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BANG, BANG... CRÓNICA EXPLOSIVA SOBRE ARMAS Y DISPAROS Magda Hernández M. Son las 8 de la noche. El bar está atestado de gente. La música alta y las palabras escupidas a gritos se entremezclan de una conversación a otra. El hombre está de pie, en una esquina junto a la barra. Su abrigo azul cuelga de un perchero en la pared. Toma -como siempre- una cerveza Corona mientras, inevitablemente, se mueve de un lado a otro, intentando no obstruir el paso. Es difícil, el espacio es pequeño y su cuerpo muy grande. El bar es como su segundo hogar: todos los días, tras pasar 10 horas en la armería en la que trabaja, pasa a comer y se toma un par de cevezas, luego, viaja hasta su casa en Avellaneda. El hombre saca del bolsillo de la camisa un objeto metálico, aplastado, con un indeterminado color que fluctúa entre el dorado, el plateado y un ligero rosa y lo apoya sobre la barra de madera. El objeto brilla bajo la luz de tugsteno. -Sólo con verla te puedo decir el calibre. Esta es de una 22. La sacaron del agujero que quedó en la pared. Parece que el tipo estaba borracho, peleando con su novia. Todas las armas tienen en el cañon unas vetas que se marcan en la bala al disparar, es la huella digital del arma, así la podés identificar. Estadísticas mundiales: en el mundo muere una persona por minuto como consecuencia de la acción de un arma de fuego. Existen 639 millones de armas pequeñas circulando en el planeta, o lo que es igual, hay un arma cada 11 personas. Cada año, la industria armamentista produce 8 millones de armas nuevas. En lo que va corrido de este texto, una persona ha muerto víctima de un disparo. El hombre que toma cerveza en el bar se llama Martín. Lleva la barba recortada de manera prolija, un candado perfecto alrededor de su boca extendiéndose, en cuidado ángulo de 90 grados, hasta unirse con sus patillas. El pelo corto, las cejas pobladas. -Cuando era niño, yo tenía muchos amigos que los papás pertenecían a alguna fuerza, al ejército, a la aviación. Entonces se sobreentendía que en alguna casa podría haber un arma. Mi mamá siempre me dijo “si algún día vas a la casa de un amiguito y el papá del amiguito tiene un arma y el amiguito la agarra, vos te vas, te venís para casa”. Un día me cae una revista donde explicaban el material bélico de la segunda guerra mudial. Como a mi ya me gustaba la historia yo agarré y me la aprendí toda. Empecé a comprar libros de historia bélica, desde la guerra napoleónica hasta el golfo. Yo era un pendejito que

Bang Bang Historias de Armas y Disparos (crónica)

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Crónica periodística sobre coleccionistas de armas.

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  • BANG, BANG... CRNICA EXPLOSIVA SOBRE ARMAS Y DISPAROS Magda Hernndez M.

    Son las 8 de la noche. El bar est atestado de gente. La msica alta y las palabras escupidas a gritos se

    entremezclan de una conversacin a otra. El hombre est de pie, en una esquina junto a la barra. Su

    abrigo azul cuelga de un perchero en la pared. Toma -como siempre- una cerveza Corona mientras,

    inevitablemente, se mueve de un lado a otro, intentando no obstruir el paso. Es difcil, el espacio es

    pequeo y su cuerpo muy grande. El bar es como su segundo hogar: todos los das, tras pasar 10 horas

    en la armera en la que trabaja, pasa a comer y se toma un par de cevezas, luego, viaja hasta su casa en

    Avellaneda. El hombre saca del bolsillo de la camisa un objeto metlico, aplastado, con un

    indeterminado color que flucta entre el dorado, el plateado y un ligero rosa y lo apoya sobre la barra

    de madera. El objeto brilla bajo la luz de tugsteno.

    -Slo con verla te puedo decir el calibre. Esta es de una 22. La sacaron del agujero que qued en la

    pared. Parece que el tipo estaba borracho, peleando con su novia. Todas las armas tienen en el caon

    unas vetas que se marcan en la bala al disparar, es la huella digital del arma, as la pods identificar.

    Estadsticas mundiales: en el mundo muere una persona por minuto como consecuencia de la accin de

    un arma de fuego. Existen 639 millones de armas pequeas circulando en el planeta, o lo que es igual,

    hay un arma cada 11 personas. Cada ao, la industria armamentista produce 8 millones de armas

    nuevas. En lo que va corrido de este texto, una persona ha muerto vctima de un disparo.

    El hombre que toma cerveza en el bar se llama Martn. Lleva la barba recortada de manera prolija, un

    candado perfecto alrededor de su boca extendindose, en cuidado ngulo de 90 grados, hasta unirse con

    sus patillas. El pelo corto, las cejas pobladas.

    -Cuando era nio, yo tena muchos amigos que los paps pertenecan a alguna fuerza, al ejrcito, a la

    aviacin. Entonces se sobreentenda que en alguna casa podra haber un arma. Mi mam siempre me

    dijo si algn da vas a la casa de un amiguito y el pap del amiguito tiene un arma y el amiguito la

    agarra, vos te vas, te vens para casa. Un da me cae una revista donde explicaban el material blico de

    la segunda guerra mudial. Como a mi ya me gustaba la historia yo agarr y me la aprend toda. Empec

    a comprar libros de historia blica, desde la guerra napolenica hasta el golfo. Yo era un pendejito que

  • lea cosas de raro.

    Tras graduarse de la secundaria, empez a estudiar historia en la UBA pero nunca se gradu. Las

    armas, que haban sido hasta ese momento un pasatiempo, se convirtieron en una obsesin, una forma

    de vida. Su madre se empez a preocupar.

    -En mi casa nadie tena armas, a nadie le gustaban, en un momento pens como puede ser, es

    extremista, tiene odio.

    Martn se recibi como experto en armamento en la Universidad Tecnolgica Nacional de Avellaneda.

    Se hizo perito balstico e instructor de tiro. Su primer arma la hered de su abuelo. Empez a comprar

    ms. Pronto, la coleccin creci en proporciones impensables: 470 en total.

    -Tuve que conseguir una puerta de bveda, de esas metlicas. Por suerte, el pap de un amigo tena una

    en su negocio, iba a cerrar y no saba qu hacer con eso. Me dijo, yo te la regalo Martn, pero vos te

    encargs de transportarla. As que tuve que conseguir una gra gigante y el permiso del vecino de la

    casa de atrs para meterla, romper la pared del patio.

    Martn tiene un aspecto irremediablemente intimidante para un desconocido: con su metro noventa de

    estatura y sus 110 kilos de peso, cuando va a un boliche los guardias de seguridad suelen saludarlo con

    cordialidad, como quien quiere evitarse problemas con este hombre grande. Slo quienes lo conocen

    saben que es una persona tranquila, no le gustan los problemas, slo las armas.

    En una de sus fotos del facebook se puede ver a Martn alrededor de los 14 aos: a un lado, su maestra

    alcanza la altura de su hombro; delante de l un sonriente compaero de pelo tipo honguito apenas le

    llega al pecho; a su espalda, seis nios, subidos sobre sillas, le igualan en estatura.

    -Yo era un chico de 15 y meda 1,80. Era un monstrito.

    -Y no eras medio malo, no le pegabas a los chiquitos?

    -En base a mi experiencia te digo, el chiquito es el malo. El chiquito es problemtico y pendenciero. El

    grandote te grue, te mira y ya. En 31 aos me peli slo una vez y fue muy breve.

  • -Quin gan?.

    -Yo, obvio. Le pegu una pia y el flaco se desmay. El susto... yo me dije, nunca ms le pego a nadie.

    Jugu al rugby, me lesiono y me puse a estudiar historia. Y de ah me vinculo al tiro. Empiezo a

    practicar carabina 22, que es sper deportivo. Habr empezado a los 18 aos. Ah me di cuenta que esto

    me gusta. Y luego la reflexin interna: si le tanto de la guerra y s que la guerra no es buena, habiendo

    ledo mucho sobre los factores que llevan a la guerra, cmo me puede gustar esto?

    Armas y muerte

    Segn datos del Ministerio de Salud de la Nacin, en el ao 2011 se produjeron 2438 muertes por

    armas de fuego en todo el pas, 845 de los cuales se generaron en situaciones de agresin. La Direccin

    general de Investigaciones de la Corte Suprema de Justicia afirma que, slo en la ciudad de Buenos

    Aires durante el 2011, se produjeron 190 homicidios dolosos, el 58% de los cuales (110) involucr un

    arma de fuego.

    Pero, a pesar de todas las cifras y datos que se acumulan ao tras ao, a veces un solo hecho sirve para

    cambiar el estado de las cosas. En el 2006 fue el caso Marcenac. El 6 de julio de ese ao, un joven

    caminaba con sus amigos por la Avenida Cabildo, eran las cinco de la tarde. De pronto, en medio de la

    multitud, un hombre gira sobre sus pasos y empieza a disparar indiscriminadamente. Siete personas

    caen heridas, una de ellas -un joven de 18 aos- muere en el hospital. Das despus es capturado Martn

    Ros -un usuario con autorizacin para el uso de armas de fuego otorgada por el RENAR (Registro

    Nacional de Armas)-. El caso conmovi a la opinin pblica, encendiendo un viejo debate: deben los

    civiles estar armados? Ms armas de fuego en circulacin equivale a ms muertes violentas? O acaso,

    como afirman muchos, las personas tienen el legtimo derecho a armarse y usar sus armas para

    defenderse en caso de agresin? Pero esta vez, al calor de la discusin se gestaron leyes: e l 11 de enero

    de 2007 el gobierno promulg el estado de emergencia nacional durante un ao, implicando todos los

    aspectos concernientes a las armas de fuego, municiones y explosivos (tenencia, fabricacin,

    importacin, exportacin, transporte, depsito, almacenamiento, trnsito internacional, registracin,

    donacin, comodato y compraventa). A partir de esta promulgacin, se puso en marcha el Programa

    Nacional de Entrega Voluntaria de Armas de Fuego (con el fin de reducir la circulacin de armas en

    manos de civiles, propiciando -mediante un estmulo econmico- su entrega de forma voluntaria y

    annima), se implement el fortalecimiento del RENAR (Registro Nacional de Armas ) y se generaron

    campaas para desestimular el uso de armas, incluyendo las imitaciones y los juguetes blicos.

  • Seis aos despus, a principios del 2013, Argentina fue uno de los 154 pases que votaron en la

    asamblea de la ONU a favor de la implementacin de un Tratado sobre el Comercio de Armas (TCA)

    de carcter mundial, que permitir restringir el comercio, sobre todo en zonas de conflicto. Durante la

    votacin se presentaron 23 abstenciones y slo 3 votos en contra.

    Pero, en contrava de los esfuerzos estatales, son muchos los argentinos que -por diversas razones-

    aman las armas: en la actualidad, un total de 817,239 usuarios individuales registrados por el RENAR

    tienen en su poder 1.261,758 armas. Se calcula, adems, que por cada arma registrada circula una de

    manera ilegal. Esta informacin, no dista demasiado de los datos estadsticos existentes antes de la

    implementacin de las polticas de desarme: en el 2006, 700.000 personas declararon al RENAR la

    posesin de 1 milln de armas. Es decir, que pese a todos los esfuerzos y a la recoleccin de 148,150

    armas de fuego desde la implementacin de la ley, el nmero de usuarios legtimos de armas no slo se

    ha mantenido, sino que se ha incrementado en un 16%.

    Segn la Direccin Nacional de poltica criminal, organismo adscrito al Ministerio de Seguridad de la

    Nacin, en la actualidad el 12% de los hogares de Buenos Aires posee un arma. El 50% afirma que la

    tienen por proteccin, siendo este uno de los principales argumentos esgrimidos a favor, seguido por su

    uso recreativo (tiro deportivo, cacera) y el coleccionismo. Pero poseer un arma en Argentina no es

    tarea fcil.

    Un arma para la dama y el caballero.

    En la calle Paran se encuentra el lugar de trabajo de Martn, una tienda en donde adems de carpas,

    mochilas y caas de pescar, se pueden adquirir cuchillos, revlveres, escopetas y municiones. Al fondo

    del local -delante de una fila de armas alineadas, los caones apuntando hacia el techo- se encuentra

    Martn, con una camisa camuflada verde.

    -Lstima que no hubieras llegado antes, hace un rato vino un hombre, con su mujer embarazada, te

    muestro lo que compr.

    Saca un fusil Sniper de 1,50 metros de largo, ntegramente negro, con una pequea placa en un costado

    Made in Czech republic. Cal 380.

    -Con esto te garantizo que le das a una moneda de 5 centavos a 300 metros.

  • -Cunto puede costar un arma? La ms barata.

    - Algo baratico para la dama o el caballero... calculale que vas a gastar entre 3,000 y 5,000.

    -Y puedo comprar el arma que yo quiera?

    -La ley tiene pautas y dice qu arma puede comprar una persona. Son cuestiones muy tcnicas pero

    siempre est pautado un mximo. Se puede comprar escopetas, de determinado largo pero hasta un

    punto porque si no se convierte en ilegal. Vos no pods comprar una ametralladora.

    Segn la informacin suministrada por el RENAR, las armas de fuego se dividen en dos categoras: las

    armas de puo o cortas (pistolas, revlveres y pistolones) y las armas de hombro o largas (fusiles,

    carabinas y escopetas). El dimetro de la bala o calibre se puede expresar en milmetros, fracciones de

    pulgada o en unidades absolutas, y es a partir de este que se define si un arma puede ser de uso civil,

    de uso civil condicional en caso de estado de guerra o de uso exclusivo para las instituciones armadas.

    -Cmo controls que el que tenga un arma no es un loco, que vaya y mate gente con eso?.

    -No se puede. Sabs porque no se puede? Por el mismo hecho de que nunca vas a saber quin carajo

    va a conducir un coche ebrio, qu mujer va a matar al amante de su marido con un cuchillo de cocina.

    Porque eso no se puede saber. Ahora s, hay lgica y hay regulaciones donde la gente tiene que obtener

    un permiso, tiene que calificar con pruebas muy rigurosas. Tener armas est prohibido, salvo que seas

    legtimo usuario, para eso vos tens que calificar. El instructor te va a evaluar a vos y te puede decir

    mir, no creo que sea lo tuyo, fijate y no te ensea ms. Pero si hacs el curso, despus tens que

    presentar en el RENAR el apto fsico, el apto psicolgico, los antecedentes penales.

    Una vez que tens un permiso de legtimo usuario vas a una armera, mostrs la credencial, vas a elegir,

    llenar un formulario. Compraste el arma, la pagaste y con todos tus datos, se habilita un sistema, donde

    esa armera informa que vas a comprar un arma. Ah se inicia una solicitud de trmite que necesita la

    aprobacin del RENAR.

    La ley es estricta o al menos eso parece.

    Una aficin escondida

  • Adems de experto armero, experto en balstica, instructor de tiro y coleccionista, Martn es inventor.

    Ha desarrollado cuatro patentes, todas relacionadas con armas. Una de estas -un silenciador producido

    integramente de plstico, una idea que abaratara considerablemente los costos de produccin pero que

    no pudo implementar en ninguna industria argentina- se desarrolla actualmente en Alemania. Muchos

    de sus vecinos no saben de su aficin y ni siquiera sospechan que en su vieja casa de Avellaneda

    -herencia de su abuela, refaccionada con sus propias manos y que hoy comparte con su madre- se

    esconde un verdadero arsenal. l lo prefiere as.

    -Una vez me hicieron una cmara oculta de canal 2. Fueron a la armera a la que trabajo dos chicos y

    me pidieron balas y a la hora de pagar les pido la credencial de legtimo usuario y me dicen: cul

    credencial? Me recalent. Y luego me sacaron por televisin, como ejemplo positivo, pero igual todo el

    mundo me empez a llamar: Martn, qu hiciste? Yo les hice juicio porque ni me difuminaron la cara

    ni nada.

    Otros amantes de las armas coinciden con Martn. La suya es una aficin casi secreta, un mundo

    cerrado que slo comentan con otros aficionados. Son conscientes de que muchos no ven con buenos

    ojos su pasin, no la comprenden. Emiliano Carulla tiene 24 aos y estudia derecho. Sentado en el

    restaurante del polgono de la calle Piedras, en San Telmo, muestra una amplia sonrisa bajo unos

    grandes lentes de sol. Una sesin de tiro es todo lo que necesita para sacar toda la adrenalina de su

    cuerpo. En su casa siempre hay un arma. Vive en Avellaneda y cada vez que puede, algunas veces antes

    de ir a clase, pasa por el polgono, a unas pocas cuadras de su universidad.

    -Mis amigos no saben que tengo armas, yo prefiero que sea as, que no parezca ni nada, para evitar

    problemas. Hoy en da, como estn las cosas, tens que tener un arma, para poder defenderte. Mir si

    alguien le quiere hacer algo a mi novia o si ests guardando el auto en el garaje y viene alguien y te

    quiere afanar. Vos tens el arma en la guantera del auto y la uss, te defends.

    Pero la pregunta sobre los lmites de la legtima defensa sigue resonando.

