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BIOÉTICA, ECONOMÍA Y GLOBALIZACIÓN (Capital social y desarrollo humano) Antonio José Sarmiento Nova, S. J. Al iniciar esta breve intervención quiero expresar con total claridad que no soy un especialista en bioética. Mi disciplina de origen es la teología y en ella me muevo dentro de la cristología, la antropología teológica, y los fundamentos antropológicos que dan raigambre a la posibilidad de la fe religiosa, a la espiritualidad y a la proyección trascendente del ser humano. Ustedes sabrán disculpar, entonces, mis deficiencias en la comprensión de lo bioético y los sesgos, conscientes e inconscientes , de mis interpretaciones, propios de lo que podemos llamar la “deformación profesional”. Sin embargo, también me parece saludable manifestarles que las reflexiones aquí consignadas no transitarán por un derrotero teológico-religioso sino por un cauce humanista que aspira a ser profundamente comprometido con la sustancia de la vida y con sus pluriformes dimensiones y matices, todo ello enmarcado en el ámbito de la dignidad. Quiero, así, referirme simplemente a las tres palabras que titulan este panel: Bioética, Economía y Globalización. Aspiro a proponer una reflexión de índole existencial, experiencial, tal vez sin hacer seguimiento de autores especialistas, sin detrimento del aprecio profundo que siento por ell@s , maestr@s de sabiduría y conocimiento. 1. LA CATEGORIA DE LO BIOÉTICO Esto hace referencia a la cultura de la vida – cultivar lo vital – en una perspectiva de valores, entendidos estos como realidades fundantes de la dignidad de la vida, inherentes a su misma definición ontológica. Ciertos ámbitos de nuestra sociedad, excesivamente pragmáticos y eficientistas, han optado por menoscabar el universo de lo esencial para instaurar el reduccionismo tecnológico – gajes de una cierta e indignante globalización!! – incurriendo así en la dictadura de la “racionalidad instrumental”, según la expresión felizmente consagrada por el recientemente galardonado con el “Príncipe de Asturias”, profesor Jurgen Habermas (1) 1 En este esfuerzo de rescate y explicitación del carácter digno y sagrado de la vida y de lo humano se impone una abierta decisión a favor de la ontología, 1 HABERMAS, Jurgen. Teoría de la acción comunicativa. Tomo I: Racionalidad de la acciòn y racionalización social. Tomo II : Crítica de la razón funcionalista. Taurus. Madrid, 1999. Tomo I, pags. 465 a 508.

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BIOÉTICA, ECONOMÍA Y GLOBALIZACIÓN

(Capital social y desarrollo humano) Antonio José Sarmiento Nova, S. J.

Al iniciar esta breve intervención quiero expresar con total claridad que no soy un especialista en bioética. Mi disciplina de origen es la teología y en ella me muevo dentro de la cristología, la antropología teológica, y los fundamentos antropológicos que dan raigambre a la posibilidad de la fe religiosa, a la espiritualidad y a la proyección trascendente del ser humano. Ustedes sabrán disculpar, entonces, mis deficiencias en la comprensión de lo bioético y los sesgos, conscientes e inconscientes , de mis interpretaciones, propios de lo que podemos llamar la “deformación profesional”. Sin embargo, también me parece saludable manifestarles que las reflexiones aquí consignadas no transitarán por un derrotero teológico-religioso sino por un cauce humanista que aspira a ser profundamente comprometido con la sustancia de la vida y con sus pluriformes dimensiones y matices, todo ello enmarcado en el ámbito de la dignidad. Quiero, así, referirme simplemente a las tres palabras que titulan este panel: Bioética, Economía y Globalización. Aspiro a proponer una reflexión de índole existencial, experiencial, tal vez sin hacer seguimiento de autores especialistas, sin detrimento del aprecio profundo que siento por ell@s, maestr@s de sabiduría y conocimiento. 1. LA CATEGORIA DE LO BIOÉTICO Esto hace referencia a la cultura de la vida – cultivar lo vital – en una perspectiva de valores, entendidos estos como realidades fundantes de la dignidad de la vida, inherentes a su misma definición ontológica. Ciertos ámbitos de nuestra sociedad, excesivamente pragmáticos y eficientistas, han optado por menoscabar el universo de lo esencial para instaurar el reduccionismo tecnológico – gajes de una cierta e indignante globalización!! – incurriendo así en la dictadura de la “racionalidad instrumental”, según la expresión felizmente consagrada por el recientemente galardonado con el “Príncipe de Asturias”, profesor Jurgen Habermas (1)1 En este esfuerzo de rescate y explicitación del carácter digno y sagrado de la vida y de lo humano se impone una abierta decisión a favor de la ontología, 1 HABERMAS, Jurgen. Teoría de la acción comunicativa. Tomo I: Racionalidad de la acciòn y racionalización social. Tomo II : Crítica de la razón funcionalista. Taurus. Madrid, 1999. Tomo I, pags. 465 a 508.

