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Aventura en el Castillo DE Enid Blyton

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AventuraenelCastillo

DE

EnidBlyton

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CapítuloI

Lasvacaciones

Dosniñasocupabanelasientodelaventanaensuestudiodelcolegio.Unadeellasteníaelcabelloonduladoyrojoytantaspecas,quehubieseresultadoimposiblecontarlas.Elcabellode laotraeraoscuroysealzabapordelante,formandoungraciosocopete.

—Undíamás,yempiezanlasvacaciones—dijolapelirrojaLucy,mirandoaDollyconojosdeuncolorverdeextraño—.¡QuéganasmásgrandestengodeveraJackotravez!Uncursoenterosin tenerleami ladomepareceunaeternidad.

—Puesamínomeimportanadaestarseparadademihermano—anuncióDolly,riendo—.NoesqueseamaloJorge,peromeponelosnerviosdepuntacontodosesosanimalitoseinsectosquesuelellevarencima.

—Menos mal que hay un día de diferencia entre sus vacaciones y lasnuestras —dijo Lucy—. Seremos nosotras las primeras en llegar a casa.Podremosecharunamiradaanuestroalrededory,luegoaldíasiguiente,nosencontraremosconellos…¡Hurra!…

—¿Cómoserá ese sitioquehaalquiladomamáparapasar elverano?—murmuróDolly—.Voyaleersucartaotravez.

Sesacólacartadelbolsillo,yvolvióaleerla,aprisa.

—Nodicegrancosa.Sóloquequierequenoslimpienydecorenlacasayqueporesohaalquiladootraenlascolinasparaquepasemoslasvacaciones.Toma,lee…

OfreciólacartaaLucy,quelatomóyleyóconinterés.

—Sí…,esunsitioquesellamaSpringCottage,yqueseencuentraenlaladeradelaColinadelCastillo.Dicequeesunlugarbastantesolitario,dondehaypájarossilvestresamontones…,conqueJacksepondrámáscontentoqueunasPascuas.

—Loquenocomprendoescómopuedeestartuhermanotanchifladoporlospájaros—dijoDolly—.LepasaconellosloqueJorgeconlosinsectosytodosesosbichos.

—Jorgeesunamaravillaconlosanimales—observóLucy,quesentíaunagran admiraciónpor el hermanodeDolly—.¿Te acuerdasde aquel ratón alqueenseñóatomarlelasmigasdepandeentrelosdientes?

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—¡Oh, no me recuerdes esas cosas! —exclamó Dolly, con unestremecimiento. No podía soportar ni la presencia de una araña, y losmurciélagosylosratoneslehacíandargritosdealarma.ALucyleparecíalamarderaroque,habiendovivido tantosañosconunniño tanenamoradodelosanimalescomoJorge,pudieraseguirteniéndolesmiedo.

—Te hace rabiar mucho, ¿verdad? —dijo, recordando con cuántafrecuencia le metía Jorge a su hermana ciempiés debajo de la almohada ycucarachasenloszapatos.

Noeranecesarioquelaotrarespondiese.Jorgeeraunverdaderotormentocuandoseloproponía.

Gozabadandosustosa laniña.Poresonoeraextrañoque tuvieseDollytanmalgenio.

—¿Cómolehabráidoa«Kiki»estecurso?—murmuróDolly.

«Kiki»eraellorodeJack,unpájarolamardelistoqueimitabalasvocesylos ruidos con una habilidad sorprendente. Jack le había enseñado muchasfrases;pero«Kiki»habíaaprendidomuchasmásporsucuenta,principalmentelasqueoyeraenbocadeuntíomuycascarrabiasconelqueantañovivieranLucyyJack.

—A«Kiki»noquisierondejarleestarconJackenelcolegioestecurso—contestóLucy,contristeza—.Esunalástima…Peroconsiguióencontrarenlapoblaciónaunamigoqueseencargaradevigilarle.Yvaaverletodoslosdías.Aunque,laverdad,yocreoquedebieranhaberlepermitidoquelotuvieseasulado.

—Teniendoencuentaque«Kiki»nohacíamásquedecirlealdirectorquenorespingara,yalmaestrodeJackqueselimpiaralospies,yquedespertabaatodoelmundoporlanochesilbandocomounalocomotora—dijoDolly—,nomeextrañaquenoquisieranadmitirleestecurso.Seacomofuere,podremostenerle con nosotros durante las vacaciones, y eso resultar agradable. Lequieromuchoa«Kiki»…,nopareceunpájarosinoigualqueunodenosotros.

El loro era, en efecto, un buen compañero.Aun cuando no sostenía unaconversacióncomoesdebidoconlosniños,sabíacharlarhastaporloscodoscuandoledabalaganaydecíalascosasmásabsurdas,haciendodesternillarsederisaatodos.AdorabaaJacky,cuandoésteselopermitía,seestabahorasyhoras posado en su hombro. Las niñas se alegraban de que estuvieran tancercanaslasvacaciones.Losdosmuchachos,ellasyelloro,lopasaríanmuydivertido juntos. Lucy, en particular, aguardaba con verdadera ilusión elmomentodehallarseconlalindayalegremamádeDolly.

Jack y Lucy Trent no tenían padre ni madre y habían vivido durante

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muchosañosconuntíoancianoydemuymalgenio.Hastaqueconocieron,por casualidad, a Jorge y a Dolly Mannering. Estos dos últimos no teníanpadre, pero sí una madre que trabajaba como una negra para podermantenerlesyeducarles.Tanto,tantotrabajaba,quenohabíatenidonitiempoparahacerlesunhogar.Conquelosmandabaaunpensionadoy,durante lasvacaciones,acasadeunostíos.

Pero las cosas habían cambiado ya. La madre de Dolly contaba ya condinero suficiente para formar un hogar y había ofrecido dar casa también aJackyLucy.Conque,durante el curso escolar, lasdosniñas ibanal colegiojuntas, y los dos niños a otra escuela. Al terminar el curso, los cuatro sereuniríanconlaseñoraMannering,madredeJorgeyDolly.

—¡Seacabaronlostíosylastías!—exclamóalegrementeDolly,aquienelanciano y siempre abstraído tío Jocelyn nunca le había inspirado muchasimpatía—.Ahora…,¡adisfrutardeunacasapreciosaconmimadre!

Durante las próximas vacaciones, iban a estar todos juntos en la casitaalquiladaporlaseñoraMannering.EsverdadqueDollyexperimentabaciertadesilusión.Hubiesequerido iralhogarquesumadreestabapreparandoparatodos. Sin embargo, no podía menos de aguardar, con cierta ilusión, elmomentodeencontrarseenSpringCottage.Dabalasensacióndeserunsitioagradable. ¡Y, qué paseos más hermosos darían por las colinas! ¡Quémeriendasmásdivertidas!

—¿Teacuerdasdeesaaventuratanbonitaquecorrimoselveranopasado?—murmuró, dirigiéndose a Lucy, que miraba, soñadora, por la ventana,pensandoenlomagníficoqueseríaverasuhermanoJackdosdíasmástarde.

Lucymovióafirmativamentelacabeza.

—Sí—repuso—.Fuelamardeemocionante.Pero¡ay,elmiedoquepaséaratos!Esaislatenebrosa…,¿larecuerdas,Dolly?

—Sí…Yelpozoaquelquesehundíaenlasprofundidadesdelatierra…Ycómo nos perdimos allá abajo…, ¡eso sí que fue una aventura! Y nadameimportaríacorrerotraigual.

—¡Qué rara eres!—exclamóLucy—.Tiemblas y tiritas cuando ves unaarañay,sinembargo,parecesdisfrutarcorriendoaventurasespeluznantes,queyotiembloconsólorecordarlas.

—Bueno…,yanocorreremosmás—dijoDolly,nosinciertosentimiento—. Supongo que una aventura como ésa es lo bastante para toda una vida.Apuestoaqueloschicosnodejandehablardeellauninstante.¿RecuerdasloimposiblequenosresultóhacerlescallarenNavidades?

—¡Oh!…,¡yapodríanvenirmásaprisalasvacaciones!—exclamóLucy,

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alzándose de su asiento, con desasosiego—. No sé por qué se hacen taninterminablessiemprelosúltimosdosotresdías.

Pero todo llega en este mundo, hasta las vacaciones. Y las dos niñasmarcharonaldíasiguienteconmuchasotrascompañeras,riendoycharlandohastaporloscodos.Elequipajeibaenelfurgón.Llevabandosbilletesenelportamonedas.El corazón les latía con violencia.La alegría les inundaba elcuerpo. ¡Las vacaciones! ¡Las vacaciones por fin! ¡Lo que iban a disfrutar!¡Loqueibanadivertirse!

Tuvieron que cambiar dos veces por tren; pero Dolly sabía cómo haceresas cosas. Lucy era muy tímida y se quedaba siempre cohibida ante losextraños.Dolly, sin embargo, con sus doce añitos, no le aguantaba ningunaimpertinencia a nadie. Era una muchacha decidida y llena de aplomo, quesabíadefendersusderechos.

Porfinllegaronalaestacióndedestino.Saltaronatierra,yDollyllamóalúnicomozo,queacudióarecogersuequipaje.

—¡Ahíestámamá!—exclamóluegolaniña.

Y corrió hacia la linda señora de ojos brillantes que había salido arecibirlas.

NoeramuyamigaDollydelosabrazosnidelascaricias.Elbesoqueledioasumadre,másparecióunpicotazo.PeroLucyseencargódecompensara la señoraMannering, dándole un fuerte y prolongado abrazo, además defrotarlelabarbillaconlapelirrojacabeza.

—¡Oh!—exclamó,pensandoporcentésimavezcuanafortunadaeraDollyentenermadrepropia—.¡Quéalegríaverlaotravez!

Leagradecíaenormementea suamigaque lepermitiesecompartirla.Noera muy agradable no tener padres que le escribiesen a una y le dieran labienvenidaacasa.PerolaseñoraManneringsiempreledabalasensacióndequelaqueríaydequedeseabatenerlaasulado.

—Tengoelcocheesperandofuera—dijoésta—.Vamos.Elmozocuidarádelequipaje.

Salieron de la minúscula estación rural a un camino con terraplenescubiertos de flores primaverales. Estaba azul el cielo, y el aire era suave ycálido. Lucy se sintió muy feliz. Era el primer día de las vacaciones. SehallabajuntoalalindamadredeDolly.Aldíasiguientesereuniríanlosniñosconellas.

Ocuparon el automóvil que aguardaba. El mozo cargó los baúles. LaseñoraManneringsesentóalvolante.

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—SpringCottageseencuentraalgodistante—dijo—.Tenemosquebajaralpueblocuandonoshacefaltaalgo…salvo loshuevos, lamantequillay laleche, que obtengo en una granja vecina. Pero es una comarca preciosa ypodréis dar unos paseos magníficos. En cuanto a los pájaros se refiere…,bueno.¡Jackvaadisfrutardelolindo!

—Yahoraescuandohacen losniños…Noharáotracosaquepensarenellos—dijoLucy,untantocelosadelasavesqueacaparabanhastatalpuntolaatenciónyeltiempodesuhermano.

Las muchachas miraron a su alrededor por el camino. La comarca eralindísima,enefecto,montañosoelterreno,azulesyemocionanteslascolinasenlalejanía.Elvehículobajóuncaminoporelvalledeunríoserpenteante,yluegoempezóaascenderunapendienteladera.

—¿Estánuestra casita enesta colina?—preguntóDolly, conemoción—.¡Quévistasmásbonitashabrá!

—Lashay,enefecto—asintiólamadre—.Sevenlascolinasdelotroladodelvalle,yunaseriedemontañasmásquesealzandetrás.

El automóvil tenía que ir muy despacio ahora, porque el camino eraempinado.Amedidaque ibaascendiendo les eraposiblevermásymásdelotro lado del valle. Lucy alzó de pronto lamirada para ver a qué altura sehallaban,yexhalóunaexclamación:

—¡Mira!¡Miraesecastilloquehayenlacima!¡Oh,míralo,Dolly!

Laniñamiró.Se tratabadeun castillo viejo, que imponía enverdad.Sealzaba un torreón a cada lado, y los muros daban la sensación de ser muygruesos.Teníaaspillerasyventanasmuyanchas también,cosaqueresultabachocante.

—¿Esuncastilloantiguodeverdad?—inquirióalegrementeLucy.

—No…, no del todo—respondió la señoraMannering—.Parte de él esantiguo;peroelrestoseharestauradoyreconstruido,deformaqueresultaunaverdadera mezcolanza. Nadie lo habita en la actualidad. Ni sé a quiénpertenece tampoco…, nadie parece saberlo ni parece importarle a ninguno.Estácerrado,yporloqueoigodecirnotienemuybuenafama.

—¿Porqué?¿Esquehaocurridoalgoterribleallíalgunavez?—preguntóDolly,emocionada.

—Creoquesí.Peronoséunapalabradeél,enrealidad.Másvalequenoosacerquéis,sinembargo,porqueelcaminoqueconducearribaespeligrosocomoconsecuenciadeuncorrimientode tierrasoalgoasí. ¡Dicenquepartedelcastilloestáapuntoderesbalarporlacolina!

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—¡Caramba!¡Esperoquenoiráacaérsenosencimadelacasa!—exclamóLucy,algoasustada.

LaseñoraManneringseechóareír.

—Claroqueno.Estádemasiadoapartado…Mirad…,ésaesnuestracasita,ocultaalláentrelosárboles.

Era una casita preciosa, con techumbre de bálago y de emplomadasventanas.Lasniñasseenamorarondeellaencuantolavieron.

—Separeceunpocoalacasaquecomprasteparanosotros—dijoDolly—.Tambiénésaesbonita.¡Oh,mamá!¡Vamosapasarlomuybienaquí!¡Cómoseemocionaránlosniños!

HabíauncobertizobastantegrandejuntoaledificioyenélmetiólaseñoraManneringelcoche.Todosseapearonrápidamente.

—Dejadelequipajedemomento—dijo lamamádeDolly—.Elhombredelagranjalometeráencasa.Y,ahora…,¡bienvenidosaSpringCottage!

CapítuloII

Lleganlosniños…con«Kiki».

Las dos niñas se pasaron aquel día y lamañana siguiente explorando lacasa. Era, desde luego, pequeña, pero tenía el tamaño suficiente para darlescabidaatodos.Habíaunacocinaestiloantiguo,yunaminúsculasala,yenelpisosuperior,tresalcobaspequeñas.

—Unaparamamá—dijoDolly—,otrapara tiyparamí,Lucy,y laotraparanuestroshermanos.Mamácocinaráyhemosdeayudar todosahacereltrabajodelacasa,quenoserágrancosa.¿Verdadqueesmuybonitanuestraalcoba?

Era una habitación metida debajo del tejado con una ventana quesobresalía por entre el bálago. Las paredes tenían una inclinación rara, y eltecho estaba inclinado también. El suelo eramuy desigual y las puertas tanbajas que Dolly, que se estaba haciendo muy alta ya, se veía obligada aagacharlacabezaparapoderpasarporalgunadeellas.

—Spring Cottage—dijo—. Es un nombre bonito para esta casa. Sobretodoenprimavera.

—Lallamanasíporelmanantialquehaydetrás—explicólamadre—.Elaguabrotaprimeroenelpatiodelcastillo,segúntengoentendido,semetepor

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untúnelqueellamismahaabierto,surgecomonuevomanantialporencimadeestacasa,cruzanuestrojardín,ydesapareceluegocolinaabajo.

Lasmuchachas exploraron el arroyuelo.Encontraron el punto por dondemanaba,yDollyprobóelagua.Erafrescayclaracomoelcristal.Legustabaoírsugorgoteoeneldescuidadojardín.Looyótodalanochecondelicia.Lavistadesdelacasitaeramagnífica.Podíanvertodoelvalleyelserpenteantecaminoqueconducía, laderaarriba,hasta lacasa.Allá lejos,en ladistancia,estabalaestacióndeferrocarril,queparecíaunedificiodejuguete.

—Igual que la locomotora y los vagones que tenía Jack —dijo Lucy,recordando—.Y,¡cómoseenfadabatíoGodofredocadavezquelaponíamosenmarcha!Acostumbrabadecirquehacíamásruidoqueunatormenta.¡Ah,cuántomealegrodequenovivamosyaconél!

Dollyconsultósureloj.

—Yaescasihoradeiraesperareltren—dijo—.Apuestoaqueloschicosestánexcitadosamásnopoder.Ven,vamosabuscaramimadre.

LaseñoraManneringestabaapuntodesacarelcochedelcobertizo.Lasniñasmontaronasulado.Lucyestabamuyemocionada,tantaseransusganasdeveraJackdenuevo.YaJorgetambién.¡OjalánotuvieraDollyunodesusarranques de genio demasiado pronto! Jorge y ella reñíanmuchomás de loquedebieran.

Llegaron a la estación. Lucy se paseó por el andén esperando que seanunciara la proximidad del tren. La señal cambió, por fin, con alarmanteruidoy,casienelmismoinstante,sevioaparecerunanubedehumoydoblólacurvalalocomotora.

Los dos niños estaban asomados a las ventanillas, agitando lasmanos ygritando.Lasniñaslessaludaronagritostambién,poniéndoseacontinuaciónabailardecontentó.

—¡Ahíestá«Kiki»!—exclamóLucy—.¡«Kiki»!

EllorosoltóunchillidoyvolódelhombrodeJackparaaterrizarsobreeldelaniña,alaquefrotólamejillaconelpico,haciendounruidoraro.Estabaencantadodeverla.

Losmuchachossaltarondelvagón.JackcorrióaLucyy ledioun fuerteabrazoalquecorrespondióellaconotro,brillándole losojoscomoestrellas.«Kiki»exhalóotrochillidoyvolvióalhombrodeJack.

—Límpiate los pies—le dijo con severidad al sobresaltadomozo—. Y,¿dóndetieneselpañuelo?

JorgelesonrióasuhermanaDolly.

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—¡Hola,chica!—ledijo—.¡Cómohascrecido!Menosmalquehecrecidoyotambién,sinoserías tanaltacomoyo.¡Hola,Lucy…,túnohascrecido!¿Hassidobuenaenelcolegio?

—¡No hables como una persona mayor! —le contestó Dolly—. Mamáaguardafuera,enelcoche.Venaverla.

Elmozorecogióelequipajeconunacarretillaysiguióaloscuatroniños,que estaban lamar de excitados. «Kiki» fue a posarse sobre lasmaletas, ymiróalhombreconojosrelucientes.

—¿Cuántasveceshededecirtequecierreslapuerta?—preguntó.

Elmozosoltólacarretilla,alarmado.Nosabíasicontestarleaaquelpájarotanextraordinario.«Kiki»soltóunarisaigualqueladeJackysalióvolandohacia el automóvil, intentando posarse sobre el hombro de la señoraMannering.LamadredeDollyleresultabamuysimpática.

—Atención,porfavor—dijoelloro,conseveridad—.Abridloslibrosporlapáginaseis.

Todosseecharonareír.

—Ha aprendido eso de uno de los maestros—les dijo Jack—. ¡Oh, tíaAllie,nosabeslagraciaquehatenidoduranteelviaje!Asomabalacabezaporlaventanillaentodaslasestacionesydecía«¡adelante!»comoselohabíaoídodeciraljefedeltreny,¡habíaqueverlacaradelmaquinista!

—No sabes cuántome alegro de tenerte otra vez conmigo—dijo Lucy,pegándoseasuhermano.

Leadoraba,auncuandoélapenaslehacíacaso.Subieronalautomóvilyelmozocargóelequipajecomopudo,sinperderdevistaalloro.

—Haz el favor de cerrar la puerta —ordenó éste. E inició una de susinterminablesrisitas.

—Cállate,«Kiki»—ledijoJack,viendolacaradesobresaltodelmozo—.Pórtatecomoesdebido,otevuelvoamandaralcolegio.

—¡Oh,quéniño tanmalo!—contestó elpájaro—. ¡Oh,quémalo,malo,malo,malo…!

—¡Tesujetaréelpicoconunagomacomoteatrevasadecirotrapalabra!—amenazóJack—.¿NoestásviendoquequierohablarcontíaAllie?

JackyLucyllamabantíaAlliealaseñoraManneringporqueresultabamásagradable y cariñoso. A ella, por su parte, le eran muy simpáticos los dosniños,yenparticularLucy,porseréstamuchísimomásdulceyafectuosadeloquehabíasidoDollyjamás.

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—Oye—exclamóJorge,mirandoporlaventanilladelautomóvil—,¿sabesque esta comarca parece emocionante? ¡Hay pájaros en abundancia para ti,Pecas…yanimalesdesobraparamí!

—¿Dónde está esa ratapardaque tenías en el colegio?—preguntó Jack,mirandodereojoaDolly.

Ésta soltó inmediatamente un chillido. Jorge empezó a rebuscar en losbolsillos, metiendo la mano en uno y después en otro, mientras Dolly lecontemplabahorrorizada,esperandoveraparecerunarataparda.

—¡Mamá!¡Paraelcocheydéjameirapie!—suplicó—.Jorge llevaunarataencima.

—Aquí está… oh, no, es el pañuelo—murmuró Jorge—. ¡Ah!, ¿qué esesto?…No,tampoco.Ahora…,vaya,yaestá…

Fingió estar intentando sacar, condificultad, algodel bolsillo.—Conquequieresmorderme,¿eh?—dijo.

Dollyvolvióachillar.Lamadreparóelcoche.Dollyagarróeltiradordelaportezueladisponiéndose,asustada,aabandonarelvehículo.

—Túnotemuevas,Dolly—ledijolaseñoraMannering—.Jorge,bajatúy llévateaesebichocontigo.EstoycompletamentedeacuerdoconDolly…Noquieroqueandecorriendoporencimadenosotrosninguna rata.Conquepuedesapearteeirapie.

—Mira,mamá, laverdadesque…mehedejado la rataenelcolegio—contestóelniño,riendo—.SóloqueríahacerlerabiarunpocoaDolly.

—¡Bruto!—exclamólaniña.

—Me lo imaginaba—dijo lamadre, poniendo el vehículo enmarchadenuevo—.Bueno,andaconcuidado,porquehasestadoapuntodetenerqueiracasaapie.Amínomemolestaningunodelosbichosquerecoges…,salvolasratasylasculebras.Y,ahora,¿quéospareceSpringCottage?

Alosniñoslesgustótantocomoleshabíagustadoalasniñas.Peroloqueverdaderamentelesencantabaeraelcastillo.Dollyseolvidódeponermorroalseñalárseloalosmuchachos.

—Subiremosallá—dijoinmediatamenteJack.

—Me parece que no —intervino la señora Mannering—. Acabo deexplicarlesalasniñasqueesunlugarmuypeligroso.

—Pero…,¿porqué?—inquirióJack,chasqueado.

—Hubouncorrimientodetierrasenelcamino,ynadieseatreveasubiraélporahora.Tambiénheoídodecirquetodoelcastilloestáresbalandoyque

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podíadesmoronarsesisecorrieraunpocomáslatierra.

—Esosuenalamardeemocionante—dijoJorge,brillándoleslosojos.

Entraron en la casita, y las muchachas les enseñaron su alcoba bajo eltejado. Lucy estaba tan encantadora de encontrarse con Jack de nuevo, queapenaspodíadejarlesolounsegundo.Elniñoseparecíamuchoasuhermana,consucabellodeunrojoprofundo,losojosverdesycentenaresdepecas.Eraunmuchachomuynaturalybondadosoylamayoríadelagenteloencontrabasimpáticodesdeelprimerinstante.

Jorge,aquienJackllamabaconfrecuenciaCopete,separecíamuchoasuhermana también; pero tenía mucho mejor genio. Tenía el mismo mechónindómitodepelodelante,queeracaracterística,alpropiotiempo,delamadre.Por eso, al referirse a ellos, Jack los llamaba, con frecuencia, «Los TresCopetes». Losmuchachos eran de un pocomás edad que las niñas, ymuybuenosamigosenverdad.

—¡Lasvacacionesporfin!—dijoJorge,abriendosubaúl.

Dollyloobservóatentamentedesdeunadistanciaprudencial.

—¿Llevasalgúnbichoahídentro?—quisosaber.

—Sólounerizojovencito—lecontestósuhermano—.Ynotepreocupes,quenotienepulgas.

—Apuesto a que sí —dijo Dolly, retrocediendo unos pasos—. No meolvidarénuncadelerizoqueencontrasteelveranopasado.

—Tedigoqueestereciénnacidonotienenimediapulga—insistióJorge—.Compréuninsecticidaenlafarmaciayseloechéporencimayestámáslimpioqueunapatena.Aúnnoselehanvueltopardaslaspúas.

Lasniñascontemplaronconinteréslaminúsculabolallenadepinchosquellevaba entre los jerséis del baúl. Se desenrolló ésta un poco, asomando unhociquito.

—Esmuymono—dijoLucy.

YnialapropiaDollyparecíaasustarla.

—El único inconveniente que tiene es que va a resultar demasiadoespinosoparallevarloencima—observóJorge,metiéndoseloenelbolsillodelpantalón.

—Seguramentedejarásdecargarconélencuantotehayassentadoencimaunpardeveces.Laspúasseencargarán—dijoDolly.

—Esmuyprobable—asintióelhermano—.Yprocura túnomolestarmedemasiado,Dolly…,¡estaríaquenipintadoparametérteloenlacama!

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—Dejaosdediscutirysalgamosaexplorar—intervinoJack—.Lucydicequehayunmanantialeneljardínquebajadesdeelcastillo.

—Yo soy el reydel castillo—anunció«Kiki»,meciéndose encimade lamesadetocador—.¡Quiquiriquísuenaelpito!

—Meparecequeteestáshaciendounlío—dijoJack—.Vamos…,¡asalirtodos!

CapítuloIII

LavidaenSpringCottage

Losprimerosdíasfueronmuyfelicesenverdad.Loscuatroniñosy«Kiki»vagaronasuantojoyJackencontrótantoscentenaresdenidosquesequedómaravillado.Lospájaroslegustabanconlocuray,dehabérselopermitidolosotros, se hubiese pasado horas y horas contemplándolos. Se excitósobremaneraciertodíaporquedijohabervistounáguila.

—¡Un águila! —exclamó Dolly, con incredulidad—. Pero ¡si yo teníaentendidoquesehabíanextinguidoyqueyanoseencontrabaninguna,igualqueelAlcaMayordelaquehablastanto!

—Las águilas no se han extinguido —repuso Jack, con desdén—. Esodemuestratuignorancia.Estoysegurodequeloquevieraunáguila.Sealzómuyalto,comosedicequehacenlaságuilas.Yocreoqueeraunáguilareal.

—¿Espeligrosa?—inquirióDolly.

—Supongo que quizá te atacaría si te acercases demasiado a su nido.¡Troncho!¡Sianidaraenalgúnsitiocercano!…

—Bueno,puesloqueesyo,nopiensoirabuscarnidosdeáguilas—dijoDolly, con firmeza—.Sea como fuere, Jack,yahas encontradomásde ciennidos…,¿notienesbastanteconesosinnecesidaddeponerteabuscarnidosdeáguilastambién?

Jacknuncasellevabaloshuevosdeunnido,nimolestabaalospájarosqueestuviesenincubando.Ningúnpájaroleteníamiedo,comotampocoletemíaaJorgeningúnanimal.SiLucyoDollyechabanunamiradasiquieraaunnido,el ave que estuviese dentro huía alarmada, pero permitía a Jack que laacariciasesinmoverniunapluma.Erasingularenverdad.

«Kiki»lesacompañabasiempreensusexcursiones,posadoenelhombrode Jack. Éste le había enseñado al loro a no hacer ruido alguno cuandoestuvieseobservandoaunpájaro;peroa«Kiki»noparecíangustarlemucho

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lascornejasqueanidabanporlosalrededores.Habíaunacoloniadeellasenunmacizodeárbolesnomuylejano,yelloroibaconfrecuenciaaposarseenunaramaparadirigirlesinsultosalasasombradasaves.

—Esunalástimaquenopuedancontestarle—observóJorge—.Loúnicoquedicenes«Coo…cooo».

—Sí,y«Kiki»lasimita—contestóJack—.Sepasaríahorasgraznandosiyonolehicieracallar,¿verdad,«Kiki»?

Ellorolecogiólaorejaconelcorvopicoyselaacariciócondulzura.LeencantabaquelehablaseJorge.Hizounruidopeculiarymurmuró,amoroso:

—Cooo…cooo…cooo…

—Bueno, basta—dijo Jack—.Ve a escuchar a un ruiseñor o algo así, eimítale.Elgraznidodeuncuervonoescomoparamaravillaranadie.¡Cállate,«Kiki»!

«Kiki»callóysoltóunestornudomuybienimitado.

—¿Dóndetieneselpañuelo?¿Dóndetieneselpañuelo?—preguntó.

CongrandeliciadeLucy,Jack lediounpañuelo,y«Kiki»sepasóunosminutosconélenunagarra,dándoseenelpicoyrespingandosincesar.

—Untruconuevo—explicóJack,sonriendo—.Noestámal,¿verdad?

Sepodíandarpaseosmagníficosporlosalrededoresdelacasita.Elpuebloseencontrabaatresmillasdedistanciay,aexcepcióndeunascuantascosasydelaúnicatiendadeallá,quevendíadetodo,nohabíamásedificiossalvounaodosgranjasyunacasitasolitariaaquíyalláporlacolina.

—Noes fácil que tengamosningunaaventura aquí—dijo Jorge—. ¡Estátodotantranquiloy tanapacible!Lagentedelpuebloapenastienenadaquedecir.Contestan«Sí,asíes»atodo.

—Estánmedioasustadosde«Kiki»—dijoDolly.

—Sí,asíes—repusoJack,imitandoalosdelpueblo.

«Kiki»hizoinmediatamentelopropio.

—¿Osacordáisdecuandoencerrarona«Kiki»enunacuevabajotierra,yelhombrequeleencerróleoyóhablarsoloycreyóquemehabíaencerradoamí?—inquirióelniño,haciendoreferenciaa laaventuradelveranoanterior—.¡Troncho!¡Esosíquefueunaaventura!

—Me gustaría correr otra —aseguró Jorge—. Pero supongo que novolveremosatenerocasióndehacerlomientrasvivamos.

—Dicen que las aventuras les ocurren a los que se aventuran—anunció

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Jack—.Ycreoquenosotrosnosaventuramosbastante.Noveoyoporquénohemosdecorrermuchasmás.

—¡Ojalá pudiésemos subir a explorar ese castillo tan raro! —exclamóDolly, con anhelo, alzando lamirada hacia la cima—.Tiene un aspecto tanextraño, tan desierto y tan solitario, montado allá arriba y como mirandoceñudoalvalle.Mamádicequeocurrióalgohorribleallíhacetiempo,peronosabequé.

—Procuraremosaveriguarlo—seapresuróadecirJack.Siemprelehabíangustadolashistoriasquepusieranlospelosdepunta—.Supongoquemataríanagenteenél,oalgoasí.

—¡Oh,quéhorrible! ¡Yonoquiero subirallí!—anunció inmediatamenteLucy.

—Bueno,detodasformas,mamáyadijoquenodebíamossubir—aclaróDolly.

—A lomejor nos deja ir a buscar nidos de águila—dijo Jorge—. Y sibuscando tuviésemos que acercarnos al castillo, ¿cómo íbamos a poderremediarlo?

—Másvalequeselodigamossiesquellegamoscerca—observóJack,aquien no le gustaba engañar de ninguna manera a la bondadosa señoraMannering—.Lepreguntarésitieneinconveniente.

Conqueselopreguntóaquelatardecer.

—TíaAllie—dijo—,creoquedebehaberunnidodeáguilaporlacimadelacolina.Estanalta,quecasipareceunamontaña…yesahídondeanidanlaságuilas.Noleimportaríaqueintentaseencontrarelnido,¿verdad?

—No;sivasconcuidado,no.Pero…,¿tendríasqueaproximartealcastilloparabuscarlo?

—Quizásí—contestófrancamenteJack—.Peropuedetenerlaseguridaddequenoandaremoshaciendotonteríasporningúncorrimientodetierras,tíaAllie.Nosenosocurriríaponerenpeligroalasniñas.

—Alparecer, estallóuna trombadeaguapor la cimahaceunosaños—dijo la señoraMannering—, y cayó tal diluvio, queminó los cimientos delcastillo,y lamayorpartedelcaminoqueaélconducía resbalócolinaabajo.Conque,comoves,pudiera resultarmuypeligrosoandarexplorandoporallíarriba.

—Tendremosmuchocuidado—prometióJack,encantadodequelaseñoraMannering no les hubiese prohibido rotundamente que subieran hacia elcastillo.

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Selodijoalosotros,quesesintieronemocionados.

—Subiremosmañana,¿queréis?—dijoJack—.Esverdadquequieromirarporahíaversiveounnidodeáguila.

Aquella tarde, cuando paseaban, experimentaron la curiosa sensación dequealguien lesseguía.UnaodosvecesJacksevolvió,segurodequehabíaalguiendetrásdeellos,perosindescubriranadie.

—Es raro —le dijo a Jorge en voz baja—. Hubiese jurado que habíaalguiendetrásdenosotros…,oíelchasquidodeunarama…,comosialguienlahubiesepisadoypartido.

—Sí…,igualmeparecióamí—asintióJorge—.Vamosahacerunacosa,Jack.Cuandonosmetamosporentreesosárboles,yomeagacharédetrásdeunaszarzasyaguardaré,mientrasvosotrosseguísdelante.Así,sialgunonosandasiguiendoporalgúnmotivo,leveré.

DijeronalasmuchachasloqueibaahacerJorge.Tambiénaellasleshabíaparecidoquealguienlesseguía.Semetierontodosporentrelosárbolesy,alllegar a un matorral apropiado. Jorge se dejó caer de pronto tras él y seescondió,mientraslosotroscontinuaronandando,hablandoenvozmuyalta.

Jorgeaguzóeloído.Alprincipionadaoyó.Luegopercibióunrumor,ylelatió con violencia el corazón. ¿Quién les seguía y por qué? Parecía tontoaquello.Alguien llegóalmatorral.Alguien sedeslizópordelante, sinverle.Jorge miró a ese «alguien» y quedó tan sorprendido que exhaló unaexclamación:

—¡Hombre!

Una niña vestida de harapos, descalza y desgreñada, dio un brinco desobresaltoysevolvió.Jorgesaliódesuesconditeylasujetóporlasmuñecas,noconbrutalidad,perosíconsuficientefuerzaparaquenopudieseescaparse.Ellaintentómorderleylediounfuertepuntapiéconlospiesdescalzos.

—Noseastonta—ledijoJorge—.Tesoltarécuandomedigasquiéneresyporquénossigues.

Laniñano lecontestó, limitándoseamirarleconojosnegros, iracundos.Losotros,aloírlavozdeJorge,regresaroncorriendo.

—Ésta es la persona que nos estaba siguiendo—dijo Jorge—. Pero noconsigoarrancarleunapalabra.

—Esunagitana—observóDolly.

Laotra lamiró torvamente.Luegovioa«Kiki»posadoenelhombrodeJack,yfueincapazyadeapartarlavistadeél.

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—Meparecequenoshaestadosiguiendoparapoderecharleunamiradaalloro—dijoJorge,riendo—.¿Esasí,gitanilla?

Lamuchachaasintióconlacabeza.

—Sí,asíes—contestó.

—Sí,asíes—repitió«Kiki».

La niña le contempló y se echó a reír. La risa le cambiaba el rostro,dándoleunaspectoalegreytravieso.

—¿Cómotellamas?—lepreguntóJorge,soltándola.

—Tassie.Viesepájaroyosseguí.Noibaconmalasintenciones.Vivoalotroladodelacolinaconmimadre.Sédóndevivísvosotros.Sétodoloquehacéis.

—¡Ah!…Hasestadoespiandoysiguiendonuestrospasos,supongo—dijoJack—.¿Conocesestacolinabien?

Tassie asintió conun gesto.Apenas apartaba los ojos de «Kiki».El loroparecíafascinarla.

—¡Quiquiriquí suena el pito!—anunció el pájaro,mirándola—.Abre ellibroporlapaginaseis.

—Oye…,¿túsabessilaságuilasanidanenlacima?—lepreguntóJack,depronto.

Se le ocurrió pensar que una niña medio salvaje como aquella quizásupieraesascosas.

—¿Quéesunáguila?—preguntóTassie.

—Unpájarogrande.Unpájaromuygrandeconunpicocurvadoy…

—¿Comoéste?—preguntólaniñaconingenuidad,señalandoa«Kiki».

—No—respondióJack—.Bueno,déjalo.Sinosabescómoesunáguila,tampocosabrásdóndeanida.

—Es hora de volver a casa —dijo Jorge—. Tengo apetito. Tassie,enséñanoselcaminomáscorto.

CongransorpresadeJorge,Tassiediomediavueltayechóacorrercuestaabajo,contantaseguridadenlospiescomounacabra.Lasiguieronylesllevóporunatojoqueacortabatantoelcamino,quetodosquedaronasombradosalverSpringCottageantesusojos.

—Gracias,Tassie—dijoJorge.

Y«Kiki»coreó:

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—Gracias,Tassie.

Enelrostrodelaniñasedibujóunasonrisa,desvaneciéndosesuhabitualexpresióndehosquedad.

—Yaosvolveréaver—dijo.

Ydiomediavueltaparamarcharse.

—¿Dices que vives en esa casita vieja al otro lado de la colina?—gritóJack,trasella.

—¡Allímismo!—gritólaniñaasuvez.

Ydesaparecióporentrelosmatorrales.

CapítuloIV

Tassiey«Botón».

Desde luego, la Colina del Castillo era un lugar muy solitario. Porquedespuésdehaberloexplorado,descubrieronque,alparecer,nohabíaenellamásquesupropiacasita,lacasamedioderruidadeTassie,yunagranjaalgodistantequelesproporcionabalecheyhuevos.

El pueblo yacía en el valle, a sus pies. Pero, aunque en la gran colinaapenashabía sereshumanos, estaba llenadevidadeotraclase:pájarosparaJackyanimalesdetodasuerteparaJorge.Lasardillascorríanportodaspartes,saltaban conejos por dondequiera pisaran, y veían deslizarse a su alrededorzorrasrojizasaquienessupresencianoparecíaproducirmiedoalguno.

—¡Troncho! ¡Cuánto me gustaría conseguir un cachorro de zorro! —exclamó Jorge—. Siempre he sentido ganas de tener uno. Son como losperritospequeños,eigualdevivaces.

Tassie,lagitanilla,seencontrabaconellascuandolodijo.Acompañabaalosniñosahoraconfrecuencia,ylesresultabadeunvalorincalculable,porquesiempre sabía por dónde volver a casa. Parecía muy fácil perderse en laextensacolina;peroTassiesiemprepodíaenseñarlesunatajo.

Eraunamuchachamuyrara.Avecesnoqueríaacercarseaellos,rondandoen torno suyo a unos metros de distancia, mirando a «Kiki» con ojosfascinados.Avecescaminabaasulado,escuchandolaconversación,aunqueellararavezarticulabapalabra.Mirabaconadmiraciónyenvidialossencillosvestidosde lasniñas.Enocasionesasía la telaentre losdedosy lapalpaba.Ella jamás llevabaotracosaqueunvestidoharapientoqueparecíahechode

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unsacoviejo.Teníaenredadoelrizadocabelloyandabasiempresucia.

—Nome importaqueesté sucia,perohueleunpoco fuerteaveces—ledijoLucyaDolly—.Nocreoquesehayabañadonunca.

—Es probable que no haya visto un baño en su vida—repusoDolly—.Parece lamar de sana sin embargo, ¿verdad?Nuncahe visto a personaquetuviese los ojos tan brillantes, las mejillas tan sonrosadas y los dientes tanblancos.Aunqueapuestoaquenuncaseloshalimpiado.

Alinterrogarla,sedescubrióqueTassienosabíaloqueeraunbaño.DollylallevóaSpringCottageyleenseñólabañeragrandedehojalataqueusabantodos. La señora Mannering se encontraba en casa, y miró a la niña conasombro.

—¿Quiénesesaniñatansucia?—lepreguntóaLucyenvozbaja—.Másvalequesedéunbaño.

Lucy había esperado que la señora Mannering dijese una cosa así. Lasmadres le daban mucha importancia al hecho de que la gente anduvieselimpia.PerocuandoDollyleexplicóaTassieloqueerabañarse,lagitanaseasustó.Retrocedióespantadaanteelpensamientodesentarseenelagua.

—Escúchame—ledijo laseñoraMannering—,siquieresdejarmeque tedéunbañoytelimpiebien,buscaréunvestidodeDollyparati,yunacintaparaelpelo.

La posibilidad de poseer semejante atavío conmovió de tal manera aTassie,queaccedióa tomarunbaño.Conqueseencerróen lacocinacon lamadredeDolly,unabañeradeaguacaliente,yjabónenabundancia.

Alcabodeunratosealzaronenlacocinataleschillidosdeangustia,quelosniños,alláeneljardín,sepreguntaronquépodríaestarocurriendo.LuegooyeronlavozdelaseñoraMannering,quedecíaconfirmeza:

—Siéntate como es debido. Mójate toda. Haz el favor de no ser tonta,Tassie.Piensaenesevestidoazultanlindoqueteaguarda.

Máschillidos.Evidentemente,Tassiesehabíasentado,peronolegustaba.Seoyóelraspardeuncepillo.

—Tumadre está haciendo las cosas a conciencia—río Jack—. ¡Uf, quéoloradesinfectante!

Alcabodemediahora,Tassiesaliódelacocinacompletamentecambiada.Ahorasóloteníaelcolormorenoquelehabíaestampadoelsolalcurtirla,perosinlasuciedad.Llevabaelcabellolavado,peinadoysujetoporatrásconunacinta.Lehabíanpuestounvestidoazuldealgodón.Y,¡hastalahabíancalzadoconunosbonitoszapatosdegoma!

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—¡Oh,Tassie,québienestás!—exclamóLucy.

Lagitanapusocaradecontento.Sesentíalamardeorgullosadesuropanuevaynohacíamásqueacariciarelvestidoazulcomosifueraungato.

—Huelo bien —anunció, gustándole evidentemente el olor de jabóndesinfectantemuchomásde loque lesgustabaa losotros—.Peroesebañofuehorrible.¿Cuántasvecesosbañáis?¿Unavezalaño?

Tassieeraextraordinariamenteestúpidaenalgunascosas.Nosabíaleerniescribiry,sinembargo,eracapazdeinterpretartodaslasseñalesdelbosqueyde lapraderacomounpiel rojadeunamaneraquedejabaasombradosa losniños.Másparecíaunanimal inteligentequeunaniña.SecolgóaJorgeya«Kiki» desde el primer momento, considerando al niño y al loro los dosmiembrosmásadmirablesdelgrupo.

Aldíasiguientedelbaño,bajóalacasitayatisboporlaventana.Llevabaalgoenbrazos,ylosniñossepreguntaronquésería.

—AhíestáTassie—dijoLucy—.Llevaelvestidoazulyestámuymona.Perovuelveatenerenredadoelpelo.Y,¿quéesloquelecuelgadelcuello?

—¡Los zapatos! —exclamó Jorge, riendo—. ¡Ya sabía yo que no losllevaría puestos mucho rato! Está tan acostumbrada a ir descalza, que elcalzadolehacedaño.Peroleduelesepararsedeellos,yseloscuelgaalcuello.

—Y, ¿qué lleva en brazos? —inquirió Dolly, con curiosidad—. Tassie,entrayenséñameloquetraes.

Tassiesonrió,enseñandolablancayuniformedentadura.Luegosedirigióalapuertaposterior.Entróenlacocina,yJorgedioungrito:

—¡Es un cachorro de zorra! ¡Qué precioso es! Tassie, ¿de «dónde» losacaste?

—Desuguarida.Sédóndeviveunafamiliadezorros.

Jorge tomó el cachorro en brazos. Era una verdadera monada, con elafiladohociquito,el rabocomouncepilloyelpelo rojoyespeso.Sequedóquieto, temblando,conlamiradafijaenelniño.Antesdehabertranscurridomuchossegundos,pareciócaerbajoelhechizoqueejercíaJorgesobretodoslosanimales.Selesubióalcuelloylelamió.Seacunócontraél.Ledemostró,detodaslasmanerasdequefuecapaz,quelequería.

—Tienes un don maravilloso para con los animales—dijo la madre—.Igual que lo tuvo tu padre. ¡Qué cachorro más lindo, Jorge! ¿Dónde vas aconservarle?Tendrásquemeterleenunajaulaoalgoasí,delocontrarioseteescapará.

—¡Claro que no, mamá! Le enseñaré a seguirme como un perrito.

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Aprenderáenseguida.

—Sí,peroloszorrossontanmontaraces…—dijosumadre,dubitativa.

Ningúnanimaleramontarazni salvajeconJorge, sinembargo.Antesdetranscurridas dos horas, el cachorro le andaba siguiendo ya a todas partes,suplicándoleconlamiradaqueletomaseenbrazoscadavezquesedetenía.

LasimpatíaquelaniñagitanaleinspirabaaJorgeaumentóenormementedespués de aquello. Descubrió que tenía una cantidad asombrosa deconocimientosacercadelosanimalesydesuscostumbres.

—TassieescomounperritodeJorge: siempre le siguea todaspartes—dijoDolly—.¡MiraquequerernadieseguiraJorge!

Dollynoexperimentabamuchocariñopor suhermanoenaquel instante.Éstehabíareunidocuatroescarabajosalosqueestabaenseñandoaobedecerciertasórdenes.Losguardabaenlaalcoba,peroandabanerrandoporalládeunamaneraquealapobreDollyleresultabaaterradora.

A«Kiki»lehacíamuypocagraciaelcachorro,yleregañabacadavezquele veía. Pero aTassie le profesabamucho afecto y volaba a posársele en elhombro, murmurándole tonterías al oído. A Tassie, claro está, le encantabaaquelloysesentíalamardeorgullosacuando«Kiki»volabaaella.

