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BIBLIOGRAFÍA timo argumento el del lenguaje privado). Von Savigny parte de un pa- rágrafo de las Investigaciones (§249) en el que Wittgenstein se pre- gunta si podemos pensar que un bebé finge que sonríe. La respuesta negativa que atribuye a Wittgenstein se apoya en la consideración que convencionalmente tenemos de los bebés. Von Savigny intenta establecer a través de diversos argumentos que, en las Investigaciones, esta convencionalidad es generalizable a cualquier hecho psicológico. Bouveresse comenta las críticas de Wittgenstein a La rama dorada de Frazer, que ponen de relieve dos visiones radicalmente diferentes de la antropología. En lugar de buscar una explicación a las prácticas ritua- les desde la posición histórica del antropólogo como hace Frazer, Wittgenstein propone afrontar esas posibilidades que parecen extra- ñas para ver cómo debe uno reaccionar ante ellas. Ferrater Mora se centra en el pensamiento estético de Wittgenstein, especialmente del segundo Wittgenstein. Con el abandono de la teoría figurativa del lenguaje, la estética, al igual que las otras vertientes de la filosofía, ya no es considerada una disciplina, lo que tiene por consecuencia la prescripción de evitar los términos altisonantes (e.g. "bello") en el dis- curso estético y de poner freno al "ansia de generalidad". Ferrater Mora explora cómo se ven afectados los juicios estéticos con la asun- ción de ese punto de partida que les garantiza un espacio y una liber- tad mayores. Joan Pagés Winch, Peter: Comprender una sociedad primitiva, Paidós I.C.E./U.A.B., Barcelona, 1994,167 págs. Los intereses editoriales hacen de vez en cuando que sucedan co- sas semejantes con libros que poseen cierta relevancia para la com- prensión de los status questionis en la actualidad. Es el caso de estos cuatro ensayos de Peter Winch que aparecen treinta años más tarde de su publicación en inglés y que se consideran ya canónicos para la an- tropología social, la sociología del conocimiento y para la teoría del co- nocimiento en sus soluciones al relativismo cognitivo y cultural. Por otro lado, la versión que publica Paidós es la traducción de Nicolau y Llorens que ya ha corrido durante años en la Universidad de Valencia bajo la tutela de Nicolás Sánchez, quien aparece en un modesto cargo de revisor técnico. La introducción está realizada por Salvador Giner, director del Instituto de Estudios Sociales Avanzados, y catedrático de Sociología en la Universidad Pompeu Fabra. Giner se ve de manera in- mediata en la necesidad de definirse en contra de Winch y a favor del humanismo europeo tradicional: para él, su posición se reduce en de- finitiva a la de un relativismo extremo y un escepticismo sin salvación, 499

BIBLIOGRAFÍA - Universidad de Navarradadun.unav.edu/bitstream/10171/54204/1/31401-89069-1-PB.pdfBouveresse comenta las críticas de Wittgenstein a La rama dorada de Frazer, que ponen

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  • BIBLIOGRAFÍA

    timo argumento el del lenguaje privado). Von Savigny parte de un pa-rágrafo de las Investigaciones (§249) en el que Wittgenstein se pre-gunta si podemos pensar que un bebé finge que sonríe. La respuesta negativa que atribuye a Wittgenstein se apoya en la consideración que convencionalmente tenemos de los bebés. Von Savigny intenta establecer a través de diversos argumentos que, en las Investigaciones, esta convencionalidad es generalizable a cualquier hecho psicológico. Bouveresse comenta las críticas de Wittgenstein a La rama dorada de Frazer, que ponen de relieve dos visiones radicalmente diferentes de la antropología. En lugar de buscar una explicación a las prácticas ritua-les desde la posición histórica del antropólogo como hace Frazer, Wittgenstein propone afrontar esas posibilidades que parecen extra-ñas para ver cómo debe uno reaccionar ante ellas. Ferrater Mora se centra en el pensamiento estético de Wittgenstein, especialmente del segundo Wittgenstein. Con el abandono de la teoría figurativa del lenguaje, la estética, al igual que las otras vertientes de la filosofía, ya no es considerada una disciplina, lo que tiene por consecuencia la prescripción de evitar los términos altisonantes (e.g. "bello") en el dis-curso estético y de poner freno al "ansia de generalidad". Ferrater Mora explora cómo se ven afectados los juicios estéticos con la asun-ción de ese punto de partida que les garantiza un espacio y una liber-tad mayores.

    Joan Pagés

    Winch, Peter: Comprender una sociedad primitiva, Paidós I.C.E./U.A.B., Barcelona, 1994,167 págs.

    Los intereses editoriales hacen de vez en cuando que sucedan co-sas semejantes con libros que poseen cierta relevancia para la com-prensión de los status questionis en la actualidad. Es el caso de estos cuatro ensayos de Peter Winch que aparecen treinta años más tarde de su publicación en inglés y que se consideran ya canónicos para la an-tropología social, la sociología del conocimiento y para la teoría del co-nocimiento en sus soluciones al relativismo cognitivo y cultural. Por otro lado, la versión que publica Paidós es la traducción de Nicolau y Llorens que ya ha corrido durante años en la Universidad de Valencia bajo la tutela de Nicolás Sánchez, quien aparece en un modesto cargo de revisor técnico. La introducción está realizada por Salvador Giner, director del Instituto de Estudios Sociales Avanzados, y catedrático de Sociología en la Universidad Pompeu Fabra. Giner se ve de manera in-mediata en la necesidad de definirse en contra de Winch y a favor del humanismo europeo tradicional: para él, su posición se reduce en de-finitiva a la de un relativismo extremo y un escepticismo sin salvación,

