Upload
salaberri-jokin
View
214
Download
0
Embed Size (px)
DESCRIPTION
Pequeño catalogo de ausencias varias.
Citation preview
Que difícil encontrar nuevas formas...
Para decirte, exactamente lo mismo.
PROLOGO.
Ausencia, es un libro que nace de una frase, un pequeño apunte
sobre mi anterior libro, una crítica subrayable, protagonizada por
una de los personajes mas influyentes en mi vida. Así que cuando
las palabras llamaron a mi puerta y susurraron “Haber imaginado,
algunos sentimientos tan poliédricos, como por ejemplo la
ausencia, te será de gran ayuda cuando los conozcas de verdad.”,
comprendí que mi mensaje había llegado, que mis letras
encontraban receptores y que mi oscuro mundo interior se abría
al luminoso espacio exterior.
Esta chispa fue el detonante del pequeño catálogo de sentimientos
que ahora reposa en tus manos y que como en anteriores
entregas, busca una relación directa con el lector. No en vano, mis
escritos siempre tratan al lector en segunda persona del singular,
intentando imprimir una confianza y un protagonismo, que
raramente es trasladable a la vida real.
Ausencia trata de exprimir al máximo, sentimientos que
generalmente no son ni míos, más bien son robados o imaginados
o simplemente deformados, con el único propósito de crear
empatía con todos vosotros.
Ausencia esconde entre sus letras palabras que no corresponden
con su significado habitual, palabras mágicas que abren puertas
secretas, palabras que hablan con la boca cerrada.
Ausencia es una parte de mi mismo, un cuerpo sin temor a
mostrarse desnudo a pesar de sus imperfecciones.
Ausencia es un intento por buscar cómplices en el delito de ver
pasar los años, ver aparecer las arrugas, añorar a los seres
ausentes, recordar el camino pasado…
Jokin Salaberri Cantera
Has recuperado la sonrisa.
Las nubes se alejan de tu cara.
El cielo de tu cuerpo dibuja tonos azules, que me invitan a brincar y
a cantar en alto sin temor al ridículo.
En estos días brillas, como el sol, como la luna llena, como las
estrellas en los dibujos infantiles, como los ojos de quien lucha por
no llorar de alegría, como la luz de nuestra linterna de pilas...
Soy feliz. Pero soy feliz sin estar a tu lado. Sin escuchar tus
palabras, porque se de que hablan...
He comprendido tu ausencia, hasta el extremo de convertirla en mi
amiga, compañera y amante.
Te digo adiós, con la seguridad de saber...
Tu me inyectaste el veneno que me convirtió en este ser.
El mismo que tantas letras te ha dedicado.
El mismo que tantas letras por ti ha borrado.
Hoy borro y escribo la última.
No quiero tus besos... Ahora que guardan…
El sabor de lo irreversible, el color del horizonte, el aroma de la
distancia.
No quiero tu nostalgia, tus caricias de protección, tu abrigo en la noche
fría, mientras me congelas con tu desprecio.
Ahora que junto a ti, hay alguien más que te protege y te cuida.
No puedo remediar, soñar con tu cabeza apoyada en su hombro, tu mano
anudada a la suya y tus ojos mirándole con ternura. Esta parece que
será, la imagen que me acompañará muchos años, como una cadena que
me une al pasado y me aprisiona, intentando recordarme lo que fui a tu
lado.
Abrígame, como en aquella noche tan fría. Envuélveme en tu cuerpo
desnudo, convertido en mi piel por un instante.
Aléjame de Reikiavik.
Acógeme en tus dominios y juega conmigo a ser tu juguete favorito.
Entonces yo haré lo mismo... Y recorreré tu espalda deteniéndome en
todas sus eses, todos sus huecos escondidos, sintiendo tus poros como
tentáculos que atrapan mis manos... Hasta llegar a la intersección de tus
piernas y comenzar el viaje al centro de la tierra.
Allí, me espera impaciente el sonido de tu ser cayendo al vacío...
Abro los ojos... Sigo en Reikiavik...
¿Donde estas?
Tienes la virtud y el defecto, de no responder a mis preguntas.
Incógnitas que merecían una respuesta o cuando menos un gesto, un
guiño, un susurro como cuando acariciabas mis sentidos, junto al molino
de agua. Recuerdo, el reflejo de la luz en aquel mágico río y recuerdo tu
blanco cuerpo jugando con los brotes de luz... Acortando la distancia
entre nuestras pieles... En ocasiones...
Cuando no estas, la tranquilidad invade mi reino y suena de fondo aquella
apacible canción... Creo que era "Pale blue eyes".
El cielo cuelga el cartel de "no molesten", el viento detiene su viaje...Y
estas cuatro paredes desaparecen y con ellas también vuelan, tu risa
falsa, tu desinterés por lo importante, tu abstinencia en lo correcto,
arrugas mal camufladas por el maquillaje, la voz de otros suplantando la
tuya...
Y... ¿Si el abrazo que vacía mi pena, estuviera únicamente tejido, con las
hebras de tu nombre?
Y... ¿Si la voz que me habla cada noche al oído, perteneciera al cuerpo
que se fue para siempre?
Y... ¿Si el dolor de mi interior, se curara conjugándolo con tu dolor
exterior?
Y... ¿Si las preguntas que me atormentan, solo encontraran respuesta
en tu silencio?
Una noche, fuimos a ver a Noir Desir, pero tú no sabías que eran ellos.
Tampoco te importaba...
Yo era tu único presente, yo llenaba tu atmósfera, con mi música y los
demás ingredientes eran prescindibles...
Imagínate ahora que pienso, cuando veo su foto estampada, en la
camiseta que ciñe tus pechos.
Y entonces, alguien gritó tu nombre entre la multitud... Y mi cuerpo
explotó, como un volcán en erupción, convirtiendo mis ojos en cráteres,
por los que una lágrima irrumpe en caída libre, estallando en el suelo de
la nostalgia y...
Su sonido es el eco de tu nombre.
Recuerdo con especial placer, los días de lluvia, frente a la gran
cristalera en el cuarto de invitados. Paisaje que contagiaba su helador
frío, hasta el extremo de abrazarnos, mas y mas fuerte... Mas y mas
profundo...
Y ante nuestra mirada, la lluvia constante, explotando en el suelo del
jardín... ¿Recuerdas?
Montañas de diminutas gotas de agua. Una por cada pena, diluyéndose
ante nuestras caras...
¡Cuantas horas pasamos, ajenos al dolor, inmersos en nuestra burbuja
de felicidad, en aquella ventana que separaba el mundo real de nuestro
mundo ficticio!
Hoy llueve, como en el pasado y tu recuerdo a llenado mi mente...
¿Como convencerte de que he cambiado, ahora que no estas a mi lado?
A mejor. Por supuesto.
Yo que luchaba por acortar la distancia que nos separaba. Yo que izaba
banderas blancas a tu paso. Yo que permanecía sentado aunque
golpearas mi cara...
Tú que atacabas con falsas sonrisas, mis partes más vulnerables. Tú que
despreciabas mi mano abierta. Tú que olvidabas nuestras citas, aunque
estuvieran en tu agenda.
Para perdonarte fue necesario amarte...
Para perdonarme a mi mismo, necesitaré odiarte.
Mi identidad se debilita a tu lado, como si el color de tu piel se nutriera
con la tinta de la que estoy hecho. Miro en el espejo, mi pálida cara...
Necesito el antídoto pero me queda un poco lejos. Tan lejos como el
deseo de hacerte reír una tarde más. Caminar entre el mar de gente,
que corea nuestros nombres, conscientes de que esto se acabó.
Tengo miedo.
Miedo por haberte perdido y ese terror... Me impide saborearte cuando
estas a mi lado.
Sé que hablo solo, como sé que solo yo puedo curarme de esta
enfermedad sin cura.
¿A que viene esa mirada?
Pienso llamarte y prometerte un milagro, que juro no cumplir de
antemano.
¿A que viene esa sonrisa?
Acaso ves sangre en mis manos, lágrimas en mis ojos, nudillos rotos, mi
voz entrecortada...
El aroma que dejas a tu paso, me lleva de la mano al verano de 1989.
Momento donde lo desconocido, se convirtió en nuevo, lo inusual en
imprescindible y tu compañía soñaba con ser eterna.
Nuevos e imprescindibles sueños que murieron casi sin darnos cuenta...
Al igual que tu fragancia, desvaneciéndose en esta habitación, donde el
eco delata que estoy solo.
Aún recuerdo el día en que te conocí... Veo tu cuerpo acercándose y
sacando del bolsillo un puñado de semillas...
-Esta es la felicidad- Dijiste -Si quieres puedo plantarla en tu vida-
Y la regamos juntos, durante los años de sequía. Como juntos vimos
también crecer, florecer y extenderse, aquella espesa vegetación.
Pero...
Ahora no encuentro las esporas de sonrisa, para inseminar tu triste
semblante.
Si el cielo cierra de un golpe sus párpados...
Aprovecharé ese instante,..
Para mirarte una vez mas a los ojos y mostrarte lo vulnerable que soy a
tu lado.
Es un riesgo.
Lo sé.
Pero...
Morir en tus brazos, para mi no es morir.
En otro lugar y en otro tiempo. Cuando las ramas de los arboles nos
asustaban, con su sonido y movimiento... Y tú apretabas mi mano con
fuerza, regalándome la seguridad que algún día tendré que devolverte.
¿Recuerdas? Éramos dos almas, atemorizadas, por el mundo
desconocido, que se abría a nuestro paso y que juntos descubrimos y
desembalamos de su envoltorio, entre risas, sorpresas y alguna que
otra anécdota típica de la edad.
Guardo todos tus detalles entre la espesura del bosque, escondidos en
aquel camino, que tantas veces recorrimos juntos y que tantas veces
estremeció mi existencia...El tacto de tus manos, las palabras de
consuelo, el olor de la cobardía, el sonido de mi cuerpo temblando y el
imborrable deseo...
De encontrarte esta noche, en mi ronda de recuerdos.
Cometí dos errores que casi me cuestan la vida. Medí mal la profundidad
y la distancia en cada uno de nuestros acercamientos...
Tú no lo sabes, pero en el accidente, casi lleno tu habitación de rosas y
notas llenas de corazones y estúpidas poesías, de las que te regalaba,
cuando teníamos ocho años.
Si nos vemos, mañana ó pasados dos años, continua tu camino en
silencio... Yo pasaré de puntillas, ignorando la noche en que nuestro
sudor, jugaba a evaporarse con las manos entrelazadas.
No creas, que es arrepentimiento... Simplemente es vértigo, a los pies
del acantilado de la tentación.
Llegas una vida tarde a nuestra cita. Llegas como si fuera ayer. Pero hoy
está demasiado lejos de nuestra vida juntos. Entras en mi casa, como si
fuera la tuya... Despliegas las sábanas e introduces tu cuerpo desnudo,
en este mundo, que hasta hace unos segundos, era únicamente mío...
Y ¿Que te cuento esta noche, si ya he vendido las palabras que guardaba
para ti?
El invierno llegará pronto. Lo presiento. Este Febrero pasó de puntillas,
sin dejar rastro de todas las cosas que me vacían por dentro.
Mi gabardina, sigue intacta, en el perchero de la entrada de casa, como
esperando la llegada de tu frío, tu viento, los aguaceros nocturnos al
pronunciar tu nombre...
Será un placer, resucitar el sufrimiento y sentirlo en mi cara... hasta
que el capricho decida otra vez, arrancarlo de mi lado.
Hace tiempo, años ha, anteriormente, antes, ayer, detrás de tus pasos,
atrás en la distancia, a espaldas de tu corazón...
Seguiremos el protocolo, con dos besos en las mejillas, un saludo en el
cruce de caminos, una carta por navidades, mirar hacia arriba al pasar
por tu portal, reconocer tu aroma en la piel de otra, soñar con tu voz y
con las palabras que ya no me susurras...
Para nosotros, ahora es fácil reír y camuflar las lágrimas.
Y desde el cielo, llovieron piedras de cristal, con las que levantamos
muros y separaciones. Habitaciones estancas, desde donde ver todos
tus movimientos pero no poder acompañarlos. Reconocer tu sonrisa,
pero no escuchar su canto. Sentir tu despedida ahogada en esta
cercanía...
Cárceles donde no existe otra cosa, que no sea tu imagen sin sonido...
Mi deseo sin recompensa... Tu atención sin respuesta...
Pasará el tiempo y me confundirás con la soledad, que te acompaña
camino de tu muerte.
Y los años pasaron...
Dejando atrás los posters clavados con chinchetas en tu verde
habitación, los dibujos en tu diario, los elefantes rosas amontonados en
tu cama...
Tiempo quemado bajo tu fuego... Hoy ceniza.
Escribo cartas cada mañana, pero el cartero las devuelve al atardecer.
Tu dirección, no aparece en sus mapas.
Tampoco tu numero de teléfono, ni tu mail...
Fue bonito sufrir tu ausencia, cuando estabas a mi lado y ahora que ya
no estas...
Busco tu presencia para repetir nuestro adiós.
El dolor lo guardo en la nevera. Escondido en un rincón, junto a las fotos,
donde todavía sonreías.
Todos dicen que es en vano, pero nunca abandoné la esperanza, de que
regresaras a buscarlo.
Contigo no necesito recordar, porque eres mi absoluto presente.
Cuerpos que se rozan incesantemente, buscando finiquitar cualquier
atisbo de paz...
Y tus ojos me aniquilan con su mirada afilada...
Tus dedos estrangulan mi cuello, mientras tus piernas, pisotean mi
autoestima...
Mi cuerpo recién colgado en el tendedero de la rendición, espera al sol,
que evapore las lágrimas que llevan tu nombre.
Vuelve a decirme "lo siento"...Y te como el corazón a bocados.
Guardé todas tus palabras en una botella, que abro cada mañana
provocando tormentas con el eco de tu voz. Lluvia que me absorba,
empapado e inmóvil, esperando tu retorno o despegarme de tu
recuerdo.
Lanzaré una vez más este recipiente maldito, haciendo añicos todos los
secretos que me regalaste, todas las caricias evaporadas en el
ambiente e irremediablemente condenadas a regar las flores de mi
jardín.
De pequeños cambiábamos cromos, en la puerta del colegio, sentados en
aquel muro de piedra, donde nuestros padres nos daban la merienda. Yo
estiraba mi brazo ofreciéndote una imagen de Lex Luthor y tú llenabas
mi mano vacía con los multicoloridos Jackie y Nuca...
Quien te encontrara ahora, para cambiar todo mi ser, por tu ser. Como
un cromo de infancia, que te abra las puertas, para sentir lo que yo
siento...
Llorar por mis nostalgias, emocionarte con mis recuerdos, conmoverte
montada en mis lágrimas, percibir mi piel erizada, afligirte con mi
melancolía, enternecerte hasta el estremecimiento....
Igual tú también tienes algún cromo que regalarme...
Aquella mirada oculta tras unos ojos robados al miedo. Aquellas
palabras mudas por el ensordecedor viento. Aquel sabor salado, tacto
de piel quemada, aroma de tierra húmeda...
Préstame tus lágrimas y saciaré al mundo de tristeza y el fruto que la
tierra nos regale será la promesa, de un futuro al que no llegaremos,
simplemente porque no queremos llegar.
Cántame una canción al oído, que me haga viajar a las nubes, mas arriba
si cabe. Tan alto como cuando "Girls Just Wanna Have Fun" sonaba en
nuestra banda sonora.
Llama a mi puerta, con la única intención de sentirme de nuevo y luego
vuelve a desaparecer...
Secuestraré tu cuerpo una noche, tal vez esta. Tiempo suficiente para
grabar tu imagen en mis pupilas, tu piel entre mis poros, tu aroma en el
ambiente, tu sabor en mis labios...
Hoy decían que iba a llover, pero el sol brilla en su alto pedestal. Estaba
predestinado a estar triste...
Pero la alegría se desborda por mi cuerpo...Si la quieres.... Es tuya.
Hablo así, porque desconfío de mi mismo. Péndulo que oscila entre lo
correcto y lo incorrecto, sin sospechar porqué mi corazón late tan
deprisa.
Siempre que se es consciente... Creer una mentira no es engañarse o al
menos eso creía, mientras me susurrabas al oído frases que
acorralaban mi instinto.
Puedes demorarte el tiempo que creas necesario, pero todo es
anecdótico. La suerte esta echada y el deseo marca la cuenta atrás de
mi tiempo... Ríes, sabiendo que sucumbiré irremediablemente a tu
tiranía.
Te regalo mi cuerpo, por esta noche, con una única condición.
Cierra la puerta por fuera, antes del amanecer.
Buscando el atardecer soñado...
Coseche decepciones y sin darme cuenta acumulé amaneceres teñidos
de rojo, preciosas cumbres nevadas, diluvios rebotando en lagos, arco
iris completos, nubes que dibujaban mi nombre, estrellas alineadas...
Al fracaso debo mis mejores experiencias.
Me lancé de cabeza al mar, pero era tu cuerpo...
Y allí flotar y subsistir sin ahogarme, resultó estar fuera de mis
capacidades.
Nada más se supo de mí, en el océano en el que mi corazón dejó de latir.
Alguna vez estuve tentado de besarte. Lo reconozco ahora que ni estas,
ni me escuchas. Pero el miedo a la derrota nos privó de aquella
situación y ahora la duda me atormenta…
Hasta el extremo de soñar con tu vestido deslizándose, rozando tu
cuerpo y estallando en el suelo de la habitación que nunca compartimos
y que… Con tantas otras, intenté llenar.
Te miro y ya no te reconozco.
Tu imagen no se corresponde a la silueta en mis manos, el tacto en mis
dedos, la sonrisa en mis pupilas reflejada.
Te miro y siempre...
Somos dos el resultado. Escultura de un abrazo, un discurso compartido,
una mirada cómplice, un pensamiento dibujado en círculos
concéntricos....
Te miro y las frases se condensan...
Empequeñecen y buscan de nuevo entrar en tu poesía.
Creo que la prosa llega a su fin, entre suspiros y jadeos...
La poesía llama otra vez a mi puerta.
Tal vez abra la puerta.......
Y si despierto en el pasado...
Ahogado por el misterio de desconocer el abrazo de un amigo, la sonrisa
de complicidad, el llanto inconsolable, la travesura soñada, el tiempo sin
consumir, las suelas sin gastar, la pasión entre tus poros, aquel
amanecer con tu cabeza en mi hombro...
Y si sueño con el futuro...
Ahogado en la falta de misterio, el cuerpo marchito, la luz que se apaga,
los años sin verano, el anochecer en mi cama vacía, mis libros sin
poesía, lágrimas por los que ya se han ido...
¿Quien me sacará de este presente que adora el pasado y viaja
irremediablemente hacia el futuro?
Echo de menos, abrir tus piernas en la noche y bombardearte con
preguntas que te sonrojan la mirada.
Echo de menos, visitar todos tus extremos y llorar en cada rincón, ante
el precipicio de saber que ya no te necesito.
Echo de menos, escribirte una sonrisa, para luego borrarla y escribirla
de nuevo.
Echo de menos, abrazar tu cuerpo y convertirme en la piedra magmática
que a ti se fusiona, esperando un rescate que no llega nunca.
Te echo de menos...
Desde que sin ti, estoy hecho de menos.
Hubo un tiempo en que bendije tu presencia con flores que adornaran tu
ventana, telas envolviendo tu silueta y miles de versos lanzados al vacío
de tu corazón.
También hubo un tiempo en que el océano inundaba la tierra, y muestra
de esos tiempos, los unos y los otros, sobreviven entre nosotros, hojas
marchitas, trapos rasgados, letras olvidadas y el recuerdo fosilizado de
que un día los peces hacían cosquillas en nuestras pies descalzos.
Alejados del caos en que vivimos, cuando vivir se conjugaba en primera
persona del plural. Alineados con las últimas tendencias, las más
correctas formas, los más atentos detalles. Regocijados en nuestro
aburrimiento y nuestra falta de originalidad...
Huyo de esta condena, con la única intención de encontrar la nota
olvidada, el cuerpo intocable, la letra aun no escrita y rescatar otra vida
que quiera conjugar conmigo más verbos.
He decidido sentarme en el sofá del presente y así esperar a que me
alcance el tiempo pasado, con su vestido hecho de días, minutos y
segundos robados a mi físico descascarillado y tantas emociones que
quise compartir pero que finalmente me quede para mi solo.
Creo que oigo sus pasos. Se acerca lentamente. Noto su aliento en mi
espalda, como un escalofrío que me retrotrae hasta la espesa
adolescencia, donde todos los olores, sabores, colores, texturas.... Eran
nuevos y había que inventar nombres de lugares, de cosas y de
personas.....
Más tarde inventamos las mayúsculas, para diferenciar la palabra
"nosotros" y no confundirla con el sucedáneo "tú y yo".
Os regalo mis letras, paridas entre borrones y hojas recicladas, a
cambio de una sola sonrisa que recompense,..
Todas las lágrimas que abiertamente os robo.
Nuestro amor, lo compramos con la fecha de caducidad tan próxima, que
apenas tuvimos tiempo de disfrutarlo.
Si aun estas ahí. Piensa que al regresar a mi cama, conté todos los
pasos que nos separaban.
Mil setecientos treinta y cuatro. Por si algún día sientes la tentación de volver a mi lado.
Solo buscaba adentrarme en tu interior y sentir lo que tú sientes.
Mirar como tú lo haces cuando me observas, con tus ojos atrincherados
en dudas. Acariciarme con tus manos convertidas en puños. Atenderme
con tu tan amable desprecio y enamorar el espacio, que navega sin
dueño, desde mis ganas de hablarte, hasta tu más abismal silencio.
No pude bajar la guardia en toda la noche, eclipsado por tu cuerpo
inerte, dormido y tan frágil que parecía necesitar protección.
Agazapado a tu lado, sin palabras que intercambiar, pero repleto de
comunicación gestual. Busco en tus sueños un huequito, donde
acurrucarme en tu calor y despertar a ti pegado.
En la oscuridad y el silencio, pasan por delante de mí, todos los detalles
más insignificantes, los que se colaron de puntillas en el pasillo de
nuestro cruce de miradas...
Tu sonrisa tras saltar aquel semáforo en rojo, el chocolate de un helado
derretido en la comisura de tus labios, unos vaqueros descolocados al
salir del baño, tu forma de caminar cuando no te convence lo que digo...
Creo que mis lágrimas de felicidad, quieren atravesar la piel cinco
centímetros más abajo del lacrimal y me va a explotar la emoción en la
cara.
Al despertarte e irte, procura no hacer ruido con la puerta.
A estas horas sueño contigo.
Se que el tiempo, nos regalará futuros encuentros, donde poder revisar
lo que hicimos mal y repetirlo aún peor. Por ese motivo, guardo en mi
recámara una bala de frío metal, lista para desgarrar tu cuerpo a
bocajarro y estrecharte en mis brazos, mientras mueres por verme
vivir.
Debo mi vida, al calor de tus intersecciones y aristas, al roce de tu tacto
con todos mis avisos de "prohibido el paso", a la mucosa que emana de
tus latidos y me envuelve en este incendio que niegas haber provocado,
a la humedad incolora que me pintas con tu lengua, al aroma asfixiante
que ahoga el razonamiento, al animal en que me conviertes encadenado
a tus grilletes, a la eterna sensación de saber, que todo esto perdura,
aunque tu ya no estés a mi lado.
Alguien me dijo una vez, que conocía la caricia capaz de llevarte al borde
del escalofrío, la sonrisa que casi explota una carcajada, el despertar de
una lágrima, el nacimiento de una excitación, el impulso que dispara un
abrazo, el amarillo que se quiere convertir en verde, la molécula de agua
a punto de transformarse en hielo...
Jamás me separé de su lado.
Necesité casi cien hojas, para exprimir el último poema que te regalé.
Miles de garabatos, para rescatar, las únicas líneas que merecían llamar
a la puerta de tu atención, aunque fuera en vano. Escribo. Repaso y
finalmente, desecho la mayor parte de mis pensamientos, por temor a
que su melodía no refleje lo que viví contigo...
Y a la vez, sin apenas darnos cuenta, despreciamos también, la mayor
parte de nuestro tiempo, los instantes insignificantes...
Que al final fueron los que mas importancia tuvieron
Volar era un verbo desconocido en mi vida, hasta que tú me lo
regalaste...
Y si ahora vieras como me cuesta regalarlo a otras personas que aún no
lo conocen.
¿Donde quedaron nuestros pasos, cuando las estrellas seguían nuestra
luz a distancias temerarias?
¿Donde las promesas de mirarnos siempre a los ojos?
¿Que fue de las mentiras con estribillos laaaaaalararalaralaralalalara?
¿Quien escondió los besos que no se iban a acabar nunca?
Quiero saltar al mar y sumergirme sin romper la lamina de agua de su
superficie.
Y así demostrarte, con mentiras, que tu huida no me hizo añicos.
Me busco en el espejo del presente, pero no me devuelve el reflejo que
buscaba.
