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daniela-yacila-madrid
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Admito que, en algún momento, amar se convirtió en uno de mis más grandes temores, permití ser
lastimada hasta el grado de enajenarme casi por completo. Hice lo posible por alejarme de toda
persona que me inspirara algo de romanticismo y atracción. De poco a poco me fui convirtiendo
en un ser reprimido que argumentaba no tener la capacidad de amar y se pretextaba con el
hedonismo.
Lunas y soles pasaron así, mientras me acompañaba el café y el licor. Entonces cuando menos lo
esperaba apareció una persona cuya energía vibraba varios grados por encima de la mía. Se acercó
cuando más me alejaba y esperaba con paciencia que regresara. Me daba la bienvenida con café y
sonrisas, iluminando mi alma oscura y vacía. No había reproches, no esperaba nada a cambio.
Y así fui cayendo, sin notarlo del todo, en manos de mi miedo, cuando fui plenamente consciente
de ello, se lo comenté. Él calló por segundos, que para mí fueron eternos, y me dijo: "El amor es
un constante ir y venir de alegrías y dolores. Es como vivir, vives aún sabiendo que vas a morir,
pero eso no te detiene de salir, de disfrutar porque esa idea no domina tu pensamiento.
Lamentablemente, muchas personas no tienen ese nivel de consciencia en cuanto al amor y viven
así. Escondiéndose, de cierto modo, pretextandose con una mala experiencia.
Volvió a callar y me miró.
Extraña (y consciente) mente, no dijo que no me lastimaría, no comentó que no me haría llorar, ni
prometió una vida de color rosa. Eso llamó mi atención.
Sonreí al notar que esperaba alguna reacción de mi parte, lo abracé por la espalda y hundí mi nariz
en su nucaz aspirando su aroma, inundandome de su esencia. Él era el ancla que me mantenía
firme a la tierra, y a la vez el mar en el que flotaba y me sumergía. Era la fuerza con la que decidí
soltar las amarras de mis miedos y exponerme al mundo como soy...
Hoy, casi le hemos dado la vuelta al sol y han sido tantas aventuras, las risas y las lágrimas, las
locuras y los placeres, que escribir esto, me parece, es lo menos que puedo hacer para agradecerle.
Puedo ser sin él, lo sé. Pero quiero ser y estar en su compañía. Y de lejos de querer o no, de una
manera que no puedo explicarles con palabras, su psique me llama y mi psique lo busca. No deseo
presumir, pero considero que somos como la mezcla de café y leche en las cantidades precisas.
Claro, esta analogía no es apta para los que no toman café, café con leche o analogías en general.
Resumidamente soy una mujer completa, y lo era antes de que él me encontrara, sin embargo,
cuando llego me complementó (im)perfectamente. Y aunque el ponga resistencias, he llegado a
creer que todo es armonioso y perfectamente imperfecto y que de alguna manera ya estábamos
destinados a ser.