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Jueves, 06 de abril, 2006 - AÑO 7 - Nº2153 (Diario La República) PARA EL DIRECTOR ESPOSITO SU HABILITACION IMPLICA UN RETROCESO A LA PREHISTORIA Intendencia no admitirá la construcción de barrios privados en todo Montevideo * El director de Espacios Públicos y Edificaciones de la Intenden Municipal de Montevideo, Daniel Espósito, advirtió que la comuna no habilitará en ninguna parte del departamento construcción de barrios privados, amurallados. "Si lo hiciéra sería como volver a la prehistoria", acotó. Por el c anunció el interés de inversores en la construcción de hotele cinco estrella y de torres en distintos puntos de la ciudad. El director municipal Daniel Espósito sostuvo que la IMM no permitirá Montevideo de barrios cerrados y amurallados. La Intendencia de Montevideo se posiciona firme respecto al plant inversor Zonamérica de pretender construir un barrio privado en l Montevideo. El argumento del municipio es que se trata de un área es intención impedir la extención de la mancha urbana en la ciuda autoridades no comparten la instauración de barrios privados, por que fomenta la segregación social. El director municipal Daniel Espósito sostuvo que la IMM no permi construcción en ninguna parte de Montevideo de barrios cerrados y Acotó que la Intendencia de Canelones habilitó esta opción permit existe una normativa impulsada por el Poder Ejecutivo del segundo Julio María Sanguinetti. Sin embargo, Espósito dijo que estos emprendimientos no tuvieron esperado. Aclaró que en Montevideo no se permitirá su creación, "porque ser a la prehistoria", y recordó las fallidas experiencias en Argenti Brasil, con una consecuente segregación social. Dijo que en cambi Canelones, por haber tenido una política liberal en el gobierno d Hackenbruch, se llevó a que el departamento no sea viable, desde vista urbano. Espósito advirtió que el intendente Marcos Carámbula "va a tener mago para equilibrar urbana y financieramente a la Intendencia qu El diputado nacionalista y ex candidato a la intendencia por Mont García señaló que por una concepción ideológica, la IMM niega que montevideanos se favorezcan con una inversión de U$S 480 millones refutó que no se habilita la construcción del barrio privado "no concepción ideológica, sino por un concepto de ciudad." 1

Barrios Cerrados

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Jueves, 06 de abril, 2006 - AO 7 - N2153 (Diario La Repblica)

PARA EL DIRECTOR ESPOSITO SU HABILITACION IMPLICA UN RETROCESO A LA PREHISTORIA

Intendencia no admitir la construccin de barrios privados en todo Montevideo* El director de Espacios Pblicos y Edificaciones de la Intendencia Municipal de Montevideo, Daniel Espsito, advirti que la comuna no habilitar en ninguna parte del departamento la construccin de barrios privados, amurallados. "Si lo hiciramos sera como volver a la prehistoria", acot. Por el contrario, anunci el inters de inversores en la construccin de hoteles cinco estrella y de torres en distintos puntos de la ciudad. El director municipal Daniel Espsito sostuvo que la IMM no permitir la construccin en Montevideo de barrios cerrados y amurallados. La Intendencia de Montevideo se posiciona firme respecto al planteo del grupo inversor Zonamrica de pretender construir un barrio privado en la zona este de Montevideo. El argumento del municipio es que se trata de un rea rural, y que es intencin impedir la extencin de la mancha urbana en la ciudad. Adems, las autoridades no comparten la instauracin de barrios privados, por considerar que fomenta la segregacin social. El director municipal Daniel Espsito sostuvo que la IMM no permitir la construccin en ninguna parte de Montevideo de barrios cerrados y amurallado. Acot que la Intendencia de Canelones habilit esta opcin permitida porque existe una normativa impulsada por el Poder Ejecutivo del segundo gobierno de Julio Mara Sanguinetti. Sin embargo, Espsito dijo que estos emprendimientos no tuvieron el resultado esperado. Aclar que en Montevideo no se permitir su creacin, "porque sera como volver a la prehistoria", y record las fallidas experiencias en Argentina, Venezuela y Brasil, con una consecuente segregacin social. Dijo que en cambio, en Canelones, por haber tenido una poltica liberal en el gobierno de Tabar Hackenbruch, se llev a que el departamento no sea viable, desde el punto de vista urbano. Espsito advirti que el intendente Marcos Carmbula "va a tener que ser un mago para equilibrar urbana y financieramente a la Intendencia que dirige". El diputado nacionalista y ex candidato a la intendencia por Montevideo, Javier Garca seal que por una concepcin ideolgica, la IMM niega que los montevideanos se favorezcan con una inversin de U$S 480 millones. Espsito refut que no se habilita la construccin del barrio privado "no por una concepcin ideolgica, sino por un concepto de ciudad." 1

Seal que no estn dispuestos a cambiar el uso del suelo, con destino rural, para favorecer la especulacin inmobiliaria. Respondi a los argumentos de que el proyecto conlleva una inversin millonaria, diciendo que "esta inversin es fantasa, es disneylandia." Aclar que ms all de no estar de acuerdo con la instauracin de un barrio privado, el municipio s podra habilitar el proyecto Lumina, tambin perteneciente a Zonamrica, destinado al desarrollo de la exportacin del sofware. El jerarca aclar que la IMM recibi numerosas propuestas de inversin en la construccin de torres y hoteles cinco estrellas por un monto de unos U$S 400 millones, "en lugares que la ciudad admite." *

MIEDO - BARRIOS PRIVADOS EN URUGUAY - URUGUAY -

Barrios Privados: miedo, estigma, resentimiento*Amir Hamed Es evidente que los barrios montevideanos ya no son los que acostumbraban. Paulatina pero sostenidamente han comenzado a ghettizarse, por un lado, y a fortificarse por otro. Tal vez el punto de inflexin de esta metamorfosis se diera en los aos 70, con la tugurizacin del centro de la ciudad, que era un centro a la vez administrativo, comercial, y social. Hasta entonces, la vida ciudadana conflua en el centro -incluso exista una etiqueta, un vestuario, que sealaba que los montevideanos, cuando iban al centro, se dirigan a un punto urbano cargado de ritualidad. Por contrapartida, en los barrios de composicin heterognea se daba una vida no ritualizada. Eran un espacio de interaccin (lo mismo que suceda en la educacin primaria y secundaria pblica) entre indiviuos

El novelista aristcrata, metamorfoseado en un suizo Humbert Humbert, confrontado a la cegadora ordinariez de Loly Haze, logr rescatar al pedfilo semienterrado en Pars y, pulcramente, ir destilando en cientos de pginas el ergon de la lolita

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de extraccin diferente. Progresivamente se ha verificado un desplazamiento de la vida urbana, que ha comenzado a encerrarse en los barrios. Esto se ha dado por intereses del capital, por el aumento de servicios, pero tambin por la creciente inequidad que enfrenta el pas y que ha hecho carne en la vida urbana. Al mismo tiempo, en los barrios ha ido desapareciendo la interaccin entre las distintas clases, y, por el contrario, de manera creciente, estn marcando la separacin en clases estancas. La interaccin, que antes se daba en distintos puntos de la ciudad, se ha ido limitando al barrio (y ste, a su turno, ha testimoniado la homogeneizacin de sus residentes). Por un lado, los marginados; por otro, los que se autoexcluyen en zonas residenciales privadas y cercan de rejas sus casas. La territorializacin (y tribalizacin) que ganaron terreno a los viejos modos de intercambio responden sin duda a que, junto con la desigualdad, han crecido la violencia y la inseguiridad en la vida urbana. Pero, independientemente de su necesidad, no cabe duda de que tanto ghetto como rejas, adems de emblema, son catalizadores de este cambio. Consignar este hecho no implica melancola ni por el abandonado centro de la ciudad ni por la grisura mesocrtica que serva para ocultar las diferencias. Implica por el contrario que, del modo que se est gestionando, la exhibicin de la desigualdad no est favoreciendo la interaccin en diferencia (que sera el elemento cultural y socialmente enriquecedor). Ghetto y rejas son la contracara de una centrifugacin, que tiene aceleracin propia y que, vaciando el centro (no urbano sino institucional) y debilitando eso que llaman entramado social - del modo que lo est haciendo - slo pueden conducir al miedo, al estigma y al resentimiento.Una versin de este artculo se puede encontrar en Hamed, Amir, 1999. "Cmo narramos el desarrollo humano: algunas reflexiones para el caso de Uruguay", documento solicitado para el Informe de Desarrollo Humano 1999, Montevideo, PNUD.

