Breves Aountes Sobre Las Pasiones Humanas-r.mella

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    Este trabajo lo present Mella a un Certamen Socialista, el

    segundo, celebrado en Barcelona en 1889. Con l optaba a uno de

    los premios al tema tercero, propuesto por el Circulo Obrero

    Barcelons en la siguiente forma : Suponiendo una sociedadverdaderamente libre 0 anrquica y llevada la instruccin al grado

    mximo concebible, puede ser causa de inarmona social LO QUE

    SE LLAMAN PASIONES HUMANAS? . El estudio de Mella

    obtuvo el segundo premio.

    Breves apuntes sobre las pasiones humanas fu publicado

    en el volumen que recogi todos los trabajos de aquel concurso

    SEGUNDO CERTAMEN SOCIALISTA (un tomo de 414 pginas,

    tamao 22x16, Barcelona, 1890). Agotada esta obra, se hizo de

    ella una segunda edicin en 1903 (414 pginas tamao 24x16,

    imprenta comunal La Tipogrfica , Barcelona). Recientementehizo otra edicin, la tercera por tanto, la Biblioteca Vrtice , de

    Barcelona.

    En 1912 reuni Mella varios trabajos suyos para formar un

    tomo que le haba encardado el editor F. Sempere, de Valencia. En

    dicho tomo Cuestiones Sociales , 276 pginas, tamao 19x13,

    precio : 1 peseta, incluy Mella Breves apuntes sobre las

    pas iones humanas , pero corrigiendo ant es el tex to primitivo en

    algunas partes,

    Reproducimos. nosotros ste estudio tal como Mella le cor-

    rigi para el tomo Cuestiones Sociales .(Extrado de la edicin presentada por Pedro Sierra y Eleuterio

    Quintanilla, 1934, Gijn, en un tomo que recoge varios otrostrabajos titulado Ensayos y Conferencias ).

    * *

    Esta es, pues, la sexta edicin de este trabajo interesantsimo y

    profundo, que gana cada d a en actua lidad, como casi

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    todos los trabajos de Mella, de indiscutible transcendencia y

    valor.

    Por nuestra parte, pensamos reeditar todos los trabajos de

    Mella que nos sea dable el recoger, en la completa seguridad de

    que, con ello, realizaremos una obra de innegable valor, al par

    que de justo reconocimiento a la recia personalidad del au- tor,

    que cuenta ser uno de nuestros tericos ms acertados en lainterpretacin de los problemas " vivos " de la convivencia

    humana.

    Procedente el pensamiento de Mella de fuentes proudho-

    nianas, parece seguir toda la vida el curso de su caudal fecundo y

    es fiel a su compaa hasta el fin. No retrocede ni vacila. En

    efecto : an corrigindose constantemente, Mella no se niega

    nunca. Permanece siempre l mismo. Su pensamiento viene del

    anhelo de la Libertad y de la Justicia social entrevistas y va, en

    alas de ese anhelo, en pos de su Ideal, cada da ms ancho y

    divisado en nuevo horizonte tras cada eminencia del camino. Por

    la Justicia social y la Libertad, es decir, por el Socialismo y la

    Anarqua, hacia el progreso indefinido, absoluto, sin trmino ni

    meta ... (de Eleuterio Quintanilla, en su prlogo a Ensayos y

    Conferencias).

    Y el lector tiene la palabra. Dejamos a su juicio sereno y

    certero, la interpretacin del trabajo que hoy ponemos a su al-

    cance con la intima satisfaccin de realizar una buena obra.

    Ediciones TIERRA Y LIBERTAD .

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    BREVES APUNTES SOBRE LAS PASIONES HUMANAS

    CARTAS A UN ADVERSARIO

    por Ricardo MELLA

    I

    Bajo su nombre, estimable adversario, dirijo estas epstolas acuantos acorralados por la lgica de las nuevas ideas se refugian en elbaluarte de las imposibilidades prcticas para la realizacin de lasaspiraciones revolucionarias, a causa de lo que llaman desastrosaspasiones humanas.

    Muchas veces hemos discutido acerca de la posibilidad de que laspasiones humanas hubieren de perturbar una sociedad donde el poder,la autoridad, estuviesen anulados. Muchas veces tambin hemosllegado a la conclusin de que no podamos entendernos por falta deacuerdo en las premisas. -Me propongo, una vez ms, demostrar a usted y a sus colegas que lalibertad misma es el mejor antdoto contra las perturbaciones de lapasin desordenada, demostrando al propio, tiempo que esasperturbaciones sern insignificantes en un rgimen social de libertadpropiamente dicha.

    Pueden ser causa de inarmona social lo que se llama pasioneshumanas, en una sociedad verdaderamente libre ?

    A esta pregunta, formulada para un pblico certamen, por ciertacolectividad de soadores proletarios, pudiera yo responder entrandoinmediatamente en materia y demostrando, como dos y dos son cuatro,que las pasiones humanas, no pueden, en modo alguno, ser causa deinarmona, una vez supuesto el rgimen de libertad, cifra y compendiode nuestras aspiraciones; o bien probando, con datos sencillsimos degeneral experiencia, que admitida la causa de la perturbacin y laperturbacin misma, todava resultan ventajas esenciales para el

    mtodo de la libertad sobre el d la autoridad, puesto que ste ltimo,interviniendo en los hechos pasionales y en todo gnero de extravos,no evita, ni corrige, ni estorba la creciente extensin de la inarmonasocial.

    Pero este procedimiento expeditivo dara lugar, seguramente, a queno hubiramos de entendernos en lo sucesivo, y

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    prefiero tomar la cuestin en su origen a fin de establecer contoda claridad los trminos del problema.

    Examinaremos primeramente qu son las pasiones, cmoobran en. las sociedades humanas, cmo se determinan segn elmedio circundante, si son o no un hecho de naturaleza y culesson, en todo caso, sus circunstancias de utilidad o de nocividad.

    Se habla generalmente de las pasiones sin tener apenas encuenta lo que son en s mismas, sin detenerse en la considera-cin de la influencia que sobre ellas ejerce cuanto nos rodea,medio csmico y medio social. Hablar a tontas y a locas, sinposibilidad de fructuosa inteligencia, se llama esta figura.

    El problema, en apariencia ms sencillo, reviste caracteresde extrema complejidad si se le examina atentamente, porqueen la vida social como en la universal nada hay que no est

    ligado por estrechas relaciones de conexin.As, en el caso presente, la cuestin no se reduce tan slo alos electos sociales de las pasiones, sino que se extiende a laintervencin que en ellas tienen nuestros prejuicios, nuestroserrores, nuestras rutinas ; a las instituciones creadas para ga-rantizar el derecho segn se pretende por los domadores depueblos, vulgo gobernantes a la influencia misma de nuestroconcepto de la personalidad humana, y hasta nuestracontextura fisiolgica y menta] y a nuestro modo de vivir yrelacionarnos en lo privado y en lo pblico.

    No se pida que, por ejemplo, las pasiones jueguen el mismopapel entre hombres libres que entre esclavos, entre hombres

    cultos que entre ignorantes ; no se pida que la moral del con-vento y la moral del cuartel sean iguales a la de cualquier otrasociedad de fines naturales y humanos. El prejuicio, mejor, elfanatismo religioso dar una moral y unas pasiones contrariasa nuestro propio organismo y a sus propias leyes, fisiolgica-mente considerado. La preocupacin, o mejor, el barbarismo dela guerra, producir unas pasiones contrarias a nuestro propioorganismo y a sus propias leyes, fisiolgicamente considerado.La preocupacin, o mejor, el barbarismo de la guerra, producirunas pasiones y una moral tambin contrarias a la naturaleza ya la razn.

    Sera, pues, completamente falsa la conclusin a que neg-

    semos si juzgramos de los efectos de las pasiones en una socie-dad libre por los que producen en la sociedad actual, sociedadde subordinacin, de militarismo, de desigualdad y deinjusticias.

    Para resolver este problema es necesario, seor mo, hacerun cierto uso de esta facultad preciosa del hombre que se llamaabstraccin, por medio de la cual, sentadas las premisas de la

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    libertad y de la educacin individual necesarias, podremos de-ducir las conclusiones obligadas a que nos llevara, lainfluencia pasional humana en una sociedad hipottica, sindudo, pero sin. duda tambin realizable a muy corto plazo.

    Sgame usted, por tanto, con la atencin que el casorequiere y yo le prometo que llegaremos a un acuerdo feliz si nome atraviesa por medio la obstinacin sectaria, que tantas ytan bellas causas estropea.

    El asunto lo merece ciertamente y la cortesa que le distin-gue me conceder, sin esfuerzo, la atencin que solicito, auncuando pueda parecerle pedigeo y enojoso en extremo.

    Se lo agradecer por anticipado su atento contrincante.

    II

    Convengamos de antemano y como primer avance de miintento en el significado de las pasiones y su modo de obrar enlas sociedades humanas.

    Prescindiremos de los diversos prejuicios que acerca de estamateria han formulado las religiones y escuelas filosficas yexaminaremos al hombre pasional en s mismo,

    No creo que sea necesario ningn esfuerzo de su parte paraadmitir que el hombre no es ni bueno ni malo. La Naturaleza esindiferente al bien y al mal, y en la naturaleza est el hombre.Mecanismo sometido a leyes, conjunto de energas combinadas,fuerza viva capaz de actuar en todos sentidos, rene el hombrelas condiciones necesarias para producir el bien o el mal, segnla direccin que al mecanismo se le imprima.

    No me importa averiguar si el ser humano obedece al de-terninismo de la materia o es soberano de s mismo por el librealbedro. No ventilamos ahora problemas de psicologa fisiol-gica. Y basta, por tanto, observar que el hombre., socialmenteconsiderado, se manifiesta bueno o malo, con arreglo a su tem-peramento, su educacin, su cultura, etc., etc., y sobre todo,conforme a las diversas condiciones del medio en que se desen-vuelve. En este supuesto puede afirmarse que las pasiones hu-manas son los movimientos ms o menos acentuados que elhombre ejecuta en virtud de la atraccin o repulsin de lascosas que pueden causarle placer o dolor.

    Y claro est que si el hombre no es bueno ni malo por simismo, otro tanto ocurre con sus pasiones. Digan de ellas lo quequieran las preocupaciones religiosas o filosficas, son sim-plemente buenas o malas las pasiones segn la direccin en quese las impulsa, y as llevan a las grandes virtudes como a los

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    grandes vicios, as conducen a los ms nobles herosmos como alos ms repugnantes crmenes. Una buena educacin unida aun organismo bien equilibrado, excluyen toda contingenciapasional extraviada. Las pasiones extraordinarias se dan en loshombres extraordinarios. Son la excepcin, no la regla.

    Exteriorizacin de la propia naturaleza del hombre, son laspasiones como la relacin necesaria entre sus rganos y lascosas que se estiman o se odian, que se desean o se repugnan. Naciendo el .Hombre dice dHolbach con necesidades,nada le es ms natural que el deseo de satisfacerlas; suscepti-ble del placer o del dolor, nada ms natural que el amar el unoy aborrecer el otro. De donde se concluye que los deseos y laspasiones son esenciales al hombre, inherentes a su naturaleza,inseparables de su existencia y necesarios a su conservacin .

