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CONFERENCIA SOBRE CELIBIDACHE (BOLONIA – Diciembre 2012) INTRODUCCION.- Voy a empezar mi conferencia explicando cómo conocí y llegué a ser alumno del maestro Celibidache y mis primeras experiencias en los Cursos de Bolonia. Seguiré, hablando de mis estudios en Alemania (Würzburg y Stuttgart), centrándome principalmente en este último período que fue el más intenso; explicaré mis vivencias con la Orquesta de la Radio Stuttgart, los ensayos, las giras y sobre las relaciones humanas y sociales que viví, sobretodo mi relación personal con Él, llena de anécdotas y de gran intensidad. También hablaré de mis apreciaciones sobre el Curso de dirección de Trier, sobre los interesantes seminarios de Fenomenología Musical en Mainz y acabaré con algunos apuntes sobre la interesante y última etapa, la de Múnich que seguí ya, desde una cierta distancia. BARCELONA/MADRID/BOLONIA.- Conocí al Maestro a través de Antonio Ros Marbà, en aquel entonces, director de la Orquesta Ciudad de Barcelona. Había realizado mis estudios musicales en el Conservatorio de Barcelona (piano, harmonía, orquestación etc.) y paralelamente, efectuado estudios de Física en la Universidad. En aquel tiempo dirigía un coro de jóvenes, y entré en contacto con Ros en los años 70 y creo que fui su primer alumno de dirección. Asistía a los ensayos de su orquesta, a sus clases particulares y , un día, le pregunté dónde había estudiado y me habló del maestro Celibidache . Tuve la ocasión de conocerle personalmente en una de sus muchas visitas a Barcelona invitado a dirigir la orquesta de nuestra ciudad. A partir de entonces viajo a Madrid, a menudo, para seguir al Maestro que dirigía la Orquestra de la Radio Televisión invitado por Enrique García Asensio, otro de los alumnos del Maestro, que era el titular. Pude asistir por primera vez a sus clases “post ensayo”, la cual cosa me impresionó muchísimo y descubrí de esta manera un mundo nuevo, interesante, atractivo y que consideraba apropiado a mi forma de ser y de pensar. En una de estos encuentros el mismo Maestro me propuso ir al Curso que impartía todos los veranos en Bolonia. A partir de los cursos de dirección de Bolonia me convertí en uno de los seguidores más acérrimos del Maestro Celibidache. Aunque no participé directamente a dirigir la Orquestra, sí aprendí, como oyente, los principios técnicos del gesto y las primeras nociones sobre la Fenomenología Musical, que he practicado eficazmente durante toda mi carrera profesional. Fueron unos cursos intensos que removieron todo mi universo musical. Habían alumnos de todas las edades, generaciones diferentes, de todos los países, de diferentes niveles etc. pero todos estaban juntos y no se establecían diferencias de trato con ellos. También habían alumnos españoles que me ayudaron y facilitaron mi integración en el curso. Por primera vez entraba en contacto directo con la profesión de director de orquesta y me convencí de que había de seguir éste camino.

Bolonya 2012

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CONFERENCIA SOBRE CELIBIDACHE (BOLONIA – Diciembre 2012)

INTRODUCCION.- Voy a empezar mi conferencia explicando cómo conocí y llegué a ser alumno del maestro Celibidache y mis primeras experiencias en los Cursos de Bolonia. Seguiré, hablando de mis estudios en Alemania (Würzburg y Stuttgart), centrándome principalmente en este último período que fue el más intenso; explicaré mis vivencias con la Orquesta de la Radio Stuttgart, los ensayos, las giras y sobre las relaciones humanas y sociales que viví, sobretodo mi relación personal con Él, llena de anécdotas y de gran intensidad. También hablaré de mis apreciaciones sobre el Curso de dirección de Trier, sobre los interesantes seminarios de Fenomenología Musical en Mainz y acabaré con algunos apuntes sobre la interesante y última etapa, la de Múnich que seguí ya, desde una cierta distancia.

