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COLECCIÓN DE HISTORIADORES I DE DOCUMENTOS RELATIVOS A I.A INDEPENDENCIA DE CHILE TOHVCO X I V DON BERNARDO O'HIGGINS APUNTES HISTÓRICOS SOBRE LA REVOLUCIÓN SE CHILE POR MANUEL JOSÉ GANDARILLAS SANTIAGO DE CHILE &wwE<%mm№® B. №$m.&m®&t editor 51, CHUMADA, 51 1905

Bernardo O'Higgins

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Apuntes históricos sobre la revolución en Chile por Manuel José Gandarillas. En el tomo XIV, trata sobre Bernardo O'Higgins.

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  • COLECCIN DE HISTORIADORES I D E D O C U M E N T O S

    RELATIVOS A I.A

    INDEPENDENCIA DE CHILE T O H V C O X I V

    DON BERNARDO O'HIGGINS APUNTES HISTRICOS SOBRE LA REVOLUCIN S E CHILE

    POR

    MANUEL JOS GANDARILLAS

    S A N T I A G O D E C H I L E

    &wwE

  • JMPRENTA CERVANTES-J3AHD ERA, 50

  • A D V E R T E N C I A

    Hemos reunido en este volumen los artculos qu.' con el ttulo de "Don Bernardo O'Higgins, Apuntes Histricos de la Revolucin de Chileu public don Manuel Jos Gandarillas en El Arau-cano, peridico oficial del Gobierno de Chile, desde el nmero 17o de 24 de Enero de 1834 hasta el nmero 199 ('e 4 de Julio siguiente.

    Los artculos de Gandarillas fueron provocados por la publicacin de la obra del doctor Ascencio, que insertamos en el volumen precedente de esta coleccin, i'Escritos, dice el seor Barros Arana, con regulares formas literarias, i en cierto modo con alguna moderacin en su parte esterna, esos artculos son la condensacin vigorosa de todos los car 0 os que formularon contra O'Higgins sus mas

  • VI ADVERTENCIA

    encarnizados enemigos; lo que no quita que en la relacin i sobre todo en los numerosos documentos que la acompaan, se encuentren muchos datos importantes para la historia. Esos artculos no han sido reimpresos nunca, i a esta circunstancia, as como a su carcter de escritos de polmica, se debe ti que sean mui poco conocidosn. (Historia fene-ral de Chile, vol. 9, pj. 648.)

    E L EDITOR.

  • PRLOGO DEL A U T O R

    Solo ahora hemos podido ver el cuaderno de la Acusacin pronunciada por el doctor don Juan As-cencio contra un papel denunciado por el Gran Ma-riscal del Per t don Bernardo O'Higgins a que se refiere el comunicado de don Diego J . Benavente de nuestro nmero 170, i el del presente del coro-nel don Jos Santiago Luco i, a nuestro parecer, no tiene este folleto compaero que le iguale entre las producciones que ha hecho abortar a las impren-tas hispano-americanas, bien sea el espritu de par-tido o el deseo de dominar, o la influencia de la venganza mas sublimada. En l se trata de vindi-car al Gran Mariscal del Per de los excesos que se le atribuyen por el alcance al Mercurio Peruano durante el tiempo que fu Director de esta Repbli-

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    ca, i los medios de que se vali el autor de la acusa, cion, lejos de favorecer a su patrocinado, le causan el gran perjuicio de despertarle enemigos que ha-ban sofocado sus resentimientos. Puede decirse que los obliga a escabar el foso profundo en que la jenerosidad, la prudencia i el tiempo haban sepul-tado para siempre hasta la memoria de los hechos ignominiosos que se le atribuyen, i que todos los das se oyen en boca de la mayor parte de los habi-tantes de Chile. Nadie se acordaba ya del nombre de O'Higgins, pero la aparicin del papel publi-cado con el nombre del doctor Ascencio ha reno-vado heridas, revivido rencores e incendiado ni-mos. No se encuentra en todo l una lnea que corresponda al objeto que se propuso su autor, cual es el de colocar a su patrocinado al lado de los hroes i en medio de los hombres grandes.

    Para conseguir este fin se eliji por teatro el juri de imprenta de Lima, i se present a don Bernardo O'Higgins como el inventor del sistema de gobierno representativo en Chile, el autor de su independen-cia i el fundador de la Repblica. S e le atribuyen innumerables triunfos en la guerra, se le prodigan elojios; mas al lado de todo esto, no deja en pi mas que la reputacin de un solo chileno. E l doctor As-cencio, o el verdadero autor del papel, present una multitud de documentos que interpret como quiso, i en ellos no hai mas que lisonjas de ami-

  • DON BERNARDO O'HIGGINS 3

    gos, correspondencia de compaeros, esperanzas de hombres buenos i producciones de partidarios. Casi todos se refieren a tiempos en que el Gran Mariscal del Per no habia dado motivos para formar el concepto que espres el autor del alcance acusado. Pueden servirle de comprobantes de la reputacin en que en un tiempo se le tuvo, mas no de instru-mento con que sofocar la opinin que le form su Gobierno. E l doctor Ascencio, o su director, eriji al juri de imprenta de Lima en calificador de los hechos que pertenecen a la historia de la revolucin de Chile, sin conocer las personas, el pais ni sus circunstancias. E n unapalabra, con rasgos de pluma lo arruin todo i seal con el dedo una planta so-litaria que la casualidad hizo nacer sobre los escom-bros, para que el juri la calificase de estraordinaria entre la de su especie, sin que este cuerpo repa-rase en la calidad del juicio que se habia sujetado a su conocimiento, pues los hechos en que deba afianzarse no han sucedido en su territorio, ni sabe si son ciertos o falsos los documentos que se le presentaron; ni est en el nmero dess atribucio-nes autorizar los insultos que se han hecho a la Re-pblica de Chile, dando asenso a las aserciones del pronunciador de la acusacin.

    Los chilenos amantes del decoro de su pais a quienes haya llegado la acusacin pronunciada por el doctor Ascencio, contengan la indignacin que

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    precisamente debe haberles causado su lectura, i esperen la refutacin que nos proponemos dar en los nmeros siguientes de este peridico. Conside-ramos ofendido el honor nacional i, por lo tanto, como escritores nos creemos obligados a vindi-carlo; prevenimos que aunque uno de nosotros se encuentra injuriado en el folleto que vamos a im-pugnar, la naturaleza de la injuria, que no es mas que un solemne embuste, es incapaz de alterar la imparcialidad que siempre ha guiado nuestra plu-ma ( i ) .

    L a refutacin, que ofrecimos en el nmero ante-rior, del panejrico del Gran Mariscal del Per don Bernardo O'Higgins, publicado bajo el ttulo de Acusacin propuesta por el doctor don Juan As-cencio, no es una contradiccin directa a cuanto asienta este seor. Emprenderamos un trabajo molesto e infructuoso para el pblico, sin conseguir mas que llenar papel con desvergenzas, ocupar ociosos i satisfacer la malignidad. Son mas altas las miras que nos guian. Poco nos importa la averi-guacin de ciertos hechos aislados que en el curso de una larga administracin pueden compararse con las pequeas heridas que por casualidad suele sufrir el cuerpo humano. Nuestra empresa es pre-

    ( i ) Publicado en El Araucano de 17 de Enero de 1834 .

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    sentar en su verdadero aspecto al hroe del doctor Ascencio, i ofrecer a los imparciales que sepan leer la historia, un lijero bosquejo de lo que ha pasado en Chile, que al mismo tiempo que d a conocer la vida poltica de don Bernardo O'Higgins, les haga mirar con desprecio la multitud de volmenes que ha producido la mana de escribir viajes por rela-ciones de virlocheros i maestros de postas, o por afecciones particulares, o con el objeto de adquirir sus autores un concepto cuya verdad solo puede saberse comparando sus narraciones con la exacti-tud de los sucesos.

    Para llegar a nuestro fin, nos parece conveniente hacer un breve diseo de la revolucin de Chile, desde 1 8 1 0 en que empieza la poca gloriosa de que el doctor Ascencio hace autor esclusivo a don Bernardo O'Higgins. N o nos es preciso entrar en descripciones de batallas, porque solo el valor na-tural de los chilenos sin direccin i sin tctica, es bastante ttulo para que se reconozca su gloria militar, pues, muchas veces la que se adquiere por los triunfos es efecto de la casualidad, i no obra de aquel talento que hace resultar los sucesos de las combinaciones i conocimientos. Estamos convenci-dos de que el camino por donde el hroe es con-ducido a recibir la corona, es el mismo por donde muchas veces marcha el desgraciado al patbulo habiendo quizas prestado ste mas servicios a sus

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    verdugos i ocasiondoles aqul mas daos. L a ca-sualidad en sus efectos es tan ciega como la justicia en sus actos, pero mas activa i ostentosa.

    Estando ligada la vida pblica de don Bernardo O'Higgins con la historia de la revolucin de Chile, no podemos menos que volver los ojos al clebre ao de 1 8 1 0 en que se conmovi toda la Amrica, mas bien por instinto o por influencia de las cir-cunstancias que por una combinacin meditada; i recorrer los principales pasajes que forman los ana-les de nuestros tiempos, descubren nuestro carcter i dan a conocer los principales personajes que el doctor Ascencio eleva i abate a su antojo. Mani-festaremos el modo con que se hizo la revolucin, sin dar razn de las causas, porque, como hemos dicho antes, ella fu una inspiracin a toda la Am-rica; daremos una idea de las opiniones que domi-naban entonces, que aunque insignificantes para el objeto de alcanzar la independencia, influyeron de-masiado en los desastres que sufri Chile en el ao de 1 8 1 4 . Haremos conocer los efectos que produjo la dominacin espaola, el modo de destruirla, i describiremos el gobierno de don Bernardo O'Hig-gins, concluyendo con una breve esposicion de lo que es Chile actualmente.

    Con este objeto dividiremos nuestra obra en cuatro pocas: i . a Desde n de Julio de 1 8 1 0 hasta 1 0 de Octubre de 1 8 1 4 ; 2 . a Desde esta fecha

  • DON B E R N A R D O O ' H I G G I N S J

    hasta 12 de Febrero de 1 8 1 7 ; 3 . a Desde sta hasta 28 de Enero de 1823 ; i 4 . a Desde sta hasta el dia.

    E n las tres divisiones primeras nos proponemos referir los hechos que dan a conocer al Gran Ma-riscal del Per, i en la ltima comparar el gobierno

  • P E I M E H A P O C A

  • C A P T U L O P R I M E R O

    PRIMEROS MOVIMIENTOS POPULARES

    El espritu de libertad que desde fines del siglo pasado se habia difundido por toda la Europa, pa-sando a Amrica trasmiti a Chile unas cuantas centellas de fuego patritico, que prendiendo en unos pocos individuos abri el camino a la revolu-cin. Entre stos deben sealarse los respetables ancianos don Jos Antonio de Rojas, don Juan Antonio Ovalle i el doctor don Bernardo Vera que, por sus conversaciones liberales, provocaron la ira de don Francisco Antonio Garca Carrasco que gobernaba a Chile; quien los hizo arrancar de sus casas en la noche del 25 de Mayo de 1 8 1 0 i remi-tirlos a Valparaiso escoltados. Una providencia re-pentina, tomada contra personas tan respetables i

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    por un jefe que durante su gobierno no habia des-cubierto mas cualidad que la de hacerse odioso i despreciable, alarm al pacfico vencidario de San-tiago hasta el estremo de hacerle reunirse tumul-tuariamente a pedir la vuelta de los tres individuos que haban sido separados de esta ciudad. E l Presi-dente prometi que se cumpliran sus peticiones, a cuyo efecto partieron para Valparaso dos ciudada-nos respetables; mas, habiendo sido burlados, por-que dos de los individuos desterrados, los ancianos, haban sido embarcados para Lima, en virtud de rdenes anticipadas, se conmovi de nuevo el ve> cindario, i despus de varios pasos infructuosos para hacer cumplir al Presidente Carrasco con los deberes de gobernante i con las promesas que habia hecho, recurri al Tribunal de la Real Audiencia, en donde fu depuesto del mando, i se subrog en su lugar al conde de la Conquista don Mateo Toro.