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BARRIOS CERRADOS Y SEGREGACIN SOCIAL URBANA Sonia Roitman University College London, Reino Unido Barrios cerrados y segregacin social urbana (Resumen) La aparicin de barrios cerrados constituye un fenmeno urbano que ha tomado gran relevancia en las ltimas dcadas en diversos pases. El origen de los barrios cerrados est asociado a diversas causas, siendo la violencia urbana y la inseguridad las ms importantes en la actualidad. Sin embargo, para lograr una visin ms acabada de este fenmeno es importante considerar no slo las causas que dieron origen a estos emprendimientos urbanos, sino tambin las consecuencias, principalmente en trminos del tejido social y del proceso de segregacin social urbana que est implcito en su desarrollo. Palabras clave: barrios cerrados, segregacin social urbana, inseguridad urbana. La aparicin de barrios cerrados constituye un fenmeno urbano que ha tomado gran relevancia en las ltimas dcadas en diversos pases. Tal es el caso de los pases de Amrica Latina, donde estos nuevos emprendimientos se encuentran 4

muy relacionados con un proceso de polarizacin social que se torna cada vez ms evidente. El origen de los barrios cerrados est asociado a diversas causas, siendo la violencia y la inseguridad urbana las ms importantes en la actualidad. Sin embargo, para lograr una visin ms acabada de este fenmeno es importante considerar no slo las causas que dieron origen a estos emprendimientos urbanos, sino tambin las consecuencias, principalmente en trminos del tejido social y del proceso de segregacin social urbana que est implcito en su desarrollo. El presente trabajo busca echar luz sobre las caractersticas que distinguen a los barrios cerrados como fenmeno residencial emergente para los sectores medios-altos y altos de la sociedad. Asimismo, se los analiza dentro del marco del proceso de segregacin y fragmentacin de la ciudad. Finalmente, se analiza lo ocurrido en Argentina, especficamente en el rea Metropolitana de Mendoza, donde los barrios cerrados se han multiplicado en los ltimos aos dando respuesta a una demanda de mayor seguridad por parte de grupos sociales medios y medio-altos.

Conceptualizacin de los barrios cerrados Los barrios cerrados[1] son reas residenciales cerradas por muros y barreras que cuentan con vigilancia las 24 horas del da. Los dispositivos de seguridad impiden el libre acceso a ellos por parte de los no residentes. Estos nuevos emprendimientos urbanos han sido diseados con la intencin de proveer seguridad a sus residentes y prevenir la entrada de personas desconocidas a los mismos. La privatizacin del espacio urbano, anteriormente pblico, es lo que los distingue como nuevo fenmeno residencial urbano. Esta privatizacin se encuentra avalada por legislacin ad-hoc1. La mayora de ellos est situada en las reas suburbanas, donde hay tierra disponible para la realizacin de este tipo de emprendimientos. Esto ha generado un importante cambio en los patrones de uso del suelo urbano, ya que anteriormente eran los barrios construidos con subsidios estatales, destinados a

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ad hoc. (Loc. lat. ; literalmente , 'para esto'). U. para referirse a lo que se dice o hace solo para un fin determinado.

expr.

|| 2. loc. adj. Adecuado, apropiado, dispuesto especialmente para un fin.

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los grupos sociales de menores ingresos, los que se ubicaban en la periferia de la ciudad. Por otra parte, los barrios cerrados generalmente se encuentran ubicados cerca de vas rpidas de circulacin para facilitar el desplazamiento desde el lugar de residencia hacia las reas centrales de la ciudad donde se desarrollan las actividades cotidianas. Asimismo, al estar localizados en zonas perifricas de la ciudad, en muchas ocasiones, los barrios cerrados se encuentran cerca de villas inestables, lo que hace que los contrastes sociales se tornen ms evidentes. Los barrios cerrados no estn dirigidos hacia un grupo socioeconmico homogneo. Sin embargo, en el caso de los pases latinoamericanos, generalmente sus residentes pertenecen a los sectores sociales medio-altos y altos y, finalmente, se trata de ambientes bastante homogneos. Por otra parte, los barrios cerrados tampoco constituyen un producto homogneo. La primera gran divisin que debe realizarse es la que distingue los barrios cerrados, de los countries o clubes de campo y de las chacras. Los primeros son urbanizaciones cerradas, de tamao variable, cuyo principal rasgo es la vigilancia y seguridad permanente. En algunos casos, pueden existir dependencias de uso colectivo, tales como club-house o instalaciones deportivas (gimnasio, piscina y canchas de tenis), pero ellas no constituyen el elemento esencial de estos conjuntos. Los clubes de campo se caracterizan, por el contrario, por las destacadas instalaciones deportivas que poseen, convirtindose las actividades deportivas (principalmente polo y golf) en un eje esencial de la vida del barrio. En estos casos, el ingreso al barrio y la posibilidad de residir en l no es tan sencillo, ya que debe contarse con la membresa y la aceptacin de los dems socios. Adems, las expensas y cuotas sociales que deben abonarse hacen que la residencia en estos complejos urbanos sea ms costosa en trminos financieros que en un barrio privado. Por ltimo, las chacras son una nueva modalidad relacionada con un estilo de vida menos urbano, en donde se busca tener mayor contacto con la naturaleza y, en consecuencia, los terrenos son lo suficientemente amplios como para poder realizar pequeos cultivos en su interior. Respecto al tamao de los lotes, los barrios cerrados difieren en gran medida: aquellos destinados a los sectores medios y medio-altos cuentan con lotes amplios, pero slo los destinados a los sectores ms altos de la sociedad poseen lotes de grandes dimensiones que les permiten diferenciarse de un barrio no cerrado. Slo en estos ltimos puede lograrse un mayor contacto con la naturaleza[2]. Las murallas y los dispositivos de seguridad actan como smbolos de status y distincin. Segn algunos autores, cuanto ms segura y cerrada es la propiedad, ms alto es el status de la familia que la habita (Caldeira, 2000). Algunas personas deciden vivir en un barrio cerrado porque buscan tener relaciones ms cercanas con gente perteneciente al mismo grupo socioeconmico y, adems, buscan evitar la heterogeneidad social que suele darse en los barrios "no 6

cerrados", como as tambin, todo contacto con situaciones de pobreza y extrema miseria, tan usuales actualmente en Latinoamrica. Los barrios cerrados constituyen un verdadero proyecto inmobiliario de alta rentabilidad. La mayora es impulsada, dentro del sector privado, por desarrolladores urbanos, quienes normalmente llevan adelante diversos proyectos en diferentes localizaciones dentro de la ciudad destinados a distintos grupos socioeconmicos. Estos nuevos proyectos residenciales privatizan el espacio pblico al impedir que las calles y lugares de recreacin sean usados libremente por todo aquel que lo desee. Asimismo, los servicios y las regulaciones pblicas son reemplazados por servicios brindados por parte de empresas privadas y por reglamentaciones privadas que surgen del accionar de las asociaciones de propietarios o residentes de estos barrios cerrados. En este sentido, se trata de un nuevo estilo de gobernabilidad y de nuevas formas de control de la vida cotidiana, emanados no ya desde el Estado, sino desde los mismos individuos. Segn Lang y Danielsen (1997), una de las paradojas de los barrios cerrados es que ellos promueven no slo la desregulacin por parte del Estado sino que, por otra parte, impulsan la hiperregulacin dentro de los lmites del barrio. Esto ltimo genera algunos problemas internos en cuanto las reglas no slo se refieren al diseo de las viviendas y al entorno, sino tambin al comportamiento individual y social esperado dentro del barrio. Por otra parte, el control sobre el cumplimiento de normas de convivencia y edificacin se ve reforzado en algunos casos mediante la creacin de tribunales de faltas, conformados por los mismos residentes, que sancionan las infracciones cometidas.

