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COMISIÓN ARQUIDIOCESANA DE LITURGIA ©DERECHOS RESERVADOS 2015 1 DE ABRIL IGLESIA CATEDRAL BASÍLICA DE SALTA SANTUARIO DEL SEÑOR Y VIRGEN DEL MILAGRO

C A DE L - Arzobispado de Salta · a la paz, recuerdo de la primitiva creación. Las unciones han servido tradicionalmente para simbolizar la toma de posesión de una persona

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COMISIÓN ARQUIDIOCESANA DE LITURGIA ©DERECHOS RESERVADOS 2015

1 DE ABRIL

IGLESIA CATEDRAL BASÍLICA DE SALTA SANTUARIO DEL SEÑOR Y VIRGEN DEL MILAGRO

La interpretación del repertorio de cantos de esta celebración puede encontrarse en www.catedralsalta.org; www.saltaliturgia.com

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LIBRITO DE LA CELEBRACIÓN

El Señor es mi Pastor que no me priva de nada, en verdes praderas me hace reposar y repara mis fuerzas. El es quien guía mis caminos, nada temeré, El me sosiega y tranquiliza, en Él puedo confiar, su mano me guiará; Tú me sostendrás, tu mano me guiará, Tú me sostendrás. El Señor es mi Pastor que no me priva de nada; Tú eres mi Pastor, en Ti encuentro refugio.

RECEPCIÓN DE LOS ÓLEOS Podemos tomar asiento. Ahora el obispo hará entrega de los Santo Óleos a los sacerdotes y re-presentantes de las distintas comunidades de nuestra diócesis. Podemos tomar asiento. Al finalizar la entrega de los óleos.

ATRIBUTOS DE LA VIRGEN DEL MILAGRO (D. Bernacki, V. Figueroa, M. Romero)

María, Cielo del Señor al haber concebido en tu carne al Hijo de Dios. Resplandeciente como el Sol, Paloma, que trae el olivo de la reconciliación.

MARÍA DEL MILAGRO, MARAVILLAS HIZO EN TI EL SEÑOR (BIS) Arca de la Nueva Alianza, Estrella luminosa de esperanza que anuncia la Salvación, que cautiva el corazón trinitario. Eres Jardín Cerrado, propiedad exclusiva de Dios. Puerta del Cielo siem-pre abierta, Trono donde descansó el Señor. Fuente de Aguas Vivas, donde los hombres apagan su sed de amor.

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EL SEÑOR ES MI PASTOR (Instituto Religioso San Juan Bautista)

El Señor es mi Pastor que no me priva de nada, en verdes praderas me hace reposar y repara mis fuerzas. El Señor es mi Pastor que no me priva de nada, en verdes praderas me hace reposar y repara mis fuerzas.

El es quien guía mis caminos, nada temeré, El me sosiega y tranquiliza, en Él puedo confiar, su mano me guiará; Tú me sostendrás, tu mano me guiará, Tú me sostendrás. ¡Qué bueno es saber que te tengo!¡Qué siempre Tú estarás conmigo!

CATEQUESIS

LA MISA CRISMAL El miércoles santo es el penúltimo día de la cuaresma y como

cada año y en cada Iglesia particular, el Obispo, que tiene la responsabi-lidad de la mediación sacramental de la Iglesia, se dispone a preparar los sacramentos de la Pascua, para eso nos reunimos los presbíteros, que concelebramos con él, los diáconos y todo el pueblo fiel.

Esta Misa se ha ido configurando entre los años 1955 y 1970, en

varias etapas y con varias dimensiones temáticas:

La bendición de los óleos. La concelebración del clero con su Obispo, en una «fiesta sacerdo-

tal» que incluye la renovación de las promesas sacerdotales.

Estos dos aspectos tienen un significado interesante dentro del conjunto de la vida de la Iglesia, aunque debemos dar mayor relieve a la bendición de los óleos y a la consagración del Crisma, que al segundo aspecto.

El misterio que celebramos es la unción mesiánica de Jesús, a

ella hacen referencia las lecturas, el prefacio, las oraciones de bendición de los óleos. Es Cristo, el Ungido quien nos convoca y centra nuestra atención. Él se apropió de las palabras del profeta Isaías en la sinagoga de Nazaret. Lo vamos a escuchar en la primera lectura y en el evangelio. Movido por el Espíritu, se ofreció al Padre, en una acción sacerdotal ple-na, no de un rito vacío sino existencial. Inclinando la cabeza, entregó el Espíritu y la unción de su Espíritu se nos ha comunicado a todos noso-tros, quienes somos, por este motivo, casa real, pueblo sacerdotal, profe-tas de las maravillas de Dios.