    Esta variacin proporcion a los patriotas un campo libre para propagar las ideas liberales i puso en sus manos los medios de hacer efectivo el pro-yecto de sustraer a Chile de la dominacin espao-la; i as es que al poco tiempo lograron constituir un gobierno, el 18 de Setiembre del mismo ao, que, aunque disfrazado con las apariencias de obe-, diencia i amor a Fernando V I I , no fu otra cosa que el plantel del sistema republicano en Chile i un sacudimiento completo de las cadenas coloniales.

  • DON BERNARDO O'HIGGINS 1 3

    N o estaban los chilenos educados para pasar repen-tinamente del estado de vasallos de un monarca al de ciudadanos de un pueblo libre, i todas las ano-malas que se advierten en las providencias de aquel primer gobierno, en que se nota una mezcla de pro psitos de obediencia al rei de Espaa i de actos que indicaban espresamente intenciones de sustraerse de ella, fueron sin duda ocasionadas por la necesi-dad de llevar adelante la empresa contra todos los obstculos queoponian la escasez de luces, la igno rancia de los principios polticos i el ningn conoc miento de los derechos del hombre. L a obediencia al rei era entonces poco menos que un dogma de relijion i creyendo faltar a sta muchos no queran escuchar ni siquiera la esplicacion de lo que es el hombre en sociedad. El hbito de respetar al rei se habia hecho objeto de conciencia, i sta no de-jaba obrar a la razn. No se conocan los buenos libros, ni siquiera se tenia idea del instrumento maravilloso de la imprenta; apenas habia juriscon-sultos rancios, telogos fanticos i practicantes de confesonario, de modo que fu preciso casi como engaar a la multitud, porque si se procuraba ins-truirla de repente, se corra el riefgo de que el res-plandor de una luz repentina la deslumhrase e hi-ciese malograr la empresa en su orjen.

    Bien fuese, la prudencia que naturalmente acom-paa a los hombres pensadores, o bien la casuali-

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    dad, lo cierto es que, mediante esta conducta, Ios-pueblos de Chile reconocieron la Junta establecida en 18 de Setiembre que empez su gobierno crean-do cuerpos para la defensa del pas, N o se sabe que hubiese habido alguna oposicin en ningn punto del territorio. S e convoc un Congreso lejislativo r i el mismo dia que se haban de elejir los diputados-de Santiago en la casa del consulado, se presenta-ron por la primera vez sntomas de diferencia d e opiniones en cuanto al gobierno establecido.

    Don Tomas Figueroa intent aprovecharse d e la reunin que hubo de haber aquel dia para d e s -truir con un golpe de mano todo lo que se habia trabajado. Los que se han encargado de recojer datos para la historia darn cuantas ideas hayan adquirido sobre un suceso tan secreto en sus pre-parativos, tan misterioso en sus relaciones i tan fe-liz para sus autores como para la causa de Chile porque la muerte de este caudillo ostensible dej-libre el curso a sta, i estorb que aquellos siguie-sen su mismo camino. Baste decir que inmediata-mente que se supo que don Tomas Figueroa, a la cabeza de algunos dragones de la frontera, i del escuadrn de hsares que consigui seducir, inten-taba atropellar la reunin en que los vecinos iban por la primera vez a ejercer los derechos de los hombres libres, se prepar el batalln de granade-ros para una accin de guerra, por la actividad del

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    mayor don Juan Jos de Carrera, i a este cuerpo se debe el que no se hubiera estinguido la llama de la libertad que habia prendido en Chile poco mas de 6 meses antes.

    Apagada la fermentacin que habia hecho nacer este suceso continu la junta gubernativa librando las providencias necesarias para la eleccin de di-putados e instalacin del Congreso, que al fin se reuni i en l obtuvo asiento don Bernardo O'Hig-gins, elejido por uno de los partidos secundarios de la provincia de Concepcin, menos por la voluntad de los habitantes que por el favor de algunos amigos. Entre las providencias que tom este cuerpo a que asisti el hroe incomparable del doctor Ascencio, solo hai tres notables, porque lo dems de sus operaciones se redujo casi al despa-cho de un juzgado ordinario. Aquellas fueron, una a favor de la libertad que honrar siempre la me-moria de su autor; otra contra los principios de economa poltica que manifiesta la ignorancia de esta ciencia en aquel tiempo, i la ltima que ha sido burlada porque pugna con las costumbres, a saber: la libertad de los hijos de las esclavas, la imposicin de derechos exorbitantes de la yerba mate i la estincion de los lutos; en las que el Gran Mariscal del P er no tuvo mas cooperacin que el s o el n de su sufrajio. Nada hai de grande

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    en este hombre en su primera aparicin a !a vida pblica.

    Despus de una revolucin, como la que se haba efectuado, por la cual se haba erijido un gobierno popular, compuesto de una junta revestida del Po-der Ejecutivo i de un Congreso Lejislativo deba haberse cambiado el rumbo de los negocios adop-tado un sistema que correspondiese a la innovacin que se habia hecho. Y a se habia variado el curso de las ideas i se habian disipado los temores que al principio hicieron dar pasos que, aunque disimula-dos, en realidad eran ciertos i firmes, no obstante que parecan estraviados i vacilantes. Era , pues, llegado el tiempo de decidirse por la causa de la libertad o por la de continuar sometidos al re de Espaa. Mas, no todos los que obtuvieron sufrajios para representar a la nacin pensaban del mismo modo. Pugnaban entre s los temores de la mayor parte i los esfuerzos de unos pocos, i solo el 4 de Setiembre de 1 8 1 1 se pudo entablar una marcha recta mediante la revolucin que hizo don J o s Miguel Carrera, purgando el Congreso de los miembros que, viviendo en Chile, no pensaban mas que en Espaa. E l plan de este ciudadano fu mu grande, no lo describimos porque una relacin nuestra se atribuira a espritu de partido. N o pudo ejecutarlo completamente porque, el jeno de la discordia empez a separar a los patriotas unos de

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    otros; la envidia se manifest en toda su fealdad; la ambicin abri una gran brecha, i empez en-tonces la tctica de las conjuraciones, nicos me-dios con que pueden saciarse estas detestables pa-siones, crueles perseguidoras dlos hombres, cuyas aptitudes no estn en consonancia con sus aspira-ciones.

    A pesar del impulso que se habia dado a los negocios pblicos, poco o nada avanz el patrio-tismo, porque la sucesin de conjuraciones ener-vaba su enerja. Cualquiera medida gubernativa era atribuida a inters personal: se hizo creer que el levantamiento de tropas i construccin de cuar. teles para la seguridad del pais eran medidas opre-soras, i se lleg a conseguir que la provincia de Concepcin armase soldados contra la de Santiago. No se crea que esto procedia por diferencia de principios o por diversidad de objetos. S e desea-ba jeneralmente la independencia; pero la silla del Gobierno se hizo el objeto de la ambicin particu-lar, i abri torrentes de calumnias, murmuraciones i embustes que dividieron al pueblo en dos parti-dos, los cuales se trataban unos a otros de crimi-nales. S e imputaban mutuamente defectos que procedan de una ignorancia comn: se elevaban a la clase de crmenes consecuencias de los errores que se nos haban infundido desde la infancia, i hasta las puerilidades nacidas de nuestros antiguos

    TOMO XIV 2

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    hbitos eran representadas como acciones repren-sibles. Carrera i sus hermanos trabajaban por la patria: sus enemigos deseaban hacerlo por s mis-mos: haba contrariedad en cuanto a los modos de proceder i deseo por ambas partes de que el pais fuese independiente. Podremos lisonjearnos deque esta contienda fu a cara descubierta hasta el lti-mo trmino de encarnizamiento a que lleg N o hubo clubs ni ljias, ni ninguna especie de asocia-cin secreta en donde se decretase el esterminio de alguno o algunos individuos, i aunque se nota-ron algunas medidas fuertes, todos saben que fue-ron por cumplir con la tramitacin de los juicios que la seguridad pblica obliga a mandar formar a cualquiera que se halle a la cabeza de un gobier-no. Cuanto pueda decirse en contra de las provi-dencias gubernativas que se libraron desde el 4 de Setiembre de 1 8 1 1 hasta el i . de Abril de 1 8 1 3 no tendr otro objeto que el de descubrir el estado en que nos hallbamos i las pasiones que nos domi-naban; mas, en esta poca no se encontrar el nom-bre de don Bernardo O'Higgins.

  • C A P T U L O I I

    SITUACIN TOLTICA D E L PAS EN ABRIL DE 1 8 1 3 E

    INVASIN DE PAREJA ( l )

    Cuidadosamente hemos omitido el hacer una re-

    ( 1 ) La imparcialidad con que nos hemos propuesto escribir, nos obliga a hacer una confesin que servir a! pblico de testi-monio de la pureza de nuestras intenciones. L o que escribimos en el nmero anterior, fu sin tener a la vista todos los docu-mentos necesarios que felizmente hemos podido reunir al tiem-po de continuar esta parte. Entre stos hemos conseguido el manuscrito de un ilustre patriota, que ya ha pasado a la nada de los seres, i est colocado entre los grandes chilenos. No tena-mos apunte de los diputados que haban sido separados del Congreso en el ao de i 8 i i , i s o l o sabamos en jeneral que aquella operacin fu ocasionada porque los tales seores eran contrarios al sistema de libertad. E n el manuscrito hemos halla-do inscritos los nombres de los patriotas don Jos Miguel In-fante i don Juan Antonio Ovalle, con la honrosa nota de que el habtr sido arrojados del Congreso, fu debido a su carcter inflexible que no condescenda con las miras siniestras de los autores ocultos de aquel movimiento ejecutado por los Carreras.

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    lacion prolija de las conjuraciones que hemos Indi-cado, porque ellas no manifiestan mas que inespe-riencia, errores e ignorancia. Los patriotas choca-ban unos con otros sin que para ello hubiese habi-do una causa racional; bien es que la ceguedad en que nos hallbamos no dejaba conocer los resortes secretos con que las pasiones estraviaban las mas puras intenciones del patriotismo. Don Jos Mi-guel Carrera i sus hermanos trabajaron cuanto pu-dieron en favor de la causa americana, formando tropas, arreglando cuarteles, dando bases para que se mejorase la educacin pblica i preparando, finalmente, lo que pareca preciso para asegurar la defensa del pais en todos sus ramos. Mas, como ninguna providencia de stas puede llevarse a cabo si no es auxiliada por la irresistible fuerza de la opinin popular, casi todas ellas quedaron en em brion por las divisiones suscitadas por las ideas que ya hemos espuesto. Rotos los lazos que nos liga-ban al rei de Espaa, perdi el Gobierno el presti-gio con que se hacia respetar, i parece que se le despreciaba porque sus rdenes no tenan una ema-nacin del monarca. Todos se crean gobernantes i ninguno quera ser gobernado. L a palabra demo-cracia destruy la cadena de dependencias que la buena poltica establece desde el primer jefe hasta el ltimo subalterno. N o haba superiores mas que en el nombre, porque se crey que la voz libertad

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    no daba ningn jnero de entrada a la obediencia. Del mas nfimo grado de sumisin se pas al mas elevado de altivez; as es que ninguna de las pro-videncias emprendidas pudieron perfeccionarse. E n estos momentos fu invadida la provincia de Con-cepcin por el jeneral Pareja con un cuerpo de tro--pas, formidable para el estado en que nos hallba-mos.