Qu es lo nuevo de los barrios cerrados? Ya hemos mencionado que los barrios cerrados constituyen un nuevo fenmeno urbano. En este sentido, es til identificar cules son los elementos ms importantes que los distinguen respecto a otro tipo de emprendimiento residencial. Sus principales rasgos son los siguientes: Se encuentran rodeados o cercados por muros, puertas y rejas que son barreras fsicas. El acceso a ellos es restricto, impidiendo la entrada de los "no-queridos" (lo que es avalado por la legislacin ad-hoc) lo cual hace la segregacin social urbana ms evidente y visible. 7

Generalmente estn ubicados muy prximos a barrios pobres e incluso villas inestables, por lo que las diferencias sociales y la inequidad social se hacen evidentes. Sus habitantes buscan homogeneidad social y un estilo de vida determinado. Constituyen una solucin para algunas familias en relacin a la inseguridad urbana y la delincuencia. Privatizan el espacio pblico.

Causas de la aparicin de barrios cerrados Distintos autores han estudiado las diversas causas del surgimiento de los barrios cerrados en todo el mundo. Entre las principales pueden citarse las siguientes: El aumento de la inseguridad y la violencia urbana y la incapacidad del Estado para asegurar ciertos servicios considerados bsicos, como es la seguridad ciudadana. La progresiva desaparicin en la ciudad del sentimiento de comunidad.

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El aumento de la desigualdad social y el acrecentamiento de la brecha entre pobres y ricos, sumado al deseo de lograr status y cierta homogeneidad social por parte de algunos grupos sociales. El deseo de mayor contacto con la naturaleza o de un "estilo de vida diferente" y el impulso, por parte de los desarrolladores urbanos, de una nueva "moda" urbana, influenciada por el "American way of life".

La razn principal por la que han surgido los barrios cerrados es, segn diferentes investigadores (Blakely y Zinder, 1997; Caldeira, 2000; Low 2000; Landman, 2000; Carvalho, 1997; Svampa, 2001), el aumento del crimen, el miedo a la violencia y el sentimiento de vulnerabilidad respecto a este problema social. En el caso de Argentina, es evidente que en los ltimos aos, el "boom" de este tipo de emprendimientos urbanos ha estado totalmente determinado por el aumento de la violencia y la inseguridad urbana.[3] La privatizacin de la seguridad es un nuevo elemento en las ciudades (Caldeira, 2000), relacionada no slo con la aparicin de barrios cerrados, sino con la contratacin de seguridad privada en bancos, negocios, shopping centers y reas residenciales. La proliferacin de agencias de seguridad en los ltimos aos muestra que se trata de una actividad no slo altamente demandada, sino a su vez rentable. Asimismo, la privatizacin de la seguridad aparece como una respuesta al fracaso del Estado en la provisin de este servicio, cuestionando y desafiando el monopolio del uso legtimo de la fuerza que el Estado posea anteriormente. Sin embargo, es necesario mencionar tambin que la seguridad de los barrios cerrados ha sido violada en varias ocasiones, por lo que se trata ms bien de otorgar cierta sensacin de seguridad y proteccin, ms que de la efectividad de la seguridad que se brinda. Por otra parte, an cuando el acceso a los barrios cerrados es ms dificultoso y supone el traspaso de mayores dispositivos de seguridad, tambin estos se convierten en un objeto muy preciado para los delincuentes al concentrar artculos de valor en sus viviendas, sumado al hecho de que una vez traspasado el muro exterior del barrio los dispositivos de seguridad no son complicados e incluso las medidas de seguridad son mnimas (frecuentemente los automviles tienen las llaves puestas y las viviendas tienen puertas y ventanas abiertas). Respecto a la prdida del sentimiento de comunidad en las ciudades, mencionado anteriormente como otra causa, ste se refiere a redes y relaciones sociales desarrolladas en un rea geogrfica reducida, tal como lo es un barrio. La prdida de este sentimiento se verifica en el hecho de que las relaciones de vecindad resultan ms dbiles en la ciudad abierta y las necesidades sociales son satisfechas fuera del grupo local. En este sentido, los desarrolladores urbanos han identificado este problema y han realizado un esfuerzo por enfatizar la posibilidad de lograr relaciones de vecindad ms cercanas en los barrios cerrados (Wilson-Doenges, 2000). Estos nuevos emprendimientos urbanos pretenden ser asociados con lo que fue hace algunas dcadas atrs el barrio y la vida social y las actividades que en l podan desarrollarse[4]. Sin embargo, segn algunos investigadores, el desarrollo de un mayor sentimiento de comunidad no parece ser un valor prioritario para decidir residir 9

en un barrio privado (Blakely y Snyder, 1997). Una posicin intermedia respecto a este tema est dada por aquellos autores que reconocen que los barrios cerrados tienen una importante funcin socializadora (Svampa, 2001), an cuando no en todos los casos sus residentes estrechan vnculos sociales y afectivos hacia el interior del barrio por el hecho de residir en el mismo lugar, ni realizan actividades sociales comunes[5]. Por otra parte, la desigualdad social e inequidad han sido caractersticas de casi todas las sociedades occidentales. Sin embargo, en los ltimos aos ellas han aumentado drsticamente y se han hecho ms evidentes, principalmente en los pases en desarrollo, debido a la implementacin de polticas neoliberales, cambios en la estructura laboral y el retiro del Estado de sus antiguas funciones relacionadas con educacin, salud, vivienda y empleo y las privatizaciones de sus empresas. El tejido social se ha visto no slo dividido, sino que tiende a una cierta polarizacin. La brecha entre los ingresos percibidos por los ms ricos y los ms pobres se acrecienta cada vez ms. Los ricos buscan evitar el contacto con la pobreza y as, frecuentemente, se recluyen en barrios cerrados (Thuillier, 2000). En esta tendencia a la polarizacin y la divisin social entre "ganadores" y "perdedores", las clases medias, que en Argentina supieron tener el mayor peso relativo dentro de la estructura social, se debaten ahora entre el polo "de arriba" o el "de abajo". En general, este grupo socioeconmico ha sufrido un progresivo empobrecimiento que lo ha hecho dirigirse hacia el polo inferior de la escala social, tal como lo verifican numerosos estudios (Svampa, 2001; Beccaria, 1993). Slo algunos "privilegiados" de las clases medias, en su mayora profesionales y trabajadores del sector privado en cargos gerenciales, han logrado acercarse al polo superior. Para estos grupos de clase media alta, vivir en un barrio cerrado significa lograr mayor status y la posibilidad de estar en contacto con "aquellos a los que se quiere parecer" (Svampa, 2001) y de lograr cierta homogeneidad social dentro del barrio (Low, 2000). Otra de las causas de la aparicin de barrios cerrados se basa en la bsqueda de un nuevo estilo de vida en contacto ms cercano con la naturaleza y donde se escape a los peligros de la ciudad abierta. En este sentido, los residentes en los barrios cerrados valoran el hecho de que los nios pueden tener el mismo estilo de vida de barrio que exista hace unos aos en la "ciudad abierta", consistente en jugar en la calle con amigos y andar en bicicleta sin temor a ser asaltados. Segn otros investigadores, se trata de un estilo de vida ms hedonista (Prvot Schapira, 2000) o simplemente de la importacin de un estilo de vida propio de la cultura estadounidense: el "American way of " (Thuillier, 2000; Coy y Phler, 2002). Finalmente, como se mencion anteriormente, los barrios cerrados aparecen tambin como una "moda" impulsada por los desarrolladores urbanos, guiados por la lgica del mercado y la obtencin de mayores beneficios econmicos. Por el lado de la demanda se trata tambin de una inversin inmobiliaria para algunas familias, an cuando ste no sea el motivo principal de la adquisicin de una vivienda en un barrio cerrado. Este nuevo tipo de emprendimiento urbano representa una solucin para cierto grupo social que tiene ingresos altos y exige mayor seguridad y cuya demanda 10

habitacional no se encontraba anteriormente satisfecha. Asimismo, los countries constituyen un producto muy conveniente para aquellos que buscan instalaciones que posibiliten la realizacin de actividades sociales y deportivas sin salir de los lmites del barrio.

