218

Avatares (Poesía Interior I) - joluvero.files.wordpress.com · su vida el amor profano, el deseo carnal, el romanticismo. He creado una versión comentada, de la recopilación completa,

  • Upload
    others

  • View
    4

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Avatares

POESÍA INTERIOR I:

AVATARES

JOSÉ LUIS VELÁZQUEZ RODRÍGUEZ

©José Luis Velázquez Rodríguez, 1986-1996

Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos

en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright

ACLARACIÓN PRELIMINAR

Comienzo la serie de libros de poemas por Avatares, continuará con Despertares, Cantos de amor y desamor y por último Retazos. Cada uno de esos libros es una recopilación, casi temática, de un periodo adolescente, juvenil, que clasifiqué como Poesía Interior. Hay que tener en cuenta que en el momento que los escribí, en ese periodo, yo era muy religioso, no practicante de ir a misa y confesar; pero sí muy creyente, a mi modo, de creencias cristianas. También tenía ideas esotéricas, místicas, algunas al margen de las confesiones religiosas, otras no. Con la edad he ido matizando, desdiciéndome, ratificándome, rectificando, avergonzándome y enorgulleciéndome de ciertos poemas. Para ser honestos he decidido no amortiguar ningún poema, ni disfrazarlos de lo políticamente correcto, ni corregirlos para parecer y aparentar. Aquel fui yo, quedó mucho de él y ahora soy yo gracias a lo que fui y a lo que dejé de ser. Poéticamente hablando hay de todo, en este y en otros libros. Hay poemas buenos, malos, pésimos y maravillosos. Sí, hay de todo, pero sobre todo hay mensaje, hay pena, hay llanto, hay esperanza, hay fe, hay sueños… Os invito a leer con el corazón, a recitar con el alma, a mirar con inocencia y dulzura. Imaginaros a un niño buscando su camino en la vida, un niño que buscó el refugio dentro de sí al no hallarlo fuera, un viaje interior cargado de errores y aciertos, de soledad y de amargura, de éxtasis y revelaciones, de esperanza y fe. Imaginaros a ese niño creciendo, con la misma religiosidad, pero amaneciendo en su vida el amor profano, el deseo carnal, el romanticismo. He creado una versión comentada, de la recopilación completa, para mis hijos y para todos; donde explico lo que sentía, lo que quería decir y lo que he dejado de sentir y decir en la actualidad.

9

I. Heme aquí atestiguando tu grandeza y confesando mi mancha,…

10

11

MI CREDO INAMOVIBLE Creo en un solo Dios Celestial, Padre Omnipotente, Creador de Cielos y Tierra, de invisibles y lo patente, que por amor todo lo creó y en todo es Omnipresente. Creo que por amor se encarna, que siendo Cristo viviente nos salvó del pecado y en la cruz a toda gente. Creo que el tercer día resucitó, que se quedó en toda mente, que ascendiendo se fue y que vendrá de repente. Creo que Dios en la Eucaristía se hace por amor presente, y que esperando su Venida nos hagamos penitentes.

12

AMOR DEL ALMA Que bien sé adónde mi corazón corre. Palpita, se inquieta, late, cuando está cerca mi Amado; y mientras, mi pecho explota con pasión al contemplarlo. Que bien sé adónde mi amor fue y donde con el conato de mi pequeña libertad lo busqué hasta encontrarlo. Aliméntate corazón, no demores en gastos, que, ya ves, es el tesoro un corazón traspasado, de uno que tanto te quiso que tampoco pensó en gastos, cuando al querer conquistarte quiso ser crucificado. Que bien sé adónde mi corazón corre.

13

PENA DE PECADOR No me atrevo a mirarte por miedo a que me ciegues, no me atrevo a tocarte por miedo a que me quemes. Agacho mi rostro y mis ser por haber pecado contra Ti, y ahora se puede ver lo poco que quedó de mí. No fueron los fariseos los que te crucificaron, sino todos los hombres que, al igual que yo, pecaron. Derramo ahora lágrimas, y todo ello ¿por qué?, ¿por qué? Por haber sido un insensato. Y ahora lloro; perdóname.

14

CONFESIÓN Hoy he vuelto, Señor mío, a soñar caminos a tu vera y que en mi presencia estás, como si caminara contigo por las ciudades de Israel, y la señal que tú dejaras pisara yo de nuevo en ellas. Tú eres mi vida, ¡oh Jesucristo!, sin ti nada cuenta, sin ti, ¿qué importa nada?, sin ti es la nada. Tú eres mi vida, ¡oh mi vida!, ¿qué haría yo si soñara con otros horizontes que no fuera, vida mía, los de tus ojos color cielo? Porque, Padre mío, Hermano mío, Esposo y dulzura de mi corazón, porque si no fuera por ti, ¿qué sería de mí?, ¿qué sería de mí, Señor? Muérome en la pobreza de mi alma, y como banquero celestial me prestas grandes avales de tu corazón. Me duelo porque no sé amar, y como si siempre lo supiera he aprendido a amar queriendo poder amar.

15

No eres una sombra, Jesucristo, no eres historia, ni un monumento, no eres el olvido o la memoria, eres la vida mía, porque sin ti, ¿qué hubiera sido de mí?, ¿qué hubiera sido de mí? Hoy he vuelto con mi corazón a soñar sueños en que camino a tu vera, en que piso en tus huellas; pero me siento tan pobre, ¡tan pobre, Amado mío! Muero por morir para ti, muero por morir en ti, y que duro me se hace vivir para ti y en ti. Soy como la brizna del campo que un fresco arrastra, como cual arrastrara una balsa una terrible tormenta. En mi insignificancia sufro, porque soy tan poca cosa..., y en mi escasez creo que no te serviré de nada; pero en el secreto del silencio, en mi pobreza extrema, en las costuras de mi lepra, en el yugo de mis cadenas, en el suelo que resbala, tú, tú estás conmigo, Padre mío.

16

Vagaba mi corazón buscando grandezas, decíame engañándome a mí mismo, sabiendo lo falso de mi proceder, que grande era yo más que todos y que nadie era semejante a mí. Entre fantasmas caminaba, entre sueños de humo me empobrecía, y mientras todo esto ocurría, la duda, la locura y la hiel moraban. He visto mi alma como quien ve su cara en un espejo. ¡Pobre de mí!, ¡pobre de mí!, ¿quién socorrerá a un pobre desgraciado? Dime José Luis, dime a ti mismo, ¿por quién te tienes que siendo miseria te alzas semejante a un dios ridículo? Muérete José Luis, por ti y por mí, por los dos que somos uno, ¡muérete!; pero muere donde puedas resucitar con el Señor, donde sumergiéndote en el agua nazcas como Fénix del fuego. En el cuello de mi alma cadenas me aprietan como perro poseído; entiendo que no lo entiendo; tendido ando y enfermo sobre estiércol, sobre los vómitos del perro que soy, la suciedad me cubre los huesos y en mi carne la úlcera cruel.

17

¿Dé dónde le salió a mi alma tan descomunal horrenda hechura?, ¿de dónde es que me vino si no de la maldad que hay en mí?, ¿de dónde pudo venir tanta maldad si no es de mi propia ceguera, Dios mío? Saber, ¿qué sé yo, Dios? Yo no sé nada, y si antes creí saber en verdad estoy ciego de soberbia. La muerte, terrible chacal, gobierna mis entrañas, porque no puede salir vida de un ser tan despreciable como yo. He comprendido, Dios Misericordioso, Jesús. Ahora ayuda a este pobre necio, que si sabe algo sólo sabe que es un necio y que tú eres el Salvador. Maldad destila mi corazón, y heme aquí, Redentor mío, que me postro avergonzado a tus pies: ¡líbrame, te lo suplico!, ¡sálvame por tu amor!, ¡por tu nombre, Jesús, redímeme!, ¡límpiame y seré tuyo!, ¡lávame y quedaré más blanco que la cal!

18

RECONOCIMIENTO DE LOS PECADOS Misericordia, Dios mío, misericordia, ten piedad de mi alma, socórreme de tan profundo hoyo. ¿Por qué?, ¿por qué, Dios mío?, ¿por qué alcé mi amargura contra todo?, ¿por qué alcé mi mano contra quien amo?, ¿por qué estoy rebelde sin causa, grosero con los que me rodean, mal humorado contra mis hermanos, indolente ante los míos, agobiado por los días y dolido por mi propia carne? ¡Oh Dios de la bondad! No te pido explicaciones, ¿quién soy yo para pedir tal cosa?, mas pido tu perdón, tu intercesión, tu imposición en mi fatigado corazón. Sediento, como en el desierto, ando, languideciendo y gimiendo por tu agua cristalina. Mis gritos de rebeldía son coletazos, contra ti, Padre, sólo contra ti; y mi corazón se desgarra cruelmente dando voces para alcanzar tu paz, para no resistir a la fuerza de tu hálito, a la dulzura de tu perfume, a la maravilla de tu mansedumbre, al frescor de tu plácida brisa. Sí, desespero Padre mío, porque deseo entregarme a ti, pero algo en mi se resiste a ello; ¡qué contradicción tan grande!

19

Que duro se me hace dar coces sobre tan duro aguijón; duro se me hace y retuerzo mi tez, y gimo suplicante, como un desheredado, ante la dolencia de mi rebeldía. ¡Oh Dios, cuánto dese amainar y aplacar mi espíritu en ti! Ven Padre, ven a tu hijo, por tu amor, Padre, ven a mí, ven a socorrerme, ¡no ves que no puedo más, que no resisto vivir de esta manera, que por mis propias fuerzas no puedo! Señor, te ruego que me aniquiles, que mi mates mi hombre viejo; hazlo por el amor y la paciencia que me tienes, por las lágrimas de María, por caridad a los pecadores. Porque yo soy entre todos los hombres el más pecador de todos ellos; vergüenza soy y estiércol podrido. Y he aquí, para mi oprobio, para más sentirme pecador, para llorar puesto a tus pies, para pedirte con toda mi alma perdón, para pedirte tu auxilio, he aquí que confieso mis miserias: te confieso mi lujuria repugnante; mi soberbia contra todos; mi autodestrucción porque no amo la vida; mi enfermedad porque no sé amar, porque no sé dejarme querer,

20

porque soy como una tortuga que huye de ser amado y porque escondiéndose en el caparazón se niega a dar amor; me confieso culpable de tales delitos y de otros como estos, y de mis malos pensamientos, de mis maniobras malignas, de mi poca austeridad, de mi poca solidez en la oración, de haber defraudado a los que me necesitaban, de haber huido de los que me buscaban, de prejuzgar sin amor a muchos, de hablar necedades y mentiras, de tomar tu Nombre en vano, de envidia contra todos, porque todos son mejores que yo, de decir lo que no creía como verdad, de todo ello me confieso arrepentido. Y verdad es que todavía no he robado, pero más cierto es que nada he necesitado como para hurtar lo ajeno por necesidad. Y si no he adulterado es porque no tuve ocasión, no por continencia en mi quehacer. Y si no he matado es porque no he odiado tanto, todavía, como para asesinar a mi prójimo. ¿Dónde está mi mérito, ya que no soy adúltero ni ladrón ni asesino porque en el momento adecuado que pude serlo no se me presentaron ocasión de realizarlo? ¡Qué gran vergüenza y dolor pensar que mis pecados un día aparezcan

21

como letrero luminoso, en el negro cielo, diciendo lo malo que soy y los delitos que he hecho! Ya no me atreveré a mirarte a los ojos, ya no seré capaz de darte un abrazo; que si me aceptas como perrillo a tu vera, más que sobrado, no merezco tanto honor. Encorvado andaré los restos de mis días, como el que es canalla criminal, como el que en verdad lleva toda la vergüenza sobre sí, todos los delitos del mundo sobre sus espaldas. Mi buen Jesús, si pudieses estar a mi vera, si estuvieses acostado ante la mesa, cuan dolido lloraría a tus pies, cuántas lágrimas correrían por ellos, como otra Magdalena arrepentida con mi cabello secaría tus pies cansados, atravesados por los clavos de mis pecados. Mi buen Jesús, sé que eres bueno, mi Padre, que perdonas a tu hijo pródigo, a este que te habla, a este que no sé de dónde sacó arrojo para dirigirte la palabra. Arrepentido, avergonzado, desheredado, humillado y azotado estoy por mis pecados; perdóname por tu Nombre, por tu amor ten misericordia, Jesús mío, ¡oh Dios!, por tu santa Cruz, apiádate de mí.

22

CONTRADICCIÓN EN LA SUBIDA Vacío está mi ser y busco sediento el llenarlo, y suspirando voy por ti, por ti, Señor Jesús, Padre mío que estás en los Cielos, por ti suspirando noche y día, por encontrar la paz, por sosegar mi alma, por descansar, por descansar Dios mío. En mi ignorancia mil vueltas doy, con mi cabeza y mi caminar; no puedo sentarme tranquilo, esperando estoy siempre, ¿a qué?, seguro no lo sé, pero te busco desesperadamente. Contradicción es mi vida, no comprendo el mundo que habito, no entiendo nada de nada, locura, incoherencia, sinsabor, locura ante el misterio. Una guerra es mi vida, contra mí y contra no sé qué; porque lloro por alcanzar algo, algo que no sé, algo que quiero, algo que si lo sé no lo comprendo y si que si lo comprendo, oh contradicción, no lo quiero saber.

23

A veces me considero digno, a veces como un vil gusano me siento, sensación tras sensación, la luz que no sé busco, la luz y descansar, porque ando harto y débil, porque ya no puedo más, porque es mucha lucha, mucha. Y si vacío no estoy, dime Dios mío, ¿de qué estoy lleno? Y si eres tú el que me llena, ¿por qué me siento vacío?, ¿por qué tanta tribulación?, ¿por qué tantas dudas?, ¿por qué tanta contradicción?, ¿por qué tantos porqués? Ahora traigo tus palabras a mis versos o tus versos a mis palabras, y aunque sufro por dentro por fuera soy fuerte y sonrío, y tú me dices otra vez: "Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados". Y yo lloro mucho por dentro, y no me lamento, y el lenguaje no me sirve; sólo lloro por mí, por mi debilidad y mi impotencia, por mis hermanos, y por no sé qué más.

24

MIS DOLORES DE CABEZA Me duele ya la cabeza, los pensamientos no me dejan, la paradoja mora en mí, es un caos, un desorden, es un no sé qué que me va a destrozar por dentro, aunque ya lo ha hecho. Cada día pregunto el porqué de mi vida, de mi forma de ser, de mis problemas, de esos talentos, de lo que me pasa y de todo lo que no me pasa. Son tantas cosas en mi cabeza, tantos pensamientos y sentimientos, que..., que, bueno, ¿para qué seguir hablando? En todo ello a veces supongo las respuestas y a veces las creo como verdaderas; pero la duda persiste en mí, quizás junto a la contradicción de mi ser. ¿Qué puedo asegurar yo, yo que hasta dudo de si realmente soy yo el que escribe esto y de si lo escribo en estos momentos? Mentalidad la mía un tanto extraña que rozando la locura —estando ya dentro— vivo aún cuerdo, creo.

25

Cuanto me gustaría decir como aquel: "En verdad, en verdad os digo...", o como él mismo decía: "...Habéis oído, mas yo os digo..." Pero aquel era la encarnación de la Verdad, pero yo, ¿yo qué soy? Sospechas, sólo sospechas, y no sé si atenuantes o agravantes, bien circunstanciales todas, mas sólo tengo sospechas. Pero ésta, mi cola cabeza, o bien éste, mi loco corazón, intuye algo, unas palabras, una fe; y en esa intuición transgredo la duda, y sólo puedo decir, afirmar en un arrebato que no comprendo, sin saber bien el porqué, sin hallar respuesta a tal convicción: que Dios es amor y que creo en Jesús de Nazaret. Quizás algún día, en la luz, donde todo es iluminación, halle las respuestas a mis jaquecas; pero mientras, sólo esa fe intangible se hallará en mí, que lo demás sólo son dudas, titubeos de un demente cuerdo, contradicciones, paradojas, silencio... Dios mío, Padre que estás, heme aquí cabizbajo y humillado; pues yo, que me creía sabio, maestro de maestros, el gran iluminado, la biblioteca del Universo,

26

sólo soy un hombre con problemas, una pura contradicción, una necedad sin fin, un pobre chiflado. Sospechas, sólo, tengo sospechas, sólo eso me queda; y aparte de mi fe intuitiva sólo tengo dolores de cabeza, mareos, punzadas e interminables pensamientos.

27

LAS GUERRAS DE MI ALMA Trajina mi corazón en batallas románticas; trajina, trabaja, ¡vaya!, en guerras del alma. Energías, aspiraciones, sentimientos, pensamientos y acciones, cuadrante de mis visiones, esquema de mis delirios. Tira y afloja, acción y reacción, rigidez y flexibilidad, binomios positivo y negativo, rigen la compensación y la descompensación, de un corazón etéreo como el mío y denso en sus sentimientos. ¿Qué más etéreo?, ¿qué más denso?, ¿mi corazón o mis sentimientos? ¿Qué más iluso?, ¿qué más cuerdo?, ¿mis aspiraciones o mis pensamientos? Energías fluyen, confluyen y refluyen en una intensa vibración; movimientos de mi alma, latidos de mi corazón.

28

Delirios, luces, voces, realidades, confusión, claridad, vanidades, ¡oh!, ¿qué loca cordura me enaltece? ¡Oh!, el cuerdo delirio que me enrarece. Trajina mi búsqueda, mi esperanza, batalla tras batalla, ¡vaya!, en guerras de mi alma.

29

PALABRAS DE UN IGNORANTE Dios mío, Dios que desconozco, cosa oculta que ignoro, la máxima ignorancia está sobre mí, nada sé, nada supe, pero hoy me dirijo a ti con la esperanza de que te apiades de mí. Mi mirada hacia ti sube, pues, aunque no sé dónde estás intuyo dónde estás. Ruego que mires mi inocencia, porque estoy falto de conocimiento, lleno de la máxima ignorancia. Aquí dicen que dos más dos son cuatro y yo les digo que sí; pero yo no sé lo que me dicen. Ellos para entenderse se dicen que dos más dos son cuatro, y yo me extraño porque ni así se entienden, pero en lo que les sea ayuda (…). Pero, ¿qué son los dos?, pero, ¿qué son los más?, pero, ¿qué son los cuatro? Yo no sé nada, pero ellos se empeñan en que crea que dos más dos son cuatro. Bueno, dos más dos son cuatro, vale, ¿y de qué me sirve a mí tal cosa?

30

Bajé inocente y en lo bajo sabía de todo, maestro en todo; y subí desconociendo, maestro en nada, para quizás llegar un día pero que hoy, a la máxima ignorancia, a otra inocencia, a lo que en el fondo soy. ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¡Qué más da!, si lo escucho no me entero; y aunque un día lo creí saber todo hoy todo el saber lo pierdo. Hablo como el que sé, pues como soy ignorante por eso hablo. ¿Sabio yo? Sencilla y llanamente, ¿y yo qué sé quién demonios soy? Bueno... Un día más y un poemilla para ocupar sitio en el cajón de mi ignorancia.

31

PALABRAS DE UN AGOBIADO Cansado estoy de soñar, cansado estoy de gemir, cansado estoy de esperar, de esperar lo que no sé si va venir. Ya ando triste y decaído, ya ando sin ilusión cierta, ya ando como abstraído, sin ilusión que me convierta. Cansado vivo la monotonía, vivo como si un alma en pena, como si día a día aumentara mi rara condena. Dios mío, ya no puedo más aguantar, mira que me siento fatigado, mira que me cuesta ya caminar, y estoy solo, Dios, y agobiado. Y me sostiene vagamente la esperanza, la esperanza de que un día sea realidad los sueños que soñé, que me hicieron esperar, de esperar lo que no sé si veré, lo que no sé si va a llegar. ¿Cómo?, ¿cómo se puede vivir así, tan sin saber seguro nada, tan sin saber seguro algo, tan sin no saber que un día será recompensada mi batalla, pagada mi dura guerra, cierta mi alargada esperanza?

32

¿Cómo?, ¿cómo?, dime Dios mío, Dios mío, dime ¿cómo?, ¿cómo puede ser cierta mi esperanza? Cansado estoy de soñar, cansado estoy de gemir, mas, sólo pudo hacer eso, gemir despierto y dormido soñar; más sólo tengo un remedio: esperar, esperar, sólo esperar, a que un día venga mi muerte o a que un día sea verdad aquello que tanto sueño y que espero que se cumplirá. Dios mío, ya no puedo más aguantar, mira que me siento fatigado, mira que me cuesta ya caminar, y estoy solo, Dios, y agobiado.

33

RECONOCIMIENTO SINCERO Señor, hoy quiero dejarme de recuerdos, hoy quiero dejarme de poemas, hoy quiero reflexionar hondamente, hoy quiero considerar con provecho, con reconocimiento óptimo y sincero, todo aquello que me cuesta admitir. Mi camino de espinas es, ¿para qué engañarme vanamente? Yo lo sabía cuando lo tomé, antes de dar el primer paso. A veces hallo rosas blancas que me deleitan con su fragancia, pero con espinas todo, y el camino es árido, y la cruz es muy grande. Señor, hoy me alegro de encontrar esa rosa, pues he hallado un pequeño instante de la ansiada y esperada paz; y esa rosa se debe a que reconozco, hoy sinceramente, que el camino es tortuoso, pero el que también que tú estás conmigo. Tú eres el camino, tu vida es el camino, y tu vida fue sufrimiento; pues sufrías sin descanso, aunque fuera feliz de ello.

34

Gracias Dios mío por haberme dado una lección: que no soy autosuficiente y que tú estás en mi corazón. ¡Basta!, ¡para ya!, grito a mis vacilaciones. Hágase tu voluntad, Dios mío, pues de cierto reconozco que, pese a todo, siempre se hará conmigo.

35

RECONOCIMIENTO DE LA DIGNIDAD Señor, amigo mío Jesús, creo que se acerca la hora, que debo vencer esta prueba, saltar por fin el arroyo, enterrar definitivamente mi hombre viejo y mis dudas, llegar hasta el barranco saltando el dificultoso muro. Pienso en lo que he sido, en lo que soy y seré, en todo lo que he vivido, sentido, percibido y conocido. ¡Hay que ver!, en tan pocos años y ¡hasta donde he llegado!; mas es cierto —y no miento— que ya lo soy desde antaño y que hoy voy asimilando lo que ya tengo sabido. Dios, quiero decir, si puedo pedir, que me ayudes a proseguir; sé que es muy difícil, que este traje me viene grande, por ello te pido ayuda. Cuida de que no decaiga, aliénteme en lo más difícil, en mi último paso, en este, mírame y no apartes tus ojos de mí.

36

Dios, creo que lo que dices de mi es verdad, ahora puedes darme lo que quieras, aquello que debo recibir. Heme aquí, Señor y Dios mío, inclinado ante la inmensidad de aquellos para mi tus designios, reconociendo tu majestad, reconociendo mi indignidad; pues ¿quién soy yo para juzgarme?, mas, ¿quién soy yo para juzgarte? No, no seré yo quien dude de ti cuando dudo por mi indignidad. Indigno soy, pero tú me haces digno, y esta es mi gloria: en que te haces grande en mi pequeñez y digno en mi indignidad. Padre mío, al dudar de ti era de mi de quien dudaba y al dudar de mí, ¡oh Señor!, ¿no es verdad que lo hacía de ti? Mientras mi humildad decía no mi humildad decía sí; mientras mi soberbia decía sí mi soberbia decía no; ¡qué dilema más intrincado! Porque ¿cómo poder creerme aquello que me sobrepuja en dignidad y cómo poder dudar de Aquél que me sobrepasa en grandeza?

37

Hoy, por fin hoy, me inclino a tus pies, Dios mío, y reconozco con elogios tu sabiduría y me glorío de las maravillas que tú haces en mi pequeñez. Hoy, por fin hoy, he creído totalmente en mí: yo soy el que tú dices, ¡oh Señor mío y Dios mío!

38

39

II. …heme sollozante y dolorido, suplicándote que me escuches…

40

41

ANHELO DE MI ALMA Muero porque no muero ya que en verdad quiero morir, mientras hoy vivo sin vivir, porque tan alto espero que vivir más yo no quiero. ¿Qué es la miserable vida? Es vivir con la medida. Vida bienaventurada, por ti mi alma enajenada y mi vida detenida.

42

NOCHE OSCURA SOBRE EL ALMA Tan incierta es mi vida como difícil es mi sendero, porque ayer que vivir quería, hoy que quiero no lo puedo. Noche en tinieblas viene sobre el templo de mi cuerpo, porque noche en tinieblas siempre hubo y noche en tinieblas seguirá habiendo. Tan difícil veo mi camino, como metido en un agujero, porque ayer que luchar no quería, hoy que quiero no lo puedo. Respirar para mi es seguir luchando, pues hasta el aire que respiro ¡tanto me cuesta inspirarlo!, que es milagro que hoy vivo. Tan obstruido veo mi paso, como amargo mi veneno, porque ayer que andar quería, hoy que quiero no lo puedo. Ayer que tan grande me creía porque me hacia tan pequeño, hoy me creo un miserable que quiere estar muerto. Tan incierta es mi vida como difícil mi sendero, porque ayer que morir quería, hoy morir también lo quiero.

43

PLEGARIA DEL BUEN LADRÓN Acuérdate de mí, Señor, cuando vengas con tu Reino. Porque justa es mi sentencia pues pecado cometí, mas tú ¿qué hiciste que siendo inocente estás aquí? Acuérdate de mí, Señor, cuando vengas con tu Reino. Porque crucificado me hallo por culpa de mis delitos, mas tú ¿qué crimen cometiste que te prendieron convicto? Acuérdate de mí, Señor, cuando vengas con tu Reino. Tantas vueltas di, Jesús, que ahora aquí me encuentro: perdida por completo la esperanza y por completo mi aliento. Acuérdate de mí, Señor, cuando vengas con tu Reino. No quise robar ni engañar ni asesinar por alimento; porque fui desgraciado en vida: apártame del castigo venidero. Acuérdate de mí, Señor, cuando vengas con tu Reino.

44

Yo sé que tú eres el Cristo, el único que me puedes salvar; yo sé que tan grande es tu amor que en mi arrepentimiento me perdonarás. Acuérdate de mí, Señor, cuando vengas con tu Reino. Y a ti, hermano malhechor, yo a ti te digo: ¿Ni siquiera temes a Dios tú que estás en el mismo suplicio? Acuérdate de mí, Señor, cuando vengas con tu Reino. Lo nuestro es justo, recibimos lo merecido; pero éste no ha hecho nada malo y está como si malo hubiera sido. Acuérdate de mí, Señor, cuando vengas con tu Reino. ¡Oh Jesús, bondad infinita! ¡Oh ser de luz y de verdad! Te ruego por tu Pasión y por lo que por mí tuviste que pasar. Acuérdate de mí, Señor, cuando vengas con tu Reino. Justa es mi sentencia y que crucificado tenga que morir, mas te ruego Señor lo que ahora te voy a decir:

45

Acuérdate de mí, Señor, cuando vengas con tu Reino.

46

PETICIÓN DE AUXILIO Dios mío, date prisa en socorrerme, porque en la ciénaga del mundo yo hasta el cuello y los ojos me hundo, sin que la agonía de mi tez pueda verme. Y voy como un poseso vagabundo, que de noche anda y que de día duerme. Y en rápida caída no puedo detenerme, restándole a la tragedia un segundo. Por ello date prisa en socorrerme; porque ando ya más que moribundo y tan cerca estoy del otro mundo que solo tú podrías el retenerme.

47

REFLEXIÓN EN LA ESPERA Pasan los días, uno tras otro, y me doy cuenta, Señor, con el cúmulo de mi experiencia que nada ni nadie es absolutamente indispensable. Por más que quiera decir: "sin esto o sin aquello no puedo existir", sé de cierto que no es cierto, que sin nada de eso se puede vivir. Una cosa sólo busco: la felicidad; ¿y quién no la busca, verdad? ¡Ay Señor!, ¡cuánta ignorancia en mí y que necio he sido siempre! Cuando tengo sed busco agua y cuando la encuentro bebo; cuando tuve necesidad de nacer busqué una madre y nací; cuando quise ser comprendido busqué para ello un amigo; pero nadie es indispensable, porque yo soy, y conmigo Dios, un camino solo; lo demás sólo son apoyos donde recostarse. Ni madre ni padre ni hermanos, ni esposa ni amigos ni hijos, ni trabajo ni dinero ni fama, ni la comida ni la bebida ni el vestido, ni nada ni nadie son absolutamente indispensables.

48

Es bueno y necesario el amar y el tener donde apoyarse, mas reconozco y no ignoro que nadie es indispensable. Venga y bendita sea la familia, venga y benditos sean los padres, venga y bendita sea la esposa, venga y que lo sean los hijos, bendito y que venga el trabajo, que venga y bendito el sustento, que venga y bendito sea el amigo, que venga y bendito sea la buena fama, que vengan y benditos los hermanos, que venga y bendito sea lo que no es indispensable. Se vive para encontrar a Dios, para suspirar por él, para desear el descanso eterno, para encontrar el desapego en el corazón, para vivir y amar a los que nos rodean, para realizarnos como seres humanos y para pensar que, aunque todo nos sirve, sólo una cosa es necesaria: buscar a Dios; y una sola cosa es indispensable: amar al prójimo y a nosotros mismos. Mi amado Dios, por ti suspiro sin cesar, por ti me mantengo vivo, por ti intento amar y creo que, poco a poco, lo consigo. Tuve una novia, sus ojos eran como luceros en una noche de verano, su cabello era como un trigal

49

movido por el viento de la tarde, su boca era dulce como la miel y sus besos mi alegría, su cuerpo era envidia de la belleza, su corazón irradiaba ternura por doquier, su voz era como eco entre las montañas...; sin ella me parecía que no podría vivir, pero faltándome me di cuenta que aunque la quería a morir no me era absolutamente indispensable. Lloré, me desgarré y mucho sufrí. Pasaron los días, uno tras otro, y aunque medio muerto pude vivir. Tuve un amigo: era como un padre para mí, como un hermano mayor, como enviado por Dios, como una esponja para mis lágrimas, como una sonrisa en mitad de la tribulación, como un bastón donde apoyarse; era mi consuelo y mis pies, mis ojos y a propósito mi juez, era espejo donde mirarme, era un diario donde escribir...; faltándome un día me dije: "Sin él no podré vivir". Pasaron los días, uno tras otro. Lloré, me desgarré y sufrí; y angustiado, llorando y clamando al Cielo pude este poema componer y a la sazón decir: "Que nada ni nadie es absolutamente indispensable".

50

¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado? Ignoro tu santa y cierta voluntad, porque soy una mísera hierba seca que harta está ya de suspirar, que cansada está de gemir, que quiere dormir y despertar en tu regazo, dormir y despertar a tu lado, dormir y despertar en tus brazos. Me encuentro y me siento abandonado, gimo solo y solo estoy con mi pena, vivo como si estuviera en agonía, como si fuera a la tortura así me levanto cada mañana, vivo como por si error lo hiciera, como si por un falo estuviera aquí. Grito, Dios mío, ¡ay de mí! Cuando era un niño no era un niño porque tan despierto estaba que adulto era, y ahora que adulto soy es como si no lo fuera porque soy entre mayores un chiquillo. Me gusta pensar que todo es una prueba, que en realidad soy alguien, que he venido para algo, que no fueron en vano los sueños, ni en vano las visiones, ni que en vacío hayan caído ¡tantos sinsabores, tantos sufrimientos!, ¡tantos sacrificios, tanto silencio!, ¡tantas lágrimas, tantos ahogos! ¡Oh Dios!, vivo de las esperanzas porque espero siempre en ti.

51

Peor que Job he sido tratado y nunca maldije tu Nombre sino que lo alabé con mayor fervor. Aquellos que me aborrecieron los amé, aquellos que me insultaban los saludé; busqué como loco el amar al que me odiaba, busqué como perdido el agradarte. ¡Cuantas vigilias y ayunos, Dios mío! ¡Cuantas oraciones y cuanta penitencia! ¿Por qué, Dios mío, dime por favor, por qué no me defiendo ante los que me acusan o cuando contra mí hablan y murmuran, o cuando me ridiculizan ante los demás si siempre está mi defensa en la punta de mi lengua? Y no digo: "Dios lo ve y hará justicia", porque para tales pido misericordia. Y ahora, después de tanto amarte, dime: ¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado? Tú sabrás lo que haces conmigo, porque mi voluntad a muerto para que se haga la tuya en mí, por ello espero con fe grande, por ello soy como soy. Hasta hoy se han amontonado las desgracias y sobre mí he portado el dolor, he cargado con mi cruz y te he seguido, yendo el último, pero yendo. Agonizo Padre mío, y estoy maltrecho, dolorido, humillado y rebajado al polvo, y sólo deseo ser crucificado, ¡oh Dios, cuanto deseo ser crucificado!

52

Y en todo, a veces he reído, a veces he sonreído al destino; pero en el sentimiento sufro, porque he encontrado sufrimiento. ¡Cuantos se han reído de mí y detrás de mí me han menospreciado! He visto como decían a mis espaldas: "Pobre, está loco, es un chiflado..." Y después venían esos mismos a pedirme favores, y yo, a sabiendas de todo, correspondía afable; a sabiendas, sí, de que cuando volvieran a salir de nuevo dirían de mí: "Está como una cabra". No me quejo sino que lo sufro, y por sufrir lloro con versos; que de todo lo que he hecho sólo de lo malo me arrepiento. Sonrisa en la boca y tristeza en los ojos es ser amable con todos; sonrisa en los ojos y tristeza en la boca es ser con todos un hipócrita. ¡Qué más da!, ¿verdad? Pasan los días, uno tras otro, y mi esperanza se acrecienta. Estoy cansado, Señor, mi amigo, porque estoy al punto límite de mis fuerzas; estoy harapiento y descalzo, hambriento y sediento de Ti Ayúdame, te lo suplico, porque soy débil y tú lo sabes.

53

Padre mío, Padre mío, no sé si me has abandonado, pero te encomiendo, Padre mío, te encomiendo mi espíritu. Hágase siempre tu voluntad, y venga y bendito sea otro nuevo cáliz, el cáliz de Getsemaní, porque beberé lo que tú quieras que yo beba. Hoy, Señor, he ahogado un suspiro, una lágrima que empezaba a correr detuve, porque al mirarme al espejo vi tus ojos y me dije con una sonrisa amarga: "Jesús, mi amigo, tú eres mi verdadero amigo, el único absolutamente indispensable". Mañana volveré a despertar, y de nuevo me levantaré con la cruz a cuesta, con la mía y con la de otros, y volveré a darte gracias por todo, y a pedirte perdón por mis pecados y a rogarte por los que amo y a pedirte fuerzas para vivir y amar y sabiduría para saberlo hacer. Tómame Señor, hazme tuyo, mírame y no apartes de mí tu rostro, que yo sea las niñas de tus ojos, los ósculos de tu boca, que no viva yo sino para servirte, para servirte y amarte, para amarte y quererte. Heme aquí, amado mío, hágase en mí tu palabra, lo que de mí esperas, que se cumpla tu voluntad.

54

Yo soy tu esclavo, el más torpe, pero tuyo, sólo tuyo, mi Señor. Mi amado, mi amigo, tuyo soy y de ti vengo, y deseo con toda mi alma que llegue el día que vuelva de nuevo a ti. Mientras, dame fuerzas para saber esperarte en oración, en el silencio de mi pequeñez y en la mirada de la hierba seca. Bendito seas Padre mío, y que venga pronto tu Reino, tú, mi indispensable y necesario absoluto.

55

ORACIÓN EN LA ANGUSTIA EXTREMA Hoy me he dado cuenta lo poco que soy y represento, lo poco que valgo, lo poco que soy ante Dios y que soy ante los hombres. Y ya sabes, Señor, que no me lamento, sino que me reconozco tal como soy. Sin mí pasan las nubes como empujadas por el viento, ni yo las empujo, ni yo las sujeto. Sin mí revoletea la mariposa y aleteando como borracha vuela, ni yo dirijo su camino, ni yo soy su veleta. El viento amaina y se levanta, la noto en la loma de la piedra donde yo me siento..., ni mi alma duerme ni vela. Miro al cielo..., las piedras..., miro los montes..., las hierbas..., la brisa..., miro lo que me rodea y a los hombres que se desvelan. ¿Qué soy yo, Dios mío, y a quién le soy indispensable?

