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El objetivo del presente artículo hace referencia a
los impactos que ha tenido la automatización en los
procesos de trabajo; específicamente, se aborda el
rol que han tenido en dicho proceso el Estado
mexicano, las empresas y los sindicatos. Lo
anterior se hace con el propósito de esclarecer
cómo el proceso de incorporación de las computa-
doras y el cambio tecnológico que supone éste, ha
planteado un paradigma productivo y de la mano
de obra derivadas del agotamiento del modo de
acumulación taylorista-fordista, que ha incidido en
materia de las relaciones laborales, y ha redefinido
las características del trabajo en el espacio de la
producción.
Palabras clave: cambio tecnológico, innovación
tecnológica, automatización.
The purpose of this article refers to the impacts
vested on labor process by automation, specifically
in the role played by the Mexican State, enterprises
and unions. The afore mentioned is done with the
purpose of clarifying how the incorporation process
of computers and the technology changes inherent
there of has set forth a work labor and productive
paradigm derived form the weakening of the
taylorist-fordist accumulation mode, which has
become present in the labor relations subject and
has redefined the characteristic of the labor in the
space of production.
Keywords: technology changes, technology innovation, automation.
RESUMEN ABSTRACT
Tunal S., Gerardo. Automatización de los Procesos de TrabajoActualidad Contable FACES Año 8 Nº 10, Enero-Junio 2005. Mérida. Venezuela. (95-104)
95
Automatizaciónde los Procesos de Trabajo
Tunal S., Gerardo
Gerardo Tunal Santiago
Licenciado y Maestro en
Sociología del Trabajo.
Catedrático de la Universidad
Autónoma Metropolitana (UAM)
y de la Universidad Autónoma
del Estado de México (UAEM)
Recibido: 10-08-04Revisado: 16-02-05Aceptado: 17-03-05
Tunal S., Gerardo. Automatización de los Procesos de TrabajoActualidad Contable FACES Año 8 Nº 10, Enero-Junio 2005. Mérida. Venezuela. (95-104)
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1. Introducción
Nace la informática a finales del siglo XIX,
cuando el hombre toma conciencia del problema
que se presenta sobre el manejo de la cantidad de
información y de la necesidad de efectuar opera-
ciones aritméticas con gran rapidez. La primera
solución a este problema correspondió a Herman
Hollerith, estadista de la oficina del censo de los
Estados Unidos, quien tuvo la idea de utilizar unos
trozos de cinta en los que se habían efectuado
unos agujeros en determinados lugares para
codificar datos poblacionales. Las primeras
computadoras que ideó Hollerith no eran capaces
de hacer más que pequeñas operaciones como
clasificar fichas perforadas, duplicarlas y compa-
rarlas, aunque para 1890 lo anterior representaba
un gran avance tecnológico. Máquinas de este tipo
funcionan todavía y se les conoce con el nombre
de preordenadores.
El siguiente paso hacia el tratamiento automá-
tico de la información se dio en 1944, cuando
Howard H. Aiken, de la Universidad de Harvard,
propuso al mayor fabricante de equipos de tarjeta
perforadora, la construcción de una máquina
calculadora totalmente automática y electrónica, la
Calculadora de Control de Secuencia Automática
(ASCC por sus siglas en inglés, Automatic
Sequence Controlled Calculator). Dicha máquina
fue la primera capaz de efectuar automáticamente
una sucesión de operaciones previamente progra-
madas, y funcionó hasta 1946.
Después de 1946, se puso en funcionamiento,
en la Escuela Moore de Ingeniería Electrónica de
Filadelfia, la Calculadora Electrónica Numérica e
Integral (ENIAC por sus siglas en inglés, Electronic
Numerical Integrator and Calculator), la cual fue el
primer calculador digital en el que, aparte de los
elementos de entrada y salida, no había ninguna
pieza móvil.
Durante las décadas de los años cincuentas y
sesentas del siglo pasado, el progreso no cesó y
se volvió cada vez más rápido. Las revoluciones
en la tecnología electrónica fueron rápidamente 1reflejadas por los ordenadores . Como se podrá
observar a lo largo del presente artículo, el cambio
tecnológico ha implicado un sinfín de modificacio-
nes en la estructura de los procesos de trabajo,
pero también cambios que tienen que ver con el
impacto de las innovaciones tecnológicas en los
actores sociales que constituyen los sistemas de
relaciones industriales (los trabajadores, las
empresas y los Estados).
2. Las Computadoras como Generadoras
de Cambio Tecnológico
Ya desde Babbage se hablaba de una fábrica
sin hombres, pero es hasta la última Revolución
Tecnológica cuando se da una intensa sofistica-
ción en la manera en que el hombre domina la
naturaleza. Esta sofisticación o falta de naturalidad
en los procesos de trabajo, se ha traducido en una
extremada perfección y complejidad que presen-
tan las sociedades contemporáneas para subordi-
nar al medio ambiente a sus necesidades, y esto, a
través de medios de producción o instrumentos
altamente tecnificados.
Babbage plantea que la llamada división del
trabajo contribuyó al cambio tecnológico, derivado
de la automatización en los procesos de trabajo,
debido a que, sin la división del trabajo, hubiera
sido necesario emplear individuos que tuvieran el
máximo grado de fuerza, cualificación, etcétera,
requerido en ciertas partes del trabajo, precisa-
mente en aquellas en las que calificaciones muy
inferiores pueden bastar, lo que incrementará los
tiempos y los costos laborales (Castillo, 1996: 15).
La automatización de los procesos de trabajo
puede ser el vivo ejemplo de los recientes cambios
1El tránsito y el circuito integrado pueden citarse entre los más significativos.
que experimentan las organizaciones de trabajo.
Evidentemente, nos encontramos ante un nuevo y
dominante paradigma de racionalización que sólo
puede ocurrir en el contexto de nuevos y estables
acuerdos sociales y económicos que manifiesten
una alta correspondencia entre las estructuras
macro y micro (Altmann, et al., 1992: 6). De ahí que
ahora se deba planear ¿cuáles deberían ser las
responsabilidades del gobierno, los gerentes y los
sindicatos de cada país ante el desafío que implica
la creciente e indetenible automatización de los
procesos de trabajo?
Castillo da una definición que nos pudiera
ayudar a entender mejor lo que se considera como
automatización de los procesos de trabajo. Tal vez
su definición sea muy operativa, pero de cualquier
manera nos ayuda a comprender los recientes
cambios que se están dando en los procesos de
trabajo. Este autor dice que se considera automati-
zada a toda empresa que utilice servicios informá-
ticos en ordenador propio, compartido o ajeno,
para la ejecución de una o más funciones (Castillo,
1998: 306).
La utilización prácticamente masiva de las
computadoras ha alterado sensiblemente la
calidad de las relaciones sociales, y ello es un
problema planteado perentoriamente a las autori-
dades gubernamentales, empresariales y sindica-
les. Son precisamente los sistemas de relaciones
industriales los que han olvidado la corresponden-
cia de la cual Altmann habla.
Por su parte, Nora y Minc (1992) afirman que
toda revolución tecnológica provoca una intensa
reorganización de la economía y la sociedad (p.
17), y ésta obviamente ocurre también en los
procesos de trabajo seleccionados en las organi-
zaciones productivas. Este cúmulo de transforma-
ciones ha desatado el manejo de los llamados
cerebros electrónicos, y, en algunos casos, muy
pocos por cierto, se ha intentado poner en marcha
proyectos de inteligencia artificial como caracterís-2tica de la ultima generación de los ordenadores .
El cambio actual en los procesos de trabajo ha
intentado plasmar la automatización en éstos, y,
en general, ha tratado de dotar a todas las activida-
des humano-productivas de los medios proporcio-
nados por la informática, es decir, racionalizar y
automatizar la información entre los individuos.
Este gran salto de las sociedades contemporá-
neas se refiere a la realización de los procesos
relativos al intelecto humano, mediante la utiliza-
ción de dispositivos electrónicos llamados compu-
tadoras, los cuales se encargan de almacenar y
proporcionar datos, realizar complejos análisis e
interpretaciones de los mismos, para producir
información que pueda ser utilizada por el ser
humano.
Sin duda alguna, la automatización de los
procesos de trabajo es uno de los antecedentes de
los llamados Sistemas de Información Gerencial
(MIS por sus siglas en inglés, Management
System Information), los cuales hoy en día son
determinantes para el desempeño de la función
administrativa, en tanto que éstos han resuelto una
gran parte de los problemas administrativos dentro
de las organizaciones productivas, aunque
también han generado otros nuevos (mayor
desempleo, descalificación de la mano obrera,
vacíos en la legislación laboral, nuevas enferme-
dades de trabajo, resistencias por parte de los
trabajadores, reburocratización de la estructuras
organizacionales, el crecimiento de la contratación
por tiempo determinado, una nueva división del
trabajo, etcétera).
El desarrollo tecnológico que ha implicado la
automatización de los procesos de trabajo quizá
ha tenido mayor incidencia en la Planeación de
Recursos Empresariales (ERP por sus siglas en
2Las computadoras se clasifican, por su tecnología, en generaciones y hasta ahora ha habido seis de ellas. Es importante mencionar
que no existe un consenso generalizado para determinar el inicio y el término de la quinta y la sexta generación.
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inglés, Enterprise Resource Planning), en la
medida en que se ha podido disminuir la morosi-
dad en la jornada de trabajo, dosificar y optimizar
los insumos, crear escenarios, controlar las
contingencias, etcétera. Un claro ejemplo de lo
mencionado anteriormente es la llamada Forma
IV, establecida por Coriat en la modalidad llamada
Administración de Recursos de Producción (MRP
por sus siglas en inglés, Material Requirement
Planning), la cual utiliza ampliamente las nuevas
tecnologías, la prevención de ventas, la adapta-
ción a las variaciones del mercado, el ajuste de las
instalaciones y fuerte automatización de las
comunicaciones (Coriat, 1992: 90-91).
El cambio tecnológico impulsado por las
computadoras ha colocado en una situación de
incertidumbre a algunas instancias de orden
institucional, como lo son el Estado, las empresas
y los sindicatos. Esto se ha debido a que dichas
instancias han estado presenciando una gran
diversidad de procesos de trabajo que obstaculi-
zan la puesta en marcha de políticas que puedan
neutralizar los efectos perversos de la automatiza-3
ción y que permitan maximizar los beneficios de
este cambio tecnológico. Es así como coexisten en
un mismo contexto los procesos de trabajo que
tienen que ver con un sistema de producción en
masa junto con producción ajustada, generando
un taylorismo informatizado, en el cual no es
suficiente la integración entre fabrica-
ción/circulación informáticamente administrada
por computadoras, sino un proceso de trabajo de
integración flexible que combine las ventajas de la
automatización de las fabricaciones, de la optimi-
zación de las circulaciones y de la flexibilidad de
los medios de trabajo (Coriat, 1992: 82).
La automatización de los procesos de trabajo
también ha generado una nueva división del
trabajo y una centralización del poder en quienes
manejan los grandes almacenes de datos automa-
tizados; por ejemplo, los nuevos monopolios
industriales. Si bien es cierto que el cambio tecno-
lógico puede generar mejoras en la cantidad y
calidad de lo producido, también es cierto que el
impacto tecnológico no es tan benévolo, es decir,
dicho cambio tecnológico aparece como una
situación que irrumpe en los sistemas de relacio-
nes industriales de manera muy significativa.
Estas tres instancias involucradas en la automati-
zación de los procesos de trabajo, han reacciona-
do de muy distintas maneras ante dicho impacto
tecnológico.
