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    CUADERNOS HISPANOAMERICANOS DE PSICOLOGÍA, Vol. 11 No. 2, 50-68

    Signicado terapéutico de la autoecacia paraun grupo de terapeutas clínicos

    Janeth Molina, Andrea Niño y Liz Alayón

    Universidad El Bosque

    Recibido en: Mayo 5 de 2011 Aceptado en: Agosto 3 de 2011

    Nota de Autor

    Esta investigación se realizó en la Facultad de Psicología de la Universidad El Bosque,Bogotá, D.C., Colombia.

    Janeth Molina. Directora de trabajo de grado. Psicóloga, Especialista en Psicología de laSalud, Docencia Universitaria y Magíster en Desarrollo Educativo y Social.Andrea Niño y Liz Alayón. Psicólogas que optan por el título de Especialistas en PsicologíaClínica y Autoecacia Personal.

    Persona de contacto: [email protected]

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    SIGNIFICADO TERAPÉUTICO DE LA AUTOEFICACIA

    Resumen

    Esta investigación tuvo como propósito develar el signicado terapéutico de laautoecacia para un grupo de terapeutas clínicos. Para tal n se realizaron dosgrupos focales con 8 profesionales dedicados al ejercicio de la Psicología clínica.La investigación fue de corte cualitativo, basado en el análisis de las categoríasy relatos que suministraron los grupos focales. Los resultados encontrados indi-caron que el signicado terapéutico de la autoecacia se devela como una fuente

    motivacional, como potencial de resignicación, como clave para la adherencia altratamiento y agente activo dentro del proceso terapéutico tanto para el pacientecomo para el terapeuta.

     Palabras clave: Autoecacia, Psicología positiva, Psicólogo clínico.

    Abstract

    The purpose of this research was to reveal the therapeutic meaning of self-efcacy

    for a group of clinical therapists. For doing so, two focus groups constituted byeight professionals working in this area were made. This was a qualitative re-search, based on the analysis of the participants’ stories. The outcomes showedthe therapeutic meaning of self efcacy was revealed as a motivational source, aresignication potential, a key for treatment adherence and as an active agent inthe therapeutic process for both therapist and patient.

     Key words: Self- efcacy, Positive psychology, Clinical psychologist.

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    y alimentar el talento. Sin embargo, los autoresconsideran que la única que prosperó hasta nues-tros días es el estudio y tratamiento de enfermeda-des mentales; y al respecto se han hecho grandes

    avances. En tanto, las otras dos misiones han sidocompletamente olvidadas.En este mismo sentido, Maslow (1954), quien

    introdujo la teoría de la motivación humana e ideastales como las de necesidades de desarrollo y auto-actualización (self-actualization), sostiene que: “Laciencia de la psicología ha tenido mucho más éxitoen el lado negativo que en el positivo; nos ha reve-lado mucho acerca de los defectos del hombre, susaspiraciones o su total altura psicológica. Es como sila psicología se hubiera restringido voluntariamente

    a la mitad de su jurisdicción legítima” (Maslow,1954, pp. 352-353).

    Frente a esta consideración, es necesario tomarconciencia de que no basta con reparar los defectos,sino que también es necesario promover los aspectos positivos (Seligman, 2002).

    En este punto, es interesante dar cuenta de laimportancia, no sólo del signicado positivo de unconcepto, sino entender cómo es que la Psicología positiva aporta elementos claves para los profesio-nales de la salud mental. Precisamente, con baseen la Psicología positiva, es posible develar que la psicología no sólo versa acerca de arreglar o mejorarlo que está mal, sino de encontrar las fortalezas yvirtudes de las personas para lograr una mejor ca-lidad de vida, un mayor bienestar. Por ello, uno desus objetivos más importantes es investigar acercade las fortalezas y virtudes humanas y los efectosque éstas tienen en las vidas de las personas y enlas sociedades en que viven.

    La Psicología positiva considera que los principios

    de construir fuerzas internas en el paciente debenestar en la base de la psicoterapia. Es decir, la psi-coterapia debe estimular, en el paciente, aspectoscomo el coraje, las habilidades interpersonales, laracionalidad, la reexión, el optimismo, la hones-tidad, la perseverancia, el realismo, la capacidad

     para el placer. Todo lo anterior, con el n de ponerlos problemas en perspectiva, así como para en-contrar propósito y orientación al futuro (Cuadray Florenzano, 2003).

    Por su parte, Seligman, Lee y Steen (2005) denenla Psicología positiva como el estudio cientíco delas experiencias positivas y los rasgos individuales positivos. Entonces, se entiende que el propósitode la Psicología positiva es ampliar el foco de laPsicología clínica, más allá del sufrimiento y suconsecuente alivio. Para cumplir este objetivo, esnecesario comprender el funcionamiento óptimoen múltiples niveles, incluyendo el experiencial, el personal, el relacional, el institucional, el social y elglobal. Para ello, consideran que es necesario estudiar

    la dinámica de las relaciones entre los niveles antesmencionados y la capacidad humana de dar orden ysignicado en respuesta a la inevitable adversidad;así mismo, consideran que el signicado de la buenavida, en todas sus posibles manifestaciones, puedeemerger de estos procesos.

     No obstante, no se pretende intercambiar elfoco de investigación de lo negativo a lo positivo,sino abordar el estudio del ser humano desde una perspectiva integradora bajo la cual el individuose concibe como un agente activo que construyesu propia realidad. En este orden de ideas, Poseck(2006) arma que encontrar lo mejor de cada per -sona hace que se fortalezca su potencial.

    Es importante aclarar que la Psicología positivano confía en sueños dorados, utopías, espejismos niautoengaños, pues adopta el método de la psicologíacientíca y, desde allí, amplia el campo tradicionalen el que habitualmente se ha desarrollado y sedistancia de dudosos métodos de autoayuda o lo-sofías espirituales que tanto proliferan en nuestros

    días (Poseck, 2006).Por su parte, la Psicología positiva aplicada retoma

    las investigaciones realizadas en este campo parafacilitar el funcionamiento óptimo del individuo.En esta área se trabaja en pro de su promoción ydesarrollo. Por ello, se trata desde el trastorno y la

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    angustia, hasta la salud, a nivel individual, grupal,organizacional y social. Como se mencionó anterior -mente, esto no quiere decir que la enfermedad y eltrastorno deben ser descuidados, sino que deberían

    ser tomados como aspectos integrales del individuo(Linley y Joseph, 2004).Para la Psicología positiva, la misión no es decirle

    a las personas que deben ser optimistas, espirituales,amables, o que deben estar de buen humor, sinodescribir las consecuencias de tales rasgos (porejemplo, que ser optimista reduce la depresión,mejora la salud física, propicia los logros, a cambio,quizá, de un menor realismo); y lo que cada unohaga con esa información depende de sus propiosvalores y objetivos.

    Así mismo, la Psicología positiva considera quelos placeres del presente, al igual que las emocio-nes positivas respecto al pasado y al futuro, sonen esencia sentimientos subjetivos. El juez nales “quien quiera que viva en la piel de la persona”(Seligman, 2003). Así, a través de los tratamientos positivos, aquellos que promueven los niveles de bienestar o elevan las fortalezas de las personas, es posible abordar la enfermedad compensándola; esdecir, trabajar en un equilibrio dinámico que forta-lece y/o hace crecer aquellos aspectos resilientes ofactores protectores (positivos) de la personalidaddel sujeto o de los grupos (Keyes y López, 2002).

    La Psicología positiva, entonces, ha retomadoesas dos misiones olvidadas de la psicología: hacermás plenas las vidas de las personas e identicary alimentar el talento. Para ello, se ha propuestoinvestigar las fortalezas y virtudes humanas, asícomo los efectos que éstas tienen en la vida de las personas y las sociedades.

    A nivel individual, indaga por lo que determina

    como rasgo de la vocación, el valor, las habilidadesinterpersonales, la sensibilidad estética, la perseve-rancia, el perdón, la originalidad, la espiritualidad,el talento y la sabiduría. A nivel social, explora lasvirtudes ciudadanas y las instituciones que incitana las personas a ser mejores ciudadanos como: la

    responsabilidad, el altruismo, la civilidad, la toleran-cia y el trabajo ético (Cuadra y Florenzano, 2003).

    En este marco, una de las fortalezas, objeto deinterés de la Psicología positiva, es laautoecacia 

    y, para investigarla dentro del campo de la Psico-

    logía clínica, vale la pena inicialmente retomar suconcepto y algo de su trayectoria.

     

    El concepto de autoefcacia

    El concepto de autoecacia tiene una relevanciaespecial en la Psicología contemporánea teórica y práctica. Un buen ejemplo se encuentra en cada unode los capítulos de la obra de BanduraSelf-efcacy.The exercise of control, en los que la autoecacia

    constituye el tema central. Es importante resaltar queeste autor ha sido uno de los que más inuyentes enel desarrollo de la Psicología de todos los tiemposy su concepto de autoecacia ha sido ampliamenteutilizado, no siempre con la mima connotación quele dio su creador (Bandura, 1977).

    El concepto de autoecacia fue propuesto porBandura en el año de 1977, en la publicación de laobra “la auto-ecacia: hacia una teoría unicadadel cambio conductual” y tiene sus orígenes en laTeoría cognoscitivo-social que, a su vez, es unaversión actualizada de la Teoría del aprendizajesocial, ambas desarrolladas por Albert Bandura(Bandura, 1989).

    Las bases del modelo de autoecacia (Bandura,1977) se dan en términos de una triada de acciónrecíproca; es decir, se describe por medio de trescomponentes que interactúan entre sí. Estos son:▪ Los determinantes personales, en forma de

    cogniciones, emociones y factores biológicos;▪ la conducta; y

    ▪ las inuencias ambientales (Bandura, 1989)Según la Teoría cognoscitivo-social, en el primer

    componente, los individuos interpretan y evalúansus propias experiencias y sus procesos de pensa-miento; es aquí donde Bandura (1977) atribuye laexistencia de un auto-sistema, el cual permite a las

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     personas ejercer un control sobre el medio ambientey sus creencias, factores que, a su vez, alteran lasconductas subsecuentes. Este auto-sistema incluyelas habilidades de simbolizar, aprender de otros,

     planicar estrategias alternativas, regular la propiaconducta y la auto-reexión.Con lo anterior, Bandura (1977) plantea que la

    conducta humana es el resultado de la interacciónentre este auto-sistema y las fuentes de inuenciasexternas y medioambientales, ya que el individuoopera dentro de las inuencias socioculturales.Asimismo, considera que la capacidad humanade auto-referencia del pensamiento, permite a las personas evaluar y alterar su propio pensamientoy su conducta. Dichas evaluaciones incluyen las

     percepciones deautoecacia, lo que Bandura (1977, p.97) denió como: “las creencias en las capaci-dades propias para organizar y ejecutar el cursode acciones requeridas para manejar las posiblessituaciones”; en sí, la autoecacia se reere a lasauto-evaluaciones que hace el individuo sobre loque se cree capaz de hacer.

    Teniendo en cuenta lo anterior, cuando se hablade expectativas y proyectos se busca que el indivi-duo identique sus potencialidades o fortalezas ylas desarrolle en el medio donde se encuentra. Porlo tanto, es interesante revisar aquello que haceque algunas personas logren cumplir sus objetivosde acuerdo con sus expectativas y otras se quedenestancadas, sin cumplir los logros que se han pro- puesto ( Bandura y Walters , 1963).

    La autoefcacia en el área de la salud

    La fuerza de la autoecacia se reere a qué tanconvencida y resuelta está una persona con respecto

    a su capacidad para realizar alguna conducta deter -

    minada. Por ejemplo, un docente puede estar másconvencido de que sus capacidades para enseñar pueden facilitar el aprendizaje de sus alumnos, enrelación con otro que duda acerca de su éxito en elaula (Pintrich y Schunk, 1995).

      El proceso de cómo la autoecacia funcionaes simple: inicialmente, las personas se compro-meten con una conducta, para después interpretarlos resultados de sus acciones y, con base en estos

    resultados, desarrollan creencias sobre si son capa-

    ces o no de llevar a cabo conductas subsecuentesen contextos similares.

     El modelo de autoecacia como modelo psi-cológico en el área de la salud supone que uno delos principales problemas con respecto al cambioconductual es que comúnmente se intenta enseñara las personas lo que deben o necesitan hacer parallevar a cabo una conducta saludable. Con respecto aesto, Bandura (1989) considera que lo que realmentese debe enseñar a las personas son habilidades que

    fomenten la autoecacia. Por ejemplo, las habili-dades de autorregulación que les permitan ejercerel control sobre ellos mismos y sobre otros en la práctica de comportamientos saludables; dichashabilidades tienen que ver con el manejo de laautomotivación, las autocreencias y las autoguías(formas de actuar).

    Por su parte, la autor-regulación requiere habili-dades de auto-monitoreo que permitan a las perso-nas reconocer cuándo deben poner en práctica susistema autoregulatorio. Así, promueven la emisiónde conductas saludables por medio de un cambiode comportamiento autodirigido. Bandura (1989)considera que, para lograr dicho cambio, la gentenecesita reconocer las razones para alterar sus há- bitos riesgosos, los signicados de sus conductas,sus recursos y sus apoyos sociales.

    Así mismo, Bandura piensa que una buena in-tervención que tenga por objetivo el cambio decomportamiento debe, desde la perspectiva delmodelo deautoecacia, considerar cuatro variables.

    Dichas variables están dirigidas a alterar cada unode los tres componentes determinantes de acción propuesto por la Teoría cognoscitivo-social. Dichoscomponentes se presentan a continuación:

    El primer elemento es el componente informativo,el cual se reere a la distribución de información

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    sobre el tema tratado. Éste intenta hacer conscien-tes a las personas de lo vulnerables que son antedeterminada enfermedad, su forma de transmisión,el desarrollo de la enfermedad y todas las carac-

    terísticas de la misma. Además, busca informar alas personas sobre todas aquellas conductas querepresentan un riesgo para la salud y cuáles no,cómo desarrollar comportamientos seguros, qué tanimportante es conservarse sano, cuáles son los bene-cios derivados de los comportamientos saludables,las ventajas de poder regular su conducta, etcétera.El segundo componente se reere al desarrollo dehabilidades sociales y de autorregulación. Éstas les permiten a las personas transformar la informaciónen conductas o acciones de prevención efectivas.

    Cabe mencionar que, en este componente, no serecomienda aún poner a funcionar en los sujetosen situaciones de riesgo real. En realidad, en este paso, se busca identicar en los propios sujetos losdisparadores de riesgo, conocer la serie de conductasque llevan al mismo, saber qué y cómo se debe dehacer para salir de las situaciones de riesgo. En este punto, el individuo también debe saber reforzarse así mismo mediante prácticas no riesgosas, así comoregular su conducta (Bandura, 1989).

    El tercer componente está dirigido al mejora-miento de las competencias sociales y la construc-ción de una autoecacia sólida. Esto se logra pormedio de simulacros de situaciones que pueden irdesde un simple juego de roles, hasta situacionesde alto riesgo, en donde con ayuda de un guía y dela retroalimentación, el individuo puede ensayar ymejorar las habilidades necesarias para enfrentarde una manera efectiva una situación de riesgo enla vida real. Los ensayos pueden llevarse a cabo endiferentes contextos y con distintos niveles de com-

     plejidad. El objetivo de este elemento es desarrollaral máximo las habilidades auto-regulatorias y lashabilidades sociales, que conlleven al desarrollo yfortalecimiento de la autoecacia 

    Por último, se debe crear una red de apoyo socialque asegure el mantenimiento de las conductas

     preventivas adquiridas, ya que el cambio de compor -tamiento se da en un contexto social especíco, conuna inuencia social normativa. En este componentese ha de considerar la identicación de redes sociales

    que tengan más inuencia y aquellas que tengan lahabilidad de reforzar o castigar (Bandura, 1989).El reto de la Psicología clínica aplicada es grande,

     pues requiere mostrar, mediante sus intervenciones,que el cambio de perspectiva sí es posible y que lavida se puede denir en más que dos simples polos,satisfactoria o insatisfactoria. A partir de allí se handesarrollado múltiples investigaciones que; por unlado, ayudan a comprender y mejorar tratamientosecaces ya existentes para diversos problemas psico-lógicos y; por otro, amplían el horizonte de técnicas

    de intervención hacia territorios en desarrollo por parte de la Psicología positiva.

    Por otra parte, la investigación sobre estas interven-ciones puede ayudar a entender y manejar mejor losdenominados “factores no especícos” de la psicotera- pia, tales como: infundir optimismo, otorgar sensaciónde control, generar comprensibilidad y signicado alsufrimiento, entre otros (Duckworth, Steen y Seligman,2005). Entonces, las intervenciones positivas estándestinadas a promover el bienestar de la población.En este sentido, trascienden las típicas intervenciones preventivas, para poner su mirada en elementos másconstructivos y convertirse en potencializadores decapacidades (Hervás, Sánchez y Vásquez, 2008).

    En este campo una de las primeras investigacio-nes realizadas fue la del psicólogo norteamericanoFordyce (como se citó en Hervás, Sánchez y Vás-quez, 2008), quien contrastó empíricamente unaintervención dirigida al incremento del bienestar,utilizando diseños experimentales controlados contres grupos. Los resultados mostraron que al utilizar

    una medida de felicidad, diseñada por él mismo, lasensación de bienestar se incrementó. Lo anteriorconrmó la idea de la necesidad de una “actividadintencional sostenida” para fortalecer el bienestar.

    La perspectiva que cada persona tiene sobre sufuturo es de gran importancia para la psicología y,

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    sobre todo, para la Psicología positiva. Al respecto,Seligman (2003) señala que cultivar estrategias positivas relacionadas con el futuro puede tenerun efecto protector frente a la depresión; además,

    favorece un mejor rendimiento laboral y una mejorsalud física.Muy cerca a estas investigaciones se encuentra

    a Deci y Ryan (2000), con su Teoría de la auto-determinación; ésta permite comprender cómo el bienestar otorga una gran importancia a los mecanis-mos motivacionales de la personalidad. Aquí, valela pena mencionar el estudio de Sheldon, Kasser,Smith y Share (2002), quienes pusieron a pruebauna intervención centrada en entrenar la forma enque las personas establecen y persiguen normas. El

    objetivo del estudio era integrar la personalidad através de dos vías; por un lado, realizar una inte-gración organísmica, la cual se dene en funciónde si las metas son intrínsecas o extrínsecas y; por el otro, una integración sistemática, donde la percepción de importancia de las metas cotidianasestán enlazadas con metas a largo plazo. A partirde los resultados se logra apreciar que los partici- pantes que presentaban metas congruentes con susvalores e intereses desde el principio, mejoraron ensus logros tras la intervención.

    Lo anterior evidencia que la autoecacia  esdenitivamente una poderosa herramienta, con uninmenso universo de aplicación; éste es tan ampliocomo la necesidad del ser humano para lograr me-tas. Quienes tienen un alto nivel de autoecaciasuelen imponerse altos estándares de éxito; aunqueno siempre logren sus metas en el primer intento,nunca se rinden, sino que continúan conando ensí mismos y en sus habilidades. Esta conanza ensu propia capacidad les permite no desmoronarse

    ante la adversidad y seguir adelante hasta alcanzarlos nes propuestos (Anderson y Jennings, 1980).

    Estos resultados ponen de maniesto que no todaslas personas se pueden beneciar de los mismosmétodos de intervención clínica ya que esto puedellevar al fracaso de la estrategia. Este tipo de estudios

    apoyan el diseño de intervenciones focalizadas enel uso de potencializadores de fortalezas, no sólo para incrementar el bienestar, sino para disminuirotros síntomas relacionados con la frustración y la

    falta de ecacia (Hervás, Sánchez y Vásquez, 2008).

    Las intervenciones positivas

    La aplicación clínica de las intervenciones positi-vas puede ser de gran interés por distintas razones.Entre otras, cabe mencionar las siguientes: poten-cialización de la tasa de ecacia de los tratamientos psicológicos, fortalecimiento de la ecacia de los pacientes e impacto positivo en la prevención derecaídas de los tratamientos farmacológicos (Hervás,

    Sánchez y Vásquez, 2008).Una vez identicado el impacto de la ecacia a

    nivel de la intervención, se comenzó a revisar laforma como se desenvuelve este constructo a niveldel sujeto que consulta al psicoterapeuta. A nivel personal, el estilo de pensamiento optimista ante lossucesos positivos es justamente el contrario del estilooptimista para los sucesos negativos. Las personas queconsideran que las causas de los aspectos buenos son permanentes se consideran optimistas, mientras quelos pesimistas tienden a pensar que son transitorias.

    Según Seligman (2003), las personas optimistasexplican los sucesos positivos a causa de sus rasgosy capacidades. Por el contrario, las personas pesi-mistas delegan la existencia de causas transitoriasa los estados de ánimo y al esfuerzo. Lo anteriornos permite concluir que las personas que dan ex- plicaciones universales para sus fracasos se rindencuando fracasan en un campo especíco, mientrasque quienes dan explicaciones especícas puedenllegar a sentir indefensión sólo en ese campo de su

    vida, pero avanzan con gran éxito en las otras áreas.Por otra parte, durante varios años y diferentes

    contextos, a la esperanza se le ha atribuido unadefinición de escaso contenido teórico, propiade políticos y charlatanes. Gracias a los estudiosrealizados en el campo de la Psicología positiva,

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    a este término se le han conferido deniciones eimpactos de mayor relevancia a nivel psicológico.

    La esperanza radica en encontrar causas per -manentes y universales para los sucesos positivos,

     junto con causas transitorias y especícas paralas situaciones que juzgan como negativas. Hacerdirectamente lo contrario podría trazar el caminohacia la desesperación (Seligman, 2003).

    Dentro de las aproximaciones al tema de la espe-ranza se ha desarrollado una teoría desde el modelocognoscitivo, la cual plantea como elemento centralel logro de metas y contempla las expectativas sobreel futuro, la motivación y la planicación requerida para la construcción de las mismas (Klausner, Snydery Cheavens, 2000). Esta postura contempla dos

    elementos fundamentales para el término esperan-za; por un lado, están los itinerarios o percepciónde rutas, los cuales se reeren a la capacidad delindividuo para encontrar opciones que le permitanel logro de metas. El otro elemento es el control o percepción de capacidad, que se reere a la habilidad para iniciar y mantener las actividades en funciónde cumplir la meta propuesta (Hervás et al., 2008).

    En este orden de ideas, cabe mencionar el estu-dio de Klausner et al. (2000). El objetivo de estainvestigación era incrementar el componente de laesperanza en personas mayores diagnosticadas condepresión. Tras la intervención, los investigadoresencontraron que las personas que fueron intervenidas bajo los elementos de la esperanza presentaron unadisminución en su sintomatología depresiva, asícomo mejoría en los síntomas de ansiedad, en elnivel de desesperanza y en el de interacción social.

    Por otra parte, Seligman (2003), en su libro “Laauténtica felicidad”, establece que, para incrementarel optimismo, existe un método muy conocido dentro

    de la comunidad cientíca; éste consiste en detectar y, posteriormente, refutar los pensamientos pesimistas.El optimismo puede actuar como potenciador del bienestar y de la salud en aquellas personas que,sin presentar trastornos, quieren mejorar su calidadde vida (Seligman, 2002).

    Desde un punto de vista evolucionista, el opti-mismo es considerado como una característica dela especie humana, seleccionado por la evolucióngracias a sus ventajas para la supervivencia (Taylor,

    1988).A medida que crece la inquietud por las emocio-nes positivas, se incrementa el número de trabajosempíricos que apoyan esta idea. Así; por ejemplo,estudios con población general muestran una claratendencia de las personas a sobreestimar el gradode control que tienen sobre las situaciones (Langer,1975), mientras que las personas deprimidas estima-rían de forma muy precisa su grado de control real(Alloy y Abramson, 1979). Esta ilusión de control, junto con otros mecanismos, contribuyen a explicar

     por qué unas personas no se deprimen y otras sí.En el ámbito clínico, parece clara la hipótesis

    de que si somos capaces de instalar, mantener, oapoyarnos en esos elementos positivos, se puedefavorecer la cristalización de repertorios adaptativosy de un mejor funcionamiento en general (Vázquezy Hervás, 2006).

    Hablar de emociones positivas, cogniciones positivas, o Psicología positiva, pudiera parecerredundante para quien ya se ocupa de lo negativo.¿Para qué le puede servir a un clínico reconocer,explorar, o incluso intervenir en el grado de bienestarsi ya está interviniendo sobre su aparente reverso;es decir, el malestar y la enfermedad? Estas sonalgunas de las preguntas que se pueden plantear almomento de realizar una intervención desde este punto de partida.

    Para ser positiva, una intervención debe estarfocalizada en aumentar los recursos personales,más que en reducir lo negativo. Para ello, debeestar dirigida al aumento de bienestar a través de

    los pilares de la Psicología positiva, los cualesson: mejorar el afecto positivo, aplicar fortalezasy cultivar un signicado positivo para las accionesy metas (Linley y Joseph, 2004).

    Los aspectos positivos de este modelo están presentes en la clínica, aunque no estemos, como

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    clínicos, muy sensibilizados para apreciarlos ymanejarlos adecuadamente. Por ejemplo, se hahallado que se produce una mejor resistencia anteestresores intensos cuando quienes los sufren per -

    ciben, además de las consecuencias negativas de laexperiencia traumática, algunos elementos positivosen lo sucedido (Vázquez y Pérez, 2003).

    Estudios de los estados positivos

    Los estudios muestran que los efectos de losestados positivos puede que sean menos inmediatosy menos visibles que los de los estados negativosy, quizás, se demoren más en el tiempo o sean mássutiles (Gable y Haidt, 2005). De lo anterior se de-

    rivan las dicultades que han tenido los cientícos para detectarlos y analizarlos.

    Aunque escasean los estudios aplicados en elámbito clínico desde este marco, los sólidos re-sultados encontrados en estudios con poblacióngeneral realizados por Gable y Haidt (2005), po-drían indicar la importancia de estos factores parael ámbito clínico, al menos en lo concerniente a la potenciación del bienestar.

    La intervención psicológica es una manera deconocer y comprender, la cual implica una manerade actuar y requiere asumir una postura; ésta va ainuir de manera transformadora en el curso dela vida y en las experiencias vitales de personas,familias y grupos. Para algunos autores, la inter -vención psicológica tiene como propósito ofrecer yfacilitar poder y control para vivir y para inuir conlas decisiones y acciones propias. Una intervencióninuenciada por la potenciación, inspirada y dirigi-da con el objetivo de empoderar y fortalecer, va a posicionar a los profesionales de la intervención en

    agentes potenciadores (Cabanillas y López, 2006).Dentro de los hallazgos que se han generado

    en este sentido, vale la pena destacar la ecuación propuesta por Albee (1985) que, con una base de prevención primaria, también desarrolla el modelode potenciación. De hecho, tal ecuación facilita

    el acceso de los recursos y oportunidades paramaximizar las competencias y la capacidad deafrontamiento como componentes del poder y delcontrol; al lograr esto, se controlan las fuentes de

    estrés y se potencia la autoestima.Dentro de este contexto, es necesario tener encuenta los factores de riesgo y de protección de losconsultantes. Estos últimos, a su vez, se convier -ten en procesos de protección (Rutter, 1987) y secontrapesan con los factores de riesgo, potenciandolas fortalezas personales frente a la adversidad(Cabanillas y López 2006).

    Como se dijo anteriormente, la psicoterapia implicaasumir una postura; para esta investigación en particu-lar, la perspectiva de la potenciación es fundamental,

    así como también lo son los principios estratégicosde la potenciación. Aquí, vale la pena mencionarque estos principios denen la cultura profesional ycada uno de ellos se despliega en líneas de accionesencaminadas a facilitar el poder y control para viviren el curso de las acciones transformadoras de la inter -vención (Cabanillas y López 2006). Así mismo, valela pena mencionar que parte de la ecacia de muchastécnicas y estrategias de intervención psicológicas yadesarrolladas se debe a que generan estados emociona-les positivos o a que crean las condiciones adecuadas para que éstos aparezcan (Fredrickson, 2001).

    Principios que guían el estilo

    de vida Terapéutico

    Existen ocho principios que guían el estilo de vidaterapéutico, los cuales nombraremos a continuación,teniendo en cuenta el principio número siete como punto signicativo dentro de la investigación.

    El primero de estos principios fue enunciado como:

    dar poder para vivir es validar la biografía entera.

    Éste se considera como un aspecto esencial ya que brinda información de fondo y no de forma, lo quele permite al terapeuta mostrar fascinación por loseventos y la carga experiencial que conforman la personalidad de quien busca ayuda.

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    El segundo principio se denominó: dar poder para vivir es reconocer el valor de los resultados

    logrados. Como se sabe, valorar cada esfuerzo ylogro, por pequeño que sea, es de suma importancia

     para la compensación de los esfuerzos invertidosen esa acción.El tercer principio fue: dar poder para vivir es

     promover los recursos del contexto. El poder y elcontrol sobre las oportunidades y recursos del medioconstituyen un componente determinante para elajuste psicológico, al igual que para la resistenciay para las fortalezas personales.

    En cuarto lugar, se encuentra el principio: dar poder para vivir es proporcionar apoyo y acepta-

    ción emocional ; éste considera que reconocer que

    las emociones como señales de vida tiene sentido ysignicado, ya que ponen de maniesto el impactode las circunstancias y las experiencias vividas.Esto pone en evidencia el estilo de afrontamientode las adversidades, crisis y problemas a los que las personas consultantes se han enfrentado.

    El quinto principio, denominadodar poder paravivir es alentar la esperanza y la motivación para el

    cambio, propicia la concepción de que la esperanzaes un sentimiento optimista basado en laautoecacia; por ello, promueve el esfuerzo para realizar accionesdirigidas a una meta signicativa o valiosa. Esto seobserva en un estudio realizado por Bragagnolo etal. (2002), donde se encontró que las personas másoptimistas tendían a tener más esperanza, mejorautoestima, se sentían capaces de generar eventos positivos en sus vidas y se deprimían menos.

    En sexto lugar, se encuentra el principio: dar po-der para vivir es promover y apoyar el compromiso

    responsable con la acción. Éste permite evidenciar el principio anterior, pues la esperanza y la motivación

    se prueban en la acción. Al respecto, Fredrickson(2001) postula tres efectos al experimentar emo-ciones positivas: la ampliación, la construccióny la transformación a nivel cognoscitivo. En estesentido, concluye que experimentar emociones positivas amplía el pensamiento y las tendencias

    de acción. Lo anterior permite que se desarrolle lacreatividad, el conocimiento de sí mismo y de lassituaciones; todo esto hace que el individuo sea másresistente a las dicultades y desarrolle habilidades

    sociales que le permitan una mejor integración. Detal modo, se crea un “espiral ascendente” que llevaa experimentar nuevas emociones positivas.

