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Barthes La torre Eiffel Todos formamos con ella una figura móvil de la que es el centro estable: la Torre es amistosa. La Torre también está presente en el mundo entero: símbolo universal de París. Pertenece a la lengua universal del viaje. Independientemente de su enunciado propiamente parisino, afecta el imaginario humano más general; su forma simple, matricial, le confiere la vocación de un número infinito: sucesivamente y según los impulsos de nuestra imaginación, es símbolo de París, de la modernidad, de la comunicación, de la ciencia o del siglo XIX, cohete, tallo, torre de perforación, falo, pararrayos o insecto; frente a los grandes itinerarios del sueño, es el signo inevitable; del mismo modo que no hay mirada parisina que no se vea obligada a encontrársela, no hay fantasía que no termine hallando en ella tarde o temprano su forma y su alimento. Es imposible huir de este signo puro -vacío casi- porque quiere decirlo todo. Para negar la Torre es preciso instalarse en ella como Maupassant y, por así decirlo, identificarse con ella. A semejanza del hombre, que es el único en conocer su propia mirada, la Torre es el único punto ciego del sistema óptico total del cual es el centro y París la circunsferencia. Pero, en este movimiento que parece limitarla, adquiere un nuevo poder: objeto cuando la miramos, se convierte a su vez en mirada cuando la visitamos, y constituye a su vez en objeto, a un tiempo extendido y reunido debajo de ella, a ese París que hace un momento la miraba. La Torre es un objeto que ve, una mirada que es vista; es un verbo completo, a la vez activo y pasivo, en el que ninguna función, ninguna voz (como se dice en gramática, por una sabrosa ambigüedad) es defectiva. Esta dialéctica no es trivial; hace de la Torre un monumento singular, pues el mundo produce ordinariamente o bien organismos puramente funcionales (cámar u ojo) destinados a ver las cosas, pero que, entonces, no se ofrecen en nada a la vista, estando lo que ve míticamente ligado a lo que permanece oculto (es el tema del mirón), o bien espectáculos que son ellos mismo ciegos y que son entregados a la pura pasividad de lo visible. La Torre (y éste es uno de sus poderes míticos) transgrede esta separación, este divorcio ordinario del ver y ser visto; realiza una circulación soberana entre las dos funciones. Propensión prodigiosa al sentido: la Torre atrae al sentido, desempeña un papel prestigioso, el de un significante puro, es decir, de una forma en la que los hombres no dejan de colocar sentido (que toman a discreción de su saber, sus sueños, su

Barthes Sobre Torre Eiffel

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resumen del famoso ensayo de Roland Barthes sobre la Torre Eiffel.

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Barthes

La torre EiffelTodos formamos con ella una figura mvil de la que es el centro estable: la Torre es amistosa.

La Torre tambin est presente en el mundo entero: smbolo universal de Pars. Pertenece a la lengua universal del viaje. Independientemente de su enunciado propiamente parisino, afecta el imaginario humano ms general; su forma simple, matricial, le confiere la vocacin de un nmero infinito: sucesivamente y segn los impulsos de nuestra imaginacin, es smbolo de Pars, de la modernidad, de la comunicacin, de la ciencia o del siglo XIX, cohete, tallo, torre de perforacin, falo, pararrayos o insecto; frente a los grandes itinerarios del sueo, es el signo inevitable; del mismo modo que no hay mirada parisina que no se vea obligada a encontrrsela, no hay fantasa que no termine hallando en ella tarde o temprano su forma y su alimento.

