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H. AYUNTAMIENTO DE MORELIA

Presidente Municipal Ing. Salvador Abud Mirabent

Síndico Municipal Lic. Maribel Rodríguez Álvarez

Secretario del H. AyuntamientoLic. Alberto Suárez Castillo

RegidoresC. Marbella Romero NúñezC. Edgar Heladio Guzmán MéndezC. Jorge Vázquez GuerreroLic. Alma Janeth Zarco GarcíaLic. Jorge Alfredo Molina SánchezProf. Roberto Ayala SotoIng. Alejandro Villafuerte ArreolaLic. Saraí Cortés OrtizLic. Leticia Farfán VázquezLic. Juan Pablo Ruiz RuizC. Raquel Martínez CortésC. Carmen Cortés Cortés

Directora del Archivo General, Históricoy Museo de la CiudadDra. Yaminel Bernal Astorga

Rosa de los Vientos 6

De fiestas, danzas y andares en Morelia

Colección VI

Boletín

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Yaminel Bernal Astorga /Jorge Amós Martínez Ayala

(Coordinadores)

H. Ayuntamiento de Morelia

Dirección del Archivo General, Histórico y Museo de la Ciudad

Rosa de los Vientos 6

De fiestas, danzas y andares en Morelia

Boletín

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Imagen de portada: AHMM, Fondo Independiente I, c. 154, e. 5, Morelia, 1882

Boletín Rosa de los Vientos 6De fiestas, danzas y andares en MoreliaYaminel Bernal Astorga /Jorge Amós Martínez Ayala(Coordinadores)

© 2015, H. Ayuntamiento de Morelia© 2015, Dirección del Archivo General, Histórico y Museo de la Ciudad© 2015, Archivo Histórico Municipal de Morelia Galeana 302 Centro 58000 Morelia, Michoacán

Impreso en Morelia, Michoacán, México

Índice

Preámbulo… 9

Sección Temática 15

Mitos y ritos del toro durante El Carnaval en MoreliaJorge Amós Martínez Ayala 17

El Culto Perpetuo a Señor San José, una celebración religiosa en Morelia durante los años treintaGabriela Guadalupe Kuk Soberanis 25

El Santo Entierro del templo de Las Monjas: devoción y culto a un cristo yacente en la Semana Santa morelianaAntonio Ruiz Caballero 35 Corridas de toros y fieles difuntos en Morelia. Aproximaciones al coso y al cementerio como espacios otrosJuana Martínez Villa 47

Sección Documento 57

Entre la fiesta y el baile. Las danzas de San Nicolás Obispo, tenencia de Morelia Magali Zavala García 59

El jaripeo: Jinetes y toros, una tradición con arraigo ranchero llevado a la ciudad. (1958 -1963)Victoria Eugenia Pérez Tajonar 71

Sección Archivonomía 79

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Preámbulo…

La ciudad de Morelia tiene un nutrido ciclo anual de fiestas. Unas cívicas, alentadas por el gobierno del estado, vinculadas con la activa participación de los habitantes de la capital michoacana

en los hechos históricos más relevantes para el país; otras son propias de la Iglesia católica, dado que la ciudad es sede de un arzobispado y ha tenido entre sus moradores a dos cardenales; por último, hay una serie de festejos populares, algunas veces ligados con las fiestas cívicas y otras con las eclesiásticas, aunque también las hay con cierta independencia, como El Carnaval. Esta separación entre lo laico y lo profano es más una perspectiva de los estudiosos que una realidad cotidiana; pues hay “paseos” que son “rutas procesionales” y viceversa, como lo podemos atestiguar en la “Calzada de San Diego” la víspera del 12 de diciembre, fiesta de la Virgen de Guadalupe; o en los “días de campo” para comer mole en Santa María, el 15 de agosto, día de La Asunción.

No hay mes del año en el que en Morelia no se esté celebrando algo; ya sea en un barrio, en el centro o en una colonia, hay fiestas que sólo conciernen a un área de la población o a un sector; como el 22 de noviembre en que se celebra a Santa Cecilia, patrona de los músicos. Hay fiestas que son propias de Morelia, como el 30 de septiembre, Natalicio del Generalísimo José María Morelos y Pavón, hijo predilecto de la ciudad y por quien se le cambió el nombre. Los símbolos y las tradiciones

El Archivo Histórico de la Universidad Michoacana, un acervo para la historia de la educación superiorMiguel Ángel Gutiérrez López 81

Acceso a la Información, un deber y un saberEliud Montiel León 87

La memoria en movimiento: la Filmoteca de la Universidad Nacional Autónoma de MéxicoHumberto Rodríguez Rauda 95

El significado de los archivos en las tenencias de Morelia, Mich.Yaminel Bernal Astorga 105

Diario de vida como recurso histórico-archivístico: Un acercamiento a los Diarios de Vida de Raúl Marín Balmaceda,el último de los Balmaceda en el Congreso Nacional de ChileJuan Guillermo Estay SepúlvedaCarolina Cabezas CáceresJorge Riquelme Leiva 111

Sección Reseña 125

Yokoyama, Wakako, Dos mundos y un destino. Cien años de la encomienda de Juan Infante y sus herederos en la provincia de Michoacán, 1528-1628. (Prólogo de Carlos Paredes Martínez) Morelia, Universidad de Keio, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo: Instituto de Investigaciones Históricas, Facultad de Historia; Archivo Histórico Municipal de Morelia, 2014, pp. 378; ilustraciones y mapasJ. Ricardo Aguilar González 127

Sección Mi ciudad, mi historia 131

Recordar es un juego. Prácticas lúdicas y espacios para la diversión en Morelia, 1828-1900Ricardo Aguilera Soria 133

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presentes en una fiesta definen una identidad social y una matria, un espacio cotidiano de existencia por el que se nos ha imbuido socialmente un aprecio que muchas veces es desmedido. Otras fiestas morelianas son comunes con el resto del país, o del mundo, como la Semana Santa; sin embargo, la Procesión del Silencio es una de las más antiguas del país. En todos los casos se trata de celebraciones afincadas en el pasado, la mayoría son centenarias y para ser comprendidas necesitan de la historia.

Los festejos se desgranan a lo largo del año y se vinculan con otras prácticas culturales para conformar sistemas culturales, lo que llamamos “tradiciones”. No hay fiesta sin banquete, ni música, ni adornos, todos aglutinados en torno a símbolos; de manera que cada celebración la asociamos con determinados olores, sabores y sonidos; por ejemplo: el verde, blanco y rojo de las fiestas patrias, las marchas militares y los chiles en nogada aparecen en momentos específicos vinculados con actos conmemorativos civiles. Puesto que las fechas en que se celebran están más o menos fijas en el calendario, la fiesta también se asocia en nuestros imaginarios con temperaturas y climas; por ello, para los que vivimos en el hemisferio norte la Navidad es fría y la Semana Santa calurosa, a diferencia de nuestros antípodas.

Las tradiciones presentes en la fiesta le dan a ésta un doble carácter, primero se rompe con la monotonía de lo cotidiano y lo que sucede en ella se vuelve “extraordinario”; es atractiva y fomenta la participación de un número elevado de miembros de la sociedad en celebración, con ello construye una identidad social al vincular a los participantes inmersos en el festejo, impresionando en sus sentidos y memoria con sensaciones y recuerdos “gratos”, “infelices”, pueden “conmovernos” e incluso alentar nuestro “odio”. Lo que sucede en los festejos alentados por el Estado, o por la Iglesia, no es aleatorio, nada se deja al azar; por el contrario, todo acto celebratorio está cuidadosamente elaborado para crear reacciones ideológicas mediante experiencias de vida en los participantes a través de símbolos que se usan como metáforas.

No es una coincidencia que los colores de la bandera mexicana concuerden con los del manto de la representación que en la Nueva España se hizo de la española virgen de Guadalupe; por ello la sandía y la granada, frutas que contienen esos colores entre otros, son usadas como metáforas de “lo mexicano”, aunque sean plantas cuyo origen son de Asia y África. En el caso de la granada la metáfora es también religiosa; pues

hay un sentido bíblico asociado que la vincula con los rubíes, por su color rojo intenso y la sangre derramada en sacrificio, la que otorga la “palma del martirio”.

Los granos de granada están presentes en un plato asociado con los festejos patrios: los “chiles en nogada”. Aunque probablemente son un plato novohispano, la leyenda los adjudica a cierta cocina conventual para honrar al efímero emperador vallisoletano (moreliano) Agustín de Iturbide; la creación incluye productos del Viejo y el Nuevo Mundo que reúnen los colores de la bandera nacional, propuesta por Iturbide en Iguala; son una metáfora de la unión de los pobladores de la nueva nación, formada con elementos propios y extraños que por separado no tienen las mismas cualidades que reunidos. Los chiles para rellenar aportan el color verde y el sabor picante que, imaginamos, caracteriza a lo mexicano, en tanto el picadillo de carne de carnero, las pasas, el acitrón, quedan ocultos a la vista en el relleno; pero cuyos colores ocres ahora asociamos con el escudo nacional, que la primera bandera no tenía; se baña el chile relleno con una crema de nuez que le da blancura y cierta acidez para equilibrar el dulce y el picoso de otros ingredientes; por último, los granos de granada se espolvorean sobre el plato, con su color rojo rubí, y se unen visualmente a los otros ingredientes para generar una metáfora de la bandera de Iguala; la cual conserva los colores del manto de la virgen de Guadalupe y fue propuesta por un militar criollo conservador, que primero fue realista y luego pactó con los insurgentes para erigirse en “emperador” de una joven nación; si es cierta la leyenda, el grupo de monjas decidieron “ofrendarle” al político conservador un plato que es una metáfora de la unión entre el Estado y la Iglesia, pues reúne los colores de la bandera: el verde que representa la unión y la victoria, el rojo la libertad conseguida por la sangre derramada y el blanco la religión, que no sería otra que la católica, apostólica y romana; pero el plato esconde detrás de la granada, la sangre del martirio que conduce al cordero que quita los pecados y que está oculto por el mundo que impacta nuestros sentidos.

Los chiles en nogada son metáfora de la bandera nacional; pero también, de un proyecto político de ciertos grupos y por ello, no aparecen en todas las mesas durante el mes patrio. En cambio, la sandía es una fruta refrescante que se adaptó rápidamente a la Tierra Caliente michoacana, desde donde era conducida a la capital de Michoacán para

Preámbulo... Yaminel Bernal Astorga / Jorge Amós Martínez Ayala

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venderse como un antídoto para el calor que se vive durante los desfiles. Cada rebanada de sandía tiene los colores del lábaro patrio sin necesidad de elaboración humana; es fresca, dulce, jugosa y barata, la preferida de las clases populares en los días de fiesta. Comer sandía es hacer una comunión con “la patria” y por consiguiente, en muchos festejos aparece la fruta o su representación como metáfora de lo mexicano. Comer para vivir y acompañar las experiencias de vida que guardamos en la memoria, entre otras vivencias: las fiestas.

Esta larga exégesis sobre el chile en nogada y su contraposición a la popular sandía prueba que cualquier acto cotidiano es complejo y necesita de muchas páginas para su disertación; más se usaría para tratar de entender lo festivo que es a la par extracotidiano y habitual.

Es así que el número VI del Boletín Rosa de los Vientos tiene como subtítulo “De fiestas, danzas y andares en Morelia”, está pensado a manera de compendio sobre expresiones sociales de las que se han apropiado los habitantes capitalinos. Contiene artículos que hablan de varias tradiciones morelianas asociadas con algunas fechas del ciclo festivo local. Estudiar el período completo no es tarea sencilla ni individual; por ello, se trata de sólo unos ejemplos: Los “toros de petate” que salen durante el Carnaval; la fiesta del Barrio de San José; la comida de Semana Santa y sus recetas; la procesión con El Santo Entierro, la Corrida Nocturna del 2 de noviembre; el Día de Fieles difuntos en Morelia con la celebración de una corrida de toros. Es apenas de un trabajo pionero e introductorio que necesita de algunos subsecuentes para entender cada ciclo festivo y la interacción entre ellos.

En lo que respecta a la sección documento, las autoras, se dan a la tarea de mostrar otra mirada de las tradiciones y para ello se concentran en las danzas que se desarrollan en la tenencia de San Nicolás Obispo, así como la transición del jaripeo a la ciudad; ambas son propuestas de análisis puntuales basadas en la colección fotográfica del Archivo Histórico Municipal y en los documentos que resguarda el recinto.

La segunda parte de esta publicación desarrolla propuestas y análisis sobre el quehacer archivístico. Así, sabemos de la riqueza documental del Archivo Histórico de la Universidad Michoacana como mecanismo para reencontrar y recrear la educación superior de la entidad como en el contexto nacional; de las peculiaridades depositadas en el acervo que resguarda la Filmoteca de la Universidad Nacional Autónoma de México,

sobre todo, para acceder al fondo pornográfico; de la necesidad por reflexionar acerca de los archivos de los pequeños poblados o tenencias, piezas claves para entender y reconstruir la historia de una ciudad; de la transparencia y acceso a la información como tópicos relevantes para el trabajo archivístico que la sociedad demanda al día hoy. Los diarios de vida personal sobre Raúl Marín Balmaceda, político internacional, que a través de su trayectoria es posible conocer parte de la historia chilena en momentos cruciales; es uno de los trabajos que presentan colegas archivistas de Chile, el objetivo es claro: entender los diarios de vida como recurso archivístico. La sección, por tanto, presenta cinco escritos que ofrecen una mirada a los documentos, aquellas unidades desde las cuales se entretejen las historias.

Con agudeza y sensibilidad, Ricardo Aguilar, analiza y reseña el trabajo de la autora, Wakako Yokoyama, bajo el títlo: Dos mundos y un destino. Cien años de la encomienda de Juan Infante y sus herederos en la provincia de Michoacán, 1528-1628; la aproximación de Aguilar deja en claro una labor investigativa de 20 años y que se vio concretada en dicho libro. De manera significativa, expone un elemento crucial —y poco reconocido — en una obra y que realizan algunas personas para “que un texto se comunique bien”; es decir, el llamado trabajo editorial. Finalmente, este Boletín cierra con el artículo “Recordar es un juego. Prácticas lúdicas y espacios para la diversión en Morelia, 1828-1900”, a cargo de Ricardo Aguilera Soria. El reto trazado se logra al recrear los espacios y las prácticas de los niños que se volvieron una tradición en la ciudad, pero sobre todo, el objetivo de esta sección es identifcar fuentes bibliográficas y archivísticas que sirvan a la historiografía infantil.

“De fiestas, danzas y andares en Morelia” da cuenta de las prácticas de ayer y hoy; de gustos e intereses de sus colaboradores; de la memoria de la ciudad; de un esfuerzo interinstitucional, así como de un profundo deseo por no olvidar los saberes que dan sentido a quienes vivimos en esta emblemática ciudad de cantera rosa.

Yaminel Bernal Astorga, Archivo Historico Municipal de Morelia

Jorge Amós Martínez Ayala, Facultad de Historia, UMSNH

Morelia, Mich., abril de 2015

Preámbulo... Yaminel Bernal Astorga / Jorge Amós Martínez Ayala

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Mitos y ritos del toro durante El Carnaval en Morelia

Jorge Amós Martínez Ayala1

Yo no la he visto, dijo mi primo, pero todos dicen que se les aparece a los que salen de la secundaria y pasan por el Bosque en la noche. Otros decían que

en los campos de fut del Salesiano había una cueva, y que ahí, ella le bailaba con su minifalda a un toro negro, mientras de sus pies salían llamas y flotaba por el aire. Le llamaron “Reynalda” y fue el tema de conversación de chicos y grandes durante varios años en la ciudad de Morelia.

Unos 60 años atrás, don Francisco de Paula León recopiló en un libro leyendas de la ciudad, la mayoría aprendidas durante su juventud. En su compendio aparece la leyenda de “La cueva del toro”, ubicada en el mismo escenario de la historia de Reynalda: una cueva en la Loma del Zapote. La historia cuanta que en la cueva habita un toro encantado y cuando alguien entra comienza a bramar y escarbar en la tierra, si el intruso no sale le embiste y lo mata.

Ambas historias tienen un tema común a otras narraciones mexicanas (incluso en lenguas indígenas) y latinoamericanas.

1 Facultad de Historia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, [email protected] Fu

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mitos y ritos del toro durante el Carnaval en morelia Jorge Amós Martínez Ayala

los bovinos) llegaron grupos de personas que veneraban al ganado y en especial al toro.

La presencia de la población de origen africano esta bien referida para ligarla con los lugares donde existen leyendas de cuevas encantadas con toros, y para ejemplificar voy a hacerlo con Morelia.

Desde 1595 hasta 1640 las coronas de España y Portugal estuvieron unidas, los negreros portugueses aprovecharon la ocasión para traer como esclavos a miles de personas del Congo y Angola a las posesiones españolas en América sin la honerosa y difícil triangulación con Sevilla.

Los esclavos de lengua bantú se incorporaron como fuerza de trabajo en varias ramas de la economía colonial, una de las más importantes y estratégicas fue la ganadería. Los pueblos de las estepas al sur de África se dedican al pastoreo de enormes rebaños de ganado; por tanto, ellos eran los esclavos africanos quienes fueron dedicados por la corona, y los particulares, al cuidado de los hatos, con tal fin se les dio permiso para montar a caballo, portar lanzas y cuchillos, siempre y cuando estuvieran vaqueando. En cambio, el indígena desconocía el manejo de los bovinos y se le prohibió montar para evitar que se insurreccionaran, aunque a decir verdad estas restricciones no siempre se cumplieron.

En el campo novohispano, y sobre todo al sur del río Santiago, se encontraban grandes rebaños que surtían de carne seca, pieles, sebo y cueros a las minas de Guanajuato y Zacatecas. Hatos que eran vigilados por grupos de vaqueros esclavos, primero africanos, luego criollos y finalmente mulatos. Las habilidades desarrolladas por la población afrodescendiente para el manejo de las vacas fue tal, que, el imaginario novohispano se representaba al diablo como un mulato vaquero; existen varios casos inquisitoriales en los que participan los vaqueros mulatos como pactarios, es decir, que habían establecido un pacto con el señor de las tinieblas a cambio de ciertos bienes ¿qué pedían estos hombres considerados “infames de nacimiento” por su origen africano? ¿Riquezas, poder? No fue así; pedían habilidades para ser buenos vaqueros, diestros en la jineteada y en otras labores propias de sus ocupaciones como descendientes de africanos. Es curioso que el diablo aparezca descrito, en estas narraciones, también como un “negro” o un “mulato” en traje de vaquero y que la prueba casi siempre sea montar a un toro negro. Si el dios de los amos es rubio, de ojos azules y barbón su contraparte en este imaginario tan fuertemente influenciado por el sistema de castas será

Lo mismo en el Lago de Pátzcuaro, que en Uruapan, en Puebla, Campeche, Cuba y África ambas historias le dan al toro un carácter mágico casi divino, o demoníaco, según sea el caso. Son tan comunes que el 25 de enero pasado, por azares del destino llegó a mis manos un periódico ABC publicado en Apatzingán, con una columna titulada: El toro encantado del cerro de El Húngaro; en ella el toro encantado aparece en la cueva de “Cabeza de Vaca” y hay que “sacarle tres vueltas” para que caiga “muerto, convertido en una piel de res rellena de monedas de oro”.

También son innumerables las coplas tradicionales mexicanas que se cantan en diferentes variantes del son y que hacen referencia metafórica a los toros, vacas, vaquillas y becerros por describir comportamientos muy humanos.

Tales referencias taurinas en nuestra cultura pueden asociarse a los cultos mediterráneos al toro que los cretenses, los celtas e incluso el mitraísmo persa dejaron con fuerza en España y sus corridas de toros. Sin embargo, es difícil evaluar qué tanto del pensamiento mediterráneo está en esas prácticas culturales (sobre todo porque el catolicismo intentó borrar a las antiguas religiones y sus prácticas) y qué tanto puede provenir de otros lugares, como África, donde el culto al toro forma parte de la religión dominante y no necesitaba ocultarse. Es claro que en América la situación cambió y el africano debió ocultar su pensamiento tradicional y toda actividad relacionada con su religión; no obstante, su cultura, y en especial sus creencias con respecto a lo sobrenatural, se convirtieron en importantes formas de cohesión en medio de las presiones que la esclavitud les imponía.

África suena remota y ajena al “nosotros” que el Estado posrevolucionario construyó, incluso ahora que jurídicamente nos reconocemos como una nación pluriétnica. No obstante, África es una buena fuente de explicaciones cuando nos encontramos con aspectos de la cultura que nos desconciertan y no se explican fácilmente. Las leyendas sobre cuevas con toros encantados podrían reducirse al culto mediterráneo al toro; sin embargo, aunque campesinos y casi analfabetas los conquistadores y colonizadores venidos de Europa eran en su mayoría cristianos y la difusión en América de prácticas de una religión tan antigua parece poco convincente, sobre todo si sabemos que contemporáneos a ellos (y a los aborígenes americanos quienes desconocían la existencia de

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negro, de nariz chata y pelo rizado, y se convertirá en el refugio de los esclavos, en alguien que sí escucha.

Valladolid no escapó a la llegada de los vaqueros africanos. En el primer censo que incluye a toda la población de la ciudad, realizado por el obispo fray Baltasar de Covarrubias en 1619, aparecen 256 españoles, 340 indios viviendo en los barrios de la ciudad y unas 250 personas de “servicio”, la mayoría afrodescendientes. El 7% del total de la población de la ciudad era esclava, y de éstos el 78.5% procedía de Angola, Congo y Mozambique, es decir, hablaban una lengua bantú y habían nacido en las estepas ganaderas del sur de África. Aunque muchas de estas personas trabajaban como mayordomos, caleseros, sirvientes, mozos de estribo, damas de compañía, cocineras y en otras actividades urbanas ajenas al ganado, la mayoría residía en los ranchos y haciendas vecinas que rodeaban a Valladolid. A principios del siglo XIX, el varón de Humboltd aseguró que el 36% de la población de la ciudad estaba compuesta con indios, el 38% con españoles y el 26% con mulatos y demás castas. Es muy probable que la mayoría de los oscuros continuara en los arrabales de la ciudad, en los ranchos y haciendas, en donde permanecieron hasta que llegó la revolución de Independencia y como un remolino los arrancó para ir a pelear con Morelos por aquello de: “que no distinga al hombre sino el vicio y la virtud”; ya estaba bueno de ser el prietito en el arroz ¿Cuántos regresaron y que morena continuó Morelia? Son incógnitas casi insolubles; sin embargo, genes y cultura quedan para probarlo.

De toda la ciudad nos interesa centrarnos en el noreste, donde está la hacienda de Atapaneo, a quien pertenecía la Loma del Zapote y donde ubica el magíster León la cueva del toro. En 1636 hubo una inspección de obrajes en Valladolid, y el de Atapaneo contaba con 30 esclavos, de los cuales, 10 eran de Angola. No sabemos cuántos vaqueros tenía entonces la hacienda; sin embargo, debieron ser una buena cantidad, pues sólo el obraje tenía más de 40 trabajadores. Unos cien años después, en 1766, aparece un nuevo censo de la hacienda de Atapaneo, tenía entonces a 96 personas, el 76% era clasificada como mulata, 13% como españolas y 11% no especificaban su casta. Mientras dos familias de españoles se ocupaban del molino de trigo, 18 familias de mulatos eran vaqueros, arrieros y labradores, incluidos el caporal y el mayordomo. Estas personas de origen angoleño trajeron y transmitieron parte de su cultura a sus hijos

vallisoletanos, quienes la resignificaron y adecuaron al entorno colonial primero, y Moreliano después.

Este toro legendario de Morelia puede vincularse con los toros míticos africanos, aquellos que son el “animal” del dios, su imagen en la tierra cuando son perfectos. Aquellos que comparten su “sombra” con el jefe de la tribu y que cuando escasean las lluvias son paseados en procesión por las calles del pueblo, acompañados con cantos, sacrificados y consumidos en comunión por todos los habitantes de la aldea, quienes escudriñan el cielo en busca de las negras nubes como el lomo del toro recién sacrificado, aguzan el oído para ver si escuchan su bramido cuando ha llegado al cielo a llevarles sus súplicas a los dioses y el golpeteo que hacen sus patas cuando se acerca la tormenta ansiada. El agua es importante para el equilibrio en la sabana africana, para la siembra; pero también para que haya pasto que los rebaños puedan comer.

El mito del toro evidenciado en las narraciones tradicionales permanece ligado con otras prácticas que se complementan y con las cuales forma una red de significados, un sistema semiótico que explica al mundo de manera coherente; pero al que le hace falta una llave para ser entendido, la filosofía tradicional bantú.

El pensamiento de los pueblos de habla bantú está centrado en la noción de fuerza, todo ser existe gracias a ella y sin ella desaparece; no se trata de algo aislado, pues todo ser vivo y no -vivo, animado o no, está imbricado en un campo de fuerzas complejo y casi infinito. La fuerza de los seres vivos reside en la sangre, por esta razón los rituales toman a veces apariencias extrañas para el neófito.

Cuando algún hecho causa un desequilibrio en el campo de fuerzas la existencia de todos aquellos seres que se encuentran próximos está en peligro y es necesario reestablecer el equilibrio, generalmente por una ofrenda o un sacrificio. Un sacrificio puede ser derramar bebida y comida en el suelo; pero puede también incluir darle muerte a un ser vivo desde una gallina a un ser humano, en cualquier caso la víctima será llamada “toro”.

La “sombra” o espíritu de un hombre le da individualidad, se ha creado con tres partes: una procedente de un ancestro, otra de la divinidad y una tercera es la que el individuo ha labrado con sus acciones durante su existencia. La fuerza de la sombra depende de la edad, el linaje y el comportamiento de un hombre. La máxima jerarquía en el rango de

mitos y ritos del toro durante el Carnaval en morelia Jorge Amós Martínez Ayala

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b). - El toro consumido en una teofagia: al finalizar la representación se reparten pedazos del toro acompañándolos de versos; pero en algunos lugares, como La Estación Queréndaro, muy cercana a la Hacienda de Atapaneo, se le colocan panes pegados al armazón de carrizo, los cuales se reparten entre los asistentes. En el pasado el martes de Carnaval, la mulita traía cilantro, cebollas y zanahorias colgando de su armazón, porque ese día era el “menudo” y se invitaba a los asistentes a comer panza de res. Se da entonces una comunión, pues la comunidad como la carne del animal que representa a dios.

c). - El toro “existe”: para los participantes el armazón de carrizos que representa al toro no es una mojiganga, “es como si fuera un animal vivo”, con su registro ante la autoridad local.

d). - Tanto en las narraciones como en la representación el toro aparece ligado al agua. El último día se reparte el “agua que bebe el toro” o el “agua del toro”, que consiste en aguas de sabores para los niños, pulque, cerveza o ponche con alcohol para los mayores. Se trata de una libación ritual que tiene carácter propiciatorio.

e).- El cráneo, o los cuernos que se colocan sobre una cabeza tallada en madera y que representan al toro son el toro, hay que recordar que es en la cabeza donde reside la sombra; por ello en cierta leyenda africana el toro es revive cuando Sanune (una mujer que lo desposa) junta la sangre en un recipiente donde se sumerge el cráneo y dice un conjuro.

Debo terminar diciendo que el médico homeópata vio en la leyenda de “La cueva del toro” un disfraz para ocultar las actividades ilegales de los falsificadores de moneda. Un cuentista local vio en “Reynalda” el producto del ocio. Yo veo en ellas una tradición viva y útil que nos explica el mundo, no de la manera solemne y rígida del cristianismo, sino mediante el sangungueo africano con el que seguimos, sin saberlo, al “animal” (al totem), al ancestro que nos representa como grupo, como comunidad.

Reynalda, la de la minifalda, nos dejó una cumbia compuesta por un grupo musical y desapareció; pero el toro que resopla en la cueva cuando el viento de lluvia arrastra negras nubes cargadas de agua, ese es inmortal.

fuerzas la posee aquel que tiene por ancestros a todos los miembros de su pueblo: el jefe; la menor la tienen los recién nacidos, quienes todavía no han forjado su propia sombra. La residencia de la “sombra” es la cabeza, de ahí la importancia que tiene ésta sobre cualquier otra parte del cuerpo.

Además de sombra, el hombre tiene una parte asociada con la naturaleza a la que se llama “animal”; se trata de un ancestro mítico que formó el linaje del cual descienden los hombres. El animal de un hombre es recipiente de parte del espíritu, y por ello, forman una pareja espiritual indisoluble, en caso de que uno muera sin hacer los ritos necesarios para que el espíritu que comparten pase a un nuevo compañero, ambos mueren. El animal de muchos pueblos del sur de África es el toro, cada miembro de una familia posee un bovino al que no se le maltrata ni se le sacrifica porque está unido con una persona; en el caso del toro del jefe de la tribu, éste es sagrado, puesto que el gobernante se encuentra emparentado con todos.

En Morelia existe una representación que está profundamente vinculada a la leyenda del toro y al pensamiento tradicional bantú: se trata de los toros de petate. Cada sábado de carnaval aparecen por la ciudad unos armazones que representan a un toro profusamente adornados, los portan individuos que van bailando con la música de una banda mientras recorren la ciudad. Los personajes y la anécdota central de la representación coinciden con festejos que se dan a lo largo del continente, desde el norte de Argentina hasta Santa Fe de Nuevo México; sin embargo, existen muchas coincidencias con una representación que se hace en el nordeste de Brasil, donde se llama: Bumba meu boi. Para los brasileños y su conocida herencia africana no hay inconvenientes en reconocer el origen africano y en particular angoleño de tal danza; sin embargo para nosotros no es tan fácil, por ello voy a “leer” las acciones que desempeñan actores y mojiganga usando como referente al pensamiento bantú.

a). - El toro es inmortal: durante el recorrido, cada vez que se representa frente a la casa de un “compadre” que solicitó se le “bailara el torito”, la danza termina con la muerte del toro mediante el acto simbólico de colocarle el machete en el testuz. Después de lo cual se levanta (pues se inclina para indicar que ha muerto) y comienza de nuevo a bailar. Al finalizar el martes de Carnaval se desmembraba y se repartía, para luego servir el “menudo”, una comida a todos los participantes; pero El Sábado de Gloria y El Domingo de Resurrección vuelve a aparecer.

mitos y ritos del toro durante el Carnaval en morelia Jorge Amós Martínez Ayala

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El Culto Perpetuo a Señor San José, una celebración religiosa en Morelia durante los años treinta

Gabriela Guadalupe Kuk Soberanis1

En 1682, en la ciudad de Valladolid, capital del obispado de Michoacán; el Obispo fray Marcos Ramírez del Prado junto con los demás miembros del Cabildo

Eclesiástico, tuvo como misión nombrar a un Santo Patrón para que sirviese como abogado de la ciudad, y mediante su patrocinio e intercesión “aplacara la ira de los cielos, con motivo de las tempestades que la ciudad había experimentado durante ese año”.2 Sesenta años después, en 1742 aproximadamente y

1 Facultad de Historia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, [email protected]

2 Documento reproducido en un folleto informativo del año de 1943, localizado en una carpeta que lleva por nombre Documentos históricos, en la Parroquia de San José Morelia, y consultada en el mes de octubre de 2014. “su Sria. Illma., con su celo piadoso y consulta del Emo. Sr. Virrey de esta N.E. y su facultad y licencia trató, comunicó y asentó con los dichos Cabildos de aser y fundar Capilla al dicho Sto. Patriarca y colocarle altar y todo lo demás necesario a su culto divino para que por su medio e interce-sión, su Divina Majestad fuese servido de aplacar las dichas tempestades tan rigurosas por entonces que atemorizaban a todos los vecinos y moradores de esta Ciudad, por ver encima de ella una nube grande y negra que la cubría, despidiendo rayos y relámpagos por espacio de muchos días y hubo uno en que cayeron 14, teniendo la dicha nube a esta Ciudad tan obscura la Fu

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luego de realizar las amonestaciones correspondientes se votó para que tal Patrón y Abogado de Valladolid, no fuese otro sino que el Smo. Patriarca Sr. S. José, según constó en los libros del Cabildo de la época. Fue así que la sociedad vallisoletana del siglo XVIII contó como celador de sus causas al padre terrenal de Jesucristo y al mismo tiempo, fue presentado como ejemplo de vida, sobre todo para los varones, por las cualidades con las que era reconocido; su dedicación, humildad, responsabilidad y entrega desinteresada, características que se trataron de inculcar a la sociedad de Valladolid.

La capital del Obispado Michoacano contaba entonces con el patrocinio del señor San José, sin embargo, aún no se había tratado de fabricar una capilla, altar o lugar físico propio donde la sociedad pudiera ofrecerle sus oraciones y peticiones a sus necesidades espirituales, físicas y materiales; lo que motivó a mediados del siglo XVIII, la fundación de la Capilla “al dicho Sto. Patriarca y colocarle altar y todo lo demás necesario a su culto divino para que por su medio e intercesión, su Divina Majestad fuese servido de aplacar las dichas tempestades tan rigurosas por entonces que atemorizaban a todos los vecinos y moradores de esta Ciudad”.

En 1729 el inquisidor general y comisario de la Santa Cruzada, don Juan de Camargo, concedió el oficio y rezo correspondientes al patrocinio de San José e Inmaculada Concepción una vez que la declaración del rito fue propuesta y realizada por el Obispo de Michoacán.3 El primer lugar de veneración a San José en la ciudad de Valladolid fue una pequeña capilla que comenzó a edificarse en el año de 1751 para concluir su construcción en 1758 aproximadamente; a los vecinos del lugar se les pidió su ayuda económica con lo que pudieran aportar, recaudándose

primera noche” motivo por el cual el obispo y representantes del Cabildo Eclesiástico y Cabildo civil, salieron a las calles a pedir limosna para la construcción de una capilla en honor de San José.

3 El patrocinio era un rito de la Iglesia en el cual se ponía bajo el amparo de un determinado santo, a un grupo de personas, ya sea población específica o en general. Con respecto al patrocinio encontramos en el Diccionario de autoridades, Tomo V, Madrid, año de 1737, la definición de este término religioso; patrocinio. Amparo, favor, auxilio, ayuda y assistencia. Latín. Patrocinium. Protectio. Favor. P. SANT. TER. Int. Amig. Cons. 2. Mot. 1. Unos de los que lisonjean lo hacen por genio, otros por necessidad, y otros por no malquistarse con el patrocinio de todo el mundo, visto en http://web.frl.es/DA.html, consultado el 5 de noviembre de 2014

por aquel entonces, la cantidad de mil doscientos pesos, una vez que el cabildo eclesiástico tuvo los recursos económicos suficientes, se iniciaron los trabajos de construcción en una loma situada dentro del barrio del Carmen.4

Una vez que concluyeron los trabajos de construcción, los vecinos del lugar pudieron tener un lugar digno de veneración para el Santo patrono de Valladolid; años después, el Obispo Pedro Anselmo Sánchez de Tagle, mandó construir un suntuoso templo hacia el año de 1776,5 bajo el precepto de que el señor San José debía tener un espacio de culto acorde a la importancia de su figura en la población.

Los moradores de la capital del Obispado vivieron a finales del siglo XVII, los últimos estragos y consecuencias del periodo colonizador, sobre todo la población indígena “pues las condiciones de su existencia fueron por lo común muy pobres y en algunos casos miserables, tuvieron que soportar situaciones discriminatorias, abusos diversos por parte de los funcionarios españoles, pagar tributo puntualmente y otras contribuciones fiscales, prestar servicio personal, obedecer a los párrocos, así como participar de todas las actividades presentes en el año litúrgico con motivo de su adoctrinamiento y evangelización”;6 encontrando en más de una ocasión en estas actividades, consuelo ante las desgracias padecidas.

Para los primeros años del siglo XVIII esta realidad tuvo un pequeño giro, pues una nueva centuria significaba para muchos, las esperanzas de una existencia mejor; con el pasar de los años, se hacía más evidente la migración de familias del interior del obispado hacia Valladolid, buscando una mejor calidad de vida, dando como resultado la reconfiguración

4 Información localizada en un folleto del año de 1943, donde se encontraba la información histórica de su fundación y que, con motivo de la construcción de las torres se hizo para solicitar el apoyo de la población para su construcción, Archivo Parroquial del templo de San José, consultado en febrero de 2015; la Capilla entonces de San José estuvo asentada en los terrenos del barrio del Carmen, pues el barrio de San José se fundó a finales del Siglo XVIII

5 Gargallo, García Olivia, “Conjunto Arquitectónico de San José”, en: Figueroa Zamudio Silvia (Coord.), Morelia Patrimonio Cultural de la Humanidad, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1995, p. 191

6 Castro, Gutiérrez Felipe, Los tarascos y el imperio español, 1600 y 1740, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2004, pp. 345 -347

el Culto PerPetuo a señor san José, una CelebraCión religiosa en morelia Gabriela Guadalupe Kuk Soberanis

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el Culto PerPetuo a señor san José, una CelebraCión religiosa en morelia Gabriela Guadalupe Kuk Soberanis

de los espacios físicos, surgiendo nuevos asentamientos poblacionales en los alrededores del centro; el barrio del Carmen, que era donde se encontraba el templo de San José, fue parte de esta nueva estructura constituyéndose el barrio de San José durante las últimas décadas del siglo XVIII

Los inicios del culto perpetuo a Señor San José

El siglo XIX significó en muchos sentidos un periodo de cambios en los ámbitos social, económico, político y cultural de la ciudad de Valladolid. La sociedad vallisoletana, vivió esta centuria en tres etapas; la primera fue de 1794 -1840 aproximadamente a la cual podemos llamar ajuste de la ciudad, donde encontramos la guerra de Independencia, la conformación de un nuevo Estado de derecho, y también los cambios territoriales espaciales tanto físicos como simbólicos, como lo fue la transición del nombre de Valladolid a Morelia. La segunda fase abarcó los años de 1841 a 1875 en este periodo podemos observar la ruptura del espacio urbano colonial resultado de las Leyes de Reforma, la reconfiguración de los diferentes espacios dio como resultado la reorganización de la sociedad abriendo una brecha entre lo secular y lo religioso. Por último, tenemos el periodo que abarcó las últimas tres décadas del siglo XIX; “con el porfiriato surgió la configuración de un nuevo lenguaje visual que refirió a la prosperidad, la cultura y la estabilidad; hubo una imposición de la “elegantización urbana” y del europeísmo romántico”.7

La convivencia entre los diversos sectores sociales se acrecentó durante estos años en gran medida debido a las celebraciones religiosas litúrgicas que permitieron la asociación natural de la población, por poner sólo un ejemplo, la celebración de las apariciones de la Virgen de Guadalupe acarrearon una gran afluencia de la población a su santuario dedicado a ella; sin importar la posición social, en la Calzada de Fray Antonio de San

7 Sixtos, López Gerardo, “La Primera Modernidad en Morelia”, en http://www.rafaellopezrangel.com/Reflexiones%20sobre%20la%20arquitectura%20y%20el%20urbanismo%20latinoamericanos/Design/archivos%20texto/La%20Primera%20Modernidad%20en%20Morelia.doc consultado el 15 de noviembre de 2014

Miguel se observaba a los peregrinos que asistían con fe y devoción a dar gracias o solicitar algún favor de la madre del creador, en medio de un ambiente de regocijo y fiesta popular.

Las celebraciones religiosas eran parte fundamental de la vida espiritual y social de los habitantes, tanto así que los morelianos de principios del siglo XIX, regían sus actividades en base a un calendario litúrgico independientemente de las disposiciones político administrativas que regían por aquel entonces a todo el territorio mexicano, a finales de este siglo; un par de años después, la ciudad de Morelia estuvo sumergida en diferentes males sociales; las sequias, epidemias y escases de alimento, entre otros, provocaron la movilización del clero en el obispado realizándose oficios religiosos a lo largo de todo el territorio michoacano con fines espirituales y sociales. De la misma forma que surgieron algunas asociaciones encargadas de diversos cultos con fines evangélicos y de beneficencia para los sectores más diezmados de la población, siendo una de ellas la del Culto Perpetuo a Señor San José.

Dicha actividad religiosa se erigió el 1 de enero de 1899 en el Arzobispado de Michoacán y tenía como principal finalidad “extender entre los fieles la devoción y culto del glorioso Patriarca Sr. S. José, procurando imitar en cuanto sea posible, sus esclarecidas virtudes e implorar su poderoso patrocinio, como un dulce consuelo y un remedio muy eficaz en las necesidades públicas de la iglesia y las particulares”;8 veneración que se realizaba por medio de diferentes actividades tanto sociales como religiosas; dicho movimiento tenía su propia reglamentación dada a conocer por el Arzobispo de Michoacán.

El Culto Perpetuo a Señor San José tenía como sede principal el templo dedicado a San José en la ciudad de Morelia, y esta asociación era la única oficial reconocida por todo el territorio michoacano, en caso de que hubiera existido alguna otra asociación que celebrase el culto a San José, debía ser disuelta por los párrocos.

Al ser San José el patrono de la ciudad, se tuvo como principal objetivo que todas las parroquias de Morelia contaran con un grupo dedicado a la devoción de San José, independientemente de las celebraciones efectuadas en el templo de la ciudad.

8 Edicto, Reglamento de la Asociación del Culto perpetuo a Señor San José, Documentos históricos, Parroquia San José de Morelia, 19 de abril de 1914

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Para que el culto fuera verdaderamente perpetuo en todo el Arzobispado, se distribuyeron los doce meses del año entre todas las parroquias, y a su vez, cada parroquia debía distribuir todos los días del mes a los diferentes celadores encargados del culto a San José para que no quedara día en el cual no se practicaran las obras de piedad entre los fieles.9 Esta información encontrada en un edicto del año de 1914, nos hace reflexionar sobre la celebración y el interés de la Iglesia por reafirmarla, debido, principalmente, a los acontecimientos nacionales que se vivían en ese momento, pues los estragos de la Revolución mexicana hacían eco en la sociedad moreliana, sobre todo en la salud y la economía de la población.

El culto a Señor San José consistía en la celebración de una misa el día 19 de cada mes, la cual debía ser cantada o por lo menos rezada en todas las iglesias parroquiales donde estuviera establecida la Asociación de Culto; los días miércoles de todo el año, en el altar mayor del templo del Señor San José de la ciudad de Morelia, se llevaría a cabo una “rezada”, sin interferir con las celebraciones propias de la fiesta patronal realizada los días 19 de marzo; en el mismo templo y previa licencia de la Sagrada Mitra, se estableció una Misa solemne los miércoles 1° de cada mes con la oportunidad de ganarse la indulgencia plenaria. Las peticiones que hacía la feligresía que asistía con devoción a cada uno de los oficios religiosos, estaban encaminados principalmente a la salud espiritual del alma, y a los males sociales que aquejaban a la sociedad de la época.

La Asociación del Culto Perpetuo a Señor San José (ACPSJ) estaba abierta a recibir dentro de sus filas a cualquier persona que así lo quisiera, cumpliendo los siguientes requisitos: la inscripción en primer lugar a la asociación, la contribución de dos centavos de limosna cada mes, y por último, el compromiso de rezar siete veces todos los días, en honor de Dios y de Señor San José, un trisagio que todos los fieles conocían por aquel entonces; Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. La limosna que los socios daban a la asociación servía para las diversas actividades que requería el culto a San José y también, cuando había algún sobrante, se utilizaba para la educación de algunos jóvenes con la vocación del sacerdocio o en alguna actividad

9 Reglamento de la Asociación del Culto Perpetuo a Señor San José, apartado 3°, 19 de abril de 1914

social o de caridad.10 Tales disposiciones se localizaban en el reglamento del culto publicado en el año de 1919, con motivo de la reconfiguración que había sufrido la sociedad con las disposiciones de los gobiernos posrevolucionarios, sobre todo en materia religiosa, como fueron las celebraciones religiosas y diferentes cultos católicos.

En este sentido podemos mencionar por ejemplo que durante la década de los veinte, el Ayuntamiento recibió solicitudes de los templos de La Merced, Las Monjas, Capuchinas y San José, para celebrar verbenas populares conmemorando sus fiestas patronales; así como el festejo de algunos santos o santas como la “Santa Patrona de los Filarmónicos”, en la plazuela del Carmen.11 Consistiendo la celebración en cohetes, repiques, música y fuegos artificiales, el Ayuntamiento generalmente accedía a estas peticiones, siempre y cuando las manifestaciones no tuvieran ningún carácter religioso externo, y concluyeran a más tardar a las once de la noche; en 1920 hubo una verbena muy importante para el barrio del Santo Niño, al inaugurarse la capilla del mismo nombre,12 las autoridades locales entendían, que siendo una sociedad sumamente religiosa, no era conveniente prohibir las celebraciones siempre y cuando se condujeran dentro de un ambiente de respeto y no hubiera por ningún motivo, promoción externa del culto católico. En 1921 los habitantes del barrio de Capuchinas, solicitaron permiso el 15 y 16 de enero para festejar a la Virgen de Guadalupe; otras fiestas que se celebraron con las disposiciones y recomendaciones del Ayuntamiento fueron las de Nuestra Señora del Socorro y la del Templo del Carmen; los vecinos del barrio de la Soterraña solicitaron para el 4 y 5 de agosto, licencia para llevar a cabo la fiesta profana del lugar, a todas las solicitudes de celebraciones religiosas el Ayuntamiento concedía los permisos pero hacía énfasis siempre en evitar cualquier manifestación externa y ninguna danza con intenciones de culto religioso.

A finales de la década de los veinte la sociedad mexicana estaba viviendo el conflicto político religioso conocido como cristiada, motivo

10 Reglamento de la Asociación del Culto Perpetuo a Señor San José, 31 de mayo de 1919

11 AHMM, Fondo Independiente II, c. 55, leg. 1, e. 10, año 1920. Aunque en la petición no se especifica si la Santa mencionada fue Santa Cecilia.

12 AHMM, Fondo Independiente II, c. 55, leg. 1, e. 10, 14 de diciembre de 1920

Gabriela Guadalupe Kuk Soberanisel Culto PerPetuo a señor san José, una CelebraCión religiosa en morelia

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por el cual, en el año de 1929, el ejecutivo federal giró varias órdenes limitando el ejercicio clerical, por ejemplo, se evitó el toque de campanas de los templos fuera de los horarios establecidos y las celebraciones externas como las fiestas patronales, peregrinaciones y verbenas populares quedaron reducidas a actividades de culto en el interior de los templos;13 este conflicto puso al descubierto, pues, la brecha existente entre las relaciones Iglesia -gobierno y la forma en como la población asumió las medidas restrictivas dando como resultado un exacerbado sentido religioso, así como una apropiación arraigada de los diferentes cultos y celebraciones católicas en la ciudad.

En la ciudad de Morelia, el Culto Perpetuo a Señor San José, en el templo del mismo nombre, tuvo amplia participación de las diferentes asociaciones parroquiales que trabajaban en conjunto con el sacerdote del lugar, dichos grupos eran tanto femeninos como masculinos, y estaban siempre disponibles a conducir de buena manera el culto de San José; una de ellas fue la Asociación Católica de la Juventud Mexicana, grupo varonil partícipe de las celebraciones referentes al culto, además de otras actividades particulares; las reuniones de dicha hermandad se realizaban todos los jueves a las ocho de la noche en punto, en la capilla anexa del templo de San José, que por aquellos tiempos se conocía con el nombre de Capilla de la Virgen de Guadalupe, con una agenda establecida previamente; con respecto al culto de San José, además de las actividades obligatorias presentes en el reglamento y llevadas a cabo con celo importante; se incluyeron algunas más con la finalidad de involucrar a la sociedad en general, por ejemplo era común que los días 19 de cada mes, antes de la celebración eucarística se hiciera el rezo del Rosario con las peticiones de los feligreses vecinos del barrio de San José o de algún otro barrio de la ciudad y una vez terminada la misa, había una peregrinación hacía la Catedral en la cual había una participación diversa de la población.14 El 19 de marzo, día de la fiesta patronal del Señor San José se consideraba como fiesta de guardar y había celebraciones

13 AHMM, Fondo Independiente II, c. 98, e. 22, 23 de enero de 1929, los horarios en los cuales estaba permitido el toque de campana eran a las 7, 12, 15 y 18 horas, fuera de este período no podía haber ningún toque de campanas.

14 Parroquia de Sr. San José, periodo de (1932 -1937), Actas de la Junta General de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana, ff. 2 -5

eucarísticas a lo largo del día con presencia importante de morelianos, las misas en honor a la figura de San José se efectuaban algunas ocasiones, en otras sedes, con la finalidad de extender el culto al santo, en el año de 1937, por ejemplo, la Eucaristía tuvo lugar en la capilla anexa del templo del Carmen con la asistencia numerosa de jóvenes procedentes del barrio de San José y de barrios circunvecinos.15 Para después dar paso a la verbena popular y, el repique de campanas y las demás actividades encargadas del festejo del Santo Patrono, demostrando así que San José tenía presencia notoria en la vida de la sociedad moreliana, a pesar de los cambios estructurales y simbólicos que se sucedieron a lo largo del territorio mexicano al termino de la Revolución mexicana, las ciudades provinciales, tuvieron la oportunidad de llevar a tener en la medida de lo posible algunas celebraciones religiosas que servían para la propagación de la fe y al mismo tiempo fueron ejemplo de actividades de cohesión social.

15 Parroquia de Sr. San José, periodo de (1932 -1937), Actas de la Junta General de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana, foja 56

el Culto PerPetuo a señor san José, una CelebraCión religiosa en morelia Gabriela Guadalupe Kuk Soberanis

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El Santo Entierro del templo de Las Monjas: devoción y culto a un cristo yacente en la Semana Santa moreliana

Antonio Ruiz Caballero1

El calendario festivo de carácter religioso que se celebra en Morelia responde a un marco más general que se conoce en el mundo católico como año o ciclo

litúrgico. Este ciclo se estructura en torno a las dos festividades más importantes para la Iglesia católica, que son la Pascua de Navidad y la Pascua de Resurrección, esta última considerada incluso más significativa que la primera por constituir el momento cumbre de la salvación cristiana: la resurrección de Cristo, por medio de la cual la muerte y el pecado son vencidos, redimiendo con ello a todo el género humano.2 Sin embargo, a pesar de que las dos Pascuas constituyen momentos triunfales y gloriosos, la religión católica insistió desde la Edad Media en poner atención especial al sufrimiento y el dolor que precedió a la resurrección de Cristo, pues de este modo se procuraba mover a arrepentimiento a los cristianos, invitándolos también a seguir en lo posible los pasos del redentor, haciendo penitencia y soportando sufrimientos, para de esta manera purificar su

1 FFyL -UNAM, ENAH, [email protected] Para un panorama general sobre la liturgia católica véase: Vagaggini

Cipriano, El sentido teológico de la liturgia. Ensayo de liturgia teológica general, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1965Fu

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el santo entierro del temPlo de las monJas: devoCión y Culto a un Cristo yaCente Antonio Ruiz Caballero

alma. Es por ello que desde hace siglos se celebra la Semana Santa o Semana Mayor que incluye numerosos actos litúrgicos y devocionales por medio de los cuales es exaltada la pasión y muerte de Cristo.

Las Sagradas Escrituras proporcionaron el material literario primario en torno al cual se desarrollaron diversas manifestaciones de Semana Santa que hoy podemos considerar artísticas como las imágenes devocionales realizadas en escultura y pintura, los cantos, la vestimenta de los ministros, los muebles y objetos litúrgicos, entre otros. Sin embargo, en el contexto litúrgico y devocional católico todos esos objetos tenían o tienen una función ritual, pues se emplean en el marco de ceremonias que tienen por objeto remitirnos a otra realidad: la realidad de lo sagrado,3 o en sentido católico a la historia de la salvación, que por medio de estos rituales se actualiza en cada época.

Es en este contexto celebrativo de la Semana Mayor que año con año cobran vida las imágenes de Cristo en diversas posturas y gestos: los crucificados, los cristos sedentes que se conocen como Ecce homo, los nazarenos con la cruz a cuestas, y los cristos yacentes conocidos como “Santo Entierro”, todos ellos representando diferentes momentos de la pasión y muerte de Jesucristo.4 Además de los cristos aparecen en la iconografía característica de la Semana Santa otros personajes como la Virgen María en sus advocaciones de los Dolores y de la Soledad, San Juan, María Magdalena, San Pedro, los ángeles pasionarios, y ocasionalmente otros como los ladrones Dimas y Gestas, Judas Iscariote, un centurión y los soldados romanos, José de Arimatea o Nicodemo. La aparición en escena de todos estos personajes tiene sustento en los pasajes de los cuatro evangelios que narran la pasión, muerte y resurrección de Cristo.

Procesiones de Semana Santa en Valladolid -Morelia

En los diversos recintos religiosos de esta ciudad han existido numerosas imágenes devocionales relacionadas con la Semana Santa, y en épocas

3 Sobre el concepto de lo sagrado véase: Mircea Eliade, Lo sagrado y lo profano, Barcelona, Paidós, 1998

4 Moreno, Villa José, La escultura colonial mexicana, México, Fondo de Cultura Económica, 1986

pasadas algunas de ellas eran llevadas en procesión por las calles. De acuerdo con Mariano de Jesús Torres eran cuatro las principales procesiones que tenían lugar en este tiempo litúrgico en la ciudad hacia mediados del siglo XIX, aunque seguramente tuvieron origen en el periodo virreinal: la procesión de los Cristos, la de las Tres Caídas, la del Santo Entierro y la de Nuestra Señora de la Soledad.5

En la primera de ellas desfilaban las imágenes de Cristo crucificado que identificaban a los barrios y a algunos templos y conventos de la ciudad, y era por ello una celebración que involucraba a la mayor parte de sus habitantes. Encabezaba esta procesión el cristo conocido como “el Señor de San Juan”, patrono del barrio de San Juan de los Mexicanos, ante el cual todos se arrodillaban. Le seguían los cristos de barrios como Los Urdiales, Santiaguito, Santa Catalina y otros, y así mismo participaba en la procesión el Santo Cristo de las Monjas también conocido como el Cristo de la Preciosa Sangre, una imagen de Cristo crucificado que pertenecía a las monjas dominicas del convento de Santa Catalina de Sena. Incluso algunas familias llevaban a la procesión sus cristos, pues no era raro que en las viviendas hubiera una o más imágenes del crucificado de tamaño mediano o pequeño.6 Actualmente muchas familias con arraigo en la ciudad conservan aún sus imágenes, y una colección de cristos de madera, pasta de caña de maíz y otros materiales puede ser apreciada en el Museo de Arte Colonial.

La procesión de las Tres Caídas era, según Torres, la preferida por los grupos populares,7 y al parecer estaba ligada a la orden de los franciscanos. Debemos recordar que eran ellos quienes en la época virreinal se encargaban de administrar los sacramentos a la mayor parte de los barrios de indios dentro de la ciudad, y que en los alrededores del templo de San Francisco habitaron numerosos vecinos mulatos. En esta procesión se escenificaba el camino de Cristo hacia el monte Calvario, y seguramente por ello era acompañada de una vistosa parafernalia, aunque no contamos con una descripción de la misma.