Presbítero; Licenciado en Liturgia, Instituto Superior de Liturgia, Barcelona.

Raúl Javier Mamaní

Cristo el ungido sigue siendo el protagonista de esta eucaristía y de todos los sacramentos de la Iglesia, así lo quiso, por Él somos en-viados nosotros, sus ministros; Él bautiza cuando uno bautiza; Él con-forta a los enfermos que el sacerdote unge; Él santifica y sella con el Espíritu a los miembros de la Iglesia.

Las unciones son uno de los medios más elocuentes que tiene la

Iglesia para significar y comunicar eficazmente a los creyentes la unción de Cristo. El aceite es también uno de los elementos naturales con más riqueza de utilización: alimento, medicina, masajes, embellecimiento. La unción es penetración, integración en la persona.

La tradición bíblica tiene una larga historia del olivo y de las

unciones: hoy haremos memoria de ellas. El ramo de olivo le anuncia a Noé el final del diluvio, y así el olivo se convierte en símbolo de retorno a la paz, recuerdo de la primitiva creación. Las unciones han servido tradicionalmente para simbolizar la toma de posesión de una persona por parte de Dios.

Los óleos, sobre los que se invocarán la bendición de Dios, im-

poniendo las manos como en la invocación eucarística, serán los ele-mentos que se utilizarán para celebrar los sacramentos en toda nuestra arquidiócesis, a partir de la Pascua de este año hasta la próxima. Son símbolo de la nueva creación que se inicia con Cristo el primer Resuci-tado entre los muertos.

El óleo da vigor a nuestro cuerpo, el que, en manos del Médico

Divino, usaremos los sacerdotes, cuando nos llamen los hermanos en-fermos. Actualizando entonces la oración de la fe que hoy hacemos jun-to con nuestro Obispo, para comunicar la gracia del Espíritu, que los va a confortar.

Es el óleo de la agilidad y de la fortaleza en el combate, con el

que ungiremos a los catecúmenos para significarles la asistencia desde los comienzos de la lucha de la vida cristiana, para que resplandezca en su vida la victoria pascual de Jesús.

Finalmente, es el Crisma, mezcla de aceite y perfume, instru-

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LIBRITO DE LA CELEBRACIÓN

Noches y días, bendigan al Señor, luz y tinieblas, bendigan al Señor; nubes y rayos, bendigan al Señor, toda la tierra, bendigan al señor. Montañas y cerros, bendigan al Señor, plantas de la tierra, bendigan al Señor; fuentes y vertientes, bendigan al Señor, mares y ríos, bendi-gan al Señor. Peces de las aguas, bendigan al Señor, pájaros del cielo, bendigan al Señor; fieras y ganados, bendigan al Señor, todos los hombres, bendi-gan al Señor. Ministros de Dios, bendigan al Señor pueblo del Señor, bendiga al Señor.

CANTOS DE LA COMUNIÓN Como Pueblo peregrino que marcha hacia la Pascua eterna, nos acer-camos a recibir a Jesús Eucaristía.

COMAN EL PAN (Aparecida) Coman el pan, beban el cáliz, quien viene a mi no tendrá hambre. (2) Coman el pan, beban el cáliz, quien viene a mi no tendrá sed.

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Que de acuerdo con el orden sacramental que tú estableciste sean revestidos de un don incorruptible al infundirles la dignidad real,

sacerdotal y profética. Que este aceite sea crisma de salvación para cuantos han de renacer por medio del agua y del Espíritu Santo,

haciéndolos partícipes de la Vida eterna y herederos de la gloria celestial. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

¡Entonemos un canto de acción de gracias!

¿CON QUÉ PAGARÉ AL SEÑOR, TODO EL BIEN QUE ME HIZO?

¿Con qué pagaré al Señor, todo el bien que me hizo? Alzaré el cáliz de salvación

e invocaré al Señor.

LITURGIA EUCARÍSTICA

Podemos tomar asiento.

CÁNTICO DE LAS CREATURAS (Catena)

TODO EL UNIVERSO ES OBRA DEL SEÑOR, TODO NOS INVITA A BENDECIR A DIOS.

