Beck, Ulrich. -La religión terrena del amor- en La Democracia y sus Enemigos

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El Amor como proceso de individualización.

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  • Ulrich BeckLa democracia y sus enemigos

    Textos escogidos

    PAIDSBarcelona*Buenos AresMxico

  • Captulo 3 La religin terrena del amor

    De tantas formas gritado por el yo, el nosotros y el t, todo qued decantado por la pregunta de siempre: para qu?uRosas, nieves, mares, todo lo florecido marchit; quedan slo dos cosas: el vaco y trazos del yo.

    Gottfried Benn1

    Admitmoslo: Quedan slo dos cosas: ei vaco y trazos del yo;

    pero qu quiere decir el vaco?, un vacuum en el sentido de

    ausencia de tradicin , y eso no slo hoy sino para todo el futuro,

    es decir, un vacuum para siempre? Significa muchos medios y

    dioses? Sentido artesanal? Consumismo, o sea, foie de pato

    y playas de los Mares del Sur? O, quiz, todo ello y adems

    alguna clase de postradicin no explicitada en relacin con la

    convivencia o la lucha con los trazos de los individuos? Es

    posible que de las grietas del vaco surja una utopa de pequeo

    formato que trascienda a las grandes tradiciones de sentido? En

    otras palabras, con im pertinencia y provisionalm ente se est

    planteando la cuestin de un sentido poscristiano, /nframoderno,

    y nuestra respuesta, en trm inos sencillos y poco sociolgicos,

    es el amor. En el estilo llano de un artculo me atrever a plantear

    la hiptesis de que el amor, con todos sus cielos infernales y sus

    infiernos celestes, con su humanidad verdaderamente toda ani-

    1. G. Benn, Leben ist Brckenschlagen: Gedichie, Prosa, Autobiographisches, Munich,

    Zurich, 1962, pgs. 1 78 y sig.

  • mal, se puede descubrir como esa forma de sentido postradicio-

    na! e intramoderno,

    Max Weber se refiri al espritu del capitalismo que, sin pre

    verse ni pretenderse, habra nacido de la ascesis intramundana

    del protestantismo. Supongmoslo as: si despus de la tica del

    deber protestante-profesional, al destruirse las formas de vida de La democraciai , y sus enemigos

    la familia nuclear surge como horizonte de sentido el conflictivo

    amor al amor, cules seran los efectos secundarios, cul, por as

    decirlo, el espritu no querido que nacera de un conflicto entre

    los sexos y en el amor cargado romntica y teraputicamente?

    Tiene esto consecuencias para la ciencia, la poltica, el desarrollo

    tecnolgico o la ecologa?

    Ruina e dolos

    A cada prueba de que pierden importancia la familia y el matrimonio,

    se puede oponer otra, no menos convincente, de que dicha impor

    tancia sigue inalterada o incluso aumenta Y as, las crecientes cifras

    de divorcios, que parecen dar prueba de la destruccin de la familia

    con la fuerza de los juicios civiles, se ponen en jaque al enfrentar

    se con los elevados ndices de segundas nupcias, que vienen a dar

    fe del persistente atractivo del matrimonio. Quien por el descenso

    del ndice de nacimientos concluya que han perdido importancia los

    hijos y la paternidad tendr que buscarse mejores argumentos cuan

    do se le objete que son muchas las mujeres que quieren buscar

    solucin a la falta de hijos. En esa especie de opcin colectiva por la

    pareja de hecho no estar manifestndose un escepticismo de

    principio respecto de las convenciones de la familia? No, se nos res

    ponde, porque, aunque algunos as llamen matrimonios salvajes, en 44

    esas uniones pre- o extramatrimoniales, se acta de forma muy

    poco salvaje, pretendiendo de esta manera tranquilizarnos los

    estudiosos de la familia (cuestionados hasta en su nombre).

    Irnicamente, los controles estrictos de un ideal de fidelidad y unin

    cuasi matrimonial se pueden observar tambin en las sectas juveni-

  • les contraculturales. Es verdad que la gente huye de las paradisa

    cas cmaras de tortura de la vida en pareja de muchas maneras

    (prescindiendo del certificado de fidelidad, divorcio, separacin sin

    divorcio, etc.), pero, al final, no para sacudirse ningn yugo, sino para

    quedarse libre para una relacin sentimental nueva, mejor y ms

    La religin bonita, que d consistencia a lo que la anterior no pudo.terrena del ,

    amor De todos modos, es verdad que nunca conto el matrimonio con

    unos fundamentos tan etreos e inmateriales como hoy.2 Los hom

    bres y mujeres que trabajan fuera son econmicamente indepen

    dientes de la familia; la relacin matrimonial ya no sirve, como

    suceda en la jerarqua estamental, para la gran poltica ni para dar

    continuidad a dinastas o herencias; y la considerada natural y lgica

    relacin de sangre se ha relajado, de ia misma manera que el hecho

    de compartir un mismo lugar de trabajo. En pocas palabras, se ha

    volatilizado todo lo que se consideraba slido y presupuesto natural.

    En lugar de eso, muchas cosas hay que buscarlas y encontrarlas hoy

    en el matrimonio, en el gran todo de una confabulacin compartida

    con la persona amada, cosas de las que las sociedades precedentes

    consideraban responsables al lugar de trabajo o al sitio donde se

    viva: el amor de la gente querida, el amor de amantes, los amores de

    amistad, la libertad frente a las trabas de la racionalidad, la pedante

    ra de la profesin, el perdn de los pecados, abrirse a las biografas

    pasadas y futuras, el amor a los hijos y tantas y tantas otras cosas

    irreconciliables (con sus rostros draconianos ocultos).

    El dato es tan enigmtico como paradjico: se da a la vez un

    proceso de destruccin y otro de idolatra de la familia, el matri

    monio y el amor. De creer a los comportamientos, habra que decir

    45 que en el ideal de vida en pareja basada en el amor se encuentran

    estrecham ente unidos el paraso y el terror. O quizs ambas

    cosas no son ms que niveles diferentes estancias agradables o

    c.~i2. Vase sobre este tema U. Beck y E. Beck-Gernsheim, Das ganz nrmale Chaos der C-3 Liebe, Francfort, 1990, pgs. 106-131. L

  • stanos de tortura de un mismo ideal? En todo caso, requiere

    explicacin ei hecho de que se den al mismo tiempo un creciente

    y exagerado deseo de tener hijos y un menor nmero de naci

    mientos; un aumento de la cifra de divorcios y el hambre de idilio

    familiar, de salvficos miniparasos terrenales en la vida en pareja,

    con los padres o, en general, en el amor; la lucha entre sexos, libe- La democracia

    rarse de las condiciones de la familia nuclear, estamentales, de y em'9s

    cuo industrial, y la esperanza de encontrar el amor redentor, la

    confianza, la autenticidad, la plenitud, por la que las personas se

    valoran (o rechazan) a s mismas y a su vida en comn.

    Idealizacin de la familia y divorcio son las dos caras de una

    moderna fe en el amor que se debate en unos ambientes destradi-

    cionalizados e individualizados. Ambas cosas los saltos alternati

    vos hacia dentro y hada fuera del matrimonio se explican cuando

    se ven las crecientes expectativas con que tienen que luchar hoy la

    convivencia y el amor. El hecho tiene motivos individuales, pero

    sobre todo estructurales: la destradicionalizacin y desmoralizacin

    del amor, la retirada del Estado, del Derecho y de la Iglesia de cual

    quier pretensin de control directo de la intimidad, la necesidad de

    construir cada cual su biografa propia y mantenerla en contra de

    los deseos del prjimo, de las personas queridas, y en general la

    multiforme necesidad de construirse una existencia propia al mar

    gen de los papeles tradicionales de hombre y mujer.

    Parece como si se buscara el amor como una realidad en s, en

    contra de la. realidad de la familia y del matrimonio y en contra

    tambin de la persona, capaz de liberar a sta para una existencia

    verdadera Quien sacrifica en aras del amor el matrimonio, la fam i

    lia, la paternidad y, al final, puede que hasta el bienestar de sus

    prjimos, no est cometiendo un pecado, sino que cumple la ley de

    la plenitud, de la verdad de los sentimientos, del desarrollo del pro- 46

    pi yo en l y en los dems. La culpa no es de l ni de ella, sino de

    que se siga manteniendo un orden que no permite, no conoce o no

    ensea la conciencia del amor.

    Pero fariseos, conversos, ateos o herejes no slo se dan en las

    religiones cristianas, sino tambin en el amor. E incluso pululan

    L

  • con frecuencia cnicos en la figura de desengaados y enfadados

    de una exagerada fe en el amor. Lo que decimos se refiere, esen

    cialmente, al plano del conocimiento, a la fe en el amor, no o slo

    apenas a la conducta, que la contradice o que de algn modo (al

    revs) es hija suya. Quien no se siente seguro en el da a da de su

    La religin amor y vida en pareja, olvida la importancia que esa fe tiene tam-

    amor bien para l o para ella. En el centro de atencin y de preocupa

    cin se halla siempre lo inseguro. Slo cuando la seguridad se

    rompe o uno se ve desalojado de ella, demuestra el amor (tal vez)

    el carcter central que, para el proyecto y la realizacin de la vida

    individual, mantiene seguramente a veces tambin cuando la res

    puesta consciente o ignora Si Weber interpret los documentos

    de la fe calvinista como huellas de la ascesis intramundana, hoy

    habra que preguntar por la relevancia y consecuencias prcticas

    de la fe en el amor a los principios teraputicos, a alguna literatu

    ra de consulta y a algunos convenios de divorcio.

    El amor como posreligin

    El meollo central de la religiosidad terrena del amor sale a la luz en

    la comparacin sistemtica. Religin y amor siguen el esquema de

    una utopa de construccin anloga Ambos son, cada a uno a su

    modo, una llave para salir de la jaula de la normalidad. Abren la nor

    malidad a otro estado diferente. Se rompen las corazas semiticas

    del mundo, las realidades prorrumpen de manera distinta y nueva

    En el caso de la religin, mirando a una realidad que, como supra-

    rrealidad, abarca la finitud del hombre y del resto de la vida; en el

    del amor, esa ruptura de la normalidad se realiza de forma sensible,

    47 personal, en la pasin sexual, y tambin en el hecho de abrirse una

    persona a otra persona y al mundo. Los amantes ven las cosas de

    otra manera y por eso son de otra manera, se hacen diferentes,

    revelan el uno al otro nuevas realidades. Se crean de nuevo en la

    medida en que se revelan sus historias el uno al otro y forjan nue

    vamente su futuro. El amor es una revolucin entre dos (Francesco

  • Alberoni). La superacin de los obstculos y las leyes morales de

    este mundo ajenos al amor es la prueba verdadera y propia del

    amor. En l los posedos el uno por el otro y por el amor alcanzan

    un reino que, siendo de esta tierra, no es de esta tierra.

    El amor, contravencin ejemplar (Alberoni). He aqu tambin

    lo que la moderna fe en el amor promete: autenticidad; en un

    mundo de representacin, de utilitarismo y de mentira. El amor es

    bsqueda de uno mismo, empeo de un encuentro autntico con,

    contra y en el otro. Eso se procura en el intercambio de los cuer

    pos, en el dilogo, en el encuentro sin reservas, en una especie de

    confesin y absolucin que parte de ambos y que ambos

    imparten. En el conocimiento, la realizacin y la liberacin de lo

    que fue y de lo que es.

    Nosotros traspasamos constantemente los lmites, slo apa

    rentemente definidos, de las experiencias diarias de la realidad: el

    recuerdo me transporta a otra poca. Sigo las nubes, pienso en la

    luna, y la fantasa me traslada a las historias de mis lectores; leo un

    libro y me encuentro en otra edad, vivo la vida de otros hombres

    muertos hace ya mucho tiempo y a los que nunca conoc, oigo sus

    voces que no escucho, pero que se hacen presentes en m, senci

    llamente porque me dejo llevar por las letras negras de un papel

    blanco. El amor es una experiencia especial de las muchas expe

    riencias lmite; a diferencia de la enfermedad y la muerte, se lo

    busca en lugar de ser reprimido, por lo menos en nuestra poca y

    cultura; no se lo puede uno proponer ni tampoco provocarlo a

    voluntad, y cuando se lo espera, la esperanza se orienta a la libe

    racin en el ahora y el t. Pero su carcter trascendente es de aqu

    y ahora, tiene voz, cuerpo y voluntad propia En la religin se cree

    que hay una vida despus de la muerte; en el amor el dogma es que

    hay una vida antes de la muerte.

    Enamorarse significa abrirse a otra existencia sin garantas de que

    eso sea realizable. Es un canto de bienvenida sin seguridad de res

    puesta. [...] Y cuando llega la.respuesta del otro, de la persona amada,

    nos parece algo inmerecido, un regalo maravilloso que nunca haba-

  • mos pensado recibir. (...) Los telogos tienen una palabra para ese

    regalo: gracia. Y cuando el otro, la persona amada, dice que tambin l

    ama, y el uno se abre al otro, es el momento de la felicidad, el tiempo

    se para

    u religin El reconocimiento que recibimos del otro nos da nimos para con-terrena def

    amor tesarnos con nosotros mismos, para reconocernos a nosotros mismos.

    Es un paso hacia la individualidad.

    El deseo de gustar al otro nos lleva a cambiar. Y por eso todos

    intentamos explicar al otro nuestros puntos de vista y cambiamos para

    gustar. Es un permanente descifrarse y descubrirse.3

    El amor es una utopa que no hay que traer ni justificar desde

    arriba desde el cielo de las tradiciones culturales, ni predicar

    se desde lo alto dei plpito, sino que desarrolla sus vnculos

    desde abajo, con la fuerza de las pulsiones sexuales, desde los

    centros del deseo de la existencia individual. Y en este sentido el

    amor es una religin sin tradicin, no en lo que se refiere a su

    significado, sino en cuanto al meollo de sus obligaciones: no hay

    que convertir ni afiliar a nadie.

    La fe en el amor es la no tradicin, la postradicin, porque no

    tiene las caractersticas clsicas, no necesita institucionalizacin ni

    codificacin ni legitimacin, para ser eficaz subjetiva y cultural

    mente. l nace, ms bien, en combinacin con y como consecuen

    cia de una sexualidad libre de tabes, liberada, junto con y como

    producto de una profunda erosin de los que se han considerado

    los roles naturales de sta. En el a m o rsegn la estructura social

    moderna no es com petente ninguna instancia moral externa,

    sino slo el acuerdo de quienes se aman. Mientras se destruye

    49 una fe que ya no se ensea, el amor es una religin sin iglesia ni

    sacerdotes, de consistencia tan segura como la fuerza de la gra

    vedad de una sexualidad liberada de la tradicin.

    3. F. Alberoni, Verliebtsein und ieben, Revolution zu zwei, Stuttgart, 1983, pgs. 39 y sig., 44, 45.

    . . . i -

  • Con el repliegue del Derecho, de la Iglesia y el Estado, el amor

    abandona tambin las normas tradicionales y los cdigos de obli

    gacin comn, convirtindose, en el sentido clsico moderno, en

    cosa de los individuos y de su decisin. Surge una especie de

    positivismo normativo y jurd ico individual e individualizado del

    amor. Pero, adems, todo eso no le quita su categora de tradicin La democracia

    creadora de sentido, sino que la fundamenta: el tipo semitico que y 9s

    l establece es iglesia y biblia, parlamento y gobierno, todo a la

    vez; a los individuos, y por obra de ellos, les proporciona sentido

    para que repriman, formulen o equilibren sus proyectos de s mis

    mos y del mundo. As es, en todo caso, por lo menos como ideal,

    como cdigo de comunicacin, como instancia de legitimacin,

    lo que no excluye, lgicamente, estndares y generalizaciones en

    el contenido.

    La relacin del amor con normas de los propios amantes lo

    hace tambin circularen sus significados y en los discursos sobre

    l. Los terapeutas intentan aclarar, a partir de lo que es comn, los

    temores significativos vividos y sufridos personalmente, que for

    man parte de las biografas particulares. Pero lo cierto es que la

    frmula radical yo soy yo, que querra fundamentarlo todo, repre

    senta como irnicamente expone Kundera el raro empeo de

    resolver una incgnita por ella misma.4 En su anlisis del lenguaje

    del amor, Roland Barthes expone este carcter circular:

    Adorable. Como la persona que ama no encuentra cmo llamar a

    la forma singular con que desea al ser amado, echa mano de un tr

    mino algo tonto: adorablel [...]

