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Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 25 (1): 18-33 (20156) ISSN impreso: 1852-1002 / Versión en línea: 2422-7749 18 CONSIDERACIONES SOBRE EL CULTO A LA VIRGEN DEL VALLE DE CATAMARCA EN EL SIGLO XVII Nayla Capurro 1 RESUMEN El culto a la Virgen del Valle es una de las devociones marianas más populares del Noroeste argentino actual y sus orígenes datan del siglo XVII. La condición sobrenatural de esta imagen de María, manifestada desde su hallazgo a través de la realización de diversas clases de milagros, contribuyó a la rápida consolidación y expansión del culto a diversas ciudades del Tucumán colonial. A partir del relevamiento de los trabajos académicos sobre la devoción a la Virgen del Valle y del análisis de fuentes locales coloniales y actuales, el presente artículo se propone reconstruir la trayectoria de esta devoción mariana en su etapa más temprana (el siglo XVII), profundizando en el papel desempeñado por los milagros en el desarrollo del culto. PALABRAS CLAVE: Virgen del Valle, devoción mariana, milagros, siglo XVII, Catamarca. ABSTRACT The cult of the Virgen del Valle is one of the most popular marian devotions of North-western Argentina and its origins date back to the XVII century. The supernatural condition of this image of Mary, manifested since its finding through the performance of different kinds of miracles, contributed to the quick consolidation of the cult and its expansion towards other cities in the colonial Tucumán. By reviewing the academic works about the devotion to the Virgen del Valle and analyzing local colonial and contemporary sources, the aim of this article is to reconstruct the trajectory of this marian devotion in its earliest phase (the XVII th century), delving into the miracles’ role on the development of the cult. KEYWORDS: Virgen del Valle, marian devotion, miracles, XVII th century, Catamarca Manuscrito recibido: 14/7/16 Aceptado para su publicación: 14/9/16 1 Facultad de Filosofía y Letras, UBA. República de Chile 2852 (San Justo, CP 1754) . [email protected]. INTRODUCCIÓN La devoción a la Virgen del Valle de Catamarca hunde sus raíces en el período temprano colonial, cuando el sirviente de un encomendero de la zona descubrió que los indios del pueblo de Choya 2 adoraban esta Imagen en una cueva de la serranía del Ambato. Informado el encomendero, Manuel de Salazar, trasladó la Imagen a la colonia de Las 2 Lorandi y Schaposchnik (1990: 186) estiman que la cueva se encuentra a unos 7 km. al norte de la actual San Fernando del Valle de Catamarca. Chacras, refundada en 1668 como la Población del Valle y en 1683 como San Fernando del Valle de Catamarca. Los milagros de la Imagen atraen a devotos locales y de otras regiones que acuden a su santuario 3 desde el siglo XVII. Los prodigios que se le atribuyeron en el contexto de las Guerras 3 Por santuario se entiende aquí un espacio en el que los devotos rinden culto a una imagen religiosa y donde lo sagrado se manifiesta de forma particularmente intensa, con frecuencia bajo la forma de milagros (Christian 1976, 1991; Lázaro Damas 1989).

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Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 25 (1): 18-33 (20156)ISSN impreso: 1852-1002 / Versión en línea: 2422-7749

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ConsideraCiones sobre el Culto a la Virgen del Valle de CatamarCa en el siglo XVii

Nayla Capurro1

resumen

El culto a la Virgen del Valle es una de las devociones marianas más populares del Noroeste argentino actual y sus orígenes datan del siglo XVII. La condición sobrenatural de esta imagen de María, manifestada desde su hallazgo a través de la realización de diversas clases de milagros, contribuyó a la rápida consolidación y expansión del culto a diversas ciudades del Tucumán colonial. A partir del relevamiento de los trabajos académicos sobre la devoción a la Virgen del Valle y del análisis de fuentes locales coloniales y actuales, el presente artículo se propone reconstruir la trayectoria de esta devoción mariana en su etapa más temprana (el siglo XVII), profundizando en el papel desempeñado por los milagros en el desarrollo del culto.

Palabras ClaVe: Virgen del Valle, devoción mariana, milagros, siglo XVII, Catamarca.

abstraCt

The cult of the Virgen del Valle is one of the most popular marian devotions of North-western Argentina and its origins date back to the XVII century. The supernatural condition of this image of Mary, manifested since its finding through the performance of different kinds of miracles, contributed to the quick consolidation of the cult and its expansion towards other cities in the colonial Tucumán. By reviewing the academic works about the devotion to the Virgen del Valle and analyzing local colonial and contemporary sources, the aim of this article is to reconstruct the trajectory of this marian devotion in its earliest phase (the XVIIth century), delving into the miracles’ role on the development of the cult.

Keywords: Virgen del Valle, marian devotion, miracles, XVIIth century, Catamarca

Manuscrito recibido: 14/7/16 Aceptado para su publicación: 14/9/16

1 Facultad de Filosofía y Letras, UBA. República de Chile 2852 (San Justo, CP 1754) . [email protected].

introduCCión

La devoción a la Virgen del Valle de Catamarca hunde sus raíces en el período temprano colonial, cuando el sirviente de un encomendero de la zona descubrió que los indios del pueblo de Choya2 adoraban esta Imagen en una cueva de la serranía del Ambato. Informado el encomendero, Manuel de Salazar, trasladó la Imagen a la colonia de Las

2 Lorandi y Schaposchnik (1990: 186) estiman que la cueva se encuentra a unos 7 km. al norte de la actual San Fernando del Valle de Catamarca.

Chacras, refundada en 1668 como la Población del Valle y en 1683 como San Fernando del Valle de Catamarca.

Los milagros de la Imagen atraen a devotos locales y de otras regiones que acuden a su santuario3 desde el siglo XVII. Los prodigios que se le atribuyeron en el contexto de las Guerras

3 Por santuario se entiende aquí un espacio en el que los devotos rinden culto a una imagen religiosa y donde lo sagrado se manifiesta de forma particularmente intensa, con frecuencia bajo la forma de milagros (Christian 1976, 1991; Lázaro Damas 1989).

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Calchaquíes (1535-1666/67)4 merecieron la consagración de la Imagen como patrona del Valle. A partir del siglo XVIII, los milagros de la Virgen del Valle se vincularon principalmente a la curación de enfermedades y miembros dañados de los cuerpos, como así también a la protección de los cultivos catamarqueños (Lorandi y Shcaposchnik 1990). El crecimiento de esta devoción mariana llevó a que en 1904 la Virgen del Valle fuera jurada patrona de Catamarca, Tucumán y Santiago del Estero, patrona de la diócesis de Catamarca en 1910 y patrona nacional del turismo en 1974.

