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Babini, Jose - Historia de La Ciencia Argentina

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Historia de la

ciencia argentinaJosé Babini

Fondo de Cultura Económica,México, 1949

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EL VIRREINATO  Y LA REVOLUCIÓN  

1. AMÉRICA Y EL RENACIMIENTO

LA HERMOSA frase de Francisco Romero: “Hasta el descu-

brimiento, el mundo sufría oscuramente por la ausencia

americana”, no es sólo una bella imagen. Ella expresa

claramente el íntimo afán de intercomunicación que sien-

ten y presienten los ámbitos culturales, afán que luego setraduce, más que en un injerto o en un trasplante, en una

verdadera simbiosis.

América naciente y el Renacimiento europeo viven esta

simbiosis. Mientras el espíritu renacentista impulsa a los

hombres de los siglos XV y XVI a intentar y realizar la gran

aventura del descubrimiento, de la conquista y de la colo-

nización, el nuevo mundo, con el asombro que provoca,

estimula a aquel espíritu y lo acompaña y penetra.

América, por su sola presencia y existencia, y el descu-

brimiento, con todo lo que significó de aporte geográfico,

histórico y étnico, ofrecieron a la cultura occidental nuevosmotivos de expresión, nuevos campos donde extender e

irradiar su acción; motivos y acción que, a su vez, impreg-

nan a esa cultura con matices jamás conocidos.

9

En el mundo del saber, en el campo de la ciencia, este

proceso se revela claramente. Los viajes de descubrimiento

son posibles gracias a los conocimientos, nuevos unos, otros

renovados, que el Renacimiento posee sobre astronomía,

náutica y cartografía. Son las medidas geográficas de Pto-

lomeo, por suerte erróneas, las que inducen a Colón a

intentar la proeza que lo conduce a las nuevas tierras, en

las que él, terca y obstinadamente, ve o quiere ver las tie-

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rras del Cathay. Es la técnica metalúrgica de la época la

que permite la explotación inmediata de los filones de

México y del Perú.

Pero al mismo tiempo, el incremento científico europeolleva ya el sello americano. Si al principio no se hace cien-

cia en América, Europa hace ciencia con América. Los

viajes de descubrimiento y de circunnavegación, así como

los viajes terrestres que cruzaron el continente de orilla a

orilla, abrieron nuevos horizontes a la geografía y a la car-

tografía, a la cosmografía y a la náutica. Recordemos quees el Almirante quien descubre la declinación magnética,

su variación con el lugar y la existencia de líneas sin decli-

nación. El comercio ultramarino enriquece con nuevos ca-

pítulos a la economía. El derecho colonial sienta nuevas

normas jurídicas. Las crónicas acrecientan el saber histó-

rico, y las ciencias del hombre: antropología, etnografía,

lingüística, explotan la rica veta que les ofrece el hombre

americano con sus ritos y costumbres, con sus mitos y sus

dioses, mientras nacen gramáticas, vocabularios y traduc-

ciones en lenguas jamás oídas.

10

Pero es en el campo de las ciencias naturales donde lacosecha es más abundante. El estudio de la fauna, flora y 

gea que contienen los nuevos continentes y los nuevos ma-

res; las posibilidades del intercambio mutuo entre las espe-

cies indígenas de ambos mundos; las aplicaciones de es-

pecies americanas a la farmacia y a la medicina (piénsese

en la quina y que ya en 1565 Nicolás Monardes escribesu Historia medicinal de las cosas que se traen de nuestras 

Indias...);  el perfeccionamiento de los métodos de los

minerales en las explotaciones americanas (Alvaro Alonso

Barba experimenta en las minas de Potosí el procedimiento

de amalgamación de los minerales de plata por medio del

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azogue, Juan Capellin lo hace en México); son otros tantos

progresos que la ciencia debe al nuevo mundo.

2. NACIMIENTO DE LA ARGENTINA

La zona austral de América nace tarde a la vida de la

cultura. Mientras en México y en Perú los conquistadores

penetran en áreas culturales extrañamente iluminadas, en

el desolado Río de la Plata se despuebla la recién fundada

Buenos Aires.En estas regiones no hay más imperios que los fabulo-

sos y legendarios. Habitan o recorren su suelo naciones

primitivas o semiprimitivas. Estribaciones incaicas moran

en el noroeste, en el dilatado sur vagan los fornidos y des-

nudos patagones que asombran a los hombres de Magalla-

nes, despertando en ellos extrañas sugestiones, como tres

siglos después, los gigantes fósiles de la extinguida fauna

pampeana asombrarán a Darwin, afirmando en él la idea

del transformismo.

Mientras en México y en las Antillas nacen las pri-

meras universidades y se imprimen los primeros libros, enel Tucumán se fundan recién las primeras ciudades. Y

mientras criollos mexicanos cantan en versos líricos a la

“verde primavera’’ y al ‘‘oro ensortijado”, el frondoso Cen-

tenera bautiza en su epopeya, fruto poético de una ilusión,

a un nuevo país “a quien titulo y   nombro Argentina to-

mando el nombre del sujeto principal que es el Río de laPlata”. En verdad, éste era “otro mundo”.

3. LA LABOR DE LAS ÓRDENES RELIGIOSAS

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El despertar y los primeros balbuceos de la vida cultural

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se deben en la Argentina a las órdenes religiosas. La evan-

gelización, la docencia y la labor científica, que en la edad

media fueron los motivos cardinales que presidieron a su

creación y en cuyo desempeño descollaron figuras emi-nentes (piénsese, en el campo del pensamiento: Bacon, Al-

bertus Magnus, Santo Tomás), fueron también las tareas

que las órdenes se impusieron en América, aunque en estas

regiones las condiciones de sus habitantes obligaron a que

la misión evangelizadora absorbiera la mayor parte de sus

esfuerzos.Los conventos de las órdenes, además de ser centros

de evangelización y de proselitismo, cumplían una función

docente al formar el sacerdocio colonial y, más tarde, al per-

sonal que monopolizaría la educación de la juventud.

Si bien en el virreinato del Perú actuaron franciscanos,

mercedarios, agustinos, dominicos y jesuitas, fueron sinduda estos últimos, por lo menos hasta su expulsión en

1767, los que realizaron una labor preponderante en la

docencia y en el estudio.

Del primer colegio importante establecido en el virrei-

nato del Perú (el del Rosario de Lima en 1565, regenteado

por los dominicos) nace la primera universidad surameri-cana, en 1551, que, convertida en 1574 en la Universidad

de San Marcos, constituye hasta 1580 el único centro su-

perior que otorga títulos profesionales. Pero ya por esa

época empieza a advertirse el predominio jesuítico, y a me-

diados del siglo XVII, de las tres universidades suramerica-

nas existentes, dos ya son jesuitas: Chuquisaca y Córdoba.

12

Los jesuitas fueron extendiendo su obra a través de

todo el continente, bajando por el Alto Perú hacia el Río

de la Plata se establecen en Tucumán, Salta, Córdoba,

Santiago del Estero, y en Paraguay, en 1607, fundan la

provincia jesuítica en la que establecerán aquellas misio-

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nes, que, al decir del padre Furlong, “a la par de ser el

gran cuartel de soldados con que contó el Río de la Plata

durante siglo y medio, fue también el emporio de las artes

gráficas, de la arquitectura, pintura, escultura, dorado, mú-sica, etc.”, y en las que “en todos los pueblos había biblio-

teca pública y era escaso o nulo el analfabetismo”.

Es en la labor de los jesuitas donde deben verse los

primeros rudimentos de las ciencias en la Argentina. La

geografía, la lingüística, la etnografía, la historia y las cien-

cias naturales inician su aparición en las relaciones y crónicas de los numerosos viajes y exploraciones que los

  jesuitas realizaron, principalmente con fines evangelizado-

res. Así, tienen interés geográfico las distintas expedicio-

nes (1662, 1703, 1767) realizadas a la región cordillerana

de Nahuel Huapí y de Tierra del Fuego; la expedición

(1721) que reconoció el río Pilcomayo como distinto delBermejo; la expedición, ahora por orden del rey, que en

1745 recorre las costas de la Patagonia por vía marítima y 

cuya jefatura ejerce el padre José Quiroga, “maestro en

matemáticas”; y la expedición (1766) que salió en procura

de un camino directo —y lo encontró— entre el Paraguay 

y el Perú, sin tener que pasar por Buenos Aires. Nume-rosos mapas de estas regiones, el primero de los cuales pa-

rece remontarse a 1609, se deben a los jesuitas; asimismo,

se les deben trabajos especiales, como el que a mediados del

siglo XVII publica el padre Atanasio Kircher sobre los flu-

  jos y reflujos de las corrientes marítimas en las costas

magallánicas y patagónicas con una teoría sobre el sistemahidrográfico andino, ilustrando ambos estudios con sendos

mapas.

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Por otra parte, en todas las obras de los cronistas y 

etnógrafos existen noticias de interés para las ciencias natu-

rales, destacándose la Historia Natural y Moral de las In-  

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1706 inició sus observaciones astronómicas en la reducción

de San Cosme y   San Damián con aparatos fabricados

con materiales indígenas, pues escribe en 1739: “No pu-

diera haber hecho tales observaciones por falta de instru-mentos (que no se traen de Europa a estas provincias, por

no florecer en ellas el estudio de las ciencias matemáticas)

a no haber fabricado por mis manos los instrumentos nece-

sarios para dichas observaciones, cuales son reloj de péndu-

lo con los índices de minutos primeros y segundos; cua-

drante astronómico para reducir, igualar y ajustar el reloja la hora verdadera del Sol, dividido cada grado de minuto

en minuto; telescopio, o anteojos de larga vista de sólo dos

vidrios convexos, de varias graduaciones desde ocho hasta

veintitrés pies. De los menores de 8 y 10 pies usé en las ob-

servaciones de los eclipses de Sol y Luna, y de los mayores

de 13, 14, 16, 18, 20 y 23 pies en las inmersiones delos cuatro satélites de Júpiter, que observé por espacio

de trece años en el pueblo de San Cosme y llegaron a

ciento y cuarenta y siete las más exactas.”

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Con tales instrumentos, algunos de los cuales halló lue-

go Azara abandonados, realizó Suárez las observaciones que

consignó en su Lunario de un siglo  (cuya primera ediciónes probablemente de Lisboa, 1744), del cual reproducimos

el largo título de la edición de 1748, que da clara cuenta de

su contenido: Lunario de un siglo Que comienza en Enero 

del año de 1740, y acaba en Diziembre del año de 1841 

en que se comprehenden ciento y un años cumplidos.

Contiene los aspectos principales del Sol, y Luna, esto es 

las Conjunciones, Oposiciones, y Quartos de la Luna con 

el Sol, según sus movimientos verdaderos: y las noticias de 

los Eclipses de ambos Luminares, que serán visibles por 

todo el Siglo en estas Misiones de la Compañía de Jesús 

en la Provincia del Paraguay. Regulada, y aligada la hora  

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de los Aspectos y Eclipses al Meridiano del pueblo de los 

esclarecidos Mártyres San Cosme y San Damián, y esten- 

dido su uso a otros Meridianos por medio de la Tabla de 

las diferencias meridianas, que se pone al principio de el Lunario. Danse al fin de él reglas fáciles para que cual- 

quiera, sin Mathemática, ni Arithmética, pueda formar de 

estos Lunarios de un siglo los de los años siguientes, desde 

el 1842 hasta el de 1903. 

Posteriormente, desde 1745 hasta 1750, el padre Suá-

rez realizó nuevas observaciones, pero ahora ayudado porinstrumentos adquiridos en Europa.

Consignemos, para terminar, que en el primer semestre

de 1787 Manuel Torres, un fraile dominico, desentierra de

las barrancas del río Luján el primer esqueleto completo

de megaterio. Lo hace dibujar, encajonar y enviar a Ma-

drid, donde es estudiado por varios sabios europeos. Cuvier

lo bautiza en forma científica y es tal el interés que des-

pierta este gigantesco esqueleto de cerca de cinco metros

de largo, que Carlos III, entusiasmado, reclama el envío de

otro, pero. . . vivo.

Con Manuel Torres, nativo de la villa de Luján, se ini-cia el renombre científico de esta localidad argentina. Su

megaterio no es sino el síntoma de la extraordinaria riqueza

paleontológica de la región, su hallazgo preludia las exca-

vaciones y estudios de Muñiz, Ameghino, etc.

4. LA IMPRENTA

En el Río de la Plata los primeros impresos nacen en

los talleres instalados por los jesuitas en las misiones. De

la índole de esos talleres da cuenta la frase de Bartolomé

Mitre, tantas veces citada: “La aparición de la imprenta en

el Río de la Plata es un caso singular en la historia de la16

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tipografía, después del invento de Gutenberg. No fue im-

portada: fue una creación original. Nació o renació en

medio de las selvas vírgenes, como una Minerva indígena

armada de todas sus piezas con tipos de su fabricación,manejados por indios salvajes recientemente reducidos a

la vida civilizada, con nuevos signos fonéticos, hablando

una lengua desconocida en el nuevo mundo, y un misterio

envuelve su principio y su fin.”

Se ha establecido que el primer libro impreso en esos

talleres, un Martirologio romano, data de 1700. Le siguie-ron dos traducciones debidas al padre Serrano: el Flos 

Sanctorum  del padre Rivadeneyra y la obra del padre Juan

Eusebio Nieremberg De la diferencia entre lo temporal y 

lo eterno  (1705). Mientras de las dos primeras no se

conservan ejemplares, de la última existe un solo ejemplar

que basta para atestiguar que es ésta, sin duda, la mejorimpresión de los talleres misioneros. Contiene 472 páginas

y la adornan numerosas viñetas y láminas grabadas en

cobre, a buril, seguramente de mano indígena. Algunas

de ellas están firmadas.

De interés científico, sólo podrían consignarse algunos

trabajos menores de la imprenta, como las Tablas astronó- micas y los Calendarios del padre Suárez.

El papel para los impresos era importado, aunque pa-

rece que los jesuitas proyectaban instalar una fábrica de

papel (así como una de vidrio); y si bien aparecen pies

de imprenta con localidades diferentes (Loreto, San Ja-

vier, etc.), se supone que en realidad se trataba de un solo

taller rodante.

En 1747 la imprenta misionera deja de dar señales de

vida, y para encontrar nuevos impresos argentinos debe

llegarse hasta 1766, fecha de las primeras publicaciones de

la imprenta cordobesa del Colegio Montserrat, de los jesui-17

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tas. Esta imprenta que, cronológicamente, es la segunda

imprenta argentina, enmudece poco después a raíz de la

expulsión de la orden, pero reaparece, más tarde, en Bue-

nos Aires, gracias al celo del virrey Vértiz, con el nombrede Real Imprenta de los Niños Expósitos, creada con el

objeto de allegar fondos para el sostenimiento de la Casa

de Niños Expósitos y confiriéndosele el privilegio para la

impresión de los catones, catecismos y cartillas de todo el

virreinato. No se conoce con precisión el primer impreso

de estos talleres, pero se sabe que la imprenta inicia sulabor a principios de 1781.

La importancia histórica de este taller, único en el

territorio durante un largo cuarto de siglo, reside en que

fue la imprenta de la revolución. De ella salieron los ban-

dos, proclamas y manifiestos de la primera época revolu-

cionaria.

En sus talleres se imprimieron los primeros periódicos

y los primeros tratados didácticos elementales. Sus posibi-

lidades tipográficas no han debido ser amplias, pues cuan-

do en 1810, bajo el fervor revolucionario, y “para instruc-

ción de los jóvenes americanos”, se resuelve imprimir el

Contrato Social , hubo de hacerlo en dos partes, por caren-

cia de tipos.

En 1808 se le incorporan elementos de una imprenta

que los ingleses habían instalado en Montevideo el año

anterior, y en 1824, ya existiendo en la ciudad y en el

país otras imprentas (Tucumán, 1817; Santa Fe, 1819;Mendoza, 1820; Paraná, 1821) se desmantela para for-

mar, en parte con sus elementos, la Imprenta del Estado

que crea Rivadavia.

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5. LA LITERATURA Y EL PERIODISMO

Fuera de los escritos de los misioneros, también pueden

encontrarse en la literatura de la conquista y de la colonia

datos históricos, geográficos, etnográficos, lingüísticos, etc.,

de interés científico. Ya, entre los libros más antiguos, en-

contramos en los Comentarios de Alvar Núñez Cabeza de 

Vaca  (1555), de Pedro Hernández, interesantes descripcio-

nes geográficas y de costumbres indígenas, intercaladas en

el tema mayor del relato.

También contiene una descripción de las provincias

del Río de la Plata la Argentina  (1612, inédita) del asun-

ceño Ruy Díaz de Guzmán, quien toma el título de su

obra seguramente de: Argentina y conquista del Río de la 

Plata, con otros acaecimientos de los reinos del Perú, Tu- 

cumán y estado del Brasil  (1602), del arcediano Martíndel Barco Centenera, cuyo interés mayor parece residir en

el título, pues en él aparece por primera vez el nombre de

este país.

19

En cambio, posee un interés especial el célebre Viaje 

(primera edición alemana, 1567), del “primer historiador’’

de las regiones del Plata: Ulrico Schmidl. De esta obraha aparecido recientemente (1938) una versión castellana

del manuscrito alemán existente en la Biblioteca Real de

Stuttgart, con el título Derrotero y viaje a España y las 

Indias. 1534-1554 . Esta erudita versión crítica de Ed-

mundo Wernicke, con numerosos comentarios, salva los

errores y omisiones existentes en las versiones europeas,dado el general desconocimiento, por parte de los traduc-

tores, del idioma castellano y de la historia de la conquista

del Río de la Plata, y convierte al relato del “viejo Utz” en

una obra llena de interesantes aportes lingüísticos y etno-

gráficos.

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También los periódicos pueden servir para un mejor

conocimiento del desarrollo y difusión de las nociones

científicas durante la época colonial y los primeros años

de la emancipación. Ya antes de la instalación de la im-prenta de los Niños Expósitos, habían aparecido en Bue-

nos Aires algunos noticiosos manuscritos de vida efímera,

pero es en 1781 cuando se publican los primeros perió-

dicos impresos, de los cuales se conocen, aunque con títu-

los algo distintos, sólo dos ejemplares de ese mismo año.

Al iniciarse el nuevo siglo, exactamente cuando éstecontaba un trimestre, nace el primer periódico de vida no

tan efímera y en el que se hace oír por primera vez en

estas regiones, públicamente aunque no muy sonoramente,

la voz de la ilustración. Es el Telégrafo Mercantil, Rural,

Político–Económico e Historiográfico del Río de la Plata.

Su director, Francisco Antonio Cabello y Mesa, que en

Lima había editado un periódico semejante, se proponía

constituir una Sociedad Patriótico–literaria y Económica y,

mientras ésta se consolidara, publicar un periódico que

“concurriendo sino a instruir y cultivar al pueblo le dé (a lo

menos) un entretenimiento mental e inspire inclinación alas ciencias y artes”. Ambos: la Sociedad y el periódico

debían promover la fundación de nuevas escuelas filosó-

ficas “donde para siempre cesen aquellas voces bárbaras

del escolasticismo que, aunque expresivas en los conceptos

ofuscaban, y muy poco o nada trasmitían las ideas del ver-

dadero filósofo. Empiece ya a reglarse nuestra agricultura,y el noble labrador a extender sus conocimientos sobre este

ramo importante. Empiece a sentirse ya en las provincias

argentinas, aquella gran metamorfosis que a las de Méjico

y Lima elevó a par de las más cultas, ricas e industriosas de

la iluminada Europa”.

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Hasta octubre de 1802, en que es clausurado por orden

virreinal, el periódico apareció, primero bisemanalmente y 

luego semanalmente. En sus artículos se trataron cuestio-

nes de educación, agricultura, medicina, etc., y entre suscolaboradores asiduos figuró el naturalista Tadeo Haenke,

entonces en Cochabamba.

Cuando muere el Telégrafo ,  hace un mes y medio que

ve la luz otro periódico: el Semanario de Agricultura, In- 

dustria y Comercio  (el Semanario  de Vieytes), que se pro-

pone tratar “de la agricultura en general y los ramos que lason anexos, como son cultivo de huertas, plantío de árboles,

riego, etc. De todos los ramos de industria que sean fácil-

mente acomodables a nuestra presente situación, del co-

mercio interior y exterior de estas provincias, de la educa-

ción moral, de la economía doméstica, de los oficios y las

artes, de las providencias del gobierno para el fomento delos labradores y artistas, de los elementos de química más

acomodados a los descubrimientos útiles, a la economía del

campo y a la mejor expedición de los oficios y las artes”. Y

agrega en el número siguiente: “Nación alguna puede

prosperar sin el fomento de la industria: su extensión es

inmensa, sus objetos innumerables, sus utilidades inde-cibles.”

Mencionemos que el Semanario  publicó unas “leccio-

nes elementales de agricultura”, por preguntas y respues-

tas, y que fue un decidido defensor de la introducción de

la vacuna contra la viruela.

21

Las invasiones inglesas provocaron su suspensión tran-sitoria, y luego su desaparición definitiva en 1807, y hay 

que esperar tres años más para que surja un nuevo perió-

dico en el Plata: es ahora el Correo de Comercio  de Ma-

nuel Belgrano, quien en la “Dedicatoria a los Labradores,

Artistas y Comerciantes” del número inicial se refiere a

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la obra útil del Semanario  y a la necesidad de dotar a la

ciudad de un periódico “en que auténticamente se diese

cuenta de los hechos que la harán eternamente memorable

e igualmente sirviese de ilustración en unos países donde laescasez de libros no proporciona el adelantamiento de las

ideas a beneficio del particular y general de sus habitado-

res”. El Correo ,  que contribuyó al despertar revoluciona-

rio, muere casi al año de vida, cuando Moreno ya había

creado la Gaceta de Buenos Aires ,  primer periódico argen-

tino posterior a la revolución.En los años siguientes, y en especial a raíz de la funda-

ción de la Universidad de Buenos Aires, surgen en Buenos

Aires instituciones y periódicos más directamente vincu-

lados a la ciencia y a la educación.

A fines de 1815 Senillosa edita un periódico mensual:

Los amigos de la patria y de la juventud ,  que logra vivirseis meses, y que si bien estaba consagrado “a discutir

cuanto pudiera interesar a la instrucción pública”, no so-

bresalió, según Gutiérrez, ni por la novedad ni por la pro-

fundidad en las materias que trató.

En cambio, en 1822 aparece una de las más brillantes

revistas de la época: La Abeja Argentina ,  redactada por la

Sociedad Literaria que también editaba El Argos ,  y que en

sus 15 números, hasta mediados de 1823, publicó cuestio-

nes relacionadas con las ciencias y la educación. En uno

de sus números aboga por la creación de un observatorio

astronómico. Citemos por último la Crónica política y lite- 

raria de Buenos Aires ,  redactada por José Joaquín de Mora

y Pedro de Ángelis, que aparece en 1827, y en la que tam-

bién aparecieron cuestiones vinculadas directa o indirecta-

mente con la ciencia.

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6. LOS VIAJEROS Y LOS VIAJES

Fuera de los viajes y expediciones realizados con fines

científicos, encontramos en los relatos de algunos viajerosque recorrieron las regiones del Plata, datos de interés

científico.

Por su carácter especial, se destaca en la literatura de

los viajeros de la época colonial El lazarillo de ciegos cami- 

nantes desde Buenos Aires hasta Lima con sus itinerarios 

según la más puntual observación, con algunas noticias 

útiles a los nuevos comerciantes que tratan en mulas; y 

otras históricas  (1773), que contiene datos interesantes

respecto de los lugares de ese recorrido y cuyo autor, que

dice ser Calixto Bustamante Carlos Inca, alias Concolorcor-

vo, declara haber realizado ese viaje con un funcionario, alcual se le comisionara “para el arreglo de correos y estafe-

tas, situación y ajuste de postas, desde Montevideo”.

Respecto de los motivos declarados de este viaje podemos

agregar que el servicio de correos entre Buenos Aires y 

Potosí, así como con el reino de Chile, fue implantado

durante el gobierno de José de Andonaegui (1745-1755),y que bajo el gobierno de Bucarelli (1766-1770) se am-

pliaron los servicios terrestres, mientras se inauguraba el

correo marítimo entre La Coruña y el Río de la Plata.

Pero ya a fines del siglo XVIII recorre las regiones del

Plata un naturalista y geógrafo que es considerado como

uno de los fundadores del estudio de las ciencias naturales:

Félix de Azara. De origen español, había llegado al Plata

en 1781 como miembro de la comisión demarcadora de

límites de acuerdo al tratado de 1771 entre España y 

Portugal. Ante la dilación de los trámites para los cuales

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había sido comisionado, Azara emprende una serie de via-

  jes por toda la provincia del Paraguay, reconociendo el

Uruguay, el Iguazú, el alto Paraná, el Chaco, etc. “Des-

pués de haber pasado así cerca de trece años, recibí ordende regresar prontamente a Buenos Aires. Se me dio el

mando de toda la frontera del sur, es decir del territorio de

los indios pampas, y se me ordenó reconocer el país, avan-

zando hacia el sur, porque se querían extender las fronteras

españolas en esa dirección. Cuando terminé esta comisión,

el virrey me permitió visitar todas las posesiones españo-las al sur del Río de la Plata y del Paraná.” Como poste-

riormente se le encomendó el establecimiento de colonias

en las fronteras del Brasil, y otros trabajos de índole militar

y científica, recién pudo regresar a España en 1801, des-

pués de haber recorrido el Plata durante veinte años.

En memorias, algunas ya redactadas durante su estada

en América, y en libros, dio cuenta del fruto de sus viajes

y de sus estudios. En 1809 aparecieron, traducidas sin

consentimiento del autor, muchas de esas memorias como

Voyage dans l’Amerique méridionale ,  y en 1847, póstuma,

la Descripción e historia del Paraguay y Río de la Plata . 

Sus dos obras zoológicas, muy importantes por la época en

que las escribió, son Apuntamientos para la historia de los 

cuadrúpedos del Paraguay y Río de la Plata  (en francés,

1801, y en castellano, 1802) y  Apuntamientos para la his- 

toria natural de los pájaros  (1805), y en ellas se describen,

a veces con observaciones biológicas, todas las especies deaquellos vertebrados, entonces conocidas. No utiliza la

nomenclatura linneana, consecuencia de su carácter de

autodidacto y de haberse hecho naturalista en América,

dando de los pájaros y mamíferos sus nombres vulgares en

español o guaraní. Azara fue además un notable cartógrafo

y sus obras, fuera del interés geográfico e histórico, conser-24

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van aún un gran valor etnográfico por haber sentado en

ellas las bases del conocimiento de las tribus indígenas de

la época.

Mientras Azara recorría las zonas del noreste, las costaspatagónicas eran recorridas por Alejandro Malaspina con

las corbetas Descubierta  y  Atrevida .  En 1789 estaba en

Montevideo, donde la expedición quedó varios meses esta-

bleciendo un observatorio para los cálculos de longitud y 

otras tareas. “La Costa, desde el Cabo de Santa María has-

ta la Colonia del Sacramento, por el espacio de unas se-senta leguas se había sujetado casi en un todo a operaciones

trigonométricas. Se habían trazado cuidadosamente los

planos de Maldonado y Montevideo, y el todo ligado con

la posición absoluta de Montevideo y con excelentes relojes

marinos en operaciones repetidas y encontradas con latitud

observadas con la mayor confianza en el sextante. Las islasde Lobos y de Flores, el Banco Inglés, los bajos a lo

largo de la costa del N. y las restingas temibles de las

Puntas de la Carreta y Brava, se habían colocado con la

mayor exactitud sobre las operaciones geodésicas y astro-

nómicas. El prolijo examen del fondeadero del Santa Lu-

cía, cuya barra tenía menos de dos pies de agua, disipaba yacualquier proyecto sobre su utilidad...” “Por otra parte,

en el Observatorio de Montevideo se había sujetado al más

prolijo examen la marcha de los relojes marinos.”

En ese mismo año Malaspina dio una Carta del Río de 

la Plata, rica en sondajes ,  de un ancho de 2° de latitud por

2° 30’de longitud.

25

La expedición de Malaspina, que tenía por objeto

realizar estudios de oceanografía, geología, flora, fauna,

climatología, etc., de las posesiones españolas, partió luego

de Montevideo dirigiéndose a Puerto Deseado, golfo de

San Jorge, San Julián, Santa Cruz, y Puerto Gallegos. De

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aquí pasó a las Malvinas, para regresar a la costa patagónica

cerca del cabo Vírgenes y costeando siempre la parte orien-

tal de la Tierra del Fuego cruzó el estrecho de Lemaire,

dobló el cabo de Hornos y fue a parar a Chiloé, para seguira Concepción y Valparaíso, desde donde pasó a Santiago.

En esta ciudad (1790) se incorporó el naturalista Tadeo

Haenke, quien por haber perdido la expedición en Monte-

video, hizo el viaje por tierra cruzando el continente. La

expedición continuó costeando el Perú hasta México, Ma-

rianas, Filipinas, Nueva Zelandia, para volver al Callao y Concepción en 1794, regresando a España por vía del Pa-

cífico, mientras Tadeo Haenke lo hacía por Buenos Aires,

atravesando la ciudad de Mendoza y el país del Tucumán

que entonces comprendía las ciudades de Córdoba, San-

tiago del Estero, San Miguel del Tucumán, Salta, Jujuy,

Catamarca y San Esteban de Miraflores, tratando, como éldice, de “aprovechar las coyunturas que se presentasen para

establecer la situación geográfica de los puntos principales

de esta dilatada travesía”. En España escribió una Descrip- 

ción del Perú, Buenos Aires, etc.,  cuyos originales existen

en el Museo Británico y de los que recientemente (1943)

se publicó el fragmento relativo a la Argentina. Más tardeHaenke regresó a América, radicándose en Cochabamba,

siendo luego designado ‘‘profesor de ciencias naturales”,

vale decir, naturalista de las Provincias Unidas, cargo en

que le sucedió Bonpland.

Otro naturalista de la expedición de Malaspina fue

Luis Née, francés naturalizado español, quien describióluego las plantas recogidas en Montevideo, Buenos Aires,

Puerto Deseado y Malvinas, dejando a su regreso en el

  jardín botánico de Madrid un herbario de unas 10,000

plantas.

De los viajes realizados después de la revolución, el

26

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primero es el viaje de circunnavegación cumplido por una

expedición armada por el canciller ruso conde de Roman-

zoff y en la que iba, como naturalista, el poeta y botánico

alemán Chamisso. Aunque no tocaron las costas argenti-nas, pues del Brasil pasaron al archipiélago fueguino, el

material recogido en la zona austral interesa a la flora

argentina. Chamisso estudió y clasificó el material recogido

por él y por otros naturalistas. Así encontramos entre ese

material estudiado, un Cocos Romanzoffiana ,  nombre con

que Chamisso, para honrar al organizador de la expedi-ción, designó la palmera que caracteriza al brazo del río

Paraná denominado ‘‘Paraná de las Palmas”.

De los demás viajes científicos realizados a las regiones

del Plata durante la primera mitad del siglo, sólo recorda-

remos a los de D’Orbigny y de Darwin, cuyas exploracio-

nes por estas tierras dieron lugar a estudios científicos que,fuera de su valor histórico, constituyen aún hoy fuentes de

consulta indispensables en muchos campos de las ciencias

naturales.

Alcides d’Orbigny recorrió los países de América del

sur desde 1826 hasta 1833, visitando, en la Argentina, el

Carmen de Patagones, las barrancas del Paraná y la pro-vincia de Corrientes. En su obra monumental Voyage 

dans L’Amerique méridionale ,  muchos capítulos traen no-

ticias de interés para la geología, paleontología, botánica,

zoología y antropología argentinas.

27

Aproximadamente en esa misma época otro joven hom-

bre de ciencia recorre el país. Es Charles R. Darwin, natu-ralista del Beagle ,  que cumple entre 1831 y 1836 un

crucero científico. En 1832, después de haber tocado tierra

en varios puntos de la Patagonia y de Tierra del Fuego,

Darwin desembarca en Río Negro; a caballo se dirige a

Bahía Blanca, de reciente fundación, cruza la sierra de la

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Ventana por los ramales de Pilliahuincó y llega a orillas

del Tepalquén, en cuyas barrancas descubre los capara-

zones de los gliptodontes, cuyo parecido con especies ac-

tuales le asombra. Más tarde, cuando vuelve a entrar enel país, por el lado chileno, volverá a sorprenderse ante un

grupo de cuarenta o cincuenta araucarias petrificadas, con-

vertidas en sílice y espato calizo. “Sentí al principio tal

sorpresa que no quería creer en las pruebas más evidentes.”

Este viaje de Darwin por las regiones suramericanas sem-

brará en su espíritu la duda acerca de la estabilidad de lasespecies, duda que la lectura de los Principios  de Lyell,

cuyo primer tomo lee a bordo, no hará sino fortificar. Los

cambios que advierte en los animales y en las plantas al

bajar de norte a sur, la similitud de la fauna y de la flora

indígenas del archipiélago de los Galápagos con las del

continente; y el asombroso parecido de las especies extin-guidas y actuales, que el rico depósito de fósiles de la Pa-

tagonia le revela, son síntomas que preludian el adveni-

miento de la teoría que un cuarto de siglo después desarro-

llará ampliamente.

Los resultados de las observaciones de Darwin están

consignados en su Viaje de un naturalista alrededor del mundo , en el cual casi la mitad está consagrada a la Argen-

tina, y en obras más especiales como las Observaciones 

  geológicas sobre la América del Sur ,  y  Zoology of the 

Beagle  (en colaboración con otros autores), en las que

una gran parte está dedicada a la geología y a la fauna

actual y fósil de las regiones del Plata.

Cuando en 1833 Darwin pasa por Luján, reside en esa

villa un médico argentino, con el cual más tarde entablará

correspondencia científica. Es Francisco Javier Muñiz,

considerado el primer naturalista argentino.

28

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La vida de este estudioso autodidacto tiene contornos

heroicos: a los doce años es herido, luchando en la segunda

invasión inglesa; interviene como médico militar en la gue-

rra del Brasil, en Cepeda, donde es malamente herido,y en la guerra del Paraguay; y muere durante la epidemia

de fiebre amarilla que contrae al atender a un enfermo.

Si bien Muñiz actuó también durante la organización

nacional, como hombre público y como profesor y decano

de la Facultad de Medicina, nos ocupamos en este capí-

tulo de su labor científica, pues ésta se desarrolló princi-palmente durante su permanencia en Chascomús (1825) y 

en Luján (1828–1848).

Su actuación como médico fue notable para su época;

en 1832 la Real Sociedad Jenneriana de Londres le con-

fiere el grado de socio correspondiente en mérito a sus

estudios sobre la vacuna y la acción de ésta como agenteterapéutico en algunas enfermedades cutáneas; pero sin

duda es en el campo de las ciencias naturales, en especial

en la paleontología, donde la figura de Muñíz adquiere sus

contornos más nítidos.

29

Ya en Chascomús Muñiz inicia los trabajos que pue-

den considerarse corno los primeros esfuerzos paleontológi-cos argentinos. Recoge y reconstruye fósiles, algunos cono-

cidos, pero otros nuevos que por no dar a conocer a tiempo

no le permiten hoy hacer valer sus indiscutidos dere-

chos de prioridad. Pero es en Luján donde durante largos

años realizará la fructuosa tarea de remover y sacar a luz

el extraordinario mundo fósil sepulto en las barrancas de surío. Reúne, estudia y clasifica un material apreciable que

en 1841 obsequia al gobernador Juan Manuel de Rosas

(Ameghino insistirá más tarde que no fue un obsequio,

sino un despojo, pues Rosas habría obligado a Muñiz a

hacer la pretendida donación). El material contenido en

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once cajones comprendía restos de niégatenos, elefantes,

mastodontes, toxodontes, orangutanes, milodontes, glipto-

dontes... “y hasta las reliquias de tres especies última-

mente encontradas”. Y Rosas, magnánimo, regala todoeste material, fruto de tantos años de trabajo, al almirante

Dupotet. Parte de la colección será estudiada luego por

Gervais, del Museo de París, y en ella se encontrarán pie-

zas que darán lugar a nuevas especies. Otros restos fueron

a Londres por intermedio de Woodhine Parish, escritor

inglés que vivió en la Argentina entre 1839 y 1852, autorde un libro: Buenos Aires and the provinces of the Río de 

la Plata  (1839. 1852), importante para la mineralogía y 

paleontología.

Ante el destino que Rosas depara a sus fósiles, Muñiz

vuelve a las barrancas, reconstruye y amplía la colección,

que en 1857 deposita en el Museo de Buenos Aires.En 1844 realiza su descubrimiento paleontológico más

importante, el del “tigre fósil”, hoy bautizado como Smilo- 

don bonaerensis  (Muñiz), y del cual da cuenta en un

ejemplar de la Gaceta Mercantil  del año siguiente, circuns-

tancia que, por supuesto, hace que el hallazgo pase total-

mente inadvertido.También pasó inadvertido, por publicarse en ese mismo

periódico, el trabajo de 1848 El ñandú o avestruz ameri- 

cano ,  excelente monografía en la que no sólo se describen

extensamente los hábitos del animal, sino también los del

gaucho y de la vida campera de entonces.

30

En 1847 da fin a sus Apuntes topográficos del territo- 

rio y adyacencias del Departamento del Centro de la Pro- 

vincia de Buenos Aires, con algunas referencias a los 

demás de su campaña ,  con datos de interés para la geolo-

gía, la geografía, la etnografía y la medicina social. Res-

pecto de las observaciones geológicas sobre la formación

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pampeana dirá más tarde Ameghino: “Mis descripciones,

demostrando que los mamíferos extinguidos quedaron se-

pultados en el barro de antiguas lagunas, parecen copiadas

de Muñiz. Es que ambos, aunque con 40 años de inter-valo, hemos escrito sobre el terreno, con el cuerpo del delito

a la vista, que da siempre una idea distinta de la que se

hace el sabio desde el bufete.” “En el mismo caso se en-

cuentran muchas otras observaciones de Muñiz, exactísi-

mas, pero que sólo se conocen desde un cortísimo número

de años.”Ya aludimos a la correspondencia con Darwin. Ella se

inicia con el deseo expresado por Darwin de poseer mayo-

res informaciones respecto de la “vaca ñata”, curiosa espe-

cie doméstica que había observado en su viaje y que le

interesaba y le preocupaba. Muñiz contestó con precisión

a las preguntas formuladas por Darwin, quien utilizó esarespuesta en la segunda edición de su Viaje ,  así como más

adelante en el Origen de las especies .

Todos los escritos científicos de Muñiz, o casi todos,

fueron recopilados y publicados por Sarmiento en 1885,

acompañándolos con comentarios y con una nota biográ-

fica.

7. LA ENSEÑANZA PRIMARIA Y LA ENSEÑANZA

SECUNDARIA

Volvamos nuevamente a la colonia para considerar

otros aspectos de la naciente cultura argentina.

31

La primera noticia que se posee de un maestro de pri-

meras letras en el territorio argentino procede de Santa Fe,

donde en 1577 se habla de un Pedro de Vega, “que enseña

la doctrina christiana á los niños de poca edad y á leer y 

escribir á los demás”, aunque parece que después de ese

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maestro, la ciudad estuvo desamparada un tiempo en ma-

teria de enseñanza primaria.

La instrucción primaria en la colonia fue principal-

mente obra de los vecindarios, quienes por intermedio delos cabildos, o establecieron directamente escuelas, o exi-

gieron a los religiosos la obligación de enseñar como condi-

ción para la fundación de sus conventos. Su única finali-

dad fue la de enseñar a leer, escribir y contar (para

artesanos y comerciantes) e impartir la doctrina cristiana.

A fines del siglo XVIII, con el advenimiento de Car-los III, se manifiesta un mayor interés por la instrucción

pública. Se crean nuevas escuelas fiscales, con los fondos

de las temporalidades de los jesuitas expulsados, y muni-

cipales, con los fondos propios de los cabildos; se reclaman

perfeccionamientos y hasta asoma el concepto de enseñanza

obligatoria. Así en Buenos Aires, inspirado por la prédicade Belgrano, el virrey Cisneros en 1810 decreta la concu-

rrencia obligatoria de los niños a las escuelas.

