Asun, Matias - Para Leer La Psicologia Com Unit Aria

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Para leer la psicologa comunitaria: Contextualizacin histrica en Santiago de ChileMatias Asn Hamel

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Licenciado bajo Creative CommonsEl presente Documento se enmarca dentro del proceso de tesis de pregrado para obtener el grado de psiclogo en la Escuela de Psicologa de la Universidad Diego Portales el ao 2005. Su autor es Matas Asn Hamel. Este documento se encuentra licenciado bajo la licencia Atribucin-NoComercial-SinDerivadas 2.0 (Versin Chile) de Creative Commons. En resumidas palabras esta licencia copiar, distribuir, exhibir, y ejecutar la obra, respetando las siguientes condiciones: (1) Usted debe atribuir la obra en la forma especificada por el autor o el licenciante. (2) No Comercial. Usted no puede usar esta obra con fines comerciales. (3) Usted no puede alterar, transformar o crear sobre esta obra. (4) Ante cualquier reutilizacin o distribucin, usted debe dejar claro a los otros los tminos de la licencia de esta obra. (5) Cualquiera de estas condiciones se puede dispensar si usted obtiene permiso del titular de los derechos de autor. Sus usos legtimos u otros derechos no son afectados de ninguna manera por lo dispuesto precedentemente. La licencia completa se encuentra en las pginas finales del Documento.

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Que es una tesis? That is the question dedicado a esas personas que me acompaaron, apoyaron e hicieron posible recorrer este largo camino

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RESUMENEl presente documento elabora una propuesta que permite identificar y caracterizar los principales desarrollos conceptuales en psicologa comunitaria a histrico de esta. partir del proceso

Dicha tarea supuso, en primer lugar, la elaboracin de una revisin de las formas en las que la psicologa comunitaria ha asido concebida y descrita para desde all dar lugar a una definicin sinttica de psicologa comunitaria en tanto campo dinmico de debates entre propuestas diferenciables. Se utiliz el concepto de Marco Conceptual para describir las aglutinaciones conceptuales que en l existen. A partir de dicho enfoque se procedi a elaborar una reconstruccin del devenir evolutivo de los principales referentes y producciones que forman parte del campo de la psicologa comunitaria. Para ello se definieron criterios que permitieron identificar tres etapas de desarrollo, en cada una de las cuales se procedi a describir tanto el contexto poltico social como las propuestas psicolgico comunitarias ocurridas en el contexto de la Regin Metropolitana. De la integracin de estos insumos, en una sntesis descriptiva de las principales caractersticas de la psicologa comunitaria en el contexto estudiado, nos fue posible identificar y caracterizar tres marcos conceptuales con lgicas de instalacin y propositividad particulares coexistiendo en la actualidad. A partir de ello se desarrolla una discusin crtica en relacin a las implicaciones que tienen las diferentes visiones que tradicionalmente se utilizan para pensar a la psicologa comunitaria.

Matas Ignacio Asn Hamel Psiclogo Santiago Enero del 2005

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INDICEINTRODUCCIN ......................................................................................................... 7 1. 2. 3. 4. Contexto general de la investigacin: La Perplejidad y la Historia reciente ......................8 Formulacin de la pregunta de investigacin.................................................................12 Relevancia y pertinencia del trabajo...............................................................................15 Sobre la estructura del documento ................................................................................18

PRIMERA PARTE.......................................................................................................20 1. Un modelo comprensivo para la psicologa comunitaria ................................................21 1.1. Introduccin al tema; desarrollo y ciencias sociales.....................................................21 1.2. Discusiones y enfoques de aproximacin en torno a la psicologa comunitaria ..............22 1.3. Desarrollos significativos en la psicologa comunitaria de la actualidad .........................27 1.3.1. Psicologa comunitaria o psicologas comunitarias? ..........................................28 1.3.2. Principales modelos tericos en Psicologa Comunitaria .....................................30 1.3.2.1 Modelos centrados en la salud mental ................................................................32 1.3.2.2 El modelo organizacional...................................................................................35 1.3.2.3 Modelo ecolgico ..............................................................................................36 1.3.2.4 Modelo transaccional ........................................................................................38 1.3.2.5 Modelo de accin o cambio social ......................................................................40 1.3.3. Conceptos centrales en los debates actuales en psicologa comunitaria ...............43 a) Empoderamiento o Empowerment.........................................................................45 b) Salud Mental .......................................................................................................47 c) Calidad de Vida ...................................................................................................50 d) Cambio Social .....................................................................................................52 1.4. Algunas corrientes de desarrollo de la psicologa comunitaria......................................54 1.4.1. La corriente Norteamericana.............................................................................55 1.4.2. La Corriente Latinoamericana ...........................................................................66 Sntesis integrativa; hacia una definicin adecuada y pertinente...................................87 1.5. 1.5.1. En sntesis, el recorrido por la psicologa comunitaria .........................................87 1.5.2. Definicin sinttica de psicologa comunitaria: El enfoque de comunidad como elemento determinante. ....................................................................................................91 1.6 Marcos conceptual en psicologa comunitaria .................................................................102

SEGUNDA PARTE....................................................................................................110 2. Resea histrica del desarrollo de la psicologa comunitaria nacional.........................111 2.1 Qu podemos entender por Historia de la psicologa comunitaria? ...........................111 2.2 El enfoque histrico................................................................................................1135

2.1.1. Supuestos en torno a la historia y a los desarrollos conceptuales.......................114 2.1.2. Criterios ordenadores a utilizar........................................................................119 2.3 Etapas de desarrollo de la psicologa comunitaria.....................................................121 2.3.1 Perodo preliminar; contextualizacin e instalacin ...............................................124 a) Situacin de desarrollo a nivel de las ciencias sociales y al estado de desarrollo de la psicologa social. .......................................................................................................126 b) Emergencia de la concepcin de desarrollo social ligada al quehacer de las ciencias sociales.....................................................................................................................129 c) Desarrollo de iniciativas latinoamericanistas en torno al desarrollo y la coyuntura....134 d) La salud mental; reformas y procesos de conceptualizacin. .................................143 e) El contexto poltico y la emergencia de actores sociales........................................150 Sntesis del proceso...................................................................................................154 2.3.2 Etapa 1964-1973; Primeros pasos.......................................................................157 a) Contexto poltico e histrico ................................................................................157 b) Desarrollo tericos y prcticos de la poca...........................................................168 c) Conclusiones y elementos significativos en la lectura histrica...............................188 2.3.3 Etapa 1974-1989: Quiebre y reconstruccin .........................................................193 a) Contexto poltico e histrico ................................................................................194 b) Desarrollo tericos y prcticos de la poca...........................................................221 c) Conclusiones y elementos significativos en la lectura histrica...............................255 2.3.4 Etapa 1990-2004: Opciones polticas; reconstruccin y perplejidad ........................260 a) Contexto poltico e histrico ................................................................................262 b) Desarrollo tericos y prcticos de la poca...........................................................302 c) Conclusiones y elementos significativos en la lectura histrica...............................357 TERCERA PARTE ....................................................................................................370 3. Sntesis: Los desarrollos actuales en Psicologa Comunitaria .....................................371 3.1. Marcos conceptuales en Santiago de Chile ..............................................................371 3.2. Principales desarrollos presentes en la actualidad ....................................................378 3.2.1. Primer Marco Conceptual: Salud Mental Comunitaria........................................383 3.2.2. Segundo Marco Conceptual: Desarrollo Social Local ........................................393 3.2.3. Tercer Marco Conceptual: Desarrollo Humano .................................................404

DISCUSIONES FINALES ...........................................................................................415 BIBLIOGRAFA Y REFERENCIAS ................................................................................424 LICENCIA DEL DOCUMENTO .....................................................................................450

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Un postulante al doctorado de adivino rinde examen El brujo examinador le pregunta si aprobar o reprobar. El postulante le responde que aprobar Jasper Maskelyne

Introduccin

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1.

Contexto general de la investigacin: La Perplejidad y la Historia reciente

En general, cuando se habla sobre psicologa comunitaria, en Chile, suele suscitarse una polmica acerca del verdadero significado de la misma, sobre su implicancia poltica y cientfica distintiva respecto a los desarrollos histricos en otros pases, y por lo tanto sobre las posibles o eventuales formas de existencia de esta, las que si bien, en realidad, nunca forman un todo homogneo, se entienden como dentro de lneas de trabajo generales con aspectos en comn. Al mismo tiempo, al intentarse una respuesta a dichas interrogantes, la referencia es siempre a un pasado que parece ya no ser vlido, en tanto la actualidad guarda diferencias significativas con los cdigos que servan para identificar a la psicologa comunitaria. La imagen de antao parece estar en crisis, generando una sensacin de descontinuacin, de perdida dentro del rea de desarrollo de la psicologa que se autodenomina, como decamos, con enormes problemas, comunitaria. Las revisiones histricas, orientadas a aclarar y definir lo que ha sido y puede ser- la psicologa comunitaria, han tomado varias posiciones con respecto a los orgenes del asunto. Una forma de entenderlo, comnmente destacada por los autores, consiste en que el proceso reflexivo dentro de las aulas y los espacios de pensamiento crtico puntualmente aquellos relacionados directa o indirectamente con las ciencias socialeshan planteado la necesidad de reestructurar una prctica que fuera capaz de ponerse al servicio de las necesidades urgentes de los pueblos Latinoamericanos, a travs de un proceso transformador, con vistas a generar sociedades ms justas en las que no fuera necesaria la divisin social, los unos por sobre los otros. El impacto que gener este fenmeno y las mismas condiciones sociohistricas mundiales que le dieron cabida, marcaron una huella, un vuelco terico y prctico en vistas a hacerse cargo de las temticas sealadas. Se inicia, de este modo, un conjunto de desarrollos tericos y acciones que comparten aspectos en torno a la necesidad de trabajar tanto en el nivel estructural o macrosocial intentando modificar las grandes tendencias de desarrollo social, cultural y econmico de las naciones que les dan origen-, como en un nivel comunitario, en donde la relacin del individuo y de sus posibilidades de adaptacin y transformacin en relacin a su entorno ocupan el centro de la discusin. Todo este movimiento se aglutina en torno a lneas de trabajo, que reconoce paternidad en algunos autores emblemticos tales como lo son Paulo Freire, Maritza Montero, Orlando Fals Borda, e Ignacio Martn-Bar en el mbito latinoamericano. Parte de este movimiento se reconoce hoy por hoy como psicologa comunitaria, dentro del campo de la psicologa, especialmente de la psicologa que se categoriza como social. Y, con el paso del tiempo, este conjunto de prcticas comienzan a adquirir mayor fuerza a medida que los diferentes espacios sociales, comunitarios, universitarios, populares y gubernamentales le dan mayor relevancia a sus acciones y temticas.

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Otra forma de entenderlo, que si bien no niega la anterior se distingue de ella, est basada en la suposicin de que se requieren cambios dentro de la misma prctica que aglutina a la psicologa toda, sea esta la calidad de vida, la salud de las personas, o el mejoramiento de las condiciones de vida. Se gestan all las posibilidades para repensar la disciplina y a sus actores dentro de procesos de cambio cultural ms amplios. Y, producto de lo anterior, se generan centros, comisiones, grupos de trabajo y otras formas de organizacin profesional que van permitiendo y canalizando el desarrollo de los esperados cambios. Todo parece indicar que, en las respuestas que podemos encontrar respecto de qu ha sido la psicologa comunitaria en Chile, ambas suposiciones son correctas en tanto existe entre ambas un afn por involucrar a la psicologa con el desarrollo de la sociedad ya que esta est aglutinada en comunidades y grupos de personas. Sin embargo, las formas para lograr dicha implicancia que se desarrollaron en perodos anteriores parecen -como decamos- estar en crisis, principalmente porque, en los ltimos aos, el sujeto que es objeto de las intervenciones ha cambiado, y al mismo tiempo se han modificado las condiciones de trabajo en el campo. Sin embargo, no existe acuerdo respecto de cmo ello ha ocurrido ni del impacto que ha tenido. La identificacin de la psicologa que se denomina comunitaria sigue siendo la de antao en un mundo en el que la toma de decisiones, los indicadores, los presupuestos y la tica ya no se corresponden en los mismos lugares y personas. Los procesos de trabajo han cambiado, pero los referentes no lo han hecho al mismo ritmo. Y ello, sin lugar a dudas, incide negativamente en la posibilidad de aclarar la relacin posible entre la psicologa comunitaria y la(s) sociedad(es) de Chile. Los motivos que se argumentan para dicha brecha entre la identificacin y la realidad son mltiples; las dificultades de comunicacin, la lejana fsica, la creacin de suculentos mercados acadmicos, la falta de recursos, las disputas polticas, los levantamientos militares, la intervencin norteamericana -presente en Amrica del Sur y Centro Amrica-, los cambios de hbitos y valores de nuestras sociedades durante el perodo ms all de los lmites de comprensin de las personas encargadas de estudiarlos, etctera. Se trata, entonces, de una sensacin progresiva de prdida de los referentes y postulados crticos, y movilizadores iniciales, principalmente respecto de la necesidad de generar transformacin social dentro del campo aplicado de la psicologa comunitaria. Esto es visible a simple vista en una progresiva homogenizacin de la terminologa conceptual y metodologa prctica que hace difcil estimar el verdadero aporte y significado que determinadas prcticas y reflexiones puedan tener. La mayora de los textos que se preguntan hoy por el estado del arte en psicologa comunitaria, al no contar con referentes claros o actuales para identificarla y al existir una enorme brecha en la lectura histrica de

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cmo se ha evolucionado en los ltimos tres perodos de la historia reciente del Pas (Unidad Popular, Dictadura Militar, Gobiernos de la concertacin), coinciden en utilizar referentes externos y comparaciones respecto de las expectativas iniciales a la hora de identificar a la psicologa comunitaria de hoy. Y, sin mediar dudas, la lectura ha sido unvoca; la tendencia general es hacia la institucionalizacin. Es simple entender dicha lectura; hoy el papel y la representacin del Estado ha cambiado, y al mismo tiempo, las posibilidades y representaciones del ciudadano han cambiado. Hoy en da el Estado ha absorbido buena parte de las acciones relativas al mbito psicolgico comunitario (en trminos de profesionales y recursos), lo que le ha permitido efectuar modificaciones respecto a orientaciones, metas esperadas, mtodos a utilizar y plataformas de inicio de la ejecucin, y a la base, diferenciar a los agentes encargados de las diferentes secciones que componen una intervencin (diagnstico, diseo, ejecucin, evaluacin y seguimiento, por ejemplo). En dichas lecturas, estas caractersticas, presentes en el campo actual, determinan la posibilidad de reflexionar y de actuar de formas alternativas; la toma de decisiones no siempre se realiza adecuadamente, y las posibilidades de articular acciones significativas aparecen ms lejanas. Y, si la psicologa comunitaria quiere influir, transformar la sociedad en tanto compuesta y aglutinada en comunidades y grupos, es evidente su incapacidad, o, como han dicho algunos, su traicin a sus principios orientadores (Krause, M., 1997). En un tiempo pasado pero reciente- la disidencia estaba permitida fuera de los marcos estatales lo que garantizaba cierta postura crtica o alternativa, sobretodo respecto del discurso que cada cual quisiera darle a su actuar especialmente en el caso chileno si comparamos las historias de Latinoamrica-, pero hoy se hace difcil alejarse del amparo de los recursos y plataformas del Estado, y se hace an ms difcil mantener posiciones realmente crticas respecto de los modelos de desarrollo que los organismos internacionales y los poderosos grupos econmicos y recomiendan, lo que dificulta la interlocucin de organismos extra estatales hacia la toma de decisiones. A ello debemos sumar el enorme xodo de profesionales hacia otras reas de trabajo, las que producto de las condiciones antes mencionadas ofrecen mejores posibilidades y satisfaccin, desarrollndose con muchsima mayor factibilidad que la difusa y compleja psicologa comunitaria. Sin embargo, se hace necesario destacar que si bien es cierto este proceso ha sido masivo, no es posible hacer vlida la afirmacin para todos los casos. Un conjunto pequeo pero significativo de prcticas se sigue manteniendo, con bajo perfil y sin contar con espacios permanentes de relacin y difusin, posturas crticas alternativas. Esto por supuesto, permite afirmar con certeza que las bases para la discusin que enriquezca al conjunto estn todava en pi.

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As, junto a estos signos, empiezan a aparecen otros sntomas del problema. La psicologa comunitaria parece haberse masificado como campo laboral en tanto se han abierto para ella grandes mercados de trabajo provenientes de las necesidades de desarrollo percibidas por el Estado. Pero dicha masificacin explosiva ha redundado en la imposibilidad de garantizar la difusin de resultados y de los tipos de intervenciones realizadas, y en problemas a la hora de generar espacios de discusin en torno a las problemticas abordadas y, al mismo tiempo, acerca de los mismos fines de cada intervencin, o de posturas crticas transformadoras, o respecto de la posibilidad de insercin de nuevas formas de accin, o la cada vez ms lejana posibilidad de establecer lineamientos claros sobre como responder a las demandas sociales por sobre los lmites establecidos por las polticas sociales (cfr. Krause, M., 1998). Es decir, se ha provocado la despersonalizacin de los desarrollos, en pro de una tcnica til para solucionar en la medida de lo posibledichos problemas; su voz y nombre se asocian con las soluciones a temticas especficas (salud, drogas, pobreza, etctera), y su saber se reduce a su posibilidad de aplicarlo en diversos contextos sociales, sin importar realmente los resultados que se obtienen, o la capacidad de la mera tcnica para solucionar (o administrar) los problemas que han sido denominados como sociales. La psicologa comunitaria en Chile, tendramos que decir, est atrapada. Se ha generado sobre este punto un conjunto de estudios y reflexiones que intentan -en la medida de lo posible- responder a estas dificultades, pero que han estado marcados por la imposibilidad de contar con anlisis esclarecedores respecto del acontecer actual, del quehacer de la psicologa comunitaria aplicada. Estas producciones denotan, adems, importantes cuotas de fundamento en la experiencia propia de sus autores, privilegiada por sobre un anlisis exhaustivo del estado real del quehacer de la psicologa de la comunidad y la fundamentacin y el respaldo cientfico en la que se basara. Debemos agregar, antes de continuar, que no es nuestro afn el reproche simplista sobre el aparente poco compromiso social entendido como una orientacin hacia los intereses de los que requieren ayuda y proteccin-, que podra malinterpretarse como fundamento de este trabajo. Dicha crtica es tan absurda como su contraria, pues el compromiso social es slo una parte del tema en cuestin y no puede suplir el resto de las caractersticas necesarias de una prctica psicolgica profesional. En este sentido es nuestra intencin establecer una ptica de anlisis actualizada que permitan generar espacios de discusin crtica respecto del conjunto de decisiones que se hace necesario abordar para enfrentar los desafos que la realidad actual le demanda a la psicologa comunitaria. Es importante aclarar este punto ya que, despus de un breve vistazo de las discusiones que -hoy por hoy- se mantienen respecto de la posibilidad de una psicologa de la comunidad, es posible identificar dos posiciones polares; los que sostienen que ha habido una ruptura con las tradiciones originales que le dieron origen e identidad, y otros que sostienen que el nico fundamento para la

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misma psicologa de la comunidad es la necesidad de ayudar al otro otro que es necesitado, carenciado, deficiente o en riesgo- mediante la equiparacin de sus oportunidades, garantizando el acceso a servicios de subsistencia bsicos, pero sin generar an las capacidades y situaciones para que los mismos objetos de su intervencin logren la superacin de la condicin que invita y hace necesaria a la misma psicologa de la comunidad (Foladori, H., 2002b y 2003). Unos perplejos ante una vuelta que los tiene descoyuntados de la historia reciente, y otros perplejos e inmovilizados ante la ineficacia de las acciones. Y la psicologa comunitaria entre medio de ambos. Todo lo anterior, en la experiencia de los profesionales, genera un clima de desesperanza, en donde las discusiones pasan las ms de las veces por el sentir personal y no por el propio auto anlisis de la prctica que orienta nuestras acciones que incluye el sentir personal, por supuesto. Creemos, al igual que Quintal de Freitas (2001), que esta tendencia aparentemente genrica de la psicologa comunitaria, se relaciona en mayor grado con la creciente incapacidad para defender reflexiones tericas propias, que no sean slo mecanizaciones tcnicas sobre como tratar temticas sociales o clnicas definidas a priori por agentes externos y lejanos a la comunidad. De esta forma, la investigacin que se pretende realizar tiene por meta final proveer informacin que permita describir los desarrollos conceptuales psicolgico comunitarios que puede delimitarse de acuerdo a las caractersticas de los diferentes enfoques de trabajo que se estn desarrollando en Chile, para que desde all pueda plantearse una discusin sobre las medidas a seguir que tenga sentido en el marco de una psicologa ms adecuada y acorde a nuestras urgentes y diversas realidades.

2.

Formulacin de la pregunta de investigacin

Actualmente existen en nuestro pas mltiples centros y programas dedicados a la intervencin social de corte psicocomunitario. Estos centros han sido estudiados en no pocas oportunidades (ver Asn, D., Krause, M., Alfaro, J., Aceituno, R. & Morales, G., en Wiesenfeld, E. & Snchez, E., 1994; Krause, M., 1996 y 1997; Krause, M. & Jaramillo, A., 1998) con diferentes fines y metodologa, intentando establecer el conjunto de caractersticas generales sobre las cuales es posible plantear ciertas tendencias definitorias de lo que significa y produce la intervencin comunitaria, y a partir de ello, la condicin que con mayor probabilidad o precisin le cabe a la psicologa comunitaria en la realidad nacional. A travs de estos estudios es posible ir reconociendo un importante conjunto de proyectos destinados a trabajar en diferentes temticas ligadas al quehacer que, comnmente, definen desde su quehacer a la psicologa comunitaria. En ellos se pueden percibir, a veces con alguna dificultad, modelos tericos que

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fundamentan la intervencin y su sentido, orientaciones conceptuales particulares y posturas poltico sociales resultantes, lo que en suma moldea lneas de trabajo en comn, especialmente cuando se comparten ciertas problemticas de trabajo o enfoques genricos de abordaje. Sin embargo, debido a la metodologa utilizada por algunos de stos estudios, que privilegia modelos de anlisis del desarrollo en torno a concepciones ideales de psicologa comunitaria muchas veces preestablecida1-, y dada la antigedad de muchos de estos interesantes anlisis, la pregunta por el desarrollo actual de la psicologa comunitaria adquiere nueva relevancia. En general, el punto que ha resultado central en todos los desarrollos tericos que han trascendido en esta rea de trabajo psicolgico desde sus orgenes, est referido a preguntas sobre el hacer propiamente tal; al qu, al cmo, al quines y al porqu (o qu esperar) (Aceituno, R., en Olave, R. & Zambrano, L., 1993). Ello le ha permitido a la psicologa comunitaria generar un cuerpo terico y de argumentacin no menor, un conjunto de relaciones transdiciplinares importantes y le han posibilitado, hasta cierto punto, ganarse el reconocimiento del resto de los profesionales de las ciencias sociales y de la salud, avocados al estudio psicosocial y a la intervencin comunitaria. Sin embargo el proceso que hoy se vive, creemos, ya no responde a necesidades de replanteamiento ni de creatividad disciplinar, sino, ms bien, al imperativo de solucionar problemas sociales (de administrarlos diran otros), como eslabn ltimo de una larga cadena que verifica la existencia e impacto de estos mismos problemas, y que le delega a este saber psicolgico la generacin de respuestas adecuadas. Lo anterior, que es experiencia cotidiana en los profesionales que se desempean dentro del campo, genera dos situaciones poco deseables para segn la perspectiva tradicional que se ha aplicado para definir a la psicologa comunitaria: (1) relega lo comunitario a una condicin de efecto de las prcticas de atencin o prestacin de servicios que el equipo profesional efecta, es decir, la comunidad pierde la especificidad propia que debe tener como sujeto de una intervencin y pasa a ser depositaria de los cambios que en los sujetos individuales se logren (Krause, M., 1996), desperfilando a la psicologa comunitaria en tanto sta se identifica con ese ltimo aspecto, al mismo tiempo que (2) imposibilita una reflexin profesional seria sobre las

1 Al respecto podemos mencionar como ejemplo la frecuente asimilacin del desarrollo de la psicologa comunitaria a partir de las nociones de ciencia normal de Thomas Kuhn en donde existira una primaca paradigmtica de un conjunto de supociones tericas -el paradigma de la psicologa comunitaria (Montero, M., 2004)-, las cuales se establecen luego de un perodo de crisis paradigmtica, o aquellas que suponen que la psicologa comunitaria ha recorrido slo la parte inicial del proceso de disciplinarizacin, que finalizara con el establecimiento de un conjunto de presupuestos sobre los cuales pueden disearse intervenciones efectivas (y disciplinadas). En ambos casos el progreso de la psicologa comunitaria supone a la base el establecimiento de un orden (de coordenadas de orden) que permita evaluar el peso de los desarrollos tericos y aplicados. Por lo mismo, no resulta extrao que la profundidad del anlisis sea descriptivo (enumerar y describir lo que hay) o comparativo (en el caso de que se utilizase como contraste lo que debera haber o lo que hay en otros lugares). Este tema ser abordado durante todo el primer captulo.

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condiciones de generacin del problema que debe atenderse, un desenmarcamiento de las mismas con vistas a generar intervenciones ms eficientes, y por ltimo, elimina la posibilidad de generar modelos tericos que den sentido y orienten la accin. De este modo, las acciones quedan atrapadas limitadas, reducidas- en el imperativo de intervenir para solucionar un problema que de antemano viene prescrito, y con las herramientas que, de antemano nuevamente, se han permitido para trabajar en determinada etapa del proceso. Y, aunque parezca sospechoso, la psicologa comunitaria se diluye entre las demandas, sin dar noticias de su aparente deceso. Por esto, la pregunta central del debate del debate sobre el que se inserta este documento y sobre el cual esperamos aportar luces puede definirse como Cul es la condicin actual de la psicologa comunitaria? Sin embargo, esta interrogante resulta demasiado amplia para las posibilidades de este documento en particular, tanto respecto de la diversidad de perspectivas dentro de la psicologa comunitaria como respecto de la simultaneidad de desarrollos en contextos diversos dentro de Chile, por lo tanto resulta necesario definirla tericamente para establecer los lmites del estudio. Nos quedamos entonces con dos preguntas consecutivas que creemos nos permiten acercarnos al tema. Siguiendo esta lnea, las preguntas centrales de esta investigacin seran: Cules han sido las caractersticas y elementos significativos del desarrollo histrico de las perspectivas, contextos y orientaciones que dan forma a la psicologa comunitaria en Santiago de Chile? Para posteriormente, y a partir de ello clarificar Cules son los principales desarrollos conceptuales con enfoque de psicologa de comunidad que dominan el desarrollo actual de la psicologa comunitaria en Santiago de Chile? De esta forma este trabajo puede traducirse en la identificacin, sistematizacin y caracterizacin, a partir de una perspectiva histrica, de las tendencias ms importantes que pueden encontrase en el trabajo aplicado de la psicologa comunitaria hoy en da. Consideramos que slo mediante esas dos preguntas podemos acercarnos ms a un anlisis del desarrollo y condicin actual que tiene la psicologa comunitaria. Se trata, por tanto, de aportar con un enfoque -una propuesta- que permita la posterior discusin sobre los temas de fondo que cruzan a la psicologa comunitaria en el contexto local nacional. El hecho de que se haya acotado la recopilacin de informacin al rea urbana y semi-urbana metropolitana tiene relacin, primero, con el componente interventivo de la psicologa comunitaria que supone la existencia de una locacin, en ltimo caso, identificable fsicamente. Por este motivo hemos preferido optar por la Regin Metropolitana, como un sector lo suficientemente amplio, y, suponemos, con abundante diversidad de perspectivas que hayan interactuado entre s, permitindonos la posibilidad de establecer una revisin transversal. La suposicin en este caso es que en la regin Metropolitana han confluido una cantidad comparativamente mayor de producciones relativas al rea de la psicologa comunitaria a travs de la historia, y por lo tanto este resulta un lugar privilegiado para establecer una dinmica de desarrollo nacional. A lo

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anterior se suma el hecho reconocido de que en dicha rea se han desarrollado o implementado prcticamente todas las iniciativas estatales diseadas a escala nacional. Junto a lo anterior, un segundo motivo dice relacin con las caractersticas de los documentos que hemos podido recolectar, los cuales analizan y se refieren mayormente al conjunto de actividades que han ocurrido dentro del rea metropolitana lo que hace imposible una integracin ms all de los lmites que estos documentos marcan (vase por ejemplo Krause, M. & Jaramillo, A., 1998; Krause, M., 1996; Olave, R. & Zambrano, L., 1996). Cabe suponer, por tanto, que la delimitacin del rea metropolitana es la mejor opcin en trminos de representatividad de las producciones en el contexto histrico nacional. Sin embargo, tambin resulta evidente que esta delimitacin geogrfica excluye opciones terico-prcticas locales que no tienen representacin dentro de la regin pero que sin embargo suponen importantes elementos para establecer orientaciones en torno al desarrollo de la psicologa comunitaria en Chile, especialmente en lo que respecta a las iniciativas que se han implantado en reas rurales alejadas. En el entendido que las realidades demogrficas, econmicas, culturales e histricas de este pas varan significativamente a lo largo de su extensin, la validez de nuestras afirmaciones debe ser contrastada con los procesos ocurridos en cada zona. Vale la pena, as mismo, destacar una diferencia respecto del enfoque que utilizamos para organizar la informacin. La mayora de los trabajos ha tomado como base la prctica interventiva de la psicologa comunitaria (y las caractersticas de dicha prctica), entonces, a partir de los datos recopilados, se han diferenciado orientaciones genricas, metodologas y teoras explicativas presentes en el conjunto de la psicologa comunitaria. Sin embargo, tomando como base dichos documentos, nos enfocamos en una perspectiva transversal (histrica) que nos permite entender las dinmicas y eventos que han sido significativos en la estructuracin actual de los componentes presentes en el campo que se conoce como psicologa comunitaria. As, asumiendo la complejidad de esta perspectiva, queda acotado el marco de completitud o validez de nuestra interpretacin integradora, dada por el material recopilado y las posibilidades y delimitaciones de un estudio como el aqu propuesto.

3.

