BIALAKOWSKY Y HERMO - Sociología Del Trabajo y Nuevas Articulaciones Laborales - 2012- Final

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    SECOND ISA FORUM OF SOCIOLOGY

    Buenos Aires, August 2012

    Research Committee 30 - Sociology of Work

    Session: New work organization, new work division and new skills: The contribution of international

    comparison perspective

    SOCIOLOGA DEL TRABAJO Y NUEVAS ARTICULACIONES LABORALES

    FINAL PRESENTATION

    By: Alberto L. Bialakowsky and Javier P. Hermo1

    1Professors and Researchers at Universidad de Buenos Aires (UBA), Argentina.

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    Alberto L. Bialakowsky y Javier P. HermoSociologa del Trabajo y Nuevas Articulaciones LaboralesSegundo Frum ISA - RC 30 - Buenos Aires, 2012

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    SOCIOLOGA DEL TRABAJO Y NUEVAS ARTICULACIONES LABORALES

    I. INTRODUCCIN

    En 1995, en un artculo que escribimos para la Revista del Trabajo que edita el Ministerio de Trabajo deArgentina (Bialakowsky y Hermo, 1995), nos preguntbamos si era posible que la Sociologa del Trabajo, con

    sus paradigmas disciplinarios normales(Kuhn, 1971) vigentes a ese momento, pudiera dar cuenta de las

    nuevas realidades que, por entonces, estaban emergiendo a la luz como producto del postfordismo en el

    capitalismo globalizado, y que han continuado en estas dcadas del siglo XXI, colocando adems una nota

    significativa sobre cuestiones crticas en el orden global, tales como las crisis exponenciales financieras,

    tanto en el sur como en norte, el desempleo repitente, el cierre a las migraciones de la fuerza de trabajo, la

    concentracin privada de las fuerzas productivas, la corrosin ecolgica y sus lmites planetarios.

    Sostenamos en nuestro artculo que la crisis de la disciplina en los 90, estaba signada por un reduccionismo

    economicista que tenda a considerar a los actores sociales como meras categoras del modelo fabril; pero

    tambin por la transformacin radical de los actores socio-laborales del siglo XX, que se estaba haciendo

    cada vez ms evidente en aquellos aos y por la necesidad de incorporar tanto las dimensiones subjetivas

    como las colectivas, en el marco de anlisis disciplinario.

    Partamos de hacer un raccontohistrico de los procesos que afectaron a las relaciones laborales desde los

    70que caracterizamos como hechos fundadores-, particularizando en Argentina y Amrica Latina. Desdeall desarrollbamos las nuevas realidades que estaban emergiendo y proponamos marcos interpretativos

    renovados, acordes a las preguntas que nos hacamos.

    Diecisiete aos despus, siendo la precariedad y las nuevas articulaciones laborales el sino comn de la

    reorganizacin capitalista globalizada, se impone realizar una revisin crtica de lo sucedido, de los nuevos

    hechos fundadores que acontecieron en la regin y el orbe, de la consolidacin del capitalismo financiero

    con la fuerzapoltica para involucrar a los gobiernos en sus crisis a repeticin, con la transformacin

    tecnolgica como fuerza productiva dominada y el desplazamiento (en dos sentidos: creacin de

    subproletariado o nuevo significado del lumpen proletariado y migraciones forzadas por la pobreza) y

    extincin de poblaciones, as como los nuevos significados del trabajo y el general intellect (y sus significados

    precisados por Virno, 2003).

    La Sociologa del Trabajo debe realizar un esfuerzo para superar un marco analtico, que ya era insuficiente

    para dar cuenta del mundo laboral vigente en la etapa fordista, considerando un conjunto de saberes

    provenientes de diversas corrientes tericas y de otras ramas de la sociologa y las ciencias sociales, entre las

    que queremos destacar por considerarnos parte y tocarnos de cerca- los renovados enfoques

    latinoamericanos, tanto tericos como prcticos, para abordar el cambio social con los aportes del

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    pensamiento crtico. Al mismo tiempo, en relacin a teora y praxis, esto implica participar y promover el

    movimiento intelectual re-emergente del pensamiento crtico latinoamericano, que ha contribuido a revisar

    en esta primera dcada del siglo XXI-, tanto contenidos temticos como las bases epistemolgicas de las

    ciencias sociales. Giro epistmico ste que comprende al menos dos elementos relevantes: por una parte

    estableci una crtica a la traslacin de modelos etno y gnero cntricos; por la otra, a colocar como

    elemento necesario de la praxis cientfica la co-participacin creativa de los sujetos investigados.

    Es as que este artculo debe leerse, a la vez, como una relectura crtica de aquel trabajo donde

    prefigurbamos tendencias principales del nuevo escenario, como actualizacin de esos conceptos a la luz

    de los nuevos sucesos y como planteo de algunos desafos para los contenidos y el sentido de la continuidad

    de lo estudios sociales del trabajo. De todo eso se trata este escrito.

    II. LAS CUESTIONES QUE SIGUEN INTERROGANDO A LA SOCIOLOGA DEL TRABAJO

    Con mayor perspectiva histrica que la que tenamos en 1995 al escribir el trabajo original que aqu

    retomamos por la cercana de los hechos en ese momento y la continuidad de discusiones sobre las

    implicancias del postfordismo para los trabajadores (vase Holloway, 2002)-, podemos advertir que los

    procesos de cambio en el mundo laboral que se manifestaron con mayor crudeza en los 90, venan

    preparndose y desarrollndose desde que comenzara el ciclo largo de la crisis del capitalismo a mediados

    de los 70, al menos.

    Ms an, la crisis de la sociologa del trabajo como disciplina, debemos rastrearla ms all en el tiempo y, en

    buena medida, en su misma gnesis como rama de la sociologa. Ya que los "lmites reduccionistas por

    excesiva dependencia de enfoques econmicos" (Bialakowsky y Hermo, 1995)2, que sealbamos como uno

    de los elementos de la crisis en nuestro artculo de 1995 provienen de un malentendido fundamental: haber

    interpretado la realidad del mundo laboral como una imagen fijada en el desarrollo industrial del "modelo

    fabril" propio de la etapa fordista-keynesiana. As, el final del ciclo largo de los "gloriosos treinta" o aos

    dorados3 (1945-1975), signific "la transformacin radical de los actores socio-laborales" (segundo factor

    que sealamos como parte de la crisis disciplinaria) y desnud lo incorrecto de haber pensado un modelo de

    sociologa laboral que se basara en una fase del capitalismo y no se propusiera una comprensin integral de

    2 En adelante, cuando haya un texto breve entrecomillado sin aclaracin de cita, deber entenderse que

    estamos haciendo referencia a nuestro artculo original de 1995, para hacer ms fcil la lectura.

    3

    Para tomar las dos denominaciones ms usuales, creadas por Jean Fourasti (1979) y Eric Hobsbawm (1998),respectivamente.

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    los procesos sociales de trabajo -al menos en la modernidad capitalista, punto de anclaje habitual de la

    sociologa como disciplina--, incorporando "las dimensiones antropolgicas y subjetivas en el marco de

    anlisis". Queremos sumar, ahora, la necesaria actualizacin en las implicancias cientficas de incorporar una

    visin biopolticay sus reversos en el anlisis de la produccin y reproduccin de la fuerza de trabajo y las

    fuerzas productivas, como elemento complementario de lo que proponamos como tercer elemento de la

    crisis de la disciplina, que es necesario incorporar para superarla.

    Afirmar esto -desde nuestra perspectiva-, significa pensar en los mltiples procesos sociales que involucran

    al trabajo y su compra venta, especialmente, en el hecho de que las relaciones sociales en el seno de la

    sociedad capitalista se expresan -de modo significativo y determinante para la vida social en su conjunto-, en

    el proceso de trabajo, an cuando no sean visibles en primera instancia. Desde que Marx descubriera el

    fetichismo de la mercanca, estaba claro que es en el seno de las relaciones de produccin donde se produce

    laficcionalizacino enmascaramiento de la dominacin de clase en el capitalismo. Sin embargo, pareca ser

    que el "nico y mejor modo" (parafraseando el uso del onebestway del Ing. Taylor)del proceso de trabajo

    se daba en la fbrica moderna, a pesar de que pueden distinguirse formaciones laborales tanto al interior de

    los cercamientos fabriles como en las poblaciones trabajadoras.

    Contrariando este esquema conceptual predominante para la sociologa del trabajo, numerosos estudios

    mostraron la necesaria correlacin entre la expansin de la esfera del capital, expansin de la agricultura,

    expansin territorial y desarrollo industrial (Wallerstein, 2010a, b y c) y cmo procesos aparentemente

    marginales al "ncleo duro" de la expansin capitalista eran tan significativos como ste para comprender la

    construccin del moderno sistema de "economa-mundo" capitalista (Wallerstein, 2010a). Esta confusin

    predominante en muchos estudios del trabajo, lleg incluso a asimilar caminos de trnsito lineales y

    progresivos entre modernidad y formas ancestrales, cuando representaban dos caras de una misma realidad

    integradas sistmicamente, convivan y conviven en continuum con el desarrollo moderno industrial y

    postindustrial, diversas formas que haban sido (des)calificadas como pre-capitalistas, tales como el trabajo

    esclavo o formas serviles (Quijano,1992, Wallerstein, 2010a). Siendo as, es evidente que los procesos de

    trabajo significativos para la comprensin del rol del trabajo en el capitalismo no pueden ser tan slo los del

    trabajo propio del modelo fabril que, an en su mayor apogeo, no lleg nunca a abarcar a la mayor parte de

    la fuerza de trabajo en la "economa-mundo" capitalista. No obstante, el eje central de anlisis de la

    sociologa del trabajo se confundi, en la mayora de los casos, con una sociologa industrial, an cuando se

    asumiera una perspectiva crtica respecto de la sociedad.

    Los cambios recientes que se producen en la "modernidad lquida" (Bauman, 2003) postfordista y

    globalizada, volvieron a mostrar que el industrialismo no lo era todo en el capitalismo. El pasaje hacia un rol

    cada vez ms importante del sector servicios y la tendencia creciente a la informatizacin de la produccin y

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    la sociedad (Hardt y Negri, 2002), as como otros rasgos caractersticos de la fase globalizada actual del

    capitalismo (Hermo y Pittelli, 2008), han hecho evidente que el trabajo industrial no es el nico ni el ms

    importante de los tipos de trabajo posibles en el sistema capitalista.

    Pero an en el cenit del desarrollo industrial del siglo XX (en "los treinta gloriosos"), el trabajo en la industriano fue en modo alguno la modalidad predominante del trabajo capitalista ms que en los as llamados

    "pases desarrollados". La mirada etnocntrica que prevaleci en las ciencias sociales en general, tambin lo

    hizo para los estudios de la sociologa del trabajo inspirados en los "padres fundadores" de la sociologa

    laboral francesa, que inspiraron a la mayor parte de los socilogos del trabajo de la segunda mitad del siglo

    XX: Friedmann y Naville.

    A pesar de la aparicin de los estudios post coloniales y de numerosas revisiones histricas de los planteos

    de cuo etnocntrico, para las ciencias sociales en general y para la sociologa laboral, en particular, seconstituy como dificultad el construir un pensamiento que fuera ms all del mundo de los pases

    centrales, especialmente europeo y norteamericano. Lo que no estaba contemplado all, era slo por el

    grado de retardo en su desarrollo y era ms propio de la antropologa o los estudios postcoloniales, pero sin

    que esto tuviera mayores implicancias para el mainstream de la sociologa como ciencia social y de la

    especialidad laboral en particular.

    Se suma a esta visin etnocntrica, un segundo problema de apreciacin, al identificar el periodo de "los

    aos dorados" del capitalismo con su estadio normal. Sin embargo, ese momento constituy una

    excepcionalidad del desarrollo y constitucin de la economa-mundo capitalista

    Es decir, el obstculo epistemolgico que se le presenta a la sociologa del trabajo est relacionado con una

    reificacinde una situacin absolutamente anmala en la historia de la "economa-mundo" capitalista: el

    ciclo fordista-keynesiano. Y con una lectura del desarrollo capitalista que ha centrado su mirada nicamente

    en el "centro" del mismo, ignorando que centro, periferia y semi periferia forman parte de un proceso de

    desarrollo desigual y combinado del sistema de economa-mundo y son absolutamente relevantes para la

    comprensin de los procesos sociales de trabajo en el capitalismo moderno4.

    4

    Para las implicancias de esta afirmacin para las semi periferias y de particular importancia para Amricalatina, vase el reciente libro de Grner (2010).

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    III. EL PASAJE AL POSTFORDISMO Y LAS TENSIONES PARA LA SOCIOLOGA LABORAL

    Ms all de las dificultades sealadas, se producen cambios profundos en la naturaleza de los procesos de

    trabajo con el abandono del fordismo y su reemplazo por las -durante mucho tiempo denominadas- "Nuevas

    Formas de Organizacin del Trabajo" (NFOT), eufemismo luego reemplazado a veces por los conceptos de

    toyotismo y otras por post fordismo, para abarcar al conjunto de las transformaciones ocurridas en la fase

    lquida y globalizada del capitalismo actual.

    Entre las muchas posibilidades de anlisis elegimos las que involucran el cambio de la "condicin salarial"

    (Castel, 1997) a la nueva "condicin precaria", construida a partir de derribar

    "edificios legales histricamente construidos, entre los cuales puede sealarse:

    la contratacin por tiempo indeterminado,

    el empleo como forma de ocupacin universal,

    el salario directo e indirecto como tipo generalizado de remuneracin por el trabajo,

    la limitacin de la jornada laboral,

    la interlocucin con el colectivo sindical,

    la desocupacin transitoria como reserva para el empleo y,

    la representacin socio-educativa armnica con las calificaciones requeridas para el puesto de

    trabajo." (Bialakowsky y Hermo, 1995)

    Decamos tambin que

    "desde esta perspectiva convendr detenernos en cinco procesos socio-laborales:

    la formalizacin de la informalidad,

    la formacin de una nueva subjetividad del actor laboral y la necesidad de incorporacin como

    dimensin de anlisis,

    los nuevos perfiles del sufrimiento humano y de desgaste laboral,

    el nuevo significado del trabajo y,

    las nuevas articulaciones laborales en Amrica Latina." (Bialakowsky y Hermo, 1995)

    Nos preocupaba, entonces, la utilizacin que se vena haciendo desde los 80 de los conceptos de

    informalidad y trabajo en negro como situaciones excepcionales propias del "atraso latinoamericano", sin

    entender que para la mayor parte de Amrica Latina nunca haba llegado la condicin salarial a ser

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    mayoritaria entre el conjunto de la clase trabajadora, entendiendo por tal a la "clase que vive de su trabajo"

    (Antunes, 1999).