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entendida ella como el universo de las esencias, donde se inscriben los conceptos y vivencias referidos a lo ético, a lo digno. La vida es, por sí misma, digna y respetable. El ser humano, también, y en la misma medida. Por esto, vale la pena hablar de la relación entre ciencia y conciencia. Veamos: - Lo técnico – científico es lo humanamente posible - Lo ético – y aquí ingresa la conciencia con carta de ciudadanía - es lo

humanamente deseable, el nivel del ideal, del deber-ser, la aspiración máxima de eticidad y de dignidad.

- La vinculación entre lo científico-técnico y lo ético nos lleva al sentido de lo humano, al universo de lo antropológico, entendido este como la más plena expresión de la vida (2)2

No son los datos de las novedades provenientes del mundo científico y de los desarrollos de la tecnología los que se pueden constituír en imperativos de valoración y de conducta. Es la orientación humana - entendiendo esta como dimensión constitutiva de sentido - la que está llamada a configurar sustancialmente las realidades que nos ocupan en este congreso y que son la materia básica de nuestros proyectos de vida. Sé muy bien que en algunos espacios de la bioética se discute con rigor si lo esencial está dado por lo antropocéntrico o por lo biocéntrico. Igualmente me consta que un grupo destacado de especialistas se inclina por lo biocéntrico. No voy impugnar esta segunda orientación, si bien, Ustedes ya han podido verificar mi clara tendencia antropocéntrica. Considero que no riñen la una con la otra. Con la venia del auditorio evoco al gigante científico, humanista y creyente que fue Teilhard de Chardin. Su actividad en los tres campos es paradigmática en el siglo XX. En su estudio juicioso de la evolución – inspirado en su investigación como paleontólogo – destaca los diversos niveles de configuración de lo material orientado por la ley de la complejidad conciencia. Refiero sumariamente el esquema teilhardiano: - La litosfera, nivel de la materia inanimada. Estaríamos aquí como en el

orden de la mineralogía, la geología y disciplinas similares. - La biosfera, nivel de la materia animada, con sus múltiples diferenciaciones

y complejidades. Estaríamos aquí en el nivel de la biología con su extraordinaria diversidad de objetos de conocimiento.

- La noosfera, nivel de la materia que conoce, la materia consciente. Es este el nivel de la antropología.

Como podemos apreciar en este modelo teilhardiano la vida evoluciona siguiendo una progresiva complejidad que va desde lo inanimado, pasando por

2 MIFSUD, Tony. El respeto por la vida humana. Moral de discernimiento, tomo II. Paulinas-CIDE. Santiago de Chile, 1992.

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lo vital, asumiendo todas sus dimensiones y niveles, y llegando a un punto de perfección – si Ustedes me permiten la expresión – en la materia animada que se constituye en sujeto cognoscente. Esta rápida relación me permite dar soporte al argumento de la integración progresiva de la vida en diversos estratos de complejidad, manteniendo intacto el carácter digno, valioso, ético, de cada uno de estas esferas de vitalidad (3)3 Volviendo a nuestro discurso, podemos constatar que, en líneas generales – vivimos un gigantismo técnico frente a una notable - y alarmante!! - inmadurez ética. Los datos de la realidad tienen suficiente contundencia para respaldar esta afirmación. Dicho de otra manera: hay bastante claridad con respecto al “cómo”, a los aspectos procedimentales, pero confusión en torno al “para qué”. Es la preocupante crisis de la teleología. Recordemos: con la técnica se “puede”, con la ética se “debe”. Cómo integrar en relación dialéctica y de síntesis creadora estas dimensiones para permitir la presencia de lo humano y de lo vital como imperativo categórico? Es una pregunta que me atrevo a formular para que se convierta en constante desafío de nuestros ejercicios académicos, científicos, humanos, profesionales, sociales. Es este el referente obligatorio de toda técnica y tecnología que tenga pretensiones de humanidad y de bioeticidad (4)4 Se impone también señalar algunas dificultades éticas: a. Sea la primera hacer conciencia de la velocidad en los avances

investigativos en los campos médico y biológico. No es serio improvisar sin más una reflexión ética o adaptar forzosamente categorías tradicionales a las nuevas realidades. Como tampoco es viable, éticamente hablando, permitir el “snobismo” de la tecnología sin ponderar sus implicaciones antropocéntricas y biocéntricas.

b. Sea la segunda la inadecuación de algunas categorías de la ética con relación a los nuevos contextos. Las éticas normativas a ultranza pueden entrar en esta crisis, lo mismo que algunas de origen religioso. Es esta una instancia para el relativismo? De ninguna manera. Es, más bien, un reto de inculturación, un reto de seriedad en orden al conocimiento riguroso de los desarrollos de la ciencia biológico-médica con miras a reflexionarlos desde un pensamiento ético que sea al mismo tiempo exigente en su fundamentación y abierto a la novedad(5)5

c. Sea la tercera el conflicto del lenguaje. Las distinciones introducidas por lo ético no siempre encuentran una correspondencia en la práctica biomédica. Hablemos así de un desfase semántico, cuya presencia exige también el trabajo cuidadoso de diálogo y corresponsabilidad.

3 CHARDIN, Teilhard de. El fenómeno humano. Taurus. Madrid, 1961.

4 SHANNON, T. DIGIACOMO, J. An introduction to bioethics. Paulist Press. New York, 1979. Pags. 9 a 16.

5 ELIZARI, F. J. Praxis cristiana II. Paulinas. Madrid, 1981. P.p. 66 a 75.

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d. Sea la cuarta la verificación de algunos hechos, muy frecuentes en nuestras sociedades, que invitan a pensar éticamente:

- el ambiente antinatalista de muchos colectivos y las políticas

antidemográficas de no pocos gobiernos - la separación entre sexualidad y procreación - la planificación económica que exige disminución de la población - la violación sistemática de los derechos humanos - las políticas de salud excluyentes - los altos costos de los servicios de salud y de los medicamentos - las variadas manifestaciones de la llamada “cultura de la muerte” Estos cuatro núcleos problemáticos visualizan el evidente conflicto de intereses entre lo político, lo económico, lo ético. A dónde ir, entonces? Pienso que hay una incuestionable exigencia de más hondos y definitivos niveles de coherencia en el plano individual, social e institucional, lo mismo que un desafío a la epistemología para que constituya un responsable y permanente binomio con la ética. Aquí cabe, como vía de elocuente ejemplo, un interrogante de fondo a doctrinas consideradas tradicionales como la guerra justa (qué tal la operación “justicia infinita” de cierto poderoso país? Qué ponderación ética nos merece esta acción?), la pena de muerte, incluso el mismo tiranicidio? Recordemos que estas formulaciones pertenecen al patrimonio de algunas sistematizaciones de la escolástica. El nivel de coherencia está dado por la correspondencia - esto viene de corresponsabilidad - entre los ejercicios investigativos, sus correlativas prácticas, y la fundamentación ética. Este es un genuino ejercicio interdisciplinar que se presenta como imperativo para bioeticistas, investigadores en el área de las ciencias de la vida y de la salud, profesionales de las mismas disciplinas, y, en general, hombres y mujeres comprometidos con el respeto a la dignidad de la vida. De aquí se desprende una contextualización de la ética de siempre, de lo humano y de lo vital de siempre, en las particulares connotaciones de los avances de ciencia y tecnología y en las nuevas sensibilidades culturales. Así mismo, es preciso esforzarse para superar una sensibilidad selectiva en materia ética. Valgan como ilustración los insistentes pronunciamientos en contra de las políticas y prácticas abortistas y la debilidad para interrogar con rigor el hambre, el desempleo, la violación de los derechos humanos. La opción es por la totalidad de los aspectos de la vida, por la totalidad de los aspectos de lo humano. La vida debe defenderse con igual énfasis en lo sexual y en lo social! (6)6 6 ELIZARI, F. J. Ética de la vida humana: anotaciones parciales sobre el alcance de su replanteamiento actual. En revista

MORALIA 29 (1986). Págs. 83 a 94.

