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BIENESTAR Y DEMOCRACIA PENDIENTES DE UN HILO SIN FINES DE LUCRO Martha C. Nussbaum (Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2012) ¿Podrías vivir en un país desarrollado económicamente pero sin libertad? ¿Y cerrar los ojos ante las desigualdades sociales siempre que haya crecimiento económico y tecnológico? ¿El arte, la filosofía, la historia son materias inútiles e improductivas sin función educativa alguna? ¿Es posible la felicidad sin democracia, ni libertad? ¿Hace falta educar para la democracia? ¿Si a la nación le va bien a los individuos también, aunque sean muy pobres y sufran numerosas privaciones? ¿Debemos dar prioridad a la nación, al "pueblo", a la "jerga grupal", al colectivismo, frente al desarrollo integral de individuos o personas con sentido crítico, no sometidas, ni necesariamente dóciles, con los poderes establecidos? ¿Queremos educar a nuestros hijos como "ciudadanos del mundo" o sólo como pobladores de una localidad, pueblo o nación? Sedientos de dinero, los estados nacionales y sus sistemas de educación están descartando sin advertirlo ciertas aptitudes que son necesarias para mantener viva la democracia. Si esta situación se prolonga, las naciones de todo el mundo en breve producirán generaciones enteras de máquinas utilitarias en lugar de ciudadanos cabales con capacidad de pensar por sí mismos, poseer una mirada crítica sobre las tradiciones y comprender la importancia de los logros

Bienestar y Democracia Pendientes de Un Hilo

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Page 1: Bienestar y Democracia Pendientes de Un Hilo

BIENESTAR Y DEMOCRACIA PENDIENTES DE UN HILO

SIN FINES DE LUCROMartha C. Nussbaum

(Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2012)

¿Podrías vivir en un país desarrollado económicamente pero sin libertad? ¿Y cerrar los ojos ante las desigualdades sociales siempre que haya crecimiento económico y tecnológico?

¿El arte, la filosofía, la historia son materias inútiles e improductivas sin función educativa alguna?

¿Es posible la felicidad sin democracia, ni libertad? ¿Hace falta educar para la democracia?

¿Si a la nación le va bien a los individuos también, aunque sean muy pobres y sufran numerosas privaciones?

¿Debemos dar prioridad a la nación, al "pueblo", a la "jerga grupal", al colectivismo, frente al desarrollo integral de individuos o personas con sentido crítico, no sometidas, ni

necesariamente dóciles, con los poderes establecidos? ¿Queremos educar a nuestros hijos como "ciudadanos del mundo" o sólo como pobladores de

una localidad, pueblo o nación?

Sedientos de dinero, los estados nacionales y sus sistemas de educación están descartando sin advertirlo ciertas aptitudes que son necesarias para mantener viva la democracia. Si esta situación se prolonga, las naciones de todo el mundo en breve producirán generaciones enteras de máquinas utilitarias en lugar de ciudadanos cabales con capacidad de pensar por sí mismos, poseer una mirada crítica sobre las tradiciones y comprender la importancia de los logros y los sufrimientos ajenos. El futuro de la democracia a escala mundial pende de un hilo (p.20).

Con la urgencia de la rentabilidad en el mercado global, corremos el riesgo de perder ciertos valores de importancia enorme para el futuro de la democracia (p.25). Nos referimos a la capacidad de desarrollar el pensamiento crítico, la capacidad de trascender las lealtades nacionales y de afrontar los problemas internacionales como “ciudadanos del mundo” (p. 26).

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Ninguna democracia puede ser estable si no cuenta con ciudadanos educados para ese fin (p.29). La mayoría de nosotros no elegiría vivir en una nación próspera que hubiera dejado de ser democrática (p.30).

¿Qué significa entonces el progreso para una nación? (p.34) Los avances en materia de salud y educación, por ejemplo, guardan una muy escasa relación con el crecimiento económico. Por otra parte la libertad política tampoco sigue el camino del crecimiento, como se puede observar en el caso notable de China. Por lo tanto producir crecimiento económico no equivale a producir democracia, ni a generar una población sana, comprometida y formada que disponga de oportunidades para una buena calidad de vida en todas las clases sociales (p.36).

La educación no consiste en asimilación pasiva de datos y contenidos culturales , sino en el planteo de desafíos para que el intelecto se torne activo y competente, dotado de pensamiento crítico para un mundo complejo (p.39). La libertad de pensamiento en el estudiante resulta peligrosa si lo que se pretende es obtener un grupo de trabajadores obedientes con capacitación técnica que lleven a la práctica los planes de las élites orientados a las inversiones extranjeras y al desarrollo tecnológico (p. 43)

Resulta más fácil tratar a las personas como objetos aptos para ser manipulados si uno nunca aprendió a verlas de otra manera. En palabras de Tagore el nacionalismo agresivo necesita embotar la conciencia moral y, en consecuencia, necesita personas que no reconozcan lo individual, que hablen una jerga grupal, que se comporten como burócratas dóciles y que también vean al mundo como tales. El arte es un gran enemigo de ese carácter obtuso. (p. 46).

Por el contrario y frente a ese modelo “del crecimiento económico” se encuentra el “paradigma del desarrollo humano”, según el cual lo que importa son las oportunidades o “capacidades” que posee cada persona en ciertas esferas centrales que abarcan desde la vida, la salud y la integridad física hasta la libertad política, la participación política y la educación. Este modelo de desarrollo reconoce que todas las personas gozan de una dignidad humana inalienable y que ésta debe ser respetada por las leyes y las instituciones. Toda nación mínimamente decente debería aceptar que sus ciudadanos están dotados de ciertos derechos, en estas esferas y en otras, y debería elaborar estrategias para que superen determinados umbrales de oportunidad en cada una de ellas. (p.47).Publicado por Agustín Caruana Vañó en 21:58 No hay comentarios: