12

Click here to load reader

belfegor maquiavelo

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: belfegor maquiavelo

1

Belfegor

Nicolás Maquiavelo

Page 2: belfegor maquiavelo

2 3

Belfegor, (1518)Nicolás Maquiavelo

© ed barrio, Santander 2013http://espaciodeescrituracreativaeltaller.blogspot.com/http://ramonqu.wordpress.com/http://20navajasuiza10.wordpress.com/

Page 3: belfegor maquiavelo

4 5

La Fábula de Belfegor

Aunque la fama póstuma de Niccolò di Bernardo dei Machivelli se deba sobre

todo a uno de sus libros de teoría política, Il Prin-cipe, la producción del humanista florentino abar-có géneros muy diversos. Amén de textos sobre filosofía de la historia, biográficos, de crónica his-tórica, memoriales, un estudio sobre el arte militar u otro sobre el origen de la lengua italiana, su obra incluye piezas teatrales, poemas y una extensa co-rrespondencia, así como una traducción de la An-dria de Terencio y el relato que aquí presentamos, el único que escribió.

La redacción de “La favola di Belfagor ar-cidiavolo”, conocida también como “Il demonio che prese moglie o La novella di Belfagor”, puede situarse en algún momento posterior a 1518 y está inspirada en un cuento oriental. Belfagor arcidia-volo es una de las obras escritas en la última etapa de su vida, que se inicia con el encarcelamiento y tortura que sufrió en 1513, acusado de conspira-ción contra el gobierno de Lorenzo II de Médicis, y el consiguiente abandono de la política activa. Es probable, aunque no seguro, que fuera escrita inmediatamente después de “La Mandragola”, su comedia más representada, y antes de que termi-

Page 4: belfegor maquiavelo

6 7

nara los “Discorsi” (1519) o que el cardenal Julia-no de Médicis le encargara las Istorie florentine (1520). Algunos estudiosos dan una fecha bastante más tardía. Sea cual fuere la datación, no se pu-blicó con el nombre del autor hasta 1549, veinti-dós años después de su muerte. En el ínterin había aparecido con numerosas alteraciones en las Rime e prosi volgari del cardenal Giovanni Brevio, im-presas por Antonio Blado, una apropiación que ya fue denunciada hacia 1547.

Belfagor arcidiavolo está ambientada en el reino de Nápoles durante la época de Carlos de Anjou, pero es un retrato irónico de la astucia y ra-pacidad de los ciudadanos florentinos; su carácter burlón recuerda los cuentos de Bocaccio y la mi-soginia que contiene es un tema típico del Medio-evo. Como muchos otros relatos de la época, fue concebido para ser narrado en voz alta más que para ser leído en silencio. La huella de Belfagor es reconocible en la literatura europea del siglo XVII. Se advierten ecos del relato en “The Devil is an Ass” de Ben Jonson (1616) y Jean de la Fontaine lo interpretó libremente en verso en “Belphégor, nouvelle tirée de Machiavel” , publicado en 1682.

1 Léese en las antiguas memorias de las florentinas cosas que an-

taño se contaba de un santísimo hombre, cuya vida era digna de alabanza según cuantos en aque-llos tiempos vivían, el cual, estando abstraído en sus oraciones, vio en ellas cómo las infinitas almas de los míseros mortales que morían en desgracia de Dios iban a parar al infierno, y todas o la mayor parte se quejaban, si no de otra cosa, de que ha-bíanse condenado a las penas infernales por haber tomado esposa. De lo cual Minos y Radamantis junto con los demás jueces infernales se maravilla-ron grandemente. Y, no pudiendo dar por ciertas estas calumnias que aquellos vertían sobre el sexo femenino, y siendo así que día tras día crecían las quejas, y habiendo de todo ello transmitido a Plu-tón el informe conveniente, se decidió realizar un maduro examen del caso con todos los príncipes infernales y tomar luego el partido que se juzga-se mejor para descubrir esta falacia o conocer por entero la verdad. Convocados en consejo, habló Plutón de esta guisa: «A pesar de que, mis dilec-tos amigos, por celestial disposición y fatal suerte del todo irrevocable posea este reino, sin que por ende pueda estar obligado a ningún juicio ni celes-tial ni mundano, no obstante, pues es prudencia suprema en quienes más pueden someterse más a las leyes y más estimar el ajeno juicio, he decidido solicitar vuestro consejo sobre cómo gobernar-

Page 5: belfegor maquiavelo

8 9

me en un caso que podría causar el descrédito de nuestro imperio. Pues diciendo todas las almas de los hombres que a nuestro reino vienen que la cau-sa han sido sus esposas y pareciéndonos esto im-posible, tememos que emitiendo juicio sobre este cuento podamos ser calumniados por demasiado crédulos y, no emitiéndolo, como menos severos y poco amantes de la justicia. Y puesto que lo uno es pecado de hombres ligeros y lo otro de injustos, y queriendo huir de esos cargos, que de lo uno y lo otro podrían desprenderse, y no encontrando el modo, os hemos llamado para que, aconsejándo-nos, nos ayudéis y seáis motivo de que este reino, que en el pasado vivió sin descrédito, pueda en el futuro seguir viviendo del mismo modo».

2 A cada uno de aquellos príncipes el caso le pareció importantísi-

mo y de mucha consideración mas, aun conclu-yendo todos como él que era menester descubrir la verdad, discrepaban en el modo. Pues el uno juzga-ba que era preciso mandar al mundo a alguien que, bajo forma de hombre, conociera personalmente esta verdad, y el otro que a varios; a otros más ocu-rríaseles que cabía hacerlo sin tanta incomodidad, obligando a diversas almas a confesarlo con varia-dos tormentos. Y como la mayor parte aconsejó que se mandara, se inclinaron por esta opinión. Y, no encontrando a ninguno que voluntariamente

quisiera acometer tal empresa, decidieron echarlo a suerte. La cual recayó en Belfagor, archidiablo, pero anteriormente, antes de su caída del cielo, ar-cángel. El cual, aunque de mala gana, aceptó a pe-sar de todo el encargo constreñido por el imperio de Plutón, se dispuso a seguir cuanto decidiera el consejo y se obligó a obedecer las condiciones que habían solemnemente acordado. Las cuales eran: que de inmediato a aquel a quien se le encargase la misión le fueran entregados cien mil ducados con los que debía ir al mundo y bajo la forma de hombre tomar esposa y con ella vivir diez años, y después, fingiendo morir, regresar, y por expe-riencia dar fe ante sus superiores de cuáles eran las cargas y las incomodidades del matrimonio. De-claróse, además, que durante dicho tiempo se viera sometido a todas las molestias y males a que están sujetos los mortales y que son la pobreza, la cárcel, la enfermedad y cualquier otro infortunio en que incurren los hombres, excepto que con engaño o astucia pudiera liberarse.

3 Tomó así Belfagor la condición y el dinero y con ellos vino al

mundo, y acompañado de su mesnada, con gente a caballo y criados, entró con muchos honores en Florencia, ciudad que eligió entre todas las demás como domicilio, porque le parecía más apta para soportar a quien con artes usureras trabajara sus