    Considerar las pasiones, segn las ideas de los estoicos,como enfermedades del alma; rechazarlas y pretenderdestruirlas como un gran mal de la vida, segn hacen loscreyentes de todas las religiones, vale tanto como proclamar elaniquilamiento del hombre mismo, En el fondo, no otra cosasuponen las ttricas teologas y las filosofas msticas queniegan la 'vida en aras del ms all ignoto.

    Qu sera el hombre sin esos movimientos de atraccin ode repulsin por los objetos queridos o aborrecidos ? Qu seriael hombre sin el amor, sin el deseo de bienestar, sin el anhelodel placer ?

    El odio mismo, pasin implacable, es altamente beneficioso

    cuando mueve al hombre contra la tirana, contra la inmorali-dad, contra todo atropello a la dignidad humana, contra la in-justicia y la iniquidad.

    La clera, terrible sentimiento capaz: de los mayores daos,es natural y necesaria en ciertos lmites, plausible cuando nosarroja a las tragedias en que las vilezas sociales, las infamiashumanas quedan sojuzgadas.

    El amor propio con frecuencia molesto, es, no obstante,acicate de dignidad que nos impide degradadnos.

    Todas las pasiones, aun las peor reputadas, dentro de sumedio natural de expresin, constituyen el fondo real de su viday ellas hacen que el progreso humano no sea una simple

    palabra, que el trabajo, el arte, la ciencia, no sean conceptosvacos de sentido. Sin la temeridad, no habra hroes. Sin elamor, no habra artistas. Sin la curiosidad, no habra ciencia.Sin las necesidades de la vida, no habra trabajo, no habrasociedad, no habra hombre. Sin el deseo del placer, el mundose convertira en un inmenso cementerio. Sin el amor de lagloria,

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    sin ambicin de la gloria, si se quiere, todos seramos unospobres diablos.

    Intil declamar contra las pasiones; ms intil pretenderaniquilarlas. As como se dice del escritor "el estilo es el hombre, as se puede decir del ser humano que las pasiones son elhombre". Sin ellas sera un leo o una estatua, segn laexpresin del filsofo. Y como el hombre no es por naturaleza nilo uno ni lo otro se deduce en buena lgica que sus pasionesson necesarias y tiles a su propio desenvolvimiento y al de-senvolvimiento social.

    Puede argirse que las pasiones producen a veces efectosdesastrosos, as para el individuo como para la sociedad. Laobservacin no estar bien hecha, porque no es la pasin en sla causa de tales desastres. Lo es su corrupcin, su falsea-miento ; lo es el medio en que actan. El deseo de satisfacernuestras necesidades, suele trocarse en afn de riquezas, enusura, en robo. El amor propio, el amor de si mismo, indispen-sable para el mantenimiento de nuestro decoro, de nuestra dig-nidad, conduce tambin a la pedantera y al orgullo. Ms no sonstos los productos naturales de la pasin. Aqu juega papelprincipalsimo la moral social, las instituciones pblicas, el pa-trimonio hereditario. Hay poderosas excitaciones al mal. Hayperversiones latentes. No son ricos todos los ladrones, pero casitodos los ricos son ladrones. Pedantes hay muchos en lacumbre; hombres dignos, no pocos en la sima.

    Distingamos, pues, entre la pasin propiamente dicha y susviciosas desviaciones. Aqulla jams puede, contravenir elorden social, la vida armnica de los pueblos; stas son siemprecausa de perturbacin y de graves males, as para el individuocomo para la sociedad.

    Ms aun tratndose de las desviaciones pasionales, es pre-ciso no olvidar la influencia de que he hecho mencin en miprimera epstola. Las costumbres sociales y las leyes estableci-das nos han hecho entender que toda ganancia es legtima y asse ve que la mayor parte de los hombres tratan de vivircmodamente por medio de lo que en buen castellano se llamarobo, el despojo continuo al resto de los ciudadanos, de tal modoque puede decirse que solamente se castiga la violencia delacto, aun cuando sta est justificada por la miseria o por la

    necesidad que, como dice muy bien dHolbach, carece de ley. Delmismo modo podis observar que mientras todo el mundo tienehorror a] asesinato, lo disculpa y tolera, por las preocupacionessociales, cuando se disfraza con el nombre de duelo. Se repudiael robo, y el comercio y la industria no son ms que portentosasorganizaciones del latrocinio reglamentado al

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    amparo de la ley: Se condena el asesinato y la vindicta pblica ahorcay fusila y las guerras glorifican el asesinato en masa. Cmo queris,

    amable contrincante, que las pasiones no se desven y produzcanterribles y desastrosos efectos ?

    Pero cambiadlo todo; haced que el hombre halle sencilla, ynaturalmente los medios de satisfacer sus necesidades; procurad que laveracidad substituya a la mentira y a la hipocresa y veris cmo laspasiones obran de muy dis tinta manera.

    El carcter dice Obbes es fruto del temperamento, de laexperiencia del hbito, de la. buena o mala fortuna, de las reflexionesde los discursos, del ejemplo, de las circunstancias. Cambiad estascosas y el carcter se cambiar .

    Pues as os digo yo : el vicio es fruto de nuestras costumbressociales, de nuestras leyes, de nuestras preocupaciones y errores, de

    nuestras, ms que intiles, daosas instituciones. Cambiad todo esto yel vicio desaparecer.

