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Así se Manda en mi Tierra Capítulo III

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Puruxlandia es el nombre que se le da a Campeche, pequeño Estado Gobernado por Fernando Ortega

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Así se manda en mi Tierra

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Miguel Ángel Gómez Escamilla

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Así se Manda en mi Tierra

Crónica esencial de los depositarios del Poder

Capítulo III

PURUXLANDIA

Miguel Ángel Gómez Escamilla

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Así se manda en mi Tierra

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Miguel Ángel Gómez Escamilla

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La política sin una cierta dosis de cinismo es

utopía, el exceso de cinismo en la política se

convierte en tiranía. He visto mentir a muchos

políticos, he conocido algunos que saben

sostener verdades, pero pocos, en realidad

muy pocos, pese a la forma de la política,

alcanzan el grado de corrupción, como los de

mi tierra.

Pequeño Estado de México, uno de los más

pequeños con una población que nunca ha

llegado al millón de habitantes, un lugar en

donde hay poco trabajo, mínimas

oportunidades de desarrollo económico,

mucho menos hablar del desarrollo personal o

profesional de los individuos. Exportadores de

talentos a otros estados, hay campechanos

en casi cualquier parte de la república

mexicana, es como lo he descrito en toda

oportunidad, una cámara de observación de

lo social y lo político en la cual pueden

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Así se manda en mi Tierra

apreciarse cual ratas en un laboratorio las

conductas de los políticos ante elementos

forjados por ellos mismos, tales como la

corrupción, la impunidad, el oportunismo,

pobreza dirigida, la especulación pero sobre

todas las cosas cinismo y un excesivo uso de

la mentira, digamos una mitomanía adquirida.

Es un sitio en donde el gobernante juega a

ser rey, asume la posición de iluminado, se

llega considerar ungido y finalmente pierde

los estribos, cuando no la cordura absoluta.

Y en este laboratorio, todo se llega a

dimensionar en panoramas extremistamente

politizados, en una tierra en donde tener un

trabajo es un privilegio, en donde poner una

empresa requiere de un análisis minucioso

para determinar si podría en algún momento

afectar los intereses de quienes ostentan el

casi poder monárquico, en medio de esta

tierra, abro por capricho un paréntesis de

vida, para escribir en torno al llamado poder

ejecutivo estatal

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Miguel Ángel Gómez Escamilla

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El gordo.

Con suficiente anticipación se sabía quién es,

en una tierra con tan poca gente, con tan

pocos habitantes, las hazañas de este

personaje tienen que ser del dominio público,

producto de una y mil mentiras, nace con

esteroides la carrera política de Fernando

Ortega Bernés. Simple escribidor de

discursos en sus primeros encuentros con el

poder, encuentra en el mito urbano, en la

leyenda boca a boca la posibilidad de hacerse

de un nombre, avanza con la fuerza que le da

un sistema ávido de oradores de mediana

estampa, la simpatía de su figura apegada a

los estándares de los endémicos de la región

y desde luego con el poderoso filo que le

brinda su apodo “el Purux” gordo en lengua

maya.

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Así se manda en mi Tierra

Es imposible hablar de “el Purux” sin abundar

en sus evidencias físicas, sobre todo porque

de ellas como siempre, derivan acciones,

actitudes y decisiones de la actividad

gubernamental.

Nuestro físico define en buena medida

quienes somos, los feos por necesidad tiene

que hacerse graciosos para ser aceptados

con mayor facilidad por los demás, la empatía

requerida por la gente nace de esa simpatía,

el Purux conocedor del tema, se forja para sí

un personaje de gordito bonachón, rechazado

según su mito de la clase gobernante,

quienes paradójicamente premian una y otra

vez con posiciones políticas al poco agraciado

personaje de estampa regordeta, fuertes

abrazos y melosidad extrema.

Con una excelente mano izquierda, el político

asume cada encargo con la voracidad

precautoria de quien desconfía de próximas

oportunidades, previsor al punto de la

avaricia, lo mismo como secretario de

educación que como presidente del congreso,

como alcalde, que como senador, la pobreza

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le habría de perseguir en un embelesador

discurso que exige comprehensión ante su

situación difícil, incómoda, a contra corriente

del sistema, una y otra vez repite y hace

repetir a sus seguidores que la falta de

afectos se la demuestran en cada oportunidad

amarrándole los pesos del erario, incapaz de

solventar soluciones mucho menos de ser

solidario con la gente, pero en castillos

formados en el aire con cimientos de saliva,

pide le ayuden para crecer como proyecto y

algún día la retribución a tan esmerada

afrenta personal de sus seguidores de auto

sacrificarse y desde luego sacrificar a sus

familias, la glorificación habrá de llegar.

Tarea nada difícil si se observa con

meticulosidad la composición social del

pueblo campechano, aún muchos esperan el

recibir las bondades del cielo como

recompensa a la vida en la cual han

aprendido que las grandezas en vida habrán

de privarles de beneficios tras la muerte.

No haría falta ser un genio para darse cuenta

que esta analogía tácita surge en la mente de

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quien sin líder se va encontrando, es así

como logra de poco en poco congregar sus

primeros círculos de fanáticos, los cuales son

desde luego los promotores del político, al

tiempo que son sus amigos, sus compañeros

de trabajo y sus cuidadores de espalda.

Siempre hambriento, de grandeza, de poder,

de imagen, va poco a poco haciendo a un

lado cada uno de los criterios personales que

pudiera tener para consigo producto de sus

notorias características físicas, quizás tres de

las más evidentes, su voluptuosidad, su nariz

y su tez. Ninguno de los contemporáneos en

su partido podría con facilidad ser marcado

con mayor grado de fealdad que Purux.

Sabemos que en la política los juegos

pesados, los apodos, las burlas y los

comentarios malsanos son el día a día, lo

mismo hacia dentro como colegas, que hacia

afuera cuando deciden en muchas ocasiones

filtrar hacia los medios alguna sátira del

aspecto físico de algún político.

Feo, gordo, la vida le pone como única opción

en el camino de la “simpatía”. Nunca visto a

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conciencia como un líder, pero sí como

amigable, es Purux y se lleva con todos y

para cada persona tiene una frase como

“estamos pendientes” “no apagues tu celular”

“cómo está la familia” “salúdame a tu papá”

un fuerte y estruendoso palmear en la

espalda, que de paso sirve para hacer notar

su presencia al casi obligar a los demás

voltear a verle tras el escandaloso, poco

educado pero efusivo saludo del político. Un

saludo que se tiene que aclarar intenta

mostrar “así saludamos los hombres”

enarbolando la bandera de una

“masculinidad” que lleva a criterios

específicos en su conformación de gobierno y

actuar diario. Al detenerse a hablar con

alguien que se lo solicita siempre con la mano

dominando a su interlocutor, demostrando

una territorialidad que le ayuda a sentir control

de la situación, movimientos evidentes de

asentimiento, una sonrisa que le enchina la

mirada al mover los voluminosos cachetes,

gesto cada vez más exagerado en un afán de

hacer evidente “el gusto” por saludar y una

voz en el tono más grave que le permite su

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tórax producir, muletas verbales agotadas

pero probadas, lo suficientemente largas

como para poder hilar oraciones y al mismo

tiempo para en su caso y de ser necesario se

vayan olvidando de las primeras líneas, lo

cual le lleva a menudo a cometer vicios de

lenguaje y errores gramaticales que pasan

desapercibidos en medio de su retórica que

intenta ser paternalista, lo que algunos

llamarían conducta de padre nutricio.

Tonalidad de voz que también coincidiría con

un insistente comportamiento masculinizado,

la razón es simple, si sus movimientos no

fueran cuidados al extremo de verse

masculino por fuerza, con su mensaje y

proceder, se le notaría afeminado.

Hasta ahí, nada le haría diferente a muchos

políticos. Lo que resulta interesante es la

creatividad localista para asumir situaciones.

Mencionaba de la carencia de recursos, la

pobreza que cual nube rodea y persigue a

Ortega Bernés, en cada encargo, siempre,

haciendo culpable a alguien jerárquicamente

superior quien no le quiere hacer llegar los

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recursos por “celo” a su crecimiento. Una

artimaña que produce por dos lados distintos,

por un lado la justificación idónea para no

compartir, para no cumplir, pero de forma

adicional para situarse en el papel de víctima

con la fe de encontrar en los escuchas

salvadores ya que desde luego el perseguidor

es el superior celoso. Así cuando en antaño

fue el Gobernador en turno quien le frenó

económicamente en cada desempeño

político, siendo ahora que él es el gobernador,

la cita de la pobreza es referida al Presidente

de la República, quien en voz y pluma de los

lisonjeadores de oficio es responsable de la

carencia de recursos, por ende la nula ayuda

social e inexistentes obras, crecimiento y

desarrollo. Pero más allá del roll psicológico

que juega cada orden político, está un

desorden personal, interior, íntimo, totalmente

subjetivo.

El acervo de mañas de “el Purux” es tan

amplio como su creatividad cínica y resentida,

ante cada negativa la frase: es que él quisiera

darlo pero… tras ese pero, la cizaña es

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sembrada, la culpa tenía nombre y apellido,

se insinuaba en su momento de quien era la

culpa que el pobre Purux estuviera limitado en

oportunidad para entregar benefactores, en

otras ocasiones sus publirrelacionistas,

simplemente dejaban a la imaginación el

nombre de quien le impedía al Purux realizar

la buena acción, acrecentando las diferencias

entre el afligido solicitante y su némesis

personal.

Las negativas cuestan, la estela de daños a

gente quienes con expectativas acudieron en

su momento con el voluminoso gobernante,

en busca de ayudas para afrontar

enfermedades o padecimientos reseña una

gran cantidad de dolor humano. Por centenas

he podido documentar anécdotas en relación

a las promesas ante situaciones tan delicadas

como la salud, muchas personas que por

necesidad acudieron a él en su momento en

busca de ayuda, e incluso personas de origen

humilde que apostaron en campañas trabajo,

esfuerzo, cansancio, terminaron agravando su

situación, así quienes padecían un tumor

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terminaron enfrentando cáncer, semana a

semana, la misma promesa se iba

refrendando hasta llegar el punto de daños al

nivel de amputaciones por no atenderse a

tiempo, atenciones postergadas por las

palabras de este señor Ortega quien se

comprometía a entregar los medicamentos, la

ayuda hospitalaria, las consultas médicas e

incluso boletos de transporte y unos cuantos

pesos de viáticos para traslados a la vecina

Mérida en busca de atención médica de

especialidad. Así de promesa en promesa, de

compra de tiempo en compra de tiempo,

fueron las historias repetidas que terminaron

no solo en sufrimiento, sino en otras

ocasiones la pérdida de los patrimonios.

Sin el más mínimo resquicio de

remordimientos, sin el más exiguo interés en

una persona que sufre. Tratándose de

Fernando Ortega Bernés tenemos en claro

que hablamos de un individuo quien ante lo

que se encuentra fuera de su ego, no le

aflige, ni siquiera reacciona, se instala en la

indiferencia, en la indolencia, la cual no se

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interrumpe, es capaz de mantenerse en esa

cínica postura y fingir una alteración de sí y

preocupación extrema, mientras por dentro su

esfera de lo personal se blinda para no tener

que entregar algo de lo que considera como

suyo, como una extensión de su propiedad.

Para él, es evidente, los recursos son parte

de esa extensión de propiedad, es un

controlador extremo, como parte de su origen

con no tantos recursos, está en una carrera

por alcanzar a quienes tienen la ventaja de

herencia, por ello no repara en acumular, se

puede con facilidad ubicar como una persona

en constante conflicto al juzgar y sentenciar

quien debe tener que cosas, a quien le sobra

que cosas y que cosas que tienen otros a él le

vendrían bien.

Un individuo que ha sido señalado en el

pasado en franco conflicto con la propiedad

privada, con el recurso ajeno, vaya hasta con

coincidentes desapariciones de objetos de

valor tras breves estancias en casa de

campechanos avecindados en otras ciudades,

es un tipo que siente la necesidad de

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posesión, que no reconoce los límites de la

pertenencia ajena, pero por encima de todo

esto, que se siente plenamente facultado para

determinar quien merece tener y quién no.

Un extraño complejo, que pone esporas con

quienes le rodean, cuando menos de manera

cercana.

Un ser con frustración y envidia, así se le ve,

colmado de frustración y de envidia incapaz

de ver que su prójimo puede superarse o

tener más. Como toda persona acomplejada

carente de principios y siempre tratando de

acomoda las circunstancias de acuerdo a sus

conveniencias.

Militante de un confundido umbral, instalado

en la postergación permanente de una

revancha interminable con el pasado, con las

dudas de su origen, la certeza de su

temporalidad y la existencia de su propio

subplano mirando la vida desde su angosta

visión, lo cual le acentúa su espíritu de

perdedor irreductible, facsímil de guerrillero

en una batalla íntima que pareciera desear

contener con fe en lo que los demás temen,

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detestan o rechazan, absorbiendo para sí los

íconos de los más desdeñables actos, con

insoldables fracturas de vidas desgarradas

en el ejercicio del control que tanto anhela y

necesita desatando rabia en cualquier lugar

situándose garbosos ante a los micrófonos

pretendiendo dar cátedra de moral y respeto

armado de leyes, de mensajes cifrados, de

plumas verdes, con escudos de inocencias, y

escribas cual gatilleros.

Repito su primera batalla es contra el mismo.