3. El Papel del Estado Mexicano
Al parecer, la automatización que se ha
generado en algunos procesos de trabajo ha
puesto a los Estados ante un dilema, en cuanto a
las políticas que éstos deben adoptar. Las políticas
que elija algún Estado podrían ayudar a que el
proceso de automatización se optimice a través de
la regulación estatal o podrían contribuir a situacio-
nes de crisis económico-políticas, como: i) la
centralización del poder, derivada de los monopo-
lios informáticos; ii) la desaparición de los espacios
de control empresarial; iii) la competencia exclu-
yente; iv) la subordinación de los países tardía-
mente informatizados frente a muy pocas empre-
sas multinacionales productoras de tecnología
informática, las cuales, según la Organización de
las Naciones Unidas, poseen la tercera parte de
los activos productivos mundiales (Castaingts,
2000: 39); v) la exacerbación del desempleo
originado por la nueva división del trabajo y la
descalificación tecnológica y su consecuente
asimetría salarial; vi) los nuevos movimientos
sociales que se enfrentan a un proceso de globali-
zación triádica, compuesta por Estados Unidos de
América, Japón y Alemania; y, vii) la impotencia de
3Un ejemplo de dichos efectos tiene que ver con que cada día se descubre algún nuevo punto débil en el tejido del software y de los
sistemas interconectados, que representan la espina dorsal del mercado electrónico internacional. (Cfr. McClure, S. et al., (2000), Hackers. Secretos y soluciones para la seguridad de redes, Madrid, Osborne McGraw-Hill).
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los gobiernos que se encuentran fuera de dicha
tríada excluyente para generar nuevas políticas
ante la inminente fusión empresarial y el nuevo
orden internacional derivado del desarrollo infor-
mático.
Nos encontramos en una especie de crisis de
civilización, en donde al Estado no le ha sido muy
fácil resolver el conflicto entre los valores y formas
de trabajo tradicionales heredados de sinergias
tayloristas-fordistas, y los posibles trastornos que
pudiera provocar la llamada era cibernética. El
Estado deberá crear políticas que puedan neutrali-
zar los posibles trastornos de la acelerada automa-
tización, tecnificación, sofisticación, automatiza-
ción, burocratización, telematización, teleinforma-
ción y robotización en los procesos de trabajo.
Es importante mencionar que las organizacio-
nes evolucionan de acuerdo a su bagaje institucio-
nal y que las instituciones despliegan una variedad
de formas que pueden complementarse o vincular-4
se entre sí a través de la automatización . Al
respecto, Nora y Minc (1992) dicen que el Estado
no puede limitarse a automatizar los servicios
públicos y hacer fácil el acceso a éstos, sino que
tiene que liberar a los usuarios del monopolio de
los constructores en la concepción de las grandes
arquitecturas, lo cual les permitiría agenciarse
materiales de los diversos orígenes (p. 145). Lo
anterior le asigna al Estado un papel central en la
regulación de la automatización de los procesos
de trabajo que tiene que ver con una gestión
informática que vele por los intereses no sólo de
las gerencias, sino también de los trabajadores.
La mayor eficiencia y productividad en las
empresas derivadas de la automatización de los
procesos de trabajo y su consecuente debilita-
miento de las fronteras geográficas en pro de la
reducción de tiempos y costos de producción,
hace que el Estado genere una gran cantidad de
recursos financieros dirigidos a dicha tarea que le
permita competir tecnológicamente con los países
altamente industrializados. Para el caso mexica-
no, la gestión estatal descrita líneas arriba toma
otro rumbo. Al darle prioridad financiera a la
automatización de los procesos de trabajo, el
Estado mexicano desequilibra no sólo su sistema
de relaciones industriales, sino, en general, su
estructura social (económica, política y cultural), al
olvidar que sus mercados de trabajo se constitu-
yen como un híbrido compuesto en su mayoría por
procesos de trabajo escasamente automatizados
y por muy pocos procesos y funciones altamente
tecnologizados.
Aunque en países como México esta situación
se hace evidente, no hay que olvidar que la fábrica
del mañana no es una fábrica sin hombres y que el
futuro, de ninguna manera es el de la automatiza-
ción integral de las tareas y funciones, debido a
que la automatización total es impracticable, por
razones tanto científicas y técnicas como financie-
ras, y eso vale para todo el horizonte del futuro
previsible de cualquier país (Coriat, 1992: 68).