    Apenas se anunci en Santiago el desembarco de las tropas de Pareja cuando se difundi por todo el pueblo una consternacin que parecia presajiar una prxima ruina. Todo era conflictos, amargura, i temores: en el desmayo jeneral no se divisaban mas que peligros inminentes; i en medio de esta si-tuacin tan azarosa, don Jos Miguel de Carrera, que se hallaba a la cabeza del Gobierno, dio mues-tras del jenio sobresaliente por el cual la envidia le condujo aos despus al patbulo. Con unas po-cas providencias que es intil referir ahora, reani-m la confianza pblica, alent el patriotismo e im-puso silencio a la discordia que en meses anterio-res haba atentado contra sus dias. En pocas horas desaparecieron las divisiones, i los patriotas de to-das clases no pensaban mas que en auxiliar al ciu dadano que tan ardientemente se habia ofrecido a ir a castigar a los invasores de su patria. E l esp-ritu nacional se enardece al recordar la largueza con que los vecinos se suscribieron entonces con gran-

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    des sumas para pagar soldados i dems elementos de guerra. Con solo la oferta i sin esperar la recau-dacin ni los aprestos precisos, parti Carrera para Talca, nombrado por el Gobierno con anuencia del Senado, jeneral en jefe del ejrcito restaurador, acompaado solo de catorce hsares, i all con su infatigable actividad reuni cerca de 3,000 hom-bres de caballera antes que el ejrcito invasor ocu-pase la orilla austral del rio Itata. Mientras tanto, el jefe de ste aumentaba sus fuerzas con las mili-cias de Concepcin valindose de un traidor; i esta circunstancia no puede pasarse en silencio.

    E l 29 de Marzo de 1 8 1 3 apareci la espedicion de Pareja en la rada de San Vicente, i luego que. lleg el aviso al intendente de la provincia don Pe-dro Jos Benavente empez a tomar todas las me-didas de defensa que le proporcionaba aquel punto i sus recursos: mand poner sobre las armas la fuer-za disponible, salvar los caudales, reforzar el puerto de Talcahuano i dirijir partidas de observacin sobr el campo en que pareca que debera obrar el enemigo, dejando una divisin de 400 hom-bres en los suburbios de Concepcin para des-tinarla al punto que indicasen lascircunstancias. E n la tarde del mismo da envi Pareja un parlamen-tario al intendente intimndole rendicin, i este le contest del modo que debia esperarse de un pa-triota entusiasta. S e retir el parlamentario al da

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    siguiente, i al momento dispuso su jefe atacar al puerto de Tacahuano. E l intendente orden al teniente-coronel Jimnez Navia que marchase a defenderlo, mas ste se demor estudiosamente en el camino i proporcion al enemigo su ocupacin.

    Sin embargo de este contraste, aun habia habido tiempo para desalojar al enemigo, pero el traidor Jimnez se resisti a ejecutarlo diciendo que ya las circunstancias haban variado. E n esta estrechez se reuni una junta de guerra, i conociendo que 400 hombres no eran bastantes para hacer frente a 1,800 de que constaba la espedicion invasora, acord que la divisin se retirase al interior a reunir milicias i esperar ausilios de Santiago; mas cuando se tomaban las medidas para ejecutar este acuerdo, Jimnez Navia sublev la tropa, le hizo arrojar la cucarda nacional i gritar: viva el rei! dejando burladas todas las determinaciones de los patriotas. Mas, no por esto se entregaron aquellos habitantes a la dominacin que se trataba de impo-nerles, sino que hicieron los esfuerzos posibles. Hablar por nosotros el documento nmero i .

    Cuando Carrera lleg a Talca (el 5 de Abril) se encontr con varios oficiales emigrados, entre ellos don Bernardo O'Higgins quien le dijo que en virtud de la cirmiar del intendente don Pedro fos Benavente, reuni los rejimientos, i estando ya en marcha para ausiliar la ciudad, recibi la noticia

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    de que ya estaba rendida. Carrera dio rdenes para reunir las milicias de la provincia de Concepcin, i habiendo sabido que en Linares existia una partida enemiga compuesta de 23 dragones mandados por un subteniente, dispuso que O'Higgins, acompa-ado de 8 oficiales, fuese a sorprenderla con 12 soldados de la Gran Guardia, 17 dragones i 50 mi-licianos. L a partida enemiga no pudo resistir el ataque de una fuerza tan superior, i al amanecer del 7 cay toda prisionera en poder de don Ber-nardo, (vase el documento nmero 2 en que anun-cia este brillante triunfo.) Despus de esto avanz sobre el Maule el ejrcito enemigo, i destin una partida de 400 hombres a reconocer la posicin de nuestro ejrcito, i se present don Estanislao V-rela como parlamentario de Pareja intimando ren-dicin i ofreciendo a Carrera grandes ventajas a nombre del virrei del Per. Mientras se leia la comunicacin que habia conducido, la partida ene-miga mat dos centinelas de los patriotas, i con tan ruin procedimiento se destin una fuerza de 600 hombres que, creyendo atacar a la de observacin, se precipit sobre el campo enemigo, haciendo destrozos en l i habra concluido con el ltimo soldado si los individuos que la formaban hubiesen visto antes siquiera una accin blica.

    En la oscuridad de la noche introdujo la confu-sin i el espanto, hizo rendir las armas a la mayor

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    parte de la infantera, tom la artillera, cree con-cluida la guerra, vencido el enemigo i vengada la patria, i en medio de los trasportes de esta primera victoria de la libertad, los soldados, inespertos aun, i con poca disciplina, se entregan al saqueo de los vencidos. L lega el dia, los sorprende en el desor-den i hace volver a los enemigos de su aturdimiento, que corriendo a las armas atacan la divisin i hacen retirarse a los vencedores sin dejarles mas reliquia de su triunfo que 35 prisioneros que pudie-ron conservar (documento nmero 3). Despus de esto, cuando ya se reuni todo el ejrcito, se dio una accin jeneralen los campos de San Carlos, en la cual los patriotas en nmero de 2,800, porque no entraron todas las milicias, atacaron a los espaoles con tal denuedo que los obligaron a ponerse en fuga, dejando mas de 300 prisioneros, 5 caones i 30 carros de pertrechos.

    El enemigo se encerr en Chillan, i el ejrcito nuestro se diriji a ocupar Concepcin i Talca-huano, dejando a aqul a sus espaldas. Inmediata-mente que lleg a las cercanas de aquella ciudad, se. mand intimar rendicin al jefe que la ocupaba i se entreg al instante como se ver menudamente en el documento nmero 4. No surti el mismo efecto la intimacin que se hizo a Talcahuano, porque el coronel Tejeiro, que mandaba aquel puerto, respondi al parlamentario que para capitu-

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    lar necesitaba ver la fuerza que le atacaba, i fu preciso hacerlo rendirse por medio de un asalto sangriento. Desde este suceso hasta el sitio de Chillan no hai ninguno que sea necesario referir para el objeto que nos hemos propuesto i solo diremos que en este tiempo estuvo don Bernardo O'Higgins ocupado en comisiones mui subalternas.

    D O C U M E N T O S

    NM. i

    El valiente patriota don Rafael de la Sotta, con 150 hom-bres, sostuvo por cerca de 3 horas el fuego del ejrcito de Chi-lo, i despus de clavar la artillera cedi a la fuerza infinita-mente superior, i se salv para volver a pelear en unin de sus conciudadanos, a quienes inflama con sus palabras i ejemplo. E l traidor Jimnez Navia, olvidando cuanto se debe al recono-cimiento i a la confianza, vendi a Concepcin: no pudo sor-prender a los virtuosos. Don Pedro Jos Elizegui, capelln de dragones, apenas oy la voz de rendirse, \')o:yo no sucumbo a iniquidades, si hai quien me siga, hgalo, i se retir seguido de un sarjento, 7 dragones i 1 tambor: hizo batir marcha, la que verific alcanzando los caudales que se haban salvado, apresu-rndolos para que no fuesen alcanzados del infame Carvajal, que por orden de sus nuevos amos los persegua. Al pasar por Chillan, tom 100 i tantos fusiles i con ellos ha llegado a Cu-ne, acompaado de Jimnez Tendillo, tan fiel como hbil, el que se ha destinado a la comisara del ejrcito. Se han reunido a ! los ilustres don Enrique Lasale, un hijo de Benavente, otro de Manzano, el guapo Serrano, Vsquez de Novoa; i se aguar-dan otros muchos i a todos se socorre.

    Los militares de aquella desgraciada ciudad i los vecinos principales renen sus fuerzas i aguardan al jeneral i sus rde-

  • DON BERNARDO O'HIGGINS 27

    nes, llenos de entusiasmo por reconquistar su patria, como lo esperan en breve. Y a han marchado los cuerpos de gran guar-dia nacional; Tej imientos de prncipe i princesa: sigue la artille-ra; granaderos i milicias de Maipo.(Monitor nm. 1 . )

    NM. 2

    Excmo. Seor:

    Tengo el honor de decir a V. E. que he cumplido con lo que en el dia de ayer me orden i quedan en nuestro poder todas las armas de 21 dragones, incluso cabo, sarjento i el oficial don Jos Ribera. Los prisioneros los conduce a ese cuartel jeneral el ayudante de rdenes don Bartolom Araoz; i al oficial, el capitn de granaderos de milicias disciplinadas don Pedro Bar-nachea. No hallo como ponderar a V. E . el ardor con que toda la oficialidad, los famosos nacionales i valientes promaucaes atacaron en columna a media rienda al enemigo que inmedia-tamente se rindi, no obstante, que se hallaban formados en batalla con bala en boca, pues se aterraron al horrendo grito de la libertad. Este pequeo ensayo har ver a los tiranos lo que puede un pueblo que quiere ser libre. El capitn don Pedro Barnachea les distribuy mas de $ 200 i gran cantidad de pueblo se junt a abrazar a sus libertadores. Me hallo en este momento juntando el rejimiento de este partido, que lo ha puesto a mi disposicin el coronel don Santiago Amagada i dems plana mayor.

    Dios guarde a V. E . muchos aos.Linares, 6 de Abril de 1813, a las ocho de la maana.Bernardo O'Higgins.-Y.xcmo. seor jeneral en jefe del ejrcito restaurador don Jos Miguel Carrera.

    NM. 3

    Excmo. Seor:

    Todos saben que las principales armas de la impotencia de

    los tiranos son la intriga, la perfidia i la mas negra alevosa. Por

    hoi tenemos una de las infinitas pruebas de esta verdad.

  • z8 MANUEL J O S GANDARILLAS

    Cuando nos hallbamos con el parlamentario de Pareja don Estanislao Vrela, llegaron sus avanzadas en nmero de 400 hombres i empezaron a tirotear nuestros centinelas que estabau al otro lado del rio Maule. E n consecuencia de este atentado, quise volverles la mano, i para ello dispuse que despus de ora-ciones saliesen 200 granaderos, 100 nacionales i 300 milicianos de caballera a atacar su primera fuerza que estaba en las Yerbas Buenas. Llegaron al campo enemigo a l a s 3 de la maana sin ser sentidos hasta el "quin viven de los centinelas. Contest el alfrez Rencoret la patria i muera el re, con una descarga cerrada. Avanzaron los granaderos mandados por el teniente retirado don Santiago Bueras, por el espresado Rencoret, i por el americano don Enrique Ross que sirve de aventurero del ejrcito. Tambin lo hizo el capitn de la guardia don Jos Mara Benavente, i parte de los soldados que mandaba. El denuedo de la tropa fu imponderable. Hicieron huir al ene-migo, le tomaron toda su artillera, que se compona de 7 piezas, le mataron 300 hombres i muchos oficiales. Segn las seas i papeles que les sacaron de los bolsillos, se creen muertos el jeneral de la segunda divisin don Jos Berganza, el intendente Vergara, el comandante de los dragones, el mayor jeneral, i entre otros muchos algunos afirman que el jeneral en jefe.

