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Ayuntamiento de Palencia : Bienvenidos al portal web del ......advierte enseguida el hechizo que los ojos de Rafa me han causado y ríe satisfecha. Disimulo de mala manera. Al fin

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PRESIDENTA:

Dª Isabel Rodríguez González.Concejala de Igualdad de Oportunidades, Familia y Mujer.Ayuntamiento de Palencia.

JURADOS:

Dª Almudena Álvarez Fernández. Periodista del periódico El Mundo y laAgencia EFE.

Dª Loreto de Castro. Profesora de formación profesional, agente de igualdadde oportunidades y perteneciente a la A. Feminista Albanta.

D. Miguel Angel Arconada. Profesor de Lengua y Literatura. Pertenecientea la Asociación Codo a codo, de hombres por la igualdad.

SECRETARIA:

Dª Irene Grajal Antolín

Jurado

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“En la otra orilla”Mª del Carmen Fernández Pérez. 9

XIII Premio de Narración

SEGUNDO PREMIO

PRIMER ACCÉSIT

“Igualándonos”Yose Álvarez Mesa. 5

XIII Premio de Periodismo

PRIMER PREMIO

“Ni un paso atrás”Helena Madico Fernández. 21

SEGUNDO PREMIO

“Las leyes de igualdad irrumpen en la cuenca mineracon la incorporación de once mujeres”Isabel Calle Montes. 25

“Las invisibles de la economía”Paloma Lafuente Gómez. 29

ACCÉSIT

“Pañales para el señor Alcalde”Marlene E. García Pérez 15

SEGUNDO ACCÉSIT

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IgualándonosYose Álvarez Mesa

¿Qué ha sido eso? Estaba durmiendo felizmente y algo me ha despertado.Llamo a mi hermano y le pregunto, pero tampoco sabe nada. Pegamosla oreja a la pared: mamá y papá discuten. Nos sentimos un poco malpor no poder intervenir. O más bien, nos sentimos mal porque nuestraintervención no sirve para nada: pataleamos y pataleamos, pero comotodavía no hemos nacido, no conseguimos hacernos entender. El lenguajecorporal sólo nos sirve para comunicarnos entre nosotros, así que mejordejamos de movernos y escuchamos, para ver lo que se cuece ahí fuera.Cuando llegue el momento ya diremos todo cuanto tengamos que decir.

Comparto este espacio líquido con mi hermano gemelo desde hace tantotiempo, que me da que cuando salgamos de aquí seremos ya unosancianos. Hacemos apuestas sobre quién nacerá antes. Estoy seguraque seré yo porque tengo el sueño muy ligero, y es más fácil que me pillepreparada para salir en cuanto suene la sirena. Siempre estamoscompitiendo por cosas, hay que tener en cuenta que no hay mucho másque se pueda hacer aquí dentro. En realidad lo que más hacemos esdormir, a la espera de que mamá se decida a traernos al mundo de unavez, que ya está tardando lo suyo. Y mi hermano y yo estamos deseandopoder vernos la cara.

A él le van a llamar Adrián. Me gusta el nombre. Y el mío aún no lo hanelegido, están en dudas entre Rocío o Alba. Espero que se decidan porRocío, Alba me suena muy blblblbl….. no me gusta nada. Rocío me suenamucho mejor, rrrrrrrrr……… como el runrún del gato de la abuela, que esmuy gracioso. Mi hermano me devuelve a la realidad metiendo su dedogordo del pie en mi nariz.

Mamá está triste. Papá y ella riñen por el trabajo: a ella le han ofrecidoser jefa de Pediatría, y él le recrimina que con el nuevo cargo aún trabajarámás y no tendrá tiempo para él y los niños (nosotros dos y una hermanaque tenemos, llamada Lucía, que es tan mayor que ya va al cole y todo).Pero es que mamá adora su trabajo. Y claro, papá siempre le dice quenunca está en casa, y ahora lo estará menos todavía.

Ella le está diciendo que el nuevo puesto es lo que siempre deseó, y querenunciar a él ni se le había pasado por la cabeza, que imaginaba que laapoyaría, y que qué haría él si le ofrecieran la dirección de la empresapara la que trabaja. Y a él se le escapa un “pero lo mío es distinto…”, yse para porque se da cuenta de que en realidad es lo mismo, hastanosotros que somos tan pequeños podemos entender eso.

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Papá es informático y trabaja en casa, en un estudio acondicionado enel ático. Y como tiene mucho más tiempo libre, él se encarga de Lucía yde los asuntos domésticos. Su sueño es dirigir su propia empresa. Yalgún día seguro que lo conseguirá, porque papá es muy listo y sabe másque nadie de ordenadores. Esto no lo sé yo porque sí, sino porque lo dicemamá continuamente. Y ella lo anima siempre a que haga realidad susueño.

Yo les quiero mucho a los dos, pero en esta discusión estoy con mamá,aunque su decisión suponga que tenga menos tiempo para mí. Porquesé que es lo que ella desea, y que por muchas horas que le dedique a sutrabajo, nada será más importante para ella que nosotros. Esto tampocolo sé porque sí, sino porque se lo oí decir muchas veces.

Y mi hermano apoya a papá, porque dice que para no poder estar contu familia, para qué formar una. Sin embargo, es lo que han venidohaciendo los hombres desde el principio de los tiempos, según cuentamamá, y se ha visto completamente normal, así que no entiendo que seadiferente si lo hace una mujer.

Mi hermano está de acuerdo con esto, pero es que dice que él necesitaa mamá y que se sentiría triste de no poder estar siempre con ella, comoahora. Y en eso estoy de acuerdo con él, pero al mismo tiempo me doycuenta que nadie puede estar siempre a tu lado. Así que es un pocoegoísta que queramos que mamá renuncie a algo importante sólo paratenerla más tiempo con nosotros, puesto que nosotros vamos a estarbien de todas formas, con papá, con las abuelas, en la guardería… y eltiempo que estemos con ella, aunque sea poco, lo aprovecharemos almáximo y lo pasaremos en grande. En cuanto tenga ocasión, le diré amamá que ha hecho muy bien en aceptar ese puesto en el hospital.

Por cierto, espero que no falte mucho para nacer, porque mi hermano yyo estamos cada vez más apretados aquí dentro. Mamá dice que hasalido de cuentas, pero como no sabemos contar todavía, a saber cuándosucederá el feliz acontecimiento. Pronto, pero ¿qué es pronto? Hacemucho que oigo decir que será pronto, pero aquí seguimos.

“Huy, he roto aguas, vámonos al hospital”, está diciendo mamá. Quétrajín, anda corriendo y no me deja escuchar bien. Bueno, parece que elenfado ha pasado. Han hecho las paces y él le ha pedido perdón por sertan bobo, y le ha prometido que siempre la apoyará en sus decisiones,y ella que intentará estar en casa lo más pronto posible para disfrutar desu familia. Papi y mami molan.

Pero ¿dónde está Adrián? ¿Será posible que me esté ganando la apuesta?Bueno, era una apuesta un poco tonta. Porque no importa quién de losdos llegue primero, sino todo lo contrario: que allá donde vayamospodamos ser iguales con nuestras diferencias.