Consecuencias sociales y espaciales de los barrios cerrados Siendo los barrios cerrados un nuevo fenmeno urbano, resulta importante 11

considerar no slo las causas de su surgimiento, sino tambin las consecuencias de los mismos en el espacio urbano y en el tejido social. En lo que respecta al espacio urbano, las principales consecuencias se refieren a la fragmentacin del espacio urbano producido, en donde los barrios son fcilmente identificables a partir de la existencia de elementos que marcan claramente los lmites de estos barrios: barreras, murallas, cercos de alambre y garitas de seguridad, entre otros. La privatizacin del espacio pblico y su apropiacin es uno de los efectos ms importantes de los barrios cerrados (Thuillier, 2000; Caldeira, 2000). Ella significa no slo la apropiacin de unos pocos de algo que fuera anteriormente de todos (calles, veredas, plazas), impidiendo el libre acceso a ellos, sino adems, la prdida de significacin social de los espacios pblicos y el desprecio de todo lo que es pblico en la ciudad abierta (Caldeira, 2000). Por otra parte, en muchas ocasiones, se localizan en tierra con alta capacidad agrcola, que sin embargo es destinada a la actividad inmobiliaria por ser esta ltima ms rentable para los desarrolladores urbanos. En contraposicin, una consecuencia positiva de la instalacin de barrio privados en la periferia de las ciudades es que ellos facilitan la instalacin de infraestructura y servicios bsicos en la zona circundante. Por otra parte, frecuentemente su localizacin produce un aumento en el valor del suelo y de las residencias de la zona y, adems, impulsan la actividad comercial del rea que los rodea. La creacin de empleos que implica este tipo de emprendimientos (jardineros, guardias y servicio domstico, entre otros) como as tambin el impulso a la industria de la construccin, la cual tiene grandes efectos multiplicadores en la economa nacional, son consecuencias positivas de los barrios cerrados en la esfera social. En trminos generales, los barrios cerrados benefician a sus residentes brindndoles mayor seguridad y privacidad; a los desarrolladores urbanos, quienes obtienen importantes ganancias econmicas; y a aquellos para los que los barrios cerrados constituyen una fuente laboral. Pero, como ya se ha mencionado, perjudican a los ciudadanos en general, privatizando el espacio pblico, y a los agricultores que desarrollaban actividades en esa zona. Asimismo, constituyen una solucin individual a un problema social, sin actuar sobre sus causas, sino sobre sus efectos. El anlisis de los efectos de los barrios cerrados realizados por varios investigadores ha puesto en evidencia que estos no brindan total seguridad, no se desarrolla ningn sentimiento de comunidad, tal como es promovido por algunos desarrolladores urbanos, ni hay importantes cambios en el estilo de vida de sus residentes. Segn han demostrado Blakely y Snyder (1997), las barreras no proporcionan mayor seguridad y no se ha producido una disminucin de la tasa de delincuencia a partir del surgimiento de barrios cerrados. Sin embargo, s se ha verificado un menor sentimiento de inseguridad por parte de los habitantes de estos nuevos emprendimientos urbanos. De esta forma, "la seguridad es un sentimiento y no un hecho"[6]. En consecuencia, los residentes admiten que si se vieran en la necesidad de cambiar su lugar de residencia, volveran a elegir un barrio cerrado, an cuando el tema de la seguridad no haya 12

sido una de las razones para haber tomado anteriormente la decisin de residir en uno de ellos (Low; Blakely y Snyder; Lang y Danielsen). Por otra parte, Blakely y Snyder concluyen de sus investigaciones sobre lo que ocurre en Estados Unidos que el sentimiento de comunidad de los habitantes de un barrio privado era similar al de los habitantes de un barrio no privado, sin existir diferencias por el hecho de vivir cercados. Entre sus efectos sociales ms negativos se encuentra el tema de la segregacin social que ellos generan al constituir enclaves exclusivos que se aslan de la ciudad y transforman barreras fsicas en barreras sociales. Las puertas, barreras y dispositivos de seguridad refuerzan la segregacin social urbana y establecen claramente la divisin entre "los de adentro" y "los de afuera". Este es el efecto ms importante en el tejido social. Adems, tiene implcito un cierto sentimiento de intolerancia (Caldeira, 2000) hacia la ciudad abierta y los problemas sociales que se dan en ella. Entonces, si bien los barrios cerrados son un caso extremo de segregacin social urbana, donde las diferencias sociales entre el afuera y el adentro no pueden obviarse, cabe preguntarse en qu medida ellos tambin refuerzan esta segregacin al no tener vinculaciones con las reas circundantes? Y, en este sentido, hasta qu punto los barrios cerrados pueden aislarse por completo de la ciudad abierta? Y, por lo tanto, en qu medida estos conjuntos residenciales pueden ser autosuficientes? Asimismo, los barrios cerrados tienen grandes efectos en la vida de sus habitantes, pero principalmente en el caso de los nios que son criados dentro de ellos. Por un lado, los nios desarrollan una percepcin muy fuerte entre "los de afuera" y "los de adentro" y las diferencias sociales implcitas en esta divisin (Lang y Danielsen, 1997). Por otra parte, en ocasiones se les hace difcil entender otras realidades sociales diferentes a las propias, ya que tienen escaso contacto con ellas. Adems, los nios que pasan mucho tiempo dentro de los lmites del barrio llegan a desarrollar una suerte de agorafobia, resultndoles imposible transitar por la ciudad abierta (Svampa, 2001). Dentro del barrio privado, al tener mayor seguridad, los nios tienen ms libertad para jugar en la calle, sin preocupar a sus padres. Sin embargo, muchos desarrollan trastornos de conducta como consecuencia de cierta falta de lmites, llegando a casos extremos de vandalismo infantil (Svampa, 2001). La supuesta inexistencia de peligros dentro de los lmites del barrio lleva en algunos casos a un alto grado de desentendimiento por parte de algunos padres de las actividades recreativas de sus hijos y a un debilitamiento del control sobre los nios. En ocasiones, son los propios guardias de seguridad quienes deben hacerse cargo del cuidado de los nios y del control del cumplimiento de normas bsicas como lo son las velocidades en los que circulan los nios en automviles o cuatriciclos. En cuanto a las relaciones sociales existentes dentro del barrio, estas varan en gran medida. En algunos casos, se forman grupos de amigos (en todos los grupos etreos) y en otros las relaciones son slo superficiales y los amigos se encuentran fuera del barrio privado. Pero la segregacin social se hace ms evidente en la medida en que los residentes de los barrios cerrados tienen escasa o nula relacin con los vecinos de los barrios de los alrededores.