Obras del Señor, bendigan al Señor; ángeles de Dios, bendigan al Señor; luna y sol, bendigan al Señor, estrellas del cielo, bendigan al Señor. Lluvias y vientos, bendigan al Señor, fuego y calor, bendigan al Señor fríos y heladas, bendigan al Señor, nieve y escarcha, bendigan al Señor.

mento de las bendiciones divinas, perfume de fidelidad al evangelio, con el que ungiremos todo lo que tenga que asimilarse al Ungido por el Es-píritu, Cristo Jesús.

Participando de esta celebración, nosotros preparamos desde

ahora nuestras visitas a los enfermos, nos comprometemos a ayudar a los cristianos en el combate de la fe y nos hacemos colaboradores y mi-nistros de la acción del Espíritu que lo renueva y lo santifica todo.

Finalmente, esta celebración, por voluntad del Beato Papa Pablo

VI, se ha convertido en un acontecimiento espiritual para los presbíte-ros. Es cierto que nosotros, como hermanos entre los hermanos, renova-mos nuestra identidad cristiana en la Noche santa de Pascua, haciendo la renuncia y la profesión de fe con todos los fieles. Pero hoy antes de comenzar el Triduo, el Obispo nos pide un particular testimonio públi-co y explícito de nuestra decisión de permanecer fieles al ministerio que se nos ha confiado.

En nuestras comunidades, en la Vigilia Pascual, nosotros sere-

mos los que dirigiremos las preguntas a nuestros hermanos. Hoy, es nuestro Obispo, quien nos pregunta a nosotros, quien nos confía y se confía a sí mismo, a la oración de la comunidad.

Tratemos de vivir esta eucaristía, cada uno conforme a la voca-

ción a la que Dios le llamó en la Iglesia y que se establezca entre noso-tros aquella corriente vivificante, que une el sacerdocio ministerial con el sacerdocio común de los fieles, en una alabanza común a Cristo y por Él al Padre misericordioso, en la unidad del Espíritu Santo, que nos pe-netra a todos en una unción espiritual.

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Celebramos hoy la fiesta de la unidad diocesana. La Misa Crismal que nuestro Arzobispo preside y concelebra con los sacerdotes, es la expresión de la comunión que existe con todo el Pueblo de Dios. Hoy será consagrado el Santo Crisma y bendecidos el Óleo de los Catecúmenos y el de los Enfermos. Con alegría iniciamos la Celebración Eucarística.

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LIBRITO DE LA CELEBRACIÓN

También, cuando en los días del diluvio las aguas purificaron el pecado de la tierra,

una paloma, signo de la gracia futura, anunció con un ramo de olivo la restauración de la paz entre los hombres.

Y en los últimos tiempos, el símbolo de la unción alcanzó su plenitud: después que el agua bautismal lava los pecados, el óleo santo consa-

gra nuestros cuerpos y da paz y alegría a nuestros rostros. Además, Señor, tú ordenaste a Moisés, tu servidor,

que después de purificar con agua a su hermano Aarón, lo consagrase sacerdote con la unción de este aceite.

Pero su mayor grandeza fue alcanzada cuando tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, después de ser bautizado por Juan en el Jordán,

recibió el Espíritu Santo en forma de paloma y se oyó tu voz declarando que él era tu Hijo, el Amado,

en quien tenías puesta tu predilección.

De esa manera corroboraste lo vaticinado por el profeta David que ya hablaba de Cristo cuando proclamó

«El Señor, tu Dios, te ha ungido con aceite de alegría más que todos los hombres».

Ahora los sacerdotes extienden su mano derecha hacia el aceite perfumado, unién-dose a la plegaria de nuestro Padre Obispo.

Por eso, Señor y Padre nuestro, te rogamos que santifiques este aceite, fruto de tu creación,

y que, con la cooperación de Cristo, tu Hijo, de cuyo nombre le viene a este óleo el nombre de crisma,

le infundas por medio de tu + bendición la fuerza del Espíritu Santo

con la que ungiste a los sacerdotes, a los reyes, a los profetas y a los mártires.

Que este crisma sea un signo de salvación y de vida para todos aquellos que serán espiritualmente renovados

en las aguas del bautismo. Que al ungirlos con la santidad y al desaparecer la impureza con que

nacieron, se conviertan en templos de tu divina presencia y te agraden con la fragancia de sus vidas inocentes.