Page 6: belfegor maquiavelo

10 11

dineros [...]. Y tras hacerse llamar Rodrigo de Cas-tilla, tomó casa en alquiler en el Borgo d’Ognisanti; y para que no pudiera conocerse su condición, dijo haber partido de pequeño de España para marchar a Soria y haber ganado en Alepo toda su hacienda, de donde había luego partido para ir a Italia a to-mar esposa en lugares más humanos y más confor-mes a la vida civil y a su intención. Era Rodrigo un hombre hermosísimo que aparentaba unos treinta años, y tras demostrar en pocos días cuántas ri-quezas poseía y dar ejemplo de ser humano y libe-ral, muchos nobles ciudadanos que tenían muchas hijas y poco dinero se las ofrecieron. Entre todas escogió Rodrigo a una bellísima muchacha llama-da Honesta, hija de Amerigo Donati, el cual tenía otras tres y tres hijos varones ya hombres, y las muchachas eran todas casaderas; y aunque perte-neciera a una noble familia y en Florencia se lo tu-viera muy en cuenta, debido a a su numerosa prole y a su condición, era pobrísimo. Organizó Rodrigo unas bodas magníficas y espléndidas y no dejó de hacer ninguna de las cosas que en tales fiestas se desean. Y como por la ley que le había sido con-cedida al salir del infierno, estaba sometido a todas las pasiones humanas, no tardó en tomarle gusto a los honores y las pompas del mundo y en resultar-le grato el ser elogiado entre los hombres, lo cual le suponía unos gastos considerables. Al cabo de no mucho tiempo de vivir con su señora Honesta enamoróse de ella sin mesura y no podía soportar cuando la veía triste y disgustada. Había la señora

Honesta llevado a casa de Rodrigo, junto con la nobleza y la belleza, tanta soberbia que ni Lucifer tuvo nunca tanta; y Rodrigo, que había probado la una y la otra, juzgaba la de su esposa superior; mas no tardó en aumentar en cuanto ella se dio cuenta del amor que el marido le profesaba y creyendo poder dominarlo a su antojo, sin piedad ni respe-to alguno lo mandaba, y no dudaba, cuando él le negaba algo, en atormentarlo con palabras viles e injuriosas: todo lo cual causaba a Rodrigo un tedio incalculable.

4 A pesar del suegro, de los her-manos, de los parientes, las

obligaciones del matrimonio, sobre todo, el gran amor que le profesaba hacía que tuviese pacien-cia. No voy a referirme a los muchos gastos en que incurría para conformarla, vistiéndola según las nuevas usanzas y complaciéndola con las nue-vas modas que de continuo nuestra ciudad, con su natural costumbre, varía; y como quería estar en paz con ella viose obligado a ayudar al suegro a ca-sar a sus otras hijas, para lo cual tuvo que emplear grandes sumas de dinero. Tras esto, y queriendo estar a bien con su mujer, le convino mandar a uno de los hermanos a Levante con paños y a otro a Poniente con vestimentas, y a otro abrirle una tienda de orfebre en Florencia: en estas cosas dila-pidó la mayor parte de su fortuna. Además de esto,

Page 7: belfegor maquiavelo

12 13

en la época de carnaval y San Juan, cuando toda la ciudad por antigua costumbre festeja y muchos ciudadanos nobles y ricos con espléndidos convi-tes se honran, quiso la señora Honesta, por no ser inferior a las otras mujeres, quiso que su Rodrigo superase a todos con similares fiestas. Estas cosas todas soportaba él por los motivos antes citados, y aunque gravosísimas no le habría parecido gra-voso hacerlas si de ellas hubiera nacido la paz en su casa y él hubiera podido esperar tranquilamente los tiempos de su ruina. Mas le ocurría lo opues-to, porque además de los insoportables gastos, la naturaleza insolente de ella le acarreaba infinitas incomodidades y en su casa no había servidores ni sirvientes que, al cabo de no mucho tiempo, tras brevísimos días, lograsen soportarla, todo lo cual le producía a Rodrigo graves molestias por no poder tener un siervo de confianza que cuidara con amor de sus cosas, y antes que nadie, aquellos mismos diablos que bajo forma de criados se había llevado consigo, más bien eligieron volverse al infierno y estar entre las brasas que vivir en el mundo bajo el imperio de aquélla.