BARCELONA/MADRID/BOLONIA.- Conocí al Maestro a través de Antonio Ros Marbà, en aquel entonces, director de la Orquesta Ciudad de Barcelona. Había realizado mis estudios musicales en el Conservatorio de Barcelona (piano, harmonía, orquestación etc.) y paralelamente, efectuado estudios de Física en la Universidad. En aquel tiempo dirigía un coro de jóvenes, y entré en contacto con Ros en los años 70 y creo que fui su primer alumno de dirección. Asistía a los ensayos de su orquesta, a sus clases particulares y , un día, le pregunté dónde había estudiado y me habló del maestro Celibidache . Tuve la ocasión de conocerle personalmente en una de sus muchas visitas a Barcelona invitado a dirigir la orquesta de nuestra ciudad.

A partir de entonces viajo a Madrid, a menudo, para seguir al Maestro que dirigía la Orquestra de la Radio Televisión invitado por Enrique García Asensio, otro de los alumnos del Maestro, que era el titular. Pude asistir por primera vez a sus clases “post ensayo”, la cual cosa me impresionó muchísimo y descubrí de esta manera un mundo nuevo, interesante, atractivo y que consideraba apropiado a mi forma de ser y de pensar. En una de estos encuentros el mismo Maestro me propuso ir al Curso que impartía todos los veranos en Bolonia.

A partir de los cursos de dirección de Bolonia me convertí en uno de los seguidores más acérrimos del Maestro Celibidache. Aunque no participé directamente a dirigir la Orquestra, sí aprendí, como oyente, los principios técnicos del gesto y las primeras nociones sobre la Fenomenología Musical, que he practicado eficazmente durante toda mi carrera profesional. Fueron unos cursos intensos que removieron todo mi universo musical. Habían alumnos de todas las edades, generaciones diferentes, de todos los países, de diferentes niveles etc. pero todos estaban juntos y no se establecían diferencias de trato con ellos. También habían alumnos españoles que me ayudaron y facilitaron mi integración en el curso. Por primera vez entraba en contacto directo con la profesión de director de orquesta y me convencí de que había de seguir éste camino.

STUTTGART.- Después de conocer al Maestro en los cursos de dirección de Bolonia, decidí trasladar mi residencia a Alemania, ya que el Maestro era el director artístico de la Orquesta de la Radio de Stuttgart y poder seguir de cerca sus enseñanzas escuchar sus ensayos etc. Me instalé en primer lugar en la ciudad de Würzburg, en el año 1973 ya que conocía un profesor que impartía clases en la Musichochschule de aquella ciudad. No estaba lejos de Stuttgart y podía trasladarme sin dificultad para escuchar al Maestro. Allí estudié de nuevo todas las materias teóricas posibles, continué el piano y me matriculé en la clase de Dirección de orquestra con el profesor Hans Reinartz.

Fue muy interesante, aunque tuve serias dificultades con Reinartz, ya que pretendía que siguiera su técnica y maneras de hacer, contrarias absolutamente a mis creencias y a todo lo aprendido con el Maestro. Un día el profesor, que ya era de edad avanzada, me llamó y me dijo lo que pensaba; que reconocía mi talento como músico y como director, pero que no hacia bien en no seguir sus consejos. A menudo me dejaba dirigir la Orquesta Sinfónica de los estudiantes y también la Orquesta de Cámara de los profesores y estaba claro que no tenía ninguna dificultad, aplicando lo aprendido con el Maestro.. Finalmente fuimos a tomar una cerveza juntos, conservé su amistad, pero deje la clase de dirección.

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Me trasladé a Stuttgart en el año 1975, para matricularme en la Musichochschule en la clase de composición con el maestro Yugoslavo Milko Kelemen. Era un personaje muy original y me apoyó mucho durante el tiempo que estuve con Él. Viví intensamente la vida musical de la ciudad y fui feliz de tener al maestro, ahora más cerca.

En los años 78 y 79 dirigí unas orquestas de cámara en Stuttgart (“Stuttgarter Divertimento” y la “Waiblinger Kammerorchester”). Con ellas realicé conciertos y varias giras por Cataluña y, en una ocasión, Celibidache asistió en uno de mis conciertos en Stuttgart. Naturalmente, recibí la correspondiente - dura pero positiva- crítica.

La Orquesta de la Radio Stuttgart.- Antes del compromiso con la dirección artística de la orquesta Celibidache a partir del 72, ya la había dirigido en varias ocasiones, empezando en el 58/59. Entre el periodo de Berlín y Múnich del 54 al 79, el maestro dirigió muchas orquestas de manera más o menos estable: en Dinamarca, la Capilla Real de Copenhague, 60-63; en Suecia (la Radio Estocolmo, 63-71), y en Alemania (la Radio Colonia y la Radio Stuttgart, 72-77), que combinó con actuaciones con la mayoría de las orquestas mundiales. Sin duda, como con otras formaciones, Celibidache convirtió la orquesta de Stuttgart en una de las mejores consideradas en el mundo.

A parte de los ensayos ordinarios y conciertos en la ciudad, las “tournée” o giras con la Orquesta fueron siempre una experiencia inolvidable y estaban en nuestro programa de manera prioritaria. Durante las giras escuchábamos repetidamente las mismas obras y las distintas y vivas versiones en cada lugar y acústica. Una oportunidad de convivencia y relación con los músicos y con el maestro. A menudo lo visitábamos en su hotel y hacíamos largos paseos comentando no solo aspectos musicales, sino otros concernientes a la vida y a las creencias filosóficas y actitudes sociales. Nos comentaba su relación con el budismo y sus experiencias en el sur la India con Sai Babá su líder espiritual. Fueron muchas las giras. Unas veces por Alemania, otras a Austria, Yugoslavia, España, Francia, Italia etc. Uno de los momentos más emocionantes lo vivimos en la Iglesia de Sant Florian (Austria) ,con la 8va de Bruckner, justamente donde fue compuesta. También el concierto en Berlín, actuando el mismo día que el mismísimo Karajan con su Berliner Filarmónica. Estuvimos en los dos conciertos y pudimos constatar las opuestas maneras de hacer de los grandes colosos de su tiempo. Recuerdo que no habían entradas para el concierto de la Filarmónica de Berlín y recibimos ayuda de un acomodador que amablemente nos dijo a los tres alumnos la consigna para entrar, que era “3 Herbert”. Y así entramos.

En el año 77 se empezaron a romper las relaciones con la orquesta de Stuttgart. Uno de los motivos fue que el maestro escogió una sinfonía de Bruckner para un concierto en Viena y los vieneses no aprobaron la propuesta exigiendo un cambio de programa. Los responsables de la orquesta lo aceptaron en contra de la opinión del Maestro, proponiendo a otro director para no perder el compromiso. El Maestro se enfadó muchísimo, pero de todas maneras siguió vinculado anualmente a la orquesta hasta el 82, incluso realizando varias giras por Alemania.

El disco que grabó en los estudios de Villa Berg, su “ Taschen Garten ”(Jardín de bolsillo) realizado por causas benéficas para la UNICEF, fue también uno de los momentos interesantes de su trabajo en Stuttgart. Necesitó una semana entera para grabar su obra, y tuvo que menester aún otra semana ya que no estaba contento con el resultado obtenido. Fue un trabajo minucioso sobre cada uno de los motivos musicales y para encontrar el equilibrio sonoro requerido. A cada frase paraba la orquesta y subía a la cabina de los técnicos para comprobar el resultado y corregirlo de nuevo con la orquesta. Los técnicos opinaban que prácticamente no habían de cambiar nada, ya que el Maestro se encargaba desde el pódium de todo. Es curioso que, precisamente en éste caso, necesitaba la partitura delante de sus narices, como si le fuera totalmente desconocida.

Los ensayos y clases en la Villa Berg, la sede de la Orquesta de la Radio Stuttgart.- Se podría decir que la sede de ensayos de la Orquesta era mi segunda casa. Lo recuerdo como un lugar muy agradable, y no estaba demasiado lejos de donde vivía. También asistía a otros ensayos con otros directores, para conocer más obras, ya que teníamos amistad con los músicos y con la gerencia y nos dejaban entrar sin problemas. Era un lugar de encuentro entre los alumnos y me consideré afortunado de poder disfrutar de unos momentos musicales tan interesantes y extraordinarios.

