Breve Historia de Las Cruzadas (1)

BREVE HISTORIADE LAS

CRUZADAS

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BREVE HISTORIADE LAS

CRUZADAS

Juan Ignacio Cuesta


Coleccin: Breve Historia

www.brevehistoria.com

Ttulo: Breve historia de las cruzadas

Autor: Juan Ignacio Cuesta

Copyright de la presente edicin: 2009 Ediciones Nowtilus, S.L.

Doa Juana I de Castilla 44, 3 C, 28027 Madrid

www.nowtilus.com

Editor: Santos Rodrguez

Coordinador editorial: Jos Luis Torres Vitolas

Diseo y realizacin de cubiertas: Carlos Peydr

Maquetacin: Juan Ignacio Cuesta

Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra est protegido por

la Ley, que establece pena de prisin y/o multas, adems de las corres -

pondientes indemnizaciones por daos y perjuicios, para quienes reprodu-

jeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren pblicamente, en todo o en

parte, una obra literaria, artstica o cientfica, o su transformacin, inter-

pretacin o ejecucin artstica fijada en cualquier tipo de soporte o comuni-

cada a travs de cualquier medio, sin la preceptiva autorizacin.

ISBN-13: 978-84-9763-216-4

Libro electrnico: primera edicin


Bienaventurados los mansos,porque ellos heredarn la Tierra.

JESS DE NAZARET

Una cosa sabemos, su Dioses nuestro Dios.

NOAH SEATTLE,JEFE DE LA TRIBU DE LOS SUQUAMISH


Prlogo de Juan Antonio Cebrin: LAS CRUZADAS, LA GRAN EMPRESA BLICA DE LACRISTIANDAD

Introduccin

PRIMERA PARTE: ANTECEDENTESEl Apocalipsis y las CruzadasLos turcos invaden Tierra SantaEl basileus Alejo Comneno, emperador de Bizancio

SEGUNDA PARTE: LAS RDENES MILITARESLa Orden de San Juan de JerusalnLa Orden del Santo SepulcroLos Caballeros TeutnicosLos LazaristasLos Pobres Caballeros de Cristo

Comienza el misterioEl Arca de la AlianzaLas actividades visibles y los saberes ocultosSimbolismo templarioEl fin de la ordenEl ProcessusLos cargos contra el TempleSic transit gloria mundi

TERCERA PARTE: LAS CRUZADAS

La Primera Cruzada (1095-1099)Primer acto: La vehemencia de Pedro el ErmitaoSegundo acto: Asedios y conquistasEplogo: El primer rey cristiano de Jerusaln

NDICE

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La Segunda Cruzada (1147-1149)Los turcos recuperan EdesaLa historia se repiteCrnica de un fracaso

La Tercera Cruzada (1189-1192)Las Cortes del AmorLa campaa de Egipto (1163-1169)Asesinos y templariosEl len pacta con el zorroLa muerte de un giganteUn templario disfrazado

La Cuarta Cruzada (1199-1204)Historia de un saqueo y un fracasoLa persecucin de los hombres buenosUn misterio ambiguoEl grial de Valencia

La Quinta Cruzada (1217-1221)La furia del cardenalSan Francisco ante el sultn

La Sexta Cruzada (1228-1243)Federico II Hohenstaufen, el amigo de los musulmanes

La Sptima Cruzada (1248-1254)El error de San Luis, rey de FranciaAscenso y cada del imperio mogol en Tierra Santa

La Octava Cruzada (1270)La muerte de San Luis

Despus de las Cruzadas

Conclusiones

ANEXOS

BIBLIOGRAFA

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A Mari Cruz, Mara y Vctor

A Fernando Jimnez del Oso y a Juan Antonio Cebrin, In memoriam

A Silvia y Alejandro

A los Caballeros del Sertao

A Duende, mi pequeo perrito

A todos los que me aguantan


Prlogo

Juan Antonio Cebrinpresenta

LAS CRUZADAS, LA GRAN EMPRESA BLICADE LA CRISTIANDAD

DURANTE CASI DOS SIGLOS Europa occidental anhel elsueo de conquistar las tierras por las que anduvo predi-cando Jess de Nazaret. Entre los siglos XI y XIII se libra-ron ocho Cruzadas de mayor o menor magnitud en las quemiles de guerreros cristianos batallaron contra el Islam enla esperanza de encontrar acomodo relevante en el reinode los cielos. Cada uno de los diferentes investigadores quese han acercado a este impresionante evento histrico haencontrado momentos y circunstancias que han hecho detal o cual cruzada su predilecta. En la Primera Cruzada, ini-ciada formalmente el jueves 27 de noviembre de 1095,seguramente lo que ms llam la atencin de los exgetas