    -A mi me gusta hacer el ejercicio de pensar mal- dice Martn. -Yo tengo un arma, alguien atenta contra

    mi vida, yo cmo no me voy a defender, por todos los medios que tenga a mano, as sea con un ladrillo

    y partindoselo en la cabeza. Si el tipo est agrediendo tu vida para qu le vas a disparar en una

    pierna? Si la persona tiene un arma, un disparo en una pierna cunto la incapacita de seguir disparando

  • contra vos y contra tu vida o tu familia? Desde el punto de vista que yo lo veo, se me complica mucho

    unir un arma con una actividad violenta, porque yo no soy as. Para mi va por una cuestin de un

    deporte y por el otro lado desde el punto de vista del coleccionista de armas antiguas. Yo no lo puedo

    unir al marginal que te saca un arma en una esquina. Me cuesta mucho. Porque yo entiendo que ah el

    nexo diferencial no es el arma, es la persona. Lo diferente es la intencin.

    Tras la conversacin y un caf doble, sin azcar, Martn agarra su mochila verde camuflada y camina

    hacia el fondo del restaurante, saludando a tres hombres mayores que hablan en la barra. Pasa frente un

    arma envejecida, colgada de la pared dentro de una urna de cristal.

    -Este es un fusil Remington, usado en la Campaa del desierto.

    Un fusil, contra las armas primitivas de los indios, brind una rpida ventaja a las tropas roquistas.

    Paradojas de la historia, pronto esta arma, usada en un exterminio que permiti expandir las fronteras

    territoriales, sera conocida como el Modelo Argentino o Remington Patria. Justo en este punto resulta

    difcil separar al arma de la intencin del hombre que se par tras ella.

    Preparen, apunten...

    El polgono se encuentra en el subsuelo del restaurante de la calle Piedras. El instructor de tiro, un

    hombre de 1,90 metros, de grandes hombros rectos, cabeza totalmente rapada y vestido integramente

    de negro, est sentado en un pequeo escritorio fuera de las cabinas de tiro.

    -Esto no es un juego, hay cuestiones de seguridad que hay que respetar, porque si vos has estado en la

    lleca sabs que esto no es slo un juego. Pero aqu lo tomamos como una diversin, la gente viene y se

    relaja. Yo he trabajado como custodio y ah la cosa es diferente, entends lo que un arma puede hacer,

    arriesgs la vida. Pero ac es otra cosa. Un sbado pueden venir unas 50 personas, hacen unos tiros y se

    van. Al que le interesa yo le enseo lo bsico, la seguridad, las normas para manejar un arma.

    -Es lo que yo te digo -dice Martn. -Pero la gente se piensa que porque te gustan las armas sos un loco o

    vas a ir a matar a alguien. Viste ese aviso que hay yendo para Quilmes?- pregunta.

    -No, cul?- responde el instructor de tiro.

  • -Ese que dice, algo as como un arma menos es una muerte menos, las cosas no son as, es mentira.

    Es martes en la tarde y, tal vez debido al horario, slo hay un hombre -de camisa y corbata- disparando

    con un arma semiautomtica. El hombre viene casi todos los das al polgono y no dispara menos de

    100 balas en cada sesin. A veces lo acompaa su esposa, una mujer rubia y esbelta, quien llega en

    tacones altos y tambin dispara. El tiro no es una aficin para todos. Una caja de balas, dependiendo de

    su calibre y calidad, puede llegar a costar $300. La sesin de tiro del hombre de camisa y corbata puede

    costar unos $600 de balas, sin contar el valor a pagar por el uso del polgono.

    -Lo primero es la seguridad, la pistola siempre debe estar apuntando hacia el frente... -Tas, tas. El ruido

    de la pistola semiautomtica a la derecha es ensordecedor- ... hacia la zona de tiro. Nunca te girs con

    ella, la dejs aqu apoyada... -Tas, tas. El espacio cerrado hacer reverberar fuertemente el sonido- ... la

    agarrs as y mantenes el ndice alejado del gatillo, apuntas y ah bajs el dedo. Tens que estar

    relajado, muy relajado y respirar, as va a ser menor el impacto, lo vas a intentar?

    El ruido producido por los disparos es tan alto que los tiradores se ven obligados a usar grandes

    auriculares de proteccin que cubren sus orejas. Entra un hombre alto y desgarbado, vestido con

    pantalones verde militar y una remera negra. Martn lo saluda, hablan de municiones y calibres. El

    recin llegado es turco y dispara un arma de mayor envergadura, un fusil. Los boquerones sobre el

    blanco son del tamao de un puo.

    En el suelo, hay un blanco ya usado: en vez de la tradicional silueta roja o negra, el dibujo representa a

    una mujer con un arma apuntando a su cara, sostenida por el cuello por un hombre con el rostro

    cubierto. El hombre del dibujo tiene tres agujeros en su frente y unos cuantos ms en la mano que

    sostiene el arma.

    -Voy a hacerte una carita feliz.

    Martn recarga el tambor de la pistola, cinco balas por recarga. Sus movimientos tienen la precisin

    otorgada por aos de prctica. Tras los sucesivos disparos, 10 en total, hay dos ojos, una nariz, una

    boca torcida a la altura del cuello y un par de agujeros en la sien derecha.

    -No le pude hacer la sonrisa., pero la idea es esta, ir agrupando los disparos. Pods disparar un poco

  • ms arriba o abajo, que es la diferencia entre que le des en el cuello, en el estmago o en la cadera, pero

    lo ideal es que no se te vayan para los lados y que estn todos juntos. Si apunts a la cadera es un buen

    punto para disparar porque, adems de que es una zona amplia, el hueso del coxis es curvo, as que la

    bala sube.

    Sesenta disparos despus, la silueta exhibe agujeros adicionales en la parte baja del pecho, la cadera y

    cerca del codo izquierdo.

    -Lo vas a intentar?

    Instrucciones para disparar un arma.

    Las piernas separadas, a un poco ms del ancho de las caderas. Los pies en un ngulo un poco menor a

    los 90 grados, en un punto que brinde suficiente estabilidad al cuerpo. La mano que empua el arma, la

    derecha en este caso, estirada, con el dedo indice extendido, alejado del gatillo hasta el momento final.

    La mano izquierda envuelve a la que empua, generando soporte. Los pulgares juntos alrededor del

    mango. El arma es un revlver Tauros calibre 38, la empuadura de un material sinttico negro, el resto

    -el can, el gatillo, el tambor- metlicos, brillantes. Con el pulgar izquierdo se baja el martillo, en un

    movimiento que puede parecer simple a los ojos de un inexperto pero que necesita de la fuerza

    necesaria para lograr la aparicin de un pequeo clic que indica que ahora el revlver est cargado,

    listo para ser disparado. Luego es necesario alinear el punto de mira -un pequeo tabique metlico

    ubicado en el extremo del can- con una muesca que se encuentra al final de este.

    -Dale, tirs la primera vez y vas a ver que no es complicado, relajate, respir.

    Con el objetivo asegurado, el ndice derecho se apoya con fuerza en el gatillo.... bang. Una breve

    explosin blancoazulada resplandece sobre el can. El olor a plvora se extiende. La bala Winchester

    calibre 38 alcanza una velocidad apenas menor a la del sonido. El trayecto dura un centsima de

    segundo, un poco menos que un parpadeo. El blanco est herido.

    Eplogo: las armas y la fuerza.

    En el Predio La Rural, durante nueve das del mes de agosto, se llev a cabo la 22 Feria de caza,

    pesca, tiro deportivo, cuchillera, coleccionismo y outdoor. El abanico de ofertas fue muy variado:

    quesos y fiambres artesanales, campings y casas rodantes de ltima tecnologa, botes y finas caas de

  • pescar que se extienden como agujas gigantes. Pero los pasillo centrales estn repletos de armas:

    katanas japonesas alineadas con delicadeza; dagas y cuchillos extendidos en abanico; escopetas,

    revlveres y fusiles exhibidos en vitrinas de vidrio o colgados de las paredes de los stands; arcos y

    flechas; viejos radares del ejrcito y radios de comunicacin; granadas exhibidas como frutas; un puma

    taxidermizado en medio del salto; cabezas de antlopes con ojos de vidrio y un len de melena

    despeinada; una familia de venados que observa a los paseantes desde un bosque de plstico. Kill em

    all grita una bandera negra con una calavera de ojos sanguinolentos, Apocalypsis Gun responde un

    letrero en tono proftico.Todo parece redundar en torno a la fuerza, la posibilidad latente de tener el

    poder en la palma de la mano, de usarlo hasta sus ltimas consecuencias. Simone Weil en su texto La

    Iliada o el poema de la fuerza habla del uso de la fuerza que termina por cosificar al sujeto que la sufre.

    La cosificacin mxima, resulta evidente, es la muerte.