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Los ensayos eran intensivos (de cinco horas), con varias pausas (“Zigaretten pause” o “pausa para el cigarrillo”) y un intervalo más largo y principal para almorzar en la cantina o restaurante. Durante estas pausas comentábamos con mucha pasión los aspectos principales de las obras y consultábamos las partituras, ya que durante los ensayos no nos era permitido hacerlo ya que teníamos que estar permanentemente atentos y escuchar solamente la música. También hablábamos frecuentemente con los músicos para conocer sus puntos de vista o comentar los problemas que surgían a menudo.,

Éramos muchos los asistentes a los ensayos, a veces la sala estaba completamente llena de alumnos de muchos países que venían expresamente para ello. Otra oportunidad para nosotros para conocer aún diferentes puntos de vista. Naturalmente no todo eran elogios y la crítica hacia el Maestro, estaba también presente en muchos momentos. Después de los ensayos, casi cada día, teníamos clase en alguna sala de Radio. Él se ponía al piano y interpretaba fragmentos musicales (casi siempre improvisados, o partes de su obra) y nosotros teníamos que de orientarnos musicalmente y transmitirlo con el gesto, intentando acertar la figura a batir, y la justa expresión. Se trabajaba la técnica gestual, pero sobretodo se hablaba de Fenomenología (la ciencia que estudia cómo se mueve la conciencia musical delante del fenómeno musical, un acercamiento a la interpretación, aunque ésta, en realidad no existe)

La relación con los alumnos y los músicos de la orquesta.- Sin lugar a dudas la época de Stuttgart fue excepcional por la clara vocación y voluntad del Maestro a ser sociable. Anteriormente era mucho más difícil de acceder a Él y posteriormente, ya por su edad, se mantenía bastante a una cierta distancia y seleccionaba sus relaciones. Fue muy generoso con nosotros y buscaba repetidamente nuestra complicidad. Lo saludábamos antes de los ensayos, en las pausas comentábamos aspectos musicales y a parte de las clases después del ensayo, nos convocaba por la tarde/noche a pasear de manera relajada por las calles de la ciudad y en ocasiones nos invitaba a todos a cenar en algún restaurante.

También se llevaba muy bien con los músicos de la orquesta. Recuerdo haber comentado repetidas veces con el chelista y amigo Gleissner, la confianza y amistad que el maestro tuvo con muchos músicos de la orquesta. Lo consideraban como la figura del padre y el protector de la orquesta. También recuerdo la gran amistad con el viola Henschel y otros. Se comprometía con ellos y se preocupaba personalmente de su trabajo.

La familia de Stuttgart.- Con los años, en Stuttgart se creó un grupo de personas, unos eran músicos, otros pedagogos, universitarios, profesionales etc., unidos todos por la admiración hacia el Maestro y nos reuníamos asiduamente sin o con Él. Recuerdo a Mariana, Pilar, M. Hélène, Cristina y Michael, Jordi, Alberto, los italianos Alberto y Leonardo, etc. y sobre todo a la familia Kleineffen que nos acogía habitualmente en su casa. El Maestro jugaba al piano con las hijas y les motivaba musicalmente. Por cierto una de las hijas se enfermó y murió. Esta desgracia nos unió aún mucho más. Se creó un ambiente fraternal alrededor del Maestro. Nunca lo dejábamos solo y Él también aprovechaba cualquier escusa para encontrarnos y hablar de la vida en general. Comprendimos que su actitud noble y sincera con la música se había de trasladar a la vida misma.

A veces nos encontrábamos a la puerta de su hotel, lo llamábamos y paseábamos por las calles de la ciudad. Nos hablaba de su familia, de su país, de sus experiencias y multitud de anécdotas interesantes. Era muy aficionado al futbol (había jugado de joven). En una ocasión, suponiendo que no iba demasiado bien económicamente me ofreció dinero para comprarme un par de zapatos. Siempre iba con un fajo de dinero en el bolsillo para ayudar a los demás. Un día éste fajo, con más de dos mil marcos cayó al suelo y yo lo vi, y al devolvérselo comentó: “lástima, a más de alguno le hubiera ido bien”. Nos hacía hablar y nosotros lo sentíamos cerca. La situación era siempre informal y descubrimos a una persona sencilla, nada pretenciosa y con ganas de ayudar al prójimo.

