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BIBLIOGRAFIA FERRATER MORA, JOSE: Diccionario de 7=ilosofía. Editorial Sudamericana. Buenos Aires. IV ed. 1958. 148 t ps., a tres columnas. La historia de esta obra tiene dos épocas: la que corresponde a las dos primeras edi- ciones y la de las dos últimas. Efectivamente, la tercera edición marca ya un enfoque y una amplitud de tal índole, que bien puede consi- derarse una obra nueva respecto a las dos anteriores. Sin embargo, entre la tercera edi- ción y la cuarta, objeto de la presente reseña, existen, dentro del mismo enfoque, muy nota- bles diferencias: 762 artículos absolutamente nuevos; se han ampliado 236; han recibido mo- dificaciones esenciales 189. Como remate de la obra, aparece un cuadro cronológico com- pleto de los filósofos de todos los tiempos. A éste sigue otro cuadro sinóptico en que se registran todos los términos, objeto de sendos artículos en el Diccionario, ordenados bajo tos siguientes epígrafes: "Metafísica y Onto- logía", "Filosofía de la Filosofía", "Concep- ción del mundo", "Lógica y Metalógica", "Fi- losofía del Lenguaje y Semiótica", "Teoría del Conocimiento", "Teoría de la Ciencia y Me- todología", "Filosofía de la Ciencia", "Filo- sofía de la Matemática", "Filosofía de la Na- turaleza", "Cosmologla", "Etica", "Estética", "Axiología", "Antropología Filosófica", "Filo- sofía del Espíritu", "Filosofía de la Historia y de la Cultura", "Sociología", "Filosofía de la Sociedad y del Derecho", "Filosofía de la Religión y Teología", "Psicología", "Religiones y Sectas", "Ciencias y Estudios Científicos", "Sistemas y Ramas Filosóficas", "Escuelas, Ten- dencias, Grupos, Círculos y Movimientos", "Períodos y Grupos de Filosofías" '" Aunque el prólogo lleva la fecha de agosto, 1956, apa- rece una Bibliografía complementaria en que se citan obras datadas en 1957. Por lo cual el Diccionario está completamente al día. La disposición de cada artículo no puede ser más objetiva y metódica. Alcanzar buen éxito en los artículos referentes a la Historia de la Filosofía y a los filósofos individual- mente considerados, no es tarea difícil; con seguir la corriente cronología, se hallará lógi- camente el orden y la claridad indispensables. La verdadera dificultad se presenta en los ar- tículos de conceptos. Aquí no cabe un método único para todos ellos; se impone un plan para cada uno por el cual el lector llegue a adquirir sólida información dentro de la máxi- ma claridad. Después de haber manejado el Diccionario por varios meses-única experien- cia para comprobar el hecho-, puedo asegurar que el A. ha conseguido plenamente aquel objetivo: primero, gracias a la magnífica ex- posición del concepto, y, luego, mediante las "llamadas" precisas y sustanciales por las que se amplía, sin enojosas repeticiones, la directa exposición de la materia. Dije que esta obra tenía dos épocas. Pues bien, la segunda, y muy señaladamente la cuarta edición se caracteriza por la inmensa atención prestada a la lógica y especialísima- mente a la logística. Lo que ocupaba un lugar secundario en las dos primeras ediciones, pue- de afirmarse que ahora centra por su amplitud y profundidad, la mayor y mejor parte de este Diccionario. Esto lo atribuyo al cambio de ambiente filosófico que el A. ha sufrido desde hace varios años con su estadía en la América del Norte. Además, ha venido última- mente publicando obras acerca de la lógica, muy apreciables. El logicismo de base neopo- sitivista ha sentado sus reales en las más pres- tigiosas Universidades norteamericanas: la tra- dición logicista, hoy muy explotada, que data de Pierce, la inmigración de las principales fi- guras del Círculo de Viena y las influencias muy determinantes de la filosofía inglesa ac- tual que sigue a Wittgenstein, han creado una corriente logicista fortísima, quizá la más sin- tomática, en la Filosofía contemporánea de los Estados Unidos de América. El A., no sólo se ha sustraído a esos extremos, sino que

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BIBLIOGRAFIA

FERRATER MORA, JOSE: Diccionario de 7=ilosofía. Editorial Sudamericana.Buenos Aires. IV ed. 1958. 148 t ps., a tres columnas.

La historia de esta obra tiene dos épocas:la que corresponde a las dos primeras edi-ciones y la de las dos últimas. Efectivamente,la tercera edición marca ya un enfoque y unaamplitud de tal índole, que bien puede consi-derarse una obra nueva respecto a las dosanteriores. Sin embargo, entre la tercera edi-ción y la cuarta, objeto de la presente reseña,existen, dentro del mismo enfoque, muy nota-bles diferencias: 762 artículos absolutamentenuevos; se han ampliado 236; han recibido mo-dificaciones esenciales 189. Como remate dela obra, aparece un cuadro cronológico com-pleto de los filósofos de todos los tiempos.A éste sigue otro cuadro sinóptico en que seregistran todos los términos, objeto de sendosartículos en el Diccionario, ordenados bajotos siguientes epígrafes: "Metafísica y Onto-logía", "Filosofía de la Filosofía", "Concep-ción del mundo", "Lógica y Metalógica", "Fi-losofía del Lenguaje y Semiótica", "Teoría delConocimiento", "Teoría de la Ciencia y Me-todología", "Filosofía de la Ciencia", "Filo-sofía de la Matemática", "Filosofía de la Na-turaleza", "Cosmologla", "Etica", "Estética","Axiología", "Antropología Filosófica", "Filo-sofía del Espíritu", "Filosofía de la Historiay de la Cultura", "Sociología", "Filosofía dela Sociedad y del Derecho", "Filosofía de laReligión y Teología", "Psicología", "Religionesy Sectas", "Ciencias y Estudios Científicos","Sistemas y Ramas Filosóficas", "Escuelas, Ten-dencias, Grupos, Círculos y Movimientos","Períodos y Grupos de Filosofías" '" Aunqueel prólogo lleva la fecha de agosto, 1956, apa-rece una Bibliografía complementaria en quese citan obras datadas en 1957. Por lo cualel Diccionario está completamente al día.

La disposición de cada artículo no puedeser más objetiva y metódica. Alcanzar buenéxito en los artículos referentes a la Historiade la Filosofía y a los filósofos individual-

mente considerados, no es tarea difícil; conseguir la corriente cronología, se hallará lógi-camente el orden y la claridad indispensables.La verdadera dificultad se presenta en los ar-tículos de conceptos. Aquí no cabe un métodoúnico para todos ellos; se impone un planpara cada uno por el cual el lector llegue aadquirir sólida información dentro de la máxi-ma claridad. Después de haber manejado elDiccionario por varios meses-única experien-cia para comprobar el hecho-, puedo asegurarque el A. ha conseguido plenamente aquelobjetivo: primero, gracias a la magnífica ex-posición del concepto, y, luego, mediante las"llamadas" precisas y sustanciales por las quese amplía, sin enojosas repeticiones, la directaexposición de la materia.

Dije que esta obra tenía dos épocas. Puesbien, la segunda, y muy señaladamente lacuarta edición se caracteriza por la inmensaatención prestada a la lógica y especialísima-mente a la logística. Lo que ocupaba un lugarsecundario en las dos primeras ediciones, pue-de afirmarse que ahora centra por su amplitudy profundidad, la mayor y mejor parte deeste Diccionario. Esto lo atribuyo al cambiode ambiente filosófico que el A. ha sufridodesde hace varios años con su estadía en laAmérica del Norte. Además, ha venido última-mente publicando obras acerca de la lógica,muy apreciables. El logicismo de base neopo-sitivista ha sentado sus reales en las más pres-tigiosas Universidades norteamericanas: la tra-dición logicista, hoy muy explotada, que datade Pierce, la inmigración de las principales fi-guras del Círculo de Viena y las influenciasmuy determinantes de la filosofía inglesa ac-tual que sigue a Wittgenstein, han creado unacorriente logicista fortísima, quizá la más sin-tomática, en la Filosofía contemporánea delos Estados Unidos de América. El A., no sólose ha sustraído a esos extremos, sino que

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que hacer mencion especial de su contenidobibliográfico: efectivamente, la impresionantebibliografía que ofrece este Diccionario, esselectiva y revela en su A. una erudiciónbien organizada, al mismo tiempo que un cri-terio imparcial y de madurez extraordinaria;por su ordenamiento y su crítica, siempre ati-nada, resulta verdaderamente orientadora. Yesto tanto para los artículos de conceptos comopara los de autores. Quien desee, por ejemplo,enterarse de lo escrito por Bergson, por Whi-tehead, Nicolai Hartmann y de lo escrito sobreellos, conseguirá en pocos minutos darse cuen-ta de todo lo que le puede interesar parahacerse de un criterio seguro. Si se trata deautores más antiguos, encontrará la referenciaprecisa a las ediciones más críticas y autori-zadas. Nunca se omite mencionar la traduc-ción española, si la hubiere. A veces, la abun-dancia y la diversidad son tales, que una sim-ple enumeración cronológica sería insuficiente;en estos casos la bibliografía viene clasificadapor materias o aspectos, resultando así unestudio completo. Cito, como ejemplo, la bi-bliografía del artículo "Substancia"; está re-partida en los siguientes apartados: "Concepto-de substancia", "Obras históricas, generales:en la filosofía griega". "En la filosofía moder-na", "En Aristóteles", "En Plotino", "En Avi-cena y Sto. Tomás", "En Locke, Hume y Ber-keley", "En Leibniz", "En Spinoza". A vecesy cuando la estructura del artículo lo- permite,a cada apartado del artículo corresponde suapartado bibliográfico.

Un elogio de mi parte para esta obra, care-cería de valor; otros, con mayor autoridad quela mía, lo han hecho ya. Sin embargo, séamepermitida una palabra: el hispanohablante quese dedique a la noble tarea de filosofar, nece-sita, entre otras cosas, de este Diccionario deFilosofía.

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·Epistola,.io 1bé,.ico. Cartas de Pascooes y Unamuno. Prefacios de Joaquín de Carvalho,Teixeira de Pascoaes y 'Miguel de Unamuno en su Epistol.a,.io,y de Manuel Carcía Blanco,Teixeira de Pascooes y Unamuno, breve histo,.ia de una amistad ..'Nota final de Joaquín de Montezuma de Carvalho. Edición de la Cámara Municipalde Nueva Lisboa, Angola, 1957, 66 ps.

también presenta batalla contra ellos: "Otraopinión. .. apunta que, aunque propulsada confrecuencia por las tendencias filosóficas encuestión, la logística es en principio neutralcon respecto a ellas con respecto a cualquierfilosofía general o metafísica. La logística noconstituye, pues, un monopolio de la escuelapositivista, como enseña H. Weyl" (p. 824).La tesis del A. es la correcta. Sin embargo, latesis contraria va conquistando alarmantementeterreno, hecho que está preocupando seriamen-te a muchos auténticos filósofos. Por ejem-plo, para contrarrestar el panlogicismo neoposi-tivista, capitaneado en Inglaterra por A. J.Ayer, que viene esterilizando el pensamien-to filosófico inglés, se ha constituído una co-rriente filosófica sobre la obra colosal de A.N. Whitehead. La logística es por hoy elúltimo reducto del tenaz positivismo.

