hombre, la nobleza y claridad de sus

progenitores, y juntamente la antigüedad de ellos.

Así todas las ciencias son tanto más ilustres y cla

ras, cuanto más ilustres y antiguos son sus inven

tores. Por esta causa es muy á propósito tratar al

principio de este libro (despues de su definicion) de

la antigüedad y origen de la pintura. Y no nos val

dremos en esta ocasion del favor que le hace Leon

I.ib. '¿ de la Pintura. Bautista Alberto en su libro, cuando dice: «vo afirmo

entre mis amigos que el inventor de la pintura fué

(segun sentencia de poetas) aquel hermoso Narciso,

que se convirtió en flor; porque siendo la pintura la

flor de todas las artes, bien parecerá que toda la fá

bula de Narciso se acomode áella solo. Porque, qué

otra cosa es pintar que abrazar y hurtar con el arte

aquella superficie de la fuente?« Mas dejando estos

pensamientos políticos, habiendo de tratar de lo que

Page 30: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO PRIMEKO, CAI'. II. 23

habemos propuesto, es forzoso que se nos oponga

luego la escultura, porque quieren algunos de sus

profesores ser en esto preferidos, y que sea tenida

por más antigua, tomando su origen no desde que

la inventaron hombres, sino desde que Nuestro Se

ñor Dios formó el primer hombre en el Paraíso. Di

ciendo, que esta fué la primera escultura, pues de

aquella masa de barro (á guisa de diestro escultor)

labró aquella figura redonda tan acabada y perfec

ta. Y concediendo con ellos en esta consideracion

de que me entiendo valer, me parece á mí, que

puesto que Dios hizo al hombre de barro , no imitó

el trabajo y fatiga del escultor, cuyo nombre, to

mado en rigor, es derivado de esculpir con instru

mentos de hierro y golpes de martillo en maderos,

mármoles y otras piedras duras , como lo hicieron

los antiguos inventores de la estatuaria. Además

que el labrar y relevar de barro es comun , y lo ha

sido siempre, á pintores y á escultores, pues no sólo

en los pintores modernos ha habido muchos que han

labrado de barro con eminencia, mas antiguamente

Demáfilo y Gorgaso fueron celebrados en labrar de

barro, y en la pintura como dice Plinio. Y pertenece ub. o:;, ,«P. xn

esta Obra más propiamente á la invencion, "que los

Griegos llaman Plástica, y los Latinos Fictoria, que

es labrar de barro como hemos dicho ; que , segun

opinion del mismo Plinio, fué primero que la esta- Lib' H rap' v»

tuaria. Antes con esta opinion prueban que es más ' ' ' "v

antigua la pintura, y juntamente más noble, puesto

que ambas artes imitan á la naturaleza : porque claro

es que en los cinco dias antes de la creacion del

hombre, con una sencilla muestra de su voluntad,

Page 31: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

24 ARTE DE LA PINTURA.

Géncs. cap. I.

Lib. I de la Pintura.

hizo Dios el cielo, la tierra, las aguas, y todas las

demás cosas: adornando el cielo de sol, luna y estre

llas ; la tierra de yerbas y flores, los árboles de hojas

y fruto: crió variedad de animales, de peces, de aves,

dividiendo la luz de la sombra: Etdivisit lucera á tene-

bris, appellavitque, lucem diem, et tenebras noctem: en

que parece que vemos más vivamente representada

la pintura. Porque mediante la variedad de los co

lores se dividen las cosas entre sí. Y no habrá quien

no confiese aquí al Criador que da mayores mues

tras de pintor en esta grande obra, pues si todas es

tas cosas criadas fueran de solo un color, no tuvie

ran el agrado y perfeccion que muestran, con la

variedad y distincion de tantos colores. Con este

mesmo sentimiento prosiguió galantemente Pablo

de Céspedes en su libro, despues de las dos estan

cias ya referidas:

Comenzaré de aqui , Pintor del mundo,

que del confuso caos tenebroso

sacaste en el primero y el segundo

hasta el último dia del reposo

á luz, la faz alegre del profundo,

y el celestial asiento luminoso

con tanto resplandor y hermosura,

de varia y perfectísima pintura.

Con que tan lejos del concierto humano

se adorna el cielo de purpúreas tintas,

y el traslucido esmalte soberano

con inflamadas luces y distintas:

muestras tu diestra y poderosa mano,

cuando con tanta maravilla pintas

los grandes signos del etéreo claustro,

de la parte del Elice y del Austro.

Page 32: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

L1BB0 PRIMERO, CAI". II. 2o

Al ufano Pavon, alas y falda

de oro bordaste y de matiz divino,

de vivo rosicler do la esmeralda

reluce y el zafiro alegre y fino;

al fiero pardo la listada espalda;

la piel al tigre en modo peregrino,

y la tierra amenísima, que esmalta

el lirio y rosa, el amaranto y calta.

Todo fiero animal por tí vestido

va diverso en color del vario velo;

todo volante género atrevido

que el aire y niebla hiende en presto vuelo;

los que cortan el mar, y el que tendido

su cuerpo arrastra en el materno suelo,

de tí, mi inculto ingenio, enfermo y poco,

fuerzas alcance; yo á tí solo invoco.

Dice maravillosamente; porque sólo el pintor

imita con perfeccion todas estas cosas, pues los co

lores son la vida del relieve, y vése claramente, pues

estando el cuerpo de Adan hecho (como ellos di

cen) de escultura, el soplo del Señor dándole vida,

lo pintó y retocó de variedad de colores, poniendo

lo blanco, lo negro, lo rojo y todos los demás mez

clados entre sí, haciendo una perfectísima encarna

cion mate, y abriendo divinamente sus ojos, dando

el color de la barba y cabello con tanto lustre y de

coro, que todo junto hiciese una criatura como cifra

y suma de todo lo que habia creado antes. Casi esto

mismo (bien que con estilo y ornato poético) dijo el

mismo Pablo de Céspedes en dos estanzas.

Un mundo en breve forma reducido,

propio retrato de la mente eterna,

hizo Dios, que es el hombre, ya escogido

Lib. I tle la Piutura.

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26 ARTE DE LA PINTUBA.

morador de su régia sempiterna;

y la aura simple de mortal sentido

inspiró dentro en la mansion interna,

que la parte exterior avive , y. mueva

los miembros frios de la imagen nueva.

Vistiólo de una ropa que compuso

en extremo bien hecha y ajustada,

de un color hermosísimo, confuso,

que entre blanco se muestre colorada,

como si alguno entre azucenas puso

la rosa en bella confusion mezclada,

ó del indio marfil trasflora y pinta

la limpia tez con la Sidonia tinta.

Con que queda amparada bien la nobleza de la

pintura y que es vida de la escultura, pues con el

cines, cap. 20. soplo divino se crió juntamente cuando se infundió

el alma, que es la vida del cuerpo. Mas á todo este

discurso pueden responder los escultores, que es

mucho menos pintar sobre la escultura que hacerla,

y que tiene mucha menor parte el pintor en ella ; y

no se puede negarse esto, y que no es este el prin

cipal estudio de la pintura. Pero tampoco se negará

que esta última perfeccion toca al pintor, y que está

la figura necesitada de ella para conseguir la ver

dadera imitacion de lo natural, y que segun el gra

do en que estuviere el pintor, así ayudará á la es

cultura bien ó mal. Mas ni los escultores y pintores

es justo se valgan de la formacion de Adan para

probar la antigüedad de sus artes, pues si fué aque

lla la primera escultura, fué tambien pintura como

he dicho, porque han de hacer distincion de esta

obra que Dios hizo como criador, y de la naturaleza

Page 34: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

I.IBKO PRIMERO, CAI'. II. 27

y del arte. Pues segun ha dicho la definicion en el

capítulo pasado, la pintura es arte que iivita con

líneas y colores. Pero dejando esto aparte, traído

por satisfacer á los que tan de atrás quisieren enuo'

blecer su arte, digamos lo que hace á nuestro pro

pósito, tomando la antigüedad de las artes desde

.que las ejercitaron hombres, que es más conformo

á nuestro intento.

En los escritores antiguos hay diversas opiniones

acerca de esto (que no son de este lugar), porque no

ha faltado entre ellos quien afirmase que fué Rey el

primer inventor de la pintura, y ya que no lo fuese,

verémos adelante que muchos príncipes, reyes y c.P. 8.

emperadores la ejercitaron. Pero los egipcios, como

testifica Plinio, afirman que este arte se inventó en- : ¡b 33 , <•«,,. 3.

. .. _ , ~ Serian anos lunares,

tre ellos seis mil anos antes que se pasase a Grecia. „ .nM ,ie 3 nicseI.

Y luego parece que lo niega, no sé con cuánta razon, at' b6'

pues antes de esto en el sétimo libro dice : « Giges

Lidio halló la pintura en Egipto; y en Grecia Pirro,

pariente de Dédalo, segun Aristóteles; y segun Teo'

frasto Polignoto ateniense. Y puso primero al egip

cio y luego al griego, pues es cierto que las más

de las artes aprendieron los griegos de los egipcio:?,

como dice Diodoro en su Biblioteca. Principalmente Lib , m 63 de

que ellos hacian demostracion de sus principales la«i«.•¡o■ideciau.iio

sentimientos y misterios con la pintura geroglifica.

Pero todos concuerdan (dice Plinio) en que fué pri Lib 3Ó m 'á

meramente imitada de la sombra del hombre. Y es

conforme la opinion de Atanágoras, aunque difiere Aian4g0Bls en u

en los inventores. La adumbracion, dice, inventó 'l,í«eiM,*"1'"

cristianos.

Saurias, sámio , cubriendo ó manchando la sombra „ .„

de un caballo, mirado á la luz del sol. La pintura Adumbracion,

Page 35: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

28 ARTE DE LA PINTURA.

(esto es los perfiles) inventó Craton, lineando en una

blanca tabla la sombra de un hombre y de una mu

jer, con diferencia y distincion. Y la coroplástica

(que es el arte de vaciar) inventó Cora y su, padre

Dibutades, sycyonio. Este, amando un mancebo y

habiéndose de partir, la noche antes dibujó la som-

segunda pintura, Dra que causaba dél la luz del candil en la pared, •

linear.

Moncgramon. y su padre labrando en fondo dentro de aquellas

líneas, hinchó el espacio de barro, y salió una fi

gura que despues coció. « Y luego poniendo la escul-

Ponc en tercer tura, dice : « Dédalo y Teodoro sucedieron á estos, é

ub!r35,erap.tU3! inventaron la estatuaria. « Esto es de este autor. La

pintura que llama Plinio primera, y podemos (se

gun se ha dicho) llamar segunda, fué la linear; que

fué el perfil de la sombra. Debió de ser con algun

carbon ó lápiz, ó cosa semejante, formando el todo

Tercera pintura . de afuera, y fué llamada monogramon. La tercera

yendo en mayor aumento, fué formar otras líneas

dentro de los perfiles, determinando las partes del

cuerpo humano. La cual invencion ejercitaron los

Lib. 35, cap. 3. Ardices corintho y Telaphanes de Sycyon. Este gé

nero de pintura vió Pablo de Céspedes en Roma,

cuyas palabras referirémos en el siguiente y cuarto

capítulo, por ventura, ó mejor propósito : y pasando

Cuarta pintura, adelante dijo, que la cuarta invencion, fué pintar

Honochromaum. de solo un cq1oi% que debió áe ser ya dibujada la fi

gura con las dos maneras que hemos dicho, bañarla

toda con algun color líquido, á temple, de manera

que imitase á la piedra, ó bronce (pero sin sombras

y manifiestos los perfiles) unas veces con el sinaba-

Lii». 33, rap. 7. ris, que segun dice Plinio era la sangre del dragon

mezclada con la del elefante, otras de solo blanco,

Page 36: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO PRIMERO, CAP. II. 29

como refiere en otra parte que hacia el famoso Zeu- Lib' 35, rap' 9'

xis. A esta pintura llamaron monochramaton (esto

es de solo un color). Ultimamente se fué la nuestra euinu i m¡w

arte distinguiendo y halló luz y sombras, y los co- fMan'

lores se fuéron levantando y avivando entre sí, con

la diferencia y variedad , y el primero que segun

Aratho los halló fué Ceophanto, corinthio. Esto es

lo más puesto en razon que en los autores se halla,

dejando varias opiniones. Por donde se ve clara

mente cuánto primero fué la pintura que la escul

tura. Mas si pareciere á alguno, que aunque estos

y otros escritores hicieron memoria de las cosas que

pasaron antes de ellos, no pudieron tratar de ellas

con tanta certeza, y que tambien el primero de los

poetas por consentimiento comun dicen ser Homero,

no porque antes de él no hubiese alguno, que sí

hubo, mas porque de aquel primero (cual fué) es

taba ya perdida la memoria, y que la antigüedad de

las cosas de egipcios y griegos, es igualmente du

dosa como las antiguas nuestras. Digo, que todos

los varones doctos veneran la antigüedad, á quie

nes justamente sigo, añadiendo á este discurso otras

firmes conjeturas en confirmacion de lo que se ha

dicho. Porque pienso yo que quien atentamente qui

siere considerar, juzgará haber sido el principio de

aquesta arte la misma naturaleza, y el ejemplar ó

modelo la bellísima fábrica del mundo, y el maestro

aquella primera luz infundida por gracia singular en

nuestro entendimiento. La cual hace al hombre no

sólo superior álos otros animales, mas semejante al

mismo Dios. Y si vemos en nuestros tiempos (como

se puede mostrar por muchos ejemplos) quelossim-

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30 AIITE (IR LA PINTURA.

ples muchachos, y rústicamente criados en'los bos

ques, con el ejemplo sólo de aquella agradable pin

tura de la naturaleza y con la viveza de sus inge

nios, por sí mismos han comenzado á dibujar (como

Giorgio vasan se cuenta de Andrés Mantegna, que fué excelente

en la vida de esle . . . . , 1 1 ,

¡yunce. pintor) cuanto mas se puede y se debe pensar, que

los primeros hombres, cuanto estaban menos léjos

de su principio, tanto eran más perfectos y de más

aventajados ingenios. Y que estos por sí mismos, te

niendo á la naturaleza por guia , por maestro el en

tendimiento, por ejemplo el hermoso modelo del

mundo, hayan sacado á luz esta nobilísima arte y

de pequeño principio conducídola finalmente á

perfeccion. Y que haya sido ella el principio y orí-

gen de todas las artes del dibujo, y principalmente

de la escultura, como hemos probado con razon y

autoridad de los antiguos. Pues fuéron pintores

quien halló los perfiles, las sombras y los colores; y

á estos sucedió el labrar de barro y últimamente la

estatuaria ó escultura. Pero si lo que hasta aquí se

ha dicho no es bastante, dos excelentes autoridades

Eplf. pallar, lib. X. de San Epifáneo lo serán , para dar fin á este capí

tulo gloriosamente, pues tratando del principio de

la idolatría dice: «Phaleg engendró á Ragau, y Ra-

gau á Sarug; en cuyo tiempo comenzó entre los

hombres la idolatría, no en las estátuas y escultu

ra de piedra, madera, plata y oro ó de otra materia,

mas sólo por imágenes de colores. Nació al mismo

Sarug un hijo llamado Nachor, y Nachor engendró

á Thare; desde este tiempo comenzaron á labrar las

Ep¡f. Anacefa. estátuas de barro en la arte figural, por industria de

este Thare.« Y en otro lugar; «en los tiempos de Sa

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LIBRO PRIMERO, CAP. II. 31

rug comenzó el error de la idolatría, poniendo imá

genes de hombres á quien imitaban y pretendían

hacer dioses, pintándolas de colores al principio,

para tener presentes á los que en otro tiempo fué-

ron entre ellos merecedores de honra. Despues, en

el tiempo de Thare, padre de Abraham, se continuó

el mismo error por la adoracion de las estátuas,

honrando con ellas á sus padres y á aquellos que an

tes habían fallecido, y extendiéndose más las artes

labraban figuras de piedra, de madera, oro y otros

metales.«

¿Podíanse por ventura desear lugares que con

más autoridad y claridad declarasen la antigüedad

de la pintura que estos de este doctísimo y antiguo

santo? : á mi ver no por cierto ; pues segun la cuen

ta de Josepho, nació Thare, padre de Abraham, dos- Josepho,

cientos y veinte y dos años despues del diluvio, si j^*»,*"*'

engendró á Abraham, siendo de setenta años (como

expresamente dice) y nació el mismo Abraham dos

cientos y noventa y dos años despues del diluvio.

De manera que desde el tiempo de Sarug, en que

fué la pintura, hasta el de Thare su nieto que dió

principio á la escultura, se coligen, por los naci

mientos, 85 años de diferencia y sólo faltarán los que

podrían tener de edad. Esto es siguiendo el cómpu

to más moderno de un docto varon de la Compañía, Jacobo Tirino,

que segun la cuenta (que da por probable) hasta el "^J'J* .<¡"6'

año presente de l634 que ha que comenzó la pin

tura 3785 años menos los que tendría de edad Sa

rug. Finalmente, quedando esto tan bien probado,

trataré en el siguiente capítulo la cuestion antigua

entre la pintura y escultura.

Page 39: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

:)2 ARTE DE LA PINTURA.

CAPITULO III.

DE LA CONTIENDA ENTRE LA PINTURA Y LA ESCULTURA, Y LAS RAZONES

CON QUE CADA UNA PRETENDE SER PREFERIDA.

Con un lugar de Plinio, de que se pudieran valer

los escultores acerca de su antigüedad (notado agu

damente de Rafael Borgini) daremos principio á este

Lib. l de capítulo. Dice así: «No es de pasar en silencio que

sus Diálogos. . • \ i

esta arte (conviene saber la marmoraria) haya sido

más antigua que la pintura; pues aquella comenzó

pun.iib.36. con Fidias en la Olimpiada ochenta y tres, trescien-

c«p' ' tos treinta y dos años despues de la fundacion de

Roma, y no advierte que ha dicho antes de esto que

piio. iib. 35, Candaule, rey de Lidia, compró por tanto oro cuanto

cap- VI"' pesaba, una tabla de mano de Bularco, pintor famoso ,

en que estaba pintada la guerra de los Magnates;

y que este rey murió en la Olimpiada diez y ocho,

añadiendo que el arte de la pintura estaba ya en su

perfeccion, porque sus principios fuéron más an

tiguos.«

Con esto ya no podrán negar los aficionados á la

escultura y los profesores de ella ser esta nobilísima

arte nieta de la pintura, por lo que se ha dicho en

el capítulo pasado, y por el testimonio de uno de

Min. íib. 3S, los más excelentes escultores que tuvo la antigüe -

cap. xii. (jad^ qUe fue praxiteles, de quien decía Varron (se

Page 40: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO PRIMERO, CAP. III. 33

gun refiere Plinio) que llamaba á la escultura hija pi¡«. i¡b. 35,

de la plástica, la cual como hemos visto es hija de rap' x"'

la Pintura. Presupuesto pues el tan estrecho deudo

de estas dos artes, no será apasionada la contienda á

que daremos este capítulo. No es mi intento en él

definir ó sentenciar cuál de las dos artes, la pintura

ó escultura, sea más grande y excelente, ni mi pre

suncion llega á sentenciar cosa, que tantos y tan doc

tos hombres (puesto que han dado vivas razones de

ambas partes) han dejado pendiente. Ni tampoco me

debo contentar con la definicion que atribuyen á

Miguel Angel (sea admitido con el respeto que se Nol!cu gtami

debe á tan ilustre varon) en que igualó la escultura, * '"s^r'es.

pintura y arquitectura con tres círculos iguales que

tocaban en un punto; porque es muy puesto en ra

zon mostrar cómo debe la pintura ser preferida, ade

más que me corre obligacion á defender esta vez su

causa como hijo suyo. Pero porque no parezca que

juego las armas solo, sin atender á repararme, pon

dré á la vista de todos las razones que he hallado

en favor de la escultura, en los autores que yo he

visto, y las que he oido á escultores valientes, con

tendiendo con pintores en defensa de su facultad, y

las respuestas de ellas manifestará la grandeza de

nuestra arte , con la brevedad posible, por pasar á

cosas mayores.

La primera razon que en favor de la escultura Giorgio va»r¡,

pone el Vasari en el proemio de sus obras, y ponen primera rarle'

. otros autores para probar su nobleza y antigüedad,

es decir, que Dios fué el primero que la ejercitó,

formando al primer hombre ; y por cuanto en el ca

pítulo pasado hemos respondido á esto asaz, mos-

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34 ARTE DE LA PINTURA.

trando claramente que Dios no obró allí como es

cultor, ni pintor, mas como criador, pasarémos á

otras razones , y sea en primer lugar :

1.a l. Que arguye mucha mayor grandeza la escul

tura por el mucho menor número, no sólo de los ex

celentes, mas de los ordinarios escultores, respecto

del infinito número de pintores, que son para uno

ciento ; porque los hombres eminentes de esta profe

sion son tan únicos en la tierra como el sol en cielo,

y si este se eclipsa por una hora, ellos por un siglo ;

y de los que profesan la pintura , vemos los reinos,

las ciudades y aun lugares pequeños llenos; y ape

nas en todo lo descubierto se halla un hombre ó dos

famosos en esta facultad. Porque dicen que requiere

la escultura una cierta y aventajada disposicion y

gallardía de ánimo y de cuerpo, que raras veces se

hallan juntas, y que es apetecida de pocos por su

gran dificultad. Y que la pintura se contenta de

cualquiera débil y humilde sujeto, y por esto tantos

,., i¡h. 30, se aplican á ejercitarla. Concluyendo de esto ser de

tap. ü. mas preci0 la escultura por algunos casos sucedidos,

que particularmente cuenta Plinio, del amor causa

do de la maravillosa belleza de algunas estatuas, de

quien se enamoraron algunos hombres. Y del juicio

del que hizo la estatua de la escultura de oro y la

que representaba la pintura de plata, y puso aquella

á la mano diestra como más principal y esta á la

siniestra, denotando el más precio y valor de la es

cultura.

2. « 2. Alegan tambien (y sea la segunda razon) la

dificultad de hallar la materia sujeta á su arte, y el

mayor precio de ella, como las maderas, marfil,

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LIBRO PRIMERO, CAP. III. 35

mármol, metales y otras piedras preciosas y duras.

Y por el contrario, la facilidad con que halla el pin

tor las tablas, lienzos, muros y colores con poco

precio y en cualquier lugar. Y despues de esto la

gran fatiga de labrar la madera, el marfil, el már

mol, el bronce y otro metal ó piedra, por la grave

dad y dureza suya y de los instrumentos, respecto

de la ligereza del lápiz, carbon, pluma ó pincel.

Demás de esto que en la escultura se fatiga el áni

mo con todas las partes del cuerpo, y es cosa gra

vísima, comparada á la quieta y ligera obra del áni

mo y de la mano del pintor. Y que de esta facilidad

nace poder los pintores copiar las obras de otros fa

mosos, valiéndose de los perfiles, que es modo usa

do de quien tiene poco dibujo, lo cual no se puede

hacer en escultura. Porque el contrahacer de relie

ve tiene mucha más dificultad, y quiere más maes

tría; y por esto no andan muchas cosas de buena es

cultura copiadas, como vemos que comunmente se

hallan de pintura. Todo lo cual procede de la mu

cha dificultad que la arte de la escultura tiene de

ponerse en obra.

3. La tercera razon prueba que la escultura es

mucho más dificultosa que la pintura, porque el

yerro que en ella se hace no se puede enmendar y

mudar con tanta facilidad, especialmente en el mar

fil, mármol, bronce y piedras, que no admiten pie

zas ensambladas, y si una figura se yerra, es menes

ter hacer otra de nuevo. Y si es forzoso por la bre

vedad ó por otra causa, que esta figura de mármol

se labre sin hacer primero modelo, quiere más que

el ordinario juicio, y una absoluta maestría y pron

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36 ARTE DE LA PINTURA.

ta resolucion para compartir la historia ó figura en

la piedra, porque estos yerros no tienen remedio. Y

si no se enmiendan, siempre testifican la ignorancia

del escultor. Lo cual no sucede al pintor, porque de

ovíu , i¡b. i, cualquier yerro de dibujo ó pincel que haya hecho,

de remedio de amor. . - ' . . ' ,

sin hacerlo de nuevo es facil cosa, quitando o po

niendo, enmendarlo, mejorando siempre.

4 a 4. Dicen tambien que la escultura abraza y tiene

muchas más cosas sujetas ásí que la pintura, como

el bajo relieve, labrar de barro, y la invencion mo

derna de labrar y retratar con cera y colores, en que

admirablemente juntando pintura y escultura se

imitan las cosas naturales: el labrar de estuco, de

yeso, en madera, en marfil, en mármol, en bronce,

en oro, en plata: el vaciar de todos metales todo

género de cosas, labrar en fondo y relevar en las

piedras finas, historias y figuras , y edificios, cielos

y léjos. Que sólo saber manejar tanta variedad de

materias es negocio de mucha dificultad de inge

nio. Demás de esto abraza tambien la verdadera no

ticia y estudio de la buena y hermosa manera de las

reglas de la perspectiva práctica, de la arquitec

tura, de sus órdenes y proporciones y gracia, y otras

muchas cosas que en número y materia dejan atrás

las de la pintura.

5.a 5. Otra razon, que hace fuerza, tocante á su du

racion y eternidades, que siendo estas dos artes in

ventadas para conservar la memoria de las cosas pa

sadas, la escultura es de mayor estima, porque se

mantiene y se conserva más, en servicio y beneficio

de los hombres, y que por esto sin duda es más útil

y más digna de ser estimada , pues guarda más en

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LIBRO PRIMERO, CAP. III. 37

sí el nombre de quien es celebrado de ella. Y cuan

do sucediera otro general diluvio, en que perecieran

las demás obras de los hombres, los simulacros y

estátuas en mármol y en bronce vivirían en honra

de sus artífices, como vemos en, las reliquias de la

antigüedad en Roma y en otras partes del mundo,

que despues de tantos siglos duran y se sustentan

contra las injurias del tiempo. Lo cual no sucede á

la pintura, que por sí, sin accidentes de fuera, bien

que dure algun tiempo, perece y se acaba en la más

segura y guardada parte.

6. Y pasando adelante á la poderosa razon, dicen

que, imitando estas dos artes á naturaleza, la escul

tura es más noble, porque hace esto más perfecta

mente, sacando de lo natural con más propiedad en

la madera, mármol ó bronce, una figura desnuda,

en la cual con todos los miembros redondos y maci

zos con justa medida y proporcion y verdad de ana

tomía y músculos; y que se ve en redondo por todas

partes y por todos cuatro perfiles, y esto lo hace á

un tiempo y de una vez. Haciendo la verdadera for

ma del hombre y aventajándose en esto á la pintu

ra cuanto la verdad á la mentira. Y esta gran difi

cultad de la escultura redonda, manifiesta lo que se

cuenta de Berruguete, famoso escultor español, que

mirando otros sus figuras, viendo que no satisfacian

igualmente por todas partes, y dándoselo á enten

der, él, con algun despecho decia: ¿Cuatro perfiles?

á Miguel Angel. Ponderando cuán rara cosa era acu

dir á esta tan grande obligacion. Pero la pintura no

muestra sino lo de encima en una superficie llana,

manifestando á una luz un solo lado ó apariencia, y

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38 ARTE DE LA PINTURA.

con líneas simples y colores engaña la vista, la cual

no es el más cierto sentido; antes cuando vemos al

guna cosa y dudamos si es ó no es, nos servimos,

para certificarnos del tacto cuyo desengaño no se

Lucr., lib. 2.« puede negar, como exclamó Lucrecio. Y sabemos

que este halla en una estatua todo lo que ven los

ojos, lo cual falta en la pintura. Porque de dos co

sas que hay en todos los cuerpos, que son la sustan

cia y los accidentes , los escultores imitan más la

sustancia, y los pintores los accidentes. Por donde,

la figura de relieve, tiene más de lo natural cuanto

á sustancial, y así la escultura tiene el ser, y parece

Benedicto que es más capaz de movimiento y vida (si fuera

larqui, d■sput. 2. pQ^le), y estaría á cargo del escultor la voz de las

figuras, relinchos de los caballos, y otras acciones

naturales, y no al del pintor. Y por esto los ídolos

de los antiguos eran de relieve, para engañar me

jor, y quien quiso hacer creer que hablaban, se

aprovechó de la escultura, como se vió en Egipto.

7.» 7. A todas estas razones añadiremos la última

que escultores modernos dan, y será la sétima, por

que en todo esforcemos su parte para quitar toda

sospecha de pasion. La escultura, dicen, es original

de la pintura y de la arquitectura: porque si todos

los libros que hoy hay escritos faltasen , y la no

ticia de los buenos edificios, en una figura de es

cultura hecha con el artificio que se requiere, se ha

de hallar, y con ellas se ha de reducir á esa profe

rta, sion, como dice Vitrubio que se hizo al principio de

su invencion. Mas (áesto respondanlos arquitectos)

por el mismo camino quieren que vaya la pintura,

y que si se perdiese la buena manera del dibujo, con

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LIBRO PRIMERO, CAP. III. 39

la escultura se habia de volver á reformar, pues en

ella están las buenas medidas, la verdad del desnu

do, los escorzos, las luces y sombras, y así es la

fuente de estas profesiones y particularmente de la

pintura, como se ve en las Academias de Roma, y de

otras partes donde han salido hombres tan famosos,

que despues de elegida una bella figura de escul

tura, cercándola todos en contorno, se ponen á imi

tarla, y siendo esto verdad, averiguada cosa es que '

el principal ejemplar objetivo de la pintura es la es

cultura, y de esta manera será el verdadero original

y la pintura la copia. Además que los famosos pin

tores en Italia y en España hacen primero modelos

de bulto y los imitan y ponen en pintura. Miguel

Angel es cosa muy sabida que hasta la edad de cin

cuenta años labró escultura y la tuvo por principal

profesion, y con las muchas fuerzas de sus estudios y

fatigas, luego que se puso pintó de tal suerte, que ni

la parte esencial que fué el dibujo y desnudo, ni an

tiguo ni moderno le pudo ni podrá igualar ; y de

este divino varon hacen regla para facilitar la pintu

ra, diciendo que con más facilidad y brevedad po

drá hacerse un pintor el escultor, que el que pinta

relievar. Otras muchas razones añaden á estas, pero

en lo esencial las que hacen más fuerza son las que

pongo aquí, á que será tiempo responder por orden

con la templanza y brevedad que es justo, aunque

responden los pintores italianos no sin desden, como

dice Vasari.

1. A la primera razon, deque el menor número „. « .

de escultores engrandece la escultura, y hace la premio dei

. , , , -t . . Respuesta

pintura mas vulgar y de menos estima, se respon- deiasArtcs.

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40 ARTE DE LA PINTURA.

de: que de los profesores de muchas artos y cien

cias nobilísimas hay grande número, como de mé

dicos, juristas y teólogos, y de oficios muy humil

des y bajos suele haber pocos, y no por eso dejan

de sor estimados aquellos y tenidos estos en poco.

Mas porque la pintura es más dispuesta á el uso de

los hombres, y acomodada al adorno de casas, ca

marines, edificios nobles y templos y á infinitos me

nesteres, más vistosa y alegre y no de tanto trabajo

corporal, por eso es apetecida de tantos, y es mucho

mayor el número de los pintores. Y por esta causa

tambien (como se dirá en particular capítulo) los fi

lósofos, los nobles, los príncipes, los emperadores y

monarcas del mundo (de quien no se lee que apren

diesen la escultura), ejercitaron la pintura en todas

las edades, por la quietud del ánimo, limpieza y de

leite que hallaron en ella, y la eligieron en medio

de sus importantes ocupaciones por alivio de sus

mayores cuidados , y noble y virtuoso entreteni

miento. Además, que no se ha de tratar en esta oca

sion de los muchos ó pocos, sino de los que la ejer

citan perfectamente; porque estos son tan raros como

los escultores valientes, y sucederá (no digo de

una ciudad, ni una provincia, pero en un reino) no

hallarse seis que merezcan el nombre de valientes.

Y la gallardía, disposicion y fuerzas corporales no

son tan á propósito á las artes liberales como á las

. , , mecánicas, como sintieron los sabios antiguos, an-Xenof. en la eco- ^

nom. saiuat. de tes les conviene más la excelencia del entendí-

en ei exordio, miento, la viveza del ingenio y tuerza de imagina

cion; porque lo principal de ellas se ejercita con la

especulacion de las potencias del alma, y esto se

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Libuo rniMERO, cap. m. 41

halla antes en sugetos delicados, que en robustos.

Omnes artes in meditatione consistere: todas las artes

consisten en meditacion , dijo divinamente Vegio.

Y los casos sucedidos en favor de la escultura son

pocos (como veremos) respecto de los innumerables

que favorecen á la pintura. Y los que vieron y toca

ron las estátuas (ejemplos indignos) como llevados

de desordenada pasion, carecen de toda razon y es

tima. El que hizo la estatua de la escultura de oro,

y la dela pintura de plata, dando el mejor lugar á

la escultura, era escultor, que á ser de otra facultad

trocara los lugares y los metales. Y porque estas ra

zones hasta ahora son aparentes, pasemos á respon

der á las demás.

2. La que se sigue y trata de preciosos materia

les, y de la dificultad del obrar en la dureza de

' ellos, no ennoblece la escultura , porque la materia

(aunque sea preciosa) no da alabanza al arte, que su

valor lo recibe de la naturaleza. Y el mayor trabajo

del cuerpo (como se ha dicho) antes la hace más

servil. Porque pregunto yo, ¿seria mejor escultor el

que labrase marfil, mármol ú otra piedra dura, ó

metal precioso , que el que labrase madera , cera ó

barro? Claro es que el que diese mejor forma á su fi

gura y la hiciese más valiente y más semejante á lo

natural, seria mayor escultor; porque es tanto más

noble la forma que la materia, cuanto lo es el alma

respecto del cuerpo. Lindo es (á mi ver) lo que pasó

al Bacho Bandinelo á este propósito , en un Adan y

Eva de mármol; de quien preguntando á una dis

creta señora, qué le parecia de aquellos desnudos,

respondió: que del varon no podia juzgar, pero que

Vegio, lib- 2.°,

cap. 22.

Plin., lib. 36,e

cap. o.

Arist. lib. 7,

del Metha.

Tercera parte

de Giorgio Vasar».

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42 ARTE DE LA PINTURA.

la hembra tenia dos cosas de estima, que era ser

blanca y dura. Alabanza sólo de materia, pero re

prension ingeniosa del arte. Juan Bernardino, en

Nápoles, labró admirablemente, de cera, las imáge-

pme 2.« nes de las cuatro postrimerías, y Torigiano labró el

'orgm vasar,. Gerónimo famoso de barro que se ve en el con

vento (fuera de esta ciudad de Sevilla ) de su reli

gion y de su nombre: y serán valentísimos esculto

res en la memoria de los hombres, aunque no hayan

trabajado en materia más dura. Porque el ingenio y

perfeccion de sus formas vence á los que labraron

infelicemente la piedra ó el metal ; como no será

mayor pintor el que pintase en lámina de bronce,

plata y oro, ó gastase ultramarino y otros preciosos

colores y metales, que el que obrase sobre baja ma

teria, como tabla, lienzo ó pared, con tierras y colo

res de poco precio. Tambien la ligereza y facilidad

en el obrar, y humildad de la materia, hace mayor

la profesion de la pintura y más semejante á Dios,

piin., iih. 35, que de nada hace cosas preciosas. Díganlo tantas

rap 7 y 8' obras de antiguos y modernos pintores pagadas por

precios increibles. Y entre ellas la tabla (de que hi-

f;,P. c. cimos mencion arriba) que pagó el Bey de Lidia al

famoso Bularco, pesándola en oro (de que se hablará

largamente en otra ocasion), y acabemos con que

tambien se sacan y copian infinitas cosas de la es

cultura antigua y moderna, y se reducen á modelos

pequeños que corren por el mundo, y se vacian in

finitas cosas que es más fácil modo de copiar y de

menos ingenio que las copias de pintura. De que si

se copia mucho es por ser más acomodado para

adornar varios lugares, como lo tocamos en la res

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LIBRO PRIMERO, CAP. III. 43

puesta antes de esta, tratando de los muchos pin

tores.

3. A la tercera digo, que no errar los grandes ar- 3.0

tífices seria mejor y excusaramos la respuesta. Mas

en la pintura hallamos la mesma dificultad en el

temple y fresco, que si no es lavando la tela ó pared,

ó desencalando lo pintado , no se puede enmendar

el yerro ; y de esto sirven los cortones del tamaño

de lo que se pinta. Y servirán al escultor los mode

los y las medidas y cuadrículas, para no errar. Ade- nou.

más que es falso decir , que el marfil y mármol y

bronce no admiten piezas, pues vemos en todas estas

materias excelentes reparos. ¿Por ventura no están

muchas de las estátuas antiguas de la casa del

duque de Alcalá reparadas con diferentes piezas de

mármol ? ¿ No vemos los seis reyes que hizo Juan Fi tos, f n«„«.

Bautista Monegro en el atrio de San Lorenzo el Real, ub- 4 dB

Gerónimo, tlcsc. ¿.

figuras valentísimas, de diez y siete piés de alto con

su zócalo , cuyas cabezas y carnes son de blanquí

simo mármol y sólo lo restante de otra piedra? ¿Y

que refiere el Vasari en muchas partes de su historia, 3 t

particularmente en la vida del Bacho , que enmen- de Gior' VaMri

daba sus estátuas con piezas , y en una figura muy

grande de Caco á los piés de Hércules que está en

Florencia , añadió la espalda y una pierna de otro Nota.

mármol? Pues de los valientes escultores que se han

conocido, y que mereció por eso (sobre ser noble)

que el invictísimo Cárlos V le diese el hábito de

Santiago, y de los antiguos, se cuenta que ensam- pi¡n., i¡b. 35,

blaban en las piedras y mármoles otros de otro color cap'

á manera de animales , y otras formas que parecían

de una pieza Bueno seria por cierto que los que

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44 ARTE DE LA PINTURA.

han labrado en barro y cera, y los que labraron ma

dera comunmente como Berruguete, Becerra y los de

nuestro tiempo , que son honra de nuestra nacion y

patria , que por ensamblar piezas en su escultura no

mereciesen ser contados entre los valientes esculto

res. Pues Gerónimo Fernandez en el Cristo de Resur

reccion que está en San Pablo de Sevilla , en solo

el brazo derecho, puso tantas piezas, que no se co

nocia la madera principal. Y si se remedia fácilmen

te en la pintura al olio el yerro ó descuido, no es

así en otro modo de pintar, y lo mesmo sucede en

la cera, barro ó madera (como se ha dicho) y no por

eso son mejores escultores los que labran el marfil,

mármol ó bronce.

4. No sé yo, cómo abraza la escultura más cosas

que la pintura , pues de las muchas que la pintura

tiene debajo de su jurisdiccion , se podría hacer un

libro y no pequeño. Pero descubramos con brevedad

algo de esta respuesta cuarta ( y dejemos lo del

bajo relieve para mejor ocasion). La invencion de las

historias copiosísimas , cercos de ciudades , disposi

cion de campo y ejércitos de escuadrones de gente

á pié y á caballo, de batallas en mar y tierra, de

juicios, de infiernos, de glorias., que seria nunca

acabar , cosas de que usa pocas veces la escultura.

Luego la dificulad de los escorzos , figuras é histo

rias del aire, que vuelan, suben ó bajan, que es ter

rible. La noticia de todos los cuerpos de la arquitec

tura y sus diferencias de ornatos y tarjas. El poner

los suelos en casamento y edificios, tantos y tan va

rios, en perspectiva, cosa dificultosísima, de que

casi siempre estará excusado el escultor. El colorir ó

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UBRO PRIMERO, CAP. III. 45..

temple, que es de pocos ; el labrar al fresco, cosa

tan difícil ; la dulcísima invencion de pintar á olio,

en lienzos, tallas y piedras y láminas de todos me

tales. El iluminar sobre pieles blanquísimas, modo

al parecer separado de los demás : la pintura agra

dable de los países : la ingeniosa y útil de los ma

pas ; el estofado sobre oro , con diversidad de ca

prichos : las labores grabadas en variedad de cosas:

las pinturas de vidrieras tan vistosas : el esgrafiar

las fachadas de las casas sobre cal fresca, dibujan

do grandes historias (como se ve en nuestro alcázar),

el nielar y el trasflor de que usan los plateros, y el

esmaltar. La pintura mosaica de piedras de colores,

los damascos y labores tejidas de las sedas, telas y

brocados. El tallar en todos los metales y en cobre,

tanto para estampar ; el dibujar con grafio y agua

fuerte : las labores y pinturas del guadamecí, el di

bujar sobre madera , marfil y otras piedras. La pin

tura de los azulejos y vasos de barro y vidrio, con

historias y figuras y otras cosas; la bellísima inven

cion de los paños de córte , donde con tanta propie

dad se imitan las obras más perfectas de la natura

leza ; y con tanta comodidad y grandeza se lleva

semejante adorno á cualquier ciudad ó casa de cam

po. Los bordados riquísimos de seda y oro matizados;

tanta labor, tanta figura ó historia en los costosos

ornamentos , con tanta viveza y perfeccion como se

ven en el Escorial. Y finalmente, mucho número

de cosas de este género que abraza la pintura, y

son miembros y arroyos que la componen ó proce

den de ella, más entretenidos y útiles al uso huma

no. Y porque no se pase en silencio la escultura de

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46 ARTE DE LA PINTURA.

cera de colores , advierto , que los valientes que te

nemos noticias que han hecho esto milagrosamente,

son de profesion pintores ; y así lo hizo Pablo de

Céspedes aventajadamente en Roma, y Juan Ber-

nou. nardino en Nápoles. A lo del dibujo respondo (y

nótese esto) que es propio del pintor, y de ello han

tomado todas las demás artes. Lo primero, porque

cp. ii.lóeme i¡bro. como hemos probado (con autoridad de Atanágoras

y Plinio ) fuéron pintores los que primero hallaron

los perfiles y sombras : lo segundo, porque el dibu-

cP. ideóte i¡bra. jo (que entonces se llamaba pintura, como vimos)

constituyeron los antiguos en el número de las ar

tes liberales. Lo tercero, porque de dos partes que

tiene la pintura, esta es la más principal, porque el

colorido no hace más que acrecentar con accidentes

la forma sustancial del 'dibujo, de claro y oscuro; y

de ninguna suerte puede haber pintura sin que haya

dibujo. Pero el escultor puede comenzar relevando

su obra, ó haciendo modelos en bulto, como hacia

Min. , i¡b. 35, en todas sus obras el famoso Praxiteles , y lo hacen

cap' ' hoy muchos valientes escultores. Y las reglas de la

perspectiva quedan á los pintores que las ejercitan

siempre. Y porque no cansemos al curioso , ni per

damos lo mucho que se ha visto á este propósito,

acabe aquí este capítulo y en el siguiente se respon

derá á las tres razones últimas, que son las más fuer

tes, y pido que se lean y consideren con atencion.

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LIBRO PillMKRO, CAP. IV. 47

CAPITULO IV.

EN QUE SE PROSIGUEN LAS RESPUESTAS EN FAVOR DE LA PINTURA.

5. No es menos material esta razon quinta que

las del capítulo pasado , á que se respondió bastan

temente. Y así satisfarémos á esta conforme á nues

tra obligacion. Mejor y más perfecto es lo eterno

que lo temporal. ¿Quién lo duda? Pero, ¿hay cosa

debajo del sol, durable ni permaneciente? Mas si la

duracion en las cosas naturales ó artificiales aquis

tara mayor nobleza, las piedras, los árboles, los

animales , los edificios y simulacros se aventajaran

al hombre. Porque la luenga vida de un peñasco

entre las piedras , de un pino entre las plantas , de

un ciervo entre los animales , de una columna y de

una estátua, no es más excelente que la del hombre,

que tan poco dura, como lo muestran elegantemen

te estos dos tercetos del insigne maestro Fray Luis

de Leon , traducidos de la sagrada Escritura :

Cuanto menos al hombre que compuso

de polvo , que en terrena casa mora,

que el ocio le entorpece y gasta el uso.

Que nace como flor para el aurora

y en la tarde, marchita desparece

y no queda de él rastro en breve hora.

Y este privilegio de la duracion (demos que lo

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48 ARTE 6E LA PINTURA.

tuviere la escultura) no hace más noble á la arte de

lo que es de suyo , por ser simplemente de la mate

ria. Pero si yo probase que la pintura es tan durable

como la escultura, y no sólo esto pero que hecha en

materia más frágil, es más perpetua, y hace que la

mesma escultura se conserve más tiempo, no habría

andado mal. Pues prúebolo evidentemente , y quie

ro comenzar por la antigüedad y traer del racionero

i.,ria de mío Pablo de Céspedes, la duracion de las pinturas que

<ie Céájiedcs. .

el cita : Pimío refiere de algunas pmturas de un

templo de ciudad de Ardea , que fuéron más anti

guas que Roma , y que estando sin techo á cabo de

tan luengo tiempo , parecian nuevas y recien pinta-

piin , i¡b. 31, das. Tambien en Lanubio, ciudad no léjos de Roma,

c«p' ' estaban Atlante y Helena pintados desnudos, de ex

celentísima forma , y se mantenian frescos aunque

el templo estaba arruinado. Y de otras tablas pinta

das hace memoria, mucho más antiguas, que aún

i,im.,iib. üd, duraban. Y más adelante dice: Fabio , ilustrísimo

°ap' ' romano, el primero que dió sobrenombres de pin

tores á sus descendientes, pintó el templo de la Sa

lud en Roma, y sus pinturas duraron 450 años hasta

el imperio de Claudio , en que se acabaron en un

incendio , y nos acordamos de ellas. Y dice Céspe-

En su cana. des; J 110 me maravillo que durase tanto si estaba

en tabla, y al temple bien labrada, porque yo he

Kodó Jn3n Ciraabae visto alguna de Cimabue bien conservada, que ha

aao de mo. casi los mesmos años. Y otra pintura del tiempo de

Petrarca, á fresco, harto bien tratada. Demás desto,

una figura ó historia dibujada en piedra, abierta por

quien sepa cortar la piedra , será tan durable como

la mesma piedra ; y lo formado en ella, le dará el

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LIBRO PRIMERO, CAP. IV. 49

valor que no tiene la materia. Algunos piensan que

es nuevo el retocar la escultura y pintar sobre pie

dra : pues dice Plinio, que preguntando á Praxiteles w¡n. iu>. 35,

¿qué obras suyas de mármol aprobaba? respondía: cap. *'

que aquellas en que Nicias (famoso pintor) habia

puesto la mano. Tanto atribuia á su pintura. De

suerte que Nicias pintaba ó retocaba la escultura de Nota.

Praxiteles. Despues dice : pasó á los romanos la in

vencion de pintar sobre piedra, y se halló en el

principado de Claudio. Esto, claro es que seria du

rable. La pintura del mosáico de "variedad de piedras

menudas, (de que hay en Roma cosas antiquísimas,

particularmente la imágen de San Sebastian Patron

de Roma, cuya autoridad trae por ejemplo á los pin

tores el doctísimo Baronio , testifica con otras mu- En su martiroí.

chas la duracion que tiene á par de la escultura. Una 20 de E'te^0•

imágen de este género se ve hoy en la Cartuja de

Sevilla, que trajo el piísimo Marqués de Tarifa á la Nota.

capilla de su entierro ; y el día de Todos Santos del

año 1631, vide en un camarín del Duque de Alcalá,

dos piedras de esta pintura mosáica , la una un San

Francisco en un país y la otra un papagayo entre

unas cerezas y flores. Y de este género de pintura

trata el Vasari largamente en su libro. p«. d«

Vamos a lo segundo , ¿ como es mas durable en

materia frágil ? Si es en pared ó sobre barro y ma

dera, claro está que es materia más frágil que el

bronce ó piedras duras. Pues en Roma en tiempo *>• '««p»« do s¡-

del emperador Cárlos quinto, Juan de Udine y Ra- 81Í!rGerónimo/6

fael de Urbino entraron en las grutas de San Pedro, disc- 51 •

y hallaron algunos pedazos de pintura que los dejó

admirados , y mucho más que el tiempo no hubiese

4

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50 ARTE DE LA PINTURA.

quitado el lustre y viveza á los colores (desto se ha

blará más largo en su lugar).

Estaba en pared sobre encalado , que es material

frágil pero tan durable como las estátuas. Tras esto

las pinturas de Mérida antiguas en los acueductos :

cap. 3 dei 3 i», y las I116 se ven en Sevilla la Vieja, ó Itálica, cuyos

colores están fresquísimos. Tambien dice Pedro Me-

jía, escribe Plinio de Zeuxis, que hasta su tiempo se

conservaban en Roma muchas cosas pintadas de su

mano, habiendo (segun cuenta Eusebio) quinientos

siiv« de varia y ocno años que era muerto Zeuxis cuando Plinio

lecci0n, cap. 7. escribió. Añado á esto una pintura nuevamente ha

llada en Roma, que sólo bastaba por ilustre ejemplo

de duracion. Cuya descripcion me envió el Exce

lentísimo Sr. Duque de Alcalá , que la hizo copiar

cuando fué por Embajador del rey Felipe IV á dar la

obediencia á la santidad de Urbano octavo, que dice

de esta manera.

DUcurso dii Pusue. « La historia es un esponsalicio donde se ven los

novios medio desnudos , sentados sobre la cama ó

Toro genial, y sentado en tierra arrimado á ella,

asiste el Genio de las bodas coronado de flores. «

« A la parte izquierda están los que ofrecen el in

cienso para el sacrificio de aquella accion, ayudada

de unas citaristrias. A la parte derecha están calen

tando el agua lustral para los piés de la esposa. «

«La pintura es de colores al fresco en una pared.

Hallóse en Roma siendo pontífice Clemente VIII,

abriendo unos cimientos el cardenal Aldobrandino

en un jardín ó viña que tiene cerca del palacio de

Monte Caballo. Y sacando la pared entera se aco

modó en un comedor del mismo jardín donde hoy

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LIBRO PRIMERO, CAP. IV. 51

\está, defendido con unas puertas de madera. Cuyos

colores, cuando se descubrió, estaban tan vivos como l

los que se pudieran ahora poner.«

La copia de esta pintura que tendrá de ancho casi

tres varas y dos de alto , mandó hacer el Duque de

Alcalá hallándose en Roma el año l625 y la trajo á

sus casas de Sevilla.

Carta de Pablo

No hay razon de cuándo se pintó; pero supuesto

que no es moderna , no puede tener menos que mil

trescientos años de antigüedad. Antes que las artes

descaeciesen con el imperio , que desde que se pasó

á Constantinopla, hasta que Micael Angel y Rafael

remataron la pintura , no se halla de aquel medio

tiempo cosa que no sea abominable de pintura y

escultura.

Pues sobre el barro ya se ve la invencion de los

azulejos y vasos de Pisa, de Talavera y China, que

tambien usaron los antiguos; como refiere Céspe

des, diciendo : « Tal suerte de pintura vi yo en el es- d« céspede«.

tudio de Tomao del Cavallero, ilustre romano, en un

vaso antiguo de barro, bien grande, labrado el vien

tre de follajes y alrededor del cuello estaba Troya

en figura de una grave matrona y puestos por órden

aquellos héroes que asistieron en aquella guerra,

con unas letras griegas en que cada una tiene su

nombre. «

« Mas lo que excede todo encarecimiento, son las

pinturas sobre pared, lienzo ó tabla que por antigua

tradicion se conservan en la iglesia por de mano

del glorioso evangelista S. Lúcas (de que escriben

doctos varones) y particularmente la imágen de

Santa María la Mayor, donde nuestro santísimo padre

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52 ARTE DE LA PINTURA.

Paulo V ha hecho un suntuosísimo adorno para su

entierro, pues pintura es, y de igual antigüedad á

los discípulos de Cristo. Y de su duracion y de lo

que promete no puede haber duda. «

Resta que la pintura preserve á la escultura, pues

claro está que si para que el hierro no se consuma

con el orin , y para que la madera no se pudra con

el agua, y resistan á las inclemencias del tiempo se

pintan y dan de colores las rejas, los balcones, ven

tanas y puertas, que lo mismo hace sobre la escul

tura y la defiende y ampara y conserva más tiempo

con el color á olio. Muchas imágenes antiguas de

devocion hay en España, como la de Guadalupe,

hechas de madera, que con la encarnacion de poli-

mento, y mucho mejor que con la de mate, se con

servan y aquella la defiende estando por de dentro

la madera carcomida y hecha polvo: de manera que

fot«. no sólo corre á las parejas con la escultura, pero la

vence. Pues sobre bronce tambien se pintaba, que

Anto. Agust., d'á- a las monedas antiguas, como nota Antonio Agusti-

'°g 5JL'as m«" no' se ^s da^a de verde ó de colores, que se

ven en algunas, en virtud de lo cual se sustentan,

estando interiormente el metal hecho ceniza.

Pero otro más alto modo de conservarse tiene la

pintura á imitacion de las historias antiguas y de la

misma Escritura sagrada, que es el cuidado de reno

var y trasladar é imitar las pinturas oponiéndose á las

injurias del tiempo y del olvido ; y algunas veces

este cuidado suele ser con ventajas, porque con me

jor luz de arte se restaura y renueva la antigua de

vocion. Como creo yo que se ha hecho en algunas

imágenes antiguas de pintura en España. Y hoy vi

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LIBRO PRIMERO, CAP. IV.

mosla imágen de Nuestra Señora de la Granada, ori

ginal y antigua, pintada en la pared en el Sagrario

antiguo aventajadamente trasladada á la que pintó

en tabla Juan Bautista Vazquez, insigne escultor y

pintor. Y cuando á todo esto se opusiera que la escul

tura generalmente dura más en la memoria de las

gentes, siendo mala y dañosa como lo fué la que in

trodujo la idolatría, seria perniciosa por su ejemplo á

los venideros ; pues lo fué en sus principios , y hoy

lo es entre Japones y Chinos herederos de la ciega

, gentilidad. Y aunque le hubiera ayudado la pintura

siendo antes, por ser menos durable, por la mayor

parte hiciera menos daño , pero todo lo acaba y lo

consume el tiempo , como al principio de esta res

puesta propusimos. Y otro general diluvio es im

posible que sea , por estar la palabra de Dios de por GénM' raP' 9'

medio, que no puede faltar.

De la poca duracion y fin de las cosas humanas

(argumento comun de los poetas) de lo mejor que

he visto es lo que escribió en su libro de pintura

Pablo de Céspedes , tratando de la eternidad de la

tinta, de que pondré aquí algunas estanzas para

dar valor á estos discursos. Dicen así :

Una ampolla de vidrio cristalina L¡b. Ido la Pintura,

que el perfecto barniz guarde , distinta

de otra , do se conserva y do se afina

olio , con que más cómodo se pinta.

Con estas otra , que á la par destina

á la letra y dibujo , oscura tinta ,

de caparrosa hecha, agalla y goma

con el licor que da la fértil Soma.

Page 61: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

ARTE DE LA PIMIRA.

Tiene la eternidad ilustre asiento

en este humor por siglos infinitos :

no en el oro , ni el bronce, ni ornamento

Pário, ni en los colores exquisitos:

la vaga fama con robusto aliento ,

en él esparce los sonoros gritos ,

con que celebra las fumosas lides

desde la India á la ciudad de Alcides.

¿Qué fuera (si bien fué segura estrella

y el Lado en su favor constante y cierto)

con la soberbia sepultura , y bella,

de la ceniza del esposo muerto,

la magnanima reina? Si en aquella

noche oscura de olvido y desconcierto,

la tinta la dejara y los colores

de versos y eruditos escritores?

Los soberbios alcázares alzados

en los latinos montes hasta el cielo,

anfiteatros y arcos levantados

de poderosa mano y noble celo,

por tierra desparcidos y asolados,

son polvo ya que cubre el yermo suelo;

de su grandeza apenas la memoria

vive , y el nombre de pasada gloria.

De Príamo infelice sólo un dia

deshizo el reino tan temido y fuerte :

crece la inculta yerba do crecia

la gran ciudad, gobierno y alta suerte :

viene espantosa con igual porfía

á los hombres y mármoles la muerte:

llega el fin postrimero , y el olvido

cubre en oculto seno cuanto ha sido.

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LIBRO PRIMERO, CAP. IV.

Humo envuelto en las nieblas, sombra vana

somos, que aún no bien vista desparece;

breve suma de números , que allana

la Parca, cuando multiplica y crece,

tirana suerte en condicion humana

que con nuestros despojos enriquece ,

deuda cierta nacemos y tributo

al gran tesoro del hambriento Pluto.

Todo se anega en el estigeo lago ,

oro esquivo, nobleza, ilustres hechos.

El ancho imperio de la gran Cartago

tuvo su fin, con los soberbios techos,

sus fuertes muros , de espantoso estrago

sepultados encierra en sí , y deshechos,

el espacioso puerto donde suena

ahora el mar en la desierta arena.

Espantoso su nombre fué, espantoso

el hierro agudo , á la ciudad de Marte ;

ella lo sabe y Trasimeno Ondoso,

que su sangre hervió de parte á parte.

Caverna ahora del leon velloso,

do Aspe sorda y Cerasta se reparte,

á do no humano acento, mas bramido

de fieras resonantes son oidos.

Vos sentistes tambien menos amigos

los tristes hados con discurso extraño,

no tanto por los golpes enemigos

mas por vuestro valor último daño :

¡ohTMumancia, oh Sagunto, que testigos

ahora sois de humano desengaño!

Caísteis; mas quitó vuestra venganza

al vencedor la palma y la esperanza.

Page 63: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

ARTE DE LA PINTURA.

Que si la edad hambrienta lleva

laa peñas enriscadas y subidas,

el fiero diente y su crueza ceba

de piedras arrancadas y esparcidas,

las altas torres con extraña prueba

al tiempo rinden las eternas vidas;

hiendese y abre el duro lado en tanto,

el mármol liso, el Simulacro Santo.

Del gran Señor la omnipotente mano

que las ruedas formó del ancho mundo,

y cuanto adorna el pavimento humano,

y el mar, y cuanto asconde en el profundo,

no vemos que refrena ó va á la mano

de la natura al gran poder segundo,

pues todo cuanto á luz sacar le place

acaba, y con morir, su curso hace.

¡ Cuantas obras la tierra avara asconde.

en ya ceniza y polvo las contemplo !

¿Dónde el bronce labrado y oro, y dónde

atrios y gradas del asirio templo?

¿A cual de otro gran rey nunca responde

de alta memoria peregrino ejemplo?

Sólo el decoro que el ingenio adquiere

se libra del morir, ó se difiere.

No creo que otro fuese el sacro rio,

que al vencedor Aquiles y ligero

le hizo el cuerpo con fatal rocío

impenetrable al homicida acero,

que aquella trompa y sonoroso brio

del claro verso del eterno Homero,

que viviendo en la boca de la gente

ataja de los siglos la corriente.

Page 64: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO PRIMERO, CAP. IV. 37

Como se opuso con igual aliento

el verso grande de Maron divino,

cuando con paso audaz de ilustre intento

de la aura eternidad halló el camino.

Puso en el trono del purpúreo asiento

la noble tinta del poeta Andino

al magnánimo Eneas, no el inico

pasaje y la creciente de Numico.

6. A la razon más fuerte que trata de lo redondo, 6.a

se responde que es verdad que ambas artes fingen y

ambas imitan (que no se puede negar), porque hacer

vivas las figuras no es de la arte sino de la natura

leza, ó de su autor. Y tambien habemos de confesar

que el escultor y pintor obran en superficie cada

cual con sus instrumentos diferentes. Bl escultor la

bra su figura en superficie redonda, y la materia re

donda que toma no es obra de la arte sino de la na

turaleza (como advierten los doctos) como tambien ^ dei „,

lo es la superficie llana, en que forma el medio y bajo

relieve, y aquella en que el pintor hace sus obras.

El cual, si no hace en una figura cuatro perfiles á un

tiempo, no es porque los ignora, ni por defecto del

arte, mas porque no es capaz dello la superficie

llana; (y esto es de parte dela materia) y hacerlo en

cuatro figuras (como se va ejecutando en 'la sime

tría de Alberto Durero, aun con'soloslos perfiles) y

que vengan al justo en un cuerpo desnudo, á mi

ver, es más difícil que hacerlos la escultura en un

cuerpo redondo á un tiempo. Y basta que en mate

ria llana y lisa esté en mano del pintor poner una

figura por la parte que quiere que se vea, y le dé

con el artificio de las sombras el relieve, de suerte

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58 ABTE DE LA PITiTKA.

r.uioP¡no,Dii!0{:. que engañe, y haga demostracion de todo lo que la

Je P«"" vista natural puede ver de una vez. Porque los cua

tro perfiles del escultor hechos á un tiempo , no los

podemos ver sino de cuatro tiempos. Y á más, po

drá un escultor hacer en un mármol dos ó tres figu

ras redondas, y los pintores hacen muchas en una

tabla ó pared, como en la pintura de un juicio, con

tantos y tan varios perfiles y vistas que vencen las

ciorgio v.»r¡, que puede mostrar el escultor, recompensando con

P"*« 'pruJ« 1 Ia variedad de posturas, escorzos, y acciones de

ellas, el trabajo de andar á la redonda, y aún pudo

en semejante contienda un valiente pintor vencer

esta dificultad artificiosamente , que por celebrarlo

tantos escritores de Italia, es caso digno de que yo

ciorgio v.»,i, lo refiera, escribiendo de esta suerte : «contendiendo

primor »olü«,™ c0Q pintores ¿Q su tiempo el excelente maestro de

de la o. parte. r *

Ticiano, Giorgio de Castelfranco, mostró ser de opi

nion que una historia de pintura (como se ha di-

R.fcei Borphmi, cho) manifestaba de una sola vista todas las suertes

]A'm d,", que puede hacer un .hombre; cosa que á la escul

tura redonda no es posible sino mudando el sitio.

Demás de esto propuso á los escultores que en una

figura sola de pintura quería mostrar á un tiempo

todos cuatro perfiles, hizolo de esta manera: pintó

Paolo Pino, Diálog. lili hombre desnudo, ó segun otros, un San Jorge,

J< Pu"' vuelto de espaldas á quien le miraba, delante del

cual, en la tierra, fingió una fuente ó estanque de

clarísima agua, en la cual se veia la parte frontera

del pecho; de un lado tenia un bruñido coselete de

que parecía haberse despojado, donde se mostraba

el lado izquierdo, y de otra parte estaba un hermo

so espejo, dentro del cual aparecía el otro lado de

Page 66: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO PRIMERO, CAP. IV. 59

la figura. Mostrando con esta gallarda invencion,

la excelencia y poder de la pintura.« Y encarece este

hecho el Vasari diciendo : Opera fu sontamente loda-

ta é admirata per ingegnosa é bella. Que fué grande

mente alabada y admirada esta obra por su ingenio

y hermosura.

A esto se añade otro mayor artificio , el cual es

hacer aquellas partes que se escorzan y disminuyen

á proporcion de la vista, con la verdadera razon de

la perspectiva (de que está excusado el escultor), la

cual por la fuerza de las líneas proporcionadas, de

las luces y sombras, demuestra en un llano de co

sas redondas, apartadas más ó menos como le agra

da, y no es pequeña excelencia que pintándose un

lado ó la mitad de un cuerpo , tengan tanta fuerza,

que con la bondad y proporcion de aquella parte que

muestra , supla lo restante que no se ve , y que se

haga esto como lo hace Alberto con solas las líneas,

que á mi ver es lo que dice Plinio (y quedará en- ri¡n, m>. 33,

tendido este lugar bien dificultoso). «Hacerlos perfi- rap' l0'

les de afuera é incluir en ellos el fin de la figura,

que es todo su relieve, es cosa rara en el arte, por

que la misma extremidad se debe cercar en torno y

acabar de manera que prometa, despues de sí, las

demás partes que no se ven , y muestre las que

encubre. Esta gloria concedieron Antígono y Sano-

crates (que escribieron de pintura) á Parrasio «> ; hasta

aquí este autor. Mas que la escultura haga la ven

taja que la verdad á la mentira, y que el ser, al pa

recer, contradice su misma definicion, porque siendo

arte que imita á la naturaleza ha de parecer y no

ser, y ha de ser mentira forzosamente; y aunque

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60 ARTE DE LA PINTURA.

imita la forma humana, es muerta, y no con la vida

de la pintura como verémos. Y el ejemplo de Berru-

guete es en nuestro favor, porque si bien con un buen

lado ó perfil suple el pintor todos los cuatro (como

se ha dicho) mayor grandeza es que tener necesidad

de que todos cuatro sean buenos como lo tiene el

escultor. La verdad de anatomía, en músculos, ner

vios y venas, y la justa medida y proporcion, todo

anda estampado en dibujo que es parte esencial de

la pintura, por Becerra, y por Alberto Durero doctísi-

mamente. Por manera que no se pueden ignorar los

buenos pintores. Pero en razon de lo redondo pido

que me estén atentos los escultores á esto, que no

he hallado en ningun autor, y será gallarda cosa

convencerlos con su misma arte. ¿Por ventura, me

rece mayor gloria de valiente escultor, aquel que

hiciese una figura redonda aunque fuese desnuda,

que otro que hiciese una historia de medio relieve

con mucha variedad de figuras, arquitectura, y le

jos con reglas de perspectiva y dificultosos escor

aos? Y cuando el otro manifiesta cuatro perfiles ma

nifestase él cuatrocientos? Demos que cada cual es

valiente y capaz de todo lo tocante á el arte; claro

está que todos los escultores confiesan, como algu

nos de los mejores me lo han manifestado, ser más

dificultoso y requerir más ingenio la historia, que la

figura suelta. Porque aunque no hace á un tiempo

cuatro perfiles, el que hace el medio relieve es por

que obra en materia llana, pero no ignora los perfi

les de los redondos, pues con tanta variedad y dife

rencia los ejecuta en su historia; pues este medio y

bajo relieve es muy inferior á la pintura, no digo á

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LIBRO PMMEHO, CAP. IV. 61

la de colores, más aún, de blanco y negro, ó al solo

dibujo de pintor, como se puede ver clarísimamente

puesta una historia de aguada y realce , ó de otro

modo, de claro y oscuro, en contraposicion de la de

medio relievo. En esta se manifiestan las sombras,

no formadas del escultor, con tanta simpleza y des

mayo que no es necesario decir cuánto relievo tie

ne cada figura, porque ella lo muestra, pareciendo

de una cuarta ó de un dedo, ó más ó menos de grue

so si no tiene más, y algunas cosas tan bajas que

si no es de muy cerca no se pueden juzgar. De ma

nera, que aun teniendo la materia relieve de suyo, no

consigue el imitar lo redondo de lo natural y queda

muy atrás con grande intérvalo opuesta á la pintu

ra, la cual con los perfiles y sombras muestra todo

el redondo de las cosas naturales , manifestando lo

que no se ve, como dijo galanamente nuestro poeta:

De estas historias tales variadas

eran las telas de las dos hermanas,

las cuales con colores matizadas

claras las luces de las sombras vanas,

mostraban á los ojos reveladas

las cosas, y figuras que eran llanas,

tanto, que al parecer el cuerpo vano

pudiera ser tomado con la mano.

Y esforzándolas con tanta verdad que salen del

papel ó cuadro las figuras , ó partes así esforzadas,

y por la fuerza de la perspectiva asimismo se apar

tan todo lo que quiere el pintor , unas figuras de

otras, con no ayudarse de cosa que tenga relievo,

sino obrando en un llano con la fuerza del ingenio

y del arte. Y si en lo más artificioso de la escultura

Garcilaso ,Egloga 3.a

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62 ARTE DE LA PINTURA.

que es el medio relievo, sucede esta conocida ven-

. taja, concluida queda en lo redondo, donde no hay

escorzos, ni perspectiva, ni perfiles, ni sombras.

Resta ahora ver cómo la pintura es aparente y en

gaña; y lo que halla el tacto en la escultura, y cómo

es la escultura sustancia y cómo pertenece al re

lievo la voz y las demás acciones. No puede la es

cultura á solas sin la vida de la pintura engañar,

porque se ve la materia de que es formada, ni aun á

los animales; y pienso que si alguna vez lo ha he

cho ha sido estando ayudada del pintor con el color

natural de las cosas. La pintura á solas sí puede ha

cer estos engaños á la vista, que es admirable ex

celencia, como hizo Zeuxis engañando las aves con

las uvas, y Apeles con el caballo, y Parrasio con el

lienzo, y otros muchos modernos, obligando á los

animales y á los hombres y á los grandes artífices á

hacer sentimiento á su modo. Tampoco puede enga

ñar con el tacto porque halla en el madero, mármol,

y bronce la misma dureza que en la tabla ó lámina

de pintura, que ni rehuye blanda y suavemente, y

hace hoyo al toque como lo hace la carne natural

y viva, antes en vez de engañar desengaña, de

suerte que ni se ve carne ni se toca tampoco.

Porque si bien son los cuerpos redondos ylos miem

bros macizos, que es obra de la naturaleza, de nin

guna manera puede este grosero sentido juzgar de

la perfeccion de la pintura ó escultura, y queda el

juicio al mejor y más noble que es la vista, tan aven

tajado álas demás cuanto el sol á las estrellas, como

Calfumio. dijo elegantemente un poeta; y queda tambien el

examen á la razon, y al entendimiento, como lo en-

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LIBRO PRIMERO, CAP. IV. t¡3

señó el ciego que tocando una figura redonda, y una

pintada en la tabla lisa diciéndole que en perfec

cion eran todas iguales, antepuso el ingenio del que ,

con plana superficie habia conseguido la imitacion

de la figura viva, donde la fuerza del ingenio y del

arte haciendo algo donde no parecía posible hacer n0u.

nada.

Demás de esto , llamar á la escultura sustancia

es error, porque la sustancia de las cosas no se ve ni

se percibe, aunque se supone, y en esta parte lo

mismo corre en la pintura; porque considerando la

una y la otra como labor ó figura, lo que se ve que

es el color de la madera, piedra ó tabla es cantidad

proporcionada. Y así propiamente hablando no se

puede decir que el escultor imita con su arte la na

turaleza perfectamente (como advirtió un escritor

toscano) porque parece que no se fatiga en otra Paulo urna. i¡b.i.'i o

cosa que en hacer que su figura tenga la misma me- oap' '

dida que la natural, que él imita en su forma, y así

antes parece que la hace igual que semejante. Por- Amt.enio.Pred¡c.

que dicen los filósofos que en la cantidad no se halla cap. 8 * cali"

propiamente la semejanza, mas solamente en la

calidad; y los colores que añade el pintor, como di-

rémos, son calidad y son tambien accidentes que

llega la pintura á la perfeccion. Porque cualquier Arist., lib. i.

cosa que sobreviene á la compuesta de materia y de Am"

forma, es accidente, y así muestra con más perfec

cion los afectos y pasiones; á Hércules furioso, á

Lucrecia vergonzosa, á César muerto, y todo lo de

más , y por eso da á la figura la misma similitud,

haciéndola más parecida á la natural que es verda

dera y propia calidad.

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64 , ARTE DE LA PINTURA.

Pues siendo más parecida (supuesto que ambas

. partes trabajan por parecer como se ha visto) no tie

ne más ser la escultura que la pintura. Si hablaron

las estátuas, ó hicieron otras acciones de vida, no es

mucha alabanza que el demonio las tomase por ins

trumentos, y les añadiese la voz para engañar á los

hombres ciegos en sus errores, pues la muchedum

bre de las figuras de los falsos dioses, hechas por

sus manos, los pudieron muy bien desengañar. Y si

no ha hablado en las pinturas no nos ha hecbo pe

queña honra, pues será nuestro engaño menos per

judicial y dañoso, y más ingenioso y noble.

7.« 7. Bien pudiéramos no responder á muchas cosas

despegadas y sin fuerza, particularmente á la pos

trera razon de los modernos; pero porque la respues

ta dará enseñanza á unos y satisfaccion á otros, no

será culpable. Alegar, pues, que perdiéndose la ar

quitectura y pintura se volverían á restaurar miran

do una figura perfecta de escultura, y probarlo con

la autoridad de Vitrubio, no tiene fundamento, por

que sus palabras dicen así: «Consta la buena com

posicion de los edificios de medida, cuya razon de

ben tener los arquitectos. Nace esta de la proporcion

vitrni™, i¡b 3. llamada en Griego analogía, la cual es consonancia

de una parte de los miembros con todo el cuerpo de

la obra. Así como se manifiesta en un hombre bien

proporcionado.» É interponiendo algunas palabras

luego más abajo torna y prosigue: «Tambien coli

gieron los antiguos de los miembros del cuerpo hu

mano las razones de las medidas en que todas las

obras son necesarias, como el dedo, palmo, pié,

codo, etc. «

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LIBRO PRIMERO, CAP. IV. 65

De manera que el hombre vivó, principal obra de

la naturaleza es , segun este Autor, el que ha de

ser ejemplo original y verdadero á todas estas artes, t-a. 3, «P. 4.

Y así, perdiéndose la pintura ó la buena manera en .

ella (como en efecto ha sucedido y verémos) habien

do hombres, no será necesario recurrir á la escultu

ra. Si no los hay, ni habrá quien restaure las artes

ni para que sean restauradas. Y no neguemos (pues

ya se ha dicho) que la pintura es imitadora, como

lo dice por galana manera el mayor Filostrato; si L*. de bsi°*.

alguno inquiere el nacimiento de esta arte, la imita- gcnps'

cion es invencion antiquísima y casi de igual tiem

po á la naturaleza . Por lo cual, si es nobleza y cali

dad ser imitadas de ella todas las obras artificiales,

grandes y pequeñas, bien se pueden atribuir á sí

mismas, el ser originales déla pintura, pues las imi

ta todas: siendo muchas de ellas (que no hay para

qué traerlas aquí) muy inferiores á ella en nobleza y •

antigüedad. Pero porque principalmente la pintura

imita las cosas animadas, se le da aquella definicion <v idcesieiibro.

tan propia suya.

Y no será dificultoso, últimamente, librar á la pin

tura de tener por ejemplar objetivo ó formal las

obras de relieve, valiéndonos de las propias armas y

ejemplos de las Academias, donde nunca jamás se

acostumbra, para aquel tiempo que se recogen á es

tudiar, tener los académicos figura de escultura á

quien imitar, porque el caudal, aunque fuese mucho,

además de ser cosa muy pesada, no bastaría á traer

alguna estátua antigua de bronce ó mármol sacán

dola de su lugar propio. De suerte que el orden que Esiilo

tienen de estudiar es tener un hombre acomodado á Academias.

s

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66 ARTE DE U PINTURA.

este menester, á quien le dan un tanto del caudal

de todos, de donde se paga la estancia á propósito;

tambien esto puede ser á costa de algun principal

sugeto á quien tienen por patrono : este hombre le

desnudan ciertas horas de la noche que tienen desti

nadas á este ejercicio, y puesto en la disposicion que

elige el mejor maestro, cada semana, cercándole en

rededor cada cual le contrahace por su diferente

perfil haciendo de una figura muchas. Pues segun

vemos, por esta parte no tiene fuerza esta razon.

Mas apretándolo más, yo quiero conceder que las

academias ó juntas sean en casas ó jardines de al

gun gran príncipe ó caballero, como en la vida de

Torregiano se dice, que concurrían en Florencia él

y Miguel y otros muchos pintores y escultores, al

jardin del viejo Lorenzo de Médicis (donde sucedió

aquella desgracia ó crueldad tan mal ferida, que el

Torregiano, invidioso de la gloria de Micael Angel,

un dia, llevado de su natural fiereza, no parando en

solas palabras, le dió, cerrado el puño, tan gran

golpe que le quebrantó las narices, dejándole seña

lado por toda la vida): ó digamos que sea así (lo que

vimos ya incierto) que se traiga á la sala y estudio

de la academia, la mejor antigualla: y aún quiero

(si es posible) que sea el Cristo de la Minerva, que

excede todo lo que se puede encarecer, siendo de

Micael Angel : veamos ¿ cómo será esta figura origi

nal de la pintura, pues sólo contiene un movimien

to? Y un solo movimiento ¿cómo podrá servir á los

infinitos que se le ofrecen al pintor? Si es muerta

esta figura ¿cómo alzará el brazo, abrirá la mano,

encogerá la pierna, levantará la cabeza? ó ¿cómo

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LIBRO PRIMERO, CAP. IV. 67

hará todo lo contrario? Si cualquier movimiento ha

ce diferencia en los músculos ¿podrá una composi

ción que el otro á su propósito hizo, ser original de

tantas cómo son necesarias? Pues ¿dónde habemos de

buscar el lindo modo de gastar los colores? Claro es

que en otro original. Luego este no lo es de toda la

pintura. Porque ya seria falsa nuestra definicion si

la arte imitase al arte solamente y no á la naturale

za. ¿Quién sin nuevo color en el rostro osa afirmar

cosa semejante? ¿Y dónde, veamos, halló Micael An

gel aquel modo ricercato, que dice el Dolce, y nos- Diáloe- Mii">

otros buscado, con que se aventajó á los Antiguos,

cuyos trabajos tenia ante los ojos? ¿Por ventura en

otro original que las maravillosas obras de Dios?

Pues viendo á uno que con gran codicia pasó á Ita

lia á estudiar, confiado en las estatuas antiguas, le

preguntó: ¿hay hombres y animales vivos en Espa- Adrertenc¡,

ña? Así descubrió el tesoro de donde se deben enri- Micacl Aneel-

quecer. Y si el que dió más luz á estas profesiones

nos remite á lo natural, claro está que defiende

nuestra opinion. Si los pintores hacen modelos de

"bulto para sus ocasiones, costándoles trabajo el

componerlos y elegir las luces y batimentos á su

menester, no lo niegan, ni hacen mal en imitarlos,

siendo obra de sus manos, que antes esto es mayor

demostracion de su ingenio (yo huelgo de haberlos

hecho algunas veces) ni menos el contrahacer de

los agenos ha de ser en menoscabo de su facultad,

siendo de grandes maestros y elegidos para el fin

que se hicieron, si tienen verdad en sí por haberse

imitado del vivo. Porque no todas veces tienen tan

á la mano lo natural; y es medio fácil, para subir á

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68 ARTE DE LA PINTURA.

cosas mayores los que comienzan. Mas en contra

posicion de esto tambien los pintores hacen cartones

y debujos de cuyos trabajos, puestos en estampa,

vemos que se valen casi todos los escultores del

pesquera, universo. Yo vi dos ^valientes en esta profesion, la-

. «. ciudad algunas historias de piedra por

estampas de Tadeo y Federico Zúcaro; y no por eso

diré que la pintura es original de la escultura. Si

Micael Angel labró escultura la mayor parte de su

vida, tambien fabricó obras insignes de arquitectura

y ¡oh si fueran más! dicen muy bien que con la fuer

za de sus estudios pintó cuando se puso á ello. Pero

no con la facilidad que piensan algunos, que hartas

veces dió en tierra con grandes pedazos de pintura

de fresco, por no poderla sujetar, como quería. Y

gracias á nuestro debujo, que lo hizo tan grande en

estas profesiones: y así quien tiene más parte en él

somos los pintores, por lo dicho; y porque la obra

que lo ha hecho famoso en el mundo fué la pintura

del Juicio, y la que le dió más trabajo y más nombre;

aunque no se aventajó en ella (si es permitido ha

blar así) masque en la mitad, dejando á otros la be

lleza y gracia del colorido. Mas ¿á dó hallaremos

otro Micael Angel, con quien se excedan las leyes

' de Naturaleza?

Pintar los escultores con más facilidad que los

pintores relevar, la experiencia muestra lo contra

rio en nuestro favor, porque sin duda alguna exce

den en número los pintores que han labrado en bul

to (antiguos y modernos) á los escultores que han

pintado, los cuales serán como cinco ó seis, de los

que se tiene noticia, y estos han labrado crudamen

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LIBRO PIllMEBO, CAP. V. 69

te, sin alcanzar el buen modo en los colores. Es tan

ta verdad esta, que mostrando á Micael Angel una

pintura del Bacho, dijo que le espantaba mucho que

siendo tan buen debujador sacase de su mano una

pintura así, cruda y sin gracia, y que habia visto de

muchos pintores ignorantes obras hechas con mejor

manera; y que no era esta arte para el Bacho: y por Gtorg. Vasari, o.

este dicho solo dice el Vasari que se resolvió á no pin- p"ru de su hi!lorio

tar más en su vida. Saco siempre de este número á

Micael Angel, con cuya gloria se han ilustrado estas

artes. Y acabo mi discurso (hecho más por ejercitar

el ingenio que por emulacion) como propuse al prin

cipio, habiendo entrado en esta contienda como ami

go de saber y amador de la verdad, sin atenerme á

mi parte en más que lo que toca á la razon, como

se habrá entendido de nuestro largo razonamiento.

CAPITULO V.

DE OTRAS RAZONES SUELTAS EN QUE LA PINTURA SE AVENTAJA

Á LA ESCULTURA.

Ya que nos vemos libres de la forzada obligacion

de responder por orden á tantas razones, no será age-

no de nuestro intento respirar un poco y espaciarnos

por este agradable campo de la pintura, prefiriéndo

la á la escultura, con otras diferentes y verdaderas

razones. Los que siguen una opinion no muy admi-

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70 ARTE DE LA PINTURA.

tida, tienen por gran consuelo emparejarse con la

opuesta, y que tengan ambas igual reputacion en la

estimacion de los hombres. Por tanto, los escultores

quedarán bastantemente satisfechos si dijeramos

que las dos artes eran hermanas, sin atribuir más ex

celencia á la una que á la otra, ó que eran ambas

una sola. Porque enseña la experiencia que con esto

parten mano de las cuestiones, y se nos muestran

más amigos. Y en esto viene el que (á mi ver) más

• docta y valientemente ha defendido su causa, ha-

Benedicto Barqui, blando de esta manera : « Digo (procediendo como

d«p., pat. 2. «£lósof0); que tengo por cierto que sustancialmente

«la escultura y la pintura son una sola arte; y tan

«noble la una como la otra: porque todas las artes

«que tienen un mismo fin son una misma, si bien en

«los accidentes pueden diferenciarse. Y estas lo son,

«no sólo porque el fin es uno (por la artificiosa imi-

«tacion de la naturaleza), mas tambien por el prin

cipio de que proceden, que es el dibujo. Y no es

"maravilla que tantos y tan peregrinos ingenios no

«lo hayan advertido hasta ahora. De aquí ha nacido

«que algunos escultores, queriendo probar la noble-

«za de su arte, ó tratan de la dificultad, ó de la ri-

«queza, ó de la eternidad, ó de otros accidentes, no

«variando la sustancia. Pero así como un hombre

«feo, bajo é ignorante y un hermoso, noble y docto

« ambos son uno mismo en la sustancia (aunque va"

«rian en los accidentes), por tener ambos ánima in

«telectiva, asi estas dos artes en sustancia son una,

«porque tienen un solo fin.« Esto es de este autor,

. con cuyo sentimiento no me conformo por no ser

concluyente, como lo manifestaré con razon y auto

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LIBRO PRIMERO, CAP. V. Ti

ridad. Porque dice Aristóteles que en todas las cosas Aru,. i¡b. 2 oe

de la naturaleza y del arte (añado, y del arte) hay Anima'

partes esenciales y partes integrales.

Esenciales son aquellas que dan verdadero ser al

compuesto y faltando alguna no puede tener ser

real y verdadero. Integrales son las que sirven al or

nato, y á la cumplida perfeccion del compuesto. Las

esenciales son forma y materia; sea ejemplo: el

hombre es cosa natural, y consta de materia y for

ma, que es alma y cuerpo, si le faltase el alma, no

seria hombre, sino cadáver, y faltándole el cuerpo

seria sustancia espiritual . Partes integrales son las

orejas, los ojos, las manos y los piés. Y si alguna

de estas faltase, no dejaría por eso de ser hombre.

Esta regla corre tambien en las cosas artificiales;

que tampoco dejaría de ser un pintor valiente, te

niendo forma y materia perfecta , ( y con ellas ha

ciendo una figura desnuda ó vestida, ó una historia)

aunque careciese de algunas partes , que podemos

llamar integrales en la pintura; como la gracia en

retratar, en países, grutescos, tarjas y otros ador

nos, de que han carecido algunos grandes pintores.

Pues teniendo cada arte su forma y materia, que

son partes esenciales, tambien las tiene la pintura y

la escultura. La forma de ambas artes es el dibujo

(aunque originalmente como probamos es de la

pintura) y la materia es distinta, porque la de la

escultura será madera, barro, cera ó mármol; y la

de la pintura papel, lienzo, tabla y colores. Supues- Cap. 3 de este libro,

to esto, veamos cuál de estas dos artes tiene partes

más excelentes y representativas. ¿Si el alma es la

forma de la cosa mejor de la naturaleza, que es el

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72 ARTE DE LA PINTURA.

ho/nbre, supongamos que esta alma es en dos ma

neras; una que da ser á todas las cosas, otra que lo

da á parte de ellas : ¿cuál será de mayor virtud y po

testad? No se puede negar, que la que da ser á to

das las cosas. La forma de la pintura (que es el di

bujo) lo puede dar á todas las cosas representativas,

de la imaginacion, de las artes y de la naturaleza,

_ cap. i. (como se ha dicho en su definicion) á las piedras, á

las plantas, á los animales, á los metales, á los ele

mentos, álo diáfano, á lo sólido, y á lo lúcido, por

que la materia suya es acomodada, y existe para la

representacion de todas las cosas dichas. Lo cual no

puede hacer la forma, ni la materia de la escultura,

sino alguna parte, porque no es capaz de ello. Ni

puede representar el agua, ni el fuego, ni los rayos

del sol, ni otras infinitas cosas. Con esto se prueba

evidentemente que la forma y materia de la pintu

ra, como principio universal , abraza y comprende

por imitacion todas las cosas posibles, á semejanza

del entendimiento. Por lo cual las partes esenciales

. ..de la pintura son mucho mayores en potestad y ex

celencia, porque son sin término ni limite; y las de

la escultura son cortas y limitadas, que no pueden

pasar á muchas cosas. Pues no conformando en la

materia, que es parte esencial, ni comprendiéndose

ambas partes en la misma definicion, no pueden ser

una misma aunque tengan por fin la imitacion de

la naturaleza, como lo tienen otras artes que pro

ceden de la pintura : la poesía tambien á su modo

imita con palabras, aunque no como el pintor con

líneas, y colores: y tal vez se llama el poeta pintor

y pintor el poeta.

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LIBRO PRIMERO, CAP. V. 73

Y el mismo que vimos que quiso igualar ambas

artes, y hacerlas una, confiesa que los doctos de dis 2'

Italia sentenciaron en favor de la pintura ( á lo me

nos yo no he visto lo contrario), y hace memoria de

dos que valen por muchos. Del primero que escribió

eruditamente de estas dos artes y de la arquitectu

ra pondré aquí el fin de sus palabras, que autoricen

este discurso, y las diré en su lengua, porque no uon b0ií«. Aib«to,

pierdan la gracia; dice antes : son la pintura y escul- lib' 2 de fíM.

tura artes conjuntas, y pnrientas; y luego prosigue:

Ma io anteposso sempre lo ingegno del pitlore, come

quello che si affatica in cosa molio piu diffícile. Quiere

decir ; « mas yo antepondré siempre el ingenio del

pintor, como aquel que se fatiga en cosa mucho más

difícil. •, El segundo de sus diálogos comienza su dis •

curso de esta manera. «¿Pareceos que sea de poco mo- ei &.ien., i¡b. i

mento la imitacion de los colores naturales en con- dt t'í^lc.¡««,I•

trahacer las carnes, los paños y todas las otras co

sas coloridas? esto no lo puede hacer el escultor. Ni

menos exprimir la graciosa vista de los ojos negros,

ó zarcos, con el esplendor de aquellos rayos amoro

sos; no puede mostrar el color de los cabellos rubios,

no las luces de las armas, no una oscura noche, no

la tempestad del mar, no los relámpagos y rayos,

no el incendio de una ciudad que se quema, no el

nacer de la aurora de color de rosa con rayos de oro

y de púrpura ; no puede en suma mostrar el mar,

tierra, montes, selvas, prados, jardines, rios, ciuda

des, casas y otras muchas cosas, lo cual hace el

pintor.« Y añade luego: Per questo parmi la pittura

piu nobile, et piu capace di artificio che la marmoria.

Esto es: «por esto me parece la pintura más noble y

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74 ARTE DE LA PINTURA.

más capaz de artificio que la escultura.« Añadamos

otro testigo , y aunque pintor tambien lo fué Leon

Batista, mas sus verdades libran á los dos de sospe-

Paulo Pino en su cha, dice así: «La pintura y la escultura fuéron pro-

DAgo. elucidas del entendimiento humano á un propio fin

y á un solo efecto, que es imitar y fingir las cosas

naturales y artificiales. Al cual fin los pintores nos

llegamos y acercamos más perfectamente que los

estatuarios, porque ellos no pueden dar á una figura

otra cosa que la forma, que es el ser; mas nosotros

demás de esto, la ornamos enteramente del buen

ser. Esto es, que juntamente fingimos la forma com

puesta de carne donde se discierne la diversidad de

las complexiones: los ojos distintos del cabello, y

de otros miembros, no digo sólo eu debujo, mas de

colores como están en vivo. Hacemos ver una au

rora, un tiempo lluvioso y las cosas artificiales , co

nocer una armadura, un ropaje de seda ó lino, un

carmesí separado de un verde, y cosas semejantes.

Si decis que estos son efectos de los colores, res

pondo que no lo son. Porque el verde hará bien to

das las cosas verdes, pero no con la diferencia del

terciopelo, al paño de lana; que los colores no pue

den hacer de sí tales efectos, sin el artificio del

maestro. «

Cap. ] de este libio. Los escultores obran imperfectamente , pues no

pueden distinguir una cosa de otra, sino sólo en los

contornos. Tampoco pueden formar cosa ninguna

derechamente ni por el orden comun como nosotros;

porque cuando un pintor forma una figura, comien

za del centro, como enseña la naturaleza, en el or

den de su obrar; que de las cosas simples viene á

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LIDRO riUMF.RO, CAP. V. 73

las mixtas. Así ordena primero los huesos y luego

cubre de carne, distinguiendo los músculos de las

venas, y las ligaduras de las demás partes, reducién

dolo todo por verdadero camino á su entera perfec

cion. Mas el escultor procede al revés, y obra la arte,

opuesta á la misma naturaleza. Y despues de otras

razones concluye: et senza dubio la Pittura e piu per-

feta. «Y sin duda la pintura es más perfecta.« De lo

dicho parece claro que lo primero y postrero con

que la Escultura se asemeja á lo natural, y todo lo

que imita, lo recibe de la pintura; porque la forma

sustancial, que es el debujo, lo toma della, y los

colores de las cosas tambien. Y aunque quisiese el

escultor, con el mesmo debujo á solas, imitar todas

las cosas que el pintor imita, por faltarle la materia

y los colores, no podría fingirlas perfectamente como

en la piDtura. En quien de camino se ha descubier

to la gran capacidad suya y cuanta emulacion y

competencia tenga con la mesma naturaleza. Que

por haberlo dicho ingeniosamente D. Juan Antonio

de "Vera, conde de la Roca y embajador de Venecia,

en una silva en que me anima á pintar un retrato,

pondré aquí algunos versos della, para honrar mi dis

curso:

Pintas el cielo, y gira ;

pintas el sol y enciende Hama bella;

si al Noto, brama; si al Favonio, espira;

si al rayo, centellea;

si en la noche cerrada

y entre nubes tejidas mal celada

estrella se aparece,

distinta y trepidante resplandece.

Filomena en tus láminas se queja;

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76 ARTE 1,E LA PINTURA.

y en el aire las aves contendiendo

tal, si quieres, se aleja ;

tal, si quieres, bajando va ó subiendo.

Si dilatas del líquido elemento

crespa ó lisa corriente,

nacer y proseguir vemos la fuente,

y escuchamos su agudo ó ronco acento.

Cediendo sus despojos

al diestro engaño, las orejas y ojos.

Pero paso adelante: manifiesto es que como los

pintores valientes para hacer alguna imagen; que

es el fin de la pintura, forzosamente han de comen

zar por el debujo ó la idea, ora se fabrique en el en-

.2.*, cap. ii. tendimiento , ora en alguna simple materia. Este,

como verémos, para ser perfectamente regulado, no

se puede hacer sino por medio de la arte con que se

forma y se pinta que es el que da preceptos para la

cap. i. imitacion de la naturaleza (como habemos dicho en

su lugar) : y porque este nombre naturaleza es una

voz tan general y tan repetida en este libro y que

no sólo abraza todas las cosas naturales, que en este

mundo criado tienen sus especies, sino que se ex

tiende hasta significar la esencia divina, como pa_

Epin. 2 c. rece en aquello que escribe el Apóstol S. Pedro ut

per hmc efficiamini divinm consortes naturce, será bien

advertir aquí, por excusarlo adelante, que en cuatro

maneras se toma aqueste nombre naturaleza: la

primera por lo que es Dios, que es principio y causa

de todas las cosas; la segunda, por lo que es la sus

tancia de las cosas, que es cualquiera sustancia na

tural, que tiene ser específico, y esta se dice par

ticularmente naturaleza ; la tercera por la orden in

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LIBRO PIUMEII3, CAP. V. 77

mutable, que en las cosas naturales se halla, con

que unas siguen á otras, y las obedecen. Finalmente,

este nombre naturaleza se toma por aquella virtud

que Dios imprimió en cada cosa, desde que le dió el

ser, para que con aquella virtud obrase. Pues digo

así : que la pintura á que da preceptos para imi

tar, los. da para imitar á la segunda naturaleza que

llamamos particular, la cual, por la razon del filó

sofo no sube de la haz del primer móvil, que e3 el

décimo cielo. Y así la define Aristóteles: "Naturale- Arist. en el 2 de

za es. un principio y causa de mover el compuesto lM ,'hi,!c"

natural, en quien está principalmente por sí, y no

segun accidente. « Y de la misma manera que se dice,

que la naturaleza es principio natural, porque no

hay cosa que le anteceda, y que por este principio

entendió Aristóteles el principio activo , que obra

como forma, así el dibujo es un principio artificial,

á quien no hay ni puede haber cosa extraña que le

anteceda.

Tambien dijimos arriba que se ordenaba á la eje

cucion de alguna imágen, y será forzoso decir qué

cosa sea imágen: digo, pues, que es una materia de- Definicion de h

terminada en quien se pasó la figura de la cosa ori- ««4ge«'

ginal por la obra de la arte. Y parece ser esta defi

nicion derivada de lo mesmo que pasa en la natura

leza; porque así como el engendrador de los hijos

es hacer unos retratos vivos que como en tabla dis

puesta, por su virtud secreta, los va figurando seme

jantes á su principio, desta manera el pintor que

imita, mira al original, y por la obra de la arte para

sus figuras en la imágen que hace. Y así como la na

turaleza (porque vamos con el ejemplo) ordenó que

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78 ARTE DE LA PINTURA.

hubiese hijos para que en ellos, como en retratos

del todo semejantes, lo corto de la vida se extendie

se, y lo limitado se perpetuase y resplandeciese en

la vista de todos, así la arte del pintor ordenó que

se pintasen imágenes de las cosas para que en ellas

estuviese su figura y semejanza, y se perpetuase su

memoria y se extendiese su conocimiento y noticia.

Como vemos que lo hicieron las imágenes antiguas

y lo hace una imágen de Cristo nuestro Redentor

y de la Virgen Nuestra Señora y de los demás san

tos, con tanta veneracion de nuestra católica reli

gion y de la Iglesia Santa. Así Aristóteles definió á

la imágen de esta manera: Imago esl vox rem in se

figuraíam exprimens, ct manifestans. «Es una voz que

nos exprime y manifiesta, quién sea la cosa que tie

ne figurada en sí. « Y tambien parece que el real pro

feta la quiso definir así, cuando dijo que la imágen

del cielo nos da noticia de la grandeza de Dios; y

en sí nos manifiesta su infinito poder, su sabiduría

incomprensible y su bondad inmensa, porque en

ella luce y resplandece á la vista de todas las gen

tes. Y en su conformidad dijo un filósofo que la imá

gen es un rayo de luz que descubre el original, y

luce en él y nos lo pone ante los ojos. Imitando al

rayo de sol , que es la imágen del mismo sol y le

descubre en todo el universo. Y para que con más

evidencia y fuerza se eche de ver el fin maravilloso

de la pintura en imitar á la naturaleza que da ser á

todas las cosas, será bien, con la debida reverencia,

poner aquí esta semejanza, y decir :

Que así como Dios, que necesariamente se entien

de, desde toda su eternidad se debuja y se pinta en

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LIBRO PRIMERO, CAP. V. 79

sí mismo; y despues, cuando le place, se retrata de " ™«t™

- . , , . , . Fray Luis de Lcon,

fuera; y aquella imagen que en si y de si se pinta es Iib. 3 eM c, a0«lbre

un eterno verbo, y el retrato que despues hace fuera dc hii«'

de sí son las criaturas, así en cada una de ellas

como todas juntas: y esta imagen de Dios , que es sao rabio epui.

su hijo, Cristo nuestro Redentor, es voz que mani- 4 los rop' '.

fiesta á su Eterno Padre y rayo de luz que lo descu

bre; imágen y retrato vivo de todos sus atributos y

perfecciones; resplandor de su gloria y figura de su

sustancia. Así la arte del pintar parece haber tam

bien imitado á la naturaleza universal que es Dios,

ordenando que se hiciesen imágenes, para manifes

tar la noticia y memoria de sus originales. Donde

se debe notar la conclusion de este discurso (mayor

que nuestras fuerzas) que atento á que la escultura

no puede hacer una imágen perfectamente sin el de-

bujo, que es la parte esencial de la pintura, y sin

sus colores para que tenga hermosura y vida, queda

bastantemente probado, que respecto de la pintura

es pobre, oscura y muerta: y que la imágen pintada

tiene el ser de suyo, sin aprovecharse de la escul

tura, y tiene los colores de suyo que le dan vida, y

es generosa y rica y fecunda; pues se comunica, no

sólo á la escultura, sino á tantas artes que de ella

proceden. De este abundante poder que tiene la for

ma junta con la materia de la pintura nace una

cosa digna de considerar, y es: que^grandes escul

tores, aunque sumamente se esfuercen, no pueden

engañar con la vista de sus obras, como medianos

pintores con !a imitacion de muchas cosas naturales •

engañan á los más doctos, aun de su misma facul

tad. Esta verdad tan clara (demás de lo dicho en los

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80 ARTE DE LA PINTURA.

Ejemplo. dos capítulos pasados) se verá por un ejemplo: su

pongamos que á un escultor y á un pintor se les

pide una imágen de Cristo crucificado para un al

tar, que sea del tamaño de un hombre, y sea muer

to, por ser más dificultoso que vivo, á juicio de los

doctos, con cuyo parecer me conformo, porque lo

vivo puede tener movimiento , que da gracia á la

figura, y el muerto no, que por ser figura simple tie

ne mayor dificultad. El escultor y el pintor eligen

no K cuenu en por modelo un lindo natural (como hizo Micael An

gel, cuando le levantaron que mató un hombre; y

es impiedad pensar esto de un tan virtuoso y pio;

debió de introducirse por encarecimiento por la pro

piedad y perfeccion con que acababa sus figuras),

demos que el escultor hace su imágen, ó redonda ó

de medio relieve, que todo puede ser, y para esto

acomodado su barro, ó su madera ó mármol, y el

pintor su lienzo, tabla ó pared: el uno hace aquella

parte que el dueño quiere ver, que es la frontera, y

el otro aquella y las demás. Concedo que el escul

tor, con más trabajo temporal y más tiempo, hará

esta figura, pero no con más ingenio y estudio; por

que si hace redondo (ya se ha dicho qué), es redon

da la materia, pero hacer redonda esta figura en

c.P. ni de e.te materia llana, con las luces y sombras, y darle aquel

11 relieve de que está excusado el escultor ¿quién no

ve que es de mayor ingenio? Esto dijo en pocos ver

sos Antonio Ortiz Melgarejo, del hábito de San Juan,

lucido ingenio de Sevilla, en una silva á un cuadro

• mio, que tendrá adelante su lugar: la parte que de

ella en este hace á mi intento dice :

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LIBRO PRIMERO, CAP. V. 81

En plana superficie el cuerpo entero,

por virtud de las sombras, relevado

verás tan verdadero

que puede ser en torno rodeado ;

con viveza y accion tal, cual no ha sido

jamás á la escultura concedido.

En Santa Cruz

de csla ciudad.

Y ya que convengan ambas artes en la forma

esencial, que es en el debujo, acreciéntase la prácti

ca de los colores, con que se imita la variedad de

las tintas de un muerto en un cuerpo humano, y en

los extremos de él, que son piés y manos. De tal

suerte que da pavor y miedo, como me ha sucedido

á mí tal vez, con pinturas de Maese Pedro, temien

do estar solo en una capilla oscura viendo un des

cendimiento de la cruz, de este famoso hombre.

Pues cuanto más fuerza de arte tenga esto, véalo

quien está libre de pasion: y vea tambien que es

tanta la grandeza de la pintura, que de un entendi

miento tan superior como el de Micael Angel, no

se dejó vencer, porque siendo consumadísimo ar

quitecto, tanto que no se le puede con razon ante

poner ninguno, corrigiendo y reformando fábricas

de los mayores arquitectos de su tiempo (como lar

gamente se cuenta de su vida) y habiendo sido jus

tamente, por sentimiento de los más doctos, el ma- de p""

yor escultor que se ha conocido en ninguna edad

(como lo mostró el suceso de una estátua suya, en

terrada por algun tiempo, que trayéndola por su in

dustria á Roma como cosa antigua, confesaron todos

los artífices ser aventajada á cuanto se habia visto

hasta entonces), no sólo en algunas partes de la pin

tura es inferior á sí mismo, pero á muchos pintores

Giorgio Vasari

último volúmen

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82 ARTE DE LA PINTURA.

Diálogo de udwico de este y de su tiempo. Y no es sentimiento mio,

Iük sino de los mesmos italianos, que admiran suma

mente sus obras. No alcanzó la variedad en el his

toriado , la hermosura de los rostros, la gracia de

los trajes y vestidos, la linda composicion del paño,

el deleite y agrado de los países, la alegría de los

cielos y nubes, y otras infinitas cosas que otros con

menos nombre y arte han alcanzado. Y si esto se

dice, con razon, de un varon tan insigne como Mi-

cael Angel, ¿que se dirá de todos los demás artífi

ces á quien tantas veces confesamos por inferiores

en el discurso de esta obra? ¿Por ventura, este nues

tro juicio nace de ánimo de calumnia? ó de querer

menospreciar las obras de nuestros mayores? ó re

dunda este discurso en desestimacion del valor de

su ingenio? No por cierto: antes en gloria de la gran

de y dificultosa arte de la pintura, de quien se pue

de con verdad afirmar, que ningun artífice triunfó

del todo, siendo en todas las partes de ella aventa

jado y eminente: como lo puede ser en la arquitec

tura y escultura. Esto principalmente sucede á la

pintura, por sus infinitas obligaciones y por ser tan

grande la jurisdiccion de su imperio. Por lo cual

fué maravillosamente honrada de los antiguos con

L&. 2 ,ic ia pintura, este favor (como dice Leon Batista), que siendo casi

la mayor parte de los otros artífices llamados Fabros

entre los latinos, que es lo mesmo que oficiales me

cánicos, el pintor solo no fué contado entre los fa

bros, ni llamado con este nombre. Otras razones nos

ofrece la antigüedad, en que parece claro ser prefe

rida la pintura á la escultura : una es el edito que

cuenta Plinio que hicieron los de Grecia en favor de

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LIBRO PRIMERO, CAP. V. 83

la pintura, poniéndola en el primer grado de las ub.35, e«p. 12.

artes liberales, y prohibiendo que no la aprendiesen

esclavos, sino gente libre y noble. Lo cual no ve

mos que se hizo en favor de la escultura, no porque

no la tuviesen por arte, pero á lo menos su nobleza

no está expresada y declarada en la antigüedad así

como la de la pintura.

La otra razon es que en la misma antigüedad, to- s<"«•

dos los escritores tienen por más principales artes

aquellas que llaman subalternantes ; y estas llaman

los filósofos latinos con nombre griego arquitectóni

cas ó señoras. Porque se comunican y enriquecen á

otras, que dependen de ellas, á quien llaman subal

ternadas ó inferiores. Pues segun hemos dicho (pro

bándolo con razon y autoridad) el debujo y líneas,

que es parte esencial de estas dos artes, lo recibe la

escultura de la pintura, como de inventora; y recibe

tambien los accidentes, que son los colores, para

conseguir perfectamente la verdadera imitacion de

todas las obras principalmente de la naturaleza.

Tambien la calidad de muchos de los profesores

de la pintura, descubre la ventaja que hace á la es

cultura, fundada en la misma autoridad de los es

critores.antiguos, que contando tantos varones no

bles, reyes y emperadores, que ejercitaron en pintar,

(como verémos adelante), no se acordaron de pOner Cup. VIH t!e este

en este número alguno que se hubiese aplicado al

ejercicio de la escultura. Parece que se podrá esto

atribuir á la dificultad y grandeza de aquel arte, y

á mi ver no es así, porque se aplicaban á todas las

demás artes liberales, aunque fuesen muy dificulto

sas, y antes me parece que no la debian apetecer por

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84 ARTE DE LA PINTURA.

lo que tiene de trabajo corporal, tan parecido á las

artes mecánicas, y por esto ejercitaban la pintura,

por ser obra más espiritual y de mayor deleite.

&p. x dee«te Vemos asimesmo , que en las sentencias que se

1,ljro' traen en favor de las imágenes sagradas, así de

Santos antiguos, como de concilios, en el fin de este

primer libro se ve más declarada y favorecida la

pintura, por ser más viva su representacion por la

virtud y fuerza de los colores. Como lo muestran

valientemente los lugares de Metatrastes, San Basi

lio, San Gregorio Niceno y San Epifáneo , que allí

se ven.

César Ripa en su Ultimamente para remate de este capítulo, á esta

ico0oiog,a, 429. ilustre y generosa arte que (en beneficio comun)

pinta todas las cosas tantas veces, la pintaremos

una con la pluma, como ingeniosamente la descri

be un curioso de Italia, añadiendo ó quitando á

nuestro modo en esta forma.

Una matrona bellísima con cabellos negros, en

sortijados y esparcidos; las cejas marcadas, en señal

de los fantásticos y profundos pensamientos; cu

bierta la boca con una banda enlazada tras las ore

jas; adorne su cuello una cadena de purísimo oro,

de la cual penda una hermosa máscara , que tenga

escrito en su frente : IMITACION.

Tendrá en la mano derecha el pincel : y en la

otra un tablon de colores: la vestidura será de seda,

de un alegre cambiante, y tan luenga que cubra los

piés. A los cuales se pondrán varios instrumentos de

la pintura; y entre ellos una redoma de óleo de lina

za (invencion admirable), una regla y compás, una

figurita de anatomía, y un cuadro equilátero, con la

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LIBRO PRIMERO, CAP. V. 85

red ó cuadrícula, como importantísimo instrumento.

Píntase hermosísima, porque la hermosura es se

ñal de nobleza (que á la" una y á la otra llamó Ho

mero dignas de imperio) y ambas mueven y enamo

ran: pues segun opinion de filósofos las buenas cua

lidades del cuerpo descubren por la mayor parte las

del ánimo. Tiene cabellos negros, crespos y suel

tos , por los continuos revueltos y vagos pensa- c.P. « <i«

mientos de la imitacion del arte, de la naturaleza y

la imaginacion, en todos los efectos visibles; causa

eficaz de mucha melancolía, que engendra adustion,

como dicen los médicos. Las cejas levantadas mues

tran admiracion de tantas y tan sutiles investiga

ciones como se le ofrecen, con que aquista profunda

maravilla.

La boca cubierta es indicio de la importancia y

necesidad del silencio, porque no hay arte que me

nos se deba aprovechar de las palabras, donde las

obras son tan manifiestas. Tambien denota la soli

citud y cuidado de encerrarse en lugar retirado y

secreto; no por temor de la reprension que trae la

imperfeccion delas obras, antes por la quieta com-

templacion del arte.

Tiene la máscara de hermosa hembra, asida fuer

temente á la cadena, para mostrar que la imitacion

se junta á la pintura inseparablemente, y que finge

las cosas como son en realidad, y esto dice la faz

humana.

La igualdad y perfeccion de los eslabones mues

tran tambien la conformidad y correspondencia de

unas cosas con otras , así en el todo como en las

partes: de cuyo orden y proporcion encadenada re

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86 ARTE DE LA PINTURA.

sulta la gracia y hermosura. La calidad del oro es

señal que cuando la pintura es favorecida de la ri

queza y nobleza, crece y se levanta, y faltándole el

premio y la estimacion, fácilmente se pierde.

La veste cambiante, pomposa y larga, con que

cubre los piós, significa la variedad que particular

mente engrandece á la pintura. Los piés cubiertos

dicen que los fundamentos de la pintura, la pro

porcion, la perspectiva, la anatomía, y los principa

les preceptos del dibujo, se deben encubrir y disi

mular con la dulzura del colorido. Y así como los

oradores tal vez fingen saber hablar sin arte, así

parezca en los pintores obrar de modo que muestren

el agrado y facilidad; pero que no se encubra la

dificultad á los más inteligentes y doctos: atendien

do á la buena opinion y fama con todos, nacida de

un continuo estudio y verdadera virtud.

CAPITULO VI.

DE LAS HONRAS Y FAVORES QUE HAN RECIBIDO LOS FAMOSOS PINTORES DE

LOS GRANDES PRÍNCIPES Y MONARCAS DEL MUNDO.

El argumento que al presente se nos ofrece tratar,

refieren todos los que escriben de pintura, por ser

arte que siempre estuvo en honra y estimacion y

que descubre grandemente su nobleza: y así no lo

podemos excusar en este lugar. Trabajarémos em-

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LlbRO PRIMERO, CAP. VI. 87

'

pero en darle nueva disposicion con claridad y bre

vedad: si bien pedia largos discursos. En cuánta ve

neracion hayan tenido los reyes y monarcas del

mundo á los grandes artífices y á sus obras, mani

fiestan en la antigüedad muchos escritores griegos

y latinos, que referirlos seria largo cuento. Pero di-

rémos algo de lo más particular, remitiendo á los

doctos á sus originales. Ya se sabe lo que pasó al pim.,iib. 35,

Rey Demetrio, que teniendo cercada la ciudad de cap' 10'

Rodas, y pudiendo tomarla con poner fuego en la

parte donde estaba una pintura de Protógenes, qui

so antes perder esta ocasion que quemar la pintura,

conservando en medio del furor bélico la obra de

tan insigne artífice. Y no paró aquí su liberalidad,

porque hallándose en aquella sazon Protógenes

fuera de los muros de la ciudad, cerca del real de

los enemigos, en un huerto suyo entretenido en su

pintura, sin ser parte el rumor y estruendo de la

guerra para perturbar la quietud de su ánimo, ni de

jar la obra comenzada, y dando sobre él de repente

los soldados y llevándolo ante el Rey, pregúntale,

con qué seguridad .estaba fuera de los muros de la

ciudad: respóndele, que bien sabe que tiene guerra

contra los Rodianos, pero no contra el arte. Alé

grase el Rey, y tiene por gloria poder conservar

aquella mano que habia ya perdonado. Y ponién

dole una escuadra de soldados de guardia, venia á

visitarle frecuentemente, mientras se combatía en

la ciudad, estimando por agradable entretenimiento

verle pintar.

Pues ya los excesivos premios que otros famosos Cap. 3, de este

artífices recibieron por sus tablas, será justo contar Ilbr0'

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88 ARTE DE LA PINTURA.

pho. üb. 35, c. 8, algunos de los que no calla la historia. Ya se ha

y rap. io. dic1jo (á 0tr0 propósito) que Candaule, rey de Lidia,

compró á peso de oro una tabla de mano de Bular-

co, donde estaba pintada la guerra de los Magnates.

Valor .leí sestercio, Tambien el rey Atalo compró por seis mil sestercios

y takmo gr■ego. Q^ra pintura de Baco de mano de Arístides, y otra

25o'reIiM.0r' por cien talentos. Pero no quiso Nicias ateniense

« n™«10' (como dice el mismo autor en otra parte) venderleO.uUU reales. x 1 '

una tabla de su mano á este propio rey, ofreciéndole

por ella sesenta talentos, porque era hombre pode

roso y rico, y gustó antes de presentarla á su mes-

ma patria.

p. Andrés Escoto. Mas ¿qué mucho, si ha dicho antes Plinio, de Ape-

caPP. 7. les> Echion, Melaquio y Micomacho, pintores clarí-

cap. 10. simos, que cada tabla suya valia una ciudad? Y que

Pamfilo, el primero en la erudicion y doctrina de la

pintura, no enseñó esta arte menos que por un ta

lento y en diez años, y este premio le dieron Melan-

thiq y Apeles. Julio César estimó tanto á Timoma-

cho bizantino, que le dió por un cuadro de Ayax y

cap. 11. Medea ochenta talentos. Augusto César trajo una

tabla de la conquista de Alejandría de mano del

mismo Nicias, la cual su heredero Tiberio puso en

el templo de Diana con gran veneracion.

Vengamos, pues, al más celebrado de la antigüe

dad, Apeles, natural de la isla de Chio, que flore-

cap. io. ció en la olimpiada ciento y doce, y venció á los

que fuéron antes y despues de él, y él solo halló

más cosas que todos los otros pintores juntos, escri

bió libros del arte, y fué grande la hermosura de su

pintura. Era agradable en la conversacion, y muy

grato á Alejandro Magno, que venia muy de ordi

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LIBRO PRIMERO, CAP. VI. 89

nario á su obrador á entretenerse: y, tal vez, dispu

tando imperitamente de la pintura, Apeles con agra

dable y cortés modo le dijo: que mudase su majes

tad de plática, porque no diese ocasion de reirse á

los muchachos que molian los colores. Tanta fué la

autoridad de Apeles con Alejandro. Honrólo de ma

nera que habiéndole mostrado la más hermosa de

sus amigas para que la retratase, sintiendo que Ape

les se habia aficionado de ella, se la entregó; que

no fué la menor de sus victorias.

Y porque este hecho refirió galanamente el licen

ciado Enrique Duarte en un soneto, será justo hon

rar con él mi discurso :

Admira Apeles de Campaspe bella

la perfeccion divina, la áurea frente,

la púrpura que envidia el rojo Oriente,

candida nieve, y una y otra estrella.

De esta suave luz una centella

vibró en su pecho amor con rayo ardiente.

Arde felice; y al rigor que siente,

tiembla la mano, y el pincel en ella.

ftl Griego héroe, que igual incendio mira

al fiero que padece, de sus glorias

piadoso, y de su dulce bien se priva.

Tu fama, ínclito joven, siempre viva,

magno por tantos triunfos y victorias:

mayor por esta, que á celeste aspira.

Fué Apeles benigno con sus émulos, y el primero

que hizo que Protógenes fuese estimado en Rodas;

porque habiendo tenido competencia con él, conoció

su gran valor. En la privanza que como se ha dicho

tuvo con Alejandro, alcanzó aquella singular mer

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90 ARTE DF. LA PINTl'RA.

ced de prohibir que no le retratase otro, por ser el

más insigne de su tiempo. Cuando gozaba de esta

felicidad fué poco -amigo de Tolomeo, q"ue reinando

poco despues en Alejandría, y habiendo arribado

Apeles en aquel puerto libre de una tempestad, un

criado suyo le llevó donde habia de comer el rey, y

se apartó de állí, el cual, reparando en él, movido

á ira le preguntó quién le habia convidado; enton

ces Apeles, tomando un carbon del fuego, debujó

el rostro del criado en la pared, con tanta destreza

que fué de todos conocido, cuyo ilustre hecho no

sólo templó el furor del rey, pero lo volvió á su gra

cia, y dende lo estimó y honró mucho. Pintó asimis

mo prudentemente el retrato del rey Antígono, que

era ciego de un ojo, y por encubrir la falta lo hizo

de medio perfil por la parte que no tenia defecto,

para que lo que faltaba al rey no lo descubriese su

pintura.

Estos ejemplos, no vistos ni experimentados antes

ni despues de los profesores de ninguna de las de

más artes nobles y liberales, traídos de la venerable

antigüedad, basten ahora para la certeza de nuestro

intento, y acerquémonos á la era felice de nuestro

glorioso emperador Cárlos V, en que refloreció esta

gloriosa arte , llegando á su última perfeccion por

la diligencia de los valientes sugetos de quien

harémos memoria. Y sea el primero Leonardo de

jorge v^ri, viQci , maestro de Rafael Urbino, insigne pintor -

i volita. ae ia 3.a de su tiempo, muy estimado de todos los princi

parte.

pes, particularmente de Ludovico Esforza duque

de Milán, y de Iulano de Médicis duque de Floren

cia, y del rey Francisco Valesio de Francia. Entre

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LIBRO PRIMERO, CAP. VI. 91

las otras famosas obras que hizo, pintó una Cena do

Cristo Nuestro Señor en el convento de Santo Do

mingo de Milan, cuya vista puso en gran deseo al

rey de pasarla á su reino, intentándolo con arqui

tectos y maquinistas, por llevarla seguramente,

aunque por ser grande la pared y casi imposible,

desistió de su intento. Aunque pasado algun tiempo

llevó al artífice por gozar de sus famosas obras, el

cual enfermando en su casa lo visitaba muchas veces

benignamente, y sucedió un dia que habiendo reci

bido el Santísimo Sacramento fuera del lecho, con

mucho sentimiento y lágrimas, le sobrevino un des

playo como mensajero de la muerte, y llegándose

el rey á sostenerle la cabeza, parece que en aquella

ocasion reconoció su noble alma que no podia subir

á mayor honra, y dejando el cuerpo en los brazos

de aquel magnánimo señor, voló á los del Eterno,

despues de setenta y cinco años, gastados en hones

tos ejercicios. No menos honrada fué la persona del

gran Ticiano de Acador y sus famosas obras, no fal

tando varon señalado ó puesto en dignidad que no

tuviese alguna pintura ó retrato de su mano, por ser

tan aventajado en esta parte. Retrató al duque Al- c»í»v.»ri,

fonso de Ferrara, á Federico Gonzaga de Mántua, á ta ú 3.« p.r¿¡.

Francisco María duque de Urbino, al marqués de

Vasto, al de Pescara, á Francisco de Sforza duque

de Milán, á Antonio de Leiva, á D. Diego de Men-

za, al Aretino , al Bembo, al Fracastorio, á Fernan

do rey de Romanos y á su hijo Maximiliano, ambos

emperadores, al papa Sixto IV, lulo II, Paulo III y

hasta el emperador de los turcos Solimano y á la

Rosa su mujer, compitiendo cada cual en premiarle,

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92 ARTE DE LA PINTURA.

Pero quien excedió á todos en la estima de este va

liente artífice fué nuestro inclitísimo emperador Car

los V. Premióle un mediano cuadro en dos mil du

cados, no permitiendo jamás que otro lo pintase,

como hizo Alejandro con Apeles, estimólo en tanto

Noia. que lo armó caballero, señalándole doscientos du

cados en Nápoles. Hizo después muchas obras á

nuestro católico rey Filipo II, que no quedando in

ferior á su padre en honrarlo, después de haberlo

retratado, le dió otros doscientos ducados de renta,

además de trescientos que tenia de la Señoría de Ve-

necia. Hizo tanta estima de él, que colocó su retra

to entre los de su real casa de Madrid. Y nuestro Fe

lipe III, siguiendo el ejemplo de su padre y abuelo,

cuando se quemó la casa del Pardo, año l604, donde

perecieron en el fuego muchas pinturas originales,

Nota. sólo preguntó por un cuadro de Ticiano, diciendo

que importaba poco que se quemasen los demás.

¿Qué dirémos, pues, del divino Miguel Angel? No

pudo artífice alguno llegar al grado de honor y es

tima que llegó, que parece increible. Séame lícito

por esta vez alargarme en un sugeto con quien el

cielo anduvo tan liberal, por ser forzoso tocar en los

principales casos de su vida, de que se tiene poca

Giorgio Vasari, noticia. Tuvo Micael Angel por patria Florencia; na-

iÜavt. el an0 l474, de la antigua familia de los condes

de Canosa. La fuerza de su inclinacion obligó á sus

padres á permitir se aplicase al debujo, aunque por

no conocer la calidad de este ejercicio Ies parecia

indigno de la nobleza de su casa.

Era cuando entró á la arte de catorce años, fué su

primer maestro Domingo de Guirlandayo, pintor

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LIBRO PRIMERO, CAP. VI. 0.3

tenido en buena reputacion. Creció la virtud con la

persona, fuera del órden comun, porque no sólo

igualaba á sus condiscípulos, pero al mismo maes

tro, pues tal vez sus debujos de pluma, no sólo los

corregía, mas los mudaba en otra mejor manera,

con admiracion de todos. Tenia en aquel tiempo

Lorenzo de Médicis (cabeza ilustre de aquellos Du

ques) un famoso jardín junto á la plaza de San Már-

cos, adornado de muchas y muy bellas antiguallas,

compradas por grandes precios y traídas con mucha

costa, y por guarda á Bertoldo escultor. Y por el

amor que este príncipe tenia á la arte de la. pintura

y escultura deseaba hacer allí una escuela ó acade

mia donde los buenos ingenios se ejercitasen. Y á

este fin pidió al Girlandacho algunos de sus discí

pulos, entre los cuales le envió á Micael Angel,

(concurría aquí tambien el Torrijiano, y á quien

ocurrió el atrevimiento contra Miguel Angel ya re

ferido) que fué siempre más que todos favorecido y

honrado de este insigne varon, que le hizo grandes

favores y lo pidió á su padre, diciéndole quería te

nerlo consigo, como á uno de sus hijos, y dándole

aposento en su misma casa, comia con ellos á la

mesa en compañía de otros nobles caballeros que le

asistían, y por su respeto dio á su padre un honrado

oficio. Este fué el principio de sus favores. Sucedió á

este príncipe su hijo Pedro Médicis, que honró no

menos á Micael Angel. Paso en silencio muchas fa

mosas obras que hizo en su juventud, las cuales ini

ciaron al Cardenal de San Dionisio, llamado Ró-

vano, de nacion francés, á dejar de sí una ilustre

memoria, de mano de tan raro artífice, y en tan fa

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94 ARTE DE LA PINTURA.

mosa ciudad como Roma, que fué una imagen de la

Piedad, de mármol, toda redonda, que se puso en

San Pedro, en la capilla de Santa María de las Fie

bres: en la cual se descubre todo el valor del arte.

La Virgen está sentada y tiene á Cristo muerto en

su regazo , desnudo , hermosísimo y buscado , con

aire dulce en la cabeza, y en todo él movimiento y

gran concordia en las partes, y la Sagrada Madre

con gravísimo sentimiento. Hizo Micael Angel en

esta obra lo que en otra ninguna, y fué grabar su

nombre en una cinta que atraviesa los pechos de

Nuestra Señora. Ha sido siempre esta imágen cele-

bradísima de gentiles espíritus conversos, y por ha

berme parecido ingenioso un madrigal del Marino

(famoso poeta de este tiempo) pondré aquí dos ver

siones suyas, una mia, y primero la de mi amigo

Jerónimo de Chaves, que dijo así :

No es piedra aquesta figura

que al muerto hijo llorosa

tiene en los brazos piadosa,

para darle sepultura.

Tú si que eres piedra dura,

pues no llegas á gemir

su piedad, pues al morir

piedras le lloraron bien,

que de las piedras tambien

el llanto suele salir.

Yo dije de esta manera:

No es piedra esta Señora

que sostiene piadosa, reclinado

en sus brazos, al muerto hijo helado:

más piedra eres ahora

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LIBRO PRIMERO, CAP. VI. 93

tú, cuya vista á su piedad no llora:

antes eres más duro,

que á muerte tal las piedras con espanto

se rompieron, y aún suelen hacer llanto.

Creciendo pues la fama de Micael Angel á los

veinte y nueve años de su edad fué llamado del

Papa Julio II para labrarle su sepulcro, hizo el mo

delo que en grandeza y hermosura , riqueza y or

nato, sobraba toda imperial fábrica. Con que creció

el ánimo al Pontífice, y se resolvió á rehacer de

nuevo la Iglesia de San Pedro de Roma. Hizo en

tonces una puente levadiza para que desde los cor

redores de su casa pudiese el Papa venir á verle la

brar á su obrador las figuras de su entierro. Estos

crecidos favores trajeron grandes persecuciones á

Miguel Angel (por la envidia de sus contemporá

neos), el cual queriendo visitar un dia al Pontífice

como solia, y hallándole ocupado, volvió otro se

gunda vez y diciéndole un portero que tuviese pa

ciencia, que no tenia comision para que entrase,

aunque le advirtió un Obispo quién era, no bastó

con él. De lo cual se disgustó mucho Micael Angel,

diciéndole que dijese á Su Santidad, cuando le man

dase buscar que se habia ausentado. Y tomando una

posta se marchó á Florencia, dejando orden á sus

criados que vendiesen las cosas de casa y le siguie

sen. Llegaron cinco correos del Papa que por rue

gos y por cartas le mandaba tornar á Roma, pena

de su desgracia, y él no quería darse por entendido.

Mas lo que pudieron alcanzar fué que respondiese

por escrito á Su Santidad, y así lo hizo, diciendo

brevemente que lo perdonase, que no se hallaba

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ARTE DE LA PINTURA.

para volver más á su presencia, pues habia permi

tido que como hombre vil se pusiese con tanta des

comodidad en camino, cosa que no habian merecido

sus servicios ; que eligiese otro en su lugar. Y dis

pusose acabar su carton famoso para su ciudad, pero

vinieron tres breves á la Señoría uno en pos de otro,

para que sin dilacion lo enviasen á Roma. Por lo

cual, viendo el sentimiento del Papa, estuvo dispues

to á pasarse á Constantinopla, por medio de unos

religiosos de San Francisco, para hacer una famosa

puente al Turco, que lo deseaba mucho. Mas per

suadido de sus amigos volvió á Roma. Y para más

asegurarlo, como á persona pública, le dieron título

de Embajador de la ciudad de Florencia. (La causa de

enojarse el Papa y ausentarse Micael Angel, se cuen

ta de otra manera, menos conforme á la virtud de tal

varon.) Arribado á Bolonia, donde á la sazon estaba

el Pontífice, en compañía del Cardenal Sodcrino y

de otro Obispo, se postró ante él de rodillas, y mi

rándole su Santidad severamente le dijo (en vez de

venir á buscarnos, has esperado á que te busquemos?

(infiriendo que Bolonia está más cerca de Florencia

que de Roma). Micael Angel pidió á Su Santidad

perdon, excusándose de lo hecho. El Obispo repetía

que por ser hombre ignorante lo perdonase, enojóse

el Pa'pa con él, y apartólo de sí con el extremo del

báculo diciendo: Tú eres el ignorante, que esas pala

bras aún nosotros no las decimos : y desahogado de

aquella cólera el Pontífice, bendijo á Micael Angel

y entretenido con dones y esperanzas honrosas es

tuvo en Bolonia hasta que Su Santidad le ordenó

lo que habia de hacer. No paró aquí el honor debido

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LIBRO PMMERO, CAP. VI. 97

á su rara virtud, porque sus émulos, por oscurecer

su nombre que la fama del sepulcro engrandecia,

persuadieron al Papa le hiciese pintar la vuelta de

la capilla pontifical : él lo rehusaba por acabar lo

comenzado, pero mientras más se excusaba, más in

sistía el Papa; al fin se dispuso á servirle debajo de

su firma por precio de quince mil escudos. Y donde

pensaban que por la poca práctica de pintar á fresco,

perdiera su reputacion, la ganó tan aventajada

mente, que no dejó lugar á ninguno, ni á la mesma

envidia, porque esta obra de tanta invencion y va

lentía es, como dice el Vasari , la luz de nuestra

arte, y ha sido bastante á alumbrar el mundo, ciego

por tantos años en las tinieblas de la ignorancia.

Porque en tanta historia, tanta sibila, tanto profeta,

en tan diversos movimientos y de todas edades, ma

nifestó cuán superior era á los presentes y pasados.

Con esta ocasion, engrandecido el Pontífice y co

brando mucho ánimo para mayores empresas, re

muneró liberalmente á Micael Angel. Poco despues,

teniendo un pequeño desabrimento con él, temiendo

no se volviese á Florencia, le envió con su camarero

quinientos escudos, excusándose con que todos eran

favores. Muerto este Pontífice le sucedió Leon X, el San Lorenzo,

cual "con no menos valor y ánimo deseaba que un

tal artífice y su ciudadano hiciese una famosa facha

da en San Lorenzo de Florencia, templo de la casa

de Médicis , y con esta ocasion paró la sepultura de

Iulio. Gastó mucho tiempo Micael Angel en hacer

sacar mármoles 'para esta fábrica, y hizo el modelo

de ella, pero todo cesó con la muerte del Papa Leon,

que sólo los fundamentos quedaron abiertos. Suce-

*

i

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98 ARTE DE LA PINTURA.

dióle Adriano VI, en cuyo tiempo asistió Micael

Angel en Florencia á la sepultura de Iulio II. Muerto

3. Clemente VII. Adriano y criado Clemente VII, no menos deseoso

de dejar fama en la arquitectura , escultura y pin

tura, sucedió en su tiempo el saco de Roma, y Mi

cael Angel por mandado de la Señoría de Florencia,

fué enviado á Ferrara á ver la fortificacion del

Duque Alfonso I , de quien recibió mucha cortesía,

rogándole encarecidamente que, con su comodidad

le hiciese alguna obra de su mano. Dispúsose á pin

tar un cuadro á temple, cosa excelentísima; pero en

lo que ganó más nombre como obra pública fué en

las figuras de mármol que hizo para el sepulcro del

Duque Juliano y Cosme de Médicis. Una fué la no

che, otra el dia, otra la aurora, otra el crepúsculo, con

bellísima forma, acciones y artificio de músculos;

y los dos duques armados ; todas seis figuras bas •

tantes á restaurar el arte si se perdiera. Pero para

abreviar diré lo que refiere de una de ellas el Vasari

. con encarecidas palabras: «¿Qué podré yo decir de la

noche, estátua no sólo rara, mas única? ó quién ha

brá en algun siglo visto en tal arte figura antigua

ó moderna que le iguale?« En cuya alabanza se hi

cieron muchos versos latinos y vulgares como estos

de quien no se sabe el autor, que vueltos á nuestra

lengua dicen así:

La noche, que en accion dulce, al reposo

rendida ves, de un Angel fué esculpida

en esta piedra, y dale el sueño vida;

llámala y hablará, si estás dudoso.

En persona de la noche respondió Micael An

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LIBRO PRIMERO, CAP. VI. 99

gel con la grandeza de su ingenio de esta manera :

Dormir y aun ser de piedra es mejor suerte

mientras la envidia y la vergüenza dura,

y no ver ni sentir me es gran ventura;

calla, pues, ó habla bajo, no despierte.

Tambien el Marino, de quien hicimos memoria,

compuso otro madrigal, que traducido por Antonio

Ortiz Melgarejo dice así, como si hablara la fi

gura :

¿Admiras, peregrino,

que tengo vida yo, que aliento envio,

noche de mármol frio?

Vivo; y el tiempo sólo tengo vida

que estoy aquí esculpida,

y si no hablo y muevo el pié al camino

¿qué culpas la escultura?

muda y tarda es la noche por Natura.

Si la enemistad entre la fortuna y la virtud no

impidieran el fin glorioso de esta obra, pudiera la

arte mostrar á la naturaleza cómo , tal vez, alcanza

de ella victoria. Estorbólo el cerco de Florencia, el

año de 1525, por haber dado cargo á Micael Angel

de la fortificacion de la tierra, y vuelto él todo su

pensamiento á la defensa de la patria, y habiendo,

como diputado, prestado para esto mil escudos á la

república. Viéndola estrechar poco y faltar la espe

ranza del socorro, y crecer la dificultad de mante

nerse y cerca de darse á partido, por asegurar su

persona se deliberó de ausentarse de secreto á Ve-

necia, llevando consigo un criado suyo y otro ami

go, con muchos escudos de oro. Llegados á Ferrara

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100 ARTE DE LA PINTURA.

y parados en un meson, sucedió que por las sospe

chas de la guerra y liga del emperador y del papa,

que tenian cercada á Florencia, el duque Alfonso de

Este habia dado órden para saber secretamente los

nombres de los forasteros que posaban en las hoste

rías, y de qué nacion eran. Luego avisaron al duque

que estaba allí Micael Angel, que se alegró mucho

por serle muy amigo y aficionado. Envió algunos

caballeros de su casa que de su parte lo llevasen á

él, á sus criados y caballos á palacio. Hízole el du

que amoroso acogimiento, rogándole que mientras

duraba la guerra no se partiese de su compañía,

ofreciéndole cuanto era su poder. Micael Angel, no

queriendo ser vencido en cortesía, se lo agradeció

mucho, y volviéndose á los dos que lo acompañaban

dijo que habia metido en Ferrara doce mil escudos,

que allí estaban con su persona para servirle. El

duque lo llevó paseándose, como solia, por su pala

cio, mostrándole las cosas curiosas y de estima, y

un retrato suyo de mano de Ticiano, que calificó

Micael Angel. Y con su licencia se volvió á la hos

tería, donde estuvo recogido, enviándole aquel prín

cipe muchos regalos, sin que le costase nada la po

sada, y cuando le pareció se partió á Venecia. Duró

poco en ella, que luego fué llamado con grandes

ruegos á su patria, encomendándole apretadamente

no dejase la empresa comenzada' ni la olvidase, y

enviándole salvo-conducto. Vencido al fin, no sin

peligro de la vida, volvió y estuvo escondido mu

chos dias en casa de un amigo suyo, por no ser lla

mado de un comisario del papa Clemente, hasta que

el pontífice, acordándose de su valor y virtud, man

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LIBRO PRIMERO, CAP. VI. 101

dó hacer diligencia por él con orden de que no le des

gustasen en nada, antes que se le tornasen sus provi

siones y que atendiese ála obra de San Lorenzo. Poco

tiempo despues deseó el papa tenerlo cerca de sí y

hacer la fachada de la Capilla, donde habia pintado

la vuelta á Iulio II, en el cual queria que donde es

taba el altar se pintase el juicio universal. Porque n°u.

Micael Angel mostrase en aquella historia todo lo

que la arte del debujo podia hacer. Estorbaban los

agentes del duque de Urbino, diciendo que habia re

cibido diez y seis mil ducados de Iulio II para su

sepultura. Esto, al fin, se compuso bien y como él

quiso, y el pontífice le hizo atender al carton del

juicio. Sucedió el año de l539 la muerte del papa

Clemente y paró la obra de Florencia. Creyó Micael"

Angel estar del todo libre y acabar su sepultura,

mas siendo criado Paulo III lo mandó llamar, y ha- 4 Paui« ra.

ciéndole grandes caricias y ofrecimientos le mani

festó sus intentos. Rehusaba Micael Angel, por el

contrato hecho al duque de Urbino de acabar la se

pultura de Iulio. Encolerizado el papa, le dijo:

«Treinta años há que he tenido este deseo ¿y aun

siendo papa no lo he de conseguir? Yo romperé el

contrato, porque estoy resuelto que me sirvas.«

Viendo esta determinacion Micael Angel, estuvo

tentado de partirse de Eoma, pero temiendo como

prudente, lo entretenia con buenas razones. El pon- Nota.

, tífice, que deseaba hacer alguna obra señalada, fué

á visitarlo un dia con diez cardenales, y quiso ver

todas las estátuas de la sepultura de Iulio, que le

parecieron milagrosas, particularmente el Moisés,

de quien dijo el cardenal de Mántua que aquella fi-

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iOi ARTE DE LA PINTURA.

gura sola bastaba á honrar al papa Julio IT. Y vis

to el carton y debujos que ordenaba para la capilla,

le mandó con instancia que prosiguiese, prometién

dole de componerlo con el duque. Resolvióse al fin,

(no pudiendo hacer otra cosa) de servir al papa Pau

lo, sin alterar en la invencion nada de lo que esta

ba ordenado de Clemente, teniendo respeto á la vir

tud de aquel pontífice, á quien tuvo tanto amor y

reverencia. Porque deseando Su Santidad, que de

bajo del Jonás de la Capilla donde estaban las ar

mas del papa Iulio se pusiesen las suyas, por no

agraviar á Iulio y á Clemente, no lo hizo Miguel

Angel, diciendo que no estarían bien. Y se satisfizo

Su Santidad, por no disgustarle, conociendo su bon

dad y cuánto amaba lo justo sin atender á la adula

cion. Y porque de esta gran pintura del juicio se ha

cap. i, de Mb dicho algo, y se dirá en particular capítulo, pasa-

rémos á las demás cosas honrosas de este insigne

Libro 2.*, cap. 5. artífice. El mismo Paulo III, inspirado del cielo, le

eligió para la fábrica de San Pedro; y le hizo un

motu propio en que le criaba cabeza de aquella fá

brica, con ámplia autoridad de hacer y deshacer,

quitar y añadir á su voluntad, y que todos los de

más ministros estuviesen á su órden. Viendo, pues,

Micael Angel la confianza que de él hacia el pontí

fice, pidió á Su Santidad declarase en el motu pro

pio que servia á la fábrica por amor de Dios y sin

algun premio, si bien el papa le habia señalado seis

cientos ducados de salario. Fué aprobado finalmen

te del papa el modelo que habia hecho Micael An

gel, y desechado el de Bramante y de Sangallo.

Hizo tambien por mandado de este pontífice una

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LIBRO PRIMRRO, CAP. VI. 103

puente sobre el Tíber, que desde el Sacro palacio

atravesaba á un famoso jardín, para que de una vez

se viese la fuente y la estrada Julia. Digna del jui

cio y debujo de Micael Angel. Sucedió el año 1549

la muerte del pontífice, y despues de la creacion de

Julio III, que le sucedió, el cardenal Farnesio orde

nó de hacer un gran sepulcro á Paulo III en el pri

mer arco de la iglesia de San Pedro, debajo de la 5. jui» ra.

tribuna. Micael aconsejó que no convenia, porque

impedia la hermosura del templo, y no era aquel su

lugar. En aquel tiempo se hallaba Jorge Vasari en

Roma, que fué el año santo, y el papa Julio III, por

el respeto y amor qne tenia á Micael Angel, dispu

so con ambos que visitando á caballo las siete igle

sias ganasen los perdones doblados. Tuvieron en

esta estacion muchas conferencias y conclusiones

del arte, de que Vasari compuso su diálogo. Auten

tizó de nuevo el papa aquel año el motu propio de

su antecesor sobre la fábrica de San Pedro, contra

los opuestos á Micael Angel. Y diciéndole un dia el

pontífice que los cardenales diputados ponían algu

nas dificultades en la fábrica cerca de la luz, en su

presencia le respondió (volviendo á uno de ellos)

que su oficio era proveer de dineros, y el suyo cui

dar de la fábrica. Y vuelto al papa dijo: «Vea vues

tra Santidad lo que yo adquiero en asistir al go

bierno de esta obra; y si no me ha de aprovechar

»al cuerpo ni al alma, yo pierdo el tiempo y el tra

bajo.« El papa, que lo amaba y estimaba mucho,

poniéndole la mano sobre el hombro le replicó: «Vos

«ganais para el alma, y para el cuerpo, sin ninguna

«duda.« Y mandóle que al dia siguiente le viese en

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i Oí ARTE DE LA TINTURA.

la viña Julia, para conferir sus disinios con él (por

que no hacia cosa sin su parecer). Fué en compañía

del Vasari, y hallando á Su Santidad con doce car

denales junto á la fuente del Agua Virgen, y lle

gando á hacerle profunda reverencia, quiso el papa

que por fuerza Micael Angel se sentase á su lado,

aunque él humildemente lo rehusaba ; honrando

u mayor honra cuanto era posible su virtud. ¿Puédese encarecer

ue akanzó artífice j 'i i 'i t í a ialguno. este hecho con palabras, o es cosa esta para quedar

en silencio? Piénselo quien tiene noticia de la ma

jestad y grandeza del pontífice y del modo con que

es acatado de los mayores monarcas del mundo.

Mandóle el papa (en aquella sazon) hacer un mo

delo para una fachada del lado de San Roque, que

riendo servirse del mausoleo de Augusto, para el

resto de la muralla. (Este modelo vino despues á

manos del duque Cosme de Médicis que lo presentó

al papa Pio IV.) Tuvo tanto respeto Paulo III á Mi

cael Angel, que tomó su proteccion y su defensa á

su cargo, contra algunos cardenales y otros émulos

que le pretendían calumniar; gustando siempre que

los demás artífices por valientes que fuesen le bus

casen y consultasen en su mesma casa. Guardándo

le tanto decoro que le descargaba de muchas cosas

que podia hacer por no cansarlo. Muerto Julio III

y criado Marcelo, los contrarios de Micael Angel se

6 tanio iv. levantaron para afligirlo. Pero sucedióle Paulo IV

deseoso de dar fin á la fábrica de San Pedro, con

que se excusó de servir al duque de Florencia que

lo solicitaba. Fué este pontífice de parecer que re

parase la pintura del Juicio, cuanto á la honestidad.

Ocupólo tambien en la fortificacion de varias partes

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LIBRO PRIMERO, CAP. VI. IOS

de Roma, porque en aquel tiempo se le acercó el

ejército de los franceses. Siguió á este pontífice

Pio IV, que hizo nuevos favores á Micael Angel, ~ pío iv.

confirmando el motu propio de sus tres antecesores

sobre la fábrica de San Pedro. Algunos dias despues

llegó á Roma el duque Cosme de Médicis con la du

quesa Leonor su mujer, á quien visitó Micael An

gel, y el duque le hizo sentar cabe sí, con mucho

amor, dándole cuenta de todas las obras de arqui

tectura, escultura y pintura que habia hecho en

Florencia. Sintiendo mucho Micael Angel no poder

lo servir por su mucha edad. Viólo muchas veces

mientras estuvo en Roma, y lo mismo hizo D. Fran

cisco de Médicis, su hijo; de quien se agradó Mi

cael Angel por el cortés recibimiento que le hacia,

porque siempre le habló con la gorra en la mano y

con el respeto debido á un tan raro hombre. Final

mente, por no cansar al lector, acabaremos lo que

propusimos al principio de este, en el siguiente ca

pítulo. Concluyendo que la virtud de Micael Angel

(sobre todos los artífices de la antigüedad y de

nuestros tiempos) fué conocida y estimada mientras

vivió (cosa que sucede á pocos), pues Julio II,

Leon X, Clemente VII, Paulo III, Julio III, Pau

lo IV y Pio IV, Sumos Pontífices, no quisieron apar

tarlo jamás de su córte, honrándolo de la manera

que se ha dicho. Y otros grandes príncipes lo desea

ron mucho, como los duques de Florencia, la Seño

ría de Venecia, Soliman emperador de. los turcos,

Francisco Valesio rey de Francia , y nuestro empe

rador Cárlos V, de gloriosa memoria. Preciándose

de sus íntimos amigos el cardenal Polo, el cardenal

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i06 . , AIITE DE LA P1NTI HA.

Farnesio (que fué despues papa Marcelo), el carde

nal Rodolfo, el cardenal Maseo, el cardenal Bem

bo y otros muchos obispos y prelados y nobles ciu

dadanos, y señaladamente D. Julio Clovio y Tomás

del Caballero y otros infinitos.

CAPITULO VII.

EN QUE SE LLEVA ADELANTE LA MATERIA DEL PASADO, Y SE DESCRIBE

EL TÚMULO HECHO Á MICAEL ANGEL.

Prosiguiendo en el intento propuesto, paramos

en las honras de que gozó nuestro grande artífice

viviendo, diremos las que se hicieron á su muerte,

por no ser vistas en otro de su calidad. Porque el

túmulo hecho á las exequias de Micacl Angel, por

la ciudad de Florencia, no han faltado hombres cuer

dos, que lo han preferido al que hizo Sevilla á las

de Felipe II, Rey de España. Pero dejando compa

raciones odiosas, concederémos á lo menos, que á

señor particular, que no sea Rey ó Pontífice, no se

ha hecho cosa de tanta majestad y grandeza. Y así

es justo describirlo en órden á nuestro intento, dis

curriendo un poco por lo precedido antes. Pasó á

mejor vida este insigne varon en l7 de Febrero del

año de l564, en la famosa ciudad de Roma, á los

90 años de su edad (que fué la principal causa de su

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LIBRO PRIMERO, CAP. Vil. 107

muerte), acompañaron muchas obras de caridad á

las tres nobles artes que ejercitó. Socorrió muchos

pobres, casó muchas doncellas secretamente, enri

queció á quien le ayudaba, premió á quien le servia

con tanta liberalidad que de una vez díó dos mil du

cados á un criado suyo. Y pinturas, papeles y mo

delos á otros, con que remediaban su miseria. Depo

sitaron su cuerpo (acompañándole toda la ciudad)

en el templo de los Santos Apóstoles, y trataba su

Santidad de hacerle particular memoria, y darle hon

rosa sepultura en la iglesia de San Pedro, cuando

llegó por la posta su nieto, con órden del Duque de

Florencia (que no habiendo podido honrarlo vivo,

pretendía honrarlo en su muerte) para que excusado

el rumor ó el impedimento, con todo secreto (á guisa

de mercadería) se tragese á su patria. Pero antes

que el cuerpo viniese, sabida su muerte , se junta

ron los principales pintores, escultores y arquitectos

florentinos, en la casa de D. Vicencio Borgini, Te

niente de su Academia, por el Duque Cosme de Me

diéis, á tratar el modo que se habia de tener en

honrar á Micael Angel, como á primer Académico

y cabeza de todos. Eligiéronse cuatro de los más an

tiguos y graves para disponer lo que convenia; que

fueron Angelo Broncino y Jorge Vasari, pintores;

Benvenuto Cellini y Bartolomé Amanato, esculto

res. Ofreciéndose todos los demás mozos y viejos k

hacer cada cual en su profesion lo que se le pidiese.

Ordenaron que el Teniente y los diputados propu

siesen en nombre de la Academia al Duque (como

protector suyo) les diese el favor necesario, y se sir

viese que las exequias se celebrasen en San Lorenzo,

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108 ARTE DF. LA PINTURA.

templo de su ilustrísima casa, por estar allí la ma

yor parte de las obías de Micael Angel. Y que tu

viese por bien que Benedito Barqui recitase la ora

cion funeral: porque la virtud de tan grande artífice

fuese celebrada de tan elocuente varon. El cual por

estar en servicio de su excelencia no admitiría sin

su mandamiento semejante cargo. Presentóse una

verase en ei vasari, peticion (que yo excuso aquí) representando las obli-

úlumo libro . . j n i i , ,<íe la 3.« pane, gaciones que todos los profesores de las tres artes

tenian al difunto, y las que él tenia á la memoria de

aquella ilustre casa, como hechura del magnífica

Lorenzo de Médicis. Respondió el Duque con mucho

amor y liberalidad al memorial, no sólo concedien

do lo que se le pedia, mas mandando ser avisado en

trayendo el cuerpo, para honrarlo con su presencia,

y de toda su corte. En tanto que esto pasaba en Flo

rencia, Leonardo Bonarrota, nieto de Micael Angel,

informado de Danielo de Volterra (que se había ha

llado á su muerte) dé que el venerable viejo le ha

bía rogado que su cuerpo se llevase á su querida

patria, con el secreto dicho lo dispuso y trajo á

Florencia. Fué puesta la caja en la iglesia de San

Pedro, y el dia siguiente los maestros de las tres

profesiones con todo recato se juntaron, llevando

sólo un paño de terciopelo negro guarnecido de

oro, y una imagen de un Crucifijo para poner en

cima. Y á media hora de la noche cercando el cuer

po, todos los viejos encendieron gran cantidad de

hachas blancas, y los mancebos con toda priesa

asiendo de la caja procuraban ponerla sobre sus

hombros, teniéndose por más dichoso el que tenia

mejor lugar, por gloriarse adelante de haber llevado

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• LIBRO PRIMERO, C.VP. VII. 109

el cuerpo del mayor hombre de su arte. Ya se habia

divulgado por la ciudad que Micael Angel habia lle

gado y se llevaba á Santa Cruz, y en poco espacio

se llenó la iglesia de suerte que con dificultad se

pudo llevar, y pasar á la sacristía, para ponerlo en

su depósito. Acabadas las ceremonias, el Teniente

de la Academia por satisfacer á los circunstantes se

determinó de abrir la caja, y creyendo hallarle ya

corrompido, per haber veinte y cinco dias que era

muerto, pareció entero, sin ningun mal olor, y como

si estuviera durmiendo; sólo el color era de difunto

de pocas horas; fué necesario por la muchedumbre

del pueblo tenerlo algunas descubierto. Fuese dis

poniendo su túmulo para dia determinado , el cual

se procuró que tuviese más de invencion y espíritu,

que de riqueza y vanidad por honrar al artífice con

arte.

Y así en la nave de enmedio del templo de San

Lorenzo, frontero de las dos puertas de los lados,

una que va fuera y otra al cláustro, se levantó el

suntuoso túmulo.

El cual tenia cincuenta y seis varas de alto, Descripcion

desde la superficie de la tierra hasta la cabeza de la de ^","4°

Fama, en que remataba. Y por la frente que mira al

altar mayor y su correspondiente, tenia de ancho

trece varas, y por las que miran á las puertas cola

terales tenia veinte y dos, cuya altura iba distri

buida en esta forma.

El banco de este edificio tenia con basa y sota-

basa cinco varas de alto, y encima hácia la puerta

principal dos grandes estátuas recostadas.

El primer cuerpo, que venia sobre este pedestal,

Page 117: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

HO ARTE DE LA PINTURA.

tenia con basa y comisa trece varas de alto, y en

disminucion era la cantidad que convenia para que

el vuelo de su basa guardase el vivo del pedestal.

Era un cuerpo sólido, y en cada testero de sus cua

tro estaba un recuadro bizarramente adornado, don

de se pintaron cuatro historias.

El segundo cuerpo con zócalo y cornisa, tenia de

alto once varas, y en las cuatro esquinas, en el mis

mo zócalo, habia cuatro resaltos, donde estaban cua

tro figuras de escultura en pié, que en grandeza

correspondían al todo del edificio, y cada una tenia

otra rendida á sus piés. Este cuerpo era asimismo

sólido y en disminucion proporcionalmente. Tenia

otros cuatro recuadros adornados como los prime

ros, para sus historias de pintura.

Venia sobre este segundo cuerpo un zócalo , que

formaba cuatro resaltos á las esquinas, donde esta

ban sentadas cuatro figuras de escultura. Y encima

de él un pedestal con su cornisa: y uno y otro

tenían tres varas de alto, y disminuido en propor

cion, y en sus planos escritas unas letras á pro

pósito.

Seguíase luego una media naranja y pirámide,

que remataba en una bola, que todo tenia de alto

veinte varas, y sobre esta bola estaba la Fama, de

cuatro varas de alto.

Esta era la disposicion de la fábrica y arquitectu

ra. Resta describir en particular las historias y figu

ras de pintura y escultura, y su pensamiento y le

tras, para que se vea la grandeza de este ilustre

mausoleo.

Sobre el banco, á la parte que dijimos, estaban

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LIBRO PRIMERO, CAP. VII. I H

recostados dos grandes rios que representaban, uno

el Amo, y otro el Tíber: aquel tenia su cornucopia

llena de flores y frutos (significando la abundancia,

que en estas profesiones ha producido Florencia),

este, alargaba la mano recogiendo parte de la ri

queza del compañero. (Porque Micael Angel con los

estudios de su patria, enriqueció á Roma.) Arno te

nia por insignia el leon; Tíber, la loba con los dos

muchachos: imitaban los dos colosos al mármol. El

uno hizo Benedito de Castello discípulo del Bacho, y

el otro Bautista Benedito discípulo del Amanato,

mancebos ambos de grandes esperanzas.

En el cuerpo primero al lado de los rios, en el

primer cuadro , se veia pintado de blanco y negro

Lorenzo de Médicis el viejo, que recibía en su jar-

din á Micael Angel (como se ha dicho) el cual le

mostraba algunos debujos. Era esta pintura de Mi-

rabelo y Jerónimo de Crucifisayo, ambos compañe

ros de gentil espíritu. Veiase el magnífico anciano

retratado del natural con grave alegría, y Micael

Angel, muchacho lleno de viveza y respeto.

En la segunda historia, continuando el mesmo or

den, hácia la puerta que sale fuera, estaba figurado

el papa Clemente que, contra la opinion del vulgo,

le encomendaba la obra de San Lorenzo. Este cua

dro era de mano de Federico Paduano, pintado con

mucha dulzura y destreza ; estaba Micael Angel

mostrando al papa la planta de la sacristía y algu

nos ángeles volando con varios modelos , trazas y

figuras, todo maravillosamente conducido.

El tercer cuadro, que miraba al altar mayor, era

un ilustre epitafio latino del doctísimo maestro Pe

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112 ARTE PE LA PINTURA.

dro Victorio, que para nuestro intento es justo po

nerlo aquí. Decia de esta manera: Colegium pictorum,

Statuariorum, Arquitectorum, auspicio, opeque sibi

prompta Cosmi Ducis, auloris suorum commodurum sus-

piciens singularem virtutem Micaelis Angeli Buonarro-

(w. Intelligensque cuanto sibi auxilio semper fuerint

preclara ipsius opera, studuit se gratum erga illum

ostendere, summum omnium, qui unquam fuerunt P.S.A.

Ideoque monumentum hoc suis manibus estructum, mag

no animi ardore ipsius memoria dedicavit.

Que en nuestra lengua sonará de esta suerte:

«La Academia de los pintores, escultores y arqui

tectos, con el favor y ayuda del duque Cosme de

Médicis, su insigne protector y cabeza, admirando

la excelente virtud de Micael Angel Bonarrota, y

reconociendo el beneficio recibido do sus ilustres

obras, ha dedicado este monumento, procedido de

sus manos y de la ardiente aficion de su pecho, á

la memoria del mayor artífice que han tenido jamás

las tres profesiones. «

Tenian este epitafio dos ángeles que con el sem

blante lloroso lamentaban la pérdida de tan raro in

genio.

El cuadro frontero de la puerta del cláustro era

cuando en el cerco de Florencia Micael Angel hizo

la fortificacion, que fué tenida por invencion inex- ,

pugnable. Esta historia,pintó Lorenzo Sciorni, he

chura de Broncino , como se podía esperar de un

joven gallardo.

En el primer pedestal de los cuatro, sobre el zó

calo, á mano derecha del altar mayor, estaba una

estátua de escultura mucho mayor que el natural,

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LIBRO PRIMERO, CAP. Vil. 113

que tenia otra de la mesma grandeza como vencida

y sujeta á los piés, pero revuelta con vario movi

miento, que era un mancebo esbelto y gallardo

lleno de espíritu y viveza, figurado por el ingenio,

con alas en el sombrero á guisa de Mercurio, y otras

insignias á propósito. La figura que tenia al pié con

luengas orejas representaba la ignorancia, enemi

ga mortal del ingenio. Estas dos estátuas eran de

mano de Vicencio Dante, tan raro en sus tiernos

años cuanto muestran sus obras.

Sobre el otro pedestal de este lado hácia la sa

cristía estaba una matrona venerable figurada por

la piedad cristiana, que es un agregado de todas las

virtudes y la que principalmente adorna un hombre.

Tenia á su capital enemigo el vicio rendido debajo

de sus piés con movimiento valiente. Obra de Va

lerio Simon, alentado mancebo y diligente es

cultor.

A la mano izquierda de esta, estaba colocada otra

figura hecha judiciosamente que era la Diosa Mi

nerva, porque despues de la bondad y santidad tiene

el primer lugar el arte, pero como el nombre y ma

yor excelencia padece más contradicion, tenia al pié

la envidia, la cual era una vieja fea, con ojos torci

dos, ceñida de sierpes y una víbora en la mano.

Estas dos figuras eran de mano de Lázaro Calameti,

de poca edad aunque de mucha destreza en pintar

y esculpir.

De mano de Andrea, discípulo de Amanato exce

lente artífice, eran las dos estátuas del cuarto pe

destal frontero del órgano : la principal significaba

el estudio (que los que obran floja y tímidamente no

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114 ARTE DE LA riNTTRA.

pueden venir á ser sencillos en aprecio, ni una obra

sola es bastante á hacer un hombre famoso , porque

las manos é ingenio deMicael Angel desde 15 á 90

años nunca cesaron de enriquecer el mundo, más

que muchos artífices juntos.) Era un mancebo alen

tado y diligente, tenia cerca de la mano derecha

dos alas pequeñas, por la velocidad del obrar, y en

tierra tenia como aprisionada la pereza y ociosidad,

que era mujer soñolienta y de tardo movimiento:

estas ocho figuras que parecían de mármol daban

gran majestad al túmulo.

En los cuatro testeros del segundo' cuerpo, diji

mos que habia otras cuatro historias de pintura de

claro y oscuro como todas las demás, y en los cua

tro resaltos sobre las esquinas cuatro figuras de re-

lievo sentadas, cada una mayor que el natural, to

das de mujeres que por los instrumentos que tenían

eran conocidas por la pintura, escultura, arquitec

tura y poesía. Porque Micael Angel juntó á las

obras de sus manos muchas composiciones llenas

de gravedad y de ingenio, por lo que mereció digno

lugar entre los de esta facultad.

Enfrente de la puerta principal en el primer cua

dro, por honra de la arquitectura , estaba pintado

diestramente cuando Micael Angel mostraba á la

Santidad de Pio VI el modelo de la cúpula de San

Pedro con increible admiracion del Papa y los cir

cunstantes. Era este cuadro de mano de Pedro Fran

cia, pintor Florentino, y la estátua de la arquitec

tura á la mano izquierda de Juan Bautista de Bene-

deto, cuyo era el Tíber.

En el segundo cuadro hacia la puerta que va

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LIDRO PRIMERO, CAP. Til. 1 15

fuera (por la pintura) se veia á Micael Angel aten

der á la historia del (nunca bastantemente loado)

juicio, ejemplo ilustre de todas las dificultades del

arte. Este cuadro labró Juan Miguel de Rodolfo con

tanta gracia y valentía como se puede presumir, y

la estátua que le correspondía Juan Bautista de Ca

ballero.

En el tercer cuadro que venia sobre el epitafio,

(por la escultura) se mostraba á Micael Angel razo

nando con una matrona que por las señales se co

nocia ser la escultura, y parecia que se aconsejaba

con ella. Tenia el ala redonda, algunas de sus fa

mosas obras de relievo y ella en la mano una tabla

con unas palabras de Boecio donde habla del mundo

fabricado del Sumo Dios conforme á su divina idea,

que dicen así: Simili sub imagine formans. Esto es:

«formando á semejante imágen.« Este cuadro obrado

con gran juicio é invencion era de Andrea de Min

ga, florentino, y la estátua de la escultura que venia

al lado de Antonio de Gino.

En la cuarta historia (por la poesía) estaba Micael

Angel atento á escribir alguna composicion y en

torno de él las nueve musas, como son descritas de

los poetas, y Apolo coronado de laurel con otra co

rona semejante en la mano, para poner á Micael

Angel, con un mote del Dante:

Conducemi Apollo, et nove Muse une

iinostran l'orse.

Apolo me guia, y las nueve Musas

me descubren las Ossas.

Era esta pintura de luán María Boterio, y la es

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H6 ARTE DE LA PINTURA.

tátua de la poesía de Dominico Pogini mancebo di

ligentísimo.

En el zócalo ó pedestal de la pirámide que se le

vantaba sobre este cuerpo, se leian estas letras:

Sic ars extollüur arte.

Así el arte se levanta con el arte.

En los dos testeros de la pirámide el uno al altar

mayor y otro á la puerta principal, Labia dos óvalos

relevados y en ambos el retrato al natural de Micael

Angel de mano de Santi Buglioni. Remataba la

pirámide en una bola á proporcion, donde se fingía

estaban las cenizas del gran varon.

Sobre la bola ó globo estaba de pié una figura de

la fama, como dos veces el natural, que parecia que

volaba, con una trompa de tres bocas, con que lle

vaba el nombre y alabanza por todo el mundo. Esta

figura fué de mano de Zanobi Lastricati. Esta es bre

vemente la descripcion desta insigne máquina.

Por demás de esto estaba todo el templo entre

columnas y pilastras , que son de hermosa piedra,

colgado de paños negros, y sobre ellos en los va

cios sus cuadros de pintura de blanco y negro, que

hacían maravillosa correspondencia, de esta ma

nera.

En el espacio de la primera capilla hácia la sa

cristía vieja, estaba un cuadro de doce varas de alto

y diez y seis de ancho, en el cual con invencion

poética, parecía Micael Angel en los Campos Elíseos,

y tenia en la derecha mano, demás que el natural,

los más celebrados pintores y escultores antiguos,

cada cual con su insignia ó señal. Praxiteles, el sá

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LIBRO PRIMERO, CAP. VII. H7

tiro que está en la viña del Papa Iulio III; Apeles,

el retrato de Alejandro; Zeuxis, una tabla con las

uvas; Parraxio, con el velo fingido. A la mano iz

quierda estaban los más ilustres de nuestra edad:

Cimabue, Gioto, con el retrato del Dante Masacio,

Donatelo, Francisco Salviati y otros muchos. Al pié

de Micael Angel estaba el rio Arno, recostado sobre

su urna con figura doliente. Dispusose esta historia

á imitacion del Dante cuando fingió á Virgilio en

medio de todos los demás poetas, como más princi

pal, y dijo estos versos.

Tutti l'ammiran, tutti honor gli fano.

Todos le admiran, todos le hacen honra.

Era este cuadro de mano de Alejandro Allori, dis

cípulo del Broncino, y digno de tal maestro.

En el vacío de la capilla del Santísimo Sacramen

to, se veia en un cuadro de diez varas de alto toda

la escuela del arte, de mancebos de poca edad hasta

los veinte y cuatro años, que ofrecian las primicias

de sus estudios á Micael Angel, como á cosa sa

grada, así de pintura como de escultura y arquitec

tura. Y él los amaestraba cortésmente, mientras

con atencion le escuchaban ; con acciones y sem

blantes graciosos y varios. Leíanse estos versos lati

nos de Lucrecio.

Tu, pater es rerum inventor, tu patria nolis,

Suppeditas prcecepta, tuis rex inclite, chartis.

«Tu, padre ínclito, eres inventor de estas cosas,

«tú (para bien ejercitarlas) nos das á manos llenas

«paternales preceptos en tus escritos y debujos.«

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118 ARTE DE LA PINTUIU.

Este cuadro era de mano de Butista, discípulo del

Pontormo, no menos estudioso que modesto.

Caminando de este lugar á la puerta principal de

la iglesia , en el llano de una capilla (del tamaño

del pasado ) estaba pintado en otro cuadro el ex

traordinario favor que hizo el Papa Iulio III á la rara

virtud de Micael Angel (que referimos en su lugar)

cuando en su vista lo hizo sentar á su lado, para co

municarle sus intentos, mientras los Cardenales y

otros grandes personajes estaban á la redonda en pié.

Este hecho so veia con tan buena intencion y relievo

(que por ventura no fuera mejor de un muy ejercitado

maestro) de mano de Jacobo Zuqui, discípulo de

Jorge Vasari.

No muy distante sobre el mismo lado y el órga

no, habia Juan Estrada, flamenco, dentro en la pin

tura, hecho otro cuadro de doce varas de ancho y

de alto ocho, cuando Micael Angel en el tiempo del

cerco de su patria pasó á Venecia y le envió Andrea

Griti, gran Dux, y la Señoría, algunos gentiles hom

bres á visitarlo , y hacerle grandes ofrecimientos.

Mostraba esta historia gran juicio y arte en su dis

posicion.

Tornando pues al altar mayor, hacia la sacristía

nueva, en el primer cuadro, de grandeza correspon •

diente á los demás, en el vano de la primera ca

pilla, estaba de mano de Santi Tidi (joven de gran

ingenio y bien ejercitado) otro señalado favor hecho

á Micael Angel del Duque de Florencia (ya referido)

que hallándose en Roma tres años visitándolo Mi

cael Angel, se levantó en pié, por honrar aquella

reverenda vejez, queriendo que se sentase en su pro

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LIBRO PRIMERO, CAP. VII. 1 19

pia silla por oírlo con la atencion que un hijo á su

padre. Al pié del príncipe estaba un muchacho con

la corona ducal, y algunos soldados vestidos á lo

antiguo ; tocio conducido con mucha diligencia y

hermosa manera.

En otro cuadro de diez y ocho varas alto y veinte

y cuatro de ancho, frontero de la capilla del Sacra

mento, Bernardo Timante, muy favorecido del Du

que, habia con gallarda invencion figurado los rios

de las tres partes del mundo , venidos á lamentar

con el Arno el comun daño: el Nilo, el Ganjesy el

Pó. El primero estaba coronado de espigas, y tenia

junto á sí un cocodrilo; el segundo de piedras de

valor, y acompañado de un grifo ; el otro coronado

de ambar negro, y un cisne á su lado. Venian guia

dos de la fama que volaba en alto: estaba el Arno co

ronado de ciprés con el vaso levantado y un ramo

del mesmo árbol en la otra mano, y debajo de sí un

leon; y en un resplandor en el cielo un ángel pe

queño que subia, significando el alma del difunto,

con este verso lírico.

Vivens orbe peto laudíbns wtherea.

Viviendo en el mundo voy al cielo con alabanza.

A sus lados estaban dos figuras sobre dos basas

que tenian dos santos de la cortina, en que se veia

esta pintura. A mano derecha de los rios estaba Vul-

cano, con una hacha encendida en la mano y otra

figura debajo de los piés, que significaba el odio,

en acto furioso, y Un buitre por insignia con esta

letra:

Sitrgere quid properas odium crudele? jaceto. «Odio

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120 ARTE DE LA PINTURA.

«cruel, por qué das priesa á levantar? Vuelve á yacer

«en la tierra.«

De la otra parte estaba Aglaya, una de las tres

gracias, mujer de Vulcano, y por significar la pro

porcion, tenia en su mano un lirio (por ser flor á

propósito á ella y á la muerte), la figura que tenia á

lospiés, fingida por la desproporcion, tenia por in

signia una mona, y este verso.

Vivis et extintus docvit sic sternere lurpe.

Vivo y muerto enseñó á rendir así la fealdad.

Y debajo de las seis estaban estos versos.

Venimus Ame tito conjtxa en vulnere mtrsta

flumina, ut ereptum mundo ploremus honorem.

Venimos Amo, los tres rios, atravesados con tu herida

á llorar la honra que al mundo se le ha quitado.

Este cuadro por la invencion y doctos versos fué

juzgado por digno del favor del Duque. Porque el

artífice, no por comision sino libremente, habia hon

rado á Micael y á su patria.

Contamos en el capítulo pasado la fuga que hizo

de Roma Micael Angel, en tiempo del Papa Iulio II,

y cómo le envió la república de Florencia con título

de embajador y pareció ante Su Santidad en Bolo

nia, y lo que medió con un Obispo que le excusó

delante del Pontífice. Todo este caso se pintó en es

pacio de doce varas de ancho y ocho de alto, que

riendo salir por la puerta principal, cerca de la que

va fuera á la mano izquierda. Por mano de Tomás

de Sanfriano, con valiente manera y mucho relievo.

Sobre esta puerta de la epístola se pintó otro

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LIBRO TRIMERO, CAP. Vil. 121

cuadro de la mesma grandeza del pasado, de Esté-

fano Pieri , discípulo del Broncino , mancebo dili

gente y estudioso. Micael Angel sentado al lado del

Duque de Florencia, razonando; como sucedió mu

chas veces el tiempo que asistió en Roma, que es

cribimos en su lugar.

Además de todo lo referido , sobre los paños ne

gros, se veian muchas empresas y varios geroglí-

ficos, calaveras, y en particular un esqueleto ó

muerte, en pié, de perfecta composicion de líneas,

que habiendo arrojado la hoz en tierra, parecia que

se doliade ser forzada á hacer el presente daño; y

se excusaba con este mote :

Ccegit dura necesitas.

Forzó la fiera necesidad.

Tenia un mundo en la mano y un lirio que nacia

de él, con tres flores y quebrado el tronco. Inven

cion de Alejandro Allori. Habia otras muertes con

otros pensamientos: y entre ellas, una postrada en

tierra, y la eternidad con palma de victoria le ponia

el pié sobre el cuello, con accion de desden, como

dando á entender que no habia hecho nada, pues

mal grado suyo, la memoria de Micael Angel seria

perpétua. Y era este el mote:

Vicit indita virttis.

Venció la gloriosa virtud.

Esta era traza de Jorge Vasari, citado tantas ve

ces en este libro, á cuya inteligencia son deudores

todos los que profesan estas artes.

Por d 'cir algo de las empresas es de saber que

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122 ARTE DE LA PINTURA.

Micael Angel, viviendo usó por señal ó cifra tres

círculos unos dentro de otros, por sus tres profesio

nes, ligados entre sí. Y la Academia los dispuso en

tres coronas ó guirnaldas entretejidas, y con esta

letra tomada de Horacio:

Ter gemines tollit honorilus.

Con tresdobladas honras lo levantan.

El púlpito donde el Barqui hizo la oracion fune

ral ( que tambien se imprimió ) no tuvo adorno por

ser de bronce de historias de bajo rclievo del va

liente Donatelo: donde cualquier ornamento fuera

menos hermoso. Encima tenia un cuadro de ocho

varas de alto y cuatro de ancho , donde estaba pin

tada la fama con su trompa con la diestra mano y

el tiempo y la muerte en los piés. Hizo esto Vicente

Dante, valiente y gallardo ingenio.

Tal era el aparato de la iglesia de San Lorenzo,

para honrar las exequias. Callo la muchedumbre de

luces que así en el túmulo y en torno como en el

altar ardian, estando el templo lleno de innumera

ble gente de la ciudad, que cerradas las tiendas sin

cuidar de otra cosa, asistían á este suntuoso espec

táculo. Entraron en órden el lugarteniente de la

Academia, acompañado del capitan y alabarderos

de la guardia del duque, porque no fuera posible

entrar de otra manera. Los consules, los académi

cos, y ordenadamente todos los pintores y esculto

res y arquitectos de aquella ciudad, que entre el

túmulo y el altar mayor les esperaban sentados gran

copia de señores y caballeros, que segun el mérito

de cada uno le acomodaban junto á sí. Dióse prin

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LIBRO PRIMERO, CAP. VI!. 123

cipio á una solemnísima misa de difuntos, que can

tó el prior de San Lorenzo, con las más solemnes

ceremonias, música y voces que se pudo desear.

Acabada la misa, apareció el Barqui en el pulpito,

por orden del duque, y hizo.su elegante oracion,

refiriendo las alabanzas, los méritos, las obras y vir

tudes de Micael Angel, con que se dió remate á tan

ilustre pompa. No dejaré de contar que no pudién

dose hallar el duque en Florencia, por causas forzo

sas, una mañana visitó todas las partes donde se

prevenia el aparato, y vió menudamente las está-

tuas y pinturas y quién las hacia, animando á los

artífices, y mandando que no se descompusiese nada

hasta verlo despacio. Y lo mesmo hizo el príncipe

su hijo. Y vinieron despues y lo vieron todo puesto

por su orden muy de propósito, porque estuvo mu

chos dias armado. De suerte que no sólo lo gozó la

ciudad de Florencia, pues concurrieron de todas las

ciudades y lugares circunvecinos.

De todo lo cual se conoce el premio debido á la

rara virtud. Y porque he visto muchos versos latinos

y vulgares á este intento, por ahora me satisfago

con un soneto de una señora florentina de gentil es

píritu, cuyo argumento en nuestra lengua es este:

Soneto á la muerte de Micael Angel, de Laura Batiferra

de gli Ammannati.

Razon es ya que el mármol duro, helado,

que espíritu de tí recebió ardiente,

vierta lágrimas tristes, pura fuente

vuelto, de vida y honra despojado.

Razon es que el color vil ó preciado,

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124 ARTE DE LA PINTURA.

que á tanta forma ministró valiente,

persuadiendo verdad en lo aparente

sin valor muera en su primer estado.

Eazon es ya, que el alto ilustre templo

que adornaste con sacro y real decoro,

oscuro quede del dolor vecino,

Y que lloroso de Aganipe el coro

viva, pues no de hoy más (cual raro ejemplo)

versos te oirá cantar : Angel divino.

Antes de pasar adelante me parece responder á

dos cosas en que se pueda haber reparado de nues

tro discurso: una es si se encarece sobradamente lo

que hemos contado; otra ¿por qué una cosa de tan

ta grandeza como la escultura y pintura de esta fá

brica se encomendó á mancebos, debiendo emplear

se en ella los más ejercitados maestros? A lo prime

ro respondo que respecto de la gravedad y extension

con que el Vasari y otros escritores cuentan lo que

tengo referido, quedo muy corto, como podrá ver

quien tiene noticia de la lengua. A lo segundo digo,

que por huir la emulacion y conservar la union en

tre sí, tomaron este prudente acuerdo los más an

cianos, dejando la competencia á la edad juvenil,

no excusando por esto el ayudar y amaestrar á sus

discípulos, y por su mano sacar á luz sus con

ceptos.

Esto basta por ahora, y veamos si se acabaron los

favores y honras con Micael Angel. Bien es verdad

que llegar á lo que se ha dicho, no es posible. Pero

mucho hemos visto en nuestro tiempo, pues halla

mos seis pintores en Italia nobles y caballeros de

hábito: Micael Angel Caravacho (valiente imitador

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LIBRO PRIMERO, CAP. VII. 42a

del natural); Pablo Güidoto y Domingo Pasiñano,

Gasparo Celio, el Bailon y el Josefino, que los tu

vieron por merced de nuestro católico rey Felipe III;

el del caballero Josefino alcanzó la santidad de Cle

mente VIII de nuestra reina Margarita, cuando la

desposó en Ferrara con el duque de Sessa, en nom

bre de su majestad. De maese Pedro de Campaña, e0 su elogio,

ilustre pintor flamenco, se hizo tanta estimacion

que puso Bruselas, despues de muerto, su retrato en

las casas de cabildo de la ciudad por honra de su

nacion y patria. Pero ¿qué nos cansamos en ejem

plos de fuera teniéndolos en nuestra casa? El rey Ca

tólico D. Fernando el V, ocupado en guerras, no se Nol¡cu deiu.ru.,

olvidó de honrar á Rincon, natural de Guadalajara, lib' 3, rap' 5'

por ser pintor famoso, con darle un hábito de San

tiago. Tambien los reyes de Portugal han hecho lo

mesmo con algunos profesores de esta arte, y par

ticularmente D. Juan el III hizo merced á Cristóbal

Lopez del hábito de Avis, y á Cristóbal de Utrech

del de Cristo. La majestad augusta de Cárlos V (ya

dijimos lo que hizo con Ticiano), á Berruguete, pin

tor y escultor insigne, le dió la llave de su cámara.

Pues su invictísimo hijo Felipe II ¡cuánto honró á

todos los artífices de su tiempo! A Urbina, á Becer

ra, valientee spañol que tanta luz dió de la buena ma- ub. de Elogio de

ñera en España; al singular retratador que conoci- ilU!lrcs nioa"'

mos en nuestros días, á quien en sus cartas intitula

ba Ticiano : «al muy amado hijo Alonso Sanchez

Coello, excelentísimo pintor de la majestad católi

ca«. Este noble artífice, habiendo servido en Portu

gal al príncipe D. Juan y princesa doña Juana, her

mana de nuestro rey Felipo II, siendo viuda lo re-

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126 ARTE DE LA PINTURA.

comendó á Su Majestad, que lo honró con extraordi

narios favores en su corte de Madrid. Aposentólo en

unas casas principales junto á palacio, donde, te

niendo él solo la llave, por un tránsito secreto, con

ropa de levantar, solia muchas veces entrar en su

casa á deshora y asaltarlo comiendo con su familia,

y queriendo levantarse á hacerle la debida reveren

cia como á su rey, le mandaba que se estuviese que

do, y se entraba á entretener en su obrador. Otras

veces le cogia sentado pintando, y llegando por las

espaldas le ponia las manos sobre los hombros, y

viéndose Alonso Sanchez tan favorecido de Su Ma

jestad, y procurando con justo comedimiento poner

se en pié, le hacia sentar y proseguir su pintura.

Retratólo muchas veces, armado, á pié y á caballo,

de camino, con capa y gorra, y asimismo diez y

siete personas reales entre reinas, príncipes é infan

tes, que lo honraban y estimaban en tanto, que se

entraban á festejar y recrear en su casa con su mu

jer y hijos. No menos le honraron por fama los ma

yores príncipes del mundo; hasta los pontífices Gre

gorio XIII y Sixto V, el gran duque de Saboya, el

de Florencia, el cardenal Alejandro Farnesio, her-

mano(del duque de Parma. No faltó 'á su mesa ja

más un título ó principal caballero , porque siendo

tan favorecido de tan gran monarca , 'muchos se fa

vorecian de él. Fué su casa frecuentada de los ma

yores personajes de su tiempo: del cardenal Gran-

vela, del arzobispo de Toledo D. Gaspar de Quiroga,

de D. ¡Rodrigo de Castro arzobispo de Sevilla. Y lo

que más es del señor D. Juan de Austria y del Prín

cipe D. Cárlos, y de infinitos señores títulos y cm-

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LIBRO PRIMERO, CAP. VII. 127

bajadores: de tal manera, que muchos dias, los ca.

ballos , literas , coches y sillas , ocuparon dos gran

des patios de su casa, y siendo el pintor más lucido

de su tiempo , ganó más de cincuenta y cinco mil

ducados. . .

Pues nuestro Apeles Juan Fernandez de Navarre-

te, el Mudo, cuánto lo estimó el mismo rey, y á sus

excelentes obras y cuántas veces lo visitaba en su

oficina en el Escorial , notorio es á todos. Y como

una vez le mostrase la cena de Ticiano, traida para

el refectorio del convento, y por no cortarla (que

era más alta que el sitio) intentase que el Mudo hi

ciese una copia, él se ofreció por señas á copiarla en

seis meses ó dar la cabeza. Resolvió el Rey (por no

esperar) á cortar el lienzo, lo cual sintiendo el Mudo,

haciendo instancia, significaba á su majestad que

haria otra y que en remuneracion le honrase con su

hábito, haciendo la señal en su pecho. Y se tie

ne por cierto que lo alcanzara si viviera, por ser

tan calificado y tan insigne pintor. Así dijo Su Ma

jestad muchas veces que no habia sido conocido el

Mudo, viendo que los que venían á pintar al Esco

rial , no igualaban con los originales de su mano.

Honró tambien á Bartolomé Carducho, dándole dos- En n»

cientos ducados de renta, demás de sus gajes, sin

tiendo que era llamado, por su embajador, del rey

de Francia. A Peregrin de Bolonia, que fué el que

pintó el claustro y librería, le premió de manera que

llevó cincuenta mil ducados del Escorial, y una

plaza de senador de Milan para su hijo. Y aprecian

do la pintura del coro á Lúeas Cangiaso en ocho

mil ducados, le dió doce mil. A una señora llamada

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128 ARTE DE LA PINTURA.

Laviana Fontana, florentina, por un cuadro de una

media imágen con el niño dormido, le mandó dar

mil ducados. Antes de pasar de aquí haré memoria

de otras famosas mujeres pintoras italianas, como

Sofonisba (que retrató al príncipe D. Carlos, hijo de

variaiec. cap. n. Felipe II), Artemisa , que vive hoy en Roma (de

quien trajo el duque de Alcalá algunas pinturas); y

de la antigüedad hace mencion de otras Pedro Me-

• jía. Timareta, hija de Nicon (que pintó una famosa

tabla de Diana que se venera en Éfeso), Trene, Ca-

lipso, Calicicena, Olimpias y otras, y señaladamen-

Lib. 2, cap. 7. te Marcia, hija de Varron, que nombraremos ade

lante.

Pero (siguiendo lo comenzado) más me admira lo

que oigo á graves personas de un cuadro de Corre

gio, que está en Roma (de vara y cuarta de largo,

del desposorio de Santa Catalina mártir, de figuras

de medio cuerpo) en poder del cardenal Sforza, que

ofreciéndole por él D. Francisco de Castro (embaja

dor de España y virey de Sicilia) cuatro mil duca

dos, no los estimó en nada. El año l629 se trajo de

Osuna á esta ciudad un cuadro grande pintado so

bre tabla, de Nuestra Señora, el niño Jesus y San

Juan Bautista, de mano de Rafael de Urbino, que

presentó el duque de Florencia al de Osuna, siendo

no*. virey de Nápoles, que pagó por él D. Gaspar de

Monteser á la duquesa, mil y seiscientos ducados, y

hoy está en poder de D. Diego Mejía, marqués de

Leganés, en Madrid. Hace memoria de esta pintura

Jorge Vasari en la vida de Rafael.

Ultimamente, vemos á nuestro íntimo amigo Vi-

cencio Carducho, gentilhombre de Florencia, her

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LIBRO PRIMERO, CAP. VIII. 129

mano de Bartolomé Carducho, heredero de su opi

nion y honroso título de pintor de la Majestad de

Felipo III, estimado de tan gran monarca, y que

acabó la pintura de la casa del Pardo, cuya tasacion

he visto, que llega casi á veinte mil ducados.

Añado á esto (por relacion de mi yerno, de este

año l632) que estando el caballero Josefino descon

tento de su hábito por ser como los demás, lo mejo

ró con otro que con una cadena de oro y una espa

da le envió el rey de Francia; yo pienso que es de

San Miguel. Y Josepe de Ribera (que en Nápoles

acredita con famosas obras la nacion española) lo

trae de Cristo, por merced del Pontífice.

CAPITULO VIH.

DE OTROS FAMOSOS PINTORES DE ESTE TIEMPO, FAVORECIDOS

CON PARTICULARES HONRAS POR LA PINTURA.

No es ageno de este honorífico discurso lo más

cercano á nuestros días, sucedido á Diego de Rómu-

lo Cincinato, natural de Madrid, hijo de otro famoso

Rómulo, pintor del rey D. Felipo II. Pasó este lucido

mancebo á Roma, en servicio del Excelentísimo se

ñor don Fernando Enriquez de Rivera, tercero duque

de Alcalá (en la embajada extraordinaria que hizo á

dar la obediencia á la Santidad de Urbano VIII por

la Católica Majestad de Felipo IV, rey de España)

el cual, no hallando retrato propio de Su Santidad,

Page 137: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

ARTE DE LA PINTURA.

procuró que lo retratase su pintor: hízolo tau á sa

tisfaccion en tres veces que le dió lugar Su Santi

dad, que el papa lo estimó mucho. Y habiéndole

acabado uno entero sentado en su silla, con bufete

y otros varios adornos (que celebraron los duques

de Pastrana y Alcalá y los señores y pintores de

Roma) y queriendo el Santo Padre honrarle, le en

vió á su casa con un camarero suyo una cadena de

oro de mucho valor, con una medalla de su retrato

de medio relievo, con su reverso, y por hacerle ma

yor favor (como á hombre noble y honrado artífice),

le dió el hábito de Cristo de Portugal. Y cometió al

cardenal Trexo de Paniagua, español (que fué des

pues presidente de Castilla, y murió obispo de Má

laga) que se lo pusiese y le armase caballero, lo

cual hizo en presencia de su dueño el duque de Al

calá, y de toda su familia y amigos, en casa del

mismo cardenal, que le tuvo prevenida otra lucida

vuelta de cadena de oro, y pendiente de ella el há

bito. De donde con grande aplauso y gusto de to

dos le volvieron á su casa, en 14 de Diciembre

de 1625. ¡Oh breve gloria humana! Murió de ahí á

poco, y fué enterrado en la iglesia de San Lorenzo

de Roma, con las insignias de caballero de aquella

orden, y con la pompa debida á un gran sugeto.

Otro digno de memoria (aunque su elogio está á

cargo de los de su nacion, por ser del número de los

valientes pintores de ella) es Pedro Pablo Rubens,

natural de la famosa ciudad de Amberes, nacido en

mucha nobleza y abundancia. Su padre fué persona

de grandes partes, y Secretario de un gran Príncipe

de Flándes. Tuvo un hermano llamado Filipo Rube

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LIBRO PRIMERO, CAP. VIH. 131

niano, doctísimo en letras humanas, á quien por ex

celencia intitularon segundo Lidsio, cuyos libros

acreditan á faz sus estudios y murió Secretario de la

ciudad de Amberes. El Pedro Pablo Rubens, siendo

aventajado discípulo de Octavio Venio, valiente

pintor flamenco, pasó á Italia en su juventud, don

de estuvo más de doce años, y volviendo muy apro

vechado á su patria, labró unas grandiosas casas en

que hoy vive. Sus Altezas el Archiduque Alberto

y la Señora Infanta D." Isabel su mujer, le estima

ron siempre mucho, porque habiendo hecho, recien

venido, dos famosos retratos de los dos, sentados en

sus sillas, la Señora Infanta en presencia de su ma

rido le ciñó la espada, y puso al cuello una riquísi

ma cadena de oro, llamándole honra de su patria.

El Archiduque le sacó un hijo de pila que hoy vive,

y le pusieron por él, Alberto, y muchas veces le

venia á ver á sus casas cuando asistía en Amberes.

Hará algunos años que pasó de Flándes á París, á

donde enriqueció con bellísimas pinturas de su mano

todo el nuevo Palacio que labró la Reina madre.

Al Rey de Inglaterra y Emperador de Alemania t d Rey su hijo

hizo muchos y muy excelentes cuadros. Despues ^"^0X0?

habiendo venido á Francia el Duque de Boquingan

para tratar el casamiento del Rey de Inglaterra (de

quien era muy valido) con la hermana del de Fran

cia (que se efectuó el año 1625), comunicó muy es

trechamente con él (por su mucha capacidad y le

tras), discurriendo sobre las paces de Inglaterra y

España de parte de su Rey, de donde se originó su

venida á Madrid, por orden de su Alteza la Señora

lufanta D." Isabel, de quien (como se ha dicho) es

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132 ARTE DE LA PINTURA.

muy estimado, la cual le envió a llamar, y le des

pachó por la posta desde la córte de Bruselas á la

de España, donde llegó por el mes de Agosto de

1628. Trajo á la Majestad de nuestro católico Rey

Felipe IV ocho cuadros de diferentes cosas y tama

ños, que están colocados en el salon nuevo , entre

otras pinturas famosas. En los nueve meses, que

asistió en Madrid, sin faltar á los negocios de im

portancia á que venia, y estando indispuesto algu

nos dias de la gota, pintó muchas cosas, como ve-

rémos (tanta es su destreza y facilidad). Primera

mente retrató á los Reyes é Infantes de medios cuer

pos, para llevar á Flándes; hizo de Su Majestad

cinco retratos, y entre ellos uno á caballo con otras

figuras, muy valiente. Retrató á la Señora Infanta

de las Descalzas de más de medio cuerpo, é hizo de

ella copias : de personas particulares hizo cinco ó

seis retratos : copió todas las cosas de Ticiano que

tiene el Rey, que son los dos baños, la Europa, el

Adonis y Venus, la Venus y Cupido, el Adan y Eva

y otras cosas : y de retratos, el del Lansgrave, el del

Duque de Sajonia, el de Alba, el del Cobos, un Dux

Veneciano, y otros muchos cuadros fuera de los que

el Rey tiene: copió el retrato del Rey Felipe II en

tero y armado. Mudó algunas cosas en el cuadro de

la Adoracion de Reyes de su mano, que está en Pa

lacio: hizo para D. Diego Megía (grande aficionado

suyo) una imágen de Concepcion de dos varas; y á

D. Jaime de Cárdenas, hermano del Duque de Ma-

queda, un San Juan Evangelista, del tamaño del

natural. Parece cosa increíble haber pintado tanto

en tan poco tiempo, y en tantas ocupaciones. Con

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LIBRO PRIMERO, CAP. VIII. 133

pintores comunicó poco, sólo con mi yerno (con

quien se habia antes por cartas correspondido) hizo

amistad, y favoreció mucho sus obras por su mo

destia, y fueron juntos á ver el Escorial.

Finalmente, todo el tiempo que estuvo en la córte,

su Majestad y Ministros mayores, hicieron mucha

estimacion de su persona y talento. Y Su Majestad

le hizo merced de un oficio de Secretario del Con

sejo privado en la córte de Bruselas, por toda su

vida, y de la futura sucesion del para su hijo Alberto,

que vale mil ducados cada año.

Acabados los negocios cuando se despidió de su

Majestad, le dió el Conde Duque de parte del Rey,

una sortija que valia dos mil ducados. Partió por la

posta á 26 de Abril del año siguiente de 1629, y fué

derecho á Bruselas á verse con la Señora Infanta; y

de allí á Inglaterra, donde acabadas las paces el

Rey Cárlos I, honrando su persona y conocida no

bleza, estimando su diligencia, su talento y letras

y eminencia en la pintura, le armó tercera vez ca

ballero, y vuelto á Amberes siendo de cincuenta

años, poco más ó menos, y con cien mil ducados de

hacienda casó segunda vez el año pasado de 1630.

Bien se ve por este discurso tan honorífico como

(á lo que pude alcanzar) verdadero, que sobre to

dos los talentos de este insigne pintor , quien le

engrandece, quien le acredita, quien inclina á.los

Reyes y grandes Príncipes á levantar á porfía tan

ilustre sugeto, es la grandeza, hermosura y caudal

de su ingenio, que resplandece en sus pinturas, y

quien le da la mano y le enriquece, es la suya pro

pia, merecedora justamente de tanta honra.

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134 ARTE DE LA PINTURA.

2. Diego de Silva Velazquez mi yerno, ocupa (con

razon) el tercer lugar, á quien despues de cinco años

de educacion y enseñanza casé con mi hija, movido

de su virtud, limpieza y buenas partes, y de las es

peranzas de su natural y grande ingenio. Y porque

es mayor la honra de maestro que la de suegro, ha

sido justo estorbar el atrevimiento de alguno que se

quiera atribuir esta gloria, quitándome la corona de

mis postreros años. No tengo por mengua aventa

jase el discípulo al maestro (habiendo dicho la ver-

Hath. cap. 10. dad que no es mayor), ni perdió Leonardo de Vinci

en tener á Rafael por discípulo, ni Jorge de Castel-

franco á Ticiano, ni Platon á Aristóteles, pues no le

quitó el nombre de Divino. Esto se escribe no tanto

por alabar el sugeto presente (que tendrá otro lu-

En su elogio, gar), cuanto por la grandeza del arte de la pintura,

y mucho más por reconocimiento y reverencia á

la Católica Majestad de nuestro gran Monarca Fe

lipe IV, á quien el cielo guarde infinitos años; pues

de su mano liberal ha recibido y recibe tantos fa

vores.

Deseoso pues de ver el Escorial, partió de Sevilla

á Madrid por el mes de Abril del año de l622. Fué

muy agasajado de los dos hermanos D. Luis y

D. Melchor del Alcázar, y en particular de D. Juan

de Fonseca, sumiller de cortina de Su Majestad

(aficionado á su pintura). Hizo á instancia mia un

retrato de D. Luis de Góngora, que fué muy cele

brado en Madrid, y por entonces no hubo lugar de

retratarlos Eeyes, aunque se procuró. El de l623 fué

llamado del mismo D. Juan (por orden del Conde

Duque); hospedóse en su casa, donde fué regalado

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IIBRO PRIMERO, CAP. VIII. 133

y servido, é hizo su retrato. Llevólo á Palacio aque

lla noche un hijo del Conde de Peñaranda, camarero

del Infante Cardenal, y en una hora lo vieron todos

los del Palacio, los Infantes y el Rey, que fué la

mayor calificacion que tuvo. Ordenóse que retratase

al Infante, pero pareció más conveniente hacer el

de Su Majestad primero, aunque no pudo ser tan

presto por grandes ocupaciones: en efecto se hizo

en 30 de Agosto de l623, á gusto de Su Majestad,

de los Infantes y del Conde Duque, que afirmó no

haher retratado al Rey hasta entonces; y lo mismo

sintieron todos los señores que lo vieron. Hizo tam

bien un bosquejo del Príncipe de Gales, que le dió

cien escudos.

Hablóle la primera vez su excelencia el Conde

Duque, alentándole á la honra de la patria, y pro

metiéndole que él sólo habia de retratar á Su Majes

tad y los demás retratos se mandarían recoger. Man

dóle llevar su casa á Madrid, y despachó su título,

último dia de Octubre de l623, con veinte ducados

de salario al mes y sus obras pagadas, y con esto,

médico y botica: otra vez por mandado de Su Ma

jestad, y estando enfermo, envió el Conde Duque el

mismo médico del Rey para que lo visitase. Despues

de esto habiendo acabado el retrato de Su Majes

tad á caballo, imitado todo del natural hasta el

país, con su licencia y gusto se puso en la calle

Mayor enfrente de San Felipe , con admiracion de

toda la córte y envidia de los del arte, de que soy

testigo. Hiciéronle muy gallardos versos, algunos

acompañarán á este discurso. Mandóle dar Su Ma

jestad trescientos ducados de ayuda de costa y una

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136 ARTE DE LA PINTCRA.

pension de otros trescientos, en que pau obtenerla

dispensó la Santidad de Urbano VIII, año de l626.

Siguióse la merced de casa de aposento que vale

doscientos ducados cada año.'

Ultimamente hizo un lienzo grande eon el retrato

del Rey Felipe III, y la no esperada expulsion de

los moriscos, en oposicion de tres pintores del Rey,

y habiéndose aventajado, á todos, por parecer de las

personas que nombró Su Majestad (que fuéron el

Marqués Juan Bautista Crecencio, del hábito de

Santiago, y fray Juan Bautista Maino, del hábito de

Santo Domingo, ambos de gran conocimiento en la

pintura) le hizo merced de un oficio muy honroso en

Palacio; de ugie'r de cámara con sus gajes: y no sa

tisfecho de esto le'añadió la racion que se da á los

de la cámara, que son doce reales todos los dias para

su plato, y otras muchas ayudas de costa. Y en cum

plimiento del gran deseo que tenia de ver á Italia,

y de las grandiosas cosas que en ella hay, habién

doselo prometido varias veces, cumpliendo su real

palabra y animándole mucho le dió licencia, y para

su viaje cuatrocientos ducados en plata, haciéndole

pagar dos años de su salario. Y despidiéndose del

Conde Duque le dió otros doscientos ducados en oro

y una medalla con el retrato del Rey y muchas car

tas de favor.

Partió de Madrid, por orden de Su Majestad, con el

Marqués de Espinola, embarcóse en Barcelona dia

de San Lorenzo del año l629; fué á parar á Venecia

y á posar en casa del Embajador de España, que lo

honró mucho, y le sentaba á su mesa, y por las

guerras que habia, cuando salia á ver la ciudad, en

Page 144: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO PRIMERO, CAP. VIII. 137

viaba sus criados con él que guardasen su persona.

Despues, dejando aquella inquietud, viniendo de

Venecia á Roma pasó por la ciudad de Ferrara don

de á la sazon estaba, por orden del Papa, gober

nando el Cardenal Saquete, que fué Nuncio en Es

paña, á quien fué á dar unas cartas y besar la mano,

dejando de dar otras á otro Cardenal. Recibióle muy

bien, y hizo grande instancia en que los dias que

allí estuviese habia de ser en su palacio y comer

con él: él se excusó modestamente con que no comia

á las horas ordinarias, mas con todo esto si su Ilus-

trísima era sentido obedecería y mudaría de costum

bre. Visto esto mandó á un gentil hombre español

de los que le asistían, que tuviese mucho cuidado

dél, y le hiciese aderezar aposento para él y su

criado y le regalasen con los mesmos platos que se

hacian para su mesa, y que le enseñasen las cosas

más particulares de la ciudad. Estuvo allí dos dias,

y la noche última que se fué á despedir dél, le tuvo

más de tres horas sentado tratando de diferentes

cosas, y mandó al que cuidaba dél , que previniese

caballos para el siguiente dia y le acompañase diez

y seis millas, hasta un lugar llamado Ciento, donde

estuvo poco, pero muy regalado, y despidiendo la

guia siguió el camino de Roma, por Nuestra Señora

de Loreto y Bolonia, donde no paró ni á dar cartas

al Cardenal Ludovico ni al Cardenal Espada que es

taban allí.

Llegó á Roma donde estuvo un año muy favore

cido del Cardenal Barberino, sobrino del Pontífice,

por cuya orden se hospedaron en el Palacio Vati

cano. Diéronle las llaves de algunas piezas, la prin

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138 ARTE DE LA PINTURA.

cipal de ellas estaba pintada á fresco , todo lo alto

sobre las colgaduras, de historias de la Sagrada Es

critura de mano de Federico Zúcaro, y entre ellas

la de Moisés delante de Faraon, que anda cortada de

Cornelio. Dejó aquella estancia por estar muy atras

mano y por no estar tan . solo, contentándose con

que le diesen lugar las guardas para entrar cuando

quisiese á debujar el juicio de Micael Angel, ó de

las cosas de Rafael de Urbino, sin ninguna dificul

tad, y asistió allí muchos dias con grande aprove

chamiento. Despues viendo el Palacio ó Viña de los

Médicis que está en la Trinidad del Monte, y pare-

ciéndole el sitio á propósito para estudiar y pasar

allí el verano, por ser la parte más alta y más airo -

sa de Roma, y haber allí excelentísimas estátuas

antiguas de que contrahacer, pidió al conde de Mon-

terey, Embajador de España, negociase con el de Flo

rencia le diesen allí lugar, y aunque fué menester

escribir al mesmo Duque, le facilitó esto, y estuvo

allí más de dos meses, hasta que unas tercianas le

forzaron á bajarse cerca de la casa del Conde, el

cual en los dias que estuvo indispuesto le hizo gran

des favores, enviándole su médico y medicinas por

su cuenta, y mandando se le aderezase todo lo que

quisiese en su casa, fuera de muchos regalos de dul

ces, y frecuentes recuerdos de su parte. -

Entre los demás estudios hizo en Roma un famoso

retrato suyo, que yo tengo, para admiracion de los

bien entendidos y honra del arte. Determinóse de

volver á España, por la mucha falta que hacia, y á

la vuelta de Roma paró en Nápoles, donde pintó un

lindo retrato de la Reina de Hungría, pava traerlo á

Page 146: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO PRIMERO, CAP. VIII. 139

Su Majestad. Volvió á Madrid después de año y me

dio de ausencia y llegó al principio del de l63l. Fué

muy bien recibido del Conde Duque, mandóle fuese

luego á besar la mano á Su Majestad, agradecién

dole mucho no haberse dejado retratar de otro pin

tor, y aguardándole para retratar al Príncipe, lo

cual hizo puntualmente, y Su Majestad se holgó

mucho con su venida. No es creíble la liberalidad

y agrado con que es tratado de un tan gran' Mo

narca. Tener obrador en su galería y Su Majestad

llave dél, y silla para verle pintar despacio, casi to

dos los dias. Pero lo que excede todo encarecimiento

es, que cuando le retrató á caballo, le tuviese tres

horas de una vez sentado , suspendido tanto brío y

tanta grandeza. Y no parando el pecho real en tan

tas mercedes, en siete años ha dado á su padre tres

oficios de Secretario en esta ciudad, que cada uno

le ha valido mil ducados cada año; y á él, en menos

de dos, el de guarda ropa y de ayuda de cámara en

este de l638, honrándolo con su llave , cosa que de

sean muchos caballeros de hábito. Y mediante el

cuidado y puntualidad con que procura aventajarse

cada dia en servir á Su Majestad, esperamos el au

mento y las mejoras en el arte por quien lo ha me

recido, y los favores y premios debidos á su buen

ingenio, el cual empleado en otra facultad sin duda

alguna no llegara á la altura en que hoy se halla:

y yo, á quien cabe tanta parte de su felicidad, doy

fin á este capítulo con los versos siguientes:

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140 ARTE BE LA P1NTIRA.

Elogio al retrato del Rey nuestro Señor a caballo que

pintó Diego de Silva Yelazquez, pintor de Su Majestad.

De don Jerónimo González de Villanueva, florido

ingenio sevillano.

A tu semblante inclinan soberano

¡oh! gran señor, de la cristiana gente!

(cuando en fuerte bridon de acero armado

feliz te imita el que tu nombre adora):

el persa fiero la indomada frente,

la diestra amenazante el otomano.

Ya nueva luz de amaneciente aurora,

ya César español como africano,

la quinta esfera de tus rayos dora.

Tiemblen tu acero fuerte

invidia, tiempo y muerte;

y hoy que al trono difícil de la fama

vuelas seguro sin temor de olvido,

tu rostro esclarecido

benigno inclina á la triunfante España;

fiel ya deudora del afecto pio .

con que levantas su postrado brio,

con que feneces tanta heroica hazaña.

Por cuanto Tétis baña,

Febo ilumina', y la triunfante luna,

suene tu nombre, y la real espada

con ira noble y con belleza airada,

' arbitra de la muerte y de la vida,

de el polo ardiente hasta laCithia helada

ostente de tu enseña conducida .

la feroz gente, y con valor profundo,

pues no primero, Macedon segundo,

vibra el acero que al primer ensayo

de Elegra imita el fulminante rayo,

que te avasalla al uno y otro mundo.

Huya el rebelde que negó obstinado

al blando yugo de la Fe suave

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i.inno PRIMERO, CAP. VIII.

el yerto cuello, que ya el peso grave

rinde de opresion dura,

con vida y libertad tan mal segura,

que apenas mire por la iniesta lanza

término entre la ofensa y la venganza.

Huya el que de rigor y envidia armado

vanamente fiado

en la distancia de tu imperio augusto,

conservar osa con aliento injusto

la fuerte plaza cuyo fuerte muro

pisa tan mal seguro,

que honrando tus católicos pendones,

dando á la vida por la infamia el paso,

obra el temor en el difícil caso

lo que desacordada empresa fuera

de Xerxes á las hórridas naciones.

Que mucho, si con alta providencia

por los índicos mares no domados

y llega por la tierra más oculta

la roja cruz de tu estandarte ufano ;

y donde tu corona dificulta

la esperanza á los ciegos y obstinados,

que tu solio amenazan castellano.

Y en circo bello en que mintió algun dia

primaveras la gala y valentía,

(donde premiaba amor con aspereza

amorosos alientos de belleza,

del que manchando con marcial decoro

el limpio fresno en el sangriento toro

inmortalmente sin morir moria).

Ya con fingidas veras el acento

de la trompa animada con el viento

á sacudir la paz infructuosa

los ánimos enciende, accion gloriosa

de el Atlante señor en quien se inclina,

(merced quizá divina)

de tu gloria el humano Armamento.

A cuya duracion así dispensa

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ARTE DE LA PINTUBA.

que en este hecho acreditar procura

no sin admiracion de la ventura

que ya señor te sobra la defensa;

que ya te espera con devota planta

la opresa ciudad santa,

que vió violadas las purpúreas rosas

del sol divino, que con pecho fuerte

quiso morir para vencer la muerte.

Pica el caballo que el dorado freno

tascar parece que oprimida gime

del grave peso la pintada selva,

y que él, de orgullo y de arrogancia lleno,

el rostro al cielo ó á la tierra vuelva,

que perdona tal vez si el viento oprime

bruto no irracional, tan obediente

los afectos te cuente,

que la rienda fiada al albedrío

haga con nuevo empleo

freno la voluntad, rienda el deseo;

y Bucéfalo ya más venturoso,

signo del sol hermoso,

ó Pirois ó Flegon con presto vuelo

por sendas de oro y círculos de cielo,

de Filipo el gran nombre repetido

sea el flamante carro suspendido.

No forzada verdad al dulce engaño

de los ojos, te miro,

copia feliz de Numa ó de Trajano;

pues cuando de tus ojos me retiro

y busco en el trasunto el desengaño,

á ti te adoro y tu retrato admiro.

Gentílica opinion juzgar pudiera

tu copia verdadera,

si al lienzo lo que al ave, al pez, al bruto

filósofo discurso concediera;

y prevenido al hecho si no astuto

al artífice viera en dulce calma

pasar al lino desde el cuerpo la alma.

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LIBRO PRIMERO, CAP. VIII. 143

Pero á Deidad camina

lisonja, tan divina:

que sin partir la union que viva eterna,

cuanto al respeto la lealtad le mueve,

alma espira el pincel, alma le debe

la línea más sutil que le gobierna.

Muévese el sauce, y las olientes flores,

con parleros olores,

y con trinos las aves

publican lo que sabes,

eternizar tu nombre,

Velazquez, que á tu mano

debe el afecto humano

crédito más que de hombre.

A DIEGO DE SILVA VELAZQUEZ,

pintor de nuestro católico Rey Felipe IV, habiendo

pintado su retrato á caballo, le ofreció su suegro

Francisco Pacheco, estando en Madrid, este

SONETO.

Vuela, oh joven valiente, en la ventura

de tu raro principio, la privanza

honre la posesion, no la esperanza,

del lugar que alcanzaste en la pintura.

Anímete la augusta, alta figura

de el Monarca mayor que el orbe alcanza,

en cuyo aspecto teme la mudanza

aquel que tanta luz mirar procura.

Al calor de este sol templa tu vuelo,

y verás cuánto extiende tu memoria

la fama, por tu ingenio y tus pinceles.

Que el planeta benigno á tanto cielo,

tu nombre ilustrará con nueva gloria,

pues es más que Alejandro y tu su Apele3.

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ARTE DE LA PINTURA.

CAPITULO IX.

SANTOS QUE EJEHCITAHON LA PINTURA, Y DE ALGUNOS EFECTOS

MARAVILLOSOS PROCEDIDOS DE ELLA.

Estas honras y favores (que hasta aquí habemos

contado) no las alcanzan los ordinarios pintores,

aunque sean ricos, por ser premios debidos á los es

tudios, de que ellos voluntariamente se privaron; si

bien vemos que se amparan á la sombra de esta

arte. A cuyos profesores (como se ha visto) no sólo

honraron los nobles, los príncipes y reyes, pero lo

que es más, se honraron ellos de profesalla, ejerci

tándola por sus manos y prefiriéndolas á otras artes

liberales, como veremos, comenzando de la anti

güedad.

Porque acerca de los griegos fué esta arte muy

estimada y de la misma suerte de los latinos, pues

á los Fabios, linaje ilustrísimo, el primero de ellos

les dejó por herencia este renombre de pintores, que

fué llamado Quinto Fabio patricio ; que siendo gran

jurisconsulto y gran historiador, quiso antes llamar

se Fabio pintor. Y así puso su nombre en el templo

de la Salud, que pintó en Roma cuarenta y cinco

años despues de edificada. La cual pintura pereció

quemándose el templo en el principado de Claudio.

Fué en aquel tiempo tambien Turpilio, caballero ro

mano de la region de Venecia, que hizo en Vero

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I.1BI10 PRIMERO, CAP. IX. 1ÍS

na muchas y muy ilustres obras: pintaba con la

mano izquierda, aplicándose más á cosas pequeñas,

y murió de venerable y luenga edad. Fué pintor

Atherio Labeon, pretor y procónsul de la provincia

de Narbona. Lucio Manilio, ciudadano de Roma, y Leon Albert.

Pacuvio, poeta, hijo de una hermana del famoso lib' 2 de ta pinl'

Enio, cuya celebrada pintura enriqueció el templo

de Hércules. Fuéron pintores otros muchos excelen

tes poetas, oradores y filósofos, como Sócrates, Pla

ton, Eschines, Pirro, Eurípides, Demóstenes. Y asi

mismo es celebrada entre los escritores Marcia, hija

de Varron, por la excelencia de su pintura; Amulio, Pi¡n., i¡t,. 36,

ilustre y grave pintor, que las pocas horas del dia cap' 10'

que pintaba era siempre con toga: sus obras no fué

ron muchas, empero muy estimadas, pues se colo

caron en la casa Aurea con gran veneracion.

Y pasando adelante Plinio, dice, que habiendo pim., m,. 33,

vencido Lucio Paulo á Persseo, pidió á los atenien- cap' 11 '

ses le enviasen el más docto filósofo para enseñar

la juventud, y un famoso pintor para adornar su

triunfo; y le enviaron á Metrodoro, pintor y filósofo

de gran autoridad en la una y otra disciplina. Tam

bien Paulo Emilio y otros ciudadanos romanos lii- '

cieron enseñar á sus hijos á pintar. Pero lo que es

más, Quinto Pedio, nieto de Quinto Pedio, varon

consular y triunfal, co-heredero dado por Julio Cé

sar al emperador Octaviano Augusto su sobrino, por

ser mudo, con parecer de Mesala orador, aprendió

el arte de la pintura, pero murió de poca edad, aun

que con grandes esperanzas, ¿De dónde procedió

esto sino de ser esta arte noble y real? Que por serlo

la ejercitaron muchos reyes y emperadores, como suet. en Neron.

10

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1 46 ARTE DE LA PINTURA.

Neron, de quien dice Suetonio qüe tuvo en la pin

tura no mediano estudio. Elio Adriano, Marco An

tonio el filósofo que tuvo por maestro á Diógenes,

pintor insigne, Valentiniano, Alejandro Severo, dis

cípulo tambien de Ulpiano, jurisconsulto, y última-

Sigisb. , en su eró- mente, el emperador Constantino Octavio, que des-

■ ' ' pojado del imperio en el año 918 se sustentó con el

ejercicio noble de esta arte.

Y porque de la antigüedad se ha hablado asaz,

digamos de algunos modernos que nos ocurrieren á

Diálogo del Dolce. la memoria de los muchos de quien se tiene noticia,

que principalmente se deleitaron en el debujo. Flo-

Paoio Lonaio, reció en Italia monseñor Bárbaro, patriarca de Aqui-

bb. í.cap. i. jeya. el cloct0 Francisco María Morsino, gentilhom

bre veneciano; el magnífico Alejandro Contarino;

Tomás del Caballero y D. Julio Clovio, único en la

iluminacion, ambos íntimos amigos de Micael An

gel (como habemos ya dicho). Francisco I, rey de

Francia, muchas veces se entretenía en dibujar y

pintar. Y lo mesmo han hecho otros príncipes, y

entre ellos Cárlos Emmanuel, duque de Saboya, el

cual, así en esta como en otras artes liberales, imitó

felicemente al rey Francisco, su abuelo materno.

No menos en España muchos nobles caballeros y

señores se han preciado de este honroso y entrete

nido ejercicio. Uno de estos fué Juan Perez Florian,

del hábito de Cristo, secretario de D. Cristóbal de

Mora, y de la Cámara del rey D. Felipo II. D. Ge

rónimo de Ayanza, tan conocido por su ingenio y '

buenas partes; D. Gerónimo Muñoz, digno de mayor

elogio por el lugar que tiene en lo especulativo y

práctico de esta profesion; uno con hábito de Alcán-

.

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LintlO PRIMERO, CAP. IX. H'l

tara y otro con hábito de Santiago. Y D. Juan de

Fonseca y Figueroa, hermano del marqués de Ore-

llana, maestre escuela y canónigo de Sevilla, y des

pues sumiller de cortina del rey Filipo IV, que con

la agudeza de su ingenio y mucha erudicion, no

tuvo en poco el ejercicio noble de la pintura.

Pues en nuestra felice patria he conocido muchos

caballeros y hombres principales, de aventajado lu

gar en el debujo, entre los cuales se debe contar

D. Francisco Duarte, presidente quafué de la con

tratacion, y su hermana D.« Mariana (eminentísi

ma en la parte del escribir), de quien yo he visto

maravillosos diseños de pluma. Diego Vidal, á

quien pudiéramos poner con los pintores santos, y

su sobrino del mesmo nombre, ambos racioneros de

esta santa iglesia. Y D. Esteban Hurtado de Men

doza, del hábito de Santiago, en sus tiqrnos años,

estando su padre por Asistente de esta ciudad, dió

raras muestras de su ingenio en esta facultad. El

marqués del Aula y nuestro duque de Alcalá, virey

de Barcelona, que ha juntado al ejercicio de las le

tras y armas el de la pintura, como cosa digna de

tan gran príncipe. Pues D. Juan de Jáuregui noto

rio es á todos que con virtuosa emulacion ha gran

jeado aventajado lugar y nombre entre los mesmos

que profesan esta arte, de cuyo elevado espíritu con

razon se deben esperar siempre ilustres demostra

ciones. Pero la más aventajada grandeza de esta

profesion es (á mi ver) que nuestro Felipo II y III

(como es opinion de muchos) no carecieron de esta

gloria y ejercicio del debujo. Y de nuestro gran

monarca, cuarto de este nombre (siendo príncipe),

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148 . ARTE DE LA PINTURA.

tengo un San Juan Bautista mancebo en el desierto,

abrazado con el cordero, de muy gallarda y diestra

pluma, que envió á Sevilla su gran valido el Conde-

Duque el año de 1619, á cuyo diseño hizo D. Juan

de Espinosa una silva digna de su gran juicio y de

la gravedad del sujeto, que me pareció cosa justa

comunicarla á los aficionados á estas letras. Dice

de esta manera :

Esta es la imagen del mayor profeta

que imagen fué de Dios la mas perfeta;

de la arte aquí ningun favor desea:

dióle Filipo su divina idea.

Filipo, alta promesa de los hados,

y glorias de Occidente ,

por las vivas señales

con que previene hazañas inmortales,

y culto de los héroes consagrados,

no adulacion presente

del pincel raro y del ingenio ardiente.

Pero pues el decoro

de divino sujeto,

en bronce no consiste ó tabla de oro,

es justo que el objeto

tengamos en la parte

que augusta ofrece y venerable la arte.

Si decirlo presumo

¿qué sera lo primero, y qué lo sumo?

¿Serán líneas valientes

con suavidad unidas y obedientes

á los precetos de la docta Grecia?

¿O espíritu elevado

al origen de formas naturales,

y ardor que agena imitacion desprecia?

¿O iiguras iguales á lo mesmo imitado

con pertinaz engaño del sentido?

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LIBRO PRIMERO, CAP. IX.

Arido está el desierto, y no vestido

de alegre pompa y grata diferencia;

un tronco añoso lo acompaña apenas;

pero ¿cuándo buscó la penitencia

soledades amenas?

Horrores santos el lugar espira

adonde se retira

la negacion del siglo y la abstinencia;

el ánimo consiente

el anuncio severo,

índice del supremo sacrificio,

que alegre está y propicio ;

y expresas dulcemente

relevan del cordero

las ondas breves del candor primero.

Pero cuando él intente

¡oh claro imitador de tus pasados!

á figurar llegó de los sagrados

miembros la proporcion y el movimiento;

en términos mayores

llegaron á milagros los primores.

No que imite tu mano

trabajos fabulosos del Tebano,

ni á espectáculos bárbaros nos llame

y ciegas luchas de la arena infame;

sino al piadoso ejemplo

de macerada juventud, que arguye

rigor de eterna ley al apetito ;

y cuando la contemplo

el alma la obedece, aunque rehuye

la carne infecta del primer delito.

No más mi ruda musa; otra prosiga

que dignos versos y eruditos diga.

Sólo diré admirado

que no sólo tendrás el principado

en las ilustres obras de pintura,

sino en cuantas coloca peregrinas

soberbia la escultura:

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150 ARTE DE LA PINTIIU.

y oprimen hoy de Italia las ruinas.

Permite, oh César, que el afecto hispano

(bien que sublimes alabanzas fundas

de acciones liberales y fecundas)

te celebre, y de glorias enmudezca

que el aplauso perdones;

para que del monarca soberano

tu invicto padre, en ínclitas acciones

la majestad heroica resplandezca ;

hasta que un áureo siglo te merezca

para animar la laxitud de Hesperia,

y oiga el Jordan tu nombre entre el ruido

de trompas y de clásicos marciales,

que^te den de asiático apellido,

y tú des á las musas naturales

de lograda esperanza alta memoria.

Y pues habernos visto la animacion y respeto que

han tenido los poderosos del mundo, á las obras de

los famosos artífices, y cuántos de ellos se han ejer

citado en la pintura, en todas edades, veamos ahora

Apoc. j otros príncipes y reyes (pues así los llama la Sa-

' grada Escritura) que levantarán de punto este dis

curso: que son los amigos de Dios y Santos. Con

que se califica por todas partes la nobleza de esta

arte, y se aumenta nuestra oracion.

Pero no es mi intento hacer catálogo aquí de in

finito número de religiosos, de todas las órdenes

que han sido, y algunos aventajados, como fray

Vicente de Santo Domingo, de la orden de San Je

rónimo, que fué maestro del Mudo. Ni de fray An

drés de Leon; ni fray Julián su discípulo, excelen

tes iluminadores de la misma orden. Ni de fray

Diego del Salto, no inferior á ellos en la ilumina

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LIBRO PRIMERO, CAP. IX. ' 131

cion, fraile de San Agustín y natural de esta ciu

dad; y fray Pedro de Montoya, tambien agustino.

Y de la Orden de la cartuja D. Francisco Galeas,

que fué prior de Sevilla; y el P. Juan Sanchez, fraile

lego que en Granada ha hecho en su convento obras

famosas, con la imitacion de lo natural. Y el vene

rable monje de la mesma religion D. Luis Pascual

Catalan, que ha enriquecido esta casa de Sevilla

con historias dignas de su caudal. Ni de Adriano,

donado de los descalzos carmelitas, valiente pintor

que vivió y murió en Córdoba. Ni de fray Juan Bau

tista Maino, pintor famoso de la orden de predica

dores que enseñó á debujar (siendo príncipe) á nues

tro católico Rey Felipe IV. Ni de otros muchos que

por ventura tendrán adelante lugar. Antes pondre

mos los que pone el cardenal Palerto en su libro lu,. lcaP. 3.

de las imágenes, mezclando otros algunos.

^e un pintor romano llamado Pedro Cavallino,

discípulo de Gioto, se escribe, que además de la ex- Jorge Vasari prim

celencia de la arte que comenzó á ilustrarse en su Parle'

tiempo, fué devotísimo y amicísimo de los pobres,

y creciendo en la edad madura se dió tanto á la vir

tud, haciendo vida muy ejemplar, que fué tenido en

opinion de santo. Hizo de su mano el devoto cruci

fijo que hoy se ve en la iglesia de San Pablo fuera

de Roma. El cual habló á Santa Brígida cerca del

año l370. Y pintó otras santas imágenes y una de

la Santísima Virgen, famosísima en todo Italia, por

quien Dios ha hecho infinitos milagros.

' De Alberto Durero, pintor y geómetra clarísimo Al principio del

en Germania (de quien se hace mencion en muchas 1H>' d!, simelrIa Is

v 1 Toscan .

partes de esta obra) cuenta su vida que con tan ar-

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152 ARTE DE LA PINTURA.

diente ánimo procuró la honestidad de la vida, y la

alteza de las virtuosas costumbres , que toda ella vi

vió libre de reprension. Y tuvo tanta suavidad y gra

cia en las palabras, que los que lo oian no quisieran

ver el fin de su plática, y en la severidad y gravedad

de anciano no fué molesto, porque no despreció lo

que pertenece á la suavidad y alegría. Con su he

roica virtud ganó el favor de los príncipes y reyes,

particularmente del Emperador Maximiliano y de su

nieto Cárlos V. Fué diligentísimo en guardar la

piedad y vergüenza, como pintor católico, y santo;

careciendo sus obras de toda licencia y descompos

tura; mostrando en todas la castidad y pureza de su

ánimo. Hizo muchas historias de la vida y pasion de

Cristo y de su Santísima Madre; de quien debujó y

talló excelentes imágenes, cubriendo siempre con

lo largo de la ropa sus sagrados piés. Con razon se

tiene su derecha mano en veneracion en su patria,

por sus insignes obras y bienaventurada vida:

En su elogio. Nuestro Luis de Vargas, hijo ilustre de esta ciu

dad y raro ejemplo de pintores cristianos, despues

de haber gastado en Italia veinte y ocho años en

sus estudios, los que vivió en Sevilla, manifestaron

su rara virtud. Confesaba y comulgaba á menudo,

era humildísimo y sufrido con sus émulos , hurtá

base algunos ratos del dia á sus forzadas ocupacio

nes, y en su estudio, á puerta cerrada, tendido en

un ataud , con la profunda consideracion de su

muerte, componia su vida. Fué devotísimo del santo

nombre de Jesus, por lo cual le sucedieron cosas

milagrosas: halláronse á su muerte asperísimos ci

licios y disciplinas ; la fama de su virtud obligó á

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LIBRO PRIMERO, CAP. IX. 153

un grave y docto varon á que ( yendo á predicar á

otro intento) publicase sus alabanzas. Estas predi

can hasta hoy sus pinturas sagradas (manifestando .

el espíritu de donde procedían), principalmente la

historia de Cristo con la cruz á cuestas, que está en

gradas á las espaldas del Sagrario antiguo de la

iglesia Mayor, y la pintura de la torre, que acabada

murió año de l568, de edad de sesenta y dos años.

De Juanes, pintor de opinion, valenciano, Se Surte, tom. 5 fól.

cuenta que hizo imágenes de mucha devocion, por- 195'

que demás de ser persona de conocida virtud , se

preparaba con la confesion y comunion antes de

pintarlas.

De otro pintor llamado Eucratio refiere la vida de

San Cornelio Centurion, que habiendo mandado pin

tar la imágen de este santo, y mostrando poca vo

luntad de hacerlo, enfermó gravemente; aparecióle

el mesmo santo mostrándole su verdadera efigie, y

el pintor arrepentido de su negligencia y yerro

con muchas lágrimas propuso de retratarlo; y suce- .

dióle felizmente, hallándose del todo libre de aque

lla dolencia.

En la crónica de la orden de los Servitas se hace m. li.

mencion de un pintor que en el año de l252, estan

do envuelto en pecados, probó muchas veces á pin

tar el rostro de la venerada imágen de Nuestra Se

ñora de la Anunciacion de Florencia, pero jamás

pudo; por lo cual sintiendo que lo impedían sus cul

pas, resolvió de purgarlas con el sacramento de la

confesion. Hecho esto y preparados los colores y

pinceles para hacer la obra, al punto ¡oh cosa mara

villosa! que se acercó á pintar, halló la cabeza y el

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154 ARTE DE LA PINTURA.

Breviario Rom.

rostro de la imágen perfectamente acabada, que se

juzgó haber sido por ministerio de los ángeles y

como á tal concurrió todo el pueblo con admiracion

á verla. Hace creible este suceso otro no menos ad-

. m mirable. En tiempo de San Silvestre papa y de Cons-

dedic Basil. Salvat. . . • i . , , . ....

tantmo emperador, aparecio (sin que interviniesen

ingenio ó manos de hombre) la imágen de nuestro

Salvador pintada en la pared del templo de San

Juan de Letran, á vista del pueblo romano, con que

se confirmó en la veneracion de las sagradas imá

genes.

surie,stom^ 6 «i. Escribe Metatrastes en la vida de San Eustachio,

patriarca constantinopolitano, que habiendo un man

cebo perito en la pintura borrado y raido de la pa

red una pintura de una diosa Venus, para poner en

su lugar otra imágen de un santo; el demonio, que

guardaba la figura, tomando venganza en la mano,

se la hinchó y llagó de manera que le puso en pe

ligro de perder la vida. Mas el pintor, celoso y de

voto, con el divino favor fué librado por medio de

aquel santo. Y su agradecimiento del beneficio

recibido, dejó en el mismo lugar pintada su imá

gen, para que la mano que habia recibido la cura

fuese testigo de su médico.

No es menos regalado el ejemplo que trae Lope

de Vega en su Peregrino, en beneficio de otro devo

to artífice, que pasó así : en una capilla de un tem

plo pintaba un pintor famoso una imágen de la Ma

dre de Dios, y habiendo hecho el rostro, medio

cuerpo y un brazo, estando pintando la mano que

u. devine. Bel™. s0stenia al niño, el tablado se desenlazó de los ma-

Espejo hist.

•ub. 7. cap. 104 deros en que cargaba, y viendo el turbado artífice

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LIBRO. NUMERO, CAP. IX. 15"

que se iba á precipitar (por la mucha distancia de

donde estaba al suelo), con grande fe dijo á voces á

la santa imagen: «Virgen, tenedme.« (¡Oh estupenda

maravilla.'); apenas la turbada lengua pronunció es

tas palabras, cuando la piadosa Señora sacó el bra

zo pintado de la pared y asió el del pintor y le tuvo

firme. El andamio con los vasos y colores vino á

tierra con gran ruido, que todos los que allí se ha

llaron, creyendo que el techo de la capilla se venia

abajo, levantaron los ojos y vieron á la Virgen, aún

no pintada, con un brazo fuera de la pared, tenien

do al venturoso hombre, y clamaron misericordia,

alabando á la madre de ella: y puestas escaleras,

habiendo bajado al suelo al pintor, la imágen vol

vió á encoger el brazo.

Dejo de dilatarme en los favores que imágenes de

pintura han hecho á santos varones (de que se ha

blará adelante), aunque no es de pasar en silencio

la santa imágen de Nuestra Señora del natural, que

causa gran temor y reverencia á quien la mira; que

está en la provincia de Cataluña en el convento de

la Cartuja, llamado Escala Dei, que habló al bien

aventurado D. Juan Fort , monje de aquella casa.

Y la imágen del Santo Crucifijo, tambien de pincel,

de Santo Domingo de Nápoles, que habló al angé

lico doctor Santo Tomás aprobando sus escritos.

Mas volviendo á nuestro intento, en la vida de

San Gregorio papa, se cuenta de un monje pintor imn Diac. ia,. 4

dicho Saturnino, que entre otras virtudes suyas, era "úm'35'

devoto de San Gregorio, y pintó su imágen en me

dio de los dos apóstoles San Pedro y San Pablo. Y

agradó tanto esta devocion á Nuestro Señor, que

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156 ARTE DF. LA PINTURA.

quiso privilegiar milagrosamente aquella pintura,

de tal manera, que algunas veces se hallaba delan

te de ella una vela ardiendo sin que alguno la hu

biese encendido.

&p. 8. Del bienaventurado fray Nicolás Gator , natural

de Valencia, de la orden del seráfico padre San

Francisco, se cuenta en su vida que por ser de vivo

cP. 25. ingenio fué excelente pintor, y que viviendo en el

convento del valle de Jesus pintó muchas imágenes

de la Santísima Virgen, de quien fué grandemente

regalado, y á las que hallaba pintadas les ponia

versos latinos en su alabanza.

Fray Juan de la Miseria, fraile lego de los carme

litas descalzos, varon de rara virtud, hizo del natu

ral el primer retrato de Santa Teresa de Jesus, que

está en el convento de sus monjas en esta ciudad,

de cuyas copias han resultado tantas maravillas en

gloria del soberano Señor.

Fray senf. R.zii. Anumérese á estos santos artífices el venerable

fray Juan de Fiosele, florentino, de la orden de Pre

dicadores, pintor insigne y célebre en toda Europa.

Muy estimado del duque Cosme de Médicis y del

papa Nicolao V, pues vacando el arzobispado de

Florencia se lo quiso dar, por sus letras y santidad:

y por sus ruegos y aprobacion lodió á San Antonino.

Giorgio Vasari 2 Fué llamado padre verdaderamente angélico, y de

part' singular humildad y simplicidad, como lo mostró

convidándole el mesmo Pontífice, pues hizo con

ciencia de comer carne sin licencia de su prior, no

atendiendo á la autoridad de quien se lo mandaba.

Hizo muchas pinturas dignas de eterna alabanza,

no queriendo jamás pintar otra cosa que imágenes

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LIBRO PRIMERO, CAP. IX. 157

santas. No tomaba el pincel si primero no habia he

cho oracion, ni hizo ninguna imágen de Cristo cru

cificado sin bañar en lágrimas su rostro. Por esto

muestran todas sus figuras particular aire de santi

dad y la bondad de su ánimo; murió de sesenta y

ocho años, en el de l455; está sepultado en el con

vento de la Minerva en Roma.

De otros muchos religiosos hace memoria el Va-

sari, que fuéron famosos pintores. Como D. Lorenzo,

monje camaldulense, en el 1 convento de los Ange

les de Florencia, cuyas obras fuéron por los años

de l529, y otros monjes de su religion, que florecie

ron antes y despues de él.

De fray Bartolomé , excelente pintor, que siendo c¡org¡,, vrari,

en el siglo quieto y temeroso de Dios y amigo de

oir su divina palabra , entró en la religion de Santo

Domingo, donde atendió cumplidamente á la ob

servancia de su regla y juntamente hizo varias

pinturas sagradas, dignas de memoria, que en los

rostros muestran no sé qué de divinas.

Otro ilustre ejemplo cuenta Cedreno de otro sier- En ei comP. de n

vo de Dios, monje y pintor, natural de Roma, por h"umfó4o.48

nombre Methodio, que con el artificio de su pintura, '

acomodándola á conceptos cristianos y provechosos,

fué causa que el duque de los Vúlgaros, siendo gen

til, se redujese á nuestra sagrada religion. Y dícelo

de esta suerte, vuelto en nuestra lengua: «que ha

biendo edificado este Príncipe un nuevo y suntuoso

palacio, mandó á este santo monje que lo adornase

de historias de pintura en los espacios convenien

tes. Y sucedió , por divina traza ,' no señalarle nada

de lo que habia de hacer, dejándolo á su eleccion:

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laS ARTE DE LA PINTURA.

sólo le mandó fuesen cosas terribles y espantosas.

El monje pintó la segunda venida de Cristo á juz

gar el mundo ; porque pensó , y bien , que no habia

cosa más temerosa y horrenda. El Príncipe admira

do de este espectáculo, viendo por una parte la glo

ria de los justos y por otra las penas y tormentos

de los condenados, y enseñado del pintor lo que

aquello representaba, al punto, tocado de Dios, de

jó la vana supersticion, y se convirtió: é instruido

en las cosas de nuestra fe por un santo obispo, á

media noche recibió el santo bautismo. Y rebelán

dose los grandes y el pueblo , intentando matarle,

con pequeño ejército lo resistió y desbarató. Y con

aquel suceso impensado , y admirable mudanza,

asombrados los vasallos, se convirtieron muchos.»

A éstos se junta un valeroso monje llamado Lá

zaro, señaladísimo pintor, que habiéndolo el Empe

rador Teodosio perseguido con rabioso furor, porque

se deleitaba en pintar las sagradas imágenes, y

despues de muy crueles azotes y tormentos , encer

rándole en una oscura cárcel , renovando su atroci

dad contra el santo monje, sucedió lo que cuenta la

historia, cuyo sentido es este.

Estando sano de las heridas el bienaventurado artí

fice, volvió á su acostumbrado y piadoso ejercicio,

por lo cual el tirano mandó de nuevo á los verdugos

que le abrasasen las manos con láminas encendi

das, porque los fieles no adorasen los trabajos de

ellas. Y el constante varon, despues de tantos mar

tirios recibidos de la gracia divina, pintó otras

imágenes de gran veneracion, y despues de muerto

su perseguidor, pintó una imágen de nuestro Sal

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LIBRO PRIMERO, CAP. IX. 159

vador, que habiéndose borrado con el tiempo, ahora

se ve de nuevo restituida.

Remate gloriosamente este número el evangelista

S. Lúeas, patron divino de los pintores, con quien .

justamente pueden estar ufanos entre los demás pro

fesores de otras artes. Pues la mano que escribió el

santo Evangelio pintó las sagradas imágenes de

que harémos memoria, refiriendo primero brevemen

te su vida, de quien la trata con más autoridad.

Fué este glorioso Santo de la ciudad de Antio- «"•*« de «u™d.D 18 de Octubre BI.

quía, de novísima familia, virgen perpétuo , doctí- • 722.

simo en todas las buenas letras y en la medicina:

aprendió el arte de pintar para entretener el tiempo

honestamente. Muchos son de opinion que fué de

los setenta y dos discípulos; pero no parece tan

fundada, antes (como dice Rivadeneira) S. Ireneo,

Tertuliano, Eusebio, S. Gerónimo y S. Agustín,

Doroteo, Beda y Pedro Damiano dicen lo contrario.

Y si se ponderan las palabras que el mismo San

Lúeas dice , hablando de sí en el principio de su

Evangelio, fácilmente se echará de ver que lo es

cribió de oídas. Lo cierto es que fué discípulo y

compañero de S. Pablo en sus trabajos y peregri

naciones; aunque no luego, sino pasado algun

tiempo. Escribió su Evangelio en griego, en ele

gante estilo, para dar luz á los de aquella nacion,

á quien S. Pablo predicaba. No sólo fué enseñado

de él, sino de los demás Apóstoles, especialmente

de la Santísima Virgen , con la cual hizo mucha fa- Grego. Nací. orat. I.

miliaridad: acabó su vida como insigne mártir, se- „ 'fa

" 1 Pauhu ad sever.

gun la opinion de graves doctores. EPist. *3 y otros.

Entre las cosas famosas que hizo, fué una las

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160 ARTE DE LA PINTURA.

imágenes de Cristo, Nuestro Salvador, y de la Sa

cratísima Virgen, su Madre, y de los Apóstoles San

Pedro y S. Pablo, y dejarlas á la Iglesia católica

para consuelo de todos los fieles. Y porque son mu

chas las que se atribuyen á nuestro glorioso pintor,

y mucha la autoridad de los que de ellas tratan,

discurriremos un poco acerca de ellas (debajo de la

correccion de los doctos). Tres imágenes de la San

tísima Virgen se veneran en Roma por originales

de su mano ; una es Santa María la Mayor, otra del

Pópulo, otra de Araceli, en los templos de sus mis

mos nombres. Decimos que S. Lúeas fué compañero

del Apóstol S. Pablo, y siguiendo esta opinion, de

cimos que habiendo subido Cristo Nuestro Señor á

la diestra del Padre, y bajado el Espíritu Santo so

bre el sagrado colegio, teniendo los Apóstoles con

sigo á la Virgen Nuestra Señora, á quien particu-

crón¡c. Hb. 3 de larmente suministraba el gran evangelista Juan

n.« serum cap. 21 ( aütes qUe S. Dionisio la viniese á visitar, y pror

rumpiese en aquellas sentenciosas palabras llenas

de admiracion que tantas veces hemos oido), siendo

san Agustin ub.do S. Lúeas ya fiel discípulo del Apóstol, por órden

concordia. ^ Cielo vino á Jerusalen á ver aquel arca de los

tesoros divinos, que tuvo en sus entrañas , al que

no comprende lugar alguno. Y despues de haber tra

tado con ella muchas cosas de los misterios sagra

dos, que no escribieron los demás Evangelistas, de

Nicef i¡b 14 <lue e^a sólo' habría sido testigo, inspirado de Dios,

rap- 2. intentó retratarla por medio de S. Juan evangelis

ta. El cual se la mostró, como escribe un docto mo

derno , estando en altísima contemplacion : las ro

dillas en tierra, los ojos eu el cielo, la mano dere

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LIBRO PRIMERO, CAP. IX. 161

cha levantada al modo de los sacerdotes , en señal

de sujecion y confianza ; la otra arrimada al pecho, To vt m »pb *

teniendo el manto de color nativo, de que estaba

cubierta. Retrató á el Santo en aquella misma edad

y compostura. Y dice Niceforo, que despues la mis- ub. 15 «P. 14.

ma Señora la vió y aprobó, y que pasados algunos

años la hizo traer Pulcheria, hermana del Empera

dor de Constantinopla , desde Antioquía , para po

nerla en una iglesia que edificó á su nombre. De

estas tres imágenes que se ven en Roma , la que

conforma con esta descripcion es Santa María de

Aracoeli. Y de esta habla fray Francisco Jimenez,

obispo y patriarca de Jerusalen , en un libro que se

imprimió en Granada por mandato del santo Arzo

bispo, año de 1496. Y en una parte de él dice , ha- Fray Helado de

blando de Nuestra Señora : « Y yo estando en Tal°™™is^'raer

Roma vi su santa imágen pintada en el monasterio

de los frailes menores, que llaman Santa María

de Aracoeli.« Y luego describe sus facciones y par

tes. Segun esto, el Evangelista S. Lúeas, si bien

pintó, como es cierto , las demás imágenes con el

niño Jesus en sus brazos, no fué porque retratase á

Cristo en aquella edad de la infancia , teniéndolo

presente como tuvo á la Virgen ; sino á semejanza

de la Madre, y por informacion de ella ó con par

ticular favor y valiéndose del retrato primero hizo

otras imágenes, y tenia la Virgen cuarenta y nueve

años de edad (aunque de menos edad que tendría el

original) como la de Santa María del Pópulo y la

Mayor, que está aventajadamente conocida por de

S. Lúeas: por quien el Señor ha obrado muchos

milagros. Y es la que S. Gregorio, Papa, llevaba en

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162 ARTE DE LA PINTURA.

Pe'dro de Rivad. en su procesion por la ciudad de Roma , cuando cesó

Ma™ mi. 248 . el castigo de la peste , y el ángel sobre el castillo

Ueuf. 18 deOc- 8 //> !.•" i • • 1 r, • 4.

tubreen s. Lúc. envaino la espada. Que hiciese la imagen de Cristo

N¡cef. ub. 2 cap. Nuestro Señor, en edad de varon perfecto, tampoco

tiene duda : por ventura sacada por alguna de las

que milagrosamente pintó Su Majestad , como ve

remos ; pero no del natural , como la de la Virgen

Santísima, por no haberlo comunicado viviendo,

como se ha dicho ; pero a S. Pedro y S. Pablo más

fácilmente.los pudo retratar, y de unos y otros origi

nales hacer tantas imágenes de pintura y escultura

cuantas están recibidas por de su mano en toda la

Iglesia santa; y pues ninguno de los autores señala

cuál sea el retrato que inmediatamente se sacó de

la Virgen Nuestra Señora , de las tres imágenes de

Roma que habemos dicho, ni de otras que están en

otras partes veneradas por de S. Lúcas, bien pode

mos pensar lo que es más conforme á razon, y te

nerlas por de su mano ; pues á todas se les debe

igual estima y crédito, siendo como parecen de

igual antigüedad y agradecer al Señor la merced

que ha hecho á nuestra profesion , ilustrándola con

tales y tan santos artífices. A quien más justamen

te' se debe la exclamacion de Plinio , que á los an-

pim., i¡b. 34, tiguos pintores : digni tañía gloria artifices qui com-

«p. 8. positis voluminibus condidere hac miris laudibus cele-

brant. Artífices dignos de tanta gloria que los que

escribieron estas cosas en los libros , los celebran

con maravillosas alabanzas.

Ya parece que habemos levantado la pintura á

tanta lionra y grandeza cuanto puede ser; y que no

nos faltó sino poner al mesmo Dios en este núme

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LIBRO PRIMERO, CAP. IX. 163

ro, para no poder pasar más adelante. Dijimos al Cap 2.

principio de este libro que le congenia propiamente

el nombre de pintor : ahora dirán esto (y á mi ver EnOí pmumdro,

valientemente) los lugares de la antigüedad. Aquel cap' 3'

gran filósofo, HermesTrismegisto, hablando de Dios,

dice: "Si lo quieres investigar por los usos inorta-

«les, ya de la tierra, ya de la profundidad de las

«aguas, mira, ó hijo, al hombre fabricado en el

«vientre, y escudriña exactamente la arte de esta

«fábrica ; y aprende quien formó la hermosa y di-

«vina imagen suya. Quién pintó los ojos, quién

«abrió las narices y orejas , quién la boca , quién

«atendió los nervios y los ató.« Y Philon, hebreo, Lib. de los sueños.

hablando de la pintura, dice así: « Pero yo no sólo

«á ella, más aun su nombre admiro, y mayormente

«cuando contemplo las partes de la tierra, las esfe-

«ras del cielo, las diferencias de animales y plan-

«tas, y estas varias contexturas del orbe , me es for-

«zoso tener por uno mismo al que fabricó esta ad-

«mirácion del mundo , y al que inventó á la arte de

«la pintura. Y así , venero al inventor, honro la in-

« vencion y admiro la obra. «

" ¿Puédese añadir más á este discurso? Parece que

no ; por ser Dios Nuestro Señor remate y fin de él.

Con todo esto , como su amor halló traza para en

grandecer al hombre, enviando á su Hijo al mundo,

tambien ese mesmo Señor, vestido de nuestra carne

la halló , para engrandecer la pintura , por maravi

llosa y nueva manera.

Cuenta Laurencio Surio que Abagaro, Rey de sur. en ei m,. 4,

Edesta, teniendo noticia de los milagros de Cristo w' 7U'

Nuestro Redentor, deseó traerlo á su tierra para que

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Í6Í ARTE DE LA PINTURA.

le curase de la enfermedad de lepra que tenia , y

así, le escribió una carta pidiéndole que se dignase

de reunirse con él, ofreciéndole su ciudad, en que

vivirían ambos en paz, porque huyese la perse

cucion y odio de los hebreos , y dándole orden al

mensajero, que se llamaba Ananias, hombre diestro

en el arte de pintar , que si no quisiese venir lo re

tratase y le trajese el retrato junto con la respues-

. ta. El cual, venido á la presencia de Cristo, y ha

llándose en presencia de mucha gente, no pudien-

do llegar á él , se subió sobre una piedra que estaba

en lugar conveniente, de donde lo descubría más

bien, y poniendo en él los ojos, lo comenzó á re

tratar ; pero no pudo por la luz que de su divino

rostro salia. Entendido esto del Señor, envió á San

to Tomás apóstol, que lo trajese ante él. Y habien

do leido la carta de Abagaro , y viendo cuánto de

seaba verle, se lavó el rostro en el lienzo' ¡oh cosa

admirable! con que enjugaba el agua, y estampó su

imágen perfectísimamente. Y diólo á Ananías para

que lo llevase á su Señor, con una carta respuesta,

con la cual imágen, llevada al Rey, sucedieron

grandes maravillas y milagros. La autoridad de esta

historia, que es muy grande, y los autores que la

tratan se podrán ver en el Cardenal Baronio , y en

el Flor Sanlorum del P. Rivadeneira, donde están

las dos cartas traducidas. Yo hice, siendo mancebo,Baronio, lom. I,

mi. 615. una copia de una tabla de esta santa imágen que se

cru'J«^?t ü'zo en Roma, á quien llaman Sacio Volto, que te

nia una lelra en el cuadro que decia así : Imago

Christi salvatori ai imitationem ejus quam misil Aba

garo, quce Romee habetur in monasterio Sancti Silves

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LIBRO PRIMERO, CAP. IX. 165

tri. ImágQn de nuestro Salvador Jesucristo, á imi

tacion de laque envió á Abagaro, que está en Roma,

en el monasterio de San Silvestre.

La segunda ocasion en que nuestro Redentor hizo

otra imagen suya, fué el dia de su pasion , yendo al

Calvario á morir por nosotros, agravado con el peso

de la Cruz y de nuestras culpas. Seguíale infinita

gente , y muchas piadosas mujeres que derramaban

abundantes lágrimas de compasion. Entre las cua- Baron., tom. i,

les se halló una llamada Verónica , que dió el velo

de su cabeza al Señor para que se enjugase el sudor

y sangre de su rostro. Y porque obra de tanta pie

dad no careciese de premio, imprimió Cristo nues

tro bien, segunda vez milagrosamente su rostro, en

tres dobleces que tenia la toca, que fué figurar tres

imágenes suyas. No sin causa hizo el Señor este

doloroso retrato , para que no se aparte de nuestra

memoria el soberano beneficio de nuestra reden

cion ; pues el ser de la imágen es traernos á conoci

miento de su original. Esta historia ha sido en todos

tiempos predicada por autoridad de la Iglesia ro

mana , que tiene una de las tres imágenes de la

Santa Verónica, llamada así por la piadosa mujer,

á cuya dedicacion celebra fiesta en 4 de Febrero en

la capilla que edificó el Papa Juan VII en la iglesia

de San Pedro en el Vaticano, como afirma Pedro En «i Maniroi. ,

Galesino, donde se muestra esta santa imágen con 8gre* X,'LL'"

universal devocion : como tambien la casa de la di- '

chosa mujer , entre los otros lugares de la Tierra '

Santa.

La tercera y milagrosa pintura que Cristo Nues

tro Señor hizo de su divina persona , fué despues de

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166 ARTE DE LA PINTURA.

muerto, cuando le envolvieron en la limpia y sacra

sábana, para ponerlo en el sepulcro. Donde impri

mió no sólo su figura, sino sus llagas, azotes y san

gre preciosa , como se ve en el santo sudario que

guardan en Turin con gran veneracion los Duques

de Saboya. Y como tambien lo afirma Sixto IV en

el tratado que escribió de la sangre de Cristo, y

Julio II en la Bula de aprobacion del sacro sudario,

de stigmaiib. Todo lo cual trata largamente el arzobispo Paleoto

g. «cris. y Daniel Malonio. De manera que concluimos que

en vida y en muerte de Nuestro Redentor Jesucristo,

autorizó y honró la pintura de las imágenes sagra -

das con los sucesos milagrosos que habemos conta

do. Por donde se ve cuán justa cosa es que los pin

tores católicos, protectores de tan ilustre arte , si la

tratasen como deben , sean estimados , pues toma

Dios las obras de sus manos por medio , para ser

más conocido y reverenciado de los hombres , y ad

quiere la pintura tan alta calidad y nobleza, y es de

tanta utilidad, como verémos adelante.

CAPITULO X.

DE INDIFERENTES MANERAS DE NOBLEZA QUE ACOMPAÑAN Á LA PINTURA

Y DE LA UTILIDAD UNIVERSAL QUE TRAE.

Dijimos en el capítulo primero y segundo de este .

libro, tratando de la difinicion y antigüedad de la

pintura, algo de su nobleza, pero brevemente. Aquí

parece que nos ofrece la ocasion alargarnos más, des -

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LIBRO PRIMERO, CAP. X. 167

pues de haber hecho tan ilustre catálogo como el de

sus profesores, en los tres capítulos de arriba. De

donde la deduciremos, pues se ha descubierto bas

tantemente en ellas su utilidad y nobleza. Remitien

do á quien quisiere ver esto tratado más extendida-

mente, al libro intitulado Noticia general de las ar- M LúmcMo a»

tes, donde se defiende el ser liberal y noble 'la pin- p" de 108 Rios'J r Lib. 3.

tura, con autoridad de filósofos y conforme á dere

cho, porque de ella se conocía extraordinariamente,

y ser arquitectónica y digna de aventajadas honras,

y por otras muchas razones y títulos. Por donde me

da licencia su autor á que pase á las cosas más con

venientes á mi intento, y hable por otro camino de

su nobleza.

Pues dejando aparte varias opiniones de juriscon' paiMto, i¡b. i a,

sültos y filósofos, tocaré solas dos, las más univer- lasimá« .«P' 6'

sales; una, segun los doctos y sabios del mundo;

otra, segun la disciplina y enseñanza cristiana, á

fin que de una y otra quede más claro el honor y

prez de la pintura.

Dicen los primeros que la nobleza de una cosa se

debe considerar en dos maneras , la una que nace

de la aprobacion de los hombres, que pende de jui

cio ageno, que se llama nobleza extrínseca ó por ac

cidente. La otra, que consiste en la naturaleza y per

feccion propia de la cosa, á la cual llaman nobleza

intrínseca, porque nace de sí misma y participa de

la filosofía, ó á lo menos le pertenece. Pero á mi pa

recer ambas dos noblezas se pueden atribuir á el

arte de que hablamos, porque la primera, naciendo

de una clara noticia que se tiene de la calidad de

las cosas, toma su dignidad de la estima y reputa

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1 08 ARTE DE LA PINTUAA.

cion en que son tenidas. Y porque esta varía mu

chas veces (segun el lugar y costumbres) le han

llamado nobleza accidental ó civil. Así los juriscon

sultos se resolvieron en decir que se habia de lla

mar noble el que era reputado por tal en su patria.

Y si pareciese extraño que el pueblo sea censor de

la dignidad de un arte de la cual juzga ciegamente,

se responde que en esto se conoce la diferencia de

la nobleza intrínseca (de que hablaremos despues).

Pero esta primera, aunque parece incierta, por la

mayor parte es justa, pues vemos por experiencia

que esta variedad de ser más estimada la pintura en

una parte y en otra menos, no nace principalmente

de la ignorancia del pueblo, antes de la calidad de

los que la ejercitan y de las cosas que obran. Así

como el resto de las demás artes y ciencias, que

cuando son tratadas de sujetos doctos y excelentes

son grandemente estimadas; y por el contrario, ma

nejadas de autores bajos é ignorantes quedan des

preciadas y viles. Así aviene á la pintura, que sue

le ser estimada segun el saber y la opinion de sus

pro i« profesores; como sucedió á la agricultura á princi-

Rosc. pio de la república romana, siendo ejercitada de per

sonas graves, pero despues, en poder de plebeyos

fué tenida por vil. De aquí podemos inferir que de la

calidad de los artífices, recibe la pintura su mayor ó

menor ornamento, hallándose entre ellos gran dife

rencia, no sólo cuanto al ingenio y suficiencia, mas

cuanto á la invencion y sujeto en que se ocupan.

Porque entre los antiguos algunos imitaban las co

sas más excelentes, otros las más humildes y bajas,

otros las comunes y vulgares; la cual diferencia

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LIBRO PRIMERO, CAP. X. 169

tambien acaece en nuestra edad. Así que, cuanto

pertenece á la excelencia de la pintura y el precio

y estimacion que ha tenido en todo tiempo, hemos

visto bastantemente en los discursos pasados juntos

con los ilustres sujetos que la han abrazado. Y así

pasarémos á la segunda nobleza, llamada intrín

seca.

Esta tambien digo que conviene muy bien á esta

arte, porque asemejándose á la poesía en cierto

modo, toma de ella regla, pues dice Aristóteles :

«que los excelentes pintores deben imitar los exce- Arui. en u i

«lentes poetas«; y siendo ella anumerada á Ins artes

nobles, así lo debe ser la pintura. Y como la poesía,

describiendo los hechos ilustres de los varones y

hembras da ejemplo de buen vivir, que es ejercicio

de arte noble y moral, de la misma suerte la pintu

ra, representando ante los ojos á los que con alguna

virtud fueron excelentes, viene á amaestrar y á in

citar los ánimos á su imitacion. Además que como

todas las profesiones de los estudios y ciencias son

honrosas, así esta de pintar imágenes, que sirve de

enseñanza al pueblo (segun su grado), debe ser te

nida por muy noble y digna de estimacion. Tanto

más cuanto aquellas artes, que sirven á la filosofía

activa y contemplativa (donde, segun los antiguos, win..i¡b.5

estaba puesta la felicidad humana) fueron tenidas »P. lo.

siempre por ingenuas y liberales : pues enseñaban

á libres y nobles, como las siete. A cualquiera de las

cuales, mav'ormente á la geometría, sirve la pintu

ra, como aquella que con el debujo y líneas se va

manifestando á todos y se refiere (en cierto modo) á

la filosofía, y por esto es arte noble y liberal,

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170 ARTE DE LA PINTURA.

Pero si alguno se opusiese diciendo que por us ar.

esta arte colores y pinceles, cosas materiales, debe

llamarse mecánica, se responde : que por ser estos

instrumentos necesarios al arte no le quitan su va

lor, así como la tinta y papel al abogado para escri

bir sus pareceres y consejos; ó al teólogo para com

poner homilías ó sermones; ó al astrólogo, la regla,

compás y astrolabio, pues nada de esto oscurece la

excelencia de estas profesiones; porque todas las

facultades tienen necesidad de algunos instrumen

tos para conseguir su fin. Y los autores (como queda

dicho en otra parte) han llamado mecánicas y viles

las artes, que no sólo fatigan y rinden al cuerpo,

mas embarazan y humillan el entendimiento, como

cap. 3. dijo Aristóteles. En el cual número no es compren-

Amt , iib. 8, di(ja 1a pintura segun escribe Galeno, habiendo di-

c«ien.,en hñ0n, vidido las artes serviles de las honestas y liberales

á las buenas art. . ',1 . . 1 - i • 1 •

por estas palabras: «A estas se puede anadir la pin

tura y la plástica, porque aunque tienen necesidad

«de las manos del artífice, con todo eso no la tienen

«de las fuerzas juveniles. •, Así que juntando la una

y la otra nobleza decimos; que si el precio de una

cosa, la dificultad de hacerla, la utilidad que trae,

el honor que se la atribuye de las personas gran

des, el incitar á la virtud, la disciplina y enseñanza

. que causa en el pueblo , son partes para hacer un

arte, ó un artífice verdaderamente noble, no hay duda

que concurriendo todas juntas en esta de que habla

mos, será de menos' precio, dignidad y esplendor. Y

ub. 3, cap 7. pasando adelante con Paleoto, demás de las dos no

blezas políticas (que se han referido) resta la cris

tiana, tanto más ilustre y sublime, cuanto la ley

Page 178: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO PRIMERO, CAP. X. 171

evangélica vence en perfeccion cuantas ha habido

jamás. La cual nobleza digo que viene justamente

al arte de la pintura. Pero no me muevo á decir es

to por ser inventada de Dios (como se tocó arriba), &p. «•

por que se seguirá de aquí, que todas las cosas del

mundo sean indiferentemente nobles, como prece

didas de un mesmo autor. Que aunque lo sea de to

das las cosas, ha, empero, criado con diferencia cada

una en su grado, unas superiores y otras inferiores,

unas más y otras menos perfectas. Y juntamente ha Corinl. 12

instituido diversas órdenes de personas y de oficios Cori«1' lo'

mayores y menores: que así convenia á la hermo

sura y perfeccion del universo. Como vemos entre

los miembros del cuerpo, que unos son más nobles

que otros, como dijo el apóstol. Muévome; pues, por

el privilegio de la ley cristiana que con modo ma

ravilloso y supremo ilustra y ennoblece sus cosas:

y esto en dos maneras, la una que es general á to

das las que cristianamente obramos, la otra que es

particular y propia de esta arte y de alguuas otras

operaciones, y ambas juzgo que convienen á nues

tro propósito. Y para mejor inteligencia de la pri

mera es de saber, que todas aquellas cosas que pue

den ser comunes aun á gentiles é infieles, como

son los bienes de naturaleza llamados externos, ó

aquellas que son acciones puramente morales, que

cerca de la religion cristiana no son de mucho pre

cio, porque con ellos no se gana el reino del cielo.

Y tambien aquella nobleza que se ha dicho arriba,

si no se acompañan todas de espíritu cristiano y se

usa de ellas á gloria de Dios, quedan vanas y sin

fruto: como advierten los doctores; y San Gerónimo f G"6a' ¡f

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172 ARTE DE LA PINTURA.

á Celancia largamente. De aquí se ve que nuestra

sagrada religion mide las cosas de otra manera que

las otras leyes: porque no *se contenta de la forma

exterior ni dela cantidad intrínseca ni de otras cir

cunstancias con que son hechas las obras, si no son

acompañadas de caridad y pura intencion de servir

á Dios, y ofrecidas á él como sacrificio de nuestras

manos. Porque cuando son enderezadas á este fin,

él las adorna y les imprime el carácter de la celes

tial nobleza, como supremo artífice. Y por el con

trario, todas las otras cosas, si bien nos parecen

grandes y hechas de ilustres personas, no siendo

acompañadas de su gracia, son viles y de ningun

valor. Como lo significó Cristo señor nuestro di-

■, rap. 15. cien¿0: «Si alguno no estuviere en mí será cortado

«como sarmiento, y se secará, y echado en el fuego

«arderá.« De todo lo dicho se infiere, que pudién

dose por este camino ennoblecer , todas las cosas,

aunque sean pequeñas y bajas, mejor se ennoble

cerá la pintura ejercitada con la regla cristiana. Y

se podrá decir con verdad, que mucho más ilustre y

altamente puede hoy un pintor cristiano hacer sus

obras que Apéles ni Protógenes, ni otros famosos de

la antigüeded. Mas porque esta nobleza puede ser

comun á todas las artes, pintarémos otra propia de

esta, la cual se descubre manifiestamente del for

mar y representar ante los ojos, personas dignas de

merecimientos, que por su ejemplar vida, llena de

toda virtud, han sido agradables á Dios. Lo cual

viene maravillosamente á ilustrar la fatiga y la in

dustria de esta profesion y todo el cuerpo de la

obra. No pudiendo el ingenio humano ocuparse en

Page 180: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO PRIMERO, CAP. X. l73

' I

cosa más honrosa y más digna que levantar (des

pues de Dios) á los que son participantes de la di

vina excelencia.

Aquí se llega á otra principal razon, sacada al íin

del Altísimo, que se pretende con las cristianas pin

turas (de que se tratará en su lugar); porque viendo

todas las acciones propias de aquella virtud, á cuyo

fin son ordenadas, y no teniéndo otra mira todas las

sagradas imágenes (mediantes los actos religiosos

que presentan) que unir los hombres con Dios, que

el fin de la caridad, manifiestamente se sigue que

el ejercicio de formar imágenes se reducia á la

misma caridad, y por esto será virtud dignísima y

nobilísima. Y si llegase la vana curiosidad á pensar

que teniendo los cristianos verdadera luz de fe y co

nociendo cuán inferiores son las cosas artificiales á

las verdaderas no debían bajarse á ellas, mas levan

tarse á la contemplacion del soberano artífice: Res

pondo, que nuestra fragilidad, ordinariamente, no

sufre que podamos subir á considerar las cosas altas

sin el fundamento de estas superiores. Y esta arte es

como medio y instrumento para volar más alto, y en

esto consiste principalmente su dignidad. Así como

alguna virtud mediana comparada á otra mayor, no

carece por eso de la compañía de las demás virtu

des: y por la necesidad que hay de ella es preciada

y honrada. Ultimamente, por todas estas razones se

ha visto claro, cuánto sea la dignidad y excelencia

de la pintura, pues se halla adornada de cuatro

títulos de rara singular nobleza : dos segun el sen

timiento de los sábios del mundo, y dos segun nues

tra verdad evangélica. Como hemos manifestado

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i"Í ARTE DE LA PINTURA.

én los varios ejemplos de los capítulos pasados.