    Convengamos, para terminar por el momento, en que las pasionesson absolutamente indispensables para que el hombre sea algo ms queuna mquina; convengamos en que sus defectos sociales no son deningn modo perniciosos para la sociedad ni para el individuo, sino, alcontrario, tiles y provechosos a todos ; convengamos, en fin, en que lavocinglera declamacin de los que quisieran convertirnos en leos o enestatuas es ajena por completo a las ideas que predominan en nuestrostiempos y a las verdades de orden cientfico, y afirmemoscorrelativamente los males indudables de las desviaciones de la pasinque en gran parte son fruto de preocupaciones, errores, hbitos y

    ejemplos cuya influencia no somos bastante fuertes para evitar.Y convenido esto, dejemos para la siguiente carta el examen deldeterminismo, del extravo pasional, y de los medios adecuados paraneutralizarlo o suprimirlo.

    Rindiendo culto a la brevedad, queda a sus rdenes...

    III

    A poco que reflexionis sobre las breves consideraciones de mi

    carta anterior, habris de comprender que el extravo de las pasiones noproviene de ellas mismas. Suponed al hombre en posesin de todas susfacultades y derechos ; suponedle dueo de sus actos y en posesin delos medios necesarios para vivir con decora; suponedle suficientementeculto para que puedan en l identificarse, ciencia y la conciencia;suponedle, en fin, consagrado al trabaje como miembro activo de unasociedad

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    bien constituida, e indudablemente sus pasiones no podrn producirpira s y para los dems nada que no sea til, conveniente, laudable y

    hasta necesario, si no es por rarsima excepcin un tanto discutible.Suponedle, por otra parte, privado parcial o totalmente, de lasfacultades y derechos, de sus afectos y de la libertad de sus actos ;suponedle privado de los elementos que necesita para vivir dignamentey de la cultura indispensable para no marchar a ciegas por los senderosde la existencia; suponedle ocioso miembro intil de la sociedad, y nonegaris que sus pasiones producirn ms males que bienes, msperturbaciones que armonas.

    Pues bien : esto sentado, cabe preguntar : si el vicio no tiene suorigen en las pasiones inherentes al hombre, de qu proviene ?

    Voy a tratar de probaros que tiene su origen en la ausencia delsentimiento de Justicia. Glosar, a mi modo al filsofo de Besanon

    (1) a trueque de que, como es ahora uso en algunos hombres deciencia, se diga que todo esto no es ms que lgica de sentimientos.Las sociedades humanas estn sostenidas tanto por las necesidades

    materiales como por los sentimientos morales. La ciencia es unacorroboracin. La lgica pura un resultado. La vida no es un teoremaporque es algo ms que un teorema. Se puede pasar sin ciencia ; no assin alimentos y sin afectos. La fisiologa es antes que la lgica. Si lajusticia es cosa de sentimiento, toca a la ciencia razonarla.

    Dispensad esta breve disgresin y prosigamos.Conoceris la historia lo suficientemente bien para convenir

    conmigo en que las religiones, consideradas como idea y comosentimiento, han extraviado, durante mucho tiempo a los hombres de

    todos los hemisferios. Las religiones todas, sin excepcin, situandofuera del hombre la existencia del Bien, trasunto de la Justicia, nosacostumbraron a la creencia de que slo de lo alto podr sernos dado.Y para conseguir nuestra identificacin con el principio de la justiciaultraterrestre, nos educaron en 'la prctica del bien por el temor y en ladel odio hacia cuanto significaba oposicin a la doctrina trascendente.Pero el temor y el odio han ido disminuyendo en el curso del tiempohasta desaparecer casi por completo. Perdida la fe , se produjo el vacomoral, y la mayora de los hombres qued sin rumbo. Necesita. lahumanidad de los grandes ideales, y el periodo de transicin funaturalmente breve. Bien pronto se oper una profunda revolucin. Elprincipio del respeto mutuo, que es, en

    (1), Proudhon.

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    esencia, traduccin de la idea de Justicia, encarno entonces, enel rgano representativo de la sociedad, el Estado, y hablandoms a la llana, en el prncipe, el emperador el rey, el primer

    magistrado, como se dice en trmicos demo- ' citicos. Peroentonces, como antes, se nos impuso el bien por el temor, temora los nuevos poderes humanos, no mejores que los divinos.Obedientes un da a. la voz de la altura, nos acomodamosfcilmente a los mandatos de los hombres representativos.Tambin este santo temor a la autoridad social ha venido amenos. Es todava la base de nuestras instituciones, pero estausente de todas las conciencias.

    Al presente nos encontramos en pleno escepticismo.Algunos buenos ciudadanos, un tanto msticos, buscananhelantes un ideal nuevo, y no pudiendo inventar mejoresreligiones o ms aceptables poderes, se refugian en la mora]

    independiente.Pero cul es esa moral ? En qu se apoya ? 'Cmo se

    define ? La moral es cosa extremadamente variable de lugar alugar, de tiempo a tiempo, de clima a clima. Hacer el bien porel bien mismo es cosa ptima ; ms qu es bien ? qu es mal? qu nos garantiza esta bondad que se recomienda a smisma ?

    No ; la moral no basta. Asociada a la religin y asociada alEstado, ha sido impotente para guiarnos al bien. Por si misma,no tendr ni ms fuerza ni ms eficacia.

    Es la justicia inmanente, valindome de trminos caros alos filsofos, la nica fuerza, el nico imperativo, el solo motor

    que puede regular la vida social e inspirar la conducta indi-vidual.Bajo esa palabra vaga que parece prestarse a las mismas

    dudas que la palabra moral, hay una cosa verdadera,indestructible. Subsiste, a travs de todos los tiempos, entodos los hombres un fondo de equidad. No preguntis en quconsiste ni como se define. Sencillamente observad, cmo obra.Apenas hay momento supremo de la vida en que ese espritu deequidad no se imponga a todos, sabios o ignorantes, pobres oricos. Podr flaquear ante las conciencias de los intereses,esfumarse en tiempos de subversin general; pero de ordinarionos conduce a ser rectos, considerados, respetuosos ; en fin,

    justos. Mientras el hombre crey que la Justicia vena de lo alto,tuvo respeto para la Divinidad. Sin aquel espritu de equidad,aun este respeto a la Divinidad hubiera sido imposible. Y porrespeto a la Divinidad odi a sus semejantes, hizo las guerrasreligiosas, se someti a- la esclavitud, fu autmata, fu cosa.Tal idea de la Justicia no poda dar otros resultados.

