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El Amor como proceso de individualización.
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Ulrich BeckLa democracia y sus enemigos
Textos escogidos
PAIDSBarcelona*Buenos AresMxico
Captulo 3 La religin terrena del amor
De tantas formas gritado por el yo, el nosotros y el t, todo qued decantado por la pregunta de siempre: para qu?uRosas, nieves, mares, todo lo florecido marchit; quedan slo dos cosas: el vaco y trazos del yo.
Gottfried Benn1
Admitmoslo: Quedan slo dos cosas: ei vaco y trazos del yo;
pero qu quiere decir el vaco?, un vacuum en el sentido de
ausencia de tradicin , y eso no slo hoy sino para todo el futuro,
es decir, un vacuum para siempre? Significa muchos medios y
dioses? Sentido artesanal? Consumismo, o sea, foie de pato
y playas de los Mares del Sur? O, quiz, todo ello y adems
alguna clase de postradicin no explicitada en relacin con la
convivencia o la lucha con los trazos de los individuos? Es
posible que de las grietas del vaco surja una utopa de pequeo
formato que trascienda a las grandes tradiciones de sentido? En
otras palabras, con im pertinencia y provisionalm ente se est
planteando la cuestin de un sentido poscristiano, /nframoderno,
y nuestra respuesta, en trm inos sencillos y poco sociolgicos,
es el amor. En el estilo llano de un artculo me atrever a plantear
la hiptesis de que el amor, con todos sus cielos infernales y sus
infiernos celestes, con su humanidad verdaderamente toda ani-
1. G. Benn, Leben ist Brckenschlagen: Gedichie, Prosa, Autobiographisches, Munich,
Zurich, 1962, pgs. 1 78 y sig.
mal, se puede descubrir como esa forma de sentido postradicio-
na! e intramoderno,
Max Weber se refiri al espritu del capitalismo que, sin pre
verse ni pretenderse, habra nacido de la ascesis intramundana
del protestantismo. Supongmoslo as: si despus de la tica del
deber protestante-profesional, al destruirse las formas de vida de La democraciai , y sus enemigos
la familia nuclear surge como horizonte de sentido el conflictivo
amor al amor, cules seran los efectos secundarios, cul, por as
decirlo, el espritu no querido que nacera de un conflicto entre
los sexos y en el amor cargado romntica y teraputicamente?
Tiene esto consecuencias para la ciencia, la poltica, el desarrollo
tecnolgico o la ecologa?
Ruina e dolos
A cada prueba de que pierden importancia la familia y el matrimonio,
se puede oponer otra, no menos convincente, de que dicha impor
tancia sigue inalterada o incluso aumenta Y as, las crecientes cifras
de divorcios, que parecen dar prueba de la destruccin de la familia
con la fuerza de los juicios civiles, se ponen en jaque al enfrentar
se con los elevados ndices de segundas nupcias, que vienen a dar
fe del persistente atractivo del matrimonio. Quien por el descenso
del ndice de nacimientos concluya que han perdido importancia los
hijos y la paternidad tendr que buscarse mejores argumentos cuan
do se le objete que son muchas las mujeres que quieren buscar
solucin a la falta de hijos. En esa especie de opcin colectiva por la
pareja de hecho no estar manifestndose un escepticismo de
principio respecto de las convenciones de la familia? No, se nos res
ponde, porque, aunque algunos as llamen matrimonios salvajes, en 44
esas uniones pre- o extramatrimoniales, se acta de forma muy
poco salvaje, pretendiendo de esta manera tranquilizarnos los
estudiosos de la familia (cuestionados hasta en su nombre).
Irnicamente, los controles estrictos de un ideal de fidelidad y unin
cuasi matrimonial se pueden observar tambin en las sectas juveni-
les contraculturales. Es verdad que la gente huye de las paradisa
cas cmaras de tortura de la vida en pareja de muchas maneras
(prescindiendo del certificado de fidelidad, divorcio, separacin sin
divorcio, etc.), pero, al final, no para sacudirse ningn yugo, sino para
quedarse libre para una relacin sentimental nueva, mejor y ms
La religin bonita, que d consistencia a lo que la anterior no pudo.terrena del ,
amor De todos modos, es verdad que nunca conto el matrimonio con
unos fundamentos tan etreos e inmateriales como hoy.2 Los hom
bres y mujeres que trabajan fuera son econmicamente indepen
dientes de la familia; la relacin matrimonial ya no sirve, como
suceda en la jerarqua estamental, para la gran poltica ni para dar
continuidad a dinastas o herencias; y la considerada natural y lgica
relacin de sangre se ha relajado, de ia misma manera que el hecho
de compartir un mismo lugar de trabajo. En pocas palabras, se ha
volatilizado todo lo que se consideraba slido y presupuesto natural.
En lugar de eso, muchas cosas hay que buscarlas y encontrarlas hoy
en el matrimonio, en el gran todo de una confabulacin compartida
con la persona amada, cosas de las que las sociedades precedentes
consideraban responsables al lugar de trabajo o al sitio donde se
viva: el amor de la gente querida, el amor de amantes, los amores de
amistad, la libertad frente a las trabas de la racionalidad, la pedante
ra de la profesin, el perdn de los pecados, abrirse a las biografas
pasadas y futuras, el amor a los hijos y tantas y tantas otras cosas
irreconciliables (con sus rostros draconianos ocultos).