Pues viniendo á la utilidad, si es verdad que

cuanto un bien es mayor, tanto es más divino,' por

que se avecina más al que universalmente suele

Dios comunicar á todas las criaturas, será verdad

que la utilidad que nace de la pintura es más divi

na que otra alguna, que suele proceder de las otras

artes ó mecánicas ó liberales; por lo cual, si hace

mos comparacion entre esta y aquellas, verémos

clarísimamente que no sólo cada una, mas todas

juntas (fuera de pocas que tienen algunos fines) le

son grandemente inferiores. ¿No es verdad que las

otras artes, en cualesquier operaciones, no miran ni

consideran otra cosa que la comodidad, buscada

con teson por los hombres, en beneficio de sus cuer

pos? Pues unas le conservan el vivir, otros le apa

rejan el vestir, otros la habitacion, otros el mante

nimiento y regalo, otros el ornato de estas cosas,

otros los instrumentos para poder ejercitarlas, otros

sólo traen deleite á estos sentidos, que brevemente

se han de acabar; pero la pintura, como obra divina,

entra por los ojos como por ventanas de nuestra

alma mientras está encerrada en esta prision, y re

presenta en nosotros aquella luz por naturaleza in

mortal. Y así penetra en la más secreta parte, que

la hace dolerse, alegrarse, desear y temer, segun

la diversidad de las cosas que por los buenos pinto

res aparecen representadas en Jíneas y colores, como

los ejemplos referidos demuestran.

Mas llegando á tratar de la invencion de la pin

tura y de su fruto universalmente, comenzando de

la profana se hallará que es derivada de cuatro prin

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LIBRO PRIMERO, CAP. X. 175

cipales causas; la una es la necesidad, la otra la

utilidad, la tercera el deleite y la última la virtud;

las cuales cuatro cosas convienen tambien á la pin

tura sagrada, por otros respetos que se dirán des

pues.

La necesidad se muestra, porque siendo el hom- La «eces¡d«d, l.

bre de su naturaleza comunicativo y conversable,

y que por su flaqueza tiene necesidad de ser ayu

dado, es forzoso significar sus menguas á otros , y

no pudiendo hacer esto con las palabras solas , por

que no pueden ser entendidas sino de quien le oye,

y tiene conocimiento de su mismo idioma , por esto

fué necesario que hubiera invencion, ó instrumen

to que supliese á uno y otro defecto, que fué el

formar imágenes de las cosas creadas, ora de ani

males, ora de plantas, ora de artificios, ó varias

partes del cuerpo humano, con que los antiguos re

presentaban sus conceptos, no siendo conocidos los

caractéres de las letras , de que dan testimonio mu

chos graves autores, que hablando de diversos pue-

bros, hacen fe que se servian de figuras en lugar de

letras ; y por evitar proligidad, basta referir lo que

dice uno de ellos, por estas palabras : «Las letras de D¡odor. s¡c¿i.

los etiopes son semejantes á varios animales y ex- lib" 4'

tremidades de los hombres, ó instrumentos, mayor

mente de los artífices, porque sus palabras no se

explican en letras ó composicion de sílabas , sino

con formas de imágenes, dado por tradicion su sig

nificado en el uso á la memoria de los hombres. «

Además, que en nuestra edad, los que han obser- a so de castro

vado las cosas del nuevo mundo, cuentan que se ™«lra 108 Ereg.

han hallado por luengo espacio de tierra gran nú-

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1"6 ABTE DE LA PINTURA.

mero de pueblos sin convencimiento alguno de le

tras, antes en vez de ellas se servian de figuras y

retratos de las cosas ; y viniendo despues á ser estos

Jugares de cristianos, aprendieron los caracteres y

modo de escribir, y los ejercitan felizmente. De ma

nera que si los hebreos por tener antiquísima noti

cia de las letras no tuvieron tan apretada necesidad

del uso de las imágenes, no se sigue por esto que

el resto universal de .tantas naciones de hombres,

en la primera edad del mundo , no tuviese necesi

dad de semejante remedio para servirse cómoda

mente, por ser la naturaleza humana inclinada á la

imitacion de las cosas.

De la segunda causa de introducir las pinturas é

imágenes, que se atribuye á la utilidad , claramen

te puede ser juez cada uno discurriendo consigo,

considerando el alivio y el reparo que este arte

trae hoy á los hombres, ya en renovar las cosas an

tiguas, cubrir las disformes, hacer parecer ricos los

pobres, ilustrar las despreciadas, y enriquecer con

poco coste, por medio de los pinceles, lo que no se

podría con mucho oro: á que se junta toda la utili

dad que se halla en la guerra y en la paz , de re

presentar los sitios, las regiones, las provincias, los

reinos y todo el mundo, y poner en dibujo ante los

ojos todas las letras que deseamos ver : y lo que

más importa, hallar admirable enseñanza, por me

dio de este arte , en el conocimiento de las cosas

naturales, que figuradas y coloridas vivamente, dan

verdadera noticia de árboles, plantas, aves, peces,

animales, piedras y otras mil diferencias de cosas

varias y peregrinas. Sin lo cual habría mucha difi

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Libro primero, cap. X. 177

cuitad y oscuridad en el conocimiento de ellos,

como se experimenta. Por donde podríamos con ra

zon decir, no sólo que es más útil que las otras pro

fesiones, pero que no hay arte ó ciencia que no re

ciba de la pintura grandísimo provecho : y como

cosa tan conocida de. los antiguos, los incitaba á

abrazarla y ejercitarla en tanta diligencia por ser

de maravilloso fruto.

Mas ¿ qué dirémos del deleite y gusto que causa, « deleite, 3

que pusimos en tercer lugar? Antes, ¿ qué no diré

mos, pudiéndose decir infinitas cosas? Sin duda al

guna que el entretenimiento, que tanto agrada á

los ojos, que procedo de las historias y pinturas, así

por la emitacion, como por la hermosura y variedad

de colores , y por otros maravillosos efectos que de

verlas nacen , ha sido siempre estimada y apetecida

de todos. Mayormente siendo combinados con el

ejemplo de la naturaleza ; que sin ayuda de hom

bres forma por sí misma las imágenes de todas las

cosas creadas en los cuerpos lúcidos. Y nos las re

presentan con sus colores y movimientos, como se

ve en los espejos, en las armas, en el cristal, en el

agua, dando á nuestra vista infinito deleite. A que

incitados los hombres comenzaran , como se ha di- cap. 2.

cho, á imitar tanta variedad con el arte del diseño y

la diferencia de las tintas.

Resta, para conclusion de este discurso, la última La v¡nud, i.

causa que se atribuye al origen de la pintura, la

cual nace de virtud: porque sucede muchas veces

que los hombres, por beneficios recibidos ó por con

seguir cosas importantes, ó por estima grande que

hacen de otros , sientan dentro de sí una ardiente

12

Page 185: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

178 ARTE DE LA PINTURA.

voluntad de dar á conocer estos nobles y justos

pensamientos , y no entendiéndose de hacer esto en

palabras solas, procuran juntar otras demostracio

nes más durables y gloriosas. De aquí comenzaron

muchos motivos de grandes respetos ( á su parecer

dignos de memoria) á formar las imágenes y está-

tuas en honor de otros ; manifestando lo que tenian

concebido en el ánimo. Otros hubo que conociendo

lo que se podia entender de la noticia de las cosas

por medio de las imágenes, como por libros, procu

raron figurar y pintar variedad de historias, y des

cripciones de maravillosos hechos de guerra, de

historias, de embajadas y retratos de grandes per

sonas, figuras de animales y de instrumentos, que

primero eran ignorados de muchos ; para que vi

niendo por esta vía á su conocimiento , se inflama

sen los ánimos á estimar las imágenes y figuras, y

multiplicarlas en sus pueblos. Tambien se pueden

llegar á esta otros respetos de virtud nobilísima, que

dieron ocasion á las imágenes ; como fué honrar por

este medio al soberano Señor en su celestial gerar-

quía, é ilustrar su Iglesia santa. Mas esto pertenece á

las sacras imágenes de que nos viene á cuento tratar.

Y comenzando de su primer origen, lo probare

mos en diferentes ejemplos de los que trajimos en

cp. 2. otra parte , no valiéndonos ahora de los que algu

nos escribieron, diciendo que el mismo Dios fué el

autor , en su misma persona , al principio que crió

esta máquina del mundo. Que apareciendo en forma

humana , habló con Adam y Eva, y con la serpien

te. Tocaré , por guardar brevedad , algunos de los

muchos lugares de la Escritura, con los que siguen

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LIBRO PRIMERO, CAP. t. i19

este pensamiento , tratando en comun de la inven- M»t'. «•,• i'

cion de las imágenes. Que discurriendo probable- cap'

mente dicen, que así como comenzaron los hombres

con la hambre interior á saber apacentar los ani

males, cultivar la tierra , coger los frutos, edificar

ciudades, gobernar familias , y poco despues ejercitar Gén' raP 4'

el arte fabril , la música y otras obras (como los dos

hijos de Lamech, Jubal y Tubal Cain) que es muy

verosímil que labrándose ya varias cosas con ins

trumentos necesarios, se sirviese tambien de formar

imágenes, tan importantes á diversas necesidades

de la vida humana, principalmente haciéndose tanta

mencion por Moisés de estas palabras : Imagen y se- Gén' c«p' s.

mejanza. Además, siguiéndose despues la narracion

de aquella fábrica , compuesta con tan maravilloso

artificio por mandado de Dios, que fué el arca de

Noé , que no parece haber sido otra cosa que una

imágen ó pequeño modelo de la universidad de la

tierra, concedida por habitacion á todos los anima

les. Otros han dicho que hacer imágenes para el

culto divino, nació de una lumbre secreta, impresa

en nuestra naturaleza , de honrar y reverenciar

aquella causa superior, á la cual cada uno piensa

estar sujeto, llamada comunmente Dios, si bien no

conocida igualmente de todos. Porque así como el

ofrecerle sacrificio le dice ser comun por ley natu- s. Tho. 22q.¡5

ral á todas las gentes , que conociendo con la luz 8rt' 1 "

interior no ser poderosos á suplir las necesidades de

otros , recurrían por oculto instinto á otra superior

naturaleza, haciendo con actos exteriores, ó de sa

crificios, ó de oblaciones, ó de otros ritos, demos

tracion clara de serle sujetos, y de esperar ser ayu-

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180 ARTE DE LA PINTURA.

poia. v¡rg.,iib2. dados de ella. Así por el mismo instinto se movie-

cp.'23. ron á tomar algunas imágenes ó simulacros, que

representando, como mejor les parecia, aquella su

prema Deidad, conservase entre ellos más viva la

memoria de su grandeza. Mas viniendo á lo más

particular, han querido algunos que estuviese en

uso lo que habemos dicho, en tiempo de Abraham,

cuando por mandado de Dios vino á la tierra de Ca-

Gén. cap. 12. naam, y cerca de Siquem edificó altar al Señor,

como dice la Sagrada Escritura, diciendo no ser

otra cosa que un retrato ó imágen de la patria ce

lestial donde reina el Sumo Criador. Y despues el

Patriarca Jacob , viendo la escala que de la tierra

llegaba al cielo, pintando las piedras que sirvieron

de descanso á su cabeza , dice la Escritura que:

Gén cap 38 Erexit lapidem in titulum. Y quieren los hebreos que

se entienda: Erexit Statuam (que levantó una está-

tua). Y porque se conozca que fué causa sagrada,

dice que pintó la Uncion santa y el Nombre reli-

s Pag cap 28 Sl0S0, llamándola Casa de Dios. Que fué figura de

«ob.'d Gén. Tabernáculo que hizo Moisés. Después se lee en el

Exodo que dijo Dios haber señalado áBeseledyOlíad,

dándoles ciencia infusa para hacer el Tabernáculo,

Eioa cap 31 e^ Propiciatorio, el Arca, Mesa y Altar , con las

imágenes de los cherubines, y otras muchas cosas,

de pincel y relieve. Y en muchos lugares de la Es-

3 Rog 6 cntura Sagrada se hace mencion del famoso templo

de Salomon , adornado de variedad de figuras de

pintura y escultura. Fuera de esto, vemos que man-

Nam. 21. d° ^os ^ Moisés que hiciese una serpiente de me

tal y la levantase en alto, para que quien la mirase

fuese libre de la venenosa mordedura de las ser

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LIBRO PRIMERO, CAP. X. 181

pientes. Tambien los hijos de Rubem y de Gad, en- Jo5úé,22

trando en la tierra de Canaam, edificaron cerca del

Jordan un altar muy grande, en testimonio que ado

raban al verdadero Dios. Juntamente está escrito

que Dios se mostró en diferentes figuras algunas

veces á los Profetas, y particularmente á Daniel, en Dan¡. 7.

forma de anciano, sentado en un trono de Majestad,

con vestiduras blancas y cabello y barba de la mis

ma suerte. Y así como fué descrita su figura de los

Profetas, es de creer que los artífices la podian repre

sentar al pueblo en sus pinturas. Y esto baste en co

mun de las sagradas imágenes de los antiguos siglos-

Pero viniendo el tiempo de la gracia, habiendo

Dios abierto las entrañas de su misericordia envían- paieot. m,. l.

i 8do su unigénito Hijo al mundo para nuestra reden- cap'

cion, quiso usar más copiosamente de todos los me

dios con que nuestro entendimiento se rindiese,

nuestra voluntad se aficionase y nuestra memoria

se enriqueciese. Y con los ejemplos maravillosos de

sus obras fuesen los hombres enseñados, con su ley

de amor aficionados, y con su doctrina evangélica

alumbrados. Y viendo que muchos de los fieles no

serian capaces de las cosas sagradas, ni aptos para

entender la Santa Escritura, y que habría muchos

á quien las palabras no harían suficiente impresion

en su entendimiento y otros que por las tinieblas de

las aficiones humanas, fácilmente se olvidarían de

tantos beneficios ¿qué remedio podia hallar el Espí

ritu Santo á tanta variedad de menguas? Ninguno

verdaderamente más proporcionado ni más univer

sal á todos, que el uso de las sagradas imágenes.

No ya debajo de velo, ni en figura, más clara y

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182 ARTE DE LA PINTURA.

abiertamente, cómo se dice en el Concilio Niceno,

y confirmado con tantas maravilla», y con la autori

dad de Cristo Nuestro Señor. Ayudando á las tres

potencias de nuestra alma (como dijimos) y comen

zando del entendimiento, quien no ve como lo ins

truyen, y sirven de libros populares, porque el vul

go entienda por la pintura lo que los doctos leen en

los sagrados libros, ó tema ocasion de ella para

preguntar á los más sábios. Como dice Germano,

sinod., 7. oct, 4. obispo de Constantinopla, «las imágenes dan, por lo

t. H9. «menos, motivo y causa para preguntar á otros, y

«hacerlos discurrir.« Cuanto á la voluntad, no hay

duda que el ver las imágenes píamente hechas acre

cienta los buenos deseos, hace aborrecer el pecado,

y mueve nuestra voluntad y afecto á imitar las vi

das de los gloriosos santos que vemos representados

De iemp. saiom. (como por los ejemplos pasados hemos visto). «La

rap. 7. tomo 8. «vista de las imágenes (dice el venerable Beda)

«suele dar algunas veces gran compuncion y de

vocion á los que las miran, y aquellos asimes-

«mo que no saben leer, y ser como lesion viva del

«Señor, « ¿Qué diremos de la memoria? Sabiendo que

de la que llaman artificiosa está puesta la mayor

parte en el uso de las imágenes, y así no es mara

villa que las sagradas de que hablamos tanto más

sinod. 7.. 4 1. 4. las refresquen, como se lee en el referido Concilio

de este tenor, «para que considerando pintadas his

torias antiguas, traigan á la memoria quién fuéron

aquellos que de veras y con fidelidad sirvieron á

Dios Nuestro Señor.« Y San Gregorio, para remato

la■ 7 eput 53 de nuestr0 discurso: «Trayéndonos á la memoria la

«pintura (no menos que la escritura) á el Hijo de

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LIBRO PRIMERO, CAP. XI. 183

«Dios, ó alegra nuestra alma con su resurreccion, ó

«la mueve y ablanda con su pasion. «

CAPITULO XI.

DE LA PINTURA DE LAS IMÁGENES Y DE SU FRUTO, Y LA AUTORIDAD

QUE TIENEN EN LA IGLESIA CATÓLICA.

Para tratar del fin de la pintura (como habemos ^«,1.. ia. i.

propuesto) es necesario valemos de una division cap' 19.

usada de los doctores, que sirva en la claridad de

este intento ; dicen que uno es el fin de la obra y

otros el del operante. Y siguiendo esta doctrina digo

que uno es el del pintor y otro el de la pintura. El

fin del pintor, como solo artífice, será con el medio

de su arte ganar hacienda, fama ó crédito, hacer á

otro placer ó servicio, ó labrar por su pasatiempo ó

por otros respetos semejantes. El fin de la pintura

(en comun) será, mediante la imitacion, representar

la cosa que pretende con la valentía y propiedad

posible, que de algunos es llamada la alma de la

pintura, porque la hace que parezca viva, de ma

nera que la hermosura y variedad de colores y

otros ornatos son cosas accesorias. De donde dijo Arist,en laPoé,¡c

Aristóteles que de dos pinturas, una adornada de

belleza de colorido y no semejante, y otra formada

de líneas simples, pero muy parecida á la verdad,

aquella será inferior y esta aventajada; porque aque-

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184 ARTE DE LA PINTURA.

Ha contiene los accidentes y esta abruza el funda

mento y,la sustancia, que consiste en representar,

mediante el buen debujo, con perfeccion lo que se

quiere imitar. Pero considerando el fin del pintor

como de artífice cristiano (que es con quien habla

mos), puede tener dos objetos ó fines, el uno prin

cipalmente y el otro secundario ó consecuente. Este

menos importante será ejecutar á su arte por la

ganancia y opinion y por otros respetos (que ya

dije arriba) pero regulados con las debidas cir

cunstancias, lugar, tiempo y modo. De tal manera,

que por ninguna parte se le pueda argüir que ejer

cita reprensiblemente esta facultad, ni obra con

tra el supremo fin. El más principal será por me

dio del estudio y fatiga de esta profesion, y estando

en gracia alcanzar la bienaventuranza, porque el

cristiano, criado para cosas santas, no se contenta

en sus operaciones con mirar tan bajamente, aten

diendo sólo al premio de los hombres y comodidad

temporal, antes levantando los ojos al cielo, se pro

pone otro fin mucho mayor y más excelente, libra-

,.6. do en cosas eternas. Y esto es lo que muchas veces

advirtió San Pablo á los siervos y á todos los demás

hombres que ministrando á otros se acordasen de

hacer esto principalmente por Dios, diciendo: «Los

«que sois siervos obedeced á vuestros señores tem-

«porales, no por cumplimiento ó para bien parecer,

«sino como siervos de Cristo, que saben que cada

«cual recibirá del Señor su galardon conforme fue-

«ren sus obras.« Y en otra parte: «Todo lo que hi-

«ciéredes hacerlo de corazon como quien lo hace en

«servicio y no de los hombres, sabiendo que de su

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LIBRO PRIMERO, CAP. XI. 185

«Divina Majestad habeis de recibir el premio de todo

«ello.« Y si del fin de la pintura (considerada sólo

como arte) deciamos que es asemejante á la cosa

que pretende imitar con propiedad, ahora añadimos

que ejercitándose como obra de varon cristiano ad

quiere otra más noble forma, y por ella pasa al or

den supremo de las virtudes. Y este previlegio nace

de la grandeza de la ley de Dios : por cuyo medio

todas las acciones (que por otros serian tenidas por

viles) hechas con deliberacion y enderezadas al fin

eterno, se acrecientan y adornan de merecimientos

de virtud. Y no por esto se destruye ó contradice el

fin de la arte sola, antes se ensalza y engrandece y

recibe nueva perfeccion. Así que , hablando á nues '

tro propósito, la pintura, que tenia por fin solo el

parecerse á lo imitado , ahora como acto de virtud

toma nueva y rica sobreveste ; y demás de aseme

jarse, se levanta á un fin supremo, mirando á la

eterna gloria; y procurando apartar los hombres de

los vicios, los induce al verdadero culto de Dios

Nuestro Señor.

Tambien vemos que las imágenes cristianas no

sólo miran á Dios, mas á nosotros y al prójimo. Por

que no hay duda, sino que todas las obras virtuosas

pueden servir juntamente en la gloria de Dios, á

nuestra enseñanza y á la educacion próxima. Y tan

to más deben ser estimadas cuanto mejor abrazan

estas tres cosas, en las cuales consiste la suma de

la perfeccion cristiana. Donde pudiendo pintar esta

de las imágenes sagradas, parecerá más clara la

grandeza de su precio. El modo como se reduce al

número de las más nobles virtudes ya lo hemos vis

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186 ARTE DE LA PINTURA.

to, porque la causa principal de haberse introducido

las imágenes antiguamente fué por honrar á aque

llos á quien se dedicaban. Y así la ciega gentilidad,

queriendo celebrar á Júpiter, Minerva y Neptuno y

otros, ningun camino halló mejor que fabricarles

estátuas, y simulacros en gran número. Este mesmo

estilo guardaron los griégos y romanos y otras na

ciones para engrandecer á sus emperadores y á

otros varones dignos de memoria, y lo mesmo han

hecho todas las gentes, por instinto de naturaleza,

que queriendo mostrar alguna señal de reverencia

y de gran observancia cerca de algun gran prínci

pe ó eminente varon, le pusieron su estátua en pú

blico. Y así no es maravilla que la ley cristiana, va

liéndose del mismo medio (pero con fin divino y sa

crosanto) haya admitido el uso de las sagradas imá

genes, para honrar al verdadero Dios en sus santos,

y con este medio extender más su infinito poder,

misericordia, justicia y sabiduría, y difundir por to

dos los confines de la tierra la gloria y majestad de

su nombre .

Decimos tambien que sirven á nosotros mismos,

porque pretendiendo nuestro señor Dios ser adorado

de cada uno con alma y cuerpo, ayudan las imáge

nes, como cosa del culto exterior, á protestar la

reverencia que tenemos en nuestro afecto interior

dedicándola á Dios, como oblacion y especie de

sacrificio. Con lo cual damos testimonio de las

obligaciones que le tenemos de sujecion, obedien

cia y esperanza eterna. Y el no medido gozo que

vive en nosotros de ver á su Divina Majestad,

representada por la pintura, delante de nuestros

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LIBRO PRIMERO, CAP. XI. 187

ojos, y á todas horas, como á padre y señor nuestro.

l. Ayudan, otrosí, maravillosamente á la utilidad Arist., lib. 8.

y edificacion del próximo. Porque si queremos mi- elh" rap' 3.

rar las tres suertes de bienes tratadas de los sábios,

lo deleitoso, lo útil, lo honesto, los contienen todos

universalmente; pues los conseguimos por medio de

las imágenes santas. Viéndose por experiencia que

cuanto á deleitar, ninguna cosa comunmente ha-

.blando agrada asi á nuestros ojos, dándoles recrea

cion suavísima, cuanto las cosas de pintura acaba

das con perfeccion: como se ha dicho y parece de

este insigne lugar del Petrarca: «El deleite que Dexem^. deamh.

«causa una tabla bien pintada si nos rigiéramos por for'™'''4'¿b" 1

«razon, nos habia de levantar al amor celestial, en-

«señándonos su origen divino. Porque ¿quién hay

«que apetezca el pequeño arroyo, y aborrezca la

«fuente de donde nace?«

2. Cuanto á lo útil, dejando las infinitas comodi

dades que traen las deformidades que cubren, apa

centando maravillosamente los sentidos, dejando el

esplendor y belleza que reciba todo lugar de su or

namento; pues no hay ninguno por bajo ó vil que

sea, que adornado de ellas, no quede dignamente

ilustrado. Y dejando aparte la conservacion de la

antigüedad, pues muchas cosas estarían ya olvida

das sin su representacion, y dejando la utilidad uni

versal (referida) que traen al pueblo, sirviendo de

libros, y finalmente, dejando otras muchas cosas,

pasaremos á los bienes honestos.

3. No se puede cabalmente declarar el fruto que

de las imágenes se recibe. Amaestrando el enten

dimiento,, moviendo la voluntad, refrescando la me'

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188 ARTE DE LA TINTURA.

moria de las cosas divinas. Produciendo juntamente

en nuestros ánimos los mayores y más eficaces efec

tos que se pueden sentir de alguna cosa en el mundo.

Representándose á nuestros ojos, y á la par impri

miendo en nuestro corazon actos heroicos, magná

nimos, ora de paciencia, ora de justicia, ora de cas

tidad, mansedumbre, misericordia y desprecio del

mundo. De tal manera, que en un instante causa en

nosotros deseo de la virtud y aborrecimiento del.

vicio; que son los caminos principales que condu

cen á la bienaventuranza.

Además de lo que se ha dicho, hay otro efeto de

rivado de las cristianas pinturas, importantísimo,

tocante al fin del pintor católico, el cual, á guisa del

Paleo!, lib. i, orador se encamina á persuadir al pueblo, y Uevar-

cap' 21 ' lo, por medio de la pintura, á abrazar alguna cosa

conveniente á la religion. Pues para mayor claridad,

segun han escrito los doctos del arte oratoria, se ha

cicer. ¡«i¡b. l. de hacer diferencia entre el oficio y el fin de un

orador. Llamo oficio todos aquellos medios que se

abrazan para conseguir el fin; y fin aquello que es

su principal y último intento. Y así como el oficio

del orador es hablar convenientemente y á propó

sito, así el fin será el persuadir lo que pretende. El

cual fin no está en su mano si bien lo están los me

dios proporcionados á este fin. Como ni el médico es

poderoso á sanar el enfermo, que es el fin de la me

dicina, aunque lo sea para curarle científicamente.

Así el pintor, cuanto á la parte en que conviene con

el orador, tendrá obligacion á formar la pintura de

suerte que consiga el fin que se pretende con las

sagradas imágenes ; aunque el efeto falte algunas

Page 196: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO PRIMERO, CAP. XI. 189

veces. Vean los pintores 'de este tiempo á lo que

están obligados; mas cuántos son capaces de enten

der estos mis documentos? ¡oh lástima sin esperanza

de reparo! Este fin, si bien es uno siempre en persua

dir, serálo segun los varios sugetos que les "vienen

á las manos: á ejemplo del orador que, teniendo

obligacion de persuadir al auditorio, y traerlo á su

opinion, esta persuasion empero será encaminada

ora á la guerra, ora á la paz, ó al castigar, ó al ab

solver, ó premiar ó cosas semejantes. Por lo cual el

fin del pintor respecto de esto podrá ser vario segun

la diversidad de las cosas que representa. Mas ha

blando de las imágenes cristianas, digo que el fin

principal será persuadir los hombres á la piedad y

llevarlos á Dios. Porque siendo las imágenes cosa

tocante á religion, y conviniendo á esta virtud que

se rinda á Dios el debido culto , se sigue que el ofi

cio de ellas sea mover los hombres á su obediencia,

y sugetos. Si bien pueden con estos concurrir otros

fines particulares; como son inducir los hombres á

penitencia, á padecer con alegría, á la caridad ó al

desprecio del mundo ó á otras virtudes, que son to

dos medios para unir los hombres con Dios, que es

el fin altísimo que se pretende con la pintura de las

sagradas imágenes, de que á mi ver se ha hablado

bastante. Ahora convendrá decir algo de su fruto, y

de la estima y aprecio que de ellas hace la iglesia

católica: con autoridad de la escritura, de los conci

lios y santos.

La parte no sólo propia sino más principal á que p«140'']■1■' 7

se encamina la pintura, es mover el ánimo de quien 'á6

la mira, y tanto mayor alabanza le da, cuanto más

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190. ARTE DE LA PINTÜBA.

noble es el efecto. Que si el orador (como ya se tocó)'

por saber con la facultad del decir, volver los age-

nos afectos á esta ó aquella parte, merece eterna ala-

1 banza, ¿quién duda que la pintura cristiana acompa

ñada de la belleza y consideracion espiritual, tanto

más eficaz y noblemente podrá conseguir este obje

to, respecto de la muchedumbre, que universal-

mente es indocta? y que el fin á que ella mira es

más sublime y glorioso como dice el poeta lírico en

esta sentencia :

Homt eniapoiHú'a Signius irritant animum demissaper aures,

quam quas sunt oculis subiectafidelibus.

Que yo volví de esta suerte:

Las cosas percibidas

de los oídos, mueven lentamente;

pero siendo ofrecidas

á los fieles ojos, luego siente

más poderoso efeto

para moverse, el ánimo quieto.

Por donde podemos decir que representa la pin

tura á la vista las cosas en el modo propio que pa

saron, mejor que por la leccion las que oimos con

uda de templo de ^'• P°r donde la llamaron los griegos , como ve-

saiomon. Tom. 8 mos, viva escritura. De manera que si vemos varios

cap' ' ' ejemplos de personas que habiendo leido un solo

cP. 8. j libro de repente mudaron la vida, ¿por qué no nos

persuadirémos que mucho más eficazmente produ

cirá esto de una imágen sagrada hecha devotamen-

' te? Como nos lo mostró el ejemplo del Duque delos

Búlgaros, con la pintura del juicio. Cuenta Poticia-

L¡b" Ip" 3.C00f' 110 en San Agustín, que algunos soldados de Valen

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LIBRO PRIMERO, CAP. X!. 194

tiniano, emperador, habiendo leido la vida de San

Antonio , ermitaño , súbitamente tomaron nueva

determinacion de servir á Dios. Y el mismo glorio- ub. 3.

so doctor, en el mismo libro , dice de sí, que con el

Ortensio de Ciceron se mudó totalmente, por estas

palabras: «Aquel libro mudó, Señor, mis afectos, y

trocó mis deseos, y hizo que enderezase mis oracio

nes á vos : todas las vanas esperanzas me parecian

bajas y viles.« Pues si tanta eficacia tienen las pa

labras que se oyen ó leen, para mudar nuestros

afectos , con mucha mayor violencia penetrarán

dentro de nosotros aquellas figuras que inspiran

piedad, modestia, devocion y santidad. De quien

dice S. Gregorio: «Mientras se atraen interiormen

te las especies de las cosas exteriores, casi se pinta

en el corazon, lo que con deliberacion se piensa en

las fabricadas imágenes. « Y si el sentimiento, cuan

do se refiere al martirio de un santo, el celo y cons

tancia de una Virgen y la pasion del mismo Cristo,

de veras toca en lo interior del alma', ver ante los

ojos con el arte y vivos colores, el santo martiriza

do, ó la Virgen combatida, á Cristo clavado en la

Cruz, bañado en su sangre preciosa , es cierto que

acrecienta tanto la devocion y compunge las entra

ñas, que quien con semejantes objetos no se mueve,

ó es de piedra ó bronce. Por esto escribe S. Basilio: Hom¡i. <u 4o ™

«Las flores de la pintura en la Iglesia, me atraen á

mirar : contemplo la fortaleza del mártir , considero

los premios de las coronas , y como en fuego me

abraso, con deseo de la imitacion ; y postrado y hu

milde; adoro áDios por su martirio, y recibo salud.«

Y Metatrastes , en la vida de S. Tarasio, valiente sur», tom. 1.

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192 ARTE DE LA P1NTDRA.

defensor de las santas imágenes , contra la rabia de

los iconómacos, dice elegantemente: «¿Quién vien

do representado, con los vivos colores, al mártir que

pelea y desprecia las nubes de los azotes, y la llama

confiado en su Hacedor, no se baña en lágrimas?

¿Quién, viendo aquel que se entregó por Cristo á los

ministros del suplicio, y persevera firme en los tor

mentos, no admira su paciencia y la vencida virtud

de su excelso ánimo? ¿Quién, atendiendo al otro

que no abrió la boca para decir una palabra des

compuesta , sufriendo verse despedazar los costados

y espaldas, no se extremece de compasion? ¿Quién,

mirando con atencion al que es entregado á los

leones, para ser entre sus dientes deshecho, no quer

rá participar de aquel espiritual convite? ¿Y quién

que contemplando estas cosas no sólo en los varo

nes sino tambien en las delicadas hembras, no des

eche el temor mujeril, y se fortalezca con la con

fianza divina?« Así, no es de creer que ninguno sea

tan insensato que no conozca la conveniencia y

simpatía que nuestra naturaleza tiene con las imá

genes cuando están hechas vivamente y con espí

ritu. De donde escribe el grande Agustino, que se

les debe advertir su culto y veneracion á los enfer

mos antes de morir, demás de las cosas que creen.

San Agns. de visit. «Hay (dice) algunas imágenes exteriores que tal vez

losente, e. 3. deSpiertan fe perezosa, y casi estampan en lo interior

arrepentimiento y dolor. Las cuales quiere que se

guarden, la cristiana religion, y huelga la devocion

de los amigos, que visitan los enfermos que se cum

pla con ellas.' Y pasa adelante á hablar de la imá-

gen de Cristo crucificado, cuanto ayuda á este fin.

Page 200: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO PRIMERO, CAP. XI. 193

Mas porque deseamos mostrar que los efectos cor

responden á todas las razones referidas, y de la propia

experiencia parecen claramente las obras maravi

llosas que por las imágenes se han visto, excusamos

los ejemplos (cuya muchedumbre podría impedir

nos, contentándonos con los referidos arriba) de

milagros que continuamente se han obrado por me

dio de ellas, en la Iglesia santa. Por los cuales ma

nifiestamente se ve, cuán agradables son al infinito

poder de Dios , por las cosas sucedidas admirables

y estupendas. Como el dar salud ; el librar los hom

bres de inevitables peligros ; el conservarse las imá

genes sin lesion, en medio de las encendidas lla

mas ; el defender las ciudades oprimidas de enemi

gos, y otras muchas cosas milagrosas. Que siendo

todos efectos sobrenaturales, es argumento infalible

de la virtud celestial con que obraron.

Y para mayor demostracion de nuestro intento,

podríamos alegar lo que afirman médicos y filóso

fos, diciendo, que segun los varios conceptos, que

aprende nuestra fantasía de las formas diferentes,

se hace en ella tan firme impresion, que causan

movimientos y señales notables en los cuerpos hu

manos : como enseña la experiencia, y dice Plinio

por estas palabras: «Mayor es la diferencia que hay pi¡„., i¡b. 7,

«en el hombre, que en todos los demás animales; «p'

«porque la velocidad del pensamiento , la presteza

«del ánimo y la variedad de ingenio, imprime notas

«de diversas maneras, viendo en los demás animales

«inmóviles los ánimos.« Estando, pues, nuestra ima

ginativa dispuesta á recibir tales impresiones, ¿quién

duda no haber instrumento más fuerte ó más eficaz

13

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194 ARTE DE LA PINTURA.

que las imágenes vivamente pintadas, que casi vio

lentan los sentidos incautos? Y dejando muchas

cosas que se pudieran referir á este propósito , viene

Appi.. iib. 2. bien lo que se escribe del retrato de Julio César: que

la imágen del muerto expresa en la cera, movió los

Quint., iib. 6, ánimos del pueblo á la venganza de la muerte. Y lo

c0p. que cuenta Quintiliano, que solían traerse á juicio

en presencia de los magistrados las imágenes de

aquellos por cuyas partes juzgaban : pareciéndoles

gaiu.t. «nLugur. medio poderoso á mover el ánimo del juez. Así los

antiguos senadores romanos solían decir: que vien

do las imágenes de los mayores se les encendía el

ánimo con mayor eficacia á la virtud.

Para remate de estos ejemplos de la impresion

que causa la vista, nos debe bastar por ahora el que

cénes., rap. 32. trae la Sagrada Escritura de las ovejas de Jacob, á

quien puso el Dante las varas descortezadas , de

donde resultó á una parte del ganado las agradables

manchas.

Pero volviendo á las pinturas sagradas, escribe

S. Gregorio Nicino, alegado muchas veces, en la

sétima sínodo , que la historia de Abraham, cuando

quiso sacrificar á Isaac, su hijo, por estar tan piado

sa y vivamente pintada, muchas veces que la mira

ba, se mudaban interiormente, sin poder detener las

siood. 7. ani. 4. compasivas lágrimas. «Vi , dice, muchas veces la

imágen de la inscripcion , y no pude pasar sin lá

grimas : por poner la pintura ante los ojos tan efi

cazmente la historia.« De donde infirieron aquellos

En e! mesmo lugar. Santos Padres del Concilio: «Si á tan gran maestro

dió lágrimas y utilidad , cuán más útil será á los

hombres rudos.« Y en el mesmo sínodo cuenta San

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LIBRO PRIMERO, CAP. XI. 195

Asterio, obispo de Amasea, de una pintura del mar

tirio de Santa Eufemia, "donde estaba tan propia

mente demostrada la crueldad de los tormentos y la

grandeza de su valor, que enternecia el corazon y

enmudecia el rostro. «Lágrimas, dice, derramo por- sinod. 7. ««. 4.

que tan perfectamente pintara el artífice las gotas

de la sangre corriendo, que juraras caian de los lá-

bios.« De Santa María Egipciaca se leen en este

propio lugar , que viendo un dia numeroso pueblo

entrar en el templo , y que ella , por oculta fuerza

era detenida, acordándose de la libertad de sus cos

tumbres, alzó los ojos á una imágen en la Santa

Cruz, y á otra de la gloriosa Virgen, y le pareció «nod. 7. 4.

que de ellas salían dardos agudos, que le atravesa

ban el corazon, y dijo estas sentidas palabras : «Em

bistióme un horror y arrebatamiento del ánimo , y

comencé á temblar toda y perturbarme.« Y siguie

ron luego aquella admirable conversion é inusitada

penitencia suya. S. Gregorio Nacianceno en sus

elegantes versos describe , que una mujer perdida

queriéndose entrar en casa de un mancebo descom

puesto, acercándose á la puerta abrió los ojos, y s. cregor. n«c.

viendo la imágen de Palemon , filósofo , varon de «« ' JCt'

virtuosas costumbres y ejemplar vida , luego mudó

su vil determinacion; y volviendo atrás dejo total

mente los pensamientos deshonestos. Los versos la

tinos dilató dichosamente en una silva D . Juan de

Arguijo, Veinticuatro de Sevilla, que los traigo

aquí para ilustrar estos escritos.

Fácil al blando ruego,

y en vil precio obligada

á ser víctima impura de amor ciego,

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196 ARTE DE LA PINTURA.

cudiciosa ramera

corria apresurada

á los profanos lares

de el impúdico joven que la espera :

mas apenas pisó de la primera

puerta el umbral , cuando ocupó sus ojos

la imágen venerable y fiel trasunto

de el grande Palemon , que al mesmo punto

con eficaz modestia (bien que mudo)

su culpa acusar pudo ;

y usurpándole á Vénus los despojos ,

enfrenó el libre paso ,

reprimió el torpe afecto ,

venció al ardor lascivo ;

¿qué otro mayor efecto

esperarse debiera,

si presente estuviera ,

si la mirara vivo ?

Cuenta el abad Teodoro , que teniendo uno gran

devocion con una imágen de la Madre de Dios , que

tenia su Hijo en los brazos, no cesó el demonio de

fatigarle de diversas maneras para que la quitase

de su casa , y de las cosas maravillosas que de esta

ocasion sucedieron. S. Bernardo y S. Francisco, con

otros muchos Santos , ya se sabe la devocion y ar

dor de espíritu que muchas veces concibieron dentro

de su ánimo , viendo la imágen de Cristo Crucifica

do. Demás de los ejemplos que hemos visto, y pu

diéramos traer, rematarémos con el que cuenta Pa-

paieoi. iib. i. leoto, que sucedió en su tiempo. Un señor de Milan

rap 26' v habiendo hecho firme propósito de matar un enemi

go suyo, entró en una iglesia, y viendo una imágen

de un Crucifijo, sintió súbitamente conmoverse en

lo interior de su alma , y postrado ante él de rodi

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LIBRO PRIMERO, CAP. XI. 197

llas , trocó aquel pensamiento en arrepentimiento y

lágrimas. Otros semejantes efectos creemos que su

ceden á muchos (por la misericordia de Dios) con la

piadosa vista de las sagradas imágenes, de cuya

autoridad será tiempo que hablemos (dejando á los

doctores el tratar de esta materia dogmáticamente

contra la obstinacion de los perseguidos herejes) bas

tando á los ánimos pios el general sentimiento de

la Iglesia católica.

Vemos que en la antigua ley mandó Dios muchas Paleot. lib. i.

veces que se formasen imágenes, y aun las habian rap' 26,

de ser, de leones, de bueyes y palmas; y la escultura

del candelero y querubines y del propiciatorio , y c. 25

otras muchas cosas. Y si Dios no manda cosa que no tJ^«l'.'ii.

sea útil y necesaria, ¿quién podrá negar que el uso

de las imágenes, mandado por él en todos los luga

res, no sea conveniente y provechoso ?

Viniendo despues al mundo nuestro Salvador á

predicar su evangélica doctrina, y despues de Él

sus santos apóstoles y discípulos, estando ya en uso

las imágenes sagradas, fué por Él y por ellos con

tinuada su observancia. Como parece del cánon del

Concilio Apostólico antioqueno, y la tradicion ecle

siástica demuestra, que nos sirven de ciertísima ley:

como testifica el concilio Niceno segundo , por es- sinoa. 7, «*. 2.

tas palabras: «Nosotros confesamos unánimes, que

«queremos tener por válidas y decretadas las ecle

siásticas tradiciones, ya en escrito, ya en costum-

«bre; de cuyo número es la formacion de las imáge

nes. « Y en la misma sínodo dice Euthimeo, obispo

sardence, á quien siguen otros obispos (de que allí

se hizo mencion) : «Yo recibo de todo corazón las slDOd' ^ act> a.

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198 ARTE DE LA PINTURA.

«imágenes santas, no como nuevo dogma inven-

SIood. 7, act. 6. «tado recientemente, pero conociendo con claridad

«que se nos enseñó de tradicion apostólica y man

cado de los santos doctores de la Iglesia.« Y en

otro lugar dice S. Epifanio: «No es la fábrica de

«las imágenes invencion de pintores, mas ley y tra-

«dicion aprobada de la Iglesia católica: del pintor

"sólo es la arte, empero el orden, de los santos pa-

S. Basil. epis. » dres.« Y lo mismo confirman S. Basilio, Damas-

adjuí¡am. ceno y comunmente los santos doctores; de tal

Damas, lih. 4 c. 1 / ' *

suerte, que no fué necesario publicar otra ley uni

versal. Y cuando apuntaba alguna mala semilla, ó

pérfida planta, contra esta tradicion apostólica, lue

go se arrancaba, y cortaba, por la autoridad de los

mismos Pontífices, generales ó nacionales conci

lios, y santos padres, como se lee en varias epís-

s. ««gorra iib. 7. tolas de S. Gregorio , y se hace mencion en otros

y iib. 5. Epist. 9. autoreSi y comenzando despues á descubrirse abier-

S. Ant. pat. o. >

iu.22. tamente los sacrilegos herejes, favorecidos delos

malvados príncipes de aquel tiempo, para destruir

totalmente las imágenes, no faltaron muchos Pontí

fices santísimos que congregaron luego sínodos ge

nerales para oponerse á tanta impiedad, descomul

gando á los impugnadores de las santas imágenes;

confirmando y canonizando el uso de ellas. Cuenta

Lib.i8his.Long. Paulo Diácono, que el Papa Constantino despachó

diversas provisiones en favor de las imágenes san

tas, ofendidas de Filípico, emperador herético. Su

cedió despues Gregorio II, del cual refiere Adriano

Ton.. 3 d« coneii. Papa: «Que predicando en Concilio de setenta y

mi. 216. ,,nueve obispos, ante la confesion deS. Pedro, ha

biéndose referido muchos testimonios de muchos

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LIBRO PRIMERO, CAP. XI. 199

«santos padres, se determinó que las sagradas imá-

«genes fuesen reverenciadas y adoradas.« Muchas

cosas cerca de esto cuenta Atanasio Bibliotecario,

Nicéforo, Zonaras y otros. Al Papa Gregorio II, su

cedió Gregorio III, y despues muchos santísimos

Pontífices, Zacarías, Estéfano II, Estéfano III y

Paulo I. Que, como parece en la misma sínodo, pro- smod. 7. act. 2.

curaron todos varias cosas en favor de las santas

imágenes. Despues de los cuales el Papa Adriano I

ordenó aquella famosa y notable sínodo, llamada

Nicena II, y Ecuménica VII, en el año de 789, en la 1

cual además de otros muchos decretos se leen estas

palabras: «Estamos instruidos por tradicion de pro- s¡nod. 7 act. i.

«fetas, apóstoles y padres que esta es la verdad y

«piedad, dar reverencia y culto á las venerables imá-

« genes en los sagrados templos.« Esta sentencia así

eficazmente y con tanta viveza, fué de aquella santa

sínodo aceptada. Y entre los padres, aquel gransinod. 7, act. 3.

griego Pensionista dejó cierta aquella notable sen

tencia: que no se contase por iglesia aquella que no

tuviese imágenes: como las sinagogas de los he

breos, las mezquitas de los turcos y moros, y las

modernas escuelas de los herejes, desnudas de toda

pintura. Y entre las exclamaciones que se hacen aca

bada la sínodo, se leen estas palabras: «Todos teñe- Sínod. 7, actio 7.

mos una misma cosa y la creemos, y de comun con

sentimiento la firmamos de nuestros nombres: esta

es la fe de los apóstoles, esta es la fe de los anti

guos padres , esta es la fe de los católicos , esta fe

es la que sustenta y tiene en pié á todo el mundo.«

Despues de esta sínodo en tiempo del mismo Adria

no, fué celebrado la Francfordiense, con detestacion

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200 ARTE DE LA PINTURA.

de los iconómacos. A la piedad de esto pontífice se

juntó despues Leon III cerca del año 800, que con

ayuda del emperador Cárlo Magno, dejó muy esta

blecido este dogma en la Iglesia católica. Despues

el Papa Nicolás I escribió, entre otras, dos epístolas

á Micael, emperador de los griegos, diciendo en la

sicoi. p. l.eput. primera: «Habemos tomado á nuestro cargo, el ha-

17' «cer que se guarde la antigua tradicion de los san-

«tos padres nuestros predecesores , que tuvieron la

«silla apostólica despues del apóstol S. Pedro, la

«cual, entera y sin mancha defiende la santa Iglesia

«católica y apostólica; finalmente conviene que las

«venerables imágenes de Cristo Señor nuestro, y de

«su Santísima Madre y de los bienaventurados após

«toles, y de todos los santos sean honradas y vene

nadas. « Y en la epístola confirma lo mesmo : por

donde sus decretos fuéron muy encomendados de

Leon IX como en sus epístolas se muestra. Y des

pues Adriano II que congregó la ocho sínodo gene

ral, quiso de la misma materia publicar algunos cá-

sinoi. 8, cán. S. nones, entre las cuales se leen estas palabras: «De-

«terminamos que la sagrada imágen de Jesucristo

«Señor Nuestro y Salvador de todos, se adore con

«igual honra que el libro de los Santos Evangelios;

«porque por medio de la pintura, y colores de las

«imágenes, así los sábios como los ignorantes todos

HoKtmosinoj. 7. «saquen utilidad, de aquello que está manifiesto.« Y

en otro cánon habla de lo mesmo: y despues en la

sínodo universal florentina, fué decretado con estas

concü. Floren, palabras : «Los infieles no haciendo diferencia al-

«guna entre la piedad, piensan que las imágenes de

«Cristo y de sus santos, son representaciones de sus

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LIBRO PRIMERO, CAP. XI. 901

«ídolos, ó de los demonios : pero nosotros, adorando

«como adoramos al verdadero Dios, uno en esencia

«y trino en personas, tenemos tambien obligacion

«de adorar sus imágenes, y los que así no lo hicie-

«ren, sean apartados de la iglesia, como herejes y

«descomulgados.« Ultimamente en el concilio Tri'

dentino, está aprobado y ratificado lo mesmo; con

admirable asenso de todos los padres, diciendo en

tre las otras cosas: «Cierto es que se saca gran fruto concn. 1™.,

«de todas las sacras imágenes* no sólo porque se 15, l"' 2'

«avisa al pueblo de los beneficios y dones que de

«Cristo recibió, mas tambien de los milagros de

«Dios, y saludables ejemplos por los santos, se po-

«nen ante los ojos de los fieles, para que den por

«ellas gracias á Dios y compongan su vida y cos-

«tumbres á su imitacion y se despierten á adorar y

«amar á Dios y reverenciar la piedad.« Finalmente,

por conclusion de este discurso, referirémos la mis

ma oracion que la Santa Iglesia antiguamente ha

observado en la bendicion de las imágenes sagra

das : «Todopoderoso y sempiterno Dios, que no pro- En Iib. ,¡f. W,

«hibiste que se pintasen las imágenes, y se escul- 16 s' A,lian' *">'1 r D "> Greg. N». S. Teod.

«piesen las nguras de los santos, para que tantas um.y otros much.

«veces nos animemos á mostrar sus ejemplos y san-

«tidad de vida, cuantas los vemos con los ojos cor-

«porales; humildemente pedimos que esta imágen á

«honra y memoria de tal santo, etc.« De estas au

toridades se puede clarísimamente probar cuál haya

sido siempre el sentimiento, y ordenacion de la San-

a Iglesia Católica, en el recibir y venerar las sa

gradas imágenes, dejando otros innumerables testi- Weot■ lib' 1(

monios de autores y santos griegos y latinos. Pues cap' 30,

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202 ARTE DE LA PINTURA.

sea lo postrero, necesario á este discurso ( si bien

breve en palabras, importante en las cosas) las tres

maneras de adoracion que se dan á las imágenes sa

gradas.

Primer adoracion. La primera, llamada Latría, débese sólo á Dios

Padre, Hijo y Espíritu Santo, á sus divinas imáge

nes y al Santísimo Sacramento del altar. Porque no

siendo otra cosa adorar que exhibir la debida reve

rencia á alguna cosa por su gran excelencia, y pu

diéndose considerar ó de perfeccion absoluta reco

gida en sí mesma, independiente de otro, ó de per

feccion participada y dividida, que es muy inferior

á la primera. Muestra el nombre de Latría propia

mente el culto que se debe á la excelencia de per

feccion absoluta, la cual se halla sólo en el primer

principio de todas las criaturas, que es el grande

Dios, autor, hacedor y gobernador del universo. Esta

misma adoracion se debe tambien á la más pequeña

parte del madero de la Santísima Cruz en que nues

tro Salvador murió, aunque no tenga forma de ella,

por cuanto concurrió con él en la obra de nuestra

redempcion, y por el contacto de su santísimo cuer

po y sangre preciosa; y sí tiene figura de cruz, por

que representa al mesmo Señor clavado en ella. Y

de la mesma manera, por esta tercera razon, debe

mos la mesma reverencia y adoracion Latria á todas

las demás cruces, de cualquier materia que sean,

porque son figuras, no sólo de la en que el Señor fué

puesto, pero de su mesma persona divina.

sumida adowion. La otra especie de honor que se debe á la criatu

ra por la perfeccion participada , que es cuando el

sumo bien le ha comunicado algunos dones de su

Page 210: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO PRIMERO, CAP. XI. 203

grandeza y dignidad, suele ser de dos maneras, la

una mayor, llamada Hiperdulia, con que se adora y

reverencia la inmaculada Virgen y madre de Dios,

y su imágen. La cual, por ser tan singularmente

privilegiada y llena de gracia desde el primer ins

tante de su purísima concepcion, con indecibles fa

vores de la eterna bondad, omnipotencia y sabidu

ría ha merecido como madre de Nuestro Señor Je

sucristo y abogada de los hombres, ser honrada y

reverenciada del pueblo cristiano con grado de ma

yor alteza que el que se da comunmente á los otros

santos.

La tercera especie, que se llama Dulia, es una ve- Tercer adoracion,

neracion y señal de reverencia que se da á los san

tos y á sus imágenes, en las cuales se manifiesta la

divina excelencia participada; pero no reverencia

mos sus imágenes por sí mismas ó por su materia,

ni menos por aquella causa general sola, que es

ayudarnos á la contemplacion de las cosas celestia

les, porque aquesto puede suceder en la figura del

cielo, del sol, de los animales, de las plantas y de

todas las cosas criadas, que es lo que dijo el profe

ta: Cwli enarrant gloriam Dci, et opera manum eius 18

anunciat firmamentum. Más principalmente venera

mos estas imágenes , porque la intencion de los fie

les se encamina á honrar la memoria de los santos,

y con aquella señal exterior reverencia la gloria de

aquellos que fuéron en la tierra sagrarios del Espí-

. ritu Santo y vasos puros de la gracia divina. Y en

consecuencia, se siguen los efectos maravillosos que

habemos dicho, que aun Platon, con estar tan léjos

de la luz de la fe, tuvo esta opinion cuando escribió;

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204 ARTE DE LA PINTURA.

piaton i¡b. 11 de «De verdad no vemos los dioses, pero fabricamos

«imágenes suyas, y honrándolas, aunque muertas,

«nos prometemos por esto que los mesmos dioses vi-

"vientes nos han de ser agradecidos y "favorables.»

Y por no extendernos más, basten las razones de

sinod. Tact. 2. Adriano papa: «A todos los príncipes, bien que sean

«malísimos pecadores, los adoramos y saludamos con

^reverencias. ¿ Qué es, pues, lo que veda que no sea

«lícito venerar tambien los santos ministros de Dios

«y en memoria de ellos poner y levantar imágenes?«

Con la cual sentencia habrémos dado cima al

más ilustre y grande argumento de nuestro libro.

Finalmente, remitimos al curioso que quisiere saber

más de las sagradas imágenes, al docto libro de Juan

de Molano, y al que escribió el reverendísimo car

denal Paleoto Obispo de Bolonia, y al compendioso

(aunque breve) del P. Martin de Roa, de la Compa

ñía de Jesus. Y aunque parezca haberme apartado de

mi intento á tratar la materia de las imágenes (pues

tambien competen á otras artes), hago saber que si

no son todo el empleo de la pintura, son, empero, la

parte más ilustre y majestuosa y que le da mayor

gloria y esplendor, empleándose en las historias sa

gradas y misterios divinos que enseña la fe, de las

obras de Cristo y de su Santísima Madre, vidas y

muertes de los santos, mártires, confesores, y vír

genes, y todo lo que á esto pertenece; y es la más

dificultosa parte que ejercita esta noble arte, por las

obligaciones forzosas que tiene de verdad, propie

dad y decoro, en que tan pocos aciertan, aunque

sean grandes pintores, como se verá largamente en

el segundo libro.

Page 212: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO PRIMERO, CAP. XII. 205

CAPITULO XII.

DE TRES ESTADOS DE PINTORES, QUE COMIENZAN, MEDIAN

Y LLEGAN AL FIN.

Antes de dar principio á la division de la pintura

y de tratar de la diferencia de sus partes, será nece

sario mostrar tres caminos , estados que se hallan

en los que la profesan, que son de principiantes

aprovechados y perfetos; y para proceder con or

den, el estado primero (segun lo más usado) es el

de los que sujetos al debujo del maestro, que se les

pone por dechado, trabajan con todas sus fuerzas

por imitar lo que ven, conformando, en cuanto pue

den, el traslado con su original. En cuya conformi

dad (probando ser arte la pintura) dijimos en su lu

gar que tiene principios propios suyos de que esen- ia>. 1, rap. i.

cialmente se compone; comenzando por sus partes,

una boca, un ojo, una oreja, y enseñando el modo

con que se deben hacer. Porque aunque es verdad

que para ser uno pintor (conforme al estilo que se

tiene en aprender otras artes) debiera saber muy

bien la teórica, como fundamento que enseña la

práctica (segun enseña Leonardo de Vinci), y que ha Docum. 18.

dicho antes él mesmo: «Primero se debe aprender Docum. 1.

«perspectiva, despues las medidas de todas las co-

«sas, y luego imitar las obras de mano de valientes

«maestros, para vestirse de la buena manera.» Con

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206 AIITE DE LA PINTURA.

todo (siguiendo sus documentos), es cosa más segu

ra y recibida (por la poca capacidad de los sugetos),

el comenzar por la práctica ó ejercicio de la mano,

y por una sencilla imitacion; porque siendo ejercita

dos en trasladar de cosas buenas, y diestros debuja-

dores, por la luz y conocimiento que adquieren,

halla en los mejores asiento y lugar la dotrina, y

son más capaces de los buenos preceptos, como más

Docum. 6. adelante lo aconseja el autor citado diciendo: «Debe

«el pintor, para adiestrar la mano, contrahacer los

«debujos de valientes maestros, y con el juicio y

«parecer de su preceptor, pasar á retratar las cosas

«buenas de relievo. « Bien que tal vez podría el que

intenta el estudio de la pintura ser capaz de los

preceptos antes de sus principios prácticos, mas

esto es raro, y menos usado; no por defeto del arte,

antes de lo que lo intentan , que contentos con sa

berlo hablar/aborrecen el trabajo y ejercicio de la

mano, y son molestos á los artífices. Y así segui

mos en esta parte la doctrina más comun, enseñada

de nuestros mayores y referida de Pablo de Céspe

des en sus elegantes versos:

Primero romperás lo menos duro

desta arte poco á poco conquistando,

procura un órden por el cual seguro

por sus términos vayas caminando ;

comienza de un perfil sencillo y puro

por los ojos y partes figurando

la faz; ni me desplugo de este modo

á un tiempo linear el cuerpo todo.

Un dia y otro día, y el contino

trabajo hace práctico y despierto

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LIBRO PRIMERO, CAP. XIt. 207

y despues que tendrás seguro el tino

con el estilo Arme y pulso cierto,

no cures atajar luego camino,

y por allí te engañe cerca el puerto ;

cedan, que el deseado fin consigas,

pereza y confianzas, enemigas.

Asila universal naturaleza,

cuantos produce al esplendor de cielo,

no primeros los armas de firmezas

ni con osado pié huellan el suelo;

el sabor de la leche y la terneza

funde y condensa del corpóreo velo,

y como va creciendo el alimento

refuerza con igual mantenimiento.

Hasta que ya crecido allega el punto

adulta edad, de más perfeto estado,

el sustento dispone y dalo junto

al cuerpo y al vigor acomodado.

No quieras adornar más tu trasunto

que lo que conviniere al primer grado,

que cuanto más en él te detuvieres

irás más pronto á el otro á que subieres.

Maravillosamente describe el Racionero cómo se

debe comenzar por las cosas pequeñas y fáciles,

para hacerse diestro en la mano con el ejemplo de

la naturaleza, que acomoda el manjar conforme á la

edad del sugeto. Porque no es bien que acometa el

que es principiante las cosas que exceden sus fuer

zas : que por no seguir este saludable consejo,

aviene á muchos lo que cuenta Esopo; que viendo L¡b.2.Fábui.20.

la rana pacer un buey aventuró á quererle igualar;

y hinchándose reventó neciamente.

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20S ARTE DE LA PINTURA.

Así muchas veces sucede á estos , pareciéndoles

que pueden inventar y hacer de suyo lo que ven á

los nuestros, que están en otro más alto grado; y

engañados de su presuncion, mueren á la estima de

los hombres cuerdos. De manera que en este grado

de principiantes, que consiste en imitar justamente

el ejemplar (como se ha dicho) conviene arrimarse á

cosas determinadas, y bien entendidas y buenos ar

tífices: por evitar la infelicidad de nuestros tiempos,

y la miserable servidumbre de los aprendices de él:

atados á contrahacer lienzos ordinarios por perfiles

perdidos, sin aspirar á cosa que tenga camino. ¿Pero

de qué sirve hablar de lo que no puede tener en

mienda? Volviendo pues á nuestro intento vimos en

los versos referidos de cuánta importancia sea con

trahacer la figura por sus partes, para que mejor las

comprenda el principiante. Díjolo antes (con su

Docnm. 3. acostumbrada viveza) Leonardo de Vinci: <'Si quie-

«res tener noticia den las formas de las cosas, co -

«mienza por sus pequeñas partes y no pases á las

"segundas si primero no tienes en la memoria la

''primera, y si lo haces de otra suerte alargarás el

«estudio.» Claro está que si olvida el que estudia las

partes de que ha de hacer el todo, aunque haya tra

bajado un ojo, óuna oreja, cuando haga un rostro se

hallará remoto y distante; si no lo retiene y guarda

en la memoria. Y que segun se ha dicho en el do

cumento referido, muy á la larga alcanzaría el su

frimiento que pretende de sus estudios. Tambien si

no lo he pensado mal, pertenecen á este estado todos

los que, ó debujando, ó pintando de colores, están

siempre pendientes de las cosas agenas, sin acau-

Page 216: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO PRIMERO, CAP. XII. 209

dalar para si cosa alguna. De manera que aunque

tengan defetos los originales, no tienen fuerzas para

corregirlos; y juzgo tambien de este grado (aunque

con alguna ventaja) á los que imitan el bulto y los

modelos, y aun el mesmo natural, si con el arte

no son señores de apartarse de lo seco y desgracia

do, y si no alcanzan con los preceptos la libertad

para hacer buena eleccion como dirémos adelante.

Y esto baste al primer estado de los que comien

zan, que ordinariamente encierra en sí el mayor nú

mero de pintores; y pasaremos al segundo por no

alargar nuestro discurso.

Enriquecida la memoria , y llena la imaginacion Gr.do, 2.

de las buenas formas que de la imitacion ha criado,

camina adelante el ingenio del pintor al grado se

gundo de los que aprovechan, y teniendo muchas

cosas juntas, de valientes hombres, así de estampa

como de mano, ofreciéndosele ocasion de hacer algu

na historia se alarga á componer de varias cosas de

diferentes artífices, un buen todo ; tomando de aquí

la figura, de acullá el brazo, de éste la cabeza, de

aquel el movimiento, del otro la perspectiva y deci

sion, de otra parte el país; y haciendo un compues

to, viene á disimular á veces de manera esta disposi

cion, que (respecto de ser tantos los trabajos agenos

y tan innumerables las cosas inventadas) se recibe

por suyo propio lo que en realidad de verdad es age-

no. Y esto, tanto más, cuanto mejor ingenio tiene el

que lo compone, para saberlo disimular , valiéndose

de cosas menos ordinarias y comunes. Y por decir

lo que siento , muchísimos , en grande opinion de

maestros, no pasan de este camino y se contentan

u

Page 217: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

S10 ARTE DE LA PINTURA.

con saberlo encubrir, y duermen descuidados de

muchas invenciones, porque en cuanto se les ofrece

hallan socorro en los trabajos y estudios de los pa

sados con sobrada abundancia. Y yo be conocido

algunos, de bizarro talento, para pasar adelante con

propios estudios y caudal , y por hallar siempre de

qué valerse, no temieron el juicio y cargo de los

más doctos en esta facultad; y se contentaron con el

aplauso comun que examina estas cosas muy super

ficialmente. No se condena en ninguna manera el

seguir este camino y ejercitarse en él mucho tiempo,

mientras un hombre no se halla con el suficiente

caudal; condénase, empero, la negligencia en no

aspirar á lo mejor y más perfecto los que tienen

lindo natural y gallardo espíritu de pintores. Por

que se ha de atender siempre, como dice Leonardo

Docum. i. de Vinci : « A confirmarse en la razon de las cosas,

«y hacer hábito para obrar de práctica cuanto han

«imitado y visto.« Mas, |oh miserable edad la en que

vivimos! do la necesidad es contrapeso de la virtud;

y se ve lo que pintó Alciato en su ingenioso emble

ma, en un mancebo con alas, levantada la mano al

cielo y una gran peña por contrapeso, y esta

letra :

Ut me pluma leoat, sic grave mergit onus.

Esto es :

Cuanto me alzan las alas hasta el cielo

tanto me abate el grave peso al suelo.

Mas por servir al lector le hago gracia de toda la

emblema, con: la docta traduccion del P. Francisco

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LIBRO PRIMERO, CAP. XII. 211

de Castro , de la compañía de Jesus , y digna de su

ingenio :

Dextra tenet lapiden, manus altera sustinet alas

ul me pluma levat, sic grave mergit onus.

Ingenio poteram superas volitare per arces

me nisi paupertas, insidia deprimerel.

Esto es :

La diestra mano tiene una pesada

y dura piedra, que me abate al suelo,

la izquierda con dos alas remontada

por esos aires me levanta al cielo.

Pudieran sublimarme á la estrellada

cumbre, mi ingenio, mi arte y mi desvelo,

si la pobreza de envidiosa y fiera

á la ganancia vil no me abatiera.

Pero la virtud es premio á sí mesma , y los que

han aspirado á saber, enamorados de la perfeccion

del arte, no están mal premiados con alcanzar lo que

pretendieron , si bien no les faltó lo necesario con

buena reputacion. Bien es verdad que vituperan

los ignorantes á los tales, ostentando con arrogancia

en oprobio suyo la comodidad y riqueza , opuesta

á la templanza y sobriedad de los estudiosos. Mas

oigan los tales al doctísimo Leon Batista Alberto: Lo,. 2 de Pii

«Justo será (dice) acordarse que siempre la avaricia

«ha sido enemiga de la honra.« Y luego: «El ánimo

«atento á la codicia raras veces alcanzará el fruto

»de la posterioridad.« Y más adelante: «Yo he visto

«algunos en lo más lucido de sus estudios, súbita-

« mente darse á la ganancia, y por esto no han al-

«canzado hacienda, ni fama alguna; los cuales si

«con el estudio hubieran ejercitado el ingenio , fá-

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212 ARTE DE LA PINTURA.

«cilmente se hicieran famosos , y hubieran alcanza-

«do riquezas y deleites.« Este pleito antiguo deja

remos, con dos versos de Petrarca, cuya sentencia

suena así :

Pobre y desnuda vas , Filosofía ,

dice la turba, á vil ganancia atenta.

¿Qué importa, pues, la calumnia? Aquí no trata

mos sino de la perfeccion á que se ha de caminar

en esta arte , juntando á la composicion de varios

pedazos de grandes artífices cosas valientes de re-

lievo, cabezas, brazos, piés, y tal vez del mesmo

natural. Advirtiendo una cosa que me parece espe

cial, y es, que elija, el que está en este camino,

siempre la manera, que es el modo de hacer, más

conforme á su natural y aficion ; pues hay tanta va

riedad en las cosas de buenos artífices, ya fuertes y

valientes, ya suaves y blandas, ya hermosas, ya

feas , ya con manchas , ya con más dulzura , ó ya

mezcladas de todos. Y convierta lo que pintare de

varios en un modo , ó siga un solo artífice en sus

obras, que es lo más seguro. Debe tomar ejemplo en

ia Rafael de Urbino , singular en la pintura, que con

ser tan excelente varon, refiere el Vasari en su vida,

que habiendo hecho de muchas maneras de valien

tes maestros, una sola que fué siempre tenida por

suya propia y estimada grandemente de los artífi

ces; que se vió con perfeccion ejecutada en las Sibi

las y Profetas que hizo en el templo de la Paz en

Roma. Viendo la obra de Micael Angel en la capilla

del Papa, quiso seguirle, y dice el autor : « Que si

«Rafael se hubiera estado firme en su manera y no

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LIBRO PRIMERO, CAP. XII. 213

«hubiera intentado de variarla y engrandecerla, por

«mostrar que entendía el desnudo tambien como Mi-

«cael Angel, non si sarebe tollo parte di quel buen

«nome, che aquistato se habeva.« Esto es : «No hubiera

«perdido parte del buen nombre que hasta entonces

«se habia ganado. « Que todo este cuidado y dili

gencia toca á este segundo estado. Esforzándose,

como se ha dicho, á llevar adelante el honroso inten

to comenzado hasta llegar al grado postrero , con

el ardor y ánimo que nos pone esta estanza de Pa

blo de Céspedes :

Ya que l'aura segunda de la suerte

descubre en tu favor felice agüero,

no puede, segun esto, sucederte

menos él resto, que el sudor primero.

Por ende con ahinco anteponerte

pretende entre los otros delantero ;

llevando siempre, y vencerás, por guia

la libre obstinaciou de su porfía.

Ultimamente, despues de haber pasado (con apro- E«tado3.

vechamiento) por el primero y segundo camino, se

llega al tercero de perfectos ; donde con propio cau

dal se viene á inventar y disponer la figura ó histo

ria que se les pide , con la manera ó modo á que se

han aficionado y seguido. Y esto, práctica y expe

ditamente , con destreza y facilidad. De suerte que

donde quiera que se hallare el tal artífice , sin par

ticulares cosas, ni originales agenos, con solo su

ingenio y mano, tiene la sabiduría y riqueza compe

tente para obrar libremente, y lleva sus bienes con

sigo , sin aparato de cosas exteriores. Mas viniendo

á tratar en particular lo que pertenece á este grado,

Lib. 1 de pint.

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214 ARJE DE LA PINTORA.

de la libertad y señorío que le concedemos á este

jo» Batí.. Armen, sugeto, junto con la presteza : «debe usar con pru-

»p' 9. «dencia (segun dice un autor italiano) y en urgen

«tes necesidades; como en arcos triunfales, fiestas,

«túmulos ó cosas de este género, que suelen de im-

« proviso ordenar las repúblicas , en recibimientos,

«muertes de grandes Príncipes y Monarcas. Con

-cuya solicitud, presteza y aplauso del pueblo , se

«suele adquirir fama de valientes pintores y ganar

«honrados premios.« Las cuales obras no duran mu

cho tiempo : como el túmulo de nuestro católico

Rey Felipe II que hizo ésta ciudad de Sevilla el año

de Í598, con tanta demostracion y aparato, en cin

cuenta dias. De cuya pintura me cupo la cuarta

parte, en que me sucedió llevar una figura estudia

da, en competencia de otro pintor de opinion y de

respeto, mudarse de intento , y ser necesario hacer

sin prevencion otra cosa , en el mesmo lugar. Aquí

vale la destreza y facilidad de ella : como tambien

le valió á Maeso Pedro Campaña , caminando á

En .uelogio. Roma, en Bolonia , á la coronacion del emperador

Cárlos V el año l530, que siendo mancebo de vein

tisiete años y extranjero , descubrió la facilidad y

bizarría de su ingenio en un arco triunfal que le

cupo en suerte , siendo tan mirado y envidiado de

italianos. El acertar en esta ocasion, es, «por haber

Documento 3. «(como ^ce Leonardo de Vinci) aprendido primero

«la deligencia que la presteza. « ( Sentencia digna

de su autor.) ¿Qué sea diligencia? Ya se ve; saber

dibujar y pintar un hombre en todas edades , una

mujer, un caballo , un leon , un edificio, un país , y

componer y adornar estas cosas en lo general , con

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LIBRO PRIMERO, CAP. XII. 21 S

buena proporcion , manera y práctica : que es de

muy pocos. Esta facilidad ayuda mucho, lo que

aconseja el autor de arriba, diciendo así : «Advierto juan Bat». Ana.

«que teníais por costumbre inviolable hacer cada cap' 9'

«dia algun dibujo , para que con mayor facilidad

«ejecuteis las cosas que hubiéredes imaginado. « Y

así llenará aquel dicho de Apéles : Nidia dies sine, pim. m. 35,

linea : «lo cual no se entiende en el modo que mu- rap' 10'

chos creen, mas del rasguño de la figura ó histo

ria.« Pero porque en su lugar se ha de tratar de la

invenciony da sus partes, pasarémos adelante en

confirmacion de esta prontitud. Gerónimo Fernan

dez, nuestro arquitecto y escultor famoso , vimos, En su eIogio.

que en todas las dificultades de artífices que se ofre

cian, así de arquitectura como de escultura y pin

tura, con lápiz (de que siempre andaba prevenido)

hacia facilísima demostracion de la verdad de lo que

se trataba, allanando y definiendo las dudas y difi

cultades con gran prontitud , que es una singular

ventaja. ¿Pues qué diré del divino Micael Angel, á »■«■*». Armen,

quien sucedió que paseándose cerca de San Pedro cap'

en Roma , acariciando cortésmente á un mancebo

ferrarés por haberle servido en cierta ocasion , ad

mirado el mozo de la cortesía de tan grande ar

tífice , trajo luego un papel , y le pidió que le dibu

jase un Hércules en pié. Y tomándolo Micael y **«.

apartándose á una parte cómoda, se asentó, y sus

pendido un poco , se puso luego á debujar ; y aca

bando en breve, llamó al mancebo que estaba algo

distante y se lo entregó : fué tal y tan maravilloso

el diseño, que parecia obra de mucho más tiempo.

De que se puede juzgar el señorío y prontitud de su

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216 ARTE DE LA PINTURA.

invencion. Algunos artífices, contentos con lo prác

tico que, como se ha dicho, es necesario, y los cons

tituye en valiente estado, haciéndoles señores de su

caudal, no pasan adelante; luego ¿pueden pasar de

aquí? Digo que no ; porque este es el postrer esca

lon. Pero cesando las ocasiones repentinas referidas

en obras públicas de camarines, de templo y de cua

dros y pinturas á óleo que se hacen para eternizar

se, cuyo exámen es riguroso y más luengo, con

vendrá para hacerlos , lo que hizo Rafael , Micael y

otros de su genio , y caminar en seguimiento de ta

les guias, que las invenciones de las figuras ó his

torias se ajusten y perfeccionen con la imitacion de

las cosas mejores de la naturaleza. Porque este

ejemplar no se ha de perder de vista jamás. Y

este es el lugar donde prometimos hablar de este

punto. Y toda la fuerza de estudios no echa fuera

c^. i. este original (como lo dice nuestra definicion), por

que con los preceptos y la buena y hermosa manera

viene bien el juicio y eleccion de las bellísimas

obras de Dios y de la naturaleza. Y aquí se han de

ajustar y corregir los buenos pensamientos del pin

tor. Y cuando esto faltare , ó no se hallare con la

belleza que conviene, ó por incomodidad de lugar ó

de tiempo, viene admirablemente el valerse de las

hermosas ideas que tiene adquiridas el valiente artí-

car» mi. ¿24. fice. Como lo dió á entender Rafael deUrbino escri

biendo al Conde Baltasar Castellon, que le encare

ció mucho la figura de la Galatea que habia pintado

al fresco. Diciendo de esta manera : Ma essendo ca

restia, e de buoni giudecij* et de belle dome, io mi servo

di certa iddea, che mi viene nellamente ; si questa ha in

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LIBRO PRIMERO, CAP. SU. 217

se alcuna escellenza d'arte, io non so : ben me affatico

di haberla. Quiere decir : « Mas careciendo de buen

juicio de hermosas mujeres , yo me sirvo de cierta

idea que se me ofrece á la imaginacion ; si esta

tiene alguna excelencia en el arte , no lo sé ; pero

bien me fatigo para alcanzarla^ « De manera que la

perfeccion consiste en pasar de las ideas á lo natu

ral , y de lo natural á las ideas : buscando siempre

lo mejor y más seguro y perfecto. Así lo hacia tam

bien su maestro del mismo Rafael, Leonardo de Vin- Juan Bit. Arme,

ci, varon de sutilísimo ingenio , atendiendo á seguir c.p'

los antiguos ; el cual primero que se pusiese á in

ventar cualquier historia, investigaba todos los efec

tos propios y naturales de cualquier figura , confor

me á su idea. Y hacia luego diversos rasguños, des

pues se iba donde sabia que se juntaban personas

de la suerte que las habia de pintar y observaba el

modo de sus semblantes y vestidos y movimientos

del cuerpo ; y hallando cosa que le agradase , con

forme á su intento, lo dibujaba en el libreto que

siempre llevaba consigo (verémos adelante sus pa

labras conforme á este intento ) y de esta manera

acababa sus obras maravillosamente. Esto es final- cP. 6.

mente lo que conviene hacer en este último grado,

con el ejemplo del antiguo Zéusis , que para la be

llísima Helena que se le ofreció pintar al pueblo de

Agrigento, eligió cinco hermosas doncellas , y de «n. i¡b. 35.

cada una de ellas fué escogiendo lo más perfecto rap' 9'

para hacer una figura igualmente acabadísima, aven

tajando la arte á la misma naturaleza: pues pintó

en un sugeto la hermosura que apenas se hallaba

en muchos. Galanamente pintó este caso ( aunque

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218 ARTE DE LA PINTURA.

atribuido á Protúgcnes) D. Melchor del Alcázar, flo

rido ingenio sevillano, que murió en la córte de

treinta y siete años, el de l625, en estas coplas cas

tellanas :

Intentó con osadía,

Protógenes, los pinceles

vencer, y la arte de Apeles

y su ufana valentía.

Para lo cual sabiamente

de la Grecia las más bellas

„ y apuestas cinco doncellas,

buscó y halló diligente.

Del ornato las despoja,

y libres de compostura,

descubrió su hermosura,

sin dejarles ni una hoja.

Contemplaba su belleza,

y admiraba cada parte

atendiendo siempre al arte,

nunca á la naturaleza.

La gracia y color sacó,

de esta, y la parte más bella

y artificiosa de aquella;

y una imágen acabó.

Tal, que á Vénus, que el hermoso

velo estrellado oscurece ,

por trasunto se la ofrece

de Apéles Tictorioso.

Pero si atrevido osara

hoy la luz de mi cuidado

retratar, de ella abrasado

tabla y pincel arrojara.

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LIBRO PRIMERO, CAP. XII. 219

Y de sus rayos rendido

ufano de padecer,

no cuidara de vencer,

cuidar de ser vencido.

Mas ni por lo que se ha dicho, ni por todo lo que

(en orden á ello) se pudiera decir y probar, se pre

sume estrechar á estas leyes ó caminos á los que

pretenden subir á la cumbre de esta arte: porque

habrá otros modos (por ventura más fáciles'y mejo

res). Lo que hemos ejercitado y hallado en los auto

res, bastantemente autorizado, eso escribimos, sin

poner tasa ó límite á los buenos ingenios.

El modo como podrá el pintor cristiano imitar á ub. 2, mP 1.

Zéusis, para la perfeccion de sus obras, tendrá lu

gar en otra parte del siguiente libro, á que será

tiempo dar principio.

FIN DEL LIBRO PRIMERO.

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1

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LIBRO SEGUNDO DE LA PINTURA.

SU TEÓRICA, Y PARTES DE QUE SE COMPONE.

CAPÍTULO PRIMERO.

DE LA DIVISION DE LA PINTURA Y SUS PARTES.

Habiendo de hablar en este segundo libro de las

partes de la pintura, y de su division, es conve

niente cosa valemos de la autoridad de los escrito

res toscanos, y entresacar de sus razones lo que es

á propósito de nuestro intento. Y por evitar confu

sion pondrémos distintamente las palabras de cada

uno, por donde se verá la variedad de caminos que

se tomaron. Y porque Jorge Vasari, no trató de esto

ni la dividió al principio de sus obras, lo doy á este

capítulo, con las palabras de Paulo Lomazo, milanés,

que dicen así.

«Divídese la pintura en teórica y práctica. La ub. i de ia Pi„t.

«teórica da preceptos generales, que debe observar cap' 2 » div¡slon.

«cualquiera que quisiere ser excelente y famoso en

«esta facultad. La práctica da reglas de prudencia

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222 ARTE DE LA PINTURA.

«y de juicio; enseñando cómo se ha de poner en

«obralo que se ha dicho, ó imaginado general-

Mínente. Divídese la teórica en cinco partes: la pri-

«mera trata de la proporcion : la segunda de la po

sicion ó situacion de la figura : la tercera de los co

olores : la cuarta de la luz : la quinta de la perspec

«tiva.« De la práctica no hace division, y así paso

á otro autor, dejando el parecer de este. Leon Ba

tista Alberto, doctísimo florentino, da principio á

las partes de esta noble arte, en esta manera,

ub. 2 de b pint. «Nosotros dividimos la pintura en tres partes, la

2dh¡3ion. «cual division sacamos de la mesma naturaleza.

«Porque trabajando esta arte en representar las co-

«sas que se ven, consideramos en qué modo Vienen

«á nuestra vista. Y así, cuando miramos cualquier

«cosa, vemos ser un cierto que ocupa lugar, y

«el pintor va cercando el espacio de aquello que

«ve, y aquel modo de linear los contornos le llama

remos (con vocablo conveniente) circunscricion,

«esto es dibujo.

«Despues de esto, en el mirar, consideramos en

«qué modo se unen entre sí las superficies diversas

«del cuerpo que se ve, y diseñando el pintor esta

»junta de superficies en sus lugares, podrá bien lla-

«marlo el órden, ó la composicion.

«Ultimamente, en lo que vemos discernimos, más

«distintamente, los colores de la superficie. Porque

«la representacion de las cosas, en la pintura, re-

«cibe casi siempre toda su diferencia de la luz que

«da en ellas.«

De manera, que estas tres cosas, lineamentos ó

contornos, el órden ó composicion, y recibimiento

Page 230: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. I. 223

de la luz, dice que hacen perfecta la pintura, y más

abajo, confirmando lo dicho prosigue:

«En el cual debujo, afirmo que conviene ejerci-

«tarso con vehemencia, porque ninguna cómposi-

«cion, ningun recibimiento de luces será alabado

«jamás sin debujo ; antes él solo, las más veces es

«agradabilísimo.«

Esta division, para los pintores es tan oscura ó

filosófica, como lo muestra este ilustre varon, en

todo lo que escribe de esta arte; y así por la autori- "

dad suya la traigo, si bien me parece más clara la

que se sigue de incierto autor, que hallé entre los incierto «mor.

papeles que quedaron de Fernando de Herrera; y es

esta:

«Para ser la pintura perfecta y excelente, sere- 3dm.¡on.

«quieren cuatro partes principales en ella: buena

«invencion, buen diseño y buen colorido y bella

«manera.

«La invencion procede de buen ingenio, y de ha-

«ber visto muchos; y de la imitacion, copia y va

ciedad de muchas cosas, y de la noticia de la histo

ria; y mediante la figura y movimiento de la sig-

«nificacion de las pasiones, accidentes y afectos del

«ánimo, guardando propiedad en la composicion y

«decoro en las figuras.«

Siguese en cuarto lugar la que pone Ludovico

Dolce, más breve y más sustancial, la cual me place

seguir. Sus palabras son estas:

«La suma de la pintura (á mi juicio) se divide en D¡í¡s¡«n4

«tres partes: en invencion, dibujo y colorido. La in- « »«]™ » <¡i Da.

liVUT ' 1 • j. . i • a t logo llamado el

«vencion es la tabula o historia que el pintor elige, Aret.00.

«de su caudal ó del ageno, y la pone delante en su

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224 ARTE DE LA PINTURA.

«idea por dechado de lo que ha de obrar. El dibujo

«es la forma con que representa la misma historia.

«E1 colorido sirve en vez de las varias tintas con

«que pinta la naturaleza, y se imitan todas las

«cosas.«

y úhima d¡™¡on Sobre este fundamento tan excelente, dilatándolo

ie toda la pinmra. a]g.Q máS) dividiremos estas tres cosas : la invencion

en tres partes, que serán; noticia, caudal y decoro:

el dibujo en otras cuatro partes ; buena manera, pro

porcion, anatomía y perspectiva: el colorido lo di-

vidirémos en tres partes : en hermosura, suavidad y

relieve

Con declarar cada una de estas partes extendida

y claramente, habrémos (á mi ver) cumplido con

todo lo que pertenece á la grandeza de este intento;

y comencemos de la invencion, y luego tratarémos

de sus partes. Y primero supongamos (y atiéndase á

este discurso que doctamente trató el padre Diego

Melendez, de la compañía de Jesus).

Que no es la pintura cosa hecha acaso, sino por

eleccion y arte del maestro. Que para mover la mano

á la ejecucion se necesita de ejemplar ó idea anterior,

la cual reside en la imaginacion y entendimiento.

Del ejemplar exterior y objetivo que se ofrece á sus

ojos ; pues ninguna cosa pasa al entendimiento que

primero no se registre en los sentidos, ella ó algo se

mejante que dé motivo á que la imaginacion imagine

y el entendimiento entienda; tal es la corresponden

cia de estas potencias; y explicando esto más por me

nor, lo que los filósofos llaman ejemplar llaman los

Tui. i.a. l teólogos idea. (Autor de este nombre fué Platon, si

""^uT'eeT" creemos á "Tulio y á Séneca.) Este ejemplar, ó idea,

Page 232: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. 1. 225

ó es exterior ó interior, y por otros nombres objeti

vo ó formal. El exterior es la imágen, señal ó escri

to que se pone á la vista; de este bablóDios cuando e*od., rap. 25.

dijo á Moisés: «Mira y obra segun el ejemplar que

has visto en el monte. « El interior es la imágen que

hace la imaginativa, y el concepto que forma el en

tendimiento: ambas cosas encaminan al artífice á

que con lápiz ó pincel imite lo que está en la ima

ginacion ó la figura exterior: en este sentido dicen

los teólogos que es la idea de Dios su entendimiento;

viva representacion de las cosas posibles; tal que á

nuestro modo de entender, dirigió la mano de este

Señor para que las sacase á luz, pasándolos del ser

posible al actual, labor maravillosa que cantó Boccio:

Tu cuneta superno, Lib. de consolat .

ducis ab exemplo pulcrum, puleherrimns ipse, metro!).

mundum mente gerens. ¡

Tú, que el modelo de tu sacra idea

sacas á luz cuanto los ojos miran

y al orbe bello en tu concepto vivo,

tú, más hermoso retratado tienes.

En consecuencia de esto, define la iden Santo 0. 2, ,ie venia»,.

Tomás, ó interior ó ejemplar, diciendo : «Idea es la

«forma interior que forma el entendimiento, y á

«quien imita el efecto, por voluntad del artífice.«

De donde se infiere que no tienen ideas sino los

agentes intelectuales, ángeles y hombres ; y estos

no se aprovechan de ellas sino cuando libremente

obran.

Es, pues, segun lo dicho, la idea un concepto ó Nou.

imágen de lo que se ha de obrar, y á cuya imita

is

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226 ARTE CE LA PISTURA.

cion el artífice hace otra cosa semejante, mirando

como dechado la imágen que tiene el entendimien

to. De suerte que cuando el artífice mira un templo

segun su arquitectura ó materialidad , entiende el

templo ; mas cuando entiende la imágen que ha

formado su juicio del templo, entonces entiende la

idea de él.