A partir de una investigación en curso, de la cual este artículo forma parte, consideramos que en la historia de este culto mariano pueden distinguirse cuatro períodos. El primero, que abarca el siglo XVII y las primeras décadas del siglo XVIII, se corresponde con el surgimiento y desarrollo del culto a nivel local. Este período se inicia con el “hallazgo” y concluye con la difusión inicial del culto a otras partes del Valle de Catamarca y, en menor medida, del Tucumán colonial5. El segundo período se extiende desde el siglo XVIII hasta principios del XIX, etapa que se caracteriza por la consolidación del culto en la región del Tucumán y por el incremento de los peregrinajes al Santuario. Entre la segunda mitad del siglo XIX y fines del siglo XX aproximadamente se ubica el tercer período, signado por la consagración de la Imagen a nivel de la religión oficial, que conlleva a una mayor injerencia del clero en la organización y regularización del culto. Finalmente, el cuarto

4 Acerca de las Guerras Calchaquíes y sus consecuencias para la región y las poblaciones del Tucumán colonial, véase Lorandi, A. M. (1988) La resistencia y rebeliones de los diaguito-calchaquí en los siglos XVI-XVII. Revista de Antropología III (6): 3-17; Lorandi, A. M. (comp.) (1997) El Tucumán colonial y Charcas. Tomo I. Facultad de Filosofía y Letras, UBA, Buenos Aires; Lorandi, A. M. y R. Boixadós (1987-1988) Etnohistoria de los valles Calchaquíes en los siglos XVI y XVII. Runa (17-18): 163-419; Rodríguez, L. (2008) Después de las desnaturalizaciones: transformaciones socio-económicas y étnicas al sur del Valle Calchaquí. Santa María, fines del siglo XVII-fines del siglo XVIII. Antropofagia, Buenos Aires; entre otros.

5 La Gobernación del Tucumán comprendía las actuales provincias de Catamarca, Jujuy, La Rioja, Salta, Santiago del Estero, Tucumán y Córdoba.

período comprende una etapa de expansión del culto a nivel nacional e internacional a partir de la continua difusión de los milagros de la Imagen y del fomento de esta devoción mariana como herramienta de promoción del “turismo de fe” o “turismo religioso” (Flores 2011; Otamendi 2010; Steil 2002, entre otros) por parte de diversos actores (el clero local, empresas e individuos vinculados al turismo, organismos gubernamentales provinciales y nacionales, etc.). Este último período se inicia en el siglo XX y continuaría en la actualidad.

Este trabajo se propone realizar un análisis antropológico del papel desempeñado por los milagros de la Imagen durante el siglo XVII, guiándose por la hipótesis de que la asociación de la Virgen del Valle a las Guerras Calchaquíes (a partir de los prodigios que se le atribuyeron en este período) revistió especial importancia para la consolidación del culto y su expansión inicial. Para llevar adelante este objetivo, se enmarcará al culto en el contexto social y religioso más amplio del Tucumán colonial, revisando los trabajos previos acerca del mismo6, complementando esta revisión con el análisis de fuentes primarias. En el marco de esta contextualización, se analizarán los tipos de milagros atribuidos a la Imagen en cada uno de estos momentos y sus implicancias en el desarrollo del culto.

El abordaje de las fuentes primarias se efectuará desde un enfoque etnohistórico que problematice tanto los contenidos como los autores, audiencias esperadas y contextos de producción de dichos documentos, considerando las coyunturas históricas y sociales particulares en que los mismos fueron producidos. Se trabajará principalmente con las fuentes que integran el corpus documental denominado la Información jurídica sobre la Historia de Nuestra Señora del Valle, una recopilación de testimonios de devotos acerca de los milagros de esta advocación mariana realizada en 1764.

La Información está integrada por 54 declaraciones de devotos de la Virgen del Valle,

6 Estos incluyen tanto las obras académicas como aquellas de divulgación producidas localmente, considerando a estas últimas como fuentes de carácter secundario.

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en su mayoría vecinos de San Fernando del Valle, interrogados acerca del origen de la Imagen y de sus conocimientos respecto de milagros realizados por ella entre los siglos XVII y XVIII. Este proyecto de recopilación de relatos de milagros fue propuesto originalmente por el Procurador General de San Fernando del Valle, Leonardo Valdés, y avalado por el Cabildo, Justicia y Regimiento en 1761. Sin embargo, sólo en 1764 se obtuvo la aprobación del Vicario, quien confió la administración del proyecto al Maestro Don Francisco de Cubas y Nieva, Presbítero de la diócesis del Tucumán. Si bien la Información (1764) fue publicada durante los siglos XIX y XX en obras de divulgación7, para facilitar el citado de las fuentes se tomará en este artículo la versión que figura en Larrouy (1915), no solo porque es el único autor que la transcribe en su totalidad sino porque además su obra incluye fuentes8 no reproducidas por otros autores y que pueden ser útiles para el estudio del culto que aquí nos ocupa.

anteCedentes del Culto y ConsideraCiones teóriCo-ConCePtuales

Las obras de carácter académico que abordan el culto a la Virgen del Valle en su etapa más temprana se limitan por el momento a los aportes de Lorandi y Schaposchnik (1990). En efecto, estas autoras son las únicas que han abordado el culto durante el siglo XVII desde una perspectiva antropológica

7 Se considera aquí como obras de divulgación tanto a las de origen eclesiástico –Esquiú (1876), Soprano (1889), Larrouy (1916), Toranzos (1941) y Miranda (1980)- como popular –Cairoli (1941) y Cano (1941). En la actualidad, la difusión de la historia y tradición local de la Virgen del Valle se lleva a cabo asimismo mediante ciertos portales web, como http://morenitadelvalle.com.ar; http://www.reinadelcielo.org/nuestra-senora-del-valle-de-catamarca/ y http://catamarcaguia.com.ar/Religion/Milagros/Milagros.php.

8 Estos documentos, de carácter religioso y político-administrativo, corresponden a los siglos XVII y XVIII e incluyen cartas de gobernadores del Tucumán, Actas del Cabildo Eclesiástico, Acuerdos y Actas del Cabildo, Justicia y Regimiento, testamentos y donativos de devotos a la Virgen del Valle y a su Cofradía, etc.

e incluso académica9. Su análisis de los milagros de la Virgen del Valle en el siglo XVII enfatiza una doble función que habría cumplido este fenómeno: por un lado, como refuerzo del poder conquistador frente a los indios, pues sólo aquellos indígenas que aceptaban la dominación pasivamente podían ser beneficiarios de un milagro. Por otro lado, estos prodigios contribuyeron a cohesionar a la sociedad colonial del Valle de Catamarca en un contexto de duras condiciones socioeconómicas.

El milagro puede ser concebido como la irrupción sobrenatural de lo sagrado en el mundo profano, superando tanto las leyes de la naturaleza como las posibilidades reales y limitadas de los devotos (Barabas 2000; Lorandi y Schaposchnik 1990; Marzal 1999, 2002; Riaza Morales 1964, entre otros). Por su carácter multivocal (Barabas 1995, 2000), son plausibles de ser apropiados e interpretados de maneras diversas por distintos actores sociales. A pesar de que cada milagro es un evento singular y reviste implicancias particulares, es posible establecer patrones y similitudes entre los prodigios obrados por las imágenes religiosas católicas. Siguiendo a Costilla (2014), se distingue aquí entre milagros impersonales, que ocurren sobre la propia imagen religiosa (en este caso, apariciones), milagros individuales que benefician a sujetos concretos y milagros colectivos, cuya beneficiaria es una colectividad o comunidad.

Las apariciones de la Virgen del Valle se enmarcan en una larga tradición aparicionista de imágenes católicas coloniales (Álvarez Santaló et al. 1989; Barabas 1995; Christian 1990; Estenssoro 2005; Fogelman 2003; Lafaye 1977; Turner y Turner 1978, entre otros). La aparición consiste en un tipo especial de visión que se produce como parte del medio ambiente y suele involucrar uno o más testigos (Ameigeiras y Suárez 2011). Los primeros milagros de la Virgen del Valle consisten, justamente, en este tipo de fenómenos. No obstante, aquellos milagros de la Imagen ocurridos durante las Guerras Calchaquíes se distinguen de estas apariciones tempranas y consisten en lo que

9 Si bien no serán utilizados en este artículo por centrarse en períodos posteriores, es importante destacar los trabajos de Chaile (2011) y Guzmán (2011), que abordan el culto en los siglos XIX y XVIII, respectivamente.

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Estenssoro (2003) ha denominado “milagros de conquista”. Esta clase de prodigios sigue un patrón difundido primero en la Europa medieval y luego en las primeras décadas de la conquista española de América: ocurren en pleno campo de batalla, donde la imagen religiosa protege al bando español y aterroriza y/o convierte a los enemigos (Bouysse-Cassagne 2004; Christian 1990; Estenssoro 2003, 2005, entre otros).

los Cultos marianos y la eVangelizaCión de amériCa

El culto a María fue fomentado por el catolicismo a partir del siglo XVI como símbolo distintivo frente al protestantismo10 que ganaba cada vez más adeptos desde la Reforma luterana de 1517. El Concilio de Trento (1545-1563), celebrado como parte del proceso de renovación iniciado por la Iglesia (la Contrarreforma), propició la extensión de la devoción a María a los territorios americanos y el uso de ésta y otras imágenes en la transmisión del cristianismo a los indígenas (Barnadas 2003; Chartier 1986; Fogelman 2006b; Gruzinksi 1995; Jedin 1972; Po-Chia Hsia 2010). Así, se esperaba reforzar los valores cristianos relativos a la mujer y la familia (virginidad, castidad, maternidad, matrimonio, etc.) a través de la figura de la Virgen (Di Stefano y Zanatta 2009; Fogelman 2006a; Pastor 2000).

El uso de la imagen de María facilitó en efecto la evangelización, a la vez que dio lugar a procesos de sincretismo con deidades femeninas locales (Bouysse-Cassagne 2004; Costilla 2014; Fogelman 2003; Gruzinksi 1995; Ramos 1994, entre otros). En el siglo XVII, los cultos marianos hispanoamericanos experimentaron un rápido incremento, sobre todo los de aquellas a las que se atribuyeron apariciones y/u otros prodigios (Rodríguez Becerra 2014; Turner y Turner 1978; Vargas Ugarte 1947)

En Hispanoamérica colonial, al igual que en la Europa medieval, las apariciones marianas se

10 El protestantismo considera que la figura de María no debe ser objeto de veneración equivalente a Dios y a Jesús (Fogelman 2006b).

producen ante un individuo de condición humilde o un niño. El fenómeno ocurre en un lugar natural, que resulta sacralizado desde entonces por la presencia de la divinidad (Barabas 2000; Christian 1990; Eliade 1998) y en el cual la imagen –por lo general- desea tener su santuario. Allí se le construye posteriormente un templo y se le rinde culto público (Álvarez Santaló et al. 1989; Barabas 1995; Bouysse-Cassagne 2004; Christian 1978, 1990; Nebel 1996; Turner y Turner 1978, entre otros).

Antes de proceder a la reconstrucción de la trayectoria del culto a la Virgen del Valle en el siglo XVII, se presentarán brevemente las condiciones sociopolíticas y religiosas del Tucumán colonial, contexto en el cual surgió esta devoción mariana.

el tuCumán Colonial Características generales y presencia religiosa en el Tucumán (siglos XVI-XVII)

La Gobernación del Tucumán incluía los territorios que hoy integran las provincias de Catamarca, Jujuy, La Rioja, Salta, Santiago del Estero, Tucumán y Córdoba. Alejada de los circuitos comerciales y de los centros político-administrativos y religiosos más importantes, la región se constituyó en un espacio socioeconómico marginal durante la etapa temprano colonial (Lorandi 1988, 1997; Lorandi y del Río 1992; Schaposchnik 1994). A esto contribuyeron asimismo las características ambientales, poco favorables para las actividades agrícolas11.

Desde 1570, el territorio de la Gobernación conformó también la diócesis del Tucumán12, con

11 Es preciso aclarar, sin embargo, que no todas las zonas de la Gobernación fueron perjudicadas por igual: las ciudades de San Miguel de Tucumán, Salta y Córdoba, por ejemplo, se vieron considerablemente más beneficiadas por la apertura del circuito comercial Lima-Potosí en la segunda mitad del siglo XVII que aquellas ubicadas más al sur, como Catamarca (Ardissone 1941; Assadourian, Beato y Chiaramonte 2005; Bazán 1995).

12 Supeditada esta a la sede metropolitana de Lima hasta que en 1609 fue incorporada a la recientemente creada archidiócesis de La Plata.

