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N° 1 Abril - Mayo Año 2015 BOLETÍN Crónica de las actividades de verano 2015 En torno a los talleres académicos y las Clases Magistrales desarrolladas durante los meses de febrero y marzo. «La filosofía crítica» Ensayo estudiantil de un integrante del Grupo Pólemos. «Contestación a la pregunta: ¿Qué es la ilustración?» de Inmmanuel Kant Breve ensayo filosófico imprescindible y publicado especialmente para nuestros compañeros ingresantes. Saludo de bienvenida a los nuevos integrantes de nuestra Escuela. La base 2015 inicia sus actividades y el CEF les extiende un saludo fraterno.

Boletín 01 (Abril-Mayo/Año 2015) Centro de Estudiantes de Filosofía UNMSM

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Boletín informativo del Gremio Estudiantil, Centro de Estudiantes de Filosofiía, de la Escuela de Filosofía de la Fac. de Letras y Ciencias Humanas, Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima, Perú

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N° 1 Abril - Mayo Año 2015

BOLETÍN

Crónica de las actividades de verano 2015

En torno a los talleres académicos y las Clases Magistrales

desarrolladas durante los meses de febrero y marzo.

«La filosofía crítica»

Ensayo estudiantil de un integrante del Grupo Pólemos.

«Contestación a la pregunta: ¿Qué es la ilustración?»

de Inmmanuel Kant

Breve ensayo filosófico imprescindible y publicado especialmente para nuestros compañeros ingresantes.

Junta Directiva

Ernesto Lindo Brañez Secretario General

Cesar Urrutia Marina Sub secretario General

Carlos Sánchez Bartra Sec. de Asuntos Académicos

Janie Huamán Herrera Sec. de Organización

Diego Gonzales Castillo Sec. de Economía

Miguel Chilet Amoros Sec. de Actividades

Comité Asesor

Eduardo G. García Marreros

Carlos Rojas Camacho

Saludo de bienvenida a los nuevos integrantes de

nuestra Escuela.

La base 2015 inicia sus actividades y el CEF les extiende un

saludo fraterno.

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Presentación Con gran entusiasmo nos toca presentar el primer Boletín del CEF del año. Luego de mucho tiempo que el tradicional Boletín fue relegado producto de las distintas tareas que competen al CEF, pues ya es momento de retomar y darle la continuidad que se merece. Seguramente estos problemas se han debido a los vaivenes que afrontó el Centro de Estudiantes de Filosofía hace ya algunos años, sin embargo, el CEF ha entrado en un momento de fortalecimiento institucional y estamos seguros que dicho fortalecimiento irá de la mano con la consolidación de sus herramientas institucionales. Hoy el Centro de Estudiantes de Filosofía está consolidándose en rasgos generales: siempre las elecciones gozan de una participación masiva y las actividades tanto académicas como gremiales son siempre recibidas por los estudiantes de muy buen agrado y como reflejo de una institución que está desarrollando. Siempre se concibió el Boletín como un espacio para fomentar la discusión y la investigación, de modo que, además de informar algunos acontecimientos relevantes, también servía de espacio para la publicación de ensayos estudiantiles y compartir algunas curiosidades académicas como entrevistas o ensayos de filósofos reconocidos. En esta primera edición del 2015, el Boletín contiene unas breves palabras de bienvenida a los ingresantes 2015; así mismo, estamos compartiendo una crónica acerca de las actividades que desarrollamos durante los meses de verano, nos referimos a los distintos talleres y las clases magistrales que tuvieron un éxito indiscutible. Por otra parte, en esta primera edición estamos incluyendo un ensayo redactado por un integrante del Grupo Pólemos, grupo de investigación de la Escuela reconocido por la Universidad. Con este motivo, aprovechamos para informar que el siguiente número del Boletín contendrá un ensayo del G.I. Sentido y Referencia, pues la idea es iniciar con la colaboración de estudiantes que ya cuenten con algunos trabajos elaborados para darle un buen impulso al Boletín y qué mejor que contar con la colaboración de los G.I. de nuestra Escuela. Finalmente, publicamos el pequeño artículo “¿Qué es la ilustración?” del filósofo Immanuel Kant, pues se trata de un texto imprescindible, sobre todo para nuestros compañeros ingresantes que se inician en el quehacer filosófico; dicho artículo contiene también lo que hemos querido fomentar desde un inicio como grupo estudiantil: Sapere aude! Sin más que agregar, esperamos que el Boletín tenga una buena acogida y que efectivamente este sea el primer número de una continuidad de largo aliento. Saludos cordiales, Junta Directiva del Centro de Estudiantes de Filosofía.

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AGENDA

26 DE MAYO.

Taller “El empirismo clásico: Locke, Berkeley y

Hume” Prof. David Villena Saldaña

28 DE MAYO.

Taller “El pensamiento político de Hobbes”

Prof. Humberto Quispe.

05 DE JUNIO.

Asamblea de Estudiantes de Filosofía

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ciedad. La juventud hegeliana hacía temblar el orden en Alemania basándose en los planteamientos centrales de Hegel, pero quienes irían más allá de la realidad inmediata y rebasarán los límites de la crítica y la sociedad burguesa serán Karl Marx y su entrañable compañero Friedrich Engels; con ellos la dialéctica entra en un momento más elevado y la filosofía adquiere nuevamente su carácter crítico. La filosofía de Marx parte de una crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel. En su famoso artículo en los Deutsch-französische Jahrbücher, Marx da un genial ejemplo de cómo debe de proceder la filosofía crítica. El problema de la religión no es un problema meramente argumentativo o gnoseológico, como lo plantearía un crítico positivista de la religión; la crítica teórica de la religión es solo un paso de la crítica, pero la real crítica tiene que ser una crítica de las condi-ciones sociales que posibilitan aquella necesidad existencial de los hombres. Cri-ticar las ilusiones que se producen en un determinado estado de cosas nos lleva a criticar un estado de cosas que necesita de ilusiones8. La crítica en Marx será una crítica aún más profunda, ya no solo una crítica que se enmarca en el hilo argu-mentativo de los postulados teóricos, sino también, es una crítica que busca las fuentes sociales de los postulados ideológicos para criticar no solo las limitacio-nes intelectuales, sino también demostrar cómo esas limitaciones intelectuales tienen su origen en condiciones sociales determinadas; por ello es que la filosofía de Marx comprende que la resolución de los problemas filosóficos y sociales no son solo problemas teóricos, sino principalmente problemas prácticos. Es así que en el progreso de sus estudios comprenderá que aquella fuente primera de la que debe de partir el análisis de la sociedad es la economía política. Marx señalará que las instituciones y el mundo social tal y como lo vemos no se explican a par-tir de sí mismo, sino que es un reflejo de una realidad más profunda. Detrás de los fenómenos sociales (materiales e intelectuales) se encuentra la real causa de estos; se trata pues de las relaciones económicas que solo se comprenden median-te un gran trabajo de abstracción, desde donde podemos explicar el capitalismo y reproducirlo intelectualmente para apropiárnoslo9. Abstraemos intelectualmente para luego emprender el camino de regreso reconstruyendo y comprendiendo lo concreto (el mundo). Para Marx, con el capitalismo se ha llegado a un momento elevado en la fetichización del mundo, de modo que aquello que se nos presenta como la realidad inmediata no es más que una realidad invertida; en el mundo inmediato (fenoménico), producto del número elevado de interrelaciones, las causas se confunden con los efectos, por lo que desentrañar la verdad depende de un método que pueda reproducir intelectualmente la realidad desde sus elementos más simples hasta alcanzar la complejidad en la que se nos presenta el mundo (explicar el fenómeno partiendo de la esencia). El error de la ciencia económica burguesa y de la filosofía ha sido la de partir de realidades ‘ya dadas’ en lugar de considerarlas como categorías históricas: así en Adam Smith se parte de la creen-cia de que el ‘intercambio’ es natural en el hombre10, o en Hegel, quien en su

7 Friedrich Nietzsche. Fragmentos póstumos, Volumen VI (1885 - 1889). 8 Karl Marx. Introducción a la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel.

¡BIENVENIDOS, INGRESANTES 2015!

Es un placer saludar a los estudiantes de la base 2015 dándoles la bienve-nida a la Escuela y a la comunidad filosófica en general. Suele decirse que estudiar filosofía ya era de por sí un acto rebelde; y es que en las actuales condiciones en que se reivindica únicamente las carreras lucrativas y se pone como finalidad del hombre el éxito financiero, pues estudiar una carrera como ‘filosofía’ parece un acto de completa oposición y rebeldía frente a lo que la sociedad ha establecido como ‘racional’. Pero justamente nuestra carrera tiende a cuestionar aquellas ideas que están establecidas en nuestro medio, buscando el sustento y los fundamentos últimos de nuestras concepciones intelectuales y de las tradiciones en que se ampa-ran. Esto implica también cierto grado de independencia y osadía, cualidades im-prescindibles para poder desarrollarse en esta disciplina, puesto que hacer filosofía demanda abandonar todo principio de autoridad y entregarse a un análisis propio de los sistemas o propuestas teóricas y prácticas, también se requiere de la osadía para atreverse a plantear críticas propias y aventurarse a proponer nuevas ideas, nuevos análisis y nuevas perspectivas sobre los distintos autores, o quizás, sobre la filosofía en general. Desde ya, también es importante recalcar que la etapa univer-sitaria debe ser un momento de madurez, y esa madurez debe reflejarse en la dispo-sición de todos los que nos dedicamos a la filosofía a practicar la tolerancia y la sana discusión. Va en contra de un pensador riguroso el ser cómplice de la intimi-dación y/o censura intelectual; debemos ser partidarios de la exposición de las dis-tintas ideas filosóficas, políticas, éticas, científicas, siempre con el ánimo de pole-mizar pero no de marginar o estigmatizar determinados puntos de vista. Esta ha sido una cualidad importante en los estudiantes de filosofía de la UNMSM, y a ello se debe también la pluralidad que hace de nuestra Escuela bastante rica. La confor-mación de los distintos Grupos de Investigación demuestra cierta madurez del alumnado de nuestra Escuela, y es expresión de las distintas líneas que se pueden encontrar; la Escuela de Filosofía de la UNMSM, por parte de sus estudiantes, brinda las condiciones para la libre orientación filosófica de los estudiantes, ade-más de la libre problematización y discusión. No está demás señalar que un compromiso con la filosofía se refleja tam-bién en el compromiso con la misma realidad de la Escuela de Filosofía y nuestra alma mater. De este modo, aprovechamos para invitarlos a ser partícipes del forta-lecimiento del Centro de Estudiantes de Filosofía y de la organización en general de la Facultad, pues nuestra Escuela, por ser la Escuela más politizada, siempre se ha caracterizado por tener un papel protagónico en la resolución de los problemas del movimiento estudiantil en la Facultad de Letras. Esperamos que ese protagonis-mo en algún momento pueda alcanzar a la Universidad en su conjunto; es un pro-ceso del que formamos parte, y del que consideramos muy importante no apartar-nos, pues el filósofo sanmarquino siempre ha sido un filósofo comprometido. Reiteramos nuestro saludo a todos los ingresantes 2015, reconociendo el esfuerzo que a cada uno le ha costado lograr integrar nuestra Escuela. Tengan la

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hombre, pero este supuesto será rebatido por Hegel cuando afirme que a través de los fenómenos podemos llegar a conocer la esencia de la realidad. La dialéctica irrumpe como cuestionadora de toda verdad absoluta y todo tipo de estabilidad, cuestiona todo en aras de una realización de la razón que se comprende como un proceso en que la humanidad se va aproximando al conocimiento de lo verdadero. El Absoluto le permitirá a Hegel no caer pues en un relativismo histórico y, más bien, ofrecer una filosofía crítica; las figuras de la conciencia en un proceso com-plicando van adecuándose a las legalidades del mundo exterior6. Hegel concibe a la revolución francesa como el movimiento realizador de la razón, incluso plantea en su juventud la necesidad de la dictadura jacobina (Robespierre), sabiendo des-de un inicio que la misma estaba destinada al fracaso. Finalmente caerá en un conservadurismo cuando vea las victorias de la Restauración en Europa, sumado a esto, el gobierno prusiano no daba señas de virar hacia un régimen liberal y la burguesía alemana no representaba una verdadera fuerza revolucionaria para cum-plir la misma labor que los revolucionarios franceses. Sin embargo, la más eleva-da expresión filosófica burguesa, debido a que el orden para entonces ya era bur-gués, tenía necesariamente que convertirse en sostenedora del orden; la filosofía de Hegel sería adoptada por la autocracia Prusiana para sustentarse en el poder, la convicción hegeliana “Lo que es racional es real y lo que es real es racional” pro-clamada en el prólogo de su Filosofía del Derecho era interpretada como una jus-tificación de las instituciones como racionales por el solo hecho de existir. Será hasta el auge de la izquierda hegeliana cuando el gobierno prusiano abandone el hegelianismo y lo reemplace por la filosofía del viejo Schelling. Después de He-gel ya se presenciará el ocaso de la razón burguesa. Schopenhauer y Nietzsche representarán el debacle de la filosofía burguesa en Alemania. Nietzsche represen-ta el abandono de toda pretensión de verdad, y será manifestación que desde en-tonces el poder de la burguesía dejaba de apoyarse en la razón y dejaba de gober-nar en nombre de la verdad, pasando a sustentarse solo en la fuerza y en lo irracio-nal; “no hay hechos, solo interpretaciones”7, y las interpretaciones se validan no en relación a una verdad objetiva a la que los esfuerzos humanos deben de acer-carse, sino solo serán interpretaciones establecidas por el poder. Esto podemos encontrar también en filosofías como el pragmatismo o el positivismo, todas ellas abandonan un criterio objetivo de verdad y caen en una instrumentalización de ella, una subjetivización de la verdad. Desde entonces, para la filosofía burguesa que ha dejado de ser crítica y ha pasado a ser un sostén del orden, la verdad estará atada al individuo y sus fines, y en los casos más radicales será el abandono de una verdad en general, como se muestra en varios posmodernos en la segunda mitad del S.XX. No es casualidad, por tanto, que la nueva filosofía crítica nazca como una crítica de la filosofía del derecho de Hegel. Lo más alto de la filosofía burguesa engendró la filosofía anti-burguesa por excelencia. Así podemos ver cómo el camino trazado por Hegel llevaba necesariamente a otra realización teóri-ca, pero como manifestación del surgimiento de la posibilidad de otro tipo de so-

4 John Stuart Mill. Sobre la libertad. 5 G.W.F. Hegel. Fenomenología del Espíritu. 6 Como señala G. Lukács en su obra El joven Hegel.

plena confianza que entre los estudiantes nunca falta la solidaridad y el debate de ideas, y que, en realidad, hoy por hoy somos los estudiantes los que hacemos avanzar a la Escuela.

