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Este artículo es una reflexión teórico filosófica sobre el mito del inkarrí y otras utopías indias. Según el autor la propuesta de las organizaciones indígenas de que el Ecuador se reconozca como un Estado Plurinacional e Intercultural tiene potencialidad histórica y permitirá construir una sociedad mas equitativa e incluyente.
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BREVE REFLEXIÓN SOBRE LAS UTOPÍAS DEL MUNDO ANDINO1
Flavio López Cando2
La historia de los pueblos indios en los últimos quinientos años ha estado
preñada de sueños mesiánicos de libertad y de justicia; ya en los primeros
años del coloniaje español los mitayos y yanaperos del mundo andino crearon
el mito del Inkarrí (inca Rey). En sus relatos fantásticos confundieron la historia
de la muerte de Atahualpa ocurrida a principios del siglo XVI en Cajamarca,
con el asesinato y posterior descuartizamiento del líder indio Tupak Amaru, en
la ciudad del Cuzco en el siglo XVIII; decían que luego de la muerte del Inca,
los españoles degollaron su cadáver y que posteriormente sus restos fueron
recuperados por los indios, que la cabeza del Inca fue enterrada en la Ciudad
de Quito y su cuerpo en el Cuzco; que por un milagro de la Pachamama3 el
cuerpo y la cabeza de Atahualpa cobraron vida y comenzaron a buscarse
debajo de la tierra, y que por eso, cada vez que hay un temblor o un terremoto
la cabeza y el cuerpo van acercándose cada vez más, y que por este proceso
llegará el día en que logren juntarse definitivamente; ese día terminará la tiranía
española, habrá un pachakutik4 y el Inca volverá con toda su gloria a
reconstruir y a gobernar el Tawantinsuyo. En otra versión del Inkarrí: “dicen que
solo la cabeza del Inca existe y que desde la cabeza está creciendo hacía los
pies. Entonces volverá Inkarrí, cuando esté completo su cuerpo. No ha
regresado hasta ahora, (pero) ha de volver con nosotros.”
En los tiempos actuales la tradición del mundo kichwa está llena de leyendas
que hablan del regreso a un pasado de dicha y abundancia. Los indios del
Jatun Cañar cuentan que todos los años en tiempo de carnaval se abren los
cerros y que en sus entrañas viven los antepasados en ciudades doradas
1 Este artículo fue publicado por primera vez en: Enlace Universitario. Órgano de Difusión de la
Universidad Estatal de Bolívar. Año 4 No. 4. Octubre de 1986. Impresos Nueva Luz. Guaranda – Ecuador, pp. 197- 200. 2 Investigador Social especializado en temas relacionados con la cultura de las nacionalidades
y pueblos indígenas del Ecuador. 3 Madre Naturaleza. Deidad sagrada en la que se funden los conceptos de tiempo y espacio.
4 Literalmente “poner al mundo al revés”; también se traduce como revolución o terremoto.
construidas con oro y esmeraldas. De estas ciudades sale un joven guerrero
llamado Taita Carnaval y durante varios días recorre las comunidades indias
trayendo la buena suerte a quienes se ha preparado para recibirle; también
comparte la buena suerte con los jóvenes que le encuentran por los caminos y
luchan con él. Taita Carnaval es un personaje mesiánico que sirve de puente y
que permite unir el pasado y el presente en la promesa de un futuro sin miseria.
Los Indios de Tungurahua hablan de los urkutaitakuna.5 Dicen que el
Chimborazo es un hombre muy rico y que de cuando en cuando sale en busca
de los campesinos más pobres y trabajadores para, hacerles sus compadres y
de esta manera compartir con ellos sus riquezas. Los urkutaitacuna viven en
comunidad y se preocupan por la suerte de los indios de los páramos.
En el Bajo Cañar, cuando muere una persona, los demás miembros de la
comunidad salen a campo abierto y silban fuertemente con dirección al cielo
durante varias horas para que los antepasados que viven en la Jawa Pacha6
salgan a recibir al recién fallecido, el mismo que será el encargado de llevarles
noticias y encargos de las personas que quedan en la Kaypacha o mundo de
los vivos.
Esta visión mágica que los indios tienen sobre la vida se ha filtrado de mil
maneras en el mundo blanco mestizo. Los habitantes de Pillaro cuentan que
Rumiñahui, luego de incendiar Quito, escondió a las vírgenes del sol y al oro
sagrado de los incas en la cordillera de los Llanganates; convencidos de la
veracidad de esta leyenda, no han faltado algunos audaces que han muerto,
buscando este fabuloso tesoro, en los pantanos del Cerro Hermoso.
Las utopías indias del regreso a un pasado dorado, del restablecimiento de una
sociedad ideal, de una nueva conjunción con la Pachamama, han sido uno de
los elementos que les ha permitido preservar la identidad cultural, los saberes
ancestrales y las formas de reciprocidad y solidaridad andina, como la minga,
5 Padres de los cerros.
6 Mundo de arriba. Cielo.
el makita mañachi7, el randimpak8 y las jochas,9 a pesar de las difíciles
condiciones de vida, las relaciones de explotación, la exclusión y la
discriminación racial de las que han sido víctimas durante cinco siglos.
El mundo occidental también ha sido pródigo en la creación de grandes
utopías, que han ido desde el mesianismo judeocristiano que promete un
mundo de justicia e igualdad después de la muerte, pasando por las
propuestas de una sociedad ideal hechas por los padres del socialismo utópico:
Tomás Moro, Tomás Campanella y Claude-Henri de Rouvroy, Conde de Saint
Simon, hasta llegar al Marxismo, filosofía que por primera vez en la historia del
mundo occidental intentó construir una utopía partiendo del análisis científico
de la realidad social.
La experiencia socialista vivida en la Ex Unión Soviética, la China Popular,
Cuba y otros países, permitió resolver algunos de los grandes males de la
humanidad y rescatar valores universales como la igualdad, la solidaridad y la
fraternidad, pero demostró los límites del Socialismo de Estado, de la
democracia de partido único y de los abusos de una burocracia intolerante.
Este modelo de socialismo castró toda posibilidad de creatividad de la sociedad
civil, volvió cómodos a los trabajadores y persiguió hasta la crueldad quienes
tuvieron la valentía de pensar en forma diferente al jefe de las camarilla
gobernante.
La caída de los socialismo reales es una tragedia para el mundo occidental, su
derrumbe ha permitido que la intolerancia, el culto a la muerte, el irrespeto a la
dignidad humana y a la naturaleza, y el más retardatario individualismo se
pongan de moda, dando más importancia a la sed de ganancia del capital
multinacional que al derecho de la población a tener una vida digna. Talvez el
mejor ejemplo de este panorama apocalíptico sean los cantos de sirena de las
recetas neoliberales que se han consagrado como la única utopía posible para
7 Prestamanos.
8 Trueque.
9 Forma de reciprocidad que consiste en el aporte voluntario de cada uno de los participantes
en una fiesta entrega para la realización de la misma. La entrega de la jocha le da derecho a disfruta del baile, la comida y la bebida durante la fiesta.
la humanidad. Aunque claro está, esta propuesta niega cualquier posibilidad de
futuro a la propia naturaleza y a las dos terceras partes de la población
mundial, a las que consideran que están formadas por “sociedades no viables.”
Las nuevas utopías andinas ya no se inspiran en el regreso a un pasado
dorado o en la reconstitución del Tawantinsuyo, sino que surgen como
posibilidades reales de futuro en una sociedad en crisis, surgen como una
propuesta de desarrollo cultural y socioeconómico diferente. El pueblo indio
reclama la introducción de cambios fundamentales en la sociedad local y
nacional. Sus demandas de que el ecuador se reconozca como un Estado
pluriétnico, pluricultural y multilingüe, sus luchas por la ampliación de la
democracia más allá del estrecho marco de las elecciones y los partidos
políticos; la necesidad de buscar nuevas formas de relación entre los jefes y la
sociedad civil; la necesidad de que los diversos sujetos sociales puedan
impulsar proyectos autogestionarios de desarrollo, así como el respeto a la
pluralidad, a la diversidad, y el paradigma individual – comunitario que se
expresa en la vida comunal y en las diversas formas de reciprocidad andina,
permiten pensar en la construcción de una utopía posible, donde se logre un
equilibrio entre la libertad individual, el respeto a las opiniones ajenas, la
fraternidad y la solidaridad.
Esta utopía posible permitirá la construcción de proyectos de desarrollo
autogestionario que potencien el aprovechamiento sostenible de los recursos
disponibles, que recuperen las estrategias de sobrevivencia de las economías
familiares del campo y la ciudad y que sin sacrificar los grandes ideales de la
humanidad, permitan construir una opción de desarrollo alternativo dentro de
un sistema económico de mercado basado en la competencia. La
implementación de estos proyectos debe apuntar a la democratización del
poder local y regional, a la participación consciente de las organizaciones
populares en la gestión y en el control del ejercicio del poder, en la defensa de
la libertad de opinión y en el respeto al criterio de los otros. Sobre esta base
será posible construir una democracia robusta y participativa a nivel nacional.
Sin embargo, esta propuesta no tendrá viabilidad si en este proceso los
diversos actores sociales renuncian a su posibilidad de futuro, si todas estas
acciones no están iluminadas por la utopía de un socialismo intercultural que se
potencie desde la sociedad civil, si las acciones del Estado contra los
ciudadanos se encuadren dentro de los límites de los estrictamente necesario,
en un marco de respeto a los derechos humanos individuales y colectivos, y si
el aparato burocrático y coercitivo se reduce significativamente para permitir
que sea el ser humano, la naturaleza y la vida, en su diversidad y en su
diferencia, la razón de ser del sistema socioeconómico.
Las propuesta indias de nueva sociedad no se agotan en lo puramente étnico,
no son propuestas excluyentes pensadas solamente en función de los
intereses de las comunidades indígenas, son propuestas de desarrollo societal
para todos los ecuatorianos y para toda la humanidad, recogen lo más preciado
del pensamiento universal y se potencian desde una experiencia histórica que
les ha permitido mantener su identidad cultural durante muchos siglos; no
pretende ser la única ni ser una verdad acabada; al contrario, solo es una
propuesta inicial que puede ser negada, criticada o enriquecida con el aporte
de todos. Hasta el momento es un sueño compartido por unos pocos pero
podría ser el pretexto para buscar nuevos consensos y nuevos caminos. El
derecho de las comunidades indígenas de defender y enriquecer con otros
aportes sus propias utopías es un deber irrenunciable porque en ello está el
futuro. Como dijera el líder indio Tupak Katari antes de ser ajusticiado: “A mí
me matarán, pero un día volveré y seré millones, entonces mis hijos y los hijos
de mis verdugos podrán vivir tranquilamente como hermanos.”