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Crónicas de Indias Saltar a: navegación , búsqueda Crónicas de Indias es un nombre genérico dado a compilaciones de narraciones históricas, principalmente desde la perspectiva de los colonizadores españoles, acerca de los acontecimientos durante el descubrimiento, conquista y colonización del continente americano. Aunque también se incluyen escritos de mestizos o indígenas americanos , realizados durante el siglo Períodos históricos Incluye la etapa conocida como el Descubrimiento de América , así como relatos sobre los primeros años de conquista y colonización de los territorios americanos; los procesos iniciales, la dominación cultural, religiosa y política europea sobre los pueblos originarios . Dichas crónicas son un conjunto heterogéneo de narraciones, ya sea por su autoría, tiempo de escritura, o posición frente a la conquista, de un diverso grupo de cronistas , que ya sea porque escribieron directamente sus vivencias y experiencias durante viajes iniciales a América o porque recolectaron las experiencias relatadas por otros, constituyen un archivo histórico excepcional para estudiar el lenguaje, las motivaciones o los pensamientos preponderantes en la campaña de conquista y colonización de América por parte de los españoles del siglo XVI y de sus consecuencias en los años subsiguientes. Después del descubrimiento de América por los europeos, se conocieron los relatos de los llamados "cronistas de Indias", que informaban sobre la geografía y el modo de vida de los indígenas americanos y de las colonias, desde las relaciones del mismo Cristóbal Colón , su hijo Hernando, la famosa carta de Américo Vespucio y muchos otros descubridores y conquistadores como Hernán Cortés . El carácter justificativo de esa producción es claro. La aportación en sentido contrario de Bartolomé de las Casas (Brevísima relación de la destrucción de las Indias) fue tan trascendental que dio origen a la Junta de Valladolid , en que le dio réplica Juan Ginés de Sepúlveda ; e incluso a la llamada Leyenda negra al divulgarse por toda Europa como propaganda antiespañola. La visión de los indígenas, que vieron sus documentos y cultura material saqueados y destruidos, fue posible por algunos casos excepcionales, como el inca Felipe Guamán Poma de Ayala . Muchos cronistas de Indias se centraron en zonas geográficas específicas, haciendo crónicas regionales de reinos de América. Algunos

Biografia de Hernan

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Crónicas de Indias

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Crónicas de Indias es un nombre genérico dado a compilaciones de narraciones históricas, principalmente desde la perspectiva de los colonizadores españoles, acerca de los acontecimientos durante el descubrimiento, conquista y colonización del continente americano. Aunque también se incluyen escritos de mestizos o indígenas americanos, realizados durante el siglo

Períodos históricos

Incluye la etapa conocida como el Descubrimiento de América, así como relatos sobre los primeros años de conquista y colonización de los territorios americanos; los procesos iniciales, la dominación cultural, religiosa y política europea sobre los pueblos originarios. Dichas crónicas son un conjunto heterogéneo de narraciones, ya sea por su autoría, tiempo de escritura, o posición frente a la conquista, de un diverso grupo de cronistas, que ya sea porque escribieron directamente sus vivencias y experiencias durante viajes iniciales a América o porque recolectaron las experiencias relatadas por otros, constituyen un archivo histórico excepcional para estudiar el lenguaje, las motivaciones o los pensamientos preponderantes en la campaña de conquista y colonización de América por parte de los españoles del siglo XVI y de sus consecuencias en los años subsiguientes.

Después del descubrimiento de América por los europeos, se conocieron los relatos de los llamados "cronistas de Indias", que informaban sobre la geografía y el modo de vida de los indígenas americanos y de las colonias, desde las relaciones del mismo Cristóbal Colón, su hijo Hernando, la famosa carta de Américo Vespucio y muchos otros descubridores y conquistadores como Hernán Cortés. El carácter justificativo de esa producción es claro. La aportación en sentido contrario de Bartolomé de las Casas (Brevísima relación de la destrucción de las Indias) fue tan trascendental que dio origen a la Junta de Valladolid, en que le dio réplica Juan Ginés de Sepúlveda; e incluso a la llamada Leyenda negra al divulgarse por toda Europa como propaganda antiespañola. La visión de los indígenas, que vieron sus documentos y cultura material saqueados y destruidos, fue posible por algunos casos excepcionales, como el inca Felipe Guamán Poma de Ayala.

Muchos cronistas de Indias se centraron en zonas geográficas específicas, haciendo crónicas regionales de reinos de América. Algunos cronistas destacados son: Bernal Díaz del Castillo, Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, Inca Garcilaso de la Vega, Pedro Cieza de León, Hernán Cortés, Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, Francisco López de Gómara, Diego Durán, Francisco Ximénez, fray Toribio de Benavente, fray Bernardino de Sahagún, fray Francisco de Aguilar, entre otros.

Título de cronista de Indias

Oficialmente el cargo de cronista de Indias se inicia con la documentación reunida por Pedro Mártir de Anglería que se pasa en 1526 a fray Antonio de Guevara, cronista de Castilla; y con Juan López de Velasco que hace lo propio con los papeles del cosmógrafo mayor Alonso de Santa Cruz, a los que suma el cargo de cronista. Antonio de Herrera es nombrado cronista mayor de Indias en 1596, y publica entre 1601 y 1615 la Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y Tierra Firme del mar Océano, conocida como Décadas. Antonio de León Pinelo (nacido en Lima, que había recopilado las leyes de Indias), Antonio de Solís y Pedro Fernández del Pulgar cubrieron el cargo durante el siglo XVII. En el siglo XVIII la institución confluye con la creación de la Real Academia de la Historia y el Archivo General de Indias, destacando la figura de Juan Bautista Muñoz (Historia del Nuevo Mundo, que no completó).

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Estilo literario

Durante los siglos XV y XVI, en Florencia, Venecia, Milán, el renacimiento influyó en el pensamiento europeo produciendo la renovación de la literatura y las ciencias, sin embargo el providencialismo cristiano de la historiografía medieval prevaleció en la mayoría de los cronistas españoles. Un ejemplo claro, es la supuesta aparición del apóstol Santiago cabalgando en un caballo blanco durante la batalla de Centla:

"..Aquí es donde dice Francisco López de Gómara que salió Francisco de Morla en un caballo rucio picado, antes que llegase Cortés con los de a caballo, y que eran los santos apóstoles señor Santiago o señor San Pedro. Digo que todas nuestras obras y victorias son por mano de Nuestro Señor Jesucristo, y que en aquella batalla había para cada uno de nosotros tantos indios que a puñados de tierra nos cegaran, salvo que la gran misericordia de Nuestro Señor en todo nos ayudaba..."

Bernal Díaz del Castillo haciendo referencia a Francisco López de Gómara en la narración de la batalla de Centla en Historia verdadera de la conquista de la Nueva España

"Milagrosamente nuestro Dios proveyó que el fardaje que llevábamos y los que llevaban a cuestas y los cuarenta hombres que quedaron atrás sirvieran para que todos no fuésemos muertos y depedazados..."

Francisco de Aguilar en Relación breve de la conquista de la Nueva España

"En esa sazón vino una pestilencia de sarampión, y víroles tan recia y tan cruel, que creo murió más de la cuarta parte de la gente de indios que había en toda la tierra, la cual muy mucho nos ayudó para hacer la guerra y fue causa que mucho más presto se acabase, porque, como he dicho, en esta pestilencia, murió gran cantidad de hombres y gente de guerra y muchos señores y capitanes y valientes hombres, con los cuales habíamos de pelear y tenerlos por enemigos; y milagrosamentes Nuestro Señor los mató y nos los quitó delante..."

Bernardino Vázquez de Tapia en Relación de méritos y servicios

"En este día, a la tarde, vimos un milagro bien grande, y fue que apareció una estrella encima de la nave después de puesto el sol, y se partió despidiendo rayos de luz a la continua, hasta que se uso sobre aquella villa o pueblo grande, y dejó un rastro en el aire que duró más de tres horas largas; y también vimos otras señales bien claras, por donde entendimos que Dios quería que poblásemos aquella tierra para su servicio..."