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sede en Santiago del Estero hasta 1699, fecha en que la misma fue trasladada a Córdoba. En cuanto al clero regular, los mercedarios fueron los primeros en llegar al Tucumán colonial, estableciéndose en las ciudades de Talavera y Santiago del Estero en 1563. En ésta última se radicaron también los franciscanos a partir de 1566. Dos años más tarde, se unieron los jesuitas, quienes se expandieron rápidamente (Egaña, 1966: 114-120). Durante la primera mitad del siglo XVII, fue la Compañía de Jesús la que dio mayor impulso a la labor evangelizadora en estos territorios.

La presencia efectiva de los miembros de ambos cleros en el Tucumán colonial fue sin embargo muy escasa y difícil de conservar, en gran medida a causa de las dificultades que presentaba el medioambiente de la región para la subsistencia, pero también a las escasas oportunidades que ofrecía este Obispado para ascender en la jerarquía eclesiástica (Di Stefano y Zanatta 2009). Además, la gran cantidad y dispersión de los indios que necesitaban adoctrinamiento y el desconocimiento de las lenguas nativas por parte del clero no atraían a los sacerdotes al territorio tucumano. En los Valles Calchaquíes (comprendidos entre las actuales provincias de Salta, Catamarca y Tucumán), además, persistía la resistencia indígena ante los colonizadores, obligando a los españoles a abandonar y refundar las ciudades cercanas repetidamente, las cuales terminaron disponiéndose a modo de “cinturón de seguridad” (Lorandi y Schaposchnik 1990).

Si bien ambos cleros continuaron siendo escasos en el Tucumán en comparación a otras diócesis, durante el siglo XVII se consolidó e institucionalizó la presencia de la Iglesia en el Virreinato, incrementándose sus sedes, personal, patrimonio e ingresos (Borges 1992; Di Stefano y Zanatta 2009). Por otra parte, y como retomaremos en el apartado siguiente, en esta etapa se produjo también el fin de las Guerras Calchaquíes, lo cual permitió no sólo la apropiación y utilización de las tierras del Valle Calchaquí sino también un aumento y consolidación de la presencia religiosa en las mismas.

Las Guerras Calchaquíes y el Valle de Catamarca

Como se comentó más arriba, las Guerras Calchaquíes que atravesaron los valles homónimos se extendieron entre 1535 hasta 1666/67 y tuvieron un profundo impacto en las esferas socioeconómica y política de la región (Lorandi 1988; Lorandi y Boixadós 1987-1988, Schaposchnik 1994, 1996, Rodríguez 2008, entre otros). En síntesis, pueden destacarse tres episodios de este período por la violencia que los caracterizó: el primero (1534-1565) tuvo como foco principal el área central de los valles calchaquíes, bajo el liderazgo del cacique Juan Calchaquí; el segundo (1630-1643) fue encabezado por el cacique Chalemín en la zona de Londres y La Rioja; y el tercero (1656-1666/67) tuvo como líder al falso Inca Pedro Bohorquez hasta que el mismo fue derrotado y se entregó a la Audiencia de Charcas en 1659. El Gobernador del Tucumán, don Alonso de Mercado y Villacorta, continuó la campaña frente a los pueblos sublevados unos seis meses más. En 1666/67, toda la población indígena de Calchaquí había sido desnaturalizada (Lorandi 1988, 2000; Lorandi et al. 1997; Rodríguez 2008; Schaposchnik 1996, 1997). Este desenlace permitió a los colonos la ocupación de las tierras de los Valles Calchaquíes, utilizadas para el cultivo, y el poblamiento estable de las ciudades de la zona (Ardissone 1941; Bazán 1995; Larrouy 1916; Lorandi 1988; Lorandi y Boixadós 1987-1988; entre otros).

En cuanto a las consecuencias del fin de las Guerras Calchaquíes en el plano religioso, la ocupación española de estos territorios permitió el establecimiento de curatos y parroquias en la zona para su cristianización. Las Órdenes fomentaron la fundación de diversas cofradías para indios, negros y mulatos que tendrían como propósito transmitir la fe cristiana e integrar a la sociedad colonial a los sectores no hispánicos (Barnadas 2003; Bazán 1995; Castro Olañeta 2006; Zuretti 1945). De esta manera, hacia fines del siglo XVII se terminó de organizar la diócesis del Tucumán y de extender el proyecto evangelizador a todos los territorios de su jurisdicción, en especial en la zona del Valle de Catamarca.

Denominado de este modo aún antes de la

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creación de la ciudad y jurisdicción homónimas, el Valle de Catamarca está delimitado por dos serranías: al oeste la de Ambato y al este la de Ancasti. En el siglo XVII, estos territorios se encontraban repartidos entre las jurisdicciones de Santiago del Estero, La Rioja y Tucumán (Ardissone 1941; Bazán 1995; Larrouy 1916). Dos sitios ubicados en el Valle de Catamarca son especialmente importantes para reconstruir la historia del culto a la Virgen del Valle: Las Charcas13 y Choya (ver fig. 1). La primera era una colonia de aproximadamente 20 km. de ancho por cinco de largo, ubicada en el sector noroeste del Valle

13 En los documentos del siglo XVII suele denominarse a esta colonia “Valle Viejo”. Es probable que este último topónimo haya comenzado a emplearse al trasladarse la ciudad de San Fernando del Valle a su ubicación actual, para referirse a la ubicación antigua de Las Chacras / Población del Valle / San Fernando del Valle.

y al noroeste de la actual capital catamarqueña. La misma pertenecía a la jurisdicción de San Miguel de Tucumán (Larrouy 1916). En 1668, Las Chacras obtuvo el estatuto jurídico de población, cambiándose su nombre por “Población del Valle”. En 1683, se crearon conjuntamente la jurisdicción de Catamarca y su capital, San Fernando del Valle de Catamarca, tras lo cual los habitantes de la Población del Valle quedaron incorporados a la nueva ciudad (Larrouy 1915, 1916).

Al norte de la actual San Fernando y lindando con la serranía del Ambato, se encontraba un pueblo de indios llamado Choya. En él habitaban unas 30 familias pertenecientes a la encomienda de Medina, vecino de San Miguel de Tucumán (Ardissone 1941; Larrouy 1916; Lorandi y Schaposchnik 1990). Fue justamente en una gruta cercana a este pueblo donde habría aparecido la imagen de la Virgen del Valle.

Figura 1: Valle de Catamarca. Localidades más importantes en el desarrollo del culto a la Virgen del Valle. Fuente: elaboración propia a partir de imagen de Google Maps (https://www.google.com.ar/maps/@-28.5248628,-65.6856966,82343m/data=!3m1!1e3?hl=es).

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La tradición local14 sostiene que un indio sirviente de Manuel de Salazar (vecino encomendero de Las Chacras) vio un día a unas muchachas indias que subían a escondidas a un cerro lindante con el pueblo de Choya, llevando una lamparilla. Al día siguiente siguió el camino que habían tomado y encontró una estatuilla de la Virgen en su advocación de la Inmaculada, dentro una gruta. Allí, al parecer, era adorada por los indios de Choya con fogones y bailes (Larrouy 1915: 306). El indio dio aviso al encomendero, quien tomó la Imagen y la llevó a su hogar en la colonia de Las Chacras. No hay referencias concretas al momento de la aparición de la imagen en la gruta de Choya; los devotos creen que fue hecha y colocada allí por Dios. Tampoco es seguro en qué fecha fue llevada a Las Chacras15, pero se sabe que ya estaba allí para 164816.

Estando en casa de Salazar, la Imagen habría realizado un milagro, del cual existen dos versiones entre los testimonios que integran la Información. Una de ellas17 sostiene que en una ocasión, un

14 Se emplea aquí el concepto como categoría analítica, para designar una construcción social centrada en la Virgen del Valle y compartida por los integrantes del universo de actores analizado –en este caso, los habitantes de Las Chacras/San Fernando del Valle- pero plausible de ser reapropiada y resignificada de diversos modos a nivel individual o por diferentes generaciones de la misma comunidad (Madrazo Miranda 2005; Shils 1981, entre otros). El conjunto de relatos orales que circulaban entre los siglos XVII-XVIII en Las Chacras/San Fernando del Valle e integraban la tradición local aquí analizada ha sido plasmada (al menos parcialmente) en las declaraciones de los testigos de la Información (1764). Posteriormente -a partir del siglo XIX-, esta tradición local fue difundida en una serie de obras de divulgación escritas, tanto de origen eclesiástico como popular (ver nota 7).

15 Larrouy (1915; 1916) estima que esto habría ocurrido hacia 1620, pero lo cierto es que no hay fuentes que establezcan la fecha con precisión

16 Cuando el Obispo del Tucumán, Fray Melchor Maldonado, instituyó oficialmente la Cofradía de esta advocación mariana (Larrouy 1915: 65 -67).

17 Reconstruida a partir de las declaraciones de don Martín de Pedraza (Larrouy 1915: 318-321), del capitán Matías de Cuello y Salazar (Larrouy 1915: 285-

trozo de algodón suelto en la casa del encomendero comenzó a prenderse fuego. Sabiendo que las llamas pronto se extenderían, el encomendero acudió a la Imagen para que detuviera el incendio, colocándola sobre la parte del algodón que aún no se había encendido. Las llamas se extinguieron en ese preciso momento, sin que las propiedades de Salazar hubiesen recibido daño. La otra versión18 afirma que la Imagen desapareció repetidamente de la casa de Salazar para volver a la gruta de Choya. Esto habría sido interpretado como una señal de la voluntad de la Imagen de ser adorada públicamente y no en el espacio privado de la casa de Salazar. Tras la construcción de una capilla en Las Chacras y su traslado a ella, los regresos a Choya se habrían detenido.

La tradición ha incorporado ambos milagros (la extinción del incendio y las desapariciones-apariciones) al relato local sobre la historia del culto. Sin embargo, en las fuentes éstos son presentados como alternativas: quienes aluden al milagro del incendio no mencionan las apariciones en Choya, y viceversa. Esto parece indicar que, al menos en esta etapa, la historia local (transmitida oralmente) en torno al culto presentaba variantes y que la consolidación del mismo como devoción mariana oficial, cristalizó una determinada versión de la historia de la Imagen en obras escritas impulsadas por el sector eclesiástico local durante los siglos XIX y XX19. En consecuencia, es

287) –bisnieto de Manuel de Salazar- y de Sebastiana de Espeche (Larrouy 1915: 265-267).

18 Plasmada en los testimonios de don Juan Antonio de la Vega (Larrouy 1915: 221), de los capitanes don Francisco José de Salas y Herrera (Larrouy 1915: 232), don José de Salazar (Larrouy 1915: 285), Juan Cisternas (Larrouy 1915: 261) y Juan de Agüero (Larrouy 1915: 282), de los Maestres de campo don Melchor Sánchez de Vega (Larrouy 1915: 240), don Diego de Guzmán y Mercado (Larrouy 1915: 244), don Manuel de Segura y Nieva (Larrouy 1915: 256), de los Sargentos Mayores don Baltasar de Castro (Larrouy 1915: 263) y don Juan de Salas y Herrera (Larrouy 1915: 294), de los Presbíteros don Juan Tiburcio de Herrera (Larrouy 1915: 310) y Pedro Fernández de Agüero (Larrouy 1915: 266), y de Lorenzo, indio de Saujil (Larrouy 1915: 306).

19 Véase por ej. Esquiú (1876), Soprano (1889), Larrouy (1916), Toranzos (1941) y Miranda (1980).

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imposible saber si existieron versiones alternativas tanto en torno al milagro de la Imagen en casa de Salazar como a otros episodios.

En cualquier caso, la revelación del carácter milagroso de la Virgen del Valle parece haber sido un factor determinante en lo que a la construcción de un santuario propio de esta advocación mariana se refiere. Sin embargo, la Imagen desapareció de esta capilla tres veces, reapareciendo en la casa de Salazar. Finalmente, el cura local nombró al encomendero sacristán de la capilla, lo cual detuvo por un tiempo las desapariciones/apariciones. Las mismas volvieron a ocurrir en el período final de las Guerras Calchaquíes (1656-1666/67). Al parecer, el sacristán (Salazar) nunca supo dónde aparecía la Imagen tras sus desapariciones del nicho de la capilla, pero los testigos de la Información afirmaban que al regresar llevaba el manto sucio y cubierto de abrojos. Estos últimos no eran de la clase que se encontraba en la zona de la colonia, sino en la de los Valles Calchaquíes, donde se presumía que aparecía. Además, cuando los indios rebeldes capturados fueron llevados a la capilla, reconocieron la Imagen y afirmaron que se les había aparecido en medio de la batalla, atemorizándolos y protegiendo a los españoles.

Al finalizar las Guerras, la especial protección de la Virgen del Valle sobre Las Charcas (que no había sufrido ataques de los grupos rebeldes como las ciudades cercanas) llevó a los vecinos a jurarla Patrona del Valle. De este juramento participó incluso el Gobernador del Tucumán, Mercado y Villacorta, “habiendo asistido personalmente en las citadas guerras, y experimentando aquellos portentosos sucesos” (Larrouy 1915: 234)20. En 1688, con motivo de la fundación de la ciudad

20 La fecha de esta jura no es explicitada en las fuentes. Larrouy (1916) propone que podría haberse realizado en 1668, con ocasión del mencionado cambio del estatuto jurídico de colonia al de población. No obstante, se sabe que Mercado y Villacorta pasó por el Valle de Catamarca en 1657 y en 1667. Los documentos que lo mencionan en la jura se refieren a él como “Gobernador y Capitán General del Tucumán”, mas no hay referencias a su posterior nombramiento como Capitán General del Río de la Plata (1658). Esto podría indicar que la jura se efectuó antes de dicho nombramiento, durante la primera gobernación de Mercado y Villacorta (1655-1660). De ser así, el año 1657 parece ser el más probable.

de San Fernando, los vecinos llevaron a cabo una segunda jura. Poco tiempo después, la Imagen volvió a desaparecer misteriosamente siendo hallada al otro lado del río, bajo un gran algarrobo. Los habitantes de San Fernando le construyeron entonces una iglesia en ese sitio, tras lo cual la Imagen no volvió a desaparecer del Santuario21.

algunas ConsideraCiones sobre los milagros de la Virgen del Valle en el siglo XViiLa primera aparición y la cuestión de la propiedad de la Imagen

La tradición local sostiene que la primera aparición de la Virgen del Valle se produjo en Choya. Lorenzo, el único indio que participó en la Información, sostuvo por ejemplo que Dios había creado la Imagen “y la hizo aparecer entre los indios Christianos de este Valle, y Pueblo de Choya (…) y allí la festejaban los dos [dichos] indios alumbrándola con fogones q’ hacían en su presencia, vailando, y haciendo grandes demostraciones de regosijo” (Larrouy 1915: 306).

Esta primera aparición resulta significativa por varios motivos. En primer lugar, como ya se señaló, los devotos consideran que la Imagen apareció en Choya aún cuando no hubo testigos del hecho –lo cual suele ser requisito para considerar a un fenómeno como “aparición” (Ameigeiras y Suarez 2011; Barabas 1995, 2000; Turner y Turner 1978, entre otros). Ignoramos completamente cuáles fueron las interpretaciones de los indios de Choya al respecto. No hubo interés por parte de las autoridades de San Fernando del Valle en incluir testimonios de los indios de Choya contemporáneos a la realización de la Información, aún cuando los objetivos que se plantearon para la misma fueron reconstruir la historia del culto y develar el origen de la Imagen. Considerando que la atribución de un origen divino a la Imagen contribuyó a su legitimación en tanto advocación mariana legítima, cabe preguntarse si la tradición construida en Choya en torno a la Imagen no

21 La estatuilla no volvió a desaparecer, pero la Virgen del Valle continuó apareciéndose en forma de visiones a los devotos.

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suponía un riesgo para las autoridades religiosas y políticas de San Fernando, en el caso de que la misma permitiera rastrear el origen de la Imagen a una confección mundana y la despojara así de su condición divina.

En segundo lugar, Lorenzo afirma que esta imagen de la Virgen apareció ante los indios cristianos de Choya por voluntad de Dios. No obstante, las prácticas devocionales de los indios que le rendían culto en la gruta –fogones, bailes y muestras de regocijo- no presentan las características de la liturgia católica. Lorenzo mismo era cristiano (así lo destacan los funcionarios que lo interrogaron en la Información), con lo cual cabe suponer que estaba familiarizado con los ritos y prácticas católicos. ¿Cómo comprender, entonces, esta contradicción? Una posibilidad es partir del énfasis que hace Lorenzo en la voluntad divina. En su testimonio, resulta claro que no sólo la confección de la imagen es atribuida a Dios sino también su aparición en Choya específicamente. ¿Es posible percibir en la declaración de Lorenzo una crítica implícita al acto de expropiación y apropiación individual de la Imagen por parte de Salazar? Su testimonio parece subrayar el hecho de que, si ella había aparecido en Choya, había sido por la voluntad de Dios y por lo tanto pertenecía legítimamente a los indios de Choya. Siguiendo este razonamiento, la caracterización de estos últimos como cristianos parece ser un argumento estratégico tendiente a reforzar la idea de la legitimidad de la propiedad indígena sobre la Imagen.

Las disputas sobre la propiedad de las imágenes milagrosas son frecuentes y por lo general se producen entre quien posee el terreno donde la imagen aparece y el individuo que la encuentra. Un símbolo sagrado, sin embargo, no puede ser apropiado individualmente sino que se lo vincula y asocia a una colectividad determinada (Turner y Turner 1978; Velasco 1996). La disputa en torno a la Virgen del Valle se enmarca en este mismo patrón: los habitantes de Choya, por ser éste el sitio donde apareció la Imagen, la considerarían suya por derecho. Salazar, aunque resulta vencedor de esta confrontación, no tenía derecho legítimo a la Imagen porque no residía en

Choya y porque la Imagen no apareció ante él. El hecho de que la imagen en cuestión fuera un ícono católico y que Salazar fuera colono parecen haber sido los motivos que justificaron la expropiación de la Imagen a los indios desde el punto de vista de los españoles, aunque la intención original del encomendero no fue la de fomentar el culto público a la misma sino mantenerla en su hogar como propiedad privada.

Espacio público vs. espacio privado: apariciones contradictorias

Muchas tradiciones construidas en torno a imágenes milagrosas indican que, tras un intento de apropiación individual (el traslado de la imagen religiosa a un espacio privado), la misma regresa misteriosamente al sitio donde se la encontró por primera vez, manifestando así su deseo de tener un santuario allí (Bouysse-Cassagne 2004; Christian 1978, 1990; Nebel 1996; Prat 1989, entre otros). Sin embargo, como vimos, los regresos de la Virgen del Valle a Choya fueron interpretados como su voluntad de tener un culto público –como el que le habían rendido los indios en la gruta. La capilla que los vecinos de Las Chacras le construyeron se ubicó en la colonia, no en Choya. Esto sugiere que ya desde esta etapa temprana hubo una apropiación y construcción de la devoción a esta Imagen como culto español, negando a los indios la posibilidad de ser parte del mismo sin someterse a la dominación de dicho sector social (Lorandi y Schaposchnik 1990); en consecuencia, el santuario de la Virgen del Valle no podía estar en un pueblo de indios. En este acto se percibe también la intención de los colonos de asociar la Virgen del Valle a Las Chacras, en un proceso de apropiación colectiva de este símbolo religioso. Si bien posteriormente el culto se extendió a otros territorios, la identificación de la Virgen del Valle con Las Chacras persistió a través del tiempo y de la transformación de la colonia en población primero, y de esta en ciudad después.

Una vez en la capilla, la Imagen volvió a desaparecer no para regresar a Choya, sino a la casa de Salazar. Ahora bien, si los regresos

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de la Imagen a Choya fueron interpretados por los devotos como su voluntad de tener un culto público, ¿cómo comprender que volviera a un espacio privado cuando ya contaba con un santuario y culto público? Desde el punto de vista de la tradición local, la Virgen manifestaba de este modo su voluntad de que Salazar fuera su sacristán. Esta interpretación parece enfatizar la particular relación establecida entre el mismo y la Imagen, relación que en la mayoría de los aparicionismos marianos coloniales se produce entre la imagen y el individuo de condición humilde elegido por ella para ser testigo de su primera aparición (Barabas 1995; Lorandi y Schaposchnik 1990; Turner y Turner 1978, entre otros). Aunque según este esquema cabría asignar el rol de elegido al indio sirviente de Salazar, la tradición local ha priorizado la figura de este último en detrimento del indio, lo cual es congruente con la concepción del culto como español. Así, no sorprende que en la Información se describa a Salazar como un hombre “secular virtuoso y sensillo” (Larrouy 1915: 260), caracterización que resalta su condición humilde –aunque no es claro que la misma se correspondiera en efecto con la realidad.

Al convertirse en objeto de veneración pública, la Imagen ya no era propiedad de Salazar, sino de la colectividad de Las Charcas. Sin embargo, sus regresos a la casa del encomendero también pueden interpretarse como un medio de perpetuar algunos de los privilegios que la propiedad individual de la Imagen conllevaba: a pesar de no formar parte del clero, Salazar fue nombrado sacristán y poseía, a diferencia del resto de los fieles, acceso a la Imagen en todo momento. Por otra parte, cabe recordar que durante las Guerras Calchaquíes, la labor religiosa en el Valle de Catamarca era muy limitada. La elección de un secular como sacristán podría deberse, al menos en parte, a la ausencia de miembros del clero que pudieran desempeñarse en dicho cargo y a la imposibilidad económica de contratar a uno22.

22 Esto parece ser reforzado por las declaraciones de algunos de los testigos de la Información acerca de las apariciones de la Virgen del Valle en las Guerras Calchaquíes, después de las cuales regresaba a la capilla y Salazar la reprendía por ensuciar su manto y

Las apariciones en el campo de batalla: milagros colectivos y milagros individuales

Varios vecinos de San Fernando describieron en la Información que la Virgen aparecía al frente del bando español en las Guerras Calchaquíes y “batia las flechas, y las de mas armas de los indios” (Larrouy 1915: 319). El indio Lorenzo declaró que su abuelo había participado en las batallas, convirtiéndose en testigo ocular de las apariciones de la Virgen, ante la cual aparecía un “Joben hermoso con vestidura blanca, coleto y broquel haciendo destrozo con un alfanje (…) sobre un caballo blanco con plumaje en el sombrero, y q’ con una increible ligeresa tenia el movim.to

[movimiento] a todas partes” (Larrouy 1915: 307). Las apariciones de figuras religiosas en el campo de batalla, auxiliando al ejército español, no son poco frecuentes en el caso de las imágenes marianas (Christian 1990; Estenssoro 2003, 2005; Vargas Ugarte 1947, entre otros), en especial para las etapas más tempranas de la conquista americana. Lo que resulta atípico para el caso de la Virgen del Valle es la participación activa que se le atribuye, batiendo las armas enemigas. Por otro lado, la mención a su acompañante (que también participa activamente de la lucha) montado a caballo recuerda a las apariciones del apóstol Santiago Mantamoros (en España) o Mataindios (en América), un tipo de “milagro de conquista” (Estenssoro 2003): apariciones repentinas de imágenes religiosas (cristianas) en el campo de batalla que protegían a los españoles y castigaban o convertían al bando enemigo. En el caso de Santiago, sus apariciones se encuentran ligadas a una participación activa en la lucha, mientras que en las apariciones de María la mera visión suele ser suficiente para provocar el terror en el enemigo (Christian 1990; Hernández Lefranc 2006; Sanfuentes 2008). Sin embargo, Lorenzo describe al joven con un sombrero con plumas, ornamento no característico de la figura

vestiduras diciéndole que “se romperian y no avia renta p.a [para] hacer nuevos, si prosiguiessen essos andenes” (Larrouy 1915: 286). Además, quizás la contratación de un sacristán foráneo fuese posible pero se la considerara un gasto excesivo para un culto local que aún no había adquirido la importancia suficiente como para atraer devotos de otras ciudades.

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de Santiago. Es posible que dichos ornamentos indiquen un sincretismo con alguna deidad o figura de la cosmovisión local.

Las apariciones de la Virgen del Valle habrían contribuido así, a la victoria española sobre los indios enemigos. Todo el ejército español (incluyendo a los indios que peleaban en este bando) se veía beneficiado por estos milagros colectivos (Costilla 2014), pero las fuentes también contienen algunas alusiones a la protección de individuos concretos durante la batalla. Una de ellas es una anécdota protagonizada por el abuelo de Lorenzo, cacique de Saujil: el mismo se encontraba luchando bajo el mando del General Don Francisco de Nieva y Castilla, cuando se encontraron cercados por los enemigos sin pólvora ni balas. El General decidió entonces enviar al cacique a la ciudad de Tucumán por pólvora y municiones. A poca distancia, los indios rebeldes lo descubrieron y lo persiguieron a toda la velocidad que pudieron sus caballos hasta Tucumán y “solo el amparo de Nra S.a [Señora] del Valle le libro en aquella gran distancia que no fuese prissionero del enemigo, por q’ â ella se encomendó, y le invocó en tan declarado peligro” (Larrouy 1915: 307).