    Se esconde aqu un profundo misterio, cuya clave no encontrar

    nunca. Por qu deseo precisamente a ste, y por qu, sin descanso

    y con ansiedad? Lo deseo como un todo (una silueta, una forma, un 50

    gesto de la cara), o slo una parte de su cuerpo? Y, en este ltimo

    caso, qu es lo que escogera para m como deseable de ese cuer

    po amado? Qu parte, tal vez increblemente pequea, o qu cuali-

    4. M. Kundera, Das Buch der lcherlichen Liebe, Francfort, 1989, pg. 92.

  • dad sin trascendencia? La curva de la ua de uno de sus dedos, un

    diente algo sobresaliente, un mechn de su cabello, una determina

    da manera de hablar, de abrir los dedos al fumar? De todos esos tra

    zos del cuerpo me gustara decir que son adorables. Y adorable

    significa precisamente que todo eso es deseo mo porque cada una

    u religin de esas cosas forman mi deseo; esto es! justamente, esto es (loterrena del

    amor que amo)l. Y, sin embargo, mientras mas claramente vivo lo singular

    de mi deseo, menos puedo darle nombre; a la nitidez del blanco res

    pondo con una vibrante oscilacin en el nombre; lo genuino dei

    deseo no es capaz de producir ms que expresiones impropias. De

    toda esa confusin lingstica ha quedado, sencillamente, una hue

    lla: adorable [...].

    Adorable es el rastro fugaz de una fatiga, de la fatiga del lengua

    je. De palabra en palabra voy sintiendo el cansancio de que de mi dea

    digo algo similar pero de forma distinta, de que lo genuino de mi deseo

    se hace ms impuro: todo un viaje, al final del cual mi ltima filosofa

    no puede ser sino la de reconocer la tautologa y ponerla en prctica.

    Es adorable lo que es adorable. O dicho de otro modo: te adoro por

    que eres adorable, te amo porque te amo.5

    Pero lo sagrado del amor terreno no tiene su fundamento slo en

    el amor mismo. Si se quiere entender por qu las personas caen

    como locas en el vrtigo del amor, hay que hablar tambin de otras

    cosas totalmente distintas: la educacin, la ciencia, la profesin, el

    mercado, los peligros de la tcnica, etc. Predominan las abstracciones

    (estadsticas, nmeros, frmulas tcnicas) que apuntan a realidades

    (amenazantes) en dimensiones que, con todas sus diferencias, tienen

    una cosa en comn: escapan a la comprobacin del da a da Pues

    bien, en este mundo creado por la civilizacin, el amor es tambin, y

    51 esencialmente, una rebelin de la experiencia contra realidades

    ambiguas que no es posible experimentar.

    Su significado es el de una experiencia especial: concreta,

    emocional, total y, precisamente por ello, inevitable. En el encuen-

    5. R. Barthes, Fragmente einer Sprache der Liebe, Francfort, 1984, pgs. 37-40.

  • tro y enfrentamiento de hombre y mujer, mujer y mujer, hombre y

    hombre, padres y beb o mocosos, etc., la po ltica se puede

    relegar al terreno de lo irrelevante, las clases se esfuman en

    estadstica y la experiencia comn de unas condiciones de tra

    bajo se deshace por mor de procesos de flexibilizacin de hora

    rios o de otro tipo. As, es el amor o, ms exactam ente, el

    con flic to del amor con su ca rcte r de insuperable, desde la

    eterna cuestin de lavar los platos hasta el cmo del sexo,

    desde el amor de los hijos hasta el mutuo conocerse y a tor

    mentarse el que se alza con e l m onopolio de sociedad vivible.

    M ientras ms abstracta la realidad, ms atractivo el amor. El

    amor es un bao de dioses en un mundo de abstracciones. Lo

    que la carrera por el bosque para el hombre de despacho, lo que

    el club para el hombre de nmeros: un paseo reconfortante para

    los sentidos.

    Es verdad, este mundo liviano de tradicin tiene muchos me

    dios y dioses: televisin, cerveza, ftbol, coche, foie de pato.

    Diferentes segn las fases de la vida.

    Pero lo que distingue al tema del amor de todos ellos es que

    sus conflictos de relacin son reales, cuestiones que se sufren

    y se viven, que rondan a las personas y se plantean en su vida

    ordinaria, quieran ellas o no. El amor no se puede proponer, ni

    tampoco forzar. Incluso cuando a l o a ella se le antoja -cosa

    extraa o indiferente, pueden abrrsele las compuertas del amor

    tan sorprendente como in justificadam ente. Pero s es verdad

    que en la medida en que fallan los presupuestos tradicionales,

    gana en probabilidad caer en el amor en contra de la propia

    voluntad. No es el amor un recurso comodn o pararrayos, ni

    tampoco artculo poltico de exportacin de un deseado com

    promiso o mero anuncio publicitario; su coyuntura es expresin

    de las condiciones o, ms exactamente, de las incapacidades de

    la vida real, de los conflictos en serie prefijados que, h istrica

    mente cond icionados, necesariam ente resuenan, estallan y,

    finalm ente, se celebran en la esfera de lo privado, cuando el

    amor es una cosa ms.

  • Ser amado significa que le digan a uno: t no puedes morir

    (Gabriel Marcel).6 Esta esperanza luminosa se hace voz tentadora

    e irresistible cuando se experimenta la finitud, soledad y labilidad

    de la existencia La enfermedad y la muerte, las crisis personales y

    los golpes duros de la existencia ciudadana son momentos y oca-

    Lareligin siones en que los juramentos de amor se prestan o se desvelan

    amor como perjurios. En esto la pretensin de sentido de la religin

    terrena del amor se asemeja a la de las dems religiones. Y tam

    bin a la inversa: la muerte imaginada que rompe la normalidad,

    que abre a otras posibilidades, revela a la vez el horizonte signifi

    cativo del amor. Cuando al menos m om entneam ente se

    rompe la concha del racionalismo utilitarista, de la carrera, de la

    vida metdicamente planificada, surgen las preguntas del por qu

    y el para qu, que encuentran su fuerza en la convivencia amoro

    sa, recordada o dolorosamente aorada.

    El amor terrenal es am or de amado, no de prjimo. Pero el

    amor de amado tambin est expuesto al peligro de su contrario:

    los ex amados dejan de tener patria, derecho de residencia, en el

    amor. Y no est previsto el derecho de asilo. No amor significa,

    conlleva, necesariamente rechazo. Los terapeutas la unidad de

    cuidados intensivos de los afectados por el divorcio pueden com

    poner todo un cntico sobre el tem a

    Del ideal del amor romntico se ha llegado al ideal de los

    amores romnticos.7 La religin del amor crea dos grupos que

    fluctan considerablem ente: el grupo de los amados de cada

    momento, que, aunque estable cuantitativamente, es variable; y el

    grupo de los ex amados, cuya cuanta depende de !as variaciones

    del grupo de los amados de cada momento. De modo mecnico,

    por influ jo de la autorreaiizacin y la bsqueda de plenitud, se

    53 crean as redes de entrada y salida, cuyos ejes e hilos forman y

    tejen los individuos, de la misma manera que las redes de las ara

    as las atrapan con los hilos de su propio cuerpo.

    6. Esta cita he de agradecrsela a Christoph Lau.7. J. Gerhards y B. Schmidt, Intime Kommunikation, Baden-Baden, 1992, pg. 26.

  • El horizonte de la religin conecta el ahora con el ms all, el

    comienzo con el final, el tiempo con la eternidad, a los vivos con

    los muertos. Como consecuencia, frecuentemente celebra y vive

    experiencias transtemporales. El horizonte del amor, en cambio,

    es tan concreto como estrecho. En l son pequeos mundos de

    un t y un yo los que surgen. El amor es, en otras palabras, par

    ticularista, restrictivo visto desde fuera, y en su lgica, injusto

    hasta la crueldad, sin justificacin ni instancia alguna que pueda

    juzgarlo. Sus indicaciones y preceptos no admiten reclamacin ni

    endoso a terceros; se resisten a cualquier codificacin o vigencia

    generalizada.

    Ahora bien, precisamente po r eso e l amor es la antiideologfa

    adecuada de la individualizacin. l subraya la singularidad, pro

    mete la comunin de las singularidades, no apoyndose en tradi

    ciones estamentales, riqueza o ttulos jurdicos, sino gracias a la

    verdad e inmediatez de los sentimientos, a la fe individual en el

    amor y a su correspondiente personificacin. Las instancias del amor

    son los individuos tomados uno a uno, que slo por sus sentim ien

    tos mutuos adquieren el derecho de crear su propia justic ia

    Romanticismo de hoy: el amor, canciones de moda hechas vida

    El amor es, por su origen romntico, conjura compartida en contra

    de la sociedad. El amor no conoce lmites, ni de estamentos y

    clases, ni de leyes y moral. Esta subversiva ideologa liberadora del

    amor raya en la histeria

    Querida e infeliz Augusta escribe Enzensberger, no puedes

    imaginar la que habis montado t y un puado de hombres y muje

    res de tu poca No exagero si digo que vosotros (un puado de

    gente de los siglos xix y xx) habis descubierto el amor o, mejor, lo

    que en Europa se entiende por eso hasta hoy. Porque, qu es lo

    que haba antes? Se casaban, lograban un buen o mal partido, bus

    caban trabajo, tenan hijos y los educaban; aceptaban la buena o

    mala suerte, segn viniera, de por vida Vosotros, por fin, ms bien

  • tarde, habis tenido la idea de que se poda aspirar a ms, a algo

    ms que la cuna, el trabajo y el patrimonio: a algo as como tomar,

    tambin en este sentido, las riendas de la propia vida. Idea arriesga

    da y liena de consecuencias! El yo en toda su grandeza, y el t! El

    cuerpo y el alma: hacer de ellos un pequeo infinito. Un nfasis, una

    ureligin esperanza, un propsito de felicidad, era eso que las generaciones

    amor anteriores no se habran permitido soar; pero, al mismo tiempo, una

    exagerada exigencia mutua, que abri las puertas a posibilidades de

    infelicidad totalmente nuevas. El desengao era la otra cara de vues

    tra utopa, y vuestros nuevos acuerdos imprimieron un nuevo giro,

    radical, a la vieja lucha entre los sexos,

    Podra dedicar muchas pginas a describir las consecuencias,

    pero me temo que no me creerais. La menos importante de ellas

    es que vuestra novela se convirti en el modelo, en el esquema

    incluso, de una literatura interminable y que vuestra lucha con el

    amor en sus miles de variantes llena nuestro teatro hasta hoy. Pero

    lo que seguramente consideraris menos posible, Augusta, es que

    vuestra historia, multiplicada en copias a millones, se ha hecho ordi

    naria, plana, trivial, una lstima, y a la vez fuente de sufrimientos a

    millones. Ciencias enteras se han construido en torno al tema; un

    ejrcito de expertos, asesores y charlatanes se dedican a esta his

    toria interminable, y a su administracin burocrtica; y cada da de

    nuevo, una y otra vez, es objeto de negociacin ante los estrados de

    nuestros juzgados. Porque, efectivamente, no puede ser casualidad

    que haya sido vuestra poca la que, en un mismo suspiro, a la vez

    que el sentimiento sin reservas, haya descubierto el divorcio.8

    Augusta Bussmann y Clemens von Brentano vivieron y sufrie

    ron sin reservas esta bsqueda de uno mismo y del amor. Son pio-

    55 eros de esta odisea espinosa del amor, aunque no como cree

    Enzensberger sus descubridores. En sus peraltes y montones de

    cascotes se encuentra, ms tarde y en eco, Platn (tambin la lite-

    8. H. M. Enzensberger, Requiem fur eine ro'mantische Frau. Die Geschichte von Auguste Bussmann und Clemens Brentano, Berln, 1988, pgs. 92, 190 y sg, 228 y sig.