Juan Díaz en Itinerario de la armada

El historiador Edmundo O'Gorman dijo al respecto: "Se trata en realidad de una visión mesiánica de la historia, fundada en la inquebrantable fe que algunos españoles tenían en el destino providencial de su pueblo como elegido por Dios para implantar la

HERNAN CORTEZ

onquistador español de México (Medellín, Badajoz, 1485 - Castilleja de la Cuesta, Sevilla, 1547). Procedente de una familia de hidalgos de Extremadura, Hernán Cortés estudió brevemente en la Universidad de Salamanca. En 1504 pasó a las Indias recién descubiertas por Colón y se estableció como

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escribano y terrateniente en La Española (Santo Domingo). Participó en la expedición a Cuba de 1511 como secretario del gobernador Diego Velázquez, con quien emparentó al casarse con su cuñada y que le nombró alcalde de la nueva ciudad de Santiago.

En 1518 Diego Velázquez confió a Hernán Cortés el mando de una expedición a Yucatán; sin embargo, el gobernador desconfiaba de Cortés, a quien ya había encarcelado en una ocasión acusado de conspiración, y decidió relevarle del encargo antes de partir. Advertido Cortés, aceleró la partida y se hizo a la mar antes de recibir la notificación (1519).

Hernán Cortés

Con once barcos, unos seiscientos hombres, 16 caballos y 14 piezas de artillería, Hernán Cortés navegó desde Santiago a Cozumel y Tabasco; allí derrotó a los mayas y recibió -entre otros regalos- a la india doña Marina, que le serviría como amante, consejera e intérprete durante toda la campaña.

Desobedeciendo órdenes expresas del gobernador Velázquez, fundó en la costa del golfo de México la ciudad de Villa Rica de la Veracruz. Allí tuvo noticias de la existencia del imperio azteca en el interior, cuya capital se decía que guardaba grandes tesoros, y se aprestó a su conquista.

Para evitar la tentación de regresar que amenazaba a muchos de sus hombres ante la evidente inferioridad numérica, Hernán Cortés hundió sus naves en Veracruz. Logró la alianza de algunos pueblos indígenas sometidos a los aztecas, como los toltecas y tlaxcaltecas. Tras saquear Cholula, llegó a la capital azteca, Tenochtitlán, en donde fue recibido pacíficamente por el emperador Moctezuma, que se declaró vasallo del rey de Castilla. La posible identificación de los españoles con seres divinos y de Cortés con el anunciado regreso del dios Quetzalcoátl favoreció quizá esta acogida a unos extranjeros que enseguida se empezaron a comportarse como invasores ambiciosos y violentos.

Entonces tuvo que dejar la ciudad a su lugarteniente Alvarado, para hacer frente a las tropas de Pánfilo de Narváez, enviadas por el gobernador Velázquez para castigar su rebeldía y devolverle a Cuba; Cortés los derrotó en Cempoala y consiguió que se uniese a él la mayor parte del contingente (1520). Cuando regresó a Tenochtitlán, encontró una gran agitación indígena contra los españoles a causa de los ataques realizados a sus creencias y símbolos religiosos y de la matanza de sus nobles por Alvarado para

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desbaratar una supuesta conspiración. Hizo prisionero a Moctezuma e intentó que éste mediara para calmar a su pueblo, sin lograr otra cosa que la muerte del emperador.

Pedro de Alvarado y Contreras (Badajoz, Extremadura (España), 1485 - Guadalajara, Nueva España, 4 de julio de 1541) fue un adelantado y conquistador español que participó en la conquista de Cuba, en la exploración por Juan de Grijalva de las costas de Yucatán y del Golfo de México, y en la conquista de México dirigida por Hernán Cortés. Puede considerársele como conquistador de gran parte de América Central (El Salvador, Honduras y Guatemala) y pudo haberlo sido también del Perú, pero renunció a ello tras enfrentarse primero, y negociar después, con Diego de Almagro.

Prácticamente todas las referencias a Alvarado mencionan como mínimo su carácter enérgico; la mayoría lo elevan a crueldad. A veces se asocia incluso su nombre al genocidio, tanto por su iniciativa en la Matanza de Tóxcatl, como por su posterior participación en el sitio de Tenochtitlan, y sobre todo por la violencia extrema de sus acciones en Centroamérica.

En México los indígenas lo llamaban Tonatiuh, (el Sol), por su aspecto físico; al parecer era rubio y de elevada estatura, lo que lo convertía en caso típico para la deificación, que inicialmente hicieron los mexicas de los españoles, considerándolos las "gentes rubias y barbadas" anunciadas como signo del regreso de Quetzalcóatl.

Llegada a América y conquista de Cuba (1509-1511)

En 1509, con 25 años, desembarcó en La Española, junto a sus hermanos (Gonzalo, Jorge, Gómez, Hernando y Juan). Un año después, a las órdenes de su tío Diego Velázquez, participó en la conquista de Cuba.

Expedición de Grijalva (1518)

En 1518 acompañó a Juan de Grijalva como capitán de un navío en su viaje de exploración por las costas de Yucatán y el Golfo de México, en el que se produjo el descubrimiento de Cozumel. Fue el primero en navegar el río Papaloapan, razón por la cual la población cercana a la desembocadura del río se le bautizó con el nombre de "Alvarado".

Conquista de México (1519-1521)

Varios hermanos Alvarado se unieron a Cortés en el puerto de la Trinidad, cuando iniciaba su viaje, entre ellos Jorge, Gonzalo y Gómez, y Juan el viejo bastardo, Pedro fue el primer capitán de Hernán Cortés durante la conquista de México.

Participó en la batalla sostenida contra los tlaxcaltecas dirigidos principalmente por Xicohténcatl. Una vez que los conquistadores españoles vencieron y pactaron una nueva alianza con los tlaxcaltecas, en muestra de paz les regalaron mujeres a los principales capitanes. Una de ellas fue la propia hija de "Xicohténcatl el viejo" a quien se le bautizó como doña Luisa y era destinada para Hernán Cortés, quien la cedió a Pedro de Alvarado. Siendo aún soltero, Pedro de Alvarado tuvo un hijo con doña Luisa a quien bautizó con su propio nombre y una hija a la cual bautizó con el nombre de Leonor. Leonor se casó con Francisco de la Cueva primo del duque de Alburquerque.1

Realizó una inspección de avanzada junto con Bernardino Vázquez de Tapia hacia las inmediaciones de Tenochtitlan con el fin de observar y determinar la mejor ruta; Vázquez de Tapia cayó enfermo de

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calenturas en el camino y Alvarado tuvo que completar la misión, ambos regresaron a Cholula para informar a Cortés los pormenores. Fue entonces cuando los indígenas le pusieron el apodo de Tonatiuh.2

La matanza del Templo Mayor

En 1520, en ausencia de Cortés, que había ido al encuentro de Pánfilo de Narváez, Pedro de Alvarado, que había quedado al mando, ordenó la matanza del patio del Templo Mayor que precedió a la derrota de los españoles conocida como la Noche Triste. Recriminado por Cortés, que se vio obligado a volver apresuradamente a Tenochtitlan a socorrerlo, alegó que los aztecas estaban preparando sacrificios humanos para la fiesta del Tóxcatl (quinto de los dieciocho meses del calendario mexica), incumpliendo su promesa de no hacerlo, y que con la fiesta se preparaba una trampa para atacar a los españoles. Pero incluso las fuentes más indulgentes con Alvarado coinciden en denunciar que ordenó sin previo aviso que se atacara a los danzantes de la fiesta, asesinando a entre trescientas y seiscientas personas desarmadas. Los testimonios aztecas recogidos por Fray Bernardino de Sahagún describen una cruel carnicería.

Durante la huida de Tenochtitlan se le atribuye haber salvado la vida, pese a estar rodeado de enemigos, saltando un canal apoyado en su lanza, hincada en el barro; el gesto ha tomado su nombre, "Salto de Alvarado", nombre también de una céntrica calle de Ciudad de México situada en la zona donde pudo ocurrir el hecho. Podría citarse como precedente del salto con pértiga, igual que se hace con Filípides para la maratón, pero el salto muy probablemente no existió: la referencia procede de Francisco López de Gómara, que no fue testigo ocular, y es desmentida con gran rotundidad por Bernal Díaz del Castillo, que sí estuvo allí, y que esgrime contundentes argumentos: ningún testigo se hubiera percatado del salto, ocupados como estaban en salvar sus vidas; la profundidad del agua y la anchura del canal salvado descartan la viabilidad de la acrobacia y, finalmente, el mismo Bernal no oyó a nadie mencionar el salto hasta mucho después de la conquista, con ocasión de la edición de unos libelos laudatorios para Alvarado.

Conquista de Guatemala y El Salvador (1521-1527)Véase también: Batalla de Acajutla.

Tras la toma de Tenochtitlan en 1521, Cortés lo comisionó para otras expediciones más al sur, lo que le permitió pasar a la historia también como conquistador de Guatemala y El Salvador junto a su hermano Gonzalo de Alvarado y, aunque siguiendo a Cortés, también concluyó la conquista en Honduras.

En 1524 fundó Santiago de los Caballeros, luego llamada Ciudad Vieja, en Guatemala.

En 1527 viajó a España y se entrevistó con Carlos V. Es este su momento de mayor gloria, al recibir del emperador los nombramientos de gobernador, capitán general y adelantado de Guatemala, más de lo que conseguiría nunca Cortés de Nueva España. Sin embargo, a su vuelta a América, en 1529, el gobernador de la Nueva España lo encarceló y lo procesó; sólo pudo librarse del cautiverio por la intervención de Cortés.

Véase también: Conquista de El Salvador.

Fallido intento de intervenir en la conquista de los Incas (1534)

Las noticias sobre las riquezas de los incas y la conquista que emprendió Francisco Pizarro llegaron a oídos de Alvarado en Guatemala. Solicitó y consiguió permiso del Rey de España para hacer descubrimientos y conquistas en las tierras de la provincias de Quito del Imperio Inca que estuvieran fuera de los límites

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asignados a Francisco Pizarro. Construyó su flota en el Pacífico Sur, donde fundó el Puerto de Iztapa (en Guatemala). A principios de 1534 se hizo a la vela con una flota compuesta por ocho navíos, en los cuales se embarcaron 500 infantes bien armados, 227 caballos y un número de indígenas de Guatemala. Bartolomé de las Casas, en su Brevísima Relación, recuerda la mortandad de indios que generaban estas expediciones, tanto por obligarlos a transportar hasta el Mar del Sur los materiales con los que se construían los barcos, como por las condiciones de viajes y trabajos.

El 25 de febrero de 1534 Alvarado desembarcó en la bahía de Caráquez; pasó luego a Charapotó, donde fundó la Villa Hermosa de San Mateo de Charapotó; de ahí a Jipijapa, a Paján y al río Daule. Volvió a retroceder hacia los bosques de Paján, donde se detuvo algún tiempo. Sus fuerzas avanzaron por el sur hasta mucho más arriba de Chonana, y por el norte bajaron tanto que llegaron hasta el territorio de Nono, en la actual provincia de Pichincha, a pocos kilómetros de Quito. Desde Nono, desandando muchas leguas, tornaron a los bosques pantanosos de Chimbo en la región occidental, por donde, ya juntándose de nuevo toda la expedición, empezaron a ascender la cordillera de los Andes hasta salir a las alturas de Ambato. Como Alvarado anduvo perdido en las provincias del litoral durante los meses de febrero, marzo y abril, sufrió las molestias de las lluvias de invierno, cuando en la costa los llanos y todo el suelo en general se convierten en anegadizos y pantanos intransitables; y saliendo a la planicie interandina, en agosto, pasó la cordillera precisamente en la época de los mayores vientos y de las más fuertes nevadas.

Llegó Pedro de Alvarado a las llanuras de Ambato, actualmente en Ecuador, con un ejército completamente débil, ya que llevaba muchos meses padeciendo las inclemencias de la selva costanera, en la que se perdieron, porque los guías indígenas que habían retenido a la fuerza lograron huir. Por esta razón, no estaban en condiciones de enfrentarse con Diego de Almagro y Sebastián de Belalcazár y prefirieron llegar a un arreglo amistoso el 26 de agosto de 1534, que consistió en que Pedro de Alvarado recibiría una indemnización por los gastos que había hecho en tan malhadada expedición y, a cambio, Diego de Almagro y Gonzalo Pizarro consiguieron que Pedro de Alvarado les cediera los barcos, caballos y hombres que quisieran quedarse. Pedro de Alvarado, finalmente, regresó a Guatemala. Francisco López de Gómara, en su Historia General de las Indias, cifra la indemnización en cien mil pesos de oro, que fueron pagados, cumpliendo la palabra de Almagro.