El dato es tan enigmtico como paradjico: se da a la vez un
proceso de destruccin y otro de idolatra de la familia, el matri
monio y el amor. De creer a los comportamientos, habra que decir
45 que en el ideal de vida en pareja basada en el amor se encuentran
estrecham ente unidos el paraso y el terror. O quizs ambas
cosas no son ms que niveles diferentes estancias agradables o
c.~i2. Vase sobre este tema U. Beck y E. Beck-Gernsheim, Das ganz nrmale Chaos der C-3 Liebe, Francfort, 1990, pgs. 106-131. L
stanos de tortura de un mismo ideal? En todo caso, requiere
explicacin ei hecho de que se den al mismo tiempo un creciente
y exagerado deseo de tener hijos y un menor nmero de naci
mientos; un aumento de la cifra de divorcios y el hambre de idilio
familiar, de salvficos miniparasos terrenales en la vida en pareja,
con los padres o, en general, en el amor; la lucha entre sexos, libe- La democracia
rarse de las condiciones de la familia nuclear, estamentales, de y em'9s
cuo industrial, y la esperanza de encontrar el amor redentor, la
confianza, la autenticidad, la plenitud, por la que las personas se
valoran (o rechazan) a s mismas y a su vida en comn.
Idealizacin de la familia y divorcio son las dos caras de una
moderna fe en el amor que se debate en unos ambientes destradi-
cionalizados e individualizados. Ambas cosas los saltos alternati
vos hacia dentro y hada fuera del matrimonio se explican cuando
se ven las crecientes expectativas con que tienen que luchar hoy la
convivencia y el amor. El hecho tiene motivos individuales, pero
sobre todo estructurales: la destradicionalizacin y desmoralizacin
del amor, la retirada del Estado, del Derecho y de la Iglesia de cual
quier pretensin de control directo de la intimidad, la necesidad de
construir cada cual su biografa propia y mantenerla en contra de
los deseos del prjimo, de las personas queridas, y en general la
multiforme necesidad de construirse una existencia propia al mar
gen de los papeles tradicionales de hombre y mujer.
Parece como si se buscara el amor como una realidad en s, en
contra de la. realidad de la familia y del matrimonio y en contra
tambin de la persona, capaz de liberar a sta para una existencia
verdadera Quien sacrifica en aras del amor el matrimonio, la fam i
lia, la paternidad y, al final, puede que hasta el bienestar de sus
prjimos, no est cometiendo un pecado, sino que cumple la ley de
la plenitud, de la verdad de los sentimientos, del desarrollo del pro- 46
pi yo en l y en los dems. La culpa no es de l ni de ella, sino de
que se siga manteniendo un orden que no permite, no conoce o no
ensea la conciencia del amor.
Pero fariseos, conversos, ateos o herejes no slo se dan en las
religiones cristianas, sino tambin en el amor. E incluso pululan
L
con frecuencia cnicos en la figura de desengaados y enfadados
de una exagerada fe en el amor. Lo que decimos se refiere, esen
cialmente, al plano del conocimiento, a la fe en el amor, no o slo
apenas a la conducta, que la contradice o que de algn modo (al
revs) es hija suya. Quien no se siente seguro en el da a da de su
La religin amor y vida en pareja, olvida la importancia que esa fe tiene tam-
amor bien para l o para ella. En el centro de atencin y de preocupa
cin se halla siempre lo inseguro. Slo cuando la seguridad se
rompe o uno se ve desalojado de ella, demuestra el amor (tal vez)
el carcter central que, para el proyecto y la realizacin de la vida
individual, mantiene seguramente a veces tambin cuando la res
puesta consciente o ignora Si Weber interpret los documentos
de la fe calvinista como huellas de la ascesis intramundana, hoy
habra que preguntar por la relevancia y consecuencias prcticas
de la fe en el amor a los principios teraputicos, a alguna literatu
ra de consulta y a algunos convenios de divorcio.
El amor como posreligin
El meollo central de la religiosidad terrena del amor sale a la luz en
la comparacin sistemtica. Religin y amor siguen el esquema de
una utopa de construccin anloga Ambos son, cada a uno a su
modo, una llave para salir de la jaula de la normalidad. Abren la nor
malidad a otro estado diferente. Se rompen las corazas semiticas
del mundo, las realidades prorrumpen de manera distinta y nueva
En el caso de la religin, mirando a una realidad que, como supra-
rrealidad, abarca la finitud del hombre y del resto de la vida; en el
del amor, esa ruptura de la normalidad se realiza de forma sensible,
47 personal, en la pasin sexual, y tambin en el hecho de abrirse una
persona a otra persona y al mundo. Los amantes ven las cosas de
otra manera y por eso son de otra manera, se hacen diferentes,
revelan el uno al otro nuevas realidades. Se crean de nuevo en la
medida en que se revelan sus historias el uno al otro y forjan nue
vamente su futuro. El amor es una revolucin entre dos (Francesco
Alberoni). La superacin de los obstculos y las leyes morales de
este mundo ajenos al amor es la prueba verdadera y propia del
amor. En l los posedos el uno por el otro y por el amor alcanzan
un reino que, siendo de esta tierra, no es de esta tierra.
El amor, contravencin ejemplar (Alberoni). He aqu tambin
lo que la moderna fe en el amor promete: autenticidad; en un
mundo de representacin, de utilitarismo y de mentira. El amor es
bsqueda de uno mismo, empeo de un encuentro autntico con,
contra y en el otro. Eso se procura en el intercambio de los cuer
pos, en el dilogo, en el encuentro sin reservas, en una especie de
confesin y absolucin que parte de ambos y que ambos
imparten. En el conocimiento, la realizacin y la liberacin de lo
que fue y de lo que es.