    La anulacin absoluta es imposible, y al cabo se perdi

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    aquel respeto y se estim entonces que la Justicia era funcinde la sociedad. Continuamos situando fuera de nosotros lo queest en nosotros mismos. Se repiti la larga, historia de

    guerras, de servidumbre; de anulacin. El ciudadano es unrodaje del gran todo social. No hay respeto a la dignidadpersonal si no es por la imposicin colectiva. Dios se llamEstado.

    Qu queda de todo esto ? Subsisten, todava los templos ylos cultos, las formas polticas y todas sus representaciones;pero subsisten a la manera que perduran algunas aglomeracio-nes de salvajes a la par del mundo civilizado. Todo ello hamuerto en la conciencia pblica

    Ahora se levanta la personalidad y recaba su independen-cia. El ideal ha trasladado sus dominios al hombre libre, igualal hombre, que es el hombre justo. La idea de la dignidad per-

    sonal, fruto del sentimiento de justicia inmanente, se produceen nosotros de un modo reflejo, y estimarse a s mismo es idn-tico a estimar a los dems. En vez del animal religioso, delciudadano sumiso, del ser moral (metafsica se llama estafigura), afirmamos el hombre justo. La Justicia es superior atodas las teologas y a todas las filosofas. La justicia no esposible sino entre iguales, igualmente libres. Y es la libertad yes la igualdad la expresin terminante de los modernosideales. La regla religiosa, a la sancin social, o finalmente, ala sancin moral, responde el principio revolucionario de ladignidad personal.

    La justicia dice Proudhon es para todo ser racional

    principio y forma del pensamiento, regla de conducta, objetode saber .y fin de la existencia. Es sentimiento y nocin, ma-nifestacin y ley, idea y hecho ; vida, espritu y raznuniversales. As como en la Naturaleza todo concurre, todoconspira a un fin, todo marcha de acuerdo, segn laexpresin de un antiguo ; as como, en una palabra, todo en elmundo tiende a la armona y al equilibrio, as tambin, en lasociedad, todo se subordina a la Justicia, todo la sirve, todo sehace segn sus mandatos, segn su medida y su consideracin;sobre ella se constituye, y a este fin el de los conocimientos; entanto que ella ni est sujeta a nada, ni reconoce quin lamande, ni sirve de instrumento a poder alguno, ni an a lamisma libertad. Es de todas nuestras ideas la ms inteligible,la ms constante y la ms fecunda ; es de todos nuestrossentamientos el nico que honran los hombres sin reservas y elms indestructible. Percbela el ignorante con la mismaplenitud que el sabio, y por defenderla, se hace en un momentotan sutil como los doctores, tan valiente como los hroes. Poreso la edificacin de la Justicia es la gran empresa del gnerohumano, la ms magistral de todas

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    las ciencias, obra de la espontaneidad colectiva mejor que delgenio de los legisladores, obra que jams tendr fin.

    Del mismo modo que no podis negar que las pasiones hu-manas son un hecho de naturaleza, as tambin convendrisconmigo en que el sentimiento de la Justicia, de que hablaProudhon, nuestro primer filsofo revolucionario, vive poderosoen el hombre y se le impone aun en las cosas ms nimias, y asconmigo convendris tambin en que slo por la debilitacin deeste sentimiento, el hombre cae, degenera y se envilece.

    En todos nuestros actos, en todas nuestrasdeterminaciones, el espritu de Justicia se manifiesta vigoroso.Aun en los mayores extravos, un poco de equidad pugna porabrirse paso. Slo la preocupacin religiosa y la razn deEstado han podido debilitarlo en nosotros. La montaa de unafalsa educacin pesa sobre la humanidad civilizada. Ladignidad personal ha muerto en manos de la religin primero,del Estado despus. Nada nos distingue, si no es el oropel de laciudadana, de los pueblos petrificados en la etapa teolgica.Nuestros vicios, nuestros extravos, nuestros crmenes,nuestras locuras, de ah proceden. Dios y Estado, religin ylegislacin, misticismo y obediencia, revelacin y explotacin,de ah la fuente de donde manan todos los extravospasionales.

    Se nos dice que la felicidad no es de este mundo, se nosensea a despreciar nuestras obras y a nosotros mismos, y laNaturaleza se subleva contra tamaa abominacin.

    Se nos pide respeto y acatamiento en las relaciones connuestros semejantes, a nombre de una razn colectiva que seimpone por la fuerza, y la Naturaleza se rebela tambin. Laindividualidad se revuelve airada.

    Autoridad, propiedad, legislacin, formas diversas de unmismo propsito : la subordinacin del individuo, juegan elmismo papel en esta existencia social que la religin, laabsurda abstraccin de un poder sobrenatural y antihumano.

    La revolucin es la que nicamente puede rehabilitarnospor la Justicia, provocando y exaltando en nosotros el senti-miento de la dignidad, al respeto mutuo, la independencia y lasolidaridad. En el orden de la conciencia dice Proudhon el ms elevado de todos es la Justicia propiamente dicha, reglade nuestros derechos y de nuestros deberes, y en el orden de la

    inteligencia, lgica, matemticas, etc., es la igualdad o laecuacin ; en la esfera de lo imaginativo tiene por nombreIdeal; en la Naturaleza el equilibrio. En cada una de estascategoras de ideas o de hechos, la Justicia se impone bajo unnombre especial y como condicin sine qua non ; slo en elhombre, ser complejo cuyo espritu abraza en su unidad losactos de

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    libertad y las operaciones de la inteligencia, las cosas de laNaturaleza y las creaciones de lo ideal, se impone sinttica-mente y siempre con igual autoridad ; por eso el individuo queen sus relaciones con sus semejantes falta a las leyes de laNaturaleza, o del espritu, falta a la Justicia.