—PodráscreerqueTassieteadora—ledijoDollyaJorge,riendo—;peroenrealidad,ocupaselsegundolugar.Quierea«Kiki»másqueati.

—Yapodía dejar «Kiki» en paz a «Botón»—dijo Jorge. «Botón» era elnombre que le había dado al cachorro que, al igual que Tassie, le seguía atodaspartes—.«Kiki»seestáportandomuymalcon«Botón».Supongoqueseráporquetienecelos.

—¿Cuántasveceshededecirteque te limpies lospies?—ledijo«Kiki»con aspereza al cachorro—. ¿Dónde tienes el pañuelo? ¡Dios salve al pito!¡Quiquiriquísuenaelrey!

Losniñosrieronacarcajadas.Siempreresultabacómicocuando«Kiki»sehacía un lío con las palabras. El loro lesmiró con solemnidad, ladeando lacabeza.

—¡Atención,porfavor!¡Abridellibroporlapáginaseis!

—¡Cállate,«Kiki»!Mehacesrecordarelcolegio—dijoJack—.Oíd…,hevueltoaveraláguilahoy.Volabapor lacimayestoysegurodequetieneelnidoallá.Esdeunaenvergaduraenorme.

—Bueno,puessubamosabuscarla—dijoDolly—.Detodasformassientounasganaslocasdeecharleunamiradaaesecastillo.Auncuandonopodamossubirporelcamino,podremosacercarnosaélyvercómoes…

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—Sí…,hagamosalgoemocionante—dijoLucy—.Tomemoseltéfuera,ysubamostodoloquepodamosporlacolina.Túpuedesponerteabuscarnidosdeáguila,Jackynosotrosiremosaecharleunamiradaalcastillo.Parecetanextrañoymisterioso…comosituvieraalgúnsecretoqueocultar.

—Estádesierto—dijoJorge—.Probablemente leencontraremos llenoderatones,arañasymurciélagos;peronadamás.

—¡Ooooh! No entremos entonces —dijo inmediatamente Dolly—.Prefieroencontrarunnidodeáguilaavermerodeadademurciélagosenesecastillotanviejo.

CapítuloV

Elcaminodelcastillo

—Vamos a subir a la cima de la colina, mamá—anunció Jorge—. Enbuscadeunnidodeáguila,porcomplaceraJack.Havueltoaveresepájaro.No subiremos por el camino, conque no te preocupes…, por el camino delcastillo,quierodecir.

—Llevaos el té —le dijo su madre—. ¡Me alegraré de deshacerme devosotrostodaunatarde!Asípodrédedicarmeunpocoalalectura.

Dollyyellacortaronunosemparedadosyprepararonpastel,frutayleche.Jorgetomóelmacutoconlacomidaysilbóa«Botón»,queahorarespondíacuando le llamabanporelnombreocuando le silbaban, igualqueunperro.«Botón» acudió, soltando unos ladridos cortos. Era un cachorro la mar desimpáticoyhastaalaseñoraManneringlegustaba,aunquedecíaque,aveces,teníaunolordemasiadopenetrante.Nolegustabaque«Botón»durmieseenlacamade Jorge,ymadreehijo solían tenerdiscusionesbastante largas sobreello.

—Tieneslaalcoballenadetodaclasedebichosya—ledijolaseñora—.Eseerizonohacemásqueentrarysalirya…yayerhabíaalgoquenohacíamásquesaltarportodaspartes.

Dolly se estremeció. Jamás entraba en el cuarto de Jorge si podíaremediarlo.

—Era «Terencio», el sapo —aclaró Jorge—. Le llevo encima ahora,conquenosaltarápormialcoba.Te loenseñaré.Tiene losojosmásbonitosquejamáshayas…

—No, Jorge—le interrumpió sumadre, con firmeza—.Noquieroverle.

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Nolemolestes.

Jorgedejódebuscárseloporlosbolsilloscondoloridaexpresión.

—Nadieme…—empezó. Pero «Botón» le distrajo en sus esfuerzos porencaramársele por la pierna para metérsele en los brazos—. ¿Qué te pasa,«Botón»? ¿Te ha estado haciendo rabiar «Kiki» otra vez? ¿Te ha estadotirandodelacola?

ElcachorrohizounosruiditosyacabóinstalándosecómodamentesobrelamochilaquesehabíaechadoJorgealaespalda.

—¿Dóndeestánlosdemás?—inquirióelmuchacho—.Ah,ahíestán¡Eh!¿Estáistodospreparadosya?

Emprendieronlamarchaporelserpenteantecamino,estrechoypendiente,deunaanchura justaparadarpasoouncarro.No tardóenaparecerTassie,con el vestido de algodón azul, aunque desgarrado y sucio ya. Aquel díallevaba los zapatos atados a la cintura. Les hacía gracia a los niños quesiemprelosllevaseconsigo,aunquenoselospusieranunca.

—Debedetenerlospiesendurecidosamásnopoder—dijoJack—.Nuncapareceimportarlepisarlaspiedraspormuchasaristasvivasquetengan.

TassieseincorporóaJorgey«Botón».«Kiki»ledirigióalgunaspalabrasagradables y voló luego a la colonia de cornejas para sobresaltarlas con surealístico crascitar. Nunca creían poder salir de su asombro ante aquello.Escuchaban en silencio hasta que «Kiki» hablaba como un ser humano,momentoenquesealejabanvolando,disgustadas.

Los niños siguieron camino arribo. Hacía mucho calor aquella tarde, yjadeabanya.

—¿Porquéhabremosescogidounatardecomoéstaparasubiralcastillo?—murmuróJorge.

Tassiesedetuvo.

—¿Al castillo? —dijo—. No podéis ir por aquí. Está interceptando elcamino.Sólosepuedellegaraélporlapartedeatrásahora.

—Queremosver loquehayaquever—explicóJorge—.Megustaríaveresecorrimientodetierrasoloquequieraquesea.Nointentaremospasarporél,porqueprometimosnohacerlo.Peromegustaríaverlo.

—Amímegustaríaentrarenelcastillo—dijoJack.

—¡No,no!—exclamóTassie,abriendodesmesuradamentelosojos,comosiestuvieraasustada.

Losniñoslamiraronconinterés.

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—¿Porquéno?—inquirióJack—.Estádeshabitado,¿verdad?

—No,noestádeshabitado—contestólaniña—.Seoyenvoces,ygritos,ypisadas.Noesunbuensitioparavisitarlo.

—Túhasestadoescuchandocuentosdepueblo—dijo Jorge,condesdén—.¿Quiénibaoestarallíahora?Nohayidasnivenidas,ynuncasehavistoanadieenelcastillo.Loúnicoqueseoiráallíseráelululardelosbúhos,oelchirridodelosmurciélagos,oalgoasí.

—¿Cuál es la leyenda del castillo? —preguntó Dolly—. ¿La conoces,Tassie?

—Sedicequeallívivióunhombremuymaloenotrostiempos.Hacíaquelagentelefueraavisitaralcastillo…ynovolvíaaversemásalosqueiban—anuncióTassiehablandoenvozbaja,comositemiesequeelhombremalo,quienquiera que fuese, la escuchara—. Se oían gritos y quejidos y elentrechocar de espadas. También se cuenta que encerraba a la gente enhabitacionessecretasylasdejabamorirdehambre.

—¡Qué hombre más agradable! —dijo Jorge, riendo—. No creo unapalabra de todo eso. Siempre se cuentan cosas así de los edificios antiguos.Supongoquealgúnindividuomediolococompróelcastillo,loremendóyseinstalóavivirenélfingiendoqueeraunantiguobarónfeudaloalgoasí.Locoteníaqueestarparavivirenunsitioasí.

—Dicenqueteníamuchoscaballosyqueusabaestecaminotodoslosdías.¿No os fijasteis que la senda está empedrada de guijarros en los sitiosmásempinados?Eraparaquepudiesensubirloscaballos.

—Sí;viuntrozoempedradohaceunosmomentos—dijoJorge.

Losdemásguardaronsilenciounosinstantes.Elhechodeque,enefecto,elcaminoestuviesecubiertodeguijarrosenalgunospuntos,leshizopensarquequizáhubiesealgodeverdadenelrelatodeTassie.

—Seacomofuere—dijoJorge—,esoocurrióhacemuchosaños.Elviejohadesaparecidoyaynohaynadieeneledificio.Meencantaríaexplorartodoelcastillo.¿Atino,Jack?

—Yalocreo—chilló«Kiki».

—«Kiki»,quítatedemihombrounpoco—jadeóelniño—.Meresultaslamardepesadocuestaarriba.

—¡«Kiki»!¡Yatellevaréyo!—dijoTassie.

Y el loro voló a ella al instante, diciéndole que abriese el libro por lapáginaseis.Tassienojadeabacomosuscompañeros.Parecíaunacabraenlaformadesaltarporlossitiosmásempinadosynuncadabalamenormuestra

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decansancio.

—Hola…, ¡hemos recorrido un buen trecho ya! —exclamó Jorge,enjugándoseelsudordelafrente—.Fijaos…,elcaminocambiaporcompletodeaspectoaquí…

Yasíera.Yanopodíallamarsecamino,porquepartedelaladerasehabíacorrido,amontonándosesobre lasendaysuvecindad.Yacíanenormes rocasdondehabíancaído,yseveíantoconesdondelaladeraenmovimientohabíasegadolosárboles.

Losniñoscontemplaroneldesordenadopaisajesalpicadoderocas.

—Parececomosihubierahabidoaquíunterremoto—observóLucy.

Alotro lado seveíael castillo,quedaba la sensaciónde sermásgrandeahora.Podíanapreciarluegocuanfuerteerasuconstrucción,ydistinguíandosdelostorreonescuadrados,conlaalmenadamurallaentreambos.

—Megustaría subir aunodeesos torreones—dijo Jorge, conanhelo—.¡Quévistamásmaravillosahabrádesdeallí!

—El castillo no está en la mismísima cima, en realidad—dijo Jack—,aunqueloparecedesdeabajo.Quéaspectodeferocidadtiene,¿verdad?

Asíera.Aningunodelosniñoslesparecióuncastilloagradable.Dabalasensacióndeserunsitiosolitario,extrañoysiniestro,ynadaacogedor.Ello,noobstante,producíaemoción.

—Tassie,¿cómopodemosllegaralapartedeatrás?—lepreguntóJorgealagitana—.Supongoque«podríamos»escalarestecorrimientodetierras,perodijimosquenoloharíamosy,detodasformas,algunasdeesaspeñasparececomosiestuvierandispuestasarodarcolinaabajoalmenorempujón.

—¡Ahí estámi águila otra vez!—exclamó Jack de pronto, señalando alavequesealzabaporencimadelcastillo—.¿Laveis?Esunáguila,deesonocabelamenorduda.¿Verdadqueesenorme?Apuestoaquetieneelnidoporlosalrededores.¡Caramba!¡Ahíhayotra!¡Miradla!

Enefecto,erandoslaságuilasqueseestabanelevando.Ascendieronmásymás,ylosniñoslascontemplaronfascinados.

—¿Cómopuedenalzarse así sinmover las alas?—preguntóLucy—.Locomprendería si bajaran planeando; pero subir y subir…, ¡ahora parecensimplespuntoscolgadosenelcielo!

—Supongo que aprovechan las corrientes de aire —dijo Jack—. Debehaber muchas por la cima. Dos águilas. Y juntas. Bueno, pues ya no cabeduda:¡hadehaberunnido!

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—No estarás pensando en domesticar a un águila joven, ¿verdad? —preguntóDolly,alarmada.

—No te preocupes. «Kiki»no le permitiría jamás a Jack tener un águiladomesticada—dijoLucy.

Estoeracierto,yDollyexhalóunsuspirodealivio.

—Seelevarondesdealgúnpuntodedetrásdelcastillosinomeequivoco—dijo Jack—.Demos la vuelta, a ver si encontramos dónde tienen el nido.Vamos.

Abandonaronel lugary,siguiendoaTassie,caminaronendireccióneste,escalando con dificultad la colina. Tassie les condujo a un senderoserpenteante,muyestrecho,peroseguro.

—¿Dequiénesestesendero?—inquirióDolly,consorpresa.

—De los conejos —contestó la gitana—. Los hay a millares por aquí.Abrensenderosbastantebuenosportodaspartes.

—¡Nopuedodarunpasomás!—jadeóLucy,alcabodeunrato—.Estoyrendida.Descansemosytomemoselté.Elnidodeáguilasnoseescapará.

Atodoslesparecióbuenalaidea.Sedejaroncaersobrelahierba.Jorgesequitólamochilaylaabrió.Repartiólacomidayluegoseechócuanlargoera.«Botón»sepusoinmediatamentealamerletodalacara.

Eralamardeagradablepoderbeber,aunquenohabíasuficientenimuchomenos.Ningunoparecíatenermuchasganasdecomer;pero«Botón»y«Kiki»lograron tragarse bastantes bocadillos entre los dos. Tassie también comióalgunos.Eralaquemenoscansadaestabadetodos.Estuvosentadarascándolea«Kiki»lacabezamientraslosotrossetumbaban.

Prontose rehicierone incorporaron. Jorgeoyócorreraguaenalgúnsitiocercano, y fue a investigar. Seguía teniendo mucha sed. Al cabo de unossegundosllamóalosotros.

—Elmanantialquecruzanuestrojardínpasaporaquí.Elaguaesbuenayfresca.¿Quierealgunobeber?

Todosquisieron.Selevantaronydirigieronalpuntoenquebrotabaelaguade un agujero, saltaba por un lecho de guijarros y volvía a hundirse en latierra.

Lasniñas sebañaron los recalentadospiesenelagua fresca.LuegoJackvolvióaverlaságuilas.

—¡Vamos!—exclamó—.¡Ahoraveremosdóndeaterrizan!¡Ojaláhubiesetraídomimáquinafotográfica!¡Hubierapodidoretratarelnido!

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CapítuloVI

¿Cómopuedenentrar?

Sehallabancercadelcastilloya.Lasenormesygruesasparedessealzabanmuyporencimadelosniños.Nohabíaenellassolucióndecontinuidadsalvoaunaalturadecincometros,dondeseveíanventanaslargasyestrechascomotroneras.

—Estáconstruidodeesospeñascosgrandesquehayportodalacolina—dijoJorge—.Debedehabercostadountrabajomuygrandesubirtantosaquíarribaparaedificarelcastillo.Mirad…,alláhayunasventanasmásgrandes.Supongoqueaesehombre tanmalodequiennoshablabaTassie legustabatenermásclaridadde laque las troneras leproporcionaban.Esunsitiobienraro.Sevebienclaroquelehanechadounremiendo,¿verdad?

—¡Ahí están las águilas otra vez!—exclamó Jack—. Bajan planeando.¡Fijaosenellastodos!

Elpequeñogrupocontemplóalosdospájaroscuyasalaseran,enefecto,enormes.

—Han bajado al patio del castillo—dijo Jack—. ¡Apuesto a que es ahídonde tienenelnido!Enalgunapartedelpatio.Hedeencontrarlocueste loquecueste.

—Pero¡sinohaymaneradellegaraesepatio!—objetóJorge.

—¿Dóndeestálaentradadelcastillo?—preguntóJack,volviéndosehaciaTassie.

—Pordelante…,pordondesecorriólatierra.Nopodríassubirporahísincorrerpeligroy,detodasformas,aunquesubieras,teencontraríasconlaverjacerrada.Hayotrapuertaporestelado,peroestácerradatambiénconllave.Nosepuedeentrarenelcastillo.

—¿Dóndeestálapuertadeestelado?

Tassie les hizo continuar andando, doblando la esquina del muro, yllegaron a una fuerte puerta de roble a ras de pared. Ésta formaba arco porencimaylapuertaencajabatanperfectamentecomosifueraparteintegrantedelamuralla.

Jackatisbóporelojodelacerradura,peronadapudodistinguir.

—¿Estás segura de que no tiene ninguna otra entrada este edificio?—

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exclamó el niño,mirando a la gitana—. ¡Qué sitiomás raro es! Parece unaprisión.

—Yesoera—murmuróLucy,estremeciéndoseal recordar loqueTassieleshabíacontado—.Unaprisiónparalospobresdesgraciadosqueveníanaquíynopodíanmarcharse…ydelosqueyanosevolvíasabernuncamás.

Jack miró a su alrededor, desesperado. ¡Pensar que pudiera haber doságuilasanidadasenelpatio,alotroladodelaparedynopoderalcanzarlas!

—Hemosde entrar.Es preciso que entremos—exclamó alzando la vistahacialasventanas.

Peronohabíamaneradellegarhastaellas.Elmuroestabademasiadolisoparaquepudieseescalarse.Nohabíayedra.Elcastilloresultabainexpugnable.

—Yahace tiempoquehubieseentrado lagenteaquídehaberhabidopordónde—observóJorge—.Elhechodequenadievengademuestraquenoesposibleentrar.

—Tassie…¿noconocestúuncamino?—inquirióelotro.

La gitana reflexionó unos instantes. Luego movió afirmativamente lacabeza.

—Quizá sí—respondió por fin—. Nunca he estado. Pero quizá sea uncamino.

—¡Enséñanoslo,aprisa!—exclamóJack.

Tassie les condujo hacia la parte de atrás del edificio, que casi pegabacontraelfarallón.

Unasendaestrechayoscuraseparabaalmuroposteriordelcastillode lapendiente ladera.Másparecíaun túnel,porquemuroy laderacasi se tocabapor un punto.La gitanilla se detuvo y señaló hacia arriba.Todos alzaron lavista y vieron una de las ventanas alargadas muy por encima de ellos.Contemplaron luego aTassie, sin comprender cómopodía servirles de nadaaquello.

—¿No os dais cuenta?—dijo Tassie—. Podríais escalar la ladera de lacolinaporaquíporqueestátodacubiertadeplantastrepadoras…Yluego,alllegar frente a la ventana, podríais colocar una rama del árbol como puenteparacruzaryentrar.

—¡Tiene razón!—dijo Jorge—.Si pudiéramos arrastrar un tablón o unarama ladera arriba por aquí, y colocar un extremo en el alféizar de laventana…¡podríamoscruzarsindificultadporella!¡Esunabuenaidea!

Los demás escucharon sus palabras con sentimientos encontrados.Dolly

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teníayamiedodeencontrarseconmurciélagoseneloscurosenderoyhubiesevuelto,debuenagana,alapartedespejadadelacolina.ALucylehacíamuypocagracialaideadeescalarelfarallónyresbalarporunaramaquepudieradesalojarseycaer.Jack,porsuparte,considerabaquevalíalapenaintentarloyardíaendeseosdehacerlosinperderinstante.

—Encendedlaluz—clamó«Kiki»enlapenumbra—.¡Encendedlaluz!

Los niños se echaron a reír. A veces «Kiki» atinaba con la frase másapropiadaalascircunstancias.

—Vamosaversiencontramosunaramaoalgo—dijoJack.

Conquesalierondeaquellasendaqueolíaamohoysepusieronabuscaralgoquepudieraservirlesdepuenteparaalcanzarlaventanadelcastillo.Peronadahallaron.Cierto que Jorge dio conuna rama seca, pero lo estaba tantoque se hubiese partido al instante bajo el peso de cualquiera. Y les fueimposiblearrancardeunárbolunaramalobastantegrandeparaque tuvieseutilidadalguna.

—¡Malditasea!—exclamóJack—.Detodasformas,volvamosalláaversi podemos escalar la ladera hasta la altura de la ventana. Si vemos que esposibleentrardeesaforma,vendremosmañanaconunatabla.

—Sí; sería mejor dejarlo hasta mañana, en realidad —dijo Dolly,intentandoverquéhoramarcaba su reloj—.Se estáhaciendoalgo tardeya.Volvamosmañanacontumáquinafotográfica,Jack.

—Bueno;peronosaseguraremosprimerodequeesposibleentrarporesaventana—contestóJack.

Intentó escalar el farallón, pero era muy pendiente y no hacía más queresbalar.LuegoprobóJorge,yasiendoconfuerzalasplantastrepadoras,logróizarseunpequeño trecho.Sinembargo laplantaacabó rompiéndose,ycayórodando por el suelo al llegar abajo. Afortunadamente, aparte de unasmagulladurassinimportancia,nosehizodañoalguno.

—Subiréyo—dijoTassie.

Y lohizo.Comounmono.SabíagatearconunahabilidadextraordinariaLesdabacientoyrayaenesoalosdosmuchachos.Parecíasaberexactamentedóndeponerlospiesycuáleseranlasplantasmássegurasaqueagarrarse.Notardóenhallarse frentea laventana.Las trepadorascrecíanenabundanciaaaquellaaltura,yaellasseagarrómientrasmirabahacialaabertura.

—Creoquecasipodríasaltardesdeaquíhastaelalféizar—lesgritóalosotros.

—¡Nohagassemejantecosa!—legritóinmediatamenteJorge—.¡Siserás

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bruta!¡Teromperíaslaspiernassicayeses!¿Quéves?

—¡Nograncosa!—contestólagitana,queaúnparecíaestarmeditandosicorrerelriesgodedarunsalto—.Laventanaesestrecha.Nosésipodremospasar por ella. Y dentro veo una habitación; pero está tan oscura que nodistingosiesgrandeopequeña.Tieneunaspectoraro.

—¡Apuestoaquesí!—ledijoJack—.Anda,bajaya,Tassie.

—Cruzaré de un salto y probaré a ver si quepo —respondió Tassie,preparándoseasaltar.

PerolacontuvounrugidodeJorge.

—¡Como te atrevas a hacerlo —exclamó—, no volverás a salir connosotrosnuncamás!¿Lohasoído?¡Teromperáslaspiernas!

Tassie lo pensómejor. El pensar que no iba a poder acompañar a unosniños que tan simpáticos le eran y a los que tanto admiraba, la llenaba dehorror. Se conformó con echar una mirada más a la ventana, y luego bajócomounacabra,aterrizandodepiejuntoalosniños.

—Menosmal que hiciste lo que te mandé—observó Jorge, sombrío—.¡Suponte que hubieses llegado sana y salva a la ventana… que hubieraslogradoentrar…yyanohubiesespodido salir! ¡Habríasquedadoprisioneraenelcastilloparasiempre!

La niña no dijo nada. Tenía mucha confianza en su habilidad comosaltarina,yleparecíaqueJorgeestabadandoalacosamásimportanciadelaquesemerecía.

«Kiki», al oír la voz severa de Jorge, creyó apropiado elmomento pararegañarasuvez.

—¿Cuántasveceshadedecirtequecierreslapuerta?—inquirió,yendoaposarseenelhombrodeTassie.

Éstaseechóareírylerascólacabeza.

—Melohasdichoyauncentenardeveces—repuso.

Ylosotrosserierontambién.Salierondelaoscurasenda,encantadosdeverelsolotravez.

—Bueno, sabemos lo que hacer, por lo menos —dijo Jack—.Encontraremosuntablónoalgoquetraeraquímañana.HaremosquelosubaTassieylocoloqueentrelaladeradelacolinaylaventana.Ledaremosunacuerdabien fuerte también,paraque laateaalgunaplanta seguradearriba.Nosserviráparaizarnosdespués.Notenemostodoslahabilidaddeellaparagatear.

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—No—asintióLucy—,esverdaderamentemaravillosa.

Tassiesepusoradiantedesatisfacción.

Bajarondenuevolacolina,hallandounpocomásfácileldescensoquelasubida,porqueTassielesllevóporuncaminobuenoqueconocía.

—Seestáhaciendomuy tarde,enverdad—dijoJack—.Diosquieraquenoestépreocupadatumamá.Jorge.

—Oh, no —respondió éste—. Ya sabe que uno de nosotros bajaría enbuscadeayudadesucederalgo.

Ellonoobstante,laseñoraManneringsíquesehabíaestadopreguntandoqué habría sido de los niños, y se alegró mucho de verlos. Tenía la cenapreparadaeinvitóaTassieaquelacompartiera.Aéstalaemocionómuchoelconvite,eintentóvercómocomíanybebíanlosotros,porquenoteníanipizcadeeducación.

«Kiki»,posadoenelhombrodeJack,comíalaspizcasqueledabanJackylosotros,haciendocomentariosdecuandoencuando.«Botón»se lesubióaJorgealasrodillas,sehizoallíunovilloysequedódormido.Estabacansadodespuésdalalargacaminata,aunqueJorgelehabíallevadoenbrazospartedelcamino.

—¿Sabéis qué miedo tenía de que «Botón» se escapara en cuanto lellevásemosalacolinaquetanbienconoce?—dijoJorge—.Peronoseescapó.Nitansiquieraparecióocurrírselelaposibilidad.

—Esunamonada—dijoLucy,contemplandoalcachorrodormido,quesehabíametidoelhocicodebajodelrabo—.Esunalástimaquehuelaunpoco.

—Puesaúnolerámás;conquemásvalequeosvayáisacostumbrando—dijoJorge—.Loszorroshuelen.Supongoque,paraellos,nuestroolordebesertanfuertecomoelsuyoparanosotros.

«Tassie quizá se acostumbre—pensó Lucy—; pero estoy segura de quenosotrosno.¡Oh!¡Cuántosueñotengo!».

Todos los tenían aquella noche. El largo ascenso bajo el sol les habíaagotado.

—Vayámonosalacama—propusoJorge,contanprodigiosobostezo,quedespertóa«Botón»ylehizodarunbrinco—.Nosesperaundíaemocionantemañanaytendremosmuchoquesubirotravez.Noteolvidesdetumáquina,Jack.

—¡Claro que no!—contestó el otro muchacho—. He de retratar a esaságuilas.¡Troncho!¡Cómonosdivertiremos!

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Ysefueronalacamabostezando.«Kiki»fuequienmásyconmayorruidobostezó. No era que tuviese sueño. ¡Pero le resultaba tan agradable imitaraquelsonido!

CapítuloVII

Dentrodelcastillodelaaventura

Alamañanasiguiente,«Botón»despertóaJorgelamiéndolelaplantadelpie,queasomabapordebajodelasábana.Elmuchachoabriólosojosdandounalarido,porqueteníamuchísimascosquillasallí.

—¡Estatequieto,Jack!—gritó.Yluegomiróhaciaelotroladodelcuartodonde Jack abría los ojos en aquel momento con sobresalto—. Oh… nada,nada…es«Botón».«Botón»,¡teprohíboquevuelvasalamermelasplantasdelospies!

Jackseincorporóriendo.Sefrotólospiesysedesperezó.Luegosefijóenlamáquinafotográficaquedejarapreparadaantesdeacostarse,yseacordódeloquehabíanproyectadoparaaqueldía.

—Vamos,levantémonos—ledijoaJorge—.Haceundíamagníficoyardoendeseosdesubiralcastillootravez.Quizáconsigaunasfotosmagníficasdeesaságuilas.

A Jorge le interesaban los pájaros casi tanto como a Jack. Los dos sepusieronahablardeáguilasmientrassevestían.Llamarona lapuertadelasniñasalbajar.

La señoraManneringestaba levantadaya,porqueeramuymadrugadora.Poblabaelaireunoloratocinofrito.

—¡Riquísimo!—exclamóJorge,olfateando—.«Kiki»,nomeclavestantolasuñasenelhombro.Mequeméayerconelsolymeduele.

—¡Quélástima!¡Quélástima!—murmuróelloro,contonocompungido.

Losniñosseecharonareír.

—Casisediríaqueentiendeloqueledices—observóJorge.

—¡Claro que lo entiende! Oye, ¿por qué no buscamos un tablón o algomientrasesperamoseldesayuno?Parausarlodepuenteenelcastillo,quierodecir.

—Bueno.

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Salieronalsol,olfateandoaúneldeliciosoaromaatocinofrito,alquesehabía unido ahora la fragancia del café. «Botón» corría detrás de Jorge,mordisqueándole suavemente los talones cada vez que se detenía. No seatrevíaaacercarseaJackporquelasvecesquelointentara,«Kiki»ibasobreélhechounafuria,amenazándoleconelpico.Losniñosentraronenelcobertizoenqueseguardabaelautomóvil.Notardaronenencontrarloquenecesitaban:un tablón fuerte, lo bastante largo para alcanzar desde el farallón hasta laventana.

—¡Troncho! ¡Va a resultar pesado de llevar! —exclamó Jack—.Tendremosquecargarconélunratocadauno.Nopodemosescogerunomáscorto,porquealomejornoalcanzaría.

Salieron las niñas, y los muchachos les enseñaron lo que habíanencontrado. Durante la noche, Lucy había tomado la determinación de noatravesar tablones ni explorar castillos; pero ahora, a la cálida luz del sol,cambiódeparecer.Noestabadispuestaadejardeparticiparenunaaventuraporinsignificantequefuese.

—Mamá,¿nopodríamospasartodoeldíafuerahoy?—preguntóJorge—.Jack tiene preparada la máquina. Estamos bastantes seguros de dónde seencuentranlaságuilasyquizápodamossacaralgunasbuenasfotografías.

—Haceundíahermoso,conqueossentarábienirosdecampotodoeldía—contestólamadre—.¡Oh!¡Hazelfavordeimpedirque«Kiki»sellevelamermelada, Jack! Acabaré por no permitir que se acerque a la mesa si nosabes hacerle portarse bien. Se comió la mitad del pote de mermelada deframbuesaayer.

—¡Sacaelpicodelamermelada,«Kiki»!—ordenóconseveridadJack.

«Kiki» se alzó, ofendido. Empezó a imitar a la señora Mannering, quecomía tostadas en aquellos momentos, mirándola al propio tiempo conhosquedad,molestodequeno le permitieran tocar lamermelada.La señoraManneringseechóareírsinpoderloremediar.

—Noiréisalsitiodeldesprendimientodetierras,¿verdad?—inquirió.Losniñosnegaronconlacabeza.

—No,mamá.Tassienosenseñóotrocamino.¡Ah,aquíestá!Tassie,¿hasdesayunadoya?

Lagitanillaestabaatisbandoporlaventanadelacocina,brillanteslosojosbajoeldesgreñadocabello.LaseñoraManneringexhalóunsuspiro.

—Podíahabermeahorradoel trabajodebañarla—dijo—.Está tan suciacomodecostumbre.Creíquelegustaríasentirselimpia.

—Nolegusta—aseguróDolly—.Loúnicoqueencuentraagradableesese

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horribleoloradesinfectante.SiquieresqueTassieselave,mamá,vasatenerqueregalarleunabarradejabónfenicado.

Tassie, al parecer, había desayunado algún tiempo antes. Entró por laventanayaceptódemanosdeJorgeunpedazodepantostadoconmermelada.«Kiki»seacercóinmediatamenteaella,esperanzado:legustabaelpantostadoconmermelada.Tassielocompartióconél.

Loscinconiñosemprendieronlamarchapocodespuésdeldesayuno.Dollyllevabalamochilaconlacomida.Lucy,lamáquinadeJack.Tassie,a«Kiki»sobreelhombro,lamardeorgullosodepoderhacerlo.Losniñoscargabanconeltablónentrelosdos.

—Llévanosporelcaminomáscortoqueconozcas,Tassie—suplicóJack—.Estetablónesengorrosodellevar.Oye,Jorge,¿teacordastedelacuerda?Yomeolvidédetomarla.

—Llevo una arrollada a la cintura. Creo que será lo bastante larga.«Botón»,notememetaspordebajodelospiesdeesamanera.Ynomepidasquetellevecuandotengoquecargarconestetablóncuestaarribaysiendotanpesado.

Deteniéndose con frecuencia a descansar, el pequeño grupo ascendió lapendientecolinahaciaelcastillo.Jacknodejabadeescudriñarlasalturasenbusca de las águilas; pero no vio a ninguna de las dos. «Kiki» volvió adirigirles unas palabras a unas cornejas que encontraron por el camino, yvolvióluegoalhombrodeTassie.Nocomprendíaporquéllevabalagitanaloszapatoscolgadosalcuello,ynohacíamásquedarlespicotazosaloscordonesintentandosacarlosdelcalzado.

Llegaronalvetustoedificioyseencaminaronalapartedeatrás.

—Henosaquípor fin—dijo Jack, jadeante, soltandoconalivioel tablón—.Niñas,¿vaisaentrarenlasendaparavernoscolocarelpuenteono?

—Claroquesí—respondióDolly.

Se internaron por la estrecha senda, percibiendo elmustio olor conmásfuerzatraselaromadelosbrezos.

Sedetuvieronenelpuntodondeeldíaanteriorintentaranescalarlaladera.

—Tassie,subetúprimeroyataestacuerdaal troncodealgunaplanta—dijo Jorge, dándole la cuerda que llevaba arrollada a la cintura—. Asípodremosizarnostodossinresbalar.

Tassiesubiócondificultad.Parófrentealaventana.Atóelcaboaltroncodeunatrepadorayluegoprobósuresistencia,dejandocolgartodosupesodeél.

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—¡Cuidado,boba!—gritó Jorge—.Si esa cuerda cede, te caerás encimadenosotros.

Pero no cedió. Estaba bien asegurada. Tassie les sonrió y luego bajórápidamente,asidaalacuerda,yaterrizóalladodelosmuchachos.

—Debierasestartrabajandoenuncirco—dijoJack.

Tassielemiró,sincomprender.Nosabíaloqueerauncirco.

Jorgellevabaotrocabomáscorto.

—Es para subir el tablón —dijo—. Atémosle con él y lo arrastraréconmigocuandosuba.¡Alláva!

Asió con unamano la cuerda que colgaba por la ladera y con la otra elcaboatadoal tablón,e inicióelascenso.Peronecesitabalasdosmanosparasubir.

—Átameeltablónalacintura—ledijoaJack—.Asítendrélibreslasdosmanos.

Conque le ataron la madera a la cintura e inició de nuevo el ascenso,agarradoconlasdosmanosalacuerda.Leresbalaronlospies,perocontinuósubiendo,aunqueelpesadotablóntirabadeél.

Llegó por fin a la altura de la ventana. Nada pudo ver por ella, salvooscuridad. Se puso a despejar un punto de la ladera para poder encajar unaextremidaddelatabla.

—¡Ojo!—gritóJack—.Voyasubiryotambiénparaayudarte.

Unosmomentosdespuéssehallabaasulado,yentrelosdosconsiguieronizareltablónyalzarlohastacasialcanzarlaventana.

—Unpocomáshaciaallá…así…ahoraunpocomásaladerecha—jadeóJack.

Cayóporfinlatabla,descansandolaextremidadenelalféizar.Elotroladoestaba dispuesta ya sobre una masa de entrelazadas raíces de trepadoras yfuertestroncosdehiedra.

Jack probó el improvisado puente. Estaba bien firme. Jorge lo probótambién.Sí;parecíabastanteseguro.

—¿Lo habéis encajado bien? —gritó Dolly, excitada—. ¡Qué bien!¡Cuidado,queahíva«Kiki»!

En efecto, «Kiki», que había estado contemplando la operación consorpresa,habíaemprendidoelvueloysehallabaahoraposadosobreeltablón,erguidalacresta,yhaciendounruidoraro.Echóaandar,condesgarbo,hacia

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laventana.Subióalalféizar.Asomóelpicopor laabertura.Nohabíavidrioalguno,naturalmente.

—A «Kiki» le gusta meter las narices en todas partes —dijo Lucy—.¿Podemossubirahora,Jorge?

—Estamos allanandoun trozo entre estas raíces y cosas para quepodáisaguardar sinpeligroaqueosayudemosacruzar—dijoJorge,pisoteando lavegetación a su alrededor—. El farallón se mete un poco para dentro poraquí…casipodréissentarossiaplastounpocolasplantas.

—Voyacruzaryoalcastillo—dijoJack.

PeroungritodeLucylecontuvo.

—No,Jack.Aguardaaqueestemosnosotrasarriba.Quierovertecomoesdebido.Sólodistingotuspiesdesdeaquí.

Notardaronenhallarse las tresniñasal ladodelosmuchachos.Erafácilsubirconayudadelacuerda.VieroncómoseponíaJackahorcajadassobreeltablónyempezabaaresbalar,despacio,haciaelmuro.Latablaestabaseguraamásnopoder.Llegóalalféizar.Sepusodepieeneltablónyasiólosladosdepiedradelaestrechaventana.Seintrodujoenlaabertura.

—¡Troncho! ¡Qué estrecho es esto! —les gritó a los otros, que lecontemplabancasisinaliento—.¡Metemoquenovoyapoderentrar!

—Pues si tú no puedes, es seguro que yo no podré —dijo Jorge—.¡Anda…prueba!¡Noerestangordocomotodoeso!

Jack empezó a meterse por la ventana. Tuvo que encoger el vientre ycontener la respiración. Al cabo de un rato de forcejear, pasó y siguió alinterior.Dijo:

—¡Hurra! ¡Logré entrar! ¡Venid todos!Me encuentro en una habitaciónoscura como boca de lobo. Tendremos que traer lámparas de bolsillo lapróximavez.Esunalástimanohaberpensadoenesto.

Dollyfuelasiguienteenpasar,ayudadaporJorge.Jacklaayudóasaltarcuando llegó a su lado. A ella no le costó trabajo pasar por el hueco. Acontinuación pasaron Tassie y Lucy y, por último, Jorge, que experimentótantadificultadcomoJackparaintroducirse.

—¡Bueno! —exclamó—. ¡Henos aquí ya, dentro del Castillo de laAventura!

CapítuloVIII

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Arribaeneltorreón

—¡El Castillo de laAventura!—repitió Lucy, con sorpresa—. ¿Por quédiceseso?¿Creesquecorremosunaaventuraaquí?

—Nolosé.Lodijepordecir.Perosesientealgoraroaquídentro,¿noosparece?¡Troncho!¡Quéoscuroestá!

Se oyó, abajo un ladrido lastimero. Era «Botón», al que habían dejadofuera.Jorgeasomólacabezaporlatronera:

—Notepreocupes,«Botón».Vamosavolver.

«Kiki»asomólacabezatambién,eimitóelsilbidodeunalocomotora.

—¡Eso no esmás que para decirle al pobre «Botón» que él está aquí, y«Botón»no!—dijoDolly—.«Kiki»,¡cuántotegustacacarearydardenteraa«Botón»!

Reinabaunaoscuridadbastanteprofunda en el lugar enque sehallaban.Pero poco a poco, se les fueron acostumbrando los ojos y pudieron ver unpocomejor.

—No es más que una sala grande, desnuda —dijo Jack, con ciertadesilusión.Niélmismosabíaloquehabíaesperadoencontrar—.Supongoquetodo el castillo estará igual… lleno de habitaciones grandes, frías y vacías.Vamos…exploraremosunpoco.

Sedirigieronalapuerta,quedabaaunlargocorredor.Bajaronporésteyllegaron a una habitaciónmenos oscura, iluminada por una de las ventanasfronterasyporotragrande,agregada,evidentemente,muchodespués.Aquelcuartoteníaunagranchimeneaenlaqueaúnseveíancenizas.Losniñoslasmiraron.

—¡Esraropensarque,enotrostiempos,hubogentesentadaalrededordeestefuego!—murmuróDolly,contemplandoaquellosresiduos.

Pasaron al cuarto vecino, oscuro también, porque no teníamás que unaventanaalargada.Dollyseacercóa laventanay lanzódeprontounchillidotanagudo,quetodosdieronunbrincodesobresalto.

—¡Dolly!¿Quépasa?—exclamóJorge.

Dollycorriótanaprisaareunirseconelmuchacho,quechocóconél.

—¡Hay algo en este cuarto! —exclamó—. Me tocó el pelo. Lo sentí.¡Vámonosdeaquí!

—Noseastonta—empezóJorge.

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Yenmudeciódepronto.¡Algolehabíatocadoelcabelloaéltambién!Girósobre los talones; pero no descubrió nada. Empezó a latirle el corazón conviolencia. ¿Habría algo, en efecto, dentro del cuarto… algo que les tocabaperoqueresultabainvisible?

Unrayodesolpenetró inesperadamentepor laventanayJorgerompióareír.

—¡Qué tontos somos! —dijo—. Son telarañas… ¡Mirad! ¡Cuelgan deltecho!¡Debenllevaraquímuchosaños!

Todosexperimentaronungranalivio;peroDollysenegóapermanecerenlahabitaciónuninstantemás.Estabaasustada,yelmeropensamientodequepudieran rozarla unas telas de araña la asustaba más aún. Se estremeció alpensarenlasarañasquepudierancaerleencimadesdeeltecho.

—Salgamosadondehayasol—suplicó.

Ysalierontodosalcorredor,dondeentrabaelsolpormuchasventanas.

TassiecaminabajuntoaJorge,conojosasustados.Creíaenloscuentosqueoyeraenelpueblo,yesperabaque,deunmomentoaotro,surgieseelmalvadoviejoyleshicieseprisionerosatodos.

Pero,adondeJorgefuera,ellateníalafirmeintencióndeirtambién.

—¡Mirad!¡Estecaminoconduceporunodelosmurosalmenadoshastaeltorreón del este! —exclamó Jack—. Vamos a seguirlo. Habrá una vistamagníficaysinigualdesdeallí.

—Mesientounsoldadoantiguoavanzandopor lamuralladelcastillo—dijo Jorge, cuando se encaminaron al torreón—. Bueno, aquí estamos.¡Troncho!Esgrande,¿verdad?Fijaos,hayunahabitaciónenelfondo…yunaescaleradecaracolqueconducealapartesuperior.¡Vamosasubir!

Y subieron, decididos a no contemplar el paisaje hasta que llegaron alpuntomásalto.Laescaleradepiedradabavueltasymásvueltasylescondujoa otro cuarto, del que arrancaba otra escalera muy estrecha por la que sellegabaaltejado.Ascendieronporella,encontrándoseenlapartemásalta,conalmenasdeunoscuantospiesdealturatodoasualrededor.

Contemplaron todos el paisaje boquiabiertos y en silencio. Ninguno deellos se había encontrado tan alto antes ni habían percibido una vista tanextensa ymagnífica. Parecía como si elmundo entero se hallara extendidoantesusojos,centelleandobajoelsol.Abajo,muy,muyabajo,yacíaelvalle,porelquesedeslizabaelplateadoríocomobrillanteserpiente.Lascasasquepodíanver,parecíandejuguete.

—Fijaosenesascolinasdeenfrente—dijoJack—.Haycolinasdetrásde

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ésas…ycolinasdetrásdeaquéllastambién…¡ymáscolinasmásallá!

Tassie estaba estupefacta. Jamás había creído que fuese tan grande elmundo. Desde la cima del elevado torreón, la comarca entera yacía, comovivientemapa,anteella.Eratanhermosoelpaisaje,que,sinsaberporqué,aLucyleentraronunasganasextraordinariasdellorar.

—¡Qué sitiomásmaravillosodebedehaber sidoéste comounpuntodevigía!—exclamóJorge—.Cualquiercentinelaveríaalenemigocuandoaúnseencontraraamuchasmillasdedistancia.Mirad…,¿esesaSpringCottagealláabajo,entrelosárboles?

Loera.Dijéraseunacasadejuguete.

—Ojalápudiésemostraeraquíamamá—dijoDolly—.¡Cuántolegustaríaestavista!

—¡Mirad, mirad! ¡Ahí están las águilas otra vez! —interrumpió Jack,señalandohaciaarriba,dondedosenormesavessealzabanhacialasnubes—.Oíd…,¿queréisquecomamosaquíarriba,viendotodoeltiempoestepaisajeyobservandoalaságuilas?

—¡Sí, sí!—respondieron todos, sin excluir a «Kiki», al que siempre legustabaparticiparenloscoros.

—¡Pobrecito«Botón»!—dijoJorge—.Lástimanohayamospodidotraerlotambién.Peroerademasiadoarriesgadoporesatabla.Supongoquesesientelamardesoloenestosinstantes.Diosquieraquenoseescape.

—Desobrasabesquenoseirá—respondióDolly—.Ningúnanimalhuyedetinunca,pordesgracia.

¡Oh, Jorge! ¡Nohabrás traídoesehorrible sapo!…¡Síque lohas traído!¡Teasomaporelcuello!

¡Meniegoasentarmeaquíhabiendounsapoenlavecindad!

—¡Por loquemásqueráisnoempecéisaregañaraquíarriba!—exclamóJack,alarmado—.Estasalmenasnoimpediránqueunosecaigasiosponéisahacertonterías.Siéntate,Dolly.

—¡Amínomedestúórdenes!—dijoDollyempezandoaenfurecerse.

—¿Dóndeestálacomida?—inquirióLucy,conlaesperanzadecambiardeconversación— ¡Dolly, la tienes tú! ¡Sácala, que me estoy muriendo dehambre!

Dollyabriólamochila,manteniéndosetanalejadadesuhermanocomolefueposible.Habíadospaquetesgrandesdentro.Elunomarcado«Comida»yelotro«Té».

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—Vuelve a guardar el del té —dijo Jack—, si no, nos lo tragaremostambién.Conelapetitoquetengo,seríacapazdecomérmelotodoyosolo.

Dolly repartió los emparedados, el pastel, las galletas, la fruta y elchocolate.Luegosacóunabotelladelimonadayentregóacadaunounatazadecartón.

—Hemos hecho muchas meriendas —observó Jorge, dándole unformidablemordiscoaunemparedadodehuevoyjamón—,peroningunaenunsitiotanextraordinariocomoéste.Casimedavértigocontemplarlavista.

—Esmuyagradablecomeraquísentados,viendoesascolinasyelrío—murmuróLucy, con satisfacción—.YocreoqueelviejodequiennoshablóTassiecompraríaelcastillonadamásqueporelpanorama.Yoloharía,porlomenos,situviesesuficientedinero.

Comieron y bebieronmuy contentos. «Kiki» participó de los bocadillos,que legustabanunabarbaridad.Luegosepusoaexplorar,avanzandoporelcaballetedeltorreón,conlacabezacolgandoparaabajoaveces.

Los niños le observaban mientras comían el pastel. De pronto, «Kiki»exhaló un alarmante chillido, perdió el equilibrio y se cayó del torreón.Desapareciódelavistaylosniñossepusieronenpie,horrorizados.Despuésvolvieronasentarsesonriendo,comprendiendoquehabíanhechoel ridículo.Porque,claro,encuantocayó,ellorodesplególasalasysepusoavolar.

—¡Qué idiota eres, «Kiki»!—exclamóDolly—. ¡Menudo sustome hasdado! Bueno, ¿habéis acabado ya? Quiero recoger el papel y las tazas ymeterlotodoenlamochila.

Jack había estado observando a las águilas, que, mientras ellos comían,volaban por las alturas. Ahora descendían de nuevo, planeando en grandescírculos,tendidaslasalasparaaprovecharhastalamenorcorriente.Habíaairedesobraenlacimadelacolina.Soplabacontraeltorreón,alborotándoleselcabello a los niños, que estaban sentados de cara a él. Vieron a las águilasbajarmásymás.

Abajo, y detrás de ellos, se hallaba el patio interior del castillo. Estabacubierto de hierba con brezos de trecho en trecho. También había aulaga yunos cuantos abedules pequeños. La naturaleza había recobrado allí suimperio.Lasplantas,alcrecerentrelaslosas,lashabíanlevantado.

—¡Meparecequelaságuilastienensunidoenesemacizodeárboles,alláenelrincóndelpatio!—dijoJack,excitado—.¡Eslaclasedesitioriscosoqueescogeríanesospájaros!¿Queréisquevayamosaversiesasí?

—¿Estássegurodequenosonpeligrosas?—inquirióJorge,dubitativo—.Son la mar de grandes… y yo he oído hablar de veces en que atacaron a

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hombres.

—Sí…Bueno…, en cuantovuelvan a alzar el vuelo, iré a ver.De todasformas,másvalequebajemosahoraaecharunamirada.«Kiki»,¡venacá!

El loro fue a posársele en el hombro y le picoteó la oreja suavemente,diciendo las tonterías de costumbre.Losniños se levantaronydescendieronpor las dos escaleras de piedra. Tanto la habitación de arriba, como lahabitación de abajo del torreón estaban vacías. Colgaban telarañas en losrincones,yunaespesacapadepolvocubríaelsueloylasrepisas,salvodondeelvientosoplabaconfuerza.

—¿Cómo se llegará al patio? —murmuró Jorge—. Tendremos queretrocederporlamurallayvolveralpropiocastillo,supongo.Tienequehaberalgunaescaleraqueconduzcaalashabitacionesdeabajo.

Conque deshicieron lo andado, regresando al edificio principal.Recorrieron habitación tras habitación, encontrándolas vacías todas. Por finllegaronaunaanchaescalinataporlaquedescendieronhastahallarseenunaamplia sala, que estaba sumida en tinieblas. Algo chocó violentamente deprontocontralapiernadeJorge,quediounsaltodesusto,exhalandoalpropiotiempounaexclamación.Todoelmundosequedóinmóvil.

—¿Quées?—preguntóLucyenunsusurro.

¡Era«Botón»,elcachorrodezorro!

—¿Cómo demonios habrá llegado hasta nosotros? —exclamó Jorge,recogiendoalanimalito—.Debehaberencontradoalgúnagujeroporelquesehaintroducido.¡«Botón»,eresunamaravilla!¡Peroelsustoquehasllegadoadarme!

El cachorro soltó unos ladridos y se acurrucó contra el pecho del niño.«Kiki» le dirigió unos comentarios desdeñosos, diciéndole que cerrara lapuerta.¡Éleraelúnicoquenosealegrabadeverle!

—Ahora, salgamos al patio a explorar—dijo Jack—.Y…, ¡ojo con laságuilas,porsiacaso!

CapítuloIX

Elnidodelaságuilas

Losniñosseabrieronpasoporelpatio.Teníaunaspectoverdaderamenteselváticoahora,auncuando,conunpocodeimaginación,podíanadivinarelaspecto que habría tenido en otros tiempos: un vasto patio pavimentado de

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losas, abierto en la propia ladera de la colina, y en cuyas extremidades sealzabanaltosriscos.

—Yocreoqueesenunodeesos sitios rocososdonde tienen sunido laságuilas—dijo Jack—.Tassie, tomaa«Kiki»yno le sueltes.Noquieroqueestorbeenestosmomentos.

Tassietomóconorgulloa«Kiki»ysedetuvo,mientraslosotrossedirigíanaunadelasrocasdelpatio,cubiertaenalgunaspartesdebrezo.Lucynoteníamuchasganasdeacercarsealaságuilas;peroqueríaestarjuntoaJack.

—Vosotrosquedaosalpiedelrisco—ordenóJack—.Jorgeyyovamosaescalarlo.Nocreoquelaságuilasnosataquen,Jorge…Esmás,estoybastantesegurodequenoloharán.Peroandaconojoporsiacaso.

Losniñosempezabanyalaascensión,cuandoungritoleshizodetenerseyagarrarseelunoalotro,asustados.Lasniñasdieronunviolentosalto.«Botón»buscólamadrigueradeconejosmáscercanayseocultóenella.Elúnicoquenoparecíasentirmiedoera«Kiki».

ATassieseleocurriólaideadequeaquelgritolohabríalanzadounodelosprisionerosdelmalvadoviejodelcuento.Quizánohubiesemuerto.Quizásehallabaallítodavía.Losotrosniñosnofuerontaningenuosparacreerunacosaasí;peroelgritonodejódehelarleslasangreenlasvenas.

—¿Quéfueeso,Jack?—susurróLucy—.Vuelve.Nosubáis.Elgritosaliódealláarriba.

Sonó de nuevo, más alto, un ruido curioso, casi un gruñido. «Kiki»carraspeó,paraimitarlo.¡Quésonidomáshermosopararepetir!Lohizocontantoacierto,quehizodarunbrincoatodosotravez.Tassieporpocosecayóalsuelo,porqueteníaelloroposadoenelhombro.

—¡Quémalpájaroeres!—exclamóJackenvozbaja,conferocidad.

«Kiki»lemiró.Saliódesugargantaelgritootravezy,casienelmismoinstante,unáguilaenorme,queporlovistoseencontrabaenlarocaaquélla,sealzóbatiendolasenormesalasypasóporencimadelpequeñogrupo,comopara ver de dónde había partido el sonido. A continuación, surgió de lagargantadeláguilaelgritoqueoyeronlosmuchachos.

—¡Troncho!¡Sóloeraeláguilaquegritaba!—exclamóJack,conalivio—.¿Por qué no seme ocurriría esa posibilidad?Nunca había oído gritar a unahasta ahora. Eso demuestra que deben de tener el nido por aquí. ¡Vamos,Jorge!

El águila no cayó sobre los niños. Se limitó a planear sobre ellos,mirándolos. Tenía centrado el interés en «Kiki», que, emocionado de haberdescubiertounruidonuevotanhermoso,volvióaemitirlo.

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El águila respondió a él y voló más bajo. «Kiki» voló a su encuentro,minúsculoencomparaciónconlagigantescaave.Losniñosveíanclaramentelaslargasplumasamarillasdelanucaquebrillabancomoelorobajoelsol.

—Síqueesunáguilareal—dijoLucy—.TeníarazónJack.¡Fijaosenesasplumastandoradas!¡Oh…,Diosquieraquenobajemás!

Contemplarontodosa«Kiki»yaláguila.Porreglageneral,a lospájaroslesextrañaba,lesasustaba,olesenfurecíaelloro.Peroaláguilanolesucedióninguna de estas cosas. Pareció, más bien, estar experimentando unacuriosidad muy grande, estarse preguntando cómo era posible que aquelpajaritotanraro,tanpocosemejanteaunáguila,lanzabagritoscomosideunadesuespeciesetratara.«Kiki»estabadisfrutando.Volóalrededordeláguila,gritándole.Luego,depronto,cambiódetácticayleordenóqueselimpiaralanariz.Aloíraquellavoz,aparentementehumana,eláguilaseapartóunpoco,mirandoaúnconinterésalloro.Porfin,sinhacerelmenorcasodelosniños,se alzó hasta un punto saliente del risco, y se posó sobre él,mirando haciaabajoconaspectoverdaderamentemajestuoso.

—¡Qué pájaromásmagnífico!—exclamó Jack, encantado—. ¡Mira quepoder ver un águila tan de cerca! Fijaos en la frente ceñuda y en los ojospenetrantes.¡Nadameextrañaquellamenaestaaveelreydelospájaros!

El aspecto del águila era espléndido en verdad. Tenía todo el plumajepardo oscuro, excepción hecha de las plumas de la nuca. Las plumas lecubríanlaspatascasihastalasgarras.Estabaobservandoa«Kiki»,sinapartardeéllamirada.

—Ahíestálasegundaáguila,mirad—dijoLucydesúbito,envozbaja.

Vieron al otro pájaro alzar el vuelo del risco, curioso por saber lo queocurría.Seelevómuyalto,extendiendolasenormesalas,cuyasextremidadessecurvaron.Depronto,laprimeraáguilapareciócansarsede«Kiki»,agitólasalas,yfueareunirseconsucompañera.

—Laprimeraáguilaeselmacho—dijoJack,excitado—.Ylasegundalahembra.

—¿Cómolosabestú?—preguntóconincredulidadDolly.

Ellanonotabadiferenciaentrelasdos.

—Lasegundaesmásgrandequelaprimera.Ylahembradeláguilarealessiempre mayor que el macho y tienen sus alas más envergadura también.¡Troncho!Estoyemocionado.

—Debistehaber fotografiadoal águila cuando seposóenel risco—dijoJorge.

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Jacksoltóunaexclamación.

—¡Caramba! Ni siquiera me acordé de la máquina. Estaba demasiadoabsortomirandoaesospájaros.¡Qué«fotos»másmaravillosaspodríatomar!

Lasdosaveseranahorasimplespuntosenelfirmamento,taninmensaeralaalturaalaquesehabíanelevado.

—Seríaéstaunabuenaocasiónparaexplorarelriscoenbuscadesunidoahoraqueestánlejos—dijoJack—.Escuriosoquenoseasustarandevernos,¿verdad? Supongo que apenas saben nada de los seres humanos, viviendosiempreaquíarriba.

—¿Qué habrá sido de «Botón»? —murmuró Jorge con ansiedad—. Semetióporeseagujeroynohasalido.

—¡Probablementeleestarádandounsustomayúsculoaalgunafamiliadeconejos! —dijo Jack—. Ya volverá, no te apures. No me extraña que semetieseenunamadrigueracuandooyóelgrito.¡Mehubiesemetidoyoenunatambiéndehaberpodido!Fuehorrible.

Empezaron a ascender otra vez.Resultaba laborioso, porque el risco eramuy pendiente. La cima estaba casi tan alta como el vecino torreón. Por elladoOeste,ocultoenunhueco,Jackencontróloquebuscaba:elnidodelaságuilas.

—¡Mira!—exclamó—.¡Fíjate!¿Vistealgunavezcosatanenorme,Jorge?Debedetenercercadedosmetrosdeanchuraporelfondo.

Contemplaronamboselnido.Tendríaunossesentacentímetrosdealturayestaba hecho de ramas, con brezo metida en las rendijas. La taza del nidomediría cuarenta y cinco centímetros, y estabamuy bien forrada demusgo,hierbaybrezo.

—¡Hay una cría en el nido! —exclamó Jack, excitado—. Y bastantegrande.Debedetenermásdetresmesesyestáapuntodepodervolar.

Lacríaseencogióenelnidoaloírlavozdelniño.Eratangrandeya,queJorge apenas se hubiese dado cuenta de que aún no había alcanzado lamadurez.Jack,sinembargo,sehabía fijadoen labase inferiorblancade lasplumas, indicación seguradeque se tratabadeun águila jovenynodeunaadulta.

«Kiki»volóhaciaelnido,ahusmear.Soltóungritoparecidoaldeláguila.Lacríaalzólamirada,interrogadora,reconociendoelsonido,peronoaquienlohacía.

—¡Tumáquina,pronto!—susurróJorge.

YJacksepusoaajustarlaatodaprisa.

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—¡Aprisa!¡Laságuilasvuelven!—anuncióJorge.

Jackdirigióunamiradahaciaarriba.Laságuilassehabíanacordadodesucríay,viendoalosniñostancercadelnido,regresabanaverquésucedía.

Jacksacóla«foto»justamenteatiempo,porque«Kiki»volóalencuentrodelospájaros,gritandolabienvenida.

—Más vale que bajemos ahora —dijo Jorge. Las águilas le parecíanbastanteferoces—.¡Cuántomehubiesegustadopodersacarunasinstantáneasdeesacríacuandoestuvieseaprendiendoavolar!Pareceestarapuntodesalirdelnidodeunmomentoaotroya.

Bajaron tan aprisa como pudieron,mientras las águilas se cernían sobreellos.

—¿Sacasteunafotografía?—preguntóLucy.Jackmovióafirmativamentelacabeza.Estabamuyexcitado.

—Tendréquevolver—dijo—.¿Sabéisquealomejorconsigofotografíasdelaságuilastomadasdesdemuchomáscercadeloquehaconseguidonadietomarlashastaahora?¡Imaginaos!Seguramentemedaríanmuchodineroporellasylaspublicaríanentodaclasederevistas.

—¡Oh,Jack!¡Tomamás instantáneasentonces!—exclamóLucy,conlosojosmuybrillantes.

—Casitendríaqueviviraquíarribaparatomarlasbuenas—dijoelniño—.Esinútilsubirnadamásqueparaversiselepresentaaunolaoportunidad.¡Sipudiesepasarmeunosdíasaquí!

—Hombre…,supongoquesíquepodríassiquisieras—lecontestóJorge—. Quizá mamá te dejaría si le hablases de las águilas. Aquí no correríasningúnpeligro,ypodríamostraertecomida.

—¿Nopodemosvenir todosapasaraquíunosdías?—dijoLucy,quenoqueríaquesuhermanosesepararadeellos—.¿Porquénohemosdepoder?

—No podemos dejar amimadre sola allá abajo—contestó Jorge—.Lepareceríamuypococonsiderado.

—¡Ah, sí…, claro!—murmuró Lucy, poniéndose colorada—.No semehabíaocurridopensareneso.¡Siserédespreocupada!

—De todas formas,noveoporquénohedevenir yo aquí apasarunosdías—dijoJack,encontrandolaideamásemocionanteamedidaquepensabaenella—.Podríahacermeunesconditey…

—¿Unescondite?—repitióTassie,hablandocasiporprimeravezaquellamañana.

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—Sí; un sitio en que esconderse con la máquina fotográfica preparada.Luego,cuandolaságuilassehubiesenacostumbradoaverme,podríasacarlestodas las fotografías quemediera la gana sin asomar yo, ni alarmarlas.Mecolocaría en estemismo risco, en un sitio desde el que pudiera ver bien elnido. ¡Troncho! ¡Si podría hacer toda una serie de instantáneas de eseaguiluchocuandoaprendieraavolar!

—Bueno,puespregúntaleamamásipuedessubir,entonces—dijoJorge—.Yo subiría contigo; sólo que creo que uno de nosotros debiera quedarseabajoparaayudaraentrarleñaparaelfuegoycosasasí.

—Podría encargarme yo de eso —anunció Dolly, viendo ocasión dedeshacersedel sapoduranteunosdías.Noqueríaacercarsea Jorgemientrasllevaraelanimalencima.

—Nopuedes—lerespondiósuhermano—.Jacktendríaporcompañeroa«Kiki»,ynosotrossubiremosaverletodoslosdías.Vamos…,exploremoslapartebajadelcastillounpocomás.

Conque cruzaron el patio y pasaron a las habitaciones bajas del castillo,esperando encontrarlas tan vacías como las de arriba. Pero ¡qué sorpresa sellevaron!

CapítuloX

Unacosacuriosa

Entraronporunapuertamuygrandeyatravesaroneloscurovestíbulo,enelque repercutieronextrañamente suspisadas.Fuera seoyeron losgritosdelaságuilasdenuevo.

—Supongoqueloqueoyeronlosdelpuebloaquíarriba,añotrasaño,fueelgritardelaságuilas—dijoJack,dirigiéndoseaunagruesapuerta.Laabrióysequedóinmóvildesorpresa.

¡Lahabitaciónestabaamueblada!Habíasidoantañounaespeciedesala,yaún se encontraban allí los carcomidos muebles, aún cuando no lograbanexplicarselosmuchachosporquéloshabíandejado.

Contemplaron el antiguo y olvidado cuarto en silencio. ¡Daba unasensación tan rara mirar aquella estancia que olía a moho, iluminada porcuatroventanasalargadasyunaancha!Elsol,queporéstasefiltraba,permitíaver la capa de polvo que cubría los sofás y la enorme mesa, así como lasenormestelarañasobrademultituddearañaseneltranscursodelosaños.

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Dollyseestremeció.Nosiguióasuscompañeroscuandoéstosentraronenel cuarto de puntillas y hablando en susurros. Lucy dio una palmada en unsillón,ysealzóinmediatamenteunanubedepolvoquecasilaasfixia.Jorgetiródelacubiertadeunodelossofás,yseledeshizoentrelasmanos.Estabacompletamentepodrida.

—¡Qué habitación más rara! —dijo—. Me siento igual que si hubieseretrocedido un centenar de años. Aquí el tiempo se ha detenido. ¿Por quédejaríanestahabitaciónasí?

Pasaronalasiguiente.Estabadesamueblada.Perolatercera,máspequeñay que evidentemente se había usado como comedor, tenía muebles. Y, denuevo,lastelasdearañaseextendíanportodaspartesycolgabandelelevadotecho en grisáceos hilos. Había un gran aparador y, cuando los niños loabrieron, encontrarondentrovajilla deporcelanaypiezas deplata, o lo quedebía ser plata, porque, ahora, saleros, salseras y demás piezas estaban tanempañadasquepodríanhabersidodecualquiercosa.

—Esto va resultando cada vez más raro —murmuró Lucy—. ¿Por quéhabrándejadolashabitacionesasí?

—Supongo que el malvado viejo del que nos habló Tassie sólo usabaalgunos de los cuartos, y debieron ser éstos —contestó Jack—. Quizá semarcharaconelpropósitodevolver,yyanovolviómás.Ynadieseatrevíaaveniraquí…otalveznadiesupiesesiquieraquesehabíandejadoamuebladaslashabitaciones.¡Esunmisterio!

Elcachorritodezorrafueolfateandoportodosloscuartos,alzandonubesdepolvoyahogándosedecuandoencuando.A«Kiki»noparecierongustarleaquellasestancias.PermanecióposadoenelhombrodeJack,sindespegarelpico.

Llegaronalacocina.Eraunsitioenorme,conelfogónenelfondo.Aúnhabía allí cacerolas de hierro y un escalfador. Jorge intentó levantar una deellas,peropesabademasiado.

—¡Los cocineros debían de tenermucha fuerza antiguamente!—dijo—.Mirad…, ¿es una bomba eso que hay junto a la fregadera? Supongo quetendríanqueachicarelagua.

Seacercaronalafregadera.Laanticuadabombateníaunmangoquehabíaquesubirybajarparasacarelaguadealgúnpozo.Jorgelamiró,interesado,trasladandolavistaalcharcoquehabíaenelsuelo,alpiedeella.

—¿Quéocurre,Jorge?—preguntóJack.

—Nograncosa.Pero…,¿dedónde salióesaagua?Fijaos…, sólopuedellevaraquíundíaodos,delocontrariosehubiesesecado.

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Jackalzólamiradaal techo,comosiesperaraencontrarunagotera.Peronolahabía,claro.Volvióacontemplarelcharco,extrañadoéltambién.

—Achiquemosunpocoaversisaleagua—propuso.Yalargólamano—.Quizáyanofuncioneeltrastoeste.

Antes de que pudiera tocarlo, Jorge le apartó la mano con unaexclamación.Jacklemiró,consorpresa.

—Fíjate,Pecas—dijo Jorge,desconcertado—,elmangode labombanoestácubiertodepolvocomo todo lodemás.Estábien limpiopordondehayqueagarrarloparaachicar.

Dolly sintió un escalofrío de miedo. ¿Qué querría decir Jorge con eso?¿Quiénpodíaachicaraguaenuncastilloviejo,abandonado?

Todoscontemplaronelmangodelabombayvieronqueelmuchachoteníarazón.

«Botón»empezóabeberseelaguadelcharco.Teníased.

—Aguarda,«Botón»—dijoJorge—,yatesacaréagualimpia.

Asióelmangodelabombaylomoviódearribaabajo.Salióunchorrodeagua fresca y clara que cayó en la fregadera, salpicando, lo que aumentó elcharcodelsuelo.

—Así se hizo el charco—anunció el niño—. Con lo que salpicó de lafregadera.Pero…,¡esosignificaquealguienhasacadoaguaaquíhacedosotresdíasalosumo!

Tassieabriódesmesuradamentelosojos,demiedo.

—¡Eseviejomalvadoaúnestáaquí!—exclamó,mirandoatemorizadaporencimadelhombro,comosiesperaseverleentrarenlacocina.

—No seas tan tonta, Tassie—le dijo Jorge, con impaciencia—.El viejomurióydesaparecióhaceaños.¿Sabessialgunodeloshabitantesdelpueblovienealgunavezaquí?

—¡No,oh,no!Letienenmiedoalcastillo.Dicenqueesunmalsitio.

Losniños,desde luegoexperimentaronunaextrañasensaciónallídentro.Sentían deseos de salir nuevamente al sol. «Kiki» exhaló de pronto unmelancólicogemidoqueleshizodarunbrincoatodos.

—¡Cállate,«Kiki»!—ordenó Jack, enfadado—.¿Quéconclusiones sacastúdetodoesto,Jorge?¿Quiénhaestadosacandoagua?¿Puedehaberalguienenelcastillo?

—Nohemosvistonirastrodenadie,porlomenos—contestóelotro—.Y,

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¿qué iba a hacer nadie aquí, de todas formas? No hay nada de quemantenerse…,provisionesy todoeso.Yocreoque loquehabrápasadoseráquealgunoquepasabaporaquísintiócuriosidad,entró,anduvoerrandoporlashabitaciones,ybebióuntragodeaguaantesdevolverseamarchar.

Parecíalaexplicaciónmásadmisible,desdeluego.

—Pero¿cómopudoentrar?—inquirióDolly,alcabodeunosmomentos.

—Habráalgunaentrada—dijoJack.

—Nolahay—intervinoTassie—.Yohedadolavueltacompletaalcastilloylosé.Nohayningunamaneradeentrar.

—Pues tiene que haberla —insistió Jorge. Y desechó el asunto de laconversación, pensandoque se sentirían todosmejor si salían al aire libre atomarelté—.Vamos…,busquemosunsitiocómodoenelpatioytomemoselté.Yovuelvoatenerapetito.

Salieronalsoleadopatio.Pocabrisasenotabaallí,porqueelelevadomurono la dejaba llegar. Se sentaron, yDolly abrió el paquete.Había comida desobraparatodos.Perosehabíanbebidotodalalimonadaalahoradecomerdebidoalcalorreinante.

—Tengo tanta sed, que necesito algo que beber con los emparedados—dijoLucy—.Séquemequedarácolgandolalenguafueradelabocacomoladeunsedientoperromuypronto.

Atodoslespasabalomismo;peroningunoteníamuchasganasdevolveralaenormeysolitariacocinaparallenardeagualastazasdecartón.

—Yasé loqueharemos—anuncióJorge—; iremosaver sielmanantialque llegahasta lacasaestáporaquí.Dicenquebrotaenestepatio.Debieraencontrarsealfondo.

Sepusoenpie,y«Botón»leacompañó.Fueelcachorroquienencontróenmanantial.Brotabacercadelaparedquedabalavueltaalcastillo,casialpiedeltorreónencuyacimahabíancomido.

Noeraunmanantialmuygrande,peroelaguaerafrescayclara.«Botón»bebióconavidez.Jorge llenódos tazasy llamóaJackparaque trajesemás.AcudióelniñoacompañadodeTassie,ycontemplóconinteréselburbujeantemanantial.Salíadeunagujerodelarocaydesaparecíadenuevopordebajodeunosmatorrales, introduciéndoseenuntúnelpequeñoquepasabapordebajodeltorreón.

—Supongoquesaldráalotroladodeledificioyunpocomásabajo,enlacolina—pensó—.Va recogiendomás agua por el camino del interior de lacolinay,paracuandollegaaSpringCottage,esyaunarroyogrande.

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Los niños encontraron aquella agua, fría como el hielo, muy agradable.Acabaron de comer cuanto llevaban y se tendieron al sol, observando laságuilasrealesquehabíanalzadoelvuelootravez.

—Ha sido un día emocionante —dijo Jorge, perezosamente—. ¿Qué tepareceahoralodepasarteunosdíasaquí,Jack?¿Notesentirásmuysolo?

—Estarécon«Kiki»yconlaságuilas—lerespondióelotro—.Ytodoslosconejosquerondanporlosalrededorestambién.

—Nomegustaría estar aquí sola ahora—dijoDolly—. ¡No;hasta saberquiénsacóaguaconesabomba!Estaríatodoelratoconcarnedegallina.

—Esonoseríanadanuevoparati—observóJorge—.Seteponecarnedegallina con sólo ver asomar a una lombriz por un agujero. Y pasas laexistenciasintiendoescalofríos.Siteacostumbrarasaquetecorrieraunsapopor todo el cuerpo, y a llevar un erizo en el bolsillo y un escarabajo o dos,prontosetequitaríaesasensación.

—¡Por favor, calla!—exclamó Dolly, estremeciéndose al pensar en losescarabajos—. Eres terrible. Pero no te quedarás solo aquí de verdad, ¿eh,Jack?

—¿Porquéno?—contestóJack, riendo—.Notengomiedo.YocreoquetienerazónJorge,yquehasidoalgunoquepasabaporaquíelquebebióaguaenlacocina.Despuésdetodo,sinosotrostenemoscuriosidadsuficienteparameternosaquí,nohayrazónalgunaparaquenoselesocurralomismoaotros.

—Sí,pero¿cómoentraron?—insistióDolly.

—Delamismamaneraqueentró«Botón»,supongo.

Dollylemirófijamente.

—Eso —dijo—, y, ¿por dónde entró «Botón»? ¡Averigua eso y notendremosqueusareltablóntodaslasveces!

—¡Oh, por alguna madriguera u otra parte así! —respondió el niño,negándoseatomarlaenserio.

Dollysoltóunaexclamacióndeira.

—¡Hablaconsentidocomún!«Botón»podrápasarporunamadrigueradeconejos,perounhombreno.Esolosabestúdesobra.

—¡Pues claro! ¿Cómo no se me ocurriría eso antes? —dijo Jorge consorna.

YsaltóaunladoaltirarleDollyunpegotedetierra.

—¡Oye! ¡Partede eso semehametido amí en el ojo!—exclamó Jack,

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incorporándose—. No pierdas los estribos, Dolly. Ya sé lo que haremos.Dejaremosa«Botón»aquícuandocrucemoseltablón,yvigilaremosparaverpordónde sale.Entoncesusaremos sucamino, si esposible, lapróximavezquevengamos.

—Noesmalaidea—murmuróLucy.

Y Tassie asintió también. Estaba perpleja. No comprendía cómo habíapodidoentrarelcachorroenelcastillo.Estabacompletamenteseguradequeno habíamás acceso al castillo que las dos puertas y la ventana por la quehabíanentradoellos.

—Vamos…,yaeshoradevolveracasa—dijoJack.Ytodosselevantaron—.¡Confíoqueestarédevueltaaquímañana!

CapítuloXI

Unencuentroinesperado

Regresaronalinteriordelcastilloysubieronlaanchaescalinatadepiedra.Dolly sentíacierta inquietudyprocuraba irbienpegadaa losotros. Igual lesucedíaaTassie.Bajaronporelcorredoryseasomaronaunahabitacióntrasotrabuscandoladeltablón.

—¡Troncho!¡Nomedigáisquehadesaparecido!—exclamóJack,despuésdehaberseasomadoalasseiscámaras—.Esraro.Estoysegurodequelasalanoestabatanlejoscomotodoesto.

Perosíqueloestaba,porqueenlahabitaciónsiguientevieronelbordedeltablónenelalféizardelaventana.Sedirigieronapresuradamenteaél.Reinabalaoscuridadallí.Todossintieronno teneruna lámparadebolsillosiquieraydecidieronequiparsedelámparasyvelaslapróximavez.

Jackcruzóelprimero,con«Kiki»enelhombro.Ésteestabadiciendoalgodeponerelescalfadorenel fuego.Llegóalotro ladosinnovedad,agarró lacuerda,yayudóapasaraLucy,aDollyyaTassie.Lucybajóapresuradamenteporelfarallón,seguidadeDolly.Tassiesaltócomounacabra,sinmolestarseentocar lacuerda.Acontinuación,pasóJorge,yelpobre«Botón»sequedóatrás,lanzandoagudosladridos.

—¡Túsiguetupropiocaminoyreúneteconnosotrosfueradelcastillo!—legritóJorge.

«Botón» saltó varias veces, intentando subir al alféizar; pero estabademasiadoaltoynopudoalcanzarlo.Losniñosoyeroncómosealejabansus

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ladridoscuandobajaronporlaumbríasendaysalieronalsoldelacolina.

—Quizátengaquevolverenbuscade«Botón»—dijoJorge—,sinonossigue.Nopuedodejarleatrás.Peroloszorrossontanlistos…Apuestoaquevienecorriendodetrásdenosotrosdentrodeunosminutos.

—Ve alerta, pues —le aconsejó Jack—, porque nos interesa saber pordóndeentraysaleparausarelmismocaminonosotros.

Perofueinútilandarconojoavizor.«Botón»apareciódeprontodetrásdeellos,saltandohaciaJorgeconladridosdesatisfacciónydeamor.Nadieleviollegar.Nadiesabíacómohabíalogradosalirdelcastillo.

—¡Qué pillo! —exclamó Jack, riendo no obstante—. «Botón», ¿cómosaliste?

Elcachorronoselopodíadecir.CaminótanpegadoalostalonesdeJorgedurante todo el camino de casa, que el niño sintió el contacto de su hocicodurantetodoeltiempo.¡«Botón»parecíasusombra!

EstabantodostancansadoscuandoentraronenSpringCottage,queapenaspudieroncontar sus aventuras.Cuando Jorgemencionóel charcode aguaalpiedelabomba,laseñoraManneringseechóareír.

—¡Era de esperar que se os ocurriera algo para asustaros!—dijo—. Esprobablequelabombasesalgaunpoco,Lodelashabitacionesamuebladasesraro,sinembargo.Elquenadiehayatocadolosmueblesdemuestraelmiedoque losdelpueblo le tienenalcastillo. ¡Ni lospropios ladronesseatrevenaaventurarseporallí,alparecer!

A la señora Mannering le interesaron una barbaridad las águilas reales.Jorge,Jackyellahablaronde lospájaroshastaqueanocheció.LaseñoranoteníainconvenienteenqueJackintentararetrataralaguiluchoencompañíadesuspadres.

—Silograshacerunbuenesconditeyquelaságuilasseacostumbrenaél,deformaquepuedaspermanecerallíysacarlasfotografíasquequieras,serámaravilloso.ElpapádeJorgesolíahacercosasasí.

—¿Puedo ir yo con Jack, tía Allie, por favor? —suplicó Lucy, que nopodíasoportarlaideadequeJackseapartaradesulado.

—No, Lucy—respondió Jack, con decisión—. El único que estará alláseré yo. Porque si tú o alguno de los otros empieza a rondar por allí,asustaremosalospájarosynopodréconseguirningunafotografía.Noestaréausentemucho.Nopuedesircolgadademídurantetodaslasvacaciones.

Lucynodijonadamás.Si Jacknoqueríaque leacompañase,procuraríaresignarse.

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—Puedessubirtodoslosdíasytraermedecomer,siquieres—dijoelniño,al ver la cara de chasco que ponía su hermana—. Y siempre me queda elrecursodehacerteseñalesdesdeeltorreón.Yatedistecuentadequepodíamosverestacasadesdealláarriba;conque,claro,podrásvereltorreóndesdeaquí.

—Oh, sí…,danos lasbuenasnoches todos losdíasconuna señal—dijoLucyanimándose—.Resultarádivertido.¿Desdequécuartoseverámejoreltorreón?

Dio la casualidad de que elmejor sitio para ello fuese su propia alcoba.¡Magnífico!¡Hastapodríacontemplareltorreóndesdelacama!

—Jack, ¿dormirás en el torreón? —preguntó—. Así miraré hacia allácuandomedespierteysabréqueestásenél.Agitaréunpañueloblancodesdemiventanacuandoteveahacerloati.

—Oh, no sé dónde dormiré —repuso el niño—. Habrá demasiadascorrientes de aire en el torreón.Me acurrucaré dentro de lamanta en algúnrincónresguardado…oquizámehagasitioenunodeesossofásantiguossiesqueconsigodesalojarelpolvo.

Tassienolograbacomprendercómopodíaatreversenadieadormirsoloenelantiguocastillo.

Jackleparecióelniñomásvalientedelmundo.

—Yaeshoradequetemarchesacasa,Tassie—dijolaseñoraMannering—.Anda,ve.Yavolverásmañana.

Tassiedesapareció,corriendoasudestartaladacasa,dondelaesperabasuregañonaydesordenadamadre.Losotrosayudarona laseñoraManneringaquitarlamesaylasdosniñasfregaronlosplatos,mediodormidas.

Se fueron a la cama a soñar con un castillo viejo, desierto, extrañashabitaciones llenas de telarañas, torreones elevados, águilas que dabanpenetrantesgritos…,¡yuncharcodeaguaenelsuelo,alpiedelabomba!

«Eso es lo verdaderamente desconcertante —pensó Jorge al echarse—.Peroestoycansadoahoraparapensar».Ysequedódormido.

Eldíasiguientesepresentólluvioso.Grandesnubesbarrieronlascolinas,cubriéndolasdenieblaydehumedad.Apenasasomóelsolentodoeldía.Elpequeñoarroyodoblódeprontosuvolumen,gorgoteandoconcrecienteruidoporeljardín.

—¡Malditasea!—exclamóJack—.¡Conlasganasqueyoteníadesubiralcastillo hoy! Ese aguilucho empezará a volar de un momento a otro, y noquerríaperdermesuprimeraintentona.

—¿Tienespelículasuficiente?—inquirióJorge—.Acuérdatedeloquete

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ocurresiempre:seteacabacuandomáslanecesitas.

—Ysinotuvierabastante,¿quéadelantaríaconacordarme?—dijoJack—.Nopodríacomprarlaenesepueblotanpequeño.Nohaymásqueunatienda.

—Podríais tomar el tren e iros a la población más cercana—sugirió laseñoraMannering—.¿Porquénohacéisesoen lugardeposaros todoeldíaencerradosaquí?EstoyviendoqueDollyardeendeseosdeempezararegañarconalguien.

Dollyseechóareír.Detestaba,enefecto,tenerqueestarencerradaencasayelverseobligadaaellolairritaba.Peroempezabaaaprenderadominarseunpocomásahoraqueseibahaciendomayor.

—Resultaría divertido tomar el tren e irse de compras —dijo—.¡Hagámoslo!Tenemoseltiempojustodellegaralúnicotrenquesaledeestaestaciónyvolveremosporelúnicoquepasa.

Conque se pusieron impermeable y sombrero impermeabilizado ymarcharonalaestaciónatodaprisa.Aunquenohubiesentenidonecesidaddehacerlo, porque aquel tren rural siempre aguardaba a cualquiera que viesebajarporelcamino.

Lapoblaciónmáscercanasehallabaaveintemillasdedistancia.El trentardóunahoracompletaenllegar,ylosniñosdisfrutaronviendodesfilarporlaventanillalosvallesylascolinas.Unavezvieronotrocastilloenunaloma,peroacordaronporunanimidadquenopodíanicompararseconelsuyo.

A «Botón» le habían dejado con Tassie, con gran desilusión suya. Losniñoshabíanofrecido llevarse a lagitana, pero a ésta le aterraba el tren.Sesobrecogió cuando se lo propusieron. Conque la encargaron del cuidado de«Botón», advirtiéndolequenodebíapermitir queel cachorromolestara a laseñoraMannering.

«Kiki», claro está, acompañó a Jack. Iba a todas partes con él, haciendocomentarios con gran regocijo e interés de la gente. Tenía la costumbre dequererlucirsecuandohabíaextraños,haciéndoseimpertinentelamardeveces.Losniñosdejaroneltrenybajaronporlacallecuandodepronto,unavozlesllamó,haciéndolesdarunbrincodesorpresa:

—¡Hola!¡Hola!¡Quiénhubierapensadoencontrarosa«vosotros»aquí!

Losmuchachos sevolvieronal instante,y«Kiki» exhalóungraznidodecontento.

—¡BillSmugs!—exclamarontodos.

Ycorrieronalencuentrodelhombredecoloradorostroyrisueñosojosqueleshabíallamado.

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Lucylediounabrazo.Dollysonrió,encantada,y losdosniñosledieronunas palmadas en el hombro.No eraBill Smugs su verdadero nombre. Leshabíadichoa losniños llamarseasíelañoanterior,cuandoleconocieronenocasióndehallarseéstepersiguiendoaunosfalsificadores.Nohabíaqueridoquesupieransunombreverdaderoni loqueestabahaciendo.Ahora,aunqueya sabían cómo se llamaba en realidad, seguían llamándole Bill Smugs,nombreporelquesiempreleconocerían.

—Venidacomerconmigo—lesdijo—;o,¿tenéisalgúnotroplan?Quierosaberquéhacéisaquí.Creíqueestaríaisencasa,pasandolasvacaciones.

—¿Qué hace usted aquí? —inquirió Jorge, brillantes los ojos—.¿Siguiendo la pista de algún falsificador otra vez? Apuesto a que estátrabajandoenalgoemocionante.

—Puedequesí,ypuedequeno—contestóBill,sonriendo—.Nocreoquedebiera decíroslo en cualquier caso, ¿verdad? Probablemente estoy devacaciones, como vosotros. Vamos…, entraremos en este hotel. Parece elmejordetodoellugar.

La comida fue emocionante, porque Bill Smugs era una personainteresante.Hablabaconavidezde laaventuraquehabíancorridoconél lasvacaciones anteriores, cuando se vieron implicados entre minas de cobre yfalsificacionesy corrierongrandes aventuras.Se recordaronunos aotros lasvecesquehabíantembladodemiedodurantesuaventura.

—Sí; fueunabuenaaventura,enefecto—asintióBill, sirviéndosepasteldemanzana—.Yahora,comodijeantes,quieroquemedigáisloquehacéisenestapartedelmundo.

Los niños se lo dijeron, interrumpiéndose unos a otros en su excitación,especialmente Jack,queardíaendeseosdecontarle todo lo relacionadoconlaságuilas.

Bill escuchó sin dejar de comer, dándole de cuando en cuando algúnbocadoa«Kiki».Éstetambiénestabaencantadodeverasuantiguoamigo,ylehabíadichoya,porlomenosunadocenadeveces,queabrieraellibroporlapáginaseis.

—¡Quélástimaqueestéisaveintemillasdeaquíomás!—dijoBill—.Metemo que quedaré estancado en este distrito una temporada y que no podrémoverme.Pero si puedoharé una excursiónpor veros.Quizá puedavuestramadre darme alojamiento un día o dos, y entonces podré subir a esemaravillosocastillovuestroyverlaságuilas.

—¡Oh, sí, venga!—exclamaron todos—.No tenemos teléfono—agregóJorge—, pero no importa. Usted venga. Es seguro que nos encontrará allí.

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¡Vengacuandoquiera!¡Nosencontraráatodos!

—Bien.Quizápuedaacercarmelasemanaqueviene,porquenoparecequesepudieraconseguirgrancosaaquí.Nopuedodecirosnadamásqueeso,metemo.Perosinoadelantoconloqueestoyhaciendo,interrumpirémitrabajoeiré a veros a vosotros y a vuestra agradablemamá. Dadle recuerdos demiparteydecidlequeBillSmugsiráapresentarlesusrespetossileesposible.

—Tendremos que irnos—anunció con sentimiento Jack, consultando elreloj—. No hay más que un tren para volver, y aún hemos de hacer unascompras.Adiós,Bill.Nosabecuántonosalegramosdehaberleencontrado.

—Adiós. Espero volveros a ver pronto —respondió Bill con suacostumbradasonrisa.

CapítuloXII

AJackledejanenelcastillo

LaseñoraManneringquedóencantadaalsaberquesehabíanencontradoaBill Smugs otra vez, porque le estaba agradecida por la ayuda que habíaprestadoalosniñosenlaaventuradelañoanterior.

—Siviene,dormiréyocon lasniñasypuedeélocuparmihabitación—ofreció—. Es una buena persona. Resultará agradable volverle a ver. Debellevarunavidamuyinteresante,cazandosiempreacriminalesygentemala.

—¡Apuestoaquesehubierapuestosobrelapistadeeseviejomalvadoquevivíaenelcastillo!—dijoLucy—.Serámuydivertidollevarleallí.Jack,Diosquieraquenoestélloviendomañanaotravez.

Perosíquellovió.Jacksellevóunchascoenorme.Temíaquelaságuilasse llevaran de allí al aguilucho. Pero era inútil subir la colina con aqueldiluvio.Apartedequelasnubesibantanbajasquerodeabanlamontañaysehubieraperdidoenlaniebladehaberintentadoescalarla.

—SupongoqueTassiesabríaencontrarelcaminohastaconlaneblina—dijo.

Sehallabapresentelagitana,quelemiróconlosbrillantesojosnegrosymovióafirmativamentelacabeza.

—Sí—dijo—.Tellevaréahorasiquieres.

—No —dijo la señora Mannering con firmeza—. Aguardad a mañana.Creo que mañana hará buen día. ¡No quiero tener la necesidad de mandar

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genteenbuscavuestrasiosperdéis!

—Pero,mamá,¡siTassieseríacapazdeencontrarelcaminoconlosojosvendados!—exclamóJorge.

LaseñoraMannering,noobstante,no tenía tanta feen lahabilidadde lagitanacomolosniños.

ConqueJacktuvoqueaguardaraldíasiguiente.Porfortunahizounbuendía.Elsolsealzóenuncielodespejado,sinqueaparecieranilamenornube.Lasladerasdelamontañabrillabanycentelleabanalsecarelsollosmillonesde gotas de lluvia que quedaban en ramas y hojas. Era un día hermoso enverdad.

—Subiremostodoscontigo,Jack—dijoJorge—,yteayudaremosasubirlo quenecesites.Tehará falta unpar demantas y provisiones…unavela odos,yunalámparadebolsillo…ylamáquinafotográficaylapelícula,claro.

Decidieronpasar todos eldía enel castillootravez,ydejar atrás a Jackcuandosemarcharonalatardecer.Conqueaesodelasonce,cayéndoleselsolaplomosobrelaespalda,emprendieronelascenso.

«Botón» les acompañó, naturalmente. Y «Kiki». Este último había dequedarseconJack.Alaságuilas,alparecer,nolescausabaningunamolestianiparecíaimportarles.Hastacabíalaposibilidaddequesehicieranamigasdelloro,proporcionandoaJacklaocasióndetomarunosretratosinteresantes.

Dollyibalamardesatisfechadellevarunalámparaenelbolsillo.Noteníala menor intención de volverse a meter en cuartos oscuros y dejar que larozaran las telarañas. Se introdujeron por la ventana como la vez anterior.«Botón»volvióaaparecerenelpatiosinquenadiehubierapodidoaveriguarcómo ni por dónde. «Kiki» voló al risco en que tenían las águilas el nido,lanzandoelgritodeáguilacomoafectuososaludo.Lassobresaltadaságuilaselevaron el vuelo, sorprendidas. Luego, viendo al pájaro extraño otra vez,empezarona trazarcírculosasualrededor.Eraevidentequesupresencianolasmolestaba.Probablementeletomaríanporunaespeciedelejanopariente,puestoquegritabaexactamenteigualqueellas.

NotardóJackensubirparaversieláguilaseguíaenelnido.Allíestaba,en efecto. La madre acababa de llevarle un conejo muerto, y el aguiluchoestabalamardeocupadocomiendo.CuandovioaJack,secolocóencimadelconejo con las alas extendidas, como si temiera que el muchacho fuese aquitárselo.

—Notepreocupes—dijoelniño,condulzura—,cómetelotodo.Yonolosquiero.¡Sólodeseoretratarte!

Miró a su alrededor buscando un buen sitio en que instalarse. Había un

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lugarqueparecíaideal.

Eraunespesomatorral, casi almismonivelque la repisade las águilas.Jacksedijoqueprobablementeconseguiríaintroducirseenelcentrohuecodelmismo,yabrirunagujeroporentrelasespinosasramasparalamáquina.

«Lo único que pasará—pensó— será queme pincharé todo. Bueno, daigual.Valdrálapenasiconsigounasbuenasinstantáneas.¡Apuestoaquelaságuilasnosabránsiestoyescondidoenesematorralono!».

Se lodijo a losotros, y éstos estuvieronde acuerdo enque resultabaunlugar magnífico, aunque quizás un poco doloroso. El matorral estácompletamentehuecoenelcentro,yunavezallípodríaarreglárselasparanopincharse.Sóloelentrarysalirleresultaríadesagradable,pueslospinchazosnopodríaevitarlos.

—Envuélvete en esta manta —sugirió Lucy, ofreciéndole la que habíasubido—.Con ella alrededor, podrás pasar por entre los pinchos sin hacertedaño.

—Esunabuenaidea—dijoJack.

Subieron al torreón y comieron allí otra vez, contemplando el grandiosopanoramadenuevo.

—MegustaríaqueBillSmugsvieseesto—dijoJack—.Hemosdetraerleaquícuandovenga.

—¿Dóndecreestúquedormirásestanoche,Jack?—lepreguntóLucy,conansiedad—.Y¿agitaráselpañuelodesdeeltorreónantesdeacostarte?Estaréyoaltantoparaverlo.

—Agitaré la camisa—contestó el niño—. Probablemente no verías unacosatanpequeñacomoelpañuelo,auncuandopodíastomarmisgemelosdecampañaymirarporellossiquisieras.Estánenmicuarto.

—Lostomaré—aseguróLucy—.Veréconfacilidadtucamisa.Esperoquenotesentirásdemasiadosolo,Jack.

—Claroqueno.Tendréa«Kiki»conmigo.Nadiepodríasentirsesoloconuncharlatáncomoél—dijoJack,rascándolelacabezaalloro.

—Aúnnohasdichodóndepiensasdormir.Supongoquenoloharásenunodeesossofásviejos,¿verdad?

—No, no lo creo.Esmás probable queme eche en un rincón del patio.Hayun trozocubiertodearenaallí,mira… lohabrácalentadoel sol.Simeacurrucoallíenvueltoenlasmantas,estarélamardecómodo.

—Prefieroqueduermasenelpatiooquelohagasdentrodelcastillo—dijo

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laniña—.¡Nomegustanesoscuartostanmohosos,ranciosypolvorientos!

—Mohosos, rancios y polvorientos —cantó «Kiki», encantado—,mohosos,ranciosypolvorientos…

—Cállate,«Kiki»—dijerontodos.

Peroa«Kiki»legustabanaquellaspalabrasyfuearepetírselasa«Botón»,queleescuchóconlasorejaserguidasylacabecitaladeada.

—Eshoradequenosvayamos—dijoJorgeporfin.

Habíanintentado,envano,descubrirelsitioporelqueentraraysalieraelcachorro, y habían vuelto a errar por el castillo encendiendo las lámparas yhaciendounaexploraciónmáscompletaquelavezanterior.

Sólo estaban amuebladas las tres habitaciones que ya vieran: la sala, elcomedory lacocina.Nohabíaningunaalcobaconcama,verdadera lástima,como dijo Jorge, porque Jack hubiese podido pasar la noche muycómodamenteenunadeesascamasantiguas.

Jack les dijo adiós cuando empezaron a cruzar la plancha. Conservó a«Botón»enbrazos,decididoa seguirleydescubriradonde ibapara salirdelcastillo.Nopensaba soltarle hasta que se hubieranmarchado los otros.Unoporuno,losniñoscruzaroneltablónydesaparecieron.

Las voces se apagaron en la distancia. Jack se quedó solo. Bajó por elancho corredor, descendió la escalera de piedra que conducía al vestíbulo ysalió al patio, donde aún brillaban los últimos rayos del sol. Depositó alcachorroenelsuelo.

—Ahora,enséñamepordóndetevas—dijo.

«Botón» salió corriendo al instante, demasiado aprisa para Jack. Paracuandoéstehubodadounoscuantospasosenpersecución suya, el cachorrohabíadesaparecidosindejarrastro.

—¡Maldita sea!—exclamó el niño—.Esta vez sí que tenía intencióndeaveriguarpordóndesalías.Peronohabíacontadoconquefueses tan ligero.Supongoqueyaestarásconlosotros.

Subióaintentarinstalarsumáquinaenelmatorral.EraunamáquinaqueBill Smugs le había regalado porNochebuena. En el bolsillo llevaba variosrollosdepelícula.Deberíapodersacarunamagníficaseriedeinstantáneasdelos pájaros. Se envolvió en una de lasmantas comohabía sugeridoLucy, yempezóameterseporentrelospinchos.Algunosseleclavaronenlacarneatravésdelamantaapesardetodo.

«Kiki»,posadocercadelmatorral,contemplabaalniñoconsorpresa.

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—¡Quélástima!¡Quélástima!¡Quélástima!—dijo.

—¡Síqueesunalástimaquemepinchedeestamanera!—gimióJack.

Peroseanimócuandosediocuentadecuanmagníficaeralavistadelnidodeáguilasdequedisfrutaba,ydelarepisarocosaenqueseinstalabanlasavesparaobservarlacomarca.Ladistanciaeraperfecta.

Abriendounagujeroenelmatorralporelladoenqueestabaelnido,logrócolocar la máquina apuntando al sitio que deseaba, y luego la inmovilizóclavandofirmementelaspotasdeltrípode.Miróporelvisorparacalcularquéclasedefotografíasobtendría.

—¡Perfecta!—exclamó, lleno de contento—. No sacaré ninguna ahora,porque la luzno está bien.Peromañana estará comoes debido.El sol darádondeyoquiero.

El aguilucho vio a la máquina asomar del matorral. No le gustó. Seacurrucóenelnidocontemor.

«Pronto se acostumbrará a ella —pensó Jack—. Y Dios quiera que seacostumbren los padres también. “Kiki”, ¿era preciso que temetieras tú enestematorraltambién?¡Enrealidadnohaymásqueelsitiojustoparamí!».

—¡Mohoso, rancio y polvoriento! —susurró el loro, creyendoevidentementequeelniñoestaba jugandoalesconditeconalguienyquenohabíaquedelatardóndeseescondía—.¡Mohoso,rancioypolvoriento!

—¡Qué pájaromás tonto eres!—le dijo Jack—.Ahora, haz el favor desalirdelaquíqueyovoyasalirtambién.Desdeluego,estematorraltienealgodemohosoyderancio,enefecto,aunquenohayapolvo.

«Kiki»salió,y luegoseabriópasoelniño,procurandoprotegersecontralasespinas.Seirguió,sedesperezó,tomólamantaybajóalrisco,dejandolamáquinaenposición.Seveíabienclaroqueaquellanochenoibaallover.

Sepusoaleerunlibrohastaqueempezóafaltarlaluz.Luegoseacordódeloquehabíaconvenidoconsuhermana.Conquesubióal torreón,confiandoquenolohabríadejadoparademasiadotarde.

Se quitó la camisa blanca y la agitó en la fuerte brisa,mirando hacia lalejanacasita.Enlaventanamásaltadeestaúltimaseviodeprontoundestellodeblanco.Lucyestabacontestandoalaseñal.

—Acabadesaludar—ledijolaniñaaDolly,queseestabadesnudando—.Vilacamisablanca.Bueno,ahoraséqueseencuentrabienyquenotardaráenecharseadormirtranquilamente.

—Nocomprendoporquéhasdepreocuparte tantodeJack—dijoDolly,metiéndose en la cama—. Yo nunca armo tanto Jaleo por Jorge. Eres una

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criatura,Lucy.

«Nomeimporta—pensóLucy,alacomodarseenellecho—.Mealegrodesaber que Jack se encuentra bien. No sé por qué, pero me hace muy pocagraciaqueestésoloenesehorriblecastillo».

CapítuloXIII

Ruidosenlanoche

Jack bajó la escalera de piedra del torreón silbando dulcemente. «Kiki»silbóconél.Sisetratabadeunatonadillaqueconociese,ellorolasilbabaconsuamohastaelfinal.

Llegaron al patio. No se veía ni rastro de las águilas. Probablemente sehallaríanensunidoya.Pero,alllegarelniño,hubounaseriedecarrerasportodoelpatio.

—¡Conejos! —exclamó, con delicia—. ¡Troncho! ¡Cuántos centenares!Supongo que salen todos a estas horas del anochecer. Me instalaré en eserincónarenosoylosobservaréunrato.Nolosasustes,«Kiki».

Se dirigió a la parte arenosa con las gruesas mantas y un paquete degalletasychocolate.Seacurrucóallíyobservócómosalíanlosconejosdesusmadrigueras otra vez. Resultaba encantador aquello. Los había grandes ypequeños,oscurosyclaros,seriosyjuguetones.Algunoscomíanhierbaaquíyallá.Otrossaltabancomolocos.Jack,echadocómodamente,sepusoaroerlasgalletas, contemplando a los animales con verdadero regocijo. «Kiki» loscontempló también, murmurándole palabras al oído al niño de cuando encuando.

—Apuestoaquelaságuilascazanunabuenacantidaddeestosconejos—pensóJack,sintiendodeprontosueño.

Terminó la última galleta y se envolviómejor en lasmantas.Notaba unpoco de frío. Y la arena tampoco le parecía tan blanda ahora como antes.Confió que no estaría demasiado incómodo. Quizá hubiese hecho mejorescogiendoalgúnlugarconbrezos.

—Bueno.Ahoratengodemasiadosueñoparacambiardelado—pensó—.Demasiadosueño…«Kiki»,muéveteunpoco.Meestásclavandolasgarrasenel cuello.Másvaleque tequitesdeencimademíy teposesenalgunaotraparte.

Perodeantesdequepudieramoverseel loro,elniñosequedódormido,

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«Kiki»permaneciódondeestaba.Losconejosseenvalentonaronysepusieronajugarmáscercadeldurmiente.Delasnubesnocturnassalióunamedialunaeiluminóelpatio.

Nunca supo Jack lo que le hizo despertar pero algo le despertó consobresalto. Abrió los ojos y permaneció inmóvil, fija la mirada en elfirmamento, lleno de sorpresa. Durante unos segundos no tuvo ni idea dedónde se hallaba. Generalmente, cuando se despertaba, veía el techo de sucuarto;ahoraobservabaestrellasynubes.Deprontoseacordó.Claro,estabaacostadoenelpatiodelcastillo.Se incorporóy«Kiki»sedespertó también,exhalandoungrititodeenfado.

«¿Quémehabrádespertado?»,sepreguntóelniñomirandoasualrededor.

Volvióasalir la luna,yvioaunoscuantosconejosaquíyallá.Detrássealzabalaoscuramoledeledificio.

Estaba completamente seguro de que le había despertado algo. ¿Algúnruido quizá? ¿O le habría corrido por encima algún conejo? Escuchóatentamente.Nadaoyó,salvoelululardeunbúhoenlacolina.«¡Uuuu-uuuú-uuuu-uuuu-uuuu!». Sonó a continuación el chirrido de un murciélago quecazabaescarabajos.

Dirigió una mirada al torreón desde el que agitara la camisa, y seinmovilizódesorpresa.¿Noeraunaluzloqueveíabrillaralláarriba?Observóconatención,aguardandoaquereapareciera.Habíaparecidoeldestellodeunalámparadebolsillo.Peronovolvióaverse.

Jack reflexionó. ¿Había sido un destello? ¿Habría pasado alguien por elmuro almenado hasta el torreón y serían sus pisadas las que le habíandespertado?¿Habíaalguienenelcastillodespuésdetodo?

Se preguntó qué debía hacer. No experimentaba grandes deseos delevantarse para averiguar qué era aquel destello, si es que había sido undestello.Empezabaadudarloya.Si aparecieradenuevo, lo sabríaacienciacierta.

Decidió que era una cobardía permanecer echado nada más que porquesentíaunpocodemiedo.Máscuentaletendríalevantarseydirigirsealtorreónparaversiseencontrabaalguienenél.Asíprocederíaunvaliente.

«Peroyonome sientoni pizcadevaliente—pensó—.Aunque supongoque cuando una persona damayoresmuestras de valor es cuando hace unacosaestandoasustado.Conque…¡ahíva!».

Advirtiendo a «Kiki» que no hiciera ruido ni despegara el pico, caminócuidadosamentehacialaentradadelcastillo,avanzandoporlasombra.Elpesode«Kiki»sobreelhombroleresultaba,sinsaberporqué,tranquilizador.

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Entróenelvastovestíbuloyescuchó.Nooyóningúnsonido.Encendiólalámparadebolsillo,escudándolacautelosamenteconelpañuelo.Elvestíbulose hallaba desierto. Ascendió por la ancha escalera y llegó al muro queconducíaaltorreón.Caminóporélsinhacerruidohastallegaralfinal.

«¿Subo?—se preguntó—. No tengo el menor deseo de hacerlo. Si hayalguien allá arriba, nada bueno estará haciendo. ¿Me imaginé yo esedestello?».

Se armó de valor e inició la ascensión. No había nadie en la primeracámara. Subió por la escalera que conducía arriba del todo, y asomó concauteladecabeza.Laluzdela lunabastóparademostrarlequeallínohabíanadie.

«Bueno…puesdebodehabérmeloimaginado—pensó—.¡Quétontosoy!¡Volveréaacostarme!».

Bajó de nuevo, con «Kiki» posado en el hombro.Al llegar al vestíbulo,paróensecodepronto.Habíaoídoalgo.¿Quépodíaser?Leparecióunruidometálicoy…¿noeraaquelloelsalpicardeagua?«¿Esquehayalguienenlacocina… alguien que va a beber otra vez?—se preguntó, recorriéndole unescalofrío la espina dorsal—. ¡Troncho! Esto no me gusta ni pizca. Ojaláestuviesenaquílosdemás».

Permanecióinmóvil,preguntándosequédebíahacer.Luego,dominadoporeltemor,huyódelvestíbuloysalióalpatio,iluminadoporlaluna,procurandonosalirdelassombras.

Estaba temblando. «Kiki» le murmuró algo al oído con ánimos detranquilizarle.Elpájarosedabacuentadesupánico.

Alcabodeunosmomentossesintióavergonzadodesímismo.

«¿Por qué huyo? —se dijo—. Esto no puede ser. Nada más que parademostrarme amímismoque no soy un cobarde entraré en la cocina a verquiénhay.Supongoquesetratadeunvagabundoquesabecómoentrar.Másasustadoquedaráéldevermeamí,queyodeverleaél».

Osada,perosilenciosamente,elniñovolvióaentrar.Cruzóelvestíbuloysedirigióalacocina.Seintrodujoenellaysemetiódetrásdelapuerta,dondeaguardó,escuchandoyobservandoporsiaparecíaluz.

Pero el silencio era completo. No se oyó funcionar la bomba. Ni sepercibióelsalpicardeagua.

Aguardódoso tresminutos,sinque«Kiki»despegaraelpico.Noseoíarespiraranadie.Debíaestardesiertalacocina.

«Encenderédepronto la lámparadebolsillo.Barreréelcuartocon la luz

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paraver si hay alguien.Ningún trabajome costará salir corriendo si algunoaguardaenlaoscuridad»,pensó.

Conquesacólalámparadebolsilloyoprimiódeprontoelbotón.Enfocólafregadera, donde estaba la bomba. No había nadie allí. Examinó toda lacocina.Estabadesierta.Nohabíanirastrodenadanidenadie.

Exhalóunsuspirodealivio.Seacercóalafregaderayexaminóelsuelo.Habíauncharcoallí.Pero¿eranuevo,oeraelquehabíandejadoellosalusarlabomba?Nopodíasaberlo.Examinódetenidamentelabomba.Nadasacóenlimpio.

—Es un misterio—le dijo a «Kiki», en un susurro—. Supongo que elruidometálicoyelsalpicardeaguamelosimaginéyo.Estabaasustado,yunoseimaginalamardecosascuandoestáasí.Meimaginéeldestellodeltorreónytodolodemás.«Kiki»…soymáscriaturaaúnqueLucy…¡vayasilosoy!

Algoextrañadoaún,peroavergonzadodesualarmaysustemores,regresóasulechodelpatio.Sentíaalgodefrío.Seenvolvióenlasmantase intentóinstalarselomáscómodamenteposible.

Cerrólosojosysedijoquesedurmiera.Lalunaparecíahabersepuestoyaytodoestabaenvueltoentinieblas.Oyeraovieseloqueoyeseoviera,estabadecidido a no volverse a levantar. ¡Que encendieran todas las luces quequisiesen y sacaran agua toda la noche si les daba la gana! ¡Él no pensabapreocuparse!

Estaba completamente despabilado. Le era imposible el dormirse.Ya nosentía miedo; sólo enfadado porque el sueño se negaba a cerrarle los ojosEmpezóapensarenlaságuilasyhacerproyectosparaeldíasiguiente.

Sentíaelpesode«Kiki»enelhombro.Sabíaqueestabadurmiendo,conlacabeza debajo del ala. Le hubiera gustado que se hallara despierto y que lehablase. Y también tener a los otros niños a su lado. Así hubiera podidocontarlesloqueseimaginaraveryoír.

Se quedó dormido por fin cuando la aurora empezaba a platear elhorizonte.Noviocómosevolvíadoradoyrosa,niobservóelprimervuelodelaságuilas.Durmióprofundamente.Y«Kiki»también.Peroellorodespertóaloír el primer grito de las águilas, y respondió a él con su maravillosaimitación.Estodespertóalniñoconsobresalto,yseincorporó.«Kiki»alzóelvuelo, aguardó a que Jack le llamara, y volvió a posarse entonces en suhombro.Elniñosefrotólosojosybostezó.

—Tengohambre—ledijoa«Kiki»—.¿Túno?

—Mohoso,rancioypolvoriento—dijoelloro,recordandolastrespalabrasquetantolegustaroneldíaanterior—.Mohoso,rancio…

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—Sí, ya te oí la primera vez —le interrumpió Jack—. Oye, «Kiki»,¿recuerdas cómo nos levantamos a medianoche y fuimos al torreón y a lacocina?

Alparecer, el loro lo recordaba.Se rascóelpicoconunade laspatas,ymiróaJack.

—¡Quélástima!¡Quélástima!—dijo.

—Sí…creoque fueuna lástima, enefecto,quenosmolestáramos tanto.Fuiunidiota,«Kiki».Ahoraqueesdedíayqueestoybiendespierto,empiezoacreerquesoñéomeimaginétodolosucedidoanoche…aunqueenrealidadnoocurriógrancosa.

«Kiki»leescuchóconlacabezaladeada.Jacksedesenvolviólasmantas.

—¿Sabesunacosa,«Kiki»?Ni túniyodiremosunapalabradeldestelloquecreíamosver,nidelossonidosquecreímosoír,¿comprendes?Losdemásse reirándenosotros…yLucyyTassiepudieranasustarse.Estoysegurodequetodofueobrademipropiaimaginación.

«Kiki» pareció de acuerdo con todas sus palabras.Ayudó a Jack a sacargalletas de un paquete y fruta de un bolso, y observó cómo destapaba unabotelladegaseosa.

—¿Aquéhora subirán los otros?—murmuró Jack, dandoprincipio a sudesayuno—.Procuraremos sacar unas cuantas «fotos» antes de que lleguen,¿eh,«Kiki»?

CapítuloXIV

Jacksellevaunasorpresa

Cuandohubo terminadoeldesayuno,Jacksedirigióalescondite.Eraundía hermoso. Podría sacar unas fotografíasmagníficas si estaban las águilasallí.Seenvolvióenlamantamásgruesayseabriópasoporentrelasespinosasramasdelmatorral.«Kiki»sequedófueraestavez.

Unavezenelhuecointerior,examinólamáquinaparaasegurarsedequenolehabíapasadonada.Mirótambiénsilateníaenfocadadebidamentesobreelnido.

«¡Perfecto!—pensó—.Eseaguiluchopareceestardormido.Quizáconsigaunabuenainstantáneacuandodespierte.Supongoquelosotrospájarosestaránamuchosmetrosdealturaenestosinstantes».

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Eraaburridotenerqueesperaraqueelaguiluchodespertara.PeroaJackledaba igual.Tanto él como Jorge sabíanquepara estudiar apájarosydemásanimales en su ambiente natural era preciso tener la habilidad de estarsecompletamente quietos y callados durantemucho rato.Conque se colocó lomáscómodamenteposibleysedispusoaaguardar.

«Kiki», entretanto, se distrajo a sumanera. Voló a la parte superior deltorreónmás cercano, y contempló el panorama. Bajó al patio, y exploró elinterior de una bolsa de papel, con la esperanza de encontrar alguna galletaolvidada.Seposóenlaramadeunabedulaensayarquedamentelaespeciedeladridoqueemitía«Botón».MientrasJackestuvieraenalgúnlugarcercano,sesentíafeliz.Estabaahoraenelcentrodeaquelmatorral.«Kiki»nosabíaporqué habría escogido lugar tan extraño en que descansar; pero para él, todocuantohicieraJackestababienhechoyeraunapruebadesabiduría.

Elaguiluchosedespertódepronto,yestiróunalaprimero,yluegolaotra.Sesubióalbordedelnidoymiróporencimadelarepisa,aguardandoaquevolvieransuspadres.

—¡Magnífico!—susurróelniño.

Ydioaldisparadorparasacaruna«foto».Elpájarooyóelchasquidoyserefugióenelnido,asustado.Perolafotografíaestabatomadaya.Elaguiluchonotardóenrehacerseyvolvióasalir.Depronto,congrandesgritos, lasdoságuilasbajaronplaneando,ylacríalessaludómuycontenta,extendiendolasalasyhaciéndolas temblar.Unade laságuilas llevabauna liebre jovenentrelasgarras.Ladejócaerenelnido.Elaguilucholacubrióenseguidaconlasalas,seagazapósobreella,yempezóadesgarrarla,hambriento,conelfuertepico.

Jack lo fotografió. Los tres pájaros oyeron el chasquido y miraron almatorralcondesconfianza.ElmachoteníatorvalamiradayJackexperimentócierto desasosiego. Temió que se dejara caer sobre la brillante lente delobjetivoylorompiese.

«Kiki» salvó la situación volando hacia las águilas con la mar decamaradería, y saludándolas con gritos iguales a los suyos. Parecieronencantadasdeverleotravez,auncuandoelaguiluchocubrióalaliebremuertaconlasalas,amenazador,comoparaimpedirqueseacercara«Kiki».

—Abridloslibrosenlapáginaseis—dijoagradablemente«Kiki».

Laságuilassesobresaltaron.Aúnnosehabíanacostumbradoaoírallorohablar en idioma humano. Ladró como «Botón», y esta vez los pájarosparecieronalarmarse.Eláguilahembraseinclinóhaciadelante,abrióelcruelpico,ehizounruidocuriosoydesagradable,comoadvirtiendoa«Kiki»queanduviese con cuidado. El loro recurrió al lenguaje de las águilas entonces,

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exhalando tan hermoso chillido, que las aves quedaron satisfechas. La críaagazapósesobrelaliebreycomióhastaqueyanolecupomás.Luegosedejócaerdenuevodentrodelnido.

El águila hembra acabó de comerse la liebre enmuy poco tiempo. Jacklogróunafotografíamaravillosamientraselpájarodespedazabasualimentó.Estavez,fueradedirigirunafugazmiradainterrogadorahaciaelpuntodondesonóelchasquido,laságuilasnohicieroncaso.

—¡Magnífico! —pensó Jack—. Dentro de poco dejarán de llamarles laatenciónloschasquidosyelbrillodelobjetivo.

Pasó una mañana agradable aprovechando el resto de la película,encantado al pensar en las fotografías que iba a poder revelar. Se lasimaginaba publicadas ya en revistas con su nombre al pie como fotógrafo.¡Quéorgullososesentiría!

«Kiki»soltódeprontoungritodeexcitación,quehizoelevarelvueloalaságuilas,alarmadas.Emprendióelvueloysedirigióalmuroquedabalavueltaalpatio.Jack,atisbandoporlapartedeatrásdesuescondite,leviovolarporencimadelaparedydesaparecer.

«¿Adónde habrámarchado?—se preguntó—. Estaba a punto de sacarleunafotografíaconlaságuilas».

El loro estuvo ausente cosa de media hora. Luego entró en el patio…¡posado en el hombro de Tassie! Había oído a los niños subir la colina, yvoladoasuencuentro.Losniños,despuésdeentrarenelcastilloporelmismositioqueeldíaanterior,andabanahorabuscandoaJack.

Laságuilassealejaronaloíra losmuchachosacercarsealrisco.Jacklessaludódesdesuescondite.

—¡Estoyaquí!¡Hola!¡Nosabéiscuántomealegrodeveros!Aguardadunsegundo,queahorasalgo.

Salió envuelto en lamantaybajó a reunirse con losotros.Lucy lemiróconansiedadysintióalivioalverlealegreybien.Conquenopasómalanocheenelcastillo.

—Hemos traído una comidamagnífica—dijo Jorge—.Mamá consiguióencontrarjamónendulceyunhermosopasteldefrutosenelpueblo.

—¡Qué bien! —exclamó Jack, dándose cuenta de que tenía un hambrecanina—.Sólohedesayunadogalletasyfrutayunagaseosa.

—Hemostraídomásgaseosastambién—tercióDolly—.¿Dóndevamosacomer?¿Encimadeltorreón?O…¿dónde?

—Mepareceque serámejorhacerlo aquí—respondió Jack—.La luz es

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perfectapara sacar fotografíasestamañana,y si esaságuilasvuelvenquierotenerlaocasióndesacarunascuantasinstantáneasmás.Tengolaideadequeprontovanaempezaraenseñaravolarasucría.Lahembraintentótirarlaporelbordedelnidoestamañana.

—«Kiki» nos salió al encuentro —dijo Tassie—. ¿Viste cómo entró«Botón»aquíestamañana,Jack?Ledejamosfuera,peroyaestádentro.

—No,nolevi.Nopuedovergrancosadesdeelinteriordeesematorral.Nunca descubriremos por dónde entra… Seguramente será por unamadrigueradeconejos.Nopodráhacerlocuandoseaunpocomayor.¿Hasidobueno,porlomenos?

—No mucho —respondió Jorge—. Se metió. Dios sabe cómo, en ladespensa,ysecomiótodaslassalchichas.Amamálehizopoquísimagracia.Nocomprendocómopuedecomerningunaotracosaenestemomento.Debehabersetragadolibraymediadesalchichas.

—¡Tragón!—exclamóJack,dándolea«Botón» lamitadde subocadillo—. No te mereces esto, pero eres tan simpático, que no puedo menos demimarte.

—Esunalástimaquehuelatanto—dijoDolly,frunciendolanariz—.Nopodrástenerlecuandocrezcaunpocomás,Jorge…Olerádemasiado.

—¡Eso es lo que tú crees! —contestó su hermano—. Lo conservaré,probablemente,hastaquesemueradeviejo.

—Puestendrásqueusarunacaretaantigásentonces—dijoJack,riendo—.Otrobocadillo,Dolly,porfavor.¡Troncho!¡Québuenosson!

—¿Qué clase de noche pasaste, Jack? —inquirió Lucy, que se habíasentadotancercadeJackcomoloeraposible.

—¡Oh,muybuena!Medespertéunavezy tardéunpocoenvolvermeadormir.

Estaba decidido a no decir una palabra de su alarma y sus temores. Leparecíatodoaquellotontoahora,alaluzdeldía,ycontantagentealrededor.

—Te hubiera gustado ver los conejos al anochecer—le dijo a Jorge—.¡Loshabíaamontones!Noquisieronacercárseme,claro;peroseguramentetúhubiesesconseguidoqueseteecharantodosencima.Parecíanmansosamásnopoder.

LoscuatroniñossequedaronconJackhastadespuésdelté.Cadaunodeellospasóunosinstantesenelesconditeparaobservaralaságuilas.Subieronal torreón de nuevo, y Jackmiró cautelosamente a su alrededor para ver sidescubríaallíalgoanormal;unacolilladecigarrillo,un trozodepapel;pero

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nadaencontró.

—¿Novolverásacasaconnosotrosestanoche,Jack?—preguntóLucy.

—¡Claroqueno!—respondióelniño.Aunque,parasusadentros,sedijoque sí que le gustaría mucho volver—. ¿Tú crees que voy a irme ahora,cuandoestoysegurodequeelaguiluchoestáapuntodeemprenderelvuelo?

—Comotúquieras—dijoLucyconunsuspiro—.Noséporquémehacetanpocagraciaque tequedesaquísoloenestehorriblecastillo;pero,desdeluego,nomegusta.

—No es un castillo horrible—objetó Jack—. Sólo es viejo y olvidado;peronohorrible.

—Puesamímeloparece—anuncióLucy—.Creoquesehanhechoaquícosashorriblesymalasenelpasado…ycreoquepuedenvolverlasahacerenelfuturo.

—Ahoraestásdiciendo tonterías.Yasustasa lapobreTassie.Noesmásque un edificio antiguo, desierto, olvidado desde hace años, donde no haynadaninadieapartedemí,delaságuilas,delosmurciélagosydelosconejos.

—Eshoradeirse—advirtióJorge,poniéndoseenpie—.Tehemostraídootra manta, Jack, por si acaso tenías frío. ¿Vienes hasta la ventana adespedirnos?

—¡Claroquesí!

Entrarontodosenelcastillo,resonandolaspisadasenelsuelodepiedra.Sedirigieronalahabitaciónenqueestabainstaladoelpuente,ylocruzaronunotrasotro.

LucylegritóaJack,amododedespedida:

—¡Graciasporagitarlacamisaanoche!Y,oh,Jack,tevihacermeseñalescon la lámpara desde el torreón también más tarde. Estaba acostada, perodespierta,yvilosdestellosdetulámparadebolsillotresocuatroveces.Teloagradezco. ¡No sabes cuánto me alegré de verlos y saber que tú estabasdespiertotambién!

—¡Vamos,Lucy,porfavor!—exclamóDolly—.Yasabesquemamádijoquenodebíamosvolvermuytardeestanoche.

—Bueno,yavoy—respondióLucy,ysedeslizóporlastrepadorashastaelsuelo.

Todosgritaronadiósysefueron.

Jack se quedó extrañado y lleno de desasosiego. ¡Conque sí que habíahabidoalguieneneltorreónlanocheanteriorconunalámparaencendida!No

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setratabadeunsueñonideobradesuimaginación.Eraverdad.

«Lucy lo vio; conque ello demuestra que nome equivoqué—se dijo elniñoalregresaralpatio—.Eslamardemisterioso.Elruidometálicoqueoíyelsalpicardeaguatampocodebíimaginármelo.Hayalguienmásaquí.Pero…¿quién?Y…¿porqué?».

Ahora se arrepintió de no haberles hablado a los otros de losacontecimientosdelanocheanterior.Peroyaerademasiadotarde.Sehabíanmarchado.¡Cuántosentíaahoranohaberseidoconellos!¿Ysivolvíaaoírlosruidos y a ver los destellos? No le gustaría ni pizca. Resultaba extraño,misteriosoydesagradableenextremo.

«¿Salgoenpersecucióndelosotrosymereúnoconellos?—pensó—.No.Aguardaré e intentar descubrir quién se encuentra aquí. ¡Mira que verLucyesosdestellos!…Mealegrodequemelohayadicho».

CapítuloXV

Lacámarasecreta

Volvióasuesconditedelrisco.Sesentíaseguroallí.Anadieseleocurriríabuscar a persona alguna en el mismísimo centro de un matorral espinoso.Empezóasentirsueñoalatardecer.

¿Debieraintentardormirseahoraypermanecerdespiertoluego?¿Leseríaposibleconciliarelsueñodentrodelmatorral?

Se envolvió en la manta más gruesa e hizo con la otra una almohada.«Kiki»entróyseleposócongrantientoenlasrodillas,agachandolacabezaparanodarsecontraunaramitallenadeespinas.Alaságuilasnoselesveíaporpartealguna.Lacríaseencontrabaenelnido.Encualquiercaso,nohabíayaluzbastanteparaintentarhacerfotografías.

Consiguió quedarse dormido.Roncó un poco, porque tenía la cabeza enunaposturaincómoda.

«Kiki» imitó perfectamente el ronquido durante un rato y luego, viendoqueJacknohacíaningúncomentario,semetió lacabezadebajodelalaysedurmiótambién.

El niño se despertó de pronto a medianoche, sintiéndose la mar deincómodo. Se estiró, preguntándose dónde estaría, se llevó inmediatamenteuna serie de dolorosos pinchazos. Encogió las piernas precipitadamente denuevo.

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«Meencuentroenelmatorral, claro—sedijo—.Debohaberdormido lamarderato.¿Quéhoraes?».Consultólaesferaluminosadesurelojyvioqueeranlasdoceydiez.

—¡Hum!¡Lahoraaproximadaenquealguienempiezaadespertarseenelcastillo!Sihedeseguiraalguno,supongoqueserámejorquesalgadeaquíyvigilecontodosmissentidosalerta.

Salió a rastras del matorral, turbando a «Kiki», que empezó a protestarruidosamentehastaqueelniñoleobligóacallar.

—¡Tedejaréatráscomohagasruidosemejante!—susurróconferocidad.

Elloroguardósilencio.Comprendíasiemprecuándoteníaempeñosuamoenquenoabrieseelpico.

Jack descendió sigilosamente por el risco, agradecido de que la luna, unpocomásgrandequelanocheanterior,leproporcionaraunpocodeluz.Llegóalpatioy sedetuvoaescuchar.Noseoíamás sonidoqueeldelvientoquesoplabaconbastantefuerza.Yluego…¡leparecióoírunlejanoruidometálicoy el salpicar de agua otra vez! Aguzó el oído. Al cabo de unosmomentosquedóconvencidodequeoíapisadasporalgunaparte.¿Setrataríadealguienque caminaba por lamuralla del castillo hacia el torreón para hacer señalesconlalámpara?

«Bueno,puessiha idoal torreón,nocorreréelpeligrodeencontrármeloenelcastillo—pensóJack—.Entraréaversiencuentroalgo…ellugarenquese esconde, por ejemplo.En algunaparte hadevivir.Yparecía como si nohubiese entrado nadie en ninguna de las habitaciones amuebladas. Conque,¿dónde puede tener el escondite? Y ¿cómo se las arregla para comer?¡Troncho!¡Quémisteriomásgrande!».

Entró cautelosamente en el castillo, con «Kiki» sobre el hombro.Estabademasiadoexcitadoparasentirmiedoaquellanoche.Ahoraqueestabasegurodequehabíaotrapersonaenelcastillo,erandemasiadograndessusganasdeaveriguardequiénsetratabaparaasustarse.

Llegóalvestíbuloeinmediatamentealgolellenódesorpresa:¡surgíaluzde algunaparte!Una luzmortecina, sí, pero luz al fin.Miró a su alrededor,extrañado. De pronto vio de dónde procedía: del suelo o, mejor dicho, dedebajodelsuelo.Avanzóconcuidado.Llegóaunagujero.Noviocompuertaalguna.Parecíaexactamenteeso:unagujero.YJackestabasegurodequeallínohabíahabidoningúnagujeroantes.Deélbrotabalaluzqueviera.

Seasomóalhueco.Unaescaleradepiedradescendíaalsótano,mazmorrao lo que quiera que hubiese allá abajo… Corrió rápidamente a la entradaprincipaldelcastilloparaversihabíaalguieneneltorreón.Siasíera,tendría

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tiempodebajarlaescalerayexplorar.Vioundestelloenlacima.¡Magnífico!Eldesconocidoestabahaciendo señalesdenuevo.Tardaríapor lomenosunpar de minutos en regresar. Dispondría de unos momentos para investigaraquellacuriosaabertura.Sinperderinstante,bajólaescalerayluegomiróasualrededor con la mayor sorpresa. ¡Parecía encontrarse en una especie demuseo! Era una cámara subterránea grande, con tapices en las paredes depiedraygruesasalfombrasenelsuelo.Alrededordelcuartohabíaunaseriedearmaduras,comolasquesevenconfrecuenciaenlosmuseos.Aquíyalláseveíansillasantiguas,muypesadas,yunalargayestrechamesa,convajillaycristaleríaencima,ocupabaelcentrodelaestanciaentodasuextensión.

Jackcontemplólaescenaconelmásprofundoasombro.Todoeraantiguo.Perosaltabaalavistaqueaquelcuartonoestabadesiertoydescuidadocomolos de arriba. Allí no había telarañas ni polvo. En un rincón se alzaba unacamaantiguacondoselyadornadaconpesadoscortinajes.Seacercóaella.Eraevidentequesehabíadormidoenella,porqueseveíanaplastadastodaslasalmohadas. Y las sábanas, por la forma en que se encontraban, daban lasensación de que alguien las había arrojado a un extremo del lecho allevantarseconprecipitación.Sobrelamesahabíaunajarradeaguafresca.

«Lairíaabuscaralacocina—pensóJack—.¡Conqueporesohaysiemprecharcosenelsuelo!Alguienvaabuscaraguatodaslasnoches».

«Kiki» voló hacia una de las armaduras y se posó sobre el yelmo,atisbandoporlavisera,comosiesperaseencontraraalguiendentro.Jackríounpoco.Elloro,porlovisto,seimaginabaquelasarmaduraseranpersonasynolasacababadecomprender.

Enaquelmomentocreyóoírruidoy,asustado,subiócorriendolaescaleradepiedra,llevándosea«Kiki».Saliójustamenteatiempoyhuyóalasnegrassombrasdelfondodelvestíbulo.Luego,temiendoquelapersonacuyospasosoíaleviesealaluzdelalámparadebolsilloquellevaba,semetióenunadelas habitaciones amuebladas, la antigua sala. Pero al entrar tropezó con unescabelysecayóalsuelo.Lospasossedetuvieronenseco.Laluzseapagó.Sindudaeldesconocidosehallabainmóvil,escuchandoconatención.Habíaoídoelruido.

Jack corrió a un sofá y se acurrucó detrás, con «Kiki» en el hombro.Ambos guardaron absoluto silencio. Pero, se preguntó el muchacho, ¿eraposiblequenooyeseelotro los latidosde sucorazón,queamenazabanconescapárseledelpecho?

Oyó un paso cauteloso en el cuarto. Silencio otra vez. Luego sonó otropaso,unpocomáscerca.AJackempezaronaponérselelospelosdepunta.Sielhombredabalavueltaalsofáyencendíalalámpara,leveríasinremedio.Empezóasudarcopiosamente.Elloro,aferradoalhombro,sintióelmiedode

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suamo.Nopudoresistirlomás.Alzóbruscamenteelvueloyselanzócontralacabezadelhombreinvisible,dandounodelosgritosquehabíaaprendidodelas águilas. El desconocido exhaló una exclamación de sobresalto e intentóahuyentaralpájaro.Selecayólalámparaalsuelo.Jackpidiófervorosamentealcieloqueselehubierarotoenmilpedazosaldarcontraladurapiedra.

«Kiki»volvióachillar.Imitandoestavezauntrenexpreso.Elhombreledirigióungolpe,leasióunaplumayselaarrancó.EllorovolvióalhombrodeJack,gruñendocomounperro.

—¡Diosmío!¡Estesitioestállenodepájarosydeperros!—dijounavozáspera y profunda. Buscó a tientas la lámpara y la encontró—. ¡Rota! —exclamó,yJackoyóelchasquidocuando intentóencenderla—.Unadeesaságuilas,supongo.¿Paraquérayoshabráentradoenelcastillo?

Salió del cuarto, mascullando algo entre dientes. Jack oyó un ruidocurioso, raspante, y luego silencio completo. No se atrevió a moverse enmuchorato,permaneciendoarrodilladodetrásdelenormesofá.«Kiki»parecíahabersequedadodormido.

Por fin se alzó cuidadosamente y se dirigió de puntillas a la puerta,alegrándosedehaberidoallíconzapatosqueteníanlasueladegoma.Asomóla cabeza. Ahora ya no se veía luz alguna procedente del suelo. Todo eraoscuridad y silencio. Miró hacia el fondo. Allí había estado el misteriosoagujero que conducía a la habitación secreta, tan llena de cosas raras queparecía unmuseo.Quizá fuese elmismo cuarto en el que elmalvado viejoocultaraasus invitadosy lesmatasedehambre,desuertequenovolvieraasabersenadamásdeellos.Lehacíamuypocagraciasemejantepensamiento.

Sin intentarverquéhabía sidode la abertura, corrió alpatioyvolvióalcentrodelmatorral.Allísesentíaseguro.Entróarastras,acompañadodelosgemidos y de las protestas de «Kiki», e intentó dormirse otra vez. Pero nopudo. No hacía más que pensar en la habitación secreta y estremecerse alrecordarlopocoquehabíafaltadoparaqueleatrapasen.Denohabersidoporel loro, era seguro que le hubiesen descubierto. Otro paso o dos más, y elhombre,quienquieraquefuera,lehabríapisado.

¡Ojalá hubiesen estado los demás niños con él! Ardía en deseos decontarles lo ocurrido. Bueno, ya vendrían al día siguiente. Debía tenerpaciencia.Noeraprobablequeelhombresalieseduranteeldía.Susmotivostendríaparapermaneceroculto.Nocorreríael riesgoderevelarsuesconditeabandonándoloenplenaluz.

«¿Cómoconsiguealimentos?»,sepreguntóelniño.Erafácilobteneraguaen la cocina. Pero ¿y comida?Bueno, quizá fuera por eso por lo que habíahechoseñalesdesdeeltorreón.Paraponerseencontactoconamigos.Encuyo

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caso existía la posibilidad de que llegara allímás gente. Pero ¿cómo se lasarreglabaparaentrar?

«¡Me parece que esto es una aventura! —exclamó el niño de pronto,experimentandounaextrañasensaciónportodoelcuerpo—.Sí,síqueloes.Eslamismasensaciónquetuveelañopasado,cuandonosembarcamosparalaIslaTenebrosa,laIsladelaAventura,dondenosocurrierontantoscasos…¡Troncho! ¿Qué dirán los otros cuando les diga que nos hemos metido decabezaenunaaventuraotravez?¡ElCastillodelaAventura!TuvorazónJorgealllamarloasí».

Después de un par de horas de pensar ymaravillarse, volvió a quedarsedormido.Despertócuandolosrayosdelsolempezabanafiltrarseporentrelasramas, y se alegró de que hubiese llegado el día. Se acordó de losacontecimientosdelanocheanteriorysepreguntósieraposiblequeaquellacámaraconaspectodemuseotuvieraexistenciareal.

—Desdeluego,nohubiesesidoyocapazdesoñaruncuartoasí—sedijo,haciéndole cosquillas al loro para que se despertara—. ¡Me seríacompletamenteimposible!

Saliódelmatorralydesayunógalletasyciruelasquelellevaranlosotroseldía anterior. Contempló pensativamente el castillo. ¿Quién estaríaescondiéndose allí? De pronto se quedó rígido y miró con asombro a doshombres que cruzaban el patio. Se dirigían al castillo. ¿Cómo demonioshabían logradoentrar?Teníaquehaberuncamino…o…¿poseerían la llavedeunadelaspuertas?

Loshombresentraroneneledificio.Evidentemente,al revésqueelotro,noteníanmiedodeservistosalaluzdeldía.

—¿Lesdiráelhombreescondidoquecreequehabíaalguienrondandoporaquíanoche?—sepreguntó,llenodepánicoJack—.¿Saldránabuscarme?

CapítuloXVI

Empiezanaocurrircosas

Volvióameterseapresuradamenteenelmatorral,sinesperaraenvolverseenlamanta,ysellenódearañazos.Unavezdentro,recordóhaberdejadounasbolsasdepapelenelpatio,controzosdemanzana.

—¡Maldita sea! —pensó—. Si las encuentran, sabrán que hay alguienademásdeellos.

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Aguardóenelmatorralcercadeunahora,atisbandoendirecciónalnidodevezencuando.Nosabíasiconfiarenquevinieranlosotrosprontoparanoencontrarsesolo,osiesperarquellegasentardeparadartiempoaloshombresamarcharsesinverles.

—Si han escogido este sitio como escondite seguro para alguien, no lesharámuchagraciasaberqueestamosnosotrosaquí—pensóconinquietud—.Supongo que no debiéramos haber venido al castillo para nada. Quizá seapropiedaddealguien…¡deesoshombres,porejemplo!

Oyóvoces,yatisboporentrelasramasparaverquiénera.Vioalosdoshombresotravez.Eltercero,porlovisto,nopensabacorrerelriesgodesalirde su escondite. Jack les observó.Eranunoshombrazos.Unode ellos teníauna barba negra. No le gustó su aspecto poco ni mucho. Amedida que seaproximaron,intentóoírloquedecían;peronohablabanningúnidiomaqueélconociese,locualdabauncarizaúnmásextrañoalasunto.

De pronto se detuvieron y, lanzando una exclamación, el barbudo seinclinó y recogió las bolsas de papel de Jack. Vio los trozos de manzanadentro, y se los enseñó a su compañero.Los trozos aún estaban húmedos yJackcomprendióqueloshombressedabancuentadequenopodíanllevarallímuchorato.Secomprimiótodoloquepudodentrodelmatorral,alegrándosedequefueratanespeso.

Losdoshombressesepararonysepusieronaregistrarconcienzudamenteelcastillo,lostorreones,lasmurallasyelpatio.Jacklesobservóporentrelasramas.«Kiki»guardócompletosilencio.

Porfinlosdoshombresseunieronyecharonaandarhaciaelriscoenqueanidabanlaságuilas.Eraevidentequeibanaescalarloparaasegurarsedequenadieseocultabaallí.

Elniñoseencogióyseestuvotanquietocomounratóncuandoandaunbúho cerca. Empezó a latirle el corazón con violencia otra vez. Los dosindividuosescalaronelriscoyexhalaronunaexclamacióndeasombrocuandovieron el nido de las águilas con la cría dentro. Saltaba a la vista que noconocíanlascostumbresdelaságuilas,porqueseacercaronalnido,yunodeellos alargó lamano.Sonóelbatirdepoderosas alas, y el águilahembra sedejó caer como una piedra sobre la mano del hombre. Volvió la cabeza,mientraselotrointentabaahuyentaralenfurecidopájaro.Elatacadosecubriólacabezaconelbrazo,paraprotegerse,ymiróasustadoalpájaromachoquedescendíatambiénconrapidez.

AJack,quepresenciabatodoesto,seleocurrióunaidea.Veíaclaramentealprimerhombrequeatacara el águila.Aúnmirabahacia arriba, enseñandotodalacarayelcuello,puesllevabaabiertalacamisa.Oprimióeldisparador

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de la máquina. ¡Click!, había tomado una instantánea del desconocido,aunque,pordesgraciaelrostrodesucompañeronopudocaptarlo,porhaberseéstevueltoenelúltimoinstante.

Los dos hombres oyeron el chasquido de la máquina y quedaronextrañados. Luego, al atacarles de nuevo la hembra, descendieronprecipitadamentedelriscoycorrieronalpatio.Noteníanlamenorintencióndeexplorarmásalláarriba.Encualquiercaso,estabansegurosdequenadiepodíaocultarseallí,habiendopájarostanferocesenlavecindad.

Jackaguardóenelmatorral,observandoalaságuilas,quehabíanquedadomuyturbadasporlavisitadelosdoshombres.Notardóencomprenderelniñoquelaintencióndelospájaroserallevarsealaguiluchodelnido.¡Eraprecisoque aprendiera a volar!Ya no podía dejársela con seguridad si iban a subirhastaelnidosereshumanos.

Elniñoolvidósustemoresenlacontemplacióndelosesfuerzosdelasdoságuilasporhacervolarasucría.Lapersuadieronaquesubieraalbordedelnido y entonces le dieron un empujón, haciéndola caer en la repisa. Elaguiluchointentóvolveralnido,perolamadrevolóasualrededor,chillando,comosiintentaradecirlecontodaslaspalabraspajarilesasudisposiciónquedebíaseguirla.Lacríaescuchóoparecióescuchar,y luegovolviólacabeza,comoaburrida.Después,sinrazónaparente,desplególasalas.Eranenormes.Elniñohabíasacadoinstantáneatrasinstantáneayahoratomóunafotografíamagníficadelaguiluchoenelmomentodeprobarsusalas.Elpájarolasagitócontantafuerza,quebailoteósobrelasgarras.Despegóacontinuacióndelarepisa,deunaformasoberbia,yseelevóenelaire,conunode lospadresacadalado,chillandocomoparaanimarle.¡Yapodíavolar!

—¡Maravilloso! —exclamó Jack, sacando de la máquina el rollo depelículas—.¿Sipensaránvolver?Aunquenoimportagrancosa,porqueyaheconseguidouna colecciónde fotografíasmagníficas…, ¡mejoresque las quehaconseguidonadienunca!

Cuandocolocabaotrorollodepelículaenlamáquina,oyólasvocesdelosotrosniños.Sealegrómucho,pero¿dóndeestabanaquelloshombres?

Saliódelmatorral casi sin sentir lospinchazosybajóalpatio.Losotrosadivinaron por su expresión que tenía noticias que darles. Lucy corrió a suencuentro.

—¿Haocurridoalgo,Jack?¡Ponesunacaratanseria!…¿Sabes?¡Hemossubido cargadísimos, porque la señora Mannering dice que podemosquedarnoscontigodosotresdías!TienequeiraveralatíadeDolly…,alatíaPolly…,quesehapuestoenfermaotravez.Perovolverámuypronto.

—Ypensó—intervinoDolly—quepodíamospasarestosdíascontigoen

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elcastillosilodeseábamos.Pero…,¡nopareceentusiasmartemucholaidea!

—Escuchad—atajóJack—.Aquíhayalgoraro…,rarodeverdad.Nosésidebieraisvenir.Esmás,puestoqueyahesacadotodaslasfotografíasquemeinteresaban,creosinceramentequelomejorquepodemoshaceresvolvernostodosacasa.

—¡Volver a Spring Cottage!—exclamó Jorge, sorprendido—. Pero ¿porqué?¡Pronto,cuéntanoslotodo!

—Bueno;peroprimero,¿dóndeestáTassie?—inquirióJack,mirandoasualrededorenbuscadelasimpáticagitanilla.

—Sumadrenoquisodejarla venir—contestóLucy—.CuandoTassie ledijoqueíbamostodosapasarunosdíasenelcastillocontigo,porpocolediounpatatús.Escomolosdelpueblo,¿comprendes?,creequehayalgomaloymisterioso aquí arriba. Se negó rotundamente a permitir que viniera Tassie.Conquetuvimosquedejarlaatrás.

—Seenfadóunabarbaridadconsumadre—dijoJorge—.Sepusomuchopeor de lo que se ha puesto nuncaDolly.Y sumadre la cogió y la sacudiócomosifueraunarata.Tassietieneunamamáterrible.Seacomofuere,elcasoesquenopuedevenir.Pero,anda,cuéntanoslahistoria.

—Supongo…,supongoquenoosencontraríaisporcasualidadanadiequebajaralacolina,¿verdad?—preguntódeprontoJack,pensandoquepudieranhabersemarchadolosdoshombres.

—Vimosalolejostreshombres—repusoJorge—.¿Porquélodices?

—¿Quéaspectotenían?¿Llevabaunounabarbanegra?

—Noseraimposibleversuaspecto.Estabandemasiadolejoseibanporuncaminodistinto.Puedenhaber sidopastoresocualquierotracosa.Esoes loque«nosotros»creímosqueeran.

—Treshombres—murmuróJack,pensativo—.Así,pues,parececomosisemarcharaelescondidotambién.

—¿Dequéestáshablando?—exclamóDolly,conimpaciencia.

Jack dio principio a su relato. Los otros le escucharon con asombro.Cuandodescribiólacámarasubterráneasecreta,aLucycasiseledesorbitaronlosojos.

—¡Uncuartosubterráneo…yalguienqueviveenél! ¡Oh!¡Yasé loquediríaTassie!—exclamóLucy—.¡Queelmalvadoviejoaúnviveaquí!¡Diríaque querría atraparnos a nosotros, para que nadie supiera nunca dóndehabíamosidoaparar!

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—Noseastonta—ledijoJack—.Lacosaesqueaquíestápasandoalgo,ydebiéramos averiguar de qué se trata. ¡Ojalá estuviese Bill Smugs connosotros!Élsabríaquéhacer.

—Ni siquiera conocemos sus señas —repuso Jorge—. Lo único quesabemosesqueseencuentraenunapoblaciónaveintemillasdedistancia.Yahorasehamarchadomamá también,conque tampocopodemospedirlequenosaconseje.

—Bueno,puesestéausenteono,yocreoquedebiéramosvolveraSpringCottage—dijoJack—.Hemostratadoconhombrespeligrososantes,ynoharesultado agradable. Yo no quiero verme complicado en nada peligrosomientrastengamosquecuidardelasniñas.

—Justo —asintió Jorge—. Estoy de acuerdo contigo. Pero puesto quecreesqueseencuentranfueradelpasolostreshombres,¿porquénovamosaecharle unamirada a esa cámara?Quizá descubramos en ella algo que nosdigaquiéneselquelausayporqué.

—Bueno—contestóJack—.Vamos.«Kiki»,ventútambién.¿Dóndeestá«Botón»,Jorge?

—Lo dejé con Tassie para consolarla por no poder venir con nosotros.¡Estabatantriste…!Seacomofuere,sealegrarádevolvernosavertanpronto.

Entraronenelespaciosovestíbuloy losniñosencendieronsus lámparas.Seguros de que no había nadie más que ellos en el castillo, no hicieron elmenoresfuerzoporevitarruidos.Hablaronyrieroncomodecostumbre.Jacklescondujoalfondodelvestíbuloymiróelsuelo.Noseveíaagujeroalguno.Habíadesaparecidoporcompleto.Losniñosbuscaronunacompuerta;peronoparecíahaberninguna.JorgeempezóapreguntarsesinolohabríasoñadotodoJack. De pronto observó un pincho de hierro clavado en la pared. Brillabacomosisehubiesetocadoconfrecuencia.Loagarró.

—¡Aquíhayalgoraro!—dijo.

Y tiró con fuerza.El pincho se deslizó con suavidad por una especie desurcoyseoyóunrechinamientocasialospiesdeLucy.Laniñaretrocediódeunsaltodandoungrito.

—¡Elsueloseestabaabriendobajosuspies!Unaenorme losasehundíamisteriosamente, para girar luego hacia un lado, dejando al descubierto unacortaescaleradepiedraqueconducíaalacámarasecretaquevisitaraJacklanocheanterior.

Losmuchachosexhalaronexclamacionesdeasombro.

—¡Me recuerda a Alí Babá y los Cuarenta Ladrones o a la cueva deAladino!—dijoDolly—.¿Bajamos?¡Sí,sí!Estoesemocionante.

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Habían dejado encendido un quinqué sobre la estrecha y larga mesa deabajo y, a su luz, los niños vieron la estancia. Jorge, Lucy yDolly bajaronapresuradamente la escalera para examinarlo todo.Vieron los tapices de lasparedes,querepresentabanantiguasescenasdecaza,lasarmadurasalineadasalrededordelcuarto,lasenormesysólidassillasqueparecíanconstruidasparagigantesynoparapersonasnormales.

—¿DóndeestáJack?—preguntóJorge.

—Haidoenbuscade«Kiki»—repusoDolly—.¡Oh,mira,Jorge,aquíhayotropinchoenlapared,exactamenteigualqueeldearriba!¿Quésucederásitirodeél?

Loprobó.Denuevoseoyóelrechinardelapiedraalencajarseéstaensusitio.¡Lostresniñoshabíanquedadoencerradosenlacámarasubterránea!

CapítuloXVII

Continúanocurriendocosas

Lostresniñosvieroncómoresbalabalapiedrahastataparelhuecocomoporobrademagia.

Jorgeexperimentódeprontounagraninquietud.

—¡Dolly!¡Dejaqueagarreyoesepincho!Apártate.¡Diosquieraquesirvaparaabrirotravez!

Tiró del pincho.Pero éste no semovió. Probó en dirección contraria.Elpinchocontinuófijo.

—Cierralaentrada—dijo—;peronolaabre.

Miró a su alrededor en busca de otro pincho, o manivela, o palanca, ocualquiercosaqueparecieraofrecerposibilidades,peronadavio.

—¡Tiene que haber algo! —exclamó—. De no haberlo, ese hombre nopodríasalirporlanoche.Tienequehaberalgo.

Lasdosniñasestabanasustadas.Nolesgustabaestarencerradasasíenunacámara subterránea. A Lucy le parecía como si todas las armaduras laestuviesenobservandoygozandoalverlatanaterrada.

—ProntovendráJack—dijoDolly—.Veráqueelagujeroestácerradoyloabriráusandoelpinchodelvestíbulo.Notenemosporquépreocuparnos.

—Supongoquetienesrazón—respondióJorge,conexpresióndealivio—.

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Eresunaidiota,Dolly.¿Aquiénseleocurreandarjugandoconlascosassinsaberprimeroparaquésirven?

—Hubierashechotúlomismo—contestólaniña.

—Estábien,estábien…—dijoJorge.

Empezó a examinar la extraña estancia. Las armaduras le llamaban laatención. Le hubiera gustado ponerse una, aunque no fuesemás que por elgustodellevarla.Seleocurrióunaidea.

—¡Escuchad!¡VoyagastarleunabromaaJack!Memeterédentrodeunadeestasarmaduras.Luego,cuandoJackabraybaje,noledigáisdóndeestoy.Bajarédeprontodeunodeestospedestalesenqueestán lasarmadurasy ledaréunsusto.

Lasniñasseecharonareír.

—Bueno—dijoLucy—.Dateprisa.¿Sabescómoponértela?

—Sí.Loprobéunavez cuando tuvimosuna en el colegioynosdejaronexaminarla.Esmuyfácilcuandosabeunocómohacerlo.Podéisayudarme.

Unosmomentosmástardesehabíapuestolaarmaduraycaladoelyelmo.Veíabienpor lavisera,peroanadiese lehubieseocurridopensarquehabíanadiedentro.Subióalpedestalcongranruidometálico.Lasniñasseecharonareír.

—¡ElsustoquesevaallevarJack!—exclamóLucy—.¡Yapodíavenir!

—¿Estáscómodo,Jorge?—inquirióDolly,mirandoalaarmaduraenquese hallaba su hermano, y que permanecía inmóvil en su pedestal, sindiferenciarsedelosotros.

—Bastante—respondióelmuchacho—.Pero¡troncho!¡Nomegustaríaira la guerra con esto puesto! ¡Sería incapaz de andar más de unos cuantosmetros!¡Nocomprendocómopodíanlucharasílossoldadosdeantes!

Lasniñaserraronporelcuarto.Contemplaron lasescenasde los tapices.Sesentaronen los sillones.Tocaron lasarmasantiguascolgadasaquíyallá.Era,enverdad,uncuartocurioso.

—¿QuéestaráhaciendoJack?—exclamóLucyporfin,empezandoasentiransiedad—.Tardaunabarbaridad.Oh,Dolly,¿túcreesquehabránvueltoesoshombresyle…lehabráncapturado?

—No,nolocreo—repusoDolly,quetambiénempezabaainquietarse—.No puedo imaginarme qué será lo que está haciendo. Después de todo, noteníamásquellamara«Kiki»,aguardaraquevolaraaélyluegoseguirnos.

—Sabéis… —dijo una voz hueca desde el interior de la armadura—,

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¿sabéis que no creo que los tres hombres a quienes vimos «fueran» los delcastillo?Acabadeocurrírseme…,¡nopuedenhaberlosido!

—¿Quéquieresdecir?—exclamaronlasdosniñas.

—Acordaos de dónde los vimos. Fue bastante lejos, por encima de lagranja, ¿verdad? Sabemos que por allí no hay ninguna senda que conduzcaaquíarriba.Yahoraquepiensoenellodetenidamente,estoybastantesegurode que eran hombres de la granja. Uno de ellos era ese individuo tangrandullónquevemosavecescuandovamosabuscarloshuevos.

Las niñas reflexionaron. Sí, allí era donde habían visto a los hombres,justamenteporencimadelagranja.

—Creo que tienes razón. Jorge—anunció Lucy, asustada—.Y de todasformas,sinoqueríanservistos,hubierasidoestúpidoirporelcaminodelagranja, ¿verdad? Todos los perros de la finca les ladrarían y el granjeroasomaríaparaverporquéarmabantantoescándalo.

—Sí…ylosperrosnoladraron,porqueloshubiésemosoído—dijoJorge—.Conqueesodemuestraquetenemosrazón.¡Caramba!¡Nocreoquefuesenlos hombres que vio Jack después de todo! Es muy posible que ésos nosalierandelcastilloyqueandenrondandoporaquí.

—No comprendo qué estará haciendo Jack —observó Dolly—. Ojalávinieseya.

Jacktardabamuchoenvolver,enefecto;peronopodíaremediarlo.Habíaido en busca de «Kiki», siguiéndole al cuarto amueblado en que ambos serefugiaranlanocheanterior.Ydepronto,

¡habíavistoporlaventanaalostreshombresenunrincóndelpatio!

«¡Troncho!—pensóelniño—.Jorgeseequivocó.¡Loshombresquéellosvieronnoeranlosdelcastillo!Seríandelagranja.¡Diosquieraquenoselesocurrabajaralcuartosubterráneo!».

Saliócorriendoalvestíbulo,dirigiéndoseal lugarenquedebierahabersehalladoelagujero.Peroéstehabíadesaparecido.Lalosacubríanuevamentelaentrada. Quedó sorprendido. No tenía la menor idea, naturalmente, de queDollyhubieseencontradolapalancainteriorycerradoconelladesdedentro.

Reflexionóun instante. ¿Debíaabrir el agujeroyver si losotrosestabanabajo?¿Entraríanelvestíbulo loshombresenelprecisomomentoenque loestuvierahaciendo?

Oíaclaramente susvocesahora.Corriódenuevoalcuartoamueblado,ytocandounasillaalpasar,levantóunanubedepolvo.Seacercóalaventanagrandeyseocultódetrásdelacortinasinatreverseatocarla,portemoraque

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se le deshiciera entre lasmanos. Era evidente que los hombres aún estabanextrañados por el hallazgo de las bolsas con trozos demanzana. Bien a lasclarasseveíanquesabíanquehabíaallíalgunaotrapersonamás.Ydepronto,congranconsternacióndelniño,hallarontambiénlapiladecosasquetrajeronaquella mañana. Lo habían trasladado todo a la entrada del castillo y loexaminabanconcienzudamente.

Jackpercibióalgunaspalabras,peronopudocomprenderlas.

«Tendremos que marcharnos de aquí en la primera ocasión que se nospresente —pensó—. Podríamos meternos en un lío muy serio. ¡Ojalá noestuviesenaquílasniñas!¡Sisiquierapudiesellevarlashastaelcuartoenquetenemospuestoeltablón!».

Dosdeloshombresentraronahoraenelcastillo,conelevidentepropósitode hacer un nuevo registro. El tercero se quedó en la entrada, fumando uncigarrilloyvigilandoelpatio.

Le resultaba imposible a Jack ir a abrir la entrada de la cámara secreta,porqueelhombredelapuertalehubiesevisto.Nolequedómásrecursoqueaguardaryconfiarenqueaningunodeloshombresseleocurrierabajaralacámara antes de que lo hiciese él. Se quedó detrás de la cortina, porconsiguiente,lamentandoquenoestuvieseBillSmugsallí.Billsiempresabíaquéhacer cuando las cosas se poníanmal. Pero, claro,Bill era unapersonamayor,ylaspersonasmayoressiempreparecíansabercómoobrar.

Elhombredelaentradaterminóelcigarrillo.Notirólacolilla.Laapagóaplastándolacontraunamoneda,y laguardóluegoenunacajitadehojalata.Porlovistonopensabadejarporallíseñalalgunadesupresencia.Diomediavuelta y entró en el vestíbulo. Jack oyó resonar sus pisadas y contuvo elaliento.¿Regresabaalacámarasubterránea?

Asíera,enefecto.Sedirigióalapartedeatrás,ybuscóatientaselpincho.Jack,temiéndoselo,seacercódepuntillasalapuertadelahabitaciónenqueseencontrabayatisboporella.Desdeallíleeraposibleobservarlotodo.

Elhombretiródelpincho,ylapiedrasemovió,rechinando,primerohaciaabajo, luegohaciaun lado.Elmecanismo resultabamaravilloso.Apesar deserantiguo,seguíafuncionandoperfectamente.

Casiseleparóelcorazón.¿Quéibaasucederahora?¿Quédiríaelhombrecuandoviesealosotrostres?

Dolly y Lucy oyeron el rechinar de la piedra y alzaron lamirada. Jorgeatisboporlavisera,creyendoqueJackbajabaporfin.Pero¡cuálnoseríasuhorrorcuandovieronaparecerenlaescaleraunhombre,quelescontemplabaconestupefacciónyrabia!SólopodíaveraDollyyaLucy,naturalmente.Las

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dosniñas lemiraron, temblando.El rostrono eramuyagradable.Teníaunanariz enorme, ojos contraídos y los labios más delgados que puedanimaginarse.Lasenmarañadascejaslecaíansobrelosojos,casicomoelpelodeunperrodepastor.

—¡Ah-ah!—exclamóeldesconocido,contrayendoaúnmáslaspupilas—.¡Ah-ah!¡Conquevenísaquíyosmetéisenmicuarto!¿Quésignificaesto?

LasniñasestabanaterradasyLucyrompióallorar.AJack,queloestabaescuchando todo, ganas le dieron de empujar al hombre escalera abajo yromperle lacabeza.«¡Elmuycanalla! ¡Miraqueasustara lapobreLucydeesa manera!», pensó, con ira. Y hubiese querido atreverse a asomarse yconsolarla. Pero oyó las pisadas de los otros dos hombres, que volvían dehacer el registro. El que se hallaba abajo les oyó también, y volvió a subir.Llamóa suscompañerosenun idiomaqueJacknocomprendía,diciéndolesevidentementequebajaranaverloquehabíadescubierto.

Jorge, oculto aún en la armadura, aprovechó la oportunidad parasusurrarlesinstruccionesalasniñas.

—Notengáismiedo.Probablementecreeránquenosoismásqueunpardeniñas tontas a las que se les ha ocurrido visitar el castillo.Decidle vosotrasesto. No nosmencionéis para nada amí ni a Jack, pues de lo contrario nopodremos ayudaros. Sabemos que Jack está por arriba, y él os buscará yayudará a escapar. Yo me quedaré aquí abajo hasta que pueda huir. Nosospecharánquemeencuentroenunaarmadura.

No pudo decir más, porque los tres hombres bajaron juntos la escalera.Unodeellos teníaunabarbanegramuyespesa.Elotro ibaafeitado.Peroelhombrequehabíanvistoanteslasmuchachaseraelmásfeodetodoelfeísimotrío.

Lucy rompióa llorarotravez.Dollyestabamuyasustada,peronoquisollorar.

—¿Para qué habéis venido aquí?—preguntó el de las pobladas cejas—.Decidnos toda la verdad… o pudierais arrepentiros mucho de no haberlohecho.

CapítuloXVIII

Prisionerosenelcastillo

—Sólo vinimos a ver el castillo—dijoDolly, intentando impedir que letemblaralavoz—.¿Esdeustedes?Nolosabíamos.

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—¿Cómoencontrasteisestahabitación?—preguntóelbarbudo,frunciendoelentrecejo.

—Accidentalmente—contestóDolly—.¡Nosquedamosmássorprendidas!Por favor, déjennosmarchar.No somosmásquedosniñas, yno lohicimosconmalaintención.

—¿Sabe alguno de fuera que nos encontramos en este castillo o algorelacionadoconestecuarto?

—Nadie—respondióDolly,sinmentir—.Jamásleshemosvistoaustedeshasta este momento, y sólo hemos encontrado el cuarto hoy. Por favor,déjennosmarchar.

—Supongoquelleváismolestandoporaquívariosdías.Hemosencontradovuestrascosas.¡Moscas!¿Quiénosmandómeterosencasaajena?

—No sabíamos que perteneciera a nadie el castillo —repitió Dolly—.¿Cómoíbamosasaberlo?Nadievieneaquínunca.Losdelpuebloestántodosasustadosdellugar.

—¿Hayalguienconvosotras?—preguntóelbarbudo,condesconfianza.

—Ya lo pueden ver ustedes por símismos—contestóDolly, rogando alcieloquenoselesocurrieraexaminarlasarmaduras.

—Hemosregistradotodoelrecinto—ledijoaldelasenmarañadascejaseltercero—.Nohaynadiemásaquí,esosíquelosabemos.

—Porfavor,déjennosmarchar—suplicóDolly—.Novolveremosaquí,seloprometemos.

—Ah, pero volveréis a casa y contaréis las cosas que habéis visto yaveriguado aquí, ¿eh? —dijo el barbudo, con horrible voz sedosa—. No,pequeñas, tendréis que quedaros aquí hasta que hayamos terminado nuestrotrabajo. Entonces, cuando ya no importe, quizás os dejemosmarchar. ¡Dije«quizá»!Tododependedevuestrocomportamiento.

Jorge tembló de ira dentro de la armadura. ¿Cómo se atrevían aquelloshombres ahablar de esamanera adosniñas aterradas?Perono se atrevía adescubrirse.Conellosóloempeoraríalascosas.

—Bueno—dijoelbarbudo—,tenemosasuntosquetratar.Podéissalirdeestecuarto,peronoosalejéisdeaquí.

Congranaliviodelasniñas, loshombreslespermitieronquesubieranlaescaleraalvestíbulo.Luegosecerróelagujerodenuevoysequedaronsolas.

—Tenemos que escapar—susurróDolly, asiendo de lamano a Lucy—.Hemos de huir en seguida y volver con ayuda para salvar a Jorge. Nome

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atrevoniapensarloquelesucederíasiestoshombresleencontraran.

—¿DóndeestáJack?—sollozóLucy—.Lenecesito.

Jacknoandabalejos.Encuantooyóquesecerrabaelagujeroyreconociólavozdelasniñas,saliódelasala.Lucylevioycorrióhaciaélconalegría.Elmuchacholarodeóconsusbrazosylediounosgolpecitoscariñosos.

—Tranquilízate, Lucy, tranquilízate… Pronto saldremos de aquí ybuscaremosayudaparasalvaraJorge.Notepreocupes.Nolloresmás.

PeroLucynopodíacontenerel llanto,aunqueahora llorabaporelalivioque sentía al encontrarse al lado de Jack de nuevo, más bien que porqueestuviese asustada. El niño las guio hacia la escalera que conducía a lashabitacionessuperioresdelcastillo.

—Cruzaremoseltablónenmenosdeloquecantaungallo—dijo—.Unavez fuera estaremos seguros.Yno tardaremos en salvar a Jorge.No tengáismiedo.

Subieronyavanzaronporelcorredor,iluminadoamediasporlasalargadasventanas.Llegaronalcuartoenqueteníaninstaladoelpuente.

Dolly corrió, con alivio, hacia la ventana, ansiosa de respirar aire libre.Perosedetuvoconsternada.Allínohabíaningúntablón.

—¡Nos hemos equivocado de cuarto! —dijo—. ¡Oh, Jack, por favor,encuentraelverdadero!

Se dirigieron a la habitación vecina. Pero tampoco estaba allí la tabla.Pasaronalasiguiente.Elresultadofueidéntico.

—Eso es uno de esos sueños horribles —dijo Dolly, temblando—.Entraremosenuncuarto trasotroy…, ¡noestará el tablónenninguno!Oh,Jack…,¿túcreesqueesunapesadilladeverdad?

—Loparece—contestóelmuchacho—.Aver…,estamosexcitadosyporesonodamospieconbola.Vamosahacerunacosa…,empezaremosporunextremodelcorredoreiremosentrandoentodaslashabitaciones,unaporuna.Asíencontraremoslaquebuscamos.

Pero no dieron con ella.En ningunode los cuartos apareció la tabla.Alllegaralúltimo,losniñoshicieronunapausa.

—Metemo—dijoJack—,me temomuchísimo…queesoshombreshandescubiertopordóndeentrábamosyhanquitadolamadera.

—¡Oh!—exclamóDolly,sentándosedeprontoenelpolvorientosuelo—.Laspiernasnoquieren sostenermeya.SupongoquenonoshubierandejadosaliraLucyyamídenohaberdescubiertoeltablónytomadomedidaspara

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quenosresultaraimposiblehuir.

—Sí…, si nos hubiésemos parado a pensar un poco, lo hubiéramoscomprendidodesdeelprimerinstante—repusoJack,sombrío.Tambiénélsesentóenel sueloa reflexionar—.¿Dóndehabránmetido la tabla?Quizáseaunabuenaideabuscarla.

—Alomejornohanhechomásquedarleunempujónalapuntaparaquecayeraalsueloafuera—dijoDolly,condesaliento.

—No, eso síqueno loharían.Por si acasohabía fueraotrapersonaqueconocieseelcamino—dijoJack—.Másvalequelabusquemos.

Conquemiraron por todas partes, aunque sin hablar ni rastro del tablón.Donde quiera que estuviese, lo habían escondido demasiado bien para quepudieranencontrarlo.Sedieronporvencidosalfin.

—Bueno, y ¿qué hacemos ahora que no podemos escaparnos? —quisosaberDolly—.Haz el favor de no dar tanto respingo,Lucy.No se adelantanadaconello.

—Déjalaenpaz—intervinoJack,quecompadecíaasuhermanita—.Estoes serio. Henos aquí, empantanados en este castillo sin medio alguna deescaparnos…yJorgealláabajo,enlacámarasecretayengranpeligrodeserdescubierto.Notienemásqueestornudarotosery,¡yaestá!

Lucypensó en estas palabras con alarma.Se imaginó inmediatamente alpobreJorgeintentandoahogarestornudotrasestornudo.

—Al parecer, nos hemos metido de cabeza en algún misterio raro —observó el muchacho—. No acabo de entenderme aquí. Pero es gentepeligrosa…,hombresdecuidadotodosellos.Debenperteneceraunacuadrillaquenosededicaanadabueno.Megustaríaecharlesaperderlosplanes,seanéstoslosquesean.Talcomoestánlascosas,sinembargo,esoesimposible.Loúnico tranquilizador esqueno sabenqueestoy«yo»aquí,nique Jorgeestáescondidoenelcuartosecreto.

—¡Sipudiéramossalirporlomenos!—suspiróLucy—.YaséquetíaAlliesehamarchado.Peropodríamosrecurriraungranjerooaalguien.

—No veo yo de qué manera hemos de poder salir ahora que nos hanquitado la plancha —contestó Jack—. No creo que venga ya ni la propiaTassie,habiéndolaamenazadosumadreconunapalizasiviene.

—Tenemos que evitar que esos hombres se enteren de que estás tú aquítambién,Jack—dijoDolly—.¿Dóndeteesconderásparaestarseguro?

—Enelcentrodemimatorral.Éseesellugarmásseguro.Bajadvosotrashastaelvestíbuloaversisiguecerradalacámara.Siloestá,saldréalpatioy

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mesubiréalrisco.Vosotraspodéissentarosenlasrocasvecinasydecirmeenunsusurrotodoloquepase.

—¡Ojalá supiésemos cómo se las arregla«Botón»para entrar y salir!—exclamóDolly—.De saberlo, hubiéramos podido probar el mismo camino.Sóloquesupongoque,sisetratadeunamadriguera,serádemasiadoestrechaparanosotros.

Bajaron al vestíbulo. La losa seguía cubriendo la entrada secreta. LehicieronunaseñaaJack,yéstecruzóa todaprisa, salióalpatioyescalóelrisco,metiéndose en el centro delmatorral. Las niñas se encaramaron a lasrocas para estar cerca de él.Desde allí podían ver bien el castillo y todo lorelacionadoconél.Abrieronunpaquetedeprovisionesyempezaronacomer,aunqueaLucycasise leatragantabacadabocado.LedieronaJacksuparteporentrelasramas.

—Menos mal que vinimos tan cargados de comida —dijo Dolly—. SihemosdeestarprisionerosDiossabecuántotiempo,nosvendrádivinamente.

—Si vuestramadre no se hubiesemarchado—observó Lucy—, hubieraestadoalarmadaalverquenovolvíamosyhubiesemandadoagenteenbuscanuestra al castillo. ¡Qué mala pata que haya tenido que ausentarse ahoraprecisamente!Nadienosecharádemenos.

—¡Chitón!¡Ahívienendosdeloshombres!—anuncióDolly—.¡Nodigasunapalabra,Jack!

Losdoshombresdieronungritollamandoalasniñas.Dollycontestóconhosquedad.Leshicieronseñasparaquebajarandelasrocas.

—¿Encontrasteisvuestrotabloncito?—inquirió,conexageradacortesíaelbarbudo.Yelotroseechóareír.

—No.Selollevaronustedes—respondióconasperezalaniña.

—Claro. ¡Era tan buena idea la vuestra…! Pero no nos gustó—dijo elhombre—.Ahoranopodéisescaparosylosabéisya.Conqueospermitiremosquepermanezcáisaquí,enelpatio,sinmolestaros.Ycuandolleguelanoche,podréisdormirtranquilamenteenlacamadeabajo,porquenosotrostenemostrabajo que hacer y marcharemos. Pero os prohibimos que subáis a lostorreonesnianingunaotrapartesiaesoviene.Nopensamosdarosocasiónpara que hagáis señales pidiendo ayuda. Entended bien que, si nosdesobedecéis, os arrepentiréis de haberlo hecho. Probablemente osencerraremos,enesecaso,enunamazmorraqueconocemos,queestállenaderatas,deratonesydecucarachas.

Dollysoltóunfuertegrito.Elmeropensamientolahorrorizaba.

—Conquesedunasniñasbuenasyobedientes—dijoelbarbudo—,ynada

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ossucederá.

Permaneced siempre donde podamos veros…, en alguna parte de estepatio.Yacudidcuandoosllamemos.Tenéisprovisionesdesobra,yalohemosvisto.Yenlacocinahayagua,siosmolestáisensacarlaconlabomba.

Las niñas no respondieron. Los hombres se alejaron, introduciéndose denuevoenelcastillo.

—¿QuéleestarápasandoaJorge?—murmuróLucy,despuésdeunapausa—.¿Semorirádehambrealláabajo?Ojalápudiéramossalvarle.

—Notengasmiedo,quenopasaráhambre—dijoDolly—.Haycomidaenabundanciasobrelamesaynotienemásquebajardesupedestalparacogerla.¡SipudiéramosmandaravisoaTassie!Quizásellaconsiguieraayuda.Peronotenemosmanerademandarleningúnmensaje.

—Supongoque«Kiki»noiría,conunpapelitoatadoaunapatacomolaspalomasmensajeras,¿verdad?No;estoyseguradequenoabandonaríaaJack—murmuróLucy—.Esunpájaromuylisto;peroseríapedirledemasiadoqueseconvirtieraenmensajeronuestro.

Noobstante,unmensajeroapareció:unmensajero inesperadoenverdad;pero¡concuántaalegríalerecibieron!

CapítuloXIX

Lucytieneunaidea

Las muchachas rondaron por el patio durante todo el día, sin alejarsemuchodelriscoparapoderhablarconelaburridoJack,quepermanecíaensuescondite.SepreguntaronmásdeunavezcómoleiríaaJorgeenlacámara.¿Lehabríandescubierto?

—Esuna lástimaquehablenesoshombresentre sí enun idiomaquenocomprendemos—dijoDolly—.Sihablaranen inglés, Jorgepodríaenterarsedelamardesecretosestandoallítancercadeellos.

—Síquepodría—contestóLucy—.Peroojalánoestuviesealláabajo.Siyomeencontraraensulugar,¡loasustadaqueestaríadentrodeunaarmaduraquepudierahacerruidoalmenormovimiento!

—Jorgenoestaráasustado—dijoDolly—.Casinuncaseasustadenada.Seguramenteestarádisfrutando.

No lo creyó así Lucy, sin embargo. Le pareció una tontería que Dolly

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dijese cosa semejante. Aunque, claro, Dolly no le tenía tanto cariño a suhermanocomoellaalsuyo.MaloeraqueJacksevieseobligadoaesconderseen aquelmatorral tan horrible; pero ¡peor hubiese sido que se hallara en lacámara oculto con aquellos hombres, expuesto a que le descubriesen encualquiermomento!

—¡Anímate!—lesusurróJackdesdesuescondite,viendosuexpresióndetristeza—.Éstaesunaaventura,¿sabes?

—Las aventuras sólo me gustan después de que han pasado—contestóLucy—.Nomegustanmientrassuceden.Yonoquieroestaaventurapoconimucho.Nolabuscamos.¡Parececomosihubiésemoscaído,sinmásnimás,enplenojaleo!

—Bueno;túnotealarmes.Supongoquetodoacabarábien—laconsolósuhermano.

Pero lapobreLucynoveíacómopodíaacabarbienaquello.Estababienclaroqueningunopodríasalvarles.

Tomaroneltéenelrisco,pasándolelacomidaporentrelasramasaJack,quesesentíaentumecidoyayestabadeseandosaliraestirarlaspiernas.Peronoseatrevía.Erapreferibleaguardaralanocheparahacerlo.

Empezóaponerseelsol.«Kiki»,aburridodesulargoencierro,sevolviócharlatán.Lasniñasledejaronhablar,vigilandoentretantoporsiaparecieranloshombresyleoían.

—Pobre «Kiki». ¡Qué lástima, qué lástima, qué lástima! ¡Poned elescalfadoralfuego!¡Diossalvealrey!¡Vamos,vamos,vamos,atención,porfavor!Sentaosderechos.¿Cuántasveceshededecirosquenodeissilbidos?

Las niñas rieron. «Kiki» tenía mucha gracia cuando hablaba sin parar,porque empleaba cuantas frases conocía, pronunciándolas todasatropelladamente, una tras otra, fundiéndolas entre sí de una maneradesconcertante.

—¡Buen chico, «Kiki»! —dijo Jack, rascándole la cabeza—. Estásaburrido,¿verdad?Notepreocupes,volarásunratoporahícuandoanochezca.¡No te pongas a imitar locomotoras o harás que nuestros enemigos salgancorriendoaverquépasa!

Elsoldescendiómáshaciaelocaso.Lassombrasempezaronaalargarsey,por fin, sehizoelcrepúsculoen todoelpatio.Lasestrellassalieronunaporuna,pinchandolabóvedacelesteaquíyallá.

Loshombressalieron:dosdeellosjuntos.Llamaronalasniñas.

—¡Eh,nenas!¡Másvalequebajéisodormir!

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—No nos importa la oscuridad. Nos quedaremos un poco más —gritóDolly,quequeríadarunavueltaporelpatioconJackantesqueellayLucyseretiraranalahabitaciónsecreta.

—Bueno, pues bajad dentro de media hora —dijo el barbudo—. Seránochecerradaparaentonces,yestaréismejordentro.

Desaparecieron.Dolly bajó de las rocas y les siguió, silenciosa. Los viobajarpor losescalonesde lacámaraoculta.Luegopercibióel rechinarde lapiedraalocuparnuevamentesusitio.Regresócorriendoalpatio.

—Vamos, Jack —susurró—. Los hombres han bajado a la habitaciónsubterráneaycasiesdenochedeltodoya.Nocorreráspeligrosaliendo.

Encantadodepodersalirdesuincómodoescondite,elniñoseabriópasoentrelospinchos.Sepusoenpieconalivio,yestirólosbrazosporencimadelacabeza.

—¡Troncho! ¡Qué entumecido estoy!—dijo—. Andad, vamos a dar unpaseo andando aprisa. La curiosidad es ya demasiado grande para que mevean.

Echaron a andar, cogidos del brazo. No habían cruzado más de mediopatio, cuando algo surgió de las sombras y se lanzó sobre ellos, casiderribandoalniño.Sedetuvoconsobresalto.

—¿Quéesesto?¿Dóndeestámilámpara?

Laencendióaprisa,apagándoladenuevoenseguida,porsialgunodeloshombressehallabaenlavecindad.Exhalóunaexclamación:

—¡Es «Botón»! ¡Nuestro querido «Botón»…! ¿Cómo llegaste aquí?¡Cuántomealegrodeverte!

«Botón» hizo ruiditos de felicidad, rodó por el suelo como un perrito,lamió a las niñas y a Jack, y dio toda clase de muestras de estar loco decontento. Pero no hacía más que correr hacia un lado y volver y los otroscomprendieronquehabíaacudidoenbuscadesuamitoJorge.

—No puedes ir con Jorge, «Botón» —le anunció Jack, acariciando alcachorro—. Tendrás que conformarte con nosotros; Jorge no está aquí. Lotenemosmuybienescondido.

Elcachorrosoltóunaespeciedeladridoy«Kiki»,posadoenelhombrodeJack y poco contento, por lo visto de que «Botón» hubiera llegado, imitóinmediatamenteelladrido.«Botón»saltó,intentandoalcanzarle,peronopudo.«Kiki»hizounruidoburlónquehubieseenfurecidoalzorrito,dehaberleéstecomprendido.Peroafortunadamentenolocomprendió.

—¡Jack! ¡Tengo una idea! —exclamó Lucy, asiendo del brazo a su

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hermano.

—¿Cuál?

—¿Nopodemosusara«Botón»comomensajero?¿NopodemosmandarleotravezaTassieconunanotapidiéndolequeconsigaayuda?Esseguroque«Botón»volveráasuladoalnoencontraraJorgeporque,despuésdeJorge,esaellaaquienmásquiere.¿Nopodemoshacereso?

—¡Jack! ¡Es una buena idea la de Lucy!—exclamó Dolly, excitada—.«Botón» es el único de nosotros que sabe cómo salir de aquí. Podría sernuestromensajero.

Jackreflexionó.

—Hedereconocer—dijoporfin—quelaideaparecebuenayquevalelapenaintentarlo.Nadaseperderáconello,porlomenos.Bueno,«Botón»seránuestromensajero.

Sacó del bolsillo un librito de notas, arrancó una página, escribió unaspalabrasenlápizyselasleyóalosotros.

«Tassie,estamosprisionerosaquí.Obténayudatanaprisacomopuedas.Esposiblequenosencontremosengravepeligro».

Lofirmarontodos.Luegoelniñodoblóelpapelysepreguntócómoselasarreglaríaparaquelallevase«Botón».Porfinseleocurrióunmedio.Teníauntrozodecuerdaenelbolsillo.Empezóporatarbienlanotayenvolverlaenelcordel,luegosujetóéstealcuellodelcachorro,todolofuertequepudoporquesabíaquesiladejabaunpocosuelta,elanimalacabaríaquitándosela.

—Vaya—dijo por fin, satisfecho con su obra—. No creo que «Botón»puedadeshacersedeeso.Ylanotavabiensujeta.Lehehechounaespeciedecollar,conelpapeldelante,debajodelhocico.

—VuelveaTassie,«Botón»—dijoLucy.

Pero«Botón»nolacomprendió.SeguíaconfiandoqueapareceríaJorge,ynoqueríamarcharsesinhaberlevisto.O,mejoraún,sequedaríaconélsieraposible.ConquecorriódeunsitioDaráotrobuscandoasuamo,deteniéndosedecuandoencuandoparaquitarseaquelengorrodelcuello,sinlograrlo.

Deprontounode loshombresgritóuna llamada,haciendodarunbrincodesobresaltoatodos.

—¡Entradya,niñas!

—Buenas noches, Jack. Es preciso que nos vayamos —susurró Lucy,dándole un abrazo a su hermano—. Espero que no posarás demasiadoincómodalanoche.Llévatealgunasdenuestrasmantasalmatorralcuandote

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retiresadormir.

—Novolveré a esemalditomatorral hastaDios sabe cuándo—contestóJack,queestabayahartodesuesconditeyhubiesequeridonovolverloaver—.Buenas noches.Noos inquietéis por nada.En cuanto «Botón»vuelva aTassie,ellaseencargarádebuscarayuda.

Lasniñasledejaroneneloscuropatio.Entraronenelvestíbulo.Vieronladébil luz del quinqué brillar en la cámara secreta. Bajaron los escalones depiedrayecharonunarápidamiradaasualrededor.¿SeguíaJorgemetidoenlaarmadura?Leseraimposiblesaberlo.Estabantodascolocadasensusitio,peronohabíamaneradeaveriguarsiJorgeocupabaunadeellas.

—Osvamosaencerraraquí—dijoelde lasenmarañadascejas,más feoquenuncasurostroalaluzdelquinqué—.Podéisusaresacamaparadormir.Osvolveremosaverporlamañana.

Subió la escaleray luego lapiedragiróhasta tapar el agujero.Lasniñasestabanprisionerasdenuevo.Permanecieronunossegundosescuchando.Noseoíanada.

—¡Jorge!—susurró Lucy,mirando hacia la armadura en que le viera laúltimavez—.¿Estásahí?¡Háblanos!

—Aúnestoyaquí—respondióelniño,sonandoextrañamentehuecasuvoz—.Masesperoquejamástendréquepasarotrodíacomoéste.Voyasalirdeestaarmadura.¡Nopuedosoportarlauninstantemás!

—Oh,Jorge,¿túcreesqueesoesprudente?—exclamóDollyconansiedad—.¿Ysivolviesenesoshombres?

—No creo que lo hagan. Pero, si vuelven, lo siento, porque no puedoremediarlo.Estoydesesperado.Tengoentumecidostodoslosmiembros.Estoycansadodeestarquieto.Yhetenidoquehaceresfuerzosparanoestornudar,tresvecesporlomenos.Latensiónhasidoterrible.

Sonóunruidometálicoalempezarelniñoasalirdelaarmadura,cosaquehizoconbastantetorpeza,porqueestabamuyentumecido.

—Lopeordelcasofuequemisaponopudoaguantaresto,yseescapóporunaranuraysepusoacorreryasaltardeahí—dijoJorge—.Loshombreslevieron,yquedaronlamardesorprendidos.

Dolly se puso amirar inmediatamente a su alrededor en busca del sapo,temiendoquesehallaracercadeella.

—¡PobreJorge!—murmuróLucy,acudiendoensuayuda—.Debeshaberpasadoundíaterrible.

—Asíes.Pero¡nomehubieraperdidopornadadelmundo!¡Troncho!¡La

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de cosas que he descubierto! Por ejemplo: hay una salida secreta de estacámara…,¡detrásdeesetapiz!

—¡Oh!—exclamó Lucy, contemplando el tapiz como si esperara verseabrirantesusojosunapuertasecreta—.¿Deveras?¿Cómolosabes?

—Yaoslocontarétodocuandomequiteestaarmadura.¡Caramba!¡Diosquiera que no vuelva a tenérmela que poner!Nopodéis imaginaros el calorquehacedentro.Vaya…,¡yaestoyfuera,graciasaDios!Ahora,permitidmequemeestireunpoco.

—Y, luego, cuéntanos todo lo que ha ocurrido aquí hoy —dijo Dolly,ansiosa de saberlo—. ¡Apuesto a que tienes cosas emocionantes quecontarnos!

Ynoseequivocaba,comonotardaremosenver.

CapítuloXX

ElsingularrelatodeJorge

—Másvalequenosechemosenlacamaporsivuelvenesoshombres—dijoDolly—.¿Quéharássiesosucede,Jorge?

—Oiré rechinar la piedra y saltaré de la cama y me meteré debajo —contestóelniño—.Nocreoquesospechenquehayningunaotrapersonaaquí.Ynoesprobablequeselesocurradeprontohacerunregistroenplenanoche.

Había sitio de sobra para todos en el enorme lecho. El colchón era deedredón y, después de la dureza de la armadura, a Jorge aquello le pareciógloria.Dioprincipioasurelatoenseguida.

—¿Recordáiscuandosubisteissolaslosescalonesymedejasteisaquí?—dijo—.¡Estabafuriosoporlaformaenqueoshabíanhablado,peronopodíahacernada,claroestá!MequedéquietoDiossabecuántoratoy,alcabodeuntiempo,lostreshombresbajaron,cerraronlaentradatrasellos,ysesentaronalamesa.

—¿Pudistecomprendersuidioma?—preguntóLucy.

—No,pordesgracia.Sacaronmapasysepusieronatrazarcosasenellos,pero no pude ver de qué se trataba. Por poco perdí el equilibrio por misesfuerzosporver.

—¡Elsustoqueleshubierasdadodehabertecaídodenarices!—ríoDolly—.Menosmalquenoteocurrióeso,sinembargo.

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—Bueno, pues estuvieron sentados la mar de tiempo hablando yconsultando losmapasy luegocomieronopíparamente.Abrieronunmontóndelatas.Semehacíalabocaaguaviéndoles.

—¡PobreJorge!…¿Nohascomidonada?—lepreguntóLucy.

Elniñomovióafirmativamentelacabeza.

—Notepreocupes.Encuantoloshombresdesaparecieronescaleraarribaycerraronelagujero,bajédemipedestalyacabécontodoloquehabíandejado.Tuvequeconfiarenquenosedaríancuentadequehabíadesaparecido.Perotenía tantas ganas de comer y de beber, que me tuvo sin cuidado lo quesucediese. No sabéis lo raro que resultaba ver todas las demás armadurasalrededor.¡Casiesperabaqueseacercaranahacermecompañía!

—¡Nodigasesascosas!—exclamóLucy,concaradesusto.

Contempló con los ojos muy abiertos la hilera de armaduras y se lasimaginódeprontoenruidosomovimiento.

JorgeseechóareíryledioaLucyungolpecitocariñoso.

—Me costó lamar de trabajo beber—dijo—.No podía echar la cabezahacia atrás bien con todo ese hierro puesto. Lamitad seme cayó dentro, yquedé espantado ante la posibilidad de queme salieran charcos de los piescuandovolvieraamisitio.

Lasniñasnopudieronmenosdereír.Jorgesabíacontarlascosasbien,desuertequelesparecíaestarviendotodoloquerelataba.

—Bueno, pues regresé a mi pedestal sintiéndome mucho mejor, y nollevabamásdeveinteminutos allí, cuandovolvieron loshombres.Entoncessucedióalgoextraordinario.

—¿Qué?—preguntaronlasniñasacoro,conteniendoelaliento.

—¿Veis ese tapiz…, el de los caballos y los perros? —dijo Jorge,señalando—.¿Elqueestáenfrentemismodemiarmadura?Bueno,pues,¡hayunapuertasecretadetrás!—Hizounapausamientraslasniñascontemplabaneltapizyvolvíanamirarleaél—.Loshombrescharlaronunrato.Luegounode ellos se acercó al tapiz. Lo alzó y lo colgó en ese clavo que veis, parasujetarlo.Lovi todoperfectamentepor lavisera.Alprincipionocomprendíquéeraloqueestabahaciendo,porquelaparedparecíadepiedramuysólidaentodasugranextensión.

—Y…,¿noloera?—inquirióLucy,excitada.

—No. Parte de ella no esmás que una losa delgada, no gruesa y sólidacomoel restode lasparedes. ¡Ysedescorre!Cuandosehubodescorrido,elhombresemetióenelhuecoquequedabaytanteólapareddedentro.Enuno

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de los ladosdelhuecohabíaunapuertaqueabrió.Y, ¡los tres semarcharonporella!

—¡Cielos!—exclamóDolly—.¿Adóndefueron?

—No lo sé—contestó Jorge—. Pero ¡daría cualquier cosa por saberlo!Aquí hay un secreto…, un misterio muy grande. Estos hombres no estánhaciendonadabueno.¿Porquéhandevenirunosextranjeros…,porquedosdeellos son extranjeros, se les conoce por el acento…, para qué han de venirunos extranjeros a un sitio solitario como éste y esconderse, y celebrarreuniones,yusarhabitacionesypuertassecretas?

—¿Quieres que veamos adónde conduce la puerta?—le preguntóDolly,dominadaporlacuriosidad.

—No, no lo hagamos —atajó Lucy, que ya consideraba haber pasadosuficientesemocionesenunsolodía.

—Eresunacriatura—anuncióDolly,condesdén.

—Eso no es verdad—dijo Jorge—. Lo que pasa es que no tiene tantaresistencia como tú ni es tan dura. Sea como fuere, creo que sería un errormeternos detrás de ese tapiz ahora. Si los hombres regresaran y vieran quehabíamos descubierto su puerta secreta.Dios sabe lo que serían capaces dehacer.¡Alomejornovolvíaasabersemásdenosotros!

Dolly guardó silencio. Tenía unas ganas enormes de ponerse a explorardetrásdel tapiz.PerosabíaqueteníarazónJorge.Debíaaguardar.Empezóacontarle cómo habían pasado el día en el patio con Jack. Jorge se alegrómuchodequeaJacknolehubiesenatrapado.

—Bueno,puessondoslaspersonasdecuyapresenciaaquínotienenoticiaesagente—dijo—:Jackyyo.Esoesbueno.Mientrascreanquesólo tienenquehabérselascondosniñas,noestaránmuyenguardia.

Le habló a continuación Dolly del mensaje mandado a Tassie. Jorgeescuchópensativo.Yselesfueelalmaalospiescuandoluegoobservó:

—La idea era buena; pero me temo que de nada ha de servir. ¡HabéisolvidadoqueTassienosabeleerniescribir!

Lasdosniñassemiraron,consternadas.Síquesehabíanolvidadodeeso.Naturalmente, Tassie no tendría la menor idea de lo que aquella notasignificaba. ¡Quégolpe!Lucypusocaracompungidaalpensarquesubuenaideanohabíasidounaideatanbuenadespuésdetodo.Jorgelarodeóconunbrazoylediounapretoncitoamistoso.

—No te preocupes.Quizá tengaTassie el sentido comúnde enseñarle lanotaaalguienquesepaleer.¡Anímate!

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La conversación aquella había requerido tiempo. Las niñas empezaron atener sueño. Los tres habían hablado sentados encima de la cama. Lucy seechóycerrólosojos.DollyyJorgecharlaronunratomás,yluegoseecharontambién. Jorge, cansado tras el largo día dentro de la armadura, se durmióprofundamenteenseguida.

Dolly sedespertódeprontodoso treshorasmás tarde al oír rechinar lapiedra de la entrada. Al principio no reconoció el ruido; luego, de pronto,comprendióloqueera.Todoslossucesosdeldíaseleagolparonalamenteenuninstante.NiJorgeniLucysedespertaron.Dollysacudióalmuchachocondesesperación.

—¡Jorge!—susurró—. ¡Despierta! ¡Aprisa! ¡Métete debajo de la cama!¡Estánaquí!

Elniño rodóde la camamediodormidoy semetiódebajo en el precisomomentoenquebajabaelprimerhombrelaescalera.Dollysequedóquieta,comosidurmiera.Lucynosemovió.

El hombre, que había oído el ruido hecho por Jorge al caer de la cama,miróendirecciónallechocondesconfianza.Subiólamechadelquinqué,quesehabíaconsumidocasi,y seacercó.Casi tocócon lapunteradelzapatoalmuchacho agazapado debajo de la cama. Retiró las pesadas cortinas quecolgabandeldoselycontemplóalasniñas.ADollyleparecióqueelhombredebía darse cuenta de que ella estaba despierta. Las miró a las dos unossegundos,yluegodejócaernuevamenteloscortinajes.Evidentementesupusoqueestabandormidasdeverdad.Niporunmomentoseleocurriópensarquepudierahaberunniñojuntoasuspies.

Dolly,atisbandoporentre laspestañas,vioquehabíacincohombresallí,dosde loscualesnohabíanvistoantes.Hablabanun idiomaqueellanoeracapazdecomprender.Unodelosqueyaconocíaabrióelcajóndeunacómoday sacó un rollo demapas que echó sobre el centro de la viejamesa.Luegofueron extendiendo uno por uno los mapas, discutiéndolos al parecer. Porúltimolosvolvieronaguardaryecharonlallavealcajón.CongranalegríadeDolly,eldelasenmarañadascejasalzóacontinuaciónel tapizdeunadelasparedesydejóaldescubiertoellugarenquesehallabalapuertasecreta.Unode los hombres le posó lamano en el brazo, diciéndole algo en voz baja yseñalandoconlabarbillahacialacama.Despuéscruzórápidamenteelcuartoyjuntólosgruesoscortinajes,desuertequeDollyyanopudovernadamás.¡Quérabia!Noseatrevióaatisbarporunarendijaporqueestabaseguradequelaveríansilointentaba.

Yanopudo,despuésdeeso,hacerotracosaqueestarsequietayescuchar,preguntándosequéestaríasucediendo.Oyóelruidodealgoqueresbalaba,unchasquido,ungolpecito,yelsonidodeunallavequegirabaenunacerradura.

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Luegopercibiólasvocesdenuevo.Acontinuación,llegóasusoídosrumordepisadasen la escalera,y arriesgóunamiradaparaverdequiénes se trataba.Eran los treshombresconocidos.Losotrosevidentemente,habíanmarchadopor la puerta secreta adonde ésta condujera.Resultaba lamar demisteriosotodo.Rechinólapiedra.Sehizoelsilencio.Dollyasomólacabeza.Nohabíanadie en la cámara.El tapiz volvía a colgar como antes de la pared.LlamóquedamenteaJorge,quesaliódedebajodelacama.

—Nodespiertes aLucy, porque se asustará y será incapazdevolverse adormir—susurróelniño—.¿Vistemucho,Dolly?

—Bastante—repusoella,contándoselo.

Jorgelaescuchóatentamente.

—¡Cincohombresahora!—murmuró—.¿Quéestaránhaciendo?Yaves,Dolly,comoeramuchomejornoandarenredandocon lapuertasecretaestanoche.¡Noshubieranpescadosillegamosahacerlo!

—Esverdad.Jorge,¿quécreestúquehacenaquí?

—No lo sé. Si pasáramos por la puerta esa y descubriéramos adondeconduce, quizá descubriéramos su secreto. Pero hemos de esperar y nometernosdecabezaenlascosassinpararnosareflexionar.

—Yonocreoquevuelvanya,¿quéteparece?¿Creesqueserámejorqueduermasdebajodelacamaporsíacaso?Hicistelamarderuidoalbajar.

—Quizáseamejor—asintióelniño.

Quitóunadelasmantasdelacama,ysemetiódebajodeésta,instalándoselomáscómodamenteposible.

—¿Vas a ponerte la armadura otra vez mañana? —preguntó de prontoDolly.

—¡Quiá! Me esconderé debajo de la cama. Estoy seguro de que a loshombresnose lesocurrirábuscaraalguienquenosabenqueestáaquí. ¡Nosiento ganas de volver a ver una armadura en mi vida! No sabes tú loincómodasqueson.

Se durmieron otra vez, y ya nada turbó su sueño en toda la noche. Nopodíasabersealláabajosieradedíaono,peroelrelojdeDollymarcabalassieteymediacuandodespertó.Elmalhechorentróenlahabitación.

—Bueno—dijo—, podéis pasar ya el resto del día fuera. ¡Pero ojo conalejaros! Queremos que estéis siempre al alcance de nuestras llamadas. Osocurriráalgomuydesagradablecomonohagáisloqueosdigo.

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CapítuloXXI

Transcurreotrodía

Jacksesintiómuysolodespuésdebajar lasniñasa lacámaraapasar lanocheSequedóenelpatiocon«Kiki»,aburridoamásnopoder.

«Espero que estarán bien ahí abajo las niñas —pensó—. ¡Ah, hola,“Botón”! ¿Aún estás aquí? ¿Por qué no vuelves a Tassie?No podrás llegarhastadondeestáJorge».

El cachorro lloriqueó y se frotó la cabeza contra la pierna del niño,pidiéndole, tan claramente comopodía hacerlo un cachorro de zorra, que lecondujeseadondeseencontrabasumuyqueridoJorge.

—Escucha:túvuelveaTassieconesanota—dijoJack,sinacordarseaúndequeTassienosabíaleer—.Anda,«Botón».UnavezlleguesaTassie,senosarreglaránlascosasporque,encuantoleaelmensaje,iráenbuscadeayuda.

«Botón» se quedó con Jack en el patio casi toda la noche.No perdía laesperanzadeencontrarasuamo,ydecuandoencuandomarchabaadarunavueltaensubusca.«Kiki»letratabacondesdén,peroelcachorronolehizoelmenorcaso.

Salió la luna, iluminando de una forma rara el lugar. Ululó un búho, y«Kiki»leimitóinmediatamenteyalaperfección.Elbúhovolóalpatioparabuscar al que le había contestado, con gran delicia de «Kiki», que corrióululando quedamente de un sitio a otro. El búho quedó asombrado deencontrarloquedebióantojárseleunaverdaderalegióndemochuelosquelellamabandesdedistintasdirecciones.Jacksedivirtiódelolindo.

Deprontovioalostreshombresacortadistanciaysealegródenohaberandadorondandoporahí,pues,dehaberlohecho,lehubiesendescubiertosindudar.

Se deslizó por las sombras pegado almuro, hasta acercarse a la enormepuertaquedabaaloqueantañofueraelcaminodelcastillo.Sesentójuntoaunmatorralgrande,sabiendoqueésteleocultaríaporcompleto.Deprontodioun brinco de sobresalto, y se quedó boquiabierto, como si no pudiera darcrédito a sus ojos. ¡La enorme puerta se estaba abriendo!Giró sin hacer elmenor ruido y, donde antes estuviera, veíase ahora un ancho espacioiluminadoporlaluna,portalquedabaalmundoexterior.

Medioselevantó,perovolvióasentarse.Doshombresentraronenelpatioy entonces la puerta volvió a cerrarse silenciosamente tras ellos. Sonó unfuerte chasquido, y los dos individuos pasaron muy cerca del niño. No le

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vieron,porquesehallabaen lassombras.Seaplastócomounsapocontraelsuelo.Aquelloshombressereunieronconlosqueaguardabanyentrarontodosjuntosenelcastillo.Jacksupusoquesedirigíanalacámarasecreta,ynoseequivocóenello.Encuantohubierondesaparecidoseacercórápidamentealapuerta de lamuralla. ¡Si pudiese abrirla! ¡Si lograra salir y bajar la colina,aunque fuera por el peligroso sendero obstruido! Después de todo, por allídebíandehaberllegadolosdesconocidos.

Buscóatientasyencontróunaanillagrandedehierro.Laretorcióhacialaderechayhacialaizquierda;perolapuertanoseabrió.

«¡Elchasquidoqueoídebiósereldeunallave!—pensóconrabia—.Esimposible salir. ¡Y ahora qué! ¡Quizá, de haber estado más cerca, hubierapodidoescaparmesinservistocuandoentrabanellos!Nohubieseimportadoque me vieran, porque hubiera echado a correr colina abajo antes de quepudierandetenerme».

Sesentójuntoalapuerta,chasqueado.

—Aguardaréaquí,enlassombras,hastaquevuelvan.Saldréentoncesconellos.Quedarán tansorprendidos,quea lomejorni lesda tiempoa levantarunamanoparapararme.

Conqueallípermanecióhorasyhoras,quedándosecasidormido.Peroloshombresnovolvieron.

Dollyhubiesepodidodecirleporqué.Habíansalidoporlapuertasecretaocultatraseltapiz.Losotrostressehallabanenelcastillo.

Cuando,allápororiente,empezóaplatearseelhorizonte,comprendióquehabía llegado el momento de regresar al matorral. Tenía a «Kiki» sobre elhombro,profundamentedormido.El lorosehabíacansadodelbúhomuchashorasantes.«Botón»habíadesaparecidotambién.Nolehabíavistomarchar.Se había olvidado de él por completo al ver abrirse la puerta. Se preguntódóndehabríaidoaparar.

«Dios quiera que haya vuelto con Tassie —pensó—. Podemos esperarauxilioduranteeldíadehoysilohahecho.¡Yavasiendohora!Estoyhartodeeste lugar.Noquedaningúnáguilaya.Y lasdosniñas están enpeligro, sincontar al pobre Jorge. ¿Cómo le habrá ido a él?Quizáme lo digan hoy lasmuchachas».

Las niñas salieron de la cámara secreta a eso de las ocho de lamañana,echadasporlostreshombres.DollyhabíasuplicadoaJorgequesemetieraenla armadura antes de que los desconocidos llegaran, sin conseguir que suhermanolehicieracaso.

—Prefiero quedarme debajo de la cama —le repuso, decidido—. Con

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haberpasadoundíacompletodentrodeuntrajetanduro,tengosuficienteydesobra.Antescaerenmanosdeesoshombresquepasarotrodíaasí.Metedmealgodecomidadebajodelacama,ymequedaréaquí.Siempremequedaelrecursodeestirarlaspiernascuandonohayanadieenelcuarto.

—Bueno… ¡la fortuna favorece a los audaces!—citó Dolly, que estabaconvencida de que, de hallarse ella en el caso de Jorge, haría exactamenteigual—.Esunacosalamardeatrevidaescondersedebajodelacamaenquealo mejor duermen esos hombres hoy. Pero quizás estés seguro ahí. ¡Noestornudes,sinembargo!

Alparecer,loshombresteníanlaintencióndedormirtodoeldíaenaquellacama.Bajaron al cuartoy echaron a lasniñas.El barbudo se echó.Los treshombresparecíancansadosy la cara sinafeitarde losotrosdosno teníaunaspectomuyagradable.

—Yaosllamaremosestanoche—lesdijoelbarbudoalasniñasdesdelacama, bostezando—.Tomad la comidaquequeráis de esemontónde botes.Hayunabrelatasencimadelamesa.Ahora,largaosydejadnosenpaz.¡Soisunpardeestorbos!

Las niñas cogieron una lata de sardinas, otra de salmón, otra demelocotonesylacuartadealbaricoquesysubieroncorriendolaescalera.Nobienllegaronalvestíbulo,lalosasecerrótrasellas.

—¡Queduermanbien!—dijoDolly,burlona.

YmarcharonlasdosenbuscadeJack.Ésteseencontrabaenelcentrodesumatorral,esperándolas.

—¡Jack! ¿Te encuentras bien?Puedes salir unpoco, porque los hombresestán en la cámara subterránea —le dijo Lucy—. ¿Quieres sardinas… omelocotones?Tenemoslasdoscosas.

—¡Hola!—exclamóelmuchacho,encantadodeverlas—.¿Nohaypeligroen que salga? Bueno, pues ahora voy. Nos sentaremos detrás de esta roca.Tengoganasdecomeralgo.¿Notrajisteisgalletascuandovinisteisayer?

Dolly encontró la lata de galletas e hicieron un cómico desayuno desardinas, galletasymelocotones, regado todocongaseosa.Comieronmuyagustoe intercambiaronnoticias.Jackescuchóconmuchointerés todoloqueJorgeleshabíadicho.

—¡Uncaminosecretodetrásdeltapiz!—exclamó,conlosojosrelucientes—.Pero¿adóndeconduce?

—¡Cualquiera sabe!… Colina adentro con toda seguridad —respondióDolly,mojandounagalletaeneljugodelosmelocotones.

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—Unmomento… ¿en qué lado de la cámara está la puerta secreta?—preguntóJack—.Ah…frentealsitioenquesecolocóJorge…Bueno,vamosaver…Esosignificaquelapuertaconduciríaalacolinaporlapartededetrásdelcastillo…¡Detrásdelcastillo!¡Quéraro!¿Sihabrámazmorrasoalgoporallí?

—¡Oh!—exclamóLucy—. ¿Crees tú que tendrán a gente prisionera allídentro,yquequizálaesténmatandodehambre,comohacíaelviejomalvado?Oh,Jack,¿túcreesquepuedeestarvivoaúneseviejo,yvivircomounaarañaensucastillo,haciendotodavíacosasmalas?

—¡Claroqueno,tonta!¿Notehedichoyaquemurióhacemuchosaños?Quítateesasideastanestúpidasdelacabeza.Ahoradejaquepienseunpoco.Noquieroquemeinterrumpas.

Mordisqueóunagalletaymeditóunosinstantes.

—Sí—murmuróporfin—,creoquenomeequivoco.Lapuertaésadebeconducirbajo tierra a travésde la colinadedetrásdel castillo. ¡Megustaríabajarpor esepasadizoyverquéhay! ¡Apuesto aque lohará Jorge, tardeotemprano!

—Esperoquetendrásuficientesentidocomúnparanosalirdedebajodelacama—observóLucy—.Puestoqueloshombresnohacenmásqueentrarysalirporestaspuertassecretas,podríatropezarsinadvertirloconunodeellosycaerprisionero.

—¿Semarchó «Botón» anoche?—preguntóDolly, de pronto—. ¿Dóndeestá?

—Sí, se marchó por fin. Pero no sé adónde. Dios quiera que hayaencontradoaTassieaestashorasyquehayavistoelmensaje.

—Jorge dice que esa nota no va a servir para nada—le anunció Lucy,melancólica—.NosolvidamosqueTassienosabeleer.

—¡Repámpano! —exclamó Jack—. Claro que no sabe. ¡Qué estúpidossomos!

—Qué estúpidos, qué estúpidos, qué estúpidos —repitió en seguida«Kiki»—.¡Pipsuenaelestúpido!

—Túnovasahacer¡pip!,sino¡pum!,comocomasmásmelocotones—dijo Jack—. ¿Está vacía la lata, Dolly? Aléjala de «Kiki», por lo que másquieras.Haestadotragandosinpararmientrasnosotroshablábamos.

—¡Pobreestúpido!—dijo«Kiki»,compungido,alquitarleDollylalataydarleungolpeenelpico.

—¿Quévamosahacerhoy?—preguntóLucy.

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—Y,¿quéquieresquehagamossalvoesperar?

—YconfiarqueTassie tengaelsentidocomúndeenseñarleelmensajeaalguien—dijo Dolly—. Yo creo que hará eso, por lo menos. Sabe que nopuedeveniranosotrosella…olosabríasiseacercaseyvieraqueeltablónhadesaparecido.

El día transcurrió lentamente. No había nada que hacer, ni siquiera unáguilaqueobservar.

—Ojalápudieraaprovechareltiemporevelando—suspiróJack,tocándoseel bolsillo para ver si aún llevaba los rollos de película—. Pero no puedo.Tengounasganasenormesdeverquétalhansalidolaságuilas.

No tenían nada que leer. Las niñas pasearon un rato, preguntándose sidebíanatreverseasubiraltorreónyhacerseñalesdesdeallí.Pero¿quiénibaaverlas?NadiemásqueTassie,ynosabríaquéinterpretacióndarles.

—De todas formas, si subieseis al torreón pudiera castigaros alguno deesos hombres —dijo Jack—. No vale la pena correr el riesgo. Hemos dearmarnosdepacienciayesperaraqueTassienosmandeayuda.

Porfinpasóeldíayllególanoche.Loshombresllamaronalasniñasparaquebajarana lacámarasecretaotravez.SedespidieronapresuradamentedeJack y obedecieron. Tenían demasiadomiedo a aquellos individuos para nohacerloqueelloslesmandaron.

Jacknoseescondióenelmatorral.Cuandoanocheciólobastante,bajóalmanantialdelpiedelamurallaparabeber.Noseatrevíaaentrarenlacocinaahacerlo,porsiacasoseencontrabaconunodelosdesconocidosoleoíanéstosachicaraguaconlabomba.Seagachójuntoalmanantial,yluegoescuchó,converdaderoasombro.Seoíaunruido lamardecuriosoen laespeciede túnelporelqueelaguadesaparecía.

—¡Uuuuf!¡Au!¡Uuuuuf!

Y como si algo se arrastrara y raspara además. Algo subía por el túnel.Jackretrocedió,alarmado.¿Quéseríaaquello,cielos?

CapítuloXXII

Tassieesmuyvaliente

Reconociódeprontolosinconfundiblesladridosde«Botón»ycomprendióquepartedelruidoporlomenosloharíaelcachorro.Seinclinósobreeltúnely encendió la lámpara de bolsillo para atisbar por la estrecha boca. Vio un

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rostropálidoquelemirabaydiounbrinco.¡EraTassie!Estabainmóvil.Peroempezóareptardenuevoencuantolediolaluz.

—¡Tassie!¿Quéestáshaciendo?¡Tassie!—exclamóJackenvozbaja,perollenodeestupefacción.

La gitana no respondió. Se arrastró un poco más, hasta que cabeza yhombrosquedaronfueradel túnel.Entonceselniñolediountiróny lasacódel todo.«Botón»saliódetrásmuydesanimado.Tassie le llevabasujetoconunacuerdaynopodíaescaparse.

Lagitanasesentó,respirandodolorosamente.Encogiólaspiernasyapoyóenlasrodillaslacabeza,incapaz,alparecer,dearticularpalabra.Jackenfocóen ella la luz. Estaba empapada y sucia amás no poder. Tenía la cara, losbrazosylaspiernascubiertasdebarro.TemblabadefríoydesustoyJacklaobligóa levantarseya subiral risco.La instalódetrásdeuna rocay fueenbuscadelasmantas.Lehizoquitarseelmojadovestidoyenvolversedepiesacabeza endosmantas.Luego se sentó él a su ladopara contribuir a hacerlaentrarencalor.«Kiki»seleposóenelhombro,apretandoelcuerpocontralamejilladelaniña.Alcabodeunosinstantes,larespiracióndelagitanasehizomásregularysevolvióamirarleaJack,intentandosonreír.

—¿DóndeestáJorge?—susurróporfin.

—Conlasniñas—repusoJack,noqueriendodecirlotododegolpe—.Notealarmestodavía.Recobraelaliento.Estásagotada.

La rodeó con el brazo y sintió cómo le sacudían el cuerpo los violentoslatidosdelcorazón.

¡Pobre Tassie! ¿Cómo había llegado a quedarse tan exhausta? Pero serehízoprontoalentrarelcuerpoencalor.SeapretócontraJack.

—¡Tengounhambre!—dijo.

Jacklediogalletasysalmóndelalata.Luegosebebióloquequedabadeljugodelosmelocotones,mientras«Kiki»imitabaelruidoquehizoaltragar.

—Ahoramesientomejor—dijo—.¿Quéhaestadosucediendo,Jack?

—Dime tú a mí unas cuantas cosas primero. Y no alces la voz. Hoyenemigoscerca.

Aquelloeraunanoticiaqueporlovisto,nohabíaesperadolaniña.Seleabrierondesmesuradamentelosojos.Miróasualrededor,atemorizada.

—¿Eseseviejomalvado?—quisosaber.

—¡Claroqueno!—repusoJack—.Tassie,¿tellevó«Botón»lanota?

—Sí,Jack—contestóella—.Peroantesconseguíescaparmeayeryvinea

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pasarunashorasconvosotrosy…¡oh,Jack!¡Eltablónnoestaba!¿Adóndehaidoaparar?

—¡Esoesloqueyoquisierasaber!Bueno,y¿quéhicisteentonces?

—Volví a casa. Ya estaba angustiada por vosotros. Esta mañana llegó«Botón».Vielcollardelcordelylacartaquealguienlehabíaatadoalcuello.

—Sigue.

—Pues…yonosabíaleerla—anunciólagitana,conlágrimasenlaboca—; y no había nadie a quien preguntárselo. Mi madre estaba enfadadaconmigo y la señoraMannering se habíamarchado. Nome gustaba ir a lagranja con ella. Conque se me ocurrió de pronto atar a «Botón». CuandovolviesealcastilloenbuscadeJorge,yoleseguiríayveríapordóndeentraba.

—¡Buenaidea!—exclamóJack.

YTassiepusocaradecontento.

—Conqueencontréunacorreaviejayselasujetéalcuello.Yadondefueelcachorroduranteeldía, fuiyo también.Seenfurecióunabarbaridad. ¡Nohacía más que intentar arrancarse la correa con los dientes, y hasta intentómordermeamítambién!

Jackacaricióalcachorro,queyacíatranquilamenteasulado.

—Élnocomprendíaloqueestabasucediendo—explicó—.Bueno…ytecondujoaquíporfin,¿verdad?

—Sí.Despuésdehabervagadomillasymillaspor la colina, subiendoybajando,bajandoysubiendo,hastaagotarmeporcompleto—jadeóTassie—.Cuando cayó la noche, decidió subir a buscar a Jorge otra vez… ¡y saliódisparadocomounaflechaentonces!

—Me lo figuro. ¡Pobre «Botón»! ¡Debe estarse preguntando dónde sehabrámetidoJorge!

—Bueno,puesmearrastrótrasélymehizosubirhastaelmanantial.Pordebajodelcastillopasaporuntúnelestrecho…lamardeestrechooveces…y,¡oh,Jack,cruzapordebajomismodelamuralla!¡Imagínate!Ysaleporelotrolado.

—Y,¿tearrastrastetúporéltodoesecamino?—exclamóJack,estupefacto—. ¡Quémaravillosa eres, Tassie! Pero ¿no te caía el agua encima todo elrato?

—Sí…y casime ahogaba a veces.Y, ¡estaba tanhelada!Pero lamayorpartedelcaminonoestabamal.Atravesabalaroca,quesehabíadesgastado,yel agua corría por una especie de surco, y había espacio para que pudiera

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arrastrarmemejor.Eraalprincipioyalfin,dondedesembocaenelpatiodelcastillo, allí se estrechaba una barbaridad.Una de las vecesme encallé.Nopodíasubirnipodíabajar…¡ycreíquealomejormetendríaquequedarallíparasiempre,porqueseríalomásprobable,quenadiesabríadóndeestaba!

—¡Pobre Tassie! —exclamó Jack, dándole un apretoncito cariñoso—.¡Eres una niñamuy valiente! ¡Aguarda a que Jorge se entere de todo esto!¡Diráqueeresmaravillosa!

Lagitana se puso radiante de alegría. ¡Ojalá estuviese Jorge contento deella!Habíaacudidoensuayuda.Yahora,asuvez,interrogóconansiaalniño,deseosadesaberloqueleshabíaocurridoasuscuatroamigosdesdequelosvieraelúltimodía.

Jacklecontólahistoria.Ellaleescuchóconalarmayconasombro.Jorgeescondido en una armadura antigua… en una cámara secreta… las niñasprisioneras allá… hombres crueles que vagaban furtivamente sin que nadiesupieraporqué…pasadizossecretos…¡siaquelloeracomounsueño!Pero,porlomenos,alláestabaJackcon«Kiki»,sanoysalvo.

—¿Podrías arrastrarte por el túnel conmigo en busca de ayuda? —dijoTassie.

—Esoesprecisamenteloquepensabahacer—contestóJack—.Creoquevaldrámásquemarcheestanocheynoesperaralasniñas.Encualquiercaso,me temo que ninguna de las dos podría bajar por ese túnel. Se morían demiedoyunadeellaspudieraencallarse.Másvalequevayaabuscarayudaloantes posible. Tú puedes quedarte aquí y decirles a las niñas lo que haocurrido.Teescondesenelcentrodelmatorralhastaquesalganmañanaporlamañana.

Tassie suspiró de alivio. No tenía el menor deseo de volver por aquelterriblecaminootravez.

¡Soñaríaconaquellomientrasviviese!Tampocoqueríaquedarsesolaenelpatiodurantelanocheenrealidad.PeroJackdijoqueladejaríacon«Kiki»y«Botón»,yquepodríandormirtodosjuntosenelmatorral.

—Conquesébuenachicayhazeso.QuizáveasaJorgemañanatambién.¡Losorprendidoquevaaquedaralconocertusaventuras!

Tassie,envueltaenlasmantasaún,acompañóaJackallugarpróximoalamuralladondeelmanantialseintroducíaporeltúnel.Jacksemaravillódequepudieranadiearrastrarse túnelabajo,cuandomás túnelarriba,dándoleen lacaraelaguatodoelrato.

—Vuelve inmediatamente al matorral con «Botón» y con «Kiki»,envuélvete bien en las mantas, y duerme —dijo el niño—. No le dejes a

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«Kiki»vermedesaparecerporaquí,oquerráseguirme.

ConqueTassieregresóobedientealmatorralyseintrodujoenelcentro.Sehizounovillodentrodelasmantas,comounanimalito,con«Botón»alospiesy«Kiki»encima,aguardandoaJack.ConfióenqueelloronoseiríaencuantovieraqueJacknoregresaba.¡Alomejorarmaríaunescándaloterriblecuandosedieracuentadequesuamohabíadesaparecido!

Jacksemetiódecabezaenelaguafría.Entróeneltúnel.Olíaahumedad.Arrastró el cuerpo,usandomanosy codoscomopalanca.Distabamuchodeseraquelloagradable.

«Lástima que no encontrase “Botón” otro medio de entrar y salir delcastillo—pensó—.¿CómopudoTassiesubirporaquí,dándoleelaguaenlacaralamitaddeltiempo?¡Esunaverdaderaheroína!».

Cuandohubo recorridoun trecho,el túnelde tierra sehizode rocadura.Supuso que se hallaría debajo de la muralla ya. El túnel se ensanchóconsiderablemente, y el niño se sentó en una repisa a descansar. Estabapreocupadoporlosrollosdepelícula.Loshabíaenvueltocuidadosamenteenunsombreroimpermeablequeunodelosniñosllevaraalcastillo,atadasbienprietas las cuerdas. Sería un verdadero desastre que se echaran a perder laspreciosasfotografías.

Empezó a tiritar de frío, porque estaba ya empapado de agua.Mientrasestabaarrastrándose,teníacalor,porqueeltrabajoeraduro;peroencuandosedetenía,elfríoseapoderabadeélytemblabacomounahoja.

Reanudó la marcha. La oscuridad era completa y tenía que avanzar atientas.Siguióarrastrándoseporelacuosopasadizo,contentocuandoéstesepresentaba ancho y alto, lleno de ansiedad cuando se estrechaba, casiimpidiéndole todo avance. Le pareció que transcurrían horas antes de quellegaraalasalida.Pero¡laalcanzóporfin!Salióysesentó,jadeando,enunbrezal.Confióquejamás,mientrasviviese,tendríaquearrastrarseporuntúnelcomoaquél.Estaba segurodeque las niñas sehubieranquedado encalladasporelmiedo,sinpoderavanzarniretrocederalcabodeunrato.Habíahechobienendecidirquenoutilizaranellasaquelcamino.

Empezóatiritardenuevoysepusoenpie.Leentrechocabanlasrodillas.NoestabatanexhaustocomoTassie,perolafaltabapoco.

«Pescaréunresfriadoformidablesinoentroencalor»,pensó,aliniciareldescensodelacolina,encantadodequebrillaralaluna.

Avanzó dando traspiés, buscando con avidez su mirada Spring Cottagecuando llegó al camino que a la casa conducía. Sí, allá estaba, negra, aldestacarsecontralaluzdelaluna,plateadaybrillantesutechumbre.

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Deprontosedetuvo.Habíavistoalgoqueseleantojabaextraño.

«¡Humo!…¡Salehumode lachimenea!—sedijo,apoyándosecontraunárbol—.¿Quésignificaeso?¿EsposiblequetíaAllieestédevuelta?No.LohubierasabidoTassie.Peroentonces,¿quiénhaencendidolacocina?¿Quiénestá allí? ¿Será posible que uno de esos hombres haya bajado a ver sidescubríaalgorelacionadoconlasniñas?».

Seacercócautelosamentealacasita.Llegóaljardín.¡Brillabaunaluzenunade lasventanas!Seaproximódepuntillas,perplejoy llenodeansiedad.Atisboconcuidado.HabíaalguiensentadoenunsillónderespaldoaltoydeespaldasaJack.¿EralaseñoraMannering?Deprontoseelevóporencimadelsillónunanubedehumo,¡humoespesodepipa!

—Esunhombre—murmuróparasíelmuchacho—.¿Quiénserá?

CapítuloXXIII

Unascuantassorpresas

Jack permaneció Junto a la ventana, tiritando. ¡Si aquel hombre selevantara siquiera! Podría ver entonces si se trataba de alguno de los delcastillo.Pero¿cómoseatrevíaaentrarenlacasadeaquellamanera?

Decidió entrar sigilosamente en la casa y atisbar por una rendija de lapuertadelacocina.Asípodríaverquiénocupabaelsillón.Conque,tiritandoaúntantodeexcitacióncomodefrío,sedirigióalotrolado,dondesehallabalaventanadesualcoba.Siestabaabierta,sabíaquepodríagatearporunárbolvecino y saltar dentro. Sí que estaba abierta; una rendija nada más. Perorecordó que la falleba estaba muy suelta y que probablemente conseguiríaintroducir lamanoyhacerlasaltar.Tropezóconuncubooalgoysedetuvo,preguntándosesilehabríaoídoelquesehallabadentro.Luegosiguióhastaelárbol y gateó por él. Introdujo lamano por la rendija de la ventana e hizosaltar la falleba. Saltó cautelosamente al interior del cuarto, sin apenasatreversearespirar.Salióaloscuropasilloentrelasdosalcobas,yaguardóuninstante antesde aventurarse abajarpor la escalera,que rechinababastante.Luego inició el descenso, escalón por escalón, confiando que no rechinaríademasiado.Torcíaenunpuntoeltramo,yeraintencióndelniñodetenerseallíunpocoantesdecontinuarbajando.Pero,nohabíahechomásquellegarallí,cuandoalguienseleechóencima,leasióporlosbrazosylehizobajardeuntirónlosúltimoscuatroescalones.Cayó,quedándosesinaliento.

El que le había atacado se alzóy le levantó conbrusquedad.Después leempujó rápidamente hacia la iluminada cocina y el niño dirigió

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inmediatamentelamiradahaciaelsillónparaverquiéneraelqueloocupaba.Pero ¡estaba vacío! El que lo ocupara debía haberle oído y aguardaba. Sevolvió,forcejeando,paraveralquelesujetaba,esperandoencontrarseconunode los hombres que viera en el castillo. Los dos se miraron, mudos desorpresa,yretrocedieron,asombrados.

—¡BillSmugs!

—¡Jack! ¿Qué diablos haces entrando de esa manera? ¡Te tomé por unladrón!

—¡Troncho!¡Mehamagulladoustedbien!—exclamóJack,frotándose.

Sepusoatiritarviolentamenteotravez.Billsefijóenlaempapadaropayelpálidosemblantedelniño,yleempujóhaciaelfuego,sobreelquehervíaunescalfadorllenodeagua.

—¿Qué has estado haciendo? ¡Estás chorreando! Pillarás un catarroformidable. ¿Dónde están los otros? Cuando llegué hoy a preguntarle a laseñoraManneringsipodíadarmealojamientounanocheodos,meencontrélacasacerradaydesierta.

—Entonces, ¿cómo pudo usted entrar?—preguntó Jack, disfrutando delcalordelfuego.

—Oh, no me faltan medios. Creí que os habríais marchado todos demerienda; conque aguardé a que regresarais; pero no aparecisteis. Conquedecidípasarme lanocheaquí soloe investigarmañanapara saberquéhabíasidodevosotros.Luegooíruidosmisteriosos,creíquesetratabadeunladróny…¡tepilléati!

—Miréporlaventanaynopudeverquiéneraelqueestabasentadoenelsillón,conquedecidíentrarsinhacerruidoaecharunamirada—explicóJack—.¡Oh,Bill,nosabecuántomealegrodeverle!¡Estamosenpeligro!

—¿Qué quieres decir con eso? —inquirió Bill, sorprendido—. ¿Dóndeestánlasniñas?¿YJorge?

—Esunahistorialarga,perotendréquecontárseladesdeelprincipio.¿Ysibebiéramosalgocalientemientrashablamos?Amínomeiríamal.Yelaguaestáhirviendo.

—Estaba a punto de decir eso yo—contestó el hombre—. Te irá bientomar una taza de cacao caliente y unas galletas. Me alegro de que hayasdejadodetiritar.Apropósito,¿dóndeestálaseñoraMannering?¡Nomedigasqueseencuentraenpeligrotambién!

—Oh,no.SehamarchadoacuidaralatíadeJorge…tíaPolly…queestáenfermaotravez.Aellanolepasanada.

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Billhizounajarradecacao,encontróunasgalletasyselodiotodoaJack,quehabíaentradoyaunpocoen reacción.Sehabíaquitado la ropamojada,poniéndoseunbatín.

—No debiera estar perdiendo el tiempo así—dijo—, encontrándose losotrosenpeligro.Pero tendréquecontarle toda lahistoriaydejarquedecidaustedloquesedebehacer.

—Yapuedesempezar.

Conque Jack empezó yBill le escuchó con creciente interés y asombro.Rompió a reír al enterarse de la idea que había tenido Jorge de escondersedentrodeunaarmadura.

—¡QuécaracterísticoesJorge!Y¡québuenaidea!Aesoshombresjamásseleshubieraocurridopensarquepudieraestarseocultandoallí.

Sepusomuyserioamedidaquefueconociendolossucesos.Sacólapipa,ynoapartóuninstantelamiradadeJack.Elcoloradorostroaúnsetornómásencendidoalaluzdelfuego,ylacalvalebrillaba.

—Esunahistoriaextraordinaria,Jack—dijoporfin—.Haymuchomásenesteasuntodeloquetú tesupones.¿Cómoeranesoshombres?Descríbelos.¿Habíaentreellosalgunoquetuvieraunacicatrizquelecruzaselabarbillayelcuello?

—No —respondió el niño, después de reflexionar unos instantes—.Ninguno, que yo sepa. Saqué una buena instantánea de uno de ellos, sinembargo, cuandoestuvieron en el nidode las águilas.Recordaráque ledijequeteníalamáquinaasomandoporelmatorralparafotografiaralospájaros.Bueno,pueslesaquéuna«foto»cuandounadelaságuilasleatacó.Retratéalosdos en realidad,peropordesgracia,unodeelloshabíavuelto la cara enaquelinstanteynolepillélacara.

—¿Tienesahíesasinstantáneas?—preguntóBillconavidez.

—Tengo la película—contestó el niño, señalando el gorro impermeablequehabíadejadosobrelamesa—.Estáahídentro.Noestáreveladoaún,Bill.

—Bueno,puesmientrastúechasunsueño,larevelaréyo.Hevistoquetehasinstaladouncuartitooscurocercadelvestíbulo.Tienestodolonecesarioallí,¿verdad?

—Pero… pero… ¿no debiéramos volver inmediatamente a salvar a lasniñas?

—Tendréqueiralapoblacióndondemeencontrasteiselotrodía—repusoBill— a recoger a unos cuantos hombres y tomar otras medidas. Si esoshombres están haciendo lo que yo creo que hacen, tenemos una buena

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oportunidadparacazarlosa todos.Nocreoque leshaganningúndañoa lasniñas.

—¿Quéestánhaciendo?—preguntóJackconcuriosidad—.¿Tienenalgoqueverconlainvestigaciónenlaqueusteddijoquetrabajaba,Bill?

—Nopuedodecírteloaún.Lodudomucho;peroprontolosabré.

HizounapausaymiróaJack.

—¡Con qué facilidad os metéis de cabeza en una aventura! —dijo—.¡Jamásheconocidoaquienosigualeeneso!Semeantojaquevaasermejorque no me aparte de vuestro lado en todo el año. ¡Así tendré ocasión decompartirlas!

EchóaJackenelsofá,letapóconmantas,bajólaluzysedirigióalcuartooscuro con los rollos de película. Jack le había enseñado cuál era el queconteníalainstantáneadelhombre.

Elniñodurmióapaciblemente,porqueestabarendido.LlevabadurmiendounratocuandoledespertóBillalentrarenelcuartoexcitadoconunapelículaenlamano.

—Siento despertarte, Jack; pero esto es verdaderamente maravilloso—dijo,alzandolapelículaparaquesevieraal trasluzconayudadelaclaridaddelamanecerqueempezabaafiltrarseporlaventana—.Hasretratadoaestehombrealaperfección…todoslosdetallesestánclarísimos.Eselhombredelabarba.Pero¡fíjate!,tienealzadalacabezayselevetodoelcuello,desdelabarbillahastaelpecho,porqueestádesabrochadalacamisa.¿Quévestú?

—Unaseñal…comounacicatrizlarga—contestóJack,incorporándose.

—¡Exacto! —sacó un librito de notas de bolsillo, extrajo de él unafotografíayselaenseñóaJack—.Mira…¿veslacicatrizenlabarbillayelcuellodeestehombre?

Jack vio un rostro afeitado en la fotografía, desfigurado por la terriblecicatrizquelesurcabalabarbillaylagarganta.

—Eselmismohombre,auncuandopudieranoparecértelo,porqueen tu«foto» lleva una barba negra que probablemente se dejó crecer en estosúltimostiempos.Perolacicatrizsiguedelatándole.Ahorayaséconseguridadlo que están haciendo esos individuos en el castillo. ¡Llevo seis mesesbuscandoaestetipo!

—¿Quiénes?—preguntóJackconcuriosidad.

—Sunombre,suverdaderonombre,eseldeManneheim.Pero le llamanCuelloCortado.Esunespíamuypeligroso.

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—¡Troncho! —exclamó el niño, boquiabierto—. ¿Andaba ustedpersiguiéndole?

—Meencargarondequenoleperdiesedevistaytomaranotadetodoslospasos que diera. No debía detenerle, porque queríamos descubrir qué sellevaba entremanos esta vez y quiénes son sus amigos.Confiábamospodercazarlosa todosentonces.PeroCuelloCortadoesunhombremuylisto,quetiene la facultad de desaparecer sin dejar rastro. Le seguí la pista hasta lapoblaciónenquemeencontrasteis.Yallílaperdíporcompleto.

—¡Sefuealcastillo!—dijoJack—.¡Quéesconditemásmaravilloso!

—Me gustaría mucho conocer la verdadera historia de ese castillo —observóBill,pensativo—.Hedeenterarmedequiénessupropietario.¿Sabesloquehayalotroladodelacolina,Jack?

—No.Nuncahemosestadoporallí.¿Porqué?

—Oh,sóloqueríasabersihabíaisoídohablaraalguiendeeso.Nopuedodecirtemás por ahora. ¡Caramba! ¡Cuántome alegro de haberme tropezadoconvosotroselotrodíaydehabervenidoaquíaveros!

—Yyotambién,Bill—dijoJack—.¡Noteníanilamásremotaideadeloquedebíahacer!Ahoraqueestáustedaquí,puedodejarlotodoensusmanos.

—Sí que puedes. Bueno, me marcho con el coche a la población parahablar por teléfono allí y reunir unos cuantos amigos y algunas cosasnecesarias. Tú duerme hasta que yo regrese. Te prometo que no tardaré unminutomásdeloabsolutamentenecesario.

Jackseechódenuevo.

—No creo que haya pillado un catarro, después de todo—dijo—. ¡Quésuerteparamíquetuvieraustedelfuegoencendido,Bill!

—No había ninguna otra cosa con que hervir agua; conque tuve queencenderlo. No, tampoco creo yo que vayas a resfriarte. Podrás subir alcastilloconmigocuandovuelva,yenseñarmeelcamino.

—Pero ¿cómo entraremos?—gritó el niño al salir Bill en busca de sucoche.

Nohubomáscontestaciónqueelruidodelarranquedelautomóvil.

«PuedodejarlotodoenmanosdeBill—pensóJack—.¡Troncho!¿Quéiráasucederahora?».

CapítuloXXIV

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«Kiki»daunespectáculo

Alláenelpatiodelcastillo,Tassiehabíapasadounanocheemocionante.Había intentado dormirse en el corazón del matorral y llegó a dormitarincluso.Pero«Kiki»empezóprontoasentirdesasosiego.LeclavólasuñasaTassie,despabilándola.

—¡Quieto, «Kiki»!—le dijo la gitanilla, soñolienta—. ¡Haz el favor deestartequieto!

«Kiki», sinembargo,estabaaguardandoaJackynocomprendíaporquénoregresaba.EmpezóamurmurarenvozbajayTassieledioungolpeenelpico.

—¡Cállate,«Kiki»!¡Duérmete!¡Miralobienqueseporta«Botón»!

Seoyóunruidoenelpatio.Elloroladeólacabeza,escuchando.CreyóqueeraJack.

—¡Ponelaguaalfuego!—gritóalegrementesaliendodelmatorral—.¡Ponelaguaalfuego!

Hubo un silencio de estupefacción en el patio. Luego se encendió unalámpara de bolsillo, y el haz luminoso barrió los alrededores. Pero «Kiki»estabadetrásdeunarocaynopodíavérsele.

Eranlosdoshombresdeabajo.Habíanoídolavozde«Kiki»e,ignorandoquehubieseunloroenlavecindad,creyeronquesetratabadeunserhumano.

—¡Límpiatelospies!—gritó«Kiki»—.¿Cuántasveceshededecirtequetelimpieslospies?

Loshombresempezaronahablarentresíenvozbaja,haciendoplanesparacapturaralquehablabaenvoztanalta.«Kiki»empezóadarsecuentadequeno era Jack el que se encontraba abajo y la desilusión le hizo enfadarsesoberanamente.

—¡Piiip,suenaelpito!—dijoconvozmelancólica.

Unodeloshombresseagachóenlaoscuridad,buscóatientasunapiedraylatiróendirecciónolavoz.Dehaberledadoéstaalloro,lehubiesematadosindudaalguna.Perolepasórozando.

«Kiki»sesobresaltó.Ensuvidalehabíantiradounapiedra.Desplególasalasyvolóalamuralla,detrásdelosdesconocidos.

—¡Malo,malo!—dijoensondereproche—.¡Eresunniñomuymalo!

Loshombreslanzarongritosdefuriaygiraronsobrelostalones,tratandoen vano de descubrir quién era el que se encontraba sobre elmuro. Creían

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ahoraquehabíaallídospersonas,unaenelriscoylaotraenlapared.

—¡Baja de ahí! —ordenó uno de ellos, amenazador—. ¡Os estamosapuntando!¡Nopensamosaguantarmástonterías!

—¡Mohoso,rancio,polvoriento!—cantóelloro.

Yalacabarvolóalpatioyfueaposarsedetrásdelosotros,enlastinieblas,gruñendocomounperro.

Loshombresdieronunbrincodesusto.Elgruñidohabíasonadodetrásdeellos.

—Andaporahíunperrotambién—dijouno—.¡Veconcuidado!¡Disparasiquieres!

Yelotronoselohizorepetir.Oprimióelgatillodelapistolaquellevabaenlamano.Ladetonaciónrepercutióenlanoche.Tassie,alláenelmatorral,apuntoestuvodemorirsedelsusto.«Botón»,alarmado,diounsaltoybajódelrisco.Aúnllevabalacorreaalcuello,ycruzóelpatio,arrastrándolayrozandoconellaaunodeloshombresalpasarasulado.Éste,conlosnerviosdepuntaya,volvióadisparar.«Botón»soltóunquejidoaunquenolehabíantocado,yelotroencendiólalámpara.Vioalcachorroquesealejaba.

—¿Eraéseelperro?—exclamó—.¡Puesbienpequeñoes,entonces!

«Kiki»estabadisfrutandodelolindo.Volvióaunárbolcercanoysepusoamaullar.Sabíaimitaraungatotanbiencomoaunperro.

Losdesconocidosescucharonaquelnuevosonidoconasombro.

—¡Ahora gatos!—dijo uno—. ¡No lo comprendo! ¿Son niños que nosestángastandounabroma?

—¡Diossalvealrey;quéestúpido,quéestúpido!—clamóellorodesdeelárbol. Y soltó una de sus risas características. Acabó cacareando como unagallina y terminó lanzando un chillido de águila. Fue una representaciónmagnífica;peronoleshizonipizcadegraciaaloshombres.

—Volvamos adentro—dijo uno de ellos, ya nervioso—. Este sitio estáembrujado.No se oyenmás que ruidos y voces, sin nada que lo justifique.Volvamosadentro.

«Kiki» soltó uno de sus silbidos de tren expreso, y aquello acabódesencajandoaloshombres.

Rompieron a correr en dirección al castillo como si un tren estuviera apuntodeatropellarles.

«Kiki»volvióareír,ysurisasonódeunamanerapavorosaeneloscuropatio.HastalapropiaTassiesintiómiedoaunquesabíaqueloestabahaciendo

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todo el loro. Después de aquello hubo paz. «Kiki», tras volar un pocobuscandoaJack,volvióalmatorralyfueareunirseconlagitana.Laniñasealegrabadesucompañía.

—«Botón»sehamarchado—ledijo—.Supongoquesehabráidoporeltúnelotravez.Ahora,«Kiki»,hazelfavordeestartequietoydormirte.Estoymuycansada.

Aquellavezelloroseestuvoquieto.Metiólacabezadebajodelala,exhalóun suspiro y se quedó dormido. Tassie durmió también, y reinó un silencioturbadotansóloporelgorgoteodelaguadelmanantial.

LadespertaronDollyyLucy.Habíanpasadoapaciblementelanocheenlacámara secreta, sinquenadie lasmolestase, y con Jorgedebajode la cama.Éste se estaba cansando ya de vivir bajo tierra y había querido salir deestampíacon lasmuchachas.Dolly logrópersuadirledequeaquellonosóloresultaría peligroso para él, sino que empeoraría la situación para ellas.Conque,gruñendo,habíavueltoametersedebajodelacamadondelasniñaslehabíandejadounabuenacantidaddeprovisiones.

—¡Jack!—llamóLucyenvozbaja,al llegaralmatorral—.¡Jack!¿Estásahí?

Jacknoestaba,naturalmente,peroLucynolosabía.Tassieabriólosojosyseincorporó,pinchándoseconunarama.

—¡Jack!—volvió a llamar Lucy, y apartó lamaleza—. ¡Oh, tú, Tassie!¿Cómopudistellegaraquí?

Tassie sonrió.Se sentíadivinamentedespuésdeldescanso.Elaspectodesurostroeraterrible.Loteníacubiertodebarroyarañado,yelcabelloeraunamarañallenadetierra.Sehabíapuestoelvestidootravez.

—¡Hola!—dijo—. Vine a ayudaros. Recibí vuestra nota, pero no pudeleerla. Conque vine a ver qué pasaba. Pero el tablón había desaparecido.Conquedescubrípordóndeentrabaysalía«Botón»,yvine.

—¿Deveras?—exclamóDolly—.¿Pordóndeentraba«Botón»?

Tassieselodijo.Lasniñaslaescucharonconsorpresa.

—¿Cómo«pudiste»arrastrarteporuntúneltanmojadoyhorrible?—dijoLucy estremeciéndose con sólo pensarlo—. Tassie, ¡eres maravillosa! ¡Deverasquesí!Jamáshubierasidoyocapazdehacereso.¡Estoyseguradequeno!

—Tampoco creo que hubiese sido yo capaz—dijo Dolly—, lo que hashechohasidomaravillosoenverdad.

Tassie se puso muy contenta y sonrió a las dos muchachas. Era muy

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agradablequelealabaranauna,asíyporellosintiósesatisfecha.

—Pero¿dóndeestáJack?—quisosaberLucy.

—Marchó por el túnel en busca de ayuda —contestó la gitana—. Meencargóqueosdijeraquesentíamuchomarcharsesindecirosadiós,peroquecreíaqueeramejornoperderinstante.

—¡Oh!—murmuró Lucy, consternada—.Me hubiera gustado que no semarchasesinmí.

—Acabasdedecirtúmismaquenoseríascapazdebajarporestetúnel—dijoDolly—.Mealegrounabarbaridadquevinieras,Tassie,paraquesupieseJackelcamino.Conseguiráayudaylatraeráaquí,estoysegura.

—Pero¿cómoselasarreglaráparaentrar?—preguntóLucy.

—Podríantraerotrotablónsiquisieran,¿verdad?—observóTassie.

«Kiki»intervinoenlaconversación.

—Nodesesosrespingos—murmuróconvozagradable—.¿Dóndetieneselpañuelo?

—¡Oh, tuvounagracia«Kiki» anoche!—exclamóTassie, recordando loocurrido.

Cuandocontócómohabíandisparadoloshombrescontra«Kiki»,Lucysealarmó.

—¡Cielos! —dijo—. ¡Qué hombres más peligrosos! No me gustan nipizca.Yoquieroescaparmetambién.Creoquemearrastraréporesehorribletúneldespuésdetodo,Dolly.Ventútambién.YTassie.Nosiremostodos.

—¡Cómo!¿YdejarleaJorgesoloaquí?—exclamólagitanaindignada—.Marchaosvosotrassiqueréis,queyonomevoy.

—Sí,claro…nopodemosdejaraJorge—asintióDolly—.Oh,Tassie,vealavarte lacara. ¡La tieneshorrible! ¡Parecesundeshollinador! ¡Y…la ropa!¡Cielos!¡Estásmuysuciayrota!

—Laculpanoesmía—repusoTassie—.Fueterribleelpasoporeltúnel.Nohacíamásque engancharmeencosas.Bajaré a lavarme si creéisquenohaypeligro.

—Pues…quizásílohaya—dijoDolly,reflexionando—.Pudieransalirloshombres y verte y darse cuenta de que no eres ninguna de nosotras dos.Tesubiremosaguaypuedeslimpiarteunpocofueradelmatorral.

—Ydespuésdesayunaremostodos—dijoLucy,queteníaapetito.

Resultabadifícil limpiar aTassie,porquede loúnicoquedisponíanpara

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transportaraguaeradeunabotelladegaseosavacíaydeunatazadecartón.Peroconunpardepañuelosyelagua,consiguieronlimpiarleunpocodecaraylasmanos.Luegodesayunaron.

«Kiki» comió con ellas.De «Botón» no se vio ni señal. Supusieron quehabríabajadoporeltúneldurantelanocheyquesehallaríaconJackahora.

—¡Mirad!¡Ahíestánlaságuilasotravez!—dijoDollydepronto.

Tassie volvió la cabeza con interés, porque no las había visto aquellamañana.Lostrespájarosdescendieronalarepisa,desdedondecontemplaronmajestuosamenteelpatio.

—El aguilucho vuela ahora tan bien como sus padres, ¿verdad?—dijoLucy.

Y le tiró una galleta. Pero el pájaro ni lamiró siquiera.Continuó con lamismaimpasivamirada,comosituvieseelentrecejofruncido.

—¡Lástima que no esté aquí Jack! —dijo Lucy—. Le hubiese gustadoretratarlos a todos juntos así. Aún está aquí la máquina; pero no me gustausarla.¿Supongoquenolepasaránadasillueve,Dolly?

—Noparececomosifueraallover—contestóDolly.

PeroTassienosemostródeacuerdoconella.

—Hay bochorno —anunció—. Yo creo que habrá una tormenta contruenosy relámpagosy tal vez torrentesde lluvia.Esperoqueno estaremosaquí,enlacimadelacolina,siesquehaytormenta,porqueresultaríaterrible.El trueno retumba todo alrededor y los relámpagos parecen resbalar por lasladeras.

—Supongo que nos habrán salvado a todos antes de que la tormentadescargue—dijoDolly—.EsperoveraJackdeunmomentoaotroya…¡conayudadeunaclaseuotra!

CapítuloXXV

Amedianoche

Jack volvió a dormirse apaciblemente unas horas. No despertó hasta elregresodeBill enel automóvil, acompañadodecuatrode sus«amigos».Alniñoleparecieronbastantedurosdepelar.EraevidentequesehallabanalasórdenesdeBill.Ésteentróenlacocina,dejandoaloshombresfuera.

—¡Hola!—dijo—.¿Despertasteporfin?¿Quierescomer?Pasadelauna

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ya.

—¿Tanto?—exclamóJack—.Sí,tengounhambrecanina.

—Levantayvísteteylediréaunodemishombresquepreparedecomer.Supongo que a la señora Mannering no le molestará que nos tomemos lalibertaddeusarsucocinahoy.

—¿Vamosasubirprontoalcastillo?—inquirióelniño,envolviéndoseenelbatínydisponiéndoseasubirporlaescalera.

—Hastalanocheno.Lalunanosaldráhastatardeytenemoslaintencióndesubirpocoantesdemedianoche,mientrasaúnreinenlastinieblas.Nomecabedudaquealgunodeesoshombresestarávigilandoduranteeldía.

—Oh…lasniñassecansaránunabarbaridaddeestarnosesperandotodoeldía—dijoJack.

—Y¿quévamosahacerle?Esmuyimportantequelogremosentrarsinservistos.

Elniñosubióasucuartoysevistió.Hacíauncalorenorme,aunqueelsolse ocultaba tras nubarrones. Se sentía sin aliento aunque nada en absolutohabíahecho.

«Amenazatormenta—pensó—.Ojalánodescarguehoy.Pudieraasustaralasniñasestandoellassolas».

Seoyóunruidoenlaescalerayentróenelcuarto«Botón»,meneandolacola y fijos los ojos en Jack como diciendo: «¡Caramba, caramba, y cómoviajas!Nuncasésiencontrarteenelcastillooaquíabajo…pero¡cuántomegustaríaencontraraJorge!».

—AndasbuscandoaCopete,¿eh?—dijoJack,dándoleunaspalmaditasalcachorro,quesetumbóyrevolcóenelsuelo,comounperro—.¡Eh,Bill!¿Havistoustednuestrocachorrodezorra?

—Una especie de ciclón irrumpió en la cocina y subió la escalera —contestóBilldesdeabajo—;peronopudeverloqueera.Bajaconél.

Bajóelniñocon«Botón»enbrazos.Elcachorrolefuelamiendolanariztodoelcamino.ABilllepareciómagnífico.

ComieronjuntosyBilllehizomuchaspreguntasacercadelcastillo,deloshombresydelacámarasecreta,queelniñocontestótodolomejorquepudo.EstabasegurodequeBillpensabaintroducirseenelcastillodeunomaneraodeotraycapturaraloshombres,peronoacababadecomprendercómoibaalograrlo.

—Tienen cara de gente muy peligrosa—le dijo—. Quiero decir que…

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probablementevanbienarmados.

—Notepreocupes,noseránellos losúnicos—contestóBill, sombrío—.Conozco a Cuello Cortado de antiguo. No suele dejar nada al azar. Debióllevarse un disgusto cuando encontró a las niñas en la cámara subterránea.Seguramente supresencia allí lehabráhechoacelerar susplanes, seanéstoslosquefueren.

Jackempezóasentirseexcitado.

—Estaaventuraempiezaahervirya—dijoconsatisfacción.

—Sí;yalguienvaasalirbienescaldado—lecontestóBill.

Jack reveló los otros rollos. Las fotografías habían salidomaravillosamente.Laságuilassedestacabanbien,distinguiéndoseclaramentecasitodassusplumas.Elaguiluchoeralaestrella.Susposturasnopodíansermásperfectas.

—¡Fíjese,Bill!—exclamóelmuchacho,emocionado.

—¡Caramba! ¡Son verdaderamente notables!—dijoBill, con admiración—. Debieras poder conseguir que te las publicara cualquier revista decategoría,Jack.Ylaspagaránbienporañadidura.¡Aestepasonotardarásenhacerteunnombre!

Elniñosesintióorgulloso.Paraél,llegaratenernombreporlasaves,queerantodasuilusión,hubieseconstituidolafelicidad.Sepreguntócómoleiríaa «Kiki» sin él. ¡La furia del loro en cuanto descubriera que se habíamarchado!Bueno,estabaconTassie,alaquetambiénquería.

El día se le hizo un poco largo. Después del té, tuvo sueño y Bill leaconsejóqueseecharaunpoco.

—Pasaste una noche terrible, y necesitaremos tu ayuda esta noche.Másvalequeduermasunashoras.Asíestarásluegocompletamentedespabilado.

ConqueJackseechóencimadeunamantaeneljardínysedurmió.Hacíabochorno. Los hombres de Bill, que se habían pasado el día jugando a lascartas sin apenas despegar los labios, se quitaron la chaqueta y luego lacamisa.Casihacíademasiadocalorparapoderrespirar.

Elniñovolvióadespertarseantesdequeanocheciese.MarchóenbuscadeBill.

—¿Nodebiéramos ponernos enmarcha ahora?—preguntó—.Hace faltaunbuenratoparallegaralacima.

—Vamosarecorrertodalapartedelcaminoquepodamosenautomóvil—dijoBill—.Estoshombressonduros,perogustanpocodeescalarmontañas.

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Seguiremos el camino hasta que lleguemos al sitio en que se corrieron lastierrasyluegosubiremosapie.

Cuandoanocheciósubieron todosalcochedeBille iniciaronelascenso.Seleantojóqueelautomóvilhacíabastanteruido;peroBillleaseguróquenolooiríanenelcastillo.

—Lo único que me inquieta un poco es que esté Jorge en esa cámarasecreta—agregó—.Sihayjaleoahíabajo,ymetemoquelohabrá,noquierotenermuchachosdepormedio.

—¡Caramba,Bill!—exclamóJack,casiconindignación—.¡Sihemossidonosotros,losmuchachos,losquelehemosmetidoaustedenlaaventura!

—Sí,yalosé—respondióBill,sonriendo—.Peroeltenerosavosotrosenlavecindadnonospermiteobrarconsolturaenestosmomentos.

—¿Qué va a hacer usted? —inquirió el niño, con viva curiosidad—.Dígamelo.¡Tantodará!

—Noestoyyo tanseguro.Tododependedecómosalgan lascosas.Peroasí,enbruto,elplaneselsiguiente:bajaraesacámarasubterráneaestanoche,cuandoesténenellalasniñasyloshombresno…

—¡Yponerlasenlibertad!—dijoJack—.YaJorgetambién,¿verdad?

—Sí…si Jorgequierecondescenderhastaelpuntodesalirdeestampidaconlasmuchachas.Peroqueremosquenosenseñeélprimerolapuertasecretaquehaydetrásdeltapizy,¡semeantojaquequerráacompañarnosentonces!

—Apuesto a que sí—asintió Jack—. Y yo también, se lo advierto. Nopienso consentir que me eliminen del asunto ahora, si puedo evitarlo. Siconseguimossacaralasniñasfueradelcastilloantesdequeempieceeljaleo,todoirábien.YJorgeyyopodemosirconustedes.

—Quieroaveriguaradondeconduceesapuerta—dijoBill—.Creosaberlo,peroquiero asegurarme.Yquierodescubrir unas cuantas cosas sinque esoshombresdelcastilloseenteren.Esunalástimaquehablaranenunidiomaquenoentendía Jorge.Denohaber sido así, quizáhubiese averiguadoél loquedeseamossaber.

—Bueno,y,¿dequéformavaaaveriguarloustedentonces?

—De lamismamanera que lo hubiera podido hacer Jorge—contestó elotro, riendo—. Meterme yo, y meter a mis hombres en esas armaduras yescucharlaconversacióndeesoshombres.

—¡Troncho!—exclamóelniño,excitado—.Nosemehabíaocurridoamíeso. Oh, Bill… ¿cree usted de verdad que podrá hacerlo? ¿PodemosescondernosJorgeyyotambién?

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—Ya veremos. Confieso que me pareció una buena idea ésa de Jorgemeterse en una armadura, aunque sólo fuera al principio para gastar unabroma.Ahora…yahemosllegadoalcorrimientodetierras,¿verdad?

Asíera,enefecto.SeapearontodosyfueJackquienmarchóalacabeza.Encontróelcaminodeconejosquehabíanusadoellos,ycondujoporélaloshombres, empleando las lámparas de bolsillo porque no era fácil seguir laveredaenlaoscuridad.

Caminarontodosensilencio,obedeciendolasórdenesdeBill.Elcachorro«Botón»ibadetrásdeJack,conlaesperanzadeveraJorgeporfin.Unbúhoululó a pocos pasos y les hizo dar un brinco a todos.Hacía tanto calor quejadeaban y tenían que enjugarse el sudor de la frente.A Jack se le pegó lacamisaalcuerpo.Enladistanciaseoíaretumbareltrueno.

«Ya decía yo que amenazaba tormenta—se dijo el niño, secándose porvigésimavezlafrenteparaqueelsudornolecayeraalosojos—.Esperoquelasniñasestaránasalvoenlahabitaciónsubterránea.Allínooiránlostruenos.PerosupongoquetendránquedejaralapobreTassieenelpatio,porquenoseatreveránadejarquelaveanloshombres.Ya“Kiki”.Diosquieraquenolespasenadaaninguno».

Siguieronascendiendo, llegandopor fin a lamuralladel castillo. Jack sedetuvo.

—Aquíestálamuralla—dijo—.¿Cómovaameterseustedenelcastillo,Bill?

—¿Dóndeestálaotrapuertadequemehablaste?Nolagrandequedaalcorrimientodetierras,sinolaotramáspequeñaquedicesquehayenlapared.

—Les conduciré a ella; pero ya dije que estaba cerrada con llave —contestóelniño.

Leshizoseguirelmuro,doblarunaesquinaydetenersejuntoalapuerta.Eramuyfuerte.Estabaconstruidaderoblemacizoyencajabaperfectamenteenlapared.Éstaformabaarcoporencimadelapuertaigualquelapuertaensí. Bill sacó su lámpara y barrió con su luz la madera, hasta dar con lacerradura.Hizounaseñalaunodesushombres,queseadelantó,sacandounasorprendentecolecciónde llavesdelbolsillo.Fueprobándolas,una trasotra,conhabilidadyensilencio.Acabómoviendonegativamentelacabeza.

—Esinútil,jefe—lesusurróaBill—.Lacerraduranoesantigua,sinounmodeloespecialinstaladoentiemposrecientes.Nopodréabrirlaconningunademisllaves.

Jackescuchócondesilusión.¿Significabaaquelloque tendríanqueecharlapuertaabajo?Ellopondríasobreavisoalosdesconocidos.

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Billllamóaotrodeloshombres.Seadelantóésteconuninstrumentomuycurioso en la mano, algo muy parecido a una lata pequeña con un pilotogrueso.Elniñosequedómirándolo,preguntándosequésería.

—Tendrástúqueencargartedeesto,Jim—dijoBill—.Tiraadelante.Hazelmenorruidoposible.Parasitedoyuncodazo.

Sonódentrode la lata un ruido siseante y salió por el pitorrouna fuertellama azulada. El hombre dirigió la llama a la puerta, por encima de lacerradura.

Jack observó, fascinado. ¡La extraña llama se comió por completo lamadera!El niño no sabía qué clase de fuego estaban usando; pero no cabíaduda de que era potentísimo. El agente continuó trabajando en silencio,lamiendocon la llama lamadera todaalrededorde lacerradura.El fuegosecomióuntrozoporencimadelamisma,otroporelladoyotropordebajo.

Ahorapudoverelniñoloqueleestabasucediendoalapuerta.Elagentehabía logrado aislar la cerradura por completo, para que la puerta pudieraabrirse dejando la cerradura atrás. A Jack le pareció una idea la mar deingeniosa.

—Ahora,aentrar—anuncióBill,abriendomuydespacio—.¿Estáistodospreparados?

CapítuloXXVI

Seescondentodos

Entraronensilencio.Elúltimocerrólapuertaymetióuntrozodemaderaamododecuñajuntoalacerraduraparasujetarla.Empezabaailuminarseelpatio,porquelalunaestabasaliendo,aunquelaocultabanlasnubeslamayorpartedeltiempo.

—Iré a ver si Tassie se encuentra en el matorral —susurró Jack—.Tendremosqueaveriguarporellalasúltimasnoticias,ytendráqueescaparseconlasniñastambiénloantesposible.

EllalesenseñaráelcaminohastaSpringCottage.

Los hombres aguardaron en la oscuridad con Bill mientras Jack seacercabaalrisco.Subióhaciaelmatorral.Unavozbienaltalesaludó.

—¡Ponelaguaalfuego!¿Cuántasveceshededecirteque…?

—¡Cállate,«Kiki»!—susurróJack,conpánico.

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Oyómoverseaalguienentrelasramasypreguntóenvozbaja:

—¿Erestú,Tassie?¡SoyJack!¡Yaestoydevuelta!

Tassiesaltódelmatorralllenadealegría,porquesehabíaestadosintiendomuysolayasustada.

—¡Oh, Jack! ¿Volviste por ese horrible túnel como yo? ¿Conseguisteayuda?

—Sí…estáaquíBillSmugsconalgunosdesushombres—respondióelniño—.Túylosotrasdoschicastenéisqueiros,marcharosaSpringCottage.Jorgeyyovamosaquedarnosaverquésucede…¡sinosdejaBill!

—Pero ¿cómovais a sacar a lasniñas?Ya sabesque están en la cámarasubterráneaconJorge.

—Esoesfácil.Tiraremosdelpinchoquehayenlapareddelvestíbuloylassacaremos.Entonces,Tassie, túyellas tendréisquemarcharos lomásaprisaposible.

—Me gustaría quedarme con Jorge—anunció Tassie, testaruda—.Y, encualquier caso, ha de haber una tormenta tremenda. Yo no quiero bajar lacolinaconrayasytruenosamialrededor.

—Mira,tendrásquehacerloqueBilltemande.Quizápodréisllegarabajoantesdequelatormentadescargue.¿Estánbienlasniñas?

—Sí;peroyaseestáncansandodetodoesto.Y,oh,Jack,«Kiki»armóunescándaloenormeanochedespuésdehaberteidotú,ylooyeronloshombresy…¡dispararoncontraél!¡Mellevéunsustomayúsculo!

—¡Troncho! ¡Me alegro que no te vieran a ti, Tassie! Hubieran podidoherirte.

—Las niñas bajaron a la cámara cuando los hombres las llamaron estanoche—prosiguió la gitana—. Pero les hicieron toda clase de preguntas entonomuyduroyhorrible,ylehicieronlloraraLucy.Nocomprendíanlavozquehabíanoídoanoche,ypensaronquehabríaaquíalgunaotrapersonadelaquenohabíanqueridohablarles.Conque,porúltimo,Dollytuvoquedecirlesquesetratabadeunloro,ydespuésdeesoyanohablaron.

—Vamos…,hemosdeiradondeestáBillycontarletodoesto—dijoJack—.Loshombresestánaguardandoalláabajo…,losdeBillquierodecir,claro.

La luna salióde entre las nubes cuando sedirigían al grupodehombressilenciosos, conque procuraron andar al amparo de las sombras para no serdescubiertos. Hubiese sido una verdadera calamidad que delataran supresenciaenunmomentotancrítico,siesquealguienestabavigilando.

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—¿Dóndeestán losotroshombres?—lepreguntó Jacka lagitanaenunsusurro—.¿Losabes?¿Estánen lacámarasecreta,oandanrondandoporelcastillo?

—Queyo sepa, no están enningunaparte del castillo…,ni del patio—respondió Tassie—. Deben estar en la cámara secreta, sin embargo. ¿Notendréisqueirconcuidadositiráisdeesepinchoyabríselagujero?

—Sí que tendremos que ir alerta. Aquí está nuestro amigo Bill Smugs,Tassie.ÉstaesTassie,Bill,laniñadequienlehablé.

Bill le hizo unas cuantas preguntas a las que ella contestó con timidez.Parecía que los hombres se hallaban en la cámara subterránea, en efecto.Bueno, pues, ¡menuda sorpresa iban a llevarse cuando giraron la piedra yviesenquiéneslesestabanesperandojuntoalaescalera!

—Ahora, escuchadme bien—dijo Bill—. Tú has de hacer funcionar lapalancaqueabre laentradade lacámarasecreta,Jack.Unodemishombresestará a tu ladopara ver cómo lohaces, por si tenemosnecesidaddeusarlaotravez.Encuantogire lapiedra, losotrosyyonoscolocaremos juntoa laaberturaylesgritaremosaloshombresquesehallenabajoquesuban.Esperoquelostendremosapuntadosconnuestraspistolas.

—¡Troncho! —exclamó Jack, sintiendo escalofríos de excitación—.¡Tengacuidadoconlasniñas,Bill!¡Estaránmuertasdemiedo!

—Les puedo gritar que se quiten del paso —anunció el hombre—. Túdéjalodemicuenta.Teprometoquelasmuchachasnosufrirándañoalguno.Las haremos subir en seguida y tú, Tassie, las llevarás inmediatamente aSpringCottage.¿Hascomprendido?

—MegustaríaquedarmeconJorge—siguióinsistiendoTassie.

—Bueno, pues no puedes —le contestó Bill—. Jorge estará de vueltamañana.Bien.¿Comprendéistodosyaloquehadehacerse?

Todos comprendían. Avanzaron en silencio hacia la oscura mole delcastillo,perdidosenlassombras.Lalunasehabíaocultadotrasgruesasnubes.Retumbóeltruenodenuevo,aúnlejano.

Entraronenelvestíbulo.TodosmenosTassiellevabansuelasdegoma.Lagitana iba descalza, como de costumbre. Ni siquiera llevaba los zapatoscolgados al cuello ni a la cintura como otras veces. Los había escondido,porque su madre le había amenazado con quitárselos. Jack, silencioso, sedirigió hacia el fondo del vestíbulo, acompañado de un agente. Tassie leenseñó a Bill dónde estaba la entrada del subterráneo. Jack tiró del pinchoempotradoenlapared.Sonóunchirrido,ylalosadescendióparagirarhaciaun lado como siempre. Apareció un agujero, con una escalera de piedra

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descendente.Seveíadesdefueralaluzdelquinqué.Bill,depiejuntoalborde,escuchóatentamente.Abajonoseoíanada.Jackseacercóaéldepuntillas.

—QuizásóloesténlasniñasyJorgeabajo—susurró—.Talvezsehayanmarchadoloshombresaalgunaparteporlapuertasecretaquehaydetrásdeltapiz.

Billasintióconungesto.Gritóporelagujero:

—¿Quién está ahí abajo? ¡Contestad!Respondió una voz aterrada, la deDolly.

—Sólonosotros;¿quiénes?

—¡Dolly!¡SomosyoyBillSmugs!—gritóJack,antesqueelotropudieraimpedirlo—.¿Estáissolas?

—Sí.—LavozdeDolly temblabadeexcitaciónahora—.¿EstáBillahí?¡Oh,québien!

JackbajócorriendolosescalonesyBillylosotroslesiguieron,quedandounode losagentesarribadeguardia.LoprimeroquehizoBill fuebuscarelpincho abajo y cerrar el agujero.Aguardóunmomento y luego, de acuerdocon loconvenidodeantemano,elhombredeguardiaarribaabriódenuevo.Billqueríaasegurarsedequeleeraposiblesaliryentraravoluntad.

LucycorrióaJackylediounfuerteabrazo.Laslágrimasleresbalaronporlasmejillas.DollylesonrióaBill,ehizounesfuerzopordominarsusdeseosdedarleunabrazo.Peronopudo:sentíademasiadoalivioalverles.

—Nohaytiempoqueperder—anuncióBill—.¿DóndeestáJorge?

—¡Oh,Bill,sehaido!—exclamóLucy,volviéndosehaciaélyasiéndoledel brazo—. ¡Cuandobajamos aquí esta noche ya no estaba!Yno sabemosdóndesehaidonicómo.Nosabemossiledescubrieronloshombres,osisemarchó por su cuenta, o qué. No dejó ninguna nota ni nada. Pero hemospensadoquequizá se leocurriera explorar el camino secretoquehaydetrásdeltapiz.

—Bill,esoshombresvanavolverahora—adivinóDolly,acordándosedepronto—. Le oí a uno decirle a otro en inglés que celebrarían su últimareunión aquí esta noche. Conque pueden estar de vuelta en cualquiermomento,porqueesaquídondesereúnenydondeguardansusmapasoloqueseaqueestudiancontantaatención.

—¿Dóndelosguardan?—inquirióinmediatamenteBill.

Dollyseñalóloscajonescerrados.

—Ahídentro.Perolostienenbajollave.Bill,¿quévaustedahacer?Qué

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misteriotangrande,¿verdad?

—Empiezo a ver claro—anunció Bill—. Escucha, Dolly, tú y Lucy ostenéis quemarchar inmediatamente a SpringCottage conTassie y quedarosallá hasta que volvamos nosotros, ¿habéis comprendido? Podéis salir por lapuerta lateralde lamurallaqueahoraestáabierta.Elhombrequehedejadoarribaosacompañaráhastaallíparaencargarsedequesalgáissinpeligro.Unavezfuera…,¡derechasacasa!

—Pero…, pero… —empezó Dolly, a quien le hacía muy poca graciamarcharsesinJorge.

—No hay pero que valga. Aquí quien manda ahora soy yo, y vosotrasobedeceréis sin rechistarmis órdenes.Ahora…, ¡andando! ¡Nos reuniremosconvosotrosmañana!

Dolly,LucyyTassiesubieronsumisas laescaleraysalieronalvestíbulo.Elagentedeguardialasacompañóhastalapuertadelmuroylasviosaliralacolina.

—¿Estáissegurasdequeconocéiselcamino?—lespreguntó.

Porque él, desde luego, hubiese sido incapaz de encontrarlo en laoscuridad.PeroTassieloconocíatantoytanbien,yteníatantaseguridadenlospies,quecasihubierapodidoencontrarloyseguirloconlosojoscerrados.

Lasniñasdesaparecieronen lanoche.Elhombreregresóasupuesto.Laentrada a la cámara se hallaba cerrada ya. Abajo, Bill, Jack y los otros seestaban poniendo apresuradamente las armaduras. Bill tenía el propósito deasistiralareunióndeCuelloCortadoysushombres.Jacksealegródeverquetodos llevaban armas. Los agentes poco dijeron. Eran la gente menoshabladoraquehabíaconocidoelniñoensuvida.

AJackseleobligóausar laarmaduraqueestabaenelfondodelcuarto.Billnoqueríatenerledemasiadocercaporsi,comodijera,habíajaleo.Elniñoestabatemblandodeexcitación.

«Kiki»noseencontrabaalláabajo.Tassieselohabíallevado,apesardesus gritos de ira porque le separaban de Jack otra vez. Pero no era posibletenerallíunloro:hubiesedescubiertotodalajugada.«Botón»,noobstante,seencontrabaenlacámaraaunquenadieestabaenterado.Sehabíametidodebajodelacama,dondenotabaelolordelamo,aquientantoquería.Jacksehabíaolvidadoporcompletodeél.

A los pocos minutos, todas las armaduras se encontraban nuevamentesobresusrespectivospedestales.Sóloquedabanvacíastresdeellas.Todaslasotras tenían ocupante, aunque uno de los hombres, bastante corpulento, sequejabaamargamentedequelasuyanoleibabiennimuchomenos.

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—¡Silencio, ahora!—ordenó Bill—. ¡Ni una palabra! ¡Creo haber oídoalgo!

CapítuloXXVII

Laaventurahierve

Peronohabíanadie,sinountruenotanfuerte,queelruidohabíapenetradohastalacámarasubterránea.

—Espero que no se asustarán las niñas—observóBill, imaginándoselasbajandoporlacolinaenlaoscuridad—.¡Siestarálloviendo!

—YocreoquenocorrenningúnpeligroyendoconTassie—dijoJack—.Ellaconoce lugaresenqueguarecerse.Noserá tan tontacomoparametersedebajodeárbolesninadaasí.Hayunascuantascuevaspequeñasenlaladera.Quizásemetanenunahastaquepaselatormenta.

Silenciodenuevo.Erasorprendentequetantaspersonas,incómodastodas,pudieran permanecer de pie enfundadas en armaduras, sin un leve chirridosiquiera.

Un hombre carraspeó y el sonido hizo un efecto extraño en la estanciaoculta.

—Novuelvasahacereso,Jim—advirtióBill.

Un silencio de muerte reinó otra vez. Jack exhaló un quedo suspiro.Resultaba insoportablemente excitante hallarse de pie, escondido en unaarmadura,chorreandodesudor,jadeandodecalor,aguardandoaquellegaranotros.

De pronto se oyó claramente el rechinar de una llave en la cerradura.Luegotemblóeltapizdeunapared…¡yalguienloalzódesdeatrás!

Todosquedaronrígidosensuarmadura,atisbandolosojosporlasviseras.¿Quiénseacercaba?

Unhombresaliódedetrásdel tapiz,alzándoloycolgandodeunclavoelextremopara que pudieran entrar sin dificultad los que le seguían. Jack viodetrásdeellosunaaberturaenlapared.Deellafueronsaliendohombresquecaminabansilenciosos.Y…,¡conellosaparecióJorge!

Elhombrede lasenmarañadascejas ibaelprimero.Luego,elbarbudoaquienBillllamabaCuelloCortado,quearrastrabaaJorge.Elbarbudollevabaabrochadoelcuellodelacamisaynoseleveíanirastrodelacicatriz.Jorge

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procuraba aparecer tranquilo, pero Jack sabía que, en realidad, estabaasustado. Tras él entraron otros tres hombres, todos ellos demala catadura,conojospenetrantesygestodedurezaenloslabios.Entraronenlahabitaciónhablando. Dejaron el pasadizo secreto abierto y Jack se preguntó adondeconduciría.Elmuchachoteníalasmanosatadasalaespaldacontantafuerza,que la cuerdamordía la carne.CuelloCortado le arrojó sobre una silla.NotardóenversequeaJorgeacababandecapturarle.CuelloCortadoseencaróconélenseguida.

—¿Cuánto tiempo llevasenestecastillo?¿Quésabes?¿Quéhasvistoentodoeltiempo?

—Estabaaquíconlasniñas—lecontestóJorge—.Meescondídebajodela cama. No se les ocurrió a ustedes mirar ahí debajo. No estaba haciendoningún daño. Sólo vinimos a jugar a este castillo. No sabíamos quepertenecieseanadie.

—Trae a las chicas—gruñó Cuello Cortado, hablándole al de las cejasenmarañadas—. Tráelas aquí. Interrogaremos a los tres. ¡Pensar que unpuñadodecriaturasnoshaganperdereltiempodeesamanera!

El de las pobladas cejas se dirigió a la cama, donde supusoque estaríandurmiendo las niñas, como de costumbre. Pero cuando retiró la cortina, vioque no estaban allí. Se quedó boquiabierto unos instantes. Luego tiróbruscamentedemantasycubiertas.

—¡Noestánaquí!—exclamóconasombro.

Elbarbudosevolvió.

—¡Noseasimbécil!¡Tienenqueestaraquíenalgunaparte!Sabemosquenopuedensalirdeestecuartounavezlohemoscerrado.

—Elniñopuedehaberlesabiertodesdearriba—dijoelotro.

CuelloCortadoseencaróconJorgedenuevo.Ésteestabasorprendidodeque hubieran desaparecido las niñas, pero no tenía la menor intención dedelatarsusorpresaaaquelloshombres.

Eldelascejasmiródebajodelacama,aunquetodosestabanconvencidosyadequelasmuchachassehabíanmarchado.CuelloCortadolepreguntócondurezaaJorge:

—¿Lesabristetú?

—No.Yaleshedichoqueestabaescondidoaquí,debajodelacama.Noheestadoarriba.

—Puesentonces,¿quiénlesabrió?—inquirióeldelascejas,tanceñudasahora,quelamarañacasiletapabalosojos.

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—¡Dinostodalaverdad!—ordenóelbarbudo,convozominosa.

Jorge,enlugarderesponder,mirócongestodedesafíoalotro.Elbarbudoperdió losestribos,alzó lamano,y ledio talgolpeaJorgeenun ladode lacabeza,quetiróalniñodelasilla.Jorgevolvióalevantarse.

Jack, fuera de sí de ira, vio ponerse colorada la oreja de su amigo yempezarahincharse.

—¿Hablarásahora?—preguntóCuelloCortado,conlavozroncadeira.

Los otros hombres contemplaban la escena sin decir una palabra. Jorgesiguió sin responder. Jack se sintió orgulloso de él. ¡Qué valiente era! Depronto, con gran horror suyo, vio que el hombre sacaba una pistola y ladepositabasobrelamesaJuntoaél.

—Tenemos medios y maneras de hacer hablar a los niños —dijobrillándolelarabiaenlosojos.

AJorgenolegustónipizcaelaspectodelarelucientearma.ParpadeóunpocoyluegomiróaCuelloCortadodenuevo.Perosiguiósinhablar.

Nadie sabía lo que hubiera sucedido después, de no haber habido unainterrupciónbruscaysorprendente.

De súbito, «Botón», que se había agazapado detrás de una silla al otroextremo del cuarto al llegar los hombres, salió lanzado como piedra decatapultayseechósobreJorge.Todoelmundosepusoenpiedeunsalto,yelbarbudoempuñósupistola.Cuandovieronqueel recién llegadonoeramásqueuncachorrodezorra,volvieronasentarse,furiososdehaberseasustado.Enparticulareldelanegrabarba,queledioungolpealcachorro,haciéndolerodarporelsuelo.«Botón»enseñólosdientes.

—¡No le haga daño!—exclamó Jorge, alarmado—. No es más que uncachorro.Yesmío.

—¿Cómo entró aquí? Supongo que cuando salieron las niñas, ¿eh? —gruñóeldelascejas.

—Nolosé—respondióelniñoperplejo—.Lesdigoqueenrealidadnosécómosalieronlasniñas,nicómoentróelcachorro.Tanmisteriosomepareceamícomoaustedes.

—Siestechicodicelaverdad,másvalequeterminemosynospongamosenmarcha—atajóeldelascejas,conciertaansiedad—.Tienequehaberotragente por aquí, aunque bien sabe Dios que se hamantenido una vigilanciaestrecha.Acabemosdearreglarnuestrosasuntosyvayámonos.

Volvió a escucharse en la cámara el fragor del trueno. Los hombres semiraronunosaotros,coninquietud.

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—¿Quéeseso?—preguntóeldelascejas.

—Untrueno,claroestá—gruñóelbarbudo—.¿Quéteposa?¿Empiezasaponertenerviosonadamásqueporqueunpuñadodechicosandanjugandoporaquí?Loquenecesitanesunabuenapaliza,yyameencargaréyodequeésteporlomenoslareciba,auncuandosehayanescapadolasniñas.

«Botón»secolocóalospiesdeJorgeysehizounovillo.Lesteníamiedoaaquelloshombres.

CuelloCortadolehizounaseñalaotro,yésteselevantó.Fuealcajónenque se guardaban los documentos, los abrió y sacó un fajo de papeles quedepositó delante del barbudo. Entonces empezó uno larga discusión en unidioma que Jorge no pudo comprender. Pero ¡lo entendió Bill, que hablabaochoonuevelenguasyescuchabaatentamenteyconavidez!

Jorgepermanecióalicaídoensuasiento.Lehacíandañolasmuñecasylaorejaizquierdahabíadobladosutamaño.Nisiquierapodíafrotársela,porqueteníasujetaslasmanos.«Botón»lelamiólapierna.Aquelloleresultóunpocoanimador.¿Adóndehabrían ido lasmuchachas?;sepreguntó.Sealegrabadesaberque,con todaseguridad,habíanhuido.¿Había llegadoayuda?¿Habríalogrado encontrar Jack a alguno? ¿Le rescatarían a él también? Sintió nohallarsemetidoenlamismaarmaduraenqueseocultaraanteriormenteVolviólavistahaciaellayporpocoabriólabocadesorpresa.

¿Noeranojoslosqueveíanbrillartrasaquellavisera?Elniñoteníamuybuenavista y daba la casualidadque la luz del quinquédabade lleno en lavisera de la armadura que contemplaba. Se le antojaba que, en lugar de unespaciovacío,habíatraslaviseraunacara.Miróalaarmaduradeallado,ytambién creyó ver ojos allí… ¡y en la siguiente! Sintió miedo. ¿Habíancobradodeprontovidatodasaquellasarmaduras?¿Quiénhabíadentro?Sediocuentadequecasi todas ellas estabanocupadasy se echóa temblar.CuelloCortadoreparóenelloysepusoareír.

—¡Ah! ¡Conqueempiezas a tenermiedode loquepueda sucederle aunniño que semete en los asuntos ajenos! ¡Quizá te animes un poco a hablardentrodeunpoco!Jorgenorespondió.Empezóafuncionarleconclaridadelcerebroynotardóenllegaraunaconclusión:losocupantesdelasarmadurasnopodían serenemigos: teníanque seramigospor fuerza. ¡Qué tontohabíasido con asustarse!Causabaun efecto extraño, casi sobrenatural, ver atisbarojosporaquellasviseras.

«¡Conque eso explica la huida de las muchachas! —pensó—. Ahoracomprendo.Jackconsiguióayuda,despuésdetodo.Yalosqueleacompañanse les ha ocurrido la idea de hacer lo que yo hice…, ¡esconderse en lasarmadurasparaverquésucede!¿SiseráunodeelloselPecas?».

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Sintiéndosemuchomejorya,permitióquesuvistaerraradenuevoporlasarmaduras.Noseatrevíaamirarcondemasiadainsistencia,por temoraquealgunodeloshombreslesiguieselamiradayvieraloqueestabaélviendo.

Elrumordeotrotruenollegóhastalacámara,conmásfuerzaahora.Hacíauncalorinsoportablealláabajo,ylosrevestidosdearmadurateníanquehaceresfuerzos para no boquear. El sudor les resbalaba por el cuerpo y ansiabancambiardeposiciónunpoco.Peronoseatrevíanamoverse.

Bill escuchaba atentamente todo cuanto se decía, aun cuando Jorge nolograbacomprenderunasolapalabra.Habíaunaseriedepapelesextendidossobrelamesa;peroBillnopodíaverlosbien.Parecíancopiasalferroprusiato,detallesdemaquinariaquizá.Noeraposibledistinguirlos.

CuelloCortadolosrecogióporfin.LuegosevolvióhaciaJorge.

—Bueno, hemos terminado nuestro trabajo. No tendremos el gusto devolverosaverniatiniatusamigas.Peroantesdeirnos, tevamosadarunescarmiento para que sepas que a nosotros no se nos espía impunemente.¿Dóndeestálacuerda?

—¡Noseatrevausteda tocarme!—exclamóJorge,poniéndoseenpiedeunbrinco.

CuelloCortadotomólacuerda.Yentonces,congranhorrorsuyo,unadelas armadurasbajóde supedestal, alzó, con sonidometálico,unbrazocuyamanoempuñabaunapistola,ydijo:

—¡Seacabólapartida,CuelloCortado!¡Oshemospilladoatodos!

Sonabahuecalavoz.Elbarbudoysuscompañerossequedaroninmóvilesun instante, consternados. Luego miraron a su alrededor ¡y vieron que lasdemásarmadurascobrabanvidatambién!Parecíaunapesadilla,¡unapesadillaenlaquefigurabandemasiadaspistolas!

—¡Manosarriba!—ordenóBill,convozcortante.

El de la barba empezó a obedecer; pero se volvió de pronto, asió elquinquéyloestrellócontraelsuelo.¡Lacámaraquedóentinieblas!

CapítuloXXVIII

Unatormentaterrible

Billexhalóungritoderabia.

—¡Jack,Jorge!—mandódepronto—.¡Meteosdebajodelacama!¡Quizá

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hayadisparos!

Losniñosobedecieronsinvacilar.Selanzaronhacialacama.Jorgelogróintroducirsepordebajo,jadeando,sintiendonotenersueltaslasmanos.Jack,enfundadoen laarmadura, sequedóatascadoamediocamino.Nosabían loque estaba sucediendo en el cuarto. Se oían gritos, jadeos y gemidos; peronadiedisparaba.Laoscuridaderademasiadoprofundaparacorrerelriesgodemataraunamigo.Lessonabaa losniñoscomosiestuvieranrodandoporelsuelohombresconarmaduraysinella,porqueelruidoeraespantoso.

De súbito se oyó un chirrido y los niños comprendieron que se estabadescorriendo la losa que daba acceso al vestíbulo. Pero ¿quién la estabaabriendo?¿Su ladooel contrario? Jorgeno tenía lamenor ideadecómoseabría desde dentro, aunque había intentado varias veces dar con el secreto,porquenocabíadudadequeexistiríaunamanera.Notardóencomprender,noobstante, que era el de labarbanegrao algunode sus secuacesquienhabíaabiertoparahuir,porqueoyócómolegritabaBillalagentequedejabaarriba:

—¡Alerta,Tom!¡Disparacontracualquieraquesuba!

Tomseplantódeunsaltojuntoalaorilladelaabertura;peronopudovernada.Unodeloshombressubiócongransigilolaescalera.Tomnoleoyóyrecibióungolpetremendoquelehizorodarporelsuelo.EraCuelloCortadoqueintentabaescapar.Habíaperdidolapistolaenlarefriega,delocontrariohubiese disparado contra el agente. Antes de que este último pudieralevantarse de nuevo y atraparle, desapareció. Otro hombre que le seguía,tropezóconTomyselecayóencima.Elpobreagenterecibióotrogolpequele dejó aturdido. Entonces el de las cejas enmarañadas le dio un salvajepuntapiéydesapareciótambién.Despuésdeeso,Tomyanosupoquéhacer,siquedarse juntoa laescalerapara impedirque subiesealguienmás,o si salircorriendodetrásdelosquehuían.Peropuestoquenoteníanilamásremotaideadeladirecciónenquehabíanmarchado,decidióquedarsedondeestaba.

Abajo,lascosaslesibanmalalostreshombresqueaúnquedaban.Unodeellos se hallaba ya completamente fuera de combate.Otro se había rendido,porqueBillselehabíasentadoencimacontalfuerza,quenolequedabaotroremedio.Eltercerohabíaintentadohuirporelpasadizosecretodedetrásdeltapiz, deteniéndole Jim, que ahora le arrastraba de nuevo a la cámaraprofiriendoamenazas.

Bill encontró por fin una lámpara de bolsillo y la encendió. El quinquéestaba hecho pedazos y no tenía arreglo. Era una verdadera suerte que nohubiera incendiado el cuarto.A la luz de la potente lámpara, Bill echó unamiradaasualrededor.Elhombreencimadelcualhabíaestadosentadoyasehallaba en manos de otro. Parecía bastante compungido. Tenía un ojohinchadoyunbultoenormeenlacabeza.Billpresentabaunaspectoextraño.

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Continuabaconlaarmadurapuesta,perosehabíaquitadoelyelmo,desuertequeasomabalacalvacabezaconmechonesdepeloacadalado.

Losdosniñossalierondedebajodelacama.BillhubodetirardeJackparadesencajarle. Éste se quitó la armadura tan aprisa como pudo y le desató aJorgelasmanos.

La expresióndeBill era delmayor disgusto.Vio que los dos hombres aquienesmásganasteníadeatraparhabíandesaparecido.CuelloCortadoyeldelascejasenmarañadas.

Legritóaldearriba:

—¿Estásahí,Tom?

—Sí,jefe—contestóelhombre,contonoextrañamentesumiso.

—¿Cazastealosdosquesubieronlasescaleras?

—No,señor.Sientodecirlequemederribaronyhuyeron—replicóTom,convozmássumisaaún.

BillmascullóunaseriedepalabraspocohalagadorasparaeldesgraciadoTom.

—Baja aquí —ordenó—. ¡Qué imbécil eres, Tom! Estabasmaravillosamente situado allá arriba. ¡Hubieras podido cortarle la retirada atodounejército!

—Esqueestabatanoscuro,jefe,quenoveíanigota.

—Bueno, pues has dejado escapar a dos de los de más importancia—anuncióBill,condureza—.Noeséseelmejormododeconseguirunascenso.Sientonohaberdejadoaotroentulugar.Supongoqueesosindividuosestarányaamediamilla.Sindudatendránuncochepotenteescondidoenalgunapartedispuesto para facilitarles la fuga en caso de apuro ymañana a estas horasestarányaalotroextremodelpaís.

ElpobreTomestabaalicaído.Eraun individuoenormeya losniños lesparecióquedebíahaberpodidocapturardivinamenteadoshombressinayudaalguna.EstabanexcitadísimosysentíannohabertenidoocasióndedeteneraCuelloCortadoellosmismos.

—Ataaesostipos—ordenóBill,señalandoconungestoaloscautivos.

Jimsepusoahacerloconmuchatraza,dejandoalostresbiensujetosenpocosminutos.

—Ahoraecharemosunamiradaaesosdocumentos—lesanuncióBill.

Unodeloshombreslosdesplegóanteél.

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—Sí—accedióBill,examinándolos—.Aquí tienen todo loquedeseabansaber.EseCuelloCortadoeselespíamáslistoqueheconocido.Apuestoaqueestaríarabiandocuandotuvoquedejarestospapelesatrás.Representabanunafortunaparaél,yerandeunvalorincalculableparalanaciónporcuentadelacualtrabaja.

Volvieron a recoger los papeles. Un trueno terrible repercutió en laestancia.Todossemiraron,consobresalto.

—¡Quétormenta!—exclamóelllamadoJim—.¿Eraesounrelámpago?

Hastaallísehabíavisto.

—Latormentadebeestardescargandoahoraporencimamismodelcastillo—observóBill—.Meparecequenonosaventuraremosporlacolinahastaquehayaterminadodeltodo.

—¿Novaustedaverdóndeconduceelpasadizosecreto?—preguntóJack,condesilusión.

—Claroquesí.IremosTomyyomientraslosotrosbajanlacolinaconlosprisioneros.Perocreoqueesperaremosaqueamanezcaya.

Latormentaarreció.JorgeintentócontarleaBillloquelehabíasucedidoaqueldía,perotuvoquehablaravozengrito,porqueelfragordelostruenosnopermitíaqueseoyese.

—Estaba tan aburrido, que se me ocurrió bajar por el pasadizo paradescubriradondeibaaparar—gritó—.Conquecuandoloshombressubieronlaescaleradespuésdeecharseunbuensueñoaquíabajo,salídedebajodelacama ymemetí por ese agujero de la pared. Lo habían dejado abierto, talcomoloveustedahora,coneltapizrecogidoydescorridalalosa.Bueno,pueshayunapuertaenunladodeesaabertura…

Untruenoleinterrumpióotravezysedetuvo.Todoelmundoleescuchabaconinterés,salvolosprisioneros,queestabanhoscostodos.

—Lapuertaesaestabacerrada,peroalguiensehabíadejadolallaveenlacerradura—prosiguióelniño,cuandosehuboapagadounpocoel fragor—.Conquelaabrí.Empujélapuertaymeencontréenunpasadizoestrecho.

—¿Noestabaoscuro?—preguntóJack.

—Sí; pero tenía mi lámpara de bolsillo. La encendí y pude verdivinamente.Elpasadizoseextendíacuestaabajo,entreparedesdepiedraalprincipio…, supongo que serían los cimientos del castillo… y luegome dicuentaquedebíadehabersalidoyadedebajodeledificio.Estabaatravesandountúnelabiertoenlarocaviva.

—Ysupongoqueconduciríaalotroladodelacolina,¿verdad?—dijoBill

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—.Yvistealgomuyinteresante,¿noescierto?

—Nopudellegartanlejos.Oípasosdetrásdemíypenséqueseríamejorqueme escondiese. Conqueme encaramé a una repisa estrecha, cercana altechodelpasadizo,ypermanecíallísinmoverme.

—¡Troncho!—exclamóJack—.¿Tepasódelargo?

—Sí;peromeandababuscando.Mehabíaolvidadodecerrarlapuertaquedabaalpasadizoy,cuandoloshombresvolvieron,sedieroncuentadeelloylesextrañó.Conquemandaronaunoparaqueaveriguasequiénhabíaabiertolapuerta.

—Y,¿tedescubrieron?—inquirióBill.

Perounnuevotruenoleahogólavoz.

—Cuando el hombre vio que no me encontraba en ninguna parte delpasadizo,regresó—prosiguióJorge—.Peroevidentementeeljefenopensabapermitirqueanduvieseyoerranteporahí,ehizoquetodosselanzaranporelpasadizoenbuscamía.Yclaro,notardaronenencontrarmetendidosobrelarepisa.

—¿Qué sucedió entonces?—inquirióBill—.No te trajeron aquí, porquelasniñasestabanpreguntándosedóndetehabríasmetidocuandobajaronestanoche.

—No.Meataronlasmuñecasy los tobillosymedejaronenelpasadizo.Dijeronque,puestoqueparecíagustarmeeltúnel,podíaquedarmeenélhastaqueestuvieranellosendisposicióndetraermeaquíeinterrogarme.Conqueahímequedéhastaqueme trajeron.Medesataron los tobillosparaquepudieraandar.Ymetrajeronaestacámaracomoyaviousted.

—¡PobreJorge!Malratopasaste—observóBill.

—¡Troncho! ¡El «susto» que me llevé cuando vi brillar sus ojos por laviseradelaarmadura,Bill!—exclamóelniño—.¡Elmayorsustodemivida!Peronotardéencomprenderqueteníaquetratarsedepersonasamigas.

El fragordel truenoera tangrandeycontinuoahora,que resultaba inútilintentarhablar.

Aguardaronsentadosensilencio,pensandoen lo terriblequedebíaser latormentaalláfuera.

—Voyasubiraecharunamiradaporlapuertaprincipal—anuncióBill—.Debesermagníficoelespectáculodesdeallí.

—Subiremosnosotrostambién—dijeronlosniños.

Yleacompañaronescaleraarriba,dirigiéndosealaabiertapuertaprincipal

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delcastillo.

Sedetuvieron,admirados,antesde llegarallí.Toda la regiónyacíacomosobrecogida bajo la peor tormenta que conociera jamás. Los relámpagosrasgabanelfirmamentosincesar.Exhalacionesbifurcadashendíanelcielodearribaabajo.Eltruenonoseparecíaanadadecuantoconociesen,tanfragosoyavasalladorera.¡Noenmudecíauninstante!Redoblaba,repercutíaysonabacomo dando vueltas a la montaña y semejante al estampido de cañones deterriblepotenciaquebombardearanalenemigo.

Y,¡lalluvia!Caíacomosisehubiesensalidodemadrecaudalososríosenlas nubes. Nadie hubiera podido salir, porque el agua misma le hubiesemachacadoconsupesocontraelsuelo.

—Es una tromba—dijo Bill—. ¡Se ha abierto el cielo y descargado undiluvio! Jamáshevistocosasemejantemásqueunavez,en la India.SemeantojaqueCuelloCortadoysucompañeroloestaránpasandobastantemalenlaladera.

—Seacomofuere,lasniñastuvierontiempodesobraparallegaraSpringCottage —dijo Jack— espero que se encontrarán sanas y salvas en casa.¡SantoDios!¿Quéesesoahora?

CapítuloXXIX

Elpasadizosecreto

MientrasJackhablaba,sonóeltruenomáshorrísonoqueestabadestinadoaescucharensuvida.LehizodarunsaltoviolentoyagarrarseaBill.Nuncahabíaoídoun ruido tangrande.Leacompañóun relámpagoque iluminó lascolinas enmuchos kilómetros a la redonda.Durantemedio segundo, se viotodo increíblemente claro y, sin embargo, con cierto aspecto de irrealidad.Luegoreinaronlasmásprofundastinieblas.Perolostresexperimentaronunaextrañasensacióncuandoelrelámpagoseprodujo.

Billleshizoretrocederunpocodepronto.

—¡Creoquehasidoalcanzadoelcastillo!—dijo—.Sí;asíes…,¡mirad!

Alaluzdelrelámpagosiguiente,sevioqueunodelostorreonesseestabadesmoronando.Alcaer laoscuridaddenuevo,seoyó,a travésdel insistenterepiqueteodelalluvia,elruidodepiedrasqueseestrellabancontralaspiedrasalderrumbarseeltorreón.

—¡Latormentaseencuentraexactamenteencimadenuestrascabezas!—

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gritóJack—.Volvamosalacámarasubterránea,Bill.Tengomiedo.Sentíeserelámpago…,estoysegurodequelosentí.Bill,¡lostruenosestánsonandoenelpropiopatio!

Y Bill se inclinaba a creerle al oír en torno suyo el fragor. Se vio otrorelámpagoy,denuevo,pareciócomosi lesatravesaraa los tresunaextrañasacudida.

—¡Me parece que si no hubiésemos llevado suelas de goma estaríamosmuertoseneste instante!—pensóBill,depronto—.¡Caramba!¡Havueltoacaerunrayosobreelcastillo,estavezsobreeledificioprincipal!¡Quedaráenruinascomoestocontinúe!

Empujóalosniñoshacialaescaleradelacámara.Bajaronysedetuvieroncon temor. ¡Porque ahora parecía como si el propio castillo se estuvieraderrumbando!

Billtiróapresuradamentedelpinchoquecerrabalaabertura.Ahorasentíaganasdeaislarsede la tormentabajosólidapiedra.Vio,conalivio,cómosealzaba la losa obturando el hueco. Casi a continuación, se oyó el impactoterribledepiedraencimadeellos,ytodalacámararetembló.

—¡Elcastillosenosvieneencima!—exclamóJorge,palideciendo.

Y tal era la sensación que daba, en efecto. Bill supuso que parte deledificio había vuelto a ser alcanzado por un rayo, desmoronándose haciadentro.Sepreguntósiloquehabíanoídoseríaeldesmoronamientodeltechodelvestíbuloencimadeellos.Habíasonadocomosilofuera,porlomenos.

Se oyeron nuevos y estrepitosos ruidos que no eran truenos, y luego unrelativosilencio.Nadiehablóduranteunossegundos.

—Comprendocómosucedióelcorrimientode tierras—dijoBill,por fin—.Una tempestad como éstaminaría sin dificultad el camino, produciendocomoconsecuenciaundesmoronamientodeesaclase.Nadamesorprenderíaquesucedieralomismoestanoche.Meparecequesedestruiráotrotrozodelcamino.

—La lluvia es espantosa—dijo Jack—. En mi vida he visto una igual.Apuestoaquelasniñasestánespantadas,alláenlacasasolas.

—Sí,sientoquenoestemosconellas—asintióBill.

Echóunamiradaaloscautivos.Parecíanmuyasustados.Loqueoíandelatormentaydelderrumbamientodelcastillolesestaballenandoevidentementedeaprensiónporloquepudierasucederdespués.Enmalasituaciónestaban.

—Acabodedarmecuentadequetengolamardehambre—dijoJorgedepronto—.Nohecomidonadadesdequememarchéaexplorarelpasadizo.

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—Debes de estar realmente hambriento—le dijo Bill—. Y yo tambiénsiento bastante apetito. Parece haber un bonitomontón de latas allá. Si nospusiéramosacomer,creoqueellonosayudaríaapasarunpocoeltiempoyaolvidarlatormenta.

JackyJorgeexaminaronlas latas.Escogieronunadecarneconespecias,otradelenguaydosdemelocotones.Laabrieronycolocaronsucontenidoenalgunos de los platos apilados en unamesita.Bill encontró de beber.Hacíatanto calor, que los hombres se alegraron de que hubiese allí botellas decerveza. Los niños tomaron gaseosa y limonada que encontraron también.Todos se sintieron mejor después de haber comido. Parecía estarseapaciguandolatormenta.

Billconsultósureloj.

—¡Lascincoymedia!—exclamó,conunbostezo—.Nocreíaque fueratantarde.Bueno,puestoquela tormentaestápasando,quizáconvinierasalirun poco al patio para respirar aire fresco. Será de día ya Tal vez puedadespacharamishombresconlosprisioneroscolinaabajo.

—Sí,yo tengounasganas locasde respirar aire fresco—dijo Jorge,quetenía rojode calor el semblante—. ¿Cómo se abre la losadesde aquí abajo,Bill?

—Desdearriba,juntoaltecho—respondióelhombre,enseñándolecómo.

Había una palanca oculta allá. Tiró de ella, pero no semovió. Volvió atirar.

—Estáencallada—dijoconsorpresa—.Aver,Tom,pruebatú.Eresfuertecomouncaballo.

ProbóTom.Perotampocopudoconseguirquesemoviese.

Lo intentaron después Bill y Tom juntos. La losa se movió unoscentímetros, y se detuvo. Fueron inútiles cuantos esfuerzos se hicieron acontinuación.Billsubiólaescalerahastadondepudoe intentóatisbarpor larendija;peronopudovernada,asíqueregresó.

—Metemoquepartedelcastillosehaderrumbadoencimadelalosa.Lapalancaeslobastantefuerteparamoverlalosa;peronosotrosnolosomoslobastanteparadesalojarloquehayencima.Nopodemossalir.

—Entonces,tendremosqueusarelotrocamino,elpasadizoporelquebajéyoayer—dijoJorge,indicandoconungestoelhuecodetrásdeltapiz.

—Sí—dijoBill—;¡Diosquieraquenohayahabidocorrimientosporeselado también!Pero dices que está tallado en la roca viva, ¿verdad?Debierahallarseintactoentonces.

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Ibahaciendocadavezmáscalorenlacámarasubterránea.«Botón»,quesehabíarefugiadodebajodelacamadurantelalucha,saliófueraysetumbódecostadojuntoaJorge,colgandolalenguafueracomoladeunperro.

—Tienesed—dijoJack—.Debedebeber.

—Noquedanadamásquegaseosa—contestóJorge,vertiendounpocoenunplato.

«Botón» tenía tantased,quese lobebió todo,y luegosesentósobre loscuartostraseros,relamiéndosepensativoelhocico,comodiciendo:«Bueno…,desde luego eso estaba húmedo y era agradable… Pero ¡qué sabor másextraño!».

—Vamosaquedartodosasadossinonosmovemosprontodeaquí—dijoBill—.Andando…,probaremossuerteporestelado.Yoiréelprimero.

Semetióporelhuecodelaparedyempujólapuertaqueencontró.Cedióésta.Billpasóporella,encendiendolalámparadebolsillo.

Los dos niños le siguieron, y, detrás de ellos, los tres hombres con susprisioneros,queparecíancompletamenteaplanadosya.Nohabíanhabladoenmuchísimorato…

El túnel era estrecho, pero bastante recto al principio. A la luz de lalámpara de Bill se vio que estaba construido en los propios cimientos delcastillo.

—Esmuyprobablequehayamazmorrasaquítambién—dijoBill—.Esunsitioextraño.Yhabrámáscámarassecretas.Lasleyendasdellugarmencionanmásdeuna.

Alcabodeunrato,lasparedesdepiedradeltúnelseconvirtieronenrocaviva de superficie desigual. El aire era sorprendentemente fresco.Resultabadeliciosotraslatemperaturadelacámaradelaqueacababandesalir.

Ahora empezó a serpentear un poco el pasadizo. Bill opinó que era enparteartificialyenparteobradelaNaturaleza.Eraevidentequeatravesabalacolinabajandosiempre.Enalgunossitioslacuestaerabastantepronunciadaytodos resbalaron un poco. Luego, de pronto oyeron el rumor de agua. Sedetuvieron.BillmiróaJorge.

—¡Agua!—exclamó—.¿Vistetúaguacuandobajaste?

Elniñomoviónegativamentelacabeza.

—No—dijo—.Estabatodoseco.Aúnnohemosllegadoalarepisasobrelaquemeeché.

Siguieronadelante,extrañadosy,desúbito,vieronloquehacíaelruido.El

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diluvio,filtrándoseporlacolina, intentabaescaparporalgunaparteybajabaen torrente por el túnel. Había encontrado un punto débil en el pasadizo,introduciéndoseporél.Corríacuestaabajo,rugiendoygorgoteando.

—¡Cielos! —exclamó Jack, mirando por encima del hombro de Bill yviendoalaluzdelalámpara,laimpetuosidaddelagua—.¡Nopodremosbajarporaquíahora!

—No es muy profunda —dijo Bill, contemplándola—. Me parece quepodremosvadearlasindificultad.Esunasuerteparanosotrosqueelpasadizovayacuestaabajoynocuestaarriba.

¡Elaguasehubieseprecipitadosobrenosotrosdelocontrario!

Semetiódentro,ycomprobóque le llegabaa la rodilla.Lacorrienteerabastantefuerte,peronotantocomoparahacerperderanadieelequilibrio,auncuando las niñas quizá hubiesen experimentado dificultad enmantenerse enpiedehabersehalladoaquí.Billsealegróinfinitoquenoestuvieran.

Semetieron todos en el torrente. Estaba frío y su frescura les resultó atodos agradable. Continuaron la marcha. «Botón» se le había enroscado alcuelloaJorge;leteníaunodiomortalalagua.

Caminaronunrato.LuegoJorgeseñalóunarepisarocosacercadel techodelpasadizo.

—Ahíesdondemeescondí—dijo—.¿Love?Eraunbuensitio,¿verdad?Nadiemehubieraencontradodenohaberestadobuscándome.

Pasarondelargolarepisa.Elaguaeraunpocomásprofundaahora,porqueeltúnelteníamáspronunciadalapendienteporallí.Lamarchasehizolenta.Jackseestabacansandoya.Leparecíaquenuncaseibaaacabaraquello.Legustabanlasaventuras,perosedijoquelegustaríatenerundescansoenésta.

De pronto, la pendiente se hizo más grande aún, hasta el punto que eltorrenteseconvirtióenverdaderacascada.Billsedetuvo.

—Noveocómovamosapoderbajarporaquíamenosqueresbalemosporel agua —dijo—. Aunque…, aguardad un instante: creo que hay unosescalonesdepiedrabajoelagua.Síqueloshay.Iremosbiensinonosdejamosderribarporlacorriente.

Fue él delante, avanzando con precaución, buscando con los pies losescalones. Los niños le siguieron con igual cautela. La fuerza del agua porpocohizoperderelequilibrioaJackenunpardeocasiones.

Alcabodeun rato,Billapagó la lámparadebolsilloy ¡brillódelantedeelloslaluzdeldía!Losescalonesdepiedradesembocabanenelladoopuestodelacolinadelcastillo.¡Habíanllegadoalexteriorporfin!

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Billsaltódelaguaysalióporunaestrechaaberturadelaladera,cubiertademaleza.

—Bueno…,¡henosaquí!—exclamó—.Sanosysalvosdespuésdetodo.

CapítuloXXX

Elotroladodelacolina

Los niños salieron del agujero también, y todos contemplaron lo que sehallabaasuspies.Seencontrabanenunaladeramuypendiente,quecaíacasia plomodesde donde se encontraban. Inmediatamente debajo de ellos habíaalgo que se asemejaba a una granja, con dependencias en la cuesta. Todoalrededor se alzaban alambradas, hilera tras hilera de vallas de alambre depúas. Abundaban éstas al pie de donde se encontraban también. Había unbosquecillodetrásde lacasay,enmedio,unclaro.Enelcentrodelclarosealzabaunamáquinadecuriosoaspecto.Eragrandeybrillante.Paralosquesehallaran en la granja o en suvecindad, quedaría simplementeoculta por losárboles,pero,desdearriba,selaveíaconclaridad.

—¿Qué es? —preguntó Jack, contemplándola a la clara luz del solmatutino.

—Nisiquierayolosé,Jack—respondióBill—.Esunodelossecretosdenuestro propio país…, algo en que están trabajando nuestros más grandescientíficosmilitares.

—Y,¿trasesoandabaelespíaCuelloCortado?—inquirióJorge.

—Tras eso andaba. Se enteró de su existencia. Averiguó dónde estabanhaciendoen secreto laspruebas.Ydescubriócongranalegríaqueestabaenventauncastilloantiguoalotroladodelamismamontaña.

—¡Troncho!Así,¿compróelcastillo?

Billmovióafirmativamentelacabeza.

—Sí.Meencarguédeaveriguarquiéneraelpropietario.CuelloCortadonolo había comprado usando su verdadero nombre, claro; era demasiado listoparaeso.LoadquirióennombredeuninglésllamadoBrown.Unhombrequepasabaporinteresarseenlosedificiosantiguos.PeronotardéensaberquiénseencontrabatrasdeBrown.

—¡Quélistoeres,Bill!—exclamóJack,conadmiración.

—Nohace falta ser listo para eso.Es una cosamuy fácil enmi trabajo.

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SabíaqueCuelloCortadoprobablementeandababuscandoadueñarsedeestesecreto; pero, por más que me devané los sesos, no vi cómo iba a poderlograrlo.Comopodéisver,estámuybienescondidoaquí,detrásdeesaviejagranja… y bien protegido por alambradas en las que probablemente habrámezcladootroalambreconcargaeléctrica.

—Bueno, pues, ¿cómo consiguió descubrir el secreto entonces? —preguntóJorge.

—Mediante un alarde fotográfico y abriéndose paso, seguramente, pordebajo de las alambradas hasta el propio aparato. Mirad…, ¿no veis ahíseñales de que se ha estado cavando? Bueno, puesme imagino que CuelloCariadoy sus amigoshicieronunpocode trabajode zapador, haciendounaminapordebajodelaalambradaparasalirsinpeligrodentrodelrecinto.

—¿Nolesveríanadie?

—No, trabajando desde este lado. A nadie se le ocurriría pensar quepudiera intentarsenadadesdeaquíarriba. ¡Parecía imposible llegaraquí, tanpendienteeslamontaña!

—¡Ynadieconocíalaexistenciadelpasadizoqueatravesabalacolina!—exclamóJack—.¿Cómoseenteróél?

—Consiguió planos antiguos del castillo, supongo. El último propietariodel castillo estaba completamente loco, comohabréis colegidopor las cosasextrañas que hizo. Construyó toda clase de habitaciones secretas conmecanismoscuriosos,viviendoenunmundorománticodesupropiacreación.CuelloCortadohallólahabitaciónqueconocemoslamardeútilyelpasadizosecretofueunverdaderodondelcieloparaél.¡Desembocaprecisamenteporencimadelmismísimosecretoquelehabíanencargadoqueaveriguase!

—Esunhombrevaliente—dijoJorge.

—Sí,casitodoslosespíassonvalientes—lecontestóBill—.Peroésteesun hombre particularmente antipático.Ni en su propio país le quieren. Estásiempre dispuesto a traicionar a cualquiera, aunque sea su mejor amigo.Bueno…,metemoquesenoshaescapadootravez.Pero¡menosmalquesedejólosplanosdenuestrosecretoenlacámarasubterránea!

—Conqueahoranopodráhacerningúndaño,¿verdad?—dijoJorge.

—No; a menos que se lo sepa todo de memoria —contestó Bill—. Latiene, y maravillosa por cierto. De forma que puede hacernos, más queprobablemente,algúndañoaunahora.

—Dios quiera que no—dijo Jorge—. ¡Me hubiese gustado más que lecogiéramos, Bill! Y al de las cejas enmarañadas también. No me gustóningunodelosdosnipizca.

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—Los tres a los que hemos pillado no sonmás que vulgaresmaleantes,dispuestosahacercualquiercosa,porsuciaquesea,mientrasselespague—anuncióBill—.Hedejadoquesemeescaparanlosverdaderosculpables…,¡yme darán en los nudillos por eso! Me está bien empleado. Tuve unaoportunidad magnífica de atraparles. Debí haber adivinado que a CuelloCortadoseleocurriríaromperelquinquéparadejarnosaoscuras.

Todos se habían alegrado del descanso y de poder respirar aire fresco.Ahora Bill se puso en pie y miró colina abajo. ¿Cómo podrían bajar sinhacersetrizasconelalambredepúas?Nadieteníaganasdearrastrarseporeltúnelquehabíaabiertoelespíaparaintroducirse.

Billvioaalguienandarporabajo.Diouna llamada,yelhombrealzó lavista,evidentementeasombradodeveratantagenteallá,enlaladera.

—¿Quiénessonustedes?—gritó.

—¡Amigos! —respondió Bill—. ¿Está ahí el coronel Yarmouth? Leconozcoyquisierahablarconél.Peronopuedoatravesarestaalambrada.

—¡Mire! —exclamó Jack de pronto señalando una máquina magníficainstaladadebajodeunmatorral—.¡Asíescomohicieronlasfotografías!¡Coneso!Esunadelasmáquinasmáshermosasquehevistoenmivida.Ynolehahechodañoalgunoeldiluvio…,estáprotegidacontraelagua.

Supongoquelamáquinaqueustedmeregalóestáechadaaperderya,Bill.Lateníaenelmatorraldelriscoysinproteccióndeningunaclase.Ladejéallí,pordesgracia.

—¡Quélástima!—repusoBill—.Bueno…,quizápuedaarreglarlascosasparaquetedenéstaencompensación…ycomojustacorrespondenciaaquemedejarastomarparteentuaventura,Jack.

Alniño lebrillabanlosojos. ¡Quéfotografíaspodríasacarsi tuvieseunamáquinacomoaquélla!Debíadeserunadelasmejoresdelmundo.

Aparecióotrohombreahoradetrásdelagranja.Jackhabíaesperadoqueelcoronelfueradeuniforme,peroibadepaisano.

—¡Eh,Yarmouth!—gritóBill—.¿Nomeconoces?

—¡Diosmío!—seleoyóexclamaralcoronel,conasombro—.Mandaréaunpardehombresparaqueleabrancamino.

Conque,enrelativamentepocotiempo,lesfueabiertopasoatravésdelasalambradas,queserepararonnuevamenteatodaprisatrasellos.Bajaronalagranja,resbalandoycasicayendoporlacuesta.

ElcoronelyBillsemetieroneneledificioahablar.Losotrosaguardaron,conpaciencia,fuera.JackyJorgesetumbaronsobrelosbrezosybostezaron.

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¡Ambossequedarondormidosalinstante!

Alcabodeunrato,elcoronelyBillsalieron,dandounasórdenes.Tresdelos hombres del primero se llevaron a los prisioneros, encerrándolos en uncuartoencaladodeunadependencia.Lapuertasecerróconcandado.

—Bueno, ya me deshice de ésos —dijo Bill, muy satisfecho—. AhoraregresamosaSpringCottage.Metemoquetendremosquebajarhastaelfinaldelacolina,seguirlacarreteraallí,ysubirporelotroladohastavuestracasa.Nohayningúnotrocamino,alparecer.

Losniños,yadespiertos,soltaronunaqueja.Nosesentíanconánimosdeandarmás.Peronohabíamásremedioquehacerlo.

—¿Ylosmapasoloquefueraquenosdejamosenlacámarasecreta?—preguntóJack.

—Oh, no costará ningún trabajo recogerlos. Uno de los hombres delcoronelentraráporeltúnelylosrecogeráencuantopareelagua.Yalostresprisioneroslosmandaránadondecorrespondemástardebajoguardia.

—Supongoquelaaventurahaterminado—dijoJorge—.¿Porcompleto?

—Quedanunoscuantoscabossueltosqueatar—respondióBill—.HemosdeversiencontramosrastrodeCuelloCortadoodesucompañeroenalgunodelosdistritosvecinos.EsprobablequeCuelloCortadosecortelabarba;perosi lo hace, se le verá la cicatriz, a menos que encuentre una manera dedisimularla.Quizánospongamossobresupistayleatrapemos.Esoseríaunfinalsatisfactorio,¿verdad?

—Tendremosque irabuscarelcochedeusted también,¿verdad?—dijoJack,acordándose—.Lodejamosalpiedelcorrimientodetierras.

—Enefecto—asintióelotro—.¡Diosquieraquenoselohayallevadoeldiluvioohayaquedadosepultadobajootroaluddetierra!

—Quierosaberqué lesocurrióa lasniñas también—dijoJorge—.¡Diosquiera que lograran llegar a casa sanas y salvas antes de que descargara latormenta!¡Parecequehacesiglosquenolasveo!

Bajaron la colina, guiados por el hombre de la granja. Le interesaron lamar sus aventuras, pero no le dijeron gran cosa fuera de que les habíasorprendidolatormentaenelcastilloyquehabíantenidoquesalirdeallíporun antiguo pasadizo. «Botón» corría ahora detrás de Jorge, encantado deencontrarsealairelibre.Hastaélhabíadesempeñadosupapelenlaaventura,puestoquelehabíaenseñadoaTassiecómoentrarysalirdelcastillosinusarpuertasniventanas.

Llegaronalpiedelacolinaycaminaronporlacarreteradesdeallí.Luego

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alcanzaronelsenderoqueconducíaaSpringCottage.

—¡Ahí está por fin!—exclamó Jack, echando a correr hacia la casa—.¡Eh,niñas,aquíestamos!¿Dóndeoshabéismetido?

CapítuloXXXI

Elfinaldelcastillodelaaventura

Seoyóunchillidoenlacasa.EraLucy,claro.Saliócomounacentellaporlapuerta,brillanteslosojos,ysefuederechaaJack.Porpocolederribóensualegríaalverledenuevo.

—¡Jack! ¡Estásdevuelta! ¡Y Jorge! ¿Dóndeosmetisteis? ¡Estábamos lamardealarmadasporvosotros!

DollyyTassiesalierontambién,expresandosualegría.

—¿Estuvisteis bien durante la tormenta? ¡Estábamos tan inquietas porvosotros! ¡Tassie ha subido la colina y dice que la mitad del castillo se hacaídoporlamontaña!

—¿Yvosotras?¿Estuvisteisbiendurante la tormenta?—inquirióJack,alentrar todos en casa—. ¡Estábamos muy asustados al pensar que pudieraisestar bajando la colina con ese diluvio! ¿Llegasteis aquí antes de quedescargaralatormenta?

—Habíaempezadolalluviaylostruenossonabananuestroalrededorcasitodo el tiempo, pero no hubo relámpagos —contestó Dolly—. Estábamoscaladas para cuando llegamos aquí. Tassie no nos hacíamás que decir quevolveríanacorrerselastierras…¡ytuvorazón!

—¡QuébuenachicaesTassie!—exclamóJack—.Consiguiótraerosaquíjustamente a tiempo. ¡No puedo ni empezar a decirte cómo se pasó en elcastillo!

Perosíquelocontóylasniñasleescucharonconlosojosmuyabiertosdehorror.¡Quénoche!

—¿Dóndeestá«Kiki»?—preguntó Jack,mirandoa sualrededor—.Creíquemesaldríaasaludar.

—No ha hecho más que salir en busca tuya —contestó Tassie—. Perovuelvecadavez.Yanotardará,estoysegura.

Yno tardó.Cosadediezminutosmás tardeentróvolando,habiéndole avozengritoaJack.

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—¡Cuántas veces, cuántas veces, cuántas veces, rancio, mohoso,polvoriento,Jack,Jack,Jack!

Seleposóenelhombroylepicoteólaoreja,concariño.Jorgesellevólamanoalaorejaizquierda,queaúnestabahinchada.

—¡Novengasalhombromíoapicotearmelaoreja!—ledijoa«Kiki»—.¡Aúnnoestáencondicionesdequelapicoteennilaroan!

Las niñas prepararon el desayuno para todos, charlando hasta por loscodos, felicesde tener a su ladoa losniñosy aBill.Éstemandóa sus treshombresenbuscadelautomóvil.

—Yahora—dijoBill,cuandoterminarondecomer—,¿ysiecháramosunsueño,muchachos?¡Yoestoyagotado!

JackestabacasidormidoyayJorgenohacíamásquebostezar.ConquelosniñossubieronadormirasucuartoyBillseechóenelcanapédelacocina.Lasniñassalieronaljardínahablar.Lahierbaestabatanmojada,quetuvieronqueponerimpermeablesenelsueloparasentarse.

Eldíaerahermosoya,ynoseveíaniunanube.Hacíaunfrescoagradable.Elbochornohabíadesaparecido.Charlaronechadas, interviniendo«Kiki»devezencuando.«Botón»sehabíadormidoencimade Jorge.«Kiki»no teníasueño,conquenosequedóenlaalcoba,conformándoseconasomarsedevezencuandoalaventanaparaasegurarsedequeJackcontinuabaallí.

—Vienealguien—dijoDolly,depronto.

Seincorporóaver.

—SonlostreshombresdeBill—dijoLucy,contonodeindolencia.

Lostresagentesentraroneneljardín.Teníanunaexpresiónmuyseria.

—¿Dóndeestáeljefe?—preguntóunodeellos—.Lenecesitamos.

—¡Estádormido!Conquenolemolestenaún—atajóDolly.

—Losiento,perometemoquenotendremosmásremedioquemolestarle.Tenemosnoticias.

—¿Quénoticias?—preguntóLucy—.¿Hanencontradoelautomóvil?

—Sí;peroledaremoslasnoticiasanuestrojefeenpersona.

—Puesenlacocinaleencontrarán.

Loshombressedirigierona lacocina.DespertaronaBilly las tresniñasoyeronqueledecíanalgoconurgencia.Billsalióylasmuchachaslemiraron,interrogadoras.

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—¿Quéocurre,Bill?—preguntóDolly—.¿Hanencontradosucoche…yestádestrozadooalgo?

—Hanencontradomicoche,enefecto—respondióBillmuydespacio—.Yhanencontradoalgomástambién.

—¿Qué?—preguntaronlasniñasacoro.

—Al parecer. Cuello Cortado y su compañero bajaron por las tierrascorridassinnovedadyencontraronmiautomóvildondeyolodejé.Seconocequesesubieronaéleintentarondarlavuelta.Enaquelmomentolesalcanzóeldiluvioyseinicióotrocorrimiento.

—¿Estánmuertos?—preguntóDolly.

—Meloimagino.Nolosabemosenrealidad.Elaluddetierraalcanzóalcoche y lo arrastró. Le hizo dar la vuelta de campana y lo depositó en unbarrancocon las ruedasparaarriba,yallí lohanencontradomishombres…conCuelloCortadoysucompañerodentro.

—Así,¿nopuedensacarles?—exclamóDolly,muypálida.

—Se han encallado las portezuelas. ¿Tenéis algún cable de acero deremolcar,ocualquiercuerdaresistentequenoserompaconfacilidad?Encasoafirmativonos la llevaremosparaver siconseguimosdar lavueltaalcoche,abrireltechoysacaraloshombres.

Dollyfuealcobertizoyvolvióconuncabledeacero.SelodioaBillensilencio.Ningunade lasniñaspidióquese ladejase ir.Aquél lesparecíaunfinalhorrible,hastaparadoshombresmalos.

Aguardaronconimpacienciaaquesedespertaranlosmuchachosycuandopor finbajaronbostezandoyquejándoseotravezde tenerhambre, lasniñascorrieronadarleslasnoticias.

—¡Troncho! —exclamó Jack, con sobresalto—. ¡Mira que encontrar elcocheasí!Debieroncreerquelesprotegíalasuerte…hastaquelesalcanzóelcorrimientodetierras.¡Elsustoquesellevaríanentonces!

Billregresóunashorasmástarde.Losniñoscorrieronasuencuentro.

—Ninguno de los dos hombres hamuerto—anunció—. Cuello Cortadopadececonmocióncerebral,estásinconocimientoyenmalestado.Elotroserompió una pierna y le encontramos sin conocimiento también. Pero ya havueltoensí.

—¡Conqueloscapturóustedalosdosdespuésdetodo!—exclamóJorge—.¡Magnífico!

—¿Yelcoche?—preguntóDolly.

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—Me parece que está hecho migas —contestó Bill—. Pero eso no meimporta.SeguramentemeregalaránunonuevocuandomijefesepaquetengoaCuelloCortadoysuamigoadisposiciónsuya.Estoconstituyeunverdaderotriunfo… aunque jamás hubiese dado con su secreto de no haber sido porvosotros.

—Sí, pero ¡en menudo apuro nos hubiésemos encontrado de no haberaparecido usted!—repuso Jack—. ¿Qué dirá tía Allie cuando regrese y seenteredetodoloquehapasadodurantesuausencia?

—¡Diráquenopuedevolverlaespaldasinquenosmetamosenalgúnlío!—ríoJorge—.¿DóndeestánsushombresBill?

—Mandé a Tom al pueblo en busca de ayuda en lugar de llevármeleadondeestáelcoche.Ymandarondealláunpardecamillasyunmédicoqueestaba en el pueblo por casualidad. Conque supongo que a estas horas iráncamino del hospital. Y cuando la pareja se despierte, cada uno de ellosencontraráunpolicíaasulado.

—¡Oh,Bill! ¡Quéaventura!—dijoDolly—. Jamás soñéquepudiéramosverlemetido en todo esto cuando vinimos aquí. Y… ¡ha sucedido todo tandeprisa! Espero que pasaremos el resto de las vacaciones con mástranquilidad.¡Yahecorridoaventurassuficientesparaduranteunaño!

—Tengo ganas de estirar las piernas —dijo Jack—. ¿Y si diéramos unpaseocolinaarribaparaverloquehasidodelcastillo,Bill?

—Deacuerdo—contestóelinterpelado.

Conqueecharonaandar, todosauntiempo,endirecciónalcastillo.Peronopudieronsubirtantocomoantes,porquelastierrassehabíancorridohastamuchomásabajo,ylacolinaestabasembradademontonesdehúmedasrocas,pilasdetierra,árbolesarrancadosderaíz,ynumerososriachuelos,todolocualdabaalaescenaunaspectodeacabadadesolación.

—Eshorrible—dijoLucy.Luegosevolvióamiraralceñudocastillo—.Parecediferente.Algolehaocurrido.Subamosaver.

Conque subieronmás,usandoel caminoabiertopor los conejos.Y, ¡quédiferenciaencontraronalacercarsealcastillo!

—Dosdelostorreoneshandesaparecidoylamayorpartedelamuralla—dijo Lucy—. Podemos entrar derecho en el patio ahora por encima de loscascotes.¡Quéruidoharíatodoesoalcaer!

—Y, ¡fijaos en el castillo! —exclamó Jack—. ¡La parte central se hahundido!¡Casinoesmásqueunasimplecáscaraya!

Parecíaunaruina.Jorgelocontemplóconintensidad.

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—La parte del centro debe haberse desmoronado sobre el vestíbuloprincipal —dijo—. No es de extrañar que no pudiera usted mover la losaaquella,Bill.¡Debehaberunascuantastoneladasdepiedraencima!

Billteníaunaexpresiónalgosolemne.Sedabacuentadeporcuanpocosehabíanlibradotodosdelamuerte.Dehaberestadoencualquierotrapartedelcastilloodelpatio,habríanquedadoreducidosapulpayenterradosbajo losescombros.Elhallarseenlacámarasubterránealeshabíasalvadolavida.

—¡Adiós, mi máquina fotográfica y todas nuestras mantas y cosas! —exclamóJack.

—Repondréyotodoloquehabéisperdido—prometióBill,que,habiendocapturado aCuelloCortado, estaba dispuesto a prometer elmundo entero acualquiera—.¡Yosdaréacadaunounmagníficoregaloporhabermedejadotomarparteenvuestraaventura!

—¿Amítambién?—preguntóTassieenseguida.

LeerasimpáticoBill.

—Atitambién.¿Quétegustaría,Tassie?

—Tresparesdezapatosparamísólita—contestó,consolemnidad,laniña.

Seecharonareírlosotros.Sabíanquelagitananoselospondríajamás.Selimitaríaacontemplarlosyadmirarlos;nolosllegaríaausar.¡QuéTassiemásrara!

—Volvamosacasa—sugirióLucy—.Noquieromirarmásesaruina.

—Ni yo—dijo Dolly—; pero aunque no sé por qué, me parece que esmuchomejorcomoruinaquepuedaexplorarquienquiera,quecomocastillopropiedaddegentemalaodeespíascomoCuelloCortado.¡Ahoramegustamás!¡Mealegroalpensarque todosesoscuartosmohososestánenterrados!¡Eranhorribles!

—Rancio,mohoso,polvoriento—cantó«Kiki»,encantado—.¡Piiipsuenaelmohoso,rancio,polvoriento!

—¡Idiota!Siemprehasdedecirtúlaúltimapalabra,¿eh?—dijoJack.

Bajaronlacolinadecaraalsol,dejandotrassíelmelancólicoyderruidocastillo, abierta su techumbre al viento y a la lluvia, caídos sus orgullosostorreones.

—¡El castillo de laAventura!—exclamó Jack—.Tuviste razón, Jorge…¡síquefueelCastillodelaAventura!

FIN

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