    Quien podra persuadirse de que el ejrcito enemigo estaba todo reunido? Constaba de 2,000 hombres de fusil i de 4,000 de caballera. Los pocos soldados nuestros fueron suficientes para destrozarlos, temarles el campo i llegar al estremo de que habindoles intimado rendicin el capitn Benavente, conten-taron estar rendidos i que no les hiciesen mas fuego.

    Los incomparables granaderos llevaban la muerte por cual-quiera parte donde queran, burlaban al enemigo hasta el estre-mo de tomarlos por los cabellos, tirarlos al suelo i all acabarlos a bayonetazos.

    Se dispersaron por el campo a matar i saquear piratas i otros tiraban las piezas para retirarlas del peligro que esperaban cuando el enemigo conociese la poca fuerza que le atropellaba.

    La muerte del tambor, que imposibilit el reunidos, fu la

  • DON BERNARDO o'HIGGINS 29

    causa de que no acabasen con toJo el ejrcito del gran Pare ja , en el que solo se oia el muero, el rei, de los valientes defensores de nuestra patria i el perdn i ayes de los aventureros.

    Habian ya arrastrado a brazos los caones casi hasta el punto de salvarlos; cuando despertando el enemigo carg sobre los nuestros haciendo fuego de fusil i can que los oblig a retirarse con los despojos i algunos fusiles. U n solo granadero trajo 5, i he dado orden de que se le paguen a $ 16 , siendo completos, i a 1 2 si no lo estn.

    Otros han sacado onzas de oro, relojes, sables i vestuarios completos: hasta las botas les quitaron de los pies. Por esto conocer V. E . los serenos que ocupaban nuestros soldados el campo que acababan de ganar.

    Quiero ser injnuo para hacer a stos el honor que justa-mente se merecen i para que esta leccin sirva de ejemplo. Si no se divierten en el saqueo i obran unidos, ellos solos acaban con el ejrcito real, i ya estara el nuestro en marcha para la Mocha sin el menor obstculo. Sin embargo, espero que as suceda en el momento que reciba el refuerzo.

    Viva V. E . seguro que no tenemos que envidiar el valor de las mejores tropas del mundo i no olvide jamas el mrito que han contrado el capitn don Jos Mara Benavente, el teniente Bueras, el alfrez don Manuel Rencoret i el americano don Enrique Ross .

    No se ha portado con menos bizarra el teniente coronel don Manuel Serrano, el teniente don Juan Nicols Carrera i el coronel del rejimiento de lanceros don Juan de Dios Puga, que comandaba 300 milicianos.

    Todos los oficiales, sarjentos, cabos i soldados han hecho prodijios de valor. Cuando haya tomado mejores informes i el nombre de otros oficiales que no tengo presentes con las dems noticias necesarias, entonces mandar un exacto detalle de todo. Entre tanto, reciba V . E . 3 1 prisioneros, i la gloria de saber que tiene la patria brazos esforzados i patriotas decididos, que la pondrn a cubierto de las tentativas de los tranos.

  • 3 MANUEL JOS GANDAR1LLAS

    Por ltimo, i en consecuencia de todo, incluyo a V. E . el parte del comandante de la vanguardia, don Luis Carrera, para que V. E . confime el concepto de honor i gloria que debe tributarse en obsequio de los valientes defensores i restaurado-res invictos de los imprescriptibles derechos de la patria.

    Dios guarde a V. E . muchos aos.Cuartel jeneral de Talca, Abril 29 de 1 8 1 3 . E x c m o . Seor.Jos Miguel de Ca-rrera.Excmo. Superior Gobierno del Reino.

    N M . 4

    Anteayer se intim desde este punto la rendicin a Con-cepcin por medio de un oficio que condujo don Juan Esteban Manzano que se me ha presentado: el resultado ha sido entre-gar la plaza i depositar el mando en manos del Cabildo que habia cuando la invadieron, Al amanecer lleg Manzano con la respuesta que incluyo i ya quedaban tomando providencias para asegurarla. Mand a mi ayudante don Antonio Mendiburu para que tomase el mando poltico i militar i le acompaa un oficial de artillera con algunos soldados para fortificarse en la plaza mientras llegamos. Desde ayer mand a la ciudad una guerrilla de 60 nacionales que ya habr llegado i voi a mandarle a la lijera mas refuerzos. Ayer interceptamos un pliego para Pareja que incluyo i en el camino hicimos prisionero por el racionero Elizegui i una partida al alfrez de artillera don Bruno Bazan que iba para Concepcin, i a un fraile de Chillan. Ahora acaba de presentrseme el alfrez de infantera de Con-cepcin, don Gregorio Sandoval, que ha andado con el ene-migo i se fug de Talcahuano. Me asegura que anoche venan de aquel puerto de 60 a 80 hombres entre chilotes i europeos, con el nimo de atacar la plaza para sacar 4 caones volantes, plvora, armas, pertrechos, las banderas del batalln i otras cosas que ya iban en camino, e hizo detener al parlamentario, porque hizo responsable a! gobernador Marquina. Saiuioval vio muchas guardias i centinelas en las boca-calles de la Concep-cin, i asegura que cuando venian en camino oy algunos cao-

  • D O N B E R N A R D O O ' H I G G I N S 3 1

    nazos. Y o creo que los de Talcahuatio siguieron la empresa i la ciudad se defendi; ya lo sabr todo i lo avisar. Ahora misino he intimado la rendicin al puerto, i oficio al obispo que estaba ya embarcado para que evite los desastres que harn mis solda-dos si ven una injusta resistencia. Espero la respuesta que no dudo sea favorable, porque ellos han destrozado ya el cureaje de todas las bateras i me dicen han clavado la artillera. L a batera de Penco ya la han abandonado. Dicen que defienden el pueblo i, segn han situado sus caones, no harn mas que sellar su ruina. E l mando lo tienen todos los indecentes bode-goneros i demas]canalla del puerto, i as es que no se ve mas que una completa anarqua. Segn la noticia de los que emigran, la fragata Essex i otro buque pequeo bloquea el puerto, i esta es seguramente la causa porque aun no se ha ido el obispo, i una porcin de buques i entre ellos dos de Montevideo. Las seas de la Essex, i un recado que por medio de un americano mand a los patriotas para que se refujiasen a su buque los que gusta-sen, no deja duda que el Potrillo se le ha unido. Los de Tal-cahuano dicen que son buques suyos, pero se acercan, tiran caonazos i ni por los fuertes norte entrarn en Baha: si as sucede hasta los buques pillamos. Ayer intim al ejrcito ene-migo para que rinda i entregue las armas dejndole retirarse a su pais, porque si no admiten partido tan ventajoso, perecern. Aun no ha contestado. Nuestro parlamentario fu recibido con mucha sorpresa porque el gallego Snchez que no permiti viese al jeneral, i se agarr mi oficio, ofreciendo contestacin, no le dio ni asiento, i es de presumir i asegurar sea por la muerte de Pareja que ayer estaba agonizando de un fuerte dolor de puntada que le pas a tabardillo. Bazan dijo que cuando sali, quedaba en las ltimas. Resta, pues, Excmo. Seor, que el refuerzo venga sobre Talca para sitiar a Chillan, si es tan tenaz el enemigo que vindose derrotado, encerrado, sin recursos i sin jeneral, con el mayor descontento de su tropa, se atreve a resistir. En tal situacin, ser vctima del encono de mis sida--dos que le juran pasarlos a cuchillo como lo hicieron la tarde del 1 5 con muchsimos de ellos.

  • 32 MANUEL JOS GANDARILLAS

    Pueden venir todos los artilleros, granaderos, nacionales i los de Buenos Aires que a los dos dias de llegar pueden vol-verse. Esto es preciso si hemos de cubrirnos de gloria pronto, sin saciificar a nuestros valientes soldados, sin perder el tiempo que tanto necesitados para la mayor prosperidad de Chile.

    Dios guarde V. E . muchos aos.Campamento de C o -yanco, 22 de Mayo de 1 8 1 3 , dos de la tarde.Excmo. Seor. Jos Miguel de Carfera.Excmo. Gobierno del Reino,

  • C A P I T U L O I I I

    S I T I O DE CHILLAN I SUS NINGUNOS R E S U L T A D O S .

    DEPOSICIN D E L J E N E R A L CARRERA I NOMBRA-

    MIENTO EN SU LUGAR D E L CORONEL o ' n i G G I N S .

    C A U S A D E LA ENEMISTAD CONTRA STOS.

    Posesionado el jeneral Carrera de los puntos de Concepcin i Talcahuano, dio las rdenes necesa-rias para asegurar la provincia, dejando a los es-paoles encerrados en Chillan, a donde se haban refujiado a las rdenes del espaol don jun Fran-cisco Snchez, que habia tomado el mando por la muerte del jeneral Pareja, ocasionada, segn se dijo entonces, por la pesadumbre que le caus la derrota en Yerbas Buenas. L a inobediencia del jefe de la divisin ausiliar que permaneca en Tal-ca, i otros varios inconvenientes, debidos sin duda a la poca disciplina militar, hicieron intiles sus

    TOMO XIV 2

  • 34 MANUEL J O S GANDARILLAS

    medidas, i le fu preciso trasladarse a Talca a ha-cerlas cumplir por s mismo. Desde el 25 de Mayo en que se tom a Concepcin (documento nm. 5) no hubo mas que escaramuzas i pequeos encuen-tros con las partidas sueltas que cruzaban la pro-vincia; pero se dictaban providencias para concluir la guerra definitivamente en la prxima primave-ra. En ese tiempo pas un buque por el Huasco le amenaz a nombre de un Ossorio, i dio, ademas, la noticia de que Valparaiso seria invadido mui pronto por una espedicion mandada por don Joa-quin de la Pezuela. Con este motivo, el Gobierno encarg al jeneral del ejrcito restaurador que concluyese cuanto antes con los refujiados en Chi-llan, para ocurrir con las tropas a ausiliar a los pueblos del norte; i por este lance, que no tuvo ningn resultado, precipit el jeneral sus operacio-nes i puso el sitio a Chillan en la mitad de un in-vierno de los mas rigurosos, con fuerzas inferiores a las enemigas i casi sin los elementos precisos para lograr un xito favorable. E n el mismo dia mand un parlamentario a intimar al cabildo de Chillan que cooperase a que el ejrcito real desocu-pase la poblacin, porque si permaneca en ella, la arruinara. E l 28 contestaron el cabildo i Snchez, jefe de los realistas, por medio del parlamentario don Antonio Adriasola, que no se rendan. F u despedido ste sin contestacin, i al poco tiempo

  • D O N BERNARDO O ' H I G G I N S 35

    se rompi el fuego que continu sin causar graves daos al enemigo, i sin mas provecho que conte-ner sus salidas. E n la noche del 3 1 fueron manda-dos a incendiar esta ciudad el coronel don Bernardo O'Higgins con 300 hombres i dos piezas volantes de artillera, i el capitn don Jos Mara Benaven-te con 80 fusileros. Ambos consiguieron prender fuego a algunas casas; mas, al tiempo de retirarse O'Higgins, fu atacado por el enemigo i trab con l un tiroteo mui mal dirijido. S e avis a Carrera que peligraba i al momento mand tropas en su ausilio. Sali a examinar por s mismo la verdad, i hall que mientras la tropa se defenda en una parte, su jefe la miraba desde otra en una comple-ta inaccin, sin hacer siquiera que los oficiales se colocasen en los puntos que corresponda. E l 5 de Agosto hicieron los espaoles una salida con toda la fuerza, i hubo una accin sangrienta de cerca de 4 horas, en que fueron rechazados i obligados a encerrarse de nuevo (documentos nms. 6 i 7.) E l ejrcito restaurador perdi toda la plvora que tenia de repuesto por haberse incendiado, i halln-dose los soldados desprovistos hasta de vveres i atormentados con lo riguroso de la estacin, i no habiendo una probable esperanza de conseguir un triunfo decisivo, acord el jeneral hacer retirar la tropa a varios puntos dla provincia, como lo hizo el 10 del mismo Agosto con 3,000 cartuchos de

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    fusil i 60 de can, dejando sobre el Itata una di-visin que observase los movimientos dlas tropas de Chillan. Creyendo el jefe de stas que las nues-tras cederan a la fatiga i a la escasez, considern-dolas sin municiones, inmediatamente que vio le-vantar el sitio, diriji al jeneral una atrevida inti-macin para que se rindiese, i ste, no obstante que conoca el mal estado de sus fuerzas i la supe-rioridad de las enemigas, le dio una contestacin que solo pudo haber sido inspirada por el amor a la libertad i la confianza en el valor de sus solda-dos. Despidi al emisario don Jos Hurtado con una salva de los 60 cartuchos de can que le ha-ban quedado; i asustado el enemigo a la vista de este aparato, porque con l seguramente se persua-di que nuestras divisiones no estaban desprovis-tas como se habia figurado, volvi a sus trincheras i dej a sta dirijirse tranquilamente a los puntos que se les habian designado (documentos nme-ros 8 i 9.)