  • ratura trivial al uso de hombres y mujeres en el caos actual suspira

    platnicamente); remueve algo ya ledo o colectivamente recordado

    sobre trovadores y favoritas; laten ah viejas sabiduras indias (que

    no es casual que hoy atraigan en las libreras); el trato cortesano se

    traslada a los apartamentos. En una palabra: lecturas furtivas y nor

    mas antiguas que vuelven a imponerse, definen una deriva que se La democraciay sus enemigos

    consuma individualmente.

    Visto as, el amor es novela aplicada, texto de cancin vivido,

    filosofa de l yo utilizada b iogrfica y teraputicam ente. Es tambin

    un amor escrito, un amor pongamos por caso, un amor de odas,

    en el sentido de que se basa en una mezcla de cosa leda, oda y

    vivida. Augusta Bussmann y Clemens von Brentano, por ejemplo,

    no sabran ya si vivan o escriban sus cartas. Hoy no existe, es ver

    dad, esta especie de amor postal que pone alas increbles a las

    vivencias, las precede o las sigue, seleccionando y anticipando sus

    rastros y metas. Pero en su lugar tenemos este amor receptivo,

    ledo, odo (visto en televisin y teraputicamente regulado), diga

    mos que un amor en conserva producido con anterioridad, un

    guin que se desarrolla luego en camas y cocinas.

    En el pasado rompa el amor lazos y normas comunitarios. Con

    la disolucin de las barreras estamentales y familiares, en cambio,

    se desliza cada vez ms hacia el vaco. Ya no es el principio garan

    te de la libertad y la individualidad frente a las coerciones sociales,

    ya no choca con resistencias, ni es medularmente amoral. Lo que

    hace que se vuelva sobre s mismo, que se consuma a s mismo,

    que se convierta digamos que en autorreflexivo.9

    Esto se advierte en las letanas de las relaciones amorosas cerra

    das (todas ellas, absolutamente individuales y absolutamente estan

    darizadas), en la pedagogizacin del amor, en las tcnicas

    pornogrficas de autoestimulacin o, en general, en el hecho de que 56

    lo emocional se haya adueado del estado de enamoramiento (y no

    9. Debo estas ideas a Christoph Lau. La tesis no es la misma que la del carcter reflexivo

    del amor de que habla N. Luhmann (Liebe ais Passion. Zur Codierung von Intimitt,

    Francfort, 1982, pg. 175), porque sta no se fijaen unos hechos histricos nuevos, sino que en abstracto, es una posibilidad al alcance de todos los talentos y todas las situaciones.

  • del otro miembro de la pareja). De la misma manera que la ciencia no

    combate ya la falsedad con la verdad, sino que una verdad roza con

    otra verdad, el amor romntico, en cuanto utopa de felicidad indivi

    dual, ya no se inflama contra la resistencia de coerciones y normas

    sociales, sino slo en concurrencia y pugna cada vez con otro amor,

    u religin El resultado es confusin, incomprensin y armona ocasional. Delerrena del

    amor todos modos, con ese egocentrismo, con esa falta de limites, el amor

    pierde su posicin de garante de seguridad individual (no social). No

    existe el amor. Slo existe su plural, amores: utopas variables, difcil

    mente compatibles, acumuiables, de unas ideas del amor (en cuanto

    a la sexualidad, la vida en comn, etc.) plurales e individualizadas.

    Precisamente porque el amor se convierte en un bien escaso y

    ansiado, la presente poca de pulsin individualizadora puede

    sealarse como una en la que el amor encuentra su mejor coyun

    tura y los temas referidos al mismo se hacen cuestiones existen-

    cialmente candentes para todo el mundo (y no slo, como suceda

    hasta el siglo xix, para gente rara y hroes del amor). Dicho de

    forma exagerada: con la muerte del amor, con su disolucin en

    amor paterno, pasin, flirteo, erotismo, vida en pareja, relacin

    familiar, se implanta la bsqueda masiva del gran amor total.

    Esta religin del amor es el amor de los individuos tomados uno

    a uno, liberados de las tradiciones de clase y estados sociales, para

    los que, en lugar de las cosas que antes se consideraban comunes,

    rigen ahora modelos de su propia invencin. El romanticismo idea

    lista de entonces y el romanticismo teraputico de ahora tienen en

    comn el principio de la distancia: este amor idealizante, vivido con

    regusto, crece con la distancia (aun en el caso en que los amantes

    estn prximos en el espacio, porque aman sus modelos de amor,

    sus modelos tambin de amantes, se aman a s mismos en esos

    57 amantes y en su amor, y en las exageraciones y transgresiones del

    propio yo que son posibles con ello). Frente a este amor egocntri

    co de la aoranza amorosa aparece como una amenaza la realidad

    de la persona amada con toda su banalidad (en la medida en que

    la embriaguez no ha obnubilado el sentido de la realidad). Realidad

    equivale a hundimiento y cada, y para superarlos hacen falta de

  • nuevo idealizacin y distancia. En el amor me engao constante

    mente respecto de la realidad [...] El engao, condicin de una vida

    bonita?'0 Este amor entona el canto (en la cercana, a travs de

    ella) de la distancia; de la forma que sea! A ella debe su supervi

    vencia. Ella es su meollo romntico, realista; su hallazgo.

    El amor es soledad de dos. Aun cuando imaginamos que el otro La democracia

    nos llena plenamente, en realidad slo nos produce sensacin de pie- ysuserie'm90s

    nitud nuestro propio estado, el cual, por el contrario, embriagados

    como estamos, nos incapacita especialmente para captar con realis

    mo cualquier cosa Desde su primer comienzo la pasin amorosa es

    incapaz de una apreciacin verdaderamente objetiva de la otra per

    sona, de una inmersin en la misma; es, ms bien, la ms profunda

    inmersin en nosotros mismos; es la soledad a la mxima potencia,

    pero de tal clase que, como si estuviera rodeada de miles de espejos

    resplandecientes, cree ensancharse y abarcar el mundo entero.11

    El amor como cdigo individual: el am or destradicionalizado,

    patrn de sentido y de conflictividad

    Al liberarse de la moral y del derecho, el amor parece convertirse en

    puro asunto de los individuos que se aman, si no en la realidad, s

    como tipo ideal. Pero lo que irrita o, al menos, lo que se percibe es

    que precisamente esa clase de delegacin en los sujetos y en su

    voluntad sigue su propio esquema y tiene sus leyes, su lgica con-

    flictual y, no en ltimo trmino, sus paradojas que eclosionan en lo

    individual, como individuales, pero que siguen un desarrollo que tiene

    su fundamento en la generalidad del amor, Llevado al extremo: como

    sucede con el capital y en el poder, tambin en el arnor estamos ante

    un espectro predeterminado de comportamientos y de crisis, slo 58

    que en este caso se trata de uno que coincide con las formas de

    manifestarse la subjetividad, con la autorregulacin del amor.

    10. J. Kristeva, Geschichte von der Liebe, Francfort, 1989, pg. 16.11. L. Andreas-Salom, Die Erotik, Francfort y Berln, 1986, pg. 59.

  • 1. El amor se convierte en compendio de la-individualizacin

    social y, al mismo tiempo, en promesa de salvar a los individuos

    uno a uno de su lado annimo. Amor significa, en este sentido,

    antisoledad. A la vista de la relativizacin y disolucin de toda clase

    de lazos, el amor toma el puesto de ltimo lugar de seguridad

    ureligin indubitable. Mientras que en el siglo xix el amor se rompa (o seterrena del .

    amor inflamaba) contra las convenciones sociales, hoy, a la vista de unas

    convenciones sociales rotas, se busca refugio en el amor.

    2. El amor es un modelo de actores. Convierte a las personas

    en actores en un mundo hecho, en general, de mecanismos. En l

    todo es susceptible de imputacin, de culpa, de justificacin subje

    tiva, buscado y querido. l es la democracia radical entre dos; la

    forma de la responsabilidad de uno mismo sin ms. Hasta el punto

    de que incluye la irresponsabilidad, ya que slo los amantes (y de

    esto se sigue que tambin uno contra el otro) pueden fijar y eje

    cutar para ambos el final del amor, sin otra razn, justamente, que la

    de que el amor, el suyo, su amor, se ha apagado.

    3. El modo de justificacin del amor no es tradicional y formal,

    sino emocional e individual; es decir, que nace de la experiencia y

    de la creencia y esperanza de los individuos, y no, de una no se

    sabe qu instancia superior. Los amantes, y slo ellos, disponen de

    la verdad y del derecho de su amor. Slo ellos pueden hacerse jus

    ticia y administrarla. Se trata de un derecho no formulado y sin pro

    cedim iento. Pero, por eso mismo tambin, no existe aqu la

    injusticia, ni siquiera in fragantr, no hay querella posible, ni tampo

    co revisin posible de la causa. Amor y justicia son palabras que

    pertenecen a lenguajes distintos.

    4. El amor es el formulario en blanco que los amantes han de

    rellenar. Cmo amarse, qu quiere decir amor, las decisiones que

    59 los que se aman toman de consuno pueden variar en tabes, des

    cubrimientos, desvarios. No por su contenido, pero s por el proce

    dimiento de legitimacin (decisin en conciencia!), amor significa

    autonormalizacin. Lo que implica que el amor destradicionalizado

    no conoce desviaciones o, en todo caso, slo las conoce individua

    les y no sociales.

  • 5. El sentido y la coincidencia del amor estn siempre amena

    zados. Tambin en esto se demuestra su carcter terrenal. Dicho al

    revs, eso significa: Lo abierto e inseguro de la situacin exige de

    los interesados mismos un esfuerzo de interpretacin y definicin

    fuera de lo normal. La intimidad ha de crearse en comn.'2 El

    amor anida en smbolos que los propios amantes construyen para

    superar lo extraa que les resulta la historia de su amor; los fo r

    man como capullo de su vida en comn y los tejen repitiendo

    recuerdos de alfombras voladoras de una realidad soada que

    les sirve de sostn. Aparecen as fetiches, ofrendas, ceremonias,

    inciensos, trazos del presente que encarnan la vivencia y el sufri

    miento del amor. Sin que existan, como en la religin, unos sacer

    dotes que bendigan y administren todo eso, sino que son los

    individuos quienes lo descubren, lo adornan y le imprimen su esti

    lo. Unos anidan y se agazapan en smbolos ratoniles, otros eligen

    el color amarillo como nido de sus sueos y recuerdos e inventan

    nombres cariosos tejidos con historias pasadas, conservando as

    su amor en los recuerdos y conjurando de esa manera la perma

    nente amenaza del olvido y de la prdida.

    Resumiendo: el amor es una religin de la subjetividad, una fe

    en la que todo la Biblia, los sacerdotes, el dios, los santos y los

    demonios est en las manos y en los cuerpos, en la fantasa y la

    ignorancia de los individuos que se aman y se martirizan con su

    amor. Este amor libre de toda tradicin es otra forma de llamar a la

    autonoma radical, un esquema de esperanza y de accin en el que

    todo, al final, consiste en las decisiones de los que se aman.