Igualándonos

Yose Álvarez Mesa

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El tren sigue su monótono traqueteo con increíble pereza. Semece sobre las vías herrumbrosas entre zarzamoras y matojos demanzanilla silvestre. Las mariposas azules, sorprendidas en su siesta,revolotean cerca de la ventanilla. Atrás han quedado las últimas casasde las nuevas barriadas que se mezclan ya con las naves ruidosas delpolígono industrial. Una hilera de pabellones y pequeñas fábricas llenande actividad ambas márgenes del río cuyos árboles muestran en lostroncos las heridas de las descortezaduras producidas por el ajetreocotidiano de carga y descarga. Allí, desde que ella recuerda, trabaja supadre y uno de sus numerosos tíos. A cada tramo, el convoy se detieneen pueblos pequeños y arranca al poco con violentas sacudidas. Acontinuación, el trayecto se prolonga sin interrupciones, los vagones sevan alejando y las casas de la última aldea apenas se distinguendifuminadas por la niebla. Begoña, ahora que sus hijos van en autobúsal colegio, viaja en tren. Hoy es viernes y vuelve a casa con el pelo revueltoy el cuerpo cansado. Las voces disonantes del vagón le aturden, todosintervienen en la conversación a la vez, han llegado a ese punto de laexaltación de la amistad que proporciona el repetido trasiego de generosostragos de vino, ese es el motivo por el cual gesticulan y ríen con grandescarcajadas. Un día cualquiera le hubiera molestado tanto barullo, sinembargo, hoy la maestra tolera con indulgencia semejantes estridencias,por delante le espera un fin de semana para descansar. Un niño ruedapor el pasillo del vagón un tren de juguete. El chico sonríe. Begoñatambién. Regresa al hogar satisfecha. Sentada en un asiento de ventanilla,la joven apoya la mano en la cara, dormita y sueña. Prescinde del ruidodel tren e imagina a Rafa que espera anhelante su regreso. De prontoaparece delante de sus ojos un torbellino de emociones que enhebranpaso a paso recuerdo con recuerdo…

Y esos ojos azules… Bastaba asomarse a sus pupilas para viajarpor ellos entre las parejas que bailaban abrazadas en la plaza del pueblo.La Plaza Grande. La bonita Plaza del pueblo. Son las fiestas patronales,San Juanes las llaman. He sido invitada a casa de mi amiga Laura. Miquerida amiga Laura. Ambas hemos terminado el último curso de magisterioy nos apetece la juerga. ¡Ya somos maestras! Mi amiga tiene un hermanomayor que ella y dos más pequeños. El mayor se llama Rafael. Confrecuencia me habla de él, que si Rafa por aquí, que si Rafa por allá…,pero sólo lo conozco por fotografía. “Ha llegado el momento”, me dicea la vez que descendemos del autobús, ella arrastra una abultada maletay yo llevo una mochila pequeña. Cuatro cosas. Un muchacho alto, de

En la otra orillaMª del Carmen Fernández Pérez

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sonrisa fácil, se acerca. Besa a su hermana. “Mira”, dice mi amiga, “estees mi hermano Rafa, el pajarito del que tanto te he hablado”. El joven segira en redondo y me da la mano con fuerza, a continuación, dice: ¡“Vayasorpresa!, si pensaba que habías invitado a la “gafitas”, esa profesoragruñona que os ha hecho la vida imposible”. Y esos ojos azules me mirancomo jamás nadie antes me había mirado. Me miran. “Me llamo Begoña”,le digo, “soy la paloma de la que tanto te ha hablado Laura”. Los tresreímos. Nos reímos con ganas. Carga con los bultos y nos acompañahasta la casa familiar, después desaparece. Saludo a los padres de Laura.La madre se seca las manos en el delantal y me pide disculpas por noestar presentable. Son personas agradables. Los conozco de anterioresvisitas, sin embargo, a su hermano Rafa es la primera vez que lo veo. Megustan sus ojos. Dos mares azules. Igualmente Laura aprecia a mi familia,pues en varias ocasiones se ha quedado a dormir en nuestra casa, en lacapital de la provincia donde las dos estudiamos. Mis padres la adoran.Como los días son largos, antes de cenar damos una vuelta por el pueblo.En la Plaza Grande lo encuentro de nuevo. Esos ojos que me miran…,nos miramos. Me parecen el centro del mundo. Pienso: “Amar debe deser mirarse así, necesitándose”. Trato de sujetarme el corazón querepiquetea como una campana enloquecida. Me estremezco. Lauraadvierte enseguida el hechizo que los ojos de Rafa me han causado y ríesatisfecha. Disimulo de mala manera. Al fin las dos reímos.

El tren atraviesa un túnel y las escenas pasan por la imaginaciónde la profesora.

Desde la noche en que la luna nos miraba en la Plaza perfilandosiluetas, Rafa y yo no nos hemos separado. Cualquier pretexto es válidopara vernos, para sentirnos, para querernos. Me ha pedido que noscasemos. Los dos sabemos que la distancia, aunque no es excesiva,supone un contratiempo que habrá que resolver de la mejor manera. Yotrabajo como maestra interina en el “Centro de Educación Infantil PíoBaroja”. He tenido suerte, este colegio está en la misma ciudad dondevivo, allí está mi casa, mi familia, mis amistades, todo; bueno…, todo no.Rafa conoce mi verdadera pasión pedagógica. La conoce. Yo tambiénsé lo mucho que ama la tierra, más que ningún otro oficio en el mundo.Ha probado varios empleos y ninguno le satisface como lo hace el contactocon la Naturaleza. Tomando un puñado del suelo, dice: “¡Qué tierra tannegra, no la hay mejor en todo el pueblo!” Le brillan los ojos. Dos maresazules. De momento lleva la hacienda junto a su padre, mejor dicho, liberaal hombre prácticamente de los trabajos más pesados de la labranza, hacumplido los sesenta y va siendo hora de que se tome las cosas concalma y dedique el tiempo a su distracción favorita: el cultivo de la huerta.

El traqueteo del tren le devuelve al presente aunque por pocotiempo. Begoña sueña.

Ahora trabajo en el colegio donde comencé mi andadura comoeducadora. He padecido la zozobra de un par de oposiciones y trasmucho esfuerzo he conseguido sacar una plaza en propiedad. Doy clasede castellanización a niños de diferentes países: chinos, sudamericanos,

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En la otra orilla

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de los países del Este, pero los que más llenan las aulas son los moritosde Tánger o de Tetuán. Lo mismo hace Laura, pero a ella la han destinadoa otro centro educativo donde los inmigrantes llevan más tiempo enEspaña y comparten clase con chicos españoles. Nos vemos confrecuencia. Nos vemos. Aprenden rápido los críos. Comunicarme conellos a través de ejemplos me facilita el trabajo, es el mejor sistema, loque les llega más rápido. Tengo niñas que han cumplido los doce y yallevan velo, como sus madres. Les insisto en que es necesario que acudanal colegio con regularidad, para que estudien y sepan muchas cosas,cuantas más mejor. “Mirad”, les digo, “si un niño se pone enfermo puedeatenderlo lo mismo su mamá que su papá, no tiene por qué ser laborexclusiva de las madres”. Me preocupa que apenas acuda alguna madrea las reuniones periódicas programadas por el centro, a los hombres nose les ve el pelo. Es casi imposible. No están acostumbrados. Las niñas,que espabilan antes que los chicos, preguntan si pueden quitarse el veloen los recreos, les digo que no hay ninguna ley que lo prohíba, que siestán más cómodas que lo hagan. Rafa opina que me implico demasiadocon los niños, que mi mente está pendiente de Laila o de Mariem lasveinticuatro horas del día: dos niñas que tienen trece años y una retahílade hermanos menores. “No es para tanto”, susurro mimosa, “tú eres lomás importante en la agenda de mi existencia, por eso me he casadocontigo la pasada primavera”. Nos besamos y sus ojos azules, implorantes,pretenden hacerme preguntas que aún no estoy segura de responderleafirmativamente. ¡Desea tanto tener un hijo entre sus brazos! Lo deseamos.

El chiquillo que juega con un trenecito le tira del pantalón. Lamaestra abre los ojos y le dedica una sonrisa. Al niño le parece poco yse va al lado de su madre. Bego rememora…

Ahora ya tenemos dos hijos de cuatro y cinco años. Los llevoen el coche al colegio. Vamos los tres al mismo centro. Por fortuna en el“Baroja” tenemos servicio de comedor y mis pequeños comen allí. Yotomo el menú del día en un restaurante que hay enfrente. Rafael pasa eldía solo en el pueblo hasta que llegamos los tres a la tarde. Soporta malnuestra ausencia, se queja de la vida tan ajetreada que llevo, “siempreen la carretera, con lo peligroso que es eso”…, dice apesadumbrado.Como el día se le hace eterno insinúa que deje de dar clase y atienda lafamilia y la casa. Intento convencerle. Le digo que no me ponga fronteras,que necesito seguir creciendo y mi decisión tiene que ser voluntaria, enningún caso impuesta. Él sabe que me meto hasta los dientes en lo quehago, que me dejo empapar por la vida y la historia de los chiquillos, portanto, le respondo que mi vocación es algo irrenunciable. Por otra parte,puedo sentirme afortunada, pues los horarios de nuestros hijos soncompatibles con los míos. De nuevo esos ojos azules… “Verás, cariño”,le digo, “conoces mi afición de exponer mis ideas a través de ejemplos—quizá sea por deformación profesional—, deja volar tu fantasía e imaginaque somos dos árboles que arraigan juntos, sin querer secarse niestorbarse, compartiendo el mismo suelo. Eso supone respeto hacia elespacio del otro procurando que crezca y se desarrolle fuerte”. Rafareconoce que los pilares sobre los que se asienta nuestra vida en comúnson sólidos y no oscilan con la menor sacudida, por eso me mira como

Mª del Carmen Fernández Pérez

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él sólo sabe hacerlo, no sé si le he convencido, pero de una cosa estoysegura: ha de intentarlo. Sé que está orgulloso de mí, de nuestros pequeños—lo repite a menudo— y esos niños del colegio nos necesitan tanto…“¡Déjalos tranquilos!”, dice al fin, “no comprendo tu empeño en que esoscríos estudien, seguirán con sus velos y sus barrigas a los dieciocho,¡buenos son ellos!”

El convoy sigue su curso indolente. Begoña, la maestra, imagina…

Laura se ha casado y tiene dos niños gemelos, ha pedido unaexcedencia, sin embargo, está pendiente de las clases, de las novedadesdel colegio, le pasa lo mismo que a mí, somos maestras hasta la médula,de profesión y de sentimientos. Este curso tengo tres discípulos que sonun portento: Fátima, Karim y Liú. Los dos primeros proceden de Tinduf,cerca de Marrakech, Liú es una chinita preciosa e inteligente de Lao-Ning,al noroeste de China. La mente de estas criaturas es compleja, se rigepor patrones diferentes a los nuestros y es complicado explicarles ciertascosas. Les encanta venir a la escuela, pero tienen asumido que prontodejarán de hacerlo, las niñas africanas, a partir de cierta edad, ayudan enlas faenas del hogar y se preparan para pertenecer a un marido. Esclavasde la casa de sus padres, de la suya, de la de un hombre que la conviertaen esposa. Siempre esclavas de alguien. A veces antes de cumplir losquince ya les han adjudicado algún pariente con posibles aunque sea dela misma edad de su padre. Y cuentan de esta o de aquella prima ohermana que se casó en Tánger o en Ceuta con un hombre de cincuenta,pero que ahora vive en España con varios chiquillos tirándole de la falda.Fátima admira a las enfermeras, “me gustaría curar todas lasenfermedades”, dice convencida. Liú es una niña muy responsable, quiereser periodista, pero si se empeña en estudiar tendrá que hacerlo a la vezque trabaja en el bazar de la familia. Karim es un crío tranquilo, no tieneproblema. Sabe que acudirá más tiempo que sus hermanas al colegio,su padre se lo ha prometido aunque tenga que empeñarse, para eso tuvola fortuna de nacer varón. Me preocupa el futuro de estas chiquillas, sudestino lo llevan escrito en la frente. De ahí mi empeño en que comprendanque la diferencia entre hombres y mujeres no debe servir para excluir sinopara ayudarse como seres humanos iguales. Les digo que antes lasmujeres ni siquiera podían ir a la escuela, tampoco votaban cuando habíaelecciones, que tuvieron que luchar mucho e incluso algunas perdieronla vida porque eso fuera posible, y que hay países a los cuales les quedaun largo camino por recorrer. Saben de lo que estoy hablando y en suscaritas morenas advierto cierta tristeza. Karim, pregunta: “¿Bego, escierto que las niñas tienen que estudiar mucho para ser mujeres libres?”Les respondo que antes que hombres o mujeres somos personas y quepor tanto la cultura ayuda indistintamente a ser libres.

El tren continúa su marcha mientras la joven sigue soñando.

Esta mañana he visitado la clase de los mayores, está llena decabezas tapadas con pañuelos multicolores. ¡Qué lástima! El velo en lasniñas indica que se aproximan a la adolescencia. Para nuestra cultura

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más que un signo de religión por mucho que la tradición así lo indique esel símbolo de la sumisión, sin embargo, ¿cómo transmitirles esta certezaa criaturas que viven de otra manera? “Son escasos lo logros conseguidosen estos años que llevo con niños extranjeros —me dice la directora— sinembargo, merece la pena mantener la esperanza, tenderles un puente aestos chicos que viven en la otra orilla, una orilla que reclama justicia yvida digna, un lazo que les integre en culturas más racionales y progresistas,en definitiva, procurarles los medios para que accedan a modos de vidamás humanos, especialmente para las mujeres”. Por eso les repito unay otra vez que la diferencia de sexo no pasa por separar, por alejar al otrode la vida; al contrario, la diferencia tiene que servir de complemento paraequilibrar la convivencia, unos al lado de otros y todos en la mismadirección.

El tren ha llegado al final del trayecto. Begoña baja del vagóncon una abultada cartera. Medio adormilada se acerca hasta su casa.Rafa está en la huerta con los niños y el abuelo. La madre acaricia a sushijos y pregunta por las novedades del día, a continuación, mirando aRafael, dice: “Cariño, Liú comienza el curso que viene la ESO. Él nadaresponde, pero Bego le lee el pensamiento. Ahora Rafa pregunta sitambién Amina va a seguir el curso que viene en el colegio. La maestraresponde que aún es pronto para saberlo, pero que al menos sigueacudiendo a clase con regularidad. Hay dos niños de los países del Esteque van a matricularse en las escuelas profesionales y eso le pone brilloen los ojos a la apasionada educadora. Rafa le mira y asiente con unasonrisa, el dueño de esos luceros que siguen impactándole comprendey comparte ahora con su mujer la ilusión por cambiar el mundo de estascriaturas. Abrazando a los tres, dice orgulloso: “¡Quizá cuando nuestroshijos sean adultos, la igualdad deje de ser algo más que un anhelo!”

CALATRAVA

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Estaban frente a ella, divididos en dos bandos perfectamente delineados:a un lado los jóvenes, con sus ropas arrugadas, sus cabellos mal peinados,el olor al último botellón en las gargantas después de asistir a un conciertode pop rock en el pueblo vecino; en el otro, los mayores, con las carassatisfechas, las ropas relucientes, el perfume parisino levitando en elsalón de actos. Al fondo, los emigrantes, que parecían simplesespectadores. Era como si allá abajo se reflejara lo que sucedía aquí,encima de la tribuna, ella con su falda arrugada y su pañuelo atado alcuello, junto al alcalde impoluto y limpio como un piso recién fregado.Miró su traje hecho a la medida, los lustrosos zapatos, el perfecto nudode su elegante corbata azul; notó el paso firme que le imprimía a su andar,esa seguridad que le transmitía a todos y con la que llevaba añosconvenciéndolos, haciendo que el voto le fuera favorable.

Sintió deseos de arrastrarlo por el piso, para comprobar si laropa conservaba ese brillo artificial que hería su pupila. Sonrió. Estabarumiando algo que no tenía sentido, ¿por qué se ponía a pensar en todoeso cuando estaba en medio de un debate que podía llevar a los suyosa la alcaldía? ¿Por qué no prestaba atención a lo que decía su oponente?

—Mi partido ha gobernado por quince años y hemos logradohacer de este pueblo un modelo de convivencia, de…

Al fondo se escucharon algunos ululares que recordaban alSahara, provenían de algunos africanos que se habían afincado en elpueblo para trabajar en el campo. También estaban algunoslatinoamericanos que mostraron su desacuerdo con apagados silbidos.Ella detuvo su vista en ese grupo compacto, pensó en cómo habían tenidoque ganarse a pulso un puesto de trabajo, unirse para que nos los echaranpor el solo hecho de no comprender las órdenes dadas en castellano. Seagruparon para aprender un idioma que se les hacía impenetrable, parapedir sueldos justos, en igualdad de condiciones con los habitanteslocales, en igualdad los hombres y las mujeres. Los recordó en una largacadena humana que, tomados de las manos y en silencio, desplegaronfrente al edificio del ayuntamiento. Fueron varios los días de espera,porque el alcalde era uno de los dueños del gran invernadero en que sehabía convertido la comarca. Al final, él y los otros empresarios accedieronporque primero fueron los periodistas locales, después los de la radio yla televisión autonómicas, después los de Televisión Española, de algunascadenas privadas, de CNN. El alcalde salió al balcón, tenía que sacarle

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partido a aquel suceso, su voz se oiría en todo el país, quedaría como elsalvador de aquellas gentes. Los del pueblo serían los únicos en saberel verdadero motivo de aquella manifestación y de su implicación personal;pero los titulares le beneficiarían: INTERVENCIÓN DE ALCALDE RESUELVELA SITUACIÓN CREADA EN SU PUEBLO. El discurso versó acerca desu clara posición al lado de los manifestantes, en que su partido y élsabían que eran justas sus peticiones y, por lo tanto, habían convencidoa la patronal que las aceptaran, porque no había nadie más justo que supartido, su consistorio, su gobierno y, por supuesto, que él mismo.

—Solo comparado con Dios en el cielo —esto último lo pensóella cuando él terminó la arenga desde el balcón del ayuntamiento.

Ese fue el único suceso de desafío directo con el alcalde que serecordara en el pueblo en los últimos años.

Se arregló un poco la falda que se subía de las rodillas, se mirólos zapatos, el brillo del estrado de madera le devolvía su imagen. Habíadejado de escuchar, ya sabía lo que diría a continuación, en todas laselecciones era lo mismo, como un discurso aprendido, como alguien querecita el mismo poema una y otra vez, sin dejar de cuidar el tono de lavoz, engolarla en algunos momentos, hacerla resonar para sacar delensueño a los que se quedaban embelesados como adormecidos yllevarlos a la urna a poner una señal en la casilla establecida.

Esa era la imagen del alcalde, la que sus padres alababan:

—Es que nada más de mirarlo, te convence —se derretía enlisonjas su madre.

—Es tu tío encojonao —ratificaba su padre—. Este pueblo tienelo que tiene por él.

—Y además es muy guapo —añadía, mientras dejaba escaparuna risa cómplice.

—Mujer —regañó el padre.

—Bueno, pero es la verdad y además es muy bueno en política,sus discursos convencen a cualquiera ¿o es que no llevas quince añosvotándolo?

—Sí, mujer, pero de ahí a decir que es guapo, yo no le veo loguapo por ningún sitio, bien elegante sí es.

Esa imagen es la que le habían sembrado durante quince largosaños, ahora tenía veinticinco y su partido quería proponerla para la alcaldía.¿Qué podría hacer ella para destronarlo? ¿Qué argumentos podría usarsi no se le sabía nada? Andaba siempre a pie, un poco que pavoneandosu gallarda figura entre los vecinos, repartiendo buenos días, buenastardes y buenas noches porque salía tarde del trabajo. Se le podía ver aeso de las once de la noche cruzar por la puerta principal del ayuntamiento,atravesar la plaza, persignarse ante la iglesia del Cristo y tomar el caminoa su casa que se encontraba a unos cien metros.

Marlene E. García Pérez

“Pañales para el señor Alcalde”

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Ella tenía que cambiar eso, hacer algo para convencer y másque convencer, para vencer a los que seguían apoyando a aquel hombrede vidriera.

Sus padres no la apoyaban, primero porque ellos no se ocuparíande cuidar a su hijo para que estuviera trabajando por las noches, los finesde semana y viajando a cualquier sitio por reuniones. Además, ¿quépintaba una mujer en política? Una mujer que sólo había terminado elinstituto y que, después de trabajar en un bar como una negra, habíaabierto una librería. Y seguro se había afiliado a ese partido de izquierdaspara irles en contra.

Los aplausos le indicaron que había terminado, los abrazos ylas manos extendidas se sucedieron por algunos minutos. Se habíaseparado de la tribuna como el que pasea por la sala de su casa. Suspalabras habían sido recibidas por sus correligionarios como siempre,con los Vivas y aclamaciones que cada año de elección se sucedían comouna misma imagen superpuesta.

Le indicaron que se acercara. Se estiró la falda, adelantó primeroel pie izquierdo, porque ni en eso creía que había mala suerte, a laizquierda, siempre a la izquierda, era su lema preferido. Se hizo silencio,el alcalde fijó la vista en su cara. Ella no era hermosa, no era elegante,pero creía mucho en sí misma, creía mucho en lo que podía hacer porlos demás, creía en que la alcaldía, el pueblo, la provincia, el país, elmundo necesitaba a las mujeres, a personas que actuaran distinto, quepensaran distinto ¿y por qué no iba a ser una de ellas, de esas que senecesitaban?

Apoyó las manos en la tribuna, miró a sus vecinos, a sus antiguoscompañeros de instituto que le hacían señales de apoyo, a sus camaradasde partido a los que no había dejado inmiscuirse en su discurso y esperabanexpectantes. Iba a salir de ella misma, del centro de su intelecto, de supasión por los demás, que, por favor, la dejaran. Si era un fracaso, quela expulsaran después. ¿Qué estrategia podían seguir contra lo establecido,lo que sus mayores habían reafirmado elección tras elección?

¿Cómo encausar una campaña que ya creía perdida? Su partidotenía más seguidores porque la crisis lo había fortalecido. Aunque la crisisera algo que se veía en la tele, en las colas del INEM, pero que en supueblo sólo se observaba en algunos emigrantes que se reunían enalgunos puntos para rumiar sus nostalgias y sus escaseces.

—Soy la nueva generación de este pueblo, soy parte de los tantosque nacimos aquí y que emigramos por una determinada situación políticay económica, pero que regresamos a casa. Soy lo que dentro de veinteaños serán los mayores que nos acompañan hoy. ¿Y qué quisiera parami gente? ¿Qué quisiera para mi hijo? Que estudiara, que hiciera la carrerauniversitaria que no pude hacer, quisiera que fuera feliz en este puebloy que no emigrara a otros lugares buscando un mejor empleo.

Hubo un silencio aprobatorio.

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—Quisiera que la nueva generación nos mirara como se miranellos mismos, como parte de ellos mismos, salidos de su seno. Soy ellosy desde esa posición quisiera que me dieran la oportunidad de trabajarcon ustedes y para ustedes, quisiera que me sintieran una más.

—Guapa, así es como se habla —grita alguien del público. Lesiguen aplausos que son acallados por algunos del partido opositor quepiden silencio.

Debía hablar del alcalde, es lo que se hace, es lo que él debióhacer; pero que ella no escuchó, lo más que pudo intuir es que la tratabade joven, inexperta, no había permanecido mucho tiempo en el pueblo,aunque claro sus raíces estaban aquí y que no podía sentir lo mismo queél y alguna que otra cosilla más.

Ella, en algún momento de su vida, había emigrado, pero casino recuerda el lugar, era pequeña. La única imagen era la de una cascadacercana a su casa, con una hermosa poza de agua cristalina. Allí sebañaban los niños, abrevaban los caballos y las vacas, venían las mujeresa lavar las ropas. Sintió un poco de nostalgia, los olores a tierra mojadale golpearon el rostro. Esas eran las imágenes que guardaba en su interior.

Sus padres habían regresado a su tierra porque el país cayó enuna crisis, los asaltos se sucedían con mucha violencia y vendieron todolo que tenían. Primero se había sentido una extraña, una extranjera, unaparia, pero eso era cosa del pasado; después el colegio la fue formandoe hizo amigos en la secundaria; y en el instituto terminaron de conectarlaa esta realidad que había asumido como suya.

El alcalde siempre le había caído mal, no era por su presenciaen sí, sino por ese aire seguro que transmitía, por esa suficiencia quedejaba a todos pasmados, pero que a ella no convencía. Desde que pensóen serio en política se había apuntado a la izquierda, primero porque ellamisma era obrera, ella misma sentía que su lugar estaba al lado de suscompañeros que se habían iniciado en la vida laboral demasiado rápido.

Bajó del estrado, llegó hasta su asiento y sacó algo de su bolso.Se acercó de nuevo a la tribuna, le pidió con un gesto al alcalde que seacercara. El hombre lo hizo sin dudarlo.

—¿Sabe qué es esto?

—Claro —rió el alcalde— ¿quién no sabe lo que es un pañal? —y tomó el más grande e hizo un gesto como si de una capa de torero setratara.

Se oyeron risas en el público y algún que otro abucheo.

—Pero son dos pañales…

—Sí, uno más pequeño y otro mayor —y tomó el pañal pequeñoy se lo colocó en la mano como si se tratara de un guante de sacar cosascalientes del horno.

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—¿Los ha usado alguna vez?

—No, en mi niñez no existían —rió con desparpajo—. Y en laactualidad todavía no necesito usarlos… —se notaba feliz, estaba haciendode su oponente el hazmerreír del auditorio.

El público estaba dividido, los de pelo largo y sonrisa jovenestaban desorientados, no sabían si abuchear o aplaudir. Los mayoresse reían de las payasadas del alcalde. Ella había esperado estas reacciones.Sabía que era difícil sacar de paso a su oponente, era casi imposiblecogerlo desprevenido. Llevaba muchos años haciendo malabares enpolítica y había conseguido el favor de muchos.

—Pero cuando sus hijos nacieron sí existían y sus padres lo usanahora y usted nunca se los ha puesto. ¿Por qué?

—Porque trabajo mucho para este pueblo, usted y todos sabenque entro a las ocho de la mañana y siempre salgo después de las diezde la noche.

Los vítores y abucheos se entrecruzaron.

Ella sonrió, él acababa de perder la primera parte de la partida.Pero algo en su cara le indicó que el hombre se había percatado de latrampa. Él parpadeó, el suelo se estaba moviendo bajo sus pies. Se sintiócogido en unas redes extrañas. Sus otros oponentes pedían otras cosas,prometían construir casas de protección oficial, centros médicos; mejorarlas carreteras; ofrecían crear empleos, disminuir el horario laboral. Lehacían una oposición meramente económica y social.

—Entonces, usted no sabe lo que es poner un pañal, usted nosabe lo que es cuidar a un niño, a un padre y a una madre; y si usted nosabe lo qué es eso ¿cómo puede cuidar de tantos niños, de tantosancianos? —se dirigió al público— ¿Quieren ustedes que los gobiernealguien que no sabe ni poner unos pañales?

Los gritos del grupo de jóvenes acallaron las palabras del alcaldeque intentaba responder. Él nunca se había visto atacado en el planopersonal, su sonrisa parecía un rictus. Un enorme clamor de aprobaciónemergió de los integrantes de su partido, de los emigrantes que hacíansonar sus lenguas como lo habían aprendido en sus lugares de origen.

Dio las gracias al alcalde, le quitó los dos pañales y bajó delestrado con la seguridad de que, por primera vez en quince años, lavictoria se dejaba tocar con las manos.

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ENTRADILLA: La falta de sensibilización social y una dudosa interpretaciónde la leyes lleva cada año hasta los tribunales a cientos demujeres. Sulucha, ver reconocidos sus derechos como trabajadoras.

TEXTO BASE: Tras sus testimonios podrían estar cientos de mujerescomo ellasmismas (Henar Redondo, Raquel Palencia, Paula Acebes oAlmudena Esteban). Mujeres tratadas como peones de un tablero en elque, a pesar de leyes progresistas como la reciente de Igualdad entreHombres yMujeres, las reglas del juego varían al capricho empresarial oincluso por el arbitrio del Instituto de la Seguridad Social.

Para ver reconocidos sus derechos como trabajadoras todas ellas hantenido que recurrir en pleno siglo XXI al amparo de las organizacionessindicales y lamaquinaria judicial. «No hay carencias en las leyes porquelasmedidas están ahí, lo que hay es una evidente falta de sensibilidad ensu aplicación. No todos los jueces acaban de escuchar la realidad»,sentencia Esteban, la única de estas cuatro trabajadoras que hoysemanifestará por las calles deValladolid recordando que enmayo de2008 se le cerraron las puertas a sus derechos, que la falta de recursoseconómicos y el agotamiento la alejaron del posible recurso al TribunalConstitucional.

Pero la esperanza está del otro lado. En el de LourdesVítores (trabajadorade Carrocería y Montaje de Renault) y esa generación heredera ybeneficiaria indirecta de una lucha colectiva. «Es un poco triste quenossigan viendo como un problema por poder quedarnos embarazadas»,reflexiona en general.

PIEZA 1: [”] Principio de igualdad. Artículo 14 Constitución Española:«Los españoles son iguales ante la Ley, sin que pueda prevalecerdiscriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión(...)”.

Ocho años de litigio, tres abogados y 40 contrataciones históricas sonalgunas de las cifras del caso que puso en tela de juicio la política depersonal de la entonces FASA Renault. Un tira y afloja con debates deforma entre la empresa, CGT y elTSJCyL terminó un 30 demayo de 2000:el Tribunal Supremo ratificaba lo alertado. Que quizá no fuera casual quelas únicasmujeres que formaban parte de la legión productiva del romboestuvieran «en administración, limpieza y confección y tapizados». Así,en un paquete de 120 contrataciones masculinas se constató que sevulneraba el principio de igualdad constitucional. «Practicaban una

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discriminación indirecta al exigir la titulación de FPII en ramas técnicas,con escasa presencia femenina, para trabajos de nula cualificación». Deahí que la posterior presencia de jóvenes como Lourdes Vítores chocara.«Al principio ellos mismos te decían que no sabían cómo tratarte y aunhoy alguno te explica las cosas con paternalismo»,matiza Vítores, hijade‘fasero’ y testigo directo de que «queda camino por recorrer» enconciliación laboral y familiar. ¿Su ejemplo? «Cuando me quedéembarazada muchas cosas no estaban claras porque era la primera vezque pasaba en mi sección, así que, hasta que caímos en la cuenta, seme descontaba la prima de producción cuando tenía que ir al ginecólogo,mientras a los compañeros que iban a cualquier otro especialista, no».

PIEZA 2: [”] Conciliación familiar. Art. 37.5. Estatuto Trabajadores:«Quien por razones de guarda legal tenga a su cuidado directo algúnmenor de ocho años tendrá derecho a una reducción de la jornada detrabajo (...)».

Henar Redondo y Almudena Esteban son la cara y la cruz de una mismamoneda. Ambas solicitaron una reducción de jornada y ambas obtuvieronun no empresarial a sus propuestas, pero sólo una vio apoyadajudicialmente su legítima reivindicación de madres. «Cuando estoy devacaciones, otras desempeñan mis funciones. Y el papeleo comoresponsable de panadería se hace por las mañanas», así resume Redondoel argumento que, junto a la imposibilidad de trabajar las tres tardes ala semana exigidas, blandió frente al Grupo Eroski. Tras una negociaciónque se dilataba, «cambios de turnos comunicados con el mínimo tiempo»,una baja por ansiedad y la impotencia de recordar cómo otras compañerasrenunciaron finalmente a sus cargos para poder compatibilizar, Redondodejó el tema enmanos de UGT. Y el sí judicial terminó por llegar, justo locontrario de lo esperado por Esteban, cabeza de una familia monoparentaly contestada por el juez con un «si hasta ahora se las ha apañado»... «Esdurísimo ver cómo tu hija no descansa porque los fines de semana yfestivos tiene que volver a madrugar para peregrinar a casas distintas»,explica esta teleoperadora de Golden Line, donde «sólo 60 de 1.500trabajadores están obligados» a trabajar de lunes a domingo y quien sólopretendió defender el derecho de la pequeña Elena «a una infanciatranquila».

PIEZA 3: [”] Derecho a la lactancia. Ley Orgánica de Igualdad: «Lastrabajadoras, por lactancia de un hijo menor de nueve meses, tendránderecho a una hora de ausencia del trabajo, que podrán dividir (...)»

Como presidenta del comité de empresa de Sitel, que el 29 de enerodejaba en la calle a 298 personas (la mayoría mujeres y 25 con reduccionesde jornada), su batalla ahora es otra. No por ello, Raquel Palencia pierdela perspectiva de lo logrado hace pocomás de un mes: su derecho acobrar los pluses recogidos en el convenio colectivo de telemarketingpor domingos y festivos trabajados, aun disfrutando de la hora de lactanciarecogida por el Estatuto de losTrabajadores y la Ley de Igualdad. «Micaso no fue el primero, pero nunca se denunció que la empresa nosdiscriminaba por ejercer un derecho», matiza Palencia, de ahí que llegaraal Juzgado de lo Social número 2 como conflicto colectivo. Lo curioso es

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que ésta no era la única práctica susceptible de terminar en los tribunales,ya que «si solicitabas una reducción de jornada por cuidado de hijos, Sitelte exigía un documento en el que figuraran los horarios laborales de tupareja» y el centro escolar. «Para conciliar no hay que buscarjustificaciones».

PIEZA 4: [”] Protección del embarazo. Art. 134 Ley General de la SSy art. 14 de la de Conciliación

«A los efectos de la prestación económica por riesgo durante el embarazose considera situación protegida el periodo de suspensión de trabajo enlos que, debiendo la trabajadora cambiar de puesto (...)».

Contra el mismo Estado del que emanan leyes como a la que apelaba,la de Conciliación de la Vida Laboral y Familiar. La posibilidad de sufrirla agresión física de algún paciente psiquiátrico del Benito Menni llevó aPaula Acebes a solicitar la prestación por riesgo durante el embarazo,que cubre la pérdida de renta «durante el periodo de suspensión delcontrato en los supuestos en que, debiendo cambiar de puesto por otrocompatible con su estado (...), dicho cambio no resulte posible». Unartículo que, curiosamente, la Seguridad Social no consideró aplicablea su caso, a pesar de la recomendación del propio hospital. «A las auxiliaresse les estaba concediendo, pero a mí no porque ni repararon en que soyenfermera de Psiquiatría y no de Atención Primaria. Ni se miraron eldossier en el que se evaluaba el riesgo y en el que además constaba quepor una amenaza de aborto pasé las primeras semanas de gestación encama», explica Acebes, quien terminó recurriendo al sindicato SATSE ala segunda negativa y ganando el juicio en enero de 2007, con su hijo yaen el mundo. «Hubiera preferido no pasar el embarazo que pasé», reconoce,y sentencia: «¿Para qué dictan leyes si luego los inspectores no lasaplican?».

DESPIECE: Otras sentencias a recordar:

*Julio de 1996. Trabajo confirma que, sin razón objetiva, las empleadasde El Corte Inglés percibían

entre un 39%y un 45% menos en el capítulo de los complementospersonales que sus compañeros varones.

*Marzo de 2006. Una sentencia deja claro que jornada de trabajo y turnono son sinónimos y obliga a Telefónica a respetar el derecho de reducciónde jornada por cuidado de hijos de una de

sus empleadas.

*Julio de 2006. El TSJCyL ratifica la sentencia que condena a ValladolidMotor a pagar a una

trabajadora, representada por CCOO, el mismo salario que sus colegas.

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La minería se mantiene a la baja con una plantilla cercana a los 300trabajadores, aunque repuntan las contrataciones.

La cuenca minera palentina festeja hoy a su patrona, SantaBárbara, con un toque inusualmente femenino en una profesión dondesalvo muy pocas excepciones las plantillas siempre han estado integradaspor hombres. Pero los tiempos cambian y las leyes van adelantando esoscambios, que poco a poco consiguen llegar a todos los ámbitos sociales.

Las leyes de paridad se han ido aplicando en la composición delas listas electorales, avanzan con timidez en los consejos de administraciónde las sociedades y están posibilitando un cambio de caras en empresasde marcado carácter masculino, como las metalúrgicas y las del sectordel automóvil. Pero de ahí a que las mujeres pudieran llegar a trabajar enel sector minero quedaba todavía un abismo, que también se estáacortando. En empresas del carbón de Asturias y León los mineros hancomenzado a familiarizarse con la presencia de algunas mujeres endistintas labores, pero no ocurría lo mismo en la la cuenca palentina,limitada a dos empresas -Unión Minera del Norte (Uminsa) y CarbonesSan Isidro-, tras las continuas reconversiones de las décadas de los añosochenta y noventa.

Sin embargo, ya están también las palentinas copando puestosen una profesión dura como ninguna otra y hasta ahora inaccesible paraellas. Once mujeres de localidades como Velilla del Río Carrión, Villanuevade Arriba y Guardo, y con edades entre los 20 y los 46 años, han entradoa formar parte de la plantilla de Uminsa para trabajos de conductoras enla minería de exterior en la comarca de Castrejón de la Peña. Su laborconsiste en realizar tareas de movimiento de tierras utilizando grandescamiones, dúmperes y excavadoras que cargan hasta 40 toneladas detierra y otros materiales. La empresa se muestra muy satisfecha de lalabor que desempeñan y no repara en elogios. «Desde que fueroncontratadas, estas mujeres están demostrando que desarrollan su actividadcon orden y disciplina, son más sensibles que los hombres a la hora deefectuar las maniobras con las máquinas y cuidan mucho los materialesde trabajo», afirman representantes de la empresa minera más grandedel país, que dirige el empresario leonés Victorino Alonso.

En parecidos términos se expresan los dirigentes sindicales,que califican de estupenda la irrupción de las mujeres en el sector delcarbón. «Hasta ahora, en la minería sólo habíamos visto mujeres para lastareas de limpieza y en oficinas, pero las once que trabajan para Uminsa

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están dejando el pabellón muy alto», opina el secretario comarcal de UGT,Carlos Mesa.

Nuria García, anterior alcaldesa de Velilla del Río Carrión, fueuna de las pioneras en reivindicar este trabajo como una ocupacióntambién para las mujeres. «Ella fue la que sugirió a algunos responsablesde la empresa la posibilidad de que contrataran a mujeres comoconductoras», explican representantes de Uminsa, que finalmente lehicieron caso, tras lo que comenzaron las primeras contrataciones, incluidala de la propia García, quien durante nueve meses ha conducido undumper, aunque ahora ha cambiado de profesión. «Encontré otro empleoal lado de mi casa, lo que me reporta más ventajas, porque tengo unahija de 13 años. Pero la experiencia ha sido muy buena, al igual que elambiente de trabajo, tanto con las mujeres como con los hombres»,sostiene Nuria García, que sigue manteniendo contacto con las nuevastrabajadoras de la minería y según dice, están encantadas.