De manera puntual, el Estado mexicano, al
optar por políticas orientadas a incrementar la
automatización de los procesos de trabajo en
detrimento de formas de organización del trabajo
no automatizadas, se enfrenta a las problemáticas
siguientes: i) un creciente atraso económico,
derivado de la carencia de jerarquización en los
grados de automatización de la sociedad, que se
expresa en una dependencia económica hacia las
grandes empresas extranjeras y los grupos
financieros internos; ii) un atraso tecnológico,
producto de la dependencia frente a los países
4Por ejemplo, actualmente la informática es un instrumento tecnológico que auxilia al derecho. Hace cuarenta años, a raíz de esta
insospechada unión, surgió el concepto de informática jurídica; desde entonces, la moderna ciencia de la informática presta sus servicios para que el derecho alcance sus fines en menor tiempo y con mayor calidad. Actualmente, la informática jurídica se maneja en dos grandes campos: la Informática Jurídica Documental e Informática Jurídica de Gestión. La primera consiste en crear archivos de todos aquellos procedimientos que son útiles al derecho, entre los cuales se encuentran la legislación, la jurisprudencia y la doctrina. La segunda trata lo referente a los asuntos jurídicos, como la averiguación previa y todas las etapas que lleva a una resolución judicial.
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altamente industrializados, los cuales integran con
mucho mayor rapidez y facilidad los cambios
tecnológicos; iii) al tener que exportar tecnología,
México se integra a un monopolio bancario que
impone tasas de interés muy elevadas, que
aprovechan el hecho de que las empresas mexica-
nas operan con una moneda débil y dominada, la
cual tendrá que pagar una prima de riesgo que se
incluye en las tasas de interés por venta de tecno-
logía (Castaingts, 2000: 48-49); y iv) los montos de
inversión tecnológica y la importación de arquitec-
turas industriales automatizadas implican una
fuerte dependencia política para México, frente a
los nuevos grandes monopolios internacionales,
debido a la injerencia de los gobiernos que dotan a
dicha nación de tecnología, los cuales subordinan
la estructura política mexicana -y de otras nacio-
nes- a un sistema político globalizado que tras-
ciende las estructuras estatales nacionales,
generando consecuencias dramáticas para el
Estado mexicano, al imposibilitarlo para cumplir
óptimamente con su función reguladora de las
inversiones de capital (Villoro, 1998: 44).
4. La Instancia Empresarial en México
El proceso de automatización de los procesos
de trabajo aparentemente ha generado más
beneficios que costos a las empresas: mayor
productividad en menor tiempo, con mayor calidad
y con menor costo. Esta innovación tecnológica ha
implicado nuevas formas de poder, tanto en lo
económico como en lo político; un poder que
también ha implicado nuevas formas de domina-
ción de los empresarios. Al respecto, De Bresson
(1987) dice que las relaciones en la producción
son de importancia crucial; de hecho, la industriali-
zación propia de las máquinas y materiales y la
determinación del salario están relacionadas con
la elección de las técnicas para informatizar los
procesos de trabajo (p. 30).
Grosso modo, la integración de todas las
máquinas en un proceso automático ha producido
una autorregulación de los procesos de trabajo, o
bien el uso de mecanismos capaces de gobernar-
se a sí mismos; pero algunas empresas no han
podido encontrar el punto homeostático que
supone la era cibernética, es decir, no han logrado
llegar al estado de equilibrio hacia el cual debieran
tender todos los sistemas.
Algunas empresas no han sabido capacitarse
para capacitar a sus máquinas, adaptando a éstas
a un ambiente en constante cambio. Este tipo de
empresas no ha podido caminar al parejo del
proceso de automatización, ya que éste cambia de
forma muy rápida, lo cual pudiera implicar, a su
vez, que las políticas de gestión tecnológica de los
empresarios sufra de los llamados efectos de
obsolescencia.
Ante la inevitable automatización de los
procesos de trabajo, las organizaciones y sus
gerentes tienen que tener la capacidad de reconfi-
gurar su gestión informática, haciendo énfasis en
la reconciliación de los patrones con las gerencias;
en tanto que la tecnología de cómputo en la 'era de
la información', específicamente en la supercarre-
tera de la información, las máquinas de realidad
virtual y el enlace electrónico generalizado entre
toda la gente en la comunidad, significa que pocas
personas 'irían a trabajar', e igualmente podrían
hacerlo desde su casa, lo cual trastocaría los
patrones tradicionales de los procesos de trabajo
utilizados en las empresas (Furnham, 2001: 705).