5 Estando, pues, Rodrigo en esta tumultuosa e inquieta vida, y

habiendo por los gastos desordenados consumido todo el patrimonio que le habían asignado, comen-zó a vivir con la esperanza de las rentas que de Po-

niente y de Levante esperaba, y como todavía go-zaba de buen crédito, para no faltar a su posición, firmó pagarés. Y circulando ya muchos pagarés a su nombre, pronto repararon en él aquellos que trabajan en el mercado en esa actividad. Y estan-do ya su caso maduro, le llegaron de Levante y de Poniente nuevas según las cuales uno de los her-manos de la señora Honesta se había jugado todo el patrimonio de Rodrigo y el otro, al regresar en un navío cargado con sus mercancías sin haberse de otro modo asegurado, se había junto con ellas ahogado. En cuanto se enteraron los acreedores de Rodrigo, se reunieron y, juzgando que estaba acabado y no pudiendo descubrirse porque toda-vía no habían vencido sus deudas, concluyeron que sería conveniente observarlo muy atentamen-te para que dicho y hecho no huyera a escondidas. Rodrigo, por otra parte, al no ver remedio a su caso y sabiendo cuánto lo obligaba la ley infernal, pensó en huir como fuera. Una mañana, como vi-vía cerca de la Porta al Prato, montó en su caballo y por ella salió. En cuanto se conoció su partida, comenzaron a circular los rumores entre los acree-dores, los cuales recurrieron a los magistrados, y se pusieron a seguirlo no sólo los corchetes sino todo el pueblo. No se encontraba Rodrigo a más de una milla de la ciudad, cuando lo alcanzó aquel ruido, de manera que viéndose en aprietos, decidió que para huir con más sigilo debía abandonar el camino e ir campo través a buscar su fortuna. Pero como se vio impedido en ello por las muchas zan-

Page 8: belfegor maquiavelo

14 15

jas que atraviesan la comarca y no pudiendo por ese motivo ir a caballo, se puso a huir a pie y, aban-donada la cabalgadura en el camino, cruzó de cam-po en campo, oculto entre viñedos y cañaverales que abundan en esa comarca, y llegó así a Peretola, a casa de Gianmatteo del Brica, labrador de Gio-vanni del Bene, y quiso la suerte que encontrara a Gianmatteo que volvía a casa de apacentar a los bueyes; encomendóse a él prometiéndole que si lo salvaba de las manos de sus enemigos, los cuales lo perseguían para hacerlo morir en prisión, lo haría rico y antes de su partida le daría una prueba para que lo creyese; y si así no lo hacía, aceptaría que lo pusiera en manos de sus adversarios.

Aunque campesino, Gianmatteo era hombre valiente y, juzgando que no podía perder nada to-mando partido para salvarlo, así se lo prometió; lo metió entonces en una pila de estiércol que tenía delante de su casa, lo tapó con cañas y otras in-mundicias que había juntado para quemar. No aca-baba Rodrigo de esconderse cuando llegaron sus perseguidores quienes, por más que amedrentaron a Gianmatteo, no consiguieron que les dijera que lo había visto con lo cual se marcharon y tras bus-carlo en vano todo ese día y el siguiente, cansados ya, se volvieron para Florencia. Así, Gianmatteo, una vez cesado el alboroto y tras sacarlo del lugar donde estaba, le pidió que cumpliera su promesa. A lo cual Rodrigo le dijo: «Hermano mío, tengo contigo una gran deuda que quiero pagar como sea; y para que creas que puedo hacerlo, te diré

quién soy». Le contó entonces su historia y le ha-bló de las leyes que le impusieron al salir del in-fierno y de la esposa que había tomado, y le dijo, además, la forma en que quería enriquecerlo, que sería la siguiente: en cuanto se enterara de que ha-bía alguna mujer endemoniada, sería obra suya y no saldría a menos que fuera Gianmatteo a sacarlo, con lo cual tendría ocasión de hacerse pagar por los parientes de aquella. Tras quedar así de acuer-do, desapareció.

