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MAESTRÍA EN LINGÜÍSTICA CON MENCIÓN EN ESTUDIOS ANDINOS ASIGNATURA: SEMINARIO HISTORIOGRAFÍA LATINOAMERICANA
PROFESOR: JOSEPH DAGER ALVA ALUMNA: VERÓNICA ANAYA RAMÍREZ
FECHA: 14-07-2010 TRABAJO FINAL:
Aspectos positivos y negativos del legado colonial español que
han influido en la forma de ser del chileno desde la perspectiva
de Lastarria
1. Introducción
José Victorino Lastarria, en 1844, elaboró el texto denominado “Influencia
social de la conquista y del sistema colonial de los españoles en Chile”, a
solicitud del rector de la Universidad de Chile, Don Andrés Bello, con motivo de
la de conmemoración del aniversario de dicha casa de estudios, y de forjar una
historia nacional. Por ende, el chileno consideró de vital importancia el estudio
comprensivo de la evolución de la humanidad1 y las leyes que se ubican detrás
de su progreso.
En virtud de ello, la finalidad principal de este trabajo es identificar los aspectos
que emplean para considerar negativo al legado de la época colonial en la
forma de ser chilena porque, Chile a diferencia de lo ocurrido con las otras
repúblicas, rápidamente dio inicio a una vida republicana organizada y
ordenada, dirigida al progreso y al desarrollo de de la sociedad, de la nación
chilena. Como lo señala Subercaseaux, este ejercicio propuesto por Lastarria
“conlleva una visión del pasado y un proyecto nacional diferente”2.
Esto a fin de conocer los aspectos positivos, pero, sobre todo, negativos de
influencia ha tenido la presencia europea colonial dentro de esta construcción,
1 Lastarria (1875). Pág. 29. 2 Subercaseaux. Pág. 181.
2
el legado que ha dejado y aquellos que aún perviven y que serían la causa de
algunas anarquías.
Los objetivos fundamentales que se persiguen son los siguientes:
1. Identificar el valor que adquiere el pasado colonial en la formación del
modo de ser chileno.
2. Identificar el papel que se le asigna a la iglesia en este contexto.
3. Rescatar las imágenes con base liberal que se van construyendo a lo
largo del texto.
4. Identificar las características que son atribuidas al pueblo chileno de su
tiempo.
El texto a analizar, consta de los siguientes capítulos:
Carácter de la conquista de Chile y su influencia social.
Idea del sistema colonial español.
Consideraciones generales sobre la influencia del sistema colonial en
Chile.
Influencia social del sistema político colonial.
Influencia del sistema colonial en la condición social de los chilenos.
Influencia del sistema colonial en la industria de Chile.
Investigaciones sobre la influencia del sistema colonial en las
costumbres privadas y en el carácter de los chilenos.
Algunas ideas sobre la influencia social del sistema colonial español en
la revolución de la independencia.
La investigación que se presenta se inicia con una breve biografía del autor en
la que se resaltan los aspectos más importantes de su vida, que resultan útiles
para comprender de mejor manera el pensamiento de Lastarria. En seguida, se
desarrolla el método utilizado para presentar la historia, en el que se realiza
una breve comparación entre la filosofía de la historia y la historia narrativa. A
continuación, se desarrolla la idea de nación planteada por autores como
Fichte, Herder, Anderson y Bhabha. A partir de ello, se presentan las imágenes
que configura esta historia a nivel de personajes, situaciones y geografía. Se
3
Finaliza con los aspectos que conforman el ser del chileno de la primera mitad
del siglo XIX desde la perspectiva de Lastarria.
2. Biografía de José Victorino Lastarria: Aspectos destacables de su
vida
José Victorino Lastarria, considerado como el más importante ideólogo liberal
de mediados del siglo XIX3, nació en “un hogar pobre”4 de Rancagua en 18175.
Años después, cuando llegó a Santiago, su procedencia le impidió figurar entre
los habitantes de los barrios decentes de la época. “En una sociedad
jerarquizada, en la que las familias de la aristocracia terrateniente acumulaban
poder e influencias, ello representaba una considerable desventaja”6. En ese
sentido, el hecho tan trascendental de su nacimiento y su procedencia,
marcarían su vida para siempre dado que, no solo debió superar el problema
económico, sino que, también, tuvo la necesidad de enfrentar el prejuicio
extendido existente en aquella época contra las castas o los clanes. A decir de
muchos de sus biógrafos, esto habría modelado su carácter “erguido” y hasta
“altanero”7, aunque voluble, pues se ofuscaba fácilmente, en parte por lo
contradictorio de sus planteamientos. Esto también habría delineado el análisis
en la obra materia de esta investigación.
Gracias a una beca proporcionada por el entonces presidente Francisco
Antonio Pinto, estudió en el Liceo de Chile. Allí, bajo la batuta del español
liberal José Joaquín de Mora es que tendría contacto con las ideas, también
liberales y progresistas, de los intelectuales más reconocidos del momento:
Rousseau, Jovellanos, Saint- Simon, Herder, etc.
Cabe precisar que, en su caso, el único camino que le quedaba para poder
superar en parte esta dificultad inicial era a través del estudio. Y dado que la
3 Gazmuri. Pág. 51 4 Melfi. Pág. 112 5 Gazmuri. Pág. 408 6 Subercaseaux. Pág. 37 7 Melfi. Pág. 130
4
educación chilena tenía un “marcado carácter público” 8, puesto que cada cierto
tiempo se publicaban los cronogramas de estudios, los resultados de las
evaluaciones enfatizando el nombre de los alumnos sobresalientes, pero
también el de los mediocres y los malos. En ese sentido, ser sobresaliente era
de imperiosa necesidad, si Lastarria deseaba afirmarse y trascender su origen.
Cosa que logró de manera notable.
En 1836, se produce su graduación forense, y, en 1837, su designación como
profesor de Legislación Universal. Al año siguiente, se le designa
adicionalmente como docente en la asignartura de Derecho de Gentes y
Geografía. Ambas cátedras las retuvo hasta 1851, año en que fue separado de
las mismas por las revueltas ocurridas en aquel momento, producto de la
elección de Manuel Montt como el tercer presidente de Chile.
