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La razón y la felicidad PONCHO VERA | OPINIÓN 2011-06-18 | Hora de creación: 23:46:42| Ultima modificación: 23:46:42 “Y construyó, castillos en el aire a pleno sol, con nubes de algodón, en un lugar, adonde nunca nadie pudo llegar usando la razón”. Imposible olvidar esta maravillosa canción del gran Alberto Cortez, sensacional cantautor argentino. Construir castillos en el aire, ¡cómo nos hace falta en estos días! En momentos en los que necesitamos escaparnos. Nada de drogas, simplemente viajar lejos, hasta el aire que está arriba de nosotros, en el cielo crear nuestro espacio, el mejor de todos. Podemos encontrar ahí entonces el lugar perfecto, ese que nos esperará para visitarlo en el instante que nos dé la gana. Porque si los hombres tenemos la capacidad de imaginar, un don bendito, no podemos dejar de hacerlo, no debemos. Completamente humano utilizar nuestra imaginación, y hacerlo a nuestro antojo. Injusto sería lo contrario. ¿Cómo puede ser nuestro castillo?, tal cual lo queramos, tan grande o pequeño, tan lleno de jardines, con un clima ideal, con una decoración perfecta… y, ¿por qué no?, con los seres queridos habitando en él. El mío incluso contaría con diferentes ventanales en los que al asomarme, siempre podría revivir cada uno de los siete campeonatos de mis Pumas, tendría un sillón con mis abuelas: Tita dispuesta a hacerme en las manos el “pipis y gañas” con sus suaves pellizcos, y Teté preparada para contarme uno de sus chistes… y podría, en realidad por primera vez, sentarme a platicar con mis abuelos Amador y Manuel. También recibiría constantemente la visita de mi tío Amador para que me enseñara cómo ser mejor escritor. Existiría un lugar especial para toparme con La Madre Teresa de Calcuta, para que siempre me recordara que hay que amar hasta que duela, y con Juan Pablo II para que me motivara a nunca tener miedo. Correrían por todas partes mis perros Miliki, Capi, Cookie, Mamushka, y Zoquete… y se pasearía mi gatito Juanito. ¡Qué hermoso poder fantasear con una canción! Gracias Alberto. Por supuesto, ahí no podemos llegar con la razón, la fría, y muchas veces cruel razón, que a pesar de ser necesaria, no nos puede dominar. Con ella nos quedamos atrapados aquí, en el suelo, nos impide volar. Y es que es único poder volar, porque claro que podemos, por supuesto que sí. Es cosa de

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La razón y la felicidad

PONCHO VERA | OPINIÓN 2011-06-18 | Hora de creación: 23:46:42| Ultima modificación: 23:46:42

“Y construyó, castillos en el aire a pleno sol, con nubes de algodón, en un lugar, adonde nunca nadie pudo llegar usando la razón”. Imposible olvidar esta maravillosa canción del gran Alberto Cortez, sensacional cantautor argentino. Construir castillos en el aire, ¡cómo nos hace falta en estos días! En momentos en los que necesitamos escaparnos. Nada de drogas, simplemente viajar lejos, hasta el aire que está arriba de nosotros, en el cielo crear nuestro espacio, el mejor de todos. Podemos encontrar ahí entonces el lugar perfecto, ese que nos esperará para visitarlo en el instante que nos dé la gana. Porque si los hombres tenemos

la capacidad de imaginar, un don bendito, no podemos dejar de hacerlo, no debemos. Completamente humano utilizar nuestra imaginación, y hacerlo a nuestro antojo. Injusto sería lo contrario. ¿Cómo puede ser nuestro castillo?, tal cual lo queramos, tan grande o pequeño, tan lleno de jardines, con un clima ideal, con una decoración perfecta… y, ¿por qué no?, con los seres queridos habitando en él. El mío incluso contaría con diferentes ventanales en los que al asomarme, siempre podría revivir cada uno de los siete campeonatos de mis Pumas, tendría un sillón con mis abuelas: Tita dispuesta a hacerme en las manos el “pipis y gañas” con sus suaves pellizcos, y Teté preparada para contarme uno de sus chistes… y podría, en realidad por primera vez, sentarme a platicar con mis abuelos Amador y Manuel. También recibiría constantemente la visita de mi tío Amador para que me enseñara cómo ser mejor escritor. Existiría un lugar especial para toparme con La Madre Teresa de Calcuta, para que siempre me recordara que hay que amar hasta que duela, y con Juan Pablo II para que me motivara a nunca tener miedo. Correrían por todas partes mis perros Miliki, Capi, Cookie, Mamushka, y Zoquete… y se pasearía mi gatito Juanito. ¡Qué hermoso poder fantasear con una canción! Gracias Alberto. Por supuesto, ahí no podemos llegar con la razón, la fría, y muchas veces cruel razón, que a pesar de ser necesaria, no nos puede dominar. Con ella nos quedamos atrapados aquí, en el suelo, nos impide volar. Y es que es único poder volar, porque claro que podemos, por supuesto que sí. Es cosa de

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intentarlo, sin miedo, descansando, con los ojos cerrados y amarrados a un sillón. Como Cortez menciona en su canción, el que tuvo la valentía de construir un castillo en el aire, fue tachado de loco. Bendita locura. El que nos llamen locos lo debemos de tomar como un cumplido, como un halago. Porque el loco hace lo increíble, vive lo mágico. Es el loco el que platica con Dios, el que sabe que la vida no termina con la muerte, el que se aferra a los buenos momentos. Nubes de algodón, nuestro espacio a plena luz del sol… ¿quién se atreve a decir que eso no existe, o que no es posible? Algo así, sólo lo puede afirmar el triste, el desilusionado, el desesperanzado. El loco sabe transportar su locura al mundo que muchos llaman real, racional. Comparte, e invita a los demás a que se vuelvan locos. ¡Existe tanto en este mundo que la razón no puede ver!, la normalidad pretende cegarnos de grandes cosas. Loco, cómo quisiera estar loco.