56

Gimo solo en mi tejado y a lo lejos un grupo de muchachos piedras me han tirado, y burlándose de mí me llaman loco y yo me lo estoy creyendo. No sé ya si me lamento, no sé ya nada de nada... A veces me gustaría vivir en la falacia, pero a lo mejor engañado vivo y lo que quiero es vivir ignorando. ¡Qué más da todo! ¡Si yo sólo quería vivir! ¡Si yo sólo quería amar! Hoy me doy cuenta —aunque no sé nada— y hoy me rindo, aunque no sé de qué. Si me amas, Señor, ven a mí, si en verdad eres misericordia, úsala en el que ahora la necesita, si en verdad soy tuyo, ¿dónde te has metido, Señor?, ¿dónde te has ocultado que no te encuentro? Hacia ti millones de veces he levantado mi ruego, a ti he llorado pidiendo paz, pidiéndote amor y vida; en ti he depositado mi esperanza y ¿dónde está mi esperanza?

57

Y si todo es una prueba, mira que no lo soporto, que no merezco tu apostolado, que soy débil y pequeño, que fuerzas no tengo ya, que estoy solo, por Dios, muy solo. Me desgarro cruelmente en mi corazón, ¿qué fue de mí, Señor?, ¿qué fue de mi vida?, ¿sembré fantasmas y coseché dolor?, ¿no me ves, Señor?, ¿dónde te ocultas a mí? Una vez más me secaré las lágrimas, una vez más pasará la tormenta, y esperaré a otra que viene peor; una vez más aguantaré el pulso en su sitio, no sea que al irse me muera...; porque no sé lo que me pasa. Si me amas, Señor, ¡audaz que sea tu socorro!, ¡ayuda a este pobre desgraciado! No, no sé si me lamento, sólo sé que tú eres mi salvación.

58

PETICIONES VEHEMENTES Perdóname Señor, perdóname por saber la verdad y no vivir conforme a ella. Perdóname por saber que sólo es el amor lo que realmente importa y por importarme otras cosas que no son realmente el amor. Perdóname porque soy egoísta. Perdóname por no saber amar a mi prójimo. Perdóname por no ser feliz. Perdóname por tener malos pensamientos. Perdóname por huir, como un Jonás, de lo que designas para mí. Perdóname por hablar lo que no debo y por callar cuando debía hablar. Perdóname por no tener iniciativa para hacer lo que está bien. Perdóname por esconder mi talento en vez de sacar frutos de él. Perdóname por la pereza que tengo. Perdóname por mi inconstancia. Perdóname por hacer lo que aborrezco y por no realizar el bien que deseo. Perdóname por mis muchos pecados. Padre, no es el perdón lo que quiero, quiero que me hagas mejor, quiero poder seguirte, quiero saber vivir y saber amar, quiero poder llegar hasta ti con la frente alta y darte un abrazo amistoso mirándote fijamente a los ojos.

59

Haz, Señor, que mi corazón haga lo que mi mente sabe que debe hacer; dame para ello valor, fuerzas, dame iniciativa, dame arranque. Haz, Señor, que esta sea la última vez que te pida lo que te estoy suplicando; no es sólo por mí, sino porque sé que muchos de mi dependen y no quiero defraudarlos por ser cobarde, por dejar que los dolores me entristezcan y por negarles luz de tu gozo. Haz, Señor, que yo haga lo que te gustaría que yo hiciese; haz, Señor, que dijera lo que te placería oírme decir; haz, Señor, que piense lo que te agrada y que seas tú mi pensamiento; haz, Señor, que sienta lo que tú sabes conveniente. Haz que me sienta pecador para tener sed de ti y para que cuando beba yo, yo sea ya tú. ¡Tú lo quieras Señor!, pues lo que es por mí: creo, mas aumenta mi fe. Soy un pobre gusanillo y pido tanto, mi Señor; dame pues, Padre mío, lo que tú quieras darme para ser alguien mejor.

60

Bendito seas y enaltecido siempre, ¡oh, alabado por los siglos!, y que yo viva contigo.

61

SOLO ME MUERO Solo me muero y conmigo mis secretos. Sufro noche y día, ni descanso ni duermo, temblores son mis carnes, estertores son mis miembros, como animal que le falta agua en un desierto, así, solo me muero y conmigo mis secretos. Dios mío, ¿dónde estás que te busco y no te encuentro? Mira Padre de las alturas que sostenerme ya no puedo. Quiero dormir, descansar, oh, morir ahora mismo quiero. Solo me muero y conmigo mis secretos. Hállome en estado crítico, ni puedo vivir ni me muero; pues yo, Padre mío, Padre mío, quiero morirme, lo siento. Nada sé. Estoy vacío. Dudo de todo. No me sostengo. Delirio en cada instante y locura en cada momento. Aguantar no puedo más, porque yo, Dios mío, muero; no sé qué decirte, palabras ya no tengo.

62

Solo me muero y conmigo mis secretos.

63

SÚPLICA DE UN VERDADERO ISRAELITA Señor, ¿por qué el mundo es así?, ¿por qué tan malas ideas?, ¿por qué tanto rencor? ¡Oh, señor!, años llevo ya y nada entiendo todavía; ¿por qué las cosas son como son?, ¿por qué todos desean cambiar y por qué nadie cambia? No entiendo, en verdad no entiendo; y por más que pretendo cambiar el mundo, no puedo, en verdad no puedo; quererlo sí lo quiero, pero ¿está en mí quizás el hacerlo? Ya ves, sólo quiero irme de aquí, que el que anduvo por la verdad esto le parece de risa, y con la risa de lágrimas, lágrimas de tremendo llanto. Sólo veo penas, sólo un vacio en la humanidad, sólo la falta de fe, la falta de esperanza, la oscuridad ceñida sobre faz en la Tierra, la enfermedad, la depresión triste y amarga, el egoísmo aferrado con el apego apegado. Señor, Dios mío, ciego anda el mundo, asco da y que da pena,

64

vergüenza del cosmos es, leproso anda y sin consuelo, oscuridad y agonía es, a destruirse encaminado va, pero no nos abandones, mándanos un nuevo Moisés, uno que nos saque de Egipto, que nos libre de Faraón, pues harto andamos de pisar lodo, de fabricar, con fatigas, ladrillos, para la construcción de sus alcázares, para el levantamiento de sus edificios. ¡Oh, señor!, ¡escúchanos!, ¡te lo suplicamos!, ¡haz algo Dios mío!, ¡no te quedes indolente! Señor, Dios mío, perdido anda el mundo, todo van empicados al horno, ciegos, todos caen en el hoyo, no hay ovejas de la derecha, todos, todos son cabritos. Tómame como holocausto, desgarra mi cuerpo con torturas, ¡crucifícame! pero haz algo, Dios mío, haz algo por el mundo.

65

Confiado a tu misericordia esta noche velando dormiré y durmiendo soñaré. Ojalá cuando despierte del sueño crea yo seguir soñando, ojalá así suceda mañana por la mañana, cuando un nuevo Sol me despierte y vea el mundo viviendo y, de una vez por todas, amando.

66

SÚPLICA DEL QUE FUE A TRABAJAR Padre mío, aquí estoy en mi pequeña habitación, en un austero mueble papeles reposando y mi pluma deslizando, escribiendo, a veces sin ton ni son, Padre mío, aquí estoy escribiendo este poema, queriéndote muchas cosas el decir: que estoy dolorido y con un sinvivir, y que estoy dudoso, pero sin dilema. Padre mío, te ruego por este afán mío de bondad, pues, tanto amor tiene mi deseo y el propósito de lo que dar quiero, que la desazón y el desasosiego con un sentimiento de impotencia están. Padre mío, ayúdame a ayudar a los demás, pues sin ti no tengo fuerzas, pues sin ti soy un instrumento vano, pues sin ti para nada valgo y nada a mi prójimo puedo dar. Padre mío, acongojado ando hoy, que aunque soy fuerte débil hoy estoy, abrazando como a la muerte.

67

Ayúdame Padre mío, porque sé que tú me amas, porque sé que te complazco, dando lo que en mí derramas: tu amor inacabado e inacabable.

68

PERDÓNAME, PADRE MÍO Perdóname, Padre mío, sólo eso te quiero pedir, porque he pecado contra ti, contra ti y contra el Cielo, contra el Cielo y contra mis hermanos, contra mis hermanos y contra mí, contra mí y contra ti. Perdóname, Padre mío, tú ya sabes que yo perdono a todo el que me ha debido, hasta ahora siempre lo he hecho; pero perdóname porque pequé. Padre mío, no busco justificación por mis actos, yo busco tu perdón, sólo eso te quiero pedir, sólo eso Padre mío, el que me perdones. Ya sé que tú eres mi Padre, por ello mismo duéleme mi acción; ya sé que eres bueno, el amor, por ello: gracias por tu perdón.

69

LA ESTRELLA FUGAZ Me llevé tanto tiempo persiguiendo siempre la misma estrella fugaz y siempre que pasaba sobre mí, cuando más cerca teníala de alcanzar, justo en ese mismo momento, remontaba la estrella a gran velocidad. Pasaban largos y estrellados años, y yo seguía buscando sin descansar, y mi alma se ha fatigado. Mientras tanto, mi cuerpo envejece y la estrella más veloz se me hace. ¡Oh tú, estrella a la que tanto canto!, ¡oh fugaz de las fugaces iluminarias!, ¿por qué no vienes a mi alma nómada y la haces por fin sedentaria? ¡Oh astro que circunvalas mi vida sin jamás llegar a tocarla!, ¿por qué no te quedas huésped para siempre en el seno de mi casa? Sí, me llevé tanto tiempo persiguiendo, y mi corazón está debilitado, y mi alma suspira a Dios dormir y descansar en sus brazos, y mi alma suplica a Dios el sosiego y la paz de su regazo, el sosiego y la paz de su regazo.

70

SUFRIMIENTO OCULTO Nadie, nadie, no hubo persona que lo supiera, jamás, jamás, lo que yo en mi corazón sufría, porque hasta yo ignoro, ¡oh alma mía!, lo que sufriendo conozco. A veces me otorgo una tregua y la tregua me otorga un llanto, y entre tregua y tregua, y entre llanto y llanto, ¡oh alma mía!, ¡cuánto yo he llorado! Nadie, nadie, no hubo ser humano conocedor, jamás, jamás lo hubo, de tan crueles arrebatos y que teniendo en el corazón un puñal sufría a todo rato, un sufrimiento penoso y cruel, sufrimiento y -ya ves- llanto. Dios mío, látigo y consuelo mío, en ti mi dicha se ha fundado, sabes que en mí la dicha se ha formado como el oro acrisolado, como el estiércol de la rosa y como tú has contemplado... ...Que todo eso lo quise y lo quiero, porque para madurar he nacido; y heme aquí en este desafío.

71

Padre, eso es lo que yo te ruego, que me ayudes en mi libre albedrío a ser libre de nuevo.

72

MI ORACIÓN, SEÑOR Señor, lanzo esta oración: que todos tengan esperanza, que todos vuelen, que todos sueñen, que todos nos amemos, que paren ya las guerras, que los corazones sean generosos, que la palabra sea sincera, que se entierren las rencillas, que hagamos un solo país: la Tierra, que hagamos una sola raza: el ser humano, que hagamos una sola religión: el amor, que hagamos una sola política: la compasión, que hagamos un solo idioma: el corazón, que hagamos hoy una sola guerra: contra la barbarie y la insensatez humana. Señor, lanzo esta oración: que todos sueñen un mundo mejor, que todos hagamos un mucho por ello para que el paraíso sea aquí. Señor, lanzo esta oración..., que me escuchen, Dios mío.

73

UN RUEGO A DIOS Mírame Dios mío, heme aquí rogándote, o mejor dicho, heme aquí tan sólo. Como una tormenta que se levanta y se vuelve a amainar, así se mueve mi corazón; la fuerza, el poder, la sabiduría, todo crece sin medida en mi interior; pero, pese a todo, a que me siento solo, no estoy rogando, heme aquí tan sólo. Se mecen los días con la vida, y el mundo con ella trajina, y yo sigo adquiriendo y dándome; no estoy rogándote, estoy aquí tan sólo para aprender y esperarte. Pero te echo de menos, es como si hoy algo me faltase; sí, todo lo tengo, simplemente lo tengo, sí, colmado de gracias estoy, pero me siento tan miserable, pero me siento tan pequeño. ¿Cómo se puede subir tan alto y sentirme a la vez tan bajo? Dios mío, yo te pregunto, ¿cómo?; pero no estoy aquí para preguntarte; mírame Dios mío, heme aquí tan sólo,

74

Como la gaviota que pasa por el puerto para perderse entre la bruma, así me siento yo en el mundo: seguro, firme, lleno de dudas. Mi mente sobrepasa toda noción, sobrepuja toda frontera posible, — fe e imaginación —, nada me resulta inaccesible; pero mis sentimientos están, tan atrás, tan atrás, o tan adelante, tan adelante; pero no estoy aquí para esto, sino para aprender y esperarte, aunque me siento solo heme aquí tan sólo. Paradoja y contradicción se me aparecen, en mis palabras y en mi caminar, entre mis sentimientos y mi mente; pero me siento firme y seguro, aunque no sé porqué. Mírame, Dios mío, heme aquí rogándote, ahora sí —ya ves—, el que yo sepa aprender y el que yo sepa esperarte. Como una novia plantada en el altar así me siento ahora mismo, como una novia que te espera: que te presiente, que te tiene, pero que se contradice, así me siento ahora mismo.

75

Dios mío, mírame, pero me he dado cuenta que nunca apartas de mí tu mirada, que habitas en mí, no ya sólo en mi esperanza, no ya en el amor que te di. Heme aquí hoy, diciendo tonterías; sólo heme aquí contigo, seguro de que te agradaría, supongo...

76

PETICIÓN NOCTURNA Señor, ¿qué pedirte esta noche? Creo en ti, te espero, reconozco tu amor, pero, ¿qué pedirte debo? Señor, que sigas igual, sólo eso te ruego. ¿Tenerte? ¿Cómo tener el amor? ¿Cómo tener la más pura bondad? ¿Cómo tener la infinita belleza? ¿Cómo tener al pastor que me busca mientras perdido entre lobos me hallo? Te amo, Dios mío, porque... No sé. Te amo. Esta noche sólo te pido una cosa: que sigas igual, así, buscándome, porque yo ya no me hallo y desde siempre estoy esperándote. Dime pastor, Señor, que pronto será el día de la reconciliación.

77

LA PROMESA PROMETIDA Torrentes de leche y miel manaban de la tierra prometida; torrentes de lágrimas y llantos manó por la promesa prometida. Espero en oración, aunque vacile con duros vaivenes; espero intensa y perfectamente, aunque mi prueba me pese. Creo, pero aumenta mi fe; creo, por eso espero; creo, por eso estoy aquí; creo, por eso soy así, por eso, Señor, te anhelo. Un día llegará el "día" y mi vida cobrará sentido; un día no dudaré de mí como dudo ahora mismo. Torrentes de leche y miel decían que manaba en Palestina; pero yo mano torrentes de llantos, mientras tanto no llegue el día en que mi vida adquiera sin recato la investidura prometida. Creo, por eso espero; creo, por eso me mantengo.

78

ME BALANCEO Se balancea mi cuerpo al son de mi decadencia, se agita mi alma sin cesar, muere de pena, muero de pena, muero... ¿Cómo acallar el estrépito de alas, la corriente del mar que me lleva? ¿Cómo acallar si no puedo las lágrimas de un corazón poeta? ¿Cómo acallar tantas cosas...? ¿Cómo gemir sin que se me vea los ojos morados de llorar, de esta alma mía que llora sin parar su agitar? ¿Cómo, Dios mío, desgarrarme del todo?, pues, ya no puedo más... No puedo más, no, ya no puedo más. Se balancean torpemente mis reflejos, como si adormilados fueran, como si la droga de la pena me cubriera hasta el último hueso, hasta el último músculo, hasta el último suspiro, hasta el último anhelo. Perdido ando por no sé dónde, perdido y no me encuentro, perdido y somnoliento, perdido y no sé dónde.

79

Muero de pena, lloro, ¡cuánto lloro! Ya no sé ni orar, ya no sé nada, sólo que necesito ayuda, sólo que necesito paz. Dios mío, ayúdame, socorre mi alma atrapada en este decadente cuerpo. Silencio, pasa un muerto; silencio, soy yo el que pasa; silencio, porque se muere mi alma.

80

TORMENTOS INCALCULABLES Soy un alma nómada, vago por la tierra mirando el cielo, deambulo como loco, no sé qué es lo que siento. Hoy me siento triste, desesperado, a pesar de no creer que ya fuera, pero es en mi alma tales sufrimientos, es el dolor más desesperado. Me siento como el atribulado bajo las llamas, en un fuego de un infierno terreno, que alza sus ojos y sus manos suplicantes, y que suplica socorro, un desgarrador grito de socorro. ¿Qué clase de mundo es este?, ¿por qué me trajiste, Dios, a este mundo?, ¿por qué vago sin rumbo?, ¿por qué falta tanto amor?, ¿por qué tanta tirantez entre todos?, ¿por qué tan poca comprensión y consuelo?, ¿por qué tantas lágrimas y llantos?, ¿por qué todo va a pique? Acabo de llorar desgarradamente por dentro y ahora suspiro como cuando niño, y me vienen muchos pensamientos, y me vienen muchos recuerdos, y quisiera descansar, ser un niño arropado por una madre, ser inocente y puro como antaño era; acabo de llorar y, Dios mío, ¿por qué no acabaste conmigo?

81

Me pregunto tantas cosas que...; y es que me siento débil, pequeño, aturdido, perdido, atolondrado, chiquito, ignorante, solo y triste que...; solamente puedo llorar y suspirar. Ojalá pudiera un día mi alma descansar y amainar por fin; ojalá hallase la paz en mi corazón, ojalá..., ojalá..., por fin llegue el día que espero desde siempre. Mañana será un nuevo día, pasado mañana otro también será, y así, día a día amontonándose, semanas, meses y años pasarán. Ya sólo me queda esperar la muerte aguantando este mundo de locos o esperar la muerte peleando idiotas y peleándome contra el sistema de locura; pero lo que jamás haré es: ser uno más de esos locos, de esos ciego y obstinados brutos del mundo, antes prefiero este tormento mío y mi veces multiplicado el mismo que volverme tan horrendo. Yo he volado como el pájaro y a la vista de pájaro he visto: horror, sólo horror, miserias, sólo miserias, la peste del odio en el mundo, a los hombres matarse, aniquilarse entre ellos, con toda clase de plagas, horrendo es, no quiero verlo, pero lo veo, es terrible,

82

odio, sólo odio, nada más que odio, por Dios, Dios mío, hazme cegar, corta mis alas, o mejor, dame la espada para segar el mal y quemarlo en las llamas... No, no quiero ser uno más; dame tormentos infinitos, te lo ruego, no me des normalidad.

83

UNA LAMENTACIÓN Dios mío, ¿cómo comenzar a hablarte? Siempre es lo mismo: nunca sé comenzar. No vengo hoy a pedirte, ni a darte gracias, ni a realizar un acto bendito, vengo hoy a lamentarme, a quejarme como un miserable, porque pienso que es eso lo que soy. La luz parece alejarse, pero sé que soy yo quien me alejo; la oscuridad parece acercarse, pero sé que soy yo quien me acerco. ¡Oh Señor mío y Dios mío!, desde lo profundo grito a ti; socorre a ´este que no es tu siervo, pero que le hubiera gustado serlo; socorre a éste que ofende a todos y que se arrepiente de hacerlo; socórreme, Dios mío, porque ya no puedo, ya no puedo seguir huyendo de ti. Yo no soy un santo, ni siquiera soy bueno, ni siquiera soy regular, soy verdaderamente desastroso. Mi alma está en pereza, es una apatía horrorosa, hasta me cuesta alzar los ojos, hasta me cuesta hablarte.

84

Dios, mírame, estoy rebajado al máximo por causa de mis pecados. Ten piedad de mí, no me abandones, te lo ruego, por tu inmensa gloria no me olvides, por tu inmenso amor perdóname y sácame de este profundo hoyo, de este catastrófico y negro pozo.

85

ORACIÓN AL SEÑOR Señor mío, Jesús, Maestro, mi corazón se alegra en ti, me regocijo en mi interior cuando te lanzo una oración y cuando medito en tu vida y cuando reflexiono tus palabras y cuando practico tus adagios. Es un mensaje de cariño para ti, aunque yo sea un pecador, aunque a veces dude de mí, aunque las lágrimas me corran, aunque la tristeza me golpee de tal forma que ni puedo hablar, de tal modo que me cuesta vivir. Te pido perdón, Dios mío... porque, aunque me pase lo que pase, mi corazón se vuelca contigo cuando te recuerdo, cuando te memoro y conmemoro, cuando miro hacia tus ojos. Me siento prisionero en este mundo, como aplastado por una terrible mole, como si desagradara en todos sitios; porque estoy perseguido por el mundo y se complacen en verme machacado. Pero, aunque hagan mella en mí, aunque parezca que estoy vencido me levanto fuerte y victorioso, porque golpean en vano contra mí, porque quieren destruir lo inmortal; me hacen sufrir, pero sobrevivo, me hacen dudar, pero aumenta mi fe,

86

me hacen mella, pero corto más. Todos confían en mi caída, pero yo les tenderé la mano en la suya, porque yo confío en ti, Señor, y quien confía en ti con fe es más probable ver caer al Sol antes que tu protegido lo haga. Te pido perdón por mi bajeza, pero te doy gracias por tu altura.

87

SÚPLICA VEHEMENTE Líbrame Dios mío de mi egoísmo, te lo ruego mi Dios, líbrame de mi pecado atroz, te lo ruego por tu inmensa ternura. Me aflijo, Señor, por la pesadez, porque pesan mis miserias y mis bajezas, porque no hago nada por moverme, porque creo estar cuando no estoy, porque creo ser cuando no soy, porque ya estoy harto de no ser yo y asqueado de vivir el "sistema"; asqueado vivo y triste por mi pereza; ¡ya no puedo seguir huyendo!, ¡atiende mi súplica, Dios mío!, ¡no abandones a la oveja perdida! ¿Qué clase de locura es la mía que atisbando el camino recto me afano por ir por el torcido?, ¿qué locura pues, la mía, que sabiendo lo que sí que sé actúo como si un ignorante fuera? Humildad no tengo, es cobardía, reflexión no tengo, sino auto lástima, santidad no tengo, es idiotez, ¿te tengo a Ti? — Pero yo me encuentro perdido. ¡Basta ya de mirarme al ombligo!, ya es hora, Señor, que madure.

88

Hágase tu voluntad, Señor mi Dios, Padre nuestro, mi Creador, ahora y eternamente, por tu gloria. Amén.

89

VEN SEÑOR JESÚS Señor, mi sumo bien, acueducto de agua salvadora, palabra hecho carne, sabiduría suprema y amor primero, belleza excelsa e inefable, tú que nos miras, yo te ruego a ti y a tu inconmensurable compasión: ten misericordia de nosotros, ayúdanos a superarnos, dadnos valor y ánimo, infúndenos la caridad, ilumina nuestro camino, revuélvete en tu sacrificio y ten autoridad para mostrarte, paras secar el pozo de las inequidades, de la desidia, de la ignorancia, del espejismo contemporáneo, no sujetes más tu decisión, que sea pronto tu resolución, que sea pronto tu vuelta, que tu faz amorosa destruya lo antiguo creando y crea lo nuevo en lo viejo; y yo digo, para que sea pronto, para que sea y se cumpla ya: ¡Ven Señor Jesús!

90

AMARGURA SIENTO Como un ave solitaria cruzando el azul cielo, como la marea de los mares en un trajinar de olas, como la puesta del Sol y el nacimiento del día, así, día tras día, en un dolido corazón mi alma sale sola y sueña... Sueña con el sosiego, en un final feliz, mi alma que está rota, muy rota, muy rota, de tanta compunción sufrir y de vivir enajenada en un mundo así... ¿Qué puedo poetizar ya si hasta el cielo de mi boca llegó la explosión de hiel, que rompiéndose mis entrañas hizo esparcir por mi mente, por mis emociones, mi corazón, por entero de mi cuerpo, por el completo de mi alma? Ya sólo me queda, Dios mío, gritar la ayuda de un redentor; porque si mi cielo es hiel, ¿cómo es mi infierno?, ¿cómo es mi infierno?

91

Ya sólo me queda esperar y ansiar mi día futuro, donde los pobres de espíritu, como soy yo, logren sanar sus heridas y cicatrizar su corazón. Por Dios Santo, mi Dios, no me tengas mucho tiempo aquí.

92

QUISIERA MORIR ¡Quisiera morir! ¡Juro que quisiera morir! Porque sé lo que me encontraré, porque he oído la música celeste, porque es inefable lo que vi, porque ya estuve allí, yo quisiera morir, pasar ese paso decisivo para encontrar la vida. Amo la vida, nadie más que yo la ama, por eso deseo morir, que Dios me arranque el alma de este peso atroz y lo llame a su lado. ¡Quisiera morir! ¡Juro que quisiera morir! ¡Por Dios que no miento ni me engaño al quererlo! Mas, que no se haga mi voluntad, sino lo que Dios desea de mí, aunque beba el amargo cáliz de saber lo verdadero y maravilloso y de vivir en lo falso y doloroso. Quisiera morir, a Dios le pido ese lapsus; pero antes, que se cumpla lo que él quiera.

93

TODOS CULPABLES Dinos, Cristo, ¿qué vamos a hacer? Dínoslo ya, no tardes, contesta, lo que creemos en ti no sabemos qué hacer. Perdido andamos y cayendo en los surcos del mundo, ya no atendemos, el Evangelio lo tiramos, no somos ya cristianos, somos una mierda, unos usurpadores, nos burlamos de tus palabras, nos reímos de tu sacrificio, sin vergüenza ninguna, ni ningún pudor, jugamos con lo bueno y lo malo. Dinos, Cristo, ¿qué vamos a hacer? La esperanza murió. ¿Dónde están los cristianos?, ¿dónde tus discípulos?, ¿dónde?, ¿dónde?, ¿dónde? Han desaparecido, han muerto, los hemos enterrado; ¿dónde está nuestra salvación?, ¿dónde, Cristo? Ya no somos nada, estamos perdidos, y yo aún más, porque yo soy consciente

94

de todo lo que está pasando y sigo parado e impotente, parado e inconsciente porque quiero, parado e inconsciente, y su cómplice soy por callar y por no hablar.

95

SÚPLICA VERAZ Dios mío, mi posible consuelo, quizá lo único que me queda de pureza en mí, te suplico que me oigas, que atiendas mis ruegos, que no apartes tu mirada ni tu oído de mí. No me dejes, mi Jesús, tú no me dejes, porque me hallo vacío sin esperanza ni consuelo, abandonado a mis miserias, dejado a mi desnudez, atribulado con mis bajezas. Dios mío, Jesús al que recuerdo, no me abandones, no me hagas seguir bebiendo de este cruento cáliz, porque soy débil, porque me afano —inútilmente— en superarme y porque jamás lo consigo. Dios, Jesús... ¡mírame, mírame!, no me dejes solo, no tengas en cuenta lo que soy sino lo que quisiera ser. Ten piedad de mí, Jesús hijo de David.

96

SUSPENDIDO Dios mío, jamás creí sentirme como ahora me siento, jamás supuse tener tales sentimientos, tales. ¿Cómo ahogar mi grito si mis ojos ya gritan? Gritos silenciosos en medio de la oscuridad, entre mis pupilas, en mi corazón; sonoras o calladas, ¿qué más da? ¿Qué es lo que siento que ni sé describir? Es como sentirme eterno y a la vez suspendido en un segundo, de un hilo. Dios mío, Dios mío, ¿qué emana de mi interior?, ¿qué arrebata mi alma?, ¿qué es lo que siento?, ¿qué es lo que siento?, ¿qué? Muero por morir, muero por vivir, y ni vivo ni muero; estoy suspendido de un segundo, en medio de la eternidad, en un sentimiento.

97

Dios mío, Dios mío, ¿por qué estoy triste y alegre?, ¿por qué me gusta y lo reprocho?, ¿por qué me pasa esto?, ¡Dios mío!, ¿por qué?, ¿por qué?, ¿por qué?

98

ANSIAS DE LIBERTAD Dame la libertad, oh rejas que me aprisionáis; no escatiméis recursos, dadme lo que es mío, lo que no se me puede negar, ¿negaréis tal evidencia? Como poseso en proceso de exhortación, de exorcismo, me hallo ante la trágica vida: encarcelado, dolido, medio muerto, medio vivo, en duermevela, como dormido, pero nutrido del aire mágico que alimenta el alma y me tiene partido. Oh Dios Santo, ya estoy más muerto que vivo, más entero ya no puedo, más partido aún... ¡imposible!

99

ORACIÓN SUPLICANTE Señor Jesús, tú que diste vista a los ciegos ¡ábreme los ojos!, tú que limpiaste a los leprosos ¡limpia mi apariencia!, tú que convertiste a los publicanos ¡convierte mi corazón!, tú que resucitaste al tercer día ¡levántame hoy! Por tu nombre, por tu Padre, por tu misión y tu mensaje, por lo que más quiera: socórreme en tan tremendo trance y alivia mis penas, calma mis aflicciones y dame tus fuerzas. Por tu nombre, por tu padre, por tu misión y tu mensaje, por lo que más quiera: ayúdame, te lo suplico, y que mis sufrimientos mueran. Señor Jesús, tú que diste libertad a los presos ¡libérame de las cadenas!

100

101

III. …He ahí que no sólo me oyes sino que también nos comunicamos…

102

103

LA OMNIPRESENCIA DIVINA ¿Me escuchas? Mira los rayos del Sol que iluminando te llegan. ¿Me ves? Acaricia la estrella fugaz y los carbones que ciegan. ¿Me tocas? Imagina el mar plácido y las naves que navegan. ¿Me imaginas? Oye a los niños correr y que cantando juegan. ¿Me escuchaste? ¿No me escuchas? ¿No me puedes ver? ¿No me tocas? ¿No imaginas mi ser? Entonces, so tonto, ¿a qué esperas? Oye a los niños correr y que cantando juegan; mira los rayos de Sol que iluminando te llegan; acaricia la estrella fugaz y los carbones que ciegan; imagina el mar plácido y las naves que navegan.

104

¿Qué escuchaste? ¿Qué pudiste ver? ¿Qué llegaste a tocar? ¿Qué imaginaste de mi ser? ¿Acaso no soy yo el que dejó oír y soy lo que oíste? ¿Acaso no soy yo el que permitió ver y soy lo que viste? ¿Acaso no soy yo el que te hizo tocar y soy lo que tocaste? ¿Acaso no soy yo el que te hizo imaginar y soy lo que imaginaste? ¿Acaso no soy yo el que de todo es Creador y el que de todo es Padre?

105

ENTREGA TOTAL ¡Oh Dios mío! ¡Oh Padre de la Creación! ¡Oh Hijo de mi Madre! ¡Oh Señor de mi ser! Te amo y te venero y por entero te pertenezco. Todo en mí en te ama, nada en mí te odia. ¡Oh Dios! Eres lágrimas de mi llanto, llaga de mi dolor, sangre de mis venas, latido de mi corazón. Eres esperanza de mi espera, amor de mi devoción, calor de mi tacto, batería de mi función. Amarte hasta la muerte, amarte quiero yo, amarte después de esta, amarte siempre yo. Mi llanto es mi alegría, mi dolor mi devoción, mi canto Tú y María, mi canto el amor.

106

EL DOLOR DE SABER ¡Ah Dios mío! Suspiro con alevosía y con premeditación, para ver lo que mi corazón escribe en tan alta inspiración. Sólo tú, Señor, conoces los secretos de mi interior, lo que aún ignorando conozco para mi dolor. No quiero saber, Dios mío, pero no paro de buscar, y cada día que pasa sé más y más, siempre más. No quiero conocer cosas, ni que lo recóndito pueda ver, yo sólo quiero jugar y como un niño ser. Pero, por más que huyo, de mi destino no escapo, y sin querer saber sabiendo estoy a todo rato. Navego con mi entendimiento por los mares del infinito y de allá, donde nadie conoce, yo he conocido.

107

Nado cual pez volador por las aguas del abismo; conozco como un libro abierto de los hombres el destino; las leyes del cosmos entiendo y de ellos escribo; por ello, por más que sé, yo quiero ser un niño. Quiero reír y jugar y pasear por los prados, quiero abrazarme al Padre y llamar a todos: hermanos. Quiero no saber más que lo que para reír necesito, y no pensar más que lo que en el corazón siento; mas pensando en esto me encuentro de nuevo sabiendo. ¡Ah Dios mío! Suspiro con alevosía y con premeditación, para ver lo que mi corazón escribe en tan alta inspiración: que saber no quiero, y que queriendo no saber me encuentro del todo sabiendo en la sencillez del ser.

108

PERPLEJO DEL SABER Si haz de juzgarme, Dios, por la cantidad de lo que debiera saber, grande será mi condena, que yo, mi Maestro, nada sé. ¿Qué conozco? Nada en comparación, y lo poco que sé lo dudo. Dios mío, ayuda mi ignorancia, ¿no ves que nada sé? Tanto pretendí saber, que sabiendo supe que nada sé. Te amo Jesús, te amo y ya lo ves, no sé porqué. Y creo en tantas cosas, y aunque ayer tenía explicación hoy sólo tengo la fe. ¿Con quién me puedo comparar? Soy como el viejo sentado en la piedra, apoyando su mano en su cara y su codo en la rodilla, que está cansado y meditando, que está lleno de sabiduría, pero que nada puede comprender porque está completamente perplejo de lo que ve. ¿Qué sé? Nada, Dios mío. Existo, pienso, vivo... ¡oh Dios, que grande pensamiento!, pues me desborda el pensamiento de ver que respiro.

109

Si estoy vivo es para vivir y si vivo es para amar, para saber amar y saber vivir. "¡Basta!" un día gritó el viejo y en el grito comprendí: que lo verdaderamente importante es el existir.

110

EL GRAN DESCONOCIDO No quiero ser el gigante que derriba la puerta, sino el pequeño ratón que por la rendija se cuela. No quiero ser el santo que por las nubes vuela, sino el gran desconocido que en su interior a Dios lleva. No quiero predicar ni hacer milagros, ni que el demonio me tema, yo sólo quiero amar y ser amado, no dolores ni que se duelan. Quiero vivir, contagiar alegría y con paz quitar las penas, sentir con el que siente y que el que sufra me tenga a su vera, no quiero más que ser hermano y vivir una vida fraterna.

111

EL LUGAR DE LA VERDAD ¿Dónde está la verdad, en qué lugar se encuentra? No sé si está lejos, no sé si está cerca. Lo cierto es que busco, pero no lo encuentro. No sé si está fuera, no sé si está dentro. Cansado de buscarla me he refugiado en Jesús, pero para mi asombro me llenó de gran luz. "Yo soy el camino, José Luis, yo soy la verdad y la vida, yo soy la resurrección: todo está en mi doctrina". Resulta que buscaba de un lado para otro, y la verdad está en Dios, en su mensaje y en su rostro.

112

LA GRAN ESPERANZA Las grandes esperanzas que yo tengo: la mujer de mis sueños, ganar la sencillez de los niños, cumplir a lo que vengo. Mas sólo tengo una gran esperanza y un solo camino que me llena de máxima confianza: Jesús como destino.

113

LA TRIBULACIÓN COTIDIANA Señor, se me acabaron los argumentos, las oraciones que lanzarte; ya no sé cómo rogar, ni como el poder suplicarte. Ayúdame... Esto es la desesperación. ¿Por qué las gentes se tratan así, haciendo acopio de burlas? Tanto me he apartado del mundo que estoy solo sin amigos, sin que nadie me comprenda; este mundo es demasiado cruel para que yo siga respirando. Nadie me comprende, Dios mío; no comprenden que un hombre como yo, sin problemas aparentes quiera, a voces gritando, la muerte. Pero ellos no saben lo que yo sé: soy un despierto y un impotente, por estar despierto y nada poder hacer. Cuando me resbalo lo más mínimo me tengo por el más miserable de todos; cuando resbalan los demás les tengo gran compasión y ternura. Nadie se fía de nadie, nadie es sincero con nadie; el que parece bueno es malo y el que parece malo es una víctima.

114

¿Dónde está el principio y el final de lo bueno y de lo malo? ¿Por qué hay tantos jueces? Dios mío ¡qué difícil es ser despierto! Mejor, ¡qué difícil es ser un despierto y seguir viviendo en mal sueño! Porque yo los veo a todos desde arriba, mientras mi cuerpo está abajo y me machacan sin cesar, y no me defiendo con argumentos teniéndolos muy de sobras; pero, ¿para qué defender lo indefendible? ¿Qué les digo?, ¿qué yo hablo contigo? Me tomarían por un loco. ¿Qué yo sé la verdad? Me tomarían por un engreído. ¿Qué no sé nada y no soy nadie? Me tomarían por un falso humilde. ¿Qué hago?, ¿me callo?, me tomarían como ahora me toman. Y tú sabes, Señor, que yo me preocupo nada ni de sus flechas ni de sus argumentos, que yo me preocupo al preguntarte ¿y si fuese yo lo que ellos dicen de mí? ¡Oh! si yo fuera a todos gritando, y metiese ruido, como de muchas latas, diciendo: "Yo soy esto" o "yo soy aquello", de pronto me adorarían como a un dios.

115

Si voy dicen que soy un avaricioso, si quedo dicen que soy un perezoso, si me comporto sabiamente dicen de mí que soy un despreocupado o dicen que soy cruel o dicen que soy un hipócrita; y si por malas resbalo me señalan, todos a una, reo, cuando sólo resbalo contra mí. Tribulaciones por todos lados sin haberme aún manifestado. Tú me conoces, Dios mío, y mi esperanza está puesta en ti, y cada día te pido perdón por mis miserias, y cada día te amo más. No sé... Obra en mí, Señor, pues sé que grande será tu obra, ya que en mí estás obrando maravillas, pues todas tus obras lo son.

116

EL SEÑOR ME ESCUCHA El Señor me escucha, presta oído a mis súplicas, me atiende cuando se lo pido, lo que pienso conoce, lo que hago lo ve, nada se le oculta de mí. El Señor me escucha, presta oído a mis súplicas, al pronto de lanzar la oración su paz entra en mí y su presencia se hace sombra y percibo el frescor de su sonrisa; me ama, me conforta, apacienta enormemente mi corazón, lo que le pido me da, me enseña a tener fe, a vivir con el Evangelio; me corrige porque me ama, por ello me deja caer, pero no me abandona, es mi Padre, vela por mí sin cesar. ¡Oh Señor!, aunque me abatan los días, y la soledad me aqueje, y la amargura me cubra los huesos, que nunca yo te tiente, que nunca dude de tu paternalismo, ni de que eres Amor, ni de que eres Jesús de Nazaret.

117

¡Oh Señor!, contigo nada temo, tú me proteges y me cuidas, porque sé que has puesto en mí, oh mi amado, tu complacencia; pero soy hombre en el mundo, por ello tengo tribulaciones, por ello, aunque fuera tu predilecto, padezco dolor y amargura, pero que nunca yo te tiente, que nunca dude de que estás. El Señor me escucha, presta oído a mis súplicas, me enseña a tener fe, a trasladar montañas, a poder amar a todos, a poder cargar con la cruz, a poder ser crucificado, a poder resucitar de la oscuridad. El Señor me escucha, yo soy su amigo, el amigo de Dios, no lo dudo, yo soy.

118

UN GLORIOSO RETORNO Hola Señor Jesús, hoy he vuelto los ojos a ti, y hoy he visto que sigues ahí, ahí, donde siempre, silencioso y fuerte, poderoso, en mi corazón. Sí, halle la verdad, la muy codiciada joya; yo hallé las directrices de todo y lo sublime fue para mí como pasar de los días, y hoy, tiempo ha, que puse fin a mis pesquisas. Nada se me ocultó, fui y volví de la luz, todo claro para mí, y hoy, tiempo ha, que puse fin a mi trascender. Volví, y hoy, Señor Jesús, he visto que estás ahí. Yo rechazo a hablar, ha comunicar lo que he visto, yo vivo, ese es mi testimonio, mi propia vida.

119

Callo, no predico, no quiero ni deseo enseñar, rechazo toda ostentación, lejos de mi toda vanidad, yo soy sencillo, simple de alma y de niño mi corazón, no quiero ni deseo más que vivir amando. Sirvo a mi prójimo y sólo de esto puedo gloriarme; pues me glorio de la verdad, por amor a Dios y por amor a mis hermanos; ellos darán testimonio de mí al recordar mi tránsito, mi volar de bella mariposa, por la vida esta. En mi glorioso retorno este es mi testimonio: mi propia vida..., no digo más.

120

PALABRAS DE UN LUCHADOR Quisiera con mi soplo mover los corazones que son piedras, limpiar al leproso con mis manos, al ciego devolver la vista, oídos al sordo, habla al mudo, cordura al que delira, alegría al que llorando suspira. ¡Dios mío! he dejado de llorar por mí para de impotencia llorar, porque soplo y nada se mueve, porque pongo mis manos y nada limpio, porque mi intención nada devuelve. Miento, algo hago, porque al débil he convertido fuerte, porque ha muchos he sanado, porque mi fe es grande y paciente, todo lo espera, lo ilógico, contra vientos y mareas, contra el común de lo racional. Seguiré soplando, seguiré imponiendo mis manos, moriré en esta labor trabajando, por el bien, por el amor, no pararé, aunque con todo fracase conmigo yo he vencido.

121

Señor, mi Jesús, amigo mío, dame las fuerzas que necesito, mira que tú conoces mi debilidad, que intento por todos los medios, por todos, hacer pasando el bien, y a todos al sanar. ¡Creo!, mas aumenta mi fe; apiádate por éstos, Dios mío, por éstos por los que doy mi vida, que mis esfuerzos no sean vanos, que al menos se conviertan sus corazones, que lo demás, la salud regeneradora, la darás como guinda al pastel. Lucharé, lucharé sin descanso, tiempo habrá de descansar, mas ahora, cuando impotencia y poder se equilibran en una balanza, con fe, y contra vientos y mareas, siempre mi esperanza queda.

122

PALABRAS DE UN AGAZAPADO Señor, padre mío, ¡cuánto te he echado de menos!, ¡cuánto he suspirado por verte, por dirigirme a ti de nuevo! ¡Me llevé tanto tiempo culpándome, huyendo de mi mismo, de mi propio destino! Y hoy no es que venga cambiado, no sé si vengo un poco mejor, pero hoy vengo suspirando, Padre, porque me duele el corazón de tener un nudo en la garganta y de querer ser distinto a lo que soy. ¡Vale!, ¿no soy yo de este modo?, ¿por qué, entonces, quiero ser normal?, ¿por qué, Padre mío, lucho contra mí?, ¿por qué con todo quiero cargar?, ¿por qué no me llega la hora ya? Y hoy no es que venga cambiando, no sé si vengo un poco mejor, pero hoy vengo suspirando, Padre, porque me duele el corazón de estar siempre agazapado, con el alma rota y constantemente por dentro llorando.

123

Hay tantas cosas que repartir en la vida, tantas cosas por la que luchar, tanto amor que expandir, tantas misiones que cumplir, tanta paz que poder que poder dar, que es para mí tortura vivir como agazapado en esta lucha. Impaciente anda mi alma, cuando la paciencia me desborda; impaciente porque me llegue la hora que ponga mi fin en marcha. Sé que he de aprender, miles, un millón de cosas, para que cuando me llegue la hora sepa con tú guía lo que hacer. Pero, ¡Padre mío!, ¡mi ser!, ayúdame en tan cruel espera, porque llevo sobre mí, sobre mí, Padre mío, una carga, que no sé, no sé si lo podré soportar hasta que me toque el expirar. ¡Qué diablos!, ¿no soy el que soy?, ¿por qué, entonces, huir de mí? Palabras estas de un agazapado que en la paciencia, en la espera, y en los trajines de la oración, se siente como en pereza, cuando tiene el corazón cansado de pasar ya por tantas penas y trabajos.

124

¡Oh lucha sin cuartel duelo, entre el hombre y la misión, entre la humanidad y la verdad, entre mi corazón y mi corazón! Pero heme ahí, fuerte estoy creciendo, para ti, Señor, y para mi pueblo, que por eso estoy aquí, agazapado, esperando y en duelo.

125

LA ESCUELA SUPREMA Aquellos que no tienen consuelo ¿dónde hallarlo, Dios mío? Porque aquellos que sufren ¿cómo aliviarán su sufrimiento? ¿Qué hacer ante la impotencia, ante aquello que es inevitable, ante aquello que es desesperante, ante el sufrimiento de los desconsolados? Sí, bajo la mirada del orden cósmico, del prisma de las leyes universales, ni una brizna cae sin tu consentimiento, sin que miles de leyes la vigilen, la sopesen, la llenen y la muevan, y si eso realizas con una brizna ¡cuánto más con una conciencia! ¿Razones? Hay miles, millones, pero aquellos que sufren no comprenden, porque si comprendieran ya, quizás, no sufrirían tanto. Se les otorga al instante el saber el cómo, el dónde, el cuándo, pero muy pocos llegan a saber el porqué..., ¿por qué nacen ciegos?, ¿por qué nacen paralíticos?, ¿por qué le caen un accidente?, ¿por qué son llegados a la miseria?, ¿por qué están condenados al hambre?, ¿por qué encadenados a un virus?

126

¿Explicaciones del porqué? Las hay, muchas, miles, millones, pero ¿cómo hablar al que sufre?, ¿cómo enseñar al de ojos en blanco y negro que la vida es en color? Si al menos conociesen los colores bases creerían en los múltiples matices. Aquellos que conocen su porqué, sufren, pero sonríen; aquellos que lo ignoran, sufren, pero lloran; aquellos que lo sospechan, sufren, pero refunfuñan. Dios mío, si todos viesen y conociesen cierto que esto no sería mundo. ¡Qué fácil hallar esperanzas donde sólo existe desesperación y qué difícil hallar desesperación donde la esperanza no es vana! Pero, ante tanto dolor, ¿cómo hablar a los que sufren? Sólo sirve callar, consolarlos con la mirada, acompañarlos en el vivir, estar en el sitio que nos corresponde y en el momento que se precisa corresponder. La vida en la Tierra es escuela del padecimiento, unos padecen conscientes y otros sin conocerlo, pero todos aprendemos: el oro que acrisola es el mejor y que el diamante pulido es el bueno.

127

Padecer es aprender y, querámoslo o no, uno más, otros menos, unos pronto, otros después, aquí nos licenciamos todos.

128

SOÑÉ QUE SOÑABA He soñado que volaba, que ascendía hasta las nubes y que flotaba sobre ellas, y que luego iba hacia arriba, y que volaba, volaba, y que veía el espacio lleno de estrellas, y yo sumergido en ellas. Sí, soñé que soñaba, porque estaba despierto aguantando palizas en mi cuerpo y tribulaciones en mi alma. Oh, si en mi cruda realidad no soñara sería como quitarme el consuelo, la única dicha que espero, ahogándome en llantos de garganta y lágrimas que aguantarse no pueden en el cúmulo de mis desgracias. Sí, soñaba que soñé, o soñé que soñaba, ¿qué delito cometo? Soñé que soñaba, con la cabeza alta y de nada me arrepiento. Dios mío, esperanza mía, tengo alma y tengo cuerpo, mas si con uno sufro tormentos, sueño y vuelo con el otro en el suspiro de mi desahogo.

129

MI TALANTE Cuanto pienso ¡cuánto escandaliza! Veo la realidad, más allá de la ofuscación, más allá de la transición, más allá de lo cotidiano, más allá del descalabro, más allá del mundo de hoy, veo la realidad, y todos me acusan a una de ignorancia por lo que soy. Triste vida la mía, como un idiota me siento entre tanto sabiondo. ¡Qué lástima ser tan ignorante!, ¡qué lástima, porque es una pena, sí, una pena tener mi talante! ¡Dios mío!, ¡Dios mío!, ¿por qué me hiciste ver?, ¿por qué si ahora no puedo vivir, si ahora todo lo veo con claridad y así no se puede callar ni así se puede existir? Mírame Dios mío, ¿qué puedes ver ahora en mí, tú, oh, que todo lo ves?

130

Verás en mí: aturdimiento, asombro, porque me pasmo y me aturdo a ver tanta ignorancia, tanta, pero ¡tanta ignorancia!, Dios mío, que es insoportable, este mi talante.

131

EL MONTE DE LA CUARENTENA Quisiera terminar ya, consumar a lo que vine, aprender mi lección, poder decir en la cruz: todo queda consumado, en tus manos, Padre mío, en tus manos encomiendo mi espíritu. Quisiera poder descansar ya, constantemente mi alma sufre, sufre y trabaja, y yo no tengo donde descansar. Sé que queda mucho por hacer, que debo seguir trabajando, pero estoy tan cansado ya, tan harto de padecer angustias. ¿Por qué, Padre mío, es tan duro y sufrido el camino del espíritu? ¿Por qué la mística más depurada es aquella que es la más sufrida? No, no te molestes en contestarme, ya sé las respuestas, pero sabes que es consuelo poder gritar y preguntar lo que ya se conoce. Tormento tras tormento, no hallo posada para mi alma, cuanto tengo y cuanto soy, cuanto hago y cuanto represento, todo tiembla sobre mis pies.

132

Incomodidad, inseguridad, tristeza, angustia, dolor, sufrimiento, todo ello lo busqué y lo quiero para a mística poder depurar; mas, quiero el consuelo de quejarme aquí, en estas letras lloradas. Voces me atormentan, ángeles y demonios hablan, entes, seres extraños lo hacen, cada cual a su manera y a lo suyo, y yo, yo sufriendo. Voces me dicen: "Si eres..., convierte las piedras en pan". "Si eres..., tírate y los tuyos te salvarán". "Si me adoras, todo esto te daré". "Puedes vivir cómodamente siendo bueno". "Invoca el socorro de Dios". "No te esfuerces, todo se te dará". "Eres alguien". "Olvídate, no eres nadie". "Todo es mentira". "Todo es verdad". "Espera en oración". "Vete al Norte de Cristo". "Negro". "Blanco"... Quisiera poder gritar, librarme de todo ese ruido..., silencio, mi cabeza no puede..., mis nervios, el terror, mis miedos, mi alma, mi corazón..., ¡por Dios!, mi cabeza..., basta, ¡basta!, ¡¡basta!!, ¡¡¡basta!!!...

133

¿Dónde está el Monte de la Cuarentena?, ¿dónde la claridad?, ¿dónde mi bautismo definitivo? ¡¡¡Silencio!!!, ¡¡silencio!!, ¡silencio!, silencio..., que se acalle todo, quiero sentir mis latidos, sólo oír la música celeste... Quisiera saber sin ruido... Sí, yo soy el Monte de la Cuarentena, desde mi nacimiento hasta mi manifestación; después seré el de la Bienaventuranza, y el Tabor de la Manifestación, la Transfiguración, y por fin mi esperado, mi amado Calvario, donde podré terminar — comenzar lo que sé y quiero — diciendo: "Todo está consumado..."

134

PALABRAS SOBRE MÍ A veces me pregunto, muchas veces me pregunto, ¿qué sentido tiene mi vida? Si mis aspiraciones fuesen cumplidas, si mis certezas fuesen ciertas, si mi palabras fueran verdaderas...; pero ¿qué soy yo? Nada. ¿Por qué soy de este modo y no soy de aquel que me gustaría? ¿Por qué me gusta hacer cosas que no quiero hacer luego? ¿Por qué vivo una vida distante gustándome vivir en compañía? ¿Por qué murió de repente mi alegría y vive de pronto mi angustia? Disparate el mío, yo en el fondo no soy nada; ¿qué hay en mí de especial? Nada, lo que en cualquier otro. ¡Qué asco!, soy un muerto viviente que ni vive ni muere. Y ¿por qué quiero un trato especial? Dime José Luis, ¿por qué?, ¿por qué haz de ser tú el predilecto, el escogido, el sabio, el profeta, el despierto, el paladín, el auténtico? ¡Bah!, tú no eres nada, lo que cualquier otro o menos. Terrible orgullo el tuyo, amigo mío,

135

¿o debo decir enemigo mío? ¡Mírame bien!, eres un ser humano, alguien como otro alguien, igual de especial e igual de normal. ¿Acaso eres de sangre azul? No, roja la tienes. ¿Acaso eres un tipo adinerado? No, lo puesto no es tuyo. ¿Acaso tu fama te precede? No, mis vecinos se apenan de mí. ¿Acaso eres talentoso sobre algo? No, destaco en nada. ¿Acaso lo inconmensurable se rebaja a ti dándote revelaciones, orientaciones, te habla y te trata de tú a tú? ¡No!; bueno... No sé... ¿Yo qué sé, José Luis?, ¿yo qué sé?, ¡oh Dios mío!, ¿yo qué sé? Sigue, ¿acaso te crees digno, tan digno, que mereces lo que otros mejor que tú no reciben en un millón de vidas? Dios mío, yo no sé nada, puede que mi locura me preceda, puede que psique viva delirando, que sea todo tan cierto como un sueño, tan real y verdadero como un sueño; pues, Dios mío, ¿qué hago?, ¿qué debo creer?, ¿y si todo es verdad?, ¿y si todo es mentira?

136

Nada puedo asir en mis manos, se me escapa todo del entendimiento; como brizna azotada por los vientos, yo; como un algo insignificante, mis sentimientos; como un hambriento de amor y comprensión, yo. Mi brazo sostiene un fuerte peso, ¿pesa mi alma o pesa mi cuerpo?, ¿pesan mis pesares o pesan mis pensamientos?, ¿pesa mi cruz o pesa mi locura?, ¿pesa mi luz o pesa mi cordura?, ¿pesan mis aspiraciones o pesa mi amargura?, ¿pesa mis deseos o pesa la contradicción que como huracán retuerce mi corazón, dándole quebrantos, dándole dudas, dándole delirios, desvaríos y locura? ¡Cuánto me gustaría no pensar nada de mí!, ¡cuánto el comprobar que soy un ser normal! ¿Lo soy? Sé que no soy especial, pero, ¿soy normal? No sé, creo que no, ¡qué dificultoso soy! ¿Quién ve mis obras de fe?, ¿quién ve mi locura?, ¿quien ve mi sufrimiento?, ¿quién ve lo que me ata?, ¿no veis que sufro?, ¿no veis, por Dios, que no puedo más? ¡Cuánto me gustaría parar ya!, ¡cuánto que parase el tic-tac de mi locura, el son de mis desvaríos, el tan-tan de mis delirios, las lágrimas de mi garganta, los de la pluma que escribe lo que en un hombro quisiera llorar!

137

Aislado, distante, alejado de todo consuelo, ¿qué soy yo? Nada, un ser que sufre, lo demás: visiones de locos. ¿Por qué soy tan egoísta?, ¿por qué me aíslo tanto?, ¿por qué soy tan cobarde?, ¿por qué soy tan arrogante, tan orgulloso y soberbio, tan vanidoso y presuntuoso, tan paradójico e incoherente, tan iluso y paranoico?, ¿por qué Dios mío?, ¿por qué? Yo soy José Luis, un hombre que se tambalea, débil, ingenuo, en verdad necio e ignorante, uno entre tantos y peor que la mayoría. No huyo rebajándome más, hoy por lo menos he reconocido que soy aquello, que, bien me espantó ser, o bien que no sé ser y que me gustaría serlo.