Se puede observar que el impacto del cambio
tecnológico en algunas organizaciones producti-
vas contemporáneas ha sido más nocivo que
benéfico para algunos grupos sociales, y esto
porque las computadoras, y con ello las redes de
informática, han permitido el desarrollo de nuevos
tipos de relaciones y capacidades, no siempre
aplicadas con responsabilidad. Ciertos sistemas
jurídicos han sido rebasados por conductas que no
estaban previstas y donde los ordenadores están
implicados.
En términos generales, las empresas mexica-
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nas, más que priorizar la fábrica sin hombres,
deberán optar por sacarle partido a las potenciali-
dades combinadas del robot, de la informática
administrativa y de los métodos de justo a tiempo
(Coriat, 1992: 68), en tanto que dichas empresas
se enfrentan con una gran variedad y diversidad de
formas productivas nuevas, para las cuales no hay
soluciones y caminos unívocos, ni rupturas con las
formas no automatizadas de producción.
5. La Intervención Sindical en México
Algunas instancias sindicales tampoco se han
visto bien paradas frente el ambiente de la automa-
tización de los procesos de trabajo. Los sindicatos
se han visto presionados por los empresarios en
cuanto a la solicitud de un pequeño grupo de
trabajadores altamente informatizados y un
conjunto más grande de trabajadores con escasa
calificación informática. Esta situación plantea no
sólo la cuestión del desempleo, sino una nueva red
de relaciones sociales entre los trabajadores
ocupados en la producción.
Los nuevos cambios en los procesos de
trabajo están provocando modificaciones en las
rutinas de trabajo, las cuales pudieran transformar
el ambiente social inmediato del trabajador. Se ha
modificado el tamaño y la composición de los
grupos de trabajo; el alcance, carácter y frecuencia
del trabajo con compañeros y superiores; la
situación del trabajo en las organizaciones, y la
existencia de la movilidad física de la cual dispo-
nen los trabajadores. Todos y cada uno de estos
elementos pudieran considerarse como efectos
colaterales del cambio tecnológico.
El proceso de automatización de los procesos
de trabajo, tal vez pueda relacionarse con la
existencia de una producción ajustada, ya que
este tipo de procesos de trabajo pone en marcha
un sistema para detectar defectos y en donde se
busca rápidamente la causa última de cualquier
problema; una vez descubierto todo esto, se logra
la puesta en marcha de dispositivos electrónicos,
los cuales transfieren el máximo número de tareas
a los trabajadores para que éstos realmente
añadan valores al producto en la cadena, aunque
para el trabajador esto signifique mayor trabajo e
inseguridad laboral, debido, entre otras cosas, a la
disminución de la importancia de la iniciativa
obrera en el desarrollo de la producción, en pro de
la retroalimentación informática de algunas
operaciones productivas.
Algunos sindicatos mexicanos no han estado
pendientes de las cuestiones vinculadas a dichos
efectos negativos que la automatización de los
procesos de trabajo presenta a sus trabajadores.
Una parte del grupo de sindicatos no ha sabido
gestionar su participación en los cambios tecnoló-
gicos que se están produciendo en algunas
empresas y que pueden afectar enormemente a
los trabajadores. Otro problema que plantea la
automatización de los procesos de trabajo, es una
posible dificultad en cuanto a la organización de
las bases sindicales.
La automatización en los procesos de trabajo
ha permitido en algunas empresas mexicanas la
implantación del llamado 'trabajo hecho en casa';
esta nueva modalidad de trabajar plantea a los
sindicatos nuevos retos que tienen que ver con las
nuevas formas en que los sindicatos deben
organizar a sus afiliados ante este cambio de los
procesos de trabajo.
La competencia internacional y la tecnología
avanzada de la información hacen que la rápida
transferencia de información alrededor del mundo
se haga tanto necesaria como posible. Esto
significa que las relaciones industriales y profesio-
nales deben incorporar la perspectiva global a sus
trabajos y volverse expertos en la adaptación de
ideas e innovaciones desarrolladas en otros
lugares, de manera que correspondan a sus
necesidades particulares (Kochan, 1995: 3).
Kochan plantea que estamos presenciando
nuevos estilos de organización de trabajo, en
donde se transforman considerablemente las
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relaciones laborales, las cuales ahora se miden
como una red en donde intervienen grupos e
individuos y en las que las prácticas de recursos
humanos son vistas como sistemas de actividades
interdependientes fuertemente vinculadas a la
producción y a las estrategias competitivas de la
empresa y su entorno.
Sin duda alguna, los cambios tecnológicos
instrumentados en el mundo moderno se enfren-
tan a presiones ambientales y a situaciones
nuevas como: i) el peligro de la extinción del
planeta Tierra, junto con el crecimiento demográfi-
co a niveles que pronto harán imposible la existen-
cia del hombre en éste; ii) la contaminación de la
biosfera; iii) la destrucción de la capa protectora de
ozono; iv) el efecto invernadero; v) el agotamiento
de los recursos naturales que en el futuro impedi-
rán el tránsito de muchos países a la era industrial;
vi) la explotación de los sistemas interplanetarios
como posible lugar de exilio para la humanidad; vii)
la proliferación incontrolada de armamentos
nucleares -el genocidio organizado; y, viii) el
agravamiento de la marginación de la mitad de los
habitantes del planeta Tierra -por mencionar los
más evidentes (Villoro, 1998: 44).
En términos generales, podemos decir que
pensar que todos los problemas derivados de la
automatización de los procesos de trabajo se
reducen a los cambios tecnológicos, es algo
exagerado y muy radical, debido a que se debe
reconocer que los actores sociales involucrados
en dicho proceso, pueden darle dirección al
mismo. Es por lo anterior que, además de tratar de
agendar los problemas mencionados, los sindica-
tos deberán resolver el problema de representa-
ción de las bases en la contratación colectiva, la
recuperación del control en los pisos de trabajo, la
relación con las gerencias, el rediseño de discur-
sos coherentes con las nuevas condiciones
económicas y tratar de buscar la articulación con la
avalancha inminente de la automatización en los
llamados procesos de trabajo (Tunal, 2002: 410-
411).
6. Conclusiones
Es importante reconocer que la forma en que el
Estado mexicano deberá enfrentar el actual
proceso de automatización de algunos procesos
de trabajo, tiene que traducirse en una administra-
ción de la función informática, la cual debe ser
entendida como la gestión y regularización pública
y privada de los conocimientos científicos y
automatizados, con la finalidad de que la informa-
ción sirva para: i) diseñar políticas económicas
acordes a la nueva realidad social; ii) elaborar,
analizar e interpretar información tecnológica,
aplicando conocimientos de teoría económica y
administrativa para evaluar la actual problemática
derivada de la automatización laboral; iii) proponer
estrategias de desarrollo y gestión tecnológica
para organizaciones productivas de los sectores
privado, social y público; iv) vincular el proceso de
cambio tecnológico con las características de la
organización industrial y las tendencias del comer-
cio internacional, así como analizar impactos
tecnológicos; v) organizar grupos de investigación
tecnológica en empresas, centros de investigación
y organismos gubernamentales capaces de
vincular disciplinas, teorías y métodos de análisis,
así como coordinar la participación de grupos
externos al grupo; vi) evaluar, gestionar y adminis-
trar los recursos económicos y humanos requeri-
dos para la realización de proyectos innovadores;
vii) dirigir el proceso de selección, negociación,
contratación y asimilación de tecnología, así como
detectar y promover oportunidades de innovación
tecnológica; y, viii) analizar y diseñar estructuras
organizacionales para la realización de investiga-
ciones tecnológicas.
Grosso modo, dicha administración de la
función informática debe plantear como principal
interrogante ¿cuáles son las responsabilidades
del Estado mexicano frente a la creciente automa-
tización de los procesos de trabajo? Y esto porque
la sofisticación de los procesos productivos puede
impactar fuertemente las redes sociales, aunque
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es importante mencionar que el grado de automati-
zación de los procesos de trabajo no sólo varía de
país, sino también de acuerdo al tipo de empresa.
De lo anterior se obvia que la responsabilidad del
Estado mexicano ante la automatización de los
procesos de trabajo varía de igual forma.