Nosotros traspasamos constantemente los lmites, slo apa
rentemente definidos, de las experiencias diarias de la realidad: el
recuerdo me transporta a otra poca. Sigo las nubes, pienso en la
luna, y la fantasa me traslada a las historias de mis lectores; leo un
libro y me encuentro en otra edad, vivo la vida de otros hombres
muertos hace ya mucho tiempo y a los que nunca conoc, oigo sus
voces que no escucho, pero que se hacen presentes en m, senci
llamente porque me dejo llevar por las letras negras de un papel
blanco. El amor es una experiencia especial de las muchas expe
riencias lmite; a diferencia de la enfermedad y la muerte, se lo
busca en lugar de ser reprimido, por lo menos en nuestra poca y
cultura; no se lo puede uno proponer ni tampoco provocarlo a
voluntad, y cuando se lo espera, la esperanza se orienta a la libe
racin en el ahora y el t. Pero su carcter trascendente es de aqu
y ahora, tiene voz, cuerpo y voluntad propia En la religin se cree
que hay una vida despus de la muerte; en el amor el dogma es que
hay una vida antes de la muerte.
Enamorarse significa abrirse a otra existencia sin garantas de que
eso sea realizable. Es un canto de bienvenida sin seguridad de res
puesta. [...] Y cuando llega la.respuesta del otro, de la persona amada,
nos parece algo inmerecido, un regalo maravilloso que nunca haba-
mos pensado recibir. (...) Los telogos tienen una palabra para ese
regalo: gracia. Y cuando el otro, la persona amada, dice que tambin l
ama, y el uno se abre al otro, es el momento de la felicidad, el tiempo
se para
u religin El reconocimiento que recibimos del otro nos da nimos para con-terrena def
amor tesarnos con nosotros mismos, para reconocernos a nosotros mismos.
Es un paso hacia la individualidad.
El deseo de gustar al otro nos lleva a cambiar. Y por eso todos
intentamos explicar al otro nuestros puntos de vista y cambiamos para
gustar. Es un permanente descifrarse y descubrirse.3
El amor es una utopa que no hay que traer ni justificar desde
arriba desde el cielo de las tradiciones culturales, ni predicar
se desde lo alto dei plpito, sino que desarrolla sus vnculos
desde abajo, con la fuerza de las pulsiones sexuales, desde los
centros del deseo de la existencia individual. Y en este sentido el
amor es una religin sin tradicin, no en lo que se refiere a su
significado, sino en cuanto al meollo de sus obligaciones: no hay
que convertir ni afiliar a nadie.
La fe en el amor es la no tradicin, la postradicin, porque no
tiene las caractersticas clsicas, no necesita institucionalizacin ni
codificacin ni legitimacin, para ser eficaz subjetiva y cultural
mente. l nace, ms bien, en combinacin con y como consecuen
cia de una sexualidad libre de tabes, liberada, junto con y como
producto de una profunda erosin de los que se han considerado
los roles naturales de sta. En el a m o rsegn la estructura social
moderna no es com petente ninguna instancia moral externa,
sino slo el acuerdo de quienes se aman. Mientras se destruye
49 una fe que ya no se ensea, el amor es una religin sin iglesia ni
sacerdotes, de consistencia tan segura como la fuerza de la gra
vedad de una sexualidad liberada de la tradicin.
3. F. Alberoni, Verliebtsein und ieben, Revolution zu zwei, Stuttgart, 1983, pgs. 39 y sig., 44, 45.
. . . i -
Con el repliegue del Derecho, de la Iglesia y el Estado, el amor
abandona tambin las normas tradicionales y los cdigos de obli
gacin comn, convirtindose, en el sentido clsico moderno, en
cosa de los individuos y de su decisin. Surge una especie de
positivismo normativo y jurd ico individual e individualizado del
amor. Pero, adems, todo eso no le quita su categora de tradicin La democracia
creadora de sentido, sino que la fundamenta: el tipo semitico que y 9s
l establece es iglesia y biblia, parlamento y gobierno, todo a la
vez; a los individuos, y por obra de ellos, les proporciona sentido
para que repriman, formulen o equilibren sus proyectos de s mis
mos y del mundo. As es, en todo caso, por lo menos como ideal,
como cdigo de comunicacin, como instancia de legitimacin,
lo que no excluye, lgicamente, estndares y generalizaciones en
el contenido.
La relacin del amor con normas de los propios amantes lo
hace tambin circularen sus significados y en los discursos sobre
l. Los terapeutas intentan aclarar, a partir de lo que es comn, los
temores significativos vividos y sufridos personalmente, que for
man parte de las biografas particulares. Pero lo cierto es que la
frmula radical yo soy yo, que querra fundamentarlo todo, repre
senta como irnicamente expone Kundera el raro empeo de
resolver una incgnita por ella misma.4 En su anlisis del lenguaje
del amor, Roland Barthes expone este carcter circular:
Adorable. Como la persona que ama no encuentra cmo llamar a
la forma singular con que desea al ser amado, echa mano de un tr
mino algo tonto: adorablel [...]
