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Asfalto mojado. Camino por la calle, el asfalto está mojado, es de noche, he andado sin rumbo por horas, ningún autobús ha pasado, imagino que han terminado su servicio hace ya un buen rato, llevo puesta la capucha de mi sudadera negra; pero el frío traspasa toda barrera física que ponga. Por alguna razón, yo no recuerdo qué hacía antes de caminar, no sé quién soy, quién fui o quién seré, no sé mi nombre, tengo una enorme laguna mental que me ha tragado por completo, que se ha apoderado de mí, que me ha consumido hasta el alma. De pronto, un autobús aparece de la nada, es enorme de un negro total, tan puro, que se difumina con la noche, se detiene junto a mí y abre la puerta, no tengo algo que perder, así que decido subir, no hay chofer, en realidad ni siquiera hay un volante o algo por el estilo, me dirijo hacia los asientos, todo está oscuro, no hay ni una pequeña luz encendida, en el fondo, se ve la silueta de una persona, no puedo apreciarla, irradia una tristeza enorme e infinita. Me siento en la parte media del autobús, inmediatamente después de que lo hago, comienza a avanzar, miro hacia afuera, la ciudad parece muerta, la velocidad incrementa, llega un momento en el que desaparece y es remplazada por pequeños arbolitos, de repente se para de golpe, mi cabeza se estampa en el asiento de enfrente, comienzo a sangrar de manera extraordinaria, me llevo las manos al golpe, se tiñen de rojo inmediatamente y el olor metálico quema mi nariz, una chica sube y se sienta junto a mí. -Ni siquiera tienes una herida. -¿Qué? ¿A qué te refieres? -Sí, no comprendo por qué sangras, si ni siquiera tienes una herida –Me vuelvo a tocar, ella tiene razón –Bueno, mínimo no es física –Dice mientras observo mis manos bañadas en rojo, volteo a verla, se ha ido, la persona del fondo sigue allí.

Asfalto Mojado

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Cuento

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Page 1: Asfalto Mojado

Asfalto mojado.

Camino por la calle, el asfalto está mojado, es de noche, he andado sin rumbo por horas, ningún autobús ha pasado, imagino que han terminado su servicio hace ya un buen rato, llevo puesta la capucha de mi sudadera negra; pero el frío traspasa toda barrera física que ponga. Por alguna razón, yo no recuerdo qué hacía antes de caminar, no sé quién soy, quién fui o quién seré, no sé mi nombre, tengo una enorme laguna mental que me ha tragado por completo, que se ha apoderado de mí, que me ha consumido hasta el alma.De pronto, un autobús aparece de la nada, es enorme de un negro total, tan puro, que se difumina con la noche, se detiene junto a mí y abre la puerta, no tengo algo que perder, así que decido subir, no hay chofer, en realidad ni siquiera hay un volante o algo por el estilo, me dirijo hacia los asientos, todo está oscuro, no hay ni una pequeña luz encendida, en el fondo, se ve la silueta de una persona, no puedo apreciarla, irradia una tristeza enorme e infinita. Me siento en la parte media del autobús, inmediatamente después de que lo hago, comienza a avanzar, miro hacia afuera, la ciudad parece muerta, la velocidad incrementa, llega un momento en el que desaparece y es remplazada por pequeños arbolitos, de repente se para de golpe, mi cabeza se estampa en el asiento de enfrente, comienzo a sangrar de manera extraordinaria, me llevo las manos al golpe, se tiñen de rojo inmediatamente y el olor metálico quema mi nariz, una chica sube y se sienta junto a mí.

-Ni siquiera tienes una herida.

-¿Qué? ¿A qué te refieres?

-Sí, no comprendo por qué sangras, si ni siquiera tienes una herida –Me vuelvo a tocar, ella tiene razón –Bueno, mínimo no es física –Dice mientras observo mis manos bañadas en rojo, volteo a verla, se ha ido, la persona del fondo sigue allí.

No sé qué ocurre, todo es muy confuso, mi sangre se ha secado y me ha dejado con una especie de costra en las manos, miro hacia afuera, los árboles han desaparecido, y han sido remplazados por una nada gigantesca, el autobús vuelve a detenerse, esta ocasión sube un chico, él también se sienta a mi lado.

-No es una laguna mental.

-¿De qué hablas?

-Sí, lo que consumió tu alma.

-Me temo que no comprendo.

-Descuida, estás a punto de descubrirlo.

Page 2: Asfalto Mojado

Se levanta, el autobús se detiene muy lentamente, él baja.

Estamos en movimiento nuevamente, me dispongo a seguir viendo a través de la ventana, repentinamente dejo de escuchar, un terrorífico silencio se come todo, intento hablar y las palabras se destruyen antes de salir de mi boca, giro la cabeza, la persona del fondo está sentada junto a mí, de su boca escurre un hilillo de sangre, apesta a muerte. Se recarga sobre mi hombro y una paz enorme se mete en cada poro de mi cuerpo.

-Tienes una especie de segunda oportunidad, naces y mueres cada cierto tiempo, en un enorme círculo vicioso del que no puedes salir, te perdiste hace mucho, en odio, en indiferencia, en amor, perdiste tu alma, y ahora debes recuperarla, o pagarás un precio muy alto.

De repente estoy abajo, no entiendo.

Camino por la calle, el asfalto está mojado, es de noche, he andado sin rumbo por horas, no ha habido alguna señal de vida desde que lo hago, llevo puesta la capucha de mi sudadera negra pero el frío traspasa toda barrera física que ponga. Por alguna razón, yo no recuerdo qué hacía antes de caminar, no sé quién soy, quién fui o quién seré, no sé mi nombre, tengo una enorme laguna mental que me ha tragado por completo, que se ha apoderado de mí, que me ha consumido hasta el alma. De pronto, un coche se detiene a mi lado.

-¡Vamos, sube! –Dice una chica que se asoma desde él. –Ya es hora.

No tengo algo que perder, así que abro la puerta trasera, tengo la sensación de que algo ha cambiado drásticamente, pero no sé qué es ese algo.

Antorcha 2ºDV