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Bendita soledad XG L. M. Townsend Descargos típicos de Xena (que los personajes no son míos, que pertenecen a quienes los han creado, que no se pretende infringir los derechos de autor, etc.) y aviso de subtexto, aunque, como siempre, nada gráfico. Este relato ocurre cuando los dioses eran un poco más jóvenes y tenían menos experiencia ;-) Título original: Blessed Solitude. Copyright de la traducción: Atalía (c) 2011 Afrodita tenía dolor de cabeza. No del tipo molesto que simplemente estaba ahí, sino un martilleo profundo y constante dentro de la cabeza que no tenía nada que ver con los auriculares rosas con forma de concha que llevaba puestos. De hecho, la música estaba apagada y llevaba los auriculares sólo para amortiguar el ruido de millones de suplicantes, que gritaban para que los oyera. —¡Aaajj! ¿Por qué no se van a dar la lata a otro? —lloriqueó haciendo un puchero, y luego se tiró en una gran butaca de terciopelo rosa. —No hay nadie más, hermanita: tú eres la diosa del amoooor, y todo el mundo quiere estar enamorado —dijo Ares, apareciendo de repente para atormentarla.

Bendita Soledad XG

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FF de Xena

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Bendita soledad XG

L. M. Townsend

Descargos tpicos de Xena (que los personajes no son mos, que pertenecen a quienes los han creado, que no se pretende infringir los derechos de autor, etc.) y aviso de subtexto, aunque, como siempre, nada grfico.Este relato ocurre cuando los dioses eran un poco ms jvenes y tenan menos experiencia ;-)

Ttulo original: Blessed Solitude. Copyright de la traduccin: Atala (c) 2011

Afrodita tena dolor de cabeza. No del tipo molesto que simplemente estaba ah, sino un martilleo profundo y constante dentro de la cabeza que no tena nada que ver con los auriculares rosas con forma de concha que llevaba puestos. De hecho, la msica estaba apagada y llevaba los auriculares slo para amortiguar el ruido de millones de suplicantes, que gritaban para que los oyera.

Aaajj! Por qu no se van a dar la lata a otro? llorique haciendo un puchero, y luego se tir en una gran butaca de terciopelo rosa.

No hay nadie ms, hermanita: t eres la diosa del amoooor, y todo el mundo quiere estar enamorado dijo Ares, apareciendo de repente para atormentarla.

Vete, Ares dijo Afrodita.

Oye, hay una forma de conseguir que dejen de molestarte dijo su hermano, acaricindose la barbilla, pensativo.

Cmo? pregunt Afrodita, con avidez. Oh, espera un momento, si esto es cosa tuya, hay trampa, siempre la hay. Zeus dice que la diosa del amor tiene responsabilidades muy importantes, y tambin me ha dicho que yo estoy aqu para impedir que t causes estragos, aunque no s a qu tipo de tragos se refiere.

Qu va, sin trampa dijo Ares, con cierto exceso de seriedad. Puedes descansar un poco de todas las oraciones y las splicas si no las oyes. Yo mismo tengo que hacerlo a veces. Acaba siendo todo tan... pesado, verdad? Un descansito nunca cambia la marcha general, cuando se trata de los mortales. De verdad que ellos no sufren nada y t vuelves toda renovada y preparada para escuchar y responder a todas sus insignificantes peticiones.

Un descanso, eh? No suena nada mal dijo Afrodita, dudando. Qu tengo que hacer?

Simplemente... dejar de escuchar... dijo Ares, sonriendo de oreja a oreja al tiempo que se desvaneca de su habitacin.

Dejar... vale, muy gracioso, Ares! dijo Afrodita, levantndose de un salto, y justo en ese momento le asalt una splica especialmente lastimera, acompaada de una ofrenda de pescado. Puaj! Odio el pescado... sera de esperar que la gente comprendiera que al proceder del ocano, una como que quisiera evitar algunas cosas... como el olor de esos feos peces dijo la diosa, meneando la cabeza. Basta, se acab ese rollo meloso del amor. Me voy a concentrar en ser diosa de la belleza, el amor que espere.

Empez a no hacer caso de los rezos al amor y a concentrarse en cambio en la belleza, es decir, la suya. La diosa estaba cada vez ms centrada en s misma, contemplndose en el espejo, hasta que por fin dej de or las splicas cada vez ms desesperadas que pedan ms amor en el mundo.

Entretanto, su hermano, Ares, estaba efectivamente causando estragos. Haba conseguido que Discordia lo ayudara en su plan lanzando una manzana de oro grabada con las palabras Para la ms bella en medio de una reunin de su madre y sus hermanas. Naturalmente, Afrodita gan despus de prometer al pobre imbcil mortal elegido para juzgar la competicin que le dara a la mujer ms bella del mundo. Afrodita emple sus poco usados poderes para hacer que Helena, la esposa de Menelao, se enamorara de Paris y huyera con l.

Ares aprovech la creciente vanidad de su hermana y su empeo en no escuchar splicas de amor para enredar a casi todo el Olimpo en una guerra entre Troya y Grecia: hasta las amazonas se vieron implicadas. Su poder iba creciendo a medida que la guerra se prolongaba durante aos. Afrodita disfrutaba de su soledad, pero un da se dio cuenta de que le faltaba algo. Un da, Afrodita se dio cuenta de que aunque contaba con la admiracin de dioses y mortales por igual, se senta horriblemente sola.

Todos los dioses estaban ocupados con su estpida guerra de Troya y ella haba dejado de or a los mortales que todava se molestaban en rezarle. Decidi escuchar a un nico mortal: una nia elocuente que antes la entretena con ofrendas en forma de baladas y cuentos. La nia era hija de un granjero y no tena dinero para comprar ofrendas y sacrificios ms elaborados, pero al menos nunca le haca ofrendas de pescado, y lo que es ms, la nia nunca la haba pedido a Afrodita nada a cambio. La diosa sinti entonces una punzada de miedo: seguira hablndole la nia? Haca aos que no la escuchaba, ni a ningn otro mortal, a decir verdad. Afrodita sinti un poquito de remordimiento aunque slo por un instante antes de ponerse a localizar la voz de la nia.

Dnde estaba? Haba dejado de contar historias? Oh, un momento... ah! Con una punzada de dolor, la diosa se dio cuenta de que la nia era ahora una joven, que viva en la granja de su padre. Pero todava contaba sus historias, aunque ahora tena cierto aire de triste resignacin. Al mismo tiempo, Afrodita percibi un descontento en la joven.

Necesita enamorarse... ese patn con el que han acordado casarla jams podr hacerla feliz! exclam la diosa consternada. Espero acordarme de cmo se haca un encantamiento de amor... por favor, qu desentrenada estoy!

Afrodita estuvo atenta a la oportunidad de ayudar a la joven aldeana. Mientras, puso en prctica sus encantamientos de amor con otros mortales. Empez a escuchar sus oraciones. Cierto, haban disminuido con el paso de los aos, pero los mortales nunca dejaban de asombrar a Afrodita por su capacidad para la esperanza y la fe, y las oraciones seguan llegando. No haca caso de las oraciones frvolas y vanidosas de algunas doncellas para ser ms guapas con la esperanza de atrapar a tal o cual mozo, o a varios. En cambio, Afrodita se concentr en unir almas gemelas: era algo que fastidiaba tanto a los dems dioses que a la diosa le daba un placer perverso. Como siempre, Zeus sonrea indulgente a su hija preferida: es decir, cuando lograba dejar de estar centrado en la guerra.

Tengo que hacer algo con esa guerra: pap ya nunca tiene tiempo para m se dijo Afrodita con un puchero.

Un da, Afrodita observaba mientras la joven aldeana llevaba la colada al ro con un grupo de chicas. Iba parloteando y a la diosa le sorprendi que las dems chicas pudieran no hacer caso de una historia tan estupenda: trataba de ella, por supuesto, por lo que se hizo con el inters de la diosa inmediatamente. Tan enfrascada estaba en la historia sobre s misma y su cinturn mgico que haca que cualquier dios o mortal se enamorara de ella...

Como si yo necesitara un cinturn mgico resopl Afrodita con delicadeza, pero sigui escuchando, pues le encantaba el sonido de su nombre en labios de la chica...

...que casi no percibi el peligro que se acercaba por dos lados. Rpidamente, la diosa se apart para ver qu amenazaba a la que ahora era su mortal preferida. Por un lado, se acercaban unos traficantes de esclavos, preparados para atacar a las chicas. Por el otro, se acercaba una guerrera morena la diosa reconoci a la preferida de su hermano aunque, cosa rara, la guerrera no llevaba armadura ni armas. Aunque Afrodita perciba el peligro que la mujer supona para la aldeana, no era tan inmediato como los traficantes que estaban empezando a atacar a las chicas que llevaban la colada al ro.

Afrodita actu deprisa. Empuj mgicamente a la guerrera hacia el problema, y se sorprendi de nuevo cuando el alma oscura de esta guerrera y el alma vivamente iluminada de la bardo se juntaron en una sola. La aldeana se enfrentaba a los traficantes con todas sus fuerzas cuando la guerrera intervino. En ese momento, Afrodita perdi el inters: no tena el menor deseo de presenciar una estpida pelea, sobre todo cuando ya saba el resultado. Su trabajo estaba hecho, aunque la diosa decidi quedarse a escuchar y vigilar un poco por el peligro inherente que haba visto que supona la guerrera para la bardo. Pero eso sera para otro da, tal vez dentro de aos.

A partir de ese da, regodendose en la satisfaccin de haber unido a las almas gemelas (no se daba cuenta en absoluto de que haban estado gravitando la una hacia la otra antes de que interviniera ella, como suelen hacer las almas gemelas cuando los mortales hacen caso de su corazn), Afrodita empez a escuchar de nuevo las oraciones de los mortales (aunque poda pasarlas por alto si le daban pescado apestoso) y el amor creci una vez ms entre los mortales. Incluso encontr un modo de acabar con la distraccin de la guerra de su hermano con ayuda de la guerrera y la bardo... pero eso es otra historia.

FIN