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De aquí también pasamos a la necesidad de un concepto inclusivo. Salud no es sólo ausencia de enfermedad, es , en esencia, calidad de una vida digna de ser llamada humana. Se trata de propender por todas las condiciones que aseguran el buen ser y el bienestar en sus aspectos físicos, psíquicos, ecológicos, sociales, económicos (7)7 En este orden de cosas, la claridad del referente ético se presenta como una realidad que debe tener absoluta nitidez en su definición antropocéntrica y biocéntrica. La normatividad ética no consiste en una moral “fisicista” ni tampoco “naturalista”. Se trata de una orientación que asuma la vida y lo humano en su totalidad compleja y pluridimensional. La consolidación de la bioética como ciencia se facilita por el carácter “holístico” – integrador y correlacionador – de la racionalidad contemporánea que está urgido de una comprensión integral de la vida y de lo humano. Así las cosas, me permito señalar algunos elementos que considero “sine qua non” para estimular un incremento ontológico y existencial del pensamiento y praxis de la bioética: - La vida es un valor en sí misma. - La vida tiene carácter sagrado. - La vida, para las convicciones de millones de hombres y mujeres, se

consuma y plenifica en una trascendencia que evoluciona de lo relativo a lo absoluto (8)8

- La vida es simultáneamente asunto individual, comunitario y ambiental. - La vida incorpora el concepto de calidad. 2. LA CATEGORIA DE LO ECONOMICO Comienzo este apartado preguntándome – y también interrogando al auditorio - si las políticas del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, lo mismo que las determinaciones de la Casa Blanca, son un imperativo inevitable. Qué pensar de este asunto? Que quede la cuestión flotando en el ambiente para ver si la sola reiteración del tema puede provocar una creatividad tan decisiva, tan radical, que permita evolucionar hacia modelos económicos inspirados en lo que nos ocupa ahora: el respeto por la vida y por lo humano.

7 La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el concepto de salud en términos amplios como “un estado de completo

bienestar físico, mental y social; no consiste sólo en la ausencia de dolencia o enfermedad”. 8 ALFARO, Juan. De la cuestión del hombre a la cuestión de Dios. Sígueme. Salamanca, 1997. Págs.271 a 286. También

TORRES QUEIRUGA, Andrés. La revelación de Dios en la realización del hombre. Cristiandad. Madrid, 1987. Págs. 179 a 183.

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Lo económico tiene relación directa con la calidad de vida, y esta relación es causal, sin ser ella la única (9)9. Como ya lo anoté, el concepto de calidad de vida es integral y hace referencia a todos los indicadores que contribuyen al cultivo de una humanidad digna. Particularmente quiero pensar en lo material como un territorio para arraigar la dignidad. Ser ciudadano de un universo material crea el sentido de pertenencia a un ámbito en el que es posible evolucionar en todas las potencialidades contenidas en cada ser humano y, en la misma lógica, hace posible el compromiso con todas las formas de vida para que todas ellas encuentren el caldo de cultivo que propicie su crecimiento y la dignidad que les es inherente. El orden económico internacional es claramente injusto y contrario a una consistencia ética. Valga el mismo análisis que para los desarrollos médico-biológicos. Sin una referencia humanística como orientación estructural no es posible re-significar la economía, porque esta pertenece al reino de los medios y no al horizonte de los fines (10)10. La valoración ética de los modelos económicos implementados en los últimos cien años, el capitalismo liberal y el colectivismo marxista, nos lleva a conclusiones pesimistas y también indignantes. Podríamos señalar sumariamente algunas como estas: a. Absolutización del carácter privado de la propiedad de los medios de

producción, en el caso capitalista, y absolutización de la propiedad estatal, en el caso del colectivismo marxista.

b. Mercado libre y competitivo, por un lado, y planificación centralista del estado, por el otro.

c. Individualismo exacerbado de corte liberal, totalitarismo radical de corte colectivista.

Las falencias de uno y otro modelo afectan negativamente la calidad de vida puesto que carecen de teleología humanista (11)11. La sociedad industrial avanzada es la causante de la crisis ecológica, de la escasez de recursos naturales y del deterioro del habitat, para señalar sólo una de las más escandalosas consecuencias del fundamentalismo de la razón instrumental. Una producción despiadada desentendida del ser humano y de la vida se desarrolla con un gigantismo anormal, se lucra en la misma “lógica” y arrasa con la dignidad y con las condiciones ambientales que son sustrato de esa dignidad (12)12

9 MIFSUD, Tony. Moral social: lectura solidaria del continente. CELAM. Bogotá, 1998. Págs. 391 a 443. También AUTORES

VARIOS. Neoliberalismo y desarrollo humano: desafíos del presente y del futuro. Escuela Superior Antonio Ruiz de Montoya. Lima, 1998. Págs. 157 a 226, 10

Concilio Vaticano II. Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo moderno, No. 63. BAC. Madrid, 1997. 11

UTZ, A. Entre neoliberalismo y neomarxismo. Herder. Barcelona, 1977. También AUTORES VARIOS . Ética y economía. ILADES. Santiago, 1993. 12

BOFF, Leonardo. Ecología : Grito de la tierra, grito de los pobres. Trotta. Madrid, 1996. Págs. 85 a 112.

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Entonces, qué valores deben guiar esa actividad económica? - El ejercicio de la economía debe respetar y promover la dignidad de la

persona humana y el bien de la sociedad, porque el ser humano es el autor, el centro y el fin de toda la vida económica (13)13,

- El criterio que debe guiar la economía no es la pura racionalidad económica, puesto que esta está al servicio de la racionalidad humana. El crecimiento económico aporta al bienestar humano en condición de medio, jamás de fin.

- Lo humano es instancia crítica a la hora de aplicar los procesos de la razón científico-técnica, y esto vale en concreto para la planificación de la economía y para las estrategias del mercado.

- La calidad de lo humano y de la vida, como referencias esenciales y constitutivas, es clave para la ponderación de lo económico.

- El destino universal de los bienes - ecumenismo humanista y económico - es criterio definitivo para que estos se pongan al servicio de todo ser humano, sin ninguna excepción.

- El respeto por el equilibrio ecológico es una exigencia ética de la mayor importancia.

Se trata, entonces, de inspirar una gestión de lo económico con decidida vocación antropocéntrica y biocéntrica, para ser consecuentes con la proposición de los dos conceptos que he venido exponiendo a lo largo de estas reflexiones. La tesis sostenida por Francis Fukuyama en “El fin de la historia y el último hombre” (14)14 es, dentro de esta comprensión, inaceptable. La insostenibilidad política y económica del modelo de inspiración soviética y su estrepitosa caída no son, en ninguna medida, argumento para dar soporte a una escatología neoliberal. Las evidencias que nos brindan las estadísticas expresan la honda contradicción del capitalismo neoliberal, su fracaso en las políticas de empleo, en la reactivación de las mismas economías, es claro y contundente. Y con esto sólo indicamos dos aspectos de un conjunto altamente contradictorio y, por supuesto, preocupante. Para decir una palabra sobre esto vamos al siguiente y final ítem de esta reflexión. 3. LA CATEGORIA DE LA GLOBALIZACION

13

MENENDEZ UREÑA, Enrique. La elección ética entre capitalismo y socialismo marxista. En Revista de Fomento Social, No. 140 (1980). Madrid. Págs. 439 a 450. 14 FUKUYAMA, Francis. El fin de la historia y el último hombre. Planeta. 2000.