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ÓLEO DE LOS CATECÚMENOS

Señor, tú eres la fuerza y el refugio de tu pueblo, y has hecho del acei-te un signo de tu poder; bendice + este aceite

y concede fortaleza a los catecúmenos que serán ungidos con él; que al recibir la sabiduría y la gracia divina comprendan plenamente el Evangelio de Jesucristo y se esfuercen en el cumplimiento de sus debe-

res cristianos, de manera que merezcan ser tus hijos adoptivos y se alegren de haber renacido y vivir en tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro

Señor.

R. Amén. El obispo consagrará ahora el aceite para el Santo Crisma .

SANTO CRISMA

El Obispo mezclará el óleo con una esencia perfumada.

Queridos hermanos: Pidamos a Dios Padre todopoderoso que bendiga y santifique este

aceite perfumado para que quienes sean ungidos exteriormente con él, lo sean también en su interior y sean dignos de la redención divina.

Ahora el obispo soplará sobre el óleo perfumado. Este gesto simboliza la acción vivificante del Espíritu sobre todo lo creado. El obispo sopla sobre el Crisma.

Señor Dios, autor de todo crecimiento y de todo progreso espiritual; recibe con bondad este homenaje que, gozosamente, por mi voz, te

tributa la Iglesia. Al crear la tierra estableciste que produjera árboles frutales e hiciste nacer entre ellos el olivo que nos brinda su generoso

aceite con el que hemos preparado este santo crisma. Ya en tiempos antiguos, David, previendo con espíritu profético los sacramentos que tu amor instituiría en favor de los hombres, nos invitaba a ungir nuestros rostros con óleo en señal de alegría.

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LIBRITO DE LA CELEBRACIÓN

CANTO DE ENTRADA

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GLORIA (Palazón)

GLORIA A DIOS EN EL CIELO Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOMBRES QUE AMA EL SEÑOR.

Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos. Te glorificamos, te damos gracias. Señor Dios Rey Celestial, Dios Padre todopoderoso, Señor Hijo Único Jesucristo. Señor Dios Cordero de Dios Hijo del Padre. Tú que quitas el pecado del mundo ten piedad de nosotros. Tú que quitas el pecado del mundo atiende nuestras súplicas. Tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros. Porque sólo Tú eres Santo, solo Tú Señor, solo Tú Altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.

LITURGIA DE LA PALABRA

Con docilidad de corazón escuchemos la Palabra de Dios.

1ª LECTURA: IS. 61,1-3ª.6ª.8B-9 «El Señor me ha ungido. Él me envió a llevar la buena noticia a los pobres y a darles el óleo de la alegría»

SALMO RESPONSORIAL (Melodía Catedral de La Serena, Chile)

88,21-22.25.27

Antífona: “Cantaré eternamente, las misericordias del Señor”

Encontré a David mi siervo, Y lo he ungido con óleo sagrado. Para que mi mano esté siempre con él Y mi brazo lo haga valeroso.

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LIBRITO DE LA CELEBRACIÓN

Lejos al enemigo rechaza tu paz danos pronto sin tardar y siendo tu nuestro buen guía y conductor, evitemos así toda sombra del mal. Concédenos al Padre conocer a Jesús su Hijo, comprender. A Ti Espíritu de ambos por amor te creamos con ardiente y sólida fe. Al Padre demos gloria pues es Dios, a su Hijo que resucitó y también al Espíritu Consolador Por todos los siglos de los siglos infinitos. Amén.

BENDICIÓN DE LOS ÓLEOS Y CONSAGRACIÓN DEL CRISMA Primero se bendecirá el Óleo de los Enfermos.

ÓLEO DE LOS ENFERMOS

Dios y Padre de todo consuelo, que, por medio de tu Hijo, quisiste remediar los males de quienes estaban enfermos,

escucha con bondad la oración que brota de la fe; Envía desde el cielo tu Espíritu Santo Paráclito sobre este aceite.

Tú que has hecho que él fuera producido por los vegetales para que restaurara los cuerpos, enriquece con tu bendición + este óleo, para que cuantos sean ungidos con él sientan en su cuerpo y en su alma

tu divina protección, y así se vean liberados de la aflicción y de todas las enfermedades y sufrimientos.

Señor, que este aceite sea santificado en beneficio nuestro por medio de tu bendición en el nombre de tu Hijo Jesucristo.

(Que vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén)

Ahora el obispo bendecirá el Óleo de los Catecúmenos.