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Crónica de las actividades de verano 2015

El CEF fomentando espacios de discusión Como parte de las actividades académicas de este verano, el Centro de Estudiantes de Filosofía, en su labor de fomentar espacios de discusión e intercambio intelectual, ha venido trabajando constantemente con el cumplimiento de una serie de actividades tales como, Talleres Académicos y Clases Magistrales. Estas actividades tuvieron como objetivo fortalecer y profundizar el conocimiento en temas filosóficos específicos, impulsar los estudios e investigaciones además de fomentar y promover el ejercicio del debate filosófico del público asistente. Asimismo, estos eventos sirvieron para introducir en el pensamiento filosófico al público que ha participado entusiastamente en cada uno de ellos, sobre todo, a los ingresantes de la carrera quienes, interesados y movidos por el espíritu filosófico, inician hoy su vida universitaria. No obstante, señalamos que lograr la obtención de los espacios para los eventos realizados no fue tarea fácil, pues, ante la negligencia de la burocracia de nuestra facultad, ¡como es de costumbre! comenzaron a traspapelar y a vacilar los pedidos; por esta razón, los representantes del gremio ejercieron constante presión para que éstos arriben a buen puerto. A continuación mostramos las actividades desarrolladas durante el mes de febrero: el gremio consiguió llevar a cabo cinco Talleres Filosóficos centrándose en el análisis y discusión de textos de autores o apartados específicos en cada taller. Los talleres elegidos fueron dictados por profesores reconocidos por su labor y dedicación a la enseñanza en los campos de estudio que fueron materia de cada taller. Estos talleres fueron: “Filosofía de la mente”, “Filosofía de la alteridad: introducción al pensamiento de Lévinas”, “El pensamiento político de John Locke”, “Teoría política de Platón: la praxis y su influencia hasta la actualidad” y, por último, “Lenguas Clásicas: etimologías grecolatinas”, los docentes encargados fueron: David Villena Saldaña, Iván Abrill Mendoza, Humberto Quispe Hernández, Fernando Bobbio Rosas y Ana María Gispert-Sauch, respectivamente. Queremos, a su vez, enfatizar en el apoyo y la buena disposición de cada uno de nuestros profesores que asumieron con responsabilidad los talleres mencionados. En lo referente a las actividades del mes de marzo, el Centro de Estudiantes de Filosofía logró realizar el ciclo de Clases Magistrales: autores clásicos de la Filosofía que se desarrollaron a lo largo de siete días de arduas jornadas en donde el diálogo filosófico hizo posible que el intercambio intelectual sea fructífero. Este evento fue planificado con el objetivo de reflexionar y repensar las ideas de grandes maestros del pensamiento a través de una visión panorámica tomando como punto de partida a los dos filósofos por excelencia de la antigüedad, Platón y Aristóteles, hasta los más grandes personajes de la filosofía moderna y contemporánea, destacando los siguientes: Descartes, Kant, Hegel, Marx, James, Husserl, Heidegger, Popper, Foucault, Kripke, Sloterdijk y Quine. Siendo todos ellos –sin desprestigiar a otros grandes personajes– los que

toda su potencialidad. Pues, cuando la naturaleza ha desarrollado bajo tan duro tegumento ese germen que cuida con extrema ternura, a saber, la propensión y la vocación hacia el pensar libre, ello repercute sobre la mentalidad del pueblo (merced a lo cual éste va haciéndose cada vez más apto para la libertad de actuar) y finalmente acaba por tener un efecto retroactivo hasta sobre los principios del gobierno, el cual incluso termina por encontrar conveniente tratar al hombre, quien ahora es algo más que una máquina, conforme a su dignidad”.

Königsberg (Prusia), 30 de septiembre de 1784.

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trajeron consigo grandes problemas filosóficos que hoy en día son temas de discusión y debate en muchas de las ramas de la filosofía. Para este evento contamos con la gentil participación de muchos de los más destacados profesores de nuestro medio (procedentes de nuestra Alma máter, así como de la Pontificia Universidad Católica del Perú y la Universidad Antonio Ruíz de Montoya) que, además, son dedicados al estudio e investigación de los grandes filósofos escogidos de aquella ocasión; por ejemplo, tuvimos el agrado de contar con la participación del profesor y decano de la FLCH-UNMSM, el Dr. Raimundo Prado y el Dr. Miguel Giusti quien es profesor principal y Director del Centro de Estudio Filosóficos de la PUCP. Ambos son eminentes docentes y grandes estudiosos de Marx y Hegel, respectivamente. Por otro lado, informamos que el ciclo de Clases Magistrales fue grabado casi en su totalidad, teniendo cierta dificultad para grabar en la última mesa; sin embargo, las grabaciones se difundirán pronto en las redes para el agrado del público. A pesar de algunos inconvenientes presentados en el desenvolvimiento de los eventos, en conclusión, cabe señalar que sin todo el trabajo previo no se hubieran alcanzado la realización de los eventos para el provecho de todos los que participaron porque creemos que los objetivos se lograron alcanzar en cada evento elaborado. Nos esperan nuevas actividades y creemos que con la participación y colaboración de nosotros, como estudiantes de Filosofía, se lograrán mejores cosas puesto que ante una coyuntura autoritaria por parte de cierto grupo docente es menester hacer frente a este sector con un gremio sólido, pero esto se garantizará con un serio trabajo de bases y asumiendo un papel activo en las reivindicaciones estudiantiles como también en la planificación de actividades académicas para complementar y reforzar nuestros estudios.

edad de la cual es responsable uno mismo. Bajo tal mirada esta época nuestra pue-de ser llamada “época de la Ilustración” o también “el siglo de Federico”. Un príncipe que no considera indigno de sí reconocer como un deber suyo el no prescribir a los hombre nada en cuestiones de religión, sino que les deja plena libertad para ello e incluso rehúsa el altivo nombre de tolerancia, es un príncipe ilustrado y merece que el mundo y la posteridad se lo agradezcan, ensal-zándolo por haber sido el primero en haber librado al género humano de la mino-ría de edad, cuando menos por parte del gobierno, dejando libre a cada cual para servirse de su propia razón en todo cuanto tiene que ver con la conciencia. Bajo este príncipe se permite a venerables clérigos que, como personas doctas, expon-gan libre y públicamente al examen del mundo unos juicios y evidencias que se desvían aquí o allá del credo asumido por ellos sin menoscabar los deberes de su cargo; tanto más aquel otro que no se halle coartado por obligación profesional alguna. Este espíritu de libertad se propaga también hacia el exterior, incluso allí donde ha de luchar contra los obstáculos externos de un gobierno que se compren-de mal a sí mismo. Pues ante dicho gobierno resplandece un ejemplo de que la libertad no conlleva preocupación alguna por la tranquilidad pública y la unidad de la comunidad. Los hombres van abandonando poco a poco el estado de barba-rie gracias a su propio esfuerzo, con tal de que nadie ponga un particular empeño por mantenerlos en la barbarie. He colocado el epicentro de la Ilustración, o sea, el abandono por parte del hombre de aquella minoría de edad respecto de la cual es culpable él mismo, en cuestiones religiosas, por-que nuestros mandatarios no suelen tener interés alguno en oficiar como tutores de sus súbditos en lo que ataña a las artes y a las ciencias; y porque además aquella minoría de edad es asimismo la más nociva e infame de todas ellas. Pero el modo de pensar de un jefe de Estado que favorece esta primera Ilustración va todavía más lejos y se da cuenta de que, incluso con respecto a su legislación, tampoco entraña peligro alguno el consentir a sus súbdi-tos que hagan un uso público de su propia razón y expongan públicamente al mundo sus pensamientos sobre una mejor concepción de dicha legislación, aun cuando critiquen con toda franqueza la que ya ha sido promulgada; esto es algo de lo cual poseemos un magnífico ejemplo, por cuanto ningún monarca ha precedido a ése al que nosotros honramos aquí. Pero sólo aquel que, precisamente por ser ilustrado, no teme a las som-bras, al tiempo que tiene a mano un cuantioso y bien disciplinado ejército para tranquilidad pública de los ciudadanos, puede decir aquello que a un Estado libre no le cabe atreverse a decir: razonad cuando queráis y sobre todo cuando gustéis, ¡con tal de que obedezcáis! Aquí se revela un extraño e inesperado curso de las cosas humanas; tal como sucede ordinariamente, cuando ese decurso es conside-rado en términos globales, casi todo en él resulta paradójico. Un mayor grado de libertad civil parece provechosa para la libertad espiritual del pueblo y, pese a ello, le coloca límites infranqueables; en cambio un grado menor de esa libertad civil procura el ámbito para que esta libertad espiritual se despliegue con arreglo a

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«LA FILOSOFÍA CRÍTICA»

Juan Pablo Rojas Misari. Estudiante de noveno ciclo .

Miembro del Grupo Pólemos. La filosofía desde sus inicios ha cumplido un papel crítico. Esta caracte-rística de ser una instancia crítica es parte fundamental del ser de la filosofía, es decir, una filosofía no es filosofía realmente si no es crítica, si no pone en tela de juicio ‘lo que se nos aparece’. Sin embargo, no hay que confundir ‘crítica’ con ‘duda’ o escepticismo, y esto se evita si es que partimos de consideraciones nece-sarias que podemos extraer de la historia de la filosofía. La realidad es cambiante, y la historia de la humanidad lo ha sido considerablemente; por tanto, por más crítica que sea una filosofía, la época señalará los límites de dicha crítica. La filo-sofía crítica lleva pues en su ser el germen de su propia aniquilación. La historici-dad de los asuntos humanos y de sus productos conceptuales es la explicación de esta ambivalencia existente en la filosofía. El carácter crítico de la filosofía se ha expresado siempre en que esta ha tenido como finalidad el ‘ir más allá’ de la realidad inmediata, más allá de lo meramente fenoménico. El mundo, para el filósofo, siempre le ha parecido mani-festación de algo que se oculta, la búsqueda de la verdad ha supuesto siempre una transgresión de la realidad misma; en algunas etapas de la historia esta transgre-sión ha sido absoluta, mientras que en otras ha sido comprendida solo como rela-cionada al fenómeno que busca explicar. Pero el filósofo y la filosofía no son seres ‘agazapados fuera del mundo’, todos ellos han vivido en momentos históri-cos determinados y han pensado a partir de su época, y es bajo este criterio que la naturaleza crítica de la filosofía se hace más evidente y cobra mayor fuerza: la filosofía, al no reconocer la verdad del mundo en su ser inmediato, siempre ha existido como crítica del mundo, y ligado a esto, la realidad social al comprender-se como incompleta o como falsa realidad, siempre ha tenido como correlato una filosofía como crítica de la sociedad. Los presocráticos buscaron dar explicación a los fenómenos de la natu-raleza a partir de principios que escapaban al sentido común y que iban más allá de una simple concepción fisicalista, como bien señala Nietzsche en uno de sus textos conocidos1. El agua, el aire, lo indeterminado, etc., son intuiciones que remiten a una verdadera naturaleza del mundo que no nos es dada de manera in-mediata en los fenómenos. Solo recordemos a Empédocles, quien derivaba de las leyes entre Amor y Odio el movimiento de los fenómenos naturales. Así daba explicación acerca de la composición del mundo que nos es dado y de los fenó-menos a través de la explicación de elementos esenciales alcanzados solo por vía intelectual; es su cuestionamiento del mundo lo que le permite explicar el mundo. Pero será la filosofía platónica la que en la antigüedad llevará la crítica a su máxi-

1 F. Nietzsche, La filosofía en la época trágica de los griegos.

contra la naturaleza humana, cuyo destino primordial consiste justamente en ese progresar, y la posteridad estaría, por lo tanto, perfectamente legitimada para recusar aquel acuerdo adoptado de un modo tan incompetente como ultrajante. La piedra de toque de todo cuanto puede acordarse como ley para un pueblo se cifra en esta cuestión: ¿acaso podría un pueblo imponerse a sí mismo semejante ley? En orden a establecer cierta regulación podría quedar estipulada esta ley, a la espera de que haya una mejor lo antes posible: que todo ciudadano y especial-mente los clé- rigos sean libres en cuanto expertos para expresar públicamente, o sea, mediante escritos, sus observaciones sobre los defectos de la actual institu-ción; mientras tanto el orden establecido perdurara hasta que la comprensión sobre la índole de tales cuestiones se haya extendido y acreditado públicamente tanto como para lograr, mediante la unión de sus voces (aunque no sea unánime), elevar hasta el trono una propuesta para proteger a esos colectivos que, con arre-glo a sus nociones de una mejor comprensión, se hayan reunido para emprender una reforma institucional en materia de religión, sin molestar a quienes prefieran conformarse con el antiguo orden establecido. Pero es absolutamente ilícito po-nerse de acuerdo sobre la persistencia de una constitución religiosa que nadie pudiera poner en duda públicamente, ni tan siquiera para el lapso que dura la vida de un hombre, porque con ello se anula y esteriliza un período en el curso de la humanidad hacia su mejora, causándose así un grave perjuicio a la posteridad. Un hombre puede postergar la ilustración para su propia persona y sólo por algún tiempo en aquello que le incumbe saber; pero renunciar a ella significa por lo que atañe a su persona, pero todavía más por lo que concierne a la posteridad, vulne-rar y pisotear los sagrados derechos de la humanidad. Mas lo que a un pueblo no le resulta lícito decidir sobre sí mismo [40], menos aún le cabe decidirlo a un monarca sobre el pueblo, porque su autoridad legislativa descansa precisamente en que reúne la voluntad íntegra del pueblo en la suya propia. A este respecto, si ese monarca se limita a hacer coexistir con el ordenamiento civil cualquier mejo-ra presunta o auténtica, entonces dejará que los súbditos hagan cuanto encuentren necesario para la salvación de su alma; esto es algo que no le incumbe en absolu-to, pero en cambio sí le compete impedir que unos perturben violentamente a otros, al emplear toda su capacidad en la determinación y promoción de dicha salvación. El monarca daña su propia majestad cuando se inmiscuye sometiendo al control gubernamental los escritos en que sus súbditos intentan clarificar sus opiniones, tanto si lo hace por considerar superior su propio criterio, con lo cual se hace acreedor del reproche: Caesar non est supra Grammaticos, como —mucho más todavía— si humilla su poder supremo al amparar, dentro de su Esta-do, el despotismo espiritual de algunos tiranos frente al resto de sus súbditos Si ahora nos preguntáramos: ¿acaso vivimos actualmente en una época ilustra-da?, la respuesta sería ¡No!, pero sí vivimos en una época de Ilustración. Tal y como están ahora las cosas todavía falta mucho para que los hombres, tomados en su conjunto, puedan llegar a ser capaces o estén ya en situación de utilizar su propio entendimiento sin la guía de algún otro en materia de religión. Pero sí tenemos claros indicios de que ahora se les ha abierto el campo para trabajar li-bremente en esa dirección y que también van disminuyendo paulatinamente los obstáculos para una ilustración generalizada o el abandono de una minoría de