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fue la gran convocatoria efectuada por el Papa Urbano II.La excelente acogida de sus palabras y el fervor religiosode los guerreros de Cristo provocaron la formacin decinco ejrcitos convencionales provenientes de Francia,Italia, Flandes.... y uno tan peculiar como extrao integra-do por los seguidores de Pedro el Ermitao, un fraile fran-cs que logr reunir a miles de parias y campesinos con-ducindoles a duras penas a las murallas de Jesusaln,donde, por cierto, apenas llegaron unos pocos. Muchoshistoriadores prefieren la Segunda en la que particip miquerida Leonor de Aquitania para disgusto de su primeresposo el rey de Francia. En esta ocasin la fogosa occita-na se hizo presente en Tierra Santa con ms de mil dami-selas y plebeyas que hicieron las delicias de la soldadesca.La Tercera Cruzada fue posiblemente la ms sonora por laimpresionante figura del rey britnico Ricardo Corazn deLen. Sus batallas contra Saladino y tambin sus pactoscon el posibilitaron paso franco a la ciudad de Jerusalnpara los peregrinos cristianos durante los difciles aos deocupacin mahometana. Despus, ya en el siglo XII llega-ra el resto de empresas santas con menor repercusin y,en muchas ocasiones, culminadas en autnticas catstro-fes. Se tom Constantinopla, sin que supusiera esto mayordefensa de los santos lugares; se masacr despiadadamen-te a los herejes ctaros, siendo sta la primera Cruzada quese libr en Europa si no tomamos en cuenta los 780 aosde luchas entre cristianos y musulmanes por la Re con -quista de la pennsula Ibrica. Ms tarde se lanzara unaQuinta Cruzada sobre Egipto con dispar fortuna. La si -guiente fue encabezada por Federico II, emperador del Sa -cro Imperio Romano Germnico, y las dos ltimas las pro-tagoniz el malogrado rey francs San Luis quien, sin a -

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cier to, acab sus piadosos das en las costas norteafricanasde Tnez. Corra el ao de 1270 y se poda dar por finali-zada una etapa en la que religin y fanatismo lo habandominado todo. No se consigui preservar ni uno solo delos santos lugares, pues el ltimo bastin cristiano enOriente constituido en San Juan de Acre fue sitiado ytomado por los otomanos en 1291 tras la gesta del templa-rio Roger de Flor, quien con su escuadra logr evacuar amiles de cristianos de Tierra Santa. En definitiva, las Cru -zadas suponen la mayor epopeya militar del medievo concaptulos vergonzantes tales como una cruzada en la quese envi a la muerte a miles de nios los cuales, a fe de losfundamentalistas lderes religiosos de la cristiandad, crean,dada su pureza, que conquistaran Tierra Santa por inter-cesin divina, sin mayor imposicin de los infieles sarrace-nos. Como es sabido, este suceso acab con la vida demiles de pequeos y el resto fue esclavizado o se perdi enel intento.

Bueno ser, por tanto, que nos acerquemos a ellas deuna forma tan didctica como amena gracias a la obra queusted tiene en las manos. Su autor Juan Ignacio Cuesta esun profundo conocedor de esta etapa tan fundamentalpara nuestra cultura dedicando muchos aos de su vida alestudio de aquellos brumosos siglos. Por otra parte, s bienlo que digo ya que es amigo personal y, en tantas conver-saciones como hemos mantenido, he llegado a la convic-cin de que me encuentro ante un templario renacido ennuestro tiempo. Su sabidura humanista deja perplejo alms versado y no es difcil sonrer con admiracin ante sumagisterio esclarecedor de tantos enigmas. Bacterio, comocariosamente le llamamos los allegados, es un ser huma-no pleno, curioso ante el mundo que le rodea y soador

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de tiempos remotos en los que sin duda particip de ma -nera activa. Les invito a conocer su discurso sobre estasemocionantes centurias. Seguro que tras la lectura de laobra sentirn deseos irrefrenables de emular a todos aque-llos que cieron sus armaduras en el deseo de mejorar lavida que les rodeaba. Es ms que probable que alguno deustedes visite Tierra Santa, siendo este libro el perfectocomplemento para el viaje. Hganlo y que el espritu delos caballeros templarios proteja su peregrinaje hacia unode los lugares ms sagrados del planeta Tierra.

Juan Antonio CebrinV 20-10-2007

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in memoriam


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INTRODUCCIN

POITIERS ES UNA BELLA CIUDAD FRANCESA, pero no siemprees posible disfrutar con su contemplacin; suele estar difu-minada por la lluvia, las brumas y a veces la actual conta-minacin. Po siblemente ste era el aspecto que presenta-ba la maana del ao 732, cuando Carlos Martel, elmayordomo de palacio de los reyes merovingios y abue-lo de Car lomagno, tom el mando de un ejrcito dispues-to a detener a los musulmanes y les infringi su primeragran derrota. La fuerza de choque empleada ms notablefue la caballera pesada, gracias a una potencia estreme-cedora (era la primera vez que se vean caballos pertre-chados con sus brillantes armaduras metlicas). Podemosconsiderar este hito histrico como un primer momentoen el que empezaron a darse las condiciones que lleva ranaos ms tarde a convocar las campaas militares de con-quista (y algo ms) que llamamos Las Cru zadas.

No solamente fueron episodios blicos, tambin die-ron lugar a la apertura de nuevas rutas comerciales y,como consecuencia, significaron la migracin masiva de


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europeos en mo mentos especialmente conflictivos, deter-minados por miedos milenaristas y una gran precariedaden que vivan las clases ms humildes del mundo feudal.

Por extensin, tambin puede emplearse el trminocuando nos referimos a otros hechos semejantes, aunquecon objetivos distintos que el de conseguir la custodia delSanto Sepulcro de Jerusaln. Por ejemplo, la Cruzada con-tra los Ctaros acaudillada por Simn de Monfort, o laReconquista de la pennsula Ibrica, en manos musulma-nas desde el ao 711. Sin embargo, cuando escuchamoshablar de ellas, nuestra mente nos lleva habitualmente aasociar la palabra con las ocho ms famosas, que son lasque denomina ms propiamente.

Pero no son los nicos acontecimientos que tuvieronlu gar al principio de la Baja Edad Media. Una serie demovimientos sociales influyeron a su vez en el desarrollode la historia, aunque no estaban conectados entre ellosclaramente. Su conocimiento es fundamental para poderanalizar bien algunos fenmenos que hoy da estn delan-te de nosotros. Vestigios de un pasado turbio, pero glorio-so. Citaremos algunos. Las peregrinaciones; la construc-cin de las catedrales; los avances y retrocesos que signifi-c el choque frontal entre dos religiones y civilizacionescasi irreconciliables y en distinto grado de evolucin cultu-ral; la lrica y msica trovadoresca; el papel de las rdenesmilitares, sobre todo la mtica, enigmtica y controvertidahistoria del nacimiento, desarrollo y cada de la Orden delTemple...; fue desde luego un tiempo fascinante que signi-fic el final del viejo mundo y la llegada del Renacimiento,y con ste, el mundo moderno.

Haremos un viaje en el tiempo para visitar lugares yconocer a sus protagonistas, muchos de ellos nimbados


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posteriormente por el romanticismo con auras hericas,aunque en realidad algunos personajes, aparte de ser bru-tos y ambiciosos, carecan de virtudes y s exhiban unacodicia insaciable. El hecho de que la Iglesia los ensalzaracomo a hroes de la causa de la fe no les priva de ser cri-ticados en los aspectos que ms lo merecen. Adems, hoyda que est tan candente un cierto conflicto entre musul-manes (rabes o no), y cristianos, un repaso a todo cuan-to sucedi entonces nos puede dar las claves interpretati-vas de lo que ahora mismo sucede en el mundo, avivadopor el 11 de septiembre y el atentado contra las TorresGemelas de Manhattan. El actual terrorismo islmicoencuentra stos y otros argumentos histricos para justifi-car sus acciones. As invocan supuestas afrentas muy anti-guas que, aunque en occidente recordamos con cierta leja-na, para ellos siguen sin saldar. Son presentadas a losestudiantes en las madrasas islmicas con el nico fin dealimentar el odio y la violencia de muchos hombres, tantojvenes como maduros, hacia quienes consideran los here-deros de los papas, clrigos, monjes, caballeros y soldadosmedievales, a quienes convocaban y animaban normal-mente, tanto su lder espiritual que ocupaba en el mo -mento el Trono de San Pedro en el Vaticano, como reyes yseores vidos de riquezas y prestigio.

Les damos nuestra bienvenida a este recorrido por unperodo de la Edad Media que merece conocerse paraentender algunas claves del mundo en el que vivimos hoy.

El autor


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EL APOCALPSIS Y LAS CRUZADAS

UNO DE LOS LIBROS MS POPULARES durante la Alta EdadMedia fue sin duda el Apocalipsis, escrito por San JuanEvangelista en la isla de Pathmos siendo anciano. Su fin es,a travs de smbolos de oscuro significado, surrealistas eincomprensibles para casi todo el mundo, mostrarnos c -mo ser el anunciado fin de los tiempos. Segn se afirma,una de las principales seales que permitiran a los hom-bres saber que el evento estaba cercano sera el adveni-miento del Anticristo, encarnado en la Gran Bestia.Muchos crean que tal cosa sucedera en los alrededoresdel ltimo da del ao 999. Al da siguiente, vivos y muer-tos resucitados, acudiran en masa obligatoriamente alValle de Josafat, donde rendiran cuentas ante el arbritriodivino en un terrible, temido e inexorable Juicio Final.Habra llegado el fin de la Historia.

Aquello no sucedi en aquella fecha, es obvio, y laexplicacin sera que Dios haba escuchado las oracionessuplicantes de santos y hombres justos, aplazando el fin.As salieron del paso los sofistas de entonces.

Su influencia fue notable, puesto que el orbe cristianoidentificaba a este ser numinoso con alguno de los caudi-llos musulmanes que luchaban con ahnco para introducir-se en Europa y conquistar sus reinos por la fuerza de lasarmas. Entre ellos destac en Espaa el legendario generalde ascendencia yemen nacido en Torrox (Mlaga), AbuAmir Mu hammad ibn Abi Amir al-Mansur, ms conocidocomo Al manzor (tambin al-Mu'yyad bi-llah el que reci-be la asistencia victoriosa de Allah).

Consciente de ello y deseando frenar la expansinsarracena, el rey asturiano Alfonso II el Casto encontr


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unos aos antes un arma propagandstica que puso al ser-vicio de sus intereses. Un monje de San Martn de Turieno(hoy Santo Toribio de Libana), el abad Beato, famoso porser el autor de los Comentarios al Apocalipsis de San Juantambin conocido como Beato de Libana, escribe unhimno litrgico dedicado a un rey precedente, Mauregato.En l se habla de Santiago el Menor, como Patrn deEspaa, y se afirma que fue su evangelizador. De formamilagrosa, aos despus, en el ao 813 aparece el pre-sunto sepulcro del Apstol, lo que llev a numerosos cris-tianos a convertirse en peregrinos para visitarle y conseguircon su penoso viaje la indulgencia para sus pecados. Estacoincidencia, un tanto sospechosa, permite pensar que laspe regrinaciones a Santiago de Compostela en realidad fue-ron utilizadas en un primer momento como forma de incre-mentar la presencia de cristianos en una amplia reginfronteriza difcil de defender con las escasas tropas de quese dispona. En definitiva fue una migracin inspirada porel ms riguroso pragmatismo.

Poco a poco va crendose un ambiente propicio paraconvocar las Cruzadas. Tengamos en cuenta que el mun domedieval tiene sus propias reglas, difciles de comprenderdesde la ptica de nuestro tiempo. Siguiendo a GeorgesDubi (Guerreros y campesinos: desarrollo inicial de la eco-noma europea, 500-1200), la mayor parte de la poblacinen la Alta Edad Media vive cultivando las tierras de losseores feudales, quienes les imponen una disciplina direc-tamente basada en la doctrina cristiana. Esta establece queDios es un ser que da premios y castigos eternos tras lamuerte en funcin de la obediencia a sus mandatos, emi-tidos a travs del clero y de las autoridades. El poder vienede lo ms alto y legitima a quien lo posee por linaje o por


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Una de las ilustraciones de los Comentarios al Apocalipsis(correspondiente al Beato de Libana de San Miguel de

Escalada). El ms famoso cdice medieval.

la lealtad a su seor, al que conviene tener muchos sbdi-tos sumisos y dispuestos siempre a luchar decididamente afavor de su causa.