6 Al cabo de pocos días se hablaba por toda Florencia de que una

hija de micer Ambruogio Amidei, a la que había casado con Bonaiuto Tebalducci, estaba endemo-niada; los parientes no tardaron en aplicarle todos aquellos remedios que en semejantes casos se apli-can, le pusieron en la frente la cabeza de san Ze-nobio y el manto de san Juan Gualberto. Pero Ro-drigo se burlaba de todas estas cosas. Y para dejar claro a todos que el mal de la muchacha era obra de un espíritu y no de la imaginación, hablaba en latín y polemizaba sobre cosas de filosofía y descu-bría los pecados de muchos; entre ellos descubrió los de un fraile que había tenido en su celda duran-te más de cuatro años a una mujer vestida de fraile-cillo; todas estas cosas maravillaban a la gente. Por este motivo, micer Ambruogio vivía insatisfecho y, habiendo probado en vano todos los remedios,

Page 9: belfegor maquiavelo

16 17

había perdido toda esperanza de curarla, cuando Gianmatteo fue a visitarlo y le prometió devolverle la salud a su hija a cambio de quinientos florines para comprar una finca en Peretola. Aceptó mi-cer Ambruogio el ofrecimiento y Gianmatteo, tras mandar decir algunas misas y hacer algunas cere-monias para embellecer la cosa, se acercó al oído de la muchacha y dijo: «Rodrigo, he venido a verte para que cumplas la promesa que me hiciste». A lo que Rodrigo contestó: «Me place. Pero no es suficien-te para hacerte rico. Cuando me haya ido de aquí, entraré en la hija de Carlos, rey de Nápoles, y no saldré nunca sin ti. Harás entonces que te den una recompensa a tu gusto. Y después no me causarás más molestias». Dicho lo cual salió de la muchacha para placer y admiración de toda Florencia.

7 No tardó mucho en difundir-se por toda Italia el incidente

ocurrido a la hija del rey Carlos. Y al no encontrar-le remedio, tras tener el rey noticias de Gianmat-teo, mandó a buscarlo a Florencia. El cual, llegado a Nápoles, tras alguna fingida ceremonia, la curó. Pero antes de que partiera, Rodrigo le dijo: «Como ves, Gianmatteo, he cumplido la promesa de enri-quecerte. Pero como ya he cumplido, no te debo nada más. Te darás, pues, por satisfecho, pero no te me presentes más porque si hasta ahora te he hecho bien, en lo sucesivo te haré daño». Gian-

matteo regresó a Florencia riquísimo, porque el rey le había dado más de cincuenta mil ducados y pensaba disfrutar tranquilamente de esas riquezas, no creyendo que Rodrigo pensara ofenderlo. Mas este pensamiento suyo se vio turbado en seguida por una noticia que llegó, según la cual una hija de Luis VII, rey de Francia, estaba endemoniada. La noticia inquietó a Gianmatteo pues pensaba en la autoridad de ese rey y en las palabras que Rodrigo le había dicho. Como aquel rey no encontraba re-medio para su hija, enterado de la virtud de Gian-matteo, lo mandó llamar con un correo. Al alegar aquél cierta indisposición, viose el rey obligado a recurrir a la Señoría, la cual obligó a Gianmatteo a obedecer. Desconsolado se fue para París, y le demostró al rey que era cierto que en el pasado había curado a alguna endemoniada, pero que no por eso sabía o podía curar a todas, porque se en-contraban diablos de naturaleza tan pérfida que no temían ni amenazas ni encantamientos ni religión alguna; mas pese a todo estaba dispuesto a cum-plir con su deber y, si no lo conseguía, le pedía disculpas y perdón. A lo cual el rey, turbado, dijo que si no la curaba lo haría ahorcar. Sintió por esto Gianmatteo un gran dolor, mas se armó de coraje, hizo traer ante él a la endemoniada y acercándose-le al oído, se encomendó humildemente a Rodri-go recordándole el beneficio que le había hecho y cuánta ingratitud demostraría si lo abandonaba en momento de tanta necesidad. A lo cual Rodri-go respondió: «¡Ah! villano traidor, ¿te atreves a