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mo nivel, tal vez esto debido a que Platón vivió el contexto de la crisis griega. Los presocráticos, a diferencia de Platón, no se propusieron el problema social como tema principal de su especulación, a pesar que algunos de ellos reconocían el necesario perecer de la Polis (y del mundo) producto del devenir natural (por ej. Anaximandro), sin embargo, ellos vivieron el auge de la polis griega, y la cri-sis -para ellos- no estaba a la orden del día. De esta forma, la época que le tocó vivir a Platón fue una época que demandó teorizar sobre el porvenir de la socie-dad, pero no se le demandó como exhortación externa, sino que se produjo en él como miembro de una sociedad determinada y como racionalidad ligada a una época. Platón veía el mundo como una ‘realidad menguada’, la realidad verdade-ra era el topus uranus, y esta concepción le permitía criticar la sociedad como una falsa realidad, así mismo, le permitía también tener un canon ideal de realización. El bien, o cualquier otro elemento que encontramos en el mundo, nunca es su verdadero ser, por tanto, ‘el hombre bueno’ es un proceso en que nos vamos acer-cando al conocimiento de El Bien en sí, es decir, el hombre en su conducta social siempre está presto a ser objeto de crítica y autocrítica en nombre de aquel Bien independiente de los hombres. La sociedad, a su vez, será objeto de crítica, pues ella no es gobernada por aquellos que han conocido El Bien y Lo Justo; esto de-manda la instauración del gobierno de los filósofos. Con esta filosofía Platón está evitando quedarse en lo inmediatamente dado y rendirse ante lo establecido, así Platón aparece como un filósofo crítico del orden, como partidario de la subver-sión de lo establecido. La verdad no está sujeta a los hombres, por el contrario, la verdad es independiente y como tal debe ser alcanzada por el hombre; para ello, debe liberarse de las cadenas que lo atan en la caverna, y los liberados, conocedo-res de Lo Justo, deben de liberar a los otros hombres perdidos en el mundo de las sombras2. En el caso de los medievales, quienes fueron fuertemente influenciados por el aristotelismo y que polemizaron desde su concepción judeo-cristiana, tam-bién encontramos este carácter crítico de la filosofía. Solo una lectura vulgar y unilateral pasaría por alto esta etapa del pensamiento en que la crítica se siguió desarrollando y aparece en retrospectiva como un momento necesario en la com-prensión de la historia y su expresión ideológica que es la filosofía. Es cierto que esta filosofía sirve hoy como sustento de los planteamientos conservadores y reaccionarios que hoy enfrentamos a diario, sin embargo, eso demuestra nueva-mente cómo el curso de la historia define el carácter de la filosofía: cuando una filosofía es crítica de lo establecido irrumpen en la vida social como fuerza capaz de orientar el devenir y marcar una época, pero cuando este pensamiento se reza-ga en la historia y deviene en pensamiento conservador, defensor del orden, pasa a ser abandonada y a convertirse en gendarme ideológico de la opresión en sus distintas formas. El cristianismo, que era lo que buscaba sustentar la filosofía de Tomás de Aquino, se desarrolló gracias a que sus supuestos morales y políticos eran una crítica a la sociedad basada en la esclavitud (la postura moral de Tomás de Aquino tenía como consecuencia el rechazo a la tiranía); sin embargo, una vez

2 Platón. La República, Libro VII.

los impuestos que se le hayan asignado; e incluso una indiscreta crítica hacia tales tributos al ir a satisfacerlos quedaría penalizada como un escándalo (pues podría originar una insubordinación generalizada). A pesar de lo cual, el mismo no actua-rá contra el deber de un ciudadano si, en tanto que especialista, expresa pública-mente sus tesis contra la inconveniencia o la injusticia de tales impuestos. Igual-mente, un sacerdote está obligado a hacer sus homilías, dirigidas a sus catecúme-nos y feligreses, con arreglo al credo de aquella Iglesia a la que sirve; puesto que fue aceptado en ella bajo esa condición. Pero en cuanto persona docta tiene plena libertad, además de la vocación para hacerlo así, de participar al público todos sus bienintencionados y cuidadosamente revisados pensamientos sobre las deficien-cias de aquel credo, así como sus propuestas tendentes a mejorar la implantación de la religión y la comunidad eclesiástica. En esto tampoco hay nada que pudiese originar un cargo de conciencia. Pues lo que enseña en función de su puesto, como encargado de los asuntos de la Iglesia, será presentado como algo con respecto a lo cual él no tiene libre potestad para enseñarlo según su buen parecer, sino que ha sido emplazado a exponerlo según una prescripción ajena y en nombre de otro. Dirá: nuestra Iglesia enseña esto o aquello; he ahí los argumentos de que se sirve. Luego extraerá para su parroquia todos los beneficios prácticos de unos dogmas que él mismo no suscribiría con plena convicción, pero a cuya exposición sí puede comprometerse, porque no es del todo imposible que la verdad subyazca escondi-da en ellos o cuando menos, en cualquier caso no haya nada contradictorio con la religión íntima. Pues si creyese encontrar esto último en dichos dogmas, no podría desempeñar su cargo en conciencia; tendría que dimitir. Por consiguiente, el uso de su razón que un predicador comisionado a tal efecto hace ante su comunidad es meramente un uso privado; porque, por muy grande que sea ese auditorio siempre constituirá una reunión doméstica; y bajo este respecto él, en cuanto sacerdote, no es libre, ni tampoco le cabe serlo, al estar ejecutando un encargo ajeno. En cam-bio, como alguien docto que habla mediante sus escritos al público en general, es decir, al mundo, dicho sacerdote disfruta de una libertad ilimitada en el uso públi-co de su razón, para servirse de su propia razón y hablar en nombre de su propia persona. Que los tutores del pueblo (en asuntos espirituales) deban ser a su vez menores de edad constituye un absurdo que termina por perpetuar toda suerte de disparates. Ahora bien, ¿acaso una asociación eclesiástica —cual una especie de sínodo o (como se autodenomina entre los holandeses) grupo venerable— no de-biera estar autorizada a juramentarse sobre cierto credo inmutable, para ejercer una suprema e incesante tutela sobre cada uno de sus miembros y, a través suyo, sobre [39] el pueblo, a fin de eternizarse? Yo mantengo que tal cosa es completa-mente imposible. Semejante contrato, que daría por cancelada para siempre cual-quier ilustración ulterior del género humano, es absolutamente nulo e inválido, y seguiría siendo así, aun cuando quedase ratificado por el poder supremo, la dieta imperial y los más solemnes tratados de paz. Una época no puede aliarse y conju-rarse para dejar a la siguiente en un estado en que no le haya de ser posible am-pliar sus conocimientos (sobre todo los más apremiantes), rectificar sus errores y en general seguir avanzando hacia la ilustración. Tal cosa supondría un crimen

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que la feudalidad abarcó el mundo occidental y el cristianismo, con su fundamen-to filosófico-teológico, el Tomismo, pasaron a ser la teoría que sustentaba el or-den, esta filosofía dejó su aspecto crítico, y más que buscar la verdad, aquella ver-dad independiente que le exige su credo, pasó a ser una justificación de lo existen-te, así como lo es hoy en día toda religión. Tomás de Aquino defendía la idea de la Ley Natural y exhortaba a los hombres a que su ley (Ley Positiva) se corresponda con la Ley Natural, solo así podría ser considerada como ley, de lo contrario, si la ley del hombre contradecía a la Ley Natural, entonces los hombres no estaban obligados a obedecerla. Es evidente que hoy esos presupuestos cumplen un papel completamente reaccionario, como lo mencionamos hace un momento, pero para la época significaba una crítica al orden institucional que debía de ajustarse a los mandatos de la razón divina, la cual era identificada con el bien y la verdad. Una verdad independiente de los intereses del hombre y, que incluso en algunos casos, contradecía los intereses inmediatos, era el arma ideológica para evitar una instru-mentalización de la verdad y, de este modo, creer en una realización progresiva de las aspiraciones del hombre. Es importante mencionar este autor puesto que es el momento en que el Medioevo llega a su máximo apogeo y es hasta donde el pen-samiento de la escolástica ha cumplido un papel progresivo. Posterior a Tomás de Aquino la escolástica y la Iglesia entran en crisis como producto de la crisis del sistema feudal mismo; será entonces que este pensamiento quedará ligado por la historia moderna a la Baja Edad Media, periodo de crisis en que se desarrollan las cruzadas y tantas otras manifestaciones atroces con las que la Iglesia quiso peren-nizar su hegemonía. La filosofía escolástica pasó a ser algo distinto a lo que fue en la etapa anterior: a lado de la espada de los templarios y de la Inquisición estaba una filosofía que había perdido todo carácter crítico y que se volvía instrumento del orden establecido. Ese orden sería cuestionado por un nuevo tipo de pensa-miento, una nueva filosofía que desafiaría el orden. La joven burguesía empezó a producir sus propios cuadros teóricos, es así que la ciencia empieza su pugna por independizarse de la fe y emprende su crítica de la sociedad anterior; su filosofía, la filosofía moderna, pasa a ser la filo-sofía crítica de la época. Este proceso de gestación del pensamiento moderno será bastante difícil y estará marcado por la persecución. Sin embargo, muchos cientí-ficos, si hacemos un repaso del Renacimiento, mantendrán siempre subordinadas sus ideas a la religión, pero sus elementos progresistas se desarrollarán producto de la misma tendencia histórica: el capitalismo nace, y con él un nuevo tipo de racionalidad, una nueva filosofía como crítica de lo establecido se iría propagando e imponiendo en los distintos espacios de la sociedad, y es así que a partir de Des-cartes comienza a dar sus pasos propios: “Ya hace algunos años que he tomado conciencia de la gran cantidad de cosas falsas que, con el correr del tiempo, he admitido como verdaderas, así como lo dudoso que es todo lo que sobre ellas construí posteriormente, y que, por lo tanto, había que derribar todo ello desde sus raíces una vez en la vida, y comenzar de nuevo desde los primeros fundamentos, si deseaba alguna vez establecer algo firme y permanente en las ciencias”3. Los racionalistas y empiristas, a pesar de sus discrepancias representarán la filosofía crítica de la época, desde distintos flancos atentarían contra la filosofía reacciona-ria de la escolástica cuestionando sus presupuestos y, claro está, sus manifestacio-

entre quienes han sido erigidos como tutores de la gente, los cuales, tras haberse desprendido ellos mismos del yugo de la minoría de edad, difundirán en torno suyo el espíritu de una estimación racional del propio valor y de la vocación a pensar por sí mismo. Pero aquí se da una circunstancia muy especial: aquel pú-blico, que previamente había sido sometido a tal yugo por ellos mismos, les obli-ga luego a permanecer bajo él, cuando se ve instigado a ello por alguno de sus tutores que son de suyo incapaces de toda ilustración; así de perjudicial resulta inculcar prejuicios, pues éstos acaban por vengarse de quienes fueron sus antece-sores o sus autores. De ahí que un público sólo pueda conseguir lentamente la ilustración. Mediante una revolución acaso se logre derrocar un despotismo per-sonal y la opresión generada por la codicia o la ambición, pero nunca logrará establecer una auténtica reforma del modo de pensar; bien al contrario, tanto los nuevos prejuicios como los antiguos servirán de rienda para esa enorme muche-dumbre sin pensamiento alguno. Para esta ilustración tan sólo se requiere libertad y, a decir verdad, la más inofensiva de cuantas pueden llamarse así: el hacer uso público de la propia razón en todos los terrenos. Actualmente oigo clamar por doquier: ¡No razones! El oficial ordena: ¡No razones, adiéstrate! El asesor fiscal: ¡no razones y limítate a pagar tus impuestos! El consejero espiritual: ¡No razones, ten fe! (Sólo un úni-co señor en el mundo dice: razonad cuanto queráis y sobre todo lo que gustéis, mas no dejéis de obedecer). Impera por doquier una restricción de la libertad. Pero ¿cuál es el límite que la obstaculiza y cuál es el que, bien al contrario, la promueve? He aquí mi respuesta: el uso público de su razón tiene que ser siem-pre libre y es el único que puede procurar ilustración entre los hombres; en cam-bio muy a menudo cabe restringir su uso privado, sin que por ello quede particu-larmente obstaculizado el progreso de la ilustración. Por uso público de la propia razón entiendo aquél que cualquiera puede hacer, como alguien docto, ante todo ese público que configura el universo de los lectores. Denomino uso privado al que cabe hacer de la propia razón en una determinada función o puesto civil, que se le haya confiado. En algunos asuntos encaminados al interés de la comunidad se hace necesario un cierto automatismo, merced al cual ciertos miembros de la comunidad tienen que comportarse pasivamente para verse orientados por el go-bierno hacia fines públicos mediante una unanimidad artificial o, cuando menos, para que no perturben la consecución de tales metas. Desde luego, aquí no cabe razonar, sino que uno ha de obedecer. Sin embargo, en cuanto esta parte de la maquinaria sea considerada como miembro de una comunidad global e incluso cosmopolita y, por lo tanto, se considere su condición de alguien instruido que se dirige sensatamente a un público mediante sus escritos, entonces resulta obvio que puede razonar sin afectar con ello a esos asuntos en donde se vea parcial-mente concernido como miembro pasivo. Ciertamente, resultaría muy pernicioso que un oficial, a quien sus superiores le hayan ordenado algo, pretendiese sutili-zar en voz alta y durante el servicio sobre la conveniencia o la utilidad de tal or-den; tiene que obedecer. Pero en justicia no se le puede prohibir que, como ex-perto, haga observaciones acerca de los defectos del servicio militar y los presen-te ante su público para ser enjuiciados. El ciudadano no puede negarse a pagar