    La instauracin de lo que sola conceptualizarse como flexibilizacin y luego comenz a comprenderse ms

    correctamente como precarizacin, implica en todos los casos el desmantelamiento de los Estados deBienestar Keynesianos y sus andamiajes estructurales, tanto institucionales y jurdicos como asistenciales.

    Desde luego, esto tiene una traduccin muy distinta en los pases latinoamericanos, donde los estados

    benefactores no llegaron a conformarse como tales en el mismo sentido que en los pases centrales y slo en

    algunos pases puede hablarse de estados benefactores perifricos (Argentina, Chile, Uruguay, en alguna

    medida Brasil y Mxico).

    Si es as, si es correcta nuestra interpretacin e investigaciones en curso, la sociologa del trabajo, las ciencias

    sociales del trabajo por inclusin, se encuentran en el lmite de la explicacin al menos en cinco de susextremos:

    a. en la necesidad de darle un contexto histrico al desarrollo de los procesos de trabajo como parte

    constitutiva del modo de produccin capitalista, pero sin limitarse a una visin esquemtica del

    trabajo como mero proceso de generacin de valor,

    b. en comprender la geopoltica en la distribucin de las poblaciones trabajadoras, su rediseo, su

    modulacin y fluctuaciones a nivel trasnacional,

    c. en sealar la pregnanciae incidencia de la hegemona de la ideologa neoliberal y la conformacin de

    nuevas subjetividades y sujetos colectivos,

    d. en dar cuenta de los lmites bioplanetarios, comprendiendo en ello a los desalojados campesinos y

    urbanos y la devastacin ecolgica (Mszros, 2003), la rotacin de los paradigmas en las

    direcciones sealadas de marcos epistmicos participativos e interculturales,

    e.

    en remarcar la insuficiencia de considerar la transferencia cientfica como instrumento de cambio

    laboral sin considerar el derecho a la investigacin cientfica de los protagonistas.

    IV. HECHOS FUNDADORES Y TRANSFORMACIONES SOCIALES: EL SURGIMIENTO DEL NUEVOESCENARIO

    El desguace de los intentos tibios por establecer un modelo de Estado social que se parangonara con los

    europeos comenz en Amrica Latina con la primera oleada de dictaduras militares del tipo burocrtico-

    autoritarias (ODonnell, 2009), entre mediados de los 60 y mediados de los 70, convirtindose en el primero

    de lo que habamos definido como hechos fundadores para la comprensin de las nuevas realidades en el

    mundo del trabajo en Amrica Latina.

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    Advertimos, ahora, que este hecho fundador no slo iba a repercutir en la regin y en su labor activa para

    barrer con muchos de los actores sociales que haban construido un sueo de utopa posible en una Amrica

    Latina en la que los nacionalismos populares y las fuerzas de izquierda haban ido creciendo desde los aos

    40 y que haban renovado sus mpetus con la Revolucin Cubana y los movimientos obreros y estudiantiles

    de fines de los 60. Se trataba, en particular, de disciplinar a los trabajadores y, sobre todo, de limitar o

    eliminar a los militantes y dirigentes sindicales, caracterizados como guerrilla industrial por la dictadura

    argentina, sus conexiones civiles y la geopoltica del Departamento de Estado norteamericano5. De hecho,

    fueron las dictaduras latinoamericanas el laboratorio mundial de aplicacin de las recetas del neoliberalismo

    que Margaret Thatcher y Ronald Reagan comenzaran a aplicar luego a comienzos de la dcada de los 80

    (Klein, 2007).

    Desde la perspectiva de la sociologa laboral, lo que debe sealarse es que la posibilidad de dar por

    concluido el ciclo del modelo fabril fordista y su inseparable keynesianismo/desarrollismo estatal, est

    ntimamente ligado con este hecho fundador a nivel global. La declaracin de guerra del capital al trabajo de

    la que hablaba Gorz (1998) haba tenido expresin en esta doctrina del shock (Klein, 2007), comienzo de la

    ofensiva global contra el protagonista que haba prohijado el fordismo: la clase obrera y, en especial, el

    movimiento sindical organizado.

    Ntese que este hecho fundador adquiere su verdadero significado al ser observado con este enfoque,

    porque explica un conjunto de acciones destinadas a quebrar la resistencia a la opresin de la monotona del

    fordismo, que amenazaba en convertirse en una fuerza capaz de poner enjaqueal capital, como lo sealaba

    la metfora de guerrilla industrial.Ms an, como han sealado el ya citado Gorz (1998) y Hardt y Negri

    (2002), lo que el capitalismo ha logrado perfeccionar es la forma de convertir aquello que supona lo

    colocaba en jaque: la resistencia a la opresin y a la rutina fordista, la bsqueda de ampliacin de las

    5En rigor, esta definicin haba sido dada por Ricardo Balbn, lder poltico histrico de la Unin Cvica Radical

    de Argentina, quien coment a los medios en una entrevista que estaba altamente preocupado dado que era obvio quela guerrilla fabril est sirviendo intereses extranjeros(Cable de la Embajada de EEUU en Argentina 2/12/75), siendo suargumento utilizado posteriormente por la dictadura como justificacin a su salvaje represin contra dirigentes ymilitantes sindicales. El mencionado cable de la embajada alertaba Es la guerra que la guerrilla industrial est llevandoa cabo, que opera en la planta de produccin, en el sindicato y, cada vez ms, en concierto con la gerencia. Sus tcticasson las usadas por sus pares rurales y urbanos, pero perfeccionadas de acuerdo a las necesidades de su medio ambienteespecfico. sta tiene como objetivo radicalizar a los trabajadores, alienarlos de sus dirigentes legtimos y de su gobiernoy ganarse su apoyo y solidaridad para as poder convertirlos en sus serviciales cmplices o dciles seguidores.

    Los esfuerzos de la guerrilla industrial han tenido un considerable xito y recin ahora el gobierno y la poblacin se

    estn dando cuenta del peligro y el alcance de estos esfuerzos. Por consiguiente, podra esperarse, en un tiempocercano, la misma accin formal, probablemente militar, para combatir a la guerrilla industrial

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    libertades colectivas y personales como as la autoregulacin sobre la imposicin disciplinaria de los rgidos

    ritmos laborales. Reversin del capital con la utilizacin deuna herramienta para la re-afirmacin de su

    dominio a travs de la adopcin de las nuevas formas postfordistas (en una combinacin de toyotismo con

    taylorismo y fordismo reconvertidos) en el contexto de transformacin hacia las sociedades de control

    (Foucalt, 1997; Deleuze y Guattari, 1985), sin abandono de las largamente ensayadas vigilancia global y

    focalizadas.

    Por supuesto, esto trajo una primera oleada de reconversin productiva que implic para muchos pases

    como Argentina- una desindustrializacin y el comienzo de una reversin del rol activo del Estado regulador

    hacia una nueva situacin donde cambi el signo de la intervencin gubernamental, que no desapareci ni

    disminuy como se seala errneamente a veces, sino que pas a favorecer activamente al capital,

    volviendo ms regresivas las contribuciones impositivas, eliminando barreras legales para un mayor control

    del capital sobre el trabajo y alentando el libre mercado como sustitutivo del inters pblico.