5 Torres, Mariano de Jesús, La Aurora Literaria. Periódico de Historia, Ciencias, Arte, Literatura y variedades, Morelia, tipografía particular del autor, 1857, p. 97

6 Idem. 7 Idem.

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En contraste, la procesión del Santo Entierro era la predilecta de las clases acomodadas. De acuerdo con Mariano de Jesús Torres encabezaban la marcha “varios ángeles vestidos de negro y llevando alguna de las insignias de la pasión, tales como la corona, los clavos, la lanza, la esponja, etc., arrastrando además una grande cauda”. Les seguía un gran estandarte y banderas negras con alegorías de la pasión.8

Venía después la imagen del Santo Entierro en su urna, cargada por cuatro varones que vestían túnicas negras. Tras esta imagen se hacía desfilar a la Virgen María vestida de luto, María Magdalena y San Juan, completando los personajes típicos de las escenas conocidas como calvarios.9 Formaba también parte del cortejo la imagen de San Pedro,10 así como las de José de Arimatea y Nicodemus.11

Los varones de las familias principales flanqueaban a la imagen del Santo Entierro cargando velas de cera, mientras que las señoras “con sus elegantes trajes de gró negro, sus mantillas de seda, etc.” acompañaban a la Virgen María. Después de las imágenes mencionadas marchaban, hasta antes de la Reforma Liberal, las autoridades civiles: “en lugar preferente el Sr. Gobernador, los Diputados, los Ministros del Tribunal y demás funcionarios públicos”.12 Tras ellos desfilaba la tropa “tocando a la sordina y con armas a la funerala”, y acompañaba la procesión también la “música” que, según Torres, era “escogida, y por lo tanto majestuosa y seria”.13

La procesión del Santo Entierro, que avanzaba a paso lento y se detenía continuamente en las “posas” dispuestas para ello, era presenciada por un numeroso público colocado en ambos lados de la calle. El recorrido de la procesión era el siguiente: salía del templo de Santa Catalina de Siena, mejor conocido como Las Monjas, y transitaba sobre la Calle Real hasta la esquina norponiente de la Plaza Mayor, rodeándola hasta llegar a la cerrada de San Agustín, donde daba vuelta y se dirigía hacia el templo agustino. En este recinto se escenificaba el descendimiento y era predicado el sermón, y la procesión salía por la misma calle cerrada hasta

8 Torres, op. cit., p. 979 Idem.10 Manual Eclesiástico de las sagradas ceremonias conforme a los Ritos, práctica y laudables

costumbres de la Santa Iglesia Catedral de Valladolid de Michoacán (manuscrito), Morelia, 185011 Torres, op. cit., p. 9712 Idem.13 Idem.

llegar a la entrada poniente de la Catedral, a la cual entraba. Salía luego de la Catedral y se encaminaba al templo del Carmen, de donde regresaba a la Calle Real para volver al punto de origen.14

Por la noche del viernes santo se llevaba a cabo la procesión de Nuestra Señora de La Soledad, calificada por Mariano de Jesús Torres como “majestuosa y seria”, en la cual desfilaban las mujeres de clases acomodadas acompañando a la imagen de la Virgen, transitando del templo de Las Monjas hacia el de San Agustín. El recorrido de ambas procesiones cobra sentido si recordamos que la Catedral, San Agustín, Las Monjas y El Carmen se contaban entre los recintos eclesiásticos preferidos por la población criolla y las clases acomodadas desde el periodo virreinal.

De estas dos últimas procesiones tenemos noticia en Valladolid por lo menos desde el siglo XVIII. Hacia 1802 el cabildo de la Catedral vallisoletana mandó invitación al “muy ilustre señor presidente, justicia y regimiento” de la ciudad en el tenor siguiente:

Muy señor mío. El viernes 8 del corriente en la procesión del tierno misterio del Santo Entierro de Jesucristo vida nuestra, y Soledad de María Santísima, y deseando su mayor culto, suplicamos se digne asistir a tan religioso acto por la mañana en la iglesia del convento de religiosas de Santa Catalina de Sena, y a la tarde a la del convento de San Agustín a las horas acostumbradas.15

Por un manual de ceremonias de la Catedral de Valladolid sabemos también que la procesión del Santo Entierro pasaba por el cementerio de la Catedral, donde era recibida por el cabildo catedralicio, cuyos miembros cargaban en hombros la imagen del Santo Entierro por devoción, mientras la capilla musical interpretaba un motete.16

Todas estas procesiones cesaron en Morelia a partir de la aplicación de la Ley de libertad de cultos, promulgada el 4 de diciembre de

14 Idem.15 Archivo Capitular de Administración Diocesana Valladolid -Morelia, ubicación:

09.0.01.48.13, año: ca. 180216 Manual eclesiástico de las sagradas ceremonias conforme a los ritos, práctica y laudables

costumbres de la Santa Iglesia Catedral de Valladolid de Michoacán (manuscrito), Morelia, 1850

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1860, en cuyo artículo 11º se restringía expresamente realizar actos de carácter religioso fuera de los templos, sometiendo su autorización a la autoridad civil.17 Fue hasta 1976, a iniciativa del Pbro. Joaquín Altamirano, párroco del templo de Capuchinas, que salió a las calles una nueva procesión, conocida como “Procesión del Silencio”, que en un principio se realizaba en los alrededores del templo originario,18 pero más tarde se convirtió en atractivo turístico, haciéndola transitar por otras calles de la ciudad y finalmente por la Fco. I. Madero desde la década de 1990.19

Asociaciones religiosas y culto intramuros al Santo Entierro

El culto al Santo Entierro en esta ciudad data por lo menos de la segunda mitad del siglo XVII, pues en 1667 obtuvo licencia para demandar limosna en varios lugares del obispado de Michoacán una asociación que llevaba el nombre de “cofradía de Nuestra Señora de La Soledad y del Santo Entierro” que al parecer tenía como sede el templo de San Agustín,20 espacio donde, según vimos, se escenificaba el descendimiento de Cristo en el marco de la procesión del Santo Entierro. En 1704 una cofradía nombrada solamente del Santo Entierro pedía licencia también para recaudar limosna;21 son escasos los datos

17 “Ley sobre libertad de cultos. 4 de diciembre de 1860”, en: Asociación Nacional de Facultades, Escuelas de Derecho, Departamentos de Derecho e Institutos de Investigación Jurídica, A.C., disponible en http://www.anfade.org.mx/docs/ponencias/Leysobrelibertadcultos_Anexo13.pdf, consultado el 25 de marzo de 2015. El artículo 11 expresa: “Ningún acto solemne religioso podrá verificarse fuera de los templos sin permiso escrito concedido en cada caso por la autoridad política local, según los reglamentos y órdenes que los gobernadores del Distrito y Estados expidieren…”

18 Barradas, Salvador Sanrtiago, “Más de cinco mil personas en la procesión del silencio”, en: La voz de Michoacán, Morelia, sábado 6 de abril de 1985, pp. 3 y 16

19 Rendón, Guillén Alberto, “Solemne Procesión en la Ciudad de Morelia”, en: La Voz de Michoacán, Morelia, sábado 30 de marzo de 1991, p. 21A

20 Archivo Histórico Manuel Castañeda Ramírez, en adelante AHMCR Parroquial, Diocesano, Cofradías, Solicitudes, Siglo XVII/0107/c. 7 /e. 16

21 AHMCR Parroquial, Diocesano, Cofradías/Licencias/Siglo XVIII/0344/c.1264/e. 1

acerca de esta cofradía durante el siglo XVIII y la última noticia que sobre ella encontramos data de 1780.22

Al parecer durante esta época las propias monjas dominicas se encargaban del “aseo y adorno” de la imagen que ya para entonces se encontraba en el templo anexo a su convento.23 Según José Núñez la imagen del Santo Entierro había pertenecido anteriormente a la familia Villaseñor, en cuya cripta se encontraba, en el pueblo de Huango (actual Villa Morelos). Fue llevada esta imagen a Valladolid en 1643 con motivo de una peste que diezmó a la tercera parte de los habitantes de la ciudad, pero una vez aplacada la enfermedad “y antes de que tornase la imagen al lugar de donde fue traída, quisieron las religiosas de Santa Catarina les hiciese una visita; mas no solo lograron su intento sino que con santa porfía se negaron a entregarla, quedando entre ellas hasta la fecha”.24

Esos antiguos propietarios de la imagen eran los descendientes de don Juan de Villaseñor y Orozco, uno de los vecinos fundadores de la ciudad de Valladolid, visitador de la Provincia de Michoacán y encomendero del pueblo de Huango.25 Varias mujeres de esta familia profesaron como monjas dominicas,26 hecho que podría explicar la posesión de la imagen del Santo Entierro por parte del convento de Santa Catalina, pues quizá se trató de una donación familiar.

22 AHMCR Parroquial, Diocesano, Cofradías/Licencias/Siglo XVIII/0344/c.1264/e. 30

23 Torres, Mariano de Jesús, Historia civil y eclesiástica de Michoacán, Morelia, Tipografía del autor, 1915, pp.177 -178

24 José M. Núñez, op. cit., p. 7425 Ibarrola, Arriaga Gabriel, Familias y casas de la vieja Valladolid, Morelia, Fímax

Publicistas, 196926 Fonseca, Ramírez Cristina del Carmen, El convento de monjas dominicas de Santa

Catalina de Siena de Valladolid -Morelia. Rol social y vida cotidiana (1738 -1867), Morelia, Escuela de Historia, UMSNH, Licenciatura en Historia, 2002, p. 72. Dos nietas de don Juan profesaron como monjas en los primeros tiempos del convento, en 1595: las madres Catalina de la Encarnación y Jerónima de los Ángeles; algunas generaciones después, aparece doña Francisca González de Figueroa y Villaseñor, de quien no sabemos si profesó finalmente; ya en el siglo XVIII, antes de 1733, profesó como religiosa catarina sor Juliana de Villaseñor, quien adoptó el nombre de Sor Juliana de San Francisco. En 1736 profesaron otras dos mujeres de la familia: Sor María Cathalina de la Santísima Trinidad y Sor Manuela Incolaza de Santa Bárbara.

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Así las cosas, por lo menos desde 1646 hasta que en 1867 fueron exclaustradas definitivamente de su convento, las dominicas se hicieron cargo del culto al Santo Entierro al interior de su templo conventual.27

Aunque por la exclaustración de las monjas y la prohibición de las procesiones debió verse afectado el culto a la imagen del Santo Entierro, éste había ya resurgido en la década de 1880 en el contexto del Porfiriato, habiéndose relajado las tensiones entre la Iglesia católica y el Estado. Sin embargo, a partir de entonces el culto a la imagen se llevó a cabo exclusivamente dentro del templo de Santa Catalina de Sena, pues no volvió a salir en procesión la imagen.

En esta nueva etapa se llevó a cabo la remodelación del interior del templo, así como la construcción del suntuoso edificio que albergaría al Colegio Teresiano de Santa María de Guadalupe por obra del ingeniero Adolfo Tremontels y con patrocinio del arzobispo José Ignacio Árciga.28

Juan de la Torre escribió en 1883 acerca del Santo Entierro:

En el crucero septentrional del templo [de las Monjas] se ha construido últimamente un elegante altar, dirigido por D. Adolfo Tremontels y dedicado al Santo Entierro. Esta imagen, aparte de que es una buena escultura a juicio de los inteligentes, tiene la particularidad de estar formada de caña seca de maíz y es por consiguiente muy ligera.29

El testimonio de Juan de la Torre nos habla de que para entonces continuaba viva la devoción y el culto a esta imagen, tanto que mereció el trabajo de Tremontels, quien en esa época era la figura preferida por los mecenas eclesiásticos. Sin embargo, algunos años después, hacia 1915, escribía Mariano de Jesús Torres que el altar construido por Tremontels había sido sustituido por otro de mármol, que a su juicio no era “de tan

27 Guzmán, Pérez Moisés, “El Templo de las Monjas y el Palacio Federal”, en: Morelia, Patrimonio Cultural de la Humanidad, Zamudio, Silvia Figueroa (Coord.), Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1986, pp. 223 -226. Las monjas fueron exclaustradas por primera vez el 30 de marzo de 1863, y a fines del mismo año ocuparon de nuevo su convento con el establecimiento del imperio de Maximiliano de Habsburgo. En 1867 fueron exclaustradas definitivamente.

28 Ibidem., p. 22729 De la Torre, Juan, Bosquejo histórico de Morelia, Morelia, Erandi, 1961, p. 68

buen gusto como el anterior”.30 Este altar de mármol de carrara es el que aún se puede apreciar en el templo de Santa Catalina de Sena.

En decreto del 4 de marzo de 1892, a iniciativa del Pbro. Ignacio Aguilar —capellán del templo de Santa Catalina —, y con licencia del arzobispo José Ignacio Árciga, se formó una agrupación de fieles laicos para rendir culto a esta imagen, con el nombre de “Asociación de la adoración al Santo Sepulcro”, para la cual se aprobó un reglamento y se le concedieron “ochenta días de indulgencias a todas las personas que se inscribiesen en dicha asociación, por cada uno de los actos que practicasen los viernes, delante de la sagrada imagen del Santo Entierro”. El objeto de la asociación, afirmaba Mariano de Jesús Torres, era “la veneración de nuestro divino Redentor Jesús en su referida imagen del Santo Entierro, especialmente los viernes, por medio de una velación que comienza a las ocho de la mañana y termina a las ocho de la noche”. Torres menciona también que fungían como patronos de la asociación “Nuestra Señora de la Soledad, San Juan Apóstol y Evangelista, los Santos José de Arimatea y Nicodemus y Santa María Magdalena”, y el protector de la agrupación era el arzobispo. A la asociación podían pertenecer personas de ambos sexos, comandados por un director, cinco celadores y diez celadoras.31

Entre 1869 y 1900, durante la gestión episcopal de don José Ignacio Árciga, se habla ya de una ceremonia conocida como la “unción del Santo Entierro” que aún se realiza en el templo de Santa Catalina el día miércoles santo, aunque ha sufrido modificaciones. Según José M. Núñez esta ceremonia era celebrada de este modo a fines del siglo XIX:

El Miércoles Santo por la tarde el Ilmo. Sr. Árciga se presentaba para ungir el cuerpo del Señor con valiosos perfumes traídos de Oriente: mirra, áloe y estoraque. Perfumes que el mismo señor Arzobispo hacía traer de aquellas regiones juntamente con el incienso, el bálsamo y el aceite de olivo para la consagración de los Santos Óleos. Depositado el Señor en opulenta urna de carey, cristales e incrustaciones de plata, ostentaba una multitud de angelitos del mismo metal, llevando en las manos los símbolos de la pasión, era colocado bajo la cúpula del templo

30 Torres, Mariano de Jesús, Historia civil y eclesiástica de Michoacán, p. 51931 Torres, Mariano de Jesús, Diccionario histórico, biográfico, geográfico, estadístico, zoológico,

botánico y mineralógico de Michoacán, tomo I, Morelia, Tipografía particular del autor, 1915, p. 15

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severamente enlutado. Cuatro ángeles con el semblante aflicto y ricas vestimentas mortuorias le hacían guardia, lo mismo que uno de los nobles caballeros de nuestra levítica ciudad vestido de centurión, con la pompa acostumbrada por los romanos.32 No sabemos con exactitud cuándo se estableció el otro acto devocional

que se celebra aún al interior del templo de Las Monjas el día viernes santo, conocido como la “velación del Santo Entierro”. A fines del siglo XIX y principios del XX esta velación se realizaba después de las exequias que tenían lugar en el propio templo a las 7 de la noche, y duraba hasta la media noche.33 En 1915 Mariano de Jesús Torres consignaba al respecto que en el templo de Las Monjas

…recibe un culto especial el Santo Entierro; es decir, una imagen que representa a Jesucristo colocado en el sepulcro, y se ve dentro de una magnífica urna de carey con incrustaciones y adornos de plata, puesta en un altar a la derecha, donde la velan los viernes de todo el año sus cofrades, y el de la Semana Mayor se coloca en medio de la nave del templo, ocurriendo a visitarla y venerarla muchísimas familias de todas las clases sociales.34

De acuerdo con José M. Núñez ya en aquella época se otorgaban a los asistentes a la velación “unas papeletas llamadas Herencias, cuya redacción principiaba al modo siguiente: ‘Yo muero por salvarte, y en testimonio de mi amor te dejo por herencia…’”;35 estas “herencias” aún se reparten a los asistentes a la velación a cambio de una limosna para el culto al Santo Entierro.

No tenemos aún noticia sobre la fecha y el motivo por el cual desapareció la Asociación de la Adoración al Santo Sepulcro; aunque cabe también la posibilidad de que se transformara, pues actualmente se hace cargo del culto a esta imagen una agrupación que lleva el nombre de “Cofradía del Santo Entierro”. Los pocos cofrades que la componen, junto con el rector del templo en turno, llevan a cabo aún las ceremonias

32 Núñez, op. cit., p. 7533 Idem.34 Mariano de Jesús Torres, Diccionario histórico, biográfico…, p. 1535 José M. Núñez, op. cit., p. 75

de la “unción”, el miércoles santo hacia las 5 pm, y la “velación”, el viernes santo por la tarde y noche, y el sábado santo por la mañana.

La imagen de pasta de caña de maíz, el altar de mármol de carrara, la urna de madera con chapa de carey, y los angelillos de madera y plata que la adornan, también se conservan, y junto con esas ceremonias constituyen un testimonio vivo de una tradición centenaria, una de las más antiguas que se conservan en la Semana Santa moreliana, a pesar de haber sufrido importantes transformaciones debido a las condiciones sociales y políticas imperantes en cada periodo histórico.

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Corridas de toros y fieles difuntos en Morelia. Aproximaciones al coso y al cementerio como espacios otros

Juana Martínez Villa1

Un acercamiento a la arraigada costumbre de conmemorar el Día de Fieles difuntos en Morelia con la celebración de una corrida de toros conlleva

una reflexión en torno a la construcción simbólica de la ciudad, es decir, a la heterotopía donde se entrecruzan relaciones sociales, prácticas culturales y tiempo. Así, la plaza de toros y el cementerio han sido instalados como lugares de extensión primero, y posteriormente, de emplazamiento, de acuerdo a la sincronía cultural de la ciudad desde la etapa virreinal. El coso taurino y más propiamente el cementerio emergen como esas “ciudades otras”, en las que el tiempo transcurre de una manera distinta al resto de la urbe; en el primero el inicio lo marca el sonido del clarín o bien las notas de “Carmen” que anuncian el paseíllo; en el segundo el principio está constituido por el fin de la vida.

Al menos desde el siglo XVIII se tiene registro de que en Valladolid de Michoacán, regularmente a partir del 4 de noviembre, se iniciaba el tiempo de fiesta, constituido por

1 Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, [email protected]

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Corridas de toros y fieles difuntos en morelia Juana Martínez Villa

dos o tres semanas de corridas de toros, así como algunas comedias, invenciones y música todas las noches. Si bien en la documentación no se asienta que dichas fiestas se llevaban a cabo en ocasión del Día de Todos Santos y Fieles Difuntos, sí se argumentaba que los últimos tres meses del año y más propiamente noviembre resultaba el tiempo adecuado, pues no sólo las lluvias no constituían ya una amenaza, sino que además el ciclo agrícola había concluido con las cosechas. Es preciso señalar que el tiempo festivo en Valladolid era por demás efímero, de la misma manera que el coso donde se llevarían a cabo las corridas de toros, el cual se instalaba adecuadamente en la plaza principal de la ciudad, conocida entonces como plaza de la fábrica o del taller. El redondel taurino sustituía entonces a la fuente y a la picota, mismos que al terminar la temporada de fiestas tenían que ser de reinstalados por parte del postor a cuyo cargo había quedado la realización de las corridas de toros.

El apego de la sociedad vallisoletana a la temporada de fiestas en noviembre fue evidente: la disposición de los tablados anticipaba la jerarquía de los cabildos civil y eclesiástico, de los colegiales de San Nicolás, así como la presencia de la totalidad de los estamentos, imbuidos todos en un espacio donde el relajamiento de costumbres era común, como lo demuestra la continua advertencia de los canónigos de la Catedral quienes solicitaban al Ayuntamiento de la ciudad la precaución de que los sitios designados para el público femenino no estuviesen tan cercanos a los del cabildo Catedral pues las jóvenes podían distraer a sus religiosos miembros.

Los costos del remate de la plaza de toros ascendían entre los 550 y los novecientos pesos a fines del siglo XVIII, por muchos años la mejor postura estuvo a cargo de Manuel Torrescano, subteniente de milicias, quien junto a otros vecinos del comercio de la ciudad como José María Anzorena, hacían posible la renta del espacio que además del permiso para la instalación del redondel donde se efectuarían las corridas de toros, a las ganancias del postor se incluía el producto del impuesto cobrado a las cocineras y buñueleras cuyos puestos se instalaban permanentemente en los portales de la ciudad.2

Ya para el siglo XIX, y apenas un lustro después de consumada la independencia, las corridas de toros fueron prohibidas por decreto; sin

2 Archivo Histórico Municipal de Morelia (en adelante AHMM), Fondo Colonial, Ramo de Gobierno, c. 48, e. 3, 4, 5, 6, 7, 9, 12, 13, 1775 -1806

embargo, un par de años más tarde, y muy probablemente ante la crisis económica, resultado del movimiento de 1810, el gobierno autorizó se concedieran licencias para llevar a cabo los eventos taurinos “mientras las circunstancias [permitían] proporcionar otra clase de diversiones”. Seguramente durante estas primeras décadas del siglo XIX las corridas de toros continuaron llevándose a cabo en parajes de la ciudad, en plazas improvisadas. Al menos el Pingo Torres enumera tres sitios concurridos para su celebración:

Una existió frente a la casa de Morelos, en la manzana 16 del cuartel 1º, acera que ve al oriente. Hubo otra por el rumbo de San Francisco, en la manzana 20, segunda del cuartel 4º, frente a la Antigua calle del Serrucho, hoy 8ª de Iturbide, acera que ve la sur. Por último, se construyó una en la calle Real, hoy 1ª Nacional, en la manzana 7ª del cuartel 3º, acera que ve al sur.3

Fue hasta el año 1844, según referencias históricas, que es inaugurada

en la ciudad de Morelia una plaza de toros debidamente construida. Su apertura se llevó a cabo el 31 de octubre, víspera de la festividad de Todos Santos, en los terrenos del Barrio de San Juan.4 El establecimiento del escenario taurino modificó el paisaje urbano, y coincidió de manera paralela con la secularización del espacio público de la ciudad, producto de las leyes de desamortización. Es quizá a partir de entonces que la visita obligada el día de finados al cementerio de la ciudad, establecido por entonces en el terreno adyacente al templo de San Juan, se complementara no sólo con un animado paseo en la cercana calzada de Guadalupe, sino que además anualmente se llevaba a cabo una tradicional corrida de toros, por lo regular nocturna, con la cual se cerraba el 2 de noviembre la conmemoración de fieles difuntos, misma que se consolidó en las siguientes décadas.

El espacio urbano fue uno de los elementos más sensibles a la localización permanente de los eventos taurinos. El barrio de San Juan pronto sobresalió, junto con el de Guadalupe, como foco rojo de la

3 Torres, Mariano de Jesús, Historia civil y eclesiástica de Michoacán desde los tiempos antiguos hasta nuestros días, Morelia, Imprenta particular del autor, 1905, p. 659

4 Ibidem, pp. 659 -668

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ciudad; en ellos destacaban numerosos billares y otros establecimientos de juegos de azar, además de que ahí se concentraba la mayor cantidad de prostitutas registradas ante el Ayuntamiento. Era un espacio sumamente dinámico en cuanto a prácticas lúdicas, algunas de ellas llevadas a cabo incluso al margen de la ley. La plaza de toros y la calzada de Guadalupe servían de unión con el resto de la ciudad, escenario en el que hombres mujeres, jóvenes, viejos y niños salían año con año para conmemorar a sus muertos:

Ha habido bastante animación en las fiestas de finados y Todos Santos, ayer y hoy tuvieron lugar corridas de toros, y el volantín movido a vapor en la explanada Morelos ha despertado en todos los niños el deseo de montar los caballitos, briosos y ligeros corceles en concepto de los chiquitines…5

Durante los mismos días la calzada de Guadalupe y el Paseo de San Pedro estuvieron muy concurridos no solamente en la tarde sino a todas horas, pues a medio día y por la noche la gente alegre concurría a las barracas que se improvisaron en hileras formando un ángulo junto a los arcos del acueducto que corren de oriente a poniente, y a un lado de la calle que se conoce con el nombre de pista. Algunos guajolotes inmolados, es decir en mole, se han consumido en esas casitas donde se improvisan almuerzos y hasta bodas algunas veces.6

Una considerable población flotante llegaba a la ciudad, por lo que hoteles y posadas se veían beneficiados, de la misa manera el ferrocarril, que hacía posible su traslado. En los espacios cercanos a la Catedral, la muchedumbre se aprestaba a disfrutar del ambiente festivo. Desde tempranas horas el día primero de noviembre un excepcional paisaje sonoro anunciaba que las puertas de lo terrenal se abrían para dar paso a la visita de quienes ya no estaban físicamente. Nadie mejor para describir este paisaje sonoro que las notas de viaje de quienes por primera vez descubrían el encanto de la ciudad; fue el caso de Jules Leclerq, quien siguiendo los pasos de Alejandro de Humboldt, decidió adentrarse en la

5 La Libertad, año 5º, tomo 5º, núm. 44, Morelia, Michoacán, martes 2 de noviembre de 1897, p. 3

6 La Libertad, año 2º, tomo 2º, núm. 44, Morelia, Michoacán, 6 de noviembre de 1894, p. 1

tierra caliente michoacana para redescubrir el volcán Jorullo, no sin antes pernoctar en Morelia, justo durante los primeros días de noviembre. El encanto de lo sonoro quedó plasmado en el diario de Leclercq de la siguiente manera:

Desde las ocho de la mañana las grandes campanas de la catedral sonaban a todo vuelo: era un ruido ensordecedor; los campaneros, encaramados en las torres, ponían las campanas en movimiento haciéndolas dar vueltas sobre ellas mismas… todas las razas indias del país estaban representadas, no faltaban ni siquiera indios pintos de manos azulosas y uñas blancas. A las once horas, todo el mundo se fue a catedral… en el corredor bordeado de una reja de plata que lleva del coro al altar, circulaba constantemente un suntuoso cortejo de sacerdotes en violeta, en los momentos más solemnes, el órgano tocaba el Moisés o algún otro trozo con gran afecto, y dos ruedas provistas de campanas daban vueltas a todo lo que daban.7

En los alrededores de la Catedral estaban previamente instalados numerosos puestos de dulces y cera. Tal era el caso de las delicias que ofertaba don Ignacio Martínez, dueño de la dulcería El Paraíso, galardonada en innumerables exposiciones universales, quien ofrecía atractivas frutas cubiertas y dulces que semejaban “ataúdes, fémures, tibias, cabezas de muertos de tamaño natural donde los ojos están iluminados por una flama interior”.8 Por otra parte los puestos de cera, entre los que sobresalían las velas y cirios labrados de don Andrés Ramírez.

Leclercq se encontró fascinado por la inmensa cantidad de expendios de comida:

Todo el mundo come algo: los unos hacen honor a las fritangas, a las suculentas enchiladas, a las tortillas calientes, a los plátanos asados; otros saborean chirimoyas, guayabas, granaditas, naranjas, piñas o de la vulgar caña de azúcar; todos se emborrachan con pulque, colonche y charape… Las tiendas están alumbradas por miles de antorchas de una

7 Leclercq, Jules, “Crónica de un viaje a Morelia, Tacámbaro y el volcán Jorullo”, en: Boehm de Lameiras Brigitte, et. al. (coord.), Michoacán desde afuera, México, El Colegio de Michoacán, Gobierno del Estado de Michoacán, Instituto de Investigaciones Históricas, 1995, pp. 266 -69

8 Idem.

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madera resinosa; una gran luz juega sobre la muchedumbre como un fuego de bengala, y esta luz se refleja en las torres de la catedral que se levantan rojizas por arriba de la ciudad.9

Ya para 1895, el cementerio de San Juan estaba a punto de cerrar sus puertas, pues por un lado, las epidemias de tisis, cólera, entre otras, frecuentemente diezmaban a la población y habían hecho del camposanto un espacio insuficiente para recibir más cuerpos. Además, las discusiones higienistas proyectaban al cementerio fuera de la ciudad, donde los miasmas no afectaran el aire de los vivos. Por lo anterior, desde la década de los ochenta del siglo XIX el Ayuntamiento junto a algunos particulares, después de haber sido consensado a partir de estudios minuciosos, definieron que unos terrenos conocidos como El Huizachal, localizados en el extremo suroeste, en los llanos que rodeaban la ciudad, resultaban convenientes para establecer en ellos el cementerio civil. Propiedad de don Ramón Ramírez, acaudalado moreliano, dueño de la hacienda de La Huerta, los terrenos fueron divididos de la misma manera que los cuarteles de la ciudad, seccionados en primera, segunda y tercera clase, y posteriormente subdividido para construir una fracción exclusivamente católica. El nuevo cementerio civil quedó unido al núcleo urbano a través del tranvía, cuyos carros anualmente parecían insuficientes ante la visita masiva de dolientes los días iniciales de noviembre. Constituyéndose así como la nueva ciudad de los muertos.