    Admitid, pues, esta idea, este sentimiento de justicia queno os deja reconocer la preocupacin religiosa y la preocupacinpoltica, y veris claramente que de conferirlo unas veces a laDivinidad y otras al Estado proceden todas las perturbacionesas individuales como sociales.

    Imposible me parece que vayis a pretender una revolucinreligiosa, una renovacin poltica. La derrota de estos idealeses definitiva. Y del eclecticismo actual, slo saldremos por laexaltacin de la Justicia, de la Justicia inmanente. Que elhombre sea su Dios, su rey, su legislador, su todo, esto es loque quiere la revolucin, y no lo dudis, la revolucin triunfar,so pena de extincin de la raza humana por falta de ideal parasu imaginacin, de justificacin para su conciencia, de salud ybienestar para su cuerpo.

    Pero observo que me extiendo demasiado y no quiero faltara mi propsito. Hasta mi prxima.

    Vuestro siempre, etc.

    IV

    Habris comprendido ya, por lo que llevo dicho, que en laexaltacin de la dignidad personal descansa el fundamento de

    nuestras aspiraciones. Cuando el hombre se estime a s mismoen cunto vale, estimar de igual modo a los dems yrechazar todo acto de injusticia, porque lastimar en suindividualidad al grupo de que forma parte. La moral habrdado un gran avance subordinndose al principio de Justicia;el extravo de las pasiones ser tanto menor cuanto ms y msse aprecien y respeten los hombres entre s. La consideracinentre iguales es cosa indiscutible.

    Ahora bien : En qu condiciones hemos de llegar a staexaltacin de la dignidad personal, tan rebajada por siglos deabyeccin religiosa e ignominia gubernamental? En qu con-diciones este ideal de la Justicia puede llegar a realizarse ?

    Contestar sencillamente a estas dos preguntas : las condi-ciones necesarias de esta gloriosa transformacin son : la liber-tad, el pan y la ciencia. La libertad, porque ella restituir alhombre a su soberana a la integridad de sus actos, a la auto-noma de su conciencia y a la razn, arrancndole a la escla-

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    vitud de la Iglesia y del Estado. El pan, porque sin la, plenasatisfaccin de las necesidades de la alimentacin, vestido, etc.,

    no puede haber hombres dignos y libres, sino seres disminuidos,sumisos al que paga y al que manda, depauperados por elhambre, agotados por la miseria. La ciencia, porque ella edi-ficar en la conciencia y en la razn de los hombres todo lo queno han podido edificar ni la religin ni el Estado : mutualidad,respeto, bondad, equidad, justicia.

    Puesto que el hombre llega a hacerse respetar l mismo yser respetado por si, es decir, por Lo que vale su personalidad,ser su protector, su gua y su juez ;

    Por la libertad, la igualdad y la ciencia, el hombre sedignificar,, se elevar a la categora- de soberano y ser factorde armona social, porque ser actor de justicia y de reci-

    procidad. Por la libertad, por la igualdad y por la ciencia sesustraer, en fin, a la esclavitud del cuerpo y a la esclavitud dela conciencia; a la servidumbre del Estado, del capitalista y delsacerdote; al temor de los dioses y de los gobernantes.

    Y es evidente quesustrado a estas diversas formas de degradacin, causapermanente del extravo de las pasiones, que en posesin de unms alto concepto de s mismo, todo el respeto que antesmostraba el hombre por los dioses del cielo y por los dioses de latierra, refluir sobre el hombre mismo, en el seno de lasociedad, comunidad, repblica, o como queris llamarla.

    Siglos y siglos de educacin religiosa no han bastado para

    arraigar en nosotros las diversas doctrinas de la teologa; no hanbastado para adaptarnos a la obediencia, a pesar de las variadasformas que ha ido revistiendo el principio de autoridad. Elprincipio de la rebelda y el de la duda han rebasado la herenciade los siglos. Si muchas cosas han persistido, muchas otras hanvariado. La evolucin es el contrapeso de la herencia. Sin esto nohabra progreso, y en lo humano no hay modo de negarlo. Antetodo y sobre todo surge poderosa la idea de nuestra soberanaoponindose a todos los obstculos desde Dios hasta el ltimoagente de la autoridad constituida. Qu queris que os diga yos proponga si tal es la naturaleza humana?

    Que el hombre sea soberano : dadle pan, libertad y ciencia y

    no temis. Las leyes son intiles para los buenos dice Demonax, .porque los hombres de bien no las necesitan : y tambin para losmalos, porque stos no son mejores con ellas.

    Porque tenedlo en cuenta ' la educacin y la ciencia nopueden hacer del hombre todo lo que se les exige sino son

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    ayudadas por un estado conveniente del educando o estudiante,

    del mismo modo que los afanes del agricultor se malogran entodo o en parte si las condiciones del suelo no le ayudan yfavorecen en su tarea.

    Poco importa que por la educacin y por la ciencia hagis unser moral, sabio, justo, virtuoso,, si lo colocis en un mediosocial donde aprende inmediatamente que todas estascualidades para nada sirven, porque slo vive y vive bien el queexplota y tiraniza, el que se apropia todos los beneficios yprerrogativas, todos los placeres y todas las ventajas. Pocoimporta, repito, que edifiquis por la ciencia el hombre justo siha de tropezar por todas partes con el espectculo de lainjusticia entronizada, de la desigualdad establecida y

    amparada por la ley, del privilegio y la indignidad y la bajezatriunfantes. De qu me sirve mi capacidad, mi razn, miconsciencia - dir el .hombre justo si es de ser dcilinstrumento de otros y oprimir o ser oprimido, explotar o serexplotado ?