Mi relación personal.- Durante los primeros años la relación fue de respeto y a cierta distancia. Recuerdo que me llamaba sencillamente “muchacho”. (¿Quizás le costaba pronunciar mi verdadero nombre?). Pasado el tiempo y una vez en Stuttgart fui entrando a formar parte de su círculo de amistades y viví una relación intensa y personal que me llevó a considerarlo como un verdadero padre musical y protector. Siempre contaba conmigo y creo que me llegó a considerar mucho.

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Después de un concierto en Paris lo visitamos, con mi mujer, en su apartamento de Paris y al día siguiente, fuimos a la casa de campo, al famoso Molino. Había una gran confianza. Incluso aceptó ser el padrino, junto con mi mujer, de una de las hijas de una amiga nuestra y para ello viajó a Barcelona para la Ceremonia. Aquel día, en el Molino, hablamos mucho con Él y nos quedamos a dormir, justamente en un sofá de su despacho o estudio, junto a su mesa de trabajo y rodeado de instrumentos antiguos. La casa estaba repleta de personas, familiares, amigos, protegidos de Rumanía etc. Pudimos conocer al Maestro junto a sus allegados y observar la curiosa relación con su mujer Joanna y nos confundió bastante el hecho de verlo tenso con los suyos en contraste con la felicidad y relajamiento que mostraba con nosotros en Stuttgart.

En una ocasión me pidió que le comprara un perrito para su hijo Serge. Un perro de raza alemana, un “schnauzer” miniatura (lo bautizaron “zorro”). Hice el viaje en avión desde Stuttgart a Biarritz para entregar el perrito y pasé unos días allí en su casa de veraneo. Se daba la circunstancia de que aquel año no podían ir a la isla de Lipari por cuestiones de seguridad (¿peligro de secuestros?). Durante los días en Biarritz se ocupó de mí y me hizo clases de análisis, trabajándo intensamente. Íbamos a pasear, de compras, a la playa, etc., es decir vivía como si fuera de la familia. Allí empezaron las verdaderas confidencias y también algunos conflictos personales. Me quería proteger y a menudo se permitía el lujo de entrometerse en mi vida más íntima (la relación con mi mujer etc.) cosa que me molestó y que a la larga representaría un cierto distanciamiento personal.

Al año siguiente le gestioné la posibilidad de pasar el verano en Cadaqués (Catalunya, Gerona). Alquiló con su familia una finca durante dos meses y disfrutó del lugar. Cada día nos veíamos, lo acompañaba a sus compras, se interesaba por la gente, por los amigos, por nuestra cultura, por nuestra danza (la sardana, nuestro baile popular) y hablábamos de todo en general, lástima que nunca logré pasearlo en barco con nosotros. Lo visitaban a menudo amigos, antiguos alumnos y personalidades. De vez en cuando me daba consejos, por ejemplo me preguntó si yo fumaba y me prohibió que lo hiciera ya podía perder la facultad de memorizar las partituras….o que no usara gafas de sol para no debilitar la vista etc. Sorprendentemente un día me llamó urgentemente y me dijo: “Hemos de viajar hacia Lucerna, mañana mismo, ya que se han avanzado los ensayos con los coros y los de la orquesta para el concierto programado”. Hicimos el viaje con mi Volkswagen y fue una gran experiencia, por la conversación, las charlas etc. Resulta que, según parece y me dijo se equivocó de semana, Él se quedo en Lucerna, en el hotel y yo me fui fastidiado a Stuttgart a esperar que realmente comenzaran los ensayos, habiéndome perdido una semana vacacional junto con los míos.

Otras orquestas.- Durante el tiempo en Stuttgart, el Maestro dirigió otras orquestas y tuve la ocasión de seguir su trabajo por todas partes en Europa. La Orquestra de la Radio Francesa, la London Sinfónica, la Capilla Real de Copenhague etc. y para ello me trasladaba al lugar para ver nuevas maneras de hacer. Un momento dado Él ya daba por sentado que yo lo seguía por todas partes. La verdad es que los éxitos eran siempre memorables. Fue muy especial la relación con los músicos de Londres y los alumnos nos familiarizamos perfectamente con ellos. Las estadas en Londres y la gira con la Orquestra por toda España, también representaron para mí una gran experiencia.

TRIER.- En el curso de dirección de Trier del año 77, fui alumno oficial, es decir superé la prueba de admisión que consistía en armonizar un fragmento dado, orquestarlo para una formación específica y realizar una modulación. De esta forma podía dirigir la orquesta como alumno activo. Al margen de esto, colaboré estrechamente con el maestro como su asistente, que consistía en atender y asesorar a los alumnos nuevos y enseñarles los principios de la técnica gestual.

Un día durante el curso se me ocurrió comentarle que la sinfonía que me había propuesto para las prácticas (KV200 de Mozart) no me apetecía y que no me gustaba. Yo quería dirigir obras de más envergadura. Pues bien, estuve toda la semana con la misma hasta que tuve de reconocer que era una pieza extraordinaria. Se trabajaba con la orquesta de Ludwishafen, y con ella practiqué, unas veces con acierto, otras sin, pero la experiencia fue definitivamente maravillosa. En una ocasión, cuando estaba dirigiendo, paró la orquesta de manera abrupta, hasta me asustó, y grito “muy bien, muy bien, esto es un ejemplo para todos, así de dirige”, y me felicitó efusivamente; naturalmente me confié, hasta que, al cabo de nada, me retiro del pódium con unos gritos enormes (“!fuera, fuera!), por un simple error gestual. ¡Era muy duro y exigente conmigo!

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En aquel entonces, la relación personal con el maestro era ya intensa y prácticamente pasábamos juntos todos los momentos del curso y hasta parecía que vivía con Él. Lo acompañaba con mi vehículo a su apartamento (cerca de donde yo residía), y compartíamos los desayunos y las cenas juntos. Tuve la sensación de que se comportaba como un padre, también como un maestro “Zen”. Recuerdo que hasta controlaba mi dieta y me asesoraba sobre lo que tenía que comer o no, por ejemplo Él comía al desayunar ajos enteros y yo tenía que hacer lo propio según Él, porque era lo mejor para mí. (Unos meses más tarde me lo prohibió rotundamente). No todos los momentos fueron buenos, ya que la convivencia con el Maestro no era fácil. Se responsabilizó de mí y proponía trabajar conmigo todos los aspectos de mi personalidad. Me invitó a pasar aquel verano con su familia a Lipari para trabajar “mi espontaneidad” pero al final no fue posible por causas de seguridad personal.

MAINZ.- La Universidad de Mainz convocó al Maestro, durante unos años – del 78 a 81- a realizar unos seminarios de Fenomenología Musical. Una sesión en mayo y otra en Diciembre. La verdad es que para nuestra generación fue una oportunidad para poder centrarse en éste trascendental tema, importante para los que nos dedicamos a la interpretación musical. Los seminarios estaban repletos de gente de todas las profesiones y estudiantes de música y otras facultades. Prácticamente no se hacia una admisión y por tanto tenían un carácter muy abierto, universal y creo recordar que eran gratuitos. Allí conocí a muchos compañeros interesantes con los que pude discutir sobre música, arte y otros aspectos filosóficos.

Su exposición era más o menos ordenada y pudimos profundizar en las bases y aspectos esenciales sobre la teoría fenomenológica. Para mí representó una confirmación y una ampliación de todo lo aprendido con los encuentros esporádicos que habíamos tenido con el maestro después de los ensayos. Otro aspecto importante fue la participación voluntaria de conjuntos de cámara y solistas individuales que estaban dispuestos a someterse a las indicaciones del Maestro. Fue muy interesante y una buena base para mi formación como músico y director.

Hacía todo lo posible para asistir todos los días a las lecciones y vivía en casa de amigos, en residencias de estudiantes, alguna vez en un hotel o viajaba desde Stuttgart si tenía algún compromiso de trabajo.

MUNCHEN. - A partir del 79, Celibidache empezó su última etapa con la Münchener Filarmónica y aunque yo vivía en Stuttgart hasta el 81, acudí, siempre que era posible a los ensayos, conciertos y giras con la nueva orquesta. Más tarde, ya residente en Barcelona, cada año intentaba viajar a Múnich y también a otras ciudades europeas. De esta manera estuve siempre en contacto con el Maestro,…… hasta el día de su muerte en el 96.

