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H ace 100 años, Austria, Alema- nia, Dinamarca y Suiza, en un 19 de marzo, celebraron por primera vez el Día Internacio- nal de la Mujer. Tres años des- pués, en 1914, el 8 de marzo es el día elegi- do para esta conmemoración. Pero no fue, sino hasta 1977, que la Asamblea General de las Naciones Unidas por medio de la re- solución 32/114, declara oficialmente al 8 de marzo como el día en que se conmemo- ra la lucha de las mujeres por la vigencia de sus derechos. Hoy por hoy, es común que las per- sonas sepan que el 8 de marzo es el Día Internacional de las Mujeres, pero uno se pregunta: ¿Es común que esta mayoría conozca el significado de la fecha? La res- puesta se encuentra en la cotidianidad de la conmemoración, en el énfasis que cada 8 de marzo tiene en las diversas localidades, países, regiones; en los cuestionamientos que se anteponen a su celebración. UN POCO DE HISTORIA En 1909 el Partido Socialista de los Es- tados Unidos de América declaró el 28 de febrero como el Día de la Mujer, su princi- pal reivindicación fue el derecho al voto. Un año después, la Internacional Socialista proclamó el Día de la Mujer Trabajadora con carácter internacional cuya primera celebración se hizo efectiva el 19 de marzo de 1911, con expresiones públicas en las que participaron más de un millón de mu- jeres que exigían el derecho al voto, el de- recho a ocupar cargos públicos, el derecho al trabajo, el derecho a no ser discrimina- das en el ámbito laboral, el derecho a la formación profesional. Paradójicamente, a menos de una se- mana de esta conmemoración, el 25 de marzo en la ciudad de Nueva York, más de 140 mujeres jóvenes, la mayoría inmigran- tes italianas y judías, murieron en el trágico incendio de la fábrica Triangle, luchando por la jornada laboral de 8 horas. Dos años después en Rusia, el último domingo de febrero, las mujeres celebra- ron su primer Día Internacional en el con- texto del movimiento a favor de la paz y en rechazo a lo que se venía: la I Guerra Mun- dial; en este mismo escenario las mujeres europeas celebraron mítines y protestas al- rededor del 8 de marzo. En 1917, el 23 de febrero (según el calendario juliano, 8 de marzo según el calendario gregoriano), las mujeres en Rusia se amotinaron exigiendo pan y paz, rechazando la muerte de más de dos millones de soldados rusos en la guerra y exigiendo alimento para sus familias. En respuesta a toda esta movilización y como un acto de reivindicación de la lucha de las mujeres, se elige el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer. UN POCO DE COTIDIANIDAD En su casa ¿se conmemora el 8 de mar- zo? Seguramente no, pero en su oficina se- guramente sí ¿Cómo lo hacen? ¿Flores, cho- colates, almuerzos, cenas, presentes? ¿De qué manera la sociedad ha decidido conme- morar el Día Internacional de las Mujeres? El mercado no ha perdido oportunidad y a esta celebración la ha transformado en una fecha más para potenciar su dinámica, lo que resulta grave porque se desvirtúa el significado de la conmemoración, ya que lejos de reivindicar la igualdad de oportu- nidades y de condiciones entre mujeres y hombres, pone énfasis en los estereotipos sociales que limitan a las mujeres en el ejer- cicio de sus derechos. Los Estados, por su parte, no han apro- vechado esta fecha para hacer su rendición de cuentas sobre cuánto han logrado en la vigencia de los derechos de las mujeres. Los pueblos no han usado esta fecha para analizar lo que hasta el momento se ha conquistado y lo que aún queda por con- quistar. Los hombres y las mujeres no han interiorizado el valor histórico y transfor- mador del 8 de marzo. UN POCO DE VERDAD El 8 de marzo no es un segundo día de la madre, no es un segundo día del amor y de la amistad, no es un día en que se reivin- dica la división sexual del trabajo, no es un día para resaltar el estereotipo social de lo femenino y sus femeninas obligaciones. El 8 de Marzo nos recuerda que las mujeres y los hombres aún no estamos en igualdad de derechos: el trabajo doméstico no tiene valor social ni económico, el espa- cio doméstico no es considerado entre las responsabilidades de la institucionalidad pública ni privada; las mujeres no pueden decidir sobre sus cuerpos; no están seguras en sus lugares de trabajo ni en sus centros de estudio y ni siquiera en sus propias ca- sas; aún perciben salarios inferiores a los que perciben los hombres; continúan sien- do las más pobres de los pobres. ¿Se podría entonces plantear una forma diferente de celebrar el 8 de marzo? día de la mujer AYMER ÁLVAREZ - II Concurso Internacional de Fotografía ONU Mujeres Subregión Andina 8 DE MARZO Suplemento institucional • 12 de marzo de 2011

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Hace 100 años, Austria, Alema-nia, Dinamarca y Suiza, en un 19 de marzo, celebraron por primera vez el Día Internacio-nal de la Mujer. Tres años des-

pués, en 1914, el 8 de marzo es el día elegi-do para esta conmemoración. Pero no fue, sino hasta 1977, que la Asamblea General de las Naciones Unidas por medio de la re-solución 32/114, declara oficialmente al 8 de marzo como el día en que se conmemo-ra la lucha de las mujeres por la vigencia de sus derechos.

Hoy por hoy, es común que las per-sonas sepan que el 8 de marzo es el Día Internacional de las Mujeres, pero uno se pregunta: ¿Es común que esta mayoría conozca el significado de la fecha? La res-puesta se encuentra en la cotidianidad de la conmemoración, en el énfasis que cada 8 de marzo tiene en las diversas localidades, países, regiones; en los cuestionamientos que se anteponen a su celebración.

UN POCO DE HISTORIAEn 1909 el Partido Socialista de los Es-

tados Unidos de América declaró el 28 de febrero como el Día de la Mujer, su princi-pal reivindicación fue el derecho al voto. Un año después, la Internacional Socialista proclamó el Día de la Mujer Trabajadora con carácter internacional cuya primera celebración se hizo efectiva el 19 de marzo de 1911, con expresiones públicas en las que participaron más de un millón de mu-jeres que exigían el derecho al voto, el de-recho a ocupar cargos públicos, el derecho al trabajo, el derecho a no ser discrimina-das en el ámbito laboral, el derecho a la formación profesional.

Paradójicamente, a menos de una se-mana de esta conmemoración, el 25 de marzo en la ciudad de Nueva York, más de 140 mujeres jóvenes, la mayoría inmigran-tes italianas y judías, murieron en el trágico incendio de la fábrica Triangle, luchando por la jornada laboral de 8 horas.

Dos años después en Rusia, el último domingo de febrero, las mujeres celebra-ron su primer Día Internacional en el con-texto del movimiento a favor de la paz y en rechazo a lo que se venía: la I Guerra Mun-dial; en este mismo escenario las mujeres europeas celebraron mítines y protestas al-rededor del 8 de marzo. En 1917, el 23 de febrero (según el calendario juliano, 8 de marzo según el calendario gregoriano), las mujeres en Rusia se amotinaron exigiendo pan y paz, rechazando la muerte de más de dos millones de soldados rusos en la guerra y exigiendo alimento para sus familias.

En respuesta a toda esta movilización y como un acto de reivindicación de la lucha de las mujeres, se elige el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer.

UN POCO DE COTIDIANIDAD

En su casa ¿se conmemora el 8 de mar-zo? Seguramente no, pero en su oficina se-guramente sí ¿Cómo lo hacen? ¿Flores, cho-colates, almuerzos, cenas, presentes? ¿De qué manera la sociedad ha decidido conme-morar el Día Internacional de las Mujeres?

El mercado no ha perdido oportunidad y a esta celebración la ha transformado en una fecha más para potenciar su dinámica, lo que resulta grave porque se desvirtúa el significado de la conmemoración, ya que lejos de reivindicar la igualdad de oportu-nidades y de condiciones entre mujeres y hombres, pone énfasis en los estereotipos sociales que limitan a las mujeres en el ejer-cicio de sus derechos.

Los Estados, por su parte, no han apro-vechado esta fecha para hacer su rendición de cuentas sobre cuánto han logrado en la vigencia de los derechos de las mujeres. Los pueblos no han usado esta fecha para analizar lo que hasta el momento se ha conquistado y lo que aún queda por con-quistar. Los hombres y las mujeres no han interiorizado el valor histórico y transfor-mador del 8 de marzo.

UN POCO DEVERDAD

El 8 de marzo no es un segundo día de la madre, no es un segundo día del amor y de la amistad, no es un día en que se reivin-dica la división sexual del trabajo, no es un día para resaltar el estereotipo social de lo femenino y sus femeninas obligaciones.

El 8 de Marzo nos recuerda que las mujeres y los hombres aún no estamos en igualdad de derechos: el trabajo doméstico no tiene valor social ni económico, el espa-cio doméstico no es considerado entre las responsabilidades de la institucionalidad pública ni privada; las mujeres no pueden decidir sobre sus cuerpos; no están seguras en sus lugares de trabajo ni en sus centros de estudio y ni siquiera en sus propias ca-sas; aún perciben salarios inferiores a los que perciben los hombres; continúan sien-do las más pobres de los pobres.

¿Se podría entonces plantear una forma diferente de celebrar

el 8 de marzo?

día de la mujer

AYMER ÁLVAREZ - II Concurso Internacional de Fotografía ONU Mujeres Subregión Andina

8 DEMARZO

Suplemento institucional • 12 de marzo de 2011

Las mujeres, por su lucha de siglos y por el importante empuje de los mo-vimientos de mujeres en la segunda

mitad del siglo XX, han conquistado espa-cios significativos en el ámbito público: la educación -incluso la universitaria- el mer-cado laboral, la política… Sin embargo, muy poco se ha logrado en el campo de la división sexual del trabajo.

Esta división del trabajo asigna cultural-mente a las mujeres la responsabilidad del funcionamiento de la esfera doméstica: el cuidado de niños y niñas, de personas adul-tas mayores, de personas con discapacidad o de aquellas que padecen alguna enfer-medad; la cocción de alimentos; el lavado y planchado de ropa; el arreglo y limpieza de la casa; las compras de mercado. Según la Encuesta del Uso del Tiempo en el Ecua-dor, aplicada por el Conamu y el INEC en el 2007, con el apoyo de AECID, ONU Mujeres (ex Unifem) y otras instituciones cooperan-tes, las mujeres trabajan en promedio 18 horas semanales más que los hombres.

Es común observar a mujeres gerentas o empleadas, diputadas o concejalas, mo-nitorear la marcha de sus casas mientras desempeñan sus tareas. A las mujeres más pobres, vendedoras ambulantes, campesi-nas o trabajadoras informales, se las ve con sus hijas e hijos a cuestas, en cajas de cartón en las veredas, bajo un plástico o en brazos y espaldas de sus madres que a más de brindarles cuidado deben cumplir con su jornada. Todas se levantan más temprano

para dejar listos los alimentos y se acuestan más tarde para dejar listos los uniformes o ropa que se usará al día siguiente.

Los países y los Estados desconocen el aporte económico de todo el trabajo do-méstico gratuito realizado por las mujeres, simplemente porque no figura en las esta-

dísticas e indicadores macroeconómicos. Si las familias o el Estado tuvieran que pagar por las actividades domésticas, los costos económicos de muchos productos aumen-tarían notablemente, y sobre todo, los sa-larios tendrían que calcularse sobre la base de estos servicios tan necesarios como otros

que hoy constituyen la canasta básica.Por todo esto, hoy las organizaciones

que luchan por la igualdad de derechos y deberes entre mujeres y hombres plantean visibilizar ‘la economía del cuidado’, que pone en el centro del desarrollo a la huma-nidad y a todo lo que hace posible la vida. Ello, entre otras medidas, pasa por conta-bilizar en las cuentas nacionales el apor-te productivo del trabajo doméstico; por legislar para que hombres y mujeres que trabajan por un salario tengan opciones de compatibilizar sus responsabilidades labo-rales con la vida cotidiana, con sus familias; por socializar las tareas de cuidado huma-no, ampliando las coberturas de servicios sociales y de seguridad social para todas las ciudadanas y ciudadanos. Pero además y muy fundamentalmente, se trata de cam-biar el pensamiento colectivo, la forma de valorar la vida, los hábitos.

Dejar de pensar que son ‘mandarinas’ los hombres que comparten las responsa-bilidades domésticas, que cuidan de sus hijas e hijos, o van al mercado. No privarse de vivir y experimentar los afectos y gratifi-caciones que, junto con el esfuerzo, acom-pañan al trabajo del cuidado. Reivindicar el derecho que tienen las mujeres al descan-so, al tiempo libre y a las tareas domésticas compartidas. Finalmente, educar a nues-tras niñas y niños con una visión renova-da del trabajo en la casa, valorando cada actividad que allí se hace, compartiendo cada tarea.

El Secretario General de las Naciones Unidas abrió su mensa-je recordando la primera celebración del Día Internacional de las Mujeres: “Cien años atrás… las ideas sobre la igual-dad de género y el empoderamiento de las mujeres fueron, en gran medida, ideas radicales. Y aunque en este centena-

rio celebramos un avance significativo sobre dichas ideas, todavía hoy, en muchos países las mujeres son consideradas ciudadanas de segunda categoría”.

“…Niñas y mujeres continúan resistiendo la inaceptable discrimina-ción y violencia, venida, a menudo, de la mano de sus padres o parien-tes. En la casa y en la escuela, en el lugar de trabajo y en la comunidad, ser mujer implica, casi siempre, ser vulnerable. Y en las zonas de con-flicto, la violencia sexual practicada de manera deliberada y sistemáti-ca, es utilizada para intimidar a las mujeres y a sus comunidades”.

Rescató como puntos ineludibles de la agenda de las Naciones Unidas: poner fin a la violencia contra las mujeres, profundizar el tra-bajo sobre la resolución 1325 del Consejo de Seguridad; superar la situación de salud de las mujeres y la infancia; impulsar el acceso de las mujeres a la educación, capacitación, ciencia y tecnología; garantizar la participación efectiva de las mujeres en política reconociendo que “Todavía menos del 10% de los países tienen mujeres a la cabeza de los estados y los gobiernos”.

Remarcó la importancia de la creación de ONU Mujeres justamente para fortalecer el trabajo sobre esta agenda y culminó su intervención diciendo: “Sólo a través de la participación plena de las mujeres y del logro de la igualdad en todos los ámbitos de la vida pública y privada, podemos aspirar a lograr el desarrollo sostenible, pacífico y justo de la sociedad prometida en la Carta de las Naciones Unidas”.

Cien años atrás, las mujeres de todo el mundo dieron un paso histórico en el largo camino hacia la igualdad. Tengo la sospecha de que esas valientes pioneras mira-

rían al mundo de hoy con una mezcla de orgullo y desilusión.Ciertamente, se puede afirmar que el avance de los dere-chos de las mujeres es una de las revoluciones sociales más profundas que se hayan visto en el mundo. (…) Sin embargo, pese a los progresos alcanzados en el último siglo, las espe-ranzas de igualdad expresadas en ese primer Día Internacio-nal de la Mujer están lejos de verse realizadas.(…) La agenda para garantizar la igualdad de género y los derechos de las mujeres es una agenda global, un desafío para cada país, ya sea éste rico o pobre, del norte o del sur. Fue en reconocimiento de su universalidad y las recompensas de hacerlo bien que las Naciones Unidas aunaron a cuatro organizaciones anteriores para crear ONU Mujeres. El objeti-vo de este nuevo órgano, que tengo el enorme privilegio de conducir, consiste en estimular a todo el sistema de la ONU para que cumplamos la promesa de igualdad de derechos para hombres y mujeres de la Carta de la ONU. (…) Yo misma he visto lo que las mujeres, a menudo bajo las circunstancias más difíciles, pueden lograr para sus familias y sociedades si se les da la oportunidad. La fortaleza, laborio-sidad y sabiduría de las mujeres sigue siendo el recurso más desaprovechado de la humanidad. Simplemente no pode-mos darnos el lujo de esperar otros 100 años para liberar todo ese potencial.Abstract del discurso de Michelle Bachelet, por el Día de la Mujer 2011