El abuelo de Lorenzo fue beneficiario de un milagro porque, si bien era indígena, peleaba a favor del bando español. A pesar de que la devoción a la Virgen del Valle se construyó como culto español, los indios sometidos al poder conquistador podían aspirar a ser beneficiarios de los prodigios de la Imagen (Lorandi y Schaposchnik 1990). Sin embargo, es interesante notar que la misma anécdota es repetida por otro testigo, don Diego de Guzmán y Mercado. Excepto que en este caso, el beneficiario del milagro no fue un indígena: hallándose el bando español rodeado por los indios enemigos, “se ofresio un soldado a dar aviso pidiendo para esto Armas y Caballo, tiro de atrabesada por medio del Enemigo, y siendo visto cargo sobre él gran parte, y en estos estrechos, no teniendo otro socorro, Invoco ala Santisima Virg.n del Valle (…) y aviendole seguido Los dhos [dichos] enemigos, no pudieron darle alcanse en diesiocho leguas” (Larrouy 1915: 244-245). La historia es similar, aunque en esta versión el soldado se ofrece voluntariamente a atravesar el terreno enemigo

y no hay mención alguna del General Nieva y Castilla. El beneficiario del milagro es descrito simplemente como un soldado, sin referencia a que fuera indígena. Podría tratarse de dos milagros diferentes, pero la similitud de las circunstancias no parece sostener esto. Desde luego, es posible que no sea más que un caso de mala memoria por parte de uno de los dos testigos. Sin embargo, si se considera el milagro como fenómeno multivocal (Barabas 1995, 2000), es posible ver en estas dos anécdotas dos apropiaciones de un mismo milagro por parte de dos sectores de la población local, el indígena y el español.

La protección de la colonia y el poblamiento del Valle de Catamarca

Otro tipo de milagros colectivos atribuidos a la Imagen en relación a las Guerras Calchaquíes involucran la protección especial que la misma habría brindado a Las Chacras, la cual no fue objeto de los ataques de grupos indios rebeldes como las ciudades próximas a la zona. La protección divina de la Virgen del Valle sobre Las Chacras se habría manifestado sobre todo en un episodio particular: estando la mayor parte de los hombres de la colonia fuera de ésta, participando de la batalla, un grupo de indios rebeldes se dirigieron a atacarla. Sin embargo, al acercarse al lugar, huyeron sin haber siquiera entrado a la colonia. Interrogados posteriormente al respecto, algunos indios capturados declararon que al llegar a la colonia “vieron al ayre ala Magestad de la gran Reina nra Señora del Valle y que despedia de su presencia Lansas de fuego” (Larrouy 1915: 234). Otro testigo relató que esta aparición se produjo en el río, “en cuya Rivera, disen que la veian, y formandose hally un orrendo uracan, formidable, y espantoso, los puso en aselerada fuga” (Larrouy 1915: 245). Estos testimonios sugieren que el vínculo entre la Virgen del Valle y Las Chacras –iniciado ya con la construcción de la capilla en la colonia- habría comenzado a consolidarse a partir de los milagros de aquella en relación a las Guerras Calchaquíes. Esta asociación se percibe más claramente en la diferencia entre las dos juras

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de la Virgen: en la primera, es declarada Patrona del Valle (de Catamarca), mientras que en la segunda se le atribuye un patronazgo mucho más específico, sobre la ciudad de San Fernando del Valle.

El fin de las Guerras Calchaquíes, además de facilitar el poblamiento estable del Valle de Catamarca, coincidió a su vez con la expansión del culto a la Virgen del Valle más allá de la colonia. En esto pudo influir la creencia de los vecinos de la colonia y de las ciudades cercanas en la protección especial de la que gozaba Las Chacras, lo que atrajo a más residentes permanentes a esta colonia. También en esta época se iniciaron peregrinaciones al Santuario por parte de devotos de ciudades vecinas, que por lo general acudían en busca de un milagro de sanación o para agradecer un favor ya recibido. En 1670, el Gobernador del Tucumán don Ángel de Peredo solicitó el traslado de la ciudad de San Juan de la Rivera (despoblada a causa de las Guerras Calchaquíes) al Valle de Catamarca, que “hase poblado de poco tiempo a esta parte con número de más de 150 vecinos” y “tiene una devota y muy milagrosa imagen de la Concepción Purísima que parece los ha traído a que la asistan en aquel paraje” (Larrouy 1915: 92-93). Más allá de que el culto haya sido efectivamente un factor aglutinador decisivo de la población en el Valle o que Peredo exagerara su importancia en función de sus intereses23, el hecho de que una figura política de importancia como lo era el Gobernador del Tucumán hiciera uso del culto a la Virgen del Valle como argumento estratégico para conseguir un fin político da cuenta del crecimiento y la difusión de esta devoción mariana.

refleXiones finales

La reconstrucción de la historia del culto en el siglo XVII es difícil, principalmente debido a la escasez de fuentes, pero no imposible. Este trabajo se ha propuesto analizar una de sus aristas: el papel de los milagros de la Virgen del

23 El Gobernador buscaba lograr el traslado de San Juan de la Rivera de Londres al Valle de Catamarca para que esta última obtuviera una jurisdicción propia.

Valle en el desarrollo del culto. Aquí nos hemos centrado específicamente en los milagros de la Imagen durante el siglo XVII, para reconstruir la trayectoria del culto en su fase más temprana.

En un primer momento, los milagros de la Virgen del Valle consistieron en apariciones que parecen entrecruzarse con las disputas de distintos actores en torno a la propiedad de la Imagen: indios/españoles, Salazar/Las Chacras (como colectividad) e incluso Salazar/clero local. Las apropiaciones indígena y española de la Imagen y del culto, en este período antagónicas, contrastan con el nombre popular con que se conoce actualmente a la Virgen del Valle: “Virgencita india”. Vemos aquí una posible línea de indagación, aún no explorada, en torno a la evolución de las apropiaciones y resignificaciones de esta Imagen y culto marianos.

La gran cantidad de milagros atribuidos a la Imagen en siglos posteriores parece haber oscurecido la importancia del papel desempeñado por la Virgen del Valle en las Guerras Calchaquíes en la popularización de esta advocación mariana. Las fuentes revisadas no hacen referencia a prodigios como sanaciones y resucitaciones para el siglo XVII, sino que este tipo de milagros parecen haber comenzado a producirse solamente tras el fin de las Guerras Calchaquíes. La profusión de milagros de protección colectivos, que tuvieron por beneficiarios al ejército español y a la colonia de Las Chacras, fomentó la devoción local a esta advocación mariana y contribuyó a su consolidación como Patrona oficial local. Su condición milagrosa y su inclinación a la protección de los españoles parecen haber sido asimismo muy atractivas para los devotos, tanto de Las Chacras como de las ciudades vecinas, las cuales buscaron ser beneficiarias de la protección de la que gozaba la colonia declarándola Patrona a su vez. Esta expansión continuaría incrementándose a través de los siglos, hasta convertir el santuario de la Virgen del Valle en uno de los centros de peregrinación más importantes y visitados del actual Noroeste argentino.

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