Es imposible huir de este signo puro -vaco casi- porque quiere decirlo todo. Para negar la Torre es preciso instalarse en ella como Maupassant y, por as decirlo, identificarse con ella. A semejanza del hombre, que es el nico en conocer su propia mirada, la Torre es el nico punto ciego del sistema ptico total del cual es el centro y Pars la circunsferencia. Pero, en este movimiento que parece limitarla, adquiere un nuevo poder: objeto cuando la miramos, se convierte a su vez en mirada cuando la visitamos, y constituye a su vez en objeto, a un tiempo extendido y reunido debajo de ella, a ese Pars que hace un momento la miraba. La Torre es un objeto que ve, una mirada que es vista; es un verbo completo, a la vez activo y pasivo, en el que ninguna funcin, ninguna voz (como se dice en gramtica, por una sabrosa ambigedad) es defectiva. Esta dialctica no es trivial; hace de la Torre un monumento singular, pues el mundo produce ordinariamente o bien organismos puramente funcionales (cmar u ojo) destinados a ver las cosas, pero que, entonces, no se ofrecen en nada a la vista, estando lo que ve mticamente ligado a lo que permanece oculto (es el tema del mirn), o bien espectculos que son ellos mismo ciegos y que son entregados a la pura pasividad de lo visible. La Torre (y ste es uno de sus poderes mticos) transgrede esta separacin, este divorcio ordinario del ver y ser visto; realiza una circulacin soberana entre las dos funciones.

Propensin prodigiosa al sentido: la Torre atrae al sentido, desempea un papel prestigioso, el de un significante puro, es decir, de una forma en la que los hombres no dejan de colocar sentido (que toman a discrecin de su saber, sus sueos, su historia) sin que por ello este sentido se termine o se fije. Mirada, objeto, smbolo: infinito circuito de funciones.

Para satisfacer esta gran funcin soadora que hace de ella una especie de monumento total, es preciso que la Torre se escape de la razn.

Primera condicin de esta huida victoriosa es que la Torre sea un monumento plenamente intil: escndalo por no pertenecer al espritu de la poca consagrada a la racionalidad y el empirismo de las grandes empresas burguesas. No es objeto de arte, pero la defensa de Gustave Eiffel es en en funcin de los usos futuros de la Torre: cientficos, mdicos, resistencia de los materiales, aerodinmicas, fisiologa del escalador, radiolectricidad, telecomunicaciones, observaciones meteorolgicas, etc. Utilidades indiscutibles pero irrisorias frente al mito formidable de la Torre, del sentido humano que ha tomado en el mundo entero. Y es que en este caso las razones utilitarias, por mucho que el mito de la ciencia las ennoblezca, no son nada en comparacin con la gran funcin imaginaria, que a los hombres les sirve para ser propiamente humanos. Sin embargo, como siempre, el sentido gratuito de la obra no se declara nunca directamente: se racionaliza con el uso: Eiffel vea su Torre como un objeto serio, razonable, til; los hombres se lo devuelven como un gran sueo barroco que alcanza naturalmente los lmites de lo irracional.

Doble movimiento: arquitectura: sueo y funcin, expresin de una utopa e instrumento de comodidad. Utilitarismo ingenuo que no se separa de su funcin onrica: el uso no hace ms que abrigar el sentido. Babel: como si la funcin del arte fuese revelar la inutilidad profunda de los objetos, del mismo modo que la Torre, rpidamente desembarazada de los considerandos cientficos que haban autorizado su nacimiento tom la salida de un gran sueo humano en el que se mezclan sentidos mviles e infinitos: reconquist la inutilidad fundamental que la hace vivir en la imaginacin de los hombres.

Por qu se visita la Torre? Sin duda para participar de un sueo del que ella es (y sta su originalidad) mucho mas el cristalizador que el propio objeto. La Torre no es un espectculo ordinario; entrar en la Torre, escalarla, correr alrededor de sus cursivas, es, de un modo a la vez ms elemental y ms profundo, acceder a una vista y explorar el interior de un objeto (aunque calado), y transformar el rito turstico en aventura de la mirada y de la inteligencia. Esta doble funcin es su sentido ltimo.

La Torre mira a Pars: salir al balcn para percibir, comprender y saborear cierta esencia de Pars. Originalidad: usualmente los miradores son puntos de vista sobre la naturaleza: turismo de la "bella vista" implica infaliblemente una mitologa naturista. La Torre no da sobre la naturaleza sino sobre la ciudad: hace a la ciudad una especie de naturaleza. Entrar en contacto con una nueva naturaleza, la del espacio humano: consumo inmediato de una humanidad que se vuelve natural a travs de la mirada que la transforma en espacio. (I: consumo de bienes simblicos, de imaginario, de sueos).