Cabe precisar que en ese mismo año, al considerar que su etapa de formación
estaba casi cumplida, formula un plan que será el eje que regirá su vida hasta
el final de sus días. El objetivo del documento era combatir los antiguos
elementos que estaban mellando su civilización desde el siglo XVI para permitir
la “regeneración social y política”9 la que posibilitará la posesión por parte del
hombre de la libertad, esto es, del derecho.
En 1839, se graduó de abogado en la Universidad de San Felipe. Justamente,
por sus habilidades intelectuales y por los logros educativos obtenidos alcanzó
a formar parte de la juventud oligárquica de su país. De este modo, en 1842,
fundó la Sociedad Literaria, integrada por jóvenes intelectuales interesados en
el desarrollo literario de su país. Esta fue conocida como la “Generación de
1842”.
Al año siguiente, tuvo que asumir el cargo como diputado suplente. No
obstante, en 1844, fue obligado a dimitir debido a que, por aquel momento, su
amigo y estudiante Francisco Bilbao, publicó un artículo denominado “La
sociabilidad chilena” en el que proponía la negación de Dios y de la Iglesia
8 Subercaseaux. Pág. 38 9 Subercaseaux. Pág. 42
5
católica como indispensable para evitar la fatalidad que podría envolver a la
sociedad chilena y frustrar así su progreso. Este hecho generó que el joven
aprendiz fuera deportado del país, y que, su maestro tomara las precauciones
necesarias para cuando se tratara de hablar sobre Dios y la Iglesia en algunos
de sus artículos. Como bien lo señala Woll, sobre este tema se volvió alguien
cauto y muy prudente10.
Ese mismo año, Andrés Bello, rector de la Universidad de Chile, le encomienda
la tarea de elaborar la memoria anual para que fuera presentada con motivo de
conmemorarse el primer aniversario de esta institución. La tituló “Las
investigaciones sobre la influencia social de la conquista y del sistema colonial
de los españoles en Chile” y fue leída el 22 de septiembre de 1844. La reacción
no se dejó esperar, pues su propuesta era que la etapa colonial había sido
oscura y con muy poco aporte significativo, lo cual no fue recibida con agrado
por parte del auditorio y generó, posteriormente, un intenso debate entre su
maestro, Bello, él y su inseparable amigo, Vicente Chacón.
Al respecto, el muy agudo análisis de Woll11 sugiere que de manera astuta
Bello criticó duramente la metodología empleada por Lastarria para presentar
los hechos, pues se basaba en la filosofía de la historia; en tanto que aquel
prefería la narración en la que cada detalle de lo acontecido era importante.
Astuta en cuanto a que dejaba intacta y sin mayor análisis la propuesta política,
lo cual permitiría inferir que, en el fondo, concordaba con muchos aspectos de
la misma.
Este debate se mantendría por varios años, hasta que un artículo de Bello,
para muchos, puso punto final al debate; tanto así, que cuando la Facultad de
Filosofía convocó a un concurso para conocer el mejor método de contar la
historia, ninguna propuesta fue presentada.
Hubo muchos aspectos más vinculados a su vida intelectual hasta su muerte
en 1888. Sin embargo, un dato anecdótico es el hecho de que, después de
10 Woll. Pág. 41 11 Woll. Pág. 46 y 47
6
luchar, batallar y de acusar de manera sostenida a los españoles de ser los
culpables de todos los males que aquejaban a la sociedad chilena, haya
depuesto su odio contra España cuando fue nombrado miembro
correspondiente de la Real Academia Española.
3. Método empleado en la presentación histórica
En el documento materia de análisis del presente trabajo cuyo título es “Las
investigaciones sobre la influencia social de la conquista y del sistema colonial
de los españoles en Chile”, Lastarria optó por internarse en el pasado
“buscando respuesta a los problemas que lo inquietan”12, en este caso
particular, pretendía evaluar el grado de influencia que tuvo la sociedad
española en la forma de ser del chileno de su tiempo.
Sin embargo, inició su estudio con una tesis que dado el desarrollo de sus
ideas terminaría necesariamente por confirmar. Esta era que “este estudio nos
llevará a demoler el pasado para reconstruir nuestra civilización democrática”13,
con lo cual preconcebía a la sociedad conquistadora como la culpable de todos
los males que vivía el chileno de entonces. Asimismo, esto lo llevaría a
condenar todo despotismo del mismo modo como lo hizo Herder en su
momento.
Convencido de tal situación, se dedicó a presentar el desarrollo de los hechos
históricos chilenos desde la perspectiva liberal utilizando como método el de la
filosofía de la historia, pues consideró que se requería de rehacerla, que era
“indispensable estudiar las ideas que los han producido [los acontecimientos];
pues la sociedad tiene el deber de corregir la esperiencia [sic] de sus
antepasados para asegurar su porvenir”14. Con ello, pretendía un
empoderamiento de los hechos, analizarlos y escoger algunos esenciales para
presentar su propia evaluación de la historia. De este modo, como lo señala
12 Villalobos(1980-3). Pág. 9 13 Lastarria (1909). Pág. 5 14 Lastarria (1909). Pág. 4
7
Dager15, su método tendría un carácter selectivo debido a que no narra los
hechos detalle por detalle, sino que elige lo esencial, lo típico para presentarla.
Este convencimiento de emplear la filosofía histórica implica una oposición a la
historia narrativa. En ese sentido, la primera toma a la historia como guía para
“juzgar, orientar y explicar los caminos a seguir” 16 con lo que se pretende
fabricar una imagen del pasado que resulte de utilidad mayúscula para el
enfrentar el futuro; por ende, selecciona aquello que es relevante de acuerdo
con su enfoque, utilizándolo para realizar grandes generalizaciones que lo
lleven a la síntesis filosófica. En cambio, la narrativa, muestra el pasado a
través de la presentación de las ocurrencias de manera cronológica y detallada,
pretendiendo que con esta objetividad el lector sea el que saque sus propias
conclusiones. Por ello, presta suma atención a los detalles, a las fuentes y a la
erudición, lo que lo lleva a un estilo sobrio y objetivo.