    La primera condicin de todo orden social equitativo es lalibertad. No olvidis que sin pan la libertad es una solemnementira. Una vez conquistada la libertad, poco resta que hacer.

    La ciencia, en su expresin ms general, ciencia de la natu-raleza, de la vida y de las costumbres, lgica, matemticas, filo-sofa, es lo que necesitaremos adquirir inmediatamente para queel nuevo ideal se afiance y se confirme.

    Lo mismo que se ha dicho del hombre de bien que sabaser elocuente porque tena conciencia, se puede decir tambinque el sabio es incompatible con el malvado y que la concienciaedifica en nosotros la ciencia . (Proudhon).

    Los moldes estrechos de nuestra instruccin y de nuestraeducacin social, mas deprimentes que edificadores, serompern al fin como se rompern los cachivaches de la sociedady de la ley. Esto ser simultneo.

    La ciencia que suponis en el legislador pertenece a todos loshombres, en todos radica. Qu podis objetar a la soberanapersonal? Puede y debe el hombre gobernarse a s mismo, por-que slo a condicin de esta soberana es posible el hombre justo

    a que aspiramos.Necesita la humanidad un ideal y el ideal lo lleva en smisma. La Justicia los emancipar definitivamente. Ella vive enel individuo y en la especie y se manifiesta prepotente an porencima de nuestros vicios. Cuntas veces el malvado es impo-tente para rebelarse contra ella y la reverencia y la acata !

    Me diris todava que, a pesar de todo esto, el vicio, elextravo pasional prevalecer.

    Y bien : yo no dudocomo dice un filsofoque hay

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    virtud y vicio, as como hay salud y enfermedad. Mas acasopreconizo yo el hombre perfecto? Acaso pretendo convertir alos hombres en ngeles?

    Yo os hablo constantemente del hombre tal cual es, no delhombre ideal, fruto de visionarias imaginaciones. Y con el hom-bre de hoy ha de realizarse esta gran transformacin que osanuncian conmigo y yo con ellos, millones de hombres de tra-bajo.

    Admito el extravo de las pasiones y hasta el crimen, siqueris como admito la patologa y la demencia. Yadmitindolo, me limito a remitiros a las enseanzas de la

    antropologa y de la sociologa, que no han dejado de vuestroaparatoso edificio jurdico sino informes escombros. Podris darme, por ventura, vos y los vuestros alguna

    solucin que realice lo que slo es posible en una existencia dalo absoluto, negacin terminante de la vida y del progreso?

    Vuestras leyes y vuestras autoridades con su vindictapblica no han sabido hasta el presente ms que sumar uncrimen a otro crimen. Vuestras crceles se llenancontinuamente de delincuentes y que obtenis? No menos quela creciente perversin del delincuente.

    Si retrocedis un poco volveris al Dios de las venganzas.La venganza, slo la venganza os inspira.

    En un rgimen de libertad, convenientemente auxiliado porla educacin y por la instruccin, todo suceder de distintomodo. Suprimidas las causas de la delincuencia, habr que ce-rrar las crceles, substituida la medicina al castigo, habr laposibilidad de curacin para el delincuente. Comparad losresultados presentes con las posibilidades futuras!

    Cmo no ha. de suceder as si vosotros veis en el serhumano solo lo despreciable, lo subordinado a un ente superior,mientras nosotros lo reputamos como lo ms digno, lo msnoble y lo colocamos por encima de todo, soberano y juez de smismo? A tales causas tales efectos.

    Qu importa que la pasin desordenada ocasione

    pequeas perturbaciones ?En la Naturaleza el equilibrio es innegable, y no obstante,las perturbaciones parciales se hacen patentes a cada comento.

    Es menester que no se invierta los trminos tomando poresencial lo secundario, y recprocamente.

    Reconocido el hecho y examinado con la atencin debida,veremos que esas perturbaciones decrecern sensiblemente ennmero, como ya he dicho, y que contra ellas el nico remedioes la misma libertad,

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    Esto quiere decir que varaos a entrar de lleno en lacuestin capital..

    Queda por un momento a vuestras rdenes, etctera,

    Hagamos un buen resumen. Habis visto primero que laspaciones humanas por s no slo pueden predecir desrdenes,sino que son el agente necesario de manifestacin para el indi-viduo y para el grupo. Habis visto luego que las tales pasionesobran en la sociedad segn el medio ambiente en que se de-sarrollan. Y habis quedado convencidos de que en realidadson los extravos pasionales los que dan origen a la

    perturbacin, de orden general en nuestros das,extremadamente limitada en lo futuro, dada una organizacinde acuerdo con la naturaleza humana.

    Creo haber demostrado que la inarmona social es el re-sultado inevitable de los principios en que descansa nuestraorganizacin presente.

    No discutiremos ms este punto. Vosotros reconocis el maly os declaris impotentes para evitarlo. Vuestras institucionesno van ms all de la crcel y del patbulo. Y cuando no acudsa la represin largis el mochuelo a la Divinidad, Este modo deproceder no fatigar a vuestro entendimiento. Es sumamenteexpeditivo.

    Examinemos la hiptesis que defiendo. Hacedme la merced de avivar vuestra, potencia de abstrac-cin y olvidaos por un momento de las instituciones socialesque hoy nos rigen. Basta que conservis intacta la nocin delhombre tal cual es en s mismo.