En los países altamente tecnologizados, el
Estado ha intentado gestionar y regular los meca-
nismos automáticos de comunicación y control de
las personas y de las máquinas, para que la
tecnificación y optimización de los procesos de
trabajo no altere negativamente los sistemas de
relaciones industriales. En países como México, el
avance de la informática ha sido incipiente y poco
generalizado, ya que no existe propiamente una
administración de la función informática, ni infraes-
tructura para creerla. Esto se pudiera deber a que
dicho país -al igual que muchos países emergen-
tes- aún no ha logrado solucionar algunos proble-
mas básicos (empleo, salud, educación, democra-
tización, etcétera) que le permita insertarse en el
capitalismo global.
Como ya anteriormente se observó, la genera-
lización de la informática surgió como una innova-
ción tecnológica que revolucionó los procesos de
trabajo en la década de los cincuentas del siglo XX
y permitió cierto desarrollo económico de algunos
países. El proceso de información de las organiza-
ciones no sólo modificó las formas de trabajar, sino
que alteró la calidad de las relaciones sociales y
planteó nuevos problemas sociales. En los países
como México, ya no sólo se tiene que enfrentar la
pobreza extrema, el desempleo, la deficiencia en
la educación y en los servicios médicos, la crisis
político-económica, y el peso de la deuda, sino que
además se tienen que afrontar nuevos problemas
producidos por la automatización de los procesos
de trabajo, así como la dosificación de los proce-
sos informativos.
Evidentemente, la información de los procesos
de trabajo en las empresas mexicanas tiene su
efecto más inmediato en la productividad. Ante
esto, es importante plantearse si la automatización
de los procesos de trabajo trae más riesgos para el
empleo que oportunidades para el comercio
exterior, o bien, si el crecimiento de las salidas
internas y externas que se deriva de una producti-
vidad acrecentada permite recuperar, o incluso
incrementar, el empleo, sacrificado en primera
instancia en áreas del crecimiento productivo.
La respuesta a estas preguntas no puede ser
hoy en día ni global ni coherente ni cifrada.
Algunos éxitos y el razonamiento nos llevan, sin
embargo, a la certeza de que la informatización de
los procesos de trabajo hace a la vez posible y
necesario un crecimiento de nuevo tipo, que
modifica, sin duda alguna, el volumen del empleo,
y potencialmente los apremios de la balanza
exterior. En función del uso que se haga de dicha
automatización, puede agravar o contribuir a
resolver los elementos estructurales de las crisis
derivadas del orden global. Agravar, si la automati-
zación de los procesos de trabajo deteriora el
empleo, sin ayudar al restablecimiento del equili-
brio exterior; resolver, si levantando la hipoteca del
desequilibrio comercial, devuelve a la política
económica mexicana un margen de libertad y le da
la posibilidad de favorecer un nuevo incremento,
capaz, en definitiva, de reconciliar los apremios
externos, el empleo y el consenso social.
Para el caso de México, podemos decir que
muchos de los modelos económicos han pecado
de insuficiencia. Ante esta carencia, la gestión,
tanto del Estado como la de otros actores sociales,
deberá estar orientada a: i) verificar, según los
instrumentos existentes y sin ilusión en cuanto a la
presión de los resultados, el orden de prioridad de
algunas situaciones; ii) definir un enfoque más
satisfactorio y perfilar el campo de estudios
indispensables para cuantificar los efectos de la
informatización de los procesos de trabajo a
mediano plazo -estos efectos son más sociopolíti-
cos que tecnológicos o econométricos-; y, iii)
averiguar, mediante encuestas monográficas, los
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efectos de la informatización de los procesos de
trabajo sobre la productividad y el empleo en los
sectores más significativos de la industria y los
servicios.
A modo de guisa, se puede decir que el cambio
tecnológico del cual se ha hablado, requiere de un
análisis del papel del Estado mexicano y de los
instrumentos jurídicos en el desarrollo tecnológico,
particularmente en lo que se refiere a la llamada
automatización de los procesos de trabajo. Estos
nuevos procesos de trabajo requieren nuevas
formas de intervención pública, basadas en la
puesta en marcha de programas y esfuerzos de
tipo cooperativo con la participación articulada, en
lo nacional y lo internacional, de distintas institucio-
nes y grupos de los sectores estatal, empresarial y
sindical.
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