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Publicación de la agrupación Santiago Pampillón para las carreras de Ciencia Política y Relaciones Internacionales
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lecturas recomendadas
>> Pg 11
Afirmamos que es necesario pensar en los extremos,
convencid@s de que para hacer posible el pensamiento y la
accin debemos ocupar el lugar de lo imposible. Queremos
hacer de esa nuestra experiencia poltica, decidimos pensar
y hacer lo que la poltica dominante (la Ciencia Poltica as
con maysculas y pulcritud) declara imposible.
No le tenemos miedo a las contradicciones; a ensuciarnos
las manos -recordamos, campo de batalla-. As lo
llamamos y as lo hacemos. Sin miedo a transformarnos
avanzamos, escribimos, marchamos, militamos intentando
construir el hombre y la mujer nueva. Sabiendo que no nos
convertimos en lo que somos sino mediante la negacin
ntima y radical de lo que han hecho de nosotr@s. As que
bienvenidos sean los desafos:
CRITICA DE LA CIENCIA POLITCA
O CIENCIA POLITICA CRITICA?
a disyuntiva que se condensa en
el ttulo que encabeza estas
lneas dista de ser meramente
semntica. Antes bien, remite -
como correctamente sugiere el
nombre de la Mesa que nos
convoca- a un problema
epistemolgico central. Desde
dnde nos paramos para
analizar y transformar la
realidad? O mejor an: de qu manera la concebimos (en
el doble sentido de la palabra: tanto en trminos de
entendimiento como de autoconstruccin)? Debemos
para ello apostar a la elaboracin de una ciencia poltica
crtica, o ms bien realizar una despiadada crtica de la
ciencia poltica en tanto tal? Como buenos marxistas (de
tendencia groucheana) podemos escamotear el dilema y
asumir a este oximoron como un desafo necesario, aunque
negndonos a elegir por una u otra alternativa. Al respecto,
tal vez sea pertinente apelar a la conocida broma en la cual
el cido humorista Groucho Marx retruca al clsico
interrogante: T o caf?, expresando S, por favor!. La
respuesta que subyace a este chiste (retomada
recientemente por Slavoj iek con el propsito de rechazar
la falsa dicotoma entre lucha de clases y posmodernismo),
quizs permita sortear el entuerto al que nos somete uno
de los ejes principales de estas Jornadas. Como supo indicar
con un dejo de irona este intelectual esloveno, podemos
estar en misa y tambin en la procesin. A riesgo de
resultar esquizofrnicos (pero quin no lo es en esta
sociedad?!, increparan Deleuze y Guattari), cabe entonces
optar de forma simultnea por ambos significantes. Pero
veamos especficamente cmo.
Quienes estudiamos, investigamos, trabajamos en
instituciones pblicas o ejercemos la docencia teniendo
como principal referencia a este invariante vocablo (la
ciencia politica), debemos lidiar a diario con un problema
existencial. Rechazamos la concepcin hegemnica de la
ciencia poltica y, sin embargo, formamos parte -nos guste o
no- de espacios que la veneran; intentamos combatirla
(dentro de nuestras magras posibilidades y siempre
condicionados por el inestable territorio que habitamos) y,
a la vez, la reproducimos como disciplina autoproclamada
veraz; nos angustiamos cotidianamente y, no obstante,
continuamos sintindonos cmplices de prcticas y saberes
que poco y nada tienen que ver con una vocacin
emancipatoria y dialgica de reinvencin de la poltica. En
suma: pareciera que somos forzados a involucrarnos en un
juego cuyas reglas nos son ajenas e incmodas, en especial
porque nos ensimisma en el rol de meros espectadores,
supuestos especialistas que, en rigor, creen conocer casi todo
acerca de casi nada, y pretenden auscultar la realidad con una
mirada obtusa y parcial, pseudo-objetiva y descontaminada.
vista de la totalidad. La categora de la totalidad, el predominio
universal y determinante del todo sobre las partes es la esencia
del mtodo que Marx tom de Hegel y que puso, de modo
original, en la base de una ciencia totalmente nueva.