Esto permite rescatar dos puntos centrales del liberalismo. Por un lado, la
tendencia a considerar que el hombre, a lo largo de su desarrollo, va camino a
la perfección y el progreso es aquel que lo facilita. Por otro, está la idea de
libertad, que es la posibilidad que tiene el hombre de ejercer su voluntad.
4. Idea de nación que formula
Lastarria, dependientes de las “convenciones historiográficas europeas”17 de
moda, bebió de las ideas provenientes de varias fuentes liberales. Sin
embargo, fueron dos los autores trascendentales para el desarrollo de su
memoria. Uno fue Fichte y el otro, Herder. Ambos, en líneas generales,
intentan pensar la historia y la naturaleza según el modelo de las fuerzas
formativas18, en virtud de la cual las distintas partes que conforman un todo
deberían estar correlacionadas entre sí y en armonía con el medio que lo
15 Dager. Pág. 111 16 Subercaseaux. Pág. 67 17 Colmenares. Pág. 29 18 Palti. Pág. 40
8
rodea, para lo cual deben seguir un proceso. No obstante, cada uno desarrolla
su planteamiento de manera individual.
Por un lado, Fichte, considerado como el primero que establece la doctrina del
nacionalismo alemán, se preocupa fundamentalmente por problemas religiosos
y morales19. Considera que el fin supremo de la vida del ser humano es la
felicidad20 y esta puede lograrse a través de la libertad, que permite al hombre
conectar el mundo sensible y el mundo inteligible a través de su propio
accionar sobre el entorno. Asimismo, “los hombres mediante su colaboración
viviente, crean un alma colectiva”21, una misma identidad, mediante su voluntad
que lo llevaría al progreso. En ese sentido, “el proceso del Universo […] tiende
hacia la total realización de la „libertad‟, que es su fin y su meta, aunque es una
meta que siempre retrocede. Nunca puede ser alcanzada, ya que su total
consolidación significaría la supresión total de la Naturaleza”22; por ende, el
proceso del mundo se concentra en su aproximación permanente a la libertad.
Sin embargo, para que el hombre lo sea, debe ser consciente de las
implicaciones y consecuencias que traen sus acciones, de lo que resulta que la
finalidad máxima de la humanidad es “alcanzar un estado en el que todas las
relaciones de la vida se ordenen en concordancia con la razón”23, la que guiaría
la conducta de los seres humanos. Esto permite, a su vez, el establecimiento
de dos momentos históricos fundamentales que van marcando el progreso de
las sociedades y que se ubican dentro de una taxonomía más amplia. El
primero, en el que el hombre actúa guiado por los instintos constituye el
período primitivo. El segundo, en el que es consciente de lo que hace, es el
período final. Ambos se enmarcan dentro de un proceso conformado por “cinco
períodos históricos: dos en que el progreso es ciego, dos en los que es libre y
uno intermedio de lucha por la razón”. Asume que la humanidad, en ese
momento se hallaba en este tercer periodo de carácter intermedio en el que se
había roto con la autoridad, pero que aún no se tenía clara la idea de la razón.
19 Touchard. Pág. 370 20 Reale. Pág. 68 21 Touchard. Pág. 383 22 Bury. Pág. 226 y 227 23 Bury. Pág. 227
9
Por otro lado, está Herder, de cuyas fuentes se nutrirá Lastarria a lo largo de su
formación académica. Este pensador alemán tiene una filosofía panteísta,
mediante la cual la totalidad del Universo es la que dirige el accionar del mismo
como un único y autosuficiente Dios; por lo tanto, se trata de un “panteísmo
dinámico de crecimiento orgánico”24. Además de ello, hablaba de “la voz del
pueblo”25 que tiene una múltiple fuerza creadora según el particular modo de
ser o individualidad de cada uno y de los hombres que lo integran, así como de
las épocas y de las condiciones propias de cada lugar en las que esta se
produce. Esta comunidad orgánica y natural tenía como encarnación de su
voluntad algo impreciso, irracional, difícilmente asible, como era el caso del
idioma cuya perceptibilidad se hallaba en sus manifestaciones culturales, en
sus tradiciones populares. De esta manera, para Herder “cada nacionalidad era
un organismo vivo, una manifestación de lo sagrado, algo divino que no debía
destruirse, sino cultivarse”26, cultivar aquella riqueza a partir de sus propias
peculiaridades. Esta idea sugiere la participación de la educación en esta
constitución de nación; sin embargo, para Lastarria, como se verá luego, es
importante realizar un viaje al pasado para establecer claramente cuáles serán
las bases que se emplearán para realizar este proceso de conformación
histórica, que desde su perspectiva, pasa por un proceso de destrucción de
todo aquello que lo conecte con esa etapa obscura de su historia.
No obstante, es necesario precisar que esta conformación de nación como
entidad objetiva es independiente de la voluntad de cada uno de sus
integrantes y que tiene una organicidad interna de carácter jerárquico, por lo
que se habla de “espíritu del pueblo”27. Lamentablemente, pese a considerar a
las comunidades nacionales como una manifestación plena y única de las
fuerzas de la naturaleza y de la historia, tal como lo señala Kohn, nunca llegó a
establecer las características nacionales de este espíritu. Sin embargo, sí se
asombró ante el descubrimiento de que cada nación tiene una forma de ser
distinta según el momento de la historia del que se trate. Por ende, existía un
desarrollo nacional, un crecimiento que influía fuertemente en la constitución de
24 Kohn. Pág. 357 25 Kohn Pág. 357 26 Kohn. Pág. 359 27 Palti. Pág. 29
10
los acontecimientos, condicionados por los factores geográficos, el clima, etc.
Concluye en que este genio del pueblo es suficientemente autónomo como
para seguir sus instintos y como una fuerza mística lograr su bienestar y
progreso a través de la libertad.
Dos aspectos saltantes del pensamiento herderiano. Uno, es el hecho de que
considera que cada pueblo debe tomar su propio camino sin intentar copiar o
repetir otro modelo. Aspecto que, al parecer, no fue tomado en cuenta por
Lastarria ni por muchos pensadores que tenían ideas similares a las suyas,
pues tomó los modelos de otras sociedades para analizar la propia. Otro,
sentía un profundo desprecio contra toda práctica despótica. Detalle que
también impregnó el pensamiento del chileno.