Fatasa de la visin panormica (en lit: Hugo y Michelet): al maravilloso alivio de la altura la visin panormica aada un poder incomparable de inteleccin: la vista de pjaro, que todo visitante de la Torre puede adoptar por un instante, ofrece un mundo legible, y no solamente perceptible; por eso corresponde a una sensibilidad nueva de la visin: ver las cosas en su estructura (al contrario del viaje en carroza que permita percibir las cosas al ras). Advenimiento de una percepcin nueva, de modo intelectualista; aparece una nueva categora, la de la abstraccin concreta: ste es adems el sentido que podemos darle hoy a la palabra estructura: un cuerpo de formas inteligentes.

Distincin de puntos discretos, relacionarlos, percibirlos en una gran espacio funcional: separa y armoniza. Esta actividad de la mente, encarnada en la modesta mirada del turista, tiene un nombre: el desciframiento.

Panorama: imagen que tratamos de descifrar, reconocer lugares conocidos, identificar seales. La intelegencia es: reconstruir, hacer que la memoria y la sensacin cooperen para producir en nuestra mente un simulacro de Pars, cuyos elementos estn delante de nosotros, reales, ancestrales y, sin embargo, desorientados por el espacio global en el que se nos ofrecen. Naturaleza compleja, dialctica, de toda visin panormica: por una parte: visin eufrica (felicidad de la altura no interrumpida por accidentes); por otra parte, este continuo mismo compromte la mente en cierta lucha, quiere ser descifrado, hay que volver a encontrar signos en l, una familiaridad que provenga de la historia y del mito. La felicidad de la sensacin (nada ms feliz que una mirada desde la altura) no basta para eludir a naturaleza preguntona de la mente ante toda imagen.

Carcter intelectual de la mirada panormica.

Cuatro grandes momentos saltan a la vista, es decir, a la conciencia: 1) el de la prehistoria: relacin con el agua (ro); 2) la Edad Media: catedral con la que forma una pareja simblica, reduccin de Pars a la Torre y la Catedral, oposicin del pasado y el presente, la piedra, vieja como el mundo, y el metal signo de modernidad. 3) larga historia, que va de la Monarqua al Imperio, desde les Invalides al Arc: la historia de Francia propiamente dicha. 4) historia de Pars, la que se hace: monumentos modernos, que la Torre armoniza, materiales inditos (vidrio, metal), formas nuevas, con las piedras y cpulas del pasado: Pars en su duracin.

La imaginacin sigue llenando el panorama parisino y dndole su estructura. Funciones humanas: inmensa tapadera que cubre la vida de millones de personas : ciudad como intimidad de la que se descifra sus funciones, es decir, sus conexiones: tres funciones de la vida humana: placer (Montmartre); negocios, comercio, materialidad (pera); el saber, el estudio (Panten). Se ha credo observar que una especie de ley muy antigua empuja a las ciudades a desarrollarse hacia el oeste, hacia poniente: hacia ese lado va la riqueza de los buenos barrios. Funcin mtica que hace de toda ciudad un ser vivo. Ni cerebro ni rgano, la Torre, situada un poco a la zaga de sus zonas vitales, solamente es el testigo, la mirada que fija discretamente, con su delgada seal, la estructura completa, geogrfica, histrica y social del espacio parisino. Producido por la mirada desde la Torre, este desciframiento de Pars no es solamente un acto de la mente, sino tambin una iniciacin. Viaje inicitico: conquista. La ciudad, una especie de capital superlativa, destina ese movimiento de accesin a un orden superior de placeres, de valroes, de arte y de riquezas; es una especie de mundo precioso cuyo conocimiento hace hombre, marca la entrada en la vida verdadera de las pasiones y de las responsabilidades: ste es el mito, sin duda muy antiguo, que el viaje a la Torre an permite sugerir. Visita obligatoria, es una Puerta, un paso a un conocimiento, rito de inclusin.