Page 10: belfegor maquiavelo

18 19

presentarte así? ¿Crees acaso que puedes vanaglo-riarte de haberte enriquecido a mi costa? Voy a de-mostrarte a ti y a cualquiera que sé darlo y quitarlo todo a mi albedrío, y antes de que te marches de aquí, conseguiré que te ahorquen». Tras oír esto, y no encontrando ningún remedio, Gianmatteo pensó en probar suerte por otro camino. Mandó salir a la endemoniada y le dijo al rey: «Vuestra ma-jestad, ya os lo he dicho, hay muchos espíritus tan malvados que con ellos no se gana nada, y éste es uno de ésos. Por lo tanto, quiero hacer una última experiencia, la cual, si sale bien, vuestra Majestad y yo conseguiremos lo que nos proponemos; si sale mal, me pongo en vuestras manos y tendréis de mí la compasión que merece mi inocencia. Mandaréis hacer en la plaza de Nostra Dama un estrado gran-de donde quepan todos vuestros barones y todo el clero de esta ciudad; haréis adornar el estrado con colgaduras de seda y oro, fabricaréis en medio de él un altar, y quiero que el próximo domingo por la mañana, vos con el clero, junto con todos vuestros príncipes y barones, con la real pompa, y con espléndidos y ricos ropajes, os reunáis encima de él, donde tras celebrarse antes una misa solem-ne haréis venir a la endemoniada. Además de esto, quiero que en un extremo de la plaza se reúnan al menos veinte personas con trompas, cuernos, tam-bores, cornamusas, atabales, tímpanos, címbalos y cualquier otro tipo de ruidos, las cuales, cuando yo levante un sombrero, tocarán esos instrumentos y, tocando, irán hacia el estrado; todas estas cosas,

junto con otros remedios secretos, creo que pon-drán en fuga a este espíritu».

8 El rey mandó de inmediato que se hiciera todo y, llegado el do-

mingo por la mañana y lleno el estrado de per-sonajes y la plaza de gente, una vez celebrada la misa, la endemoniada fue conducida al estrado de la mano de dos obispos y muchos señores. Cuan-do Rodrigo vio tanta gente junta y tanto apara-to, quedóse casi atontado y dijo para sí: «¿Qué ha pensado hacer el muy menguado y villano? ¿Cree que me dejará pasmado con esta pompa? ¿No sabe acaso que estoy acostumbrado a ver las pompas del cielo y las furias del infierno? Lo castigaré de todos modos». Y al acercársele Gianmatteo y ro-garle que saliera, le dijo: «¡Vaya idea has tenido! ¿Qué crees que vas a conseguir con tanto apara-to? ¿Crees acaso que huirás por ello a mi poder y a la ira del rey? Bellaco, te haré ahorcar de todos modos». Y así, mientras el uno rogaba y el otro lo tachaba de insolente, Gianmatteo no quiso perder más tiempo. Hecha la señal con el sombrero, todos aquellos que habían sido reunidos para armar bu-lla, comenzaron a tocar y con un ruido que llegaba hasta el cielo se dirigieron hacia el estrado. Ante tamaño estruendo aguzó Rodrigo el oído y, no sa-biendo de qué se trataba y estando muy maravilla-do, le preguntó muy asombrado a Gianmatteo qué

Page 11: belfegor maquiavelo

20 21

era aquello. A lo cual Gianmatteo contestó todo turbado: «¡Ay de mí, Rodrigo mío! Es tu mujer que viene a verte». Fue maravilloso pensar en la altera-ción mental que produjo en Rodrigo que le recor-daran el nombre de su mujer. Tanta fue que, sin pensar si era posible o razonable que se tratara de ella, sin replicar nada más, asustado, huyó dejando libre a la muchacha y prefirió regresar al infierno y dar razón de sus actos que volver a someterse con tantos incordios, disgustos y peligros al yugo matrimonial.

9 Y así, de vuelta en el infierno, Belfegor dio fe de los males

que en una casa producía la mujer. Y Gianmatteo, que supo más que el diablo,

volvió muy contento a su casa.

Santander, 30 de Enero de 2013

Page 12: belfegor maquiavelo

22