Finalmente, es importante rescatar la idea de la fatalidad presente en Herder,
en el sentido de la limitación que existiría a la libertad de los hombres,
establecida por Dios, por lo que su destino estaría casi establecido. Sin
embargo, Woll28 considera que Lastarria define la acción divina en dos
terrenos, uno es el del universo físico, del mundo natural, y el otro es el
universo moral, del hombre y sus ideas, en el cual Dios ha establecido límites
exceptuando el tiempo, el espacio y las capacidades físicas y mentales dadas.
En este caso, el chileno ha incluido, según Woll, el principio de la
espontaneidad, mediante el cual el hombre tendría libertad de ejercer su
voluntad en los ámbitos exceptuados por Dios y, por ende, de elegir su propio
destino.
Algunas perspectivas mucho más actuales que nos facilitan otras herramientas
para el análisis del trabajo de Lastarria lo constituyen los planteamientos de
Anderson y Bhabha.
El primero considera que tanto nación como nacionalismo son “artefactos
culturales”29 particulares. Sin embargo, define a la nación cono “una comunidad
28 Woll. Pág. 43 29 Anderson. Pág. 21
11
política imaginada como inherentemente limitada y soberana”30. Es comunidad,
en tanto que todos los integrantes se consideran compañeros unos de otros, en
relación de horizontalidad. Es imaginada porque los integrantes de la misma
saben que existen otros como ellos; sin embargo, no podrán conocerlos a
todos jamás. Por ende, las comunidades se distinguen por el estilo con el que
son imaginadas. Es limitada, dado que las personas son albergadas dentro de
fronteras finitas, en cuyo exterior se hallan otras naciones y porque es
imposible considerar como nación a la humanidad en su conjunto. Es
soberana, porque puede elegir y dentro de esa elección alberga a un conjunto
plural de entes que no se niegan entre sí; y porque hay un Estado que rige y
decide libremente su accionar.
En la conformación de los estados nacionales americanos de finales del siglo
XVIII e inicios del XIX, a diferencia de Herder, Anderson considera que la
lengua “jamás fue ni siquiera un punto de controversia en estas luchas iniciales
por la liberación nacional”31. Tampoco se tenía una gran clase media y, mucho
menos, se había desarrollado ampliamente la intelectualidad, debido a la
mínima existencia de libros, lo cual se convierte en una dificultad en el camino
a la conformación de la conciencia nacional.
De otro lado, Anderson también señala que las unidades administrativas
coloniales se fueron estableciendo en función a factores geográficos, políticos y
económicos, definiéndose cada una en función a ellos como autónoma. Por
ende, cada una estaba separada de las demás, convirtiendo a esto en el
germen de aquello que después sería denominado como patria.
Finalmente, reafirma la importancia de la memoria y del olvido, dado que en
esta construcción de nación es vital que se recuerde aquello que ayude a la
consolidación de la comunidad, de una comunidad, en singular; en tanto que se
olvida aquello que generaría ruptura o fraccionamiento, diferencia, distancia,
separación. Aspecto que sería recogido por Lastarria, pero de manera inversa
como se verá después.
30 Anderson. Pág. 23 31 Anderson. Pág. 77
12
Con relación a Bhabha, su propuesta parte de la consideración de la nación
como narración en cuya producción “there is a split between the continuist
accumulative temporality of the pedagogical and the repetitious, recursive
strategy of the performative. It is through this process of splitting that the
conceptual ambivalence of modern society becomes the site of writing the
nation”32 . Por ende, “el discurso nacionalista no se agota en su momento
genealógico, que es el del tiempo homogéneo (“pedagógico”) de la narración,
sino que contiene en sí un elemento de constructividad (“performatividad”) que
le es inherente”33.
Es así como presenta una ambivalencia en el proceso de construcción de la
nación y su respectiva representación discursiva, pues señala que está, por un
lado, lo pedagógico, que tiene su autoridad narrativa en la tradición sostenida
por el pueblo y en su recurrente autoconstrucción histórica y, por otro, en lo
performativo, donde interviene la autoconstrucción soberana de una nación, a
la sombra entre la imagen que la gente tiene de sí misma, su autodefinición,
frente a los otros y los que están completamente fuera de ese espacio propio.
Con esto se quiere decir que la nación no vendría a ser una construcción
homogénea donde las diferencias desaparecen, sino que por el contrario, es
justamente en esta vacilante representación que se construye la nación, en los
umbrales, desde la liminalidad, desde la finitud que marca los límites, donde los
límites entre lo moderno y lo arcaico, entre los conquistados y los
conquistadores se borran para dar paso a una construcción diferente de
nación, más heterogénea, donde hay una permanente construcción y
reconstrucción de las autorepresentaciones propias y ajenas.
Asimismo, Bhabha, parafraseando a Anderson, afirma que “if, in our travelling
theory, we are alive to the metaphoricity of the peoples of imagined
communities […] then we shall find that the space of the modern nation-people
is never simply horizontal. Their metaphoric movement requires a kind of
„doubleness‟ in writing: a temporality of representation that moves between
32 Bhabha. Pág. 297 33 Palti. Pág. 119
13
cultural formations and social processes without a „centred‟ causal logic. And
such cultural movements disperse the homogeneous, visual time of the
horizontal society”34. Esto quiere decir que habría una diferencia sustancial
entre lo que se vive y lo que se escribe y esta construcción de nación se
conforma en la negación del otro, porque hay un doble movimiento, un ir y
venir, que afirma a uno, en tanto que niega al otro y así sucesivamente.
En virtud de ello y , de acuerdo con lo establecido por Vallenilla en relación con
las historias patrias que para los historiadores del siglo XIX, era indispensable
asumir la posición de filósofos, lo que permitía a los historiadores buscar la
verdad histórica empleando la crítica como herramienta para hallarla. El
inconveniente de ello radicaba en que ellos, al ser integrantes de una élite
relacionada de manera directa con el proceso de creación de las nuevas
nacionalidades, se consideraban los portadores de un mensaje que
sobrepasaba los límites de un mero relato, con lo cual los documentos
disponibles servían solo para complementar un testimonio, muchas veces de
carácter personal, sobre los acontecimientos relatados.