Tal vez porque esa imagen desapareció con los años ó acompañó
vuestro viaje hacia otros mundos refractarios.
¿Recuerdas aquellos tiempos, cuando los instantes quedaban grabados,
en la incertidumbre de un carrete de fotos?
Ese maravilloso, retraso tecnológico, guardaba un halo de misterio, hoy
en día perdido, tras la acelerada puesta en escena de la revolución
digital. Momentos mágicos, a la espera de tu sobre de fotografías
pegadas y envueltas algunas ocasiones en desilusión, otras tantas en
desatada euforia...
Como aquella vez, cuando te retrate en un atardecer junto al mar y la
luna al fondo señalando un momento irrepetible, que por cierto...
¡Que pequeña se ve la luna a tu lado!
Me gusta empezar a escribirte por la página dos. Así dejo atrás, el
protocolo, el saludo y la pereza...
Únicamente tú y yo.
Pero ya sin ropa.
Nos cruzamos en tantas ocasiones, todas una y ninguna. A la postre nos
dio igual. Yo estaba ciego y tú todavía no tenías esos imnotizantes ojos
azules. Quiero recordar aquellos tiempos, pero no lo consigo. Debió ser
el viento norte en mi cara, quien congeló tu pasado, para borrarlo de
raíz. Me lamento. ¡Me lamento de veras! Por haber perdido tu recuerdo
no consigo sacarte de mi presente.
Reviso las fotos que con nostalgia, hablan del paso de los años...
Pero tú, sombra vampiresca, no apareces en mis papeles pintados.
Pregunto a los apresurados transeúntes. Todos te vieron, pero nadie me
dijo nada. Todos te hablaron, pero ni rastro de tus fantásticos ojos
azules
Elige una prueba al azar... Caminar sobre el agua, atravesar muros de
hormigón, regalarte la luna, viajar hasta el sol...
Te entregarán mi cuerpo inerte, con una nota de despedida.
"Por ti creí conseguirlo"
Atrás quedó el otoño, que desnudó nuestros cuerpos...
Y como en anteriores ocasiones, para cuando llegó el Invierno, no hubo
frío en común, ni abrigo que compartir...
Tan solo la evocación, de aquel tatuaje en tu espalda, con el
incomparable marco de tu piel sin mantos ni telas...
Cuando aparece la ausencia, los segundos se dividen en horas, las horas
en días y los días en la eternidad más oscura.
Espacios temporales, carentes de paredes, ni límite alguno, que ponga
fin a esta huida hacia atrás, en busca de tu imposible existencia.
En la noche más triste, cuando navegas sin rumbo y no hay amigos, ni
amores, ni amantes a los que aporrear su puerta. Instantes convertidos
en lustros. Caminos que duplican su pendiente real....Y tú siempre tu.
Apareciendo en tu ausencia, para atormentar mi existencia.
¡Odio los putos móviles! Pero sigo mandando ondas de socorro
alfabéticamente y en la "i griega" no encuentro a nadie.
Hoy el día se me ha hecho noche, y aún no ha oscurecido.
Rondé tu puerta durante casi cuatro años y siempre te vi de espaldas.
Fue entonces cuando llené mi cabeza de versos con tu nombre, palabras
sin letra, que buscaban regalarte una sonrisa y consiguieron acentuar
tu indiferencia.
Y tu, impasible, inaccesible, inexpugnable...
¡No me digas que era casualidad!
Tu resistencia fue la única prueba de amor que me ofreciste.
Escribo por la simple y llana necesidad, de contar los pasos que nos
separan, ahora que te perdí en lontananza. Gritar al mundo la verdad,
aunque todo el mundo crea saberla. Desvelar sin miedos que quiero a
las cuatro....
Y a las 4 y cuarto, para los mal pensados. Hablar a tu sombra, porque
cuando tú estas a mi lado, no articulo palabra. Reír cuando debería
llorar tu desprecio y llorar cuando me regalas tu atención. En definitiva
amarte, ahora que el amor no encuentra el camino, para llegar a tu
acorazado corazón.
Tal vez debería dejar de escribir(te).
Construyo una pared, con las hojas que llevan tu nombre escondido en
su canto. Hojas que el viento te regalará algún día, cuando yo este lejos
y que habitaran la primavera de tu árbol. Anuda tus raíces a la tierra
que pisamos juntos, para nunca separarnos y aunque nuestros cuerpos
sean el tronco que nunca se aleja, tampoco conseguiremos tocarnos.
Cerrar la ventana, fue un acto trágico, heroico y transcendental…
Pero a través del cristal...
Sigo viendo tu cuerpo alejarse.
Comienzo a andar. No pararé hasta que amanezca y eso que aún no ha
llegado el atardecer.
Sin tocar el suelo que tú dejaste hueco al pasar, sigo tu camino a
sabiendas de que jamás te alcanzaré.
Lo hago por pensar en ti, por dedicarte todos los participios irregulares,
que solo se usan como adjetivos.
Absorto por ejemplo.
El día en que encerramos nuestros sentimientos, en la más interior de
las habitaciones de nuestra recóndita mente y cerramos la puerta con
llave y arrojamos esta, al fondo del mar que nos separa.