Se esconde aqu un profundo misterio, cuya clave no encontrar
nunca. Por qu deseo precisamente a ste, y por qu, sin descanso
y con ansiedad? Lo deseo como un todo (una silueta, una forma, un 50
gesto de la cara), o slo una parte de su cuerpo? Y, en este ltimo
caso, qu es lo que escogera para m como deseable de ese cuer
po amado? Qu parte, tal vez increblemente pequea, o qu cuali-
4. M. Kundera, Das Buch der lcherlichen Liebe, Francfort, 1989, pg. 92.
dad sin trascendencia? La curva de la ua de uno de sus dedos, un
diente algo sobresaliente, un mechn de su cabello, una determina
da manera de hablar, de abrir los dedos al fumar? De todos esos tra
zos del cuerpo me gustara decir que son adorables. Y adorable
significa precisamente que todo eso es deseo mo porque cada una
u religin de esas cosas forman mi deseo; esto es! justamente, esto es (loterrena del
amor que amo)l. Y, sin embargo, mientras mas claramente vivo lo singular
de mi deseo, menos puedo darle nombre; a la nitidez del blanco res
pondo con una vibrante oscilacin en el nombre; lo genuino dei
deseo no es capaz de producir ms que expresiones impropias. De
toda esa confusin lingstica ha quedado, sencillamente, una hue
lla: adorable [...].
Adorable es el rastro fugaz de una fatiga, de la fatiga del lengua
je. De palabra en palabra voy sintiendo el cansancio de que de mi dea
digo algo similar pero de forma distinta, de que lo genuino de mi deseo
se hace ms impuro: todo un viaje, al final del cual mi ltima filosofa
no puede ser sino la de reconocer la tautologa y ponerla en prctica.
Es adorable lo que es adorable. O dicho de otro modo: te adoro por
que eres adorable, te amo porque te amo.5
Pero lo sagrado del amor terreno no tiene su fundamento slo en
el amor mismo. Si se quiere entender por qu las personas caen
como locas en el vrtigo del amor, hay que hablar tambin de otras
cosas totalmente distintas: la educacin, la ciencia, la profesin, el
mercado, los peligros de la tcnica, etc. Predominan las abstracciones
(estadsticas, nmeros, frmulas tcnicas) que apuntan a realidades
(amenazantes) en dimensiones que, con todas sus diferencias, tienen
una cosa en comn: escapan a la comprobacin del da a da Pues
bien, en este mundo creado por la civilizacin, el amor es tambin, y
51 esencialmente, una rebelin de la experiencia contra realidades
ambiguas que no es posible experimentar.
Su significado es el de una experiencia especial: concreta,
emocional, total y, precisamente por ello, inevitable. En el encuen-
5. R. Barthes, Fragmente einer Sprache der Liebe, Francfort, 1984, pgs. 37-40.
tro y enfrentamiento de hombre y mujer, mujer y mujer, hombre y
hombre, padres y beb o mocosos, etc., la po ltica se puede
relegar al terreno de lo irrelevante, las clases se esfuman en
estadstica y la experiencia comn de unas condiciones de tra
bajo se deshace por mor de procesos de flexibilizacin de hora
rios o de otro tipo. As, es el amor o, ms exactam ente, el
con flic to del amor con su ca rcte r de insuperable, desde la
eterna cuestin de lavar los platos hasta el cmo del sexo,
desde el amor de los hijos hasta el mutuo conocerse y a tor
mentarse el que se alza con e l m onopolio de sociedad vivible.
M ientras ms abstracta la realidad, ms atractivo el amor. El
amor es un bao de dioses en un mundo de abstracciones. Lo
que la carrera por el bosque para el hombre de despacho, lo que
el club para el hombre de nmeros: un paseo reconfortante para
los sentidos.
Es verdad, este mundo liviano de tradicin tiene muchos me
dios y dioses: televisin, cerveza, ftbol, coche, foie de pato.
Diferentes segn las fases de la vida.
Pero lo que distingue al tema del amor de todos ellos es que
sus conflictos de relacin son reales, cuestiones que se sufren
y se viven, que rondan a las personas y se plantean en su vida
ordinaria, quieran ellas o no. El amor no se puede proponer, ni
tampoco forzar. Incluso cuando a l o a ella se le antoja -cosa
extraa o indiferente, pueden abrrsele las compuertas del amor
tan sorprendente como in justificadam ente. Pero s es verdad
que en la medida en que fallan los presupuestos tradicionales,
gana en probabilidad caer en el amor en contra de la propia
voluntad. No es el amor un recurso comodn o pararrayos, ni
tampoco artculo poltico de exportacin de un deseado com
promiso o mero anuncio publicitario; su coyuntura es expresin
de las condiciones o, ms exactamente, de las incapacidades de
la vida real, de los conflictos en serie prefijados que, h istrica
mente cond icionados, necesariam ente resuenan, estallan y,
finalm ente, se celebran en la esfera de lo privado, cuando el
amor es una cosa ms.
Ser amado significa que le digan a uno: t no puedes morir
(Gabriel Marcel).6 Esta esperanza luminosa se hace voz tentadora
e irresistible cuando se experimenta la finitud, soledad y labilidad
de la existencia La enfermedad y la muerte, las crisis personales y
los golpes duros de la existencia ciudadana son momentos y oca-
Lareligin siones en que los juramentos de amor se prestan o se desvelan
amor como perjurios. En esto la pretensin de sentido de la religin
terrena del amor se asemeja a la de las dems religiones. Y tam
bin a la inversa: la muerte imaginada que rompe la normalidad,
que abre a otras posibilidades, revela a la vez el horizonte signifi
cativo del amor. Cuando al menos m om entneam ente se
rompe la concha del racionalismo utilitarista, de la carrera, de la
vida metdicamente planificada, surgen las preguntas del por qu
y el para qu, que encuentran su fuerza en la convivencia amoro
sa, recordada o dolorosamente aorada.