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Es indiscutible el malestar vigente en la globalización. Creo que todos conocemos el interesante trabajo de Joseph Stiglitz, prohombre del Banco Mundial y premio Nobel de economía en 2001, cuyo libro se titula así (15)15. Las consecuencias humanas y sociales de este proceso económico-cultural hacen que nos situemos en el campo de la indignación ética y humanística. No vamos a incurrir en la miopía de incurrir nuevamente en la parcela regional, y en la testarudez de las culturas aisladas y desvinculadas de las dinámicas mundiales. Digamos que hay que correr el riesgo de concebir el mundo como una “aldea global”, según la consagradísima expresión de Marshall McLuhan (16)16. Y este planteamiento lo podemos hacer a partir de una ética de la solidaridad planetaria. Qué elementos valiosos nos puede proponer la globalización? En primer término, pienso que este de crear conciencia de ser una sola humanidad y de llevar así a una globalización de la solidaridad como proyecto totalizante de la humanidad y de la vida. También la superación de la mentalidad regional exclusiva y excluyente que posibilita la deconstrucción de los nacionalismos fundamentalistas. Igualmente una globalización inteligente y saludable pone en tela de juicio la supremacía de unas etnias y culturas sobre otras, pues, en esta perspectiva, lo global debe estar condicionado totalmente por la equidad cultural. La superación de fronteras, la sociedad del conocimiento, la agilidad para extender los beneficios de la ciencia y de la tecnología, las causas comunes de reivindicación y de justicia, la interacción cultural y su correlativo, el multiculturalismo,la cercanía de lo humano, la construcción global de sentidos y proyectos de vida, las esperanzas vividas y compartidas, son también, entre muchas evidencias, aspectos legítimos de la globalización. Qué espacio hay aquí para una ética de la vida? Justamente esta pertenece a la categoría de lo universalmente compartido (17)17. Este dato es de sentido común. Junto a la dignidad y sacralidad que le es propia , la vida es, gozosamente, una realidad universal. Por esta razón, la bioética tiene validez por sí misma para entrar competentemente en el proceso de la cultura global. Y su mismo estatuto científico, humanista, la constituyen en instancia crítica para algunas y muy frecuentes deplorables consecuencias de la globalización. Cuáles son las debilidades ostensibles de este proyecto?

15 STITGLITZ, Joseph. E. El malestar en la globalización. Taurus. Bogotá, 2002. 16 MC LUHAN, Marshall. La galaxie Gutenberg: face a l`ere electronique. Paris. Mame, 1967. 17 GRACIA , Diego. Planteamiento general de la bioética. En Conceptos fundamentales de ética teológica. Edición dirigida por Marciano VIDAL. Trotta. Madrid, 1992. Págs. 421 a 438.

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Es indiscutible que se globalizan con exceso la economía y la cultura de los países del norte. Lo latinoamericano, lo africano, y muchos ámbitos de lo asiático, no se consideran competitivos. Esta es, en mi manera de ver, la gran debilidad del proceso global. Hay, desde luego, una perversidad intrínseca en el modelo globalizado de economía neoliberal. Este elemento de pecaminosidad reside en que para hacer viable este tipo de racionalidad es preciso mantener el desequilibrio entre países ricos y pobres. Esto es propio de su constitución y de su estructura. Veamos textualmente este párrafo del mismo Stiglitz en su obra ya referida:

“Ahora bien, para millones de personas la globalización no ha funcionado. La situación de muchas de ellas de

hechoempeoró, y vieron cómo sus empleos eran destruidos y sus vidas se volvían más inseguras. Se han sentido cada vez más impotentes frente a fuerzas más allá de su control. Han

visto debilitadas sus democracias y erosionadas sus culturas” (18)18

Así como en el ejercicio interdisciplinar cada ciencia entra al mismo con su estatuto epistemológico claramente identificado y diferenciado, así también la participación en el dinamismo global de la cultura, exige que cada diversidad, cada diferencia, cada cultura, mantenga su propia identidad, justamente para hacer posible el pluralismo inherente a esta nueva época de la humanidad. Homogeneizar desde una determinada cultura – ya sabemos cuál – es una nueva manifestación de dictadura, de totalitarismo cultural y de irrespeto a la diferencia. Pasar del fragmentarismo a la globalidad requiere, sin lugar a dudas, una ética de la tolerancia y del reconocimiento comprometido de la diversidad de identidades (19)19 Cómo vamos a permitir que se ignoren y desconozcan la grandeza de incas y de aztecas, o que se soslayen la dimensión planetaria de un García Márquez o de Gabriela Mistral, o el menoscabo despectivo de la cumbia y de la cueca, o el no asumir los alcances globales de una teología de la liberación o del pensamiento de un Leopoldo Zea, cómo hacer evasión cultural de Machu Picchu o de la desbordante y lúdica geografía de nuestro Caribe ¡ Qué triste y lamentable sería el destino de la humanidad sin la belleza de nuestras mujeres y sin la altivez de nuestros indígenas Hagamos memoria del Canto General del gran Pablo Neruda, auténtica epopeya de la americanidad (20)20 y veamos así lo típico latinoamericano como poderosa cuota para una globalización resignificada.

18

STITGLITZ, Joseph. Op. Cit. Pag. 309. 19

KUNG, Hans. Una ética mundial para la economía y la política. Trotta. Madrid, 1999. Págs. 104 a 123.

20 NERUDA, Pablo. Canto general. Eds. Planeta Internacional. Barcelona, 1989.

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El último ítem del libro de Stiglitz se llama “Hacia una globalización con un rostro más humano” (21)21 y de él destaco su preocupación por la modificación de las estructuras mentales para dar el paso ético-cualitativo del economicismo vulgar a la organización integral de todos los aspectos de lo humano, de lo vital, de lo social. De estos me permito señalar: - la recuperación de las identidades culturales - los núcleos éticos propios de cada cultura - la democracia como institución de participación global - la equidad económica - la eticidad del ejercicio político universal - el mercado que posibilite el intercambio equitativo de todas las economías - el cuestionamiento de la “marca” comercial como criterio excluyente de la

globalización - la inclusión de la categoría calidad de vida como sustancia ética de lo global - la ciencia y la tecnología al servicio de un nuevo tipo de ser humano y de un

nuevo tipo de sociedades - los medios de comunicación como portadores de humanismo, conocimiento,

sabiduría, libertad. - El reconocimiento de la vida como categoría universal de convergencia de la

humanidad. 4. CONCLUSION Este trinomio que nos ha ocupado en este panel bien pudiera verse inconexo y sectorial. Las reflexiones precedentes, deliberadamente holísticas, evidencian la interdependencia de los diversos espacios de la realidad. Una cultura de la vida, un respeto universal por todas sus formas, impone, con características de imperativo, una acogida global de su dignidad. Y para ello es preciso que se de la voluntad política de estados y dirigentes, y consensos sociales, en orden a que esto se traduzca en realizaciones efectivas donde lo económico aporte con creces para generar bienestar y humanismo. Son inadmisibles los derroches tipo Cancún o cinco estrellas, mientras en el Africa subsahariana el fantasma del hambre es parte dolorosa de esas cotidianidades. No podemos cohonestar las guerras y las cruzadas, como la vergonzosa y reciente campaña contra Irak, ni suscribir fundamentalismos de ninguna naturaleza. Qué hay de superior en el ejecutivo de Wall Street que no lo identifique con el maorí de Nueva Zelanda o con el campesino latinoamericano? Es esta mi cuestión final. La vida es sagrada y radicalmente digna: es esto lo que está llamado a globalizarse. Si esto inspira la racionalidad de la economía y la praxis de la política, lo mismo que la investigación científica y los avances de la tecnología, entonces estaremos recuperando el esencial y dignificante carácter de la vida,

21

STITGLITZ, Joseph E. Op. Cit. Págs. 307 a 314.

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en la que lo humano es protagonista por resumir en sí mismo lo material, lo animado, lo inteligente, lo racional, lo afectivo, lo espiritual, lo trascendente. Me tomo el atrevimiento de recomendarles la lectura y estudio del apasionante texto “Claves para el siglo XXI” , editado por la UNESCO, en el que autores Ilya Prigogine, Edgar Morin, Luc Montagnier, Jean Baudrillard, Gianni Vattimo, Alain Touraine, Federico Mayor Zaragoza, Jacques Attali, Boutros Boutos-Ghali, y otros tienen la osadía de profetizar el futuro inmediato en la biología, en la antropología, en la biotecnología, en la medicina, en la bioética, en la ecología, en el tema energético, en la educación, en las artes y en las letras, en la cultura, en las comunicaciones, en la informática, en la agricultura, en la política, en el problema del género, en la ética en el humanismo (22)22 • Licenciado en Filosofía y Letras, Universidad de Santo Tomás, Bogotá,

Colombia. • Profesional en Teología. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, Colombia. • Magister en Teología. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, Colombia. • Actualmente Decano del Medio Universitario de la Facultad de Ingeniería de

la Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, Colombia. Dirección del autor: Pontificia Universidad Javeriana Facultad de Ingeniería. Carrera 7 No. 40 – 76. Bogotá D.C., Colombia. [email protected]

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BINDE, Jerome (Ed.) Claves para el siglo XXI. Ediciones UNESCO, Editorial Crítica. Barcelona, 1992.