¿Por qué nadie me habló, de lo difícil que sería desde entonces...
Respirar a tu lado?
Me estoy cansando de fracasar... De no borrar tu imagen, de oírte en la
música, de sentirte en mi cama, de verte sentada junto a mí en la mesa
cada día, cada minuto, segundo, décima...
Me ahogo en la rutina, que yo mismo construí, con agua de todos mis
poros. Me hundo y me desvanezco ante vuestra mirada...
Con la certeza indiscutible de saber, que es esto lo que quiero.
Harto de ceder en todos los cruces.
De rendirme a ti y a tu cuerpo abierto bajo mi mirada.
Harto pero irreversiblemente tentado como para decirte no, aunque
fuera susurrando.
He abierto tantas veces mi puerta, a sabiendas de que mañana
amanecerías llorando, entre cuatro paredes... Mientras la única
compañía es tu voz y el eco de que yo estuve allí... Pero ya me voy...
Para siempre, que es hasta nunca ó hasta mañana.
Ayer me armé de valor. Valor para decirte no e impedir que esta
mañana tus ojos sintieran el mar de una pena deslizándose... Valor para
sufrir en mis carnes tu sufrimiento y robarte esta sensación, convertida
hoy en huella de felicidad borrada.
En el pasado mas lejano, aquel al que solo llegas tras profundos
esfuerzos de inmersión...
No recuerdo ningún día lluvioso
Quise escribir un libro que recordara tu estancia en aquella blanca
habitación, pero otra inquilina me arrancó la inspiración que te había
reservado...
Lo intenté con la segunda, la tercera... Con todas vosotras (también las
que nunca estuvisteis), pero mi talento solo alcanzaba, para pequeños
garabatos con los que miraros a los ojos, sin saber quien de entre todas
eras...
Quien de entre todas serás.
Las gotas de sudor que caían por mi vientre, llenaron mi ombligo de tu
recuerdo...
Y ahora, aquí, permanezco inmóvil, tumbado, muerto de frió y pánico...
Sin apenas respirar, por miedo a derramar alguna antes de que
regreses.
En ocasiones, la vida se detiene, acompañando la parada un chirriante
estruendo, fruto de la velocidad a la que viaja este mundo.
Entonces, tú te conviertes en fotografía blanco y negro, con toda su
gama de sombras y matices que envuelven mi mirada en una catarsis de
sentimientos, luchando por ganar su pelea a la gravedad.
Jamás pensé, en tu cuerpo desnudo, como el privilegio divino que me
ofrece, cuando mi tacto no lucha por poseerlo.
Jamás mantuve la distancia necesaria, que me permitiera verte, con los
ojos cerrados... Besarte sin tocar tus labios... Escucharte sin oír tu voz...
Hasta que su sonido ascendente, me devolviera de nuevo a este mundo.
No se que dices, ni en que piensas...Tampoco me importa, creo, mientras
anudo con soltura un preservativo lleno de placer pretérito.
Era temprano, para avistar los peldaños de la escalera que asciende a la
gloria.
Demasiado temprano.
Pero el tiempo juega, a veces, esos extraños caprichos, convertidos en
tentación irrenunciable.
Excesivamente irrenunciable.
Mi cualidad humana, no me dejó otra opción, que dejar a tu recuerdo
aposentarse, de nuevo, en la suite más grande de mi inestable corazón.
Extremadamente inestable.
Habita en mí, el absurdo presentimiento de que en esta ocasión, has
venido para quedarte.
Repito absurdo.
Creo que perdí en cada página pasada, cada parpadeo, cada respiración
a tu lado...La cuantía de aquello que llaman dolor, sin tener en cuenta,
que el terreno perdido era irreemplazable.
Y ahora busco entre la basura, los restos de mi vida, antes de que acabe
esta cuenta atrás, esta fina lluvia... Que gota a gota, me desangra en
esta felicidad innecesaria.
Amanecer sin responsabilidad, sin prisa...
Siendo fruto del abandono general.
En verdad os digo...
-Yo estaba al borde de abandonaros a todos, junto a eso que llamáis
"raza humana"-
Esta mañana, las sábanas me arropan y no solo es suficiente, sino que
es para mí un placer no necesitar absolutamente nada más para ser
feliz.
No se en que momento, en que lugar ni por que motivo. Tan solo
recuerdo que decidimos correr con todas nuestras fuerzas y alejarnos.
Separar nuestras incrustadas vidas y condenarlas al olvido.
Fue hace tanto tiempo que no debería recordarlo...
Pero en nuestro caso la distancia, nos regala cercanía.
Frente a la cotidiana forma de encarar la vida. Me condeno a vivir
descalzo.
Escribir descalzo, sin tapujos ni mentiras.
Caminar descalzo sobre tu cuerpo desnudo, sin miedo a que mis pies
sufran el castigo de tu fuego.
Hablar descalzo, escuchar descalzo, reír, amar, llorar en tu hombro,
sufrir si fuera necesario...
Espero ver tu rostro descalzo, al igual que mis pies esperan algún día
ver sus zapatos.
Otros se masturban. ¡Lo sé!