Es evidente que la llegada del Maestro a Múnich no fue un camino de rosas. Tuvo serios conflictos, con diferentes gestores de la orquesta con la prensa, con músicos, solistas etc., que le hicieron oposición o no estaban de acuerdo con su filosofía: la dimisión del director del coro, de la Filarmónica fue muy sonada; la polémica con el concertino Ángel Jesús García fue un escándalo (que seguí muy de cerca, ya que era amigo mío), también la de un trompa que involucró a otros músicos en sus críticas (lo que provocó que dejara los ensayos y se largara a Paris ) etc. Siguieron muchas crisis, pero también períodos en que la relación de los músicos y el Maestro eran plácidas y positivas.

A partir del 84 tuvo su enfermedad (¿era gota?) Todos pensábamos que había llegado a su fin y que iba a dejar de dirigir. Difícilmente se podía mover y esto provocó una gran expectación y gran revuelo en la ciudad y en los ambientes musicales se pensaba en substituirle y se había de diseñar el futuro de la orquesta.. Esta situación duró unos diez meses hasta que el Maestro pudo volver a Múnich, en el 85. A partir de entonces tuvo que compartir la dirección con otros directores de renombre aunque Él fue siempre la Gran Referencia para la mayoría de los músicos y el Orgullo de toda la ciudad.

En esta época mi relación con el Maestro fue más distante, pero siempre conservé la admiración, el respeto hacia su personalidad y creo que el sentimiento era mutuo. A menudo me enviaba alumnos interesados a Barcelona para que les orientase y les impartiera clases. …esto significaba que me tenía confianza y que me consideraba un fiel seguidor de sus enseñanzas.

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CONCLUSIONES.- Los elogios y las críticas. El maestro era crítico con los críticos y declaraba abiertamente que no existía una prensa especializada (es decir que supieran algo de música) ni en Alemania ni en el resto del mundo. Decía: “actualmente un crítico es un periodista que escribe muy bien pero no sabe nada de música.” Algunos de los críticos lo crucificaron pero sin duda muchos otros lo alabaron. Entre los primeros estuvo Ulrich Schreiber que con el título “Visiones de un viejo con ira” fue uno de los más agresivos. Joachim Kaiser también fue contrario, al principio, pero más tarde se reconcilió y lo reconoció abiertamente. Otro polémico fue Roessler con el tema de Ana Sophie Mutter en Múnich. En cierto modo la gran crisis de Celibidache en Múnich fue la guerra con los críticos y también algunos músicos que creían que el Maestro no era el perfil de director que necesitaba la orquestra. Más tarde todos, o casi todos, tuvieron que rectificar.

También critico a sus colegas y nunca hizo ninguna concesión al respecto. Había admirado, sin duda, el talento de Karajan y su trabajo en la primera etapa en la Filarmónica de Berlín, pero consideraba que tomó la línea equivocada para entregarse plenamente a la exigencia comercial que exigía la producción discográfica. Recuerdo el famoso “Karajan wie Coca-Cola”. De hecho fue la prensa que lo escribió así, Él no lo dijo directamente. Él solo comentó que el fenómeno “Karajan” tenía la misma reacción en las masas como podía tenerlo esta marca de bebida. A Karl Böhm lo consideraba un “saco de patatas” por sus versiones mozartianas pesadas y con la utilización de ocho contrabajos. A Frübeck de Burgos , “una cabeza llena de carbón” etc.

El legado de Celibidache y su aportación al mundo de la música ha sido sin duda extraordinario. El Maestro se ha convertido en el icono y en la referencia de todos aquellos que pensamos que la música es algo más que sonidos organizados, bonitos, bien tocados, a ritmo etc. Su constante exigencia, sus fuertes creencias, su coherencia estética mantenida a lo largo de su carrera, con la moral de un coloso, contra viento y marea y contra las tendencias de su tiempo le supuso, sin duda, muchos problemas y enormes críticas. Pero su actitud constante, su fuerza moral le ha dado el triunfo y su obra ha logrado el despertar de las mentes sensibles y abiertas a través de su música y todos los que tuvimos la suerte de conocerlo hemos de seguir por éste camino y continuar su obra. Gracias Maestro!

Francesc Llongueres, alumno del Maestro Celibidache