    Inmediatamente que se supo en Concepcin el incendio de la plvora del ejrcito sitiador, se le mand un ausilio escoltado por 60 hombres. Dis-persados stos en el camino i creyendo los enemi-gos de la revolucin que se habian concluido todos nuestros recursos, intentaron levantarse en aquella ciudad. Con el aviso que tuvo el jeneral Carrera se diriji a ella precipitadamente, i con sus provi-

  • D O N BERNARDO O ' H I G G I N S 37

    dencias activas consigui contenerlos. All empren-di nuevos preparativos para continuar la campaa en Octubre siguiente, i al tiempo de reunir las di-visiones a las orillas del Roble, fu sorprendido por una de los enemigos que, sin embargo, fueron rechazados por nuestras tropas i obligados a reti-rarse con gran prdida (documento nm. 10.) E l jeneral Carrera sali herido en esta accin i se vio en la necesidad de pasar a Concepcin a curarse.

    Sin embargo del valor con que se portaron nuestros soldados en los diferentes encuentros con los enemigos, pocos progresos hacan nuestras ar-mas i aqullos lograban grandes conquistas en la opinin. Los contrarios a Carrera atribuyeron estos resultados a mal manejo; empezaron a desa-creditarle, imputndole crmenes i difundiendo es-pecies que al fin destruyeron su concepto, i obliga-ron a la Junta Gubernativa a trasladarse a la ciudad de Talca a tomar providencias que diesen mejor direccin a la guerra. Empez por negar les ausi-lios a Carrera, i concluy con destituirlo del man-do del ejrcito, subrogando en l al coronel don Bernardo O'Higgins, a peticin de aqul (docu-mentos nms. I I , 12 , 13 i 14.) Aqu nos es ne-cesario hacer una breve digresin para dar a conocer el orjen d la enemistad de don Bernardo O'Higgins con el jeneral Carrera, despus que, segn los documentos que se han copiado, la insi-

  • 38 MANUEL JUS GANDARILLAS

    nuacion o recomendacin de ste al Gobierno fu la causa de que se le hubiese elevado a aquel des-tino.

    Desde el mes de Abril, en que se abri la cam-paa contra los realistas, hasta Noviembre de 1 8 1 3 en que el brigadier Carrera fu subrogado en el mando del ejrcito restaurador por el coronel O'Higgins, no se advirti la mas pequea diferen-cia entre ambos, ni se traslujo un motivo que pudie-ra producirla. Carrera que le habia colocado al frente del ejrcito, aunque adornado de cualidades eminentes, carecia de la tctica de Augusto, Cons-tantino i Gustavo i dej en Santiago un partido de oposicin que, no obstante de haberle impuesto silencio, como dijimos antes, al tiempo de salir a encontrar al enemigo, se prevali de sus pocos sucesos en la guerra, para hacerle aborrecible. N o sabemos que O'Higgins tuviese conocimiento al-guno de los resortes secretos que movia aquel par-tido para arruinar a Carrera, i s tenemos noticia de que los dos se profesaban amistad. Por dos meses resisti O'Higgins recibirse del mando del ejrcito, (documento nm. 15) como avergonzndose de una elevacin que no corresponda a la humildad de un campesino sin otro mrito que el valor para pelear, tan comn en los chilenos, que nadie lo califica de cualidad sobresaliente. Desempe durante el mando de Carrera con alguna regularidad las co-

  • DON BERNARDO o'HISGINS 39

    misiones que se le encargaron; manifest ser pa-triota, i seguramente a esto debi la recomendacin insinuacin que aqul hizo a la junta para que le nombrase jeneral. Apenas fu conocido por su silencio en el desastroso Congreso de 1 8 1 1 sin dejar el menor motivo para ser erijido en jefe de partido.

    Seguramente recibi O'Higgins algunas comu-nicaciones reservadas que le redujeron a hacerse cargo del jeneralato que habia rehusado i, al mismo tiempo le hicieron descubrir un sentimiento de am-bicin que antes no habia manifestado. Despus de la indiferencia que mostr en la guerra que hacia contra el brigadier Carrera i sus hermanos el par-tido de oposicin, tom una parte activa i degrad el puesto que ocupaba. Unos cuantos oficiales le pidieron que hiciera salir a Carrera de Concepcin, porque sus sirvientes los molestaban; i sin examinar la verdad, sin averiguar la justicia i sin guardar siquiera aquel decoro que corresponda a su alto carcter, pas a don Jos Miguel una nota en que, no se sabe, si le avisa o le ordena que conviene se aleje de aquel lugar (documento nm. 16). N o era estrao que O'Higgins participase del contajio que desde la capital se diseminaba por el partido con-trario a los Carreras. Asert ste con el medio poderoso de despertar sus pasiones o de crerselas, si antes no las tenia, i form de l un caudillo ar-mado de que careca. E l tal partido consigui para

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    s un triunfo mu aclamado; mas, la patria recibi daos que por entonces no se percibieron i cuyas consecuencias no han podido resarcirse hasta ahora. Mas, no era estrao que don Bernardo O'Higgins fuese seducido; hombre de campo i sencillo, sin la menor instruccin en poltica (porque aunque fu, i volvi, a Inglaterra, estuvo, de paso, en Cdiz a manteles de don Florencio Terrada i don Juan Pablo Fretes que se dirijian a Madrid a comprar empleos, no adquiri ninguna) no pudo menos que rendirse a las lisonjeras instigaciones de los enemi-gos de Carrera, i envolverse en el humo de una vanidad, descubierta a manera de una repentina esplosion volcnica; pero que el Gobierno Supremo particpase de la seduccin, cuando la discrecin i la prudencia, el conocimiento de las cosas i su misma comportacion deban haberle hecho mas circunspecto, es lo que debe causar admiracin. Sin ningn objeto de inters pblico, i solo por fomen-tar el odio contra los Carreras, espidi un decreto anulando las sentencias pronunciadas en varias causas de conjuraciones formadas contra ellos (do-cumento nm. 17) . Quiz de esta providencia parte el principio de autorizacin con que los facciosos se creen apoyados para semejantes empresas, no consideran en los gobiernos mas lejitimidad que el halago de sus intereses particulares. Del mismo modo que en el ao de 1826 se supuso a la compa*

  • DON BERNARDO O'HIGGINS 4 1

    na empresaria del estanco una faccin poltica que intentaba apoderarse de la administracin pblica, as en 1 8 1 3 i 1 8 1 4 se pint a los Carreras como ene-migos de la libertad americana, salteadores i co-bardes. En las dos pocas la gritera i falsas impu-taciones enloquecieron a los hombres que, revestidos de la suprema autoridad, debieron haberlas conte-nido. En la ltima perdieron todos los empresarios sin que el pais ni los facciosos ganasen algo; pero en aqulla se quedaron los chilenos sin patria i sin hogar, esclavos i reducidos a la nada entre los pue-blos americanos.

    No se sabe, pues, que hubiese motivo alguno de. diferencia entre Carrera i O'Higgins, hasta fines de 1 8 1 3 . La enemistad que apareci despus, fu fomentada i aun forzada desde Santiago; de ella resultaron prdidas en el ejrcito restaurador, que ocasionaron la del pais entero, como se ver mas adelante. Las calumnias contra los Carreras i las adulaciones a O'Higgins hicieron formarse dos par-tidos entre los ciudadanos sin causa ni motivo p-blico. S e injuriaban mutuamente sin pensar en el orjen de sus disensiones, i los odios llegaron hasta el trmino de regar con sangre los llanos de Maip. Mas la digresin nos ha distrado. Volveremos despus al punto de que partimos al comenzarla, i no anticiparemos sucesos que deben recordarse a mejor tiempo.

  • 42 MANUEL JOS GANDARILLAS

    D O C U M E N T O S

    N M . 5

    Santiago i Junio 2 de 1 8 1 3 . E n este instante acaba el Go-

    bierno de recibir el parte del jeneral del ejrcito restaurador con

    fecha 25 de Mayo ltimo cuyo tenor es el siguiente:

    Excmo. Seor:

    Hoi he tomado posesin del mando de esta ciudad con sin-gular complacencia de los amantes a la sagrada causa que de-fienden las armas de la patria de que estoi encargado; en ella he hallado muchos fusiles, plvora, municiones, algunas piezas de artillera i cantidad de vestuarios que el terror de las cercanas de mis tropas hizo olvidar al enemigo en estos almacenes; la in-temperie no me permiti mi ingreso i, por este motivo, los tris-tes restos de las tropas invasoras, bajo el pretesto de venir de Talcahuno a llevarse 4 caones de menos calibre, cometieron el atentado de saquear las casas de algunos vecinos, cuyo pro-cedimiento ha llenado de indignacin a todos i han puesto el sello a su temeraria empresa de subyugar el reino, habiendo ya caido en mis manos el autor de este criminal exceso.

    Los soldados abandonan al enemigo i vienen apresuradamen-te a alistarse bajo las banderas de la patria; dentro de dos dias atacar al puerto de Talcahuano; no dudo tomarlo sin efusin de sangre que procuro evitar por todos los medios posibles: ven-cido este punto me dirijira Chillan donde se abrigan otros res-tos consternados por la muerte de su jeneral Pareja. Luego que me halle debidamente apoyado tomar las providencias de segu-ridad que son consiguientes i, entre tanto, debe V. E . descansar tranquilo en la enerja i entusiasmo de mis valerosas tropas.

    Nuestro Seor guarde a V. E . muchos aos. Concepcio n, 25 de Mayo de 1 8 1 3 . M i g u e l de Carrera.

  • DON BERNARDO O'HIGGINS 43

    N M . 6

    Tranquilcese V. E . Sigo en la misma posicin, i he adelan-tado la batera que ya est sobre el mismo pueblo, i fortificada de modo que ni triples fuerzas del enemigo podrn penetrarnos. Este est mui consternado, porque se le han escapado casi toda la milicia de caballera, la mayor parte de la recluta, i muchos de los vecinos en quienes fundaba sus principales esperanzas, a lo que se agrega la gran prdida que esperimentaron en la ac-cin del 3. Me aseguran tuvieron mas de 1 2 0 hombres en-tre muertos i heridos, con 3 oficiales de los primeros i 2 de los segundos.

