Borges - Biografía de Tadeo Isidoro Cruz

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  • 8/14/2019 Borges - Biografa de Tadeo Isidoro Cruz

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    BIOGRAFIA DE TADEO ISIDORO CRUZ

    JORGE LUIS BORGES

    I'm looking for the face I hadBefore the world was made.Yeats: The winding stair.

    El seis de febrero de 1829, los montoneros que, hostigados ya porLavalle, marchaban desde el Sur para incorporarse a las divisiones deLpez, hicieron alto en una estancia cuyo nombre ignoraban, a tres ocuatro leguas del Pergamino; hacia el alba, uno de los hombres tuvouna pesadilla tenaz: en la penumbra del galpn, el confuso gritodespert a la mujer que dorma con l. Nadie sabe lo que so, puesal otro da, a las cuatro, los montoneros fueron desbaratados por lacaballera de Surez y la persecucin dur nueve leguas, hasta lospajonales ya lbregos, y el hombre pereci en una zanja, partido elcrneo por un sable de las guerras del Per y del Brasil. La mujer sellamaba Isidora Cruz; el hijo que tuvo recibi el nombre de TadeoIsidoro.Mi propsito no es repetir su historia. De los das y noches que lacomponen, slo me interesa una noche; del resto no referir sino lo

    indispensable para que esa noche se entienda. La aventura consta enun libro insigne; es decir, en un libro cuya materia puede ser todopara todos (1 Corintios 9:22), pues es capaz de casi inagotablesrepeticiones, versiones, perversiones. Quienes han comentado, y sonmuchos, la historia de Tadeo Isidoro, destacan el influjo de la llanurasobre su formacin, pero gauchos idnticos a l nacieron y murieronen las selvticas riberas del Paran y en las cuchillas orientales. Vivi,eso s, en un mundo de barbarie montona. Cuando, en 1874, muride una viruela negra, no haba visto jams una montaa ni un pico degas ni un molino. Tampoco una ciudad. En 1849, fue a Buenos Airescon una tropa del establecimiento de Francisco Xavier Acevedo; los

    troperos entraron en la ciudad para vaciar el cinto: Cruz, receloso, nosali de una fonda en el vecindario de los corrales. Pas ah muchosdas, taciturno, durmiendo en la tierra, mateando, levantndose alalba y recogindose a la oracin. Comprendi (ms all de laspalabras y aun del entendimiento) que nada tena que ver con l laciudad. Uno de los peones, borracho, se burl de l. Cruz no lereplic, pero en las noches del regreso, junto al fogn, el otromenudeaba las burlas, y entonces Cruz (que antes no habademostrado rencor, ni siquiera disgusto) lo tendi de una pualadaPrfugo, hubo de guarecerse en un fachinal: noches despus, el gritode un chaj le advirti que lo haba cercado la polica. Prob elcuchillo en una mata: poro que no le estorbaran en la de a pie, sequit las espuelas. Prefiri pelear a entregarse. Fue herido en el

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    antebrazo, en el hombro, en la mano izquierda; malhiri a los msbravos de la partida; cuando la sangre le corri entre los dedos, pelecon ms coraje que nunca; hacia el alba, mareado por la prdida desangre, lo desarmaron. El ejrcito, entonces, desempeaba unafuncin penal; Cruz fue destinado a un fortn de la frontera Norte.

    Como soldado raso, particip en las guerras civiles; a veces combatipor su provincia natal, a veces en contra. El veintitrs de enero de1856, en las Lagunas de Cardoso, fue uno de los treinta cristianosque, al mando del sargento mayor Eusebio Laprida, pelearon contradoscientos indios. En esa accin recibi una herida de lanza.En su oscura y valerosa historia abundan los hiatos. Hacia 1868 losabemos de nuevo en el Pergamino: casado o amancebado, padre deun hijo, dueo de una fraccin de campo. En 1869 fue nombradosargento de la polica rural. Haba corregido el pasado; en aqueltiempo debi de considerarse feliz, aunque profundamente no lo era.(Lo esperaba, secreta en el porvenir, una lcida noche fundamental:la noche en que por fin vio su propia cara, la noche que por fin oy sunombre. Bien entendida, esa noche agota su historia; mejor dicho, uninstante de esa noche, un acto de esa noche, porque los actos sonnuestro smbolo.) Cualquier destino, por largo y complicado que sea,consta en realidad de un solo momento: el momento en que elhombre sabe para siempre quin es. Cuntase que Alejandro deMacedonia vio reflejado su futuro de hierro en la fabulosa historia deAquiles; Carlos XII de Suecia, en la de Alejandro. A Tadeo Isidoro Cruz,que no saba leer, ese conocimiento no le fue revelado en un libro; sevio a s mismo en un entrevero y un hombre. Los hechos ocurrieron

    as:En los ltimos das del mes de junio de 1870, recibi la orden deapresar a un malevo, que deba dos muertes a la justicia. Era ste undesertor de las fuerzas que en la frontera Sur mandaba el coronelBenito Machado en una borrachera, haba asesinado a un moreno enun lupanar; en otra, a un vecino del partido de Rojas; el informeagregaba que proceda de la Laguna Colorada. En este lugar, hacacuarenta aos, habanse congregado los montoneros para ladesventura que dio sus carne a los pjaros y a los perros; de ah saliManuel Mesa, que fue ejecutado en la plaza de la Victoria, mientraslos tambores sonaban para que no se oyera su ira; de ah, el

    desconocido que engendr a Cruz y que pereci en una zanja, partidoel crneo por un sable de las batallas del Per y del Brasil. Cruz habaolvidado el nombre del lugar; con leve pero inexplicable inquietud loreconoci... El criminal, acosado por los soldados, urdi a caballo unlargo laberinto de idas y de venidas; stos, sin embargo lo acorralaronla noche del doce de julio. Se haba guarecido en un pajonal. Latiniebla era casi indescifrable; Cruz y os suyos, cautelosos y a pie,avanzaron hacia las matas en cuya hondura trmula acechaba odorma el hombre secreto. Grit un chaj; Tadeo Isidoro Cruz tuvo laimpresin de haber vivido ya ese momento. El criminal sali de laguarida para pelearlos. Cruz lo entrevi, terrible; la crecida melena yla barba gris parecan comerle la cara. Un motivo notorio me vedareferir la pelea. Bsteme recordar que el desertor malhiri o mat a

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    varios de los hombres de Cruz. Este, mientras combata en laoscuridad (mientras su cuerpo combata en la oscuridad), empez acomprender. Comprendi que un destino no es mejor que otro, peroque todo hombre debe acatar el que lleva adentro. Comprendi quelas jinetas y el uniforme ya lo estorbaban. Comprendi su ntimo

    destino de lobo, no de perro gregario; comprendi que el otro era l.Amaneca en la desaforada llanura; Cruz arroj por tierra el quepis,grit que no iba a consentir el delito de que se matara a un valiente yse puso a pelear contra los soldados junto al desertor Martn Fierro.