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nes políticas. El énfasis en la razón, en el caso de algunos, y el énfasis en la prác-tica, en el caso de otros, serán parte de filosofías que harán sucumbir y, con su manifestación política, derrumbarán el orden medieval. La razón pasó a ser el criterio de verdad, tanto así que incluso era la razón la que permitía dar cuenta de la existencia de Dios; pero para los racionalistas de estos tiempos la razón no era instrumental, no era algo que se definía a partir de intereses subjetivos del hom-bre, como lo manifestará una expresión filosófica burguesa posterior, nos referi-mos al pragmatismo. Para los racionalistas la razón era un tribunal que definía lo verdadero y lo falso, lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, y esta razón era independiente de intereses particulares, seguía siendo, como en otras épocas, una razón objetiva. Es así que se sobrevalorarán las verdades de las matemáticas y la lógica. Por su parte, los empiristas se apoyarán en los logros de las ciencias naturales para cuestionar la metafísica escolástica; su pensamiento irrumpía en la historia como un cuestionamiento duro de las verdades por revelación que susten-taban el principio de autoridad; desde ahora el criterio de verdad sería la corrobo-ración empírica y las facultades sensitivas un privilegio del hombre que le permi-tiría dar cuenta de ese mundo exterior a su conciencia. Es el tiempo de la filosofía revolucionaria burguesa, aquella filosofía que desafiaba los dogmas y lo estable-cido; pero como la historia sigue su curso, en algún momento esta filosofía de-vendría en conservadora, pero esto lo veremos más adelante. Es así que el pensamiento de los Ilustrados franceses se convierte en el pensamiento de la revolución social. La revolución francesa y todas las revolu-ciones burguesas se apoyarán en sus aportes intelectuales, incluso muchas luchas de independencia, como la norteamericana o las que se dieron en las colonias españolas, serán influenciadas de alguna manera por tal filosofía. La democracia se defendía como la forma de voluntad popular, y la instancia superior de deci-sión sería la razón. Por ejemplo, el inglés J. S. Mill señalará que no puede haber democracia si es que no se ha llegado a un grado elevado de racionalidad; la de-mocracia no es entendida en los ideólogos burgueses de aquella época como la resolución de los problemas a mano alzada, de forma que la mayoría se imponía a la minoría en circunstancias meramente cuantitativas. Para pensadores como J. S. Mill, la democracia era verdadera en tanto se apoyaba en la razón4. La razón se convirtió en la instancia crítica de esta filosofía burguesa, mediante ella criticaron la anterior sociedad y la anterior filosofía, y mediante ella podían ser críticos de sus mismas realizaciones. La falibilidad en el mundo de los hombres era de espe-rarse, como ocurre en el mundo de la ciencia, pero ajustarse más a los principios de la razón permitía siempre una crítica y autocrítica de las instituciones. La filo-sofía de la sociedad moderna llegaría a su máxima expresión con la filosofía del S. XIX, especialmente con la filosofía de G. W. F. Hegel. A partir de Hegel la filosofía tendrá conciencia de la historicidad de sus realizaciones, cada momento e la filosofía es un proceso de realización de la Razón, cada momento contiene algo de falso y contiene parte de la verdad5. Kant, apoyado en la filosofía moder-na, construyó un muro infranqueable entre la subjetividad y el mundo externo al

3 René Descartes. Meditaciones acerca de la filosofía primera.

INMMANUEL KANT

«Contestación a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración?» Ilustración significa el abandono por parte del hombre de una minoría de edad cuyo responsable es él mismo. Esta minoría de edad significa la incapacidad para servirse de su entendimiento sin verse guiado por algún otro. Uno mismo es el culpable de dicha minoría de edad cuando su causa no reside en la falta de en-tendimiento, sino en la falta de resolución y valor para servirse del suyo propio sin la guía del de algún otro. Sapere aude! ¡Ten valor para servirte de tu propio enten-dimiento! Tal es el lema de la Ilustración. Pereza y cobardía son las causas merced a las cuales tanto hombres conti-núan siendo con gusto menores de edad durante toda su vida, pese a que la Natura-leza los haya liberado hace ya tiempo de una conducción ajena (haciéndolos física-mente adultos); y por eso les ha resultado tan fácil a otros erigirse en tutores suyos. Es tan cómodo ser menor de edad. Basta con tener un libro que supla mi entendi-miento, alguien que vele por mi alma y haga las veces de mi conciencia moral, a un médico que me prescriba la dieta, etc., para que yo no tenga que tomarme tales molestias. No me hace falta pensar, siempre que pueda pagar; otros asumirán por mí tan engorrosa tarea. El que la mayor parte de los hombres (incluyendo a todo el bello sexo) consideren el paso hacia la mayoría de edad como algo harto peligroso, además de muy molesto, es algo por lo cual velan aquellos tutores que tan amable-mente han echado sobre sí esa labor de superintendencia. Tras entontecer primero a su rebaño e impedir cuidadosamente que esas mansas criaturas se atrevan a dar un solo paso fuera de las andaderas donde han sido confinados, les muestran luego el peligro que les acecha cuando intentan caminar solos por su cuenta y riesgo. Mas ese peligro no es ciertamente tan enorme, puesto que finalmente aprenderían a caminar bien después de dar unos cuantos tropezones; pero el ejemplo de un simple tropiezo basta para intimidar y suele servir como escarmiento para volver a intentarlo de nuevo. Así pues, resulta difícil para cualquier individuo el zafarse de una minoría de edad que casi se ha convertido en algo connatural. Incluso se ha encariñado con ella y eso le hace sentirse realmente incapaz de utilizar su propio entendimiento, dado que nunca se le ha dejado hacer ese intento. Reglamentos y fórmulas, instru-mentos mecánicos de un uso racional –o más bien abuso- de sus dotes naturales, constituyen los grilletes de una permanente minoría de edad. Quien lograra quitár-selos acabaría dando un salto inseguro para salvar la más pequeña zanja, al no estar habituado a semejante libertad de movimientos. De ahí que sean muy pocos quienes han conseguido gracias al cultivo de su propio ingenio, desenredar las ataduras que les ligaban a esa minoría de edad y caminar con paso seguro. Sin embargo, hay más posibilidades de que un público se ilustre a sí mis-mo; algo que casi es inevitable con tal de que se le conceda libertad. Pues ahí siempre nos encontraremos con algunos que piensen por cuenta propia incluso

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hombre, pero este supuesto será rebatido por Hegel cuando afirme que a través de los fenómenos podemos llegar a conocer la esencia de la realidad. La dialéctica irrumpe como cuestionadora de toda verdad absoluta y todo tipo de estabilidad, cuestiona todo en aras de una realización de la razón que se comprende como un proceso en que la humanidad se va aproximando al conocimiento de lo verdadero. El Absoluto le permitirá a Hegel no caer pues en un relativismo histórico y, más bien, ofrecer una filosofía crítica; las figuras de la conciencia en un proceso com-plicando van adecuándose a las legalidades del mundo exterior6. Hegel concibe a la revolución francesa como el movimiento realizador de la razón, incluso plantea en su juventud la necesidad de la dictadura jacobina (Robespierre), sabiendo des-de un inicio que la misma estaba destinada al fracaso. Finalmente caerá en un conservadurismo cuando vea las victorias de la Restauración en Europa, sumado a esto, el gobierno prusiano no daba señas de virar hacia un régimen liberal y la burguesía alemana no representaba una verdadera fuerza revolucionaria para cum-plir la misma labor que los revolucionarios franceses. Sin embargo, la más eleva-da expresión filosófica burguesa, debido a que el orden para entonces ya era bur-gués, tenía necesariamente que convertirse en sostenedora del orden; la filosofía de Hegel sería adoptada por la autocracia Prusiana para sustentarse en el poder, la convicción hegeliana “Lo que es racional es real y lo que es real es racional” pro-clamada en el prólogo de su Filosofía del Derecho era interpretada como una jus-tificación de las instituciones como racionales por el solo hecho de existir. Será hasta el auge de la izquierda hegeliana cuando el gobierno prusiano abandone el hegelianismo y lo reemplace por la filosofía del viejo Schelling. Después de He-gel ya se presenciará el ocaso de la razón burguesa. Schopenhauer y Nietzsche representarán el debacle de la filosofía burguesa en Alemania. Nietzsche represen-ta el abandono de toda pretensión de verdad, y será manifestación que desde en-tonces el poder de la burguesía dejaba de apoyarse en la razón y dejaba de gober-nar en nombre de la verdad, pasando a sustentarse solo en la fuerza y en lo irracio-nal; “no hay hechos, solo interpretaciones”7, y las interpretaciones se validan no en relación a una verdad objetiva a la que los esfuerzos humanos deben de acer-carse, sino solo serán interpretaciones establecidas por el poder. Esto podemos encontrar también en filosofías como el pragmatismo o el positivismo, todas ellas abandonan un criterio objetivo de verdad y caen en una instrumentalización de ella, una subjetivización de la verdad. Desde entonces, para la filosofía burguesa que ha dejado de ser crítica y ha pasado a ser un sostén del orden, la verdad estará atada al individuo y sus fines, y en los casos más radicales será el abandono de una verdad en general, como se muestra en varios posmodernos en la segunda mitad del S.XX. No es casualidad, por tanto, que la nueva filosofía crítica nazca como una crítica de la filosofía del derecho de Hegel. Lo más alto de la filosofía burguesa engendró la filosofía anti-burguesa por excelencia. Así podemos ver cómo el camino trazado por Hegel llevaba necesariamente a otra realización teóri-ca, pero como manifestación del surgimiento de la posibilidad de otro tipo de so-

4 John Stuart Mill. Sobre la libertad. 5 G.W.F. Hegel. Fenomenología del Espíritu. 6 Como señala G. Lukács en su obra El joven Hegel.

plena confianza que entre los estudiantes nunca falta la solidaridad y el debate de ideas, y que, en realidad, hoy por hoy somos los estudiantes los que hacemos avanzar a la Escuela.

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ciedad. La juventud hegeliana hacía temblar el orden en Alemania basándose en los planteamientos centrales de Hegel, pero quienes irían más allá de la realidad inmediata y rebasarán los límites de la crítica y la sociedad burguesa serán Karl Marx y su entrañable compañero Friedrich Engels; con ellos la dialéctica entra en un momento más elevado y la filosofía adquiere nuevamente su carácter crítico. La filosofía de Marx parte de una crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel. En su famoso artículo en los Deutsch-französische Jahrbücher, Marx da un genial ejemplo de cómo debe de proceder la filosofía crítica. El problema de la religión no es un problema meramente argumentativo o gnoseológico, como lo plantearía un crítico positivista de la religión; la crítica teórica de la religión es solo un paso de la crítica, pero la real crítica tiene que ser una crítica de las condi-ciones sociales que posibilitan aquella necesidad existencial de los hombres. Cri-ticar las ilusiones que se producen en un determinado estado de cosas nos lleva a criticar un estado de cosas que necesita de ilusiones8. La crítica en Marx será una crítica aún más profunda, ya no solo una crítica que se enmarca en el hilo argu-mentativo de los postulados teóricos, sino también, es una crítica que busca las fuentes sociales de los postulados ideológicos para criticar no solo las limitacio-nes intelectuales, sino también demostrar cómo esas limitaciones intelectuales tienen su origen en condiciones sociales determinadas; por ello es que la filosofía de Marx comprende que la resolución de los problemas filosóficos y sociales no son solo problemas teóricos, sino principalmente problemas prácticos. Es así que en el progreso de sus estudios comprenderá que aquella fuente primera de la que debe de partir el análisis de la sociedad es la economía política. Marx señalará que las instituciones y el mundo social tal y como lo vemos no se explican a par-tir de sí mismo, sino que es un reflejo de una realidad más profunda. Detrás de los fenómenos sociales (materiales e intelectuales) se encuentra la real causa de estos; se trata pues de las relaciones económicas que solo se comprenden median-te un gran trabajo de abstracción, desde donde podemos explicar el capitalismo y reproducirlo intelectualmente para apropiárnoslo9. Abstraemos intelectualmente para luego emprender el camino de regreso reconstruyendo y comprendiendo lo concreto (el mundo). Para Marx, con el capitalismo se ha llegado a un momento elevado en la fetichización del mundo, de modo que aquello que se nos presenta como la realidad inmediata no es más que una realidad invertida; en el mundo inmediato (fenoménico), producto del número elevado de interrelaciones, las causas se confunden con los efectos, por lo que desentrañar la verdad depende de un método que pueda reproducir intelectualmente la realidad desde sus elementos más simples hasta alcanzar la complejidad en la que se nos presenta el mundo (explicar el fenómeno partiendo de la esencia). El error de la ciencia económica burguesa y de la filosofía ha sido la de partir de realidades ‘ya dadas’ en lugar de considerarlas como categorías históricas: así en Adam Smith se parte de la creen-cia de que el ‘intercambio’ es natural en el hombre10, o en Hegel, quien en su

7 Friedrich Nietzsche. Fragmentos póstumos, Volumen VI (1885 - 1889). 8 Karl Marx. Introducción a la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel.

¡BIENVENIDOS, INGRESANTES 2015!

Es un placer saludar a los estudiantes de la base 2015 dándoles la bienve-nida a la Escuela y a la comunidad filosófica en general. Suele decirse que estudiar filosofía ya era de por sí un acto rebelde; y es que en las actuales condiciones en que se reivindica únicamente las carreras lucrativas y se pone como finalidad del hombre el éxito financiero, pues estudiar una carrera como ‘filosofía’ parece un acto de completa oposición y rebeldía frente a lo que la sociedad ha establecido como ‘racional’. Pero justamente nuestra carrera tiende a cuestionar aquellas ideas que están establecidas en nuestro medio, buscando el sustento y los fundamentos últimos de nuestras concepciones intelectuales y de las tradiciones en que se ampa-ran. Esto implica también cierto grado de independencia y osadía, cualidades im-prescindibles para poder desarrollarse en esta disciplina, puesto que hacer filosofía demanda abandonar todo principio de autoridad y entregarse a un análisis propio de los sistemas o propuestas teóricas y prácticas, también se requiere de la osadía para atreverse a plantear críticas propias y aventurarse a proponer nuevas ideas, nuevos análisis y nuevas perspectivas sobre los distintos autores, o quizás, sobre la filosofía en general. Desde ya, también es importante recalcar que la etapa univer-sitaria debe ser un momento de madurez, y esa madurez debe reflejarse en la dispo-sición de todos los que nos dedicamos a la filosofía a practicar la tolerancia y la sana discusión. Va en contra de un pensador riguroso el ser cómplice de la intimi-dación y/o censura intelectual; debemos ser partidarios de la exposición de las dis-tintas ideas filosóficas, políticas, éticas, científicas, siempre con el ánimo de pole-mizar pero no de marginar o estigmatizar determinados puntos de vista. Esta ha sido una cualidad importante en los estudiantes de filosofía de la UNMSM, y a ello se debe también la pluralidad que hace de nuestra Escuela bastante rica. La confor-mación de los distintos Grupos de Investigación demuestra cierta madurez del alumnado de nuestra Escuela, y es expresión de las distintas líneas que se pueden encontrar; la Escuela de Filosofía de la UNMSM, por parte de sus estudiantes, brinda las condiciones para la libre orientación filosófica de los estudiantes, ade-más de la libre problematización y discusión. No está demás señalar que un compromiso con la filosofía se refleja tam-bién en el compromiso con la misma realidad de la Escuela de Filosofía y nuestra alma mater. De este modo, aprovechamos para invitarlos a ser partícipes del forta-lecimiento del Centro de Estudiantes de Filosofía y de la organización en general de la Facultad, pues nuestra Escuela, por ser la Escuela más politizada, siempre se ha caracterizado por tener un papel protagónico en la resolución de los problemas del movimiento estudiantil en la Facultad de Letras. Esperamos que ese protagonis-mo en algún momento pueda alcanzar a la Universidad en su conjunto; es un pro-ceso del que formamos parte, y del que consideramos muy importante no apartar-nos, pues el filósofo sanmarquino siempre ha sido un filósofo comprometido. Reiteramos nuestro saludo a todos los ingresantes 2015, reconociendo el esfuerzo que a cada uno le ha costado lograr integrar nuestra Escuela. Tengan la

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Filosofía de Derecho parte considerando a la propiedad como un supuesto evi-dente e incuestionable de la sociedad. Como vemos, hasta la filosofía Hegeliana no puede evitar en cierto modo una sujeción a la realidad inmediata, siendo la crí-tica de Marx más profunda que las de sus predecesores. Cabe señalar que esto no es más que uno de los muchos aspectos revolucionarios de la filosofía de Marx, pero en esta oportunidad tenemos que prescindir de muchos otros por el carácter del ensayo, el cual tiene por objetivo brindar a rasgos generales una perspectiva de la filosofía como pensamiento crítico. Es así que la filosofía crítica se eleva a un nuevo nivel; con el marxismo la crítica trasciende la realidad y logra explicar sus fenómenos materiales y espiri-tuales, comprendiendo también, gracias a su esencial perspectiva histórica, el de-venir social que sienta las bases para un nuevo tipo de organización entre los hom-bres. En cuanto a la filosofía del S. XX, podemos decir lo mismo que decía Marx sobre los economistas clásicos que más admiró. Marx se preguntaba cómo era posible que hombres tan geniales como Adam Smith y David Ricardo no hayan podido comprender a profundidad el verdadero funcionamiento del capitalismo. Marx lo explicaba, por una parte, en relación a la época, diciendo que el capitalismo que estos hombres conocieron (sobre todo A. Smith) aún no se había desarrollado lo suficiente como para ofrecer el material necesario de investigación, pero además decía que era su postura ideológica la que les impedía penetrar en la esencia del problema. El hecho de que estos hombres no puedan concebir una sociedad distin-ta a la capitalista los limitaba a resolver solo en el marco de esta misma sociedad las contradicciones que lograron descubrir, de forma que sus investigaciones te-nían que orientarse en una forma distinta a la que les obligaba un análisis objetivo de la sociedad. Ahí donde Marx vio la imposibilidad de resolver las contradiccio-nes del sistema capitalista en su propio marco, y que hacía necesaria una realiza-ción social superior en que dichas contradicciones fueran superadas, pues los eco-nomistas clásicos vieron una serie de problemas a los que no pudieron dar res-puesta satisfactoria. Igualmente pasó con el caso de muchos filósofos del siglo XX. Los teóricos de la Escuela de Frankfurt, por lo menos los de la primera gene-ración (M. Horkheimer, T. W. Adorno, H. Marcuse, E. Fromm), reconocieron la necesidad de que la crítica vaya más allá del marco burgués y, basándose princi-palmente en Hegel y en Marx pero reconociendo la importancia de toda la tradi-ción intelectual alemana, postularán la llamada Teoría Crítica, que mantendrá has-ta los años 70’s en la figura de Marcuse una profunda crítica al capitalismo y a la cultura que engendra. Estos pensadores se centraron en hacer un reconocimiento del origen social de las ideologías, por lo que sostuvieron interesantes polémicas teóricas con las tendencias contemporáneas de la filosofía burguesa (positivismo, pragmatismo)11. Así mismo, pensadores como G. Lukács o J. P. Sartre se esforza-rían desde el marxismo en profundizar aún más la crítica filosófica sin desligarse

9 Elementos Fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse), Tomo I. 10 Adam Smith. La riqueza de las naciones.

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de la militancia política. Sin embargo, ningún crítico del S. XX rebasará los lími-tes de Marx, y no solo eso, sino que ninguno puede dejar de apoyarse en él o re-presentar más que una reactualización y un aporte en determinado aspecto de su filosofía ¿por qué? Porque la filosofía si quiere ser crítica tiene que ser crítica con la época, lo cual implica en estas circunstancias ser crítica con el capitalismo. Una filosofía crítica tiene que ser hoy necesariamente una filosofía anticapitalista y antiburguesa si quiere ser filosofía crítica, y es así que se puede reconocer la filosofía de Marx como la filosofía crítica par excellence de la época. Hoy en día se discuten muchos problemas en filosofía práctica, esto es, desde la filosofía política y la ética, debates en que Kant, Hegel y Marx continúan bastante presen-tes. Sin embargo, muchas de ellas se evidencian como funcionales al sistema y han abandonado una alternativa al capitalismo. Uno de los problemas que se ha-cen más evidentes en la filosofía política actual es que se ha abandonado una discusión en términos de verdad, lo cual le hace un gran favor al sistema, pues relativizando la verdad es la mejor forma de blindarse contra la crítica radical. Tal vez esto se deba a que la última década del S. XX estuvo marcada por el fra-caso de los experimentos socialistas en el este de Europa y al estado de bienestar que vivió la Europa Occidental y los EEUU desde mediados del mencionado siglo. Sin embargo, hoy es más que evidente lo que en algún momento señalaría Horkheimer en el manifiesto de la Teoría Crítica “En las formas históricas de existencia de la sociedad, la abundancia de los bienes de consumo producidos en cada nivel alcanzado redundaba inmediatamente en beneficio de un pequeño gru-po… Sin embargo, desde el principio latía en las profundidades la aspiración a extender su disfrute a la mayoría… El desempleo, las crisis económicas, la mili-tarización, los gobiernos terroristas y la situación general de las masas no se fun-dan [hoy] en las escasas posibilidades técnicas, como podía ser el caso en épocas anteriores, sino en las relaciones sociales en que tiene lugar la producción, inade-cuadas al presente”12. Una expresión filosófica de descontento actual la encontra-mos en los autores de los debates contemporáneos sobre ética y filosofía práctica, autores como Axel Honneth, Nancy Fraser, Michael Walzer, entre otros, sostie-nen una crítica al capitalismo a partir de los problemas sociales o “patologías sociales” (en el caso de Honneth)13 generados por este sistema; sin embargo, pese a su actitud crítica parece que estos autores no rebasan el marco liberal en su con-cepción social. Por otra parte, la crítica radical, si bien se ha reducido a compara-ción con los dos siglos anteriores, en este siglo sigue teniendo grandes exponen-tes. Allain Badiou, por ejemplo, es uno de los filósofos contemporáneos más re-conocidos y uno de los más duros críticos del capitalismo. Él mantiene la idea del comunismo como alternativa al capitalismo que ha salido triunfador y monopoli-zador del conocimiento en las últimas décadas. En una de sus últimas publicacio-nes, La República de Platón, pone nuevamente sobre el tapete la discusión en torno a la posibilidad de una política verdadera; por otra parte, un amigo suyo, el esloveno Slavoj Žižek, desde sus controvertidas posturas, mantiene también una

fuerte propuesta anticapitalista. Jacques Rancière es otro de los teóricos franceses que buscan oponerse frontalmente al capitalismo. Algo común en estos últimos exponentes de la filosofía crítica es la ausencia de una propuesta concreta que re-emplazaría al sistema capitalista, sin embargo, todos ellos se remiten siempre a la propuesta de Marx. Es entonces que vemos la necesidad de oponer nuevamente una filosofía crítica a la filosofía del orden (o filosofía conservadora), como un deber con la filosofía. El día en que la filosofía deje de ser crítica y se haya vuelto por comple-to en instrumento del orden, será el día en que tocarán las campanas funerarias de la filosofía. En cuanto a nuestro papel, la crítica de la realidad mantendrá siempre la llama de la filosofía encendida, y siempre se mantendrá como uno de los tantos espacios de resistencia al sistema. Un breve recuento de la historia de la filosofía, además de resaltar su carácter crítico, nos enseña algo más: no debemos tener como objetivo únicamente que nuestros juicios e ideas se correspondan con la realidad, sino también debe-mos exigir que la realidad se corresponda con nuestras ideas. Toda filosofía crítica tenía de respaldo a la historia pero se caracterizó también por ser crítica con la historia, de forma que no solo era una crítica de la realidad sino que en ella podía ver un ideal de realización. La filosofía crítica siempre fue crítica gracias a que pudo avizorar lo nuevo en la historia, aquello que estaba más allá no solo en los hechos, sino también en la temporalidad. Toda filosofía crítica ha estado sujeta y se ha alimentado de la creencia en un nuevo mundo. Por eso el joven Marx decía "No basta con que el pensamiento acucie hacia su realización; es necesario que la misma realidad acucie hacia el pensamiento”14. Esa es la verdadera crítica que corresponde y que se rebela contra la realidad. Cuando al revolucionario ruso V.I. Lenin le dijeron que sus esfuerzos iban contra la realidad, él dijo astutamente: entonces, "¡tanto peor para la realidad!”

11 Véase: Max Horkheimer, Teoría tradicional y teoría crítica; Crítica de la razón instrumental. Herbert Marcuse, El hombre unidimensional; entre otros.

12 Marx Horkheimer, Teoría tradicional y teoría crítica. 13 Véase: Axel Honneth, Patologías de la Razón. 14 Karl Marx, Introducción a la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel.