Con la contratación de las once mujeres, la plantilla de la mineríapalentina no ha experimentado un incremento espectacular, porque siguesujeta a los planes del carbón con las prejubilaciones para los másveteranos. Pero se mantiene, e incluso en Uminsa han aumentado lasnuevas incorporaciones. La empresa de Alonso cuenta con 160trabajadores en la minería de interior, mientras que los trabajos de cielosabiertos subcontratas, seguridad y transporte ocupan a otros 140, segúndatos de la empresa. En Carbones San Isidro, la única mina que no esde Uminsa, trabajan 27 mineros repartidos en interior y exterior.

La empresa contratará a más mujeres

Las once mujeres que trabajan como conductoras en Uminsatodavía no representan un porcentaje importante de cara a la igualdadde oportunidades, pero, según la empresa minera, estas contratacionesadquieren un especial significado, teniendo en cuenta que las mujeresnunca habían tenido presencia en este oficio. «En el futuro, seguiremosincorporando mujeres», se anuncia desde la sociedad minera.

“Las leyes de igualdad irrumpen en la cuenca minera con la incorporación de once mujeres”

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La economía, entendida como la síntesis de un modo de organizar laproducción, distribución y acumulación de bienes y servicios, refleja eltrabajo formal o remunerado, visible y comprobable. Sin embargo, laeconomía de un país también se nutre del trabajo informal que permitesobrevivir a una gran mayoría de la población y de una riqueza económicaque proviene del trabajo reproductivo o de los cuidados, que de siemprehan desarrollado las mujeres en el hogar a través del cuál los Estados sehan ahorrado una gran cantidad de gasto social. Este trabajo reproductivo—más comúnmente llamado trabajo doméstico— al no considerarse comoun aporte económico, monetario o mercantil, ha permanecido invisibleno formando parte de las estadísticas económicas de los países yperteneciendo, por tanto, a la esfera de lo privado.

Si entendemos que la riqueza de un país está definida por sus niveleseconómicos, esto es bienes —privilegios— y servicios —obligaciones—,podemos decir entonces que la población más pobre, entre la que seencontrarían las mujeres, que es la que participa en actividades noremuneradas a través del trabajo informal, se consideraría fuera de laeconomía. El análisis macroeconómico descuidó los recursos humanoscomo factores de no producción, centrándose sólo y exclusivamente enlos factores económicos y materiales. Sin embargo, el trabajo entendidocomo la aportación específicamente humana, que conjuntamente con losrecursos naturales, permite obtener los bienes y servicios necesarios parala satisfacción de las necesidades humanas, nos acerca a la importanciade revalorizar los bienes y servicios que se encuentran fuera del mercadoo de la esfera de lo público, sin ser reconocidos ni reflejados en laeconomía.

Economía productiva, economía informal y economía reproductiva o delos cuidados

El trabajo productivo es el único que se reconoce como aporte a laeconomía. Se encuentra dentro de la economía formal y, por lo tanto, delmercado. Es el trabajo más visible, no sólo en cuanto a la facilidad conque se puede medir, mediante cifras, sino también por su visibilidad yreconocimiento social. Es el trabajo que genera parte de la riqueza nacionalde los países y en el que se incluyen tanto productoras/es, trabajadoras/escomo consumidoras/es y empresarias/os. El ciclo económico generaoferta y demanda en función de los mercados—cada día más competitivos—de los que depende. En el caso de la incorporación de las mujeres almundo laboral remunerado, ha permitido ganar ciertas cotas de poder y

“Las invisibles de la economía”Paloma Lafuente Gómez

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autonomía económica. Si bien es cierto que esta introducción en el mundolaboral no ha sido todo lo beneficiosa que se esperaba, ya que las mujeresse han posicionado en trabajos peor pagados y de menos cualificación,sí se ha conseguido protagonizar una parte de la esfera pública, quehistóricamente había sido ocupada por los hombres.

Sin embargo, mucho del trabajo productivo de una economía puede noformar parte del mercado si no está regulado a través de contratosformalizados. A esto lo llamamos economía informal. Este tipo de economía,no reflejada como tal en las cifras, es la que constituye el alimento principalde las personas en situación de pobreza del mundo. El trabajo informales el centro de la actividad económica de muchos países en desarrollo,llevado a cabo por gran número de mujeres. Se trata de un trabajoremunerado, pero a expensas del mercado. En el caso de las mujeresson muchas las que trabajan dentro del sector no estructurado. Duranteel período 1994-2000 el trabajo femenino correspondiente al sectorinformal arrojaba las siguientes cifras: India (86%), Kenya (83%), Indonesia(77%) o El Salvador (69%). Por otra parte, el porcentaje de mujeres delsector informal que formaban parte de la fuerza laboral durante el períodode 1991-1997 en Latinoamérica suponía el 51% para Bolivia, el 56% enel caso de Honduras o el 58% de El Salvador. Mientras que el porcentajede la fuerza laboral no agrícola en el sector informal durante el mismoperíodo, era superior en el caso de las mujeres: 74% mujeres frente al55% hombres en Bolivia o 65% mujeres y 51% hombres en el caso deHonduras.

En tercer lugar, nos encontramos con un tipo de trabajo no remuneradosin ningún tipo de reconocimiento ni familiar ni social, oculto tras losmuros de cada hogar pero que sin su existencia nuestras sociedades, taly como las conocemos, no hubieran podido avanzar. Es el llamado trabajoreproductivo o de los cuidados. Este tipo de trabajo, que es el corazónmismo de las sociedades—tanto de hogares como de países enteros—esindispensable para el buen funcionamiento de la economía. Y es que, elhogar o la familia como institución económica, además de ser una unidadde consumo es también una unidad de producción de bienes y servicios.Precisamente es dentro de los hogares y la familia donde se produce eltrabajo doméstico no remunerado ni reconocido como una actividadeconómica, por considerarse fuera del ciclo de la economía, a pesar deformar parte de ella. El estudio de los hogares no como un todo sinocomo una unidad que parte de una situación, en muchos casos, dedesigualdad entre sus miembros, puede acercarnos al reconocimientoy visibilización del trabajo reproductivo, que de siempre ha sido realizadopor las mujeres.

Las actividades económicas reproductivas se consideraron factores queno producían, tratadas por los analistas y teóricos de la economía clásicacomo algo difícil de medir y por ello abstracto e inalcanzable y, la mayorparte de las veces, ausente en las políticas públicas de los países; de ahíla dificultad de su análisis y medición. Además, por ser un trabajo que serealiza dentro de los hogares, forma parte de las labores domésticas ofamiliares como algo dado o impuesto por la relación de parentescofamiliar y por una serie de acuerdos y normas sociales que se han

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mantenido y reforzado en el tiempo. En este sentido, algunos autores hanapoyado sus argumentaciones en razones de naturaleza biológica parajustificar la mayor dedicación que las mujeres han mostrado dentro desus hogares en cuanto al cuidado de los hijos. Uno de los problemas espresuponer que dentro de los hogares no existe ningún tipo de conflictoni desigualdad—ya sea por razones de género, edad, orden de nacimiento,relación con el cabeza del hogar, etc— dándose por sentado que lasrelaciones son armoniosas. Sin embargo, son mucho más numerosas lasvoces que reconocen el trabajo reproductivo de las mujeres y luchan porvisibilizarlo. Una forma de demostrarlo es mediante fuentes estadísticascomo las encuestas por hogares o los censos poblacionales. En AméricaLatina los datos recientes muestran que en la totalidad de los países dela región, el trabajo doméstico lo realizan las mujeres en más del 95% delos casos mientras que el trabajo remunerado lo realizan mayoritariamentelos hombres, alrededor del 65%, y el restante 35% las mujeres. Lo másdifícil de calcular son las cifras que los estados se ahorran por lacontribución desinteresada de las mujeres, ya que no son reflejadas comogasto fiscal. Es lo que se ha denominado como: “economía del amor”,es decir, la producción de bienes y servicios en el hogar, que las cuentasnacionales no contabilizan y las estadísticas suelen invisibilizar. Y es que,no revelaremos ningún secreto el hecho de reconocer que son las mujereslas que realizan en todo el mundo el trabajo reproductivo. Las estadísticasy cifras demuestran el aporte no remunerado que realizan a la producciónnacional así como la inversión en tiempo, pero ¿es posible ponerle unprecio?