El amor terrenal es am or de amado, no de prjimo. Pero el
amor de amado tambin est expuesto al peligro de su contrario:
los ex amados dejan de tener patria, derecho de residencia, en el
amor. Y no est previsto el derecho de asilo. No amor significa,
conlleva, necesariamente rechazo. Los terapeutas la unidad de
cuidados intensivos de los afectados por el divorcio pueden com
poner todo un cntico sobre el tem a
Del ideal del amor romntico se ha llegado al ideal de los
amores romnticos.7 La religin del amor crea dos grupos que
fluctan considerablem ente: el grupo de los amados de cada
momento, que, aunque estable cuantitativamente, es variable; y el
grupo de los ex amados, cuya cuanta depende de !as variaciones
del grupo de los amados de cada momento. De modo mecnico,
por influ jo de la autorreaiizacin y la bsqueda de plenitud, se
53 crean as redes de entrada y salida, cuyos ejes e hilos forman y
tejen los individuos, de la misma manera que las redes de las ara
as las atrapan con los hilos de su propio cuerpo.
6. Esta cita he de agradecrsela a Christoph Lau.7. J. Gerhards y B. Schmidt, Intime Kommunikation, Baden-Baden, 1992, pg. 26.
El horizonte de la religin conecta el ahora con el ms all, el
comienzo con el final, el tiempo con la eternidad, a los vivos con
los muertos. Como consecuencia, frecuentemente celebra y vive
experiencias transtemporales. El horizonte del amor, en cambio,
es tan concreto como estrecho. En l son pequeos mundos de
un t y un yo los que surgen. El amor es, en otras palabras, par
ticularista, restrictivo visto desde fuera, y en su lgica, injusto
hasta la crueldad, sin justificacin ni instancia alguna que pueda
juzgarlo. Sus indicaciones y preceptos no admiten reclamacin ni
endoso a terceros; se resisten a cualquier codificacin o vigencia
generalizada.
Ahora bien, precisamente po r eso e l amor es la antiideologfa
adecuada de la individualizacin. l subraya la singularidad, pro
mete la comunin de las singularidades, no apoyndose en tradi
ciones estamentales, riqueza o ttulos jurdicos, sino gracias a la
verdad e inmediatez de los sentimientos, a la fe individual en el
amor y a su correspondiente personificacin. Las instancias del amor
son los individuos tomados uno a uno, que slo por sus sentim ien
tos mutuos adquieren el derecho de crear su propia justic ia
Romanticismo de hoy: el amor, canciones de moda hechas vida
El amor es, por su origen romntico, conjura compartida en contra
de la sociedad. El amor no conoce lmites, ni de estamentos y
clases, ni de leyes y moral. Esta subversiva ideologa liberadora del
amor raya en la histeria
Querida e infeliz Augusta escribe Enzensberger, no puedes
imaginar la que habis montado t y un puado de hombres y muje
res de tu poca No exagero si digo que vosotros (un puado de
gente de los siglos xix y xx) habis descubierto el amor o, mejor, lo
que en Europa se entiende por eso hasta hoy. Porque, qu es lo
que haba antes? Se casaban, lograban un buen o mal partido, bus
caban trabajo, tenan hijos y los educaban; aceptaban la buena o
mala suerte, segn viniera, de por vida Vosotros, por fin, ms bien
tarde, habis tenido la idea de que se poda aspirar a ms, a algo
ms que la cuna, el trabajo y el patrimonio: a algo as como tomar,
tambin en este sentido, las riendas de la propia vida. Idea arriesga
da y liena de consecuencias! El yo en toda su grandeza, y el t! El
cuerpo y el alma: hacer de ellos un pequeo infinito. Un nfasis, una
ureligin esperanza, un propsito de felicidad, era eso que las generaciones
amor anteriores no se habran permitido soar; pero, al mismo tiempo, una
exagerada exigencia mutua, que abri las puertas a posibilidades de
infelicidad totalmente nuevas. El desengao era la otra cara de vues
tra utopa, y vuestros nuevos acuerdos imprimieron un nuevo giro,
radical, a la vieja lucha entre los sexos,
Podra dedicar muchas pginas a describir las consecuencias,
pero me temo que no me creerais. La menos importante de ellas
es que vuestra novela se convirti en el modelo, en el esquema
incluso, de una literatura interminable y que vuestra lucha con el
amor en sus miles de variantes llena nuestro teatro hasta hoy. Pero
lo que seguramente consideraris menos posible, Augusta, es que
vuestra historia, multiplicada en copias a millones, se ha hecho ordi
naria, plana, trivial, una lstima, y a la vez fuente de sufrimientos a
millones. Ciencias enteras se han construido en torno al tema; un
ejrcito de expertos, asesores y charlatanes se dedican a esta his
toria interminable, y a su administracin burocrtica; y cada da de
nuevo, una y otra vez, es objeto de negociacin ante los estrados de
nuestros juzgados. Porque, efectivamente, no puede ser casualidad
que haya sido vuestra poca la que, en un mismo suspiro, a la vez
que el sentimiento sin reservas, haya descubierto el divorcio.8
Augusta Bussmann y Clemens von Brentano vivieron y sufrie
ron sin reservas esta bsqueda de uno mismo y del amor. Son pio-
55 eros de esta odisea espinosa del amor, aunque no como cree
Enzensberger sus descubridores. En sus peraltes y montones de
cascotes se encuentra, ms tarde y en eco, Platn (tambin la lite-
8. H. M. Enzensberger, Requiem fur eine ro'mantische Frau. Die Geschichte von Auguste Bussmann und Clemens Brentano, Berln, 1988, pgs. 92, 190 y sg, 228 y sig.
ratura trivial al uso de hombres y mujeres en el caos actual suspira
platnicamente); remueve algo ya ledo o colectivamente recordado
sobre trovadores y favoritas; laten ah viejas sabiduras indias (que
no es casual que hoy atraigan en las libreras); el trato cortesano se
traslada a los apartamentos. En una palabra: lecturas furtivas y nor
mas antiguas que vuelven a imponerse, definen una deriva que se La democraciay sus enemigos
consuma individualmente.