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de la militancia política. Sin embargo, ningún crítico del S. XX rebasará los lími-tes de Marx, y no solo eso, sino que ninguno puede dejar de apoyarse en él o re-presentar más que una reactualización y un aporte en determinado aspecto de su filosofía ¿por qué? Porque la filosofía si quiere ser crítica tiene que ser crítica con la época, lo cual implica en estas circunstancias ser crítica con el capitalismo. Una filosofía crítica tiene que ser hoy necesariamente una filosofía anticapitalista y antiburguesa si quiere ser filosofía crítica, y es así que se puede reconocer la filosofía de Marx como la filosofía crítica par excellence de la época. Hoy en día se discuten muchos problemas en filosofía práctica, esto es, desde la filosofía política y la ética, debates en que Kant, Hegel y Marx continúan bastante presen-tes. Sin embargo, muchas de ellas se evidencian como funcionales al sistema y han abandonado una alternativa al capitalismo. Uno de los problemas que se ha-cen más evidentes en la filosofía política actual es que se ha abandonado una discusión en términos de verdad, lo cual le hace un gran favor al sistema, pues relativizando la verdad es la mejor forma de blindarse contra la crítica radical. Tal vez esto se deba a que la última década del S. XX estuvo marcada por el fra-caso de los experimentos socialistas en el este de Europa y al estado de bienestar que vivió la Europa Occidental y los EEUU desde mediados del mencionado siglo. Sin embargo, hoy es más que evidente lo que en algún momento señalaría Horkheimer en el manifiesto de la Teoría Crítica “En las formas históricas de existencia de la sociedad, la abundancia de los bienes de consumo producidos en cada nivel alcanzado redundaba inmediatamente en beneficio de un pequeño gru-po… Sin embargo, desde el principio latía en las profundidades la aspiración a extender su disfrute a la mayoría… El desempleo, las crisis económicas, la mili-tarización, los gobiernos terroristas y la situación general de las masas no se fun-dan [hoy] en las escasas posibilidades técnicas, como podía ser el caso en épocas anteriores, sino en las relaciones sociales en que tiene lugar la producción, inade-cuadas al presente”12. Una expresión filosófica de descontento actual la encontra-mos en los autores de los debates contemporáneos sobre ética y filosofía práctica, autores como Axel Honneth, Nancy Fraser, Michael Walzer, entre otros, sostie-nen una crítica al capitalismo a partir de los problemas sociales o “patologías sociales” (en el caso de Honneth)13 generados por este sistema; sin embargo, pese a su actitud crítica parece que estos autores no rebasan el marco liberal en su con-cepción social. Por otra parte, la crítica radical, si bien se ha reducido a compara-ción con los dos siglos anteriores, en este siglo sigue teniendo grandes exponen-tes. Allain Badiou, por ejemplo, es uno de los filósofos contemporáneos más re-conocidos y uno de los más duros críticos del capitalismo. Él mantiene la idea del comunismo como alternativa al capitalismo que ha salido triunfador y monopoli-zador del conocimiento en las últimas décadas. En una de sus últimas publicacio-nes, La República de Platón, pone nuevamente sobre el tapete la discusión en torno a la posibilidad de una política verdadera; por otra parte, un amigo suyo, el esloveno Slavoj Žižek, desde sus controvertidas posturas, mantiene también una

fuerte propuesta anticapitalista. Jacques Rancière es otro de los teóricos franceses que buscan oponerse frontalmente al capitalismo. Algo común en estos últimos exponentes de la filosofía crítica es la ausencia de una propuesta concreta que re-emplazaría al sistema capitalista, sin embargo, todos ellos se remiten siempre a la propuesta de Marx. Es entonces que vemos la necesidad de oponer nuevamente una filosofía crítica a la filosofía del orden (o filosofía conservadora), como un deber con la filosofía. El día en que la filosofía deje de ser crítica y se haya vuelto por comple-to en instrumento del orden, será el día en que tocarán las campanas funerarias de la filosofía. En cuanto a nuestro papel, la crítica de la realidad mantendrá siempre la llama de la filosofía encendida, y siempre se mantendrá como uno de los tantos espacios de resistencia al sistema. Un breve recuento de la historia de la filosofía, además de resaltar su carácter crítico, nos enseña algo más: no debemos tener como objetivo únicamente que nuestros juicios e ideas se correspondan con la realidad, sino también debe-mos exigir que la realidad se corresponda con nuestras ideas. Toda filosofía crítica tenía de respaldo a la historia pero se caracterizó también por ser crítica con la historia, de forma que no solo era una crítica de la realidad sino que en ella podía ver un ideal de realización. La filosofía crítica siempre fue crítica gracias a que pudo avizorar lo nuevo en la historia, aquello que estaba más allá no solo en los hechos, sino también en la temporalidad. Toda filosofía crítica ha estado sujeta y se ha alimentado de la creencia en un nuevo mundo. Por eso el joven Marx decía "No basta con que el pensamiento acucie hacia su realización; es necesario que la misma realidad acucie hacia el pensamiento”14. Esa es la verdadera crítica que corresponde y que se rebela contra la realidad. Cuando al revolucionario ruso V.I. Lenin le dijeron que sus esfuerzos iban contra la realidad, él dijo astutamente: entonces, "¡tanto peor para la realidad!”

11 Véase: Max Horkheimer, Teoría tradicional y teoría crítica; Crítica de la razón instrumental. Herbert Marcuse, El hombre unidimensional; entre otros.

12 Marx Horkheimer, Teoría tradicional y teoría crítica. 13 Véase: Axel Honneth, Patologías de la Razón. 14 Karl Marx, Introducción a la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel.

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nes políticas. El énfasis en la razón, en el caso de algunos, y el énfasis en la prác-tica, en el caso de otros, serán parte de filosofías que harán sucumbir y, con su manifestación política, derrumbarán el orden medieval. La razón pasó a ser el criterio de verdad, tanto así que incluso era la razón la que permitía dar cuenta de la existencia de Dios; pero para los racionalistas de estos tiempos la razón no era instrumental, no era algo que se definía a partir de intereses subjetivos del hom-bre, como lo manifestará una expresión filosófica burguesa posterior, nos referi-mos al pragmatismo. Para los racionalistas la razón era un tribunal que definía lo verdadero y lo falso, lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, y esta razón era independiente de intereses particulares, seguía siendo, como en otras épocas, una razón objetiva. Es así que se sobrevalorarán las verdades de las matemáticas y la lógica. Por su parte, los empiristas se apoyarán en los logros de las ciencias naturales para cuestionar la metafísica escolástica; su pensamiento irrumpía en la historia como un cuestionamiento duro de las verdades por revelación que susten-taban el principio de autoridad; desde ahora el criterio de verdad sería la corrobo-ración empírica y las facultades sensitivas un privilegio del hombre que le permi-tiría dar cuenta de ese mundo exterior a su conciencia. Es el tiempo de la filosofía revolucionaria burguesa, aquella filosofía que desafiaba los dogmas y lo estable-cido; pero como la historia sigue su curso, en algún momento esta filosofía de-vendría en conservadora, pero esto lo veremos más adelante. Es así que el pensamiento de los Ilustrados franceses se convierte en el pensamiento de la revolución social. La revolución francesa y todas las revolu-ciones burguesas se apoyarán en sus aportes intelectuales, incluso muchas luchas de independencia, como la norteamericana o las que se dieron en las colonias españolas, serán influenciadas de alguna manera por tal filosofía. La democracia se defendía como la forma de voluntad popular, y la instancia superior de deci-sión sería la razón. Por ejemplo, el inglés J. S. Mill señalará que no puede haber democracia si es que no se ha llegado a un grado elevado de racionalidad; la de-mocracia no es entendida en los ideólogos burgueses de aquella época como la resolución de los problemas a mano alzada, de forma que la mayoría se imponía a la minoría en circunstancias meramente cuantitativas. Para pensadores como J. S. Mill, la democracia era verdadera en tanto se apoyaba en la razón4. La razón se convirtió en la instancia crítica de esta filosofía burguesa, mediante ella criticaron la anterior sociedad y la anterior filosofía, y mediante ella podían ser críticos de sus mismas realizaciones. La falibilidad en el mundo de los hombres era de espe-rarse, como ocurre en el mundo de la ciencia, pero ajustarse más a los principios de la razón permitía siempre una crítica y autocrítica de las instituciones. La filo-sofía de la sociedad moderna llegaría a su máxima expresión con la filosofía del S. XIX, especialmente con la filosofía de G. W. F. Hegel. A partir de Hegel la filosofía tendrá conciencia de la historicidad de sus realizaciones, cada momento e la filosofía es un proceso de realización de la Razón, cada momento contiene algo de falso y contiene parte de la verdad5. Kant, apoyado en la filosofía moder-na, construyó un muro infranqueable entre la subjetividad y el mundo externo al

3 René Descartes. Meditaciones acerca de la filosofía primera.

INMMANUEL KANT

«Contestación a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración?» Ilustración significa el abandono por parte del hombre de una minoría de edad cuyo responsable es él mismo. Esta minoría de edad significa la incapacidad para servirse de su entendimiento sin verse guiado por algún otro. Uno mismo es el culpable de dicha minoría de edad cuando su causa no reside en la falta de en-tendimiento, sino en la falta de resolución y valor para servirse del suyo propio sin la guía del de algún otro. Sapere aude! ¡Ten valor para servirte de tu propio enten-dimiento! Tal es el lema de la Ilustración. Pereza y cobardía son las causas merced a las cuales tanto hombres conti-núan siendo con gusto menores de edad durante toda su vida, pese a que la Natura-leza los haya liberado hace ya tiempo de una conducción ajena (haciéndolos física-mente adultos); y por eso les ha resultado tan fácil a otros erigirse en tutores suyos. Es tan cómodo ser menor de edad. Basta con tener un libro que supla mi entendi-miento, alguien que vele por mi alma y haga las veces de mi conciencia moral, a un médico que me prescriba la dieta, etc., para que yo no tenga que tomarme tales molestias. No me hace falta pensar, siempre que pueda pagar; otros asumirán por mí tan engorrosa tarea. El que la mayor parte de los hombres (incluyendo a todo el bello sexo) consideren el paso hacia la mayoría de edad como algo harto peligroso, además de muy molesto, es algo por lo cual velan aquellos tutores que tan amable-mente han echado sobre sí esa labor de superintendencia. Tras entontecer primero a su rebaño e impedir cuidadosamente que esas mansas criaturas se atrevan a dar un solo paso fuera de las andaderas donde han sido confinados, les muestran luego el peligro que les acecha cuando intentan caminar solos por su cuenta y riesgo. Mas ese peligro no es ciertamente tan enorme, puesto que finalmente aprenderían a caminar bien después de dar unos cuantos tropezones; pero el ejemplo de un simple tropiezo basta para intimidar y suele servir como escarmiento para volver a intentarlo de nuevo. Así pues, resulta difícil para cualquier individuo el zafarse de una minoría de edad que casi se ha convertido en algo connatural. Incluso se ha encariñado con ella y eso le hace sentirse realmente incapaz de utilizar su propio entendimiento, dado que nunca se le ha dejado hacer ese intento. Reglamentos y fórmulas, instru-mentos mecánicos de un uso racional –o más bien abuso- de sus dotes naturales, constituyen los grilletes de una permanente minoría de edad. Quien lograra quitár-selos acabaría dando un salto inseguro para salvar la más pequeña zanja, al no estar habituado a semejante libertad de movimientos. De ahí que sean muy pocos quienes han conseguido gracias al cultivo de su propio ingenio, desenredar las ataduras que les ligaban a esa minoría de edad y caminar con paso seguro. Sin embargo, hay más posibilidades de que un público se ilustre a sí mis-mo; algo que casi es inevitable con tal de que se le conceda libertad. Pues ahí siempre nos encontraremos con algunos que piensen por cuenta propia incluso

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que la feudalidad abarcó el mundo occidental y el cristianismo, con su fundamen-to filosófico-teológico, el Tomismo, pasaron a ser la teoría que sustentaba el or-den, esta filosofía dejó su aspecto crítico, y más que buscar la verdad, aquella ver-dad independiente que le exige su credo, pasó a ser una justificación de lo existen-te, así como lo es hoy en día toda religión. Tomás de Aquino defendía la idea de la Ley Natural y exhortaba a los hombres a que su ley (Ley Positiva) se corresponda con la Ley Natural, solo así podría ser considerada como ley, de lo contrario, si la ley del hombre contradecía a la Ley Natural, entonces los hombres no estaban obligados a obedecerla. Es evidente que hoy esos presupuestos cumplen un papel completamente reaccionario, como lo mencionamos hace un momento, pero para la época significaba una crítica al orden institucional que debía de ajustarse a los mandatos de la razón divina, la cual era identificada con el bien y la verdad. Una verdad independiente de los intereses del hombre y, que incluso en algunos casos, contradecía los intereses inmediatos, era el arma ideológica para evitar una instru-mentalización de la verdad y, de este modo, creer en una realización progresiva de las aspiraciones del hombre. Es importante mencionar este autor puesto que es el momento en que el Medioevo llega a su máximo apogeo y es hasta donde el pen-samiento de la escolástica ha cumplido un papel progresivo. Posterior a Tomás de Aquino la escolástica y la Iglesia entran en crisis como producto de la crisis del sistema feudal mismo; será entonces que este pensamiento quedará ligado por la historia moderna a la Baja Edad Media, periodo de crisis en que se desarrollan las cruzadas y tantas otras manifestaciones atroces con las que la Iglesia quiso peren-nizar su hegemonía. La filosofía escolástica pasó a ser algo distinto a lo que fue en la etapa anterior: a lado de la espada de los templarios y de la Inquisición estaba una filosofía que había perdido todo carácter crítico y que se volvía instrumento del orden establecido. Ese orden sería cuestionado por un nuevo tipo de pensa-miento, una nueva filosofía que desafiaría el orden. La joven burguesía empezó a producir sus propios cuadros teóricos, es así que la ciencia empieza su pugna por independizarse de la fe y emprende su crítica de la sociedad anterior; su filosofía, la filosofía moderna, pasa a ser la filo-sofía crítica de la época. Este proceso de gestación del pensamiento moderno será bastante difícil y estará marcado por la persecución. Sin embargo, muchos cientí-ficos, si hacemos un repaso del Renacimiento, mantendrán siempre subordinadas sus ideas a la religión, pero sus elementos progresistas se desarrollarán producto de la misma tendencia histórica: el capitalismo nace, y con él un nuevo tipo de racionalidad, una nueva filosofía como crítica de lo establecido se iría propagando e imponiendo en los distintos espacios de la sociedad, y es así que a partir de Des-cartes comienza a dar sus pasos propios: “Ya hace algunos años que he tomado conciencia de la gran cantidad de cosas falsas que, con el correr del tiempo, he admitido como verdaderas, así como lo dudoso que es todo lo que sobre ellas construí posteriormente, y que, por lo tanto, había que derribar todo ello desde sus raíces una vez en la vida, y comenzar de nuevo desde los primeros fundamentos, si deseaba alguna vez establecer algo firme y permanente en las ciencias”3. Los racionalistas y empiristas, a pesar de sus discrepancias representarán la filosofía crítica de la época, desde distintos flancos atentarían contra la filosofía reacciona-ria de la escolástica cuestionando sus presupuestos y, claro está, sus manifestacio-