    Con el incendio tuve el sentimiento de ver quemado al digno comandante segundo de granaderos don Carlos Spano, quien en la accin mand la batera, i se port con un acierto i valor propio de su honor i decidido patriotismo. Tambin hubo des-gracias de esta naturaleza en dos oficiales, entre los que se cuen-ta el valiente Rencoret, oficial de granaderos, i en algunos sol-dados; pero todos creo no peligrarn. Spano i Rencoret se res-tablecern mui luego. Y o querra tener tiempo para dar a V. E . el parte exacto de la memorable accin del 3 i alabar en l el estraordinario mrito que han contrado muchos de sus indivi-duos. Lo har en el jeneral, i entonces conocer V. E . lo que valen los soldados de la patria cuando pelean por su libertad.

    Viva V. E . seguro de que no tarda el momento feliz de nues-tra tranquilidad.

    Dios guarde a V. E . muchos aos. Campamento jeneral, 5 de Agosto de 1 8 1 3 . A las 10 de la maana.Excmo. seor.Jos Miguel de Carrera.Excmo. Superior Gobierno de Chile.

    N M . 7

    Cuando acababa de cerrar el oficio para V . E . , tuve que de-tener el correo i montar a caballo porque el enemigo hacia nue-va salida. La verific con toda su caballera, i con casi toda la

  • 44 MANUEL JOSE GANDARILLAS

    infantera. Unos i otros fueron rechazados en poco tiempo con grandes prdidas, porque la artillera gruesa a metralla barra sus columnas. Corrieron vergonzosamente i tras de ellos nuestros soldados que los siguieron hasta las inmediaciones de la plaza, de donde los hice retirar porque tienen fortificadas las casas, i habran recibido mucho mal.

    Nuestra prdida es de poca consideracin. No pasan de 30 los heridos i casi todos de poco cuidado; entre stos se cuentan los tres bizarros oficiales Molina, Zorrilla i Laforest. Los muertos sern 10 o 1 2 .

    La desercin del ejrcito enemigo se aumenta con el escar-miento. Ayer han perdido muchos oficiales i, segn se me ase-gura, uno de ellos es don Leas Molina, primer apoyo de sus esperanzas. E l hospital lo tienen lleno de heridos i enfermos, i es ya tanta su turbacin, que estn trayendo indios de Guam-bali con lanzas i a pi para abultar su fuerza. Sin embargo, su desesperacin les da valor, i atacan con entusiasmo i mejor cuando traen en su cuerpo vino con plvora. Hoi les voi a hacer la ultimacin.

    La accin dur 4 horas, una en el campo i 3 dentro del pueblo.

    Dios guarde a V. E. muchos aos. Campamento jeneral, arrabales de Chillan, 6 de Agosto de 1 8 1 3 . 9 de la maana. Excmo. SeorJos Miguel de Carrera.Excmo. Superior Go-bierno del Estado.

    NT)M. 8

    Intimacin del jeneral espaol al jeneral Carrera

    Aunque pudiera sin esta formalidad destruir las miserables reliquias del ejrcito del mando de V. S. por la protervidad con que se ha negado a un partido ventajossimo, respecto al estado de abatimiento en que se hallaba al tiempo de mi propuesta, no es conforme a mi humanidad ni a las piadosas intenciones del jefe que espedicion el que est a mis rdenes. Con todo, es in-

  • D O N B E R N A R D O O ' H I G G I N S 4S

    dispensable que V. S. se entregue a discrecin porque, de lo contrario, ser inexorable en hacerle sentir a V . S. todo el rigor de las leyes militares dentro de tan pocos minutos, como son los que necesito para vencer la corta distancia que nos separa. Ahora es cuando V. S. debe acreditar la humanidad de su co-razn, evitando su muerte i la de todos los infelices que le acompaan, como inevitable efecto del superior nmero i valor de mis tropas que solo aguardan la seal de atacar para darla.

    Dios guarde a V. S. muchos aos.Campamento del ejrcito real, Agosto i o de 1 8 1 3 . J u a n Francisco Snchez Seor don Jos Miguel Carrera.

    N M . 9

    Contestacin

    Las miserables reliquias del ejrcito de la patria esperan con la mayor impaciencia el formidable ejrcito del mando de V. S. Ojal hubiera V. S. escusado la formalidad del parlamentario para que hubiese llegado cuanto antes el momento mil veces deseado! Y a que V. S. me desafia a sangre i fuego, admito la proposicin, i as lo he hecho saber al ejrcito, i lo har tambin al Gobierno para que pueda obrar arreglado a los principios adaptados por la gran rejencia espaola. Tenemos precision de escarmentar a los malvados con el terror; es contra nuestro carcter, pero es indispensable. Solo siento que V. S. se quede encerrado en la desgraciada Chillan i no venga a participar de las glorias que hoi le adquirir su resuelto ejrcito, pero su alma es sensible i no podr ver la asolacin de mis desgraciados soldados.

    Dios guarde a V. S. muchos aos. Campo jeneral de Coyanco, Agosto 10 de 1813 . Jos Miguel de Carrera.Seor don Juan Francisco Snchez.

  • 46 MANTJEI; JOS GANDARILLAS

    NrM. 10

    Parte oficial del Jeneral del Ejrcito a la Enema. Junta Guber-

    nativa, comunicado a este Gobierno en oficio de 2 5 del corriente.

    Ecxmo. seoi:

    Empeada la Providencia en dar nuevas glorias al ejrcito restaurador, dispuso el movimiento, que hice el 14 del corriente a efecto de amparar i protejer el trnsito del centro, segn tuve el honor de impartir a Y . E. en mi oficio nmero 18 de 12 del mismo. Para ello fu preciso reunirme con la divisin que en mi primera salida saqu de este punto, i a mi regreso qued en la Florida, no menos que con la del invicto coronel O'Higgins, que en seguimiento i persecuciou del enemigo en la retirada que este hizo de la hacienda de Rere ya se hallaba situado en el Cerro Negro i camp en las alturas de las Lagunas de Aven-dao, frente del vado del Roble. E l 16 se traslad el centro fotmando su situacin como a 3 leguas de distancia del punto en que me hallaba. As situadas ambas divisiones, sobrevino en la de mi mando que el da siguiente por un punto enteramente incgnito nos asalt tan de improviso el enemigo en nmero como de 1,200 combatientes a la misma hora en que se rompi la diana; de calidad que solo fu sentido aqul cuando se difun-di en todo el campo la armona infernal de las balas. Pero Seor Excmo., no alcanzo a distinguir, ni decidir con certeza si la intrepidez i denodado valor de 800 de uuestros soldados con quienes en mui cortos momentos se incorporaron otros ioo, i mas con su respectiva oficialidad brillante i esforzada se sinti primero que su estraordinaria amovilidad i prontitud en pre-sentarse ya formados al frente del enemigo. La accin ha sido de las mas terribles i de un fuego el mas vivo i tenaz de arti-llera i fusil, de una i otra parte, que no tuvo intermisin en el espacio de tres horas i media. Con esta pequea fuerza que era la nica que debi reunirse por estar empleada la restante en guerrillas, \ otros puntos, qued por nuestro el campo de batalla

  • DON BERNARDO O'HIGGINS 47

    dejando el enemigo a la vista 8o hombres muertos, incluso 4 de sus oficiales, i 17 prisioneros, sin contar con otros muchos que perecieron en algunos bosques i quebradas, en donde suce-sivamente se fueron encontrando: abandon tambin todas sus municiones, 1 30 i tantos fusiles, 2 piezas de artillera de a 4, a mas de la que se le revent en medio del fuego activo que se hizo, i otra que se dice haber perdido en el precipitado trnsito del rio, en el cual se ahogaron igualmente algunos de sus sol-dados con un oficial apellidado Vargas, i otros arrojaron sus fusiles al agua a impulso del terror i consternacin inesplicable que infundi en sus nimos la sangrienta, vigorosa i heroica defensa de nuestras tropas que le siguieron hasta la misma ribera del Itata.

    De nuestra parte murieron 20, i fueron heridos mui leve-mente, el benemrito, el intrpido, el digno coronel O'Higgins i el valiente capitn de la Gran Guardia Nacional i comandante interino de la jeneral, don Diego Benavente: de alguna grave-dad el capitn de milicias don Martin Prats, i el alfrez agrega-do a la Guardia Nacional don Alfonso Bentez; i puramente contuso el capitn de artillera don Juan Mora, cuya bizarra se ha acreditado en todas las acciones en que ha tenido parte este oficial. Seria, Seor Excmo., un proceder infinito si hubiese de ceirme a individualizar todos i cada uno de los hechos que han distinguido la gallarda i brillantez del mrito de todos los jefes, oficiales i tropa de nuestra divisin. Por ahora, me es im-posible dar a V. E . este rato de satisfaccin i el mayor placer por hallarme un poco indispuesto: lo reservo s para el parte jeneral en que especificar a V. E . el todo de las acciones con que se han distinguido el valor i esfuerzo de dichos oficiales i soldados. Sin embargo, no puedo dejar en silencio el justo elojio que tan dignamente se merece el citado O'Higgins, a quien debe contar V . E . por el primer soldado capaz en s solo de reconcentrar i unir heroicamente el mrito de las glorias i triun-fos del Estado chileno. Por ltimo, el centro de nuestro ejrcito ya se haya situado i ventajosamente atrincherado en Buyuquin;

  • 4 8 MANUEL JOS GANDARILLAS

    pero sucede, Seor Excmo., que con diferencia de un cuarto de hora i por la distancia de 3 leguas de nuestro acampamento, no tuvieron parte en el dia de gloria que acabo de comunicar a V. E . 200 de nuestros intrpidos granaderos que marcha-ron de dicho centro en socorro de la divisin que se estaba batiendo con el enemigo a virtud del aviso que a este efecto in-mediatamente se comunic, para que hubisemos enteramente acabado i tal vez concluido la campaa con la total ruina de este pirata.{Monitor araucano nm. 87 del jo de Octubre de 1813.)

    N M . 1 1

    Talca i Noviembre 27 de 18 13 .Siendo necesario poner a la frente del ejrcito que debe decidir la suerte de la patria, i for mar su futura felicidad, un oficial de valor, conocimientos, decidido patriotismo i mrito, i hallndose todas estas cualida des reunidas en el coronel de los ejrcitos nacionales, don Bernardo O'Higgins, ha venido el Gobierno en nombrarle jene-ral del ejrcito restaurador i divisiones que deben reunrsele, para que subrogue al brigadier don Jos Miguel de Carrera que se retira del mando. E n cuya virtud, todos los jefes, co-mandantes, oficiales i dems individuos de que conste el es-presado ejrcito, sean de la clase que fueren, tendrn, obedece-rn i respetarn al espresado coronel por jeneral en jefe, lo mismo que verificarn todas las dems autoridades polticas i eclesisticas del Estado en la parte que les tocare.Infante. Eyzaguirre.Cienfuegos.Egaa, secretario.