Pero es conveniente ya retornar a la plaza de toros, pues la corrida del 2 de noviembre no sólo se arraigó como tradición, sino que además fue escenario de arrebatos y transgresiones al reglamento de diversiones públicas. Ya el público ha ocupado sus asientos respectivos, quienes tuvieron para pagar más de 40 cs., están en las gradas de sombra, al poniente de la plaza. Quienes no, están en las gradas de sol, las cuales no sobrepasaban los 25 cs. Las autoridades se encuentran en sus palcos correspondientes y las reinas, ocupan sus lugares recubiertos con follaje. El viajero decimonónico todavía escuchó la voz chillona de algunos muchachos que circulaban entre las gradas, “vendiendo programas, ofreciendo pulque, dulces, banderillas adornadas de flores, toros y picadores en cartón”, vendedores cuya presencia fue restringida a fines del siglo XIX

9 Idem.

Sólo quienes están presentes pueden definir aquellos momentos, cábalas y comentarios previos, disquisiciones, conjeturas, augurios, bullicio y pasión. Fiesta donde el hombre sonríe danzando con la muerte, donde convergen el oro, la seda, la sangre y el sol, el entusiasmo y el apasionamiento.

Los reglamentos para las corridas de toros son excelentes guías para seguir el paso de la lidia,10 nos permiten incluso ingresar a la pieza donde el torero es vestido “a la usanza española”, como lo advierte el art. 21º, al cual también estaban sujetos los picadores, puntillero y alguacil.

Por lo general, el espectáculo taurino daba comienzo entre 4 y 4:30 p.m., aunque la corrida del 2 de noviembre se caracterizó por ser un evento nocturno a pesar de las prohibiciones de los reglamentos a principios del siglo XX. La bienvenida a la cuadrilla de toreros se realizaba días antes del evento, en la estación del ferrocarril, con la banda militar, de ahí partía a su recorrido por las principales calles para repartir programas. Dicho convite continuaba desde luego el día del evento con la conducción del cartel del portal de Iturbide a la plaza de toros y de ahí a presenciar el inicio del espectáculo, mismo que tenía verificativo a la señal de la autoridad, quién daba lugar a las notas de la banda que bajo la música de “Carmen” o un paso doble, abría paso a la cuadrilla.

La procesión de toreros era encabezada por el primer espada, a quien le seguía un séquito de picadores, banderilleros, lanzadores y otros más. El cortejo hace la vuelta a la arena aplaudido por la muchedumbre, y se dirigen hacia la logia del juez, que da al alguacil la llave del toril. Tras el paseíllo se abría la puerta de los toriles para que irrumpiera el primero de la tarde, al cual se daba la bienvenida con el toreo de capa entre verónicas, largas de lujo, pases a diestra y siniestra, faroles, navarras y revoleras. Ante él, algunos temerarios realizaban suertes como el salto de garrocha y la denominada “Don Tancredo”, esta última prohibida por considerarse que no había por parte de la persona que la realizaba habilidad alguna que pudiera admirarse. Sin embargo, no sólo se continuó efectuando, sino que además se anunciaba en los carteles con la mayor osadía ante las autoridades. Terminado el quite se daba paso a la suerte de varas a cargo

10 Un ejemplo de estos documentos es el Reglamento para las corridas de toros de la municipalidad de Morelia, Morelia, Talleres de la Escuela Industrial Militar “Porfirio Díaz”, 1909

Corridas de toros y fieles difuntos en morelia Juana Martínez Villa

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del picador, quien incitando desde su cabalgadura espera la acometida del toro para hincarle la puya en el morrillo, con el fin de restarle energías.

Las condiciones bajo las cuales tenía que llevarse a cabo esta suerte estaban explícitamente descritas en quince artículos del Reglamento de 1909. En ellos se detallaban no sólo las distancias que el picador debería guardar respecto a la bestia, sino también las ocasiones en que esta podía ser herida y el modo en que ello se realizaría.

A falta de petos, los caballos resultaban las víctimas de la fiesta, por lo que no era extraño que llegaran a verse cruzar la calle Nacional, mozos jalando caballos mal heridos de las corridas y a quienes no se les daba puntilla en la misma plaza, desobedeciendo con ello el reglamento y escandalizando a algunos espectadores. No faltaba además el espontáneo que durante la corrida saltara al ruedo inesperadamente a demostrar su valentía, por lo que en la fracción V del art. 17º se prohibió terminantemente que cualquier persona ajena a la cuadrilla ejecutara alguna suerte.

La corrida del 2 de noviembre fue un escenario preciso para que las expresiones xenofóbicas se hicieran presentes, principalmente cuando participaban mexicanos y españoles en una misma cuadrilla. No faltaba que en el graderío comenzaran los gritos en contra de unos y otros, en recuerdo de la conquista, lo que terminaba en bofetadas entre súbditos de ambos bandos, culminando las veladas de Fieles Difuntos en la gendarmería.11

El ganado destinado para la lidia provenía de distintas haciendas entre las que destacaron La Huerta, El Rincón, Coapa, Atapaneo, Atenco, Zempoala, Tepacua, La Goleta, Santa Cruz, Itzícuaro, entre otras, y no era extraño que en ocasiones las corridas fueran un fiasco por la mansedumbre de los toros, los cuales en lugar de acometer, huían del torero. Lo anterior era un buen pretexto para justificar las malas corridas, así, la empresa arremetía públicamente en contra de los ganaderos, a quienes posteriormente tenía que pedir disculpas, dado que eran pocos los que se dedicaban a la venta de ganado de lidia.

La falta de bravura en los animales llegó a provocar descontentos entre la muchedumbre, aún más ante la indiferencia del juez de plaza,

11 Un incidente de estas características puede consultarse en: La Libertad, año 3º, tomo 3º, núm. 45, Morelia, Michoacán, México, 5 noviembre de 1895, p. 2

quien hacía oídos sordos a la resonancia del grito “lazo”, por parte del público. Tales eventos llegaron a terminar con la imposición de multas a los escandalosos. A continuación, el juez de plaza daba la orden para iniciar la suerte de banderillas —segundo tercio —, la cual se ejecutaría siguiendo el orden señalado por el espada. Anteriormente las banderillas eran adornadas con papel de china y oropel, conformando diversas figuras como canastillas de flores, cuernos de la abundancia y palomas. Se acostumbraban también banderillas de cohetes que incrementaban el dolor de las heridas del animal, y aunque estas fueron prohibidas en los reglamentos para corridas de toros, según se puede deducir de las crónicas periodísticas éstas se continuaron utilizando todavía a principios del siglo XX

Entre los banderilleros más notables que tuvieron presencia en la plaza moreliana podemos mencionar Epifanio de Jesús Villegas, Lino Zamora, Pancho “El Moreliano”, Rafael Corona, pero justo en la corrida del 2 de noviembre de 1893 destacó la presencia de la charrita María Aguirre de Rodríguez, cuya participación transgredía totalmente el reglamento de corridas de toros al estar prohibida la presencia de mujeres en tales eventos.12

Cuando el ganado era bueno, el espada podía lucirse en el último tercio. Después del sonido del clarín por parte del juez de plaza, y armado del estoque y la muleta, el matador se dirigía al toro procurando tener una faena de gran lucimiento, misma que culminaría con la estocada final, la cual decidiría a su vez si la despedida del torero terminaba en rechifla o en salida en hombros.

Así concluía la noche de fieles difuntos en la ciudad de Morelia, como una síntesis de vida, muerte y pasiones taurinas y románticas desbocadas en la plaza y el cementerio, constituyéndose además como una de las tradiciones que perduran hasta nuestros días.

12 AHMM, Libros impresos y manuscritos, l. 318, e. 22, octubre 22 de 1893

Corridas de toros y fieles difuntos en morelia Juana Martínez Villa

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Entre la fiesta y el baile. Las danzas de San Nicolás Obispo, tenencia de Morelia

Magali Zavala García1

El objetivo del presente trabajo es difundir el acervo histórico resguardado en el Archivo Histórico Municipal de Morelia (AHMM), es por ello, que en

esta ocasión se consideró oportuno promover algunos contenidos de la Colección Fotográfica, cuyos materiales hasta el momento han sido poco explorados. En este sentido, pretendemos crear vetas de estudio para divulgar la información e integración de la fotografía del siglo XX y XXI, que a grandes rasgos muestra la vida cotidiana de la capital. Entre las fotografías de interés, sobresalen las relativas a San Nicolás Obispo, una de las 12 tenencias de Morelia, en donde se observó la majestuosidad de sus danzas como: la del Santo Patrón, las labranderas, las raspadoras, los panaleros y los yunteros.2

Por tanto, para este trabajo se observaron algunos datos importantes de la tenencia de San Nicolás Obispo, así también se hizo una aproximación a las danzas prehispánicas, pues es

1 Archivo Histórico Municipal de Morelia, [email protected] Gran parte del material iconográfico de la tenencia fue donado

por José Vladimiro Gaona Ángeles, el cual se encuentra en porceso de clasificación. Fu

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entre la fiesta y el baile. las danzas de san niColás obisPo, tenenCia de morelia Magali Zavala García

probable que las propias de San Nicolás Obispo ya se practicaban antes de la llegada de los españoles al Nuevo Mundo, y concluimos con una descripción somera de los danzantes de la tenencia.3

La tenencia se localiza al Suroeste con Morelia, colinda al Noreste con Tacícuaro, al Sureste con Santiago Undameo y al Este nuevamente con la capital michoacana, de acuerdo a la fisiografía, al Sur se ubica el cerro del Remolino, pero por uso y costumbre tanto al cerro mencionado como el del Águila se les consideran propiedad natural de los vecinos de la tenencia.4 De los primeros registros tangibles de la tenencia sobresale la construcción del templo, conforme a su estilo arquitectónico se creé que el edificio date de 1591 y se caracteriza por ser de los pocos en su tipo porque cuenta con una torre independiente a la nave central, distinguiéndose por su retablo de estilo barroco; así como su huatapera.

En un expediente resguardado en el AHMM, se establece que, San Nicolás fue construido en el año de 1600, en aquel momento, Guadalupe Melchor, juez de esa tenencia advirtió que, no era posible conocer el año de la fundación u origen. Respecto a su subsistencia económica, lamentablemente los pobladores no se desarrollaron en la industria ni en la agricultura, la mayoría se dedicó al peonaje en las haciendas inmediatas, el resto trabajaban en la tala de árboles y en la consecuente elaboración de carbón.5

Cabe destacar que, de 1598 a 1606 los españoles emprendieron un nuevo proyecto de ciudad, cuyo modelo consistió en agrupar o congregar los asentamientos de indios con la idea de mantener un mejor control político.6 Es probable que a partir de esas fechas, los españoles marcaran el inicio del establecimiento de muchos pueblos; sin embargo, varios de ellos ya tenían sus asentamientos en diferentes espacios de la Nueva España.

A pesar de las hipótesis sobre los orígenes de la tenencia, cabe resaltar que, en el México prehispánico, varios grupos sociales ya mantenían

3 Para ver más sobre la tenencia, Zavala García Magali, Serie Cantera Rosa. Textos Archivísticos, núm. 8 “Tenencia de San Nicolás Obispo”, Morelia, Archivo Histórico Municipal de Morelia, 2014

4 Vea mapa al final del texto.5 Archivo Histórico Municipal de Morelia, en: Fondo Independiente I, c. 76, e. 5, s/f,

f. 3 frente.6 Gerhard, Peter, “Congregaciones de indios en la Nueva España antes de 1570”, en:

Historia Mexicana, vol. XXVI, enero -marzo, México, 1977, pp. 347 -395

su propia estructura gubernamental, dentro de ésta, se desarrollaron varias prácticas, algunas de ellas, de carácter religioso, por ejemplo las adoraciones a los dioses, las cuales podrían estar acompañadas por la música y claro, por las danzas.

Al respecto, tanto Francisco Clavijero como Bernardino De Sahagún señalaban que, los habitantes del México antiguo, eran muy hábiles para danzar, desde pequeños practicaban varios movimientos corporales. Algunas veces bailaban en círculos y otras haciendo filas, las danzas podían ser grupales, en parejas o individuales; para ello, solían vestirse con trajes de gala, se ponían brazaletes, pendientes u otros adornos de oro, joyas y plumas. Para amenizar la fiesta la hacían al son de los tambores, junto con el sonido de las sonajas hechas de madera llamadas aiacachtli, las ceremonias duraban hasta tres días convirtiéndose en verdaderos convites y banquetes.7 Naturalmente, las danzas, el canto y la música estuvieron relacionadas estrechamente con los ritos mágico/religioso, se creía que, por medio de las expresiones corporales ellos podían comunicarse con sus deidades.8 Finalmente, los bailes se hacían por devoción, diversión o regocijo, cada uno con elementos distintivos de su pasado prehispánico, pero al mismo tiempo la composición de la danzas muestran una fusión entre las antiguas culturas mesoamericana y española.

De manera particular, el autor Clavijero reconoce dos bailes, los pequeños que por lo regular se llevaban a cabo en los palacios y funcionaban a modo de diversión para los señores, pero también se practicaban afuera de los templos e incluso al interior de las casas cuando había bodas o alguna función doméstica; los grandes se hacían en las principales plazas, los escenarios recurrentes eran los atrios de los templos, en donde participaban centenares de personas, que en compañía de la música danzaban formando círculos, en cada intervalo dejaban

7 Clavijero Francisco Saverio, Historia antigua de Megico sacada de los mejores historiadores españoles, y de los manuscritos y de las pinturas antiguas de los indios. Dividida en diez libros: adornada con mapas y estampas e ilustrada con disertaciones sobre la tierra, los animales y los habitantes de Megico, tomo I, Londres, Lo Publica R. Ackermann, 1826, pp. 360 y 361. Bernardino De Sahagún, Historia General de las cosas de Nueva España, México, Imprenta de Alejandro Valdés, 1830, p. 112

8 Medrano de Luna Gabriel, Danza de indios de Mesillas, México, COLMICH, 2001, pp. 81 -128

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entre la fiesta y el baile. las danzas de san niColás obisPo, tenenCia de morelia Magali Zavala García

Fuente: AHMM, Colección Fotográfica, San Nicolás Obispo.

líneas perfectas con bailarines, bajo esta escenografía solían bailar algunos bufones imitando a otros pueblos.

Respecto a las danzas michoacanas, Néstor García Canclini identifica que, los bailes purépechas tienen un lugar importante dentro en las fiestas de tipo popular, al mismo tiempo comparte la idea de Francisco Clavijero y Bernardino De Sahagún al expresar que las danzas prehispánicas guardan un significado mágico/religioso, dentro de ellas se ubicaron: los moros, del pescado, los viejitos y las relativas al trabajo.9

Definitivamente, cada una de las danzas mencionadas tiene un estilo muy particular, por ejemplo los primeros, vestidos a la usanza española portando varas o palos para darle la bienvenida a los chichimecas. Los segundos, representados por dos individuos: la patrona y el patrón, personalizan a las personas que contrataban a varios pescadores. Los terceros, con una coreografía particular, pues los hombres utilizan máscaras, sombreros con listones y un gabán, quienes personifican la vejez; aunque también se especula que, esta práctica se hacía cuando un niño purépecha nacía. La última, como su nombre lo indica es una veneración al trabajo.10

En su mayoría, las danzas recrean una visión natural del pasado prehispánico a través de los movimientos corporales, incluyendo símbolos y gestos; más de alguna, expresa la conquista militar y espiritual hispano -cristiana. Al mismo tiempo, representan actividades agrícolas, la concepción natural, el significado mágico/religioso; pero también se observan inconformidades políticas en contra del gobierno español, cuyos movimientos suelen ser exagerados como una sátira.

De manera particular, la tenencia de San Nicolás Obispo también conserva varias danzas con esencia mágico/religioso, se cree que sus orígenes se remontan antes de la llegada de los españoles, pero de acuerdo a nuestra investigación hasta el momento este dato se desconoce. Conforme a las entrevistas hechas a los vecinos de la tenencia,11 éstos

9 García, Canclini Néstor y Amparo Sevilla Villalobos, Máscaras, danzas y fiestas de Michoacán, Morelia, Comité Editorial del Gobierno de Michoacán, 1985, pp. 29 -41

10 Ver más de las danzas en Bautista Ramírez Juan, “La danza de los viejitos”, en Úkata, Revista del arte popular michoacano, año I, núm. 1, sep -oct, Morelia, Gobierno del Estado, 1994

11 Entrevista a José Vladimiro Gaona Ángeles, marzo de 2015; Jorge Morelos Rosas, Irene y Luciano Martínez Martínez, San Nicolás Obispo, septiembre de 2014

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ubican cinco danzas: la del Santo Patrón, las labranderas, las raspadoras, los panaleros y los yunteros; estos bailes se llevan a cabo los primeros días de cada diciembre para venerar al Santo Patrón, San Nicolás de Mira o de Bari.

Todas las danzas excepto la del Santo Patrón y los yunteros tienen una organización diferente, así pues las actividades del resto de los danzantes comienzan el cuatro de diciembre, los integrantes se reúnen a las 8:00 am en el atrio del templo para anunciar su presentación, todos con vestimentas ordinarias y sin mayor escenificación se retiran.

Al día siguiente, por la mañana cada grupo junto con su banda se congrega en el atrio para dar comienzo a la fiesta, entre la alegría, el colorido y la música, los danzantes recorren las calles, generalmente se detienen en la plaza y en la cancha de básquetbol, posteriormente se dirigen a la casa de uno de los cargueros, que por lo regular les ofrece de comer. Alrededor de las 12:00 pm, nuevamente muchos danzantes regresan al templo para asistir a la misa; al salir, el convite continúa hasta las 6:00 pm con la última misa.

El día siete, la música se escucha en varios rincones de la tenencia, los danzantes siguen con los rituales, pero entre 6:00 o 7:00 pm, vuelven al templo para terminar la conmemoración. La ceremonia concluye con las reverencias de los danzantes al interior del templo, en ese momento las bandas dejan de tocar y los participantes se retiran.

De cara al folclor, el ocho de diciembre los habitantes de la tenencia organizan la fiesta del año siguiente, la responsabilidad cae en los cargueros, quienes son nombrados e inscritos en su libro de registro; con frecuencia son los agricultores, no necesariamente originarios de la tenencia. Para ejemplificar aún más de las danzas, a continuación se hace en breve una descripción de cada una.

La danza del Santo Patrón está integrada por la “malinche” y el “monarca”, ambos son representados por niños, cada personaje participa con sus 12 cargueros, éstos visten simplemente un pantalón de mezclilla, botas, camisa blanca o a cuadros y un sombrero, por lo regular son las personas que asisten a la comunidad a pagar una manda. Mientras se danza, a los varones se les obsequia pequeñas capas de terciopelo rojo con detalles en color dorado, las cuales simulan la que porta el monarca, a menudo el niño lleva en la espalda la imagen del Santo Patrón; se colocan un sombrero adornado con listones asimétricos, con pequeños espejos, con flores

entre la fiesta y el baile. las danzas de san niColás obisPo, tenenCia de morelia Magali Zavala García

(naturales o artificiales) y con escarcha. A las mujeres se les entrega una corona en miniatura ataviada con flores de colores hechas con migajón, de ella penden también cintas, la misma diadema adorna la cabeza de la malinche. Por lo regular los niños llevan una sonaja embellecida con listones y detalles en dorado, que mueven al ritmo de la música.

La promoción de esa danza, inicia por la tarde del día cuatro de diciembre, los danzantes se reúnen en el atrio del templo para su presentación, no bailan y su vestuario es el de costumbre. Estos niños por lo regular son hijos o familiares de los cargueros.

Al día siguiente, llegan a la misa de las 8:00 am y al término de ella, el hombre de la máscara de color negro dirige a los niños, quienes forman de dos a tres filas para salir a danzar, el cual se caracteriza por los movimientos pausados de izquierda a derecha, para adelante y para atrás, en el centro se colocan los niños, alrededor la banda y se invita a todos los que deseen integrarse, el baile dura 10 minutos. Ya para finalizar, el ocho de diciembre continua el bailar hasta el atardecer cuando regresan al templo, allí los danzantes hacen las respetuosas reverencias frente al Santo Patrón y se da por concluida la danza.

La danza de las labranderas es presentada por 12 o 15 mujeres, quienes durante varios meses hacen algunas manualidades, que se distinguen principalmente por sus laboriosos bordados, tejidos y servilletas; además se identifican por sus vestidos uniformes, zapatillas o huaraches, a su paso muestran los trabajos colocándolos en un manto, recorren las calles hasta llegar al templo, durante el camino regalan una pequeña servilleta, pero sólo a los hombres, quienes la portan en su camisa. Los movimientos de la danza son dirigidos por una de las jóvenes, que baila en zigzag y en espiral, ese ritmo lo siguen el resto de las danzantes formando la coreografía particular del baile. Cabe señalar, que quienes participan, necesariamente deben ser solteras y sin hijos.

La danza de las raspadoras de igual manera que la anterior es representada por las mujeres, quienes simbolizan el arduo trabajo que hacen por la extracción del aguamiel. Para ello, las jóvenes de manera precisa forman un orificio en el maguey, después de varias horas, regularmente por la tarde inician la faena y con una cuchara raspan las paredes sustrayendo la migaja de la planta; a la sazón, para bendecir el líquido, danzan por las rúas en dirección al templo. Se caracterizan por llevar vestidos coloridos, destacando un rebozo cruzado, usualmente portan un sombrero de color

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negro o tejana; claro no puede faltar el recipiente de peltre y la cuchara. A su camino obsequian pulque, pero sólo a las personas que lo solicitan, no importa la edad ni el género.

Estas mujeres son encabezadas por niños de entre 10 a 12 años, quienes cargan en su espalda un maguey pequeño envuelto en una tela —servilleta — la cual es adornada con escarcha y objetos brillantes, por lo regular ellos dirigen la danza. Los pequeños portan un pantalón de mezclilla, una camisa de un sólo color, botas y tejana.

La danza de los panaleros es interpretada por 10 o 12 hombres, desde temprano emprenden el camino al cerro más cercano en busca de panales grandes, una vez conseguida la colmena es adornada con ramas de pinabete,12 en el centro le colocan pequeñas artesanías de barro, de palma o piedra volcánica, por lo regular estas piezas son compradas en Capula y Quiroga a excepción de los molcajetes manufacturados en el mismo San Nicolás. Por último, los jóvenes sujetan el panal con dos cuerdas sobre una base de maderera para ajustarlo a la espalda, una vez preparados inicia la danza, el destino también es el templo, cabe mencionar que, esta danza se distingue de las otras por la majestuosidad de la corona que llega a pesar hasta 25 kg, por los movimientos fuertes y burdos, eventualmente el público es atraído por este escenario quedando atrapados por las afanosas ramas. Los panaleros también deben ser solteros y representan el trabajo avícola.

La danza es dirigida por un hombre que porta un machete, el resto de los jóvenes con tejana o sombrero y un paliacate para evitar la picadura de las abejas, su camisa puede ser a cuadros, pantalón de mezclilla, botas o zapatos, algunas veces con gabán.

La danza de los yunteros igual que la anterior sólo participan los hombres de la tenencia, quienes el día seis por la mañana arreglan sus yuntas con flores de papel o naturales, listones y escarcha, a las 11:00 am se presentan en el templo para recibir las bendiciones del Santo Patrón, sólo ellos entran. La ceremonia representa las buenas cosechas del año venidero, entonces los yunteros junto con sus animales personifican la bonanza de la agricultura. Cabe resaltar que, ellos propiamente no danzan, su representación es un desfile que sólo dura un día, llegan a participar

12 El pinabete pertenece a la familia de las pináceas, también es conocido como oyamel o abeto.

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entre seis o 10 yuntas. De todas las danzas, ésta desafortunadamente poco a poco comienza a desaparecer.

En suma: las danzas de San Nicolás Obispo se distinguen por su colorido y sus bailes armoniosos, pero también por el sonido de las trompetas, el clarinete, la tuba, así como la tambora.13 Pero, con la movilidad de sus connacionales migrados a Estados Unidos, no es raro observar la interculturalidad que atraviesa la tenencia, de modo que, las danzas paulatinamente son el resultado inconmensurable de nuevos pensamientos, los cuales se ven influenciados por el pluralismo externo.

Mapa de las tenencias de Morelia, 2014

13 En la actualidad, las danzas son acompañadas por las bandas llamadas “Bucanas” y “Aullido” las cuales son propias de la tenencia.

entre la fiesta y el baile. las danzas de san niColás obisPo, tenenCia de morelia Magali Zavala García

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El jaripeo: Jinetes y toros, una tradición con arraigo ranchero llevado a la ciudad. (1958 -1963)

Victoria Eugenia Pérez Tajonar1

Un Novillo Despuntado de la Hacienda de Cuisillos pero ay, ay, ay... a más de a cuatro vaqueros les a quitado lo mudo pero ay, ay, ay... que risa me da2

Con el siguiente artículo se aborda una tradición que por años fue exclusiva del medio rural, pero que actualmente ha tenido gran impulso en nuestra

ciudad, y que en Archivo Histórico Municipal de Morelia los expedientes del Fondo Independiente II (siglo XX) que resguardan la memoria histórica de la ciudad, se encuentra gran número de solicitudes dirigidas a las autoridades para celebrar, como parte de la tradición en las fiestas patronales de las comunidades, pueblos, rancherías, tenencias las fiestas del

1 Archivo Histórico Municipal de Morelia, [email protected] Aioria, Joel (letra), “El novillo despuntado”, en: www.musica.com

consultado 12 de marzo de 2015Fuen

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el JariPeo: Jinetes y toros, una tradiCión Con arraigo ranChero llevado a la Ciudad Victoria Eugenia Pérez Tajonar

jaripeo ranchero y que actualmente ha tomado gran auge, sobre todo, cuando estos jinetes y ganaderos se presentan en la ciudad de Morelia.

A grandes rasgos se explica un poco de su historia, en qué consiste y por qué se ha convertido en una tradición y espectáculo popular dentro del ambiente moreliano, principalmente dominical, desde su presentación en la plaza de toros Monumental de Morelia.

Como es bien sabido, a la llegada de los españoles trajeron a estas tierras sus instrumentos de trabajo y para su consumo el arribo de ganado bovino y caballar, así como especies menores desconocidas en América, en este sentido Federico Gómez de Orozco menciona:

La rara habilidad de los mexicanos como caballistas fama lograda por el gran Cervantes en su Quijote, y la propagación tan rápida del ganado bovino en México, fueron los factores que determinaron el jaripeo.3

La destreza de lazar, herrar, derribar al toro entre otras que en un principio era una necesidad para un jinete se convirtió con el paso del tiempo en espectáculo muy característico en cada feria o celebración religiosa de las comunidades. El jaripeo palabra que de acuerdo al diccionario castellano significa rodeo, el término “rodeo” y éste a su vez hace referencia al evento anual en que los vaqueros rodean los ganados para conducirlos al mercado. El jaripeo comienza a partir de las faenas que los vaqueros y domadores de caballos realizaban en corrales y ruedos.

El jaripeo como fiesta se practica en pueblos y barrios, en espacios improvisados que posteriormente adquirieron un lugar propio, así encontramos que en cada pueblo, ranchería, tenencia y comunidad tenían su propio lugar destinado para tal fin, como ejemplo se menciona en la documentación resguardada en este Archivo que: desde el rancho de Iratzio, la tenencia de Isaac Arriaga, el rancho las Flores, la tenencia de Santiago Undameo y Atapaneo, la colonia Vasco de Quiroga, Quinceo y Cointzio solicitaban a través de sus autoridades y junta de vecinos —como en el caso de la colonia Vasco de Quiroga— un permiso para realizar este evento con motivo del aniversario o fiesta del santo patrón

3 Orozco, Gómez Federico, El jaripeo en México, México, Museo Nacional de México, núm. 6, 1929 -1930, p.14

de estos lugares.4 En este sentido, Gonzalo Reyes González en un artículo escrito para el periódico Cambio de Michoacán del jueves 2 de agosto del 2007 en su columna de deportes señala:

El jaripeo, espectáculo indispensable para festejar cualquier acontecimiento religioso ha tomado matices de misticismo, de tradición, de folclor, «de identidad de los pueblos que lo practican»; en las festividades más grandes de Michoacán, sin jaripeo simplemente estas fiestas perderían su esencia

La descripción es la siguiente: Comienza la música apropiada para tal fin, el locutor o presentador

a través de un micrófono pide a los asistentes previa presentación de los jinetes5 y en el centro del ruedo se quiten el sombrero para escuchar y rezar la oración del jinete que dice así:

Oración del jinete:

Señor, nosotros los jinetes no te pedimos favores especiales, solamente nos des valor y destreza para realizar nuestras montas en cada uno de los jaripeos donde arriesgamos la vida.

Señor, tú que fuiste jinete del Apocalipsis en esta vida, vida que quieres que vivamos, con el único fin de ganarnos el pan de cada día y divertir a tus hijos, queremos pedirte humildemente que llegando el último e inevitable gran jaripeo para nosotros: Cuando las piernas con todo y espuelas se aflojen. Cuando nuestros brazos no soporten el chicoteo del último reparo. Y tú señor nos llames allá contigo, donde todas las tardes serán de triunfo y gloria para nosotros, nos digas: ¡dale puertas, fuera capas! Vengan mis cabezales valientes, tu monta la he dado por buena.6

4 Archivo Histórico Municipal de Morelia, en adelante por sus siglas AHMM, Fondo Independiente II, c. 550, e. 14, 1958

5 Un jinete (del árabe zanáti, en alusión a la tribu bereber Zenata) designa en castellano y otros idiomas (catalán, gallego, portugués y occitano del sur) a la persona que monta un caballo o a la persona diestra en equitación, máxime si esto se relaciona con sus labores más frecuentes (arrieros, domadores, etc.)

6 Salgado, Romero Carlos A, “El jaripeo ranchero en Palmillas, Guerrero: desarrollo diacrónico de una práctica comunitaria y su función dentro del poblado”, en: Dimensión Antropolótgica, año15, Vol.42, enero/abril, 2008, p.106

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Terminada la oración se comienza con el primer jinete, quien ya eligió el toro a montar, para eso parte del personal incluyendo al dueño del semoviente tratan de llevarlo al cajón de montar. El cajón de montar consiste en una caja hecha de barrotes con una puerta para que pueda salir, los demás jinetes ayudan a amarrar al toro lazándolo; es decir: arrojan las cuerdas entre las patas y cuernos del toro para derribarlo e inmovilizarlo. Una vez tendido por medio de éstas que ejercen tensión en la cabeza y las patas, se les ata un lazo, denominado pretal, alrededor del lomo y las costillas. Luego debe atarse una segunda cuerda alrededor del abdomen, junto con una campana colocada en el bajo vientre, a la altura de los testículos. De esta manera, al sentir el verijero7 —como se le denomina a este lazo con la campana incluida— el toro repara en mayor medida.

Mientras el toro es arreglado para la monta, el jinete se ajusta las espuelas8 para realizarla, todo esto bajo el sonido de música de banda y los comentarios del presentador incluso dando referencias de la procedencia del toro y antecedentes del jinete. Llegado el momento el jinete grita ¡Puerta! Para que sea abierto el cajón y comenzar la monta que dura unos segundos. Otra forma en que se acostumbra es la siguiente:

El montador se coloca junto al toro y pasa una pierna por encima del lomo, sujetando el pretal. En ese momento se sueltan los amarres que sujetan las patas y cabeza del animal, que se incorpora con una serie de reparos. Sin embargo, en ocasiones los toros resultan mansos y no hacen el más mínimo esfuerzo por liberarse del jinete. En ambos casos algunos participantes situados dentro del corral se encargan de torear al animal

7 De verija, bajo vientre, pelvis (en algunas comunidades rurales esta palabra está asociada también al órgano sexual femenino. En el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española verija es la “región de las partes pudendas”).

8 Las espuelas que consisten de 3 ganchos que apuntan hacia arriba y se amarran a la bota a la altura del talón fijándolas con hilo grueso para que no se muevan, ya que son usadas en algunos tipos de jaripeo por los jinetes que montan toros de reparo los cuales son terriblemente fuertes y agresivos en sus reparos en su intento de quitarse al jinete. Estas espuelas no deben tener filo (no son navajas de gallo), el filo hace que el cuero del animal se corte, entonces ya no sirven como agarre, esas espuelas lo único que deben de estar es bastante puntiagudas para poder atorarse al cuero del animal y así evitar la caída del jinete.

con las manos, capotes y sombreros, para obligarlo a correr y aumentar el grado de dificultad de la monta.

Mientras se realiza cada una de las montas los músicos de la región amenizan el evento al ritmo de piezas como “El capiro”, “El moro de Cumpas” o “El novillo despuntado”.9

La práctica del jaripeo ha ido evolucionando a través del tiempo, o se ha modificado de acuerdo a las necesidades del lugar donde se realiza. En comunidades y pueblos donde deben ser ilustrados, como “espacios físicos territoriales y simbólicos que remiten a un pasado remoto con un origen prehispánico o colonial que pueden estar sustentado sobre la base de evidencias documentales, como son: códices, mapas, cartas o nombramientos coloniales, y reforzado por la historia oral (fundación mítica, leyendas de los santos patrones, mitos populares, etc.)”10 Se organiza con anticipación la contratación de los jinetes y pago a los ganaderos participantes esto se hace a través de un comité organizador de la fiesta patronal que se encarga de recolectar la cooperación entre los habitantes de la comunidad o tenencia; el dinero recaudado se utiliza para pagar la música, los juegos pirotécnicos y el jaripeo consistente en la palomilla o grupo de jinetes, ganaderos, animador y el lugar.

Cuando el jaripeo se presenta en la ciudad en este caso La Monumental de Morelia la empresa se encarga de todo lo relacionado al evento, se transforma de una tradición campirana a un espectáculo por el cual el público paga por ver el desarrollo en la monta de estos jinetes, que si en un principio lo hacían como parte de su trabajo y de manera tradicional, se ha ido transformando en una profesión, pues se tiene noticia y de acuerdo a un cronista especialista en espectáculos del periódico La voz de Michoacán que cuando:

El primer jaripeo llegó a la Monumental, se inició el proceso comercial del mismo ya que se cobró por presenciar en este caso la monta de toros y se pagó por dominarlos a los osados que se esforzaban en el intento y así se puede decir que se forma la primera de las grandes épocas para el

9 Ibidem, p. 10110 Rivera, Pérez Roberto, “Sombreros, capotes, espuelas y navajas. Análisis del espacio

y un acercamiento simbólico de los rodeos, jaripeos y palenques en un municipio del noreste de México”, en: Gazeta de Antropología, 2008, 24(4), artículo 48, p. 3

el JariPeo: Jinetes y toros, una tradiCión Con arraigo ranChero llevado a la Ciudad Victoria Eugenia Pérez Tajonar

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jaripeo de ser una acción de supervivencia de esfuerzo de trabajo y en los casos específicos de exhibición una actividad de diversión que pasó a ser un espectáculo de entretenimiento comercial el cual ha evolucionado al paso de los años.11

Esta afirmación se verifica con un permiso solicitado en el año de 1963 por parte del empresario Enrique Rocha porque al ser un evento tradicional dirigido al público, se ha ido reglamentando con el paso de los años y uno de los requisitos es solicitar autorización para presentar un jaripeo ranchero en la plaza de toros Monumental de Morelia, quedando otorgado por parte de la autoridad municipal al gerente de espectáculos taurinos de Morelia con las siguientes indicaciones:

Me refiero al atento aviso de ustedes fechado el día 23 del mes en curso, para manifestarles que se concede el permiso necesario para verificar un jaripeo Ranchero en la plaza Monumental de Morelia, a partir de las 15:15 horas del día 27 del mismo mes, siempre que se cumpla con las disposiciones siguientes:1.- Que en los programas que al efecto se hagan circular se avise al

público que la empresa del Jaripeo se hace responsable de los accidentes que pudieran padecer las personas que se bajen al ruedo, a jinetear los animales y reses, siempre y cuando la atención médica y gastos derivados de los accidentes no sobrepase la suma de mil pesos.

2.- Que la autoridad Municipal que presida los Jaripeos sea la que determine en favor de que concursante debe otorgarse ante el público e inmediatamente después que termine la prueba a que se haya sometido a los participantes, el premio ofrecido.

3.- Que solicitando la intervención de las autoridades respectivas, se ejerza especial vigilancia para evitar la entrada de personas que lleven armas de fuego, punzo cortantes; que vayan en estado de ebriedad y lleven consigo botellas con bebidas embriagantes, cerveza o refrescos; que en interior de la plaza se prohíbe en lo absoluto la venta de bebidas alcohólicas de todas clases, inclusive cerveza y que los refrescos deberán servirse, invariablemente en vasos para finados.12

11 Reyes, Gonzalo, “Monumental de Morelia cuna del jaripeo en Michoacán. Historia y tradición en el Jaripeo”, en: www.juliantlas.com consultado 9 de abril de 2015

12 AHMM, Fondo Independiente II, c. 607, e. 23, 1963, f. 8

A manera de conclusión, el impacto del jaripeo ha transcendido hasta nuestros días, se ha dejado sentir en la Monumental de Morelia el cual con el paso de los años se han forjado leyendas de jinetes que se presentaron y ganaderos que han visto acrecentar sus ganancias con toros reparadores exclusivos para el jaripeo. Esto ha propiciado una reglamentación, pues anteriormente no lo había, con ello conduce a pensar que una tradición se mantiene firme cuando hay un público que le guste presenciarlo, pues siempre el enfrentamiento entre hombre, bestia sigue permeando a nuestra sociedad —un evento, la fiesta y el llamado “destino”.13

Fuente: AHMM, Fondo Independiente II, c. 607, e. 23, nota: imagen ajustada para fines de la publicación.

13 Ramírez, Barreto Ana Cristina (Coord.), “Herder en el jaripeo. Explicación, crítica y comprensión, Filosofía desde América: Temas Balances y perspectivas”, en: Simposio del ICA 53, Universidad Politécnica Saleciana, 2011, p. 1

el JariPeo: Jinetes y toros, una tradiCión Con arraigo ranChero llevado a la Ciudad Victoria Eugenia Pérez Tajonar

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El Archivo Histórico de la Universidad Michoacana, un acervo para la historia de la educación superior

Miguel Ángel Gutiérrez López1

El Archivo Hitórico de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo fue constituido el 2 de septiembre de 1997, en el marco de las celebraciones

por el ochenta aniversario de la institución. Este acervo trabajó en sus inicios bajo la dirección de la historiadora Silvia Figueroa Zamudio2 con una organización que comprendía tres departamentos.

El primero de estos departamentos fue el de Clasificación y Servicio al Público, a cargo de Jorge Núñez Chávez. El método de clasificación adoptado fue la Norma Internacional de Descripción Archivística, ISAD (G) por sus siglas en inglés (International Estándar Archival Description). El segundo departamento fue el de Investigaciones sobre la Universidad, bajo la responsabilidad de Ángel Gutiérrez Martínez. Los objetivos de esta sección del archivo fueron los de: preparar personal académico especializado en la historia de la

1 Facultad de Historia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, [email protected]

2 Posteriormente el Archivo ha tenido como directores a Ángel Gutiérrez Martínez, Adriana Pineda Soto, Ricardo León Alanís y Sergio García Ávila. Fu

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el arChivo históriCo de la universidad miChoaCana, un aCervo Para la historia Miguel Ángel Gutiérrez López

Universidad Michoacana; rescatar y difundir la historia de la institución; crear un seminario de investigación sobre temática universitaria. El otro departamento fue el de Publicaciones, dirigido por Adriana Pineda Soto. Los objetivos planteados a partir de la labor editorial del archivo fueron: dar a conocer entre la comunidad universitaria y michoacana los resultados de las actividades de investigación del archivo; difundir entre la comunidad universitaria las biografías de los hombres que dieron lugar a algunas de las escuelas y facultades de la institución; informar a partir de la revista propia de los resultados obtenidos por los diferentes departamentos que conformaban el archivo.3

El departamento de Clasificación y Servicio al Público, tomando como fundamento teórico el principio de procedencia, realizó una labor de investigación para conocer el desarrollo histórico de la Universidad y las dependencias que la han conformado, así como su estructura a través del tiempo. En cuanto a la documentación se realizaron tareas de identificación, inventario, y clasificación.4

El archivo cuenta en sus fondos con documentación de valor inestimable para el estudio de la educación superior. El primero de estos fondos, Gobierno del Estado (instrucción pública), lo integra documentos del periodo 1733-1921. Esta sección del archivo puede considerarse por su contenido como los antecedentes de la Universidad. El fondo Universidad Michoacana corresponde a la documentación sobre la institución a partir de su establecimiento en 1917. Aquí se encuentra información sobre los diferentes niveles educativos que la conforman. El fondo Consejo Universitario contiene actas del máximo órgano del gobierno universitario de 1918 hasta los años setenta. En el fondo Secretaría Administrativa (a partir de 1905) se tienen expedientes de personal universitario, docentes y trabajadores administrativos. Los expedientes de los estudiantes se localizan en el fondo Control Escolar. Otro fondo destacado es el que contiene libros de inscripciones, títulos,

3 Figueroa, Zamudio Silvia, “El Archivo Histórico de la Universidad Michoacana”, en: Río de Papel. Boletín del Archivo Histórico, número 1, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Archivo Histórico, 1997, pp. 18-20

4 Núñez, Chávez Jorge, “Clasificación del Archivo”, en: Río de Papel. Boletín del Archivo Histórico, número 1, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Archivo Histórico, 1997, pp. 21-28

exámenes, así como sesiones de consejo técnico. Un fondo especial es el Juan Hernández Luna que contiene documentación sobre destacados personajes y temas de la cultura mexicana, principalmente del siglo XX.5

Las labores de los otros departamentos también mostraron resultados rapidamente y la creación del Archivo fue acompañada de la publicación del primer número de Río de Papel, el boletín que se ha convertido en el vocero de las actividades de la dependencia. Además, se publicó una obra de divulgación, Colegio Primitivo y Nacional de San Nicolás de Hidalgo. Historia breve, de Ángel Gutiérrez,6 con la que se inició la Colección Araucaria, una serie en la que se han publicado obras sobre la historia de la Universidad que se han vuelto referencia obligada sobre el tema.7 También se han editado reseñas biográficas de nicolaitas distinguidos.8

5 Véase: Villegas, Ana Paola y Francisco Martínez de Lizarduy, “Los trabajos de reorganización del Archivo Histórico de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo”, en: Río de Papel. Boletín del Archivo Histórico, número 16, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Archivo Histórico, primer semestre 2008, pp. 9-16

6 Gutiérrez, Ángel, Colegio Primitivo y nacional de San Nicolás de Hidalgo. Historia breve, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1997, (Colección Araucaria, número 1). Posteriormente, se publicó como número 2 de la misma colección y del mismo autor, Universidad Michoacana. Historia breve, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Archivo Histórico, 1997

7 En su etapa inicial la Colección Araucaria contó con obras como: Díaz Aldama, Hilda, Los estudios de Jurisprudencia en la Universidad Michoacana, 1917-1932, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Archivo Histórico, 2000, (número 4). Vizcaíno López, María Teresa, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Panorama jurídico, 1917-1939, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Archivo Histórico, 2000, (número 5). Pimentel Alcalá, Ana María, Los estudios normalistas en la Universidad Michoacana, 1917-1930, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Archivo Histórico, 2001 (número 6). Luna Flores, Adrián, La Universidad Michoacana 1926-1932. (El rectorado de Jesús Díaz Barriga), Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Archivo Histórico, 2002, (número 8). Salinas García, Carmen Edith, Las estudiantes en la Universidad Michoacana, 1917-1939, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Archivo Histórico, 2005 (número 9)

8 Como ejemplos se pueden mencionar: Martínez Ocaranza, Ramón, Autobiografía, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Archivo Histórico, 2002. En la Colección Perfiles aparecieron trabajos como: Mijangos Díaz, Eduardo Nomelí, Pascual Ortiz Rubio. Compendio de vida y obra, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Archivo Histórico, 1997, (número 1). Hernández Cadenas, Pavel,

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Con el paso de los años, una vez consolidadas las actividades del archivo, se alcanzaron resultados destacados en todos sus rubros, los que convirtieron a este acervo en uno de los más importantes para las investigaciones sobre la educación superior en Michoacán. Estos logros permiten considerar superados los objetivos con los que fue establecido este repositorio documental.

No es un objetivo de este texto hacer un recuento exhaustivo y detallado de la riqueza de los acervos del archivo, así como de la producción de su personal académico. Por esta razón, lo que se presenta a continuación es un comentario general sobre la importancia del Archivo Histórico para los estudios sobre la educación superior en Michoacán.

Los tres departamentos con los que nació el Archivo corresponden con sus principales funciones. La consulta de la documentación que resguarda, posibilitada por su clasificación, hacen de este acervo la principal fuente de información para conocer la historia de la educación superior en Michoacán. Sus fondos son consultados por especialistas, estudiantes y público general del país y del extranjero.

La riqueza de la documentación que resguarda el archivo puede constatarse en la diversidad de investigaciones que se han impulsado desde su interior. A través de estas labores se ha cumplido con uno de los objetivos iniciales: formar especialistas en la historia de la universidad. Gracias a estas labores se han realizado tesis de licenciatura y posgrado en diversas escuelas, facultades e institutos de la institución, principalmente dentro del área de los estudios históricos. Las investigaciones producidas a partir del archivo tratan temas que van desde la historia general de la universidad, hasta estudios específicos sobre escuelas y personajes destacados de la institución. También se ha abordado en análisis de los procesos de profesionalización e institucionalización de diversas áreas del conocimiento. Un aspecto relevante en esta producción lo constituyen las investigaciones sobre la conflictividad política en la institución.

Eduardo Ruiz, Ensayo biográfico, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Archivo Histórico, 1998, (número 2). Nava Hernández, Eduardo, Isaac Arriaga. El humanismo militante, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Archivo Histórico, 1999, (número 6). Hernández Aragón, Ma. de la Paz, Juan Hernández Luna. Humanista nicolaita del siglo XX, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Archivo Histórico, 2001, (número 7)

Una parte significativa de estos estudios ha sido publicada por el Archivo Histórico en diversos formatos. Algunas investigaciones se han convertido en libros y otras han aparecido como artículos, reseñas y comentarios en Río de Papel, el boletín que ha servido como medio de difusión de la labor desempeñada. Esta producción, así como las actividades de investigación, ha sido complementada por la realización de un Seminario de Historia de la Universidad y la Educación que de manera periódica reune a especialistas de diversas instituciones del país. En conjunto, tanto por la riqueza de su documentación, como por la calidad de la producción científica y humanística de su personal, el Archivo Histórico de la Universidad Michoacana constituye un acervo invaluable para el estudio de la educación superior.

el arChivo históriCo de la universidad miChoaCana, un aCervo Para la historia Miguel Ángel Gutiérrez López

Fuente: Entrada principal del Archivo, mayo de 2015

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Acceso a la Información, un deber y un saber

Eliud Montiel León1

El acceso a la información Pública en el Municipio de Morelia Michoacán, tiene su origen en el año 2006, asistiendo los días 28, 29 y 30 de

noviembre, a las Jornadas por el Acceso a la Información y la Democracia realizadas por la Comisión Estatal para el Acceso a la Información Pública del Estado de Michoacán de Ocampo (CEAIPEMO), concluyendo con la entrega de la constancia que valida la creación por primera vez de la oficina llamada “Centro de Tecnologías de Información Pública del H. Ayuntamiento de Morelia”.

Esta creación, nace a raíz de la reforma realizada al artículo 6° de la Constitución Mexicana2 el cual refiere que: El derecho a la información será garantizado por el Estado,3 por lo que se crea la necesidad de una área específica de atención a la ciudadanía en los diversos niveles de gobierno; es decir, federal, estatal y municipal, la cual será regida por la Ley Federal de

1 Centro Municipal de Información Pública, [email protected] 2 Constitución Política de los Estado Unidos Mexicanos, en: www.

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Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental4 originado así, el proceso de creación de una Ley de Transparencia en el Estado de Michoacán,5 así como el establecimiento de un Órgano Estatal responsable de vigilar dicha actividad en el Estado (CEAIPEMO). De esta manera, los municipios con más de 70,000 habitantes, deberán tener sus respectivas áreas de atención así como los reglamentos acorde a la Ley Estatal creada.

El 7 de noviembre del 2008 se establece por primera vez, la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública del Estado de Michoacán de Ocampo (LETAIPEMO),6 así mismo la CEAIPEMO comienza a brindar apoyo a los municipios del estado, en el cumplimiento del artículo 6° constitucional para orientarlos y capacitarlos en las diversas funciones que deberán prestar a la ciudadanía en general, puesto que ya existe una Ley Estatal que aplicar. Una vez creada la Ley de Transparencia en el estado, al igual que el organismo encargado de vigilar el cumplimiento de la misma, en su aplicación por parte de los municipios con más de 70,000 habitantes, el municipio de Morelia, ubica por primera vez, las oficinas que brindaran atención a la ciudadanía, en la calle de Allende # 626 de la colonia Centro, bajo el nombre de “Centro de Tecnologías de Información Pública del H. Ayuntamiento de Morelia”, dicha área regida por el primer Reglamento de Acceso a la Información del Municipio de Morelia, publicado en el Periódico Oficial del Estado de Michoacán, el día 15 de septiembre del 2004. Con lo anteriormente señalado, se generan las primeras solicitudes ciudadanas de información pública, las cuales de menara general, preguntaban sobre costos de diversas obras públicas, referentes a pavimentación y creación de banquetas.

Es importante señalar que al inicio de esta nueva Reforma Constitucional, así como tenían gran importancia las nuevas áreas u oficinas de atención ciudadana, también lo era la creación de medios electrónicos para la difusión y publicación de información generada por los gobiernos, ya que para el año 2007 las páginas Web, eran un medio

4 Véase: www.ordenjuridico.gob.mx consultada en marzo de 20155 Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública del Estado de Michoacán de

Ocampo, en: www.congresomich.gob.mx/ consultada el 17 de Marzo del 20156 Instituto de Acceso a la Informaicón, en: www.itaimich.org.mx/transparencia/

consultada el 17 de marzo del 2015

tecnológico en crecimiento altamente rentable y de fácil acceso, pero lo más importante era la prontitud y gratuidad del acceso a la información contenida en ellas; por lo que el gobierno Federal, crea la plataforma llamada “INFOMEX”, esta plataforma era un sistema informático que permitía recibir, gestionar y entregar solicitudes de manera electrónica, realizadas por ciudadanos por medio de Internet; es decir, administrar las solicitudes y generando una base de datos digital.

Este sistema INFOMEX, debía ser aplicado primeramente en los estados para que a su vez éstos lo implementaran en sus respectivos municipios, por lo que es de señalar, que la entidad de Michoacán, no aceptó la instalación de dicho sistema, hasta hoy día; motivo por el cual el municipio de Morelia, no aplicó este sistema en su momento.

Para el año 2008, el municipio de Morelia comienza por primera vez con la creación de una página Web, que además de contener lo ya existente en cuanto a publicidad y difusión de diversas áreas de la administración municipal, se incluya un apartado exclusivo para contener todo lo referente a información pública, la cual se especifica en la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública del Estado de Michoacán de Ocampo en su artículo 10º. A finales del año 2008, la CEAPIMEO sufre un cambio radical, al dejar de ser Comisión Estatal para el Acceso a la Información Pública del Estado de Michoacán de Ocampo, para convertirse en “Instituto de Transparencia y Acceso a la Información Pública del Estado de Michoacán” (ITAIMICH); como lo indica el Decreto publicado el 11 de septiembre de 2008;7 lo cual genera mayor presión para los municipios, pues ahora ya no sólo aplicará la Ley para Municipios con más de 70,000 habitantes, sino que será para los 113 municipios de Michoacán; este nuevo Instituto, también es hoy en día el encargado de monitorear y evaluar la información contenida en los portales Web. Esta información fue y sigue siendo llamada, Información Pública de Oficio, así fue establecido en el artículo 10º de la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública del Estado de Michoacán de Ocampo.

Para los años 2009 y 2010, el municipio de Morelia comienza el proceso para reformar el Reglamento existente desde el año 2004,

7 Instituto de Acceso a la Información, “Decreto”, en: www.itaimich.org.mx/transparencia/ consultado el 18 de marzo del 2015

aCCeso a la informaCión, un deber y un saber Eliud Montiel León

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así como el cambio de nombre del área entonces llamada “Centro de Tecnologías de Información Pública del H. Ayuntamiento de Morelia” por la de “Centro Municipal de Información Pública” (CEMUNIP),8 nombre con el que hasta hoy día continua. Estos cambios se formalizaron el día 26 de marzo del 2010 con su publicación en el Periódico Oficial del Estado de Michoacán.9 Las modificaciones surgieron a raíz de que el ITAIMICH comienza a difundir por medio de radio, televisión e Internet; el derecho de todo ciudadano de acceder a la información pública administrada por los gobiernos, lo que provoca un “Bum” por decirlo de alguna manera, en la sociedad de la capital michoacana; esto a su vez combinado con la información publicada en la página Web del municipio, hace que las solicitudes comiencen una nueva etapa.

En el periodo 2011 y 2012, las solicitudes de información pública, ya no sólo son realizadas por ciudadanos, sino que ahora también son requeridas por: organizaciones, grupos sociales, universidades, institutos, estudiantes, entre muchos más; por lo que se vuelve más complejo el tipo de información que interesa y a su vez aumentan en gran medida la cantidad de solicitudes. Es asi, que se complica el tiempo de respuesta para dar atención en tiempo y forma al solicitante, así como proporcionar la información en el formato requerido; es de señalar que durante los años 2007, 2008 y parte del 2009, las oficinas para atención a la ciudadanía, contaban con sólo dos personas, titular y auxiliar, pero para finales del 2010 se contrataron dos personas más con el fin de apoyar lo que ya se veía venir para los siguientes años, como se describe al principio de este párrafo.

Una parte importante que hay que señalar, es que sólo se cuenta con diez días hábiles para contestar una solicitud de información pública. Con un Instituto Federal de Transparencia y un Instituto Estatal de Transparencia, el Centro Municipal de Información Pública, comienza a capacitarse de manera continua en la aplicación de las Leyes y Reglamentos de transparencia para orientar a los ciudadanos en el derecho que tienen por ley de solicitar información; sin embargo, es de señalar que a finales del año 2012, la información solicitada comenzó a contener en su esencia

8 Con domicilio actual en Galeana #398, Col. Centro.9 Reglamento de Trasparencia y Acceso a la Información Pública del Municipio de

Morelia. www.morelia.gob.mx/transparencia/ consultado el 18 de marzo del 2015

datos personales, así como de terceras personas, estas solicitudes iniciaron a generarse en los tres ámbitos de gobierno.

Al mismo tiempo que el acceso a la información cobraba cada vez más fuerza en el país, se generaba una Ley de Protección de Datos Personales, con el fin de brindar a la ciudadanía una protección global, en cuanto a la información que se proporcionaba por una persona a las empresas mexicanas o extranjeras, como son; bancos, comercios, empresas, negocios, entre otros; lo que resulta muy interesante, ya que comienza un cruce de información entre dos Leyes de carácter Federal, por un lado el acceso a la información y por el otro, la protección de información con datos personales.

Lo anterior propicia un cierto nivel de confusión, ya que el 5 de julio del 2010 se publica en el Diario Oficial de la Federación la Ley Federal de Protección de Datos Personales en posesión de los Particulares,10 motivo para que muchos municipios comiencen a justificar la no entrega de información solicitada, argumentando que contiene datos de carácter personal, por lo que no es posible su entrega. Para el caso en particular del Centro Municipal de Información Pública, realiza una reforma al Reglamento Municipal,11 agregando un apartado aplicable a la información que contenga datos personales, así mismo se hace hincapié en los tiempos en que las dependencias involucradas en la información solicitada, deberán enviar su información, o bien, la justificación de inexistencia de la misma. Esto genera en un principio cierta molestia, ya que muchas dependencias aún no están familiarizadas con la transparencia y protección de datos personales.

Esta Ley de Protección de Datos Personales, contiene un apartado importante para la ciudadanía, el cual hace referencia a los Derechos ARCO; se les llamas ARCO por las iniciales de: Acceso, Rectificación, Cancelación y Oposición a nuestros datos personales, estos derechos vienen a fortalecer las solicitudes de los ciudadanos; ya que además de solicitar información pública, lo pueden hacer sin la necesidad de proporcionar sus datos, como puede ser: nombre, domicilio, teléfonos,

10 Instituto Federal de Acceso a la Información, www.ifai.org.mx/ consultado el 18 de marzo del 2015

11 Ayuntamiento de Morelia, www.morelia.gob.mx/transparencia/ consultado el 18 de marzo del 2015

aCCeso a la informaCión, un deber y un saber Eliud Montiel León

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entre otros. Esto no sólo es aplicable para instituciones gubernamentales, sino que también la ciudadanía puede solicitar, por mencionar un ejemplo: a los bancos, para aplicar sus derechos ARCO, por lo que el banco está obligado por esta Ley a tener un formato de Solicitud para estos derechos, de igual forma, las entidades públicas gubernamentales a nivel Federal, Estatal y Municipal.

En el trienio 2012-2014 el ITAIMICH realiza diversos monitoreos y/o evaluaciones de los portales Web, de todos y cada uno de los municipios del estado, generando una calificación o ponderación de 0 a 100%, estas evaluaciones, son realizadas en diferentes meses del año; por lo que no tienen una secuencia lógica o establecida, aun y cuando la LETAIPEMO señala en su artículo 26º que la información deberá ser actualizada hasta en un plazo máximo de seis meses, de ahí que el ITAIMICH no publica previo a sus monitoreos.

En el caso concreto de Morelia y sus resultados, en los últimos tres años es de la siguiente forma: 2012, cierra el año con una calificación de 92%, el 2013 con una calificación de 60% y el 2014 con un 87.8%. Cabe mencionar, que estas evaluaciones hacen referencia única y exclusivamente a la información y revisión de lo que se encuentra publicado en el portal Web del municipio; por lo que sería muy aventurado decir que la transparencia en el municipio de Morelia es de la calificación antes señalada.

Ahora bien, por qué decir esto, ya se ha mencionado una reseña breve de los orígenes del Acceso a la Información y de la creación en particular del Centro Municipal de Información Pública del Municipio de Morelia, pero no de las actividades que realiza en función de proporcionar transparencia; es decir, el portal Web es sólo una parte de la transparencia, faltarían las solicitudes recibidas, la atención a la ciudadanía, el tipo de información entregada, la información negada, la satisfacción del solicitante en cuanto a lo que se le entrega, si es o no lo que solicitó, entre muchas cosas más, entonces, ¿quién evalúa todo lo que hay además de lo publicado en un portal Web?, esa es la parte esencial que la sociedad deberá de analizar, tomando tal vez como referencia una calificación emitida por el ITAIMICH, más no como una calificación definitiva en cuanto al cumplimiento de la Ley, la transparencia o rendición de cuentas de los gobiernos.

En el mes de noviembre del año 2014, se reforma la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública del Estado de Michoacán

de Ocampo,12 en donde la información de oficio señalada en el artículo 10º, aumenta considerablemente, así mismo el artículo 7º, donde por primera vez en la historia del estado de Michoacán los sindicatos, son sujetos obligados para la rendición de transparencia y de todo lo que con ello implica ante la ciudadanía, además en esta misma reforma, señala que toda persona o entidad que reciba recurso del erario público está obligado a transparentar lo que la ciudadanía le solicite.

Esta última reforma a la LETAIPEMO muestra un indicio de que las leyes de transparencia van caminando y que la sociedad debe de estar atenta a los derechos que tiene respecto de sus gobernantes y de quienes administran su información personal. Asimismo, los gobiernos deben comenzar hacer conciencia de que hoy en día existen muchas miradas sobre ellos y de lo que hacen con los recursos públicos, una Ley de Transparencia que ha venido creciendo a pasos agigantados y que aún falta mucho por divulgar a la sociedad, para que aplique su derecho a saber y de que comprenda que los tiempos han cambiado, de que ahora puede saber por qué sus datos personales aparecen en algún lugar que el no autorizó.

Una Ley de Transparencia que cruza con diversas Leyes y que además, contempla una parte considerada como información clasificada, lo que advierte que, de existir información clasificada por cierto periodo de tiempo, ésta entonces deberá ser resguardada en un archivo que permita que esta exista, se conserve y se revele en el tiempo señalado; entrando así, a la parte de los archivos que resguardan la información municipal. Podemos decir que la Ley de Transparencia trabaja en conjunto con la protección de datos personales y que cada vez más, comienza a entrelazar líneas con los archivos históricos y su forma de trabajo para la conservación, clasificación y publicación de documentos, asiendo de la información un deber y un saber.

12 Op. cit.

aCCeso a la informaCión, un deber y un saber Eliud Montiel León

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La memoria en movimiento: la Filmoteca de la Universidad Nacional Autónoma de México

Humberto Rodríguez Rauda1

El tiempo, como materia de reflexión, es algo que desde siempre ha causado curiosidad a la mente humana. Tan limitado como inagotable, numerosos

han sido los esfuerzos realizados a lo largo de la historia por comprenderlo, contabilizarlo e incluso congelarlo; es decir, dejar una huella que rompa con los límites del tiempo y el espacio y de voz futura a los que tiempo atrás dejaron de tenerla. La escritura, arquitectura y diversas manifestaciones artísticas, como la pintura, la fotografía y el cine, detienen su veloz correr, lo coagulan, lo resguardan en santuarios impacientes a la llegada de curiosos que resucitaran su marcha en pos del descubrimiento, del saber intelectual. Todo es cuestión de tiempo.

La manera positivista de hacer historia, en la que el hecho histórico residía en lo político y económico únicamente podía encontrar respaldo en la documentación oficial producida y validada por el Estado, fue la que permeó desde finales del siglo XIX y buena parte del XX, limitando los enfoques, fuentes y acervos del quehacer histórico.

1 Facultad de Historia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, [email protected]

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la memoria en movimiento: la filmoteCa de la universidad naCional autonóma Humberto Rodríguez Rauda

De acuerdo con el historiador cultural británico Peter Burke, un momento clave dentro de la denominada Historia Cultural, se da entre las décadas de 1960 y 1970, en el que la historia y la antropología tienen un encuentro que trae consigo cambios significativos en el labor histórico; en el sentido que permitió encontrar una familiaridad y utilidad con el resto de las disciplinas, que si bien propician espacios de tensión, también traen momentos de comunión que enriquecen la labor histórica. Burke lo ve de la siguiente manera:

Los encuentros entre disciplinas, como los encuentros entre culturas, se rigen con frecuencia por los principios de congruencia y convergencia. Lo que atrae a la gente de una cultura hacia otra es a menudo una idea o práctica análoga a la suya propia y, por ende, familiar y extraña a la par […] las ideas o las practicas de ambas culturas llegan a acentuar su parecido mutuo.2

Las innovaciones surgidas por el encuentro de antropólogos e historiadores inspiraron a lo que a finales de la décadas de los 80 comenzó a llamarse “Nueva Historia Cultural”, abriendo el paradigma de que la historia bebe de más de una fuente.3 Esto abrió la brecha para ensanchar el horizonte, y no sólo fijar la atención en los acontecimientos políticos, las tendencias económicas o las estructuras sociales, sino expandir los campos de estudio a territorios como el de las mentalidades, la vida cotidiana, la cultura material, el género o el cuerpo, pudiendo echar mano de un gran número de fuentes, entre ellas las imágenes.

Continuando con Burke, en su obra Visto y no visto. El uso de la imagen como documento histórico, plantea los límites y los alcances, las ventajas y las trampas a las que el historiador se enfrenta al momento de utilizar las imágenes como fuente de investigación. Usando la historia del cuerpo, Burke ejemplifica cómo las imágenes son un testimonio poderoso por el cual se puede acceder a los cambios experimentados por las ideas de salud y enfermedad, los criterios de belleza o la preocupación por la apariencia externa tanto en hombres y mujeres.4

2 Burke, Peter, ¿Qué es la historia cultural?, España, Paidós, 2006, p. 583 Ibíd., p. 694 Burke, Peter, Visto y no visto, el uso de la imagen como documento histórico, España,

Crítica, 2001, p. 11

La variedad de imágenes a las que se puede recurrir como fuente histórica es inagotable, independientemente de su calidad estética, cualquier imagen pude ser utilizada como testimonio histórico. En este sentido, el uso del cine, o mejor dicho, la imagen cinematográfica, se presenta a la historia como una fuente más. Pierre Sorlin, sobre esta cuestión, menciona lo siguiente: “no existe un significado inherente al filme: son las hipótesis de la investigación las que permiten descubrir ciertos conjuntos de significados”.5 Lo dicho por Sorlin abre un debate interesante sobre la manera de interrogar, las temáticas que se pueden abordar y los conceptos a utilizar al momento de emprender una investigación de esta naturaleza. En este sentido, la definición que proporciona Julia Tuñón sobre lo que es un film como fuente histórica resulta muy prudente:

Los filmes muestran la ideología y la mentalidad imperantes en su contexto y pueden, por tanto, ser utilizados como fuente por el historiador. Se trata de una fuente hecha de imágenes que permite acceder al imaginario que construye un determinado grupo social […] cada tiempo […] tiene su código de lo visible, pero el cine, y ahí radica uno más de sus encantos, por su propio lenguaje, deja filtrar algunos de los elementos censurados y eso nos permite tomarlo como fuente de información.6

Entonces, entendamos por film a un cuerpo documental que a través de imágenes en movimiento posibilita la incursión a la visión del mundo de una sociedad concreta en un tiempo y espacio definidos.

En este tenor, habiendo puntualizado la importancia y novedad de la imagen como fuente histórica, en concreto el cine, queremos resaltar y hacer una breve mención a uno de los acervos cinematográficos más importantes del país y de América Latina: la Filmoteca de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).7

5 Sorlin, Pierre, Sociología del cine: la apertura para la historia de mañana, México, FCE, 1985, p. 49

6 Tuñón, Julia, Mujeres de Luz y Sombra en el Cine Mexicano: La Construcción de una imagen (1939-1952), México, El Colegio de México, Instituto Mexicano de Cinematografía, 1998, pp. 13-19

7 Espacio, acervo y lugar de intercambio intelectual con el que de manera muy personal me encuentro profundamente agradecido por todo el apoyo y favores recibidos a lo largo de mi formación, que aún continua, como investigador.

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Las bóvedas de la Filmoteca de la UNAM resguardan un sin número de tesoros invaluables para los estudiosos de la historia del cine nacional. Desde su fundación el 8 de julio de 1960, siendo rector de la universidad Nabor Carillo, la institución se ha encargado del rescate, preservación y difusión de la memoria fílmica universal y mexicana, contando también con un rico fondo documental donde cinéfilos e investigadores encuentran carteles, guiones, fotografías y bibliografía especializada en historia del cine y análisis cinematográfico.

El umbral de los archivos fílmicos tiene nacimiento durante la tercera década del siglo XX en Europa. La emblemática figura del francés Henri Langlois, una vida dedicada por y para el cine, es un punto de quiebre dentro de esta misión. Fundador de la Cinemateca Francesa en 1936, y héroe cinematográfico gracias al rescate de un valioso número de cintas francesas durante el periodo de la ocupación alemana en su país, Langlois también sobresalió por ser uno de los principales promotores para la formación de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF) en Paris en 1938. La misión de la FIAF es la reunión de instituciones consagradas a la preservación de imágenes en movimiento y la defensa del cine como expresión artística del siglo XX teniendo las encomiendas de recuperar, coleccionar, preservar y proyectar la memoria fílmica universal con fines históricos y culturales. A la fecha, la FIAF congrega más de 150 instituciones alrededor de 77 países que dan cuenta de la importancia del cine como fuente de consulta.8

Los orígenes de la Filmoteca se remontan a una serie de sueños compartidos en aras de la creación de un espacio donde el cine fuera el protagonista de la historia misma, en el que lejos de tener como eje único su encomienda lúdica, se orientara más hacia su valor histórico y social. El contexto nacional y mundial, que aun sentía los ecos de los conflictos bélicos que protagonizaron la primera mitad del siglo pasado, despertó en la población, principalmente la juvenil, una conciencia social efervescente que encontró resguardo en las manifestaciones artísticas y culturales de la época. Las aulas de la Universidad Nacional sirvieron de semilleros para la reconstrucción del conocimiento de las generaciones

8 Aviña, Rafael, Filmoteca UNAM: 50 años, México, UNAM, Dirección General de Actividades Cinematográficas, Filmoteca, 2010

venideras. Así pues, la Dirección General de Difusión Cultural de la UNAM jugó un papel central dentro de esta reconfiguración, mandado llamar en el año de 1959 al Mtro. Manuel González Casanova para organizar las actividades cinematográficas, trabajo que rindió frutos y sembró los cimientos de lo que un año después sería la Filmoteca de la UNAM.

La labor de González Casanova fue más allá de la concepción de un espacio dedicado al fomento de las producciones fílmicas nacionales, sino que teniendo en cuenta las altas y bajas por las que la industria cinematográfica atravesaba, no dejando de lado algunos de los que él llamaba “churros” fílmicos, se dio a la tarea de la adquisición y rescate de toda cinta producida en México con la finalidad de ser tomada como documento, como testimonio de las muchas realidades y visiones del mundo que conformaban el nuevo mosaico político, social y cultural mexicano, teniendo también en cuenta las grandes producciones universales realizadas hasta entonces. En un artículo titulado La Filmoteca de la Universidad, publicado el 3 de julio de 1960 en el periódico Novedades, el mismo González Casanova comenta:

Al lado de esa labor de rescate deberá situarse la adquisición de las grandes joyas de la cinematografía mundial, es necesario poner al alcance de todos los aficionados al cine y en especial aquellos que se dedican a enriquecer el arte cinematográfico, las grandes producciones que han formado su historia, las obras realizadas por aquellos que han tratado de convertir la industria en arte, aportando parte de sí mismos, en la lenta elaboración de ese nuevo lenguaje.9

Continuando con esta noción de reconocimiento e inclusión, rescatamos de las líneas expuestas por Manuel González Casanova la idea de que todo el cine debe de verse, independientemente de sí, se le puede considerar bueno o malo, más allá del género al que se encuentre circunscrito, sin importar las fronteras geográficas, el cine, como lenguaje, da testimonio, documenta temas que al paso del tiempo es conveniente regresar por las discusiones que de él emanan.

9 Ibid., p. 27

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Las instalaciones de la Filmoteca, desde el año de 1997, tienen su ubicación al sur de Ciudad Universitaria, en la Ciudad de México; espacio construido deliberadamente para el correcto resguardo y conservación de acervo fílmico. Para llevar a cabo el cumplimiento de su visión y misión, la institución, encabezada por una Dirección General, está dividida en subdirecciones, departamentos y unidades, que a continuación enlistamos:

Subdirección de Acervos: encargada del manejo, organización y conservación de los acervos, tanto filmográficos así como documentales, objetos y materiales impresos; ésta a su vez se divide en los departamentos de Bóvedas, Documentación, Catalogación, Fragmentos y Producción.

Subdirección de Rescate y Restauración: tiene la comisión de llevar a cabo las labores relacionadas con el análisis del estado físico de las películas, su reparación y reproducción. Cuenta con el apoyo de los departamentos de Talleres y Laboratorio de Fotoquímica.

Subdirección de Difusión: a su cargo está la Coordinación de Comunicación, el departamento de Vinculación, y las áreas de Museología y Comercialización.

Unidad de Acceso y Relaciones Institucionales: delegada de atender las solicitudes para la proyección de cintas fuera de la UNAM. Tiene como dependiente al Departamento de Distribución, que a su vez es el encargado del videoclub de la institución.

Departamento de Programación y Área de Exhibición: Encomendada de la organización y planeación de las proyecciones, tanto dentro de las instalaciones universitarias, así como las sedes alternativas de la UNAM.

Unidad Administrativa: opera y distribuye los recursos financieros de la institución. Cuenta con el apoyo de los departamentos de Bienes y Suministros, Recursos Administrativos y de Personal.

De acuerdo con Iván Trujillo Bolio, quien trabajara en dicha institución de 1980 a 2008 y fuera también director general de la misma, la importancia de los archivos fílmicos recae en que las películas no sólo pueden —y deben— considerarse como obras de arte, sino también como fuentes de información que hablan de diferentes aspectos y momentos por los que

una sociedad atravesaba en un tiempo y espacio determinados. Siguiendo con Trujillo, hay seis formas para que una película ingrese a un acervo fílmico: 1) compra, 2) donación, 3) depósito, 4) intercambio, 5) permiso para copiado y 6) producción propia.10 Estas variantes de adquisición han sido algunos de los medios por los que la institución ha conformado su rico acervo.

Dignos de mención son también los varios galardones con los que la Filmoteca y sus colaboradores se han visto premiados por su labor en el ámbito del rescate y difusión del material fílmico. Destacan los premios José Rovirosa, la Medalla Filmoteca, varios Arieles (que abarcan trayectoria, mejor película, director, corto documental, entre otros), la Diosa de Plata de Pecime y el José Pagues. También numerosos festivales nacionales e internacionales han elogiado la tarea de la institución cinematográfica, destacando su compromiso social con y para el cine, colocándola como uno de los acervos más importantes de América Latina. Además de dichos condecores, su fondo documental es rico en publicaciones, folletería, revistas, guiones y carteles, tanto de lo hecho en México, así como en el mundo, que ofrecen a estudiantes e investigadores valiosas herramientas para el estudio de un cine sin fronteras.

Enumerar las joyas resguardadas por la Filmoteca sería una tarea maratónica de la que emergerían numerosas páginas, faena que ya ha sido llevada a cabo por el investigador cinematográfico Rafael Aviña, que en su libro Filmoteca UNAM: 50 años, detalla con grandiosa y apasionada precisión, obra que invitamos a consultar a todo aquel interesado en profundizar en la historia de tan significativa institución.

Por mencionar algunas de las gemas abrigadas por la institución, que además contaron con un meticuloso proceso de estudio y/o restauración, destacan ¡Que viva México! (1932) y Desastre en Oaxaca (1931) del cineasta soviético S. M. Eisenstein; La mancha de sangre (1937) de Adolfo Best Maugard; Los olvidados (1950) de Luis Buñuel —que ostenta en título de Memoria del Mundo otorgado por la UNESCO—; Viva Madrid que es mi pueblo (1928) de Fernando Delgado; Sacrificio por amor (1922) de Francisco García Urbizu; Tepeyac (1917) de Carlos E. González y J. M.

10 Trujillo Bolio, Iván, “Al rescate del cine porno”, en: Cine Toma no. 3, México, Filmoteca UNAM, marzo-abril, 2099, p. 26

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102◄ 103►Ramos Cervantes; El tren fantasma (1927) y El puño de hierro (1927) de Gabriel García Moreno; Muchachas de uniforme (1950) de Alfredo B. Crevenna; Redes (1934) de Fred Zinemann y Emilio Gómez Muriel; La mujer del puerto (1936) de Arcady Boytler; La banda del automóvil gris (1919) de Enrique Rosas; Santa (1931) de Antonio Moreno —que es la primera película sonora mexicana—, etcetera. Otros fondos importantes son el de “Salvador Toscano”, “Fernando de Fuentes” y “Salvador Galindo”, tan sólo por nombrar algunos.

Quisiéramos hacer notar una de las colecciones más emblemáticas y poco conocidas de la institución, que por motivos académicos nos ha llevado a su consulta y estudio de manera personal, es el fondo pornográfico. Existen 29 cortos de carácter estrictamente pornográfico, de manufactura mexicana, que llegaron a sus bóvedas por asares del destino. Muchas de estas cintas aparecieron de manera inadvertida en un lote de películas de nitrato adquirido en el mercado de “La Lagunilla”, mientras que otro tanto llegó a través de una donación realizada por una familia acaudalada junto con un aparato de proyección de 9.5 mm de la marca Pathé Baby patentado en el año de 1922. La institución también cuenta con una colección pornográfica de origen francés en formato

DVD, por lo que el material que ofrece de este género cinematográfico es amplio.

El problema del estado físico de las cintas es lamentable, ya que impide una observación y análisis optimo de las mismas; algunas de ellas no están completas, sin embargo, también hay otros contratiempos para su estudio; al carecer de datos técnicos: director, reparto, año, equipo de producción… Ha sido el personal de la Filmoteca quienes han bautizado a la mayoría de estas cintas con títulos apócrifos que responden a su temática situacional con la finalidad de tener un mayor control de clasificación, destacando: El sueño de Fray Vergazo, El monje loco, Gitanos cariñosos, Mamaita, Bigamia legal. Mientras que para otorgarles un supuesto año de elaboración tuvieron que recurrir a elementos como el vestuario, locaciones y utilería para fecharlas entre los años de 1926 a 1950 aproximadamente, sin embargo, los datos precisos permanecen en el anonimato.

La importancia de los acervos fílmicos, concretamente el de la Filmoteca de la UNAM, da cuenta de una serie de esfuerzos y sueños que buscan resignificar al cine como algo más en un mero medio de entretenimiento; es entenderlo como una ventana que posibilita una vista a tiempos pretéritos, donde los personajes que encarnan sus tramas son sujetos activos que cuentan, y de alguna manera entienden y se enfrentan, con la realidad que los acosaba. La Filmoteca abre sus puertas a todos aquellos interesados en usar al cine como una capsula del tiempo, esa que detuvo su contexto para que otros la reanimaran y le dieran un nuevo sentido.

la memoria en movimiento: la filmoteCa de la universidad naCional autonóma Humberto Rodríguez Rauda

Fuente: Filmoteca de la UNAM, mayo de 2015

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El significado de los archivos en las tenencias de Morelia, Mich.

Yaminel Bernal Astorga1

Los pasos hacia una archivística diferente en México han venido cobrando relevancia en los últimos años como resultado de prácticas y marcos normativos

emergentes. En el año 2012 con la aprobación de la Ley Federal de Archivos se originó un parteaguas en esta materia, pues uno de los factores que propició fue obligar a las autoridades a observar estos espacios y sus condiciones.2 Si bien, los cambios aún no son del todo definitivos, sí, es necesario reconocer el trayecto que hasta ahora se ha logrado; es vital que el interés por los archivos alcance ya a los acervos que permanecen en las pequeñas poblaciones.

Al día de hoy gran parte de la información con la que se cuenta proviene, principalmente, de archivos federales y estatales, mientras que de los archivos municipales del país se conoce poco;3 en consecuencia, de los acervos documentales

1 Archivo Histórico Municipal de Morelia, correo institucional: [email protected]

2 Desde el 2014, se ha venido trabajando en una Ley Federal distinta que se ha manejado como: Ley General de Archivos.

3 Desde luego, que aún falta mucho por saber de los archivos municipales. Tan sólo en el estado de Michoacán, al momento, no se cuenta con una Fu

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el signifiCado de los arChivos en las tenenCias de morelia, miCh. Yaminel Bernal Astorga

albergados en las pequeñas localidades o poblados se sabe menos. Es así que el objeto de estas líneas reside en exponer de manera puntual el contexto que envuelve a los archivos de los “terruños”, y que en este caso atañe a las tenencias que conforman la ciudad de Morelia. La experiencia se reflexiona a partir de las actividades que ha venido realizando desde hace varios años el equipo de trabajo del Archivo Histórico Municipal. Lo anterior sin duda alguna es reflejo de lo que sucede en otras partes de la entidad michoacana, así como de pequeñas localidades, comisarias, rancherías y poblados del país que resguardan un patrimonio documental revelador que —en la mayoría de los casos — se encuentra en condiciones lamentables.

No son muchos los archivos municipales que entre sus funciones contemplen la posibilidad de trabajar en la limpieza, la organización y la clasificación de documentos localizados en lugares aledaños o periféricas a la ciudad. El motivo responde a limitantes de presupuesto, personal y capacitación, principalmente. No obstante, a mediados de la década de los noventa la entonces Jefa del Departamento del Archivo Histórico Municipal, Mónica Vázquez García, reconocería la importancia de lo que yacía en esas “oficinas” con mobiliario improvisado y desgastado que se localizaba en las tenencias. Esta necesidad por ir más allá se debió a dos factores: el primero respondió a intereses que dejaban entrever los investigadores que acudían el Archivo Histórico Municipal de Morelia (AHMM) en busca de información sobre dichos lugares; mientras que, el segundo factor se debió a la agudeza y sensibilidad de la historiadora Vázquez García hacia los propios archivos.

Fue así que darían comienzo largas jornadas de trabajo en donde hasta el día de hoy personal del Archivo4 se desplaza a las tenencias para llevar a cabo las tares de limpieza, inventario y organización de los expedientes. Es gracias a estas acciones que se ha podido iniciar a salvaguardar el acervo documental de varias de las tenencias morelianas.

información precisa sobre las condiciones de los archivos en los 113 municipios, incluso en algunos Ayuntamientos no es claro de quien dependen los acervos ni como funcionan; la información es limitada en cuanto al espacio asignado para este fin, su organización o responsable para su funcionamiento.

4 Desde que se inició con este proyecto los colegas que han colaborado son: Mónica Vázquez García, Rocío Díaz Abad (+), Silvia Tinoco, Isabel Merino Peña, Melba Maya Guzmán, M. Reyes García Rangel, Diana Huerta Piña, Berenice García, Agustín Cerda Serrato.

La relevancia de voltear hacia estos acervos es única y extremadamente significativa tanto para archivistas como historiadores. Las tenencias tienen su origen desde la época colonial, aunque su delimitación quedaría establecida con la Ley de División Territorial de 1831. Habría que destacar, tal y como lo hace Zavala García,5 que es en la Constitución de 1858 cuando emerge la figura del “Jefe de Tenencia”, así como las responsabilidades que tendría. Al día de hoy una de ellas comprende resguardar el archivo histórico.

San Nicolás Obispo, Jesús del Monte, San Miguel del Monte, Chiquimitío, Teremendo de lo Reyes, Tacícuaro, Atécuaro, Capula, Cuto de la Esperanza, Atapaneo, Santiago Undameo, y Tiripetio son las tenencias que, finalmente, se reconocen hasta hoy como resultado del dictamen aprobado el 27 de marzo de 2014 que dejara fuera de esta categoría a Santa María de Guido y Morelos.6 Es así que Morelia quedó conformada por doce tenencias. La peculiaridad que representa el hecho de acceder a estos acervos es determinante para reconstruir y entender la historia de esta ciudad, sobre todo, cuando en varios de los poblados aún resguardan información desde finales del siglo XIX. Es claro que el contenido de los expedientes significa una perspectiva del conjunto social que ha dado origen y desarrollo a las tenencias y, desde luego, a sus habitantes (Ver cuadro I)

Cuadro I. Temáticas del acervo documental en tenencias

Compra-venta: terrenos, ganadoRegistro civil: nacimientos, defunciones, inhumaciones, matrimonios, concubinatoAsuntos educativos: reportes de maestros, mejoras a la escuela, donaciones de terrenos y materialesObras: agua potable, drenaje, arreglo de callesDenuncias: robo de ganado, robo de novia, maltratoDocumentos alusivos a programas gubernamentalesPermisos: explotación de monte, construcción, fiestas

5 Zavala, García Magali, Serie Cantera Rosa. Textos Archivísticos, Núm. 6, “Tenencia de Tacícuaro”, Morelia, Archivo Histórico Municipal de Morelia, 2014

6 Zavala, op. cit., p. 20

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108◄ 109►Ahora bien, el propósito de salvaguardar el acervo documental de las

tenencias representa un proceso tanto de avances como de retrocesos. Tenemos que los principales factores que aquejan a estos acervos son: falta de infraestructura para conservar los documentos en condiciones optimas; desconocimiento sobre el manejo, organización y cuidado de expedientes; la perdida de documentos debido al préstamo que las autoridades hacen y que ya no les regresan después; falta de medidas de conservación; así como el grave problema de concluir una gestión y llevarse la documentación generada a su casa con la idea de que le pertenece al jefe saliente. Un aspecto más que ha dificultado la labor de compañeros del AHMM es que, en varias ocasiones, una vez que se hace entrega de un acervo documental organizado e inventariado no dura mucho tiempo de esa manera, pues no siempre hay continuidad en los trabajos por parte de la nueva autoridad, sobre todo, para seguir ordenando los expedientes.