Yo te pinto sin ropa, en interminables estrofas, que se vuelven
pesadillas.
Por eso recurro a la prosa...
Ya no cabías en mi poesía... Y ahora empapo cuadernos con tu sudor y el
mío emanando juntos.
Piel, poros, caricias, abrazos, tacto, gemidos, susurros, lenguas... Y las
tonterías que te regalo, para que de vez en cuando rompas una sonrisa
(Lo mejor de la noche sin duda).
Escribo por la simple y llana necesidad de crear mundos a los que no
pertenezco.
Nunca sentí tu ausencia, tampoco dolor por tu perdida, ni tan siquiera
gasté una lágrima por tu desprecio. Por eso escribo. Por sentir ese
momento, aunque nunca sea real. Por desnudar el cuerpo, que mis
manos nunca pudieron tocar....
Para que leas mis palabras, aunque estés ciega de mí.
Garabateé un poema entre las hojas sucias, que encontré en la mesa,
donde esperaba que me acompañaras a desayunar. Palabras que la
noche había refugiado en mi cabeza y que no dejaron de gritar, hasta
que se transformaron en tinta. Hablaban, como siempre, del sudor, las
sábanas y tú y yo vestidos de otros. Había incluso algunas frases de alta
inspiración, como cuando te hablaba de mi lengua cortada con el filo de
tu sexo, y de las cicatrices que me dejaste. Fue tan bonito ser tu poeta
en la cama y tu amante en la conversación. Pero...
Nunca desayunaste conmigo. Nunca paseamos de la mano, ni fuimos al
cine, ni te compre flores, ni tus tampax acompañaron mis galletas
favoritas en el carro de la compra. Yo gemía sollozando una cita. Tú me
citabas para seguir gimiendo.
Un amanecer te fuiste y nunca pude regalarte mis letras.
La diferencia entre le daño y el dolor, se matiza únicamente con la
característica de los personajes.
Eras tú en el dolor, quien me obligaba a retorcerme entre sollozos y
súplicas para que no me abandonaras.
Era yo en el daño, quien te prometía incumplir promesas que siempre
llevaba a cabo.
Caer hasta el fondo, en el pozo sin fondo, sin luz, sin final... Asíntota
infinita de angustia, aderezada con todo tipo de pastillas vende sueños.
Quiero despertar de esta pesadilla. Melodía en espiral, agujereando mis
tímpanos. Que amanezca ya y se haga la luz en esta muerte tan dulce.
Mi suicidio.
Tenías tatuada en tu espalda, la cara oculta de la luna.
Tuve que viajar 384 400 km, para acariciarla.
¡No me abandones, ahora que la tierra está tan lejos!
El viento, nos encontró y él mismo nos separó. El viento, azar, sujeto y
predicado de nuestra relación. Música en nuestros oídos. Aromas que
viajan en su manto a la búsqueda de otros cuerpos, como el nuestro...
Destinados a encontrarse y en algún punto del camino, morir
separándose. Fuimos corrientes de aire, acariciando ríos, valles y
montañas. Fuimos, pero ahora son otros. Otros aromas, otros sonidos,
otras caricias... Las que el viento elige como pasajeras. Piensa en ello,
cuando pases a mi lado.
¿Quien no recuerda la primera vez, con una sonrisa en todas las partes
de su cuerpo? ¿Quien no se sonroja ante tamaña situación pueril,
infantil... Casi pasada de moda? ¿Quien pudiera vivir ese momento de
nuevo, para repetir cada paso... Sin cambiar un ápice, ni una coma, ni
tan siquiera los errores, a los que ya hemos cogido cariño?
La primera vez. Tal vez la última.
El agua, como metáfora de la libertad. Viajera incansable desde los altos
cielos, donde habitan los sueños, hasta las más profundas entrañas de la
tierra, allá donde guardo tu recuerdo. Anima invisible, música de arroyo,
torrente destructor, planicie infinita...
Todos los estados concentrados en tres moléculas.
Tú, yo y el tiempo.
Entre la piedra tallada y la roca abrupta, existe un camino, que forma los
cimientos de lo que conozco como vida. Vida fría y gris, mármol pulido
en tu espalda. Vida que parece muerte, pero que no lo es, porque
engendra el espíritu de sus creadores. Escultores, que habitaron mi
morada, antes de que tú llegaras... Escultores que habitarán mi morada,
ahora que tu ya no estas a mi lado.
Guardo un abrazo, que escondí entre las ropas que nunca usamos.
Abrazo inerte, hecho también de caliza agujereada por la edad. Esperaré
el tiempo necesario. Tiempo de roca. Tiempo infinito.... Instante para mi
paciencia, adquirida con los años y el roce de todos nuestros abandonos.
Creo que nunca sentí con nadie, lo que tú me hiciste sentir.
Pero nunca, es hace demasiado tiempo, como para asegurarlo con
certeza.
Siempre, pasó a ser, lo que no se acababa nunca.
Tu recuerdo.
Te envío mi carta de despedida, pero he olvidado el remite.
Si la devuelves es posible que caiga en otras manos...
Quizás ellas, puedan hacerte feliz
Si un pez muere ahogado, dirán que se suicidó.