Relevancia y pertinencia del trabajo

A partir de lo que hemos expuesto hasta aqu, puede reconocerse una activa produccin en relacin a las caractersticas y tensiones presentes en la psicologa comunitaria en el contexto nacional, y en especfico en Santiago de Chile en tanto principal referente de la zona metropolitana (Wiesenfeld, E. & Snchez, E., 1994; Montero, M., 1994a; Alfaro, J., 1997; 1000; Krause, M., 1996; 1997; Krause, M. & Jaramillo, A., 1998;

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Foladori, H., 2002a; 2003). Estos documentos se han elaborado tanto a partir de una necesidad de informacin comn como producto de un diagnstico crtico personal autoral- en lo que respecta a la actualidad de la psicologa comunitaria. Estas dos lneas han resultado en un conjunto de afirmaciones convergentes; la psicologa comunitaria en Santiago de Chile est enfrentando una situacin nunca antes vista de expansin que, sin embargo, choca con los ideales que originalmente la emplazaron como una alternativa necesaria tanto profesional como polticamente en diversas partes del globo, y que en la mayora de los casos -como aclaramos- sirven para identificarla, definirla y acotarla. El debate sobre estos temas, por cierto, tiene relacin tanto con el presente, como con el futuro posible que se desea construir, y por lo mismo, desde el pasado reciente o lejano- en donde ello resulta sostenible (cfr. Gissi, J., 1991; Olave, R. & Zambrano, L., 1993; Unger, G., 1995; Krause, M., 1996). El origen de estas discusiones es, por cierto, doble. Resulta ser interno, es decir, emanado de los propios grupos profesionales que han producido desarrollos en psicologa comunitaria dentro del territorio nacional, y especialmente en la Regin Metropolitana. El sentido de las interrogantes que han orientado estas primeras producciones tiene que ver con el proceso evolutivo de una prctica que se vincula con los trabajos en las diferentes reas temticas de la psicologa desde larga data. Se trata aqu, por tanto, de la revisin y reelaboracin de un conjunto de aprendizajes, experiencias y desarrollos propios e incorporados que han moldeado un rea si la podemos denominar as- que ha dejado su huella en la historia de la profesin. Sin embargo, y dado que en Amrica han perdurado organizaciones de intercambio y vnculos de cooperacin activos desde mediados del siglo pasado2, especialmente entre aquellos pases que han no debido enfrentar barreras de lenguaje hay tambin una necesidad externa, propia del proceso histrico ocurrido en el mbito latinoamericano. Esto proviene de un proceso histrico comn en el cual grupos profesionales de psiclogos de diversas latitudes evaluaron necesario un replanteamiento de la forma tradicional de posicionarse ante su medio social inmediato, incorporando para ello lneas metodolgicas y las orientaciones tico-polticas de diversas corrientes desarrolladas por las ciencias sociales y sus afines desde la posguerra, y desde la cuales los profesionales psiclogos inician sus elaboraciones internas. Esto supone, por ende, una necesidad de evaluar si esas propuestas originalmente sostenidas para formular una psicologa propiamente latinoamericana de la cual los planteamientos comunitarios son parte fundamental- han encontrado asidero, y en ese caso, cul ha sido (Serrano-Garca, I. & lvarez, S., 1992; Serrano-Garca, I. & Vargas, R., 1993;2 Nos referimos especialmente a la Sociedad Interamericana de Psicologa (fundada en 1951), la cual ha resultado una instancia de colaboracin para el conjunto de reas de la psicologa. Ellas, por cierto, han facilitado la estructuracin, a veces temporal, de otras redes de intercambio en reas que resultan ms cercanas a los debates propios de la psicologa comunitaria, tales como la intervencin psicosocial, la psicologa aplicada, la psicologa social, la psicologa ambiental, etctera. Ella, por cierto, ha permitido tambin la apertura de vnculos y espacios de intercambio fuera de los lmites continentales.

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Wiesenfeld, E. & Snchez, E., 1994; Montero, 1994a; 2004). Dicha tendencia, por cierto, ha validado una opcin de anlisis que en la prctica ha resultado contraproducente con aquella que emerge de forma interna, pues ha supuesto la existencia de un conjunto de patrones comunes en el conjunto de contextos histricos, geopolticos de Amrica Latina, a la vez que ha sostenido implcitamente la pertinencia de realizar comparaciones. Ambos elementos impiden reconocer desde la propia historia por as expresarlo- lo que ha ocurrido en psicologa comunitaria nacional, y en especfico en su expresin Metropolitana. Los temas abordados en este documento, entonces, pretenden colaborar al conjunto de producciones que durante un largo perodo poco ms de una dcada y media- han intentado estructurar algunas precisiones sobre lo que ocurre en psicologa comunitaria en Santiago de Chile. La utilidad de esta propuesta radica en el enfoque o foco de discusin utilizado el cual, a diferencia de un buen nmero de investigaciones centradas en las descripciones y comprensin de los aspectos aplicados de las intervenciones en psicologa comunitaria (Winkler, 1993; Krause, M., 1997; 2000; Krause, M. & Jaramillo, A, 1998), se propone una caracterizacin de los desarrollos conceptuales que conforman en su conjunto lo que puede considerarse psicologa comunitaria en el contexto metropolitano. El supuesto de fondo en esta afirmacin radica en el reconocimiento de que, y en consecuencia con lo que argumentamos ya, el debate actual se encuentra entrampado, relevndose la urgencia de reenfocarlo para permitir nuevas luces y, eventualmente, para reconsiderar aquellas que ya estn encendidas. Lo anterior requiere de una crtica sobre las posibilidades y supuestos de los argumentos y concepciones involucrados en ese debate. He aqu nuestra apuesta y el sentido de este documento. No se trata, por cierto, de una versin definitiva con pretensiones de ser absoluta en su afn de completitud. Por el contrario, en tanto entendemos que los referidos corresponden a debates activos desde los cuales es posible establecer posiciones para producir psicologa comunitaria, lo que se expone en las pginas sucesivas es una propuesta de interpretacin sinttica que espera contribuir a dichos espacios. En especfico, a proveer tanto un enfoque para comprender a la psicologa comunitaria, como un conjunto de referentes considerados desde una perspectiva de evolucin transversal con los cuales es razonable establecer una diferenciacin de producciones conceptuales actualmente vigentes. Estos ltimos, si bien han sido objeto de caracterizaciones, no han sido considerados a propsito de una lectura histrica, la que permite delimitarlos con mayor precisin, al mismo tiempo que permite reconocer las lgicas profesionales, sociales, polticas en las cuales ellos se han formado y definido. Asunto de significativa importancia si se consideran las enormes y muchas veces abruptas transformaciones sociales que han transcurrido en nuestra historia reciente.

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Asimismo, en tanto dichos debates resultan ser fundamentalmente acadmicos3, esperamos colaborar tambin con un material adecuado para la actividad propiamente formativa, pues en diversas unidades se ha evaluado como una carencia significativa en este aspecto, asunto que parece ser una caracterstica presente ms all del contexto nacional4 (Asn, D., en Olave, R. & Zambrano, L., 1993; Montero, M., 2003; 2004). Ello, evidentemente, supone de forma implcita la posibilidad de fortalecer el trabajo psicolgico profesional en las diversas problemticas que son factibles de ser consideradas desde una perspectiva comunitaria. Ahora bien, en tanto es posible reconocer que los planteamientos comunitarios han permitido un rea de desarrollo importante en la evolucin del cuerpo de la psicologa en Chile (cfr. Alfaro, J., 2000), el conjunto de propuestas elaboradas a los largo de este documento permiten la identificacin y valoracin de la forma y condiciones en la que el proceso ha ocurrido, asunto que resulta de especial importancia si se considera que en Chile existe una carencia evidente en lo que respecta a las reconstrucciones transversales de las ciencias sociales y humanas (cfr. Duran, F., 1995; Pizarro, C., 1999). Asimismo, en el reconocimiento de diversas lgicas de produccin terico-prctica, la coexistencia de mltiples sentidos ticos-polticos puestos en juego, la delimitacin e integracin de desarrollos conceptuales, etc., es que esperamos colaborar tambin a la capacidad autoreflexiva de la profesin y de los profesionales.

4.

Sobre la estructura del documento

Vale la pena hacer una breve advertencia al lector de este documento en relacin a la estructura del mismo. Hemos dividido ste en tres partes o unidades que se siguen de forma consecutiva y secuencial en la bsqueda de una respuesta a los problemas ya sealados como guas. La primera parte tiene como objetivo el proveer un marco comprensivo para la psicologa comunitaria. Se trata por tanto de una exposicin de las diferentes concepciones que existen sobre esta ltima y, al mismo tiempo, de cmo dichas concepciones han interactuado en la estructuracin de las mltiples formas (teoras, prcticas, lneas de intervencin, etctera) que coexisten en la actualidad. As, a partir de una revisin de lareconocerse, por tanto, que la reflexin y produccin conceptual propia de la psicologa comunitaria en el Santiago de Chile de hoy est estrechamente vinculada a los espacios acadmicos, por sobre lo se produce en las agrupaciones profesionales independientes, o los centros de estudios independientes, consultoras, y programas que realizan intervenciones de tipo psicolgico comunitario (cfr. Krause, M. & Jaramillo, A., 1998). Mxime si dos de las tres revistas ms difundidas de publicacin cientfica en psicologa (Psykhe y la Revista de Psicologa) son editadas por entidades acadmicas (la primera por la Pontificia Universidad Catlica de Santiago, y la segunda por la Universidad de Chile), lo que permite suponer que es desde dichos espacios desde donde se emerge y se organiza una buena parte de la informacin. Lo anterior no apunta a desmerecer la labor de los espacios no acadmicos, desde los cuales sin duda emergen referentes y propuestas fundamentales; apuntamos aqu a establecer el impacto de este documento fundamentalmente en la academia. 4 Por cierto es necesario aclarar que esa carencia es doble; tanto en lo que respecta a los sistemas conceptuales que existen en psicologa comunitaria, como a las formas de aplicacin concretas que ellos tienen en diversos contextos sociales. Nuestra intencin aqu puede entenderse como orientada sobre el primer punto. 183Debe

literatura y de los estudios que han intentando objetivar a la psicologa comunitaria proponemos una definicin integrativa adecuada a los requerimientos de este documento. La segunda parte tiene como objetivo el proveer informacin significativa en relacin a las caractersticas particulares que el desarrollo de la psicologa comunitaria ha evolucionado en la realidad nacional, y especficamente, en el contexto social y econmico de Santiago de Chile. Se trata, por tanto, de la seccin ms extensa de este documento e inicia con una elaboracin de un enfoque histrico a partir de los lineamientos descritos en la primera parte, para cerrar con una breve discusin sinttica en relacin a las particularidades que deben tenerse presentes para estudiar los desarrollos nacionales y especficamentemetropolitanos en psicologa comunitaria. A partir de dicha exposicin se establecen los lineamientos que resultan ms significativos en el actual desarrollo de la psicologa comunitaria, los que son descritos en la tercera parte del documento de acuerdo a los criterios que permiten establecer diferencias y aglutinaciones identitarias en los mismos. Al finalizar esta parte, esperamos que el lector pueda elaborar su propia respuesta sobre los problemas que este documento aborda, ms all de las conclusiones que el autor de la misma considera. No se trata, por tanto, de la exposicin de una verdad en relacin al desarrollo de la psicologa comunitaria en el contexto del Santiago de Chile de la ltima mitad del siglo veinte, por el contrario, se intenta favorecer la elaboracin de las particulares perspectivas de los lectores en relacin a los temas abordados. Esperamos entonces que tanto el estilo de escritura como el conjunto de referencias anexas resulten en un aporte complementario.