Poniendo precio al trabajo de los cuidados

A simple vista resulta una labor ardua e inalcanzable pues el cuidado yesfuerzo personal pueden ser complicados de medir. Sin embargo, yaen la IV Conferencia de Beijing en 1995—más concretamente en el capítulodos—se propuso el reconocimiento y visibilización de este tipo de trabajono remunerado. Un paso adelante suponía el hecho de que desde lacomunidad internacional se reconociera que las mujeres contribuían a laeconomía a través de su trabajo en el hogar y la comunidad. El aportedel trabajo doméstico puede resultar factible si se mide en términosmonetarios, aplicando por ejemplo, precios de mercado a los distintosbienes y servicios que se producen al interior del hogar o aplicando laremuneración media de mercado por hora a la cantidad de horas dedicadasa las distintas tareas que componen el trabajo doméstico. Otra alternativaa la hora de medir la dimensión no monetaria del trabajo reproductivosería a través del tiempo que destinan tanto mujeres como hombres aactividades no remuneradas. Mª Ángeles Durán aporta la cifra que, segúnel Instituto Nacional de Estadística (INE), podría equivaler a 4,33 euros/horaen el caso de España; aunque son otras las voces que creen más acertadola cifra de 10 euros/hora.

En un estudio de la economista Naila Kabeer, menciona que pese a losesfuerzos que ha realizado la OIT para reflejar el trabajo productivo deautoconsumo, ninguna de las estadísticas realizadas suministra informaciónacerca de la contribución de las mujeres al cuidado y mantenimiento dela familia. Así, según datos del censo de 1982 de la República Dominicana,

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la tasa de participación de las mujeres en la fuerza de trabajo rural era de21%. Sin embargo, un estudio que incluía actividades como cultivodoméstico y cuidado de animales dio un estimado de 84%. Kabeer, intentaaclarar los dos conceptos a través del contenido de ambas definiciones.Por producción se refiere tradicionalmente a todas las actividades quecontribuyen a la construcción del Producto Nacional Bruto de un país, enotras palabras que son compradas y vendidas en los mercados y porreproducción, a las actividades que se encargan de cuidar y sumarproductos humanos a la sociedad, incluyendo la creación y cuidado delos hijos, reproducción de la gente en base diaria y cuidado de los ancianos,de los enfermos, de los discapacitados y de todos aquellos que no puedenver por sí mismos. Por lo tanto, las actividades que realizanmayoritariamente las mujeres se encuentran fuera del mercado con loque no son consideradas actividades económicas que produzcan riqueza,según su definición. De esta forma, todo el trabajo de cuidado y atenciónde seres humanos se encuentra fuera de la economía y, por lo tanto, delmercado. Esta misma autora entiende la economía como una pirámidejerarquizada donde lo más visible es la economía formal que está dentrodel mercado, lo que se puede medir a través de las cuentas nacionalesde un país (PIB) y por debajo de él se encontraría la economía informalcompuesta por los bienes y servicios no documentados por estadísticasoficiales. Un escalón más abajo, la economía de subsistencia, compuestapor bienes y servicios producidos para el propio consumo y por último,el peldaño correspondiente al trabajo no remunerado, llamada economíareproductiva o de los cuidados que es lo que mantiene en funcionamientoa toda la sociedad.

El programa de la ONU para el desarrollo ya estimó en 1996 que laproducción “invisible” de las mujeres en actividades fuera del Sistemade las Cuentas Nacionales llegaba a cerca de once mil billones de dólaresal año en todo el mundo. Esto equivale al 48% del Producto DomésticoBruto de todo el mundo. Recientemente en un estudio realizado por elInstituto de la Mujer, se revelaba que el cuidado informal no remuneradoen España equivalía al 4,62% del PIB. Ante la poca precisión y alternativasposibles a la hora de contabilizar a cuánto equivaldría esa economía delcuidado en las cuentas nacionales como aporte al PIB, parece que laopción más extendida y que se juzga más apropiada hasta la fecha seríanlas encuestas de tiempo. En este sentido, se cuentan con variosexperimentos en la región latinoamericana como es el caso de Méxicoo Nicaragua. En México se imputaron los salarios de mercado a distintasactividades que se realizan en los hogares con información de 2002,llegándose a la cifra de 21,6% del PIB. De forma similar en Nicaragua, apartir de información en el módulo sobre el uso del tiempo en la EncuestaNacional de Hogares sobre Medición de Niveles de Vida (EMNV, 1998)se concluyó que el valor estimado del trabajo reproductivo total fueequivalente a casi el 30% del PIB de ese año, habiendo aportado lasmujeres el 78,5% de ese valor.

División sexual del trabajo e implicaciones para las mujeres

La división sexual del trabajo ha definido y sigue definiendo la posiciónque ocupan las mujeres en el plano productivo. La dependencia y la falta

“Las invisibles de la economía”

Paloma Lafuente Gómez

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de autonomía provocan situaciones de pobreza para las mujeres antesituaciones conflictivas dentro del hogar. La vulnerabilidad económica,los bajos niveles educativos que impiden mejorar sus situaciones, asícomo las desigualdades de poder dentro de los núcleos familiares, reducenla falta de oportunidades para las mujeres. Esta desigual posición dentrode los hogares y que se refleja en el mundo laboral, repercute en la vidade las mujeres y desemboca en procesos de empobrecimiento.

El triple rol es una herramienta teórica que nos permite explicar el papelque juegan las mujeres en el desarrollo como motores de las economíasde sus países. El triple rol consiste en la triple carga que realizan lasmujeres en tres planos de la economía: el rol reproductivo, desarrolladoen el hogar a través del cuidado de los hijos, enfermos, ancianos y de laalimentación de la familia. Un segundo rol que es la esfera del trabajoproductivo fuera del hogar, en formas de trabajo remunerado como noremunerado y el rol comunitario que es la pertenencia y participación enlas labores comunitarias. El rol reproductivo es el que más implicacionestiene para las mujeres pues es mediante el cuál se mantienen lasdesigualdades de género y se hacen más marcadas las divisiones sexualesdel trabajo. La división sexual del trabajo, o asignación social de laspersonas en función de su sexo, es el embrión de las desigualdades degénero puesto que el otorgamiento de estos papeles socialmenteasignados, provoca el encasillamiento de las mujeres en la esfera de loprivado como entes reproductoras y a los hombres en la esfera de lopúblico, como agentes productivos. O lo que es lo mismo, la división deltrabajo por sexos está en la base de la desigualdad de oportunidadesque tienen las personas de distinto sexo para acceder a los recursosmateriales y sociales—propiedad del capital productivo, trabajo remunerado,educación y capacitación—así como participar de la toma de las principalesdecisiones políticas, económicas y sociales que norman el funcionamientode una sociedad nacional.

El hogar compuesto por una unidad desigual en la que se relacionanmujeres y hombres, donde los hombres generalmente tienen el poder deelección sobre las decisiones, en mayor medida que las mujeres. Estasrelaciones que pueden tornarse armoniosas pueden desembocar, enalgunos casos, en conflicto de intereses poniendo en peligro la estabilidadmaterial y emocional del hogar y generando graves confrontaciones. Es precisamente la falta de reconocimiento del trabajo reproductivo lo quehace que las mujeres se sitúen en una posición de desventaja y de faltade autonomía económica e individual, pues el trabajo y dedicaciónaportados a la unidad familiar no se convierten necesariamente en recursosmateriales ni sociales ante una situación de conflicto.

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Paloma Lafuente Gómez

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2009

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Edita:Ayuntamiento de PalenciaConcejalía de Igualdadde Oportunidades,Familia y Mujer

Realiza:Ipse creativos. Palencia.

Imprime:Graficolor-Palencia

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