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Se produce as el aumento exponencial de la pobla-cin que hacen peligrar los suministros de alimentos, y unabuena solucin es mandar a la gente a conquistar nuevastierras, aunque sea a costa de su vida, peleando en masacontra los enemigos de Dios (y por tanto de la cristian-dad). Y nada mejor para ello que encontrar un estmulosuficientemente convincente.

Por entonces, las peregrinaciones se haban converti-do en una forma de vivir para muchos, que sentan la obli-gacin de vi sitar los grandes lugares santos, como eranSantiago de Compostela, Roma y, sobre todo Jerusaln,cuna del mismsimo Hijo de Dios. Para llegar all por tie-rra era necesario rodear el Mediterrneo y pasar porConstantinopla (Bizancio), donde estaba la sede del Im -perio Romano de Oriente.

Ya se haban superado los temores del Primer Milenio,y la actual Estambul era destino y origen a su vez demuchas rutas comerciales. A su cabeza estaba Basilio IIBulgaroktonos (el matador de blgaros). Corra el ao1014, cuando, harto de los ataques por sorpresa deSamuel, rey de Bulgaria, seor de la fortaleza de Ohrid (unbastin inexpugnable), decidi responderle, vencindoleen la batalla del Valle de Struma, cerca de Salnica.Captur 15.000 prisioneros.

De un modo que hoy da sera inaceptable, pero queentonces se utilizaba frecuentemente y con naturalidad,dej ciegos a todos menos a 150. Cada uno de los que selibraron perdi un ojo, y tuvo que conducir a los dems engrupos de cien.

Al verlo, Samuel muri de un ictus (derrame) cerebral.Esta historia no viene descrita en el Apo calipsis, pero pare-ce un verdadero castigo divino. A veces los hombres, para


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reafirmar su poder, han mostrado comportamientos cierta-mente brutales.

Los turcos invaden Tierra Santa

TRAS LA MUERTE DE BASILIO, comienza una poca de debili-dad de Bizancio que terminar con una nueva invasin,esta vez, bajo el mando de Selyuk. Los turcos selycidas,

recin incorporados al Islam, avanzaron hacia el sur,entrando en Siria y Palestina. Las ciudades fueron ocupa-das paulatinamente. En 1070 entraron en Jerusaln y, unao despus, el ejrcito imperial cay bajo sus armas en labatalla de Manzikert, donde Digenes el Griego fue hechoprisionero. El Imperio tuvo que desprenderse de gran partede Asia Menor. Antioqua fue incorporada en 1084. En1092 los cristianos haban perdido todas las ciudadesimportantes en aquella regin que ahora estaban ocupa-


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das por las autoridades turcas, que controlaban todo gra-cias a un poderoso ejrcito.

Los peregrinos, empeados en acudir a los SantosLugares, cosa que constitua una obligacin ineludible,sufren con este cambio, puesto que los nuevos dueos ycontroladores del territorio estaban frecuentemente pocoatentos a facilitarles las cosas, cuando no interesados enaprovecharse de la situacin. La inseguridad en los cami-

nos, los muchos controles en los que los cristianos erandespojados de sus bienes, la constante presin que hacaque muchos no pudieran llegar a su destino o fallecieranen el viaje fue constante y un problema irresoluble. A vecesfueron vctimas de torturas, secuestros y todo tipo de veja-ciones. Estos musulmanes recin llegados no se vieronobligados a facilitarles las cosas a los cristianos. El resulta-do fue que acudir a visitar el Santol Sepulcro se convirtien algo muy difcil y peligroso, lo que acentuaba los enor-

Izquierda yderecha: Elejrcito turco eraentonces el mspoderoso de AsiaMenor. Lasilustracionesrecreaban lasbatallas con lasque ocuparonmuchas ciudadesde Bizancio.Haca pocotiempo que sehaban convertidoal Islam.


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Los iconos bizantinos son la expresin artstica ms genuinade todas cuantas se realizaron en esta parte del mundo en la

poca de las Cruzadas. Su contenido se refiere siempre aelementos cristianos.


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mes su frimientos provocados por la falta de alimentos yagua, adems de enfermedades en ton ces totalmente des-conocidas para ellos.

Por otra parte, los turcos, aunque coincidan en creen-cias y prc ticas religiosas con sus enemigos ms cercanos,eran un pueblo belicoso e intolerante con una necesidadim portante de invadir otros territorios aledaos. Creanque acosar a sus vecinos y a los peregrinos garantizaba suseguridad. Establecieron as un complejo sistema de vigi-lancia para evitar el constante riesgo de contaminacin contodos los dems. La sensacin de inseguridad que tenanles hizo ser mucho ms duros y crueles de lo que realmen-te les hubiera sido necesario.

Las noticias sobre este estado de cosas se conocieronen Occidente, y poco a poco, reyes, seores, soldados,estamentos religiosos y gran parte del pueblo llano tomconciencia de que era necesario hacer algo para frenar laexpansin de los infieles, que empezaban a ser una ame-naza importante. El peligro que significaban para el flancosur del cristianismo los musulmanes de la pe nnsula Ibricaempezaba a inquietar a todo el mun do. Una frontera tancercana entre las culturas europea y asitica resultaba in -tolerable poltica y militarmente, en un mo men to en que lapresin demogrfica permita tener a disposicin gente dis-puesta a lu char por una buena causa.

El basileus Alejo Comneno, emperador de Bizancio

LA GRAN FIGURA QUE PARARA los intentos de expansinturca fue el general Alejo Comneno, que asumi la respon-sabilidad de parar a los invasores. Sin em bargo, sus tropas


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eran realmente escasasdes de la poca de lamuerte de Basilio Bul -ga rok tonos. No tu voms re medio que bus-car a poyos externos.Deban venir ms sol-dados aunque fueranextranjeros. Lo msconveniente sera re -clutar un ejrcito ca pazde hacer retroceder asus enemigos. Segn elmandatario, los mejo-res eran los norman-dos, unos fieros gue rre -ros que haban pe leadoen la conquista delreino de In gla terra en1066, incluso ex pul -

sado a los mismos bizantinos del sur de la pennsula Itlica. Hay que considerar que, en temas militares, a veces

resulta conveniente tratar de convertir a nuestros peoresenemigos en amigos tiles y razonablemente leales, imitan-do la astucia de sus antecesores, los grandes estrategas dela Roma imperial.

Varios emisarios partieron como embajadores ante elPapa Urbano II, en busca de facilidades para el recluta-miento de las gentes, gracias a su gran experiencia adqui-rida cuando promulg la Tregua de Dios. Esta consistaen no combatir desde la tarde del mircoles hasta la maa-na del lunes.

Alejo I Comneno. Mosaico de laiglesia de Santa Sofa.


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La primera medida instaurada por el pontfice fueconvocar el Concilio de Piacenza en 1095. Se encarg lapresidencia civil al rey Enrique IV, cabeza del SacroImperio Romano Germnico. Este presion para impedir-lo, porque tena un mejor candidato para ocupar el Sillnde San Pedro, ms conveniente para sus intereses. As seimpedira ayudar al basileus bizantino, que lo que realmen-

El papa Urbano II, iniciador de las Cruzadas, recibe al rey deAragn Pedro I. Fresco en el Vaticano.


te obtuvo fue una invasin de desarrapados que luego losenemigos llamaran los infranyat, ifrany, farany o, mscomunmente, los frany (en rabe los franceses).

Desde luego, no era eso lo que esperaba, con lo quesus planes se frustraron, con gran decepcin por su parte.La chusma que venan tena tan mala fama, que intentquitrselos de en medio lo ms pronto posible, estimuln-dolos para que estuvieran el menor tiempo posible y con-tinuaran camino de Jerusaln.

Los turcos fueron quienes se encargaron de neutrali-zarlos, exterminndolos, esclavizndolos o vendindoloscomo mano de obra. La precipitacin y la improvisacinde Pedro el Ermitao, el furibundo propagandista que sepuso a la cabeza de este primer escarceo, fue una de lascausas de que la primera y segunda expediciones del ejr-cito del pueblo cayeran casi por completo cuando se pro-dujo el desastre de Xerigordn.