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Los ensayos esparcidos a los largo de ms de treinta y cinco aos, se combinan para proponer una nueva manera de pensar sobre las ideas y sobre esos conglomerados de ideas que yo denomino mentes. A esta manera de pensar la llamo ecologa de la mente o la ecologa de las ideas. Gregory Bateson, Introduccin a Pasos hacia una ecologa de la Mente, 1972

Primera Parte

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1.

Un modelo comprensivo para la psicologa comunitaria

Qu es la psicologa comunitaria?. La anterior no es una pregunta de fcil respuesta, si no imposible para algunos. Cualquiera que haya intentado responderla se ha percatado de que el concepto posee diferentes acepciones, y de que, adems, sobre esas acepciones hay mltiples trminos que se podran aplicar en diferentes circunstancias. Es nuestra intencin, en este primer apartado, discutir algunas de las orientaciones conceptuales presentes y de mayor difusin y las respectivas implicancias y usos que ellas tienen- para poder, diramos, producir un concepto lo suficientemente amplio y flexible que nos permita abarcar la temtica de este estudio, sin que, al mismo tiempo, esa misma definicin sea tan difusa que deje de ser prctica. Por esto, a diferencia del comn de los casos, que inician su anlisis con una definicin de facto respecto de la psicologa comunitaria, hemos preferido una que surja a partir de los datos, de las reflexiones que actualmente estn determinando al campo que, suponemos, termina por definir a la misma.

1.1. Introduccin al tema; desarrollo y ciencias sociales.En el ltimo tiempo han aparecido mltiples anlisis en torno a la intervencin social, y a los marcos y paradigmas que orientan esas intervenciones. En uno de estos estudios Fernando Durn (1995) cifra la importancia de estas revisiones y de la suya en particular- en el contexto de la multiplicacin de conceptos y enfoques dentro de la sociologa (especialmente aquella referente al desarrollo social), en donde una revisin de la evolucin de el quehacer cientfico y sus referentes tericos, agrupados en paradigmas como orientadores y organizadores-, permitira una revalorizacin de los conceptos y de su valor bajo determinadas pticas de trabajo en desarrollo social (Durn, F., 1995). Ello, porque supone el autor que los esquemas para analizar el desarrollo de la sociologa como ciencia social- parecen no ser del todo vlidos ni tiles al no reconocer la diversidad y los motivos por los cuales esa diversidad coexiste. Por su parte Javier Corvaln (1996) si bien en su propuesta no distingue explcitamente el motivo para realizar una revisin, aclara que desde el punto de vista sociolgico, existen diferentes formas de conceptuar una realidad social previa su intervencin, distinguiendo algunos elementos propios de una visin, como son una interpretacin de las necesidades humanas, una visin de la accin social en la resolucin de la problemtica, una interpretacin acerca del receptor de la accin, y la priorizacin y conceptualizacin de uno (o varios) agente(s) en el proceso. En ambas propuestas destacan algunos elementos que vale la pena considerar para adentrarnos en la discusin que nos convoca. El primero de estos tiene que ver con la posibilidad de reflexionar en torno al desarrollo de una ciencia (o de la actividad cientfica) , teniendo presente que se hace necesario al mismo tiempo una categorizacin en torno a cmo y porqu se produce ese desarrollo. Pareciera ser que no es posible analizar algo que parece disgregado, despegado, desconectado, por lo que se hace enormemente necesario el reconstruir las pautas comunes y los mrgenes de comprensin posibles de lo que constituir21

nuestro objeto de estudio. De esta forma, la reflexin epistemolgica constituye un paso previo fundamental para realizar un anlisis respecto del desarrollo de la psicologa comunitaria. Pero destaca un segundo elemento; para realizar dicho anlisis se hace necesario establecer una caracterizacin de las diferentes orientaciones que le dan forma al objeto de estudio, en este caso, la psicologa comunitaria. Entonces, hay dos niveles en los cuales una propuesta sobre la cual analizar a la psicologa comunitaria puede establecerse; el plano reflexivo en donde la pregunta es qu podemos entender por la psicologa comunitaria? lo que a su vez nos permite entender cmo se desarrolla la psicologa comunitaria, y en ltimo caso, delimita el tipo de crticas y comentarios que sobre la misma puedan hacerse. Y existe tambin un plano conceptual, en donde no tratamos ya con una psicologa comunitaria abstracta, si no con las diferentes formas que ha tomado en contextos y en circunstancias diferentes, y que terminan por cristalizar en formulaciones tericas con coherencia propia. Es por esto que durante este apartado intentaremos precisar qu papel le cabe a los dos planos en el estudio de la psicologa comunitaria.

1.2. Discusiones y enfoques de aproximacin en torno a la psicologa comunitariaAntes de comenzar a exponer las diferentes versiones que existen hoy por hoy en torno a la psicologa comunitaria, es de utilidad revisar qu enfoques priman cuando se hace mencin a sta. Usualmente se ha considerado a la psicologa comunitaria desde dos enfoques contrapuestos. La primera forma de entenderla, y quizs la ms difundida, refiere a que se trata de una disciplina, en s misma o como una divisin dentro de la propia disciplina psicolgica siendo entonces una subdisciplina de la psicologa social- (Alfaro, J., 2000). Ella se identifica con la bsqueda de un cambio paradigmtico dentro de los desarrollos psicolgicos aplicados (Tyler, F., 1984a), o directamente como una disciplina con especificidad propia, y por lo tanto, con su propio desarrollo interno (Montero, M., 1984). Los autores que estn de acuerdo con esta visin suponen que la psicologa comunitaria posee una identidad, desarrollo, reflexin y discusin propias dentro del quehacer de la psicologa en su conjunto, asunto que se reflejara en su proceso de desarrollo histrico. La segunda forma de entenderla la asume como una modo de trabajo psicolgico, como una forma profesional, sin atribuirle especificidad respecto de un eje disciplinar propio (Alfaro, J.,2000). Esto implica que la misma est supraeditada epistmica, terica y metodolgicamente al conjunto de la psicologa (Alfaro, J., 2000), no constituyendo un rea acadmica independiente, sino resultando de una ampliacin del campo

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profesional del psiclogo social. All, entonces el psiclogo comunitario que es antes que nada psiclogo social- se define por sus roles o funciones en su tarea; evaluador, educador, analista, interventor, entre otros5. Cada enfoque determina un conjunto de supuestos en torno a la misma psicologa comunitaria, establecindose ms bien como un modelo de anlisis. Como bien aclara Alfaro, de ambas se derivan un conjunto interesante de suposiciones respecto a la conceptualizacin y objeto de la psicologa comunitaria. "Por un lado, quienes asumen que la psicologa comunitaria tendra un carcter disciplinar, le atribuyen autonoma en la configuracin terica, de objeto y [de] mtodo (Alfaro, J., 2000). Ello puede verse en la presuncin de Maritza Montero (1994a) respecto de la psicologa comunitaria en tanto sta ha creado objetos, desarrollado instrumentos y principios generales, interpretaciones y explicaciones hasta construir un conjunto sistemtico de premisas o conocimientos (ver Montero, M., en Alfaro J., 2000). En esta lgica la psicologa comunitaria posee una ptica conceptual que determina -o construye, segn se prefiera- sus objetos de investigacin e intervencin. All, claramente, son las opciones del cientfico social (el psiclogo comunitario), las que conducen a una definicin de objetivos programticos, mtodos adecuados, relaciones conceptuales y marcos orientadores. Ello, adems, da pi para suponer que la psicologa comunitaria puede ser entendida como un movimiento, o ms bien, como un conjunto de sistemas orientadores que en algn minuto pueden ser movilizadores6. Desde el otro enfoque, que delimita a la psicologa comunitaria como especializacin profesional, no aparece una autonoma respecto de los puntos que anteriormente mencionbamos. Si no es autnoma, comparte con otras formas profesionales de la psicologa recursos epistmicos, relaciones conceptuales, marcos orientadores, tericos y metodolgicos (Alfaro, J., 2000). Bajo este enfoque las orientaciones presentes en el campo de trabajo de la psicologa comunitaria pueden describirse, pero difcilmente compararse ms all de los requerimientos de la tcnica que se desee emplear a la hora de intervenir. Por as decirlo, el desarrollo se relativiza de acuerdo a los criterios de eficacia esperados para cada circunstancia histrica particular, lo que elimina como posibilidad el progreso en tanto superacin de un enfoque respecto de su pasado. Estos dos enfoques, por lo tanto, se posicionan en dos polos opuestos, que a su vez han plasmado en diferentes formas

Evidentemente, desde este enfoque, es la figura del especialista o tcnico la que domina el campo, y es el campo de la psicologa social aplicada su hogar y refugio. Esto no implica como suele pensarse, y como veremos mas adelante, una determinada relacin, o marco de relaciones posibles, entre el objeto intervenido, y el sujeto interventor. 6 Hacemos la aclaracin pues no pocas veces se ha tendido a asumir a la psicologa comunitaria como una moda intelectual, o como un movimiento particular que tiene relevancia y sentido dentro de un contexto histrico particular , eliminando por lo tanto la posibilidad de una discusin de carcter acadmico respecto de la misma; si se trata de un movimiento, sus premisas son coyunturales a la poca, y el sentido ltimo del mismo es inseparable del momento. Al fin y al cabo esto no es nuevo; todo movimiento social tiene principio, desarrollo y final en una circunstancia histrica particular.5

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de hacer psicologa comunitaria en pases que privilegian un enfoque por sobre otro (Krause, M & Jaramillo, A, 1998). Ambos enfoques han dado lugar a numerosos anlisis y recopilaciones sintticas de informacin para defender las respectivas tesis. Por el lado de los disciplinaristas Maritza Montero ha revisado y sistematizado enormes cantidades de informacin en vistas a generar una masa crtica capaz de superar fronteras, intentando cristalizar el desarrollo de esta rea. Por el lado de los profesionalistas Alfaro ha desarrollado una tesis que versa, a partir de la comprobacin en la experiencia, que los desarrollos tericos en psicologa comunitaria responden a tensiones y tendencias que han sido relevantes dentro de la psicologa social toda. A favor de los primeros podemos decir que efectivamente se han sistematizado elementos y trabajos tericos respecto de problemticas especficas dentro del trabajo comprendido dentro de la psicologa comunitaria (Marn, G., 1980; Snchez Vidal, A., 1996; Wiesenfeld, E., 1994, entre otros), y a favor de los segundos podemos decir que estos avances han tenido, sin lugar a dudas, una importante cuota de influencia respecto de las temticas que orientan el desarrollo de la psicologa social y la psicologa en general7. A modo de contra argumento, relativizando la radicalidad polar que en ambas posturas se presume, podramos decir sobre los primeros que no parece haber acuerdo sobre cundo y bajo qu circunstancias estos desarrollos logran cristalizar en una disciplina propiamente tal; muchos argumentan que es un rea an en auge, un conocimiento que debe dar origen a tcnicas y prcticas, o que se trata de un saber disciplinar que, paradjicamente, no se comporta como tal. Y, en trminos de los anlisis sobre el desarrollo de la psicologa comunitaria que desde esta perspectiva existen, su principal deficiencia es la de considerar que el camino que se debe recorrer es convergente, lo que borra las valiosas diferencias entre una teora aplicable y otra, adems de indiferenciar a la psicologa comunitaria de los problemas que enfrenta y valores disciplinares y disciplinados que deberan distinguirla. Al mismo tiempo, para contra argumentar a los segundos, el que las discusiones en psicologa comunitaria no logren separarse del todo del quehacer terico y aplicado de la psicologa social, no niega que efectivamente podamos estar frente a una disciplina, con autonoma y capacidad de organizacin propia8. Por esto, en7 Y, porque no decirlo, de la psiquiatra, la psicologa de la salud, la sociologa, la antropologa, el trabajo social, y, como ya los psiclogos crticos suponen, de la misma filosofa, la antigua Madre de todas las ciencias. Entonces es posible identificar tantos referentes y tan diversos- que la disciplina Madre tambin parece sospechosa y se diluye entre un conjunto de referentes que terminan por alejarse de ella. 8 O que, por el contrario, sea la misma psicologa social la que no logra disciplinarse unificadamente. Debe reconocerse que Alfaro, desde su posicin, no deja de reconocer la posibilidad de que efectivamente dentro de la psicologa comunitaria, hayan sistemas tericos, los que a su vez, portan nociones internamente coherentes y externamente

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trminos de las implicaciones que este modelo tiene en los anlisis respecto del desarrollo, la principal deficiencia es la de limitar los parmetros en torno a las problemticas que actualmente estn en boga, las que aparecen como externas, dejando reducida a la psicologa comunitaria a una mera tcnica, que ms que historia y desarrollo tiene un devenir de contingencias. En ltimo caso lo ms profundo que este modelo permite llegar es a plantear la existencia de recurrencias relativamente sistemticas que destacan algunos elementos en comn, pero sin mediar continuidad conceptual entre el pasado y el presente, pues puede ser que las mismas ideas del pasado no hayan cambiado, si no que se pronuncian distinto. En un documento reciente que adhiere a esta perspectiva el profesor Alfaro (2000) consignar la existencia de tradiciones presentes en la psicologa comunitaria. A partir de dicha propuesta es vlido suponer que la continuidad y complejidad de los desarrollos se produce fundamentalmente a partir de un ncleo relativamente invariable sobre el que se van montando nuevos o renovados conceptos, mismos que en el fondo son dependientes de las grandes tradiciones de la psicologa social (cfr. Alfaro, J., 2000). Junto a ello, y de extrema importancia, Alfaro supondr que lo que los disciplinaristas conciben como una disciplina en realidad est compuesta de diversas y hasta contrapuestas propuestas terico-prcticas. Ello supone que, en el fondo, no hay un nico ncleo ideal dentro de la psicologa comunitaria, sino que ella es tan mltiple como la psicologa misma. Sin importar cual de estas posturas se decida uno a tomar, ambas efectivamente reconocen que se ha generado un conjunto de mtodos y desarrollos tericos sobre los cuales es posible optar (Chacn, F & Garca, M, en Martn Gonzles, A., 1998). Y, al mismo tiempo, ms all de la separacin entre ambas, es posible reconocer un importante conjunto de publicaciones, revisiones, y actividades de corte acadmico, que se preguntan por sobre el sustento terico, sea este universal o particular, disciplinar o profesional, que da origen y sentido a la psicologa comunitaria9. En esta misma lnea, y sin necesidad de adscribir exclusivamente a una postura u otra, esta investigacin, al igual que las mencionadas asume que existe un conjunto de haceres y decires que se encuentran actualmente situados dentro de la discusin entre estas dos posturas. Pero entonces aparece otro problema; Cunto de todo este conocimiento efectivamente plasma la actividad prctica de los profesionales de la psicologa que se dedican de alguna forma a la psicologa comunitaria?. Y, al mismo tiempo, Cmo podemos detectar esos desarrollos tericos? o Qu caractersticas particulares tienen en comn para ser considerados tales?. Siguiendo a Barranco y Daz, en una investigacin quediferenciadas respecto de lo psicolgico y lo social, que son compartidas, al menos potencialmente, con la amplia gama de formas profesionales de la psicologa (Alfaro, J., 2000) 9 Entre los ms destacados a nivel latinoamericano podemos mencionar a Serrano-Garca, I & Rosario, W., 1992, y a Wiesenfeld, E & Snchez, E., 1995. A nivel nacional destaca por su cobertura Krause, M. & Jaramillo, A., 1998. Aprovechamos de agregar aqu que, en trminos generales, es la postura disciplinarista la que posee ms adeptos a nivel de publicaciones y anlisis, y por lo mismo, muchos de los extractos aqu presentados privilegian esta perspectiva. 25

preguntaba a connotados profesionales sobre la visin que poseen respecto de la psicologa comunitaria, sta se encuentra permanentemente en busca de su lugar, de su nombre y de los lmites que definen a ambos (Barranco, F., & Daz, R., 1999). Al mismo tiempo, Alfaro, parafraseando a Snchez y Gonzles, agrega que la psicologa comunitaria es una prctica ms interventora que cognoscitiva, definida ms por lo que hace que por lo que sabe y relacionada con su objeto social ms a travs de la accin que del conocimiento (Alfaro, J., 2000). Es decir, como un conjunto de prcticas que no necesariamente valoran el espacio para la reflexin conceptual y la discusin terica, especialmente respecto del ltimo punto de la cita, superponiendo un nivel en donde las acciones son capaces de aportar los lineamientos adecuados para lograr los objetivos que se ha propuesto. Es por esto que muchas veces se utiliza como sinnimo el trmino intervencin psicocomunitaria para referirse al trabajo en psicologa comunitaria10. En trminos generales, esta es la visin que predomina sobre la psicologa comunitaria: una representacin relativamente uniforme que coincide en describir a la psicologa comunitaria como una forma de accin social, que no posee coherencia, ni especificidad alguna con respecto a otras formas de accin social, de voluntariado, o de ayuda. Sin embargo, hay otra representacin opuesta, muy difundida tambin que se encuentra en aquellos que reconocen como componente identitario de la psicologa comunitaria; la permanente necesidad de producir cambio social, de reformular las estructuras sociales, sea a gran escala en el caso de una gran comunidad o a pequea escala en el caso de una localidad o determinado grupo. Y all, nuevamente sobreviene una duda de carcter epistmico acerca de las diferentes estructuras tericas que le dan fundamento sostn, forma y validez- a esas orientaciones en la prctica. Sin embargo, siguiendo a Maritza Montero, podemos decir que es justamente su carcter siempre novedoso es (el) responsable de la confusin y ambigedad que todava imperan respecto de su denominacin, objeto y mtodos (Montero, M., 1984). La psicologa comunitaria vista desde esta forma constituye un conjunto de quehaceres y reflexiones que poseen un campo de trabajo y un conjunto de reflexiones de carcter terico, que si bien provienen inicial y principalmente desde la psicologa social (Montero, M., 1984 y 1994a; Alfaro, J., 2000; Marn, G., 1980), poseen una especificidad que le es propia y definitoria. A esta caracterstica podemos agregar una perspectiva de corte historicista para poder comprender mejor la evolucin y variabilidad de las perspectivas actuales en psicologa comunitaria, que han pasado desde una retrica activista y de corte voluntarista en sus inicios a una corriente ms conciente de la imperiosa necesidad de fundamentar terica y empricamente la intervencin, trabajando coordinadamente en los tresNo est dems agregar que, si bien esta crtica sobre la incapacidad reflexiva ha estado presente desde los primeros trabajos que acuan el nombre de psicologa comunitaria, ello puede atribuirse en buena parte a la dada presente en algunas de las ms relevantes producciones en psicologa comunitaria, en donde el hacer se intercala del pensar en un ciclo de Reflexin-Accin-Reflexin.10

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frentes bsicos para el desarrollo del campo: construccin terica, investigacin e intervencin (Snchez Vidal, A., 1996). En esta misma lnea, Serrano-Garca y lvarez (1992) reconocen que para llevar a cabo anlisis comparativos y descriptivos de la psicologa comunitaria se hace imperioso conocer la historia, las bases tericos y sus proponentes. Para resumir, podemos dejar en claro que existe un creciente nfasis por realizar anlisis comparativos y descripciones histricas del desarrollo de la psicologa comunitaria, tanto a nivel del subcontinente latinoamericano, como dentro del mbito nacional. En buena parte de esos intentos se ha preferido optar por alguna de las pticas aqu mencionadas, eliminando muchas veces la posibilidad de realizar una investigacin que supere esas diferencias a partir de una nocin comprensiva de psicologa comunitaria.

1.3. Desarrollos significativos en la psicologa comunitaria de la actualidadEn trminos muy generales es necesario aclarar, desde el inicio, que el avance, desarrollo y aceptacin de la psicologa comunitaria no ha sido el mismo, ni ha tenido el mismo significado e impacto en la psicologa en todas partes. Como veremos en el siguiente apartado, ha logrado particularidades e identidades diferentes muchas veces incluso opuestas- en diferentes partes del globo. En otras partes no ha logrado una cristalizacin y reconocimiento que permitan afirmar que como tal es independiente, lo que nuevamente nos acerca al punto que antes mencionbamos, es decir, en algunos casos se comporta como una formacin disciplinar, y en otros, como una aplicacin profesional. Ello, sumado al hecho de que para cuando su desarrollo se convierte en objeto de revisin, sea la perspectiva disciplinar o disciplinarista- la que prime en la interpretacin, fundamentalmente respecto de la historia (el conjunto de sucesos) que han terminado por definirla (Snchez Vidal, A., 1996; Hombrados, M., 1996). A lo anterior debe agregarse el hecho de que, especialmente en Amrica Latina, debido a la multiplicidad de circunstancias particulares de cada regin, pas y cultura, en tanto unidades polticas, sociales y econmicas diferentes, muchas veces esos desarrollos han tenido particularidades que no son identificables dentro de estudios mayores, que muchas veces terminan por borrar los elementos significativos. Creemos que ese ha sido el caso de Chile, que si bien ha sido objeto de innumerables revisiones, las ms de ellas por profesionales del rea radicados en el Pas11, su desarrollo posee algunas particularidades y nfasis especficos que no pueden leerse solamente bajo la ptica global del continente.

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Abordaremos el tema en el siguiente captulo. 27

Pese a lo anterior, se han intentando algunos esfuerzos por interpretar y descubrir las bases operativas que hoy en da permiten comprender la aplicacin de la psicologa comunitaria a diferentes tipos de situaciones, y que en cierta forma, la definen. Evidentemente, la exposicin detallada de esos lineamientos genricos, relativamente vlidos en el mundo12, no es posible de ser realizada en este apartado. Por lo mismo, intentaremos resumir los puntos centrales presentes en las revisiones aplicadas que hasta nuestras manos han llegado.

1.3.1. Psicologa comunitaria o psicologas comunitarias?Para Maritza Montero, el desarrollo actual de la psicologa comunitaria est en ebullicin; como todo campo activo [...] no puede hablarse de una lnea nica, ni de una nica forma de actuar. Si ya hemos visto que para referirse a la psicologa comunitaria hay dos grandes enfoques, que ponen mas o menos acento en su capacidad e independencia, para conceptuar el actuar y teorizar de los psiclogos comunitarios habrn, en la prctica, dos tendencias bsicas; el asistencialismo y la autogestin (Montero, M., en Martn Gonzles, A., 1998). Ambos conceptos suelen dar pi a titnicas discusiones sobre la caracterstica bsica de tal o cual marco de referencia, o los efectos de un accionar u otro, establecindose entre ambos un paralelo que muchas veces ha ayudado a diferenciar enfoques dentro del campo, pero que no ha podido (ni podr probablemente jams) dotar de identidad universal a la psicologa comunitaria. Afirmamos lo anterior pues la psicologa comunitaria no se ha desarrollado independiente de movimientos sociales, contextos polticos, discusiones pblicas, entornos acadmicos o desarrollos tericos, los que, en trminos generales, han dado forma y razn a una u otra tendencia bsica, pero nunca han logrado definirlas ni separarlas del todo. Es por eso que se hace necesaria una definicin respecto de lo que dichos conceptos implican en el campo de la psicologa comunitaria. En el caso del asistencialismo la posicin privilegia el fortalecimiento de las instituciones encargadas de atender a los problemas y necesidades de la poblacin, y en el segundo, la posicin autogestiva impulsa, facilita y cataliza cambios sociales desde las propias comunidades siendo los miembros entendidos como actores, constructores y productores de su realidad, resaltando el papel de una historia que no puede ser olvidada o reducida (Montero, M., en Martn Gonzles, A., 1998). En la primera posicin, los agentes son profesionales, especialistas, los que proveen de intervenciones adecuadas a problemticas definidas a un conjunto de usuarios, o comunidades de usuarios, bajo el amparo de instituciones, y en donde la participacin de los mismos puede variar segn sea el caso. En la segunda, en nfasis est puesto en la comunidad y sus capacidades capacidades organizativas y reflexivas,

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Especialmente de habla hispana, pues gran parte de las fuentes bibliogrficas disponibles estn en Espaol, como podr notarse en la Bibliografa. 28

fortalecimiento de tal o cual caracterstica, etctera-, y las personas que la componen son concebidas como agentes en quienes radica el poder de transformacin al ser productores de conocimiento y realidad-, establecindose una relacin dialgica entre interventores e intervenidos (Montero, M., en Martn Gonzles, A., 1998). Por lo mismo Quintal de Freitas (en Montero, M., 1994a) ofrece el que quizs sea el mejor perfil para categorizar las diferentes posiciones que adopta la psicologa comunitaria en torno a estos dos conocidos polos, a propsito del a revisin de las formas de aparicin que la psicologa comunitaria ha tenido en Brasil. La autora logra diferenciar, al menos cuatro tipos diferentes de prcticas, que dan origen a tres identidades diferentes en torno al psiclogo comunitario y su accionar13. La primera prctica, es decir, aquella que resalta la especificidad profesional y la primaca de la creencia de determinaciones psicolgicas de los fenmenos, es de corte tradicional, orientada fundamentalmente a partir de una accin clnica. El objetivo de la misma en insertarse en una poblacin, intentando establecer diagnsticos que le permitan resolver (o disminuir) los problemas generalmente bajo una perspectiva individual-, dando pi, as, a una psicologa en la comunidad. La segunda prctica, presente en las acciones de psiclogos que participan en movilizaciones, discusiones y manifestaciones sociales de poblaciones en torno a sus necesidades bsicas, suele poner nfasis en la determinacin socioeconmica y poltica de los fenmenos que acontecen en la comunidad y la sociedad. El profesional que adhiere a esta perspectiva, evidentemente, priorizar los sectores marginados y excluidos, y ser, generalmente, escptico y crtico respecto de las formas tradicionales de la psicologa para lidiar con la problemtica social, privilegiando su compromiso social, por sobre su compromiso profesional14 (Quintal de Freitas, en Montero, M., 1994a). Respecto de ellos la autora agrega: an tenido una preocupacin de transformacin social, esos profesionales caen en un activismo poltico, caracterizado por el desarrollo de innumerables y variadas prcticas, sin haber por ello una reflexin y sistematizacin de las mismas, y, consiguientemente, sin su incorporacin al cuerpo terico-metodolgico de la psicologa. (Quintal de Freitas, en Montero, M., 1994a). Podemos hablar aqu, entonces, de una psicologa de la comunidad, incorporando al anlisis de sta el factor histrico y evidenciando la necesidad de que se produzca catlisis social. Es claro que ser psiclogo no es requisito para realizar este trabajo. En la tercera prctica aparecen elementos de las dos anteriores; la prestacin de servicios a la vez que el compromiso social, pero desde una perspectiva que asume que, si bien los problemas de las comunidades

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Para una revisin sobre estos temas puede verse la reinterpretacin que Montero (1994a) hace Sobre este punto, Mike Bender agrega que lo relevante, por sobre la territorialidad profesional o disciplinar, es que la labor sea correctamente realizada, lo que termina por dar paso a especialistas en desarrollo de la comunidad o encargados generales de lo mental, desperfilando lo psicolgico dentro del campo de lo comunitario sin que eso realmente importe en el desarrollo efectivo de la misma (cfr. Bender, M., 1976) 29

son fruto de sus condiciones sociales y econmicas (fundamentalmente), la vivencia particular de cada sujeto es significativa al contribuir al avance en el abordaje. All, lo que prima es una relacin entre el psiclogo y los miembros de la comunidad, relacin que se define como dialgica, en tanto ambos son sujetos participantes y activos de la construccin de conocimiento diferencindose solamente por sus roles y forma de integrarse a la relacin que mencionamos. All, el objetivo es que el individuo (el miembro) perciba y analice- cmo las condiciones sociales determinan su vida, para que as pueda instrumentalizar su actos intentando modificar esas condiciones de vida, al mismo tiempo que l mismo cambia cuando participa de ese proceso que es antes que nada, un proceso colectivo. El psiclogo, entonces, es un catalizador, un mediador de ese proceso, debiendo permanentemente reactualizar sus marcos tericos en la medida que le son tiles en sus acciones, pues debe analizar el efecto de la ideologa dominante sobre la psiquis individual, adems de reflexionar, permanentemente, respecto de su implicacin poltica en el proceso en el que se ve envuelto. Podemos hablar aqu, entonces, de una psicologa comunitaria, que describe objetivos, mtodos y procesos en los que el psiclogo debe involucrarse (Quintal de Freitas, en Montero, M., 1994a). Existe adems, una cuarta prctica, que reconoce que los problemas son socio-econmicos, pero que asume que ello es efecto de determinaciones de ndole intra psquico en los miembros de la comunidad, desarrollando, y esto no es caracterstica de todos los trabajos en esta lnea, intervenciones de corte curativo respecto de los mismos, intentando organizar al colectivo. All, el papel del psiclogo es el de mediador entre la comunidad y las instituciones para con las cuales exige demandas y reivindicaciones (cfr. Quintal de Freitas, en Montero, M., 1994a), y podemos hablar de una psicologa para la comunidad.15 Todo esto nos da una perspectiva de las diferencias de enfoque y de usos tericos presentes en la psicologa comunitaria. Desde este punto de vista, no nos queda ms que afirman que dentro de la psicologa comunitaria, en el conjunto de marcos que usualmente se reconocen como propios de la misma en su constante flujo, existen diferentes formas de entenderla. Pasemos ahora a revisar esos enfoques tericos que de forma genrica han sido identificados como materializndola a nivel planteario.