Otro de los aspectos que seducen en es-ta obra, es la valentía con que el A. decla-ra su sentir personal acerca de las cuestionescapitales de la Rlosofía. No es una obra fría,impersonal, como generalmente 10 son los Dic-cionarios o las Enciclopedias; el autor queaparece en la primera página, se halla pre-RIIte en todas las páginas; el autor, pues,no es un simple colector de opiniones, sinoun verdadero filósofo como lo ha demostra-do largamente en otros libros suyos.

En su afán de hispanizar su obra-particularque merece mi más sincero respeto-, el A.cita obras y autores del mundo hispánico enlos cuales difícilmente hubieran reparado au-tores de otras latitudes, aun dando de baratoque estuviesen dotados de cierta dosis de im-parcialidad y de cariño por nuestra produc-ción filosófica. Es de agradecerle esto que paraalgunos no pasará de ser una benévola com-placencia doméstica.

La presente obra posee todos los elementosinfonnativos y fonnativos que pueden esperarsea la altura de hoy. Dentro de este plano, hay

En la 'Nota ¡itlal se nos informa que "Encorrespondencia con la sobrina dilecta de Pas-coaes . .. y con el sobrino heredero del poeta,surgió la idea de que se publicaran las cartas",y se explican los pasos a dar para lograr que

T.OLARTE

se editaran. Se logro que "la edición se cu-briese a expensas de los Servicios Culturalesdel Municipio" de la Cámara Municipal deNueva Lisboa. Hace en esas páginas ademásun brillante elogio de Unamuno y Pascoaes, y

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se embarca en elucubraciones sobre las rela-ciones entre poesía y filosofía referidas a losmismos. Después de forcejear con los términos,tennma esa parte con estos pensamientos:"¿Será la razón el descubrimiento final de lapoesía? ,O será la poesía lo que permanece,como residuo, más allá de la razón? ¿Cuál delas dos etapas tendrá la primacía en el sen-timiento trágico de la existencia? ¿No deberáser esta perpleja situación una constante pro-vocación al deseo de saber del hombre, justa-mente porque la tragedia nace de la torturametafísica frente a la conciencia de su destino?¿Quién se atreverá a modificar la fuerza conque el misterio de la vida se nos impone? Laciencia lo intenta. Frente al vacío de las so-luciones pragmáticas sólo el alentado ejemplode hombres como Pascoaes y Unamuno nossuavizan y confortan la llaga del eterno cui-dado".

Muchos cooperaron para lograr esa edición.Entre tantos, Garda Blanco, discípulo de Una-muno y sucesor de su Cátedra en Salamanca,encargado de editar sus obras y el epistolariogeneral de Onamuno; el padre de Joaquín deMonte:zuma, amigo de Pascoaes y amigo deUnamuno.

Joaquín de Carvalho nos dice en el Pre-facio: "este epistolario no tiene el alborozo delas confidencias íntimas ni lo novedoso de lasinformaciones. . el atractivo capital de esteepistolario es de orden psicológico, por la fran-queza y transparencia en la individualísimamanera de ser de los dos corresponsales ..•en el plano de las ideas y de las concepcionesde los dos corresponsales, este epistolario noalcanza la importancia que podría esperarse".

Hace un sucinto y delicado estudio sobre losdos autores: personalidad, obra, manifiestas di.ferencias, y concluye: "cualquiera que sea elsignificado real de estas metas aproximaciones,cuyo alcance no es esta la hora de profundizary extender, siempre este epistolario ha de va-ler corno testimonio vivo de la amistad inte-lectual de dos personalidades inconfundibles yseparadas por fronteras irreductibles de modosde ser y de siglos de historia, y que, con todoy haber repensado y dado nuevo aliento a lossentimientos nacionales en que se criaron, en-contraron en la comprensión del espíritu ibé-rico razones para estimarse más y conocersemejor".

Manuel Garda Blanco ofrece los trazos dela amistad que unió a Unamuno y a Pascoaes,amistad que comenzó en Salamanca en 1905.La relación amistosa se puede dividir en eta-pas, siguiendo las fechas de las cartas y de

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los encuentros personales. La primera etapa seextiende de 1905 hasta 1920. Luego hay unsilencio de catorce años (ocurren muchos he-chos extraordinarios en la vida pública deUnamuno), hasta que por fin la aparición delextraordinario libro San Pablo, publicado porPascoaes en 1934, da ocasión a Unamuno parareanudar los viejos lazos de amistad. Duranpoco. Hay entre ambos iberos un último en-cuentro personal en 1935, referido por el mis-mo Pascoaes en forma patética. Poco tiempodespués había de morir Unamuno, a los se-tenta y dos años, y quince años más tarde,en 1952, moriría también Pascoaes, a la edadde setenta y dos años. "Sus nombres ya vanjuntos por el mundo, pregoneros de una mutuacomprensión y de una entrañable amistad".

En el diario madrileño Ahora [5-junio-34]apareció una carta de Unamuno, Carta alamigo, "A Teixeira de Pascoaes, portugués ibé-rico", no incluída en el Epistolario, pero quefigurará en la colección de escritos de Una-muno Letras Porfug14esas, que con el título Deesto y de aC¡14elloestá publicando Garda Blan-co en la Editorial Sudamericana de BuenosAires. Esa carta fue recogida por J. GardaMonge (con la acostumbrada devoción quesiempre tuvo para con los escritos de Unamu-no) y publicada en Repertorio Americano, SanJosé de Costa Rica, T. 29 (N' 5), ps. 73-4-5,4 agosto de 1934.