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  • BIBLIOGRAFÍA

    en la medida en que Winch considera imposible la tarea de comprender la acción social de culturas extrañas a la nuestra. Esta actitud conduce para Giner a un "agnosticismo epistemológico extraordinario, y tal vez, por una senda descarriada a justificar posiciones existencialistas" (p. 21). Giner quiere jugar en esa batalla contra el agnosticismo a favor de los "universalistas", aquellos que pelean a favor de los derechos inalie-nables de la persona y la naturaleza humana en cuanto tal, aunque confiesa, a pesar de todo, que las expresiones universalistas no tienen el monopolio de la capacidad de engendrar valores universales. Quien conozca la filosofía de Peter Winch probablemente pasará de largo esta introducción; a quien no la conozca le sería de interés comprobar en las páginas siguientes de Winch si se merecía esa presentación. De cualquier manera, la simplificación del problema en la metáfora de una contienda universalistas versus relativistas no parece la más adecuada.

    "Comprender una sociedad primitiva" es el primero de los ensayos que abren la serie sobre el relativismo cognitivo y cultural. Ya es co-nocido que Winch inicia el artículo haciendo una aguda crítica a la in-terpretación de Evans-Pritchard de la institución de los oráculos entre los azande. La crítica de Winch presenta las mismas características que la de Wittgenstein a la Rama Dorada de Frazer. A continuación, esta-blece sus diferencias con Maclntyre en sus artículos "Is understanding religión compatible with believing?" y "A mistake about causality in social science". Maclntyre sigue cayendo en el mismo error que Pritchard al considerar un tipo de racionalidad etnocentrista. Winch da por demostrado, y quizá por eso haya sido tachado de relativista, que no podemos hacer que las cosas se nos presenten a nosotros tal como se aparecen en una sociedad ajena a la nuestra y que, por tanto, el in-tento de comprensión de la institución mágica sólo podría llevarse a cabo haciendo una ampliación de nuestro concepto de racionalidad. Pero quiere establecer, al mismo tiempo, las bases y los límites de la comprensión intercultural. Los ritos mágicos poseen una carácter inte-ligible de por sí y en la medida en que se ven conectados con la vida azande en su significación y como totalidad: toda sociedad humana posee sus criterios de racionalidad, a través de la cual dota de sentido y valora su propia vida. Los puntos permanentes en los que ese con-cepto se pone en juego son, según la tríada elotiana, nacimiento, sexo y muerte. Winch desplaza el problema del relativismo cognitivo al re-lativismo moral, cierra con este artículo los pseudoproblemas que se habían desarrollado hasta su aparición y acuña la terminología en la que habrá de continuar la discusión sobre el relativismo. "Lenguaje, creencia y relativismo" es una discusión con Trigg sobre una de las consecuencias de Comprender una sociedad primitiva. Winch quiere mostrar que la gramática del lenguaje no constituye una teoría acerca de la realidad. Aunque el origen del asunto es wittgensteniano, su so-lución es original en la medida en que discute con un contemporáneo suyo y con la idea racionalista, también surgida de Pritchard, de que el

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  • BIBLIOGRAFÍA

    oráculo azande es una superstición que lleva consigo una imagen del mundo falsa o equivocada. Si se descalifica la tesis de que la gramática del lenguaje contenga una teoría acerca del mundo o un sistema de creencias, entonces las expresiones gramaticales no pueden quedar ra-tificadas ni refutadas por la manera en que el mundo es efectivamente (para nosotros o para ellos).

    En "Naturaleza y convención", Winch pone en duda la distinción popperiana entre hechos y decisiones, para dar su visión de la cono-cida dicotomía entre la lógica de las ciencias humanas y la de las cien-cias naturales. La idea de Winch es minar el prejuicio de que no hay normas en la conducta humana que permanezcan como puntos fijos repitiéndose en todas la culturas, así como la suposición de que la mo-ralidad tenga un carácter convencional, tesis a la Giner no presta quizá la debida atención en su introducción. El caso es que Winch argu-menta a favor de unos trascendentales transculturales que se cumplen en toda cultura respecto al lenguaje: por ejemplo, la veracidad aprió-rica de los enunciados del lenguaje o la idea de integridad necesaria en todas las instituciones culturales. "Naturaleza humana" es otro ataque contra Maclntyre, pero en este caso contra la idea expuesta en su Historia de la ética de la necesidad de determinar qué pertenece a la moral dentro de las necesidades humanas. Según Winch, si se mantiene que la misma naturaleza humana es algo cambiante y sus necesidades fluctúan continuamente, las necesidades no pueden funcionar como explicación de los códigos morales. Pero eso es el origen de un error al que hay que darle la vuelta. Lo que adscribimos a la naturaleza hu-mana no determina aquello a lo que podemos dar sentido o no; por el contrario, lo que podemos convertir en significativo precisa qué po-demos adscribir a la naturaleza humana. Y, por eso, el concepto de na-turaleza humana no es algo fijo sino móvil. Maclntyre intenta evitar las consecuencias relativistas de su propia argumentación en favor de la movilidad del concepto de naturaleza humana afirmando que lo que no es variable en la consideración de la naturaleza es que una moral in-teligible deba hacer posible la satisfacción de las necesidades cuando los actores se comportan como se les exige moralmente. Pero, dice Winch, este malabarismo de palabras puede sostenerse sólo en la me-dida que se esté dispuesto a vaciarlo de contenido. Para Winch, la dis-cusión sobre el criterio de la naturaleza humana respecto a la cuestión moral, es fértil y correcta en la medida que no zanja los problemas de una vez por todas.

    Pablo Arnau

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