    El séptimo principio establece que dar poder para vivir es promover experiencias de autoecacia

     y de control ”. Este principio pretende potenciar laintervención mediante el diseño de objetivos decambio. Se busca que las experiencias de aprendizajeaseguren, con mayor certeza, la ecacia personal yel control sobre los resultados. Esto puede lograrsea través de acciones que les permitan a las personas

    tener un control mucho más efectivo sobre pro- blemáticas y situaciones de la vida, en las cualesla mayoría de la gente no alcanza a visualizar lasherramientas que poseen para resolver conictosde la mejor manera.

    Por último, el octavo principio, dar poder paravivir es promover cambios en el contexto, se con-vierte en una estrategia de diseño, rediseño y cam- bio ambiental que da paso a las trasformaciones por medio de la acción. Éstas son dirigidas haciala trasformación del contexto, razón por la cualtendrán un impacto sobre el reconocimiento quehace la persona en cuanto a la capacidad de cumplirsus objetivos y propósitos (Costa y López 2006;Fredrickson, 2000).

    Dentro de las técnicas conductuales con un mayordesarrollo en el campo, se identican estrategias yactividades dirigidas donde se busca incrementarel número de actividades placenteras para tratartrastornos como la depresión. Obviamente, la reali-zación de este tipo de actividades, elegidas por uno

    mismo, incrementa los niveles de reforzamiento positivo recibidos y hace más probable la apariciónde distintas emociones positivas, que vendrían acontrarrestar la presencia de las negativas.

    En las terapias cognoscitivas, por su parte, seconsidera que no son los acontecimientos negativos

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    SIGNIFICADO TERAPÉUTICO DE LA AUTOEFICACIA

    en sí mismos los que conducen a la depresión, sinolas explicaciones que las personas tienen sobreellos, generalmente internas, estables y globales.Por tal razón, los individuos intentan sustituir di-

    chas explicaciones por otras externas, inestables yespecícas. Esta estrategia, conocida como apren-dizaje del optimismo, ha resultado ser ecaz para prevenir y tratar los trastornos depresivos. La clavede su ecacia puede radicar en el intento de anularel efecto de los signicados negativos, aunque ellono implique necesariamente sustituirlos por otros positivos (Vecina, 2006).

    Ahora bien, el papel que desempeña el consultantedentro del contexto terapéutico, y su relación con laautoecacia, tiene diversas explicaciones y puntos

    de vista. Uno de ellos es el planteamiento de Caba-nillas y López (2006), el cual muestra una serie decondiciones que propician el desarrollo de factoresde protección que potencian la fortaleza personal.Dentro de estos se encuentran los siguientes:• Relación cálida, positiva y signicativa a tra-

    vés del tiempo con un adulto que proporcionecuidados.

    • Tener acceso a modelos de identicación positivay fuentes de apoyo fuera de la familia.

    • Pertenecer a una familia que proporcione apoyoemocional, donde se establecen límites claros,con pautas de comunicación asertiva.

    • Tener padres con expectativas altas y realistasde logros hacia sus hijos, lo que propicia laautoecacia.

    • Asumir responsabilidades.• Provenir de una familia con tradiciones arraigadas

    de celebraciones conjuntas, lo que promueve elsentido de pertenencia.

    • Contar con un contexto escolar y comunitario

    de apoyo.En la medida en que los factores de riesgo y

    eventos adversos tienden a reducirse, pueden afron-tarse mediante los factores de protección; a su vez,estos se fortalecen y los resultados probables seránadaptativos. En el caso contrario (los factores de

    riesgo se fortalecen y se disminuyen los de protec-ción), los resultados probables serán desadaptativos(Cabanillas y López 2006).

    La creación del signifcado

    En diversas investigaciones se encontró queeste término tiende a reducirse a una regla compu-tacional, en la que se limitan los signicados a lasasociaciones que los seres humanos crean de losestímulos que los rodean o de los componentes desus procesos de pensamiento, pero sin dar mayorimportancia al contexto en que esto ocurre (Lacasa,Vélez y Sánchez, 2005).

    Por su parte, Hernández (2003) arma que la

    creación de los signicados no puede desligarsedel mundo que rodea al sujeto, ya que en él seencuentra la mente y ésta, a su vez, no sólo debeconsiderarse como un instrumento en el que sedepositan los signicados, sino como la creadorade ellos. Expresado en otros términos, la función dela mente no se debe comprender de forma pasiva, pues ella es productora de los signicados.

    La cultura es entendida como la segunda línea deevolución de los signicados, ya que si los signos seencuentran en la cultura, los signicados, a su vez,se encuentran en ella. Cuando el hombre utiliza lossignos como mediadores; es decir, cuando ya los hainteriorizado, está en capacidad de transformar elmedio, los signos y a sí mismo, lograr cambiar lossignicados culturalmente establecidos (Vygotsky,1987).

    Por otro lado, Bruner (1998) plantea que elorigen de los signicados se encuentra en dos víasopuestas que se entrecruzan en el ser humano pormedio de la negociación. La primera es de origen

     biológico y la otra, de origen cultural. Esta visiónreeja la postura constructivista de este autor, yaque reconoce la inuencia de elementos internosy externos en la construcción de los signicados.

    Con respecto al origen biológico, Bruner (1998)establece que los seres humanos están capacitados

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     biológicamente para comprender algunos signica-dos a través de representaciones protolingüísticas,que les permiten interactuar con mayor facilidad enel medio. Para ello, se requiere de una disposición

     pre-lingüística para el signicado, que facilita laapropiación del lenguaje. La otra vía es de origencultural, pues en ella se encuentran inmersos lossistemas simbólicos (lenguaje) con los que los in-dividuos construyen los signicados de las cosas.Desde esta perspectiva, el signicado está arraigadoen el lenguaje y en la cultura. Ahora bien, la evo-lución en los signicados se produce cuando estasdos líneas de desarrollo, la biológica y la cultural,se entrecruzan. Esto ocurre en el momento en queel sujeto se apropia del lenguaje (Bruner, 1998).

    Con respecto a la función de los signicados, se puede concluir que, a través de la internalización delos procesos psicológicos superiores, que permitela construcción de los signicados, el ser humanoadquiere la capacidad de crear estímulos articialesque pasan a ser causas inmediatas de la conducta(Vygotsky, 1989).

    En conclusión, los signicados son una caracte-rística netamente humana cuando se pone énfasisen la importancia de la cultura y las funciones psicológicas superiores en su construcción. Ade-más, son el producto de la negociación que se daen la cultura donde el sujeto se encuentra inmerso(Vygotsky, 1987).

    Método

    Este estudio se ubica dentro de la investigacióncualitativa. En los últimos años, la investigacióncualitativa dentro del área de la salud ha ocupadomayores espacios, buscando profundizar en el

    conocimiento de las dimensiones complejas queintervienen dentro de los procesos clínicos.

    Para Amezcua y Gálvez (2002), este enfoqueinvestigativo es el resultado de la auencia dedatos descriptivos (las palabras pronunciadas oescritas por parte de las personas y las acciones

    observables). Es así como el lenguaje representa lasubjetividad y la práctica, el mundo de lo concreto.Por lo tanto, dentro de esta línea de investigaciónse tienen tres nalidades: la búsqueda de signi-

    cado de los fenómenos a partir de datos concretos,la conrmación o refutación de las hipótesis y lamayor comprensión de la realidad como totalidad.Es así que siendo el signicado el objeto de interésdel presente estudio, la mirada cualitativa resulta elcamino de indagación más apropiado.

    Participantes

    El grupo de participantes de esta investigación es-tuvo conformado por ocho terapeutas con experiencia

    en el ámbito clínico, los cuales desarrollan su inter -vención desde la terapia cognoscitiva-conductual.Para el n de la investigación se distribuyeron endos grupos según su tiempo de ejercicio profesionalde la siguiente manera. Un primer grupo de cinco profesionales denominado “expertos” fue conforma-do por los que acumulaban como mínimo seis añosde experiencia, y un segundo grupo denominado“novatos” estaba conformado por los profesionalesrestantes, los cuales tenían entre uno y seis años deexperiencia en el campo clínico.

    La división de los grupos tuvo como n identicarsi la experiencia inuía de alguna manera en el pa- pel que juega la autoecacia en el contexto clínico.Los criterios de selección de los participantes parael presente estudio fueron; en primer lugar, que sedesempañaran en psicología clínica desde la terapiacognoscitivo-conductual; en segundo lugar, quesu tiempo de experiencia fuese mínimo un año enel campo clínico y; nalmente, que los terapeutasaccedieran a participar en la investigación.

    Técnicas

    Una de las técnicas utilizadas dentro de este tipode investigaciones son los grupos focales, enten-didos como un proceso de producción de signi-

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    “es que yo ya no puedo más….”, “yo ya no puedoseguir así……”, “yo no quiero, no puedo o no mesiento capaz de soportar…….”, “yo no encuentrosolución a mis problemas…”, “ya no hay salida…”,

    entre otras expresiones, que no denotan otra cosaque una pérdida de control; es decir, una percep-ción de baja autoecacia. No obstante, también seevidencia la motivación para pedir ayuda y lidiarcon lo que implica asumir un proceso terapéutico.Los consultantes deciden asistir a consulta porquecreen que podrán encontrar ayuda en el terapeuta para recuperar el control perdido. No obstante,también se ponen en juego todas sus creencias,conocimientos y preconceptos acerca de lo quesignica un proceso terapéutico y, dependiendo de

    ello, de la percepción que tienen de su “capacidad para asumir ese proceso”. Es así que el frecuentetérmino “enganche” puede no estar denotando unacosa distinta, que el consultante fortaleció o modico positivamente su percepción de autoecacia y; porello, decidió iniciar el proceso; en otras palabras,“va a volver”.

    Curiosamente, en ese “enganche” están de pormedio las competencias del terapeuta para queel consultante crea en que puede con el procesoterapéutico y podrá, con ayuda de su terapeuta,recobrar el control de su vida. Así, aparece tambiénen escena la autoecacia del terapeuta, ya que éltambién se está preguntando al mismo tiempo si“será capaz” de lidiar con este tipo de problemáticasy con este tipo de paciente. Si hay “enganche”, elterapeuta tuvo éxito y aumentará su percepción deautoecacia con el caso, lo que a su vez lo motivaráa trabajar con mayor entusiasmo en él. Los parti-cipantes descubrieron, entonces, que en el procesode inter-juego de las autoecacias del terapeuta se

    construye la motivación necesaria para dar el primer paso: decidir entrar en terapia.

    El segundo signicado terapéutico de la au-toecacia es el de ser “clave para la adherencia”.Relacionado con el signicado anterior, mantenerse

    y nalizar un proceso terapéutico no resultan tareasfáciles; hacer cambios, asumir nuevas actitudes,cerrar ciclos, hacer cierres, aprender nuevas formasde sentir y actuar, constituyen retos complicados e

    implican costos económicos y psicosociales, lo quea su vez vuelve a poner en juego la capacidad delconsultante para continuar hasta el n dicho proce-so. Los participantes mencionaron las dicultadesque presentan algunos consultantes para poner en práctica las técnicas que se les enseñan o las tareasque se les solicita realizar. En otras palabras, laadherencia al proceso depende de la autoecaciaque se vaya construyendo poco a poco, tanto paratransformarse a sí mismo, como para resolver los problemas por los que se consulta. Este signicado

    es especialmente importante para el análisis de ladeserción de los pacientes; si no se logró fortale-cer o construir esa autoecacia para contar con laadherencia al tratamiento, se debe indagar si elloestá relacionado con las competencias del terapeuta,con su percepción de autoecacia, con la relaciónestablecida con el consultante o con otro tipo devariables.

    Un tercer signicado que se develó fue el dela “resignicación”. Los terapeutas llegaron alconsenso de que “cuando terminas un proceso yano eres el mismo que cuando lo iniciaste”, parareferirse a la transformación que tienen tanto elconsultante como el terapeuta después de terminarun caso. El consultante tiene una mirada de sus problemas, de las situaciones y de los otros, perofundamentalmente tiene una mirada distinta de símismo: su autoconcepto, autoimagen y autoesti-ma han cambiado, se siente más seguro, con máscontrol y capacidad de lidiar con la vida. En otras palabras, se siente con mayor autoecacia. La vida

    y los problemas adquieren otro signicado a partirde su propia transformación.