Del Pars contemplado hay que volver ahora a la Torre misma, que vivir as como objeto (antes de movilizarse como smbolo). Para el turista, todo objeto es primero un adentro: exploracin del espacio cerrado. Tanto en el protocolo religioso como en la costumbre turstica, el encierro es pues una funcin del rito. Torre: objeto paradjico, definido por su forma espigada y por su material: no podemos encerrarnos en ella: cmo encerrarse en el vaco, cmo visitar una lnea?

Para comprender cmo el visitante moderno se adapta al monumento paradjico que se ofrece a su imaginacin, basta con observar que la Torre le da, siempre que la veamos como un objeto, y ya no como un mirador.

Dos tipos de prestaciones de la Torre:

1) de orden tcnico: la Torre da a consumir un determinado nmero de hazaas o de paradojas: ingeniera: cuatro pedestales en la base, insercin oblicua exagerada que es curisa porque da nacimiento a una forma recta cuya verticualidad misma absorbe todo el sentido simblico. Desafo sabroso: entender cmo lo oblicuo hace nacer lo recto. Espectculo de todos los detalles que hacen la Torre: planchas, viguetas, pernos, piezas innumerables de embrochado, cruzadas, divergentes, lnea, rejilla. La Torre-objeto proporciona de este modo a su observador toda una serie de paradojas, la sabrosa accin contraria de una apariencia y su realidad opuesta.

2) A pesar de su singularidad tcnica, constituye un "pequeo mundo" familiar: comercio: en el suelo: baratijas, recuerdos, vida comercial que volverremos a encontrar generosamente instalada en la plataforma. Ahora bien, todo comercio tiene una funcin de domesticacin del espacio: vender, comprar, intercambiar, con estos sencillos movimientos los hombres dominan verdaderamente los lugares ms salvajes, las construcciones ms sagradas. En la Antigedad, una gran fiesta religiosa como la representacin teatral no impeda de ningn modo la exposicin de los actos ms cotidianos, tales como comer o beber: todos los placeres iban juntos, no por un descuido irreflexivo, sino porque el ceremonial no era nunca arisco y no contradeca lo cotidiano. La instalacin de un restaurante en la Torre (siendo la comida el objeto del ms simblico de los comercios) es un fenmeno que corresponde a todo un sentido de la distraccin; el hombre parece estar siempre dispuesto a buscar una especie de contrapunto de sus placeres: es lo que se llama comodidad. La Torre es un objeto confortable: circo antiguo, cine al aire libre. Proporciona al visitante toda una polifona de placeres: admiracin hasta la comida, pasando por el panorama, con lo que la Torre alcanza finalmente la funcin esencial de los grandes lugares humanos: la autarqua; la Torre puede vivir de s misma: en ella se puede soar, comer, observar, comprender, asombrarse, hacer compras, como en un barco.

El visitante no penetra, se desliza, la roza sin quedar nunca encerrado: deslizamiento areo. Sostiene pero no contiene.

Entre el objeto investido y el smbolo general la Torre desarrolla una funcin intermediaria: la de objeto histrico: se lee cierto origen, material y formas tienen fecha.

Lo que la hizo nacer fue una circunstancia tcnica expresamente concreta: la llegada del hierro a la arquitectura. Eiffel simboliza el paso de la arquitectura a la ingeniera. Substitucin de la piedra por el hierro que desplaza el imaginario. Materia telrica, piedra es smbolo de asiento y de inmutabilidad, material de morada, eternidad, se gasta pero no se deshace nunca. La mitologa del hierro es muy diferente: participa del mito del fuego, precio simblico no es del orden de lo pesado sino del orden energtico: fuerte y ligero, ligado a la imaginacin del trabajo: resistencia pura, es el producto de un elemento sublime, la llama, y de una energa humana, la del msculo. Taller. Materia operatoria, simblicamente ligada a la idea de dominacin spera, triunfante de los hombres sobre la naturaleza. Hierro: historia progresista.