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Obispo: Oren también por mí, para que sea fiel a la misión apostólica,

que sin merecerlo me fue encomendada, y para que pueda reflejar entre ustedes una imagen más viva

y perfecta de Cristo Sacerdote, Buen Pastor y Servidor de todos.

Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos.

Obispo: El Señor nos proteja con su amor,

y nos conduzca a todos, pastores y ovejas de su rebaño, a las praderas de la Vida eterna.

Todos: Amén.

Permanecemos sentados.

PROCESIÓN DE ÓLEOS Y DE DONES

Con el pan y el vino, fruto de nuestros trabajos y sacrificios, presenta-mos el aceite de los Catecúmenos, el aceite de los Enfermos y el acei-te para el Santo Crisma.

VENI CREATOR

(Castellano, versión Diócesis Lomas de Zamora) Ven Espíritu Santo Creador, a visitar nuestro corazón. Repleta con tu gracia viva y celestial nuestras almas que tu creaste por amor.

Tu que eres llamado consolador, Don de Dios Altísimo y Señor, vertiente viva, fuego que es la caridad y también espiritual y divina unción. En cada Sacramento que nos das, dedo de la diestra paternal, eres tu la promesa que el Padre nos dio con tu Palabra enriqueces nuestro cantar. Nuestros sentidos has de iluminar, los corazones enamorar, y nuestro cuerpo presa de la tentación, con tu fuerza continúas de afirmar.

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LIBRITO DE LA CELEBRACIÓN

Antífona: “Cantaré eternamente, las misericordias del Señor” Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán Por mi nombre que sea su poder El me invocará: Tú eres mi Padre, mi Dios, mi roca salvadora. Antífona: “Cantaré eternamente, las misericordias del Señor”

2ª LECTURA: APOCALIPSIS 1, 4B-8 «Hizo de nosotros un Reino sacerdotal para Dios, su Padre»

ACLAMACIÓN DEL EVANGELIO

Lc 4,16-21: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción.»

Después de la proclamación del Evangelio. Permanecemos de pie para recibir la bendición con el Santo Evangelio. Homilía

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RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS SACERDOTALES Permanecemos sentados. Los presbíteros, colaboradores del obispo, re-novarán las promesas sacerdotales que hicieron el día de su ordenación. Acompañemos en este momento a nuestros pastores orando en silencio.

Diálogo Obispo con los presbíteros:

El Obispo se dirige a su presbiterio: Queridos hijos: en este día recordamos a Cristo

en el momento de comunicar su sacerdocio a los Apóstoles y por ellos a todos nosotros.

¿Quieren renovar ante su Obispo y el santo Pueblo de Dios, las promesas que un día ustedes mismos formularon?

Presbíteros: Sí, quiero

Obispo:

Cristo nos llama a permanecer en él y ser así signos de la fidelidad de Dios para con su pueblo.

¿Están dispuestos a ser ejemplo de fidelidad a las exigencias que brotan de nuestro ser de consagrados?

Presbíteros:

Si, estoy dispuesto.

Obispo: ¿Quieren irradiar la paternidad de Dios, especialmente en el ministerio profético,

iluminando toda situación con la Palabra del Evangelio tal como la guarda la Iglesia?

Presbíteros: Si, quiero.

Obispo:

¿Están dispuestos a celebrar los Misterios que nos dan nueva vida para que el Espíritu Santo

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LIBRITO DE LA CELEBRACIÓN

obre a través de ellos la santificación de los hermanos y todos podamos glorificar al Padre?

Presbíteros:

Si, estoy dispuesto.

Obispo: ¿Quieren esforzarse en vivir identificados con Cristo, Buen Pastor,

renunciando a ustedes mismos hasta dar la vida por sus fieles?

Presbíteros: Si, quiero.

Obispo:

¿Quieren cumplir fielmente su ministerio al servicio de la unidad, identificándose plenamente con el corazón de Jesús

y solidarizándose con las necesidades profundas de los hombres?

Presbíteros: Si, quiero.

Nuestro Padre Obispo pide la oración de nosotros, pueblo santo de Dios.

El Obispo se dirige al pueblo: Me dirijo a ustedes, queridos hijos:

Oren por sus presbíteros que se entregan generosamente al Señor,

para que los dones del Espíritu se derramen abundantemente sobre ellos y, siendo fieles, puedan conducir a todos hasta el mismo Cristo

que es la fuente de la salvación.

A cada invocación respondemos cantando:

Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos.