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ASPECTOS DEL TEATRO ESPAÑOL DE LOS SIGLOS DE ORO POR EL ABOGADO JULIO JIMENE% RUEDA S ON las dos de la tarde. Por el amplio portalón del Corral de la Pacheca se precipita la muchedumbre impaciente. Hombres. por un pasillo, mujeres, por la "escalera de pasamanos de ladrillo y yeso y peldaños de madera labrada, que construyera. poco antes, el maestro Andrés Aguado' '. Cobra el autor el precio de la entrada en los postigos y van se acomodando los concurrentes en los lugares que les corresponden. Los que han pagado los maravedises que cuesta el asiento de patio, se instalan en los bancos que están frente al tablado. Se impacienta el •• mosquete" de pie tras de los bancos. Pro- testan las damas en la "cazuela" por el poco miramiento que han con ellas las' 'ahuecadoras" al reducir el vuelo inverosímil de las basquiñas y guardainfantes. En el desván, un grupo de poetas y malsines mur- mura del colega que esa tarde tiene el atrevimiento de representar una comedia. La "tertulia" se anima con la docta presencia de un maestro en artes por la Universidad de Alcalá. Es variada y curiosa la concurrencia al Corral de la Pacheca. Ahí el viejo grave, de cabeza cana, perilla y mostacho de plata, que abomina en público de la licencia de las costumbres reinantes, execra los bailes que se muestran en el escenario, reniega de las coplas que la comedianta entona, a compás de una vigüela, en los intermedios de la representación; pero adora en secreto los lindos ojos de cualquie_ ra actriz y hace todo lo posible, en primera fila, por ver de descubrir algo más de la torneada pantorrilla de la histrionisa, que lo que permi- te la basquiña larga y el amplio listón o tira de madera que frente al escenario las ordenanzas prescriben como indispensable para impedir las miradas indiscretas de los concurrentes a patio. Ahí el soldado viejo que perteneció a los tercios de Flandes. mutilado glorio- so en las batallas en que el nombre de Dios y el nombre del Rey servían de mote en las banderas, y se codea con el mozo barbilindo y presuntuoso que, sin salir de Madrid, pretende haber conquistado al mundo, y con el hidalgo pobre que concurre a la representación sin comer, pero con unas cuantas migajas de pan espolvoreadas sobre el 454

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ASPECTOS DEL TEATRO ESPAÑOLDE LOS SIGLOS DE ORO

POR EL ABOGADO JULIO JIMENE% RUEDA

S ON las dos de la tarde. Por el amplio portalón del Corral de laPacheca se precipita la muchedumbre impaciente. Hombres.por un pasillo, mujeres, por la "escalera de pasamanos deladrillo y yeso y peldaños de madera labrada, que construyera.

poco antes, el maestro Andrés Aguado' '. Cobra el autor el precio de laentrada en los postigos y vanse acomodando los concurrentes en loslugares que les corresponden. Los que han pagado los maravedises quecuesta el asiento de patio, se instalan en los bancos que están frente altablado. Se impacienta el ••mosquete" de pie tras de los bancos. Pro­testan las damas en la "cazuela" por el poco miramiento que han conellas las' 'ahuecadoras" al reducir el vuelo inverosímil de las basquiñasy guardainfantes. En el desván, un grupo de poetas y malsines mur­mura del colega que esa tarde tiene el atrevimiento de representar unacomedia. La "tertulia" se anima con la docta presencia de un maestroen artes por la Universidad de Alcalá.

Es variada y curiosa la concurrencia al Corral de la Pacheca.Ahí el viejo grave, de cabeza cana, perilla y mostacho de plata,que abomina en público de la licencia de las costumbres reinantes,execra los bailes que se muestran en el escenario, reniega de las coplasque la comedianta entona, a compás de una vigüela, en los intermediosde la representación; pero adora en secreto los lindos ojos de cualquie_ra actriz y hace todo lo posible, en primera fila, por ver de descubriralgo más de la torneada pantorrilla de la histrionisa, que lo que permi­te la basquiña larga y el amplio listón o tira de madera que frenteal escenario las ordenanzas prescriben como indispensable paraimpedir las miradas indiscretas de los concurrentes a patio. Ahí elsoldado viejo que perteneció a los tercios de Flandes. mutilado glorio­so en las batallas en que el nombre de Dios y el nombre del Reyservían de mote en las banderas, y se codea con el mozo barbilindo ypresuntuoso que, sin salir de Madrid, pretende haber conquistado almundo, y con el hidalgo pobre que concurre a la representación sincomer, pero con unas cuantas migajas de pan espolvoreadas sobre el

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sayo y un mondadientes entre los labios, y del covachuelista, corcovadoen fuerza de estar siempre sobre el pupitre, levantando el censo de losimpuestos que gravan y seguirán gravando por los siglos de los siglosal pobre, paciente y resignado pueblo; ahí el flaco arbitrista que, nopudiendo resolver el problema de su subsistencia, la emprende con lasolución del que aflige a la Real Hacienda, aconsejando al Rey quedecrete el ayuno obligatorio para todos los habitantes del reinopor una vez a la semana y recaude de todos sus súbditos el productode lo que gastarían de haber comido, y el noble enamorado de la come­dianta, que se perece por ganar una sonrisa de la Jusepa Vaca, de laFrancisca Baltasara, de la Eufrasia María Reina, y suspira todala representación, y hace centinela a la salida, y le envía a la dama desus pensamientos billetes perfumados con ámbar o con algalia.

Después del "mosquete" la "cazuela" es el lugar de mayor bulli­cio en los Corrales. Risas, chillidos, llantos, gritos, reyertas, desmayos,algarabía de pajarera. Comentan las mujeres, en voz alta, los inciden­tes de la representación, increpan al traidor, envidian a la dama, año­ran al galán, respetan al viejo grave, ríen con los donaires del criado,recogen las confidencias que se hacen a la doncella. Toda la poblaciónde la ciudad galante está representada en este breve lugar. Y las hayhonradas y las hay que encubren su libertad con un tenue velo dehonradez. Damas de ojos negros y grandes ojeras que acrecienta elartificio, labios rojos por sutiles artes de tocador, mejillas que envi­diaría la aurora por su rosicler, palideces que se disimulan tras losmantos de burato. Damas honestas que miran de reojo a la moza delpartido y sonríen desdeñosamente de los aspavientos mogigatosde la dueña que las acompaña, y envidian secretamente la suerte dela mujer que, junto, es acribillada por los dardos encendidos en amo­roso fuego que despiden los ojos negros de un galán de la mosquetería.

Son frecuentes las riñas. Salen a relucir los estoques en el patio,porque algún barbilindo se atreve a poner en duda la virtud de la pri­mera dama, esposa del galán segundo de la compañía, y en amorescon el gracioso. Platónico adorador de la primera, rompe lanzas contrael murmurador, se forma el tumulto, intervienen los alguaciles, apaci­guan a los reñidores. Vuelven a los bancos los curiosos y los colores alas mejillas de las damas; se sosiega el tumultuoso bullir de los cora­zones sorprendidos por el miedo, la zozobra o la ira. Permanecequieta la vara en la diestra del Alcalde. A veces no es en el patio dondese inicia la algazara. El movimiento brusco de alguna de las concu­rrentes a las gradas de señoras lastima el damasco del guardainfantede la vecina. Una palabra altisonante, la respuesta que viene presto,las manos que se van a los moños, los moños que se deshacen, lasbocas que escupen maldiciones, las vecinas que chillan, los hombresque ríen abajo, las acomodadoras que luchan por separar a las rijosasy el alcalde que en el proscenio agita temblorosamente su vara.

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Ya rasguea un ciego las cuerdas de una guitarra. La muchedumw

breo alborotada momentos ha. guarda silencio. Unas coplas cantadaspor una garrida moza levantan tempestades de aplausos. El autorecha la loa. versos de actualidad. breve proemio en que se demanda alpúblico atención y benevolencia. y principia el drama al descorrerse lacortina. Drama de Lope. de Tirso de Molina. de Vélez de Guevara.de Rojas y Zorrilla. Torrente de versos que arrulla con su música lossentimientos más sutiles del pueblo que concurre a la representación.El galán que le dice su amor a la dama y la dama que contesta al galáncon palabras que tienen sabor de miel y sonido de oro. El viejo graveque habla de la honra. El criado que espolvorea aquí y allá los diálogoscon su gracejo y es también el espejo en donde se mira su amo: un esw

pejo cóncavo o convexo que altera la verdad de la visión convirtiéndolaen caricatura. Porque el criado es eso. además de vaso estrecho incaw

paz de contener el caudal de sentimientos generosos y caballerescosque su amo va depositando en su ~eno. Y la doncella de la dama,que es asimismo espejo de la ama y que la aconseja en los trancesdifíciles, encubre sus escapatorias por las calles de la ciudad a lasriberas del Manzanares, propicias al amor. Y la dama que adora aotro galán que a su vez adora a otra dama. Y se teje la danza compliw

cada en figuras, como las pavanas que se bailaban el). los salones de lacorte. Y van y vienen los personajes por el tablado. diciendo sus cuitas,sus temores. sus odios. sus celos. sus venganzas. Todo lo dicen alpúblico. Nunca se ha hecho mayor alarde de riqueza verbal. A veceslos discursos semejan -juegos pirotécnicos; aquí una chispa que paw

rece diamante. allá una palabra color de rubí, acá una pausa que tiem­bla como zafiro y una exclamación con alardes de amatista.

Todo lo infla o exagera la pasión. Desde el principio hasta el finlos corazones sangran o florecen y los labios se mueven para prorrum­pir en el grito desesperado o modular el suave arrullo que adormecelas almas. Y las manos se crispan en los pechos como para detenerla carrera loca de los corazones en delirio o van al estoque o al puñalpara vengar afrentas líricas. Pasan los personajes históricos. y losnovelescos, y los legendarios, arrebatados por el mismo torbellino.Se agigantan las imágenes, adquieren proporción de colosos las figu w

ras. Rebasan algunas de ellas el precario momento en que viven. y seplantan. de un salto, en la inmortalidad: Pedro Crespo. Segismundo.Peribáñez. García del Castañar. El amor.y la muerte: dos palabrasque designan cumplidamente un teatro. Un teatro que es voluptuosoy es místico al mismo tiempo, y es, sobre todo. la más clara, la másnítida, la más perfecta interpretación del alma de un pueblo. Es mís­tico por el afán de infinito que colma sus obras, por esa perenne afirw

mación de Dios, que llena el pecho de todos sus héroes, y por ese amorquintaesenciado y sutil que se escapa de todos sus conceptos. que escomo incienso y es como perfume que en amplias espirales asciende

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a lo alto. Y es místico por el concepto que de la mujer se forjan sushéroes: figura vagarasa, tenue, sutil, si no es traviesa y taimada comoen las deliciosas figuras de barro que salen de las manos del maestrofray Gabriel Téllez, y es sensual por la morbidez de sus creaciones,por el cálido aliento que inflama sus obras, por la expansión jubilosa delos diálogos y de las escenas, de las jornadas, de los parlamentos,de las palabras, de los versos. Sensual es la música del verso, que dagoce al oído; sensual es la imagen que surge de pronto plena de color,de animación y de vida, que fascina los ojos; sensual es la metáforaque tiene suavidad de terciopelo o morbidez de mármol que embelesaal tacto, y todo ello desp~de tan extraordinario perfume, que embriagael olfato como si llegara a él la esencia escapada de las flores de un ver­gel sevillano.

Siguen los espectadorC3 cuidadosamente los sucesos de la repre­sentación. Se sienien penetrados por la grandeza del héroe y arrulla­dos por la música incomparable del verso. Aquí un viejo que renegabade las falsas, de las absurdas tendencias de la escuela nueva, prefirien­do, en todo, las excelencias de la antigua, representadas por lostraductores de Séneca, de Plauto o de T erencio, llora y ríe cuando sonfaustas o desgraciadas las aventuras del galán, y recoge la lágrima en unpañizuelo de yerbas; el viejo soldado recuerda las hazañas cumplidasen los tercios de Flandes al mirar las que se reproducen en el pobreescenario del Corral de la Pacheca; el doncel aprende del galán pala­bras lindas que han de exornar muy pronto las frases de un billeteenviado, furtivamente. a su amor; el indiano rememora las aventurasde América, cumplidas para arrancar un pedazo de oro a la tierra yganar una alma al cielo. Y todos sueñan con amores y batallas y desa­fíos y vencimientos y triunfos y premios y loores, y todos piensan tam­bién en llegar algún día a requerir tan lindamente de amores como lohace el galán a la doncella casta, perdida en el inextricable y nemorosomisterio de la selva.

Las damas elljuagan furtivamente las lágrimas que escurren de losojos al presenciar la triste muerte del doncel; los cab~leros empuñanlos pomos de los estoques y se aperciben a la defensa de la dama enpeligro; hierve el sentimiento de la honra en los pechos de los viejos.y por las almas de caballeros y damas, de viejos y mozos. de amos ycriados pasa un temblor que hace estremecer sus cuerpos. El poetaha llegado al alma del pueblo, ha tocado las cuerdas más sensibles delcorazón, ha usado medios directos. La pasión ante todo. La pasiónque conmueve a grandes y a pequeños, a ricos y a pobres, a poderososya míseros; la pasión omnipotente, desbocada. llevada al límite, la pa­sión que rompe con reglas y con preceptos, la pasión que es torrente y

torbellino, océano. abismo, fiebre, catástrofe, rompimiento celestial. Yes ella la que ha dado vida al teatro español. desde Torres N aharra y GilVicente hasta Echegaray y Dicenta. haciendo de él un teatro único.

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inconfundible. popular y selecto de consuno. exuberante. pomposo.musical. desigual en realización. frondoso. contradictorio. rebelde.romántico en una palabra. El teatro español es clásico. porque clasi­cismo es medida. contemplación. pasividad. regla: clasicismo es sentidode proporción. de número. de ritmo uniforme y perfecto. Clásico es elteatro francés. clásicas son las tragedias de Racine y de Corneil1e.clásicas las comedias de Moliere. Romántico es el teatro español.medularmente romántico en Torres Naharro yen Gil Vicente. en Juande Timoneda y Andrés Rey de Artieda. en Lope de Vega. en Tirso. enCalderón. y romántico. desaforadamente romántico. en Angel Saave­dra. Duque de Rivas. Antonio García Gutiérrez. José Zorrilla. y lo estambién en Manuel Tamayo y Baus. y archirromántico en José Eche­garay. y lo volverá a lIer algún día cuando la tradición romántica nosea tan desdeñada por los críticos de ínfima categoría y por los es­píritus que se precian de inconmovibles.

* * *Un escritor español decía alguna vez que lo que sorprendería más

a un espectador de las representaciones dramáticas de otros tiemposen nuestros días. es no tanto la excelencia y propiedad del decorado ydel vestuario. lo bien que representan los actores sus papeles. losjuegos de luz que produce el electricista. la comodidad de las butacas.la elegancia de los vestíbulos y palcos. sino la compostura. tranquili­dad y quietud del público que concurre al espectáculo. En los buenostiempos del Corral de la Pacheca. la representación se trasladaba.muchas veces. del escenario a patios y aposentos. El "mosquete". quepresenciaba de pie la representación. armaba. por quítame allá esaspajas. frecuentes batallas campales en que se dirimía a puñetazosmojicones o estocadas la preferencia de unos y otros por la Calderonao la Jusepa Vaca. o se demostraba contundentemente que el graciosoque hacía los papeles de Juan Rana no tenía rival en el mundo. Deestas disputas salían frecuentemente mal parados los autores. Nues­tro Juan Ruiz de Alarcón sufrió en una memorable representaciónde "El Antecristo •'las iras de concurrentes a bancos y a posentos. que nOse contentaron con silbar. patear y gritar como era costumbre en talesocasiones. sino que arrojaron globos con líquido pestilente que llenóel teatro de un olor que no era precisamente el de ámbar.

No eran solamente. sin embargo, los hombres los que máEl ruidometían en las representaciones dramáticas de la época de Lope. Undepartamento destinado a mujeres-la "cazuela"-se distinguía porla algazara de las damas que desde muy temprano lo henchían. Lasdisputas de "chorizos" y "colacos" eran nada en comparación de laalgarabía que se suscitaba en la cazuela. Tenemos el testimonio de un

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eecritor que alcanzó estas representaciones en Madrid por el año de1659. Juan de Zabaleta: "También van a la Comedia las mugeres-di­c~y también tienen las mugeres alma, bueno será darles en esta mate­ria buenos consejos. Los hombres van el día de fiesta a la Comedia des­pués de comer. antes de comer. las mugeres. La muger que ha de ir a laComedia el día de fiesta. ordinariamente la hace tarea de todo el día:conviénese con una vecina suya. almuerzan qualquier cosa, reservandola comida del medio día para la noche. vanse a una missa, y ~esde lamissa por tomar buen lugar parten a la Cazuela. Aun no ay enla puerta quien cobre. Entran y hállanla salpicada. como de viruelaslocas, de otras mugeres tan locas como ellas. No toman la delantera,porque ese es el lugar de las que van a ver y ser vistas. Toman en lamedianía lugar desahogado y modesto. Reciben gran gusto de estartan bien acomodadas. Luego lo verán. Quieren entretener en algolos ojos. y no hallan en que entretenerlos ~ pero el descansar de la prisacon que han venido toda aquella mañana. les sirve por entonces derecreo. Van entrando mas mugeres. y algunas de las de buen desaho­go se sientan sobre el pretil de la Cazuela. con que quedan comoen una cueba las que están en medio sentadas. Ya empieza la holguraa hazer de las suyas. Entran los cobradores. La una de nuestras mu­geres desencaja de entre el faldón del jugón y el guardainfante un pa­ñuelo, desanuda con los dientes una esquina. saca de ella un real sen­cillo y pide que le buelvan diez maravedis. Mientras esto se hace. hasacado la otra del seno un papelillo abochornado. en que están los diezcuartos embueltos, hace su entrega. y pasan los cobradores adelante.La que quedó con los diez maravedis en la mano. toma una medida deavellanas nuevas. llevanle por ella dos cuartos. y ella queda con elochavo tan embarazada como con un niño. no sabe donde acomodarlo.y al fin se lo arroja al pecho. diciendo que es para un pobre. Empiezana cascar avellanas las dos amigas. yen entrambas bocas se oyen gran­des chasquidos; pero de las avellanas en "unas ay solo polvo. en atraeun granillo seco como de pimienta. en otras un meollo con sabor demal azayte. en alguna ay algo que pueda con gusto pasarse. Muge­res. como esas avellanas es la holgura en que estais ~ al principiogran ruido. Comedia. Comedia. y en llegando alla unas cosas no sonnada, otras son poco mas que nada. muchas fastidio. y alguna hacealgun gusto. Van cargando ya muchas mugeres. Una de las que estandelante llama por señas a dos que estan en pie detras de las nuestras.Las llamadas. sin pedir licencia. passan por entre las dos. pisandoles lasbasquiñas y descomponiendoles los mantos. Ellas quedan diciendo:Ay tal groseria! Que con esta palabra se vengan las mugeres de mu­chas injurias. La una sacude el polvo que le dexó en la basquiña lapisada. disparando con el dedo pulgar el dedo de en medio. y la otracon lo llano de las uñas. con ademan de tocas rasgados en una guitarra.Traenlas a unas de las que estan sentadas en el pretil de la delantera