Acaece tal vez que el ejemplar exterior no sea en

la forma que se imagina, como es una quimera ó

monstruo formado de cabeza humana, de cuello de

caballo, con plumas de ave: el motivo para esta fic

cion es ver las partes dichas distintas y la eminen

cia de nuestras poterlcias, para unir fingiendo lo

que vieron desunido. Haciendo interior imágen de

monstruo ó imposible, que ni le crió la naturaleza

ni lo hay en el mundo. Por esto enseña la filosofía

comun que lo imaginable se alarga más que lo po_

sible, porque hay monstruos que es imposible que

sean, y es posible imaginarse.

La formacion de las imágenes ó ideas camina por

los pasos que diré: cuanto se ofrece á los ojos envia

de sí especies á la vista, que forma imágenes de los

objetos presentes ; lo mismo hacen los otros sentidos

exteriores, si bien no se vale el pintor más que de

lo que entra por los ojos; que como no imita sino

con líneas y colores, no puede imitar sino lo visible.

Lib. 25, cap. 10. Y aunque Plinio dice que pintó Apeles lo que no se

puede pintar, relámpagos y rayos no se pintaron

sino en la forma que son visibles ; el relámpago con

luz escasa, el rayo con fuego y humo. A este modo,

cuando el artífice pinta la historia ó caso que oyó,

es debajo de aquella forma que se deja ver. Es la

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Ll&RO SEGUNDO, CAP. t. 227

pintura historia de los ojos, cuyo objeto, mediante

la luz, son líneas y colores, y consiguientemente,

lo que no es visible cae fuera de la esfera de esta

arte.

Las imágenes de los ojos pasan al sentido comun,

este las traslada á la imaginacion, que hace imáge

nes ó simples de las cosas como son, ó compuestos de

objetos imposibles y quimeras. De aquí suben al

entendimiento, cuyos actos son vivas representacio

nes de cuanto se imagina, con tal dependencia, que

cuanto más viva y tenaz la imaginativa tanto mejor

se vale el artífice de la idea espiritual, fundándose

en la trabazon de las potencias, de suerte que al

punto que la imaginacion hace imágen de lo que

llegó á los ojos, el entendimiento linéa el mismo

objeto en sus actos.

Formada ya la idea en el entendimiento é imagi

nativa, elige el artífice, juzgando su juicio que la

idea que tiene presente se puede ó debe imitar, con

tal modo y circunstancias.

A la eleccion sigue el querer imitar , acto eficaz

de la voluntad del artífice. A esta eficaz resolucion

obedece mano, lápiz ó pincel; debujando y sobre

poniendo los colores. Imitando á la naturaleza con

viveza tal, que afecta no ser parto de la arte, sino

del soberano artífice ó de su sostituto.

Sacó Dios á luz cuanto vemos, imitando su idea;

en tanto pintor, en cuanto dirigido de su viva imá

gen daba sér á lo exterior, á semejanza de su inte

rior modelo, favoreciendo tanto las imágenes, obje

to y fin de la pintura. Pues las potencias más no

bles del alma, así corpóreas como espirituales, que

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228 ARTE dk LA Pintura.

pertenecen á la parte cognocitiva, todo su empleo

es pintar naturalmente, no siendo sus actos sino

imágenes vivas de los objetos que representan.

Dió nombre á la imaginativa el hacer imágenes,

y el entendimiento que le acompaña es pintor por

naturaleza; retratando en sus conceptos lo que per

cibe tan al natural, que no hay poder en la natura

leza, quedando la imágen para borrar lo que repre"

senta : como se hace en la tabla capaz de que se

borre su pintura.

Y agradado el Pintor Artífice Dios, de tan exce

lente modo de pintar, el mayor bien nuestro, que es

la gloria, lo libró en la pintura. En una imágen que

hará nuestro entendimiento representativa de Dios,

como es en sí mismo, tal que nos hará semejantes á

él, en cuanto se compadece semejanza, entre dos

tan distantes extremos, como son Dios y el hombre.

Y aunque á esta imágen faltan colores, porque no

le hacen al caso, tiene luz y luces á quien la teolo

gía cristiana, llama lumbre de gloria. Que cuanto

es mayor, segun la mayor excelencia de nuestros

méritos, tanto es mas lucida la imágen, represen

tando más de los atributos de Dios, y haciendo al

dueño más semejante *á su autor.« Hasta aquí este

docto varon.

Habiendo satisfecho asaz, á los que saben con la

declaracion del oficio de nuestras potencias, donde se

fabrica la invencion, descenderemos á la primera de

estas tres partes en que se divide, que es la noticia.

Lanoticia, i pane, Para lo cual fuera conveniente que los artífices su

de la invencion. . ', . . * . ., 't . .

pieran, no medianamente letras humanas, y aun divi

nas, para acertar en la manera con que han de pin

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LIBRO SEGUNDO, CAP. 1. 229

tar las cosas que se les ofrecen, con ejemplo de mu

chos pintores antiguos y modernos. Antígono y Xe-

nócrates en la antigüedad escribieron de pintura; y m¡b., i¡t,. 3o,

Eufranor Istmio compuso libros de simetría; y Me- cap' 1 ycap" 11

trodoro fué excelente pintor y filósofo, y Apéles el

más famoso de aquella edad escribió doctísimamente

de esta arte y de otros muchos. Y en nuestro tiempo

Jorge Vasari; Leon Battista Alberto; y el profun

dísimo Alberto Durero, y otros que habemos cono

cido, como nuestro Pablo de Céspedes. De suerte

que no es ajeno del estudio de la pintura el de" las

letras, por hablar de esto tanto los historiadores y

poetas. Pero no pudiendo todos los que se aplican á

esta facultad, ser doctos en esta parte, suplirá mu

cho el buen juicio y la mucha comunicacion con los

sábios en todas facultades, y la noticia de los libros

toscanos y de nuestra lengua, donde se puede ha

llar mucho, de lo que se ofrece pintar , escrito con

"verdad y decoro. Que no es justo que los buenos

pintores excluyan el parecer de los escritores y de

los bien entendidos, que les pueden dar buena no

ticia de las fábulas, historias ó misterios que se les

han de ofrecer.

Yo, desde mis tiernos años, siempre procuré con

particular inclinacion y afecto, inquirir y saber por

los libros y por varones doctos, muchas cosas para

la noticia de la verdad y puntualidad de las fábulas

ó historias. Dos ejemplos sucedidos (cuando la luz

era menor) en una fábula y en una Historia Sagra

da, harán evidente la necesidad que de esta parte

tiene un artífice, para acrecentar su opinion y huir

de ser pintor vulgar.

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230 ARTE DE LA PINTURA.

Ocasionóse en la fábula de un tercero del Petrarca

en los triunfos, que dice así:

Perseo era l'nno; et volli saper come

Andrómeda gli piache in Etiopia,

vergine bruna, y bcgli occhi el le chiome.

Perseo era el uno; y quise saber cómo

Andrómeda le agrada en Etiopía,

virgen negra, y cabello, y lindos ojos.

Consulté en aquella sazon á Francisco de Rioja,

como tan erudito, y escribió un papel cuyas pala

bras son estas:

«Andrómeda hija de Cepheo y de Caliope, dice

Apolodoro, que fué echada á la ballena, porque su

madre se glorió de tener mayor hermosura que las

Nereidas. Higino, en el Poético Astronómico , que

porque su madre antepuso la hermosura de su hija

ála de las Nereidas. Que fuese negra muestra Ovidio

en sus Transformaciones, diciendo: que Perseo vivo

en Etiopía, y en los campos de Cepheo, halló su hija

atada á la roca. Y Plinio, Estrabon, Higino y Apolo-

doro, dicen: que pasó en Etiopia donde era rey

Cepheo. De donde se colige claro que era negra,

pues era Etíope. Ovidio en la Epístola de Safo á

Faon dice claramente que era negra.

Sum breéis; at nomen quos térras impleat omnes

est mihi, mensuram nominis ipsa /ero

candida si nom sum placuit Cephcia Perseo

Andromedepatriafusea colore sua.

Et varijs alba iunguntur sazpe columba,

et niger á viridi turtur amatur ave.

Esto es :

Page 238: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. 1. 231

Pequeña soy, pero mi nombre excelso

es tan grande que el ancho mundo ocupa,

y vengo á ser con él igual en todo.

Si no soy blanca, Andrómeda á Perseo

agradó, aunque en color patrio teñida.

Tambien se junta candida paloma

con la que está teñida en color vario.

Y la tórtola negra de la verde

ave, vive ligada en dulce lazo.

De aquí lo trasladó el Petrarca, cuando dijo:

Vergine bruna.

El Vellutello, intérprete suyo, lo declara bien di

ciendo: Costui amó á Andromeda, figliola de Cepheo,

avenc/ache tuta bruta é negra fose. Hasta aquí Fran

cisco de.Rioja.«

No ofreciéndoseme ocasion en pintura, seguí en

verso esta opinion en un soneto , moralizando esta

fábula, que para descanso y divertimiento gustoso,

se puede referir aquí sin ambicion.

SOMETO.

La virgen del color patrio teñida,

en duro lazo aguarda en alta roca,

por la voraz armada, horrible boca,

el triste fin de su fatal partida.

Por azabache y perlas conocida,

pluvia y cabello que la cubre, y toca

fué del joven rendido, á quien provoca

por no morir, á darle dulce vida.

Y mi parte inmortal, por culpa oscura

del dragon casi ya en la boca fiera,

aún á su libertad niega el deseo.

Y aunque fuerza del cielo le asegura

ni el daño teme, ni el remedio espera :

tanto es ingrata al celestial Perseo.

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232 ARTE DE LA PINTURA.

Ya vemos esta fábula declarada doctísimamente

contra el uso comun de la pintura, que hace á An

drómeda blanquísima y hermosísima, siendo natu

ral de Etiopía. Pero las mentiras que las acrecien

tan los pintores no es tanto de maravillar aunque

descubren su poca noticia. Donde no se pueden to

lerar es en las historias ó misterios de nuestra fe.

El otro caso sucedido en historia sagrada pasó así

el año de l593, queriendo hacer un debujo de inven

cion, para pintar en cierta competencia, la degolla

cion del apóstol San Pablo (que hoy tengo debujado

en vitela, y es el debujo mio de mayor reputacion).

Y buscando cosas que fuesen conforme á la verdad,

comuniqué en San Pablo de Sevilla al doctísimo

maestro fray Juan de Espinosa, de la orden de Santo

Domingo, el cual, por desembarazarse de cosa que

(al parecer) le habia de dar cuidado, me remitió á

una pintura á fresco de esta historia, que está en el

cláustro, de mano de Vasco Pereira, como se pinta

comunmente. No satisfecho de esto, consulté en la

casa profesa de la compañía de Jesus al padre Juan

de Soria (que tenia particular aplicacion y estudio

en esta parte) : trajo un libro (á mi ver de César

Baronio), de donde escribí lo que junto con lo

que dice el doctor Villegas y anotó D. Francisco

de Medrano (ilustre ingenio de Sevilla), y es lo que

sigue :

«El apóstol San Pablo fué degollado, que era

»muerte de gente principal y noble, por quererle en

«esto guardar el previlegio de ciudadano romano.

»Al tiempo que le quisieron cortar la cabeza dijo

«con gran ternura el nombre de Jesus, de que fué

Page 240: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

, LIBRO SKGUNDO, CAP. I. 233

«tan devoto en vida, que por quinientas veces le

»nombra en sus Epístolas.

«Fué degollado en la vía Ostiense, que ahora lla-

»man las Tres Fontanas, y en el mesmo lugar se

«edificó un suntuosísimo templo de su nombre.

«Despues de su glorioso martirio, Dionisio, su dis

cípulo, que se halló presente, escribió una carta á

«Timoteo, discípulo tambien del apóstol, y hace

«contándola doloroso llanto, y entre otras palabras

«dice estas :

«¿Dónde está, hermano carísimo, tu santo y ben-

« dito padre Paulo, maestro y doctor de las gentes,

«predicador de la verdad, padre de los pobres, hom-

«bre del cielo, gloria de los apóstoles? Ya no te es

cribirá con su santa mano: Ven, carísimo hijo.

«Ya no recibirás cartas con la firma : «Paulo, indig-

«no siervo de Jesucristo.« Ya no escribirá de tí á las

«ciudades: «Recibid á mi hijo carísimo Timoteo, y

«tratadle como á mí.« Cierra y sella los libros de los

«profetas, pues ya no tenemos quien nos los declare. «

Nicéforo Calixto, en el lib. 2, cap. 37, dice del S. Ciist. dice que

apóstol S. Pablo que «era pequeño de cuerpo, algo £ £

acorbado, el rostro blanco y que mostraba ancia- prfncipw dei Apos-

. n , . . _ , , . 'tol. tomo 5, que fué

nidad; la cabeza pequena y calva, los ojos gracio- calvo y de Mru

sos, las cejas largas y caídas sobre ellos, la nariz oguileBa Lad">' in

aguileña, acorbada y larga. La barba luenga y muy

poblada; aparecia en ella y entre los cabellos algu

nas canas. Su vista era venerable y provocaba á de

vocion, dando claros indicios de ser vaso de la di

vina gracia«.

Su venturosa conversion fué á 25 de Enero, año

del Señor 35, imperando Tiberio,

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234 ARTE DE LA P1MIIU.

Su dichoso martirio á 29 de Junio año de 70 y el

último de Neron; siendo de edad (segun S. Crisós-

tomo) de sesenta y ocho años, y su discípulo San

Dionisio obispo, de sesenta.

s.ocrWsi oracion Háse de pintar la cabeza con un velo trasparente,

de io, priocip. de vendados los ojos, que era la toca de Plautila, ma

lo« Apost. tomo 5. . . , . . . .

san uno. p. en trona principal a quien lo pidió para este efecto el

™"iriLde.quiP|o santo apóstol, el cual vino despues á manos de San

tra«tado Baronio en Gregorio papa. Convirtió á tres soldados S. Pablo

bus anales. .. . " , , ...

en el camino, que fueron despues martires, cuyos

nombres son Longino, Acesto y Megisto.

Dice S. Ambrosio en el sermon 78 que manó lo

che en vez de sangre de su santo cuello, y así no

quedó ensangrentado, sino blanqueado; y S. Cri-

sóstomo que saltó al vestido del verdugo que lo hi

rió; y por esta causa se convirtió él y treinta y cinco

compañeros, quedando con grande alegría y deter

minacion de dar la vida por Cristo.

Al primer golpe que dió la sagrada cabeza en el

suelo salió en una fuente de agua viva, y á otros

dos saltos otras dos, que hoy se llaman las Tres Fon

tanas en Roma, como dijimos.

Conforme á lo que determinaba la ley antigua de

las Doce Tablas, para hacerle degollar fué primero

azotado con varas ; y así, se debe pintar con señales

de azotes.

Sin duda perdieron los artífices deseosos de saber

las particularidades de esta sagrada historia si no lo

hubiéramos descrito extendidamente, para ejemplo

de muchas que se pueden ofrecer. Con que habrémos

cumplido bastantemente (habiendo puesto por ejem

plo una fábula y una historia verdadera) con la

E. Hartilog. roma

ViJa. de D.

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LIBRO SEGUNDO, CAP. I. 23o

primera parte de la invencion, que es la noticia.

Resta en segundo lugar el caudal, y estc ha de 2 parte de la in-

ser en el debujo, trayendo á la memoria todo lo re- vencion a M°d<t1'

ferido en el capítulo antes de este. Particularmente

el mucho ejercicio y uso en los dos estados prime

ros de principiantes y aprovechados ; porque de lo

mucho que se ha imitado y visto de valientes pinto

res, estatuas y natural, se cria este gran caudal

para la invencion, y así discurre admirablemente el

Vasari diciendo:

«De este conocimiento nace un concepto y juicio ^^«Mnlparte

«que forma en la mente aquella tal cosa, que des

opiles expresada con la mano se llama debujo.« Por caP. 6.

donde se puede concluir que no es otra cosa el de

bujo (como se dirá adelante) que una aparente ex

presion y declaracion del concepto que se tiene en

el ánimo, y de aquello que se ha imaginado en la

mente y fabricado en la idea.

Con mucha gracia explicó esto Baltasar del Alcá

zar en dos coplas castellanas del elogio que hizo á

mi retrato, que si bien pedían mejor empleo, ten

drán aquí su debido engaste :

Allí sujetó la idea

de su arte, no vencida;

deseada, mas no habida

jamás de quien la desea.

Y él, glorioso de tenella

con ingenio soberano,

va sacando de su mano

divinos traslados de ella.

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236 ARTE DE LA PINTURA.

I

Y así no es de humano intento

lo que Pacheco nos pinta;

de otra materia es distinta

de celestial fundamento.

Pues con destreza invencible

lo que es espiritual

dándole retrato igual

le forma cuerpo visible.

Y más abajo prosigue el Vasari. «Mas sea como

«fuere este debujo, tiene necesidad cuando busca á

«la invencion , de gran parte del juicio, y que la

«mano sea mediante el estudio y ejercicio de mu-

«chos años, suelta y apta á diseñar, y exprimir bien,

«cualquier cosa creada de la naturaleza, con el car-

«bon, con la pluma, con el lápiz ó con otra cosa.

«Porque cuando el entendimiento saca á luz los con

ceptos apurados, la mano que ha muchos añosejer-

«citado el debujo, hace conocer laperfeccion y exce

dencia de la arte y la sabiduría del artífice.« Hasta

aquí el Vasari. Y no menos doctamente Ludovico

mtiog. íbmad. Dolce dice: «Conviene tambien advertir que cuando

Aretino. «el pintor va intentando en los primeros rasguños

»los pensamientos y disposiciones que engendra en

«su mente, ó imaginacion, de las historias, no se

«debe contentar de una sola cosa, mas buscar más

«y más, y despues hacer eleccion de la que mejor

«fuere. Considerando todas las cosas juntas, y cada

«una apartada. Como solia hacer Rafael de Urbino,

»el cual fué tan rico en esta parte, que hacia siem-

«pre cuatro ó seis diferencias de intentos, para una

«historia, y todos valientes y congracia. Y sobre *

Page 244: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. I. 237

«todo guardarse el pintor de no incurrir en el vicio

«de aquellos, que habiendo comenzado bien, acaba

ron mal. Esto digo, porque sucede imaginar una

«buena invencion, y no tener fuerzas para proseguir

la. Por lo que se ha dicho parece claro que la in

tencion procede de dos partes, de la historia y del

«ingenio del pintor. De la historia, tiene la materia,

«del ingenio, demás del orden y la conveniencia,

«tiene las acciones y la variedad (y por decir mejor),

«la energía de las figuras. Y así , basta decir que en

«ninguna parte de la invencion sea el pintor descui-

«dado, ni elija más figuras que un número conve

liente. Considerando que las representa á los ojos

«de todos , las cuales se pueden confundir y enfadar

«de la multitud. Ni es acertado representarles á

«un tiempo muchas cosas juntas. >> Hasta aquí el

Dolce. Y añade el Vasari : «Adviértase que cada

«parte corresponda al todo de la obra, de manera,

«que cuando se mire esta pintura, se conozca una

«concordancia unida, que muestre terror en la furia,

«y dulzura en los afectos alegres. Y represente la

«intencion del pintor, y no lo que no pensaba. « Hasta

aquí este autor. Lo demás que resta á la invencion

se dirá en el capítulo siguiente, que trata del decoro,

más extendidamente como parte tan importante.

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238 AttTE DE LA PINTURA.

CAPITULO II.

DE LA ÓRDEN , DECENCIA Y DECORO QUE SE DEBE GUARDAR

EN LA INVENCION.

3 pane de las ¡n- Porque el padre de la elocuencia romana trató ex-

,eDci0DMeldecoro' tendidamente esta materia, pondrémos sus razones

y disposiciones , para fundamento de esta parte tan

esencial y tan poco usada en la pintura, dejando las

que no son á nuestro propósito. Comienza elegante

mente de esta manera :

ciceron, üb. i, «Resta que digamos en la cuarta parte, de la ho-

dt or'u' , nestidad, en la cual consiste y se incluye la ver-

«güenza y casi todo el ornamento de la vida. La

«templanza, la modestia, el refrenar las pasiones y

«perturbaciones del ánimo, y la moderacion y me-

«dida de todas las cosas. Debajo de lo cual se con

tiene aquello que llaman los latinos decoro , y los

«griegos prepon (que podemos interpretar decencia),

«cuya fuerza y naturaleza es tal, que no se puede

«distinguir ni apartar de lo honesto. Porque lo que

«es decente es honesto, y lo que es honesto es de-

«cente. Empero cuál sea la diferencia entre lo ho

nesto y lo decente, más fácilmente se puede enten-

«der que declarar, porque aquello que es decente,

«entonces parece serlo cuando anteviene y precede

«la honestidad. Y así, no solamente en esta parte de

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LIBRO SEGUNDO, CAP. II. 239

«honestidad de que habemos de tratar, mas en las

«tres referidas parece claramente cuál sea el decoro.

«Porque decente y conveniente cosa es usar de ra-

«zon y hablar prudentemente, y hacer lo que hicie-

«res consideradamente, y ver en todas las cosas cuál

«sea la verdad y defenderla. Y por lo contrario no

«verla, errar, resbalar, dejarse engañar, es cosa tan

-indecente como salir de seso. Y por abreviar, todas

«las cosas justas son decentes, y las injustas así

"como son torpes y feas, son indecentes. Y esta

«mesma razon se da en la fortaleza, porque todo

«aquello que se hace varonilmente, y con ánimo

«fuerte y grande , nos parece ser digno y decente al .

-hombre, y lo contrario no. Y así se prueba que esto

«que llamamos decente pertenece á toda la honesti-

«dad. Porque en todas las cosas hay una decen

cia ó bien parecer ; la cual se extiende á toda vir-

«tud, y esta es diferente de la virtud, más por la

«imaginacion que por el efecto. Porque así como la

«frescura y hermosura del cuerpo no se puede apar-

«tar de la buena disposicion, mas puédese bien en-

""tender la diferencia: así esta decencia de que ha-

«blamos toda ella está envuelta y mezclada con la

«virtud , pero con el juicio é imaginacion se distin-

«gue. Esta decencia se divide en dos partes, la una

«es general , la cual consiste en toda la honestidad,

«y la otra es particular y sujeta á ésta, y pertenece

«á cada una de las partes de la honestidad. La pri-

«mera se suele definir de esta manera: Decoro ó de

cencia es una virtudcorrespondiente á la excelencia

«del hombre: segun aquella propiedad en que por

«su naturaleza difiere de los otros animales. Y la

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240 ARTE DK LA PIMTL'RA.

«otra parte que es sujeta á la general, definen así:

"Decoro es aquello que así es correspondiente á la

«naturaleza, que en ello hay una moderacion y tem-

«planza con una cierta apariencia liberal. Y que lo

«entiendan así los filósofos se puede conjeturar por

«el DEcono que siguen los poetas, que entonces guar

dan la decencia cuando aquello que se dice y se

«hace es correspondiente y digno de la condicion de

«la persona que introducen. Como si el Rey Eaco ó

«el Rey Minos dijesen :

Oderint dvm metuant.

Aborrezcan con tal que teman.

O si dijesen lo que dijo Atreo :

Aut natis sepulcrum enim

ipse est parens.

Sepulcro de los hijos es el mismo padre.

Estas razones parecerán indecentes, porque sabe

mos que estos Reyes primeros fueron justos ; pero si

Atreo las dijese, parecerían bien á todos porque

estas sentencias son dignas de un Rey cruel. Aun

que los poetas, por la razon de las personas, juzga

rán lo que les conviene. Mas á nosotros la natura

leza nos ha proveido de una razon dotada de grande

excelencia, con diferencias de todos los otros anima

les, y nos ha dado las partes de la constancia, de la

moderacion , templanza y vergüenza ; y nos enseña

que no nos descuidemos, y cómo noshabemos de haber

con los hombres. Y de aquí se conoce y ve cuánlarga-

raente se extiende esta decencia y decoro, que perte

nece á toda la honestidad , y lo que se requiere en

Definicion del decoro

en general.

Definicion del devoro

especul.

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LIBRO SEGUNDO, CAP. II. 241

todo género de virtud. Como la hermosura del cuerpo,

la cual si es bien proporcionada , con perfeccion de

miembros, mueve y atrae á sí los ojos ; y esto es por

que todas las partes se corresponden entre sí, con

linda gracia ; así pues esta decencia que resplande

ce en la vida de alguno , mueve y atrae á sí todos

• los hombres con quien trata, para que la aprueben;

y esto por la órden , constancia y moderacion que

tiene en todos sus dichos y hechos. Habemos, pues,

de tener una reverencia y vergüenza con todos los

hombres, así con los buenos como con los malos.

Porque no cuidar uno que digan del bien ó mal,

no sólo es soberbia, mas disolucion. Tambien se ha

de saber que hay diferencia entre la justicia y la

vergüenza: que las partes de la justicia son no mal

tratar á nadie ; las partes de la vergüenza no escan

dalizar ni desagradar. En lo cual consiste principal

mente toda la fuerza del decoro. Que pienso que

queda declarado con lo que habemos dicho. Y pa

sando adelante, dice : el oficio que deste decoro pro

cede, tiene una cierta senda que nos guia á la con

veniencia y conservacion de la naturaleza. La cual,

si como á nuestro capitan seguimos, nunca nos

apartaremos del camino derecho de la razon, y se

guiremos aquello que es agudo y sutil en la natu

raleza, por la prudencia ; y aquello que pertenece

al provecho y compañía de los hombres, por la jus

ticia : y aquello que es animoso y fuerte, por la for

taleza. Pero la mayor parte del decoro y decencia

consiste en esta parte de la templanza de que habla

mos. Porque no solamente debemos procurar que

sean aprobados los movimientos y obras del cuerpo,

16

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242 arte De La Pintura.

que pertenecen á la naturaleza, mas mucho mejor

los del ánimo , que son aplicados y apropiados á

ella.

Y con esto acaba este discurso del primer libro.

Y adelante en muchos lugares,, extiende la materia

del decoro que deben guardar toda suerte de perso

nas en los vestidos , en la habitacion , en las pala

bras y acciones; en particular y en general. El que

pertenece al mancebo , al anciano , en los dichos,

hechos y hasta el movimiento y asiento del cuerpo.

Todo lo cual concluye que consiste en tres cosas:

en la hermosura , en la orden y en el decente ata

vio. Conforme á esta doctrina será la que aplicare

mos al decoro que se debe guardar en la pintura,

así en lo general de las historias, como en lo parti

cular de cada familia. Y por decirlo en una palabra,

del decoro natural pasaremos al artificial. Y antes

que yo diga mi sentimiento , pues habemos oido á

Ciceron, oigamos lo que escribe doctamente Ludo-

vico Dolce, por estas palabras :

«Comenzando de la invencion, digo, que tieneDiálogo dicho a *

•i Aretino. «muchas partes , entre las cuales son de las princi-

«pales la orden y la conveniencia , porque si el

«pintor (pongo por ejemplo) ha de pintar á Cristo ó

«á S. Pablo predicando , no hará bien en pintarlo

«desnudo, ó vestido como soldado, ó marinero. Por

«que es necesario que consideremos hábito conve-

«niente al uno y al otro. Y principalmente ha de

«dar á Cristo un aspecto grave, acompañado de una

«amable benignidad y dulzura: y asimesmo ha de

«hacer á S. Pablo, con el semblante que conviene á

«tan grande apóstol. De modo que quien los mira

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LIBRO SECUNDO, CAP. II. 243

«le parezca que ve un verdadero retrato , así del

«dador de la salud , como del vaso de la eleccion.

«Y por esto, no sin causa, fué dicho á Donatelo ,or[e ^"32

«(el cual habia hecho un Cristo de madera) que pa"'

«habia puesto en la cruz un palanquín, aunque en

«la arte de la escultura, en su tiempo, no tuvo igual,

«cogió á Micael Angel por superior.

«De la misma manera habiendo de pintar á Moi-

«sés, no ha de hacer una figura encogiday desauto

rizada, antes llena de grandeza y majestad, y te

jiendo siempre atencion á calidad de las personas

«y no menos á las naciones , costumbres , lugar y

«tiempo. Así como se pinta una batalla de César ó

«de Alejandro Magno, no conviene que armelos

-soldados en el modo en que hoy se acostumbra,

«porque de una suerte hará las armas á los macedo-

«nios, y de otra á los romanos. Y si este ofrece re

presentar una batalla moderna, no conviene que

«las divisas sean á lo antiguo. Y queriendo figurar

«á César, seria una cosa ridicula adornarle la cabe-

«za con un turbante de turco ó una birreta venecia-

"na. Por esto dijo bien Horacio, que en una come-

«dia importa mucho se considere cómo ha de hablar

»el siervo, ó el señor, y toca las condiciones que se

«han de observar en Aquiles, y las que en Orestes,

«y en Medea y otros.

«Erró en la conveniencia no sólo de los trages,

«mas tambien de los rostros. Alberto Durero, el

«cual, por ser tudesco, debujó en muchas partes á la

«Madre de Dios con hábito de aquella tierra, y jun

«tamente á las demás santas mujeres que la acom-

«pañaban. Ni dejó de dar á los judíos figuras de tu

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244 ARTE DE LA PINTURA.

«deseos, con los mostachos y cabelleras bizarras que

«traen, y con los vestidosque usan. Mascon todo esto

«fué valiente pintor, y en la parte de la invencion es

«tupendo. Y si como nació en Germania naciera en

«Italia, donde en diversos tiempos han florecido no

bilísimos ingenios , no fuera inferior á ninguno. Y

«en testimonio de esto afirmo, que el mesmo Rafael

«no se avergonzaba de tener sus estampas en su es-

«tudio, y las alababa grandemente. Y cuando no

»hubieran tenido otra excelencia, en las que talló

«en cobre, que la propiedad con que representó lo

«verdadero dela naturaleza, lo hiciera inmortal, pues

«no parecen sus cosas debujadas, mas pintadas, y

«no sólo pintadas, mas vivas.«

Cuanto al orden , es necesario que el pintor vaya

disponiendo el 'suceso de la historia que pretende

pintar, con tanta propiedad, que los que la vieren

juzguen que no pudo suceder de otra manera de

como él la pintó. Ni ponga lo que fué antes des

pues, ni lo que fué despues antes, sino ordenada

mente las cosas como pasaron. Esto mesmo enseña

Aristóteles en su poética á los escritores de come

dias y tragedias. Por esto Timantes, uno de los fa

mosos pintores antiguos, pintó á Efigenia, hija de

Agamenon (de quien Eurípides compuso una famosa

tragedia) delante del altar donde esperaba ser ofre

cida en sacrificio á Diana, y habiendo el pintor ex

presado en los rostros de los sacrificantes diversa

mente la imágen dél dolor, incierto de poderla

mostrar mayor en el semblante del afligido padre,

hizo que él mesmo se cubriese con el manto de la

vestidura. Observando admirablemente la conve.

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LIBRO SEGUNDO, CAP. II. 245

niencia , porque siendo padre le parecia no po

der sufrir ver con sus propios ojos la muerte de

su querida hija. Parrasio, tambien ilustre pintor de

aquella edad, hizo dos figuras, una de las cuales

habiendo contendido y peleado, parecia que sudaba,

y la otra se desarmaba y mostraba claramente que

estaba anhelando. Estos dos ejemplos de antiguos

pintores bastan para mostrar de cuánta importancia

sea la propiedad en la invencion, porque de algo se

derivan todas las buenas partes del debujo. Y no de

jaré de decir adelante de algunos pintores moder

nos. No menos debe imaginar el pintor los sitios y

los edificios semejantes á la calidad de las provin

cias ; de manera que no atribuya á unas lo que es

propio de otras. En esta parte no mostró ser pruden

te el pintor que pintando á Moisés, que con la vara

tenia la piedra, de donde salió milagrosamente la

agua tan deseada de los hebreos, fingió un país

fértil, hermoso, ceñido de hermosas montañas : así

porque la historia sagrada dice que sucedió este mi

lagro en el desierto, como porque en lugares férti '

les hay siempre abundancia de agua. Y por esto es

necesario que el pintor tenga florido ingenio, y no se

duerma en propiedad. iCuán bien Horacio, en el prin

cipio de su Poética, queriendo hablar de la inven

cion, y tomando la semejanza del pintor, por ser la

poesía y la pintura hermanas, representa la descon

veniencia en estos versos que hizo castellanos An

tonio Ortiz Melgarejo!

Si al cuello de caballo unir quisiese

algun pintor una cabeza humana

y de diversas plumas la cubriera,

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246 ARTE DE LA PINTURA.

haciendo el cuerpo en forma tan extraña

que entre otros varios cuerpos rematase

en una cola de disforme pece ,

la faz acompañando de un semblante

de dulce y hermosísima doncella :

¿podriades, llamados á ver esto,

caros amigos, detener la risa?

Esto á mi juicio denota que con todo el com

puesto de la historia , la cual abraza muchas figu

ras, se haga un cuerpo que no discorde en nada,

como seria si se pintase la pluvia del maná en el

desierto : donde convendría que todos los hebreos

que en tal caso se representan con varias acciones,

recogiesen este celestial manjar mostrando alegría

y deseo grandísimo, como se ve en la estampa de

Rafael. El cual imaginó un verdadero desierto, con

edificios y tiendas de madera convenientes al tiem

po y al lugar. Y dió á Moisés efigie grave, vis

tiéndolo de hábito luengo, y haciéndolo de estatura

grave y augusta ; usando tambien en los judíos de

vestes recamadas y con orlas, como ellos traian . Pero

no se debe callar la historia pintada deTiciano, de la

descomunion hecha por el Papa Alejandro al Em

perador Federico Barbaroja, que habiéndola repre

sentado en Roma, puso (á mi parecer desconvenien

temente) muchos senadores venecianos que asisten

á ver el hecho , cosa que no tiene verdad ni hace al

propósito. Pero observó divinamente la convenien

cia en otra historia cerca de esta, donde el mismo

Federico se inclina á besar el santo pié al Pontífice,

habiendo retratado judiciosamente al Bembo, al Na

vajero y Sanázaro, que están mirando. Porque

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LIBrO SEGUNDO, CAP. II. 247

aunque esta pintura fué muchos años adelante,

no desconviene que uno de los primeros pintores

del mundo dejase en sus obras publicar la memoria

de los más doctos y primeros poetas de su edad, los

dos gentiles hombres venecianos, y el otro tan afi

cionado á Venecia , que la antepuso en un epigra

ma suyo á Roma, si bien careció de buena conside

racion , cuando pintó la Santa Margarita , como á

caballo sobre la serpiente , y desnuda casi toda la

pierna hasta más arriba de la rodilla, como se ve

hoy en San Gerónimo de Madrid.

Mas volviendo á la materia de la invencion, diré

algunas razones, como que cada figura es bien que

haga lo que hace, ó pretende el artífice que haga.

Que la que está sentada, parezca que lo está cómo

damente, y si está en pié, se plante con tal firmeza

que no parezca que se cae; y si se mueve , sea el

movimiento fácil y con las circunstancias que to

caré adelante.

«Es imposible (dice) que el pintor sea señor de las

«partes que tocan á la invencion, así de la historia

. como de la conveniencia, si no es práctico en sa-

«ber las historias y las fábulas de poetas. Porque

«así como es útil á un letrado el saber debujar, para

«dar á entender las cosas que pertenecen á escribir

«bien, así será muy importante á la profesion del

«pintor el saber letras; pero si no es letrado, sea á lo

>«menos bien entendido de las historias y poesías, co

municando hombres doctos.« (Como se ha dicho). Enei

«Habiendo pues estrechado al pintor debajo de estas

«leyes del orden y conveniencia, con todo eso algu-

«nas veces podrá tomar alguna licencia, pero de

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248 ARTE DE LA PINTURA.

-manera que no decline al vicio, porque no será bien

«que se acompañen las cosas apacibles con las fie

mas, como las serpientes con las aves, y los corde-

«ros con los tigres.« Hasta aquí el Dolce.

Que bastaba al cumplimiento de este punto del

Decoro. Pero no perdamos lo que habemos en esta

parte trabajado, y comencemos por una carta que

yo envié á D. Fernando de Córdoba, describién

dole una pintura de Cristo , tomando su vestidura

despues de azotado, con que se acabará este ca

pítulo.

«Para que justamente siendo vuestra merced due

ño de este cuadro.de pintura, lo sea de algunas razo

nes con que satisfacer á los curiosos ingenios que lo

miraren, me pareció tomar un poco de trabajo en

escribirlas, porque se entienda bien el tacto y con

sideracion que se tuvo en su disposicion.

. Esto supuesto, una de las cosas más importantes

al buen pintor es la propiedad, conveniencia y de

coro en las historias ó figuras atendiendo al tiempo,

á la sazon, al lugar, al efecto y afecto de las cosas

que pinta, para que la pintura con la verdad posible

represente con claridad lo que pretende. Para inte

ligencia de lo cual, diré dos palabras sobre cada

una de estas cosas.

Lo primero, cuanto al tiempo, se debe guardar el

uso de la antigüedad de él, en los trajes y en las

cosas: cuanto á la sazon, si lo que se quiere pintar

sucedió tal ó tal tiempo del año , en la noche ó el

dia; es cosa conveniente acomodarse con la verdad,

pues cuanto al lugar ya se ve que no se ha de pin

tar en Turquía lo que pasó en Roma ó España: tam

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MBRO SEGUNDO, CAP. II. 249

bien cuanto al efecto y accion si una figura saluda

á otra no ha de parecer que la amenaza , ni menos

ha de hacer lo contrario; y de esto habia mucho que

decir. Pues el afecto de cada figura, tambien ha do

ser conforme á su representacion, con propiedad, ó

triste ó alegre, ó airado ó suave. Brevemente se ha

dicho, pero no así se pone en ejecucion.

Esta parte en la pintura como procede más del

buen juicio del pintor, que de los preceptos de su

arte, es tan poco usada aun de los valientes pinto -

res, que de ordinario quieren caminar libres en sus

pensamientos. Y de aquí vemos en las obras de mu

chos, más valentía que decoro. Y si esto es tan ne

cesario generalmente en todas las obras de pintura,

cuanto más en los misterios de nuestra fe y reden

cion, (concedidos pintar con acuerdo del cielo, en la

Iglesia Católica) los cuales han de ser verdaderos

libros á los ánimos sencillos de los fieles. Porque,

¿qué cosa más ajeua del respeto que se debe á la pu

reza de la Virgen Nuestra Señora, que pintándola

asentada, ponerle la una rodilla cargada sobre la

otra, y muchas veces los sagrados piés descubiertos

y desnudos? (gracias á la Santa Inquisicion que

manda corregir esta libertad.) ¿Y de la majestad y

grandeza del Hijo, padeciendo en otro paso, ó atado

á la columna, con accion y movimiento impaciente,

siendo el espejo y dechado de toda mansedumbre y

humildad? Y por aquí todos los descuidos ó cuida

dos inconsiderados de los profesores de esta arte.

Por estas razones (como hago siempre) lo primero

en que yo cargué el peso de la consideracion en

esta figura (porque comenzamos por lo principal)

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250 ARTE DE LA PINTURA.

fué cómo se movería en busca de su vestidura, con

cuánto encogimiento y vergüenza, y sobrados do

lores, un hombre grave y delicado, habiendo reci

bido tantos y tan crueles azotes. Y haciendo prueba

con el ingenio, muchas veces de movimientos dife

rentes, intentando con la pluma ó lápiz, vine á parar

en este que me pareció más á propósito; ó por evitar

la fealdad ó desgracia de estar muj baja la figura,

usé de medio en que levantase con el cuerpo la ropa.

Y quien con estos ojos y consideracion no mirase á

esta imágen, por ventura le desagradará, deseando

en ella otro movimiento más airoso , de más brio y

gracia; lo cual aquí no convenia. Esto es cuanto al

todo, que es lo primero que se ofrece á la vista.

Delas partes digo: que en la principal, que es el

rostro, moví la vista á donde se ha de poner el que

ha de ver este cuadro, que es un poco á la parte si

niestra, porque el encuentro de ellas causa grandes

efectos; y en los ojos exprimí el sentimiento con la

gravedad que á mí fué posible, como en parte donde

más se demuestrala alegría ó tristeza. Y aunque la

boca quisiera abrirla más, porque ayuda esto mucho

á representar la amargura del ánimo, no fué posible

por ir el rostro tras el cuerpo, y estar baja la fi

gura. De las demás partes, ellas hablan que dirán

mejor que yo lo que se estudió en ellas y en parti

cular el cuerpo y lado, que en dificultad no pe

queña, se eligió entre tantos naturales.

Vengamos á las señales de los azotes de todo el

cuerpo, cosa que excusan mucho los grandes pinto

res, por no encubrir la perfeccion de lo que tanto les

cuesta, á diferencia de los indoctos, que sin piedad

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LIBRO SEGUNDO, CAP. II. 231

arrojan azotes y sangre, con que se borra la pintura

ó cubren sus defectos : pero huyendo de extremos,

usé de medio que representase las señales , y más

donde menos dañasen á la bondad de la figura, que

es en los oscuros y particularmente en la espalda,

no sin buena consideracion, pues es la parte donde

consideran los santos que cayeron la mayor parte

de los azotes : y de esto no más.

De las vestiduras pinté una la más particular, que Va os,a ea h Igies.

es la túnica interior sin costura alguna que algunos lle San Juan de

" * ^ Conslantinopla :

dicen que fué de púrpura, considerando que las de- ano 1403.

más están sin orden, esparcidas por la Sala ó Preto

rio, que se puede imaginar ser muy grande; pues la

columna no muestra toda su altura, ni descubre el

capitel por la estrecheza del lienzo, donde era forzoso

muy gran espacio para hacer demostracion de otras

columnas del mismo orden dórico correspondientes,

que le acompañasen , ayudándole á sustentar un

edificio noble y como de casa principal.

De los instrumentos y diferencia de ellos, con que

azotaron al Señor, puse sólo cuatro, dejando muchos

y muy varios, que consideran los autores y santos,

de que hace mencion el Arzobispo Alfonso Paleoto, -

en un libro de Stigmatibus Sacris. Uno, las varas con Tlt L¡v 1¡b 6

que azotaban á los delincuentes los romanos; otro, Dic 3' "«,">• ¡n

. . 1 ,1.1 Adelp. Act. 20.

las correas de vaca, de que tambien se hace memo

ria en la antigüedad. Estos dos modos de azotes

usan de ordinario los pintores: tercero, las espinas

ó zarzas , como contempla S. Vicente, y el azote

de puntas ó estrellas de hierro, fijas en los cordeles,

imitado del que debujó en el dicho libro Paleoto

del IV de las Revelaciones de Santa Brígida cap. 70.

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2b2 ABTE DE LA UNTURA.

De la columna podrá alguno preguntar, que por

qué no pinté aquella parte que hoy se muestra en

Roma, en la Basílica de Santa Práxedes; la cual es

á modo de balaustre antiguo, con una argolla de

hierro en lo alto. Digo que en otrá semejante oca

sion la pinté, y en esta con mejor acuerdo me pare

ció pintarla alta, de quién refiere largamente el ar

zobispo ya dicho, que hablan muchos y muy graves

autores y en particular S. Gerónimo, en el tomo 1/,

epístola 27 ad Marcellan, diciendo: «Mostrábase una

«columna que sustentaba el portal del Señor, ro

ciada con sangre, donde se dice que fué azotado.«

Y los que con más autoridad describen la Tierra

Santa, y en particular Cristiano Adricomio, núme

ro 6, enseña que una parte de esta columna se mos

traba en el monte Calvario y otra se trasladó áCons-

tantinopla, y de ahí se llevó á Roma, y está en la

Basílica Vaticana. Y de las revelaciones de Santa

Brígida se colige claramente haber sido la columna

alta; pues le dijo la Virgen Nuestra Señora que su

hijo la habia abrazado de su voluntad y luego le ha

bian ligado á ella. Tambien para sustentar un pór

tico de tan magnífico edificio , como el que edificó

Santa Elena, no podia ser aquella la columna, y la

parte que hay en San Pedro (como he dicho) lo mues

tra Basta que la razon que yo tuve fué seguir lo

más recibido en esta parte, y de quien hablan todos

los autores. De la pequeña, piensa con razon Pa

leote, que es donde estuvo el Señor atado en la casa

de Caifas , cercado de sus enemigos, toda aquella

noche de sus mayores escarnios y afrentas.

De todo lo que habernos dicho se infiere de cuán»

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LIBRO SEGUNDO, CAP. I!. 233

ta importancia sea el decoro y propiedad que diji

mos al principio, pues demás del intento principal

que se tiene en la pintura del Misterio , se mueve el

ánimo aficionado á la virtud que allí resplandece ;

el cual principal intento toca muy altamente el

maestro Juan de Avila, cuyas palabras añadiré á

este discurso para darle lustre y autoridad. Dice así

en el cap. 73 de su Audi filia:

«Sabed que, pues el Altísimo Dios se bizo bombre

visible para que con aquello, visible nos metiese

dentro donde está lo invisible , no se debe pensar

sino que fué muy provechosa cosa mirarle con ojos

corporales, para poderle mirar en los espirituales,

que son de la fe, y no fué pequeña merced para los

que lo "vieron gozar de tal vista, de la cual muchos

reyes y profetas desearon gozar y no lo alcanzaron.

Y aunque los que despues venimos no gozamos de

esta merced tan cumplida, no podemos dejar de

aprovecharnos de ella en lo que pudiéramos. (He re

ferido esto para decir lo que sigue.) Y á este inten

to nuestra madre la Iglesia nos propone imágenes

del cuerpo del Señor, para que despertados por ellas

nos acordemos de su corporal presencia, y se nos co

munique algo mediante la imágen de lo mucho que

se nos comunica con la presencia. «

Y más adelante, en el cap. 75, tratando de la ora

cion, dice: «Y podeis tener algunas devotas imáge

nes, bien proporcionadas, de los pasos de la Pa-

«sion, en las cuales, mirando algunas veces, os sea

> alivio, para que. sin mucha pena las podais vos

« sola imaginar. «

Y esto baste para dar alguna luz de mi intento,

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2S4 ARTE DE LA PINTURA.

en que parece haberme alargado. Y acabo última '

mente mi discurso, poco bastante á impedir lo que

con razon se le pudiera oponer á esta pintura. Por-

ikpoiogia dei coa- que no presumo tanto (como dijo de sí Fernando de

destable. nerrera) que niegue lo que consideró (en sí primero

y despues en los demás) el que dijo que no acertar

es de cualquiera de todos los hombres. Porque está

esta nuestra naturaleza tan cercada y ceñida de er

rores, que ni aun los varones más sábios, cuya men

te parece separada destas cosas naturales, se hallan

libres de este contagio. Porque así como la vida de

los hombres no puede ser perpétua vigilia, tampoco

puede ser su estudio y trabajo verdad y sabiduría.

Siendo esto así, no será maravilla que un entendi

miento tan corto como el mio haya errado; pero serálo

que no merezca perdon de los hombres cuerdos y que

saben los vicios y flaquezas de la naturaleza humana.

Finalmente, echará vuestra merced de ver cuánto

ha favorecido el cielo mi deseo en el remate de esta

obra, con los versos del cuadro hechos por el padre

Luis- de Alcázar, y dignos de su gran erudicion, el

cual, antes que se viese la pintura con sola la rela

cion de ella, los dispuso tan á propósito que pare

ce, á juicio de los más doctos, que por ellos se pin

tó el cuadro: (tanto puede la fuerza del ingenio).

Abrazan admirablemente todo el pensamiento de

esta, historia, cuyo intento (si no me engaño), es

decir, el Señor, que une estrechamente consigo

aquella veste inconsutil que representa sus escogi

dos, estando bañado en su propia sangre, para

que teñida en la flor de ella quede hecha púrpura

real. Los versos latinos dicen así :

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LIBRO SEGUNDO, CAP. II. 253

Dilectos opiata meos haic vestís adumbrat.

in duo guam proprio membra cruore madens

sic ea sanguíneo poterit mihi glutine jungi.

Etflore ebibito purpura regis erit.

Despues de estos versos , osaré poner un soneto

que yo hice, seguro de sospecha de contienda, por

ser muestra de mi voluntad y aficion , y por la di

versidad del pensamiento. Dice así:

SONETO.

Pudieron numerarse las señales

que en vuestra carne delicada y pura

¡oh imagen de la eterna hermosura!

el reparo imprimió de nuestros males.

Aunque fuéron en sí tantas y tales, • .

que al ingenio, no sólo á la pintura,

vencen; y tú ¡oh sagrada vestidura!

á trasladar en tí su gloria vales.

Mas el amor que cela el rojo velo

¿quién no podrá contar? Si aun el efeto

la arte noble á formarlo no es bastante.

Fué sin principio, eterno será ¡ oh cielo!

¿Cómo á tan grande amor no me sujeto?

¿Qué hago ¡oh piedra! ea deuda semejante?

Nuestro Señor guarde á vuestra merced: de esta su

casa á 13 de Octubre de 1609.—Francisco Pacheco.«

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250 ARTE liE LA PINTLRA.

CAPITULO III.

EN QUE SE PROSIGUE LA MATERIA DEL DECORO.

Mucho de lo que toca al decoro habemos visto en

el discurso referido, y de la carta pasada lo que per

tenece á una figura sola, pero si representamos la

mayor y más copiosa historia que puede ofrecerse á

un pintor, en ella veríamos cumplidamente las con

diciones con que en las demás se ha de proceder, y

habríamos cumplido bastantemente con lo que á

esta parte conviene. Y así porque el año de 1614 yo

acabé un lienzo grande de la historia del Juicio

universal en precio de setecientos ducados para el

convento de Santa Isabel de esta ciudad, donde está;

con describir el pensamiento que seguí en su dispo -

sicion y en lo que me aparté del comun de los pin

tores, trayendo el ejemplo del más aventajado jui

cio que se ha pintado jamás (que es el de Micael

Angel), descubriendo la razon que tuve para histo

rias así, sacarémos de todo apurado el fin de este

punto.

Y dando principio á este discurso (que no será pien

so de poco gusto á los que hubieran visto la ejecu

cion de este cuadro ó el dibujo que yo tengo de él),

digo que observé y vi todas las invenciones que yo

pude y andan en estampa (que son muchas) de esta

copiosa historia, y vi particularmente la de Micael.

Page 264: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. III. 2i)7

Y hice conceto de una gran copia, y así , pasan de

ochocientas las figuras que en él se ven , que hasta

ahora no tengo noticia de otra de mayor número.

Y antes de pasar adelante , parece conveniente

hacer memoria de algunas impropiedades de los

pintores en esta historia , de que yo me aparté , no

tocando en el juicio de Micael Ángel hasta el fin

de este discurso.

l. La primera pintan á la parte derecha de

Cristo un ramo de oliva por señal de misericordia,

y á la izquierda una espada, que significa la justi

cia ; y esto está bien , aunque falta lo que yo añado.

2. Lo segundo, que está en uso comunmente , es

pintar la Virgen de rodillas á la mano derecha, y á

S. Juan Bautista de la misma manera á la izquier

da, como intercediendo ambos, y debajo á los Após

toles sentados, acompañados de todos los demás

santos.

3. La cruz y otros instrumentos de pasion en ma

nos de ángeles, que los traen por el aire, suelen al

gunos pintar, si bien con poca autoridad.

4. A S. Miguel Arcángel en el medio del cuadro

armado, pesando las almas , y el demonio á los piés

como queriendo asir la que está más baja.

5. Suélese tambien pintar de ordinario, al tiempo

que están sentados los santos, y el juez Cristo Nues

tro Señor, la resurreccion de los muertos; unos que

salen de la sepultura, otros ya fuera , con diferentes

trages y mortajas ; habiendo de resucitar á un tiem

po antes de ser juzgados, todos, justos y pecadores.

Juntando estos dos artículos de fe , distintos el uno

del otro.

i

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258 arte De La pintura.

6. Pintan tambien diferentes figuras de demo

nios atormentan !o á los malos con variedad de

tormentos , y algunos indecentísimamente , confor

me á los pecados que cometieron : lo cual represen

tan antes de estar juzgados, ni de haber acabado de

resucitar.

7. Asimesmo se poue una boca del infierno , como

de sierpe ó monstruo , con llamas de fuego que

recibe á los condenados, y otras mil imaginaciones

' de pintores , á su albedrío , y sin fundamento , sólo

siguiendo unos á otros. De todo lo cual yo me apar

té , como veremos adelante con el parecer y senti

miento de hombres doctos.

Viniendo, pues, á nuestra historia , en lo alto se

muestra Cristo Nuestro Señor, Juez universal, asen-

Luc, cap. 21. tado cum polestate manga et majesíate: con grande

majestad y poderío. En el arco del cielo la cabeza

cercada de una grande claridad de rayos de luz que

bañan de gloria á muchos serafines. A su mano de

recha, algo más baja, está sentada la Santísima

rui. 44. Virgen, segun dice el Profeta : astitit regina á dex-

tris tuis. Al lado derecho de la Virgen un ángel que

representa la Misericordia, y á la izquierda otro que

representa la Justicia. Luego otros ocho montones

de ángeles niños, cuatro á cada parte adorando sus- .

Luc. cap. 21. pensos la majestad de Cristo. El pensamiento en

esta primera parte del cuadro es este.

Parecióme pintar el semblante de Cristo Nuestro

Señor apacible, vuelto á los buenos á diferencia de

Micael Angel que lo puso en pié, y airado y vuelto

á los malos, por ser (á mi ver) más poderosa la sua

vidad y blandura á inclinar los ánimos de los hom

Page 266: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. III. 259

bres. Cristo es hermosísimo: Speciosus forma. Mues- , 44

tra sus llagas, adórnale un manto rojo. La Virgen

asentada, tiene agradable apostura, inclinada á los

buenos y los brazos cruzados sobre el pecho, mos

trando agrado del caso ; no de rodillas rogando

(como los más pintores la ponen). Pues dice San^ r r ' Medit. cap. delJui-

Buenaventura, que estará aquel dia el juez tan en- cío universal,

tero en hacer justicia, que aunque la Virgen de ro

dillas le ruegue, no será parte para moverle. Por

que no es dia de ruegos , antes de atencion y si

lencio.

El ángel, ó virtud dela Misericordia , está vuelto

á la Virgen, Madre de ella, vestido de verde claro,

coronado de oliva, y con un hermoso ramo del mes-

mo árbol en la mano. El que representa la Justicia

está armado á lo romano , con morrion con plumas

y coracina encarnada y ropa anaranjada de color de

llama, espada ó montante de fuego en la mano de

recha : la vista vuelta al rostro del juez (pareció ad

mirablemente al maestro Francisco de Medina este

pensamiento , alabólo , diciendo que habia acrecen

tado y mejorado el uso de nuestros ancianos y mayo

res que pintaban el ramo de oliva y la espada suel

tos). Montones de serafines, de niños, de nubes, de

luces, adornan este pedazo de pintura.

La segunda parte más abajo se compone así : en

medio está el arcángel S. Gabriel, ápié con la cruz

del Señor levantada ; dos ángeles arrodillados á

los dos lados , y detrás de ellos otros muchos sen

tados y de rodillas que hacen estado á la cruz. So

bre estos ángeles hay dos coros de Apóstoles; el de

la mano derecha de la cruz comienza del príncipe

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260 ARTE DE LA PINTURA.

de ellos, S. Pedro ; y el de la mano izquierda co

mienza el Apóstol por antonomasia S. Pablo. De

trás de los Apóstoles se muestran los fundadores de

la religion y varones apostólicos más conocidos de

la devocion del' pueblo. Parecen léjos por entre la

cruz los principales Profetas. Digamos ahora lo par

ticular de esta segunda parte.

Pareció por justa causa (supuesto que es opinion

más pía) que fuese la figura de la mesma cruz en

que el Señor padeció, y que tuviese sus clavos, y su

título en tres lenguas, y que el alférez, ó sustituto

de S. Miguel fuese S. Gabriel, por ser este Arcán

gel el que comenzó y ministró los misterios de la

sacratísima humanidad de Cristo. Y que siendo este

el último acto de ella, trajese su divino estandarte

y enseña delante de Rey en la manifestacion de la

;obre ia l.' Ep¡st. gloria y majestad suya. Este fuó parecer del maes-

de pabio á ios Francisco de Medina, además que dice el padre

Tesalonicieoscs

cap. 4. Corneho, de la compañía de Jesús, que S. Gabriel

anunciará á todo el mundo la venida de Cristo á

juzgar. Pintélo coronado de rosas, y una azucena

como insignia propia suya en la mano derecha. Ves

tido de azul y encarnado, con alas de águila, y con

un cendal entre sus manos y la cruz , por la reve

rencia de no tocarla. Y tres serafines que sirven de

peana á esta divina bandera de los ángeles que asis

ten, no tengo que decir más, de que muestra afec

tos de reverencia y respeto junto con ser hermosos

y varios. En los colores de las ropas se correspon

den como de librea los de un lado con los del otro.

A la cruz cerca un resplandor imperceptible en for

ma ovalada, que baña de luz los Profetas y los des

Page 268: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. III. 261

I

via del coro de los Apóstoles con agradable dismi

nucion. Oso decir que no ha puesto ninguno ( en

pintura semejante) hasta hoy la cruz con mayor ma

jestad. Vengamos al coro de los Apóstoles, los cua

les están sentados como jueces : Sedebitis el vos su- <>t' ^

per sedes duodecim. Tienen todos sus insignias en

las manos, cada cual con admiracion y respeto. El 1

Apóstol S. Pedro tiene á sü lado izquierdo al gran

Batista sentado, haciendo el oficio que hizo en el

mundo, que es mostrarnos el cordero de Dios. Pa

recióme ser este más conveniente lugar que el

que le dan otros pintores en este paso , poniéndolo

sobre los Apóstoles, al lado que corresponde á la

Virgen.

Entre estos dos tan aventajados santos, puse al

glorioso Patriarca S. José, porque no hubiese entre

sus devotos competencia. Síguense los demás Após

toles, y luego S. Francisco, Santo Domingo, San

Bruno y otros fundadores de religiones , mártires,

confesores y vírgenes. El otro coro, que comienza

del Apóstol S. Pablo , corresponde á S. Pedro; al

lado izquierdo de la cruz tiene á su mano derecha

al discípulo amado, el gran evangelista S. Juan, y

cae en el mesmo lugar que suele, debajo de la

cruz. Siguese S. Andrés y los demás Apóstoles, y

á ellos S. Agustín, S. Gerónimo, S. Benito, S. Ber

nardo, S. Basilio y S. Ignacio, padres de sus ilus

tres religiones, y otros innumerables santos. Los

Profetas son; David, Moisés, Elias y los demás prin

cipales, que hacen número de doce. Rodean la cruz

muchos serafines, cercados de resplandores y nubes

agradables. Y sobre los claros están de dos en dos

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262 AKTB DE LA PIYTURA.

admirados. Ya tenemos la mitad de nuestra historia

descrita con la brevedad posible.

Bajemos á cuatro ángeles, que conforme al texto

Math. rap. 24. evangélico a quatuor ventis, están vueltos á las cua

tro partes de la tierra con sus trompas. Tiene singu

lar arte y mucha dificultad poner en superficie llana

semejante demostracion. Están tambien de librea en

las alas y vestidos , dos de un color y dos de otro,

y puestos en cruz, y el uno, que se miía por los piés,

es de los más ingeniosos del cuadro , y aun de lo

que se ha pintado. El campo de estas cuatro figuras

es un cielo, á la parte derecha de los buenos alegre

y apacible , y á la de los condenados oscuro y nu -

Fui. 96. bloso, segun el lugar del psalmo.

Lo último de figuras mayores y de mayor demos

tracion, son dos hazes ó ejércitos de figuras desnu

das, el de la parte diestra de los justos, y el de la

siniestra de los pecadores, llevados de ángeles, pero

con diferencia. En medio de estos dos ejércitos tan

diversos está S. Miguel Arcángel , figura de seis

cuartas de alto que no pudo ser mayor, porque para

disponer una historia tan llena y de tanto número

de figuras , la más cercana á nuestra vista no puede

tener más grandeza. Lo particular de esta vasta parte

no es de pasar en silencio.

A la parte de los buenos hay tres montones de

figuras, unas más léjos que otras : las pequeñas se

van entrando por detrás de una nube en dos escua

drones, cercado de una claridad de sol que les ama

nece muy alegre. Orietur soljusti. Guíalas un ángel

con una palma en la mano izquierda, y con la dere

cha les muestra luz. El otro golpe de figuras está

Page 270: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. III. 263

en lo alto de un monte, vánse entrando entre nubes,

y de este ejército se levantan dos en el aire, y vue

lan por camino de luz. Varones y hembras muestran

en los rostros variedad, y entre su muchedumbre se

ven abundancia de religiosos. El monton que está

más cerca de nuestra vista desta parte derecha, con

tiene nueve figuras grandes, con variedad de eda

des, de carnes y de rostros. La principal y entera está

de espaldas ; es un mancebo hermosísimo junto á

una hermosa mujer, y entre estos dos puse mi re

trato frontero hasta el cuello (pues es cierto hallar

me presente este dia), y tambien siguiendo el ejem

plo de algunos valientes pintores que en ocasiones

públicas entre otras figuras pusieron la suya , y de

sus amigos y deudos. Y principalmente Ticiano, que

se retrató en la gloria que pintó para el Rey Feli

pe II que yo he visto en el Escorial. Guia y enca

mina este dichoso escuadron un ángel vestido de

blanco y azul con su palma en la mano, vuelve el

rostro á mirar áS. Miguel, como quien está á su obe

diencia y orden. El S. Miguel hace figura de capi

tan general , armado á lo romano de su coracina y

grecas, con morrion de varias plumas , con baston

en la mano derecha y espada ceñida, con ademan

airoso y bizarro, y ropaje de lindos colores. En po

nerlo aquí se siguió el voto del maestro Francisco

de Medina , por los apellidos y oficios que tiene.

Llámase Prepósito y Príncipe de la Iglesia, premia

do del cielo , cabeza de todos los ángeles , alférez

del Supremo Emperador, capitan fortísimo y recibi

dor de las almas y juez de ellas, vencedor del gran

dragon, y á quien toca acabar la batalla que co

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, £64 ARTE DE LA PINTURA.

menzó en el cielo, encerrando al demonio para

siempre, y ejecutando el mandato y decreto del

Fr«y Gerónimo eterno Juez. Y si es capitan de la Iglesia, tenga

b. wap. i! baston y cargo de los ejércitos de ella, como dice

un autor moderno. Llámanse los ángeles soldados,

militia celestis, del Señor de los ejércitos, y de ellos

es capitan S. Miguel. De manera que le toca justa -

Luc. Cip. 2. mente hacer este oficio por inuchns causas y ra

zones.

Siguese lo último de la mano izquierda , que es

una cuadrilla innumerable de condenados, con ac

ciones y gestos afligidos, medrosos, impacientes, á

quien dos ángeles (no demonios, como hacen otros

pintores ) apartan de entre los justos y llevan más

que de paso con espadas de llamas, mezclados hom

bres y mujeres, y demonios entre ellos. Cércalos un

fuego, y por algunas aberturas de la tierra salen

volcanes : y en contraposicion de los que se levan

tan en el aire de la parte diestra se abre la tierra, y

entre sus bocas y quiebras parece que los recibe,

en vez de la boca del infierno que ponen otros. Uno

con horrible figura, cercado de un demonio ser

piente ó quimera, dando crueles gritos, que eriza

el pelo, imita una de las almas, y es la del infierno,

que hizo de cera de colores Juan Bernardino de Ná-

poles , insigne pintor, que es horrible á la vista. La

figura principal de este lado tiene las manos en los

oídos, y con melancólico y lloroso semblante derra

ma lágrimas sin fruto. Puso así Micael Angel una

figura en la barca de Caron, cuya postura del medio

cuerpo arriba yo seguí por honrar mi pintura con

algo de tan valiente hombre, á quien es gloria imi

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LIBRO SKUUNUO, CAP. III. 263

tar en el arte (no en el decoro, como verémos), como

lo han hecho otros mayores artífices , y lo lio visto,

particularmente de Pelegrin, en la Librería del Es

corial y de Pablo de Céspedes, en el famoso retablo

de la compañía de Jesus de Córdoba. Últimamente

se ven en todas estas figuras desnudas, buscada con

arte y gracia la honestidad , porque los ojos castos

y píos no se ofendan : y más en conventos de" mon

jas, y en altar donde se ha de celebrar el santo sa

crificio de la Misa. No parezca de pequeña impor

tancia lo dicho, ni pesada esta digresion. Cierto re

ligioso, pío y grave, de la orden de San Agustín, me

contó (siendo ya obispo) que celebrando un dia ante

un famoso cuadro desta historia, que está en su con

vento, en Sevilla (de mano de Martin de Vos), va

liente pintor flamenco, acabado el año de l570, es

tando á la mitad de la Misa levantó los ojos y vió

una figura frontera de mujer con harta belleza , pero

más descompostura, y fué tanta la fuerza que hizo

á su imaginacion, que se vió á punto de perderse;

hallándose en el mayor aprieto y afliccion de espí

ritu que jamás tuvo. Y por haber navegado á las

Indias, afirmaba con encarecimiento que tomara

antes estar en el golfo de la Bermuda en una tem

pestad deshecha, que en tal paso. Y cobró tanto

miedo al cuadro, que no se atrevió jamás á ponerse

en semejante ocasion : y que tenia tan presente el

caso , que habiendo pasado algunos años , aún le

duraba el temor. Reirse han muy despacio de esto

los pintores valientes ó licenciosos ; pero no valga

para ellos esta advertencia.

No hay en este cuadro boca de infierno, como he

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266 ARTE DE LA PINTURA'.

dicho, ni cuerpos que resucitan, porque lo uno no

se ha de ver, y lo otro ha precedido ya en todos ge

neralmente. Pues el fin de esta demostracion fué

una accion sola, que es el juicio hecho, acabado, y

cómo cada uno camina á recibir el premio debido á

sus obras. Tiene una bizarra inscripcion, escrita en

una piedra fingida, del ingenio felice del maestro

Francisco de Medina, que tendrá lugar al fin de este

discurso. Todo lo demás es un campo sin yerba, he

lado, algo más verde á la parte de los buenos, y

seco y estéril á la parte de los condenados.

En la variedad de las edades, seguí la figura y

retrato que tuvieron los apóstoles y santos en el

mundo, y los vestidos, ropajes é insignias ; demás

de ser esta la comun manera que usa la Iglesia en

la pintura de esta historia, seguí esta opinion pol

las razones que diré adelante.

Paréceme justo y no ajeno de la pintura (aunque

se dilate algo más este discurso ) poner aquí lo que

escribieron hombres doctos en favor de la disposi

cion de esta historia (algo más brevemente que ellos)

para darle valor y autoridad sobrada, nombrándolos

en este lugar.

Aprobó directamente el pensamiento de haber

puesto dos figuras con la oliva y espada, el padre

Bernardino de los Angeles, de la orden de San Fran

cisco, en su largo discurso, de que entresacaré lo

más importante, en esta manera :

«Francisco Pacheco, hispalense (tan conocido por

su pluma y pincel), en el cuadro del Juicio que

pintó en el insigne convento de Santa Isabel de

Sevilla, mejoró la espada y la oliva que los an

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LIBRO SEGUNDO, CAP. III. 267

tiguos pintores ponian solas, á la mano diestra y

siniestra de Cristo Señor Nuestro, juzgando el mun

do, antiguos símbolos de su justicia y misericordia;

poniéndolos ahora en mano de dos ángeles, vestidos

á propósito en trajes y colores, como ministros eje

cutores de su piedad y castigo : que son almas de

cosas que estaban antes con su vida. •,

« Cierto es y fundado en toda buena antigüedad de

letras divinas y humanas haber símbolos y geroglí-

ficos de las cosas. Y es evidente prueba de la acer

tada pintura de este paso, sobre lo antiguo y comun

de pinceles y púlpitos, de la justicia y misericordia

divina, que han traído hasta ahora estos atributos

como desnudos y huérfanos, como está la yedra sin

olmo á que arrimarse ; y como las cosas que no se

mueven han menester manos agenas para andar, así

no era menester más prueba en este caso, que ser

oliva y espada, para que las haya de tener alguien.

¿Y quién como k>s ministros de Dios?«

«Un serafín labró con fuego del templo los labios

de Esaías , un querubín dice Ezequiel que dio de

sus brasas al vestido de blanco, que no habían de

irse por su pié' á la boca del profeta y manos de

Cristo. Aunque su voluntad es mano divina y la vo

luntad de sus ángeles manos que la ejecutan. San

Juan, entre otros ángeles con varias cosas, vió uno

con espada, que es la del juicio, y como la espada y

el ramillete se hicieron para las manos y no pueden

estar sin ellas, así el ramo de oliva de las buenas

entrañas de Dios y la espada de su rigor pedian por

fuerza manos que las tuviesen, y de ángeles ejecu

tores y ministros de sus divinos atributos.«

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268 ARTE DE LA TINTURA.

«Los reyes y grandes del mundo no ejecutan sus

voluntades sino por criados y ministros, que aun el

hablar y oir ha de ser por terceros. Y así es comun

sentimiento de sábios y teólogos que nunca vió ni

habló Dios á hombre en la tierra sino por medio de

los ángeles; particularmente qiu ángel sentenció

en su nombre á los primeros hombres y los echó del

Paraíso. Cherubin sabio que enseña con caridad,

dice Agustino, porque no fuese espada en manos de

locos, fué un montante de fuego que lo andaba todo

como el viento, y por todas partes ofendía como

quemaba. Y así entiendo la palabra versatilem en

el hebreo, aunque la gloria tiene otros sentidos, y

no hay en nuestro español palabra que igualmente

diga sus muchos cortes. Esta es la que en una mano,

siendo de dos y de mil, vibra Cristo en su final jui

cio por mano del ángel que la ostenta. Símbolo fué

aquel paso de este, y profecía de que todos habían

de pagar al fin del mundo lo que comenzaba á pa

gar al principio su fundador. «

«Ángel señaló á Cain; ángel dió á Noé la traza del

arca; ángeles recogieron en ella las aves y anima

les; ángeles vió Abraham, y estos sacaron á Lot de

Sodoma y á su mujer y hijas como por fuerza, mi

sericordia de aquel gran juicio , y oliva de aquella

espada de tanto fuego. Ángeles hablaban á los pro

fetas, y por eso decían todos: Ego Dominus, yo el

Señor; como si él mesmo hablara en todos ; ángel

mató la infinita multitud de gente de Senaquerib,

que estaba sobre Jerusalem, y claro está que lleva

ría espada aparente para espantarlos, aunque no la

habia menester. «

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LIBRO SEGUNDO, CAP. III. 209

«Como es cierto de las historias españolas que la

traia nuestro patron Santiago contra los moros, apa

reciéndose á caballo en las batallas las muchas ve

ces que destruyó en nuestro favor sus ejércitos. Aún

á mi padre S. Francisco, diz en nuestras corónicas,

que le dió S. Pablo su espada, estando pintados

ambos en las vidrieras de una iglesia, para castigar

un obispo que perseguía su orden, y amaneció á la

mañana siguiente el apóstol con la cruz de Francis

co y él con la espada del apóstol y degollado el

obispo. Que hasta en estas ocasiones aparentes y

milagrosas, quiere Dios que corran naturalmente,

llevando espada Francisco conque al parecer le de

gollase y que se le quedase en la mano, siendo

solo Dios el que le quitó la vida, y no la figura de

la vidriera. Pues ¿cuánto más propio es dar ángel á

la pintura de la espada en el divino juicio, para

que tenga dueño y mano, sin lo cual no puede

estar como debe?«

«¿Qué más claro testimonio de esta pintura que la

que nos ofrece el cap. 22 de los Números, que pare

ce traslado suyo? Iba Balaan, profeta en desgracia

de Dios, á maldecir su pueblo en una jumentilla ;

envia contra él un ángel que le salió al camino y

se le puso delante con una espada desnuda, estor

bándole el paso sin que él lo viese : Vidit angelum

estantem in via evagiiiato gladio.«

«¿Qué tiene que ver este rigor con el último? Si un

ángel lleva espada desnuda, y la muestra á un ani

mal manso y sin culpa, mejor mostrará otro la es-

p u!a desnuda á tanto soberbio, cuyos filos han de

se¿ar sus gargantas. Así pinta Ezequiel, capítulo 9,

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270 ARTE DE LA PINTURA.

los ángeles haciendo carnicería en ellos aquel dia. «

«Este espíritu y alma tienen los dos ángeles con

la espada y oliva en las manos, para que mirándolas

todos como obras de tal artífice, cobren sus pinceles

aliento y el nombre que desean.« Hasta aquí este

autor.

par«cer 2. Acompañó este parecer el licenciado Antonio de

Santiago, capellan mayor de San Clemente el Real,

digno hijo de Sevilla, por sus estudios y virtud, y es

el que sigue :

«Vi un cuadro de pintura del último juicio de mano

de Francisco Pacheco, cuya valentía y belleza que

tal sea, él lo está diciendo en público, como todas

las obras de sus manos. Reparé muy despacio en él,

el estudio y modos de pintura, con alguna particu

laridad diferente de los demás juicios. De doude vi

tomar ocasion á algunos curiosos para levantar

cuestiones y dudas. Y por tocar esto á mi facultad,

quise responder á ellas, aprobando con alguuos lu

gares 'de la Sagrada Escritura y Santos el pensa

miento y disposicion de la pintura.«

«Y lo primero despues de haber discurrido la vista

por tanta variedad de cosas, poniendo los ojos en

particular en el Juez Cristo Señor Nuestro, le ve -

mos no con rostro severo y riguroso como dicen

habia de estar, sino blando, suave y amoroso, que si

bien el dia es terrible y espantoso, como lo significa

esta voz juicio, porque habiendo de ser juzgados

aun los justos pueden estar temerosos: pero no es

bastante eso para pintar el rostro del Juez terrible

y espantoso, aunque sea el dia de castigo y ven

ganza; pues ese dice Isaías es obra agena y pere

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LIBRO 8EGUJDO, CAP. 111. 271

grina de Dios. Ut faciat opus suum. Y luego: Alienum Isa!. «pt g.

opus eius, peregrinum opus eius ab eo. Pues si es obra

agena y peregrina en Dios (aunque atributo suyo)

por ser la causa que le mueve á la ira y castigo,

cosa tan agena y desviada de Dios como son los pe

cados, que ellos son los que irritan y mueven su vo

luntad para que la ejercite, que si no hubiera peca

dos no hubiera en Dios enojo y venganza, y por eso

es como ajeno de Dios, pero el mostrarse piadoso y

blando es propio suyo. Y notan algunos Santos so

bre el Evangelio del Juicio por qué llamó Cristo Se

ñor Nuestro primero á los escogidos para darles el

premio, Venite benedicti etc., y despues á lo último «ai. 25.

envió á los condenados al fuego eterno? Fué la fuerza

de la misericordia y piedad en Dios, que primero

(como tan propio suyo) le hizo usar de ella, antes

que del castigo y aspereza: luego más propiamente

se debe pintar el rostro de Jesucristo suave y mise

ricordioso, pues por haberlo sido tanto, parece que

aquel dia la misericordia ha de realzar y engran

decer al juicio. El glorioso apóstol Santiago en su

Canónica, nos confirma ese pensamiento, como si al

propósito lo tratara. Super exaltat misericordia judi- Jacob, c. 2.

cium. Engrandece en aqueste capítulo las obras de

misericordia de Dios, la cual como si se dijera, en

grandecerá y subirá de punto al juicio; y si segui

mos la significacion del verso griego más lo prueba

y confirma; que es lo mismo que alegrarse y rego

cijarse en competencia, como el vencedor se alegra

y salta de contento en la victoria, de suerte que

será este el sentido, si han traído contienda la jus

ticia y la misericordia de Dios en aquel dia de jui-

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272 ARTE DE LA PINTURA.

cio parece se alegrará y mostrará más regocijada la

misericordia, de haber salido como vencedora por

super amnia opera haberse mostrado más sobre todas las obras de Dios.

«,», psai. 14*, Luenr.0 con propiedad se pinta el rostro del Juez mi-

proverljio. 11). 0 11 1

sericordioso y alegre, pues en esa alegría se mani

festará su clemencia y nuestra vida, que irémos ale

gres á gozar para siempre. In hilaritate vulíus regís

vita et clementia eius cuasi imber serotinus. De la mis

ma manera que el rocío de la tarde alegra y revive

las yerbas y flores del campo despues que el rigor

del sol con su ardor las ha dejado tristes y marchi

tas, así los justos viendo el rostro de su Rey y Se

ñor, manso, alegre y amoroso, volverán á cobrar

nuevo aliento y vida, despues de haber pasado los

Luc. 21. aprietos y sinsabores que prevendrán el juicio.«

«Y si queremos seguirla comun opinion de los que

ponderan y ahondan más esta duda, que es decir

que aquel dia parecerá el rostro de Cristo Señor

nuestro suave y apacible para los buenos, y junta

mente terrible y espantoso para los malos, y así que

se pinte de una ó de otra suerte es á propósito la

pintura. Digo pues (supuesto que se ha de elegir el

uno de los dos modos) ¿por qué se ha de dejar el más

propio y ejercitado de las entrañas de Dios? ¿Y en

donde más se muestra, en cuanto á sus efectos de

suave y misericordioso, y elegir el ageno y pere

grino de su condicion como es ser justiciero y rigu

roso? Y no me contento aún con esto si no probamos

que aparecerá el rostro de Jesucristo aquel dia suave

Ptal 144 y apacible á todos. David: Suavi Dominus universis. Y

aquí á nadie excluye, con todos habla, de suerte que

el mostrarse suave y benigno, que se entienda aun

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LIBRO SEGUNDO, CAP. 111. 273

con los mismos condenados, pues no serán castiga

dos con todo aquel rigor que sus delitos merecen; y,

el ver el rostro apacible y alegre, no será gloria ni

consuelo para ellos , sino más tormento, viendo lo

que pierden para siempre, que llaman los teólogos, ¡«

poena damni.

2. No alegra menos el apacible rostro y hermo

sura de la Virgen Nuestra Señora y Madre del juez

Dios hombre, consuelo y regocijo para todos los

santos y justos , como quien en su vida fué su am

paro y defensa, así le llama S. Ephrem en una ora

cion, vallum fidelium; si bien está su divino rostro

grave y sereno , indicio de que en aquel tiempo ya s. EPhr. b mu.

no habrá lugar de admitir ruegos , ni amparar , ni vtrg-

defender. Donde á propósito el glorioso S. Geróni

mo trae en sus comentarios sobre Osías aquel lugar,

norte tacere feci matrera tuam. En la noche hice ca

llar á tu madre. Y llama noche á aquel dia para los

malos ; pues se les encubrirá para siempre la vista

del verdadero sol de justicia, quedando enperpétua

oscuridad y tinieblas. Y aunque va hablando el

santo en sentido alegórico, no deja de poner las se

ñales del Evangelio del juicio ; porque en sentido

literal habla Dios en aquel lugar de Oseas contra

los hijos de Israel, donde en la noche de las tri

bulaciones y trabajos que les habia de enviar por

el castigo de su idolatría, y por haber dejado

á su Dios por seguir sus ídolos , hará callar á su

Madre la sinagoga, confusa con bastante razon.

Mas en espíritu lo trae el santo para el dia del

juicio , donde la Reina de los cielos y Madre del

Juez está con rostro y semblante sereno mostrando

18

Page 281: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

274 ARTE DE LA PINTURA.

el silencio que tendrá y guardará en aquella hora.

3. Dije que aquel dia será noche para los malos,

así como dia claro y resplandeciente para los justos,

porque entonces les saldrá aquel verdadero sol de

justicia, para nunca jamás ponerse ni perdello de

vista. Así dice el Evangelista S. Juan en su Apo

calipsis, que aparecerá el rostro de Jesucristo como

j«>n ¡i, Apo. cap. 1 el sol resplandeciente , et facies eius sicut sol lucet in

virtute sua ; su rostro como el sol lucirá en su vir

tud. Y para entenderlo bien, dice el original griego

que es resplandeciente en toda su fortaleza , como

si dijésemos al punto de medio dia, cuando los ojos

no se pueden fijar en el sol. Y si un cuerpo de1 un

bienaventurado, dice S. Mateo, resplandecerá como

y.t. »P. 13. el sol, dice Isaías de Cristo, et lux solis erit septem-

iM¡. 30. pUciter gicui iux septemdierum; dando á entenderla

gran luz y resplandor del rostro de Jesucristo en

aquel dia ; que así lo sienten S. Gerónimo, Santo

Tomás y Beda, y lo entienden del dia del juicio.

4. Y en cuanto á la voz que dispertará y levanta

rá á los muertos, significada de ordinario en las di

vinas letras por la trompeta referida tantas veces

Apooi. op. 3 , 4 Por S. Juan en el Apocalipsis, y por el Apóstol San

Poai mi coriat. 15 Pablo, la cual sonará no sólo para juntar y llamar

«d Teicd. 4. los hombres al juicio, sino porque tambien la trom

peta es aparato real que suele ir delante de la

persona del Rey como muestra de majestad y gran

deza ; y también para suspender y atemorizar los

ánimos. Estilo de que han usado muchas veces los

soph. i ¡«■i» 8. Profetas, véase á Sophonias y á Isaías, que por evi

tar proligidad no los refiero. Ni gastemos tiempo en

lo que está tan recibido en Escritura y,Santos. Y

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LIBRO SEGUNDO, CAP. III. 275

los pintores antiguos usaron pintar á un ángel con

una trompeta dispertando los muertos. Mas lo que

causa alguna novedad en este cuadro, es haber pues

to cuatro ángeles con cuatro trompetas , lo cual no

le parecerá novedad sino conforme á la Escritura,

á quien se acordare del lugar del Evangelista San

Mateo, que habla tan á propósito como se verá. Dice

pues, en el mismo Evangelio donde nos refiere todo

lo que sucederá el ultimo dia : et tune tnittet angelos Ma*. 24.

suos cum tuba et voce magna , et congregabunt electos

eius equatuor ventis. Y entonces enviará á sus án

geles con trompeta, con voz grande, y juntará á

sus escogidos de los. cuatro vientos. Segun esto, ya

tenemos que no será un ángel sólo, sino más, los

que vendrán con trompeta , ó á dar aquella voz

grande, que es lo mismo, como lo dice Euthymio y

se colige de la traslacion griega. Luego si han de

ser más de uno los ángeles que llamarán al juicio,

por el mismo lugar de S. Mateo se colige que se

rán cuatro, pues señala tocarán las trompetas, ó

darán la voz á los cuatro vientos , que quiere decir

á las cuatro partes principales del mundo. Y por

ellas se entiende de todo el universo. In quatuor

ventos cceli dispersi vox : por los cuatro vientos del

cielo os desparcí ; quiere decir por toda la tierra,

por todas las gentes. Habla en los moradores de Je-

rusalem, queriéndolos juntar en Sion. Y hay otros

muchos lugares en la Escritura que aluden á este.

Y todos prueban haber Dios Nuestro Señor de lla

mar ó juntar á sus escogidos de las cuatro partes

del mundo , significados por los cuatro principales

vientos. Oriente, á quien en toscano llamamos Le-

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276 ARTE DE LA PINTURA.

vante y Occidente ó Poniente; el tercero Aquilon ó

regañon, á quien los griegos llaman Boreos , y el

cuarto el Austro ó Zéfiro , que sopla del Mediodía.

Y á este propósito diré solamente un lugar á la le-

43. tra : Ab Oriente adducam semen tuum, et ab Occidente

congregabotle, dicam Aquiloni da et Austro noli prohi-

bere, affer filios meos de longuinquo et filias meas ab

extremo térra;. Habla Dios en los pueblos del judais

mo , que creyeron en él , y les promete su fe y favor

con seguridad, en cualquiera parte del mundo que

estén, porque allí les acudirá, y de allí los llamará.

Y esto significa por los cuatro vientos referidos. Y no

falta figura en la divina Escritura de la venida del

Hijo de Dios á juzgar el mundo con estos aparatos

.„ y circunstancias. En los números, cuando le mandóNúm. cap. 10. J '

Dios á Moisés hiciese trompetas , á cuyo clamor se

juntasen en la puerta del tabernáculo los hijos de

Israel, que estaban alojados hácia las cuatro partes

del mundo. Así , aquí dice el Evangelista: serán

enviados ángeles con trompetas , para que llamen

hácia los cuatro vientos. Que es como he dicho á

todo el universo. Y no contradice á esto el lugar de

S. Pablo , pues dice habrá voz de ángel y sonidos

de trompeta ; no dice una ni cuántas. Y así, á pro-Paul. ad Thess. r r

t. 4. pósito y conforme al Evangelio , se pueden pintar

cuatro ángeles con trompetas, y no uno solo. No es,

pues, para pasar en silencio , sino digno de notar,

que habiendo de resucitar y parecer todos, buenos y

malos, tan solamente se hace memoria de los bue

nos y escogidos, y cuán poco caso se hará de los

miserables condenados , indignos de que se haga

memoria de ellos. Cosa maravillosa que el mesmo

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LIBRO SEGUNDO, CAP. 111. 277

sonido de las trompetas que despertará á unos para

eterna memoria, ese mismo sepultará á los otros en

el olvido eterno. David: Periit memoria eorum cum p«i.9.

sonitu. En el punto que se oiga el sonido ó clamor

de las trompetas, perecerá su memoria, y entonces

se abrirá la tierra, arrojando por las aberturas lla

mas de fuego abrasador que servirán como de boca

de infierno, por donde recibirá á' los condenados á

sus tormentos eternos.

5. Algo de esto nos dice el profeta Naum en «aum. cap. 3.

figura de los de Nínive, y los castigos que les espe

raban ; y el bienaventurado S. Gerónimo y Tertu

liano, aplican este lugar al dia del juicio. Véanse

sus comentarios, donde refieren las señales que pone

el mesmo Evangelio de S. Lúcas. Dice, pues, el

Profeta : Inimicis tuis ad apercione pandentur por te

terree tuce, devorabü ignis vectes tuos. Para que tus

enemigos hagan aquella entrada tan peligrosa é in-

felice para ellos, se abrirán las puertas de la tierra,

y el fuego abrasará sus cerraduras y cerrojos (va

siguiendo la metáfora), que es lo mismo que abrirse

á la tierra, y el fuego se mostrará sus aberturas, ha

ciendo lugar por donde recibir á los condenados

para el infierno. Y confirmando esto con razon, así

se debe entender , pues sus cuerpos no tendrán el

dote de sutileza, como los de los bienaventurados.

Y así, forzosamente será necesario se abra la tierra

para entrar á su miserable lugar para siempre.

Alguna luz y figura de esto tenemos en las divi- r*i. lo. 5.

ñas letras : el real profeta David, refiriendo el cas

tigo que Dios habia de hacer contra Datam y Abiron,

por haber querido alzarse maliciosamente con el

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278 ARTE DE LA PINTURA.

sacerdocio, dice: Aperta es terra, et deglutivit Da-

tham. Abriráse la tierra y tragarse ha á Datham.

Figura de los malos é inobedientes, en esta vida

á su Dios. Los cuales habiendo de ser castigados

con infierno para siempre, como Datham y Abiron,

se abrirá la tierra en aquel dia, haciendo puertas y

bocas, por donde entren los miserables condenados

en el infierno.

Y pues esto es así, sírvase la Divina Majestad de

Dios de dar luz á nuestro entendimiento , para que

sepamos librar nuestras almas de tan infelice esta

do. Pues deseamos vivir en compañía de los bien

aventurados, gozando del apacible rostro de nuestro

Rey y Señor; esforcémonos amando la virtud, y

obrando conforme á ella.

Vivere volens ne /acias morte digna.

CAPITULO IV.

EN QVE SE CONCLUYE LA APROBACION DE LA PINTURA DEL JUICIO

Y LA MATERIA DEL DECORO.

Porque no me obligué á escribir para solos pin

tores, aunque trabajé por abreviar mucho y bueno,

no quise ocultar los dos pareceres que restan , para

cumplimiento de tan importante doctrina, y de mi

obligacion. Y comienzo por el que dió el doctor

Alonso Gomez de Rojas, canónigo de la Santa Igle

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LIBRO SEGUNDO, CAP. IV. 279

sia, tan estimado por uno de los ilustres hijos de

Sevilla, por su virtud, erudicion y pulpito.

«Aunque bastaba decir que este nuevo pensamien- Parecer

to de poner al Arcángel S. Gabriel teniendo el es

tandarte Real de la cruz, en el juicio, lo habia.sa

cado á luz, quien es tan amigo de apurar verdades

en su arte, y más en sagradas historias, como Fran

cisco Pacheco , insigne pintor de nuestros tiempos;

guardando, con la excelencia de sus dibujos, el de

bido decoro, mas para los que nos consta de esto,

ó para los que no les satisfaciere , pondremos otros

fundamentos que califiquen esta verdad.«

« Cosa es cierta y recibida, en la santa Iglesia ca

tólica, que para el juicio universal aparecerá la

santa Cruz en el cielo ; ó la verdadera (como es más

probable) ó la señal de ella. Colígese esto del capí

tulo 24 de S. Mateo, donde hablando Cristo Nues

tro Señor á la letra de este acto, en que ha de ser su

premo Juez , dice : entonces aparecerá la señal del

Hijo del hombre: Tune aparebit signum filii hominis.

Donde lo comun de los santos entienden por esta

señal la Santa Cruz, Crisóstomo, Hierónimo, Hila

rio, Beda, Santo Tomás, Eutimio, Teofilato, Ca

yetano. Y así canta la Iglesia : Hoc signum crucis

erit in ccelo cum dominus ad judicandum venerit. «

«2. No hay lugar en la sagrada Escritura ni en

los Santos que diga señaladamente quién ha de

traer la santa Cruz al juicio. Sólo hallamos en San

Agustín, sermon 49, que todos los ángeles juntos la

han de traer ; lo mismo tiene S. Julian, arzobispo

de Toledo, lib. 3 de su Pronóstico, cap. 5, y lo re

fiere de S. Juan Crisóstomo.«

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280 ARTE DE LA PINTURA.

«3. Y aunque es verdad que en la venida al juicio

traerán los ángeles la Cruz , pero no consta quién

la ha de tener mientras se hace el juicio. Y así, pa

rece que sólo puede estar este oficio entre S. Mi

guel, como supremo Arcángel, ó S. Gabriel como á

quien se dió privilegio para anunciar la Encarna

cion, que es principio de nuestra redencion ; la cual

se acabó y perfeccionó en la Cruz. «

«4. Pues á S. Miguel no le pertenece este oficio.

Porque se ha de suponer que el juicio es fin de guer

ra, que contra los malos ángeles, empezaron los

buenos, en el segundo instante de su creacion. Dán

dole S. Miguel el oficio de capitan general contra

ellos, y así tuvo el título y nombre de Dios , que

fué el que se dió en esta batalla, llamándose ¿Quid

sicut Deus? ¿Quién cómo Dios? Quitando de la alte

za á los que no correspondían , confesando á su Dios

por único Señor. Pues siendo el juicio donde se ha

de rematar esta conquista contra el demonio , no se

le ha de quitar á S. Miguel el primer oficio, antes

aquí principalmente le conviene. Pues aquí alcan

zará últimamente la victoria. Encarcelando á los

demonios y á los condenados , que les ayudaron á

hacer guerra á Dios.«

«5. S. Miguel es el príncipe de celestial milicia

en órden á recibir todas las ánimas de los hombres.

Y así le canta la Iglesia en nombre de Dios , en la

tercera antífona de Laudes , de su oficio; Arcangele

Michael constitui te principem super omnes animas sus-

cipiendas. Y claro está que esta general recepcion

ha de ser admitiendo las de los justos para el cielo,

y apartándolas de los condenados para el infierno.

*

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LIBRO SEGUNDO, CAP. III. 281

Y si esta division ha de ser pública y visible , San

Miguel, como príncipe, ha de acudir entonces á

hacer este oficio. Y así, con admirable acuerdo, está

en este cuadro como capitan general; y por propia

insignia el baston en la mano derecha, prisionando

los demonios , y como príncipe de las almas , divi

diendo los justos de los pecadores.«

«6. De todos estos principios se infiere, que el ofi

cio de tener la cruz, que es el estandarte real de

aquel acto del juicio, se debe dar y es propio del ar

cángel S. Gabriel. Pruébase esto porque nuestro

glorioso arzobispo S. Isidoro, en el libro 2 de sus

Orígenes, en el cap. 5, hablando de este santo ar

cángel, dice : Gabriel hebraice in lingua noslram ver-

titur fortitudo Dei ubi erat polentia Divina vel forti-

tudo manifesíatur, Gabriel mittitur unde el eo tempore

quo eral Dominus nasciturus, et Iriunphaturús de mun

do Gabriel mittitur ad Mariam.«

«Este nombre hebreo Gabriel significa en nuestra

lengua fortaleza de Dios; porque donde se manifiesta

el poder y fortaleza 'suya, envia la Majestad á Ga

briel, y así en el templo que el Señor habia de nacer

y alcanzar victoria del mundo, fué enviado Gabriel

á la Santísima Virgen María Nuestra Señora, de

donde se coligen dos razones : «

«La primera que si donde se hace demostracion del

poder y fortaleza de Dios, y le conviene por el buen

nombre ser enviado, ¿ dónde más se manifestará el

infinito poder de Dios, comunicado á su hijo hecho

hombre, que en el juicio? Pues para decir el mismo

Cristo el gran poder que tenia, hizo memoria del

juicio universal : Potestatem dedit ei judicium face

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282 ARTE DE LA PINTURA.

re, quia filius hominis est. loan. 5. Muriendo ganó en

la cruz jurisdicion en todos los hombres, con la for

taleza que en ella tuvo (aunque encubierta) para

ejercitar en ellos esta potestad. Que á la letra se

entiende de esto la profecía de Abacú, cap. 3. Corma

in manibus eius ibi abscondita est fortüudo eius ; como

lo interpreta S. Cipriano, S. Agustín, S. Gerónimo

y otros muchos. Luego manifiesto es que quien ha

de tener la cruz este dia ha de ser S. Gabriel, pues

tiene siempre comision en las obras donde se mani

fiesta el poder y fortaleza de Dios.

La segunda razon si S' Gabriel fué enviado cuan

do habia de triunfar Cristo Nuestro Señor del mun

do, y este triunfo alcanzó en la cruz, como lo afir

ma S. Pablo ad Colose, cap. 2. Luego cuando se pro

ponga la cruz, para publicar este triunfo que hasta

aquel dia se va haciendo, á nadie le conviene tener

la como á S. Gabriel, que fué el que dió noticia y

lo anunció.

Ultimamente, S. Gregorio papa, homilía 34 in

evangelio, interpretando el nombre de S. Gabriel,

dice: Gabriel Dei fortüudo nominatur. Per Dei qui

fortitudine nuntiandu's erat, qui virtutem Dominus etpo-

tens in praelio ad debellandas potestates aereas venie-

bat. Gabriel se llama fortaleza de Dios, y bien; con

venia que fuera anunciado por la fortaleza de Dios;

el que como señor de las virtudes y poderoso en ba

tallas, venia á desbaratar con guerra á los demonios,

pues en el alcance de esta guerra no hubo más ar

mas sino la cruz. Domuit orbem in ferro sed ligno,

dijo S. Agustín. Y así en lo último de esta victoria

contra los demonios, ha de estar presente el instru

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LIBRO SEGUNDO, CAP. IV. 283

mento que los sujetó. Luego quien lo ha de tener

ha de ser S. Gabriel, que fué el que publicó la

guerra.

Sólo falta responder á que la Iglesia Santa en el

ofertorio de la misa de difuntos llama á S. Miguel

Signiferario. Signifer Santos Michael. Que se puede

interpretar el cruciferario. Digo que este título es

comun de todos los ángeles, pues todos han de

traer (como vimos núm. 2) la cruz. Y si alguno di

jere que este es título particular de S. Miguel, se

responde que de un gran capitan se dice que trae

en su ejército tantas banderas, y no las trae él, sino

los que tienen oficio de alférez. Y si se dice que trae

el estandarte real, no es porque lo ha de tener él,

sino porque lo trae en su ejército ; que el tenerlo es

del alférez real, que es S. Gabriel, que él sólo lo

cogerá á los ángeles que lo han de traer, para asis

tir á aquel acto. Y así está bien pensado poner en

este cuadro muchos ángeles arrodillados á la Santa

Cruz que S. Gabriel tiene, puesto en pié.

Además que en los ejércitos se da señal para co

nocer cuáles son propios soldados, y cuáles espías ;

que en nuestro español se dice dar el nombre, que

con toda propiedad pertenece al rey, si está en el

ejército, y él lo revela al capitan general. Y como

San Miguel es de los ángeles, revelóle Dios su se

ñal llamándole Miguel Quid ut Deus. Al cual quien

no corresponde se tiene por enemigo. Por esto le

llama la Iglesia Signifer, el que trae la señal, y el

que da el nombre. Confírmase esto con decirJa Igle

sia : Signifer Sanctus Michael representet eas in lucem

sanctam. Pidiendo que S. Miguel, que es quien tie

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284 ARTE DELA PINTURA.

ne el nombre, represente las almas que hubiesen

correspondido á él, en la luz santa de la gloria, que

es el premio de los buenos soldados de este ejército.

El mismo doctor Alonso Gomez de Rojas , escribió

otro discurso doctísimo en que dilató la aprobacion

de las cuatro trompetas, y la de las aberturas de la

tierra para recibir los condenados, con muchas au

toridades de escritura, santos y doctores, que yo ex

cuso, por haberlo ya dicho. Sólo añado á su apro

bacion el favor que hace al pensamiento del sol que

amanece á los justos, que dice así:

«El lugar en que se funda esta particularidad es

el cap. 4 del profeta Malaquías, donde desde el

principio de él habla á la letra del juicio universal.

Y en el núm. 2 dice : Et orieíur vobis timentibus no-

men menm Sol justitiae, et sanitas in pennis eius. Y os

saldrá á vosotros que temeis mi nombre el Sol de

justicia, y tiene salud en sus plumas. Lo cual se

entiende literalmente de la alegre y buena vista

que dará Cristo Nuestro Señor en el dia último. Ra

yando claras luces á los ojos de sus escogidos, de-

mostradoras del amparo y favor que en él han de

tener por toda la eternidad. Así lo interpretan San

Gerónimo, la interlineal, Nicolao de Lira en este

lugar, y en sus escolios Batablo núm. 7. Y Euse-

bio Cesariense , Remigio Altisidorense, comentando

este profeta, dijo estas admirables palabras, aunque

parte de ellas son de S. Gerónimo : «Este Sol de

«justicia es Cristo á quien el Eterno Padre dió el

«juicio universal, el cual juzgará todas las cosas

«justamente.» De suerte que como tan clara luz no

permitirá que queden escondidos ni cubiertos ni los

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LIBRO SEGUNDO, CAP. IV. 285

vicios ni las virtudes. Y este sol amanecerá á los te

merosos de Dios, pero pondráse y oscurecerse ha á los

malos y condenados. Y así dirán lo que está escrito

en el libro de la Sabiduría, cap. 5: Lumen justitiae

non luxit nobis, et Sol non est ortus nobis. La luz de

justicia no nos alumbró y el sol no salió para nos

otros. Y las alas ó rayos de este sol tienen en sí sa

lud para amparar y favorecer á los sanos por la pe

nitencia, y moverlos á llevar en sus hombros á los

apriscos ó hatos de su manada. Conforme á lo que

está escrito en el Deuteronomio : expandit alas suas

et asumpsit eos atque portavit in numeris suis. Abrió

sus alas y encargóse de ellos, y llevólos sobre

sus hombros.

En cuya demostracion se advirtió muy bien pin

tar el Oriente del sol , que á la parte de los justos

está amaneciendo para ellos. Que junto con la ver

dad tiene mucha y muy aguda novedad , que hasta

ahora no se ha visto en pinturas antiguas ni mo

dernas, con ser tan comunes las del juicio univer

sal.« Hasta aquí este autor. Resta lo que prometimos

al fin de nuestra descripcion cerca de la diferencia

de edades, que será el último parecer, por la satis

faccion de los que la aprobaron.

El padre Gaspar de Zamora , de la compañía de

Jesus, natural de Sevilla (que murió en la clase

profesa de ella, año 1621 , de 78 años de edad, cin

cuenta y tres de religion , á quien yo comuniqué y

tuve por padre espiritual cuarenta años), el cual

escribió doctísimamente sobre Ezequiel, y otro libro

de concordancias muy estimado de los doctos , que

se estampó en Roma este año de 1627, entre algu

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286 ARTE DE LA PINTURA.

nas cosas particulares que estudió, escribió una apo

logía en que trata el punto de la resurreccion uni

versal , ocasionada de la pintura de mi cuadro , en

que yo abrevié este discurso, siguiendo su opinion.

Que aunque no ha faltado quien escribiese contra

ella, ha sido favorecida y estimada de muchos hom

bres doctos, hijos de Sevilla, á quien la comuniqué;

como fuéron el doctor Sebastian de Acosta; el doctor

Gonzalo Sanchez Lucero, canónigo de la magistral

de Granada; el doctor Gabriel de Torres y Salto, de

la de Badajoz ; el padre fray Damian de Lugones,

de la seráfica órden ; D. Alonso de la Serna, racio

nero de la santa iglesia de Sevilla, administrador

del hospital del Cardenal, y consultor del Santo Ofi

cio ; Francisco de Rioja, bibliotecario y cronista

del Rey Felipe IV, y el maestro Francisco de Medi

na, varon de gran juicio y eleccion, y otros muchos

hombres doctos de esta ciudad y de Madrid ( algu

nos de los cuales escribieron en su favor ) , y es la

que se sigue :

«Apología en defensa del bienaventurado Santo

Tomás, contra los que dicen que todos habemos de

resucitar de edad de treinta y tres años , que así lo

dice S. Pablo á los de Efeso, cap. 4.«

«Pregúntase ¿en qué edad de años, cantidad de es

tatura y calidad de colores resucitaremos todos el

dja del juicio?«

A lo cual se suele comunmente responder que

resucitarémos en la edad, estatura y aspecto en que

Cristo N. S. resucitó, porque lo afirma el lugar

citado.

Acerca de la respuesta digo ( para mayor clari

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LIBRO SEGUNDO, CAP. IV. 287

dad), que en lo dicho se tocan dos puntos: el pri

mero, la pregunta propuesta ; el segundo , que San

Pablo haya respondido en la manera referida. Y para

averiguar si lo dice S. Pablo, ó no, es necesario

poner sus mismas palabras , traducidas en romance

fielmente : digo , pues , que tratando el Apóstol de

la Iglesia militante, dice así :

«Puso Dios en su Iglesia Apóstoles, Profetas, im»**. ww«

«Evangelistas, pastores y doctores, para que por *d Ephe- c"v' 4*

«el ministerio de ellos se cumpla el número de los

«santos y predestinados, y para la edificacion, cons

truccion y ayuntamiento en el cuerpo de Cristo,

«que es su Iglesia. Y esto dure y permanezca en

«ella hasta tanto que todos, con unidad de fe , y un

«mismo conocimiento del Hijo de Dios, hagamos y

«constituyamos un varon perfecto, á la semejanza y

«medida de la edad y plenitud de gracia que tuvo

«Jesucristo. Y para que ya no seamos como niños

«inconstantes que nos traigan de una parte á otra,

«con cualquiera asunto de doctrina.«

Esto supuesto, digo que al Apóstol no le pasó por

pensamiento en este lugar tratar de la resurreccion

final. Lo cual probarémos con autoridad y razones.

Lo primero pruebo con la de todos los exposito

res de S. Pablo, que siguieron unánimes; S. Anto

nio, S. Gerónimo, S. Clemente Alejandrino, San

Atanasio, S. Agustín y S. Crisóstomo, sobre este

lugar (cuyas sentencias y citas pone el autor, que

yo excuso por la brevedad), en que dicen todos

que el Apóstol habla del tiempo presente , de la

Iglesia militante. Y el maestro de las sentencias,

habiéndolos visto á todos en el lib. IV, distincion 44,

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288 ARTE DE LA PINTURA.

y con él todos los teólogos escolásticos, dice así:

«Varon perfecto llama por metáfora el cuerpo mís-

«tico de la Iglesia, el cual antes del fin del mundo

«ha de alcanzar aquella unidad de fe y conocimien

to de Dios.,' Y quien quisiere ver esta exposicion

muy á la larga, vea al padre Sebastian Barradas, de

nuestra compañía de Jesus , y en su Concordia

evangélica, tomo II, lib. VII, cap. l5. Y al padre

Alonso Salmeron, sobre el mesmo lugar de San

Pablo.«

Viniendo á las razones de las palabras del Após

tol, habemos de reparar en seis puntos :

El primero , que por medio de los ministros que

Dios puso en su Iglesia se cumplirá el número de

los escogidos.

El segundo , que se cumplirá la edificacion y fá

brica del cuerpo de Cristo.

El tercero , que todos en unidad de fe y conoci

miento del Hijo de Dios, harémos un varon per

fecto.

El cuarto , quién y cuál ha de ser este varon , si

será físico y real , ó.metafórico y místico.

El quinto, para que no seamos como niños in

constantes, que nos traigan de una parte á otra con

varias doctrinas.

El sexto, juntar las primeras palabras con las úl

timas , diciendo que puso Dios en su Iglesia Após

toles , Evangelistas , pastores y doctores , para que

todos resucitemos de la edad de Nuestro Señor Je

sucristo.

De todos estos seis puntos se averigua que S. Pa

blo en ninguna manera habla de la resurreccion, sino

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LIBRO SEGUNDO, CAP. IV. 289

de la Iglesia militante. Y esto es .claro en los dos

primeros apuntamientos, porque dice (como de fu

turo) que el ministerio delos ministros que Dios puso

en su Iglesia, ha de durar hasta que se cumpla el

número de los predestinados, y hasta que se acabe

de fabricar el cuerpo místico de Cristo. Y es de fe

que al tiempo de la resurreccion ya estará el número

cumplido. Luego no se puede entender de los cuer

pos físicos y reales.

Lo tercero porque ya en la resurreccion , no ten

dremos unidad de fe, que habrá cesado, pues vemos

por los ojos lo que ella nos enseñaba. Ni tampoco

podemos aprovechar en el conocimiento del hijo de

Dios, porque habremos llegado al fin de él. Luego

no habla de aquel tiempo.

Lo cuatro se deben considerar las palabras de fu

turo (que no se pueden entender de este dia) hasta

que hagamos un varon perfecto, de la edad de Cris

to, porque el dia de la resurreccion, ya estará hecho

este varon, que es el mismo Cristo.

Los que dicen que S. Pablo habla de nuestra re

surreccion, están obligados á decir, que se ha de en

tender de varon físico y natural, que así se entiende

el artículo, carnis resurrectionem. Tambien es de fe

que habemos de resucitar cuantos habemos de ser

juzgados, y no uno por todos, pues ¿quién es este

varon perfecto? porque el apóstol no habla en nú

mero plural, sino en singular.

Lo cinco que se ha de notar son las palabras «para

que ya no seamos inconstantes como niños«, porque

ya para siempre cada cual tendrá la suerte que le

hubiere cabido, y no hay para qué prevenir esta in

19

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290 ARTE DE LA PINTURA.

constancia, ni que haya apóstoles que la impidan.

Lo seis y último es la mala trabazon de las razo

nes, porque juntando el efecto con la causa, habemos

de leer: «puso Dios en su Iglesia apóstoles, evange

listas, etc.« Para que todos resucitemos de edad de

Cristo. Porque la resurrecciones obra de sólo Dios y

no de los apóstoles, ni de otros, pues ellos han de

ser tambien resucitados. Ni los puso Dios en su Igle

sia para este efecto.

Habiendo probado suficientemente que no se ha

de entender el texto de S. Pablo de la resurreccion

de la carne, sino de la Iglesia militante, de lo cual

se verifican todas sus palabras, para responder á la

duda principal habemos de suponer que en cualquier

individuo de la naturaleza se pueda considerar una de

cuatro cosas (que del sexo no hay que disputar, por

que hombres y mujeres resucitarán como vivieron).

La primera, cuanto á la edad, si el individuo

vivió pocos ó muchos años, ¿en cuál de estas eda

des ha de resucitar?

La segunda, la cantidad y estatura de su cuerpo,

la cual corresponde á cada uno segun su comple-

sion, por cuanto no sólo en diversas naciones, mas

en una ciudad y casa se suelen hallar dos personas

de una misma edad, una mucho mayor de cuerpo

que otra.

La tres, los accidentes', naturales y comunes,

como son blanco, negro, rubio, etc. Y todos los que

han tenido, tienen y tendrán todos los hijos de

Adan. Dije naturales, porque los casuales, como

ser tuerto, cojo y manco, no se verán allí aunque

sea en los condenados.

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LIBRO SEGUNDO, CAP. IV. 291

La cuatro , que considera en un hombre (que es

la más principal) es el entendimiento, la discrecion,

juicio y prudencia, aliento, vigor y fuerzas corpora

les. Cosas porque podemos decir que uno es más

hombre que otros, y que se toman por edad.

Resolucion de la cuestion. Todos resucitarán, aun- .

que sean los condenados, sin defecto alguno, en es

tado de edad perfecta, en la estatura y edad debida,

con el mismo rostro , forma y accidentes naturales

que tenian cuando se llegó el tiempo de su muerte:

la cual conclusion tiene partes.

La I trata de la inmunidad y limpieza, de todos

los defectos y faltas, así .naturales como casuales

(que yo excuso, con todo lo demás que pone docta

mente este autor) de que sólo hace á mi propósito lo

que pertenece á la diferencia y variedad.

Esto dice así; todos, chicos y grandes, niños y

viejos, resucitarán en estado perfecto: el viejo con

sus venerables canas, con toda capacidad, discre

cion, prudencia y fuerzas corporales, cuantas tuvo

ó pudo tener en lo mejor de su edad : y asimismo el

niño recien nacido, resucitará con la habilidad, dis

crecion y todo lo demás que tuviera, si hubiera lle

gado á la flor y entera perfeccion de su edad.

Esta doctrina declara muy á la larga Ferrariense,

sobre Santo Tomás, en el lib. 4 contra Gentiles,

cap. 28, la cual interpretacion, que por edad perfec

ta se ha de entender estado perfecto, se ha de tomar

por regla universal, para entender al mismo Santo

Tomás, y para seguir esta opinion. Esto enseña San

Agustín en dos palabras en el lib. de la Ciudad de

Dios, cap. l6: «Resucitarán los hombres en la edad

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£92 ARTE DE LA PINTURA.

«juvenil, aunque no les faltará nada si entonces su

«figura fuera de niño ó viejo; por lo cual si alguno

«dijere que todos han de resucitar, con el modo y

«manera de cuerpo en que murieron, no hay para

«qué contradecirlo.« De donde segun este Santo,

cualquiera edad ó figura, se compadece con estado

de varon perfecto , y siguiendo este parecer Santo

Tomás dice en el euatro de las Sentencias, distin

cion 44 (y es á mi ver ilustre lugar) respondiendo al

primer argumento : « No se dice que todos han de

«resucitar en una misma edad, porque en todos se

«halle la misma cantidad de años, sino porque en

«todos ellos se hallará un mismo estado de perfec-

«cion, el cual estado puede hallarse en grande y

«pequeña cantidad. Y más adelante; cuando se dice

«varon perfecto, no se dice por la edad viril y per-

«fecta, sino por la virtud y fortaleza del ánimo, la

«cual se hallará en todos.«

De manera que en cualquier edad de los que re

sucitaren se hallará una universal perfeccion , que

conviene á toda la naturaleza humana en diversas

maneras. La blandura y llaneza de la niñez, la for

taleza y animosidad de la juventud, la prudencia y

madurez de la vejez, y todas las demás perfec

ciones convenientes á aquel estado perfecto.

Y en el mismo lugar citado dice Santo Tomás que

Adan fué criado en edad de varon perfecto, la cual

perfeccion tuvo luego, desde el primer dia, dice, que

fué criado. Y el ejemplo es muy á propósito, porque

tambien el infante luego que hubiere salido á luz

puede tener la tal perfeccion. Y esto no es cosa nueva,

porque Jesucristo la tuvo desde el instante de su

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LIBRO SEGUNDO, CAP. IV. 293

concepcion. Y S. Juan Bautista despues de seis

meses: y así no será maravilla que á un niño muy

pequeño dé Dios tanto entendimiento y capacidad,

cual tiene un varon perfecto. Y que sea más conve

niente hacer esto que pide un sólo milagro, que lo

que dice la comun sentencia que pide mucho.

De manera que no resucitando todos de una misma

edad , tampoco resucitarán de una misma estatura,

sino chicos y grandes, segun que murieron, para

que tornen á ser los mismos que antes fueron.

Esto se prueba en S. Juan en su Apocalípsi, ca

pítulo 20, donde hablando del dia del juicio , dice:

«Vide los muertos, grandes y chiquitos, que esta-

«ban en pié delante del Trono.« Dos cosas afirma:

la primera, que vió grandes y chicos ; la segunda,

que habian estado muertos y ya estaban vivos ; de

lo cual se sigue que resucitarán unos y otros. Esta

exposicion , pone Andrés Cesariense , obispo de Ca-

padocia, en la Biblioteca de los Padres, tomo I, y

el maestro de las sentencias en el libro IV, distin

cion 44, tomada de S. Anselmo.

Paréceme que con otros tres insignes lugares de

santos, bastará aprobar esta variedad, por no ser

prolijo. El primero es de S. Anselmo, sobre el lu

gar citado de S. Pablo, por estas palabras: «No

«dice á la medida del cuerpo ó estatura, sino medi

ada de edad; porque no es lícito decir que cuando

«venga el dia de resurreccion, los cuerpos hayan

«de tener aquella magnitud que no tuvieron, y si

«dijéramos que los cuerpos grandes se han de redu-

«cir al tamaño del cuerpo de Cristo , faltará mucho

«de los cuerpos de muchos; habiendo prometido el

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294 ARTE DE LA PINTURA.

«mismo Señor que ni aún un solo cabello de sus ca-

«bezas ha de perecer.»

Y S. Gregorio Niceno tiene la misma sentencia,

más claramente , en la disputa del ánima y la re

surreccion , diciendo : « Cuando otra vez tornare

«nuestro cuerpo á la vida, saldrá á luz un cierto

«pueblo de hombres , de tal manera, que nada le

«falte , ni criatura , ni niño , ni muchacho , ni

«mancebo, ni varon, ni padre, ni viejo , ni alguna

«de las edades que hay entre medias de las dichas.«

La misma conclusion pone S. Justino, mártir, en

un tratado que se intitula: Respuestas para los cris

tianos, en la cuestion , en donde dice así : « Muchas

«causas hay por las cuales los que han de resucitar,

«sea necesario que se resuciten en su misma figu-

«ra, la primera, para que el grande conocimiento y

«ciencia de Dios sea manifiesta ; pues en tan innu-

«merable multitud de los que resucitarán , puede á

. «cada uno volverle su misma figura ; lo segundo,

«porque no piense que no ha resucitado los muer -

«tos, sino criado otros do nuevo, y por tanto cada

«cual de ellos tendrá su propia figura antigua.« No

se podia desear lugar que con más claridad favore

ciese esta opinion.

Tambien S. Clemente Romano, libro V de las

Constituciones apostólicas, siente lo mismo al prin

cipio del cap. 8 , del cual lugar se puede colegir,

haber sido este parecer de S. Pedro y de los demás

Apóstoles. Y cita otro testimonio más antiguo de

las Sibilas. Sobre lo cual se puede ver al padre

Francisco Turiano, de nuestra compañía de Jesus.

Y en la Sagrada Escritura tenemos algunos lu

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LIBRO SEGUNDO, CAP. IV. . 29o

gares en que probar nuestra conclusion: en el Exo

do, cap. 2l, dice el texto sagrado : «Si comprares

«algun esclavo hebreo , habiéndote servido seis

«años, al séptimo saldrá libre, y con la vestidura

«que entró en tu servicio, y si tuviere mujer, de la

«misma manera.« Y vuelve á decir: «Saldrá con su

«vestido.« Y el Profeta en el cap. 2 refiere una pro

mesa de Dios Nuestro Señor, que dice: «Yo os res-

«tituiré los años que os comió la langosta y el pul-

«gon.« De manera que explicando el primer lugar,

todos los hijos de Adan, entramos por el pecado,

debajo de la cantidad de la muerte ; pero por la re

surreccion saldrémos libres de su poder, con los

mismos vestidos, mujer é hijos, con que entramos

en él , que no será otra cosa que cuanto al alma,

la amistad ó enemistad con Dios, y cuanto al cuer

po, el sexo, rostro y los demás accidentes. Del se

gundo lugar, es cosa clara que la langosta todo lo

tala ; pero el pulgon no come sino los pámpanos

tiernos y las yemas que van abriendo ; por lo cual

se entiende la muerte apresurada y temprana, y por

la langosta la de la gente ya madura ; y promete

Dios que nos restituirá lo uno y lo otro á todas eda

des, en aquel estado perfecto que se ha dicho.

Finalmente ; se podrá decir en favor de los acci

dentes, lo que dice S. Pablo en la segunda carta á

16s de Corinto, cap. i : « Como fuisteis compañeros

»en las tribulaciones y trabajos, así tambien lo se-

«reis en las consolaciones.« Y pues ellos entraron

en la pelea juntamente con tal cuerpo y tal alma,

y todos juntos alcanzaron la victoria , por esto es

justo que ellos mismos sean partícipes del premio y

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296 ARTE DE LA PINTtRA.

bienaventuranza, la cual todos alcancemos. Amen. «

Hasta aquí este autor.

Traído para probar cuan justa cosa es pintar á los

Santos en el cielo con el aspecto que tuvieron vi

viendo, é insignias de su martirio, para que sean

conocidos del pueblo cristiano ; y como es opinion

segura, y que se puede tener, entender que ha de

haber en el cielo, aquella agradable variedad que

vemos en este mundo. Pues dicen todos los teólo

gos que la bienaventuranza es un estado perfecto,

con la union y junta de todos los bienes que perte

necen á todas las edades, y á cada una en particu

lar. Y parece muy conforme á esta opinion, que to-

cjro RiTOiencira das ]as Veces que han aparecido los Santos ha sido

en Us vidas de

los santos, de la misma manera que vivían en el mundo. Por

que el Emperador Constantino Magno , habiendo

perdonado tres mil niños, que tenia determinado

matar para lavarse en su sangre, de la lepra; aquella

noche se le aparecieron S. Pedro y S. Pablo, agra

deciéndole la misericordia que habia usado. A quien

S. Silvestre, Papa, mostró las imágenes que tenia,

y le confirmó el Emperador que eran los mesmos

que habia visto. Porque decian muy bien los retra

tos con las personas que so le aparecieron.

Tambien ocho dias despues del martirio de Santa

Inés, perseverando sus padres en su sepulcro, vie

ron una noche un gran número de vírgenes, rica

mente adornadas, y entre ellas á su hija, triunfante y

gloriosa, abrazada con un cordero más blanco que la

nieve, en aquella edad y figura que habia pasado á

la gloria. Y fué tan ilustre esta revelacion, que vino

á noticia de todos los que vivían en Roma , y por

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LIBRO SEGUNDO, CAP. IV. 297

esto la celebra la Iglesia con. fiesta particular el dia

que sucedió que*fuc el 28 de Enero ; y bastan estos

dos excelentes ejemplos para probar nuestro inten

to, donde se pudieran traer muchos.

Ya que habemos salido de lo que los doctos es

cribieron (excusando el parecer del insigne padre

Luis de Alcaráz, por no dilatarme) en aprobacion

de mi pensamiento con tan gustosa y varia erudi

cion , volviendo á concluir este capítulo, restan las

razones que hallan los doctos italianos contra el

juicio que pintó el divino Micael Angel, y á que

prometimos satisfacer al fin de este discurso (si pue

de tener necesidad de nuestra defensa). Estas pone

Ludovico Dolce en el diálogo llamado Aretino. Y

antes de entrar en ellas, diré las que él no toca y

yo he observado, cerca del decoro en esta famosa

pintura, con la brevedad y modestia debidas á tan

grande artífice, en que me parece que no tiene dis

culpa.

Pintó la barca de Caron , fingida de los poetas,

con almas que van pasando en ella, á imitacion del

Dante. Cosa, á mi ver, culpable, poner en un artícu

lo de fe que se representa al pueblo cristiano , men

tiras gentílicas, de que no hay necesidad, habien

do de ser la pintura libro verdadero.

La resurreccion de los cuerpos, en algunas figu

ras , como notamos arriba , habiendo ya pasado á

todos los hombres á un tiempo.

Los condenados en el aire , siendo de fe que han

de carecer de los cuatro dotes de gloria , y por esto

no tendrán el de la agilidad, ó ligereza , los cuales

están peleando unos con otros, y de algunos tiran

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298 AKTE DE LA PINTURA.

los demonios. Ya se ve el inconveniente que tiene

esta demostracion.

Los ángeles sin alas, los santos sin vestidos, que

aunque no los tienen los unos, ni los han de tener

los otros, como no son conocidos sin alas los ánge

les, y para ver los santos tan desnudos no nos han

dado' los ojos que entonces, sin duda ofende esta

falta.

Diálogo llamado Todas estas razones parecen livianas comparadas

Arc"no' á las que pone el Dolce , comenzando primero por

el decoro debido á la variedad, y con estas.

l . No ha observado Micael Angel la convenien

cia, si bien se ve en su pintura , por las cabezas , la

distincion en general por la edad y sexo (cosa que

todos deben hacer); pero no se hallará esta distin

cion en los músculos. Porque aunque en el debujo

que es la primera parte de la pintura (considerando .

al hombre vestido y desnudo) se puede afirmar que

en el desnudo Micael Angel fué estupendo y sobre

humano , sin que haya habido alguno que se le

' aventajase; se ha de entender en una manera sola,

que es en hacer un cuerpo musculoso y buscado,

con escorzos y movimientos fieros , para mostrar

menudamente la dificultad del arte. Y cada parte

de' estas, y todas juntas son de tanta excelencia,

que oso decir que no se puede imaginar cosa más

perfeta. Mas en las otras diferencias es no sólo me

nor á sí, pero á otros muchos. Porque no supo ó no

quiso observar (en particular en las carnes) aquella

diversidad de las edades (que se ha dicho), en la

cual fué tan admirable Rafael de Urbino. Y por de

cirlo en una palabra, quien ve una figura de Micael

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LIBRO SEGUNDO, CAP. IV. 299

Angel , las ve todas. Advirtiendo que él tomó del

desnudo la forma más terrible y más buscada, y

Rafael la más agradable y graciosa. Por donde al

gunos han comparado á Micael Angel al Dante, y

á Rafael al Petrarca.« Y más abajo.

«2. Mas ¿qué direis de la honestidad? ¿Paréceos

á vos que conviene para mostrar toda la dificultad

de la arte descubrir siempre sin respeto , aquellas

partes de las figuras desnudas que la vergüenza y

la honestidad encubren? ¿No teniendo atencion ni á

la santidad de las personas que representa , ni al

lugar donde están pintadas? Y. prosigue.

3. ¿Quién osará afirmar que sea bien hecho que

la Iglesia de S. Pedro, Príncipe de los Apóstoles, en

una Roma donde concurre todo el mundo, en la ca

pilla del Pontífice (el cual representa á Dios en la

tierra) se ven pintados tantos desnudos , que de

muestran indecentemente la haz y envés? Cosa á la

verdad (hablando con toda sumision) indigna de

aquel sagrado lugar. Y luego.

4' ¿Si las leyes prohiben que no se estampan li

bros deshonestos , cuánto más se deben prohibir se

mejantes pinturas? ¿Paréceos que se moverá la

mente de los que las miran á devocion, ó la alcan

zarán á la contemplacion de las cosas divinas?

5. ¿No es cosa ridicula haber imaginado en el

cielo entre la multitud de almas bienaventuradas

algunas que tiernamente se abrazan y besan ? Donde

deberán estar atentos , con el pensamiento levanta

do á la divina contemplacion, y á la futura senten

cia ; principalmente en un dia así terrible y tremen

do, como creemos que ha de ser el del juicio.

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300 ARTE DE LA PINTURA.

6. ¿Pues qué sentido místico se puede sacar de

ver pintado á Cristo Nuestro Señor desbarbado? ¿Y

de "ver un demonio que tira fuertemente hácia abajo

de los testículos de una gran figura que con dolor

y rabia se muerde su mesma man o?

7. No me parece mucha alabanza que los ojos de

los mancebos, de las matronas y doncellas vean

abiertamente en aquellas figuras la deshonestidad

que demuestran. Y sólo los doctos entiendan la

profundidad que esconden : mas podré decir lo que

dijo un docto y santo varon do Persio, poeta satírico,

' el cual es oscuro sobre manera. « Si no quieres ser en

tendido, ni yo quiero entenderte.« Y con estas pala

bras lo arrojó en el fuego, haciendo conveniente sa

crificio dél á Vulcano. Así, digo ahora, que pues que

Micael Angel no quiso que sus invenciones sean

entendidas , sino de pocos y doctos , yo que no lo

soy, dejo á ellos el entenderlas.«

Este es el cargo que hace el Dolce á Micael An

gel , que á algunos ha parecido demasiadamente

s d. juau de atrevido , y entre ellos á Pablo de Céspedes ; pero

Muregui. teniendo más respeto á la verdad, á mi juicio le

culpa con mucha razon , cuanto á esta parte de la.

decencia y piedad. Y no es lícito á nosotros defen

derle ni seguirle en ella. Y este fué mi principal in

tento en poner aquí esta censura, infiriendo que si

á tan gran artífice no se perdonó, ni faltó quien le

culpase, más justamente se hará con nosotros, si no

guardáramos la decencia y el decoro debido. Mas

como este autor no toca en lo esencial de la arte (co

mo verémos), el mesmo que le culpa en aquella par

te, lo engrandece sumamente en esta, porque dice:

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LIBRO SEGUNDO, CAP. IV. 301

«Así como Homero es el primero entre los poetas

griegos, y Virgilio entre los latinos, Dante entre

los toscanos , así Micael Angel entre los pintores y

escultores de nuestra edad ; porque es un raro mi

lagro de la arte y de la naturaleza : y aquellos que

no admiran sus cosas , carecen de verdadero juicio,

mayormente acerca de la parte del dibujo, en la

cual sin duda es profundísimo. Y todo aquello que

se procura en hacer un desnudo con perfeccion, cosa

que no fué vista antes de él. Así que la excelencia

de Miguel Augel es tanta , que sin dejar atrás la

verdad, se puede comparar á la luz del sol, que con

grande intervalo vence y oscurece otra luz. « Hasta

aquí el Dolce.

Recibida esta partida á cuenta del descargo que voleen <i.

prometí, pongo otra de Jorge Vasari en la vida de Ia 3' parle•

este artífice, con que me voy desempeñando.

Tratando de la pintura del juicio final, dice: «No

«vendré á lo particular de la invencion y composi-

«cion de esta historia, porque se han imitado y es-

«tampado tantas grandes y pequeñas, que no pare-

«ce necesario ocupar el tiempo en describirla. Basta

«que se vea claramente que la intencion de este sin-

«gular varon no fué otra que pintar la perfecta pro

porcion y composicion del cuerpo humano en di

versísimas ocasiones. Y solo aquesto, mas justa

mente los afectos de las pasiones del ánimo. Bas

«tándole satisfacer en aquella parte en que era supe

rior á todos sus artífices, y mostrando cuanto al

canzó en la dificultad del dibujo. Y atendiendo á

«aqueste fin solo, dejo á una parte la hermosura de

«los colores , y otras invenciones y ornato y nue

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302 ARTE DE LA PINTURA.

«vas fantasías. Partes que aún otros pintores jun-

«tos no alcanzan. Mas Micael Angel estando firme

«siempre on la profundidad de la arte, ha mostrado

«que los que saben mucho deben aspirar á lo mejor

«y más perfecto, que es la imitacion del cuerpo hu

í.mano desnudo.« Pero no dejaré de apuntar algo

contra el decoro, refiriendo.

Bien que no enicn- Tenia ya gran parte de la obra acabada , cuando

dau djJcio.Ur cs e entró á verla el Papa Julio III con Micer Diagio de

Sesena, maestro de ceremonias, hombre virtuoso, á

quien preguntó el Papa, ¿qué le parecía)? A lo cual

respondió, que era cosa muy indecente en un lugar

tan santo haber pintado tantos desnudos, tan des

honestamente descubiertos. Que no era obra de ca

pilla del Papa, más de caños ó de meson. Desagra

dó esto á Miguel Angel, y queriéndose vengar, así.

como él fué, lo retrató al natural y no teniéndolo

delante, en el infierno, en la figura de Minos, en

una gran sierpe revuelta , entre muchedumbre de

demonios : sin que aprovechase quejarse al Papa,

donde quedó por memoria hasta hoy. Otros lo cuen

tan de otra manera.«

Habiéndose quejado que habia puesto su retrato

en el infierno, que fuese servido de mandarlo quitar

de allí, le respondió el Pontífice : no tengo faculta

des para ello : á estar en el purgatorio , bien lo pu

diera hacer.«

«Trabajó en acabar el juicio ocho años, y lo des

cubrió el de 1541, dia de Natividad de Cristo.« Hasta

aquí el Vasari.

Concluyendo en pocas palabras , la disculpa que

prometí, que aunque breve, se debe pesar y ponderar.

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L1BR0 SEGUNDO, CAP. IV. 303

Asentando primero , que la pintura del juicio de

Micael Angel ha sido y será la primera y mayor

obra que se ha hecho en el mundo ; y que quitó á

los venideros la esperanza de igualarle en artificios,

profundidad y sabiduría. Y así, Micael Angel no

pecó contra la perfeccion del arte (y en esto no se

atreverá á culparle ningun hombre de seso), ni

contra el fin que tiene en general , que es represen

tar con viveza lo que quiere (como se ha dicho), an

tes si se perdiera el arte le habia de restaurar en

esta obra. Porque la gran manera, certeza de escor-

zos, valentía de perfiles y movimientos, y trabazon

de músculos , ninguno lo alcanzó como él , en la

perfeccion del cuerpo humano desnudo : que es la

parte más difícil de la pintura. Y por no faltar á

ella, dando eterna luz y estudio á todo el mundo,

faltó á la modestia y decoro que pide la piedad cris

tiana, y el fin de las imágenes sagradas: que es

mover el ánimo á la compostura y devocion.

Lo que habló D. Juan de Jáuregui será de mucho guslo,

en un libro de epístolas italianas que recogió Berdino

Pino , impresas año l574. Tuve á gran hallazgo en

contrar una escrita por Micael Angel Bonarrota al

tiempo que pintaba su gran historia del juicio, en res

puesta á un amigo suyo, que es la que sigue:

«Mi señor hermano : Al recibir vuestra carta me

hallo juntamente con alegría y con dolor; héme

alegrado por ser vuestra, que sois único en el mun

do, y tambien me he dolido asaz, porque teniendo

acabada gran parte de la historia no puedo poner en

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30 i ARTE DE LA PINTURA.

obra vuestra imaginacion, la cual es de manera

que si el día del juicio hubiese pasado y vos lo

hubiésedes visto no se figurarían mejor vuestras

palabras, pues los Reyes y los Emperadores tienen

por suma dicha que vuestra pluma los nombre. En

tanto si en mí hay algo de vuestro gusto, os lo

ofrezco de todo corazon.—Micael Angel Bonarrota.«

Despues de esta carta dice Don Juan de Jáuregui.

«La mayor cosa porque escribo estos cortos renglo

nes es porque estimo la mucha luz que dan en esta

materia, donde reconoce Miguel Angel contra sí,

no haberse prevenido de suficientes estudios; infié-

rolo así, porque habiéndole escrito y demostrado tan

divinamente aquel doctísimo varon lo que debe su

ceder y ocurrir en el dia último, para que segun su

relacion se gobernase , afirma haberle dolido tanto

llegase tan tarde su aviso que no pudiese seguirlo

por estar muy adelante lo pintado. No se doliera

así á reconocer que desviaba de la representacion

que pide aquella espantosísima historia. En su abono

pondero la gran modestia en descubrir sencillamente

su dolor, por la falta que hacia llegar tan tarde el

informe.» Hasta aquí D. Juan de Jáuregui.

Y así en lo que pretendió es justo que le sigan

todos los que quisieren ser grandes artífices. Pero

(como habemos referido) no sólo no le han de seguir

en la licencia , pero será culpable y digno do re

prension quien le imitase en la disposicion y decoro

de las cosas sagradas. Porque con buena paz se pue

de y debe hermanar lo uno y lo otro, como hizo el

gran Rafael, divino en esta parte de la decencia y

propiedad.

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LIBRO SEGUNDO, CAP. IV. 305

Acabado el capítulo, viene bien por honroso rema

te, el que dió á mi cuadro del juicio el insigne maes

tro Francisco de Medina , con la inscripcion de la

piedra, en que puse el nombre y la fecha de él, me

recedora por cierto de emplearla en mejor sugeto; y

despues de ella la ingeniosa silva que se hizo en

alabanza del mesmo cuadro. El letrero que se puso

latino es este :

Futuram ad finem sceculorum judicium.

Franciscus Paceicus liomulensis depingebat

Sceculi á Indices, naluli XVII

Anno XI.

Volvióla así á nuestra lengua su autor.

«Francisco Pacheco de Sevilla pintaba el juicio

que ha de ser al fin de los siglos, el año onceno del

siglo decimosétimo , despues del nacimiento del

Juez.«

Silva de Antonio Ortiz Melgarejo del hábito de S. Juan

al cuadro del juicio.

Ya el antiguo pincel al nuevo y raro

de Pacheco cedió, ya la edad nuestra,

sólo hará memoria

de los Zéuxis y Apéles,

para admirar que el grande nombre y gloria

por tantos siglos claro

queda oscuro á su nombre y sus pinceles.

De ellos naturaleza solamente

imitada se vió, de tí vencida

(artífice excelente)

que tu en lo figurado espiras vida,

y las famosas obras de su mano

á perfeccion más alta las reduces

20

Page 313: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

ARTE DE LA PINTURA.

y la arte soberano

y ser casi divino la introduces.

Vemos en la gran tabla

do presentas al vivo

el postrimero dia vengativo

de justicia y rigores,

vemos, digo, obedientes los colores

cualquier afecto humano,

la soberbia en el vano,

la ira en el cruel, en el avaro

la hidrópica ambicion, y que acompaña

al vengativo la traidora saña:

y al justo en otra parte con glorioso

semblante, paz, piedad, alma y reposo.

Allí oirás (ó juzgarás que oyes)

los rebeldes aullidos,

contra el mesmo juez enfurecidos,

y afirmarás que sientes

chispar el fuego y rechinar los dientes,

y el horrendo metal de las cadenas

sonar en torno á las eternas penas.

Aquí alternar los ecos celestiales

alabanzas en himnos inmortales,

y de gloria cercados

entre los serafines abrazados

triunfantes asistir los escogidos,

á la deidad suprema embebecidos.

Y aquí y allí traerás á la memoria

tormento y gozo, del infierno y gloria.

En plana superficie el cuerpo entero

por virtud de las sombras relevado,

verás tan verdadero

que puede ser en torno rodeado,

con viveza y accion tal cual no ha sido

jamás á la escultura concedido.

¿Y á quién la multitud que por distancia

tan larga de la vista se retira

sin envidia no admira?

Page 314: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. V. 307

Los varios movimientos,

la union, la belleza y el decoro,

de pocos conseguido

de todos pretendido.

Mirando del juez la faz serena

¿el imperio de tí libre no entregas

al temor y al respeto?

¿Mas cómo si á ver llegas

la majestad, la gloria, el trono inmenso,

escaparás de enmudecer suspenso?

¿No ves las cuatro partes

del cielo que heridas

de las voces sonoras

son por el metal cóncavo impelidas?

¿No ves los cuatro espíritus alados

tener con nuevo efecto peregrino

los ojos engañados?

Tales, pintor divino,

cuales los figuraste

en tu capaz idea, los pintaste.

De hoy más serán sus trompas de tu fama,

porque no haya en el suelo

donde no alcance de tu nombre el vuelo.

Ya el antiguo pincel al noble y raro

de Pacheco cedió; su nombre es claro.

CAPITULO V.

DEL DIBUJO Y DE SUS PARTES.

Despues de la invencion se sigue el dibujo, que parte de

es la segunda parte de la pintura. Al antes que yo i«p¡"i««.eid«bo¡o:

Lib. i de la pin-

hable de él, veamos brevemente lo que sienten los tura cap. 4. Dibujo.

Page 315: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

308 ARTE PE LA nNTURA.

Adveriencio unen autores italianos y otros. Juan Bautista Armenio

del P. Tppro de , . ,

Esquivel de la cqm- U1C6 &S1 .

paoia sobre ei lu- «Tiénese por proverbio comun, cuando una cosa'

gar de Phrilo. Lib. 1 r

35 cap. iO. «es de extremada belleza, decir que pintada no po-

Que esta voz debujo . • • . . " .

se lomó dei box en 1,(111 ser mejor; en que se muestra bien que con la

quedicesedebujaba «pintura se puede y debe manifestar la belleza de

antiguamente y de

aqm la pmmra im- «todas las cosas. Pues porque se conoce mejor en el

íoSo. Diog^'e «hombre que en otra especie, por ser formado con

hoc e.i pintura ¡n «mayor perfeccion de la mano poderosa de Dios,

buzo. Biografié, esto - . ..

es, pintura eneiboj. «para ser regla y medida de todas las cosas criadas,

«se concluye que aquel que con mayor más perfec

«to dibujo supiere formar, podrá vencer las demás

« cosas, como menores que esta.«

Lib. 2 de ia piut. Pero con mayor brevedad se acerca á nuestro

intento Leon Batista Alberti por estas palabras :

i Segismundo «o «El debujo no es otra cosa que cercar los contor

mo sobre Minio. varias líneas, en el cual afirmo que con-

Diografeta bella bu- *

jea. ror su lisura y «viene ejercitarse con gran perseverancia, porque

dureza Céspedes la . . . . ......

llamaba debujo. «ninguna composicion ni ningun recibimiento de

«luces será alabado jamás si falta el debujo.«

Y Leonardo de Vinci, maestro de Rafael, lo expli

ca no menos doctamente :

«La pintura se divide en dos partes principales :

«la primera se llama figura, esto es, las líneas que

«distinguen los cuerpos y lo particular de ellos.«

(Aquí, á mi ver, lo dice por el debujo.) «La segunda

«es el color contenido en aquellos contornos. « (Esto

es el colorido.) Y más adelante, ponderando la ne

cesidad del debujo, se declara más.

doc. 40. «Observa«, dice, «en las acciones naturales que

«hacen los hombres la prontitud, nacida de la pode-

«rosa aficion de sus afectos, y haz prestamente me

Page 316: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. V. 309

«moría con el debujo en tn líbrete, para servirte de

«ellas en la ocasion que se ofreciere valerte de las

«mismas acciones.« Tambien incierto autor filosófi

camente discurre así :

<'Así cOmo en las cosas naturales la forma.. eS Un Incierto amor

. • . i j r m i \ . hablando del debujo.

«principio natural que da ser a la cosa y la hace que

«sea en acto, y se reduzca á -alguna de las especies,

«así el debujo es un principio activo artificial y

«esencial que da ser y forma á la figura, y la redu-

«ce á alguna de las especies particulares, para que . . •

«se pinte y se esculpa. Y no sólo da la forma, sino

«el orden, la proporcion, el ser y la razon de todo lo

«que debe hacer el pintor y escultor. Y se puede

«definir así; el debujo es un principio y causa de

«formar al compuesto artificial en quien está prin-

«cipalmente, y no segun accidente.« Y Carlo Van-

mander, en tres preceptos breves y sustanciales,

dice :

En el primero, «el debujo es el alma y el colorido L¡b. de Pi°iun en

«el cuerpo;« en el segundo, «el arte de la pintura "'^p^T™

«se encierra en el dibujo, y es la luz de todas las

«demás artes ; « y es el tercero, «el que alcanza el de-

«bujo con natural y estudio, tiene el fundamento

«necesario que pertenece á toda la pintura.« Pero,

á mi juicio, más claro que todos y más propiamente

lo describe Ludovico Dolce, y por esto pongo su pa

recer el último, que es el que sigue :

«El debujo es la forma que da el pintor á las cosas Dialogo dki» ei

«que va imitando (ó de la imaginacion ó del arte ó Ar"'«""

«de la naturaleza), y es propiamente un revolver de

«varias líneas por diversos caminos, con las cuales

«se forman las figuras, donde es necesario que el

Page 317: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

310 ARTE DE, LA PINTURA.

«pintor ponga todo su cuidado y sudor. Porque una

«figura imperfecta borra toda la alabanza de una

«buena invencion. Pues no basta ser gran inventor,

«si no es igualmente valiente debujador. Porque la

«invencion se representa á nuestra vista por la

«forma, y la forma no es otra cosa que el debujo.«

Hasta aquí los autores que dan lugar á mi discurso.

Venido habemos á tratar de la parte más esencial

dela pintura, cosa que requería otras fuerzas que

las mías ; pero conforme á la luenga experiencia, al

continuo ejercicio y á lo observado en varios auto

res, diré algo de lo mucho que su grandeza pide. Es

, «f i el debujo (como se dijo al principio de esta obra) la

forma sustancial de la pintura. Es alma y vida de

ella, sin el cual seria muerta, sin gracia ni hermo

sura y movimiento. Es la parte que tiene más difi

cultad de vencer, antes no tiene la pintura en rigor

(si así se puede decir) otra dificultad. En la cual es

menester grande perseverancia y fortaleza. Es con

quien los grandes gigantes pelean toda su vida, sin

que les sea permitido soltar ppr breve tiempo las

armas de las manos. Es cosa en que los más valien

tes hallan siempre repugnancia y resistencia. Es el

caudal universal de la pintura, como dijo bien Pa

blo de Céspedes en la estanza segunda que trajimos

en el primer capítulo :

i,¡b. 1. ¿Cuál principio conviene á la noble arte?

¡El debujo que sólo representa

con vivas lineas que redobla y parte

cuanto el aire, la tierra y mar sustenta!

Porque todo lo imita el debujo del pintor ; que es

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LIBRO SEGUNDO, CAP. Y. 3H

el de donde se enriquecen casi todas las artes y ejer

cicios convenientes al uso de los hombres. Y prin

cipalmente la escultura, arquitectura, platería, bor-

dadura, arte de tejer y otras innumerables tocantes

á traza y perfiles. Y para significar de cualquier cosa

la hermosura y buena gracia de su forma, vemos que

se dice que tiene debujo. Por ser aventajado en él

Rafael de Urbino, Andrea del Sarto, Perin del Vaga,

el Parmesano, Polidoro Caravagio (el cual no quiso

pintar jamás de colores, sino de blanco y negro, pa-

reciéndole que el arte de la pintura consistía en el

claro y oscuro del debujo) alcanzaron estos y otros

infinitos, antiguos y modernos, el nombre eterno en

sus obras. Y sobre todos, por haber sido en esta parte

excelente y sobrehumano, Micael Angel, .principal

mente en lo que toca al cuerpo desnudo, es absolu

tamente llamado el mayor en pintura y escultura,

de los antiguos y modernos. Habiendo algunos

(como se ha dicho) que en el colorido, historiado y

decoro le hicieron ventaja. Mas el debujo le hizo

dueño de los demás, y le adquirió justamente el

nombre de divino que le da el Ariosto en el Fu

rioso :

E quel, ch'apar sculpe, e colora, camo 33.

MicheLpu che mortal, ángel divino.

Y aquel que juntamente esculpe y pinta

Miguel, más que mortal, ángel divino.

Y esta imitacion, hablando de él y de sus mara

villosas obras (particularmente del juicio\ dice Pa

blo de Céspedes en su libro, tratando del debujo:

Page 319: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

312 ARTE DE LA PINTURA.

L¡b. i, La elegancia y la suerte graciosa

con que el diseño sube al sumo grado,

, no pienses descubrirla en otra cosa

aunque iudustria acrecientes y cuidado,

que en aquella excelente obra espantosa,

mayor de cuantas se han jamás pintado,

que hizo el Buonarrota de su mano

divina en el etrusco Vaticano.

Pintura del juicio. Cual nuevo Prometheo, en alto vuelo

alzándose extendió las alas tanto,

que puesto.encima el estrellado cielo

una parte alcanzódel fuego santo

con que tornando enriquecido al suelo,

con nueva maravilla y nuevo espanto,

dió vida con eternos resplandores

á mármoles, á bronces, á colores.

En tiempo del cm.

peradur Carlos

quinto.

Era perpétua noche, y sombra oscura

la ignorancia que tanto ocupa y tiene,

cuando con llama relumbrante y pura

esta luz clara se aparece y viene;

vistióse de no vista hermosura

el siglo inculto y rudo, á quien conviene

en titulo vencer debido y justo

la afortunada edad del gran Augusto.

Instrumentos .lid

dibujo y colorido

el estilo y pincel.

¡Oh, más que mortal hombre ángel divino!

¡Oh! ¿Cuál te nombraré? No humano cierto

es tu sér, que del cerco impíreo vino

al estilo y pincel, vida y concierto ;

tú mostraste á los hombres el camino

por mil edades escondido, incierto,

de la reina virtud: á tí se debe

honra que en cierto dia el sol renueve.

Maravillosamente dicho , pero debido á la gran

Page 320: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. V. 313

deza de Micael Angel, por ser padre del dibujo y

superior en él á todos. Es el dibujo, come probamos

en el capítulo del primer libro , con autoridad de

Aristóteles, y Plinio, á quien los antiguos constitu

yeron en el número de. las artes liberales. Porque el

proceder con reglas y preceptos infalibles, razon y

cuenta por las matemáticas, perspectiva, simetría ó

proporcion, á él pertenece, y por él se llama la pin

tura y es arte liberal. Veamos dónde están ahora los

que dicen que para ser pintores no han menester

estudiar en el dibujo» 'Estos hijos bastardos de la

pintura, llamados nuevamente empastadores y man

chantes. Pues quitado á la pintura el dibujo, será

oficio comun como los demás, y como lo es en estos

que así lo ejercitan, y con razon son llamados ofi

ciales, y tratados así ; no artistas , porque proceden

sin razon ni arte, ó poco más ó menos, como lo

muestran sus obras , en que sólo atienden al vil

guadaño, haciéndose indignos de llamarse pintores»

de que se dirá adelante. Diferentemente hablan los

valientes y entendidos en esta parte. Que dice del

dibujo Jorge Vasari :

« Convendrá (despues de haber adiestrado la mano Pr¡mera pan.

«en dibujar y exprimir los conceptos del ánimo, cap'5'

«para venir á ser más inteligente en esta arte) que

«se ejercite el pintor en imitar figuras de relieve

«de piedra, ó de mármol, ó de yeso, vaciadas del

«vivo, ó de alguna estátua antigua, ó que haya mo

ndelos de barro, ó desnudos ó vestidos, porque es-

«tas cosas siendo inmóviles son acomodadas , por

« estar firmes al que dibuja, lo que no sucede en las *

« cosas vivas, que se mueven ; y cuando en esto haya

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314 ARTE DE LA PINTURA.

«hecho buen uso y asegurado la mano, retrate cosas

«naturales, y en esto trabaje lo posible, por alean -

«zar una buena y segura práctica, porque las cosas

«que vienen del natural , verdaderamente son las

«que dan honor á quien se fatiga en ellas , porque

« además de cierta gracia y viveza que nace de

«aquello simple, fácil y dulce, propio de la natura

leza, lo que de sus obras se imita , y no de las del

«arte, es más abundante y mejor. Y téngase por

«cierto que la práctica que nace del estudio de mu-

«chos años, es la verdadera del dibujo, y lo que hace

«excelentes los hombres.«

Y más adelante vuelve á repetir casi lo mismo:

«El cual debujo no puede tener buen origen si no

«se ha dado el artífice continuamente á retratar co-

«sas naturales y estudiando en pintura de excelen

tes maestros , y de estátuas antiguas, de relieve:

«mas, sobre todo, lo mejor son los desnudos de hom-

«bres y mujeres vivos. Y de esto haber recogido en

«la memoria, por el continuo uso, los músculos del

«cuerpo , de la espalda , de las piernas y brazos, y

«tener certeza, por el mucho estudio, de poderlos

«formar sin tener delante el natural, de su fantasía

«en diferentes acciones, y por todos perfiles; y ha-

«ber visto los hombres justiciados y descuartizados,

«para saber cómo están los huesos , y los músculos

«y nervios, con toda la anatomía, para poder con

«mayor seguridad situar los miembros en el hom-

«bre. Porque quien estudia la pintura de esta ma-

«nera, viendo y entendiendo el vivo, necesariamen-

«te ha de haber hecho buena manera en el arte.«

Esta principal parte de la pintura, que es el di

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LIBRO SEGUNDO, CAP. V. 315

bujo, se compone de otras, que reducirémos á cua

tro ( como dije en el capítulo segundo de este se

gundo libro) : la primera es buena manera ; la se

gunda, proporcion ó simetría : la tercera, anatomía;

la cuarta, perspectiva. Y comenzando por la prime- ",™»» m

ra, esta parte que los italianos llaman bella y vaga íbo¿^..

manera , es un término comun y muy usado entre

los artífices pintores, escultores y arquitectos. Sig

nifica lo mismo que en el escribir la elegancia del

estilo, el buen modo de decir, en que fué excelente

en la lengua griega Demóstenes , en la historia Ci

ceron , y en la nuestra española Fernando de Her

rera. Esta manera y estilo es una importantísima

parte para que luzcan los estudios del dibujo ; don

de por un rasguño se conozcan los valientes hom

bres (como por la uña el leon). Esta excelente parte

faltó al gran Alberto Durero, por no haber visto á

Italia ni las buenas estátuas antiguas , y si la hu

biera alcanzado^no sé quién se le igualara. Faltó á

Leon Bautista Alberto (aunque italiano de nacion),

y con haber sido ambos tan doctos en la ciencia del

pintar, en las matemáticas y arquitectura, como

muestran sus libros , por faltarles la belleza de la

manera no son sus obras seguidas ni imitadas de los

grandes artífices, ni tan estimadas como lo que es

cribieron : y generalmente siendo esta manera cria

da en Flándes, si no abraza y sigue el buen camino

do los italianos ( como han hecho muchos flamen

cos), se debe huir y aborrecer. Y por esto cuando

una pintura es fea, y sin fuerza y brios, decimos que

es flamenca; que se huya de aquella manera, por

que tiene poca fuerza y mucha simpleza. Faltóle

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316 AME DE LA PINTURA.

tambien esta manera italiana á nuestro Maese Pedro

Campaña, que con haber estado veinte años en Ita

lia, y sido discípulo de Rafael de Urbino, no pudo

desechar el modo seco flamenco , aunque tan gran

dibujador. Aventajósele en esta parte Luis de Vargas

» (y por esto fué de tanto fruto á sus discípulos). Esta

hermosa manera ó modo, generalmente se ha de to

mar de las buenas estátuas antiguas, particular

mente de los escultores griegos, y de todas las

excelentes obras de Rafael de Urbino , porque en

todas fué gracioso y lleno de gran decoro y majes

tad, y de los valientes que siguen su camino, que

habemos nombrado aquí y en otros lugares. Pero

sobre todas las maneras de todos , tuvo en la gran

deza y fuerza del desnudo Micael Angel grande su

perioridad. Y así en esta parte sus pinturas y debu-

jos apocan y disminuyen lo que se les pone al lado,

como por experiencia he visto (con una figura de

aguada de su mano que yo tengo) y así se vió en

Roma queriendo hurtar la manera Rafael de Urbino

viendo su obra, estando ausente Micael Angel, que

fué cogido con el hurto pintando una figura del pro

feta Daniel, con mayor grandeza y valentía que

hasta allí se habia visto. Conociendo por esto Mi-

En hs vidai de cael Angel el haber visto su obra (como cuenta

esioidoiartiüces. Giorgio Vasari cuyas palabras habemos referido). De

suerte que en la entereza de los perfiles , en la va

lentía de los músculos, en la verdad de los escor-

zos, en la gracia y variedad de los contornos, de

las figuras desnudas, quien quisiere aprovecharse ha

de estudiar de las maravillosas obras del divino Mi

cael Angel, y con aquella luz podrá ir á imitar las

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LIBRO SEGUNDO, CAP. V. 317

cosas naturales, y sin aquella manera se perderá.

Porque de haber hecho la "vista á los perfiles hermo

sos y enteros de Micael Angel , sabrá elegir de lo

natural lo mejor y desechar lo seco y desgraciado.

Esta manera crió y alcanzó con infinito estudio Mi

cael Angel por privilegio especial del cielo, en las

mejores estátuas antiguas y en lo natural, y eligió

y pintó lo más hermoso y bien proporcionado en un

sugeto , excediendo en esto á la naturaleza que lo

reparte entre muchos. Tambien en esta mesma fuen

te de antiguallas y natural todos los grandes hom

bres de Italia, hicieron manera cada cual con

forme á su talento y estudio. Y para mayor confir

macion añado á esto, que ha sido tan conocida la

ventaja que han llevado á todos los demás artífices

los que han seguido la gran manera de Micael An

gel (que como se ha visto fué la luz del dibujo) que

Gaspar Becerra quitó á Berruguete gran parte de la

gloria que habia adquirido, siendo celebrado no sólo

en España, pero en Italia, por haber seguido á Mi

cael Angel y ser sus figuras más enteras y de ma

yor grandeza. Y así imitaron á Becerra y siguieron

su camino los mejores escultores y pintores espa

ñoles. Lo mesmo vemos en Peregrin de Peregrini

(aunque con superioridad) que en medio de tan va

lientes hombres como los que pintaron para el Esco

rial, él sólo es el dueño del arte, y superior á todos

los demás en la grandeza del debujo. Y á la manera

suya como reina de las demás que mejor que nin

guno aprendió del divino Micael Angel, lo levanta á

tan bello grado. De suerte, que por haberse adelanta

do en la parte del debujo á ejemplo de su gran maes

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318 ARTE DE LA PINTURA.

tro, le constituye por mayor pintor no siéndolo en el

colorido. Por donde me maravillo mucho (y perdó

neseme este cuento traído no por emulacion) que

oP¡n¡on.inguiar dei preguntando yo á Dominico Greco el año de 1611,

Griego. ¿cuál era más difícil el debujo ó el colorido? me res

ponde que el colorido. Y no es esto tan de maravillar

como oírle hablar con tan poco aprecio de Micael

Angel (siendo el padre de la pintura) diciendo que era

un buen hombre y que no supo pintar. Si bien á quien

comunicó con este sugeto, no le parecerá nuevo

el apartarse del sentimiento comun de los demás ar

tífices, por ser en todo singular como lo fué en la

pintura. Así que en el debujo del desnudo cier

tamente yo seguiria á Micael Angel , como á más

principal, y en lo restante del historiado, gracia y

composicion de las figuras, bizarría de trajes, de

coro y propiedad á Rafael de Urbino. A quien (por

oculta fuerza de naturaleza) desde mis tiernos años

he procurado siempre imitar movido de las bellísi

mas invenciones suyas. Y de un papel original de la

escuela de su mano de aguada (que vino á mis ma

nos y he conservado conmigo muchos años) debu-

jado con maravillosa destreza y hermosura. Y cuan

to á la manera en el debujo basta lo que se ha di

cho. Y de la manera de alcanzarla dirémos más en

la tercera parte de esta obra tratando de la práctica.

Vengamos á la proporcion que es la segunda

parte; esta.es muy importante en la pintura, no sólo

porque de un buen proporcionado comportamiento

de partes resulta la hermosura tan necesaria, mas

porque no se puede imitar la naturaleza con perfec

cion y propiedad sin proporcion y medidas, pues to

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Linno secunDo, cap. v. 319

das las cosas creadas tienen sus medidas y tamaños,

con que demás de su forma se diferencian unas de

otras. Reduciendo pues á brevedad las infinitas pro

porciones que se ofrecen en la variedad de los cuer

pos humanos, de todas edades, así de hombres como

de mujeres y niños, por haber tratado de esto co

piosa y doctamente Alberto Durero, pondré solas

nueve, las cinco de hombres y las cuatro de animales,

y quien de esto quisiere más podrá ver al dicho autor.

Y aunque es cosa sabida que no carezco tanto de

la noticia del debujo, que pueda rehusar poner en

este libro una figura desnuda por tres perfiles, en

que señalar las medidas, y en que formar los múscu

los ciertos de la anatomía (habiéndolo hecho Juan

de Arfe) todavía por la veneracion que se debe al

príncipe de la pintura Alberto Durero, que con tan

gran debujo y excelencia de perfiles lo manifestó en

su libro de simetría. Y por el respeto á nuestro va

liente español Gaspar Becerra que hizo tan gran

demostracion de lo que sabia de músculos (como

singular imitador de Micael Angel) en el libro de

anatomía de Valverde , me pareció que bastaría dar

razon con claridad de lo más necesario de las medi

das ; y remitir á las figuras de Becerra y de Prós

pero y sobre todo á los desnudos de Micael Angel,

la verdadera noticia y situacion de los músculos.

Teniendo por más seguro encaminar á los estudiosos,

á la luz de tan ilustres varones, que osar contender

con sus gloriosos trabajos. Y aunque parezca este

retiro á muchos ignorancia ó temor, importará poco,

si á los pocos pareciere cordura y cortesía justa.

La mesma razon me mueve en la declaracion pun

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320 ARTE DE LA PINTURA.

tual de la perspectiva práctica conveniente al arte

de la pintura de que han tratado doctísimos hom

bres y escrito libros enteros, con* admirables y cla

ras demostraciones, particularmente Alberto Durero

y Juan Batista Alberto y otros muchos, á quien re

mito á los lectores, por tratar en este libro otras co

sas de la pintura. Dejando á otros más doctos bas

tante campo donde se puedan espaciar en tan gran

de arte, pues no todo lo puede abrazar un ingenio,

ni tratar un solo libro.

Pero viniendo áotro caso, imposible es haber per

feccion (como se ha dicho) donde falta proporcion

y medida, á la cual llamaron los griegos simetría,

porque sin esta no puede haber orden y concierto.

Esto se ve claro en todas las obras de la naturaleza.

Considérense los cielos que con sus movimientos

guardan siempre un orden y una tan concertada

consonancia , que en el aire, en la tierra y en las

aguas, causan perfectos y ordenados efectos. Así

cuando á la voz de Josué se detuvo el sol, todos los

iosuó. c. 10. cielos refrenaron su movimiento, para que su orden

y proporcion no cesase. Considérense los animales,

plantas, piedras, todo con determinada medida. Y

finalmente todas las cosas que tuvieron invencion

por arte, que carecían de él faltándoles la propor-

ristóiBies; i», lo c^on y medida. Y así dijo Aristóteles que la mensura

Meuf.Kf. 8. es la primera cosa que se considera en la cantidad.

De la proporcion se sigue la hermosura, que para

tenerla el cuerpo humano ha de ser perfectamente

medido; esta comenzó á tratar Plinio, como verémos

adelante. De manera que proporcion no es otra cosa

que una correspondencia y consonancia de las par

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LIBRO SEGUNDO, CAP. Vt. 321

tes entre sí mismas con el todo. Y esta consonancia

es llamada de Vitrubio conmodulacion, porque mó

dulo se dice aquella medida que se toma primero,

con lo cual se miden las partes y el todo de la ar

quitectura. Plinio hace á Parrasio (natural de Efeso) n¡n. i¡t,. 3o

el primero que usó la simetría en la pintura, y que rap' 10

por confesion de los artífices llevó la palma en los

perfiles de afuera. Y más adelante la atribuye á Eu-

franor Istimio, añadiendo que compuso libros de si

metría y de colores. He dicho que por evitar proli

jidad, trataré de solas cinco proporciones las más

comunes, añadiendo al fin otras cuatro, de los ani

males más usados de los pintores. Las primeras se

rán, dos de niños, dos de varones y una de mujer. Un

niño de un año, otro de tres años, un mancebo do

treinta, otro de poca más edad hombre robusto y

fuerte, y una mujer gallarda y bien dispuesta. De

los animales trataré despues, y uno y otro remito al

siguiente capítulo.

CAPITULO VI.

EN QUE SE PROSIGUEN LAS PARTES DEL DIBUJO.

La simetría y proporcion, que es la segunda parte ^ M

-del debujo, tratarémos en este capítulo, comenzan- .Mujo, u pier

do por el niño de un año, mirado por la parte fron

tera, el cual tiene de largo la tercera parte de la

altura de su madre.

21

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3-2 ARTE DE LA PINTURA.

primero P„. ■íei Cinco son las proporciones que habemos prome-

n¡ao de un aao. tratar, y para mayor facilidad de medidas usaré

de ocho tamaños, que formados a parte, sirvan al ar

tífice cou más brevedad y claridad.

De Alien« Duren, El mayor es la cabeza (que en este niño será desde

<mdei libro i, ocho ]0 a\t0 ¿ei casc0, al hoyuelo de la garganta) porque

tamaños para medir.

por la parte frontera descubre casi el cuello: el se

gundo su mitad. Luego el rostro, tres (que es

desde el nacimiento del cabello al fin de la barba)

y la mitad del rostro cuatro , un quinto tercio (que

será del fin de la nariz al de la barba) la mitad de

seis de un tercio. La tercera parte de siete un ter

cio, y la cuarta parte de ocho un tercio ; que es la

última y menor medida,

■edicu■ fromero dei Digo, pues, que tiene en su longitud cuatro Cabe-

largo del niño. ZQS de las suyas. La mitad de su altura son las dos,

desde su superficie del casco al ombligo. Las otras

dos desde allí á la planta del pié. Y determinando

donde llega cada cabeza, digo que la primera que

comienza desde la superficie del casco, acaba en el

hoyuelo de la garganta; la segunda como he dicho

llega al ombligo; la tercera del ombligo al princi

pio de la rodilla; y la cuarta de allí á la planta.

Ocupa de ella desde la garganta del pié á la planta,

un tercio. ,

Lo más ancho por los hombros, mirando frontero,Anclio ilel niño por 1 *

la parle frontera, tiene una cabeza y un tercio. Tienen los pechos de

anchura un rostro y medio tercio. Por el principio

de los muslos tiene de anchura una cabeza. Y más

abajo, por lo más ancho de ellos, una cabeza y

medio tercio.

Desde la parte natural hasta la planta del pié (que

Page 330: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. VI. 323

es lo que se mueve), diré la anchura de cada pierna.

Tiene por la parte más alta del muslo, debajo de la

parte natural, la mitad de la cabeza, poco más. Su

anchura por la rodilla, donde acaba el perfil del

muslo, es medio rostro. Y por lo ancho de la pan-

torrilla poco menos de otro medio. Y sobre la gar

ganta del pié y principio del tobillo tiene un ancho

de un tercio. Tiene de anchura el pié frontero plan

tado tercio y medio.

El brazo tiene de largo desde su nacimiento hasta M bn•0

la muñeca una cabeza y un tercio y la tercera parte

de otro ; de manera, que tiene desde el hombro has

ta la sangradera, un rostro de largo. Y de la san

gradera á la muñeca la mitad de la cabeza y la ter

cera parte de un tercio.

Tiene el brazo frontero de ancho por su nacimien- Ad.ío dei bn»

to, donde comienzan los pechos, un tercio. Por la frontc"-

sangradera tiene de ancho otro tercio ; y más abajo,

por lo más ancho, poco menos de tercio y medio. Y

por la muñeca tiene ancho poco menos de un ter

cio. Y la mano tiene de largo por su nacimiento de iu» por u píma,

la muñeca al fin del dedo más largo, medio rostro

y tercera parte de un tercio, y de ancho, por la par

te más ancha, tercio y medio. •

Las medidas de la cabeza por menor son de esta utaa« ¿a b cabeza

manera : desde la superficie del casco al nacimiento

del cabello hay medio tercio y la cuarta parte de un

tercio. Desde el nacimiento del cabello al entrecejo

y principio de la nariz hay tercio y medio. Desde el

entrecejo al fin de la nariz hay un tercio. Del fin de

la nariz al de la barba hay otro, que dividido en

dos partes, el medio ocupa la barba hasta el fin del

Page 331: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

321 ARTE DE LA PINTURA.

labio bajo. Y el otro medio de allí al fin de la na

riz. Del fin de la barba al hoyuelo de la garganta

(que es la papada) hay poco menos de otro medio

tercio de largo.

Ancho de !□ cabe- Tiene de ancho esta cabeza frontera por lo más

ancho de las sienes y perfil de la oreja, un rostro

y medio tercio. Tiene de ancho el rostro sin lo que

sale la oreja, su rostro (que se toma del nacimiento

del cabello al fin de la barba). Del fin del ojo al fin

de la oreja hay un tercio de ancho. Tienen los ojos

de ancho desde el fin del uno al otro, medio rostro

y la cuarta parte de un tercio de ancho. Que partida

esta medida en tres partes iguales, dando a cada

ojo la suya, queda entro uno y otro la mesma an

chura del ojo. Y esta tiene de ancho la nariz por lo

más ancho, y la boca la misma anchura, y la barba

consiguientemente. Tiene el cuello de ancho medio

rostro y la tercera parte de un tercio. Esto es lo que

pertenece á la cabeza frontera.

Cabeza de lado del Las medidas por el lado ó medio perfil, comenzan

do por la cabeza, son de esta suerte : tiene de alto

desde la superficie del casco hasta el hoyuelo que

hace la garganta, lo mesmo que hemos dicho de la

cabeza frontera, y los tercios, divisiones y medidas

en su altura son las mesmas que están referidas ar

riba. La anchura de la cabeza es conforme á su altura

y cuadrada. Retírase á dentro del cuadrado la mitad

de la cuarta parte de un tercio, y la nariz la tercia

parte de la cuarta de un tercio. La oreja comienza de

la parte del rostro en la mitad del cuadrado, y tiene

de ancho hasta la punta de la nariz poco menos de

media cabeza. De largo tiene la oreja otro tanto como

Page 332: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. VI. 3¿Ü

hay del fin de la nariz al de la barba, que es un

tercio, y tiene medio de ancho.

Dijimos en la cabeza frontera que desde el naci- Su anchura por ei

miento del cabello á la superficie del casco había lad°"

medio tercio y la cuarta parte de otro : eso mesmo

tiene por el medio perfil ; y desde el perfil de la

frente al principio del cabello de la sien hay medio

.rostro y la tercera parte de un tercio, y otro tanto

desde este cabello á la coronilla de la cabeza. Des

de el perfil del entrecejo, al principio del cabello

donde comienzala oreja, hay medio rostro y la cuar

ta parte de un tercio de ancho. El largo de la nariz

y de la barba está dicho arriba. Tiene de largo la

ceja medio tercio y la cuarta parte de otro. Desde

el perfil debajo del entrecejo al principio de la ni

ñeta del ojo hay la tercia parte de un tercio, y otro

tanto tiene el ojo de medio perfil. Desde el fin del

ojo al principio de la oreja tiene de ancho un tercio

y la tercia parte de otro. Desdo el fin del ancho de

la oreja al perfil de la cabeza, arriba del colodrillo,

hay medio rostro. Desde el colodrillo á la abertura

do la boca hay media cabeza y un tercio. Tiene de

ancho la nariz por lado menos de medio tercio, y la

boca la cuarta parte de un tercio. Desde el perfil de

afuera de la barba al hoyuelo de la garganta, por

debajo de la papada, hay un tercio. Tiene el cuello

de ancho por el lado medio rostro y medio tercio.

Y con esto queda medida la cabeza por el lado.

Y por cuanto el altura está ya expresada en las

medidas de la parte frontera, trataremos del ancho

que tiene el cuerpo por el lado.

Tiene de ancho por donde comienza el pecho v la A.«cho del 1

1 í *, piernas por el lado.

Page 333: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

326 ARTE DE LA PIM'URA.

espalda, poco más abajo del hombro, media cabeza

y la cuarta parte de un tercio. Por lo más relevado

de la tetilla y espalda tiene de ancho un rostro. Tie

ne de ancho por la cintura y sobre el vientre la mi

tad de la cabeza y un tercio. Por lo más alto del

vientre y nacimiento del asiento tiene poco más de

un rostro. Desde lo más relevado del asiento á lo

hondo debajo del vientre, tiene otro tanto de ancho.

Y tiene un rostro desde el nacimiento de la parte

natural al perfil del asiento. Desde donde acaba el

asiento y más abajo de los testículos, parte más an

cha del muslo, hay media cabeza y la tercera paito

de un tercio. Del perfil sobre la rodilla á lo alto do

la corva hay de ancho medio rostro. Por debajo de

la rodilla y fin de la corva tiene poco menos de me

dio rostro. Tiene de grueso por lo más alto de la

pantorrilla medio rostro, que es poco más de la me

dida referida. Por la garganta del pié tiene un ter

cio y la cuarta parte de otro. Al pié le da de largo

Alberto Durero la mitad de la cabeza y medio ter-

r¡s por hdo. cio, porque él usa de piés largos en todas sus pro

porciones, y me parece bastará la mitad de la ca

beza.

,u, bra;0 El brazo por el lado desde el nacimiento del hom-

Por mo. Ancho ^r0 11asta la muñeca tiene de largo lo que se ha di'

cfiil Lraio.

cho en la medida frontera, y la mano tiene el mes-

mo largo. Lo más ancho del brazo por el hombro

tiene medio rostro. Por lo alto del nacimiento del

molledo tiene poco menos de ancho. Por la sangra

dera tiene de ancho lo mesmo que tiene el brazo

frontero, que es un tercio; y por la muñeca poco

menos, como está dicho,

Page 334: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. VI. 327

Afano por lado.

Medidas por la

espalda.

La anchura de la mano por el lado tiene la mes-

ma medida de la muñeca.

Resta la tercera vista y último perfil. El círculo

del casco por el colodrillo desde la superficie hasta

donde remata el cabello tiene de alto un rostro, y

desde allí al principio del cuello tiene de alto me

dio tercio, y otro tanto la altura del cuello. Desde

el fin del cuello, bajando al fin de los lomos hay un

rostro y medio tercio y la cuarta parte de un tercio,

y de aquí á lo alto del asiento hay un tercio. Tiene

de alto todo el asiento hasta' el fin él, media ca

beza y poco menos de un tercio. Desde el fin del

asiento al medio de la corva tiene de alto medio rostro

y la tercia parte de un tercio, y desde aquí al fin

de la pantorrilla tiene media cabeza de altura. Des

de el fin de la pantorrilla al perfil de la planta tiene

medio rostro de alto; y el calcañar ocupa un tercio.

Su ancho en todo lo demás es el mismo que en r¡é por detras

las medidas de la figura frontera, salvo en el na

cimiento de los brazos y principio de la espalda,

que tiene de ancho un rostro y poco menos de un

tercio.

Con que se remata la proporcion de este niño pri- ¿Ib■

mero que pone Alberto en su libro.

La segunda proporcion que prometimos del niño

de tres años (en la mitad de su crecimiento, segun

Plinio, libro 7, que es la más usada) por no haberla

puesto Alberto Durero, y dudar de la de Juan de Arfe,

fué forzoso acudir al natural , buscando un niño de o . ,7 aefruiHKi proporcion

esta edad bien proporcionado en lo alto y ancho, en M n¡»od.3«(i<«,

. , . i.i> • > • i ., tomada del nalural.

quien hacer las mismas diligencias, siguiendo el

estilo del primero, cuyas medidas se pueden usar

berl. Durero Au

del Hb. l.°

r«p. xvi.

Page 335: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

328 ARTE DE LA PINTURA.

más seguramente que las que pueda dar algun es

cultor , y son estas :

rronim dei Tiene de alto por la parte frontera desde la su-

i«'go de iodo ei perficio del casco a la planta del pié , cinco cabe

zas de las suyas : la mitad de su altura es de la su-

perlicie del casco á más abajo del ombligo, menos

de medio tercio, y la otra mitad desde allí á la

planta.

Las cinco cabezas de su altura se reparten de esta

manera : la primera, desde la superficie del casco al

fin de la barba ; la segunda desde allí hasta la boca

del estómago; (en esta medida entra la altura del

cuello , que remata en el hoyuelo de la garganta,

que tiene medio tercio) : la tercera cabeza es desde

la boca del estómago al fin del vientre ; la cuarta,

desde allí al medio de la rodilla, y la quinta, desde

allí á la planta : de esta ocupa el alto del empeine

del pié menos de un tercio.