    Los 80 van a ser el momento de concrecin y legalizacin de estas polticas en el orden planetario, a partir

    del avance del neoconservadurismo encarnado por el ententeReagan Thatcher y una renovada ofensiva

    sobre los derechos de los trabajadores y los derechos sociales en general, el poder de los sindicatos y lo que

    era considerado como la fuente del poder amenazador para el capital: el Evil Empire al que haca

    referencia Reagan para referirse a la Unin Sovitica6. Tambin, en Amrica Latina son los tiempos del

    estreno anticipado de la funcin del ajuste estructural que es recetado por los organismos financieros

    internacionales como solucin para la crisis de la deuda externa, reestructuracin productiva promovida

    incluso como vuelco el pensamiento tecnocrtico hasta entonces incluido en el desarrollismo, iniciada

    explcitamente en 1982, lo que gener nuevas oleadas de conflictos sindicales, especialmente del sector

    pblico, pero tambin en otros sectores de servicios atravesados por la crisis, como bancarios y docentes. La

    crisis y el ajuste enlazados en Amrica Latina disparan, tambin, pujas distributivas que culminan con

    procesos inflacionarios e hiperinflacionarios, que son caracterizados como el principal desafo econmico a

    superar por las recetas neoliberales y, consecuentemente, se prescriben ms ajustes y recortes en ciclos

    pendulares, corsi e ricorside larga duracin y que dieron lugar a lo que llambamos segundo hecho fundador

    de la nueva realidad: la flexibilizacin de hecho como consecuencia de la aplicacin salvaje de las polticas de

    ajuste estructural y recortes.

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    Ms all de que fuera muy discutible este rol en la realidad, la existencia del bloque sovitico oficiaba comoun contrapeso que slo pudo ser apreciado en su real dimensin con su extincin.

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    El crecimiento del sector informal como estrategias de sobrevivencia de las vctimas de los despidos y ajustes

    y la aparicin de un sector subocupado y desocupado en forma repitente o cuasi-permanente, as como de

    nuevos ghettosde pobreza urbana (Wacquant, 2010), y una renovada expulsin rural, fueron fenmenos

    que se apreciaron tanto en el centro como en la periferia. La aparicin de homeless por primera vez en las

    ciudades norteamericanas es una realidad posterior a los gobiernos republicanos de R. Reagan y George

    Bush padre, as como el surgimiento de nuevos bolsones de pobreza y marginalidad en diversas partes del

    mundo antes considerado desarrollado y, aparentemente, ajeno a esas desventuras de sociedades

    empobrecidas.

    Tanto en el mundo europeo y norteamericano como en Latinoamrica, los sindicatos intentaron resistir, en

    una batalla desigual y sin que hubiera ninguna estrategia superadora para resistir los embates, lo que fue

    diezmando cada vez ms su misma capacidad de resistir, salvo en contados sectores.

    La culminacin de este ciclo de derrotas prcticas y simblicas de los protagonistas que se haban opuesto al

    dominio unidimensional del capital estuvo dada demostrativamente por la cada del Muro de Berln y la

    desintegracin de la Unin Sovitica, lo cual consideramos constituyen un tercer hecho fundador de

    carcter global para alumbrar la nueva etapa de modernidad lquida post-fordista en la que la utopa

    neoliberal postul a travs de sus intrpretes- el fin de las ideologas (Fukuyama, 1990), aunque se

    refirieran a la derrota de aquellas que se oponan al imperio absoluto del capital, ms especficamente.

    En los 90, lo que se dio en llamar doctrinariamente el Consenso de Washington expresaba la adopcin

    secuencial de estas polticas neoliberales como un credo adoptado e impuesto como marco conceptual y

    prctico para la superacin de la prolongada crisis estructural, que era atribuida por los idelogos del

    pensamiento nico a la ineficacia del Estado de Bienestar Keynesiano y lo que an faltaba desmontar de l.

    Lo cual implicara una nueva realineacin entre los hemisferios Norte y Sur. En efecto, las polticas de

    privatizacin de empresas pblicas, recortes de beneficios sociales, despidos de empleados pblicos y

    desregulaciones varias que se haban impulsado en los 80 anticipadas en los laboratorios sudamericanos

    de mediados de los 70-, se trocaron extensivamente en recetas de accin para el Tercer Mundo. Esta oleada

    tambin impact en las semi-periferias, como los pases del sur europeo, que tambin privatizaron sus

    empresas pblicas o estimularon su transformacin en entes mixtos dominados por la lgica del mercado al

    asociarse con capital privado. Son tambin los 90 el momento del cuarto hecho fundador al cristalizarse

    en el Consenso de Washington el esquema jurdico-ideolgico que implica adoptar marcos de normativa

    jurdica que cristalizan y legalizan la flexibilidad laboral fctica (Bialakowsky y Hermo, 1995). Esto nos

    llevaba a afirmar que

    en los 90, nos encontramos culminando con la aceptacin de los patrones informales en la formalidad y la

    instalacin de un proceso de mercantilizacin de los elementos que constituan el salario indirecto. El trabajo

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    va a la compraventa despojado cada vez ms de los atributos que generaban, en los empleadores,

    responsabilidad sobre el trabajador que se contrata (Bialakowsky y Hermo, 1995).

    Es sta una de las principales consecuencias que se instalan como resultante de estos procesos: lo que

    describamos como formalizacin de la informalidad para el contexto latinoamericano, que es la expresinjurdica (superestructuralen el sentido clsico del marxismo) de la des-responsabilizacin en el marco de la

    regulaciones impuestas por el capital y la posibilidad del xodo de su visibilidad empresarial (Gorz, 1998,

    Bauman, 2003) como estrategia vlida para presionar a la baja: baja de salarios, baja de derechos, baja de

    expectativas, baja de capacidad de agregacin y de construccin de colectivo.

    El inicio de disolucin de los trazados ajustes y reconfiguraciones abiertos en los 70, que nutri esta fase

    globalizada y post-moderna del capitalismo contemporneo, puede situarse a principios de la primera

    dcada del corriente siglo con el estallido de la crisis magistral en Argentina que expande al resto deAmrica Latina, configurando un quinto hecho fundador. Resultapensamos- reconocerlo como tal, pero

    sobre el cual an es temprano aventurar si supondr una revisin de la relacin entre capital y trabajo y de

    qu forma. En efecto, para Amrica Latina esta situacin parece haber sido el despertar de una nueva era

    neopopulistay neokeynesiana o neodesarrollista (segn diferentes caracterizaciones, aplicables de diferente

    modo a los diversos gobiernos, ya que no en todos ellos han tenido idnticas respuestas y polticas), con la

    llegada al poder de gobiernos que han cuestionado y revisado las polticas del Consenso de Washington,

    pero que no han logrado alterar la lgica que el mundo neoliberal globalizado ha construido. Tanto es as

    que la crisis que hoy se abate con sumo rigor sobre Europa, luego de haberlo hecho sobre EEUU, encuentra

    respuestas similares a las recetas que se promovan aplicaran los gobiernos latinoamericanos en los 90, es

    decir, los instrumentos predilectos de ajustes frente al endeudamiento, reconversin productiva y recortes

    en la inversin social.

    La experiencia de lo sucedido en la regin en el perodo 2001-2011 no parece haber impactado lo suficiente

    para construir una reversin del rumbo global neoliberal ms que en ciertos aspectos en la escala regional.