Además de ello, la historia como recurso debía servir para justificar, más que
explicar cómo, a través de la guerra, se logró la independencia con respecto a
la metrópoli peninsular, y el surgimiento de una pluralidad de Estados. A partir
de ello, surgió la necesidad de precisar las bases territoriales o geográficas de
una nación a fin de definirla y darle identidad, alcanzando de este modo una
valoración unánime. Sin embargo, en el caso de Lastarria, la revisión del
pasado colonial era de imperiosa necesidad para establecer el verdadero hito
de nacimiento de la nueva nación chilena.
De esta manera, la independencia se convirtió en una referencia esencial de
aquel rico legado de recuerdos y pasados compartidos, que contribuiría a
definir la base espiritual de una nación.
34 Bhabha. Pág. 293
14
5. Imágenes que configura
A lo largo del texto, el autor va construyendo una serie de imágenes que
permiten vislumbrar la forma de ser del chileno de su tiempo. Esto lo hace
desde tres perspectivas. La primera, se relaciona con los personajes y las
características más saltantes que tiene cada uno que, como se verá después,
permiten reconocer las fuentes a partir de las cuales puede hablarse del
chileno del siglo XIX. La segunda, muy vinculada a la primera, se relaciona con
la guerra, y la importancia que esta actividad tuvo, tanto en la resistencia a la
invasión realizada por los araucanos, como por la búsqueda y sostenimiento de
la Independencia, dirigida por las élites, acompañadas del pueblo. Finalmente,
la geografía, cuyo valor reside justamente en lo prometedora que resulta por la
generosidad de la tierra, aunque con limitación de recursos que sirvió para
aminorar en algo el atropello del que fueron objeto el pueblo chileno por parte
de los conquistadores.
a. Personajes
Lastarria, en los ocho capítulos que conforman su estudio, desarrolla sus
argumentos en función a dos grupos humanos que él mismo organiza en dos
grandes clases:
a. Los colonos: que podían ostentar un título o ser considerados
nobles en función a la pureza de sangre.
b. Las razas de color o los mestizos: a la cual pertenecían todos
aquellos que dejaban ver “el orijen [sic] de su estirpe”35
Sin embargo, al interior de cada uno de estos grupos, son claramente
distinguibles algunas subdivisiones. De este modo, en lo que respecta a los
colonos, este grupo está conformado por los españoles propiamente dichos, es
decir, aquellos que por haber nacido en tierras españolas, adquirían un estatus
diferente llegando a América y muchos olvidaban hasta el oficio que alguna vez
35 Lastarria(1909). Pág. 98
15
conocieron, porque en esta parte del mundo había la costumbre de
sobrevalorar a todo aquel que provenía de Europa. Así lo sostiene el autor
cuando afirma que “los europeos que venían a la América eran por lo jeneral
[sic] de un nacimiento bajo o de linajes poco conocidos, sin educación ni otro
mérito alguno que los hiciera recomendables, pero los criollos no hacían
distinción i los trataban a todos con igual amistad y buena correspondencia:
bastábale a un hombre ser español para tener títulos suficientes a cualquiera
preeminencia”. Es más, “no poco influía para esto la costumbre introducida
desde el principio de la conquista de gozar fueros de nobleza todos los
españoles que venían a establecerse en América, porque esta circunstancia no
solo producía el efecto de colocarlos en la capacidad de aspirar a todas las
dignidades, empleos i oficios lucrativos i honrosos, sino que también los hacía
abandonar su vida laboriosa i olvidar las artes que en su patria habían
profesado”36. Esto, a decir de muchos autores, es el germen de la futura
discriminación en función a criterios geográficos y raciales. Aquí estaban
incorporados los empleados públicos y los magistrados quienes en nombre de
su majestad y de Dios, aplicaban las normas según su conveniencia,
convirtiéndose en déspotas. El tercer subgrupo que se incluye dentro de este,
es el de los colonos propiamente dichos, aquellos que pese a ser hijos de
españoles, nacieron en tierras americanas lo que implicó su cambio de estatus
y de consideración, pues “la circunstancia de nacer americano sellaba la
desgracia del colono, cualquiera que fuese el orijen [sic] de su estirpe”37.
En lo relacionado con las razas de color o los mestizos, en primer término
aparece el araucano, indígenas de carácter bravío, guerreros por excelencia,
“hombres de bronce, en cuyos pechos rebotaban las balas de sus cañones, i
los cuales miraban con impávida serenidad el tren militar del pueblo osado que
pretendía arrebatarles su libertad”38, pueblo de carácter valiente y altanero, que
enfrentaba al enemigo esperándolo en los espacios descampados porque
confiaba en su propio valor, eran obstinados y valerosos. Este pueblo indígena
estaba constituido por diversas tribus que conformaban una unidad, que si bien
36 Lastarria(1909). Pág. 96 y 97 37 Lastarria(1909). Pág. 59 38 Lastarria(1909). Pág. 36
16
diferían por sus costumbres, revelaban la firmeza de su carácter. Esto los hacía
ser homogéneos al estilo de Gellner, y mostrar un “alma colectiva” en la
perspectiva de Fichte, lo que les permitía hacer gala de una misma identidad
movida por su voluntad, lo que brinda la posibilidad de hablar de una nación
conformada con antelación. Sin embargo, también aparece como otro miembro
de este grupo al chileno indígena quien ya no es araucano y tampoco es criollo.
Este personaje engloba varios aspectos negativos justificados por diversas
razones. Es imbécil, porque no ha recibido educación y ha sido sometido a la
esclavitud y al vasallaje; es sumiso, porque obedece a todos los requerimientos
de sus amos o de los españoles sin miramientos, está envilecido y sometido a
obediencia ciega, además de estar anonadado, en el sentido de haber sido
reducido a nada; sin embargo, es organizado y ordenado, lo cual será una
característica que se traslade al ser del chileno del siglo XIX. El tercer subgrupo
que conforma este grupo lo constituyen los mestizos, a quienes considera
como una raza secundaria que desciende de “españoles y de indígenas
americanos”39, que junto con los mulatos y zambos, que son los menos a decir
del propio Lastarria, ha pasado a formar parte de la mayoría criolla chilena. “El
mestizo llevaba en su frente la marca de la degradación i de la infamia, su
nacimiento le condenaba a la desgracia de ser el paria de la sociedad. Su
condición era mil veces peor que la del indíjena [sic]: a este comúnmente se le
trataba como enemigo vencido; aquél era el despreciado i envilecido porque no
tenía derechos que reclamar, porque su sangre no era pura como la del indio!
Para él estaban destinadas todas las cargas de la sociedad, los trabajos mas
pesados y degradantes, la pobreza, la esclavitud!”40 Incluso, su valía era tan
ínfima que, incluso, estaban prohibidos de establecer algún tipo de
comunicación con los indígenas. De este modo, se les despreciaba por
impuros.
Cabe precisar que tal como lo señala Bhabha, algo importante en Lastarria es
que toma el tiempo homogéneo de la narración para enfatizar ciertas imágenes
en desmedro de otras, tomando como estrategia discursiva la repetición de
39 Lastarria (1909). Pág. 86 40 Lastarria (1909). Pág. 88 y 89
17
valores positivos, lo cual lleva a inferir que construye la nación a través de esta
representación.
Esta taxonomía nos permite vislumbrar que la sociedad chilena colonial estaba
fuertemente jerarquizada en virtud a las ideas de nobleza y al desprecio por los
mestizos sustentando las costumbres nacionales impuestas por las leyes
españolas, práctica que contraviene lo impulsado por Fichte puesto que cada
pueblo debería tomar su propio camino; sin embargo, al ser invadidos, su
propio destino fue trastocado, razón por la cual Lastarria pretendió desentrañar
todo aquello que habría sido perjudicial para el modo de ser del chileno y que
constituiría en un obstáculo para ejercer su libertad, que lo llevaría al progreso.
b. Situaciones
El carácter indomable de los araucanos es el que determinó que la conquista
de Chile fuera sangrienta y estuviera caracterizada por largos y extenuantes
períodos de guerra. Por ello, Lastarria señala que “la guerra meció la cuna de
las primeras jeneraciones de nuestra sociedad i protejió su precaria existencia;
la guerra fue el único desvelo de este pueblo, desde sus primeros momentos
de vida, o diré mejor, fue la espresion única i verdadera de su modo de ser. El
perpetuo peligro de que se hallaba amenazado fue endureciendo
paulatinamente su carácter, haciéndolo triste y sombrío i hasta cierto punto
enervando su natural actividad”41. Es aquí donde se comienza a ver el “genio
del pueblo” de Herder, que guiado por sus instintos prefirió la muerte, la lucha,
la guerra, antes de verse sometido y de ver sometidos a los suyos. Esto
significó también, un reto para el conquistador, que tuvo que preparar de mejor
manera a sus huestes para enfrentar el desafío impuesto por el modo de ser
del indígena chileno, lo cual a la postre, lo llevará a ser organizado y ordenado,
como pueblo.
Asimismo, otro momento importante donde la guerra como elemento utilizado
para defender a la patria, a la nación, es justamente el momento de la
41 Lastarria (1909). Pág. 42
18
revolución independentista que por cosas del azar, fundamentalmente por “el
receso, el aniquilamiento del poder absoluto de la metrópoli, causada por la
prisión de los reyes católicos”42, que brindó la oportunidad del despertar a la
libertad y la necesidad de recuperarla cuando esta se vio violentada por el
retorno de los reyes y del estado de cosas anterior. Sin embargo, el hecho del
reconocimiento de la necesidad de esta libertad ya se había dado, por lo que
nuevamente se empuñaron las armas para defenderla, al igual que al territorio,
originando una nueva guerra, pero esta vez la de la Independencia definitiva.
Por ello, Lastarria afirma que “cada paso que demos en esta revolución
importará un triunfo sobre los principios retrógrados. La reacción tuvo su orijen
[sic] en una guerra a muerte i tomó vigor con el entusiasmo del triunfo; pero
ahora la paz ha venido ha regularizarla i a restituir la razón severa al
entusiasmo abrazador”43. De este modo, la guerra y sus implicaciones, en
cuanto a pérdidas humanas como al sufrimiento, tristeza y desazón que puede
generar, se ha convertido en un elemento fundamental para alcanzar el objetivo
que es la libertad y, por ende, la felicidad. Sin embargo, cabe precisar que
mientras que la primera, era realizada por un conjunto humano primitivo que
estaba guiado por los instintos para alcanzar su objetivo; la segunda, en
cambio, está guiada por motivaciones de carácter racional, pues estuvo dirigida
por intelectuales, gente culta que había tenido acceso a la educación, pero
orientada justamente al mismo objetivo.
Esto nos permite vislumbrar los dos momentos históricos que van marcando el
progreso de las sociedades desde la perspectiva de Fichte. De este modo, el
primero, en el que el hombre es guiado por los instintos que pertenece a un
periodo primitivo, y, el otro, el periodo final, en el sujeto es consciente de lo que
hace. Por ende, tal como lo señaló el filósofo alemán, la humanidad, Chile
concretamente, había roto con la autoridad y se preparaba para dirigirse a sí
misma.
42 Lastarria (1909). Pág. 126 43 Lastarria (1909). Pág. 141
19
c. Geografía
En el capítulo XX de “La América” (1867), Lastarria presenta a una geografía
chilena muy ponderada pues el país está “situado en las faldas de los Andes i
estrechado por el Océano en toda su estensión [sic], los infinitos ramales de
aquellos estupendos jeneradores [sic] de la vida que sobre el país se
desprenden, forman valles deliciosos i fértiles, de temperatura análoga, que,
aunque generalmente variable, es templada i favorable a los cultivos de toda
temperatura media”44. Pese a esta fertilidad y generosidad climática, no existía
en dicho suelo “los alicientes que despertaban [en lugares como México y Perú]
más vivamente la codicia”45. Por lo tanto, los españoles no lograron explotar ni
los yacimientos mineros, por ser exiguos, ni la agricultura, porque la producción
era escasa. Esto originó que la corrupción, los abusos y los excesos cometidos
por los colonizadores en toda la América española, tuviera un impacto menor
entre los chilenos, justamente por lo limitado de sus recursos.
De este modo, puede inferirse que tal como lo señala Herder, los
acontecimientos ocurridos durante la ocupación española de la Capitanía de
Chile estuvieron condicionados por los factores geográficos que determinaron
que las relaciones interpersonales entre ambos grupos de personas tuvieran un
tinte menos tiránico, que lo ocurrido en otros, donde la riqueza de recursos era
sumamente abundante y fue explotada a manos llenas.
6. Visión sobre España: monarquía y la iglesia en el nuevo mundo
A lo largo de todo el texto, España y todo lo que se relaciona con ella es
presentada de manera negativa, por lo que ella termina siendo la responsable
absoluta de todos los males ocurridos a la sociedad chilena y a toda América
hispana en su conjunto. Esto se puede observar en el siguiente extracto: “más
ya he sentado las bases de estas indagaciones: al hablar de las leyes i
preocupaciones españolas que esclavizaban la intelijgencia [sic] del colono,
44 Lastarria (1867). Pág. 375 45 Lastarria (1909). Pág. 61
20
impidiendo su desarrollo natural, amortiguando su actividad i fatigándola en
cuestiones antisociales calculadas para mantener el fanatismo i la servidumbre
perpetuamente; al hablar de las leyes i preocupaciones que hicieron
desaparecer al pueblo indíjena [sic], que condenaron a la degradación a los
mestizos, que fascinaron con quimera y monstruosas aberraciones a la primera
clase, que estancaron en su jérmen [sic] los elementos de la prosperidad
material de la nación, encadenando la industria i haciendo necesarios la
pobreza, el aislamiento”46.
De esto se desprende, en primer término, la monarquía, “la monarquía
despótica en toda su deformidad i con todos sus vicios fue la forma política bajo
la cual nació i se desarrolló nuestra sociedad […con su] omnipotente
despotismo teocrático que lo sojuzgaba todo, i que esclavizaba el espíritu” 47
cuya tiranía, hambre de riquezas y recursos, y egoísmo generaba la
sobrevaloración individual en desmedro del bienestar general. Esto estaba
representado por las instituciones políticas cuyo sistema de valores era casi
inexistente, ya que los representantes políticos de las colonias solo tenían una
consigna: obediencia a su rey y a Dios. Por ende, la aplicación de las leyes se
hacía al libre albedrío de los colonos.
Asimismo, las leyes que emitieron formaron un conjunto legislativo
desordenado, inaplicable debido a que muchas de ellas se formulaban con la
finalidad de atender casos particulares, dejando de ser útiles en nuevas causas
que difirieran en algún detalle. Esto, aunado al hecho de la lejanía geográfica
de la corona hacía materialmente imposible formular cualquier reclamo o
denuncia.
Todo ello, fue impuesto a expensas de las propias costumbres. Las leyes eran
exógenas y no correspondían con el accionar a que estaba acostumbrado el
pueblo, lo cual le impidió que tomara su propio camino tal como lo señala
Herder, porque no se lo dejó actuar con libertad y más bien se instauró un
sistema ajeno, que debía ser seguido sin miramientos.
46 Lastarria (1909). Pág. 118 47 Lastarria (1909). Pág. 74 y 75
21
Incluso, para asegurarse de mantener sometidos a los pueblos y sus élites bajo
su autoridad permanente emitieron dos normas: una, era la imposibilidad que
tenían las colonias de comercializar entre sí y con otros países europeos,
generando de esta manera un monopolio, que les aseguraba la devolución de
mínimas ganancias a las naciones productoras de los recursos; otra, la expresa
prohibición “de vender e imprimir en América libros”48, convertido en el
“producto simbólico”49 más prestigios de la cultura ilustrada, con lo cual la
intelectualidad era anulada y el acceso a nuevas ideas, también.
Esto se confirma con la tendencia española de “gozar de fueros de nobleza [a]
todos los españoles que venían a establecerse en América” 50 brindándoles las
facilidades de aspirar a empleos lucrativos, en tanto que los profesores, al igual
que los comerciantes eran considerados como menos porque no habían nacido
en la madre patria.
Con esta última prohibición se evitaba la formación de la conciencia nacional,
tal como lo señala Anderson, a través del empleo de la educación y de la
alfabetización, con la circulación libresca.
En esto también puede verse una apuesta personal de Lastarria, dado que él
pudo salir de su condición humilde y ser considerado dentro de la élite chilena
por sus logros académicos. En ese sentido, la educación poseía un valor
incalculable no solo para el pueblo sino también para él, por los beneficios que
podría traer. Obviamente, para ello, la sociedad debía de estar preparada y
debía existir una historiografía adecuada para ello.
De este modo, tal como es presentado por Lastarria, la monarquía española y
sus representantes, con sus diversas formas de actuar, serían los responsables
de los males que aquejan a la sociedad chilena.
48 Lastarria (1909). Pág. 52 49 Subercaseaux. Pág. 39 50 Lastarria (1909). Pág. 97
22
Esta monarquía estaba apoyada por la iglesia, que era la que le daba el
soporte y solidez. Sin embargo, el tratamiento que hace Lastarria de ella es
bastante cauteloso y prudente, tal como señala Woll, debido a lo acontecido
con su amigo y alumno Bilbao a raíz de la publicación “la sociabilidad chilena”
que revelaba el poder que tenía la iglesia por aquel entonces.