    N M . 1 2

    Como es tan evidente que cada momento que pasa sin co-menzar las operaciones activas de la guerra, es un nuevo mal que padece la patria, quisimos que V. E . contestase a nuestro oficio reservado de 9 del corriente dentro del trmino que le sealamos, que era suficiente respecto a que no habia necesidad de trmites. Hemos dejado pasar mas de un doble trmino i apurando las circunstancias, hemos, por ltimo, resuelto lo que

  • D O N B E R N A R D O O ' H I G G I N S 49

    aparece en los adjuntos decretos, habiendo concurrido a esta resolucin el habernos espresado el comandante de artillera don Luis de Carrera, que V . E . quera separarse, deseando solo que el mando del ejrcito se pusiese en el coronel O'Hggins, i el del batalln de granaderos en el coronel Spano, como lo hemos decretado. Estamos persuadidos de que se agraviara V. E . si se creyese que esta resolucin, tan frecuente en todos los pases, i mucho mas en un estado libre, fuese dolorosa para V. E . , principalmente no fundndose en delitos o defectos per-sonales, sino en la necesidad de que todas las armas no se hallen en una familia, i V . E . no hara justicia a nuestra digni-dad i buena f, si temiese pasar al punto de Chile que mas le acomodase. En cualquier lugar del Estado debe V. E . estar seguro de que lejos de inferrsele dao alguno, se le mirar con el aprecio que merece su graduacin i sus servicios.

    Dios guarde a V. E . muchos aos.Talca i Noviembre 27 de 18 13 . J o s Miguel I?ifante.Agustn Eyzaguirre. Jos Igna-cio Cienfuegos, Excmo, seor jeneral en jefe don Jos Miguel de Carrera.

    N M . 1 3

    Al comunicar a V . S. que se le ha nombrado jeneral en jefe del ejrcito restaurador en los trminos que anuncia el adjunto decreto; al poner en manos de V. S. la defensa i salvacin de la patria i la suerte feliz o infeliz de 1.000,000 de habitantes, tenemos la satisfaccin de que elevamos al destino mas grande i mas respetable al hombre que arrastra tras s los votos i ad-miracin de sus conciudadanos, i cuyo honor, virtudes i cono-cimientos aseguran de que responder a la patria dignamente de esta confianza, i que despus de haber tenido la gloria de restaurar su libertad, volver al seno de la paz a recibir los tier-nos aplausos de sus compatriotas, i a gozar de los laureles con que le ha coronado su mrito.

    Dios guarde a V. E . muchos aos.Talca i Noviembre 27 de TOMO XIV 4

  • MANUEL JOS GANDARILLAS

    1 8 1 3 . Jos Miguel Infante.Agustn Eyzaguirre.Jos Igna-

    cio Cien/ueqos.Mariano Egaa, secretario.Al coronel don

    Bernardo O'Higgins.

    NM. 14

    No pudiendo ser indiferentes al clamor jeneral de los pueblos ni despreciar la oportunidad de restituirles su libertad, hace muchos dias que el Gobierno tenia meditada la separacin del jeneral en jefe don Jos Miguel de Carrera, i para esta resolu-cin habamos querido oir el respetable dictamen de V. S., se-gn se lo insinuamos en oficio reservado de 22 del corriente. Varias circunstancias i la consideracin de que es un nuevo mal cada momento que se pierde sin continuar las operaciones activas de la guerra, nos ha obligado a anticipar esta determi-nacin, en que no pueden menos de complacerse todos los hombres de bien; nuestro nimo desde el momento en que se medit la separacin del anterior jeneral, ha sido nombrar a V. S. para ponerle a la frente del ejrcito: a este efecto hemos espedido los adjuntos decretos, que todos pasamos a manos de V. S. para que les d la direccin conveniente. Al tomar todas estas providencias, no hemos tenido otro objeto que el bien de la patria i la pronta libertad i felicidad de este pais.

    Dios guarde a V. S. muchos aos.Talca i Noviembre 28 de 1813 . Jos Miguel Infante.Agustn EyzaguirreJos Igna-cio Cienfuegos.Seor coronel don Bernardo O'Higgins.

    N M . 1 5

    Concepcin, 29 de Enero, 7 d l a maana.Mi buen amigo: H a llegado al estremo nuestra lamentable situacin. L a llegada de este seor plenipotenciario dio nuevas esperanzas a los faccio-sos i las cosas se divisan de un modo tristsimo si Ud. no vie-ne con la velocidad del rayo. E l amigo Uribe dir a U d , cuanto

  • D O N B E R N A R D O O H I G G I N S SI

    pasa i va con el solo objeto de venirse con Ud. para pasado maana.

    Disponga U d . de su invariable i apasionado amigo.Jos Miguel de Carrera.Seor don Bernardo O'Higgins.

    Oficio de O'Higgins a Carrera

    En este instante que acabo de llegar a esta plaza, recibo el oficio de V. S. del dia de ayer con la orden del mismo da, en que me da a reconocer por jeneral del ejrcito restaurador por disposicin del Supremo Gobierno del Estado de Chile. Debe serle a V . S. reconocido por haberle sostenido sus armas con honor i ventaja. H e tomado el peso del mando del ejrcito porque las diferentes circunstancias as lo exijeu.

    Dios guarde a V. S. muchos aos.Penco, 2 de Febrero de 1814 ( 1 ) . B e r n a r d o O'Higgins. Seor brigadier don Jos Miguel de Carrera.

    NM. 16

    Seor don Jos Miguel de CarreraConcepcin, Marzo i. de 1 8 1 4 . M U seor mi i amigo de todo mi aprecio. He tra-bajado cuanto est a mis alcances por contener la mayor parte de la oficialidad que se halla en esta ciudad a fin de que cesen la variedad de contiendas que diariamente ocurren; bien conoz-co que Ud. no tendr parte en ellas, pero hai algunos dscolos que las promueven. E n este instante acaba de presentarse un cuerpo de oficiales i jefes representando no serles ya soporta-bles innumerables insultos que reciben por dependientes de Ud. i que si en esta noche permanecen en este pueblo, no se podrn contener, i tomarn medidas en contra de Ud. i ellos, que los pongan a cubierto de su seguridad i tranquilidad. S que se halla Ud. con su equipaje fuera i en punto de verificar

    (1) Comprese esta fecha con la del documento nmero 1 1 .

  • 52 MANUEL JOS GANDARILLAS

    su viaje, haga Ud. el ltimo sacrificio. Evite un lance que debe comprometerme i causar a Ud. , a la patria i a m males que se divisan prximos, i admita el consejo de quien desea su tran-quilidad i es su apasionado amigo.Bernardo (JHiggins.

    Seor don Bernardo O'Higgins.Concepcin, i . de Marzo de 1 8 1 4 . M U seor mi i amigo de mi mayor estimacin. N o es poca la admiracin que me ha causado la apreciable de U d . cuando veo por ella la reunin de oficiales i jefes para pedir mi salida fijndome poco menos que la hora con amenazas terri-bles si no accedo; dnde estamos, amigo mi? Es posible que hayamos llegado al tiempo en que cuatro miserables facciosos ignorantes, puedan a salvo, saciar sus pasiones? Amigo, me voi a los infiernos para no presenciar las desgracias que espera el pais en que nac; voi a buscar jentes mas racionales para ser menos infeliz, voi en fin, a separarme de hombres ingratos que, lejos de conocer los beneficios, pagan con bajezas.

    No han llegado a mi noticia los insultos que han hecho mis dependientes a esos dignos oficiales, i no dude Ud. que habrian sido sorprendidos, si se hubiesen servido avisrmelo, ya que les falt enerja para contenerlos, o mas acertado tenan jefe a quien reclamar por la justicia; pero distan de este orden tan necesario para nuestra tranquilidad i tienen la osada de avan-zarse a hablar a Ud. en trminos que merecan una mordaza; paciencia, el tiempo as lo requiere. Valdes, Vega i otros que dicen haber sido insultados, i que seguramente sern unos de los del complot, han repetido sus tropelas llenos de aquella in-famia mui propia de sus almas, i cuando apuraron mi sufrimien-to hube de contestarles como dir a U d . cuando tenga el gus-to de verle.

    Es verdad que mi equipaje est al cargarse, i que esta tarde sale. Ojal hubiese podido verificarlo das antes. Mi marcha, i la de todos los que nos acompaamos est acordada para ma-ana, i a pesar de que me habia propuesto no privar al ejrcito del menor ausilio, me veo en la necesidad de suplicar a Ud. por seis caballos para mis criados. Esta noche pueden estar los

  • D O N B E R N A R D O O ' H I G G I N S 53

    seores suplicantes tan seguros de nuestros insultos, como que-damos nosotros de los suyos, en la firme intelijencia que mien-tras ellos gastan el tiempo en intrigas i en conversaciones odiosas, nosotros lo empleamos en diversiones que a nadie ofenden, i cuando andan cargados de armas i con escoltas para asustar, nos encuentran sin un palo.

    Conozco, mi amigo, que Ud. se interesa en mi seguridad, no puedo menos que serle reconocido; prometo a Ud . no compro-meterle, ni ser autor de los males que se divisan, i que procu-rar evitar por cuantos medios estn a mi alcance.

    Viva U d . seguro del afecto que le profesa su apasionado amigo Q. B. S. M.Jos'e Miguel de Carrera.

    En este momento se me acaba de pasar una representacin firmada por los comandantes, oficialidad de los cuerpos i pueblo exijiendo el arresto de V. S S . para asegurar la tranquilidad i se-guridad de esta ciudad. Con este objeto se han reunido en el parque de artillera: he contestado que V. SS . maana antes de las 10 del dia me han asegurado su separacin de esta ciudad. Deseando, pues, evitar toda clase de movimientos ruidosos i riesgosos, hallo de suma necesidad que V . SS . se retiren, si es posible, antes de venir el dia afuera de la ciudad: ya no es po-sible contener oficialidad i pueblo.

    Dios guarde a V. S. muchos aos.Concepcin, i . de Marzo de 18 14 , a las 9 de la noche.Bernardo O'Higgins.Seores don Jos Miguel i don Luis de Carrera.

    Excmo. Seor:Los comandantes, oficiales i vecinos de esta ciudad, comprometidos por la seguridad i felicidad de la patria contra la dominacin de la casa destructora de nuestros sagra-dos derechos, ponemos en la sabia consideracin de V. E . que habiendo llegado ya nuestros justos enojos (contra los dos Ca-rreras i sus protervos satlites) hasta el grado de una necesaria exasperacin en mrito de los repetidos insultos con que cada momento se burlan de la suprema autoridad de nuestro G o -bierno, de la de V . E. i la de todo ciudadano que ha manifes-

  • 54 MANUEL JOS GANDAR1LLAS

    tado su fidelidad i amor a tan sagrados deberes: consultando nuestra seguridad i la del Estado no hemos podido menos que acojernos en este momento bajo el sagrado de las tropas i cuar-teles, desde donde imploramos sin prdida de instantes la presencia de V . E., a efecto de que en el primer lugar haga que estos individuos se retiren al momento de esta ciudad bajo la escolta de mayor confianza; en segundo, que se recojan i pongan en buen depsito todas las cargas que tienen prontas para marchar por contenerse en ellas efectos conocidos peculiares al erario pblico, i hasta tiles de guerra de que tanto necesita-mos: V. E . no debe ni puede en estos momentos despreciar la voluntad de este pueblo fiel i patriota. Sabemos positivamente que si se evitan estos pasos es vacilante nuestra seguridad i la del reino, i antes de que lloremos nuestra inaccin perezosa queremos sacrificarnos gustosos por nuestra tranquilidad de-seada.

    Nuestro Seor guarde a V. E . muchos aos. Concepcin, Marzo i . d e 1 8 1 4 . Excmo. seor jeneral en jefe.Fernando Urzar.Jos Domingo V a l d e s . J u a n de L u n a . A n t o n i o Urrutia.Manuel Jos de Astorga.Rafael Anguita.No firma el pueblo por no aglomerar firmas, i por lo urjente de la mate-ria.Excmo. seor jeneral en jefe del ejrcito restaurador.

    Habiendo quedado en emprender su marcha precisamente maana a las 1 1 del da los dos sujetos cuya separacin solici-tan V. SS. por su oficio de esta noche, no hai necesidad de tomar medida alguna violenta. Si a la hora prefijada no verifi-can su salida, queda a mi arbitrio hacer uso de la fuerza si fuese necesario. Por lo que respecta a las cargas que conducen, el Supremo Gobierno del Estado har se reconozcan en Talca, i determinar segn crea mas conveniente, procurando siempre evitar escndalos a la tropa, que ha sido hasta aqu la causa de nuestro mayores padecimientos.

    Dios guarde a V. SS . muchos aos. Cuartel jeneral de Con-cepcin, i . de Marzo de 1814.Seores comandantes de las divisiones de esta ciudad.

  • DON BERNARDO O'tUGGlNS 55

    Excmo. seor: Desde anoche sabia que el correo Elgueta volva a Concep-

    cin, porque el enemigo habia cubierto con bastante fuerza las riberas del Itata hasta la boca: mand un espa que lleg hasta Rafael, i confirma la noticia, aadiendo que no ignora mi marcha un solo individuo de la campaa. A la una de hoi, se presenta Andrade i otro que aseguran ser cierto todo lo espues-to, i que el enemigo ha emboscado una fuerza como de 50 hombres en el camino de la costa, con el objeto de sorpren-derme. A las 2 de esta tarde ha salido otro espa sobre Coele-mu i boca del Itata para estar de vuelta al amanecer de maana. Estn a mis alcances todas las precauciones i disposiciones que he de tomar para evitar el ser sorprendido, i debe V . E . quedar en la intelijencia de que le noticiar de cuanto juzgue serle til. La guerrilla del alfrez Manzano apenas cuenta 23 hombres mal montados i municionados. Somos muchos los ciudadanos que marchamos espuestos a ser vctimas por los avisos que dan los muchos traidores que se pasean en Concepcin, i no permi-tir continuar el camino hasta que sea de un modo que nos asegure no caer en manos de nuestros opresores.

    Dios guarde a V. E . muchos aos.Penco, 3 de Marzo de 1814.Jos Miguel de Carrera.Excmo. seor don Bernardo O'Higgins, jeneral en jefe del ejrcito restaurador.

    N M . 1 7

    Decreto.Talca, 18 de Febrero de 1 8 1 4 . E l Supremo Go-bierno del Estado,teniendo en consideracin el mrito i circuns-tancias de las conspiraciones que se dijeron intentadas en 27 de Noviembre de 1 8 1 1 , i ." de Abril de 1 8 1 2 , i 28 de Enero de 1 8 1 3 , contra la prepotencia militar del brigadier don Jos Mi-guel, don Juan Jos i don Luis Carrera, viene en anular las sen-tencias que se pronunciaron en las causas seguidas con motivo de dichas conspiraciones, no obstante que conoce que nunca es el camino lejtimo para evitar los males de esta naturaleza, un

  • 6 MANUEL JOS GANDARILLAS

    desorden, i que los ciudadanos que aman su libertad, i nada miran superior a ella, deben producirse descubiertamente, i con

    la enerja i carcter de hombres libres.Eyzagurre.Infante. Gonzlez, secretario.

  • C A P T U L O I V

    SUCESOS DURANTE E L MANDO DE O ' H I G G I N S . P R -

    DIDA D E TALCA I CONCEPCIN. DEPOSICIN D E

    LA JUNTA I CREACIN TUMULTUARIA D E L DIREC *

    T O R I O . D I S P E R S I N D E LA TERCERA D I V I S I N .

    T R A T A D O D E LIRCAI I OPOSICIN PBLICA A SU

    CUMPLIMIENTO.

    Desde que tom el mando del ejrcito el nuevo jeneral O'Higgins nada hubo de importante para la patria. Los soldados chilenos vencieron a los espaoles en el Membrillar, Cuchacucha i otros puntos, pero se perdi Concepcin, fu tomada la ciudad de Talca i el patriotismo empez a entibiarse hasta el trmino de celebrarse los vergonzosos tratados de Lircai en que fueron reducidos a de-pendientes de Fernando los mismos guerreros que,

  • 58 MANUEL JOS GANDAR1LLAS

    segn las espresiones del doctor don Juan Ascencio, se habian ceido con los laureles de la victoria. N o es necesario repetir que para el objeto que nos hemos propuesto, es intil describir menuda-mente las campaas que hubo i que, ademas, nos es repugnante referir los motivos que las hicieron desastrosas. Nos basta sealar por toda causa los siguientes prrafos del diario de un oficial, ntimo amigo de don Bernardo:

    1 8 1 4 . M a r z o 26.Alcanz el ejrcito a acam-parse en el portezuelo de Duran. Supimos de po-sitivo que el enemigo reunia fuerzas en San Carlos en cuyo pueblo tenia 700 hombres. Muchos ofi cales eran de opinin que se atacase aquella fuerza porque consideraban que derrotada seria fcil acabar con los enemigos i echarlos del pais; pero el jeneral en jefe (O'Higgins) , accedi a los pare-ceres de los coroneles Mackenna i Balcarce, que eran de opinin de retirarnos hacia el Maule. No

    parece fuera de propsito notar que aunque a natu-raleza hace a todos los hombres iguales en derechos, con todo parece que ella destina a cada uno al em-pleo que deba tener en la sociedad, i que pasando de aquellos lmites de que es capaz su desempeo, lejos de ser til, es perjudicial a s i a la patria. No se hace favor, si no mucho agravio a un hombre de bien colocndole en un alto empleo que demanda nociones sttperiores a sus conocimientos o talento

  • DON BERNARDO O'HIGGINS 59

    porque es afrentarle esponiendo sus faltas a la espectacion pblica, u

    " Marzo 30.Pasamos Perquilauquen i nos acam-pamos como una legua al norte de este rio. E l ejrcito enemigo se situ como tres leguas de no-sotros hacia la cordillera. S e supo despus que Elorriaga se habia venido de Talca acompaado de dos hombres por el camino de Linares. Por este tiempo se hadan ya intolerables las eslorsiones de nuestra tropa: no solo se tomaba todo el ganado que encontraba, sino que saqueaba las casas de los miserables sin dejarles ni aun lo necesario para su subsistencia. Varios oficiales hicieron presente al jeneral remediase aquellos daos; pero ste, insen-sible (O'Higgins) a los estmulos de humanidad, nunca pliso remedio, i aun parece que se complaca SI corazn con los padecimientos de aquellos infe-lices. 11

    Parece que estas observaciones escritas en la misma campaa, a presencia de las operaciones del hroe del doctor Ascencio, harn concebir a cualquiera que las confronte con los resultados, que las desgracias de Chile provinieron de haberse encargado su defensa a un hombre inepto, insen-sible i mal aconsejado. N o tenia entonces un men-tor astuto i sagaz, o mas bien un artfice diestro i hbil como el que l condujo desde Mendoza hasta la silla del Gobierno de Chile para que le sirviera

  • 6o MANUEL JOS GANDARILLAS

    de instrumento de acciones brillantes i ejecutor de crmenes horrendos. Tampoco habia descubierto la ambicin que todava no puede sofocar, sin em-bargo de haberla satisfecho a sus anchas i, si se ha de decir la verdad, menos habia manifestado el amor patrio que le supone el doctor Ascencio, por que despus de haber peleado heroicamente, como se dice, contra los espaoles, se ofreci espont-neamente para ir de diputado a Espaa o, en el caso de no ser aceptada esta oferta, pasar a L i m a en rehenes a disposicin del virrei Abascal, para asegurar con su persona la obediencia al rei de Espaa por los tratados. N o negaremos que hubo acciones gloriosas despus que O'Higgins se reci-bi del mando, mas stas fueron del ejrcito i no de l, porque no diriji ninguna, i habiendo asen-tado que la causa de la patria no hizo ningn pro-greso por su falta de disposicin, pasemos a la prdida de Talca de donde parten los hechos notables de nuestra revolucin i que dio orjen a los clebres tratados de Lircai.

    Sin embargo, no podemos dejar de decir que la prdida de Talca provino de haberla dejado guar-necida por una fuerza mui pequea. E l docu-mento nmero 18 que copiamos, dar a los curiosos alguna idea de aquel desgraciado suceso. L a junta gubernativa, que se habia trasladado a Talca a acelerar los movimientos de la guerra i darles una

  • D O N B E R N A R D O O ' H I G G I N S

    nueva direccin, dispuso que saliese de aquella ciudad un convoi de vveres i caudales para ausiliar la divisin situada en el Membrillar, escoltada por 90 fusileros i, con este motivo, qued reducida la guarnicin a 20 infantes, 70 artilleros con 3 cao-nes i 30 lanceros. E l coronel don Carlos Spano, gobernador de la plaza, aunque bien conoci la situacin en que quedaba, no pudo sujetar la remesa de los 90 hombres, porque el coronel Mackenna clamaba por los ausilios, sin los cuales, aseguraba que se perda la divisin de su mando. Sabedor el enemigo de la poca guarnicin de Talca, la invadi casi por sorpresa, a pesar de las precauciones del valiente Spano, porque fueron frustradas por la neglijencia de sus encargados. N o pudo hacer mas que defenderse heroicamente, i morir cubierto de heridas al pi del pabelln tricolor. Durante esta ocurrencia desgraciada se retiraba el Gobierno para esta capital; la trasluci el pueblo cuando aqul aun venia en camino i se prepar para deponerle inme-diatamente que llegase. Decimos pueblo, porque en aquellos tiempos se atribua a ste todo movi-miento tumultuario, pero en realidad creemos que los diversos sacudimientos que hubo no fueron mas que la obra de unos cuantos individuos. P o -dramos asegurar, sin temor de equivocarnos, un orjen comn a todos los que sucedieron desde el 4 de Setiembre de 1 8 1 1 hasta el 7 de Marzo de

  • 62 MANUEL JOS GANDARILLAS

    1 8 1 4 ; mas, nohai necesidad de remover rencores, i de recordar hechos de que quiz sus propios auto-res se confiesen verdaderamente arrepentidos, e injenuamente avergonzados.

    Fu , pues, depuesta la JuntadeGobierno:se nom-br director supremo a don Francisco de la Lastra, i por hallarse de gobernador de Valparaso se confi interinamente el mando a don Antonio Jos de Iri-sarri. E n tiempo de ste se form un cuerpo de tropas compuesto de 600 infantes, 70 artilleros con 4 piezas i 1,600 tiros de dotacin i un cuerpo esco-jido de caballera i se puso a las rdenes del tenien. te-coronel de artillera, don Manuel Blanco Enca-lada. March en buen orden hasta los arrabales de Talca donde trab accin con los enemigos sin con-seguir mas fruto que dejar 400 prisioneros i volver a esta ciudad con los que pudieron escapar. N o tuvo el jefe la culpa de este desastre; pues todo fu ori-jinado de la falta de unidad en la tctica, de la indis-ciplina i de la licencia incorrejible que se habia apoderado de nuestros militares en el curso de la campaa i al amparo de la discordia que agriaba los nimos. N o se pens jamas en arreglar positi-vamente un sistema de guerra. L a ruina de los Ca-rreras era el objeto primario, i todo lo dems se miraba como accesorio e insignificante. As fu que el patriotismo empez a desfallecer en el Gobierno, sin que bastasen a reanimarlo el valiente pasaje del

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    Maule, facilitado por la intrepidez del capitn de granaderos don Enrique Campino i la ventajosa colocacin de nuestro ejrcito en Quechereguas, al norte de Talca. Quiz se acobardaron nuestros pri-meros polticos al contemplar totalmente ocupada por los realistas la provincia de Concepcin, i no concibiendo que el pais tenia recurso para restau rarla, adoptaron el proyecto de capitular con aqu-llos. Si no fuera que se ha escrito tanto sobre este lance tan deshonroso para los chilenos, arrojara