Reproduce el Epistolario diecinueve cartas deUnamuno (dieciocho del primer período y unadel segundo) y treinta y una de Pascoaes(veintisiete y cuatro respectivamente). Estosnúmeros nos indican que muchas cartas dePascoaes quedaron sin respuesta. Además, nosmanifiestan que Pascoaes necesitaba más deUnamuno que éste de aquél. Y eso aparecebastante claro al leer las cartas. Unamuno sedisculpa continuamente por su falta de corres-pondencia: "No menos que tres cartas le debomi querido amigo" (Carta XII); Cuando ledebía contestación a dos postales ... " (c.XIV) [Las postales no están incluídas en elEpistolario]; "Hace tiempo, mi óptimo amigo,que debía haberle escrito" (c. XV). Ya lehabía explicado Unamuno que "Así solemosser los españoles con tan harta como deplora-ble frecuencia y así, sobre todo, soy yo, Di09me perdone". "Y si he ido difiriendo el es-cribirle ha sido en parte-además de esta es-pecial negligencia que me aflige a las veces-"(Lo demás sobra] (c. IX).

Unamuno en muchas de sus cartas poneparrafadas enteras o resúmenes de las mismastomadas de sus artículos y libros. Especial-

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cartas. A Unamuno le enviaba las primicias desu pluma como a sumo crítico, como· al únicode quien podía esperar el juicio definitivo.Con la mayor sinceridad le cuenta sus alegríasy desdichas, desde lo más espiritual hasta "Hecambiado bastante; envejecí mucho por unaterrible dolencia de estómago e intestinos quehace tres años me tortura" y en otra carta"y en estos últimos tiempos mis padecimientosdel estómago y de los intestinos se han agra-vado mucho, inutilizándome para todo!" Una-muno-aunque a veces tardaba en contestar-por todo lo de su amigo se interesaba. A loanterior contestaba consolándolo: "Si pudiése-mos repartirnos estol Porque yo, aunque algu-na vez me quejo, gozo de excelente salud".

Las alusiones a escritos de ambos autoresson abundantísimas, con juicios críticos delos mismos, auto-crítica. Y por esas alusioneses fácil seguir la génesis de muchas de susobras.

Sintió Pascoaes por Unamuno una especie dedevoción religiosa acompañada de un rendi-miento humilde. Le pedía permiso para dedi-carie alguna obra suya. Le testimoniaba conti-nuamente su afecto personal: "No descansohasta no abrazarlo en persona"; "Estoy ansio-so de hablarle y de oírlo, sobre todo"; "Es-:ríbole esta carta para saber de su ilustre per-sona, siempre tan querida, cada vez más queridade mi espíritu y de mi corazón!"; "Abrázolodominado por la más profunda amistad y re-ligiosa admiración", ete.

También Unamuno tuvo desahogos, comocuando le informa de la muerte de su esposa.Pero nunca alcanzan ese tono especial comode suave ternura, de salldade, que se da enPascoaes y tan propio del portugués.

Pero lo más interesante del EPistolario pa-rece estar, no en lo dicho hasta aquí, sino enlo que pretendió Unamuno conseguir en últi-ma instancia en su preocuparse por lo portu-gués, y para lo cual le sirvió muy a propósitola amistad con Pascoaes. Escribió Unamuno enel libro Por Tierras de Portllgal y de España:"Mas, aun siendo los dos países [España yPortugal] vecinos aislados los dos, en ciertomodo, del resto de Europa, yo no sé qué ab-surdo sino nos ha mantenido separados en loespiritual". Y añade más adelante: "a qué sedebe este alejamiento espiritual y esta tan es-casa comunicación de cultura?.. Aquí [enEspaña] se da en desdeñar a Portugal ... yen Portugal hasta hay quienes se imaginan queaquí se sueña en conquistarlos." "Portugal me-rece ser estudiado y conocido por los españo-les." Y él mismo quiso dar ejemplo: "Hago

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mente de Por Tierras de Portllgal y España.Ejemplos de ello: Carta 11, cuando habla deNobre, artículo lA Literatllra portuguesa con-temporánea. Carta IV, artículo Epitafio. Car-ta V, artículos Las ánimas del purgatorio enPortugal y "Las Sombras", de Teixeira de Pas-coaes. Carta VI, artículos .Alcobaza y 'Un pue-blo sllicida. Véase este párrafo de la Carta IX:"Esa quietud campesina portuguesa no es fácilencontrarla aquí; ese reposo de Ulises quevuelto de sus navegaciones y colgado el remocuenta a sus hijos, junto al fuego del hogar,sus viajes. Hizo de la esteva del arado remoy ahora ha vuelto a poner el remo como estevaal arado". Y compárese con éste del artículo"Las Sombras": 'Un día Ulises dejó la estevadel arado para ir a la guerra... convirtió laesteva en remo y partió a la lucha... y denuevo el remo se hizo esteva, y... contabaa sus hijos... los trances... de sus erraban-das navegaciones", etc.

Por otra parte, Unamuno le decía a Pascoaesen una de sus cartas: "Estoy recogiendo ma-teriales para escribir un trabajo que se llama-rá: Portllgal'·. Lo que más tarde sería el libroPor Tierras de Portugal y España. Pascoaes lesirvió maravillosamente para lograr ese pro-pósito, y en ese sentido el libro y el Episto-lario se complementan. Y en lo que a Una-muno se refiere, esas cartas se subordinan-ensu mayoría-al libro.

Unamuno enviaba sus artículos sobre Por-tugal-y otros también-a La Nación de Bue-nos Aires y le explicaba a Pascoaes: "Lo te-rrible es esta necesidad-y necesidad económicaque es peor!-de escribir un número de ar-tículos de diario al mes".