De este modo, hace alusión a ella a través de la mención de la religión,
señalando que si bien tuvo un influjo positivo en la generación de la capacidad
de hacer cumplir las leyes y engendrar el respeto a la autoridad, con ello,
también respaldó y se convirtió en instrumento del despotismo. De este modo,
“tal es lo que sucedía precisamente entre nosotros, de manera que el fervor
con que el colono se entregaba al culto esterno [sic] i a la práctica de sus
supersticiones, no puede inducirnos a creer que este poseía realmente las
virtudes cristianas, sino que, por el contrario, viene a servirnos para explicar su
cordial adhesión al sistema que le oprimía, porque esas costumbres
propendían a mantener siempre en aumento el poder teocrático i el rejio, i a
fundar sólidamente su prestijio” 51.
Como puede inferirse, la iglesia fomentaba creencias supersticiosas, bajo el
manto del cristianismo para mantener sometido y en oscuridad al pueblo,
evitando de este modo que pueda ser libre y alcanzar así la felicidad, de
acuerdo con el planteamiento de Fichte.
7. Aspectos que conforman el ser chileno
El autor considera que es de imperiosa necesidad acudir a la fuerza de los
antecedentes “para evitar la repetición de los errores del pasado colonial
hispano”52. Este objetivo justifica su retorno al pasado en un intento por
demoler esta herencia hispánica.
51 Lastarria (1909). Pág. 121 52 Arias. Pág. 244
23
Sin embargo, este viaje al pasado le permite establecer las líneas generales en
función a las cuales intenta alcanzar la caracterización del chileno, intento al fin
y al cabo, porque ello implica varios aspectos. Pese a que, en un principio, no
se anima a hacerlo, porque considera que es muy difícil encontrar los “rasgos
peculiares” de este carácter; sin embargo, intenta construir a este sujeto
partiendo de las dos fuentes señaladas en el numeral 5.a. Así, por un lado, del
araucano rescata el hecho de que sea un “infatigable viajero, ciego amante de
su independencia; […con] carácter soberbio, independiente, valeroso,
inconstante, disimulado, irritable, poco jovial i siempre taciturno; […por otro, del
carácter español, obtiene] el fanatismo, la intolerancia, el disimulo, o más bien,
la hipocresía con que se encubren las emociones más tiernas del corazón i las
opiniones mas justas y lejítimas [sic] por temores quiméricos”53. En este
sentido, ambos personajes, con sus virtudes y sus defectos han permitido
imaginar el ser del chileno alcanzando a caracterizarlo como un ser con “lealtad
i nobleza de espíritu, esa cordial fraternidad, ese entusiasta amor a la patria,
esa feliz docilidad sin abatimiento que siempre han caracterizado nuestra
nacionalidad”54.
Con ello, se desliga de la natural fatalidad herderiana en función a la cual el
hombre tendría su voluntad restringida por Dios, para enfrentar la nueva
situación que se le presenta como es el de consolidar su Independencia, con lo
cual hace uso de su voluntad para elegir su destino que sería ser y vivir en
libertad, para lo cual era necesario iniciar una “guerra contra el poderoso
espíritu que el sistema colonial inspiró en nuestra sociedad” 55. Ello permitirá
desarrollar su perfección, alcanzar la felicidad y lograr el progreso.
De igual modo, en la construcción del ser chileno se fortalece el “genio del
pueblo” de Herder a partir del cual, tiene la capacidad de accionar a voluntad
en el ámbito asignado por Dios para poder reaccionar ante que aquel que lo
quiera someter contra su voluntad imponiendo respecto y consolidando su
53 Lastarria (1909). Pág. 126 54 Lastarria (1909). Pág. 126 55 Lastarria (1909). Pág. 135
24
identidad. Al mismo, tiempo este fortalecimiento se hace negando las virtudes
del otro, desde la perspectiva de Bhabha.
Este viaje al pasado también le permite de manera sutil juzgar el presente de
su tiempo tal como lo señala Woll, “Also implicit in Lastarria‟s argument was the
fact taht hostiry could be used to judge the present”56. Esto implica que la
consideración de España como una monarquía tirana y de la iglesia como
difusora de creencias supersticiosas, era un velado juicio de su tiempo puesto
en evidencia por lo sucedido con Bilbao.
Sin embargo, también abría la posibilidad de una nueva etapa, un nuevo
comenzar cuyo punto de inicio era justamente la independencia, para construir
la nueva nación chilena.
8. Conclusiones
A partir del análisis del documento de Lastarria se puede concluir que, tal como
lo señaló en su introducción partió con la idea no de examinar la influencia
española en la sociedad chilena durante la época colonial, sino de destruir,
minimizar, subvalorar todo aquello para dar paso a un nuevo comienzo. Por
supuesto que esto pasa por un reconocimiento de aquellos aspectos que aún
se mantienen para proceder a erradicarlos. Para ello, enfatiza de manera
reiterada la valentía, la contundencia, la fiereza, es decir, “el genio del pueblo”
del araucano como elemento constitutivo básico del ser chileno.
Enfatiza al mismo tiempo esa voluntad inquebrantable de no someterse,
importante para la construcción de una nación a manos de los integrantes de la
misma, pues permite el ejercicio de la libertad. En este sentido, la destrucción o
desaparición de la esta parte de la historia de Chile y el establecimiento de la
Independencia como punto de inicio de la nueva sociedad, es justamente la
56 Woll. Pág. 44
25
que permite el ejercicio de esta libertad en busca del progreso y de la felicidad
de toda una sociedad.
Esto le permite utilizar la imagen del araucano como elemento básico de ese
constructo llamado nación, que permitirá imaginar una comunidad determinada
a partir de la erradicación y destrucción de ese pasado que se había convertido
en un lastre para el progreso chileno.
Asimismo, el determinismo geográfico aparece plasmado aquí como un
elemento de carácter externo que evitó que el negativo accionar español
tuviera consecuencias peores. Esto en la línea de una fatalidad herderiana que
no llega a concretarse por intervención casi divina.
Como elemento que coadyuva en la construcción de la nación, está la
educación que es un elemento vital dentro de la construcción de nación, porque
a través de ella será posible difundir las narraciones que construyen la
conciencia nacional de los pueblos, cuya base son los desarrollos
historiográficos.
Finalmente, la iglesia como el poder detrás del poder, respaldó de manera
permanente el accionar tiránico de la corona, con lo que la religión terminó
siendo el fundamento que daba sustento a este aberrante accionar español.
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