    Por supuesto, en un sentido hubiera sido sorprendente otra cosa, dado el carcter semi-perifrico

    dependientede las economas latinoamericanas en el largo plazo antecedente. Pero en otro sentido, est

    por dilucidarse si comenz o no a operarse una nueva mutacin de la fase de carcter descentrado y

    desterritorializador del capital, incluso para aquellos espacios que fueran las potencias de la modernidad.

    El agravamiento de la crisis europea y la continuidad de polticas neoliberales como respuestas a la misma,

    que slo profundizan la crisis y exponen a porciones crecientes de la poblacin europea a una prdida de

    derechos y posibilidades impensadas; el creciente inters por las economas emergentes (incluso en frica,

    que haba sido considerado continente perdido) y; los lmites bioplanetariosa los que hacamos referencia

    y que se expresan en la notoria voracidad por la apropiacin de recursos minerales, energticos, y la propia

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    biosfera, con los crecientes conflictos que ello trae aparejado, son todos indicadores de que emerge una

    nueva modulacin de la fase globalizada.

    Esto tiene consecuencias para la relacin capital-trabajo en el mundo, porque pese a las polticas

    neokeynesianas y heterodoxas de parte de los gobiernos latinoamericanos, la actitud del capital trasnacionalsigue moldeada en el universo simblico delneoliberalismo. Inclusive, pareciera estar cerca de admitir que

    los niveles de bienestar histricamente adquiridos por buena parte de la poblacin europea durante la

    socialdemocraciay que no han terminado de disolverse, pueden ser y son drsticamente recortados, como

    fenmeno involutivo. Hoy la Unin Europea nuevamente expulsa emigrantes en su extremo sur, con

    incremento de la conflictividad social y acusando debilidad en el centro del modelo preciso del capitalismo

    renano y mostrando urbietorbique ni los trabajadores europeos, los primeros que pudieron gozar de los

    beneficios del capitalismo social y del pacto capital-trabajo, quedan excluidos de esta reconfiguracin.

    Por otra parte, se da la paradoja de que, mientras la situacin econmica latinoamericana parece no estar

    tan comprometida por la crisis de reconfiguracin capitalista que hoy afecta a Europa, la actitud de los

    grandes grupos concentrados transnacionales que operan en la regin se orienta en funcin de las recetas

    que se prescriben para Europa. De este modo, en Argentina se suspenden y despiden trabajadores, as como

    se recortan salarios y expectativas preventivamente, al mismo tiempo que escribimos este trabajo, mientras

    no existen razones objetivas para ello.

    V. NUEVOS Y ANTIGUOS ACTORES LABORALES: LA CLASE QUE VIVE DE SU TRABAJO VUELTA A

    INTERROGAR POR LOS CAMBIOS EN LOS PROCESOS DE PRODUCCIN

    El modelo del asalariado universal, contratado por tiempo indeterminado, predominantemente obrero,

    industrial y masculino, se transform radicalmente con el pasaje al post-fordismo.

    Sealbamos en nuestro artculo de 1995 la indudable tendencia al aumento de la participacin de la

    mujer, y de jvenes y nios y que

    este proceso de feminizacin del empleo no obedecera centralmente al mejoramiento de las oportunidadesde insercin laboral para las mujeres; sino que, por el contrario, se vera impulsado por la necesidad de

    ampliar los ingresos del grupo familiar frente al creciente deterioro de las remuneraciones(Bialakowsky y

    Hermo, 1995).

    Notbamos, tambin, que se operan tendencias aparentemente contradictorias, porque al mismo tiempo

    que se produjo un incremento de la participacin femenina y juvenil en la Poblacin Econmicamente Activa

    (PEA), tambin se increment la subocupacin y, en especial, la desocupacin entre mujeres y jvenes; lo

    que implic un aumento de la precarizacin del conjunto de la masa laboral.

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    Lo de aparente contradiccin comienza a quedar ms claro cuando hacamos referencia a la necesidad de

    analizar esta modulacin de la poblacin activa en funcin de tres procesos convergentes: el de

    terciarizacin de la economa (crecimiento del sector servicios); el de la flexibilizacin laboral y, en tercer

    lugar, el de la tercerizacin o subcontratacin (Bialakowsky y Hermo, 1995).

    En efecto, se advierte entonces que son las mujeres, los jvenes y los nios, que haban sido excluidos de la

    obligacin de trabajar por necesidad no en todos los pases ni en todos los momentos-, durante buena

    parte de la vigencia de los aos dorados del fordismo, los que son reintroducidos forzadamente al

    mercado laboral ante la imposibilidad de asegurar los ingresos suficientes para su familia con un solo

    empleo. Es necesario subrayar lo de reintroducidos porque como ya hemos sealado, la excepcionalidad la

    constituye el fordismo: antes y despus se registra trabajo femenino, juvenil e infantil. No slo por

    abaratamiento del salario y consecuente necesidad de ms ingresos vitales, sino tambin, para el caso que

    nos ocupa en el post-fordismo, como consecuencia de una estrategia deliberada de reemplazo de una fuerza

    laboral sindicalizada, con memoria organizativa de resistencia y, por ende, conflictiva real o potencialmente,

    por otra ms dcil y disciplinable en las nuevas formas regulatorias.

    Este tipo de modulacin poblacional no fue la nica. Decamos ms arriba que es necesario rescatar la

    geopoltica de las poblaciones trabajadoras y su fluctuacin transnacional como un tipo de modulacin

    necesaria para comprender ms acabadamente el mundo laboral. Y es necesario rescatarlo ahora porque

    estas estrategias de remplazo del asalariado universal, obrero, masculino, industrial y sindicalizado se

    volvieron concurrentes y slo a partir de comprender esto podremos entender por qu un obrero

    sindicalizado en cualquier pas pudo ser remplazado por un nio en otro punto del planeta; vg. el conocido

    ejemplo de Nikecerrando sus fbricas en EEUU y trasladando su produccin tercerizada y subcontratada a

    factoras que trabajan a faonen Filipinas, empleando a mujeres y nios. Este tipo de modulaciones, cada

    vez ms frecuentes en el mundo, debe ser incorporado como elemento de anlisis clave para entender,

    incluso, micro conflictos laborales. Ya no importa el tamao de la empresa medido por cualquiera de los

    parmetros habituales (cantidad de trabajadores ocupados ms habitualmente), sino en qu tipo de cadena

    macroproductiva se ubica.

    Afirmar esto, permite rescatar la dimensin del poder y la dominacin como elemento necesario para la

    organizacin de las relaciones de produccin, no slo en la abstraccin de la dominacin de una clase sobre

    otra, sino en lo concreto del mbito del proceso laboral cotidiano. Por supuesto, esto tambin tiene

    consecuencias sobre el poder relativo de las organizaciones sindicales, que vieron mermar el nmero de sus

    afiliados por estos procesos de sustitucin de mano de obra, tanto por parte de estos nuevos trabajadores

    mujeres y jvenes, como por el traslado fuera de las fronteras nacionales (offshore) de toda o una parte de

    la cadena productiva, incluso con formas de esclavitud o servidumbre.