Tal vez algo de todo lo anterior sea lo quele reste intimidad al Epistolario. Especialmentede parte de Unamuno. Pero también esos as-pectos tienen su contraparte. A los olvidos deUnamuno reaccionaba Pascoaes escribiéndole:"No se olvide de este oscuro poeta lusitano delMarao, que tiene por su ingenio sublime el másfervoroso culto". Pascoaes reverenció sentida-mente a Unamuno. y quedó para siempre agra-decido con él por la presentación que de élmismo y de su libro Las Sombras (1908) hizoUnamuno en La Nación de Buenos Aires. Yademás, porque le confirió el honor de vivirunos días en su casa de Amarante, honor porcuya repetición siempre suspiró el poeta por-tugués: "¡No olvido el honor que tuve, otrora,de verlo en esta su casa lusitana! ¿Y si elmilagro se repitiese?". Tema repetido en mu-chas veces.

Todos esos sentimientos se traslucen en sus

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un viaje allá por lo menos una vez al año."y ciertamente que caló hondo Unamuno enel alma lusitana. Porque para él España y Por-tugal tienen un común destino, escribe a Pas-coaes. "Portugal me interesa mucho porque meinteresa España, y nosotros vamos a dondePortugal está ya." Y refiriéndose a lo que luegosería el libro Por Tierras de Portugal y deEspaña, escribe a Pascoaes: "El libro será unconjunto 'doloroso y me temo que no ha deagradar a muchos portugueses. Pero yo quehe dicho tristes y duras verdades a mis com-patriotas creo poder decírselas a los otros."

y Pascoaes se fue empapando del mismoideal. En respuesta o como comentario a cier-tos propósitos de Pascoaes, le escribe Unamu-no: "Me interesa su propósito de publicar unartículo sobre el Ideal Ibérico Moderno en Es-paña . .. Es una obra de amor y de culturahacer que Portugal y España se conozcan mu-tuamente. Porque el conocerse es arnarse."

Se fue interesando cada vez más Unamunopor Portugal. Y se lo confiesa a Pascoaes mu-chas veces: "desde hace algún tiempo las co-sas de Portugal son de las que más me intere-san. y quiero hacer que interesen aquí y enla América Española."

Tanto dijo y escribió Unamuno sobre Por-tugal que el periódico "The Manchester Guar-dian" le pidió un artículo sobre la situaciónpolítica de Portugal, la obra del Gobierno Re-publicano, etc., como a una autoridad en 109

asuntos internos de Portugal.

En otra de sus cartas dice Unamuno: "Haceunos días envié al "Heraldo de Cuba" diariode La Habana, un artículo sobre la obra delRenacimiento Portugués y la revista "Águila".y ahora allí, en Cuba, quiero hacer respectoal movimiento literario portugués lo que hiceen la Argentina. Y lo haré también en el"Mercurio", revista de Nueva Orleans que cir-cula por gran parte de América. Y ya sobreeste ideal misionario de hacer conocer a Por-tugal, escribe en otra oportunidad a Pascoaes:"ahora voy a hablar de Portugal... a mipúblico de Italia. Creo haber contribuido unpoco al lusitanismo del francés Georges LeGentil, por ejemplo, y algo es por españolismo.Sin conocer a Portugal no se conoce a España;por el contraste y por lo otro. Aquí se da lacoincidenlia oppositorum del Cusano."

Pascoaes también escribía acorde con esosideales. En una de sus cartas se lee: "Es real-mente preciso que España y Portugal se co-nozcan para que puedan realizar un día algogrande y heroico en este mundo ... "

Los integrantes del Renacimiento Portugués

se entusiasmaron por Unamuno, hasta nombrar-lo socio "atendiendo al amor que le ha dedi-cado a Portugal." Y Antero de Figuereido leenvía sus obras como homenaje "a su cariñopor las cosas nuestras."

Pascoaes dio conferencias en España. Una-muno conoció a Portugal como a su propiapatria. Y sin embargo y a pesar de lo hechoy dicho por Unamuno y Pascoaes, dice contristeza ]. de Montezuma: "Mutuamente per-sistimos en desconocemos. Hay una tácita in-diferencia que corroe la propia hermandad geo-gráfica." Y la importancia, en este sentido, delEpistolario, es que viene a constituirse en sím-bolo de lo que debieran ser las relaciones entreambos países, y por lo que suspiran algunospocos de uno y otro lado de la frontera. So-cialmente su publicación es un acontecimientodigno de aprecio por ser un testimonio vivode la unidad territorial de la cultura españolay portuguesa. Por ello escribe el Dr. J. de Mon-rezuma refiriéndose a los que cooperaron paralograr esa edición: "todos tienen conciencia desu importancia para la historia de las rela-ciones culturales entre Portugal y España".

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Redactada esta nota, nos llega la noticia delsensible fallecimiento del Dr. Carvalho, ilustrepensador y erudito. Nació en 1892, en Figueirada Foz, Portugal. Se doctoró en 1917 con laTesis Antonio de youl1eia y el Aristotelismodel Renacimiento. Fecundo escritor y benedic-tino investigador, dejó más de ciento veinti-cinco publicaciones entre libros y estudios. Susobras completas serán editadas en 1960.

Durante cuarenta años fue catedrático enla Universidad de Coímbra. Fue egregio ad-ministrador durante catorce años de la Im-prenta de la Universidad, donde promovió lapublicación de centenares de libros. Director:le la Biblioteca de la Universidad de Coímbra.Director de la "Revista Filosófica", fundadapor él. La Universidad de San Pablo, Brasil,como un homenaje perenne al Prof. ]. de Car-valho, no quiere que con la muerte de tanilustre varón desaparezca la meritoria "Re-vista Filosófica" y para ello decidió hacersecargo de esa publicación; su nuevo directorserá el Prof. Dr. Juan Cruz Costa, catedráticode filosofía de la Universidad de San Pablo.

Durante sus últimos años dedicó su actividadpredominantemente al desarrollo de la "Biblio-teca Filosófica" con el fin de incorporar a la

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lengua portuguesa algunas de las obras mayo-res del pensamiento mundial de todos los tiem-pos y para la Historia de la Filosofía enPortugal.