Por eso no se da tregua, acciona en todo

momento su rencor, su furia, que vive

contenida por el personaje bonachón

artificioso pero necesario para no explotar

con la belicosidad de un niño regañado que

no se limpia los zapatos o no se cepilla los

dientes, con todo coexistiendo el fastidioso

tono paternalista masculinizado y el deseo de

desquite, de ejecutar a mansalva una

venganza por tanto tiempo de contención,

explotar contra los adversarios concretos o

diluidos en la generalidad, contra los

enemigos reales y los imaginarios, contra los

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afortunados existentes o potenciales, dando

vueltas en su cabeza las manos que hubiera

deseado morder en lugar de obligádose a

besar.

Fernando Ortega es uno de tantos políticos

cultivados en el caldo espumoso del

resentimiento. Los de su tipo, encuentran una

provechosa resonancia en el colectivo, en

tanto motoriza un sentimiento de minusvalía

que en alguna medida padecemos todos de

allí la necesidad a todo costo de hacer notorio

su encanto ductor en política y la

identificación que concita su arbitrariedad al

instalarse en su rol de poderoso. De allí la

indestructibilidad de su rabia trasladada a la

indiferencia. De ahí que, prefiera ser un

guarecido en la omnipotencia justiciera del

que se define como maltratado,

obstaculizado haciendo notar que siendo él

quien es y teniendo la posición que ostenta no

lo puede todo, que requiere del apoyo de los

ciudadanos, apoyo que es más un llamado al

sacrificio en su nombre, ya que las dolencias

infringidas en terceros, es parte de su

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alimento como animal político. Ese sacrificio

en su nombre, cobra fuerza, aliento y cualidad

cuando le permite hacer inversa la minusvalía

que le ha marcado.

Inescrupuloso y manipulador de débiles, con

herramientas tan elementales como la retórica

básica, con mecanismos como la

incuestionabilidad de sus actos o de

acontecimientos, con notorio desplante ante

lo que considera no tiene necesidad de

explicar, huidizo ante quien pretende

cuestionar tanto como de quien exige una

explicación o una rendición de cuentas, con

él existen los temas tabú y los momentos

incómodos en los cuales no desea ser

molestado por nadie. Imperando la forma

sobre la esencia, su actitud es simplista y su

incapacidad para tener argumentos sólidos le

obliga a reaccionar externando molestia y

olvidando su personaje de gordito bonachón.

Se instala en un deseo de control que le dicta

retirar comunicación, es una de tantas formas

de decir, tengo el control, ustedes se acercan

tanto, cuando y cuento yo deseo que se

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acerquen, digo lo que deseo decir y les doy lo

que es deseo dar.

Misoginia o falocracia, el señor Ortega

gobierna desde el lado misógino del poder,

con casi ninguna mujer al interior de su

gabinete especializado de gobierno, con una

marcada separación de sexos y notorias

diferencias de trato de un sexo respecto del

otro concibiendo de formas natural el hecho

de que las mujeres cumplan papel de

subordinadas, con poco ningún margen de

decisión en temas importantes,

etiquetándolas tácitamente como seres que

no saben cómo proceder ante diversas

circunstancias, pero además con una actitud

hacia su propio sexo que le inclinaría sobre

una falocracia al mismo tiempo. Su constante

necesidad de masculinizar su entorno tiene

relación con esto.

Por la conducta indolente hacia los demás

que ha demostrado durante los años, es

lógico que las mujeres no sean un activo

laboral del gobierno de Fernando Ortega

Bernés, como todo demagogo, el punto de

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Así se manda en mi Tierra

partida de su estilo de acceder al poder es

contrario a la esencia femenina, en la esfera

de poder donde se ubica no necesita ni quiere

ser juzgado y siendo el juicio uno de los

elementos primordiales del actuar femenino,

es natural que no les desee cerca, dejando

ver que el sitio indicado para la mujer es

aquel en donde se acople a la sumisión.

Las mujeres para el señor Ortega, al igual que

los necesitados, al igual que tienes poseen lo

que él desea tener, son cosas, todo lo externo

a él se ubica en un proceso ideático de

cosificación, es en esa translación interna

sagaz que efectúa el señor Ortega que las

mentiras dejan de ser solo cuadros verbales

primarios y se convierten en un guión para ser

actuado, la cosificación es lo que le permite

dirigirse de forma actuada, intentando mentir

tanto con la voz como con la actitud con el

manejo de los movimientos corporales, con el

tono de voz, con los ademanes y con frases

que intentan ser argumentos sofistas como la

reiterada “es por eso que les digo que” usada

previamente a la condición requerida de lo

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que desea que “las cosas” humanas hagan,

siempre en pro de una plataforma definida

suprapersonal, lo cual es una forma de pedir

las cosas para él mismo pero empleándose

parámetros tales como la superposición de

ideales que la generalidad o la colectividad

pueden absorber como propios por eso es

que emplea ese tipo de frases trasladadas a

la primera persona y en muchas ocasiones

con reiteraciones innecesarias al centrar el Yo

en el discurso, sacarlo de lo tácito y situarlo

en el imperativo, juego de personerías cuando

va exigir, o a pedir, en cuyo contexto emplea

posterior al plano del motivo la propuesta de

beneficio per5sonal teñida de un colorido

beneficio mutuo situando en primera persona

plural “Vamos a trabajar por Campeche, por

“NUESTROS ONCE CAMPECHES” haciendo

un énfasis de tono en los once, para realzar

el orgullo de pertenencia potencializado al

pequeño terruño de cada habitante del

estado, segmentando para incrementar la

empatía, todo sea pro de la manipulación.

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Fernando Ortega requiere un entorno plagado

de obsecuentes colaboradores, que transiten

bajo un efecto de dominio que solo él puede

controlar, nadie más. Como decía el gordito

bonachón es un personaje, no es real, en el

fondo, el individuo es poco empático, por ello

recurre a la formación de empatía de primer

contacto con individuos subyugados quienes

en afán de ofrecer empatía al maravilloso

demagogo, desarrollan cuadros de mimetismo

el cual es agradecido por el narcisismo que

invade a Ortega Bernés.

Es una mezcla falocrática, los colaboradores

masculinos subyugados a la esfera

impenetrable de decisión, simples soldados

que reciben órdenes y ejecutan, sintiéndose

obligados a mimetizarse para conseguir el

agrado, la empatía tiene que ser física igual,

las señales están mandadas, cerca, en la

inmediatez no hay más que obesos, varones

obesos que asienten con la cabeza,

dispuestos a renunciar a cualquier crédito por

idea, el único genio es el gran señor Ortega.

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Pero nada sucede solo, se necesitan

herramientas, a lo largo de los años muchas

han sido las herramientas a las que ha

recurrido Ortega Bernés pero la más usada

por las personas que le rodean es el rumor,

rumores para todo, para ubicarse como

salvador, como víctima, según convenga,

para ubicarse como político mesiánico, rumor

hasta para justificarse como lo haría cualquier

político, él es bueno pero quienes le rodean,

esos terribles de los Sarmiento, o tal o cual.

En definitiva todos sabemos que no hay líder

malo, que la función primordial de quien

pretende ser líder es asumir su papel y dar

respuestas favorables, pero para impedir que

las órdenes se ejecuten debe existir un

Roberto Sarmineto, un Víctor Salinas y

muchos adicionales, quienes únicamente

desde luego cumplen las órdenes, la mayoría

de las veces contrarias en privado a lo

pactado en público. A esto habría que sumar,

la compra de tiempo postergando

acercamientos o cumplimientos de manera

posterior a cosas, fechas o eventos

significativos, por decir algo un vamos a

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verlos después del informe estando en enero,

siendo el informe en agosto, por mencionar

los más comunes aunque no los más

ingeniosos. Desde luego las mentiras como

aquella de evitar a toda costa el pago a

proveedores argumentando el robo de la caja

fuerte del Ayuntamiento, cada una de las

mega construcciones que realizaron en su

trienio al cargo del municipio cuyos costos

aún con las inflaciones tantos años después

son verdaderamente de exorbitantes.

Para llegar a ser Alcalde Fernando Ortega,

usó algunas de las mañas que reciclaría una

y otra vez, la primera azuzar a “su gente” para

que buscaran posiciones, cargos de elección

popular que evidentemente le serían

negados, pero que desde luego se

negociarían a cambio del encargo siguiente

de Fernando Ortega, era así como en las

vísperas de cada elección los amigos de

Purux iniciaban con sus campañas de

posicionamiento, muchas de ellas

políticamente inviables, pero que buscaban

de nuevo satisfacer la territorialidad y deseo

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de control, vaya el tener con qué jugar y

negociar en el terreno político. Es así en

medio de la presión, en medio del amague

político público como surge uno de los mitos

de la política campechana más significativos.

Previo a la elección a gobernador del 2003,

en octubre del 2002, “el Purux” declina en

corto la posición que buscaba, en aquella

ocasión precisamente la sucesión de

gobernador, la falta de experiencias en el arte

de la persuasión había logrado poner en

franja de riesgo la institucionalidad de varios

personajes, pero sobre todo podrían

deteriorarse las fibras del tejido de la

maquinaria electoral del PRI. Previo a la

concertación política, el entonces diputado

presidente del Congreso Purux para quien era

evidente que el paso lógico a buscar en los

escaños políticos era la Alcaldía, apostó a

una posición más elevada (gobernador) para

de esa manera bajar en la negociación a

Presidente Municipal. A unas cuantas horas

de haberse dado el acuerdo político con el

cual le habían informado a Purux de la

decisión de que sería Jorge Carlos Hurtado el

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Gobernador y que debería encontrar la forma

de tranquilizar los celos y nervios de “su

gente” inició de boca de sus cercanos un

rumor a correr las calles: Purux no iba ser el

candidato, el gobernador en turno Antonio

Gonzalez Curi le había dado una cachetada y

retado siendo que a gritos le dijo que iba ser

Hurtado Valdez el candidato a Gobernador. El

rumor venía acompañado de un estribillo: hay

que buscar a Purux y pedirle que sea el

candidato a alcalde, si no es Purux el

candidato se pierde la alcaldía de Campeche

y quien sabe que vaya a pasar en manos de

los españoles. Los españoles en cuestión era

referencia a Juan Camilo Mouriño extinto

secretario de Gobernación quien en aquella

época habría de contender contra Purux en la

Alcaldía de Campeche, encuentro del cual

saldría otro rumor en tono “simpático” “Purux,

mata carita” en alusión a las características

físicas del contendiente panista.

La maña de la cachetada casi le cuesta al PRI

la gubernatura, ya que también como se vio

en más de un proceso electoral en el cual

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Purux estuviera metido, cuando a sus

intereses ha convenido ha sabido operar en

contra de su institucionalidad, o él o bien sus

cercanos y de ultra confianza colaboradores

poseen una iniciativa perversa única en su

tipo.

No obstante los planes, las carnes no cayeron

en los asadores, en aquel proceso, el extinto

secretario de gobernación, con la plaza de

Campeche capital descuidada a intercambio

de centrar esfuerzos en la posibilidad de

ganar la gubernatura para su partido aún con

otro candidato, los procesos operativos no

fueron tan confiables y el ambivalente Purux,

llegó a ser Alcalde, dejando en aquella

ocasión al partido del pacto con nada.

Como decía hace algunas líneas este es un

Estado pequeño en donde la oligarquía se

divide en colores y se une en fiestas, en

compromisos sociales y desde luego de toda

la gente que usufructúa el poder se compone

una gran familia con nexos e intereses

políticos y económicos.

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Uno de los personajes sin el cual el Purux,

difícilmente habría podido escalar es Gabriel

Escalante Castillo, quien encontrara las

delicias del poder de la mano de los

hermanos González Curi y quien en su

momento adoptó y arropó al Purux,

intercediendo por éste ante la plana social de

Campeche, recomendándolo, codeándolo,

manejándolo tal cual lo haría un

publirrelacionista, pero con la diferencia que a

cambio de sus cuotas intactas de poder, las

cuales jamás, en ningún momento habría

dejado de cobrar, calificado como capo de la

política por algunas otras familias, respetado

como padrino por algunos priistas y

observado desde una sana y casi sabia

precavida distancia por los amigos cercanos

del Purux, Gabriel Escalante es señalado en

su momento como el ejecutor de la política

sucia legalmente cuidada. Es el estereotipo

se dice, de un genuino capo de la política y en

cuyas manos habrá de dilucidarse en buena

medida el destino de cuando menos una

gubernatura más al concluir la del Purux.

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En ese punto es donde resulta importante

considerar la participación de un capo político

de mayor peso que los de la propia Tierra

actuando en coordinación con los capos

locales, es evidente, que para que la

candidatura a gobernador se diera para

Ortega Bernés, hubiera su grupo tenido que

concertar con muchos políticos, la mayoría de

ellos fuera del alcance y rango de los amigos

del Purux, tendría que por obviedad entrar a

negociar un capo mayor para convencer al

senador Alejandro Moreno desistir de su

lucha por la candidatura y retirarse sin nada

más que con la Presidencia temporal de su

partido a nivel estatal, habrían tenido que

doblegar al entonces presidente del congreso

Carlos Felipe Ortega Rubio para desistir de su

lucha, así sucesivamente. Lo cierto, es que el

propio Alejandro Moreno se dedicó en su

momento a conseguir las posiciones para los

demás adversarios que buscaban la

candidatura, pero apoyando la candidatura

del Purux, limpiando los espacios de otros

personajes que aspiraban Alcaldía u otros

espacios semejantes a fin de que la sucesión

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Así se manda en mi Tierra

pudiera ser alfombrada para el Purux,

solidaridad no correspondida por el propio

Ortega Bernés cuya gente cercana tendría

como misión desarticular las redes de

Moreno Cárdenas. Con ello se daría el tercer

caso de incumplimiento visible del Purux en

relación a la concertación política de la cual

se erigió como gobernador. La primera y

evidente en tiempos, no otorgó apoyo a

Carlos Felipe Ortega quien renunció a su

candidatura a cambio de la alcaldía de

Campeche, sin embargo la gente cercana a

Purux, sí brindó facilidades y apoyo irrestricto

al entonces candidato del PAN quien terminó

por ocupar la Alcaldía. El segundo

incumplimiento se habría dado en la figura de

Jorge Luis Gonzales Curi, coinventor del

Purux, a quien solamente dan espacio

legislativo local sin mucho margen político y

con consignas públicas y mediáticas

adversas. El tercer incumplimeinto habría de

darse con Alejandro Moreno quien es

evidente podría ser el candidato del PRI a

gobernador de Campeche en el 2015, cuando

menos candidato.

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Mezquino y leonino para cumplir o incumplir,

obsesivo, paranoico, controlador, territorial,

cínico, mentiroso, pero sobre todo exige

lealtades a prueba de ácido.

Cuestiones de peso

Es necesario saber del origen de los

gobernantes, para entender cómo piensan, el

entorno familiar nos marca, quizás tanto como

nos llega a marcar lo vivido en la infancia. La

relación con la familia también nos dice quien

es el ser humano que convive con el

personaje político.

Respecto Fernando Ortega Bernés, hay poco

que decir, estigmatizado en el susurro popular

por las abismales diferencias de carácter y

físicas entre él y sus hermanos, estigma

acrecentado por la poca cercanía y nula

intención visible del mandatario de hacer

notar el más mínimo aprecio o afecto hacia

quienes son su familia hasta este punto de

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Así se manda en mi Tierra

saberse consanguínea. Poca cercanía familiar

con los Ortega que durante años ha levantado

suspicacias y ha sido motivo de mil un

comentarios en mesas de café, cantina,

restaurantes y casas particulares, sospecha

que poco se menciona de forma pública por lo

sensible del tema, pero que siempre que es

abordado tras las argumentaciones sociales

concluye en un “puede ser”, de la genética

Bernés no queda duda alguna…

Adicional, el personaje de ciudad pequeña

que trae tatuado en alma y estampa el apodo

de toda la vida, cuyo origen se cuenta en el

barrio santanero se remonta a los tiempos de

infancia.

Es realmente difícil para alguien cuyos

atributos no son especialmente los más

agraciadamente llamativos el llegar a

sobresalir en un campo como el de la política,

sobre todo en un medio político como el de

Campeche, con una sociedad campechana

renuente a la aceptación de los iguales, más

aún de los círculos sociales importantes en

los cuales la apariencia representa en gran

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Miguel Ángel Gómez Escamilla

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medida la posibilidad de aceptación o de

rechazo.

Ingenioso y un poco sobreactuado en un

principio, intentando luchar por sobresalir,

tratando de crecer a toda costa, sobre quien

sea.

Convencido de la importancia de tener una

mano izquierda que ejecute, es político

forjado en las catacumbas del viejo sistema

priista, político siniestro a quien le importa

posicionarse, requiere de la admiración, no

basta con verle como parte de la historia en el

espacio que obsesivamente buscó durante

años, desea trascender, no ser olvidado, pero

paradójicamente no le interesa construir,

desarrollar o generar grandeza, le apuesta

más a la imagen perpetuada por la lisonja a

buena paga y al mismo tiempo le importa el

colocar su imagen institucional el rojo

solidario como sello, como distintivo, cuestión

sin duda importante para un tipo que como se

ha mencionado es absolutamente egocéntrico

y territorial.

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Así se manda en mi Tierra

Si bien se habla de sus incumplimientos, los

motivos que le han instado a reaccionar han

podido ser una mezcla de deseos de

venganza y de la supra posición que anhela

demostrar.

Siente en el micrófono la analogía de un

revólver, disparando ocasionalmente

amagues con destinatarios claros, jugando al

justiciero, desenvolviéndose como si fuera un

tipo que en el regaño público encontrara el

instrumento ideal para reprender, ahí se torna

valiente, es fácil ser valiente cuando todos

habrán de reaccionar del lado del poderoso,

sabiendo eso, recurre a la técnica de no

poner nombres, dejando que las fobias

personales señalen, acusen, indiquen el

destinatario de los exabruptos. Ante un

regaño en el micrófono todos voltean, todos

reaccionan, todos se ven y algunos bajan la

mirada, es el toque de avance para que sea

evidente ante los generadores de opinión

pública que las acciones de los colaboradores

no tienen el consentimiento del líder y

formador, que el señor Ortega está en

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Miguel Ángel Gómez Escamilla

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desacuerdo, situación difícil de creer para un

controlador como él.

Se trata de un gobernante cuyo estilo se

define como el del reinventor, renombrando

las cosas, entregando a cuenta gotas,

integrando un panorama distante de la

realidad, generando fábulas políticas e

inventando carreras que le permitan continuar

en la esfera del poder.

Es el mismo político que años atrás en su

paso por la curul local fue señalado como

consumidor de cannabis, así lo expusiera en

aquella época un diputado panista. Es el

mismo político que ha sido señalado con la

reserva debida como recurrente participante

en asuntos de orden esotérico y órdenes de

adoración de entes demoniacos.

Ese es Fernando Ortega Bernés el ideático,

el inventor de los parques millonarios, de los

traslados de estatuas con costos

inimaginables, el constructor de riquezas

imposibles de justificar con sus ingresos, el

inventor de la idea que los enemigos en

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Así se manda en mi Tierra

política premian la enemistad con

presupuestos a disposición, el auto erigido

pípila electoral.

Ante todo esto, la pregunta evidente sería

¿cómo es que llegó a ser gobernador?

La respuesta es compleja y amplia,

multifactorial dirían, pero principalmente se

debería atribuir a la enorme cantidad de

dinero que representó su proceso electoral,

por primera vez en Campeche, fue posible

para una gran cantidad de ciudadanos

corroborar que las compras de votos existen,

en esa ocasión ya no fue en las colonias

alejadas ello permitió desmitificar, el tema de

la entrega de dinero a cambio de votos,

ahora, todos saben de un primo, un hermano,

un tío o bien de experiencia propia que el voto

vale dinero, cientos de videos, grabaciones de

voz, fotografías ya hasta post’s en redes

sociales así lo testifican, en donde el

procedimiento era muy básico y en resumen

por voto efectivo pago inmediato, eso por

decir lo menos.

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Miguel Ángel Gómez Escamilla

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Antes de esa elección, habría sido Senador y

Alcalde, en ambas rompiendo récord de

costos para campañas de su naturaleza. Así

es en sus contiendas, simplemente costoso.

Y ese costo tan elevado es lógico no ha

provenido de la riqueza que habría venido

acumulando, es evidente que los patrocinios

fueron parte primordial en cada campaña por

ello la gran cantidad de compromisos con los

que llegó como Gobernador y de ahí la

composición de su esquema de gobierno tan

holgado en lo que a responsabilidades

compete.

Costos elevados no solo para erigirse, sino

también para iniciar su mandato, cientos de

millones de pesos quedan hasta el día de hoy

sin esclarecer su auténtico paradero, tema

tabú del inicio de la administración de Ortega

Bernés, se trataba del arranque de una

administración caracterizada por la poca

información pública corroborable, el

ostracismo gubernamental, la hipocresía de

poca monta, la invención de políticos a modo

y el pago a benefactores y coadyuvantes, es

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Así se manda en mi Tierra

el inicio de la Puruxlandia que deja durmiendo

al antiguo Campeche de la simulación para

dar paso al período del cinismo redentor.

Los méritos en realidad no cambian mucho,

las formas, el estilo es lo que sufren

transformaciones, disfrazando con el término

“social” grandes fugas de dinero mediante la

casi imposible comprobación de los destinos

finales de aquello que se regala.

Fantasmagóricos destinos de recursos

supuestamente empleados en el crecimiento

y detonación de infraestructura inexistente,

ningún desarrollo, nada tangible, nada

palpable, nada visible. Con la gran anuencia

de quienes nada han de cuestionarse

respecto del motivo real de los procederes del

gobernante, el morbo político es callado

mediante distractores, todos parecieran estar

ocupados en sus tumultos personalísimos,

casi nadie tiene tiempo para reparar en lo que

realmente sucede tras cada cortina de humo,

tras cada flash de ingenio que tiene un

motivo, una razón de ser, son las nuevas

formas de gobernar, con el empleo de una

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Miguel Ángel Gómez Escamilla

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visión política de aniquilamiento previo, así se

desempeña el mandato en la creación del

nuevo paraíso del cinismo. Puruxlandia

emerge de la nada, de la imaginación de

alguien que pasó mucho tiempo de su vida

pensando soluciones al servicio de la

inmundicia gubernamental, en lo

meticulosamente planeado, en mentes

obsesionadas con el control, con la

generación de poder y el apoderamiento de la

riqueza, es el cimiento de la permanencia en

el poder, el inicio de un proyecto atemporal.

Esta es Puruxlandia, aquí comienzan las

crónicas de un sitio en donde los personajes

ficticios son gobernantes y los humanos que

les dan vida son manipuladores a conciencia,

ávidos de ser reyes imaginarios con control

pleno y absoluto sobre sus “súbditos” antes

llamados ciudadanos…