Artículu 3-Heribert Barrera-Lengua e Identidad.pdf

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    engua

    e

    Identidad

    Es para m un honor

    y

    un motivo de satisfaccin profunda, la oportunidad

    que me han brindado de hablar aqu en Asturies, en Uviu, de la relacin entre

    la identidad y la lengua. Porque todo lo que yo saba

    y

    todo lo que he aprendido

    estos das acerca del renacimiento de la lengua asturiana, confirma precisamente

    mi certidumbre de que somos cada vez

    m6s numerosos los que pensamos que la

    pluralidad cultural

    y

    lingstica es una riqueza de la humanidad que tenemos la

    obligacin de conservar,

    y

    que la mejor manera de promover la convivencia pac-

    fica

    y

    la fraternidad humana es el respeto de esta diversidad y la fidelidad a nues-

    tros orgenes.

    Sin embargo, podra parecer que en un Congreso de Lenguas

    y

    Culturas Ame

    nazadas, el desarrollo de esta idea que la lengua es uno de los elementos funda-

    mentales (probablemente el ms fundamental) de la identidad de los hombres y de

    los pueblos, es algo totalmente superfluo, es -como dicen en francs- xenfoncer

    des portes ouvertesv, forzar puertas abiertas. Es cierto que nadie de entre los

    aqu presentes, ni prcticamente nadie, tampoco, de los que ms sistemticamente

    trabajan para eliminar las lenguas minoritarias y minorizadas, discute hoy la ltima

    relacin entre lengua

    e

    identidad. Nadie, al menos explcitamente, recusa la rea-

    lidad profunda que, en esta hermosa lengua en que ahora yo, de prestado, me ex-

    preso, enunci magistralmente el vasco castellanizado Don Miguel de Unamuno,

    hace tres cuartos de siglo, en uno de sus clebres sonetos:

    a

    sangre de mi espritu es mi lengua

    y

    mi patria es all donde resuenen.

    Pero, a pesar de esta aparente unanimidad, todos sabemos que existe un problema,

    un inmenso problema, que reside en la jerarqua de trminos. Los defensores del

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    imperialismo cultural lingstico, los defensores de la uniformidad, sin embara-

    zarse de lgica operando con total pragmatismo, hacen suya esta corresponden-

    cia entre patria y lengua, pero para uitlizarla en sentido exactamente contrario

    del que le es propio. Su punto de vista no es que a ca,da lengua corresponde al me-

    nos una patria, que le es propia, sino que a cada patria debe corresponder una sola

    lengua y, por tanto, nos dicen imperativamente: tu lengua, o al menos tu primera

    lengua, debe ser la lengua de lo que es tu patr ia . Entonces les basta hacer un 1-

    timo decisivo paso, que es identificar

    la

    patria con el estado, para que les que-

    de completp la operacin de justificar, en apariencia al menos, la uniformizacin

    lingstica, que deliberadamente persiguln popque saben que es la manera ms

    segura de destruir las identidades especficas que consideran molestas o nocivas.

    Es para ayudar a clarificar todo esto, sobre todo porque todos los esfuer-

    zos son pocos para salir al paso de los que se aprestan a ser sepultureros de

    nuestras lenguas, ,que pueden resultar no del tordo intiles, incluso aqu, en un

    Congreso como ste, alcgunas consideraciones sobre el binomio lengua-identidad.

    Una primera observacin metodolgica es la necesaria distincin (que ya apun-

    taba anteriormente) entre identidad personal e identidad colectiva. Se trata de cosas

    distintas aunque, obviamente, estn relacionadas. La identidad personal es bsica-

    mente subjetiva, es un sentimiento del individuo en cuanto que el individuo se

    i dentifica a s mismo como perteneciente a cierto grupo tnico, a un pueblo de-

    terminado. (Naturalmente el adjetivo tnico tiene aqu su sentido cientfico, sin nin-

    guna connotaci6n racista). La identidad colectiva, la identidad de un grupo huma-

    no en tanto que constitutivo de un pueblo distinto de los dems pueblos, es en

    camloio,

    -uiia

    eii iiiay-oi- o

    iiieiioi- grado c>ljeiival~e.

    La lengua es, como deca al principio, un elemento fundamental en ambos ca-

    sos, seguramente el ms importante de todos los signos de identidad. Ello no ex-

    cluye que existan individuos que se autoidentifiquen como pertenecientes a un gru-

    po tnico distin to del que corresponde a la lengua que normalmente hablan, (y s-

    te es un caso frecuente en las so~ieda~desilinges) y tambin que existan pueblos

    de identidad vigorosa e indiscutible que no poseen una lengua que les sea propia

    o que han perdido la que tenan.

    La relacin entre la lengua

    hablada y la autodefinicin personal de la identi-

    dad, ha sido objeto de estudios y encuestas en muy diversos pases donde existen

    situaciones de bilingismo y, durante estos ltimos aos, se ha estudiado mucho

    en Catalua. Pero no voy a entrar en este campo, donde es difcil de sacar conclu-

    siones de validez general, porque cada Pas es un caso de especie. La situacin po-

    ltica, las estructuras a,dministrativas, las diferencias religiosas o sociales, el nivel

    cul tural y econmico el fenmeno de la inmigracin son, entre otros, factores

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    que influyen de manera muy directa y resultara muy prolijo tratar de analizar es-

    tas influencias, incluso si yo tuviese conocimientos suficientes para intentarlo.

    A part ir de ahora voy a referirme pues, casi nicamente, a la relacin ent re

    lengua e identidad colectiva, que es un tema ya de por s ms que suficientemente

    amplio.

    Es a causa de esta amplitud que me abstendr tambin de cualquier intento

    de enumerar y definir los distintos elementos que pueden configurar la identidad

    especfica de un pueblo. Son muchos y de muy distinta naturaleza y cualquier an-

    lisis algo riguroso, por somero que fuese, sobrepasar a ya el marco forzosamente

    limitado de mi exposicin. Bastar decir que la i dentidad viene determinada por

    factores concomitantes muy diversos, independientes o relacionados entre s, que

    no se excluyen y que, en general, se refuerzan mutuamente. reiteran que, de to-

    dos ellos, la lengua es, generalmente, el ms fundamental e importante. Por ms

    que, como deca antes, la posesin de una lengua propia no sea de ningn modo

    indispensable, cuando dicha lengua existe y no es hablada por ningn otro pueblo,

    su presencia asegura ya por s sola la identidad. un pueblo no desaparece como

    tal mientras su lengua permanece en vida. Hace ms de cien aos, en agosto de

    1861, el gran poeta provenzal Frederic Mistral, lo expres muy bellamente en

    su oda N I troubaire cataln A los poetas catalanes):

    Car, de mourre-bourdoun qu un poble tombe esclau,

    e

    ten sa lengo, ten sa

    clau

    Que di cadeno lou deliuron

    (Que, si un pueblo cae de bruces esclavo

    Si tiene su lengua, tiene la llave

    Que de cadenas le liberar)

    En la misma lnea el cataln de Mallorca Maria Aguil escribi estos versos, mu-

    chas veces citados en Catalua:

    Poble que sa llengua cobra

    Se recobra a si mateixn

    (Pueblo que recupera su lengua

    a s mismo se recobra)

    Por esto el proceso de asimilacin de los pueblos conquistados empieza siempre

    con a persecucin lingstica. Ya Antonio de Nebrija escriba a finales del siglo X

    en el prlogo de su clebre Gramtica (cito de memoria): Siempre fue la lengua

    compaera del imperio. cien aos ms tarde, en

    1595,

    Jos Estevan, obispo de

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    Orihuela, deca t,extualmente en un discurso dirigido a Felipe 11

    y

    destinado a jus-

    ti,ficar la persecucin del uso del rabe ent re los moriscos valencianos:

    Quando los pueblos estan sugetos a un mismo imperio, los vasallos tienen

    la obligacin de aprender la lengua de sus dueos.

    Algo ms de un siglo despus, en

    1716,

    cuando Felipe V, el primero de los

    Borbones de Espaa ,estableci la Nueva Planta para Catalua, que con la ayuda

    de los ejrcitos de su abuelo, el rey francs Luis XIV, haba militarmente subyu-

    gado, el fiscal del Consejo de Castilla Jos Rodrigo Villalpando, redact un infor-

    me sobre las instrucciones, tanto pblicas como secretas, que deban darse a los

    nuevos corregidores castellanos, que deban substituir a los vegueros catalanes. En

    su informe Rodrigo Villalpando escribi lo siguiente: La importancia de hacer

    uniforme la lengua se ha reconocido siempre por grande, y es un seal de la

    dominacin o superioridad de los Prncipes o naciones ya sea porque la dependen-

    cia o adulazion quieren complacer o lisongear, afectando otra naturaleza con la

    semejanqa del ydioma, o ya sea porque la suggeccion obliga con l a , uerza.

    En fin, esta misma doctrina persiste todava actualmente, aqu en Espaa y no

    solamente en Espaa. El artculo de la Constitucin vigente dice, refirindose a

    la lengua castellana: Todos los espaoles tienen el deber de conocerla y el dere-

    cho de usarla.

    Y

    cuando hace un par de meses el Tribunal Constitucional ha

    re-

    conoci,do el derecho de los detenidos y presos a utilizar cualq-uiera de las lenguas

    oficiales de su Comunidad Autnoma ante los funcionarios responsables de su cus-

    todia, ha habido un verdadero clamor de indignacin de todos los que, al parecer,

    nG reniincian

    a

    i m p n e r definitivamente

    e

    catellann.

    Y

    para

    mayor

    sarcasmo

    e

    propio Defensor del Pueblo se ha asociado a esta protesta.

    Aunque, de disponer de mayor espacio de tiempo, me habra complacido

    ej,emplificar la persecucin lingstica; como medio de destruccin de la identidad

    de un pueblo, resumiendo a tal fin el caso que mejor conozco, es decir, la perse-

    cucin sufrida por la lengua catalana en el Estado espaol y en el Estado francs,

    debo tambin renunciar a ello porque me impedira tratar de otros aspectos impor-

    tantes 'del tema que nos ocupa. los que puedan estar interesados por esta cues-

    tin

    y

    comprendan el cataln, les recomiendo consultar la extensa y excelente mo-

    nografa publicada en 1985 por el senador por Girona, Francesc Ferrer i Girones:

    La persecuci poltica de la llengua catalana, que est ya en su

    4.

    edicin.

    Sin embargo, a pesar ,de esta renuncia, permtanme una breve digresin para

    mostrar cmo la imposicin a Catalua de una lengua que entonces le era extra-

    a, no result de un proceso natural sino que fue el fruto de un siniestro plan to-

    talmente deliberado. Para ello citar de nuevo el mencionado informe de Rodrigo

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    Villalpando, donde al t ratar de el cuidado de introducir Ia kngua Castellana en

    Catalua, se dice textualmente: Pero como a cada nacion parece que sealo la na-

    turaleca su idioma particular, tiene en esto mucho que vencer el arte y se necesita

    de algn tiempo para lograrlo, y mas quando el genio de la Nacion como el de los

    Catalanes es tenaz, altivo y amante de las cosas de su Pais, y por esto parece con-

    beniente dar sobre esto instrucciones y providencias mui templadas y disimuladas,

    de manera que se consiga el efecto sin que se note el cuidado. Ni el efecto se

    h

    conseguido plenamente, ni el cuidado pudo ser disimulado mucho tiempo. Pero

    sera negar la e~id~enciao admitir, de todas maneras, que los mtodos preconi-

    zados por Rodrigo Villalpando, y otros mtodos todava ms eficaces introducidos

    por sus sucesores, han logrado que la i dentidad catalana est hoy seriamente ame-

    nazada.

    Dando ya por sentado que la lengua es el signo ms fundamental de identidad

    que como deca el mallorqun Joan Estelrich, Es la realidad que ha de sostener

    las dems realidades, y que, por tanto, para preservar su identidad un pueblo que

    posee una lengua propia debe intentar conservarla

    y

    debe ser capaz de resistir las

    persecuciones lingsticas si las hay (que casi siemnre las hay), se plantean ahora

    dos cuestiones ,que me parecen de primera importancia, a saber: cules son los re-

    quisitos tcnicos de conservacin de una lengua y cules son las condiciones polti-

    cas que permiten mantenerla en uso.

    En otras pocas las lenguas se perpetuaban por la transmisin oral, de padres

    a hijos, de persona a persona. Empezaron a cambiar las cosas con la difusin de los

    textos por la invencin de la imprenta. Cambiaron ms a fondo con la introduc-

    cin de la prensa diaria, la generalizacin, de la enseanza y, sobre todo, con la es-

    cuela pblica y la enseanza primaria ob li~a to ri a. han cambiado todava ms

    con la profunda transformacin que est sufriendo la comunicacin social a causa

    de las nuevas tcnicas, es decir, con la aparicin del cine, el disco, la radio, la tele-

    visin, el vdeo y los bancos de datos.

    Las hablas que antes podan subsistir durante siglos a pesar de circunstancias

    externas muy adversas, han pasado a ser ahora construcciones enormemente frgi-

    les ,que pueden desplomarse en relativamente pocos aos. La primera condicin

    para evitar este desplome es la aptitud d,e una lengua para todas las formas de ex-

    presin y para todos los niveles de conocimiento. En el mundo actual para que,

    a medio plazo una lengua pueda subsistir, es condicin necesaria (aunque no sufi-

    ciente), no slo franquear la barre ra entre el uso puramente oral y el uso escrito

    sino, adems, lograr pasar a ser, lo ms rpidamente posible, una lengua de cul-

    tura. para ser una lengua de cultura una lengua debe superar la atomizacin dia-

    lectal; debe darse un cdigo de reglas ortogrficas, morfolgicas y sintcticas acep-

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    medida que implica que, a todos los efectos administrativos, los ciudadanos no tie-

    nen necesidad de conocer ninguna otra lengua que la suya propia. La oficiaIidad

    exclusiva de una lengua hace de ella la lengua instrumental en las escuelas y de-

    ms centros de enseanza y garantiza su uso por parte de los medios de comuni-

    caci6n social en una extensin que depender, como es natural, de la dimensin te-

    rritorial y del volumen demogrfico del ciominio lingstico. de acuerdo con la

    experiencia general de todos los pases de inmigacin, la oficialidad exclusiva garan-

    tiza tambin la integracin lingstica de los emigrantes a partir de la segunda ge-

    neracin.

    Las cosas son muchsimo ms difciles cuando un pueblo slo obtiene para su

    lengua propia un estatuto de cooficialidad. Este es el caso en el Estado espaol de

    los territorios donde se habla euskera, gallego o cataln (con la exclusin de la

    franja occidental de Asturias y la franja oriental de Aragn donde ni el gallego ni

    el cataln son oficiales). La cooficialidad, al menos tal como las leyes espaolas

    vi-

    gentes la estab1,ecen

    y

    tal como los tribunales la interpretan es un paso importan-

    te pero no implica de ningn modo igualdad entre las dos lenguas cooficiales. El

    precepto constitucional al que me he referido anteriormente, establece una disi-

    metra fundamental que determina una desigualdad en derechos y obligaciones en

    contra de aquellos pueblos que no son de lengua castellana. Con la cooficialidad,

    tal y como es entendida en el Estado espaol nadie, salvo algunos funcionarios,

    necesita conocer, ni tan slo a nivel de comprensin pasiva, ninguna otra lengua

    que el castellano, sea donde sea que establezca su residencia. Por tanto, all donde

    existe ya una situacin de diglosia, la diglosia se perpeta y donde no existe

    puede fcilmente crearse. As, por eiemplo, la experiencia est demostrando que

    en Catalua la integracin lingiistica de la inmigracin no pasa de proyecto; que,

    de hecho y en trminos generales no se produce casi y que quizs no se producir

    nunca si las cosas permanecen como hasta ahora.

    La conclusin es que este tipo de cooficialidad entre la lengua propia y la len-

    gua del Estado, es por si sola insuficiente para que un pueblo pueda mantener su

    identidad, especialmente porque deja abierta la va de la destruccin de la misma

    por un procedimiento que es aparentemente ms respetuoso de los derechos hu-

    manos que el de la persecucin lingstica pura y simple, pero que es igualmente

    eficaz. Este procedimiento, que de manera deliberada o no, ha sido operativo en

    todo el mundo todo a lo largo de la historia, es el de la minorizacin. Si se pro-

    ducen emigraciones masivas hacia el territorio de un pueblo sin estado, que no pue-

    de controlar los flujos inmigratorios y no puede crear las condiciones necesarias

    para la integracin automtica de los inmigrantes, este pueblo pasa a ser minori-

    tario en su propio territorio y a partir del momento que su lengua es minorita-

    ria, ni como minora podr seguramente subsistir. En las condiciones de la vida

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    moderna, si la lengua de la nueva mayora tiene de jure o de facton un esta-

    tuto privilegiado, la poblacin autctona se ver asimilada lingsticamente,

    s

    decir, la integracin proceder al reves y lentamente, pero de manera inexorable,

    el pueblo en cuestin desaparecer como tal, a menos que otros factores de iden-

    tidad suficientemente fuertes (sociales o religiosos, por ejemplo) puedan paliar la

    desaparicin de la lengua.

    De hecho esta desaparici6n puede producirse incluso sin que haya estricta-

    mente minorizacin. Si la lengua de la inmigracin goza de una situacin suficien-

    temente privilegiada y la inmigracin alcanza un volumen suficiente, su presencia,

    aunque no sea mayoritaria, puede determinar, sin ninguna persecucin aparente,

    el retroceso gradual de la lengua que est en situacin inferior y por tanto la pr-

    dida, a no muy largo plazo, de la identidad del pueblo que haba acogido los in-

    mi gran te~, n cuando sus linajes continen siendo mayoritarios en el territorio.

    Para evitar que un pueblo pueda perder su identidad por minorizacin. es indis-

    pensable que su lengua propia obtenga la oficialidad territorial exclusiva, aunque

    exista cooficialidad a nivel personal. Las personas son libres entonces de escoger en

    cada circunstancia la lengua que activamente desean utilizar, pero el territorio no

    es

    bilingiie, es decir, la administracin los servicios pblicos utilizan exclusiva-

    mente la lengua territorial. Si no se concreta en una frmula de este tipo hay un

    gran riesgo que la cooficialidad a la espaola acabe por vaciarse de sentido. La

    reciente sentencia del Tribuna Supremo que obliga a la Universidad de Valencia

    a impartir la enseanza en castellano si en una clase hay un solo alumno castella-

    no hablante que lo reclame, anula de hecho la cooficialidad del cataln en el Pas

    vaienciano en ei terreno universitario. La docencia en ia lengua del pas no est

    formalmente prohibida, pero basta que un forastero cualquiera o incluso un extran-

    jero, se matricule en un curso, aunque sea slo con nimo de molestar, para que

    el profesor y los dems alumnos estn obligados a someterse a su opcin lings-

    tica. Los catalanohablantes pasan ser, evidentemente, ciudadanos de segunda

    clase y la identidad valenciana, ya en situacin muy precaria, tendr todava ms

    dificultades para mantenerse. Esta sentencia del Tribunal Supremo es vlida hasta

    ahora, slo en Valencia, pero sus fundamentos juridicos seran aplicables igualmen-

    te al caso de las universidades catalanas y de las otras Comunidad,es donde tam-

    bin la lengua propia es cooficial. Si el Tribunal Constitucional no la anula

    e

    ignoro si se ha presentado algn recurso- tal como decan textualmente los siete

    rectores de las Universidades de Valencia, Santiago de Compostela, Baleares, Bar-

    celona, Autnoma de Barcelona, Politcnica de Catalua y Pas Vasco, en un ar-

    tculo publicado hace poco ms de un mes en el diario El Pas, mejor andarse

    sin rodeos y decir lisa y llanamente que aqu, en el Estado espaol y en todas sus

    autonomas, no hay ms lengua oficial que el castellano.

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