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unas empanadas, y para comerlas se sientan en lo baxo. Con esto lesqueda claro por donde ven los hombres que entran. Dice la una a laotra de las nuestras. ¿Ves aquel hombre entrecano, que se sienta allía mano izquierda en el banco primero? Pues es el hombre mas de bienque ay en el mundo y que mas cuida de su casa; pero bien se lo pagala picara de su muger; amancebada está con un estudiantillo, que novale sus orejas llena de cañamones. Una que está junto a ellas, queoye la conversación las dice :-Mis señoras, dexen vivir a cada una consu suerte, que somos mugeres todas y no avra maldad que no haga­mos. si Dios nos olvida. Ellas baxan la voz y prosiguen su platica. "Tras la murmuración viene el conflicto: "Ya la Cazuela estabacubierta, quando he aqui al apretador (este es un portero:que desahuecaalli a las mug'eres, para que quepan mas) con quatro mugeres tapadasy lucidas. que. porque le han dado ocho quartos, viene a acomodarlas.Lleg'ase a nuestras mug'eres y dicelas que se embeban; ellas lo resisten,él porfia, las otras se van llegando. descubriendo unos tapapies quechispean oro. Las nuestras dicen. que vinieron temprano y tuvieronbuen lUg'ar. Una de las otras dice, que las mugeres como ellas a qual­quiera hora vienen temprano para tenerle bueno, y sabe Dios co­mo son ellas. Dexanse en fin caer sobre las que estan sentadasque por salir de debaxo de ellas las hacen lUg'ar, sin saber lo quese hacen. Refunfuñan las unas, responden las otras, y al fin quedantodas en calma. Ya son las dos y media, y empieza el hambre allamar muy recio en las que no han comido. Bien dieran nuestrasmugeres a aquella hora otros diez quartos por estar en su casa. Unade las mug'eres que acomodó el apretador, descubriendo una cara dig­na de regalos, da a cada una de nuestras mugeres un puñado de cirue­las de Genova y huevos de faltriquera. diciendoles : Ea, seamos amigasy coman de essos dulces que me dio un bobo. Ellas los reciben de muybuena gana, y empiezan a comer con la misma priesa que si fueranubas. Quisieran hablar con la que las hizo el reg'alo en señal de cariño.pero por no dexar de mascar no hablan. A este tiempo en la puerta dela Cazuela arman unos mozuelos una pendencia con los cobradoressobre que dexen entrar unas mug'eres de balde, y entran riñendo unoscon otros en la Cazuela. Aqui es la confusión y el alboroto. Levantan­se desatinadas las mug'eres, y por huir de los que riñen, caen unassobre otras. Ellos no reparan en lo que pisan, y las traen entre lospies. como si fueran sus mugeres. Los que suben del patio a sosegar oa socorrer, dan los encontrones a las que embarazan, que las echan arodar. Todas tienen ya los rincones por el mejor lugar de la Cazuela.y unas a g'atas, y otras corriendo, se van a los rincones. Saca, al fin,a los hombres de alli la Justicia. y ning'una toma ellug'ar que tenia.cada una se sienta en el que halla. Queda una de nuestras mug'eresen el banco postrero. y la otra junto a la puerta. La que está aqui,no halla los g'uantes y halla un desg'arron en el manto. La que

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está al1a. echando sangre por las narices de un codazo que la diouno de los de la pendencia. quiere limpiarse. y hasele perdido elpañuelo y socorrese de las enaguas. Todo es lamentaciones y buscaralhajas. Sale la guitarra y sossieganse. La que está junto a la puertade la Cazuela. oye a los representantes y no los ve. La que está en elbanco ultimo. los ve y no los oye. con que ninguna ve Comedia. porquelas comedias ni se oyen sin ojos. ni se ven sin oidos: las acciones ha­blan gran parte. y si no se oyen las palabras. son las acciones mudas."

Ahora bien. de estas mujeres que van a la comedia. comen dulcesy avellanas y murmuran de la gente. están hechos los tipos que Lopeadoró. que Tirso plantó burlonamente en el escenario. que Juan Ruizde Alarcón desdeñó. que don Pedro Calderón consideró frágiles recep­táculos de un pundonor siempre quebradizo. Distinta calidad la de lasdamas que concurrían al Corral de la Pacheca y la de las que guarda­ban reclusión como esposas. como hermanas o como madres. en lascasonas de los buenos hidalgos de la Corte. Ya Juan Ruiz notaba ladiferencia:

Las señoras. no es mi intentoque en este mundo estén.que son ángeles a quienno se atreve el pensamiento.Sólo te diré de aquellasque son. con almas livianas.siendo divinas. humanas:corruptibles. siendo estrellas.

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