138

SOLITARIO POR MI CAMINO Solitario camino por mi camino y mi morada es estrecha, abriendo boquetes que son abismos por dentro de la cueva. Dulce canto que canta la extraña sonrisa de la soledad, que por mucho que se acompaña, ahora, ¡qué sola mi alma está! Vacilo a lomos de mi camino, ya estoy cansado de andar, que aunque sepa el fin de mi destino, ahora, ¡qué sola mi alma está! Siempre rogando y pidiendo lo mismo, ya he dejado de suplicar, solitario camino por mi camino y algún todo pasará. Hoy me siento solo, hoy quiero ser acompañado, no soy un dios, soy un ser humano. Hoy me siento solo, y a Dios pido gritando: ¡Dios mío, ayúdame, ayúdame a ser ayudado! Solitario camino por mi camino y angosta es la rendija; luz, veo luz, tengo prisa en hallar el fin de mi destino.

139

Ahora, ¡qué sola mi alma está en lo que es mi esperar!

140

PERMÍTEME HOY, SEÑOR Señor Jesús, permíteme hoy que mire a ti, aunque tú sabes que yo miro sin parar todos los días. Hoy estoy triste, mi alegría de ayer ya fue historia; por más que busque huir la realidad siempre vuelve a mí. Me pregunto: mientras vea un corazón abatido ¿cómo podré sentirme dichoso?, ¿cómo, oh Dios grandioso? Hoy estoy triste, y no debiera estarlo, porque sé que tú estás conmigo; pero no es por mí, pero es por lo que veo por lo que lloro, ¡oh cuánto lloro sin lágrimas en los ojos y con lágrimas en el corazón! Me siento, Dios mío, dichoso, porque veo grandes cosas, porque soy testigo de los mismos, porque yo te conozco; pero, ¿qué es de mis hermanos? Los veo caminar ciegos, caer todos juntos en el hoyo, y me siento importante; no les puedo echar una mano, porque creen que saben dónde van; ¡Dios mío, sólo puedo llorar!

141

Señor Jesús, permíteme ser hoy un pesimista, porque cansado estoy de ser optimista y nada pude conseguir: como un iluso intenté contagiar la alegría que resulta vivir, pero las gentes no quieren sonreír. Por todas partes veo tristeza, falsas alegrías, falsas ilusiones, desesperanzas, lentas agonías, frustraciones; por todas partes tengo razones para llorar y ser pesimista; me empujan a serlo sin quererlo. Hoy, Señor Jesús, comprendo, que he nacido para ser un loco, un loco que por dentro se siente dichoso y que por fuera es optimista; porque mantengo siempre la esperanza, la serenidad en el espíritu, la paz en mi corazón. A veces simulo, lucho por fingir, el que no sé nada, pero nada puedo conseguir. Hoy, Señor Jesús, permíteme ser hoy un pesimista, aunque yo sea un optimista.

142

MECIÉNDOME Señor, ahora me estoy meciendo en esta mecedora, y reflexiono sobre lo anterior, y pienso con mesura lo que dije, y dije mucho hablando poco y dije poco hablando mucho, pero dije. Señor, si de algo debo arrepentirme yo me arrepiento, y si de algo es menester gozarme yo me glorio contigo; mas, por amor a la verdad, yo dije mucho hablando poco y dije poco hablando mucho, pero confieso que miro la palma de mi mano y desconozco e ignoro; y me sigo meciendo, aunque necio. Yo, el que se mece reflexionando sabiendo un mucho de nada, con un corazón inquieto, aunque sosegado. Señor, ahora que me estoy meciendo, pienso: ¿dónde están mis discípulos y dónde su maestro?

143

Me miro la palma de mi mano y veo: años, ignorancia y sabiduría, cansancio, magia y fantasía.

144

QUISIERA SER EL QUE SOY Quisiera ser una paloma volando al ras del suelo y hacer soñar a todos los sueños que yo sueño. Quisiera ser la redonda Luna, centro de mirada de los corazones, para dislocar del todo la mentira, convirtiéndolo todo en emociones. Quisiera ser lluvia recalcitrante, capaz de mojar hasta el alma, y hacer que todos los que se mojen jamás vuelvan a perder la esperanza. Quisiera ser el viento, capaz de llegar a todas partes, y hacer que aquel que me sienta deje de hacer barbaridades. ¡Oh!, yo quisiera ser Cristo; porque si todos lloran yo lloro, y estoy cansado de llorar; ¡yo quisiera convertirme en un despojo en la cima del monte Calvario, hacer que de nuevo vuelvan los ojos a mirar hacia el amor supremo y haciendo que los corazones queden hermosos!

145

Quisiera descansar, llegar al fin, parar ya, quisiera morir, morir y vencer la muerte, vivir y vencer la vida, sentir y vencer el sentimiento, pensar y vencer el pensamiento, moverme y vencer el movimiento, amar, sólo amar, quisiera sólo amar, siempre, por los siglos.

146

PALABRAS DE UN LOCO Señor, ¿estoy loco?, ¿no es verdad que mi corazón, que mi corazón reboza conocimiento de ti? Pero ¡qué más da!; pues si estoy loco ¿qué?, yo sé que tú me amas, yo sé que tú eres mi vida. Tú eres mi centro, loco y todo te busco; sin ti no me hallo, sin pensar en ti no me encuentro. Señor, ¿estoy loco?, ¿porque veo otra perspectiva por ello voy a estar loco? Señor, tú eres mi vida, nada busco fuera de ti, ¿no es verdad, amado mío, que reboso de esperanza? Sí, de esperanza inconmensurable, porque espero en ti, en esta oración interminable en la que se ha convertido mi vida, en la que se ha transformado mi respirar, en la que se ha construido mi esperar.

147

Señor, ¿estoy loco? ¡Qué más da!, loco o cuerdo, mi esperanza es mayor que yo mismo, porque te espero a ti.

148

ME DUELE EL MUNDO Me duele el mundo, Señor, ¡oh cuánto me duele! Lo miro y se me descompone la cara. Veo tanta amargura, veo tanta miseria, veo tantas cosas Dios mío, ¡tantas cosas Dios mío!, ¡tantas cosas que me duelen! ¿Cómo hallar felicidad en mí si la felicidad del mundo es la mía? ¿Cómo hallar felicidad en mí si la felicidad del mundo duerme? ¿Cómo hallar felicidad en mí si el mundo llora y gime? Señor, qué daría yo por el mundo para que se arreglara, para que fuera feliz, para que los seres se amaran, para que cesaran las penurias. ¡Oh, si yo pudiera con mi vida hacer que esas cosas ocurrieran, al pronto me cortaría las venas! Veo galopar sobre los cuatros vientos los cuatros jinetes de la maldad cargada de inmundicias sus copas, de atrocidades sus espadas llenas.

149

¡Cuánto daría yo, Señor, por detener la guerra, y cuanto por detener el hambre, y cuanto por parar la miseria, y cuanto por extirpar la injusticia, y cuanto por un mundo mejor, más bello, más limpio, más bueno!, ¡oh, cuánto daría yo por ello! Señor, yo daría todo de mí, todo lo que tengo, yo daría mi vida, mi sangre, todo, lo daría todo. Camino por sus caminos, camino por sus terrenos, hablo con sus gentes, observo a mi alrededor, oh, y lloro, y lloro, sólo puedo llorar, Dios mío, sólo puedo llorar. Porque yo veo el dolor, el dolor en todas partes, y son tantas las desgracias, que ya, que ya no puedo más; no sé más que llorar, dolerme por el mundo. ¡Oh mundo, te amo con todo mi ser, y te juro por el Cielo, por Dios, y por toda la Tierra, que si con mi vida yo pudiera, oh, sanar tu enfermedad, me degollaría yo mismo, sí, o me dejaría por ti matar!

150

Me dueles mundo, y mucho, y tu enfermedad es mi enfermedad, y tu dolor es mi dolor, ¡oh, si yo pudiera sanarte! A veces sonrío por sonreír, a ver si el mundo sonríe conmigo; agriamente lo hace, vuelve siempre a su dolor; y estoy dolido por ti, mundo, dolido al máximo y mucho. Señor, ¿qué puedo decir ya? Ya sé que no está en ti, ya sé que debemos resolver estos que son nuestros problemas, que tú también trabajas desde las sombras, pero que es nuestra labor. Pero, ¿quién me va a oír a mí?, ¡son tantos que ciegamente actúan!, ¡son tantos los que se empeñan en que tú, Señor, no trabajes por nosotros, en que tu semilla de amor no sea regada, en que los tiempos se alarguen, en que todos sean actores del apocalipsis! ¿Quién?, ¿quién puede oírme?, ¿quién puede escucharme? ¡Haced algo, por Dios Santo, ayudadme en mejorar el mundo, ayudadme en mi vida! Veo, veo venir la pesadilla, la profecía que negué siempre creer; lo veo, lo veo venir.

151

Pero creo que ya, que ya es demasiado tarde. ¿Por qué humanidad lo has hecho?, ¿por qué? Millones de monstruos recorren el mundo, la Tierra han tomado en posesión, son los monstruos artificiales de los corazones y de las cabezas que se autodestruyen. ¡Señor, me duele el mundo, cuanto me duele el mundo! ¿Dónde hay una cruz que quiero ser crucificado? Mi cruz es el mundo, y en el mundo y por el mundo en otro calvario será mi crucifixión. Me duele el mundo porque subo al monte con la cruz a cuestas, y ¡cuánto deseo acabar ya!, llegar a la cumbre ya. Sólo tengo una esperanza: mi resurrección y la del mundo; y sólo una certeza, que es mi esperanza; que eso será así, que eso será así.

152

UN SER CHIQUITO Pululaba por ser grande, ahora por ser pequeño, me gusta sentirme nada, ser parte en el todo. Me gusta ser lo que soy: un soñador de cosas grandes con un ser chiquito. Ayer veía visiones, del Supremo revelaciones tenía; ayer era un gran poeta; hoy soy un niño sencillo, soñador de cosas grandes con un ser chiquito. Dios mío, cuando llegue a la luz, ¿seré por fin humilde?, ¿seré por fin como un niño?, ¿seré, aunque hoy sea, soñador de cosas grandes con un ser chiquito? Me gusta volar sin fin por lo inmenso del infinito, porque sí, porque soy soñador de cosas grandes con un ser muy chiquito. Señor, Jesús mío, mi Dios, hazme sentirme como mi ser, hazme ser como me siento, que mi afuera y mi adentro, que mi corazón y mi mente, que mis bajezas y mis alturas, que mis dones y mis defectos,

153

sean crucificados contigo, y renazcan en mi de nuevo: un hombre sencillo como un niño y luminoso como el fuego. Camino, Señor, por tus caminos, sigo tus huellas por tu sendero, y vivo, y respiro, y silencio, y pido: alcanzar mis grandes sueños con un ser como el mío, soñador de cosas grandes y tan chiquito como un niño.

154

DIVAGACIONES Busco errante la esfera mágica de un aura como aureola, errando por los paisajes del mundo, por los latidos de la vida, por este valle de lágrimas, de polos opuestos, de esperanzas, busco errante la verdadera vida. Como un fuego rojo sé que son los espíritus que alcanzan la plenitud, y sé que puentes de oro siguen sus huellas para que cuando quieran entren en el Centro Cósmico. Busco, pongo el corazón en ello, pero tan errante estoy que el puente que me han puesto no consigue darme alcance; pero un día pararé y cuando quede sedentario por el puente volveré. ¡Dios mío!, por ti y por mí yo me debato entre un estado y otro estado, entre lo que soy y donde estoy.

155

DE LA NOCHE OSCURA Jesús, eres mi verdadero amor, por mucho que me afane por obtener otros amores sólo el tuyo me convence, termino siempre amándote a ti. Nunca pensé que esto llegara aquí, me has convertido en otro ser, has cambiado mi persona, hasta me has hecho parecer que ya no creía en nada, porque has demolido mis ídolos, y sólo has quedado vivo tú, sólo tú, Señor mío y Dios mío, sólo tú, sólo tú, Jesús. ¿Para qué más castigo que mi dolor? El pecado de idolatrar lo pagué con la soledad, y en mi soledad llegaste fuerte, te hiciste dueño de la situación y me iluminaste en la noche oscura, aunque sufrí, hasta lloré, me dolí; pero ahora sonrío por tu causa.

156

NO PUEDO PARAR No puedo parar, ya no, ya no... Sigo dando guerra, bombeando sangre, golpeándome la cabeza, porque ya no puedo ya no puedo parar, aunque intente hacerlo, ya no, ya no..., me es imposible detenerme. Hay un dios en mi interior que grita, unos sentimientos que balbucean, una queja vociferada, quebrada, de terrible eco, no se puede parar, grito con desgarro, impotente, desesperado, porque ya no puedo más, ya no puedo detener lo inevitable. Dios mío, márcame con la cruz, crucifícame o déjame en paz, pero haz algo, no me dejes, no me tengas en noche oscura, déjame tranquilo o parte mi cuerpo como caña pisada con ahínco.

157

Porque ya, ya no puedo, ya no puedo parar, parar me resulta imposible, un ser o un algo superior controla mi destino, mis pasos, y lo peor es que tiene permiso, que yo se lo di; pero ahora, no es que me arrepienta, pero hazme un favor: dame la muerte o por lo contrario ¡mátame!; porque parar ya no puedo..., y ni quiero, porque..., porque...; ya ni lo sé.

158

AL PIE DEL CAÑÓN Me cuesta trabajo seguir al pie del cañón; ¿cómo puedo hacer tantas cosas a la vez?, ¿cómo puedo estar enamorado, enriquecer el intelecto, luchar por lo que creo justo, repartirme entre amigos, llevar vida familiar, trabajar, escribir, y una incesante batalla en mi corazón, todo al mismo tiempo? Y no bastándome esto, escribo ahora, escribo siempre, no paro. Estoy cansado, pero he de seguir, cansado y todo, debo ir hacia delante, alcanzar mis metas. Muy difícil se me hace, pero ¿qué le puedo hacer? Intento acompañar sencillez con cualquier paso que doy, calma ante todo, paciencia sobre todo, y una febril esperanza e inusitada fe.

159

Dios mío de mi alma, te pido ayuda, por favor, ayúdame, porque no sé cuánto más voy a resistir a pesar de mi perseverancia, de mi esperanza y de mi fe.

160

SIN SABER QUÉ PENSAR Dios, ya no sé qué pensar, me ahogo en un mar de dudas, más, creo que buceo en él o que naufrago con gran dolor. Dudo con desgarro, sumergiéndome en esa lamentación, en el colmo de mi impotencia, en mi poca virtud y escaso carisma o don. Dios, ya no sé qué pensar, no quiero morirme, pero ya no me importaría, de verdad que no. La muerte es la cuchilla que creo que lo corta todo, que marca un abismo entre mundos y que me librará de mi dolor, de tan impotente impotencia. Para no hacer nada, para llevarme toda la vida dando palos en el agua, mejor morir, aunque no quiera morirme; pero ya no me importaría, de verdad que no. Desprecio mi vida... Quizás vaya por buen camino; quizás, no lo sé...

161

IV. …Y yo te doy gracias infinitas

por tus sempiternas obras,…

162

163

UNA AFIRMACIÓN Jesús, óyeme, escucha a que te sigue, al que, por lo menos, se esfuerza en la tarea de seguirte. Creo en ti, con toda mi alma, yo creo en ti, con toda mi esperanza, yo creo en ti, con todas mis fuerzas, yo creo en ti, con toda mi fortaleza mantengo mi fe en ti, con toda mi entereza sigo creyendo en ti. ¡Oh Jesús!, me basta contigo, ¿qué más puedo necesitar? Eres tú, el que está conmigo, el que no me deja de amar. Eres mi luz, el que yo sigo, y me ayuda en mi caminar. Jesús, óyeme, hoy tan sólo te digo: te quiero, con toda mi alma; sí, te sigo, te sigo y creo en ti.

164

PALABRAS DE UN CAMINANTE Quiero cantar con los ángeles con un agudo interminable; quiero cantar, sí, mucho, un canto infinito. Espero en ti, Dios mío, espero con enorme fuerzas, con paciencia y de pie, con vida y con amor, con una tristeza feliz, con una nostalgia del mañana, con un recostar en la piedra. Espero en ti, Señor, y nada me abate en la espera, aunque deseo tu llegada, la satisfacción del camino, y estoy con ojos tristes, con una profunda soledad, pero con la alegría de ser tuyo. ¡Qué dura es la espera, Padre mío!, hasta del viento recojo tribulaciones; de todos, y de mí, recibo tormento, pero no me quejo, mis ojos tristes sobrepasan toda tortura inimaginable. ¿Llorar? Las fuentes de las lágrimas hace tiempo que se me secaron. ¿Desesperarme?, ¿para qué, si de la espera recibo esperanza y paciencia?

165

Hace tiempo que dejé atrás la noche oscura del alma, y camino en el silencio de la sencillez y en la desnudez de mi corazón. No, no se han secado mis lágrimas; todavía lloro, pero ya no por mí; lloro porque quisiera hacer más, comprometerme con mis hermanos, poder decir a todos y gritarlo: "¡Contemplad lo que yo veo y rendid admiración al Señor y alabanza por todas sus maravillas y obrad conforme a la verdad!" ¡Oh Señor!, ¿quién soy yo para hablar si tú no me das autoridad? Si tú no me das autoridad ¿cómo sacar frutos de mis palabras y palabras de mi tartamudez? Maravillas has obrado en mí, oh Padre, pero de dónde saco autoridad si tú te niegas a dármela aún. Y algún día me levantaré fuerte y diré majestuoso: "Y yo os digo..."; porque tú pondrás la guinda a tu siervo, en este pequeño que te habla, en este que te ama sobre todas las cosas, al punto límite de sus fuerzas, con todo su corazón, con toda su mente, con toda su alma, con todo su ser completo, con todo lo que soy y represento, ¡hasta mi respiración es un acto penitencial y un grito de alabanza hacia ti!

166

Mi tempo es mi cuerpo, el tabernáculo de tu Espíritu mi corazón, el altar de la presencia mi alma, mi vida la ofrenda que te doy. ¿Quién te ama más que yo? Nadie Padre mío, nadie más que yo. ¡Oh gloria mía!, ¡oh Jesús mi Dios!, ¿no es verdad Padre mío que todo en mi es adoración? Si respiro te adoro, si me muevo te adoro, prestándote adoración es mi esperar, mi caminar, mi silencio, mi poco hablar, mis versos, mi pensar, mi orar, mi vida, mi inmortalidad, mi tristeza, todo lo que hago, todo lo que pienso, todo lo que siento, todo se ha vuelto en adoración hacia ti, hasta cuando peco te adoro, porque no hay vez que no peque que no vuelva al instante arrepentido, y hasta antes de pecar ya me arrepiento, y en todo te reconozco bueno, misericordioso, mi amigo, mi Señor, mi Maestro, mi ser, mi existir y mi fe viva. Tú me has sacado de este mundo aunque vivo y camino en él, tú me has hecho hijo del Reino y mi fe y mi política y mi pensar es como si viviese ya en el Reino. No me espanto de que el mundo no me conozca, pues si a ti te llamó Belcebú, ¿qué no me llamarán a mí?

167

Hasta los míos menean la cabeza escandalizados: "¿Qué dice éste?" "¿De dónde le viene estas cosas?" "¡Está loco!" "¡Es un ignorante!" Y si los de mi propia casa no me creen ¿quién me va a creer, Padre mío? Y entre tanto hombre que se dice profeta ¿quién va a tender su oído en escucharme? No sé hablar, no hago prodigios, me falta talento para predicar, soy el más torpe de todos los hombres, mas por eso haces maravillas en mí y obrará aún mayores, porque soy tierra virgen donde sembrar tu semilla y una tela inmaculada donde pintar tu pincel. ¡Haz, pues, tu obra en mí, Señor!, que soy tu amigo, tu amigo, el que hará tu voluntad aunque pase siendo el hazmerreír de todos; mi gloria es hacer lo que tú mandes y mi recompensa me la has dado ya cuando dijiste: "Te quiero con todo mi corazón, José Luis". He aquí tu siervo, Jesús, heme aquí presto a seguirte, presto a hacer lo que tú quieras que haga y a decir lo que tú quieras que diga. ¡Haz tu obra en mí!, no te detengas, tuyo soy por los siglos. Ayúdame pues, Señor, a volver a mi patria y a llevarme a muchos hermanos, y a tener fuerzas para vivir y para realizar mi misión.

168

SOY ESPOSA DE JESÚS No sé como amarte. Tú me has transformado, desde mi interior me depuraste y ye quedaste en mi cabeza, la casa de mi corazón. Te amo y no sé cómo amarte, te veo tan humano y tan divino a la vez, tan mío y a la vez tan de todos, tan cercano y a veces tan sutil; no sé cómo corresponderte, yo siento tu presencia y te amo, pero no sé cómo amarte; quisiera gritar y reír de esta locura, quisiera llorar y seguir riendo; te amo y no sé cómo amarte. Jesús, tú me has dado la esperanza, has disuelto mis miedos, mi sinsabor lo has convertido en dulzura, porque tú me has transformado, pero lloro de esperanzas vivas, pero grito de verdadera locura, porque te amo, te amo, y no sé cómo quererte. Es tan confuso pensar, quiero sentir tu presencia, tus pies descalzos quiero lavarlos yo, el sentarme a tus pies y contemplarte, el tocar la orla de tu manto, el de derramar ungüento en tu cabeza y el de ungir con perfume tus pies, el de ser tu esposa.

169

Mi amado Jesús, yo me conformo con verte, porque te amo, no pido más gloria y me basta, porque yo te amo, y no sé cómo amarte. No quiero perderte, Jesús, no quiero ni lo deseo. Jamás pensé que amaría así, jamás, pues siempre estuve en las esquinas y me vendía a cualquiera, y hoy te lloro a los pies, de alegría, de emoción y de amor, y no sé cómo amarte. Dime que me quieres, dime Jesús que me necesitas, dime que te gusta mi presencia, que te deleita mi visita, quiero oírlo de tus labios, lo sé, pero quiero escucharlo. Temo perder tus palabras, temo perder tu labios y tus pies, tu cuerpo, tu alma, tu ser...; temo perderte, Jesús; por favor, aunque yo me descarríe vuelve a por mí, no me dejes otra vez en las esquinas, no, por favor, no me dejes, no me dejes nunca jamás.

170

¡Qué mágico y bello el pensar lo que fui y en lo que me he convertido!, porque tú me has transformado, al oírte no pude contener mi corazón y te amé, te amé, y no sé cómo amarte. Enséñame Jesús a amarte, a corresponder a tu lealtad, a corresponder a tu inmenso amor, a vivir con tu eterna presencia. ¡Oh Dios mío!, ¡oh Dios mío! ¡Dios mío!, ¡Dios mío!, ¡te amo!, ¡te amo!, ¡te amo! ¡Te amo, aunque no sé amarte, aunque sea un pecador, aunque viva como no debo! Porque tú, tú eres mi esperanza, toda mi vida, todo mi ser, tú, sólo tú, sólo tú eres mi Dios, mi Dios y mi único Señor Esposo ¡Cuántas veces he gastado mi hacienda entre meretrices y en aquellas esquinas! y ¡cuántas veces me acogiste con amor porque saliste a mi encuentro! Tú decías: "Vuelve amada mía, vuelve, yo te sigo amando" y yo me decía: "¿Qué será de mí?". Y en la luz del camino nos tropezamos sollozantes, tú en mi busca, yo volviendo a tu encuentro, y nos abrazamos con lágrimas, porque tú me quieres, porque yo te amo, te amo, aunque no sé cómo amarte.

171

¡Oh sí!, hasta la eternidad, mi amor, hasta la eternidad juntos, siempre, tú y yo amándonos; porque yo te amo y ya sé como amarte, ya lo sé: dejándome amar por ti.

172

AMIGO DE DIOS Mi amado amigo, ¿quién mayor que tú?, mi amado, ¿quién? Y oyendo a los ángeles cantar me digo: "Sólo tú mismo". Si tú guardas mis espaldas, ¿quién osará ir contra mí? Si tú hablas por mi boca, ¿quién osará contradecirme? Si tú siembras en mi campo y custodias mis retoños, ¿qué viento poderoso osará arrancar lo sembrado o qué sol despiadado se atreverá a quemar lo que tú amas? Mi amado amigo, tú, el Todopoderoso, el sin igual y "no va más", si tú estás en mi corazón, ¿quién osará asaltar mi alma? Amado y poderoso amigo, siendo amigo tuyo no hay quien sea mi enemigo, mas siendo enemigo tuyo ¿quién se atreverá a ser mi amigo? Y oyendo a los ángeles cantar me dices: "Sólo yo mismo".

173

Amado y poderoso amigo, tú que diste la vida por mí, y que no me llamaste súbdito, ni me dijiste siervo, ni me llamaste creatura, sino que pronunciando mi nombre me llamaste amigo tuyo, yo te amo no por temor, no por ambición del Cielo, te amo porque eres mi amigo, por ello tan sólo. Te amo porque mi amigo eres, porque siendo tú inefable te codeas conmigo y comes a mi mesa y compartimos el pescado y bebemos en la misma copa. Porque siendo tú Dios no retuviste ávidamente tu condición, sino que humildemente te vestiste de carne y sobre la carne una túnica, e inclinándote sobre mí me abrazaste contra tu pecho y besaste mi mejilla, y oyendo tu voz hablar me dijiste: "Bienvenido amigo mío". Dios es amor, tú eres tal y Jesús de Nazaret, en quien yo creo, en quien he depositado mi ser y todo lo que puedo darte; y creo en ti por amor y por fe a mi amigo, a ti, mi inefable amigo Jesús.

174

EL SEÑOR ES MI PASTOR El Señor es mi pastor, él sosiega mi alma, me infunde ánimo y esperanzas, me inflama con su aliento todo el fuego de mis adentros, él me conforta con su voz y su paz cuando caigo abatido por el sufrimiento. Él me pastorea, no necesita más, el Señor es mi todo, él mi prosperidad, mi dicha, mi felicidad; es mi base inamovible donde me siento fuerte, donde nadie me derriba. Las generaciones hablarán de mí como el valeroso, como el invencible, como el amigo de Dios. El Señor es mi pastor, mi todo y mi amigo, con él me codeo, él viviendo en mis adentros y yo viviendo en su corazón, él dándome todo y yo entregándole todo; con él me codeo hasta que oiga de sus labrios: "Bienvenido a tu casa"; pues entonces dejaré de codearme para abrazarme a él y llorar consolado en su pecho para jamás volver a llorar.

175

El Señor es mi vida, yo le amo sobre todas las cosas.

176

CUANDO MIRO A MI PADRE Cuando miro a mi Padre, cuando alzo la mirada hacia ti, Padre, olvido mi dolor, pero no en la comparación con el dolor de tu calvario, sino porque cuando te miro me siento más cerca de ti. Sólo levantar la mirada y me admiro de tu cariño. La seguridad de tu espíritu sosiega hondamente mi alma, pues te miro y recibo tu paz, la paz que me das, no como la del mundo, sino como la das tú: la paz de la libertad dentro de la cárcel en que habito. Cuando alzo la mi mirada hacia ti, Padre, comprendo porque estoy aquí, porque me pasa lo que me pasa, y comprendo que aunque me pese, que aunque sea doloroso, debo vivir entre mis rejas. Sólo levantar la mirada y me admiro de tu cariño, de la verdad que me dicen tus ojos, de la llamada que siempre me haces. Padre mío, Padre de mi alma, eres lo que más espero,

177

el único que espero, lo único que esperanzo es mi cárcel, en mi constante patíbulo. Cuando te miro, Padre mío, no tengo palabras para expresarte aquello que tú sabes que siento. Y siempre te estoy mirando, aunque a veces te mire cabizbajo, aunque a veces no me atreva hacerlo; pero tú eres el que me mira, el que fijas la mirada en mi alma. Y de eso es lo que me maravillo, porque sólo levantar la mirada y me admiro, encontrándome, tu cariño, tu imperecedero cariño hacia mí.

178

DE NUEVO HOY VUELVO Señor, amigo Jesús, vida, camino, luz, amigo mío, de nuevo hoy vuelvo a posar mi mirada de ti, como cada segundo, como cada instante, como ya es típico en mí. Por las mañanas, cuando la claridad hiere mis ojos, cuando la estrella del alba se pierde, yo pierdo mi mirada en ti. Por las noches, cuando la bóveda celeste palpita, cuando las estrellas veo vibrar, yo vibro con el pensamiento en ti puesto y con el sentimiento de tenerte en lo más reservado de mi pecho. Señor, amigo Jesucristo, delicia de mi alma, esperanza certera de mi esencia, sosiego de mi peregrinar, de nuevo hoy vuelvo a sentir que todo está vivo, que la materia late con un corazón, viva, sostenida por el Padre, por el que es Creador y Padre nuestro, y que todo el cosmos es vida, yo vuelvo hoy a sentir, gracias a que es vida, Dios, a que tú eres el redentor, el puente entre nuestra impotencia y entre el amor del Padre.

179

Jesús, Jesús, Dios mío, ¡oh, oh, Padre!, espíritu eterno de luz... El gozo de saberte ahí, ahí donde tú ya sabes, me hace sentir ya la bienaventuranza, y es indescriptible, inefable, de un imposible narrar. No me importa, Jesús, no me importan las palabras hirientes, lo que de mí digan, yo sé que lo sé, y ya, ya ¿para qué seguir buscando?, ¿para qué seguir llamando?, ¿para qué seguir pidiendo? Pido, pero no para mí, sino para mis hermanos; pido, y es para mí, porque yo no soy sin mis hermanos, porque he vuelto de la luz por ellos, porque hasta que quede uno aquí yo estaré a su lado esperando, porque yo no reinaré descansando, ni me sentiré fusionado al Todo, hasta que no estemos todos así: ahí donde tú estás, donde realizas tu trabajo, donde yo quiero ayudarte; yo tu oveja, mi pastor, que quiere ayudar a sus hermanos.

180

Intransferible sensación la mía, sobrepasa a todo lo imaginado, sobrepasando a todo lo por imaginar, a toda sensación de gozo; pues propiamente no es sólo dicha, propiamente es el éxtasis unitivo, un ensayo del éxtasis supremo, un recuerdo de lo ya sentido. Jesús, antesala del Padre, el Padre mismo hecho carne, la transmutación, rey supremo del Universo, dueño imborrable de mi corazón, no es que te ame, no es un mero sentimiento, es que te conozco, es que conozco al Padre, al espíritu de luz, a ti, en fin, y eso no es un sentimiento, ni un sensiblero amor, eso es algo incalificable, amor sí, pero un amor incalificable, sentimiento sí, pero no sólo eso, es algo, algo...; mejor me callo. Señor mío, mi amigo, en esta mi visita al mundo, del que ya no soy ciudadano, he recordado, y en el recuerdo he visto: que tú no sólo eres el Cristo, el redentor, por lo tanto, sino que he rememorado que tú lo eres todo.

181

De nuevo hoy vuelvo, a sentirlo todo en su totalidad, y a ver, y a reconocer, lo que me es eternamente conocido. Si la dicha de la sabiduría, ¡oh Jesús!, mi amigo entrañable, si el conocimiento de ti, pudiese ser convertido en vino, ebrio estaría yo a infinito. Mas no me glorio de mi borrachera, de esa que hubiese sido eterna; yo me glorio en mi debilidad, porque me hizo volver los ojos a ti, antaño no sé cuando, para jamás volverlos a separar; tú me has hecho fuerte, tú eres mi fortaleza, tú me has convertido en puertecilla en el postiguillo del postigo. Me glorio en mi debilidad, porque ¡haces maravillas desde ella!; me glorio en mi flaqueza, porque gracias a la misma hoy de nuevo vuelvo, como siempre ha sido, desde antaño no sé cuando, a posar mi mirada en ti, en ti, Jesús, en el que es como yo mismo, tan cercano a mí.

182

De nuevo hoy vuelvo a vislumbrar lo ya vislumbrado y a recordar lo ya recordado y a saber lo hoy, lo ya sabido, y a verme tal como soy: y es tan sencillo, Dios, ¡qué simple y qué sencillo!

183

ESTO SÍ QUE ES INCOMPARABLE Mi Jesús, ¡cuánto te quiero! Todo mi afán, mi amor, estas burbujas de mi corazón, todo se vuelca hacia ti, ¡oh, que felicidad! Dios mío, mi Jesús, ¡cuánto amor siento!, ¡cuánta felicidad! Sí, esto es el Cielo, ya lo siento en mí, gracias mi Jesús, Dios mío, ¡cuánto te quiero! No, nunca pude imaginarlo, que esto fuera así, ¡tan bonito, tan hermosamente bello! Mi Jesús, voy a reventar como una flor en este arrebato inmenso de este éxtasis inconmensurable. Dios mío, Dios mío, ¡cuánto amor en mi corazón!, ¡cuánta alegría de vivir!, ¡cuánta alegría de sentir tanto amor!, ¡oh mi Jesús! Nada que decir, yo me callo ante lo incomparable, y por lo tanto, ante lo imposible de describir.

184

TE AMO, JESÚS Dios mío, Jesús de mi alma, luz del alba eterna, esperanza tierna, ¡oh Señor de mis entrañas! No sé hasta dónde te amo, pero llamo, no sé cuánto te quiero, pero te quiero, pero te amo. No sé si es que te necesito, no sé si es que por ti muero, pero muero de amor por ti, que por ti poco a poco me derrito. Jamás podré amarte como tú me amaste a mí, como tú me amas a mí, pero lo intento, lo intento, porque te quiero, te quiero. Enamorado estoy de ti, de confesarlo no me avergüenzo; me avergüenzo de mi condición: querer amarte tanto y jamás podré alcanzar tanto amor; quererte amar como tú a mí, es, empero, en vano, jamás podré alcanzar darte lo que tú me diste a mí.

185

Dios mío, lo más grande que me ocurre, lo más extraordinario que pueda existir, ¡oh inefable!, ¡oh mi Cristo!, Dios mío y Señor mío, Jesús de mi vivir, te quiero tanto, te amo tanto, que no lo puedo ni describir.

186

HALLO EN TODO A JESÚS Jesús, mi Jesús, amado de mi alma, te busco en todo y te hallo en mí, amado mío. Amado mío, de mi alma eres centro, en su trono sentado estás; amado mío, cuando se hace el silencio te hallo en la profundidad, cuando se hace el ruido te hallo en la superficialidad, te hallo, amado mío, en cualquier momento, en cualquier lugar, en las circunstancias que sean, en todo te puedo hallar, porque estás en mi corazón, sentado en el trono de mi alma, en lo más hondo e invisible de mí, en lo más superficial y visible de mí, te hallo porque te busco, y hoy, Jesús, mi Señor, hoy te vengo a pedir que sigas sentado en mi interior, que jamás te apartes de mí.

187

V. …la cual recuerdo como mayor, aquella, cuando nos tendiste la mano.

188

189

YO CONTESTO AL SEÑOR Jesús: Y ¿quien dice los hombres que soy yo? Discípulo 1º: Unos, que eres uno de los profetas; otros, que el Bautista resucitado. Discípulo 2º: Yo he oído que eres un hombre de metas. Discípulo 3º: Pues yo que Jeremías me he enterado. Jesús: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Yo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Viviente, el Mesías que tenía al mundo que venir; tú eres, del Padre, el Siervo Doliente; de los hombres un verdadero vivir; salvador de toda la humanidad; el Paráclito; de todos redentor; vencedor de la muerte, de la maldad, de la Ley y de todo su rigor. Jesús: Y yo os digo: que unos a otros os améis, y como yo a vosotros os he amado: el que la vida por los amigos deis como yo por vosotros la he dado.

190

UN HOMBRE CRUCIFICADO Jesús: Llore yo con ansias tantas que el llanto dulce me sea, pues he aquí que he venido a ser Rey siendo un simple postiguillo. Pilatos: He aquí el hombre -Poncio Pilatos había dicho. Caifás: ¿Dónde está el gran rey mesías?, ¿es que ha desaparecido? Yo: Contemplad la pequeñez de Dios y la grandeza de su amor: pequeñez en un maltrecho hombre y grandeza por el Siervo del Dolor. ¿Qué queda del milagrero? ¿Qué queda del Salvador? Yo sólo veo en él el abandono de Dios. Jesús: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?, Dios mío, Dios mío, ¿por qué? Ayer caminaba sobre las aguas, hoy camino con espinas en mi sien. Maltrecho, dolorido, fatigado, traspasado, ofendido, humillado; de Dios nada me queda y el hombre se ha crecentado. Cierto que yo todo lo busqué, verdad que del Cáliz bebí; pero dime, dime Padre mío, en esta hora ¿qué será de mí? Por más que miro alrededor,

191

allá donde la cruz me ha dejado, no veo a mis discípulos y a los que ayer me amaron. No me lamento porque es lo que quise, pero mi corazón está angustiado, que aunque sepa quién soy, nací y soy más que humano. ¿De dónde tanto odio contra mí? ¿Qué mal les pude hacer? Cuando los amé a la locura y pasé haciéndoles el bien. ¡Cuánto esperan de mí estos pobres descarriados! No comprendieron que tenga que morir, ni que tenga que ser humillado. Pueblo: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! Pues si es el que dice ser perdonará al pueblo suyo y a los romanos hará padecer. Si es el Hijo de Dios que se salve y todos creeremos en él; que baje de la cruz ahora si el Hijo de Dios en verdad es. ¡Fantoche, más que fantoche, ridículo loco endemoniado!, ¿creías que íbamos a creer en ti, tú, en alguien tan chiflado? Pobre Jesús de Nazaret, que de ser un simple carpintero quiso, sin más, el ser Dios del mundo entero.