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El proceso de segregacin social urbana La desigualdad social, referida a la existencia de profundas e injustas diferencias entre los distintos grupos socioeconmicos en cuanto al acceso a recursos y oportunidades, es una de las caractersticas de las sociedades capitalistas. Ella conduce a una situacin de fragmentacin social, entendida como divisiones en el tejido social y el debilitamiento e incluso desaparicin de lazos sociales entre los diversos grupos socioeconmicos, como as tambin una escasa movilidad social. La segregacin residencial es uno de los resultados de este proceso de fragmentacin social urbana. Segn Marcuse y van Kempen (2000), las divisiones entre los diferentes barrios, estando cada uno de ellos ms aislado de sus alrededores, y la tendencia a que cada barrio satisfaga sus necesidades cotidianas dentro de sus propios lmites, son dos de las caractersticas que exhiben hoy las ciudades. Sin embargo, el fenmeno de la segregacin no es nuevo; por el contrario, ella es inherente a la historia de las ciudades. La segregacin social urbana puede entenderse como la separacin espacial de los diferentes grupos sociales en una ciudad o un rea geogrfica de acuerdo a diferencias tnicas, religiosas, de ingresos, etc. De esta forma, es posible visualizar en una ciudad los diferentes barrios donde cada grupo social tiene su propio espacio determinado. En el caso de la segregacin basada en diferencias de ingresos, las relaciones de poder y subordinacin se tornan evidentes. Los grupos de altos ingresos tienen la posibilidad de elegir su localizacin residencial, mientras los grupos ms empobrecidos son segregados en las zonas ms desfavorecidas. Los barrios cerrados constituyen un caso extremo de segregacin social urbana, al ser sta explcita y evidente. Los dispositivos de seguridad se convierten no slo en barreras fsicas, sino tambin sociales, estableciendo claramente los lmites y las diferencias existentes en el tejido social. En este sentido, lo nuevo de la segregacin social urbana es su intensidad, visibilidad y explicitud.

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Causas y consecuencias de la segregacin social Los cambios ocurridos en la economa y en la estructura ocupacional han llevado a modificaciones en la estructura social, manifestndose estas ltimas en la estructura espacial de la ciudad. Como ya se mencion, la segregacin es resultado de la desigualdad social existente en las ciudades. Ella no slo est basada en diferencias de ingresos, sino tambin en diferencias culturales, religiosas, tnicas o educativas, que llevan a diferentes estilos de vida. En este sentido, un punto interesante para considerar y debatir es hasta qu punto la segregacin es un fenmeno voluntario. Es decir, en el caso de las personas que residen en un barrio cerrado, se trata de una autosegregacin en la medida en que ellos son los que deciden segregarse (aun cuando argumenten que no es lo que quisieran y que no querran estar encerrados). As, las elecciones, expectativas y ambiciones de los individuos llevan a un proceso de segregacin voluntario. O, por el contrario, podra considerarse que son los residentes en barrios cerrados los que segregan al resto de la poblacin excluyndola de los beneficios que ellos poseen. As, parecera que la pregunta que cabe formular es: quin segrega a quin? Por otra parte, el Estado tambin contribuye a fomentar este proceso de segregacin mediante la permisin del desarrollo de este tipo de emprendimientos privados y mediante la legislacin vigente. Asimismo, el no satisfacer la demanda ciudadana de seguridad en la ciudad, lleva a que aquellos "privilegiados" que pueden satisfacer esta necesidad por sus propios medios (contratacin de seguridad privada o residencia en un barrio cerrado con seguridad las 24 horas) lo hagan, an cuando sea una solucin individualista que no modifica las causas del problema. Por lo tanto, el proceso de segregacin social urbana se ve ocasionado no slo por causas estructurales (aumento de la desigualdad social, aumento de la pobreza y la violencia urbana, escasa accin estatal para disminuir los hechos delictivos, etc.) sino tambin por causas relativas a los actores sociales, quienes toman la decisin de segregarse en un barrio privado (o de segregar a los dems). Debido a esto, muchos autores sealan que los barrios cerrados constituyen un tipo especial de segregacin: la autosegregacin (Carvalho; Prvt Schapira; Svampa; Coy y Phler). En este sentido, si bien los barrios cerrados son una consecuencia extrema del proceso de segregacin urbana, es necesario preguntarse si a su vez son ellos mismos los que generan mayor segregacin al hacerla ms evidente a partir de las barreras y dispositivos de seguridad que impiden el libre acceso y explicitan las diferencias sociales. An cuando algunos investigadores opinan que la segregacin puede tener efectos positivos al reforzar lazos sociales y de pertenencia dentro de un grupo (Boal, 2001), las consecuencias negativas de este fenmeno son ms evidentes y ms peligrosas en trminos de la trama social. La segregacin endurece las 15

diferencias y divisiones sociales. El aislamiento social, geogrfico y econmico reduce las oportunidades laborales y aumenta la vulnerabilidad social. No slo se trata de una separacin o aislamiento de otros miembros y grupos de la sociedad, sino tambin de recursos y servicios (empleos, servicios sociales, infraestructura, etc.) y en este sentido, la segregacin espacial puede conducir a la exclusin social.

Los barrios cerrados en el rea metropolitana de Mendoza Argentina era un pas que se caracterizaba por poseer una fuerte clase media con un elevado nivel educativo y con la posibilidad de cierta movilidad social ascendente. Sin embargo, las ltimas dcadas han demostrado la desaparicin de este modelo social y la tendencia hacia una suerte de polarizacin social (an cuando la clase media sigue siendo importante, va perdiendo su peso relativo debido al empobrecimiento de gran parte de los hogares que la conformaban) donde los ricos son cada vez ms ricos y generan mayores ingresos y los pobres son cada vez ms pobres y cada vez les resulta ms difcil, y casi imposible, salir de esta situacin de pobreza. La provincia de Mendoza[7] no es ajena a esta situacin y este fenmeno tambin puede corroborarse en su territorio. Segn los datos de la INDEC[8], en 1990 el quintil ms rico del aglomerado urbano del rea Metropolitana de Mendoza ganaba 8.9 veces ms que el quintil ms pobre; ascendiendo este valor a 11.5 en el ao 2002[9]. Ante esta situacin, los barrios cerrados aparecen como un fenmeno relativamente nuevo en Mendoza donde se refugian las clases altas y mediasaltas. El "boom" de este tipo de emprendimientos se dio durante los - 90, principalmente a fines de esa dcada[10]. En la actualidad, hay casi una cincuentena de estos complejos urbanos en el rea Metropolitana de Mendoza, an cuando la gran mayora de ellos se encuentra en las primeras etapas de urbanizacin[11]. La mayora de ellos son barrios cerrados donde est priorizada la funcin residencial y no las prcticas deportivas o el "estilo de vida verde". Por otra parte, no se trata de un producto homogneo ya que difieren en cuanto a su tamao, servicios ofrecidos y poblacin a la que estn dirigidos. Entre las principales causas de su surgimiento pueden citarse las que ya han sido analizadas anteriormente como caractersticas a nivel mundial, es decir: el aumento de la inseguridad y la violencia urbana y el retiro del Estado como garante de la seguridad ciudadana; la progresiva desaparicin en la ciudad del sentimiento de comunidad; el aumento de la desigualdad social y el acrecentamiento de la brecha entre pobres y ricos, sumado al deseo de lograr status y cierta homogeneidad social por parte de algunos grupos sociales; el deseo de mayor contacto con la naturaleza y el impulso, por parte de los desarrolladores urbanos, de una nueva "moda" urbana, influenciada por el "American way of life". La bsqueda de status y homogeneidad social o un nuevo estilo de vida fueron las principales razones cuando se inici el fenmeno de los barrios cerrados en Mendoza. Sin embargo, en los ltimos aos la causa fundamental de eleccin de 16