Salvo contadas excepciones, nuestras carreras nos preparan,
en buena medida, para analizar cmo se libra una desigual
batalla de esgrima (tal es la metfora a la que acude Antonio
Gramsci en sus Cuadernos de la Crcel), deporte ste
compuesto, desde la perspectiva hegemnica de la ciencia
poltica, por un conjunto de inviolables reglas que, adems de
obligarnos a jugar en un terreno acotado y hostil de la realidad
(por caso, las instituciones estatales, el escenario pblico del
poder o los procesos electorales), eternizan la escisin entre
gobernantes y gobernados (no otros son los contrincantes que
entablan aquel agnico duelo) y desacoplan su accionar de las
restantes dimensiones que constituyen a la sociedad. Pero
esta, y al parecer no otra, es la ciencia poltica realmente
existente, y sus procedimientos y formas de aprehensin de lo
real distan de ser neutros, por lo que nuestra perspectiva no
puede ser la misma que la que nos propone el enfoque
burgus. Lejos de intentar consolidar la autosuficiencia de lo
poltico, la reflexin emancipatoria debe tener por misin
constituirse como una teora inmanente y simultnea de
anlisis y de lucha, que reconfigure lo atomizado por la propia
dinmica de las relaciones sociales capitalistas. Impugnar a la
ciencia poltica dominante supone concebir a la crtica como
mtodo, en tanto se diferencia de las concepciones burguesas
porque trata de entender la unidad y las interconexiones de lo
que se presentan como apariencias fetichizadas y
mutuamente desacopladas. Es el intento de establecer la
ligazn de estos fragmentos sociales (que, segn la ptica de
las diversas disciplinas, se configuran como realidades
disociadas entre s: lo poltico, lo econmico, lo cultural, lo
social, etc.), vale decir, de comprender las aristas de la
sociedad, en los trminos de la humanidad que las constituye
como tales, ya que no son ms que formas aparentemente
independientes, que surgen -o emanan a partir- de un cmulo
de relaciones orgnicas vinculadas entre s. En palabras de
Georg Lukacs, no es el predominio de los motivos econmicos
en la explicacin de la historia lo que distingue en modo
decisivo al marxismo de la ciencia burguesa, sino el punto de
vista de
la totalidad. La categora de la totalidad, el predominio
universal y determinante del todo sobre las partes es la esencia
del mtodo que Marx tom de Hegel y que puso, de modo
original, en la base de una ciencia totalmente nueva.
La crtica como ciencia revolucionaria una visin cientfica de la sociedad y despolitizando (o bien repolitizando
busca as desnaturalizar las disciplinas, el Estado, intentando formular leyes y desde una ptica emancipatoria) a
desdisciplinar nuestra mirada categoras despojadas de toda cada uno de estos restantes mbitos
respecto a cmo se edifica, perpeta o subjetividad y que permitan ante todo de lo social. En este punto, cabe
quebranta la sociedad. A esto apunta definir sus respectivos objetos de expresar junto con Lukacs que si bien
Marx en su monumental e inconclusa estudio, a contrapelo, al igual que los el aislamiento abstractivo de los
obra El Capital: es necesario -nos dice- integrantes de la Escuela de Frankfurt, elementos de un amplio campo de
demostrar que detrs de la mercanca intelectuales revolucionarios europeos invest igac in o de comple jos
est el valor, y que la substancia de ste como Antonio Gramsci, Georg Lukcs o problemticos sueltos o de conceptos
es el trabajo, o sea, nosotros (sujetos K a r l K o r s c h , a s c o m o l o s dentro de un campo de estudio es
subalternatizados bajo un modo de latinoamericanos Ren Zavaleta, inevitable, lo decisivo es saber si ese
existencia trgico: como fuerza de Agustn Cueva o Jos Aric (por aislamiento es slo un medio para el
trabajo). De manera anloga, lo nombrar slo algunos de los cientos de conocimiento del todo, o sea, si se
propio debemos hacer con respecto a militantes que han aportado a este inserta en la correcta conexin total
lo poltico como esfera rigidizada y proyecto), nos sugieren elaborar una que presupone y exige, o si el
t o t a l m e n t e e s c i n d i d a d e l a t e o r a p o l t i c a d e l p r o c e s o conocimiento abstracto de las regiones
cotidianeidad de los seres humanos, revolucionario que contribuya a parciales aisladas va a preservar su
integrada por una infinidad de tomos fortalecer la dimensin praxiolgica del autonoma y convertirse en finalidad
dispersos e inconexos unos de otros: c o n o c i m i e n t o . Y e s q u e l a propia. Por ello no es del todo errada
los ciudadanos. Atentando contra esta potencialidad de la ciencia no la afirmacin del marxista brasileo
visin conservadora de la realidad (que ra d i ca b a , p a ra e l l o s , e n u n a Carlos Nelson Coutinho de que la
la desdobla y eterniza, por un lado, en comprensin descontaminada y relativa exclusin de la economa del
igualdad formal en el cielo estatal y, por asptica de la realidad, ni en un mayor campo visual, le permiti a Gramsci
el otro, en desigualdad real en la tierra poder explicativo de los conceptos, desarrollar de modo creativo los
mercantil), Gramsci a s p e c t o s
nos alerta con un p r o p i a m e n t e
interrogante que, en polticos de la
rigor, constituye un t e o r a
verdadero programa m a r x i s t a , q u e
d e a c c i n : S e h a b a n s i d o
quiere que existan tratados de forma
sinsiempre gobernantes y superficial hasta ese
o en ser una matriz de inteleccin -y a la gobernados o se quieren crear las entonces: esta concentracin en lo
vez una confrontacin prctica- contra condiciones en que desaparezca la poltico -dir- significa que Gramsci
la expropiacin del saber y la necesidad de la existencia de esta tiende a ver todas las esferas del ser
fragmentacin del sujeto colectivo, as divisin?. Retomando esta herencia social a partir del ngulo de su relacin
como de la propia sociedad. El motor filosfico-poltica, debemos ser c o n l a p o l t i c a , a u n q u e s i n
ltimo de sus elucubraciones era, ante capaces de romper con el estrecho desacoplarlas como partes de un
todo, la necesidad de concebir a la marco de las disciplinas, y ello no se proceso de totalizacin que las dota de
produccin de un corpus terico en h a c e a p a r t i r d e u n a m e r a sentido y les otorga coherencia. Y es
relacin inmanente con la intervencin interdiscipl inariedad, porque que estas reflexiones del pensador
prctica (que desde luego, dista que ser seguiramos parndonos desde ese italiano -insistimos: de crtica y
homologable al el mero practicismo).c o m p a r t i m e n t o e s t a n c o ( l a polmica con las ciencias sociales
No obstante, huelga aclarar que esta e s p e c i a l i d a d ) y s u s l m i te s particulares- resultan indisociables
primaca de la totalidad concreta (o claramente establecidos (la sociologa, de una categora global como es la de
perspectiva crtico-dialctica u holista) la economa, la ciencia poltica, etc.), bloque histrico (original forma de
no implica negar la especificidad de lo algo propio de la perspectiva liberal- aludir a la sociedad capitalita como
poltico en la sociedad capitalista en burguesa. Por el contrario, nuestro totalidad dinmica y en permanente
tanto ilusin real, pero s comprender punto de partida debe ser el de una transformacin, que involucra a lo
que su particularizacin extrema como teora crtica de la sociedad, tal como objetivo y lo subjetivo de manera
dimensin no es un hecho acabado, nos proponen Theodor Adorno y Max orgnica e interdependiente).
sino parte de una lucha diaria por Horkheimer. Mientras buena parte de
perpetuar in eternum la realidad las corrientes intelectuales de las
burguesa como conjuncin de llamadas Ciencias Sociales ponen el
instancias disociadas entre s , nfasis en la necesidad de sistematizar