Si bien, estos factores afectan el patrimonio documental de las tenencias, habría que reconocer también los casos —aunque pocos — donde las autoridades de esos lugares han tomado realmente conciencia

para que los archivos estén protegidos, ordenados y manejados de manera responsable. Para que el trabajo que se ha venido desarrollando en estos espacios realmente funcione es decisivo: 1) que las autoridades al frente de los acervos de las tenencias estén consientes de la importancia que representan los archivos. 2) Es clave el conocimiento que tengan tanto en materia archivística como en las sanciones legales en las que se incurre cuando no se custodian adecuadamente. 3) Es determinante contar con el apoyo de las instancias gubernamentales para que se tengan las condiciones y herramientas necesarias para resguardar en optimas condiciones los documentos. 4) Serviría que, además de archivistas, los investigadores de diversas disciplinas se acerquen a estos acervos documentales, pues a través de su consulta no sólo ayudarían a la conservación física sino también a salvaguardar la historia de estos poblados.

Las tenencias son espacios significativos para comprender los hechos que ayudaron a construir la ciudad de Valladolid, hoy Morelia; en éstas sus habitantes dan muestra de una identidad y cotidianidad que los representa y diferencia de otros poblados. En los documentos que aún se mantienen en dichas jefaturas se encuentran los testimonios de los últimos casi cien años; es clara su importancia para el quehacer de los archvistas, pero lo debe ser también para autoridades y los propios lugareños. Se trata de un conjunto de esfuerzos e intereses en beneficio del presente y el futuro venidero.

el signifiCado de los arChivos en las tenenCias de morelia, miCh. Yaminel Bernal Astorga

Fuente: Algunos elementos que se retiran de los expedientes que resguardan las tenencias, Mich., 2014, tomada por M. Reyes García.

Fuente: Espacio dedicado al resguardo del acervo documental en algunas tenencias de Morelia, Mich., 2014, tomadas por M. Reyes García.

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Diario de vida como recurso histórico-archivístico: Un acercamiento a los Diarios de Vida de Raúl Marín Balmaceda,el último de los Balmaceda en el Congreso Nacional de Chile

Juan Guillermo Estay Sepúlveda1

Carolina Cabezas Cáceres2

Jorge Riquelme Leiva3

Introducción

Los Diarios de Vida Personal y Político Internacional de Raúl Marín Balmaceda, son documentos originales e inéditos que se encuentran en manos particulares y

que son conocidos por la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, los cuales no han sido dados a la luz pública y que en este artículo se hablará de ellos por primera vez.

Son dos los documentos que están escritos a mano. Uno de ellos relata la vida personal de Raúl Marín Balmaceda y su relación con la élite y sus pensamientos íntimos y el otro, su visión de lo que acontece en el mundo a nivel político y que recoge de la prensa nacional y de comentarios de sus cercanos con los cuales los comenta.

Lo interesante de estos dos Diarios de Vida, es que son escritos en un período álgido de la historia de Chile. Se encuentra en pleno desarrollo la llegada al poder por un Golpe

1 Universidad de Los Lagos, Chile.2 Museo Virtual de la Mujer, Chile.3 Centro de Estudios y Perfeccionamiento Universitarioen Investigación

de Ciencia Aplicada y Tecnológica, CEPU-ICAT, Chile.Fuen

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de Estado del General Carlos Ibáñez del Campo y la salida del Presidente constitucional Arturo Alessandri Palma, quien opta por dejar al exilio en Italia.

Es en este instante cuando escribe este joven de veinte años de edad y que trabaja en la Biblioteca Nacional, recordando en sus escritos —ante los sucesos acaecidos. La figura de su tío abuelo, el Presidente José Manuel Balmaceda, víctima de la Guerra Civil de 1891 y quien se suicida en la Legación de Argentina en Santiago de Chile, un 18 de septiembre del mismo año.

El futuro Diputado y Senador por la Región de Coquimbo, siente este golpe —que lo acompañará toda su vida— y que se verá reflejado en su accionar en el partido Balmacedista.

Raúl Marín Balmaceda, será el último político de apellido Balmaceda en llegar al Congreso Nacional hasta su disolución tras el golpe de Estado de 1973, que derrocó a Salvador Allende e instauró la dictadura militar en Chile, culminando con una tradición republicana vertida en el Congreso Nacional desde la fundación del Estado.

En este breve artículo, daremos a conocer algunos extractos del Diario de Vida Político e Internacional de Raúl Marín Balmaceda. El grueso de la investigación se encuentra en proceso de compaginación para un libro que contendrá la versión completa de los Diarios de Vida y obviamente, citas a esta presentación.

Los Diarios de Vida como recurso archivístico

La importancia de recoger este tipo de escritos, radica en la necesidad creciente de la sociedad por tratar de reconstruir episodio del pasado de forma cada vez más inequívoca. La mirada y el sentimiento expresados en ellos, le brinda al investigador directrices con las cuales podrá trabajar ciertos hechos que de alguna manera han constituido una incógnita o un eslabón desconocido en la construcción histórica de una colectividad. Así mismo, se les imprime encarnecido valor, pues, éstos abundan en datos únicos que al reunirlos, revelan pormenores de interés sobre el comportamiento social en vidas pasadas.

Según lo expresado por Añorve Guillén “durante muchos siglos se ha asociado al “diario de vida” directamente con el género femenino por

su carácter de íntimo”.4 Sin embargo, se debe hacer una breve incursión en la historia para precisar que estos se encuentran ligados al género masculino. No se debe olvidarlas epístolas personales que Cristóbal Colón envió a los Reyes de España durante el año 1492, en dónde relata pasajes de la actividad cotidiana a bordo de su barco, entre otras cosas, sirviendo como un pilar relevante para la construcción de la historia del encuentro de América, los que posteriormente fueron talentosamente compiladas y ordenadas, correspondiendo éstas también a un diario de vida.

Dentro de este tipo de documento se puede mencionar el Diario de Vida de William Blain Ovejero en Tierra del Fuego (1891-1898).5 Este documento que está escrito en lengua sencilla, quizás para dejar evidencias de su paso por tierras chilenas o quizás para dejarlo como legado de sus aventuras colonizadoraspara sus familiares. En él relata cómo fue, o mejor dicho como vivió su llegada a la austral región de Magallanes, específicamente a Tierra del Fuego. Este diario permaneció en manos de sus familiares aproximadamente por medio siglo, para que posteriormente fuese donado al Archivo Nacional de Escocia, que gentilmente facilitó el documento para fines investigativos en Chile y poder de esa manera, conocer una visión única en torno a la naturaleza y el sentir y vivir de los habitantes de la zona austral nacional.

Gracias a esa Diario de Vida, el cual fue proporcionado —como dijimos por el Archivo Nacional de Escocia—, a una familia de ingleses radicada en el Puerto Bories (Punta Arenas, Chile), para la reconstrucción de la historia de los primeros colonos británicos que llegaron a la Patagonia en 1880, buscando oro de lavado de arena en los fríos ríos australes. En el

4 Añorde Guillén, Martha, “Archivos y sociedad”, Universidad Nacional Autónoma de México, Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas. Revista General de Información y Documentación. México Vol. 17, N° 2, 2007, pp. 123-128. Extraído el 23 de abril de 2015, en: http://revistas.ucm.es/index.php/RGID/article/view/RGID0707220123A/9405

5 Martenic, Mateo, “Documentos inéditos para la historia de Magallanes: Diario de vida de William Blain Ovejero en Tierra del Fuego (1981-1898)”, Magallania. Chile. Vol. 37, N° 1, 2009, pp. 199-222. Extraído el 23 de abril de 2015, en: https://docs.google.com/viewerng/viewer?url=http://www.institutodelapatagonia.cl/index.php/magallania/article/viewFile/301/301

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documento en cuestión, también se cuentan aventuras vividas por William Blain o su escapatoria de la justicia, que quedan maravillosamente relatos en algunos de sus pasajes.

De este diario de vida, se rescatan hechos como la explicación de la desaparición de la población indígena, que viene a corroborar las hipótesis realizadas por los historiadores, como la cantidad de enfermedades que introdujeron los colonos con su llegada a estos dominios y que los pueblos originarios de Magallanes no fueron capaces de soportar. Por otro lado, contiene anécdotas de importancia, conflictos y convenios con los habitantes autóctonos. También se presenta en este documento, la utilización de la escritura y el significado de ciento tres palabras con su traducción al inglés, empleadas en el vocabulario Sélknam primitivos habitantes de Tierra del Fuego,6 algo único en la lingüística para su conservación e investigación.

En el caso particular del diario personal de Raúl Marín Balmaceda, se puede encontrar un político chileno que utilizó este medio para evidenciar circunstancias del mundo político ocurridas en Chile y en el exterior en el año 1927, relatando además acontecimientos de años anteriores. Este documento histórico cultural inédito recoge un variado registro cronológico que contiene información de la vida social, intelectual, cultural y económica de la sociedad política chilena y extranjera. El futuro congresista y diplomático hace uso de este instrumento bibliográfico para manifestar dos ámbitos de su vida, el personal y el profesional, dejando testimonio de patriotismo, que lo enaltece de orgullo, como lo refleja en las siguientes líneas de su Diario, de fecha 10 de enero de 1927:

Mi acción debe ser de estudio, de trabajo, de humanismo, de educación y de fomentador del bien y del civismo. Así tengo feliz a mi conciencia y gano un prestigio que bien podría emplearse mañana al servicio de la patria.7

Junto a sus deseos de denunciar fehacientemente las atrocidades cometidas por prisioneros políticos, las desventuradas acciones del

6 Martenic, Mateo, op.cit., 2017 Marín Balmaceda, 1927

gobierno de Carlos Ibáñez del Campo dictador de la época en la que Marín Balmaceda es protagonista. En esta investigación se hará un pequeño análisis de su obra como fuente de información para la historia y cual es tratamiento que debe aplicarse a esta fuente primaria.

Raúl Marín Balmaceda

Nació en Santiago de Chile el 14 de noviembre de 1907, hijo de Arturo Marín Vicuña y Ester Balmaceda Fontecilla, sobrina del presidente José Manuel Balmaceda, de profesión Abogado (Universidad de Chile), miembro del Partido Liberal, Diputado de la Republica, se desempeñó como Oficial de la Biblioteca Nacional, Oficial Mayor del Ministerio de Justicia y Secretario General dela Dirección de Estadísticas.

En el ámbito intelectual, fue autor de numerosas obras de política, economía, historia pero sobre todo, de obras religiosas.

Elegido Diputado de la República por tres períodos consecutivos entre los años 1937 y 1949 representando a la Cuarta Agrupación Departamental “La Serena, Coquimbo, Elqui, Ovalle e Illapel”, correspondiente a la cuarta Región de Coquimbo en la actualidad. Elegido Senador en el año 1949 y relecto en 1957 por la Segunda Agrupación Provincial “Ataca y Coquimbo”, actuales regiones de Ataca y Coquimbo respectivamente, falleciendo el 20 de agosto de ese mismo año, de un ataque al corazón fulminante, mientras hablaba en una reunión de la Junta Liberal. Fue el último parlamentario de apellido Balmaceda y de la familia del presidente en pisar el Congreso Nacional.8

Archivo, Historia y su relación

La connotada historiadora y archivera Antonia Heredia Herrera, establece que “los archivos son un conjunto de documentos portadores

8 Historia Política Legislativa del Congreso Nacional de Chile, Reseña Parlamentaria: Raúl Marín Balmaceda. Extraída el 24 de abril de 2015, en: http://historiapolitica.bcn.cl/resenas_parlamentarias/wiki/Ra%C3%BAl_Mar%C3%ADn_Balmaceda

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Fuente: Imágenes proporcionadas por los autores, http://historiapolitica.bcn.cl/resenas_parlamentarias/wiki/Raúl_Mar%C3%ADn_Balmaceda, mayo de 2015

de información —el contenido—, los que centran prioritariamente la atención de esta disciplina (archivística) convirtiéndolos en su objeto de estudio”9 del cual se extrae la materia prima del conocimiento, prestando una fuente primaria rica de gran valor.

En el siglo XXI, la globalización trajo consigo grandes desafíos aplicables a todas las ciencias, e involucrando a las naciones. El desarrollo de nuevos campos de estudio, producto de la incorporación de modernas tecnologías, que se han incorporado en todos los ámbitos, han provocado cambios sociales, políticos, religiosos y culturales, debido a la abundancia de información y la facilidad del acceso a ellas. Hoy es de vital importancia la investigación como eje central de cualquier materia de estudio, por lo que se hace necesario poner a disposición de los académicos-investigadores los documentos apropiados, entendiendo por documentos, todo aquello que entregue algún grado de informaciónen la cual esté focalizada su búsqueda. De acuerdo a esto Añor asevera que “si bien la documentación del archivo es esencial para el erudito que acude a ella con la intención de hacer una construcción histórica esta debe ser de igual importancia para el ciudadano común”.10

El documento como objetivo principal del archivo, es preservado, resguardado y conservado como fuente de información disponible para la investigación. Una vez hecho el estudio al documento, se establecen relaciones entre éste y diversas otras materias. A la razón, Heredia Herrera sentencia que “el modelo Entidad/Relación se nos ofrece como el más apropiado en el medio informático para testimoniar los múltiples contextos en que está inserto un documento”.11

Lo subjetivo del contenido tiene una visión interesante que en su momento no tiene la implicancia necesaria, pues en parte un diario de vida es un documento privado. Esta percepción la comparte Martínez Carreño manifestando que “quién escribe un diario, guarda como ningún

9 Heredia Herrera, Antonia, Archivística General. Teoría y práctica, Diputación Provincial de Sevilla, Sevilla, 1991, p. 512

10 Añorde Guillén, Martha, op. cit., p. 12511 Heredia Herrera, Antonia, “La CNEDA: un nuevo modelo conceptual de la

descripción archivística”, ARCH-E Revista Andaluza de Archivos, 2010, n°3, p. 164-169. Extraído el 24 de abril de 2015, en: http://www.juntadeandalucia.es/culturaydeporte/archivos_html/sites/default/contenidos/general/revista/numeros/Numero_3/G

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otro y aún sin proponérselo, detalles nimios que con el paso del tiempo tomaran importancia”.12

La importancia de recoger este tipo de escritos, radica en la necesidad creciente de la sociedad por tratar de reconstruir episodio del pasado de forma cada vez más inequívoca. La mirada y el sentimiento expresados en ellos le brindan al investigador directrices con las cuales podrá trabajar ciertos hechos que de alguna manera han constituido una incógnita o un eslabón desconocido en la construcción histórica de una colectividad. Asimismo, se les imprime encarnecido valor, pues éstos abundan en datos únicos que al reunirlos revelan por menores de interés sobre el comportamiento individual y social en vidas pasadas.

En primer lugar la trascendencia del estudio de un Diario de Vida y en forma particular de Raúl Marín Balmaceda, reside en conocer las experiencias de vida de este letrado personaje, escritas de forma directa y contada a través de sus propias palabras.

En segundo lugar, y no menos importante, es revisar y valorar la fidelidad de su contenido para que estas experiencias personales sean utilizadas como fuentes de información para la Historia de Chile.

Por último, considerar que cuando un individuo escribe, lo hace por la necesidad de traspasar en el tiempo sus propias experiencias, con la esperanza que en algún pasaje póstumo de la historia aparezca el lector ideal y finalmente su obra sea leída.

Algunos extractos de los Diarios de Vida de Raúl Marín Balmaceda

Comienza el Diario de Vida Político e Internacional el día primero de enero de 1927, entregando un breve resumen de lo acaecido en el mundo. Así lo expresa en las siguientes líneas que dan comienzo al primer día del año:

Sábado 1º de Enero: La situación del momento sigue siendo incierta y delicada.

12 Martínez Carreño, Aída. “Diarios Personales como Fuentes para la Historia”, Boletín de Historia y Antigüedades. 2005, Vol. 92, N° 83. Extraído el 26 de abril de 2015, en: http://www.colombiaaprende.edu.co/html/mediateca/1607/articles-115149_archivo.pdf

Se me dice que uno de los Ministros se le hará salir, como a Santa María, quedando solo Manuel Rivas e Ibañez. A relaciones iria Conrado Rios.

El mundo entero hace balance de 1926: Estados Unidos, Alemania e Italia ha sido los mejor afortunados.

Sigue la guerra civil en Nicaragua entre liberales y conservadores. ¡Pobre paisillos que, en vez de formar una fuerte republica federal, se aniquilan dentro de ellos mismos! Los conservadores de Nicaragua han demostrado que prefieren vivir esclavos antes reconocer la supremacia liberal.

[Coolidje] Pide cooperación de toda la prensa para continuar política en Centro-América.

Aun no contesta el perú a la proposición de [Kelloy]. Se dice que pedirá la internacionalización del territorio.

Sigue la Guerra civil en China.

Desde su perspectiva, deja en claro a través de sus párrafos lo que sucede en el gobierno, donde él tiene familiares y amigos. Llama la atención la sutileza, la capacidad de síntesis y desde luego, los juicios que emite frente a lo que sucede en ese instante.

Por otro lado, las críticas de Marín Balmaceda frente al dictador y posterior Presidente de Chile, Carlos Ibáñez del Campo, se repiten constantemente en su Diario de Vida.

De igual forma, quienes en un instante son asiduos partidarios del gobierno derrocado y se pasan al otro bando, son presas de sus comentarios. Este es el caso, por ejemplo, de Eduardo Barrios, furibundo alessandrista, que aparece de la noche a la mañana, como nuevo Director de la Biblioteca Nacional. Marín Balmaceda no duda de las falsas adulaciones que hace la nueva autoridad cultural al dictador, que desplazó al historiador e intelectual chileno Tomas Thayer Ojeda, quien ocupará la plaza que le correspondía en el segundo período presidencial de Arturo Alessandri Palma, asumiendo en el año 1931 los destinos de la bicentenaria institución.

Sábado 26 de Febrero: Se nombra Director de la Biblioteca Nacional a Eduardo Barrios, hombre inteligente, simpático, libertino y que tuvo el desatino de escribir en “La Nación” un artículo “Sí: creo en Ibañez”, por el que público cree que ha sido nombrado; aunque desde mucho antes

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estaba acordado su nombramiento [postiyando] a don Tomás Thayer Ojeda a quién le correspondía.

El Diario de Vida no queda fuera del contexto salitrero nacional, pulmón de la nación que poco a poco iba decayendo. Conscientes de la situación y para salvaguardar los beneficios financieros del país, las investigaciones estaban a la orden del día, como también lo eran los suicidios colectivos. Carlos Larraín no fue excepción.

Domingo 20 de Marzo: El Gobierno manifiesta oficialmente que no podrán abandonar el país las personas que hayan tenido participación en los asuntos salitreros hasta que no queden completamente terminadas la investigaciónes que ha comenzado el Gobierno.

He oído que, entre otros, han sido notificados por el Gobierno don Luis Izquierdo, OracioFabres, Samuel Claro, y Carlos Aldunate.

Se repite mucho que don Carlos Larraín antes de suicidarse dejó una carta a Ibañez instruyéndole sobre la situación del salitre y la culpabilidad de muchos de los que fueron sus amigos.

Yo dudo.

Otro interesante punto que menciona en su Diario de Vida, se encuentra relacionado con la educación católica de los años 20´.

Como liberal que era, Marín Balmaceda, nos ofrece su opinión personal frente a este tema tan delicado para la educación chilena y cuya base tiene relación con la religión Católica, Apostólica y Romana y los valores morales para la enseñanza en Chile.

Martes 22 de Marzo: Aquile [sic] Vergara Cortés, la pastoral en lo que se refiere a la supresión de las clases de religión en los colegios fiscales, manifestando que en ningún momento se ha querido herir las conciencias de los católicos y mucho menos la del gran Arzobispo, y que tales supresiones se [afectuaron][sic] correspondiendo a la separación de la Iglesia del Estado, que establece la amplia libertad de todos los cultos, y que no se impedirá la enseñanza particular dentro de los colegios del Gobierno.

Como liberal aplaudo la política de Aquiles Vergara, pero creyendo de que la religión o sea la moral es la primera y más [necesarias] de todas las enseñanzas, encuentro imprescindible de que el Gobierno haga clases a los alumnos de la religión de sus padres.

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Fuente: Imagen proporcionada por los autores, http://historiapolitica.bcn.cl/resenas_parlamentarias/wiki/Raúl_Mar%C3%ADn_Balmaceda, mayo de 2015

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De la misma manera, criticará fuertemente las decisiones de Ibáñez del Campo de cerrar el Congreso Nacional. Si bien es cierto, se encuentra de acuerdo con las decisiones de acabar con los políticos que no representan el sentir de la nación, también es un claro defensor de la democracia y contrario a la dictadura ibañista.

Domingo 7 de Mayo: La obra más hábil de Ibañez ha sido clausurar el congreso: así tiene, en exhibición publica a los cobardes y sin vergüenza representantes de la opinión publica, de los partidos políticos, de la soberanía nacional.

¡Qué dilema tan triste tenemos en estos días! O dictadura o anarquía política desmoralizada.

Soy partidario de un ejecutivo fuerte pero no de la dictadura militar.Condeno, por otra parte, a los políticos de mi país que, -con muy

pocas excepciones-, son interesados, poco partidistas y cobardes.Comienzan los preparativos para la futura campaña presidencial.Ibañez, según lo ha manifestado el Sub-Secretario del Interior

[…], no renunciará durante la campaña y la elección ¿con que fin renunciaría?.…..

Durante el mes de junio de 1927 se discute un tema que hasta el siglo XXI estuvo en la palestra del Congreso Nacional, como es la Ley de Divorcio.

Miércoles 1°:

En la Cámara de Diputados, Rubio presenta un proyecto de divorcio; funda sus argumentos en que casi todos los pueblos del mundo lo han establecido en sus legislaciones; los conservadores García Henríquez y Vergara Leyton se oponen, fundándose en que el parlamento tiene muchos asuntos de urgencia que resolver antes de, dar paso a cuestiones de modelo partidista que el país no reclama.

Leyendo el Diario de Vida Político e Internacional, apreciamos que muchas de las discusiones o temáticas tomadas por Raúl Marín Balmaceda, se sienten como si fuesen escritas por cualquier ciudadano en la actualidad, en cuanto a la crítica a la clase política y el devenir de la república.

En cuanto al Diario personal, las relaciones con la élite de la época nos dibuja un Chile en pleno desarrollo de sus instituciones políticas del siglo XX y las formas de actuar de la aristocracia chilena. Sin embargo, y como lo anunciamos en su principio, este documento como el otro dado a conocer en algunos extractos, verán la luz en una obra que contendrá las transcripciones completas sin alterar ortografía y con reseñas a pie de página para la contextualización de la obra.

Conclusiones

Raúl Marín Balmaceda fue un partidario de la política liberal en Chile y fiel defensor de la figura de su antepasado, el presidente José Manuel Balmaceda.

La figura del ex mandatario se halla en todos sus comentarios, como asimismo, en sus alocuciones en el Congreso Nacional, tanto en su calidad de Diputado como de Senador.

Los Diarios de Vida Personal y Político e Internacional, nos muestran a un joven liberal con entusiasmo por cambiar la historia nacional.

Escritos inéditos que rescatan un aparte de la historia de Chile y que es un aporte más a la visión de la época de un país que siempre ha tenido problemas institucionales.

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Fuente: Imagen proporcionada por los autores, http://historiapolitica.bcn.cl/resenas_parlamentarias/wiki/Raúl_Mar%C3%ADn_Balmaceda, mayo de 2015

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Yokoyama, Wakako, Dos mundos y un destino. Cien años de la encomienda de Juan Infante y sus herederos en la provincia de Michoacán, 1528-1628. (Prólogo de Carlos Paredes Martínez) Morelia, Universidad de Keio, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo: Instituto de Investigaciones Históricas, Facultad de Historia; Archivo Histórico Municipal de Morelia, 2014, pp. 378; ilustraciones y mapas.

J. Ricardo Aguilar González1

Todo en el mundo existe para terminar en un libro. Eso escribió el poeta francés Estephane Mallarmé en “El libro, instrumento espiritual”. La idea de Mallarmé

—de que todo lo que existe tiene como destino acabar escrito en un libro—, vista desde otra perspectiva, nos obliga a pensar que todo lo que no acaba en un libro no existe. Este ejercicio es bien pertinente para la escritura de la historia y, con mayor razón, para la escritura de la historia de los tres siglos de vida de la Nueva España: todo lo que sabemos de ella es lo que ha acabado en los libros; todo lo que desconocemos no acabó en un libro y por lo tanto, no existe. El libro recientemente publicado de Wakako Yokoyama, Dos mundos y un destino. Cien años de la encomienda de Juan Infante y sus herederos en la provincia de Michoacán, nos hace albergar optimismo sobre la historia que todavía no acaba en un libro —esta es la tarea del historiador—, que no se ha contado y que está por estar escrita.

Divido en cuatro secciones, el hilo conductor del libro es el tema de los cien años de vida (1528-1628) de la encomienda

1 Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.Fu

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de Juan Infante y sus descendientes en la provincia de Michoacán. Trata, respectivamente sobre el origen, la vida y redes políticas del encomendero Juan Infante, la ascendencia e importancia de Catalina de Samaniego —su esposa—, el ascenso social y el ocaso de la familia Infante para cerrar con la presencia de la familia Infante en el mundo indígena. Cada una de las cuatro secciones se define por sí misma —podríamos leer un solo capítulo y entenderlo sin la necesidad de leer el anterior o el siguiente— debido a que en cada una de ellas la autora introduce, desarrolla y concluye el tema central del apartado. La recomendación es, sin embargo, leerlo de principio a fin para no perdernos de la extensa labor de investigación que la autora desarrolló en la obra.

Como lo advierte Carlos Paredes Martínez en el prólogo que abre dicho estudio, este libro es producto de por lo menos dos décadas de labor de investigación de Yokoyama sobre la vida del encomendero Juan Infante y su familia, tanto en la Nueva España como en la Vieja. Este agotar las fuentes de estudio sobre el tema, este andar por los senderos documentales en búsqueda de la familia del encomendero —ora en un Mundo altamente codificado en cuando a sus normas de convivencia ora en el Nuevo Mundo en donde se vivía en el día a día la operación de la primera real globalidad—, da como resultado un gran trabajo de síntesis de la vida de los primeros años de convivencia entre los europeos y las diferentes etnias originarias de América.

El trabajo en nueve archivos y una base de datos españoles y cuatro repositorios documentales mexicanos —además de las bibliotecas a ambos lados del Atlántico— hace que la narración de la vida de los Infante y de los Samaniego regrese al relato histórico. Es en el trabajo de construcción de la narración en donde se vuelve claro que la autora ha agotado las fuentes de información. Los Infante y los Samaniego tienen propiedades, acuden a misa, al casamiento de sus hijos, tejen alianzas y construyen iglesias. Pero además, sabemos de los parientes españoles y de su relación con los Infante de la provincia de Michoacán.

Esta visión, tanto amplia en lo geográfico, como meticulosa en la descripción de la vida de la encomienda le permite a Yokoyama ejercer una forma de construir su relato en el que ensaya explicaciones y conexiones posibles en la vida de la encomienda y sus relaciones con la cultura de la provincia de Michoacán. Un ejemplo es el de las capillas de la Sierra Michoacana de habla purépecha. La propuesta, que ella redacta en forma

de pregunta es: “¿Acaso en estos templos no podemos ver las huellas de la presencia de los Infante, que diseñaron la infraestructura necesaria para esa prosperidad?” Es poco probable que podamos encontrar en un documento la respuesta, pero Yokoyama la ha encontrado ya. Ella ha constatado que los Sámano ayudaban a los franciscanos a construir sus iglesias en su originario Santo Domingo de la Calzada y que el “boom constructivo de los pueblos de la Sierra” bien “podría considerarse un eco remoto de la acción de los Infate” —cuya correspondencia con el diseño de las portadas entre las dos regiones transoceánicas es estudiada por la autora en otras obras.

