36
Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense: participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006 CALIDAD DE VIDA DE JÓVENES DE LA ZONA SUR DEL CONURBANO BONAERENSE: PARTICIPACIÓN PÚBLICA Y ACCESO A LA SALUD Graciela Tonon de Toscano Colaboración: María de los Ángeles Aguilera Miguel Meza Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Programa de Investigación Calidad de vida. Argentina INTRODUCCIÓN Los estudios sobre calidad de vida, nos presentan la posibilidad de una nueva mi- rada teórica, tendiente a un trabajo desde las potencialidades más que desde las carencias y con un anclaje comunitario de tipo psicosocial que incluye el análisis del contexto sociopolítico (Tonon, 2003). En el caso de la calidad de vida de los/as jóvenes es necesario considerar que el contexto social en el que desenvuelven su vida está configurado por elementos actitudinales, psicosociales y materiales; de esta manera la juventud resulta una construcción social, y esta construcción la realizan en forma compartida todos los miembros de la sociedad en el momento histórico en el cual viven. El enfoque tradicional ha logrado invisibilizar a la “ju- ventud” (que entonces solo se vuelve visible cuando se la observa en situaciones de conflicto), pero en este trabajo se intenta hacer visible el concepto “juventud” desde una mirada positiva, mostrando la opinión que los/as jóvenes tienen de su calidad de vida en el contexto argentino actual. 1

CALIDAD DE VIDA DE JÓVENES DE LA ZONA SUR DEL … · organismo, estableció 12 componentes: salud, alimentación y nutrición, educa- ... micro-macro, viabiliza la constitución

  • Upload
    others

  • View
    3

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

CALIDAD DE VIDA DE JÓVENES DE LA ZONA SUR DEL

CONURBANO BONAERENSE:

PARTICIPACIÓN PÚBLICA Y ACCESO A LA SALUD

Graciela Tonon de Toscano Colaboración:

María de los Ángeles Aguilera Miguel Meza

Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Programa de Investigación Calidad de vida. Argentina

INTRODUCCIÓN

Los estudios sobre calidad de vida, nos presentan la posibilidad de una nueva mi-

rada teórica, tendiente a un trabajo desde las potencialidades más que desde las

carencias y con un anclaje comunitario de tipo psicosocial que incluye el análisis

del contexto sociopolítico (Tonon, 2003). En el caso de la calidad de vida de los/as

jóvenes es necesario considerar que el contexto social en el que desenvuelven su

vida está configurado por elementos actitudinales, psicosociales y materiales; de

esta manera la juventud resulta una construcción social, y esta construcción la

realizan en forma compartida todos los miembros de la sociedad en el momento

histórico en el cual viven. El enfoque tradicional ha logrado invisibilizar a la “ju-

ventud” (que entonces solo se vuelve visible cuando se la observa en situaciones

de conflicto), pero en este trabajo se intenta hacer visible el concepto “juventud”

desde una mirada positiva, mostrando la opinión que los/as jóvenes tienen de su

calidad de vida en el contexto argentino actual.

1

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

REFERENCIAS TEÓRICAS

Construyendo el concepto “calidad de vida”

En la actualidad decimos que la calidad de vida implica la participación de los

ciudadanos en la evaluación de lo que les afecta, convirtiéndose en un concep-

to con significación política, que contribuye al estudio del bienestar de las per-

sonas, desde la perspectiva del bienestar físico y psicológico, relacionando las

necesidades materiales con las socio-afectivas e integrando mediciones psico-

lógicas y sociales de percepción y evaluación de las propias experiencias de los

sujetos1.

Pero ¿cómo se ha desarrollado este concepto? La primera vez que se uti-

lizó el concepto calidad de vida fue cuando el economista Pigou en 1932 se re-

firió a cuantificar los servicios o costos sociales de las decisiones de gobierno

para poder calcular un producto social neto. Asimismo, varios autores escandi-

navos en la década del 30 habían propuesto relacionar los niveles de vida con

la satisfacción de las necesidades sociales. Posteriormente, en 1954, un grupo

de expertos de la ONU se refirió al concepto “nivel de vida” definiéndolo como

el punto en el cual las necesidades globales de la población lograban su satis-

facción; fue un intento de integrar indicadores económicos con indicadores de

desarrollo socio-cultural. Estas necesidades básicas se basaban en considera-

ciones biológicas y psicológicas. De esta manera el informe de 1961 del citado

organismo, estableció 12 componentes: salud, alimentación y nutrición, educa-

ción, condiciones de trabajo, situación de empleo, consumo y ahorro, transpor-

te, vivienda, vestimenta, recreación y entretenimiento, seguro social y

libertades humanas. Finalmente y como evolución del concepto nivel de vida,

se comenzó a hablar de bienestar social, como un concepto “objetivo” que in-

corporaba las ideas de justicia distributiva y equidad entre los habitantes de un

territorio.

1 Casas, F. (1999) “Calidad de vida y calidad humana”. Revista Papeles del Psicólogo Nº 74. Madrid.

2

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

Cuando en la década del 60 se desarrolló el concepto calidad de vida, lo

hizo como respuesta reconceptualizada en relación a considerar el bienestar no

sólo como dependiente de las cuestiones materiales, sino que también de los

valores humanos. Era un momento donde se cuestionaba si el bienestar social

(welfare) producía realmente el bienestar personal (well being). De esta mane-

ra y en forma alternativa al sistema que se venía utilizando de indicadores

económicos, se inició la construcción de los denominados indicadores sociales.

Y si bien los indicadores económicos siguen ocupando un lugar protagónico en

el desarrollo de los estudios sobre las características de las poblaciones de los

países hasta el día de hoy, el estudio de la calidad de vida ha logrado madurar

científicamente y llegar así, a ser considerado como un área particularizada en

las ciencias sociales. Vista desde la perspectiva macrosocial, la calidad de vida

abandonó entonces su centramiento en las condiciones materiales, para orien-

tarse a los denominados componentes subjetivos que posteriormente tomarían

el nombre de componentes psicosociales.

En 1976 Richard Estes construyó el denominado “índice de vulnerabili-

dad social nacional” que luego se convirtió en 1985 en el “índice de progreso

social” (IPS). El IPS medía la adecuación de prestación de servicios sociales, es

decir el punto hasta el cual las necesidades sociales básicas son satisfechas en

una nación (Estes, 1999, 140) y estaba compuesto por 44 indicadores, entre

los cuales se destacaban: salud, educación, condición de la mujer, esfuerzo de

defensa, economía, demografía, geografía, estabilidad política, participación

política, diversidad cultural, esfuerzos de bienestar social. Utilizando esta pro-

puesta se estudiaron 107 países en los períodos 1969/70 y 1979/80 y una de

las conclusiones del autor fue que existían poderosas fuerzas económicas y

políticas que servían sistemáticamente para promover o retardar los patrones

de desarrollo social a nivel mundial. Estas fuerzas trabajaban en pro de las na-

ciones económicamente avanzadas y funcionaban como determinantes de la

estratificación social global que empujaba a las naciones hacia zonas de vulne-

rabilidad social específicas (Estes, 1999, 141). Considerando este enfoque, po-

3

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

demos decir que este trabajo resultó ser el más relacionado con el actual con-

cepto de calidad de vida.

De esta manera y al finalizar la década de los 80, quedó establecida la

diferencia entre calidad de vida y bienestar social; y entonces, si el bienestar

social representa las condiciones materiales objetivamente observables de la

calidad de vida, queda claro que es un concepto que queda incluido en ésta.

También durante la década de los 80 el enfoque del desarrollo a escala

humana, construido por el autor chileno Manfred Max Neef , se relaciona con el

concepto de calidad de vida. El autor propone que el desarrollo:

…se concentra y sustenta en la satisfacción de las necesidades

humanas fundamentales, en la generación de niveles crecientes de

autodependencia y en la articulación orgánica de los seres humanos

con la naturaleza y la tecnología, de los procesos globales con los

comportamientos locales, de lo personal con lo social, de la planifica-

ción con la autonomía y de la sociedad civil con el estado”.2

Max Neef apoya su propuesta en la teoría del protagonismo de las personas en

tanto sujetos del desarrollo y no como objetos del mismo, respetando la auto-

nomía y la diversidad. Dado que el desarrollo se refiere entonces a las perso-

nas y no a los objetos, el mejor proceso de desarrollo será el que permita

elevar más la calidad de vida de las personas, dependiendo de las posibilidades

que tengan de satisfacer adecuadamente sus necesidades humanas fundamen-

tales. Por necesidades el autor entiende no sólo la falta de algo sino que la po-

tencialidad que eso implica. Aclara que las necesidades tienen un carácter

social-universal y que lo que cambia de acuerdo con la construcción histórica

son los satisfactores. Dado que al hablar de una relación directa entre necesi-

dades y bienes económicos tiende a la construcción de un dato objetivo, Max

2 Max Neef, M. (1986) Desarrollo a escala humana. CEPAUR. Fundación Dag Ham-marskjold. Suecia, p. 14.

4

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

Neef propone la inclusión del concepto satisfactor3 como parte del proceso

económico que implica considerar lo subjetivo. De esta manera, el desarrollo a

escala humana desde la importancia política decisiva que le da a la articulación

micro-macro, viabiliza la constitución de sujetos que desde pequeños y hetero-

géneos espacios puedan sostener y desarrollar sus propios proyectos.

Ya en los 90, se difunde la perspectiva del desarrollo basado en la liber-

tad de Amartya Sen que según el mismo autor lo señala, guarda una similitud

genérica con la preocupación por la calidad de vida, al centrar la atención en la

forma en la cual transcurre la vida humana y no solo en los recursos o la renta

que posee cada persona. (Sen, 2000-42). Estas capacidades básicas se basan

en consideraciones políticas. Sen expresa que el desarrollo es un proceso de

expansión de libertades reales, siendo las libertades instrumentales

fundamentales, los componentes constitutivos del desarrollo. De esta manera

identifica: las oportunidades sociales, las libertades políticas, los servicios

económicos, las garantías de transparencia y la seguridad protectora. Al hablar

de oportunidades sociales, el autor se refiere a los sistemas de educación y

salud que tiene cada sociedad. Por libertades políticas, incluye los derechos

humanos y las oportunidades que tienen las personas de decidir quien los debe

gobernar, así como poder expresarse políticamente, criticar a las autoridades,

el derecho de voto y la participación en los poderes legislativo y ejecutivo.

Entiende por servicios económicos las oportunidades que tienen las personas

de utilizar los recursos económicos para consumir, producir o realizar

intercambios. Respecto de las garantías de transparencia, señala la necesidad

de franqueza que pueden esperar las personas y la libertad para

interrelacionarse con la garantía de divulgación de información y claridad;

garantías éstas que cumplen un rol fundamental en la prevención de la

corrupción. Finalmente la seguridad protectora es la red de protección social

estable, es decir los mecanismos institucionales fijos (como por ejemplo el

s ayudas extraordinarias que brinda el gobierno a los seguro de desempleo) y la 3 Max Neef define “satisfactor” como “formas de ser, tener, hacer y estar, de carácter individual y colectivo, conducentes a la actualización de necesidades”. En op. cit., p. 41.

5

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

que brinda el gobierno a los ciudadanos. En esta concepción las personas son

conceptualizadas como “agentes” y no como “receptores pasivos”. Estos agen-

tes tienen capacidades humanas centradas en la libertad fundamental para

vivir la vida, teniendo razones para valorar y para aumentar las opciones re-

ales entre las que pueden elegir (Sen, 2000. 350).

Ahora bien, podemos sintetizar que, el estudio de la calidad de vida re-

mite al entorno material (bienestar social) y al entorno psicosocial (bienestar

psicológico). Este último, basado en la experiencia y en la evaluación que cada

persona tiene de su situación, incluyendo medidas positivas, negativas y una

visión global de la vida de la persona que se denomina satisfacción vital.

En todo lugar del planeta, la calidad de vida de una persona depende de

su habilidad para pensar bien acerca de su propia vida. Si bien lo que cada

persona necesita para experimentar satisfacción varía en las diferentes socie-

dades, tradicionalmente, las mediciones comparativas que hasta el momento

se han desarrollado, arrojan como resultado un alto nivel de correlación entre

la condición económica y el sentirse satisfecho. Sin embargo, ya en 1974, Eas-

terlin había expresado que la prosperidad económica de un país no tenía nece-

sariamente consecuencias en la apreciación de la calidad de vida de cada

sujeto. Asimismo, Campbell (1976) señaló que los indicadores de condiciones

materiales debían ser considerados como subsidiarios dado que eran descripti-

vos de las condiciones que se supone influyen en las vidas de las personas, no

midiendo directamente la experiencia de las mismas; señalando que la utiliza-

ción de mediciones denominadas “objetivas” resulta incorrecta.

En nuestro trabajo partimos de una mirada descentrada de la dimensión

económica, focalizando el estudio en la dimensión psicosocial; coincidiendo con

Casas (1999) cuando dice que la calidad de vida conforma “un ámbito de estu-

dio interdisciplinar de la realidad social con netos componentes psicosociales”.

Actualmente el término es utilizado en forma cotidiana y para hacer re-

ferencia a diferentes situaciones consideradas deseables para las personas.

Vista como el “buen vivir”, la calidad de vida es considerada una vivencia in-

terna no comunicada; de esta manera, la idea de estar bien es una referencia

6

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

a estar por encima de un determinado punto evaluable por debajo del cual se

está “mal” (Casas, 1996, 95). Es así como la calidad de vida se ha convertido

en un objeto de estudio concreto, en tanto componente de la realidad social.

Deconstruyendo el concepto “Juventud”

El concepto “juventud” resulta complejo de ser definido, dado que las repre-

sentaciones sociales que sobre la juventud tiene cada población, en cada mo-

mento histórico, conforman parte del contexto social en el cual los y las

jóvenes viven y se desarrollan, condicionando su vida cotidiana y /o constru-

yendo estereotipos al respecto. Se entiende por representaciones sociales un

conjunto de conceptos, percepciones y significados que comparte un determi-

nado grupo humano en relación a sus miembros y al medio circundante, siendo

construcciones que estructuran la información y que en tanto proceso cognitivo

organizan categorías y clasificaciones, proveyendo un código comunicacional

compartido e implicando los saberes cotidianos que existen en las mentes de

las personas. Martínez Muñoz (2002, 3) define las representaciones sociales

como un mecanismo de interpretación de la realidad, producto del sistema en

el cual el sujeto está inmerso y que tiene dos componentes: el cultural y el in-

dividual, que remite a las experiencias individualmente vividas; por eso es im-

portante considerar el discurso social tanto como el hecho de que ante un

mismo estímulo cada sujeto puede darle diferente significado. Dado que las

personas piensan en base a un lenguaje cualitativo, resulta que la formación

de conceptos es previa a la cuantificación y la condiciona, de allí la necesidad

de lograr primero una buena sistematización conceptual. De esta manera, si la

extensión de una palabra es la clase de cosas a las que se aplica, la intención,

es el conjunto de propiedades que establece a qué cosas es aplicable la pala-

bra (Sartori, 1984). Es por eso que una clase no debería ampliarse más allá del

punto en el cual perdiera su connotación, es decir su identificación positiva.

Pero generalmente, solo se pide una identificación negativa, resultando con-

ceptos calificados por lo que no son (ex adverso). En el caso de la “juventud”,

7

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

al igual que la niñez, la misma aparece definida más que por lo que es , por lo

que no es o por lo que algún día será (Tonon, 2001:14). Se requeriría enton-

ces de un cambio radical en la colocación de los adultos y las instituciones que

supondría considerar a la niñez y a la juventud como formas del ser persona

que tienen igual valor que cualquier otra etapa de la vida y no como meras

etapas de preparación para llegar a la adultez (Corona Caraveo, 2002:148).

Pero los/as jóvenes no conforman un grupo homogéneo y es en este

sentido que no puede hablarse de juventud en forma generalizada. Ellos/as

interactúan con el ambiente en el cual se desarrollan y son producto de la his-

toria que les ha tocado vivir. Autores como Urresti definen a la juventud desde

una mirada que tiene en cuenta la convivencia de diferentes generaciones en

sociedades diferentes, no resultando posible comparar la juventud de hoy con

la juventud de hace dos o tres décadas atrás, agregando que a los/as jóvenes

es necesario comprenderlos en relación con la situación histórica y social que

les toca vivir ya que más que de actores se trata de emergentes (Urresti,

1999, 178).

Y hablamos de juventud y no de adolescencia, porque esta última ha si-

do conceptualizada como etapa de transición entre la niñez y la adultez, como

etapa preparatoria para, como etapa definida desde la falta, es decir desde lo

que no es y para nosotros la juventud necesariamente debe ser definida por lo

que es hoy, no por lo que será mañana. Esta juventud que en este “mundo

adulto” solo logra hacerse visible, aparentemente en situaciones de conflicto,

ya que pareciera ser, son las únicas situaciones que los adultos logran percibir.

Entonces al hacerse visible de esta manera, corre el riesgo del logro de la visi-

bilidad por la exclusión, más que por la inclusión, lo que Krauskopf (1999:126)

llama visibilidad aterrorizante como mecanismo de autoafirmación y emponde-

ramiento.

La sociedad actual ha producido cambios en la socialidad y en las rela-

ciones personales que particularmente afectan la vida de los/as jóvenes. Nos

referimos al aumento de las libertades derivadas de los procesos de individua-

lización que generan que los/as jóvenes dependan más de sus propias compe-

8

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

tencias y de las de sus compañeros, que de la ayuda de su familia y/o el esta-

do. Dice Balardini (2000:12) que estas relaciones personales se sustentan en

la emocionalidad caracterizada por la fluidez, el agrupamiento momentáneo y

la dispersión.

El modelo adulto predominante se basa en el individualismo, en el “yo

me salvo solo” lo cual podría ser un claro indicador de una baja autoestima.

Este utilitarismo, que Bendit (1999:24) denomina la importancia que se le da

al valor de uso como forma de superar conflictos en la vida adulta, hace que no

surjan contradicciones entre el denominado bien social y la utilidad personal. Y

si bien se necesita de un diálogo intergeneracional, resulta difícil para los y las

jóvenes lograr esa comunicación cuando les toca relacionarse con adultos que

en realidad se encuentran atravesando “etapas de juventud” o que necesitan

ser “eternamente jóvenes”.

Los y las jóvenes viven en la incertidumbre, con un horizonte de acción

acotado, en el cual le dan a los hechos su propia significatividad,4 de acuerdo

con sus preocupaciones fundamentales, que distan mucho de ser las que tenían

la generación de sus padres/madres. Padres y madres, por su lado en un nú-

mero importante de casos, sostienen el adultismo5, rigidizando sus posturas

adultas que resultan inefectivas en su relación con los/as jóvenes, expresando

una imposibilidad de comprender lo que sus hijos/as sienten y evitando reali-

zar una mirada introspectiva que les permita buscar la respuesta en sus pro-

pias acciones previas. Pero más que un enfrentamiento entre dos

generaciones, deberíamos considerar este fenómeno como la existencia de dos

generaciones preparándose en forma simultánea (Krauskopf, 2000:125). En-

tendiendo por generación el grupo de personas nacidas en un determinado

4 Schutz, A. (1974) desarrolla el concepto en El problema de la realidad social. Amo-rrortu editores. Bs.As. 5 Proceso que se produce porque los cambios acelerados dejan a los adultos desprovis-tos de referentes suficientes en su propia vida para orientar y enfrentar lo que están viviendo los jóvenes. Tema desarrollado por Krauskopf, D. (2000) En “Dimensiones críticas en la participación social de las Juventudes”. En Balardini, S (comp.) La partici-pación social y política de los jóvenes en el horizonte del nuevo siglo. CLACSO. Bs.As., p. 124.

9

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

momento histórico, expuestas a las mismas fuerzas socio-político-económicas,

que las hacen sentirse miembros de una generación y en oportunidades actuar

como unidad en este sentido. Dice Gaitán (2000:122) que una generación está

compuesta por el conjunto de los que son coetáneos en un círculo actual de

convivencia y que el ámbito de la generación abarca una “zona de fechas” que

pueden ser de 15 años. Asimismo caracteriza al fenómeno generacional por el

proceso de mudanza, dado que como en la sociedad existe un movimiento de

portadores de cultura, las generaciones están en constante interacción produ-

ciendo un cambio generacional en forma continua. Ya Manheim (1928) señala-

ba tres aspectos a tener en cuenta en las generaciones: la posición

generacional dada por haber nacido en el mismo ámbito histórico social y de-

ntro del mismo periodo; la conexión generacional que hace que los sujetos es-

tén vinculados por algo debido a la proximidad por los años sin que esto

genere la adhesión a un grupo concreto y la unidad generacional que expresa

la mayor intensidad de adhesión que vincula a cada sujeto con el grupo. Para

reunir, entonces, los atributos de generación, resulta necesario tener capaci-

dad de acción y capacidad de influencia. En el caso de la juventud, Manhein le

atribuyó un protagonismo especial dentro de las generaciones, señalando que

a los 17 años comienza la “vida autoexperimentada” que implica la posibilidad

que tiene el sujeto de cuestionarse las vivencias transmitidas.6

Proponemos entonces para la juventud, un reconocimiento desde la dig-

nidad igualitaria para todas las personas, porque “el reconocimiento no es solo

una cortesía que debemos a los demás: es una necesidad humana vital” (Tay-

lor, 1993:46) Este reconocimiento basado en la dignidad humana tiende a la

protección de los derechos básicos de los individuos en tanto sujetos y al reco-

nocimiento de las necesidades particulares en tanto miembros de grupos cultu-

rales específicos. (Gutman,1993:20).

6 Manheim, K. (1993) desarrolla el tema en “El problema de las generaciones”. REIS Nº 62 (e.o.1928 en Kölner Vierteljahreshefle for Soziologie, VII, 2).

10

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

Juventud, participación pública y acceso a la salud

La calidad de vida de los y las jóvenes desde la perspectiva de su salud se diri-

ge básicamente al cuestionamiento de alguno de los esquemas de pensamiento

orientados por el eje de la racionalidad, y se dispara con la pregunta: ¿Qué es

la Salud?

Se parte de la categoría teórica que define a la Salud "No sólo como la

ausencia de enfermedad, sino como el equilibrio bio, psicosocial" categoría

aceptada por la Organización Mundial de la Salud. Este concepto intenta incor-

porar cuestiones psicosociales para alejarse de lo meramente biológico; sin

embargo, el pensar en un "equilibrio", constriñe posibilidades de conflicto, con-

tradicción, lucha, empoderamiento que son inherentes a lo humano, pasando

la definición, casi inadvertidamente, por el tamiz de "lo natural". Porque la sa-

lud, a lo largo de la vida de los sujetos, es uno de los ejes que los atraviesa y

los constituye como tales; las formas culturales de estar sano o enfermo, son

producto de procesos sociales e históricos y conforman las subjetividades co-

lectivas. Por lo tanto, en lugar de definir “la salud” la cuestión sería identificar

procesos salud/enfermedad/atención y es aquí donde cobra relevancia central

el estudio de la calidad de vida de los y las jóvenes.

Con abordajes técnico instrumentales, se invisibilizan los procesos sa-

lud/enfermedad/atención vividos (padecidos). Creyendo tener la posibilidad de

hacer inteligible una salud absoluta, se comete un error de desproporción infi-

nita, ya que lo que es dable conocer es la salud relativa a los sujetos (indivi-

duales o colectivos).

La salud tiene que ver con el continuo accionar de la sociedad y sus

componentes para transformar aquello que deba ser cambiado y que

permita crear el óptimo vital de esa sociedad.7

7 Ferrara, F. (1985) Teoría social y salud. Ed. Catálogos. Bs. As.

11

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

Desde esta perspectiva, la direccionalidad de la investigación se dirige a

profundizar el conocimiento de aspectos relacionados con la salud a partir de la

calidad de vida de los/las jóvenes desde su perspectiva, emergente en el con-

texto de sus comunidades. Incorporamos el contexto comunitario ya que el

término de salud al que adherimos propone que la salud es un proceso: "La

salud es como el río de Heráclito, nunca es la misma" (Ferrara, F. 1985); es

decir que está asociada a aquello que está ocurriendo. Esto nos plantea una

lectura que se acerca a entender el proceso salud/enfermedad/atención desde

lo colectivo.

Dentro de la civilización occidental, la situación de salud, o la enferme-

dad, son leídas como algo ajeno; algo que, generalmente es planteado a nivel

individual. Sin embargo, una sociedad que no construye su salud, que no se

organiza, que no lucha por ella; está enferma. Esta idea de equilibrio con la

que discute Ferrara, es la misma idea de "normalidad", donde el "desvío" es

entendido como a-social o patológico, en síntesis como algo ajeno. La salud,

está inevitablemente condicionada por la sociedad, se expresa en lo colectivo,

es un proceso histórico-social, sinónimo de articulación con los otros, con la

historia y con el contexto.

En relación al giro lingüístico como ya fuera mencionado en lo relativo a la

juventud, obviamente también al conceptualizar a los procesos de salud, éste

deja de ser un medio entre los sujetos y la realidad y se convierte en algo ca-

paz de crear tanto al sujeto, como a la realidad misma. Desde esta perspecti-

va, se apunta a las formas constructivas de las metáforas y discursos sociales

relacionados con la enfermedad, encontrando cuestiones que muchas veces

permanecen inalterables.

La intervención social en el ámbito de la salud, aparece como método pa-

ra que los que quedaron atrás, aprendan. Se constituye dentro de un orden

discursivo esencialmente higiénico y moralizante. El cuerpo va convirtiéndose

en un objeto neutro, ahistórico, asocial al que habrá que cuidar con prácticas

que se aproximan a una nueva ética.

12

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

La visión del orden y el progreso, desde una concepción armónica de la

salud, prescinde de toda posibilidad de conflicto; lo considera patológico y con-

tradictorio con los ideales de esa visión. La base de la sociedad está centrada

en la idea de igualdad de oportunidades y la higiene médica y social son pre-

sentadas como formas de obtenerlas. Y desde allí se define a “lo público” (al

público ) de la salud, con prácticas y representaciones relativas al abordaje de

la salud que se encuentran focalizadas en aspectos biológicos naturalizándolas

como "lo dado", ocultando el carácter social del proceso salud-enfermedad.

Para reunir la palabra salud (concepto) con la salud de los sujetos se re-

quiere comprender cómo es vivido, percibido, padecido el proceso sa-

lud/enfermedad por sus protagonistas. Las apariencias no permiten reconocer

obstáculos epistemológicos y epistemofílicos al considerar que "lo enfermo" es

el cuerpo de los sujetos, y que se subsana únicamente con la "adherencia" al

tratamiento. Este modelo se centra en una práctica técnica y social donde los

factores etiológicos y curativos son depositados en la persona y, a lo sumo, en

su ambiente natural, mientras los procesos colectivos son secundariamente

tomados en cuenta. La “enfermedad” así, es un hecho natural y no social lo

que se traduce en prácticas y representaciones relativas al abordaje de la salud

focalizadas en aspectos biológicos que subordinan, en términos metodológicos

e ideológicos, otros posibles niveles explicativos. Es así que lo manifiesto de la

enfermedad es ponderado de acuerdo con este rasgo causal, ignorando o mi-

nimizando la red de relaciones de sentido.

Una de esas relaciones de sentido, puede ser la posibilidad concreta que

tienen los y las jóvenes para acceder a las instituciones que conforman el sis-

tema sanitario. Y de allí nuestro interés por salud y la calidad de vida de los y

las jóvenes, ya que señalan y articulan problemáticas relacionadas con los con-

ceptos de integración, participación, ciudadanía, inclusión de la diversidad, ac-

cesibilidad y vigentes en la discusión actual del ámbito académico.

Al hacer referencia a la accesibilidad al Sistema de Salud, se toma como

eje de la reflexión la Declaración de Alma Ata (Conferencia Internacional sobre

Atención Primaria de la Salud, 1978) la que expresa la necesidad de acciones

13

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

urgentes para proteger y promover la salud de toda la población, con una

“atención de la salud basada en la práctica, en la evidencia científica, en méto-

dos y tecnologías socialmente aceptables y universalmente accesibles para to-

dos los individuos”.

Se entiende que el acceso al sistema de salud, esto es, la posibilidad de to-

da persona de acudir al sistema previsto está condicionado por un conjunto de

variables:

La Accesibilidad Geográfica; determinada por la distancia de los recursos

institucionales y los medios existentes para recorrerla.

La Accesibilidad Económica; ya que la eficacia de la acción en muchos

casos está condicionada por la capacidad económica para elegir la forma

y los medios para hacerlo.

La Accesibilidad Cultural; o sea, la incorporación de la perspectiva de las

personas y sus representaciones con respecto al concepto de Salud, así

como también el conocimiento e información que tienen las mismas a

cerca de la posibilidad de ejercer el Derecho a la Salud y de la disponibi-

lidad de recursos o servicios de los que puede hacer uso.

La Accesibilidad Administrativa, que está determinada por el grado de

simplicidad con que la población puede llegar a resolver sus demandas

en las tramitaciones o exigencias solicitadas por las administraciones de

los servicios.

El acceso al Sistema de Salud entonces, guarda íntima relación con la vulnera-

bilidad social, y ésta pasa a ser uno de los factores determinantes en el ejerci-

cio de los derechos cuando se convierte en un obstáculo insalvable para

quienes requieren atención de los problemas de salud tanto en el ámbito públi-

co como en el de las Obras Sociales.

Por consiguiente, la investigación se dirige a la calidad de vida de los y

las jóvenes, pero está en íntima relación con el contexto social en que ellos son

definidos como tales. Intentamos complejizar el debate sobre la participación

14

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

en la vida pública de los y las jóvenes, ya que la participación puede ser en-

tendida más allá de la información y pasar a ser un concepto relacionado con

la posibilidad de decidir y controlar los procesos sociales que los incluyen y

producir las acumulaciones sociales necesarias para ser integrados en los pro-

cesos de los que son excluidos; y en el sistema sanitario, a pesar de la vigen-

cia de legislación en la que se expresa la obligatoriedad de la atención de los y

las jóvenes, existen barreras de inaccesibilidad que más que concebirlos como

sujetos de derecho, los reconocen como objetos de asistencia.

Visibilizar los procesos de exclusión y hacer públicas las situaciones que

en lo cotidiano construyen y sostienen representaciones y prácticas sociales

que niegan el conocimiento, ejercicio y exigibilidad del derecho a la salud, pue-

de convertirse en un aporte para que, mediante el debate, se logren transfor-

maciones tendientes al reconocimiento de los y las jóvenes como sujetos de

derecho. Además el poder transferir los resultados de la investigación, puede

generar un proceso que optimice su accesibilidad para los y las jóvenes, e inci-

dir en las prácticas de asistencia, prevención y promoción que sus equipos de

salud desarrollen para y con la juventud.

En lo relativo a las instituciones sanitarias, las definiremos como, institu-

ciones públicas; organismos que conforman el conjunto de las instituciones del

Estado y de la sociedad civil. En este caso no se entiende al Estado como un

sujeto dotado de intereses propios; por el contrario, se lo concibe como un

conjunto de instituciones de gobierno, administración y coerción, que se ocu-

pan de las fuerzas sociales y políticas de la sociedad civil, las que disputan y

negocian en su interior. Ahora bien, en sociedades de cierta complejidad, es

común que suceda que las instituciones del Estado, logren definir sus propios

intereses y los promuevan, de igual manera que lo realizan las fuerzas sociales

y políticas de esa sociedad civil. 8

8 Isuani, E. Bustelo, E. (1990) Mucho, poquito o nada. Ed. UNICEF -C.I.E.P.P – Siglo XXI. Bs. As.

15

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

Por lo tanto es preciso aclarar, que lo público tiene que ver con un espa-

cio compartido por toda la sociedad. De tal modo, todo lo estatal es público,

sin embargo, no todo lo público es estatal. Lo público es diverso de los indivi-

duos, pero no debería ser adverso a ellos.9 .Contradicción y adversidad que

puede encontrarse en las por lo menos tres horas de filas que tienen que reali-

zar las personas para "conseguir" un turno para hacer uso de algo que en tan-

to público es suyo. Adversidad y frustración de los sujetos (pacientes y equipo

de salud), por la insuficiencia de insumos.

Se considera que probablemente los problemas de equidad y racionali-

dad que surgen son el resultado de la existencia del desarrollo de poderosas

organizaciones (industria farmacéutica, mercantilización de la salud, burocra-

cias) que expresan intereses sectoriales, impidiendo una racionalidad más glo-

bal, más comprometida con la reducción de desigualdades. Existen además,

problemas relacionados con la falta de sistemas de información, de seguimien-

to o evaluación de la eficacia y eficiencia de las políticas sociales argentinas,

que logren asegurar una mejor calidad en la producción de bienes y servicios,

facilitando el acceso a los mismos. La obtención de resultados positivos por

parte del amplio conjunto de instituciones públicas prestadoras de servicios

tales como la salud, no ha alcanzado niveles satisfactorios (aun con un alto

nivel del gasto público) por la escasa racionalidad de la estructura institucional

y por la falta de coordinación y coherencia entre los modelos que prevalecen

en los diversos sectores sociales. Un conjunto tan diversificado de instituciones

prestadoras de servicios tiende a la fragmentación, debido a la ausencia de

una instancia central que oriente hacia las metas nacionales, con mecanismos

que faciliten la coordinación y optimización de los recursos, procurando enfati-

zar en la promoción y prevención de las condiciones que permitan un adecuado

desarrollo social. 10

9 Aguilar Villanueva, L. El estudio de las políticas públicas. Grupo editorial Miguel Ángel Porrúa. México. 10 Cf: Isuani, E. (1990), op. cit.

16

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

En la crisis de la Salud Pública que nos atraviesa, es frecuente el discur-

so que expresa "No hay política sanitaria". Volviendo a la reflexión respecto al

discurso como generador de "verdades" y como ocultamiento de situaciones,

nos preguntamos si es posible la inexistencia de políticas. Consideramos que

siempre, por acción u omisión, se propende a acumulaciones sociales en un

sentido o en otro, hacia la equidad o hacia la inequidad, hacia los sectores

hegemónicos o hacia los subalternos.

Las políticas públicas relacionadas con la atención del proceso salud-

enfermedad se concentran en prácticas curativas y son deficitarias en cuanto a

prácticas preventivas y de promoción. Estas políticas están enmarcadas en el

“Modelo Médico Hegemónico”, definido como el conjunto de prácticas, saberes

y teorías generadas por el desarrollo de lo que se conoce como medicina

científica, que deja como subalternos otros conjuntos de saberes y prácticas,

identificándose como única forma de atender la salud, legitimada por la ciencia

y el Estado11. La inversión en controles preventivos, sobre todo en el medio

ambiente, es reducida y muy inferior a las inversiones en la dimensión

curativa. Este marcado predominio a la vez que demuestra una baja eficacia

respecto a los principales problemas de salud y la producción de problemas

generados por la misma práctica (iatrogenia) incrementa el costo de la

atención de la salud, ya que supone un aumento de la medicamentación y del

uso del equipo técnico de diversos niveles de complejidad, que favorece la

reproducción de la “industria de la salud”. La reproducción no sólo se da en

este plano, ya que también se produce en lo que hace a la legitimación del

sistema global, generando una aceptación por parte de los conjuntos sociales

de la hegemonía de estas prácticas y una creciente exigencia de las mismas

por parte de la población. Institucionalmente se desestima la implicancia social de este proceso lo

que produce la desvalorización implícita en el sistema sanitario de las potencia-

lidades de los sujetos, en lo que respecta a sus procesos salud-enfermedad-

atención; concibiéndolos como objetos de asistencia. Se deriva de aquí la es-

11 Menéndez, E. (1990) Morir de alcohol. Saber y hegemonía médica. Ediciones de la Casa Chata. México.

17

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

casa difusión de conocimientos, habilidades y destrezas relativos a dichos pro-

cesos para que sean apropiados por la comunidad, manifestándose así también

la escasa promoción de prácticas preventivas al respecto y el no reconocimien-

to o la subestimación de los saberes existentes en la población. La desvaloriza-

ción de las potencialidades de los sujetos explican el desinterés en la

participación real de la población, quedando dicha “participación” subsumida en

las propuestas institucionales. En este sentido las prácticas y representaciones

relativas al abordaje de la salud fragmentan los conjuntos sociales. Una prácti-

ca que pretenda generar algún tipo de transformación requiere partir de un

ejercicio teórico-práctico de movilización que favorezca una redistribución del

saber/ poder en el área de la salud e implique un impacto favorable en las con-

diciones de vida de los sujetos; pero en el modelo disciplinar que domina las

prácticas sanitarias, la participación real comunitaria es limitada al quedar redu-

cida a planteamientos teóricos y condicionada a las respuestas institucionales;

concentrando de esta forma el saber/poder en los técnicos profesionales.

Participar es ejercer el poder de tomar decisiones, actuar y transformar

la realidad. La participación alude al protagonismo activo de sujetos (individua-

les y colectivos) con respecto a aquellos procesos que los afectan en sus condi-

ciones de existencia. En este sentido, protagonismo implica la capacidad para

opinar, decidir, modificar y controlar dichos procesos. Esa capacidad está con-

dicionada por el contexto en el cual tiene lugar: canales de participación insti-

tuidos, acciones de otros sujetos que interactúan en el mismo escenario, el

imaginario social, la lucha de intereses y de poder; es decir, las condiciones

económicas, sociales, culturales y políticas en que estos sujetos desarrollan su

acción. Posibilitar transformaciones en las formas instituidas de “participar” la

y a la comunidad es iniciar un proceso de vinculación, de reconocimiento, de

incorporación de las perspectivas y racionalidades de todos los actores que in-

teractúan en la situación sociosanitaria. Participar no es sinónimo de exigencias

institucionales, tampoco un instrumento para alcanzar objetivos profesionales

predefinidos, sino un proceso que despliega una modalidad relacional inclusiva

y abierta hacia “los otros”; este vínculo no siempre requerirá acciones que de-

18

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

riven en actividades comunitarias, sino que es un modo de relación que se

constituye en todas y en cada una de las prácticas. La participación y el forta-

lecimiento de los lazos sociales, permiten que los sujetos nos pensemos como

parte del colectivo, solidarios con el grupo, siendo este lazo el que nos une a

una vida en común.

Ignacio Katz, médico sanitarista argentino e interventor del Hospital Na-

cional de Agudos Profesor Alejandro Posadas, señala las humillaciones sufridas

por las personas al llegar a esta institución –prototípica del sistema de salud de

nuestro país–; esperas interminables en condiciones desesperantes, sin baños

en condiciones de uso, sin asientos disponibles, formando filas interminables

de una ventanilla a la otra. Expresa: “Parecían refugiados de una guerra más

que ciudadanos que concurrían a un hospital de la Nación”. Este autor constru-

ye y propone para comprender al sistema de salud una cascada conceptual: No

hay deseos sin estructura, estructura sin sistema, sistema sin función, función

sin órgano, ni órgano sin finalidad. De esta forma identifica las falacias que

inciden en el campo de la salud. La primera de ellas es la falacia de la pobreza,

que asocia el problema de la salud con un tema de pobres, negando que el es-

tado sanitario total de la población es afectado por el proceso sa-

lud/enfermedad/atención y derivando en prácticas que refuerzan la pobreza o

aumentan el deterioro de la salud. La falacia de la educación, la que ya fuera

mencionada en párrafos anteriores, aquí el autor resalta que la educación ade-

cuada de la población podrá ser en todo caso una viga en el edificio que repre-

senta el sistema sanitario nacional, pero nunca el edificio mismo. La tercer

falacia es la del presupuesto, según la cual basta con aumentar los recursos

para mejorar en cantidad y calidad las prestaciones. Y la última de las falacias

es la de la libre elección, que presupone que el ciudadano posee los conoci-

mientos necesarios para poder discernir entre las distintas ofertas sanitarias,

cuando en realidad hay una clara asimetría de información y de formación.

(Katz, 2003)

19

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

En síntesis, la accesibilidad de la población al sistema de salud, debe ser

considerada desde la perspectiva participativa antes desarrollada. O sea, valo-

rizar el potencial participativo de la comunidad12 identificando los potenciales

de salud comunitarios, siendo estos las capacidades de percepción, participa-

ción y transformación creativa de los factores o situaciones destructivas que

requieren cambios13.

En cuanto a la vivencia de lo público, no es que los/as jóvenes estén

desinteresados, sino que su interés se muestra de otra forma. Y al definir “lo

público” lo entenderemos como campo simbólico de deliberación y actuación

colectiva de los ciudadanos, preocupados por los asuntos de interés general,

que desborda el campo de la esfera política para comprender el dominio de lo

social (Quiroga, 1994:151). Este espacio de lo público es tanto un espacio for-

mal (las instituciones), como informal (la sociedad civil), dado que conforma

un espacio de comunicación entre los miembros de la comunidad. El problema

es que esta comunidad se caracteriza en la actualidad por la importancia que le

da a “lo económico” como valor central de la época.

También hay quienes dicen que los/as jóvenes rechazan la política, sien-

do que en realidad lo que rechazan son a los actores políticos.

“En la percepción de la mayoría social la política se ha separado de los asuntos de la vida cotidiana, se ha deshumanizado, ha perdido su carácter comunita-rio...”14. De igual manera, cuestionan la legitimidad de las instituciones públicas, en un

Estado que ha ido abandonando sus lugares tradicionales para pasar a ser un

actor más, a veces ni siquiera uno importante, frente al poder de los mercados

y las empresas (Urresti, 2000:194). Un Estado que en términos de Sen, no

ofrece garantías de transparencia. Así también, es en este mismo escenario

que el trabajo aparece como un privilegio más que como un derecho social.

12 Documento de Alma-Ata. 13 Conde, S.-Leal, M. -Schmunk, S. (1998) Salud Comunitaria. Diagnóstico, estrategia y participación. Ed. Espacio. Bs. As. 14 Quiroga, H. (1996) “Esfera pública, política y ciudadanía”. En Revista Internacional de Filosofía Política 7. UNED-Universidad Autónoma Metropolitana. Barcelona, p. 153.

20

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

La participación política de los y las jóvenes puede darse en forma con-

vencional a través de su inserción en los partidos políticos y en forma no con-

vencional e indirecta, a través de una manifestación pública o juntando firmas

para lograr que una situación se modifique. Un ejemplo concreto han sido los

episodios de cortes de calles realizados en distintos barrios de la Ciudad Autó-

noma de Buenos Aires y en el centro de la misma, protagonizados por alumnos

y alumnas de escuelas medias, durante mayo de 2005, reclamando por las

riesgosas condiciones de los edificios de las escuelas. En aquellas escenas lla-

mó la atención la ausencia de los adultos en un rol participativo y cuando

hablamos de adultos nos referimos tanto a los funcionarios gubernamentales

como a los docentes, padres y madres.

En este contexto: ¿qué opinan los/as jóvenes del gobierno y de su ac-

cionar, del nivel de vida en el país, de la seguridad , de las posibilidades eco-

nómicas, del accionar de las empresas, de las condiciones sociales y de la

situación del medio ambiente? ¿ Cuán satisfechos se encuentran con su salud,

su familia, sus logros personales, sus creencias religiosas y espirituales, sus

relaciones personales, su seguridad?

Para contestarnos estas preguntas consideraremos las respuestas de jó-

venes de ambos sexos de entre 16 y 18 años, que viven en localidades de la

zona sur del Conurbano Bonaerense, quienes contestaron en forma anónima

un cuestionario.

PLAN DE INVESTIGACIÓN

Objetivos

a. Determinar la medida de calidad de vida de los y las jóvenes de entre

(15 y 18 años de edad) que habitan en la zona sur del conurbano bo-

naerense.

21

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

b. Detectar modificaciones operadas en la medida de calidad de vida de la

población bajo estudio tomando como referencia el estudio previo des-

arrollado en el año 2004.

c. Facilitar el entrenamiento de alumnos y alumnas cursantes de las asig-

naturas Metodología del Trabajo Social I y Seminario de Integración

Asistenciales (2005) en la recolección de datos en campo y la construc-

ción de diagnósticos situacionales.

Método y Técnicas

En este trabajo de investigación se parte de la consideración del entorno mate-

rial en conjunción con el social, considerando a la persona tradicionalmente

llamada “objeto de estudio” como “sujeto” y protagonista del accionar. Se utili-

za el método cuantitativo, a partir de la aplicación del well-being index (Cum-

mins, 2001)15. Este instrumento mide el nivel de satisfacción de los sujetos en

dos escalas: una correspondiente al nivel personal y otra al nivel nacional. El

nivel personal16 comprende: nivel de vida, salud, logros alcanzados, relaciones

personales, seguridad futura, ser miembro de la comunidad, creencias espiri-

tuales y religiosas, relaciones familiares, amistades, seguridad financiera. El

nacional17 comprende: vida en el país, situación económica nacional, situación

del medio ambiente, seguridad nacional, condiciones sociales, gobierno nacio-

nal, posibilidad de hacer negocios, ayuda que el gobierno brinda a las familias,

ayuda que los empleadores brindan a las familias.

El proyecto de investigación desarrollado se enmarca en el Programa de

Investigación sobre Calidad de Vida de la Facultad de Ciencias Sociales de la

Universidad Nacional de Lomas de Zamora, creado en el año 200418.

15 La traducción del instrumento se puede consultar en la página: (http://www.deakin.edu.au/research/acqol/instruments/wellbeing_index.htm 16 Personal well being. 17 National well being. 18 La autora propuso la creación de dicho Programa el cual dirige en la actualidad. Re-solución del Consejo Académico 497/04.

22

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

El estudio de la calidad de vida implica dos ejes: el objetivo y el subjeti-

vo, siendo cada eje el agregado de dominios que fueron operacionalizados en

la escala de comprensión de calidad de vida de Cummins, McCabe, Romeo and

Gullone (ComQol-1994) 19. Al mencionar los dominios, Cummins incluyó las

características definidas tanto objetiva como subjetivamente, señalando que

para estudiar la calidad de vida, resulta necesaria la utilización de indicadores

sociales subjetivos, ya que los indicadores denominados objetivos, en general

no resultan buenos predictores de la calidad de vida subjetiva. En este sentido,

la pregunta acerca de la satisfacción con la vida en general, hace que la perso-

na se conecte con un sentimiento de lo que le está pasando, más que con la

realización de una evaluación cognitiva. Esta pregunta resulta un estimativo

que requiere repreguntar por los distintos dominios en forma específica, a fin

de conocer como cada uno de ellos contribuye en forma positiva o negativa al

estado general. Sucede entonces que cuando se pregunta por un dominio en

particular, la respuesta resulta menos abstracta, apareciendo la evaluación

cognitiva y decreciendo la expresión afectiva20. Cummins (2001) construyó el

personal well-being index (PWI) en tanto grupo de dominios definido como el

primer nivel de reconstrucción de la pregunta por la vida en general. La cons-

trucción de los dominios quedó de esta manera organizada a partir del princi-

pio teórico de la “deconstrucción” aplicado a la satisfacción con la vida en

general. En este sentido es importante señalar que los dominios no fueron se-

leccionados desde una teoría, sino que se utilizaron criterios tales como: la ne-

cesidad de que cada dominio describa un aspecto que responda tanto desde lo

subjetivo como desde lo objetivo (teniendo en cuenta que la calidad de vida

remite a ambas dimensiones); el hecho de que no se incluya la afectividad (es

por eso que no se considera por ejemplo : la felicidad) y la cuestión de que

cada dominio resulte un indicador variable inequívoco, es decir que no actúe

como mediador.

19 Comprehensive quality of life scale. A. C. Q. O. L.. Melbourne. Australia. 20 Cummins, R. Documento de discusión del International Well-Being Group en Inter-net. Mayo 2005.

23

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

El PWI utiliza una escala del 0 (cero) al 10 (diez), en la cual el 0 corres-

ponde a no estar satisfecho y el 10 corresponde al más alto nivel de satisfac-

ción. Los resultados obtenidos se ajustan posteriormente a un orden del 0 al

100, habiéndose establecido que la “medida normal” se encuentra comprendi-

da entre 70 y 80, si bien las mediciones en algunos países muestran valores

por debajo. (Cummins et al., 2003)21

El desafío se ha centrado en desarrollar la validación trasnacional del

PWI para lo cual y a partir del año 2002 Cummins conjuntamente con Lau con-

vocaron a investigadores de diferentes lugares del planeta a trabajar en la va-

lidación transnacional del instrumento, organizando desde el Australian Center

of Quality of Life Studies de la Universidad de Melbourne Australia, el trabajo

del International Well Being Group.22

La participación de estudiantes universitarios en la recolección de

datos en campo

Una vez más han participado del trabajo en campo alumnos y alumnas cursan-

tes de la asignaturas Metodología del Trabajo Social I de la Carrera de Trabajo

Social de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora y del Seminario de in-

tegración asistenciales, de la Carrera de Técnico en Minoridad y Familia de la

misma universidad.

En el caso del programa de la asignatura Metodología del Trabajo Social

I, la misma conforma un espacio académico de integración teoría-práctica, por

lo cual la propuesta de que alumnos y alumnas se entrenen en la construcción

de diagnósticos situacionales comunitarios, implica necesariamente que expe-

rimenten una breve recolección de datos en campo, con los cuales poder ope-

rar después. El eje de la asignatura es metodológico, por lo cual se trabaja con

21 Cummins, R et al desarrollan el tema en “The australian unity wellbeing index: and overview” En Land, K (editor). SINET Nº 76. Duke University USA. Noviembre 2003, pp 1-4. 22 Graciela Tonon es Primary Researcher del International Well Being Group (http://acqol.deakin.edu.au).

24

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

los datos que la realidad nos ofrece considerando que el conocimiento se

encuentra socialmente distribuido (Schutz, 1962, 18)23 . En el caso del

Seminario de integración asistenciales, uno de los temas comprendidos en

dicho seminario es la situación actual de los y las jóvenes en el Conurbano

bonaerense y que mejor forma de conocerlo que teniendo una experiencia

directa

en campo. Si bien en el ejercicio profesional el proceso metodológico no puede es-

tar supeditado al comienzo o finalización de determinadas etapas ni a secuen-

cias rígidas de actuación, en la formación académica los alumnos/as han

podido tener un primer acercamiento a la realidad social a partir de la aplica-

ción del cuestionario de la investigación, que ha operado como dispositivo que

permitió poner en cuestión los distintos supuestos y puntos de partida filosófi-

cos y teóricos que fundamentan las visiones de la realidad social y su conoci-

miento. De esta manera se ha evitado la “simulación” de la realidad para la

realización de los diagnósticos, respetándose la intencionalidad básica de vin-

cular la práctica con la teoría y viceversa, proponiendo la contextualización co-

rrespondiente para el análisis y la interpretación. Asimismo, permitió contribuir

al cumplimiento del objetivo pedagógico centrado en la capacidad de lectura

crítica de los/as estudiantes, no sólo de la realidad, sino del proceso de pro-

ducción del conocimiento y de la lógica investigativa.

Los/as alumnos/as orientaron la investigación diagnóstica obteniendo in-

formación por distintos medios y caminos, y realizaron una caracterización de

las zonas haciendo hincapié en los aspectos relacionados con los indicadores

más relevantes que de las respuestas surgían. Pero no sólo las respuestas han

sido valoradas como material para el proceso de conocimiento, sino que el pro-

ceso de interacción “encuestador – encuestado”, permitió ejercitar la observa-

ción como técnica para el suministro de información cualitativa. De esta

manera pudieron observarse diferencias propias de las culturas barriales y de

los estilos de gestión pública de acuerdo a las localidades.

23 En Schutz, A., op. cit., 1974.

25

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

ANÁLISIS DE LOS DATOS: LAS RESPUESTAS DE LOS Y LAS JÓVENES

La población bajo estudio estuvo conformada por sujetos de ambos sexos de

entre 15 y 18 años. Durante el año 2005 contestaron 289 sujetos, habiendo

contestado previamente en el 2004, 295 sujetos. Una vez más el trabajo se

desarrolló en diferentes barrios de la zona suroeste del conurbano bonaerense.

En primer lugar consignaremos los resultados generales de las mediciones co-

rrespondientes a los años 2004 y 2005, tanto en la escala personal como en la

escala nacional.

Nivel de satisfacción (personal)

2004 2005

Nivel de vida 75,1 69,2

Salud 82,9 80,3

Logros alcanzados 80,8 72,3

Relaciones personales 82,4 80,1

Seguridad futura 71,8 56,5

Ser miembro de la comunidad 68,4 60,4

Creencias espirituales y religiosas 80,3 59,2

Relaciones familiares 80,8 75,7

Amistades 90,1 86,1

Seguridad financiera 62,3 53,8

2004 2005

Vida en el país 56 53,2

Situación económica nacional 40,2 38,3

Situación del medio ambiente en el país 53,6 42,4

Seguridad nacional 36,4 36,7

Condiciones sociales en el país 41,3 38,4

Gobierno nacional 45,2 44,8

Posibilidad de hacer negocios 49,4 45,1

Ayuda que el gobierno brinda a las flias 42,8 42,2

Ayuda que empleadores brindan a las flias 52,2 44,7

26

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

Un análisis comparativo de los datos obtenidos durante los dos años (2004 y

2005) muestran en la escala nacional, la disconformidad que los y las jóvenes

sienten respecto de la calidad de vida en Argentina, percepción que aumenta

en grado de disconformidad durante la medición del 2005. En este sentido, es

el gobierno nacional quien obtiene una de las puntuaciones más bajas de satis-

facción (45,2 en el 2004 y 44,8 en el 2005); así como la situación económica

nacional (40,2 en el 2004 y 38,3 en el 2005) y las condiciones sociales en el

país (41,3 en el 2004 y 38,4 en el 2005), estas dos últimas pudiendo ser con-

sideradas en relación con el accionar del gobierno. En el caso del 2005 los en-

cuestados además especifican tener un 42,2 de satisfacción con el gobierno

local. Resulta necesario a la hora de analizar estos datos, considerar la impor-

tancia del contexto dado que contextualizar es situar un conocimiento dentro

de un conjunto organizado que nos permite comprenderlo (Morin, 1998), y en-

tonces es evidente que las respuestas de los y las jóvenes tenemos que ubicar-

las en su contexto de desarrollo cotidiano.

En cuanto a la ayuda brindada a las familias que más lo necesitan, se

percibe con una puntuación más alta en el año 2004 el accionar de los emplea-

dores (52,2) que del gobierno nacional (42,8). Si bien la tendencia se mantie-

ne en el 2005, la brecha se ha achicado, 42,2 para el gobierno y 44,7 para los

empleadores. Podríamos considerar que esta modificación se relaciona con los

denominados “planes sociales” que otorga el Estado y en este sentido coinci-

dimos con lo que señala Svampa:

Así este modelo asistencial, lejos de prescindir del Estado señala su

ominprescencia, a partir del control biopolítico de los sectores pobres

de la población, definidos por su desvinculación con el mercado de

trabajo y el consumo… el plan apunta a desarrollar una dinámica re-

socializadora, que no es precisamente la de abrir espacios de ciuda-

danía u oportunidades de vida, sino la de excluir al excluido, en

tanto excluido. En realidad, más que nunca, el espacio de ciudadanía

27

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

se distorsiona y se restringe al universo de las necesidades básicas

insatisfechas”.24

Si relacionamos estos datos con el nivel de satisfacción en relación con el sen-

timiento de ser miembro de la comunidad también identificamos un registro

por debajo de la tendencia general observada en otros países (68,4 en el 2004

y 60,4 para el 2005), lo cual podría indicar que la participación actual de los/as

jóvenes más que referenciarse con una comunidad en tanto barrio, correspon-

de a comunidades virtuales, y muchos de los códigos a través de los cuales los

y las jóvenes se reconocen como perteneciendo a una experiencia común están

mundializados (Urresti,2000:194) Particularmente en el caso del 2005, sólo el

17,8% de los encuestados refiere participar de algún grupo comunitario. Cabe

señalar que cuando hablamos de comunidad la consideramos como una totali-

dad que construye un sentido para quienes la habitan, siendo unidad de lo di-

verso y sinónimo de integración en lo diferente, que es voluntariamente

compartido (Tonon, 2004:15). 25

Estas puntuaciones nos llevan a la reflexión de cuales son las formas ac-

tuales que tienen los y las jóvenes de participación en la vida pública. En este

sentido Bendit (2000:35) propone desagregar tres cuestiones para estudiar la

participación política de la juventud: el interés por la política, la confianza de-

positada en las instituciones vinculadas a ella y la participación política activa.

Y hablar de participación implica ser actor en el proceso de toma de decisiones,

por lo cual queda claro que no nos referimos a un accionar en forma conjunta

en relación a decisiones que han tomado otros. De allí la diferencia que reco-

24 Svampa, M. (2004) “Estado, democracia y proyecto de nación”. En Revista Escena-rios 8. Revista Institucional de la Escuela Superior de Trabajo Social. Universidad Na-cional de La Plata. Espacio Editorial. Bs. As., p. 55. 25 “La vivencia de comunidad es lo que genera la sociedad…. La comunidad implica una situación de intersubjetividad, en la cual se comparte: un mismo campo de experien-cia, una comprensión compartida de aquella experiencia, un juicio de hecho que es común a todos y en el cual se afirma que aquella comprensión compartida es verdade-ra, un juicio acerca de los valores que es común a todos”. Lo Biondo, G (1999) En “Al-gunos elementos del aporte de Lonergan a la política”. En Scanonne , J y Santuc, V. (comp.) Lo político en América Latina. Editorial Bonum. Bs As., p 296.

28

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

nocemos entre lo que denominaríamos “participación simbólica o ilusoria” (es

un como sí se participara) y “participación real-protagónica”. La participación

necesariamente debe ser entendida como participación activa en la toma de

decisiones, conjuntamente con el resto de los actores sociales, a fin de generar

acciones concretas tendientes a la integración y que den respuestas a las ne-

cesidades de la población. De esta manera, la participación real implica la de-

mocratización del saber y la redistribución del poder para lograr el cambio.

En nuestro caso, de los 295 sujetos encuestados en el 2004, el 25,4%

trabajaba, siendo un porcentaje mayor del total, la cantidad de varones ocu-

pados (57,5 %) que de mujeres. Del total que trabajaba ganaba menos de 200

pesos el 61,8%. Si relacionamos estos datos con el nivel de satisfacción res-

pecto de su seguridad financiera (62,3), y el nivel de satisfacción respecto de

la situación económica nacional (40,2), observaremos que también esta pun-

tuación se ubica debajo de la media obtenida en otros países en la aplicación

del index. En el caso de la medición del 2005 los sujetos encuestados que tra-

bajan conforman el 32, 5%, de los cuales ganan menos de 200 pesos el 28,5%

de ese total.

La ponderación de la dimensión de la salud global de los y las jóvenes

respondentes en 2004 y 2005, presenta un dato similar: 82,9 y 80,3. Datos

que indican un nivel de satisfacción alto en relación con el contexto del sistema

de salud descripto en anteriores páginas. Esto puede tener relación con la

hipótesis presentada por Espluga y otros, quienes sostienen en base a investi-

gaciónes relacionadas al desempleo y a la salud que, “el punto más relevante

en relación al debate teórico sobre desempleo y salud, es la incorporación de la

variable valoración del empleo, que se define por el grado de centralidad que el

hecho de trabajar tiene en el sistema de valores del individuo”.26

Es entonces que se nos abre el camino a otras preguntas, ¿es la salud

de los y las jóvenes un problema para la agenda de las políticas de salud públi-

26 Espluga, J.-Lemkow, L.-Baltierrez, J. Kieselbach, T. (2004) Desempleo juvenil, ex-clusión social y salud. Investigaciones, experiencias y acciones institucionales en Espa-ña. Ed. Icaria. Barcelona.

29

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

cas?, ¿o son problemas construidos en forma subsidiaria a las situaciones de

peligrosidad asociadas a los jóvenes?, ¿es valorada por los jóvenes su salud?,

¿en relación a las barreras en la accesibilidad al sistema de salud, los y las jó-

venes se sienten sujetos de derecho?.

Alguno de los datos obtenidos en la investigación pueden esclarecer pro-

visoriamente estas aparentes contradicciones. El 61% de las respuestas hacen

referencia al uso del sistema de salud público. Del total de jóvenes que cuen-

tan con Obra Social (el 44% de los encuestados), sólo el 5,5% usa el sistema

de salud público; lo que daría por tierra con la afirmación de que el sistema

público está colapsado por el uso que hacen los beneficiarios de otras cobertu-

ras. En referencia al nivel de satisfacción de los encuestados frente a las pres-

taciones del sistema público de salud es 72,5; mientras que el correspondiente

al sistema por obras sociales es 95,4.

El 57% de los y las jóvenes no encuentran relación con los niveles de sa-

tisfacción y la distancia geográfica que tienen que recorrer para acceder a los

servicios de salud. El 56%, tampoco encuentra relación de dicha satisfacción

con la comprensión de su cultura juvenil. Mientras que el 53%, encuentra que

la satisfacción está relacionada con la gratuitidad de la consulta y el tratamien-

to y el 56% la relaciona con la simplicidad en los trámites requeridos.

Finalmente, se mantiene la tendencia observada en la medición del 2004

en la cual no se detectaban diferencias significativas en las respuestas de los

jóvenes y de las jóvenes. Las marcadas diferencias de respuesta en base al

género que surgen de estudios desarrollados con adultos, no aparecen en esta

investigación.

Asimismo podemos decir que en el caso de los/as jóvenes se ha obser-

vado que aunque vivan en condiciones físicas, sociales y contextuales conside-

radas negativas, ellos/as pueden experimentar una experiencia relativamente

positiva en relación a su calidad de vida dependiendo de las estrategias y ca-

pacidades que generan en relación al contexto. De igual modo un joven que

vive en condiciones socioeconómicas favorables y con una situación psicológica

30

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

sin problemas puede experimentar una evaluación de su posición en la vida

relativamente pobre. (Patrick et al., 2002:7)27

CONCLUSIONES

Si la calidad de vida se refiere a

“…. las percepciones, aspiraciones, necesidades, satisfacciones y repre-

sentaciones sociales que los miembros de todo conjunto social experi-

mentan en relación a su entorno y la dinámica social en que se hallan

inmersos, incluyendo los servicios que se les ofrecen y las intervenciones

sociales de las que son destinatarios y que emanan de las políticas socia-

les”28, el efecto de las relaciones sociales y de las relaciones con el me-

dio, se encuentra mediatizado por la particular mirada de cada sujeto, es

decir la manera en que cada sujeto interpreta su contexto y situación, es

por eso que esta mirada es la llave que determina su calidad de vida.29

Las puntuaciones de todos los dominios en la medición del 2005, obtie-

nen valores menores respecto de las del 2004, tanto en el nivel personal

como en el nivel nacional. Particularmente en: ser miembro de la comu-

nidad, seguridad futura, seguridad financiera y creencias espirituales y

religiosas.

El contexto en el cual desarrollan su vida cotidiana los/as jóvenes reviste

particular importancia a la hora de estudiar su calidad de vida, ya que

“el conocimiento de las informaciones o elementos aislados es insuficien-

te. Hay que ubicar las informaciones y los elementos en su contexto pa-

ra que adquieran sentido. Para tener sentido la palabra necesita del

27 Patrick, D, Edwards, T, Topolski, T, Walwick, J. “Youth quality of life: a new measure incorporating the voices of adolescents”. QOL Newsletter Nº 28. Mapi Institute Lyon. Francia, pp 7-8. 28 Casas, F., op. cit., 1996, p.100. 29 Patrick, D, Edwards, T, Topolski, T, Walwick, J., op. cit., p. 8.

31

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

texto que es su propio contexto y el texto necesita del contexto donde

se enuncia”30

Las dificultades, para los y las jóvenes, en la obtención de un primer

empleo en un escenario con un alto nivel de desempleo como la Argen-

tina, país en el cual la inestabilidad y precariedad de las relaciones de

trabajo se han convertido en estructurales, afecta el proceso de desarro-

llo de la autonomía en los y las jóvenes demorando su cambio de posi-

ción dentro de sus familias. Los jóvenes ven frente a ellos un horizonte

de precariedad duradera. (Kessler, 2002:142)

Del total de jóvenes que cuentan con Obra Social (el 44% de los encues-

tados), sólo el 5,5% usa el sistema de salud público; lo cual desconfirma

la idea que se viene sosteniendo oficialmente acerca de que el sistema

público está colapsado por el uso que hacen los beneficiarios de otras

coberturas. Asimismo es importante señalar que no se verifican relacio-

nes significativas entre el nivel de satisfacción en el dominio salud de los

jóvenes con las distintas posibles barreras de acceso a la misma.

Los resultados obtenidos en los dominios relacionados con la participa-

ción pública, muestran la necesidad de redefinir el espacio público como

espacio compartido del “nosotros”, en tanto campo simbólico de delibe-

ración y actuación colectiva. El reemplazo del modelo del ciudadano que

participa en la vida pública, por el modelo del ciudadano consumidor,

acaecido en la década del 90, ha generado un abandono de los espacios

de participación pública y un desplazamiento a los espacios del mundo

privado. Particularmente en el caso de los y las jóvenes este fenómeno

se evidencia en el escaso nivel de participación activa en organizaciones

de tipo comunitario.

30 Morin, E. Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. UNESCO, p.15.

32

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

BIBLIOGRAFÍA

Aguilar Villanueva, L. El estudio de las políticas públicas. Grupo editorial Miguel

Ángel Porrúa. México.

Balardini, Sergio (2000) (comp.). La participación social y política de los jóve-

nes en el horizonte del nuevo siglo. CLACSO. Bs. As.

Beccaria, Luis (2002). “Empleo, remuneraciones y diferenciación social en el

último cuarto del siglo XX”. En Beccaria, Luis y otros. Sociedad y Socia-

bilidad en la Argentina de los 90. Editorial Biblos-Universidad Nacional de

General Sarmiento, Bs. As.

Bendit, René (2000). “Participación social y política de los jóvenes en la Unión

Europea”. En Balardini, S (comp.) La participación social y política de los

jóvenes en el horizonte del nuevo siglo. CLACSO. Bs. As.

Benedicto, Jorge. (2002). “Infancia y Juventud. Nuevos sujetos de ciudadanía;

un reto para la sociología de la infancia”. En Curso Internacional de ve-

rano: El espacio Social de la infancia. San Martín de Valdeiglesias.

Botana, Natalio (2002). La república vacilante. Editorial Taurus. Bs As

Casas, Ferrán (1996). Bienestar social: una introducción psicosociológica

.Editorial PPU. Barcelona.

Casas, Ferrán (1999). “Calidad de vida y calidad humana”. Revista Papeles del

Psicólogo. Nº 74. Madrid.

Conde, S.-Leal, M. -Schmunk, S. (1998) Salud Comunitaria. Diagnóstico, es-

trategia y participación. Ed. Espacio. Bs. As.

Corona Caraveo, Yolanda (2002) “ La participación de la infancia y la adoles-

cencia en las políticas públicas” En Infancia y política social. Segunda

edición. UNICEF-UAM. México.

Cummins, Robert (1998). Comprehensive quality of life scale. Australian Cen-

ter on Quality of Life Studies. Melbourne. Australia.

Cummins, R et al. desarrollan el tema en “The australian unity wellbeing index:

and overview” En Land, K (editor). SINET Nº 76. Duke University USA.

Noviembre 2003.

33

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

Documento de Alma Ata

Espluga, J.-Lemkow, L.-Baltierrez, J. Kieselbach, T. (2004) Desempleo juvenil,

exclusión social y salud. Investigaciones, experiencias y acciones institu-

cionales en España. Ed. Icaria. Barcelona.

Ferrara, F. (1985) Teoría social y salud. Ed. Catálogos. Bs. As.

Gaitán, Lourdes (2000) El espacio social de la infancia. Comunidad de Madrid.

Consejería de Sanidad y Servicios Sociales. Instituto Madrileño del Me-

nor y la Familia. Madrid.

Garbarino, James (1992). “Cuestiones conceptuales en la investigación de indi-

cadores sociales de bienestar infantil”. En Revista Intervención Psicoso-

cial. Vol 1. Nº 2. Colegio de Psicólogos de Madrid, pp. 59-71.

International Society of Quality of Life Studies.(1998) Quality of life: definitions

and terminology. USA.

Isuani, E. Bustelo, E. (1990) Mucho, poquito o nada. Ed. UNICEF - C.I.E.P.P –

Siglo XXI. Bs. As.

Kessler, Gabriel (2002) “De proveedores, vecinos y barderos: acerca de traba-

jo, delito y sociabilidad en jóvenes del Gran Buenos Aires”. En Beccaria,

Luis y otros. Sociedad y Sociabilidad en la Argentina de los 90. Editorial

Biblos- Universidad Nacional de General Sarmiento, Bs. As.

Kymlicka, W. (1996) Ciudadanía multicultural. Paidós. Barcelona.

Krauskopf, Dina. (2000) “Dimensiones críticas en la participación social de las

Juventudes”. En Balardini, S (comp.) La participación social y política de

los jóvenes en el horizonte del nuevo siglo. CLACSO. Bs. As.

Manheim , Karl (1993) “El problema de las generaciones”. REIS Nº 62

(e.o.1928 en Kölner Vierteljahreshefle for Soziologie, VII, 2).

Martínez Muñoz, Marta (2002) “Los derechos políticos de la infancia desde la

perspectiva adulta”. Ponencia en El espacio social de la infancia. San

Martín de Valdeiglesias.

Max Neef, Manfred (1986). Desarrollo a escala humana. CEPAUR, Suecia.

Menéndez, E. (1990) Morir de alcohol. Saber y hegemonía médica. Ediciones

de la Casa Chata. México.

34

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

Morin, Edgard (1998). Articular los Saberes. Ediciones Universidad del Salva-

dor. Bs. As.

Morin, Edgard. Los siete saberes necesarios para la educación del futuro.

UNESCO.

Patrick, D, Edwards, T, Topolski, T, Walwick, J. Youth quality of life: a new

measure incorporating the voices of adolescents. QOL Newsletter Nº 28.

Mapi Institute Lyon. Francia.

Quiroga, Hugo (1996). “Esfera pública, política y ciudadanía.” En Revista Inter-

nacional de Filosofía Política 7. UNED-Universidad Autónoma Metropoli-

tana. Barcelona.

Schutz, Alfred (1974). El problema de la realidad social. Amorrortu Editores.

Bs.As.

Sen, Amartya (2000). Desarrollo y libertad. Editorial Planeta Colombiana. Co-

lombia.

Svampa, Maristella (2004). “Estado, democracia y proyecto de nación”. En Re-

vista Escenarios 8. Revista Institucional de la Escuela Superior de Traba-

jo Social. Universidad Nacional de La Plata. Espacio Editorial. Bs. As

Taylor, Charles (1993). El multiculturalismo y la política del reconocimiento.

Fondo de Cultura Económica. México.

The International Wellbeing Group. Personal Wellbeing Index–Adult. Manual.

The Australian Centre on Quality of Life, Deakin University. Melbourne.

2nd Edition Junio 2005

Tonon, Graciela (2003) Calidad de vida y desgaste profesional. Espacio Edito-

rial, Bs. As.

Tonon, Graciela (2004) “Calidad de vida de niños, niñas y jóvenes en Argenti-

na.” En Rizzini, I, Zamora, M y Fletes Corona, R. (comp.) Niños y ado-

lescentes creciendo en contextos de pobreza, marginalidad y violencia

en América Latina. Childwatch International Research Network. PUC Rio.

CIESPI. Río de Janeiro, p 79-94.

Tonon, Graciela y Rodríguez de la Vega, Lia. (2004) “Políticas sociales, partici-

pación y diversidad cultural: el caso de los migrantes en Argentina”. En

35

Tonon de Toscano, Graciela et al. “Calidad de vida de jóvenes de la zona sur del Conurbano Bonaerense:

participación pública y acceso a la salud” en la III Conferencia de la Red Latinoamericana y del Caribe

de Childwatch International, 17 al 19 de julio, 2006

Revista ANÁLISIS. Volumen 5. N 1. Revista de la Escuela Graduada de

Trabajo Social. Universidad de Puerto Rico, p. 53-73.

Urresti, Marcelo (2000). “Paradigmas de participación juvenil: un balance his-

tórico”. En Balardini, S. (comp.) La participación social y política de los

jóvenes en el horizonte del nuevo siglo. CLACSO. Bs. As.

36