Mas el progreso real no fue muy grande. Los prejuicios

raciales excluían de la instrucción a los más. Los negros no

podían recibir ninguna clase de enseñanza, excepto la doc-

trina cristiana, una vez por semana. Los indios no estabanmejor (las misiones habían constituido una excepción).

Por otra parte, la enseñanza se limitaba generalmente

a los varones, pues recién a fines del siglo XVIII, y en algu-

nas provincias, se establecieron escuelas para huérfanas y 

para niñas.

También bajo Carlos III aparecen los primeros regla-

mentos que fijan los requisitos que deben satisfacer los

maestros de escuela. Figuraban como tales requisitos: la

aprobación eclesiástica, la limpieza de sangre y un examen

ante escribano “sobre la pericia del Arte de Leer, Escribir,

y Contar, haciéndole escribir a su presencia muestras de32

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ciado que sirvió de base al Colegio Máximo declarado en

1610, y cuyos cursos quedaron definitivamente instalados

en 1614, sirviendo, a su vez, de base a la futura Universi-

dad cordobesa.Mientras tanto, con los bienes donados por el presbí-

tero Ignacio Duarte y Quirós, se funda en 1687 el Colegio

Real Convictorio de Nuestra Señora de Montserrat, sujeto

al Real Patronato y subordinado al Provincial de la Com-

pañía de Jesús.

La fundación de este Colegio  es importante, pues du-rante mucho tiempo es a él donde acudirán los estudiantes

de Buenos Aires y Paraguay, y no pocos del Alto Perú y 

Chile. Por lo demás, sirvió de modelo al Real de San Car-

los de Buenos Aires.

Desde el siglo XVII se trató de instalar en Buenos Aires

establecimientos de enseñanza media y superior, pero yapor indiferencia de la corona, por rivalidades de las con-

gregaciones o por oposición de las ciudades que poseían

colegios o universidades, esos proyectos no tuvieron reali-

zación, hasta que el gobernador Vértiz, en 1771, consulta

a la junta de temporalidades con el propósito de “estable-

cer escuelas y estudios generales para la enseñanza y edu-cación de la juventud”. La Junta, previo informe de los

cabildos eclesiástico y secular, resuelve en 1772 la creación

de una escuela de primeras letras y una cátedra de gramá-

tica, con lo que se fundan reales estudios públicos que se

completan en 1776. Y en 1783 el ahora virrey Vértiz ins-

tala solemnemente el Real Colegio Convictorio de SanCarlos (o Carolino), en el que se educaron “casi todos

los hombres que encabezaron y sostuvieron la revolución

y honraron a la patria con sus talentos”. (Gutiérrez.)

34

Los estudios reales y el Colegio Carolino pasaron por

vicisitudes diversas provocadas por los sucesos militares

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(invasiones inglesas) y políticos (movimiento revolucio-

nario), de tal manera que en 1810 la Junta de Gobierno

reconocía la necesidad de crear un nuevo establecimiento

más adecuado a las circunstancias del momento, y paraformar “un plantel que produjera algún día hombres que

fueran el honor de la patria”. No obstante estos buenos

deseos, recién en 1818 se transformó el Colegio de San

Carlos en Colegio de la Unión del Sud.

Pese a la frase de Gutiérrez, Salvadores, a través de

un análisis del carácter de la enseñanza que se impartíaen el Real de San Carlos, afirma que la influencia que el

colegio pudo tener sobre la formación moral de la juven-

tud que encabezó el movimiento revolucionario, fue nula.

Esa enseñanza, en la que imperaba aún “la doble

verdad” y en la cual la ciencia en el sentido ordinario del

término estaba incluida, tenía su libertad restringida pormotivos políticos y religiosos, que impedían que se ense-

ñasen doctrinas contrarias a la autoridad y regalía de la

corona, o que contradijesen a los principios del dogma.

Manuel Moreno refleja el carácter de esa enseñanza

al decir “...en las lecciones de filosofía se omite la aritmé-

tica y la geometría, que como llevo dicho, ignora siempre

el maestro mismo, de que resulta, que en todas las cues-

tiones de física se pasan por alto las pruebas de la demos-

tración matemática...”, “los ramos de lógica, física natural

y experimental, ética y metafísica que se enseñan a los

alumnos por el espacio de tres años, antes de pasar a lateología, que como lo más necesario y lo que deben sacar

más fresco en sus cabezas, se deja para lo último. Pero es

doloroso añadir que en estos ramos se advierte todavía el

escolasticismo en todo su rigor, y que aún se defienden

con calor las tesis que han sido abandonadas en Europa

hace cincuenta años, o se ignoran los descubrimientos he-35

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chos por los modernos en esta parte tan provechosa de

los conocimientos humanos.” “En cuanto a la utilidad que

debía esperarse de promover los conocimientos y las cien-

cias, estando reducidas sus lecciones a formar de los alum-nos unos teólogos intolerantes, que gastan su tiempo en

agitar y defender cuestiones abstractas sobre la divinidad,

los ángeles, etc., y consumen su vida en averiguar las

opiniones de autores antiguos que han establecido siste-

mas extravagantes y arbitrarios sobre puntos que nadie

es capaz de conocer, debemos decir que es absolutamenteninguna.”

Ya creada la Universidad, Rivadavia, en 1823, trans-

forma el Colegio de la Unión del Sur en Colegio de Cien-

cias Morales, y con el objeto de facilitar la venida de jóve-

nes a Buenos Aires, y al mismo tiempo favorecer a la

formación del plantel de futuros estudiantes universita-rios, se resuelve costear el sostenimiento en los colegios de

la ciudad (se proyectaba crear otros de tipo científico-

natural) de seis jóvenes por cada territorio dependiente

gobierno.

Las clases públicas las recibían los alumnos en el De-partamento preparatorio de la Universidad, no obstante

lo cual el Colegio logró cierto prestigio, llegando a tener

durante los cursos de 1825 y 1826 más de un centenar

de alumnos.

36

Pero los tiempos cambian, y en 1830, “Siendo incom-

patible con las graves y urgentes atenciones del erariopúblico de esta Provincia la permanencia del Colegio de

la Provincia de Buenos Aires, y no correspondiendo sus

ventajas a las erogaciones que causa, ni a los fines que

debieron motivar su fundación, el Gobierno...” resuelve

disolver el Colegio de Ciencias Morales, que el año ante-

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rior se había refundido en el Colegio de la Provincia

de Buenos Aires.

Mientras tanto, en Mendoza, por obra de San Martín,

se creaba el Colegio de la Santísima Trinidad, que empe-zó a funcionar en 1818. Estaba destinado principalmente

al estudio de las ciencias, pues era su propósito establecer

“cátedras de humanidades, en que se enseñarán los sa-

grados derechos y deberes del hombre en sociedad, las

facultades mayores, la física, las matemáticas, la geogra-

fía, la historia y el dibujo”.

Como se ve, en tales estudios falta la teología, y esa

falta, dice el historiador Vicente F. López, “revelaba ya

un progreso tanto más evidente en las ideas de los que

habían dirigido la fundación de este establecimiento, cuan-

to que la enseñanza de la filosofía en manos del rector

Guiraldes, estaba calcada sobre el método de Condillac

y tomaba por punto de partida, como este grande maes-

tro, la observación experimental y la observación efecti-

va de la conciencia individual”.

8. LA ENSEÑANZA UNIVERSITARIA

37

En 1614 fallece en Córdoba fray Fernando Trejo y 

Sanabria, quien el año anterior había concretado una do-

nación al colegio jesuítico, a fin de que con sus rentas se

sustentaran cátedras de latín, artes y teología y se otor-

gara con licencia real grados de bachiller, licenciado, maes-tro y doctor. Aunque tal donación, complicada por otra

del donante a Santiago del Estero, dio lugar a una serie de

pleitos, el hecho es que a principios de 1614 se inician en

el Colegio Máximo los estudios, pero sin facultad para

otorgar grados, hasta que en 1622 Gregorio XV autoriza,

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por un término de diez años, a conferir grados a los que

hubiesen cursado estudios en colegios de la Compañía

que funcionasen a más de 200 millas de la universidad

más próxima, en este caso la de Charcas.Recién en 1664 se dan las primeras “constituciones”

que se amplían en 1710. Por ellas, la Universidad com-

prendía las facultades de artes y de teología. La primera

otorgaba los grados de bachiller, licenciado y maestro, y 

sus estudios comprendían la filosofía (lógica, física, me-

tafísica).A raíz de la expulsión de los jesuitas, la Universidad

pasa a manos de los franciscanos, iniciándose una larga

lucha entre éstos y el clero secular por el predominio en

la Universidad, hasta que en 1790 se inicia la seculari-

zación con la creación de la cátedra de Instituta, en 1795

se confieren grados en derecho civil y, finalmente, en

1799 se resuelve “fundar de nuevo” en Córdoba una uni-

versidad mayor con el nombre de Real Universidad de

San Carlos y de Nuestra Señora de Montserrat.

Pero esta nueva universidad recién se instala en 1808,

cuando asoman los nuevos tiempos y asciende al recto-rado un hombre de actuación en la historia argentina: el

deán Funes (Gregorio Funes). El primer signo de los

tiempos nuevos es la creación, a costa del peculio particu-

lar del rector, de una cátedra de matemática que empieza

a funcionar en 1809.

Tal es la universidad que existe en la Argentina alestallar la revolución. Nada pudo influir sobre ésta, pues

el espíritu nuevo que se le pretendía animar, era coetáneo

con el de la revolución.

38

En 1815 se aprueba una modificación en la estruc-

tura de los estudios, propuesta por el deán Funes, con la

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que se pretende mejorar la enseñanza de las ciencias: in-

tensificación de la matemática, estudio experimental de la

física, aunque no se contaba aún con material para ello;

sin demostrar, empero, igual pretensión en la filosofía.Se sigue sosteniendo que las escuelas de los escolásticos

son un campo cerrado donde se puede caminar a pie segu-

ro, que las doctrinas de los nuevos filósofos (Descartes,

Malebranche, Locke y Leibniz) son ocurrencias antoja-

dizas, etc.

Que las cosas no mejoran cuando la Universidad en1820 pasa a depender de la provincia, lo comprueba el

inútil esfuerzo del rector Bedoya para que se modificara

el estudio de la “física de puro capricho” que entonces se

enseñaba, y que se adoptara para ese estudio el castellano

en lugar del latín, como se seguía haciendo en la univer-

sidad cordobesa.

39

Mientras tanto, en Buenos Aires continúan en forma

intermitente las gestiones para fundar una universidad,

gestiones que se habían iniciado en 1771 con la funda-

ción de los reales estudios y continuado en 1783 con la

creación del Colegio Carolino. Las creaciones educaciona-les de Belgrano desde el Consulado, y el espíritu nuevo

que trae la revolución, mantienen latentes esos propósitos,

pero es recién en 1816 cuando la idea vuelve a ser consi-

derada oficialmente. El auspicio del gobierno y los esfuer-

zos del presbítero Antonio Sáenz permiten finalmente que,

el 9 de agosto de 1821, el gobernador Rodríguez y suministro Rivadavia firmen el decreto de creación de la

Universidad de Buenos Aires. En realidad, los trabajos

de organización de la Universidad estaban muy adelanta-

dos, pues con anterioridad se habían designado el rector,

que lo fue Antonio Sáenz, y los catedráticos, de modo que

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el 12 de agosto pudo instalarse solemnemente la Univer-

sidad y el día siguiente conferirse los primeros grados.

En la Universidad de Buenos Aires se trató de dar,

desde sus comienzos, carta de ciudadanía a la ciencia. Secomponía de “departamentos científicos”, que de acuerdo

a la organización de 1822 eran: Departamento de ciencias

exactas (dos cátedras y dos ayudantes); Departamento de

medicina (tres cátedras); Departamento de jurispruden-

cia (dos cátedras); Departamento de ciencias sagradas

(tres cátedras), que funcionó recién desde 1924, y el De-partamento de estudios preparatorios (seis cátedras, entre

las cuales una de físico–matemáticas y una de economía

política). También en 1822 se creaba un Departamento

de primeras letras, por el cual quedaban incorporadas a

la Universidad y bajo su inspección inmediata todas las

escuelas existentes en la ciudad y en la campaña. Comolos departamentos científicos, a su vez, habían incorpora-

do los establecimientos educacionales preexistentes, la

Universidad se constituía en un “verdadero poder públi-

co, al cual estaba sometida la dirección de la inteligencia

en sus relaciones con el estudio de las ciencias y de las

artes y” continúa Gutiérrez, “cuyos inmediatos subordi-nados eran los profesores y los jóvenes desde que comen-

zaban a asistir a las escuelas primarias hasta que vestían

las insignias de graduados en facultades mayores”.

Toda la instrucción pública estaba unificada en la

Universidad, y en el presupuesto para 1825 se observaque más de la mitad de sus gastos se insume en el depar-

tamento de primeras letras, y del resto, parte de los gastos

se proyecta para gastos “del jardín de aclimatación” y “del

laboratorio de química, conservación de la sala de física

y establecimiento de estudios de mineralogía y geología”.

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de Copérnico, Nollet, Euler, Franklin y Feijóo, y se recu-

rre a Descartes para dar solución al problema del alma de

los brutos”, y al referirse al presbítero Chorroarín, que fue

rector y catedrático de filosofía del Colegio, dice que éste“acepta, con el cartesianismo, que el conocimiento claro

y distinto es criterio de verdad”; mas ello debe tomarse

“con un sentido sobrio”, porque, “¿qué respondería Des-

cartes a Lutero y a Calvino que afirman que ellos entien-

den las Escrituras y los misterios divinos por las ideas cla-

ras que Dios les ha concedido?” No está de acuerdo conlos que critican el valor del silogismo, útil “si se usa caute-

losa y moderadamente”; rechaza la manía del “experimen-

to en las cosas físicas...”

Con el nuevo siglo asoman nuevas ideas y nuevos

hombres. Juan Crisóstomo Lafinur inició sus estudios en

Córdoba, de cuya universidad fue expulsado al graduarse

de maestro en Artes. Se incorporó al Ejército del Norte

frecuentando la Academia de Matemáticas que Belgrano

fundara en Tucumán. Baja luego a Buenos Aires, donde

en 1819 conquista por oposición la cátedra de filosofía del

Colegio, pero la lucha que promueve su orientación filo-sófica, lo obliga a abandonarla y se dirige a Mendoza, en

cuyo Colegio profesa y donde las polémicas que sostiene

para defender sus convicciones filosóficas lo llevan ahora

a Chile desterrado, donde completa sus estudios, muriendo

poco después. Con Lafinur la enseñanza de la filosofía ad-

quiere un nuevo espíritu. ‘‘Antes de él —dice Gutiérrez—los profesores de Filosofía vestían sotana: él, con el traje

de simple particular y de hombre de mundo, secularizó el

aula primero y en seguida los fundamentos de la ense-

ñanza.” Y agrega Gutiérrez que en la introducción de su

curso, Lafinur “pasa en revista a toda la antigüedad, y 

42

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encarándose con Aristóteles, le arrebata el cetro del mundo

literario por la mano de Gassendi, de Galileo, de Descartes

y especialmente de Newton, de cuyo sistema dice que es el

dominante en todas las academias científicas del mundo”.Con Lafinur la física sale del período escolástico, pero

no ingresa aún en el período experimental. La física ex-

perimental aparece de nombre, mas no de hecho, en 1825,

con el curso que dicta “sin el auxilio de los instrumentos”,

Avelino Díaz, como profesor de ciencias físico–matemáti-

cas en el Departamento de estudios preparatorios. Díaz,que luego fue profesor en el Departamento de ciencias

exactas y presidente del Departamento topográfico y esta-

dístico, publicó los tratados elementales de las ramas ma-

temáticas de su curso, mas no el de física, que sólo se

conserva en apuntes incompletos, seguramente redactados

por algún discípulo. Pero Díaz ya recorre la buena senda,y en la introducción de su curso habla de que “la expe-

riencia conducirá a establecer principios fundamentales y 

valiéndonos del análisis deduciremos las consecuencias”.

Dos años después se dicta en Buenos Aires el primer cur-

so de física experimental que merezca tal nombre.

“Un laboratorio de química, y una sala de física la

más completa, han sido conducidas de Europa para servir

a la enseñanza de las ciencias naturales”, informa el go-

bernador Rodríguez en su mensaje del año 1824, y a

mediados de 1827 se lee en la Crónica Política y Lite- 

raria de Buenos Aires :  “De todos nuestros recientes esta-blecimientos, el que fijará algún día la atención de los

extranjeros, así como hoy excita poco la de los nacionales,

es el gabinete de física y de historia natural que se

aumenta silenciosamente en el convento de Santo Do-

mingo. Apenas cuenta seis meses de existencia aunque la

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primera demanda que se hizo a Europa de un surtido de

instrumentos tuvo lugar en 1823.”

En efecto, se había destinado el convento abandona-

do de los dominicos como local para reunir todos los obje-tos relativos a la enseñanza de las ciencias naturales, que

comprendían, además del gabinete de física y laboratorio

de química, las colecciones de historia natural del Museo

público, y una rica colección numismática con que este

museo se había enriquecido en 1823.

Para el dictado de la física experimental, Rivadaviacontrató en Londres al médico italiano Pedro Carta Moli-

na, antiguo profesor en la Universidad de Turín y ex-

patriado por razones políticas, quien llegó a Buenos Aires

en 1826 con una dotación de instrumentos para comple-

tar el gabinete y con un ayudante: Carlos Ferraris. Carta

inició su curso en 1827 con un discurso inaugural, pu-

blicando más tarde las dos primeras lecciones de intro-

ducción al curso de física experimental, que dedicó a Ri-

vadavia; pero parece que Carta dejó su cátedra antes de

dictar sus lecciones ya preparadas, como consecuencia

de la caída de su benefactor y amigo Rivadavia.

A Carta sucedió Octavio Fabricio Mossotti, sabio ita-

liano que había sido llamado a Buenos Aires con el objeto

de establecer un observatorio astronómico. Mossotti dictó

el curso de física desde 1828 hasta 1834, fecha en la que

regresó a su patria, quedando entonces vacante la cátedra

en Buenos Aires durante 20 años,

44

Mossotti es el precursor de la pléyade de sabios y pro-

fesores extranjeros que más tarde cimentarán la ciencia

argentina. Ya era conocido como físico y astrónomo cuan-

do llegó a Buenos Aires, después de haber residido un

par de años en Londres como emigrado político.

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Sobre la base de los restos del instrumental dejado

por la comisión demarcadora de límites del siglo anterior,

Mossotti instaló un pequeño observatorio astronómico en

una de las celdas altas del convento de Santo Domingo,al cual anexó un gabinete meteorológico. Venía a albergar

así el viejo convento a la totalidad de los incipientes re-

cursos con que contaba el país para el estudio científico

de la naturaleza.

Colaboró en la organización y en las tareas del De-

partamento topográfico y determinó la latitud de BuenosAires, refiriéndola a la pirámide de la plaza de la Victo-

ria (hoy plaza de Mayo).

Fuera de un agradecido recuerdo, poco se ha conser-

vado de la actuación argentina de Mossotti, quien “Au-

sente de una patria desgraciada y aislado en un país casi

del todo ajeno a las ciencias que él profesaba, debía con-

siderarse dos veces desterrado” (Gutiérrez).

Del curso de física experimental redactado en castella-

no y que parece circulara solamente en copias manuscri-

tas entre sus discípulos, se publicó únicamente una parte

muy breve y general de la introducción.Las diarias observaciones meteorológicas realizadas du-

rante más de seis años (fue el primero en anotar datos de

lluvia haciendo construir al efecto un pluviómetro) sólo

se conservan por las informaciones periodísticas, pues se

han perdido: tanto los originales que Mossotti dejara al

abandonar el país, como una serie de observaciones y noticias sobre el clima que, después de haber sido utiliza-

das por Humboldt, fueron a parar a manos de Arago para

ser presentadas al Instituto de Francia.

45

Las únicas cuatro páginas impresas en la Argentina,

que se conocen de Mossotti, son las Noticias astronómicas  

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con que se abre un calendario para 1832 editado por una

imprenta porteña, y en las que da cuenta de las cosas de

interés que ofrecerá el cielo de Buenos Aires durante ese

año; aparecieron en cambio en las memorias de la Realsociedad astronómica de Londres, dos artículos de Mossotti

sobre las observaciones de un eclipse de Sol y del cometa

Enke, realizadas desde las celdas de Santo Domingo.

9. OTRAS INSTITUCIONES CULTURALES

Durante la colonia y la época de la “primera Argenti-

na”, se realizaron algunos otros esfuerzos culturales vincu-

lados con la ciencia. Algunos de ellos dieron lugar a insti-

tuciones permanentes, varias de las cuales más tarde

fueron incorporadas a la Universidad. Con tales esfuer-

zos están ligados los nombres de Vértiz, Belgrano, More-no, Rivadavia.

A Vértiz se le debe la creación del protomedicato,

origen de los estudios médicos en el Plata.

Ya desde el siglo XV, España había sentido la necesi-

dad de crear cuerpos técnicos encargados de vigilar el

ejercicio del arte de curar y que al mismo tiempo ejercie-ran una función docente y de formación de profesionales.

Al efecto creó el protomedicato, institución que luego

extendió a las colonias, creándose en 1570 los protomedi-

catos de México y del Perú, del cual dependía el Río de

la Plata, y más tarde el de Chile.

Al asumir Vértiz el virreinato, y ante el evidente aban-

dono de la asistencia pública y las serias deficiencias de

los servicios hospitalarios y farmacéuticos, resuelve crear

en 1779 el protomedicato del Río de la Plata, indepen-

diente del de Lima y del de Castilla, instalándolo solem-

nemente el año siguiente.46

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De las razones que presidieron esa creación, da cuenta

este párrafo de la memoria que años más tarde Vértiz eleva

al marqués de Loreto: “Otro de los establecimientos que

me dictó la humanidad fue, el del Real Protomedicatoque se erigió en esta Capital, pues el del Perú estaba, se-

gún la ley de Indias, unido y anexo a la cátedra de prima

medicina de la Universidad de Lima, aquel Proto–médico,

descuidaba en ambas partes extremadamente sus obliga-

ciones; y aún se dio caso de que algunos que aquí debían

ejercitar la materia médica, los aprobase sin examen y comparecencia personal ante él, contraviniendo a otra

expresa disposición de las mismas leyes; y en cuya virtud

les retiré sus nombramientos, de modo que, este experi-

mental conocimiento y la reflexión de que a la distancia

de mil leguas nunca podrían remediar bastantemente

desórdenes que perjudicaban la salud y conservación delos vasallos del rey, y menos precaver el desarreglo de las

Boticas, estando siempre a la mira de la bondad de los me-

dicamentos y composiciones, y de la equidad de los pre-

cios, de esta inaveriguable y enmarañable administración,

me indugeron con precisión no desamparar unos objetos

tan importantes, como es mantener la sociedad y la vidadel ciudadano, y aprovechar la oportunidad de hallarse

aquí el primer médico de la expedición a esta América

Meridional, Dr. Don Miguel O’Gorman, mandado rete-

ner para el arreglo de los Hospitales y economizar sus

consumos. Con esta ocasión y por la notoria suficiencia y 

conducta de este Profesor de Medicina, le despaché títulode Real Proto–médico, concediéndole cuantas facultades

por las leyes a esta extensión y distrito de todo el virrey-

nato...”

O’Gorman, de origen irlandés, había estudiado en

47

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París y Reims revalidando su título en Madrid. En 1766

ingresó al servicio de España y en 1776 forma parte de la

expedición a la Colonia del Sacramento que dirige don Pe-

dro de Cevallos. Se le debe, primero en España y luegoen el Plata, la introducción del método de inoculación

contra la viruela. Después de medio siglo de servicios,

achacoso y pobre, se jubila y muere en 1819.

Una interesante iniciativa, que parece no haberse con-

cretado, fue el proyecto de O’Gorman de crear una Aca-

demia de Medicina con asiento en Montevideo, para ase-gurar su independencia como corporación científica, ajena

a las influencias burocráticas y oficiales del protomedicato

residente en Buenos Aires. En el proyecto O’Gorman

expone la necesidad de dotar a los prácticos empíricos,

que pululaban, de un saber teórico y científico, agregan-

do que muchos inconvenientes anotados serían menoressi “ya se hubiese fundado la Universidad en Buenos Ai-

res” (estamos en 1783) “y en ella las correspondientes

cátedras de ciencias médicas”. Si la Academia no prospe-

ró, en cambio el protomedicato pudo iniciar su función

docente, para la cual se le facultó en 1793, aunque los

cursos recién se iniciaron en 1801. Estos cursos que fue-ron los primeros de carácter universitario que se dictaron

en Buenos Aires y los primeros de esta índole en la Argen-

tina, pues en Córdoba no había estudios médicos, se des-

arrollaron de acuerdo a un plan modelado sobre el de la

universidad de Edimburgo, con seis años de estudios, curso

nuevo cada tres años y ajustado a dos catedráticos.

En ese plan aparecía, por primera vez en los estudios

argentinos, la química y la botánica, que se estudiarían

por el texto de Lavoisier. Estos estudios figuraban en se-

gundo año y debían ser impartidos por O’Gorman, pero

debido a su precario estado de salud fue sustituido, en48

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1802, por Cosme Argerich, médico argentino secretario

del protomedicato que había estudiado en España y una

de las figuras próceres de la medicina argentina. Puede

dar una idea del contenido de esos estudios los siguientespárrafos del acta de examen: “...fueron preguntados por

los maestros y por varios literatos concurrentes sobre la

química pneumática, filosofía botánica, farmacia. No sólo

fueron examinados en todas las partes de la química filo-

sófica, sino que hicieron la aplicación de los principios de

éstas a las operaciones de la farmacia que están en usoen la operación de las enfermedades. Trataron así mismo

de la meteorología explicando sus fenómenos más o me-

nos, cuales son la formación del agua en la atmósfera, la

de la nieve, granizo, y escarcha; el admirable fenóme-

no del rayo y su comunicación, con cuyo motivo disertaron

de los fluidos eléctrico, magnético y galvánico, de la auroraboreal, vientos periódicos y demás meteoros ígneos y aéreos.

Igualmente dieron bastantes noticias de la mineralogía

con gran satisfacción de los inteligentes, que conocen la

suma necesidad que hay de estos conocimientos para los

progresos de nuestras minas.

49

“Fueron con especialidad muy satisfactorias para el Pú-blico las nuevas ideas que presentaron sobre la química

vegetal, ya demostrando los principales órganos de las

plantas, ya explicando el vario juego que tienen en la eco-

nomía vegetal, ya como se produce el desarrollo. Todos

estos conocimientos se aplicaron a la agricultura, expli-

cando la theórica de los abonos y los principales funda-

mentos de la primera y más necesaria de todas las artes.

Se trató con mucha extensión de los materiales inmediatos

de los vegetales y con especialidad del principio curtien-

te, y theórica del curtimbre, de las materias colorantes

y theórica de los tintes y mordientes; del modo y teórica

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de la vitrificación; objetos los más interesantes para la

prosperidad del comercio de estas Provincias.”

Pero los acontecimientos militares y políticos, así como

la escasez de material, hacen que los cursos se desarrollenirregularmente y languidezcan, de modo que en 1812 la

escuela se cierra por falta de alumnos.

La Asamblea del año 13 aprueba un plan, proyectado

por Argerich, para una nueva escuela de cirugía y medi-

cina que parece no haber funcionado nunca, creándose

en cambio un Instituto Médico, con carácter de cuerpomilitar, que funcionó precariamente hasta 1820, fecha en

la que murió su director Argerich, suprimiéndosele ofi-

cialmente el año siguiente.

Con ese Instituto está vinculado, aunque circunstan-

cialmente, otro gran naturalista extranjero residente en el

Plata: Aimé Bonpland, quien había acompañado a Hum-boldt en sus viajes a las regiones equinocciales de América

y luego colaborado con él en la obra Nova genera et spe- 

cies .  Bonpland llegó a Buenos Aires en 1818, trayendo

desde Europa muchas plantas y semillas con las que esta-

bleció un pequeño jardín; más tarde sustituyó a Haenke

en el cargo de profesor de historia natural de las Provin-cias Unidas, y fue catedrático en un colegio, probable-

mente el de la Unión. En 1821 fue nombrado profesor

en el Instituto, pero parece no haber desempeñado el car-

go a causa de una cuestión litigiosa que suscitó su nom-

bramiento. A fines de ese año se retira a la provincia de

Corrientes, donde cae bajo el poder del dictador Franciaquien lo retiene detenido en el Paraguay hasta 1829, fe-

cha en que, según Gutiérrez “...se estableció en San Borja

y allí dejó correr su vida de filósofo, haciendo el bien y 

cultivando su ciencia favorita, hasta que falleció...”

50

Durante su estada en Buenos Aires Bonpland publicó

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en los periódicos locales cuestiones de interés general,

vinculadas con las ciencias naturales. El primero de esos

artículos parece ser uno sobre la cochinilla y sus aplicacio-

nes, a raíz de haberse encontrado este insecto en una es-tancia de la provincia, no lejos de la ciudad.

Creada la Universidad, los estudios médicos se incor-

poran a ella constituyendo uno de sus departamentos y 

con el objeto de “dignificar la profesión de la medicina”

y “dar participación a esta ciencia en la mejora de la socie-

dad”, el gobierno crea, a principios de 1822, la Academiade Medicina, reuniendo en su seno a los más ilustrados

profesores, nativos o extranjeros, que residían entonces en

Buenos Aires. La Academia inicia sus sesiones en 1823

y a mediados de ese año publica, como fruto de su labor,

el primer volumen de sus Anales. 

En ese volumen, fuera de otros trabajos, figura un

discurso del secretario de la Academia que informa que

“En este mismo año la escuela de medicina ha sufrido

reformas remarcables. Se ha construido a expensas del

Gobierno una sala de disecciones con todos los útiles ne-

cesarios a las preparaciones anatómicas, y por primera vezen nuestro país el arte de las inyecciones principiará a

practicarse en este invierno”, y un par de trabajos cientí-

ficos y un extenso “Discurso para servir de introducción a

un curso de química”, de Manuel Moreno, profesor de

química en el Departamento de estudios preparatorios y 

que es el iniciador de los estudios químicos en la Argen-tina.

Con el nombre de Manuel Belgrano se vinculan va-

rias creaciones educacionales, destinadas principalmente

a los estudios matemáticos. Ya a principios de 1799 el

Consulado, por inspiración de Belgrano, creaba una “Es-

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cuela de geometría, arquitectura, perspectiva y toda espe-

cie de dibujo”, que tuvo vida efímera, pues parece que en

ella sólo se enseñara el dibujo y que poco después de su

creación uniera su destino al de la Escuela Náutica. Éstafue creada también por el Consulado a fines de 1799,

previo asesoramiento de Azara. Si bien tuvo una existen-

cia más brillante que la otra, dificultades internas y exter-

nas minaron su vida. Por lo pronto se produjo entre sus

directores un conflicto, muy frecuente y aún hoy latente,

acerca de la orientación y prioridad de la enseñanza ma-temática en la formación de no matemáticos (en este

caso, pilotos). Por lo demás no se había obtenido la auto-

rización peninsular, y en 1806 se “desaprueba el estable-

cimiento de la referida Escuela y los certámenes expresa-

dos, como que todo se ha verificado sin autoridad legítima

y contra su terminante soberana voluntad”, y la Escuelase cierra. Ella continuó un año más por la iniciativa pri-

vada de Carlos O’Donell, quien luego fue llamado a

Córdoba a regentear la cátedra creada por el deán Funes.

Los cursos de matemática que se dictaban en la Es-

cuela consistían en los elementales (aritmética, álgebra,

geometría, trigonometría plana y esférica) y nociones degeometría analítica, amén de un curso de cosmografía.

Vida aún más breve tuvo una Escuela de matemáti-

cas, creada después de la revolución y siempre por inicia-

tiva de Belgrano. Esta Escuela, que se inauguró en setiem-

bre de 1810 con un plan semejante al anterior, fue

dirigida por Felipe de Sentenach, comandante de arti-

llería que en 1812, complicado en la conspiración de Ál-

zaga, es fusilado, terminando con él la Escuela.

52

No obstante las dificultades de todo orden de los pri-

meros años revolucionarios, los hombres del gobierno

mantenían el deseo de propagar la “ilustración de todos

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los ramos concernientes a la prosperidad pública”, y en

un anuncio oficial de 1812, se lee: “Al fin ha llegado esa

época tan suspirada por la filosofía: los pueblos bendeci-

rán su destino, y el tierno padre que propende a hacerfelices los recuerdos de su ser, no necesitará ya despren-

derse de ellos, ni afligir su ternura para ver perfeccionado

su espíritu en las ciencias y artes que sean más propias

de su genio. Cerca de sí y a su propio lado verá formarse al

químico, al naturalista, al geómetra, al militar, al político,

en fin, a todos los que deben ser con el tiempo la colum-na de la sociedad y el honor de sus familias. Este doble

objeto en que tanto se interesa la humanidad, la patria y 

el destino de todo habitante de la América, ha decidido al

gobierno a promover en medio de sus graves y notorias

atenciones, un establecimiento literario en que se enseñe

el derecho público, la economía política, la agricultura, lasciencias exactas, la geografía, la mineralogía, el dibujo,

lenguas, etc. Con este objeto ha determinado abrir una

suscripción en todas las Provincias Unidas, para cimentar

el Instituto sobre el pie más benéfico y estable, luego que

lleguen los profesores de Europa que se han mandado ve-

nir con este intento.” Pero ni la suscripción ha de habertenido éxito, ni los profesores de Europa llegaron y habrá

que esperar una década antes de que el “establecimiento

literario” (la Universidad) abra sus puertas.

Pero felizmente los estudios matemáticos lograron es-

tructurarse en forma permanente desde 1816 con la crea-

ción de la Academia de matemáticas y arte militar, cuyoedicto de erección se inicia con las palabras: “El estudio

de las matemáticas se ha considerado siempre como el pri-

mero y único elemento sólido de la ilustración, y jamás

podrá esperarse el progreso de los conocimientos en nin-

guno de los ramos útiles al hombre en particular y a la

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sociedad en general sin la aplicación de los axiomas que

hacen el alma de aquella ciencia;...” La dirección de la

Academia estuvo desde el principio en manos expertas:

José Lanz y Felipe Senillosa.Lanz, mejicano de origen, había estudiado en Francia

y los azares de la época lo llevaron a Londres, donde Ri-

vadavia lo indujo a venir a Buenos Aires a regentear la

clase de matemática. Lanz estuvo sólo un año al frente

de la Academia, quedando luego como único director Se-

nillosa. Lanz es conocido en el mundo científico por variasobras y trabajos sobre máquinas y mecanismos.

Senillosa era español y había llegado en 1815, siendo

aún muy joven, a Buenos Aires donde desplegó de inme-

diato gran actividad como escritor y publicista. Fundó Los 

amigos de la patria y de la juventud ,  destacándose más

tarde como miembro activo de la Sociedad de Ciencias

físico–matemáticas que se había fundado en 1822, bajo el

ministerio de Rivadavia. A esa Sociedad presentó en 1823

Senillosa un Programa de curso de geometría ,  que es un

trabajo metodológico redactado a raíz de un decreto del

gobierno de ese año que indicaba a los profesores de laUniversidad la obligación de redactar y publicar las lec-

ciones dadas a los alumnos “para comodidad de éstos y 

regularidad del estudio”. Tal Programa ,  que motivó varios

informes, revela, según Dassen, “en Senillosa un espíritu

práctico”. También se le debe un texto elemental de arit-

mética, “corto pero bueno”, dice Dassen. Senillosa formóparte de la Comisión topográfica y más tarde fue miem-

bro y luego presidente del Departamento topográfico,

que tuvo a su cargo, en colaboración con Mossotti la com-

paración de la vara al metro, fijándose desde entonces

(1835) la equivalencia 1 vara – 866 mm. Con este mo-

54

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tivo Senillosa publicó un opúsculo titulado Memoria sobre 

las pesas y medidas .

Los cursos de la Academia duraban dos años y su pro-

grama era superior al de las escuelas anteriores. Si bien elreglamento preveía que “En el segundo año se darán

algunos principios del cálculo diferencial e integral...” de

hecho parece que esas nociones, nacidas un siglo y medio

antes, no se impartieron en la Academia,

Cuando se crea la Universidad, la Academia se incor-

pora a la misma bajo forma de uno de sus departamen-tos: el de ciencias exactas, cuyo prefecto será Senillosa

mientras dicta la cátedra de geometría descriptiva. En

1826 renuncia y le suceden Avelino Díaz, del cual ya he-

mos hablado, y un francés contratado. Román Chauvet,

que parece haber dictado únicamente un solo curso, ahora

sí, de cálculo infinitesimal y sus aplicaciones a la mecá-nica.

Chauvet había trabajado con Lacroix y con Cauchy 

y su clase inaugural de 1827, publicada en la Crónica 

  política y literaria de Buenos Aires ,  revela cabalmente el

estado del cálculo infinitesimal de la época, aún envuelto

en brumas metafísicas, que precisamente Cauchy contri-

buirá a disipar. Los párrafos finales de esa clase que trans-

cribimos aluden, con el tono romántico de la época, a

una esperanza que bien pronto se convertirá en desilusión y 

a un destino que deberá aguardar todavía más de medio siglo

para iniciar su trayectoria.

“La dificultad del cálculo infinitesimal no existe sino

en su metafísica; conocida una vez ésta, el mecanismo del

cálculo es mucho más sencillo que el de las teorías del ál-

gebra superior.

En mi primera lección empezaré a exponer sus prin-

cipios, y demostraré que además de la dificultad de elegir55

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bien los datos, de ponerlos en relación con los que han

de conducir al resultado, existe otra que no puede ser

explicada ni tampoco demostrada y que no puede realmen-

te ser concebida sino por el alma; esta dificultad es la deltránsito de la existencia a su aniquilamiento.

“Venzamos este obstáculo y todo es hecho; tendremos

la llave para penetrar en el santuario de las ciencias físi-

co–matemáticas, y para apropiarnos todos los recursos que

ofrecen en todo género; y si no somos todavía capaces

de hacer progresar las ciencias, aprovechémonos de losdesvelos de los europeos, enriquezcámonos con los esfuer-

zos que hace su genio para elevar la ciencia al apogeo y 

para derramar toda suerte de nuevos goces, sobre todas las

clases de la sociedad; apliquemos sus descubrimientos a

esta interesante parte de la América, saquemos los tesoros

que el suelo nos ofrece tan generosamente aquí; trabaje-mos, en fin, en el progreso de la industria y la América

mudará de semblante.

“Las máquinas hidráulicas distribuirán en todas partes

del suelo aguas saludables que vivificarán las produccio-

nes; las fábricas, los caminos, los canales, las máquinas de

vapor, todo insensiblemente se instituirá; las relaciones

comerciales con las provincias, las ligarán las unas a las

otras de una manera tanto más íntima cuanto serán más

frecuentes; el laboreo de las minas, la agricultura, el co-

mercio, la industria, la enriquecerá; y Buenos Aires, a la

cabeza de este gran movimiento, será su alma y ejercerá

un influjo tanto más grande, cuanto mayores esfuerzos

habrá hecho para centralizar las ciencias y las artes.”

Con el nombre de Mariano Moreno se vinculan otras

obras culturales. A los pocos días del establecimiento del

nuevo gobierno que había producido “una feliz revolu-

ción en las ideas”, crea la Gaceta de Buenos Aires  con la56

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torios, el observatorio de Mossotti y, más tarde, con una

colección mineralógica y otra numismática. Una noticia

del año 1827 da cuenta que el gabinete posee “150 pája-

ros, un ciervo, una iguana, 180 conchas, algunos peces y 800 insectos”. Como se ve, la botánica estaba ausente. A

cargo del gabinete estuvo principalmente Carlos Ferraris,

el ayudante que Carta Molina había traído de Europa, y 

que parece haberse ocupado especialmente de las colec-

ciones zoológicas. Más tarde, con el retiro de Carta y de

Ferraris, el Museo languidece; Rosas desvirtúa su finali-dad remitiéndole trofeos militares e históricos, mientras

el laboratorio de química fue a parar a un sótano de don-

de se le sacó en 1852 “casi inservible” y, el gabinete de

física se entregaba a los jesuitas, junto con los “trastos,

muebles y utensilios que haya demás en el estableci-

miento”.Por último, en 1826, Rivadavia, ahora presidente,

crea un Departamento de ingenieros arquitectos y orga-

niza un Departamento topográfico y estadístico sobre la

base de la Comisión topográfica creada en 1823 y el Re-

gistro estadístico de 1821.

Pero al finalizar el primer tercio del siglo, las institu-ciones culturales argentinas están aletargadas: sus dos

universidades, su museo, su biblioteca yacen inertes, muer-

tos. Se había cerrado un ciclo de vida cultural: ciclo que

había iniciado un virrey progresista y que clausuraba un

presidente ilustrado; ciclo en cuyo vértice había vibrado

el grito de la revolución, ciclo que pasando por la inde-pendencia iba desde la colonia hasta la tiranía.

58

La colonia había vivido encerrada en sí misma, intro-

vertida, alejada e incontaminada del fermento cultural

que agitaba y vivificaba a Europa. Las misiones, impri-

miendo sus libros con material indígena y Suárez obser-

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vando el ciclo con instrumentos construidos por su propia

mano, son los símbolos vivos de esta actitud.

Mas tal actitud cambia en el medio siglo que va de

Vértiz a Rivadavia, en el que nace una nueva Argentina:es la “primera Argentina” que despierta y se incorpora

dirigiendo sus miradas a Europa en demanda de luces y 

de ilustración. Pero si el deseo es grande, el esfuerzo es

débil y el efímero contacto con la ciencia europea no deja

huella: todo ha sido un sueño.

Y nuevamente, después de este breve e infecundo pe-riodo extrovertido, la Argentina se encierra en sí misma.

Las luchas intestinas, el caudillismo, la tiranía, cierta pos-

tura antiextranjera la atan a la tierra y la enlarvan a su

suelo; a ese suelo que naturalistas europeos recorren, como

aves de paso, mientras en un rincón correntino un natura-

lista francés cuida su jardín y en las barrancas del Luján

un naturalista argentino desentierra fósiles.

Mas allá, telón de fondo, asoma el espíritu de la

colonia.

59

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LAS DÉCADAS GLORIOSAS  

10. LA ENSEÑANZA

DESPUÉS de Caseros (1852) y del período de convul-

siones que siguieron a la caída de Rosas y de luchas entre

la Confederación y Buenos Aires que culminó con Cepe-

da y con Pavón, se inicia en la Argentina, con la presi-

dencia de Mitre, una era de resurrección científica. Es

la era en que, paralelamente a la organización nacional, se

organiza también la ciencia. Es la era en que los hombres

de gobierno son hombres de cultura: historiadores, escri-

tores, poetas. Mitre, Sarmiento, Avellaneda, Gutiérrez,

no sólo dirigen los destinos políticos de la nación, sinotambién estructuran y conforman su vida cultural. Es una

etapa constructiva, que acertadamente José Luis Romero

ha denominado la “segunda Argentina”, y que se cierra

con la crisis político–económica del 90. Es un nuevo perío-

do extravertido, en que la Argentina vuelve sus miradas

hacia el exterior y organiza su ciencia bajo direccioneseuropeas y norteamericanas. Es el período en que la gran

figura de Sarmiento es símbolo y es realidad.

En el decenio que va de Caseros a Pavón, hay en

realidad dos estados argentinos: la Confederación y Bue-

nos Aires, en tensión constante y a veces en lucha arma-

da. Situación que si bien evidentemente no favoreció alprogreso cultural, tampoco impidió que se vislumbrara un

nuevo despertar, especialmente en lo que se refiere a la

instrucción pública. Ese despertar se inicia en Entre Ríos,

aún antes de Caseros. En 1848, ya decidido al pronun-

ciamiento, Urquiza trata de fortalecer material y espiri-

63

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tualmente a la provincia a fin de que en el momento

necesario, se haga merecedora de apoyo y de considera-

ción. Paralelamente a una reforma de la enseñanza pri-

maria, funda a fines de ese año un Colegio de estudiospreparatorios en Paraná, y el año siguiente otro semejante

en Concepción del Uruguay. Ambos colegios se refun-

den en 1851 en este último con el carácter de Colegio de

estudios superiores o universitarios, colegio conocido como

Colegio del Uruguay, o mejor como Histórico Colegio del

Uruguay.Este Colegio del Uruguay gozó durante muchos años

de merecido prestigio, así como mantuvo una elevada je-

rarquía cultural, y hasta 1881 se dictaron en él cursos uni-

versitarios de jurisprudencia. Fue fundado como interna-

do, pero en 1877, cuando la difícil situación del país

obligó a Avellaneda a “economizar sobre el  hambre y lased de la República” y se dispuso la supresión de los inter-

nados en los colegios nacionales, el prestigio del Histórico

Colegio dio nacimiento a una entidad popular: La Fra-

ternidad, que aún subsiste y que sustituye al internado

suprimido.

No sólo en Entre Ríos se desarrollaba una incipiente

enseñanza secundaria. Así, el Colegio de Mendoza, que

las contingencias políticas habían clausurado, se reabrió,

aunque el terremoto de 1861 volvió a determinar una sus-

pensión de sus funciones. En Catamarca se funda en

1850 el Colegio secundario de la Merced, y mientras

en Corrientes desde 1853 se realiza una serie de inten-

tos en este sentido, en Tucumán se llama a dirigir el

Colegio de San Miguel a Amadeo Jacques, uno de los

educadores de más prestigio con que contó la Argentina.

Jacques, inmortalizado en las páginas de  Juvenilia  de Mi-

guel Cané, fue más tarde traído a Buenos Aires para64

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dirigir los estudios y luego el mismo Colegio Nacional

que fundara Mitre, en esta ciudad, donde falleció poco

después (1865).

Finalmente, en 1862 se fundaban en Salta y San Juan,por iniciativa de los respectivos gobernadores Uriburu y 

Sarmiento, colegios secundarios, mientras en Santa Fe

los jesuitas fundaban el Colegio de la Inmaculada Con-

cepción, aún existente y que goza de ciertas franquicias

respecto de los demás colegios privados.

Por falta de fondos, un proyecto de la Confederaciónde 1856 creando colegios secundarios en Mendoza, Salta,

Tucumán y Catamarca no puede ejecutarse, pero ocho

años más tarde ese proyecto, ampliado, se cumple y se

crean “colegios nacionales” en esas cuatro ciudades y en

San Juan, sobre la base del Colegio Nacional de Buenos

Aires creado por un decreto del 14 de marzo de 1863 que

dice: “Sobre la base del Colegio Seminario y de Ciencias

Morales y con el nombre de Colegio Nacional se estable-

cerá una casa de educación científica preparatoria, en que

se cursarán las letras y humanidades, las ciencias morales

y las ciencias físicas y exactas...” Este es el decreto que se

toma como iniciación de la actual enseñanza secundaria

argentina y los cinco colegios creados en 1864, junto con

los de Buenos Aires, Córdoba y el Uruguay constituyen

el primer plantel de establecimientos para la educación de

la adolescencia, que hoy llegan a casi un centenar, sin

contar las numerosas escuelas normales, de comercio, in-

dustriales y profesionales de diversos tipos, que si bien

se destinan a la adolescencia, son en verdad escuelas de

formación profesional y que sólo la tradición y su común

dependencia administrativa con los colegios nacionales,

hace que erróneamente se les considere con éstos como

establecimientos de segunda enseñanza.65

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Para terminar con esta etapa de la educación en la

Argentina, digamos dos palabras respecto de la formación

de su personal docente. En una publicación oficial lee-

mos: “El personal docente que prestaba servicios en losColegios Nacionales [se refiere a 1904] se componía de

profesores con títulos de las Facultades de las Universi-

dades Nacionales, profesores y maestros normales, profe-

sores sin título y profesores extranjeros sin título o con

título de profesores normales o universitarios. La mayor

parte de estos profesores ejercía, además de las cátedrasque ocupaban, otras profesiones, y sólo un número muy 

reducido de ellos se dedicaba exclusivamente a la tarea

docente” (si se exceptúa quizá la alusión a los profesores

extranjeros, no podemos decir que hoy, a casi medio siglo

de distancia, la situación haya cambiado mucho).

Para subsanar la carencia de profesores especializados,en 1903 se había impuesto como condición para ingresar

a la carrera docente, la de poseer el diploma universitario

correspondiente y seguir un curso teórico y experimental

de ciencias de la educación en la Facultad de Filosofía y 

Letras (esta Facultad se había creado en 1891) y un curso

práctico de pedagogía de dos años de duración, cuya par-te general se impartiría en la Escuela Normal y cuya

parte especial lo sería en un Seminario pedagógico a ‘‘fun-

darse en Buenos Aires, según modelo prusiano”. Vale

decir que el futuro profesor, además de sus estudios pro-

fesionales, debía realizar y cursar estudios en tres estable-

cimientos diferentes.

66

El año siguiente se contratan los primeros seis profe-

sores en Alemania y se crea el Colegio Nacional que debía

servir de escuela de aplicación, pero a fines de año cam-

bia el gobierno y es designado Ministro de instrucción

pública uno de los grandes valores culturales argentinos:

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Joaquín V. González, quien modifica la disposición ante-

rior y crea, en lugar del Seminario pedagógico, un instituto

más amplio, al que encomienda todas las tareas pedagó-

gicas que de acuerdo al decreto anterior estaban a cargode tres establecimientos distintos. El año siguiente se le

incorporó también la formación científica correspondiente

a cada especialidad, y quedó así establecido en Buenos

Aires el Instituto Nacional del Profesorado Secundario

que ha funcionado y aún funciona independientemente

de las Universidades (si se exceptúa una breve interrup-ción en los años 1907 y 1908 en los que se anexó a la

Facultad de Filosofía y Letras) y que tiene a su cargo, con

otro par de establecimientos análogos creados posterior-

mente, la formación de los profesores para la enseñanza

secundaria.

Desde 1904 a 1913 se contrataron en el extranjero,para el Instituto de Buenos Aires, unos veinte profesores,

en su inmensa mayoría alemanes (figuró entre ellos el

filósofo Félix Krueger). La mayor parte de ellos regresó

a su patria al finalizar sus contratos, sólo algunos pocos

ingresaron en la docencia universitaria argentina y reali-

zaron labor científica.

En verdad no puede decirse que este “injerto cultural”

en gran escala tuvo éxito. Es posible que la época en que

les tocó actuar, desvanecido el brillo cultural de las déca-

das anteriores, no permitió a estos profesores dejar en la

Argentina una huella más profunda, pero lo cierto es que

el Instituto que ellos dirigieron no logró, pese a los her-

mosos considerandos del decreto de González, modificar el

estado de conciencia existente respecto del reclutamiento

de profesores. Y ese fue su fracaso.

El  despertar cultural que en la enseñanza secundaria67

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dio lugar al advenimiento de los colegios nacionales, tam-

bién se hizo sentir en la enseñanza superior. En 1854 la

Confederación propone a la provincia de Córdoba la na-

cionalización de la Universidad y del Colegio Montserrat,propuesta que es aceptada, pues, como dice la Sala de

Representantes de la Provincia, “esos establecimientos y 

especialmente la Universidad han estado sujetos al gobier-

no general desde el tiempo del gobierno español y mucho

más desde que nuestra constitución declara tal todos los

establecimientos de esta clase”, y que una ley del Con-greso de 1856 ratifica.

Pero la nacionalización no logra modificar el carácter

tradicional de la universidad cordobesa que, entre otras

características, se distinguía por la escasa cabida que daba

en sus estudios a la ciencia, en sentido estricto. Tal situa-

ción se mantiene hasta la presidencia de Sarmiento, épo-ca en la que, por así decir, la ciencia irrumpe violenta-

mente en los claustros cordobeses. Ya en 1869 el ministro

Avellaneda, en un discurso pronunciado en Córdoba, ex-

puso la ‘‘conveniencia de un plan general de estudios que

diera por resultado la uniformidad de la enseñanza en

todos los colegios de la república y proveyese a la implan-tación de cátedras de ciencias exactas y naturales para

abrir así nuevas carreras a la juventud”, y de inmediato,

dando forma concreta a ese pensamiento, ese mismo año

se aprueba una ley por la cual: “Autorízase al Poder Eje-

cutivo para contratar dentro o fuera del país hasta 20 pro-

fesores, que serán destinados a la enseñanza de cienciasespeciales en la Universidad de Córdoba y en los Cole-

gios Nacionales”.

Es esta la ley que da nacimiento a la futura Academia

de Ciencias de Córdoba que, a su vez, tras algunas vici-

situdes, deja como saldo en la universidad cordobesa una

68

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Facultad de ciencias que si bien, como todas sus homóni-

mas argentinas, no es sino una casa de formación de pro-

fesionales, en este caso ingenieros, no deja por ello de

albergar en su seno las ciencias que enseña y cultiva.Mientras tanto, en Buenos Aires se trataba de reparar

las injurias de la tiranía, y no había aún pasado un mes

desde la batalla de Caseros, que el gobierno de la provin-

cia dicta un decreto, cuyos considerandos califica de “ac-

ción reparadora”, destinado a “hacer desaparecer ciertas

injusticias y monstruosidades del régimen anterior”, agre-gando ‘‘que era un deber imperioso del Gobierno proviso-

rio el hacer cesar el doloroso escándalo y la vergüenza de

que una ciudad como Buenos Aires carezca, hace 14 años,

hasta de escuelas públicas”. Con este decreto, cuya parte

dispositiva deroga el “inicuo decreto” de 1838 por el cual

se suspendía el sueldo a los profesores de la Universi-dad, se inicia la reorganización de la misma. Volvieron así

a funcionar la Facultad de jurisprudencia (la de medicina

se separó de la Universidad por un decreto de 1852), y el

Departamento de estudios preparatorios, al cual volvieron

a incorporársele en 1854 los estudios de física experimen-

tal (uno de sus profesores fue Jacques) y de química,éstos a cargo de Miguel Puíggari, considerado “el funda

dor de la enseñanza de la química moderna” en la

Argentina, para lo cual hubo que exhumar los aparatos

del antiguo laboratorio y adquirir otros nuevos.

69

Pero los estudios científicos carecían aún de facultad.

En 1855 el miembro del Consejo de Instrucción Pública,

ingeniero Pellegrini (padre del futuro presidente y que

lucra contratado en 1828 para la instalación de desagües,

provisión de aguas y construcción del puerto de Buenos

Aires, pero conocido también por su labor artística, a tra-

vés de la cual hizo conocer aspectos pintorescos del Bue-

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nos Aires del siglo pasado y de sus hombres importantes),

propuso la creación de una escuela de ingeniería en la

Universidad, pero esta propuesta, si bien discutida, no

prosperó, y hay que esperar todavía diez años para verrealizado un proyecto semejante. Será la obra de uno de

los más grandes promotores de la cultura argentina: Juan

María Gutiérrez, rector de la Universidad de Buenos Ai-

res desde 1861 hasta 1874.

70

Gutiérrez es el representante más genuino del libe-

ralismo constructor de la época. Desde joven se inicia enlas letras: crítica literaria, poesía, historia, mas no desde-

ña a la ciencia y en especial a la matemática. No ejerce

su profesión de abogado, pero para ganarse el sustento

utiliza su versación matemática para desempeñarse en el

Departamento topográfico como agrimensor e ingeniero.

Con Echeverría, Alberdi,... funda la Asociación deMayo; conoce los rigores de la tiranía, emigra, viaja por

Europa y por América. Más intelectual que político, los

acontecimientos posteriores a la caída de Rosas lo llevan

a la política. Es el único porteño que asiste al Congreso

Constituyente del 53, defiende el Acuerdo de San Nico-

lás, fracasa como ministro político pero triunfa luego comoministro de relaciones exteriores de la Confederación du-

rante la presidencia de Urquiza. Mitre acierta al llevarlo

al rectorado de la Universidad, desde donde, hombre de

pluma incansable, continúa su obra literaria y cultural. Su

compilación Origen y desarrollo de la Enseñanza Pública 

Superior en Buenos Aires ,  escrita en esta época es hoy 

clásica. Una vieja lesión cardíaca hace crisis durante los

festejos que se realizaban en Buenos Aires recordando el

centenario del nacimiento de San Martín. En un hermoso

estudio biográfico que Alberdi, gran amigo de Gutiérrez,

escribe con motivo de su muerte, dirá: “La afinidad entre

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San Martín y Gutiérrez viene de que los dos eran símbo-

los de la misma cosa: la Independencia... pero el uno la

representaba como guerrero, el otro como hombre de Es-

tado.” Dos párrafos más de ese estudio dirán más sobreGutiérrez que toda una biografía: “Si no hizo libros, al

menos hizo autores. Estimuló, inspiró, puso en camino a

los talentos, con la generosidad del talento real que no

conoce la envidia. Bueno o malo, yo soy una de sus obras.”

Y más adelante insiste: “El que escribe estas líneas debió

a sus conversaciones continuas la inoculación gradual delamericanismo que ha distinguido sus escritos y la con-

ducta de su vida. Gutiérrez le comunicó su amor a la Eu-

ropa y a los encantos de la civilización europea. Él fue, en

más de un sentido, el autor indirecto de las Bases  de la

organización americana.”

71

De la gestión universitaria de Gutiérrez, nos interesapor ahora destacar la creación del Departamento de cien-

cias exactas. En 1863 dirige una nota al gobierno de la

provincia en la que, fiel a su vocación, hace una reseña

histórica de los estudios matemáticos en la Universidad

desde la creación de ésta, y al expresar que: “No hay quien

no reconozca su importancia, y no confiese que el progresomaterial del mundo moderno, y señaladamente en el siglo

último y en el presente, es debido en su mayor parte a

las verdades físico–matemáticas diseminadas con generali-

dad y puestas al servicio de las necesidades públicas e

individuales”, transcribe párrafos del anuncio oficial de

1812 y de artículos aparecidos en La Abeja Argentina , y  

dice, al referirse al año 30, que: “El despotismo oscuro

que empezó a imperar desde entonces, a pesar de ser bár-

baro y estúpido, tenía el instinto de su conservación y 

preveía que el día en que una numerosa juventud argen-

tina, llena de verdades positivas, saliese a explicarlas, rena-

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cerían inmediatamente la propensión a la industria y el

amor al trabajo; que los caminos mejorados acortarían las

distancias y harían imposible el aislamiento de las ciuda-

des y de las poblaciones; que la riqueza crecería y con ellael progreso general que haría difícil el imperio a una vo-

luntad que no tomaba en cuenta más intereses que los

suyos propios.” Y al agregar que: “Hoy... estamos favoreci-

dos por la paz, y las ideas que asisten a los consejos del

Gobierno son diametralmente opuestas a aquéllas”, termi-

na solicitando la creación del Departamento de cienciasexactas, cuyos profesores... “es mi persuasión que deben

hacerse venir expresamente de Europa”.

Aceptada la propuesta, se iniciaron las gestiones para

contratar a los profesores por intermedio del conocido mé-

dico, escritor y antropólogo Paolo Mantegazza que había

estado en la Argentina varias veces: en 1858, 1861 y 1863. Al finalizar esas gestiones, a mediados de 1865, se

crea entonces el “Departamento de ciencias exactas, com-

prendiendo la enseñanza de las matemáticas puras, apli-

cadas y de la historia natural”, y que debía tener por fin

“formar en su seno ingenieros y profesores, fomentando

la inclinación a estas carreras de tanto porvenir e impor-tancia para el país”.

La enseñanza en su triple aspecto se confía respecti-

vamente a los profesores contratados: la de matemáticas

puras “con el título de profesor astrónomo”, al doctor Ber-

nardino Speluzzi, ex profesor de álgebra complementaria

y de geometría analítica en la Universidad de Pavía;

de matemáticas aplicadas al ingeniero Emilio Rossetti, li-

cenciado en la Facultad de Matemáticas de la Universidad

de Turín, laureado de la Escuela de aplicación para los

ingenieros de la misma ciudad; y para la historia natural

a Pelegrino Strobel, caballero mauriciano ex profesor de72

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zoología, geología y mineralogía de la Universidad de

Parma.

Speluzzi y Rossetti ejercieron la cátedra hasta su ju-

bilación en 1885, no así Strobel, quien regresó en 1866a su patria y fue sustituido por Juan Ramorino. La labor

de estos profesores que soportaron, en especial durante

primeros años, la carga de la enseñanza de toda la casa,

con la variedad y cantidad de sus cursos, fue más forma-

tiva que creadora. Speluzzi redactó un texto de mecánica

racional (el contrato exigía la publicación por cuenta dellistado de las lecciones que dictara) y que según Gutié-

rrez estaba inspirado “en su ciencia propia y en los méto-

dos y principios de los más afamados maestros de Alemania

e Inglaterra”, pero no llegó a publicarse. Por los cursos

que dictó, fue sin duda un profesor de vasta ilustración.

No obstante el escaso tiempo que Strobel estuvo en laArgentina, dejó algunos trabajos; realizó una excursión a

las cordilleras mendocinas y puede decirse que fue uno

de los primeros herborizadores del país. Su nombre está

vinculado al progreso de las ciencias naturales en la Ar-

gentina, pues antes de regresar a su patria instituyó un

premio que lleva su nombre, a otorgarse a los estudiantesde ciencias naturales que más se distinguieran en ellos.

(La idea de los premios científicos en la Argentina ya ha-

bía sido sustentada por Rivadavia.) Los primeros natura-

listas argentinos que se hicieron acreedores a ese premio

fueron Holmberg y Hicken.

El Departamento, que inició sus tareas en 1866, debía

expedir títulos de ingeniero, profesor de matemáticas y de

ingeniero profesor, pero de hecho sólo expidió el de inge-

niero. Y en 1869, después de los cuatro años de estudios,

egresaron los primeros doce ingenieros argentinos (cari-

ñosamente se les denominó luego los “doce apóstoles”)73

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clusivamente a estudios científicos, desinteresados y sin

pretensiones profesionales, utilitarias; instituto del cual

aún hoy se carece en la Argentina.

Pero la Facultad de matemáticas, que otorgará diplo-ma de doctor en ciencias físico–matemáticas, seguirá siendo

una escuela de ingeniería; la Facultad de ciencias físico–

naturales, que expedirá diplomas de doctor en ciencias

físico–naturales, vegetará; ni de una ni de otra egresará

doctor alguno.

Por ello, cuando en 1881 se produce la nacionaliza-ción de la Universidad, que da lugar a reformas internas,

las dos facultades vuelven a reunirse en la Facultad de

ciencias físico–matemáticas, de la cual entonces, allá por

el 86, egresarán los primeros doctores; aunque luego la

mayoría de los doctores en ciencias físico–matemáticas son

ingenieros que, aprobando una media docena de materias

especiales (que más adelante ni ya se dictan), reciben el

título de doctor.

En 1891 la Facultad toma su nombre actual de Facul-

tad de ciencias exactas, físicas y naturales, y en sus planes

de 1896 aparece al lado de los doctorados en cienciasfísico–matemáticas y en ciencias naturales, el doctorado en

química, cuyos estudios, en virtud de sus posibilidades

profesionales, han adquirido gran pujanza.

75

La cultura argentina no debe al rector Gutiérrez sola-

mente la creación del Departamento de ciencias exactas.

En 1865 es designado para formar parte de la comisión(que integran entre otros Jacques y el director del Colegio

del Uruguay Alberto Larroque) que debía presentar “el

proyecto de un plan de instrucción general y universitaria”,

que en realidad aún no se ha dictado, pues la Argentina

carece todavía de ley de enseñanza secundaria.

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El informe presentado por la comisión, que Gutiérrez

presidió, y sus anexos: proyecto de ley en el cual se fijan

y reglamentan la enseñanza preparatoria de los colegios,

la enseñanza de las escuelas profesionales y la enseñanzasuperior de las Facultades; programas y reglamentos de

estudios, exámenes, bibliotecas y depósitos de los colegios

nacionales; programas y reglamentos para las distintas Fa-

cultades; constituyen documentos de verdadero valor,  no

sólo desde el punto de vista histórico, sino también por

sus concepciones didácticas y científicas. En ese informese daba cuenta del lamentado fallecimiento de Jacques

y se adjuntaba la “luminosa memoria” que el distinguido

educador había elevado oportunamente a la comisión.

En 1872, Gutiérrez, en un proyecto de ley remitido al

gobierno, expuso sus ideas sobre organización universi-

taria. Propugnaba la enseñanza universitaria gratuita, laimplantación de la enseñanza libre que “hará imposible

la estagnación de la ciencia” y proclamaba la autonomía

universitaria. “La universidad se gobierna a sí misma y.

no responde sino ante el país y la opinión pública de sus

aciertos y sus errores”, y más adelante: “Bajo la dirección

inmediata del Estado y del Gobierno se convierten las uni-versidades en máquinas que tienen la pretensión de pro-

ducir inteligencias y aún caracteres que se amolden a

propósitos siempre perniciosos en todo país libre y especial-

mente en los republicanos.”

Fuera de otras iniciativas, Gutiérrez proyectó escue-

las de agricultura, de comercio y de náutica, así como

se esforzó en crear una Facultad de química y farmacia.

En este último proyecto fue estimulado por la Asociación

farmacéutica de Buenos Aires, creada en 1858, y qué

desde entonces publica una Revista Farmacéutica ,  decano

de la prensa científica argentina y en la que se publicaron76

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y publican numerosos trabajos científicos, en especial de

química, botánica y farmacia.

En 1877 la Universidad inicia sus publicaciones, edi-

tando los Anales de la Universidad de Buenos Aires ,  queaparecieron hasta 1902 con una interrupción entre 1878

y 1888. Los Anales  publicaron con preferencia documen-

tos oficiales y sólo muy pocos trabajos firmados, entre los

cuales, en los dos volúmenes de 1877, las Noticias históri- 

cas  de Gutiérrez, ya citadas. En cambio la Revista de la 

Universidad de Buenos Aires ,  cuya publicación se iniciaen 1904, contenía trabajos originales de filosofía, ciencias y 

letras, que reflejaban el movimiento cultural del país y del

extranjero en conexión con los problemas de la Univer-

sidad.

Recién 10 años más tarde (1914), aparece la Revista 

de la Universidad Nacional de Córdoba  con trabajos dehumanidades, derecho y ciencias sociales, ciencias bio-

lógicas, ciencias físico–naturales y matemáticas. Tam-

bién publica esta Universidad obras especiales relativas

a esos mismos temas.

77

La declaratoria de Buenos Aires ciudad capital y la

federalización de su territorio, trajo consecuencias enla vida universitaria argentina. Fuera de las modificacio-

nes internas que se produjeron en la Universidad de Bue-

nos Aires con motivo de su nacionalización (1881), fue

necesario, en primer lugar, fijar un régimen legal per-

manente y común a las dos universidades nacionales

existentes, promulgándose en 1885 la llamada “ley Ave-llaneda” (Nicolás Avellaneda, a la sazón rector de la

Universidad y senador nacional, fue el autor del proyec-

to), cuya brevedad y flexibilidad, así como por las normas

generales que establece para la Universidad, confiriéndole

una total autonomía didáctica y administrativa y una rela-

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tiva autonomía docente, han permitido y facilitado el natu-

ral desenvolvimiento de las universidades argentinas some-

tidas a su imperio o a disposiciones análogas. Pudo haber

fijado la ley una relativa autonomía económica de cuyacarencia siempre se resintieron las universidades argenti-

nas, así como una mayor autonomía docente, pero su vi-

gencia durante 60 años largos en los que hubo períodos

de intensa agitación universitaria y épocas de crisis, es el

mejor elogio de su articulado y la mejor prueba de la cer-

tera visión de sus autores.Una segunda consecuencia de la federalización de

Buenos Aires fue el advenimiento de una Universidad en

La Plata, flamante capital de la provincia de Buenos Ai-

res. Al ceder Buenos Aires a la nación (muchos provin-

cianos hablaban de despojo), la provincia había quedado

culturalmente rezagada, pues con la ciudad se habían en-tregado también sus institutos de cultura, entre ellos la

Universidad. De ahí que surgiera el propósito de crear un

establecimiento universitario provincial en La Plata, pro-

pósito que se concreta por ley provincial de 1889. Pero

los tiempos no son propicios y la ley no se ejecuta sino en

1897, fecha en que se establece la Universidad, se le fijasu destino americano estampando la Cruz del Sur en su

sello mayor y se inicia precariamente la organización de

sus facultades.

78

La ley preveía cuatro Facultades, las tres “clásicas”: de-

recho, medicina e ingeniería, y una cuarta, nueva, la de

química y farmacia, que Gutiérrez no había logrado crear

en Buenos Aires. La organización de 1897 dio vida a tres

facultades, pues de la Facultad de medicina sólo funcio-

naron más tarde los cursos de la Escuela de obstetricia,

pero ellas desenvolviéronse tan lentamente debido a la

falta de recursos y de elementos, que en 1903 se puso en

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peligro la vida toda de la Universidad, y en algunas parti-

das oficiales del presupuesto hasta se llegó a hablar de la

‘‘extinguida Universidad provincial”.

La organización definitiva de la Universidad reciénse logró con su nacionalización, cuando en 1905 constitu-

ye la tercera universidad nacional por obra principal del

ministro González, que fue también su primer presidente.

A esa organización contribuyó la serie de cesiones que, des-

de 1902, el gobierno provincial hizo a la nación de institu-

tos especiales que dependían de la provincia y que nopertenecían a la Universidad pero que, como ésta, se des-

envolvían precariamente.

Esas cesiones fueron:

a)  El Observatorio astronómico, instituido en 1882.

b)  El Museo de ciencias naturales, creado en 1884.

c)  La Escuela práctica de agricultura y ganadería de

Santa Catalina (en el partido de Lomas de Zamora, entre

ambas capitales), que se había establecido en 1872 y reor-

ganizada entre 1892 y 1897 con el propósito de proporcio-

nar una enseñanza eminentemente práctica de las indus-

trias rurales.

d)  La Facultad de agronomía y veterinaria, creada por

ley de 1889, pero independiente de la Universidad, sobre

la base de un Instituto agronómico que había funcionado

en Santa Catalina. (Esta Facultad fue la primera en su

género en el país.)

e)  La Biblioteca Pública que funcionaba en La Platadesde 1884 y que, fuera de su función específica, era el

centro cultural de la ciudad.

Si a estos institutos se agrega la Universidad provin-

cial, el uso de edificios y varios terrenos, uno de los cuales

destinado a un Colegio nacional modelo ,  se tiene el plantel

material que constituyó la armazón de la Universidad Na-79

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cional de La Plata, creada por una Ley–Convenio de 1905

y organizada el año siguiente.

En cuanto al espíritu que debía animarla, está fijado

en la nota que el ministro González envió al gobernadorde la provincia al iniciar oficialmente las gestiones de la

nacionalización. Entre otras cosas se refería a la futura

institución como a “una nueva corriente universitaria, que,

sin tocar el cauce de las antiguas y sin comprometer en lo

más mínimo el porvenir de las dos Universidades históricas

de la Nación, consultase, junto con el porvenir del país,las nuevas tendencias de la enseñanza superior, las nuevas

necesidades de la cultura argentina y los ejemplos de los

mejores institutos similares de Europa y América”. Esa

“nueva corriente” se caracterizaría por una ampliación en

la organización universitaria, que abarcara todos los grados

de la enseñanza; por una íntima correlación y concurren-cia de todas las dependencias de la Universidad que res-

pondiera al concepto de Universitas ; y una orientación

práctica y experimental concordante con las exigencias de

la época.

Fue sin duda esta concepción la que indujo a que en

la Universidad Nacional de La Plata los estudios (conexcepción de los de derecho y agronomía), se organizaran

inicialmente cobijándolos en los dos grandes institutos cien-

tíficos preexistentes: el Observatorio y el Museo, aunque

posteriores reformas modificaron esencialmente esta orga-

nización.

80

En esa Universidad aparecen por primera vez los di-plomas de doctor en astronomía, doctor en física y doctor

en matemáticas, con lo que se inician los estudios astronó-

micos y físicos en la Argentina, especialmente estos últi-

mos. Para ello contó desde 1906 con un Instituto de físi-

ca bien provisto (se habían invertido en esa época unos

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100,000 pesos) y montado científicamente, destinado a

“fomentar el estudio de las ciencias físicas y crear un per-

sonal competente para que pueda utilizar todas las mate-

rias primas y todas las energías naturales del país” y quedesde 1909 estuvo bajo la excelente dirección de un físico

eminente: Emil Hermann Bose. Éste había estudiado en

Gotinga, y realizado su tesis de doctorado con Nerst.

Fue luego asistente de Nernst y de Voigt, redactor del

Physikalische Zeitschrift  y autor de numerosos trabajos de

física. Cuando se le contrató para ejercer la dirección delInstituto de La Plata era profesor de fisicoquímica y de

electroquímica y director de los laboratorios respectivos

en la Escuela técnica superior de Danzig.

Su acción al frente del Instituto fue eficaz, aunque

breve, pues falleció en 1911, sucediéndole otro físico ale-

mán: Richard Gans, quien continuó la obra iniciada porBose, impulsando la investigación científica a una altura

que valió al Instituto un justo renombre internacional.

En 1914, y a iniciativa de Gans se inicia la publica-

ción de un periódico científico, Contribución al estudio de 

las ciencias fisicomatemáticas ,  en dos series: Serie mate - 

maticofísica  y  Serie técnica ,  en la primera de las cualesaparecieron los trabajos realizados por Gans y sus colabo-

radores. En ese mismo año fue contratado Walter Nernst

para dictar un ciclo de conferencias en el Instituto, sobre

los problemas modernos de la termodinámica.

Aunque en esta época sólo existen en el país tres uni-versidades nacionales, pueden, no obstante, encontrarse

en él, los gérmenes de las tres restantes universidades na-

cionales que se han de crear más adelante.

81

Así, en Santa Fe existía desde 1889 una Universidad

provincial, cuyo origen puede verse en la creación de au-

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las para enseñanza de facultades mayores en el Colegio

de la Inmaculada Concepción, dispuesta por ley pro-

vincial de 1868. Avellaneda, en 1875, reconoce validez

nacional a los estudios de jurisprudencia realizados en lasfacultades mayores, pero a raíz de una clausura tempora-

ria del Colegio en 1884, tales estudios languidecen y ter-

minan en forma precaria. De ahí que la Universidad de

1889 pueda considerarse cronológicamente continuación

de aquellas facultades mayores, tanto más cuanto, si bien

la ley disponía que: “La Universidad tendrá por objeto elestudio del derecho y demás ciencias sociales, el de ciencias

fisicomatemáticas, el de teología en la forma que establezca

el Poder Ejecutivo de acuerdo con la autoridad eclesiás-

tica y de las otras facultades que en adelante se determinen

por esta ley”, en verdad sólo funcionó la Facultad de de-

recho, hasta 1911, año en que se agregan las escuelas defarmacia y obstetricia, que más tarde se reúnen en una

sola facultad. Son estas dos facultades las que existen

cuando unos años después se crea la Universidad Nacional

del Litoral.

Por su parte en Tucumán había nacido en 1875 una

Facultad de jurisprudencia y ciencias políticas, que ha-bía muerto después de un par de lustros de precario fun-

cionamiento. Y en 1912 la legislatura provincial sanciona

una ley creando una universidad de acuerdo con las aspira-

ciones regionales. Esa universidad no contó desde sus

comienzos con institutos de estudios científicos superiores,

aunque posteriormente, a raíz de su nacionalización, talesestudios se incorporaron a la universidad.

82

Y finalmente, en la región minera de la zona cuyana,

por iniciativa de Sarmiento, se habían creado en los cole-

gios nacionales de Catamarca y de San Juan, en 1869, cá-

tedras especiales de mineralogía, convertidas más tarde en

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departamentos de minería y que en 1876 se refundieron

en una Escuela de Ingenieros de San Juan, que funcionó

más o menos precariamente hasta su incorporación a la re-

ciente Universidad de Cuyo.

11. MUSEOS Y NATURALISTAS

Las ciencias naturales y la astronomía son las primeras

ciencias que se cultivan seriamente en la Argentina. No

son las ciencias físicas, que vimos nacer recién en estesiglo, y mucho menos las abstractas; son las ciencias del

cielo y de la tierra: astros, fauna, flora, gea.

Las ciencias naturales encuentran su hábitat científico

en los dos grandes museos argentinos que nacen, o rena-

cen, y se desarrollan durante este período.

En realidad, el Museo de Buenos Aires, después de

Caseros, estaba desmantelado. Sólo se conservaban, de sus

colecciones, la numismática y la mineralógica, esta última

de escaso interés, pues las piezas no eran indígenas. Cunde

entonces entre los amantes de la cultura, la iniciativa de

modificar este estado de cosas, y en 1854 se declara fun-dada la Asociación de Amigos de la Historia Natural del

Plata, que en cierto modo se oficializa el año siguiente.

Entre sus miembros fundadores figuraron Muñiz y el que

fue su más activo promotor y secretario: Manuel Ricardo

Trelles. Éste se encargó del Museo, y a él se deben los

primeros catálogos de las colecciones, que desde entoncespor adquisiciones y donaciones empezaron a crecer.

Ese mismo año aparecía en Buenos Aires El Plata 

científico y literario ,  periódico que se publicó hasta media-

dos de 1855 y en el que se tratarían cuestiones de juris-

prudencia, economía política, ciencias naturales y lite-

83

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ratura. A pesar de que entre sus colaboradores figuraban

Bonpland y De Moussy, es muy reducido el número de tra-

bajos dedicados a las ciencias naturales. Otro periódico de

pretensiones científicas, pero de vida aún más efímera, na-ció y murió en 1857: fue el Labrador argentino ,  que se ocu-

paba de agricultura, agronomía, jardinería y arboricultura.

Mientras tanto, en la Confederación, diversas medidas

de Urquiza propendían al desarrollo de las ciencias natu-

rales. En 1854 funda en la capital de la Confederación

(Paraná) un Museo Nacional a cuyo frente estuvo AlfredoM. Du Gratry, nativo de Bélgica, y coronel del ejército de

la Confederación, que más tarde publicó en París una

obra descriptiva, histórica y geográfica sobre la Confede-

ración Argentina, en la que propugna la inmigración belga

hacia este país; y el geólogo francés Auguste Bravard, quien

había llegado a la Argentina después de mediados de sigloy había realizado observaciones y coleccionado fósiles en

los terrenos terciarios marinos de las barrancas del Paraná.

Emprendió luego viajes a las regiones mineras del país,

encontrando la muerte en el terremoto de Mendoza de

1861. Sus valiosas colecciones paleontológicas fueron más

tarde adquiridas, por disposición de Sarmiento, para el Mu-seo de Buenos Aires.

El Museo de Paraná, ahora provincial, renació en

1884, para vivir hasta 1899, llegando a adquirir importan-

cia, en especial por sus colecciones paleontológicas, allá

por el 1886, bajo la dirección de Pedro Scalabrini. (Ame-

ghino dedicó a Scalabrini un género fósil.) Recién en este

siglo ese Museo volverá a renacer.

Otra contribución importante de Urquiza al desarrollo

de las ciencias naturales fue la publicación, que él contra-

tó, de la obra de Martin De Moussy  Description physique,

  geographique et statistique de la Confederation Argentine  84

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(1860) en tres volúmenes y un atlas, escrita sobre la base

de observaciones realizadas en el terreno por este geólogo

y geógrafo francés, quien estuvo en las regiones del Plata

desde 1841 hasta 1858, pasando doce años en Montevideo,donde instaló un observatorio, y recorriendo desde 1855

los ríos Uruguay y Paraná, el Paraguay, Chaco y Misiones

y las zonas de la cordillera.

También en Corrientes hubo durante la Confedera-

ción algunos intentos semejantes. Aprovechando la per-

manencia de Bonpland en la provincia el gobierno sugirióen 1852 la formación de un Gabinete de Historia Natural

y de algún “Jardincito Botánico”, sugestión que se concre-

tó más tarde, en 1854, cuando a raíz de las colecciones reu-

nidas para la Exposición Universal de París del año siguien-

te, se creó un Museo o Exposición provincial permanente,

del cual fue designado director jefe Bonpland.

85

El museo de Buenos Aires entra resueltamente en su tra-

yectoria científica en 1862, cuando se hace cargo de su

dirección Carlos Germán Conrado Burmeister, que no sólo

organizó el Museo sino fue un promotor de la ciencia

argentina durante los 30 años que actuó en el país. Bur-meister era un sabio mundialmente conocido por sus tra-

bajos paleontológicos y zoológicos, en especial sobre en-

tomología: su Handbuch der Entomologie  en cinco tomos,

escrito a los 25 años, ya se había traducido al inglés. Ha-

bía pisado América en dos ocasiones: en 1850 estuvo en

el Brasil con Lund, el descubridor de la fauna cuaternariade Lagoa Santa, y del 1856 al 1860 recorrió los países del

Plata: Uruguay, Argentina y Chile; frutos de cuyo viaje

fueron varios libros, entre los cuales el Reise durch die 

La Plata–Staaten ,  en dos volúmenes, casi dedicado exclu-

sivamente a la Argentina.

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La atracción que ejercían estas tierras vírgenes para

su ciencia, unida a cierto desencanto producido por moti-

vos políticos, le indujeron a renunciar en 1861 a su cáte-

dra en Halle, y aceptar el ofrecimiento que le hacíanMitre y Sarmiento del cargo de director del Museo de

Buenos Aires.

Y en poco tiempo Burmeister convirtió la reunión in-

forme de las colecciones en un Museo de ciencias natura-

les. Ya al año de estar al frente del mismo una comisión

científica extranjera, de visita, anotaba que en el Museo‘‘Hay asimismo tres especies de aves muy notables, pero

los fósiles son de un valor inapreciable; sobre todo el Glip- 

todon  y   el Toxodon .”  Gracias a los esfuerzos de Burmeis-

ter fue, entre todas las colecciones, la paleontológica la que

logró un mayor incremento, adquiriendo celebridad mun-

dial, contribuyendo a ello los propios hallazgos, la colec-ción de Bravard, los fósiles de Muñiz (el célebre Smilodon 

fue adquirido por el industrial norteamericano William

Wheelwright y donado al Museo).

Como la Asociación de Amigos de la Historia Natural

del Plata languideciera, Burmeister propuso transformarla

en una Sociedad paleontológica, que surgió en 1866. Supresidente fue Gutiérrez, su director científico Burmeister,

uno de los secretarios Speluzzi, pero la vida de esta asocia-

ción, quizá demasiado especializada para la época, fue

muy breve.

86

Si bien Burmeister fue zoólogo (pasó de sus estudios

  juveniles de los insectos al de los vertebrados) y paleon-tólogo, su obra científica fue muy variada, a veces de con-

tornos enciclopédicos. Prueba de ello fue su obra de vastos

alcances Description physique de la Republique Argenti- 

ne ,  en la que debía describirse toda la fauna, la flora, la

geología y la paleontología del país, y que, diferentemente

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a lo que ocurre en obras de esta índole, no sólo Burmeister

organizó y dirigió, sino que fue su único redactor y hasta

ilustrador. Es posible que esta multiplicidad y compleji-

dad de tareas explique que la obra haya quedado inconclu-sa; con todo aparecieron en alemán y en francés cinco to-

mos, el primero de los cuales (1876) iba dedicado “A su

protector y excelente amigo” Sarmiento.

Burmeister no fue un maestro en sentido estricto, mas

su obra de investigador y organizador fue para la Argenti-

na tan importante como la de un jefe de escuela que dejatras de sí un grupo de discípulos que continúan su obra.

Ahí están los Anales  del Museo, cuya publicación inició

en 1864, de una magnífica presentación in folio ,  compa-

rables a las mejores del mundo y cuyos primeros volú-

menes fueron escritos casi exclusivamente por él, con sus

descripciones de los mamíferos fósiles de la formación pam-peana admirablemente ilustradas por él mismo y con sus

trabajos sobre insectos, peces, aves y mamíferos, mientras

remitía memoria tras memoria a revistas alemanas, fran-

cesas, inglesas.

87

Al referirnos a los Anales  es justo destacar la impor-

tancia que en publicaciones de esta índole y en las cien-

tíficas en general, adquiere la impresión y por tanto el

valioso auxiliar que en la organización de la ciencia repre-

sentan las imprentas científicas. En tal sentido debemos

recordar la imprenta Coni, imprenta científica argentina

que ya en esos tiempos heroicos cumplió cabalmente su

papel. Pablo Emilio Coni, de origen francés y diplomado

por la Cámara de impresores de París, se instaló, desde 1853

hasta 1859, en Corrientes al frente de la Imprenta del

Estado y dando a luz publicaciones oficiales, el periódico

del gobierno (en el que aparecieron cartas y colaboracio-

nes de Bonpland), y ediciones sobre temas de historia, de

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difusión científica y cultural, obras didácticas, etc., entre

las cuales la Biografía del célebre naturalista Amado Bon-  

 pland , por Pedro de Ángelis.

En 1863, después de un par de viajes a Europa, seinstaló en Buenos Aires, fundando la Imprenta Coni y 

con ella una dinastía de verdaderos artesanos de la cultura

y de cuyas prensas salieron las más importantes publica-

ciones científicas de la época, así como los periódicos de los

museos, observatorios, academias y sociedades argentinos.

Hacia 1875 asoman los naturalistas argentinos: More-

no, Holmberg, Ameghino...

Sus aficiones de naturalista y su vocación por las cien-

cias naturales, llevaron a Francisco P. Moreno a reunir

una colección científica (arqueológica, antropológica, pa-

leontológica) de más de 15,000 ejemplares de piezas óseasy objetos industriales, reunidos por él en sus viajes por el

interior del país: Catamarca, y en especial la Patagonia,

que recorrió en varias ocasiones, y cuyo cabal conocimiento

le valió ser designado perito en la cuestión de límites con

Chile, en cuyo carácter estuvo en Londres para facilitar el

laudo arbitral de la reina de Inglaterra.Como el gobierno de la provincia manifestara el deseo

de fundar un museo antropológico, Moreno ofreció gra-

tuitamente sus colecciones con ese objeto, creándose en

1877 el Museo antropológico y arqueológico de Buenos

Aires, cuyo director vitalicio fue designado Moreno.

88

Al federalizarse Buenos Aires y trasladarse el gobierno

de la provincia con todas sus dependencias e instituciones,

en 1884, a la nueva capital: La Plata, fundada en 1882, se

desistió de trasladar el Museo que dirigía Burmeister (así

como la Biblioteca Pública), resolviéndose en cambio crear,

ese mismo año, el Museo de La Plata sobre la base del

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Museo antropológico de Moreno, enriquecido con todas

las colecciones que este naturalista había reunido entre

1878 y 1884, y con la propia biblioteca particular, de unos

2,000 volúmenes, que también donó.Bajo la dirección de Moreno el Museo de La Plata co-

bró intensa vitalidad científica, que le confirió sólidos pres-

tigios. En 1889 se instala en su edificio propio, en 1890

inicia la publicación de sus Anales  y de la Revista del Mu- 

seo , impresos en esta primera época en la imprenta propia,

mientras incorpora una serie de naturalistas extranjerosque van organizando las secciones de geología y minera-

logía, zoología, botánica, antropología, arqueología y et-

nografía, iniciándose también la organización de una sec-

ción de cartografía.

Entre los naturalistas y hombres de ciencia que cola-

boraron en la obra de Moreno, figuraron: el geólogo CarlBurckhardt que, traído por Moreno a fines de siglo, regresó

a Europa en 1900, habiéndose ocupado en la Argentina

de la paleontología, estratigrafía y también de la tectóni-

ca de la alta cordillera; el antropólogo, etnógrafo y lin-

güista Roberto Lehmann–Nitsche que Moreno trajo en

1897 para organizar la sección de antropología y que du-

rante más de 30 años realizó obra útil y fecunda en la Ar-

gentina; el zoólogo, en especial ictiólogo, Fernando Lahille

traído para organizar la sección de zoología en 1893 y que

al retirarse del Museo seis años después (para continuar su

labor científica en el país donde residió hasta su muerte)

no sólo había dejado organizada esa sección, sino creado

una estación marítima, proyectado una legislación pesquera

e iniciado el estudio científico del mar; el botánico ruso

Nicolás Alboff, quien llega en 1895 y que, a pesar de su

breve actuación (fallece en 1897) recorre la provincia de

Buenos Aires, Tierra del Fuego, Corrientes y Misiones; el89

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químico Federico Scickendantz, que residía en el país y que

Moreno designa químico del Museo en 1896; el lingüista

Samuel A. Lafone Quevedo, que sucedió a Moreno en la

dirección del Museo; el entomólogo Carlos Bruch, for-mado al lado de Moreno y cuya labor en el Museo se inicia

a principios de siglo, con cuestiones referentes a la arqueo-

logía y a la antropología, para dedicarse luego, a partir de

1914, exclusivamente a su especialidad; y el argentino

Luis María Torres, antropólogo y arqueólogo que se incor-

pora al Museo en las postrimerías de la dirección de Mo-reno y que en 1920 ocupa su lugar.

90

Al incorporarse el Museo a la Universidad de La Plata

y nacionalizarse, Moreno abandona la dirección, mientras,

sus instalaciones se reducen: parte de su biblioteca se dis-

tribuye entre otros institutos universitarios, la imprenta así

como los terrenos adyacentes quedan de propiedad de laprovincia, y su estructura interna y finalidades se modifi-

can esencialmente. En efecto, la ley–convenio de 1905 es-

tablecía que: “El Museo conservará los fines de su primiti-

va creación pero convertirá sus secciones en enseñanzas

universitarias de las respectivas materias y comprenderá

además, la Escuela de química y farmacia, que hoy funcio-na en la Universidad de La Plata. Todos sus profesores

constituirán, reunidos, el Consejo académico común a todo

el instituto, que se dirigirá como una escuela superior de

ciencias naturales, antropológicas y geográficas, con sus

accesorios de bellas artes y artes gráficas.” Por su parte el

pensamiento de Joaquín V. González, reorganizador de la

Universidad, sostenía que: “No perderá el Museo su desti-

no como centro de estudio y exploración del territorio y 

conservación de sus tesoros acumulados, sino que estas cua-

lidades se harán mucho más notables poniéndose al servi-

cio de la instrucción científica de la Nación entera... Las

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colecciones que hasta ahora realizaban esa vaga y remota

forma de educación colectiva que consiste en la visita po-

pular de los días feriados, se convertirán en enseñanza efec-

tiva y en estudio directo, guiados por los profesores, quetendrán en sus discípulos estímulos y alicientes nuevos.”

Se propugnaba así para el Museo una triple función:

científica, mediante viajes, exploraciones, excursiones e

investigaciones docentes, destinada a la formación de na-

turalistas, y de educación popular mediante la exhibición

pública ordenada y dirigida. Pero los tiempos no eran pro-picios para el cumplimiento de esa triple misión, que en

verdad sólo ha logrado realizarse cabalmente desde hace

poco tiempo. Tanto más, cuanto a la función específica

del Museo, se le agregaban tareas y funciones en cierto

modo heterogéneas con aquella. En efecto, la organización

inicial preveía, además de las secciones dedicadas a las in-vestigaciones científicas en las distintas ramas de las cien-

cias naturales y otras afines o auxiliares, una escuela de

ciencias naturales para la enseñanza de aquellas ramas,

una escuela de ciencias químicas (constituida por la Fa-

cultad de química y farmacia provincial), un Instituto

de geografía física, y una Escuela de bellas artes y dibujo.(El accesorio de las “artes gráficas” había quedado impo-

sibilitado al quedarse la provincia con la imprenta del

Museo.)

Tal complejidad de tareas, así como la superposición

de funciones científicas y docentes, no favoreció al Museo

en sus primeros años de vida nacional, pues las exigencias

didácticas y el creciente número de alumnos de sus escue-

las absorbieron casi completamente la actividad de los pro-

fesores, en detrimento de la labor científica, decayendo

notablemente las exploraciones y las investigaciones en ge-

neral.91

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En 1882 Sarmiento escribe: “Un paisano de Merce-

des, Florentino Ameghino, que nadie conoce, y es el único

sabio argentino, según el sentido especial dado a la clasifi-

cación, que reconoce la Europa.” Sin duda la frase ence-rraba una doble intención, pues si el nombre y la fama de

Ameghino, que aún no contaba treinta años, había llega-

do hasta a él, Sarmiento, no era seguramente por ser un

desconocido. Se ha exagerado el desconocimiento de Ame-

ghino en su propia tierra: profesor universitario y luego

vicedirector del Museo de La Plata antes de los treinta y cincoaños, y Director del de Buenos Aires a lo cincuenta, no era

evidentemente desconocido para el público científico.

En cuanto al público en general, ¿en qué país del mundo

los habitantes conocen a sus hombres de ciencia? El re-

verso de la medalla, reflejado en aquella anécdota, según

la cual en cierta parte del mundo sólo se conocía a la Ar-gentina como tierra de Ameghino, de no ser falso, que es

lo más probable, sólo revelaría la proverbial ignorancia e

indiferencia de los no americanos de la época, por la geo-

grafía y las cosas americanas. En efecto, la frase de Sar-

miento iba dirigida a Burmeister quien, él sí, desconocía

a Ameghino, pero científicamente.

Hubo discrepancias y polémicas en torno a la fecha

y el lugar de nacimiento de Ameghino. Una fe de bau-

tismo atestigua que en septiembre de 1853 nació en Mo-

neglia, provincia de Génova, Juan Bautista Fiorino Josa

Ameghino; mientras que en la Argentina, el interesado,Florentino Ameghino, declara haber nacido en Luján, pro-

vincia de Buenos Aires, en septiembre de 1854. Puede no

haber contradicción, ni tercio excluido: Ameghino, que se

formó en la Argentina, se sentía argentino y quiso serlo,

como de hecho lo fue; y olvidó o hundió en el Atlántico

92

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los escasos primeros meses de su vida transcurridos fuera

de la Argentina.

Argentino fue el niño que ya recogía huesos en las ba-

rrancas del Luján, mientras cursaba las primeras letras bajoel ala protectora de un buen maestro que lo trae a Buenos

Aires para que ingrese en la escuela normal. Y argentino

fue el adolescente que, mientras estudiaba su carrera, que

por circunstancias ajenas hizo a medias, visitaría el Museo

y conocería sus colecciones.

Aún adolescente va a Mercedes como maestro y luegodirector, y es durante los nueve años que residió en ese

pueblo cuando, según sus propias palabras “emprendió el

estudio de los terrenos de la pampa, haciendo numerosas

colecciones de fósiles e investigaciones geológicas y pa-

leontológicas, que demostraron la existencia del hombre

fósil en la Argentina”.

En 1875, año en que hace conocer sus primeras espe-

cies nuevas, expone su colección, ya numerosa, en la So-

ciedad Científica; colección que tres años después llevará

a Europa a la Exposición Internacional de París.

Su estada en Europa fue fructífera. Siguió cursos,

visitó museos, se relacionó y conoció a sabios y publica La 

Antigüedad del hombre en el Plata ,  y en colaboración

con Gervais, con quien ya había establecido vinculación

desde Mercedes, Los Mamíferos fósiles de la América Me- 

ridional , en francés y en castellano.

93

Vuelto a Buenos Aires, en 1880, se instala con una li-brería de nombre significativo y ya famoso: la librería del

“Glyptodón”, y en 1884, año en que aparece Filogenia ,  la

Universidad cordobesa le ofrece una cátedra de zoología,

que acepta. Pasa un par de años en Córdoba, que aprove-

cha para estudiar la geología y paleontología de la región

y para publicar numerosas memorias en el Boletín  de la

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Academia. Más tarde (1889) llenará él solo el Tomo VII

de sus Actas, con su monumental Contribución al conoci- 

miento de los mamíferos fósiles de la República Argentina 

(dos volúmenes, texto y atlas), que será premiada en laExposición universal de Buenos Aires.

En 1886 Moreno, organizando el Museo de La Plata,

designa a Ameghino secretario–vicedirector del mismo y le

encarga la sección de paleontología, que Ameghino enri-

quece con sus propias colecciones. Pero los dos hombres

no se entendieron. Sea que se provocaran excesos de amorpropio juveniles, o que el Museo fuera aún demasiado

pequeño para dar cabida a dos figuras de esa talla, el hecho

es que el alejamiento de Ameghino de la institución fue

violenta, con rasgos dramáticos. Sin embargo, con el tiem-

po, el desenlace fue feliz. Cuando los intelectuales argen-

tinos resolvieron rendir un homenaje de admiración haciaMoreno, fue Ameghino quien tomó la iniciativa y es su

firma la primera que aparece en el documento recorda-

torio. Y cuando Ameghino muere, es el diputado Moreno

quien hace su elogio, y funda el proyecto de ley para ad-

quirir las colecciones del sabio y enriquecer con ellas el

Museo de Buenos Aires. Y el último vestigio de esa des-inteligencia desapareció, al distribuirse recientemente un

trabajo de Ameghino sobre Toxodontes que había perma-

necido, ya impreso, cerca de 50 años arrumbado en uno

de los sótanos del Museo de La Plata.

94

Después de su aventura en el Museo, Ameghino se

queda en La Plata, donde vuelve a instalarse con una li-

brería; ahora se llama “Rivadavia”, y sigue trabajando. En

1892 muere Burmeister y queda vacante el cargo de di-

rector del Museo Nacional. Sarmiento, hablando de Ame-

ghino, declara: “Es el hombre indicado para dirigir el

Museo Nacional, cuyo puesto ocuparía si el último deseo

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de Burmeister no hubiera sido el de buscar un sucesor que

no fuera él. ¡Intransigente y contumaz hasta en el lecho de

muerte!” Y en efecto, el sucesor de Burmeister fue Carlos

Berg, naturalista de origen ruso, que había llegado al paísen 1873. Realizó varias expediciones científicas por Amé-

rica y organizó el Museo de Historia Natural de Monte-

video. En Buenos Aires se doctoró en ciencias naturales

(1886), fue profesor de zoología en la Universidad y en

sus investigaciones científicas se ocupó especialmente de

insectos, peces, batracios y reptiles.Pero lo que no ocurrió en 1892, lo fue en 1902, pues

a la muerte de Berg, Ameghino, ya profesor de mineralo-

gía y geología en La Plata, fue designado director del Mu-

seo, a cuyo frente estuvo hasta su muerte en 1911, y en el

cual declara “haber acumulado... en pocos años y con

escasos recursos, quizás tanto material como en el restodel período en que fue creada la institución”.

En las investigaciones científicas de Ameghino, en es-

pecial las referentes a la Patagonia, fue un eficacísimo co-

laborador su hermano menor Carlos, quien durante 24

años recorrió la Patagonia, primero como comisionado del

Museo de La Plata y después por cuenta propia, exploran-do infatigablemente esa amplia zona desde el Colorado

hasta el estrecho, desde el océano hasta la cordillera, y en-

viando datos y materiales a su hermano para su estudio

e interpretación. Formó parte del personal del Museo de

Buenos Aires, a cuyo frente estuvo interinamente desde

1917 hasta 1923.

95

La obra científica de Ameghino, verdaderamente extra-

ordinaria, dejó escritas unas veinte mil páginas, comprende

dos aspectos. Por un lado está la labor descriptiva del geó-

logo y sobre todo del paleontólogo, de valor perenne e in-

destructible. Casi el ochenta por ciento de las especies

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Esas doctrinas implicaban la adhesión a la teoría de la

evolución, aun no aceptada en aquella época por todos los

naturalistas. Y Ameghino fue evolucionista, transformista,

como se decía entonces, apasionadamente transformista. Aello se debe en gran parte las diferencias con Burmeister.

Fuera de la diferencia de edad, la jerarquía, de formación,

había entre ambos naturalistas una incompatibilidad cien-

tífica. Burmeister era creacionista y alguna vez había es-

crito: “No podemos echar abajo el principio de la varia-

bilidad de las especies, sin que se venga también por los sue-los toda la zoología científica.” También al evolucionismo

“revolucionario” de Ameghino se debe el ingrato episodio

de la Sociedad Científica, cuando una comisión, en la que

figuraban Moreno y Berg, aconsejan no publicar en los

Anales unos trabajos científicos presentados por Ameghino.

Fue un sabio auténtico. Por el valor de sus investiga-ciones científicas, por su fe en una teoría, revolucionaria

para su época, que previó duradera y fecunda, por la auda-

cia y el vuelo de sus doctrinas y por su adhesión vital, en

cuerpo y alma, a la ciencia. Fue el prototipo de sabio de-

dicado exclusivamente a los estudios y preocupaciones

científicas y víctima por eso de las aparentes contradiccio-nes que esa adhesión significa.

Es el hombre a quien los chiquillos apedrean, pero a

quien Mitre comenta elogiosamente en sus escritos; a quien

llaman “el loco de los huesos” pero a quien Zeballos ayuda

a costear sus ediciones, es el hombre que para ganar tiempo

en sus escritos crea un sistema propio de taquigrafía, peroque no vacila en perder unas cuantas semanas para apren-

der alemán a fin de refutar las objeciones de un naturalis-

ta en su propio idioma.

97

Es esa adhesión vital a la ciencia, y no su obra y sus

doctrinas que la mayoría no conoce, la que ha convertido

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a Ameghino en un símbolo en el que se encarnan las virtu-

des de la ciencia. Y no es ésta sin duda una de las menores

contribuciones de Ameghino a la ciencia.

Eduardo L. Holmberg es un naturalista de otro temple,diríamos más humano, si la comparación no diera lugar

a equívocos.

Hijo y nieto de hombres dados a las plantas y a las flo-

res (el abuelo llega en 1815 a ofrecer sus servicios al país

  junto con otros oficiales en la misma fragata que trae a

San Martín), se dedicó desde joven a las ciencias natu-rales.

Realizó una serie de excursiones científicas por el inte-

rior del país, iniciadas en 1872 con un viaje a la Patago-

nia; y desde 1875, durante 40 años, ejerció la docencia

secundaria y universitaria, debiéndosele a él, en gran parte,

el impulso adquirido en el país por el estudio y cultivo de

las ciencias naturales.

En sus publicaciones e investigaciones científicas, se

ha ocupado de casi todas las ramas de las ciencias natura-

les: mineralogía, botánica, zoología, destacándose sus tra-

bajos sobre arácnidos e insectos.Dotado de vasta cultura, literato y poeta, fue en el cam-

po de las ciencias naturales un maestro en el sentido de en-

carnar los valores encerrados en los conocimientos que

impartía o comunicaba. De ahí que formara escuela sobre

la base de la coparticipación y comunión de esos valores.

Holmberg promovió o colaboró en todo medio de trans-misión y perpetuación de los conocimientos adquiridos en

las ciencias naturales. En colaboración con el entomólogo

y ornitólogo Enrique Lynch Arribalzaga fundó la primer

revista dedicada a las ciencias naturales El naturalista ar- 

 gentino ,  que sólo vivió un año (1878). Más tarde cooperó

98

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en la fundación de la revista editada por Ameghino: Re- 

vista argentina de historia natural  (1891), de la que sólo

aparecieron seis números. Tampoco tuvo mayor duración

otro periódico, Apuntes de historia natural ,  que Holmbergeditó con otros naturalistas, hasta que en 1901 sus esfuerzos

son coronados por el éxito al asociarse los naturalistas ar-

gentinos en una agrupación, aún hoy existente y flore-

ciente, comúnmente designada, así como su órgano de pu-

blicidad que inició su aparición en 1912, Physis .  Nacida

para “estimular y facilitar la producción científica del paísen el ramo de ciencias naturales y especialmente biológi-

cas”, su órgano adoptó el nombre de Boletín de la sociedad 

Physis para el cultivo y difusión de las ciencias naturales 

en la Argentina ,  y que hoy ha cambiado para designarse

simplemente Physis ,  como Revista de la Sociedad Argenti-

na de Ciencias Naturales. Esta institución es la que porinspiración de Holmberg realizó en Tucumán en 1916 la

primera reunión nacional de naturalistas.

La ciudad de Buenos Aires le debe su Jardín Zooló-

gico, del cual fue fundador y primer director (1888). Du-

rante su dirección inició la edición de la Revista del Jardín 

Zoológico , en la cual se publican artículos científicos.

99

Fuera de los dos grandes museos de carácter general,

se crea en esta época un museo especializado: el Museo

Etnográfico de la Facultad de Filosofía y Letras de la Uni-

versidad Nacional de Buenos Aires, fundado en 1906 por

iniciativa de Norberto Piñero. Su organización se debió ala labor de su primer director Juan B. Ambrosetti, entre-

rriano, quien trabajó bajo la dirección de Scalabrini en el

Museo Provincial de Paraná, dedicándose luego a la etno-

grafía, arqueología y folklore, especialidades sobre las cua-

les publicó numerosos trabajos. En 1908, Ambrosetti, que

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desde hacía muchos años investigaba la arqueología del

noroeste argentino, llegó a Tilcara (Quebrada de Huma-

huaca, Provincia de Jujuy) en busca de una vieja po-

blación indígena citada por los cronistas, y que él pudoidentificar en el Pucará de Tilcara. Desde entonces las

investigaciones en el Pucará y en toda la quebrada entrega-

ron un rico material antropológico y arqueológico, revela-

dor de toda una cultura.

12. LOS OBSERVATORIOS

El proyecto abrigado por Sarmiento de fundar en la

Argentina un observatorio astronómico, y sin duda acaricia-

do desde hacía tiempo, fue favorecido durante su estada

en Estados Unidos como ministro argentino. Conoció allí

al reputado astrónomo norteamericano Benjamín ApthorpGould, quien había completado sus estudios astronómicos

en Alemania, recibiéndose en Gotinga, donde trabajó con

Gauss. Regresado a su patria se propone, como escribe a

Humboldt en 1850: “Therefore it is that I dedicate my 

whole efforts, not to the attainment of my reputation for

myself, but to serving, to the utmost of my ability, the

science of my country.” No obstante, no fue su país, sino

la Argentina, la que cosechó el fruto de esa dedicación.

En 1865 Gould expresa a Sarmiento el deseo de reali-

zar una expedición a la Argentina para explorar el cielo

austral, inquiriendo si para ello podía contar con el apoyo

oficial y, más adelante, abrigar la esperanza de que al ter-

minar la expedición el gobierno adquiriese las instalaciones

con el fin de dejar fundado un Instituto científico perma-

nente. (Tal cosa había ocurrido en Chile unos años an-

tes.) La propuesta encontró de inmediato una favorable

100

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acogida y sólo las condiciones políticas del momento, el

país estaba en guerra con el Paraguay, impidieron que la

empresa se llevara a cabo. Pero al asumir la presidencia,

uno de los primeros actos de Sarmiento es proponer la crea-

ción de un observatorio nacional que es aprobada por el

Congreso, y en 1869 el ministro Avellaneda invita a Gould

a organizar y dirigir una institución permanente prove-

yéndola de los edificios e instrumental necesarios. Se había

elegido como lugar del futuro observatorio, por razones as-

tronómicas, la ciudad de Córdoba, y Sarmiento, en su dis-

curso inaugural, hizo alusión a la proximidad “de una de

nuestras más antiguas universidades, ya que, como lo ha

asegurado el profesor Gould, y lo he visto yo en los Estados

Unidos, no hay universidad ni aún colegio, que no ostente

uno con telescopio o reflectores, como el de Chicago, re-

putado entre los más completos del mundo”. No obstante

esta alusión, el Observatorio no tuvo jamás vinculación

directa con la Universidad cordobesa.

Gould llegó a la Argentina en 1870 (permaneció en

ella hasta 1885) y el Observatorio Astronómico Argentino

se inauguró oficialmente, con la presencia del presidenteSarmiento y del ministro Avellaneda, el año siguiente. Y

en su discurso inaugural, Sarmiento aprovechó para expo-

ner su pensamiento sobre el papel de las ciencias naturales

en la vida de la nación y sobre su necesario estímulo ofi-

cial. “Hay, sin embargo, un cargo al que debo responder, y 

que apenas satisfecho por una parte, reaparece por otrabajo nueva forma. Es anticipado o superfluo, se dice, un

observatorio en pueblos nacientes y con un erario o exhaus-

to o recargado. Y bien, yo digo que debemos renunciar al

rango de nación, o al título de pueblo civilizado, si no to-

mamos nuestra parte en el progreso y en el movimiento

de las ciencias naturales. Nos hemos burlado del tirano101

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Rosas cuando se hacía solicitar que dejase por años aban-

donado todo interés administrativo, a fin de contraerse so-

lamente a los asuntos de eminencia nacional. Los asuntos

de eminencia nacional, según su teoría, era hacer cartuchospara exterminar a los salvajes unitarios, pues caminos,

muelles, educación, industria, todo debía sacrificarse ante

esa muestranza de proyectiles.

“Los que hallan inoportuno un observatorio astronómi-

co, nos aconsejan lo que Rosas practicaba, lo que Felipe II

legó a sus sucesores, y nos separa por fin de la especiehumana, en todos los progresos realizados mediante el

estudio de las ciencias naturales, desde el Renacimiento

hasta nuestros días, en el resto de la Europa y en los Esta-

dos Unidos, que con Franklin y Jefferson contribuyeron

desde su origen a los progresos de la física y la geología y 

en sus aplicaciones a las necesidades de la vida, con Morsey Agassiz, se han adelantado a veces en la marcha ge-

neral.

“Es una cruel ilusión del espíritu creernos y llamarnos

pueblos nuevos. Es de viejos que pecamos. Los pueblos

modernos son los que resumen en sí todos los progresos

que en las ciencias y en las artes ha hecho la humanidadaplicándolas a la más general satisfacción de las necesida-

des del mayor número.

102

“Lo que necesitamos es, pues, regenerarnos, rejuve-

cernos, adquiriendo mayor suma de conocimientos y ge-

neralizándolos entre nuestros ciudadanos. Los españoles

que venían a poblar la América se desprendían de la Eu-

ropa cuando ella se renovaba, y llegados a este lado del

Atlántico, subyugaban e incorporaban en la nueva socie-

dad que principiaron a construir, al hombre primitivo, al

hombre prehistórico, al indio que forma parte de nuestro

ser actual. ¿Cuánto necesitamos nosotros los rezagados de

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cuatro siglos, para alcanzar en su marcha a los pueblos

que nos preceden? El Observatorio astronómico argentino

es ya un paso dado en este sentido.”

La labor del Observatorio en realidad se había iniciadoel año anterior con la llegada de Gould, pues éste con sus

ayudantes se dedicaron a la observación de todas las estre-

llas visibles a simple vista, para determinar especialmente

las magnitudes y   fijar en mapas sus posiciones aproxima-

das. Por eso Gould había afirmado en la ceremonia de la

inauguración: “Cuando levantéis, señores, vuestros ojosesta noche, después de ponerse la luna, hacia el cielo estre-

llado, y   esforzando vuestra atención se os presenten las

más pequeñas estrellas, una en pos de otra, no hallaréis ni

una sola cuya posición y magnitud no esté ya registrada por

alguno, si no por más de uno, de los astrónomos de vuestro

Observatorio.”

A la certera visión de gobernante de Sarmiento, y a la

contracción y laboriosidad de Gould debe agregarse un

nuevo factor, ahora objetivo, que ha favorecido al des-

arrollo del observatorio de Córdoba: su decisiva contribu-

ción al conocimiento del ciclo austral. En efecto, la mayor

parte de los observatorios activos del hemisferio norte están

comprendidos entre latitudes (de 35° a 60°) en las cuales

la mayor parte de las estrellas australes son invisibles. Como

los observatorios meridionales no abundan, y en la época

de Gould aún eran más escasos, se explica la deficiencia de

los catálogos australes y la necesidad de subsanarla. Que

Gould y el Observatorio de Córdoba subsanaron esa defi-

ciencia, lo declara el astrónomo de Potsdam Gustav Müller

quien en un artículo biográfico expresa: “De pronto, con

los trabajos de Gould, el conocimiento del cielo austral,

que hasta entonces había sido deficiente, fue extendido y 

completado de manera inesperada. La Uranometría argén-  

103

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tina  y   los catálogos de estrellas del sur son los frutos más

preciosos de la vida laboriosa de Gould, que inmortalizarán

su nombre y le aseguran el agradecimiento de los astró-

nomos de todos los tiempos y de todos los países... El nom-bre de Gould figurará por siempre en letras de oro en la

historia de la astronomía; y la obra realizada por este hom-

bre infatigable, de fuerza casi sobrehumana para el traba-

  jo, llenará de admiración a muchas generaciones venide-

ras, incitándolas a la emulación.”

El mismo año de la fundación, el Observatorio iniciósus publicaciones tituladas Resultados del Observatorio 

Nacional Argentino ,  y en 1879 su director daba a publi-

cidad, en Buenos Aires, la “Uranometría argentina” , bri- 

llantez y posición de las estrellas fijas, hasta la séptima 

magnitud comprendidas dentro de cien grados del polo 

austral  (vale decir pertenecientes al hemisferio austral y a una faja boreal de 10° sobre el Ecuador) que compren-

día un catálogo, con atlas, de 7,756 estrellas, de las cuales

6,755 del hemisferio sur.

A estas publicaciones siguen luego los dos primeros

grandes catálogos australes, el Catálogo de las zonas estela- 

res, de 1884 (Vol. VII y VIII de Resultados )  con unas73.000 estrellas, y el Catálogo general argentino  de 1886

(Vol. XIV de Resultados )  con unas 33,000 estrellas y al

cual Gould puso prólogo estando ya en Norteamérica.

Gould fue uno de los primeros astrónomos que aplicó la

fotografía a los estudios astronómicos. Inició sus estudios

en este campo en 1866 y los continuó en Córdoba obser-vando los principales cúmulos australes. La publicación

(póstuma) de estas observaciones, correspondiente al vo-

lumen XIX de Resultados ,  apareció bajo el título Fotogra- 

fías cordobesas .

104

A Gould sucedió al frente del Observatorio uno de

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sus ayudantes, Juan M. Thome, también norteamericano,

quien continuó la labor de su predecesor. Su obra princi-

pal fue la Córdoba Durchmusterung  (Zonas de explora- 

ción ),  catálogo monumental de más de seiscientas milestrellas, hasta la décima magnitud, del hemisferio sur a

partir de los 22° de latitud, hacia el polo. Durante su di-

rección el observatorio inició la colaboración en tareas de

carácter internacional. La primera de ellas fue la tarea,

asumida en 1890, de completar el catálogo de las llamadas

“Zonas de la Astronomische Gesellschaft” desde la latitudde 22 grados sur hasta el polo, tarea que luego delegó

parcialmente en el Observatorio de La Plata (desde los

47° hasta los 82°) y que ambos Observatorios han cumpli-

do casi en su totalidad.

Otra tarea de carácter internacional asumida en 1900

por el Observatorio de Córdoba, y que primitivamente es-taba asignada al de La Plata, fue la de realizar los trabajos

correspondientes a la zona comprendida entre los 24° y 

los 31° de latitud sur, para la confección del Catálogo as- 

trográfico  que contendrá unos dos millones de estrellas, y 

la Carta fotográfica del cielo ,  en la cual ese número llegará

a más de cincuenta millones, y cuya ejecución decidió elCongreso Internacional de París de 1887, distribuyén-

dola entre 18 Observatorios de todas las partes del mundo.

105

En 1882 el gobierno de la provincia de Buenos Aires

adquirió un pequeño telescopio que se instaló en el pueblo

de Bragado, con el objeto de observar el paso de Venuspor el disco solar a realizarse a fines de ese año. Este hecho

sugirió el plan de establecer un Observatorio astronómico

provincial en la flamante capital de la provincia, adquirién-

dose los instrumentos necesarios y poniendo a su frente en

1883, a Francisco Beuf, ex director del observatorio de la

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marina de Tolón y a la sazón director de la Escuela naval

militar argentina.

Pero en verdad la actividad científica del Observatorio

durante los años del siglo pasado fue casi nula. Mientrasen Córdoba, aún sin instrumentos, ya se habían iniciado

los trabajos, en La Plata los trabajos no comenzaban dis-

poniéndose ya de aparatos. La crisis económica subsiguien-

te, así como la enfermedad del director, que fallece en 1899,

contribuyeron a mantener este estado de cosas. He aquí lo

que informaba el director interino, algunos años después:“... pero no habíase concluido aún de instalar todo el nu-

meroso instrumental de gran precisión... cuando sobrevi-

no la crisis económica; disminuyóse entonces notablemente

el personal; escasearon los recursos pecuniarios indispensa-

bles para emprender trabajos de utilidad, y, como el de

Lima, ha arrastrado siempre una existencia enfermiza hastael presente, en que hállase poco menos que abandonado

y sus instrumentos más valiosos siguen deteriorándose por

la falta de uso y de personal apropiado para su cuidado y 

conservación”.

Su publicación Anuario  (catorce volúmenes desde

1887 hasta 1900) fue también de escaso valor científico,pues en su mayor parte incluían datos de interés general:

cuadros de pesas y medidas de todas las provincias y de paí-

ses extranjeros, datos geográficos, físicos, químicos, geo-

físicos, en especial meteorológicos, estadísticas varias, etc.

106

Al incorporarse el Observatorio a la Universidad de

La Plata la situación no mejoró mayormente. De acuerdoa la idea que presidió la organización inicial de la univer-

sidad, el Observatorio y el Museo debían constituir los dos

centros alrededor de los cuales se desarrollaría toda la acti-

vidad científica de la Universidad. El artículo respectivo

del Convenio estipulaba que “El Observatorio astronómico

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se organizará de manera que constituya una escuela supe-

rior de ciencias astronómicas y conexas, comprendiendo

la mineralogía, la sísmica y el magnetismo, y cuyos resul-

tados prácticos serán publicados periódicamente.” Por suparte, el decreto de organización se refiere al “doble carác-

ter de observación y de enseñanza” y habla de una “Facul-

tad de ciencias matemáticas y físicas del Observatorio”.

Para dirigir el nuevo Instituto se contrató al astrónomo

italiano Francisco Porro, director del Observatorio de Tu-

rín y profesor en Génova.La complejidad de las tareas superpuestas y la variedad

y heterogeneidad de los estudios a impartirse, amén de otras

dificultades circunstanciales, hizo que el Instituto se des-

arrollara con dificultad y, no obstante los numerosos cam-

bios de organización y planes, sólo se logró un desarrollo

normal cuando en 1920 el Observatorio se separó total-mente de la Facultad de ciencias fisicomatemáticas.

Bajo la dirección de Porro pasó a depender del Obser-

vatorio de La Plata, en 1908, la estación astronómica de

Oncativo (provincia de Córdoba) que en 1905 había fun-

dado la Asociación Geodésica Internacional y que formaba

parte de una red de ocho estaciones distribuidas conve-nientemente en todo el mundo para el mejor estudio del

problema de la variación de latitud (desplazamientos de

los polos). La estación suspendió los servicios en 1911

trasladándose los instrumentos a La Plata en 1913.

107

Desde el retiro de Porro del Observatorio (1910) hasta

la dirección de Hartmann (1921) la institución tuvo a sufrente varios directores, interinos unos, titulares otros. En-

tre éstos el norteamericano William J. Hussey, director

del Observatorio de Michigan, quien dirigió el de La Plata

desde 1911 hasta 1915. En este período el Observa-

torio inició la colaboración en las tareas internacionales,

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hasta el 23 de diciembre de 1904, en que fue dada al

Estado mayor del ejército su organización actual”. De

acuerdo a esta organización, el Instituto comprendía una

sección de estudios geodésicos (astronomía, triangulación,nivelación, etc.) y otras de estudios cartográficos y topo-

gráficos, fuera de talleres gráficos propios.

En 1912 aparecen sus anuarios y organiza un vasto

plan de operaciones geodésicas, topográficas y cartográ-

ficas.

Los estudios meteorológicos argentinos se organizaron

simultáneamente y bajo la misma dirección que los estudios

astronómicos. En efecto, fue el mismo Gould quien pro-

puso la creación de un servicio meteorológico argentino,

propuesta favorablemente acogida por Sarmiento, quien

ante “la importancia teórica y práctica, científica y econó-mica de estos estudios, que se relacionan, además, con in-

tereses valiosos y visibles” envía un proyecto de ley, que se

sanciona y promulga en 1872, según la cual se crea la

Oficina meteorológica nacional. La Oficina funcionó como

anexo del Observatorio de Córdoba y bajo la dirección de

Gould, que ejerció esa función desinteresadamente, hasta1884, fecha en que Gould renunció. La Oficina, en 1885,

se separó del Observatorio y en 1901 fue trasladada a Bue-

nos Aires.

En 1878 apareció el primer tomo de sus Anales ,  en

el cual Gould reproduce y comenta una compilación que

Manuel Ricardo Trelles había publicado en un registrooficial, casi inencontrable, en 1857, con varias series de ob-

servaciones meteorológicas realizadas en el país durante el

siglo XIX, entre las que figuraban las de Mossotti, cuyo

valor especial Gould destaca.

109

La estación meteorológica más austral de esa época, la

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de las islas Orcadas, fue establecida en 1903 por una expe-

dición escocesa. La estación pasó a depender de la Argen-

tina en 1904, aunque ya desde el año anterior naves ar-

gentinas habían surcado esos mares en ocasión del viajede la corbeta Uruguay ,  con el objeto de salvar la expedi-

ción de Nordenskjöld, cuyo buque Antarctic  había sido

apresado por los témpanos.

13. LA ACADEMIA DE CIENCIAS DE CÓRDOBA

Para dar cumplimiento a la ley de 1869, por la cual se

autorizaba al Poder Ejecutivo a contratar hasta 20 profeso-

res de ciencias especiales, Sarmiento encomendó al director

del Museo de Buenos Aires, Burmeister, las gestiones para

incorporar al país el primer núcleo de esos profesores.

Con el propósito de fundar en la Universidad de Cór-doba una Facultad de ciencias, ese primer núcleo debía

componerse de dos profesores de matemáticas y una de cada

una de las especialidades: física, química, botánica, zoo-

logía, mineralogía y geología. Entre 1870 y 1873 fueron

llegando los profesores contratados (de matemática se con-

trató a uno solo) y a mediados de este último año se fun-

daba la Academia de Ciencias de Córdoba, bajo la direc-

ción de Burmeister; institución científica y docente, pues

sus miembros estaban obligados a dictar clase en la Uni-

versidad.

El reglamento de la Academia, proyectado por Bur-meister y aprobado a principios de 1874, estatuía para la

Academia los siguientes fines: Instruir a la juventud en las

ciencias exactas y naturales, por medio de lecciones y expe-

rimentos. – Formar profesores que puedan enseñar esas mis-

mas ciencias en los colegios de la República. – Explorar y 

110

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hacer conocer las riquezas naturales del país, fomentando

sus gabinetes, laboratorios y museos de ciencia, y dando a

luz obras científicas, por medio de publicaciones que se

titularán “Actas y Boletín de la Academia Argentina deCiencias exactas” y que contendrán las obras, memorias,

informes, etc., que produzcan los profesores.

Este reglamento, que confería al director facultades

excesivamente autoritarias, las dificultades de los profe-

sores en adaptarse en un país nuevo a la doble función

científica y docente, el hecho de que Burmeister residiera lamayor parte del tiempo en Buenos Aires, y la situación real-

mente anómala de los profesores de la Academia dentro

de la Universidad (su rector decía irónicamente que la

Academia “era una ínsula flotante en medio de la Uni-

versidad”), produjo la crisis de la institución. La mayor

parte de sus miembros se retiraron, el director renunció, laAcademia, en 1875, se incorporaba a la “Universidad

como una Facultad, y los profesores de ella formando par-

te del claustro universitario con todos los honores, derechos

y deberes correspondientes”. Pero al aprobarse los regla-

mentos definitivos, ajustados a la nueva situación, se resol-

vió, por decreto de 1878, separar totalmente la Academia,como cuerpo científico de la Universidad, dejando en ésta

su cuerpo docente bajo forma de una Facultad de ciencias

físico–matemáticas.

De acuerdo al nuevo reglamento, la Academia Nacio-

nal de Ciencias es una corporación científica sostenida por

el gobierno de la Nación Argentina y cuyos objetos son

los siguientes: Servir de consejo consultivo al gobierno

en los asuntos referentes a las ciencias que cultiva el Insti-

tuto. – Explorar y estudiar el país en todas las ramificacio-

nes de la naturaleza. – Hacer conocer los resultados de sus

exploraciones y estudios por medio de publicaciones.111

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la Comisión científica adjunta a la expedición del general

Roca a Río Negro. Pasó luego a dictar botánica en el Co-

legio del Uruguay, donde falleció.

Las plantas recogidas por Lorentz en el centro de laArgentina constituyen la base de los conocimientos siste-

máticos de la flora argentina.

La cátedra universitaria de botánica que Lorentz debió

dictar en Córdoba, la desempeñó su ayudante Jorge Hiero-

nymus, quien realizó en la Argentina una fecunda labor

botánica, en especial fitogeográfica, desde 1874 hasta 1883.Sus trabajos ocupan dos tomos de Actas  y gran parte de los

trabajos botánicos de los primeros cuatro volúmenes del

Boletín .

El zoólogo holandés H. Weyenbergh fue otro de los

miembros fundadores de la Academia. Estuvo pocos años

en la Argentina publicando varios trabajos en las publica-ciones de la Academia. En 1878 fundó El Periódico Zoo- 

lógico Argentino .  También se ocupó de zoología (molus-

cos) Adolfo Doering, naturalista que se dedicó a diversas

ramas: Bioquímica, geología, mineralogía, participando

además de la expedición al Río Negro.

113

Sin duda, han sido las ciencias geológicas las que

recibieron el mayor impulso de los hombres de la Acade-

mia de Córdoba. Entre sus miembros fundadores, uno de

los primeros en llegar fue el profesor de mineralogía y 

geología Alfredo Stelzner, de la Academia de minas de

Freiberg. No obstante su breve estada en la Argentina

(1871-1874), realizó dos largos viajes por el noroeste y 

oeste del territorio argentino que le permitieron reconocer

las grandes unidades geológicas de los terrenos observados.

Sus Comunicaciones sobre la geología y la minería de la 

República Argentina  abren el primer tomo de las Actas 

de la Academia. Vuelto a su patria, se propuso la publi-

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cación de una obra lo más completa posible sobre la base

de las observaciones realizadas y de los materiales reco-

gidos en la Argentina. Esta obra, Beiträge zur Geologie 

und Paleontologie der Argentinischen Republik ,  que apa-reció entre 1876 y 1885, comprendió dos partes: una

primera parte redactada por Stelzner, quien se había re-

servado el estudio de la geología, mineralogía, minería y 

petrografía, y una segunda parte a cargo de varios colabo-

radores a quienes Stelzner había confiado el material pa-

leontológico.Stelzner, que era ante todo mineralogista, dejó instala-

do el museo mineralógico de la Universidad y con su

trabajo Mineralogische Beobachtungen im Gebiete der 

Argentinischen Republik ,  aparecido en 1873, en los Mit- 

teilungen  de Tschermak puede decirse que se inaugura la

contribución científica en la materia.El sucesor de Stelzner fue Luis Brackebusch, quien

estuvo en la Argentina más de diez años desde 1874. Re-

corrió, realizando estudios geológicos y mineralógicos, las

provincias de Córdoba, Catamarca, Salta y Jujuy. Es el

autor de los primeros trabajos sobre geología argentina

aparecidos en las publicaciones de la Academia, dando en1879 el primer catálogo científico ordenado y descriptivo

de los minerales argentinos.

Regresado a su patria, en 1891 publicó el mapa geoló-

gico de la Argentina al millonésimo, valioso complemento

de la obra de Stelzner.

114

Una obra de mayor importancia para el país fue la

desarrollada por Guillermo Bodenbender, quizá el geólogo

que más ha recorrido el territorio argentino. Llegado a la

Argentina en 1885, permaneció en ella más de treinta

años, y, fuera de su actividad docente en la Universidad de

Córdoba, realizó numerosas investigaciones geológicas y 

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mineralógicas con preferencia en la cordillera y en las pro-

vincias centrales. Puede decirse que exploró las cordilleras

desde el límite boliviano hasta la Patagonia, pero más espe-

cialmente las sierras de Córdoba y de La Rioja.Citemos por último a Oscar Doering, profesor de ma-

temáticas desde 1875 en la Universidad de Córdoba y lue-

go de física, y a quien se deben numerosas observaciones

meteorológicas, hipsométricas y magnéticas. Fue O. Doer-

ing quien realizó en la Argentina el mayor número de

observaciones magnéticas, proponiendo en 1882 la crea-ción de un Observatorio Magnético Nacional de acuerdo

con las sugestiones del Congreso Internacional de Meteo-

rología de Roma de 1879.

14. LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA

La Sociedad Científica Argentina nace en el ambiente

del Departamento de ciencias exactas de Buenos Aires, en

el período central de la presidencia de Sarmiento y pocos

años después de haber egresado los primeros ingenieros

argentinos.

Fruto de las inquietudes de ese ambiente, a mediadosde 1872 circula entre los diplomados y estudiantes de la

casa una invitación en la que se informaba: “Habiéndose

reunido los estudiantes de ciencias exactas con el objeto

de fundar una Asociación Científica, comisionaron a los

infrascritos para redactar las bases de la Asociación e invi-

tar a una reunión a fin de discutirlas.

115

“Los fines de la Asociación se reducen a llenar la falta

de una corporación científica que fomente especialmente el

estudio de las ciencias matemáticas, físicas y naturales con

sus aplicaciones a las artes, a la industria y a las necesidades

de la vida social.

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“Para la realización de estos fines se cuenta con el con-

curso de los señores ingenieros nacionales y extranjeros,

estudiantes del ramo, en la esfera de sus conocimientos, y 

demás personas científicas.”Firmaban la invitación el profesor Rosetti, presidente

provisorio y un grupo de delegados estudiantiles, entre los

que figuraba Estanislao S. Zeballos, futuro gran juriscon-

sulto argentino y que fue no sólo uno de los promotores

de la creación de la institución, sino uno de sus miembros

iniciales más activos y autor de gran parte de las iniciativasde la Sociedad en sus primeros años de vida.

Fue Zeballos quien proyectó los estatutos de la flamante

institución que se llamaría “Academia científica de Bue-

nos Aires”, nombre que en las discusiones del proyecto

fue transformándose en “Academia científica Argentina”,

“Estímulo científico”, para adoptarse el nombre actual.resolviéndose en definitiva, a fines de julio de 1872, la

creación de la Sociedad con las bases siguientes: 1° Fo-

mentar especialmente el estudio de las ciencias matemáti-

cas, físicas y naturales, con sus aplicaciones a las artes,

la industria y a las necesidades de la vida social. – 2° Estu-

diar las publicaciones, inventos o mejoras científicas, espe-cialmente los que tengan una aplicación práctica a la

República Argentina. – 3° Reunir para este objeto a los

ingenieros argentinos y extranjeros, a los estudiantes de

ciencias exactas y a las demás personas cuya ilustración

científica responda a los fines de esta cooperación.”

116

Estas bases traducen una evidente tendencia unilateralhacia las ciencias exactas, la ingeniería y la técnica, fruto

de las exigencias de la época y del origen de la Sociedad;

y si bien más tarde fueron modificadas en el sentido de

dar una mayor amplitud a los fines de la institución, ésta

conservó siempre la tendencia originaria.

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Su primer presidente fue el ingeniero Luis A. Huergo,

uno de los “doce apóstoles” y figura descollante de la inge-

niería argentina.

Desde sus comienzos la Sociedad constituyó la únicatribuna científica con que contaba el país y el único centro

de consulta de los gobiernos de la Nación y de la Provin-

cia. Sus primeras actividades fueron variadas y fecundas,

fuera de conferencias, dictámenes, discusiones, etc., sobre

temas científicos y de actualidad. En 1875 crea un Museo

de la Sociedad cuyo primer director fue Francisco P. More-no. Ese mismo año organiza un concurso de memorias y 

trabajos para promover el adelanto de las ciencias y su

aplicación a la industria nacional, en especial mediante

la utilización de las materias primas del país. Acompa-

ñando a ese concurso se organizó asimismo una exposición

industrial que fue una de las primeras muestras de estegenero realizadas en el país. (Citemos de paso que a

raíz de esta exposición un grupo de industriales cons-

tituyó el Club Industrial Argentino que en 1887 se

fusionó con el Centro Industrial Argentino, fundado en

1878, para dar nacimiento a la actual Unión Industrial

Argentina.).

También durante ese año 1875 la Sociedad, con el

apoyo del gobierno de la provincia, auspició una expedi-

ción a la Patagonia, realizada por Francisco P. Moreno,

atravesándola de océano a océano, desde Carmen de Pa-

tagones hasta Valdivia, costeando el río Negro y el Limay 

y   examinando el lago Nahuel Huapí. Y esta iniciativa

dejó también sus frutos, pues despertó gran interés por los

estudios geográficos que se tradujo algunos años después

de la fundación del Instituto Geográfico Argentino. Ze-

ballos, su fundador, decía en efecto: “Era de tal modo

vigoroso el impulso dado a los estudios geográficos desde117

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1874, que se sintió la necesidad de cultivar con prefe-

rencia una especialidad de la ciencia a la cual se ligaban

estrechamente los progresos materiales de la civilización;

y de ahí surgió el Instituto Geográfico, fruto espontáneo,gajo robusto de la semilla depositada en 1872 con timidez

y desconfianza por la Sociedad Científica Argentina.”

El año siguiente (1876) se realiza otra exposición y 

un nuevo concurso (en éste se presentó Ameghino, quien

obtuvo... el último premio: una modesta mención hono-

rífica). En 1877 la Sociedad patrocina una nueva expedi-ción a la Patagonia, para explorar el territorio comprendido

entre los paralelos de 43° y 49° de latitud sur.

Otra iniciativa de consecuencias importantes y duraderas

fue la organización del Congreso Científico Latino–

Americano y que se realizó en Buenos Aires en 1898

conmemorando las bodas de plata de la Sociedad. Este

Congreso contó con más de 500 adherentes y en él se

trataron 121 comunicaciones correspondientes a las sec-

ciones: Ciencias exactas e ingeniería; Ciencias físico–quí-

micas y naturales; Ciencias médicas; Antropología y socio-

logía. Su importancia radica en el hecho de que al

terminar sus sesiones el Congreso resolvió constituirse en

entidad permanente y organizar periódicamente, en dis-

tintas repúblicas americanas, las reuniones sucesivas. Así

se realiza el II Congreso Científico Latino–Americano en

Montevideo (1901), el III en Río de Janeiro (1905) y 

el IV en Santiago de Chile (1908). Este Congreso de

Chile resuelve convertirse en el I Panamericano, reali-

zándose el II Panamericano (V de los americanos), en

Washington en 1915. Recordaremos que luego se volvió a

la numeración original y que entonces el certamen siguien-

te (Lima, 1821) se designó VI Congreso Científico Ame-

ricano.118

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Los resultados del Congreso de 1898, que inaugura

esta serie que aún continúa, fueron publicados en cinco

volúmenes.

En 1910, en ocasión de celebrarse el centenario de larevolución de Mayo, la Sociedad Científica Argentina or-

ganizó un “Congreso científico internacional americano”,

probablemente uno de los más importantes de la América

Latina. Contó con más de 1.500 adherentes, más de 500

trabajos presentados y de 200 asociaciones representadas.

Entre los concurrentes extranjeros figuró el eminente ma-temático italiano Vito Volterra, quien pronunció dos con-

ferencias, una en el Congreso y otra fuera de él.

El congreso comprendió una sección de ingeniería y 10

secciones de ciencias distribuidas en Físicas y matemáticas;

Químicas; Geológicas, geográficas e históricas; Antropoló-

gicas; Biológicas; Jurídicas y sociales; Militares; Navales;Psicológicas; Agrarias. Desgraciadamente la publicación

de los trabajos, que comprenderían unos veinte volúmenes,

no pudo completarse, y sólo se pudieron publicar los dos

primeros volúmenes y algunos trabajos sueltos. Las confe-

rencias de Volterra aparecieron en los Anales ,  una de ellas

más de diez años después.Entre otras iniciativas de la Sociedad puede mencio-

narse la organización de los estudios y de una expedición

a los esteros del Ibera (provincia de Corrientes) en 1911,

la insistencia de la Sociedad ante los poderes públicos a fin

de que la Argentina adoptara el régimen internacional de

los husos horarios (la ley se promulgó en 1920), etc.

119

Desde sus comienzos la Sociedad se dio su órgano de

publicidad. En 1874 un grupo de personas, entre las

cuales figuraba Zeballos, fundaba una publicación cientí-

fica con el nombre de Anales Científicos Argentinos .  Esta

publicación, de la cual aparecieron 5 números, pasó luego

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a convertirse en órgano oficial de la Sociedad Científica

Argentina con el nombre de Anales de la Sociedad Cientí- 

fica Argentina  y que desde entonces hasta la fecha han

aparecido mensualmente.Agreguemos, para terminar, que la Biblioteca de la So-

ciedad, nacida también hacia 1874, contaba en 1916 con

más de veinte mil volúmenes.

15. LA “SEGUNDA ARGENTINA”

En los parágrafos anteriores hemos reseñado las activi-

dades científicas argentinas durante la segunda mitad del

siglo pasado y los primeros decenios de éste que se polari-

zaron alrededor de los grandes centros científicos: univer-

sidades, museos, observatorios, Academia de Córdoba y 

Sociedad Científica que nacieron o renacieron durante lasprimeras décadas de ese período.

Quedan aún por citar algunas pocas manifestaciones

científicas que se desarrollaron fuera de la órbita de esas,

instituciones, o por lo menos no directamente vinculadas

con aquellas.

Respecto de las matemáticas y la física sólo queda por

agregar que en los primeros años de este siglo, actuó en

Buenos Aires un profesor francés, Camilo Meyer, doctor

en leyes y licenciado en matemáticas, que había llegado

al país en 1895, Publicó numerosos artículos y trabajos

en revistas científicas y técnicas, y durante cinco años

(1909-1914) dictó en la Facultad un curso libre de física-

matemática ante un escaso público, revelador de la indife-

rencia del ambiente, y en la Sociedad Científica un ciclo

de conferencias sobre filosofía matemática (el conocido

libro de Brunschvicg).

120

En cuanto a las ciencias naturales recordemos ante

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todo al escritor y naturalista de habla inglesa Guillermo

Enrique Hudson, nacido en la Argentina, de donde partió,

en 1874, a los 33 años de edad, para no regresar más a ella,

muriendo octogenario en Inglaterra.Escribió en inglés los 24 volúmenes que comprenden

las obras de las que es autor, pero su vida y sus observa-

ciones en el campo argentino se reflejan vivamente en su

labor literaria (The Ombú ,  1902; Far away and long ago , 

1917) y científica (The Naturalist in the Plata ,  1892; Idle 

Days   in Patagonia , 1893; Birds of the Plata ,  1920, obra estaúltima en dos volúmenes, reedición de una parte de una

ornitología argentina escrita en colaboración en 1888).

En cuanto a las iniciativas oficiales vinculadas con

actividades científicas, mencionamos la creación del Depar-

tamento de Agricultura, ordenada por Sarmiento en 1871,

desde el cual se comenzó a fomentar las colecciones desemillas, frutos, maderas y plantas. Algo después (1873)

aparecen los Anales de Agricultura  y más tarde también

un Boletín del departamento de Agricultura (1877).

Por otra parte, el interés oficial por los estudios vincu-

lados a las riquezas mineras del país, cuyo antecedente

precursor puede verse en la designación que en 1857

Urquiza hace de Bravard como Inspector general de minas,

se inicia en verdad en 1885 con la creación de la Sección

Minas, dependiente del Departamento de Obras públicas,

que al crearse en 1898 el ministerio de Agricultura, pasa

a depender de este ministerio, reorganizándose en 1904

con el nombre de Dirección general de Minas, Geología

e Hidrología.

121

Esta repartición nacional,  a la cual se debe gran parte

los progresos realizados en la geología argentina, ini-

ció de inmediato sus tareas con personal en su mayoría

contratado, y sus frutos no se hicieron esperar, pues a fines

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de 1907 una perforación que en busca de agua subterránea

se hacía en Comodoro Rivadavia (gobernación del Chu-

but) dio lugar al descubrimiento de uno de los más ricos

yacimientos petrolíferos fiscales argentinos.La fundación de un jardín botánico en Buenos Aires

fue otra iniciativa de Sarmiento, que desgraciadamente

no prosperó de inmediato; y hay que esperar casi medio

siglo para que en 1898 se funde el actual jardín botánico,

de un riquísimo material florístico, y que desde entonces

ha prestado excelentes servicios a la enseñanza de la bo-tánica en todas sus fases.

A la iniciativa oficial o privada, nacional o extranjera,

se debe también la organización de numerosos viajes y 

expediciones realizados en esta época, para el reconoci-

miento y la exploración de todas las regiones argentinas,

especialmente las australes.Por su importancia deben destacarse las tres expedicio-

nes enviadas a la Patagonia, entre 1896 y 1899, por la

Universidad de Princeton, con el objeto de realizar estudios

y recoger material en estas regiones, cuyo extraordinario

interés científico habían puesto de manifiesto los descubri-

mientos de los hermanos Ameghino. Las observacionesrealizadas y el estudio del material recogido aparecieron

luego en Reports of the Princeton University Expedition 

to Patagonia, 1896-1899 , hermosa publicación en una

docena de volúmenes costeada por el Pierpont Morgan

Publication Fund.

122

Entre las instituciones y periódicos de interés científico

podemos todavía mencionar una Sociedad argentina de

horticultura, que en 1879 presidía el futuro director del

Museo Carlos Berg, y que ese mismo año se fundaba una

Revista de ciencias, artes y letras ,  que se proponía ser un

boletín de las universidades, facultades, colegios y escuelas

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de la República Argentina, y que en su efímera vida pu-

blicó varios trabajos científicos. En su número inicial, Sar-

miento aboga por el cultivo de los estudios etnográficos:

“Los orígenes americanos, por sus manifestaciones prehis-tóricas los unos, por sus peculiaridades lingüísticas los

otros, y en estos dos ramos subsidiarios y como continua-

ción de la geología y paleontología, pueden los estudios

criollos contribuir al adelanto general de las ideas en el

mundo científico.”

Recordemos por último que en 1873 se había iniciadola publicación de una revista alemana: La Plata Monats- 

schrift , en la que aparecieron artículos científicos.

En esta reseña de la ciencia argentina nos ocupamos

exclusivamente de la ciencia pura, dejando de lado las

aplicaciones de la ciencia y la técnica; sin embargo nosinteresa destacar que en el último lustro del siglo pasado,

aparecen tres revistas técnicas importantes, dos de las cua-

les aún viven. En 1895 apareció la Revista técnica , que se

ocuparía de ingeniería, arquitectura, minería e industria,

como indica su portada, y que en verdad fue una tribuna

que en sus 22 años largos de vida se ocupó de todos losgrandes problemas nacionales y de las obras públicas del

país, así como de las extranjeras y de cuestiones técnicas

de actualidad y en alguna ocasión también de cuestiones

científicas.

Ese mismo año se fundaba el Centro Nacional (hoy 

Argentino) de Ingenieros, que llegó a ser una de las pode-

rosas organizaciones profesionales de la Argentina y dos

años después, en 1897, inició la publicación de su órgano

oficial, La Ingeniería ,  que está ya cumpliendo el medio

siglo de vida.

123

Y finalmente en 1900 una asociación de estudiantes

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de ingeniería que se llamaba “La línea recta”, y fundada

unos seis años antes, publica una Revista Politécnica ,  que

luego, al crearse el Centro de Estudiantes de la Facultad,

se convirtió en órgano del mismo con el nombre de Revista del Centro de Estudiantes de Ingeniería ,  que más tarde

concretó en el de Ciencia y Técnica. Esta revista es de

carácter más científico que las anteriores, pues además

de publicar las lecciones de muchos cursos que se dictan

en la Facultad, tanto científicos como técnicos, publica

numerosos trabajos de ciencias exactas.

En 1890, cuando la Argentina es sacudida por una

crisis política (revolución del 90) y económica (desastres

financieros), podemos considerar cerrado el ciclo activo

del período científico iniciado después de Caseros y cuyo

apogeo se alcanza durante las presidencias de Mitre, Sar-miento y Avellaneda.

Un análisis aun somero de la labor realizada durante

esos pocos lustros nos llevaría a las siguientes conclu-

siones:

1) El esfuerzo de organizar racionalmente la ciencia

tiene éxito. Pues como consecuencia de ese esfuerzo selogran fundar o consolidar los focos de elaboración del

saber, las instituciones que den vida permanente a la labor

científica, los centros que la estimulen y apoyen, y los ór-

ganos de trasmisión y propagación del saber elaborado,

bajo forma de las universidades, los museos, los observa-

torios, las academias, las sociedades, los congresos y laspublicaciones que aun hoy subsisten.

2) Pero si dentro de la organización racional de la

ciencia, entendemos incluida la formación de los científi-

cos, cabe decir que en este período sólo quedaron organiza-

das en la Argentina las ciencias naturales en sentido estric-

124

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to, pues ni la matemática, ni la astronomía, ni la física, ni

la química, ni la biología encontraron ambiente propicio

para ello. Se cultivaron los estudios matemáticos, pero con

ellos se formaron ingenieros (ya vimos cómo los primerosdoctores en ciencias fisicomatemáticas eran ingenieros con

algunas materias científicas complementarias); se realiza-

ron muchas y excelentes observaciones astronómicas, pero

no se formaron astrónomos; los primeros doctores en física

argentinos son en realidad de este siglo; en lo que respecta

a los doctores en química, también de este siglo, su forma-ción es más profesional que científica; y en cuanto a los

estudios especializados en biología aún no están organiza-

dos en la Argentina.

No puede en cambio decirse lo mismo de las ciencias

naturales en sentido estricto: zoología, botánica, mineralo-

gía, geología, paleontología, etnografía, que no sólo se cul-tivan con éxito, sino que producen frutos como Moreno,

Ameghino, Holmberg.

3) En gran parte este éxito en el campo de las ciencias

naturales se ha debido al “injerto cultural”, vale decir a la

introducción en el país de sabios extranjeros que cultivaron

y enseñaron esas ciencias. Por ese acto de desapego a

la propia tierra, por ese acto extrovertido, se incorpo-

raron al país numerosos especialistas, profesores y científi-

cos, llamados a fertilizar el virgen suelo nacional. No todos

esos especialistas se aclimataron, ni todos los que se aclima-

taron produjeron igual beneficio, pero en definitiva el

resultado fue bueno.

Después del 90 se produce en el proceso científico un

estancamiento, vale decir una decadencia. Ya vimos cómo

las publicaciones de la Academia de Córdoba, que cons-

tituyen su principal aporte científico, mermaron durante

125

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progreso industrial y técnico se oculta el trabajo científico

puro y desinteresado, que en gran medida ha contribuido

a ese progreso material.

Esta inversión del orden natural presenta también otroaspecto que nos interesa subrayar. La preocupación exce-

siva por las aplicaciones técnicas y la correlativa despreocu-

pación por la ciencia desinteresada es también una manera

de contemplar exclusivamente las necesidades inmediatas,

es también una manera de ver sólo las cosas próximas y 

por tanto de carecer de visión amplia, es también una ma-nera de ser limitada, encerrada en sí misma introvertida.

Recién a mediados de la segunda década de este siglo,

la Argentina iniciará un nuevo cambio de postura frente

a la ciencia.

127

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EL ESTADO ACTUAL 

16. LA REFORMA UNIVERSITARIA

NO ES POSIBLE señalar cuáles fueron las causas directas

que provocaron tal cambio de postura, pero sí podemos

indicar algunos hechos contemporáneos con el asomar de

ese cambio.

En el orden nacional se produce en 1916 un cambiopolítico fundamental como consecuencia de la ley de su-

fragio universal de 1912. Asume la presidencia de la Re-

pública Hipólito Irigoyen, jefe de un partido político que

se había mantenido hasta entonces en la abstención, y 

con ese advenimiento se produce un cambio en las clases

dirigentes y una nueva estructura en la fisonomía del

país.

En el orden internacional, a la natural repercusión

provocada por la primera guerra mundial debe agregarse

la impresión producida por la revolución rusa en la que,

fuera de la tendencia ideológica que encarnaba, se veía laliberación de una gran masa humana oprimida y también

la segunda etapa de un proceso de emancipación que se

había iniciado con la China y que continuaría, así se creía,

con la India.

Ambos órdenes de hechos, el nacional y el internacio-

nal, tuvieron su influencia en el movimiento juvenil de1918, nacido en los claustros universitarios cordobeses y 

que luego se ha denominado el movimiento de la Reforma

universitaria o movimiento del 18.

131

En verdad no hubo tal reforma universitaria, pues la

estructura de la universidad, tanto esencial como legal, se

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mantuvo. Hubo sí, en cambio, reformas de los estatutos,

todas tendientes a que las universidades adquirieran un

ritmo de vida más ágil y eficaz.

Pero el movimiento del 18 trajo al país una reformamás profunda: fue una nueva tónica, un afán de renova-

ción y de reforma que bien pronto trascendió de las aula

universitarias para irradiarse por todo el continente.

Y es al abrigo de esa nueva tónica, como la ciencia

argentina adquiere un nuevo impulso y un renovado vigor.

Por lo pronto, en lo que se refiere a la enseñanza supe-

rior, en menos de veinte años se duplicó el número de

universidades nacionales, pues a las tres existentes se agre-

garon por creación o nacionalización otras tres. Sin per-

  juicio de las noticias que sobre cada uno de los institutos

universitarios en los que se realiza labor científica daremosmás adelante, reseñemos desde ya algunos datos de carácter

general referentes a las universidades argentinas.

Respecto de la Universidad de Buenos Aires sólo dire-

mos que dentro de su organización general que mantuvo

y mantiene, aceleró su ritmo de progreso, limitándonos a

señalar que en 1924 modifica la estructura de su órgano

de publicidad: La Revista ,  dividiéndola en ocho secciones

dedicadas a especialidades distintas y publicadas indepen-

dientemente. Pero a partir de 1926 se suspenden las sec-

ciones 3 a 8, refundiendo las dos primeras en una

publicación de carácter meramente informativo y adminis-

trativo, bajo el nombre de Archivos de la Universidad de 

Buenos Aires . Si traemos a colación este dato, aparente-

mente nimio, es porque él simboliza un aspecto peculiar

de las universidades argentinas, según el cual la Univer-

sidad no constituye una estructura unitaria y armónica

sino una suma de institutos o facultades en los que cifra

 132

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toda la labor docente y científica, mientras que el orga-

nismo universitario como tal es, a lo sumo, una oficina de

coordinación administrativa. Felizmente, en estos últimos

tiempos se notó una reacción favorable en tal sentido, y prueba de ello es que en 1943 se resuelve publicar nueva-

mente la Revista de la Universidad de Buenos Aires  (ter-

cera época), en hermosos cuadernos trimestrales, y en el

folleto de presentación se dice: “La Revista  será mensaje

de la Universidad en cuanto rectora de los estudios supe-

riores. Aunque no le sea indiferente el papel que a laUniversidad corresponde en la formación de profesionales

y técnicos, ni en el sistemático acopio y transmisión de los

resultados de la indagación científica, atenderá muy espe-

cialmente al ejercicio de la ciencia misma. No olvidará

que la Universidad es escuela de crítica metódica, en que

no sólo se practica y se fomenta la investigación de laverdad en sus diversos dominios particulares, sino que se

cultivan a la vez las fuerzas espirituales que nutren y 

hasta hacen posible la investigación como tal. No olvidará

que sólo de ese modo, con visión filosófica de las propias

raíces, y con clara conciencia del puesto que le toca en el

conjunto de las actividades humanas, es como podrá laciencia contrarrestar el peligro cada vez más amenazador,

de la multiplicidad, fraccionamiento e inconexión de los

saberes y las técnicas.”

Y más adelante: “Para la Universidad de Buenos

Aires, la Revista  quiere ser la expresión de una fecunda

unidad entre los organismos académicos, técnicos y deenseñanza, imprescindibles en tareas como las suyas,

por fuerza solidarias y armónicas. Y quiere que se la con-

sidere también como una cordial embajada de la Universi-

dad de Buenos Aires: como si fuera la Universidad misma

que sale al encuentro de las universidades hermanas, en

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ademán de profunda y afectuosa convivencia”. Y termina

insistiendo: “Pero cuanto más estrecho sea, y es de desear

que lo sea, el contacto de la Universidad con la técnica,

tanto más necesario resulta, por otro lado mirar desde loalto y abarcar un horizonte cada vez mayor. Visión uni-

taria —filosófica, humanista, y de sólida vertebración mo-

ral— que es imprescindible coronamiento del edificio todo

de la cultura: imprescindible para que la ramificación de

los problemas no acabe en mero desmenuzamiento y des-

trucción, y para que el enlace entre la investigación cien-tífica y la vida práctica del país no decaiga en un utilita-

rismo interesado y de corto vuelo, estéril a la larga.

“La Revista de la Universidad de Buenos Aires aspira

a que cada una de sus páginas refleje ese afán de unidad,

amplia y activa. Que sus colaboraciones originales, sus re-

señas bibliográficas, sus notas y comentarios sobre la cul-tura superior revelen expresa o tácitamente que la Uni-

versidad —manifestación de lo más profundo de nuestra

vida intelectual— procura moldear la sociedad entera con-

forme a las más altas conquistas ideales de la época, y salir,

en cabal ejercicio de su función selectiva, al encuentro del

pueblo, en busca siempre de los más capaces. Y que pro-yectando así su luz sobre zonas cada vez más extensas y 

capas sociales mayores y más profundas, no pierda de vista

la parte que le toca en la tarea de construir un mundo más

apto a la vida plena del hombre, en que encuentren patria

segura los frutos supremos de la civilización: normas de la

inteligencia y de la conducta —frágiles y preciosas— al-

canzadas tras una ruda labor de siglos.”

134

En cuanto a la Universidad de La Plata, citemos que

la superposición de tareas diferentes que caracterizó y 

dificultó la vida, durante los primeros años, de sus dos

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grandes institutos científicos: el Observatorio y el Museo,

dejó de subsistir.

En 1919 se separó del Museo la escuela de química y 

farmacia constituyendo un organismo independiente conel nombre de Facultad de ciencias químicas, que cambió

poco después por el de Facultad de química y farmacia,

pues es ésta la orientación de sus estudios. Por otra parte,

como en 1921 se desglosaron del Museo también los cur-

sos de dibujo que precariamente habían funcionado en

el desde su creación, quedó finalmente el Museo, con elnombre de Instituto del Museo, reducido a sus funciones

específicas de instituto de investigación, escuela de cien-

cias naturales y establecimiento de exhibición pública.

Por su parte y en forma análoga, en 1920 se separó del

Observatorio la Facultad de ciencias matemáticas que

constituyó un organismo independiente con el nombre de

Facultad de ciencias físico–matemáticas puras y aplicadas,

que luego limitó a Facultad de ciencias físico–matemáti-

cas, quedando el Observatorio, con el nombre de Instituto

del observatorio astronómico, convertido en un estableci-

miento universitario con la doble función de instituto de

investigación y de escuela de ciencias astronómicas.

Veamos ahora las nuevas universidades. A fines de

1919 se promulga una ley por la cual se crea un instituto

univesitario denominado Universidad Nacional del Li-

toral, que además de ser la “universidad de la Reforma”,

introducía la innovación de ser una universidad, cuyasescuelas estaban distribuidas en cuatro ciudades perte-

necientes a tres provincias que abarcan una amplia zona

del país. La nueva Universidad incorporaba a su seno la

Universidad provincial existente, así como cuatro esta-

blecimientos nacionales de segunda enseñanza; dos escue-

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las industriales, una escuela de comercio y una escuela

normal. Su sede, así como las facultades de derecho y de

química, se establecían en la ciudad de Santa Fe, capital

de la provincia homónima; tres facultades: las de medi-cina, de ingeniería y de ciencias económicas, en la ciudad

de Rosario, la ciudad más importante de esa provincia; la

Facultad de ciencias de la educación, en Paraná; y la Fa-

cultad de agricultura y ganadería en Corrientes, capital

de la provincia de ese nombre.

No es el caso de narrar la vicisitudes de esta Univer-sidad, frecuentemente intervenida por el gobierno central,

y que en 1931, a raíz de una de esas intervenciones, una

de sus Facultades, la de Paraná, fue segregada de la Uni-

versidad y convertida poco después en un Instituto del

profesorado semejante al de Buenos Aires. No obstante

esas vicisitudes, la Universidad logró realizar una amplialabor universitaria, cuyo aspecto científico destacaremos

en los parágrafos próximos.

Sólo consignemos aquí que la Facultad de Paraná lo-

gró publicar entre 1923 y 1928 sus Anales de la Facultad 

de Ciencias de la Educación ,  en los que aparecieron tra-

bajos relativos a las ciencias que se cultivaban en aquella

Facultad: matemática, geografía, geología, etnografía, ar-

queología.

136

En cuanto a la Universidad, en 1935 inició la publi-

cación de una revista de carácter general, Universidad ,  ca-

racterizada por “... una amplia orientación humanista...

prescindiendo de los estudios especializados en las distin-

tas ramas del conocimiento, las que por ser tales, encuen-

tran su natural cabida en las publicaciones que editan las

diversas facultades e institutos que constituyen la univer-

sidad”. Dentro de esa orientación debemos señalar en esa

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cultura y enología ya existente; y finalmente una Escuela

de ciencias económicas también en Mendoza.

Figuran también en esa Universidad un Instituto del

profesorado en San Luis, un Instituto del petróleo, unode lingüística y uno de etnografía americana, todos en

Mendoza.

Agreguemos, como dato final relativo a la enseñanza

superior en la Argentina, que últimamente se ha concre-

tado la creación de un instituto superior denominado Ins-

tituto Tecnológico del Sur, con asiento en la ciudad de

Bahía Blanca (puerto situado al sur en la provincia,

de Buenos Aires), y que tendrá por principales finalida-

des la investigación científica y la formación profesio-

nal, integrándolo cinco escuelas: ciencias comerciales,

ciencias químicas, ingeniería industrial, agricultura y ga-

nadería.

17. LAS INSTITUCIONES CIENTÍFICAS DE CARÁCTER

GENERAL

Para reseñar ahora el panorama actual de la cienciaargentina y partiendo del hecho que hoy, en toda nación

moderna el investigador aislado ya no existe, y que por

tanto la investigación científica está como nucleada alre-

dedor de ciertos grupos humanos: universidades, acade-

mias, institutos de investigación, sociedades científicas,

etc., estimamos que una nómina de las instituciones

argentinas vinculadas con la investigación científica, com-

pletando cuando sea necesario las indicaciones respec-

to de sus finalidades, así como la enumeración de las

publicaciones en las que aparecen y se transmiten los fru-

138

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tos de esa investigación, podrá dar una idea suficiente-

mente objetiva, aunque algo esquemática y un tanto

deshumanizada, del estado actual de la ciencia en la Ar-

gentina.Antes de entrar a considerar las instituciones y sus

publicaciones, relacionadas con los diversos sectores cien-

tíficos, recordemos aquellas de carácter general y común

a todos esos sectores.

La Sociedad Científica Argentina continuó realizando

su labor aunque en cierto sentido reduciendo su esferade acción, por cuanto se fueron creando en el país socie-

dades científicas especializadas, algunas surgidas del seno

de aquella.

De las iniciativas de la Sociedad de estos últimos tiem-

pos, cabe destacar dos de ellas vinculadas con el desarrollo

de los estudios científicos en la Argentina.

139

En 1922, con motivo de cumplirse el primer cincuen-

tenario de la Sociedad, se resolvió la publicación de una

serie de monografías destinadas a reseñar el  desarrollo, en

la Argentina, de las distintas ciencias (puras y aplicadas)

durante el primer medio siglo de existencia de la Sociedad.De esta colección, que lleva el título genérico Evolución 

de las ciencias en la República Argentina ,  han apareci-

do las monografías destinadas a los estudios botánicos

(1923), a la física (1924), a las matemáticas (1924), a la

mineralogía y geología (1925), a la higiene pública y 

las obras sanitarias (1925), a la meteorología (1925) y ala astronomía (1926). Se habían proyectado siete mono-

grafías más, que no han aparecido aún, y que debían

ocuparse respectivamente del desarrollo de la zoología,

de la paleontología, de la antropología (antropología físi-

ca, etnografía, filología y lingüística, folklore, prehistoria

y   arqueología), de la medicina, de la estadística, de la in-

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dustria y, finalmente, de la Sociedad misma. (Diez años

después la Sociedad editó un folleto con la Síntesis históri- 

ca de la obra realizada durante sus sesenta años de vida .) 