entre quienes han sido erigidos como tutores de la gente, los cuales, tras haberse desprendido ellos mismos del yugo de la minoría de edad, difundirán en torno suyo el espíritu de una estimación racional del propio valor y de la vocación a pensar por sí mismo. Pero aquí se da una circunstancia muy especial: aquel pú-blico, que previamente había sido sometido a tal yugo por ellos mismos, les obli-ga luego a permanecer bajo él, cuando se ve instigado a ello por alguno de sus tutores que son de suyo incapaces de toda ilustración; así de perjudicial resulta inculcar prejuicios, pues éstos acaban por vengarse de quienes fueron sus antece-sores o sus autores. De ahí que un público sólo pueda conseguir lentamente la ilustración. Mediante una revolución acaso se logre derrocar un despotismo per-sonal y la opresión generada por la codicia o la ambición, pero nunca logrará establecer una auténtica reforma del modo de pensar; bien al contrario, tanto los nuevos prejuicios como los antiguos servirán de rienda para esa enorme muche-dumbre sin pensamiento alguno. Para esta ilustración tan sólo se requiere libertad y, a decir verdad, la más inofensiva de cuantas pueden llamarse así: el hacer uso público de la propia razón en todos los terrenos. Actualmente oigo clamar por doquier: ¡No razones! El oficial ordena: ¡No razones, adiéstrate! El asesor fiscal: ¡no razones y limítate a pagar tus impuestos! El consejero espiritual: ¡No razones, ten fe! (Sólo un úni-co señor en el mundo dice: razonad cuanto queráis y sobre todo lo que gustéis, mas no dejéis de obedecer). Impera por doquier una restricción de la libertad. Pero ¿cuál es el límite que la obstaculiza y cuál es el que, bien al contrario, la promueve? He aquí mi respuesta: el uso público de su razón tiene que ser siem-pre libre y es el único que puede procurar ilustración entre los hombres; en cam-bio muy a menudo cabe restringir su uso privado, sin que por ello quede particu-larmente obstaculizado el progreso de la ilustración. Por uso público de la propia razón entiendo aquél que cualquiera puede hacer, como alguien docto, ante todo ese público que configura el universo de los lectores. Denomino uso privado al que cabe hacer de la propia razón en una determinada función o puesto civil, que se le haya confiado. En algunos asuntos encaminados al interés de la comunidad se hace necesario un cierto automatismo, merced al cual ciertos miembros de la comunidad tienen que comportarse pasivamente para verse orientados por el go-bierno hacia fines públicos mediante una unanimidad artificial o, cuando menos, para que no perturben la consecución de tales metas. Desde luego, aquí no cabe razonar, sino que uno ha de obedecer. Sin embargo, en cuanto esta parte de la maquinaria sea considerada como miembro de una comunidad global e incluso cosmopolita y, por lo tanto, se considere su condición de alguien instruido que se dirige sensatamente a un público mediante sus escritos, entonces resulta obvio que puede razonar sin afectar con ello a esos asuntos en donde se vea parcial-mente concernido como miembro pasivo. Ciertamente, resultaría muy pernicioso que un oficial, a quien sus superiores le hayan ordenado algo, pretendiese sutili-zar en voz alta y durante el servicio sobre la conveniencia o la utilidad de tal or-den; tiene que obedecer. Pero en justicia no se le puede prohibir que, como ex-perto, haga observaciones acerca de los defectos del servicio militar y los presen-te ante su público para ser enjuiciados. El ciudadano no puede negarse a pagar

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mo nivel, tal vez esto debido a que Platón vivió el contexto de la crisis griega. Los presocráticos, a diferencia de Platón, no se propusieron el problema social como tema principal de su especulación, a pesar que algunos de ellos reconocían el necesario perecer de la Polis (y del mundo) producto del devenir natural (por ej. Anaximandro), sin embargo, ellos vivieron el auge de la polis griega, y la cri-sis -para ellos- no estaba a la orden del día. De esta forma, la época que le tocó vivir a Platón fue una época que demandó teorizar sobre el porvenir de la socie-dad, pero no se le demandó como exhortación externa, sino que se produjo en él como miembro de una sociedad determinada y como racionalidad ligada a una época. Platón veía el mundo como una ‘realidad menguada’, la realidad verdade-ra era el topus uranus, y esta concepción le permitía criticar la sociedad como una falsa realidad, así mismo, le permitía también tener un canon ideal de realización. El bien, o cualquier otro elemento que encontramos en el mundo, nunca es su verdadero ser, por tanto, ‘el hombre bueno’ es un proceso en que nos vamos acer-cando al conocimiento de El Bien en sí, es decir, el hombre en su conducta social siempre está presto a ser objeto de crítica y autocrítica en nombre de aquel Bien independiente de los hombres. La sociedad, a su vez, será objeto de crítica, pues ella no es gobernada por aquellos que han conocido El Bien y Lo Justo; esto de-manda la instauración del gobierno de los filósofos. Con esta filosofía Platón está evitando quedarse en lo inmediatamente dado y rendirse ante lo establecido, así Platón aparece como un filósofo crítico del orden, como partidario de la subver-sión de lo establecido. La verdad no está sujeta a los hombres, por el contrario, la verdad es independiente y como tal debe ser alcanzada por el hombre; para ello, debe liberarse de las cadenas que lo atan en la caverna, y los liberados, conocedo-res de Lo Justo, deben de liberar a los otros hombres perdidos en el mundo de las sombras2. En el caso de los medievales, quienes fueron fuertemente influenciados por el aristotelismo y que polemizaron desde su concepción judeo-cristiana, tam-bién encontramos este carácter crítico de la filosofía. Solo una lectura vulgar y unilateral pasaría por alto esta etapa del pensamiento en que la crítica se siguió desarrollando y aparece en retrospectiva como un momento necesario en la com-prensión de la historia y su expresión ideológica que es la filosofía. Es cierto que esta filosofía sirve hoy como sustento de los planteamientos conservadores y reaccionarios que hoy enfrentamos a diario, sin embargo, eso demuestra nueva-mente cómo el curso de la historia define el carácter de la filosofía: cuando una filosofía es crítica de lo establecido irrumpen en la vida social como fuerza capaz de orientar el devenir y marcar una época, pero cuando este pensamiento se reza-ga en la historia y deviene en pensamiento conservador, defensor del orden, pasa a ser abandonada y a convertirse en gendarme ideológico de la opresión en sus distintas formas. El cristianismo, que era lo que buscaba sustentar la filosofía de Tomás de Aquino, se desarrolló gracias a que sus supuestos morales y políticos eran una crítica a la sociedad basada en la esclavitud (la postura moral de Tomás de Aquino tenía como consecuencia el rechazo a la tiranía); sin embargo, una vez

2 Platón. La República, Libro VII.

los impuestos que se le hayan asignado; e incluso una indiscreta crítica hacia tales tributos al ir a satisfacerlos quedaría penalizada como un escándalo (pues podría originar una insubordinación generalizada). A pesar de lo cual, el mismo no actua-rá contra el deber de un ciudadano si, en tanto que especialista, expresa pública-mente sus tesis contra la inconveniencia o la injusticia de tales impuestos. Igual-mente, un sacerdote está obligado a hacer sus homilías, dirigidas a sus catecúme-nos y feligreses, con arreglo al credo de aquella Iglesia a la que sirve; puesto que fue aceptado en ella bajo esa condición. Pero en cuanto persona docta tiene plena libertad, además de la vocación para hacerlo así, de participar al público todos sus bienintencionados y cuidadosamente revisados pensamientos sobre las deficien-cias de aquel credo, así como sus propuestas tendentes a mejorar la implantación de la religión y la comunidad eclesiástica. En esto tampoco hay nada que pudiese originar un cargo de conciencia. Pues lo que enseña en función de su puesto, como encargado de los asuntos de la Iglesia, será presentado como algo con respecto a lo cual él no tiene libre potestad para enseñarlo según su buen parecer, sino que ha sido emplazado a exponerlo según una prescripción ajena y en nombre de otro. Dirá: nuestra Iglesia enseña esto o aquello; he ahí los argumentos de que se sirve. Luego extraerá para su parroquia todos los beneficios prácticos de unos dogmas que él mismo no suscribiría con plena convicción, pero a cuya exposición sí puede comprometerse, porque no es del todo imposible que la verdad subyazca escondi-da en ellos o cuando menos, en cualquier caso no haya nada contradictorio con la religión íntima. Pues si creyese encontrar esto último en dichos dogmas, no podría desempeñar su cargo en conciencia; tendría que dimitir. Por consiguiente, el uso de su razón que un predicador comisionado a tal efecto hace ante su comunidad es meramente un uso privado; porque, por muy grande que sea ese auditorio siempre constituirá una reunión doméstica; y bajo este respecto él, en cuanto sacerdote, no es libre, ni tampoco le cabe serlo, al estar ejecutando un encargo ajeno. En cam-bio, como alguien docto que habla mediante sus escritos al público en general, es decir, al mundo, dicho sacerdote disfruta de una libertad ilimitada en el uso públi-co de su razón, para servirse de su propia razón y hablar en nombre de su propia persona. Que los tutores del pueblo (en asuntos espirituales) deban ser a su vez menores de edad constituye un absurdo que termina por perpetuar toda suerte de disparates. Ahora bien, ¿acaso una asociación eclesiástica —cual una especie de sínodo o (como se autodenomina entre los holandeses) grupo venerable— no de-biera estar autorizada a juramentarse sobre cierto credo inmutable, para ejercer una suprema e incesante tutela sobre cada uno de sus miembros y, a través suyo, sobre [39] el pueblo, a fin de eternizarse? Yo mantengo que tal cosa es completa-mente imposible. Semejante contrato, que daría por cancelada para siempre cual-quier ilustración ulterior del género humano, es absolutamente nulo e inválido, y seguiría siendo así, aun cuando quedase ratificado por el poder supremo, la dieta imperial y los más solemnes tratados de paz. Una época no puede aliarse y conju-rarse para dejar a la siguiente en un estado en que no le haya de ser posible am-pliar sus conocimientos (sobre todo los más apremiantes), rectificar sus errores y en general seguir avanzando hacia la ilustración. Tal cosa supondría un crimen

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«LA FILOSOFÍA CRÍTICA»

Juan Pablo Rojas Misari. Estudiante de noveno ciclo .

Miembro del Grupo Pólemos. La filosofía desde sus inicios ha cumplido un papel crítico. Esta caracte-rística de ser una instancia crítica es parte fundamental del ser de la filosofía, es decir, una filosofía no es filosofía realmente si no es crítica, si no pone en tela de juicio ‘lo que se nos aparece’. Sin embargo, no hay que confundir ‘crítica’ con ‘duda’ o escepticismo, y esto se evita si es que partimos de consideraciones nece-sarias que podemos extraer de la historia de la filosofía. La realidad es cambiante, y la historia de la humanidad lo ha sido considerablemente; por tanto, por más crítica que sea una filosofía, la época señalará los límites de dicha crítica. La filo-sofía crítica lleva pues en su ser el germen de su propia aniquilación. La historici-dad de los asuntos humanos y de sus productos conceptuales es la explicación de esta ambivalencia existente en la filosofía. El carácter crítico de la filosofía se ha expresado siempre en que esta ha tenido como finalidad el ‘ir más allá’ de la realidad inmediata, más allá de lo meramente fenoménico. El mundo, para el filósofo, siempre le ha parecido mani-festación de algo que se oculta, la búsqueda de la verdad ha supuesto siempre una transgresión de la realidad misma; en algunas etapas de la historia esta transgre-sión ha sido absoluta, mientras que en otras ha sido comprendida solo como rela-cionada al fenómeno que busca explicar. Pero el filósofo y la filosofía no son seres ‘agazapados fuera del mundo’, todos ellos han vivido en momentos históri-cos determinados y han pensado a partir de su época, y es bajo este criterio que la naturaleza crítica de la filosofía se hace más evidente y cobra mayor fuerza: la filosofía, al no reconocer la verdad del mundo en su ser inmediato, siempre ha existido como crítica del mundo, y ligado a esto, la realidad social al comprender-se como incompleta o como falsa realidad, siempre ha tenido como correlato una filosofía como crítica de la sociedad. Los presocráticos buscaron dar explicación a los fenómenos de la natu-raleza a partir de principios que escapaban al sentido común y que iban más allá de una simple concepción fisicalista, como bien señala Nietzsche en uno de sus textos conocidos1. El agua, el aire, lo indeterminado, etc., son intuiciones que remiten a una verdadera naturaleza del mundo que no nos es dada de manera in-mediata en los fenómenos. Solo recordemos a Empédocles, quien derivaba de las leyes entre Amor y Odio el movimiento de los fenómenos naturales. Así daba explicación acerca de la composición del mundo que nos es dado y de los fenó-menos a través de la explicación de elementos esenciales alcanzados solo por vía intelectual; es su cuestionamiento del mundo lo que le permite explicar el mundo. Pero será la filosofía platónica la que en la antigüedad llevará la crítica a su máxi-

1 F. Nietzsche, La filosofía en la época trágica de los griegos.

contra la naturaleza humana, cuyo destino primordial consiste justamente en ese progresar, y la posteridad estaría, por lo tanto, perfectamente legitimada para recusar aquel acuerdo adoptado de un modo tan incompetente como ultrajante. La piedra de toque de todo cuanto puede acordarse como ley para un pueblo se cifra en esta cuestión: ¿acaso podría un pueblo imponerse a sí mismo semejante ley? En orden a establecer cierta regulación podría quedar estipulada esta ley, a la espera de que haya una mejor lo antes posible: que todo ciudadano y especial-mente los clé- rigos sean libres en cuanto expertos para expresar públicamente, o sea, mediante escritos, sus observaciones sobre los defectos de la actual institu-ción; mientras tanto el orden establecido perdurara hasta que la comprensión sobre la índole de tales cuestiones se haya extendido y acreditado públicamente tanto como para lograr, mediante la unión de sus voces (aunque no sea unánime), elevar hasta el trono una propuesta para proteger a esos colectivos que, con arre-glo a sus nociones de una mejor comprensión, se hayan reunido para emprender una reforma institucional en materia de religión, sin molestar a quienes prefieran conformarse con el antiguo orden establecido. Pero es absolutamente ilícito po-nerse de acuerdo sobre la persistencia de una constitución religiosa que nadie pudiera poner en duda públicamente, ni tan siquiera para el lapso que dura la vida de un hombre, porque con ello se anula y esteriliza un período en el curso de la humanidad hacia su mejora, causándose así un grave perjuicio a la posteridad. Un hombre puede postergar la ilustración para su propia persona y sólo por algún tiempo en aquello que le incumbe saber; pero renunciar a ella significa por lo que atañe a su persona, pero todavía más por lo que concierne a la posteridad, vulne-rar y pisotear los sagrados derechos de la humanidad. Mas lo que a un pueblo no le resulta lícito decidir sobre sí mismo [40], menos aún le cabe decidirlo a un monarca sobre el pueblo, porque su autoridad legislativa descansa precisamente en que reúne la voluntad íntegra del pueblo en la suya propia. A este respecto, si ese monarca se limita a hacer coexistir con el ordenamiento civil cualquier mejo-ra presunta o auténtica, entonces dejará que los súbditos hagan cuanto encuentren necesario para la salvación de su alma; esto es algo que no le incumbe en absolu-to, pero en cambio sí le compete impedir que unos perturben violentamente a otros, al emplear toda su capacidad en la determinación y promoción de dicha salvación. El monarca daña su propia majestad cuando se inmiscuye sometiendo al control gubernamental los escritos en que sus súbditos intentan clarificar sus opiniones, tanto si lo hace por considerar superior su propio criterio, con lo cual se hace acreedor del reproche: Caesar non est supra Grammaticos, como —mucho más todavía— si humilla su poder supremo al amparar, dentro de su Esta-do, el despotismo espiritual de algunos tiranos frente al resto de sus súbditos Si ahora nos preguntáramos: ¿acaso vivimos actualmente en una época ilustra-da?, la respuesta sería ¡No!, pero sí vivimos en una época de Ilustración. Tal y como están ahora las cosas todavía falta mucho para que los hombres, tomados en su conjunto, puedan llegar a ser capaces o estén ya en situación de utilizar su propio entendimiento sin la guía de algún otro en materia de religión. Pero sí tenemos claros indicios de que ahora se les ha abierto el campo para trabajar li-bremente en esa dirección y que también van disminuyendo paulatinamente los obstáculos para una ilustración generalizada o el abandono de una minoría de

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trajeron consigo grandes problemas filosóficos que hoy en día son temas de discusión y debate en muchas de las ramas de la filosofía. Para este evento contamos con la gentil participación de muchos de los más destacados profesores de nuestro medio (procedentes de nuestra Alma máter, así como de la Pontificia Universidad Católica del Perú y la Universidad Antonio Ruíz de Montoya) que, además, son dedicados al estudio e investigación de los grandes filósofos escogidos de aquella ocasión; por ejemplo, tuvimos el agrado de contar con la participación del profesor y decano de la FLCH-UNMSM, el Dr. Raimundo Prado y el Dr. Miguel Giusti quien es profesor principal y Director del Centro de Estudio Filosóficos de la PUCP. Ambos son eminentes docentes y grandes estudiosos de Marx y Hegel, respectivamente. Por otro lado, informamos que el ciclo de Clases Magistrales fue grabado casi en su totalidad, teniendo cierta dificultad para grabar en la última mesa; sin embargo, las grabaciones se difundirán pronto en las redes para el agrado del público. A pesar de algunos inconvenientes presentados en el desenvolvimiento de los eventos, en conclusión, cabe señalar que sin todo el trabajo previo no se hubieran alcanzado la realización de los eventos para el provecho de todos los que participaron porque creemos que los objetivos se lograron alcanzar en cada evento elaborado. Nos esperan nuevas actividades y creemos que con la participación y colaboración de nosotros, como estudiantes de Filosofía, se lograrán mejores cosas puesto que ante una coyuntura autoritaria por parte de cierto grupo docente es menester hacer frente a este sector con un gremio sólido, pero esto se garantizará con un serio trabajo de bases y asumiendo un papel activo en las reivindicaciones estudiantiles como también en la planificación de actividades académicas para complementar y reforzar nuestros estudios.

edad de la cual es responsable uno mismo. Bajo tal mirada esta época nuestra pue-de ser llamada “época de la Ilustración” o también “el siglo de Federico”. Un príncipe que no considera indigno de sí reconocer como un deber suyo el no prescribir a los hombre nada en cuestiones de religión, sino que les deja plena libertad para ello e incluso rehúsa el altivo nombre de tolerancia, es un príncipe ilustrado y merece que el mundo y la posteridad se lo agradezcan, ensal-zándolo por haber sido el primero en haber librado al género humano de la mino-ría de edad, cuando menos por parte del gobierno, dejando libre a cada cual para servirse de su propia razón en todo cuanto tiene que ver con la conciencia. Bajo este príncipe se permite a venerables clérigos que, como personas doctas, expon-gan libre y públicamente al examen del mundo unos juicios y evidencias que se desvían aquí o allá del credo asumido por ellos sin menoscabar los deberes de su cargo; tanto más aquel otro que no se halle coartado por obligación profesional alguna. Este espíritu de libertad se propaga también hacia el exterior, incluso allí donde ha de luchar contra los obstáculos externos de un gobierno que se compren-de mal a sí mismo. Pues ante dicho gobierno resplandece un ejemplo de que la libertad no conlleva preocupación alguna por la tranquilidad pública y la unidad de la comunidad. Los hombres van abandonando poco a poco el estado de barba-rie gracias a su propio esfuerzo, con tal de que nadie ponga un particular empeño por mantenerlos en la barbarie. He colocado el epicentro de la Ilustración, o sea, el abandono por parte del hombre de aquella minoría de edad respecto de la cual es culpable él mismo, en cuestiones religiosas, por-que nuestros mandatarios no suelen tener interés alguno en oficiar como tutores de sus súbditos en lo que ataña a las artes y a las ciencias; y porque además aquella minoría de edad es asimismo la más nociva e infame de todas ellas. Pero el modo de pensar de un jefe de Estado que favorece esta primera Ilustración va todavía más lejos y se da cuenta de que, incluso con respecto a su legislación, tampoco entraña peligro alguno el consentir a sus súbdi-tos que hagan un uso público de su propia razón y expongan públicamente al mundo sus pensamientos sobre una mejor concepción de dicha legislación, aun cuando critiquen con toda franqueza la que ya ha sido promulgada; esto es algo de lo cual poseemos un magnífico ejemplo, por cuanto ningún monarca ha precedido a ése al que nosotros honramos aquí. Pero sólo aquel que, precisamente por ser ilustrado, no teme a las som-bras, al tiempo que tiene a mano un cuantioso y bien disciplinado ejército para tranquilidad pública de los ciudadanos, puede decir aquello que a un Estado libre no le cabe atreverse a decir: razonad cuando queráis y sobre todo cuando gustéis, ¡con tal de que obedezcáis! Aquí se revela un extraño e inesperado curso de las cosas humanas; tal como sucede ordinariamente, cuando ese decurso es conside-rado en términos globales, casi todo en él resulta paradójico. Un mayor grado de libertad civil parece provechosa para la libertad espiritual del pueblo y, pese a ello, le coloca límites infranqueables; en cambio un grado menor de esa libertad civil procura el ámbito para que esta libertad espiritual se despliegue con arreglo a

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Crónica de las actividades de verano 2015

El CEF fomentando espacios de discusión Como parte de las actividades académicas de este verano, el Centro de Estudiantes de Filosofía, en su labor de fomentar espacios de discusión e intercambio intelectual, ha venido trabajando constantemente con el cumplimiento de una serie de actividades tales como, Talleres Académicos y Clases Magistrales. Estas actividades tuvieron como objetivo fortalecer y profundizar el conocimiento en temas filosóficos específicos, impulsar los estudios e investigaciones además de fomentar y promover el ejercicio del debate filosófico del público asistente. Asimismo, estos eventos sirvieron para introducir en el pensamiento filosófico al público que ha participado entusiastamente en cada uno de ellos, sobre todo, a los ingresantes de la carrera quienes, interesados y movidos por el espíritu filosófico, inician hoy su vida universitaria. No obstante, señalamos que lograr la obtención de los espacios para los eventos realizados no fue tarea fácil, pues, ante la negligencia de la burocracia de nuestra facultad, ¡como es de costumbre! comenzaron a traspapelar y a vacilar los pedidos; por esta razón, los representantes del gremio ejercieron constante presión para que éstos arriben a buen puerto. A continuación mostramos las actividades desarrolladas durante el mes de febrero: el gremio consiguió llevar a cabo cinco Talleres Filosóficos centrándose en el análisis y discusión de textos de autores o apartados específicos en cada taller. Los talleres elegidos fueron dictados por profesores reconocidos por su labor y dedicación a la enseñanza en los campos de estudio que fueron materia de cada taller. Estos talleres fueron: “Filosofía de la mente”, “Filosofía de la alteridad: introducción al pensamiento de Lévinas”, “El pensamiento político de John Locke”, “Teoría política de Platón: la praxis y su influencia hasta la actualidad” y, por último, “Lenguas Clásicas: etimologías grecolatinas”, los docentes encargados fueron: David Villena Saldaña, Iván Abrill Mendoza, Humberto Quispe Hernández, Fernando Bobbio Rosas y Ana María Gispert-Sauch, respectivamente. Queremos, a su vez, enfatizar en el apoyo y la buena disposición de cada uno de nuestros profesores que asumieron con responsabilidad los talleres mencionados. En lo referente a las actividades del mes de marzo, el Centro de Estudiantes de Filosofía logró realizar el ciclo de Clases Magistrales: autores clásicos de la Filosofía que se desarrollaron a lo largo de siete días de arduas jornadas en donde el diálogo filosófico hizo posible que el intercambio intelectual sea fructífero. Este evento fue planificado con el objetivo de reflexionar y repensar las ideas de grandes maestros del pensamiento a través de una visión panorámica tomando como punto de partida a los dos filósofos por excelencia de la antigüedad, Platón y Aristóteles, hasta los más grandes personajes de la filosofía moderna y contemporánea, destacando los siguientes: Descartes, Kant, Hegel, Marx, James, Husserl, Heidegger, Popper, Foucault, Kripke, Sloterdijk y Quine. Siendo todos ellos –sin desprestigiar a otros grandes personajes– los que

toda su potencialidad. Pues, cuando la naturaleza ha desarrollado bajo tan duro tegumento ese germen que cuida con extrema ternura, a saber, la propensión y la vocación hacia el pensar libre, ello repercute sobre la mentalidad del pueblo (merced a lo cual éste va haciéndose cada vez más apto para la libertad de actuar) y finalmente acaba por tener un efecto retroactivo hasta sobre los principios del gobierno, el cual incluso termina por encontrar conveniente tratar al hombre, quien ahora es algo más que una máquina, conforme a su dignidad”.

Königsberg (Prusia), 30 de septiembre de 1784.

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Presentación Con gran entusiasmo nos toca presentar el primer Boletín del CEF del año. Luego de mucho tiempo que el tradicional Boletín fue relegado producto de las distintas tareas que competen al CEF, pues ya es momento de retomar y darle la continuidad que se merece. Seguramente estos problemas se han debido a los vaivenes que afrontó el Centro de Estudiantes de Filosofía hace ya algunos años, sin embargo, el CEF ha entrado en un momento de fortalecimiento institucional y estamos seguros que dicho fortalecimiento irá de la mano con la consolidación de sus herramientas institucionales. Hoy el Centro de Estudiantes de Filosofía está consolidándose en rasgos generales: siempre las elecciones gozan de una participación masiva y las actividades tanto académicas como gremiales son siempre recibidas por los estudiantes de muy buen agrado y como reflejo de una institución que está desarrollando. Siempre se concibió el Boletín como un espacio para fomentar la discusión y la investigación, de modo que, además de informar algunos acontecimientos relevantes, también servía de espacio para la publicación de ensayos estudiantiles y compartir algunas curiosidades académicas como entrevistas o ensayos de filósofos reconocidos. En esta primera edición del 2015, el Boletín contiene unas breves palabras de bienvenida a los ingresantes 2015; así mismo, estamos compartiendo una crónica acerca de las actividades que desarrollamos durante los meses de verano, nos referimos a los distintos talleres y las clases magistrales que tuvieron un éxito indiscutible. Por otra parte, en esta primera edición estamos incluyendo un ensayo redactado por un integrante del Grupo Pólemos, grupo de investigación de la Escuela reconocido por la Universidad. Con este motivo, aprovechamos para informar que el siguiente número del Boletín contendrá un ensayo del G.I. Sentido y Referencia, pues la idea es iniciar con la colaboración de estudiantes que ya cuenten con algunos trabajos elaborados para darle un buen impulso al Boletín y qué mejor que contar con la colaboración de los G.I. de nuestra Escuela. Finalmente, publicamos el pequeño artículo “¿Qué es la ilustración?” del filósofo Immanuel Kant, pues se trata de un texto imprescindible, sobre todo para nuestros compañeros ingresantes que se inician en el quehacer filosófico; dicho artículo contiene también lo que hemos querido fomentar desde un inicio como grupo estudiantil: Sapere aude! Sin más que agregar, esperamos que el Boletín tenga una buena acogida y que efectivamente este sea el primer número de una continuidad de largo aliento. Saludos cordiales, Junta Directiva del Centro de Estudiantes de Filosofía.

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AGENDA

26 DE MAYO.

Taller “El empirismo clásico: Locke, Berkeley y

Hume” Prof. David Villena Saldaña

28 DE MAYO.

Taller “El pensamiento político de Hobbes”

Prof. Humberto Quispe.

05 DE JUNIO.

Asamblea de Estudiantes de Filosofía

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N° 1 Abril - Mayo Año 2015

BOLETÍN

Saludo de bienvenida a los nuevos integrantes de

nuestra Escuela.

La base 2015 inicia sus actividades y el CEF les extiende un

saludo fraterno.

Crónica de las actividades de verano 2015

En torno a los talleres académicos y las Clases Magistrales

desarrolladas durante los meses de febrero y marzo.

«La filosofía crítica»

Ensayo estudiantil de un integrante del Grupo Pólemos.

«Contestación a la pregunta: ¿Qué es la ilustración?»

de Inmmanuel Kant

Breve ensayo filosófico imprescindible y publicado especialmente para nuestros compañeros ingresantes.

Junta Directiva

Ernesto Lindo Brañez Secretario General

Cesar Urrutia Marina Sub secretario General

Carlos Sánchez Bartra Sec. de Asuntos Académicos

Janie Huamán Herrera Sec. de Organización

Diego Gonzales Castillo Sec. de Economía

Miguel Chilet Amoros Sec. de Actividades

Comité Asesor

Eduardo G. García Marreros

Carlos Rojas Camacho