Eiffel (originariamente qumico) utiliz el hierro en construcciones diversas, pero todas ellas sirven a una misma idea: la de la comunicacin de los hombres entre s. Puentes, viaductos, vestbulos de estacin, esclusas: obras destinadas a anular los obstculos que la naturaleza pone a los intercambios humanos. Utilizacin nueva de la materia. Hierro: liviano, ligero, idea de lanzamiento. Parece de una sola pieza pero est minuciosamente ensamblada, la construccin metlica parece arrojarse por encima del obstculo: resume las obras de circulacin. Metalurgia, transporte, democracia: Torre smbolo de esas tres conquistas.

Idea de circulacin: puente. Para satisfacer esa idea de circulacin, el puente ha de oponerse a dos fuerzs naturales: el flujo, que desborda, y el viento, que derriba. Puente: vnculo, por lo tanto sensacin de humanidad. La Torre es tambin un puente: tiene su forma, su lanzamiento, su materia, unin del cielo y la tierra.

Problema de la plstica: si un objeto es "intil" slo se puede justificar si el "bello", si es desestimado del plano del uso, es recuperado en el del arte. Por su mismo ser, la Torre opona la idea secular de una belleza plstica un valor nuevo que acabara conquistando el mundo: el de su belleza funcional. En efecto, aunque la Torre sea un objeto "intil", toma prestada su necesidad de la tcnica: es bella porque proviene del orden de lo necesario.

Torre: sensacin de culminacin tan fuerte como la de la obra de arte y muy apartada de las consideraciones puramente utilitarias. La belleza funcional no reside en la percepcin de los buenos "resultados" de una funcin, sino en el espectculo de la misma funcin, captada en un momento anterior a lo que sta produce; captar la belleza funcional de una mquina o de una arquitectura es en suma suspender el tiempo, retardar su uso para contemplar una fabricacin: entramos aqu en un cuerpo de valores muy modernos, articulado en torno a la nocin de ejecucin humana. Al concebir su obra, Eiffel tena que resolver dos problemas mayores: la resistencia del viento y el montaje del edificio. Es esta segunda victoria lo que hace la belleza de la Torre. Montaje revolucionario: clculo milimtrico para mayor comodidad del obrero. Triunfo de la previsin. La mente humana atestiguaba as su poder no solamente sobre la materia y sobre la naturaleza, sino tambin sobre el tiempo, considerado como una serie lgica de finas operaciones, implacablemente articuladas.

Esta naturaleza estructurada del objeto la volvemos a encontrar simblicamente en la multiplicacin prodigiosa de las torres en miniatura. Multiplicada, simulada: fantasas de la imaginacin reproductora. Lo que se dice con esta proliferacin sin freno es que la Torre pertenece a todo el mundo y, mejor an, a todas las imaginaciones.

Mirada y objeto, la Torre es tambin un smbolo, y este papel ha tenido un desarrollo imprevisto. Al principio tena que simbolizar la Revolucin y la Industria. Sin embargo, estos smbolos apenas vivieron, y otros lo reemplazaron. El smbolo social no fue el de la democracia sino el de Pars. La inutilidad misma de la Torre permiti concebirla como smbolo de Pars. Democratizacin del turismo, esta mezcla moderna de distraccin y viaje, anunciaba fatalmente una especie de institucionalizacin masiva del viaje a Pars.

Un elemento ms sutil vino a confirmar el smbolo parisino. Todo Pars es el smbolo espontneo del pasado mismo. La Torre surge como un acto de ruptura: libertad de un tiempo nuevo; todo en la Torre la destinaba a este smbolo de subversin; la audacia de la concepcin, la novedad del material, el inestetismo de la forma, la gratuidad de la funcin. Smbolo de la modernidad. Agresin que le inflige al paisaje parisino se volvi calurosa; la Torre se hizo, con el mismo Pars, smbolo de la audacia creadora, era la expresin moderna con la que el presente le deca no al pasado. An hoy, la Torre no es un monumento viejo o pasado de moda.