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    El crecimiento del sector servicios es otro espacio para impulsar el crecimiento de la participacin de

    mujeres y jvenes en la PEA. Como ya haba sealado tempranamente Sassen (1999), una buena parte de

    estos servicios son servicios a la produccin y stos son los ms relevantes para comprender el nuevo rol de

    las ciudades globales, pero la otra parte del crecimiento est dada por los servicios personales, que aparecen

    como parte del proceso de expansin de las clases medias y del nuevo rol del consumo como eje

    estructurante (Sassen, 2010; Bauman, 2003). Muchos de estos servicios personales, tambin estn ligados a

    las fluctuaciones migratorias y a la posibilidad de conseguir desde esclavas/os sexuales modernos/as?

    adems de esclavas domsticas reclutadas en frica, en Asia y en Amrica Latina en proporciones an

    alarmantes- hasta pedicuras, peluqueras/os, mozos, y toda clase de ocupaciones ligadas al proceso de

    gentrificacindel que hablaba Sassen (1999), pasando por la ampliacin de esferas de economas ilegales

    como las del narcotrfico, los secuestros y el trfico de armas, que tambin emplean a jvenes e incluso

    nios/as, en algunos casos mayoritariamente. Hay que decir, adems, que la sociologa del trabajo ha

    ignorado sistemticamente este costado oscuro del mundo laboral, siendo que la circulacin de

    mercancas, capital y trabajadores/as integra sin ninguna duda la economa legal con la ilegal, distribuyendo

    para algunos funciones de trabajadores asalariados en blanco en compaas navieras que hacen cruceros de

    lujo, mientras que otros empleados por los mismos patrones venden drogas en las calles de Npoles,

    cultivan hachs en Tnez o custodian personas y empresas del mismo grupo econmico, para slo hacer

    mencin a un conocido caso de integracin de negocios ilegalesy legales.

    Debemos considerar de otra forma el trabajo de unos y otros empleados de los mismos patrones? Y si la

    respuesta es afirmativa, cules son los elementos a considerar?

    Antes de volver sobre esta pregunta, que tendr que ser considerada epistemolgicamente y con

    consecuencias metodolgicas y en la praxis de la sociologa laboral -a la luz de todo lo dicho-, se impone

    regresar sobre los actores laborales clsicos y, en particular, sobre su forma de organizacin por excelencia:

    el movimiento obrero organizado.

    Sostenamos en nuestro artculo de 1995 que se avizoraban nuevas formas de articulaciones sindicales e,

    incluso, nuevas formas de organizacin de los trabajadores. Sealbamos la emergencia de lo que

    denominamos articulaciones de resultados y articulaciones ciudadanas, pero tambin de articulaciones

    de integracin para referirnos al solidarismo, que en los 90 pareca haber cobrado cierta fuerza en parte de

    Centroamrica, especialmente.

    El punto de partida de la constitucin de los sindicatos como actores relevantes e imposibles de ser

    soslayados por el capital, ms all de la rica y larga historia de lucha de los trabajadores en forma previa, nos

    retrotrae nuevamente a los treinta gloriosos. Fue entonces que se produjo en buena parte del mundo la

    etapa de mayor apogeo de las organizaciones sindicales institucionalizadas, la extensin de la sindicalizacin

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    a sectores de trabajadores no industriales y el reconocimiento al rol de interlocutor necesario y privilegiado

    para lo que se defina como relaciones del trabajo o relaciones laborales, tanto en el plano de la

    empresaes decir, la aceptacin del empleador de esta situacin-, como en la formalizacin por un sistema

    de regulacin que posea como otros vrtices del tringulo al capital y al Estado para el desarrollo de

    negociaciones colectivasparitarias- como forma dominante de expresin y resolucin de conflictos.

    Para Amrica Latina, esto signific que en:

    Las dcadas posteriores a la postguerra implicaron, especialmente en los pases con estructuras productivas

    ms desarrolladas e industrializadas de Amrica Latina, junto con el auge del modelo fabril industrialista,

    la configuracin de un sindicalismo de masas, y de una cultura laboral reivindicativa, de modo congruente

    con las lneas homogeneizadoras que la relacin salarial instituye(Bialakowsky y Hermo, 1995) .

    Los hechos fundadores que reseamos anteriormente, transformaron profundamente esa realidad, dando

    nacimiento a las nuevas articulaciones que sealamos en 1995, pero tambin a un intento de continuidad

    del antiguo estilo de organizacin sindical y el juego del poder sobre la masa laboral y las propias fuerzas

    contenidas en la fuerza del trabajo. Cabe advertir que estas nuevas articulaciones sindicales funcionan como

    tipos puros ideales que no tienen por qu ser contradictorios y excluyentes en la realidad, pudiendo

    convivir ms de una de estas articulaciones en un sector sindical concreto.

    Comencemos por sealar un tipo de articulacin del que no hablamos en 1995, porque recin comenzaba a

    esbozarse en el escenario profundamente transformado de aquel entonces. Nos referimos a lo que

    denominaremos como articulaciones de resistencia, en las que de modo implcito o explcito se parta de la

    base que la postmodernidad y la hegemona de las polticas neoliberales constituan slo una tormenta

    pasajera que era necesario atravesar para volver a los reclamos y obtener lo mismo que se haba

    conseguido en los aos de integracin socialdemcrata. Mientras tanto, la consigna consista en resistir lo

    mejor que se pudiera conservando el empleo, sin analizar que las transformaciones de la modernidad

    lquida colocaban en entredicho la ilusin de un capitalismosocialy, por ende, la misma posibilidad de que

    al final del cataclismo pudiera ser reconstruido de alguna manera.

    En esta relectura, desde el presente, parece evidente que el solidarismo ha quedado reducido a los

    estrechos lmites de Costa Rica y, en menor medida, Guatemala, sin siquiera hacer pie ms fuertemente en

    otros pases vecinos, con lo que prcticamente se ha vuelto irrelevante para nuestro anlisis. Esto no

    significa que las articulaciones de integracin hayan desaparecido o no sean relevantes, pero han pasado a

    ser prcticas desarrolladas a veces por los mismos sindicatos, que renunciaron a toda confrontacin y se

    asociaron con algunas empresas o patronales de sectores para mejorar la posicin institucional y econmica

    del propio sindicato a cambio de garantizar la paz social del sector. Y otras veces por el desarrollo de

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    sindicatos y clubes de empresa, presuntamente independientes de la misma, pero formando parte de

    estrategias para asegurar una integracin no conflictiva.

    Se han consolidado las articulaciones de resultados que decamos que se trata de una construccin tanto

    de respuestas pragmticas como la redefinicin de un nuevo tipo de actor sindical.

    De una diversidad de innovaciones que el sindicalismo de resultados plantea rescataremos tres:

    o la capacidad de inversin en el desarrollo de propuestas programticas ,

    o la intencin de discutir en el marco de la democracia la poltica fiscal y,

    o el impulso a pequeos empresarios y el fortalecimiento de cooperativas

    (Bialakowsky y Hermo, 1995).

    Cabe sealar que esto ha tenido una enorme variacin de posibilidades, incluyendo la reconversin de

    organizaciones sindicales en estructuras empresariales, el acompaamiento de privatizaciones, la asociacin

    con otros actores productivos, etc. En cualquier caso, lo que resulta comn a estas distintas posibilidades es

    una reconversin del rol sindical, aceptando la vigencia de un orden impuesto por el capital y que no es

    posible de ser discutido en sus grandes lneas.