    Un cuarto signicado es el de “agente activo”. Si bien el terapeuta ha ayudado al consultante, lo quese pretende es que éste, durante el proceso, haya

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    SIGNIFICADO TERAPÉUTICO DE LA AUTOEFICACIA

    asumido un papel activo. De lo contrario, no seráél quien resolvió sus problemas, sino el terapeu-ta, y se creará una relación de dependencia pocosaludable, la cual puede llegar a ser iatrogénica.

    El ser un agente activo es esencial para hablar deautoecacia, pues es en las propias capacidades enlas que se tiene conanza, no en las del otro, así eseotro sea el terapeuta. Este aspecto resulta crucial yaque si la relación terapeuta-consultante se asumecomo una relación de “poder sobre”, en la que el primero asume un rol activo y el segundo un rol pasivo, se habrá fracasado en la construcción de laautoecacia. Entonces, no se podría decir que elconsultante alcanzó su meta de aprender a lidiarcon la vida y sus problemas.

    Un último signicado terapéutico que se logródevelar es el de la autoecacia como “elementocentral” de la terapia. Se halló que la autoecaciaconstituye un potencializador y articulador de otroselementos claves para el proceso terapéutico como:las emociones positivas, el optimismo, la autorre-gulación, la resiliencia, factores todos ellos claves para enfrentar saludablemente la vida.

    Los anteriores signicados cobran relevancia ala luz, no sólo de lo planteado por Bandura y Se-ligman en relación con el papel central que tiene laautoecacia en los procesos de ayuda, sino tambiénde lo planteado por Costa y López (2006) en cuantoa los principios a que pueden guiar el estilo de vidaTerapéutico. Todos estos principios comienzan conlas palabras “dar poder para vivir”, las cuales puedense objeto de debate dado que, como el concepto deempoderamiento, se puede objetar el hecho mismo deque alguien pueda darle poder a otro o empoderarlo,ya que la expresión es desempoderante en sí misma. No obstante, en lo que atañe a este estudio, dichos

     principios resaltan la importancia y protagonismo quetiene la autoecacia dentro de un proceso terapéuticoy; por ende, la relevancia que tiene reconocerlo parala práctica profesional de los terapeutas.

    La dinámica que se presentó en los grupos focalesfue bastante rica ya que los participantes, a través

    de los relatos y conversaciones, fueron develandolos signicados terapéuticos de la autoecacia; y enese proceso, resignicaron sus caminos cotidianosy descubrieron otros nuevos para asumir de una

    manera distinta su praxis profesional, una en laque la autoecacia tendrá un nuevo y refrescantesignicado.

    Conclusiones

    El ritmo de vida actual, el desarrollo de lassociedades y las dicultades generadas dentro delos núcleos familiares a raíz de estos cambios, hanincrementado las problemáticas de salud mental.Esto ha llevado a que las personas consulten con

    mayor frecuencia los servicios de psicología; a suvez, esta situación exige que los terapeutas esténcapacitados para poder abordar de manera efectivay eciente las demandas del medio. El presente es-tudio permite formular las siguientes conclusiones:

    En la actualidad, a la formación de los psicólogosclínicos se debe integrar el paradigma de la Psico-logía positiva, lo que implica una transformacióncurricular de los programas en sus fundamentosepistemológicos, conceptuales, teóricos, metodo-lógicos y técnicos.

    A pesar de que la Psicología clínica ha estado predominantemente enfocada a la patología y alas carencias, los terapeutas en su ejercicio clínicohan estado incorporando, en forma no deliberada yconsciente, el trabajo con las emociones positivasy las fortalezas; por lo menos, esto se devela en el presente estudio. No obstante, comprender y tomarconciencia de que lo hacen, así como dilucidarel signicado que ello tiene en la terapia, puede potenciar nuevas lecturas sobre sus consultantes,

    el proceso terapéutico y su rol como terapeuta. Loanterior podría incrementar su éxito terapéutico y; por ende, aumentar su Autoecacia.

    En un modelo terapéutico basado en la poten-ciación, la autoecacia no se puede abordar demanera aislada; parece ser un agente articulador y

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    activador de otras fortalezas y emociones positivascomo la fe, la esperanza, el optimismo, la sensaciónde control, entre otras, que constituyen elementosfundamentales para el tratamiento psicológico y el

    desempeño en particular.En cuanto al signicado terapéutico de laautoe-cacia, se concluye que es determinante para el cursode los procesos psicoterapéuticos y su efectividad.Este signicado inuye, según los participantes, enla búsqueda de ayuda; es decir, en cómo y por quése inicia el tratamiento. Además, dicha inuenciatambién se hace presente en los factores que pro-mueven la permanencia en el tratamiento, a pesar delas posibles dicultades que se presenten dentro delmismo; por último, cabe señalar que la autoecacia 

    facilita la consecución de los objetivos.Así mismo, el signicado terapéutico de la au-

    toecacia está permeado por las características y ladisposición, tanto del paciente como del terapeuta;la relación que entre ellos se crea puede ser determi-nante para dar continuidad o no a una intervención.El signicado terapéutico de laautoecacia, comoya se mencionó, se construye a partir de su rela-ción con otros elementos (optimismo, resiliencia,capacidad de ayuda, compromiso, motivación entreotros) que contribuyen a que tanto el paciente comoel terapeuta cambien, re-signiquen y mejoren lacompresión de las problemáticas o situacionesadversas. En este punto, se debe dar cuenta de laimportancia no sólo del signicado positivo de laautoecacia, sino de la forma en que la Psicología positiva aporta elementos claves para los profesio-nales de la salud mental.

    Se podría plantear que en la medida en que semejore la autoecacia profesional de los terapeutas,los procesos que estos realicen darán como resulta-

    do pacientes satisfechos, con nuevas perspectivasde vida. De hecho, será posible apreciar cambiosen la manera de afrontar las dicultades y en elreconocimiento de las fortalezas y virtudes, lo queva a redundar en una mejor calidad de vida y unmayor bienestar.

     

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