1.3.2. Principales modelos tericos en Psicologa ComunitariaPodemos agregar la descripcin de cuatro diferentes tipos de operadores en psicologa comunitaria, segn Scribner (en Palmonari, A. & Zani, B., 1990), en el contexto de la realidad norteamericana; los psiclogos militantes polticamente comprometidos con cambiar la situacin social de los estratos oprimidos de la poblacin-, los psiclogos activistas comprometidos tambin, pero desde una condicin de tcnicos, en contraposicin a la de partcipe de un grupo poltico, y cuyo objetivo es desarrollar nuevas formas de intervencin-, los nuevos psiclogos clnicos insatisfechos con los mtodos psicoteraputicos tradicionales, buscando nuevos conceptos y mtodo-, y los social engineers psychologists (o ingenieros psico-sociales) interesados en las organizaciones y en producir cambios en los sistemas e instituciones. Estas categoras muestran las diferentes formas que ha adoptado o puede adoptar- la psicologa de comunidad, incluso dentro de espacios de desarrollo acotados a una realidad especfica. Sirva lo anterior adems, como una distincin vlida para los siguientes puntos que se presentan en este captulo.15

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Como ya hemos sealado, se han realizado mltiples revisiones sobre el estado del arte de la psicologa comunitaria, especialmente a partir de la dcada de los ochenta. A medida que dichas evaluaciones han ido avanzando, tambin han modificado su objetivo inicial -tal era el de demostrar, publicitar y describir el origen de esta nueva forma de la psicologa-, hacia anlisis crticos e integrativos respecto del desarrollo de la misma en tal o cual actualidad regional. Estos anlisis han sealado, como dato importante, que la psicologa comunitaria, en la diferenciacin de sus modelos tericos, posee, al mismo tiempo, orientaciones generales sobre el trabajo, conceptos operativos y relaciones tericas entre los mismos, a las que se suma una o unas concepciones de mundo y de comunidad, las que muchas veces se superponen, reagrupndose ante cada circunstancias bajo diferentes formas, grados de aceptacin entre los profesionales, adems de estar en permanente cambio, debido a su fuerte nexo con otras formas de trabajo psicolgico formas que, a su vez, han ido adoptando parte de los supuestos que originalmente eran reconocidos como propios para la naciente psicologa comunitaria- (cfr. Chacn, F & Garca, M., en Martn Gonzles, A., 1998). Estos autores revisionistas adems, al realizar estos anlisis, suelen echar mano a diferentes tpicos que permitan establecer diferencias relativamente claras entre tal o cual enfoque, teora o mtodo. Ejemplos de esto es la comparacin segn nfasis disciplinar, dependencia de la psicologa clnica, social u otra, nfasis conceptual a nivel terico, nfasis en tal o cual efecto deseado, bajo tal o cual concepcin de comunidad imperante, entre muchos otros. Es por ese motivo que, a partir del trabajo de autores que han realizado sendas revisiones bibliogrficas respecto de la psicologa comunitaria, no existe acuerdo absoluto respecto del significado y validez real de marco terico, modelo terico o marco conceptual16. No obstante, la conceptualizacin ms completa es la de Irma Serrano-Garca y Sonia lvarez (1992) quienes definen un marco conceptual como un conjunto de premisas bsicas y valorativas, conceptos fundamentales, y desarrollos metodolgicos tanto de intervencin como de investigacin- que dan origen y orientan a una forma de hacer psicologa comunitaria o de comunidad17. Es decir, bajo estos parmetros, pueden identificarse con relativa claridad modelos, enfoques u orientaciones diferenciadas dentro de la psicologa comunitaria.16 En espaol, ver por ejemplo Hombrados, M. (1996), Martn Gonzles, A. (1998), Snchez Vidal, A. (1996), o SerranoGarca, I. & lvarez, S. (1992). Evidentemente, no hemos supuesto que un grado de acuerdo sea en absoluto necesario ni urgente, al menos en este punto. En efecto la lectura nos muestra que el uso de estos conceptos muchas veces resulta ideosincrtico, ya que opera a niveles macro, meso y microterico con similares propiedades respecto de objetos/sujetos en las que stas varan. As unas veces es el conjunto de conceptos de una propuesta terica, otras la enumeracin de lineamientos de un conjunto de acciones que se entendan emparentadas, y otras una referencia nominal a un proceso sincrnico que se auto infiere o al que le es conferido una identidad de colectivo, generalmente a partir una apuesta tico-poltica. Asumiendo dichas deficiencias acotaremos su utilizacin segn la definicin que pasamos a describir, pero nos veremos en la obligacin de realizar una revisin mas acotada del concepto hacia el final del captulo. 17 Adelantamos de la exposicin detallada que se har al final de este captulo que las autoras identifican los componente de un marco conceptual con los valores y los sistemas de ideas que definen como se entiende la realidad

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Sin embargo, lamentablemente no poseemos toda la informacin necesaria para realizar un anlisis exhaustivo de estos elementos constitutivos para los modelos que genricamente presentaremos a continuacin, especialmente si hablamos aqu de la psicologa comunitaria en un sentido abstracto, a partir de las descripciones que se han hecho de ella a nivel planetario. Es por esto que utilizaremos aqu la idea de lineamientos generales para la conceptualizacin del trabajo (y sus elementos constituyentes), dejando la categora de marco conceptual propiamente tal, as como ha sido estructurada inicialmente por SerranoGarca y lvarez (1992), para un anlisis ms detallado, como podr verse ms adelante. Asumiendo lo anterior, es posible diferenciar, dentro del amplio campo de la psicologa comunitaria, cinco lineamientos con particularidades, nfasis y conceptos operativos en comn, a modo de sistemas tericos que dinamizan el campo aplicado de la psicologa comunitaria18. Ellos son, siguiendo a Chacn y Garca (en Martn Gonzles, A., 1998); los modelos centrados en la salud mental, el modelo organizacional, el modelo ecolgico, el modelo transaccional, y el modelo de accin o cambio social19. Hemos decidido utilizar a estos autores pues, comparativamente, proponen un anlisis ordenado, integrado y claro, estableciendo implcitamente- criterios de comparacin, permitiendo adems, la complementacin con otros autores, sobre los que, por ltimo, mantienen una mayor actualidad.

1.3.2.1 Modelos centrados en la salud mentalEs posible distinguir aqu diferentes tendencias, las que comparten un ncleo en comn, a saber, el nfasis en la salud mental desde alguna perspectiva o revisin. Esto, sin duda, implica ms problemas que ventajas a la hora de identificar un modelo unificado, pues, como es de pblico conocimiento, la salud mental es elemento compartido en mltiples profesiones, enfoques y programas. Sin embargo, este ha sido el elemento determinante y debe considerarse de acuerdo a su evolucin.

social, mas los conceptos y las referencias que permiten validar el operar prctico (cfr. Serrano-garca, I & Alvarez, S., 1992) 18 En este sentido, vale la pena aclarar que nos referimos a los modelos que han logrado sostenerse y destacarse dentro del gigantesco y diverso conjunto de lineamientos que coexisten en la psicologa comunitaria a nivel internacional. Nos referimos por tanto a planteamientos integrativos cuya existencia tal cual sern descritos es imposible e inverificable. Se trata ms bien de sntesis de las principales producciones a nivel internacional. 19 Siguiendo la idea anterior, aclaramos al lector que estos marcos, en algunos casos, tienen presentaciones especficas en determinadas corrientes, las que revisaremos ms adelante exponiendo las particularidades de las mismas en cada lugar. Sirva esto entonces como aclaracin de la relacin existente entre las sntesis internacionales de las producciones en psicologa comunitaria y las producciones cuya existencia concreta se da a nivel local, mismas que revisaremos ms adelante bajo el concepto de corriente. 32

La primera tendencia ha sido denominada salud mental comunitaria y como su nombre lo indica, corresponde al enfoque de salud mental en el plano de intervenciones de la comunidad. Esto ltimo es entendido como una forma de crtica a la forma tradicional de operar de los servicios de salud, en torno a dos postulados: (a) crtica a las definiciones de enfermedad mental como entidad intrapsquica, poniendo nfasis en el plano social para evaluar el origen del problema, al mismo tiempo que intenta ser equitativa en la distribucin de recursos, y (b) entendiendo a la comunidad, fundamentalmente como una red de relaciones interpersonales (Chacn, F. & Garca, M., en Martn Gonzles, A., 1998). De esta forma, los principales mtodos utilizados en la intervencin son la intervencin en crisis, la terapia breve, y la consultora en salud mental, enfatizando una mirada emprica y epidemiolgica en torno a la evaluacin de impacto de los programas. Los principales elementos conceptuales que se rescatan de esta propuesta son la salud mental positiva y el nfasis preventivo y promocional, entendiendo por el primero no slo la definicin de salud como inexistencia de enfermedad si no como una orientacin al desarrollo de la misma, y por el segundo, una orientacin en torno a la adopcin de perspectivas integrales, que involucren nuevas formas de accionar por ejemplo, a travs de educacin, generacin de hbitos de autocuidado y diagnstico precoz- en la prctica de la salud (Jahoda, M., citado por Chacn, F. & Garca, M. en Martn Gonzles, A., 1998)20. Su aporte es la ruptura, y la posibilidad de incluir a la comunidad, si bien sus aportes siguen aplicados al campo individual, sin incluir elementos histricos, institucionales, polticos o sociales (demogrficos y econmicos principalmente) en su perspectiva (cfr. Snchez Vidal, A., 1992). Posteriormente Chacn y Garca (en Martn Gonzles, A., 1998) sealan que es posible distinguir dos tendencias en torno a los desarrollos tericos; la tendencia conductual-comunitaria, y el modelo de estrs psicosocial de Brbara Dohrenwend. En la primera, y como se podra derivar de lo expresado en el prrafo anterior, el nfasis principal est puesto en conseguir cambios duraderos a nivel conductual en individuos y colectivos, erradicando modos inadecuados, e instalando otros ms adaptativos, a travs de estrategias operantes de autocontrol y de aprendizaje social. Esto implica, adems, la inclusin en los programas que siguen la orientacin de paraprofesionales y no-profesionales (miembros de la comunidad), dando paso a nuevas formas de intervencin comunitaria en torno a la Salud esperada. Se rene, entonces, el nfasis a nivel individual con un enfoque analtico e interventivo de corte comunitario, a partir de una reconceptualizacin de la salud (como veamos anteriormente). Esto, a su vez implica complicaciones evidentes y reduccin de la eficacia- pues n