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Así dijeron las hijas bienhabladas del poderoso Zeus. Y me dieron un cetro después de cortar una admirable rama de florido laurel. Infundiéronme voz divina para celebrar el futuro y el pasado y me encargaron alabar con himnos la estirpe de los felices Sempiternos y cantarles siempre a ellas mismas al principio y al final. 1 La intención de comenzar con el relato del encuentro entre Hesíodo y las Musas con su posterior encargo, permite dar cuenta, en parte, de la antigüedad que tiene la cuestión de la memoria en la Grecia clásica. Baste comprender la naturaleza con que las Musas aparecen descritas en la mitología griega 2 , puesto que ellas son conocedoras de todo lo precedente, lo presente y consecuente. Pero por otra parte, se muestra la figura de Hesíodo cuya memoria se expone limitada y precisa del auxilio de las hijas de Mnemosine para cantar la antiquísima genealogía de los Dioses. Es patente, pues, la necesidad de una extensa memoria para referirse a lo divino. Ahora bien, el asunto de la memoria no escapa a consideraciones ulterior realizadas por otros filósofos como Anaxágoras 3 , sin embargo, las investigaciones más acabadas son aquellas realizadas por Platón y por Aristóteles. 1 Hesíodo, Teogonía 30-35. 2 Cabe recordar que las Musas son hijas de la diosa Mnemosine, la cual era la personificación de la memoria. 3

Así Dijeron Las Hijas Bienhabladas Del Poderoso Zeus

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Así dijeron las hijas bienhabladas del poderoso Zeus. Y me dieron un cetro después de cortar una admirable rama de florido laurel. Infundiéronme voz divina para celebrar el futuro y el pasado y me encargaron alabar con himnos la estirpe de los felices Sempiternos y cantarles siempre a ellas mismas al principio y al final.1

La intención de comenzar con el relato del encuentro entre Hesíodo y las Musas con su posterior encargo, permite dar cuenta, en parte, de la antigüedad que tiene la cuestión de la memoria en la Grecia clásica. Baste comprender la naturaleza con que las Musas aparecen descritas en la mitología griega2, puesto que ellas son conocedoras de todo lo precedente, lo presente y consecuente. Pero por otra parte, se muestra la figura de Hesíodo cuya memoria se expone limitada y precisa del auxilio de las hijas de Mnemosine para cantar la antiquísima genealogía de los Dioses. Es patente, pues, la necesidad de una extensa memoria para referirse a lo divino. Ahora bien, el asunto de la memoria no escapa a consideraciones ulterior realizadas por otros filósofos como Anaxágoras3, sin embargo, las investigaciones más acabadas son aquellas realizadas por Platón y por Aristóteles.

Considerar el asunto de la memoria desde la perspectiva de Aristóteles, significa aventurarse hacia la interpretación de un pensamiento naturalista, desprendido de las anteriores doctrinas predominantemente idealista como sucedía en el caso de Platón. Con esto quiero decir que el Estagirita no solo ha considerado la memoria en su desenvolvimiento relativo al conocimiento, sino también su exploración guarda en sí las preguntas sobre el cómo y el porqué de esta función y su relación con las demás facultades. La memoria es abordara por Aristóteles como parte de su doctrina psicológica y biológica, y es un tema que no está, de ninguna manera, exento de problemas a la hora de su tratamiento. De tal forma que al inicio de su tratado titulado Acerca de la memoria, como primera divergencia fundamental, es que la facultad de la que se ha hablado se expresa ya sea como memoria o como reminiscencia4. Sigue 1 Hesíodo, Teogonía 30-35.2 Cabe recordar que las Musas son hijas de la diosa Mnemosine, la cual era la personificación de la memoria. 3 4 Aristóteles, Acerca de la Memoria 449b5 - 449b10.

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a esto las contrariedades que suceden en la interacción de la memoria y la imaginación y, finalmente, el desempeño de la reminiscencia en relación al conocimiento.

Pues buen, cabe hablar de aquello que es primero, es decir de las diferencias que hay en esta facultad la cual, parece dividirse en la memoria cuya acción es significado por el verbo recordar y, por otra parte, se halla la reminiscencia que en acto es representada por el rememorar. La dificultad que entrama esto radica en determinar cuándo es que Aristóteles se refiere a la definición general de la facultad o a su manifestación puesto que habla sin distinción de la memoria (como facultad o como desenvolvimiento), empero, la respuesta parece hallarse cuando nos enfrentamos a la forma en que actúa la memoria. En efecto, ya sea recuerdo o reminiscencia, esta función ejerce su labor siempre en aquello que es pasado, no en el presente ni en el futuro.