La economía del cuidado

“Celebramos importantes avances”

“Convertir la igualdad de género en realidad”

AYMER ÁLVAREZ - II Concurso Internacional de Fotografía ONU Mujeres Subregión Andina

BAN KI-MOONSecretario General de las Naciones Unidas

MICHELE BACHELETSecretaria Ge-neral Adjunta y Directora Ejecutiva de ONU Mujeres

día de la mujer8 DE MARZO

Las mujeres parlamentarias y autorida-des cumplen un rol protagónico en el convivir diario ciudadano, pero funda-

mentalmente en el desarrollo estructural del Ecuador. Para la Asociación de Municipali-dades Ecuatorianas (AME), la igualdad de los derechos y la equidad de género cons-tituyen valores que deben promulgarse y aplicarse en el territorio nacional, para de esta manera propiciar el buen vivir colectivo o sumak kawsay. La discriminación, el acoso y la violencia de género deben erradicarse completamente de la sociedad ecuatoriana.

El 8 de septiembre del 2010, la AME jun-to con el Grupo Parlamentario por los Dere-chos de las Mujeres -GPDM- de la Asamblea Nacional, la Red de Viceprefectas, la Asocia-ción de Mujeres Municipalistas del Ecuador -AMUME- y la Asociación de Mujeres de Jun-tas Parroquiales Rurales del Ecuador -AMJU-PRE- firmaron una carta compromiso, con el objetivo de promover, vigilar y exigir el cum-

plimiento de los derechos de las mujeres en el Ecuador. Con esta iniciativa se pretende también establecer alianzas estratégicas con organismos nacionales e internacionales que propicien el fortalecimiento de la agenda política de las mujeres ecuatorianas; además de instaurar y difundir los mecanismos lega-les y técnicos para el cumplimiento de los derechos de equidad y género en el marco de la reforma del Estado.

La construcción de una agenda colecti-va desde las mujeres autoridades locales de los Gobiernos Autónomos Descentraliza-dos Municipales y la Asamblea Nacional, a través de sus representantes del Grupo Par-lamentario por los Derechos de las Mujeres es una imperiosa necesidad a la que AME seguirá respaldando incondicionalmente.

Promover, vigilar y exigir el cumpli-miento de los derechos de las mujeres en el Ecuador es el compromiso del Municipalis-mo ecuatoriano.

Acciones en pro de laequidad de género

Por HILDA HERRERAPresidenta de AMUMEwww.amume.org.ec

La división sexual del trabajo nos delegó a cumplir tareas domésti-cas: los niños, la casa y la repro-ducción. La política, la adminis-tración y la guerra eran espacios

masculinos. Mujeres con espíritu rebelde, como

Manuela Sáenz, Espejo y Cañizares, Matil-de Hidalgo, Tránsito Amaguaña, Dolores Cacuango y cientos de miles que lucharon por los más altos intereses del pueblo como las guarichas, las cacicas, las negras cima-rronas, las montoneras de Alfaro, obreras, etc. abrieron el camino para la participa-ción de las mujeres en la política.

En 1993, la Asociación de Mujeres Mu-nicipalistas del Ecuador, AMUME, irrumpe en el escenario político y desde entonces trabaja por promover la participación de las mujeres en el ejercicio del poder público a través del desarrollo de valores éticos, soli-darios, inclusivos, igualitarios y equitativos.

El actual Directorio Nacional, en el últi-mo año, ha visitado las 7 regionales del país en un proceso participativo de construc-ción de Plan Estratégico, escuchando las necesidades de las mujeres autoridades lo-cales y capacitando en el Código Orgánico de Ordenamiento Territorial, Autonomía y Descentralización, COOTAD, a más de 460 de ellas y también a lideresas, para incidir en la formulación de políticas públicas con enfoque de género y así mejorar sustancial-mente las condiciones de vida de las muje-res en los territorios, para transformarlos.

AMUME lucha contra la violencia polí-tica en razón de género: en el último año atendió, a través de la Central de Llamadas, 116 casos, de los cuales, el 71%, es decir 82 mujeres autoridades locales electas, denunciaron acoso y violencia política por el hecho de ser mujeres. Más de 50 muje-res autoridades locales se han beneficiado

de la Escuela de Formación Política (EFP). María Moyolema, concejala de Guamote (Chimborazo), asegura que en su vida hay un antes y un después de la EFP: “Llegué a la política sin ninguna experiencia. Cuando escuché de la EFP dije ¡tengo que partici-par! Y hoy tengo certezas donde ayer hubo silencio, siento solvencia y, sobre todo, sé que debo legislar y fiscalizar con enfoque

de género”. Hoy María, junto con sus com-pañeras concejalas, lidera la creación de la EFP de la AMUME para lideresas indígenas en su cantón.

Todo este trabajo: capacitación, forma-ción y defensa de los derechos de las mu-jeres autoridades locales se realiza con el convencimiento de que es posible incidir en la construcción de territorios equita-

tivos, fortalecer y articular al movimiento de mujeres, para construir juntas una so-ciedad equitativa y justa: sin violencia y sin inequidades sociales y de género.

Actualmente, AMUME es la sede de la Secretaría Ejecutiva de la Red Latinoa-mericana y del Caribe de Asociaciones de Mujeres Autoridades de Gobiernos Locales (REDLAMUGOL)

Participación política, derecho de las mujeres

Hilda Herrera, presidenta de la AMUME durante su disertación en el III Encuentro de la REDLAMUGOL

día de la mujer8 DE MARZO

“LOS MUNICIPIOS SON LA PATRIA”

Cecilia Velásquez es una mujer indígena del pueblo Panzaleo de la nacionalidad kichwa del Ecuador, hija de padre y madre indígenas. A pesar de coexistir

con el paradigma de que las niñas no te-nían prioridad para asistir a la escuela, ella sí lo hizo, en el reconocido ex Instituto In-digenista Fisco Misional San José de Gua-ytacama, donde por insistencia de su padre cursó la primaria y la secundaria, lejos de su comunidad – a algo más de 3 horas de camino, de lunes a viernes – y dedicándo-se al cuidado de animales y a la agricultura los fines de semana. Desde su época de co-legio aprendió a liderar y a trabajar por y para los derechos de las mujeres y su pleno ejercicio, involucrándose en múltiples or-ganizaciones sociales.

Casada y con un hijo en brazos decidió asistir a la universidad. Experiencia dura pero emocionante, como ella recuerda, aún cuando su pequeño hijo dormía debajo de la mesa mientras ella realizaba sus tareas académicas. El trabajo, la casa, el hijo, el es-poso y la organización siempre estuvieron juntos formando parte de su vida cotidia-na. Sus decisiones personales y de pareja fueron propias de una mujer empoderada, desde lo profesional hasta lo familiar.

Con trabajo y esfuerzo constante luchó frente al machismo, las críticas y burlas que recibió no la intimidaron, y logró convertirse en una mujer dirigente y políticamente visi-ble hasta llegar a ser Consejera de Cotopaxi y Vicepresidenta del Gobierno Provincial. Actuó en todos los niveles como defensora de las mujeres y se convirtió en especialista en género, llegando más allá, al especiali-zarse en el tratamiento de la mujer andina (indígena), trascendiendo lo teórico.

Cecilia sabe que hablar de los pueblos es hablar de mujeres, porque ahí está la base social de la humanidad y la identidad de la diversidad.

En Ecuador, mujeres, niñas y niños constituyen el 73% de la población refugiada. Cada dos días, al menos

una mujer refugiada dice haber sido o es víctima de violencia. “Nos vinimos para acá porque se metieron esa gente del monte, se metían ahí a matar. Nos tocó venir por lo que nos dijeron que desocupáramos allá. Llegaba mucha gente y me daba mucho miedo. Se me llevaron un hijo que tenía 17 años. Ya tenemos aquí dos años. Somos cua-tro, las niñas que ve ahí y el varoncito. Aquí nos trata bien la gente”.

Ecuador, el país con mayor número de refugiados en América Latina, acoge alre-dedor de 54 000 refugiados que incluyen a mujeres que vienen con sus hijos e hijas; otras que están solas; y también a niños y niñas no acompañados, quienes huyen del conflicto del vecino país Colombia. Comunidades de áreas rurales y urbanas las acogen.

En los conflictos armados, las mujeres son un objetivo militar. Los núcleos fami-liares se destruyen y son ellas las que que-dan a cargo de sus hijos e hijas y de otras personas que necesitan de cuidado. El rol cuidador que culturalmente les es asigna-do, se constituye en una situación que las expone a una mayor vulnerabilidad para el ejercicio de sus derechos y que limita sus posibilidades económicas. Muchas mujeres ecuatorianas y refugiadas viven en condiciones extremadamente difíciles, particularmente las que son cabeza de fa-milia. Además, son quienes sufren mayor discriminación. Sea cual sea su origen y na-cionalidad, siguen siendo marginadas en la valoración de su trabajo. Estos factores se unen a la violencia intrafamiliar, sexual y a agresiones físicas y sicológicas.

ACNUR invita a promover espacios para “Convivir en Solidaridad”. En el Día Interna-cional de la Mujer, enviamos un mensaje a favor de la convivencia armónica de los dis-tintos grupos sociales que viven en el país.

Raisa, 14 años, futbolista de convicción y participante en el Mundial de Fút-bol Callejero Sudáfrica 2010 con el

equipo de Ecuador, ha decidido meterle un gol a la violencia optando por la vida y no por la muerte. Va al colegio y sueña con ser abogada, pero con lo que más disfruta es jugando al fútbol.

Raisa es protagonista de su propio cam-bio y está orgullosa, ha recuperado su au-toestima y es admirada en su barrio urbano marginal de Esmeraldas. “Vengo a jugar to-

dos los sábados fútbol callejero al Vicariato, ayudo a organizar grupos, mediamos, po-nemos las reglas y luego las cumplimos”.

Ella, junto a otros 400 jóvenes, participa en ‘Nación de Paz’, iniciativa del Vicariato Apostólico de Esmeraldas y UNICEF, que ofrece espacios de reflexión, aprendizaje y cultura de paz para jóvenes pandilleros a través de metodologías de inserción social, compromiso comunitario y convivencia en solidaridad. Los chicos y las chicas son los actores de su propio cambio.

Trabajo y esfuerzo contra el machismo

A crear espacios para convivir en solidaridad

¡Goooolazo Raisa!

EL DON DE SER MUJER ES EL RESUL-TADO DE LA PACHA MAMA

día de la mujer8 DE MARZO

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JUGANDO FÚTBOLUnicef/Ecu. 2003

NIÑA REFUGIADA YNIÑA ECUATORIANAAcnur/A. Escalante

Depende de usted que sucedan más historias y cambios como estos a favor de la paz, la justicia social y la igualdad de con-

diciones y oportunidades entre las mujeres y hombres, niñas y niños, y adolescentes de la sociedad ecuatoriana.

Usted puede ser parte del cambio: • Si su hija o hijo quiere estudiar, bríndele todo su apoyo. • Si su hija quiere ser futbolista, lideresa o emprender su propio negocio, ayúdela a

desarrollar todo su potencial para convertirse en una mujer orgullosa de sí misma. • Acompañe el crecimiento de sus hijas e hijos y deles todo su cariño.

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