Visto as, el amor es novela aplicada, texto de cancin vivido,
filosofa de l yo utilizada b iogrfica y teraputicam ente. Es tambin
un amor escrito, un amor pongamos por caso, un amor de odas,
en el sentido de que se basa en una mezcla de cosa leda, oda y
vivida. Augusta Bussmann y Clemens von Brentano, por ejemplo,
no sabran ya si vivan o escriban sus cartas. Hoy no existe, es ver
dad, esta especie de amor postal que pone alas increbles a las
vivencias, las precede o las sigue, seleccionando y anticipando sus
rastros y metas. Pero en su lugar tenemos este amor receptivo,
ledo, odo (visto en televisin y teraputicamente regulado), diga
mos que un amor en conserva producido con anterioridad, un
guin que se desarrolla luego en camas y cocinas.
En el pasado rompa el amor lazos y normas comunitarios. Con
la disolucin de las barreras estamentales y familiares, en cambio,
se desliza cada vez ms hacia el vaco. Ya no es el principio garan
te de la libertad y la individualidad frente a las coerciones sociales,
ya no choca con resistencias, ni es medularmente amoral. Lo que
hace que se vuelva sobre s mismo, que se consuma a s mismo,
que se convierta digamos que en autorreflexivo.9
Esto se advierte en las letanas de las relaciones amorosas cerra
das (todas ellas, absolutamente individuales y absolutamente estan
darizadas), en la pedagogizacin del amor, en las tcnicas
pornogrficas de autoestimulacin o, en general, en el hecho de que 56
lo emocional se haya adueado del estado de enamoramiento (y no
9. Debo estas ideas a Christoph Lau. La tesis no es la misma que la del carcter reflexivo
del amor de que habla N. Luhmann (Liebe ais Passion. Zur Codierung von Intimitt,
Francfort, 1982, pg. 175), porque sta no se fijaen unos hechos histricos nuevos, sino que en abstracto, es una posibilidad al alcance de todos los talentos y todas las situaciones.
del otro miembro de la pareja). De la misma manera que la ciencia no
combate ya la falsedad con la verdad, sino que una verdad roza con
otra verdad, el amor romntico, en cuanto utopa de felicidad indivi
dual, ya no se inflama contra la resistencia de coerciones y normas
sociales, sino slo en concurrencia y pugna cada vez con otro amor,
u religin El resultado es confusin, incomprensin y armona ocasional. Delerrena del
amor todos modos, con ese egocentrismo, con esa falta de limites, el amor
pierde su posicin de garante de seguridad individual (no social). No
existe el amor. Slo existe su plural, amores: utopas variables, difcil
mente compatibles, acumuiables, de unas ideas del amor (en cuanto
a la sexualidad, la vida en comn, etc.) plurales e individualizadas.
Precisamente porque el amor se convierte en un bien escaso y
ansiado, la presente poca de pulsin individualizadora puede
sealarse como una en la que el amor encuentra su mejor coyun
tura y los temas referidos al mismo se hacen cuestiones existen-
cialmente candentes para todo el mundo (y no slo, como suceda
hasta el siglo xix, para gente rara y hroes del amor). Dicho de
forma exagerada: con la muerte del amor, con su disolucin en
amor paterno, pasin, flirteo, erotismo, vida en pareja, relacin
familiar, se implanta la bsqueda masiva del gran amor total.
Esta religin del amor es el amor de los individuos tomados uno
a uno, liberados de las tradiciones de clase y estados sociales, para
los que, en lugar de las cosas que antes se consideraban comunes,
rigen ahora modelos de su propia invencin. El romanticismo idea
lista de entonces y el romanticismo teraputico de ahora tienen en
comn el principio de la distancia: este amor idealizante, vivido con
regusto, crece con la distancia (aun en el caso en que los amantes
estn prximos en el espacio, porque aman sus modelos de amor,
sus modelos tambin de amantes, se aman a s mismos en esos
57 amantes y en su amor, y en las exageraciones y transgresiones del
propio yo que son posibles con ello). Frente a este amor egocntri
co de la aoranza amorosa aparece como una amenaza la realidad
de la persona amada con toda su banalidad (en la medida en que
la embriaguez no ha obnubilado el sentido de la realidad). Realidad
equivale a hundimiento y cada, y para superarlos hacen falta de
nuevo idealizacin y distancia. En el amor me engao constante
mente respecto de la realidad [...] El engao, condicin de una vida
bonita?'0 Este amor entona el canto (en la cercana, a travs de
ella) de la distancia; de la forma que sea! A ella debe su supervi
vencia. Ella es su meollo romntico, realista; su hallazgo.
El amor es soledad de dos. Aun cuando imaginamos que el otro La democracia
nos llena plenamente, en realidad slo nos produce sensacin de pie- ysuserie'm90s
nitud nuestro propio estado, el cual, por el contrario, embriagados
como estamos, nos incapacita especialmente para captar con realis
mo cualquier cosa Desde su primer comienzo la pasin amorosa es
incapaz de una apreciacin verdaderamente objetiva de la otra per
sona, de una inmersin en la misma; es, ms bien, la ms profunda
inmersin en nosotros mismos; es la soledad a la mxima potencia,
pero de tal clase que, como si estuviera rodeada de miles de espejos
resplandecientes, cree ensancharse y abarcar el mundo entero.11
El amor como cdigo individual: el am or destradicionalizado,
patrn de sentido y de conflictividad
Al liberarse de la moral y del derecho, el amor parece convertirse en
puro asunto de los individuos que se aman, si no en la realidad, s
como tipo ideal. Pero lo que irrita o, al menos, lo que se percibe es
que precisamente esa clase de delegacin en los sujetos y en su
voluntad sigue su propio esquema y tiene sus leyes, su lgica con-
flictual y, no en ltimo trmino, sus paradojas que eclosionan en lo
individual, como individuales, pero que siguen un desarrollo que tiene
su fundamento en la generalidad del amor, Llevado al extremo: como
sucede con el capital y en el poder, tambin en el arnor estamos ante
un espectro predeterminado de comportamientos y de crisis, slo 58
que en este caso se trata de uno que coincide con las formas de
manifestarse la subjetividad, con la autorregulacin del amor.
10. J. Kristeva, Geschichte von der Liebe, Francfort, 1989, pg. 16.11. L. Andreas-Salom, Die Erotik, Francfort y Berln, 1986, pg. 59.
1. El amor se convierte en compendio de la-individualizacin
social y, al mismo tiempo, en promesa de salvar a los individuos
uno a uno de su lado annimo. Amor significa, en este sentido,
antisoledad. A la vista de la relativizacin y disolucin de toda clase
de lazos, el amor toma el puesto de ltimo lugar de seguridad
ureligin indubitable. Mientras que en el siglo xix el amor se rompa (o seterrena del .
amor inflamaba) contra las convenciones sociales, hoy, a la vista de unas
convenciones sociales rotas, se busca refugio en el amor.
2. El amor es un modelo de actores. Convierte a las personas
en actores en un mundo hecho, en general, de mecanismos. En l
todo es susceptible de imputacin, de culpa, de justificacin subje
tiva, buscado y querido. l es la democracia radical entre dos; la
forma de la responsabilidad de uno mismo sin ms. Hasta el punto
de que incluye la irresponsabilidad, ya que slo los amantes (y de
esto se sigue que tambin uno contra el otro) pueden fijar y eje
cutar para ambos el final del amor, sin otra razn, justamente, que la
de que el amor, el suyo, su amor, se ha apagado.
3. El modo de justificacin del amor no es tradicional y formal,
sino emocional e individual; es decir, que nace de la experiencia y
de la creencia y esperanza de los individuos, y no, de una no se
sabe qu instancia superior. Los amantes, y slo ellos, disponen de
la verdad y del derecho de su amor. Slo ellos pueden hacerse jus
ticia y administrarla. Se trata de un derecho no formulado y sin pro
cedim iento. Pero, por eso mismo tambin, no existe aqu la
injusticia, ni siquiera in fragantr, no hay querella posible, ni tampo
co revisin posible de la causa. Amor y justicia son palabras que
pertenecen a lenguajes distintos.
4. El amor es el formulario en blanco que los amantes han de
rellenar. Cmo amarse, qu quiere decir amor, las decisiones que
59 los que se aman toman de consuno pueden variar en tabes, des
cubrimientos, desvarios. No por su contenido, pero s por el proce
dimiento de legitimacin (decisin en conciencia!), amor significa
autonormalizacin. Lo que implica que el amor destradicionalizado
no conoce desviaciones o, en todo caso, slo las conoce individua
les y no sociales.
5. El sentido y la coincidencia del amor estn siempre amena
zados. Tambin en esto se demuestra su carcter terrenal. Dicho al
revs, eso significa: Lo abierto e inseguro de la situacin exige de
los interesados mismos un esfuerzo de interpretacin y definicin
fuera de lo normal. La intimidad ha de crearse en comn.'2 El
amor anida en smbolos que los propios amantes construyen para
superar lo extraa que les resulta la historia de su amor; los fo r
man como capullo de su vida en comn y los tejen repitiendo
recuerdos de alfombras voladoras de una realidad soada que
les sirve de sostn. Aparecen as fetiches, ofrendas, ceremonias,
inciensos, trazos del presente que encarnan la vivencia y el sufri
miento del amor. Sin que existan, como en la religin, unos sacer
dotes que bendigan y administren todo eso, sino que son los
individuos quienes lo descubren, lo adornan y le imprimen su esti
lo. Unos anidan y se agazapan en smbolos ratoniles, otros eligen
el color amarillo como nido de sus sueos y recuerdos e inventan
nombres cariosos tejidos con historias pasadas, conservando as
su amor en los recuerdos y conjurando de esa manera la perma
nente amenaza del olvido y de la prdida.
Resumiendo: el amor es una religin de la subjetividad, una fe
en la que todo la Biblia, los sacerdotes, el dios, los santos y los
demonios est en las manos y en los cuerpos, en la fantasa y la
ignorancia de los individuos que se aman y se martirizan con su
amor. Este amor libre de toda tradicin es otra forma de llamar a la
autonoma radical, un esquema de esperanza y de accin en el que
todo, al final, consiste en las decisiones de los que se aman.
En tal sentido, este modelo de relacin y decisin encaja por
completo en la lnea de la modernidad y de la Ilustracin, en la que
todo lo dado depende de decisiones y se traslada a la responsabi
lidad de los individuos. Pero este cuadro de seduccin encubre
dos puertas que aparecen en cuanto se plantea la cuestin de la
revisin de decisiones y juicios. La respuesta sigue el mismo
12. Gerhards y Schmidt (n. 7), pg. 82.
modelo: tambin de ellas se encargan los individuos. Pero enton
ces se hace patente que la armona, el consenso, la reciprocidad,
que el amor promete y como cuyo compendio se presenta, son un
engao, porque, cuando desaparecen los entusiasmos y se impo
nen sus contrarios, es decir, la indiferencia, la duda, el miedo y el
ureligin odio, entonces las decisiones siguen estando en manos de losterrena del
amor combatientes y dependiendo de sus formas de ver las cosas. El
amor, en cuanto autoadministracin radical, libre de apoyos y con
troles externos, no reconoce jueces, normas ni procedimientos de
reclamacin para sacar sus asuntos del barullo de la pelea, librar
se del pantano de las infamias y someterse a un juicio neutral.
La democracia del amop> se convierte en lo contrario: la explo
tacin sin lmite del odio utilizando los medios de la brutalidad en la
intimidad; cosa para la que slo tienen capacidad y estn en situa
cin de practicar quienes tienen la confianza que dan muchos aos
de encadenamiento mutuo, a la que acompaa el mutuo conoci
miento de los puntos dbiles de cada uno.
Las trampas del amor son la otra cara de su seguridad: subje
tividad y slo subjetividad, que se convierte en capricho y brutali
dad, sin el freno, entonces, de coerciones externas. Los amantes
crean su propio derecho. Por consiguiente, amenaza la anomia
cuando se ha esfumado el hechizo del amor y hacen notar su voz
los intereses de cada cual. El amor exige apertura e intimidad sin
reservas. Por consiguiente, es combatido con las malas artes de la
confianza. El amor es su propia legitimacin, de la que se encargan
los individuos (del mercado) liberados, abandonados a sus propios
juicios e intereses. Por consiguiente, no es slo el Dios compren
sivo y misericordioso del Nuevo Testamento, sino tambin el enig
mtico y airado del Antiguo.
61
Resumen y conclusiones
C ~ jEste esquema de caractersticas y relaciones recoge unas cons- ^
trucciones ideales, que describen puramente lo que se da en el CPs
amor como posibilidad y como movimiento realmente documenta
do. Todo ello sucede en la realidad en la medida en que
se da verdaderamente igualdad entre mujeres y hombres (en
el trabajo, en los ingresos, etc.), ya que se desmontan o desapare
cen las coerciones de orden econmico para la vida en pareja; en udemocracia, , , , . , , y sus enemigos
otra palabras, gana en importancia el amor como fin y como base
de las relaciones;
son mayores las diferencias de origen familiar, porque enton
ces la formacin y preservacin de la vida en comn, en contra de
las fuerzas centrfugas de las biografas individuales, quedan en las
manos y en los corazones de los miembros de la pareja;
aumentan la independencia de hombres y mujeres y el des
conocimiento mutuo de las condiciones de trabajo de cada cual, ya
que con ello desaparecen coerciones y experiencias de conviven
cia de origen exgeno;
el Estado, el Derecho y la Iglesia desaparecen del control del
matrimonio, de la pareja y de la intimidad, porque de esta manera
surge un espacio libre en el que puede desarrollar su propia lgi
ca y su escenografa conflictiva el amor como forma radical de inti
midad autoadministrada;
aumenta la individualizacin, es decir, la dependencia de la
propia formacin, la movilidad, la vinculacin al mercado de traba
jo, la legislacin de las biografas, porque de esa manera la antiso
ledad del amor desarrolla su promesa de una dualidad sensual y
llena de sentido.
Las turbulencias del amor y los conflictos de pareja no tienen
por qu tener su origen es la conclusin de la tesis expuesta ni
exclusiva ni principalmente en neurosis y los biogrficos anterio- 62
res de los interesados, sino que pueden nacer de la lgica interna
del tema del amor y de su propia conflictividad polifactica, desa
rrolladas en todas sus formas y vicios.
Por encima de todo eso, se pone en cuestin el consenso de
diferentes teoras sociales en las que se parte del principio de que
(La religin tercena del
amor
el sentido social, bsicamente tradicional, tiene que documentarse,
transmitirse, criticarse, legitimarse y ser inculcado desde los albo
res de la infancia y la escuela en las mentes y corazones de las
nuevas generaciones, o se volatiliza y ve menoscabada su vigencia
social. El amor sigue el esquema inverso: su destradicionalizacin
y desmoralizacin dejan va libre a los deseos y apetitos sexuales.
Pero sucede, al mismo tiempo, que con l se aduean del hombre,
hasta lo ms ntimo y misterioso del mismo, una bsqueda terrenal
de sentido y una religin sensual que se salta las vallas de la tra
dicin institucional y asegura su estabilidad cultural digamos que
en dependencia de sus instintos, inconsciente o preconsciente-
mente y, precisamente por eso, en cuanto religin individual (en
el doble sentido de: nacida de los individuos y prometedora de
acabar con su soledad), en cuanto no tradicin y postradicin, da
sentido, orientacin, nimos y ganas de luchar a la esperanza y la
bsqueda de unos individuos liberados.