192

¿Por quién te tenías que intentabas perdonar los pecados, que llamaste hipócritas a los fariseos, que vivías entre publicanos, que dormías entre prostitutas y bebías entre borrachos? ¡Miradle, miradle ahora! Anda, que baje de la cruz. ¡Baja del madero, Rey, hazlo Su Majestad Jesús! Jesús: Perdónalos, Padre mío, no les tengas en cuenta este pecado, porque no saben lo que hacen ni lo que dicen en su estado. Pueblo: Y el muy ridículo nos perdona como si hubiéramos hecho el mal, como si crucificarlo hubiera sido de todos un error fatal. Anda, púdrete en la cruz y que los cuervos te coman vivo. Y pensar que a casi todos ya nos tenía casi convencidos. Uno: Pues éste no será el que dice, pero, la verdad es que lo vi hacer milagros. Ahora sé lo que los rabinos decían: que no es más que trucos de mago. Otro: Claro, por eso expulsaba demonios, porque tenía pacto con el diablo: que le había dado poder de hacer prodigios sobrehumanos.

193

Jesús: Llore yo con ansias tantas que le llanto dulce me sea, pues he aquí que he venido a ser Rey siendo un simple postiguillo. ¡Padre! ¡Padre! Mi amado..., en tus manos, Padre mío..., en tus manos encomiendo mi espíritu... ¡Oh! Todo está consumado en mí, ahora puedo morir. Ahora este pobre postiguillo abrirá las puertas del Paraíso. Yo: Yace pendido en a cruz; mañana resucitará y cuando resucite ascenderá. Y en todo, cuando pase la fiebre, ¿qué quedará de ti, Jesús, y del mensaje que nos diste? Vuelve pronto Señor Jesús, vuelve pronto, pronto. Amén.

194

CUARTO CANTO DEL SIERVO DE DIOS He aquí que prospera fuerte mi Siervo, será enaltecido y levantado y sobre ensalzado de gran manera, y todas las naciones se admiraron porque pudieron contemplar su aspecto: que no parecía ni de ser humano, pues hasta daba repugnancia verlo por tenerlo todo desfigurado. Ante él cerrarán los reyes la boca pues lo que nunca se les contó verán, lo que nunca oyeron reconocerán: que sin el Siervo la vida está rota. No tenía ni apariencia ni presencia -lo vimos- y todos pudimos contemplar el que no tenía belleza agradable, ni imagen que se pudiese estimar. Despreciable y deshecho de hombres, sabedor de innumerables dolencias, conocedor de todos los quebrantos, deshecho -no lo tuvimos en cuenta- como uno ante quien se le oculta el rostro así todos le volvimos la cara, y con todo eran nuestras dolencias y nuestros los dolores que él cargaba. Él ha sido molido por nosotros, mientras le tuvimos, por azotado, que humillado por la mano de Dios y por el Altísimo abandonado.

195

Él soportó el castigo que nos trae paz: con sus cardenales nos ha curado, sus cinco llagas nos ha redimido y su amor a todos nos ha salvado. Sí, como ovejas todos errábamos, cada cual fue por distinto sendero, y Dios descargó sobre él la cólera, de nuestro orgullo pagó en el madero. Como un cordero que va estando mudo fue conducido hacia el matadero y hacia los que esperaban cruelmente ver al Siervo degollado y muerto. Él, tras ser traicionado fue arrestado y tras arresto fue declarado reo, siendo contado entre malhechores cuando es el más bueno del Universo. Por las rebeldías del pueblo, herido; por nuestros delitos, crucificado; por nuestras blasfemias, paga la deuda; por el amor que nos tiene, olvidado. Pero por más que no hizo atropello y no hubo en su boca engaño alguno, más plugo a Dios quebrantarle de dolencias como Agnus Dei de la expiación del mundo. He aquí que prospera fuerte mi Siervo, como Rey de Reyes será aupado, porque éste es mi Hijo en quien me complazco y éste soy yo, tu Dios, el Verbo.

196

DE LA VIEJA Y DE LA NUEVA JERUSALÉN Caminé por sus umbrales, caminé por las calles de Jerusalén, por la explanada del Templo, donde a Jesús predicando hallé. Yo quisiera saber, Señor mío, que causa mi dolor, que vivo no quiero estar y que muerto no quiero verme. Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, Jerusalén que mataste a mi Señor, ¿por qué acogiéndome no me crucificas a la derecha de mi redentor? Jerusalén, Jerusalén, acógeme en tus entrañas, que ya no viva fuera de ti, que mejor es ser en ti enterrado que vivir de tus entrañas expulsado. Hacia ti camino, hacia la explanada del Templo, donde otros nuevos mercaderes morada pagana han hecho. Yo quisiera saber, rabino Jesús, si me darás a probar tu Cáliz, que si de tu pan comeré; que vivo caminando que me muero y muriéndome estoy que vivo.

197

"En verdad te digo, amigo, que reinarás en Jerusalén conmigo, en la Jerusalén nueva e inmarchita que acogerá a los profetas y a los santos sin tener que crucificarlos, en la Jerusalén nueva e inmarchita, la Jerusalén Celestial.

198

SEÑALADO Señalado por los dos costados, señalado por entero, señalado por todos los lados, Jesús en el madero. Señalado, herido y crucificado por se manso y bueno, por hablar lo que no escucharon, por eso fuiste reo. Por tu cruz sé que me has salvado y por ello te quiero; pero es por verte resucitado por lo que te anhelo. Señalado por el amor inmenso que me has procesado y señalado en este corazón tierno que quiere estar a tu lado. Jesús, te quiero, yo te quiero, por dos razones lo hago: porque te necesito y porque te amo.

199

SIERVO DE LOS SIERVOS Salve Rey de Reyes, yo te saludo mi rey, yo te saludo mi siervo, porque te has dignado siendo rey a servirme como esclavo. Si no, ¿por qué me lavaste los pies?, ¿por qué viniste a servir?, ¿por qué te hiciste el último?, ¿por qué te entregaste por mí? Eres mi rey, y eres mi siervo, porque todo lo hiciste por mí, porque mandándome obedeciste tú, porque dictando leyes me redimiste de mi transgresión, dándome indulgencia con tu sacrificio, y ¿cómo es que mi señor da la vida por mí, su siervo?, y ¿cómo es que siendo Dios y mereciendo yo la extinción te dignas a darme vida eterna? No te alabo por tu grandeza, mérito no tiene el reconocerlo, yo te alabo por tu humillación y esto sí que se factible, pues no retuviste adrede tu condición, sino que por lo contrario te dignaste a ser un don nadie para que yo por ti fuese alguien.

200

Salve Rey de Reyes y Señor de Señores, pero más alabado seas por Siervo de Siervos. Salve Siervo de Siervos, salve el que me salvó y redimió de mi transgresión al verme arrepentido.

201

CON MI MAESTRO JESÚS Daba la sombra en su rostro, y su lado derecho parecía deambular; pero sus ojos, ¡cómo resaltaban!..., eran verdes ¿o eran azules?; y su pelo caía como vencido en sus hombros mientras un velo ocre en su cabeza reposaba. Su lado izquierdo estaba iluminado, mientras que el ojo del otro lado bien parecía que estaba sereno, como vigilante y como interrogando; su ojo izquierdo nostálgico estaba, como a punto de llorar, pero sereno, muy tranquilo y sereno. Serenidad era su rostro, entre la sombra y la luz, entre su barba y su bigote, y entre su pelo castaño oscuro o rubio. ¿Cuántas penas y amarguras, cuántos sinsabores y bofetadas, cuántas penurias pasaron — me preguntaba — por eso bello rostro? No sé cuantas, pero las hubo. Como hubo sonrisas, alegrías, ratos de bromas, de diálogos, momentos agradables, cuando predicaba y enseñaba, cuando comía como uno más, cuando acariciaba a sus hijos del alma, cuando miraba al cielo y decía que el Reino estaba no allí donde están los pájaros sino que estaba entre nosotros.

202

Enamoraba a todos con su bello rostro, y su alta figura se realzaba majestuosa aunque vistiese tan toscamente, y sus palabras parecían desvelarlo todo y llenarnos de esperanzas certeras...; así, al menos, lo sentíamos todos, porque era maravilloso... Cuando caminaba por los polvorientos caminos de esa árida Judea y por aquella verde Galilea..., y nos decía aquellas cosas tan bonitas y aquellas conclusiones tan perfectas, sentíamos que nuestras almas desgarrábanse entre el llanto del arrepentimiento y entre el gozo de la esperanza. En los muchos pozos que había casi siempre nos parábamos, y el maestro aprovechaba nuestra sed para el Agua de veras mostrarnos; unos bebían del pozo y otros bebíamos de sus palabras y de la serenidad de su bellos rostro. Aún me parece que lo veo (...) cuando se echaba a la sombra del sicomoro o a la sombra de la higuera o a la sombra del olivo. Aún me parece que lo veo, puesto que yo no lo olvido jamás, cuando la sombra de la vela, de aquellas barcas amarradas, le daba a un lado de su rostro, mientras el Sol en su ocaso estaba y la luz de aquella se retiraba llenándose de estrellas el cielo,

203

de la Luna llena y plácida, que en el mar, que era un espejo, todas las iluminarias se reflejaban con la colosal figura de mi maestro. Y aún me parece que lo siento, cuando en aquellos cerros de la ribera, mirando hacia Jerusalén, veía yo como brillaba — donde la sombra, que la Luna brillando en su lado derecho estaba — como una lágrima y su bello rostro se cubría de un color extraño, y de sus dos ojos salían lágrimas de estar llorando. Y aquella colosal figura, aquel hombre maravilloso, aquella mole de amor, se estremecía disimuladamente mientras su corazón lloraba; aunque seguía con su bello rostro, el cual le caracterizaba. Sí, daba la sombra en su bello rostro, para ocultar quizás aquello que vio mis ojos, para ocultar quizás que aquel hombre, aquel ser solitario y angustiado, aquel bromista y sonriente ser, tenía en su más crudo interior los Avatares del padecer y la angustia del más hondo dolor.

204

Sí, daba la sombra en su bello rostro, y pocos sabían lo que tenía, quizás nadie sabía nada de él..., ¿quién era aquel hombre?, ¿qué quería realmente decir?, ¿qué le angustiaba tanto? Muchos vieron en él a un dios, otros el mesías político-militar, otros un insurrecto del sistema, pero yo vi en aquel hombre, Dios mío, yo vi que sufría de amor, que si era dios o no, no lo sé, pero que era tan humano y bondadoso que realmente merecía ser dios; pero él era amor, sólo amor. Le daba la Luna llena en su rostro, y pocas lunas faltaban ya para que mi maestro y todos nosotros cambiásemos los caminos de Galilea por la árida Judea, cambiando el Mar de Tiberíades por un mar de tempestades. Poco para que entrásemos en la Ciudad Santa, aquella que mata a los que ama... ¡Oh Jerusalén!, si tú supieras, Jerusalén, quien entrará por tus puertas; pero no lo sabes Jerusalén, no lo sabes Jerusalén, ¡oh Jerusalén!

205

La sombra le daba su rostro, y yo lloraba con él, y mi alma se desgarraba con él, y mis lágrimas caían con las de él; y ahora que él se fue —aunque dejó su recuerdo— sólo vivo para esperar que de nuevo yo camine junto a él, con mi maestro, mi amado maestro, Jesús de Nazaret.

206

207

Epílogo: Un deseo

208

209

SERENIDAD Quiero estar sereno como un tranquilo amanecer; quiero amanecer despejado como un cielo azul, quiero ser como un cielo lleno de estrellas por la noche y lleno de luz por el día; quiero estar sereno para poder comprender lo que es paz en el corazón, sereno como el ocaso. Añoro, Dios mío, tal momento en que mi mirada sea serena como un tranquilo amanecer, como un despejado cielo, como en estos instantes que te escribo diciendo: "quiero estar sereno", quiero amanecer. Y veo que algo en mí está amaneciendo, que algo en mí se rebela contra mi hombre viejo buscando que amanezca, sereno, lleno de luz, mi hombre nuevo. Parece mentira que un día, lejano o cercano, pueda alcanzar la serenidad de espíritu y de corazón; hoy tan sólo me parezco, pero serlo, ¿cuándo lo seré? Y creo seguro que un día alcanzaré la cierta serenidad.

210

211

ÍNDICE Orden en este libro: Mi credo inamovible 11 Amor del alma 12 Pena de pecador 13 Confesión 14 Reconocimiento de los pecados 18 Contradicción en la subida 22 Mis dolores de cabeza 24 Las guerras de mi alma 27 Palabras de un ignorante 29 Palabras de un agobiado 31 Reconocimiento sincero 33 Reconocimiento de la dignidad 35 Anhelo de mi alma 41 Noche oscura sobre el alma 42 Plegaria del Buen Ladrón 43 Petición de auxilio 46 Reflexión en la espera 47 Oración en la angustia extrema 55 Peticiones vehementes 58 Solo me muero 61 Súplica de un verdadero israelita 63 Súplica del que fue a trabajar 66 Perdóname, Padre mío 68 La estrella fugaz 69 Sufrimiento oculto 70 Mi oración, Señor 72 Un ruego a Dios 73 Petición nocturna 76 La promesa prometida 77 Me balanceo 78

212

Tormentos incalculables 80 Una lamentación 83 Oración al Señor 85 Súplica vehemente 87 Ven Señor Jesús 89 Amargura siento 90 Quisiera morir 92 Todos culpables 93 Súplica veraz 95 Suspendido 96 Ansias de libertad 98 Oración suplicante 99 La omnipresencia divina 103 Entrega total 105 El dolor de saber 106 Perplejo del saber 108 El gran desconocido 110 El lugar de la verdad 111 La gran esperanza 112 La tribulación cotidiana 113 El Señor me escucha 116 Un glorioso retorno 118 Palabras de un luchador 120 Palabras de un agazapado 122 La escuela suprema 125 Soñé que soñaba 128 Mi talante 129 El Monte de la Cuarentena 131 Palabras sobre mí 134 Solitario por mi camino 138 Permíteme hoy Señor 140 Meciéndome 142 Quisiera ser el que soy 144 Palabras de un loco 146 Me duele el mundo 148 Un ser chiquito 152 Divagaciones 154 De la noche oscura 155

213

No puedo parar 156 Al pie del cañón 158 Sin saber qué pensar 160 Una afirmación 163 Palabras de un caminante 164 Soy esposa de Jesús 168 Amigo de Dios 172 El Señor es mi Pastor 174 Cuando miro a mi Padre 176 De nuevo hoy vuelvo 178 Esto sí que es incomparable 183 Te amo, Jesús 184 Hallo en todo a Jesús 186 Yo contesto al Señor 189 Un hombre crucificado 190 Cuarto Canto del Siervo de Dios 194 De la vieja y nueva Jerusalén 196 Señalado 198 Siervo de los Siervos 199 Con mi maestro Jesús 201 Serenidad 209 Numeración correspondiente con la recopilación general. 004 - La Omnipresencia Divina 007 - Entrega Total 008 - Pena de Pecador 010 - Amor del Alma 015 - Anhelo de mi Alma 017 - El Dolor de Saber 018 - Perplejo del Saber 019 - El Gran Desconocido 020 - Noche Oscura sobre el Alma 021 - Plegaria del Buen Ladrón 022 - Petición de Auxilio 023 - Oración en la Angustia Extrema 029 - Mi Credo Inamovible 030 - Confesión

214

032 - El Lugar de la Verdad 040 - La Gran Esperanza 041 - Reflexión en la Espera 053 - Reconocimiento de los Pecados 055 - La Tribulación Cotidiana 057 - Peticiones Vehementes 058 - Yo Contesto al Señor 059 - Un Hombre Crucificado 060 - Cuarto Canto del Siervo de Dios 071 - De la Vieja y Nueva Jerusalén 078 - Palabras de un Caminante 079 - El Señor me Escucha 084 - Soy Esposa de Jesús 088 - Palabras de un Loco 089 - Amigo de Dios 112 - El Señor es mi Pastor 114 - Solo me Muero 118 - Un Glorioso Retorno 120 - Palabras de un Luchador 122 - Súplica de un Verdadero Israelita 123 - Súplica del que Fue a Trabajar 132 - Contradicción en la Subida 133 - Perdóname, Padre mío 142 - La Estrella Fugaz 143 - Sufrimiento Oculto 149 - Con mi Maestro Jesús 150 - Palabras de un Agazapado 162 - La Escuela Suprema 180 - Cuando Miro a mi Padre 184 - Mis Dolores de Cabeza 185 - De Nuevo Hoy Vuelvo 197 - El Monte de la Cuarentena 202 - Soñé que Soñaba 215 - Mi Talante 224 - Reconocimiento de la Dignidad 226 - Las Guerras de mi Alma 229 - Esto sí que es Incomparable 233 - Palabras sobre Mí

215

245 - Solitario por mi Camino 248 - Permíteme Hoy, Señor 249 - Quisiera ser el que Soy 256 - Mi Oración, Señor 260 - Me Duele el Mundo 273 - Palabras de un Ignorante 279 - Tomentos Incalculables 285 - Meciéndome 288 - Un Ruego a Dios 290 - Palabras de un Agobiado 295 - Petición Nocturna 299 - La Promesa Prometida 303 - Me Balanceo 305 - Reconocimiento Sincero 312 - Una Lamentación 313 - Una Afirmación 315 - Te Amo, Jesús 322 - Señalado 325 - Un Ser Chiquito 328 - Serenidad 329 - Divagaciones 348 - Oración al Señor 356 - Hallo en Todo a Jesús 371 - Súplica Vehemente 389 - Ven Señor Jesús 390 - Siervo de los Siervos 398 - Amargura Siento 401 - De la Noche Oscura 408 - Quisiera Morir 437 - Todos Culpables 439 - Súplica Veraz 445 - Sin Saber que Pensar 451 - Suspendido 453 - Ansias de Libertad 458 - No Puedo Parar 465 - Al Pie del Cañón 469 - Oración Suplicante

216