En el año 1953 fue al Brasil. Desarrollócursos breves en la Universidad de San Pablo.Impresionó extraordinariamente a los intelec-tuales brasilenos. Años después fue publicadoel libro Joaqllí.. d~ Can'tdbo e.. d Brasil(Atlántida-Coímbra, 1958, 184 ps.), los ar-tículos que lo componen estaban recopiladosdesde 1956. En el libro, cuarenta y cuatro emi-nentes amigos brasileños le ofrecen un her-

moso testimonio de amistad y admiración. Con-tiene además un valioso estudio crítico deEvaristo de Moraes Filho titulado La contri-bución de Joaquín de Carvalbo !>ara la com-!>rensión de 1rancisco Sáncbez (ps. 103 a 168del libro).

Su último escrito publicado es el Prefaciode 10 ps. contenido en el E!>istolario '''érico,con fecha setiembre de 1957.

Murió el Dr. Carvalho-e1 Maestro deCoímbra-e1 27 de octubre de 1958.

GUlLLERMO MALAV ASSI V.

Romero, Francisco, Ubicación del hombre, Ed. Columba, Buenos Aires, 1957, 71 ps.

La presente obra muestra una preocupaclOnfilosófico-antropológica. Francisco Romero seha preocupado por esta rama de los estudiosfilosóficos, y en el presente volumen nos ex-pone varias teorías antropológicas, las másimportantes, en un estilo elegante y sobrio.La Antropología filosófica es una disciplinanueva, que marca un interés palpable y deci-sivo por el ser del hombre. El estudio del hom-bre ha sido uno de los problemas más seriosde la Filosofía, pero la Antropología filosóficaobliga a plantear el problema con mayor ur-gencia y en términos más precisos y conclu-yentes.

Entre las diferentes teorí as expuestas está lade Max Sche1er, quien trata de precisar lacolocación del hombre en el universo, preocu-pación que hace suya Francisco Romero. Elpuesto del hombre en la realidad es un pro-blema subordinado al del ser del hombre. Seconsidera (por lo menos fue ésta la idea dels. XIX) que, para definir al hombre, es indis-pensable situado primero en cierto lugar delconjunto de lo existente, en alguna parte deluniverso, de "naturaliaarlo". El problema delhombre llegó casi a identificarse con el desu puesto en el mundo. Es imposible aislarel tema del hombre, ya que de un modo ine-vitable nos remite a cuestiones estrechamenteligadas a él. Hombre y cultura, por ej., formanuna unidad indisoluble, ya que el hombre creasu cultura y vive dentro de ella. Además,podemos entender al hombre a través de susactividades culturales.

La Filosofía de la Historia juega aquí unpapel importante, ya que el sentido del cursohistórico surge espontáneamente en toda me-ditación seria sobre el ser del hombre. Es así,como negamos a la conclusión de que todo estu-

dio profundo de lo humano implica siempreuna meditación metafísica.

Se cree encontrar en la cnsrs de nuestrotiempo, el origen del interés que se ha sus-citado por el problema del hombre. Se le im-pone al hombre la necesidad de encontraraclaraciones sobre sí mismo y sobre su destinocolectivo. Es ésta una crisis intelectual, pro-ducto de la reacción ante el idealismo alemándel siglo pasado, por sus excesos especulativos.Las ciencias naturales alcanzan en esta épocagran prestigio y muy pronto las vemos invadirel campo correspondiente a la Filosofía, jac-tándose de ser ellas las únicas autorizadas paradar una visión de conjunto sobre las cosas. Sepresentan así corrientes divergentes, pero querespondían a un sentir general del espíritu eu-ropeo. La explicación de estas tesis (positi-vismo, materialismo) que invaden los procesosvitales, son manifestaciones de deseos e hipó-tesis de no muy segura comprobación a pesarde que se les tenía, claro está, por principiosindudables.

El transformismo darwiniano viene a ampliarlos horizontes del materialismo. Aunque en Elorige •• de las especies no aparece el problemadel hombre, se descubre que éste está implícitoen la doctrina y empieza a ser estudiado desdelos principios de Darwin. En sus obras pos-teriores encontramos la teoría elaborada. Ade-más de los aspectos biológicos, se estudian losintelectuales y morales, así como su evoluciónhistórica. Se obtiene así una primera antropolo-gía de tipo transformista. En este movimientotiene su origen la filosofía de Nietzsche, quienextrae de la supervivencia de los más aptos susdogmas del superhombre y de la voluntad depoderío.

Es así corno, a fines del s. XIX, se formula

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BIBLIOG.RAFIA

-el hombre la angustiosa interrogación sobre suser y su destino. Son muchas las interpreta-ciones que del hombre se dan y entre las tantasque menciona Francisco Romero está la deMax Scheler, para quien el psiquismo es fun-damental en el hombre y se manifiesta encuatro grados: el impulso afectivo, el animal,la memoria asociativa y la inteligencia práctica.Este psiquismo se da tanto en el animal comoen el hombre, por lo que diferencia a éstede aquél es el espíritu. Las notas del espírituson: libertad, objetividad y la conciencia desí. En la libertad desembocan las otras dos.El espíritu capta los valores emocionalmente.Pero esta emocionalidad carece de la contin-gencia, es más bien universal. Ese espíritu sebe-Jeriano posee el don de separar la esencia dela existencia, utilizando aquélla como funda-mento para un saber científico. Es privilegiohumano disponer de la noción de sustancia ycolocarse por encima de lo singular y concreto.Todo eso se logra gracias al espíritu que ex-trae sus fuerzas de la vida. A continuación,Francisco Romero explica las ideas de Sombarty Müller. En ellas, así como en Scheler hay unagran preocupación por el espíritu. Sombart pre-tende edificar una Antropología que no tengaconexión con la metafísica y la ciencia natural.

icolai Hartmann aportó valiosas teorías alproblema del hombre. Profundo investigadoren 10 referente al tema, el rigor de su métodohace de su aporte una de las mayores contri-buciones a la aclaración de la realidad humana.

Ernst Cassirer da otra solución, por mediode la simbolización y el sentido. El poder deJorjar símbolos distingue la vida humana de.la animal. El medio define la vida animal, elhombre en cambio tiene el recurso a los sím-bolos, que dan un matiz diferente a su exis-tencia. En la vida animal no intervienen loscomplicados procesos mentales propios de lahumana. El hombre vive en un medio edificadopor él, donde tienen cabida el mito, la religión,el lenguaje y el arte; el universo del animal,en cambio, es físico, prefabricado. Se puededefinir al hombre como un animal simbólicoo simbolizante.

El hi oricismo, el sociologismo y el existen-ciahsmo también nos presentan una teoría delhombre. Dilthey distingue las ciencias de lanaturaleza y las ciencias del espíritu. Son éstaslas que abarcan el vasto campo de lo humano.Spranger acusa a Dilthey de que su interpre-tación es puramente subjetin y que por lotanto es incompleta. Dicha obRrvación es re-cogida por Francisco Romero parcialmente. Apesar de todo, el método dilttteyano de la

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comprftlslOn tuvo huella acosida en las am-cias de lo humano y de la cultura. A Dihheyle interesa el hombre en sí y el hombre comobase y principio del proceso histórico. La esea-cia del hombre es la historia que fluye dentrode él; no es el hombre quien está en la histo-ria: el hombre se conoce a través de la his-toria.

Emile Durkheim nos presenta los puntos delsociologismo. La sociedad no es únicamenteuna suma de individuos, sino que es una rea-lidad específica y unitaria con sus propias ca-racterísticas. Las causas de un hecho social noson de tipo individual, sino que están basada!en hechos sociales anteriores.

Es notoria también la preferencia de Ortegay Gasset por el tema del hombre. Lo primeropara comprender la intimidad humana es inves-tigar las grandes regiones de la personalidad.Hay tres etapas o zonas: la vital, la anímicay la espiritual. Ante todo, somos fuerza vital,pero la cumbre de la persona es el espíritu. Enla zona intermedia está lo anímico donde re-siden los sentimientos y las emociones; losdeseos y los impulsos. El yo de cada cual esel plan vital que cada cual haya escogido.La único que hay de fijo en el hombre C5

esta elección constante, este irse haciendo. Ensíntesis, el hombre no tiene naturaleza sinohistoria.

También Kierkegaard trata de reinvindicarla realidad humana. El sentido de la existen-cia está arraigado en la profundidad del _-timiento individual y en el interés poc el propiodestino. Heidegger, figura cumbre del cxisten-cialisrno, considera que el estudio de la clds-tenda humana debe dar la Ontología. La esea-cia de lo humano está en el existir, y sólo elhombre existe verdaderamente. El hOll\~e Rencuentra lanzado al mundo y éste se le pre-senta como motivo de preocupación. La netamás general de la existencia es el "cuidado",que viene a ser limitación o finitud del hombremismo. Hay dos tipos de existencia: la imper-sonal que se pierde en el anonimato y la exis-tencia auténtica que es aquella que se encuen-tra consigo misma. La preocupación por dlanos produce angustia; pero esa angustia vienea ser conciencia del desamparo del ~,sobre todo frente a la muerte. La angustia ftI"-

dadera viene a ser una especie de '1ibertad pa-ra la muerte". Como vemos, aquí Dios _desempeña ningún papel. Et hombre ma, de-:ide existir en ésta u otra forma creándose, osea creando su propia esencia a base de lalibertad.

También señala Francisco ROlllero las contri-

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hombre son las que lo particularizan entrelos demás seres. Entre estas exclusivas tenemosla mano, que tiene el don de acariciar lo quehace, o, mejor dicho, el acariciar da la razónde ser a la mano, la constituye. Otra exclusivadel hombre es el tiempo, es quizá la más im-portante. El tiempo es parte de nuestra propiavida, porque nuestro ser es el hacer temporal.

Para finalizar, Romero recoge ciertos con-ceptos de su Teoría del 'Hombre, donde con-sidera que el percibir objetivamente es la ca-racterística fundamental de lo humano. Estapercepción objetiva es un corrclato inevitablede la existencia. Así dice "que el hombre esel ser que percibe objetos, o el ser capaz dejuzgar, o el ser que es un sujeto". El espírituviene a ser para él la nota final, o sea deperíeccionamiento de la percepción objetiva.Ciertos fenómenos, tales como la justificación,la sociabilidad, la historicidad, y el sentidoadquieren extraordinaria importancia, así comola dualidad íntima del hombre: intencionalidady espíritu que nos dan una respuesta al qué es.

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SOLER, RICAURTE: Pensamiento panameño y concepción de la nacionalidaddurante el siglo X1X. Imprenta Nacional, Panamá 1954. Ps. 137.

buciones de Karl Jaspers, Cabriel Marcel yEduardo Nicol al problema del hombre., Cita también la interpretación naturalistadel hombre, que bien merece ser mencionada;es la- que apela a elementos que actúan enotros seres vivos, además del hombre. Unas ve-ces, se puede considerar a estos elementos co-mo connaturales con la vida y, otras veces,vienen a ser energías de carácter físico y queen determinadas circunstancias son las causasúnicas de todos los procesos. Entre las in-terpretaciones de este tipo está el psicoanálisis,que concede una capital importancia al incons-ciente.

Los pensadores tomistas se han preocupadopor el tema del hombre, destacándose así elaspecto metafísico-teológico. Para Maritain, porejemplo, las cosas humanas son también divi-nas. El factor principal que señala las diferen-cias individuales es, según Santo Tomás, lamateria que impone a las sustancias la nece-sidad de definirse en determinada cantidad oespacialidad.

Se exponen ideas de Antonio Caso, Korn yJosé Caos, quien afirma que las exclllsivas del

Este libro es la tesis que el A. presentó a laUniversidad de Panamá para optar a la licen-ciatura en Filosofía y Letras. Nos ofrece,tras largas y acuciosas investigaciones, aspec-tos muy interesantes y algunos inéditos quenos permiten comprender el nacimiento, rela-tivamente reciente, de la nación de Panamá.nado el carácter de esta Revista, no me de-tendría yo en el análisis de esta obra, perojustifica el hacerlo porque el empeño del A. apa-rece centrado en la historia del pensamientofilosófico istmeño, particular que le confiereun valor que necesariamente ha de ser re-gistrado aquí. No es exahustiva la investiga-ción, pero, como bien lo demuestra RodrigoMiró en el prólogo con que se abre el libro, es'un primer paso en firme de la perentoria ta-rea de aclarar los problemas intelectuales queespecificaron la tradición cultural del Istmo.

Para demostrar la autenticidad del ser pa-nameño, empieza por puntualizar los alcan-<es de lo que el A. denomina el "pensamien-to istmeño"; apoyado en el postulado de que"hay un devenir ideológico istmeño, así comohay un devenir hispanoamericano", trata dedar con el ser de la panameñidad. Este ger-

ROSA LUISA CIBERSTEINK.

mina en el siglo XIX. No constituye una ori-ginalidad autóctona, genuina y radical, sinoque ella es derivación-como acontece conotras naciones integrantes del mundo hispa-noamericano-de la tradición colonial, indi-vidualizada por los "módulos culturales imi-tados". Para el A., la nota más específica de esacultura consiste en que Panamá ha sido - yes - una zona de tránsito; es lo que, juntocon otros factores más o menos comunes alos otros países americanos, determina el SIIi

gerleris del alma de lo panameño: " ... estosmomentos (históricos) están íntimamente li-gados con las funciones desequilibradoras de lazona del tránsito que se agudizaron duran-te el siglo XIX. Es que la función transitis-ta está vinculada a la psicología de esperanzay desaliento que sus paradojas producen en laconsciencia popular" (p. 8).

A la vuelta de atinadas consideraciones his-tórico-filosóficas, encuentra el A. el eje delpensamiento istmeño en Don Justo Arosemena.La obra intelectual y aun política de este prócerconstituye íntegramente la "afirmación máscontundente de panameñidad". El libro semantiene en constante referencia, a lo largo de

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sus investigaciones culturales, al pensamien-to del mencionado filósofo panameño.

Justo Arosemena es un positivista. Pero, adiferencia de los positivistas hispanoamericanosque son comtianos o spencerianos, él elaboraun sistema basado en Benthan. Su pensamientoqueda fundamentado en determinadas tesissustanciales de la filosofía político-moral.Benthan no prescinde totalmente de lo sobre-natural, concretando de tal manera su utili-tarismo, que éste no choca con la admisiónexplícita de una sanción religiosa en la teo-ría de las penas y de los placeres conside-rados como sanciones morales. Al contrario,el sabio panameño fundamenta su utilitarismosobre bases estrictamente empiristas, conse-cuente con su concepción radicalmente mate-rialista del mundo.

El A. afirma que Arosemena no es comtista.De esto da una explicación, pretendiendo sa-car de ella el mérito principal de la ideolo-gía arosemenista. Viene a decir lo siguiente:Contra lo que muchos han creído, se demuestraque Arosemena no pudo conocer las teoríasde Comte, ya que la obra principal de! pana-meño, Apllntamientos, vio la luz dos añosantes de que se terminara el Cours de Pbilo-sopbie Posifive; otro argumento aducido a fa-vor de la originalidad de Arosemena es queéste nunca cita a Augusto Comte. Conclusio-nes: "a) Su positivismo (e! de Arosemena)constituye una dirección genuinamente autóc-tona, independiente de la europea, aunque conidénticas fuentes ideológicas históricas; b) Ade-lantó muchas de las contemporáneas teoríasfilosóficas y sociológicas, principalmente las

nacidas del positivismo de Augusto Cornte"(p. 38). Sin embargo, siento no compartirpor entero la opinión del A.; Arosemena pudomuy bien enterarse de las teorías de Comte,pues e! Cours empezó a publicarse en 1830.La reacción antipositivista istmeña no presen-ta los mismos caracteres que en los princi-pales núcleos filosóficos de Híspanoamérícasen estos se supera el positivismo siguiendootras filosofías modernas, a su vez superacio-nes antipositivistas; por ejemplo, con unareelaboración de! bergsonismo. En Panamá noexiste superación propiamente dicha. La reac-ción antipositivista se lleva a cabo median-te una regresión filosófica a la cultura colonial;es e! escolasticismo, más o menos remozado,aunque no un claro neoescolasticismo, e! queahogará no sólo al positivismo, sino tambiéntoda actitud favorable hacia la modernidaden filosofía. Este empeño se consigue desdeel plano de la docencia, no universitaria, sinosecundaria o algo que a ella se parece. Y 10!1

centros donde se impartía, eran el ColegioProvincial y el Seminario Eclesiástico. A fi-nes de! siglo XIX el pensamiento que por másmoderno se cita en Panamá es el de Jaime L.Balmes. Añádase a esto la alianza política delos conservadores con esas ideologías antipo-sitivistas, y nos explicaremos e! panorama fi-losófico de las postrimerías decimonónicas enPanamá.

Para terminar diré que el libro de Soler esun valioso aporte a un buen capítulo de laHistoria de la Filosofía en la América His-pana.

T.OLARTE