este tipo de emprendimientos es, sin lugar a dudas, la bsqueda de mayor seguridad. La violencia urbana y la inseguridad han aumentado dramticamente en los ltimos aos en Argentina. Mendoza no ha sido ajena a esta situacin, llegando en algunos casos a situaciones alarmantes. Segn el INDEC, en 1991 ocurran 149,8 delitos cada 10.000 habitantes en el pas, mientras en Mendoza este valor ascenda a 199,4. Asimismo, en 1997 los delitos a nivel nacional llegaron a 228,8 casos cada 10.000 habitantes, mientras en Mendoza se verificaron 424,5 casos cada 10.000 habitantes (cifra slo superada por Buenos Aires), siendo los delitos contra la propiedad los ms recurrentes. En respuesta a esto, toda clase de dispositivos de seguridad ha sido implementada, desde rejas en puertas y ventanas, alarmas comunicadas directamente con la polica, hasta alarmas comunitarias donde los vecinos crean una red de proteccin ms fuerte y efectiva. Tomar la decisin de residir en un barrio privado es una de las medidas extremas ante este problema, que slo es posible para sectores socioeconmicos medios y altos que deben afrontar como gastos extras los gastos destinados al pago del personal de seguridad y la instalacin de los dispositivos de seguridad. Analizar las consecuencias sociales y urbanas de los barrios cerrados en el rea Metropolitana de Mendoza constituye un gran desafo ya que al tratarse de un fenmeno nuevo, sus consecuencias comienzan a evidenciarse muy lentamente. Por otra parte, no hay investigaciones sobre el tema en Mendoza. Sin embargo, la pregunta ms importante que surge es la que ya ha sido mencionada anteriormente: hasta qu punto los barrios cerrados contribuyen a aumentar la segregacin social urbana. La realidad de los barrios cerrados en Argentina indicara que stos no slo son un resultado extremo de un proceso de segregacin que existe en todas las ciudades, sino que a su vez ellos tambin refuerzan esta segregacin a partir de los dispositivos de seguridad que se constituyen en barreras, no slo fsicas sino tambin sociales. Sin embargo, sus habitantes deben relacionarse con la ciudad en general porque es all donde realizan sus actividades cotidianas (trabajo, educacin, recreacin, etc.), an cuando no tengan la necesidad de tener relaciones con las reas que los rodean. Esta situacin se verifica an ms en el caso de Mendoza ya que al tratarse de una ciudad intermedia donde las distancias fsicas entre las reas perifricas y el centro de la ciudad no son demasiado grandes, la gente se traslada cotidianamente al centro de la ciudad para satisfacer sus necesidades. En este sentido, se da una "relacin desigual" en cuanto los habitantes de los barrios cerrados impiden el uso de su espacio en forma libre y democrtica por parte de los ciudadanos en general, pero necesitan de los bienes y servicios producidos en la ciudad abierta para satisfacer sus necesidades cotidianas. Ante estas situaciones, el Estado tiene un rol muy pasivo. Slo algunos gobiernos locales han logrado implementar algunas estrategias tendientes a equilibrar esta relacin "desbalanceada"[12].

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Conclusiones Los barrios cerrados constituyen un caso extremo del fenmeno de segregacin social urbana que se est agudizando en las ciudades. Ellos buscan dar respuesta a un problema social muy grave, como es el tema de la inseguridad y de la violencia urbana. Sin embargo, constituyen una solucin que slo unos pocos "privilegiados" pueden conseguir. Por otra parte, no actan sobre la causa del problema, sino sobre sus efectos. Estos conjuntos urbanos destinados a alojar a las clases medias y medias altas son un fiel reflejo de la sociedad actual donde prima el individualismo por sobre la solidaridad y el bien comn. Se establece una relacin "desigual" al privatizarse el espacio pblico en beneficio de unos pocos, pero requiriendo igual los beneficios que la ciudad abierta y pblica provee a todos los ciudadanos. El resultado es entonces un proceso complejo de segregacin social urbana, producto no slo de causas estructurales, sino tambin de las decisiones tomadas por los propios actores sociales, que es cada vez ms explcito y donde las diferencias sociales no pueden ser obviadas. La brecha entre los ricos y pobres, los que tienen o no tienen, los que viven seguros en la ciudad y los que no, se hace cada vez ms amplia y parece ms difcil de cerrar.

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Notas [1] Al hablar de barrios cerrados, como se explicar ms adelante, se consideran no slo los barrios cerrados (conjuntos residenciales cerrados con vigilancia), sino los countries y las chacras (o clubes de chacras). El concepto de barrio cerrado tambin aparece como sinnimo de barrio privado. Sin embargo, se prefiere hablar de barrios cerrados porque en el caso de Argentina, donde no hay legislacin especfica para este tipo de emprendimientos, en algunos casos las calles continan siendo pblicas an cuando el barrio sea cerrado, por lo que no se tratara de un "barrio privado". [2] Como se ver ms adelante, este es uno de los motivos esgrimidos para habitar en un barrio cerrado. [3] Incluso en los ltimos aos se han dado casos de barrios "abierto" cuya poblacin pertenece a diferentes estratos socioeconmicos, que solicitan a las autoridades correspondientes el cierre de su barrio aduciendo motivos de inseguridad y robos. Para otorgar la autorizacin del cierre de un barrio se debe considerar la ubicacin del barrio y la factibilidad del cierre (siempre y cuando no afecte a vas de circulacin importantes), como as tambin la factibilidad de que los propios residentes del barrio se hagan cargo financieramente de los costos de materiales y obras para el cierre del barrio y de la contratacin del personal que brindara el servicio de seguridad. [4] En este sentido, este punto se relaciona con el deseo de lograr "un estilo de vida diferente", similar al que exista aos atrs donde la inseguridad urbana no determinaba las actividades cotidianas de los ciudadanos. [5] Cabe mencionar que los nios constituyen un elemento esencial para entablar nuevas relaciones entre los adultos, ya que al existir relaciones de amistad entre los nios, esto aparece como la "excusa" para conocer a gente nueva dentro del barrio. [6] Expresin manifestada por un entrevistado que se desempea como personal de seguridad en un barrio cerrado.

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[7] La Provincia de Mendoza est ubicada en el centro oeste de Argentina, siendo Chile su lmite oeste. El rea Metropolitana de Mendoza cuenta con casi un milln de habitantes. [8] INDEC (Instituto Nacional de Estadsticas y Censos), Argentina. [9] Informacin obtenida a partir de la Encuesta Permanente de Hogares. DEIE (Direccin de Estadsticas e Investigaciones Econmicas), Gobierno de Mendoza. Web site: www.economia.gov.ar/sities/deie [10] Sin embargo, en los 70 apareci el Barrio Dalvian, siendo el pionero en este tipo de urbanizacin en la provincia. [11] La gran cantidad de estos emprendimientos urbanos desarrollados durante los ltimos 10 aos en Mendoza hace preguntarse cul ser su futuro, si es que existe una verdadera demanda de estos o si la oferta simplemente ha saturado el mercado condenando al fracaso a muchos de ellos, an cuando hay casos que han sido muy exitosos, tales como Dalvian y Palmares, los cuales han debido ampliar su capacidad ante la gran demanda evidenciada. [12] Para mayores detalles ver Roitman (2001).

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BEATRIZ SARLO

El Centro comercialEn muchas ciudades no existe un centro. Quiero decir: un lugar geogrfico preciso, marcado por monumentos, cruces de ciertas calles y ciertas avenidas, teatros, cines, restaurantes, confiteras, peatonales, carteles luminosos destellando en el lquido, tambin luminoso y metlico, que baa los edificios. Se poda discutir si el centro verdaderamente terminaba en tal calle o un poco ms all, pero nadie discuta la existencia misma de un solo centro: imgenes, ruidos, horarios diferentes. Se iba al centro desde los barrios como una actividad especial, de da feriado, como salida nocturna, como expedicin de compras, o, simplemente, para ver y estar en el centro. Hoy, Los ngeles (esa inmensa ciudad sin centro) no es tan incomprensible como lo fue en los aos sesenta. Muchas ciudades latinoamericanas, Buenos Aires entre ellas, han entrado en un proceso de angelinizacin. La gente hoy pertenece ms a los barrios urbanos (y a los barrios audiovisuales) que en los aos veinte, cuando la salida al centro prometa un horizonte de deseos y peligros, una exploracin de un territorio siempre distinto. De los barrios de clase media ahora no se sale al centro. Las distancias se han acortado no slo porque la ciudad ha dejado de crecer, sino porque la gente ya no se mueve por la ciudad, de una punta a la otra. Los barrios ricos han configurado sus propios centros, ms limpios, ms ordenados, mejor vigilados, con ms luz mayores ofertas materiales y simblicas. Ir al centro no es lo mismo que ir al shopping-center, aunque el significante centro se repita en las dos expresiones. En primer lugar, por el paisaje: el shopping-center, no importa cul sea su tipologa arquitectnica, es un simulacro de ciudad de servicios en miniatura,

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donde todos los extremos de lo urbano han sido liquidados: la intemperie, que los pasajes y las arcadas del siglo XIX slo interrumpan sin anular; los ruidos, que no respondan a una programacin unificada; el claroscuro, que es producto de la colisin de luces diferentes, opuestas, que disputan, se refuerzan o, simplemente, se ignoran unas a otras; la gran escala producida por los edificios de varios pisos, las dobles y triples elevaciones de los cines y teatros, las superficies vidriadas tres, cuatro, cinco veces ms grandes que el ms amplio de los negocios; los monumentos conocidos, que por su permanencia, su belleza o su fealdad, eran los signos ms poderosos del texto urbano; la proliferacin de escritos de dimensiones gigantescas, arriba de los edificios, recorriendo decenas de metros en sus fachadas, sobre las marquesinas, en grandes letras pegadas sobre los vidrios de decenas de puertas vaivn, en chapas relucientes, escudos, carteles pintados sobre el dintel de portales, pancartas, afiches, letreros espontneos, anuncios impresos, sealizaciones de trnsito. Estos rasgos, producidos a veces por el azar y otras por el diseo, son (o fueron) la marca de una identidad urbana. Hoy, el shopping opone a este paisaje del centro su propuesta de cpsula espacial acondicionada por la esttica del mercado. En un punto, todos los shopping-centers son iguales: en Minneapolis, en Miami Beach, en Chevy Chase, en New Port, en Rodeo Drive, en Santa Fe y Coronel Daz, ciudad de Buenos Aires. Si uno descendiera de Jpiter, slo el papel moneda y la lengua de vendedores, compradores y mirones, le permitiran saber dnde est. La constancia de las marcas internacionales y de las mercancas se suman a la uniformidad de un espacio sin cualidades: un vuelo interplanetario a Cacharel, Stephanel, Fiorucci, Kenzo, Guess y McDonald's, en una nave fletada bajo la insignia de los colores unidos de las etiquetas del mundo. La cpsula espacial puede ser un paraso o una pesadilla. El aire se limpia en el reciclaje de los acondicionadores; la temperatura es benigna; las luces son funcionales y no entran en el conflicto del claroscuro, que siempre puede resultar amenazador; otras amenazas son neutralizadas por los circuitos cerrados, que hacen fluir la informacin hacia el panptico ocupado por el personal de vigilancia. Como en una nave espacial, es posible realizar todas las actividades reproductivas de la vida: se come, se bebe, se descansa, se consumen smbolos y mercancas segn instrucciones no escritas pero absolutamente claras. Como en una nave espacial, se pierde con facilidad el sentido de la orientacin: lo que se ve desde un punto es tan parecido a lo que se ve desde el opuesto que slo los expertos, muy conocedores de los pequeos detalles, o quienes se mueven con un mapa, son capaces de decir dnde estn en cada momento. De todas formas, eso, saber dnde se est en cada momento, carece de importancia: el shopping no se recorre de una punta a la otra, como si fuera una calle o una galera; el shopping tiene que caminarse con la decisin de aceptar, aunque no siempre, aunque no del todo, las trampas del azar. Los que no aceptan estas trampas alteran la ley espacial del shopping, en cuyo tablero los avances, los retrocesos y las repeticiones no buscadas son una estrategia de venta. El shopping, si es un buen shopping, responde a un ordenamiento total pero, al mismo tiempo, debe dar una idea de libre recorrido: se trata de la ordenada deriva del mercado. Quienes usan el shopping para entrar, llegar a un punto, comprar y salir inmediatamente, contradicen las funciones de su espacio, que tiene mucho de cinta de Moebius: se pasa de una superficie a otra, de un plano a otro, sin darse cuenta de que se est atravesando un lmite. Es difcil perderse en un shopping

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precisamente por esto: no est hecho para encontrar un punto y, en consecuencia, en su espacio sin jerarquas tambin es difcil saber si uno est perdido. El shopping no es un laberinto del que sea preciso buscar una salida; por el contrario, slo una comparacin superficial acerca el shopping al laberinto. El shopping es una cpsula donde, si es posible no encontrar lo que se busca, es completamente imposible perderse. Slo los nios muy pequeos pueden perderse en un shopping, porque un accidente puede separarlos de otras personas y esa ausencia no se equilibra con el encuentro de mercancas. Como una nave espacial, el shopping tiene una relacin indiferente con la ciudad que lo rodea: esa ciudad siempre es el espacio exterior, bajo la forma de autopista con villa miseria al lado, gran avenida, barrio suburbano o peatonal. A nadie, cuando est dentro del shopping, debe interesarle si la vidriera del negocio donde vio lo que buscaba es paralela o perpendicular a una calle exterior; a lo sumo, lo que no debe olvidar es en qu naveta est guardada la mercanca que desea. En el shopping no slo se anula el sentido de orientacin interna sino que desaparece por completo la geografa urbana. A diferencia de las cpsulas espaciales, los shoppings cierran sus muros a las perspectivas exteriores. Como en los casinos de Las Vegas (y los shoppings aprendieron mucho de Las Vegas), el da y la noche no se diferencian: el tiempo no pasa, o el tiempo que pasa es tambin un tiempo sin cualidades. La ciudad no existe para el shopping, que ha sido construido para remplazar a la ciudad. Por eso, el shopping olvida lo que lo rodea: no slo cierra su recinto a las vistas de afuera sino que irrumpe, como cado del cielo, en una manzana de la ciudad a la que ignora; o es depositado en medio de un baldo, al lado de una autopista, donde no hay pasado urbano. Cuando el shopping ocupa un espacio marcado por la historia (reciclaje de mercados, docks, barracas portuarias, incluso reciclaje en segunda potencia: galeras comerciales que pasan a ser shoppingsgalera), lo usa como decoracin y no como arquitectura. Casi siempre, incluso en el caso de shoppings conservacionistas de arquitectura pasada, el shopping se incrusta en un vaco de memoria urbana, porque representa las nuevas costumbres y no tiene que rendir tributo a las tradiciones: all donde el mercado se despliega, el viento de lo nuevo hace sentir su fuerza. El shopping es todo futuro: construye nuevos hbitos, se convierte en punto de referencia, acomoda la ciudad a su presencia, acostumbra a la gente a funcionar en l. En el shopping puede descubrirse un proyecto premonitorio del futuro: shoppings cada vez ms extensos que, como un barco factora, no sea necesario abandonar nunca (as son ya algunos hoteles-shopping-spa-centro cultural en Los ngeles y, por supuesto, en Las Vegas). Aldeas-shoppings, museos-shoppings, bibliotecas y escuelasshoppings, hospitales-shoppings. Se nos informa que la ciudadana se constituye en el mercado y, en consecuencia, los shoppings pueden ser vistos como los monumentos de un nuevo civismo: gora, templo y mercado, como en los foros de la vieja Italia romana. En los foros haba oradores y escuchas, polticos y plebe sobre la que se maniobraba; en los shoppings tambin los ciudadanos desempean papeles diferentes: algunos compran, otros simplemente miran y admiran. En los shoppings no podr descubrirse, como en las galeras del siglo XIX, una arqueologa del capitalismo sino su realizacin ms plena.