    Tambin se han consolidado las articulaciones ciudadanas, que afirmbamos que se basan en

    acuerdos interpartidarios e intersectoriales que recogen y amplan los derechos ciudadanos y civiles como

    plataforma para redisear conflictos. Lo notable, en esta lnea de implicacin democrtica, resulta de esta

    percepcin post autoritaria en la que muchos sindicalismos de masas no asociaban (Bialakowsky y Hermo,

    1995).

    Plantebamos, tambin que

    nuevas formaciones tambin pueden encontrarse entre las organizaciones no gubernamentales y las nuevas

    articulaciones laborales. En este caso esta integracin hace que trabajadores difcilmente sindicalizables

    creen organizaciones mixtas, por ejemplo entre trabajadores temporeros y migrantes (Bialakowsky y

    Hermo, 1995).

    Y ste ha resultado uno de los principales espacios de estas articulaciones ciudadanas, que recogiendo

    tradiciones tan antiguas y ricas como las del cartismo ingls del siglo XIX (casi nunca explcitamente), han

    servido como espacio privilegiado para la expresin de los nuevos actores laborales no incluidos en el

    sindicalismo tradicional.

    Anticipbamos que

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    Estas nuevas formaciones, no aparecen fuera de contexto del sistema, lo construyen desde un lugar

    alternativo, quizs no en sus lneas dominantes sino en un entrecruzamiento con ellas. La alteracin en la

    posicin de los actores se produce en una variedad de campos: en la concepcin del poder que relaciona lo

    micro y lo macrosocial, las posibilidades discursivas para la construccin de actores laborales, la lgica del

    conflicto desde un enfoque no violento gandhiano, la concepcin de una historia an abierta (Bialakowsky y

    Hermo, 1995).

    Y lo anticipbamos, de algn modo, porque las nuevas realidades de los movimientos piqueteros de la

    Argentina, de los cocaleros en Bolivia, de los indgenas zapatistas en Mxico y de otros nuevos movimientos

    sociales que emergieron a la luz en los 90, recin comenzaban a conformarse y hacerse visibles al momento

    de escribir nuestro artculo. Y por aquellos aos, la presencia de estas nuevas realidades comenzaba a

    hacerse visible slo en Amrica Latina con mayor nitidez, mientras que hacia fines de los 90 y en la primera

    del siglo XXI, se han visto innumerables movimientos con estas caractersticas en diversas partes del mundo

    y, de manera aparentemente sorpresiva, incluso en los pases del centro.

    La crisis social de 2001-2002, hecho fundador consignado, tambin trajo aparejada una autntica aspersin

    de movimientos de nuevo cuo y de raigambres histricas inesperadas para los tericos: nuevos

    emprendimientos productivos, reconversin de empresas recuperadas por sus trabajadores, redes de

    trueque e intercambio, as como de comercio justo, organizaciones centradas en el hbitat y la vivienda que

    reconocan el carcter de trabajadores de sus miembros y una policroma de movimientos que no puede

    researse en este artculo, pero resulta necesario referir como ejemplos de estas articulaciones ciudadanas

    de nuevo tipo.

    Finalmente, las articulaciones de resistencia que mencionbamos ms arriba, han tenido nuevos bros a

    partir de hechos contradictorios: por un lado el fenmeno del resurgimiento de los movimientos y gobiernos

    populares latinoamericanos, que implicaron una traccin para una vuelta de pgina con respecto a las

    polticas gubernamentales neoliberales y contribuyen a colocar un horizonte de salida de la tormenta y;

    por otro, la reciente crisis europea con ajustes, despidos, nuevos proceso de privatizaciones y reconversin

    laboral, que incluyen dejar atrs conquistas histricas como la estabilidad laboral de los empleados pblicos.

    Ante estas nuevas situaciones de embate neoliberal que arriban ahora a playas de los pases centrales y

    amenazan de manera directa a quienes se sentan a salvo de ese tipo de polticas, recomendadas para los

    pases perifricos en el pasado reciente, se han intensificado tanto estas articulaciones de resistencia como

    las ciudadanas, ya que como sealramos, no implican contradiccin y pueden solaparse dos o ms de este

    tipo de articulaciones.

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    VI. RECAPITULACIN Y CONCLUSIONES: ALGUNAS PROPUESTAS EPISTEMOLGICAS Y

    METODOLGICAS

    Hemos intentado un dilogo entre un artculo que escribimos hace ms de quince aos y la realidad actual y

    de estos aos pasados porque creemos que habamos planteado correctamente algunas caractersticas de

    las transformaciones que se venan produciendo y se avecinaban para el mundo del trabajo de la mano de la

    reconversin del capitalismo y cmo esta situacin pona en tela de juicio las herramientas conceptuales

    utilizadas por la sociologa laboral.

    En este trilogo entre nuestro artculo original, lo que sucedi luego o de modo contemporneo a 1995 y

    la relectura que hacemos de estos procesos en el presente, hemos incorporado nuevas categoras y

    modificado parcialmente otras. Tambin hemos intentado en este presente, abarcar una lectura crtica que

    parta de la realidad argentina y latinoamericana desde dnde nos posicionamos, pero pretenda contribuir a

    dar cuenta de estas nuevas realidades en escala planetaria.

    As, hemos mantenido la conceptualizacin de hechos fundadores para referirnos a aquellos momentos

    significativos para la reconversin del capitalismo, del mundo del trabajo y de los propios actores que se

    encuentran en los procesos sociales de trabajo.

    Al hacerlo, hemos modificado parcialmente su descripcin, incorporando de modo diferenciado el fin del

    socialismo real, por sus consecuencias globales y tambin para la regin y hemos aadido uno posterior con

    el giro latinoamericano post-neoliberal despus de la crisis de 2001-2002.

    En resumen, los hechos fundadores de esta nueva realidad son:

    1. El fin de los aos dorados del fordismo y el comienzo del laboratorio sudamericano del

    neoliberalismo con las dictaduras militares y su aplicacin salvaje de la doctrina del shock para

    quebrar a la clase trabajadora y sus expresiones organizadas, continuado con la primera fase del

    desmantelamiento de los estados benefactores y el keynesianismo.

    2. La flexibilizacin de hecho y la instauracin de polticas de recorte y ajuste estructural que

    continuaron la tarea de desmantelamiento de los estados benefactores y aceleraron la precarizacin

    laboral.

    3.

    El golpe final a la ilusin de un sistema alternativo al capitalismo que signific la cada del Muro de

    Berln y la disolucin de la Unin Sovitica.

    4. La formalizacin de la informalidad y la instauracin de un nuevo orden mundial legitimado y

    consolidado que se expresa en la adopcin del Consenso de Washingtoncomo mayor expresin de la

    hegemona del pensamiento nico neoliberal, lo que supuso, tambin la culminacin del

    desmantelamiento de los restos que an quedaban de estados benefactores en Amrica Latina, con

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    privatizaciones, achicamiento de los aparatos estatales, reconversiones de los sistemas de seguridad

    social, sanitarios y educativos, como algunas de las principales caractersticas.

    5. La emergencia de un nuevo tiempo post-neoliberal como consecuencia de la crisis latinoamericana

    de 2001-2002, con caractersticas contradictorias para Amrica Latina y para los pases centrales,

    donde la crisis se ha manifestado con mayor magnitud desde 2008 hasta el presente, pero dnde

    pareciera haberse reconstituido algn nivel de capacidad de resistencia y construccin de

    alternativas al orden neo-liberal, an sin posibilidad de hacer pronsticos al respecto.