    En tal sentido, este modelo de relacin y decisin encaja por

    completo en la lnea de la modernidad y de la Ilustracin, en la que

    todo lo dado depende de decisiones y se traslada a la responsabi

    lidad de los individuos. Pero este cuadro de seduccin encubre

    dos puertas que aparecen en cuanto se plantea la cuestin de la

    revisin de decisiones y juicios. La respuesta sigue el mismo

    12. Gerhards y Schmidt (n. 7), pg. 82.

  • modelo: tambin de ellas se encargan los individuos. Pero enton

    ces se hace patente que la armona, el consenso, la reciprocidad,

    que el amor promete y como cuyo compendio se presenta, son un

    engao, porque, cuando desaparecen los entusiasmos y se impo

    nen sus contrarios, es decir, la indiferencia, la duda, el miedo y el

    ureligin odio, entonces las decisiones siguen estando en manos de losterrena del

    amor combatientes y dependiendo de sus formas de ver las cosas. El

    amor, en cuanto autoadministracin radical, libre de apoyos y con

    troles externos, no reconoce jueces, normas ni procedimientos de

    reclamacin para sacar sus asuntos del barullo de la pelea, librar

    se del pantano de las infamias y someterse a un juicio neutral.

    La democracia del amop> se convierte en lo contrario: la explo

    tacin sin lmite del odio utilizando los medios de la brutalidad en la

    intimidad; cosa para la que slo tienen capacidad y estn en situa

    cin de practicar quienes tienen la confianza que dan muchos aos

    de encadenamiento mutuo, a la que acompaa el mutuo conoci

    miento de los puntos dbiles de cada uno.

    Las trampas del amor son la otra cara de su seguridad: subje

    tividad y slo subjetividad, que se convierte en capricho y brutali

    dad, sin el freno, entonces, de coerciones externas. Los amantes

    crean su propio derecho. Por consiguiente, amenaza la anomia

    cuando se ha esfumado el hechizo del amor y hacen notar su voz

    los intereses de cada cual. El amor exige apertura e intimidad sin

    reservas. Por consiguiente, es combatido con las malas artes de la

    confianza. El amor es su propia legitimacin, de la que se encargan

    los individuos (del mercado) liberados, abandonados a sus propios

    juicios e intereses. Por consiguiente, no es slo el Dios compren

    sivo y misericordioso del Nuevo Testamento, sino tambin el enig

    mtico y airado del Antiguo.

    61

    Resumen y conclusiones

    C ~ jEste esquema de caractersticas y relaciones recoge unas cons- ^

    trucciones ideales, que describen puramente lo que se da en el CPs

  • amor como posibilidad y como movimiento realmente documenta

    do. Todo ello sucede en la realidad en la medida en que

    se da verdaderamente igualdad entre mujeres y hombres (en

    el trabajo, en los ingresos, etc.), ya que se desmontan o desapare

    cen las coerciones de orden econmico para la vida en pareja; en udemocracia, , , , . , , y sus enemigos

    otra palabras, gana en importancia el amor como fin y como base

    de las relaciones;

    son mayores las diferencias de origen familiar, porque enton

    ces la formacin y preservacin de la vida en comn, en contra de

    las fuerzas centrfugas de las biografas individuales, quedan en las

    manos y en los corazones de los miembros de la pareja;

    aumentan la independencia de hombres y mujeres y el des

    conocimiento mutuo de las condiciones de trabajo de cada cual, ya

    que con ello desaparecen coerciones y experiencias de conviven

    cia de origen exgeno;

    el Estado, el Derecho y la Iglesia desaparecen del control del

    matrimonio, de la pareja y de la intimidad, porque de esta manera

    surge un espacio libre en el que puede desarrollar su propia lgi

    ca y su escenografa conflictiva el amor como forma radical de inti

    midad autoadministrada;

    aumenta la individualizacin, es decir, la dependencia de la

    propia formacin, la movilidad, la vinculacin al mercado de traba

    jo, la legislacin de las biografas, porque de esa manera la antiso

    ledad del amor desarrolla su promesa de una dualidad sensual y

    llena de sentido.

    Las turbulencias del amor y los conflictos de pareja no tienen

    por qu tener su origen es la conclusin de la tesis expuesta ni

    exclusiva ni principalmente en neurosis y los biogrficos anterio- 62

    res de los interesados, sino que pueden nacer de la lgica interna

    del tema del amor y de su propia conflictividad polifactica, desa

    rrolladas en todas sus formas y vicios.

    Por encima de todo eso, se pone en cuestin el consenso de

    diferentes teoras sociales en las que se parte del principio de que

  • (La religin tercena del

    amor

    el sentido social, bsicamente tradicional, tiene que documentarse,

    transmitirse, criticarse, legitimarse y ser inculcado desde los albo

    res de la infancia y la escuela en las mentes y corazones de las

    nuevas generaciones, o se volatiliza y ve menoscabada su vigencia

    social. El amor sigue el esquema inverso: su destradicionalizacin

    y desmoralizacin dejan va libre a los deseos y apetitos sexuales.

    Pero sucede, al mismo tiempo, que con l se aduean del hombre,

    hasta lo ms ntimo y misterioso del mismo, una bsqueda terrenal

    de sentido y una religin sensual que se salta las vallas de la tra

    dicin institucional y asegura su estabilidad cultural digamos que

    en dependencia de sus instintos, inconsciente o preconsciente-

    mente y, precisamente por eso, en cuanto religin individual (en

    el doble sentido de: nacida de los individuos y prometedora de

    acabar con su soledad), en cuanto no tradicin y postradicin, da

    sentido, orientacin, nimos y ganas de luchar a la esperanza y la

    bsqueda de unos individuos liberados.