En este mismo tenor, la narración de la obra de Yokoyama es un relato histórico para ser leída por los legos, pero que no por esto deja de dar luz a la historia como ciencia. No hay aquí tecnicismos historiográficos, ni rebuscadas secciones teóricas sobre el sentido de Clío. Por el contrario, la historia regresa aquí a ser ese relato abundante en detalles —como en las digresiones de Heródoto— y también rico en la descripción de los juegos políticos —como en los historiadores renacentistas. La capacidad de involucrar al lector con la temática es una cualidad que se ha hilvanado a través de la ya mencionada habilidad en el manejo de las fuentes, de la prosa llana y de mostrarnos a los personajes actuando. Pero el hecho de que la obra comunique bien no termina con el trabajo de investigación y redacción; otro tanto debemos a la labor editorial.

En la hechura de un libro —además del autor— intervienen un número considerable de personas. El arduo trabajo de investigación se hace menos solitario cuando uno se encuentra bibliotecarios, archivistas e investigadores entusiastas y generosos —a quienes Yokoyama agradece al inicio del libro.

Sin embargo, menos visibles en el libro —únicamente el lector con más fruición por la letra impresa pondrá atención al colofón y a la página legal de la obra— están aquellas personas que hacen que un texto se comunique bien. Igual que en el trabajo de árbitro de futbol, el éxito en el oficio-arte de la edición depende de que su presencia no se note. La revisión de estilo hecha exhaustivamente por Carlos Paredes Martínez reditúa en la legibilidad ya mencionada. Las tablas —elaboradas por Madelein Torres Arriaga— son un correlato que contribuye a la claridad de los argumentos utilizados por la autora. La selección de la fuente, la distribución del texto en la hoja, la ausencia de erratas, los espacios en

reseña J. Ricardo Aguilar González

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blanco, el cuidado en la disposición de los cuadros, mapas y anexos es el producto del minucioso trabajo al que ya nos tiene acostumbrados Hugo Silva.

En cuanto a su contenido, el trabajo de Yokoyama nos recuerda una lección que no terminamos por aprender bien en las academias hispanoamericanas: si respetamos nuestro objeto de estudio —la sociedad hispanoamericana— la investigación sobre el periodo colonial debería ser hecho tanto entre los archivos europeos como en los americanos. Sin embargo, cierto nacionalismo autocomplaciente, del cual adolecemos incluso en nuestras escuelas de historia mexicanas, nos convence de seguir trabajando los mismos temas ya conocidos y cierta inmediatez presupuestal nos obliga a estudiar la Nueva España desde México. El error no podría ser mayor, la Nueva España no es —lo sabemos bien— México. Cada área de estudio de la realidad hispanoamericana se debe entender si se le estudia desde la globalidad que la generó y que se inauguró en el siglo XVI

En este aspecto, el texto de Yokoyama fija un estándar alto en lo que a metodología de la investigación de la historia hispanoamericana se refiere: conoce tus fuentes a profundidad, intenta explicaciones, elabora un plan discursivo que comunique bien, y relee tu texto una y otra vez así te lleve diez años publicar. Esta es una de las formas en que podríamos decir, con Mallarmé que hay esperanza en que todo lo que acabe en un libro, si bien no es todo lo que pasó en la historia de la humanidad, se lea.

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Recordar es un juego. Prácticas lúdicas y espacios para la diversión en Morelia, 1828-1900

Ricardo Aguilera Soria1

A diferencia de otras historias, esas que suelen ser pesadas o aburridas, la que se te presenta a continuación busca ser muy interesante. Existe una

razón para que así sea: a través de ella conocerás detalles en torno a cómo se divertían los niños y los adolescentes que vivieron en Morelia durante la mayor parte del siglo XIX. Porque, aunque parezca extraño, los pequeños de cualquier época han recurrido al juego como una posibilidad para desarrollar su talento y su imaginación, para convivir con otras personas y para demostrar que a través de las actividades lúdicas, tan poco importantes en muchos libros de historia, ellos también dejaron testimonio de lo que hicieron en las primeras fases de su vida.

Cuando a ésta ciudad le cambiaron su antiguo nombre de Valladolid, en 1828, sus habitantes más jóvenes tenían distintas opciones para divertirse. Te puede parecer extraño si recuerdas que, en aquel tiempo, no había energía eléctrica, las máquinas no cambiaban tan rápido y tampoco existían los dispositivos tecnológicos que posees en la actualidad. Pero no pienses que, por esas diferencias, lo que hacían era desagradable o aburrido;

1 Centro Educativo Morelia (CEM), [email protected]

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por el contrario: con esas posibilidades diferentes consiguieron darle sentido a sus momentos de diversión, dejaron satisfecha su necesidad de recreación y lograron alcanzar la felicidad.

Es seguro que los niños y los adolescentes del pasado contaban con muchos objetos especiales para jugar, en su casa o con sus amigos;2 sin embargo, aquí conocerás únicamente aquellas acciones que realizaban en la calle o en lugares muy específicos de la ciudad. Porque, a diferencia de lo que ocurre ahora, en el siglo XIX los niños podían pasar mucho tiempo fuera de casa y se enfrentaban a circunstancias que no sólo les sorprendían, sino que podían llegar a ser peligrosas. Eso provocó que los adultos quisieran poner límites a través de la prohibición de numerosas prácticas recreativas, para mantenerlos a salvo.

Aunque desaparecieron, muchas de esas actividades lúdicas pueden conocerse a través de documentos resguardados por instituciones como el Archivo Histórico Municipal de Morelia. Algunas de ellas te podrán parecer increíbles y casi imposibles en la actualidad: en 1836, por ejemplo, el señor Marciano Lama puso en operaciones una lancha que podía navegar por las aguas del río Grande.3 Algunas otras, heredadas de la llamada época Colonial, tuvieron que adaptarse al paso de los años y a las nuevas exigencias de la sociedad; por eso los viejos documentos también nos dicen que, antes, había exhibiciones de maroma en las plazas de Las Rosas, El Carmen o San Diego, se lanzaban cohetes en las calles del centro o existía la posibilidad de volar papalotes en las azoteas de las casas.

Ya que han empezado a revelarse los detalles de esas divertidas tradiciones del pasado, es bueno que conozcas parte de su impacto en la vida social de los morelianos decimonónicos. Las funciones de maroma, por ejemplo, pudieron recuperarse para 1833 y empezaron a hacerse más atractivas cuando se acompañaron por ejercicios de gimnasia y acrobacia; para 1867 éstas manifestaciones de creatividad corporal ya eran parte del

2 Sánchez Díaz, Gerardo, “En busca de las historias de los juguetes michoacanos”, en: Florescano, Enrique (Coord.), El juguete michoacano, México, Gobierno del Estado de Michoacán, Taurus, 2006, pp. 183-248

3 Archivo Histórico Municipal de Morelia (en adelante AHMM), Fondo Independiente I, c. 48, e. 21, 1836

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circo, por lo que dejaron de ser divertidas muestras callejeras y empezaron a realizarse en lugares como el Teatro Ocampo, o mejor aún, dentro de la antigua Plaza de Toros. Ésta fue inaugurada en 1844, cerca del templo de San Juan, y por sus múltiples usos la gente empezó a llamarla Plaza de Diversiones Públicas.4

Otras diversiones ancestrales no contaron con la misma suerte. El vuelo de papalotes, por ejemplo, tuvo que abandonarse conforme transcurría el siglo XIX: desde 1829 se expidieron leyes municipales —llamadas Bando de policía — en las que el Ayuntamiento de Morelia manifestó que éste juego sólo se podría practicar en los campos fuera de la ciudad, sobre todo si éstos objetos tenían navajas que ayudarían a derribar a otros; para evitar que alguna persona resultara lastimada, para 1852 y 1857 la recomendación municipal fue prohibir por completo esta vieja costumbre.5

Estos reglamentos también empezaron a prohibir otros juegos públicos que, se decía en aquella época, sólo fomentaban los vicios y desataban peleas entre los jóvenes. De esta manera, ni en las calles o plazuelas, ni en las escuelas, podían practicarse la rayuela, el juego de la pitita y los albures, como tampoco se podía arrojar piedras con hondas o resorteras. Debido a que era difícil cambiar la mentalidad de las personas respecto a estas posibilidades de diversión, cuando empezó el siglo XX se recordó su carácter prohibido.6

Pero éstas no eran las únicas posibilidades de juego y diversión que debían cambiar o desaparecer de la vida urbana, sobre todo en esa época en que se aspiraba a construir un país nuevo y moderno. Por lo tanto, a partir de 1860 se pidió que los padres y la policía vigilaran las salidas de los niños a la Plaza de Armas, pues ellos eran responsables de que las paredes

4 AHMM, Fondo Independiente I, c. 23, e. 1K, 1833; c. 99, e. 35, 1861; c. 108, e. 43, 1867. De la Torre, Juan, Bosquejo Histórico de la Ciudad de Morelia, Morelia, Centro de Estudios sobre la Cultura Nicolaita-Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1986, pp. 161-162

5 Hernández Díaz, Jaime, Orden y desorden social en Michoacán: el derecho penal en la Primera República Federal 1824-1835, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1999, p. 382; AHMM, Fondo Independiente I, c. 69, e. 9, 1852; c. 71, e. 23, 1857

6 AHMM, Fondo Independiente I, c. 82, e. 21 y 40, 1858; c. 172 B, e. 48, 1894; c. 183 B, e. 40, 1895 AHMM, Libros de Secretaría, l. n. 319, t. 2, e. 72, 1894

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de las casas terminaran rayadas, perforadas o sucias.7 Desde 1867 se buscó que los pequeños se mantuvieran alejados de las carreras de caballos que, de forma ilegal e inesperada, se realizaban en las calles y éstas empezarían a practicarse en el Paseo de San Pedro (hoy Bosque Cuauhtémoc).8 Por petición del cura Julián M. Vélez en 1869 se prohibió que, como parte de sus juegos, los niños subieran a las torres de la Catedral.9

A pesar de los verdaderos problemas que derivaron de su existencia, conforme transcurrió el siglo XIX la permanencia de los billares estuvo asegurada y su crecimiento se impulsó en gran medida. De poco sirvieron las quejas de los padres de familia en torno a esta perjudicial diversión que llegó a la ciudad en la segunda mitad del siglo XVIII y que se hizo presente por todos los rincones —entre 1890 y 1900 se permitió la instalación de más de 30 nuevas mesas—, si su funcionamiento se garantizó ante los muchos beneficios económicos que recibía la tesorería municipal por concepto de cuotas mensuales; sin embargo, algunas medidas preventivas se impusieron para mantener a salvo a los menores, como evitar su presencia dentro de éstos sitios o su obligado cierre a las 10 de la noche.10

Diversión a otros niveles

Al avanzar en el reconocimiento de las prácticas lúdicas vigentes en el pasado de la ciudad de Morelia te ha quedado claro que, conforme transcurría el siglo XIX, había un objetivo claro para las autoridades: que las viejas formas de diversión se transformaran o desaparecieran. Debido a que se trataba de una labor muy difícil, ante la resistencia de los habitantes,

7 AHMM, Fondo Independiente I, c. 88, e. 7, 15 y 88, 18608 AHMM, Fondo Independiente I, c. 108, e. 43, 1867; c. 182, e. 63, 1895. AHMM,

Libros de Secretaría, l. n. 312, t. 2, e. 43, 1891. Sánchez Díaz Gerardo y Juana Martínez Villa, “Fiesta, ocio, pasiones y crimen en el Paseo de San Pedro de Morelia”, en: Ettinger, Catherine R. y Carmen Alicia Dávila Munguía (Coord.), De barrio de indios de San Pedro a Bosque Cuauhtémoc de Morelia, México, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, “Consejo Nacional para la Cultura y las Artes”, Gobierno del estado de Michoacán, “Ayuntamiento de Morelia”, Miguel Ángel Porrúa, 2012, pp. 67-109

9 AHMM, Fondo Independiente I, c. 117, e. 14 y 15, 186910 AHMM, Libros de Secretaría, l. n. 309, tomo 2, e. 72 y 76, 1891-1894; l. n. 313, t.

3, e. 68, 1892; l. n. 319, t. 2, e. 65, 1894

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resultó necesario impulsar otras posibilidades, otras muchas acciones que garantizaran diversión y sorpresa. Entonces, conforme cambiaban las tradiciones lúdicas del pasado, a partir de 1850 se introdujeron otras nuevas que llegaron para quedarse.

El cambio en las posibilidades de diversión no obedecía únicamente a los ideales de modernización política y económica que empezaron a manifestarse desde la Independencia. Recordarás que durante la mayor parte del siglo XIX en México ocurrieron numerosos conflictos armados y el impulso de los actos divertidos se convirtió en una opción necesaria para mitigar los efectos de la crisis. Además, los efectos de la Revolución Industrial ya no sólo se expresaban en la fábrica o en la producción, sino que llegaron a la vida cotidiana.

Frente a este panorama, niños y adolescentes de Morelia empezaron a despertar su interés por aquellas novedosas formas de juego y diversión que se manifestaron en la ciudad conforme avanzaba el siglo XIX. Aunque se tiene registro de que en 1844 ocurrió la elevación de un globo aerostático, tres décadas después dicha práctica ya era fundamental para la ciudad, tanto que entre 1867 y 1871 los señores Tranquilino Alemán y Félix Morales solicitaron que grandes objetos inflados por masas de aire caliente pudieran lanzarse a la conquista del cielo moreliano.11

A partir de 1860, en la Plaza de Diversiones Públicas empezó a tener presencia un espectáculo maravilloso que divertía a los morelianos sin importar la edad: el circo. Además de desplazar los sencillos actos de maroma del pasado, con el paso de los años se extendió a los más variados rincones de la ciudad —como las plazas, la antigua Alhóndiga o el Teatro Ocampo— a través de temporadas simultáneas que se podían prolongar durante meses. Empresarios como Mariano y Máximo Urteaga o George Courtney consiguieron grandes fortunas con este tipo de exhibiciones y, antes de que finalizara el siglo XIX, a la ciudad llegaron empresas como las de Jesús Gasca y Francisco Atayde, apellidos de larga tradición en el circo y cuyos espectáculos aún permanecen.12

11 De la Torre, Juan, op. cit., p. 62; AHMM, Fondo Independiente I, c. 11, e. 83, 1867; c. 121, e. 196, 1871

12 AHMM, Fondo Independiente I, c. 88, e. 6, 1860; c. 108, e. 43 y 45, 1867; c. 112, e. 138, 154 y 159, 1868 AHMM, Libros de Secretaría, l. n. 308, t. 1, e. 17, 1890; l. n. 314, t. 1, e. 30, 1892; l. n. 337, t. 4, e. 153, 1897

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A partir de 1860 en la ciudad también hizo su aparición otra actividad lúdica que rápidamente cautivó a los pobladores: los títeres. Por sus características, las funciones teatrales de este género se realizaron en un importante recinto para las diversiones —el Teatro del Hipódromo, cerca del templo de San Agustín—, aunque la gente prefería observarlos en la calle, a través de pequeñas giras por los barrios de la ciudad. A pesar del éxito generalizado, esta diversión fue prohibida a partir de 1894.13

Si un motivo de fascinación colectiva era poder participar de las diversiones en la calle, entonces en éstos lugares se instalaron aparatos mecánicos que se convirtieron en la delicia de los niños. Por lo tanto, a partir de 1859, cerca de los templos, en la Plaza de Los Mártires o en el Paseo de San Pedro hicieron su aparición los primeros volantines.14 En esos mismos lugares, sobre todo en momentos festivos específicos, se instalaban las llamadas diversiones de caballitos; aunque llegaron en 1858, estos carruseles tomaron mayor fuerza en los últimos años del siglo XIX, cuando empresarios como Juan Montes mantuvieron su presencia constante, además de que a partir de 1897 ya eran movidos con vapor.15 A pesar de su atractivo, ni volantines ni caballitos fueron tan cautivantes como los dos ferrocarriles infantiles que se establecieron, a partir de 1872, frente al Santuario de Guadalupe y a un costado de la Catedral; sólo que las calesas que los formaban dejaron de ser una diversión a partir de 1883, cuando el ferrocarril y los tranvías ambaron a la capital michoacana como una opción de transporte público.16

Debido a que los juegos gradualmente desaparecían de las calles —el único que pervivió con autorización en esos espacios fue el llamado Juego

13 AHMM, Fondo Independiente I, c. 88, e. 10, 11 y 12, 1860; c. 107, e. 21, 1864; c. 108, e. 66, 1867; c. 126, e. 143, 1873; c. 172 B, e. 1, 1894

14 AHMM, Fondo Independiente I, c. 86, e. 50, 1859; c. 125, e. 141, 1876. AHMM, Libros de Secretaría, l. 309, t. 2, e. 97, 1891; l. 315, t. 2, e. 63, 1892

15 AHMM, Fondo Independiente I, c. 89, e. 29, 1883; c. 98, e. 84 y 86, 1858-1862; c. 107, e. 22, 1864; c. 108, e. 43, 1867; c. 112, e. 152, 1868. AHMM, Libros de Secretaría, l. n. 341, t. 2, e. 5, 1897; l. n. 346, t. 2, e. 7, 1898; l. n. 397, t. 2, e. 2, 1899; l. n. 398, t. 3, e. 4 y 8, 1899-1900; l. n. 404, t. 2, e. 39, 1900

16 AHMM, Fondo Independiente I, c. 127, e. 28 y 40, 1872; c. 128, e. 105, 115, 121, 137 y 147, 1874. Uribe Salas, José Alfredo, Morelia. Los pasos a la modernidad, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, pp. 14-26, 1993

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de la sortija—,17 éstos empezaron a ser acogidos por espacios cerrados que, como reflejo de modernidad y expresión de nuevas relaciones sociales, tomaron el nombre de tivolis. Sin importar la edad, allí fue posible enfrentarse a nuevas posibilidades lúdicas como el juego de bolos (boliche), ajedrez, dominó y damas. Algunos de estos lugares llegaron a tener una identidad especial, como el sitio de juegos impulsado por Félix Valleti y que era llamado La estrella de oro.18

Pero la diversión no podía estar completa si, después de la agitación y las carcajadas arrancadas por estas múltiples posibilidades lúdicas, los estómagos permanecían vacíos o las frentes sudorosas. Para mitigar los efectos, en la calle estaban instalados puestos de chicharrones o carnes frías, así como múltiples tendajones y jacales de madera que, a partir de 1874, empezaron a proliferar por la zona central de la ciudad para la venta de nieve.19

La práctica lúdica cotidiana, sin embargo, no era exclusiva de los espacios abiertos; mucho menos cuando existían opciones que por fuerza debían desarrollarse en espacios cerrados, para demostrar que a la ciudad de Morelia habían llegado las novedades de la técnica y la tecnología. Así, desde 1867 hicieron su aparición las primeras muestras de robótica, bajo el apelativo general de funciones de autómatas;20 una muestra que se consideró como revelación de que los milagros ya no venían del cielo, sino que residían en la creatividad y el talento de los seres humanos, como también ocurrió, una década antes, con la exhibiciones de fantasmagoría.21 Pero ninguna posibilidad de ilusionismo fue tan impactante, para incluso

17 AHMM, Fondo Independiente I, c. 125, e. 141, 187618 AHMM, Fondo Independiente I, c. 107, e. 111, 1864; c. 109, e. 76, 93 y 96, 1866;

c. 111, e. 123, 1861; c. 125, e. 141, 1876; c. 160, e. 56, 1890-1891. AHMM, Libros de Secretaría, l. n. 317, t. 4, e. 130, 1892; l. n. 341, t. 2, e. 8, 1897; l. n. 398, t. 3, e. 5, 1899; l. n. 405, t. 3, e. 49, 1900

19 AHMM, Fondo Independiente I, c. 128, e. 147, 1874; c. 131, e. 58, 1878; c. 134 A, e. 24, 1880-1881. AHMM, Libros de Secretaría, l. n. 302, t. 2, e. 85, 1899; l. n. 324, t. 3, e. 69, 1895; l. n. 330, t. 3, e. 76, 1896; l. n. 394, t. 5, e. 15, 1899; l. n. 400, t. 5, e. 6, 1900

20 AHMM, Fondo Independiente I, c. 111, e. 21, 1867; c. 114, e. 28, 1869; c. 126, e. 63, 1872; c. 128, e. 150, 1874; c. 130, e. 18, 1876. AHMM, Libros de Secretaría, l. n. 338, t. 5, e. 167 y 217, 1897; l. n. 339, t. 6, e. 246, 1897; l. n. 398, t. 3, e. 36, 1900

21 AHMM, Fondo Independiente I, c. 86, e. 50, 1859. AHMM, Libros de Secretaría, l. n. 320, t. 3, e. 128, 1894

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dejar a los espectadores con la boca abierta, como pasó con las muestras de prestidigitación, presentes en la ciudad desde 1869.22

Había otras manifestaciones de magia simbólica que, en hoteles y restaurantes, dejaron claro que los artistas también podían jugar con el carácter tridimensional de las formas y sus resultados empezaron a ofrecerse —convertidos en panoramas, dioramas y cosmoramas— a partir de 1863.23 Aunque eran una buena opción, esas maquetas y paneles de imágenes no compitieron con la maravilla que significaba apreciar las múltiples posibilidades de manipulación de la luz y, mucho menos, cuando la energía eléctrica llegó a la ciudad (1888); por lo tanto, los ojos se maravillaron ante otras posibilidades de diversión con los más variados nombres: muestras de cámara obscura, linterna mágica y zenitorium, hasta la exhibición de las primeras funciones públicas de cinematógrafo, a partir de 1897.24

Si la diversión no tiene límites, como ocurre con la imaginación, entonces había muchas otras prácticas dignas de ser vividas y apreciadas, sobre todo en la última década de esa centuria: el tiro al blanco, apreciar peleas de hombres o, en la Plaza de Diversiones, enfrentarse al hecho de que las corridas de toros empezaban a sustituirse por jaripeos, corridas de borregos y novilladas, algunas de ellas con la presencia de notables rejoneadores, como el diestro Leopoldo Camaleño. La actividad lúdica fue tan basta que, para 1901, los promotores manifestaron sus quejas por la falta de concurrencia.25

En este panorama de cambios también se matizaron posibilidades de diversión, sin importar la edad o el rincón de la ciudad. Sobre todo en el conjunto de nuevas fiestas que, a fines del siglo XIX, quisieron demostrar que el tiempo era un buen motivo para celebrar; por lo tanto, el 18 de mayo de 1892 se quiso oficializar el aniversario de la fundación de la

22 AHMM, Fondo Independiente I, c. 114, e. 35, 1869. AHMM, Libros de Secretaría, l. n. 316, t. 3, e. 131, 1893; l. n. 330, t. 3, e. 92, 1896

23 AHMM, Fondo Independiente I, c. 88, e. 8, 1860; c. 102, e. 120, 1863. AHMM, Libros de Secretaría, l. n. 346, t. 2, e. 4, sin fecha.

24 AHMM, Fondo Independiente I, c. 86, e. 50, 1859; c. 114, e. 35, 1869. AHMM, Libros de Secretaría, l. n. 338, t. 5, e. 175, 1897

25 AHMM, Fondo Independiente I, c. 108, e. 66, 1867; c. 125, e. 142, 1876; c. 198, e. 81, 1898. AHMM, Libros de Secretaría, l. n. 303, t. 3, e. 122, 1889; l. n. 406, t. 4, e. 145, 1901

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ciudad, al tiempo que se volvió tradición organizar una ceremonia para gozar del inicio del nuevo año; pero la más memorable fue la fiesta para recibir al año 1900.26

Pero ese también era el momento para que la diversión, igualmente, derivara del morbo y de la sorpresa, sobre todo entre los niños y adolescentes que fines del siglo XIX ya eran presa de otras posibilidades, otras expectativas y otros motivos de interés. Por lo tanto, sus intereses e inquietudes quedaron satisfechos con alternativas excepcionales: apreciar la tarántula hallada en Santa Ana Maya (poblado situado al norte del lago de Cuitzeo) y que fue enviada al Museo, en Morelia, para su pública apreciación; enfrentarse al trinar múltiple de las aves cautivas en la pajarera que se instaló en la Plaza de Los Mártires, o a los muchos colores que tenían los exóticos vegetales comprados a la Compañía de Plantas Vivas de Rochester y que ya estaban por los múltiples jardines de la ciudad.27

Aunque los portentos también podían estar presentes en otros espacios fundamentales, como aquella casa en la que su propietario decidió instalar numerosos espejos amplificadores para divertir con las múltiples distorsiones que adquiría la figura humana; o también sobre el escenario del Teatro Ocampo, el sitio donde ocurrieron exhibiciones extraordinarias como la función de transformismo que llegó a la ciudad por intervención de la Compañía Roberto Hernández Fregoli Mexicano; la presentación del niño sabio de 4 años y 10 meses de edad por intervención de la empresa de Ángel Roubinot; o el impacto múltiple que generó la presencia, frente a las azoradas miradas, de Millie Christine, anunciada por toda la ciudad como la mujer de dos cabezas.28

Consideraciones finales

Si en algún momento creíste que los pobladores más jóvenes de esta ciudad en el pasado vivían momentos tristes o aburridos —debido a que

26 AHMM, Libros de Secretaría, l. n. 309, t. 2, e. 47 y 52, 1890-1891; l. n. 313, t. 3, e. 109, 1892; l. n. 406, t. 4, e. 110, sin fecha.

27 AHMM, Fondo Independiente I, c. 175 A, e. 37, 1894. AHMM, Libros de Secretaría, l. n. 313, t. 3, e. 64 y 126, 1892

28 AHMM, Libros de Secretaría, l. n. 316, t. 1, e. 138, 1893; l. n. 319, t. 2, e. 71, 1894; l. n. 397, t. 2, e. 4, 1899; l. n. 406, t. 4, e. 130, 1901

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no contaban con televisión o juegos virtuales para divertirse— a través de esta exploración al siglo XIX te has dado cuenta que no era así. Por el contrario, los niños y adolescentes contaban con numerosas y variadas posibilidades lúdicas, esas que podían practicarse en espacios públicos como las calles y las plazas, aunque también se efectuaban al interior de espacios privados o recreativos.

Con esta reconstrucción del pasado de la ciudad capital de Michoacán también descubriste que, además de satisfacer el interés por el juego como una necesidad básica —como lo es comer, dormir o contar con afecto— las diversiones se convirtieron en un motor que ayudó a la construcción de un país que apenas había logrado su independencia y que, al paso de los años, se volvió indispensable transformar las tradiciones lúdicas del pasado, eliminar algunas o crear nuevas con la presencia de actividades que eran reflejo de las innovaciones tecnológicas y la búsqueda de la modernidad.

Pero quizá el mayor logro de estas líneas fue revelarte que el conocimiento del pasado, la Historia, para nada es cansado, aburrido o desesperante. Mucho menos cuando el tema desarrollado está directamente vinculado a tus deseos de aprendizaje y a aquellas cosas que haces todos los días; porque, al final, reconstruir científicamente los actos humanos ocurridos en otro tiempo es también un juego maravilloso, seductor y fascinante

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Boletín Rosa de los Vientos 6. De fiestas, danzas y andares en Morelia

Yaminel Bernal Astorga y Jorge Amós Martínez Ayala (Coordinadores)

Se terminó de imprimir el mes de junio de 2015

en Morelia, Michoacán, México. Coordinación editorial: Yaminel Bernal Astorga

Diseño y diagramación: Judith Elizabeth Vargas García Diseño de portada: Óscar Mendoza LópezEdición de fotografía: Magali Zavala GarcíaÁrea administrativa: Agustín Cerda Serrato

(personal del AHMM)

500 ejemplares