    Con respecto a las nuevas articulaciones laborales, nuestra revisin nos permiti verificar la continuidad de

    los tres tipos que habamos identificado, incluyendo la mutacin de una y la emergencia de una cuarta. Son

    ellas:

    1.

    Las articulaciones de integracin, en las que el peso relativo que pareca tener el solidarismo decayy surgieran nuevas expresiones de este tipo de articulaciones.

    2.

    Las articulaciones de resultados, caracterizadas por una reconversin flexible de las organizaciones

    sindicales y de sus principios, aunque coincidiendo con las de integracin en aceptar el dominio y

    primaca del capital y la renuncia a poner este hecho en contradiccin.

    3. Las articulaciones ciudadanas, en las que se tomaba nota de la transformacin de la clase

    trabajadora y de la emergencia de nuevos actores y nuevas demandas de la clase que vive de su

    trabajo.

    4.

    Las articulaciones de resistencia, como expresin de la continuidad de ciertos estilos clsicos del

    movimiento obrero, pero adaptados a una nueva realidad en la que se intentaba (e intenta) frenar

    los avances del neoliberalismo y el capital globalizado.

    Como corolario de este artculo y habiendo hecho una revisin de los obstculos epistemolgicos que ha

    venido enfrentando la sociologa laboral para dar cuenta de lo que se supone debe ser su objeto de estudio,

    las dimensiones ausentes en la mayor parte de los estudios de las ciencias sociales del trabajo y cmo las

    nuevas realidades de esta fase ms expansiva del capitalismo han contribuido a poner en cuestin los

    enfoques tradicionales en la disciplina, se hace necesario conceptualizar los aspectos en los que deben

    centrarse las ciencias sociales del trabajo desde nuestra perspectiva.

    Esto implica rescatar, tambin, muchos de los elementos clsicos de la sociologa del trabajo, a condicin de

    haber realizado la crtica que hemos hecho aqu, es decir que la fusin terica y su historicidad no impidan

    sino promuevan su resignificacin, incluso su reversin terica.

    As, en primer trmino, encontramos de la mayor relevancia para la disciplina, el carcter transformador de

    la naturaleza y de la sociedad del propio trabajo, caracterstica que no es slo propia del trabajo capitalista,

    pero que no debe perderse de vista desde una lectura crtica. Planteos recientes como los de Sennett (2006),

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    han vuelto a poner el foco sobre el tipo particular de relacin que supone el trabajo como transformador de

    la realidad circundante y las exigencias, padecimientos y satisfacciones que eso ocasiona a los humanos en

    su rol artesanal, para utilizar el concepto revalorizado por Sennett.

    Por supuesto, en segundo trmino se encuentra el estudio de la organizacin de los procesos laborales,retomando una labor necesaria para comprender mejor los fenmenos que se expresan en el momento

    mismo del proceso de trabajo. Claro que esto debe implicar una lectura atenta no slo de las tecnologas de

    las formas organizativas del trabajo, paso inevitable de este anlisis, sino tambin de los actores implicados

    en el proceso y de un conjunto de factores asociados que deben ser interpretados de manera conexa.

    Nos referimos a que la organizacin del trabajo es una caracterstica que, en el modo de produccin

    capitalista corresponde a la esfera de la direccin del proceso, por ende a una funcin propia atribuida como

    inalienable del capital, pero que es puesta en discusin por diversas y conflictivas formas como parte de lalucha de clases que se libra alrededor de la aceptacin o no del dominio del capital y de la disputa para

    afirmar la legitimidad de la dominacin de la clase capitalista. Ntese que ello implica introducir al interior

    mismo del establecimiento productivo (fabril o de servicios, real o virtual, localizado en un solo lugar o en

    varios, etc.) la categora de dominacin, la lucha por su legitimidad o, dicho, en trminos gramscianos, la

    disputa por la hegemona. Por supuesto, esto no implica decir que es slo al interior del proceso de trabajo

    que se verifica esta disputa, pero s implica considerar esta querella por la aceptacin, atenuacin o negacin

    del dominio que ejerce el capital tambin en el interior mismo del proceso de trabajo. Para citar un solo

    ejemplo, el rol de los directores obreros o la capacidad de negociacin sindical (o del colectivo implicado

    directamente) sobre el proceso de trabajo, cobra una dimensin distinta al ser considerado de esta forma.

    Vinculado con esto, se abre todo un captulo ligado al trabajo como produccin de excedente y apropiacin

    del mismo, vital para el modo de produccin capitalista, pero que introduce la necesaria rediscusin de la

    teora del valor marxista, que en parte ya fuera abierta por el neomarxismo italiano (Sraffa, 1996; Virno,

    2003; Hardt y Negri, 2002; Lazzaratto, 2006) y por otros autores (como Garca Linera, 2009), para

    comprender el lugar del trabajo como dispositivo que sigue ocupando un lugar central -a pesar de sus

    mutaciones- para entender la continuidad del dominio del capital y las posibles encrucijadas que se

    plantean. En particular, el hecho de que la predominancia creciente del trabajo inmaterial (Virno, 2003;

    Hardt y Negri, 2002; Hermo y Wydler, 2006) y el nuevo rol del conocimiento en la fase globalizada del

    capitalismo (Hermo y Pittelli, 2008), obligan a repensar el cmo se produce el valor, de qu manera se pone

    en juego el plusvalor, cmo se deben entender las acumulaciones originarias en trminos de hiper

    depredaciones peridicas y no slo originarias, as como los constantes movimientos hacia la conversin de

    las nuevos cercamientos de tierras comunes en zonas del dominio del capital, lo que implica

    necesariamente nuevos trabajos, que deben comprenderse en estos contextos.

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    Son estas nuevas situaciones las que vuelven imprescindible conceptualizar los procesos de cooperacin

    (desptica en trminos clsicos, Bialakowsky y Antunes, 2009), hoy en da cada vez ms efectuado a travs

    de redes, lo que implica consecuencias tanto para los procesos productivos (de bienes y servicios),

    estructurados en cadenas productivas, como nuevos fenmenos de produccin de subjetividad y

    construccin de colectivos. Otros elementos centrales a considerar desde las ciencias sociales del trabajo,

    son los planteos sobre la conciencia (de clase) y el intelecto colectivo, el generalintellect, que concierne a la

    apropiacin de las fuerzas productivas, pero tambin a un replanteo epistemolgico del pesar y de la praxis

    sociolgica en el entramado social.

    Por supuesto, esto tambin lleva a considerar la actualidad de la cuestin sindical y de los nuevos

    protagonistas, incluidos los intelectuales y estudiantes como en Chile, Per y Mxico, que han reemergido

    para colocar en debate las imposiciones polticas a los procesos sociales de trabajo, en planos que abarcan

    las relaciones sociales en la produccin, la de construccin de colectivos y las subjetividades en la

    resistencia.

    Finalmente, se abre un espacio tambin para el anlisis de los fenmenos de padecimiento objetivo y

    subjetivo en el trabajo, lo que en el extremo implica la guetificaciny extincin de poblaciones, lo que ya ha

    sucedido en el pasado y no ha sido integrado como parte de los procesos de sociales de trabajo, siendo que

    no se trata de excepcionalidades, errores o excesos sino, en muchos casos, son elementos constitutivos de la

    violencia en acumulaciones originarias reinstaladas que abarcan pruebas al canto en Latinoamrica-

    regiones e incluso estados, cara y contracara de los anlisis emprendidos y siempre a recomenzar.

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