    Figuraos una sociedad nueva. Los llamados poderespblicos han .sido abolidos y el principio de autoridad se haesfumado. El mandato y la obediencia no existen : todo esvoluntario, acatamiento, mutuo apoyo, recproco respeto. Laautoridad es materia de cambio, cada cual la acepta como leparece conveniente, del mismo modo que aceptamos hoy lospreceptos de higiene, la opinin de los especialistas, etc. Todos

    los hombres son libres. Libremente se trabaja, libremente secambia, libremente se contrata. La propiedad privada de latierra, de las fbricas, de las minas, ha sido substituida por laposesin en comn. Cada cual, individuo o grupo, usalibremente de cuanto necesita para producir, cambiar yconsumir. El arte y la ciencia son de dominio general. Todo seha socializado.

    A la divisin de gobernantes y gobernados ha substituido

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    Empezad la eliminacin. Delitos de sedicin, ataques a laautoridad, desconocimiento de los poderes constituidos, son su-

    cesos, imposibles en una sociedad libre. Por aqu se os escapade las garras una porcin de criminales. El hurto, el robo entodas sus formas, es igualmente imposible donde cada uno dis-pone de los medios necesarios, para subvenir a las exigencias dela vida. Con esta nueva tanda, vuestros presidios se des-pueblan. Podis poner en las puertas el consabido se alquila .

    Qu queda, en efecto ? El homicidio y el asesinato son casisiempre derivaciones de la rebelin o del robo. Los delitosllamados de sangre raras veces se dan sin concomitancias condeterminados mviles.

    Matar por matar, matar por la ceguedad de todas nuestraspotencias humanas, es una monstruosidad muy poco frecuente,

    por fortuna. Registrad vuestras estadsticas criminales, y apesar de sus prejuicios, os convenceris de lo que digo.Todava restan los delitos ocasionados por amor, los celos,

    etc. No significan tanto, hoy mismo, como parece. Los sostieney fomenta la maldita idea de la propiedad. Consideramos a lamujer como consideramos a la vaca o a la mquina, cosaapropiable. Queremos en todo la exclusiva. La educacin actualconfirma todo esto y nos induce al delito. Las leyes son inefi-caces para corregir lo que la educacin edifica. Cambiemos dearriba a abajo todo el organismo social. Es preciso.

    Sea como fuere, la ley nada remedia, el castigo nada evita.Por eso volvemos la vista de nuevo a la libertad y a la ciencia. A

    la libertad para educar al hombre en los hbitos de su sobe-rana y de su respeto propio, fuente y origen del respeto rec-proco entre todos los seres humanos. A la ciencia para queremedie, corrija, enmiende o modifique Las torceduras de laNaturaleza. Ella har cada vez ms ; el castigo y la ley hacencada vez menos.

    Qu significarn algunas pasajeras perturbaciones de lapasin extraviada o del organismo enfermo?

    El delito y el crimen quedan tan reducidos, que estoy poraseguraros que se anulan por completo. No rechazar, sin em-bargo, su posibilidad, del mismo modo que no rechazo la exis-tencia de las enfermedades. Todo es uno y lo mismo. Nada hay

    que no sea producto de stos dos factores : el individuo y elmedio en que se desenvuelve. En cada momento de la vida seest elaborando en cada organismo lo que ser en cada instantesubsiguiente, sano o enfermo, cuerdo o loco, honrado o delin-cuente. Pero de todos modos, esto no importa gran cosa a mitesis.

    Por de pronto la delincuencia y la criminalidad son mucho

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    desaparecer, sus efectos ms inmediatos : la guerra, lamiseria, el robo, el .homicidio, el asesinato. Un inmenso

    abismo separar la historia de nuestros das de la de aquellostiempos en que la libertad, la paz y la justicia sern unarealidad.

    El cuadro que hoy se ofrece a nuestra vista es aterrador.Los hombres se matan por los ms insignificantes motivos. Elhombre burdo e ignorante usa la navaja o la pistola ; el floreteo la espada el hombre culto. Unos se salvan de la miseria porel robo, otros por el suicidio. Aqu se degrada el hijo de familia,all se prostituye la mujer. A unos les impulsa el hambre, aotros la desesperacin. El ignorante, y el inteligente, en luchadesigual con el privilegio, perecen en la demanda o vencen pormalas artes. Aqu pasa una falange de esculidos obreros pi-

    diendo pan o trabajo ; all un montn abigarrado de mendigos,sucios y haraposos, comidos por la miseria; ms all unturbin indefinido de gentes, que un da fueron felices y hoy noconservan del pasado ms que sus radas levitas y surepugnancia por el trabajo manual. Hay que cerrar los ojospara no ver. Slo a fuerza de hbito se puede vivir indiferenteen medio de tanta vileza .

    Tal es el estado de cosas en nuestros das. La excepcin laconstituyen los pocos que viven bien y a gusto con lo existente.

    Dudis que la miseria sea el agente principal delcrimen ?

    Vuestras estadsticas lo estn voceando; lo dicen vuestros

    jueces y fiscales ; lo grita todo el mundo. Venid a nosotros si sois hombres de conciencia yayudadnos a amontonar los elementos inflamables del prximoincendio.

    Que no os acobarden la energa de nuestras protestas, laviolencia de nuestros ataques, el estrpito de la lucha lasformidables acometidas de la multitudes enardecidas por elespritu de rebelin y aguijoneadas por el hambre. Todo sto esnecesario como anticipo de la batalla definitiva.

    No os asombren nuestros cantos al exterminio de la iniqui-dad. Destruir es nuestra primera obra. La edificacin vendrenseguida, inmediatamente. Llama ya a nuestras puertas.

    Queris ser de los nuestros ? Os saluda cordialmente el adversario y cuenta contaroscomo amigo. \.

    Ricardo MELLA.

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