Ms all de estos signos sociales, la Torre desarrolla smbolos mucho ms generales que pertenecen al orden de las sensaciones totales, a la vez poderosas e indistintas, que vienen, no de un sentido determinado, como la vista o odo, sino de la vida profunda del cuerpo: se las llama cenestsicas. Torre como objeto potico.

Torre: smbolo de la ascensin (delgado y alto). Imaginacin ascencional eufrica (Bachelard): respiracin (la ms feliz de las grandes funciones fisiolgicas). Imaginacin de la altura comunica con una imaginacin de lo areo. El primer atributo de la substancia area es la ligereza. Alianza de gigantismo, lo esbelto y la ligereza del material. No se hunde en la tierra, parece posarse en ella. El segundo atributo de la substancia area es una cualidad muy particular de la extensin, puesto que la encontramos de ordinario en algunos tejidos, el calado: la Torre es un encaje de hierro. El calado es un atributo precioso de la substancia, pues la extena sin anularla, hace ver el vaco y manifiesta la nada sin por ello retirarle su estado privativo. Carcter areo de la Torre: haba que agujerear hasta el lmite el material para que ofreciera el menor asidero posible al viento, el gran enemigo. Con lo cual el viento es sublimado, dominado. El viento no se puede unir a los elementos ligeros (el aire, el fuego) sino muy al contrario con los elementos pesados, telricos, (tierra y mar); por lo tanto, vencer al viento es situarse del lado de lo ligero y lo sutil, es alcanzar las grandes mitologas de la mente soadora y liberadora.

Sin embargo, lo alto, lo areo, lo ligero y lo calado se pueden resumir en un ltimo smbolo: la planta. La planta es alta por su tallo, area y ligera por su copa, calada por sus ramas. Torre tiene la esencia de la planta: movimiento y simplicidad.

Es esta la ltima metfora de la Torre? La fotografa, que a menudo nos dice toda la verdad de un objeto, nos ofrece tal vez otra metamorfosis de la Torre: la metamorfosis animal. Insecto, pjaro, jirafa: animalidad virtual de la Torre. La metamorfosis animal es un tema barroco de expansin potica, en la medida en que el animal es el gran lugar de paso de la naturaleza, cuando sta emigra del objeto al hombre; es en el animal donde empiezan todas las transgresiones, la del objeto que se anima misteriosamente, y la del hombre que salta las barreras de la moral y de la naturaleza. La Torre, mticamente, participa de este paso. Es un ser barroco porque encierra un sueo de transgresin de la materia hacia estados desconocidos que, sin embargo, nunca alcanza del todo.

Inestabilidad metafrica: ultimo avatar de la Torre: el avatar humano. La Torre es una silueta humana. En la aproximacin fotogrfica, se descubre una nueva verdad de la Torre, la de un objeto sexuado; en la gran suelta simblica de smbolos, el falo es sin duda su figura ms simple; pero, a travs de la mirada de la fotografa, todo el interior de la torre, proyectado sobre el cielo, aparece surcado de las formas puras del sexo.

ste es el espacio metafrico de la Torre.

La Torre suscita proezas inslitas. Pero en ella se juega sobre todo con la vida, en ella se muere (accidentes, suicidios, hombre pjaro). Si la Torre es espectculo puro, smbolo absoluto, metamorfosis infinita, requiere, a pesar o a causa de las innumerables imgenes de vida que libera, la ltima imagen de la experiencia humana, la de la muerte.

Mirada, objeto, smbolo, la Torre es todo lo que el hombre pone en ella, y ese todo es infinito. Espectculo mirado y mirador, edificio intil e irremplazable, mundo familiar y smbolo heroico, testigo de un siglo y monumento siempre nuevo, objeto inimitable y sin cesar reproducido, es el signo puro, abierto a todos los tiempos, a todas las imgenes y a todos los sentidos, la metfora sin freno; a travs de la Torre, los hombres ejercen esa gran funcin del imaginario que es la libertad, puesto que ninguna historia, por muy oscura que sea, ha podido quitrsela.