En 1928 la Sociedad proyectó un ciclo de conferen-cias y estudios de vasto alcance, sobre el conocimiento del

cielo y suelo argentinos, así como de la zona atlántica con-

tigua, desde el descubrimiento de América hasta nuestros

días. El plan comprendía en su primera parte la labor

realizada hasta hoy, dividida en los cinco períodos si-

guientes: Los descubridores (1515 a 1615); los explora-dores (1615 a 1770); los grandes exploradores científi-

cos (1770 a 1835); los geógrafos (1835 a 1872) y los

investigadores (1872 a 1900); y en su segunda parte la

acción para profundizar en el futuro dicho conocimien-

to, ya por obra de las grandes instituciones científicas del

país, ya por la de las sociedades científicas.Este plan tuvo principios de ejecución, pues entre

1928 y 1931 se desarrollaron conferencias sobre las obras

de las grandes figuras que realizaron viajes o expediciones

por ámbitos argentinos: Azara, Bonpland, D’Orbigny,

Darwin, Malaspina, etc., y sobre la labor astronómica,

geológica, meteorológica, etc., en el país.Otra interesante iniciativa de la Sociedad fue la cons-

titución, en 1937, de un “Comité argentino de biblioteca-

rios de instituciones científicas”, que se instaló en la sede

de la misma y cuyo primer fruto fue un excelente Catá- 

logo de publicaciones periódicas científicas y técnicas 

recibidas en las bibliotecas de las instituciones adheridasal Comité, y que en 1942 editó la Comisión Nacional de

Cultura.

140

En 1934 la Sociedad se instaló en un nuevo y amplio

local social que brindó generosamente a numerosas ins-

tituciones culturales de la ciudad; así, esta benemérita

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sociedad, con sus tres cuartos de siglo de existencia, su bi-

blioteca de más de 50.000 volúmenes, su mesa de revistas

de más de 600 publicaciones periódicas y sus 70.000 pá-

ginas de Anales ,  continúa realizando su labor en favorde la ciencia.

También en 1934 la Sociedad Científica Argentina

inició la constitución, en el interior del país, de filiales

con idénticas finalidades, organizándose sucesivamente las

de Santa Fe (1934), Mendoza (1938), La Plata (1939)

y Tucumán (1940).

En verdad, la filial Santa Fe no fue sino la continua-

ción de una entidad local ya existente. En efecto, en

1927 un grupo de estudiosos de esa ciudad, en su mayoría

pertenecientes a la Facultad de química local, después de

infructuosos intentos de constituir una agrupación quí-mica, primero, y de ciencias naturales, luego, organizó la

Sociedad Científica de Santa Fe con el fin de “elevar el

nivel científico y cultural... mediante el estímulo y difu-

sión del estudio de las ciencias puras y aplicadas”. Esta

institución, antes de afiliarse a la Científica Argentina rea-

lizó una fecunda labor puesta de manifiesto en los cincotomos aparecidos de su publicación periódica, Anales de la 

Sociedad Científica de Santa Fe (1929 a 1933).

Pasemos a las academias. La Academia de Ciencias

de Córdoba, superado el período de decadencia, 1890-

1914, recobró cierto ritmo en sus publicaciones, aparecien-do desde 1915 con más frecuencia las Actas ,  el Boletín , 

así como una nueva publicación, Miscelánea ,  de la cual

aparecieron cuatro tomos entre 1920 y 1928, con trabajos

especialmente bibliográficos y de geografía cultural.

141

Mientras tanto, en Buenos Aires, un decreto del Po-

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der Ejecutivo de 1925 concedía autonomía a las acade-

mias, entonces incorporadas a la Universidad, y que hasta

1906 habían ejercido la función directiva en las faculta-

des. Refiriéndonos especialmente a la futura AcademiaNacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de

Buenos Aires, debemos señalar que recién hacia 1916

pudo iniciar sus actividades, como cuerpo exclusivamente

científico, y que no obstante las numerosas e interesantes

iniciativas que surgieron de su seno, no pudo lograr ma-

yores resultados prácticos debido a la absoluta falta derecursos. Con la autonomía la situación económica mejoró

algo, de tal modo que en 1928 pudo iniciar la publicación

de sus Anales ,  en las páginas de los Anales de la Sociedad 

Científica Argentina ,  situación que mantuvo hasta 1933,

fecha desde la cual los Anales de la Academia  tienen vida

propia.

Una iniciativa interesante de la Academia, que tuvo

éxito, pues logró el apoyo oficial, fue la que tuvo por obje-

to el estudio de la utilización de las mareas de la costa

patagónica. La comisión designada al efecto realizó estu-

dios en la Argentina, en especial en la bahía de San José

y en la ría de Deseado, y también fuera del país, y en el

informe presentado en 1929 llegaba a la conclusión de

que las mareas de las costas patagónicas pueden ser uti-

lizables, constituyendo una fuente valiosa de riqueza, por

lo cual debe prestarse el mayor apoyo a su estudio y explo-

tación, recomendando finalmente la realización de unaserie de trabajos.

Existen, por último, en la Argentina instituciones

entre cuyas finalidades esenciales o accesorias, parciales

o totales, figura el progreso de la ciencia. Citemos en pri-

mer lugar la Asociación Argentina para el Progreso de las

142

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Ciencias, creada en 1933 y entre cuyos fines figura: ‘‘Pro-

pender en toda forma al progreso y expansión de la inves-

tigación científica en la República, mediante la consoli-

dación y adelanto de los institutos existentes, creación delos que fueren necesarios, como así de todo organismo

que se considerara indispensable a los fines propuestos, y 

fomentar e impulsar el desarrollo de todas las ramas de

la ciencia e iniciar las inexistentes... Propender a la crea-

ción permanente de becas en el país o en el extranjero,

de perfeccionamiento, de investigación y de aprendizaje...Ayudar al sostén de los investigadores destacados que no

tengan medios para realizar su labor... Subvencionar estu-

dios especiales...” En tal sentido ha realizado una obra

eficaz, pues desde su creación ha acordado 43 becas exter-

nas, 48 internas y ha otorgado 87 subsidios que importan

más de 25.000 pesos, contando para ello con los recursospropios, varias fundaciones y las rentas de un fondo de un

millón de pesos que se le otorgó por ley en 1934.

Con los mismos fines ha publicado diversos folletos,

entre los cuales un Primer informe sobre el estado actual 

de las ciencias en la Argentina y sus necesidades más ur- 

 gentes  (1935); y los resultados de una encuesta: Qué debe hacerse para el adelanto de la matemática en la Argenti- 

na (1942).

Desde 1945 la Asociación patrocina una revista men-

sual, Ciencia e investigación , cuyo objeto es “despertar el

interés por la Ciencia y estimular el desarrollo de la inves-

tigación científica”. La revista, que se inspira en la más

sana tradición del periodismo científico, y que ya ha con-

quistado un merecido prestigio, expone “en forma com-

prensible a toda persona ilustrada temas científicos de

actualidad”, da “a conocer en notas breves los adelantos

científicos más recientes”, y hace “la crítica de la biblio-143

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grafía reciente”. Además, “Otro de sus fines, y no el me-

nos importante, es familiarizar a los lectores con la manera

del pensar científico: la costumbre de considerar los proble-

mas en forma objetiva y desapasionada, de exigir una de-mostración de toda afirmación, y de no quedarse satis-

fecho con palabras eufónicas pero vacías de sentido, de

saber reconocer el límite del conocimiento, pues lo igno-

rado es mucho más que lo sabido.”

Otra institución privada que sin proponerse como me-

dio exclusivo la investigación científica propende a suadelanto y desarrollo, es el Colegio Libre de Estudios Su-

periores de Buenos Aires (con varias filiales en el inte-

rior del país), fundado en 1930 por iniciativa de un grupo

de intelectuales, quienes con el lema inicial “Ni Univer-

sidad profesional, ni tribuna de vulgarización”, crearon

un organismo “destinado al desarrollo de los estudios supe-riores” mediante “un conjunto de cátedras libres, de materias

incluidas o no en los planes de estudio universita-

rios, donde se desarrollarán puntos especiales que no son

profundizados en los cursos generales o que escapan

dominio de las Facultades”. Si bien la obra de este colegio

en el que han intervenido ya cerca de 500 profesores, estámás vinculada con los estudios sociales, políticos y econó-

micos, en las páginas de su publicación mensual Cursos y 

Conferencias ,  que edita desde 1931, han aparecido nume-

rosos trabajos de matemática, física, química y ciencia

naturales, sin contar las clases y conferencias sobre temas

científicos que se han dictado y no se han publicado.

144

Dos palabras sobre los premios a la producción cien-

tífica. En 1933 la ley de régimen legal de la propiedad

intelectual creaba la Comisión Nacional de Cultura, com-

puesta de manera asaz heterogénea por dirigentes y 

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presentantes de instituciones oficiales, culturales y gre-

miales, y que actúa como jurado en la asignación de pre-

mios y becas. Dos años después, otra ley instituía un fondo

permanente de la misma, del cual se dedicaban 240.000pesos anuales para premios a la producción nacional o

regional en ciencias, bellas artes y letras; y 120.000 pesos

para la creación de becas de perfeccionamiento científico,

artístico y literario. De acuerdo a la nueva reglamentación

que empezó a regir en 1936 y sustituyó la del anterior

“Premio Nacional de Ciencias”, se instituyeron para cadagrupo de ciencias afines (o no), tres premios de 20,000,

12,000 y 8,000 pesos cada tres años, para la producción

de autor argentino y en castellano aparecida durante los

tres años anteriores en el campo de esas ciencias. En cuan-

to a la producción regional, el país se divide en seis zonas,

para cada una de las cuales se instituyen anualmente trespremios de 2,000 pesos y edición de la obra, uno de los

cuales corresponde a “la mejor obra sobre temas cientí-

ficos de la zona”.

La experiencia realizada hasta el presente no permite

abrigar mayores esperanzas sobre la eficacia de estos pre-

mios. Si en principio es discutible el otorgamiento depremios en efectivo y en cantidad tan elevada, en este caso

se agregan como factores negativos la composición del ju-

rado, heterogéneo y no del todo libre de influencias polí-

ticas o gubernamentales, y hasta la misma distribución del

saber científico en que se han agrupado, por ejemplo,

matemática con química, historia con filología: parejas

muy mal avenidas para eventuales comparaciones.

Es posible que si los fondos destinados a premios se

aplicaran a becas, subsidios o directamente al sostenimien-

to o creación de institutos de investigación, el resultado

sería más provechoso para la ciencia.145

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Otras instituciones argentinas, oficiales o privadas,

otorgan premios a la producción científica. Citemos úni-

camente el premio creado en 1927 por la Municipalidad

de Buenos Aires con el nombre de Eduardo L. Holmberg,en homenaje al 75 aniversario del ilustre naturalista, con-

sistente en 2,000 pesos para el mejor trabajo en ciencias

naturales del año, de autor argentino o extranjero con

más de dos años de residencia, y cuya organización y 

discernimiento están encomendados a la Academia de

Ciencias de Buenos Aires.

18. LOS ESTUDIOS MATEMÁTICOS

Los estudios matemáticos, por su carácter abstracto y,

desinteresado, son los que mejor se prestan a valorar el

esfuerzo realizado por la ciencia argentina desde los pri-

meros balbuceos de la época de Vértiz hasta el momento

actual.

Belgrano y Gutiérrez, espíritus egregios, dieron impul-

so a los estudios matemáticos en la Argentina durante la

primera y segunda mitad del siglo pasado, pero ellos novieron en la matemática la ciencia pura y desinteresada,

sino el útil e indispensable instrumento para dar vida a

las aplicaciones y a la técnica, que debían contribuir al

nacimiento y desarrollo del incipiente progreso material

del país.

146

Pero cuando Belgrano crea sus escuelas, ya Gauss ha-

bía proclamado a la aritmética como reina de las ciencias;

y cuando Gutiérrez crea el Departamento de ciencias exac-

tas, que tan opimos frutos debía producir, ya Jacobi había

declarado aquello que “la única finalidad de la ciencia

es el honor del espíritu humano y que en consecuencia

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una cuestión de la teoría de los números tiene un valor

tan grande como una cuestión de los sistemas de los mun-

dos.”

De ahí las conclusiones a las que, en 1923, arriba elestudio editado por la Sociedad Científica sobre la evolu-

ción de la matemática en la Argentina, y en las que su

autor, C. C. Dassen, con un tono más bien pesimista,

comienza declarando que: “La Argentina no ha producido

aún cerebros creadores en la rama matemática”, para ter-

minar esperando que “a su hora, aparezcan las lumbrerasllamadas a dar lustre y originalidad a la ciencia matemáti-

ca argentina”.

Mas tampoco se trata de eso. Si la ciencia no es mera

aplicación, tampoco es sólo deslumbrante inspiración. La

ciencia es una tarea humana en la que, claro es, los genios

son útiles, pero en la que no lo son menos los artesanosque se dedican a ella con el amor con que el poeta escribe

sus versos y el pintor pinta sus cuadros.

Y en la Argentina, convertir la matemática de una

doncella de la ingeniería en una escuela de artesanía, en

un ambiente de maestros y discípulos, ha sido la obra de

estas últimas décadas que se inició con el arribo en 1917del eminente maestro español Julio Rey Pastor.

147

He aquí lo que escribimos en ocasión de las bodas de

plata de ese hecho: “Hace veinticinco años, en estos me-

ses, llegaba a nuestro país Julio Rey Pastor, invitado para

dictar desde la cátedra de cultura hispánica de la Institu-

ción cultural española dos ciclos de conferencias sobre

matemática moderna. A esas primeras conferencias, verda-

deras clases magistrales que versaron sobre Sistematiza- 

ción de la geometría  y  Los   fundamentos de la matemática 

actual ,  siguieron otros cursos y conferencias, dictados en

diversos centros científicos de la Argentina y del Uru-

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guay, regresando luego Rey Pastor a su patria, de donde,

después de breve estada, volvió a la Argentina, esta vez

para radicarse definitivamente, con el objeto de organizar

y dirigir los estudios matemáticos en la Universidad Na-cional de Buenos Aires.

“Los que seguimos de cerca la labor que desarrolló Rey 

Pastor en estos veinticinco años entre nosotros y nos apro-

ximamos a él desde su llegada, primero como estudiantes

algo temerosos ante el sabio profesor, luego como discí-

pulos tranquilos y confiados bajo el seguro apoyo del maes-tro, y más tarde como amigos, vinculados a él  con sólidos

lazos de afecto cordial; sabemos que la acción y labor

científica desplegadas por Rey Pastor han sido tan valio-

sas, extraordinarias y beneficiosas, que podemos conside-

rar que su arribo a la Argentina señala un momento im-

portante en el desarrollo de los estudios matemáticos enlos países del Plata y marca el principio de una nueva

etapa de los mismos.”

En efecto, hoy el nombre de Rey Pastor está vincula-

do con institutos de investigación, sociedades y revistas

matemáticas argentinas. Inició su labor en la Universidad

de Buenos Aires con la creación de un centro de estudios

en la Facultad de ciencias exactas, primero con el nom-

bre de Seminario matemático, luego con el de Instituto

de matemática.

Por su parte, en la Universidad de La Plata, en la

que también se realizan estudios sistemáticos de matemá-tica, existe un centro de investigación y de formación en

el Departamento de matemáticas de la facultad de cien-

cias físico–matemáticas; mientras que en la del Litoral ya

existen dos centros de investigación matemática, ambos

en Rosario. El primero es el Instituto de matemática, de-

pendiente de la Facultad de ciencias matemáticas de esa148

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ciudad y creado a fines de 1938 en virtud de una resolu-

ción del cuerpo de profesores de la casa por la cual se con-

sideraba necesaria la creación de un Instituto que tuviera

“por finalidad la enseñanza e investigación de la matemá-tica pura, en sus distintas ramas”, a cuyos efectos organi-

zaría “un ciclo sistemático de estudios y la dotación biblio-

gráfica indispensable para la investigación”. El Instituto

inauguró sus funciones en 1940 y limitó su acción a la

investigación, como su mismo reglamento lo indica al decir

que “cumple funciones de investigación en el campo delas matemáticas puras y aplicadas, y de difusión y eleva-

ción de la cultura matemática en el país”.

El segundo es el Instituto de matemática aplicada,

creado en 1942 y dependiente directamente de la Uni-

versidad. Es un instituto especializado, pues son sus fun-

ciones: “Realizar estudios e investigaciones originales decarácter biométrico, actuarial y sobre cuestiones de cálcu-

lo de probabilidades y análisis matemático que le son

afines.”

En cuanto a las instituciones privadas que estimulan

los estudios matemáticos, debemos citar ante todo, como

más antigua, al Círculo matemático del Instituto Nacio-nal del Profesorado Secundario de Buenos Aires, creado

en 1923 con el fin de intensificar el estudio de la mate-

mática y que agrupa a profesores, ex alumnos y alumnos

de ese Instituto.

149

El año siguiente, 1924, un grupo de estudiosos reco-

nociendo que: “El ambiente intelectual argentino está yabien preparado para dar impulso al estudio desinteresado

de la ciencia matemática por sí misma, sin la constante

preocupación de sus aplicaciones inmediatas a diversas

técnicas o ciencias”, funda la Sociedad Matemática Ar-

gentina; pero por lo visto había habido un exceso de opti-

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mismo, pues a los pocos años la Sociedad deja de existir, y 

hay que esperar hasta 1936, año en el que, con tono más

seguro y firme, se crea la Unión Matemática Argentina

con el propósito de “fomentar el evidente progreso de lainvestigación matemática en la Argentina, mediante re-

uniones científicas, concursos, etc., y coordinar la labor

de los diversos grupos de estudiosos que en el país se

ocupan de matemática superior, y de los investigadores

dispersos en las naciones latinas de América.”

La institución tiene su sede en Buenos Aires, pero condelegaciones en las diversas ciudades del interior del país

y del extranjero. Además, desde 1941 es miembro del Pa-

tronato de la Mathematical Reviews norteamericana.

En 1945 organizó dos reuniones científicas que deno-

minó “Jornadas matemáticas”: la primera, en julio, de ca-

rácter nacional; y la segunda, en septiembre, de carácterinternacional y en coincidencia con otras reuniones cien-

tíficas de física y de historia de la ciencia.

Digamos por último que a raíz de la donación que los

herederos de Claro C. Dassen hicieron a la Sociedad

Científica, de parte de la biblioteca de este profesor con-

sistente en unos 1.200 volúmenes, entre los cuales un cen-tenar de libros antiguos (siglos XVI, XVII y XVIII), la Socie-

dad organizó una institución permanente: Seminario

Matemático doctor Claro C. Dassen, en la que se realizan

periódicamente reuniones científicas.

A este nutrido conjunto de institutos e instituciones

consagrados a la matemática, corresponde un buen núme-

ro de publicaciones periódicas dedicadas total o parcial-

mente a esa ciencia.

150

Las primeras revistas matemáticas fundadas durante

este siglo, así como su precursora del siglo pasado: la revis-

ta de Balbín, no lograron prosperar. Así, en 1916 un grupo

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de profesores de la Facultad de Buenos Aires publica la

Revista de matemáticas ,  que logra sacar a luz dos tomos;

en 1919 se renueva el intento con la Revista de matemá- 

ticas y físicas elementales ,  con la que se trata de extenderla acción de la revista a las aulas secundarias, y la publica-

ción aparece durante cinco años; a la que sigue casi in-

mediatamente otra revista: la Revista Matemática ,  órgano

de la Sociedad Matemática Argentina, y que nace y muere

con ésta. Todos estos intentos, a los que deben agregarse

algunas publicaciones del Seminario de la Facultad, apa-recidas entre 1928 y 1933, demuestran la existencia de

un interés constante en la empresa, pero también la caren-

cia del vigor necesario para lograr mantener la vida de

esas publicaciones.

Pero tal situación ya ha cambiado, y entre las revistas

existentes podemos mencionar la más antigua: el Boletín Matemático  fundado en 1928, dentro de la orientación

del periódico de 1919, y la Revista de la Unión Matemá- 

tica Argentina ,  órgano de esta institución, que inició su

aparición en forma permanente en 1936. La misma insti-

tución, además de algunas otras publicaciones menores,

edita desde 1942 una colección de Memorias y monogra- fías .

En Rosario el esfuerzo en este sentido no es menos in-

tenso. El Instituto de matemática edita dos series de pe-

riódicos. Las Publicaciones del Instituto, aparecidas en

1939, que comprenden monografías que se reúnen en vo-

lúmenes anuales, y un Boletín que denomina Mathema- ticae Notae ,  iniciado en 1941, de un carácter preferente-

mente didáctico y dedicado al estudio de cuestiones

metodológicas mediante notas históricas, biográficas, crí-

ticas, bibliográficas, anecdóticas, etc., con el agregado de

problemas a resolver, común en este tipo de revista. Agre-

151

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guemos que dos de los últimos volúmenes de las Publi- 

caciones  constituyen el homenaje del Instituto a Rey 

Pastor con motivo de sus bodas de plata con la Argentina

y contienen más de medio centenar de memorias cientí-ficas que dedican al maestro sus discípulos, colegas y ad-

miradores.

Además de las publicaciones del Instituto, la Facultad

edita Monografías  en la que se incluyen trabajos y libros

matemáticos. Por su parte el Instituto de matemática

aplicada ha iniciado en 1942 sus Publicaciones .En la Facultad de La Plata los trabajos matemáticos

aparecieron en la Serie matemáticofísica  de su Contribu- 

ción  hasta 1935, en que se dedicó exclusivamente a ellos

una Serie matemática .  Desde 1940 la Facultad publica una

Revista de la Facultad de ciencias fisicomatemáticas ,  en

la cual aparecen los trabajos pertenecientes a los distintosdepartamentos de la institución. Por lo demás, la Facultad

ha publicado varios textos y libros sobre cuestiones de

matemática.

La Universidad de Tucumán dedica, desde 1940, la

Serie A. Matemáticas y física teórica  de su Revista ,  a reunir

en ricos volúmenes trabajos inéditos y originales exclusi-vamente de matemática y de física de autores nacionales y 

extranjeros, publicando anualmente un volumen en dos

fascículos.

Por último mencionemos que el Círculo Matemático

de Buenos Aires, que ya citamos, edita desde su creación,

pero sin periodicidad fija, Publicaciones  que consisten enmonografías sobre temas matemáticos.

Cabe ahora formular aquí una observación general vá-

lida, no sólo para los estudios matemáticos, sino para todos

los estudios científicos; y es que a la producción científica

aparecida en las publicaciones periódicas especializadas que

152

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bre la orientación moderna de la física y realizar perió-

dicamente reuniones científicas. La idea tuvo éxito y el

Núcleo de Física realizó reuniones en Córdoba (1943),

en Buenos Aires (1944) y en La Plata (1944). Y en estareunión de La Plata los asistentes resolvieron fundar la Aso-

ciación Física Argentina y adoptar como órgano de publici-

dad la Revista de la Unión Matemática Argentina ,  que

por otra parte ya había publicado todos los trabajos e in-

formes presentados a las reuniones del Núcleo de Física.

La Asociación Física Argentina ha continuado reali-zando con éxito creciente sus reuniones periódicas en las

últimas de las cuales han intervenido destacados científi-

cos extranjeros.

En cuanto a las publicaciones dedicadas total o par-

cialmente a la física y, fuera de las ya mencionadas: Serie 

matematicofísica  de la Contribución  de La Plata (hasta

1935), luego Serie física  y   actualmente los trabajos de la

Revista  de esa Facultad dedicados al Instituto de física,

y la Serie A. de la Revista  de Tucumán; sólo podemos

mencionar las Publicaciones del Departamento de Física 

de la Facultad de Ingeniería de Tucumán, en las que se

incluyen también textos.

La química dispone en la Argentina de varios centros

de estudios superiores: Buenos Aires (doctorado en quí-

mica, doctorado en bioquímica y farmacia); La Plata (doc-

torado en química y farmacia); Santa Fe (ingeniería quí-

mica); Rosario (doctorado en bioquímica y farmacia);

Tucumán (doctorado en farmacia y bioquímica).

154

En cuanto a los institutos de investigación, el más

importante es sin duda el Instituto de investigaciones cien-

tíficas y tecnológicas, dependiente (desde 1940) de 1a

Facultad de química de esa ciudad. Fue creado en 1929,

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dependiendo sus primeros años de la misma Universidad

del Litoral, con el objeto de “realizar investigaciones que

contribuyan al adelanto de las ciencias fisicoquímicas, y sus

aplicaciones a la industria y a la agricultura”. Está total-mente desligado de la enseñanza y en sus dos secciones,

científica y tecnológica, se realizan, sin discriminación

neta, trabajos de química pura y aplicada, respectivamente.

También de la Universidad del Litoral depende un

Instituto de investigaciones microquímicas, que funciona

en Rosario desde 1936 y dedicado exclusivamente a esecampo especializado de la química.

Pero es importante señalar que la investigación y estu-

dios químicos han sido en gran medida estimulados por

una institución privada: la Asociación (antes Sociedad)

Química Argentina, que agrupa a los químicos en su do-

ble aspecto científico y profesional. Nacida en 1912 bajoel calor y apoyo de la Sociedad Científica Argentina, ha

realizado una vasta labor; en 1919 ha organizado el Pri-

mer Congreso Nacional de Química, y en 1924 el Segun-

do Congreso Nacional y Primero sudamericano.

Por lo demás, existen en el país numerosos y excelentes

laboratorios químicos que cumplen una labor científica

dentro de su finalidad específica de fiscalización, de con-

trol o de análisis; muchos de los cuales disponen de órga-

nos de publicidad donde aparecen los resultados o estudios

realizados. Los hay en las Obras Sanitarias de la Nación,

en la Dirección Nacional de Vialidad, en los Yacimientos

Petrolíferos Fiscales, en los Ferrocarriles del Estado, en las

Oficinas Químicas Nacionales, provinciales o municipa-

les, en la Dirección de Industrias de Mendoza, etc.; sin

contar los de algunas empresas privadas que, aún mante-

niendo en reserva sus resultados, trabajan científicamente.

En cuanto a las publicaciones en que aparecen los fru-155

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tos de la investigación química, los dos Institutos del Lito-

ral publican respectivamente Anales del Instituto de in- 

vestigaciones científicas y tecnológicas  (desde 1932) y 

Publicaciones del Instituto de inves igaciones microquími- t cas (desde 1937).

Por otra parte la Facultad de La Plata publica, desde

1923, la Revista de la Facultad de Ciencias Químicas , 

mientras la de Santa Fe hace lo mismo, desde 1930, con la 

Revista de la Facultad de Química Industrial Agrícola 

y algunos libros.La Asociación Química Argentina realiza un vasto

plan de publicaciones; a su órgano más antiguo y de ca-

rácter científico, los Anales de la Asociación Química Ar- 

 gentina ,  que publica desde 1913, agregó más tarde un su-

plemento: Bibliografía química argentina  (antes Temas 

de química  y luego Temas de química y bibliografía quí- mica argentina )  y hace pocos años otra revista, pero de

carácter aplicado: Industria y Química .

Agreguemos, por último, que trabajos vinculados a la

química se publican también en revistas como Anales de 

farmacia y Bioquímica , Revista de la asociación bioquími- 

ca argentina , etc.

Con la física y la química está vinculado el vasto cam-

po de la técnica, en el cual no entramos en esta reseña.

Cabe, sin embargo, destacar que muchas instituciones y 

organismos, cuya finalidad mediata o inmediata es alguna

aplicación técnica, realizan también investigaciones cien-

tíficas; y que muchas publicaciones de esas u otras insti-

tuciones incluyen trabajos de índole científica. A las pu-

blicaciones de este tipo ya mencionadas, agreguemos las

Publicaciones técnico–científicas  de las Facultades de in-

geniería de Buenos Aires y de Rosario, respectivamente.

156

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Así aparecen trabajos de valor científico (edafología,

mineralogía, geología, etc.), en las Publicaciones técnicas 

de la Dirección Nacional de Vialidad, así como de esta

especialidad, en la excelente Revista electrotécnica ,  edita-da por la Asociación Argentina de Electrotécnicos y el

Comité Electrotécnico Argentino.

Entre los organismos técnicos que realizan labor cien-

tífica, citemos al Instituto de Estabilidad que funciona

desde 1939 en la Facultad de ciencias matemáticas de

Rosario, y una de cuyas finalidades es “realizar estudiosde investigación científica en el campo de su especialidad”.

Ya han aparecido varios números de la Publicaciones  de

este Instituto.

En Santa Fe funciona un moderno y bien montado

Instituto Experimental de Investigación y Fomento Agrí-

cola-ganadero, fundado en 1935, que tiene como “misióninvestigar todos aquellos factores que influyan directa o

indirectamente sobre la producción agrícola–ganadera de la

provincia y, especialmente, la de fomentarla por todos los

medios sobre bases científicas”. De los tres departamentos

que lo integran: química agrícola y edafología; agro-

nomía; economía rural y geografía agrícola; el primerode ellos ocupa la mayor parte de su actividad en las deter-

minaciones científicas (constantes físicas, análisis mecáni-

co y determinación química) que tienden a un mejor co-

nocimiento del suelo. El Instituto edita Publicaciones 

técnicas  con los resultados de las investigaciones que en él

se realizan.

157

En Tucumán funciona una Estación Experimental

Agrícola que estudia, desde el punto de vista científico,

todo lo pertinente a la producción de azúcar, editando la

Revista industrial y agrícola de Tucumán ,  así como un

Boletín y otras publicaciones.

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Citemos, por último, un Centro Argentino de Quimur-

gia creado últimamente (1945) para realizar estudios refe-

rentes al aprovechamiento industrial de productos y sub-

productos agrícolas.Actualmente están a consideración del Parlamento

Nacional tres proyectos, dos de ellos de, gran envergadura,

destinados a crear institutos de investigación científica

vinculados principalmente con estos estudios. Por el pri-

mero de ellos, emanado del Poder Ejecutivo, se crea el Ins-

tituto Nacional de Investigaciones Fisicoquímicas que de-penderá del Ministerio de Guerra. Tendrá por finalidad

realizar e impulsar el desarrollo de las investigaciones cien-

tíficas y en especial de las que se relacionan con la energía

atómica, estudiar los recursos naturales del país que pue-

dan interesar a sus fines, asesorar al Poder Ejecutivo, pro-

mover la formación de personal técnico y científico, ayu-dar a los investigadores científicos del país y promover el

ingreso al mismo de hombres de ciencia y técnicos extran-

  jeros. Se le fija un presupuesto de diez millones de pesos

durante los primeros cinco años y otra suma igual durante

dicho período para subsidio a las universidades nacionales

a los efectos de que éstas puedan formar personal técnicoy científico, ayudar a los investigadores y promover el

ingreso al país de hombres de ciencia.

El segundo proyecto crea un Instituto Superior de

Investigaciones Científicas, como ente autárquico y depen-

diente directamente del Presidente de la Nación. Tendrá

una Dirección de investigación pura, de la cual depen-

derán un Departamento matemático y físico, uno biológi-

co y bioquímico y uno social. Una Dirección de investi-

gación aplicada tendrá a su cargo los departamentos médicos

y de salud pública, de defensa nacional, de ingeniería y 

tecnología, de educación, de publicaciones y propagan-158

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da y de aplicaciones. El presupuesto mínimo del Instituto

se fija en 30 millones de pesos anuales y se autoriza un

gasto de 200 millones para su instalación.

El tercer proyecto, más modesto que los anteriores peroquizá por eso mismo más factible, crea el Instituto nacio-

nal de investigaciones físicas y químicas, dependiente del

Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, para promo-

ver y realizar estudios en ciencia pura y aplicada en las

ramas de física, química y afines, y constituido por siete

departamentos: física, fisicoquímica, química, electricidad,física aplicada, química aplicada, metrología y normas.

Además de poder contar con los ingresos que obtenga por

trabajos diversos que pueda realizar, se le fija una partida

de cinco millones de pesos anuales, que el Poder Ejecutivo

puede ampliar hasta el doble.

20. LOS ESTUDIOS ASTRONÓMICOS Y AFINES

La labor astronómica argentina continúa desarrollán-

dose en gran parte alrededor de sus dos grandes observa-

torios.

El Observatorio de Córdoba, en 1842, ha inaugurado

una Estación Astrofísica situada en Bosque Alegre, en las

Sierras Chicas, a unos 50 kilómetros de la ciudad de Cór-

doba y que dispone del telescopio más grande de Suramé-

rica (es un reflector de 154 cms. de diámetro).

159

El observatorio, además de la tarea ya mencionada delrelevamiento de precisión del cielo austral, se ocupa ac-

tualmente en la búsqueda de estrellas “enanas blancas”,

en el estudio de los espectros de estrellas con atmósfera

incandescente, en el estudio de las nubes de Magalla-

nes, etc.

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Ese observatorio, con personal constituido actualmente

de un grupo de astrónomos y físicos con dedicación exclu-

siva, se ha convertido en un centro científico de primer

orden. Posee un seminario científico y una escuela paraempleados, a fin de mejorar constantemente la preparación

de su personal científico y técnico.

Por su parte el Observatorio de La Plata inició una

nueva era en su vida científica al convertirse en Instituto

del Observatorio astronómico y llamar al profesor Juan

Hartmann para dirigir las investigaciones y orientarlashacia su especialidad: la astrofísica. La investigación cien-

tífica del observatorio, así como la labor docente de la Es-

cuela superior de ciencias astronómicas y conexas, com-

prende estudios relativos a la astronomía, a la astrofísica, a

la geofísica y a la meteorología.

Citemos, entre las investigaciones de Hartmann, eldescubrimiento de dos nuevos asteroides, uno de los cuales

fue bautizado con el nombre de “La Plata.”

Además de sus Publicaciones ,  el observatorio inició la

publicación de los estudios e investigaciones sísmicas en

Contribuciones geofísicas ,  hasta que en 1936 refundió sus

publicaciones en tres series: Serie astronómica  (las ante-riores Publicaciones ); Serie geofísica  (las anteriores Con- 

tribuciones ) y Serie geodésica .

160

A los dos grandes centros de investigación y de estudio

astronómicos constituidos por los observatorios de Córdoba

y La Plata, debe agregarse el Observatorio Naval, instala-

do en Buenos Aires, dependiente del Ministerio de Marina

y encargado de dar la hora oficial al país y, como nuevo

centro de estudios, el Observatorio de Física Cósmica de

San Miguel (pueblito situado a unos 30 kilómetros de Bue-

nos Aires) que se fundara en 1935 por la iniciativa del

Consejo Nacional de Observatorios. Se levanta dentro de

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los terrenos del Colegio Máximo de San José, que allí posee

la Compañía de Jesús, y aunque perteneciente a la misma

Compañía, se halla revestido de carácter oficial. No se

ocupa de astronomía de posición, sino de estudios espe-ciales: astrofísica (y en especial, de rayos cósmicos), elec-

trometeorología y geofísica. Edita Publicaciones .

Por último, el país cuenta con una próspera Sociedad

de Amigos de la Astronomía, fundada en Buenos Aires en

1929, y que desde entonces edita una Revista Astronó- 

mica  y un suplemento anual: Almanaque astronómico y manual de aficionado .

Los estudios meteorológicos en la Argentina adquirie-

ron un renovado vigor a raíz de la ley de 1935 por la que

se creó la Dirección de Meteorología, Geofísica e Hidro-

logía (continuadora de la antigua Oficina MeteorológicaNacional) que al mismo tiempo que centraliza toda la ac-

tividad meteorológica nacional, coordina su labor hidro-

lógica y geofísica con la que realizan otras instituciones

del país.

En el orden meteorológico se ha ampliado la red de

observatorios y estaciones que van desde La Quiaca a los22° hasta regiones australes a los 64°, desde el Atlántico

hasta las proximidades del monumento del Cristo Reden-

tor en la cordillera a 3,830 metros de altura. Publica desde

1902 una Carta del tiempo ,  una de las más completas en

su género, y desde 1916 un Resumen  (antes Boletín ) 

mensual de la carta del tiempo .

Ha centralizado los servicios aerológicos para facilitar

la navegación aérea, instalando estaciones de sondaje con

globos pilotos y tomando a su cargo la organización, des-

arrollo y control de los estudios respectivos, así como la

confección de cartas aerológicas, etc.

161

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La Dirección ha creado servicios de climatología, me-

teorología marítima, meteorología agrícola, etc.

En lo que se refiere a sus servicios geofísicos, los más

importantes son los sismométricos, para los que se disponede un observatorio especial, el Observatorio de Buenos Ai-

res (antes Villa Ortuzar) y los geomagnéticos, respecto de

los cuales existe, desde 1904, en Pilar (provincia de Cór-

doba), un observatorio magnético, que fue dirigido entre

1915 y 1922 por el físico norteamericano Bigelow, y que

se ocupa de la determinación sistemática de los diferentescomponentes del magnetismo terrestre, así como de electri-

cidad atmosférica y de radiación solar.

Los servicios hidrológicos, finalmente, tienen a su car-

go en especial los de carácter pluviométrico e hidrometría,

así como la coordinación de su labor con las de otras repar-

ticiones que realizan estudios similares. Últimamente se

encomendó a estos servicios la confección de la Carta de

Aguas del país. Vinculados con estos servicios existen los

estudios hidrográficos, cuyos centros en la Argentina son

el Servicio Hidrográfico dependiente del Ministerio de

Marina y que publica Anales hidrográficos ,  así como Al- 

manaque náutico  y  Tablas de mareas .;  y la Dirección Ge-

neral de Navegación y Puertos, dependiente del Minis-

terio de Obras Públicas, que publica, además de otras

publicaciones, un Anuario Hidrográfico .

Vinculados con los servicios geofísicos están los estu-

dios que realiza el ya mencionado Instituto GeográficoMilitar, entidad que representa a la Argentina en la Unión

Geodésica y Geofísica Internacional, en virtud de la im-

portancia de su labor gravimétrica. Últimamente (1941),

al ser aprobada la llamada “ley de la Carta”, se encomen-

daron al Instituto los “trabajos geodésicos fundamentales

162

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y el levantamiento topográfico de todo el territorio de la

Nación”.

21. LA MEDICIÓN DE UN ARCO DE MERIDIANO

Vinculada con los trabajos geodésicos se está actual-

mente realizando en la Argentina una empresa científica

de gran importancia: la medición de un arco de meridiano

dispuesta por ley nacional de fines de 1936, pero cuyo

iniciador y propulsor fue el ingeniero Félix Aguilar, as-trónomo y profesor argentino que tuvo a su cargo la esta-

ción de Oncativo y fue director del Observatorio de La

Plata en los períodos 1919–1921 y desde 1934 hasta su

muerte. En 1934 el ingeniero Aguilar solicitó de la Uni-

versidad de La Plata que prestara su auspicio a un proyec-

to de ley que acompañaba, y por el cual se resolvía “la me-dición de un arco de meridiano a lo largo de todo el

territorio nacional, destinada a satisfacer las necesidades

prácticas de las obras públicas y de la investigación de la

forma y dimensiones de la Tierra”, y cuyos trabajos se de-

claraban “de utilidad pública”.

Obtenido el apoyo de la universidad, el proyecto fue

finalmente convertido en ley. De acuerdo a la misma, la

Dirección científica y administrativa de los trabajos está

a cargo de una comisión autónoma formada por repre-

sentantes del Servicio Hidrográfico de la Marina, el Ins-

tituto Geográfico Militar, las Universidades de Buenos

Aires, La Plata y Córdoba y el Museo de La Plata (su pri-

mer presidente fue el ingeniero Aguilar), pero la colabora-

ción efectiva en la obra con “todo el personal y material

disponible” está a cargo del Instituto Geográfico Militar,

el Servicio Hidrográfico y las universidades de Buenos

Aires y de La Plata.

163

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Tal obra representará la contribución argentina al co-

nocimiento de la forma y dimensiones de la Tierra, y re-

vestirá singular importancia por las excepcionales condi-

ciones que brinda la situación geográfica de la Argentina;su parcial ubicación al sur del paralelo 40 del hemisferio

austral, región en la que hasta ahora no existen mediciones

de arco, la condición favorable de la región central y orien-

tal del territorio argentino uniformemente llana y con

amplia plataforma submarina, y sobre todo, la especia-

lísima circunstancia de ser la Argentina el país que seextiende hacia las latitudes australes más bajas. Pero, ade-

más de satisfacer una finalidad científica de carácter inter-

nacional, la medición del arco de meridiano se propone

servir múltiples fines científicos, culturales y económicos

dentro de la órbita nacional.

El trabajo proyectado se desarrolla a lo largo de todo elpaís, a través del meridiano 64, desde la frontera norte

hasta el paralelo 40, continúa por éste hacia el Occidente

y luego sigue hacia el Sur por el meridiano 70 hasta llegar

al confín del territorio nacional. Será como la columna

vertebral del esqueleto geodésico del territorio y facilitará

la vinculación con los trabajos ya existentes, sirviendo deapoyo a las futuras operaciones que impongan las necesida-

des locales.

La medición del extenso arco de unos 4.400 kilóme-

tros de desarrollo, comprenderá toda una serie de trabajos

científicos en los que se emplearán los instrumentos más

modernos y los métodos más exactos, tanto en los trabajos

geodésicos (mediciones angulares y de bases en la trian-

gulación, nivelación geodésica de alta precisión que en la

Patagonia se vinculará a estaciones mareográficas), como

en los astronómicos (medidas de latitud, longitud y azi-

mut), gravimétricos y magnéticos.164

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Pero fuera de esos trabajos relacionados directamente

con la medición del arco, se realizarán investigaciones sis-

temáticas en el dominio de las ciencias naturales, que se

llevarán a cabo simultáneamente con los anteriores en lavasta zona de operaciones de 200.000 kilómetros cuadra-

dos en los que se desarrollará la empresa.

Por lo pronto, los naturalistas encargados de las inves-

tigaciones en sus respectivas especialidades, participarán

de los medios de movilidad y de los campamentos con que

cuentan las comisiones geodésicas; además, como las ope-raciones de éstas exigen el recorrido del terreno en diversas

estaciones del año, ciertos estudios, como los botánicos, que

requieren la observación continuada durante un ciclo

anual, se verán favorecidos notablemente.

Fuera de los trabajos de índole general, de simple re-

colección de ejemplares faunísticos, florales y mineralógi-cos, que por su número y procedencia podrían constituir

una excelente base para trabajos futuros más amplios, po-

drán realizarse en el campo de las ciencias naturales una

serie de trabajos especiales, entre los cuales los especialis-

tas del Museo de La Plata han propuesto:

Los estudios zoológicos podrán realizarse con unaorientación ecológica y zoogeográfica. Por otra parte, se

podrá subsanar la deficiencia en el conocimiento de la

fauna, en especial ictiológica, de la región central del país,

y se podrá explorar y caracterizar biológicamente la vasta

zona de la Patagonia y de la Tierra del Fuego, cuya riqueza

faunística no figura mayormente en los museos argentinos,por cuanto la mayor parte de las expediciones antárticas

han sido extranjeras.

165

En botánica, el estudio sobre él terreno abarcará todas

las grandes zonas de vegetación argentina, y delimitadas

como están las formaciones fitogeográficas resulta de inte-

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res biológico muy grande estudiar la infiltración mutua

de las zonas, sobre todo en relación con la naturaleza del

suelo. Por otra parte se considera necesario el estudio

renovado de las dos zonas naturales de vegetación de Tie-rra del Fuego, que jamás podría realizarse con tanta pro-

lijidad como en esta ocasión.

Desde el punto de vista geológico se podrán realizar

los estudios de las plataformas continentales y el de las re-

giones montañosas de origen reciente, así corno el de los

troncos de antiguas formaciones, en las zonas pampeanas,en las del norte argentino y en la patagónica. En estas dos

últimas las investigaciones geológicas podrán orientarse ha-

cia la ubicación de nuevos yacimientos petrolíferos. Por

otra parte, la interpretación de los hechos geológicos será

ayudada por las determinaciones gravimétricas y magnéticas.

El arco atravesará zonas que aún no han sido estu-diadas paleontológicamente, y por tanto, las operaciones

permitirán poner en descubierto su riqueza en fósiles.

Y finalmente, desde el punto de vista antropológico

y etnográfico, se podrán efectuar estudios en condiciones

excepcionalmente ventajosas en la región chaqueña en la

que aún quedan centros de población indígena, con sus

usos y costumbres, así como se podrá extraer de la región

pampeana que atravesarán las comisiones medidoras del

arco, material de los indígenas de esa región, que irá a

enriquecer las colecciones del museo.

Para esta vasta obra se había previsto una duración dedoce años, pero sin duda ha de durar más, pues la guerra

mundial entorpeció e impidió la adquisición de materiales

e instrumentos necesarios. Los resultados obtenidos hasta

ahora pueden compararse con los de las más afortunadas

operaciones geodésicas europeas y norteamericanas.

166

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22. LOS ESTUDIOS BIOLÓGICOS

Al entrar en el dominio de las ciencias biológicas, debedestacarse, en primer lugar, a la fisiología, que es en la

Argentina “la más vigorosa de las ciencias biológicas”, al de-

cir de uno de sus cultores. Esto se debe en gran parte a la

labor, como investigador y como maestro, realizada por

el profesor Bernardo A. Houssay, Premio Nobel de Fisio-

logía y Medicina (1947), fundador del Instituto de fi-siología de la Facultad de ciencias médicas de Buenos

Aires, primer director del mismo en 1919, y que bajo su

dirección ha adquirido un prestigio científico de renombre

universal. Fuera de la función docente, se realizan en el

Instituto investigaciones científicas a cargo de más de cin-

cuenta médicos y químicos. La labor del profesor Hous-say y de sus colaboradores, se ha puesto en evidencia en

más de mil trabajos sobre la función de la hipófisis y de

las glándulas suprarrenales, sobre el mecanismo de la hiper-

tensión de origen renal, sobre la patogenia de la diabetes,

etc. Además, el Instituto es una escuela de investigadores

y de hombres de estudio: de el han salido los profesoresde fisiología de las Facultades de veterinaria de Buenos

Aires y de medicina de Rosario y de Córdoba, existiendo

en estas dos últimas facultades Institutos de fisiología, en

los que se realizan investigaciones científicas. El centro

de discusión y de difusión de los trabajos de las ciencias

biológicas relacionadas con la medicina, es la SociedadArgentina de Biología fundada por el profesor Houssay 

hacia 1921 y que es filial de la Société de Biologie de

París, y que, a su vez, tiene filiales en Rosario y en Córdo-

ba. La sociedad y sus filiales editan la Revista de la So- 

ciedad Argentina de Biología ,  publicándose además los

167

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resúmenes de los trabajos en los Comptes Rendus de la 

Société de Biologie .

De las demás ramas de la biología vinculadas con los

estudios médicos, podemos citar los siguientes institutosespeciales de investigación: Instituto de histología gene-

ral y embriología, e Instituto de anatomía patológica

“Telémaco Susini”, que dependen de la Facultad de me-

dicina de Buenos Aires y el Instituto de farmacología, el

primero en el país, existente en la Facultad de medicina

de Rosario.Los estudios microbiológicos están bastante desarro-

llados en la Argentina. Su centro principal es el Instituto

bacteriológico, dependiente del Ministerio del Interior y 

que realiza investigaciones sobre inmunidad, entomología

médica, parasitología, además de la preparación de sueros

y vacunas. La importancia científica del Instituto datadel año 1913; los trabajos que en él se realizan aparecen

en la Revista del Instituto Bacteriológico del Departamento 

Nacional de Higiene y en Folia Biológica .

El Ministerio de Agricultura dispone también de un

Instituto de bacteriología, aunque más dedicado a los

problemas vinculados con la ganadería y la agricultura.Por último, citemos que recientemente los cultores de estos

estudios se han agrupado en una Sociedad Argentina de

Microbiología.

También se ocupa de parasitología, aunque más espe-

cialmente de enfermedades tropicales, la Misión de Estu-

dios de Patología Regional Argentina, que sostiene en

Jujuy la Universidad Nacional de Buenos Aires y que

realiza estudios sistemáticos sobre la tripanosomiasis ameri-

cana (enfermedad de Chagas). Edita Monografías ; Pu- 

blicaciones  y  Reuniones de la Sociedad Argentina de Pato- 

logía Regional (del norte) .

168

8/7/2019 Babini, Jose - Historia de La Ciencia Argentina

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También se ocupa de enfermedades tropicales el Ins-

tituto de Medicina Regional dependiente de la Univer-

sidad Nacional de Tucumán.

En la Academia de Medicina, la vieja academia de laépoca de Rivadavia, y que en las últimas décadas sufrió

una evolución semejante a la de su compañera la de Cien-

cias Exactas, y que por tanto desde 1925 es una institución

autónoma, también se realizan estudios biológicos. Depen-

diente de la academia funcionó un instituto dedicado es-

pecialmente al estudio del cáncer, el Instituto de medicinaexperimental para el estudio y tratamiento del cáncer,

que luego pasó a depender de la Universidad Nacional de

Buenos Aires y que hace conocer sus trabajos en su propio

Boletín .  De la Academia depende actualmente el Instituto

de investigaciones físicas aplicadas a la patología huma-

na, creado en 1938, y que realiza interesantes trabajos so-bre estos temas.

Para terminar con las instituciones en las que se rea-

lizan investigaciones biológicas vinculadas a la medicina,

citemos dos instituciones privadas. La más antigua es el

Laboratorio de Histología Normal y Patológica que fundó

y dirigió el profesor español Pío del Río Hortega. Estásostenido por la Institución Cultural Española y edita una

Revista  con los trabajos que se realizan en el laboratorio.

Las otras dos instituciones deben su origen a circunstancias

políticas.

169

En 1943 el gobierno dispuso la cesantía de un grupo

de intelectuales (entre los cuales figuraban los directores delos tres institutos de fisiología del país) firmantes de un

manifiesto en el que se expresaban anhelos de democracia

efectiva y de solidaridad americana. A raíz de este hecho

surgió por iniciativa privada nacional, a la que se agregó

una importante ayuda de la Rockefeller Foundation, el

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Instituto de Biología y Medicina Experimental, que por

la acogida que en el encontraron el profesor Houssay y 

sus colaboradores se convirtió bien pronto en un centro

de investigación científica. En 1945 el profesor Houssay volvió a su cátedra, aunque por poco tiempo, pero el Ins-

tituto continuó desarrollando su actividad científica, dan-

do ese mismo año a conocer su primer Memoria en la que

se describen las circunstancias que dieron origen a su fun-

dación y la labor científica realizada.

Origen y finalidad semejantes tiene otro instituto crea-do recientemente (1947) en Córdoba; es el Instituto de

investigación médica para promoción de la medicina cien-

tífica.

Los estudios oceanógraficos y de biología marina se

cultivan en la Argentina por distintos organismos, el másimportante de los cuales es la Estación Hidrobiológica

Marina establecida en 1938 por el Museo de Buenos Ai-

res en Quequén (provincia de Buenos Aires). Otras esta-

ciones de este tipo tiene instalada la Dirección de Pisci-

cultura y Pesca, dependiente del Ministerio de Agricultura

en distintas regiones del país. Los estudios de físicoquími-ca del mar están a cargo, casi totalmente, del Servicio Hi-

drográfico del Ministerio de Marina, mientras que estudios

de esta índole realiza también las Obras Sanitarias de la

Nación, dependientes del Ministerio de Obras Públicas

y que dispone para la publicación de sus trabajos de un

Boletín .  Por último, tales estudios están estimulados poruna institución privada: el Instituto Oceanógrafico Ar-

gentino.

A los estudios de genética vegetal y fitotecnia así como

a los de fitopatología y parasitología vegetal se dedican

170

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especialmente el importante Instituto de fitotecnia de

Santa Catalina, dependiente de la Universidad de La Pla-

ta y el Departamento de agronomía del Instituto experi-

mental de Santa Fe, ya citado (ambos poseen camposexperimentales). Por otra parte, el Ministerio de Agricul-

tura dispone de numerosas dependencias, laboratorios y 

estaciones experimentales con fines semejantes. Esos es-

tudios, así como los de zootecnia, se cultivan también en las

Facultades respectivas de Buenos Aires y La Plata, que edi-

tan: Fascículos ,  para cada uno de los institutos de la Facul-tad, y la Revista de la Facultad de Agronomía y Veterinaria , 

la de Buenos Aires; y  Revista de la Facultad de Agronomía 

y  Revista de la Facultad de Medicina Veterinaria ,  la de

La Plata.

Por otra parte, trabajos de esa naturaleza, así como de

botánica, aparecen en la Revista Argentina de Agrono- 

mía  que desde 1934 edita la Sociedad Argentina de Agro-

nomía fundada con el objeto de estimular “la investigación

científica de las ciencias agronómicas, problemas científi-

cos y técnicos”. También cuenta la Argentina con una

Revista zootécnica  dedicada a la ganadería, agricultura,ciencia veterinaria, agronomía y bacteriología.

23. LAS CIENCIAS NATURALES EN SENTIDO ESTRICTO

Es sin duda en este campo donde la investigación cien-

tífica argentina se halla más desarrollada, y ya vimos y conocemos las causas. Es la brillante tradición iniciada ya

desde fines del siglo XVIII por naturalistas como Azara,

D’Orbigny y Darwin; es la obra realizada por los natura-

listas extranjeros radicados en el país o contratados para

fundamentar en él esos estudios; es la pléyade de naturalis-

171

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tas argentinos que se iniciara desde lejana época con Mo-

reno, Ameghino, Holrnberg...

La labor científica en el campo de las ciencias natu-

rales que aquí consideramos (botánica, zoología, minera-logía, geología y geografía) sigue polarizada en los dos

grandes museos, aunque en las últimas décadas se ha exten-

dido ampliamente a través de instituciones oficiales y pri-

vadas. Como en los parágrafos anteriores, pasaremos en

revista esas instituciones y sus publicaciones, señalando

algunos naturalistas que se destacaron por su labor cientí-fica en esas instituciones. (Como habrá advertido el lec-

tor, en esta reseña y por razones obvias, no citamos, salvo

contadísimas excepciones, sino a científicos fallecidos.)

Al fallecer Ameghino, le sucede en la Dirección del

Museo de Buenos Aires otro naturalista argentino de valor

excepcional: Ángel Gallardo, ingeniero civil y luego doc-tor en ciencias naturales, se ha ocupado en el campo de la

biología y de las ciencias naturales de problemas de

herencia, de la cariocinesis, sentando su hipótesis de la

división celular como un fenómeno bipolar de carácter

electrocoloidal, y de entomología, en especial de hormigas.

Se inició en la docencia universitaria en 1895, para llegaren 1932 al rectorado de la Universidad. Ha actuado en

forma destacada en todas las instituciones científicas y sus

trabajos exclusivamente científicos superan el centenar.

Fue además hombre público, ocupando elevados cargos di-

plomáticos.

Al frente del museo, fuera de su labor científica, se ledeben las gestiones que permitieron que esa institución

ocupe actualmente un amplio local, que ha hecho posible

la cómoda ubicación e instalación de las colecciones y 

materiales del mismo.

172

En 1923, al conmemorarse el primer centenario de la

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fundación del Museo, el Poder Ejecutivo dio un extenso

decreto cuyo primer artículo establecía: “El Museo Nacio-

nal de Historia Natural de Buenos Aires es la Institución

sostenida por el Gobierno federal para todo lo que se rela-cione con la investigación científica del territorio nacional

en su condición física presente y pasada, para la exposición

de los materiales y métodos de trabajo de las ciencias na-

turales (en el sentido amplio de esta expresión) y para la

difusión directa e indirecta de tales conocimientos entre

el pueblo, y, en homenaje a su fundador, llevará desde lafecha el nombre de Museo Nacional de Historia Natural

Bernardino Rivadavia.” (Diez años después el adjetivo

“nacional” fue sustituido por “argentino”.)

En los restantes artículos se encomienda al Museo la

confección de una obra de conjunto titulada Historia  

Natural de la República Argentina ,  en colaboración conotras instituciones oficiales o privadas; crea el título de

“benefactores” o “protectores” del Museo para los ciudada-

nos que contribuyan con donaciones pecuniarias o con

materiales científicos o de estudio de importancia; y se

fijan asimismo otras disposiciones tendientes todas a lo-

grar un mayor y mejor desenvolvimiento de la institución.

Además de la contribución a los estudios oceanógrafi-

cos que ya mencionamos, el Museo comprende secciones

y colecciones de Mineralogía y Geología (incluyendo

meteoritos); Paleontología (Vertebrados e invertebrados

fósiles, Paleobotánica; Botánica; Zoología (Protozoología,

Moluscos e invertebrados marinos, Insectos, Peces, Batra-

cios y reptiles, Aves y mamíferos); Antropología; Etnolo-

gía; Musicología indígena y Arqueología. El museo además

ha conservado tradicionalmente la colección de monedas

y medallas que se iniciara en la época de Rivadavia y que

constituye en la actualidad, muy incrementada, su sección173

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Numismática. Como secciones auxiliares, el Museo posee

biblioteca, laboratorios de taxidermia y osteología, talleres

de modelado, dibujo, fotografía, imprenta y encuadema-

ción, así como carpintería y herrería.La publicación más importante del museo continúa

siendo sus Anales ,  de los que han aparecido ya más de 40

tomos. Además, como Publicaciones extras ,  edita una serie

de trabajos publicados por los miembros del personal del

museo en otras revistas. Por último, desde 1919 publica

el Catálogo de Numismática ,  del que han aparecido yavarios tomos.

Por su parte el Museo de La Plata, convertido en

Instituto del Museo y Escuela Superior de Ciencias Na-

turales, continúa realizando su labor de investigación y 

docente. En sus aspectos científicos cumple su labor me-

diante los departamentos siguientes: Antropología, ar-queología y etnografía (que incorporó en 1940 una mag-

nífica Sala Peruana); Botánica (cuya sección Micología,

la constituye el Instituto de Botánica “Spegazzini”, del que

pronto hablaremos); Geología y geografía física; Minera-

logía y petrografía; Paleozoología (invertebrados) y Pa-

leobotánica; Paleozoología (vertebrados); Zoología (in-vertebrados) y Zoología (vertebrados).

Posee además el museo una biblioteca con más de

100,000 piezas bibliográficas y las dependencias necesarias

para el mejor desenvolvimiento de la institución.

174

El plan de publicaciones del museo se ha ampliado

notablemente. Además de los Anales ,  ya citados, y que

se destinan a memorias de carácter monográfico de espe-

cial importancia y extensión, desde 1935 la Revista  inició

una nueva serie que consta de seis secciones: Antropolo-

gía, Botánica, Geología, Paleontología, Zoología y oficial,

que se publican en tomos separados y en los que se reúnen

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todas las contribuciones científicas (memorias, monogra-

fías, notas, etc.) de los colaboradores del Museo; creán-

dose ese mismo año una nueva publicación Notas del 

Museo de La Plata ,  de formato pequeño, destinada a serel órgano de información rápida para fijar fechas y ase-

gurar prioridades. A esa lista de publicaciones se agrega-

ron: en 1937 una nueva serie Publicación didáctica y de 

divulgación científica del Museo de La Plata ,  destinada

a contener trabajos de divulgación sobre temas científicos

de interés general tratados en forma sintética y accesiblesal público, y en 1939 las Tesis del Museo de La Plata ,  des-

tinadas a contener exclusivamente publicaciones de esta

índole, que en razón del trabajo de investigación realizado

merezcan tal distinción.

Fuera de los dos grandes museos argentinos, existen

en el país otros museos que, aunque de menor importan-cia, realizan también una obra de estímulo y de difusión

de los conocimientos relativos a las ciencias naturales.

Iniciemos su enumeración con el de Paraná, ciudad de

brillante tradición a este respecto, pues ya había alber-

gado en 1854 y 1884 los museos que habían dirigido Bra-

vard y Scalabrini, respectivamente.

175

En 1917, un grupo de estudiantes secundarios se agru-

pó bajo el nombre de Asociación Estudiantil: Museo Po-

pular, con el fin de dotar a Entre Ríos de un museo pú-

blico que reflejara en sus colecciones la naturaleza y la

historia de la provincia. La asociación progresó suficien-

temente (en 1920 el museo ya contaba con 1.200 ejem-

plares) como para que en 1924 se convirtiera en ins-

titución oficial: Museo Escolar Central, dependiente del

Consejo General de Educación de la Provincia, que acre-

centó enormemente su material y en 1929 inició la publi-

cación de Memorias del Museo de Paraná .  Finalmente,

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en 1934, el Museo volvió a elevarse de categoría, pues se

transformó en el Museo de Entre Ríos, con una organiza-

ción moderna. A sus cuatro secciones: Zoología, Botá-

nica, Antropología (Arqueología, etnología y folklore) eHistoria y Numismática, se incorporó en 1936 el Institu-

to “Martiniano Leguizamón”,  formado sobre la base de las

colecciones históricas, folklóricas y demás materiales que

pertenecieran al escritor e historiador entrerriano Marti-

niano Leguizamón, y que fueran donados por sus herede-

ros a esos efectos.Dependientes de las respectivas provincias existen

también museos en Mendoza (Museo General Regional),

en Córdoba (Museo Provincial de Ciencias Naturales), en

Santa Fe (Museo Escolar “Florentino Ameghino”), en Sal-

ta (Museo Provincial), etc.

De las ramas de las ciencias naturales es, probable-

mente, la botánica la más cultivada en la Argentina. Tres

legados importantes, vinculados a tres hombres de ciencia,

han constituido el núcleo de tres importantes institutos

especialmente destinados a estudios botánicos.

176

Carlos Spegazzini, “la figura más excelsa de la botá-

nica argentina”, al decir de uno de sus biógrafos, llegó a la

Argentina en 1879 con un flamante título de enólogo

italiano, pero también con una labor científica ya pro-

misoria realizada en el campo de la micología con su maes-

tro el célebre micólogo Saccardo. El año siguiente, Puíg-

gari lo incorpora al Gabinete de historia natural de la

Facultad de ciencias físiconaturales, pasando luego en

1885 a residir en La Plata, en cuya Universidad actuó ofi-

cialmente hasta 1912. Su labor botánica fue extraordi-

naria: “no existe un solo grupo ni familia de nuestra flora

que no deba a Spegazzini alguna contribución”, dice

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Hickem, pero es sin duda la micología la especialidad que

más cultivó. Cuando Spegazzini llega a la Argentina se

conocen 39 especies de hongos, cuando él muere se co-

nocen 4,000, casi todas determinadas por él.En 1925 editó una Revista Argentina de Botánica , 

cuyas cuatro entregas redactó íntegramente.

En su testamento hizo donación de sus colecciones y 

biblioteca, con su casa, al Museo de La Plata, con la con-

dición de que se creara un Instituto de botánica que

llevara su nombre. Por eso el Instituto de Botánica “Spe-gazzini” constituye hoy la Sección de micología del Depar-

tamento de botánica del Instituto del Museo de La Plata.

Cristóbal M. Hicken es otra vida consagrada a la in-

vestigación científica. Doctorado en 1900 y poco después

profesor universitario, ha publicado numerosos trabajos

y realizado muchos viajes, habiendo recorrido toda Amé-

rica. Fruto de sus trabajos y de sus viajes fue la organiza-

ción del Museo y Biblioteca que denominó “Darwinion”

en el que reunió más de 10,000 libros dedicados en su

mayor parte de la flora suramericana, y cerca de 150,000

ejemplares de plantas (más de 50,000 especies distribuidas

taxonómica y fitogeográficamente). En 1922 inició la pu-

blicación de Darwiniana .  Carpeta del “Darwinion” (Labo-

ratorio particular del doctor Cristóbal M. Hicken “Darwi-

nion”) y que hoy ha modificado este subtítulo por el de

Revista del Instituto de Botánica “Darwinion” (Institu-

to de Botánica “Darwinion”, San Isidro. Academia Na-

cional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Buenos

Aires.).

177

En 1924 Hicken expresó el deseo de donar al Estado

su “Darwinion” con las colecciones botánicas en herbarios

y sus envases, la biblioteca botánica, el edificio y el terre-

no, con la condición que el “Darwinion” se dedicara exclu-

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sivamente a investigaciones científicas relativas al ramo,

con exclusión de todo lo concerniente a la enseñanza,

para lo cual quedaría bajo la administración y superinten-

dencia científica de la Academia de Ciencias de BuenosAires.

Esta donación se concretó posteriormente, y en la ac-

tualidad, el “Darwinion” está instalado en un nuevo local

en San Isidro, pueblito de las proximidades de Buenos

Aires.

Otra figura excelsa de la botánica argentina es la deMiguel Lillo. Autodidacto, se inició al lado de Schicken-

dantz, consagrándose en su ciudad natal, Tucumán, a las

ciencias naturales. Fuera de la botánica, en la que desco-

lló, en especial en dendrología, se ocupó de zoología y de

meteorología (durante más de 40 años hizo observaciones

pluviométricas y termométricas en la ciudad de Tucumán).Al fallecer, Lillo legó a la Universidad Nacional de

Tucumán sus ricas colecciones botánicas, ornitológicas y 

entomológicas, así como su importante biblioteca y la casa

quinta en que están instaladas y una importante suma de

dinero para su debida conservación. Sobre la base de ese

legado la Universidad creó el Instituto “Miguel Lillo” (deInvestigaciones Botánicas) que ha desarrollado una inten-

sa actividad no sólo en el campo botánico sino en el de

todas las ciencias naturales.

Fuera de artículos de divulgación, el instituto edita

dos publicaciones periódicas de carácter científico: Lilloa , 

revista de botánica de la que han aparecido más de diez

tomos, y  Acta Zoológica Lilloana ,  revista de zoología, de la

que han aparecido ya varios tomos. Además ha iniciado

la publicación en grandes tomos suntuosamente ilustra-

dos de la Genera et Species Plantarum Argentinarum ,  de

la cual ya ha aparecido el segundo tomo.

178

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Otro importante centro botánico, pero en especial de

estudios de materia médica, es el Instituto de botánica y 

farmacología, existente en la Facultad de ciencias médi-

cas de la Universidad de Buenos Aires, y que se creó en1900 con el nombre de Museo Farmacológico. También

desde principios de siglo edita una publicación periódica

hoy titulada Trabajos del Instituto de Botánica y Farma- 

cología .

Además de los varios jardines zoológicos y de los ya

numerosos jardines botánicos con que cuenta el país, delos cuales algunos especializados, agreguemos que en 1945

se ha constituido la primera Sociedad Botánica Argentina

con sede en La Plata y que se propone agrupar a todos

los botánicos y aficionados a la botánica, estimular la pro-

tección de la vegetación indígena, coordinar la termino-

logía botánica y los demás fines científicos de las agrupa-ciones de esta índole. En el mismo año apareció su Boletín 

con trabajos científicos relativos a todas las ramas de la

botánica, notas históricas, noticias, etc.

La intensidad de los estudios zoológicos en la Argenti-

na se pone de manifiesto a través de la existencia de susinstituciones que agrupan a especialistas y aficionados

en diversas ramas de esa ciencia. Así, desde 1916 existe en

Buenos Aires la Sociedad Ornitológica del Plata, que des-

de el año siguiente publica su órgano periódico El Horne- 

ro ,  revista especialmente destinada al estudio y protección

de las aves, y desde 1925 existe, también en Buenos Aires,la Sociedad Entomológica Argentina, cuya Revista ,  que

inició su aparición el año siguiente, tiene carácter exclusi-

vamente entomológico. Y últimamente (1944) se fundó

la Asociación Argentina de Artropodología, que se propone

fomentar el estudio y conocimiento de los diversos grupos

179

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que constituyen el Phyllum Arthropoda  pertenecientes a

la fauna argentina en particular y a la neotrópica en ge-

neral. Se propone editar la revista Arthropoda .

Los estudios mineralógicos y geológicos en la Argen-

tina están centralizados en los grandes museos y en la

repartición del Ministerio de Agricultura ya citada, y que

hoy lleva el nombre de Dirección de Minas y Geología.

Esta repartición, además de un Boletín  edita Publicaciones 

que refunde las anteriores: Dirección de Minas, Geología 

e Hidrología .; Estadística minera de la Nación  y  Estadís- 

tica de petróleo de la República Argentina .

Como institutos especiales citemos el Instituto de fisio-

grafía y geología de la Facultad de ciencias matemáticas

de Rosario, creado en 1936 con el objeto, entre otras fina-

lidades, de realizar investigaciones fisiográficas, geológi-cas, mineralógicas, petrográficas y paleontológicas, y que

en sus Publicaciones  hace conocer memorias científicas

sobre esos temas; el Instituto de geología, de reciente crea-

ción (1945), que funciona en la Facultad de ciencias de

Buenos Aires y que tiene la doble función de Escuela

de Enseñanza Superior de las ciencias geológicas, y deInstituto de investigación en esas mismas ciencias: y el Ins-

tituto de mineralogía y geología de la Universidad de

Tucumán que edita Cuadernos de mineralogía y geología .

180

Estos estudios cuentan, además, con dos instituciones

privadas. En 1929 se fundó en Buenos Aires la Sociedad

Argentina de Minería y Geología que se propone realizarestudios científicos de carácter geológico y mineralógico,

un inventario general de los recursos minerales, una des-

cripción científica y tecnológica, así como estudiar los mé-

todos de exploración, explotación e industrialización de los

yacimientos minerales, realizar estudios hidrogeológicos

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experimental de Santa Fe, tienen interés geológico, pues

contribuyen al estudio del cuaternario.

Los estudios geográficos cuentan en la Argentina con

dos institutos oficiales y una institución privada.

En la Facultad de filosofía y letras de Buenos Aires

funciona un Instituto de investigaciones geográficas, fun-

dado y dirigido en 1917 por Outes. Edita Publicaciones 

en dos series: Series A,  con memorias originales y docu-

mentos, y  Serie B ,  con documentos cartográficos, planimé-tricos e iconográficos.

En la Facultad homónima de Tucumán existe también

un Instituto de estudios geográficos que edita Mono- 

 grafías .

El meritorio Instituto geográfico argentino, cuya vida

languideció, fue sustituido en 1922 por la Sociedad Argen-tina de Estudios Geográficos “Gaea”, que se propone esti-

mular los estudios e investigaciones geográficos y afines,

en lo que se refiere a: geodesia, topografía y cartografía,

biogeografía, geología, geofísica y morfología, climatolo-

gía y didáctica. En 1931 organizó la Primera Reunión

Nacional de Estudios Geográficos. Desde 1925 edita

sus Anales, más conocidos por el nombre de la institu-

ción: Gaea .

24. LOS ESTUDIOS ANTROPOLÓGICOS

Los estudios antropológicos en sentido estricto (antro-

pología física, arqueología, etnografía, lingüística y folk-

lore) que en la Argentina se vinculan con los de las cien-

cias naturales, disponen de numerosos centros.

Fuera de la labor que se realiza en los museos de cien-

cias naturales, en especial en los de Buenos Aires y de182

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La Plata, el centro de estudios especializado más impor-

tante es también el más antiguo: el ya citado Museo et-

nográfico de la Facultad de filosofía y letras de Buenos

Aires.Este Museo, que originariamente fue organizado sobre

la base de las colecciones y de la biblioteca de su fundador

y primer director, Ambrosetti, a quien sucedió en la direc-

ción su discípulo Salvador Debenedetti, realizó, por obra

de estos dos especialistas, una amplia labor, iniciada en el

país con criterio estrictamente científico, la explotaciónarqueológica, para lo cual se llevaron a cabo, hasta 1930,

veinticuatro expediciones a distintas regiones del territorio,

en alguna de las cuales, como en Tilcara, se hicieron

excavaciones prolongadas y sistemáticas.

En 1930 asumió la dirección del Museo el eminente

americanista Félix F. Outes, etnógrafo y arqueólogo, tras-ladándose entonces a un más amplio edificio indispensable

para la institución, que entonces ya poseía más de 60.000

piezas. Outes renovó también las publicaciones del Mu-

seo, que desde entonces edita sus Publicaciones en dos 

Series  (A y B),  y además una revista de divulgación que

denomina Solar .

En Córdoba, existe un Museo colonial al cual el lin-

güista e historiador Monseñor Pablo Cabrera donó sus

colecciones etnográficas, y un Instituto de arqueología,

lingüística y folklore “Dr. Pablo Cabrera”, dependiente

de la Universidad, fundado en 1942 y que en 1943 inició

la edición de sus Publicaciones .

En Tucumán, dependientes de la Universidad, existen

un Instituto de antropología que edita su Revista  y un

Instituto de historia, lingüística y folklore que también

edita Publicaciones .

Ya dijimos que a la flamante Universidad de Cuyo,183

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entre sus departamentos, ha creado un Instituto de lin-

güística y un Instituto de etnografía americana que edita

Anales .

En 1940 el gobierno de Santa Fe creó en la ciudadcapital un Departamento de estudios etnográficos y co-

loniales, con el objeto de realizar investigaciones origina-

les de carácter etnográfico, histórico, arqueológico y folk-

lórico vinculados con la provincia. Este Departamento ha

inaugurado en 1943 un Museo etnográfico y ha iniciado

sus Publicaciones ,  bajo forma de monografías, en 1940, y desde 1945 agregando un Boletín periódico.

Y en Santiago del Estero el Museo arqueológico de la

provincia ostenta sus ricas colecciones con el abundante

material excavado en los yacimientos pertenecientes a lo

que se ha dado en llamar la “cultura chaco–santiagueña”.

También poseen museos arqueológicos, sobre la base deelementos indígenas regionales, las ciudades de Catamarca

y La Rioja.

En cuanto a las instituciones privadas, la Argentina

cuenta desde 1937 con una Sociedad Argentina de An-

tropología, que realiza congresos científicos anuales con el

nombre de “Semana de Antropología” y que edita Rela- 

ciones .

25. LA HISTORIA DE LA CIENCIA

184

En este panorama de la ciencia argentina, nos hemos

ocupado hasta aquí de las instituciones y publicaciones

vinculadas con la ciencia, entendida ésta en el sentido

más estricto y común del vocablo: vale decir de las ciencias

exactas y de las ciencias naturales (en sentido amplio). Se

ha excluido, por tanto, toda referencia a los demás sectores

del conocimiento: a la psicología, ciencia difícil de ubicar,

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a las ciencias sociales (sociología, derecho, economía, polí-

tica, educación) y al amplio campo de las disciplinas huma-

nistas: filosofía, letras e historia.

Sin embargo, daremos fin a esta reseña dando algunasnoticias respecto del desarrollo en la Argentina de los

estudios vinculados a un sector del saber que por su esen-

cia es histórico, pero por su contenido es científico: la

historia de la ciencia.

Hasta 1939 existían en la Argentina, fuera de algunos

cultores aislados, dos cátedras especializadas de historia dela medicina, una de las cuales, la de Buenos Aires, edita

desde 1938 Publicaciones de la cátedra de historia de la 

medicina  (vinculada con esta cátedra apareció en 1942

una Revista Argentina de Historia de la Medicina ),  y al-

gunas otras cátedras universitarias en las que la historia de

la ciencia integra parcialmente sus asignaturas. Con el

propósito de impulsar tales estudios, la Universidad Nacio-

nal del Litoral creó en 1938 el Instituto de historia y filo-

sofía de la ciencia, cuyas finalidades principales eran las

de realizar investigaciones originales, organizar seminarios

para contribuir a la formación de investigadores y elabo-rar un repertorio bibliográfico de historia de la ciencia,

poniendo a su frente al profesor Aldo Mieli, eminente

historiador de la ciencia, entendida no como suma o yuxta-

posición de las historias de las ciencias particulares o de las

biografías de los sabios individuales, sino como una disci-

plina autónoma, con método y finalidades propios queanaliza y critica históricamente una específica actividad

humana: la científica.

185

En 1919 Mieli  había fundado la revista Archivio di 

storia della scienza , que luego denominó Archeion ,  y en

1928 había promovido la creación de una Academia Inter-

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nacional de historia de la ciencia, que se organizó en 1929,

designando a Mieli secretario perpetuo de la misma.

Con la creación del Instituto argentino y la competen-

cia de su director, que había traído de Europa su valiosabiblioteca particular, los estudios de historia de la ciencia

adquirieron un nuevo impulso que se tradujo: a)  en la

transformación y ampliación del Grupo argentino de his-

toria de la ciencia, filial de la Academia internacional,

integrándolo con numerosos estudiosos de la Argentina,

vinculados directa o indirectamente con los estudios dehistoria de la ciencia;

b)  la iniciación en el Instituto de una vasta labor de

índole bibliográfica, que constituía una de las finalidades

del mismo; y 

c)  la reaparición de Archeion ,  de la cual se publicaron

en tierra americana cuatro volúmenes, después de veinte

años de labor europea. Una labor interesante que se

proponía la revista, era hacer conocer el desarrollo histó-

rico de las bibliotecas, museos, colecciones, sociedades

científicas de Latinoamérica, habiendo iniciado la serie con

una reseña histórica de la Sociedad Científica Argentina.El Instituto estaba empeñado en su promisoria labor,

cuando en 1943 una de las primeras intervenciones univer-

sitarias puso término a la misma, suprimiendo el Instituto,

separando a su director y suspendiendo la publicación de

Archeion .

No obstante, ese breve, pero activo período de la vidadel Instituto no fue del todo estéril.

186

Lo prueba el hecho de haberse constituido en la Insti-

tución Cultural Española, que brindó generosa hospitali-

dad a la biblioteca de Mieli, un nuevo centro de estudios,

que en 1945 realizó su primer coloquio de historia y filo-

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sofía de la ciencia. Lo prueba el hecho de haberse multi-

plicado en la Argentina la edición de obras clásicas cien-

tíficas, así como de libros que tratan de la historia de la

ciencia, destacándose la producción del mismo Mieli,quien tiene actualmente en curso de publicación una obra

de vasto alcance que comprenderá una docena de volúme-

nes: Panorama general de historia de la ciencia, en la que,

entendida la ciencia como específica actividad humana,

se da de su historia una visión unitaria y orgánica, en la

que las ciencias particulares se encuadran dentro del mar-co del pensamiento científico total, en conexión con el

panorama histórico y, como telón de fondo, con la atmós-

fera cultural de cada época.

26. CONCLUSIÓN

187

Al dar término a esta breve reseña de la ciencia argen-

tina, creemos conveniente señalar la doble limitación que

ella comporta. En primer lugar, este panorama se refiere

únicamente a la matemática y a la ciencia natural, en sen-

tido amplio; se refiere, por tanto, al sector del saber que

comúnmente se considera científico por antonomasia, aun-que, a nuestro entender, no debe ni puede negarse carácter

científico a otros sectores. Tal limitación, a su vez, supone

una doble exclusión: por un lado, este panorama no se

ocupa ni del saber filosófico, ni de los estudios históricos

y sociológicos, ni de las investigaciones relativas a las acti-

vidades más específicamente humanas: derecho, econo-mía, educación, lenguaje, etc. Por otro lado, ha quedado

también excluida de este panorama toda consideración

sistemática relativa al vasto campo de la técnica, en sentido

lato; vale decir a toda aplicación científica que no persiga

una finalidad teórica. De ahí que sólo en forma indirecta

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o circunstancial nos hemos referido a la medicina o a la

ingeniería.

En segundo lugar, este panorama no muestra el desa-

rrollo y estado actual de la ciencia argentina a través desus hombres de ciencia o de las ideas y corrientes de pen-

samiento que pueden haber influido en aquel desarrollo,

sino que lo hace, con preferencia, a través de las institu-

ciones y  publicaciones científicas, considerando que estos

órganos de elaboración y trasmisión del saber reflejan

mejor el estado de las ciencias reseñadas, de acentuadocarácter objetivo y menos afectas, por eso, a la influencia

de escuelas o ideologías.

En cambio, influyeron en el desarrollo de la actividad

científica argentina los acontecimientos políticos y socia-

les que afectaron a las ciencias que reseñamos, más que

en su orientación o contenido, en sus posibilidades y ma-nifestaciones exteriores. De ahí que, a modo de conclu-

sión, quisiéramos destacar esa influencia que, en el breve

lapso de un siglo y medio de vida científica argentina, se

tradujo en períodos que hemos calificado, con un símil

psicológico, de períodos introvertidos y extravertidos; pe-

ríodos en los que el país parece, respectivamente, cerrarseen sí mismo y abrirse hacia el mundo, y a los que corres-

ponden épocas de inactividad y actividad científicas, dadas

las características de la ciencia, tarea humana, por esencia,

internacional y universal.

En el panorama que hemos desarrollado creemos ad-

vertir claramente varios de esos períodos, que imprimen alandar científico, no ya una marcha uniforme en sentido

ascendente, sino un movimiento oscilatorio, un ritmo cí-

clico, como si dos tendencias culturales en pugna obtu-

vieran alternativamente la victoria.

188

Así, mientras a lo largo de casi todo el período colonial

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la Argentina, aislada del mundo, no cobija prácticamente

actividad científica alguna, al finalizar el siglo XVII y en

especial con el advenimiento de la Revolución, se inicia

para la ciencia un primer movimiento ascendente. LaArgentina abre por primera vez sus puertas al mundo y,

traída por vientos europeos, penetra en el país una co-

rriente científica. No es una corriente vigorosa, no obs-

tante figurar en ella cabales hombres de ciencia corno Bon-

pland y Mossotti, no obstante presidir en ella el espíritu de

Rivadavia  y de la Universidad de Buenos Aires, no obs-tante contar con el apoyo y la voluntad de cierto sector de

la población que ansía incorporar a su seno los beneficios

de “la iluminada Europa” y de “la ilustración”, y los

‘‘progresos del conocimiento”.

Las luchas políticas que sobrevienen demasiado pronto

impiden que esta débil atmósfera se fije y arraigue, y latiranía termina por cegar esta fugaz etapa científica. Poco

a poco la actividad científica decrece y al promediar el

primer tercio del siglo XIX  la Argentina, desde este punto

de vista, ha regresado a la colonia.

Con la caída de la tiranía cesa este período de inacti-

vidad, pues el impulso extraordinario que los hombres 

de la organización nacional imprimirán al país, significará

también para la ciencia un nuevo movimiento de ascenso,

esta vez con paso más seguro y firme. Nuevamente las

miradas se dirigen hacia el exterior, que ya no es sólo

Europa, en demanda de hombres de ciencia que acudan a

fertilizar el suelo científico argentino. Y esta vez el injerto

tuvo éxito, por cuanto en algunos sectores el espíritu cien-

tífico arraigó firmemente y fructificó, si bien tal feliz resul-

tado no se debió únicamente a la bondad de la planta y a

la fertilidad del suelo, sino también a la existencia de favo-

rables factores de ambiente, mesológicos. Se explica así189

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cómo el más grande naturalista de la época: Ameghino,

no es un producto directo de los naturalistas extranjeros

contratados.

Las décadas que van del 60 al 90 representan un pe-ríodo de asombrosa actividad científica que culmina hacia

el 72,  y en el que surge la investigación científica orgánica

y organizada; en él se fundan centros de estudios, se crean

institutos de investigación, nacen publicaciones científicas,

etcétera.

Mas, hacia el 90, se inicia otro período que, en ciertosentido, muestra signos de decadencia científica. Los fac-

tores económicos, pero también el espíritu de la época, des-

vían el impulso originario del período anterior y la activi-

dad científica se dirige hacia otros rumbos: hacia las

aplicaciones, hacia la técnica. El “progreso material” des-

lumbra y no deja ver sino la ciencia aplicada, el afán utili-tario priva sobre el desinterés de la ciencia pura; los insti-

tutos científicos vegetan y durante unos lustros, a ese

respecto, la Argentina vuelve a encerrase en sí misma.

Hasta que, ya en este siglo, nuevos factores sociales y po-

líticos contribuyen a que la ciencia recobre su ritmo ascen-

dente; las instituciones y las publicaciones se multiplican,un activo e incesante intercambio científico fluye entre Ar-

gentina y el mundo; y ante el estado actual puede afirmarse

que la Argentina está, o puede llegar a estar, a la altura de

las naciones más antiguas y de sólida tradición científica.

Y la Argentina ha de continuar sin duda con este rit-

mo, interviniendo con intensidad y eficacia crecientes en

el desarrollo de esta admirable y algo desconcertante acti-

vidad que es la ciencia de hoy, que muestra hasta en sus

crisis y en sus contradicciones aquella elevada dosis de

humanidad que la asiste y que constituye su mejor aporte

a la solidaridad y fraternidad humanas.

190

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III. Las ciencias químicas, por Enrique Herrero Ducloux(Buenos Aires, 1923).

IV. Las matemáticas en la Argentina ,  por Claro CornelioDassen (Buenos Aires, 1924).

V. La evolución de la astronomía durante los últimos cin- cuenta años (1872-1922) ,  por Enrique Chaudet (Bue-nos Aires, 1926).

VI. Nuestra mineralogía y geología durante los últimos cin- cuenta años (1872-1922) ,  por Franco Pastore (BuenosAires, 1925).

VII Los estudios botánicos ,  por Cristóbal M. Hicken (Bue-

nos Aires, 1923).XIII  La   evolución de la meteorología ,  por Guillermo Hox-mark (Buenos Aires, 1925).

Catálogo de publicaciones periódicas científicas y técnicas , publi-cado por el Comité argentino de bibliotecarios de institucionescientíficas y técnicas, Buenos Aires, 1942.

José Babini, La investigación científica en la Argentina  (en Re- vista de la Universidad de Buenos Aires ,  Tercera época,Tomo II, pág. 7, Buenos Aires, 1944).

Nicolás Besio Moreno, Sinopsis histórica de la Facultad de Cien- cias Exactas, Físicas y Naturales de Buenos Aires y de la enseñanza de las matemáticas y la física en la Argentina , Bue-nos Aires, 1915.

Nicolás Besio Moreno, Sociedad Científica Argentina. Fundada en 1872. Reseña histórica  (en Archeion, vol. xxv, pág. 172,Santa Fe, 1943).

Martin Doello-Jurado, Pretérito y destino de nuestras ciencias  naturales  (en Suplemento de La Nación  del 1-1-1939).Guillermo Furlong, S.J., Los jesuitas y la cultura rioplatense ,Montevideo, 1933.

Juan María Gutiérrez, Origen y desarrollo de la enseñanza pública  superior en Buenos Aires , Buenos Aires, 1915.

Alberto Palcos, Nuestra ciencia y Francisco Javier Muñiz. El sabio  – El héroe , La Plata, 1933.

Julio Rey Pastor, La   ciencia y la técnica en el descubrimiento de  América , Buenos Aires, 1942.

Mariano Picón-Salas, De la conquista a la independencia ,  Colec-

ción “Tierra Firme”, F. C. E., México, 1944.

192

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TABLA CRONOLÓGICA

I. HASTA 1850

1577 El maestro Pedro de Vega, primero de quien se tienen noti-cias, enseña primeras letras en Santa Fe.

1614 Se instalan en Córdoba los cursos del Colegio de Montserrat.

1622 Gregorio XV autoriza a la Universidad de Córdoba a confe-rir grados.

1700 Fecha del primer libro impreso en la imprenta de las Mi-

siones.1706 El padre Buenaventura Suárez inicia sus observaciones astro-

nómicas.

1766 Fecha de los primeros impresos de la Imprenta del Colegiode Montserrat.

1779 Se crea el Protomedicato del Río de la Plata.

1781 Fecha de los primeros impresos de la Real Imprenta de los

Niños Expósitos de Buenos Aires.

1781 Llega a la Argentina Félix de Azara, quien recorre las regio-nes del Plata durante 20 años.

1783 Se inaugura en Buenos Aires el Real Colegio de San Carlos.

1787 Manuel Torres desentierra y envía a Europa el esqueletode un megaterio.

1799 El Consulado crea la Escuela Náutica, que funciona hasta1806.

1801 En el protomedicato se dictan cursos de medicina.

1801 Aparece el Telégrafo Mercantil , primer periódico del Plata.

1810 Se crea la Escuela de Matemáticas, que funciona hasta 1812.

1810 Aparece la Gaceta de Buenos Aires ,  primer periódico poste-rior a la Revolución.

1810 Moreno crea la Biblioteca Pública.

1815 Se funda el Instituto Médico que funciona hasta 1820.

1816 Se crea la Academia de matemáticas y arte militar.

1818 Llega a la Argentina el naturalista Bonpland con plantas y semillas.

193

1821 Se crea la Universidad de Buenos Aires.

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1891 Primer intento de revista matemática: la revista de Balbín.

1892 El Museo de La Plata inicia sus publicaciones.

1898 La Sociedad Científica Argentina organiza el CongresoCientífico Latino–Americano, primero de la serie de los ac-

tuales Congresos Científicos Americanos.

1898 Se funda el Jardín botánico de Buenos Aires.

1900 Se crea en la Facultad de medicina de Buenos Aires elMuseo farmacológico, hoy Instituto de botánica y farma-cología.

1904 Se funda el Observatorio magnético de Pilar.

1907 Se funda el Instituto Nacional del Profesorado Secundariode Buenos Aires.

1908 Se instala la Estación Astronómica de Oncativo, que en1908 pasa a depender del Observatorio de La Plata y queen 1911 suspende sus servicios.

1909 Se funda el Museo etnográfico de la Facultad de filosofíay letras de Buenos Aires.

1909 El Instituto de física de La Plata se organiza bajo la direc-ción de Bose.

1910 La Sociedad Científica Argentina organiza un CongresoCientífico internacional americano.

1913 Se funda la sociedad de ciencias naturales Physis, que elaño siguiente inicia la publicación de su revista.

1914 Nace la Sociedad (hoy Asociación) Química Argentina,que inicia el año siguiente la publicación de sus Anales .

1915 Se crea la Universidad provincial de Tucumán.

1916 El Instituto bacteriológico argentino inicia una era de laborcientífica.

1917 La Facultad de La Plata inicia la publicación de su Contri- bución a las ciencias fisicomatemáticas .

1914 La Universidad de Córdoba inicia sus publicaciones.

III. DESPUÉS DE 1916

1916 Se funda la Sociedad Ornitológica del Plata y su revista:El Hornero .

1916 Se realiza en Tucumán la primera Reunión nacional denaturalistas.

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1917 Llega al país Rey Pastor, con quien se inicia una era en losestudios matemáticos argentinos.

1917 En Paraná, un grupo de estudiantes se reúnen con el finde dotar a Entre Ríos de un Museo público. Tal es el origen

del actual Museo de Entre Ríos.1920 En la Facultad de filosofía de Buenos Aires se funda el

Instituto de investigaciones geográficas.

1921 La Reforma universitaria.

1922 Se crea por ley la Universidad Nacional del Litoral.

1919 En la Facultad de medicina de Buenos Aires se funda elInstituto de fisiología.

1919 Se realiza en Buenos Aires el Primer Congreso Nacional deQuímica.

1921 Se inicia la nacionalización de la Universidad de Tucumán.

1923 Se fundan la Sociedad Argentina de Biología y su Revista.

1924 Nace la Sociedad Argentina de Estudios Geográficos “Gaea”.

1922 De la Dirección de minas y geología se desprende Y.P.F.

(Yacimientos Petrolíferos Fiscales).1924 Por intermedio de la Academia de Ciencias de Buenos

Aires, Hicken hace donación al estado de su laboratorioparticular “Darwinion”.

1925 Inicia su aparición Gaea , revista de la Sociedad homónima.

1925 Se concede autonomía a las academias universitarias.

1927 Se funda la Sociedad Entomológica Argentina, que el año

siguiente edita su Revista .1928 Nace el Boletín Matemático de Buenos Aires.

1928 Con el legado Spegazzini se crea en el Museo de La Platael Instituto de botánica “Spegazzini”, especialmente destina-do a estudios micológicos.

1929 Nace en Santa Fe la Sociedad Científica de Santa Fe, pri-mera de esa índole en el interior del país.

1929 Se crea el Instituto de investigaciones científicas y tecno-lógicas en Santa Fe, que inicia sus publicaciones en 1932.

1929 Se funda en Buenos Aires la Sociedad Argentina de Mine-ría y Geología y su Revista minera .

1931 Se funda la sociedad Amigos de la Astronomía.

1932 Se funda en Buenos Aires el Colegio Libre de Estudios

Superiores.

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1931 Con el legado Lillo se funda en la Universidad de Tucu-mán el Instituto “Miguel Lillo” (de investigaciones botá-nicas).

1931 Se realiza la Primera Reunión Nacional de Estudios Geo-

gráficos.1933 Se funda la Asociación Argentina para el Progreso de las

Ciencias.

1933 Se crea por ley la Comisión Nacional de Cultura que, entreotros fines, concede becas para perfeccionamiento y otorgapremios a la producción científica.

1935 Se funda en Santa Fe el Instituto experimental de inves-tigación y fomento agrícola-ganadero.

1935 Se instala el Observatorio de física cósmica en San Miguel.

1936 Se funda la Unión Matemática Argentina y su órgano depublicidad, actualmente órgano también de la AsociaciónFísica Argentina.

1936 Se crea en Rosario el Instituto de investigaciones microquí-

micas, que el año siguiente inicia sus publicaciones.1936 Se crea en Rosario el Instituto de fisiografía y geología.

que inicia el año siguiente sus publicaciones.

1936 Se promulga la ley por la cual se procede a la medición deun arco de meridiano.

1937 Se funda la Sociedad Argentina de Antropología.

1938 Se crea en Rosario el Instituto de matemática, que inicia

sus publicaciones el año siguiente.1939 Se crea en Santa Fe el Instituto de historia y filosofía de

la ciencia.

1939 Se crea la Universidad Nacional de Cuyo.

1940 Se crea el departamento de estudios etnográficos y colo-niales en Santa Fe, que inicia ese año sus publicaciones.

1940 Aparece la Revista de la Universidad Nacional de Tucumán(Serie A. Matemáticas y física teórica ).

1941 La “ley de la Carta” encomienda al Instituto geográficomilitar los trabajos geodésicos y el relevamiento topográficodel país.

1942 Se funda la Estación astrofísica en Bosque Alegre. En esaocasión se organiza el Núcleo de Física.

198

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ÍNDICES DE NOMBRES, INSTITUCIONES Y PUBLICACIONES PERIÓDICAS CITADOS  

El número indica el parágrafo

A. NOMBRES

Acosta, José (1539-apt. 1600), 3

Agassiz, Louis J. R. (1807-1873), 12

Aguilar, Félix (1884-1943), 21Alberdi, Juan Bautista (1810-

1884), 10

Albertus Magnus (1193-1280),3

Alboff, Nicolás (n. 1897), 11

Álzaga, Martín de (1756-1812),

9Ambrosetti, Juan B. (1866-

1917), 11, 12, 24

Ameghino, Carlos (1865-1936),11

Ameghino, Florentino (1853-1911), 3, 6, 11, 13, 14, 15,

23, 26Andonaegui, José de (1685-

1761), 6

Angelis, Pedro de (1784-1854),5, 11

Arago, Francois J. D. (1786-1853), 8

Argerich, Cosme (1758-1820),9

Aristóteles (384-322 a. c.), 3, 8

Avellaneda, Nicolás (1837-1885), 10, 12, 15

Azara, Félix de (1746-1821), 3,6, 9, 17, 23

Bacon, Roger (1217-1292), 3

Balbín, Valentín (1850-1901),10, 18

Barba, Alvaro Alonso (1569-después de 1659), 1

Barco Centenera, Martín del(1535-1602), 2, 5

Bedoya, José María (1789-1840), 8

Belgrano, Manuel (1770-1820),

5, 7, 8, 9, 18Berg, Carlos (1843-1902), 11, 15

Beuf, Francisco (m. 1899), 12

Bigelow, Francisco  H,  (1867-1934), 20

Bodenbender, Guillermo (1857-1941), 13

Bonpland, Aimé (1773-1858),6, 9, 11, 17, 26

Bose, Emil Hermann (1874-1911), 10

Brackebusch, Luis (1849-1908), 13

Bravard, Augusto (m. 1861),

11, 15, 23Bruch, Carlos (1873-1943), 11

Brunschvicg, León (1869-1944), 15

Bucarelli y Ursúa, Francisco dePaula (m. después de1770), 6

201

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Burckhardt, Carlos (1868-1935), 11

Burmeister, Carlos G. C. (1807-1892), 11, 23

Cabello y Mesa, Francisco A.(siglos XVIII/XIX), 5

Cabrera, Pablo (1857-1936), 24

Calvino, Juan (1509-1564), 8

Cané, Miguel (1851-1905), 10

Capellín, Juan (siglo XVI), ICarlos III (1716-1788), 3, 7

Carta Molina, Pedro (sigloXIX), 8, 9

Cauchy, Augustin Louis (1789-1857), 9

Cevallos, Pedro de (1715-

1778), 9Cisneros, Baltasar Hidalgo de

(1755-1829), 7

Colón, Cristóbal (1451-1506), 1

Concolorcorvo (Calixto Busta-mante Carlos Inca) (sigloXVIII), 6

Condillac, Étienne Bonnot de(1715-1780), 7

Coni, Pablo Emilio (1826-1910), 11

Copérnico, Nicolás (1473-1543), 8

Cuvier, Georges (1769-1830),

3Chamisso, Adalberto (1781-

1838), 6

Chauvet, Román (siglos XVIII/XIX), 9

Chorroarín, Luis José (1757-1823), 8

Dassen, Claro C. (1873-1941),9, 18

Darwin, Charles R, (1809-1882), 2, 6, 17, 23

Debenedetti, Salvador (1884-1930), 24

Descartes, René (1596-1650), 8

Díaz, Avelino (apr. 1800-1831),8, 9

Díaz de Guzmán, Ruy (1554-1629), 5

Doering, Adolfo (1848-1925),13

Doering, Oscar (1844-1917), 13

Duarte y Quirós, Ignacio (1619-1703), 7

Du Gratry, Alfredo M. (sigloXIX), 11

Dupotet, Jean H. J. (1777-1852), 6

Echeverría, Esteban (1805-1851), 10

Einstein, Alberto (n. 1879), 19

Euler, Leonhard (1707-1783), 8

Feijóo y Montenegro, (Padre)Benito J. (1676-1765), 8

Felipe II (1527-1598), 12

Ferraris, Carlos (siglo XIX), 8, 9

Franklin, Benjamín (1706-

1790), 8, 12Funes (El Deán), Gregorio

(1749-1829), 8, 9

Furlong Cardiff, Guillermo (n.1889), 3

Galilei, Galileo (1564-1642), 8

202

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Gallardo, Ángel (1867-1934), 23

Gans, Richard (n. 1880), 10

Gassendi, Fierre (1592-1652),

8

Gauss, Karl Friedrich (1777-1855), 12, 18

Gervais, Paul (1816-1879), 6,11

González, Joaquín V. (1861-1923), 10, 11

Gould, Benjamín A. (1824-1826), 12

Gregorio XV (m. 1623), 8

Güiraldes, José Lorenzo (1778-1861), 7

Gutenberg, Johann (1400?-1468), 4

Gutiérrez, Juan María (1809-1878), 5, 7,8, 9, 10, 11, 18

Haenke,Tadco (1761-1817), 5,6, 9

Hartmann, Juan (m. 1936),12, 20

Hernández, Pero (siglo XVI), 5

Hicken, Cristóbal M. (1876-1933), 10, 23

Hieronymus, Jorge (m. 1920),13

Holmberg, Eduardo L. (1852-1937), 10, 11, 13, 15, 17, 23

Houssay, Bernardo A. (n.1887), 22

Hudson, Guillermo E. (1841-1922), 15

Huergo, Louis A. (1839-1913),14

Humboldt, Alexander von(1769-1859), 3, 8, 9, 12

Hussey, William J. (n. 1862),12

Ihering, Hermann von (1850-1930), 11

Irigoyen, Hipólito (1850-1933),16

Jacobi, Karl G. J. (1804-1851),18

Jacques, Amadeo (1813-1865),10

Jefferson, Thomas (1743-1826), 12

Kircher, Atanasio (1601-1680),3

Krueger, Félix (n. 1874), 10

Lacroix, Silvestre F. (1765-1843), 9

Lafinur, Juan Crisóstomo (1797

-1824), 8Lafone Quevedo, Samuel A.

(1835-1920), 11

Lahille, Fernando (1861-1940),11

Lancaster, José (1778-1838), 7

Lanz, José (entre 1770 y 1823),

9Larroque, Alberto (1819-1881),

10

Lavoisier, Antoine-Laurent(1743-1794), 9

Leguizamón, Mardniano (1858-1935), 23 

203

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Piñero, Norberto (1858-1938),11

Porro de Semenzi, Francisco (n.1861), 12

Ptolomeo (siglo II), 1

Puíggari, Miguel (1827-1889),10, 23

Quiroga, José (1707-1784), 3

Ramorino, Juan (1840-1876),10

Rey Pastor, Julio (n. 1888), 18

Río-Hortega, Pío del (1882-1945), 22

Rivadavia, Bernardino (1780-1845), 4, 7, 8, 9, 10, 22, 23,26

Rivadeneyra (Padre) (sigloXVII), 4

Roca, Julio A. (I843-Í914), 13

Rodríguez Francia, José Gaspar(1776-1840), 9

Rodríguez, Martín (1771-

1844), 8Romanzoff, Pedro Alejandro-

vich, conde de (1725-1796), 6

Romero, Francisco (n. 1891), 1

Romero, José Luis (n. 1909),10

Rosas, Juan Manuel de (1793-

1877), 6, 9, 10, 12Rossetti, Emilio (1839-1908),

10, 14

Saccardo, Pietro A. (1845-1920), 23

Sáenz, Antonio (1780-1825), 8

Salvadores, Antonino (n.1898), 7

San Martín, José de (1778-1850), 7, 10, 11

Sarmiento, Domingo F. (1811-1888), 6, 10, 11, 12, B, 14,15

Scalabrini, Pedro (1849-1916),11, 12, 23

Schickendantz, Federico (1837-1896), 11, 23

Schmidl, Ulrico (entre 1511 y 1562), 5

Senillosa, Felipe (1794-1858),5, 9

Stentenach, Felipe de (m.1812), 9

Serrano, José (siglo XVIII), 4

Spegazzini, Carlos (1858-1926), 23

Spcíuzzi, Bernardino (m.1898), 10, 11

Stelzner, Alfredo (1840-1895),13

Strobel, Pelegrino (1821-1895),

10Suárez, Buenaventura (1679-

-1750), 3, 4, 9

Suárez, Francisco (1548-1617),8

Thome, Juan W. (1843-1908),

12Tomás de Aquino (Santo)

(1226-1274), 3

Torres, Luis María (1878-1937), 11

Torres, Manuel (siglo XVII), 3

205

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Círculo Matemático del Insti-tuto Nacional de ProfesoradoSecundario, 18

Colegio de Ciencias Morales, 7

Colegio de la Inmaculada Con-cepción (Santa Fe), 10

Colegio Libre de Estudios Su-periores, 17

Colegio de la Merced (Cata-marca), 10

Colegio Nacional de Buenos

Aires, 10Colegio de la Provincia de

Buenos Aires, 7

Colegio Real de Nuestra Seño-ra de Montserrat, 7, 10

Colegio Real de San Carlos, 7

Colegio de San Miguel (Tucu-

mán), 10

Colegio de la Santísima Trini-dad (Mendoza), 7, 8, 10

Colegio de la Unión del Sud, 7

Colegio (“Histórico”) del Uru-guay, 10

Comisión Nacional de Cultu-ra, 17

Departamento de Estudios Et-nográficos y Coloniales (San-ta Fe), 24

Departamento de Ingenieros y Arquitectos, 9

Departamento Topográfico y Estadístico, 8, 9, 10

Dirección de Industrias (Men-doza), 19

Dirección de Meteorología,Geofísica e Hidrología, 12,20

Observatorio de BuenosAires, 20

Observatorio Magnético dePilar, 20

Dirección de Minas y Geología,15,23

Dirección Nacional de Viali-dad, 19

Dirección de Navegación y Puertos, 20

Dirección de Piscicultura del

Ministerio de Agricultura,22

Escuela de Ingenieros (SanJuan), 10, 16

Escuela Náutica, 9

Escuela de Matemáticas, 9

Escuela Práctica de Agriculturay Ganadería de Santa Catali-na, 10

Estación Experimental Agrícola(Tucumán), 19

Facultad de Agronomía y Vete-rinaria (La Plata), 10

Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Políticas (Tucu-mán), 10

Facultad de Medicina de Bue-nos Aires, 6, 10

Ferrocarriles del Estado, 19

Fraternidad, La (Concepcióndel Uruguay), 10

Gaea, Sociedad Argentina deEstudios Geográficos, 23

Grupo Argentino de Historia dela Ciencia, 25

207

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 Imprenta Coni, 11

Imprenta de los Niños Expósi-tos, 4

Institución Cultural Española,18, 22, 25

Laboratorio de HistiologíaNormal y Patológica, 22

Instituto de Bacteriología delMinisterio de Agricultura,12

Instituto Bacteriológico del De-partamento Nacional de Hi-giene, 22

Instituto de Biología y MedicinaExperimental, 22

Instituto Experimental de In-vestigación y Fomento Agrí-cola-Ganadero (Santa Fe)

Departamento de Agrono-mía, 19, 22

Departamento de Edafología,19, 23

Departamento de Estadística,19

Instituto Geográfico Argentino,12, 14, 23

Instituto Geográfico Militar, 12,20, 21

Instituto de Investigación Mé-dica (Córdoba), 22

Instituto Médico, 9

Instituto Nacional del Profeso-rado Secundario (BuenosAires), 10

Instituto Oceanógrafico Argen-tino, 22

Instituto Tecnológico del Sur,16

Jardín Botánico (Buenos Aires),15

Jardín Zoológico (BuenosAires), 11

Museo Argentino de CienciasNaturales "Bernardino Riva-davia", 6, 8, 9, 11, 15, 23

Estación Hidrobiológica Ma-rina, 22

Museo Antropológico y Arqueo-

lógico de Buenos Aires, 11Museo Arqueológico (Santiago

del Estero), 24

Museo Colonial de Córdoba,24

Museo de la Confederación(Paraná), 11

Museo de Corrientes, 11Museo de Entre Ríos, 23

Museo Escolar Central de Pa-raná, 23

Museo Escolar “FlorentinoAmeghino” (Santa Fe), 23

Museo General Regional (Men-

doza), 23Museo de Paraná, 11

Museo Provincial de CienciasNaturales (Córdoba), 23

Museo Provincial (Salta), 23

Observatorio Astronómico Ar-

gentino de Córdoba, 12, 15.20

Estación Astrofísica de Bosque Alegre, 19, 20

Observatorio de Física Cósmica(San Miguel), 20

Observatorio Naval del Ministerio de Marina, 20

208

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 Obras Sanitarias de la Nación,

19, 22

Physis, Sociedad Argentina deCiencias Naturales, 11

Protomedicato del Río de la Pla-ta, 9

Servicio Hidrográfico del Mi-nisterio de Marina, 20, 21,22

Sociedad Argentina de Agrono-mía, 22

Sociedad Argentina de Antro-pología, 24

Sociedad Argentina de Biolo-gía, 22

Sociedad Argentina de Horti-

cultura, 15Sociedad Argentina de Micro-

biología, 22

Sociedad Argentina de Mineríay Geología, 23

Sociedad Botánica Argentina,23

Sociedad de Ciencias Fisicoma-temáticas, 9

Sociedad Científica Argentina,14, 15, 17, 19, 25

Seminario Matemático ClaroC. Dassen, 18

Sociedad Científica de Santa

Fe, 17Sociedad Entomológica Argen-

tina, 23

Sociedad Geológica Argentina,23

Sociedad Lancasteriana, 7

Sociedad Literaria, 5

Sociedad Matemática Argenti-na, 18

Sociedad Ornitológica del Pla-

ta, 23Sociedad Paleontológica, 11

Unión Matemática Argentina,18

Universidad (Nacional) deBuenos Aires, 5, 8, 9, 16, 21,

26Departamento de ciencias

exactas, 8, 9, 10, 14

Departamento de ciencias sa-gradas, 8

Departamento de jurispru-dencia, 8, 10

Departamento de medicina,8, 10

Departamento preparatorio,7, 8, 9, 1O

Departamento de primeras le-tras, 7, 8

Facultad de Ciencias Exac-tas, Físicas y Naturales, 10,19

Instituto de Geología, 23

Instituto de Matemática,18

Facultad de Ciencias Físico-naturales, 10, 23

Facultad de Ciencias mate-máticas, 10

Facultad de Filosofía y Le-tras, 10, 19

Museo Etnográfico, 11, 24Instituto de InvestigacionesGeográficas, 23

209

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Facultad de Ciencias Médi-cas,

Instituto de Anatomía Pa-tológica “Telémaco Susi-

ni”, 22Instituto de Botánica y Far-

macología, 23

Instituto de Fisiología, 22

Instituto de Histología Ge-neral y Embriología, 22

Instituto de Medicina Ex-perimental para el trata-miento del Cáncer, 22

Misión de Estudios de Pa-tología Regional, 22

Universidad (Nacional) deCórdoba, 8, 10, 13, 19,21

Facultad de Ciencias Exactas,Físicas y Naturales, 13

Facultad de Ciencias MédicasInstituto de Fisiología, 22

Instituto de Arqueología, Lin-güística y Folklore “Dr. P.Cabrera”, 24

Universidad Nacional de Cuyo,10, 16

Instituto de Etnografía Ame-ricana, 16, 24

Instituto de Lingüística, 16,24

Instituto del Petróleo, 16, 23

Instituto del Profesorado, 16Universidad (Nacional) de La

Plata, 10, 11, 12, 16, 21

Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas, 12, 16

Departamento de Matemá-ticas, 18

Instituto de Física, 10, 19

Facultad de Química y Far-macia, 16, 19

Instituto de Fitotecnia, 22Instituto del Museo, 10, 11,

16, 21, 23

Instituto de Botánica “Spe-gazzini”, 23

Instituto del Observatorio As-tronómico, 10, 12, 15, 16,

20Estación astronómica de

Oncativo, 12

Universidad Nacional del Lito-ral, 10, 16

Facultad de Agricultura y Ga-nadería, 16

Facultad de Ciencias de laEducación, 16

Facultad de Ciencias Mate-máticas, 19

Instituto de Estabilidad, 19Instituto de Fisiografía y Geología, 23

Instituto de Matemática,18

Facultad de Ciencias Médi-cas, Instituto de Far-macología, 22

Instituto de Fisiología, 22

Facultad de Química Indus-trial y Agrícola, 17, 19

Instituto de Investigacio-nes Científicas y Tecno-lógicas, 19

Instituto de Historia y Filo-sofía de la Ciencia, 25

210

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Instituto de InvestigacionesMicroquímicas, 19

Instituto de Matemática Apli-cada, 18

Universidad (Nacional) de Tu-cumán, 10, 16

Facultad de Ciencias Exac-tas, puras y aplicadas, 16,19

Departamento de Física, 19

Facultad de Farmacia y Bio-

química, 16Facultad de Filosofía y Le-

tras

Instituto de Estudios Geo-gráficos, 23

Instituto de Antropología, 24

Instituto de Historia, Lingüís-tica y Folklore, 24

Instituto de Medicina Regio-

nal, 22

Instituto “Miguel Lillo” (deInvestigaciones botánicas),23

Instituto de Mineralogía y Geología, 23

Universidad provincial de San-

ta Fe, 10, 16

Yacimientos Petrolíferos Fisca-les, 23

C. PUBLICACIONES PERIÓDICAS

Abeja Argentina, La, 5, 10

Actas de la Academia de Cien-cias de Córdoba, 11, 13, 15,17

Acta Zoológica Lilloana, 23

Almanaque astronómico y Ma-nual del aficionado, 20

Almanaque náutico y tablas demareas, 20

Amigos de la patria y de la ju-ventud, Los, 5, 9

Anales de la Academia de Me-dicina de Buenos Aires, 9

Anales de la Academia Nacio-nal de Ciencias Exactas, Fí-sicas y Naturales, 17

Anales de Agricultura, 15

Anales de la Asociación Quími-ca Argentina, 19

Anales Científicos Argentinos,14

Anales de la Facultad de Cien-cias de la Educación (Para-ná), 16

Anales de farmacia y bioquími-ca, 19

Anales hidrográficos, 20

Anales del Instituto de Etnogra-fía Americana, 24

Anales del Instituto de Investi-gaciones científicas y tecnoló-gicas, 19

Anales del Museo Argentino deHistoria Natural “BernardinoRivadavia”, 11, 23

Anales del Museo de La Plata,11,23

Anales de la Oficina Meteoro-lógica Nacional, 12

211

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Anales de la Sociedad Científi-ca Argentina, 11, 14, 17

Anales de la Sociedad Científi-ca de Santa Fe, 17

Anales de la Universidad deBuenos Aires, 10

Anuario Hidrográfico, 20

Anuario del Instituto Geográfi-co Militar, 12

Anuario del Observatorio de LaPlata, 12

Archeion, 25

Archivos de la Universidad deBuenos Aires, 16

Argos, El, 5

Bibliografía química argentina,19

Boletín de la Academia de Cien-cias de Córdoba, 11, 33, 15,17

Boletín del Departamento deEstudios Etnográficos y Co-loniales, 24

Boletín de la Dirección de Mi-nas y Geología, 23

Boletín de la Estación Experi-mental Agrícola (Tucumán),19

Boletín de informaciones pe-troleras, 23

Boletín del Instituto Geográfi-

co Argentino, 12Boletín del Instituto de Medi-

cina Experimental para eltratamiento del Cáncer, 22

Boletín Matemático, 18

Boletín mensual del Departa-mento de Agricultura, 15

Boletín de las Obras Sanitariasde la Nación, 22

Boletín de la Sociedad Botáni-ca Argentina, 23

Carta del tiempo, 20

Catálogo de Numismática delMuseo de Buenos Aires, 23

Ciencia e investigación, 17

Ciencia y técnica, 15

Contribución al estudio de las

ciencias fisicomatemáticas,10, 18, 19

Serie física, 19

Serie matemática, 18

Serie matematicofísica, 10,18, 19

Serie técnica, 10

Correo de Comercio, 5Crónica política y literaria de

Buenos Aires, 5, 8, 9

Cuadernos de mineralogía y geología, 23

Cursos y conferencias, 17

Darwiniana, 23

Fascículos de la Facultad deAgronomía y Veterinaria, 22

Folia biológica, 22

Gaceta de Buenos Aires, 5, 9

Gaceta mercantil, 6

Gasa, Anales de la Sociedad Ar-gentina de Estudios Geográ-ficos, 23

Hornero, El, 23

Industria y química, 19

Informes del Departamento de

212

8/7/2019 Babini, Jose - Historia de La Ciencia Argentina

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Investigaciones Industriales(Tucumán), 16

Ingeniería, La, 15

Labrador Argentino, 11La Plata Monatsschrift, 15

Lilloa, 23

Mathematicae notae, 18

Memorias del Museo de EntreRíos, 23

Memorias y monografías de laUnión Matemática Argenti-na, 18

Miscelánea, Academia nacionalde ciencias (Córdoba), 17

Monografías de la Facultad de

Ciencias Matemáticas, 18Monografías del Instituto de

Estudios Geográficos (Tucu-mán), 23

Monografías. Misión de Estu-dios de patología regional ar-gentina, 22

Naturalista Argentino, El, 11Notas del Museo de La Plata,23

Periódico Zoológico Argentino,El, 13

Physis. Revista de la SociedadArgentina de Ciencias Natu-rales, 11

Plata científico y literario, El,11

Publicaciones de la Cátedra deHistoria de la Medicina, 25

Publicaciones del Círculo Mate-mático del Instituto Nacionaldel Profesorado, 18

Publicaciones del Departamen-

to de Estudios Etnográficos y Coloniales, 24

Publicaciones del Departamen-to de Física (Tucumán), 19

Publicaciones didácticas y dedivulgación científica delMuseo de La Plata, 23

Publicaciones. Dirección de Mi-nas y geología, 23

Dirección general de Minas,Geología e Hidrología, 23

Estadística minera de la Na-ción, 23

Estadística de petróleo de la

República Argentina, 23Publicaciones extra del Museo

de Buenos Aires, 23

Publicaciones del Instituto deArqueología, Lingüística y Folklore “Dr. Pablo Cabre-ra”, 24

Publicaciones del Instituto Et-nográfico de la Facultad deFilosofía y Letras,

Serie A, 24

Serie B, 24

Solar, 24

Publicaciones del Instituto deEstabilidad (Rosario), 19

Publicaciones del Instituto deFisiografía y Geología (Rosa-rio), 23

Publicaciones del Instituto deHistoria, Lingüística y Folk-lore, 24

213

8/7/2019 Babini, Jose - Historia de La Ciencia Argentina

http://slidepdf.com/reader/full/babini-jose-historia-de-la-ciencia-argentina 201/202

Publicaciones del Instituto deInvestigaciones GeográficasBuenos Aires),

Serie A, 23

Serie B, 23

Publicaciones del Instituto deInvestigaciones Microquími-cas, 19

Publicaciones del Instituto deMatemática (Rosario), 18

Publicaciones del Instituto de

Matemática Aplicada, 18Publicaciones del Observatorio

Astronómico de La Plata,Serie astronómica, 12, 20

Serie geofísica, 20

Serie geodésica, 20

Publicaciones del Observatorio

de Física Cósmica, 20

Publicaciones. Misión de estu-dios de patología regional ar-gentina, 22

Publicaciones técnicas. Direc-ción Nacional de Vialidad,19

Publicaciones técnicas. Institu-to Experimental de Investiga-ción y Fomento Agrícola-ga-nadero, 19

Publicaciones técnico-científicasde la Facultad de CienciasExactas, Físicas y Naturales(Buenos Aires), 19

Publicaciones técnico-científicasde la Facultad de CienciasMatemáticas, 19

Relaciones de la Sociedad deAntropología, 24

Resultados del Observatorio Na-cional Argentino, 12

Resumen mensual de la cartadel tiempo, 20

Reuniones de la Sociedad Ar-gentina de patología regional(del norte), 22

Revista argentina de Agrono-mía, 22

Revista argentina de Botánica,23

Revista argentina de Historiade la Medicina, 25

Revista argentina de HistoriaNatural, 11

Revista de la Asociación Bioquí-mica Argentina, 19

Revista Astronómica, 20

Revista de ciencias, artes y le-tras, 15

Revista de Electrotécnica, 19

Revista de la Facultad de Agro-nomía, 22

Revista de la Facultad de Agro-nomía y Veterinaria, 22

Revista de la Facultad de Cien-cias Físico-Matemáticas, 18,

Revista de la Facultad de Cien-cias Físico-Matemáticas, 1819

Revista de la Facultad de Quí-mica Industrial y Agrícola,19

Revista de la Facultad de Vete-rinaria, 22

Revista Farmacéutica, 10

Revista Industrial y Agrícola(Tucumán), 19

Revista del Instituto de Antro-pología, 24

214

8/7/2019 Babini, Jose - Historia de La Ciencia Argentina

http://slidepdf.com/reader/full/babini-jose-historia-de-la-ciencia-argentina 202/202

Revista del Instituto Bacterio-lógico, 22

Revista del Jardín Zoológico(Buenos Aires), 11

Revista del Laboratorio de His-tología Normal y Patológica,22

Revista Matemática, 18

Revista de Matemáticas, 18

Revista de Matemáticas ele-mentales, 10, 18

Revista de Matemáticas y Físi-ca elementales, 18

Revista minera, 23

R i t d l M d L Pl t

Revista técnica, 17

Revista de la Unión Matemáti-ca Argentina, 18, 19

Revista de la Universidad de

Buenos Aires, 10, 16

Revista de la Universidad Na-cional de Córdoba, 10

Revista. Universidad de Tucu-mán. Serie A. Matemáticasy física teórica, 18, 19

Revista zootécnica, 22

Semanario de Agricultura, In-dustria y Comercio, 5, 7