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Frente a la ciudad real, construida en el tiempo, el shopping ofrece su modelo de ciudad de servicios miniaturizada, que se independiza soberanamente de las tradiciones y de su entorno. De una ciudad en miniatura el shopping tiene un aire irreal, porque ha sido construido demasiado rpido, no ha conocido vacilaciones, marchas y contramarchas, correcciones, destrucciones, influencias de proyectos ms amplios. La historia est ausente, y cuando hay algo de historia no se plantea el conflicto apasionante entre la resistencia del pasado y el impulso del presente. La historia es usada para roles serviles y se convierte en una decoracin banal: preservacionismo fetichista de algunos muros como cscaras. Por esto, el shopping sintoniza perfectamente con la pasin por el decorado de la arquitectura llamada posmoderna. En el shopping de intencin preservacionista la historia es paradojalmente tratada como souvenir y no como soporte material de una identidad y temporalidad que siempre le plantean al presente su conflicto. Evacuada la historia como detalle, el shopping sufre una amnesia necesaria a la buena marcha de sus negocios, porque si las huellas de la historia fueran demasiado evidentes y superaran la funcin decorativa, el shopping vivira un conflicto de funciones y sentidos: para el shopping, la nica mquina semitica es la de su propio proyecto. En cambio, la historia despilfarra sentidos que al shopping no le interesa conservar, porque en su espacio, adems, los sentidos valen menos que los significantes. El shopping es un artefacto perfectamente adecuado a la hiptesis del nomadismo contemporneo: cualquiera que haya usado alguna vez un shopping puede usar otro, en una ciudad diferente y extraa de la que ni siquiera conozca la lengua o las costumbres. Las masas temporariamente nmadas que se mueven segn los flujos del turismo, encuentran en el shopping la dulzura del hogar donde se borran los contratiempos de la diferencia y del malentendido. Despus de una travesa por ciudades desconocidas, el shopping es un oasis donde todo marcha exactamente como en casa; del exotismo que deleita al turista hasta agotarlo, se puede encontrar reposo en la familiaridad de espacios que siguen conservando algn atractivo, dado que se sabe que estn en el extranjero, pero que, al mismo tiempo, son idnticos en todas partes. Sin shoppings y sin Clubs Mediterrane el turismo de masas sera impensable: ambos proporcionan la seguridad que slo se siente en la casa propia, sin perder del todo la emocin producida por el hecho de que se la ha dejado atrs. Cuando el espacio extranjero, a fuerza de incomunicacin, amenaza como un desierto, el shopping ofrece el paliativo de su familiaridad. Pero no es esta la nica ni la ms importante contribucin del shopping al nomadismo. Por el contrario, la mquina perfecta del shopping, con su lgica aproximativa, es, en s misma, un tablero para la deriva desterritorializada. Los puntos de referencia son universales: logotipos, siglas, letras, etiquetas, no requieren que sus intrpretes estn afincados en ninguna cultura previa o distinta de la del mercado. As, el shopping produce una cultura extraterritorial de la que nadie puede sentirse excluido: incluso los que menos consumen se manejan perfectamente en el shopping e inventan algunos usos no previstos, que la mquina tolera en la medida en que no dilapiden las energas que el shopping administra. He visto, en los barrios ricos de la ciudad, seoras de los suburbios, sentadas en los bordes de los maceteros, muy cerca de las mesas repletas de un patio de comidas, alimentando a sus bebs, mientras otros

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chicos corran entre los mostradores con una botella plstica de dos litros de Coca-Cola; he visto cmo sacaban sandwiches caseros de las bolsas de plstico con marcas internacionales, que seguramente fueron sucesivamente recicladas desde el momento en que salieron de las tiendas, cumpliendo las leyes de un primer uso legtimo. Estos visitantes, que la mquina del shopping no contempla pero a quienes tampoco expulsa activamente, son extraterritoriales, y sin embargo la misma extraterritorialidad del shopping los admite en una paradoja curiosa de libertad plebeya. Fiel a la universalidad del mercado, el shopping en principio no excluye. Su extraterritorialidad tiene ventajas para los ms pobres: ellos carecen de una ciudad limpia, segura, con buenos servicios, transitable a todas horas; viven en suburbios de donde el Estado se ha retirado y la pobreza impide que el mercado tome su lugar; soportan la crisis de las sociedades vecinales, el deterioro de las solidaridades comunitarias y el anecdotario cotidiano de la violencia. El shopping es exactamente una realizacin hiperblica y condensada de cualidades opuestas y, adems, como espacio extraterritorial no exige visados especiales. En la otra punta del arco social, la extraterritorialidad del shopping podra afectar lo que los sectores medios y altos consideran sus derechos; sin embargo, el uso segn das y franjas horarias impide la colisin de estas dos pretensiones diferentes. Los pobres van los fines de semana, cuando los menos pobres y los ms ricos prefieren estar en otra parte. El mismo espacio cambia con las horas y los das, mostrando esa cualidad transocial que, segn algunos, marcara a fuego el viraje de la posmodernidad. La extraterritorialidad del shopping fascina tambin a los muy jvenes, precisamente por la posibilidad de deriva en el mundo de los significantes mercantiles. Para el fetichismo de las marcas se despliega en el shopping una escenografa riqusima donde, por lo menos en teora, no puede faltar nada; por el contrario, se necesita un exceso que sorprenda incluso a los entendidos ms eruditos. La escenografa ofrece su cara Disneyworld: como en Disneyworld, no falta ningn personaje y cada personaje muestra los atributos de su fama. El shopping es una exposicin de todos los objetos soados. Ese espacio sin referencias urbanas est repleto de referencias neoculturales, donde los que no saben pueden aprender un know-how que se adquiere en el estar ah. El mercado, potenciando la libertad de eleccin (aunque slo sea de toma de partido imaginaria), educa en saberes que son, por un lado, funcionales a su dinmica, y, por el otro, adecuados a un deseo joven de libertad antiinstitucional. Sobre el shopping nadie sabe ms que los adolescentes, que pueden ejercitar un sentimentalismo antisentimental en el entusiasmo por la exhibicin y la libertad de trnsito que se apoya en un desorden controlado. Las marcas y etiquetas que forman el paisaje del shopping reemplazan al elenco de viejos smbolos pblicos o religiosos que han entrado en su ocaso. Adems, para chicos afiebrados por el high-tech de las computadoras, el shopping ofrece un espacio que parece high-tech aunque, en las versiones de ciudades perifricas, ello sea un efecto esttico antes que una cualidad real de funcionamiento. El shopping, por lo dems, combina la plenitud iconogrfica de todas las etiquetas con las marcas artesanales de algunos productos folk-ecolgico-naturistas, completando as la suma de estilos que definen una esttica adolescente. Kitsch industrial y compact disc. La velocidad con que el shopping se impuso en la cultura urbana no

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recuerda la de ningn otro cambio de costumbres, ni siquiera en este siglo que est marcado por la transitoriedad de la mercanca y la inestabilidad de los valores. Se dir que el cambio no es fundamental ni puede compararse con otros. Creo sin embargo que sintetiza rasgos bsicos de lo que vendr o, mejor dicho, de lo que ya est aqu para quedarse: en ciudades que se fracturan y se desintegran, este refugio antiatmico es perfectamente adecuado al tono de una poca. Donde las instituciones y la esfera pblica ya no pueden construir hitos que se piensan eternos, se erige un monumento que est basado precisamente en la velocidad del flujo mercantil. El shopping presenta el espejo de una crisis del espacio pblico donde es difcil construir sentidos; y el espejo devuelve una imagen invertida en la que fluye da y noche un ordenado torrente de significantes.

Tomado del diario La Jornada Semanal, Mxico, 22 de marzo de 1998. Beatriz Sarlo

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