No hay memoria del ahora en un ahora, como ya se ha dicho, sino que de lo presente hay sensación, de lo venidero expectativa, y de lo ocurrido recuerdo. Por ello, todo recuerdo implica un lapso de tiempo, de forma que los animales que perciben el tiempo son los únicos que también recuerdan, y lo hacen con

aquello que perciben el tiempo.5

A partir de esto, abordaremos definición de la memoria como manifestación, En efecto, la cita no solo nos define, por lo menos en parte, la naturaleza de la función general de la memoria, sino que nos da luces acerca del objeto de esta, dado que este puede ser o una sensación o un conocimiento pero de algo que ya ha pasado. Tal objeto, o por lo menos, en la manera que se nos representa, conecta en gran medida con el pensar, puesto que aquel objeto que recordamos, en modo alguno nos adviene con una forma indefinida, sino que mantiene aquello que el Estagirita explica por continuidad6 lo cual, necesariamente, hace que se vuelva una imagen determinada. Por ello, pues, convendría en que definiéramos la memoria como una parte accidental del pensamiento puesto que esta tampoco se da sin una imagen. Más, la memoria correspondería propiamente al sentido común en el cual se dice que la imagen es una afección del sentido común. Sobre esto, resultan valiosísimas las palabras que dedica Ibn Bayyah en su Libro sobre el alma, dado que su 5 Aristóteles, Acerca de la Memoria 449b25 - 449b30.6 Aristóteles, Física, 225b15 – 227a30.

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exposición nos lleva a pensar claramente el porqué la memoria no es una función unitaria sino un desarrollo consecutivo al sentido común:

Las huellas de las cosas sensibles quedan en potencia en esta facultad cuando desaparece lo sensible, como sucede con los colores, pues lo propio de esta

potencia es retener las sensaciones que están en ella como huellas de las cosas sensibles, pues si ocurre que lo sensible deja una huella <en el

sentido>, este (el sentido común) percibe aquella huella <y el sentido común retiene las sensaciones. Y cuando estas (estas) se dan de una manera

continua, se le llama retentiva y memoria7.

La postura que asume Aristóteles frente al lugar al que pertenece la memoria, distan bastante de la posición de Ibn Bayyah, puesto que el griego estima que esta se encuentra en el alma en el mismo sector que la imaginación. Esto lo dice a raíz de que lo que puede ser recordable son aquellas que, potencialmente, pueden imaginarse lo cual es en sentido propio, mientras que solo por accidente puede recordar lo que se da sin imaginación; esto es, las cosas pensables, cuya explicación vendrá dada más tarde con la reminiscencia.

Considerábamos, pues, que el recordar versaba sobre imágenes pero la pregunta que ahora se nos esboza estriaba en cómo es qué esas imágenes se forman en nosotros. La explicación que resuena a esto es muy similar a lo que decía Ibn Bayyah o por lo menos, en sus aspectos generales, puesto que el sensible imprime en nosotros, o como dice Aristóteles, en nuestro corazón que es el lugar donde se asienta el alma, una impronta la cual, más tarde, recordaremos. En cuanto a esto, queda claro que podemos recordar no solo la sensación misma, sino que queda abierta la posibilidad de recordar el objeto que lo causo. Consideremos pues, que hemos percibido un olor, relativo al olfato, de lo cual la imagen que este deja en nosotros es la de ese mismo olor, sin embargo, si cuando sentíamos aquel olor, también lo observamos, lo que refiere a la vista, podremos recordar no solo el olor mismo sino también el causante.

Decíamos al principio, que la contraparte de la memoria o si se quiere, del recordar, es la reminiscencia. Conforme pues, a la lectura del tratado Acerca 7 Ibn Bayyah, Libro sobre el alma, pág. 107.

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de la memoria8, el rememorar de ninguna manera se relaciona con la noción que Platón expone en Fedon9, es decir, de un alma que recuerda un conocimiento ya había adquirido que, sin embargo, había olvidado.

8 Aristóteles, Acerca de la memoria, 451a20 - 451a25.9

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El primer eje de desigualdad estriba, según aquello que nos ha dicho Aristóteles, es en su oposición manifestada en los sujetos.

…pues las personas que tienen buena memoria no son las mismas que tienen facilidad para rememorar, sino que, en la mayoría de los casos, las que tienen mejor memoria son las personas lentas, y las capaces de rememorar son las rápidas e inteligentes.

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