L,rgo de ia «.bm De Ia coronilla al nacimiento del cabello hay me-

y rosiro por menor. d¡0 tercio ; del nacimiento del cabello al entrecejo

tercio y medio, que es la frente ; el largo de la na

riz es un tercio; y otro de la nariz al fin do la barba,

que divide éste en dos partes, la una ocupa la bar

ba, y la otra de allí al fin de la nariz: ya se ha dicho

la altura del cuello.

An.ho de I« roben Tiene de ancho la cabeza, por lo más ancho de

frontera. las sieneS) un r0stro (que viene á ser cuadrada) , y

vuelan las orejas, un tercio, que es medio cada una.

Tiene de ancho del fin del ojo al fin de la oreja (con

lo que escorza) un tercio. Del fin de un ojo al del

otro hay dos tercios. Que dividida esta medida en

tres partes, dando una á cada ojo, queda en medio

.

Page 336: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. VI. 329

de ambos la misma cantidad ; tienen de ancho las

narices la cantidad de un ojo; tiene de largo la boca

lo que hay del fin de la barba á la abertura de la

misma boca ; tiene de ancho la barba un tercio, por

donde se señala el perfil de los carrillos : tiene de

ancho por los carrillos la misma anchura de las sie

nes , que es un rostro.

Habiendo dicho el largo del niño , y el largo y «edidas del ancho

ancho de su cabeza, diremos la anchura de él , por Ma*wm™-

la parte frontera.

Tiene de ancho por la parte de los hombros una

cabeza y un tercio ; el ancho de los pechos es un

rostro ; por el principio de los muslos tiene de an

cho, una cabeza y la cuarta parte de un tercio ; y

más abajo, por lo más ancho de los muslos, tiene lo

mismo ; tiene de anchura cada muslo , por debajo

de la parte natural, la mitad de esta medida, que

viene á ser poco más de media cabeza ; su anchura

por la rodilla , donde acaba el perfil del muslo, es

medio rostro y algo menos de la cuarta parte de un

tercio. El ancho de la pantorrilla tiene medio ros

tro. Y sobre la garganta del pié y principio del to

billo tiene un tercio. El ancho del pié, frontero

plantado, tiene un tercio y la tercera parte del otro.

Tiene de largo el brazo por la parte frontera, des- Largo del brazo

de el nacimiento (que es lo más alto del hombro) fro«uro'

á la sangradera, una cabeza. Y de allí al nacimien

to de los dedos otra. Y los dedos tienen un tercio.

Tiene de largo la mano, por todos tres perfiles, dos

tercios y la sexta parte de otro. A los dedos se da

un tercio (como he dicho), y los demás á la palma.

Tiene' de ancho por la parte del hombro un ter- A'"^í¡nu

Page 337: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

330 ARTE DE LA PINTUBA.

cio, y por la sangradera un tercio y la cuarta parte

de otro. Por la muñeca tiene de ancho un tercio

menos la sexta parte dél. El ancho de la mano (por

lo más ancho) es un tercio y la cuarta parte de

otro.

Medida por el lado. El niño por el lado nos excusa las medidas y di

visiones de su altura , porque son las mesmas que

habemos dicho por la parte frontera , y así tratare

mos de su anchura, comenzando de la cabeza.

Anillo ,'c la cabeza Tiene de ancho la cabeza, de medio perfil, desde

áehia' lo más relevado de la frente á lo más relevado del

cerebro, una cabeza. Y desde la punta de la nariz

al principio del cuello , un rostro y la sexta parte

de un tercio. El ancho desde la nariz al perfil de

afuera de la oreja es un rostro menos la cuarta

parte de un tercio. Desde el principio de la nariz,

por la parte alta, al nacimiento de la oreja , tiene

de ancho dos tercios y la cuarta parte del otro.

Desde el fin de la ventana de la nariz al principio de

la nariz, tiene de ancho otros dos tercios menos la

cuarta parte déL Desde el fin de la barba á la gar

ganta, por debajo del rostro, hay un tercio de ancho.

Tiene la oreja de ancho un tercio. Y de ancho me-

Ancho deininopor dio. La anchura del cuello por el lado, por lo más

>'"'"' ancho, tiene medio rostro. La anchura del cuello

por el lado tiene medio rostro. Las tres medidas de

ojos, narices y boca, por lado, vienen á ser la mi

tad de las medidas fronteras en su ancho.

Lo ancho de los pechos y espalda es un rostro. Y

por la cintura y el vientre, más arriba del ombligo,

otro tanto. Desde lo más relevado del asiento al fin

de la parte natural tiene otro rostro de ancho. Por

Page 338: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

MBRO SEGUNDO, CAP. VI. 331

el fin del asiento y principio del muslo tiene dos

tercios. Por encima de la rodilla tiene de ancho ter

cio y medio , y por debajo de la rodilla y fin de la

corva tiene un tercio y la cuarta parte de otro. Lo

ancho de la pantorilla , por lado , es algo más de

tercio y medio. Por la garganta del pié tiene de an

cho un tercio y la octava parte de otro. Tiene por

lado el pié de largo un rostro menos la cuarta parte

de un tercio.

Lo ancho del brazo por su nacimiento, estando de Ancho del brazo por

lado, es de tercio y medio. Y por la sangradera y lí"'0'

codos tiene de ancho poco menos de un tercio. La

muñeca por lado tiene de ancho poco menos de

medio tercio. La mano , por lado, tiene lo mesmo.

Los largos, dijimos en el brazo frontero.

El último perfil del niño es mirado por la espal- Medidas por h es-

da. Y comenzando por la cabeza, desde la superfi- íMa'

cie del casco al hoyo del colodrillo, tiene de largo

un rostro. Y desde allí á la division del cuello y

los hombros tiene de alto un tercio. Por lo alto de

los cornijales tiene la cabeza un rostro. Del fin del

suelo, de una oreja á otra, hay una cabeza. Tiene

'desde el fin del cuello al fin de los lomos una cabe

za y un tercio de alto. Del fin de los lomos al fin

del asiento hay de largo un rostro. Tiene de largo

el muslo , desde su nacimiento al fin de la corva,

un rostro menos la cuarta parte de un tercio. Desde '

allí á la planta ha de tener una cabeza y medio ter

cio. Aquí entra la altura del calcañal , que es un Pié por dl,lras.

tercio menos la cuarta parte de él. Y de ancho tiene

el calcañal otro tanto. El ancho por la espalda,

clebajo de los hombros y nacimiento de los bra-

Page 339: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

332 ARTE DE LA PIDTDB A.

zos, es una cabeza y la cuarta parte de un tercio.

Con que se acaba esta medida : el ancho de las

demás partes es el que está dicho en la figura fron

tera.

Tercera proporcion, Habiendo puesto en primer ' lugar las dos pro-

"í 30« Bo«""ita porciones de los niños, trataremos en este dela

^ Aibwio ourero.^ más importante y más usada de los artífices, que

Silba de varia eS del varon de treinta años (y es conforme á razon

icen™, cap. 17. memorarla, pues hasta los veintiun años crece el

hombre en altura, y no pasa de allí, porque lo

demás ensancha ; como notó doctamente Pedro

piinio Hb. 7, Megía en un lugar de Plinio ). Cuya medida de

c.p" 17' los antiguos y despues de los modernos llamaron

quíncupla , que es la que tiene el dos'con el diez.

Porque al ancho de la figura daban dos tamaños,

y alto diez. De esta hablaron Plinio y Vitrubio. El

lugar de Plinio, dice brevemente : « Cuanto hay de

«la planta del pié á la coronilla de la cabeza, tanto

«hay, extendidos los brazos , de la punta del dedo

«de enmedio de la una mano al mesmo de la otra;«

pero antes dél más larga y elegantemente lo dijo

Vitrubio por estas palabras :

viirub. cap. 16 «El cuerpo del hombre , de tal manera le compu-

lib' «so la naturaleza, que el rostro desde la barba hasta

"«lo alto de la frente, que es el nacimiento del cabe-

ollo, fuese la décima parte de su allura. Y la palma

«de la mano, desde la muñeca al fin del dedo de

«enmedio, otro tanto.« Y prosigue: «El medio y

«centro del cuerpo es el ombligo , porque poniendo

«la punta del compás en él y formando un círculo

«tocará en los extremos del dedo más largo de las

«manos y de ambos los pies. Tambien es el cuerpo

Page 340: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. VI. 333

«Cuadrado , porque si se mide desde los pies á lo

«alto de la cabeza, la mesma medida se hallará, ex-

«tendiendo los brazos , del extremo del un dedo al

«otro ; de manera que tiene igual altura y anchura.

«Número perfecto llamaron los antiguos al l0, y así

«le plugo á Platon.« Hasta aquí Vitrubio.

Esta proporcion de los rostros entresacó Juan de

Arfe de las muchas que pone Alberto. Y estas pa

rece que insinúa Pablo de Céspedes en su libro, por

ser del hombre más gallardo y bien proporcionado,

y la más usada de los valientes de Italia, como lo

dicen estos versos :

Y aunque en la proporcion generalmente

de los antiguos, mucli03 difirieron ,

una intentó seguir, la más corriente,

que en las mayores obras eligieron.

Yo la vi y obsesvé en aquella fuente

de perenne saber, de do salieron

nobles memorias de valiente mano

que ornan la alta Tarpeya y Vaticano.

Del alto de la frente do el cabello

se comienza á espesar oscurecido

hasta donde adornado de su vello

el perfil de la barba es más crecido ,

y do má3 bajo se avecina el cuello ,

en tres partes iguales dividido,

la medida será, con que midieres

grande ó pequeña imágen que hicieres.

Que aunque se puede medir el cuerpo del hom

bre, como dice Vitrubio , dándole seis tamaños del

largo del pié, que otros quieren con razon que sean

siete , Pablo de Céspedes toma por principal medi- L¡b. 3. rap. i.

Lib. 2 de la

Pintura.

En Roma.

Page 341: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

33 t ARTE DE LA PINTURA.

da el rostro ; porque es más noble y digna, y más

usada de graves autores : y bastaba seguirla Alberto

Durero y Leon Batista en su libro segundo. Y por

ella comienza Ludovico Dolce sus medidas, hablan-

do así : «Habiendo prudentemente la naturaleza for-

«mado la cabeza del hombre como fortaleza princi-

«pal de esta admirable fábrica (llamada mundo me-

«nor), y puéstola en la más alta parte del cuerpo,

«es cosa conveniente que todas las demás partes de

«él tomen de ella su medida.«

Con esta autoridad , comenzaré por las medidas

de la cabeza y cuello en redondo , por sus tres per

files, hasta el nacimiento de los hombros. Y ser

virán estas medidas á las tres proporciones que ten

go prometidas , para mayor claridad de nuestro in

tento.

Largo de b«bea La cabeza, por la parte frontera , se divide su al

tura en cuatro tercios ; el uno desde la superficie

del casco hasta el fiu del cabello de la frente : el

segundo desde el cabello al principio de la nariz y

cejas ; el tercero, todo el largo de la nariz; el cuar

to y último, desde el fin de la nariz al de la barba.

El de la frente se tiene por señal de la sabiduría;

el otro de la hermosura , el tercero de la bondad.

Dánse al cuello de largo otros dos tercios, desde la

barba al hoyo que tiene el fin de él.

Su anchura es, dando una línea á plomo por me-

frontero. jiq rost;ro desde esta línea al final del ojo , un

tercio. Desde el fin del ojo al oído la mitad de un

tercio, desde el oído al vuelo de la oreja, la cuarta

parte de un tercio. Y el cuello tiene de anchura

dos tercios por lo alto. Estas medidas están consi-

froutera.

Anvbo <lel rostro

Page 342: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. VI. 335

deradas con lo que escorza el rostro , estando fron

tero.

Pero mirándolas más menudamente, tiene el OJO Medidas mis partí'

de altura medio tercio. Y de anchura otro tanto, y cula,es por menor.

cutre uno y otro la mesma cantidad. El tercio del

fin de la nariz al de la barba , dividido en tres par

tes, se da una, de la nariz á la abertura de la boca.

Otra de la abertura de la boca al hoyo donde co

mienza á rematar la barba ; y el otro al fin de la

barba. Al largo de la boca da Arfe un tercio, y Al- Nueva medida de Ib

berto el largo de la barba, entre estos dos extremos, boca'

con autoridad de antiguo y hermoso natural, le doy

lo que hay del fin de la barba á la abertura y divi

sion de la boca, que es menos que el uno y más

que el otro. Desde el lagrimal del ojo hasta el fin

de la ventana de la nariz hay la mesma cantidad.

Otra medida es , partido el tercio de la nariz en dos

partes, dar la una de la altura del ojo y otra de allí

á la ventana de la nariz.

Desde la punta de la nariz al fin del perfil redon- cabeza y rosiro de

do del colodrillo , que sale más en la cabeza , hay «led,° 1*r01'

cuatro tercios de anchura. El principio de la nariz

por lo alto, que es el entrecejo, y tambien la barba,

se retiran adentro , el primero menos de medio ter

cio, y el segundo más de medio tercio. Desde la

punta de la nariz al fin del perfil de afuera de la

oreja hay un rostro, que son tres tercios. Y de allí

al perfil de la cabeza (como he dicho) otro tercio.

Y otro desde el perfil de afuera de la barba, por de

bajo, hasta la nuez del cuello. Tiene el cuello por

lado de anchura otros dos tercios. Y de largo un

rostro, desde la oreja al hoyo del mcsmo cuello.

Page 343: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

33G ARTE DE LA PINTURA.

Desde el cabello de la sien al entrecejo hay tercio y

medio. Desde el redondo qne hace la ventana de la

nariz hasta el nacimiento de la oreja hay otro tercio

y medio de anchura.

MrdtJat de la cabe- Tiene de altura el redondo de la cabeza, desde la

" p,r detr4j' superficie alta del casco al fin del colodrillo , un

rostro, que son tres tercios. Tiene de ancho otro

rostro, y vuela la oreja afuera la tercia parte de un

tercio. Tiene de largo el cuello, desde el colodrillo

al principio de los hombros, dos tercios. Y otros dos

tercios de ancho por la parte más delgada,

«■«lida. por mayor Habiendo dado razon de las medidas de la cabe-

de tsu. %ura fron_ za autcs ¿c entrar á darlas en particular del varon

esbelto y gentil , por si alguno fuere tan colérico

que no quiera medir la figura en tantas partes,

tomemos esta medida por mayor en forma de

cruz. Que son dos líneas iguales, una recta atra

vesada y otra perpendicular, y cada cual tenga en

sus fines dos puntos, y uno en medio ; y sean estas

líneas del largo que se quiere dar á la figura. Del

punto más alto de la línea perpendicular comenza

rá la superficie de la cabeza. Y de allí al del medio

sobre la parte natural será la mitad de su altura; y

desde aquí al punto último donde planta, la otra mi

tad. Luego, á la parte derecha del fin do la línea

recta al punto del medio, que será el hoyuelo de la

garganta, la otra mitad. El otro lado contiene otro

tanto. Y cada mitad de estos cuatro tiene cinco ros

tros (cuatro en cada brazo y dos en los pechos), que

viene á ser lo mesmo de altura que de anchura

Luí 3. cap i (como dijo el lugar de Vitrubio), con que queda

esta medida cabal.

Page 344: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. VI. 337

El modo de medir esta proporcion del varon más *<¿"h, por «>™«

ni m t *i 1 -ti delafigurafrontera.

gallardo, como es la mas seguida , cada cual la re

parte como le parece : y es grande la confusion que

se halla entre los profesores de esta arte. Yo he de

jado todas las opiniones aparte, y escogido (á mi

ver) la mejor proporcion, más hermosa y bien di

bujada, que muestra Alberto Durero en su segundo

libro. Y seguido el modo más claro de medirla para

darme á entender. Si no lo he conseguido, será in

felicidad de mi ingenio ; pero no falta de deligen-

cia. Así, digo, que de lo más alto de la cabeza y Aiwd..

superficie del casco ( estando la figura derecha ) á ^'.^J^

la punta de la nariz se da un rostro. Y del fin de la lOr-u* *•* ei

nariz al hoyo del cuello se da el segundo. Y de allí i¡«" J CúñÑi

á la boca del estómago el tercero. Y el espacio que

hay de allí al ombligo contiene el cuarto. De allí al

principio de la parte natural el quinto (y esta es

justamente la mitad de la altura).. Desde aquí con

tiene el muslo hasta encima de la rodilla dos rostros.

Y de lo alto de la rodilla hasta la planta del pié los

otros. Ocupa de ellos un tercio la altura del pié,

desde el fin de los dedos á lo bajo del tobillo.

El ancho de esta figura (supuesto que está dicha ad,i,o de<u ngur.

la medida de la cabeza y cuello ) por los hombros frontera'

son dos rostros. Por la cintura un rostro y un tercio.

Y por la cadera y nacimiento de las piernas tiene de

ancho un rostro y dos tercios. Cada muslo en su na

cimiento tiene dos tercios y medio de ancho. Y por

medio donde se ciñe el lagarto tiene de ancho dos

tercios. Tiene por cima de la rodilla menos de me

dio rostro. Y el mismo ancho por medio de la rodi

lla. Por lo ceñido debajo de la rodilla donde co

Page 345: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

3)8 ARTE DE LA PINTURA.

mienza la pierna, tiene de ancho tercio y modio. Por

lo ancho de la pantorrilla medio rostro; y por el fin

de ella poco menos de tercio y medio. Por medio

del tobillo tiene de ancho un tercio, y por lo ceñido

de la garganta del pié la mitad de medio rostro. El

pié frontero plantado tiene de ancho un tercio y la

mitad de otro.

i .rgi dei braio El brazo desde su nacimiento, tercia parte de ter-

tnmun. c¡0 mas aijaj0 ¿q\ hombro, hasta el fin del dedo más

largo, tiene cuatro rostros, porque se da uno á la

mano y los tres al brazo. De suerte que de la mu

ñeca de la mano á la sangradera hay un rostro y un

tercio. Y desde la sangradera á lo alto del brazo un

rostro y dos tercios; que sin la mano hacen tres ros

tros y con ella cuatro. En esta medida varian mu-

L¡b. 2. r. 31. chos artífices, pero esta es la más segura, segun el

lugar de Alberto Durero.

Ambo .iei t.ruo Tiene de ancho el brazo desde el hombro hastad on-

fromero je comienza el perfil del cuerpo, que es la parte más

ancha de él, dos tercios ; y por el principio del mo

lledo poco más de un tercio. Por lo más ceñido antes

de la sangradera tiene un tercio, y por lo más ancho

del brazo, más abajo de la sangradera un tercio y

la tercera parte de otro. Por la parte de la mano y la

muñeca tiene medio tercio y la tercera parte de otro.

Mano por menor El largo de la mano, que tiene un rostro, medido

fromcra aiio y ancho pOP menor, tiene desde el nacimiento de la muñeca

por la parte de

demro. al nacimiento del dedo deenmedio, medio rostro.

u , , , , Y de allí al fin del mesmo dedo otro medio. TieneParte de fuera de

b mano. ¿Q ancho por la parte más ancha, y nacimiento de

los dedos un tercio y la mitad de otro. Estos mis

mos tres tamaños tiene la mano por la parte de fue

Page 346: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. VI. 339

ra, Y porque veo á pocos artífices rematar los dedos

con la gracia que lo hace Alberto Durero, y mues

tra el natural, pondré con puntualidad el fin y re

mate que guardan entre sí.

Comenzando por el dedo pulgar por la palma, este -ediJ„ Je i«,

ocupa la mitad del espacio del dedo que señala, an- úai'>i f ^mt«.

tes de llegar á la coyuntura baja de enmedio. El que

señala llega á ocupar, pasando de la coyuntura alta

del dedo del medio , más de la mitad de su cabeza.

El delos anillos llega al del medio, pasando de la

coyuntura última de tres partes, las dos de su cabe

za; dejando libre la cantidad de la uña. El menor

pasa poco más arriba de la coyuntura última del de

los anillos, dejando libre lo demás de la cabeza.

Por la parte de fuera llega la cabeza del dedo pul- je i«

gar cerca de la coyuntura del dedo de señalar, que ded°i por

está junto por él. Y el fin del dedo que señala llega

casi hasta el nacimiento y principio de la uña del

dedo de enmedio. Y el dedo de los anillos que llega

el fin á la mitad de la uña del dedo de enmedio. El

dedo menor llega á rematar á la mitad de la última

coyuntura del dedo de los anillos. Y la mano por

lado por lo más ancho tiene de grueso un tercio.

Con que está medida toda en redondo, y se excu

san las medidas de ella en las dos proporciones que

restan del ancho de los dedos , no pongo medida

porque segun fuere la mano carnosa ó seca , así se

buscará á la gracia y groseza de ellos.

Las medidas de esta proporcion del varon de trein- %ei¡¡¡u ^ b 6g°ta

ta años, por el lado que tocan á su altura quedan p°r J °"!liu

ya referidas en la figura frontera, dirémos su an

chura menos la cabeza.

Page 347: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

340 ARTE DE LA PINTURA.

Por lo más ancho de los pechos y espalda tiene

cuatro tercios, que es una cabeza. Por más abajo de

los pechos la cintura tiene de ancho un rostro. Por

la parte del ombligo y principio del franco otro

tanto. Tiene de ancho desde el nacimiento y prin

cipio de la parte natural, á lo más alto del perfil del

asiento, un rostro y la tercera parte de un tercio.

Tiene de ancho por el principio del muslo y fin del

asiento dos tercios y medio; por encima de la rodi

lla tiene de ancho dos tercios y por medio de la ro

dilla poco menos. Por lo más ancho do la espinilla

y pantorrilla tiene de ancho dos tercios. Y por el

fin de la pantorrilla tercio y medio. Por lo ceñido

de la pierna tiene poco más de un tercio de ancho.

Largo uYI pié : me- Hemos dicho que Vitrubio da al largo del pié la

sexta parte de la altura del hombre (bien que la

tomó del natural) pero es pié grandísimo el de á

tercia, bueno para pié geométrico, pero no para un

joven gallardo y bien proporcionado. Siente lo mis

mo Pedro Mejía, por estas palabras: «Y por esto con

i«ic¡on ™P. 19. «Vegecio quiero entender á Vitrubio, que sean piés

«geométricos de los que habla.« Tambien Alberto ex

cede siempre en esta parte, y usa de piés grandes y

siguiendo el natural de su nacion.

El largo del pié ha de ser de un rostro y un ter

cio (esto siguen muchos doctos) que es una cabeza.

O ha de ser la sétima parte de la altura de la figura

Medida nuevn que es algo menos : esta medida tengo ajustada en

dei largo dei pié. ]indos naturales de mancebos nobles, muy bien he

chos, y la aprueban hoy muy grandes sujetos.

Largo de lo, dedo, Del lai"g° <lUe h(í dad<3 &1 PÍé eD eSta DUeVa me-

dei pié. dida, se sacará el desus dedos, que guardan este ór-

ditla (te él.

Silva de varía

Page 348: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. VI. 341

den. El dedo menor acaba donde comienza el pul

gar. El que está junto á él acaba donde comienza la

coyuntura del pulgar. El del medio acaba en el prin

cipio de la uña del dedo más largo. El dedo más

largo lo es poco más que el pulgar, y á veces igual

con él. Y el pulgar tiene de largo un tercio. Con

que se excusa la medida del pié adelante.

La largura del brazo está dicha atrás, y así en

este por lado bastará poner su anchura.

frene por lo más ancho del hombro dos tercios. Med¡da u br«o

Por el principio del molledo tiene de ancho tercio y dc Mo-

medio. Por la sangradera y principio del codo tiene

poco más de un tercio. Por lo ancho debajo de la

sangradera tiene un tercio y la tercera parte de otro.

Por la muñeca tiene de ancho de las tres partes de

un tercio las dos ; y la mano por lado , por lo más

ancho (como se dijo arriba), tiene un tercio.

Las medidas de la espalda son de esta manera : la Medid, desta fig.

mitad de la altura de este varon es desde la superfi- por b espaldit"

cie del casco al intestino, y la otra mitad de ella á

la planta (porque la cabeza y cuello está medida por

el colodrillo); así que desde doDde comienzan los

hombros hasta el fin de las paletillas hay un ros

tro, y desde allí, bajando al fin de los lomos hay

otro rostro, y la tercia parte de un tercio. Desde el

fin de los lomos al principio y nacimiento del asien

to hay medio rostro. Desde allí ocupa todo el asien

to hasta el fin de él un rostro y la tercera parte de

un tercio. Desde el fin del asiento á la corva, que

es el largo del muslo, hay rostro y medio y un ter

cio ; y desde allí al fin de la pantorrilla hay un ros"

tro y la tercera parte de un tercio. Desde el fin de

Page 349: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

342 ARTE DE LA PINTURA.

la pantorrilla hasta pasados los tobillos, al principio

del calcañar, hay otro tanto ; y desde allí al fin de la

planta hay un tercio. Las medidas del largo y ancho

del brazo por el codo, se hallarán en las del frontero

y de lado. Lo que toca al ancho por la espalda está

ya referido en la figura frontera, y yo he concluido

en esta con la más importante proporcion. Y tomo

licencia (por no cansar) para dar fin á este capítulo.

CAPITULO VIL

EN QUE SE CONCLUYEN LAS PROPORCIONES PROMETIDAS.

tuaru proporcion No est°y arrepentido de haber excusado poner en

dei varo0 fuone de esta obra figuras (como lo dije en el capítulo del

Alheño Durero. . ,

Lib. 2 proporcion l dibujo) y mas cuando me pongo a considerar de la

manera que Alberto Durero debujó las de su libro,

que no se cansan de admirar los artífices, y particu

larmente Pablo de Céspedes, racionero de Córdoba,

viendo con solos los perfiles, sin sombras, una figura

redonda y de carne. Pero donde (á mi ver) se exce

dió este ilustre varon, fué en esta del hombre robus

to, por tres partes, donde está tan léjos de parecer

flamenco, que (á mi juicio) parecen estas figuras de-

bujadas con la gran manera de Micael Angel, ó de

su mesma mano. Y así me maravillo que habiéndolas

visto se haya atrevido alguno á estampar otras á este

mesmo intento (saco de este número á Becerra, por

que le fué forzoso para demostracion de los múscu

Page 350: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. VII. 343

los). Esta proporcion pongo en segundo lugar, aun

que su autor le da el primero , poniéndola' antes de

la que tenemos descrita del varon de treinta años.

Así que este varon fuerte tiene de altura nueve au«

rostros de los suyos ; los dos comenzando de la su- buí

perficie del casco acaban en el hoyo del cuello

(como habemos dicho en las medidas de la cabeza

frontera de la pasada proporcion), salvo que el cue

llo es algo más corto. Desde allí al fin de los pe

chos hay un rostro. Desde el fin de los pechos á más

abajo del ombligo y principio del franco hay otro

rostro. Y desde allí al fin de la parte natural otro.

Y de esta parte á lo ceñido de la pantorrilla, debajo

de la rodilla, hay otros dos rostros, y de allí á la '

planta otros dos, y de estos ocupa la altura del pió

un tercio.

Supuestas ya las medidas de la cabeza (en la pro- amb.

porcion antes de esta) lo que tiene de ancho esta fi-

gura por el nacimiento de los brazos es un rostro y

dos tercios, y por lo más ancho de los hombros dos

rostros y un tercio, y la tercera parte de otro. Tiene

de ancho por el nacimiento de los pechos un rostro

y dos tercios, y poco menos por la cintura. Por el

principio del franco tiene de ancho dos rostros me

nos medio tercio, y por el nacimiento, de los muslos

dos rostros. Por el fin de los testículos tiene cada

muslo de ancho un rostro. Por medio de la rodilla

tiene poco menos de dos tercios de ancho. Por lo

más ancho de las pantorrillas tiene de ancho dos ,

tercios. Por lo ceñido de la pierna y fin de la pan

torrilla tiene de ancho tercio y medio. Por medio

de los tobillos tiene de ancho algo más de un ter-

Page 351: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

341 ARTE DE LA PINTURA.

cio. La anchura del pié plantado por los dedos, tie

ne poco menos de dos tercios,

utpwbtm Tiene de largo desde el nacimiento del hombro

frontero. rostr0s y dos terc¡0S) hasta el remate del dedo

más largo. El uno se da al largo de la mano y des

de allí á la sangradera el otro rostro y dos partes de

un tercio, y de allí al nacimiento del hombro un

rostro y un tercio y la tercia parte del otro.

Ancho m bwo Tiene de ancho el brazo en su nacimiento por de-

fromero. Daj0 de ]0s pechos medio rostro. Por lo ceñido del

brazo, más arriba de la sangradera, tiene poco me

nos de medio rostro, y por lo más ancho, abajo de

la sangradera, tercio y medio ; por la muñeca tiene

de ancho un tercio. El ancho de la mano ya está

dicho arriba en las medidas del varon de treinta

años, pero aquí es más de tercio y medio.

Ancho ilet varon Esta figura robusta por lado es su altura la mes-

ma que la de la figura frontera, y contiene las mes-

ma medidas, y así bastará describir su anchura me

nos la cabeza. De suerte que la anchura de la gar

ganta por debajo de la barba tiene dos tercios. Y

por el hoyo del cuello y principio de la espalda tie

ne de ancho dos tercios y medio. Por medio de los

pechos y perfil dela espalda, tiene de ancho una

cabeza , que son cuatro tercios. Por debajo de los

pechos y fin de la espaldilla tiene otros cuatro ter

cios. Por la cintura tiene tres tercios y medio. La

anchura desde el nacimiento de la parte natural y

perfil más relevado del asiento tiene cuatro tercios.

Por el fin del asiento y nacimiento del muslo tiene

de ancho un rostro y la tercia parte de un tercio.

Por lo más ancho del muslo tiene lo mesmo de an-

fuerte por el lado

<J medio perfil

Page 352: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. VII. 3i5

cho. Desde el nacimiento de la rodilla y principio

de la corva tiene dos tercios y la cuarta parte de

otro de ancho. Por el fin de la rodilla y principio de

la pantorrilla tiene de ancho dos tercios. Por el ce

ñido debajo de la pantorrilla y la espinilla tiene

otros dos tercios. Por la garganta del pié tiene de

ancho tercio y medio. La largura del pié por lado

(que es un rostro y un tercio) y la razon de la distri

bucion de los dedos, remitimos á la proporcion del

varon, antes de esta.

La altura por mayor y menor está ya dicha en la Medidas del varon

figura frontera; convendrá medir su altura por dife- fuerle• de e8palJa8

rente camino, por la espalda, menos la cabeza, de

que se ha dado razon en redondo, en la proporcion

primera del varon.

Desde el fin del cuello y lo más alto del hombro

hasta donde comienza el cuerpo á dividirse de los

brazos hay tres tercios y medio de alto. Y porque

la anchura de esta parte no se ve en la figura fron

tera, la refiero aquí, que son dos rostros cabales. Y

prosiguiendo con lo alto, desde la parte referida en

que se divide el cuerpo de los brazos hasta el prin

cipio del asiento, y perfil alto de él, hay tres ter

cios y medio. Desde allí al fin del asiento donde

comienza el muslo, tiene tres tercios y la tercera

parte de un tercio. Desde aquí al medio de la corva,

que es todo el largo del muslo, hay cuatro tercios

y otras dos partes de tres tercios. Y desde allí á la

planta del pié hay dos rostros y un tercio, que es la

altura del calcañal. La medida de la mano por to '

das partes y proporcion de los dedos está dicha ya

en la proporcion del varon esbelto, antes de esta, á

Page 353: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

348 ARTK DE LA PINTURA.

que nos remitimos, y concluimos con esta cuarta del

robusto y fuerte.

Antes de entrar en la última proporcion parece

que estamos obligados á decir algo de los partes do

la hermosura y belleza corporal (que resplandece

principalmente en la mujer) , la cual redujeron los

sábios y santos que tratan de esto á tres partes : In-

tegridad de miembros , proporcion en sus partes,

hermoso y agradable color. Lo primero , que no les

falte ninguno de ellos ; lo segundo , que entre si

tengan union y correspondencia ; lo tercero , color

resplandeciente y gracioso. Aristóteles añade, pri-

Arui. 4. perip. mero esta parte (magnitudoj. Quiere decir, que no sea

el cuerpo pequeño , sino de conveniente gentileza

(algo menor que el varon). De color advierto , que

ni sea muy blanco ni muy rojo, sino de color de rosa,

y que la tez eche de sí lustre y claridad. Porque sin

contradiccion, entre todos los cuerpos elementados,

la más perfecta belleza es la del cuerpo humano, y

Anot. en Garribso. de todo él (como dice Fernando de Herrera) la ma-

F' )71' yor es en el rostro, y de todas sus partes se aventajan

los ojos , por la diversidad de colores, y porque en

ellos se trasluce la hermosura del ánimo. Y todo

esto viene á ser objeto de los nuestros, que gozan

solos de la belleza corporal. De su inconstancia y

poca duracion han dicho muchos elegantemente;

pero yo (aunque no es de mi intento ) hurtaré estos

versos de una epístola que envié á D. Juan de Jáu-

regui estando en Roma, y pasen por variedad y por

pintura.

¡ Cuan fragil eres , hermosura humana !

Tu gloria en esplendor es cuanto dura,

Page 354: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. Vil. 347

breve sueño, vil humo, sombra vana,

eres humana y fragil hermosura

á la mezclada rosa semejante ,

que alegre se levanta en la luz pura.

Pero, vuelta la vista , en un instante

cuanto cambia el azul el puro cielo,

las hojas trueca en pálido semblante.

Yace sin honra en el humilde suelo ;

¿quién no ve en esta flor el desengaño?

que abre , cae , seca el sol , el viento, el hielo.

Y pasando adelante, dice Dolce: «Débese empero „iáiog. ei

«elegir la forma más perfecta, imitando la natura- Areliuo'

«leza , lo cual hacia Apéles cuando retrató su tan

«celebrada Vénus, que salia del mar (de quien dijo

«Ovidio que si Apéles no la hubiera pintado, se hu-

«biera quedado sumergida entre las ondas), sacada

«de Frine, famosísima cortesana de su edad. Y de

«ella trasladó Praxiteles (insigne escultor) la hermo-

«sa estátua de Vénus Gnidia. También se deben imi-

«tar las hermosas figuras de mármol y bronce de

>loa antiguos ; con la perfeccion de las cuales po-

«drá seguramente el pintor corregir muchos defectos

«de la naturaleza. Siendo, pues, el principal fun

damento del debujo la proporcion , quien mejor

«la observare será mejor maestro. « Esto es deste

autor.

Aunque se ha dado (en lo dicho) bastante luz , el

conocimiento y eleccion de la verdadera y perfecta

belleza es de muy pocos. Este sentimiento tuvo el

gran Alberto Durero, varon consumado, cuyas pa

labras son dignas de gran ponderacion , y de que

los doctos las adviertan y consideren profunda

mente.

Page 355: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

348 AHTE DE LA PINTURA.

Lib. 3 de Simetría. " Si alguno pregunta , ¿qué razon de hermosura

«hay en las imágenes? Dirán por ventura muchos,

«las que los juicios de los hombres aprobaren. Co-

«sas que otros no concederán : ni á mí me parece jus-

«to, si el juicio se permite á los necios. Pero ¿quién

« determinará la discrecion que es bastante? Porque

«yo estoy en esta opinion ; que ningun viviente

«puede comprender en su ánimo la suma perfeccion

. «del animal más abatido. Cuanto menos pensaré

> que pueda hacer esto en el hombre. El cual fabricó

«Dios con singular consejo, y quiso que fuese señor

«de los demás animales.« Y prosigue:

«No negaré que muchas veces la imágen conce-

«bida en el ánimo es exprimida con la mano más

«aventajadamente de uno que de otro ; pero no por

«eso se llegará á la suma perfeccion, de manera

«que no se pueda hacer otra cosa mejor. El no com

prenderse esto con fuerza de ingenio humano, la

«divina mente lo sabe.

«Esta es regla de verdad, que aquella medida será

«hermosísima y convenientísima, á la cual es nece-

«seria una cierta cosa, y no muchas.«

Así hablan los sábios, contra la audacia ó atrevi

da locura de la ignorancia vulgar. Vengamos, pues,

á nuestro intento.

Qu¡nt« propomon La proporcion de mujer que elegí yo y mi amigo

a-e ia nmjer dei juan Martínez Montañés, famoso escultor, es la se-

lib. 2. de Atberto

Durero. gunda que pone Alberto Durero , despues del varon

prop. 16. ^Q treinta años.

Ano de u mujer P°r Ia frente frontera tiene de alto once rostros me-

fromera. nos mecii0 tercio. Y dando los dos á la cabeza y cue

llo ( porque no se han de repetir aquí sus medidas)

Page 356: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. VII. 349

quedan desde el hoyo de la garganta á la planta los

nueve menos medio tercio. La mitad de su altura

viene á ser donde acaba el perfil del vientre , sobre

la parte natural, poco más abajo del principio del

muslo. Y la otra mitad desde allí á la planta.

Y su altura por menor. Habiendo dado los dos

rostros á cabeza y cuello, se da el tercero desde el

hoyo del cuello á la boca del estómago, entre los

pechos, medio tercio más abajo del nacimiento de

ellos. Y bajando desde allí acabo el cuarto rostro,

medio tercio más arriba de la cintura. El quinto,

comenzando (como he dicho) más arriba de la cin

tura viene el medio á parar justamente al ombligo,

y el otro medio al vientre frontero del ancho de las

caderas. Desde aquí por más abajo, el fin de la par

te natural, y principio del muslo, ocupa el sexto

rostro. Y bajando desde allí á lo ceñido de la mitad

del muslo , es el rostro sétimo. Llega el octavo

hasta poco más arriba del medio de la rodilla. Y el

noveno más arriba del fin de la pantorrilla. El déci

mo no llega á lo más ceñido de la pierna. Y el un

décimo, menos medio tercio, hay de allí á la planta.

Desta ocupa la altura del empeine del pié frontero,

hasta el principio del tobillo, un tercio. Y esta es

justamente su altura.

La anchura es en esta manera ( dejando la cabe- Ambar. de esufig.

za ) mirada frontera, por los hombros y nacimiento frcm,CTa'

de los brazos, hay del perfil de afuera del uno al

otro, de ancho, dos rostros y medio tercio. Por más

abajo del perfil de afuera del molledo, enfrente del

nacimiento de los pechos, tiene dos rostros y medio

de ancho. Por el nacimiento de los pechos, de-

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3S0 ARTE DE LA PINTURA.

bajo de los sobacos (sin los brazos) tiene el cuer

po de ancho rostro y medio y la tercera parte de un

tercio. Los pechos tienen cada uno de ancho la mi

tad de la cabeza. Y entre el uno y el otro hay medio

tercio y la cuarta parte de otro. Por lo ceñido de la

cintura tiene de ancho una cabeza y medio tercio.

Por lo ancho de las caderas y nacimiento de los

muslos es su anchura dos rostros y un tercio. Por

debajo de la parte natural y lo más ancho del mus

lo tiene cada uno de ancho un rostro y la tercera

parte de un tercio. Por medio del muslo, donde se

ciñe la mitad de su perfil , hay de ancho un rostro

menos la cuarta parte de un tercio. Por encima de

la rodilla y remate del muslo hay poco más de me

dia cabeza de ancho. Por debajo de la rodilla y prin

cipio de la pierna hay media cabeza justa. Por lo

ancho de la pantorrilla hay algo más de media ca

beza. Por lo ceñido de la pierna sobre el tobillo hay

un tercio de ancho. Y por el tobillo poco más. El

pié frontero plantado tiene otra media cabeza, que

son dos tercios de ancho,

urgo oeibn.o El largo del brazo frontero, desde su nacimiento

y perfil del hombro hasta el remate del dedo más

largo, tiene cuatro rostros y un tercio. Repartense

de esta suerte ; el uno se da al largo de la mano.

Uno y medio desde el nacimiento de la mano á la

sangradera. Uno y medio y un tercio de la san

gradera al hombro. Y supuesto que esto es lo cierto

y seguido, con licencia de Alberto Durero, ejemplo

del natural y autoridad de valientes hombres , yo

usaría en la mujer de mano más pequeña, especial-Asl lo ejecutaba J r i » r

pablo de céspedes, mente en las vírgenes , quitándole medio tercio de

Page 358: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

I.1BR0 SEGUNDO, CAP. VII. 351

largo, y dándole lo demás al brazo, como se ha dicho.

Tiene de anchura el brazo frontero , por el naci- Anthi> *!' brMo

miento de los pechos y molledo, medio rostro. Por

lo ceñido arriba de la sangradera un tercio y la cuar

ta parte de otro. Y por lo más ancho, abajo de la

sangradera, poco más de medio rostro. Por la muñe

ca tiene un tercio de ancho. La mano tiene medio

rostro por lo más ancho. Y si se le da un rostro de

largo, el medio ocupa el dedo más largo, y el otro

la palma hasta la muñeca. Y si (como he dicho) se

hace más pequeña , se le darán las dos partes al

largo y la una al ancho. Esto es lo que toca á la fi

gura frontera.

En la figura de lado , ó medio perfil , no es nece

sario medir su altura, porque la acabamos de referir,

y así como hemos hecho en las demás proporciones,

trataremos del ancho, menos la cabeza y cuello.

La primera medida del ancho , desde el hoyo de UeM» por ei bdo

la garganta al principio de la espalda que le corres- del «°cl«)-

ponde, es mjedio rostro y un tercio. Y por encima del

hombro, del pecho á la espalda, tiene de ancho poco

menos de un rostro. Desde el nacimiento de los pechos

á lo más relevado del perfil. de la espalda, hay una

cabeza de ancho. Por debajo de los pechos al perfil

que le corresponde de la espalda , es el ancho un

rostro y medio tercio. Por lo ceñido de la cintura y

sin los lomos tiene de ancho poco más de un rostro.

Algo más abajo del ombligo, á la espalda, tiene de

ancho poco menos de una cabeza. Por lo más rele

vado del vientre al perfil del asiento tiene de ancho

una cabeza y medio rostro. Por encima de la parte

natural, donde acaba el perfil de vientre á lo más

Page 359: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

352 ARTE DE LA PINTURA.

relevado del asiento tiene una cabeza y un tercio

de ancho. Debajo del asiento á lo más relevado del

» principio del muslo tiene de ancho una cabeza menos

la tercia parte de un tercio. Por encima de la rodilla

al principio de la corva tiene de ancho poco más de

media cabeza. Por medio de la rodilla tiene media

cabeza de ancho. Por el fin de la rodilla y principio

de la pantorrilla hay otro tanto y por el fin de la

pantorrilla hay otra media cabeza. Por el ceñido de

la pierna sobre el tobillo tiene de ancho medio ros

tro. Al largo del pié de lado le da Alberto una cabeza

y algo menos de un tercio ; y bastará que tenga una

cabeza, ó la sétima parte de la altura de esta figura.

Medida nueva del Como dijimos el pié del varon de treinta años, donde

p,é' se hallará tambien el orden y medida de los dedos.

El brazo de lado, por haberse dicho en el frontero

su largura, tratarémos de su ancho. Por lo alto del

hombro tiene de ancho media cabeza. Por el naci-

Brnzo de lado, miento del molledo tiene de ancho medio rostro, y

la tercia parte de un tercio. Por lo más relevado del

molledo tiene media cabeza de ancho. Por lo ceñido

de la sangradera al codo hay de ancho un tercio y

la cuarta parte de otro. Por lo más ancho de la san

gradera en la tabla del brazo tiene medio rostro de

ancho. Por donde se ciñe el perfil más bajo, y co

mienza la muñeca, tiene de ancho un tercio. Y por

la muñeca y nacimiento de la mano, tiene medio

tercio y la tercia parte de otro. Por lo más ancho de

la mano de lado, hay un tercio. El largo que se ha

de dar á la mano, y las demás medidas suyas diji

mos en la frontera, con que quedan expresados los

dos perfiles frontero y de lado.

Page 360: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. VII. 353

El último perfil y vista de esta figura, es por la Hedidas por la es-

espalda; tiene la mesma altura que los otros dos que paWa"

se han dicho, que son once rostros menos medio

tercio. La mitad de su altura es desde la superficie

del casco á la mitad y division del asiento. Y la otra

desde allí á la planta. Y porque tenemos dada la ra

zon de la medida de la cabeza y cuello tratarémos

de lo demás. Desde donde comienzan los hombros

hasta el fin de las paletillas, tiene de alto una ca-.

beza menos la tercia parte de un tercio. Y de ancho,

rostro y medio y medio tercio. Y desde allí al fin de

los lomos, poco más abajo de la cintura, hay una

cabeza de alto. Lo ancho de la cintura está va dicho

en la figura frontera. Del fin de los lomos á lo alto

del perfil del asiento hay medio rostro, tiene todo

el asiento de alto en cada mitad, una cabeza y me

dio tercio. Desde el fin del asiento á la mitad de la

corva que contiene todo el muslo hay dos rostros de

largo menos la tercia parte de un tercio. Y desde

allí á la planta hay dos cabezas y la tercia parte de

un tercio. Ocupa de esta medida el carcañal un

tercio de alto y otro de ancho. Todos los demás an

chos y largos , de cuerpo , brazo y mano están ya

referidos en la figura frontera. Con que (á mi ver)

he cumplido con mi promesa, y con la importunidad

de tantas medidas y repeticiones; de que se can

sarán no poco los que no son de esta profesion, pero

podrán pasar á lo que les entretuviere con más gus

to porque yo no lo pude excusar. Y podría ser no

hallarse tan presto otro trabajo igual en nuestra

lengua.

Acabada la proporcion de la mujer no será fuera

23

Page 361: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

354 ARTE DE LA PINTURA.

de propósito, enseñar la manera que ha de tener el

pintor cristiano en la imitacion del natural, si se le

ofrece alguna figura de mujer desnuda, pues lo pro-

L¡b. i. cap. t?. metimos refiriendo que Zeuxis sacó de cinco donce

llas la figura famosa de Elena. Lo cual dijimos ten

dría lugar en otra parte, y será en esta. Y supon-

drémos lo cierto que nó puede tener el pintor va

liente (sea en buenhora modesto) excusarse de la

noticia, y perfeccion del desnudo de una figura de

mujer , por ser parte tan principal de la pintura. Y

cosa que obligó á Alberto Durero (siendo varon de

tan conocida virtud) á poner tanto cuidado en sus

diferentes proporciones, para dar luz á los demás.

Porque muchas veces se ha de ofrecer hacer demos

tracion en una Eva, en una Susana, en martirios ó

historias sagradas, principalmente en un juicio uni

versal donde se debe pintar con la grandeza y her

mosura que todas las demás cosas, si bien con la

honestidad y decoro debido (que hablamos en otro

Lib. 8. »p. 4. lugar). Dejo aparte los famosos pintores, que se

han extremado en la licencia, expresion de tanta di

versidad de fábulas ; y hecho estudio particular de

ellas, con tanta viveza ó lascivia, en debujo y colo

rido. Cuyos cuadros (como vemos) ocupan los salo

nes y camarines de les grandes señores y príncipes

del mundo. Y los tales artífices alcanzan no sólo

grandes premios, pero mayor fama y nombre. Que

yo (séame lícito hablar así) en ninguna manera les

envidio tal honra y aprovechamiento. Estas tan

Epi.t.,i. 4 1). Nufio libres como celebradas pinturas reprende Bartolomé

Mendoza. Leonardo de Argensola (ilustre ingenio de España)

hablando de la corte : versos que tenia puestos en

Page 362: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. VII. 355

este libro cuando los vi despues eñ el de Carducho;

pero no me pareció por esto quitarlos.

Luego comienza á conocer los senos

desta gran poblacion, de sedas y oro,

y de pinturas admirables llenos.

Que en ley de l'arte valen un tesoro,

en la de Dios, él sabe lo que cuesta ;

Leda en el cisne; Europa sobre el toro ;

Vénus pródigamente deshonesta;

sátiros torpes, ninfas fugitivas,

Diana entre las suyas descompuesta ;

que las tendría por figuras vivas

quien juzgarlo á sus ojos permitiese,

y en la descompostura son lascivas

pero que ni unos pámpanos creciese

el pincel descortés, ni otro piadoso

velo que á nuestra vista estorbo hiciese.

Por no tenerlo se vió en gran peligro y congoja

(como dijimos) el religioso de la orden de S. Agus- l;b. 2. rap. 3.

tin diciendo misa en la capilla del Juicio, en la igle '

sia del mismo santo en esta ciudad.

Tambien es de reparar en la censura que el Dolce t'b. 2. rap. i.

hizo al que pintó Micael Angel, acerca de la hones

tidad ; pues no perdonándosele á tan valiente artífi

ce, menos se debe perdonar á los demás. Paréceme

que oigo á alguno que dice: — «Señor pintor escru

puloso, que poniendo ejemplos de antiguos que des

nudaban las mujeres para imitarlas perfectamente,

y obligándonos á pintarlas bien ¿qué remedio nos

da?« Diré, señor licenciado, lo que yo haría: del

natural sacaría rostros y manos con la variedad y

belleza que lo hubiese menester, de mujeres hones-

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356 ARTE DE LA PINTURA.

tas, que á mi ver no tiene peligro, y para las de -

más partes me valdria de valientes pinturas, pape

les de estampa y de mano, de modelos y estátuas

antiguas y modernas, y de los excelentes perfiles

de Alberto Durero. De manera que eligiendo lo más

gracioso y compuesto evitase el peligro ; porque es

Noi0. justo que nos diferenciemos en esto los pintores ca

tólicos de los gentiles, por estar de por medio la ley

de Dios, que nos prohibe todo lo que nos puede pro

vocar á mal, no sólo á nosotros, pero á los demás,

con el objeto de cosas deshonestas. Encarecida es

(con mucha razon) la honestidad loable de aquella

gran pintora Marcia, hija de Varron, de la cual se

lée que nunca quiso pintar ningun hombre desnudo,

por no obligarse á manifestar alguna parte inde

cente. Y si este parecer y sentimiento no fuere á

propósito, no puedo asegurar el ejemplo de Zeuxis

E.»do de b..te» y ni el de Apéles, ni el de los que le siguen. Y po-

Jca Pu?2' ^r*a sucederles 1° 1ne cuenta el padre Martin de

Roa de un pintor que en su mocedad hizo (á ins

tancia de un caballero) una pintura deshonesta,, la

cual fué ocasion de que padeciesen muchos en el

infierno. Y haciéndole riguroso cargo ante el tri

bunal de Cristo, por la intercesion de los santos

que habia pintado, se lo libraron en grandes pe

nas en el Purgatorio, hasta que se quemó la pin

tura por orden del caballero, que con arrepenti

miento y buenas obras le grangeó al pintor la li

bertad. De lo dicho se infiere (como dice docta

mente el padre Francisco Castro, de la Compañía)

En una obra suya, el daño grande que los pintores cristianos hacen á

sus almas y á las agenas pintando figuras ó histo

Page 364: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. Vil. 357

rias lascivas, que no menos incitan á la sensualidad,

que las santas á la virtud y devocion. En lo cual

repararon aun los mesmos gentiles, pues Propercio

atribuye á las pinturas obscenas la corrupcion de

las costumbres en materia sensual, diciendo :

Qnce manus obscenas', depinxit prima tablillas i¡b. 2 Eieg. 4.

et possuit casta turpia visa domo,

lile puellarum ingenuos cormpit ocellos,

nequil aeque : siia noluit esse rudes.

«La primera mano que pintó tablas obscenas y

adornó la casa honesta con torpes objetos de lascivas

pinturas, deslumbró los ojos castos de nobles donce

llas, estragó su pureza, desfloró su honor y las hizo

sabidoras y partícipes de sus torpezas.« «Por lo cual m». 7. rom.

Aristóteles prohibe el mirar semejantes pinturas, y car' 17,

avisa que tengan mucho cuidado los magistrados de

que no haya tales cuadros, ni historias, ni fábulas im

púdicas, ni de pincel ni de bulto, en las ciudades,

villas y lugares de su gobierno, por el grave daño T«««. »■-■*.

(dice Donato) que causa en las costumbres delos

hombres y mujeres, que suelen ser total ruina y des

truccion de las casas, de los pueblos, de las provin

cias y reinos. Si este sentimiento tuvieron los varo

nes sábios de la antigüedad sin luz divina, sólo con

la humana ¿ cuál debe ser el nuestro, que vemos el

daño de tales pinturas y el singular provecho de las

devotas y santas?« Hasta aquí este autor.

Habiendo dado remate (conforme á mis fuerzas),

á las cinco proporciones racionales con la de la mu

jer, parece que nos convida Pablo de Céspedes con

dulzura y elegancia á las de los animales : y aun-

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338 ARTE DE LA PINTIRA.

que yo no ponga más que las que prometí, tendrán

primero lugar sus dos estancias :

El estudio no menos y el cuidado

que pusiste en humanas proporciones,

á cualquier animal representado

aplicarás, por partes y razones :

al corzo ligerisimo, al venado,

pero en particular á los leones,

con fuerte garra y con lanudas crines,

y cierta ley de rigurosos fines.

El hermoso lebrel, el crudo alano

pintado, ser de grande ornato hallo ;

el jabalí espumoso, el tigre hircano,

y otros en grande número que callo;

mas sobre todos ten siempre a la mano

el bizarro debujo del caballo,

con que tanto enriqueza la pintura

el aliento, caudal y hermosura.

Las cuatro proporciones de animales más usadasLib. 3 de Simetrta. r 1

de los pintores, tomé de Juan de Arfe, donde las

escribe brevemente por mayor ; si bien siempre que

se ofreciese debujarlos ó pintarlos es cosa acertada

valerse del natural ó tenerlos estudiados para las

ocasiones que se ofrecen.

Y comenzando de el rey dellos, que es el leon,Proporcion de Leon.

cuya condicion es noble y cuya fiereza grande,

es de mediana estatura, tiene vara y sesma de la

planta á lo alto del anca; el color es leonado, ó

más claro ó más oscuro, toda la piel lisa en todo el

cuerpo, con el cuello y vientre más largo, envede-

jado y oscuro el pelo; la cola llega como de los

brazos á las ancas, cuatro dedos en cada mano y el

Page 366: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. VII. 359

pulgar más alto ; las uñas largas ; alza mucho los

piés y manos cuando camina.

El toro se ofrece pintar muchas veces, y con poca proporcion dei

diferencia; el buey á S. Lúcas, y en el nacimiento Tor0'

de Cristo, y no hay animal más aparejado, ni que

más aguarde por su imitacion. Es el toro animal

cruel, corto de cuello, muy colgado de arrugas, los

cuernos agudos, pardos y negros á las puntas; suele

tener manchas; los piés hendidos y las canillas se

cas ; su altura es vara y media desde el suelo á lo

alto del anca. El buey se diferencia en que parece

algo mayor, más tibio y flaco, y más abierto de

cuernos, como muestra el natural.

Entra en tercer lugar la reina de las aves, el águi- proporcion dei águi

la real, que lo es en su condicion, pues lo que caza la reaK

lo come en compañía de las otras aves ; es su color

pardo oscuro , el pico ancho y encorvado, los piés

gruesos, los dedos y uñas largas y fuertes, y tiene

tal fuerza en la vista que mira al sol sin que le ofen

da; hay muchas varias y diferentes, pero la real

tiene dos tercios de alto, estando derecha, desde el

suelo al nacimiento de las alas.

Con esto me parece será bien no alargar más este

capítulo, y dar principio con la proporcion del ca

ballo (que será la última) al siguiente , en que me

pienso dilatar algo más ; y en él concluiré con las

demás partes del dibujo.

Page 367: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

300 ARTE DE LA PINTURA.

CAPITULO VIIJ.

DONDE SE ACABA» LAS PROPORCIONES Y PARTES PERTENECIENTES

AL DIBUJO.

Del caballo (último animal de los cuatro que pro

metí) han hecho grandes demostraciones valientes

pintores, y entre ellos Juan Estradano y Antonio

Tempesta; pero quien sobre todos ha estudiado el

español con más puntualidad y puesto en modelos

de todo relievo en proporcion y graciosas partes es

Rutilio Gazi, caballero italiano, Azor hoy de Su Ma

jestad, pero más estimado por famoso escultor. El

cual hermoso animal, por ser tan comun, puede casi

siempre imitar del natural su dibujo y diversos co

lores, porque hay unos blancos, otros morcillos,

Proporcion del ca- ,

haiio. castaños, rucios, tordillos, alazanes y bajos; tiene

vara y tres cuartas desde la planta á lo alto del

anca: es brioso, alegre, vivo y firme de cuerpo: las

costillas largas y estrechas, las . ancas redondas y

partidas, el pecho ancho, los muslos gruesos, el pié

seco y firme, pequeña y seca la cabeza, las orejas

cortas y agudas, los ojos grandes, las narices an

chas, el cuello alto, las crines largas, y la cola re

donda y que llegue al suelo.

Pintólo maravillosamente Pablo de Céspedes en

sus versos (á imitacion de "Virgilio) despues de las

dos estanzas arriba referidas, y tomando ocasion de

él, se arrebató en las alabanzas de D. Pedro Fernan-

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LIBRO SEGUNDO, CAP. VW. 361

dez de Córdova y Aguilar, tercer marqués de Prie

go, señor que trató' siempre de agradecer con obras

grandes los servicios que se le hacian ( con quien

tuvo estrecha amistad), y fué siempre su casa seña

lada en hacer criar los mejores caballos de España,

para servir con ellos á sus reyes.

Dijo de esta manera:

Muchos hay que la fama ilustre y nombre ubr. 2 de Pim.

por estudio más alto ennobleciera

con obras famosísimas, do el hombre

explica el artificio y la manera :

sólo el caballo les dará renombre

y gloria en la presente y venidera

edad, pasando del debujo esquivo

á descubrirnos cuanto muestra el vivo.

Que parezca en el aire y movimiento

la generosa raza do ha venido

salga con altivez y atrevimiento,

vivo en la vista, en la cerviz erguido;

estribe firme el brazo en duro asiento

con el pié resonante y atrevido,

animoso, insolente, libre, ufano,

sin temer el horror de estruendo vano.

Brioso el alto cuello y enarcado,

con la cabeza descarnada y viva :

llenas las cuencas, ancho y dilatado

el bello espacio de la frente altiva :

breve el vientre rollizo, no pesado

ni caido de lados, y que aviva

los ojos eminentes ; las orejas

altas, sin derramarlas y parejas.

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ARTE DE LA PINTURA.

Bulla hinchado el fervoroso pecho,

con los músculos fuertes y carnosos :

hondo el canal, dividirá derecho :

los gruesos cuartos limpios y hermosos,

llena la anca y crecida, largo el trecho

de la cola, y cabellos desdeñosos,

ancho el hueso del brazo y descarnado,

el casco negro, liso y acopado.

Parezca que desdeña ser postrero,

si acaso caminando ignota fuente

se le opone al encuentro : y delantero

preceda á todo el escuadron siguiente ;

seguro, osado, denodado y fiero

no dude de arrojarse á la corriente

rauda con que las ondas retorcidas

resuena en las riberas combatidas.

Si de lejos de alarma dió el aliento

ronco, la trompa militar de Marte:

de repente estremece un movimiento

los miembros, sin parar en una parte ;

crece el resuello y recogido en viento

por la abierta nariz ardiendo parte ;

arroja por el cuello levantado

el cerdoso cabello al diestro lado.

Tal las sueltas madejas extendidas

de la fiera cerviz con fiero asalto,

cuando con los relinchos encendidas

el aire y blanca nieve, á Pelio alto,

las matas más cerradas esparcidas

al vago viento igual, de salto en salto

en el encuentro de tu ninfa bella

Saturno volador delante de ella.

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LIBRO SEGUNDO, CAP. VIII.

Tal el gallardo Cylaro iba, en suma,

y lgs de Marte atroz iban y tales ;

fuego espiraba la albicante espuma

de los sangrientos frenos y bozales.

Tal, con el tremolar de tibia pluma,

volaban por los campos desiguales

con ánimos y pechos varoniles,

los del carro feroz del grande Aquiles.

A los cuales excede, en hermosura

el Cisne volador del señor mio :

que la Vitoria cierta se asegura

de otra cualquiera en gentileza y brio.

Va delante á la nieve helada y pura

en color, y en correr al Euro frio,

y á cuantos en su verso culto admira

la ronca voz de la pelasga lira.

Salve, gran madre, á quien dichoso parto

digno engrandece de corona y cetro,

cuyo esplendor se extiende y crece harto

más vivo y puro que el diurno electro,

rendido el persa, el agareno y partho

á su valor con sonoroso plectro :

si el cielo tiene aún, quien venza y quiebre

de Smirna y Roma el presumir, celebre.

Cuales en torno al carro levantado

de uncidos ferocísimos leones

van al abrigo del materno lado

de estrellas los ardientes escuadrones :

no menor gozo sienta el pecho amado,

ver, salir de tí tales varones,

cuya virtud, cual el celeste fuego,

reluce, y más el gran marqués de Priego.

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364 ARTE DE LA PINTURA.

Este, por quien de gloria coronada

viste el eterno honor mil ornamentos,

Córdoba, de laureles adornada,

y de palmas sus altos fundamentos ;

luz de su ilustre patria levantada

encima á cualesquier merecimientos,

y es bien razon, que en serlo de ella, sea

de cuanto alumbra el sol y el mar rodea.

Y si tú, grave citara, pretendes

seguir este subido heróico intento,

y el valor celebrar, donde te inciendes

tanto y alzar tu voz al claro asiento,

no consienten tus fuerzas lo que emprendes ;

que pocas son, y el 7a cansado aliento

vuelve, vuelve y conoce la carrera,

que ya tomaste, á proseguir primera.

1¡b 2 dc Los demás animales, perros, corderos y otros que

suei. se ofrecen, podrá ver quien quisiera en el autor de

que nos hemos valido, y cuando hallare el natural

para imitarlos, se aprovechará de los de Basano, que

los pintó excelentísimamente , que yo con estos

cuatro me desembarazo, y paso á cosas mayores.

ra pane dei La Anatomía , que es la tercera parte que perte-

íibujo. nece al d¡kuj0i sitio, verdad y número de músculos

convenientes á la pintura, se hallarán en Andrés

Vesalio, el cual sobrepujó á todos sus antepasados.

Pero mucho mejor es el doctor Juan de Valverde,

de Amusgo, médico del reverendísimo Sr. D. Fray

Juan de Toledo, cardenal y arzobispo de Santiago, y

discípulo en esta facultad del gran Realdo Colom-

bo. Cuya historia se imprimió en Roma, año de 1556,

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LIBRO SEGUNDO, CAP. VIII. 365

debujadas las figuras valientemente de manos de

Gaspar Becerra, ilustre ingenio español. Y fuera de

estas, otros perfiles suyos por tres partes, que andan

casi en las manos de todos los pintores y escultores,

y otras muchas de Italia. Hallarase tambien en las

anatomías redondas de Juan de Bolonia y en la de

Próspero Brejano (estudiosísimo en esta parte), que

corre vaciada de bronce. Y en el Cristo de cuatro

clavos de Micael Angel. Y cuando esto faltara , los

desnudos del Juicio que pintó en Boma , son los

más ciertos músculos y la más segura anatomía ; y

no ha menester el pintor otra más descubierta. Y

así, sobre ellos tirando diestros perfiles nuestro Ge

rónimo Fernandez, hizo excelentes pedazos de ana

tomía, de que yo tengo algunos, á quien siguió fe

lizmente Gaspar Nuüez Delgado, su discípulo, como

lo muestra un brazo y pierna de cera suyos.

Dada esta general noticia de la Anatomía por

mayor, á los más valientes y diestros, y habiéndoles

señalado las fuentes donde se han de enriquecer,

será justo que los menos escrupulosos y presumidos L¡b. 2 uuü. 5.

se aprovechen de lo que trabajó Juan de Arfe y Vi-

llafañe, pues no se halla tanto junto en otro autor

maestro : que si bien no tuvo tanta gracia en los

perfiles de afuera, como se valió de buenos auto

res, escribió con verdad en la materia de los múscu

los ; trabajo que no se debe despreciar, y que los

que no son tan aventajados deben seguir segura

mente.

La cuarta y última parte perteneciente (segun Cuirta ^ del

nuestra distribucion) á la grandeza del dibujo , es dibu¡0'

la Perspectiva, á quien los italianos llaman pros-

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360 ARTE DE LA PINTURA.

petiva. y á su imitacion el maestro Francisco de

Medina, Pablo de Céspedes.y Fernando de Herrera,

á quien yo pudiera sin nota seguir; pero en nuestra

lengua se ha de llamar como digo, con la autori

dad del gran Antonio de Lebrija y de muchos doc

tos. Difinióla un autor moderno, en un libro, de

mano maestra.

«La perspectiva no es otra cosa que poner en de-

«bujo todo aquello que al hombre se le represente

«delante de la vista, estando firme en su lugar y

«estando firme la vista.« De esta parte habla así el

Vasari: «Basta que las cosas puestas en perspectiva

«sean hermosísimas, tanto cuanto más se muestran

«ajustadas á nuestra vista, y huyendo de ella se

«alejan, y cuando son acompañadas con varios y

«gracioso orden de estamentos. Conviene tambien

«que el pintor atienda á hacerlas disminuir con la

«dulzura de los colores, lo cual nace del gran juicio

»y discreccion.«

Semejante á esto es lo que dice en sus ilustres

documentos Leonardo de Vinci, maestro de Rafael:

si bien yo le añado algo de más claridad.

«La Perspectiva necesaria en la pintura se divide

«en tres partes principales : la primera es la dismi

nucion que hacen los cuerpos inanimados en diver-

«sas distancias : la segunda es aquella que dismi-

«nuye las figuras vivas, que se muestran en varios

«términos y lugares (esto es lo que toca al debujo):

«la tercera es la parte que trata de la disminucion

«delos colores.« En todo aquello de que se ha de

hacer demostracion , y de esta última no hay regla

infalible, porque cae (como se ha dicho) debajo de

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LIBRO SEGUNDO, CAP. VIII. 367

la prudencia del artífice. Deste documento hizo

otra declaracion el docto ingenio de D. Juan de

Jáuregui, que pongo aquí para honrar estos es

critos.

«La Perspectiva, arte que se extiende y obra en Docum. 127.

«toda la pintura , se divide en tres partes principa

«les, de las cuales la primera es la disminucion que

«hacen las cantidades ó tamaños de los cuerpos en

«diversas distancias. Porque segun pretende el pin-

«tor que parezcan apartados de la vista, así los

«debe mostrar disminuidos en lo pintado. La segun-

«da parte es aquella que trata de la disminucion de

«los colores de estos cuerpos. Porque todo color en

«cualquier materia, cuanto más se aparta de la vis-

uta, taDto más va perdiendo de su fuerza y su lus-

«tre : lo blanco parece menos blanco, lo negro me

ónos negro, lo rojo menos encendido , y así los de-

«más colores pierden y amortiguan lo vivo, lo efi-

«caz, lo brillante al parecer de nuestra vista ; hasta

«no conocer de qué color sean las cosas ; y en esta

«conformidad debe representarlos el pintor. La ter-

«cera parte es aquella que disminuye la noticia de

«los de las figuras ó cuerpos , y de sus términos ó

«contornos en varias distancias. Porque de léjos no

«se conoce á los bultos, si es hombre ó árbol , pie-

•dra ó animal : y asimesmo no se distingue aque-

«lla circunferencia y extremidad en que termina el

«objeto ó cuerpo mirado, si es redondo, prolon-

»gado, cuadrado ó en otra forma : que si se distin-

«guiera, no juzgáramos el árbol hombre, á la oveja

«peñasco, ó la torre choza , y otros engaños y am

bigüedades, en objetos tan diferentes y tan des-

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3G3 ARTE DE LA PINTURA.

«conformes en sus perfiles, términos ó contornos.

«Y con esta misma confusion deben pintarse más ó

«menos , segun la distancia á que se preteada

«situar. «

Hizo tambien memoria de la perspectiva Pablo de

Céspedes , con su acostumbrada grandeza , en estas

dos estancias :

iib. 2 de ia Pim. enseñarte pudiese los concetos

escritos, y la voz presente y viva

los primores abriera y los secretos

que encierra en si la docta Perspectiva ;

como extendidos por el aire y retos

los rayos salen de la vista esquiva ;

como al término llegan de su intento,

do paran como en base y fundamento.

Osaré confesar que alguna parte

el continuo trabajo alcanzar puede,

por gastar largo tiempo en aquesta arte

y la esperanza audaz que al fin sucede ;

de mirar donde acaba y donde parte

el corte de las líneas, y do quede

señalado el escorzo., con certeza

en la leve forma y con mayor belleza.

Explícala más el doctísimo Leon Batista Alberto

en esta manera :

Leo° Bai Alberto. ¿E1 pintor se fatiga sólo en imitar las cosas que

ub. i de i. wnt. ))Se pueden ver mediante la luz. Y no hay ninguno

«que ignore que las que no son comprendidas de la

«vista, no tienen que ver con la pintura. La vista es

«la perspectiva ; se hace mediante una pirámide

«compuesta de rayos. La cual es una figura de cuer-

«po luenga : de la basa de cual torcidas las líneas

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LIBRO SEGUNDO, CAP. VIII. 369

«de afuera, acaban en una punta, la basa en el cen-

«tro de la vista de la pirámide , es la superficie de

«la cosa que se ve , los lados son los rayos visivos

»que llamamos los últimos. El principio y cabeza

«de todos es el del medio , llamado rayo cén

«trico.«

Discurriendo pues (para mayor claridad) sobre lo

dicho , toda la pureza y perfeccion de la pintura

despues de la práctica y destreza en la mano, adqui

rida del continuo ejercicio del diseño (como se ha

dicho) consiste en el gran conocimiento y uso de la

perspectiva. Y tanto será un artífice -más perfecto,

cuanto en ella fuere más resoluto: como se conoce

en la gran fuerza y perfeccion que Rafael de Urbino

y otros valientes hombres han mostrado en sus

obras, por haber puesto tanto estudio y diligencia

en la perspectiva. Y que de ella procede la fuerza y

bondad en la pintura, la razon es clara, porque el

intento y último fin del pintor no es otro que repre

sentar y fingir en una superficie plana con delinca

ciones, sombras y colores, todas las formas y figuras

visibles, y hacerlas parecer con la fuerza del arte,

en aquel modo y grandeza que segun su postura,

sitio, movimiento y distancia, proporcionadamente

aparecen á la vista, regulada de un punto donde ne

cesariamente ha de considerar el ojo que ve el modo

del ver la cosa vista. La distancia, el recibimiento

de las luces, la proyeccion de las sombras, y la im

presion de los colores. Todas estas partes son el pro

pio sujeto de la perspectiva, porque el ojo es como

punto y centro de la vista, y es el principio de ella,

y á quien se refiere la general denominacion suya,

24

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370 ARTE DE LA PINTURA.

y á esta causa fué llamada de los griegos ciencia

óptica. El modo de ver se hace mediante la luz, en

forma pirámide, tomada de los rayos visuales que

proceden de la vista, donde es la puerta de la pirá

mide, y por estos rayos los simulacros é imágenes

de las cosas visibles se imprimen en la potencia vi

siva. La cosa vista cuya imágen se representa, vie

ne á ser la basa de esta pirámide, y así forzosamente

ha de ser cantidad sensible, respecto de la superficie

del ver. La distancia entre la vista y lo que se ve ha

de ser proporcionada y conveniente porque siendo

muy remota, ó muy propincua, las cosas visibles no

pueden ser reprendidas de la vista ni representadas

de la pintura. Y así la distancia ha de responder á

la vista con cierta razon y proporcion de ángulos,

porque la grandeza de las cosas que vemos tanto

parece mayor ó menor, cuanto de mayor ó menor

ángulo viene comprendida de la vista. Y esta gran

deza de los ánimos visuales se altera mudándose la

distancia, y se viene á variar el aspecto. Y por esta

causa se ha de tener entera noticia de la figura y

cantidad que tienen los cuerpos en su propia forma,

para saber los que disminuyen y si se acortan á la

vista por la distancia y variedad de los ángulos. El

recibimiento de las luces y la impresion de los co

lores son entre sí tan conjuntas, que en lo que toca

á la vision es imposible dividirse: así de la altera

cion de la luz proceda la alteracion de los colores,

recibiendo en los cuerpos mayor impresion de los

colores , aquellas partes que más rectamente ex

puestas al luminoso: y por el contario quedando

más oscuras las que más oblicuas estuvieren. Y en

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LIBRO SEGUNDO, CAP. VIII. 371

los intermedios de estos extremos , las impresiones

serán tanto más, ómenos intensas, cuanto más ó

menos participaren de esta direccion y oblicuidad. Y

esta misma razon es en la proyeccion de las som

bras, porque echando la luz sus rayos por líneas rec

tas continuadas, bañando de su resplandor la diafa

nidad del aire (si no balla impedimento de algun

cuerpo opaco que le resista) dejando ásombradas

aquellas partes donde no pueden tocar, y circuns

cribiendo el cuerpo con los mismos rayos, forma la

sombra dél, la cual sigue la figura del cuerpo hum-

broso, de cantidad mayor ó menor segun la propor

cion que el luminoso tuviere al opaco. Son estas lu

ces de diversas calidades, y así hacen varias impre

siones en los colores; porque unas son primarias,

otras redundantes, ó son de cuérpos celestes, ó de

fuegos artificiales, y así requieren grandísima dis

crecion en el fingir y sitiar la luz, para que los cuer

pos descubran sus golpes y sentidos con suavidad y

hermosura en la pintura. Y si los grandes matemá

ticos y perspectivos, como Alhacen, Vitellion, Eu-

clides, Ptolomeo y el Comandino , y otros muchos,

que de perspectiva, así práctica como especulativa

mente han tratado con tanto ingenio y dificultad,

hacen las demostraciones de esta ciencia sobre al

gun cuerpo simple y de regular composicion : bien

se sigue cuán maravilloso ingenio y artificio se re

quiere, para concordar y proporcionar tanto núme

ro de cosas y ponerlas en perfeccion, representando

y fingiendo en la superficie que se pinta ; la cual se

imagina ser la basa y comun seccion de la univer

sal pirámide visiva, regulada de un punto; y en es

Page 379: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

372 ARTE DE U PINTURA.

ta superficie y comun seccion quedan representadas

las imágenes de todas las cosas visibles que pueden

ofrecerse, donde se fingen tanta diversidad de cuer

pos, de tan extrañas y diferentes figuras y especies,

cuantas naturaleza y arte producen : unos animados,

otros inanimados; unos regulares, otros irregulares;

rectos y oblicuos, opacos y trasparentes, lúcidos y

tersos, y cada uno compuesto de varias superficies

y en diferentes sitios , inclinados y revueltos á di

versas partes, y que previenen á la vista con tanta

diversidad de aspectos. Y por ser variamente toca

dos é iluminados de la luz y colores, causan unos

con otros varias interposiciones y oscuraciones, re

flejos y reverberaciones; pues de la perfecta dispo

sicion de estas cosas puestas en rigor precisamente,

aplicando á las leyes y preceptos de la perspectiva

la observancia del natural, y la facilidad en la prác

tica, se viene á conseguir con suma perfeccion el fin

. deseado en la pintura, mostrándonos en el plano las

formas y figuras fingidas, tan al vivo, que realmente

parecen por la semejanza de la verdad, que tienen

cuerpo y movimiento ; y con deleite y satisfacion

del ánimo dejan la vista engañada como dijo nues-

Lib. 2, cap. 4. tro poeta (cuya sentencia habemos traido á otro pro

pósito).

carcii. égiog. 3. Tanto, que al parecer el cuerpo vano

pudiera ser tomado con la mano.

La gloria de las demostraciones se queda á Leon

Bautista Alberto, á Alberto Durero, á Jácome Viño-

la y otros muchos, y últimamente á Juan Uredeman

Frisio, en sus doctos libros impresos año 1604 que

Page 380: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. VIH. 373

tratan esta materia de propósito, lo cual ocupará sin

duda todo este volumen. A ella pertenecen los es-

corzos de que hablaré más un poco , ó los valientes

de Italia, despues de haber oido á Pablo de Cés

pedes.

Acórtase por esto y ge retira

el perfil que á los miembros ciñe, y parte,

asimismo escondiéndose á la mira,

y desmiente á la vista una gran parte:

donde una gracia se descubre y mira

tan alta, que parece que allí la arte

ó no alcanza de corta, ó se adelanta

sobre todo artificio, ó se levanta.

Esto llaman escorzo, introducido,

que en la habla comun se entienda y nombre,

de tierras extranjeras conducido

trajo con la arte misma é mismo nombre:

ora, pues, ni el trabajo conocido

tal vez te haga acobardar, ni asombre,

ni la dificultad severa pueda

romperte el paso á la sublime rueda.

¿Qué dice el Vasari?

«Han hallado nuestros artífices en los escorzos mA™*" ít.

«una maravillosa advertencia, que es hacer que las

«cosas parezcan de mayor entidad que ellas son,

«porque siendo á nuestra vista una cosa dibujada en

«pequeño espacio y que no tiene la altura ó anchu-

«ra que muestra, con la groseza, perfiles, sombras y

«luces, lo hace parecer mayor, y que sale afuera

«del cuadro. En esta parte no ha habido jamás pin-

«tor igual á nuestro Micael Angel, ni ninguno lo po

ndrá mejor ejecutar, habiendo hecho divinamente

Lib. 2 de la pintura.

Reparo del P.

Pedro Esquivel.

Posserino en su

Biblioteca dice, que

Escorzado viene de

la palabra latina,

decuriare, que es

acortar porque se

pone aquella parte

en breves líueas.

Page 381: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

374 ARTE DE LA PINTURA.

I

«sus figuras, que parecen de relieve, en virtud de

«los modelos formados primero en barro ó cera,

«como cosa que aguarda firme más tiempo que el

«vivo. De allí sacó los contornos, luces y sombras,

«con que se aventajó á todos los demás. Nuestros

«viejos (como amadores del arte) hallaron modo

«para poner las figuras en perspectiva por vía de

«líneas.«

Hasta aquí este autor.

En estas últimas razones parece que habia visto

el libro de Alberto Durero, que más felizmente que

ninguno trató científicamente de los escorzos, por

líneas paralelas ; á quien siguió despues Juan de

Arfe, cuyas palabras importa referir para lo que he

de decir despues :

jua« <ie Arfa ub. «Escorzo se llama el relieve que se muestra por

2 m- 4. «arte perspectiva en las cosas dibujadas segun se

«oponen á la vista, cuya demostracion tratarémos

«por una regla infalible que escribió más largamen

«te Alberto Durero, aleman, clarísimo pintor, y muy

«ejercitado en las ciencias matemáticas, en su cuar-

«to libro de Simetría y recta forma del cuerpo huma-

«no.« Hasta aquí Arfe.

Lo que quiero decir es que, de este cansancio y

multitud de líneas (como afirmaba el doctor Juan

Arias de Loyola, insigne matemático), ahorró Mi-

cael Angel en sus. escorzos, valiéndose de la red ó

cuadrícula, puesta delante de sus modelos, á quien

este docto varon llama instrumento mecánico , pero

ciertísimo y usado de muchos valientes, como ade

lante veremos. Y en cuanto al uso de los escorzos,

oigamos al Dolce, que tiene linda eleccion, como

Page 382: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. VIII. 375

nos lo ha mostrado en tantas partes de esta obra.

Dice así :

«Sucede tal vez que las figuras ó alguna parte de Lu,ioWc«DoUe,

«ellas escorcen, lo cual no se puede ejecutar sin DMoKO Are"«0,

«gran juicio y discrecion, y así se deben usar los

«escorzos raras veces, porque cuanto son más raros,

«tanto causan mayor admiracion. Y mucho más

«cuando el pintor, obligado de la estrechez del si-

«tio, hace en pequeño espacio una gran figura, por

«mostrar que no ignora esta parte.« Y pasa ade

lante :

« Conviene que sepais que el pintor no ha de al

canzar alabanza de una parte sola, mas de todas

«aquellas que acompañan á la pintura, y más de las

«que más deleitan; porque siendo la pintura ejerci

tada principalmente para deleitar, si el pintor no

«deleita queda oscuro y sin nombre. Este deleite no

«lo entiendo de aquello que agrada al vulgo, ni aun

«á los entendidos, á la primera vista ; mas de aque •

«llo que se descubre y engrandece cuanto más se

«mira y se torna á mirar, como acontece en los bue-

«nos poemas, que mientras más se leen tanto más

«deleitan, y más acrecientan el deseo de volverlos

,,á leer. Los escorzos son entendidos de pocos, y así

«deleitan á más pocos, y á veces á los entendidos

«cansan más que deleitan. Pero sé decir que cuando

«están bien ejecutados engañan la vista del que

«mira, estimando mucho que aquella parte peque-

«ña tenga toda su grandeza y proporcion; que es lo Pii„. m. 35 «p.

«que leemos en Plinio cuando Apéles pintó á Ale- <0"

«j andro Magno en el templo de Diana Ephesia, con

«un rayo en la mano, que parecia que los dedos

Page 383: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

376 ARTE BE LA PINTURA.

«oran de relieve y que el rayo salia fuera de la ta-

«bla ; lo cual no podia fingir el artífice sino por vía

' de escorzo. « Hasta aquí el Dolce.

No olvidó Pablo de Céspedes esta famosa tabla,

con otra obra de Apéles, en sus elegantes versos,

pues dijo en la estanza 74:

Lib. 2 de la pbi. ¿Qué diré de la tabla que desvia

el fulminante brazo , y los colores?

Vivo parece, y viva fuerza envia

el golpe, entre fingidos resplandores,

al cual se rindió l'Asia, y la porfía

de los Parthas, huyendo vencedores.

¿Y la pintura tan subida y nueva

que con relinchos su caballo aprueba?

Cierro este punto (de los escorzos) con el parecer

del gran Leonardo Vinci, por si alguno lo quisie

re seguir: dice de esta suerte :

D<rum 52. «Haciendo una figura sola, huye del escorzo así de

«las partes como del todo , por no combatir con

«la ignorancia de los indoctos del Arte. Mas en las

«historias, principalmente en las batallas, usa de

«ellas en todos los modos que te ocurrieren.«

ub. 2 deh rint. Del instrumento de la cuadrícula, tan celebrado

de los italianos (particularmente de Leon Batista

Alberto), y del modo de usar de él, habló el buen

racionero con tanta gracia y claridad como de las

demás cosas , y así , será mejor oírselo á él, y más

sabroso el fin de este capítulo :

... o i ' •. Bien hay donde extender la blanda velaLib. A de la pint. J

por ancho campo, donde el fin no es cierto ;

y traer mil precetos, que la escuela

tuvo de los antiguos, y concierto;

Page 384: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO PEGUMIO, CAP. VII!.

iras mientras la intencion más se desvela

más cerca pide el deseado puerto,

con todo descubrir el fin se debe

del camino más fácil y más breve.

Y para mayor luz sabrás, que hay una

industria con que muchos han obrado,

y acudiendo el favor de la fortuna

y el suceso al estudio, y el cuidado ;

sus pinturas ilustres una á una

las colocaron en tan alto grado

tan firmes, que la fuerza no ha podido

del tiempo oscurecerlas, ni el olvido.

Harás de cuatro listas bien labradas

que entre sí puedan encajarse un cuadro,

y por iguales trechos señaladas

á la redonda sean del recuadro

de señal á señal atravesadas

vaynn las hebras á encontrarse en cuadro:

cual el vario Axerlrez suele mostrarse

y de ébano y marfil diferenciarse.

Pondrás como quisieres la figura

en tabla ó en papel representarla:

en la cual se descubra en la Escultura

un movimiento vivo en que mirarla,

de suerte la acomoda en la postura .

que habrás despues con tintas de pintarla:

si aspira el noble pecho á la alta gloria

que da de siglo á siglo la memoria.

El ya dicho instrumento en medio puesto

de esta figura y de la opuesta vista,

la membrana ó papel tendrás dispuesto;

de tu debujo con razon consista,

Page 385: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

378 ARTE DE LA PINTURA .

un trazo sube por derecho enhiesto ,

y corra por través la ciega lista

con otros tantos cuadros y señales

todas al justo, ó todas desiguales.

Y luego mirarás por donde pasa

cierto el contorno de la bella idea ;

de rincon en rincon, de casa en casa,

de aquella red que contrapuesta sea ;

á tus cuadrados los perfiles casa

con oscura Ematite do se vea

el escorzo tan justo con efecto

Igual en todo al Imitado objeto.

Por no haber hecho hasta ahora mencion de la

Arquitectura, y excusarlo adelante, y ser tan forzo

sa á nuestra arte , viene bien rematar con ella las

partes del Debujo. Muchos valientes pintores la han

estudiado de propósito , y si dijese que han sido los

mejores arquitectos , no me parece erraría. Y así,

digo, que como fuese sin menoscabo de las demás

partes de la pintura (que habemos dicho), seria útil

el estudiarla de propósito para los edificios, tem

plos y casas que se ofrecen poner en ejecucion. Te

niendo buena noticia de las cinco órdenes , de las

medidas, diferencias de miembros y ornatos que á

cada una de ellas pertenece. Porque el que es aven

tajado debujador (cosa cierta es) enriquece y ador

na más gallardamente sus trazas, siendo de ordina

rio los que estudian la Arquitectura canteros, alba-

ñiles y carpinteros , los cuales aprenden de los li

bros las medidas ; pero no los adornos ni la gala de

los recuadros, cartelas, tarjas y ornatos caprichosos,

bizarría de remates, festones, grutescos, mascaro

Page 386: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. IX. ,379

nes y serafines , y otras mil galas que usan los pin

tores y escultores, como Gerónimo Fernandez, Fran

cisco Merino, Pablo de Céspedes y Antonio Mohe-

dano en su Arquitectura. Y de esto no hay nada u Anemia , i.

.... «i 'i i perspectiva , la ar-

escrito ni estampado, de que poderse aprovechar, quil<,ctura noIapo.

si bien en lo demás puede seguir cada uno el autor dia *° ln"ar mei°r

que sus mesmos

que más le agradare (pues son muchos), á quien le autore.. Y por esta

remitimos. «.u **■-•«* vu«v.íiiUW. manos por más

veneracion.

CAPITULO IX.

DFX COLORIDO Y DE SUS PARTES.

Es el colorido la tercera y última parte de la pin

tura (como se dijo en el capítulo primero de este

segundo libro). Es la parte con que más se declaran

y distinguen las cosas naturales y artificiales, y aun

que no cae debajo de preceptos infalibles como el

dibujo (y por esta causa está reducido á opiniones

y caminos diferentes ) todavía los grandes artífices

han hablado y escrito mucho de él , para guiar á

los demás , de cuyos pareceres y sentencias haré-

mos una rica tela , para dar bastante luz de este

arte. Pero será justo comenzar por los colores,

cuántos y cuáles sean los verdaderos, y de esto oir

á quien habla más científicamente, que es Leon Ba

tista Alberto, en esta manera :

1. «Dícese que Eufranor, pintor antiguo, escribió Lib. i de la pint.

Page 387: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

380 ARTE DE LA PINTURA.

«de colores, mas estos escritos no existen. No dcs-

>> precio á los que filosofando disputan que la espe

«cie de los colores son siete, y que el blanco y el

»negro son los dos extremos, entre los cuales hay

«uno en el medio ; y que entre estos dos extremos y

«el medio de cada parte hay otros dos, y uno de

«estos dos se acerca más al extremo.»

2. «Mas bástale al pintor saber cuáles. son los co-

«lores, y de qué modo se haya de servir de ellos:

«yo no queria ser reprendido de los que saben más,

«los cuales (siguiendo á los filósofos) dicen que en

«naturaleza de las cosas no se hallan sino los ver-

«daderos colores, que son el blanco y el negro: y to-

«dos los otros nacen de la mezcla de estos. Yo, como

«pintor, lo entiendo de esta manera, que mediante

«juntarse entre sí, nacen otros muchos. «

3. «Pero acerca de los pintores, cuatro son el gé-

«nero de los colores, como son cuatro los elemen-

«tos, de los cuales se sacan muchas especies , por-

•>que lo que parece al fuego es colorado, y al aire

«el azul, y al agua el verde, y á la tierra el pardo ó

«ceniciento ; y todos los demás salen de estos. «

4. «Son el género de colores (como se ha dicho)

«cuatro, los que con el blanco y el negro se engen-

«dran innumerables especies; vemos las hojas de

>>los árboles verdes perder tanto de su color, que

«poco á poco quedan blancas : lo mismo vemos en

«el aire, el cual tal vez por tomar algun vapor blan-

«co del horizonte, participa su propio color: demás

«desto vemos las rosas, algunas de las cuales son

«tan encendidas, que imitan al carmín, otras pare-

«cen á las mejillas de las doncellas, otras álablan

Page 388: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. IX. 381

«cura del marfil. Hasta la tierra toma el color en

«virtud del blanco ó del negro.«

5. «No, pues, el aj untamiento del blanco muda el

«género de colores, mas produce y cria otra especie,

«y con la misma fuerza lo hace el negro, aunque de

«este nacen muchas especies. Porque este color me-

«diante la sombra se altera, aunque primero se vea

«manifiesto. Así, creciendo las sombras, la claridad

«y blancura del color falta, y creciendo la luz apa-

«rece más Cándida. Y por esto se puede persuadir al

«pintor que el blanco y el negro son verdaderos co-

»lores y alteradores de los demás. « Y concluye :

6. «Puesto que el pintor no ha hallado más que

«el blanco, mediante el cual pueda exprimir el úl-

«timo candor de la luz, ni con que pueda represen -

«tar la oscuridad de las tinieblas mejor que con el

«negro, así, tú no hallarás más en alguna parte que

«estos dos, libres de los otros.«

No menos doctamente discurre Leonardo de Vin-

ci en el grado de los colores, y con más brevedad y

claridad dice :

« El blanco es el primero en el orden de colores sim- do,■™, co.

«ples, el amarillo el segundo, el verde el tercero,

«el azul el cuarto, el colorado el quinto, y el negro

«el último. El blanco por la luz, el amarillo por la

«tierra, el verde por el agua, el azul por el aire, el

«colorado por el fuego, y el negro por las tinieblas

«y oscuridad.« Y más abajo :

«El azul y el verde no son simples por sí, porque Docum. G2.

«el azul es compuesto de luz y de tinieblas. El ver-

«de es hecho de un simple y de un compuesto, esto

«es de azul y amarillo.«

Page 389: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

382 ARTE DE LA PINTURA.

Volviendo, pues, al colorido (como el que habló

tambien do todo), comenzará Ludovico Dolce así:

Diilof. Aretioo. «Vengo al colorido; de cuánta importancia sea,

»nos dan bastante ejemplo aquellos pintores que no

«sólo á las aves y caballos engañaron, mas á los

«mesmos artífices.« Y luego :

«Esto nos da á entender el mucho cuidado que

«ponian los antiguos en el colorir, porque sus cosas

«imitaran á las verdaderas. Es cierto el colorir de

«tanta importancia y fuerza que cuando el pintor va

«imitando bien las tintas , la morvidez de las car-

«nes, y la propiedad de cualquier otra cosa, hace

«parecer sus pinturas vivas, y tales que no les falta

«más que el respirar.«

cap. i de esie 2 Hicimos division del colorido entres partes, con

uco, pane i dei viene á saber: hermosura, suavidad y relievo: de la

colorido. . iiiii

primera parte que es la hermosura , se lia habladoLA HERMOSURA, r r 1

asaz en muchas partes de esta obra, conforme á las

ocasiones y propósitos que se han ofrecido: ahora

conviene acomodarla al colorido. Porque es cierto

que la pintura hermosa, con la propiedad que tiene

cada sugeto, es la que entre todas se lleva la ven

taja, y generalmente agrada á todos, sábios é igno

rantes como lo vemos en el natural, que una mujer

hermosa, un lindo niño, un viejo ó vieja de buena

gracia y agradable semblante, lleva los ojos de to

dos tras sí, y lo feo y oscuro es desagradable , aun

que sea natural. Así lo dice Leon Batista Alberto.

7. «Nosotros habemos aprendido mediante el uso

«de pintar, que la naturaleza aborrece lo oscuro y lo

«hórrido, y cuanto más sabemos tanto más inclinamos

«la mano á la gracia y gentileza, y así naturalmen-

Lib. de la pint.

Page 390: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. IX. 383

«te amamos las cosas claras y abiertas. « Y más ade

lante :

«Yo querría que el género y especie de colores

«en todo cuanto se quisiere hacer ,~ se viesen con

«cierta gracia y gallardía en la pintura. Y entonces

'>sucederá esto, cuando los colores se juntaren unos

«á otros con advertida diligencia: como si pintase

> á Diana que guia un baile ó danza, entonces seria

«conveniente vestir la ninfa que está más cerca de

«un trapo verde claro, la otra de blanco, la otra de

«rojo y la otra de amarillo. Y demás de esto (por

«medio de la diversidad de colores) de tal manera

«estén vestidas, que siempre los colores claros se

«junten con los oscuros (aunque sean de diverso

«género) y de aquel ayuntamiento proceda (me-

«diante la variedad) mayor gracia y (mediante la

«competencia) mayor belleza. « Y prosigue :

8. «Verdaderamente entre los colores hay una

«cierta amistad, que junto el uno con el otro, le

«acrecientan más hermosura, porque si se mete el

«color rojo enmedio del azul, y del verde, les aña-

«den un nuevo lustre y decoro. El color Cándido,

«no solamente al pardo ó cenizo causa alegría, mas

«casi á todos los colores.«

9. «Los colores oscuros están, no sin dignidad,

«entre los claros; y de la misma manera los claros

«se colocan bien entre los oscuros. «

«Dispondrá pues el pintor para la historia esta va

ciedad de colores tan convenientes que habemos

«dicho.«

La unión y suavidad es lo segundo importantísi- 2 pane dei colorido

mo á la pintura. u mvtDAD.

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384 ARTE DE LA PINTURA.

i part. cap. 18. «La union (dice el Vasari) es una discordancia de

«colores diversos, juntos y acordados entre sí; los

«cuales muestran diferentemente las partes de lasfi-

«guras : como las carnes distintas de los cabellos, y

«los paños de diferente color separados unos de otros. «

«Cuando estos colores se ponen en la obra encen-

«didos ó muy vivos, con una discordancia desapa

«cible, y tal que son teñidos y cargados de mucho

«cuerpo (como usan algunos pintores) el dibujo vie-

«ne á ser ofendido, de manera que las figuras antes

«parecen metidas de aquel color, que pintadas con

«el pincel : el cual las realza y asombra, y hace pa-

«recer de relievo y naturales.« Y pasa admirable

mente adelante.

Todas las pinturas sean a óleo ó fresco ó temple,

se deben hacer de tal manera unidos sus colores,

que aquellas figuras que en la historia son las prin

cipales, estando delante, se conduzcan sus colores

claros, y los paños de la mesma suerte, y las que

van disminuyendo y entrándose más adentro, va

yan pareciendo poco á poco en el color de la carne

y en las ropas más oscuras, y principalmente se tenga

grandísima advertencia de poner siempre los colo

res más alegres, deleitables y hermosos, en las fi

guras principales, y que justamente son enteras y

no medias y las más vistas y consideradas. Y las

otras que sirven casi siempre por campo de ellas,

sean coloridas con colores más fuertes, que así ha

cen parecer más vivas las que están á su lado. Por

que los colores melancólicos y pálidos, hacen más

alegres los que tienen junto á sí y de una resplan

deciente belleza.

Page 392: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

. LIBRO SEGUNDO, CAP. IX. 383 '

No se deben vestir los desnudos de colores tan

cargados, y de tanto cuerpo , que dividan la carne

del paño cuando el paño atraviesa el desnudo , más

el color de las luces del paño sea claro y semejante

á la carne, ó amarillo, ó rosado, ó violado, cambian

do los fondos oscuros con verde, azul ó morado. Que

unidamente se acompañen en el girar de las figuras

en su misma sombra , de la suerte que vemos en el

vivo, que las partes que se avecinan más á la vista

tienen más de luz, y las otras pierden de ella y del

color.

Así en la pintura se deben gastar los colores con

tanta union que no se deje un oscuro y un claro

desagradablemente oscurecido , ó realzado, de ma

nera que hagan discordancia, ó desunion desapaci

ble, salvo en los batimientos, que son las sombras

cortantes que hacen las figuras que están delante la

una de la otra, cuando la luz hiere en la primera y

asombra á la segunda. Y aún en esta ocasion quie

ren serlas sombras unidas con dulzura, porque quien

hace esto sin órden hace antes un tapete ó una pin

tura de naipes, y no carne neida, ó paño mórbido,

ó cosa esfumada, delicada y dulce.

Porque de la suerte que las orejas quedan ofendí- EjCT

das de una música que hace estruendo y disonancia,

así quedan los ojos ofendidos de los colores muy

cargados, ó muy crudos, porque siendo muy encen

didos ó muy vivos ofenden el dibujo, como lo de

masiadamente soplado parece cosa vieja y muerta,

pero ha de caminar siempre entre estos dos extre

mos, usando de dulzura y fuerza.

Tambien se han de variar las carnes, haciendo los

25

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386 ARTE DE LA PINTURA.

niños y mancebos más frescos que los viejos, jun

tando lo tierno y lo carnoso con lo seco y arrugado,

que hace una maravillosa consonancia.

En esta pintura dulce y unida, se conocerá la in

teligencia del artífice, y con la suavidad del colo

rido saldrá la bondad del dibujo, dando á la pintu

ra belleza y relieve.

Hasta aquí el Vasari y prosigue el Dolce.

Diálog. Atetiuo. Es la principal parte del colorido la contraposi

cion que hace la luz á la sombra , á que se da un

medio que une el un contrario con el otro , y hace

parecer las figuras redondas, y más ó menos distan

tes (segun la necesidad) debiendo el pintor advertir

que al colocarlas no hagan confusion. En que es

forzoso igualmente el conocimiento de la perspecti

va para el disminuir de las cosas que se apartan y

fingen léjos. Mas conviene atender siempre á las

tintas principálmente de las carnes y á la suavidad,

porque muchos hacen algunas que parecen de jaspe

así en el color como en la dureza, y las sombras son

tan crudas que las más veces acaban en puro negro.

Otros las hacen demasiado de blancas, otros dema

siado de rojas; yo gustaría que fuese el color algo

trigueño, antes que desconvenientemente blanco, y

' desterraría de mis pinturas las mejillas encendidas

y labios de coral, porque tal vez parecen máscaras.

Lo moreno claro fué muy usado de Apéles, y por

esto Propercio, reprendiendo á su Cintia que se afei

taba, le dice, que deseaba que mostrase tal limpieza

en el color cual se veia en las tablas de Apéles.

Verdad es que las tintas se deben variar conside^

rando la edad y sexo; porque un color conviene á la

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LIBRO SBGUNDO, CAP. IX. 387

doncella, otro al mancebo, otro á la mujer anciana,

otro al viejo; y no conviene al trabajador, el que á

un delicado gentil hombre.

Es necesario tambien que la pinta de los colores

sea unida y suave , de modo que represente el na

tural y no ofenda á los ojos con los perfiles de afue

ra (los cuales no hace la naturaleza) ni con la ne

grura de las sombras crudas y desunidas.

Así la principal dificultad del colorido está en la

imitacion de las carnes, y consiste en la variedad

de las tintas y en la suavidad y morbideza de ellas.

Conviene despues saber imitar los colores de los pa

ños, sedas y oros de todas calidades, con tanta des

treza que se vea la ternura ó dureza más ó menos,

segun que á la condicion y variedad de cada cosa

conviene. Háse de saber fingir el lustre de las ar

mas, la oscuridad de la noche, la claridad del dia,

los relámpagos, fuegos y lumbres, agua, tierra, yer

bas, peñas, árboles, prados, flores, frutas, edificios

y animales, y tantas cosas y tan vivas, que no har

ten jamás los ojos de quien las mira.

Ni crea alguno que la fuerza del colorido consiste

en la eleccion de hermosos colores, como lindo car

mín, lindo azul ó lindo verde y otros semejantes,

porque estos colores son hermosos de por sí, sin que

se pongan en la obra ; consiste , empero , en el sa

berlos manejar convenientemente. Ultimamente,

procure el pintor que sus figuras muevan los áni

mos, algunas turbándolos, otras alegrándolos, otras

inclinándolos á la piedad, otras al desprecio, segun

la calidad de las historias. Y faltando en esto pien

se no haber hecho nada.

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388 ARTE DE LA PINTURA.

Todo esto es del Dolce:

4. Que atribuyo, con razon, tanta variedad de afec

tos y pasiones á los colores, porque (como habe

mos dicho) cualquiera cosa que sobreviene á Ja

compuesta de materia y forma es accidente, y los

colores son accidentes que llevan la pintura á su

última perfeccion. ¿Qué dice Leonardo de Vinci

del colorido y suavidad?

«Tú que quieres agradar á diversos juicios, harás

en una historia que haya cosas de grande oscuridad

y de gran dulzura de sombras, haciendo notoria la

causa de esta diferencia.«

«Las figuras de cualquier cuerpo se obligan á se

guir la luz en la cual tú finges que están, si mues

tras que están en el campo cerca las de gran suavi

dad de luz, no habiéndose descubierto el sol, y si el

sol sale á verlas, serán muy oscuras sus sombras

respecto de la parte iluminada.«

«Si finges la figura dentro de una caja oscura y la

miras de afuera, harás esfumadas las sombras, que

le dan mucha gracia, y honor á su imitador, por ser

de gran relieve, y sombras dulces y suaves , princi

palmente en aquella parte donde se ve menos la os

curidad de la habitacion. «

«No hagas el fin de las figuras de algun color di

ferente del propio campo, porque no cause perfiles

oscuros entre las figuras y el campo.«

«Donde la sombra confina con la luz tendrás res

peto donde es más clara que oscura, y donde ella es

más ó menos esfumada, respecto de la luz. Y sobre

todo te acuerdo que en los mancebos no la hagas

determinada ó desunida, como hace la piedra, por

Page 396: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. IX. 389

que la carne tiene un poco de lustre trasparente,

como se ve en una mano puesta decante del sol, que

parece más encarnado y resplandeciente; y si quie

res ver qué sombra conviene á la carne, la harás

sobre la pintura con tu dedo, segun la quisieres

más clara ó más oscura, m¿s cerca ó más léjos.«

«Usa de la regla que causan los rayos del sol en

el arco celeste si quieres hacer que la variedad de

un color dé gracia á otro, porque se acrecienta la

hermosura del claro junto al oscuro.«

«Yo he observado este documento con atencion

en los colores del iris, y los pondré aquí para quien

los quisiere imitar con puntualidad, que están ma

ravillosamente compartidos. Comienza en un mora

do alegre, llégasele el carmín y blanco, que hace

un gracioso rosado ; júntase con el bermellon y

blanco mezclado entre sí, y á este el hermoso ama

rillo gualdado, al amarillo el verde claro, luego el

lindo azul, que remata en otro morado, como co

menzó ; únese con tanta suavidad el un color con

el otro, que se pierde en tocando á su compañero,

contendiendo cada cual en aventajarle en viveza y

hermosura.« Añade Leonardo :

«Demuestra la variedad de los colores, cerca de

la parte iluminada, y los campos de las figuras,

con advertencia, que si es la figura clara sea el

campo oscuro, y claro si la figura es oscura. Con

vienen bien entre sí el verde , el colorado y el mo

rado, y el amarillo y azul.«

Y porque acabemos este capítulo dulcemente,

pues trata de la hermosura y suavidad del colorido,

sea el Dolce quien ponga la última mano en él,

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390 ARTE DE LA PINTURA.

pues la tiene tal. Pone tres valientes coloridores,

por ejemplo, para que siguiendo' cada uno al que

fuese más conforme á su inclinacion y natural, se

acreciente y mejore en esta parte tan ilustre; irán

por el orden que los pone, dejando otros muchos á

quien se podrá tambien seguir.

Dice así :

«Sobrepujó en el colorido el gracioso Rafael de

«Urbino á todos cuantos pintaron antes de él ; así á

«óleo como á fresco, y á fresco mucho más; y afir-

«mo que sus cosas pintadas en pared vencen al co

lorido á óleo de muchos valientes maestros; y son

«esfumadas y unidas con bellísimo relievo, y con

«todo aquello que puede hacer el arte.«

Y haciendo memoria de Iulio Romano, discípulo

del mismo Rafael, dice:

«Mas fué vencido del colorido y de la gentil ma-

«nera de Antonio Corregio, hermosísimo maestro.

«Del cual en Parma se ven pinturas de tanta belle-

«za, que parece que no se pueden desear mejores.

«Es verdad que fué más hermoso coloridor que de-

«bujador. » Y concluye :

«A Ticiano sólo se ha de dar la gloria del perfeto

«colorir, la cual no alcanzó ningun antiguo, y él

«caminaba á la par con la Naturaleza, y todas sus

«figuras son vivas, y se mueven, y las carnes tiem-

«blan. No ha mostrado en sus obras hermosura vana,

«mas propiedad conveniente de colores.; no ornatos

«afectados, mas solidez del maestro; no crudeza,

«mas lo pastoso y tierno del natural, y en sus cosas

«la luz y sombra se pierden y disminuyen con aquel

«mesmo modo que lo hace la mesma Naturaleza; y se

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LIBRO SEGUNDO, CAP. IX. 391

«conoce claramente que ella lo hizo pintor. Y final-

«mente, es en la pintura divino y sin par, y no se

«desdeñara el mesmo Apeles, si viviera, de honrar

«lo.« Todo esto es de Dolce.

Si no los he entendido mal , ilustremente nos han

enseñado en la materia del colorido los cuatro va

lientes sugetos presentes. Y todos nos encaminan á

la imitacion del natural (como lo habemos dicho

en muchas partes destos tratados , y lo contrario se

debe tener por sospechoso) , y así Pablo de Céspe

des , grande imitador de la hermosa manera de An

tonio Corregio , y uno de los mayores coloridores

de España, á quien puedo decir con razon que le

debe la Andalucía la buena luz de las tintas en las

carnes , como lo tiene mostrado en esta ciudad , y

en Córdoba, su patria, en el famoso retablo del co

legio de la compañía de Jesus de aquella ciudad,

en el cuadro principal del entierro de la gloriosa

Virgen Santa Catalina mártir, donde se ven ánge

les bellísimos, y tales, que parece que bajaron del

cielo al monte Sinaí á hacer las exequias de aque

lla Santa Virgen. Este gran pintor español (de quien

hablo más largamente en otra parte) acabo con sus

elegantes versos este capítulo , quedando para el

siguiente la parte última del colorido, que trata del

relievo.

Y pues ya sale y resplandece y dora

(con belleza de luz el nuevo dia)

el cielo oscuro la florida aurora

y alza la faz rosada á l'aura fria :

á vos llamo, y á vos conozco aliora,

ilustre y animosa compañía,

Page 399: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

ARTE DE LA PINTURA.

que conmigo entendido aquella parte

habeis de los principiosjle aquesta arte.

Mas, ¿qué me canso de pintar, si'al vivo

desfallece el matiz y apenas llega?

¿Si con humilde ingenio lo que escribo

mal el verso declara ó mal despliega?

Del natural pretende alto motivo

seguir, que á solo estudio no se entrega,

Del natural recoge los despojos

de lo que pueden alcanzar tus ojos.

Busca en el natural, y (si supieres

buscarlo) hallarás cuanto buscares ,

no te canse mirarlo, y lo que vieres

conserva en los diseños que sacares,

en la honrosa ocasion y menesteres

te alegrará el provecho que hallares,

y con vivos colores resucita

el vivo, que el pincel é ingenio imita.

No me atrevo á decir ni me prometo

todas las bellas partes requeridas

hallarse de continuo en un sugeto

todas veces, sin falta recogidas:

aunque las cria sin ningun defeto

(á todas en belleza preferidas)

naturaleza ; tu entresaca el modo,

y de partes perfetas haz un todo.

Page 400: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. X. 393

I

CAPÍTULO X.

EN QUE SE PROSIGUE LA MATERIA DEL COLORIDO.

La más importante de las tres partes en que divi

dimos el colorido es esta postrera, que es el relievo,

de que se hablará en este capítulo : digo que es la

más importante, porque tal vez se hallará alguna

buena pintura que carezca de hermosura y de sua

vidad , que por tener esta parte de la fuerza y re

lievo, y parecer redonda como el bulto y como el

natural , y engañar á la vista saliendo del cuadro,

so le perdonan las otras dos partes : las cuales- no

son de tanta obligacion como esta. Porque muchos

valientes pintores pasaron sin la hermosura y sua

vidad, pero no sin el relievo, como el Vasari , Mi-

cael Angel , Caravagio y nuestro español Joseph de

Rivera ; y aún tambien podemos poner en este nú

mero á Dominico Greco , porque aunque escribimos

en algunas partes contra algunas opiniones y para

dojas suyas, no lo podemos excluir del número de

los grandes pintores , viendo algunas cosas de su

mano tan relevadas y tan vivas (en aquella su ma- gn

nera) , que igualan á las de los mayores hombres

(como se dice en otro lugar), y no sólo se ve la

verdad de lo que vamos diciendo en estos pocos que

hemos puesto por ejemplo , pero en otros muchos,

que los siguen: que no sólo no pintan cosas hermo-

Page 401: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

394 ARTE DE LA PINTURA.

sas, mas antes ponen su principal cuidado en afec

tar la fealdad y fiereza. /

Comiencen, pues, á autorizar nuestra doctrina los

valientes hombres de Italia, de quien nos hemos

valido hasta ahora, y á quien no podemos recusar

por apasionados: y sea el primero Leon Batista Al

berto, que dice de esta manera :

Lib. 2 de la p¡nt. « Yo afirmo que la variedad y la abundancia de

«colores da mucha gracia y gentileza á la pintura.

«Más querría que los grandes pintores juzgasen

«que se debe poner toda industria y arte en colocar

«bien el blanco y el negro , y que en acomodarlos

«se ha de aplicar todo el ingenio y diligencia. Esta

«alabanza fué atribuida antiguamente á Nicias, pin-

«tor ateniense.

«La primera cosa que ha de desear el maestro ha

«de ser que sus pinturas parezcan de gran relievo.

«Cosa que (como al primero) se atribuye á Zeusis,

«nobilísimo y antiquísimo pintor.

«Yo haré estimacion y alabaré mucho aquellos

«rostros pintados, que á los doctos é ignorantes pa-

«recen de relievo , y que salen fuera de la tabla. Y

«por el contrario tendré en poco los que no mues-

«tran el arte sino en los perfiles.

«Mas porque importa imitar las luces con el blan-

«co y las sombras con el negro, te advierto que

«pongas tu principal estudio en conocer aquellas

»superficies, que son tocadas ó de la luz ó de la

«sombra, esto imitarás admirablemente del natural

«y de las mismas cosas.

»Ayudárate con gran facilidad á conocer esto

«(como escogido juez) un claro y lindo espejo. Por

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LIBRO SEGUNDO, CAP. X. 393

«que no sé en qué modo las cosas pintadas alcan -

«zan cierta gracia en el espejo, donde aparecen sin

«algun defecto ; ultra de esto es cosa maravillosa,

«que los defectos de la pintara parecen en el espejo

«más feos. Enmienden, pues, las cosas retratadas Maravilloso medio

«del natural, mediante el juicio del espejo.« Así lo elesPeJ«'

siente tambien Leonardo de Vinci.

«Si te falta la práctica, no recuses el retratar del

«natural, mas debes tener un espejo llano cuando Docum' iQ'

« pin tes, y á menudo mirar dentro de él tu obra, la

«cual sea cotejada con el opuesto original, y así

''conocerás mejor tus yerros. Y entonces será bien

«dejarla y tomar un poco de solaz ó entretenimien-

«to , para que volviendo á ella tengas más libre y

«mejor disposicion.

«Si finges las figuras al Sol, haz oscuraslas som- H2.

«bras y gran plaza de luz; y en el suelo las som-

«bras sean determinadas. Si es el tiempo nubloso,

«haya poca diferencia de la luz de las sombras, y

«excusar las de los piés. Y si pones la figura dentro

«de casa, haz gran diferencia de la luz resplande-

'■ ciente y poderosa, y las sombras oscuras y deter-

«minadas en paredes y en el suelo.» Atiéndase á este

documento, que es maravilloso.

«La primera intencion del pintor es hacer que en 158.

«una superficie plana se muestren los cuerpos rele-

«vados y apartados del plano. Aquello que en tal

«arte más excede álos otros, aquello merece mayor

«alabanza. Y esta investigacion (antes la corona de

»tal ciencia) dan las sombras y luces, ó el claro y

«oscuro, üe suerte que si huyes delas sombras, huyes

«la gloria del arte acerca de los buenos ingenios,

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396 ARTE DE LA PINTURA.

«y la alcanzas de los ignorantes y del vulgo. Los

«cuales no desean otra cosa que la hermosura de

«los colores, no conociendo el relievo y bondad de

«tal ciencia.

19. «Y pues ves por experiencia, que todos los cuerpos

«son creados de luz y sombra, tú, pintor, acomoda

«que aquella parte que es alumbrada acabe en cosa

«oscura, y asimesmo por la parte del cuerpo som

brosa, acabe en cosa clara. Y esta regla ayudará

«grandemente á relevar tu figura.

49. «Las figuras parecerán más relevadas de su cam-

«po, cuando fuera claro ú oscuro el color con la va

ciedad posible. Y en los fines se observará la dis

minucion de la claridad en el blanco, y de la os

curidad en el color oscuro.« Hasta aquí Leonardo

de Vinci. Y confírmalo el Dolce lindamente.

,So Arei. "Estas luces y sombras puestas con juicio y arte,

«hacen redondear las figuras y les dan el relievo

«que se pretende. Del cual las que carecen de él

«parecen pintadas, y se queda plana la superficie.

«Porque quien alcanza esta parte tiene una de las

«más importantes al pintor.«

Es esto tan verdad, que vemos á cada paso cómo

nos engañan gloriosamente las cosas de los valien

tes pintores en estaparte, pareciendo redondas y

vivas. Pero ¿qué mucho? Si los que no son tales lo

consignan tal vez ; y nos hacen dudar (como se ex

perimenta) aún faltando la buena proporcion y los

verdaderos perfiles : por estar la figura en campo

negro, ó por la comodidad de la luz escasa. Hasta

un estofador con una puerta fingida en la pared, en-

frente de otra verdadera, nos hizo creer que no era

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LIBRO SEGUNDO, CAP. X. 397

pintada y nos convidó á entrar por ella. Tanta es

la virtud del relievo.

Paréceme que habré satisfecho bastantemente á

las otras cosas que atribuí al colorido, con lo que

traje en el capítulo pasado, y en este, de pareceres

escogidos de tan grandes hombres. Y que añadir á

lo que tan doctamente explican, es atrevimiento;

porque sin duda se recibirá mejor lo que ellos di

cen. Y yo pasaré á otras cosas, dejando al último

libro de la Práctica y ejercicio del pintar, lo par

ticular del colorido.

Y aunque en el capítulo siguiente se haya de tra

tar algo este propósito, no será fuera dél advertir

en este que las tres partes en que habemos dividido

el colorido, que son hermosura, suavidad y relievo,

autorizadas con el parecer de tan grandes sugetos,

por la mayor parte acompañarán (como tan forzo- '

sas) á los grandes pintores que ejercitaren la parte

más grave y más honrosa de la pintura, que perte

nece á la expresion de las sagradas imágenes y di

vinas historias, que es el fin ilustre (como se ha di- ta. i. caP. i.

cho) de los pintores católicos. Digo que la mayor

parte, porque no hay regla que no tenga su excep

cion, y no es mi intento limitar este punto, ni com

prender en esto á muchos valientes hombres , ni á

los que puse al principio de este capítulo , atribu

yéndoles el relievo. Porque hasta en la antigüedad

hubo esta diferencia entre los artífices, porque Pli- ub 35 caP. 10.

nio hace mencion de un pintor llamado Pireico, que

lo fué de cosas humildes (pero en aquel género de

mucha fama), pintaba barberías, tiendas de oficia

les, animales, yerbas y cosas semejantes, de donde

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398 ARTE DE LA PINTURA.

le llamaron Riparógrafo. Pero fuéron muy estima

das y premiadas sus obras. Que era como los que

en este tiempo pintan pescaderías, bodegones, ani

males , frutas y países : que aunque sean grandes

pintores en aquella parte , no aspiran á cosas ma

yores, con el gusto y facilidad que hallan en aque

lla acomodada imitacion: y así, las repúblicas y

reyes no se valen de ellos en las cosas más honro

sas y de mayor majestad y estudios, y no les hace

mucha falta la hermosura y suavidad, aunque el re-

lievo sí : mas á los que están obligados á pintar án

geles, vírgenes y santos, y sobre todo á Cristo

Nuestro Señor y su Santísima Madre, y todas las

sagradas historias, bien se ve la suavidad, belleza,

decoro y todo lo demás que pertenece á los tales

artífices. Y pasando adelante, traigo una curio

sidad de Leonardo de Vinci en uno de sus docu -

mentos.

«He probado (dice) algunas veces no ser de poca

«utilidad cuando te halles solo á oscuras en tu cama

«andar con la imaginacion repitiendo los linea-

«mientos superficiales de las formas estudiadas, para

«confirmar las cosas más en la memoria.«

Yo paso este laudable consejo tambien al colori

do, y digo : piensa atentamente en las famosas pin

turas que has visto , y en las cosas naturales, co

tejando lo uno con lo otro : inquiriendo y buscan

do en aquella retirada quietud lo más perfecto y

hermoso, dulce y relevado. Porque haciendo la ima

ginacion este sabroso ejercicio, se retiene, guarda,

y confirma en tu memoria mucha variedad de cosas

de las que has visto.

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LIBRO SEGUNDO, CAP. X. 399

Parece que quiso decir esto el racionero Céspedes

en estas dos octavas :

En el silencio oscuro su belleza

desnuda de afectadas fantasías,

le descubre al pintor naturaleza

por tantos modos y por tantas vias :

para que el arte atienda á su lindeza

con nuevo ardor, cuando en las cumbres frias

la luna embiste blanca y en cabello

al pastorcillo desdeñoso y bello.

Las tristes espeluncas escondidas

de árboles silvestres y sombríos,

los sacros bosques, selvas extendidas,

entre corrientes de cerúleos rios,

vivos, largos y perlas esparcidas,

entre esmeraldas y jacintos frios,

contemple, y la memoria entretenida

de varias cosas quede enriquecida.

Y pues no es ageno del intento, y nos acercamos

al fin de este libro segundo, lograré algunos precep

tos generales de los que escribió en lengua flamen

ca Carlo Vanmander, natural de la ciudad de Har-

lem, en Holanda, en su libro de pintura impreso

año de l604, de quien hemos hecho ya mencion, y

la harémos adelante.

No encamines la cabeza á la parte donde inclina cP. 4 precei. 8.

el cuerpo en la figura plantada.

En la figura que trabaja, trabajen todas sus par- 17

tes y músculos.

No se ha de encubrir en la ropa la gracia de los n.

perfiles del desnudo.

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400 ARTE DE LA PINTURA.

18. En la figura de rodillas antes junten los piés que

las rodillas, para mejor gracia.

22. No siga la figura en brazos y piernas un mismo

movimiento.

23. No tengan los movimientos demasiada violen

cia , porque no parezcan las figuras desvergon

zadas.

22. Al brazo que sale afuera en la figura le ha de

corresponder la pierna contraria, sacándola tambien

afuera para mejor movimiento.

19. Piés y piernas en la mujer, estando plantada, no

se han de apartar, porque es contra la honestidad.

23. El demasiado escorzo en una figura es desgra

ciado.

25. - No se ha de levantar la cabeza más de cuanto

pueda mirar derecha y descansada al cielo.

26. No vuelva la cabeza más de hasta poner la barba

enfrente del sobaco.

25. No se doble la figura de manera que los hombros

bajen del ombligo.

27. En la figura cargada , la pierna que correspon

de al peso se ha de reservar de caminar, de ma

nera que la más descargada ayude libremente á la

figura.

28. En la figura que camina no ha de haber más que

un pié de claro entre los dos.

20. En la figura que corre, parezca en todos los

miembros aquella agilidad y ligereza con que se

ayudan unos á otros.

3g. Represéntese en cada figura el movimiento y efec

to que su edad pide, el viejo como viejo, y el ma

ncebo como mancebo.

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LIBRO SEGUNDO, CAP. X. 401

No se le apliquen á la figura de mujer las fuer

zas en el movimiento y accion como al varon, por

que sus movimientos son más flacos.

En las figuras de mujeres no se les ha de dar el

semblante y compostura á las vírgenes que á las

matronas de más edad.

Y generalmente los movimientos de las mujeres

han de ser honestos y recogidos, en cualquiera plan

tado que tengan.

Los hombres robustos y fuertes han de tener así

los movimientos, y los mancebos más suaves y con

más ligereza.

En el historiado conviene hacer montones de

figuras, unos cercay otros desviados, sentados unos

y otros en pié, descubriendo campo entre unos y

otros ; y en léjos, como en una batalla, se vean al

gunas figuras por entre las demás.

Micael Angel más atendió en el juicio á cada

figura de por sí, que á la disposicion del historiado,

y así usó de pocas disminuciones y apartamientos.

Es cosa loable que todas las historias tengan

armonía y consonancia en la disposicion y en las

figuras, y que guarden en todo hermosura en la va

riedad y diferencia.

Guárdese en el historiado que unas figuras en

tren y otras salgan, y haya unas fronteras, otras

de medio perfil, unas sentadas, otras de rodillas y

otras que se van á sentar ó á levantar, conforme á

la historia; mirando arriba y abajo, y en suma se

guarde en todo variedad y diferencia.

Siempre se excusa en las historias lo que algu

nos usan, que es" poner delante medias figuras de

26

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402 ARTE DE LA PINTURA.

hombres ó de animales para hacer la historia ma

yor, si no le obliga el haber delante algun campo

ó historia que signifique impedir la vista de toda la

figura.

Hánse de poner en las historias figuras de todas

edades, niños, varones, mancebos y mujeres con

diferentes animales, edificios y países por léjos, que

es lo más agradable.

No pidiéndolo la historia, es enfadosa cosa la

muchedumbre de figuras sin necesidad, que estor

ban las unas á las otras.

No estando bien acabado lo que á la historia per

tenece no es agradable, porque muchas cosas dife

rentes bien hechas dan sumo gusto á la vista.

Tambien se debe usar en las historias, para que

se gocen las figuras, poner unas altas y otras bajas;

otras subidas en árboles, y sobre las columnas de

los edificios asidas con ellas, y sobre diferentes sue

los y campos levantados.

Las figuras principales y de mayor autoridad se

pongan siempre delante, ó en pié ó asentadas, para

que la historia sea luego conocida, conforme lo

pide la razon ; y los que con ellas hablan ha de ser

con humildad y respeto.

Es cosa conveniente que cada figura haga el efec

to que se pretende , y represente (como sucede en

una comedia) la parte que le pertenece, ó de grave

dad, ó de humildad.

En suma, todas las acciones y efectos que hace

el natural se han de procurar en los efectos de

pintura.

Y que alguna figura en particular advierta al

Page 410: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGIMDO, CAP. X. 403

que mira del misterio de la historia. En esto sigue

á Leon Batista Alberto.

Estando una figura delante de otra, conviene que

los claros de laque está detrás sean más muertos, y

menos la fuerza de sus oscuros, para que se aparte

una de otra.

Y si habiendo muchas figuras hasta el fin fue

ren oscureciéndose, conviene que el campo tenga

la claridad conveniente para desviarse una cosa de

otra suavemente sin crudeza ; imitando en todo los

efectos del natural, porque los pintores y poetas

este es su principal fin.

En algunas historias convendrá haber figuras

de igual hermosura, como en la de Abraham con los

tres ángeles. A diferencia del juicio de Páris, donde

las dos diosas son vencidas de la hermosura de Ve

nus. Y así á este modo de otras.

Tiene mucha dificultad el pintar un rostro riendo

y otro llorando, porque en ambas acciones se le

vantan las cejas hácia la frente, y de los ojos salen

arrugas pequeñas hácia las orejas.

El rostro que llora no levanta las mejillas, antes

las baja, y la boca declina el perfil hácia abajo, en

arco abierto, los ojos algo cerrados, y las cejas en

sus principios inclinadas arriba: ejemplo es Laocoon-

te y sus hijos, y el natural.

Y para mostrar tristeza sin lágrimas, esté la cabe

za inclinada sobre el pecho, y la mano sobre el co

razon.

La boca del que rie va la línea al contrario,

levantando los extremos y haciendo arco hácia aba

jo, y relevando y hinchando los carrillos y mejillas.

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404 ARTE DE LA PINTURA.

En los incendios se ha de atender á la diferen

cia de los fuegos para el colorido, para que las lla

mas sean de diferentes colores y el humo tam

bien, conformela la cosa que se quema; y las luces

han de cercar el perfil de las figuras de la parte que

vienen, de lo más oscuro, conforme al colorido de

las llamas: esta diferencia se ve en el natural con

distincion. Hasta aquí este autor.

Pienso que algunos me agradecerán el haberles

comunicado estos preceptos, que aunque parecen

fáciles y vulgares tienen (á mi ver) viveza y espíri

tu como de hombre advertido, los cuales pudieran

haber tenido otro lugar, pero hallélos despues en el

aparato de mis papeles y para los de esta facultad

donde quiera tendrán estimacion. Por todo lo que

habemos escrito en el primero y segundo libro, se

manifiesta cuán grande es esta noble arte de la pin

tura, y cuán dificultosa de alcanzar, como lo pon

deró gravemente el doctísimo Alberto Durero, con

cuyas palabras darémos honroso remate á este ca

pítulo.

Dice así :

«Mas nadie se maraville que tantas y tan diversas

«cosas puedan venir á la memoria al enseñado artí-

«fice, á las cuales el espacio de la vida no basta,

«porque la brevedad de ella nos constriñe á dejar-

olas, por ser las que ocurran innumerables.« Y más

adelante :

«Pero muchas veces cae en suerte á alguno tal

«ingenio y tal suceso de obra, que ni en su siglo ni

«en otros siguientes tenga semejantes. Lo cual se

«puede entender de las reliquias de los antiguos,

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LIBRO SEGUNDO, CAP. X. 405\

«en cuyos pedazos, que ahora se sacan á luz, hay

«tanto de artificio que nada de nuestras cosas puede

«ser comparada á ellos.«

Adviértase con qué humildad habla un Alberto

Durero, donde descubre las grandes obligaciones

que tienen los artífices, y la ventaja que hacen las

obras de los antiguos á las nuestras, contra la opi

nion vulgar.

Y porque el instrumento de tan grandes obras es

el pincel, á quien se atribuye de ordinario todo el

poder del ingenio del pintor, acabo con este enig

ma que yo le hice :

ENIGMA.

i

De un humilde animal vengo,

soy blando de condicion,

y, sin lengua, doy razon

de todo, aunque no la tengo.

Y aún parece más que humano

de mi poder la grandeza,

porque otra naturaleza

hago al que me da la mano.

Lo que estimo sobre todo,

que no sólo artificiales

pero sobrenaturales

cosas hago de alto modo.

Todo cuanto quiero hago

y lo vuelvo á deshacer ;

un término es mi poder

y sin término mi estrago.

Es mi poder en el suelo

tan semejante al eterno,

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406 ARTE DE LA PINTURA.

que puedo echar al infierno

y puedo llevar al cielo.

Y, aquí para entre los dos,

llega mi poder á tanto,

que no sólo haré un santo,

pero haré al mismo Dios.

CAPITULO XI.

QUE DECLARA ENTRE VARIAS MANERAS DE PINTAR

CUÁL SE DEBE SEGUIR.

De la manera que la naturaleza se diferencia en

los rostros (por causa de la variedad de accidentes

que de tal manera se halla en unos que no se halla

en otros), así las varias inclinaciones llaman á los

pintores á que sigan diversos caminos, imitando á

los maestros que más se conforman con su natural

inclinacion. Y así por esta causa será bien dar algu

na luz entre tantas opiniones, á los que tienen de

ella necesidad. Fundada, no en mi autoridad, mas

en la de los antiguos y modernos más ilustres que

los han seguido. Que estos son los doctores á quien

se ha de dar crédito en esta doctrina, en cuanto se

conformaren con la razon, guia de todas artes. Con

siderando el camino que estos siguieron, aunque de

varias naciones, moderando cada uno su natural in

clinacion, y poniéndola debajo de la verdad del

arte. Y comenzando por los primeros y más anti

guos, colígese con evidencia de los casos raros, su

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LIBRO SEGUNDO, CAP. XI. 407

cedidos á estos artífices , que refiere Plinio y otros

autores, que el modo de pintar de Apéles, Protóge-

nes, Parrasio, Zeuxis y los demás era acabado como

lo es el natural, pues los engaños que de la vista

de sus obras se sucedieron fuéron de cerca y no de

léjos. Y que no eran sus pinturas á borrones ni con

fusas. Porque claro es que para engañar los pájaros

y obligarles á picar las uvas, si de muy cerca no lo

parecieran fuera disparate hacernos creer cosas se

mejantes; y que Zeuxis dijo ásu competidor Parra

sio levantase el lienzo ó él lo fuese á levantar,

teniendo el pintado por natural ; pareciéndole que

debajo de aquel velo estaba la pintura, lo cual era

imposible si no estuviera muy determinado y dulce

mente colorido. Contienda que á mi ver escribió ga

llardamente el doctor Enrique Vaca de Alfaro (cuya

temprana muerte nos privó de mayores cosas1) en

este

SONETO.

Pudo el pintor de Eraclia, en ingenioso

certamen, abatir al fiel modelo

de las opimas aves, en su vuelo

escuadron de avecillas numeroso;

Mas á idea tan diestra, á tan glorioso

pincel, burló, engaño, mentido velo,

que seca tabla, no estrellado cielo

ni bosque de Diana cela umbroso.

La victoria se arroja dignamente

el efesio pintor, ni se la niega

el culto Zeuxis de su patria gloria.

Pues vencer al artífice prudente,

más que de torpes aves copia ciega

digno es de fama, digno es de memoria.

Page 415: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

408 ARTE DE LA PINTURA.

Y por esta causa las pinturas antiguas es de creer

que fuéron acabadísimas, porque la buena manera

de pintar á temple no permite menos que mucha

union y dulzura. Y que en esto fuéron iguales á las

estátuas y simulacros de los escultores excelentes

de aquel tiempo. Pero dejando los de Apéles, Pro-

tógenes , Timantes y otros infinitos, de quien están

llenas las historias, cuyas obras ó la mayor parte de

ellas acabaron ya, no por falta de la arte, porque esta

corrió á par con la escultura como hermanas naci-

ca, l, r«P. 2. das de un mismo principio (aunque como tenemos

probado, fué primero la pintura) sino por falta de las

tablas, lienzos y muros, donde fué hecha. Al fin he

mos visto ya por sus obras lo que basta para dar luz

á este discurso. Mas viniendo á lo que es más veci

no á mi intento, y al siglo de oro que gozó Italia,

sea pues, el divino Micael Angel el primero, sígale

Rafael de Urbino, Alberto Durero, Ticiano, Antonio

Corregio, Andrea del Sarto, Polidoro, Federico Ba-

roico, Tadeo Zúcaro y otros de esta escuela. La ma

nera que estos siguieron es la principal que ha de

defender nuestra opinion. Y su acertado juicio el que

ha de sujetar el nuestro. Estos pues, fuéron verda

deros imitadores de las estátuas antiguas, y'por me

jor decir de la naturaleza. Y no presuma ninguno

temerariamente ni tener mejor juicio que ellos, ni

mejor eleccion, ni mejores maestros que las reli

quias antiguas y el natural. Esto bastaba para qui

tar de dudas, y de falsas opiniones á todos los que

en la luz de media andan en tinieblas. Pues vemos

en las obras de estos artífices referidos, todo lo con

trario que los más siguen hoy : lo primero mucho

Page 416: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. XI. 409

debujo, mucha consideracion y conveniencia, mu

cha profundidad de pensamiento, mucho conoci

miento y estudio de anatomía, mucha propiedad y

verdad en los músculos, mucha diferencia en los

paños y sedas, mucho acabado en las partes, así en

el debujo como en el colorido, mucha belleza y va

riedad en los rostros , mucho artificio en los escor-

zos y perspectiva, mucho ingenio en las luces, con

forme á los sitios y lugares donde colocan sus obras;

y finalmente mucho cuidado y diligencia en descu

brir y manifestar en toda la dificultad de la arte las

cosas más terribles de vencer. Todo lo contrario de

esto, por miserable negligencia, siguen hoy la ma

yor parte de los pintores , á quien con mayor razon

dirémos vulgo : pues cada uno como las zorras de

Sanson, sigue su diverso camino instruyendo ó des

truyendo los simples discípulos en tomar perfiles de

pinturas de otros maestros, sin haberse ejercitado en

debujar luengo tiempo, como era razon, imitando

las cosas buenas de otros, para venir á alcanzar los L¡b. it rap 12.

grados que ya tengo dicho. Y yo conocí un sugeto

(y no de los que se preciaron de menos ingenio) que

mandaba á sus discípulos que no debujasen imitan

do, y les prohibía esto con grandísimo rigor, y daba

lugar á que de suyo sin género de principio ni de

luz, ni de imitacion , debujasen los disparates que

les venian á cuento (peregrino modo de enseñar);

peí o dirá toda la muchedumbre de los que trabajan

por la facilidad de la pintura , atendiendo más al

provecho [de la ganancia que al honor de la cien

cia ( cosa que lamentaba el otro sábio hablando de

su tiempo), casi por las mesmas palabras diciendo:

Page 417: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

410 ARTE DE LA PINTURA.

rimio in.. 35 «Ahora más se trabaja por las riquezas que por la

rop' 7" «virtud« que harta autoridad tienen los maestros á

quien siguen; y que es valentía pintar mucho y ser

largos, sin tantas fatigas : y que los venecianos si

guen este modo, y entre ellos hay muchos valien

tes, y particularmente el Basano que tiene gran fa

cilidad; y que sus borrones valen más que lo muy

acabado de otros. (Y no ha faltado en España quien

ha querido honrar un modo particular de borrones,

ni seguido antes, ni imitado despues de ninguno.)

Y pues nos viene á las manos esta cuestion, será

bien hacer verdadero juicio de estas pinturas, com

parándolas con las de los maestros de la Academia

Ejemplo. Romana, por este ejemplo : agradable cosa sea en

una aldea ver una labradora hermosa, de la manera

que lo suelen ser, morena, de gracioso color, negros

los ojos, negro el cabello (como Anacreon deseaba)

vergonzosa, de buen entendimiento y discurso,

adornada con la llaneza del uso de su pueblo, y to

da aventajada á las demás; pero no hay duda sino

que una princesa ó reina, con blanca y rosada tez,

y cabellos de oro, y ojos de zafiros, como quieren

los más de los poetas, llena de discrecion, adornada

de varias telas, puesta junto de esta labradora, será

más agradable objeto á la vista, y más poderoso

para aficionar el ánimo, del que supiera hacer bue

na eleccion. Y aunque parece haberme declarado,

aplicaré lo dicho al intento que sigo; el Basano, gran

pintor, ¿quién lo duda? más de cosas pastoriles, de

animales, excelente hombre. Todas .sus figuras si

guen un traje, y este es moderno y sirve en todas

las historias, como sirven tambien las figuras, por

Page 418: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

I.1BR0 SEGüNtO, CAP. XI. 411

que el viejo, el mancebo, el niño, la mujer, es una

figura misma, introducida en todos los actos de sus

historias, donde gasta más ropa que desnudo, más

zapatos que pies , que apenas descubre uno : y pues

to que sea excelente como lo es, representando una

hermosa labradora, ¿qué tiene que ver con la pro

fundidad y grandeza de un desnudo de Micael An

gel? ¿Qué con la conveniencia del historiado y pin

turas hermosísimas de Rafael? ¿Qué con la ciencia y

caudal de Alberto? ¿Qué con el colorido y propiedad

de Ticiano? ¿Qué con la belleza y dulzura de Corre

gio? Finalmente con esta reina y señora tan difícil

de conquistar, por su grandeza, no es justo poner la

labradora en competencia. Además que en la facili

dad ó dificultad del copiar la pintura de los unos ó

de los otros hay gran diferencia; porque la del Ba-

sano y de los que siguen su camino, muchos en cual

quier estado que estén la imitan fácilmente, ó á lo

menos lo que hacen parece bien; que el dibujo no

les hace allí falta, que casi sin él se les pega aquel

modo sin mucho trabajo, y valga en prueba de esto

la experiencia. Mas la pintura de Micael no así, an

tes en Roma prohiben el imitarla á los mancebos,

porque no se pierdan en aquel Océano de su profun

do juicio; pues para imitar las de Rafael y de los

demás de su bando, es menester debujar toda la vida,

para venir á alcanzar algo de aquella manera, y para

copiar una pintura de estos apenas con mucho traba

jo se llega á la suavidad, relieve y gracia que con

tiene en sí: y no es menester fuerte argumento para

ver, que todos los grandes hombres que ha tenido

España en la escultura y pintura, un Berruguete,

Page 419: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

412 ARTE DE LA PINTURA.

Becerra , Machuca, el Mudo , maese Pedro , Luis de

Vargas, gloria de nuestra patria , despues de haber

con increibles trabajos consumido lo mejor de sus

vidas en Italia, aspirando con sus ingenios más que

humanos á dejar de sí memoria eterna, escogieron

como nos muestran sus obras, el camino de Micael

Angel y Rafael de Urbino y de los de esta escuela,

lleno de dibujo, de suavidad, de hermosura, profun

didad y fuerza, apartándose de las pinturas borradas

y confusas y que no imitan el modo de los anti

guos, ni la verdad de lo natural, en los trajes y des

nudos. Con esto enriquecieron á España, con esto

nos dieron luz admirable, con esto fuéron estimados

de los Príncipes y Reyes y Monarcas del mundo. En

estos pues, como en cristalinos espejos, hemos de

mirar nuestros defectos, y este es el camino que será

justo seguir entre tanta confusion de opiniones, y si

es lícito traer ejemplo más cercano á nuestro tiem

po, bien vemos en las famosas obras de Pablo de

Céspedes el vivo espíritu de Corregio, y con cuánta

suavidad , belleza y excelente colorido , y grandeza

de dibujo, confirma esta verdad tan importante, res

tituyendo en este tiempo la pintura á su primera

dignidad y estima. Mas para mayor confirmacion

de lo que se ha dicho pondré algunas objeciones, de

las que pueden formar los que siguen otras opinio

nes. Y sea la primera que , la mayor parte de los

pintores siguen lo contrario de lo que yo apruebo,

y que lo que está en uso de tantos que se llaman

maestros de esta profesion, tiene fuerza de ley, y

esto es tenido en nombre de mayor destreza, por la

mayor facilidad; y aunque tocamos algo arriba con

Page 420: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. XI. ' ' 413

el ejemplo de Basano , responderemos aquí otras

diferentes razones. Otra objecion más fuerte que la

primera, es afirmar que la pintura á borrones, hecha

para de lejos, tiene su particular artificio y acuerdo,

en los que la ejercitan bien; y tiene mayor fuerza y

relieve que la acabada y suave. Tambien ponen otra

fortísima, que parece imposible impugnarla, con el

ejemplo de Ticiano, uno de los más excelentes co

loridores que ha tenido Italia, y cabeza de la Aca

demia Veneciana , y casi de todos confesado por el

mayor; pues se tiene por adagio cuando la pintura

no es acabada , llamarla borrones de Ticiano , con

que se califica sumamente este camino : y aunque

puede haber otras muchas objeciones, segun lo que

yo alcanzo, á solas estas tres, que parecen las ma

yores, se pueden reducir las demás por guardar bre

vedad. Y procediendo por orden digo que, lo que es L». 35, CTP. 7.

usado de los más no es lo mejor, pues son menos

siempre (segun toca Plinio) los más doctos y sábios,

en cualquier facultad; y así en la pintura es lo mis

mo; y el uso si es malo viene á ser abuso, y en esta

parte deja de ser ley y es secta, porque la facilidad

en obrar sin atencion y estudio, la tiene introducida

la miseria y pobreza, y como por esta parte- la pin

tura no puede tener calidad, suplen con la cantidad

esta mengua, haciendo muchos cuadros en el tiem

po que se debe dar á uno. Esta inconsiderada des

treza reprendió Apeles cuando uno de estos confia

damente le mostró una pintura , y le encareció la

brevedad diciéndole : «aunque callaras, tu obra dice Erasm. A. PoPht.

cuán presto la has pintado.« Ala objecion segunda, Lib' 6'

que la pintura tiene particular estudio para de léjos,

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414 ARTE PE LA PINTURA.

yo no lo he hasta ahora alcanzado , ni menos oido

practicar á grandes hombres que he tratado , antes

este modo ha procedido, á mi juicio, de" querer fa

cilitar y ahorrar de tiempo y de fatiga en la pintura

y crecer en hacienda, ó por defecto de la edad, que

cansada la vista no puede durar mucho tiempo en la

dulzura de los colores. Y esto ha sucedido á algunos

grandes maestros, que como supieron ejecutar el

arte labrando dulcemente en la juventud, tambien

lo ejecutaron en los borrones que dan siendo viejos;

y esto no procede de nueva maestría que no la hay,

y si la muestran es por hacer ostentacion de la faci

lidad, aunque les cueste trabajo : que tenga más re

lieve que la pintura acabada y dulcemente colori

da, no hay causa con que se pueda probar ( como

hemos visto) porque el que labra puede dar ásu

pintura toda la fuerza que quisiere, como se ve en

las pinturas de Leonardo de Vinci, de Rafael de Ur-

bino, que son acabadísimas, y en las de nuestro

Maese Pedro Campaña, discípulo del mismo Rafael,

que no sólo de léjos, pero de cerca sucede pensar

que es relieve siendo pintura. Y respondiendo á la

objecion última, digo que Ticiano es verdad que

aún siendo mozo no acabó las pinturas tanto como

otros. Y para esto antes de pasar adelante supongo,

que en dos maneras se puede entender ser una pin

tura acabada; (entre otras) la una es, por no faltarle

nada de lo esencial en las partes, ni en el todo, y

en este sentido llamamos una mujer muy acabada

en hermosura, cuando la frente, ojos y boca, y las

demás partes tienen entre sí correspondencia en la

perfeccion y proporcion : así en una pintura el di

Page 422: Arte_de_la_pintura. Pacheco. tomo 2.pdf

LIBRO SEGUNDO, CAP. XI. 415

bujo, colorido y buena eleccion la componen de

manera que se puede decir acabada ; y en esta parte

de acabar entran todos los grandes maestros y hom

bres de opinion, y si careciesen de ella poseerían in

dignamente el nombre, porque á todo buen artífice

le obligan á saber la verdad de todo lo que pone en

ejecucion, determinando las partes del cuerpo hu

mano y los demás primores con distincion y no con

fusamente. Esta parte tuvo Ticiano, como tan gran

de artífice, y sus borrones no se toman en el senti

do que suenan, que mejor se dirían golpes dados en

el lugar que conviene con gran destreza. Y adviér

tase que sus mejores y más estimadas pinturas (que

yo he visto en el Pardo y Escorial) son las más aca

badas y las que hizo en lo mejor de su vida: y asi

siendo muy viejo (como refería un hermano de Alon

so Sanchez, valiente retratador de Felipe II que es

tuvo en su casa) daba borrones sobre cosas excelen

tes, con lástima de los que las miraban. Y habiendo

con esto respondido á todas las objeciones, prosigo:

que la segunda manera que se llama acabada una

pintura (á que desobligamos á los que se desobligan

por su inclinacion y opinion, como guarden la pri

mera) es una manera de dulzura y asiento de colo

res, que con grande suavidad y limpieza se ven en

el cuadro de pintura, y partes muy determinadas

en las figuras, que de cerca y de léjos deleita , ale

gra y entretiene; cosa en que los flamencos han sido

excelentes. De este acabado al primero hay esta di

ferencia ; que este abraza al otro , porque de este se

pasa al otro fácilmente, pero quien por el otro co

mienza dificultosamente se reduce á la suavidad y

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416 ARTE DE LA PWTURA.

blandura de este. Y así, da buenas esperanzas quien

en sus principios acaba mucho las pinturas , de ser

• gran pintor, y de dar si quisiere despues , en pintar

menos acabado. Y aunque digo que este segundo

modo abraza la perfeccion del otro, entiéndese en

los grandes maestros. Que muchos hay y ha habido

que han pintado dulcemente, y para muy cerca á

quien falta lo mejor de la arte y el estudio del de

bajo, y aunque han tenido nombre, no habido entre

Ejemplo. los hombres que saben; ejemplo es Morales, natural

de Badajoz. Confirma lo que vamos diciendo lo que

sucedió á cierto pintor en esta ciudad el año de l607

que estaba en opinion de acabar mucho sus pintu

ras. Sacáronle con violencia, un cuadro que tenia á

cargo, para un lugar público y honroso : certifican

do él que estaba por acabar. Y convocando la parte

pintores, uno de los más aventajados, que seguia el

contrario camino, juzgó no faltarle nada. Y con esta

determinacion se puso en lugar conveniente, á pesar

de su artífice, que certificaba faltarle más de un mes

de ocupacion para perfeccionar su obra. Bien pasa

dos cuatro años, con ocasion de mudarse á otro sitio

se acabó esta pintura , y con la satisfaccion que

dió creyeron á su autor. Caso pocas veces sucedido

y que descubre bien la distancia de un camino al

otro. Tambien pudiera poner ante los ojos para prue

ba de este discurso, muchas otras pinturas á fresco

y óleo, de las que he visto y observado y de

las de nuestro Luis de Vargas, donde claramente se

manifiesta la verdad de mi opinion. Pero traeré ála

memoria una sola que el año referido, trajo dela

córte á esta ciudad D. Mateo Vazquez, Arcediano

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LIBRO SEGUNDO, CAP. XI. 417

de Carmona (de que haré mencion á otros propósi

tos), ahora por el acabado, es un cuadro que pintó en

Roma Cipion Gaetano el año de l58l , presentado del

Cardenal D. Ascanio Colona á su tio Mateo Vazquez

(Secretario que fué de Felipe II) de cinco cuartas

de alto y siete de ancho de figuras de medio cuerpo.

Un Cristo con la cruz á cuestas cercado de crueles

ministros, y la Virgen Nuestra Señora , San Juan y

la Magdalena, que afligidos le siguen. Está miran

do con grave y varonil compasion el Redentor á la

Sagrada Virgen, y ella á él, con tanto afecto y ter

nura que moverán á piedad las piedras. Donde ma

ravillosamente ejecutó el pintor la semejanza del

rostro del Hijo y de la Madre, particularmente en

los ojos, que á mi ver no se ha pintado cosa más

viva, ó no he visto (por decirlo mejor) de ningun

artífice, ojos que así me admiren. Vése el acabado

de la barba del Salvador con tanta paciencia que en

sutileza de pelo sobra á las pinturas de Alberto Du-

rero (por decir más que de Morales), pues las manos

del Señor con que abraza la cruz son de hombre

vivo. Parecen en ella las varias tintas que hace la

carne natural, y la distincion del color de ella y de

las uñas con tanto primor que no puede ser más. Es

pintura de dientes y uñas porque se defiende con la

dificultad de su acabado, que es tal, que el madero

de la cruz, teniendo la mano sobre él y tocando el

lienzo, todavía está un hombre dudoso si es natural

ó pintado. Cuando vi esta pintura dije osadamente,

como aquí, mi sentimiento: y cuánto confirmaba

este cuadro mi opinion y el camino que desde mis

principios he seguido. Pero no se ha de inferir de lo

27

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418 ARTE DE LA PINTURA.

dicho que antepongo á Cipion á los valientes hom

bres traídos en este discurso, y en muchas partes de

esta obra, porque hablo de un particular ó dos y no

de lo general de la pintura. En el cual pudo muy

bien aventajarse, siendo inferior en valentía y gran

deza de arte á los demás.

Y no parecerán exageraciones las particularidades

y menudencias del acabado de este cuadro á quien

hubiere visto lo que refiere Plinio del famoso Ape

les, que excede todo encarecimiento. «Pintaba (dice)

tib. 35. cap. lo. «los rostros de los hombres tan puntualmente, tan

«acabados que, Apion Gramático escribe que uno de

«los que dicen las cosas venideras por las rayas de

«la frente, llamados Metopóscopos, viendo las imá-

«genes de algunos pintadas de su mano, dijo por

«ellas los años de la pasada vida ó de la futura muer-

«te de sus originales.« Por do se manifiesta ser la

pintura acabadísima.

Y no es mucho pintar las rayas del rostro , pues

ha habido quien pintase el sutilísimo vello del cuer

po humano, y hasta los poros de la misma carne. Y

porque será ya tiempo de acabar este capítulo y de

pasar adelante, en comprobacion de cosa tan clara

Artepo»u. dice divinamente Horacio: Ut pictura poesis erit.

La poesía será como la pintura. (Que antes del Si-

mónides, por ser tan parecidas estas dos artes , lla

mó á la pintura Poesía muda, y á la poesía Pintura

que habla.) Prosigue, pues, Horacio, y dice: «Hay

«una que te deleitará más, si estás más cerca, y hay

«otra que te parecerá bien , si estás de léjos. Esta

«última ama la oscuridad, pero la que es hecha

«para de cerca, quiere ser vista á la luz , porque no

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LIBRO SEGUNDO, CAP. XI. 419

«tiene ni rehuye al ingenio agudo del juez que la

«mira : aquella, basta mirarla una vez , está puesta"

«á lo claro, vista muchas veces, agrada.« Hasta

aquí Horacio, y concluye, que hay poesías que son

para léjos, para oidas de paso y no consideradas ; y

otras , que el mayor exámen las engrandece más,

por tener en sí mucho bueno que considerar ; de

manera que la pintura hecha para de cerca, porque

sus partes sufren mayor prueba, es aquí más alaba

da del poeta, y comparada á buena poesía con mu

cha razon ; pero no le ha de faltar la fuerza y relie

ve, ni la consideracion del sitio para donde es, que

con esto será buena para ambas partes. Esto es cuan

to al colorido y modo de pintar, en que fué incom

parable Antonio Corregio , á quien , sin emulacion,

yo holgara imitar más que otro alguno en el colo

rido. Teniendo en esta parte el sentimiento que tuvo1 1 Prim. volúm. de

Giorgio Vasari, cuando dice en la vida de este ex- h3.ftMe.Hi. le.

celente varon lo que suena así en nuestra lengua:

«Tengan por muy cierto que ninguno mejor que él

«trató los colores , ni con mayor hermosura , ni con

«mayor relieve pintó algun artífice : tanta era la

«suavidad y dulzura de las carnes que hacia y la

«gracia con que acababa sus obras.« Finalmente,

porque concluyamos con la sentencia general del

filósofo, que no tiene réplica, traída á nuestro pro

pósito: Ars imitatur naturam. El arte imita la natu- AA, L]1> 2.

raleza. Sea la pintura semejante á lo natural, aca- w," cp'

test. 22.

badísima de cerca, y de léjos relevada, y que salga

del cuadro : y léjos y cerca parezca viva, y que se

mueve. Porque si una pintura engaña de léjos, y

otra de léjos y cerca, será esta mejor que la otra,

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420 ARTE DE LA PINTURA.

pues le lleva aquella parte tan principal de ventaja.

lu>. 2 de la p¡n- Esto da á entender el doctísimo Leon Batista Al-

berto en estas palabras : Ma lodiamo quella pittura

che á gran relievo et che si paia molio simile á corpi che

ella á da representare : esto es : Alabamos la pintura

que tiene gran relieve, y que es muy semejante á

los cuerpos que quiere representar. Que es decir en

una palabra: la mejor pintura y más digna de ala

banza y estima, es la que no lo parece, porque de

jando de ser pintura es viva. Ultimamente favorece

tambien mi opinion toda la filosofía, pues enseña

que mientras las cosas más se acercan á nuestra

vista, más se descubren, pues el que estando dis

tante sólo parecía un bulto, acercándose más es

hombre , y más cerca Juan ó Pedro, hasta llegar á

juzgar la perfeccion ó imperfeccion de sus partes.

CAPITULO XII.

POR QUÉ ACIERTAN SIN CUIDADO MUCHOS PINTORES , Y PONIÉNDOLO NO

CONSIGUEN SU INTENTO.

No por perder el tiempo y las palabras con el

vulgo, antes por satisfacer á los doctos (que á veces

llevados de la comun opinion fatigan los ánimos de

los artífices) determiné dedicar un capítulo á sólo

apurar este punto. Hállanse dos maneras de obrar

en la pintura, la una por arte y ejercicio, que es

científicamente, la otra por uso solo, desnudo de

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LIBRO SEGUNDO, CAP. XII. 421

preceptos. Donde á los comprendidos debajo de es

tos dos modos de obrar les sucede diferentemente

en la ejecucion. Y procediendo de menor á mayor,

clara cosa es que los pintores que ejercitan casual

mente el pintar con inferior conocimiento, y son so

lamente prácticos, cuando pongan mucha diligencia

por hacer alguna cosa con cuidado, no todas veces

les sucederá bien, por falta de la certeza de los pre

ceptos; y otras no poniéndolo acertarán , como lo

vemos por experiencia. Pero estos no obran verda

deramente como artífices, ni es arte en ellos la pin

tura ; y se verifica en los tales la opinion singular

de que no lo es, seguida de Dominico Greco, contra a*. i¡b. 6,

la de Aristóteles y todos los antiguos (con que di-

mos principio á esta obra ) y en estos es acaso el

acertar ó errar ( no negamos aquel error que sigue PHu. Lib. ^

á la condicion humana de que no están libres los «*• ,0-

varones sábios). Pero si la pintura es arte (como he

mos probado) y este es un hábito efectivo con ver

dadera razon (aunque de cosas que no son necesa- Pbt' \q 5 de

rias), y las artes son infalibles, esto es, no yerran Re,Publ.

jamás y siempre consiguen su intento, todas las

veces que el artífice aplicare los medios convenien

tes y usara de los preceptos y reglas del arte, al

canzará gloriosamente lo que pretende, que es la

perfeccion de su obra. Verdad es que algunas cosas

que vemos obrar son semejantes en la composicion

á los nidos de las aves y á las telas de las arañas,

que parecen hechas artificiosamente , siendo antes

por instinto natural que por razon ni por arte, como

no se puede llamar artífice cualquiera que hiciese

algo de pintura , haciéndolo acaso ó por industria

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ARTE DE LA PINTURA.

Jorge Vasari. Séli' de maestro, como se mostró en aquel cantero , el

«, volumen * la cual habiend0) por orden de Micael Angel, desbas-

tado un término de la sepultura de Julio II, apartó

un mármol para labrar una figura, imaginándose ya

escultor. Dícese arte de las cosas que no son nece

sarias, porque todas las artes so ejecutan en cosas

contingentes, que suelen ser y no ser, y en esto son

B.'n«i¡i sorqui d¡s- diferentes de las ciencias (segun dice doctamente el

puu j uv ia no- Jarqui), porque todas las ciencias tratan de cosas

lleta de las arles. 1 ' 1 1

necesarias, que en esto se distinguen las cosas ar

tificiales de las naturales ; que estas tienen su prin

cipio en sí mismas, y las artificiales en otro, que es

el artífice. Pues ¿de qué manera se podrá conocer la

nobleza de un arte? Decimos que como la nobleza

de las ciencias se conoce en dos cosas, del sugeto

de que tratan y de la certeza de las demostracio

nes, y de esta manera aquella ciencia, que es más

cierta, tiene el sugeto más digno ó más noble , así

en el arte se debe atender principalmente á consi

derar el fin, y segun fuere fin, más ó menos digno,

así el arte será más ó menos noble; y, como cual

quier ciencia, toma su unidad de un sugeto , y es

una sola y distinta de todas las otras, por tener un

fin sólo distinto de los demás. Cariosamente descri

be esta diferencia el Ripa , pintando al arte y á la

ciencia. La imágen del arte es una mujer vestida

iconología á lo antiguo , en la mano derecha tiene un pincel

toi^V^1 y un cincel , y la izquierda arrimada á un madero

fijo en la tierra, y ligada á él, una planta nueva: el

pincel y cincel significan la imitacion de la natu

raleza, que se ve expresa, particularmente en el

pintar y esculpir. Júntase con esto el palo fijo en

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LIBRO PEGUNDO, CAP. M. 423

tierra, el cual con su rectitud hace que por la fuer

za del arte crezca la planta torcida y tierna. La imá-

gen de la ciencia hace una matrona gallardamente

apuesta, con alas en la cabeza, en la mano diestra

un espejo, en la siniestra una bola y un triángulo

de punta sobre ella : píntase con alas en la cabeza,

porque no hay ciencia donde el entendimiento no

se levanta á contemplar; el espejo, porque en él se

ve la forma accidental de las cosas que existen, y

se considera su esencia ; el globo muestra que la

ciencia no tiene opiniones contrarias, como en el

orbe celeste no hay contrariedad de movimientos.

El triángulo manifiesta que como los tres lados ha

cen una sola figura, así tres términos en la propo

sicion causan la demostracion en la ciencia. Y pa- Y i mayo,

sando adelante, por cumplir en la materia del arte 0 2 meni«r'.

y excusarla en otro lugar, diré algunas razones

convenientes, y primero que cualquier arte, no ArUt. m,. 2

imitando á la naturaleza con estas cuatro causas: 105 Phi,i- «P-

la material , la formal, la eficiente y la final , pues

en la pintura la material es aquella de quien se hace

todo lo que toca á esta arte, como los colores, el

papel, lienzo ó tabla donde se pinta; la formal es la

que da la forma y el ser á la cosa , y hace que sea

antes hombre que caballo ; la eficiente es el mismo

que la hace, esto es, el artífice ; y la final es expri

mir y representar cualquier cosa por forma y seme

janza, mediante la imitacion. Y como la causa for

mal no puede ser sin la material , así la misma for

mal no puede ser sin la agente, sin el artífice, ni

el agente sin la final. La cual es la más noble de

todas, y á quien todas las otras sirven. Porque todas

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424 ARTE DE LA PINTURA.

las cosas que obran así natural como voluntaria

mente, obran por el fin. Platon junta á estas cuatro

otras dos, la ejemplar (llamada de él idea) y la ins

trumental , las cuales sin duda se comprenden de-

ub. l cp. U. bajo de las cuatro; porque la ejemplar se puede re

da ser* . £ 1a formal , y la instrumental se reduce á la

eficiente. De la causa final de la pintura, y cuán

noble es por esta parte, muchas veces se ha dicho

en este libro, y en capítulo particular. De la ejecu

cion de este fin saca el artífice tres frutos (segun

dice Séneca), el primero , el conocimiento delas

reglas del arte , y este cogió y gozó al punto que

acabó la obra: el segundo, el de la, fama y opinion

que ganó en ella ; el tercero la utilidad , que es , ó

el interés ó la gracia, de quien la estimó ó le dió su

debido precio. Mas dejando esto aquí, y tornando á

lo que al principio propuse á los mancebos y nue

vos pintores, por la mayor parte, es á quien sucede

Ari.t. iib. 7 Eihir. errar, porque no son perfectos artífices (segun el di

cho del filósofo, que puede más la fortuna donde la

prudencia es menor), porque á la perfeccion del arte

conviene la doctrina , esto es, el conocimiento uni

versal de las cosas pertenecientes á esta profesion

y el uso y ejercicio del mismo arte. Porque si la

doctrina adelgaza el entendimiento, el ejercicio

perfecciona la mano, y así requiere no menos tiem

po que estudio. Sentencia es de un valiente pintor

Leonado v¡nc¡ do- que la pratica deve essere edifícala sopra la buona teo-

Cum. 20.E«t<ido- f.ca pQr jQ cual con los doctos pintores no vale

curnento lomo de 1

«qoi capucho por esta opinion de muchos, que tal vez sale felizmente

estar impreso. _ • j j j i i i

una pintura con pequeno cuidado del artífice, y tal

sucede, aplicando con atencion y estudio las fuer

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LIBRO SEGUNDO, CAP. XII. 425

zas de su caudal , no conseguir lo que pretende.

Haciendo suerte, lo que tiene certidumbre de parte

del arte (como dijimos) pues aquello que consigue

acaso en efecto no se puede llamar arte , conforme

al testimonio de Séneca. Y no es contrario á esto

haber unas veces más disposicion y más prontitud

en el obrar, por la templanza del órgano del alma Epist. 26.

y la igualdad del temperamento ; pero no es esta

variedad causa para errar ó acertar en lo esencial

del arte cuando la mano está sujeta al ingenio del

artífice, como lo muestra el primer cuartel de aquel

celebrado soneto del divino Micael Angel :

Non ha l'ottimo artista al cuín concello

ch'un marino solo in se non circonscrioa

col suo soverchio, el solo á quello arríva

la mano, che ubbidesce all'intelletto.

Quiere decir: no tiene el buen artífice concepto

alguno que no lo comprenda en sí un mármol , de

bajo de su superficie, y sólo á aquello llega la mano

que obedece al entendimiento.

La declaracion del Barqui sobre este soneto es

esta ; todas las cosas que puede obrar el artífice, no p¡«p. i

sólo están en potencia en la materia de que hace

sus obras, pero están en la más perfecta forma que

se puede pensar, conforme á la hermosura de la idea

modelo que tiene en la fantasía; pero faltando el arte

y práctica, podrá imaginar bien y obrar mal (segun

la mejor doctrina de Aristóteles) ; pero conviene

saber primero, que el ser es de dos maneras, uno

se llama potencial y otro real. El ser potencial de

cualquiera cosa es aquel que no ha venido al acto,

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426 ' ARTE DE LA PINTURA.

mas está escondido en la materia, sea cera ó barro,

ó mármol (siguiendo el ejemplo del soneto), porque

de él se pueden formar variedad de figuras, las

cuales cuando hayan venido al acto , mediante el

artífice , tendrán el ser real. De manera que todo lo

que está en el agente en potencia activa, está en la

materia en potencia pasiva. Así, no forma el singu

lar artífice, no imagine en la fantasía cosa , que un

mármol sólo (que es la materia del escultor) no en

cierre dentre de sí , debajo de su corteza ó superfi

cie ; pero esto sólo se concede á quien tiene arte y

práctica, porque sólo lo alcanza aquella mano que

sabe exprimir lo que ha concebido, esto es, que

, obedece á la imaginacion, que esta virtud ó poten

cia se forma en este lugar por el entendimiento, se

gun este expositor. Mas recogiendo lo que hemos

dicho, si el arte es un hábito del entendimiento, y

tiene todas las razones de su parte, y la fortuna no

tiene razon ninguna , sino que obra por accidente,

porque dice Aristóteles en el 6 de las Éticas, ale

gando el verso de Agaton, «el arte ama la fortuna,

y ella el arte.« Algunos creen que el verso de Aga

ton se debe entender y referir por los pintores , que

no pudiendo (como se ha dicho) hacer alguna cosa

con arte, la hicieron al acaso, como se lee en Plinio y

en Valerio Máximo. Pongamos el lugar de Plinio á

la letra, y responderemos á él ; hablando de Protó-

piin. i¡h i5 rap. genes, dice : «Pintó un perro maravillosamente he

lo, vaierio Max!- "cho del arte y del caso, Porque pareciéndole ha

mo «P. . nijerse satisfecho en todo, no podia pintar la espu-

«ma procedida del cansancio, porque procuraba que

«no pareciese pintada, y deseaba lo verdadero y no

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LIBRO SEGUNDO, CAP. XII. 427

«lo verificaba, y mudaba una y otra vez los colores

«enjugando el pincel ; finalmente, airado contra el

«arte, refregó la esponja con que limpiaba los pin

tceles de varios colores en la pintura, y acaso por

«la mezcla que tenia hizo lo que él deseaba, y por

«esto la fortuna obró en su pintura lo natural que él

'-procuraba.« Y más abajo: «Lo mismo sucedió á

«Nealte en la espuma de un caballo ; á quien favo-

creció tambien la fortuna.« Hasta aquí Plinio.

Parece que esta autoridad desbarata nuestro edi

ficio y autoriza la comun opinion ; pues sucedió á

dos valientes artífices , principalmente á Protóge-

nes, tan celebrado en la antigüedad y tan alabado

y estimado de Apéles. Séame lícito decir en su de

claracion mi sentimiento, teniendo más respeto á la

verdad. Sin duda ninguna (en buena razon) más

difícil habia de ser á Protógenes pintar un perro

que pareciera vivo , que formar la espuma que le

salia de la boca, porque para la forma de un animal

se habia de ayudar de la naturaleza y del arte en

sus preceptos, y para pintar la espuma bastaba una

simple imitacion de lo natural, y la espuma del ani

mal, aunque no la tuviera presente, la podia artifi

ciosamente contrahacer ó fingir ; pues hay poca di

ferencia de una espuma á otra , siendo toda blanca,

y para la viveza de su pintura no era esto lo esen

cial. Y á mí no siendo Protógenes (recíbase esto con

más humildad que suenan las palabras), no me die

ra tanto cuidado la espuma como el perro. Además,

que es imposible que una esponja teñida en varios

colores pueda formar una espuma blanquísima, por

que habia de hacer un jaspe variado ; y cuando es

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428 ARTE DE LA PINTURA.

tuviera manchada de solo blanco, tampoco podia

con ello hacer la espuma con el imperio y gallardía

que con el pincel : la salva que me parece más dig

na de la veneracion de este lugar, es (á mi juicio)

estar esta nobilísima arte en sus principios y no ha

ber llegado en la experiencia y ejecucion de mu

chas cosas menores á su perfeccion , aun en los

hombres de tan grande opinion ; porque no sujetar

un famoso artífice cosa tan fácil, no se puede creer

aún de los medianos de este tiempo : y no por esto

pierde Plinio de su autoridad , porque como histo

riador refiere el caso que en muchos lugares de este

libro de la pintura es admirable y digno de ser creido.

Pero con todo lo que se ha dicho, á un doctísimo

varon de este tiempo que con debido culto veneraba

la antigüedad, le pareció templar esta censura excu

sando al arte y al artífice (que estaban entonces en

tan alto grado) con el ejemplo de otros famosos que

habiendo alcanzado las cosas mayores de esta pro

fesion, tuvieron en poco inclinar la grandeza de su

ingenio á las menores; y no permitía que la espuma

se hiciese por arte ó caso , sino naturalmente , con

forzar la esponja bañada del humor líquido en la

superficie llana ; y los varios colores salvaban con

poder estar tocada de blanco solo por aquella parte,

culpando antes al historiador que al pintor. Pero

porque con este parecer (aunque docto) no satisfago

á los de mi profesion, me place por ahora seguir el

intento del primero, por ser, á mi ver, más literal,

y cuando concedamos que se hizo la espuma ó na

tural ó pintada, refregando la esponja en el cuadro,

y que pasó como lo dice el lugar citado. ¿Leemos,

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LIBRO SEGUNDO, CAP. XII. 429

por ventura, que se hiciese así una figura, ó cabeza,

ó mano? Claro está que no : luego no hace fuerza

este ejemplo para estribar en él : de manera que

concluimos este capítulo con que el arte no obra

acaso; y con que clarísimamente el buen artífice tie.

ne cierto el fin honroso de sus pinturas, y aun antes

que las comience, en su idea las ve perfectamente

acabadas, fundado en los medios convenientes y re

glas y preceptos de su profesion, y finalmente que

no es lícito, en particular á los hombres doctos por

este solo ejemplo de los antiguos pintores, favorecer

esta opinion, y así en confuso, sin distincion algu

na publicar que aciertan acaso los profesores de este

arte, si no tienen por verdad el ingenioso y poético

pensamiento de Libiano, sofista griego, traído á

nuestra lengua en una valiente silva por D. Fran

cisco de Rioja, honra de esta ciudad, que, porque á

mi ver viene aquí muy á propósito, con él darémos

glorioso remate á este discurso.

Introduce, pues, un famoso pintor que habiendo

salido gloriosamente con su intento en sus obras,

se queja en una donde queriendo pintar la imagen

de Apolo, y poniendo toda la industria de su arte,

la tabla de laurel sobre que pintaba le resistía, no

admitiendo semejante forma, dice así:

Mancho el pincel con el color en vano

para imitar ¡oh Febo! tu figura

en tabla de laurel ; ó los colores

no obedecen la mente, ni la mano,

ó huye tambien Dafne tu pintura,

árbol, aún no olvidando tus amores ;

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ARTE DE LA PINTURA.

perdió la grana y nieve que solia

teñir su boca y frente,

el casto afecto no con que vivia,

pues aún lo guarda en la cortina dura

Si perdió solamente

color y hermosura,

y anima el rudo tronco Dafne esquiva

en tu desden aun á tu imagen viva.

A la aurora pinté en el horizonte

entre inflamadas nubes y distintas

con puras luces y rosado arreo.

De la ninfa que habita el hueco monte

mentí con los pinceles el deseo,

cuerpo dando á la voz con varias tintas.

Y tú, Marte soberbio, aunque guerrero,

contra mí no vibraste el limpio acero,

porque con los colores te mostrara

espirando fiereza,

sola esta virgen prueba su. dureza

en mí, porque intentara

que leño informe Apolo le abrazara.

Dafne el arte ha vencido,

venció ya Dafne el arte.

¡Oh Cintio! culpa tuya.

¿Dó está el arco? ¿dó está el divino aliento?

A tan flaco poder mengua es que huya

y que de él se remita alguna parte.

Dime, la antigua llama

con imperio en tu sangre se derrama

que el desden sólo puede en un rendido.

Ya tu desprecio y no el del arte siento,

que si queda sin gloria (intonso Apolo)

tu, fábula, y sin lustre al mundo, solo.

FIN DEL LIBRO SEGUNDO.

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TABLA

DE LOS

CAPITULOS QUE CONTIENE ESTE LIBRO PRIMERO.

Páginas.

CapítuLo I.—Qué cosa sea pintura, y cómo es arte liberal y su

difinicion y explicacion 9

Cap. II.— Del origen y antigüedad de la pintura y su primera in

vencion 22

Cap. III.—De la contienda entre la pintura y la escultura, y las

razones con que cada una pretende ser preferida. ... 32

Cap. IV.—En que se prosiguen las respuestas en favor de la

pintura 47

Cap. V.—De otras, razones sueltas en que la pintura se aventaja

á la escultura. . . . , 69

Cap. VI.—De las honras y favores que han recibido los famosos

pintores de los grandes Príncipes y Monarcas del inundo. 86

Cap. VII.— En que se lleva adelante la materia del pasado, y se

describe el túmulo hecho á Micael Angel 106

Cap. VIII.—De oíros famosos pintores de este tiempo, favoreci

dos con particulares honras por la pintura 129

Cap. IX.— Santos que ejercitaron la pintura y de algunos efec

tos maravillosos procedidos en ella 144

Cap. X.—De las diferentes maneras de nobleza que acompañan

á la pintura y de la utilidad universal que trae 166

Cap. XI.—De la pintura y de las imágenes y de su fruto, y la

autoridad que tienen en la Iglesia Católica 183

Cap. XII.—De tres estados de pintores, que comienzan, median

y llegan al fin 205

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432 ARTE DE LA PINTURA.

LIBRO SEGUNDO.

CapítuLo I.—De la division de la pintura y sus partes. . . . 221

Cap. II.—De la órden, decencia y decoro que se debe guardar

en la invencion 238

Cap. III—.En que se prosigue la materia del decoro. . . . 256

Cap. IV.—En que se concluye la aprobacion de la pintura del

juicio y la materia del decoro 278

Cap. V.—Del dibujo , y de sus partes 307

Cap. VI.—En que se prosiguen las partes del dibujo. . . . 321

Cap. VII.—En que se concluyen las proposiciones prometidas. 342

Cap. VIII.— Donde se acaban las proposiciones y partes perte

necientes al dibujo 360

Cap. IX.—Del colorido y de sus partes 379

Cap. X.—En que se prosigue la materia del colorido. . . . 393

Cap. XI.—Que declara, entre varias maneras de pintura, cuál

se debe seguir 406

Cap. XII.—Por qué aciertan sin cuidado muchos pintores , y

poniéndolo no consiguen su intento 420

Fin del tomo I del Arte de la Pintura,

Y SEGUNDO VOLUMEN

de la Biblioteca de EL ARTE EN ESPAÑA.

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