Sin embargo, el altivo Alejo Comneno era un empe-rador oriental-greco-romano influyente, prestigioso y muyinteligente, sobre todo.

El escritor Amin Maalouf nos lo describe como quin-cuagenario, de menguada talla, ojos chispeantes de mali-cia, barba cuidada, modales elegantes, siempre cubierto deoro y ricos paos azules,... que tena fascinado completa-mente al rey Kiliy Arslan, hijo de Suleimn su enemigo tur-cmano... Como todos los guerreros nmadas, suea conconquistas y pillajes.

No debiera extraarnos entonces que, asustado porun ejrcito tan poco fiable, o sea, casi ms peligroso paral que el de sus enemigos naturales, lo mandara a su suer-te, un desastre seguro. Es sin duda el responsable deldesastre del arranque de la Primera Cruzada. No porque

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Godofredo deBouilln asalta

Jerusaln en unailustracin

medieval de autordesconocido.

lo quisiera as, sino que se vio obligado a ello por las cir-cunstancias y el pragmatismo. Si la organizacin poltica dela Europa de aquel tiempo hubiera sido distinta, probable-mente hubiera recibido las tropas que necesitaba, y la pri-mera gran maniobra militar en contra de los turcos hubie-ra tenido ms xito.

Alejo no consigui la ayuda de sus vecinos y supues-tos amigos, pero el papel de Bizancio como lugar estrat-gico e intermedio entre dos mundos sigui siendo decisivo,sobre todo facilitndole las cosas poco ms tarde al autn-tico vencedor y hroe del segundo acto de la PrimeraCruzada, Godofredo de Bouilln.

Su premio por ser ms sensato, ponderado y mejorguerrero que quienes se dejaron llevar por un entusiasmodesmedido, y una excesiva confianza en recibir ayudasdesde instancias sobrenaturales, fue conquistar por finJerusaln, y con ello todos los centros simblico-religiososde la ciudad ms santa para cristianos y judos, pero tam-bin para los musulmanes.


LAS CRU ZADAS SIRVIERON DE PRETEXTO para que se instalaranen Tierra Santa una serie de congregaciones religiosas quedesempearon diversas tareas que cada vez eran msnecesarias en aquella conflictiva regin. Esa fue la raznpor la que tuvieron que adiestrarse en el uso de las armasy convertirse en monjes-soldado. La tierra sagrada dondeJesucristo predic las bienaventuranzas fue siempre lugarde enfrentamientos entre los hombres.

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Las cinco rdenes ms importantes que se asentaronen los Santos Lugares fueron : la de San Juan de Jerusaln(hospitalarios), la del Santo Sepulcro, los Caballeros Teu -tnicos, los Lazaristas y la del Templo o templarios. Estosltimos se hicieron especialmente famosos.

Tambin hubo otras que participaron, aunque de unamanera casi testimonial, como por ejemplo algunas de ori-gen hispano. La del Monte Gaudio fue fundada por elconde don Rodrigo lvarez en el ao 1178. Sin embargo,no lleg a intervenir en ninguna accin de relevancia, asque sus bienes pasaron a engrosar el patrimonio delTemple en el ao 1186. Hubo ms intentos para que par-ticiparan algunas otras. Intentaron convencer a los ca -latravos y los san tiaguistas (rdenes de Calatrava y de San -tiago), as como a los templarios espaoles, sin resultados.En la Cruzada que emprendi Jaime I participaron algunoscalatravos aragoneses, pero una tormenta merm la flota ehizo desistir al monarca de tal empeo.

Por otra parte, Espaa estaba en plena Reconquista,y eran necesarios practicamente todos los efectivos paraque la pennsula Ibrica no fuera la puerta de entrada delIslam a Europa. Bastante tenan los monarcas espaolescon contener al enemigo ms cercano. Por esa razn semostraron siempre reticentes a participar en las Cruzadasen Oriente Medio. No acudieron muchos caballeros hispa-nos a las llamadas que se hicieron.

A la izquierda: Tierra Santa fue llenndose poco a poco demonjes que tuvieron que ir convirtindose en soldados paraproteger a los peregrinos que acudan en busca de los lugaresen los que predic Jess de Nazaret.


La Orden de San Juan de Jerusaln

Posiblemente una de las instituciones religiosas ms anti-guas que llegaron a la zona es la Orden Militar y Hos -pitalaria de San Juan de Jerusaln, hoy da de Rodas y deMalta (So berana Orden de Malta).

Fue fundada en la Ciudad Santa alrededor del ao1050 por comerciantes de Amalfi (Salerno, Italia), graciasa la autorizacin del califa de Egipto. En su forma originalse trataba de una cofrada que tena a su cargo el funcio-namiento y la conservacin de un hospital en donde losperegrinos hallaran alivio ante las dificultades de su viaje.Su propio lema lo manifiestaba perfectamente: TuitioFidei et Obsequium Pauperum (en defensa de la Fe y alservicio de los pobres). Adoptaron como emblema la cruzblanca de ocho puntas.

En sus primeros aos fue una comunidad monsticapuesta bajo advocacin de San Juan Bautista. Se profesa-ban los votos de pobreza, castidad y obediencia. El PapaPascual II la reconoci formalmente mediante una bulapromulgada el da 15 de febrero del ao 1113. Pronto tuvoque implicarse en acciones militares para poder ejercerbien su funcin en una regin agitada y sensible, escenariode permanentes conflictos. Esto sucedi siendo gran maes-tre Raimundo de Puy (1120-1160), sucesor del primerGran Maestre, el beato Gerardo Tenque, que haba muer-to el da 3 de septiembre de 1120.

Mientras existi el reino cristiano de Jerusaln, conse-cuencia de la Primera Cruzada, los monjes realizaron sulabor normalmente y, al adquirir carcter militar, admitie-ron en su seno a caballeros nobles que profesaban comoreligiosos aceptando la regla de la Orden.

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Fueron expulsados de Tierra Santa en el ao 1291.Era por entonces Gran Maestre Foulques de Vi lla ret (1315-1319) y du ran te algn tiempo se asen taron en Chipre, tras-ladndose en el ao 1310 a ocupar la isla de Rodas.

Crearon entonces una flota encargada de vigilar lasrutas comerciales y militares del Mare Nos trum. Par ti -ciparon en im portantes combates frente a las costas deEgipto y Siria, donde fueron muy eficaces.

En el ao 1523, el sultn Suleiman el Magnfico losexpuls de la isla. Fueron despedidos con honores milita-res. Durante siete aos no tuvieron donde aposentarse,hasta que en 1530 Carlos V les cedi la isla de Malta. ElGran Maestre Jean de la Valette ocup su ca pital, a la quedio su nombre (Valetta).Des de este estratgicolu gar, combatieron con-tra los turcos, que losasediaron durante msde no venta das.

Su intervencin enla batalla de Lepanto en1571 fue decisiva, gra -cias a su potente flo ta,contribuyendo de ci di -da mente a que cayerael imperio otomano.

Aos despus, en1798, fueron expul sa -dos por Napolen Bo -na parte cuando iba aEgip to, pues to que laregla de la orden les

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Foulques de Villaret.Veinticuatro Gran Maestre de la

Orden de Malta


impeda luchar contra otros cristianos. Sin embargo, aunqueen el Tratado de Amiens (1802) se les atribuye la soberanasobre Malta, no pudieron volver. La isla estaba entoncesocupada por los ingleses. Actualmente, y desde 1834, susede oficial est en Roma, aunque tienen diversas posesio-nes por el mundo. Por ejemplo en Segovia tienen la iglesiade la Vera Cruz, un templo atpico con un tipo de arquitec-tura que permite sospechar la influencia en su construccinde las cofradas adiestradas por los caballeros templarios.

A pesar de sus vicisitudes militares y su errtica histo-ria, su misin sigue siendo de tipo altruista, y no se lesconoce ningn proceso incoado en el que alguien hubieraestado interesado en su disolucin. Actualmente casi todossus miembros son caballeros laicos.La Orden del Santo Sepulcro

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JUAN IGNACIO CUESTA

Malta, isla fortificada cercana a Sicilia. Perteneci a la Ordende Malta hasta su expulsin por parte de Napolen

Bonaparte. Aunque posteriormente se les reconoci susoberana, no pudieron regresar.


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Breve Historia de Las Cruzadas (1)